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a) El tomador del seguro tiene la carga precontractual de declarar sinceramente los hechos o
circunstancias significativos que determinan el estado del riesgo;
c) La carga de declarar correctamente el estado del riesgo se incumple por inexactitud o reticencia,
es decir, por incurrir en falta de la debida puntualidad o fidelidad en las respuestas o el relato, o por
callar, total o parcialmente, lo que debiera decirse;
d) Como protección del asegurador contra el error y el dolo y, por ende, en defensa de la mutualidad
de los asegurados, las inexactitudes o reticencias frente al cuestionario, están sancionadas con la
nulidad relativa del contrato, siempre y cuando recaigan sobre hechos o circunstancias relevantes o
influyentes respecto del riesgo, o sea, de aquéllos que, de haber sido conocidos por el asegurador, lo
habrían retraído de contratar u obligado a exigir condiciones más onerosas;
e) Como la norma, en tratándose de la absolución del cuestionario, no contempla distinciones sobre
el particular, la nulidad relativa se origina en las inexactitudes o reticencias que graviten tanto sobre
el riesgo moral o subjetivo (referente a cualidades personales del tomador o asegurado), como sobre
el riesgo físico u objetivo del bien asegurado ( relativo a las particularidades físicas o materiales del
objeto del seguro);
f) Cuando media un cuestionario, la nulidad tiene lugar por el solo acaecimiento de la inexactitud o
reticencia, ya sea fruto de dolo o culpa del tomador;
g) Si la declaración es libre o espontánea, esto es, no sujeta a cuestionario alguno, las reticencias o
inexactitudes dolosas o culposas conducen también a la nulidad relativa, pero, por manifestación
expresa de la ley, sólo en lo que atañe al riesgo objetivo o físico del bien asegurado;
h) No habrá nulidad si las inexactitudes o reticencias relevantes provienen de error inculpable del
tomador. Pero el siniestro que en tales casos se produzca, sólo obliga al asegurador a pagar una parte
de la prestación asegurada, directamente proporcional a lo que la tarifa o prima pactada represente
en relación con la tarifa o prima correspondiente al verdadero estado del riesgo, con la excepción,
claro está, del principio de incontestabilidad que, en materia de seguros de vida, consagra el artículo
1160 del Código de Comercio;
j) Como se deduce del acta número 73, para que la nulidad relativa pueda declararse “(...) no hay
necesidad de establecer relación ninguna de causalidad entre el error o la reticencia y el siniestro”.
Régimen especial de rescisión del contrato de seguro por reticencias e inexactitudes en la
declaración del estado del riesgo.
Pues bien, de conformidad con la interpretación del artículo 1058 del Código de Comercio, es claro
que en el contrato de seguro, salvo lo dispuesto para los errores inculpables, el legislador, en lo que
se refiere a la anulabilidad del negocio, consagró un tratamiento especial, más severo, de los vicios
del consentimiento del asegurador, causados por las reticencias o inexactitudes culposas o dolosas
del tomador en la declaración del estado del riesgo.
En efecto, el hecho de que, salvo el caso de omisiones o imprecisiones inculpables, las reticencias o
inexactitudes sobre el estado del riesgo, dolosas o culposas, conducen, por regla general, a la nulidad
relativa del seguro, no sólo cuando, de haberlas conocido, el asegurador habría podido abstenerse de
contratar, sino también cuando habría contratado en condiciones más onerosas, demuestra que en
materia de seguros, la ley comercial se separó de la reglamentación común sobre nulidad relativa por
error accidental en la calidad del objeto, contemplada en el inciso segundo del artículo 1511 del
Código Civil. Esta disposición, que efectúa la necesaria distinción con el llamado error sustancial, o
sea el que recae sobre “la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato”,
dice:
“(...) El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que
contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo
ha sido conocido de la otra parte”.
La posibilidad de rescindir el contrato según el inciso 2o. del artículo 1511 del Código Civil, se
amplió para los aseguradores, según las voces del artículo 1058 del Código de Comercio, pues esta
norma, a diferencia del derecho civil, incluyó también, como causal de nulidad relativa, el error
derivado de las reticencias o inexactitudes que impidieron que el aseguramiento se estipulara en
condiciones más onerosas para el tomador.
Así, pues, como la norma comercial permite la declaración de nulidad relativa, aun en el evento en
que las reticencias o inexactitudes habrían inducido a la compañía aseguradora a estipular
condiciones más onerosas, pero no a abstenerse de celebrar el contrato, por fuerza hay que aceptar
que la regulación civil tiene un campo de acción más restringido.
En el mismo sentido, el profesor J. Efrén Ossa G., uno de los redactores del Código de Comercio (en
la parte que reglamenta el contrato de seguro), sostuvo las siguientes opiniones:
“La inexactitud o la reticencia en la medida en que, conforme a los criterios expuestos, sean
relevantes“producen la nulidad relativa del seguro”. Generan vicio en el consentimiento del
asegurador, a quien inducen en error en su declaración de voluntad frente al tomador. No importa
que aquél no reúna las características que lo tipifican a la luz de los arts. 1510, 1511 y 1512 del
Código Civil. Se trata, como hemos visto, de un régimen especial, más exigente que el del derecho
común, concebido para proteger los intereses de la entidad aseguradora y, con ellos los de la misma
comunidad asegurada, en un contrato que tiene como soporte la buena fe en su más depurada
expresión y que, por lo mismo, se define unánimemente como contrato uberrimae fidei.
Razonabilidad de los fundamentos de la especialidad del régimen rescisorio del seguro por
causa de reticencia o inexactitud.
Para la Corte Constitucional, la razón de ser del régimen rescisorio del contrato de seguro, según se
prevé en los dos primeros incisos del artículo 1058 del Código de Comercio, se funda en la naturaleza
misma de la actividad aseguradora, que exige la presencia de una buena fe calificada o uberrimae
bona fidei,
La infidelidad a la ubérrima buena fe.
A la doctrina nacional del derecho de seguros no ha escapado tal noción. Así, en sus comentarios al
contrato de seguro, el doctor Hernán Fabio López Blanco manifiesta que “(...) las empresas
aseguradoras no están obligadas a realizar inspecciones de los riesgos para determinar si es cierto o
no lo que el tomador asevera. El contrato de seguro, como contrato de ubérrima buena fe, no puede
partir de la base errada de que es necesario verificar hasta la saciedad lo que el tomador afirma antes
de contratar, porque jamás puede suponerse que él miente.” (Hernán Fabio López Blanco,
Comentarios al Contrato de Seguro, 2a. edición, Dupré, Bogotá, 1993, pág. 118). Y el profesor Ossa
dijo: “El asegurador no está obligado a verificar la exactitud de la declaración del estado del riesgo.
Ni siquiera por su aspecto objetivo, menos aún por su aspecto moral. No existe norma legal que
pueda invocarse para afirmar lo contrario.” (J. Efrén Ossa G., ob. cit. Teoría General del Seguro - El
Contrato, pág. 349).
Las nulidades relativas del artículo 1058 del Código de Comercio renuevan un equilibrio roto.
En efecto, cuando, a pesar de la infidelidad del tomador a su deber de declarar sinceramente todas
las circunstancias relevantes que constituyen el estado del riesgo, de buena fe se le ha expedido una
póliza de seguro, la obligación asegurativa está fundada en el error y, por tanto, es justo que, tarde o
temprano, por intermedio de la rescisión, anulabilidad o nulidad relativa, salga del ámbito jurídico.
Esto, con prescindencia de extemporáneas consideraciones sobre la necesidad de que la reticencia o
inexactitud tenga relación de causalidad con el siniestro que haya podido sobrevenir, justamente
porque lo que se pretende es restablecer o tutelar un equilibrio contractual roto ab initio, en el
momento de celebrar el contrato de seguro, y no al acaecer el siniestro. La relación causal que importa
y que, para estos efectos, debe existir, no es, como sostienen los demandantes, la que enlaza la
circunstancia riesgosa omitida o alterada con la génesis del siniestro, sino la que ata el error o el dolo
con el consentimiento del asegurador. En este sentido, el profesor escribió: “Debe, por tanto, existir
una relación causal entre el vicio de la declaración (llámese inexactitud o reticeOssa ncia) y el
consentimiento del asegurador, cuyo error al celebrar el contrato o al celebrarlo en determinadas
condiciones sólo ha podido explicarse por la deformación del estado del riesgo imputable a la
infidelidad del tomador. Ello no significa, en ningún caso, como algunos lo han pretendido, que la
sanción sólo sea viable jurídicamente en la medida en que el hecho o circunstancia falseados,
omitidos o encubiertos se identifiquen como causas determinantes del siniestro. Que, ocurrido o no,
proveniente de una u otra causa, de una magnitud u otra, es irrelevante desde el punto de vista de la
formación del contrato.” (J. Efrén Ossa G., ob. cit. Teoría General del Seguro - El Contrato, pág.
