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La realidad simulada.

Una crítica del reality show Leonardo Ordóñez Díaz

coyuntura
La realidad
simulada.
Una crítica del
reality show

Leonardo Ordóñez Díaz*

RESUMEN
El reality show es el formato televisivo más exitoso de los últimos años. Este artículo efectúa una
exploración en torno a dicho formato articulada en tres partes. Primero, se estudiará la tensión
que los realities generan entre la representación como esquema estético tradicional y la simulación
como esquema estético emergente; luego, se detallará la manera en que los realities participan en
la producción del mundo como imagen; finalmente, se explicará el papel que los realities cumplen
en el marco de la economía estética contemporánea y se ofrecerá una explicación sociopsicológica
de su poder de seducción. El artículo en su conjunto aborda el estudio del reality a través del lente
amplio de una crítica de la industria del entretenimiento.
Palabras claves: reality show, televisión, entretenimiento, simulación.

The simmulation of Reality. A critic of the reality show.


[49]
SUMMARY
Reality shows are one of the most successful television genres in the last few years. The
exploration that this article will make around this genre consists of three parts. First, the tension
that realities cause between representation as a traditional aesthetic style and simulation as an
emergent aesthetic style will be examined. Second, the way realities participate in the
construction of the world as image will be described. Finally, the article will explain the role that
realities play in the contemporary aesthetic economy, and offer a socio-psychological explanation
of its seductive power. The article approaches the study of reality shows by taking a critical
perspective to the entertainment industry.
Key words: reality show, television, entertainment, simulation.

FECHA DE RECEPCIÓN: 10 / 03 / 2005


FECHA DE APROBACIÓN: 04 / 04 / 2005

ISSN0121-4705

análisis político n° 54, Bogotá, *Docente de la Escuela de Ciencias Humanas


mayo-agosto, 2005: págs. 49-62 Universidad del Rosario

análisis político n° 54, Bogotá, mayo-agosto, 2005: págs. 49-62


La realidad simulada. Una crítica del reality show Leonardo Ordóñez Díaz

Posiblemente la televisión ha sido un desarrollo lismo” de los realities y la noción de “vida diaria”
tecnológico decisivo en el auge que vive la indus- implícita en ellos. Tal aclaración es relevante en
tria del entretenimiento desde mediados del siglo la medida en que los realities son quizá el mejor
pasado. Telenovelas, musicales, miniseries, con- ejemplo de la tendencia generalizada de la televi-
cursos y otros formatos constituyen hace ya mu- sión actual —manifiesta en formatos tan
chos años el pan de cada día para millones de disímiles como el talk show o la denominada real
televidentes en todo el mundo. El andamiaje de- tv— a enfatizar la transmisión en directo de
dicado a la producción de estos programas conti- acontecimientos reales, en detrimento de los
núa prosperando pese a que sus resultados suelen contenidos representacionales y simbólicos. En
traducirse en una pobre provisión de espectáculo los realities es posible rastrear la tensión que estos
y de ficción para consumo de masas. Dentro de nuevos formatos televisivos producen, al nivel de
este marco, en momentos en que apenas comen- los medios masivos de comunicación, entre la re-
zamos a vislumbrar las repercusiones sociales de presentación como esquema estético tradicional y la
largo plazo asociadas a la globalización de la pro- simulación como esquema estético emergente. En
ducción televisiva, una nueva tendencia se está este sentido, los resultados de los análisis que de-
haciendo sentir. Dicha tendencia queda muy sarrollaremos en las siguientes páginas aspiran a
bien expresada por el eslógan con el que algunos tener aplicabilidad en un ámbito más general, a
programas le ofrecen a su teleaudiencia, ya no saber, el concerniente a las dinámicas de la cultu-
ilusiones ni espectáculos, sino un tipo diferente ra visual contemporánea. Dada la urgencia de
de transmisión televisiva: “la vida en directo”. explicar racionalmente el impacto de los nuevos
Nos referimos a los programas realizados en formatos visuales, así como de entender su in-
el formato conocido como reality show. El objeto fluencia en la configuración de nuevos hábitos
de estos programas no es la vida en sentido gené- de vida, percepción y consumo, en este artículo
rico sino la vida humana y, más concretamente, la no analizaremos el reality desde una perspectiva
vida diaria. Es posible que el eslógan produzca puramente interna, sino a través del lente amplio
[50] cierto recelo a cualquiera que se detenga a pen- de una crítica de la industria del entretenimiento.
sar un instante en la complejidad de los hechos y
la variedad de facetas que puede abarcar un tér- 1. DE LA REPRESENTACIÓN A LA SIMULACIÓN
mino como la “vida diaria”. ¿Acaso éste es el tipo A pesar de los riesgos implícitos en el intento
de objeto que se puede mostrar? Y aun si ello de convertir la realidad en espectáculo, el éxito de
resultara factible, ¿qué finalidad tendría mostrar los realities en materia de rating es indudable.
en directo esa vida a millones de televidentes? La Los críticos suelen explicar este éxito apelando a
vida diaria es la realidad a partir de la cual cada tres características del género: hibridación,
ser humano construye la totalidad de su expe- interactividad y realismo.
riencia, el abecedario con el que cada quien va El primer punto, la hibridación, se refiere a los
escribiendo línea por línea la historia de su vida. rasgos formales que diferencian el reality de otros
Mostrar la vida diaria implica en cierta medida formatos; desde esta perspectiva, el reality se
mostrar la vida humana, y ésta parece escapar a caracteriza por la fusión y la mezcla, ya que su
cualquier intento de convertirla en objeto de estructura es el fruto de “la combinación de varios
exhibición. La vida humana no es como un ja- géneros de manera novedosa”, a saber: el concur-
rrón, una alocución política, un partido de fút- so, la transmisión en directo, el talk show, el docu-
bol o un disturbio callejero, y no está nada claro mental, el informativo, el melodrama y el video
en qué consiste su unidad ni su sentido. ¿Cómo clip1. El reality corresponde a un modelo flexible,
interpretar entonces el uso que hacen los a una amalgama fluida en la que convergen diver-
realities de ciertos ritmos y hechos menudos de sos recursos expresivos de la televisión tradicional.
la vida diaria? ¿Por qué el formato resulta tan El segundo punto, la interactividad, describe
seductor para vastas audiencias? ¿En qué consiste la relación entre el programa y su público. En los
propiamente su novedad con respecto a la televi- realities más exitosos, la teleaudiencia interviene
sión tradicional? ¿Y cómo evaluar esa novedad? en el curso de los hechos votando por vía telefó-
El campo de trabajo que abren estas pregun- nica. Es notorio que frases como “¡Usted decide!”
tas requiere, para su adecuada exploración, des- o “¡Marque ya al número...!”, las cuales se han
hacer el halo de ambigüedad que rodea el “rea- vuelto comunes en la televisión reciente, “claman

1
Rincón Omar, Reality shows, Bogotá, Politécnico Grancolombiano, 2003, p. 13.

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con urgencia por una relación más participativa solamente de presentar la vida diaria sin media-
(y, sobre todo, dialógica) entre el espectador y la ciones; se trata además de hacerlo de tal modo
pantalla”2. La interactividad involucra, además que la teleaudiencia se entretenga y disfrute con
del uso de teléfonos fijos y celulares, la utiliza- ello. Quienes ven telenovelas al parecer se entre-
ción de otros medios como televisión, radio, tienen con historias que involucran escenas y
internet y publicaciones impresas (revistas y pe- hechos de la vida cotidiana, pero está claro que
riódicos). Gracias a este heterogéneo entramado este género no presenta la vida sino que la dra-
comunicacional, las diferentes franjas del públi- matiza con base en un libreto y un trabajo actoral.
co pueden seguir el hilo y conocer los detalles El reality implica una apuesta distinta. ¿Por qué
menudos del reality a través de páginas web, noti- insistir en la escenificación de historias que con
cieros, prensa y programas radiales. frecuencia corresponden a “casos de la vida
El tercer punto, relativo al realismo, concier- real”? ¿Por qué no presentar la vida real sin esas
ne a la manera en que el reality presenta la reali- mediaciones que desnaturalizan su autenticidad?
dad; desde este ángulo, el reality aparece como A diferencia de las telenovelas, los realities apun-
una forma sofisticada de producir en la tan al mismo tiempo en dos direcciones aparente-
teleaudiencia la sensación de asistir a través de la mente irreconciliables. Por una parte, prometen
pantalla a un acontecimiento real. Como lo ha la presentación directa de la vida diaria; por la
expresado un analista de medios: otra, prometen brindar entretenimiento y diver-
sión. De hecho, la idea de ofrecerle la realidad
Hay un efecto de casi tangibilidad provocada de la vida al público no es nueva; varios ejemplos
en el público, que sobrevive a la obvia manipula- anteriores son relevantes a este respecto: el arte
ción de la producción (montaje, transmisión diferi- realista, el hiperrealismo, los telenoticieros... La
da, tópicos, subtítulos sobreimpresos). El hecho de novedad del reality radica más bien en ofrecer
convivir a diario con gente conocida por su nom- una realidad auténtica que, no obstante, es a la
bre de pila, y cuyos síntomas interactivos se espar- vez entretenida y graciosa. Para medir el alcance
cen en abundancia sobre la pantalla del hogar in- de este tour de force, bien vale la pena contrastar [51]
duce al público a compartir su temporalidad de un la novedad a la luz de un breve repaso histórico.
modo más inmediato y concreto de lo que ocurre La ambición central de buena parte del arte
en otros géneros3. decimonónico, sobre todo la novela, consistía en
representar de manera realista la vida de la épo-
Este tercer punto resulta crucial; no en vano ca. Stendhal escribió que la novela debía ser
es el que le da nombre al género. El realismo es “como un espejo puesto al borde del camino”, y
el elemento que le da un contenido plausible a la la corriente principal del realismo que vino des-
interactividad y hace funcional y operativa la hi- pués lo secundó en esta idea. La línea de desa-
bridación; por esa razón centraremos en él nues- rrollo del género novelesco que va de Balzac a
tro análisis. Joyce mostró un creciente interés por el estudio
La promesa de realismo de los realities impli- de la vida humana de todos los días. “Hay que
ca en sí misma un reto difícil. Ya no más represen- describir bien lo mediocre”, dijo en varias ocasio-
taciones de la vida: ahora es la vida misma la que nes Flaubert. El uso de técnicas literarias como la
llega a la pantalla. En cierto modo, los nuevos descripción neutra, la enumeración de detalles
programas ponen en duda la supremacía de la circunstanciales, la narración de “tajadas de
representación. La realidad desnuda, libre de vida”, el estilo indirecto libre, el monólogo inte-
aderezos, ya no será objeto de mediación estética: rior y la reproducción del habla corriente hicie-
no más actores profesionales ni libreto. He aquí ron de la novela un mecanismo sofisticado para
que la existencia humana de todos los días, en explorar la terra incognita de la vida cotidiana. Sin
busca de cuya esencia escurridiza se han afanado embargo, en el curso de su evolución la novela
pensadores, escritores y artistas, se nos ofrece abandonó poco a poco la pretensión de entrete-
ahora servida en bandeja mediante el sencillo ner a los lectores y terminó produciendo obras
expediente de oprimir un botón. Pero la prome- de difícil acceso para el público masivo. Novelas
sa es incluso más ambiciosa. Porque no se trata como L’ éducation sentimentale o Ulysses no son

2
Holmes Su, “‘But This Time You Choose!’. Approaching the ‘Interactive’ Audience in Reality tv”, en
International Journal of Cultural Studies, N° 7(2), 2004, pp. 213-231.
3
Andacht Fernando, El reality show: una perspectiva analítica de la televisión, Bogotá, Norma, 2003, pp. 89-90.

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nada complacientes con el lector que acude a pérdida de contacto con la vida diaria. Esto se
ellas en busca de un rato de lectura agradable; debe a que los noticieros, por definición, presen-
podría incluso decirse que el rigor de la novela tan solamente hechos que son noticia, con lo que
en su exploración de la vida humana tiende a el inmenso ámbito de la vida diaria queda exclui-
conducirla a un desfiladero difícil en su relación do. No es la vida misma lo que ofrecen los noti-
con el público lector. La novela realista descubre cieros, sino apenas una selección de algunos
que la vida diaria decididamente no es un espec- eventos destacados. La vida de todos los días, que
táculo entretenido (lo que no equivale a afirmar exploraron con tanta profundidad las mejores
que sea por fuerza aburrida o tediosa). novelas de los siglos xix y xx, difícilmente puede
Nótese empero que la novela realista se sitúa ser noticia debido a su normalidad gris y carente
todavía en el plano de la representación artística. de relieve, y en ningún caso puede ser noticia de
El intento de poner a la audiencia en contacto última hora. Ésta es la misma razón por la cual la
directo con la realidad de la vida traza una tra- vida diaria no es entretenida. “Cotidiano” tiende
yectoria distinta en el camino que conduce de la así a convertirse en sinónimo de “aburrido” y en
fotografía a la televisión. Fetveit ha mostrado antónimo de “noticia”. Por otra parte, de los no-
cómo, a lo largo del siglo xix, la fotografía obtu- ticieros suele esperarse un trabajo serio, realiza-
vo una creciente credibilidad en cuanto a su ca- do no en aras del entretenimiento –para eso es-
pacidad para reproducir fielmente situaciones tán las telenovelas y otros programas seriados–
reales4; este “poder evidencial” fue prolongado y sino de la información. El documental parece
ampliado por el cine (y más tarde por la televi- brindar un marco apto para combinar los distin-
sión) mediante “la adición de nuevas dimensio- tos frentes (información, vida diaria, entreteni-
nes al acervo de la evidencia visual: tiempo y mo- miento); no obstante, se trata de un formato tra-
vimiento”5. Pero así como el figurativismo de la dicional, demasiado ligado a las formalidades de
fotografía empujó en su momento a las artes la rutina informativa para poder convertirse en
plásticas hacia la abstracción y el expresionismo, motivo de pasatiempo o de disfrute estético. Úni-
[52] o sirvió de modelo para movimientos como el camente los realities han proclamado el logro de
hiperrealismo de los años sesenta, la grabación y esta rara combinación: un máximo de realismo
transmisión de secuencias de hechos en tiempo asociado a un máximo de entretenimiento.
real le abrió a la televisión la posibilidad de un Pero, ¿qué quiere decir en este contexto un
naturalismo aún más radical que el del cine, de- “máximo de realismo”? La realidad que el reality
masiado atado a la herencia representacional de transforma en espectáculo consiste ante todo en
las artes escénicas. Durante décadas, las cadenas vivencias espontáneas; la espontaneidad de las vi-
de televisión se han jactado de llevar los hechos vencias es presentada a su vez como verdad, co-
mismos desde cualquier lugar del mundo hasta mo la desnuda verdad de la vida diaria. En esto
las salas de los hogares a través de las emisiones radicaría la autenticidad clamada por el reality:
de noticias. Por eso estar en el lugar de los hechos en limitarse a presentar las vivencias reales tal
llegó a convertirse casi en un imperativo para como ellas acontecen bajo ciertas condiciones. El
reporteros y camarógrafos. La transmisión del contraste con el realismo tradicional, e incluso
desplome de las Torres Gemelas condujo esta con el pseudorrealismo romántico de las tele-
tendencia hasta su límite extremo, al convertir al novelas, es apenas obvio. En el marco de la repre-
público mundial en testigo “en directo” de un sentación artística, las vivencias, sean propias o
hecho histórico sin precedentes. ajenas, suelen ser vistas a lo sumo como una
No obstante, este desarrollo replica en forma fuente de inspiración para la actividad creadora.
invertida el desenlace de la historia de la novela Como anota Diderot en “La paradoja del come-
realista. Mientras ésta amplió y refinó su capaci- diante”, el poeta que asiste al entierro de su ama-
dad de penetración en los meandros de la vida da no puede improvisar un poema al borde de
cotidiana a costa de una pérdida de contacto con su tumba, porque lo más probable es que en vez
el público, los noticieros accedieron al público de hermosos versos lo que brote de su garganta
masivo y dieron el salto de la representación a la sean gemidos de dolor. Sólo pasado algún tiem-
presentación directa de hechos a costa de una po, una vez atenuado el sufrimiento causado por

4
Fetveit Arild, “Reality tv in the Digital Era: A Paradox in Visual Culture?”, en Media, Culture and Society, N° 21,
1999, pp. 787-804.
5
Ídem., p. 790.

