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GRAMÁTICA FUNCIONAL DEL ESPANOL

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA


FUNDADA POR
DÁMASO ALONSO
IIL MANUALES, 59

© CÉSAR HERNÁNDEZ ALONSO, 1984


© EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 81,, Madrid

PRIMERA EDICIÓN,1984
SEGUNDA EDICIÓN, 1986
TERCERA EDICIÓN, 1996

Diseño gráfico e ilustración:


Manuel Janeiro

Depósito Legal: M. 33593~1996


lSBN 84-249-!824-X
Impre&.o en España. Printed in Spain
Gráficas Cóndor, S. A.
Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 1996
CÉSAR HERNÁNDEZ ALONSO

GRAMÁTICA FUNCIONAL
DEL ESPAÑOL

TERCERAEDICIÓNCORREG!DA Y AUMENTADA

GRtDos
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
PRÓLOGO

Presentamos esta Gramática fancional del español, resultado de


no pocos esfuerzos, con el sincero afán de aportar una explicación
homogénea y coherente del funcionamiento de la lengua española.
Se verán en ella unos pilares y fundamentos propios de varios
métodos estructurales-funcionales, junto a ciertos enfoques persona-
les y algunas deudas .a importantes estudios lingüísticos.· La expe-
riencia de bastantes años de docencia universitaria, la aplicación del
método total o parcialmente a diferentes niveles de enseñanza, la
comprobación del mismo en alguna otra lengua y la experimentación
en abundantes corpora de registros distintos dentro del español, res-
paldan los enfoques y planteamientos aquí expuestos.
Concebimos la lengua como un conjunto de estructuras lingüísti-
cas interrelacionadas, de signos simples y complejos, que forman una
red. Y el estudio lingüístico, a nuestro entender, no debe quedarse en
el conocimiento de los signos como unidades, sino que debe abordar
las relaciones de éstos en la cadena, en el decurso, en todos y cada
uno de los niveles en que se organiza la lengua.
En nuestro trabajo nunca hemos operado intuitiva ni apriorística-
mente sino, muy al contrario, constatando esa aludida red de relacio-
nes diversas en muy diversas muestras de la lengua, hemos formula-
do, por un sencillo proceso de abstracción, las estructuras que rigen a
aquella y en las que se vierten todos los mensajes. Obtenidas éstas, se
8 Gramática funcional del español

han refrendado en otros modelos de habla; y cuando eran operativas


permanentemente, hemos aceptado la estructura como una de las
componentes del sistema de la lengna.
Nos parece, en consecuencia, que el objetivo del estudio lingüís-
tico es el sistema de la lengua, deducido y refrendado en la norma
general de la 'lengua funcional' y constatado en varias normas parti-
culares diatópicas y/o diastráticas.
El método que presentamos parte de que el signo es unidad indi-
visible de dos caras, la forma de expresión y la forma de contenido,
indisolublemente unidas; pero también concibe que debe plantearse
el estudio de una y otra cara por separado, aunque se atienda al tras-
luz de la otra al explicar la una y al de la una al explicar la otra.
Asimismo partimos de que el signo sólo adquiere su pleno valor,
su realidad, en el decurso, es decir, funcionando; y que de la relación
de varios signos en la cadena lingüística nacen nuevos sernas, rasgos
de contenido no propios de los signos, sino surgidos de su combina-
ción en el contexto.
La Gramática que presentamos -nos parece- es capaz de ex-
plicar cómo funciona la lengua española, cómo se organiza, de mos-
trar qué estructuras sustentan todo mensaje lingüístico en español (y
en otras muchas lenguas), y también, adviértase bien, puede explicar
cómo un hablante es capaz de crear 'infmitos' mensajes a partir de un
número finito de elementos o unidades, apoyándose en la combina-
ción de éstas en unos modelos de estructuras dentro de cada nivel de
lengua.
Y puesto que creemos que la comunicación por el lenguaje no
consiste en el simple encadenamiento de 'morfemas' ni de oraciones,
nuestros planteamientos, aunque no nos detengamos demasiado en
ello en esta ocasión, ofrecen un método capaz de estudiar lingüísti-
camente. todo tipo de mensaje por encima de la oración, bien sea en
forma de monólogo o de diálogo. Y en todos los niveles estudiados
se opera con los mismos principios e idénticos 'tipos' de unidades, lo
que da coherencia y homogeneidad al método.
Prólogo 9
Por fin, téngase presente que en todos los puntos estudiados se
parte de una revisión crítica de la más notable y pertinente bibliogra-
fia sobre el tema, se reformulan las cuestiones y se ofrecen unas vías
de reinterpretación.
En cuanto a la terminología, mero ropaje último y accesorio de un
método científico, se ha procurado cierta sencillez y precisión, evi-
tando los posibles prejuicios nominalistas a que ciertos términos pue-
den inducir al lector.
La obra queda abierta, en espera de que las sabias opiniones y
críticas de los estudiosos, que siempre serán agradecidas, ayuden a
esclarecer las sombras o a enfocar con mejores luces los ángulos de
este edificio maravilloso que es la lengua. De los errores de algunos
pueden nacer los aciertos de otros. Pero sólo así, a golpe de yunque,
con esfuerzo, honradez en el trabajo, con el contraste sereno de pare-
ceres, sin descalificaciones ni etiquetaciones, talando los árboles que
primo visu quizás impiden ver el bosque, puede avanzar paso a paso
la ciencia.

Valladolid, 1984.
A LA SEGUNDA EDICIÓN

Agotada en breve plazo la primera edición de esta Gramática


funcional del español, hemos considerado conveniente mantener en
esencia los principios, conceptos y criterios de la obra en esta segun-
da. Añadimos en ella detallado Índice de materias, que se echaba en
falta, y algunas referencias bibliográficas. Hemos precisado y com-
pletado conceptos y pulido en detalles la expresión en búsqueda de
una mayor claridad.
Para ello hemos tenido en cuenta las indicaciones de las reseñas
de los profesores de Bruyne, Behiels, Martinell y Hoyos, cuyos origi-
nales han llegado a nuestras manos por amabilidad de sus autores, al-
gunos aun antes de que salieran de imprenta. A todos ellos gracias.
Especial reconocimiento y gratitud a Deborah Dietrick y Carmen
Hoyos por su inestimable ayuda en la corrección y en la confección
del Índice de materias.
Que siga creciendo el interés por nuestra lengua y el número de
los que se comunican mediante ella. Pues donde hay comunicación
hay vida,

Valladolid, 1986.
A LA TERCERA EDICIÓN

Doce años después de ver la luz esta Gramática fancional del es-
pañol es momento más que oportuno de renovarla, completarla y aun
reformarla parcialmente. La notable aceptación que ha tenido y su di-
fusión cargan de responsabilidad al autor y le impelen a ponerla al
día y completarla en lo posible.
Por otra parte, los estudios lingüísticos generales y los específicos
de la lengua española se han incrementado de manera tan extraordi-
naria, que ningún profesional puede cerrar los ojos y quedarse ancla-
do en unas posturas sin atender a los avances y a las novedades. Ob-
viamente, nosotros hemos procurado estar bien atentos a éstos,
tratando siempre de tamizar y seleccionar los que nos convenían y
aquellos que juzgábamos adecuados a los objetivos de este tipo de
Gramática.
Una de las grandes dudas fue siempre dónde poner los límites a
este estudio, de modo que no sobrepasara los diques de un manual, lo
más completo y científico -eso sí- y lo más homogéneo posible.
Para ello hubimos de optar por seleccionar la copiosa bibliografia
que ha aparecido, con el solo criterio de rigor científico y adecuación
a los propósitos de esta Gramática. Gramática que, como es sabido,
pretende ocuparse del sistema -o del diasistema- general de la
lengua, apoyándose primariamente en la norma estándar del español,
pero sin desatender notables variantes de otras normas diatópicas y
12 Gramática funcional del español

diastráticas, como complemento informativo de la compleja realidad


lingüística.
Arrancando de la metodología descriptiva, siempre hemos busca-
do la explicación del sistema, las bases de funcionamiento de la len-
gua en el proceso comunicativo. Esta Gramática no ha pretendido
nunca ser 'normativa' pero, evidentemente, bajo toda la teoria se des-
cubren fácilmente los mecanismos «prescriptivo-normativos» del
buen uso del español.
Como puede percibirse, el cuerpo del libro se ha incrementado
considerablemente. La revisión de opiniones importantes; las nuevas
tomas de postura; las necesidades de aclaración, amplificación y
precisión de conceptos, fenómenos y mecanismos lingüísticos; todo
ello refrendado en la docencia propia y ajena de este método, en su
aplicación a investigaciones y publicaciones, así como en las nume-
rosas recensiones que he recibido -y agradezco cordialmente-,
han dado como fruto esta nueva edición, muy completada y en buena
parte reformada.
Siempre he dicho que me sentiría muy satisfecho de que quienes
leyeran esta Gramática lograran «conformar una mentalidad lingüís-
tica» coherente y tuvieran las bases para poder interpretar debidamen-
te la lengua española.
En esta edición nos hemos visto obligados a completar cuestiones
tan importantes para la Gramática como la de los complementos, la
subordinación, las funciones del lenguaje, la deíxis, el verbo, la
transposición, etc., etc.; y teniendo en consideración la casi inabar-
cable bibliografía reciente sobre cuestiones tan dispares, nos hemos
ceñido a los conceptos fundamentales de tan diversos estudios.
Aunque no podríamos en este libro centrarnos en las unidades su-
periores a la oración, -sí nos hemos referido a ellas con mayor de-
tenimiento-, hemos dejado en claro que el objetivo de toda lingüís-
tica ha de ser el proporcionar los procedimientos necesarios para
interpretar la lengua, en su plenitud, y facilitar los mecanismos de
creación discursiva en español, de modo que estos planteamientos
gramaticales ofrezcan, además, una rentabilidad. Con ello queremos
Prólogo 13
decir que, si bien en otras publicaciones nos dedicamos detallada-
mente a las unidades supraoracionales, a la creación del discurso y a
la configuración y análisis del texto, en ésta nos ceñirnos básicamente
al nivel oracional y a sus componentes. Este ámbito es tan impres-
cindible corno el textual para comprender perfectamente cualquier
creación lingüística.
No querría perder la ocasión de sugerir que el estudio de la sin-
taxis no es completa si no se cierra con el de la rnorfosintaxis; y que
aun en ésta el análisis de un elemento, por ejemplo el tiempo verbal,
no puede comprenderse plenamente si no se complementa en el de su
aspecto, su modo, su operatividad en unas y otras cláusulas, etc. Lo
que quiere decir que hemos procurado formar en el libro un entrama-
do conceptual, cuyos elementos se potencian, refuerzan y explicitan.
En todo momento hemos intentado una mayor claridad expositi-
va, una nitidez de conceptos, una información suficiente, una mayor
atención a las diversas normas hispanoamericanas, y una jugosa sín-
tesis de las interpretaciones más destacadas sobre muchas de las
cuestiones de la lengua española.
Densidad conceptual, claridad expositiva y afán de explicación
nos han guiado siempre.

Sólo me queda mostrar mi gratitud a quienes se han ocupado de


esta obra, a quienes la han. seguido, explicado, estudiado y criticado.
De todos he aprendido mucho. Y un especial reconocimiento a quie-
nes han ayudado en la materialidad del original y puesta a punto de
los Índices, en especial a las profesoras Mendizábal de la Cruz, Sauz
Alonso y Sastre Ruano.
Terminaba el prólogo a la edición anterior con estas palabras:
«donde hay comunicación hay vida». Hoy sólo puedo añadir que hay
vida porque viva sigue la comunicación.

Boecillo (Valladolid), 1996.


INTRODUCCIÓN 1

EL LENGUAJE HUMANO

El lenguaje es, a un tiempo, la facultad y actividad humana de


comunicarse a través de un sistema de signos sémicos verbales. Es
asimismo el distintivo fundamental del hombre, hasta el punto de
atrevemos a decir que «el hombre es lenguaje». En él se vuelca y
configura todo su ser y por medio de él podemos llegar a conocer la
psique humana.
Son muchos los filósofos y lingüistas (Locke, Herder, Bergson,
Unamuno, ... ) que están de acuerdo en identificar lenguaje y pensa-
miento, en creer que nuestro pensamiento es necesariamente verbali-
zado, que «pensamos palabras», como diría Unamuno; que el acto de
pensar es un acto de lenguaje, en palabras de Herder.
El lenguaje mediatiza el pensamiento y toda la psique del hombre .
de dos modos diversos, centrípeta y centrifugamente.
Centrípetamente, en cuanto que nuestro conocimiento de la reali-
dad se configura por vía intuitivo-sensórea, o por vía discursiva-
elocutiva. Indudablemente existe una garua de conocimientos adqui-
ridos intuitivamente, pero la mayor parte de ellos nos llegan a través
del lenguaje. Vamos adquiriendo a lo largo de la vida numerosísimos
conceptos sobre signos lingüísticos significantes, y aun en ocasiones
El lenguaje humano 15
llegamos a conjuntar el conocimiento sensóreo con el e!ocutivo pre-
vio. Nuestro pensamiento se parcela sobre unidades lingüísticas, y
sobre ellas opera y se organiza. Cuando pensamos en silencio, esta-
mos pensando sobre moldes lingüísticos. El pensamiento del hombre
sin esa verbalización interna no es más que algo amorfo, inanalizado.
El lenguaje también mediatiza centrífagamente toda actividad
psíquica, ya que aquél es su medio más directo de expresión y co-
municación; y su instrumento, la lengua, que se realiza individual-
mente en la elocución, en el acto de la paro/e. Y bien sabemos por
experiencia que no siempre podemos expresar cuanto pensamos y
sentimos por medio de palabras, a veces «nos faltan palabras». Esto
puede deberse a muy diversas causas, qne no entramos a comentar
por el momento, pero que van desde el insuficiente dominio de la
lengua por parte del hablante hasta el desajuste entre la condensación
sintética de las «vivencias» y la expresión analítica propia de cual-
quier lengua.
r El lenguaje, pues, es el principal medio de expresión del hombre,
a través del cual da a conocer su mundo interior, su cosmovisión, s·us
sentimientos, sus pensamientos. No nos parece arriesgado -con-
tando siempre con la cautela pertinente en el campo de la introspec-
ción - afirmar que a través del lenguaje conocemos al hombre. En él
percibimos sus ideas -aunque a veces vayan encubiertas o falsea-
das-, su sentido y opinión de las cosas, la organización de su mente,
etc. Cierto es que otros factores psíquicos y ambientales mediatizan y
coartan la expresión verbal, pero son muy secundarios en compara-
ción con el lenguaje.
Indudablemente se puede afirmar que el hamo sapiens lo fue y lo
es en cuanto que es hamo loquens. Y en verdad la naturaleza humana
sin el lenguaje estaría esencialmente incompleta. Recordemos a título
ilustrativo los numerosos casos de niños incomunicados desde su na-
cimiento y el consiguiente retraso y tara mental que mostraron. O
piénsese en los famosos casos de Marie Heurtin y He!len Ke!ler, o en
los intentos de educar y enseñar a hablar a «niños salvajes» aislados
16 Gramática funcional del español

de la comunidad desde su nacimiento 1, cuya atrofia parcial del cere-


bro fue obstáculo insalvable en su educación.
El hombre sin lenguaje no es un hombre pleno, la naturaleza hu-
mana no está enteramente desarrollada sin esa maravillosa facultad.
Y si nuestro conocimiento se modela a través del lenguaje, el en-
riquecimiento de nuestra mente será proporcional y paralelo al de
nuestro sistema lingüístico. Ciertamente nuestra mente e inteligencia
se desarrollan tanto más cuanto más rico sea el instrumento que la
conforma y expresa.
De ahí la importancia de cuidar el aprendizaje de la lengua y la
merecida atención que ésta y el lenguaje se han ganado. De ahí que la
Lingüística sea la ciencia de lo más esencialmente humano, el len-
guaje, pues toda la vida del hombre se resume, a fm de cuentas, en
eso, y en lenguaje se convierten todas sus manifestaciones.
También el lenguaje da forma a nuestro sentido y visión de la
realidad. En nuestra mente el mundo está clasificado convencional-
mente en partes y unidades que responden a unidades lingüísticas. Es
decir, que el elemento referente de un siguo no siempre tiene en la
realidad los limites que nosotros le asignamos, sino que éstos son los
que le confiere el signo lingüístico.
El lenguaje es, además, una función humana y un imperativo que
nace de la sociabilidad de nuestra naturaleza.
Y el lenguaje como proceso comunicativo es soporte de la convi-
vencia, del entendimiento entre las gentes, porque es el que facilita,
mejor que ninguna otra cosa, la unidad conceptual de un pueblo, una
manera de concebir el mundo y una cierta homogeneidad espiritual
entre las gentes que lo usan.
Nada hay que permita mejor la libre manifestación del individuo
y nada que identifique mejor a éste con su pueblo. Esa es la razón por
la que muchos tratan de manipularlo, pues a fin de cuentas es algo tan
esencialmente propio del hombre que se arraiga de manera indisolu-

1
Cf. P. Chauchard, Le Langage et la pensée, París, P.U.F., 6.ªed., 1966.
El lenguaje humano 17
ble al fondo de nuestro ser; y manipulando la lengua se maneja al
hombre.
Pero, al mismo tiempo, la lengua es una imposición que coarta y
ahorma parcialmente la comunicación. En esa paradoja reside una de
las maravillas de la lengua: en ser a un tiempo imposición inevitable
- e inamovible por el hablante- exigida para la vida en sociedad,
así como el instrumento de la mayor libertad que poseemos.
En su realización es un hecho complejo, producto de una serie de
operaciones diversas, psíquicas, neurofisiológicas, fisiológicas y fisi-
cas, en el emisor, y otras tantas, al menos, en el receptor. Por esta
complejidad y longitud del proceso comunicativo hay en él interfe-
rencias múltiples. El mensaje emitido tiene un sentido y está enmar-
cado en una manera de conocer y percibir, sometido a una mentalidad
y formación. Y si el mensaje emitido pasa a través de tan complejos
procesos a un oyente de psicología diferente, de muy distinta menta-
lidad, formación y cultura, con diversa cosmovisión y sentido de las
cosas, con diferente psicología y otros condicionantes sociales, psí-
quicos y circunstanciales, no es de extrañar que el concepto percibido
de aquel mensaje sea sólo relativamente semejante al emitido; se le
parezca pero no sea coincidente en su totalidad. El oyente suple, co-
mo puede, esas variantes y matices diferentes, perdidos o modifica-
dos en la comunicación, apoyándose para ello en la base sémica re-
cibida. Es así como podemos decir que no entendemos lo que se nos
dice, sino algo parecido a lo que se nos comunica.

EL PROCESO DE LA COMUNICACIÓN

La principal función del lenguaje es la comunicativa, consecuen-


cia de la sociabilidad. La comunicación es un proceso interindividual
que implica una serie de etapas, que comentaremos brevemente:
El hablante, impulsado por unos estímulos interiores o externos, y
en una situación, contexto y momento psicológico y ambiental de-
terminados, emite uno o varios signos lingüísticos portadores de un
18 Gramática fancional del español

mensaje, previo proceso codificador, onomasiológico. Esta emisión


supone unas actividades neurofisiológicas (centros motores que impe-
len a los centros nerviosos periféricos y éstos ponen en actividad a
los músculos correspondientes), que dan como resultado la cadena
fónica oral, serie de sonidos encadenados significadores de algo. Es-
tos sonidos se emiten en combinaciones fijas dentro del sistema fono-
lógico de una lengua º· código, que tiene validez dentro de una co-
munidad hablante. El conocimiento de dicho código es la base de la
competence de los hablantes que lo usan.
El paso de lo emitido hacia el receptor es el proceso de transmi-
sión del mensaje a un oyente, segundo término fundamenta! de la
comunicación. El acto de recepción de ese mensaje cifrado, por parte
del oyente, es la suma de percepción sensóreo-acústica de los soni-
dos, más la decodificación, proceso semasiológico que consiste en la
interpretación o asignación de unidades sémicas, componentes del
mensaje total, a las unidades fónicas recibidas y segmentadas por la
mente del oyente.
En principio, y de manera muy simple, parecerla que aquí termina
el proceso de la comunicación, mas no es así. El oyente, en contra de
lo que se cree, no adopta una actitud pasiva en la recepción del men-
saje, sino que realiza una actividad en apoyo del proceso de la co-
municación. Es decir, que dada la natural rapidez de la actividad psí-
quica, prevé parte de lo que se le comunica, bien porque conoce total
o parcialmente el mensaje, bien porque lo intuye o porque conoce la
forma externa, estereotipada a veces, del mismo, o porque lo espera;
en todo caso, porque el pensamiento es más rápido que la elocución
verbal.
En consecuencia, el oyente, especiahnente en la comunicación
coloquial y oral, «sale al encuentro» del mensaje emitido, deja de
percibir parte de él, generahnente de manera subconsciente, y aporta
una parte de dicho mensaje, de elaboración propia. Con lo cual, si el
mensaje emitido es M, el resultante percibido fmal será M'+ x.
El lenguaje humano 19
O sea, que la comunicación no responde a la línea simple
Transmisión
H O, sino a una más compleja, que podernos presentar
en el siguiente gráfico 2 :

internos internos
Estímulos { externos Estímulos { externos
Circunstancias Circunstancias
Impulsos Impulsos

Codificación í -- -- Decodificación
Emisión Recepción

Transmisión 1 -_______J:,
L.-- - - - - - - -
_

Recodificación

Conviene, pues, tener siempre presente la actividad semasiológi-


ca del oyente y la anticipación decodificadora en la fase de recepción
del mensaje. Y nunca hemos de olvidar que éste es el sistema básico.
de comunicación, el verbal, pero que habituahnente va acompañado
de otros códigos y factores serniológicos, corno el gesto, los ruidos,
los suprasegrnentos, etc.
La comunicación oral se realiza, pues, generahnente, a través de
un conjunto de «lenguajes» o sistemas sígnicos codificados, que se
combinan para transmitir con la mayor riqueza expresiva y comuni-
cativa el mensaje deseado. Cada uno de esos «lenguajes» consta de
unos códigos o sistemas de signos.

2 Compárese con el siguiente esquema del proceso de Ja comunicación que pre-


senta B. Malmberg:
( Conjunto do 'igno'
y de jigurae guar-
1
dados en el cerebro ~
!Elementos
' discretos/

g:~ ~ B
,. 3 4 ~5- - - - - - 6 - - - - - - -7- - - - - - - ; 8
"1!·~·"
19
si.@' ¡;; Impulsos Actividad Oído Secuen-
O
..,
g. 9.
0,
Cere bro Menfj{_e
. neurales muscular
0 nda
sonora (res- Cerebro das Mensaje
"' "' ~ /Codifi- cod1 1- /Ele- /Con- /Con- puesta /Decodi- defigu-
ficación/ (Oral)
(a) ~ cación/ ~ cado ~ di~~~ .É+ timrum 4 tinuum/ ¡.Q. ~is!o- rae y !..,
tos/ log1ca) 114 1-4 signos

- - - - 1 ·ujeto (b)
& ·ceptor
s D' 5' 6' 7' 8' ' 10' 11'
A
11o üt=
9' '
& Impulsos alfa~éticcu Vistas
'' SecUe!I-
'3 neurales Actividad o Signos Cerebro ' cias de Mensaje
/Ele- (res- '
muscular /Decodi- (escrito)
1 mentas
discre-
/Con-
escritos
etc.
/Elo- ¡§';
puesta
fisio- H'
ficación/
'
'
•1'
letras,
palabras,
I
4 .,,; ¡E; tin- 14 mentas lógica) TI etc. ¡{'.,
, , discretos/ ""'
-- ' '

a
)
Fases principales de un proceso de comunicación, transferencia de un mensaje estructurado lingüísticamente, desde un sujeto
emisor (a) hasta un sujeto receptor (b). A -K =_procesos de transferencia de codificación y decodificación, desde el impulso
(A) hasta la recepción del mensaje (K).
El lenguaje humano 21
La combinación de unidades de lenguajes diversos en la comuni-
cación puede ser simbiótica o parásita. En cualquier caso, en la co-
municación oral humaoa el código soporte es el verbal, segmenta!,
con el que se combinan códigos suprasegmentales (tono, acento, rit-
mo, ... ) y códigos de los lenguajes cinésicos y proxémicos, al menos.
No siempre los signos combinados tienen el mismo significado o
son coincidentes, aunque sí mayoritariamente. Pero puede darse el
caso de que unos signos suprasegmentales o cinésicos anulen o cam-
bien el mensaje del código «de las palabras».
Compárese una aserción como Sí te creo, con la misma forma
verbal, acompañada de un tono reticente, alargado, ... Sí, te creo ... ,
que con cierta expresividad niega el mensaje verbal; o con la misma
formulación acompañada de unos gestos (corte de maoga, etc.) que
aoulen el mensaje de las palabras emitidas.
Mas aquí no nos ocuparemos de la combinación de lenguajes, y
sólo subsidiariamente, en cuanto afecte a la organización gramatical,
de los códigos suprasegmentales orales.
Entendemos, pues, que el lenguaje humaoo por excelencia es el
lenguaje oral; y que la comunicación esencialmente humaoa es la
verbal.
La lengua escrita, a fm de cuentas, no es sino un lenguaje de se-
gundo grado, una especie de fotografia de la comunicación oral.
Desde otro punto de vista podemos definir la comunicación como
la traosmisión de una información de un lugar a otro. En este proceso
participao cinco elementos:
l. La fuente de información, cuya misión es seleccionar los sig-
nos oportunos de entre los de un código; y que coincide con el ha-
blaote o emisor.
2. El transmisor, que ha de hacer pasar la información desde la
fuente al caoal de traosmisión, por medio de un proceso que llama-
mos codificación, es decir, poner en código el mensaje. Esta opera-
ción correspondería al aparato fonador de la emisión oral.
22 Gramática funcional del español

3. El canal de transmisión, que es el medio material utilizado pa-


ra transmitir la información. En la comunicación oral será el aire a
través del cual se expanden las ondas acústicas; mientras que en la
comunicación escrita, por ejemplo, el canal es el papel o lugar en que
aparece el mensaje gráfico.
4. El receptor de la información, que tiene como misión decodi-
ficar el mensaje; y
5. El destinatario, que es el oyente, que recibe el mensaje.
CAPÍTULO!

PRINCIPIOS DE UNA GRAMÁTICA FUNCIONAL

PRINCIPIOS

Hay que reconocer qne no existe una gramática funcional única,


sino unos grupos de corrientes y autores con unos principios comunes
y diversidades secundarias, dentro del movimiento funcionalista. Por
debajo de esas diferencias sustentan el edificio, como cimientos fun-
damentales, al menos los siguientes principios:
l. La lengua debe concebirse y estudiarse como instrumento de
la comunicación humana. Es decir, la lengua es interpretada en todos
ellos como un procedimiento de la interacción personal a través del
lenguaje, que permite comprender la relación de los interlocutores al
comunicarse.
Por ello debe atender no sólo -aunque sí básicamente- a la
lengua en sí y por sí, sino además a la comunicación entre los hablan-
tes, tomando en consideración sus condicionantes y mediatizaciones.
Luego, hay autores que son partidarios de introducir en la gramá-
tica funcional un componente pragmático -cual es el caso de Dick 1
en Europa- para mejor explicar la interrelación de los hablantes en

1
Simon C. Dick, Gramática funcional, Madrid, SGEL, 1981.
24 Gramática fancional del español

la comunicación; mientras que otros -Coseriu, Martinet, Alarcos-


no consideran que la gramática deba asomarse a la parcela pragmáti-
ca para poder explicar suficiente y adecuadamente el funcionamiento
y los mecanismos de la lengua.
Nosotros seguimos esta última opinión en los niveles oracionales.
Pero esto no quiere decir que la gramática funcional haya de ocu-
parse exclusivamente de las estructuras constitutivas de la lengua, y
abí quedarse; sino que, interpretándolas debidamente como estructu-
ras y corno recursos o instrumentos de comunicación que provocan
unas reacciones y actitudes lingüísticas, pone su Iúnite en lo extra-
lingüístico.
Y ello no obsta para que, por conveniencias, podamos encontrar
estudios funcionalistas que atienden sólo, en determinadas ocasiones,
a las estructuras internas de la lengua, tras haberse confesado y de-
mostrado funcionalistas. Es como si se quisiera negar el carácter de
estudio médico a aquel que se detiene explicando perfectamente las
formas, organización y articulación de los huesos de las extremida-
des, sin que, en ese caso, atienda a los resultados de la articulación, a
su dinamismo y a las consecuencias que su funcionamiento lleva.
2. Un segundo principio es que un método funcional debe ser ca-
paz de abordar todo tipo de mensaje lingüístico con planteamientos
paralelos en todos los niveles de la lengua, y sin necesidad de poner-
se un techo lingüístico. Deberá poder, pues, explicar desde las unida-
des mínimas a las más complejas de una lengua.
Pero es evidente que entre los «funcionalistas» unos «ponen el
techo» del estudio lingüístico en la oración (como Alarcos, Gutiérrez
Ordóñez, ... ); mientras que otros admiten la posibilidad de analizar y
explicar lingüísticamente las unidades textuales superiores a la ora-
ción (como Pike, Longacre, ... ). Si bien es cierto que los métodos lin-
güísticos que atienden a los niveles supraoracionales no han logrado
la perfección de los que se ocupan de unidades menores.
3. Una gramática funcional concibe el signo no como algo for-
mado de dos partes, sino como unidad indisoluble con dos caras o
ángulos, que pueden ser enfocados individualmente. Es decir, que
Principios de una gramática funcional 25
«forma de expresión» y «forma de contenido» son dos perspectivas
interrelacionadas indisolublemente que forman una unidad que fun-
ciona en una cadena lingüística o en una estructura.
Así pues, debe interpretarse el estudio de una de aquellas como
enfoques metodológicos desde un ángulo o desde otro de una sola
unídad. Pero que ésta no puede concebirse adecuadamente mientras
no se conozcan lo mejor posible ambas caras, la relación que existe
untre ellas, y la función que ocupan en la cadena.
Tres son los formantes -no partes ni componentes- del signo:
forma de expresión, forma de contenido y función. Porque un signo
que no funciona, que no forma parte de una estructura, no es tal sig-
no, sino un significante capaz de convertirse en un signo.
Aunque una sintaxis funcional debe ocuparse de las estructuras
lingüísticas semántico-gramaticales de la lengua, aquí -por conve-
niencias - concederemos prioridad a las estructuras de formas de
expresión y a las funciones de los elementos que las configuran 2 •
Hay sí una parcela de semántica sintáctica o de sintaxis de las es-
tructuras del contenido, pero que aquí sólo atenderemos subsidiaria-
mente.
4. Al abordar el estudio de una lengua o de un texto se debe se-
guir, para su adecuado conocimiento, un doble camino: primero el
analítico, que nos explicará las unidades y mecanismos de fun-
cionamiento; y uno segundo, que llamamos genético o productivo,
que nos demuestra cómo, aplicando las reglas y mecanismos de fun-
cionamiento a aquellas unidades y a las estructuras, se crean y for-
man mensajes gramaticales y comprensibles en esa lengua.
No se puede, pues, tachar de taxonómica a una auténtica gramáti-
ca funcional, puesto que no sólo se ocupa de analizar y descomponer
las unidades y los elementos, sino que da las reglas y normas para
crear estructuras y cadenas comunicativas.

2
Para el enfoque onomasiológico, desde el contenido a la expresión, véase nues-
tra Nueva Sintaxis de la Lengua Española, Salamanca, Colegio de España, 1995.
26 Gramática funcional del español

Pasemos ahora a ver otros principios, conceptos y fundamentos que


sustentan la gramática funcional.

CONCEPTO DE LENGUA

Como es lógico, los temas generales de Lingüística que aborda-


mos aquí aparecen de forma sucinta y acomodados a las necesidades
de esta Gramática. No preteden, pues, ser más que soportes - a ve-
ces reinterpretados- de las cuestiones gramaticales que siguen.
Fue Saussure 3 quíen en 1909 estableció la distinción entre tangue
y paro/e (lengua/habla), hoy ya superada como antinomia y precisada
con mayor número de términos. Indudablemente es la parte de la
doctrina saussureana que más discusiones ha provocado. En cualquier
caso nos conviene partir de esa dualidad para precisar el concepto de
lengua.
""' Es ésta el sistema y vehículo de comunicación, el producto e
, ·institución social, el código y la potencia, que se actualizan y codifi-
can en el habla.
La lengua tiene su existencia real en el habla, y la sede de ésta se
encuentra en la conjunción de lo psíquico y lo fisico a través de lo
neurofisiológico en la cadena fónica.
Es la lengua una estructura de estructuras varias y sistema de sis-
temas de signos convencionales, cuyas bases son la asociación indi-
soluble del concepto con la imagen acústica.
Para Saussure, el habla es individual y accesoria, la lengua social
y esencial; el habla es el acto individual voluntario, mientras la len-
gua es un producto registrado pasivamente.
Las divergencias y controversias sobre esta antinomia siguen dos
direcciones: unas discuten el valor e interpretación que deben conce-
derse a los términos lengua y habla; y la mayor parte de ellas apun-

3
F. de Saussure, Curso de lingüística general (traducción, prólogo y notas de A.
Alonso), Buenos Aires, 1O.ª ed., 1971.
Principios de una gramática funcional 27
tan al reajuste en número y precisión de términos medios que enlacen
estos, originariamente, polos de la dualidad.
Jespersen ya manifestó la divergencia entre las defmiciones y
conceptos de los dos términos. Buyssens interpoló entre ambos el
discours. Hjelmslev y Lotz presentaron en la Conferencia de Semán-
tica celebrada en Niza en 1951 la trilogía esquema, norma estableci-
da y habla, que fue criticada por Devoto.
Delacroix estableció solamente una distinción entre el habla co-
mo expresión verbal y el habla como mecanismo psicofisiológico.
Coseriu 4, en un interesante trabajo, llega a una tripartición útil y
aclaradora sobre los términos sistema, norma y habla; el sistema, que
viene a coincidir con la lengua, si bien matizada de diversa manera,
es una «red de funciones, una entidad abstracta que se realiza en for-
mas sociales determinadas, las cuales constituyen un sistema de rea-
lizaciones normales, o norma, también de carácter abstracto, que a su
vez se realiza en normas individuales, que se realizan en la infinita
variedad de la actividad lingüística creada>>.
/Por tanto, el sistema es conjunto de posibilidades, de libertades;
la norma es sistema de realizaciones obligadas, de usos, de imposi-
ciones sociales y culturales. Ambos corresponden a un estado de len-
gua y habla o realización personal, la realidad concreta del lenguaje
hecho.
Así pues, hay que concluir que los dos términos de Saussure han
sido superados, pero no anulados, pues su valor fundamental se con-
Sef\éa, con las precisiones pertinentes, según criterios y escuelas.
/La lengua, pues, es una abstracción de segundo grado, producto
del conjunto de realizaciones concretas del habla, condicionadas por
la norma individual y la social, y sometidas a un sistema.
,¡La norma de Coseriu es un tanto artificial y dificilmente conecta
el sistema y el habla. No pasa de ser el uso del sistema por un grupo
mayor o menor. En la norma está el sistema, o la parte correspondien-

4
E. Coseriu, «Sistema, norma y habla», en Teoría del lenguaje y lingüística gene-
ral, Madrid, 1961,págs. ll-113.
28 Gramática funcional del español

te; porque -podernos ya decirlo- la norma de Coseriu no es más


que un acotamiento del campo de trabajo, y coincide con el conjunto
de idiolectos válidos en la comunicación de un grupo, siempre some-
tidos al sistema.
Hay, en consecuencia, un sistema de signos -código-, cuyas
estructuras son patrimonio de los hablantes, la competence; una per-
formance o actuación; y el resultado, que es una cadena de unidades
comunicativas sometidas al sistema. En el lenguaje distinguirnos cla-
ramente una actividad verbal en el hablante, quien usa y realiza un
producto lingüístico. El producto, mediatizado por la norma particu-
lar y general -y aun por la individual-, sumado a los restantes
productos, configuran el acervo lingüístico, casi coincidente con el
concepto de código. Pero ese acervo lingüístico está sometido a un
sistema funcional que viene a coincidir con la forma lingüística de
Bühler, y aun mejor, con el esquema de Hjelrnslev 5 •
La norma está mediatizada por el ambiente sociocultural del ha-
blante en el acto de la comunicación lingüística. En ella hay elección
por parte del hablante y sometimiento a las formas impuestas.
Recordemos la explícita definición dada por Martinet: «Una len-
gua es un instrumento de comunicación con arreglo al cual la expe-
riencia humana se analiza, de modo diferente en cada comunidad, en
unidades dotadas de un concepto semántico y de una expresión fóni-
ca, los rnonernas; que se articulan a su vez en unidades distintivas y
sucesivas, los fonemas, en número determinado en cada lengua, cuya
naturaleza y relación difieren de una lengua a otra» 6 •
Es, pues, un código de segmentos lingüísticos -al que se pueden
superponer otros códigos-, cuyas unidades están en perfecto engra-
naje de interrelaciones. Código articulado, que consiste en un conjun-
to de operaciones combinatorias de unidades, seleccionadas y acep-
tadas.

5
L. Hjelmslev, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, 2.ª ed., Madrid, 1974,
págs. 109 y sigs.
6 A. Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, 2. ª ed., 1970, pág. 28.
Principios de una gramática funcional .29

¿CÓMO FUNCIONA LA LENGUA?

Una lengua es un sistema de un número reducido de elementos


que, combinados y relacionados de diversas maneras, permiten al
hablante conocedor de dicho código emitir infinitos mensajes. Para
ello es preciso conocer las combinaciones de las citadas unidades y
las reglas que las guían. De eso se ocupa la gramática.
Simplificando el procedimiento de la creatividad lingüística, po-
demos decir que un número reducido de unidades mínimas no signi-
ficativas por sí solas, sino por oposición, o cosignificativas -fo-
nemas- se combinan y permutan de determinados modos, sometidas
a unas .normas, extensión y restricciones concretas y fijas, formando
así unidades de orden inmediatamente superior, los moifemas (o mo-
nemas de Martinet, o lexemas y morfemas de otras concepciones lin-
güísticas). Éstos ya comportan, o pueden comportar, un significado, o
bien delimitar el de una unidad contigua.
La combinación de un lexema (cant-) o una unidad mínima por-
tadora de la base significativa más un morfema (-o-), mínima forma
de expresión que delimita la significación del lexema, correspondien-
te a una categoría, suele ser la estructura de lo que llamamos palabra;
si bien hay palabras que constan de un solo morfema o sólo de lexe-
ma o de varios lexemas y unos morfemas (cort-a-pluma-s), etc. De la
palabra como unidad lingüística hablaremos más adelante, con dete-
nimiento.
Estas unidades -ya muy nnmerosas y portadoras de significados
y conceptos-:'- vuelven a combinarse y permutarse y producen nue-
vas unidades. más complejas y de mayor información y contenido.
Ahora bien, en nuestra lengua seleccionamos unas pocas unidades de
todas las posibles resultantes, de acuerdo con unas normas y restric-
ciones. A tales unidades las denominamos sintagmas, que tienen una
forma de expresión más compleja que las anteriores unidades, una
30 Gramática funcional del español

forma de contenido y una función o relación con las restantes unida-


des del decurso.
Estas nuevas unidades, ya innumerables, aunque con determina-
das estructuras fijas, vuelven a combinarse y permutarse, si bien en la
lengua sólo se usa un escaso número de estas combinaciones. De las
combinaciones de dos sintagmas diferentes (SN y SV) en el decurso
resultan las unidades gramaticales de orden superior, los nexus,. so-
metidas a unas leyes o reglas.
Los nexus suelen ser asimismo los formantes de las unidades de
rango inmediatamente superior, las oraciones, que tienen la facultad
de expresar un mensaje comprensible por sí solo.
De la combinación de oraciones nace el parágrafo, también so-
metido a unas normas o reglas.
El parágrafo, compuesto de un conjunto de oraciones, consta de
un núcleo, temático y formal, y unos elementos marginales.
De la combinación de parágrafos obtenemos el monólogo, forma
elocutiva habitual, que no exige la respuesta de un interlocutor, y que
puede tener carácter narrativo, expositivo, poético, etc., y muy diver-
sa extensión.
Y de la combinación de monólogos en boca de diferentes interlo-
cutores nace el diálogo, máxima estructura y nivel de la comunica-
ción lingüística, que consta igualmente de un elemento nuclear
(parlamento del primer interlocutor que aborda el eje del terna) y
otros periféricos o marginales (comentarios, rechazos dialécticos,
asentimientos, críticas ... , de otro u otros hablantes).
Y por _encima de estos niveles no existe comunicación lingüística.
Aquí está el techo del estudio lingüístico y gramatical, y no en la
oración, corno pretendía toda una larga tradición gramatical. Porque
no nos expresamos con monemas sucesivos (éstos se combinan, se
potencian, se mezclan... ), ·ni con sintagmas, ni con oraciones, sino en
forma de monólogo o en conversación dialogada.
Sintetizando, podemos concluir que el funcionamiento de una
lengua-al menos de su código segmenta!- responde a un múltiple
sistema de combinaciones y de permutaciones, articulatorio, pues, de
Principios de una gramática funcional 31
_pocaB unjdades (y de las producidas y admitidas sucesivamente en
cada proceso), capaces de permitir a un hablante de dicha lengua
producir infinit~s-mensajes o realizaciones lingüísticas a partir de
aquel número reducido de unidades mínimas.
Una simple operación matemática, múltiple y sucesiva, de com-
binaciones y permutaciones, y de su producto, nos daría una cifra
verdaderamente astronómica, aunque partiéramos de 24 elementos
minimos -fonemas-, si uo aplicáramos la selección y restricciones
que la lengua ha establecido.
Pocas más de 20 unidades mínimas funcionales, fonemas, combi-
nadas entre sí, con unas restricciones de extensión y proximidad (no
más de 3 vocales seguidas, no más de 3 consonantes, etc.), prestan un
buen número de unidades significativas, monemas o morfemas. És-
tos, a su vez, se combinan, con los correspondientes condicionamien-
tos, y nos ofrecen la facultad de crear ilimitadas cadenas de palabras,
y así sucesivamente.
Continuamente estamos enunciando oraciones que nunca había-
mos oído ni proferido antes. Y esa es la maravillosa facultad de la
creatividad del hablante: producir con un número finito de unidades,
a través de un sistema combinatorio múltiple, infinitas cadenas lin-
güísticas inteligibles.
La primera combinación -la de los fonemas- aporta a las uni-
dades resultantes el significado; la segunda combinación -de los
monemas en sintagmas- aporta la función. Estas dos aportaciones
se potencian e intensifican en los procesos combinatorios superiores.
Entendemos, pues, en la lengua los niveles que acabamos de for-
mular-del fonema, morfema, palabra, sintagma, nexus, oración, pa-
rágrafo, monólogo y diálogo- con sendas unidades del mismo nom-
bre, que estudiaremos más adelante. Pero es fundamental, para. que
un método lingüístico sea coherente, que en todos los niveles se ope-
re con el mismo «tipo de unidades». Y así creemos que opera el mé-
todo funcional con que trabajamos. Ese prototipo de unidad sólo
puede obtenerse por medio del denominador común a todos ellos. Y
así diremos que todas las unidades de la lengua constan de / +Núcleo
32 Gramática fancional del español

± Márgenes/; es decir, de un elemento nuclear y otros periféricos, que


en el sintagma, por ejemplo, llamaremos núcleo y adyacentes; en la
palabra, lexema y morfemas, etc. Pero éstos, a fin de cuentas, son
términos diversos de aquellos componentes básicos.
Y en todos los niveles operaremos con una o unas estructuras
fundamentales, estructuras matrices, de las que se podrán obtener una
serie de estructuras derivadas, por combinaciones de sus elementos
obligatorios y opcionales.
Esas estructuras, tal como nosotros las entendemos, forman una
red de interrelaciones, en abstracto, de «huecos funcionales», o fun-
temas, que en las cadenas lingüísticas, en la realización de la lengua,
se cubren u ocupan por diversas clases de unidades que llamaremos
global y genéricamente funtivos. Pero lo importante es precisar que
las estructuras se obtienen por abstracción a partir del estudio de nu-
merosos corpora de la lengua, y que son estructuras abstractas de
huecos vacíos interrelacionados, que se rellenan con diferentes funti1
vos. Asimismo debe tenerse presente que en cada nivel hay escasísi-
mas estructuras, lo que avala la armonía del lenguaje, la capacidad de
aprendizaje y la memorización de las mismas.

