Sie sind auf Seite 1von 11

Economía Empresarial

Ensayo ¿Y ahora qué? México


ante el 2018
MBA UAS
Dra. María del Carmen Gómez

Alejandrina Rojas Aguilar


Eduardo Mariscal Bruner
¿Y ahora qué? México ante el 2018
Desde hace más de dos siglos, cuando México se proclamó como una nación
independiente, el país ha estado en constantes transformaciones sociales y
políticas, en un principio para consolidar el sistema y esquema político que se iba a
adoptar, en otros momentos por medio de la implementación y cambios
institucionales, posteriormente la creación de nuevas reformas, constituciones e
incluso una revolución social han formado parte de esta transición o transformación.
Sin embargo, en cuanto a avances, éstos no se han consolidado como quisiéramos
y es que como menciona Hector Camín, “México ha soñado de más y conseguido
de menos”.
La historia del mexicano parece estar encadenada a un ciclo perpetuo, un ciclo
propiciado por la ingenuidad y la poca exigencia, tal vez también por el conformismo,
en donde cada 6 años llega gente nueva, aunque no con ideas nuevas ni
revolucionarias y sucede lo mismo, nos ilusionamos y creemos que en esta ocasión
sí habrá un cambio, que las cosas mejorarán, que éste sí es el bueno y nos llevará
al lugar prometido y anhelado desde hace muchas generaciones.
No es casualidad que esta historia sea la misma cada periodo presidencial, e incluso
no es casualidad que nos sucede prácticamente lo mismo en el futbol. Cada 4 años
antes de que inicie el mundial de futbol, nos pasamos meses soñando en que este
mundial sí llegaremos al quinto partido, que la selección de fútbol mexicana cuenta
con la mejor generación de futbolistas, que ya contamos con muchos jugadores en
ligas europeas y jugando al máximo nivel, que contamos con un entrenador único
en su clase y con metodologías extraordinarias que harán que la selección no sólo
llegue al deseado quinto partido, sino que está para jugar la final.
Pasan los primeros años de gobierno y la sensación es alentadora, se siente el
cambio y el panorama luce prometedor. Lo mismo pasa con la selección de
fútbol, etapa de grupos, le ganamos a Alemania, se venía diciendo, esta vez
sí es la buena. Pasan los años y llegamos al quinto año de gobierno, al igual
que al cuarto partido en los octavos de final. Perdemos, eliminados
nuevamente por un grande, adiós al sueño otra vez, a esperar 4 años más.
En la política, es el nuevo presidente de los Estados Unidos quien
supuestamente es el que nos impidió crecer. En fin, en ambos panoramas, la
historia es exactamente la misma, diferentes personajes, historias paralelas,
pero al final, la historia se vuelve a repetir.
Cuánta desilusión, se volvió a perder el tiempo, se dejaron ir buenas oportunidades
de hacer el cambio, seguimos en el mismo punto que hace tantos años, se ha dejado
de crecer, es evidente que el país está estancado. La pregunta importante que todos
los mexicanos y políticos se hacen es, ¿por qué seguimos en el mismo punto, si se
ha tratado de imitar sistemas y políticas de éxito de otros países más desarrollados?
¿Por qué aquí no funcionó? Fácil, la ineficiencia de los gobiernos, de nuestros
políticos y funcionarios públicos, pero también de los ciudadanos y nuestra poca
opinión pública en donde no exigimos con la suficiente fuerza o presión. No
sabemos aprovechar nuestros recursos, ni mucho menos, saberlos invertir.
Nuestros gobernantes si han logrado crecer, si han sabido generar riquezas, han
logrado aprovechar los recursos, lo triste es que no lo han aprovechado para el bien
del país, sino para su propio beneficio. Este es uno de los problemas principales
que aquejan a México, sin embargo existen otros problemas más como la corrupción
que tan comúnmente se presenta en todos los niveles de la sociedad, desde el
individual hasta el colectivo, desde el empresarial o privado hasta el gubernamental
o público, la debilidad en el estado de derecho, la gobernabilidad y la democracia,
los altos niveles de inseguridad en el país, los contrastes entre la prosperidad y la
desigualdad, el estado de bienestar y la postura de México frente al mundo.
