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Hace unos años decidí partir de mi hogar, con el propósito de hacer realidad los

sueños y metas que me he propuesto cumplir durante mi estadía en este planeta


llamado tierra; en este tiempo he visitado varias ciudades y provincias, por
supuesto todas muy hermosas y particulares.

Sin embargo, tengo la manía de elegir un sólo lugar que a mi percepción es el


más hermoso, de los tantos que uno podría concurrir, recuerdo que en la ciudad
de Villavicencio opté por la fuente de la grama, la cual era de muchos colores
representando el hermoso rio Caño Cristales.

Actualmente resido en la ciudad de Bogotá, la impresión que tengo de esta ciudad


es: “una gran jungla de cemento”, con esto no afirmo que no haya lugares
maravillosos, sino que las obligaciones estudiantiles, las horas que debo dedicar a
contestar llamadas para domicilios de pizza y el engorroso medio de transporte no
me permiten tener tiempo para, en primer lugar, conocerlos y mucho menos para
frecuentarlos.

No obstante, hace unos meses me sorprendí observando noche tras noche desde
un onceavo piso, a primera vista un hermoso castillo de una arquitectura exquisita,
que me traslada sin duda a una época donde se respira y se vive el romanticismo,
aquella época en donde la sumisión de la mujer se disfrazaba con los cuentos de
hadas y castillos.

Al tener, el privilegio de admirarlo desde una vista elevada y la mayoría de veces


entre el atardecer y la noche, puedo apreciar que este fascinante castillo
predomina con majestuosidad, por sus vitrales policromados de origen alemán, la
torre cuadrangular que remata la fachada, las torrecillas, los arcos de ojiva de las
puertas y la ornamentación de las cornisas; en la parte inferior de la plaza
Lourdes, Plaza que lo antecede de manera esplendida, pues sus catorce farolas
de una luz amarilla intensa, bien distribuidas en el perímetro, sus ocho árboles,
cuatro de ellos ubicados en el lateral izquierdo y los otros en el lateral derecho,
ocho sillas en madera estilo inglés debajo de cada árbol, hacen de este un lugar
mágico, que transporta a tiempos pasados tal vez no los mejores, pero si
sustancialmente diferentes al actual.

También, puedo observar que es una zona donde se desarrollan eventos públicos
y actividades mercantiles, pues plazoleta sin vendedores o mercaderes no es
plazoleta, allí permanecen durante el día los tres o cuatro embola zapatos,
artistas empíricos, vendedores de minutos, helados, confitería, mangos y uno que
otro hippie. Además es concurrido masivamente en las llamadas horas picos por
transeúntes que evitan el exorbitante número de autos y prefieren cruzar en
medio de la plaza, algunos van en parejas manifestando su amor por medio de la
unión de sus manos, otros en grupo de tres o cuatro jóvenes uniformados por
cierto, algunas mujeres y hombres adultos caminan solos, con paquetes y con un
afán de llegar, a dónde, no lo sé, otros, un tanto más jóvenes, que están a la
espera de algún amigo o familiar, usan como asiento los pocos escalones que
están a la entrada del castillo el cual está encerrado en rejas, las cuales dan la
impresión de que es un lugar privado, ¡ah! y no puede faltar en este panorama las
copiosas palomas que en el crepúsculo comienzan a retirarse en manadas.

No suelo tener patrones o características estrictas para elegir mi lugar preferido de


la ciudad, se puede decir que la forma de escogerlo es arbitraria y por las
circunstancias, es decir porque puedo admirarlo seis veces a la semana, pues mi
sitio de trabajo es el onceavo piso. He decidido que la plaza Lourdes junto con su
castillo, que en realidad es una iglesia católica que fue construida en el año 1875,
será hasta nueva orden (oportunidad de conocer otros lugares), el recinto en el
que me refugiaré de todos los ataques continuos que el sistema hace para
mercantilizar la vida, el arte, la cultura y las tradiciones, claro está es su estructura
magnifica la que despierta mi amor por el arte, lo que se realiza a dentro,
francamente, no es de mi interés.

Es necesario, iniciar la historia diciendo cual hubiese podido ser su contenido,


estaba en una disyuntiva si la inventaba o mejor la recreaba a partir de conversar
con uno de los tres embola zapatos que permanecen allí en la Plaza Lourdes, ya
que, podría asegurar que hablar con uno de ellos daría como resultado una
historia interesante.

Sin embargo, la falta de un soporte de credibilidad y de mi reducida imaginación,


son elementos que indujeron a descartar rápidamente la primera opción. Una
tarde como de costumbre camino hacia mi trabajo, con un poco menos de una
hora antes de iniciar las tediosas llamadas de solicitud de pizza, meditaba en cuál
sería la forma ideal de entablar conversación con uno de los embola zapatos, se
atravesaron ideas como: embolar mis botas, presentarme como estudiante
universitaria y explicarle que debía hacer un escrito para mi clase de compresión y
producción de textos o simplemente hacerle preguntas sobre la historia que
aguarda el castillo, o, bueno aquella iglesia.

Al llegar no había decidido qué haría para poder platicar con uno de los tres,
avance despacio en medio de la plaza, como si fuese asistir a la célebre
eucaristía, me llamó la atención un grupo de personas sentados al costado
izquierdo en los escalones a la entrada del castillo-iglesia, puesto que, no suelen
estar como se diría en Colombia –arrejuntados-, por lo general están dispersos,
solitarios y, en algunas ocasiones en tríos o parejas.
No tarde mucho en conocer el motivo por el cual se encontraba reunido un grupo
de personas tan heterogéneo (bebes, niños, jóvenes, ancianos, adultos, hombres
mujeres habitante de la calle), pues, para mi grata sorpresa un hombre, de
contextura delgada, estaba dando la bienvenida al espacio de cuentería y
comedia, que por cierto me encanta; por tal motivo, descarté la segunda opción y
decidí tomar asiento en la zona delimitada por el cuentero como las graderías. Aun
cuando estaba muy emocionada por ser espectadora de este evento, que me
apasiona de una manera única, debido a que se entretejen risas un tanto burlonas
y saludables, reflexión y critica de posturas políticas, religiosas y sociales, el reloj
se convertía en mi verdugo el cual me recordaba que antes de las 6:30 pm
debería estar poniendo mi huella en una aparato un tanto extraño, para que una
computadora registrara la hora de inicio de la abrumadora labor.

A pesar del poco tiempo que dedicaría a escuchar el repertorio de los cuenteros,
decidí disfrutarlo al máximo, durante mi conflicto interno en cuanto el tiempo
disponible, el cuentero todavía seguía en su extendida y particular bienvenida a
cada sujeto que se acercaba, me desconecte del transcurso de los segundos y
minutos porque se aproximaba un chico de cabello muy largo, creo que era a la
medida de las caderas, y el cuentero le dijo: ¡hey tú, metalero con ese entusiasmo
que no te caracteriza acércate más, tenemos un puesto reservado para ti, en
V.I.P! - ¡me imagino este man cantando metal, debe ser una mezcla de emo-
metal!- las carcajadas no se dieron a esperar y cada vez aumentaban en tono y
cantidad, me asombró la imaginación y creatividad del cuentero, dado que, es
como si tuviera un detonador que le permite con tan solo visualizar a su próximo
blanco de burlas crear un acumulado de ridiculeces, pues se acercaba un hombre
rastafari y lo hizo sentar a lado de una mujer y le dijo a ella: -tranquila que los
piojos no son terratenientes, les basta con los 50 metros de estropajo tejido-

El cuentero después de hacernos reír tanto con sus ocurrencias, presentó a sus
dos compañeros los cuales eran un santandereano y un santafereño, y dijo: -
hagan de cuenta que es una mezcla de ajiaco con culonas-, muchos se quedaron
callados, por lo cual él expresó “-quien lo entendió lo entendió-” y como soy
santandereana, por supuesto lo entendí, aunque, al poco tiempo me arrepentí de
haberlo expresado, pues me preguntó si los santandereanos somos gente arrecha
y le afirme de inmediato, de lo que pronto me arrepentí, porque se me olvidó que
en el contexto Bogotano, tiene un singular significado que me puso en ridículo,
pero bueno, he aprendido que si te ríes, o bueno, simulas que te ríes, el incómodo
momento se hace más amable.

Seguidamente inicio, el repertorio de LOS IN TALENTO, es un dúo de comedia


musical. Imaginariamente entro al escenario el santafereño, quien nos saludó con
dos sugerencias, primero no se acepta el consumo de alcohol, drogas o cualquier
sustancia que los haga volar y, segundo, que si se llegan a herir creencias
religiosas, políticas, culturales, sociales, preferencias y gustos, pues cagada.
Continuo con la presentación de su compañero, señalando que los
santandereanos tienen la manía, que, para hablar mueven excesivamente sus
manos, tanto así que en el Titanic solo se salvaron dos santandereanos, los
cuales llegaron a cuba y (el cuentero imitó el acento inconfundible cubano) Fidel
les pregunto: -cómo llegaron hasta aquí- y ellos respondieron: -hablando-
(manoteando con sus manos), tal vez es muy complejo enunciar en palabras las
risas, los gestos, los comentarios que allí se expresaban, lo que puedo decir es
que el momento se disfrutaba al máximo por los espectadores.

La presentación de LOS IN TALENTO, la denomino como uno de los mejores


espectáculos que he presenciado en ésta ciudad, quién pensaría que no sólo se
necesita ir al Chorro de Quevedo, para disfrutar del humor de tan versados
cuenteros, puesto que, la función consistió en hacer una crítica al Reggaetón,
iniciaron con los tres elementos que se necesita para hacer reproducciones de
éste género musical, los cuales son: Base rítmica, ser mediocre y tener retardo
mental, y cantaron Tremenda Sata, canción de arcángel dramatizando esos tres
elementos, me provocó un ataque de risa que por poco me ahogo, también, le
hicieron la apreciación a los artistas que en su discurso aluden a la conservación
de la cultura y cantan en inglés teniendo 40 lenguas autóctonas.

Las preferencias musicales de la infancia también fueron blanco de críticas por


parte de los comediantes, pues decían: A los niños ya no les gusta las rondas
musicales, ellos solo repiten como retrasados mentales – contra la pared ehh…
Contra la pared - para que a un niño le guste la canción infantil, el pájaro
carpintero, es necesario hacerla en versión reggaetón, - El pájaro carpintero se
puso a martillar haciéndole un agujero a un gordísimo Peral, el cual le contesto: -
martilla… martilla... ohohoh si martilla- a mi juicio la escena fue tan grotesca, de
ahí que, no logró transmitir la situación real de una infancia devastada por el
Reggaetón y muchos otros géneros musicales.

Finalmente, mi reloj marcaba las 6:40 pm, por lo cual, me comunicaba que una
vez más llegaría tarde a mi trabajo, me apresuré a ponerme en marcha para
dirigirme al onceavo piso del edifico que está al frente; al mismo tiempo, el
santafereño, indicaba que se haría una pausa para que los buenos ciudadanos
aportaran algún billete de cualquier denominación, con la condición que fuera en
pesos colombianos, al escucharlo en primer momento elegí retirarme rápido
justificándome que no estaría para ver el final, avance unos pasos y escuche que
decía: -Nosotros hemos estado hace dos horas organizando la zona y más de un
mes practicando para poder brindarles un espacio donde salgan de sus rutinas y
además pregunto ¿Cuánto cuesta la entrada al teatro para disfrutar de estas
presentaciones?

