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ISABEL MORENO FERRERO

Universidad de Salanianca (España)

Aducía March ~ l o c h 'como


. una de las razones inmediatas que le habían llevado a la re-
flexion histórica que iba a acompañar su soledad carcelaria hasta el momento de ser tostusa-
do y ejecutado por los alemanes, la pregunta que, mientras paseaban por el jardín normando
donde el Estado Mayor francés arrastraba su ocio, un compañero suyo se había hecho el día
que las fuerzas geimanas entraban en París: "¿Habrá que pensar que nos ha engañado la
historia?'LJna idea semejante debió inducir a Floro a plantearse, como respuesta a una idea
semejante no foimulada aún, la escritura de la breve obrita, cuyo título exacto nos es desco-
nocido', que la tradición literaria y manuscrita ligó a la de Livio transmitiéndola con el de
Epiton~ede Tito Livio. Si la obra de Bloch iba a ser un análisis filosófico a tal cuestión, el
relato floiiano parece ser una réplica visceral, pero profwndarnente meditada, a la duda que
debía haber empezado a planear sobre algunas conciencias ante la contradictoria situación
presente: pos un lado, la reciente crisis de Adriano, preludio de los inminentes desastres de
Marco Aurelio, tras la forzada serenidad de Pío; por otra, la celebración del nonagésimo
centenario de la fundación de la Ciudad que iba a tener lugar bajo Pío. Tal vez en ese mo-
mento necesitado de propaganda y fe, para reafirmar el triunfo de la Roma eterna, Floro
creó una obra panegírica que no sólo se ajustaba al habitual principio de infitatio genérica de
la Literatura Latina, sino que parecía inscribirse, muy específicamente, en la esfera de in-
fluencia del Ab urbe condita: el epitomador habría sido un simple discípulo del paduano,
que, arrastsado por su indudable admiración hacia él y en la misma línea de su Epitonie -si
bien intensificada en su brevedad-, se habría lanzado también a resumir el contenido de los
142 libros del AUC en las ~eríocas'.Si algún lector del Epitonie se sorprendía de que no lo
citara en el prefacio, si la pretensión del autor era resumir simplemente su obra y utilizar su
fama en beneficio propio, la respuesta, era que, justamente, ese silencio era la prueba más
evidente de la relación entre ambos textos. Una respuesta fácil y perfectamente acorde con
el sistema de fuentes y citas de la Antigüedad, que siglos después, ya por necesidad, la tradi-

'Este trabajo fue presentado gracias al Proyecto PB94-139 de la DGICYT.