A pesar de la gravedad de los problemas, existen remedios y soluciones para poder
encaminar al país hacia la prosperidad y productividad. Todos estos temas los
desarrollaremos a lo largo de este ensayo.
Empezando por la corrupción, me atrevo a decir que todos los mexicanos hemos
sido víctimas de alguna situación de corrupción, o peor aún, hemos sido
involucrados o partícipes de una acción de este tipo. Tristemente es una
característica negativa muy arraigada en nuestra sociedad. Todos la identificamos,
todos estamos conscientes de ella y todos sabemos que existe, sin embargo, como
sociedad, no hemos hecho mucho por combatirla o erradicarla.
La corrupción ocurre en todos los niveles y sistemas de la sociedad, pero los casos
más sonados se han dado en el gobierno, entre los funcionarios públicos, quienes
se aprovechan de su posición para beneficiarse personalmente y hacer acuerdos y
negocios por debajo de la mesa. Esta situación la describe muy bien Amparo Casar,
“El acceso al gobierno es una oportunidad de riquezas y privilegios ilimitados”.
A nivel empresarial, la corrupción llega a estar presente internamente también,
aunque la mayoría de los caso ocurren en los trámites que se tienen que realizar
con las autoridades.
En fin, la corrupción se ha vuelto sistémica, ya que se encuentra en todas partes,
ya sea en el ámbito privado, como en el público. La corrupción se ha vuelto
epidémica, debido a que para operar y funcionar, debe abarcar desde los niveles
más altos de una organización, hasta los más bajos, en donde la certeza de que no
serán castigados o sancionados es el mayor incentivo para nunca detenerla.
Desafortunadamente ha logrado tanta expansión y auge en las organizaciones,
sumado a la impunidad, que las denuncias son intrascendentes para su atención y
prevención. Sus afectaciones al país y la sociedad abarcan desde la competencia y
los precios, la calidad de los servicios, hasta la recaudación de impuestos limitada,
siendo esta última la que más afecta a la nación. Pero la corrupción por supuesto
que también se hace presente en temas electorales y en la confianza en las
instituciones, además de temas de seguridad y de justicia.
Trasladando el tema de la corrupción al Índice de Competitividad, México ocupa el
lugar #105 en la categoría de instituciones, ubicándose entre los 20 países más
corruptos del mundo, un mal estado de derecho, baja confianza en los servicios de
seguridad, dando pocas garantías de seguridad a los ciudadanos. En cuanto a
independencia judicial y la eficiencia del marco legal, México también tiene una muy
baja puntuación. Para la libertad de prensa, derechos de propiedad, protección de
propiedad intelectual, regulaciones de conflictos de interés, la calidad de
administración de las tierras y en la gobernanza de los accionistas, prácticamente
se encuentra dentro del promedio.
Después de ver los resultados del análisis realizado por el World Economic Forum,
ahora es comprensible entender los costos de la corrupción, los cuales según el
libro “¿Y ahora qué? México ante el 2018” se estiman entre el 2% y 10% del PIB,
es decir, entre 414 mi millones y 2 billones de pesos.
Para terminar con el tema de la corrupción, y después de conocer las pérdidas
económicas generadas por estas acciones, es preciso comprender que la
corrupción es uno de los causantes principales de la desigualdad, ya que los
impuestos pagados no se aplican correctamente a los fines adecuados, ni con la
eficiencia que se requieren, por lo que la corrupción afecta a todos los ciudadanos,
pero sobre todo a las personas que menos tienen y que más recursos públicos
necesitan.
Ahora, ¿qué relación tiene la debilidad de un estado de derecho con la corrupción?
La respuesta es muy simple, un estado de derecho débil como el de México, no
cuenta con instituciones e instancias jurídicas de credibilidad que puedan ejercer
justicia de la forma correcta ante actos de corrupción. Es verdad que existe un marco
legal o leyes que vayan en contra de actividades delictivas como la corrupción, pero
sin instituciones que investiguen y apliquen todo el peso de la ley a quienes la
quebrantan, la impunidad prevalecerá y las personas que lleven a cabo prácticas de
corrupción seguirán siendo intocables.
Detener las prácticas de corrupción parece una tarea muy difícil, muchos hacen
alusión a las organizaciones gubernamentales con el monstruo hidra de la mitología
griega, en donde cortas una cabeza y salen más, sin embargo de acuerdo a las
soluciones propuestas por María Amparo Casar, esto no es tan difícil, pero si
requiere de una reestructura fuerte en las instituciones y en la manera de operar,
empezando por la aplicación de controles tecnológicos o digitales a todos los
procesos para garantizar la transparencia, ya que entre más automatizados sean
los procesos, más difícil será corromper estos niveles. Una solución paralela a ésta
es evitar el uso de dinero en efectivo en procesos y trámites gubernamentales para
evitar el desvío de fondos nacionales. La segunda solución propuesta es la de
aplicar la muerte civil a las empresas o individuos públicos y civiles que hayan
incurrido en actividades de corrupción. Por último, que las instituciones nacionales
adopten y se sometan a normas y estándares internacionales.
En temas de democracia y gobernabilidad, México tiene mucha historia sobre la
manera en la que se ha gobernado a raíz de nuestra independencia. No se nos
olvide que pasamos por un periodo largo de autoritarismo en la época del porfiriato,
sin embargo después de esta etapa, la gobernabilidad en México se vio envuelta
por el dominio o hegemonía de un solo partido, el PRI, quien no dejo el mandato
presidencial hasta el año 2000 en donde por primera vez, un partido ajeno al PRI
tomaba el mando, esto fue con Vicente Fox y el Partido Acción Nacional. En 2006
volvió a ganar el PAN, para 2012 fue nuevamente el PRI, quien regresó al poder
después de 12 años, sin embargo todos estos años, sin cambios significativos, por
lo que José Woldenberg menciona que debido a esto, cada vez hay una mayor
fragmentación de partidos e ideologías políticas hasta llegar al año 2018, en donde
uno de los fragmentos llegó al poder por medio de Andrés Manuel López Obrador
con el partido Morena.
En fin, todos estos cambios y transiciones democráticas se han gestado en base al
malestar de los ciudadanos con sus políticos electos. Estos problemas políticos y
de enojo, también se han presentado en otros países del mundo, específicamente
en Sudamérica, en donde han ocurrido bastantes transformaciones políticas debido
a la poca credibilidad en la democracia, consecuencia de que las simpatías
autoritarias vengan creciendo de nuevo, lo cual es peligroso y el mejor caso para
expresarlo es Venezuela. Sin embargo la desilusión y la desesperación por mejorar,
nos ha llevado hasta este punto, ya que hoy más que nunca la desigualdad o el
aumento en la brecha salarial es muy notoria. Existe una gran polarización en las
clases sociales, lo que poco a poco ha ido generando resentimiento y enojo contra
los que han aumentado sus riquezas, dando pie a nuevas formas de gobierno más
rígidas y de izquierda.
Enrique Provencio describe muy bien esta situación en el libro y menciona que lo
que realmente se requiere en el fondo es un mejor gobierno, además de mejores y
más eficientes políticas para el bien de la sociedad y que se puedan cumplir los
derechos y necesidades de los diferentes estratos sociales y de esta manera se
pueda lograr una mayor afección por la democracia.
Un tema medular, que además esta muy relacionado con la corrupción y que es un
grave causante de las políticas deficientes y por ende de una mayor desigualdad,
es la compra de votos, ya que las prácticas de corrupción generan una cadena de
favores de los candidatos con las personas que financiaron sus campañas y que
resultan en asignaciones de contratos para negocios u obras públicas, desvío de
recursos públicos para pagar las deudas de financiamiento de las campañas
electorales o peor aún, impunidad para organismos del crimen organizado si es que
ellos financiaron las campañas.
Todo esto nos lleva a concluir que lo que tenemos es un mal gobierno, un gobierno
ineficiente que no busca el bien de la sociedad, sino el bien personal y que por ende
que los resultados de la política sean catastróficos. De acuerdo a lo que menciona
Carlos Elizondo, “entre más recaude un gobierno, más Estado tendrá la sociedad…
sin embargo, un Estado competente no es el que más recauda más, sino el que está
compuesto por un conjunto de instituciones capaces de lograr gobernabilidad con
un mínimo de represión y propiciar el crecimiento económico”.
Si nuestro gobierno fuera competente, las leyes se cumplirían, se podrían ofrecer
servicios públicos de calidad, los derechos de los ciudadanos estarían garantizados
y el Estado gastaría bien, es decir que invertiría de manera eficiente los pocos o
muchos recursos que genera el país, que en este caso por el tamaño de población
que tiene México, son muchos. Esto lo pudimos apreciar en una comparativa con
Suecia, en donde recaudaban mucho menos que México, sin embargo ellos han
logrado aprovechar de mejor manera dichos recursos.
Pero en México no tenemos un gobierno competente ni honorable, por lo que todo
el dinero recaudado es devorado por los gobernantes de manera grotesca,
mostrando que su necesidad de poder y de dinero es insaciable. Lo extraño aquí no
es que roben, el problema es que roban en demasía y no hacen absolutamente
nada. Elizondo lo describe muy bien, no porque haya altos niveles de corrupción, el
gobierno debe ser ineficiente y hace una referencia muy buena a los años sesenta,
en donde se dice que había mucha corrupción, pero nuestros políticos al menos se
encargaban de trabajar el país de una mejor manera. A esto nos referimos con un
estado incompetente.
Uno de los puntos de mayor ineficiencia del sistema y que es uno de los aspectos
que los ciudadanos se quejan más es el tema de la gran inseguridad que hay en el
país. Probablemente estemos viviendo los tiempos de mayor violencia e inseguridad
en la historia de México.
Empezando por el narcotráfico, en donde una vez más uno de los principales
problemas del auge del narcotráfico, es la complicidad que existe entre el gobierno
y sus funcionarios públicos y los cárteles. Nuevamente el tema de la corrupción se
hace presente, ya que debido a esta complicidad, las bandas criminales de la droga
cuentan con impunidad y de cierta manera un permiso para producir, distribuir y
continuar con sus operaciones del tráfico de narcóticos. Sin embargo esto se le ha
salido de control al gobierno debido a la competencia y a las disputas territoriales y
de rutas de distribución que han surgido entre diferentes cárteles, lo que ha dado
como resultado una ola de violencia y crímenes. Primero por la persecución que
existe entre el ejército y las bandas delictivas, en segundo por la guerra comercial
que existe entre las bandas y en tercero porque dicha tensión comercial ha
generado que las organizaciones criminales busquen nuevas formas de operar y de
ganar dinero, abriendo paso a las extorciones, tráfico de personas, secuestros,
asaltos y robos, derechos de piso y más.
Toda esta persecución y guerra contra el narcotráfico ha cobrado la vida de miles
de personas, muchas de ellas inocentes y ajenas al tema del narcotráfico, lo que
hace que la situación de inseguridad en el país sea crítica, pero el gobierno no ha
sido capaz de prevenir esta violencia. No ha sido capaz de tomar las medidas
apropiadas para combatir el narcotráfico y los malos resultados de dichas prácticas
y no ha sido capaz de invertir apropiadamente en medidas y sistemas en materia
de seguridad, para principalmente, prevenir la violencia y después la procuración e
impartición de justicia.
Beatriz Magaloni ha identificado que la violencia en México está relacionada con la
debilidad del Estado, con la corrupción y con la falta de un sistema legal efectivo,
pero también menciona un punto que parece muy interesante. La violencia y la
criminalidad no se relaciona directamente con la pobreza, ya que se ha identificado
que los lugares con mayor violencia en el país son las ciudades más desarrolladas
y urbanizadas, en donde se supone, hay un mejor nivel de bienestar e ingresos que
en las zonas rurales.
Pero entonces, ¿cuál es la verdadera razón de las elevadas tasas de violencia? La
inequidad en la distribución de los ingresos, ya que esto genera barreras de
exclusión social y que hacen que unirse a grupos criminales sea más atractivo.
Lamentablemente, los más vulnerables a caer en organizaciones criminales son los
jóvenes, sobre todo en aquellas zonas en donde hay menos servicios como el
alumbrado o zonas recreativas como parques y desarrollos deportivos, en lugares
donde casi no hay presencia policiaca y que por lo mismo abundan las pandillas, la
droga y el alcohol.
