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SECUNDARIA DEL VALLE

DE MACUSPANA
¡Fieles al deber!

SISTEMA DE FLOTAS DE LA
NUEVA ESPAÑA

Alumno: Luis Alberto Gil Bocanegra

Materia: Historia

3 “A”
Sección Secundaria

Macuspana, Tabasco 18 de octubre de 2018


SISTEMA DE FLOTAS DE LA NUEVA ESPAÑA

El descubrimiento de América vendrá a revolucionar el panorama naval castellano por la


necesidad de comunicar la metrópoli con los nuevos territorios coloniales. Desde 1492
hasta la década de los años veinte del siglo XVI la navegación atlántica hacia el Nuevo
Mundo se hacía en navíos aislados sin protección alguna, lo que provocó que los buques
mercantes españoles sufrieran a menudo ataques piráticos franceses, entre los que
destaca el del corsario francés Fleury sobre el tesoro azteca de Hernán Cortés en 1523.
Estos hechos y el aumento de los caudales a transportar por los navíos llevarán a la
necesidad de proteger las naves que hacían la Carrera de Indias con otras embarcaciones
armadas.
En una segunda etapa precedente a la
implantación definitiva del sistema de flotas y
galeones y que bien podría datarse entre 1526 y
1543, las embarcaciones comenzaron a surcar el
océano Atlántico unidas, aunque sin una defensa
total. La gran mayoría de las ocasiones la escolta
armada se limitó al área geográfica que ocupan
las islas Canarias, Azores y Cabo Verde. Hemos
de esperar hasta 1543 para observar cierta
organización en el tráfico naval hacia Indias. En
este año se establece por primera vez el envío de
una flota anual y protegida por naves de armada.
Si bien, será entre 1561 y 1566 cuando se sientan definitivamente las bases del sistema de
flotas y galeones, por el cual se establece la salida de dos flotas anuales, una a Nueva
España y otra a Tierra Firme. Esta misma organización perdurará sin apenas
modificaciones durante todo el periodo Habsburgo hasta mediados del siglo XVIII.

El circuito a realizar por el sistema de flotas y galeones en el marco de la Carrera


de Indias estuvo totalmente ligado al monopolio que Castilla ejercía sobre sus tierras
de Ultramar. Un monopolio que, según el profesor García-Baquero, se asienta sobre
dos pilares:
A. El derecho a comerciar y residir en las Indias quedaría establecido como
derecho privativo de los españoles.
B. Toda la navegación y el comercio con las Indias Occidentales se canalizará
desde la metrópoli a través de un solo puerto, Sevilla.
Podemos decir por tanto que el sistema de flotas y la concepción monopolística
castellana iban de la mano en la historia. Así la progresiva sustitución del sistema
de flotas a lo largo del siglo XVIII por el sistema de navíos o registros sueltos va a
la par que la transformación del régimen monopolístico por otro de “libre comercio”,
que, si bien no cuestionó el monopolio, sí estaba más acorde con los intereses
económicos mercantilistas del reformismo borbónico.
La legislación del siglo XVI