' Cf. M. BLOCH (1886-1944), Apologie potrr I'H~stoireou Métier d'historien, trad. por P. GONZáLEZ y Max
AUB, Madrid, 1988, p. 10. La obra vió la luz gracias a la elaboración que de sus papeles hizo después Lucien
Fevore.
' Cf O. ROSSBACH, L. Amaei Flori Epitonme Libr~II, Leipzig, 1896, p. XLVIII; E. MALCOVATI, L. Anneae
Flori qtrae exlaid, Roma, 1972', p. 1; P. JAL, Flortrs, Oe~rvres,París, 1967, pp. XXI-XXIII; y E. SALOMONE
GAGGERO, Epitonle di storiu ronlana, Milán, 1981, pp. 16-8.
La autoria ha dejado de cuestionarse (cf como sintesis, T. LIVIO, Periocas, Períocus de Os~winco,Fragmentos
- J. OBSECUENTE, Libro de los Prod~gios,Trad. e Introd. de J.A. VILLAR, Madrid 1995, pp. 9-10). Si aludo a
ello es para subrayar la relación con Livio.
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ción renacentista deberá modificar: cuando Maquiavelo, indignado por el olvido en que
Príncipes y estados tienen a los clásicos como modelo de conducta en la política, elige los
libros de Livio para mostrar la .utilidad y necesidad de la historia'", debe indicarlo explíci-
tamente temiendo, o, inejoi; sabiendo a ciencia cierta, que la conexión con el historiador la-
tino ya no puede ser percibida, instintiva y directamente, por sus lectores. Pero en la época
imperial este "silencio" hacia el modelo no habiía sido tal. El nexo entre ambas obras, espe-
cialmente entre los dos prólogos, era algo tan perceptible, tan evidente para todos, tan 'va-
dicional", como la influencia de Salustio en el del propio Livio, y no sólo, como para noso-
tros, cuando alude a la decadencia de la disciplinn y mores y a los vicios -nvariticr y lz~xz/-
rin- que han acabado llegando, si bien tan tardíamente, a una Ciudad dominada en otros
tiempos por la yazlpertns y la pnrsiruonin (§ 9- 1 215.
Sin embargo, lo que ya no se ha puesto de relieve son, justamente, las claves de esa
"imitación" y, sobre todo, "tsan~fosmación"~ que Floro hace de su predecesor, a través de
las cuales llega a generar una nueva obra de arte, con unas preinisas diferentes, una meta
distinta y una resolución formal y estsuctural completamente originales y ajustadas a su pro-
pósito. Dicho de otra manera: lo que todavía no se ha analizado es cómo por medio del de-
sarrollo y modificación de ciertas ideas y expresiones del texto liviano, no dentro de una
simple intluencia tradicional, sino de un juego de intertextualidades que generan una idea
nueva, y se resuelven en un resultado literario completamente distinto, el Breviario floriano
ha logrado convertirse en uno de los más originales relatos de la histoi-iograña latina7, un
zmicum de la literatura imperial8 una sorprendente obra cuya infiuencia se alarga, con la co-
rrespondiente modificación de la principal de sus metáforas -la equiparación de las edades
del cuerpo que es el Imperio Romano al del hombre-, hasta épocas posteriores; no sólo
hasta el Renacimiento -Maquiavelo sigue considerando el organismo del estado como un
organismo vivo9-, sino hasta bien entrado el siglo XX, cuando Oswald Spengler y h o l d
Toynbee todavía hablaban de las "etapas de las civilizaciones.. . que nacen, crecen y se de-
gradan".. .."lo del "cuerpo de las civilizaciones", como resumía ~randel".Más aún: mien-
tras el primero insistía en su decadencia y fin por razones biológicas, el segundo reducía el

4
Cf. Discursos sobre la Prmew Década de T. Livio, trad. A. M A R T ~ ZAlianza,'Madrid,
, 1987, Proemio, 1. 1,
pp. 25-7. Cf el salubre acfiugferz~nliviano (Pról. 10).
5
M. PASCHALIS, Liq"s Praefatio aitd Sallust, Oliio 1980, cap. 111, pp. 68-108; para los 55 9-12, pp. 110-150.
6
Asi resume la cuestión, partiendo de la teoría de G. Genette, J. C. FERNÁNDEZ CORTE ("Catulo en Horacio",
Bimileimrro de Horacio, eds. R. CORTÉS TOVAR-J.C. FERNÁNDEZ CORTE, Salainanca, 1993, p. 45): "imitar
un texto es, primero, identificar sus rasgos caracteristicos y luego generalizarlos"; y "c~iaiidose produce ani-
pliación de la materia prima estamos en la aenlulatio (la "transfonnación" de Genette
7
Lo que importa, como D. FOWLER resume ("On the Slioulders of Giants: Iiitertextuality and Classical Studies,
M&D 39, 1997, p. 14), es "how the parallels affect tlie interpretation of tlie text".
Cf. A. GARZETTI, "Floro e I'etá adrianea", Athenaeum 42 (1967) p. 143.
9
op. cit., p. 1 1.
1o
Es iinposible resumir las teorías de ambos Iiistoriadores: para el gerniano (1880-1936) cada sociedad nace en
fonna de cultura y muere, con~o"civilización." El británico fue considerado "el asesino de civilizaciones. Sobre
ello, cf G. BONUDÉ-H. MARTIN, Las escuelas históricas, Seuil, 1990, trad. R. LAJO-V. FRIGOLA, Madrid,
1992, pp. 81-87.
1I
F. BRAUDEL, La Hisroria j3las Ciencias Sociales, trad. J . GóMEZ, Madrid 1979 (la, 1968), cap. 5, p. 181.
~NTERTEXTUALIDADY TRADICION EN LA EPOCA IMPERIAL: LOS PREFACIOS DE LlVlO Y FLORO 615

proceso a un voluntarismo nihilista que nacía de su propia "inercia"" una idea, más todavía,
una palabra, que evoca la inerfia Cnesniwm que Floro aduce como razón pasa la primera
vejez del Imperio Romano (5 8).
De hecho, a diferencia de Livio que acaba su intsoducción con una retórica invoca-
ción a los dioses -elemento principal de la poesía, que ciertas intespretaciones vinculan con
el carácter fonnal del relato1'-, Floro ciei-sa el suyo (55 4-8) con una larga división de las
cuatro etapas de historia que, a semejanza de un hombre, el pueblo romano ha ido cubriendo
a lo largo de su vida: una infancia ocupada por el gobierno de los reyes; la adolescencia, en
la que conquistó Italia; la juventud y robusta madurez, cuando, tras ciuzar el Estrecho, em-
pezó a apoderarse del orbe; y la cuasta, cuando, a Cnesare Augusto y por la ineiAtiaCnesa-
rum, quasi consenuit atque decoxit, hasta que, finalmente, "bajo Trajano, empezó a mover
sus yestos miembros" y esta senectzís inrperii, qziasi redclitn izwenfz~te,irevii8escit.Este tema
de la adaptación de las edades de la existencia humana a las de Roma, original, tal vez, de
Catón o Vassón, pero forinulada con seguridad en su división de cinco etapas por uno de los
dos ~éneca'",haría foi-tuna en el s. IV: además del uso restringido e interesado de Lactancio
-que transmite el posible original senequiano con el propósito de resaltar la vejez y la
muerte de la Roma pagana-, aparece en dos de las más representativas creaciones de la ú1-
tima historiografía pagana, ligada al renacimiento ideológico de Juliano: las Res Gestne de
Amiano Marcelino y la Historia Augzísta.
Dentso del planteamiento tradicional, esto es, en el caso del simple resumen y la influen-
cia general de un género y un autor, la ascendencia de Floro sobre Amiano, cuando éste
acude a ese tópico de las edades para reforzar su análisis de los vicios del Senado y el pue-
blo romanos (XIV 6), habría sido, sin duda, paralela a la de Livio sobre el epitomador. Es
decir, si éste, al concebir y realizar su obra, se hubiese dedicado a reunir y resumir la serie
de exenipla que la ilustran -por lo demás, en coi-sespondenciaclara con el presupuesto li-
viano de mostrar lo que debe ser "imitado" y la "huida" de lo foedunr inceptu foedurn exi-
tu-, manteniéndose bajo la égida directa y exclusiva de aquél; esto es, si lo único que Floro
hubiera hecho es partir de esa educación tradicional retórico-escolástica -que, de hecho, sí
tenía y es un presupuesto esencial para el buen entendimiento de su obra1'-, y, en definiti-
va, se hubiera limitado a responder con sus palabras y su arte a ella, e indirectamente a él, a
Livio, en ese caso simplemente estaríamos hablando de tradición, como, en efecto, se ha ve-
nido haciendo, y no de intertextualidad como, en nuestra opinión, al menos en cierto nivelI6
se debería hacer.

12
"Op. cit., p. 87
l3 Sobre las distintas opiniones, cf. R.M. OGILVE, A Conmientaly on Livy: Books 1-5, Oxford, 1970, p. 11; y
PASCHALIS, op. cit., pp. 92-8 y 154-5.
14
Cf .CI. FACCHINI, ILproeniio di Floro: La struttura concett~raleefornzale, Bologna, 1990, pp. 33-40. El Prof.
A. ALVAR me sugirió la necesidad de recordar la "casualidad que supone la desaparición de esta teoría, pese a su
obra conservada. Del Rétor se ha perdido la Historia de las Guerras Civiles donde pudo insertarse. Agradezco el
argumento y la atención que prestó al trabajo.
15
Cf. JAL, op. cit., vol. 1, p. XXXIV
l 6 No se trata de los "extras" - "...demostrar su conocin~iento,rendir homenaje, a un predecesor, reconocer una
deuda.. ." - conlo indicaba FOWLER (op. cit., p. 18); es la recreación de un texto con un nuevo sentido literario
(p. 15).
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Ciei-tainente, cuando el antioquense, prescindiendo de las cinco etapas de Roma de Sé-


neca, regresa a las cuatso de Floro, se aleja conscientemente de la conexión que el apologista
ciistiano pudo establecer con el filósofo estoico -si fue el hijo el autor de la ideal7-, para
incardinasse directamente en esa línea floriana en la que la historia de Roma se liga a unos
valores eteinos y distintivos; una tradición propia, singular y pagana, que el renacimiento
juliano, y Amiano con él, deseaba resucitar y potencias. La relación directa entse ambos au-
tores se advierte en la fiase con que Ainiano abre su pasaje -. .. Roina, ut atlgeretur subli-
mibus incrementis, foedere pacis aeternae virtus convenit atque Fortuna, plertimqtre dissi-
dentes, qz~nrtrnisi altera dejlisset, ad pelfectani non venerat sunm~itate( X I V 6,3>-, que
rinde tsibuto a la lucha floriana entse la Virtus y la Fortuna de cuyo resultado ha ido depen-
diendo la grandeza de Roina (Pref. 2). Luego, la diferencia en su desasrollo es de matiz: la
infancia se alarga .'hasta los tsescientos años en que peleó en tomo a sus musallas"; en la
adolescencia y juventud coincide: "es la etapa en que soportó la piueba de múltiples guei-sas
y tras la cual ciuzó los Alpes y el Estsecho, momento a partir del que, ya en una edad inadu-
ra, conquistó todas las regiones que el vasto orbe engloba"; la vejez, "hacia la que se inclinó
para descansar, venciendo a veces tan sólo con su nombre", supone sólo la novedad del des-
tino -del punto final definitivo, que es la muei-te, se huye de~idida1nente'~-. Es ciesto que
Amiano no utiliza a Augusto como referencia explícita de su secuencia temporal, ni habla
de ningún "renaciiniento", sea por convicción, sea por necesidad, dada la agitación de su
tiempo. Floro, en cambio, pudo, o debió, verse obligado a ese revirescit, pos convicción
también, pero en sentido contrasio -es decir, "gracias" al éxito de Trajano y la pax aeterna
antonina-, y, sobre todo, por la época de apremiante exaltación en que se habría compuesto
la obra". En cualquier caso lo único que el antioquense pretende cuando utiliza un tema y
un pasaje conocidos en esa famosa digresión política es simplemente ilustrar un análisis
global de la historia de Roma poco optimista por lo que respecta a esos lustros últimos del
siglo IV, acudiendo a un motivo canonizado por el tiempo e insei-to en una obra de clara to-
nalidad tsiunfalista, como la floriana, cuya ideología podría suponer, o ayudar a sustentar, la
única esperanza posible de unos hombres sumidos en el desaliento tras la dessota de Euge-
nio en el Río Frío. Su reflexión es un enunciado personal de un leit inotiv ya conocido den-
tso de la convención literaria que, como acopio de temas, motivos y leyes, fosma la tradi-
ciónZO. El desassollo del argumento en ese nuevo pasaje supondría a sus lectores "el placer
de la novedad junto al reconocimiento del tema, del género, de la esencia tradicional a la
que pertenece"2'.
Un uso muy diferente éste al que hace de idéntico tema, y en un momento histórico-

l 7 Lactancia, como MALCOVATI advertía ("Velleio e Floro", Athenaetcni 41, 1971, p. 395), cuando alude al Ré-
tor lo indica, pero cf. la n. 14.
l g ". .. Roma vivira eternamente" ( 5 3).
19
Cf. L. BESSONE, "Ideologia e datazione dell'Epitome di Floro", GFFII, (1979) pp. 33-57 y "Floro: un retore
storico e poeta", ANRW 1134,1, Berlín-N. York, 1993, pp. 9 1-102.
?O
Dentro del ámbito restringido de la poesía, cf. J.B. CONTE, The Rhetoric ofiniitation, Ithaca 1986, pp. 42-3.
" Cf R. WELLEK-A. WARREN, Teoría Literaria, trad. J.M. GIMENO, Gredos, Madrid, 1974, p. 282. "La
pauta totalmente familiar y reiterativa es aburrida.; la forma nueva enteramente seria ininteligible; es, en rigor, in-
concebible. El género representa, por así decir, una suma de artificios estéticos a disposición del escritor y ya in-
teligible~para el lector. El biien escritor se acomoda en parte al genero y, en parte, lo distiende" (ib.).
INTERTEXTUALIDAD Y TRADICION EN LA ÉPOCA IMPERIAL: LOS PREFACIOS DE LlVIO Y FLORO 617

político semejante", el autor de la Historia Azrgzrstn en el prólogo de la última de sus vidas


donde se nana el ascenso de Diocleciano al trono. El punto final de la periodización que la
colección biográfica propone -el nuevo sistema de gobierno de Diocleciano con la Tetrar-
quía abre la perspectiva de una renovatio iniperii- resulta claro para quien observa la rela-
ción entre el prólogo de esta última vida -el general se ha perdido-, el fin del relato y la
obra como conjunto. Pero quien sólo tuviera interés por el esquema, como nosotros ahora,
advertiría ya una profunda diferencia entre la idea de Amiano y la del pseudo-Vopisco en la
fiase con que éste introduce el tema en esta vida de Caro y sus hijos: Nani si velinzzis ab ortzr
zirbis repetere quas varietates sit passa Roniann res ptrblicrr, invenien~tantrllani magis ve1
jloruisse ve1 nialis loborasse (2.1). A diferencia de Floro y Amiano, que mantenían la idea
de la "contienda" o "disidencia" de Virtzrs-Fortzinu como motor del triunfo de Roma, el bió-
grafo parte de esa varietrrs que Cicerón consideraba esencial para la delectrrtio del lectoi2'; a
él lo que le importa subrayar son esas vrrrietates que, ab ortu zirbis2" sopoitó Roma, en-
cumbrada y luego víctima de la desgracia, cuánto y cual nadie. Una inodificiación sustan-
cial, conceptual y formal, del argumento de Floro o Amiano, que le lleva a prescindir de las
cuatro etapas clásicas para ajustarse a la dualidad eterna de éxitos y fiacasos que rige el
acontecer humano e histórico: la ley del péndulo que gobierna el mundo. Con todo, el eco
de Floro se advierte en dos elementos: a) en la reaparición de la Foi*tzma como fuerza activa
y determinante del acontecer en la sentencia que cierra el prólogo y la serie sucesiva, y la-
mentablemente eterna, de momentos y Piíncipes buenos y malos; b) y la división de la pri-
mera parte de la Historia de Roma que mantiene la secuencia típica: la Urbs "nació" con
Rómulo, pero se vió zarandeada por la tempestad de Tarquino; "creció" hasta la invasión
gala, si bien se vió azotada luego por Pirro y las guerras púnicas; venció a Cartago, pero
"envejeció" atormentada por las discordias civiles, hasta que "se vió restaurada por Augus-
to, si restauración puede llamarse al hecho de renunciar a la libertad5.
A partir de ahí, la creatividad del biógrafo se ve liberada de las exigencias del modelo y
ya puede ajustar mejor esa serie de oposiciones'6 -destacadas con procedimientos formales
como el paralelismo y la antítesis, desde el magis ve1 bonis ve1 ntalis laborasse introducto-
rio2'-: la sucesiva alternancia de emperadores buenos y malos, con cuya diferente activi-
dad progresa, dando bandazos, la historia, hasta que, tras ValerianoIGalieno, el bloque de la
brillante secuencia iliria se ve interrumpida con el desastre fmal de Caro y sus hijos; con la
venganza de la muerte de Numeriano por Diocleciano se inaugura una nueva peiiodización.
Otra reddita iuventus, en terminología floriana, que el Pseudo-Vopisco, con buen sentido
histórico, desplaza de Trajano a esos últimos lustros del s. 111. La típica construcción anular,
tan grata a la historiografia, peimite al biógrafo poner de relieve, una vez más, su teoría, ce-

22 Sobre la época de coinposicióii de la Historia Aligtista se han barajado infinitas hipótesis (cf infra, n. 33). Eii
general, parece admitirse el período teodosimo.
23
Ep. Llrceyo, V 12,4. Mucho más si el sujeto es Roma. Cf taiubién, PLIN., Ep. IV 24.
24
Recuérdese el uprimordio urbis de Livio ( 5 1) y a prmcipio tirbis de Salustio (Historias 1, fr. 8). Amiano es un
estilista.
25
La llbertas deposita, el tópico de la liistoriografía imperial prosenatorial, recuerda otro de los temas principales
de la obra floriana, la libertaspoptrli ro~iiaiia cuyo fin Floro, por razones obvias, no puede aludir.
26 Nerón-Ves~asiano:Tito-Doiniciano: los Antoninoc- Cóniodo: ...
17
Cf. nuestro estudio "La figura de Diocleciano en la HA", Sttrdia Historica il-111 (1984-5) pp. 225-237
618 ISABELMORENOFERRERO

