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EL NACIMIENTO DE JESUS Y LOS REYES MAGOS

INTRODUCCION
A pesar de que la historia de la Navidad sucedió hace mucho tiempo, sus lecciones son siempre
oportunas. Los reyes magos vinieron a adorar al Mesías, inclinándose humildemente ante Él en
el pesebre de Belén. Le honraron como Redentor, Sumo Sacerdote y Rey.

¿Pensó usted alguna vez dar un regalo a Dios durante la época de Navidad? Tal vez da regalos
a sus seres queridos, amigos y vecinos, pero ¿ha considerado cómo puede bendecir al Señor
Todopoderoso? Después de todo, la Navidad es un tiempo para adorar a Jesucristo, quien se
despojó a sí mismo y tomó la forma de un siervo a favor nuestro (Fil 2.7).

PODEMOS APRENDER MUCHO DE LOS MAGOS QUE FUERON A VISITARLO EN BELÉN.


Desde nuestra perspectiva, sus regalos de oro, incienso y mirra pueden parecer raros para un
bebé, pero Jesús no era un niño común y corriente. Estos regalos simbolizaban quién era Él, y
qué había venido a hacer.

Aunque la historia de los magos en Mateo 2.1-16 es muy conocida, todos sacaríamos provecho
al verla con nuevos ojos. Dios tiene algo especial para nosotros en este asombroso relato cuando
contemplamos el significado de los regalos, y cómo debemos responder a Cristo en adoración.

LOS MAGOS
Los magos eran líderes del oriente, probablemente de algún lugar de Mesopotamia cercano a la
ciudad de Babilonia. Lo más probable es que fueran astrónomos que descubrieron una rara
estrella que indicaba el tan largamente esperado nacimiento del rey judío. Pero, ¿cómo tuvieron
conocimiento estos hombres acerca del Mesías? Después de todo, eran de distantes tierras
paganas. ¿Por qué ese interés?

La Biblia nos ayuda a desentrañar este misterio. En el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento,
encontramos una vinculación entre el imperio babilónico e Israel. Cuando Daniel estaba en su
adolescencia, los babilonios dominaron la nación de Judá, y fue llevado, junto con muchos otros
judíos a Babilonia (Dn. 1.1-6). Allí creció, y fue preparado para el servicio al rey junto con otros
jóvenes hebreos.

DEBIDO A QUE EL SEÑOR LE DIO A DANIEL EL DON DE INTERPRETAR SUEÑOS,


ASCENDIÓ A POSICIONES DE LIDERAZGO EN LOS IMPERIOS BABILÓNICO Y PERSA.
A lo largo de toda su vida, fue honrado y respetado por los reyes de ambos imperios. Muy
probablemente, los magos eran descendientes de quienes se enteraron por Daniel y otros judíos
del Dios de Israel y del Mesías prometido.

Generaciones más tarde, cuando apareció en el cielo la señal del rey judío, los magos
reconocieron su significado. Hoy no solemos pensar en las estrellas como un medio de dirección
divina. Sin embargo, cuando Dios hizo el sol, la luna y las estrellas, los creó no solo para alumbrar
la tierra, sino con otros tres propósitos —“sirvan de señales para las estaciones, para días y
años” (Gn 1.14). Por eso, la utilización de una estrella como señal para guiar a dirigentes gentiles
al Mesías, no debería sorprendernos.

UN CONTRASTE
Los magos hicieron el largo viaje después de ver la estrella en su país de origen. Al entrar en
Jerusalén, preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos? Porque su estrella hemos visto en el
oriente, y venimos a adorarle” (Mt 2.2). Es de imaginar que su pregunta causara un gran revuelo
en la ciudad. ¿Qué rey? ¿De qué están hablando? Estos visitantes extranjeros parecían suponer
que todo el mundo sabía de su nacimiento, pero la gente no tenía conocimiento de que el Mesías
había nacido. En vez de estar llenos de admiración, tanto ellos como el rey Herodes se
inquietaron por este inesperado grupo de viajeros, y por su extraño anuncio (v. 3).