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esa pérdida, el poeta estará en condiciones de ses. Bajo estas circunstancias, ambos saben per-
componer una elegía: fectamente que son vistos, por lo que su acto
puede simular la espontaneidad mas no experi-
Cuando el gran dolor ha pasado, cuando la mentarla. Como los actos sexuales cotidianos no
extremada sensibilidad se ha adormecido, cuando incluyen en su naturaleza el hecho de ser mostra-
se está lejos de la catástrofe, cuando el alma está en dos, los participantes no representan el acto
calma, entonces se recuerda la dicha eclipsada, se sexual: lo simulan. Si lo representaran, serían
es capaz de apreciar la pérdida que se ha tenido y sólo actores que recobran su personalidad al fi-
la memoria se une con la imaginación, la una para nal de la representación. Obviamente, ese no es
volver a trazar, la otra para exagerar la dulzura del el caso. Son ellos mismos, con su nombre propio
tiempo pasado; es entonces cuando uno se posee y a cuestas, quienes unen sus cuerpos ante el ojo
habla bien. Se diría que se llora, pero no se llora de la cámara; por eso el presentador del reality
cuando se busca un epíteto vigoroso que se esca- puede interrogarlos luego acerca de lo que sin-
motea; se diría que se llora, pero no se llora cuan- tieron en ese momento y de las razones que los
do se ocupa uno de hacer armonioso su verso: o si movieron. Es más, al entrar en la cama ambos
las lágrimas corren, la pluma se escapa de la mano, eran conscientes no sólo de que serían vistos sino
se entrega uno al sentimiento y se deja de compo- de que luego los interrogarían sobre lo sucedido
ner. Pues sucede con los placeres violentos como y tendrían que responder. Así es como el reality
con las penas profundas: son mudos6. escapa a la paradoja de la representación, sólo
para caer en lo que podríamos denominar la
Esto muestra cómo las vivencias no tienen paradoja de la simulación.
valor artístico por sí mismas, sino que su perdu- La representación es esencialmente paradóji-
rabilidad depende de la capacidad del creador ca porque consiste en “sustituir a un ausente”
para recrearlas o transmutarlas en el marco de la dándole una presencia que, sin embargo, confir-
representación. En la obra de arte lo que perdu- ma su ausencia. Al reemplazar a su modelo, la
ra no es la vivencia sino la forma que el artista le representación peca “a la vez por defecto –es [53]
imprime a la materia prima de la vida. En el menos que ese modelo– y por exceso –su apa-
reality, en cambio, las vivencias cotidianas de los riencia nos hace gozar y nos engaña–”7. El reality
participantes –que a menudo no son actores sino intenta trascender ese juego: ya no más represen-
personas comunes y corrientes cuya aparición taciones de la vida diaria que la suplantan y la
refuerza el efecto realista del programa– son pre- ocultan; mejor mostrarla directamente en su des-
sentadas como valiosas por sí mismas. Incluso si pliegue. Sin embargo, nadie vive su vida diaria
los participantes son actores o celebridades de la con el propósito de mostrarla. Este es el terreno
farándula, su participación no consiste en actuar en el que crece la paradoja de la simulación.
sino en comportarse tal como lo harían en su Puesto que el comportamiento de los seres hu-
vida privada. Lo que se valora como auténtico no manos cambia cuando son conscientes de estar
es la representación estética de la emoción sino siendo vistos, el contexto de producción del
su manifestación espontánea e inmediata. Lo reality, que requiere espontaneidad, no permite
que importa no es la composición de la elegía que ésta se produzca espontáneamente. Así lo
sino el gemido al borde de la tumba. ilustran con especial fuerza los realities que tie-
La cuestión es si este gemido corresponde a la nen lugar en una “casa-estudio” (la ambigüedad
verdad de la vida cuando quien lo emite sabe de esta expresión resulta elocuente) en la que los
que millones de miradas gravitan sobre él. Sin participantes están constantemente sometidos a
duda puede ser parte de la realidad cotidiana la vigilancia de las cámaras: “Es difícil imaginar
que un hombre y una mujer que han vivido en la una alteración mayor que la de vivir en una casa
misma casa durante varias semanas vayan juntos a sin barreras informacionales, vocacional y
la cama y hagan el amor, arrastrados por la atrac- anómicamente dedicada a exhibir la trastienda y
ción mutua que experimentan. Pero otra cosa la región más oculta de la interacción social, y de
muy distinta es que esto ocurra frente a las cáma- escenificarla, y difundirla al instante a millones
ras del reality, como ha sucedido ya en varios paí- de televidentes o internautas. (...) Cuando eso

6
Diderot Denis, “La paradoja del comediante”, en Escritos filosóficos, N° 137-216, Madrid, Editora Nacional,
1975, pp. 171-172.
7
Enaudeau Corinne, La paradoja de la representación, Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 27.

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ocurre, la persona (...) tiende a experimentar “un no es la vida cotidiana, es solamente su simula-
tipo especial de autoconciencia”8. Esta reflexión ción. A diferencia de la vida, que está hecha de
no pierde validez por el hecho de trasladar el tiempo, la simulación de la vida puede ser un
escenario a una taberna o a una isla. Si bien el excelente pasatiempo. Y todos sabemos que pa-
reality involucra un ingrediente de espontanei- sar el tiempo no es lo mismo que vivirlo. Sólo
dad, se trata de una espontaneidad simulada que recurrimos a pasatiempos cuando una porción
no reproduce la de la vida misma. Es cierto que de nuestro tiempo de vida –por ejemplo, ciertas
en la interacción social ponemos siempre en jue- tardes de domingo– se ha quedado vacía de con-
go una cierta dosis de autovigilancia y de simula- tenido, cuando nos hemos quedado momentá-
ción; la sociología de la vida cotidiana –basta neamente por fuera del fluir de la vida.
pensar en la obra de Goffman– ha explorado El pasatiempo y el entretenimiento se revelan
ampliamente las maneras en que nuestra conduc- así como expresiones paradigmáticas de la simu-
ta habitual está mediada por el hecho de que lación. Pero, ¿cómo definir la simulación misma?
otros nos ven y posiblemente nos juzgan. Eso no Aquí es preciso avanzar con cautela a fin de escla-
significa empero que la interacción social normal recer el doble sentido implícito en el término.
sea objeto de observación deliberada constante. Una cosa es la simulación en cuanto método de
Todos cuidamos el lenguaje cuando sostenemos trabajo de ciertas áreas del conocimiento y la
una conversación casual, pero no lo hacemos actividad humana, y otra muy distinta la simula-
con esa cautela que activamos enseguida si nos ción “disimulada” con fines de distracción, típica
avisan que la conversación está siendo grabada. del reality. Esta última se define ante todo porque
En la vida diaria, las personas están habituadas a su mentira consiste en la pretendida ausencia de
que los otros se fijen en su vestuario o en su forma mentira; se toma el modelo por la realidad como
de caminar, pero no están preparadas para convi- si la realidad fuera el modelo. Como señala Par-
vir con una perpetua mirada vigilante, así como do, refiriéndose al ámbito más general de los me-
tampoco estarían preparadas para comportarse dios masivos de comunicación, “la falsedad de las
[54] con naturalidad si las expusieran en una jaula imágenes construidas por los medios no estriba
del zoológico con un letrero que le explica a los más que en su autenticidad disimulada. (...) El
visitantes que están ante un ejemplar de la especie engaño consiste en que no hay engaño”9 . A dife-
Homo sapiens, cuyos miembros se alimentan tres rencia de la simulación social (simulacro de
veces al día y duermen siete horas cada noche. eventos colectivos como una evacuación o un
En cierta medida, los participantes de los combate) y de la digital (diseño de modelos com-
realities son como fieras humanas sonrientes, putacionales), las cuales se saben productoras de
voluntariamente enjauladas. Las reglas del juego realidad virtual con fines de ensayo o de experi-
están claras para ellos desde el inicio; saben que mentación, la simulación del reality es la hija bas-
las cámaras vigilarán cada uno de sus movimien- tarda de la representación, que niega a su madre
tos. Sin embargo, están dispuestos a comportarse porque se avergüenza de parecerse a ella.
como si la situación fuese normal. El ejercicio de
simulación al que así se prestan no es para nada 2. LA SIMULACIÓN EN LA ÉPOCA
un tributo a la riqueza de matices de la realidad DEL MUNDO COMO IMAGEN
(porque resulta apenas obvio que no es eso lo Ahora estamos en condiciones de ahondar en
que está en juego y que solamente se trata de un las causas por las cuales a ningún reality le intere-
montaje) sino a la transformación de la propia sa presentar “la vida en directo” (éste es ante
realidad en espectáculo. Y cuanto más triunfa el todo un eslógan seductor). La vida diaria está
espectáculo, más retrocede la realidad. Los gemi- hecha de tiempo –y, en efecto, se toma su tiempo
dos de gozo o de dolor de los participantes del para hacer las cosas. La transmisión televisiva no
reality no suponen un hallazgo de la verdad de la puede esperar tanto. Cada minuto al aire vale
vida sino apenas una nueva forma de entreten- oro. En la vida diaria pueden pasar horas, días o
ción masiva. La novela realista descubrió hace semanas enteras sin que ocurra un evento llama-
tiempo que la vida cotidiana no es entretenida. tivo. Con razón escribe Bourdieu: “Nada hay más
Pero la vida típica de la convivencia en un reality arduo que reflejar la banalidad de la realidad”10.

8
Andacht, ob. cit., pp. 89-90.
9
Pardo José Luis, La banalidad, Barcelona, Anagrama, 1989, p. 47.
10
Bourdieu Pierre, Sobre la televisión, Barcelona, Anagrama, 1997, p. 27.

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El reality ni siquiera lo intenta. Su verdadero in- ner de una manera tan completa de la intimidad
terés es contar con una provisión constante de de las personas. La similitud que guardan los
hechos “telegénicos”, es decir, dotados de rasgos efectos de la vigilancia totalitaria sobre las perso-
que los hagan interesantes, atrayentes, dignos de nas con los de la vigilancia de las cámaras sobre
ser transmitidos por su capacidad para llamar la los participantes de un reality es iluminadora.
atención. Por eso el montaje de los realities (co- Los propios productores de los realities son cons-
menzando por el casting y la elección de los esce- cientes de esta similitud; no en vano uno de los
narios) está pensado en función de la captura de programas de mayor éxito se llama Big Brother,
fragmentos de realidad que puedan ser utilizados título alusivo al dictador de la novela de Orwell.
como un insumo televisivamente eficaz. Si la rea- Recordemos que el Gran Hermano novelesco
lización final del programa depende de la vigi- llegó a convertirse, a los ojos del público lector
lancia continua de los participantes es sólo por la ilustrado, en el emblema de un poder represivo
necesidad de hacer acopio de materiales sufi- absoluto; sin embargo, los habitantes sometidos a
cientes para la edición. Puesto que la vida diaria su poder en la novela lo percibían más bien –a
no es un espectáculo, sólo es posible construir semejanza de los participantes y televidentes del
éste a partir de aquélla sacándole jugo a ciertas reality– como una figura ambigua, revestida de
situaciones y hechos que, presentados con habili- connotaciones positivas y portadora de una pro-
dad, pueden volver interesante lo anodino. El mesa implícita de salvación. Para aclarar el alcance
concursante que se lava los dientes de un modo de esta inversión en la valoración de la vigilancia
gracioso, la muchacha que “confiesa” ser todavía ininterrumpida, bien vale la pena examinar algu-
virgen aunque tiene ya 24 años y un cuerpo nos pasajes de un testimonio sobre la tonalidad
atractivo, el futbolista famoso que resbala y cae de la vida cotidiana bajo el régimen estalinista:
mientras camina por la playa, la modelo de piel
reluciente que se suelta un instante el brasier y la Resulta difícil definir el tipo de relación que
que come sin usar cubiertos, los aprendices de predomina en el Este entre las personas si no se la
actores que no se percatan de la insignificancia califica de representación teatral, con la diferencia [55]
de sus opiniones y que ventilan sin rubor sus tri- de que la representación no se lleva a cabo en un
viales intimidades frente a las cámaras... Los pro- escenario sino en la calle, en la oficina, en la fábri-
ductores tienen sus razones para creer que sólo ca, en la sala de reunión e incluso en el cuarto don-
destacando elementos como éstos –y, claro está, de se vive. (...) El hecho de representar en la vida
podando el resto– el reality puede resultar entre- diaria difiere de la representación teatral, dado
tenido. De ahí que la vigilancia continua de las que todo el mundo tiene que representar ante
cámaras sea una auténtica cacería de hechos y todo el mundo y que todo el mundo tiene plena
detalles susceptibles de ser transmitidos en para- conciencia de ello. (...) No cabe duda de que en
lelo al desarrollo de las competencias, las cuales toda conducta humana hay mucho de representa-
funcionan como justificación racional de la simu- ción. Un hombre reacciona ante su medio ambien-
lación. De hecho la vigilancia sería insuficiente si te y hasta sus gestos son moldeados por éste. No
el concurso mismo no produjera a su vez otros obstante, lo que se observa en las democracias po-
incidentes que la convivencia por sí sola no da. pulares es una representación consciente en masa,
Por ejemplo: todos sabemos que una convivencia más que una imitación automática. (...) Una masca-
prolongada suele ser conflictiva. Pero es apenas rada incesante y universal crea una atmósfera que
obvio que los conflictos de los reality son causa- es difícil de soportar pero, al mismo tiempo, brinda
dos, no sólo por el diseño del juego (espacios a sus participantes ciertas satisfacciones nada
cerrados, cámaras ocultas, imposibilidad de acce- desdeñables. Decir que una cosa es blanca cuando
so a ciertos recursos...), sino por la intervención y se piensa que es negra, reírse para sus adentros
gestión del juego a cargo de presentadores y edi- cuando se mantiene una apariencia de solemni-
tores (la dramatización que tiene lugar en los dad, odiar mientras se manifiesta amor, saber algo
“juicios de eliminación” son una buena muestra y fingir no estar enterado de ello: todo esto induce
de ello). La realidad de los realities, en este senti- a sobrestimar la propia astucia. El éxito en el juego
do, no es autónoma, como toda realidad auténti- se convierte en motivo de satisfacción. (...) La vida
ca, sino meticulosamente producida con un obje- sometida a una perpetua tensión interior desarro-
tivo preciso. lla las capacidades que duermen en el fondo de un
Sólo los regímenes totalitarios del siglo xx se hombre. Ni siquiera sospecha los tesoros de inge-
habían otorgado a sí mismos el derecho de dispo- nio y perspicacia psicológica de que puede dispo-

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ner cuando se halla contra el muro y ha de hacer diaria) en realidad es su trastienda, su puerta de
gala de su destreza o perecer11. atrás. Claro, la imagen adquirida transitoriamen-
te en el reality tarda un tiempo en borrarse; es
Este testimonio nos permite contrastar el tota- posible que su paulatino desvanecimiento demo-
litarismo político con su versión mediática light. Si re meses o, en casos excepcionales, incluso años.
bajo un gobierno totalitario la represión genera Eso no le resta validez al hecho de que en el
una atmósfera enrarecida de simulación forzada reality alcanza pleno desarrollo un fenómeno
y la ética dominante es la de una lucha de todos que es válido para la televisión en general: la pri-
contra todos, en el reality la represión se presen- macía de la imagen sobre la realidad.
ta como un juego inocente, la simulación es vo- Es como si la relación usual entre realidad e
luntariamente asumida y la lucha total significa imagen sufriera una insólita inversión. Antes se
que todos están amenazados y cualquiera puede apelaba a la realidad como tribunal para consta-
ser el próximo eliminado. A semejanza de la so- tar la adecuación de las imágenes. Era preciso,
ciedad totalitaria, la simulación que reina en la por ejemplo, comparar un retrato con su modelo
microsociedad del reality produce formas espe- para pronunciarse acerca de la calidad del traba-
cíficas de subjetivación, salvo que en este caso la jo realizado por el pintor. Ahora es frecuente
vida de los participantes no corre peligro. Pero que acudamos a la realidad para verificar si ésta
aunque los participantes no estén en trance inmi- se parece a la imagen que la televisión y otros
nente de morir, su supervivencia mediática pende medios ofrecen de ella. Si es que acudimos, por-
de un hilo; por eso la eliminación equivale a una que en la mayoría de los casos sencillamente to-
muerte simbólica. El mensaje implícito es claro: mamos la imagen por la realidad. En eso radica
no aparecer más en los medios significa desapa- la promesa de salvación del Gran Hermano: “Sal-
recer, convertirse en fantasma. Regresar a la rea- va tu imagen y ella te salvará”. De esta manera la
lidad es sinónimo de regresar a la masa irreal de televisión, “que pretende ser un instrumento que
los que tienen cuerpo y alma pero carecen de refleja la realidad, acaba convirtiéndose en ins-
[56] imagen. Por eso los participantes, sometidos a la trumento que crea una realidad. Vamos cada vez
presión de un dispositivo panóptico similar al que más hacia universos en que el mundo social está
describe Foucault, para “sobrevivir” tienen que descrito-prescrito por la televisión. La televisión
vigilarse y vigilar a los otros competidores al mis- se convierte en el árbitro del acceso a la existencia
mo tiempo que son vigilados por ellos, a sabien- social y política”12. Es apenas obvio que la reali-
das de que todos son vigilados a su vez por el dad continúa siendo la piedra angular sin la cual
Gran Hermano –el multitudinario ojo anónimo no habría imágenes. Pero, difundidas a través de
del público–, el cual se asoma a fisgonear a través la televisión, las imágenes adquieren una cierta
de las pantallas de los televisores. autonomía y terminan reinando sobre la reali-
Es importante subrayar este aspecto del con- dad. Si la realidad no coincide con su imagen,
traste: mientras en la dictadura totalitaria es pre- tanto peor para la realidad; tendrá que luchar
ciso simular para sobrevivir, en el reality es preci- para hacerse reconocer, pero, bajo las actuales
so sobrevivir para simular; mientras en la dicta- condiciones de producción de imágenes, se trata
dura la vigilancia sirve para velar por la ortodo- de una lucha en la que lleva las de perder.
xia de las convicciones políticas, en el reality sirve Es más factible hacer que la realidad se ajuste
para garantizar la continuidad de la simulación. a la imagen. Ser visto en un reality otorga imagen
Lo que equivale a decir: en el reality la supervi- en una medida que no puede compararse con el
vencia está en función de la simulación. Y la simu- hecho casi fantasmal de ser visto en la calle, en
lación está a su vez en función de las imágenes una plaza pública o en otro escenario real. A este
que es capaz de producir para su difusión masiva. respecto, Sartori ha advertido que “con la televi-
He aquí el significado de la muerte mediática: sión, la autoridad es la visión en sí misma, es la
quien deja de ser imagen, pierde; o, si se prefie- autoridad de la imagen. (...) Lo esencial es que el
re: quien pierde su imagen, pierde la realidad ojo cree en lo que ve; y, por tanto, la autoridad
que ésta le daba, y con ello regresa a la irrealidad cognitiva en la que más se cree es lo que se ve. Lo
de su vida diaria y de su yo cotidiano. Así, lo que que se ve parece “real”, lo que implica que parece
parecía ser el punto de partida del reality (la vida verdadero”. ¿No es esto acaso lo que explica que

11
Milosz Czeslaw, El pensamiento cautivo, Barcelona, Tusquets, 1981, pp. 85 y ss.
12
Bourdieu, ob. cit., p. 28.

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coyuntura
el actual presidente de Colombia haya acudido a puede correr el riesgo de poner pensativa a la
un reality para invitar a la teleaudiencia a votar teleaudiencia, so pena de hacer trizas el hechizo
por el “Sí” en un referendo? Contra la que quizá que la mantiene atada al televisor. Dado lo ardua
pudiera pensarse, esta iniciativa no es un ejem- –y a veces, dolorosa– que es la tarea de dar senti-
plo de hábil uso de la televisión por parte de un do a la vida, los medios están prontos a movilizar
político (de hecho, el ganador del referendo fue ingentes recursos con tal de “mantener a pulso el
la abstención y no el “Sí”), sino más bien un sín- simulacro”, con tal de “evitar la desimulación bru-
toma de la formidable capacidad de absorción tal que nos confrontaría la evidente realidad de
de la política por la televisión, incluso la de entre- una pérdida radical de sentido”13. Esto resulta
tenimiento. El proceso mediante el cual la reali- especialmente notorio en los nuevos formatos
dad es transformada en espectáculo implica una televisivos, en los cuales no hay lugar para un
paulatina estetización de la realidad a la cual no examen profundo acerca de lo que se dice o se
escapa el ámbito de la política. Y cuanto más se hace. Quizá algunos de los participantes lleven a
estetiza la realidad, tanto más se despolitiza y tri- cabo ese examen en su fuero interno, pero éste
vializa la consideración otorgada a los temas públi- por definición no se puede mostrar, y cualquier
cos, promoviendo en la opinión pública una pér- tentativa de exteriorizarlo a través del lenguaje
dida gradual del sentido de la realidad. Al tenor cae a su vez bajo la lógica de la producción de
de esta tendencia, los seudoacontecimientos del imágenes a la cual él trata de escapar.
reality se convierten a su vez en noticia, figuran Los realities ofrecen a la audiencia una ima-
en los titulares y ocupan amplias franjas en los gen cuya transparencia finge la realidad de la ma-
noticieros. Ante la actitud asumida por el presi- nera más eficaz posible: mostrándola. Siguiendo
dente, ya no resulta tan increíble que la elimina- a Pardo14, podemos ver en este ardid visual una
ción de ciertos concursantes carismáticos haya versión remozada de la caverna de Platón (esa
tenido un cubrimento informativo más amplio célebre cárcel subterránea en la que una fogata
que el de las noticias políticas o económicas hábilmente dispuesta arroja sombras que los
(aunque esto no sucede aún en todos los países, prisioneros, encerrados allí de por vida, conside- [57]
sino sólo en aquellos en los que la calidad de la ran la auténtica realidad). La diferencia radica
formación de los profesionales de la comunica- en que los televidentes del reality no son prisione-
ción es incluso más pobre que el promedio). ros y saben que el mundo exterior existe. Esto es
La complicidad de los noticieros y los realities síntoma de la aparición, en el mundo moderno,
pone al descubierto con cínico desparpajo que la de una forma sofisticada de simulación. En la
vigencia social de un problema o de un hecho caverna platónica, la realidad era invisible por
depende cada vez más de su disponibilidad para encubrimiento; en el reality, la realidad es invisi-
transformarse en imagen y ganar así visibilidad ble por transparencia. La imagen del reality no
mediática. Pero, dado que la mayor parte de los oculta la realidad, pero tampoco muestra su cru-
hechos de la vida real carece de semejante dispo- do acontecer; sólo transparenta y pone en evi-
nibilidad, la mutilación resultante en la imagen dencia ciertas partes de la realidad que convie-
de la vida es enorme. Con ello, el ya lejano pero nen a su propósito de agradar a la audiencia.
todavía entrañable verso de Rimbaud adquiere ¿Pero acaso el arte no consiste justamente en
nueva resonancia: “La verdadera vida está ausen- escoger ciertas facetas de la realidad que convie-
te”. El reality no muestra la verdad de la vida dia- nen para un propósito estético? ¿Acaso el reality
ria, por más que en ocasiones la vida diaria pue- no hace lo que los artistas han hecho desde siem-
da parecer un reality. ¿Quién no ha experimenta- pre? No, porque el objetivo de los artistas nunca
do alguna vez la sensación de que la vida es una es meramente agradar al público sino explorar a
farsa que todos insisten en tomarse en serio? Sin conciencia la realidad y expresar, en la medida de
embargo, en el mundo real esa sensación está lo posible, su sentido (o su sinsentido). Un artista
asociada al genuino descubrimiento del sinsenti- merecedor de ese nombre sabe que, por un
do que acecha siempre a la vida humana; ello lado, no puede decidir caprichosa y sobera-
implica una toma de distancia crítica frente al namente la disposición de los materiales con los
mudo transcurso de la existencia diaria. En el que trabaja, pero, por el otro, no puede abando-
reality, en cambio, el sinsentido es un tabú. No se nar la voluntad de darle forma a esos materiales.

