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Por lo tanto:
El ser y el no-ser dependen mutuamente en su desarrollo;
se engendran mutuamente
Difícil y fácil dependen mutuamente en su consumación;
se completan mutuamente
Largo y corto dependen mutuamente en su contraste;
se miden entre sí
Alto y bajo dependen mutuamente en su posición;
se apoyan mutuamente
Tonos y voz dependen mutuamente en sus armonía;
Sonido y tono se armonizan entre sí
Delante y detrás dependen mutuamente en su posición.
Se suceden mutuamente
La doctrina del Yin Yang es uno de los conceptos geniales de la metafísica china, pero no siempre ha sido
bien entendida por los intérpretes occidentales. Ei Yin y el Yang son principios polares complementarios,
más bien que opuestos, y solamente el desequilibrio entre ellos determina la falta de armonía.
Como todos los pueblos dedicados a la agricultura, los chinos han atribuido una gran importancia a los
ciclos astronómicos y a su influencia constante en la vida de la sociedad humana y de sus labores. El
período Yin, durante el año, corresponde al otoño y al invierno, y durante el ciclo diario, a la noche y a la
luna.
En este periodo no hay trabajo en el campo, la sociedad subsiste por las labores de las mujeres que tejen,
que son activas en el hogar.
El período Yang, durante el año corresponde a la primavera y al verano, al día, al sol, al calor. Los
hombres trabajan el campo con la fuerza de sus brazos.
Así, el Yin y el Yang son a la vez principios metafísicos y, en forma subordinada, aspectos
de la naturaleza del cosmos, de la especie humana, de los animales, de las plantas y hasta
de las cosas, que no son concebidas como inanimadas, porque llevan fuerzas Yin y Yang.
En la dinámica de la vida universal, aun en lo físico, pero debido a su naturaleza metafísica
que depende del orden superior que es el Tao, hay un orden de prioridad que se expresa
así: Tao
Yin Yang
y no, Tao = Yin Yang.
Algo enigmática aparece la razón por la cual el Yin, receptivo y oscuro, antecede
tradicionalmente al Yang, expansivo y luminoso. Los sociólogos aducen una razón
histórica y antropológica; la de que el régimen matriarcal habría sido anterior al patriarcal
en la China arcaica, y este hecho explicaría por qué la tradición pone el Yin antes que el
Yang. Parece difícil creer que los pensadores chinos -y sobre todo aquellos de la escuela
del Yin Yang- hayan mantenido por esta sola razón histórica y durante el patriarcado, este
orden sin alterarlo, sin que haya intervenido otra razón.
Estas dos fuerzas antiguas, de las cuales brotó el mundo visible, son el cielo y la tierra, el
Yang (la fuerza clara) y el Yin (la fuerza oscura), positivo y negativo, lo temporal y lo
ilimitado: en una palabra los opuestos de los cuales brotan los fenómenos.
El cielo y la tierra son comparados con un instrumento similar a una flauta que es soplada.
Esta vacía, más cuando es soplada salen de ella tonos. Cuanto más se sopla, más y más
diversos son. Melodías interminables que son cultivadas por el instrumento que por si
mismo es tono: la flauta es la tierra, el soplo es el cielo; más ¿quien pone el aliento en
movimiento? ¿quien es el gran flautista que hace salir de la flauta mágica el mundo de
color? Es el otro, el Tao. El motivo no es cualquier calidad externa, sino una naturalidad
libre que surge desde su ser más profundo hacia fuera.
Así toma el Tao un sentido doble en el mundo de los fenómenos. El deja las semillas de las
ideas brotar, convirtiéndolas en cosas dentro del espacio y del tiempo.
El es el gran flautista con la flauta mágica. Es el principio de todo, la raíz del cielo y la
tierra, la madre de todas las cosas.
Así, el Yin y el Yang son a la vez principios metafísicos y, en forma subordinada, aspectos
de la naturaleza del cosmos, de la especie humana, de los animales, de las plantas y hasta
de las cosas, que no son concebidas como inanimadas, porque llevan fuerzas Yin y Yang.
