Te invocamos, Oh Dios Todopoderoso, y Padre Celestial,
que, por tu inmenso amor y bondad para con nosotros, nos diste a tu único y muy amado Hijo Jesucristo, para que fuese nuestro Redentor, y el Autor de la vida eterna; quien, a su vez, inspiró, con ciencia divina, al Doctor Seráfico San Buenaventura, enseñándonos que “no basta la lección sin la unción, la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración, la circunspección sin la exultación, la industria humana sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia, el espejo sin la sabiduría divinamente inspirada” (Itinerarium, pról.) A ti, Padre, te pedimos derrames, sobre estos graduandos bonaventurianos, la gracia del Espíritu Santo para que, conscientes de la gran misión que esta alma mater franciscana les confía, de ser excelentes profesionales e íntegros seres humanos, se esfuercen todos los días de su vida por ser siempre instrumentos de tu amor misericordioso en su servicio diario a todos cuantos encuentren en su camino. Ilumina su mente. Guía sus pasos. Haz que su corazón sea atento y compasivo. Suscita en ellos las mejores decisiones y orienta siempre su vida por las sendas del bien. Te lo pedimos, Tí, de quien descienden todas las iluminaciones como del Padre de las luces y de quien viene toda dádiva preciosa y todo don perfecto, a fin de que con la intercesión de la Santísima Virgen María, madre del mismo Dios y Señor nuestro, Jesucristo, y con la del bienaventurado Francisco, nuestro guía y padre, seamos siempre dignos de tu bendición. Amén.