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Realizada por la Dra. Andrea Zingarelli.
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Myths of the Archaic State. Evolution of the Earliest Cities, States and Civilizations, Cambridge
University Press, Cambridge, 2004.
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de mayor complejidad y que daría lugar a una fase de “tipo imperial”, cuando se funden
distintas regiones hidráulicas.
De acuerdo a Wittfogel (1974, p. 6), Mesopotamia y Egipto son ejemplos de
“sociedades hidraúlicas compactas, simples, estatales”. Los investigadores que
siguieron esta propuesta se enfocaron en buscar los canales de irrigación como “prueba”
de la misma. Ello condujo a la realización de proyectos de la mano de Robert Mac
Adams, Hans Nissen y Thorkild Jacobsen en el centro y sur de Mesopotamia (Diyala,
Akkad, centro de Sumer y Uruk) en búsqueda de reconocer rastros de actividad
hidráulica y en pos de vincularlos con el surgimiento del estado.
Mac Adams (1965, p. 41) arribó a la conclusión que en el caso mesopotámico,
en particular en el área del Diyala: “(…) es difícil ver el surgimiento de las aldeas como
consecuencia de cualquier control monopolístico del abastecimiento de agua de las
aldeas circundantes, y aún más difícil imaginar como consecuencia la necesidad de una
burocracia a la cual atañe la administración de los canales”.
Por su parte, Butzer (1976) -que ha estudiado el problema para el origen de la
antigua civilización egipcia- llegó a demostrar que el drenaje no fue ningún
prerrequisito general para el cultivo, y la irrigación artificial fue una opción deseable
sólo para incrementar la extensión de tierra cultivable y para hacer igual año a año la
productividad de las cuencas aluvionales irrigadas naturalmente. Sumado a ello, la
ausencia de reglas escritas en el Egipto predinástico sugiere que la legislación del agua
no fue demasiado compleja y que se administraba localmente.
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Lidia Manzanilla pone en duda que el crecimiento demográfico pueda ser
considerado como una variable independiente. Asimismo considera que se requiere un
análisis a fondo a escala de sitio, de asociaciones provenientes de excavaciones
rigurosas.
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determinados bienes y la posterior aparición de una institución que controlase la
producción y la redistribución.
Observamos en esta proposición vestigios del planteamiento de Lawrence
Krader sobre el surgimiento de la "sociedad civil". Este autor señala que la pérdida de la
autosuficiencia de las comunidades se debe a la aparición del intercambio como símbolo
de la interdependencia de éstas. En primer término, provocaría una división del trabajo
entre los centros productores que, posteriormente, se presentaría al interior de cada
comunidad.
Según Lidia Manzanilla se requeriría analizar 1) la producción a nivel aldeano,
para que nos permita comprender si hubo cierta especialización productiva, y 2) el
centro en el cual se verifica la actividad de redistribución.
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indicadores serían: la jerarquía en la supremacía de unos asentamientos sobre otros y la
tecnología administrativa, es decir, la asociación de diferentes tipos de artefactos
administrativos con los distintos niveles de jerarquía.
Proponen tres mecanismos que explicarían el surgimiento de estos niveles. Por
un lado, el hecho que varias variables estén cambiando contemporáneamente, por lo
cual se excedería la capacidad de procesamiento de información de las instituciones que
toman decisiones en la sociedad. Por el otro, dos mecanismos no muy claros: el cambio
de funciones diversificadas, funciones especializadas y complementarias para los
asistentes administrativos, que evitarían conflictos que podrían surgir de su posición en
los niveles de toma de decisiones, y por último, la interacción entre variables, es decir,
dos procesos regulativos que solos tendrían un efecto de retroalimentación negativa,
cuando actúan simultáneamente la tendrían positiva.
Manzanilla se pregunta sobre las variables: ¿cuáles serían? ¿Qué fenómenos
toman en consideración?
H.T. Wright y G.A. Johnson (1975) aprecian en Mesopotamia un proceso de
«diferenciación horizontal y de jerarquización vertical», como consecuencia del control
de la información y de los mecanismos de producción y redistribución. Estas diferencias
sociales pueden interpretarse dentro del proceso de complejidad social que entonces
experimentan las sociedades del próximo y medio Oriente.
También Robert Adams (1972, pp. 62-63) propuso un modelo particular basado
en la complejidad administrativa. Adams comparte el esquema básico de los modelos
anteriores, pero considera que los efectos de dicho proceso deben analizarse no sólo a
nivel intercomunal (como el creciente énfasis en hostilidades de tipo bélico, que
propiciarían la aparición de ciudades-estado amuralladas), sino también a nivel
intracomunal, es decir, modificando la estratificación social, que favorecería, con el
tiempo, la aparición de superestructuras estatales.
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luego los procesos de interacción. La civilización representa un nivel de complejidad
social, las ciudades son elementos dentro de una sociedad compleja y los estados son
instituciones basadas en una forma de administración de las sociedades complejas.
La ciudad es el elemento dominante en el sistema de asentamiento de la
civilización. Es más grande, con más población y con mayor diversidad interna que
otros asentamientos del sistema de una civilización. Debido a su mayor tamaño y a la
diversidad de sus habitantes, una ciudad puede proveer de servicios especializados a los
que viven en ella o en áreas adyacentes. En contrapartida, la ciudad recibe materias
primas, bienes alimentarios y fuerza de trabajo periódica. Esta relación simbiótica entre
la ciudad y sus alrededores no se limita a elementos subsistenciales, sino que es visible
en todos los aspectos de la sociedad.
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distinciones sociales, y aparece la escritura cuneiforme, la mayoría de la cual concierne
a cuentas administrativas pero que también incluye algunas listas de profesiones y
nombres geográficos. Más que servir a una función burocrática, estas listas eran intentos
conscientes de los escribas para organizar el mundo mesopotámico y para instruir a las
futuras generaciones de escribas en el arte de la escritura” (Yoffee 1995, pp. 284-285).