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CAPÍTULO II: ALGUNAS NOCIONES BÁSICAS .

– JOSEPH NUTTIN
La personalidad:

Individuo: Todo ejemplar concreto de una especie cualquiera de seres vivos. Supone unidad y organización. En su
funcionamiento se distinguen dos aspectos:

 Organismo: conjunto integrado de las funciones biológicas o fisiológicas


 Psiquismo: conjunto de funciones comportamentales.

Individualidad: Conjunto de las características o diferencias interindividuales más o menos estables, que constituyen el ser
concreto en su identidad consigo mismo y su distinción de los demás. “Organismo” y “psiquismo” no se refieren a rasgos
individuales. Para eso están “Constitución” y “personalidad” que designan la estructura individual , una del organismo y la
otra del psiquismo.

Persona: individuo humano concreto.

Personalidad: es una construcción científica elaborada por el psicólogo, con la intención de formarse una idea de la
manera de ser y de funcionar que caracteriza a la persona humana. Esta reconstrucción parte de los comportamientos
observados o rasgos inferidos y de las relaciones comprobadas, con el fin de llegar a un conjunto funcional que explique los
diferentes fenómenos que caracterizan a la persona humana. Al estudiar la estructura de la personalidad, se pueden inferir
determinadas modalidades (normales, anormales, integradas, disociadas). Luego se podrá afirmar que una persona posee
una personalidad de tal o cual modalidad.

En el estudio de la persona se pueden distinguir dos aspectos:

 aspecto diferencial
 aspecto general

La personalidad se caracteriza esencialmente por un extraordinario desarrollo de las FUNCIONES COGNOSCITIVAS, que no
solo le permite al individuo percibir el mundo y actuar sobre él, sino también percibirse y conocerse como actuando frente a
los otros y el mundo. Esta conciencia de sí es una forma de posesión de sí mismo (elemento esencial de la personalidad). Las
diferencias profundas (de opinión, de sistemas de valores, proyectos, etc.) son consecuencia de esos procesos
cognoscitivos.

Gracias a los procesos cognoscitivos, hay un psiquismo personalizado, ya que estos posibilitan:

1) grado elevado de conciencia y autoconciencia


2) las diferencias interindividuales
3) contenido (conocimientos del mundo de otros sujetos y objetos)
4) interioridad

Yo: * agente de la actividad psíquica + * lo que aparece de nosotros mismos a nivel conciencia

Concepto de sí mismo (self concept): imagen que el sujeto se forma de sus propias opiniones, capacidades, etc.

Percepción de sí mismo (self percept): imagen que según nuestra percepción, tienen de nosotros los demás.

Personalidad, carácter y temperamento

Toda personalidad se constituye por un conjunto de rasgos diferenciales. Estos son:

 carácter: rasgos relacionados con el componente afectivo-dinámico de la personalidad.


 aptitud: aspecto de realización. (cognitivas y motrices)

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 rasgos físicos: constituyen el aspecto expresivo, a través del organismo como herramienta de expresión conductual
global, y a través del componente fisológico, neuro bioquímico (temperamento)

Los rasgos se corresponden a las funciones comportamentales así:

 procesos cognoscitivos: se relacionan con el rasgo aptitud.


 procesos de reacción motriz: también con aptitud
 funciones afectivo-dinámicas: con el carácter.

El psicólogo norteamericano usa el término personalidad para designar lo que es carácter, relegando rasgos de aptitud y
físicos a un segundo plano. La personalidad es más que el carácter. Engloba el conjunto de la organización psíquica e incluye
aptitud e inteligencia.

Temperamento: componente fisiológico (especialmente procesos metabólicos y endocrinos), y en gran parte estable y
hereditario de los rasgos afectivo-dinámicos. Es decir que el temperamento impacta en el carácter.

En resumen: La noción de personalidad se basa en una inferencia que parte de hechos comprobados. Está comprobado
que los comportamientos de una persona no son al azar, su variabilidad se sitúa dentro de un esquema bastante estable y
consistente, que da a ese comportamiento una cierta unidad y continuidad de significación. Partiendo de esos rasgos el
psicólogo infiere, primero la noción de rasgo y construye luego una organización más o menos estable e idéntica a sí misma:
la personalidad.

Los rasgos de personalidad

Los rasgos son de una variedad muy amplia y se suceden sin interrupción, en contacto con las cambiantes situaciones que
confrontan al individuo. Intuitivamente esos fenómenos son aprehendidos de forma centrada alrededor de una unidad: la
persona; que se aprehende como permanente en su identidad, aunque cambiante en contacto con otros y las situaciones.

La consistencia interna de las formas de conducta


Nuestra manera de percibir y tratar las cosas es el hecho de que esperamos que ellas reaccionen o se comporten dentro
de los límites de una gama de posibilidades que les atribuimos sobre la base de una experiencia anterior. Esto implica que
yo espero una cierta constancia en su manera de actuar, la que les da a mi juicio, una estabilidad y una consistencia
internas. Me encuentro ante ellas con ciertas hipótesis y ciertas expectativas que constituyen progresivamente los marcos
mismos de mi percepción y de mi exploración del mundo.
El esquema se construye de las interacciones que definen las relaciones mutuas, y en ese marco del comportamiento se
sitúan sus personalidades. Esto me hace atribuir a mis amigos ciertas cualidades. Así: tendemos a caracterizar a cada
persona por medio de un conjunto de rasgos que son inferencias que parten de formas de comportamiento observadas que
se manifiestan por una constancia o una repetición y da consistencia de significación.

Teoría conductista
No admiten la existencia de rasgos. La personalidad podría ser formada y modelada por vía del aprendizaje.
No habría formas generales de conducta que caracterizaran a una personalidad. Cada situación específica iniciaría una
reacción específica, que puede convertirse en hábito específico.
No hay estructura. Su identidad individual es puramente adquirida desde el exterior, mediante la asociación y conexión
específicas.
Otros aceptan que existen los rasgos, pero no como inferencia, sino en el aspecto comprobable de la conducta.

La extensión de la noción de rasgos


Se pueden distinguir varias categorías de rasgos. Algunos se refieren a aspectos formales de la conducta, otros a
opiniones, actitudes.
Ciertos rasgos son comunes a todos los hombres o la mayoría, otros son diferenciales de ciertos individuos.
Ciertos rasgos se refieren a aspectos superficiales y visibles de la conducta, otros pertenecen esencialmente a capas más
profundas de la motivación.

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CAPÍTULO I: APROXIMACIÓN TEÓRICA . – JEAN-C LAUDE FILLOUX
I. Desde que la Psicología se transformó en ciencia, su objeto es descubrir leyes generales que rigen la conducta: relaciones
uniformes y necesarias de los fenómenos psicológicos. Selecciona categorías de operaciones (percepción, memoria, etc.) y
hace un doble proceso de abstracción y generalización.

Si este fuera el único método de estudio, la Psicología correría el riesgo de no conocer algo esencial: el individuo. Ya que
en la práctica jamás nos enfrentamos con el hombre en general sino con uno en particular, único en su género, que no se
parece del todo a ninguno y se comporta de manera propia. Esta es característica esencial del hombre: la individualidad. Las
leyes generales solo encuentran justificación definitiva cuando sirven para aclarar las razones de ser de tal conducta en tal
individuo.

II. * La Psicología diferencial plantea mal el problema del individuo. Pone el acento en los elementos y sus variaciones
respecto del universal, que en la organización. Define la individualidad como un remanente, suma de elementos parciales
por los que un individuo difiere del abstracto.

* Psicoanálisis y Psicología clínica conciben más seriamente el problema de la individualidad: rastrean causas universales
para comprender mejor la historia de una personalidad.

* La Gestalt, al insistir sobre los “todos estructurales” de la vida mental y la interpenetración particular de las funciones
dentro de un mismo organismo, cobra clara conciencia de la unicidad individual.

En la individualidad como totalidad se actualiza un determinismo que se inserta en el dinamismo propio del individuo,
presente en la unión particular de las funciones. Así se relaciona lo general con lo particular.

III. Para designar la individualidad psicológica se usa el concepto de personalidad.

La personalidad NO ES: ni la influencia que ejerce un individuo sobre otro, ni la apariencia, ni el ideal, ni la esencia
metafísica.

Características:

1) Es única, propia del individuo.


2) No es solo una suma de funciones, es una organización, una integración
3) Es temporal, porque el individuo vive históricamente.
4) Sin ser E ni R, es una variable intermediaria, se afirma como un estilo a través de la conducta y por medio de
ella.

La personalidad es la configuración única que toma en el transcurso de la historia de un individuo, el conjunto


de los sistemas responsables de su conducta.

IV. * Para la Caracterología la individualidad está constituida por un conjunto de rasgos, que agrupados, constituyen cierto
número de tipos a los que puede ser referido todo individuo. Tienden a hacer del carácter algo estático, espacial, una
especie de invariante. Dedican su atención a modalidades recurrentes (rasgos).

* Para la Personología, son esenciales los factores dinámicos de la conducta, las motivaciones, complejos, es decir, el
aspecto secreto, menos evidente de la individualidad.

La primera trabaja como un retratista, la segunda como un historiador.

Carácter (Filloux): No es más que un aspecto de la personalidad, su aspecto expresivo.

V. Los hechos que observa la personología pueden clasificarse así:

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1) El dato psico-fisiológico que surge de: * la herencia y maduración, en constante dialéctica con
* lo adquirido (nurture)

2) La situación del medio donde se desarrolla, que actúa como factor socio-cultural.
3) Los factores individualmente modificables de los sistemas de acción que permiten la elaboración de nuevas
estructuras.
4) Las condiciones de unidad del yo y de la identidad personal.

Siempre existen posibilidades de cambio, no solo porque efectivamente hay evolución, sino porque “lo adquirido” puede
ser puesto en tela de juicio en razón de los mismos mecanismos que lo crearon.

Los hechos psicológicos deben estudiarse mediante sus relaciones de causalidad en dos planos:

 el transversal: de reacciones actuales, que pueden crear vías reaccionales futuras. El “aquí y ahora”.
 El longitudinal: el del tiempo, de la sucesión de estadios conservando un estilo propio.
Ambos tipos de análisis están estrechamente ligados entre sí. Solo un constante análisis de ambos planos puede resolver
la antinomia ley general-objeto particular.

CAPÍTULO II: LOS DETERMINANTES CONSTITUCIONALES Y LA DIALÉCTICA "NATURA " "NURTURA ". – JEAN-CLAUDE FILLOUX
I. Se sabe que el desarrollo individual es en parte función de elementos constitucionales dados. El problema es saber hasta
qué punto, qué proporción es “innato” y qué “adquirido”, “herencia” – “medio”.

No corresponde esclarecerlo por experimentación y estadística ya que el marco de la historia individual es de una
incesante dialéctica. Natura y Nurtura son indivisibles.

El concepto “Natura” rebasa la herencia genética y las estructuras innatas. No se puede dejar de lado la interacción
funcional natura-nurtura. Ya desde la vida intrauterina hay dialéctica, y el medio materno puede afectar considerablemente
el desarrollo de la personalidad. También accidentes en el parto pueden originar estructuras congénitas. Es decir: la nurtura
contribuye a formar la natura. No todas las estructuras “natura” están presentes al nacer.

Así mismo, la maduración fisiológica desempeña un importante papel en el desarrollo de conductas. Hasta que la
organización fisiológica no está preparada, no aparecen las conductas relacionadas. La actualización de esa maduración es
función del ambiente.

La personalidad es función tanto del desarrollo previo como del medio. De este modo se explica la diversidad de
reacciones individuales a las modificaciones universales de la pubertad.

II. Experimentalmente, es necesario controlar una variable para estudiar la otra. En este caso es imposible. Natura y Nurtura
son indivisibles. Ej gemelos: puede controlar la variable herencia, pero no entera la “constitución dada”, una diferencia
nutricional en el embarazo ya modifica los resultados. Lo dado y lo adquirido dependen esencialmente uno del otro. Es
imposible separar predisposición y ambiente. La predisposición revela su existencia solo en función del medio. El ambiente
es un campo, nunca neutro sino provisto de sentido.

Para lograr resultados hay que combinar el estudio clínico longitudinal con los tests transversales.

III. Temperamento: es estrictamente biológico y remite a lo directamente influido por el sistema endocrino y
neurovegetativo. Sin embargo se sabe que lo endocrino está condicionado por factores psicológicos. El temperamento
como algo estable y con permanencia es una mera petición de principio.

