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resumen sentencia C232/97

se demanda la exequibilidad del artículo 1058 del código de comercio


La demanda.
Considera que la disposición acusada quebranta los postulados de justicia y equidad del preámbulo
de la Constitución, así como el derecho a la igualdad consagrado en el artículo 13 de la Carta.
Para sustentar su planteamiento, sostiene que frente a las reticencias que ocurren en la contratación
de seguros, la norma establece una ventaja indebida, exagerada, en favor de las aseguradoras, tanto
respecto de los tomadores, como en relación con todas las personas que tienen la calidad de partes
en contratos distintos al de seguro. En otras palabras, no hay fundamento para que, a diferencia de
lo que acontece en la generalidad de los contratos, en el de seguro, las reticencias del tomador,
concretamente las que para nada influyen en la producción del siniestro, se castiguen con la nulidad
relativa y con la pérdida de la totalidad de la prima a título de pena. De esta manera, “se sanciona la
mala fe del tomador más allá de los límites de su propia conducta reticente, y se premia sin razón
alguna a la compañía de seguros con una ganancia carente de causa: retener la prima, liberándola
del pago del siniestro”.
Igual despropósito ocurre con la rebaja proporcional de la obligación del asegurador contemplada en
el inciso 3o. de la norma acusada, pues éste, en caso de presentarse una reticencia proveniente de
error inculpable del tomador, y aunque ésta sea irrelevante respecto de la causa del siniestro, sólo
está obligado a pagar un porcentaje de la prestación asegurada, equivalente al que la tarifa o la prima
estipulada en el contrato represente respecto de la tarifa o la prima adecuada al verdadero estado del
riesgo.
II.- CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
Primera.- Competencia.
La Corporación es competente para decidir, pues la demanda se dirige contra un artículo del decreto
de facultades extraordinarias
desde el punto de vista material, debe determinarse, en cuanto a la carga precontractual del tomador
de declarar sinceramente el estado del riesgo (artículo 1058 del Código de Comercio), si las nulidades
relativas del contrato de seguro y la rebaja proporcional de la obligación a cargo del asegurador, sólo
deben tener ocurrencia en caso de que el hecho materia de la reticencia tenga relación directa y
eficiente con el siniestro ocurrido, para no vulnerar el derecho fundamental a la igualdad, en perjuicio
del tomador del seguro.
Significado del artículo demandado.
es posible afirmar que del artículo 1058 del Código de Comercio, surge un régimen estructurado
sobre las siguientes bases:

a) El tomador del seguro tiene la carga precontractual de declarar sinceramente los hechos o
circunstancias significativos que determinan el estado del riesgo;

b) La declaración puede hacerse con o sin cuestionario preparado por el asegurador;

c) La carga de declarar correctamente el estado del riesgo se incumple por inexactitud o reticencia,
es decir, por incurrir en falta de la debida puntualidad o fidelidad en las respuestas o el relato, o por
callar, total o parcialmente, lo que debiera decirse;

d) Como protección del asegurador contra el error y el dolo y, por ende, en defensa de la mutualidad
de los asegurados, las inexactitudes o reticencias frente al cuestionario, están sancionadas con la
nulidad relativa del contrato, siempre y cuando recaigan sobre hechos o circunstancias relevantes o
influyentes respecto del riesgo, o sea, de aquéllos que, de haber sido conocidos por el asegurador, lo
habrían retraído de contratar u obligado a exigir condiciones más onerosas;
e) Como la norma, en tratándose de la absolución del cuestionario, no contempla distinciones sobre
el particular, la nulidad relativa se origina en las inexactitudes o reticencias que graviten tanto sobre
el riesgo moral o subjetivo (referente a cualidades personales del tomador o asegurado), como sobre
el riesgo físico u objetivo del bien asegurado ( relativo a las particularidades físicas o materiales del
objeto del seguro);

f) Cuando media un cuestionario, la nulidad tiene lugar por el solo acaecimiento de la inexactitud o
reticencia, ya sea fruto de dolo o culpa del tomador;

g) Si la declaración es libre o espontánea, esto es, no sujeta a cuestionario alguno, las reticencias o
inexactitudes dolosas o culposas conducen también a la nulidad relativa, pero, por manifestación
expresa de la ley, sólo en lo que atañe al riesgo objetivo o físico del bien asegurado;

h) No habrá nulidad si las inexactitudes o reticencias relevantes provienen de error inculpable del
tomador. Pero el siniestro que en tales casos se produzca, sólo obliga al asegurador a pagar una parte
de la prestación asegurada, directamente proporcional a lo que la tarifa o prima pactada represente
en relación con la tarifa o prima correspondiente al verdadero estado del riesgo, con la excepción,
claro está, del principio de incontestabilidad que, en materia de seguros de vida, consagra el artículo
1160 del Código de Comercio;

i) La nulidad relativa y la disminución de la prestación asegurada no tienen aplicación si el


asegurador, antes de celebrarse el contrato, ha conocido o debido conocer los hechos o circunstancias
sobre que versan los vicios de la declaración, o si, celebrado el contrato de seguro, los subsana o
acepta expresa o tácitamente;

j) Como se deduce del acta número 73, para que la nulidad relativa pueda declararse “(...) no hay
necesidad de establecer relación ninguna de causalidad entre el error o la reticencia y el siniestro”.
Régimen especial de rescisión del contrato de seguro por reticencias e inexactitudes en la
declaración del estado del riesgo.
Pues bien, de conformidad con la interpretación del artículo 1058 del Código de Comercio, es claro
que en el contrato de seguro, salvo lo dispuesto para los errores inculpables, el legislador, en lo que
se refiere a la anulabilidad del negocio, consagró un tratamiento especial, más severo, de los vicios
del consentimiento del asegurador, causados por las reticencias o inexactitudes culposas o dolosas
del tomador en la declaración del estado del riesgo.

En efecto, el hecho de que, salvo el caso de omisiones o imprecisiones inculpables, las reticencias o
inexactitudes sobre el estado del riesgo, dolosas o culposas, conducen, por regla general, a la nulidad
relativa del seguro, no sólo cuando, de haberlas conocido, el asegurador habría podido abstenerse de
contratar, sino también cuando habría contratado en condiciones más onerosas, demuestra que en
materia de seguros, la ley comercial se separó de la reglamentación común sobre nulidad relativa por
error accidental en la calidad del objeto, contemplada en el inciso segundo del artículo 1511 del
Código Civil. Esta disposición, que efectúa la necesaria distinción con el llamado error sustancial, o
sea el que recae sobre “la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato”,
dice:

“(...) El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que
contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo
ha sido conocido de la otra parte”.
La posibilidad de rescindir el contrato según el inciso 2o. del artículo 1511 del Código Civil, se
amplió para los aseguradores, según las voces del artículo 1058 del Código de Comercio, pues esta
norma, a diferencia del derecho civil, incluyó también, como causal de nulidad relativa, el error
derivado de las reticencias o inexactitudes que impidieron que el aseguramiento se estipulara en
condiciones más onerosas para el tomador.

Así, pues, como la norma comercial permite la declaración de nulidad relativa, aun en el evento en
que las reticencias o inexactitudes habrían inducido a la compañía aseguradora a estipular
condiciones más onerosas, pero no a abstenerse de celebrar el contrato, por fuerza hay que aceptar
que la regulación civil tiene un campo de acción más restringido.
En el mismo sentido, el profesor J. Efrén Ossa G., uno de los redactores del Código de Comercio (en
la parte que reglamenta el contrato de seguro), sostuvo las siguientes opiniones:

“La inexactitud o la reticencia en la medida en que, conforme a los criterios expuestos, sean
relevantes“producen la nulidad relativa del seguro”. Generan vicio en el consentimiento del
asegurador, a quien inducen en error en su declaración de voluntad frente al tomador. No importa
que aquél no reúna las características que lo tipifican a la luz de los arts. 1510, 1511 y 1512 del
Código Civil. Se trata, como hemos visto, de un régimen especial, más exigente que el del derecho
común, concebido para proteger los intereses de la entidad aseguradora y, con ellos los de la misma
comunidad asegurada, en un contrato que tiene como soporte la buena fe en su más depurada
expresión y que, por lo mismo, se define unánimemente como contrato uberrimae fidei.
Razonabilidad de los fundamentos de la especialidad del régimen rescisorio del seguro por
causa de reticencia o inexactitud.
Para la Corte Constitucional, la razón de ser del régimen rescisorio del contrato de seguro, según se
prevé en los dos primeros incisos del artículo 1058 del Código de Comercio, se funda en la naturaleza
misma de la actividad aseguradora, que exige la presencia de una buena fe calificada o uberrimae
bona fidei,
La infidelidad a la ubérrima buena fe.

Habiéndose establecido que la práctica aseguradora responsable, supone la multiplicidad de


contratos como condición sine qua non para que, en los diferentes ramos, la siniestralidad real se
aproxime a la esperada, es lógico que ese cúmulo de responsabilidades implique la consecuencia de
que al asegurador no se le pueda exigir el examen detallado de los elementos constitutivos de todos
los riesgos que está por asegurar. En este orden de ideas, el Código de Comercio, a pesar de no
prohibirla, se abstuvo de consagrar la inspección del riesgo como una obligación a cargo del
asegurador, puesto que a éste no se lo puede obligar a cumplir tareas físicamente imposibles,
respetando el criterio de que no es propio del derecho el ir en contra de la realidad o hacer exigencias
desproporcionadas en relación con los fines.

A la doctrina nacional del derecho de seguros no ha escapado tal noción. Así, en sus comentarios al
contrato de seguro, el doctor Hernán Fabio López Blanco manifiesta que “(...) las empresas
aseguradoras no están obligadas a realizar inspecciones de los riesgos para determinar si es cierto o
no lo que el tomador asevera. El contrato de seguro, como contrato de ubérrima buena fe, no puede
partir de la base errada de que es necesario verificar hasta la saciedad lo que el tomador afirma antes
de contratar, porque jamás puede suponerse que él miente.” (Hernán Fabio López Blanco,
Comentarios al Contrato de Seguro, 2a. edición, Dupré, Bogotá, 1993, pág. 118). Y el profesor Ossa
dijo: “El asegurador no está obligado a verificar la exactitud de la declaración del estado del riesgo.
Ni siquiera por su aspecto objetivo, menos aún por su aspecto moral. No existe norma legal que
pueda invocarse para afirmar lo contrario.” (J. Efrén Ossa G., ob. cit. Teoría General del Seguro - El
Contrato, pág. 349).
Las nulidades relativas del artículo 1058 del Código de Comercio renuevan un equilibrio roto.

En efecto, cuando, a pesar de la infidelidad del tomador a su deber de declarar sinceramente todas
las circunstancias relevantes que constituyen el estado del riesgo, de buena fe se le ha expedido una
póliza de seguro, la obligación asegurativa está fundada en el error y, por tanto, es justo que, tarde o
temprano, por intermedio de la rescisión, anulabilidad o nulidad relativa, salga del ámbito jurídico.
Esto, con prescindencia de extemporáneas consideraciones sobre la necesidad de que la reticencia o
inexactitud tenga relación de causalidad con el siniestro que haya podido sobrevenir, justamente
porque lo que se pretende es restablecer o tutelar un equilibrio contractual roto ab initio, en el
momento de celebrar el contrato de seguro, y no al acaecer el siniestro. La relación causal que importa
y que, para estos efectos, debe existir, no es, como sostienen los demandantes, la que enlaza la
circunstancia riesgosa omitida o alterada con la génesis del siniestro, sino la que ata el error o el dolo
con el consentimiento del asegurador. En este sentido, el profesor escribió: “Debe, por tanto, existir
una relación causal entre el vicio de la declaración (llámese inexactitud o reticeOssa ncia) y el
consentimiento del asegurador, cuyo error al celebrar el contrato o al celebrarlo en determinadas
condiciones sólo ha podido explicarse por la deformación del estado del riesgo imputable a la
infidelidad del tomador. Ello no significa, en ningún caso, como algunos lo han pretendido, que la
sanción sólo sea viable jurídicamente en la medida en que el hecho o circunstancia falseados,
omitidos o encubiertos se identifiquen como causas determinantes del siniestro. Que, ocurrido o no,
proveniente de una u otra causa, de una magnitud u otra, es irrelevante desde el punto de vista de la
formación del contrato.” (J. Efrén Ossa G., ob. cit. Teoría General del Seguro - El Contrato, pág.
336).

