Sie sind auf Seite 1von 4

La adjetivación 57

Borges, J. L. [1926]. "La adjetivación" en Borges, J.L., 1998 El tamaño de mi esperanza. Barcelona: Alianza
ras me satisface.Prefierosospechar que los epítetos
la adjetivación de ese anteayereran lo que todavía son las preposi-
ciones personales e insignificantespartículas que la
costumbre pone en ciertas palabras y sobre las que
no es dable ejercer originalidad. Sabemos que
debe decirse andar a pie y no por pie. Los griegos
sabían que debía adjetivarse onda amarga. En nin-
gún caso hay una intención de belleza.
Esa opacidad de los adjetivos debemos supo-
nerIa también en los más de los versos castella-
nos, hasta en los que edificó el Siglode Oro. Fray

L a invariabilidad de los adjetivos homéricos ha


sido lamentada por muchos. Es cansador que a la
.
Luis de León muestra desalentadores ejemplos de
ellaen lasdos traslacionesque hizo de Job:la una en
romance judaizante, en prosa, sin reparos gramati-
tierra la declaren siempre sustentadora y que no se calesy atravesada de segura poesía; la otra en terce-
olvide nunca Patroclo de ser divino y que toda tos al itálicomodo, en que Dios parece discípulo de
sangre sea negra. Alejandro Pope (que tradujo a lo Boscán. Copio dos versos. Son del capítulo cuaren-
plateresco la Ilíada) opina que esos tesoneros epí- ta y aluden al elefante,bestia fuera de programa y
tetos aplicados por Hornero a dioses y semidioses monstruosa, de cuya invención hace alarde Dios.
eran de carácter litúrgico y que hubiera parecido Dicelaversión literal:Debajodesombríopace,en es-
impío elvariarlos. No puedo ni justificar ni refutar condrijode caña,enpantanoshúmedos. Sombríossu
esa afirmación, pero es manifiestamente incom- sombra, le cercarán sauces del arroyo.
pleta, puesto que sólo se aplica a los personajes, Dicen los tercetos:
nunca a las cosas. Remy de Gourmont, en su dis-
curso sobre el estilo, escribe que los adjetivos ho- Mora debajo de la sombra fría
méricos fueron encantadores tal vez, pero que ya de árboles y cañas. En el cieno
dejaron de serIo.Ninguna de esas ilustres conjetu- y en elpantano hondo essu alegría.

56
58 El tamaño de mi esperanza La adjetivación 59

El bosqueespeso
y deramaslleno El solo nombre de Quevedo es argumento con-
le cubreconsusombra,y la sauceda vincente de perfección y nadie como él ha sabido
quebañaelaguaessudescanso ameno. ubicar epítetos tan clavados, tan importantes, tan
inmortales de antemano, tan pensativos. Abrevió
Sombra fría. Pantano hondo. Bosque espeso. enelloslaenterezadeunametáfora(ojoshambrien-
Descanso ameno. Hay cuatro nombres adjetivos tos de sueño,humildesoledad,calientemanceb{a,
aquí, que virtualmente ya están en los nombres vientomudoy tullido,bocasaqueada, almasvendi-
, sustantivos que califican. ¿Quiere esto decir que bles,dignidadmeretricia,sangrientaluna);los in-
era avezadísimo en ripios Fray Luis de León? ventóchacotones(pecaviejero, desengongorado, en-
Pienso que no: bástenos maliciar que algunas re- suegrado) y hastatradujosustantivosen ellos,dán-
glas del juego de la literatura han cambiado en doles por oficio el adjetivar (quijadas bisabuelas,
trescientos años. Los poetas actuales-l1acen...del ruegomercader, palabrasmurciélagas y razonamien-
adjetivo un enriquecimiento, una vatiadóni lQs toslechuzas, guedejaréquiem,mulato:hombrecre-
antiguos, un descansQ, uné\_c1a~ede.énfasis. púsculo).No diré que fue un precursor,pues don
Quevedo y el escritor sin nombre de la Epístola Franciscoera todo un hombre y no una corazonada
moral administraronconcuidadosafelicidadlos
de otros venideros ni un proyecto para después.
epítetos. Copio unas líneas del segundo: GustavoSpiller(TheMind ofMan, 1902, pági-
¡Cuáncalladaquepasalasmontañas na 378) contradice la perspicacia que es incansa-
el aura,respirandomansamente! ble tradición de su obra, al entusiasmarse perdi-
¡Quégárrulay sona'nte por lascañas! damente con la adjetivación a veces rumbosa de
¡Quémudala virtud por elprudente! Shakespeare. Registra algunos casos adorables
¡Quéredundantey llenaderuido que justifican su idolatría (por ejemplo: world-
por el vano,ambiciosoy aparente! without-endhour,hora mundi infinita, hora infi-
nita como el mundo), pero no se le desalienta el
Hay conmovida gravedad en la estrofa y los fervor ante riquezas pobres como éstas: tiempo
adjetivos gárrula y aparente son las dos alas que la devorador,tiempo gastador, tiempo infatigable,
ensalzan. tiempodepiesligeros.Tomar esa retahíla baratísi-
60 El tamaño de mi esperanza La adjetivación 61

)TIa 4e...sinQnim_os
-por arte literario § como SJJP..Q- Tú, que no puedes, llévame a cuestas. Herrera
I ner que alguien es un gran matemáJico, p..ro:que-- y Reissig,para definir a su novia (más valdría po-
\.primero escribió 3 y en s~ uida t_r~ ~ y al ratoJIL~ ner: para indefinirla), ha recurrido a los atributos
ttación !lo l1acarnlli(!do,cambian los signos.
finalmente, raíz cuadrada dg l1uev~ La represen-
. . . . . . .
de la quimera, trinidad de león, de sierpe y de ca-
bra, a los de las ondinas, al misticismo de las ga-
Diestro adjetivador fue Milfon. En el primer viotas y los albatros, y,finalmente, a las acuñacio-
libro de su obra capital he registrado estos ejem- nes escandinavas, que no se sabe lo que serán.
plos: odio inmortal, remolinos defuego tempestuo- Vayaotro ejemplo de adj<:.tivaciónembust~ra;
so, fuego penal, noche antigua, oscuridad visible, esta vez, de LUKones.Es el principio de uno de
ciudades lujuriosas, derecho y puro corazón. sus soneto s más celebrados:
-Hay una fechoríaliterariaque no ha sido escudri-
ñada por los retóricos y es la de sirm.tlaracJkti'VQs.. La tarde, con ligera pincelada
Los parques abandonados, de Julio Herrera y Reissig, que iluminó la paz de nuestro asilo,
y Los crepúsculosdel jardín incluyen demasiadas apuntó en su matiz crisoberilo
muestras de este jaez. No hablo aquí de percances una sutil decoraciónmorada.
inocentones como el de escribir frío invierno; hablo
de un sistema premeditado de epítetos balbucientes E~tos epítetos demandan unEfuerz.Q d~ f1-
y adjetivos tahúres. Examine la imparcialidad del guración~ cansa<IOr.VrTiñ-éf(),Iugones nos esti-".
lector la misteriosa adjetivación de esta estrofa y mula a imaginar un atardecer en un cielo cuya/
verá que es cierto lo que asevero. Se trata del cuarte- coloración sea precisamente la de los crisoberi- ,
to inicial de la composición «Elsuspiro» (Lospere- los (yo no soy joyero y me voy), y después, una '
grinos depiedra, edición de París, página 153). vez agenciado ese difícil cielo crisoberilo, ten- 1

dremos que pasarle una pincelada (y no de I


Quimérico a mi vera concertaba cualquier modo, sino una pincelada ligera y sin 1
tu busto albar su delgadez de ondina apoyar) para añadirle una decoración morada, )
con mística quietud de ave marina una de las que son sutiles, no de las otras. Así no
en una acuñación escandinava.
juego, como dicen los chiquilines. ¡Cuánto tra- ¡
62 El tamaño de mi esperanza la adjetivación 63

bajo! Yoni lo realizaré, ni creeré nunca que Lu- empieza inventándonos un caballo, y para persua-
gones lo realizó. dirnos del todo, se entusiasma con él y hasta lo
Hasta aquí no he hecho sino vehementizar el codicia. ¿No es esto una delicadeza?
concepto tradicional de los adjetivos: el de no de- Cualquier adjetivo, aunque sea pleonástico o
jados haraganear, el de la incongruencia o con- mentiroso, ejerce una facultad: la de obligar a la
gruencia lógica que hay entre ellos y el nombre atención del lector a detenerse en el sustantivo a
calificado, el de la variación que le imponen. Sin que se refiere, virtud que se acuerda bien con las
embargo, hay circunstancias de adjetivación para descripciones, no con las narraciones.
las que mi criterio es inhábil. Enrique Longfe- No me arriesgaré vanamente a formular una"
llow, en alguna de sus poesías, habla de la seca doctrina absoluta de los epítetos. Eliminarlos
chicharra,y es evidente que ese felicísimo epíteto Puede fortalecer una frase, rebuscar alguno es
no es alusivo al insecto mismo, ni siquiera al rui- honrada, rebuscar muchos es acreditada de ab- \
do machacón que causan sus élitros, sino al vera- surda.
I
no y a la siesta que lo rodean. Hay también esa
! agradabilísima interjección final o epifonema de
I Estanislao del Campo:

¡Ah, Cristo! ¡Quién lo tuviera!


¡Lindo el overo rosao!

Aquí, un gramático vería dos adjetivos, lindo y


rosao,y juzgaría tal vez que el primero adolece de
indecisión. Yono veo más que uno (pues overo
rosaoes realmente una sola palabra), yen cuanto
a lindo, no hemos de reparar si el overo está bien
definido por esa palabrita desdibujada, sino en el
énfasis que la forma exclamativale da. Del Campo

Das könnte Ihnen auch gefallen