IV. En cada individuo, lo dado y lo adquirido interfieren en forma singular, específica de su propia personalidad. Es inútil
intentar establecer por medio de tests la proporción natura y la nurtura de tal individuo en un momento determinado. La
interferencia de lo que está dado al nacer con las situaciones en que evoluciona el organismo, la actuación conjunta en el

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transcurso de la infancia, de la maduración y de lo que se percibe en el ambiente. Forman esa historia compleja que es la
personalidad.

Las leyes de interacción natura-nurtura constituyen el objeto mismo de toda la psicología de la personalidad.

Clase:

Lo heredado no es lo que hay al momento de nacer, porque en el útero ya hubo interacción N-N que condiciona (tanto
para lo patológico ej. del bebe en la nursery que se calmaba con el algodón con alcohol, como para la interacción sana:
nutrientes, etc.)

Madurez: Es biológica. Física. Tiene que ver con que nuestro cuerpo evolucionó lo suficiente para poder recibir cierta
estimulación y reaccionar a esta. Al madurar las estructuras, va apareciendo la potencialidad de las funciones. Con la debida
estimulación, se desarrollan. La madurez no es solo Natura, porque dependió de Nurtura (nutrientes, etc)

Período de ventana: Es el periodo, para cada función, en el que hay máxima plasticidad. No todas las funciones se pueden
desarrollar en cualquier momento de la vida. No hay la misma plasticidad.

UNIDAD III:

B. LA REGRESIÓN. – SIGMUND FREUD


Peculiaridades del sueño
1) Se figura sustituyendo siempre por una situación presente. El deseo se cumple en tiempo presente.
2) El contenido no se piensa, se desplaza en imágenes sensibles a las que da crédito y se cree vivenciar
3) El escenario de los sueños no es el mismo que el de la vida de representaciones de la vigilia.

Freud les cree a las histéricas: sí tienen afectado el cuerpo, pero lo que lo afecta es una IDEA (no una alteración
neurológica). Así llega a preguntarse qué hay en la caja negra de Descartes. ¿Cómo funciona la mente para dar las
manifestaciones que realiza?
Freud plantea un constructo teórico centrado en la dinámica energética.

El aparato psíquico sería como un instrumento compuesto a cuyos elementos llama instancias o sistemas. No suponemos
un ordenamiento espacial, pero sí a raíz de ciertos procesos psíquicos los sistemas sean recorridos por la excitación dentro
de una determinada serie temporal (no es un orden tópico sino temporal).

Toda la actividad psíquica parte de estímulos (int. o ext.) y termina en inervaciones.


El aparato tiene un extremo sensorial con un sistema que recibe las percepciones, y un extremo motor para la motilidad.
De las percepciones, queda una huella mnémica. Esta consiste en alteraciones permanentes sobrevenidas en los elementos
de los sistemas.
Freud pensaba a la energía hidráulicamente, para ver cómo se mueve, por donde circula. La energía se ordena de acuerdo
al sistema que atravesó. Cambia la FORMA. No tiene cualidad, entonces –como el agua- toma la forma de su recipiente.
Adquiere forma según los sistemas por los que circula.
Hay un orden temporal (no tópico).

Polo perceptual
* Recibe estímulos:
- desde el mundo: dirección de la energía  progrediente
- desde el cuerpo
- desde el interior del aparato: Movimiento energético regrediente. Comienza en un cuantum de energía dentro del
aparato y termina en percepciones. ALUCINACIONES-RECUERDOS-PENSAR
* La percepción es instantánea. La energía pasa inmediatamente para que el polo perceptual esté continuamente abierto
a nuevas percepciones.
* No tiene memoria. Es tal la cantidad de estímulos (hipertrófica), que la resistencia de las neuronas es barrida. Entonces,
la energía se ve facilitada hacia el siguiente sistema sin dejar registro.

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Sistema de huellas permanentes
El sistema que le sigue traspone la excitación a huellas permanentes. La cualidad no está en la energía que circula, sino en
las huellas inscriptas. Nuestros recuerdos son en sí inconscientes. Es posible hacerlos Cc, pero es en el Icc que despliegan
todos sus efectos.
Las huellas se enlazan entre sí por asociación, sobre todo en cuanto a la simultaneidad. A consecuencia de reducciones en
la resistencia desde uno de los elementos Mn (huella), la excitación se propaga a otro Mn, y sigue. Una misma excitación de
varios de estos elementos asociados entre sí, experimenta una fijación. El primer sistema contendrá la fijación de la
asociación por simultaneidad y en los más alejados, el material se ordenará según otra clase de relación, por ejemplo, de
semejanza. El sistema mnémico es la base de la asociación (analogía de la acequia, surcos conectados entre sí).
Cuando llega un estímulo, respondemos a él de acuerdo a nuestra historia. La energía discurre por las huellas vinculadas
(ej Moni asocia: caballo-pelo por su historia particular)
Para Freud la memoria es ilimitada (otra cosa es poder evocar o no esos recuerdos).

PENSAR: Es vincular huellas mnémicas y hacerlas percepciones novedosas. Se carga de investidura (energía) determinada
huella (ej: “calor”) para ir asociando e imaginar en PP la solución (lámpara). Se asocian por contigüidad espacial (temporal,
causalidad o semejanza).

Los recuerdos que llegan al polo perceptual son menos vívidos porque la energía del cuantum en el interior del aparato es
menor que la que recibimos desde el exterior. La mayor o menor energía se traduce en intensidad. En cambio, la misma
energía que se inerva en distintos sistemas, sale transformada en distintas conductas.

Lo que llamamos “carácter” se basa en las huellas. Las impresiones que nos produjeron mayor efecto, las de nuestra
juventud, son las que casi nunca devienen consientes. Y cuando los recuerdos se hacen conscientes no muestran cualidad
sensorial en comparación con las percepciones.

Así se van delimitando distintas instancias psíquicas.


La instancia criticadora guía nuestra vida de vigilia y nuestro obrar voluntario. El Icc, es la instancia criticada.

El último sistema en el extremo motor es el Pcc: Transforma la energía en conducta. Sus procesos de excitación llegan sin
demora a la Cc, bajo ciertas condiciones: intensidad o atención.
El sistema Icc no tiene acceso a la conciencia salvo por vía del Pcc, al pasar por el su proceso de excitación tiene que sufrir
modificaciones.
La fuerza impulsora para la formación del sueño está en el Icc, pero se anuda a pensamientos oníricos que pertenecen al
Pcc.
Funciones del Prcc:
 dirige la motilidad voluntaria
 somete las representaciones y la motilidad a evaluación (crítica)
 dirige la atención (qué investir y cuanto, qué va a llegar a la conciencia)
Atención: La atención voluntaria es un cuantum de energía libre que está a disposición del Prcc para ser dirigida a
voluntad.

Lo que ocurre en el sueño alucinatorio es que la excitación toma un reflujo. La regresión se posibilita mediante la
“clausura al mundo exterior” de la excitación. Al no poder propagarse hacia el extremo motor, lo hace hacia el sensorial. Es
decir, que el sueño tiene carácter regrediente. Mientras en la vigilia el proceso hacia lo motor se llama progrediente.
Regresión: Hecho de que en el sueño la representación vuelve a mudarse en la imagen sensorial de la que alguna vez
partió.
En vigilia, el recordar deliberado es también un tipo de regresión, pero no recupera la imagen sensorial, ni es alucinado.
Las vivencias infantiles juegan un papel fundamental en los pensamientos oníricos y los deseos oníricos. Estas se
conservan con carácter de vivacidad sensorial.

Alucinación: Percepción en vigilia sin objeto. Malformación en el Prcc que hace regresiones muy importantes invistiendo
con gran cantidad de energía las huellas mnémicas (por lo que se perciben vívidas como las que llegan desde el polo
sensorial)
La cuestión cuantitativa (cantidad de energía) nos hace saber si estamos percibiendo del mundo externo o recordando,
fantaseando. Las imágenes no son tan vívidas. Cuando soñamos lo son, porque al estar clausurado el aparato, hay una gran
cantidad de energía libre.

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Hay 3 tipos de regresión que en realidad son una misma

 Tópica: Es la regresión del esquema de localidades.


 Temporal: retrogresión a formaciones psíquicas más antiguas (caracteristicas en el sueño egocéntricas como de un
niño de 2 años, “quiero ya”).
 Formal: modos de expresión primitivos que sustituyen los habituales. Manejarse de adulto bajo formas de sexualidad
infantil.
Cada persona tiene formas de regredir, formas de satisfacerse, formas de entender el mundo, de acuerdo a la etapa
psicosexual a la que tiende a regredir, o a la combinación de ellas. El que regrede a la etapa anal ha aprendido a frustrarse
voluntariamente resignando un placer para cumplir un mandato (ej: pulcritud, neurosis obsesiva). En cuanto a la etapa
fálica, mujeres que sienten que hay algo que les falta, que tienen que adquirir, conseguir eso que les falta (compran ropa)

C. E L CUMPLIMIENTO DEL DESEO. – SIGMUND FREUD


El sueño es siempre un cumplimiento de deseo. Pero en algunos opera la censura onírica que hace irreconocible y/o
ocultado este deseo. Los no desfigurados se encuentran sobre todo en los niños.

Freud se pregunta de donde proviene el deseo que se realiza en el sueño. Hay 4 posibilidades:

 Excitado durante el día, es admitido pero no llevado a cabo por condiciones externas: es del Prcc, funciona como resto
diurno, no puede ser el motor verdadero del sueño.
 Emergió de día, es reprimido: es esforzado del Prcc al Icc.
 Icc en sí. Incapaz de trasponer el Icc, no tiene relación con la vida diurna. Es el deseo motor que nos permite vivir, fuente de
toda energía.
 Deseos actuales que se despiertan durante el dormir (sed, necesidad sexual)

El de primer tipo solo puede contribuir a incitar el sueño, si logra otro deseo paralelo, inconsciente mediante el cual se
refuerza. Estos están como alertas a procurarse expresión y transferir su mayor intensidad aliándose con mociones
conscientes de menor intensidad. La idea es que parezca que el sueño solo trata de estas. Un ínfimo detalle dará pista de lo
que hay detrás. El deseo que se figura en el sueño ES un deseo infantil.

Existen otras incitaciones, restos diurnos que no son deseos, y que hacen que la actividad de pensamiento prosiga
mientras dormimos, manteniéndolas en el Prcc: problemas, preocupaciones, etc.

- lo que por causa contingente no se llevó hasta el final

- lo que no terminamos de pensar y quedó no solucionado

- lo rechazado y sofocado

- lo que por trabajo del Prcc fue alertado en el Icc

- impresiones que nos resultaron indiferentes y por eso no se tramitaron

Todo sueño tiene 2 contenidos: Manifiesto y Latente.

En la analogía del océano, el manifiesto flota, y el latente está en el fondo. A través de asociaciones y por medio de
desplazamiento y condensación, el sueño latente va a disfrazarse y vincularse con restos diurnos que le prestan el disfraz
para pasar la barrera de la represión. Ej de Pampita-La Pampa-suegra-cuñada: “qué buena está mi cuñada”

Sueños penosos

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Cuando el material de pensamientos oníricos es doloroso: se pueden sustituir las representaciones por las contrarias, y así
lograr el cumplimiento del deseo en un sueño de satisfacción pura. O, las representaciones penosas alcanzan el contenido
manifiesto, desarrollando o no angustia.

También estos sueños de displacer son cumplimientos de deseo. Puede ser un deseo que el yo solo puede sentir penoso,
entonces aprovecha un resto diurno penoso para expresarse. Incluso si provoca el despertar, podría ser la indignación del
yo que reaccione con angustia extrema.

Los sueños de displacer pueden ser también sueños punitorios. El deseo inconsciente es el de castigarse por un deseo no
permitido. Estos sueños indican una participación más extensa del yo en la formación del sueño. Suelen darse cuando los
restos diurnos trataron de satisfacciones no permitidas. El formador del sueño no es el deseo inconsciente sino el yo (Prcc).

Analogía empresario-capitalista

El pensamiento onírico desempeña para el sueño el papel de empresario: pone la idea y el empuje. Pero necesita un
capitalista que aporta el gasto psíquico y es en todos los casos un deseo que proviene del Icc. Otras veces el capitalista
mismo es también empresario. El deseo Icc crea el sueño.