El legislador puede establecer causales de nulidad relativa en los contratos.

Evidentemente, establecer estas causales de extinción de las obligaciones, es labor propia del
legislador, referente a su facultad de expedir y reformar códigos, y, en general, porque corresponde
al derecho fijar pautas de conducta y los condignos apremios y sanciones para asegurar

Por el contrario, de no existir dicho régimen, la legislación ordinaria civil en materia de nulidades
por error y dolo, sería claramente insuficiente en relación con el contrato de seguro y su confianza y
buena fe ubérrimas.
Por último, la Corte considera que el sistema sancionatorio basado en los artículos 1058 (nulidades
relativas y reducción proporcional de la prestación asegurada) y 1059 (pérdida de las primas a título
de pena) del Código de Comercio, es reflejo de una política legislativa equilibrada, basada en las
realidades del medio en el que se desenvuelve la actividad aseguradora, pues, en esta materia
específica, a diferencia de lo que acontece en otras áreas de la regulación del contrato de seguro, en
las que prima la defensa de tomadores y asegurados, se busca proteger el interés de la parte
aseguradora, teniendo en cuenta que, en lo que se refiere al conocimiento precontractual del riesgo,
el asegurador, por su natural ignorancia del mismo, es el contratante que está en la posición débil.
Sistema sancionatorio (el de los artículos 1058 y 1059) que en nada vulnera la Constitución. Como
dice el profesor Fontaine, “el deseo de proteger al consumidor en el contrato de seguro no puede
hacer perder de vista el equilibrio global del contrato. La protección del asegurador, históricamente,
surgió primero, pero la defensa del tomador y el asegurado, hoy día, ha pasado al primer plano. Sin
embargo, sigue siendo importante no olvidar que en un contrato de seguro, las dos partes tienen
puntos débiles. Ciertas evoluciones recientes no se limitan tan sólo a incrementar la defensa del
tomador y del asegurado, sino que se ocupan de determinados aspectos de protección del asegurador,
por ejemplo, en lo que concierne a la declaración del riesgo. Pensamos que conviene buscar el
equilibrio adecuado, lo que implica no olvidar la necesidad de proteger a las dos partes. El mercado
de los seguros no puede desarrollarse si el consumidor es explotado. Pero tampoco puede prosperar
si el asegurador, igualmente, no recibe su legítima cuota de protección”. (Marcel Fontaine, La
Protección de las Partes en el Contrato de Seguro, Universidad Católica de Lovaina, Facultad de
Derecho, documento 95/11, presentado en Budapest, en coloquio internacional sobre el contrato de
seguro, el 26 de noviembre de 1994, pág. 7)
reducción proporcional de la prestación asegurada, es equitativa.

Como se recuerda, el inciso 3o. del artículo 1058, en caso de que el tomador, sin culpa de su parte,
sea inexacto o reticente en la descripción de aspectos relevantes del estado del riesgo, faculta al
asegurador para pagar al beneficiario sólo un porcentaje de la prestación asegurada, equivalente al
que la prima erróneamente pactada represente en relación con la prima correspondiente al verdadero
estado del riesgo, con excepción de la indisputabilidad del artículo 1160 del Código de Comercio.

Este tratamiento más benigno que el de la nulidad relativa, responde al hecho de que en este caso el
error del tomador se supone “inculpable”, ajeno, entonces, al dolo o a la culpa que se requiere en los
incisos 1o. y 2o. del artículo impugnado. En otras palabras, la menor sanción legal obedece a la
circunstancia de que el error del tomador es irreprochable, “moralmente inocente”, al decir del
profesor Ossa. (J. Efrén Ossa G., ob. cit., Teoría General del Seguro - El Contrato, pág. 341).

Esta solución es equitativa y razonable, pues se inspira en la necesidad de sancionar en forma distinta
y más leve, una conducta que, a su turno, es de menor entidad que la prevista para los eventos de la
nulidad relativa del contrato, pero que, técnicamente considerada, de todas maneras conduce a una
tarifación menor e inapropiada para el asegurador, que objetivamente introduce un factor de
desequilibrio entre los contratantes.
cabe recordar que esta sanción, en beneficio de tomadores y asegurados, puede
reducirse y aún suprimirse contractualmente, con arreglo a lo dispuesto por la
segunda frase del artículo 1162 del Código de Comercio. Pero, puesto que está
enderezada, como la nulidad relativa, a restablecer el equilibrio contractual, es
una figura razonable que no desborda las facultades del legislador, no
constituye agravio al derecho fundamental a la igualdad y no tiene por qué
depender de una relación de causalidad entre lo inexacto u omitido y el siniestro
efectivamente causado. En consecuencia, tampoco viola la Constitución.

artículo 1058 del Código de Comercio no quebranta el artículo 335 de la


Constitución.

Los actores, con base en lo dispuesto por el artículo 335 de la Constitución


Nacional, sostienen “que en el momento en que de acuerdo con su limitada
autonomía, en la que desde luego la empresa de seguros puede asumir
determinado riesgo o ramo de seguros, o abstenerse de hacerlo, lo asume, no
será en forma excluyente ni selectiva, sino general y obligatoria, o sea, que en
ningún caso lícito puede negarse a prestar la cobertura que ella misma ha
decidido asumir en ejercicio de la autorización otorgada por el Estado”. En
otras palabras, los demandantes consideran que las nulidades relativas objeto
del presente asunto, son inaplicables por lo dispuesto por el artículo 335 de la
Carta.

La Corte discrepa de tal opinión. Veamos.