rrando esa introducción prograinática -casi un epílogo- con el mismo téimino que la ha-
bía abierto y uno de los factores de la lucha floriana: es la vnrietns ~ortunne"; un giro que
siglos atrás acuñara Nepote para referisse al hijo de Conón, ~iinoteo'~ -que sufrió su tira-
nía, pese a sus múltiples viimdes-, pero que ahora alcanza una entidad mayor: de la con-
creción humana, coino era el caso del ateniense, a la universal, porque la sufre el cueipo
Roma.
Con esa resolución pariicular de un tema tradicional el desconocido autor de la Historia
Azlgwtn ha jugado una baza diferente a la de Amiano que utilizaba el tópico histórico-
literario como elemento ilustsativo de un análisis político. El biógrafo, que, pasa desespera-
ción de sus críticos actuales, juega en sus relatos constantemente con la metáfora y la alu-
sión30, a partir de su peculiar empleo de un tópico cuya función ha modificado sensible-
mente, ha creado un texto y una obra nueva, con fines distintos y con procedimientos y re-
cursos retóricos propios. El desconocimiento del pasaje original del que un creador parte, o
en el que se inspira, no afecta a la comprensión del nuevo resultante que puede poseer una
independencia absoluta y ser inteipretado según el nivel de conocimientos y percepción de
cada lector. Pero es indudable que la consciencia y entendimiento del original" permite a
los lectores del nuevo, como peimitió a los destinataiios de las biografías, de cuya compren-
sión automática parte su ignoto autor -una intestextualidad muerta" en el caso de la colec-
ción es absolutamente impensable3'-, advertir su riqueza, con todas las implicaciones que
el primitivo poseía y las modificaciones sustanciales que conceden al otro su específica h n -
cionalidad.
Éste es el principio floriano respecto a su modelo. El Epitome no depende de Livio, co-
mo durante tiempo se creyó, por su temática infoimativa: él utiliza muchas otras fuentes y
su selección argumenta1 y tópica es absolutamente peculiar. La raiz de la iníluencia liviana
radica en la eleccción que Floso hace de algunos de sus principales parámetros para conver-
tirlos, modificados -siquiera por intensificación-, en la base de una nueva configuración
argumenta1 y una distinta y personal forma narrativa -como es el Breviario, y un Breviario
muy original-. Es evidente que a lo lago del relato se han deslizado alusiones constantes
al AUC; juegos y referencias tan sutiles que han pasado desapercibidas para el lector actual,
mas no así para los clásicos que debieron percibir sin problema cómo después de elegirlas el
epitomador las refundía pasa utilizarlas en beneficio de su nuevo esquema3! Éste es el

28
Una Fortuna a quien nada resulta más grato que niodificar la liistoria (Car. 3, 8).
29 .
Tun. 4.1.
30
Para su i~iiportanciaen la intertextualidad, cf F. GOYET, ''Iviitatio ou intertextualité", Poét~yue71 (1 987) 314-
315.
31
"What would it niean, for instante, for a Westeni not to be intertextual with Higli Noon?" se pregunta
FOWLER (art. cit., p. 17).
JL ,,
... uue allusioii qui n'est pas vue, une allusion niorte, n'est 2s une allusion", advierte con razón GOYET cu-
ando replica (art. cit., p. 316, y pp. 31 5-9) a RFATTERRE, para qaieii "tout texte dérivait d'un autre" (p. 313). El
planteamiento de éste es excesivamente rotundo. Ciertamente, "non pas tous les textes tout le ternps, mais
quelques-UIISquelquefois" (ib. p. 314).
33
Cf., genéricamente, la bibliografía de los Coloquios, desde el de Bonn de 1963 (ed. A. ALFOLDI-J. STRAUB,
Habelt), hasta el de Ginebra (1998; ed. F. PASCHOüD, en prensa).
34
Baste como breve alusión el tratamiento que Floro da a la idea de la reconstrucció~ide la nueva Ronia que Livio
~NTERTEXTUALIDADY TRADICION EN LA EPOCA IMPERIAL: LOS PREFACIOS DE LlVIO Y FLORO 619

planteamiento de la obra en general y, como emblema -y a él vamos a ceñimos-, de su


