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Los sistemas fiscales actuales han sido concebidos en el momento en que las
fronteras y los espacios fiscales coincidían con estados nacionales. De hecho, los
sistemas fiscales preceden en varios siglos a los estados nacionales. A causa
precisamente de la existencia de estas fronteras, los Estados se han beneficiado durante
mucho tiempo de una soberanía y de una gran autonomía en la elección de sus políticas
monetarias y fiscales. La globalización contemporánea ha transformado profundamente
el medio de las políticas fiscales. La apertura de las fronteras y la movilidad de algunos
factores de producción han hecho que las políticas fiscales nacionales hayan perdido su
autonomía y se hayan convertido en interdependientes por su impacto en los
intercambios comerciales y financieros. En la actualidad, países terceros pueden sacar
provecho de un aumento de la fiscalidad decidido por un país vecino, que pierde
entonces el beneficio adicional esperado de dicho aumento. Con razón o sin ella,
muchos países desarrollados o en vías de desarrollo toman decisiones de carácter fiscal
en función de consideraciones externas.
(*) Inspector fiscal. Miembro del Consejor Científico de Attac Francia e integrante del
equipo de expertos responsable de redactar el Informe Landau. Este texto es la
contribución particular realizada por el autor en representación de Attac France, y que
se anexó al Informe Landau.
2) Fiscalidad y movilidad de los factores
La fiscalidad de los estados sobre los factores productivos es más eficaz cuanto
menos móviles y cuanto más inelástica es su base fiscal respecto a las variaciones de la
tasa impositiva. Ahora bien, la desaparición de las fronteras nacionales, a consecuencia
de las políticas de liberalización, ha acrecentado la movilidad de algunos factores de
producción, principalmente del capital, en poder, principalmente, de las empresas
transnacionales, de los bancos y de los inversores internacionales. Gracias a su
movilidad, estos actores pueden optimizar su política fiscal, estableciéndose en
territorios donde la presión fiscal es inferior. Las empresas se dirigen no solamente
hacia el Estado que ofrece “mejores condiciones fiscales”, sino también hacia el que
ofrece subvenciones, lo que permite reducir a cero o convertir en negativa su carga
fiscal. Los beneficios de estos grandes grupos se han convertido así en un blanco móvil
y que cada vez escapa más a la fiscalidad nacional. El resultado final es que los estados
han visto derrumbarse su base impositiva, mientras que las transnacionales han
ampliado el espacio en el que pueden minimizar su carga fiscal y maximizar sus
beneficios.
Los datos estadísticos existentes ilustran bien esta relación entre la erosión de la
base fiscal y la movilidad de los factores de producción. La distancia entre las tasas
impositivas del trabajo y del capital no ha cesado de crecer desde los primeros
momentos del proceso de globalización. Así, en los países de la UE el peso de los
impuestos sobre el capital ha descendido fuertemente, pasando del 50 al 35% de los
ingresos fiscales totales entre 1980 y 1994, mientras que la parte de los impuestos sobre
el trabajo ha aumentado del 35 al 40%, con el fin de preservar los ingresos fiscales de
los estados. La lucha contra las desigualdades precisa de un reequilibrio del conjunto.
Una fiscalidad internacional sólo puede ser eficaz, justa y capaz de acometer sus
tres principales objetivos (reducción de daños diversos, redistribución de las rentas, es
decir, cumplimiento de los ODM, y generación de rentas internacionales, en particular
para la financiación de los BPM) si incluye diferentes tipos de contribuciones
financieras internacionales. El informe Landau, redactado por encargo del Presidente de
la República francesa, explica perfectamente los aspectos que deben tomarse en cuenta
al introducir un sistema fiscal internacional. Pero hay que insistir en la conveniencia de
un sistema fiscal internacional diversificado, en contraposición a un solo impuesto, por
muy relevante que sea.
1) Imposición financiera
En cuanto al secreto bancario, parece ser que es bastante fácil instaurar remedios
contra las evasiones fiscales que favorece. Los bancos pretenden que deben preservar el
secreto de las operaciones de sus clientes. ¡Perfecto!. Que acepten, pues, proceder a
declaraciones no nominativas y, en consecuencia, pagar el impuesto. Para los que no
aceptaran estas condiciones sería bastante fácil aplicar a una tasa única.
ATTAC es muy partidaria de este modo de fiscalidad, que pretende poner fin a
la degradación de la fiscalidad sobre los beneficios de las empresas transnacionales,
etapa indispensable en la vía de la reducción de las desigualdades, así como en el logro
de los ODM.
2) Fiscalidad ecológica
La tasa del impuesto deberá elegirse con mucho cuidado, para crear un fuerte
incentivo a la reducción de emisiones. En esta óptica, las cifras que se presentan aquí no
deben considerarse definitivas y representan el límite inferior, puesto que existen
propuestas en las que el producto de tal impuesto serían 500.000 millones de $.
B. Impuesto sobre los residuos nucleares de larga duración y muy alta actividad
Los efectos negativos en este ámbito son bien conocidos, por lo que cualquier
propuesta de impuestos puede ser recibida con cierta simpatía. Esta es la probable razón
por la que el Presidente Lula da Silva sugiere que este impuesto financie parcialmente
su propuesta de Fondo Mundial contra el Hambre. Hecha esta reflexión, debe tenerse en
cuenta que las exportaciones de armas representan sólo 50.000 millones de $ del
presupuesto global de defensa de 800.000 millones de $. Además, las armas ligeras y las
minas representan sólo una pequeña parte de estos 50.000 millones de $, a pesar de las
inmensas consecuencias destructivas para la humanidad.
Notas: