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Franco Ordaz Fernando Filosofía Política II

03/11/2014 Prof. Gabriel Falcón Morales


Democracia Radical: La visión de Villoro

Constantemente he observado que muchas personas que hablan de política proponen a la


democracia como el sistema político por excelencia. Quizás estos sujetos no conocen las
problemáticas que presenta. Sin duda creen que lo que sucede en sus narices, es decir, lo que
pasa en la democracia mexicana, es una corrupción de la misma. Que la democracia, aquí, no
está aplicada, y que hay un apoderamiento por parte de un grupo de élite.

La idea de democracia que manejan es la usual: un pueblo que decide lo que pasa y donde
todos son iguales ante la ley.

Sucede que la idea de la democracia que éstos sostienen es inaplicable. ¿Por qué? Debido a
que democracia, en su sentido, es un valor. Es un concepto ligado a una idealización ética. Y no
es que esté mal, simplemente que resulta siempre decepcionante pensar que es posible vivirla.

Villoro distingue bastante bien este tipo de idealización de la democracia aplicable. Es decir,
aquella que pasa de ser un valor a un sistema de gobierno. Esta democracia aplicable es
aquella en la que el pueblo decide crear un sistema en el cual la competencia resulte sin finales
trágicos. Un sometimiento a un poder que controle la problemática de intereses.

Sin embargo, esta democracia, que si bien es aplicable también es corruptible. Y es aquí donde
se presentan los problemas de pseudo-representación, ejercicio mafioso de la burocracia y la
excluyente tecnocracia. Estos tres problemas nos obligan a repensar la democracia aplicable.
Errores como el intento de que una persona represente los intereses de millones; los intereses
privados del grupo burocrática, cuyas decisiones manipulan todos los recurso y dirección del
Estado; y la tecnocracia, que obliga a inutilizar e invalidar a la mayoría del pueblo, pues crea
grupo especializados que dominan un área.

Ante estos problemas, la solución se puede resumir en la democracia radical. Ésta contempla
las siguientes circunstancias para ser efectiva. Primeramente, se necesita llevar a la
democracia a un número de personas más reducido. Es decir, donde la voz pueda ser
escuchada. Y una vez obtenida la voluntad del pueblo, llevar el mensaje hasta las altas esferas
de los poderes políticos para que pueda ser considerada y llevada a cabo. Enseguida, se
necesita reedificar las instituciones, reformar la mala burocracia. Esto no quiere decir otra cosa
más que las decisiones sean tomadas por el pueblo y se vean acatadas por la burocracia. Por
último, el problema de la tecnocracia sólo puede ser controlado si no se mira al efecto de la
globalización y se omiten los grupos que excluyan a la voz del pueblo para la toma de
decisiones.

Esto que plantea Villoro lo comparto. Es decir, la idea de democracia aplicable, como hasta
ahora se ha llevado, es evidentemente un fracaso. La única manera en que el gobierno del
pueblo sea efectivo, es llevando las consideraciones antes expuestas.

Somos conscientes de que los seres humanos tienen dificultades para ponerse de acuerdo.
Todos tienen fines similares, sin embargo los matices son muchos. Es por eso que el acuerdo
Franco Ordaz Fernando Filosofía Política II
03/11/2014 Prof. Gabriel Falcón Morales
entre millones, no es factible. Se necesitaría que hubiese comunidades lo suficientemente
pequeñas como para que todas las voces, sin dejar ninguna afuera, sea escuchada.

Ahora, intentar sacar a nuestro país de su gigantesca conformación resulta poco aplicable.
Podría decir que esta idea se queda en eso. Me basta con ver mi ciudad, su configuración y su
ritmo para saber lo terriblemente difícil que es desmasificarla. ¿Cómo deshacer una quimera
que lleva tantos años de estarse conformando? La adaptación está hecha. Tendría que a ver un
esfuerzo inmenso como para abandonar lo tenido. Y no es sólo un cambio ánimo. Se
necesitaría quitarles la vida a los ciudadanos. Una reconformación de sus quehaceres diarios.
Habría que deshacer incluso la distribución geográfica.

El problema burocrático es el mismo en casi todas las conformaciones del grueso político. Son
sus valores los que mantienen en ese estado la burocracia. Ambición, podríamos decir. Los
intereses privados de aquellos que ostentan el poder y que han dominado ese terreno. La
solución es una, que esos intereses se vuelvan “democráticos”, comunales. Que el grueso
político gobierne para el pueblo y no al pueblo. ¿Pero cómo hacer esto? Un cambio de
mentalidad. Quizá la educación pudiera traer esta mentalidad. Es el mismo deseo de
conquistar radical lo que traería el cambio. No obstante, por un vistazo histórico y por hechos
presentes esto posibilidad se ve… Muy lejana.

En cuanto a la tecnocracia es difícil zafarse de ella. Indudablemente ya tiene mucho terreno


ganado. Veo complicado deshacerse de ésta. Grandes áreas de especialización se han
formado. Incluso la política se ha tornado elitista. El cambio de mentalidad sería la solución.
Volver incluyente la política, por ejemplo, sería la demostración perfecta de que hay un
cambio. Sin embargo, tendríamos que apelar a la educación. ¿Qué significa esto?

Hemos dicho que se necesita un cambio de mentalidad, sí. Cómo sucede esto es algo difícil de
decir. Es quizá todo lo que se necesite. Pero habría que preguntarnos. ¿Qué se va a dar
primero, el cambio de mentalidad y posteriormente el proyecto de educación? Es decir, ¿cómo
se inicia y cómo se tiene que organizar? Como un movimiento tanto accionario como
ideológico, se necesita de armar un proyecto eficaz de información. Una “evangelización”
parecería lo que se requiere. Uso ese término debido a que la sociedad está demasiado sumida
en una forma de pensamiento, se encuentra tanto aterrada como estigmatizada.

Pareciese que la única forma de iniciar es con la tecnocracia. El grupo de especialistas en


política que inicien un proyecto de democracia radical. Que inicien con la inclusión del pueblo
a los asuntos públicos. Es una capacitación de una nación entera. He aquí otro problema.
Somos demasiados y tan pocos aquellos que intentaría el cambio. Tal parecería que al principio
sí se necesita una explosión de ánimo de unos cuantos. Que se organicen e inicien con la nueva
enseñanza. Hay mucho pueblo dispuesto, han vivido, en estos años recientes, mucho como
para unirse al cambio.

Pero incluso con la disposición de algunos grupos de la sociedad resulta una visión a largo
plazo. Hay una idealización que mueve esas ganas de lograr esta buena democracia, misma
que refleja la complejidad y lejanía de alcanzarla. Muchos años faltarían para lograrlo, pero
todo inicia, y me uno a Villoro en ello, con un primer paso.
Franco Ordaz Fernando Filosofía Política II
03/11/2014 Prof. Gabriel Falcón Morales

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