La vida digital existe. La palabra “alimentar” nuestras redes sociales no está demás.
Hace años que el mundo se despliega en varias versiones paralelas, como si de
alguna manera, todo se diera en dimensiones, a veces extrañas, pero también muy amables. Cuando estamos lejos de la familia y amigos porque salimos de viaje o porque simplemente vivimos en otros espacios, nuestra existencia virtual se nutre para que la distancia no nos mate de hambre. En otras circunstancias, en cambio, vivir y crear contenidos digitales tiene que ver con compartir nuestros días. ¿Dónde está el límite? ¿Cómo se maneja la privacidad y esos contextos que en ciertas ocasiones nos da la gana conocer y otras no? Hacer amigos o mantener a nuestras amistades y relaciones íntimas en modo digital: cuenta. Diríamos que mucho. Al fin y al cabo, vivir en simultáneo tiene su parte feliz. ¿Quién nos quita el placer de darnos un paseo por la pantalla de nuestros días allí en la red? En definitiva, tener una vida digital se relaciona con no morir o, mejor dicho, con vivir un poco más.
U"Deben Ser Los Gorilas, Deben Ser" o La Actitud Dividida de Argentina Frente A La Libertad Versus La Solidaridad Constante de La Unión Universitaria Latinoamericana