El artículo 335 ibídem dice:

“Las actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquiera otra relacionada


con el manejo, aprovechamiento e inversión de los recursos de captación a las
que se refiere el literal d) del numeral 19 del artículo 150 son de interés público
y sólo pueden ser ejercidas previa autorización del Estado, conforme a la ley,
la cual regulará la forma de intervención del Gobierno en estas materias y
promoverá la democratización del crédito.”

Conforme a esta norma sólo es posible afirmar que la actividad aseguradora es


de interés público y que su ejercicio requiere de una autorización previa del
Estado (Superintendencia Bancaria), conforme a la ley. Por lo tanto, resulta
manifiestamente equivocado deducir de ella, porque no lo establece expresa ni
tácitamente, la derogación del régimen de nulidades relativas por reticencias o
inexactitudes relevantes del artículo 1058.

Por el contrario, el interés público mencionado en la disposición, concuerda


más con la defensa de la actividad aseguradora y, por consiguiente, de la
comunidad de asegurados, así como con las sanciones a los tomadores que no
declaran sinceramente el estado del riesgo, que con la indiferencia estatal
alrededor de esos mismos temas.

Sin necesidad de mayores lucubraciones, habrá de desecharse el alcance que se


pretende dar al texto claro del artículo 335 de la Constitución.

Undécima.- Unidad normativa.

La declaración de exequibilidad de la disposición acusada, también cobijará las


normas que se relacionarán a continuación, por la unidad de materia
Aclaración.

La Corte advierte, expresamente, que la declaración de exequibilidad del


artículo 1058 del Código de Comercio, nada tiene que ver con los contratos de
medicina prepagada y con el sistema de seguridad social, que se rigen por sus
propias disposiciones: (la ley 100 de 1993 y demás normas complementarias).
III.- DECISIÓN.

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en


nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE:

DECLÁRASE EXEQUIBLE, en su integridad, el artículo 1058 del decreto ley


410 de 1971, “Por el cual se expide el Código de Comercio”.
Resumen sentencia T-282-2016

1. El 30 de mayo de 2012, la señora Cristela Sierra Chavarro, quien se


desempeñaba como cantante en la ciudad de Neiva, adquirió un crédito
hipotecario para adquisición de vivienda por una suma de cuarenta y dos
millones de pesos con el Banco BBVA S.A, a su vez pidió un crédito a la entidad
para una mejora de vivienda.

2La accionante suscribió un contrato de seguro con la aseguradora BBVA


Seguros de Vida Colombia S.A. con el fin de garantizar el cumplimiento de
cada una de las obligaciones crediticias anteriormente descrita. El cubrimiento
de la póliza comprendía los riesgos de muerte por cualquier causa, incluyendo
el suicidio y el homicidio; incapacidad total y permanente, desmembración o
inutilización e incapacidad total temporal del contrayente.

3.Al no conseguir un trabajo como cantante Cristela sufre de depresión así como
de una enfermedad cardiovascular que no le permiten continuar su trabajo.
4.8. El 29 de agosto de 2014, la compañía aseguradora BBVA Seguros de Vida
S.A. negó el pago de la póliza, toda vez que, a juicio de la institución, la señora
Cristela Sierra Chavarro omitió declarar que tenía antecedentes de hernia discal
con cirugía de columna lumbar al momento de tomar el seguro. Esta situación,
en opinión de la institución accionada, constituyó “reticencia” en los términos
del artículo 1058 del Código de Comercio. La entidad indicó:

“Por medio de la presente le informamos que después del análisis de la


reclamación presentada directamente por la asegurada en referencia el pasado
20 de junio, afectando el amparo de incapacidad total y permanente; por
presentar Accidente Cerebrovascular (ACV) Y Depresión, según el dictamen de
calificación de Perdida (sic) de Capacidad Laboral (PCL) DEL 78.85%
emitido por Junta Regional de Calificación de Invalidez del Huila el 17 de junio
de 2014, encontramos que la señora Cristela Sierra Chavarro tiene
antecedentes de Hernia Discal con Cirugía de Columna Lumbar en historia
clínica del 28 de marzo de 2011 de la SC Central de Especialistas Las Ceibas.

(…) Teniendo en cuenta que al diligenciar la solicitud de Seguro de Vida Grupo


Deudores, el día 06 de junio de 2012, se omitió declarar dicha patología,
obligada a hacerlo en virtud del citado artículo, BBVA SEGUROS DE VIDA
COLOMBIA S.A. dentro del termino (sic) legal se permite objetar íntegra y
formalmente la presente reclamación; reservándose el derecho de ampliar las
causales de objeción y/o complementar los argumentos presentados en defensa
de nuestros intereses”.

De esta decisión surgieron los procesos de reposición y de apelación dentro de


la misma entidad, sin embargo la decisión se mantuvo en firme.

La señora Cristela Sierra pone una tutela reclamando sus derechos


fundamentales al minimo vital, vida, etc.
. Sentencia de primera instancia.

Mediante sentencia proferida el 21 de agosto de 2015, el Juzgado Tercero Penal


Municipal con Función de Control de Garantías de Neiva declaró
improcedente la acción de tutela

. La Corte Constitucional ha establecido la existencia de la vulneración de los


derechos fundamentales al debido proceso y mínimo vital en diversos casos que
involucran contratos de seguro de vida de deudores. Tal y como se indicó en el
acápite de procedencia, en este tipo de negocios jurídicos existe una relación de
asimetría entre las partes, caracterizada, de un lado, por la posición dominante
de la aseguradora, y de otro, por la indefensión del tomador, quien se obliga a
aceptar en su totalidad las cláusulas del contrato de seguro para garantizar el
crédito adquirido con una entidad financiera.
En términos generales, la Corte Constitucional ha hecho referencia a las
características del contrato de seguro, y ha resaltado que éstos deben pactarse y
ejecutarse de buena fe. No obstante, el deber de actuar de buena fe no se predica
exclusivamente del tomador. (diferencia)
-Por el contrario, la Corte Constitucional ha indicado que en tanto los contratos
de seguro son, generalmente contratos de adhesión, es exigible de forma
especial a la aseguradora el cumplimiento del principio de buena fe. De esta
manera, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha reiterado que es
obligación de las aseguradoras indicar de forma clara y taxativa todas las
exclusiones del contrato y realizar exámenes médicos de ingreso antes de la
suscripción del contrato de seguro.(carga) Por lo tanto, en aquellos casos en que
la aseguradora incumple sus obligaciones mínimas, ésta no podrá objetar el
pago de la indemnización bajo el argumento de la configuración del fenómeno
de la reticencia. De esta forma, la aseguradora deberá probar suficientemente el
elemento subjetivo de la mala fe del tomador, es decir, la intención deliberada
del tomador de ocultar su condición médica. La obligación de las
aseguradoras de probar el nexo de causalidad entre la preexistencia
alegada y la ocurrencia del siniestro, (diferencia) es decír, Como resultado
del contrato de seguro, la entidad financiera podrá exigir el cumplimiento de la
obligación crediticia, contenida en el contrato principal, e independientemente
de las causas que hayan originado el incumplimiento.
- La obligación de las aseguradoras para determinar el pago o no de una
indemnización excede la de demostrar la ocurrencia de una presunta
preexistencia no comunicada por el tomador.