En cambio, las acciones de los magos estaban enfocadas generosamente en la exaltación


del recién nacido Rey de los judíos. Eran hombres de fe que creyeron la señal que Dios les había
dado. A lo largo de su viaje, habían dependido de su gracia divina al seguir la estrella (v. 9).
Cuando llegaron a la casa donde estaba Jesús, “postrándose, lo adoraron” con temor reverente
y humildad (v. 11).
Entonces le ofrecieron presentes dignos de un rey. Aunque no sabemos si ellos entendieron el
significado trascendental de estos regalos, cada uno de ellos fue apropiado y profético para el
Hijo de Dios.

LOS OBSEQUIOS

1. LA MIRRA ERA UN PERFUME COSTOSO QUE SE UTILIZABA PRINCIPALMENTE EN LOS


SEPELIOS. En el antiguo Oriente, los cuerpos de los muertos eran envueltos en sábanas
rociadas con mirra. Este regalo hablaba proféticamente de la muerte de Jesús y de su papel
como nuestro Redentor.

Él no vino a vivir, sino a morir por la humanidad pecadora, entregando su vida para que
nosotros pudiéramos ser librados de la separación eterna de Dios. El simbolismo profético se
cumplió cuando Nicodemo bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, y lo envolvió en un lienzo con
un compuesto de cien libras de mirra y de áloe (Jn 19.38-40).

2. EL INCIENSO APUNTABA PROFÉTICAMENTE AL PAPEL DE CRISTO COMO NUESTRO


SUMO SACERDOTE. El incienso tenía un papel importante en el culto judío que se hacía en
el templo. Cuando los sacerdotes lo rociaban sobre los carbones encendidos del altar de oro,
el fragante humo ascendía hacia arriba, simbolizando la ofrenda de sus oraciones.

En latín, la palabra traducida como sacerdote es pontiface, que significa “constructor de


puentes”, y eso es exactamente lo que Jesús es para nosotros. Jesús es el único mediador
entre el hombre pecador y un Dios santo (1 Ti 2.5). El Señor Jesús ofreció su sangre para
expiar el pecado de una sola vez y para siempre (He 9.11-14). Pero el sacerdocio de Cristo no
termina allí; Él está sentado a la diestra del Padre celestial, intercediendo por nosotros (He
7.25).

3. EL ORO PUEDE PARECER UN REGALO NO APROPIADO PARA UN NIÑO NACIDO EN EL


HOGAR DE UN HUMILDE CARPINTERO. Pero el simbolismo de este presente revela el
porqué era tan adecuado. En el mundo antiguo se regalaba oro como demostración de honra
y alta estima. Era un regalo digno de un rey, y eso es exactamente lo que es Jesucristo. A lo
largo de su ministerio, afirmó tener un reino. De hecho, cuando Pilato le preguntó si Él era el
Rey de los judíos, Cristo respondió: “Tú dices que yo soy rey. Para esto he nacido, y para esto
he venido al mundo” (Jn. 18.37-38). Además, aclaró el asunto al decir: “Mi reino no es de este
mundo” (v. 36).

Si usted ha puesto su fe en Cristo como su Salvador, es parte de su reino, aunque no pueda


ver ninguna manifestación física del mismo. En el momento que usted fue salvo, fue trasladado
del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Dios (Col 1.13, 14). Pero un día, este reino espiritual
se hará visible cuando Cristo regrese a la tierra para reinar como Rey de reyes y Señor de
señores (Ap. 19.11-16).

LA RESPUESTA
A pesar de que la historia de la Navidad sucedió hace mucho tiempo, sus lecciones son siempre
oportunas. Los magos vinieron a adorar al Mesías, inclinándose humildemente ante Él. Le
honraron como Redentor, Sumo Sacerdote y Rey. Si usted quiere imitar su ejemplo, también
puede festejar al Salvador y deleitarse en lo maravilloso que Él es.

Cristo vino a andar entre los hombres para que nosotros pudiéramos andar con Él para siempre.
Si usted lo acepta como su Rey, Redentor y Sumo Sacerdote, descubrirá el gozo y las
insondables riquezas de su maravilloso reino.

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