El sistema de flotas tiene su nacimiento en 1543 con la promulgación de unas


ordenanzas por las que se establece la salida anual de dos flotas, una en marzo y
otra en septiembre, estando únicamente capacitadas para la travesía las naves de
más de cien toneladas. La defensa de cada flota corría a cargo de un barco de
guerra financiado con el impuesto de avería, que gravaba a las mercancías
transportadas en las flotas. Este barco de guerra debía acompañar a los mercantes
hasta sus destinos caribeños para luego permanecer en La Habana como cuartel
general frente a posibles ataques corsarios.
En 1553 a través de una Real Cédula el emperador Carlos restablece durante el
período de guerra el tráfico de flotas semianuales, una en enero y otra en
septiembre, acompañadas ambas por barcos armados. La operación consistiría en
que el convoy se dispersase una vez llagado a aguas caribeñas para que ciertos
bajeles navegaran con los barcos mercantes a Santo Domingo y demás islas y otros
con las naves que iban a Nombre de Dios en Tierra Firme. Las restantes navegarían
junto a la flotilla de Méjico, de donde regresarían a La Habana, base de reunión de
todas las naves para el viaje de vuelta a España.
Como dije anteriormente será entre 1561 y 1566 cuando se pongan los pilares
definitivos para la implantación de sistema reflotas y galeones. En 1561 queda
prohibido por una Real Cédula que los navíos salgan solos de Cádiz o Sanlúcar de
Barrameda, debiendo ir siempre en flota; unas ordenanzas promulgadas en 1564
obligan a la salidas anual de dos flotas, la Armada en abril a Nueva España, llevando
los bajeles de Honduras y de las Antillas, y la Flota de los Galeones en agosto a
Tierra Firme, que llevaría los naves de Cartagena de Indias y de los puertos
septentrionales de Suramérica. Teniendo ambas que reunirse en marzo en La
Habana para emprender el viaje de vuelta a España; por último, los decretos de
1565 y 1566 instituyen que la travesía se realizaría yendo a la cabeza la nao
capitana, que debía ser un galeón de trescientas toneladas, armado con ocho
cañones de bronce, cuatro de hierro y veinticuatro piezas menores así como
doscientos hombres entre tripulantes y soldados. A la cola del convoy iría la nao
almiranta.
Posteriormente en 1582 se promulgan unas ordenanzas que introducen pequeños
cambios, como por ejemplo el de la fecha de salida de la flota de Nueva España en
mayo. Si bien, el sistema apenas va a sufrir modificaciones durante el siglo XVII.
Los problemas del siglo XVII: piratería y contrabando.

El siglo XVII será un período difícil para el tráfico indiano. La piratería heredada de
la época de Isabel I de Inglaterra (Drake, Hawkin, Raleigh) parece tener una
recesión con los dos primeros Estuardo, Jacobo I y Carlos I. Sin embargo a
mediados de siglo diferentes obstáculos hicieron la navegación cada vez más
irregular: los retrasos se hacían cada vez más frecuentes; la seguridad de las flotas
dejaba mucho que desear; aumento del contrabando…
Para la segunda mitad de siglo la recesión ya se hace perfectamente palpable, ya
que a las dificultades anteriores se añaden las repercusiones que en el tráfico naval
tendrán los conflictos internacionales. De este modo, Inglaterra, presente en
Jamaica desde 1655; Francia, cuyos corsarios tienen como base el noroeste de La
Española; y Holanda, que desde 1634 hace de Curaçao un república pirática,
disputan el control territorial y estratégico de España.
Todo ello provocará paralizaciones del comercio entre la metrópoli y las Indias muy
a menudo hasta tal punto que en este período el tráfico indiano queda reducido,
según García Fuentes, al 22% del total del siglo. Además, pasada la calma corsaria
de los dos primeros Estuardo, la segunda mitad del siglo XVII puede ser
considerada como la edad de oro de la piratería. Famosas son las acciones del
corsario Morgan y sus bucaneros, quienes pusieron en jaque al Consulado teniendo
que suspenderse la flota de Tierra Firme en 1671.
Las rutas
La travesía transatlántica de los barcos llevaba alrededor de dos meses y medio:
doce días hasta Canarias, un mes hasta Méjico y otro hasta el Caribe.
La ruta parte de las costas andaluzas (Cádiz
o Sanlúcar) y pasado el cabo de San
Vicente, el general o almirante hace una
visita de inspección a cada nave de la flota
para ver si la artillería estaba bien montada,
decomisar mercancías prohibidas o castigar
a perturbadores… Rumbo suroeste se llega
a Canarias a partir de la cual se tuercen
otros dieciséis grados suroeste y sin apenas
cambiar el rumbo se avistan, entorno a los
veinticinco o treinta días, las primeras islas
indianas, como La Deseada.
Una vez en aguas caribeñas la flota que
salió unida de España se divide:
A. La Armada de Nueva España se dirige a Veracruz, bordeando el sur de Santo
Domingo y Cuba. En el trayecto se irán desprendiendo los navíos que van a
Puerto Rico, Santo Domingo y Ocoa.
B. La Flota de los Galeones se dirige a Tierra Firme y a su paso por las costas de
Venezuela y Colombia va dejando en ellas los navíos de: Cumaná, Margarita,
Santa Marta…
Llegados a Portobelo (Tierra Firme) o Veracruz, el general presenta a las
autoridades coloniales las instrucciones recibidas de España.
El viaje de vuelta partía de Cuba, a través del canal de Bahamas, hacia el noreste
entre los cabos de Virginia y las Bermudas. En las Azores el general se informaba
sobre la probable presencia de corsarios o cualquier otro enemigo. Una vez arriba
a puerto español el general se dirige a avisar al Consejo de Indias de su llegada.
Este organismo someterá durante el mes siguiente a un juicio de residencia al
general sobre sus actividades durante la travesía.
No hemos de olvidar que al hablar de las Indias también debemos incluir a las
Filipinas. Será en 1521 cuando Magallanes visite por primera vez las islas y se
proclame su pertenencia a la corona castellana. La colonización data de época
filipina. Gracias al viaje de Legazpi se conecta la costa occidental de Nueva España
con Filipinas a través del Pacífico. El camino de regreso lo inaugura Andrés de
Urdaneta, que toma como puente a los vientos alisios del oeste, sentando las bases
del Galeón de Manila, que conectaba esta ciudad con Acapulco. En 1593 Felipe II
promulgó unas ordenanzas para reglamentar su funcionamiento temiendo una
sangría de plata mexicana hacía oriente, estableciéndose una expedición anual de
uno o dos galeones. El máximo esplendor tuvo lugar en el primer y último cuarto del
siglo XVII.
Frente a la teoría, la práctica es más compleja y por tanto susceptible de errores.
Así los retrasos de las flotas en sus viajes eran muy frecuentes debiéndose a tres
causas principales apuntadas por el profesor García-Baquero:
a) El retraso con que arribaban al puerto de Sevilla las mercancías que
habían de embarcarse en las flotas.
b) Las inclemencias del tiempo o la llegada de noticias sobre la presencia de
corsarios.
c) Los intereses de los propios comerciantes en demorar la salida de las
flotas.
Eufemio Lorenzo Sanz apunta otras causas, más relacionadas con la actividad
económica:
a) Escasez de fondos de los mercaderes. Debido al no recibimiento de los
tesoros de la flota anterior por no haber llegado la flota a Sevilla o bien
por la incautación de los fondos por parte del rey.
b) Postración económica o desconocimiento del mercado indiano.
c) Coyuntura del momento.
Tonelaje, fabricación y personal de las flotas

Todo lo referente al arqueo o capacidad de carga de las naves era una actividad de
la que se encargaba la Corona, ya que era esta institución la que consideraba las
características que debían tener las naves.
Según Haring, los navíos utilizados para surcar el Atlántico en los cincuenta años
siguientes al descubrimiento eran normalmente muy pequeños, no soliendo
sobrepasar las doscientas toneladas. Posteriormente, en la Carrera de Indias los
navíos más frecuentes tenían un arqueo inferior a las cuatrocientas toneladas, ya
que por una cédula de 1557 los barcos que excediesen ese tonelaje quedaban
excluidos de la carrera por la dificultad que suponía la barra de Sanlúcar para los
navíos de más de doscientas toneladas teniéndose que hacer un trasbordo de
cargamento. Siendo el más usado el de doscientas a trescientas toneladas.
Podemos afirmar por tanto que los barcos de gran tonelaje no eran utilizados con
frecuencia salvo excepciones.
Si bien, podemos diferenciar los arqueos de las naves según el destino que tuvieran.
Así, García Fuentes considera que para Nueva España se utilizaban navíos
menores, de cien a doscientas toneladas, que para Tierra Firme que solían tener de
doscientas a trescientas toneladas.
La obligación de que las naves de la Carrera de Indias fuesen de fabricación
castellana se remonta a los reyes católicos. Posteriormente esta obligación,
íntimamente relacionada con el sistema de monopolio, se oficializa estableciéndose
que las naves debían ser de propiedad y construcción españolas y tripulados por
marinos españoles. Pronto quedará establecido “que ningún extranjero pueda estar
ni vivir en Indias”, así como la necesidad de que “todas las veces que se
despachasen flotas se haga pesquisa y averiguación de los extranjeros que en ellos
cargaren para Indias”. Pero como sabemos, esto era más aparente que real pues
desde fechas tempranas vamos a encontrar tanto a navegantes extranjeros como a
barcos de construcción foránea surcando el Atlántico, es por ello que en época de
Carlos I se privó del comercio indiano a todos los que no fuesen súbditos de
españoles. Por otro lado, la Corona se reserva el derecho a conceder licencias
particulares a navíos y marinos extranjeros.

En el estudio que García Fuentes realiza para el comercio español con Indias en la
segunda mitad del siglo XVII puede apreciarse claramente el espectacular descenso
de los navíos de fabricación española en la Carrera, hecho provocado
fundamentalmente por la fuerte competencia extranjera. Como digo, la Corona
recurría con frecuencia a la contratación de asientos con particulares para la
construcción de navíos, pero la búsqueda de asentistas formales resultaba harto
dificultosa. Resultados muy negativos dio igualmente la práctica de conceder
asientos a cambio de mercedes.
Los máximos responsables al frente de cada flota son el capitán general y el
almirante de la Armada de la Carrera, que son nombrados por la Casa de la
Contratación y por el Consulado, si bien con posterioridad el nombramiento recaerá
en la persona del rey. El trámite consistía en que el Consejo de Indias proponía el
nombramiento al monarca, que aceptaba o rechazaba la propuesta.
Los demás oficiales tienen una autoridad menor, siendo nombrados por los jueces
de la Casa de la Contratación. Otros puestos como el capellán, el maestro carpintero
o el maestro calafate son nombrados por el capitán general.
Para ser piloto de la Carrera de Indias era obligado ser natural de los reinos
españoles además debía realizarse un curso y un examen dirigido por la Casa de
la Contratación. Para ser admitido en el examen se exigía haber asistido a las
lecciones durante un año. El piloto de cada barco dirigía la navegación durante toda
la travesía y transmitía sus órdenes a la tripulación por medio del contramaestre.
Por otro lado, la suprema autoridad en preparación y despacho de flotas se confió
a partir de 1665 a la Junta de Guerra y Armada de Indias.

Todos los oficiales de la Carrera se encontraban agrupados en la Universidad y


Cofradía de mareantes, que era el organismo gremial que velaba por la defensa de
los intereses de sus asociados, mediante instancias al rey, al Consejo de Indias y a
la Casa de la Contratación.
Otras embarcaciones

a) Navíos de aviso: fueron de propiedad particular hasta el reinado de Carlos


III, momento en que se establecieron los correos marítimos, pasando a
ser de propiedad estatal. Las funciones fundamentales de los avisos eran
tres: informar sobre la llegada de las flotas y sobre el estado del mercado
indiano; traer numerario de Indias y transportar mercaderías.

b) Azogues: eran los barcos encargados del traslado del azogue (mercurio)
a las minas americanas bajo un sistema organizado en el siglo XVII. Esta
actividad estaba bajo supervisión de la Real Hacienda pues era un
monopolio real desde 1559. Como sabemos el mercurio era un elemento
fundamental para la obtención de la plata por amalgamamiento. Según
Veitia Linaje, el azogue de Almacén se remitía a Sevilla con gran celeridad
para embarcarlo hacia América. Si bien, el hallazgo de mercurio en
Huancavelica solventó esta carencia en lo que refiere a las minas
peruanas, como la de Potosí.
El sistema de flotas bajo el reformismo borbónico
A lo largo del siglo XVIII van a promulgarse una serie de reformas de la actividad
del sistema de flotas dados los cada vez más dificultosos contactos entre colonias
y metrópoli. De este modo, al poner en marcha una serie de reglamente nuevos el
reformismo borbónico lo que pretendía era que las flotas y galeones marchasen con
más regularidad y frecuencia y que las fechas de arribo se cumpliesen con más
exactitud que las precedentes.