Por tal motivo reflexioné y decidí antes de abandonar el lugar acercarme a los
cuenteros y darles el único billete de dos mil que tenía en mi bolsillo, lo
agradecieron de tal manera que lo último que escuché de ellos fue: -Iniciamos con
dos mil pesos, quien quiere ser igual de ciudadano a esa señorita-, asimismo,
cuando caminaba de espaldas a ellos, me gritaron – No va esperar el final – sin
voltear con el brazo les señale que no, en seguida emprendí la carrera para llegar
en el menor tiempo posible al trabajo, al cabo de ocho minutos estaba sentada
frente a un computador recibiendo las llamadas de domicilios de pizza, ese día la
jornada fue más amena, pues aún recordaba las ocurrencias de aquellos buenos
comediantes- musicales.

El presente escrito, pretende dar respuesta al siguiente interrogante: ¿Qué ideas


se pueden deducir del comportamiento de la gente en la Plaza Lourdes?

En consecuencia, es necesario aclarar que la difícil tarea a desarrollar se realizará


desde la subjetividad, puesto que, es esa la característica fundamental en el arte
de interpretar, el cual exige expresar de un modo personal la realidad.

De tal manera que, inicio afirmando que de los numerosos sujetos que a diario
permanecen o transitan la Plaza Lourdes, son pocos los que contemplan la
majestuosa iglesia que se encuentra en su parte inferior, puesto que,
deplorablemente en Colombia no existe una cultura de amor por el arte, a pesar
de que nuestra educación es totalmente euro centrista, en la cual el arte se
percibe como una de las máximas expresiones del hombre, por ende la espléndida
edificación categorizada como una de las más bellas obras del arte arquitectónico
con que cuenta Bogotá, pasa desapercibida por los transeúntes.

Además, el hecho de ser una iglesia católica, símbolo de la inquisición, contribuye


en gran medida a la subvaloración que se ha generado con respecto a ella, ya
que, estamos asistiendo a la era del escepticismo religioso de la juventud, así
mismo es una época donde se respira rebelión contra todo aquello que domine y
oprima al ser humano.

No obstante, aún perduran “los católicos, romanos, apostólicos” que se apresuran


a celebrar la eucaristía, para ellos debe tener un significado místico aquella iglesia
erigida por solicitud del arzobispo Vicente Arbeláez, quien afirmaba: “que una de
las tareas y deberes del cristiano es someter su razón a su creencia”, tal vez por
eso, niegan que la sociedad es dinámica y hace décadas abandonó el
teocentrismo.

Por otra parte, están allí mujeres y hombres colombianos, que salen a luchar
contra las adversidades de un modelo de vida mezquino, impuesto por el
mercado y sus grandes elites, tienen como arma letal para superar el hambre y el
frio, un indescriptible buen ánimo y alegría, por lo tanto, es insensato descalificar
sus diferentes labores, entre las cuales se destacan: vendedoras ambulantes y
embola zapatos, de tal manera que, la Plaza Lourdes, lejos de ser un centro de
adoración de imágenes, es un lugar donde se entretejen sueños, esperanzas,
propósitos y se construye la bella utopía de un mundo mejor, en el que
prevalezcan la compasión, la felicidad, la belleza y la solidaridad.

Finalmente, La plazoleta junto con la bella estructura que se impone allí, significan
para mí un lugar de reflexión, debido a que, desde un onceavo piso la observo y
medito en las varias décadas que separa la edificación de la iglesia con las
construcciones contemporáneas; sin embargo, nada ha cambiado en el trascurso
del tiempo, en cuanto, a las relaciones humanas de una sociedad cada vez más
deshumanizada, por tal motivo, es el símbolo del encuentro de dos generaciones
que han conducido a la sociedad al suicidio, una es la generación dogmática-
conservadora- y la otra, es la consumidora – salvaje-, no obstante, se agudizan las
contradicciones del choque entre estas formas de concebir la vida, y en
consecuencia, surge la esperanza de construir un nueva sociedad.

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