En la dinámica de la vida universal, aun en lo físico, pero debido a su naturaleza metafísica
que depende del orden superior que es el Tao, hay un orden de prioridad que se expresa
así: Tao
Yin Yang
y no, Tao = Yin Yang.
Algo enigmática aparece la razón por la cual el Yin, receptivo y oscuro, antecede
tradicionalmente al Yang, expansivo y luminoso. Los sociólogos aducen una razón
histórica y antropológica; la de que el régimen matriarcal habría sido anterior al patriarcal
en la China arcaica, y este hecho explicaría por qué la tradición pone el Yin antes que el
Yang. Parece difícil creer que los pensadores chinos -y sobre todo aquellos de la escuela
del Yin Yang- hayan mantenido por esta sola razón histórica y durante el patriarcado, este
orden sin alterarlo, sin que haya intervenido otra razón.
Estas dos fuerzas antiguas, de las cuales brotó el mundo visible, son el cielo y la tierra, el
Yang (la fuerza clara) y el Yin (la fuerza oscura), positivo y negativo, lo temporal y lo
ilimitado: en una palabra los opuestos de los cuales brotan los fenómenos.
El cielo y la tierra son comparados con un instrumento similar a una flauta que es soplada.
Esta vacía, más cuando es soplada salen de ella tonos. Cuanto más se sopla, más y más
diversos son. Melodías interminables que son cultivadas por el instrumento que por si
mismo es tono: la flauta es la tierra, el soplo es el cielo; más ¿quien pone el aliento en
movimiento? ¿quien es el gran flautista que hace salir de la flauta mágica el mundo de
color? Es el otro, el Tao. El motivo no es cualquier calidad externa, sino una naturalidad
libre que surge desde su ser más profundo hacia fuera.
Así toma el Tao un sentido doble en el mundo de los fenómenos. El deja las semillas de las
ideas brotar, convirtiéndolas en cosas dentro del espacio y del tiempo.
El es el gran flautista con la flauta mágica. Es el principio de todo, la raíz del cielo y la
tierra, la madre de todas las cosas.
Mas si pretendiéramos atraparlo, mirarlo u oírlo, no sería posible. Regresa
Este Tao del No-Ser es la fuerza que mueve todo lo que hay en el mundo de los
fenómenos. La función, el efecto de todo lo que es, se basa en el no-ser.
Por medio de los vacíos se hace verdadero y se hace útil, como el circulo de una rueda
que por estar vacío es capaz de girar, como las vasijas o las habitaciones que por la
"nada" que hay en ellas son útiles. Así actúa el Tao en el mundo de los fenómenos, por
medio del no-obrar.
A la obtención del Tao se llega por dos caminos. Uno por medio del ser, y el otro por
medio del no-ser.
Estas son las formas extensas del Tao: alto y bajo, bello y feo, bien y mal.
No existe nada que no sea por el Tao y hasta la más pequeña mota de polvo le
pertenece, pero buscar el Tao en la realidad de los fenómenos es inútil y no tiene
propósito o intención alguna.
También será locura tener por objeto cultivar la santidad y la sabiduría, el amor y la
responsabilidad, el arte y la ganancia, la erudición y el conocimiento, pues con esto se
afirma con exceso un polo, el cual enseguida hace resaltar el otro.
El Tao es como un arquero, el cual reduce una parte por medio de la contraria. Lo alto
es reducido, y lo bajo elevado.
Cuanto más libre se esté de la locura del afán, tanto más se es liberado del propio yo.
Desde ahí ya no se observa el mundo a través del miedo y la esperanza, si no que es
percibido como un simple objeto. Se observa como todas las cosas se elevan y se hacen
grandes para retornar a su raíz. Se ve como fuerzas intrépidas se desatan cual tormentas
de tifones; más un tifón no dura nunca más de una mañana, y luego vuelve la calma. Es
posible reconocer las fuerzas de las armas, pero éstas no pueden vencer, así como a
pesar de que un árbol sea fuerte, puede ser cortado.