Lo que importa es el punto de vista económico, la cantidad. El empresario puede aportar también una cuota de capital, o
varios empresarios pueden acudir a un mismo capitalista, varios capitalistas pueden reunir lo que el empresario necesita...

De la neurosis extrae: La representación inconsciente solo puede exteriorizarse en el Prcc, en conexión con restos diurnos,
transfiriéndoles su intensidad y quedando encubierta. Esto es la transferencia. Los restos diurnos son el ropaje para que se
expresen ambos (empresario y capitalista). Intentará la forma de lograr la mayor expresión posible sin que opere la
represión.

Primera vivencia de satisfacción

Es un mito, una construcción teórica. El aparato alcanza el estado actual solo por el camino de un largo desarrollo.

Obedeció primero al afán de mantenerse en lo posible exento de estímulos, mediante un aparato reflejo que descargaba
enseguida una excitación que le llegaba desde afuera. Pero luego, la excitación impuesta por las necesidades corporales
(hambre), buscará un drenaje en la motilidad. El niño hambriento llorará. Y solo vendrá un cambio cuando hace la
experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estímulo interno. Al aparecer la percepción que permite esta
vivencia, su imagen mnémica queda asociada a la huella de la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que
sienta la necesidad, se suscitará una moción que querrá producir otra vez la percepción restableciendo la satisfacción
primera (va a regredir por el camino más facilitado). La reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo.

Se puede suponer un estado primitivo en el que el desear terminaba en alucinar. Esta primera actividad psíquica apuntaba
entonces a una identidad perceptiva, a repetir la percepción enlazada con la necesidad.

Proceso secundario

Si quedara alucinando sin alimentarse, moriría. Una amarga experiencia vital modifica esta primera vivencia, en otra
secundaria, más adecuada. La satisfacción no sobreviene, la necesidad perdura. Se hace necesario detener la regresión para
que no vaya más allá de la imagen mnémica y desde esta pueda buscar otro camino. Esta inhibición y su consecuencia: el
desvió de la excitación, son el cometido de un segundo sistema de la motilidad voluntaria, constituyendo un rodeo para el
cumplimiento del deseo.

En este momento, nacen:

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Los rudimentos para el Prcc. El Prcc dirige la energía, invistiendo solo con una parte de energía a la huella, y llevando otra
parte hacia la motilidad.

El deseo

Deseo: toda la vida vamos a buscar repetir esa 1ª vivencia de satisfacción. Jamás vamos a obtener tanto placer, ya que el
contraste con el displacer que se vivió aquella vez es enorme e irrepetible. La angustia es la más grande de nuestra historia
ya que no había huellas mnémicas que otorguen significado o anticipen algún tipo de solución.

El deseo es el motor de la vida. El hecho de no sentirnos nunca satisfechos del todo (parcialmente frustrados) hace que
siempre busquemos otro objeto, otra meta.

Pulsión: es el representante psíquico de las necesidades biológicas en forma de tensión, de energía psíquica.

Obsesión: idea recurrente que genera angustia y no puede evitar pensar: pasa la energía por una misma huella una y otra
vez. “Estoy sucio”

Paranoico: con la analogía del océano, flotando dice “fulano me daña, me odia”, sumergido dice: “yo lo odio” y en total
profundidad dice “yo lo amo” (sentimiento homosexual reprimido). La energía Icc se vincula con lo sumergido, y luego sigue
hacia el cc descargando en “fulano me odia”.

E. EL PROCESO PRIMARIO Y EL PROCESO SECUNDARIO (LA REPRESIÓN). – SIGMUND FREUD


El proceso onírico se apodera del material de representaciones indiferentes (restos diurnos) y por la censura, transfiere la
intensidad psíquica de lo importante –y chocante- a lo indiferente. El deseo infantil es el motor indispensable.

La excitación de los órganos sensoriales se explica por la reanimación regrediente de los recuerdos que operan tras el
sueño. También tienen un papel las sensaciones orgánicas internas que se toman para explicar el sueño: sensaciones de
caer, de flotar. El trabajo del sueño se sirve de ellas para expresar los pensamientos oníricos.

Cuando se resignan las representaciones-meta voluntarias cobran importancia las involuntarias. En el sueño hay sucesivos
enlaces asociativos, sustitutos de otro enlace que es correcto y pleno de sentido. Por parte del Prcc hay tolerancia del
sueño. En la formación del sueño participan modalidades de trabajo primitivas.

Dice Sully: “El sueño vuelve a presentarnos nuestras personalidades anteriores que fueron desarrollándose de manera
sucesiva, nuestra vieja manera de ver las cosas, impulsos y modos de reacción que nos gobernaron en un lejano pasado”. Lo
reprimido es el resorte impulsor del soñar.

Sully habla de la regresión formal. En vigilia también pasa y son las formas de entender las cosas, la personalidad de cada
uno. En salud hay regresión siempre. Lo ideal es que haya un poco de cada una. Quien menos regreda más sano es. Lo
patológico es tener una forma única y enquistada de satisfacción.

Lo que llamamos “trabajo del sueño” se distancia muchísimo de los pensamientos y procesos “correctos”. Pero su
ensambladura lógica (el manifiesto) es prueba de que se engendran en vida diurna.

Hay procesos que son incorrectos para el pensar diurno: En el caso de los actos fallidos, aparece en la Cc un representante
que no era el que estábamos buscando. Algo desfigurado, se asoció transfirió energía y brotó a la Cc.

Existen los procesos incorrectos porque en el Icc coexisten representaciones que se contraponen al mismo tiempo.

Lo Icc es atemporal, amoral y alógico. Porque se maneja por el proceso primario. Este proceso se maneja con una
dinámica energética, una ley que rige como circula la energía en el aparato anímico: la energía circula libremente por los
caminos de mayor facilitación.

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La aspiración del proceso primario es reconstruir, volver a percibir la 1ª vivencia de satisfacción, el camino que sea más
corto para obtener placer.

En el proceso secundario se detiene la regresión, el libre decurso energético. Regrede un poco para recordar la huella que
es útil al pensamiento para efectuar un rodeo, y se obtener una satisfacción mediante un objeto que se parezca, análogo. Va
a quedar registrada una huella que será similar.

Lo Cc se entrama mediante la atención. A veces ponemos atención a un pensamiento, pero otra meta desvía de esa
ilación. Otras veces ocurre que la representación no resiste la crítica, lo interrumpimos y dejamos caer la investidura de
atención. Lo que dice Freud es que esa ilación iniciada, puede seguir devanándose sin la atención hasta que se imponga
nuevamente una intensidad de energía que llame a la atención. Esta ilación de pensamientos, que como dijimos puede
haber sido “descuidada” por la atención o sofocada, la llamamos Prcc. Desde una represtación-meta la energía se desplaza a
lo largo de vías asociativas (acequias). Una ilación de pensamiento “descuidada” no recibió esa energía (y a la sofocada se le
retiró la energía nuevamente), por lo que queda con la propia investidura. Si luego recibe una sobreinvestidura de una
meta, será capaz de atraer sobre sí a la atención (se hace Cc). Todo es cuestión de intensidad y de cantidad de energía.

La ilación del prcc puede o bien extinguirse espontáneamente (su poca investidura termina de difuminarse entre otras
representaciones) conservarse, mediante investidura que se vincula con el deseo Icc, por lo que se la considera que ha sido
arrastrada al Icc.

Transmudaciones que sufren los pensamientos

1. Las representaciones traspasan energía una a otra hasta que representaciones singulares provistas de gran
intensidad se vuelven susceptibles de descargarse. Cuando este proceso se repite varias veces, la intensidad del
itinerario se une en un único elemento de representación. Es el trabajo de condensación el que alcanza las
intensidades requeridas.
2. Representaciones intermedias: son los actos fallidos. Con la transferibilidad de intensidades, se impone una
representación que no es la “correcta”, la que se buscaba.
3. Las representaciones que se transfieren entre sí energía, mantienen relaciones más laxas y se asocian en
modos que nuestro pensamiento despreciaría (homofonía y paronimia).
4. Pensamientos que se contradicen entre sí, no se cancelan, sino que incluso se pueden condensar.
El rasgo principal es hacer que la energía se vuelva móvil y susceptible de descarga.

Deseo: Es la corriente producida dentro del aparato, que arranca del displacer y apunta al placer. Solo el deseo es capaz
de poner en movimiento al aparato. El primer deseo pudo haber consistido en investir alucinatoriamente el recuerdo de
satisfacción (P. Prim.) Luego sería necesario un segundo sistema que condujese la excitación con un rodeo que mediante la
motilidad voluntaria modifique el mundo exterior y logre satisfacción mediante un objeto real (P. Sec). Para esto se necesita
una suma de experiencias (huellas) y múltiple fijación de representaciones evocables. Es necesaria una inhibición del
desagote de la excitación, aunque no completa, para que se pueda producir el recuerdo necesario para el pensamiento.

Vivencia de terror (o sobresalto exterior): Freud construye este mito.

Cuando ingresa un estímulo muy doloroso lo hace con un cuantum hipervalente de energía. Sobrevienen desordenadas
exteriorizaciones motrices hasta que por una de ellas, logre frenar la percepción dolorosa. Va a quedar una tendencia a no
reinvestir esta huella, a abandonar esta imagen penosa para evitar revivir el displacer que provoca.

Proporciona el modelo de represión: es un mecanismo de defensa que impone una barrera y limita para que la energía no
pase por esas huellas. En este caso, la energía queda libre (como en proceso primario) y por ejemplo en la histeria se
descarga en un tic. El Prcc así se ve impedido porque necesita disponer de todos los recuerdos que componen la
experiencia.

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Identidad perceptiva: el proceso primario aspira a ella, a volver a vivir lo alucinado.

Identidad de pensamiento: el proceso secundario apunta a ella, a partir de la experiencia, por vías que conectan entre sí a
las representaciones. Se busca satisfacción mediante pensamientos que lleven a la realidad lo que quiero repetir (ej: comer
un sándwich). El pensar tiene que tender a emanciparse cada vez más de la regulación del ppio del displacer.

La barrera que impone la represión a la vivencia traumática es perjudicial al manejo de lo psíquico porque si no puedo
recordarlo, no puedo tomar decisiones adecuadas para no repetirlo o para buscar una nueva solución (si la huella inscribe
que lo que se hizo no funcionó). No aprendo de la experiencia.

En la compulsión a la repetición lo que ocurre es que al no poder recordar, pensar, elaborarlo, repetimos el error. Por eso
“se cura haciendo cc lo icc, levantando la represión”, porque así se puede disponer del recuerdo y reelaborarlo. Cuando se
corre la barrera, lo primero que sale es el displacer: angustia. Pero se podrá elaborar. Nuestro objetivo es ser lo más libres
posibles para tomar decisiones.

El Prcc debe señalar a los deseos icc, los caminos más adecuados al fin, metas más elevadas (sublimación).

La represión tiene que lidiar con deseos que contradicen las representaciones meta, que son reprimidos por provocarían
más displacer que placer si se cumplieran. Averiguar sus caminos y fuerzas es problema de la represión. Los recuerdos (la
huella) no está disponible al prcc.

Cuando el deseo reprimido experimenta un refuerzo orgánico de energía, sobreviene una lucha defensiva, porque el prcc
refuerza la oposición con la contrainvestidura, y eso trae como efecto la irrupción de los pensamientos de transferencia,
mediante la formación de un síntoma. Quedan funcionando como en proceso primario, apuntando a la descarga motriz
(histeria) o a la reanimación alucinatoria de la deseada identidad perceptiva (psicosis).

F. LO INCONSCIENTE Y LA CONSCIENCIA (LA REALIDAD). – SIGMUND FREUD


Los procesos primario y secundario, no sugieren dos sistemas desde el punto de vista tópico, sino dos modos de discurrir
la excitación: en el proceso primario es libre (por el camino más facilitado), en el proceso secundario, solo una porción
regrede para poder pensar-recordar, y la mayor parte de la energía va hacia la motilidad para efectuar un rodeo.

Cuando un pensamiento se hace consiente desde el Icc, no significa que se “sitúe” en un lugar nuevo. No es el producto
psíquico lo movible, sino su excitación.

Conciencia

Es preciso revertir la sobrestimación por la propiedad conciencia. Lo Icc incluye a lo Cc. Todo lo Cc tiene una etapa previa
Icc, mientras que lo Icc es lo psíquico verdaderamente real. En la producción intelectual y artística, lo esencial o lo nuevo de
las creaciones suele llegar a la percepción a la manera de ocurrencias, casi listo, proveniente del Icc.

Lo Icc llega de dos modos: Icc y Prcc. (descriptivamente, todo lo que no es consciente es inconsciente). El Prcc se sitúa
como una pantalla entre Icc y Cc. También preside el acceso a la motilidad voluntaria y dispone acerca del envío de una
energía, de la cual una parte es la atención.

La conciencia es un órgano sensorial para la percepción de cualidades psíquicas.

Por sus características mecánicas se parece a P:

es excitable por cualidades (las cualidades de placer y displacer)

es incapaz de conservar la huella, es fugaz, momentánea, carente de memoria.

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No todo lo que percibe P llega a hacerse conciente. Lo que llegue muy tenue o no enfoque nuestra atención, va al Icc.

A la consciencia llega cualidad de excitación desde dos lados:

* desde el sistema P

* desde el interior del aparato, cuyos procesos cuantitativos se sienten como cualidades de placer y displacer. No se
refiere a la información de las huellas ya que esta pasa antes por P para conferirles cualidades perceptivas. Es solo
información cuantitativa. Cuando la magnitud de energía es muy grande llega a la Cc incluso involuntariamente. Ej: si ahora
sonara una alarma de incendio.

La excitación cualitativa de P regula la energía móvil. La misma función tiene Cc. Cuando percibe cualidades nuevas,
distribuye la energía acorde a fines. Regula por medio de la percepción de placer y displacer. Es probable que en un
comienzo, el principio de displacer regule solo. Pero en una segunda regulación (más fina y que puede ser contraria a la
primera) la Cc somete a investidura y a elaboración huellas enlazadas con displacer. Cuando hay una barrera de represión
en ellas, no pueden investirse, y constituye una renuncia dañina a la información (lo que ya habíamos visto).

Los procesos de pensamiento carecen de cualidad (son solo cantidad de energía). Para hacerse consientes, necesitan
asociarse para conseguir esa cualidad, con los recuerdos-palabra (representaciones del lenguaje que guardamos en las
huellas) y atraer sobre sí la atención de la conciencia y volcar sobre el pensar una nueva energía.

Cuando hay represión, hay una barrera para toda la parte representacional del lenguaje también. No se invisten las
palabras. No se pone en palabras lo que está reprimido. ¿Por qué es tan importante? Porque el pensar en palabras es el
pensar más evolucionado. Hace presente algo que no está. Genera la posibilidad de máxima abstracción. Y permite
combinar ideas.

Condensación: Implica que un representante exprese más de una línea de pensamiento

Ej. R1: te amo R2: te odio. Entonces se condensa en sobreprotección, para amarlo y al mismo tiempo hacerle daño.

En el caso de los chistes con doble sentido, se genera la posibilidad de “decir” en una condensación, algo que no se puede
decir.

Ej: ¿En qué se parece un cepillo a un bebe? En que los dos cepillan. Un mismo significante para dos significados.

La condensación y el desplazamiento son mecanismos del proceso primario.

El proceso secundario corrige y coarta al primario, derivando la excitación hacia la identidad de pensamiento, mediante un
rodeo. Usa el principio de realidad. Ej: quiero una milanesa, ¿dónde la consigo? No es igual que lo que recordaba pero es
real (si quedara regrediendo, se queda con hambre). Otro ej: ante una pulsión sexual, piensa en regalar flores, el proceso
secundario puede postergar la meta de acuerdo al principio de realidad. Por el contrario, las características de Lo Icc, se
deben a que el proceso primario deja libre el decurso energético.

 Realidad psíquica: Son las fantasías de las histéricas. Para ellas realmente pasó lo que sienten que pasó. Freud trabajaba
sobre esto. Sobre la historia que ES para el sujeto. Aunque contradigan la historia verdadera, no mienten, ya que sus
síntomas están allí anclados. Es su percepción subjetiva.
 Realidad material: Es la historia verdadera. Hay una realidad objetiva, pero es imposible de ser conocida.

UNIDAD IV:

UN MODELO DE PREVENCIÓN PRIMARIA . – GERARD CAPLAN


Prevención
Primaria: intervenciones para que un sujeto no se enferme

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Secundaria: intervenciones a los sujetos ya patologizados para reestablecer su salud.
Terciaria: intervenciones a sujetos que padecen patologías crónicas.

Prevención Primaria: implica la disminución de la proporción de casos nuevos de trastornos mentales en una población
durante cierto período, contrarrestando las circunstancias nocivas antes de que tengan ocasiones de producir enfermedad.
Es un concepto comunitario porque no trata de evitar que se enferme un individuo en especial sino de reducir el riesgo de
toda una población. Contrasta con la psiquiatría orientada hacia el paciente individual.

Factores de huésped: cualidades de los miembros de una población que determinan su vulnerabilidad o resistencia a las
tensiones ambientales. Comprenden 2 grupos de atributos:

Edad, sexo, status socioeconómico elementos del destino individual.

Fortaleza del yo, habilidad para resolver problemas por lo general es fijo, podría haber sido cambiado en el pasado.

Hay un 3ro, factores cromosómicos, que están en el límite entre estos 2 grupos.

Factibilidad de la prevención primaria: conocer la etiología no es inútil en el desarrollo de un programa de prevención


primaria, pero Caplan sostiene que mientras se esperan los resultados de la investigación etiológica es posible lograr algún
éxito explotando los conocimientos presentes. Puesto que los programas son dirigidos más a la población que a los
individuos aunque no se beneficien todos, muchos pueden tener más oportunidades de escapar de la enfermedad.

La necesidad de un modelo conceptual: al faltar un conocimiento completo sobre las causas de los trastornos mentales, la
prevención primaria debe actuar sobre los recursos generales de la comunidad, y reducir las condiciones perjudiciales.

La vaguedad de los planteos y la falta de una base valida, hacen que sea necesario ordenar las ideas de alguna forma
sistemática para que los programas tengan objetivos claramente definidos. El 1er paso es establecer algún modelo o
esquema conceptual que permita hacer patentes las consecuencias sobre la prevención.

Modelo sugerido: Éste modelo conceptual proporciona una visión amplia de los factores que moldean el desarrollo del
estilo general de vida de una persona y una perspectiva circunscripta de las crisis recurrentes asociadas con cambios
repentinos en sus estructuras de conducta.

Provisión de aportes: para no sufrir un trastorno mental, una persona necesita continuos “aportes”, adecuados a las
diversas etapas de crecimiento y desarrollo. 3 grupos que en la realidad están entrelazados:

- Físicos: alimentación, vivienda, estimulación sensorial. Necesarios para el crecimiento, desarrollo corporal y para el
mantenimiento de la salud y la protección.

- Psicosociales: estimulación del desarrollo intelectual y afectivo con la familia, los iguales y superiores. Necesidades de:
amor y afecto, limitación y control, participación en una actividad colectiva.

- Socioculturales: costumbres y valores de la cultura y de la estructura social. Lo que los otros esperan de una conducta
influye sobre sus acciones y sobre sus sentimientos acerca de sí mismo.

SIGNIFICACIÓN DE LAS CRISIS VITALES

Crisis: entre los períodos de estabilidad existen períodos de crisis donde se reestructura la personalidad. Es un período
relativamente corto de desequilibrio psicológico en el que el sujeto se enfrenta a circunstancias peligrosas. Se trata de un
problema que no puede evitar, ni resolver por el momento con los recursos acostumbrados. El individuo elabora una nueva
forma de manejar el conflicto descubriendo nuevas fuentes de energía en sí mismo y en su medio ambiente. Luego el
trastorno disminuye y vuelve el equilibrio psicológico y la conducta coherente, la nueva situación mental estable puede ser
más o menos sana que la estructura anterior.

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La crisis es un período de organización de la estructura subjetiva; entra en cuestionamiento su ser, se producen
reorganizaciones masivas. La crisis es una oportunidad peligrosa ya que es una oportunidad de cambio que podría generar
una reorganización de mayores fortalezas, pero podría generar también que la nueva estructura sea más deficitaria que la
anterior. Crisis no es sinónimo de patología.

Se distinguen 2 tipos de crisis:

1. Crisis evolutivas: se producen en momentos más o menos fijos en la mayoría de las personas. El desarrollo de la
personalidad se describe con una sucesión de fases diferenciadas, cualitativamente diferentes entre sí. Entre fase y fase
existen periodos transicionales caracterizados por trastornos en las áreas intelectual y afectiva. Ejemplos:

- Edipo: para resignar los objetos de amor, los individuos se identifican. La ley q regía desde afuera ahora rige desde
adentro, se reestructura su posición social, relativa estabilidad, los diques psíquicos en el periodo de latencia.

- Crisis de los 40: conciencia de finitud de la vida, balance de lo que se hizo a través de la vida, se replantean cuestiones,
cómo se quiere seguir, etc. La salida puede ser saludable, patológica o intermedia (labilidad).

Las del desarrollo: niñez, adolescencia, de la mitad de la vida. → se sabe cuándo va a ocurrir y que es lo que se juega.

0 – 6 años: cambio abrupto y rotundo.

6 – 12 años: período de latencia: no hay demasiados cambios.

12 – 18 años: período de la adolescencia → pubertad → cambios físicos

2. Crisis accidentales: períodos de alteración psicológica y de la conducta, precipitados por los azares de la vida, que no se
pueden prever. El curso apacible de la vida es alterado por algún suceso inesperado.

La alteración parece resultar de la lucha por lograr ajuste y adaptación frente a un problema temporariamente insoluble.
Estos problemas radican en situaciones nuevas que el individuo no puede manejar rápidamente con los mecanismos de
superación y defensa que ya posee. Los problemas son a la vez serios e inevitables: la muerte de una persona amada, la
pérdida o el cambio de empleo, alguna amenaza a la integridad corporal por enfermedad, accidente o intervención
quirúrgica.

Diferencia problema-crisis

Problema: el equilibrio se altera cuando el individuo enfrenta una fuerza o situación que modifica su funcionamiento
previo. Esto provoca el despliegue de una variedad de mecanismos habituales de resolución, uno de los cuales permite
superar la situación en un lapso corto de tiempo y de una manera similar a ocasiones previas. Así, desarrolla la capacidad de
soportar ese grado de tensión y no llega a entrar en crisis.

En una crisis, el estímulo del problema es mayor, y el sujeto no cuenta con las herramientas para resolverlo dentro del
margen de tiempo común. El periodo de incongruencia de las estructuras de conducta es más prolongado que de costumbre
y, cuando se logra eventualmente un equilibrio, la nueva estructura puede diferir significativamente de la previa, pero ser
estable y constituir a su vez un equilibrio sostenido por fuerzas homeostáticas, como en el pasado.

El factor esencial que determina la aparición de una crisis es el desequilibrio entre la dificultad e importancia del
problema y los recursos, herramientas con que cuenta el sujeto inmediatamente para enfrentarlos. Las crisis son puntos
decisivos en el desarrollo vital. Pueden tanto cercar como alejar el trastorno mental. Representa tanto la oportunidad de un
desarrollo como el peligro de un deterioro psicológico.

Toda crisis comienza con un evento desencadenante: un accidente, etc. El sujeto es demandado a responder a esta nueva
realidad con herramientas que no tiene. Todo problema no es un evento desencadenante. El factor desencadenante es un

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problema ante el cual no se tiene herramientas para resolverlo, si se resuelve el problema no entra en crisis. Si no se
resuelve la tensión aumenta y se ponen en marcha mecanismos de emergencia, si a través de éstos se soluciona el
problema, no se entra en crisis. Estos mecanismos de emergencia son propios del sujeto, pero no son la primera opción ante
un problema. Si esto mecanismos de emergencia tampoco solucionan el problema, aumenta aun más la tensión, el sujeto se
da cuenta de la ineficacia de sus herramientas, y así comienza etapa creativa, es decir, empieza francamente a modificar
quién es, en este momento el sujeto está en crisis.

Una crisis puede durar 15 - 20 días. Pero también pueden ser bastante prolongadas, porque reformulan quienes somos (6
años por ej.). El sujeto en esta restructuración empieza a buscar herramientas para acceder a nuevas formas de ser, las
cuales comprenderán l salida de la crisis.

4 fases de la crisis:

Fase 1: la elevación inicial de la tensión por el impacto del estímulo hace que el sujeto despliegue los habituales
mecanismos de solución de problemas.

Fase 2: la falta de éxito y la prosecución del estímulo determinan la elevación de la tensión, alteración y la inefectividad. Se
producen estados de desequilibrio y se recurre a mecanismos de emergencia, aquello que tiene a su alcance para salir
adelante, se sale en el momento pero no se resuelve.

Fase 3: la tensión sigue aumentando pero ahora este aumento actúa como estímulo para recurrir a sus recursos internos y
externos. Apela a la creatividad y elabora nuevas técnicas y estrategias. Ve nuevos aspectos del mismo problema que antes
había descuidado.

Fase 4: El desenlace de la crisis, no va a estar determinado por los antecedentes, las experiencias previas o la
personalidad, estos solo influyen. Lo que va a determinarlo es el conjunto de fuerzas endógenas y exógenas que se ponen
en juego durante la crisis. Este puede tender al:

1-Enriquecimiento de la personalidad, es la salida salugénica. Los cambios llevan a una salud y madurez mayores, la crisis
habrá sido una oportunidad positiva. El sujeto reestructura su personalidad por una más cohesiva, más integrada, con
mayores posibilidades de acción, más independiente.

2-Empobrecimiento de la personalidad, es la salida patogénica. Si sigue aumentando la tensión y no puede resolverse con
la gratificación de la necesidad, o evitarse por medio de la resignación a la insatisfacción, o a la distorsión perceptiva, la
tensión se eleva hasta un punto de ruptura. Se produce entonces una importante desorganización en el individuo, con
resultados graves. Los cambios conducen a una reducción de la capacidad para enfrentar efectivamente los problemas de la
vida y al peligro de una mayor vulnerabilidad al trastorno mental. La crisis ha sido un episodio perjudicial.

3- Salida hacia la labilidad de la estructura, es la salida intermedia. El sujeto accedió a una nueva estructura que es sana
pero que tiene mayor probabilidad de que se desarrolle una patología. Estructura más vulnerable, más maleable, puede
caer en crisis con estímulos no tan potentes.

Factores personales sobre la resolución de la crisis:

1. El recuerdo de algún problema relacionado con el actual. El fracaso previo puede actuar haciendo que se repitan los
mecanismos de defensa anteriormente usados. Si los antiguos problemas revividos fueron correctamente encarados en el
pasado, actúan como guías para la acción presente exitosa; por el contrario, actuarán como obstáculo ante la crisis.

2. La percepción de la situación como problemática y penosa depende de la experiencia. Quizás la vea como pérdida,
como amenaza a la satisfacción de una necesidad o como exigencia. Como todas las percepciones ésta depende de la
cultura y la personalidad.

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La resolución de la crisis es importante para la salud mental del individuo. La nueva estructura de superación que el sujeto
elabora cuando se encuentra en crisis pasa a ser una parte integral de su repertorio de respuestas para la resolución de
problemas y aumenta la posibilidad de que enfrente en forma más o menos realista los riesgos que se le presenten en
adelante.

- Influencias socioculturales: cualquier cambio en el individuo puede afectar su rol y en consecuencia alterar el sistema
social del que forma parte.

- Influencia de la familia: un grupo organizado, en el cual el sistema de autoridad es claro y aceptable, la red de
comunicación abierta y los roles de los miembros articulados en forma complementaria ejercerá más control y dará más
apoyo al individuo. Para dominar la crisis es necesaria una cantidad variable de esfuerzo mental, y debe soportarse la
tensión del problema pendiente durante lapsos que también varían según los casos.

Las familias y otros grupos primarios pueden impedir la resolución sana de una crisis. Esto puede ocurrir si la familia es
inefectiva como sistema operativo, debido al carácter poco definido de la autoridad, de las comunicación o de la
distribución de roles. Es posible que las actividades de la familia no ayuden de ninguna manera a la persona.

Concepto de APORTES:

Todo sujeto necesita de la provisión de aportes muy particulares durante su vida para devenir salud, posibilidad de
desarrollarse.

3 aportes 1. Físicos: alimentación, vestimenta (abrigo), cobijo, estimulación física.

2. Psicosociales: amor, vínculo con otros, pertenecer a un grupo, ser reconocido, estimado, reglado por normas,
reglas de conducta.

3. Socioculturales: la cultura es un marco regulatorio, ordena y da herramientas de significación de la vida.


impacta directamente en la calidad y forma en los dos tipos de aportes.

La disfunción en la provisión de algún tipo de aportes es el evento desencadenante de una crisis.

ESTABILIDAD Y LABILIDAD EN LAS ESTRUCTURAS DE PERSONALIDAD. – R OGER MUCCHIELLI


Puede definirse a la estructura como una unidad que posee su ley inmanente de acción y de desarrollo, es decir que tiene
una causalidad propia y realiza una individualidad funcional.

La estructura es una forma dinámica que posee su causalidad y su ley inmanente. Esta noción es el resultado de la síntesis
dialéctica entre dos nociones antitéticas preliminares: la noción de elemento y la noción de ley. La ley es una especie de
fuerza pensada como si se encontrara por encima de las cosas y de los acontecimientos, y actuara en ocasión de los
antecedentes. La estructura es la síntesis entre el elemento y la ley, es la unidad funcional de cierto conjunto de elementos,
elementos que no tienen ninguna realidad; su función sólo se establece en relación con los demás elementos; este conjunto
tiene una ley inmanente, una ley que no está por encima de él, sino que es la causalidad propia de ese conjunto.

La personalidad puede explicarse recurriendo a las estructuras. La personalidad está estructurada, y también es
estructurante. En la medida en que se reduce la personalidad a una estructura, se pierde algo esencial, lo que las cambia, lo
que renueva algo, pues implica la libertad.

La personalidad aparece ante todo como una estructura porque es una unidad dinámica indescomponible, organizadora,
determinante; es la manera que teneos de percibir as situaciones y de responder ellas.

La primera estructura que encontramos en el estudio psicogenético de la personalidad, es la estructura caracterial. Es una
estructura psicosomática, no es una realidad únicamente psicológica, sino también fisiológica.

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Las famosas “propiedades fundamentales” no son más que una creación del caracterólogo. Las propiedades
fundamentales del carácter son la emotividad, la actividad y la repercusión de las impresiones. Estas tres propiedades se
combinan, en positivo y negativo, para constituir los ocho caracteres de la tipología de Heymans-Le Senne.

La emotividad no existe fuera de su incorporación a una estructura, es decir, a un carácter.

Las famosas propiedades fundamentales son en realidad funciones estructurales, es decir que no son elementos.

Esta estructura caracterológica no es solamente un modo de ser-en-el-mundo, sino también un estilo de existencia, o sea,
es biopsicológica o psicosomática; es innata, heredada, constitucional. El carácter es constitucional porque es justamente
una realidad psicosomática. Corresponde a cierto tipo de equilibrio fisiológico, a cierto tipo de equilibrio del medio interno u
hormonal.

Las demás influencias que consideraremos modifican, modelan, y a veces desfiguran y desnaturalizan esa estructura
heredada que es el carácter.

Ante todo, hay influencias orgánicas, extracaracterológicas, entre las que figuran la edad y el sexo. El envejecimiento
transforma el carácter, pero cada uno de esos caracteres se desarrolla y envejece según una ley de estructura que le es
propia. Lo mismo sucede con el sexo, que confiere una tonalidad particular a cada carácter.

También está la influencia de las estructuras extrínsecas sobre la estructura caracterológica. La primera es la de la
educación y de la estructura familiar sobre la estructura caracterológica del niño. En la medida en que la educación forma
hábitos y en la medida en que el medio familiar crea el superyó, la estructura caracterológica de modelará diferentemente.
Cada carácter sufre una manera específica y original la influencia de la estructura familiar.

Por último, las estructuras étnicas, las estructuras culturales y las estructuras naturales son factores de influencia sobre el
carácter. Por ejemplo, la del marco natural en que vive el sujeto, o las influencias traumatizantes y los encuentros históricos.

Un “complejo” es también una estructura. Es una constelación de sentimientos, un núcleo de comportamientos posibles
que orienta y determina la reacción a cierto tipo de situación en que se halla un sujeto. El sujeto que tiene un “complejo” es
un sujeto sensibilizado a ciertos tipos de situaciones, a ciertos “temas” ante los cuales pierde el control y la libertad de su
conducta.

La historia de cada uno de nosotros está marcada por situaciones traumatizantes, que han dejado huellas en nuestro
subconsciente.

También hemos sufrido en nuestra historia, la influencia de personas que han orientado nuestra existencia, nuestro
comportamiento, en direcciones que, por nosotros mismos, no habríamos adoptado. Nos hemos encontrado con estas
personalidades que nos han propuesto valores lanzándonos hacia la realización de esos valores.

Una última estructura que influye en la estructura caracterológica es el “personaje” que uno es, la función que ocupamos
en la sociedad. El personaje puede ser un aspecto de nuestro carácter que se ha hecho más agudo, o más cristalizado.

La personalidad proyecta ante nosotros, en nuestra manera de percibir el mundo y de comprenderlo, significaciones y
valores. Como estructura estructurante, la personalidad estructura en primer lugar la percepción.

La personalidad se proyecta igualmente en la comprensión de las situaciones. Una situación no es algo objetivo; sólo
existe en relación con una personalidad.

Existirán medios “de dilatación” en los que el individuo se dilata y se transforma en un sujeto de contacto fácil, optimista,
que manifiesta una animación, y medios “de retracción”, en los que el sujeto se retrae, su sensibilidad se agudiza y se
especializa, y sus reacciones de defensa aumentan. Ambos medios existen en los casos-límites.

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La personalidad es estructurante en la medida en que proyecta sobre la situación del individuo “formas a priori” de
comprensión que son relativas a su propia estructura.

La personalidad es estructurante en los proyectos y en el ideal mismo que cada uno se forma. Cada personalidad refracta
a su manera y según su propio estilo valores que son absolutos en su ser.

La estabilidad de las estructuras de la personalidad no es siempre pregnante. Si la personalidad fuera sólo todo aquello, no
habría en ella nada muy personal.

Hablaría más bien de “subjetividad”, y diría que esa realidad estructurada psicosomática, social, histórica, es la
Personalidad a nivel de la conciencia espontánea estructurando, a espaldas de la reflexión, la percepción de las situaciones y
los ideales, sin que exista todavía una actividad por parte de la Persona, sin que haya una actividad del “Yo”. Esta
subjetividad es “sufrida” por el “sujeto”; ella es “él”, es su Yo en lo que tiene de pasivo.

Si nos quedáramos en este nivel, el hombre sería una boya que flota en el océano del determinismo psicológico.

El hombre, en cuanto no es solamente una conciencia de su cuerpo, sino una conciencia de sí, no sólo de un ser sino de
una existencia, en el sentido que implica un acto de posibilidad de trascenderse, consiste en escapar de esa ley de las
estructuras. Es siempre la marca de la naturaleza en cuanto es voluntad de libertad de no cansarse nunca de las tentativas
por escapar del determinismo.

A esa fuerza la llamaremos la persona. Esa persona se expresa ante todo en el esfuerzo de objetividad, en el esfuerzo por
trascender la estructura estructurante de la personalidad, y por tratar de alcanzar al Otro y al Mundo en su propio ser y no
como reflejo de la personalidad que percibe. En ese esfuerzo se construye y se fortifica en la personalidad.

Parece haber una especie de lucha entre esta fuerza, este acto de trascendencia posible, en cada uno de nosotros, y la
fuerza coercitiva de las estructuras de la personalidad.

DUELO Y MELANCOLÍA . – SIGMUND FREUD


Duelo: proceso psíquico de elaboración de la pérdida de un objeto libidinal significativo para el sujeto (puede ser la
reacción frente a la pérdida de una persona humana o de una abstracción como el abandono de un vínculo, un ideal, la
libertad). A raíz de idénticas influencias, en muchas personas se observa, en lugar de duelo, melancolía.

- Es la elaboración psíquica de la pérdida de un objeto -lugar donde se puede volcar la libido; algunos objetos también de
valor inmateriales: libertad, patria- altamente catectizado, libidinizado, sumamente importante para la vida de un sujeto. El
evento desencadenante es la pérdida del objeto.

Melancolía: La melancolía se singulariza en lo anímico por un sentimiento profundamente dolido, una cancelación del
interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el
sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de
castigo.

El duelo muestra los mismos rasgos, excepto uno: falta en él la perturbación del sentimiento de sí. Esta inhibición y este
angostamiento del yo expresan una entrega incondicional al duelo que nada deja para otros propósitos y otros intereses. En
el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío, en la melancolía, eso le ocurre al yo. La melancolía es una pérdida de objeto
sustraída de la consciencia, a diferencia del duelo, en el cual no hay nada inconsciente en lo que atañe a la pérdida.

No son sinónimos DUELO y CRISIS.

-Siempre que hay crisis hay duelo → la crisis implica una desorganización, siempre hay pérdidas.

-Pero no siempre que hay duelo hay crisis → en el duelo no hay necesariamente desorganización. Algunos pueden ser
eventos desencadenantes de una crisis, otros no.

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-En la crisis de duelo debido a la muerte de una persona amada, el que sufre debe resignarse activamente a la
imposibilidad de satisfacer aquellas necesidades que se satisfacían en la interacción con la persona ahora muerta. Debe
“enterrar al muerto” psicológicamente; solo después de haberlo hecho podrá buscar la gratificación de esas necesidades en
personas reemplazantes. Quienes enfrentan la pérdida sin adaptarse, pretenden a veces que el ser querido no ha muerto o
introyectan mágicamente su imagen, asumiendo personalmente sus características, y así evitan el dolor de la resignación. Es
probable que esto lleve a que sus energías queden ligadas a la persona perdida, de manera que no puedan amar a otras.

ETAPAS DEL DUELO

1. NEGACIÓN

- Mecanismo de defensa ante una realidad shockiante (es una de las más cortas del duelo)

- Incredulidad por parte del sujeto, no cree lo que pasó, no hay conciencia cognitiva ni afectiva. Hay una resistencia.

- Dura minutos, horas, y días como máximo.

- El tiempo que dure cada etapa es criterio diagnóstico.

- Rito para evitar la negación de una realidad sumamente dolorosa → velorio

- Cuando un objeto se pierde se lo idealiza para retenerlo.

- Melancolía → duelo mal resuelto por lo ambivalente. Se dice de sí mismo tolo lo malo del objeto.

2. EMBOTAMIENTO DE LA SENSIBILIDAD

- Hay consciencia cognitiva pero no afectiva (no lo internalizó, no lo siente).

- Nivel de rendimiento de las función disminuye en capacidad.

- Puede durar varias semanas.

- La sensibilidad está embotada, el sujeto ya no está en negación, pero todavía no siente afectivamente dolor,
desesperación de esa pérdida.

Droga, fiestas, alcohol, anestesian el dolor, embotan el sentimiento.

3. DESORGANIZACIÓN Y DESESPERANZA

- Hay conciencia tanto cognitiva como afectiva. La persona siente un dolor muy profundo, tristeza, congoja, se da cuenta
que el objeto amado no está más.

- Dura un año, año y medio. (primer cumpleaños, primera aniversario de la muerte, primera navidad sin la persona)

- Se desorganizan las cargas libidinales del sujeto y sus montos libidinales puestos en el mundo.

- Hay una pérdida en la capacidad de amar (toda la libido esta puesta en recordar al objeto/sujeto, porque se lo quiere
retener entonces se identifica con él).

- Hay un extrañamiento de la realidad, inhibición de la actividad, desinterés por el mundo externo.

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- Retiro de cargas del objeto → en afecto perdido → recuerdo.

- Se idealiza el objeto por aporte libidinal que tiene.

- Es el periodo más doloroso y el que más tiempo dura, el sujeto todavía no llegó a la aceptación.

- Hay que elaborar una triada sobre el objeto libidinal perdido: pensamiento, sentimientos, y acciones.

- Pensamientos: preguntas: soy responsable? Qué hice para perderlo? Que no hice? Sus respuestas no siempre tiene que
ver con la realidad material.

- Sentimientos: advienen a partir de cómo se respondan esas preguntas, por ejemplo culpa o ira.

- Acciones se realizan de acuerdo a los sentimientos, por ejemplo: suicidio, juicios. Acciones autopunitorias como
accidentes, que pueden terminar en muerte.

4. REORGANIZACIÓN

- En principio resignación, no está y no va a volver. aceptación de la muerte.

- Paulatinamente el sujeto se va reorganizando, pone la investidura libidinal en el mundo, volviendo a la vida.

- Luego se comienza a recordar de distinta manera, con alegría, felicidad por haberlo tenido. No es el centro de la vida (la
libido sale al mundo). Representante del objeto perdido: cuando el sujeto cambia la forma de recordar al objeto perdido.

DUELO PATOLÓGICO: fijación en cualquiera de las tres primeras etapas:

- En la 1ra, negación psicosis (se niega la realidad)

- En la 2da, embotamiento afectivo manía (energía puesta afuera todo el tiempo, no hay introyección de lo que nos
pasa, ej: adicciones que le permiten seguir).

- En la 3ra, desorganización y desesperanza depresión (nunca se supera el dolor, estado crónico).

Cuando hay relación entre depresión y manía trastorno bipolar.

-El duelo genera identificaciones. Nuestro psiquismo se constituye a partir de ellas.

-Los duelos muchas veces resignifican duelos anteriores que no han sido elaborados.

CAPÍTULO III. LAS TRANSFORMACIONES DE LA CONDUCTA . – JEAN-CLAUDE FILLUOX


I. Desde su nacimiento, el hombre no deja de conducirse. Es propio del ser humano hallar en sí mismo la fuente de sus
ajustes al ambiente; el individuo debe conducirse para poder persistir como su organismo. Es por eso que la personalidad se
elabora con procesos que son inmanentes a la ‘corriente de conducta’ que comienza con el nacimiento. Si convenimos en
denominar conducta al conjunto organizado de las operaciones, seleccionadas en función de las informaciones recibidas
sobre el medio, por las cuales el individuo integra sus tendencias, resulta que a través de la historia de las conductas como
debe explicarse la formación de la personalidad. Se infiera que las conductas tienden a ser producidas por otras conductas
que son las que orientan esta selección y esta organización: la presencia de una determinada conducta permite fijar las
probabilidades de aparición de toda otra serie de conductas. En consecuencia, las conductas expresan la personalidad. La
personalidad es a la vez el resultado de la conducta y aquello que conduce.

Según el punto de vista, se puede considerar las tendencias que la conducta integra tanto como factores cuanto como
producto de la conducta. Las operaciones, cuyo papel consiste en integrar motivaciones o tensiones, son a su vez causa de
nuevas tensiones, de tendencias adquiridas. En cierto sentido, algunas tensiones organizadas de determinada manera

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existen porque existe una conducta. De este modo, nuevas tendencias y nuevas operaciones nacen en el transcurso de un
continuo proceso de interacción. Los procesos que hemos llamado ‘inmanentes’ a la corriente de la conducta no pueden
concebirse sino como transformaciones a través de las cuales se elabora una historia personal.

Las transformaciones de la conducta se efectúan sobre la base de: 1) Tendencias, elementales o adquiridas, innatas o que
aparecen cuando la maduración orgánica lo permite, las cuales suscitan y dirigen el comportamiento; 2) operaciones ya
existentes, instintivas o adquiridas, que forman el fundamento de la transformación, y que, o bien son asimiladas a un
nuevo todo, o bien sufren una disociación; 3) imposiciones situacionales, obstáculos sociales o modelos culturales de acción;
4) un conductor: la variable personal misma, la personalidad ya formada y ‘pregnante’ que prohíbe ciertas posibilidades.

Es tan decisiva la influencia de los primeros cinco años de vida sobre la formación de la personalidad, que los problemas
planteados por las transformaciones de la conducta se sitúan concretamente dentro de ese marco. Las experiencias
posteriores al quinto año ejercen una acción formatriz sobre la personalidad.

II. Retomemos la noción de ‘tendencia’ a que hemos eludido. Las transformaciones de la conducta no podrían tener
ninguna significación sino la de asegurar la función que le ha sido atribuida. Dijimos que el objeto de la conducta es asegurar
la existencia misma, la persistencia del organismo. Por lo tanto, inmanente a todos los hechos de comportamiento, existe
un dinamismo que expresa la tendencia del organismo a perseverar en su ser. El organismo no puede persistir sino en la
medida en que es ‘uno’, en que resiste a las fuerzas disociativas.

Surge de allí la necesidad de postulados dinámicos en psicología. La noción de tendencia responde a esta necesidad. Todo
ocurre como si toda tensión interior al organismo, que entraña para éste el riesgo de una disociación, exigiera del mismo
que actuara para suprimir esa tensión. A la tensión suprimida sigue un estado de equilibrio y de satisfacción que persiste
hasta que aparece otro estado de tensión. Resulta correcto describir la conducta refiriéndose a las fuerzas motivacionales
que la orientan hacia actos y objetos que realizan el ajuste que ella, por su naturaleza, busca.

Para conservar el esquema tensión-reducción de la tensión y no vernos obligados a aceptar que las tendencias actúan
como reflejos, tendremos que clasificar las tendencias a evitar un estímulo en la categoría de las tendencias adquiridas; será
necesario indicar, o bien que estas tendencias implican el recuerdo de un daño precedente, o bien que nacen de un
condicionamiento. Pero tal descripción de las tendencias negativas pone en tela de juicio la naturaleza interna, la fuente
‘tensora’ de las motivaciones y, por lo tanto, se muestra contradictoria.

Dado que utilizamos la hipótesis ‘pulsional’, lo mejor será distinguir separadamente: 1) Los reflejos primarios espontáneos,
impulsivos y automáticos en los que el estímulo provoca la respuesta sin la intervención de una motivación; 2) las fuerzas
adquiridas, que sobre la base de un hábito impulsan al organismo a evitar el riesgo de una disociación; 3) las tendencias
propiamente dichas que son las exigencias de objetos complementarios externos definidos, por intermedio de operaciones
adecuadas. La tendencia es una fuerza, pero no toda fuerza es una tendencia: para ello hace falta que la fuerza se inserte
positivamente en un objeto-fin positivo.

En consecuencia, sólo pueden considerarse innatos, muy relativamente, los ergs de la terminología de Cattell, tales como
las necesidades físicas y las necesidades sexuales: sólo ellas orientan hacia objetos cuya ausencia produce la disociación. Los
ergs obedecen primitivamente a dos principios: el principio de constancia, que indicia que el organismo tiende a persistir en
una forma de conducta hasta que logra la satisfacción, y el principio de placer, que indica que el organismo tiende
primitivamente hacia objetos-fines que procuran la satisfacción. Basado en estas tendencias se edifica progresivamente el
comportamiento, por sustitución sucesiva de objetos, en función de las necesidades del ambiente y de las fuerzas
coercitivas que éste inserta progresivamente en el organismo.

III. Esta influencia del medio se experimenta desde el nacimiento. A partir de ese momento el niño manifiesta una gran
plasticidad, y a medida que aparecen, con la maduración, posibilidades de nuevos ajustes, la transformación de la conducta
orienta insensiblemente al individuo hacia un estilo de personalidad singular. Poco a poco surgen y se fijan ‘hábitos de
comportamiento’.

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Los animales cuentan con un arsenal de respuestas instintivas que les permite reducir las motivaciones que los presionan;
está ya adaptados al medio. El niño debe adaptarse, él mismo, activamente. Para esto, debe casi inventar vías específicas de
reacción y tomar en cuenta los modelos de comportamiento que la cultura le propone por medio del círculo adulo y
familiar.

La inflexibilidad del medio cultural lo obligará continuamente a hacer una cosa para lograr otra. El niño se verá llevado a
buscar cuidadosamente ciertos objetos o a responder a estímulos cuyo valor es secundario, porque éstos son los medios
indirectos para satisfacer las tendencias elementales. Así se establece lo que Cattel llama “conductas de largo circuito”.

Los conductistas pretendían que bastaba el mecanismo del ‘condicionamiento’ para dar cuenta de la formación de los
hábitos infantiles. En realidad, el condicionamiento no actúa sino en el nivel de los reflejos, exclusivos de toda motivación. El
niño aprende así a evitar el dolor reaccionando negativamente a los signos del estímulo doloroso; en este caso la
concomitancia del signo y de la cosa significada basta para explicar el hábito. Pero desde que entra en juego una motivación
positiva hacia un objeto-fin, sólo la ley del efecto, es decir el principio de la satisfacción final de la tendencia, permite
explicar la fijación de una conducta que responde a otro objeto. Ahora bien, no todo estímulo asociado da origen a una
nueva conducta, porque la conducta sólo se fijará si la respuesta a ese estímulo reduce la tensión motivadora.

Bastaría otra razón para rechazar la teoría del condicionamiento. Se debe buscar en el conflicto el motor de la
transformación de las estructuras, de la adquisición de conductas vinculadas con nuevos objetos-fines y de la instalación de
conductas de largo circuito.

Debemos volver a la ley del efecto y a la manera en que ésta actúa en las situaciones socialmente dadas, es decir, en un
universo hecho de obstáculos que se oponen a la satisfacción de las tendencias.

IV. Es necesario precisar el término obstáculo. Existen dos clases de obstáculos. Unos pueden ser contorneados y rodo
ocurre como si fuese primordialmente necesario buscar la vía ‘del rodeo’. Otros aparecen como prohibiciones y dan origen a
frustraciones que a su vez originan conductas específicas ligadas no a fines-medios sino a fines sustitutivos. Las
transformaciones de la conducta tienen un aspecto diferente según que el fin primitivo de la tendencia sea finalmente
permitido y sólo la vía directa esté prohibida o que el fin último esté prohibido.

El estudio experimental ha permitido concebir un esquema de la formación de hábitos debidos a la presencia de una
barrera exterior: después de un período desordenado, con tentativas infructuosas, rabia impotente, etc., el individuo
termina por descubrir la conducta de rodeo que permite, indirectamente, la satisfacción. El descubrimiento de este camino
depende, primer, de las posibilidades individuales, y luego de la ayuda recibida del exterior, es decir, de las indicaciones que
provienen del medio, ya en forma de modelo para imitar, ya como recompensas que gratifican los ‘buenos
comportamientos’ y castigos que sancionan las conductas censuradas. Después de la pubertad, marcos institucionales muy
estrictos condicionan la satisfacción de las tendencias sexuales. Pero siempre funciona el mismo esquema: los ‘instintos’ se
satisfacen en forma derivada, por medio de operaciones adquiridas.

Así, en virtud de la intervención de las exigencias de la realidad, surgen nuevos fines y se crean nuevas tendencias. Como
ha demostrado Freud, el desarrollo del yo, o sea la formación de la personalidad consciente, está estrechamente ligado a la
adquisición del sentido de realidad, el cual conduce al individuo a tomar en cuenta los obstáculos previstos y las vías
prescriptas, para lograr los fines que busca. Los fines indirectos pueden hacer necesario el uso de las vías del rodeo
aprendidas, de manera que puedan establecerse cadenas. Ocurre entonces que los fines indirectos se transforman en fines,
como si el individuo perdiera conciencia de su utilidad indirecta. Después de haber tratado de complacer a su madre, el niño
se fija a ella, quien llega a ser entonces el objeto simbólico de todas las satisfacciones posibles. Esta simbolización de los
fines-medios no tiene término. La necesidad de comer hará surgir la necesidad de trabajar, etc. Tendencias adquiridas
acompañan a todos los fines adquiridos y, de este modo, se enriquece el capital de las motivaciones.

V. No todo obstáculo puede ser ‘rodeado’. Existen obstáculos frustrantes, que ponen en jaque toda tentativa, directa o
indirecta, de satisfacer la motivación y reducir la tensión inicial. Si la insatisfacción es sólo temporaria, se habla de

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‘privación’, pero si es definitiva existe ‘frustración’. Esta última se produce cuando el mundo exterior no puede responder a
los deseos y sobre todo cuando normas culturales intransigentes prohíben la satisfacción de las tendencias.

Habría que distinguir las frustraciones debidas a una barrera exterior, de las frustraciones provocadas por un conflicto
interno. Antes de los tres años de vida, cuando la personalidad aún no se ha construido ni estructurado, intervienen
únicamente frustraciones del primer tipo. En el infante la frustración de las tendencias sólo es relativa, y proviene de las
dificultades que experimenta para coordinar sus actos y responder eficazmente. Luego, el destete y los diversos castigos
crean conflictos frustrantes. Luego, junto a conflictos de componente exterior, aparecerán conflictos internos,
principalmente después de la formación de complejos morales y de reflejos de inhibición dirigidos a las motivaciones
sexuales o a otras motivaciones adquiridas.

VI. En todos los casos de frustración ‘exógena’, las reacciones agresivas traducen la impotencia del individuo para
adaptarse a la realidad. Son respuestas emocionales, traducen la incapacidad del organismo para organizarse de manera
útil. Estas reacciones ceden el paso a otras en cuanto el organismo necesita recuperar el equilibrio perdido. La agresividad
no conduce a un estilo de comportamiento estable sino en la medida en que obtiene algún resultado indirecto, por ejemplo,
si la agresividad provoca reacciones de defensa internas al instalar una represión. Si la tendencia exige satisfacción, aparece
regularmente otra respuesta emocional: la ansiedad, que es, también, el signo de una adaptación difícil. Porque el problema
que enfrenta el organismo frustrado es su reorganización interna. En este caso, adaptarse a las exigencias del medio es
encontrar en sí mismo las posibilidades de un reajuste. Difícil en la primera infancia, esta función de ajuste se realiza más
fácilmente cuando el principio de realidad traduce la fuerza del yo, frente al mundo circundante. Aparecen entonces
conductas, ya no negativas, sino positivas, que, al menos por tentativas internas de ajuste, responden a las exigencias de la
situación. Pero también pueden producirse respuestas de huida en forma de los mecanismos de defensa de negación,
aislamiento, etc.

Estas respuestas, que tal vez ajustan al individuo pero no lo adaptan, sólo pueden ser temporarias. Por el contrario, la
creación de conductas que giran en torno de fines sustitos es un factor de adaptación.

El valor de adaptación que posee la adopción de un fin sustitutivo depende de su naturaleza. Cuando la satisfacción se
obtiene por medio del pensamiento autista, el equilibrio sólo tiene un precario valor. Las compensaciones imaginarias a los
fracasos son de naturaleza alucinatoria, rayana en el desequilibrio mental. Según Horney, el pensamiento fantasioso,
frecuente en la infancia, ocasional en la adolescencia y en la edad madura, llega a ser una reacción neurótica característica
cuando la cultura es frustrante y crea conflictos. Este tipo de pensamiento permite una suerte de evasión fuera de sí, que
sólo equilibra al individuo a costa de su enajenación. Nuestra sociedad favorece esta ‘enajenación’ al poner al individuo en
condiciones de perpetua frustración y proporcionarle al mismo tiempo la posibilidad de satisfacciones alucinatorias.

Por su parte, los comportamientos ‘regresivos’ que existen ya en la infancia, pueden ser peligrosos si inducen al individuo
a retornar a conductas que no tienen relación con la realidad presente. En general, se puede llamar regresión a todo retorno
a un modo de ajuste más infantil.

La sublimaciónes el mismo tipo de transferencia equilibrante. En este caso la tendencia se descarga en un fin que presenta
cierta equivalencia con el fin primario y tiene la ventaja de merecer la aprobación social.

Para que haya represión es necesario que el obstáculo exterior simbolice un obstáculo interno. La represión es siempre
consecuencia de un conflicto interno, aunque una barrera externa brinde la ocasión.

VII. Lewin intentó sistematizar los diversos tipos de conflictos internos posibles. Distingue los siguientes conflictos:
“acercamiento-acercamiento”; “alejamiento-alejamiento”; “acercamiento-alejamiento”.

El conflicto acercamiento-acercamiento implica fines incompatibles, cada uno de los cuales tiene una ‘valencia’ positiva. El
conflicto alejamiento-alejamiento surge cuando el individuo se encuentra entre dos amenazas; y puede provenir, ya de una
situación objetivamente insoluble, ya de la propensión del individuo a captar las situaciones bajo un aspecto amenazador. El

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conflicto acercamiento-alejamiento se plantea cuando un mismo fin provoca, a la vez, atracción y rechazo, es decir, cuando
es ‘ambivalente’.

Cada uno de los tres tipos de conflictos no tiene en la transformación de la conducta la misma importancia. Los conflictos
acercamiento-acercamiento, cuando son puros, no implican ninguna amenaza y no bien se h efectuado la elección, la otra
tendencia desaparece. Los conflictos alejamiento-alejamiento provocan grandes oscilaciones de comportamiento y acarrean
la búsqueda de nuevas soluciones: frecuentemente se produce una fuga fuera del campo por refugio en el ensueño o en la
regresión. Los conflictos acercamiento-alejamiento dan origen a las características más esenciales de la conducta. Estos
conflictos exigen imperiosamente la invención de una solución y esta solución siempre tiende a fijarse, porque su esencia es
no sólo resolver el conflicto, sino eliminar la angustia que lo acompaña.

VIII. Las contracatexias que actúan como barreras internas consisten en reflejos de bloqueo. La anticipación del dolor
actúa como si fuera el dolor mismo, por medio de una especie de memoria proyectiva. En el esquema freudiano, los
primeros impulsos de la libido infantil producen reflejos de inhibición en función de la anticipación del castigo que surge de
las cosas o de los padres. Esta función de anticipación permite un mejor control personal y un dominio mayor de la realidad.
Durante toda la vida se instaurarán hábitos de ‘control’ en función de las situaciones en que sucesivamente se encuentra el
individuo. Es necesario evitar toda satisfacción de tendencias que directa o indirectamente provoque un desequilibrio y
tener el hábito de evitar tales satisfacciones.

También debemos tomar en cuenta los mecanismos de ego-involvement, por los cuales el individuo internaliza normas
culturales. Estos mecanismos pertenecen al dominio de la identificación y de la introyección. El individuo se identifica sólo
con un aspecto del ‘modelo’, el cual puede llegar a transformarse en un ideal del yo; el individuo puede identificarse con un
grupo. La ‘introyección’ puede considerarse como una consecuencia de la identificación.

Freud parece reducir los de ego-involvements al superyó, pero a la constitución de este siguen otros de ego-involvements.

IX. La represión, que prohíbe a las tendencias indeseables no sólo toda acción, sino toda expresión consciente, está
íntimamente ligada a la existencia del superyó. Mientras aún no se ha constituido, las respuestas a las frustraciones pueden
consistir en desplazamientos y en reacciones agresivas diversas, pero no en represiones. Para que ya represión es necesario
que el individuo encuentre en sí mismo la energía necesaria para luchar contra las pulsiones indeseables.

Cuando a continuación de conflictos internos una tentativa de represión alcanza totalmente sus fines, la consecuencia más
importante es una pérdida de energía debido a la necesidad de mantener continuamente en acción una fuerza de catexia.
La represión no es absoluta sino relativa y provoca la intervención de ‘mecanismos’ de defensa. Estos no son específicos de
la represión; por lo tanto, pueden intervenir en presencia de una barrera exterior y con anterioridad a toda represión,
aunque revisten particular importancia cuando es la represión la que los condiciona. Otros sólo intervienen más tarde y en
función de un conflicto con el superyó. Ejemplos de este segundo tipo son la proyección, la racionalización, la formación
reactiva, la defensa por el contrario, etc.

X. Existen ciertos hábitos que se instalan y desaparecen luego, y otrosque se fijan y se transforman en una suerte de
constantes de la conducta.

La fijación de conductas más complejas que substituyen a las conductas originales inadecuadas se explica por lo que la
psicología experimental llamó “la ley del efecto”, y el psicoanálisis, “el principio de realidad”. Se instalan y se refuerzan
aquellas conductas que obtienen regularmente un resultado favorable. De este modo, el yo aprende a satisfacer las
pulsiones primitivas en función de los medios puestos a su disposición pro el ambiente. La constante repetición de
situaciones análogas establece una serie de pautas reaccionales eficaces, cuyo conjunto permite la integración de las
motivaciones esenciales.

Las conductas se fijan en la medida en que son un factor de equilibrio, en la medida en que favorecen la adaptación al
medio externo y un ajuste interno.

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Allport supone que toda conducta adquirida tiende a funcionar en forma autónoma, en virtud de una suerte de inercia
propia. Ejemplos de autonomía funcional: el proceso por el cual los medios se transforman en fines en sí, múltiples
regresiones a conductas instaladas sólidamente ante la presencia de dificultades nuevas, etc. Las conductas adquiridas
tienden a repetirse en virtud de su existencia misma.

Si existe la “compulsión a la repetición”, la ley de rigidez no es fundamental en el psiquismo, y recíprocamente toda


resistencia al cambio está lejos de ser un hecho de ‘inercia’. La persistencia del superyó y de las formaciones debidas a la
defensa del yo contra las pulsiones no provienen de una pura y simple inercia, sino de la identidad temporal de un modo de
organización. La posibilidad de adquirir conductas nuevas está en contradicción con el carácter incoercible que la teoría de
la autonomía funcional adjudica a la rigidez de las estructuras adquiridas.