336).
Evidentemente, establecer estas causales de extinción de las obligaciones, es labor propia del
legislador, referente a su facultad de expedir y reformar códigos, y, en general, porque corresponde
al derecho fijar pautas de conducta y los condignos apremios y sanciones para asegurar
Por el contrario, de no existir dicho régimen, la legislación ordinaria civil en materia de nulidades
por error y dolo, sería claramente insuficiente en relación con el contrato de seguro y su confianza y
buena fe ubérrimas.
Por último, la Corte considera que el sistema sancionatorio basado en los artículos 1058 (nulidades
relativas y reducción proporcional de la prestación asegurada) y 1059 (pérdida de las primas a título
de pena) del Código de Comercio, es reflejo de una política legislativa equilibrada, basada en las
realidades del medio en el que se desenvuelve la actividad aseguradora, pues, en esta materia
específica, a diferencia de lo que acontece en otras áreas de la regulación del contrato de seguro, en
las que prima la defensa de tomadores y asegurados, se busca proteger el interés de la parte
aseguradora, teniendo en cuenta que, en lo que se refiere al conocimiento precontractual del riesgo,
el asegurador, por su natural ignorancia del mismo, es el contratante que está en la posición débil.
Sistema sancionatorio (el de los artículos 1058 y 1059) que en nada vulnera la Constitución. Como
dice el profesor Fontaine, “el deseo de proteger al consumidor en el contrato de seguro no puede
hacer perder de vista el equilibrio global del contrato. La protección del asegurador, históricamente,
surgió primero, pero la defensa del tomador y el asegurado, hoy día, ha pasado al primer plano. Sin
embargo, sigue siendo importante no olvidar que en un contrato de seguro, las dos partes tienen
puntos débiles. Ciertas evoluciones recientes no se limitan tan sólo a incrementar la defensa del
tomador y del asegurado, sino que se ocupan de determinados aspectos de protección del asegurador,
por ejemplo, en lo que concierne a la declaración del riesgo. Pensamos que conviene buscar el
equilibrio adecuado, lo que implica no olvidar la necesidad de proteger a las dos partes. El mercado
de los seguros no puede desarrollarse si el consumidor es explotado. Pero tampoco puede prosperar
si el asegurador, igualmente, no recibe su legítima cuota de protección”. (Marcel Fontaine, La
Protección de las Partes en el Contrato de Seguro, Universidad Católica de Lovaina, Facultad de
Derecho, documento 95/11, presentado en Budapest, en coloquio internacional sobre el contrato de
seguro, el 26 de noviembre de 1994, pág. 7)
reducción proporcional de la prestación asegurada, es equitativa.
Como se recuerda, el inciso 3o. del artículo 1058, en caso de que el tomador, sin culpa de su parte,
sea inexacto o reticente en la descripción de aspectos relevantes del estado del riesgo, faculta al
asegurador para pagar al beneficiario sólo un porcentaje de la prestación asegurada, equivalente al
que la prima erróneamente pactada represente en relación con la prima correspondiente al verdadero
estado del riesgo, con excepción de la indisputabilidad del artículo 1160 del Código de Comercio.
Este tratamiento más benigno que el de la nulidad relativa, responde al hecho de que en este caso el
error del tomador se supone “inculpable”, ajeno, entonces, al dolo o a la culpa que se requiere en los
incisos 1o. y 2o. del artículo impugnado. En otras palabras, la menor sanción legal obedece a la
circunstancia de que el error del tomador es irreprochable, “moralmente inocente”, al decir del
profesor Ossa. (J. Efrén Ossa G., ob. cit., Teoría General del Seguro - El Contrato, pág. 341).
