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Es claro que las vanguardias fracasaron en general, pero hubo una escuela, el pop art, que

logró algo que las demás no pudieron como expresa aquí (Hobsbawm, 1999): Paradójicamente,

en el conjunto de esa obra turbadora –pero no en cada obra concreta– hallamos algo muy

parecido a una «expresión de los tiempos» propios de los estadounidenses de su época. Pero tal

expresión no se alcanzó mediante la creación de obras de arte en el sentido tradicional. ¿Pero por

qué esta esta escuela sí logra lo que las otras no pudieron? Esta será la pregunta de la cual

partiremos.

El primer fracaso de las vanguardias, como sabemos, fue de modernidad, estaban

empecinadas es ser la expresión de los tiempos, querían revolucionar y en una época de grandes

avances tecnológicos pensaron que así tenía que ser en el arte, asumiendo el deber de superar la

forma de expresión de los tiempos precedente. Pero el pop art no quería revolucionar, entre sus

pretensiones no estaba ser la expresión de sus tiempos, aceptaban ese mundo, como nos indica

(Hobsbawm, 1999): Lo que sucede es que se dieron cuenta de que en la sociedad de consumo ya

no había lugar para el arte visual tradicional., excepto, por supuesto, como forma de ganar

dinero.

El segundo fracaso de las vanguardias fue la limitación técnica, siendo el cuadro de

caballete el medio tradicional de expresar los tiempos, había ya otros medios que podían realizar

las funciones mucho mejor. En cambio, en el pop art tenía un arsenal de materiales y técnicas

que se habían desarrollado en el siglo para utilizar, incluyendo medios como la fotografía que ya

habían superado al cuadro de caballete en sus funciones tradicionales. Se usó desde el silkscreen,
el óleo, técnicas de publicidad y de la reproducción masiva además de utilizar collages. Fue

también destacado el uso de tiras cómics, latas de sopa, cerveza y señales de tráfico.

las vanguardias tuvieron desventajas frente a los otros medios artísticos, como nos indica

(Hobsbawm, 1999): También habría que añadir que tanto la pintura como la escultura perdieron

terreno en otro aspecto. Eran los componentes menos importantes o menos destacados de los

grandes espectáculos múltiples o colectivos, llenos de movimiento, cada vez más representativos

de la experiencia cultural del siglo XX: desde la gran ópera, en un extremo, hasta la película, el

vídeo o el concierto de rock en el otro. Pero el pop art no sufría de esta desventaja del todo, pues

el pop-art se encontraba inmersa en la sociedad que representaba, el mismo (Hobsbawm, 1999)

argumenta lo siguiente: los anuncios y las películas que generaron creativos, montadores y

técnicos no solo empaparon la vida diaria de experiencia estética, sino que acostumbraron a las

masas a atrevidas innovaciones en la percepción visual, que dejó a los revolucionarios del

caballete rezagados, aislados e inanes. Es decir que no era necesario ir a un gran concierto, o al

cine para experimentar estos espectáculos múltiples, lo experimentaban todos como colectivo en

la sociedad en la que vivían diariamente.

Sabemos que las vanguardias tuvieron que tomar caminos alternos al momento de

expresarse, pues la nueva competencia apoyada en la tecnología, como la cámara fotográfica, no

le dejó otra opción, siendo un peligro para gran parte de las artes visuales como los grabados,

litografías, retratos, etc. El arte pop hizo uso de estos enemigos de las otras escuelas

vanguardistas en sus propósitos como nos describe (Bhaskaran, 2000): Preferían utilizar imágenes de

objetos extraídos de la vida cotidiana, como las latas de sopa de Andy Warhol, y las tiras cómicas, o las

tipografías bulbosas de tipo comic y los colores fluorescentes y chillones de Roy Liechtenstein. El use
que Warhol hizo de la serigrafía, una técnica de impresión foto realista capaz de producción en serie, fue

típica del movimiento Pop Art.

Una de las más grandes desventajas que tenía el arte de vanguardia era su modo

de producción, (Hobsbawm, 1999) de ello nos dice: mediante el trabajo manual, de obras únicas,

que no pueden ser copiadas literalmente si no es con el mismo método. En realidad, la obra de

arte ideal está condenada a ser totalmente imcopiable, puesto que su calidad de única está

avalada por la firma y por su origen. Pero la manera en que el pop-art era producido y

experimentado era diferente, desde la experiencia diaria a través de los anuncios a de la manera

que nos indica Umberto Eco en su entrevista sobre el pop art: Esto significa que el pop debe

verse, al igual que la práctica de los happenings y algunas otras formas de arte contemporáneo,

como aquéllas que en lugar del “hacer” han propuesto el “actuar”. Sustituyen el to make por el to

do y renuncian, en principio, a la validez de la obra ya terminada entendiéndola, en cambio,

como un gesto susceptible de repetición. El hecho de que un cuadro de Lichtenstein o un objeto

de Oldenburg cuesten millones hay en día es un problema que genera el mercado del arte. Por

otra parte, hay que tener en cuenta el hecho de que, mientras Lichtenstein sabe copiar mejor que

yo un comic y Oldenburg construye una máquina de escribir en materia plástica mejor que yo, yo

puedo coger una lata de sopa y decidir que es una escultura. Así, el arte pop nos ha invitado a

hacer nuestro propio pop. Este paso del to make al to do es una de las características del arte

postinformal que el pop ha sido el primero en explorar (Salvat, M, 1974).

Es fundamental dentro del fracaso de las vanguardias del siglo XX la incapacidad

de adecuarse a una nueva estructura socio-económica por tener sus cimientos en una realidad

distinta. Las artes visuales que nacen en el transcurso formativo de esta estructura son las que

mejor logran adecuarse a ella, como el cine. Tras la caída de las instituciones en las que se
apoyaba el arte, a saber, la Iglesia y el antiguo régimen, el arte se vio sometido a las mismas

reglas de la mercancía y de la competencia que cualquier otro producto comercializado, el

crecimiento de la población pudiente y demandante de arte quería consumir, pero los medios de

producción de las vanguardias no podían suplir, aunque quisieran, la demanda, tampoco lo

podría hacer de la manera tradicional el art-pop con sus cuadros, pero sí a través de sus anuncios

y sus publicaciones en los diferentes medios que bañaban lo cotidiano de arte que sí los entendía

por haberse desarrollado y basado en la sociedad consumista en la que tanto como el artista y el

que experimentaba el arte vivían. Umberto Eco nos reitera lo siguiente: Hay que decir, sin

embargo, que el arte pop ha provocado una mayor comercialización que la de cualquier otro

movimiento porque ha sido muy fácil hacer el pop del pop, es decir, copiar un Lichtenstein o

hacer el pop uno mismo: recortar un comic, ampliarlo y pegarlo en la pared, fabricando así

posters pop al estilo Lichtenstein. Después de que Andy Warhol pintó las latas de sopa

Campbell, en el Village de Nueva York empezaron a venderse latas de Campbell’s Soup de

tamaño más grande (Salvat, M, 1974).

A causa del apropiamiento de las funciones que el cuadro de caballete y la escultura

habían tenido en los siglos anteriores al siglo XX, las vanguardias tuvieron que encontrar nuevas

maneras de expresarse, recurrieron a la abstracción, a la transmisión de sensaciones por medio de

sus pinturas, pero este rumbo que se tomó hizo angosto su comprensión, el mensaje que debía

que llevar como obra de arte se hizo tan abstracto como la representación o simplemente no

tenía, los cuadros callaron. El arte abstracto no tenía nada que decirle a la sociedad, solo

representaba a un pequeño grupo de persona, el Pop Art nace a partir de aquí, contradice en el

medio y el fin a las otras escuelas vanguardistas. (Bhaskaran, 2000) nos dice: Este movimiento

surgió principalmente en Estados Unidos y el Reino Unido como reacción a la pintura abstracta,
que los seguidores del Pop Art consideraban demasiado sofisticada y elitista. El pop art, por lo

tanto, hace retornar el arte figurativo en detrimento del art abstracto que ya por varias décadas

había predominado, reconcilia el arte vanguardista con las masas y de una mucho más

compresible, vuelve a hablar.

El pop art representa las circunstancias en las que vive, critica su mundo al mismo tiempo

que lo acepta. Esta contradicción es propia de su entorno y constituye un ejemplo casi

humorístico del punto de representación que el pop art hace de la sociedad consumista

americana. De esta manera, a lo que nos dice (Hobsbawm, 1999) de que el pop art aceptaba el

mundo en el que vivían e incluso les gustaba, le tenemos que agregar el aspecto irónico y crítico

hacia la sociedad que el art pop poseía. Umberto Eco argumentó la contradicción de esta manera:

He puesto ya en evidencia la contradicción del arte pop: crítica e ironía por un lado, aceptación y

amor por el otro. (…) Para el americano, la sociedad de consumo es algo así como para nosotros

los árboles, los ríos, los prados o las vacas, es decir, pura Naturaleza. Los niños de la escuela

primaria de Nueva York, según una encuesta que hizo el alcalde Lindsay, creían que la leche era

un producto artificial, como la Coca-Cola, porque no habían visto una vaca en su vida.

Consecuentemente, la actitud del artista americano respecto a estos objetos es absolutamente

distinta, puede amarlos y odiarlos al mismo tiempo. Quien haya participado o asistido en Estados

Unidos a alguna reunión de estudiantes, de contestatarios de extrema izquierda, de militantes

negros, de grupos yippies, habrá comprobado que mientras se distribuyen octavillas contra el

capitalismo y el imperialismo americano, se destapan botellas de Coca-Cola, que los jóvenes

celebran mítines políticos al son del último rock de moda y asisten a las reuniones políticas con

camisas con la imagen de Mickey Mouse. Basta leer un libro como Do it de Jerri Rubin, uno de

los teóricos del movimiento yippy, para leer como entre sus amores figuran tanto Karl Marx
como los hermanos Marx. En Europa, a un estudiante de izquierda le parecería una contradicción

instalar en la sede del propio partido una máquina automática de Coca-Cola, pero en Estados

Unidos esto no se asume como una contradicción (Salvat, M, 1974).

De esta manera el pop art logra lo que las otras escuelas vanguardistas no pudieron.

Consigue entender que no se podía combatir la sociedad en la estaba y mucho menos

representarla con los métodos tradicionales. Desistió en querer ser la expresión de los tiempos y

paradójicamente lo consiguió en EEUU. Frente a las diversas limitaciones y desventajas que

sufrían las vanguardias, esta se diversifica en su técnica, utiliza a la competencia de las artes

visuales, la fotografía. No solo se adapta a sus circunstancias, es parte de ella al ser un medio

más para el consumo y al mismo tiempo su crítico. Logra llenar el día de la experiencia estética

del arte por medio de los elementos más cotidianos, como un anuncio o incluso una lata de sopa.

Podríamos incluso no limitarnos al decir que el pop art fue algo parecido a la “expresión de los

tiempos” estadounidenses de su época, sino que podríamos afirmar que lo fue en su totalidad,

pues no solo representaba a su época, fue en esencia representante y extensión de la sociedad

consumista, incluso de sus más profundas contradicciones.

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