Eduardo Mariscal Bruner ¿Y ahora qué? México ante el 2018 Desde hace más de dos siglos, cuando México se proclamó como una nación independiente, el país ha estado en constantes transformaciones sociales y políticas, en un principio para consolidar el sistema y esquema político que se iba a adoptar, en otros momentos por medio de la implementación y cambios institucionales, posteriormente la creación de nuevas reformas, constituciones e incluso una revolución social han formado parte de esta transición o transformación. Sin embargo, en cuanto a avances, éstos no se han consolidado como quisiéramos y es que como menciona Hector Camín, “México ha soñado de más y conseguido de menos”. La historia del mexicano parece estar encadenada a un ciclo perpetuo, un ciclo propiciado por la ingenuidad y la poca exigencia, tal vez también por el conformismo, en donde cada 6 años llega gente nueva, aunque no con ideas nuevas ni revolucionarias y sucede lo mismo, nos ilusionamos y creemos que en esta ocasión sí habrá un cambio, que las cosas mejorarán, que éste sí es el bueno y nos llevará al lugar prometido y anhelado desde hace muchas generaciones. No es casualidad que esta historia sea la misma cada periodo presidencial, e incluso no es casualidad que nos sucede prácticamente lo mismo en el futbol. Cada 4 años antes de que inicie el mundial de futbol, nos pasamos meses soñando en que este mundial sí llegaremos al quinto partido, que la selección de fútbol mexicana cuenta con la mejor generación de futbolistas, que ya contamos con muchos jugadores en ligas europeas y jugando al máximo nivel, que contamos con un entrenador único en su clase y con metodologías extraordinarias que harán que la selección no sólo llegue al deseado quinto partido, sino que está para jugar la final. Pasan los primeros años de gobierno y la sensación es alentadora, se siente el cambio y el panorama luce prometedor. Lo mismo pasa con la selección de fútbol, etapa de grupos, le ganamos a Alemania, se venía diciendo, esta vez sí es la buena. Pasan los años y llegamos al quinto año de gobierno, al igual que al cuarto partido en los octavos de final. Perdemos, eliminados nuevamente por un grande, adiós al sueño otra vez, a esperar 4 años más. En la política, es el nuevo presidente de los Estados Unidos quien supuestamente es el que nos impidió crecer. En fin, en ambos panoramas, la historia es exactamente la misma, diferentes personajes, historias paralelas, pero al final, la historia se vuelve a repetir. Cuánta desilusión, se volvió a perder el tiempo, se dejaron ir buenas oportunidades de hacer el cambio, seguimos en el mismo punto que hace tantos años, se ha dejado de crecer, es evidente que el país está estancado. La pregunta importante que todos los mexicanos y políticos se hacen es, ¿por qué seguimos en el mismo punto, si se ha tratado de imitar sistemas y políticas de éxito de otros países más desarrollados? ¿Por qué aquí no funcionó? Fácil, la ineficiencia de los gobiernos, de nuestros políticos y funcionarios públicos, pero también de los ciudadanos y nuestra poca opinión pública en donde no exigimos con la suficiente fuerza o presión. No sabemos aprovechar nuestros recursos, ni mucho menos, saberlos invertir. Nuestros gobernantes si han logrado crecer, si han sabido generar riquezas, han logrado aprovechar los recursos, lo triste es que no lo han aprovechado para el bien del país, sino para su propio beneficio. Este es uno de los problemas principales que aquejan a México, sin embargo existen otros problemas más como la corrupción que tan comúnmente se presenta en todos los niveles de la sociedad, desde el individual hasta el colectivo, desde el empresarial o privado hasta el gubernamental o público, la debilidad en el estado de derecho, la gobernabilidad y la democracia, los altos niveles de inseguridad en el país, los contrastes entre la prosperidad y la desigualdad, el estado de bienestar y la postura de México frente al mundo. A pesar de la gravedad de los problemas, existen remedios y soluciones para poder encaminar al país hacia la prosperidad y productividad. Todos estos temas los desarrollaremos a lo largo de este ensayo. Empezando por la corrupción, me atrevo a decir que