Después de analizar todos los mecanismos y medios que generan la violencia, las
medidas más apropiadas para combatir este problema, son las propuestas por
Magaloni, en donde propone que el gobierno debe invertir más en la creación de
una fuerza policiaca profesional y que no tenga vínculos con organizaciones
criminales, la creación de políticas de prevención que se enfoque principalmente en
la atención de jóvenes propensos a incurrir en actividades delictivas, sobre todo en
materia de educación y también en la inclusión de políticas sociales, de urbanismo
y empleo que reduzcan la brecha y la desigualdad social, sobre todo en aquellas
regiones en donde hay mayor presencia del crimen organizado.
Como se puede observar, la desigualdad es uno de los causantes de la inseguridad,
pero también es el componente principal de la inconformidad e insatisfacción de los
ciudadanos. Es el resultado directo de la ineficiencia de nuestro gobierno, de la
debilidad del estado de derecho y de las malas decisiones de inversión.
Luis de la Calle menciona cómo México “invierte poco en sectores estratégicos de
la economía”, es decir que asigna recursos en puntos donde no debería y no sólo
eso, sino que también en la mayoría de las veces la calidad de lo adquirido es malo,
el uso ineficiente de los recursos que tanto le hacen falta al país, pero sobre todo a
la sociedad.
Lo que le hace falta al país es mejorar el perfil de riesgos, lo que ayudaría mucho a
atraer mayor inversión, mejorando así el desarrollo económico del país. Aquí la
pregunta es ¿de qué manera se debe invertir? Bueno pues empecemos por
aprovechar los beneficios geográficos del país para aprovechar al máximo sus
recursos, empezando por el petróleo. Las inversiones también se deben concentrar
en infraestructura y en educación. Hay una propuesta muy interesante e inteligente
igualmente mencionada por De la Calle, en donde propone la elaboración de un
presupuesto federal basado en el precio internacional del petróleo para que los
ingresos obtenidos por encima de este precio, sean acumulados en un Fondo del
Petróleo, para que de esta manera haya más dinero y recursos para invertir en
infraestructura de calidad y que éste no sea a cuenta del gasto corriente.
Algo que también es muy necesario es la creación de un nuevo y reformado sistema
de Seguridad Social Universal que sea capaz de reducir la desigualdad y la pobreza
e incrementar el crecimiento y desarrollo de las personas. El problema fundamental
de la implementación de este sistema, no es la política alrededor de ésta, sino el
cómo se financiará el programa. Fausto Hernández propone que este programa
puede financiarse con impuestos al consumo, es decir el cobro del Impuesto al Valor
Agregado para los alimentos y medicinas, excluyendo sólo los productos de la
canasta básica.
Una frase que describe muy bien la situación de la desigualdad en el país, es la
mencionada por Gerardo Esquivel en donde menciona que crecer no es suficiente
cuando los beneficios de ese crecimiento no se distribuyen de manera equitativa, el
tema en el que se deberían de enfocar los gobiernos es el combatir la pobreza. Si
no se cambia la manera en la que se distribuyen los recursos y los beneficios del
crecimiento del país, será difícil que se pueda reducir la pobreza, por lo que se
deben diseñar estrategias y programas de desarrollo por regiones, prestando una
mayor atención a las zonas menos desarrolladas del país para hacerlas crecer.
Uno de los principales problemas de México en materia económica, no es su
estabilidad macroeconómica, la cual ha permanecido estable por muchos años, son
los pocos empleos que se generan en el país y que son insuficientes para gran parte
de la población. A los ciudadanos les es muy difícil encontrar trabajos estables que
cubran todas sus necesidades, que ofrezcan proyección en el futuro y sobre todo
que los protejan de los riesgos o situaciones de emergencia que puedan
presentarse, es decir, seguridad social.
Desafortunadamente en México, no se cuenta con un buen sistema de seguridad
social. Es bien sabido que el seguro social en México es bastante ineficiente y
también de muy mala calidad y por el tamaño de población que hay en el país,
también es insuficiente. Esta situación es muy grave y el gobierno deberá plantearse
la manera de mejorar este sistema y que se le pueda ofrecer a los ciudadanos
tranquilidad, protección, servicios de salud, una buena pensión para la vejez o tal
vez un seguro de desempleo también. Como antes lo mencionamos, Fausto
Hernández propone aumentar los impuestos al consumo para recaudar de manera
más eficiente y equitativa mayores recursos que se puedan invertir en un mejor
sistema.
Dentro del estado de bienestar hay un área muy importante que aparte representa
las bases y fundamentos del crecimiento de una nación, al incrementar las
posibilidades de crecimiento de los ciudadanos, esta es la educación. México
merece tener un sistema de educación de calidad, la educación junto con la salud,
son los pilares del bienestar de las personas, cubriendo estas necesidades y
derechos básicos, todo puede empezar a mejor, incluso la reputación de la
gobernabilidad. Lo vimos en el Índice de Competitividad del World Economic Forum,
lo vemos en el libro y lo vemos día a día en nuestras vidas, los mexicanos no
cuentan con las competencias básicas, no tienen buena comprensión, tienen muy
mala escritura, no tienen la capacidad cognitiva para enfrentar y solucionar
problemas, no cuentan con buenos fundamentos aritméticos y mucho menos se
tiene una buena educación cívica. Esta última es la que más le urge a la sociedad,
de la carencia de ésta, derivan muchos problemas como la inseguridad, el
pensamiento crítico para saber elegir lo que nos conviene y en general tanto
desempleo, ya que la población no cubre los requerimientos de las empresas.
Es un tema serio, pero existen buenas propuestas para mejorar esta situación, ya
sea creando un sistema de educación de mayor calidad, jornadas escolares de
tiempo completo, la incorporación de actividades que mejores y estimulen las
competencias de los estudiantes, además de mejorar los planes de estudio en la
educación media y superior.
Para terminar, es importante mencionar la participación de México en el mundo. En
general, México no está tan mal posicionado desde el punto de vista de la
competitividad de la nación. Sin embargo, todos los puntos anteriormente
mencionados y en los cuales hay muchas críticas para el país, son precisamente
porque se sabe que el país cuenta con el potencial y las capacidades para estar
mejor posicionado y mejor desarrollado, para ser más competente y para contribuir
más en el mundo. La tarea de nuestros gobernantes es liderarnos para poder llegar
a ese punto de equilibrio social y económico, con oportunidades para todos, con
servicios de calidad y que además seamos competentes para entrar en las prácticas
económicas de los mejores países.
En general, desarrollamos los puntos que se deben de mejorar para que México sea
un país que se pueda desempeñar a su máximo potencial, cambiando varias
esferas, niveles y estrategias del poder, de nuestros gobernantes y de nuestros
organismos y sistemas, sin embargo, es preciso mencionar, que en el México de
hoy, aunque nuestros políticos y funcionarios son los principales responsables de
nuestro bajo desempeño y crecimiento económico, también somos nosotros los
ciudadanos que no hemos hecho mucho por un cambio, así que la culpa, es de
todos.
Recientemente leímos una reflexión de Aristóteles Núñez, quien fue presidente del
SAT, con la cual coincidimos ampliamente y que encaja perfectamente para concluir
este ensayo.
Los mexicanos hemos sido una sociedad que no hemos hecho mucho para
tener un mejor futuro y un mejor gobierno, nos damos a la tarea de echarle
la culpa al gobierno de todos nuestros problemas, cuando nosotros también
somos responsables de la situación por la que estamos pasando. Para esto,
es muy importante tratar de analizar y evaluar qué es lo que hemos hecho
mal como sociedad que nos ha llevado hasta este punto.
El mexicano ha crecido y se ha formado por generaciones en una cultura
aspiracional y al mismo tiempo envuelto en una cultura del fracaso. Es
profundamente doloroso, pero es la verdad. El éxito o la aspiración de salir
delante de muchos mexicanos está fundada en el pensamiento mágico, en el
evento fortuito o en la suerte, como lo puede ser la idea de sacarse la lotería
o el Melate, recibir una herencia, encontrar un tesoro, robar sin ser
descubierto o que alguien superior se lo dé.
Son muy pocos los mexicanos que basan su éxito en desarrollar la capacidad
individual y liderar un grupo, en construir y producir, en descubrir e inventar,
en crecer y utilizar el conocimiento; en hacer la diferencia quitándose las
ataduras del miedo o de los riesgos.
