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CLINICA (del griego kliní, 'cama, lecho') sigue los pasos de la semiología, ciencia y
arte de la medicina, en el proceso indagatorio orientado al diagnóstico de una
situación patológica (enfermedad, síndrome, trastorno, etc.), basado en la integración
e interpretación de los síntomas y otros datos aportados por la anamnesis durante
la entrevista clínica con el paciente, los signos de la exploración física y la ayuda
de exploraciones complementarias de laboratorio y de pruebas de imagen. Con el
diagnóstico de una enfermedad se pauta un tratamiento.
Tradicionalmente la clínica es el diagnóstico realizado al pie de la cama del enfermo a
través del relato de su sintomatología y de los signos obtenidos en la exploración física.
El clínico es aquel médico que diagnostica y trata a sus pacientes
BERCHERIE (1986)
Para que un nuevo marco conceptual se establezca, es necesario, evidentemente, la
acumulación de conocimientos nuevos, fundados en desarrollos diferentes; en este
punto, el desarrollo de la práctica y de la teoría psicoanalítica constituye, sin duda, el
comienzo de una nueva era.
Expone la historia de un joven que lleva a su suegra a análisis que estaba amargada en
la vida supuestamente debido a una idea disparatada. Era una dama de unos 53 años,
bien conservada. Vivía en el campo, en feliz matrimonio, un esposo dedicado. 30 años
de amor, dos hijos. Hace un año le llego una carta anónima diciendo que su marido le
era infiel. Lo sucedido fue que una de sus mucamas con quien charlaba
frecuentemente le cuenta sobre otra joven a quien despreciaba y se debía a que la
otra había progresado más en la vida. Un día comentaban sobre un señor casado que
mantenía relaciones y esta señora expresa que sería lo peor enterarse que su esposo le
era infiel, al día siguiente recibe esa carta. Si bien su esposo hizo todo lo posible por
negarlo, esta mujer nunca lo olvido.
Ante esta situación un médico psiquiatra lo tomaría como algo contingente sin interés
psicológico y sin darle más importancia. Sin embargo, esta señora padece un delirio de
celos. Un psiquiatra diría que esta afección es resultado de una trasmisión hereditaria
buscando en su familia otros casos similares. Sin embargo, podríamos decir que el
médico no conoce otra explicación que dar, se conforma con un diagnóstico y una
práctica posterior. ¿Puede el psicoanálisis desempeñarse mejor? SI.
En primer término fue la propia paciente quien provoco esta carta contándole eso a la
mucama, queriendo significar que la idea delirante ya estaba presente antes, en solo
dos sesiones se puede precisar que algo más pasaba. Había dentro de ella un intenso
enamoramiento de un joven, su yerno, el mismo que la llevo a análisis. De este
enamoramiento ella no sabía nada o quizás poco enmascarándose como un afecto
inocente permaneciendo ICC pero pujando y algo tenía que hacer con esto y el alivio
provino de un mecanismo de desplazamiento que con tanta frecuencia forma parte de
la génesis de los celos delirantes. Es decir, si ella una señora grande se había
enamorado de un joven y su marido también mantenía relaciones con una muchacha
su conciencia moral se descargaba del peso de la infidelidad. La fantasía de la
infidelidad del marido fue un paño frio sobre su llaga ardiente.
En un análisis del caso e interpretándolo se diría, en primer lugar, que la idea delirante
ha dejado de ser algo disparatado para poseer pleno sentido y en segundo lugar, como
idea delirante y de origen inconsciente es dependiente de la lógica y la realidad. Es a su
vez algo deseado, buscado, una suerte de consuelo. Seguramente será que este
marido ya adulto no satisfacía sus necesidades sexuales y veía en el joven yerno un
potencial erótico.
Finamente, esto fue para comparar la psiquiatría con el psicoanálisis, diciendo que al
reducir este caso a la herencia se ahorra el hecho de indagar las ideas delirantes. Pero
¿hay una contradicción entre ambas? ¿no es más bien un completamiento? ¿No se
pueden conjugar ambos factores, la herencia y la vivencia? Son los psiquiatras los que
se resisten al psicoanálisis, no la psiquiatría. El psicoanálisis es a la psiquiatría lo que es
la histología a la anatomía, ambas se complementan.
Sin embargo, el PSA puede comprender lo ocurrido en el enfermo pero no influir sobre
las ideas delirantes para aplacarlas haciendo tomar cc a la persona.
PSICOANALISIS Y MEDICINA
Lacan intenta hablar en esta conferencia que dicta en el Colegio de Medicina, en 1966,
sobre el lugar del psicoanálisis en la medicina. Nos dice que actualmente este lugar es
marginal debido a la posición de la medicina respecto al psicoanálisis al que admite
como una ayuda externa comparable a la de psicólogos y otros asistentes terapéuticos.
Es extra-territorial debido a los psicoanalistas quienes tendrán sus razones para que así
sea.
