Sie sind auf Seite 1von 34

Fiesta de las Cruces en Pilcomayo (Junín)

La Fiesta de las Cruces en Pilcomayo (Junín) se celebra cada 1 de mayo en


el pueblo de Pilcomayo ubicado muy cerca de Huancayo.
Cerca de veinte instituciones folclóricas de los barrios y anexos del distrito de
Pilcomayo en Junín rendirán un homenaje a las Cruces de Mayo, por medio del
concurso de la Chonguinada, Shapish y Negrería.

La finalidad de esta celebración es el de homenajear a las Cruces de Mayo y


buscar la revalorización de las tradicionales fiestas de las cruces que se celebran
en los pueblos del Valle del Mantaro y en Pilcomayo cada año.

Las cruces que se veneran son: C ruz de Toma, Cruz de Siete Llagas, Cruz de
Mojón, Cruz de Balsas, Cruz de Cárcel, Cruz de Mayo, Cruz de Patarcocha, entre
otras.

La comunidad distrital pone en disputa increíbles premios económicos a los


participantes de las diferentes danzas costumbristas, cada conjunto cuenta con
sus respectivas orquestas típicas que hacen gala y derroche de elegancia y
marcialidad en toda su presentación durante el concurso.

Esta fiesta tiene su origen de las épocas de Santa Elena, quien adornó la cruz
de Cristo con flores y joyas.

En la celebración, se organizan diferentes concursos de Chonguinadas Shapis y


Negrerías, las cuales con organizados por la Municipalidad distrital, cuyos
premios son para la mejora de iglesias y capillas.

No solo los lugareños participan de esta jornada, sino todos los turistas y
visitantes también son bienvenidos a concursar en esta competencia.
HUANCAYO

En cada pueblo existen versiones distintas de las historias y creaciones de los actores
sociales, por ejemplo esta es una versión del origen de Huancayo.

Hace ya mucho tiempo, todo el Valle del Mantaro era una inmensa laguna. Desde Jauja y
Concepción, hasta el sur llegando a Sapallanga y Pucara, todos esos lugares estaban bajo
el agua. Los pobladores del valle en aquel entonces tenían sus casas en las alturas de los
cerros, incluso hasta ahora podemos ver vestigios de sus construcciones.
En el centro de la gran laguna se podía observar desde las alturas un enorme peñón oscuro
que salía de las aguas cada mañana. Esta gran peña se llamaba Huanca y estaba donde
hoy esta la Plaza Huamanmarca, junto a la Municipalidad de Huancayo. Paso el tiempo y la
laguna se iba llenando y llenando con las aguas de las lluvias (recordemos que en esta parte
de la sierra las precipitaciones son altas).

Una vez, cuando los pobladores estaban en sus labores del campo, porque ellos siempre
se dedicaron a la agricultura; se escucho un enorme estruendo en una de las quebradas y
tras el sonido pudieron ver que las aguas de la laguna iban disminuyendo rápidamente.
Sucedió que la quebrada de Chupuro se había roto y por allí desaguaba la laguna.

Pasaron pocas semanas y el valle se fue quedando seco, para acortar distancias entre los
pueblos, los pobladores tuvieron que bajar hacia las partes planas; siendo allí en donde
lograron hacer nuevas construcciones para poder habitarlas. Pero la laguna no vació del
todo. En jauja se quedo la Laguna de Paca y en Ahuac la Laguna de Ñahuinpuquio.

Una vez las aguas rompieron la quebrada de Chupuro y por allí desaguo la laguna. El valle
se fue quedando seco y se fundaron pueblos. Pero la laguna no vació del todo. En Jauja
quedó la Laguna de Paca y Chocón; la de Ñahuinpuquio en Ahuac y la de Llulluchas en
Huayucachi.

Existen muchas lagunas en el Valle del Mantaro, posiblemente parte del agua que desaguo
de la gran laguna, hayan quedado dispersas por todo el valle. Ahora la Laguna de Paca es
una de las más reconocidas y visitadas por los foráneos.

El huaylash

El huaylash, es un baile muy popular, hoy convertido en danza, originario del


departamento de Junín, situada en la sierra central de Perú, en Huancayo,
especialmente en el valle del Mantaro, poblaciones como: Pucará, Huayucachi,
Huancán, Sapallanga, Viques, Chongos bajo, entre otros. Danza que simboliza
el vistoso galanteo y el enamoramiento entre los jóvenes wancas y sus doncellas
mujeres (wamlas), donde la energía y el vigor se ponen de manifiesto a través
del zapateo y el contrapunto, como su singular característica.

El huaylas

La expresión “Huaylas”, “huaylash” (quechua) o huaylarsh (aymara) está


relacionada a la juventud (danza de fuertes adolescentes enamorados), a la
música propiamente dicha y se ejecuta en fiestas patronales, carnavalescas y en
épocas agrícolas.

Inicialmente se remonta a la trilla de granos (cebada, trigo) después de la


cosecha, desde entonces proviene el fuerte zapateo en ésta danza, donde imitan
movimientos de algunos pasajes de labores de la agricultura. Con el pasar del
tiempo, el Huaylas ingresa a la ciudad llegando a tener dos variantes: Huaylas
agrícola y Huaylas moderno.

Huaylas Agrícola: popularmente conocido como Huaylas andino, este tipo de


danza es autóctona, natural, donde las parejas danzantes realizan movimientos
de cortejo y enamoramiento, imitando a las aves del campo, en particular al
chihuaco (tordo o zorzal), de igual modo la coreografía contiene escenas de
tareas agrícolas (siembra y cosecha), para terminar con el contrapunto entre
varones, así demostrar sus habilidades y destrezas a sus mujeres. El vestuario
es simple, donde no figuran adornos ni bordados, se danza descalzo y es
acompañado musicalmente con quenas e instrumentos de cuerda.

Huaylas antiguo o agrícola

Huaylas moderno: Es un ajuste del Huaylas, todo un espectáculo, con


movimientos coreográficos de zapateo y galanteo, que lo realizan con mucha
habilidad y destreza, el vestuario es con bordados de lujo y música llamativa. El
argumento principal del Huaylas moderno, es el enamoramiento, el guapeo, y
la competencia, donde los jóvenes wancas rivalizan por conquistar a la mujer
deseada, la competencia lo realizan por parejas, entre risas y miradas
sarcásticas se desplazan velozmente, los tacos de los zapatos resuenan el piso,
y al final, la aptitud y la capacidad física entre los varones se pone en tela de
juicio en un contrapunteo de zapateo.

La indumentaria de las mujeres consiste en un sombrero de lana color vicuña,


pañal de terciopelo bordado lujosamente con muchos colores y borde de color
entero, chaqueta negra con borde de manga de color, una faja multicolor para la
cintura, fustán (pollera) de lino labrado y fustán de lino tasqueado o bordado,
zapatos de color negro de tacos bajos.

Los varones llevan puestos, un sombrero de lana de oveja color negro, camisa
blanca, faja o chumpi, pañuelo para el cuello, un chaleco bordado, pantalón de
color negro con abertura blanca en el botapié, pañuelo de mano y zapatos
negros.

Huaylas moderno

El Huaylas o huaylarsh del departamento de Junín, musicalmente es


acompañado con instrumentos de viento metálico, básicamente entre el saxofón
y el clarinete, así también el arpa y el violín en cuerdas.
Hoy, existen clubes, centros culturales, academias, autoridades regionales,
unidas todas conservan y difunden ésta danza símbolo por excelencia, pandillas
que se organizan que aspiran a ser campeones, así como “Alianza Huayucachi”,
“Olímpico”, “progreso Yacus”, Inca Huamanmarca”, “Chancas”, y muchos otros.
Según la historia el primer concurso se estableció hacia los años de 1958 y
1960 en la plaza principal del distrito de Pucará en fiestas de carnaval,
posteriormente se generalizó en todos los pueblos del sur de Huancayo. Así
como Trujillo tiene la Marinera Norteña, Junín tiene su Huaylas.

El secreto del rey Maón

Adaptación de la leyenda de Irlanda

Al este de Irlanda, en una provincia llamada Leinster, reinaba


hace muchísimos años un monarca llamado Maón. Este rey
tenía una rareza que todo el mundo conocía y a la que nadie
encontraba explicación: siempre llevaba una capucha que le
tapaba la cabeza y sólo se dejaba cortar el pelo una vez al año.
Para decidir quién tendría el honor de ser su peluquero por un
día, realizaba un sorteo público entre todos sus súbditos.

Lo verdaderamente extraño de todo esto era que quien


resultaba agraciado cumplía su tarea pero después jamás
regresaba a su casa. Como si se lo hubiese tragado la tierra,
nadie volvía a saber nada de él porque el rey Maón lo hacía
desaparecer. Lógicamente, cuando la fecha de la elección se
acercaba, todos los vecinos sentían que su destino dependía de
un juego maldito e injusto y se echaban a temblar
Pero ¿por qué el rey hacía esto? … La razón, que nadie sabía,
era que tenía unas orejas horribles, grandes y puntiagudas
como las de un elfo del bosque, y no soportaba que nadie lo
supiera ¡Era su secreto mejor guardado! Por eso, para
asegurarse de que no se corriera la voz y se enterara todo el
mundo, cada año le cortaba el pelo una persona de su reino y
luego la encerraba de por vida en una mazmorra.

En cierta ocasión el desgraciado ganador del sorteo fue un


joven leñador llamado Liam que, en contra de su voluntad, fue
conducido hasta un lugar recóndito de palacio donde el rey le
estaba esperando.

– Pasa, muchacho. Este año te toca a ti cortarme el cabello.

Liam vio cómo el rey se quitaba muy lentamente la capucha y


al momento comprendió que había descubierto el famoso
secreto del rey. Sintió un pánico terrible y deseos de escapar,
pero no tenía otra opción que cumplir el mandato real.
Asustadísimo, cogió las tijeras y empezó a recortarle las
puntas y el flequillo.

Cuando terminó, el rey se puso de nuevo la capucha. Liam,


temiéndose lo peor, se arrodilló ante él y llorando como un
chiquillo le suplicó:

– Majestad, se lo ruego, deje que me vaya! Tengo una madre


anciana a la que debo cuidar. Si yo no regreso ¿quién la va a
atender? ¿Quién va a trabajar para llevar el dinero a casa?
– ¡Ya sabes que no puedo dejarte en libertad porque ahora
conoces mi secreto!

– Señor, por favor ¡le juro que nunca se lo contaré a nadie!


¡Créame, soy un hombre de palabra!

Al rey le pareció un chico sincero y sintió lástima por él.

– ¡Está bien, está bien, deja de lloriquear! Esta vez voy a hacer
una excepción y permitiré que te marches, pero más te vale
que jamás le cuentes a nadie lo de mis orejas o no habrá lugar
en el mundo donde puedas esconderte. Te aviso: iré a por ti y
el castigo que recibirás será terrible ¿Entendido?

– ¡Gracias, gracias, gracias! Le prometo, majestad, que me


llevaré el secreto a la tumba.

El joven campesino acababa de ser el primero en muchos años


en salvar el pellejo tras haber visto las espantosas orejas del
rey. Aliviado, regresó a su hogar dispuesto a retomar su
tranquila vida de leñador.

Los primeros días se sintió plenamente feliz y afortunado


porque el rey le había liberado, pero con el paso del tiempo
empezó a encontrase mal porque le resultaba insoportable
tener que guardar un secreto tan importante ¡La idea de no
poder contárselo ni siquiera a su madre le torturaba!

Poco a poco el secreto fue convirtiéndose en una obsesión que


ocupaba sus pensamientos las veinticuatro horas del día. Esto
afectó tanto a su mente y a su cuerpo que se fue debilitando,
y se marchitó como una planta a la que nadie riega. Una
mañana no pudo más y se desmayó.

Su madre llevaba una temporada viendo que a su hijo le pasaba


algo raro, pero el día en que se quedó sin fuerzas y se desplomó
sobre la cama, supo que había caído gravemente
enfermo. Desesperada fue a buscar al druida, el hombre más
sabio de la aldea, para que le diera un remedio para sanarlo.

El hombre la acompañó a la casa y vio a Liam completamente


inmóvil y empapado en sudor. Enseguida tuvo muy claro el
diagnóstico:

– El problema de su hijo es que guarda un secreto muy


importante que no puede contar y esa responsabilidad está
acabando con su vida. Solo si se lo cuenta a alguien podrá
salvarse.

La pobre mujer se quedó sin habla ¡Jamás habría imaginado


que su querido hijo estuviera tan malito por culpa de un
secreto!

– Créame señora, es la única solución y debe darse prisa.

Después de decir esto, el druida se acercó al tembloroso y


pálido Liam y le habló despacito al oído para que pudiera
comprender bien sus palabras.
– Escúchame, muchacho, te diré lo que has de hacer si quieres
ponerte bien: ponte una capa para no coger frío y ve al bosque.
Una vez allí, busca el lugar donde se cruzan cuatro caminos y
toma el de la derecha. Encontrarás un enorme sauce y a él le
contarás el secreto. El árbol no tiene boca y no podrá
contárselo a nadie, pero al menos tú te habrás librado de él de
una vez por todas.

El muchacho obedeció. A pesar de que se encontraba muy


débil fue al bosque, encontró el sauce y acercándose al tronco
le contó en voz baja su secreto. De repente, algo cambió:
desapareció la fiebre, dejó de tiritar, y recuperó el color en sus
mejillas y la fuerza de sus músculos ¡Había sanado!

Ocurrió que unas semanas después, un músico que buscaba


madera en el bosque vio el enorme sauce y le llamó la
atención.

– ¡Oh, qué árbol tan impresionante! La madera de su tronco es


perfecta para fabricar un arpa… ¡Ahora mismo voy a talarlo!

Así lo hizo. Con un hacha muy afilada derribó el tronco y llevó


la madera a su taller. Allí, con sus propias manos, fabricó el
arpa con el sonido más hermoso del universo y después se fue
a recorrer los pueblos de los alrededores para deleitar con su
música a todo aquel que quisiera escucharle. Las melodías
eran tan bellas que rápidamente se hizo famoso en toda la
provincia.
Cómo no, la destreza musical del arpista llegó a oídos del rey,
quien un día le dijo a su consejero:

– Esta noche daré un banquete para quinientas personas y te


ordeno que encuentres a ese músico del que todo el mundo
habla. Quiero que toque el arpa después de los postres así que
no hay tiempo que perder ¡Ve a buscarlo ahora mismo!

El consejero obedeció y el arpista se presentó ataviado con sus


mejores galas ante la corte. Al finalizar la comida, el monarca
le dio permiso para empezar a tocar. El músico se situó en el
centro del salón, y con mucha finura posó sus manos sobre las
cuerdas de su maravilloso instrumento.

Pero algo inesperado sucedió: el arpa, fabricada con la madera


del sauce que conocía el secreto del rey, no pudo contenerse y
en vez de emitir notas musicales habló a los espectadores:

¡DOS GRANDES OREJAS TIENE EL REY MAÓN!

¡DOS GRANDES OREJAS TIENE EL REY MAÓN!

¡DOS GRANDES OREJAS TIENE EL REY MAÓN!

El rey Maón se quedó de piedra y se puso colorado como un


tomate por la vergüenza tan grande que le invadió, pero al ver
que nadie se reía de él, pensó ya no tenía sentido seguir
ocultándose por más tiempo.

Muy dignamente, como corresponde a un monarca, se levantó


del trono y se quitó la capucha para que todos vieran sus feas
orejas. Los quinientos invitados se pusieron en pie y
agradecieron su valentía con un aplauso atronador.

El rey Maón se sintió inmensamente liberado y feliz. A partir


de ese día dejó de llevar capucha y jamás volvió a castigar a
nadie por cortarle el pelo.

El dragón de Wawel
Audiocuento
Videocuento
Cuento interactivo

Leer cuento: El dragón de Wawel

Adaptación de la antigua leyenda de Polonia

Según cuenta una leyenda polaca, hace muchos siglos, en las


tierras gobernadas por el príncipe Krakus, empezaron a
suceder hechos muy extraños que nadie lograba comprender.

Dice la historia que en sus dominios había una colina


conocida como la colina de Wawel. Un día, sin saber por
qué, comenzaron a faltar personas que vivían en los pueblos
colindantes, gente que de repente un día se esfumaba y de la
que nunca jamás se volvía a saber nada. Por si esto fuera
poco, los pastores empezaron a notar también que, cada vez
que hacían recuento de ovejas, en sus rebaños siempre
faltaba alguna.

Los habitantes de la zona estaban desconcertados ¿Cómo era


posible que personas y animales desaparecieran como si se
los hubiese tragado la tierra? Algo iba mal, pero nadie tenía
ni idea de cómo solucionar el misterio.

Un día, un muchacho que paseaba por la colina, descubrió


una enorme cueva tapada por unos matorrales. Asomó la
cabeza y se quedó paralizado de miedo: allí dentro dormía un
dragón verde de piel brillante y tamaño descomunal .Tenía
un aspecto que daba pavor y cada vez que roncaba, las
paredes de la cueva vibraban como si fueran de papel.

Temblando como un flan salió pitando de allí y bajó al


pueblo más cercano para avisar a todo el mundo. Después,
fue al castillo para comunicárselo también al príncipe
Krakus, quien consciente de la terrible amenaza que suponía
el reptil alado, mandó a los soldados más valerosos de su
ejército a luchar contra él.

Un grupo enorme, armado hasta los dientes, tomó rumbo a la


colina con una única misión: ¡abatir al temible
enemigo! Pero el dragón, que ya estaba despierto, vio que el
ejército se acercaba e intuyó que iban a por él.
Muy airado, salió de su guarida, cogió aire y los expulsó de
allí lanzando bocanadas de fuego por su enorme boca. Los
soldados salieron volando como muñecos de trapo, envueltos
en una especie de huracán caliente y con el culo un poco
chamuscado.

Evidentemente, la operación resultó un fracaso. El dragón era


demasiado fiero, demasiado fuerte y demasiado peligroso
como para acercarse.

El príncipe Krakus, como último recurso, promulgó un bando


real: quien consiguiera vencer al monstruo, se casaría con lo
que él más quería: su dulce hija Wanda.

Una noticia de tal magnitud no tardó en extenderse como la


pólvora y llegó a oídos de un joven y guapo zapatero. El
muchacho, que era muy humilde pero inteligente como el
que más, decidió intentarlo y elaboró un plan infalible.

¿Quieres saber qué hizo?… Consiguió la piel de un borrego,


la rellenó con azufre y alquitrán, y por la noche, cuando el
dragón dormía, la colocó en la entrada de la caverna. En
cuanto se despertó de su profundo sueño, el animal vio la
falsa oveja, se relamió y la devoró con ansia.

La comió tan rápido y con tantas ganas, que al terminar sintió


mucha sed y bajó al río Vístula a beber. El agua penetró a
borbotones en su inmenso estómago, y al entrar en contacto
con el azufre y el alquitrán que se había zampado sin darse
cuenta, la tripa le explotó en mil pedazos.

El zapatero fue aclamado como un auténtico héroe y recibió


todos los honores posibles, aunque el mejor de todos los
premios, fue casarse con la hermosa princesa Wanda. Dicen
que fueron muy, muy felices, durante toda la vida.

Hoy en día, en Polonia, existe una población en torno a la


colina donde vivió, hace tantos siglos, el peligroso dragón.
Está considerada una de las ciudades más importantes y
bellas del país y se llama Cracovia, en honor a uno de los
protagonistas de esta historia: el príncipe Krakus.

Si algún día vas a visitarla, podrás comprobar cómo muchos


de sus habitantes todavía recuerdan esta preciosa leyenda que
sus abuelos les contaron cuando eran niños y que va pasando
de generación en generación.

El tigre negro y el venado blanco

Adaptación de la fábula popular de Brasil

Hace muchísimos años vivían en la selva del Amazonas un


hermoso tigre negro y un primoroso venado blanco. Ninguno
de los dos tenía hogar así que hacían su vida al aire libre y
dormían amparados por el manto de estrellas durante la
noche.

Con el paso del tiempo el venado empezó a echar de menos


cobijarse bajo techo y decidió construir una cabaña. Muy
ilusionado con el proyecto, eligió un claro del bosque y
planificó bien el trabajo.

– Mi primer objetivo será mordisquear la hierba hasta dejar


el terreno bien liso ¡Sin unos buenos cimientos no hay casa
que resista!

Trabajó duramente toda la jornada, y cuando vio que había


cumplido su propósito, se tumbó a dormir sobre un lecho de
flores.

No podía imaginar que el tigre negro, también harto de vivir


a la intemperie, había tenido ese día la misma idea ¡y
casualmente había escogido el mismo lugar para construir su
hogar!

– ¡Estoy hasta las narices de mojarme cuando llueve y de


achicharrarme bajo el sol los meses de verano! Fabricaré una
cabaña pequeña pero muy confortable para mi uso y disfrute
¡Va a quedar estupenda!

Llegó al claro del bosque al tiempo que salía la luna y se


sorprendió al ver que en el terreno no había hierbajos.
– ¡Uy, qué raro!… Conozco bien este sitio y siempre ha
estado cubierto de malas hierbas… Ha debido ser el dios
Tulpa que ha querido ayudarme y lo ha alisado para mí
¡Bueno, así lo tendré más fácil! ¡Me pondré a construir ahora
mismo!

Sin perder tiempo se puso manos a la obra; cogió palos y


piedras y los colocó sobre la tierra para montar un suelo
firme y resistente. Cuando acabó, se dirigió al rio para darse
un baño refrescante.

Por la mañana, el venado volvió para continuar la tarea y ¡se


quedó alucinado!

– ¡Uy! ¡¿Cómo es posible que ya esté colocado el suelo de la


cabaña?!… Supongo que el dios Tulpa lo ha hecho para
echarme un cable ¡Es fantástico!

Muy contento, se dedicó a arrastrar troncos para levantar las


paredes de las habitaciones. Trabajó sin descanso y cuando
empezó a oscurecer se fue a buscar algo para cenar ¡Quería
acostarse pronto para poder madrugar!

Ya entrada la noche, llegó el tigre negro. Como todos los


felinos, veía muy bien en la oscuridad y para él no suponía
un problema trabajar sin luz.
¡Se quedó con la boca abierta cuando vio las paredes
perfectamente erguidas sobre el suelo formando un cuadrado
perfecto!

– ¡Pero qué maravilla!… ¡El dios Tulpa ha vuelto a


ayudarme y ha construido las paredes por mí! En cuanto
monte el tejado, la daré por terminada.

Colocó grandes ramas de lado a lado sobre las paredes y


luego las cubrió con hojas.

– ¡El tejado ya está listo y la cabaña ha quedado perfecta! En


fin, creo que me he ganado un buen descanso… ¡Voy a
estrenar mi nueva habitación!

Bostezando, entró en una de las dos estancias y se tumbó


cómodamente hasta que le venció el sueño. Era un animal
muy dormilón, así que no se enteró de la llegada del ciervo al
amanecer ni pudo ver su cara de asombro cuando este vio la
obra totalmente terminada.

– ¡Oh, dios Tulpa! ¡Pero qué generoso eres! ¡Has colocado el


tejado durante la noche! ¡Muchas gracias, me encanta mi
nueva cabaña!

Feliz como una perdiz entró en la habitación vacía y también


se quedó dormido.

Al mediodía el sol subió a lo más alto del cielo y despertó


con sus intensos rayos de luz a los dos animales; ambos se
desperezaron, salieron de su cuarto al mismo tiempo y … ¡se
encontraron frente a frente!

¡El susto que se llevaron fue morrocotudo! Uno y otro se


quedaron como congelados, mirándose con la cara
desencajada y los pelos tiesos como escarpias ¡Al fin y al
cabo eran enemigos naturales y estaban bajo el mismo
techo!

Ninguno atacó al otro; simplemente permanecieron un largo


rato observándose hasta que cayeron en la cuenta de lo que
había sucedido ¡Sin saberlo habían hecho la cabaña entre los
dos!

El venado, intentando mantener la tranquilidad, dijo al tigre


negro:

– Veo que estás tan sorprendido como yo, pero ya que


tenemos el mismo derecho sobre este hogar ¿qué te parece si
lo compartimos?

– ¡Me parece justo y muy práctico! Si quieres cada día uno


de nosotros saldrá a cazar para traer comida a casa ¿Te
parece bien?

– ¡Me parece una idea fantástica! Mientras tanto, el otro


puede ocuparse de hacer las faenas diarias como limpiar el
polvo y barrer.
Chocaron sus patas para sellar el acuerdo y empezaron a
convivir entusiasmados y llenos de buenas intenciones.

Lo primero que había que hacer era conseguir comida y por


sorteo le tocó salir a cazar al tigre. Regresó una hora después
con una presa que al venado no le hizo nada de gracia porque
era un ciervo… ¡un ciervo blanco como él!

– ¡Qué situación más desagradable, amigo tigre! Este animal


es de mi misma especie y como comprenderás, no pienso
probarlo.

Se fue a su habitación disgustado y no pudo pegar ojo.

– “¡Ay, qué intranquilo me siento! El tigre negro ha cazado


un venado como yo… ¡Es terrible! ¿Y si un día le da por
atacarme a mí?”

El pobre no consiguió conciliar el sueño en toda la noche


pero se levantó al alba porque le tocaba a él salir a buscar
alimento.

Paseó un rato por los alrededores y se encontró con unos


amigos que le ayudaron a montar una trampa para atrapar un
tigre. Cuando llegó a casa con el trofeo, su compañero se
quedó sin habla y por supuesto se negó a hincarle el diente.

– ¿Pretendes que yo, que soy un tigre, me coma a otro tigre?


¡Ni en broma, soy incapaz!
Según dijo esto se fue a su cuarto con un nerviosismo que no
podía controlar.

– “Este venado parece frágil pero ha sido capaz de cazar un


tigre de mi tamaño ¿Y si se lanza sobre mí mientras duermo?
No debo confiarme que las apariencias engañan y yo de tonto
no tengo nada.”

El silencio y la oscuridad se apoderaron del bosque. Todos


los animales dormían plácidamente menos el venado y el
tigre que se pasaron la noche en vela y en estado de alerta
porque ninguno se fiaba del otro.

Cuando nadie lo esperaba, en torno a las cinco de la


madrugada, se oyó un ruido ensordecedor:

¡BOOOOOOOM!

Los dos estaban tan asustados y en tensión que al escuchar el


estruendo salieron huyendo en direcciones opuestas, sin
pararse a comprobar de dónde provenía el sonido. Tanto uno
como otro pusieron pies en polvorosa pensando que su amigo
quería atacarlo.

El hermoso tigre negro y el primoroso venado blanco nunca


más volvieron a encontrarse porque los dos se aseguraron de
irse bien lejos de su posible enemigo.
El tigre trató de rehacer su vida en la zona norte, pero
siempre se sentía más triste de lo normal porque echaba de
menos al ciervo.

– ¡Qué pena acabar así! Lo cierto es que nos llevábamos muy


bien y yo jamás le habría hecho daño pero claro… ¡no puedo
decir lo mismo de él!

Por su parte, en la otra punta del bosque, en la zona sur, el


venado se lamentaba sin cesar:

– ¡Qué simpático era el tigre negro! Formábamos un gran


equipo y podríamos haber sido grandes amigos… Nunca le
habría lastimado pero a lo mejor él a mí sí y más vale
prevenir.

Y así fue cómo cada uno tuvo que volver a buscar un claro en
el bosque para hacerse una nueva cabaña, eso sí, esta vez de
una sola habitación.

Moraleja: Si el tigre y el venado hubieran hablado en vez de


desconfiar el uno del otro, habrían descubierto que ninguno
de los dos tenía nada que temer porque ambos eran de fiar y
se apreciaban mutuamente.

Este cuento nos enseña que nuestra mejor arma es la palabra.


Decir lo que sentimos o lo que nos preocupa a nuestros
amigos es lo mejor para vivir tranquilos y en confianza.
El monstruo del lago
Audiocuento
Videocuento
Cuento interactivo

Leer cuento: El monstruo del lago

Adaptación del cuento popular de África

Érase una vez una preciosa muchacha llamada Untombina,


hija del rey de una tribu africana. A unos kilómetros de su
hogar había un lago muy famoso en toda la comarca porque
en él se escondía un terrible monstruo que, según se contaba,
devoraba a todo aquel que merodeaba por allí.

Nadie, ni de día ni de noche, osaba acercarse a muchos metros


a la redonda de ese lugar. Untombina, en cambio, valiente y
curiosa por naturaleza, estaba deseando conocer el aspecto de
ese monstruo que tanto miedo daba a la gente.

Un año llegó el otoño y con él tantas lluvias, que toda la región


se inundó. Muchos hogares se vinieron abajo y los cultivos
fueron devorados por las aguas. La joven Untombina pensó
que quizá el monstruo tendría una solución a tanta desgracia y
pidió permiso a sus padres para ir a hablar con él.
Aterrorizados, no sólo se negaron, sino que le prohibieron
terminantemente que se alejara de la casa.

Pero no hubo manera; Utombina, además de valiente, era terca


y decidida, así que reunió a todas las chicas del pueblo y juntas
partieron en busca del monstruo. La hija del rey dirigió la
comitiva a paso rápido, y justo cuando el sol estaba más alto
en el cielo, el grupo de muchachas llegó al lago.

En apariencia todo estaba muy tranquilo y el lugar les parecía


encantador. Se respiraba aire puro y el agua transparente
dejaba ver el fondo de piedras y arena blanca. La caminata
había sido dura y el calor intenso, así que nada les apetecía
más que darse un buen chapuzón. Entre risas, se quitaron la
ropa, las sandalias y las joyas, y se tiraron de cabeza. Durante
un buen rato, nadaron, bucearon y jugaron a salpicarse unas a
otras. Tan entretenidas estaban que no se dieron cuenta de que
el monstruo, sigilosamente, se había acercado a la orilla por
otro lado y les había robado todas sus pertenencias.

Cuando la primera de las muchachas salió del agua para


vestirse, no encontró su ropa y avisó a todas las demás de lo
que había sucedido. Asutadísimas comenzaron a gritar y a
preguntarse qué podían hacer ¡No podían volver desnudas al
pueblo!
Se acercaron al lago y, en fila, comenzaron a llamar al
monstruo. Entre llantos, le rogaron que les devolviera la ropa.
Todas menos Utombina, que como hija del rey, se negaba a
humillarse y a suplicar nada de nada.

El monstruo escuchó las peticiones y, asomando la cabeza,


comenzó a escupir prendas, anillos y pulseras, que las chicas
recogieron rápidamente. Devolvió todo lo que había robado
excepto las cosas de la orgullosa Utombina. Las chicas querían
volver, pero ella seguía negándose a implorar y se quedó
inmóvil, en la orilla, mirando al lago. Su actitud consiguió
enfadar al monstruo que, en un arrebato de ira, salió
inesperadamente del lago y de un bocado se la tragó.

Todas las jovencitas volvieron a chillar presas del pánico y


corrieron al pueblo para contar al rey lo que había sucedido.
Destrozado por la pena, decidió actuar: reclutó a su ejército y
lo envió al lago para acabar con el horrible ser que se había
comido a su niña.

Cuando los soldados llegaron armados hasta los dientes, el


monstruo se dio cuenta de sus intenciones y se enfureció
todavía más. A manotazos, empezó a atrapar hombres de dos
en dos y a comérselos sin darles tiempo a huir. Uno
delgaducho y muy hábil se zafó de sus garras, pero el monstruo
le persiguió sin descanso hasta que, casualmente, llegó a la
casa del rey. Para entonces, de tanto comer, su cuerpo se había
transformado en una bola descomunal que parecía a punto de
explotar.

El monarca, muy hábil con el manejo de las armas, sospechó


que su hija y los soldados todavía podrían estar vivos dentro
de la enorme barriga, y sin dudarlo ni un segundo, comenzó a
disparar flechas a su ombligo. Le hizo tantos agujeros que
parecía un colador. Por el más grande, fueron saliendo uno a
uno todos los hombres que habían sido engullidos por la fiera.
La última en aparecer ante sus ojos, sana y salva, fue su
preciosa hija.

El malvado monstruo dejó de respirar y todos agradecieron a


Utombina su valentía. Gracias a su orgullo y tozudez, habían
conseguido acabar con él para siempre.

El abuelo superhéroe y la invasión alienígena


Cuentos originales

Autor:

Eva María Rodríguez


Edades:

A partir de 4 años
Valores:

ayudar, perdonar, arrepentimiento


Omar había ido a visitar a su
abuelo Pepe a la residencia de
ancianos en la que vivía. A
Omar le gustaban las historias
de superhéroes que el abuelo
le contaba, en las que salvaba
a miles de personas de
extrañas fuerzas del mal.

Omar sabía que todo era


mentira, que solo eran
historias de su abuelo para
entretenerle. Hasta que un día
ocurrió algo inesperado.

Eran las cuatro de la mañana


de un sábado de primavera, y
toda la ciudad dormía. Un
resplandor enorme inundó el cielo durante dos segundos. Suficiente para
que el abuelo Pepe despertara, se vistiera y saliera por la puerta trasera
de la residencia.

Nada más levantarse, Omar se preparó para ir a ver a su abuelo, como


todos los sábados. Pero cuando llegó, el abuelo Pepe no estaba. Nadie
sabía nada de él. Estaban a punto de llamar a la policía cuando su abuelo
apareció, entrando como si no hubiera pasado nada.

- Ven, Omar, tenemos que hablar. Es alto secreto -dijo el abuelo Pepe a
su nieto, muy misterioso.
- ¿Dónde estabas abuelo? -le preguntó el niño.
- No importa -dijo. Algo terrible va a pasar. Tienes que hablar con tus
padres y convencerlos para iros pronto de aquí. No sé si podré detener la
invasión alienígena esta vez.
- ¿Otra vez con tus historias de invasiones extraterrestres, eh abuelo? -
dijo el niño-. Mira, cuéntame las historias que quieras, pero no me digas
que tengo que abandonar la ciudad. Eso no tiene gracia.
- ¿Crees que te miento? -preguntó el abuelo-. Lo he visto con mis propios
ojos. Anoche me despertaron. Han venido a por mí. Estáis todos en
peligro.
- ¿Quiénes? -preguntó Omar, incrédulo-. ¿Los alienígenas que intentaron
acabar con todos los satélites de comunicación, o a los que impediste
llevarse todo el agua potable de medio mundo?
- No es ninguna broma -dijo el abuelo-. Han esperado a que me haga
mayor para vengarse.

Omar se estaba empezando a preocupar, así que decidió seguirle el hilo a


su abuelo.

- Entonces, te ayudaré, abuelo -dijo el niño, decidido-. Llevo tus genes y


todo el mundo dice que me parezco mucho a ti. Veamos a ver si he
heredado también tu talento para ahuyentar amenazas extraterrestres.

El abuelo Pepe se sintió orgulloso de su nieto, y pensó que era una buena
idea contar con su ayuda.

- Vamos, chaval -dijo el abuelo-. Tenemos trabajo. Están ocultos en el


bosque.
Abuelo y nieto emprendieron el camino hacia el bosque. El abuelo Pepe
llamó a los alienígenas en un extraño idioma, que no le sonaba a Omar a
nada que hubiera oído hasta entonces.

A los pocos minutos, aparecieron por allí unos cuantos seres con formas
parecidas a la humana, pero con diferencias importantes. Unos tenían tres
ojos, otros cuatro piernas, otros cinco brazos, los había de color azul y de
color verde, e incluso algunos tenían púas y pinchos en su cuerpo. Lo
único que tenían todos en común es que se les veía muy viejos.

- ¿Qué habéis venido a hacer


aquí? -preguntó el abuelo Pepe-. Todavía me quedan fuerzas para
mandaros fuera de mi mundo.
- No hemos venido a hacer nada malo, Pepe -dijo uno de los alienígenas-
. Necesitamos un lugar donde pasar nuestra vejez. Somos viejos, y hemos
sido tan malos que ahora no nos quieren ni en nuestro propio mundo.
Estamos arrepentidos. Pero nadie nos cree.
- ¿Y por qué tendría que creeros yo? -dijo el abuelo Pepe.
- Tú has demostrado siempre piedad. Danos una oportunidad. No te
fallaremos -dijo el alienígena.

El abuelo Pepe miró a su nieto, que había permanecido quieto y en


silencio.
- Está bien, no haré nada para deteneos -dijo el abuelo-.

Los alienígenas agradecieron el buen corazón del abuelo Pepe, y


prometieron no causar problemas.

- ¿Por qué les ayudas, si fueron tan malvados? -preguntó Omar a su


abuelo.
- Están arrepentidos, y no tienen a dónde ir -respondió el abuelo-. Todo
el mundo merece una segunda oportunidad. El rencor solo trae violencia,
pero el perdón ayuda a sembrar la paz.
- ¿Sabes abuelo? Realmente, eres un héroe.

El gigante tragón. Cuentos para


niños
Un cuento infantil que habla del valor de la cooperación
Estefanía Esteban14 de febrero de 2018
Play

Mute

Loaded: 0%

Progress: 0%

Remaining Time-19:01

Fullscreen

10 fábulas con valores para niños

Los cuentos son fabulosas herramientas para educar a los niños. También
para favorecer en ellos habilidades, como la comprensión lectora, que después
les será muy útil en el aprendizaje de otras materias.

'El gigante tragón' es un cuento que transmite valores a los niños. Les
explica cómo solucionar problemas con ayuda de los demás, de solidaridad y
colaboración y sobre todo que los 'aparentemente más pequeños' pueden ser
en realidad los más valiosos.
El gigante tragón, un cuento para niños sobre la
cooperación

Érase una vez una abuelita que vivía con sus tres nietas. Las tres niñas
ayudaban en las tareas del hogar por el cariño que sentían a su abuela.

Un día la abuelita les dijo que en cuanto acabaran cada una de ellas su faena
de la casa, podían bajar a la bodega a merendar pan con miel. Al poco rato la
pequeña de las tres hermanas acabó su labor y marchó a la bodega. Nada más
llegar, en la puerta y sin llegar a entrar, escuchó una voz que cantaba:

- Pequeña, pequeñita, no vengas acá, tralará, tralará...

-¿De dónde ha salido esa voz?, se preguntó la pequeña, y decidió entrar.


Zas!! En ese mismo momento el gigante Tragón la metió en un saco y lo
cerró.

Al cabo de media hora, la hermana mediana acabó su labor y le dijo a su


abuelita que marchaba a merendar pan con miel a la bodega.

-Está bien - le dijo la abuelita- y de paso dile a tu hermana que está tardando
demasiado en volver a casa.

-Muy bien abuela, se lo diré. En cuanto llegó a la puerta de la bodega, justo


antes de entrar, escuchó una voz que cantaba:
-Mediana, medianita, no vengas acá, tralará, tralará...

-¿Quién anda ahí? Preguntó la niña, y aunque no escuchó respuesta, decidió


entrar. Zas!! De nuevo el gigante Tragón encerró a la hermana mediana en
el saco junto a la pequeña.

Pasado ya mediodía, la abuela se acercó a la hermana mayor y le preguntó

-¿Todavía no has acabado?

-Me falta poco abuelita, ya voy.

-Hazme un favor, déjalo ya, acércate a la bodega a ver que hacen tus
hermanas, se está haciendo muy tarde... Y así lo hizo, pero cuando llegó a la
puerta de la bodega pudo oír a alguien cantar:

-Mayor, mayorcita, no vengas acá, tralará, tralará... Con toda curiosidad se


acercó y Zas!!! Las tres hermanas acabaron en el saco del gigante Tragón.

Con toda la preocupación del mundo la abuelita salió a buscar a sus nietas,
y al llegar a la puerta de la bodega escuchó cantar:

-Abuela, abuelita, no vengas acá, tralará, tralará...

-Ay Dios mío, mis niñas, seguro que ese gigante Tragón las ha cogido... - Pues
la abuelita ya conocía al malvado gigante.

Corrió y corrió en busca de ayuda pero no encontró a nadie, y sentada en una


roca llorando por sus nietas, se le acercó una avispa a preguntar:

-Ancianita, ¿qué le sucede? ¿Se encuentra usted bien?

-Mis nietas, las ha raptado el gigante Tragón, pobrecitas mías.

-No se preocupe abuelita, ese malvado tendrá su merecido. Enseguida la


avispa avisó a todas sus amigas del enjambre, y con voz de ataque gritaron:

-Vamos a por ese gigante malvado, hay que darle su merecido, ¡¡¡adelante
compañeras!!!!
En el momento que el gigante Tragón salía de la bodega camino al
bosque, todas las avispas empezaron a picotearle sin parar. Éste salió
corriendo temeroso de los picotazos y olvidándose allá mismo del saco con las
tres pequeñas.

Las niñas pudieron salvarse de las garras del gigante Tragón gracias a
unas avispas muy avispadas. Finalmente, la abuelita y sus tres adorables
nietas marcharon a casa para merendar un rico pan con miel.

FIN

Este cuento ha sido enviado por Raquel Fernández Pérez (España)

Preguntas de comprensión lectora para tu hijo

Te ayudamos a reflexionar con tu hijo sobre la historia que acabas de


leer. Ayúdate de estas preguntas y potencia en tu hijo la comprensión
lectora al tiempo que hablas con ñel del mensaje que intenta transmitir este
cuento.

1. ¿Qué hicieron las tres hermanas al terminar sus labores?

2. ¿Qué les ocurrió al llegar a la bodega?

3. ¿Qué hizo la abuela de las niñas al darse cuenta de que el gigante había
atrapado a sus nietas?

4. ¿Cómo consiguió la abuela salvar a sus nietas?

Cuento infantil. El ratón Enriqueto


Cuentos infantiles sobre la obesidad para Navidad
Patricia Fernández22 de noviembre de 2017
La ratita presumida. Cuento infantil

Enriqueto era un ratoncito tímido, de pelaje negro, dientes torcidos, ojos bizcos
y oreja maltrecha. Se quedó huérfano de padre y madre y creció en compañía
de otros ratones que hacían lo que podían para sobrevivir en un mercado de la
ciudad de Guatemala.

El día de Nochebuena, como de costumbre, tenían hambre y decidieron salir a


buscar comida entre los desperdicios de los contenedores que la gente iba
llenando alrededor del mercado.
Cuento que previene la obesidad infantil

Enriqueto era un ratoncito tímido, de pelaje negro, dientes torcidos, ojos bizcos
y oreja maltrecha. Se quedó huérfano de padre y madre y creció en compañía
de otros ratones que hacían lo que podían para sobrevivir en un mercado de la
ciudad de Guatemala.

El día de Nochebuena, como de costumbre, tenían hambre y decidieron salir a


buscar comida entre los desperdicios de los contenedores que la gente iba
llenando alrededor del mercado.

Nuestro amigo Enriqueto, que era muy hábil para detectar olores y sabores,
era el jefe de la cuadrilla de buscadores y el que más y mejor comida
conseguía para la familia ratonil. Esa mañana logró reunir trozos de jamón,
pizza, chorizo, frijoles volteados, nachos, platanitos cocidos, pan francés y unas
cuantas galletas navideñas.

- ¡Qué placer! - dijo Enriqueto. Todos sus amigos se reunieron y empezaron


su banquete navideño. Comieron hasta que casi reventaban sus panzas
rechonchas y peludas.

Al filo de las 8 de la noche, ya ni se movieron en sus cuevas de lo llenos que


estaban. Sin embargo, Enriqueto decidió salir a ver si conseguía algo
de postre. Cuando estaba por allí merodeando… ¡¡¡PUM!!!... lo atropelló un
coche.
Salió disparado al otro lado de la carretera y notó que algo caliente le salía del
cuerpo. Tiene que ser sangre. - Dios mío...me estoy muriendo... a donde iré a ir
a parar: al cielo de los ratones o allí abajo ¿donde se asan?... - empezó a
pensar Enriqueto. En esas estaba cuando ya no sintió nada más y desfalleció.

Cuando por fin abrió sus ojos, se vio rodeado de ratones vestidos de blanco, y
dijo - "Entonces sí me morí y debo estar en el cielo" - De pronto uno de ellos le
habló, diciendo:

- ¡Manito Enriqueto...por fin abriste tus ojos...estás vivo! - Un buen susto fue el
que se llevó Enriqueto.

Lo que realmente había pasado fue que, cuando sus compañeros oyeron que
un coche se había estrellado contra el contenedor de basura que registraba
Enriqueto, le vieron tendido en la acera. Inmediatamente lo cogieron y se lo
llevaron a su cueva, le frotaron con alcohol el pecho, le estiraron las piernas y
lo calentaron con mentol y candelas para que entrara en calor. Enriqueto, al
verse vivo, no paraba de llorar de la alegría y juró no volver a portarse mal y ser
tan glotón y comilón.

FIN

Moraleja: La gula no es buena, siempre nos meterá en problemas. Come con


moderación y da gracias a Dios por lo que envía a tu mesa.

(Este cuento nos ha sido enviado por Johanna Martinez de Imeri, Guatemala.)

Ejercicios de comprensión lectora

La comprensión lectora es parte del aprendizaje de la lectura en los


niños. Entender lo que el texto nos quiere decir, es igual de importante que
poder leer las palabras.

Te dejamos unas cuantas preguntas para que descubras si tu hijo ha


comprendido el cuento:

- ¿Qué consiguió de comer Enriqueto?

- ¿Por que le atropelló un coche?


- ¿Por qué pensó que estaba en el cielo?

- ¿Crees que es bueno comer tanto?

Das könnte Ihnen auch gefallen