todos los mexicanos hemos sido víctimas de alguna situación de corrupción, o peor aún, hemos sido involucrados o partícipes de una acción de este tipo. Tristemente es una característica negativa muy arraigada en nuestra sociedad. Todos la identificamos, todos estamos conscientes de ella y todos sabemos que existe, sin embargo, como sociedad, no hemos hecho mucho por combatirla o erradicarla. La corrupción ocurre en todos los niveles y sistemas de la sociedad, pero los casos más sonados se han dado en el gobierno, entre los funcionarios públicos, quienes se aprovechan de su posición para beneficiarse personalmente y hacer acuerdos y negocios por debajo de la mesa. Esta situación la describe muy bien Amparo Casar, “El acceso al gobierno es una oportunidad de riquezas y privilegios ilimitados”. A nivel empresarial, la corrupción llega a estar presente internamente también, aunque la mayoría de los caso ocurren en los trámites que se tienen que realizar con las autoridades. En fin, la corrupción se ha vuelto sistémica, ya que se encuentra en todas partes, ya sea en el ámbito privado, como en el público. La corrupción se ha vuelto epidémica, debido a que para operar y funcionar, debe abarcar desde los niveles más altos de una organización, hasta los más bajos, en donde la certeza de que no serán castigados o sancionados es el mayor incentivo para nunca detenerla. Desafortunadamente ha logrado tanta expansión y auge en las organizaciones, sumado a la impunidad, que las denuncias son intrascendentes para su atención y prevención. Sus afectaciones al país y la sociedad abarcan desde la competencia y los precios, la calidad de los servicios, hasta la recaudación de impuestos limitada, siendo esta última la que más afecta a la nación. Pero la corrupción por supuesto que también se hace presente en temas electorales y en la confianza en las instituciones, además de temas de seguridad y de justicia. Trasladando el tema de la corrupción al Índice de Competitividad, México ocupa el lugar #105 en la categoría de instituciones, ubicándose entre los 20 países más corruptos del mundo, un mal estado de derecho, baja confianza en los servicios de seguridad, dando pocas garantías de seguridad a los ciudadanos. En cuanto a independencia judicial y la eficiencia del marco legal, México también tiene una muy baja puntuación. Para la libertad de prensa, derechos de propiedad, protección de propiedad intelectual, regulaciones de conflictos de interés, la calidad de administración de las tierras y en la gobernanza de los accionistas, prácticamente se encuentra dentro del promedio. Después de ver los resultados del análisis realizado por el World Economic Forum, ahora es comprensible entender los costos de la corrupción, los cuales según el libro “¿Y ahora qué? México ante el 2018” se estiman entre el 2% y 10% del PIB, es decir, entre 414 mi millones y 2 billones de pesos. Para terminar con el tema de la corrupción, y después de conocer las pérdidas económicas generadas por estas acciones, es preciso comprender que la corrupción es uno de los causantes principales de la desigualdad, ya que los impuestos pagados no se aplican correctamente a los fines adecuados, ni con la eficiencia que se requieren, por lo que la corrupción afecta a todos los ciudadanos, pero sobre todo a las personas que menos tienen y que más recursos públicos necesitan. Ahora, ¿qué relación tiene la debilidad de un estado de derecho con la corrupción? La respuesta es muy simple, un estado de derecho débil como el de México, no cuenta con instituciones e instancias jurídicas de credibilidad que puedan ejercer justicia de la forma correcta ante actos de corrupción. Es verdad que existe un marco legal o leyes que vayan en contra de actividades delictivas como la corrupción, pero sin instituciones que investiguen y apliquen todo el peso de la ley a quienes la quebrantan, la impunidad prevalecerá y las personas que lleven a cabo prácticas de corrupción seguirán siendo intocables. Detener las prácticas de corrupción parece una tarea muy difícil, muchos hacen alusión a las organizaciones gubernamentales con el monstruo hidra de la mitología griega, en donde cortas una cabeza y salen más, sin embargo de acuerdo a las soluciones propuestas por María Amparo Casar, esto no es tan difícil, pero si requiere de una reestructura fuerte en las instituciones y en la manera de operar, empezando por la aplicación de controles tecnológicos o digitales a todos los procesos para garantizar la transparencia, ya que entre más automatizados sean los procesos, más difícil será corromper estos niveles. Una solución paralela a ésta es evitar el uso de dinero en efectivo en procesos y trámites gubernamentales para evitar el desvío de fondos nacionales. La segunda solución propuesta es la de aplicar la muerte civil a las empresas o individuos públicos y civiles que hayan incurrido en actividades de corrupción. Por último, que las instituciones nacionales adopten y se sometan a normas y estándares internacionales. En temas de democracia y gobernabilidad, México tiene mucha historia sobre la manera en la que se ha gobernado a raíz de nuestra independencia. No se nos olvide que pasamos por un periodo largo de autoritarismo en la época del porfiriato, sin embargo después de esta etapa, la gobernabilidad en México se vio envuelta por el dominio o hegemonía de un solo partido, el PRI, quien no dejo el mandato presidencial hasta el año 2000 en donde por primera vez, un partido ajeno al PRI tomaba el mando, esto fue con Vicente Fox y el Partido Acción Nacional. En 2006 volvió a ganar el PAN, para 2012 fue nuevamente el PRI, quien regresó al poder después de 12 años, sin embargo todos estos años, sin cambios significativos, por lo que José Woldenberg menciona que debido a esto, cada vez hay una mayor fragmentación de partidos e ideologías políticas hasta llegar al año 2018, en donde uno de los fragmentos llegó al poder por medio de Andrés Manuel López Obrador con el partido Morena. En fin, todos estos cambios y transiciones democráticas se han gestado en base al malestar de los ciudadanos con sus políticos electos. Estos problemas políticos y de enojo, también se han presentado en otros países del mundo, específicamente en Sudamérica, en donde han ocurrido bastantes transformaciones políticas debido a la poca credibilidad en la democracia, consecuencia de que las simpatías autoritarias vengan creciendo de nuevo, lo cual es peligroso y el mejor caso para expresarlo es Venezuela. Sin embargo la desilusión y la desesperación por mejorar, nos ha llevado hasta este punto, ya que hoy más que nunca la desigualdad o el aumento en la brecha salarial es muy notoria. Existe una gran polarización en las clases sociales, lo que poco a poco ha ido generando resentimiento y enojo contra los que han aumentado sus riquezas, dando pie a nuevas formas de gobierno más rígidas y de izquierda. Enrique Provencio describe muy bien esta situación en el libro y menciona que lo que realmente se requiere en el fondo es un mejor gobierno, además de mejores y más eficientes políticas para el bien de la sociedad y que se puedan cumplir los derechos y necesidades de los diferentes estratos sociales y de esta manera se pueda lograr una mayor afección por la democracia. Un tema medular, que además esta muy relacionado con la corrupción y que es un grave causante de las políticas deficientes y por ende de una mayor desigualdad, es la compra de votos, ya que las prácticas de corrupción generan una cadena de favores de los candidatos con las personas que financiaron sus campañas y que resultan en asignaciones de contratos para negocios u obras públicas, desvío de recursos públicos para pagar las deudas de financiamiento de las campañas electorales o peor aún, impunidad para organismos del crimen organizado si es que ellos financiaron las campañas. Todo esto nos lleva a concluir que lo que tenemos es un mal gobierno, un gobierno ineficiente que no busca el bien de la sociedad, sino el bien personal y que por ende que los resultados de la política sean catastróficos. De acuerdo a lo que menciona Carlos Elizondo, “entre más recaude un gobierno, más Estado tendrá la sociedad… sin embargo, un Estado competente no es el que más recauda más, sino el que está compuesto por un conjunto de instituciones capaces de lograr gobernabilidad con un mínimo de represión y propiciar el crecimiento económico”. Si nuestro gobierno fuera