El sufrimiento está en aquel que depende de la alegría. Por lo tanto en la alegría yace
oculto el sufrimiento. Por medio de estos reconocimientos es posible desconectarse
del yo, el cual es la auténtica razón de la locura.
Ese pequeño yo que cree que la vida es el lapso de tiempo entre nacimiento y muerte.
Pretender algo en ese lapso de tiempo y realizarlo por la magia del nombre, a la que
también se le conoce como afán, es lo que lleva a la complicación, siendo a la vez la
causante de ella, y esta aparta al hombre de la conciencia del Tao.
Se sabe que vivir y morir es simplemente un entrar y salir cuando se está siguiendo la
norma externa, sin detenerme en ningún sitio, en ningún lugar endurecerse o estar rígido;
así es posible mantenerse en el río del Tao, y las fuerzas de la muerte que sólo pueden
apoderarse cuando se está en lo individual, no tienen ningún poder sobre uno.
Wei-Wu-Wei (Hacer-No-Haciendo
La conciencia difusa, la visión abierta del niño, cuya mente no esta todavía esclavizada
por los prejuicios y los hábitos, es comparable a la actividad natural y puede relacionarse
con otros textos como aquel que afirma que el sol no necesita conciencia de dar la luz y
la vida a la tierra para dársela; que el cielo manda la lluvia sin tener la intención de
beneficiar a la tierra, etc.
El buen caminante no deja huellas, dice el texto. Se trata de la acción impersonal,
espontánea, que actúa como los fenómenos naturales. Sin intención.
La conciencia del ego y la referencia al yo se adueña de la acción, la estropea y
la malogra, porque la subordina a sus propios fines, en vez de plegarse a la
armonía implícita del Tao que gobierna el universo.
Se trata, por tanto, de dejar de hacer, movidos por el ego, para hacer impulsados, en
este caso, por el Tao.
La aceptación receptiva -y no pasiva- de la voluntad del cielo es la que está
representada repetidamente en el texto, mediante el símbolo del valle y el espíritu del
valle (Ku Shen). El sabio actúa conforme a esta ley -sin tener en cuenta sus propios
deseos o voluntad- es el camino trazado por el cielo, es llegar al Tao, puesto que la ley
de la tierra es el cielo, y la ley del cielo es el Tao.
Por eso, el verdadero sabio se presenta a los hombres como un mendigo, como un
torpe, como un loco. Todo el convencionalismo social hace que el sabio tome esta
actitud para contrariar y se presenta envuelto en las fuerzas oscuras del Yin, templando
la luz interior. Porque ésa no es su luz sino La Luz, no es su gloria sino La Gloria. Sólo
así puede ser el valle del mundo o el cauce del mundo por el que todo transcurre. Sólo
así puede estar en el centro que es la posición polar de los cielos; el inmóvil señor del
movimiento, que todo lo dirige sin dirigirlo y alrededor del cual todo se mueve.
comprender la verdadera naturaleza hay que apaciguar las tensiones que suscitan los
deseos y que alimentan la falsa conciencia de la realidad.
Lin Yu-Tang lo ha sintetizado en estos términos: Es el secreto de dominar las
circunstancias sin afirmación de uno mismo contra ellas.
Seguramente, el lector podrá pensar que con semejante actitud, nada de lo que hoy nos
ofrece el mundo se podría haber logrado, y que de habernos atenido al dictado del Wu
Wei hubiésemos superado escasamente el mundo de extrema necesidad en que vivieron
generaciones anteriores. Esta presunción surge de creer que la base de todo progreso es el
esfuerzo, el desafío, la confrontación de la civilización oponiéndose y venciendo a la
naturaleza.
El hombre jamás debería ir más allá de donde la naturaleza se lo permita, y si tiene
progresos en términos de bienestar es porque ha sabido armonizar su actividad con las
oportunidades que la totalidad pone a su disposición, de la misma forma que también
aporta con su acción al acontecimiento de futuras catástrofes cuando se deja conducir por
intereses mezquinos o delirios de grandeza.
Estas discrepancias encierran siempre una distinta valoración de lo que es la felicidad.
Thomas Merton reflexiona para nosotros:
Yo no puedo decir si lo que el mundo considera felicidad es o no es felicidad. Todo lo que
sé es que cuando considero el camino que muchos recorren tratando de conseguirla, los
veo correr precipitadamente, amargados y obsesionados, con las prisas generales del
rebaño humano, incapaz de detenerse a sí .mismo o cambiar de dirección. Y todo ello
mientras proclaman que están a punto de conseguir la felicidad.
Por mi parte, no puedo aceptar su forma de ver las cosas, tanto si se trata de la felicidad
como de la desgracia. Me pregunto si, al fin y al cabo, su concepto de la felicidad tiene
algún sentido. Mi opinión es que nunca nadie alcanzará la felicidad hasta que deje de
buscarla. Mi mayor felicidad consiste precisamente en no hacer absolutamente nada que
esté calculado para obtener la felicidad. Y esto para mucha gente es la peor conducta. Yo
quiero mantenerme fiel a la frase que dice: La alegría perfecta es estar sin alegría. La
alabanza perfecta es no ser alabado.
Si alguien pregunta qué debería hacerse y qué no debería hacerse en el mundo para
conseguir la felicidad, mi respuesta es que esas preguntas no tienen respuesta. No hay
forma de determinar esas cosas. Pero, al mismo tiempo, si ceso de esforzarme en buscar la
felicidad, lo correcto y lo erróneo se hacen aparentes de inmediato por si mismos. Alegría
y bienestar se hacen posible de inmediato en el momento en que uno cesa de actuar con la
vista puesta en ellos, y si uno practica el no-hacer (wu wei) tendrá ambas cosas, felicidad
y bienestar.
Porque la Virtud, según Lao Tsé, no es otra cosa que la esencia humana, la cual, actuando
espontáneamente, es idéntica, después de todo, al Origen del cual proviene. Es muy
importante en este contexto la espontaneidad de la manifestación; la espontaneidad es el
misterio más profundo de la Virtud (cf. 38).
38. 38. Degeneración
El hombre de Virtud superior (no tiene conciencia) de su Virtud. He ahí por qué
es virtuoso.
El hombre de virtud inferior (está designado) a perder la virtud.
He aquí por qué está desprovisto de virtud.
El hombre de Virtud superior nunca actúa,
Ni nunca (hace lo propio) con un motivo ulterior.
El hombre de virtud inferior actúa, Y (lo hace) con un motivo ulterior.
(Pero cuando), el hombre de Li superior actúa y no encuentra respuesta,
Enrolla su camisa para imponer su idea por la fuerza.
Por lo tanto:
Después de haber perdido a Tao (surge la doctrina de) la bondad. Después de
perderse la bondad, (surge la doctrina de) la justicia. Después de perderse la
justicia, (surge la doctrina de) Li. Entonces, Li es la reducción de la lealtad y la
honestidad del corazón,
Y el comienzo del caos.
8. Agua
El mejor de los hombres es como el agua; El agua beneficia a todas las cosas
Y no compie con ellas.
Se coloca en todos (los bajos) lugares que todos desdeñan,
Y se acercan hacia Tao.
Para su morada (el sabio) ama (Su baja) tierra;
En su corazón, ama lo que es profundo;
En sus relaciones con los demás, ama la bondad;
En sus palabras, ama la sinceridad;
En su gobierno, ansa la paz;
En sus negocios, ama la habilidad;
En sus acciones, ama encontrar el momento adecuado.
Es porque no discute
Que es irreprochable.
Pero precisamente por el hecho de proporcionar este complemento, se eleva aquél que lo
ofrece
37. 37. Paz Mundial
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