13
Baudrillard Jean, De la seducción, Madrid, Cátedra, 1981, p. 154.
14
Pardo, José Luis, ob. cit.

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Esto significa que su trabajo artístico no le hará la imagen. De acuerdo con los planteamientos de
justicia a la realidad esperando que ésta se torne Böhme17, las bases de la “economía estética” son
elocuente por sí sola, ni tampoco imponiéndole la estetización de lo real y la difusión de las activi-
un repertorio de técnicas y efectos, sino sólo dades dedicadas a la producción de valor estético,
“ajustando” su expresión a lo que el tema exige el cual emerge, al lado del valor de uso y el valor
o, si se prefiere, encontrando la forma artística de cambio, como un tercer tipo de valor. Roberts,
“justa”, es decir, la que le da a la realidad la voz siguiendo a Böhme, subraya que “la industria del
que ella misma no tiene. Esta elevada noción de entretenimiento está unida cada vez más a la
justicia, cuya vitalidad depende entre otras cosas estetización del consumo y de la vida cotidiana”.
de la capacidad del artista para defender su inde- En el campo de los medios de comunicación, la
pendencia con respecto a los gustos del público, estetización de la realidad está sancionada por los
es totalmente ajena a la esfera del reality. Aquí la vaivenes del rating. Es preciso llamar la atención
imagen funciona como portadora de sí misma, de la audiencia, conquistarla a cualquier precio.
de su propio look; su valor radica ante todo en Ya no se trata de hacer un buen trabajo que, even-
su poder de agradar, de gustar. La belleza, que tualmente, resulte del agrado del público; se trata
sólo había sido un fin en sí misma en la efímera de hacer un trabajo que sea del agrado del públi-
escuela del arte por el arte, adquiere ahora un co, aunque sólo eventualmente sea también un
valor autónomo gracias a su capacidad de seduc- buen trabajo. La tiranía del rating (a través del
ción y a su permanente disponibilidad para satis- cual se expresa hoy en día la tiranía de los gustos
facer los gustos del público. del público) hace de la producción televisiva un
La primacía de la imagen sobre la realidad área especialmente vulnerable a los requerimien-
constituye así uno de los más inesperados desen- tos de la economía estética. Puesto que el agrado
laces de la modernidad. En términos de producido por las imágenes se traduce en un
Heidegger15, la tendencia axial de los tiempos aumento del rating, el cual a su vez incrementa el
modernos radicaba en la conversión del mundo valor de la pauta publicitaria, pronto se genera
[58] en objeto de estudio y manipulación por parte un feed-back positivo que refuerza el valor de la
de un ser humano convertido a su vez en sujeto; producción de imágenes misma. Gracias al po-
con ello la civilización, desde finales del medio- der de este circuito, las imágenes emergen como
evo, habría ingresado en la “época de la imagen un universo relativamente autónomo, que ya no
del mundo”. A la luz de los desarrollos recientes necesita hacerle justicia a la realidad para existir.
–la globalización de las comunicaciones, el adve- Pero si bien la producción de imágenes se
nimiento de la era digital– sería legítimo soste- pliega en cierto sentido a los gustos del público,
ner que el despliegue de la modernidad ha con- desde otro punto de vista es ella misma la que los
ducido más bien a “la época del mundo como produce. La industria de la imagen incide pode-
imagen”16. La realidad simulada ya no es en pri- rosamente en la producción de necesidades, gus-
mer término un aparato ortopédico para tos y hábitos de vida y consumo. Andrejevic ha
objetivar y manipular el mundo sino un atuendo mostrado cómo los realities “ayudan a definir
translúcido para embellecerlo; sus imágenes ya una particular forma de subjetividad acorde con
no son más representaciones o simbolizaciones la economía online emergente: una que asimila la
de la realidad, sino pantallas transparentes que la sumisión ante la vigilancia envolvente con la auto-
filtran y la transforman en espectáculo. expresión y el autoconocimiento”18. Desde esta
perspectiva, el reality aparece como parte de un
3. EL PODER DE SEDUCCIÓN proceso de aclimatación de las audiencias a una
DE LA INDUSTRIA DE LA IMAGEN atmósfera social de creciente vigilancia de los
La alianza entre estética, política y economía comportamientos y monitoreo de los procesos,
constituye el sustrato de la pujante industria de asociada a una constante demanda de extrover-

15
Heidegger Martin, “La época de la imagen del mundo”, en Caminos de bosque, vol. 75-109, Madrid, Alianza,
1997.
16
Roberts David, “Illusion Only is Sacred. From the Culture Industry to the Aesthetic Economy”, en Thesis Eleven,
N° 73, 2003, pp. 83-95.
17
Böhme Gernot, “Contribution to the Critique of the Aesthetic Economy”, en Thesis Eleven, N° 73, 2003, pp.
69-80.
18
Andrejevic Mark, “The Kinder, Gentler Gaze of Big Brother. Reality tv in the Era of Digital Capitalism”, en
New Media and Society, N° 4(2), 2002, pp. 251-270.

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coyuntura
sión. El uso de cámaras de vigilancia en los y distante. Por eso en la edición del programa se
realities es solidario de su uso en bancos, hospita- privilegian los momentos de interacción comuni-
les, centros comerciales, colegios, jardines infan- cacional entre los participantes. Los presentado-
tiles y otros sitios públicos; los interrogatorios del res del reality, a su vez, no cesan de hacer pregun-
reality son solidarios de la disposición a conceder tas, algunas de ellas a quemarropa, las cuales los
entrevistas, llenar encuestas, emitir declaracio- concursantes tienen que responder sin vacilación,
nes; la invitación del reality a la autoexpresión y a so pena de parecer demasiado “calculadores”.
la espontaneidad es solidaria del imperativo co- Empero, como advertió Nietzsche alguna vez,
municativo reinante por doquier: “Exprésate”, cuando a alguien se le formula una pregunta, la
“Comunícate”, “Habla”, “Di lo que sientes”... La primera respuesta que tiene a mano es la que
exigencia más o menos implícita de permanecer está en la superficie, vale decir, la más superficial.
en contacto, de estar siempre vigilante a la vez Una respuesta cuidadosamente pensada, fruto
que disponible para la interlocución, es solidaria de un descenso a la profundidad, no cabe en el
de una paradójica represión expresiva que no formato del reality; el proceso de construcción
funciona ya por silenciamiento sino por prolife- de una respuesta semejante tiene lugar en una
ración del habla: penumbra meditativa que no se puede exhibir.
Los realities (al igual que los noticieros, los pro-
A veces nos comportamos como si la gente no gramas de opinión y otros formatos mediáticos)
pudiera expresarse. Aunque de hecho siempre se no ofrecen resquicios de soledad ni de silencio
está expresando. Las parejas más lamentables son para la construcción de las respuestas, sino sólo
aquellas en las que la mujer no puede estar preocu- escenarios para el despliegue de los clichés más
pada o cansada sin que el hombre diga: “¿Qué vulgares, de la más aparatosa banalidad.
pasa? Di algo”. O el hombre, sin que la mujer lo La repercusión del embellecimiento llevado a
diga, y así sucesivamente. La radio y la televisión cabo por el reality se manifiesta asimismo en el
han extendido este espíritu por todas partes y nos consumo masivo de mercancías emanadas del
vemos acribillados por charlas sin sentido, cantida- programa mismo. Si una canción de tonadilla [59]
des dementes de palabras e imágenes. La estupidez tarareable se repite varias veces en la final de un
nunca es ciega o muda. Así que el problema ya no reality, es la venta de miles de discos la que está
consiste en que la gente se exprese, sino en pro- en juego, como lo reconocen los propios
porcionar resquicios para la soledad y el silencio en productores20. Pero igual podría tratarse de cami-
los que quizá acabarían encontrando algo que de- setas o calcomanías. Esta estrategia de mercadeo
cir. Las fuerzas represivas no impedirán que la gen- nos resulta familiar de tiempo atrás. En el ámbito
te se exprese, más bien la forzarán a hacerlo19. de la economía estética, producción y publici-
dad, entretenimiento e información, mercancía e
No es casual que en los realities la habilidad imagen, se fusionan en un único circuito
para la convivencia tienda a entenderse como multifuncional: los realities promocionan mercan-
sinónimo de disponibilidad para la comunica- cías, los noticieros hacen noticia con los realities,
ción. En este contexto, comunicarse es darse a las mercancías estetizan la realidad cual si fueran
conocer, mostrarse al desnudo y sin dobleces. imágenes, éstas a su vez se transforman en mer-
Pero el parloteo incesante que promueven los cancía, y así sucesivamente. De este modo, el
nuevos formatos televisivos no está destinado a reality se revela como pieza clave de un andamiaje
exaltar la sinceridad en las relaciones humanas mediático que refuerza la disponibilidad de los
sino a instaurar unos hábitos de expresión liga- sujetos ante los poderes que circulan a través de
dos al consumo de servicios comunicacionales. ellos. Para verificar la validez de esta inferencia,
Más allá de la invitación que se le hace a la basta con detenerse a pensar por un momento
teleaudiencia de “participar” en el reality me- en los valores que estos formatos promueven. Si
diante el uso de redes telefónicas o informáticas, consideramos el lugar de indudable privilegio
el punto crucial es que la comunicación le es otorgado por la televisión de entretenimiento a
presentada a la audiencia como cálida y espontá- la belleza física, se explica uno por qué en la ac-
nea, mientras que el mutismo aparece como frío tualidad el mercado de la estética facial y corpo-