Para la Sala es claro que la omisión de la aseguradora amenaza de forma actual


y concreta el derecho fundamental al mínimo vital de la accionante,
especialmente dadas sus condiciones de indefensión por razón de la pérdida de
capacidad laboral que soporta, la cual es de casi un ochenta por ciento (80%).
En consecuencia, la Corte Constitucional ordenará a la aseguradora BBVA
Seguros de Vida S.A. a pagar al Banco BBVA S.A. los saldos insolutos de las
obligaciones crediticias adquiridos por la señora Cristela Sierra Chavarro, en
virtud del contrato de seguro adquirido con la referida compañía y de la
indemnización resultante de la ocurrencia del siniestro.

RESUMEN SENTENCIA T- 027 DEL 2019

1. Yesid montes Ospina, suscribió contrato de seguro con Vida Alfa S.A, que ampararía la
incapacidad total y permanente sufrida como consecuencia de lesión o enfermedad que
impidiera desempeñar su ocupación habitual (mayor o igual al 50%)
- el 17 de septiembre de 2013, Colsubsidio lo califico con un perdida de capacidad laboral del
68%.
- El demandante solicita a la aseguradora la efectividad de la póliza, sin embargo ello fue
negado por: el accionante “ya se encontraba incapacitado al habérsele estructurado una
Pérdida de la Capacidad Laboral del 68% a partir del 25 de enero de 2010”, data en la cual
se diagnosticó la enfermedad de Párkinson al tutelante.
- Yesid promueve proceso verbal en contra de la aseguradora.
- El juzgado en primera instancia no accedió a las pretensiones del demandante al estimar
probada la excepción de ausencia de uno de los elementos esenciales del contrato de
seguro (riesgo asegurable)
- En segunda instancia se decide de igual manera que en la primera, y aduce que el riesgo
no era incierto para el momento en que se celebro el contrato.
- Presenta la tutela.

Resuelve
el juez debió hacer una lectura razonable de las pruebas. Esta lectura le hubiese
permitido afirmar, que el argumento de la estructuración en el 2010 no es válido y que
la aseguradora debió comprobar la configuración de la excepción de ausencia de riesgo
asegurable por otros medios. En especial, la aseguradora debió comprobar que el
tutelante conocía de la enfermedad y la omitió intencionalmente al momento de celebrar
el contrato, es decir, que existía mala fe por su parte –como lo ha establecido la
jurisprudencia de esta Corporación. En ese sentido, la aseguradora debió comprobar,
por una parte, que obró diligentemente en la comprobación de la declaración de
asegurabilidad, es decir, que realizó los exámenes médicos que verificaban el estado
de salud del tutelante o que solicitó la historia clínica con autorización de éste al
momento de celebrar el contrato de seguro; por otra parte, la aseguradora debió
comprobar que el accionante efectivamente obró de mala fe al momento de celebrar el
contrato y, por ejemplo, se opuso a dejar a disposición de la aseguradora la historia
clínica o se negó a practicarse los exámenes médicos correspondientes.
- a partir del 13 de noviembre de 2012 surtirá efectos el contrato.
- Debe cubrir la incapacidad del reclamante.

2. Fabiola Morales, formula acción de tutela contra Mapfre por sentir vulnerados sus
derechos fundamentales al mínimo vital y a la igualdad.
- en constancia del 19 de octubre de 2007, Mapfre certifico que la demandante “se
encuentra asegurado en nuestra compañía del el 01 de septiembre de 2007, en la póliza
de vida grupo asociados.
- Con ocasión de los trastornos depresivos recurrentes, diabetes, patologías
cardiovasculares y demás afecciones que padecía la actora, en dictamen 13 del 19 de
octubre de 2015 fue calificada con una pérdida de capacidad laboral del 56,07%, de
origen común y con fecha de estructuración del 26 de junio de 2015.
- en marzo de 2016 la accionante solicitó a Mapfre asumir el pago de las obligaciones
financieras aseguradas con las pólizas de deudores, así como el pago de la póliza de
vida, pero ésta resolvió desfavorablemente la solicitud el 29 del mismo mes y año al
estimar que el trastorno depresivo recurrente se encontraba incurso en una causal de
exclusión expresamente estipulada como :” Enfermedad mental, corporal o cualquier
dolencia preexistente”
- presenta la tutela.
Resuelve
la Sala constata que: (i) Corbanca y Mapfre las suscribieron el 01 de septiembre de
2007, con el propósito de garantizar las obligaciones crediticias adquiridas por la
accionante con Corbanca, es decir, dicha Corporación fungió como tomador, Mapfre
como asegurador y la peticionaria como asegurado; (ii) a partir de esa fecha inició a
regir el contrato de seguro para las partes; (iii) entre los amparos establecidos se
encuentra la incapacidad total y permanente de la asegurada, la cual debía ocurrir
dentro de la vigencia de la póliza y ser igual o superior al 50%; y (iv) el valor asegurado
para el referido riesgo sería de $60.000.000.
En dictamen expedido por la Junta de Calificación de Invalidez de Risaralda el 19 de
octubre de 2015, se observa que: (i) la actora fue calificada con una pérdida de
capacidad laboral del 56,07%, esto es, superior al 50% exigido, y; (ii) ese dictamen fue
proferido el 19 de octubre 2015 y la fecha de estructuración de la invalidez fue el 26 de
junio 2015, es decir, el riesgo asegurado (incapacidad total y permanente) acaeció
durante la vigencia del contrato de seguro (después del 01 de septiembre de 2007), de
tal manera que están reunidos los presupuestos necesarios para la afectación de la
póliza en los términos pactados por Corbanca y Mapfre.
Mapfre debió ser cuidadoso en la redacción de la cláusula 2.1.1 del contrato de seguro
y establecer dos causales diferenciadas de exclusión, a saber: a) una causal que
excluya la indemnización por cualquier en enfermedad mental ocurrida en cualquier
momento y; b) una causal que excluya la indemnización por enfermedades mentales,
corporales o cualquier tipo de dolencia estructurada con anterioridad a la vigencia del
contrato. Como dicho deber no fue cumplido por la aseguradora, ésta debió aplicar la
interpretación más favorable para el usuario al momento de recibir la solicitud de
indemnización.