Lacan pretende hablar de considerar el punto de vista del médico y del rapidísimo
cambio que se está produciendo en lo que llamaría ‘’la función del médico y en su
personaje´´.
El cuerpo, las llamadas del cuerpo, son algo más. Voces, miradas que se pasean, se
trata verdaderamente de algo que sale de los cuerpos pero que en una primera
instancia parecerían algo diferente de la dimensión del goce. Una dimensión ética será
entonces aquella que se extiende en la dirección del goce.
Tenemos dos puntos de referencia: primero la demanda del paciente, segundo el goce
del cuerpo. Ambos conforman una dimensión ética pero no se los debe confundir.
No hay un ICC porque hubiese en el un deseo inconsciente, secreto, etc surgido de las
profundidades que fuese primitivo y debiera elevarse a la CC. Por el contrario, hay un
deseo por hay un ICC, es decir, lenguaje que escapa al sujeto con sus efectos y hay
siempre, a nivel del lenguaje, algo que está más allá de la CC y es allí donde puede
situarse la función del deseo. Por eso es necesario introducir la dimensión del Otro,
campo donde se ubican esos excesos de lenguaje cuya marca escapa al propio dominio
del sujeto. Es en ese campo donde se hace la conjunción con el polo del goce.
EL PLACER ES UNA BARRERA AL GOCE. ¿Qué sabemos del placer? Que es la menor
excitación posible, que intenta hacer desaparecer la tensión, y que nos mantiene en un
punto alejados del goce, porque lo que se dice GOCE es siempre del sentido de la
tensión, del forzamiento, del gasto y hasta de la hazaña. Hay goce donde aparece el
dolor y allí aparecen sensaciones en el cuerpo que de otro modo estarían vedadas.
¿Qué es el deseo? Sería el punto del compromiso, la escala de la dimensión del goce,
en la medida en que en cierto punto permite llevar más lejos el nivel de la barrera del
placer. Y el deseo está suspendido a algo cuya naturaleza no exige verdaderamente la
realización. El deseo sexual no es la imagen de la tendencia orgánica, es algo
totalmente más elevado y anudado con el lenguaje, en tanto que es el lenguaje el que
le da primero su lugar y que su primera aparición en el desarrollo del individuo se
manifiesta como deseo de saber (pulsión de saber).
UNIDAD II
El enfermo de neurosis nos ofrece una vida anímica desgarrada, segmentada por
resistencias y al paso que analizamos esa vida y eliminamos esas resistencias, ella se va
integrando en una unidad denomina ‘’YO´´ donde confluyen las mociones pulsionales
hasta entonces escindidas. Así, la psico-sintesis se consuma casi sin intervención de
nuestra parte. Hemos creado las condiciones por medio de la descomposición de los
síntomas y la cancelación de las resistencias. No es cierto que algo quede
descompuesto en el enfermo.
Por otra parte, las variadas formas de enfermedad psíquica no pueden tramitarse bajo
una misma técnica. Por ello una fobia no se curara si lo esperamos de parte del
paciente, es preciso proceder de otra manera. Ejemplo: un agorafobico puede ser
grado leve que sale a la calle aunque se angustia y grave si ya decide no salir, en
principio será necesario en el estado grave que pase a leve y desde allí buscar la
curación. La técnica debe adecuarse a las condiciones, no mantenerse estática.
Freud toma a sus pacientes al principio por un lapso de una o dos semanas y luego
decide si puede llevar el caso o no, para ahorrarle al paciente un intento de curación
frustrado. Ese ensayo previo ya es el comienzo del PSA y debe obedecer a sus reglas.
La iniciación del tratamiento por algunas semanas tiene un fin diagnóstico, no siempre
es una decisión segura pero sirve de cautela en muchos casos (ejemplo: síntomas que
parecen obsesivos y terminan en delirio esquizofrénico).
Se debe desconfiar de los que quieran empezar la cura con una postergación. La
experiencia muestra que no se presentan en el plazo acordado. También se presentan
dificultades cuando existe un vínculo anterior entre el médico y el paciente o su
familia. El psicoanalista que toma al hijo o esposa de un conocido corre el riesgo de
perder esa amistad y debe aceptar el desafío si no tiene a quien derivarlo.
Otro caso es el de pacientes legos o muy adeptos al PSA, unos se muestran escépticos
antes de haber visto el cambio en su propia persona y el otro grupo, mantiene una
actitud confiada desde el principio que aunque resulte agradable se sabe que
desaparece ante la primer dificultad surgida. Al escéptico se le dice que en el análisis
no hay necesidad de que tenga confianza, que él tiene derecho a mostrarse crítico y
desconfiado y que esa desconfianza no es más que un síntoma entre otros que él
tiene. Al otro, se le explica que aunque conozca de PSA puede comportarse como
cualquier mortal y ser capaz de producir las más intensas resistencias tan pronto como
se convierta en objeto del PSA.
1. Que un análisis lleve los rasgos de la persona del analizado, es cosa de la que se
habla como si cayese por su propio peso. Pero quien se interese en los efectos que
tendría sobre él la persona del analista pensaría estar dando pruebas de audacia. Tal es
por lo menos el estremecimiento que nos recorre ante las expresiones de moda
referentes a la contratransferencia, contribuyendo sin duda a enmascarar su
impropiedad conceptual: pensad que testimonio damos de elevación de alma al
mostrarnos en nuestra arcilla como hechos de la misma que aquellos a quienes
amasamos. Acabo de escribir una mala palabra. Es ligera para aquellos a quienes
apunta, siendo así que hoy ni siquiera se guardan las formas para confesar que bajo el
nombre de psicoanálisis muchos se dedican a una "reeducación emocional del
paciente" [22(2)].
Situar en este nivel la acción del analista acarrea una posición de principio, con
respecto a la cual todo lo que puede decirse de la contratransferencia, incluso si no es
vano, tendrá una función de diversión, Porque es más allá donde se encuentra desde
ese momento la impostura que queremos desalojar aquí(3).
No por eso denunciamos lo que el psicoanálisis de hoy tiene de antifreudiano. Pues en
esto hay que agradecerle el que se haya quitado la máscara, puesto que se jacta de
superar lo que por otra parte ignora, no habiendo retenido de la doctrina de Freud
sino justo lo suficiente para sentirse hasta qué punto lo que acaba de enunciar de su
experiencia es disonante con ella.
3. Además ya hemos anunciado que es por el lado del analista por donde
pretendíamos abordar nuestro tema. Digamos que en el depósito de fondos de la
empresa común, el paciente no es el único con sus dificultades que pone toda la cuota.
El analista también debe pagar: -pagar con palabras sin duda, si la transmutación que
sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación; -pero también
pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia; -¿olvidaremos
que tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, para
mezclarse en una acción que va al corazón del ser (Kern unseres Wesens, escribe Freud
[6]): sería él el único allí que queda fuera del juego?
Que aquellos cuyos votos se dirigen hacia nuestras armas no se inquieten por mí, ante
el pensamiento de que me ofrezco aquí una vez más a unos adversarios siempre felices
de mandarme de vuelta a mi metafísica.
Sin embargo el ser es el ser, quienquiera que sea el que lo convoca, y tenemos derecho
a preguntar que viene a hacer aquí.
4. Volveré pues a poner al analista en el banquillo, en la medida en que lo estoy yo
mismo, para observar que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en ella
está más interesado en su ser. Intérprete de lo que me es presentado en afirmaciones
o en actos, yo decido sobre mi oráculo y lo articulo a mi capricho, único amo en mi
barco después de Dios, y por supuesto lejos de poder medir todo el efecto de mis
palabras, pero de esto precisamente convertido y tratando de remediarlo, dicho de
otra manera libre siempre del momento y del número, tanto como de la elección de
mis intervenciones, hasta el punto de que parece que la regla haya sido ordenada toda
ella para no estorbar en nada mi quehacer de ejecutante, a lo cual es correlativo el
aspecto de "material", bajo el cual mi acción aquí toma lo que ella misma ha
producido.
APARTADO 5
PUNTO 10: pero el niño no puede siempre dormirse en el seno del ser, sobre todo si el
Otro (la madre x ejemplo) se entromete, que supone tener ideas sobre sus
necesidades y desde el lugar de lo que no tiene, lo asfixia de papilla, confunde sus
cuidados con el don de su amor.
Es al niño que más alimentan con amor el que rechaza ese alimento, el odio paga al
amor, y es la ignorancia la que no se perdona.
Podríamos pensar que el niño al negarse a satisfacer la demanda de la madre, ¿no
exige acaso que ella tenga un deseo fuera de el?
PUNTO 11: uno de los principios que se desprenden de estas premisas es:
El deseo está en el sujeto por esa condición impuesta por la existencia del
discurso y haciendo pasar su necesidad por el significante
En la dialéctica de la transferencia hay que fundar la noción del Otro con A
mayúscula como lugar del despliegue de la palabra
Hay que concluir que, hecho de un animal presa del lenguaje, el deseo del
hombre es el deseo del Otro. Su demanda está articulada en los significantes
del Otro.
Es la existencia del deseo en el sueño la que explica que la significancia del sueño
enmascare en ella el deseo.
PUNTO 12: el deseo se produce más allá de la demanda, en ella articula la necesidad
pero constituye en el fondo demanda de amar, demanda de presencia, demanda de
reconocimiento del Otro.
PUNTO 16: es la posición del neurótico con respecto a su deseo la que viene a marcar
con su presencia la respuesta del sujeto a la demanda, ósea, la significación de su
necesidad. Esta significación proviene del Otro, en la medida en que de él depende que
la demanda sea colmada. Pero la fantasía solo llega allí por encontrarse en el camino
de retorno de un circuito más amplio, el que llevando a la demanda hasta los límites
del ser, hace interrogarse al sujeto sobre la falta en la que se aparece a sí mismo como
deseo.