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Pontificia Universidad Javeriana

Semillero de Investigación “Contrapunto”


Miércoles 20 de marzo de 2019
Sesión 2
Por: Valentina Siauchó y Carlos Palacio Páez

Dialéctica, genealogía, ensayo literario y fragmentación.


Relatoría de los “Escritos preparatorios” a El nacimiento de la tragedia,
de Friedrich Nietzsche.

No deja de ser interesante, en la lectura de los “Escritos preparatorios” a El nacimiento


de la tragedia en el espíritu de la música (1872) de Friedrich Nietzsche (1844-1900),
que el motivo principal de su investigación histórica sobre la antigua Grecia y su arte
esté determinado por un conflicto de su contemporaneidad: el de los problemas que
presenta para su contexto el arte dramático, la ópera, a la que denuncia de ser “una
caricatura del drama musical antiguo” y que ha surgido por “ una imitación simiesca
directa de la Antigüedad” (Nietzsche 206).

De entrada, ese planteamiento nos demora en dos consideraciones: por una


parte, y en primer orden, esta tensión dialéctica entre Antigüedad y Modernidad se
propone como eje central que justifica la investigación histórica. Es decir, en un sentido
general, el interés por el mundo clásico surge a partir de una necesidad de explicar y
argumentar un punto de vista, de lo que se deriva toda una suerte de posibles
consideraciones que podemos hacer sobre la pertinencia de un estudio de la época
clásica a la luz de los debates contemporáneos y, en últimas, del sentido general de la
investigación filosófica y literaria, tema de vital importancia para el Semillero que nos
ocupa.

Así mismo, la herramienta de un discurso dialéctico no sólo está presente en la


dicotomía Antiguo-Moderno, sino que expresa en muchos otros asuntos las tensiones
recurrentes que permiten analizar el problema del arte, la tragedia y la música en toda
su complejidad: ejemplos de estas construcciones dialécticas son las contraposiciones

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entre lo Apolíneo y lo Dionisiaco (siendo esta la central en su tercer escrito); lo
consciente y los inconsciente en la génesis del arte; la evolución “natural” de las artes y
la adjudicación de formas por vía docta; la dialéctica socrática (filosófica) y el discurso
mítico-poético; el “pathos” y el “drama”; y, también, la interesante triada del drama
musical, la tragedia y la comedia ática nueva, que constituye un caso especial de
contraposición.

Por otro lado, y como segunda consideración, la implicación de darle a la ópera


un juicio de “caricatura” debe ser la de su justificación. Y es la búsqueda de esta
justificación sobre el carácter caricaturesco de la ópera moderna lo que lleva a
Nietzsche a su investigación de carácter “genealógico”, que vendrá a ser determinante
en su obra posterior Genealogía de la moral (1887), y que consiste, grosso modo, en
una investigación de carácter histórico, que no va en busca de un origen, sino que “busca
en el comienzo histórico la singularidad del acontecimiento, ajeno a toda finalidad, su
surgir y resurgir discontinuo en diferentes momentos y escenarios, su irrupción
desordenada y azarosa” (Martínez-Novillo 111).

Sobre este “modo de proceder” nietzscheano hacia el pasado, que nosotros


damos como de un “carácter genealógico”, Diego Sánchez Meca señala:

por ‘vuelta a los griegos’ habría que entender un trabajo de revisión y de


reactualización (Vergegenwärtigung) capaz de sobreponerse al olvido de lo trágico que
no es algo accidental, es decir, que no es debido a ignorancia ni a descuido, sino a algo
constitutivo de y consustancial a lo más propio y esencial de la modernidad (como
señaló más tarde el pensamiento de Heidegger) (27-28).

El conflicto moderno, presente en Nietzsche en lo que Sánchez Meca reconoce


como “la causa Wagner”, y que consiste en “la búsqueda de las condiciones de una nueva
cultura artística en el marco de las nuevas circunstancias creadas por el avasallador
advenimiento del capitalismo, el mercantilismo y las ideologías igualitarias” (26-27), es
el motivador principal de su investigación, que comprende inicialmente las
conferencias: “El drama musical griego” y “Sócrates y la tragedia”, pronunciadas en
enero y febrero de 1870 en Basilea; y el trabajo escrito en el verano del mismo año: “La

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visión dionisiaca del mundo”. Textos que servirán como, justamente, preparación de lo
que luego será su obra El nacimiento de la tragedia.

A grandes rasgos, podríamos considerar el contenido de los escritos de la


siguiente manera: En “El drama musical griego”, Nietzsche plantea la visión de un
drama musical total y unitario, en contraposición con, primero, el arte moderno
representado en la ópera, y, segundo, a la idea de arte dramático que se tiene de la
antigüedad, definiéndolo como

ese ropaje libre: todo lo no-libre, todo lo aislado de cada una de las artes queda
superado con él; en su común festividad sacrificial se cantan himnos a la belleza y a la
vez a la audacia. Sujeción y, sin embargo, gracia, pluralidad y, sin embargo, una sola obra
de arte- eso es el drama musical antiguo (223).