prefacio programático que supone una réplica alusiva, pero rotunda, a todos los dubitativos
planteamientos del paduano; una recreación de sus ideas que Floro modifica o desarrolla
hasta convertirlas en eje narsativo, como el motivo salustiano del inzperizim partzan et nzrc-
tzan que él transforma en una secuencia gradual, diferente de la senequiana, y convierte en
base estructusal de la nueva obra.
El prólogo liviano destaca por su tono personal'5;por la novedad de su último parágrafo
donde, invocando la comparación con los poetas, requiere de los dioses prosperos szrcesszrs
para un relato cuyo volumen le preocupa; y, sobre todo, por sus dudas y vacilaciones, en-
vueltas en intei-sogaciones retóricas y condicionales múltiples, de las que apenas escapan al-
gunos asertos ciertos sobre el valor de la histoiia y la huida de un presente problemático al
que la materia lo aboca necesariamente -mientras huye hacia el pasado, su narsación se
desliza hacia él-. De ese debate interno en el que se mueve su modelo, Floro, por antítesis,
por la necesidad de responder a una sospecha que flota en el aire, y por la inminencia de un
evento que exige el panegísico de la Urbe, ha sacado el geimen de un alegato polémico para
reafirmar el tsiunfo esa Roma aeternn que amenaza con resquebrajarse. Por eso, a diferencia
de Livio que empieza con la primera de sus dudas -el Factzn-zrsne .. .36-, él lo hace con
una aseveración rotunda: Popzdzrs Ron~anzrsa rege Ronzzilo in Cnesarenz Augzistzin~septin-
gentos per annos tantzrm operunl pace belloque gessit, zrt, si qzris nmgnitudineni inlperii nirn
annis conferat, netaten? zrltra pzitet. Una declaración de principios que incluye, y modifica,
cuatro de los temas livianos, dejando en su justo lugar la relación con él. Utiliza su sintagma
para abris la obra, Popzilzis Romanzis, pero lo convierte en el sujeto principal de la obraj7,el
protagonista que sólo cedaá su primacía ante el nuevo Rómulo que es Augusto. Luego, fija
el tiempo que va a abarcar su nan-ación, los septingenti nnni de Livio (5 4) -una simple fe-
cha, pura y neutra, casi real: estamos en el 3 1-30 a . ~ ~ ~ ' pero
~ - , con la novedad adicional
de manejar la cifra con un valor estructural: ahora, en cada etapa cuando va reflejando la
suma y resto de los tres períodos, y, sobre todo, como cierre de la obra, en otra referencia
anular, a propósito de Augusto. Junto a esta idea de la periodización, eje estiuctural de toda
la obra, aparece Rómulo, el conditor de Livio ( 5 7), con la referencia a cuya paternidad -a
la que Floro rendirá homenaje con idéntico tésmino después40- ambos se alejan de la
ideología augustea: Róinulo-Marte 11 Eneas-Venus; y después, el pace belloque que incor-
pora el otro gran esquema del relato, el analístico, y, obviamente evoca el domi niilitiaque
del AUC (5 9). Para terminar con la cuestión de la magnihido, téirnino con cuyos matices
Livio parece jugar en ese extraño giro del 5 4'": ¿es la n~agnitudooperis, a la que se referirá

había utilizado tras el incendio galo (VI 1) y él retrasa hasta Augusto y su Imperio (11 34[N 12],62-4).
35
Cf PASCHALIS, op. cit., p. 81.
36
Fuct~rr~lsrze opemepretim sini si apriniordio trrbis respopzili voniaiiiperscripsenni.. .
37
Frente al Senado de Livio, que, como tal cuerpo, en Floro brilla por su ausencia.
38
Sobre ello, cf PASCHALIS, op. clh, pp. 5-23.
39
Lo cual permitiría, niás de lo que se Iia Iieclio, cerrar la polémica del terniiriuspost qzre~iidel inicio de la cuarta
edad; podría ser ese 30 (cf. BESSONE op. cit., pp. 91-102) que JAL (op. cit., pp. XCW-CXIV) retrasa hasta el 43.
"JI
Prlnizrs ille et urbis et imperii coizditor Ro~iiirlzrsJirit,
Murte ge~zitus... (l
1,1)
Res est prueterea et iiinieiisl operis ut quue stipra septrngentesrnim uiiniini repetattir et qirae ab esiguis pro-
fectu iriitirs eo cre~ieritirt iuni iiiagizitudriie luboret s~ru...
620 ISABEL MORENOFERRERO

después, o a la "extensión y duración" que ha conseguido el poder r~inano"~? Floro zanja el


