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Sanación y Liberación Interior

Es bastante común, desafortunadamente, que se dañe la salud emocional


desde la infancia.
El origen de las heridas en mayor medida, se adquirieron al ser niños.
Éstas, al día de hoy, pueden estar ocasionando un sinnúmero de conflictos
en los diferentes ámbitos de tu vida.
La herida de la humillación.
Al sentir que los demás te lastiman y te dan poco valor, se genera la herida
de la humillación.
Al decirle al niño que es inútil y torpe, así como responsabilizarlo de tu
malestar como padres, indudablemente, anula su autoestima.
Las personas que traen instalada está herida, suelen establecer relaciones
co-dependientes, se vuelven muy egoístas, y humillan a los demás como
escudo protector.
“No lo merezco”, “no soy digno”, “soy muy poca cosa para esto”, “no tiene
importancia”, son algunas de las frases más recurrentes de estas personas.
Es muy importante, trabajar la dependencia, buscar vivir la libertad y el
desapego.
La herida de la traición.
La persona que trae adherida la herida de la traición, es muy desconfiada.
Huye de las mentiras, tiene mucho miedo de ser engañada. Pero, al centrar
tanto su atención a este aspecto, suele relacionarse siempre con personas
que le reafirman esa idea, “todos traicionan”, “todos mienten”, “en nadie se
puede confiar”, “el mundo es una mentira”.
Cuando al niño no se le cumplieron sus promesas, se sintió traicionado y
engañado, por las personas más queridas para él.
Esto influye en que la personalidad de éste en la edad adulta, tiende a ser
muy controladora. Tienen carácter fuerte, pero es como un escudo protector
ante el desengaño.
Se sugiere trabajar en la paciencia y la confianza en el flujo de la vida.
La tolerancia es un aspecto muy importante para desarrollar en ellos, ya que
esto ayudará a relacionarse de una manera saludable y armoniosa.
La herida de injusticia.
Todos hemos vivido o presenciado situaciones injustas. Hay quienes
reaccionan de una manera desproporcionada ante ellas.
La herida de la injusticia se puede instalar cuando hay un ambiente tenso,
rígido, frío y de autoridad excesiva. En la infancia, probablemente hubo
demasiadas exigencias que sobrepasaron los límites del niño, generando
sentimientos de inutilidad.
Las consecuencias en la edad adulta, suelen ser la rigidez y la obsesión por
adquirir poder. Además, sentir incapacidad para tomar decisiones con
seguridad. La búsqueda de la perfección suele convertirse en un
padecimiento, ya que los lleva a sentirse frustrados y poco valorados.
Se sugiere trabajar en la flexibilidad y la humildad, para tomar consciencia
de que todo lleva su ritmo, que las posibilidades de éxito siempre están ahí.
Existen para todos.
La herida de abandono.
La herida de abandono es una de las causas de mucho sufrimiento en la
edad adulta. Ésta misma suele orillarnos a establecer relaciones co-
dependientes.
La herida de abandono, normalmente surge en los primeros años de vida,
es decir, en la infancia. Abandonar, alejarse de alguien, no saber más de
una persona importante (temporal o permanente).
Algunos ejemplos de cómo puede surgir son los siguientes:
Con la llegada de un nuevo hermano, siente que sus padres le ponen
menos atención. Cuando se enferma y lleva un proceso de hospitalización
de varias semanas o meses. Si los papás trabajan, y no le ponen mucha
atención por sentirse muy cansados. Si los padres lo dejan encargado con
algún familiar por días o semanas.
Quizás, la mayoría de las personas vivieron alguno de estos eventos en su
vida, pero no en todos se instaló la herida. Aquellos que no pudieron
aceptar y asimilar esta situación, son quienes empezaron a cargar
inconscientemente dicha herida.
La herida de rechazo.
Una de las heridas más comunes del niño interior es la de rechazo.
Ésta se puede abrir desde el momento de la concepción al sentirse un bebé
no deseado, o al sentir la inseguridad de los padres por su llegada.
Al nacer puede instalarse cuando el sexo del bebé es el contrario al que el
padre o la madre deseaban. También puede ser los primeros años de vida,
al hacer muy claras las diferencias entre un hijo y otro, con la falta de
muestras de cariño, o al sentirse excluido de la vida familiar.
Estos eventos en la vida generan dolor y sufrimiento, se va formando una
personalidad con una baja autoestima o desvalorización que se va
reflejando en las relaciones que establecen a lo largo de la vida.
Al sentirte una persona rechazada, consciente o inconscientemente atraerás
a tu vida personas que te reafirmen esa historia que te cuentas todos los
días con frases como la de “no valgo nada”,” nadie me quiere”, “no soy
capaz de inspirar amor”,” no sirvo para nada”, etc.
Las personas con la herida del rechazo suelen obsesionarse con la
perfección, una máscara que les permite olvidar sentirse imperfectos y
nulos.
El proceso de sanación requiere de compromiso, paciencia y dedicación.
Ten presente la importancia de sanar las heridas de tu niño interior,
recuerda que él espera a su rescate. Tu compasión y amor les permitirá
alcanzar todos los objetivos positivos que te establezcas en la vida.
Todo es una oportunidad de crecimiento y está en tus manos recibirlo.

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