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UNA VISIÓN SOBRE EL TAROT

El Tarot es conocido por su uso en la adivinación, siendo cada vez más reconocido su aspecto
filosófico y de herramienta de auto conocimiento, ya que representa una serie de arquetipos
que a modo de mapa interior sirve de herramienta de exploración interna y de cambio.

El Tarot puede ayudarnos a conocernos mejor y a propiciar cambios que ayuden a la evolución
personal, pues la auténtica magia es producir cambios a voluntad.

En particular, los 22 Arcanos mayores representan una serie de situaciones arquetípicas que
todos los seres humanos experimentan de un modo u otro, a modo de mapa vivencial de la
realidad. Se podría comparar con un alfabeto simbólico que permite clasificar todos los
aspectos del ser. Esto funciona tanto para ver lo que está ocurriendo en el interior, lo que
puede venir en el futuro, o para propiciar cambios. Básicamente es el código simbólico de algo
que está oculto o en el interior.

El origen más probable del Tarot tal y como hoy lo conocemos, se sitúa en las “carticellas”
italianas del siglo XIV que consistían en una serie de láminas que se empleaban a modo de las
cartillas escolares para aprender los conceptos fundamentales del mundo y la sociedad.

Este mismo proceso, pero a nivel inconsciente, es el que se realiza para interiorizarlo como
camino, es decir, asignar la realidad mundana y la realidad psíquica con una serie de iconos, de
arquetipos.

El estudio de estos arquetipos se puede enfocar desde distintas perspectivas: la psicológica, la


filosófica, la adivinatoria.

Dos áreas que aportan un enriquecimiento a este conocimiento son la astrología y la Cabalah,
aunque son materias complejas, hay multitud de información disponible.

En el caso de la astrología, está incorporada al Tarot desde sus comienzos; se deben conocer
las cualidades de los planetas. Recuérdese que la Luna y el Sol son considerados como tales, y
las características de los 12 signos clásicos, así como las 12 casas, que determinan los aspectos
de la vida (personalidad, dinero, entorno) no siendo necesario el conocimiento del
levantamiento de la “Carta Astral”, ni de los aspectos entre los planetas ni ese tipo de
conocimientos especializados.

En el caso de la Cábalah, es una filosofía de origen judío que fue incorporada al Tarot a
mediados del siglo XIX por Eliphas Lévi en su magistral libro “Dogma y Ritual de Alta Magia”, en
donde correlaciona cada arcano mayor con una letra del alfabeto hebreo.

En Cabalah, las sephiroth (emanaciones), representan los estados de consciencia absolutos,


mientras que las letras hebreas, asimiladas a los 22 arcanos mayores, corresponden con los
senderos, siendo estos las experiencias que conducen y conectan una sephirah (emanación)
con otra, es decir, lo que lleva de un nivel de consciencia al siguiente.
Si bien la Cabalah es un sistema que requiere estudio y mucha reflexión, es importante para
tener un conocimiento profundo de los Arcanos Mayores y de sus funciones dentro de la
estructura del ser. Pero no necesario como tal, y de hecho hay muchos tarotistas que nada
saben de Cábalah, y que utilizan esta mancia con una gran destreza intuitiva.

Por la ubicación de los Arcanos mayores en los Senderos del Árbol cabalístico, podemos ver la
evolución del “viaje” que supone desde el Espíritu o divinidad hasta la terminación de la obra a
su llegada a la meta en el mundo de la materia.

Elección del Tarot personal: Ante la multitud de Tarot existentes, desde los más clásicos y
serios, hasta los más artísticos y/o frívolos y sin ningún fundamento simbólico, se debe optar
por los que más inspiren o se sienta afinidad. Se debe dejar que la intuición serena aconseje.
Pero hay distintos Tarot clásicos que deben tenerse en cuenta, repasemos algunos de ellos:

TAROT VISCONTI SFORZA: Si bien quizás no sea el primer Tarot como tal, sí que es el más
antiguo que se conserva en buenas condiciones y que incluye casi todos los elementos de este
tipo de mazo. La leyenda dice que fue pintado en 1432, cuando se produjo el matrimonio
entre Francesco Sforza y Bianca María Visconti. Fue pintado a mano y recubierto con láminas
de oro. Algunas cartas que incluye esta baraja no se han conservado en las siguientes o han
cambiado de nombre, como “La Caridad”, “La fe” y “La Esperanza”, esta última pasó a
denominarse “La Templanza”.

Entre las curiosidades que se dan en su diseño, cabe destacar la aparición de los escudos
heráldicos de las dos familias, y por ejemplo que en “El Carro” es una mujer quien lo gobierna;
en la carta correspondiente a “La Papisa”, se dice que aparece Manfreda Visconti, que fue
quemada viva en 1300 por herejía. Es una reliquia este tipo de baraja y como tal hay que
considerarla.

Tarot de Marsella: Se dice que nace en el norte de Italia como “carticellas”, cartas de triunfo o
de juego (al igual que los taroccinos anteriores al Sforza-Visconti) en el siglo XV, y se introdujo
en el sur de Francia cuando los franceses conquistaron Milán y El Piamonte en 1499. Solo
pudo ser conocido por sus dibujos en láminas hechas a mano, hasta 1671 que es cuando se
levanta el veto en Francia para imprimir cartas; es impreso el primer Tarot como mazo en
1750, llamando a este: “Tarot de Marsella”, baraja en la que se inspiró el modelo clásico de
Tarot.

La versión de Alejandro Jodorowsky y Philippe Camoin, es quizás una de las más fiables.
Alguna versión de este mazo es importante tenerlo como elemento de referencia y básico para
la meditación.

Tarot Ride Waite: Creado en 1910 por el ocultista Arthur Edward Waite, y dibujado por Pamela
Colman Smith; rescatado por la hija de Waite en 1971, a partir de esta fecha se convirtió en un
mazo muy popular, ya que sus arcanos menores son tan expresivos como lo son los mayores, y
con una gran riqueza de simbolismo y detalle de sus significados, cosa que en los arcanos
menores del de Marsella no los refleja.

No respeta totalmente los elementos del Tarot de Marsella, pero sus imágenes basadas en la
leyenda del Grial son muy impactantes a nivel interno, y es ideal para la interpretación. Es
quizás el Tarot más utilizado por todo tipo de practicantes y muy adecuado para emplearlo en
la meditación. Respecto al Tarot de Marsella se han cambiado la numeración “La Justicia”, que
aquí es el XI, y, “La Fuerza“ que en el de Waite es el VIII; aunque los valores arquetípicos y
significados de todos los arcanos son básicamente los mismos.
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Tarot “Thot” de Crowley. Es un mazo complejo y de gran contenido simbólico, con colores
muy especiales. Fue ideado por Aleyster Crowley y pintado en acuarela por Lady Frieda Harris,
durante un periodo de 4 años. Sus colores son tan peculiares que hasta finales de los años 60
del siglo pasado no se imprimió en color, intenta emular los colores del plano astral, por ello
incluye una carta blanca y otra negra con un símbolo en rojo para practicar la visión de los
colores complementarios por cansancio de la retina; después de conseguirlo con la carta
negra se procede con todas las cartas poco a poco.

Está repleto de referencias a la mitología egipcia y celta, formando una exposición simbólica
del sistema Thelémico que Crowley desarrolló a partir de la recepción del “Libro de Ley”.

En las últimas ediciones de esta baraja se incluyen dos magos más, que se hicieron como
opción y finalmente algunos impresores decidieron incluirlo. Es un Tarot profundo que
requiere de un gran estudio de la perspectiva esotérica derivada de Aleister Crowley; no apto
para principiantes por su gran complejidad.

Recientemente, y como consecuencia de los nuevos métodos de interpretación que introdujo


Philippe Camoin en 1.999, han prosperado nuevas escuelas (sobre todo en Argentina y Chile),
como la Escuela LeMat internacional, la cual sigue los métodos de interpretación que ideó
Philippe Camoin para la lectura del tarot de Marsella, y cuyo copyright le pertenece como
autor legítimo de dicho método.

Partiendo de la base de que el Arcano sin número “El Loco” (Le Mat en francés) es el inicio del
camino o viaje que representan todos los arcanos en su trayectoria, desde éste hasta el
número 21 “El Mundo” (final de ese viaje).