competente, las leyes se cumplirían, se podrían ofrecer servicios públicos de calidad, los derechos de los ciudadanos estarían garantizados y el Estado gastaría bien, es decir que invertiría de manera eficiente los pocos o muchos recursos que genera el país, que en este caso por el tamaño de población que tiene México, son muchos. Esto lo pudimos apreciar en una comparativa con Suecia, en donde recaudaban mucho menos que México, sin embargo ellos han logrado aprovechar de mejor manera dichos recursos. Pero en México no tenemos un gobierno competente ni honorable, por lo que todo el dinero recaudado es devorado por los gobernantes de manera grotesca, mostrando que su necesidad de poder y de dinero es insaciable. Lo extraño aquí no es que roben, el problema es que roban en demasía y no hacen absolutamente nada. Elizondo lo describe muy bien, no porque haya altos niveles de corrupción, el gobierno debe ser ineficiente y hace una referencia muy buena a los años sesenta, en donde se dice que había mucha corrupción, pero nuestros políticos al menos se encargaban de trabajar el país de una mejor manera. A esto nos referimos con un estado incompetente. Uno de los puntos de mayor ineficiencia del sistema y que es uno de los aspectos que los ciudadanos se quejan más es el tema de la gran inseguridad que hay en el país. Probablemente estemos viviendo los tiempos de mayor violencia e inseguridad en la historia de México. Empezando por el narcotráfico, en donde una vez más uno de los principales problemas del auge del narcotráfico, es la complicidad que existe entre el gobierno y sus funcionarios públicos y los cárteles. Nuevamente el tema de la corrupción se hace presente, ya que debido a esta complicidad, las bandas criminales de la droga cuentan con impunidad y de cierta manera un permiso para producir, distribuir y continuar con sus operaciones del tráfico de narcóticos. Sin embargo esto se le ha salido de control al gobierno debido a la competencia y a las disputas territoriales y de rutas de distribución que han surgido entre diferentes cárteles, lo que ha dado como resultado una ola de violencia y crímenes. Primero por la persecución que existe entre el ejército y las bandas delictivas, en segundo por la guerra comercial que existe entre las bandas y en tercero porque dicha tensión comercial ha generado que las organizaciones criminales busquen nuevas formas de operar y de ganar dinero, abriendo paso a las extorciones, tráfico de personas, secuestros, asaltos y robos, derechos de piso y más. Toda esta persecución y guerra contra el narcotráfico ha cobrado la vida de miles de personas, muchas de ellas inocentes y ajenas al tema del narcotráfico, lo que hace que la situación de inseguridad en el país sea crítica, pero el gobierno no ha sido capaz de prevenir esta violencia. No ha sido capaz de tomar las medidas apropiadas para combatir el narcotráfico y los malos resultados de dichas prácticas y no ha sido capaz de invertir apropiadamente en medidas y sistemas en materia de seguridad, para principalmente, prevenir la violencia y después la procuración e impartición de justicia. Beatriz Magaloni ha identificado que la violencia en México está relacionada con la debilidad del Estado, con la corrupción y con la falta de un sistema legal efectivo, pero también menciona un punto que parece muy interesante. La violencia y la criminalidad no se relaciona directamente con la pobreza, ya que se ha identificado que los lugares con mayor violencia en el país son las ciudades más desarrolladas y urbanizadas, en donde se supone, hay un mejor nivel de bienestar e ingresos que en las zonas rurales. Pero entonces, ¿cuál es la verdadera razón de las elevadas tasas de violencia? La inequidad en la distribución de los ingresos, ya que esto genera barreras de exclusión social y que hacen que unirse a grupos criminales sea más atractivo. Lamentablemente, los más vulnerables a caer en organizaciones criminales son los jóvenes, sobre todo en aquellas zonas en donde hay menos servicios como el alumbrado o zonas recreativas como parques y desarrollos deportivos, en lugares donde casi no hay presencia policiaca y que por lo mismo abundan las pandillas, la droga y el alcohol. Después