La aspiración de éxito de muchos otros mexicanos, está motivada en
alcanzar o detener al otro. Ven en el triunfador el techo o el límite de su
aspiración, no lo ven como un trampolín. Se mueven por la envidia y no por
la superación, ansían el éxito del otro sin asumir el esfuerzo propio.
Esto nos hace pensar que el mexicano no está preparado para el éxito, hasta
cierto punto le temen, navegan en el conformismo y la inercia de su habilidad.
El boxeador, el futbolista, el cantante, los artistas, al no saber administrarse,
pierden en poco tiempo su fortuna y terminan en la ruina.
Otro tanto de mexicanos centra su aspiración o éxito en la acumulación de
bienes materiales, lujos, viajes, buen salario. Pocos de ellos mantienen el
equilibrio y desprecian cosas de mayor importancia como la familia, los
amigos, la cultura, la lectura, la educación y la solidaridad.
Con una mayoría social así, resulta fácil que vengan falsos profetas o mesías
disfrazados de líderes o políticos a gobernar un país. El escenario es
perfecto, sólo basta apuntar a la desesperación de algunos y la ignorancia de
otros tantos para convencerlos y ganárselos.
A menudo se nos olvida que gran parte de la sociedad mexicana, esa que
algunos llaman “el pueblo”, elige, decide, actúa y vota con base a
sentimientos y emociones. Donde no hay comida, oportunidades, empleos o
satisfacción no cabe la racionalidad. Es ahí donde los políticos encuentran a
sus presas y buscan convencerlos de que los entienden y que ellos sí harán
diferencia y lograrán satisfacer sus necesidades.
Muchos mexicanos alcanzarán una sensación de bienestar temporal basada
en la lucha contra el poderoso, el rico, el exitoso, el diferente; otros en recibir
algo con el menor esfuerzo.
En tanto no hagamos un acto de conciencia como sociedad, será muy difícil
conseguir el bienestar duradero, fundado en el crecimiento de los individuos,
donde con libertad, cada uno emplee sus capacidades y en estas se base el
éxito propio, innovando, descubriendo y no robando o esperando a que las
cosas lleguen solitas.
En el modelo democrático que nos rige, el voto del ignorante, del flojo o del
subvencionado vale lo mismo que del empresario o intelectual más exitoso
del país. Por lo tanto, si la sociedad es ignorante, ganará la ignorancia, si la
sociedad es apática, ganara la apatía y lo impulsivo.
Así como vamos, nos acercamos más a lo primitivo y nos alejamos más de
lo civilizado y lo racional. El futuro no es prometedor, apenas estamos al
comienzo de una nueva forma de gobernar, a la que la mayoría social
informada o no, ha dado su confianza.
Se llevan dos siglos desde que obtuvimos nuestra independencia haciendo
sólo el mínimo esfuerzo. Es momento de hacer un alto, darnos cuenta de lo
que estamos haciendo y cultivar la cultura del éxito en la sociedad,
empezando por nuestro círculo más cercano. Enfocar el esfuerzo para crecer
y superar, no al otro, no al de a lado, sino a uno mismo. Inventar y descubrir
lo hasta ahora no descubierto.
(Nuñez, 2019)
Que más se puede decir, desafortunadamente hemos perdido mucho tiempo y ya
no podemos desperdiciar más, el reto es grande, pero tenemos las condiciones para
poder a hacer el cambio, pero para esto, se debe de comenzar de inmediato.
Empezando por nosotros mismos y obligando y exigiendo a nuestros políticos a
atender y atacar los problemas descritos a lo largo del ensayo. Son muchas las
tareas por hacer, sin embargo, el diagnóstico está hecho, solo falta poner la mano
sobre la mesa y decidirse a actuar. El cambio del país, está en nuestras manos.
Bibliografía
Aguilar Camiń , H., Calle, L., Casar, M., Castañeda, J., Cossío, J., & Guerrero, E. et al. (2018). ¿Y
ahora qué? México ante el 2018 (2nd ed.). México: Penguin Random House Grupo Editorial.

Núñez, A. (2019). El México de Hoy [Blog]. Recuperado de:


https://twitter.com/AristotelesN/status/1094398801090146311

Das könnte Ihnen auch gefallen