Esta solución es equitativa y razonable, pues se inspira en la necesidad de sancionar en forma distinta
y más leve, una conducta que, a su turno, es de menor entidad que la prevista para los eventos de la
nulidad relativa del contrato, pero que, técnicamente considerada, de todas maneras conduce a una
tarifación menor e inapropiada para el asegurador, que objetivamente introduce un factor de
desequilibrio entre los contratantes.
cabe recordar que esta sanción, en beneficio de tomadores y asegurados, puede
reducirse y aún suprimirse contractualmente, con arreglo a lo dispuesto por la
segunda frase del artículo 1162 del Código de Comercio. Pero, puesto que está
enderezada, como la nulidad relativa, a restablecer el equilibrio contractual, es
una figura razonable que no desborda las facultades del legislador, no
constituye agravio al derecho fundamental a la igualdad y no tiene por qué
depender de una relación de causalidad entre lo inexacto u omitido y el siniestro
efectivamente causado. En consecuencia, tampoco viola la Constitución.
RESUELVE:
3.Al no conseguir un trabajo como cantante Cristela sufre de depresión así como
de una enfermedad cardiovascular que no le permiten continuar su trabajo.
4.8. El 29 de agosto de 2014, la compañía aseguradora BBVA Seguros de Vida
S.A. negó el pago de la póliza, toda vez que, a juicio de la institución, la señora
Cristela Sierra Chavarro omitió declarar que tenía antecedentes de hernia discal
con cirugía de columna lumbar al momento de tomar el seguro. Esta situación,
en opinión de la institución accionada, constituyó “reticencia” en los términos
del artículo 1058 del Código de Comercio. La entidad indicó:
1. Yesid montes Ospina, suscribió contrato de seguro con Vida Alfa S.A, que ampararía la
incapacidad total y permanente sufrida como consecuencia de lesión o enfermedad que
impidiera desempeñar su ocupación habitual (mayor o igual al 50%)
- el 17 de septiembre de 2013, Colsubsidio lo califico con un perdida de capacidad laboral del
68%.
- El demandante solicita a la aseguradora la efectividad de la póliza, sin embargo ello fue
negado por: el accionante “ya se encontraba incapacitado al habérsele estructurado una
Pérdida de la Capacidad Laboral del 68% a partir del 25 de enero de 2010”, data en la cual
se diagnosticó la enfermedad de Párkinson al tutelante.
- Yesid promueve proceso verbal en contra de la aseguradora.
- El juzgado en primera instancia no accedió a las pretensiones del demandante al estimar
probada la excepción de ausencia de uno de los elementos esenciales del contrato de
seguro (riesgo asegurable)
- En segunda instancia se decide de igual manera que en la primera, y aduce que el riesgo
no era incierto para el momento en que se celebro el contrato.
- Presenta la tutela.
Resuelve
el juez debió hacer una lectura razonable de las pruebas. Esta lectura le hubiese
permitido afirmar, que el argumento de la estructuración en el 2010 no es válido y que
la aseguradora debió comprobar la configuración de la excepción de ausencia de riesgo
asegurable por otros medios. En especial, la aseguradora debió comprobar que el
tutelante conocía de la enfermedad y la omitió intencionalmente al momento de celebrar
el contrato, es decir, que existía mala fe por su parte –como lo ha establecido la
jurisprudencia de esta Corporación. En ese sentido, la aseguradora debió comprobar,
por una parte, que obró diligentemente en la comprobación de la declaración de
asegurabilidad, es decir, que realizó los exámenes médicos que verificaban el estado
de salud del tutelante o que solicitó la historia clínica con autorización de éste al
momento de celebrar el contrato de seguro; por otra parte, la aseguradora debió
comprobar que el accionante efectivamente obró de mala fe al momento de celebrar el
contrato y, por ejemplo, se opuso a dejar a disposición de la aseguradora la historia
clínica o se negó a practicarse los exámenes médicos correspondientes.
- a partir del 13 de noviembre de 2012 surtirá efectos el contrato.
- Debe cubrir la incapacidad del reclamante.
2. Fabiola Morales, formula acción de tutela contra Mapfre por sentir vulnerados sus
derechos fundamentales al mínimo vital y a la igualdad.
- en constancia del 19 de octubre de 2007, Mapfre certifico que la demandante “se
encuentra asegurado en nuestra compañía del el 01 de septiembre de 2007, en la póliza
de vida grupo asociados.
- Con ocasión de los trastornos depresivos recurrentes, diabetes, patologías
cardiovasculares y demás afecciones que padecía la actora, en dictamen 13 del 19 de
octubre de 2015 fue calificada con una pérdida de capacidad laboral del 56,07%, de
origen común y con fecha de estructuración del 26 de junio de 2015.