de analizar todos los mecanismos y medios que generan la violencia, las medidas más apropiadas para combatir este problema, son las propuestas por Magaloni, en donde propone que el gobierno debe invertir más en la creación de una fuerza policiaca profesional y que no tenga vínculos con organizaciones criminales, la creación de políticas de prevención que se enfoque principalmente en la atención de jóvenes propensos a incurrir en actividades delictivas, sobre todo en materia de educación y también en la inclusión de políticas sociales, de urbanismo y empleo que reduzcan la brecha y la desigualdad social, sobre todo en aquellas regiones en donde hay mayor presencia del crimen organizado. Como se puede observar, la desigualdad es uno de los causantes de la inseguridad, pero también es el componente principal de la inconformidad e insatisfacción de los ciudadanos. Es el resultado directo de la ineficiencia de nuestro gobierno, de la debilidad del estado de derecho y de las malas decisiones de inversión. Luis de la Calle menciona cómo México “invierte poco en sectores estratégicos de la economía”, es decir que asigna recursos en puntos donde no debería y no sólo eso, sino que también en la mayoría de las veces la calidad de lo adquirido es malo, el uso ineficiente de los recursos que tanto le hacen falta al país, pero sobre todo a la sociedad. Lo que le hace falta al país es mejorar el perfil de riesgos, lo que ayudaría mucho a atraer mayor inversión, mejorando así el desarrollo económico del país. Aquí la pregunta es ¿de qué manera se debe invertir? Bueno pues empecemos por aprovechar los beneficios geográficos del país para aprovechar al máximo sus recursos, empezando por el petróleo. Las inversiones también se deben concentrar en infraestructura y en educación. Hay una propuesta muy interesante e inteligente igualmente mencionada por De la Calle, en donde propone la elaboración de un presupuesto federal basado en el precio internacional del petróleo para que los ingresos obtenidos por encima de este precio, sean acumulados en un Fondo del Petróleo, para que de esta manera haya más dinero y recursos para invertir en infraestructura de calidad y que éste no sea a cuenta del gasto corriente. Algo que también es muy necesario es la creación de un nuevo y reformado sistema de Seguridad Social Universal que sea capaz de reducir la desigualdad y la pobreza e incrementar el crecimiento y desarrollo de las personas. El problema fundamental de la implementación de este sistema, no es la política alrededor de ésta, sino el cómo se financiará el programa. Fausto Hernández propone que este programa puede financiarse con impuestos al consumo, es decir el cobro del Impuesto al Valor Agregado para los alimentos y medicinas, excluyendo sólo los productos de la canasta básica. Una frase que describe muy bien la situación de la desigualdad en el país, es la mencionada por Gerardo Esquivel en donde menciona que crecer no es suficiente cuando los beneficios de ese crecimiento no se distribuyen de manera equitativa, el tema en el que se deberían de enfocar los gobiernos es el combatir la pobreza. Si no se cambia la manera en la que se distribuyen los recursos y los beneficios del crecimiento del país, será difícil que se pueda reducir la pobreza, por lo que se deben diseñar estrategias y programas de desarrollo por regiones, prestando una mayor atención a las zonas menos desarrolladas del país para hacerlas crecer. Uno de los principales problemas de México en materia económica, no es su estabilidad macroeconómica, la cual ha permanecido estable por muchos años, son los pocos empleos que se generan en el país y que son insuficientes para gran parte de la población. A los ciudadanos les es muy difícil encontrar trabajos estables que cubran todas sus necesidades, que ofrezcan proyección en el futuro y sobre todo que los protejan de los riesgos o situaciones de emergencia que puedan presentarse, es decir, seguridad social. Desafortunadamente en México, no se cuenta con un buen sistema de seguridad social. Es bien sabido que el seguro social en México es bastante ineficiente y también de muy mala calidad y por el tamaño de población que hay en el país, también es