debate, absorbiendo uno de los dos sentidos: es la niagnitudo iniperii a mostrar cuya rele-
vancia dedica la obra; un iinperiun? cuyo creciiniento -el creverit de Livio- es tal, que
"sólo considerando la edad del P.R. superior podría comprenderse" (S l), y cuya nzagnitu-
do pueden "sentir" incluso los iiiimunes iniperi?. Por eso en esa clausura de los éxitos ex-
teriores de Augusto une los dos sintagmas que definen la naturaleza y la finalidad del Epi-
tome: éste, ahora en un doble sentido también; y la consideración del P.R. coino victor
gentizrni: ... illi qzroque reliqzii, ..., sentiebcmt tanien niagnitudineni et victoreni gentizini
P.R. reverebantur:'".
Pero Floro va aún más alla. Livio, tras lo anterior, censuraba a esos "lectores interesa-
dos sólo en el presente", contra los que iba a oponer su mateiia ($ 4); él, también de inme-
diato, en idéntica secuencia, alude a los suyos propios, replicando al lamento de Livio con
su decidido aserto sobre el valor absoluto de su historia de Roma: "sus lectores" no leerán
"sólo la de un pueblo, sino la del inundo ente~o""~ ( 5 2). Una idea polibiana que el epito-
mador destaca recmiendo de nuevo a la magnitudo; con ella responde al Facturusne ope-
rae pretizm.. ., ligando la contestación al propósito de la obra y al método que va a seguir:
si quid aliud, hoc qzroque operne pretiun? sir cognoscere, quin ipsa obstat nzagnitzrdo ...,
facinni quod solent qui teriarm situs pingzwt. Y para evitar cualquier posible imprecisión
añade: . .. in brevi, quasi tabella totani eizis inmginen~aniplectar non nihil, ut spero, ad
adnlirationeni principis popzdi conlaturus, si pariter atque inseinel universani niagnitudi-
neiv eizis ostendero. Mostrar ésta es su proyecto; y su procedimiento narrativo, lo que el
termino tabella sugiere -por eso Jal lo adujo coino título de la obra"6-: un breviario su-
cinto, reflejo gráfico, colorista, sugestivo e impactante de unos datos que, como los trazos
de un mapa, deben ser percibidos por el lector "de un solo golpe de vista". Livio apuntaba
la idea ( 5 10) con el intueri de ~alustio"~;Veleyo había facilitado la tarea a su sucesor, ain-
pliado la metáfora con su universn iniago princ@atz~s48. En Floro la visualidad es un deseo
llevado a la práctica, un método y un fin: con esa mirada rápida y completa a la historia de
Roma llevará a sus lectores a la admiratio POPULIPRINCIPIS. Ningún oyente, receptor de la
recitatio floriana, podía desconocer que éste era el giro del conocido prólogo liviano (§$ 1-
3). Pero a Livio le importaban sus problemas; Floro, en cambio, destaca el objeto: esa Ro-
ma aeterna a cuya exaltación ha destinado su obra. W. Den Boer le censuraba que no se
hubiera planteado la temporalidad del poder de Roma. Pero luego admitía que la compara-
ción con las edades del hombre tiene una ruptura puesto que "el senil imperio ha renacido
como un jovenpraeter spem"; "so", concluía, "perhaps he had had his d~ubts"'~.Ciesta-

41
Cf. C. CODOÑER, Evolución del concepto de Historiogiaja en Roi~la,Barcelona, 1986, p. 89.
43
11 34[N 12],61
44
Ib. Supra.
" M. ALVAR en su obra El le~zguujepolít~co (Fund. F. Ebert, Madrid, 1987) recogía una frase de Ortega y Gasset
con las mismas palabras prácticamente (p. 6) sin indicar si el pensador tomaba la frase de Floro o la consideraba
propia. Obviamente, su impacto penrianece.
46 JAL, op. cit., pp. XXI-XXIII.
"
48
Cf.Yug., Pro1.4,5; también, PASCHALIS, op. cit., pp. 128-9.
11 89,6
49
Some Mirior Romzri Historia~~s,Leiden, 1972,., p. 18.
~NTERTEXTUALIDAD Y TRADICIÓNEN LA EPOCA IMPERIAL: LOS PREFACIOS DE LIVlO Y FLORO 621

mente, Floro debía tenerlas; una admiración coino la que refleja su obra podía, y debía, ser
necesaria fiente a esa celebración triunfalista del centenario de la fundación de la Ciudad;
pero en su mente, como en la de otros, podía, o debía, bullir el mismo temor que el amigo
de Bloch tradujera siglos después en su pregunta: "¿Nos habrá engañado la historia?".

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