Problemas todos ellos ya vistos anteriormente y que en estos momentos se


acentúan de forma preocupante. Además hemos de tener en cuenta que debido en
parte a las concesiones del Tratado de Utrecht, Inglaterra, Francia y Holanda se han
ido convirtiendo en las auténticas metrópolis de las colonias españolas. Veamos las
reformas de una en una:
 Proyecto de 1720: no tiene otra misión que la de preservar el sistema de
flotas y galeones en convoy vigente aunque dándole una mayor efectividad.
El proyecto tiene dos partes: la primera se refiere al transporte en sí y la
segunda a la organización administrativa y fiscal. Este proyecto tenía una
doble finalidad: agilizar el tráfico y simplificar el proceso de percepción de
impuestos, al crearse por ejemplo en “derecho de palmeo” que gravaba sobre
las mercancías transportadas medidas en metros cúbicos. A pesar de sus
buenas intenciones el proyecto quedó en letra muerta.

 Reglamentación de 1725: la única innovación con respecto al Proyecto de


1720 es el establecimiento de salidas anuales de flotas y galeones.
 A pesar de sus buenas intenciones el empeoramiento del sistema vigente se
hace cada vez mayor.
 Real Cédula de 1735: venía a completar las dos normativas anteriores
aunque no llegó a entrar en vigor. La novedad más importante se refería a la
supresión de la salida de los galeones a Tierra Firme.
 Real Orden de 1754: aparece por primera vez oficializado el régimen de
navíos sueltos para Tierra Firme mientras que para Nueva España se
mantenía el sistema de flotas.

No obstante, la verdadera innovación que el siglo XVIII introduce en la navegación


indiana será la sustitución del sistema de flotas y galeones por el régimen de navíos
sueltos, que darían una mayor efectividad y flexibilidad al tráfico. En su Cádiz y el
Atlántico el profesor García-Baquero establece tres períodos para la implantación
definitiva del nuevo sistema de registros sueltos:

A. Etapa 1717-1738: el nuevo sistema es reconocido por el Proyecto de 1720


aunque el tráfico es aún limitado permaneciendo en vigor el sistema de flotas
y galeones con un mal funcionamiento. La concesión de la licencia para
navegar en navío suelto era un privilegio exclusivo de la Corona, que se lo
comunicaba a la Casa de la Contratación.

B. Etapa 1739-1754: la guerra de la Oreja de Jenkins, en el marco de la guerra


por la sucesión del trono de Austria, provoca la sustitución casi definitiva del
viejo sistema por el de registros sueltos en la totalidad de los dominios
ultramarinos, incluidos Nueva España y Tierra Firme. En esta etapa se crean
además la mayoría de las compañías privilegiadas de comercio como la
Guipuzcoana de Caracas (1728), la de San Cristóbal de La Habana (1740) o
la de San Fernando de Sevilla (1747).

C. Etapa 1755-1778: finalizada la guerra con la firma de la Paz de Aquisgrán en


1748 y vistas las ventajas que reportaba (aumento de las transacciones
comerciales; mayores ingresos para el Estado), el nuevo sistema de navíos
sueltos queda definitivamente instaurado (Decreto de 1765; Reglamento de
1778) siendo la única forma de transporte comercial permitida por la Corona.

No hemos de olvidar que es en este siglo cuando se produce el traslado definitivo


de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, tras casi un siglo de
rivalidad entre ambas ciudades por capitalizar el comercio indiano. Esta institución
va a sufrir un franco declive durante el siglo lo que llevará a su definitiva supresión
en 1790.
La introducción del régimen de navíos sueltos coincide con la política borbónica de
ruptura del monopolismo restringido que hasta ese momento había caracterizado la
actividad de la Carrera de Indias. A partir del Decreto de 1765 se implanta por
primera vez el régimen de libre comercio y con el Reglamento de aranceles de 1778
se extiende a todo el Imperio. Con la sustitución del monopolio cerrado por esta
política de corte más liberal, bajo esquemas claramente mercantilistas, lo que se
pretende es hacer participar al resto del país del comercio indiano abriendo cada
vez más puertos, en principio nueve en la península y cinco en las islas del Caribe,
tanto en la metrópoli como en las colonias.

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