insuficiente. Esta situación es muy grave y el gobierno deberá plantearse la manera de mejorar este sistema y que se le pueda ofrecer a los ciudadanos tranquilidad, protección, servicios de salud, una buena pensión para la vejez o tal vez un seguro de desempleo también. Como antes lo mencionamos, Fausto Hernández propone aumentar los impuestos al consumo para recaudar de manera más eficiente y equitativa mayores recursos que se puedan invertir en un mejor sistema. Dentro del estado de bienestar hay un área muy importante que aparte representa las bases y fundamentos del crecimiento de una nación, al incrementar las posibilidades de crecimiento de los ciudadanos, esta es la educación. México merece tener un sistema de educación de calidad, la educación junto con la salud, son los pilares del bienestar de las personas, cubriendo estas necesidades y derechos básicos, todo puede empezar a mejor, incluso la reputación de la gobernabilidad. Lo vimos en el Índice de Competitividad del World Economic Forum, lo vemos en el libro y lo vemos día a día en nuestras vidas, los mexicanos no cuentan con las competencias básicas, no tienen buena comprensión, tienen muy mala escritura, no tienen la capacidad cognitiva para enfrentar y solucionar problemas, no cuentan con buenos fundamentos aritméticos y mucho menos se tiene una buena educación cívica. Esta última es la que más le urge a la sociedad, de la carencia de ésta, derivan muchos problemas como la inseguridad, el pensamiento crítico para saber elegir lo que nos conviene y en general tanto desempleo, ya que la población no cubre los requerimientos de las empresas. Es un tema serio, pero existen buenas propuestas para mejorar esta situación, ya sea creando un sistema de educación de mayor calidad, jornadas escolares de tiempo completo, la incorporación de actividades que mejores y estimulen las competencias de los estudiantes, además de mejorar los planes de estudio en la educación media y superior. Para terminar, es importante mencionar la participación de México en el mundo. En general, México no está tan mal posicionado desde el punto de vista de la competitividad de la nación. Sin embargo, todos los puntos anteriormente mencionados y en los cuales hay muchas críticas para el país, son precisamente porque se sabe que el país cuenta con el potencial y las capacidades para estar mejor posicionado y mejor desarrollado, para ser más competente y para contribuir más en el mundo. La tarea de nuestros gobernantes es liderarnos para poder llegar a ese punto de equilibrio social y económico, con oportunidades para todos, con servicios de calidad y que además seamos competentes para entrar en las prácticas económicas de los mejores países. En general, desarrollamos los puntos que se deben de mejorar para que México sea un país que se pueda desempeñar a su máximo potencial, cambiando varias esferas, niveles y estrategias del poder, de nuestros gobernantes y de nuestros organismos y sistemas, sin embargo, es preciso mencionar, que en el México de hoy, aunque nuestros políticos y funcionarios son los principales responsables de nuestro bajo desempeño y crecimiento económico, también somos nosotros los ciudadanos que no hemos hecho mucho por un cambio, así que la culpa, es de todos. Recientemente leímos una reflexión de Aristóteles Núñez, quien fue presidente del SAT, con la cual coincidimos ampliamente y que encaja perfectamente para concluir este ensayo. Los mexicanos hemos sido una sociedad que no hemos hecho mucho para tener un mejor futuro y un mejor gobierno, nos damos a la tarea de echarle la culpa al gobierno de todos nuestros problemas, cuando nosotros también somos responsables de la situación por la que estamos pasando. Para esto, es muy importante tratar de analizar y evaluar qué es lo que hemos hecho mal como sociedad que nos ha llevado hasta este punto. El mexicano ha crecido y se ha formado por generaciones en una cultura aspiracional y al mismo tiempo envuelto en una cultura del fracaso. Es profundamente doloroso, pero es la verdad. El éxito o la aspiración de salir delante de muchos mexicanos está fundada en el pensamiento mágico, en el evento fortuito o en la suerte, como lo puede ser la idea de