- en marzo de 2016 la accionante solicitó a Mapfre asumir el pago de las obligaciones
financieras aseguradas con las pólizas de deudores, así como el pago de la póliza de
vida, pero ésta resolvió desfavorablemente la solicitud el 29 del mismo mes y año al
estimar que el trastorno depresivo recurrente se encontraba incurso en una causal de
exclusión expresamente estipulada como :” Enfermedad mental, corporal o cualquier
dolencia preexistente”
- presenta la tutela.
Resuelve
la Sala constata que: (i) Corbanca y Mapfre las suscribieron el 01 de septiembre de
2007, con el propósito de garantizar las obligaciones crediticias adquiridas por la
accionante con Corbanca, es decir, dicha Corporación fungió como tomador, Mapfre
como asegurador y la peticionaria como asegurado; (ii) a partir de esa fecha inició a
regir el contrato de seguro para las partes; (iii) entre los amparos establecidos se
encuentra la incapacidad total y permanente de la asegurada, la cual debía ocurrir
dentro de la vigencia de la póliza y ser igual o superior al 50%; y (iv) el valor asegurado
para el referido riesgo sería de $60.000.000.
En dictamen expedido por la Junta de Calificación de Invalidez de Risaralda el 19 de
octubre de 2015, se observa que: (i) la actora fue calificada con una pérdida de
capacidad laboral del 56,07%, esto es, superior al 50% exigido, y; (ii) ese dictamen fue
proferido el 19 de octubre 2015 y la fecha de estructuración de la invalidez fue el 26 de
junio 2015, es decir, el riesgo asegurado (incapacidad total y permanente) acaeció
durante la vigencia del contrato de seguro (después del 01 de septiembre de 2007), de
tal manera que están reunidos los presupuestos necesarios para la afectación de la
póliza en los términos pactados por Corbanca y Mapfre.
Mapfre debió ser cuidadoso en la redacción de la cláusula 2.1.1 del contrato de seguro
y establecer dos causales diferenciadas de exclusión, a saber: a) una causal que
excluya la indemnización por cualquier en enfermedad mental ocurrida en cualquier
momento y; b) una causal que excluya la indemnización por enfermedades mentales,
corporales o cualquier tipo de dolencia estructurada con anterioridad a la vigencia del
contrato. Como dicho deber no fue cumplido por la aseguradora, ésta debió aplicar la
interpretación más favorable para el usuario al momento de recibir la solicitud de
indemnización.
3. Sindy Cuellar, promueve acción de tutela contra compañía de seguros Bolívar S.A, por
desconocer sus derechos fundamentales al mínimo vital y a la vivienda.
- La accionante convivió en unión marital de hecho con el señor Carlos Arturo Jiménez
Salazar y de dicha unión nació un hijo que hoy en día es menor de edad.
- El señor Jiménez pidió un crédito con Banco Davivienda, obligación que se garantizo con
un pagare y una hipoteca sobre la vivienda. En la misma época se suscribe una póliza de
seguro de vida grupo deudores.
- El 18 de enero de 2016, el referido deudor falleció.
- El 25 de febrero de 2016, y en virtud de la póliza adquirida, Davivienda reclamó ante
Seguros Bolívar el equivalente igual al saldo de la deuda. Empero, el 5 de abril de 2016, la
aseguradora negó el pago, toda vez que desde el año 2011, y previo a adquirir el crédito y
suscribir la declaración de asegurabilidad, el señor Jiménez Salazar ya contaba con
diagnóstico de diabetes mellitus, hipertensión arterial y trombocitopenia idiopática, lo cual
no se informó al suscribir la declaración, incurriendo en reticencia que genera la nulidad del
contrato.
- la referida entidad bancaria anexó los documentos reclamados e informó que la negativa
para el pago indemnizatorio dada por la aseguradora se efectúo según lo estipulado en el
artículo 1058 del Código de Comercio.
- Presenta la tutela.
Resuelve
se observa que el señor Jiménez Salazar falleció el 18 de enero de 2016, es decir, uno de
los siniestros amparados (muerte) acaeció durante la vigencia del contrato de seguro (5
meses y 18 días después de haberse suscrito), lo cual daba lugar para que la aseguradora
afectara la póliza.
Seguros Bolívar decidió negar la indemnización reclamada por la muerte del tomador
simplemente basado en la existencia de reticencia. Sin embargo, la aseguradora no cumplió
con los requisitos establecidos por la jurisprudencia de esta Corporación, pues en la carta
que niega la solicitud no informó: a) si la aseguradora conocía de la historia clínica al
momento de la celebración del contrato o al momento de la ocurrencia del siniestro; b) si la
aseguradora solicitó autorización al tomador a acceder a la historia clínica para contrastarla
con la declaración de asegurabilidad y verificar la información suministrada por el tomador;
c) si existen argumentos –y pruebas– que permitan determinar que el asegurado actuó de
mala fe y no informó sobre su enfermedad a fin de obtener una ventaja, bien en el pago de
la prima o bien en la obtención de la indemnización.
Los accionantes adquirieron créditos con entidades financieras, los cuales estaban
respaldados por contratos de seguro suscritos con diferentes aseguradoras. Estas
garantías operarían por muerte o pérdida de capacidad laboral en porcentaje mayor al 50%.
Efectivamente, por distintas causas, los peticionarios fueron calificados con invalidez y,
pese a ello, las aseguradoras se negaron a pagar la póliza de los seguros argumentando
que la enfermedad adquirida fue anterior a la celebración del contrato. Es decir, alegaron
preexistencia.
El señor pide un crédito a Bancolombia para comprar un carro y después toma un seguro
con Seguros de Vida Suramericana para que pague el monto restante que se adeuda en
caso tal de morir o sufrir una perdida de la capacidad laboral mayor al 50%
En primera instancia encontró improcedente la tutela por considerar que hay otros medios
legales por los cuales el señor Argemiro podría hacer valer sus derechos.
En este caso el señor saca un crédito con el banco BBVA y suscribe a su vez un seguro
con BBVA seguros de vida Colombia para que le paguen el restante de la deuda en el
evento de muerte o perdida de la capacidad laboral.
Cuando se celebra el contrato de seguro le pasan una declaración de asegurabilidad con
un cuestionario y le preguntan si sufre de alguna enfermedad a lo que el señor Jose de
Jesús no responde ni positiva ni negativamente pero deja claro que la aseguradora puede
preguntar en cualquier clínica o consultorio medico donde se encuentren sus historias
clínicas por su estado de salud aun después de suscribir el contrato.
Teniendo en cuenta que este señor era profesor, se le presenta un problema con su voz y
termina perdiéndola definitivamente y le dictaminan una pérdida de capacidad laboral del
95.45% pero cuando solicita a BBVA Seguros de Vida Colombia le niegan la solicitud
porque en el cuestionario nunca declaro su estado de salud.
Jose de Jesús presenta una acción de tutela que es improcedente en primera instancia por
considerar que hay otros mecanismos judiciales para reclamar y que la tutela es una acción
subsidiaria y se confirma la decisión en segunda instancia.
El señor pide un crédito con Davivienda y lo respalda con seguro contratado con Seguros
Bolívar.
Un tiempo después sufre una perdida de capacidad laboral del 95.3% y cuando solicita que
la aseguradora pague la suma que todavía se debía, se le niega la petición por no informar
que ya había sufrido una afectación en la salud a la hora de la celebración del contrato de
seguro.
Por otra parte, la actividad financiera no solo comporta un servicio público sino que por sus
mismas características, sitúan al ciudadano en estado de indefensión; situación que
refuerza la procedencia de la acción de tutela.
Aunque hay que aclarar que depende del juez constitucional mirar cada caso concreto.
La corte resaltó dos puntos muy importantes en los contratos de seguro. El primero de ellos
(i), el relativo a la buena fe contractual, y el segundo (ii), relacionado con la carga de probar
las preexistencias médicas. En cuanto al primer punto, sostuvo que la buena fe en los
contratos de seguros adquiere mayor importancia y se predica de ambas partes. No solo
del asegurado sino también de la aseguradora.
Las aseguradoras tienen que excluir de forma expresa las preexistencias medicas para
cada caso concreto haciendo el examen medico.
Conclusiones:
1. Las personas que van a ser amparadas por este tipo de protección deben carecer de
recursos económicos para poder seguir pagando la deuda.
2. Que la familia del asegurado dependa económicamente de él.
3. La carga de declarar no puede convertirse en una carga excesiva para el tomador del
seguro, pues existen casos en los que las cláusulas son tan ambiguas que no es posible
suministrar con toda certeza las calidades del asegurado.