3. Sindy Cuellar, promueve acción de tutela contra compañía de seguros Bolívar S.A, por
desconocer sus derechos fundamentales al mínimo vital y a la vivienda.
- La accionante convivió en unión marital de hecho con el señor Carlos Arturo Jiménez
Salazar y de dicha unión nació un hijo que hoy en día es menor de edad.
- El señor Jiménez pidió un crédito con Banco Davivienda, obligación que se garantizo con
un pagare y una hipoteca sobre la vivienda. En la misma época se suscribe una póliza de
seguro de vida grupo deudores.
- El 18 de enero de 2016, el referido deudor falleció.
- El 25 de febrero de 2016, y en virtud de la póliza adquirida, Davivienda reclamó ante
Seguros Bolívar el equivalente igual al saldo de la deuda. Empero, el 5 de abril de 2016, la
aseguradora negó el pago, toda vez que desde el año 2011, y previo a adquirir el crédito y
suscribir la declaración de asegurabilidad, el señor Jiménez Salazar ya contaba con
diagnóstico de diabetes mellitus, hipertensión arterial y trombocitopenia idiopática, lo cual
no se informó al suscribir la declaración, incurriendo en reticencia que genera la nulidad del
contrato.
- la referida entidad bancaria anexó los documentos reclamados e informó que la negativa
para el pago indemnizatorio dada por la aseguradora se efectúo según lo estipulado en el
artículo 1058 del Código de Comercio.
- Presenta la tutela.

Resuelve
se observa que el señor Jiménez Salazar falleció el 18 de enero de 2016, es decir, uno de
los siniestros amparados (muerte) acaeció durante la vigencia del contrato de seguro (5
meses y 18 días después de haberse suscrito), lo cual daba lugar para que la aseguradora
afectara la póliza.
Seguros Bolívar decidió negar la indemnización reclamada por la muerte del tomador
simplemente basado en la existencia de reticencia. Sin embargo, la aseguradora no cumplió
con los requisitos establecidos por la jurisprudencia de esta Corporación, pues en la carta
que niega la solicitud no informó: a) si la aseguradora conocía de la historia clínica al
momento de la celebración del contrato o al momento de la ocurrencia del siniestro; b) si la
aseguradora solicitó autorización al tomador a acceder a la historia clínica para contrastarla
con la declaración de asegurabilidad y verificar la información suministrada por el tomador;
c) si existen argumentos –y pruebas– que permitan determinar que el asegurado actuó de
mala fe y no informó sobre su enfermedad a fin de obtener una ventaja, bien en el pago de
la prima o bien en la obtención de la indemnización.

RESUMEN SENTENCIA T-222 del 2014:

Se acumularon 3 expedientes por tener similitudes fácticas y jurídicas.

Los accionantes adquirieron créditos con entidades financieras, los cuales estaban
respaldados por contratos de seguro suscritos con diferentes aseguradoras. Estas
garantías operarían por muerte o pérdida de capacidad laboral en porcentaje mayor al 50%.
Efectivamente, por distintas causas, los peticionarios fueron calificados con invalidez y,
pese a ello, las aseguradoras se negaron a pagar la póliza de los seguros argumentando
que la enfermedad adquirida fue anterior a la celebración del contrato. Es decir, alegaron
preexistencia.

Expediente 1: Argemiro Urzuaga Manjarrez.

El señor pide un crédito a Bancolombia para comprar un carro y después toma un seguro
con Seguros de Vida Suramericana para que pague el monto restante que se adeuda en
caso tal de morir o sufrir una perdida de la capacidad laboral mayor al 50%

Tiempo después la Administradora de fondo de pensiones BBVA le dictamino al señor una


perdida de capacidad laboral del 50.07% por lo que el reclama a la aseguradora que pague
la cantidad que todavía se adeudaba y esta le niega la petición diciendo que el mintió en la
declaración de asegurabilidad porque ya estaba enfermo.

En primera instancia encontró improcedente la tutela por considerar que hay otros medios
legales por los cuales el señor Argemiro podría hacer valer sus derechos.

En segunda instancia se confirma la decisión.

Expediente 2: Jose de Jesús Núñez Contreras.

En este caso el señor saca un crédito con el banco BBVA y suscribe a su vez un seguro
con BBVA seguros de vida Colombia para que le paguen el restante de la deuda en el
evento de muerte o perdida de la capacidad laboral.
Cuando se celebra el contrato de seguro le pasan una declaración de asegurabilidad con
un cuestionario y le preguntan si sufre de alguna enfermedad a lo que el señor Jose de
Jesús no responde ni positiva ni negativamente pero deja claro que la aseguradora puede
preguntar en cualquier clínica o consultorio medico donde se encuentren sus historias
clínicas por su estado de salud aun después de suscribir el contrato.

Teniendo en cuenta que este señor era profesor, se le presenta un problema con su voz y
termina perdiéndola definitivamente y le dictaminan una pérdida de capacidad laboral del
95.45% pero cuando solicita a BBVA Seguros de Vida Colombia le niegan la solicitud
porque en el cuestionario nunca declaro su estado de salud.

Jose de Jesús presenta una acción de tutela que es improcedente en primera instancia por
considerar que hay otros mecanismos judiciales para reclamar y que la tutela es una acción
subsidiaria y se confirma la decisión en segunda instancia.

Expediente 3: Jose del Carmen Martínez Mejía.

El señor pide un crédito con Davivienda y lo respalda con seguro contratado con Seguros
Bolívar.

Un tiempo después sufre una perdida de capacidad laboral del 95.3% y cuando solicita que
la aseguradora pague la suma que todavía se debía, se le niega la petición por no informar
que ya había sufrido una afectación en la salud a la hora de la celebración del contrato de
seguro.

En primera y segunda instancia se le negó el amparo constitucional por vulnerar la


subsidiariedad de la acción de tutela al haber otros mecanismos judiciales para pedir la
protección de sus derechos.

Acción de Tutela contra entidades financieras y aseguradoras:

El Constituyente entendió que la supremacía de los derechos fundamentales no se agota


con un mecanismo que únicamente proteja a los ciudadanos de las agresiones estatales.
Por el contrario, las dinámicas sociales, culturales, económicas y políticas, hacen que
muchas veces se necesiten herramientas de defensa frente a conductas de particulares.
Mucho más cuando en esas relaciones se sitúan ciertos individuos en condición de
inferioridad. En esos eventos, la acción de tutela funge como una garantía para la eficacia
de los derechos fundamentales. Si no fuera de esa forma, los derechos fundamentales solo
serían exigibles frente al Estado, pese a que pueden ser lesionados por los mismos
particulares.

La Corte ha sostenido en reiteradas decisiones que la acción de tutela es procedente frente


a particulares que ejercen actividades bancarias. Esto por al menos por dos razones. En
primer lugar, porque las labores que ejercen se enmarcan dentro del concepto de servicio
público y, en segundo lugar, porque entre aquellas y las personas existe una verdadera
situación de indefensión o subordinación.

el sector bancario y asegurador constituye un servicio fundamental en el desarrollo


económico y social del país. Según la Corte, “los ciudadanos confían en que cuando
depositan su dinero en el banco, este será devuelto cuando así lo requieran. Lo mismo
sucede cuando una persona contrata una póliza de seguro y confía en que con el pago de
la prima mensual, la aseguradora las hará efectivas cuando ocurra el siniestro”. De allí que
su responsabilidad como particular sea mucho mayor, al punto de que sus labores sean
catalogadas como servicio público.

Por otra parte, la actividad financiera no solo comporta un servicio público sino que por sus
mismas características, sitúan al ciudadano en estado de indefensión; situación que
refuerza la procedencia de la acción de tutela.

Aunque hay que aclarar que depende del juez constitucional mirar cada caso concreto.

Pronunciamientos relevantes sobre conflictos por el no pago de la póliza


de seguro en casos que envuelven la protección de derechos
fundamentales de personas en condición de debilidad manifiesta o
vulnerabilidad.
La Corte analizó un caso de una persona de muy bajos recursos, que había adquirido un
seguro familiar de salud con las coberturas y exclusiones que figuraban en el contrato. Su
médico tratante le solicitó a la aseguradora una orden para la cirugía de “Varicocele
Izquierdo”, la cual estaba cubierta por la póliza. No obstante, la demandada respondió que
el procedimiento no sería autorizado, por tanto esa enfermedad era preexistente al ingreso
del asegurado y que en consecuencia, se encontraba excluido de la cobertura del seguro.
Sin embargo, la Corte sostuvo que no era posible que una aseguradora alegara
preexistencias en este tipo de contrato, pues es ella quien tiene la posibilidad de conocer el
verdadero estado de salud del asegurado.

La corte resaltó dos puntos muy importantes en los contratos de seguro. El primero de ellos
(i), el relativo a la buena fe contractual, y el segundo (ii), relacionado con la carga de probar
las preexistencias médicas. En cuanto al primer punto, sostuvo que la buena fe en los
contratos de seguros adquiere mayor importancia y se predica de ambas partes. No solo
del asegurado sino también de la aseguradora.

Con respecto al punto de la carga de probar preexistencias medicas: No es, en


consecuencia, constitucionalmente admisible la inclusión de una preexistencia o la
negación de un servicio médico que no haya sido enunciado como tal en el contrato, ya que
se presume la buena fe de las partes al momento de obligarse.

En Sentencia T-832 de 2010, la Corte estableció dos asuntos de suma trascendencia


y que pueden ser extraídos de su lectura. En primera medida, (i) que la carga de la
prueba en materia de preexistencias radicaba en cabeza de la aseguradora y no del
tomador del seguro y, en segundo lugar, (ii) que las aseguradoras no podían alegar
preexistencias si, teniendo las posibilidades para hacerlo, no solicitaban exámenes
médicos a sus usuarios al momento de celebrar el contrato. Por tanto, en esos
eventos, no era posible exigirle un comportamiento diferente a los asegurados.

Las aseguradoras tienen que excluir de forma expresa las preexistencias medicas para
cada caso concreto haciendo el examen medico.
Conclusiones:

1. Las personas que van a ser amparadas por este tipo de protección deben carecer de
recursos económicos para poder seguir pagando la deuda.
2. Que la familia del asegurado dependa económicamente de él.
3. La carga de declarar no puede convertirse en una carga excesiva para el tomador del
seguro, pues existen casos en los que las cláusulas son tan ambiguas que no es posible
suministrar con toda certeza las calidades del asegurado.
4. La carga de la prueba de la preexistencia radica en cabeza de la aseguradora.
5. La aseguradora está en la obligación de pedir exámenes médicos previos a la celebración
del contrato de seguro, pues de otra manera no podrá alegar preexistencia alguna en un
futuro.

Reticencia implica una valoración subjetiva, mientras que la


preexistencia es un hecho objetivo. No basta probar preexistencia, la
aseguradora debe demostrar la mala fe.
El artículo 1058 del Código de Comercio, en relación con la reticencia, obliga al tomador
informar al asegurador de todas aquellas circunstancias que de conocerlas (i) o bien hagan
más onerosa la relación o, sencillamente (ii), abstengan al asegurador de celebrar el
contrato. Incumplir con este deber de información, conlleva a dos consecuencias negativas
para el asegurado: La nulidad relativa del contrato de seguro, o recibir tan solo una parte
de la póliza.

En criterio de esta Sala, la preexistencia puede ser eventualmente una manera de


reticencia. Por ejemplo, si una persona conoce un hecho anterior a la celebración del
contrato y sabiendo ésto no informa al asegurador dicha condición por evitar que su contrato
se haga más oneroso o sencillamente la otra parte decida no celebrar el contrato, en este
preciso evento la preexistencia sí será un caso de reticencia. Lo mismo no sucede cuando
una persona no conozca completamente la información que abstendría a la aseguradora a
celebrar el contrato, o hacerlo más oneroso. Por ejemplo, enunciativamente, casos en los
que existan enfermedades silenciosas y/o progresivas. En aquellos eventos, el actuar del
asegurado no sería de mala fe. Sencillamente no tenía posibilidad de conocer
completamente la información y con ello, no es posible que se deje sin la posibilidad de
recibir el pago de la póliza. Esta situación sería imponerle una carga al usuario que
indiscutiblemente no puede cumplir. Es desproporcionado exigirle al ciudadano informar un
hecho que no conoce ni tiene la posibilidad de conocerlo. Mucho menos, para el caso del
seguro de vida grupo de deudores, suministrar con preciso detalle su grado de
discapacidad.

La reticencia solo existirá siempre que la aseguradora en su deber de diligencia, no


pueda conocer los hechos debatidos. Si fuera de otra manera podría, en la práctica,
firmar el contrato de seguro y solo cuando el tomador o beneficiario presenten la
reclamación, alegar la reticencia. En criterio de esta Sala, no es posible permitir esta
interpretación pues sería aceptar prácticas, ahora sí, de mala fe.

Conclusiones:
1. No necesariamente los casos de preexistencias son sinónimo de reticencia. El primer
evento es objetivo mientras que el segundo es subjetivo.
2. Es deber de la aseguradora probar la mala fe en los casos de preexistencias, pues solo ella
es la única que sabe si ese hecho la haría desistir de la celebración del contrato o hacerlo
más oneroso.
3. No será sancionada si el asegurador conocía o podía conocer los hechos que dan lugar a
la supuesta reticencia.

Resumen sentencia T-832 de 2010

1. A la accionante le fue otorgado por el Banco Agrario un crédito, que lo amparó con
un seguro de vida de la compañía Colseguros S.A.
2. La despidieron del trabajo por tener una pérdida de capacidad laboral del 77.5%.
3. Como consecuencia de su incapacidad solicitó al Banco Agrario, realizar los trámites
para que el seguro amparara el monto que restaba de la deuda contraída por ella.
Por lo cual presentó derecho de petición.
4. Solicita ordenar a Colseguros cancelar conforme la póliza suscrita la obligación que
contrajo con la entidad bancaria.
5. *Para que un riesgo sea asegurable, es necesario que prevalezca la incertidumbre
de la posibilidad que ocurra, que sea futuro al momento de asegurarlo y que su
ocurrencia no dependa de la voluntad de las partes.

Respuesta de Colseguros:

-Refirió que el Banco Agrario es el tomador de una póliza de seguro de vida deudores, cuyo
objeto es amparar bajo este seguro a todas las personas deudoras de dicha entidad
financiera, para que frente al siniestro que impida que el deudor responda por el crédito, el
pago del monto adeudado quede garantizado por esta aseguradora, siempre que el
asegurado cumpla con los requisitos exigidos por la póliza y la normatividad comercial
-Indicó que la actora pretende una indemnización por la presunta materialización del riesgo
asegurado de incapacidad total y permanente, a la luz del contrato de seguro de vida
deudores suscrito por el Banco Agrario, razón por la cual, no se trata de una vulneración de
los derechos fundamentales.
-Se indemniza aquella incapacidad total y permanente que impida al asegurado desarrollar
cualquier tipo de actividad, siempre y cuando el evento generador del siniestro ocurra dentro
de la vigencia del contrato.
-Es necesario que la declaración de incapacidad total y permanente se lleve a cabo durante
la vigencia del contrato.
-Que el evento que produjo tal incapacidad ocurra dentro de la vigencia de la póliza.
-Indica que e este tipo de contratos es indispensable la incertidumbre de la ocurrencia del
riesgo asegurado y que sea futuro al momento de asegurarlo.

Sentencia de 1era instancia:


-Negó el amparo (la tutela) por improcedente.

Impugnación:
-Se manifiesta que se encuentra ante un perjuicio irremediable.

Sentencia de 2nda instancia:


-Confirma la sentencia del a- quo.

Consideraciones de la Corte:
- Se busca determinar si el Banco Agrario y Colseguros han vulnerado los derechos frente
a la negativa de la compañía aseguradora de hacer efectivo el contrato de seguro “vida
grupo deudores” que ampara la obligación crediticia adquirida por ella, alegando que
padecía, con anterioridad a la vigencia de la póliza la enfermedad que ocasionó la pérdida
de capacidad laboral del 77.5%.
-No se observa que Colseguros algún tipo de examen médico a la trabajadora.
- La sala encuentra que Colseguros fue negligente al omitir realizar los respectivos
exámenes médicos o exigir la entrega de los más recientes.
- Decide que será concedida de manera definitiva y se ordenará a Colseguros efectuar el
trámite necesario para pagar al Banco Agrario como tomador de la póliza del seguro de
vida deudores.

outline
I.artículo
II.análisis del artículo
III.sentencia 232
IV.concordancia de la doctrina clásica con la sentencia
A. buena fe
B. posición dominante
C. tema del nexo causal entre la reticencia y el siniestro para la aplicación del art
1058
V.divergencia de los fallos de tutela con la doctrina clásica
. buena fe
A. posición dominante
B. tema del nexo causal entre la reticencia y el siniestro para la aplicación del art
1058
VI.conclusión

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