sacarse la lotería o el Melate, recibir una herencia, encontrar un tesoro, robar sin ser descubierto o que alguien superior se lo dé. Son muy pocos los mexicanos que basan su éxito en desarrollar la capacidad individual y liderar un grupo, en construir y producir, en descubrir e inventar, en crecer y utilizar el conocimiento; en hacer la diferencia quitándose las ataduras del miedo o de los riesgos. La aspiración de éxito de muchos otros mexicanos, está motivada en alcanzar o detener al otro. Ven en el triunfador el techo o el límite de su aspiración, no lo ven como un trampolín. Se mueven por la envidia y no por la superación, ansían el éxito del otro sin asumir el esfuerzo propio. Esto nos hace pensar que el mexicano no está preparado para el éxito, hasta cierto punto le temen, navegan en el conformismo y la inercia de su habilidad. El boxeador, el futbolista, el cantante, los artistas, al no saber administrarse, pierden en poco tiempo su fortuna y terminan en la ruina. Otro tanto de mexicanos centra su aspiración o éxito en la acumulación de bienes materiales, lujos, viajes, buen salario. Pocos de ellos mantienen el equilibrio y desprecian cosas de mayor importancia como la familia, los amigos, la cultura, la lectura, la educación y la solidaridad. Con una mayoría social así, resulta fácil que vengan falsos profetas o mesías disfrazados de líderes o políticos a gobernar un país. El escenario es perfecto, sólo basta apuntar a la desesperación de algunos y la ignorancia de otros tantos para convencerlos y ganárselos. A menudo se nos olvida que gran parte de la sociedad mexicana, esa que algunos llaman “el pueblo”, elige, decide, actúa y vota con base a sentimientos y emociones. Donde no hay comida, oportunidades, empleos o satisfacción no cabe la racionalidad. Es ahí donde los políticos encuentran a sus presas y buscan convencerlos de que los entienden y que ellos sí harán diferencia y lograrán satisfacer sus necesidades. Muchos mexicanos alcanzarán una sensación de bienestar temporal basada en la lucha contra el poderoso, el rico, el exitoso, el diferente; otros en recibir algo con el menor esfuerzo. En tanto no hagamos un acto de conciencia como sociedad, será muy difícil conseguir el bienestar duradero, fundado en el crecimiento de los individuos, donde con libertad, cada uno emplee sus capacidades y en estas se base el éxito propio, innovando, descubriendo y no robando o esperando a que las cosas lleguen solitas. En el modelo democrático que nos rige, el voto del ignorante, del flojo o del subvencionado vale lo mismo que del empresario o intelectual más exitoso del país. Por lo tanto, si la sociedad es ignorante, ganará la ignorancia, si la sociedad es apática, ganara la apatía y lo impulsivo. Así como vamos, nos acercamos más a lo primitivo y nos alejamos más de lo civilizado y lo racional. El futuro no es prometedor, apenas estamos al comienzo de una nueva forma de gobernar, a la que la mayoría social informada o no, ha dado su confianza. Se llevan dos siglos desde que obtuvimos nuestra independencia haciendo sólo el mínimo esfuerzo. Es momento de hacer un alto, darnos cuenta de lo que estamos haciendo y cultivar la cultura del éxito en la sociedad, empezando por nuestro círculo más cercano. Enfocar el esfuerzo para crecer y superar, no al otro, no al de a lado, sino a uno mismo. Inventar y descubrir lo hasta ahora no descubierto. (Nuñez, 2019) Que más se puede decir, desafortunadamente hemos perdido mucho tiempo y ya no podemos desperdiciar más, el reto es grande, pero tenemos las condiciones para poder a hacer el cambio, pero para esto, se debe de comenzar de inmediato. Empezando por nosotros mismos y obligando y exigiendo a nuestros políticos a atender y atacar los problemas descritos a lo largo del ensayo. Son muchas las tareas por hacer, sin embargo, el diagnóstico está hecho, solo falta poner la mano sobre la mesa y decidirse a actuar. El cambio del país, está en nuestras manos. Bibliografía Aguilar Camiń , H., Calle, L., Casar, M., Castañeda, J., Cossío, J., & Guerrero, E. et al. (2018). ¿Y ahora qué? México ante el 2018 (2nd ed.). México: Penguin Random House Grupo Editorial.
Núñez, A. (2019). El México de Hoy [Blog]. Recuperado de: