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Periodo Formativo
En la etapa formativa, pequeñas comunidades procedentes del altiplano
guatemalteco se asentaron en el Petén, fundando pequeños poblados que
recibieron pocos siglos antes de la Era Cristiana las influencias de Izapa,
una cultura de origen olmeca situada en la costa pacífica de Guatemala.
A partir del año 300 d. C. aparecen los grandes centros ceremoniales
característicos de la cultura maya: Tikal, Uaxactún, Naraqjo, Nakún y
Yaxhá.
Un factor que, sin duda, contribuyó de manera decisiva al crecimiento de
las ciudades de la cultura maya fue la presencia de una poderosa colonia
teotihuacana en Kaminaljuyú, en los altos de Guatemala. La progresiva
desaparición del poder de Teotihuacán en la región creó una grave crisis
política que se prolongó del 534 al 593 d. C.
Tikal
Periodo Clásico
La restauración de la paz social abrió una nueva fase histórica: el Clásico
Tardío (600-900 d. C.), caracterizado por una explosión cultural impulsada
por los gobernantes de las grandes ciudades-estado del período (Tikal,
Palenque, Copán, Quiriguá, Yaxchilán, Bonampak o Piedras Negras). La
historia de estas localidades se conoce a grandes rasgos gracias al
desciframiento parcial de la escritura jeroglífica de la cultura maya. Así, por
ejemplo, sabemos que 18 Jog, soberano de Copán, fue derrotado por
Cauac Caan de Quiriguá, y que el personaje enterrado bajo el Templo de
las Inscripciones de Palenque se llamaba Pacal.
A lo largo de los siglos IX y X se produjo una gravísima crisis que finalizó
con el hundimiento total de la cultura maya. Las razones de este colapso
se desconocen, pero sus consecuencias no encierran misterio alguno: las
ciudades, manifestación material del poder de los reyes-dioses, se
abandonaron y la población volvió al sistema político igualitario de los
primeros tiempos del Formativo.
Periodo Posclásico
El colapso afectó menos a los diminutos Estados de la península del
Yucatán, una zona marginal durante el período Clásico que se convirtió
en la heredera de la refinada cultura de las tierras centrales. La historia de
los mayas yucatecos se extiende a lo largo del período Posclásico y puede
dividirse en tres fases.
Organización social
La estratificación social de la cultura maya se basaba en el parentesco. Este
hecho, sin embargo, no indica que los mayas formasen una sociedad
igualitaria porque sus clanes se dividían en linajes (grupos de familias)
inferiores y superiores, según estuviesen más o menos alejados del
antepasado fundador. De forma que los descendientes directos del hijo
primogénito del creador del clan ocupaban la posición social más elevada,
los linajes procedentes de los primogénitos de sus hermanos, la escala
inmediatamente inferior, y así sucesivamente. En términos
socioeconómicos, el grado de relación con la línea directa del antepasado
daba origen a auténticas castas cerradas que condicionaban totalmente la
vida de una persona. La pertenencia a un determinado linaje obligaba al
individuo no sólo a contraer matrimonio con una persona de su mismo
linaje, impidiendo con ello cualquier tipo de movilidad social, sino que,
además, le forzaba a vestir de una manera determinada, a ejercer
la profesión del clan, y a vivir de acuerdo con una conducta prefijada de
antemano.
Sociedad Maya
La cultura de, a diferencia de lo que sucede en el resto de la América
precolombina, sí puede hablarse de castas o clases sociales integradas
exclusivamente por reyes-dioses, sacerdotes, guerreros,
comerciantes, artesanos y campesinos.
Los agricultores mantenían a los parientes nobles con sus cosechas,
construían los templos y los palacios donde vivían, peleaban en las guerras
y debían entregar de tiempo en tiempo ofrendas para los dioses. A cambio
de ello, recibían una pequeña parcela de 4 ó 5 ha en usufructo, así como
el derecho a levantar una pequeña choza en un lugar que, por supuesto,
dependía de la posición social de la familia.
Los esclavos se encontraban al margen del sistema de parentesco, pero
de hecho estaban incluidos en él, pues los hijos de los pentacoob nacían
esclavos. Las razones que conducían a la esclavitud no diferían mucho de
las griegas o romanas: la guerra, la delincuencia o el nacimiento.
El sistema, pensado para comunidades agrícolas autosufícientes, se
modificó a medida que el crecimiento general creaba nuevas necesidades.
Las castas secundarias, como la de los comerciantes o los guerreros, se
desarrollaron con tanta rapidez que tal vez llegaron a poner en peligro el
orden social tradicional. Al respecto resulta importante señalar que los
mayas, en contra de la creencia popular, no fueron un pacífico pueblo de
campesinos regidos por intelectuales, sino una sociedad tan guerrera como
cualquier otra.
Organización político-administrativa
El gobierno de la comunidad de la cultura maya recaía, en el linaje
principal, que monopolizaba las tareas administrativas y, sobre todo, las
religiosas. Los descendientes del antepasado fundador eran verdaderos
dioses vivientes que ostentaban el mando político, económico, judicial y
militar de la comunidad; y como tales tenían derecho a ceder a sus
hermanos y sobrinos los cargos políticos de mayor responsabilidad.
El omnipotente poder del Halach Huinic (el hombre verdadero), también
denominado Ahau (Señor) emanaba de su papel de intermediario entre
sus parientes superiores, los dioses, y sus parientes inferiores, los
hombres. El cargo, hereditario, pasaba de padres a hijos; pero si el Ahau
moría sin descendencia masculina el título pasaba a las mujeres. Si
tampoco dejaba hijas, el cargo era heredado por el hermano de mayor
edad, lo cual conducía a una profunda remodelación de los diversos linajes
del clan.
El Halach Huinic controlaba la vida de la comunidad desde la capital del
distrito ayudado por el resto del linaje gobernante, los bataboob, que se
encargaban de administrar los centros secundarios subordinados, presidir
los consejos comunales, supervisar la recogida de tributos e impartir
justicia.
En épocas de guerra, los bataboob debían ceder su autoridad al nacom,
jefe militar supremo que gozaba de plenos poderes durante un período de
tiempo no superior a los tres años.
Halach Huinic
Economía
En el plano económico, la cultura maya sacó el máximo rendimiento a sus
tierras. La actividad agrícola, la principal rama de la producción, se
organizaba de acuerdo con el principio de parentesco, lo cual implicaba
que la tierra pertenecía al Ahau, encarnación del grupo, quien la distribuía
en función de las necesidades de cada familia.
Las cosechas quedaban en poder del campesino, si bien este debía
entregar una parte al señor para contribuir al sostenimiento de la familia
domínante y del aparato burocrático. La recompensa por esta cesión era
doble, por un lado, el linaje gobernante aseguraba la existencia de los
campesinos en épocas de crisis al suministrarles alimentos y
ropas procedentes de los almacenes del Estado; por el otro, efectuaba los
ritos necesarios para atraerse el favor de los dioses de la lluvia y la
vegetación.
La ausencia de excedentes de producción, unida a la división sexual del
trabajo existente en la familia maya, impidió la aparición del comercio,
salvo el que se daba entre las distintas ciudades-estado, y que consistía
básicamente en bienes insuficientes, no producidos o de Iujo.
El comercio