A esta idea de arte contrapone, pues, un arte moderno que está fragmentado, en
el sentido en que la unión de dos o más artes no está vista del mejor modo, pues para
Nietzsche: “nosotros, que nos hemos criado bajo el influjo de la grosería artística
moderna, bajo el asilamiento de las artes, apenas somos ya capaces de disfrutar juntos
el texto y la música” (221). Y es este punto, para Sánchez Meca, determinante para la
propuesta nietzscheana, pues “el principal recurso estético de la tragedia griega como
totalidad artística era el modo en que la música completaba la poesía y la intensificaba
para despertar el sentimiento en los espectadores” (40).

De este modo, a la consideración de un “pathos” que identificaba al espectador


con los hechos en la escena, se opone, en lo que va a denominar Nietzsche una
decadencia del drama musical y la futura aparición de la comedia, el “drama”, motivado
por una centralidad en el elemento dialéctico, introducido por el socratismo y
Eurípides. En el segundo escrito, “Sócrates y la tragedia”, Nietzsche comienza su
seguimiento por la obra de Eurípides, Esquilo y Sófocles, e integra al análisis, el
socratismo que será el primer elemento que el filósofo resaltará como detonante del
declive del género trágico. “La tragedia pereció a causa de una dialéctica y una ética
optimistas”, insertada por el socratismo, “esto equivale a decir: el drama musical
pereció a causa de una falta de música” (242).

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Así, por último, en el texto “La visión dionisiaca del mundo”, a partir de las
figuras de Apolo y Dionisio, se plantea la contraposición central entre dos modos de
concebir tanto el mundo, como la creación dramática. Tomando la desmesura en la
música, lo terrenal, lo sensual, como características de un mundo dionisiaco y lo
armónico, elevado y divino, como las de un mundo apolíneo. Identificándolas con la
contraposición antes expresada: entre un racionalismo dialectico y una expresividad
poética.

Serán fundamentales en la fundación de la tragedia la participación del gesto y


el sonido, la preponderancia de cualquiera de ella será definitorio para la existencia del
lenguaje, y la convivencia de ambos hará de la tragedia algo vivo:

Repartida entre ambos mundos, también la poesía alcanza una esfera nueva: a
la vez sensibilidad de la imagen, como en la epopeya, y embriaguez sentimental del
sonido, como en la lírica. Para aprehender este desencadenamiento global de todas las
fuerzas simbólicas se precisa la misma intensificación del ser que creó ese
desencadenamiento: el servidor ditirámbico de Dionisio es comprendido únicamente
por sus iguales (272).

A modo de cierre, quisiéramos proponer un par de puntos que consideramos


centrales para la investigación de nuestro Semillero, y que tienen que ver con la
consideración literaria de Nietzsche.

En primer lugar, nos parece adecuado llevar una reflexión en torno al manejo
discursivo que Nietzsche realiza en estos “Escritos preparatorios”: aunque se entiende
el contexto de “conferencia” de los primeros dos textos, se nos hace determinante el uso
de la argumentación inductiva, dejando la tesis-conclusión para el final de cada texto y,
construyendo, así, a la medida que escribe el andamiaje argumentativo en el que reposa
su propuesta central. Sobre este respecto, también habría que añadir cómo en este
contexto la investigación histórica toma un enfoque de “narración”, permitiéndose el
uso de ciertas licencias, que podrían incluso caer en la ficcionalización, pues se abstiene
de poner referencias en muchos de los comentarios con datos que podrían ser
comprobables.

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En ese sentido, se nos abre otra de las cuestiones que nos propone el texto y es
la tensión presente en Nietzsche con la sistematicidad de una propuesta filosófica, tipo
Kant o Hegel, que asumiría un compromiso mayor con las relaciones intertextuales, de
fuentes y de cohesión, coherencia y orden del discurso. Los tres escritos preparatorios
comparten, en resumen, a este punto, una conexión temática, mas no estructural.
Representan, entonces, diversos enfoques de un mismo problema, haciendo énfasis y
proponiendo matices particulares, pero, en ningún momento (y eso es quizá más
cercano al ensayo literario como género) pretendiendo una exactitud científica, ni una
totalización sistemática.

A falta de tiempo y espacio, son consideraciones que podrían explorarse en


futuras investigaciones, ligándola a la teoría del ensayo y la escritura fragmentaria,
desarrollada por autores como Theodor Adorno, Georg Lukács, Maurice Blanchot y, más
cercano al caso colombiano y a nuestro tiempo, el profesor Efrén Giraldo.

Referencias:

-Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. Madrid:


Alianza, 2009. Impreso.

-Sánchez Meca, Diego. El itinerario intelectual de Nietzsche. Madrid: Tecnos, 2018.


Impreso.

-Martínez-Novillo, Javier. “Genealogía y discurso. De Nietzsche a Foucault”. Nómadas.


Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Ene. -Jun. 2010:105-119. Web:
https://webs.ucm.es/info/nomadas/26/javierrujas.pdf

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