La diferencia respecto al concepto de Eliphas Levi, es que Camoin divide los arcanos desde el
nº 1 “El Mago” hasta el nº 21 “El Mundo” en 3 septenarios, comenzando (abajo) la parte más
densa o material de ese viaje por los siete primeros arcanos, siendo los 7 intermedios un
mundo menos material o denso, terminando con los 7 últimos (arriba) hasta “El Mundo”,
considerando que estos correspondían al mundo más etéreo o espiritual. Obviamente a “Le
Mat” o “El Loco” lo deja aparte, aunque a la vez lo considera el principio.

¿Tal vez por llevar la contraria al sistema de Eliphas Levi?. No sería nada nuevo, pues antes ya
vimos las diferentes visiones entre Levi y Crowley, y ambos fueron grandísimos ocultistas e
inspiradores cada uno de un riquísimo estilo de tarot.

Como conclusión a esto diremos: que Arthur Edward Waite siguió el sistema cabalístico de
Eliphas Levi, con introducciones de un claro estilo que nos recuerda las leyendas Artúricas, con
esos caballeros en la búsqueda del Grial, y cuyos arcanos menores de copas recordaban
claramente el mito.

Y que Aleister Crowley se basó más en la tradición del tarot de Marsella (al menos para su
estudio), aunque con claras reminiscencias del simbolismo egipcio y hermético, cuyos dibujos
llevó a la máxima potencia de colorido e imaginación Lady Frieda Harris (la autora de los
mismos).

Básicamente, Philippe Camoin se propuso desvincular a los arcanos de su relación con las 22
letras hebreas y con su posición en el árbol cabalístico que les había dado Eliphas Levi. Aparte
de introducir un sistema tempo-lineal en el que los arcanos salidos en las tiradas iban siendo
pasado o futuro del arcano (o el por qué y su consecuencia) según las posiciones que estos
adquirieran en su salida. Además también introdujo el tema de “las miradas” entre los
arcanos, siendo necesaria sacar arcanos hasta que estos quedaran mirándose de cara, o
miraran de frente al consultante; nada novedoso en cuanto a interpretaciones, aunque sí creó
un método en los que muchos tarotistas modernos (hablamos ya del siglo XXI) se han basado,
con un criterio que deja bastante que desear, pues resulta discriminante para otros sistemas y
para otros tarots que no sean el de Marsella.

Lo que sí que distorsiona de su método, es el tema del “septenario” y su significación respecto


a lo que está más acá en lo mundano y/o más allá en lo espiritual. Y su criterio, de que de esta
curiosa forma, le devolvería (según él mismo) al tarot su carácter original de nobleza.
Olvidando totalmente cuáles fueron los orígenes lúdicos de lo que fueran esas primeras
carticcellas originales en las que el tarot se basó, derivando más tarde como medio
adivinatorio, en cuyas imágenes se introdujeron o asimilaron una serie de arquetipos
provenientes de un conocimiento lejano y oculto.
Actualmente existen muchos tarots inspirados (unos más que otros) en aquellos “taroccinos”
originales del medievo italiano. Y muchos son los métodos de aprendizaje, y aún muchas más
sus formas o pautas de interpretación: tantas como tarotistas haya; pues podemos decir que
el conocimiento de su simbología y significado, no representa más allá de un 20% de lo que el
tarotista necesita para interpretar, siendo el 80% restante, su propia intuición y aporte
personal.

Obviamente, cuantas más filosofías ocultistas tenga asimiladas el tarotista, mucho mayor será
su capacidad de comprensión y por ende su interpretación será más clara y concisa, podrá
sintetizar mucho más, y su mente estará abierta a otros sistemas, porque al final la
interpretación, si está bien hecha, será la misma (sería como seguir caminos diferentes que
llevan al mismo lugar).

Hemos de decir para terminar, que respetamos todos los métodos y sistemas que el tarotista
utilice para su interpretación, pues ésta ha de ser personal. Y que lo más importante en una
interpretación es la canalización con el consultante. Si esta puede ser personal sería lo ideal. Se
trata de poner en ello el corazón.

Equipo AbAur de Tarot.

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