19
Deleuze Gilles, “Mediadores”, en Jonathan Crary y Sanford Kwinter (eds.), Incorporaciones, Madrid, Cátedra,
1996, pp. 239-253.
20
Caracol Televisión, La televisión en Colombia: 50 años. Una historia para el futuro, Bogotá, Zona Ediciones, 2004.

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ral está en pleno auge. Muchas personas ven en alcance de la gente común y corriente, y no hay
la cirugía estética un mecanismo de éxito profe- que olvidar la satisfacción que los espectadores
sional más eficaz que el estudio u otras activida- obtienen con programas que les permiten inter-
des orientadas al cultivo de la inteligencia. El venir en el curso de los hechos mediante el voto.
hechizo de la imagen mediática tiene bastante No son sin embargo estas explicaciones conven-
que ver con ello. De principio a fin, los reality cionales las que quisiéramos destacar aquí; de
evitan la promoción de valores intelectuales, los hecho, ellas brindan respuestas que sólo en apa-
cuales resultan poco telegénicos. Con frecuencia riencia resultan satisfactorias para resolver las
en los realities “quien piensa, pierde” –y cuando preguntas planteadas. Lo que nos interesa más
hace falta utilizar el cerebro, es para resolver pro- bien es subrayar las motivaciones sociopsicoló-
blemas propios de una revista de pasatiempos. gicas de las que extrae su fuerza el mecanismo de
Otro ejemplo relevante lo ofrecen los valores aso- los realities. Como bien sabemos, la seducción
ciados a la contemplación de la naturaleza. El pa- que una imagen ejerce rara vez depende de con-
pel que cumple el entorno natural en los realities sideraciones puramente racionales. Kundera,
se parece al que juegan los animales en los circos. quien denomina “imagología” al poder de la
Aunque dominada y explotada por el ser huma- imagen para imperar sobre la realidad, ha explo-
no, la naturaleza es presentada, o bien como pe- rado en detalle las raíces en las que se apoya el
ligrosa y potencialmente letal, o bien como inma- notable poder de seducción de las imágenes
culada y paradisíaca; sólo así funciona como cebo mediáticas. Veámos este pasaje extractado de su
para atraer a la audiencia. El reality no presenta novela La inmortalidad:
la naturaleza como es sino como el público la
teme (salvaje y depredadora) o la desea (plácida El hombre no es más que su imagen. Los filóso-
y virginal). En ningún punto mejor que en éste fos pueden decirnos que es irrelevante lo que el
se revela el carácter simulado del reality, en cuyo mundo piense de nosotros, que sólo vale lo que
marco la “supervivencia” no es un resultado de la somos. Pero en la medida en que vivimos con la
[60] lucha por la vida en un entorno natural aún no gente, no somos más que lo que la gente piensa de
domesticado sino el resultado de la lucha por la nosotros. Pensar en cómo nos ven los demás e in-
imagen en un entorno natural utilizado como tentar que nuestra imagen sea lo más simpática
escenario. Desde la perspectiva de la economía posible se considera una especie de falacia o juego
estética, este aspecto del reality es solidario con tramposo. ¿Pero acaso existe alguna relación direc-
el tipo de funcionalización mediante el cual la ta entre mi yo y el de ellos sin la mediación de los
industria turística transforma el acercamiento a ojos? ¿Acaso es concebible el amor sin que contro-
la naturaleza en “un privilegio que se valora co- lemos angustiados nuestra imagen en la mente de
mercialmente”21. la persona amada? Cuando ya no nos interesamos
La constatación de estos hechos no hace sino por la forma en que nos ve aquel a quien amamos,
agudizar la urgencia de las preguntas todavía significa que ya no le amamos. (...) Es una ilusión
pendientes. Si los realities son un producto tan ingenua creer que nuestra imagen no es más que
evidentemente frívolo e insulso, ¿por qué tantas una apariencia tras la cual está escondido nuestro
personas están dispuestas a entrar en su juego? Si yo como la única esencia verdadera, independiente
son un mecanismo tan obvio de simulación y de de los ojos del mundo. Los imagólogos han descu-
producción de consumo, ¿por qué la audiencia bierto (...) que es precisamente al contrario: nues-
se los toma en serio, incluso aunque en el fondo tro yo es una mera apariencia, inaprehensible,
a menudo se burle de ellos? Sin duda, el deseo indescriptible, nebulosa, mientras que la única
de dinero constituye un móvil importante para realidad, demasiado aprehensible y descriptible, es
concursar; además, para muchas personas apare- nuestra imagen a los ojos de los demás22.
cer en televisión es sinónimo de éxito, sea que
éste consista en obtener notoriedad, incorporar- Estas observaciones son claves porque ponen
se a un grupo de estrellas pop o convertirse en al descubierto que los resortes más hondos de la
protagonista de una telenovela. También es cier- fascinación del reality son de carácter antropo-
to que el reality le brinda a la audiencia la posibi- lógico, es decir, residen en la propia condición
lidad de constatar que el éxito y la fama están al humana, y más específicamente, en la preocupa-

21
Adorno Theodor, Teoría estética, Barcelona, Orbis, 1983, p. 96.
22
Kundera Milan, La inmortalidad, Barcelona, rba Editores, 1992, p. 152.

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coyuntura
ción de los seres humanos por su propia imagen. representar el triunfo de lo que el espectador
De hecho, el reality no podría ejercer seducción valora, equivale en cierto modo al triunfo del
alguna sobre las personas si no encontrara en propio espectador. De ahí el furor de las votacio-
ellas mismas el terreno propicio para prosperar, nes, en las que cada quien promueve la victoria
si no pudiera suscitar su complicidad. “Prueba de esa parte de sí mismo que encuentra reflejada
quién eres”, “Tú también puedes ser una estre- en la pantalla. También en este caso los momen-
lla”, “Muestra la madera de la que estás hecho”: tos de desilusión no se hacen esperar. La elimina-
este tipo de llamados de los reality para reclutar ción de cada participante implica que una parte
concursantes apelan al anhelo siempre latente en de la audiencia (aquella que respaldaba al nuevo
todos nosotros de mostrarnos ante los demás al eliminado) debe resignarse ante el hecho de que
desnudo, de hacerles ver la verdad y el valor que la mayoría juzgó las cosas de otro modo.
yace escondido en las profundidades de nuestro El reality apela así al sueño que cada quien
ser. La treta psicológica es apenas obvia, pero no lleva consigo de poder controlar los avatares de
por ello menos eficaz. Es como cuando un chi- su propia imagen. Como todo sueño, éste tam-
quillo le grita a otro: “¡No seas cobarde!”, para bién puede convertirse en pesadilla. Controlar la
incitarlo a pelear, mientras los demás chicos for- imagen que los demás tienen de nosotros, ma-
man un círculo alrededor para no perderse nin- quillarla, embellecerla, agregarle detalles, reto-
gún detalle del combate. La televisión brinda carla cuando sea necesario: todo esto, a la postre,
una oportunidad excepcional de dar la pelea equivale a convertir a los otros en los dobles de
ante millones de miradas. Cada participante con- nuestra propia autoconciencia atormentada. Ser
sidera que puede y merece ganar. Pero tiene que reales es más difícil de lo que parece, pero el
convencer de ello a los jueces (sea que oficien reality no brinda la ocasión de serlo, sino sólo de
como tal los otros concursantes o la parecerlo. La inquietud por la propia imagen
teleaudiencia), así que orienta su estrategia en encuentra en el reality la ocasión propicia para
esa dirección. Algunos tratan de ser simpáticos y desplegar todas sus facultades de simulación. La
amables, otros optan por mostrarse francos e tecnología de medios, al multiplicar y difundir la [61]
incapaces de doblez, otros permanecen al acecho imagen, multiplica también su apariencia de rea-
de una ocasión propicia para hacer notar su ta- lidad. Una imagen que nadie ve ni siquiera es
lento o la firmeza de sus convicciones, y no faltan una imagen; un imagen que todos ven parece ser
quienes tratan de pasar desapercibidos, en la algo más que una imagen. El poder del reality se
medida en que las condiciones del reality lo per- alimenta de este hecho elemental: sin la mirada
miten. Desde luego, nadie puede estar seguro de de otros, los seres humanos no pueden compro-
que los jueces interpretarán con acierto sus pala- bar su propia realidad. Por eso la preocupación
bras y acciones, y a cada paso surgen conflictos y por la propia imagen no es una falta que deba
discrepancias, pero cada cual se hace la ilusión avergonzar a nadie, sino sólo una señal inextir-
de que siempre habrá oportunidad por el cami- pable de la incompletitud y vulnerabilidad de la
no para corregir los malentendidos que se pre- existencia humana. Sin embargo, es igualmente
senten. El momento de la eliminación es tam- innegable que los seres humanos son algo más
bién el de la desilusión: “Los jueces no me vieron que un puñado de imágenes. Es aquí donde co-
como realmente soy”. O bien: “Me mostré tal mienza la falacia de los realities. La imagen que
como soy pero los jueces no lo supieron valorar”. éstos ofrecen de la vida humana es irreal, no tanto
Recordemos el significado de la muerte por lo que muestran como por lo que se abstie-
mediática: quien pierde su imagen, pierde la rea- nen de mostrar. La vida humana no es como un
lidad que ésta le daba, y con ello regresa a la álbum de fotos, aunque éstos sin duda pueden
irrealidad de su vida diaria y de su yo cotidiano. ser parte de ella. Al enfocar la atención de la
Entre los telespectadores opera un mecanismo teleaudiencia en la superficie visible de la simula-
de autocontemplación narcisística análogo. Cada ción, las imágenes del reality sólo remiten a sí
espectador se identifica con ciertos atributos (ser mismas y, por lo tanto, carecen de ese peso, esa
hombre o mujer, costeño o paisa, soñador o profundidad, ese trasfondo simbólico y de signifi-
pragmático, emprendedor, cauteloso, franco, cado que podría abrirlas a un trabajo de interpre-
optimista, diplomático, fuerte, habilidoso, simpá- tación o de desciframiento. Poco hay en las imáge-
tico...), los cuales encuentra encarnados con ma- nes mediáticas que nos invite a una consideración
yor o menor fidelidad en uno o varios de los con- atenta; de ahí la facilidad con que se tornan obje-
cursantes. El eventual triunfo de uno de ellos, al to de una contemplación distraída y sonámbula.

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Sin embargo, “distraer” –que no en vano es sinó- dos como formatos poco adecuados para obte-
nimo de “entretener”– significa también “apar- ner información acerca de lo que pasa en el
tarse de la realidad”, pero no con la profundidad mundo; es que ellos ayudan a convertir en pasa-
propia del ensimismamiento ni con el sentido tiempo el tiempo mediático que podría utilizarse
crítico de quien toma distancia ante un hecho, en una exploración inteligente, cuidadosa y sen-
sino con la vacuidad vegetativa de la irreflexión. sible de los hechos del mundo real. Frente al
En cierta ocasión Brecht se mofaba de esos poder de seducción del reality (y de las variantes
poetas parecidos a “pintores que cubren con bo- suyas que no tardarán en aparecer), las posibili-
degones las paredes de un barco que se hunde”. dades de un uso positivo de la televisión pierden
Este símil resulta perfectamente aplicable en el terreno, en tanto que la industria de la imagen
caso del reality, que al simular la realidad sume la gana nuevas posiciones. Al diversificar y afianzar
mayor parte de ésta en la irrealidad. Si tiene sen- el poder sedativo de la televisión, los realities
tido reprocharle a la representación que oculte la impiden que ésta sea puesta al servicio de la opi-
vida y la suplante, con mayor razón puede hacerse nión pública y del fortalecimiento real de las ins-
este reproche a la simulación, por cuanto se hace tituciones democráticas.
pasar por la vida misma y así no sólo la oculta
sino que además la convierte en su fantasma. El 4. A MANERA DE CONCLUSIÓN
hecho de ofrecerse como mero pasatiempo no Un punto queda claro: la pregunta por el pa-
pone al reality a salvo de la crítica, sino que, por pel que los nuevos formatos visuales desempeñan
el contrario, lo entrega a ella. En términos de como escuela de educación política, sentimental
Adorno, “es mera ideología afirmar que el arte y existencial para masas no es baladí. Esto a su
inferior, como evidente entretenimiento social, vez pone de nuevo en primer plano la vieja pre-
sea legítimo. Tal evidencia es sólo la expresión de gunta por la posibilidad de encauzar los medios
una represión omnipresente”23. Lo reprimido en hacia fines distintos de la producción de consu-
los realities es la realidad misma, la cual supues- mo y el entretenimiento masivo. En principio, la
[62] tamente era su objeto. Por eso el reality se parece televisión podría ser muy útil para una explora-
tanto a un biombo cuyas imágenes invisibilizan ción y documentación exhaustivas de la realidad
los esplendores y las miserias de la vida diaria; en (en las calles, en los barrios, en regiones apartadas
este sentido, su efecto es estrictamente similar al del territorio, en zonas de conflicto). En un traba-
de las telenovelas y otros formatos tradicionales. jo así el rol central le correspondería, no a la tele-
De ahí que los hechos menudos del reality for- visión en sí misma en cuanto recurso tecnológico,
men parte de las noticias de farándula: éstas son, sino al pensamiento crítico encargado de orien-
por definición, las “buenas noticias” del entrete- tarla y de aprovechar positivamente las opciones
nimiento. Aquí no hay lugar para noticias que no que ella ofrece. En el siglo xix Flaubert sometió
sean buenas. Pero... ¿qué significa en este contex- la idea de progreso a los punzantes dardos de su
to que las noticias sean “buenas”? Recordemos crítica; la estrategia no consistió en negar los
que la comercialización del reality se inició en avances de la ciencia y de la técnica sino en mos-
Europa occidental, en el marco de una sociedad trar que, junto con ellos –y, en parte, en compli-
del bienestar. Allí bien puede servir como un me- cidad con ellos–, también progresaba la estupi-
canismo compensatorio frente a la sensación ge- dez. Ya es tiempo de aplicar esta estrategia a la
neralizada “de pérdida de contacto con la vida”, industria de la imagen y a la economía estética.
como ha sugerido Fetveit24. En una nación pobre Hay que ser implacables en la crítica de la estupi-
los realities, antes que compensar esa pérdida, la dez que parasita los medios y los convierte en
suscitan, al desplegar una pantalla tras la cual las herramientas al servicio de la trivialidad y el simu-
angustiosas problemáticas de la vida diaria se esfu- lacro; hay que ser implacables en la crítica de las
man. Las noticias que pueden extraerse de un audiencias, cuya complicidad las pone a merced
reality son “buenas” por su subordinación al prin- de los poderes económicos y políticos reinantes.
cipio del placer; ellas, como los partidos de fútbol De una crítica firme de los medios y de las audien-
o las telenovelas, apartan de la vista todo cuanto cias depende el desarrollo futuro del potencial
es susceptible de producir inquietud o amargu- de progreso social que unos y otras contienen.
ra. Y no es que los realities puedan ser desecha-

23
Adorno, ob. cit., p. 313.
24
Fetveit, ob. cit., p. 800.

análisis político n° 54, Bogotá, mayo-agosto, 2005: págs. 49-62

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