4. La carga de la prueba de la preexistencia radica en cabeza de la aseguradora.
5. La aseguradora está en la obligación de pedir exámenes médicos previos a la celebración
del contrato de seguro, pues de otra manera no podrá alegar preexistencia alguna en un
futuro.
Conclusiones:
1. No necesariamente los casos de preexistencias son sinónimo de reticencia. El primer
evento es objetivo mientras que el segundo es subjetivo.
2. Es deber de la aseguradora probar la mala fe en los casos de preexistencias, pues solo ella
es la única que sabe si ese hecho la haría desistir de la celebración del contrato o hacerlo
más oneroso.
3. No será sancionada si el asegurador conocía o podía conocer los hechos que dan lugar a
la supuesta reticencia.
1. A la accionante le fue otorgado por el Banco Agrario un crédito, que lo amparó con
un seguro de vida de la compañía Colseguros S.A.
2. La despidieron del trabajo por tener una pérdida de capacidad laboral del 77.5%.
3. Como consecuencia de su incapacidad solicitó al Banco Agrario, realizar los trámites
para que el seguro amparara el monto que restaba de la deuda contraída por ella.
Por lo cual presentó derecho de petición.
4. Solicita ordenar a Colseguros cancelar conforme la póliza suscrita la obligación que
contrajo con la entidad bancaria.
5. *Para que un riesgo sea asegurable, es necesario que prevalezca la incertidumbre
de la posibilidad que ocurra, que sea futuro al momento de asegurarlo y que su
ocurrencia no dependa de la voluntad de las partes.
Respuesta de Colseguros:
-Refirió que el Banco Agrario es el tomador de una póliza de seguro de vida deudores, cuyo
objeto es amparar bajo este seguro a todas las personas deudoras de dicha entidad
financiera, para que frente al siniestro que impida que el deudor responda por el crédito, el
pago del monto adeudado quede garantizado por esta aseguradora, siempre que el
asegurado cumpla con los requisitos exigidos por la póliza y la normatividad comercial
-Indicó que la actora pretende una indemnización por la presunta materialización del riesgo
asegurado de incapacidad total y permanente, a la luz del contrato de seguro de vida
deudores suscrito por el Banco Agrario, razón por la cual, no se trata de una vulneración de
los derechos fundamentales.
-Se indemniza aquella incapacidad total y permanente que impida al asegurado desarrollar
cualquier tipo de actividad, siempre y cuando el evento generador del siniestro ocurra dentro
de la vigencia del contrato.
-Es necesario que la declaración de incapacidad total y permanente se lleve a cabo durante
la vigencia del contrato.
-Que el evento que produjo tal incapacidad ocurra dentro de la vigencia de la póliza.
-Indica que e este tipo de contratos es indispensable la incertidumbre de la ocurrencia del
riesgo asegurado y que sea futuro al momento de asegurarlo.
Impugnación:
-Se manifiesta que se encuentra ante un perjuicio irremediable.
Consideraciones de la Corte:
- Se busca determinar si el Banco Agrario y Colseguros han vulnerado los derechos frente
a la negativa de la compañía aseguradora de hacer efectivo el contrato de seguro “vida
grupo deudores” que ampara la obligación crediticia adquirida por ella, alegando que
padecía, con anterioridad a la vigencia de la póliza la enfermedad que ocasionó la pérdida
de capacidad laboral del 77.5%.
-No se observa que Colseguros algún tipo de examen médico a la trabajadora.
- La sala encuentra que Colseguros fue negligente al omitir realizar los respectivos
exámenes médicos o exigir la entrega de los más recientes.
- Decide que será concedida de manera definitiva y se ordenará a Colseguros efectuar el
trámite necesario para pagar al Banco Agrario como tomador de la póliza del seguro de
vida deudores.
outline
I.artículo
II.análisis del artículo
III.sentencia 232
IV.concordancia de la doctrina clásica con la sentencia
A. buena fe
B. posición dominante
C. tema del nexo causal entre la reticencia y el siniestro para la aplicación del art
1058
V.divergencia de los fallos de tutela con la doctrina clásica
. buena fe
A. posición dominante
B. tema del nexo causal entre la reticencia y el siniestro para la aplicación del art
1058
VI.conclusión