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La principal función del filtro de partículas DPF es filtrar las partículas sólidas (hidrocarburos no
quemados) que se emiten por el tubo de escape del motor, es decir, eliminar las partículas de hollín
de los gases de escape de un motor diésel.
Pero igual te preguntas qué es el filtro de partículas DPF y cuál es funcionamiento. Pues bien, el filtro
de partículas diésel, conocido como filtro de partículas DPF o FAP, es un dispositivo conectado al
sistema de escape y cuyo funcionamiento varía en gran medida según cuál sea el fabricante del
mismo, lo que dificulta en gran medida el diagnóstico del problema así como el asesoramiento sobre
la mejor forma de solucionarlo.
El filtro de partículas DFP / FAP está formado básicamente por una estructura de “rejillas”. Una vez
que los gases de escape atraviesan el filtro, las partículas sólidas, hollín, cenizas y residuos de la
combustión quedan en su interior. Con el paso del tiempo, el DPF se va obstruyendo por la
acumulación de partículas y periódicamente el filtro se regenera.
La regeneración consiste en la quema periódica de las partículas acumuladas, por lo que los gases
de escape que se dirigen al DPF deben alcanzar una temperatura muy elevada. Uno de los grandes
problemas es que si se conduce por ciudad habitualmente, o solamente se realizan trayectos cortos,
los gases de escape no alcanzan la temperatura idónea, por lo que la quema de carbonilla no se
realiza de forma satisfactoria y se acaba obstruyendo el DPF completamente, y es ahí cuando el
vehículo comienza a dar problemas.
No son pocos los conductores que han tenido que llevar su coche nuevo al taller
varias veces debido a problemas con el dichoso filtro. Además de la molestia
de tener que ir al taller y quedarse sin coche mientras dura la revisión, los clientes
también sufren una gran desilusión al ver que su coche recién estrenado falla
cada dos por tres.
Por eso, siempre que sea posible hay que tratar de evitar apagar el motor
cuando el proceso de regeneración se está realizando. Algunos modelos
tienen un testigo que indica que se está realizando, otros no. Si no hay testigo
habrá que recurrir a nuestros sentidos y tratar de percibir que al ralentí se suelen
notar más vibraciones, el sonido del motor es más ronco, aumenta el consumo de
combustible instantáneo y se desprende un ligero olor a aceite.
En los talleres oficiales, lo que hacen es limpiar el filtro a mano de los coches
que han dado problemas con el FAP. Algunas marcas también hacen
una reprogramación electrónica de la centralita del motor (una actualización del
software) para que la nueva configuración de la regeneración del filtro se adapte
mejor a las costumbres de conducción del usuario, una solución que unas veces
funciona y otras no. Como pequeño consuelo, lo normal es que este problema
entre en la garantía y no se cobre nada al usuario, pero no siempre es así.
Otra solución, más drástica pero efectiva, es la anulación del FAP. Algunos
talleres no oficiales pueden vaciar el filtro y reprogramar la centralita electrónica
para que no se utilice, por lo que el coche funcionaría normalmente y no volverá a
dar problemas. El principal problema de este método es que, como no puede
hacerse en un taller oficial, se perdería la garantía. Otro tema asociado viene
desde el punto de vista ético, ya que recurriendo a este método el coche
contaminará más y, en el fondo, se trata de conseguir lo contrario.