Si bien es cierto que todo modo de percepción y de respuesta opone una resistencia intrínseca al cambio, no es menos
cierto que sólo se trata de una disposición, ya que la ausencia total de plasticidad impediría la formación de los sistemas
cuya conservación se quiere explicar.

UNIDAD V:

I. CONCIENCIA E INCONCIENTE . – SIGMUND FREUD


La diferenciación de lo psíquico en consiente e inconsciente es la premisa básica del psicoanálisis.

Lo consiente es:

1) una expresión descriptiva que invoca la percepción más inmediata y segura.


2) Es fugaz, no duradera.
3) Ha sido inconsciente.
A través de la dinámica anímica, vemos que existen representaciones muy intensas que se encuentran reprimidas bajo
una resistencia que no permite que devengan conscientes.

Descriptivamente, las representaciones son o cc o Icc

Lo inconsciente es :

- lo latente, susceptible de hacerse consiente (es el Prcc, que es Icc solo en sentido descriptivo, no en el
dinámico)
- lo Icc reprimido
- lo Icc no reprimido

El Yo: Es una organización coherente de los procesos anímicos de una persona.

- De él depende la conciencia.
- Gobierna los accesos a la motilidad.
- Ejerce control sobre todos los procesos parciales.
- De él parten las represiones.
- Tiene una parte inconsciente.

Esto último es cierto ya que en análisis observamos las dificultades que aparecen por la resistencia que opone el yo de
manera no consciente. Esta resistencia se comporta como lo reprimido, es inconsciente. Al mismo tiempo, significa que no
todo lo inconsciente es reprimido. También es icc no reprimido parte del yo, la motilidad (aunque sea voluntaria).

II. EL YO Y EL ELLO . – SIGMUND FREUD


Organización dinámica:

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La conciencia es la superficie del aparato anímico.

Son conscientes todas las percepciones que vienen de afuera (sensoriales) y de adentro (sensaciones, sentimientos). ¿Y los
procesos de pensamiento? Estas representaciones devienen preconcientes por conexión con las representaciones-palabra.
Las representaciones palabra son restos mnémicos, es decir que una vez fueron percepciones cc, por lo tanto pueden
hacerse concientes.

Los restos de palabra provienen en lo esencial de percepciones acústicas. La palabra es entonces, el resto mnémico de la
palabra oída. Esto no quita importancia a los restos mnémicos visuales.

Las alucinaciones ocurren cuando la investidura no solo desborda desde la huella mnémica sobre P, sino que lo traspasa
totalmente.

Para hacer prcc algo reprimido se deben restablecer los eslabones perdidos (prcc) mediante el trabajo analítico.

La percepción interna proporciona sensaciones de procesos que vienen de los estratos más diversos, en forma de placer-
displacer. Pueden salir a la luz aún en estados de conciencia turbada. Tienen mayor valencia. Como pueden venir de
diversos lugares, pueden tener cualidades diferentes y hasta contrapuestas.

Las sensaciones de displacer son esforzantes, esfuerzan a la descarga.

Las sensaciones y sentimientos solo devienen conscientes si alcanzan P. Si no afloran hasta P, vienen a ser “sensaciones
inconcientes”. Por lo tanto: la diferencia entre Cc y Prcc no tiene sentido para las sensaciones. O son Cc o son Icc.

Clase: Las representaciones-cosa son procesos mentales que no se enlazan con huellas mnémicas. Son del Icc
reprimido, o del Icc no reprimido.

El yo entonces parte de P, es eminentemente Prcc apuntalado por las representaciones-palabra y además el yo es Icc.

El ello es lo que continúa y que se comporta como Icc (todo lo Icc que no es yo). Es el reservorio pulsional, asiento de
las pulsiones, energía psíquica devenida de una necesidad biológica. Busca satisfacción, deseo.

El yo no está separado tajantemente del ello. El yo es la parte del ello alterada por la influencia del mundo exterior. Se
empeña en hacer valer sobre el ello el influjo del mundo exterior y sus propósitos propios. Se empeña en reemplazar el ppio
del placer que rige para el ello, por el ppio de realidad. La percepción cumple el papel en el yo que la pulsión cumple en el
ello. El yo representa la razón y la prudencia, mientras el ello contiene las pasiones.

El yo también dirige la atención y la motilidad. Se parece al jinete que enfrenta la fuerza del caballo, solo que el yo lo hace
con fuerza prestada. Otro factor que separa el yo y el ello es el cuerpo propio. El yo es sobre todo una esencia-cuerpo, la
proyección de una superficie.

Estamos habituados a hacer un nexo entre el yo y la conciencia y las funciones de alta valoración, mientras que a las
pasiones inferiores y lo profundo, se lo relaciona con el Icc. Sin embargo:

1) un trabajo sutil y difícil que exija empeñosa reflexión, puede realizarse también preconcientemente. Ej:
cuando al despertar se sabe la solución de un problema matemático que no se logró resolver el día anterior.
2) A veces la autocrítica y la conciencia moral (funciones de lo más altas en la escala de valoración) son
inconscientes. El sentimiento inconsciente de culpa tiene papel decisivo en muchas neurosis.

El yo es eminentemente preconciente:
-Dirige la atención
-Dirige la motilidad

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-Ejerce los mecanismos de defensa.

El yo es una instancia psíquica, un complejo autónomo. Un grupo de representaciones mentales hacia las que el sujeto
está altísimamente sensibilizado. Una organización coherente de los procesos anímicos que siento que me definen. Creo
que soy eso. Creo que mi ser se define por esas representaciones (estudiante Ps, madre, nombre, etc) .Dirige el
pensamiento. Reemplaza el ppio de placer por el de realidad. En las formaciones de compromiso, el yo ejecuta una acción
que no es ni la que pide el ello, ni la del superyó, ni la de la realidad (dibujo con vectores) EJ: silla de ruedas para que mi
cuñado tenga que venir a cuidarme.

III. EL YO Y EL SUPERYÓ (IDEAL DEL YO). – SIGMUND FREUD


Origen del yo
El proceso por el cual la investidura de objeto es relevada por una identificación, participa en considerable medida en la
conformación del yo y contribuye esencialmente a producir lo que se denomina su carácter.

Al comienzo, en la etapa oral es imposible distinguir entre investidura de objeto e identificación. Más tarde el ello busca
satisfacerse con objetos y el yo endeble, se defiende mediante la represión. Si el objeto sexual es resignado, se altera el yo
introyectando el objeto, como una especie de regresión al mecanismo de la fase oral. Este proceso es muy frecuente en las
fases tempranas del desarrollo, por eso, la definición de carácter del yo para Freud:

Conjunto de las identificaciones, sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, que contiene la historia de las
elecciones de objeto. Desde luego, es preciso atribuir una escala de la capacidad de resistencia, la medida en que el carácter
de una persona adopta estos influjos de las elecciones de objeto o se defiende de ellos.

La identificación es un mecanismo de defensa por el cual se asumen características de un objeto, como propias. Desde
otro punto de vista, esta introyección permite al yo dominar al ello y profundizar sus vínculos con el ello, a costa de una
gran docilidad hacia sus vivencias. Cuando el yo cobra los rasgos del objeto, se impone él mismo al ello como objeto de
amor, busca repararle la pérdida diciéndole: “puedes amarme a mí, soy tan parecido al objeto”. Es un mecanismo de
defensa porque como objeto externo puede ser difícil de controlar o peligroso en algún sentido. La trasposición de libido de
objeto en libido narcisista conlleva una resignación de las metas sexuales, una desexualización, una suerte de sublimación.

Consecuencias de la identificación:
- Resignación del objeto libidinal. Pierde catexia
- Desexualización de la libido (pasa a ser libido narcisista)
- Conformación yoica: toma la forma del objeto.  carácter. También conforma al superyó.

El duelo genera identificaciones para hacerle perder objetos al ello, pero también para hacerle tolerable la pérdida del
objeto.

Si las identificaciones se vuelven numerosas, hiperintensas e inconciliables entre sí, amenaza un resultado patológico.
Puede fragmentarse el yo y podría ser la causa de la personalidad múltiple.

Los efectos de las primeras identificaciones a edad más temprana, son universales y duraderos. En la génesis del ideal del
yo encontramos la identificación de mayor valencia: la identificación con el padre.

Complejo de Edipo (varón)

El niño desarrolla una investidura de objeto hacia la madre y se apodera del padre por identificación. Ambos vínculos
marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por el refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre y la percepción de
que el padre es obstáculo para esto deseos, nace el Complejo. La relación con el padre se torna ambivalente.

Con el sepultamiento, surgen:

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- O un refuerzo de la identificación con el padre con un vínculo tierno con la madre (reafirma la masculinidad)

- O una identificación con la madre.

En la niña, se da seguido que al renunciar al padre como objeto de amor, lo introduce en el yo, retomando y destacando
su masculinidad. Se identifica con el padre en lugar de hacerlo con la madre. Esto depende de que las disposiciones
masculinas posean la intensidad suficiente.

Una indagación más a fondo pone en descubierto el Edipo más completo: es duplicado, positivo y negativo, dependiente
de la bisexualidad originaria del niño. Es decir, que el varón no posee solo actitud ambivalente hacia el padre y actitud tierna
hacia la madre, sino que también se comporta simultáneamente como una niña.

Particularmente en el caso de los neuróticos, hará bien suponer el Edipo completo, lo que ocurre es que uno de los
componentes suele desaparecer hasta dejar apenas una huella registrable. En el sepultamiento, las 4 aspiraciones se
desdoblan y surge:

 una identificación-padre retendrá el objeto-madre del complejo positivo.


 una identificación-madre que retendrá el objeto-padre del complejo negativo.

Según la intensidad de las disposiciones sexuales, se espejará la desigualdad entre ambas identificaciones.

Como resultado más universal del complejo se supone una sedimentación en el yo de estas dos identificaciones unificadas
de alguna manera entre sí. Esta alteración del yo se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o superyó . Así es
que, el superyó comprende tanto la prohibición “así no te es lícito ser” (ideal del yo), como la advertencia “así debes ser” (yo
ideal).

El yo infantil se fortaleció en esa operación represiva, tomando prestada del padre, la fuerza para lograrlo. El superyó
conservará el carácter del padre y cuanto más intenso fue el complejo de Edipo y más rápido se produjo su represión, tanto
más riguroso devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral.

La génesis del superyó es resultado de 2 factores biológicos:

- el desvalimiento y dependencia en la prolongada infancia


- el complejo de Edipo.

El ideal del yo o superyó es la entidad más alta, la agencia representante de nuestro vínculo parental. Mientras el yo es
esencialmente representante del mundo exterior, de la realidad, el superyó se le enfrenta como el abogado del mundo
interior, del ello. El superyó es una parte del yo modificado.

Conflictos entre el yo y el ideal reflejarán la oposición entre lo real y lo psíquico, el mundo exterior y el mundo interior. El
superyó tiene como función esencial auto observar al yo. Evalúa y juzga constantemente. Con el paranoico lo que sucede es
que escucha esas voces del superyó como si le hablaran desde afuera.

El ideal del yo tiene un vasto enlace con la adquisición filogenética, la herencia arcaica del individuo. Satisface todas las
exigencias a la esencia superior del hombre. Como formación sustitutiva de la añoranza del padre, contiene el germen a
partir del cual se formaron todas las religiones. Del juicio de la propia insuficiencia en comparación con el ideal resulta el
sentir religioso de la humillación.

En el desarrollo posterior maestros y autoridades fueron retomando el papel de padre. La tensión entre las exigencias de
la conciencia moral y las operaciones del yo es sentida como sentimiento de culpa. Religión, moral y sentir social se
adquirieron filogenéticamente en el complejo paterno.

No se debe tomar demasiado rígidamente la distinción entre yo y ello, ni olvidar que el yo es un sector del ello
diferenciado particularmente. Las vivencias del yo parecen al comienzo perderse para la herencia, pero si se repiten con

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frecuencia e intensidad en muchos individuos que se siguen generacionalmente, se trasponen en vivencias del ello cuyas
impresiones son conservadas por herencia. Y cuando el yo extrae del ello la fuerza para su superyó, quizá no haga sino sacar
de nuevo a la luz figuras yoicas más antiguas.

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