PARADIGMA Y SINTAGMA. CONCEPTO DE FUNCIÓN

Estas estructuras a las que venimos aludiendo son sµitagmáticas,


es decir, que se dan en el decurso.
Pero junto a ellas se precisan unas unidades lingüísticas ordena-
das en bloques o stocks, paradigmas organizados sobre unos rasgos
comunes.
Estos paradigmas forman el conjunto sistemático de estructuras,
unidades y funciones, deducido por abstracción a partir de la lengua.
Viene a ser como la ordenación sistemática, con carácter potencial,
de todos los elementos y de sus capacidades de funcionar en las ca-
denas lingüísticas; algo así como uua perfecta organización vertical,
Principios de una gramática funcional 33
frente a la realización de todos los elementos en la cadena, que sería
de índole horizontal, por seguir con el símil.
La paradigmática, los paradigmas, no son, en realidad, la lengua,
sino el almacén de todos los elementos que puede producir, realizar
la lengua, cuando se los utiliza debidamente y conforme a sus reglas
gramaticales.
En la fusión de paradigmas y estructuras sintagmáticas es donde
se explica la realización de una lengua.
De todo ello se deduce cómo funciona la lengua y cómo opera
cualquier usuario para comunicarse a través de ella.
El hablante conoce la serie de estructuras sintagmáticas con que
funciona aquella; y según el mensaje que quiere transmitir, seleccio-
na unos signos, cuyos significados responden a conceptos, y los colo-
ca en los huecos funcionales de la estructura conveniente.
Esa inserción de las unidades léxicas, como funtivos, en diversos
huecos funcionales, interrelacionados entre sí, son la clave de la pro-
ducción del lenguaje. De donde se deduce que los signos lingüísticos
sólo lo son en realidad cuando funcionan en las cadenas del decurso.
Antes sólo serán signos potenciales, huellas psíquicas de signos que
quedan en nuestra mente; y que un factor primordial, sine qua non,
de todo signo, que ha de entrar en su definición, es la función.
Es evidente que los paradigmas no son solamente las palabras, ni
los sintagmas, etc. Habrá, sí, una paradigmática de las unidades de
cada uno de los niveles de la lengua (fonemas, morfemas, palabras,
sintagmas, cláusulas, oraciones, etc.). Y habrá, lógicamente, sendas
sintagmáticas de todos y cada uno de dichos niveles.
La diferencia es, pues, de perspectiva, metalingüística.
La sintaxis funcional se forma a partir de un estudio sintagmático
de la lengua, en diversos corpora diferentes diatópica, diastrática y
diafásicamente. Deduciendo estructuras, relaciones y mecanismos de
funcionamiento, se llega a configurar los paradigmas correspondien-
tes.
La noción de función está íntimamente ligada al papel que de-
sempeña un elemento o un término dentro de una estructura pertene-
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 2
34 Gramática funcional del español

ciente a un sistema. Función, estructura y sistema son inseparables.


Las funciones vienen a ser el conjunto de interrelaciones que unos
elementos guardan con otros dentro de un sistema para formar una
estructura. Y como la lengua es un sistema de estructuras, parece
obvio que tal concepto sea esencial y distintivo de los elementos lin-
güísticos operativos.
Las unidades lingüísticas han de definirse necesariamente apo-
yándose en las funciones que desempeñan o pueden desempeñar
tanto en el paradigma como en la cadena sintagmática.
El concepto de función de las unidades de la lengua viene a ser la
misión y participación que un elemento aporta para que funcione un
todo orgánico. Y realmente todo elemento se justifica en tanto en
cuanto funciona.
Damos por supuesto que la estructura está en la misma lengua,
que no se trata de una pura abstracción aprioristica, aunque por abs-
tracción científica formulemos las estructuras, relaciones y funciones '
que encontramos en una lengua y que rigen su funcionamiento. El re-
conocimiento de las mismas, su comprobación en el más extenso
corpus posible y su formulación son tareas primordiales en un estu-
dio lingüístico.
Tampoco olvidamos que las estructuras y, consecuentemente; las
funciones pueden cambiar al evolucionar la lengua; pero el cambio es
tan lento y tarda tanto en consumarse que podemos plantearnos el
tema de la función con toda tranquilidad en la sincronia dinámica de
una lengua en determinada etapa.
Revisemos algunas interpretaciones que de este concepto han da-
do algunos lingüistas.
Hjelmslev 7 interpreta la función como la relación o dependencia
existente entre una cadena y cada una de sus partes, entre un para-
digma y sus miembros y la que se da entre los elementos. Triple con-
cepto, pues, de función: el primero es esencialmente de carácter sin-

7
L. Hjelmslev, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, Madrid, 1974, págs. 54 y
sigs.
Principios de una gramática funcional 35
tagmático, el segundo paradigmático y el tercero afecta tanto a uno
como a otro. Para este lingüista las funciones pueden darse en el de-
curso (funciones et ... et) o en el sistema (funciones aut ... aut).
En todo caso, distingue tres tipos de relaciones o funciones esen-
ciales, que operan tanto en el decurso como en el sistema:
l. Relación de interdependencia, que es aquella por la que los
elementos relacionados o funtivos se exigen mutuamente; es decir,
que son, en su terminología, dos constantes complementarias.
Cuando esta función se da en el decurso, en la cadena, recibe en
su teoría, la Glosemática, el nombre de solidaridad, y cuando aparece
en el sistema, el de complementariedad. Ejemplo de esta última po-
dría ser la relación existente entre el masculino y el femenino en el
sistema del género de los sustantivos españoles.
2. Relación de determinación, en la que uno de los funtivos
exige al otro, pero no a la inversa. Se trata, pues, de la relación entre
un funtivo constante y uno variable.
Cuando se da en el decurso, recibe el nombre de selección (cual
es el caso de, por ejemplo, la preposición ab respecto del ablativo la-
tino); y cuando la encontramos en el sistema, recibe el nombre de es-
pecificación (que podría ejemplificarse con la relación del género
neutro respecto al masculino y femenino conjuntamente).
3. El tercer tipo de relación entre dos funtivos, para Hjelmslev,
es la llamada constelación, por la que aquellos no se exigen, sino que
se relacionan ocasional y no necesariamente. En realidad se trata de
una copresencia de dos elementos en el decurso y de una coinciden-
cia en el sistema; o sea, de la relación entre dos funtivos variables.
Si se da en el decurso, recibe el nombre de combinación y si en el
sistema el de autonomía.
El principio básico es, pues, en esta teoría el de exigencia mutua,
exigencia unidireccional y de coincidencia. Pero conviene aclarar que
estas relaciones son de carácter estrictamente sintáctico o morfosin-
táctico, no semántico.
36 Gramática funcional del español

Un concepto de función no muy distante del que acabamos de ver


lo encontramos en Martinet 8 , quien la hace coincidir con «relaciones
sintácticas entre dos clases». Para este autor sólo hay las siguientes:
a) Relación por la que dos términos se presuponen mutuamente
y ninguno de ellos puede existir sin el otro (caso del sujeto y predica-
do en nuestra lengua).
b) Uno de los términos presupone al otro, pero no al contrario.
Sírvanos de ejemplo el caso de un núcleo de sintagma nominal y un
adjetivo adyacente del mismo.
c) Ambos términos pueden coexistir, pero no se condicionan,
como puede ser el caso de dos unidades yuxtapuestas.
En realidad, bajo todas estas formas de función que entiende
Martinet, subyace en mayor o menor grado el concepto de incidencia
de un elemento sobre otro.
Tras esta rápida revisión, podemos ir perfilando el concepto de
'función' con el que trabajamos. De entrada podríamos hablar de una ·
función en el paradigma, que vendría a ser la relación que cada
miembro de un sistema guarda con los otros o con su conjunto. Esta
función la encontraremos en los morfemas y series de unidades ce-
rradas. Así, por ejemplo, podemos denominar 'función' a la relación
del masculino con los otros dos géneros dentro del paradigma de los
adjetivos.
Mas aquí nos interesa centramos sólo en el concepto de función
sintagmática, es decir, la que opera en la cadena, en el decurso, donde
-nos parece- tiene una mayor entidad y operatividad, y donde su
presencia da vida al mensaje lingüístico.
Para nosotros, la función es esencialmente la relación entre dos
elementos lingüísticos, entre unidades que funcionan en una cadena,
que forman parte de una estructura. Distinguimos, al igual que la
Tagmémica, entre el slot, que llamaremos hueco funcional, y el o los

8 A. Martinet, Estudios de sintaxis fancional, Madrid, 1978, págs. 115 y siguien-


tes.
Principios de una gramática fancional 37
elementos que cubren ese hueco, fi!lers, que denominaremos, con un
ténnino ya clásico en Lingüística,funtivos.
Las estructnras de una lengua son una red de interrelaciones de
funciones, de huecos funcionales vacíos, que en la elocución se cu-
bren con funtivos diversos.
Esta distinción, de riquísimas consecuencias, nos permite, entre
otras cosas, prescindir de las tradicionales metábasis. Ya no tiene
sentido seguir hablando de sustantivaciones, adjetivaciones, adver-
bializaciones ... ; sino que interpretamos que en la función X de la es-
tructnra A pueden entrar tanto funtivos pertenecientes al paradigma
de los nombres o de los adjetivos ... o de los adverbios, o nexns, etc.
Y no será preciso decir que todos esos elementos que entran en el
sintagma nominal están sustantivados. Entre otras, por una razón
fundamental: que nombre, adjetivo y adverbio no son funciones, sino
clases de palabras pertenecientes al paradigma correspondiente, que
pueden ocupar numerosos y diversos huecos funcionales o funciones
en los diversos niveles de la lengua 9 .
Nos parece, pues, improcedente y poco rentable para todos los
estndios lingüísticos seguir hablando, en Lingüística funcional, de
«función nominal» o «función adjetiva», y no deja de ser una peli-
grosa ambigüedad seguir designando con el mismo término a una
clase de paradigmas y a una función sintáctica. Ni al nombre, ni al
adjetivo, ni al verbo, ni al adverbio ... les corresponde privativamente
ninguna función, aunque frecuenten una determinada, sino que son
unidades capaces de cubrir diversas y diferentes funciones en las es-
tructuras sintácticas.
Adscribir determinada función a una categoria o clase de pala-
bras, de manera privativa, supone una fusión o confusión entre el en-
foque sintagmático y el paradigmático; y, consecuentemente, pone en

9
Cf. nuestro trabajo «Sobre la transposición lingüística>>, Actas del Il Encuentro
de Lingüistas y Filólogos de España y México, Salamanca, Universidad, 1994, págs.
309-320.
38 Gramática fancional del español

grave riesgo la confonnación de una paradigmática sintáctica, objeti-


vo de una gramática funcional.
Conviene advertir que la capacidad de que un hueco funcional pue-
da ser ocupado, en teoría, por cualquier funtivo no quiere decir que to-
do funtivo pueda ocupar todos y cada uno de los huecos funcionales de
una estructura; puesto que ese planteamiento teórico general se ve res-
tringido por las reglas de la semántica, de la cohesión textual y cohe-
rencia conceptual, y aun las reglas gramaticales de la lengua.
"• La función, pues, es el conjunto de relaciones que guardan los
componentes de determinada estructura entre sí.
Pero esas relaciones pueden basarse en diversos factores, que
servirán de soporte a la función. Las más frecuentes e importantes
son: a) la forma de expresión del funtivo; b) la función semántica, es
decir, la aportación de contenido de un signo para el de otro, lo que
es totalmente distinto de su contenido. Así, por ejemplo, un adyacen- ,
te adjetivo puede tener una función semántica «determinativa», de
precisar, concretar, especificar el contenido de su núcleo nominal; y
esto es totalmente distinto de su semasia; c) un indicador de función,
como puede ser una preposición, un morfema de caso en latín, etc.; y,
rarisimamente en nuestra lengua, en especial en niveles superiores al
sintagma, d) la posición de los elementos.
Esas relaciones de que hablamos -y que se estudiarán a lo largo
del libro- pueden ser básicamente de interdependencia, de determi-
nación y de constelación, siguiendo los términos de Hjlemslev. Es
decir, que dos miembros se exijan mutuamente para formar una es-
tructura; que uno de ellos exija al otro, pero no al revés; y que ningu-
no se exija, sino que coincidan y se relacionen en la estructura de que
forman parte.
Sin bajar a más detalles, podemos anticipar que hay huecos fun-
cionales nucleares o esenciales, y otros opcionales; que entre ellos la
correlación puede ser de incidencia, de incrustación como formante
de otra unidad superior, etc.
Y en muchos casos, según veremos, esas relaciones se plasman en
una determinada forma de expresión (concordancias diversas, etc.).
Principios de una gramática funcional 39
Pero se ve claramente que no interpretamos como rasgos funcio-
nales primarios los caracteres semánticos del tipo tiempo, modo, lu-
gar, finalidad, condición, etc., que han servido de soporte a una sin-
taxis de larga tradición y de heterogéneos criterios.
Otra de las ventajas nacidas de esta distinción entre huecos fun-
cionales y funtivos es la posibilidad de reinterpretar el llamado signo
cero. Las estructuras de cualquier nivel se basan, como decíamos, en
la red de interrelaciones entre sus componentes, entre sus huecos
funcionales en abstracto; y ésa se mantiene permanentemente en la
lengua. Y podemos aceptar que se mantiene la estructura aun cuando
no haya un funtivo que cubra ese hueco, esa función. El signo cero
será, pues, el funtivo cero en una función determinada, y lógicamente
se opone a cualquier funtivo expreso en la misma función. Las estruc-
turas de la lengua se han deducido por abstracción a partir de la reali-
dad de la lengua. Es decir, con un método científico, extrayendo de
un amplísimo corpus unas estructuras permanentes en cada nivel.
Avanzando con el concepto de función, nos parece fundamental
distinguir entre funciones distintivas u obligatorias ( +A) y funciones
opcionales o no distintivas de esa cadena ( ± A). De este modo po-
dremos formular en cada nivel lingüístico unas estructuras matrices,
de las que derivan otras que llamaremos «derivadas». Pongamos un
ejemplo:
l+A±B±C±DI

es capaz de producir las siguientes estructuras derivadas:


IABCD/
/A B C/
/ ABDI
!A CD/
IAB/
/A C/
/AD/
/A/.
40 Gramática funcional del español

Es decir, aplicando la obligatoriedad u opcionalidad a las funcio-


nes podemos obtener las estructuras fundamentales y las derivadas de
una lengua.

MÉTODO

Queda bien claro que la metodología que presentamos, con la que


trabajamos a lo largo de este libro, es estructural-funcional; que se
basa en la concepción de la lengua como un todo orgánico, como
conjunto de niveles interrelacionados, y en cada nivel formula unas
minirnas estructuras en que se sustenta la lengua.
En principio el método tiene dos procedimientos, uno deductivo y
otro inductivo. Por el primero se formulan las estructuras percibidas
en muy nmnerosas realizaciones de la lengua de índole y registro di-
versos. Y por abstracción, como opera todo estudio científico, se
formulan las estructuras que subyacen a todos los enunciados en cada
uno de sus niveles. Posteriormente éstas se aplican a otros muchos
corpora diferentes para comprobar su validez y operatividad.
Mas este método ha de completarse con un procedimiento induc-
tivo, que nos permita crear innmnerables mensajes gramaticales, re-
chazando los no gramaticales, al aplicar las estructuras obtenidas y
«rellenar>> los huecos. Queremos con ello decir que las estructuras
formuladas tienen .un poder generador de x cadenas, y que operando
con combinaciones y permutaciones, al aplicar el número de unida-
des léxicas que pueden aparecer en cada función, podremos saber el
máximo poder de creatividad que tiene determinada estructura. Lue-
go habrá que precisar las que selecciona una lengua y las que recha-
za. Y así se puede operar con todas las estructuras.
Pero más importante que esto aún es comprobar que este método
no es meramente taxonómico ni analítico, sino que también explica
cómo se producen los mensajes lingüísticos, y cómo opera y funciona
tina lengua.
Principios de una gramática funcional 41
Los principios ya expuestos de paradigma y sintagma y de «cómo
funciona una lengua», por sí solos, ya permiten concebir ese proceso
de creatividad. Y si aplicáramos las fórmulas matemáticas corres-
pondientes -no es éste el lugar idóneo- veríamos la productividad
de cada estructura.
Quede, pues, bien claro que el método explica por análisis la es-
tructura y funcionamiento de la lengua, y además muestra cómo se
produce un mensaje.
Si a lo largo de este trabajo no siempre se hace explícita esta ca-
pacidad, será por conveniencia de la exposición.
Otro principio fundamental, ya apuntado, pero no suficientemente
comentado, es que todas las estructuras deducidas lo han sido a partir
de la realidad lingüística. Es decir, que no se ha operado apriorísti-
camente ni se ha formulado una red teórica utópica para tratar de im-
ponerla a la lengua, ni se han presentado reglas hipotéticas de nuevo
cuño ni de larga tradición. El objetivo ha sido comprobar cómo fun-
ciona la lengua española estándar, funcional, y la literaria, deducir el
sistema de la misma, comprobar la pluralidad de normas y algunas
desviaciones de ella.
Mas como el Ienguaj e en sus realizaciones está mediatizado por
factores psicolingüísticos, sociolingüísticos, etc ... , pues es el hombre
el que habla, a veces se ha acudido a alguno de éstos, cuando podía
iluminar o esclarecer algún punto del funcionamiento de la lengua,
pero usándolos siempre como datos y planteamientos subsidiarios.
El estudio que presentamos es fundamentalmente sincrónico, re-
ferido a un hipotético estado actual de la lengua. Y decimos
«hipotético», porque no se puede concebir una sincronía estática, to-
tal; la lengua,. como bien lo vio Coseriu, puede manifestar una sin-
cronía dinárníca, ya que todos los sistemas de la lengua están en
ebullición permanente.
Quizás podamos hablar de un planteamiento de base sincrónica,
que formula un sistema acrónico.
42 Gramática fancional del español

MISIÓN DE LA SINTAXIS

Como se deduce de todo Jo precedente, Ja sintaxis, que se ocupa


de las relaciones entre Jos componentes de cada unidad y entre Jos
miembros de cada estructura, es parte nuclear de los estudios lingüís'
ticos.
Atenderá a las funciones, relaciones y combinaciones de todas las
unidades en las estructuras, a Ja relación de cada unidad con toda ella
y del entramado de las estructuras entre sí. Es decir, que explicará el
auténtico funcionamiento de Ja lengua; por lo que creemos que es
parte nuclear de los estudios lingüísticos 10 •
La Sintaxis, pues, no tiene por qué ceñirse al estudio de la ora-
ción, ni de ésta y sus partes, etc.; sino que debe ocuparse de Jos pro-
cedimientos de realización y combinación de estructuras y de Ja for-
mación de éstas en todos los niveles de Ja lengua. Habrá una sintaxis
del diálogo, de las diversas formas del monólogo,.... al igual que
atenderá a las realizaciones de Jos componentes del sintagma y demás
unidades.
Si bien, por convención -y aquí la seguiremos- en un estudio
sintáctico suele atenderse primordialmente a Ja oración, cláusulas o
nexus y a los formantes de éstos. El que Jos estudios sintácticos se
centren, ante todo, en la oración se debe a dos razones: a una larga
tradición y a que aquella es el límite de las unidades puramente gra-
maticales y el umbral de las unidades textuales.
La tarea, pues, es muy compleja y vasta. Ha de ocuparse, al me-
nos, de:
a) Formular las estructuras lingüísticas de cada nivel de lengua,
comprobarlas y experimentarlas.

10
Cf. nuestro «Objetivos de la enseñanza de la Sintaxis», en Didáctica de la len-
gua española, Universidad de Valladolid, 1985, págs. 29-48.
Principios de una gramática funcional 43
b) Precisar las relaciones entre los componentes de cada estruc-
tura. Fijar sns funciones, definirlas, etc.
c) Estudiar las relaciones entre las estructuras de los sucesivos
niveles de la lengua.
d) Señalar los procedimientos de relación entre los elementos
de las estructuras y de éstas entre sí. Atender a los rasgos de subordi-
nación, a los procesos de coordinación y yuxtaposición, a la misión
de los transpositores, conectores, etc.
e) Facilitar métodos o mecanismos que permitan comprobar las
funciones y las unidades de cada estructura.
f) Estudiar los diversos funtivos capaces de cubrir las diferentes
funciones y su forma de expresión.
g) Comprobar los sistemas paradigmáticos en que se organizan
los signos en «ciases de palabras».
h) Señalar las relaciones entre las formas de expresión y las co-
rrespondientes formas de contenido.
i) Explicar el poder creativo de las estructuras de la lengua
mostrando cómo operan y pueden producir mensajes.
En caso preciso, mostrar la capacidad generativa que poseen las
estructuras.
Vasta tarea, pues, la del estudio de la sintaxis.
SINTAXIS
CAPÍTULO II

NIVELES Y UNIDADES DE LA LENGUA

La lengua es un sistema de estructuras que guardan relación entre


sí. Está organizada en unos niveles fijos que sustentan el engranaje de
la misma y cuyas unidades típicas o regulares pertenecen respectiva-
mente al nivel inmediato inferior.
Esos niveles, a nuestro entender, son los siguientes:
Conversación
Diálogo
Monólogo
Parágrafo
- - - - ORACIÓN----
NEXUS
SINTAGMA
PALABRA
MORFEMA
Fonema.

Recordemos que regularmente de la combinación de fonemas,


unidades de rango inferior, nacen los morfemas, los que combinados
a su vez originan las palabras. Cuando éstas se combinan obtenernos
generalmente y en primera instancia el sintagma. De la combinación
de sintagmas de diferentes clases obtenernos generalmente el nexus
48 Sintaxis

(SN-SV); y de la combinación de éstos surge la oración. Tradicional-


mente la Gramática no pasaba de este techo, del estudio de la ora-
ción, pero es obvio que nuestra comunicación y expresión no consta
de una mera sucesión de oraciones. Con el mismo derecho se podría
definir cualquier texto corno una serie de morfemas o de fonemas, y
es claro que nuestro estudio quedaria muy corto y no sería capaz de
enfocar con esas miras tan reducidas toda la riqueza de un mensaje
lingüístico complejo.
Ciertamente la oración ya es unidad capaz de transmitir un men-
saje, un enunciado autónomo y suficiente, intencionado y compren-
sible. Por eso, podernos decir que a partir de ella entrarnos en las uni-
dades textuales o de enunciado. Y de la combinación de oraciones
obtenernos el parágrafo, que defrnirernos oportunamente más adelan-
te; el monólogo es una combinación de parágrafos emitidos por un
hablante. Y por encima del monólogo sólo podernos encontramos ·
con el diálogo, que nace de la combinación alternativa de monólogos.
Con este planteamiento sí hemos llegado al techo real de la co-
municación lingüística; nó podernos expresamos más que en diálogos
(y su resultado, la conversación) o en forma de monólogos de mayor
o menor extensión y complejidad. Y en verdad no cabe ninguna otra
posibilidad. De este modo podremos confinnar que el objeto de la
Lingüística es cualquier enunciado lingüísticamente formulado. Y
nos parece obvio que cualquier mensaje transmitido por vía lingüísti-
ca deberá poder ser debidamente interpretado con métodos lingüísti-
cos; al igual que creernos indispensable que el estudio de cualquier
nivel de unidades del lenguaje se aborde con método coherente, su-
ficiente, homogéneo y capaz de interpretar todo el mensaje que se
transmite.
La unidad y el nivel de la oración, así como los supraoracionales,
tienen autonomía semántica; son unidades gramaticales, con forma de
expresión lingüística y forma de contenido suficientes para transmitir
un mensaje inteligible. Las unidades inferiores a la oración pueden
ocasionalmente, como veremos en seguida, tener ese carácter, y
transmitir un mensaje inteligible, pero en principio no lo necesitan; es
Niveles y unidades de la lengua 49

decir, que en principio son unidades esencialmente gramaticales,


componentes de mensajes o de unidades textuales. Mas es oportuno
insistir en que igualmente gramaticales son el parágrafo, el monólogo
o el diálogo, pero además de esto, son también textuales, de mensaje.
Y un método que pretenda ser coherente debe trabajar con un mismo
«tipo» o prototipo de unidades en todos los niveles de la lengua, co-
rno ya dijimos.
En consecuencia, nos parece que en todos los niveles de una len-
gua flexiva corno la nuestra existe siempre una relación de incidencia
de un elemento subsidiario o marginal hacia otro elemento nuclear o
dominante. Y éste puede ser el prototipo de unidad, la archiunidad
válida para estudiar todos los niveles del español, NúcLEo - MAR-
GEN, que se perfilará en cada caso, se multiplicará en ocasiones y po-
drá hacerse compleja por diversos procedimientos que iremos viendo.
La presencia del núcleo será obligatoria y será opcional el margen
o márgenes de cualquier unidad.
Para aclarar este prototipo de unidad, podernos anticipar a título
de ejemplo que la palabra está formada por un componente nuclear,
lexema o morfema lexernático, y otros marginales, los diversos mor-
femas que le correspondan segúu la categoria a la que pertenezca;
que en el sintagma nominal, por ejemplo, operamos de la misma ma-
nera con un núcleo y un elemento adyacente o marginal; y otro tanto
en el sintagma verbal, cuyo núcleo está representado por el verbo y el
margen o adyacente, particular, lo encontraremos en el complemento.
Igual podernos verlo en el morfema, en el que podernos distinguir
núcleo y márgenes; y del mismo modo distinguiremos en el parágra-
fo, monólogo y diálogo un elemento nuclear y uno o varios márgenes
de los mismos.
Corno se podrá observar hemos dado el mismo nombre a los nive-
les de la lengua que a sus correspondientes unidades, en aras de una
simplificación de la terminología, pero no creernos que esto dificulte
la comprensión de los planteamientos.
Pues bien, aceptando estas únidades y niveles, añadiremos que en
el sistema lingüístico pueden darse las combinaciones de elementos
50 Sintaxis

normales, ya señaladas (fonemas --> morfemas --> palabras --> sin-


tagmas --> nexus ... ), o pueden producirse ciertos desajustes. La len-
gua es muy dúctil y rica, pero, dentro de la rigidez funcional de sus
rangos, pennite una notable flexibilidad al formar las cadenas lin-
güísticas. Será, pues, frecuente que en el decurso encontremos un ne-
xus corno componente de otro nexus (ej.: Le pedí que me acompaña-
se) y sintagmas corno componentes de otro sintagma (ej.: Una noche
de cielo estrellado), etc. Y aun podernos encontrarnos con una ora-
ción corno formante de un nexus (caso del estilo directo; ejemplo:
Dijo la sartén al cazo: /Apártate que me tiznas), o con un nexus co-
rno miembro de un sintagma (El poema / que escribió aquí/ ganó el
premio).
Esquemáticamente podernos reflejar aquí las principales posibili-
dades que se dan en la lengua, sin atender a las unidades supraora-
cionales, como sigue 1 :

Salto de Componente. Retroinserc.


Salto de
Niveles nivel de 2. 0 normales o Inserciones o inserciones
nivel
grado típicos de 2.ºgrado
Diálogo o Pr Mo Di -

Monólogc Nx o Pr Mo Di
Parágcafo s Nx o Pr Mo
Oración p s Nx o Pr
Nexus M p s Nx o
Sintagcna F M p s Nx
Palabra - F M p s
Morfema - - F M p
Fonema - - - F M

1
Para este planteamiento, 'véase R. Longacre, «Sorne fundamental insights of
Tagmemics», en Language, 1965, pág. 66. Llamamos·«inserción» al layering; tradu-
cimos por «salto de nivel» el leve! skipping; y como «retroinserción», el back looping.
Niveles y unidades de la lengua 51
Es claro que puede haber eu la lengua española saltos de nivel y
retroinsercioues de 3.~ grado, auuque uo sean frecuentes.
Con este planteamiento discernimos claramente los componentes
normales de los diversos niveles y los atípicos, y-dato fundamental
en el que insistimos- disociarnos la función en abstracto, como
hueco fuucional que se relaciona con otros para formar uua estructu-
ra, del elemento que la ocupa, o funtivo; distinción básica en uua
gramática funcional.
Los niveles vienen a coincidir con uuos huecos funcionales y las
diversas uuidades serían los funtivos que rellenan esos huecos.
Algunas de las inserciones anotadas no son frecuentes eu la len-
gua, pero esto no importa para el planteamiento general. Así, por
ejemplo, no es fácil encontrar un diálogo que conste de uua sola ora-
ción, auuque pueda darse, y no es frecuente que uu monólogo conste
de uu solo nexus, ni que un solo fonema sea funtivo de uu sintagma.
En cambio, sí es normal que haya diálogos formantes de otro diálogo,
o que éste sea componente de un parágrafo, etc. Pero esto es cuestión
de uso y norma más o menos generalizada, que en nada afecta al sis-
tema.
Este planteamiento, extraordinariamente rentable, nos va a per-
mitir interpretar adecuadamente cualquier estructura de la lengua, aun
las que puedan parecer anómalas. Siempre podremos decir que se
trata de la inserción o incrustación de determinado fuutivo o unidad
en el hueco funcional de otro nivel. Así, por ejemplo, ya uo tendre-
mos dificultad eu interpretar unidades del tipo ¡Socorro!, ¡Enhora-
buena!, etc., corno auténticas oraciones, pues son unidades de
comunicación que transmiten uu mensaje y que se acomodan perfec-
tamente al concepto de oración, según vamos a precisar; podremos
decir que se trata de la inserción, por salto de nivel múltiple, de una
palabra en el hueco funcional de oración.
Parece clara la intima relación de este procedimiento con el fe-
nómeno conocido por el nombre de recursividad; mas aquí reinterpre-
tamos tal procedimiento de recursividad, al extenderlo a todos los ni-
veles de la lengua, en vez de ceñirlo al ya casi tradicional de FN-> O.
52 Sintaxis

Para nosotros, pues, es la inserción de un funtivo o unidad en un hue-


co funcional no típico, que no le corresponde regularmente. O si se
prefiere, será la aparición de una estructura correspondiente a otro
nudo funcional y distinto nivel en uno que no le es habitual.
Los niveles que más nos interesan ahora de momento son los de
oración, nexus y sintagma; y en ellos nos detendremos, sin olvidar
los demás. Tengamos presente que cada nivel vendrá siempre defini-
do en función de los inmediatos superior e inferior, y que los compo-
nentes que llamamos «tipicoS» de cada uno de ellos son los regulares.
En este sentido parece elemental recordar que la oración está formada
normalmente, pero no necesaria ni privativamente, por nexus o pro-
posiciones, y que éstos, a su vez, lo están por sintagmas de distinta
clase, uno nominal y otro verbal 2 .

UNIDADES SUPRAORACIONALES

Aunque no es nuestro objetivo hacer aquí un estudio pormenori-


zado de los niveles lingüísticos superiores a la oración, sí nos deten-
dremos brevemente para formular sus componentes y estructura.
Por tratarse de segmentos con amplia carga semántica operate-
mos con unidades funcionales muy mediatizadas por su contenido.
Sin embargo, como ya hemos dicho, siempre atenderemos a estos
macrosignos como unidades con forma de expresión, forma de con-
tenido y función.
En la misma oración, cuyos componentes -como se recordará-
son núcleo y márgenes, funtemas o funciones que lo forman, pode-
mos distinguir las formas de contenido que aparecen en cada uno de
ellos. Y así en el núcleo aparece la expresión de una afirmación, de
una pregllllta, un mandato, un ruego, un deseo, una duda, una conce-

2
Véase con más detalle nuestra «Revisión de la llamada 'oración compuesta'»,
REL. 1O, 2, Madrid, 1980, págs. 278 y sigs.
GRÁFICO 1
-----------------------------------------------------------------------------------·PERIFERIA EXTERIOR------------------~

¡··································--········ PERIFERIA INTERIOR

NÚCLEO

Conjunciones Margen temporal Coordinación Margen temporal Muletilla


Antítesis concurrente (preguntas)
Exclamación » condic. Alternativa
• Margen temporal
Respuesta » conces. Paralela subsiguiente Negación de
Paráfrasis responsabilidad
Vocativo » circuns. Simple
• Margen causal
Secuencia
Simultánea Margen de propósito

Condicional
Oración tópico: ge- Concesiva Margen resultado
neralmente un ne- Razón o causa
xus referido por al- •
gún elemento den- Cita directa
tro del núcleo de ~> indirecta
la oración; o cláu-

sula de relativo etc.
54 Sintaxis

sión, etc.; mientras que en los márgenes encontramos los elementos


que enmarcan a los anteriores, como pueden ser un marco temporal,
locativo, una justificación, causa o razón, una condición, una conse-
cuencia, un fin, etc.
Según la forma del contenido que haya en el núcleo, tendremos,
al menos, una oración con modalidad enunciativa, interrogativa,
exhortativa, etc., superpuesta a la forma segmenta! que tenga; y que
puede ser muy diversa, aunque la más frecuente, lógicamente, sea la
de nexus o proposiciones.
A estos elementos debemos añadir otras unidades de unión o en-
lace, entre las oraciones.
Robert E. Longacre 3 entiende que la oración o sentence formada
por cláusulas (o nexus) puede tener la siguiente estructura de compo-
nentes temáticos, donde vemos dos grados de márgenes (cf. gráfico 1,
pág. 53).
En los márgenes encontraremos como forma de expresión unas
frases nominales, adverbiales o nexus subordinados, que significan el '
tiempo, las circunstancias diversas, razón, consecuencia, condicio-
namientos, etc., del contenido del núcleo.

PARÁGRAFO

El nivel inmediatamente superior a la oración es el del parágrafo.


Habitualmente éste suele constar de varias oraciones, aunque esto no
es indispensable. Defme Pike 4 el parágrafo como un grupo de ora-
ciones dentro de otro, y al parágrafo dentro de otro parágrafo lo llama
sección.
Entendemos por parágrafo la unidad textual superior a la oración
y formante de textos (monológicos o dialógicos) en boca de un emi-
3
R. E. Longacre, «Sentence Structure as Statement Calculus», en Advances in
Tagmemics, North Holland, Amsterdam, 1974. Véase nuestra Nueva Sintaxis de la
Lengua Española (cit.), págs. 212-218.
4
K. Pike, Grammatical Analysis, S. I. of L., Arlington, 1977.
Niveles y unidades de la lengua 55
sor, que, al combinarse con otros, es capaz de formar estructuras
textuales con un mensaje autosuficiente e inteligible.
Todo parágrafo debe tener homogeneidad de contenido, cohe-
rencia textual y adecuada organización sintáctica.
En la combinación de parágrafos se dan los mismos tipos de re-
laciones semánticas que al combinarse las oraciones para formar pa-
rágrafos; es decir, de adición, de oposición, de causalidad, de coinci-
dencia y de yuxtaposición.
En este nivel lingüístico podemos distinguir, igualmente, el nú-
cleo y los márgenes. El núcleo del parágrafo expresa el tema central,
el problema, el asunto principal o la apertura general del tema. Suele
manifestarse por una oración o grupo de oraciones, bien con forma
expositiva, de pregunta, exhortativa o de lamento ...
Los márgenes del nivel del parágrafo encierran un desarrollo es-
pecificativo, una ampliación, ilustración, amplificación, solución,
contraste, reiteración, resultado, equivalencia o una evidencia; o bien
formulan una antítesis, una recapitulación del contenido nuclear, una
comparación, el efecto resultante, una condición o circunstancias, un
contenido de aquél, una conclusión ... del tema o asunto nuclear. Po-
diiamos subdividir los márgenes, atendiendo a su misión, en ilustrati-
vos, expositivos, de contraste, etc., según la función semántica que
expresa; y añadiremos que en un mismo parágrafo pueden encontrar-
se múltiples márgenes distintos y sucesivos.
La forma que suelen adoptar es la de oración o grupo de oracio-
nes y de nexus dependientes.
En ocasiones podemos hallar un premargen, o margen previo al
núcleo, que se manifiesta en una serie de oraciones con marcas de
numeración gradual o de balanceo (primero ... segundo... finalmen-
te... ; por un lado ... por otro).
Un tercer componente del parágrafo es el elemento de unión o de
transición. Suele desempeñarlo un¡i conjunción o un sintagma (y aun
una oración) que marque la transición, la relación, que prenuncien el
desarrollo, la implicación, la confirmación o cualquier otro contenido
relacionado con el del parágrafo en cuestión (esto es; en vista de lo
56 Sintaxis
cual; por cuanto aquí se dice ... ; por supuesto; a pesar de todo... ,
etc.) 5 .

MONÓLOGO

Con un planteamiento estrictamente lingüístico, no debe saltarse


de la oración al texto, sino ir subiendo los peldaños o niveles de la
lengna hasta llegar a él.
El conjunto de parágrafos - a veces uno solo- puede ser com-
ponente de un monólogo o de alguno de sus formantes, o bien de un
turno de diálogo o de conversación.
El nivel inmediato superior al parágrafo es el de monólogo, forma
lingüística de emitir mensajes sio necesidad de la respuesta de un in-
terlocutor.
Tanto en él como en el parágrafo podemos distinguir, con Longa-
cre y T. P. Klammer and C. J. Compton 6, al menos cioco posibles
géneros diversos en el discurso, que, reconocidos en diversas lenguas
por estos autores, son perfectamente aceptables para la nuestra.
I. El discurso narrativo, preferentemente enfocado hacia el pasa-
do, con expresión dominante en la !.ªy 3.ª personas verbales, índice
de tiempo cumplido.
II. Un segundo género de discurso, aunque no en forma de monó-
logo, sino preferentemente dialogado y sometido a la armazón crono-
lógica, es el drama. En él destaca el uso de primeras y segundas per-
sonas verbales, y se expresa el desarrollo de una intriga en el tiempo.

5
Cf. nuestra Nueva Sintaxis ... (ibidem); y J. A. Blesa, «De la interdependencia
oracional», Estudios en memoria del profesor M Sanchfs Guarner, Universitat de
Valencia, 1984, págs. 39-46.
6
Cf. R. E. Longacre, edit., Discourse Paragraph and Sentence Structure in Selec-
ted Philippine Languages, 3 vals. Santa Ana, California, SI. ofL., 1968. T. P. Klarn-
mer and C. J. Compton, «Sorne Recents Contributions to Tagmemic Analysis ofDis-
course», en Glossa, 4, 2, 1970, págs. 212-222 (apudAdvances in Tagmemics, cit.).
Niveles y unidades de la lengua 57
III. Otro de estos discursos es el que llaman proceso, decurso de
acción, que tiene carácter prescriptivo, indicando cómo se hace algo;
opera con cualquier tiempo verbal y con cualquiera de las personas
gramaticales.
IV. El cuarto tipo de discurso es el expositivo, en el que no son
fundamentales las perspectivas cronológicas.
V. Y por fin, el último género de discurso que entiende Longacre
es el exhortativo, en el que predominan los emrnciados en presente y
especialmente en futuro y las segundas personas, tiene un marcado
rasgo prescriptivo, y en el que se vuelcan los contenidos de mandato,
sugerencias, consejos, etc.

Toda esta serie de discursos que acabamos de enunciar vienen a


coincidir con los que Kayser 7 llama «modos del discurso», describir,
relatar, ordenar, valorar, discutir... , que se realizan en las formas co-
rrespondientes de descripción, relato, orden, valoración, discusión,
demostración, incitación, etc., si bien es cierto que Longacre los pone
en relación con las constantes de tiempo y las personas.
De manera semejante convendrá tener presente la diferencia entre
el proceso lírico y el épico, cuando el texto sea de estos caracteres.
La estructura de todo monólogo, en síntesis, consta de un núcleo
(o secuencia de subnúcleos), un premargen, un posmargen y unos
elementos de unión o transición. Este nivel lógicamente, es de gran
complejidad.
Comencemos por el núcleo. Este puede presentarnos: la narración
de un relato, una instrucción, un dilema, una sugerencia, una deman-
da, información, consejo, etc., etc. La forma y estructura dependerán
de la función semántica que tenga el monólogo; en unas ocasiones
adoptará la forma propia de la narración, o la expositiva, o de ser-
món, o de poema ... ; y podremos ver en él una conversación encajada,
o un capítulo, o una sección, o un volumen completo, etc.

7
W. Kayser, Interpretación y análisis de la obra literaria, Madrid, 4.ªed., 1972.
58 Sintaxis

El núcleo del monólogo puede aparecer, pues, sintéticamente o


desarrollado. En este segundo caso puede dividirse en partes, que se-
ñalan una clara progresión del contenido, o un balance y equilibrio de
los mismos. En otras ocasiones podremos encontrar una cumbre del
interés, que se atenúa, debilita e intensifica alternativamente. Y tam-
bién es frecuente una exposición correlativa de diversos puntos del
núcleo temático, cuyo conjunto guarda una cierta unidad. En fm, es-
tas y otras posibilidades podemos hallar en el análisis del monólogo.
De alguna de estas formas más frecuentes e interesantes de monó-
logo nos ocuparemos en seguida.
El premargen suele contener un saludo, llamadas directas, fórmu"
l~s de agradecimiento, marcas de situación en espacio o en tiempo,
circunstancias varias, presentación de protagonistas ... , y aparecen
bajo forma de vocativo, fórmulas de gratitud, de comienzo o réplica,
interjecciones y cualquier elemento típico de comenzar un párrafo.
El posmargen funciona como epílogo, conclusión o sumario del
contenido del núcleo, y suele representarse con fórmulas de término y
de cierre del parágrafo.
Un último componente del nivel del monólogo es el lazo de unión
o transición, que sirve para conectar los diversos submonólogos,
marcar la transición entre parágrafos, señalando las posibles relacio-
nes entre ellos. En unos casos operará con función coordinativa, o de
alternancia, secuencial, de balanceo, o para introducir a otro destina-
tario, etc.
Suele estar representado por conjunciones, frases o cualquier
elemento que permita reconocer el cambio del destinatario.
Veamos ahora a título de ejemplo un tipo de monólogo muy fre- .
cuente, el narrativo, signiendo los planteamientos de Longacre 8 . Este
autor establece los pasos que pueden distinguirse en el decurso de la
narración, tanto en la estructura profunda como en la superficial. To-

8
R. E. Longacre, <<Narrative versus Other Discourse Gender», en Advances in
Tagmemics, North Holland, Amsterdam, 1974.
GRÁF1co2

DISCURSO NARRATIVO

! Titulo 1Apert~ra Escena ! Episodios ! Cumbre Cumbre 11 Episodios Cierre j Fin


i i i(pre-nucleares) i (posnucleares ]
-·--·······-····..------L ............l .................. --·············--------l------------··········..------i-----------···--···· .................____ ............................... -------····---l---···········-----------

1 1 Frases Parágrafo 1 Parágrafo, l Escena 1 Frases for-


i 1formula- expositivo ! Discurso ! apiñada i mularias
ESTRUCTURA i i rias, i narrativo o Í !
SUPERFICIAL [ ioración Parágrafo 1 dialogado i j
narrativo

f ~. + /'

······-----------·

Rasgos super- Momento Suspense Conclu~ Sólo rasgos


PROFUNDA ficiales incitante final sión ! accesorios
'''
'
¡'
.L___ _____________ ~__¡__ ______ i_________
60 Sintaxis

dos los momentos giran en torno a nn clímax o cumbre, envueltos en


episodios perinucleares, con un marco o escena, una apertura y un
cierre.
Veámoslo en esquema en un gráfico, que adaptarnos y simplifi-
carnos en lo posible (gráfico 2, pág. 59).
Igualmente podernos formular tal estructura en diagramas arbó-
reos, que, aunque algo complejos por su extensión, son sumamente
ilustrativos de la estructura del texto. Para aplicarlos en estos niveles,
convendrá enumerar previamente el texto en aras de una mayor co-
modidad. Así, nos parece que el diagrama de un relato o historia pue-
de ser el siguiente, o muy semejante 9 :

NARRACIÓN

Nivel de
conversación Núcleo
(relato)

Nivel de
intercambio Núcleo

Nivel de ~
monólogo Premargen Núcleo Posmargen Premarg. Núcleo Posmargen

Obviamente, a este enfoque debe añadirse el análisis de «funcio-


nes narrativas» (y actanciales), la sintaxis espacial, temporal y lógica
de los acontecimientos, la perspectiva del narrador, la presencia del
autor en la narración, el enunciador y el alocutario, las cornbinacio-
9
Cf. nuestro «Comentario lingüístico de unidades supraoracionales», en Alarcos,
E. (y otros): Comentarios lingfiisticos de textos, Universidad de Valladolid, 1979,
págs. 45 y sigs.
Niveles y unidades de la lengua 61
nes de formas de expresión diversas, los estilos directos e indirectos,
la coherencia de texto y los factores de cohesión; es decir, todo el
análisis del discurso y los elementos lingüísticos textuales. Mas de
eso no nos podemos ocupar aquí. Como tampoco podemos atender a
los textos expositivos, argumentativos, etc. 10
Hasta aquí tanto el parágrafo como el monólogo son niveles de
unidades en las que se transmite un mensaje; hay un tema con un de-
sarrollo mayor o menor, pero sin que intervenga la comunicación en-
tre dos interlocutores, que es el fenómeno más complejo del lenguaje.
Pasemos ya a ver estos otros niveles:

DIÁLOGO

El nivel de intercambio, como lo denomina Pike, o de mínimo


diálogo, viene a ser la combinación de dos interlocutores en relación
de «pregunta-respuesta» o «réplica», sobre un mismo tema. Viene a
ser como el germen del diálogo. ·
En el intercambio distinguimos un núcleo, coincidente con la
emisión del hablante primero, que transmite una sugerencia, persua-
sión, pregunta, una enseñanza, una propuesta, una información, un
problema, polémica, etc. Suele aparecer en forma de monólogo inde-
pendiente directo, precedido de un saludo.
El segundo componente será el margen, emisión del hablante se-
gundo, que expresa un comentario, respuesta, problema, evaluación,
desarrollo, etc., del núcleo, y suele adoptar la forma de un monólogo
(dependiente o no), palabras, frases o cláusulas como oración depen-
diente.
El conector entre monólogos es una marca que muestra el cambio
del hablante, elemento que nos permite reconocer la participación del
nuevo interlocutor.

10
Pronto aparecerá un estudio nuestro de «Gramática del texto>>, que abordará to-
das estas cuestiones y realizaciones comunicativas, desde planteamientos lingüísticos.
62 Sintaxis

El diálogo es una interacción directa entre dos interlocutores


«Cara a cara», organizado por turnos.
Lo importante es el principio de cooperación; es decir, que un
turno no tiene sentido sin el del otro interlocutor. Este, para la confi-
guración del diálogo, es tan importante como el emisor primero.
Las unidades temáticas y de contenido se forman a partir de un
conjunto de turnos.
El diálogo está condicionado extraordinariamente por la situa-
ción, la disposición espacio-temporal, la relación entre los participan-
tes, el tema central, y la finalidad (debate, controversia, entrevista,. .. ).
La organización de turnos es fundamental para el desarrollo de la
comunicación interindividual 11 •

CONVERSACIÓN O COLOQUIO

Lógicamente, el nivel inmediato superior es el de la conversa-'


ción, forma máxima de realización del lenguaje humano. En él dis-
tinguimos iguahnente un núcleo, que expresa un debate, nn diálogo,
una «sucesión de intercambios», un drama, una polémica...
El premargen suele ser un vocativo, un saludo, o cualquier ele-
mento que fija la relación entre los hablantes. El posmargen puede
ser verbal o no verbal y expresa el resultado, la conclusión o cierre
del coloquio.
El nexo, verbal o cinésico, garantiza la continuidad de la conver-
sación.
La conversación, en general, es más espontánea que los diálogos.
Por otra parte, hay diálogos literarios, pero no conversaciones de ese
tipo.
La alternancia de turnos es diversa y más flexible que en el diálo-
go, los interlocutores pueden ser más de dos, y la improvisación le da
un carácter más abierto. En ella suelen surgir varios temas, general-

11
Véase, entre otros, C. Bobes Naves, El diálogo, Madrid, Gredos, 1992.
Niveles y unidades de la lengua 63

mente interrelacionados; el número de presnposiciones e inferencias


discursivas es grande; la situación y las relaciones interactivas de los
participantes inflnyen extraordinariamente en el ritmo y encadena-
miento de los turnos y de los temas.
Tanto en el diálogo como en la conversación no se habla a, sino
que se habla con alguien; y por ello las unidades de contenido nacen
del conjunto de más de un tumo. Con todo lo expuesto nos percata-
mos de que es posible aplicar un mismo tratamiento para todos los
niveles, y, en consecuencia, realizar un estudio gramatical hasta de
las más complejas realizaciones de la comunicación lingüística. Así
podemos aplicamos al estudio gramatical sin necesidad de pararnos
en el nivel de la oración, lo que redundará en beneficio de un cono-
cimiento adecuado de la lengua.
Sin embargo, centrémonos ya en el estudio de la oración, unidad
básica, gramatical y textual, y en los niveles inferiores, donde vere-
mos con mayor detalle el funcionamiento de las estructuras de la len-
gua y sus engranajes.
CAPÍTULO III

EL CONCEPTO DE ORACIÓN

Es la oración uuo de los pilares del estudio gramatical, y ha sufri-


do tantas y tan diversas interpretaciones que es necesario revisarlas y ,
replantear el tema. Tantas han sido las divergencias en este punto que
es casi imposible ordenar los criterios en grupos homogéneos. En
cualquier caso, trataremos de sintetizarlos, apoyándonos en la abun-
dante bibliografia sobre el tema 1•
Ya J. Ries citaba 139 definiciones de oración y casi otras tantas
nos ofrece L. J. Piccardo 2 • Nosotros intentaremos sintetizar los tipos
de definiciones de oración, atendiendo a los criterios seguidos y evi-
tando en lo posible la casuística.
Así, el propio Piccardo distingue definiciones que atienden a la
forma o estructura gramatical de la oración, otras a su contenido y
un tercer grupo de carácter mixto; y lógicamente distingue varios
subgrupos en cada uno de ellos.

1
Cf. por ejemplo, J. Roca Pons, Introducción a la gramática, Barcelona, 2.ª ed.,
1970, págs. 341 y sigs.
2
J. Ries, Was ist ein Satz, recogido en L. J. Piccardo, El concepto de oración,
Montevideo, 1954, págs. 151 y sigs.
El concepto de oración 65
Rodríguez Adrados 3 agrupa, a su vez, las definiciones de oración
en cuatro apartados: a) Las que atienden al sentido -que se remon-
tan a Dionisio de Tracia-, de las cuales unas tienen preferentemente
carácter lógico, y otras, psicológico. b) Las que atienden a la función
de sus componentes. c) Las que se basan en los rasgos formales. d)
Las que mezclan varios criterios.
J. M. Lope Blanch 4 distingue definiciones formales, otras de ca-
rácter semántico, otras de carácter mixto o compuestas, y un último
grupo de definiciones que llama distinguidoras, y que son aquellas
que distinguen entre oración y proposición.
L. Zawadovski 5 distingue dos grandes grupos de definiciones de
oración: en el primero incluye las definiciones que atienden a los ras-
gos suprasegmentales (pausa, entonación), así como las que se fijan
en los segmentos gramaticales y en sus relaciones gramaticales y
sintagmáticas con otros; en el segundo presenta las definiciones de
carácter sémico, que giran en tomo a la predicatividad.
No creemos necesario seguir aportando referencias y sintesis bi-
bliográficas sobre el particular, mas sí parece oportuno que nos fije-
mos en que la oración es una unidad lingüística, un signo y que con-
secuentemente habrá que atender a los componentes del mismo para
lograr un adecuado concepto de dicha uuidad. Anticipamos que no
nos parece objetivo tan indispensable lograr una definición, que
siempre pecará de incompleta o de extensa, como obtener un concep-
to suficientemente preciso de oración.
Antes de entrar en él nos permitiremos una ordenación de las más
notables definiciones que se han dado de oración, junto con unos co-
mentarios que nos vayan encaminando debidamente a nuestro objeti-
vo.
A partir de la premisa antes fijada, distinguimos por un lado:

3
F. Rodríguez Adrados, Lingüística estructural, Madrid, 1969, cap. V.
4
J. M. Lope Blanch, El concepto de oración en la lingüística española,
U.N.A.M., Méjico, 1979.
5
L. Zawadovski, «Sentence, its Grammatical Definitions», en Linguistics, 1971,
págs. 95-112.
GRAMÁTICA J.VNClONAL.- 3
66 Sintaxis
l. Definiciones que atienden a la forma de expresión.
II. Definiciones que atienden al contenido.
III. Definiciones que atienden a las funciones.

I. Entre las del primer grupo podemos reconocer, por un lado,


las que se fijan: a) en los segmentos de la unidad y, por otro, b) las
que se ciñen a los suprasegmentos.
Entre las primeras podemos incluir a todas aquellas que defmen
la oración como 1) la expresión de un verbo regido por un nombre,
que entre nosotros se remontan a Sánchez de las Brozas, a las prime-
ras ediciones de la Gramática académica, etc., y 2) que aceptan otra
versión, de larga tradición, que puede formularse como «expresión de
sujeto y predicad0».
Una variante de este grupo a) son las definiciones 3) que creen
necesario, para que exista una oración, un verbo conjugado en forma
personal; así lo proponen Gili Gaya 6 y, más recientemente, Alcina y'
Blecua 7. Parece claro que el primer tipo de defmiciones (I.l y I.2)
encuentran dificultades insalvables en las llamadas oraciones imper-
sonales de fenómeno meteorológico y en las que carecen de sujeto, o
ante enunciados como «¡Socorrof>>, «¡Silencio!» ... ; y las del grupo
I.3 se imponen un pie forzado verdaderamente infranqueable, que
exige sacar del 'santuari.o' de las oraciones a todas las expresiones en
infinitivo (¡Callar!, ¡Aguantar yo esto!... ), en gerundio (Caminando,
amigo) y participio (Asunto resuelto, señores), así como a los enun-
ciados sin verbo, frases nominales, etc.

II. El segundo grupo de definiciones, las que atienden al conte-


nido de la oración, es igualmente heterogéneo. Unas se centran en a)
la autosuficiencia semántica, otras b) en la capacidad de emitir un
mensaje inteligible, unas terceras e) refrendan que la oración expresa

6
S. Gili Gaya, Cu,.so superior de sintaxis española, Barcelona, 5.ª ed., 1955,
págs. 22 y sigs.
7
J. Alcina y J. M. Blecua, Gramática española, Barcelona, 1975.
El concepto de oración 67
un juicio -como se ve, siguen un criterio lógico-; y, por fin, las
últimas d) siguen un criterio psicológico.
Entre las del apartado a) podemos recordar la de Amado Alonso y
Henriquez Ureña, que la conciben como «palabra o reunión de pala-
bras con sentido completo». Mas lo dificil es precisar qué entende-
mos por «sentido completo», que puede encontrarse en una solapa-
labra (ej.: ¡Enhorabuena!), en un nexus, en una combinación de
éstos, en un parágrafo y en los más diversos tipos de unidades. Seme-
jante criterio vemos en la definición de Jespersen, que la interpreta
como «expresión completa e independiente».
Como ejemplos de las definiciones del grupo b) podemos recor-
dar la de Gardiner 8, para quien la oración, unidad de habla, es una
«palabra o conjunto de palabras con propósito inteligible», o la de
Paul 9, que la define como «Conjunto de representaciones anímicas
que pretenden repetirse en el alma del oyente».
Muy numerosas han sido las definiciones del grupo c), cuyo mo-
delo de «expresión oral de un pensamiento o juicio» lo vemos en la
Gramática de la R.A.E. y en Bally. Y no menos abundantes han sido
las de carácter psicológico, que interpretan la oración como unidad
intencionalmente diferenciada, y que podríamos ejemplificar con la
de Wundt 10 , «descomposición intencional de una representación en
sus elementos lógicamente relacionados».

III. Entre las definiciones que tienen en cuenta la función de la


oración recordemos la de Bloomfield Il, que la juzga «forma lingüís-
tica independiente no incluida, en virtud de ninguna construcción
gramatical, en ninguna forma lingüística superior»; es decir, que para

8 A. Gardiner; The Theory of Speech and Language, Oxford, 1932.


9
Cf. L. J. Piccardo, El concepto de oración, Montevideo, 1954, págs. 13 y sigs.
10
Véase R. Lenz, La oración y sus partes, Madrid, 3.ª ed., 1935, páginas 51 y
sigs.
11 L. Bloomfield, Language, New York, 1954, págs. 181 y sigs. Versión española,

Lenguaje, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1964.


68 Sintaxis

este autor se trata de «Una fonna lingüística en posición absoluta»,


definición que sigue muy de cerca Hockett "-
En el mismo sentido se expresa Meillet 13 , cuando la define corno
«conjunto de articulaciones ligadas por relaciones gramaticales que,
sin depender gramaticalmente de otro conjunto, tiene suficiencia por
sí misma».

EL CONCEPTO DE ORACIÓN

Tras esta revisión, necesariamente rápida, de los principales gru-


pos de definiciones de oración que encontrarnos en la bibliografia del
terna, atendiendo a los distintos ángulos que corno signo lingüístico
ofrece, conviene que vayamos centrándonos en el concepto de la
misma.
Nos parece imprescindible advertir que nuestra postura y concep"
to atenderá a todos los caracteres y perspectivas propias de un signo;
y que vamos a distinguir claramente dos unidades distintas, la ora-
ción y el nexus (SN - SV), que otros denominan «proposicióm> o
«cláusula» 14 •
La oración es un todo unitario, es unidad lingüística con estnictu-
ra propia; pero al mismo tiempo que unidad gramatical es unidad
textual o de enunciado, compuesta, generalmente pero no necesaria-
mente, por nexus y formante de parágrafos, que posee autonomía
semántica, independencia gramatical y unidad fónica.
Mas conviene precisar qué entendernos por cada uno de esos ca-
racteres que acabarnos de atribuirle. Empecemos por el último.
La unidad fónica que concedernos a la oración debe interpretarse
en el sentido de que creernos que esta unidad consta de una «Base
segmenta! + suprasegrnentos»; que la base, por sí, seria suficiente en
12
C. Hockett, Curso de lingüística moderna, Buenos Aires, 1971, pág. 201.
13
Cf. A. Meillet, «Remarques sur la théorie de la phrase», en Lingü.istique histo-
rique et linguistique générale, París, 1938.
14
Cf. G. Rojo, Cláusulas y oraciones, Santiago de C::>mpostela, 1978.
El concepto de oración 69
ocasiones para transmitir el contenido, sobre el sistema fónico de la
lengua; y que se suman a ella unos suprasegmentos, pertenecientes a
códigos diferentes, en simbiosis con el segmenta!, que tienen igual
importancia y capacidad significativa, aunque por sí solos no serían
capaces de transmitir un mensaje lingüístico. Esos snprasegmentos
son los tonemas -no sólo el último de la oración, como a veces se
ha pretendido-, los acentos, el ritmo, las pausas ... 15 • Es decir, que
en la oración tenemos una cadena segmenta! entre dos pausas, con
una melodía organizada en unidades tonales, significativa, con un
determinado ritmo elocutivo capaz de manifestar una acusada expre-
sividad, de modificar el mensaje segmenta! y aun de anularlo.
Decimos que la oración posee independencia gramatical en
cuanto que sus componentes guardan una relación dentro de la ora-
ción y configuran una estructura interna; y que dicha· unidad, la ora-
ción, no necesita apoyarse sintácticamente en ninguna otra para emi-
tir un mensaje, ni es componente, en principio, de otra unidad de su
mismo rango o de nivel inferior. Es decir, que sus elementos no
guardan en general relaciones sintácticas con elementos externos a la
propia oración 16 . Pero conviene recordar que algunos de ellos pueden
guardar relación de anáfora o de catáfora con elementos de otra ora-
ción. Esto permite deducir a primera vista que las llamadas
«subordinadas» por una larga tradición gramatical no son en modo
alguno oraciones.
La autonomía semántica que atribuimos a la oración no quiere
decir que «tenga sentido completo», como proponían Amado Alonso
y Henríquez Ureña 17 , sino que para transmitir su mensaje, que será
comprensible, no necesita apoyarse en ningún elemento lingüístico.
Es decir, que .semánticamente es independiente y capaz de transmitir
un mensaje.

15
Cf. A. Quilis, «Las unidades de entonación», en REL, 5, 2, Madrid, págs. 275 y
sigs.
16
Esto coincide parcialmente con la postura de Zawadovski (loe. cit.).
17
En Gramática castellana, Buenos Aires, 26.ª ed., 1971, 11, pág. 10.
70 Sintaxis

Que es unidad de nivel intermedio entre el nexus y el parágrafo lo


justificarnos en otro lugar 18 , y queremos reiterar que es verdadera
unidad gramatical con estructura propia; pero ésta no es la del
«sujeto-predicado» o «sintagma nominal-sintagma verbal», que co-
rresponde a otra unidad que llamarnos nexus. Su estructura general
es, acomodándola al tipo general de unidades que hemos presentado,
/ +Núcleo ± Margen/. Es lógico, pues, que podamos encontrar ora-
ciones con solo núcleo y otras con núcleo y márgenes.
Cierto que no siempre es fácil precisar los limites del margen,
puesto que las oraciones son unidades textuales, de enunciado, que
expresan un contenido complejo. En principio podemos definir el
margen oracional como el elemento accidental y secundario para el
núcleo del contenido de la oración que aparece frecuentemen-
te -aunque no necesariamente- con estructura de nexus, que de-
pende sintácticamente de su núcleo , que no puede aparecer sólo en el,
discurso. Por ejemplo, en
SEGÚN DICEN ALGUNOS, la celebración se retrasará a la semana
próxima o EN NUESTRA OPINIÓN, éstos son los mejores procedimien-
tos para lograrlo, o DADAS ESTAS CIRCUNSTANCIAS, habrá que cam-
biar de táctica,

vemos que los tres segmentos iniciales funcionan como márgenes en


sus correspondientes oraciones, aunque no tengan los tres la misma
estructura interna.
Debe advertirse que no hay que confundir las tradicionales
«subordinadas» con el margen, aun cuando éste tenga carácter su-
bordinado respecto a su núcleo. Hay márgenes con estructura de pro-
posición subordinada y otros que no la tienen.
Un margen puede expresar la antítesis de una tesis, la prótasis de
una apódosis, el supuesto o condicionamiento de unos hechos, etc.
Esa seria su función semántica en la oración, independiente de la es-

18
Véase pág. 48.
El concepto de oración 71
tructura sintáctica que luego posea. Pero no siempre que aparecen
esos rasgos semánticos ocupan el margen de una oración.
En el núcleo oracional igualmente pueden aparecer nexus o cual-
quier otro funtivo (sintagmas, palabras, ... ) por inserción o salto de
nivel, según vimos 19 (ej.: ¡Socorro!, ¡Qué día tan estupendo!). No
conviene olvidar que nos hallamos ante unidades a la vez gramatica-
les y textuales o de enunciado, cuyo contenido puede tener una nota-
ble complejidad.

ORACIÓN-NEXUS

Hoy va siendo general distinguir la oración del nexus o proposi-


ción. Mas antes de seguir adelante conviene hacer una puntualización
sobre el ·término nexus. Dice bien Martinet 20 que «el modo como se
designan las unidades lingüísticas es convencional, y esto vale para
las funciones». Quiere con ello manifestar que el uso de unos u otros
términos es secundario, accidental, pues lo importante es la defini-
ción, el concepto, los límites y caracteres de cada unidad o función .
. Porque - y lamentablemente hay que seguir aún insistiendo en es-
to- la terminología es la última fase de una teoría, de la formulación
de una tesis, postura o interpretación. Y no hay que confundir la
pantalla con lo que en ella se proyecta. Ni se puede formular una
nueva teoría cambiando simplemente los nombres de otra, ni se debe
criticar una teoría apoyándose solamente en la terminología y sin
traspasar el umbral. La terminología es, pues, accidental en un estu-
dio científico, y el cambio de términos, si ofrece alguna ventaja, ha
de ser acepta(io. Y una de las mayores que ofrece es evitar los pre-
juicios de otros términos, y las concepciones nominalistas de los he-
chos y fenómenos. Ello no obsta, obviamente, para que se deba evitar
todo esnobismo y capricho, usando los términos con ponderación y

19
Véase págs. 50 y sigs.
20
A. Martinet, Estudios de sintaxisfancional, Madrid, 1975, pág. 117.
72 Sintaxis

precisión. Frecuentemente es menos útil mantener un término esfor-


zándose en reinterpretar el concepto que le corresponde que fijar éste
y asignarle un término inequívoco, adecuado, reconocible y de sol-
vencia.
Corno ya hemos apuntado antes, partirnos de una clara diferencia
entre oración y nexus. Aquélla es, para nosotros, unidad de enunciado
y gramatical a un tiempo, minima unidad capaz de transmitir autó-
nomamente un mensaje, con una determinada forma lingüística, que
puede responder a la estructura ( + Núcleo ± Margen), con indepen-
dencia sintáctica, fónica y semántica. Mientras que llamaremos ne-
xus, siguiendo a Jespersen y a fin de evitar las ambigüedades y poli-
semias de los términos proposición y cláusula 21 , a la estructura
gramatical I SN + SV 1. Con esto nos unimos a la postura dominante
hoy en lingüística de distinguir estos dos tipos de unidades y niveles,
lo que tantos beneficios aporta.
Así, entre otros, Danes ya distinguía entre oración, estructura pa'.
radigmática de sujeto y predicado, y expresión. Pike 22 en varios luga-
res distingue igualmente los niveles de sentence y clause, oración y
cláusula, y esa misma tesis la defiende Longacre 23 • El nivel de la
sentence u oración es aquel en que se combinan las cláusulas en uni-
dades más largas, y la cláusula está compuesta de frase nominal y
frase verbal, o, según otros de semejante tesis, de verbo, sujeto, obje-
to, locativo, tiempo, frecuencia, modo ...
A esta misma distinción, con mayor detalle y precisión, se adhie-
re G. Huttar 24 , y de manera semejante J. M. Lope Blanch 25 distingue
oración y cláusula, si bien cambia los términos respecto a la distin-
21
Cf. G. Rojo (loe. cit.).
22
Cf. F. Dane.S, «Sorne Thoughts on the Semantic Structure ofthe Sentence», en
Lingua, 1968, págs. 55 y sigs.; K. L. Pike y E. G. Pike, Grammatical analysis, (cit.),
págs. 21 y sigs.
23
Longacre, «The notion of Sentence», en Reporto/ the 18th. Annual Round Ta-
ble Meeting on Linguistics and Language Studies, Washington, 1967, págs. 15 y sigs.
24
G. Huttar, «On Distinguishing Clause and Sentence», Linguistics, 105, 1973,
págs. 69 y sigs.
25
J. M. Lope Blanch, loe. cit., pág. 104.
El concepto de oración 73
ción más generalizada. Para Lope Blanch oración es «unidad rnorfo-
sintáctica (gramatical) constituida por dos miembros eu relación
predicativa (S-P)», y cláusula es la «unidad de manifestación que ex-
presa el propósito comunicativo en su integridad».
También Zawadovski 26 establece tal distinción, definiendo la
oración como un elemento predicativo con un signo de predicación
distintivo y gramatical», y muy de cerca le sigue en tal postura Gui-
llermo Rojo 27 . A semejante distinción nos hemos adherido nósotros
hace tiempo.
Pues bien, llámese oración, cláusula, expresión ... , o como se quie-
ra, una de las unidades, y de modo distinto la otra, parece claro que
se distingue entre unidades gramaticales /SN -SV/ y unidades textua-
les, que no tienen necesariamente esa estructura. Se da por supuesto
que una cláusula puede ser el único componente de una oración -ca-
so límite- o que varias cláusulas pueden combinarse para formarla,
o bien que en un hueco funcional componente de la oración puedan
insertarse varias cláusulas, etc. Pero esto depende del ajuste de los
diversos funtivos a los diferentes huecos funcionales.
Y corno para la unidad ISN - SVI se han usado varios nombres
(proposición, cláusula... ), convendrá hacer una precisión en tal senti-
do. El término proposición, como ya hemos sugerido, recibió y recibe
diversas interpretaciones y aun se ha llegado a denominar con este
nombre unidades gramaticales diferentes. Es decir, que si seguimos
usándolo, corrernos el riesgo de operar con una polisemia y ambigüe-
dad en el método, que puede ser muy perjudicial en uno de los pilares
del edificio sintáctico. Unos usan el término 'proposición', siguiendo
de cerca a Bello, para designar toda combinación «sujeto-predicado»;
otros, corno Amado Alonso y Henríquez Ureña, llaman así a aquellas
«expresiones que son oraciones por la forma, pero no por el conteni-
do», etc.

26
Zawadovski (loe. cit.), págs. 99 y sigs.
27
G. Rojo (loe. cit.).
74 Sintaxis

Y de manera semeiante es también polísemo el término «cláusu-


la», que unos interpretan como «expresión de un propósito comuni-
cativo en su integridad», otros como la relación «sujeto-predicado»,
otros como unidad con predicatividad, y no faltan quienes la confun-
den con periodo.
Por ello para evitar tales polisemias y equívocos, y para partir de
conceptos debidamente precisados, optamos por el término nexus,
nada ambiguo, suficientemente difundido en Lingüística y acuñado
por lingüistas nada despreciables (Jespersen, Hjelmslev) 28 para la
unidad gramatical/ SN - SV !, y su nivel propio.

LA ESTRUCTURA DEL NEXUS

Hay, especialmente a partir de Lucien Tesniere , una tendenci~


29

de algunos gramáticos a conceder distinta estrnctura a la cláusul,a


oracional, interpretando que hay un núcleo, eje de toda la oración,
que es el verbo, y en tomo a él giran todos los elementos, tanto el
sujeto como los diversos complementos. Podriamos plasmarlo en el
siguiente esquema de Tesniere:

circunstantes
Actante 1 Actante 2 Actante 3

28
Cf. O. Jespersen, La filosofia de la gramática, Barcelona, 1975, págs. 124 y
sigs.; L. Hjelmslev, Principios de gramática general, Madrid, 1976, págs. 137 y sigs.;
y E. Alarcos Llorach, Gramática estructural, Madrid 1951, págs. 60 y sigs.
29
Véase la versión española, Elementos de sintaxis estructural, Madrid, Gredos,
1994.
El concepto de oración 75
Esto implica, por un lado, equiparar funcionalmente al sujeto con
los demás complementos; por otro, anular la configuración bimem-
bre, de tan larga tradición, sujeto-predicado o SN-SV.
Entre nosotros, Alarcos y su grupo se han sumado a esta postura,
precisando que el sujeto gramatical está ya en la desinencia del verbo
y que cuando aparece un sujeto explícito es, sencillamente, sujeto ex-
preso, epentético funcionalmente.
Realmente esta postura responde a un criterio básicamente se-
mántico. Porque es cierto que la extraordinaria densidad semántica
del verbo, en sus formas flexivas, contiene en el morfema II el actan-
te fundamental; pero sintácticamente son muchas las objeciones que
se pueden formular.
De entrada, conviene recordar que sólo el sujeto expreso guarda
una relación de concordancia con el verbo en la categoria de 'perso-
na' o 'actante'. y ningún otro complemento, excepto en las lenguas
que poseen «conjugación objetiva», tiene ese condicionamiento.
En segundo lugar, el sujeto es reconocible y unívoco sólo en las
personas l.ª y 2.ª; es decir, en aquellas en que el sujeto coincide con
el emisor y con el receptor del mensaje. Y, en este último caso, no
siempre. Pero es claro que la 3.ª «persona» engloba a cualquier «ni
yo-ni tú», sea animado o inanimado. Es decir, qne en más de un 90%
de los enunciados necesitamos un sujeto expreso si queremos
transmitir y comprender un mensaje no truncado. Es, pues, evidente
-sin hablar de las formas del plural, que apoyarian aún más nuestra
postura- que el sujeto es un elemento necesario en una mayoria
abundante de casos. Y parece exagerado intetpretar que tal función
no es más que un duplicado del morfema «de persona» del verbo.
Añádase a esto que, curiosamente, en nuestra lengua el morfema
aludido está representado, generalmente, por nn 0 y se comprenderá
que es excesivo intetpretar que tal funtivo cero es lo fundamental
sintácticamente, mientras que el sujeto expreso queda reducido a un
explicativo de aquel.
Por otra parte, nuestra mentalidad occidental, bien plasmada en
las lenguas flexivas y especialmente en las indoeuropeas, está imbuí-
76 Sintaxis

da de un binarismo semántico y conceptual extraordinario. No se


suele concebir un efecto sin una causa, ni un proceso sin un actor, ni
una acción sin un agente, etc. Esto, annque subsidiariamente, apoya
nuestra idea de que en todo enunciado con forma de cláusula o nexus
hay que entender un actante y un segmento predicativo.
Y puesto que en una mayoría absoluta de enunciados es necesario
explicitar el sujeto, nos parece preferible seguir manteniendo la dua-
lidad /SN - SV/.
Y todo ello sin negar que el nudo semántico de una cláusula está
en el verbo, según dijimos.
La estructura del nexus o cláusula, como venimos diciendo, es
/SN - SVI, en la que el sintagma verbal predicativo incide sobre y
modifica al sintagma nominal. Uno y otro son obligatorios como
funciones del nexus, lo que no implica que siempre haya en ellos
funtivos expresos.
Desarrollando algo más dicha estructura, y combinando los sin-:
tagmas obligatorios y opcionales que aparecen alli, presentamos la
estructura matriz general del mismo:
+ [±F 1] +[+V ±F2] ± F3 ±F4 , interpretando F 1, F2, •••. como nnida-
des funcionales, que definimos más adelante. Y, como generalmente
éstas van ocupadas por nn sintagma nominal, podemos explicitar la
estructura matriz como sigue:
+ SN1 + SV[(+ V± SN2) ± (± SN3) ± (SN4)];

estructura que, desarrollada en las posibles combinaciones de funcio-


nes obligatorias ( + ) y opcionales ( ± ), da como resultado todas las
posibles estructuras del nexus español. Atendiendo sólo al sintagma
verbal, que es lo que en este momento nos interesa más, obtendria-
mos las siguientes estructuras derivadas:
IV-SN2 -SN3 -SNJ
IV - SN2 - SN,J
IV-SN2 -SNJ
IV-SN3 -SNJ
IV-SN,I
El concepto de oración 77
IV-SN,I
IV-SNJ
IV/.

Adviértase la gran importancia de contar con una sola estructura


matriz para todos los nexus d<; la lengua, capaz de producir y derivar
todas las realizaciones posibles de nexus. La manifiesta sencillez del
método avala su economía y validez.
Es obvio que, si operarnos con los subíndices SN,, SN3, SN4 , es
para evitar todo prejuicio conceptual y nominalista, como pura medi-
da de asepsia científica y porque cada uno de ellos responde a unida-
des funcionales específicas, como tendremos ocasión de ver más
adelante. Es claro que, como dijimos, podríamos llamarlas Función 2
(F2), Función 3 (F3), Función 4 (F4), pero hemos preferido la con-
vención de sintagma nominal (SN), por ser esa la estructura más fre-
cuente de estas funciones. En cualquier caso, con esos nombres nos
referimos a huecos funcionales, a funciones en abstracto, a slots, in-
dependientemente de los funtivos que los cubran.
Pues bien, ante un sintagma verbal tan complejo como el que
aceptarnos para nuestra lengua, se pueden adoptar varios criterios pa-
ra distinguir y precisar sus funciones:

1. Criterio posicional. Bastaria para esto con hablar de com-


plemento primero, segundo, tercero, según el orden de aparición en
cada cadena. Pero lógicamente esto supone el rechazar unas catego-
rías funcionales con entidad propia, es decir, no aceptar una estructu-
ra paradigmática del sintagma verbal, y operar con una insufrible ca-
suística.

2. Criterio moifológico. Apoyándonos en él distinguiríamos


unos sintagmas nominales y otros prepositivos, según que aparezcan
o no tales elementos, las preposiciones, ante el núcleo del sintagma.
Los inconvenientes de este criterio, que algunos siguen, son grandes,
porque lo que buscarnos son unidades sintácticas y dificihnente se
78 Sintaxis

ajustará a ellas un criterio morfológico. Por otra parte, siguiendo este


criterio, nos veriamos obligados a dividir el llamado objeto directo en
dos grupos, al menos, según vaya precedido o no de preposición.
No nos cabe dnda de que es criterio válido, si se superpone a
otros, para subclasificar las diversas funciones, pero él sólo no nos
parece suficiente.

3. Criterio de función semántica. Entendemos por tal la misión


que cada elemento aporta al contenido de los demás, en especial de
los más próximos; lo que no debe confundirse con su significado.
Son, pues, rasgos tácticos de contenido, que cada unidad aporta al
relacionarse con otros sintagmas. Así, por. ejemplo, el llamado
«objeto directo» tiene como función semántica la de delimitar, preci-
sar, concretar o ceñir el contenido de un verbo de gran extensión
significativa (Yo doy ... necesita un elemento que precise y determine
qué doy). La relación semántica de ese complemento con estos ver-'
bos es grande y actúa como un subsidiario de su contenido. No de'
hemos olvidar que, aun reconociendo la asimetría del signo lingüísti-
co, ya confirmada por Karcevski, hay con frecuencia un paralelismo
entre la forma de expresión y la de contenido. Consecuentemente la
función semántica puede ser uno de los factores determinantes de la
función sintáctica. Es criterio muy válido y rentable, si bien conviene
reforzarlo con algún otro.

4. Criteriosfuncionales:
A) Según este criterio, el elemento complementario funciona
como adyacente de su núcleo, tanto en el sintagma nominal como en
el verbal. Y así, por ejemplo, el «objeto directo» será adyacente e in-
cidirá sobre su núcleo, que es el verbo; ahora bien, «verbo + objeto
directo» forman un bloque funcional y semántico, que se verá com-
plementado por el objeto indirecto (SN3), incidente sobre aquel con-
junto; y todo ello podrá ser modificado por un sintagma circunstan-
cial (SN4), que emnarca, encuadra o mediatiza a todo el restante
sintagma verbal y a veces a todo el nexus.
El concepto de oración 79
Este criterio, junto con el anterior, son las bases diacriticas más
sólidas para discernir los elementos funcionales del sintagma verbal.
Posteriormente, como ya apuntábamos, todos los complementos po-
drán subdividirse en prepositivos y no prepositivos, pero esto será un
rasgo morfológico superpuesto y secundario.
B) Igualmente de carácter funcional es el criterio o prueba de la
conmutación del sintagma por el pronombre átono correspondiente,
que conserva su flexión casual originaria. Así, aquel elemento que
pueda conmutarse por lo, la, lo (salvados leísmo, laísmo y loísmo)
responderá a la función de objeto directo; y el que pueda conmutarse
por le (igualmente hecha la salvedad de leísmo y laísmo) será objeto
indirecto. El circunstancial, por supuesto, será conmutable por el
pronombre tónico precedido de preposición o por un adverbio. Mas
de esta prueba o criterio hablaremos con mayor detenimiento más
adelante.
Apoyándonos en estos criterios podemos distinguir perfectamente
en el sintagma verbal -que es incidente del SN1- un bloque fun-
damental que llamamos grupo verbal (GV), cuyos elementos están
muy unidos semántica y sintácticamente, y un segundo grupo de sin-
tagmas, modificadores de aquel primer bloque y aun de todo el nexus,
tal como lo representamos de la siguiente manera:
o
1
Nx

SN, sv

~
GV GN
~
Nu

V
1
Ay
1 /\
SN3 SN4
80 Sintaxis

Conviene advertir que en cada nudo cerrado suponemos una re-


lación de adyacencia o incidencia del miembro de la derecha sobre el
de la izquierda. Así se supone SN, <--- SV; GV <--- GN; V<--- SN2 • Y se
percibirá que en el GN no cerrarnos el nudo: se han colocado en él el
SN3 y SN4 para simplificarlo y uniforrnarlo en lo posible, pero la re-
lación entre estos dos sintagmas no es de adyacencia ni incidencia
entre sí, sino de ambos hacia el GV.
El diagrama - metáfora gráfica- opera fundamentalmente con
nudos binarios y, como es obvio, responde a una estructura y a la su-
cesión de niveles que actúan en la lengua. No tiene sentido, pues,
multiplicar las ramas, ni debe confundirse este diagrama con los de
otros movimientos lingüísticos 30 •

CLASIFICACIÓN DE LOS COMPLEMENTOS

El sintagma verbal español es una macrounidad compleja cuyos'


formantes funcionales giran en torno a un eje, que es el verbo. Todos
los complementos de este sintagma son, a fin de cuentas, elementos
marginales, en grado diverso, de aquel. Y la relación que cada unq de
esos complementos guarda con su núcleo es distinta. Pero nos patece
30 Además de las referencias citadas en nota, véanse para los temas de este capítu-
lo: V. Báez y M. Moreno, <<La nueva escuela de Praga y el concepto de oración gra-
matical», en Millars, I, Castellón, 1974, págs. 143 y sigs.; y <<Hacia una consideración
paradigmática del concepto de "oración gramatical'. Tres esquemas sintáctico-
semánticos en español». Millars, II, Castellón, 1975, págs. 129 y sigs,; F. Danes,
«Sorne thoughts on the Semantic Structure ofthe Sentence», en Lingua, 21, Amster-
dam, 1968, págs. 55-69; y «Semantic Considerations in Syntax», en Actes du xeCon-
gres Jnternational de Linguistique, Bucarest, 1970, págs. 407-413; S. Gutiérrez, «A
propósito de Cláusulas y oraciones~>, enArchivum, XXVII-XXVIII, Oviedo, 1977-78,
págs. 529 y sigs.; O. Kovacci, «La oración en español y la definición de sujeto y pre-
dicado», en Filología, 9, Buenos Aires, 1963, págs. 103-118; y «Las proposiciones en
español», en Actas de la 5. ªAsamblea Interuniversitaria de Filología y Literaturas
Hispánicas, Bahía Blanca (Argentina), 1968, págs. 167-174; R. Lenz, La oración y
sus partes, Madrid, 3.ª ed., 1935; J. Roca Pons, Introducción a la Gramática, Barce-
lona. 1960.
El concepto de oración 81
fundamental establecer las diferencias y las afinidades de unos y
otros, para comprender lo mejor posible la estructura del SV y para
entender el número de complementos que lo forman, pues no hay
acuerdo entre los estudiosos sobre este particular.
En principio, unas gramáticas han optado por un criterio que po-
demos llamar «paradigmático», y otras por uno propiamente sintácti-
co. Aquellas han partido del verbo como unidad esencial y o bien a)
han clasificado las oraciones o las cláusulas en transitivas, intransiti-
vas, atributivas, ... , según que estuvieran formadas por un verbo de
esa «naturaleza>> - lo que llevaba a metábasis particulares, como
hablar de intransitivas de verbo transitivo, etc.-, que es plantea-
miento de larguísima tradición; o bien b) han asignado a cada verbo
una estructura, según las unidades que éste exija léxico-
semánticamente, como es el caso de las gramáticas de valencias. Y
así, por ejemplo, el verbo regalar tendria tres valencias: alguien
-algo- a alguien. Es claro que ese proceso o acción implica esa
tríada de valencias; pero en la lengua y en los decursos no tienen por
qué aparecer todas ellas.
Por otro lado están los planteamientos eminentemente sintácticos,
que tratan de formular estructuras de expresión, correspondientes a
otras de contenido, pero con una validez mayor. Aquellos primeros
criterios gramaticales llevan a una gramática de extrema casuística,
poco rentable, aunque muy interesante y útil. Los segundos tratan de
organizar en unos pocos tipos de estructuras todas las realizaciones
posibles de la lengua.
Es obvio que nosotros nos inclinamos por esta postura.
Lo más dificil, en este caso, es concretar y justificar cuáles y
cuántos son los complementos que forman el sintagma verbal, y qué
rasgos caracterizan a unos y otros. Ya nos hemos pronunciado en el
sentido de que la estructura general o matriz de este sintagma predi-
cado es
/[+V ±F2] ±F3 ±FJ
82 Sintaxis

Y que en la F2 incluimos tres subgrupos: los tradicionales com-


plementos directos, los llamados 'suplementos' y los atributos de las
atributivas (Véase más adelante, págs. 93 y sigs.).
l. En todo caso, creemos que se pueden distinguir los siguien-
tes tipos de complementos, atendiendo a su relación con el verbo:
a) Argumentales. Son aquellos exigidos por los rasgos léxico-
semánticos del verbo. En este grupo cabrían los complementos direc-
tos, los suplementos y los atributos.
b) Satélites. Aquellos no exigidos por los rasgos léxico-
semánticos del verbo. Aquí situamos una mayoría absoluta de los
complementos circunstanciales, y concretamente a todos los que de-
nominamos F4 o SN4, a una buena parte de los F3 , así como a los
complementos 'éticos' o 'simpatéticos' de la tradición.
c) Marginales. Son aquellos que no forman parte propiamente
de la estructura del SV, y ni siquiera de la oración, pues son modifi-
cadores conjuntos de ésta. (Ejemplo: Lamentablemente, las cosas no
me salieron como yo deseaba).
2. Ahora bien, aparte de esta clasificación, de relación léxico-
semántica, ante todo, creemos que es más importante establecer otras
vías puramente sintácticas. En principio es fundamental distingui~:
a) complementos de oración, que son unidades marginales én la
estructura oracional y que incluirían a los atributos oracionales, a los
moduladores de oración (Ejs.: Tal vez llegue en el tren de la noche;
En mi opinión las encuestas estaban mal redactadas).
b) complementos de nexus o cláusula, que englobarían nuestros
SN2, SN3 y SN4 (Véase pags. 93 y sigs. ).
c) complementos de sintagma nominal, que corresponderían a
todos los elementos adyacentes de este sintagma, los complementos
adnominales determinativos (Ej.: casa de madera, deseos de triun-
far, ... ); y los complementos adadjetivales (harto de sufrir, contento
con su suerte, dispuesto a todo, ... ). En este grupo caben casi todos los
llamados «complementos agentes» por la tradición. (Por ej. admirado
por todos;fue aplaudido por el respetable; etc.); y los adadverbiales
(Ej.: pronto para salir; antes del atardecer).
El concepto de oración 83
Estos son intrasintagmáticos; pero, por otra parte, tendríamos los
complementos intersintagmáticos, entre los que incluimos al tradi-
cional «complemento predicativo» y a los atributivos indirectos autó-
nomos (Ejs.: Llamar idiota al muchacho; nombrar presidente a Luis;
etc.).
3. Tras esta clasificación, centrémonos en los complementos
del sintagma verbal; es decir, los de cláusula o nexus, que son los que
aquí nos ocupan.
Como precisamos en otro lugar (Véase más adelante, págs. 95 y
sigs. y nuestro artículo «En tomo al suplemento», cit.), ni el criterio
de marginalidad, ni el de la comnutación por cero, ni la comnutación
por pronombre o por adverbio, ni la presencia de preposición, ni la
libertad posicional, ni el contenido de los complementos son criterios
suficientes ni diacríticos para discernir entre unos y otros comple-
mentos.
A nuestro entender, el criterio de la conmutación pronominal áto-
na -con todas las reservas que formulamos en págs. 95 y sigs.- 31 ,
así como la función semántica de delimitación, concreción o especi-
ficación distinguen al SN2 complemento directo, que coincide con el
«implemento» de Alarcos.
Los dos primeros citados nos sirven para el atributo de las atribu-
tivas. Y el segundo, junto a la específica comnutación por
«preposición+ pronombre tónico», distingue al suplemento.
En todo caso, son más los rasgos comunes que los diferenciado-
res; y por ello hemos formulado una macrofunción, F2, caracterizada
por ser adyacente directo del verbo, responder a una función semánti-
ca común, es exigida léxico-semánticamente por los contenidos de
determinados verbos -es decir, que responderían a una valencia
2-, y, salvo en el caso del suplemento, coincidente en la comnuta-
ción. Si a esto añadimos que la posición preferencial de los tres sub-
gmpos incluidos en el SN2 es coincidente, y que son necesarios para

31
Cf. nuestro artículo «En torno al suplemento», Anuario de Letras, XXVIII,
México, 1990, págs. 5-25.
84 Sintaxis

formar el mismo tipo de estructura, podremos aceptar esa macrounidad


funcional, cnyos componentes tienen, a su vez, unas peculiaridades. La
estructura que forman es, pues, /+V +F/, que llamamos analítica.
La llamada F3 (Véase más adelante, págs. 113-114) es una fun-
ción que va marcada por el rasgo /+beneficiario/ y puede conmutarse
por le, les. Suele afectar conjuntamente al grupo /V - F/, cuando
aparece; pero puede hacerlo sobre el núcleo V, si éste aparece solo.
Su relación semántica con el verbo es menos intensa que la del F,; y
sólo con muy pocos verbos es elemento exigido lexico-semánti-
camente.
Por fin, los F 4 (Véase págs. 114 y sigs.) son elementos satélites,
condicionados a veces por el contexto, no argumentales generalmen-
te, es decir, no exigidos léxico-semánticamente por el verbo, y que
pueden conmutarse unos por un adverbio y otros por un pronombre
tónico precedido de preposición.
32
En este grupo tenemos los que Bosque denomina «aditamentos'
imprescindibles» (Ej.: Se porta bien), los «complementos adverbia~
34
les» de Rojo 33 , y aun los que Alarcos llama «suplementos indirec-
tos» (Reside en Madrid; Este alumno procede de la Facultad de
Ciencias .... ) pese a ser exigidos por el contenido del verbo.
La transformación de estas estructuras en otras ecuacionales' nos
demuestra, a través del transpositor en otros rasgos, su carácter. Ejs.:
En Madrid es donde residen; De la Facultad de Ciencias es de donde
procede este alumno; etc.
Entre ellos situamos también a los complementos «agentes» no
modificadores de participio, sino de una estructura verbal (Ej.: Se
firmarán las negociaciones por Ministros de Exteriores).

32
I. Bosque, «Dos notas sobre el concepto de suplemento en la Gramática
funcional», Dicenda, I, Madrid, 1983, págs. 147-156.
33 G. Rojo, «En tomo a los complementos circunstanciales», en Lecciones del I y

JI Congreso de Lingüística Funcional, Universidad de Oviedo, 1985, págs. 181-190.


34
E. Alarcos, La noción de suplemento, Logroño, 1990. Véase nuestro «Reajuste
de funciones en la Gramática en E. Alarcos, Revisión crítica>>, en Español actual, 61,
1994, págs. 37-52.
El concepto de oración 85
El contenido de los sintagmas sólo aislada y ocasionalmente nos
sirve para distinguir algunos complementos. El que signifiquen tiem-
po, lugar, finalidad, condición, etc. no es necesariamente indicio de
que se trate de una F4 o de un aditamento. Pero en casos como He es-
crito un artículo y He escrito toda la mañana el contenido del segun-
do sí nos permite reconocer de qué tipo de complemento se trata.
Como se puede ver, por todo lo dicho, optamos por una clasifi-
cación múltiple de los complementos:
a) por la relación semántica con su núcleo.
b) por el nivel lingüístico en que operan (O, Nx, SN).
c) por la forma de expresión (prepositivos/no prepositivos).
d) por su función sintáctica y su participación en unas u otras
estructuras.
Asimismo hemos decidido una caracterización múltiple para dis-
tinguir unos de otros por medio de varias pruebas.
CAPÍTULO IV

NEXUS SUBORDINADOS

Para estudiar cualquier nexus subordiuado 1 conviene atender


siempre, al menos, a los siguientes puntos:
l. Comprobar la función que ocupa, si de núcleo, si de adya-
cente o de la totalidad del sintagma.
2. Precisar a qué funterna corresponde; es decir, si aparece en
función de sujeto, de objeto directo ...
3. Comprobar si el verbo de dicho nexus está en forma flexiva
o no flexiva y a qué se debe dicha forma, o qué contenido aporta.
4. Atender a los elementos de unión o inserción (tianspositores,
relatores y conectores) y señalar sus valores.
5. Convendrá fijarse en la posible presencia de una preposición
que encabece el sintagma, especialmente si se trata de la función de
SN4, o de suplemento.
6. Por fm, conviene atender, como criterio complementario, a
la función semántica y al contenido - no al significado en sí mis-
mo- que aporta a la oración.

1
Cf. nuestra «Revisión de la llamada oración compuesta>> (cit.); y Lengua españo-
la, 11 (cit.), págs. 91 y sigs.
Nexus subordinados 87

CONCEPTO DE SUBORDINACIÓN

Un principio fundamental en sintaxis es el concepto de subordi-


naciÓn,-qiie ílá reCibid~ diversas concepciones.
---¡)~ -~ntrada, podemos advertir que el concepto de subordinación
responde a dos bases diferentes: a) el hueco funcional que ocupa un
elemento en la oración o en la cláusula o nexus: así en una estructura
del sintagma verbal como N -F2 -F3 -F./, todo elemento que cubra los
huecos funcionales F,, F3, F4 estará subordinado al núcleo V. Y b) el
concepto de recursividc¡d. Entendemos por recursividad, en un senti-
do mucho más lato que el utilizado habitualmente, la inserción o in-
crustación de un funtivo o una unidad en un hueco funcional de otro
nivel que no le es propio. Y esto puede darse tanto por saltos de ni-
vel, procedimiento de inserción ascendente por el que un funtivo que
debería ocupar un hueco funcional inferior pasa a ocupar uno supe-
rior (Ej.: un solo sintagma funcionando como oración: ¡socorro!);
como por inserción descendente de diversos grados, por la que un
funtivo formante habitual de una unidad superior ocupa un hueco
funcional inferior (Ej.: un nexus o cláusula ocupando el hueco de un
adyacente de sintagma nominal -caso de las llamadas 'adjetivas' o
'de relativo': Los alumnos que viven lejos llegan tarde a clase)'.
De modo que hay dos factores de subordinación bien diversos,
que la tradición gramatical ha ido fundiendo, y que nos permiten de-
cir que, por ejemplo, un objeto directo o implemento o SN2 es, por sí,
subordinado al núcleo verbal, es su adyacente; y por otro que, cuando
un sintagma .está ocupado por una cláusula o uexus, por ejemplo, hay
también un segundo rasgo de subordinación. Así en Haz lo que quie-
ras el segmento lo que quieras es subordinado por doble razón, por la
base primera, es decir, porque funciona como SN2 objeto directo de
haz; y porque es una cláusula o nexus qne funciona ocupando el hue-

2
Véase Cap. II, especialmente págs. 49 y sigs.
88 Sintaxis

co de un sintagma. Recursividad y hueco funcional adyacente o


marginal de un núcleo son las dos primeras bases de subordinación.
Por otra parte la subordinación puede darse en varios niveles dis-
tintos. De ellos nos interesan los siguientes: a) en el del nexus-
oración; por ejemplo cualquier elemento que ocupe el hueco de SN1
sujeto, SN2 objeto directo, etc.
b) En el nivel de un sintagma. Y aquí podemos distinguir b 1) co-
mo formante del sintagma verbal, y b2) como formante de un sintag-
ma nominal. Este último caso es el que más nos interesa en este mo-
mento. Y así, admitiendo que la estructura general de un SN es /± Det
+ Nu ±Ay/, podemos distinguir entre cláusulas o nexus que ocupan
todo el hueco del sintagma nominal, sólo su núcleo -caso infrecuen-
te- o bien que funcionaran como adyacentes del núcleo.
Estarnos, pues, ante dos criterios de subordinación y varios nive-
les, que se combinan entre sí, para organizar la subordinación en el
nivel sintáctico que nos ocupa. '
A esto hay que añadir que puede haber varios grados de subordi~
nación. Así encontramos subordinaciones de primer grado (Ej.: Quie-
ro que vengas), o subordinadas de subordinadas (Ej.: Quiero que ha-
gas lo que te he pedido), etc. ,
Resumiendo, podemos concebir la subordinación, por un lado,
como el proceso de inserción (o de expansión, si el planteamiento es
analítico) de un elemento o funtivo como adyacente, incidente o
modificador del otro nuclear; y por otro, como el procedimiento de
inserción, por recursividad, de un funtivo en un hueco funcional que
no le corresponde naturalmente. Todo ello puede darse en los diver-
sos niveles y en la formación de las estructuras propias de cada uno
de ellos.
Aunque pudiera parecer obvio, conviene insistir en que poco sen-
tido tiene, desde un punto de vista sintáctico, seguir clasificando las
«subordinadas» en temporales, causales, locativas, condicionales,
etc., siguiendo un criterio pseudosemántico. Decir, por ejemplo que
en Cuando llegues, llámame, cuando llegues es subordinada adver-
bial temporal, es una obviedad total. Segnir analizando y enseñando
Nexus subordinados 89
que en la oración Vivo en Madrid, en Madrid es un complemento cir-
cunstancial de lugar es tan inútil que, por no servir para nada, puede
provocar actitudes de rechazo respecto a ese tipo de «gramática».
Por otra parte, esos contenidos de 'causa, lugar, tiempo, fin, con-
dición, etc.' pueden expresarse por elementos sintácticamente diver-
sos y aun por yuxtaposiciones o coordinación. Lo que en realidad nos
interesa es la interrelación de los elementos en la oración, en qué
consiste el mecanismo de subordinación, y cómo funciona cada uno
de aquellos respecto a los demás, ese es el objetivo principal de la
sintaxis.

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN1

Aludimos en este apartado a aquellos nexus que se incrustan en


todo el hueco funcional del llamado sintagma sujeto, o bien en su
núcleo, pudiendo en tal caso llevar un adyacente. Desde un punto de
vista analítico o deductivo, los interpretaremos como la expansión o
desarrollo de dicha función en estructura de nexus, por recursividad.
Mas precisemos el concepto de sujeto o SN1•

Sintagma sujeto
l. Es la unidad funcional que representa el actante primero, el
actor sobre quien incide el sintagma verbal predicativo. La relación
entre el sujeto y predicado es, pues, de predicación.
En principio, podemos afirmar que el sintagma sujeto no va pre-
cedido de preposición; pero sobre este punto haremos algunas preci-
siones.
Como ya anticipábamos, para nosotros el sujeto léxico es asi-
mismo sujeto gramatical y concuerda con el verbo en persona
-actante~. (Véanse págs. 350 y sigs.). Ello no impide que acepte-
mos que éste va marcado, en el morfema II del verbo y que tal mor-
fema, si no aparece aquel, es suficiente para funcionar como sujeto.
De ello se deduce, lógicamente, que el sujeto -como tantos otros
90 Sintaxis

elementos- se representa epentéticamente en dos segmentos, uno


morfemático y otro léxico. Lo que no tiene sentido, a nuestro enten-
der, es decir que el sujeto gramatical reside en el morfema verbal,
cuando en muchísimos casos -todos los de tercera persona- éste
va marcado por un signo cero, y su referencia es indeterminada.
2. El sintagma sujeto en algunos casos aparentemente va pre-
cedido de preposición (hasta, entre, desde ... ). Pero sólo es aparente-
mente. Veamos los casos más notables:
a) hasta. Ej.: Hasta los niños quieren mandar.
Las interpretaciones dadas a este segmento precedido de hasta
han sido varias:
. que hasta es preposición, cosa que parece muy di-
ficil de mantener. Puede preceder incluso a tú y yo .
. que es una conjunción (J. A. Martínez) equivalente
a cualquiera otra de carácter copulativo (Todos, hasta los niños quie-
ren mandar - Todos, y también los niños, quieren mandar). '
. que es un cuasiafijo, como decía Bello. Pero est¿
no nos resuelve el problema .
. que funciona como un adverbio. A este parecer nos
sumamos.
De entrada, conviene recordar que es una partícula enfática, que
puede aparecer ante cualquier función, incluso ante el verbo. Es un
elemento modificador, que incide sobre el elemento que le sigue
-pues siempre va antepuesto- (Ejs.: Aburres hasta a las ovejas; El
muchacho quedó tan afectado que hasta lloró); es decir, que se trata
de un adyacente del núcleo al que precede.
La gramaticalización de hasta no implica necesariamente la tras-
categorización. Ese sería un paso defmitivo, que aúo no se ha dado en
la lengua. Por otra parte, nos preocupa mucho menos si pertenece a la
categoría preposición o a la de adverbio; lo importante es cómo fun-
ciona, y de eso no hay duda. Pero si hemos de inclinarnos por alguna
postura, nos parece que opera como una clase especial de adverbios.
Por otra parte, los elementos precedidos por este hasta no son focali-
zables y no admiten una transformación a estructura ecuacional. Ejemplo:
Nexus subordinados 91
Hasta los niños quieren mandar -'> *Hasta los niños son los que
quieren mandar.

Esto nos dice que no se trata propiamente de un núcleo de sujeto,


pues éste siempre puede focalizarse.
Consecuentemente, nos parece preferible operar con la catálisis e
interpretar un núcleo de sujeto o de complemento (Todos, nosotros,
muchos,.... según los casos) y concebir el segmento precedido de
hasta como adyacente del núcleo precedido de un modificador «ad-
verbial».
Y no debe olvidarse que este elemento puede ir acompañado de
aun y combinarse con varias preposiciones.
Semejante interpretación damos a incluso, gramaticalizado re-
cientemente, a partir de un participio «en estructura absoluta>>.
Ejemplo: Todos, incluso el pequeño, se alegraron de tener un nuevo
hermano.
b) entre. Ejemplo: Entre tú y yo terminamos el trabajo enseguida.
Similares razonamientos a los que acabamos de presentar sirven
para entre. En el ejemplo propuesto se ve claramente que el sujeto es
desinencia!, nosotros, y entre tú y yo funciona como adyacente del
sujeto.
c) desde .... hasta (a). Ejemplo: Han ayudado a montarlo desde
los peones a los arquitectos.
Evidentemente, nos parece también que este grupo desde .... a
funciona como adyacente del núcleo del sujeto, todos, elidido, sin
que desde y a (hasta) pierdan la categoría de preposición.
d) según. Ejemplo: Según A. Castro, la realidad de la Cuenca del
Duero fae distinta.
Para nosotros, ese elemento introducido por según ha de interpre-
tarse como un sintagma circunstancial con el verbo elidido (dice,
opina, ... ). Según actúa como conjunción en estos casos; y prueba de
que es tal, y no preposición, es que puede regir a los pronombres tú y
yo, representantes de función de sujeto.
92 Sintaxis

Estos son los casos más llamativos de un elemento aparentemente


prepositivo, que forma parte del sujeto, pero no necesariamente de su
núcleo.
3. Veamos ahora las cláusulas o nexus que funcionan como
sujeto:
a) Unas veces estos nexus están unidos por el transpositor que.
Ejemplos:
No me importa que lo hagan los demás.
Es conveniente que tú obres de otra manera.
Conviene que te calles.

Estas cláusulas en función de SN1 pueden ir precedidas del artícu-


lo el. Ejemplo:
No me importa el que lo crean los demás.

El artículo en estos casos afecta a todo el nexus, y no sólo al que,


funciona como presentador de todo el sintagma desarrollado.
b) En otros casos están insertos estos nexus por un relator de
carácter indefinido. Ejemplos:
Quien bien te quiere te hará llorar.
El que busca pelea la encuentra.

c) Poco frecuente es que posean un carácter interrogativo, de


pregunta implícita formulada indirectamente. En tales casos el trans-
positor es, lógicamente, uno de los pronombres o adverbios interro-
gativos.
Tales nexus reciben el nombre de proposiciones interrogativas
indirectas. Ejemplo:
Sólo me importa quiénes y cuándo la hicieron.

d) También incluimos aquí a aquellos nexus en infinitivo, que


funcionan como sujetos. Ejemplo:
Trabajar con ilusión es una suerte.
Nexus subordinados 93

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN2

Previamente es fundamental que precisemos con cierto detalle


qué entendemos por función SN2 , para poder hablar seguidamente de
los nexus que ocupan dicho hueco funcional F 2 •
Como ya hemos indicado, incluimos en esta macrofunción tres
subgrupos funcionales: el complemento directo, el «Suplemento» de
Alarcos y el atributo de las oraciones atributivas.

l. SN2 objeto directo. -El complemento obiet~ directo~_da­


ramente la función complementarlapnmorifiafdel sint;~a verbal.
Segi'iri tocia una fradidóll gi:alllatical, es el indicador de Una-estntctura
transitiva 3 .
De entrada recordemos que, atendiendo al grupo verbal, el básico
del SV, sólo caben dos posibles estructuras en nuestra lengua:
V-SN2
v.

La primera es analítica y la segunda sintética. En aquélla se des-


glosan el proceso (acción, estado, etc.) y el término u objeto en dos
unidades; y en la segunda se funden ambos en una sola unidad. La
posible presencia de un SN3 y/o SN4 no modifica en nada esta dico-
tomía.
Las analíticas (transitivas, atribj!tivas ... ), son las estrl¡cl!!r_aB, no
los verl5os-:JComo bien precisó Alarcos \-transítivid~d ;intransitlvJ-
dfillSOnpropiedadesdelpredicado~
---------._ ___ no
MI verl;>o. ---
---------·~---·-··---------------------· - '' - ···-----"-
3
Véase con mayor detalle esto en nuestro artículo «El sintagma verbal en espa-
ñol: la funciónSN2», en Homenaje a M. Alvar, 11, Madrid, 1984, págs. 262 y sigs.
4
E. Alarcos Llorach, «Verbo transitivo, verbo intransitivo y estructura del predi-
cado», en Estudios de gramática funcional del español, Madrid, 1970, págs. 109 y
sigs.
94 Sintaxis

A nuestro entender, casi todos los verbos tienen en principio po-


sibilidad de formar estructuras analíticas o sintéticas: casi todos son,
pues, para nosotros, paradigmáticamente bivalentes, siguiendo la in-
terpretación de Blinkenberg. El que algunos hayan quedado específi-
camente adscritos a una sola de esas estructuras se debe a variantes
de norma o circunstancias históricas. De todos es sabido que en de-
terminados registros sociolingüísticos hay una clara tendencia a la
transitivación de estructuras habituahnente intransitivas (Ejemplos:
Entrame esa carretilla, Entrame el auto), que se oyen habitualmente
en varios países hispanoamericanos. Cuando un fenómeno como éste
entre en la norma general, lo probable es que alternen primero las dos
estructuras, posiblemente remita después la primitiva y cabe suponer
que algún día el sistema acepte la nueva estructura, desechando la
anterior; aunque también es posible el rechazo de la nueva. Bien re-
cordamos verbos que en castellano medieval se construían de una
manera
,..------- y hoy lo hacen de otra distinta. ' ,'

: " Pues bien, el objeto directo es uno de los elementos que forman
iparte, como adyacente, del sintagma verbal analítico, dentro de esa
,función que venimos llamando SN,'.
La función semántica de este elemento, como ya dijimos, es la de
delimitar, concretar y ceñir el contenido de un verbo de gran exten-
sión semántica. El verbo que forma estas estructuras analíticas suele
tener un significado genérico, abstracto, muy vasto, que exige ser
precisado y concretado. Y muy frecuentemente el verbo y el com-
plemento pertenecen a campos semánticos comunes o relacionados.
Su función sintáctica es la de adyacente del verbo y su forma
puede ser prepositiva o no prepositiva.
Unas pruebas para reconocer este complemento nos serán de
suma utilidad.

5
No es adecuado seguir diciendo que «en él recae la acción de un verbo transiti-
vo»; ni tampoco sirven las definiciones de carácter circular que tanto se han prodiga-
do.
Nexus subordinados 95
a) No nos sirven las de carácter semántico (preguntar qué o qué
cosa, poner lo+ el participio del verbo, etc.), porque fallan más veces
que aciertan.
Tampoco nos parece adecuado distinguirlo del circunstancial
apuntando que aquél es imprescindible, y que éste no lo es pues en no
pocos casos tan imprescindibles son el uno como el qtto
para el con-
tenido del enunciado. En El embajador de EE.UU. en París; Iré a
Barcelona.. ., los complementos son tan necesarios como eu Visitaré
Francia ...
b) Otro criterio distintivo, habitnalmente usado, es la transfor-
mación de la oración a pasiva, procedimiento por el que este com-
plemento pasa a funcionar como sujeto de pasiva. Mas si sabemos de
las numerosísimas limitaciones que tiene esta transformación en
nuestra lengua (no se pueden transformar, por ejemplo, casos como
Tengo hambre, Hace frío, Años ha, Ten paciencia, Vive tu vida, Te
vestiste, Hay fiestas en el pueblo, Pedro desea aprobar, etc., estric-
tamente transitivos) y si, según comprobamos en otro lugar 6, creemos
que la llamada pasiva es una estructnra meramente analítica atributi-
va, mal podemos apoyamos en esta transformación, que tiene tantas
restricciones como casos que la aceptan, para reconocer el comple-
mento que nos ocupa.
Ahora bien, cuando funciona dicha transformación es criterio de-
finitivo.
c) Probablemente el criterio más válido para reconocer esta
unidad funcional, el objeto directo, es la de la conmutación pronomi-
nal átona, que Alarcos aplica a su «implemento» 6bi•. Tal complemen-
to podrá conmutarse por lo, la, lo (salvadas las variantes de leísmo,
laísmo y loísmo, como dijimos). Sin embargo, creemos que no es
prueba absolutamente válida, aun a sabiendas de que es la más impor-
tante.

6
Cf. nuestro articulo <<La llamada voz pasiva en español», LEA, Madrid, 1982,
págs. 83 y sigs.
6bis Cf. E. Alarcos, loe, cit., pág. 114.
96 Sintaxis

Sabido es que lo, la, lo derivau del acusativo latino pronominal


illum, illam, illud. Estas formas átonas de los pronombres personales
han heredado la flexión casual latina, que allí se correspondía con
unas determinadas funciones. Pero el que morfonológicamente se ha-
ya heredado una flexión casual no implica que tales formas corres-
pondan a las mismas funciones de la lengua romance derivada. Esto
podria aceptarse si no se hubiese dado un reajuste funcional al pasar
del latín al castellano; pero nada más lejos de la realidad. Ya en latín
las funciones propias del dativo y acusativo coincidían en algunas
ocasiones 7 y algunos verbos usabau dos acusativos que se acomoda-
ron a funciones distintas en la lengua romauce; el acusativo usurpaba
parte de las funciones del dativo, el ablativo del genitivo, etc.; es de-
cir, que hubo un desajuste y reajuste funcional.
Lo cual implica que las funciones de la lengua romance exigen
una forma determinada, pero que esto no supone que se acomodei;i
exactamente a la flexión heredada ocasionahnente de los casos
latinos. En definitiva, que lo, la, le, los, las, les, se se acomoda'n
a la organización de funciones de la lengua española y no al revés;
que tales formas son herencia morfonológica de un sistema flexivo
en el que cada forma correspondía a las funciones a, b, e, ... : Pero
al haberse producido un reajuste funcional, del tipo por ejemplo,
d+c
a, b, - - - - , d, e, + d, etc., no podemos usar como comprobante in-
2
defectible las formas que correspondíau a las funciones latinas para
reconocer siempre las nuevas funciones de la lengua romance. Fun-
ciona, sí, la conmutación con garautía, pero en algunos casos límite
nos ofrece dudas. Si se hubiesen ajustado las funciones a estas formas
pronominales, la conmutación tendria validez absoluta; en el caso
contrario no tiene por qué ser así.

7
Cf. M. Bassols de Climent, Sintaxis histórica de la lengua latina, Barcelona,
1948. Piénsese, por ejemplo, en el cambio de función de Servire domino illi a Servir-
le; o en que benedicere y maledicere funcionaban como intransitivos; o en que el ver-
bo studere se construía con dativo; o en los dativos de dirección, etc.
Nexus subordinados 97

Sírvannos de ejemplos que no aceptan esta comnutación las ora-


ciones Tiempo ha, Lloró sangre, Comió mucho, etc. Y pensemos en
casos en que la comnutación es diferente. Así, por ejemplo, en Llamó
idiota al muchacho, la comnutación nos da Se lo llamó, donde vemos
que lo comnuta al atributo y se al complemento 8. O en Oigo tocar la
guitarra a mi hermano la comnutación múltiple nos darla se la oigo
tocar, donde se comnuta a mi hermano y la a la guitarra.
Aun así no debemos olvidar que las formas lo, la, funcionan ac-
tualmente en nuestra lengua como objeto directo, o para ser más pre-
cisos, como SN,, y le como SN3, y que consecuentemente la prueba
tiene validez esencial, pero no absoluta.
Con un criterio semántico podremos añadir, ad maiora, que el
objeto directo puede significar el resultado de un proceso, una modi-
ficación ... , pero esta subclasificación no es pertinente sintácticamen-
te.

2. SN2 atributo. - Una variante de la función SN2 es el llamado


atributo. Claro es que aquí no nos preocupa que en latín apareciera
en el mismo caso en que el sujeto de una oración atributiva, porque
-y es razón fundamental - en castellano no existe el caso. Mas esto
nos hace pensar que es una de las funciones que ha sufrido mayor
cambio desde el latín hasta nuestra lengua. Es bien sabido que el atri-
buto, cuando está representado por un adjetivo en las atributivas,
concuerda con el sujeto en número y género. Ello se debe a la heren-
cia del latin y a que la relación semántica entre atributo y sujeto es
mucho más estrecha que entre sujeto y objeto directo, porque los se-
rnas del atributo no son absorbidos y neutralizados por el contenido
del verbo, sino que, como si se tratase de un verbo transparente, inci-

8
Cf. J. Martínez Álvarez, «Sobre algunas estructuras atributivas», en Lecciones
del I y JI Curso de Lingüística Funciona/, Universidad de Oviedo, 1985, págs. 118 y
sigs.
Véase también nuestro artículo <<En tomo al suplemento» (cit.), especialmente
págs. 12 y sigs.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 4
98 Sintaxis

den directamente sobre el sujeto y expresan unos rasgos esenciales e


inherentes al sujeto.
Pero es importante señalar que, a pesar de esto, el verbo sigue
siendo el eje y núcleo sintáctico del sintagma verbal y no una mera
cópula. La función de SN2 atributo puede estar cubierta por funtivos
muy diversos: un nombre, un adjetivo, un adverbio, un verbo, un ne-
xus .. ., etc. Si se trata del verbo estar, encontraremos ciertas restric-
ciones de uso en el atributo, que en este momento no merecen mayor
atención, pues es una selección de carácter semántico 9 .
El atributo es conmutable siempre y sólo por la forma pronominal
átona lo, no por la, los, las, aun cuando el atributo sea de género fe-
menino y número plural. Aparte de las explicaciones que se han dado
a este fenómeno 10, tal vez deban tenerse en cuenta, para explicarlo,
los siguientes datos:
Que los rasgos de género y número del atributo operan juntos
cuando es un adjetivo (y algunos pronombres), pero no en los demás
casos; y no es preciso reproducirlos en la conmutación por el pro-
nombre átono, pues ya van marcados en el propio sujeto.
Por ello, por innecesarios y por no ser comnnes a todos los atribu-
tos, no se precisa la flexión de género y número en el pronombre áto-
no que lo conmuta, el cual lleva en sí una fuerte carga de deíxis y
valor genérico neutro. Esto puede explicar la exclusividad de lo en la
citada conmutación. Ejemplos:
Pedro es alto, Luisa es alta --+ lo es.
Los alumnos son altos, Las alumnas son altas --+ lo son.

La mayoría de los atributos están ocupados por un adjetivo o por


un nombre; sin que ello implique que esa función les pertenezca pri-
vativamente.

9
J. Martínez Alvarez, «El atributo y sus variedades en español>> Homenaje a A.
Zamora Vicente, 1, Madrid, 1988, págs. 451-457.
10
Cf. entre oiros, F. Carrasco. «El pronombre neutro lo cómo proforma del predi-
cado nominab>, en Thesaurus, 27, 1972, págs. 324 y sigs. y 28, 1973, págs. 3 y sigs.
Nexus subordinados 99
Hay atributos de carácter nominal que pueden intercambiarse con
el sujeto, y tanto éste como aquél pueden ocupar cualquiera de las
dos funciones, a no ser que la concordancia de persona nos indique
cuál es el sujeto. Es el atributo de las llamadas «ecuativas».
Ejemplo: Juan es el médico
Otros tipos de atributos, de estas estructuras atributivas, preferen-
temente prepositivos, vemos en los siguientes casos:
Este muchacho trabaja de camarero
Mi primo está de médico en Colombia

Una segunda diferencia que marca al atributo respecto al objeto


directo es que las estructuras analíticas atributivas no permiten en
ningún caso la transformación a pasiva. Pero ya dijimos bastante de
esta prueba. Más importantes son, desde un punto de vista sintáctico,
la coincidencia en la conmutación pronominal y la idéntica función
semántica de atributo y objeto directo que esa diferencia apuntada.
Por ello preferimos conjuntar estas dos variantes funcionales en una
sola función que llamamos SN2• Ambas pueden ser directas o indirec-
tas, con preposición o sin ella, pero los rasgos coincidentes nos pare-
cen con suficiente entidad sintáctica para poder interpretarlas como
dos variantes de una sola macrofunción.
Por esa coincidencia funcional entre objeto directo y atributo los
colocamos en el mismo lugar del diagrama arbóreo. Tanto uno como
otro son elementos adyacentes de un sintagma verbal de estructura
analítica, con idéntica función semántica.
La relación semántica entre sujeto y atributo puede ser diversa: en
ocasiones será de tipo ecuacional (a= a'), otras veces la relación será
de inclusión o·pertenencia, o señalará una clasificación, género o es-
pecie del sujeto, o bien el atributo caracterizará al sujeto ·expresando
un rasgo o cualidad de éste.
La forma del atributo puede coincidir con la de cualquier sintag-
ma nominal o con la de un adyacente de éstos y, lógicamente, admite
posibles modificaciones, expansiones diversas, desarrollos, etc., co-
100 Sintaxis

rno veremos (Véase más adelaote págs. 107-108 y especialmente 205


y sigs.).

3. SN2 'suplemento'. -Estableció Alarcos Llorach 11 unas cate-


gorías de adyacentes verbales, complementos aoejos al sintagma ver-
bal, con idéntica función semántica que el objeto directo, al que de-
nominó suplemento. Tales elementos, complementos prepositivos
generalmente exigidos por el verbo, a nuestro entender, tienen los si-
guientes rasgos: igual función semántica que el objeto directo; forma
de complemento prepositivo (las preposiciones más frecuentes en tal
misión son de, en y a); función sintáctica de adyacente del verbo; .y
vao generahnente pospuestos inmediatamente al núcleo verbal. Se
trata, pues, de un complemento con caracteres comunes a otros com-
plementos.
Es una función que, bajo tal denominación, sólo aparece en la
gramática española. En las de otras lenguas se prefiere llamarlos'
«complementos prepositivos (inherentes)», o de diversas maneras. '
Las marcas de «no conmutabilidad por adverbio» y obligada
«rección de preposición» corno distintivas del suplemento 12 no son
del todo convincentes. Aquella no es privativa, pues muchos com-
plementos circunstaociales lo admiten, así corno algunos suplemen-
tos; mientras que, por otra parte, una mayoría de suplementos son
conmutables por «preposición+ pronombre tónico».
Todo ello sin entrar aquí de nuevo en la validez sintáctica de la
conmutación por adverbio, pero asegurando que ni es prueba defini-
tiva, ni indefectible, ni «proporciona respuestas unívocas» 13 •
Por otra parte, la rección de preposición tampoco es privativa ni
tiene validez absoluta. Hay verbos que sí exigen una determinada

11
E. Alarcos Llorach, Estudios ... (cit.), págs. 117 y sigs.
12
Cf. G. Rojo, <<En torno a los complementos circunstanciales», Lecciones del I y
JI Curso de Lingüística fanciona/ (cit.).
13
Cf. l. Bosque, «Dos notas sobre el concepto de suplemento en la Gramática
Funcional>>, Dicenda, II, Madrid, 1983, págs. 147~156. Véase también -H. Martínez
García, El suplemento en español, Madrid, 1986.
Nexus subordinados 101

preposición, pero otros que admiten casi todas; y es más, algunos de


los verbos que se construyen con suplemento pueden formar estructu-
ras gramaticales sin él (abjurar, desconfiar, disculpar, ... ).
Tampoco responde el llamado «Suplemento» a· los criterios de
marginalidad, de posición fija ni de posibilidad de eliminación 14 .
Es decir, que no hay criterio fijo distintivo y diacrítico que permi-
ta definir al suplemento como una función propia y distinta. Coincide
en unos rasgos con una función y en otros con otra. Si además se
piensa que muchas de estas construcciones han heredado la forma de
sus étimos latinos y consideramos que la estructura de algunos sin-
tagmas verbales está en constante cambio (desayunarse con algo --+
desayunar algo; jactar algo --+jactarse de algo; entrenarse con al-
guien -..+ entrenar; ... ), comprenderemos que es muy arriesgado for-
mar una función nueva distinta.
Ante tales unidades podemos optar por:
a) Interpreiarlos, con criterio formal, como una variedad de los
circunstanciales prepositivos; criterio dominante en la tradición gra-
matical.
b) Formular una nueva función, de 'suplemento', tal como hizo
Alarcos.
c) Adscribirlos al SN2, como sub grupo prepositivo del mismo.
Ahora bien, con un criterio funcional parece preferible optar por
la última postura, ya que tienen la misma función semántica y sintác-
tica (la de adyacencia) que el objeto directo.
Tales elementos funcionales son, a nuestro entender, una variante
del SN,, con forma necesariamente prepositiva, y conmutable por un
pronombre personal tónico precedido de preposición. Y si añadirnos
a esto la posibilidad de coordinar en algunos casos un suplemento y
un objeto directo, es decir, de formular un sintagma SN2 con dos uni-

14
Cf. nuestro trabajo antes citado; E. Alarcos Llorach, La noción de suplemento,
Lecciones de Lingüística y didáctica del español, Logroño, 1990 (cit.); B. Rodrlguez
Díez, «Sintagmas preposicionales concordados», Archivum, 37, 1987; y A. Vera Lu-
ján, «Sobre la opcionalidad de los complementos circunstanciales», Gramma-Temas,
1, León, 1992, págs. 285-314.
102 Sintaxis

dades coordinadas, donde uno de los miembros es necesariamente


prepositivo, no podemos dudar de que son términos equifuncionales
los coordinados. Ejemplo:
Tratamos seriamente este asunto y menos formalmente de algu-
nas otras cosas.

La presencia de la preposición ante tales complementos no nos


parece obstáculo grave para asimilarlos a los tradicionalmente acep-
tados como objetos directos. Y no debemos olvidar que el uso de ta-
les preposiciones con frecuencia viene exigido diacrónicamente, por
la etimología del verbo o por algún prefijo heredado, que la imponé:
pensar en, incidir en, insistir en, creer en, carecer de ... , etc. Algunos
de estos verbos han mantenido el régimen de complemento prepositi-
vo porque lo tenían sus étimos latinos.
La coincidencia sintáctica y semántica entre objeto directo y:
«suplemento» se percibe claramente en los dobletes de construccio-'
nes como:
Creer algo I creer en algo.
Tratar algo/ tratar de algo.
Pensar algo/ pensar en algo.
Dudar algo 1 dudar de algo.
Necesitar algo /necesitar de algo.
Hablar algo 1 hablar de algo.
Esperar algo /esperar en algo.
Etc.

Entre los miembros primeros y segundos de estos dobletes la di-


ferencia semántica es de simple matiz, aportado por la preposición; y
si anulamos el complemento en ambos casos, la estructura verbal
queda, lógicamente, idéntica.
Lo que distingue a este llamado «suplementm> del objeto directo
es que funciona de distinta manera en la supuesta transformación a
pasiva y que tiene diferente comnutación pronominal. Mas de la im-
portancia de estas pruebas ya hablamos.
Nexus subordinados 103

Por todo lo antes expuesto creemos que se puede formular una


función, un hueco funcional que llamamos Función 2 o SN,, en que
caben tres variantes: el tradicional objeto directo, el atributo y el lla-
mado por Alarcos «suplemento». Todos coinciden en la misma fun-
ción semántica delimitativa del núcleo verbo, en la función sintáctica
de adyacencia del verbo y en la posibilidad de forma directa o indi-
recta. La primera y segunda variantes coinciden en la conmutación,
pero difieren en la «dudosa» transformación a pasiva, y la tercera tie-
ne sus caracteres propios; es muy reducida y poco frecuente, pero
llega a admitir una coordinación con algunos objetos directos.

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN,

Fijadas ya las bases de lo que entendemos por SN,, incluiremos


en ella a los nexus que tradicionalmente se llamaban complementa-
rios sustantivos de objeto directo, a los que funcionan como atributos
y a aquellos que funcionan como el llamado 'suplemento'.
Entendemos, pues, tres subgrupos en esta función y atenderemos
por separado a estas tres variantes del SN.
A) El desarrollo en forma de nexus del sintagma objeto directo
es muy frecuente en nuestra lengua. Las posibles formas de expresión
que presentan tales nexus son:
I) Con transpositor que. Ejemplos:
Dile que pase. Espero que llegue pronto.

II) Con un relator (que precedido de artículo, cuanto, quien y


muy raramente cual). Ejemplos:
Escucha lo que dice. Ayuda a quien te lo pida. Dile quién te lo
advirtió.
104 Sintaxis

El relator en su nexus ocupa la función que le corresponda. En los


ejemplos aquí expuestos funcionan como SN,, SN1 y SN1 de sus res-
pectivos nexus.
En cuanto al primer tipo, los que van encabezados por artículo (lo
+que), precisaremos que, si bien en su origen dicho elemento lo era
núcleo pronominal del sintagma y que encabezaba una proposición
adyacente adjetiva, en el estado actual de la lengua conviene interpre-
tarlo todo ello como un sintagma encabezado por artículo 15 . Ese ele-
mento ha sufrido un clarisimo proceso de gramaticalización, que .se
manifiesta al menos en los siguientes datos: a) Se ha convertido en
elemento absolutamente átono y proclítico. b) No puede aparecer él
solo en el sintagma. c) Si se quita el nexus introducido por que, dicho
elemento queda aislado, y no puede aparecer. d) Si se conmuta todo
el sintagma (lo + nexus) por la forma prononimal átona, deberá ha-
cerse por lo (ejemplo: Hizo lo que quiso -> lo hizo) y este pronombre
lo sustituye a todo el nexus, mas no al lo que lo encabeza. Lo que su'.
pone que el núcleo del sintagma es el nexus. e) Y si tuviera auton~­
mía dicho lo, hoy artículo, para funcionar como núcleo pronominal,
no permitiría la anteposición de una preposición en casos como Ya
sabes de lo que me habló, pues en tal caso debiera haber quedado
como Ya sabes lo de que me habló. Mas su atonicidad, grarnaticali-
zación y desemantización han provocado que ese elemento lo se
sienta como necesario presentador del sintagma y que uno de los
elementos de éste, la preposición, se anteponga y le rija también a él;
lo que implica que ya pertenece al sintagma en cuestión.
En fm, que seguir defendiendo que lo en estos casos es núcleo
pronominal de sintagma responde a un planteamiento historicista, y
supone negar este claro proceso de gramaticalización.
Lo mismo puede decirse de los nexus encabezados por el
(ejemplo: El que la hace la paga) y de los sintagmas parecidos for-
mados por artículo más adjetivo (ejemplo: Lo bueno ... ).

15
Cf. nuestro «Lo, ¿artículo o pronombre?», Anuario de Lingüística Hispánica, I,
Valladolid, 1985, págs. 115 y sigs.
Nexus subordinados 105
III) En esta función de SN2 objeto directo son frecuentes las lla-
madas 'interrogativas indirectas', que implican una pregunta, no for-
mulada directamente, y que se unen por un transpositor interrogativo
(Qué, quién, cuál, cuándo, cuánto, cómo, si... ), que desempeña algu-
na función dentro de tal nexus o proposición.
Ejemplos:
No sé qué pretenderá hacer con nosotros.
Pregúntale cuándo se marcha.

Estas subordinadas suelen ir encabezadas por verbos como saber,


entender, averiguar, examinar, ignorar, hablar de, responder, ins-
peccionar, etc. 16 •
Se diferencian de las del grupo I por el rasgo semántico /interro-
gación/, que responde a un enunciado de duda.

IV) Aunque no desempeña exclusivamente esta función el estilo


directo, sí es la que con mayor frecuencia ocupa. Este consiste en una
cita literal de un enunciado ya formulado o que se formulará. Suele
aparecer con gran frecuencia en función de SN2 , sin ningún transposi-
tor ni marca de unión. Tiene dependencia respecto a la oración, pero
goza de autononúa funcional interna por tratarse de un enunciado
completo. La extensión del estilo directo es muy diversa: puede ir
desde una sola palabra a todo un discurso.
La palabra regente, que suele ser un verbo, puede preceder, seguir
o interpolarse al estilo directo. Lo subordinado es un conjunto del
estilo directo, con valor oracional en sí mismo, y no sólo el primero
de los nexus que aparece en él. Ejemplos:
DijÜ la sartén al cazo: Apártate, que me tiznas. Pues claro -dijo
Sebas- eso es lo bueno.

16 Cf. Juan Martínez Mario, «Semántica y sintaxis de las oraciones interrogativas


indirectas», Philologica Hispaniensia, in Honorem M Alvar, II, Madrid, 1985, págs.
469~480; y J. L. Girón Alconchel, Las oraciones interrogativas iri.:!frectas en español
medieval, Madrid, Gredos, 1988.
106 Sintaxis

V) Es muy poco frecuente y casi privativo del lenguaje adminis-


trativo la formulación de SN2 nexus sin transpositor que, en frases del
tipo Le ruego me envíe a vuelta de correo .. ., en forma totalmente es-
tereotipada.
VI) Puede también ocupar esta función un nexus en infinitivo.
Pero dentro de este caso hay diversas construcciones que conviene
advertir.
Ejemplos:
Te mandé hacerlo de nuevo
-----~~--

SN, V SN2
Te vi pasear por la plaza
SN2 V Ay. del SN2
Nu
Quiero pedirte un favor y agradecerte el que me hiciste
V SN2 ' Ca SN2 "

Como se ve, en ningún caso hay transpositor que una el nexus


subordinado. Cuando el verbo regente (mandé, en el ejemplo prime-
ro) significa un proceso de la voluntad o algo relacionado con él, el
agente (no sujeto) del infinitivo (te en el primer ejemplo) funciona
como SN3 objeto indirecto del verbo dominante. Pero si el verbo re-
gente significa un proceso de percepción o algo semejante, o un pro-
ceso relacionado con algún sentido corporal, el agente (no sujeto) del
infmitivo funciona como núcleo del SN2 y el nexus en infinitivo es un
adyacente de aquel, como hemos visto en el segundo de los ejemplos
propuestos.
En el tercer ejemplo vemos que hay coincidencia de sujetos entre
el verbo regente y el de nexus subordinado en infmitivo. Son cons-
trucciones heredadas de las que la Gramática latina llamaba «con-
certadas de infinitivo».
Por último, señalemos que no es extraño ver coordinadas formas
de expresión diferentes de los sintagmas que comentamos. Ejemplo:
Le mandó caminar lentamente y que no mirase atrás.
Nexus subordinados 107
Ello es obvio, puesto que se trata de elementos equifuncionales.
En oraciones como Vemos tocar el piano a la niña, el núcleo del
SN2 es a la niña (La vimos), y tocar el piano es su adyacente. En
cambio, en otras como Yo oigo abrir la puerta, el complemento di-
recto complejo es abrir la puerta -si bien ésta última lo es, a su vez,
de abrir-. Mientras que en una oración como El profesor mandó
callar a los alumnos, el complemento directo es callar, y el indirecto,
a los alumnos (Les mandó callar/ Se lo mandó).
B) De manera semejante los llamados «suplementos» pueden de-
sarrollarse perfectamente en forma de nexus con un doble transposi-
tor, el prepositivo, propio del sintagma, y el de insertar del nexus,
que suele ser que. Ejemplos:
No dudo de que haya terminado con éxito.
Hablaban de que sería importante cambiar el método.

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN2 ATRIBUTO

La función de atributo puede estar cubierta igualmente por un ne-


xus, unido generalmente por medio del transpositor que. Podemos
distinguir los siguientes casos:
a) Atributo en forma de nexus con transpositor que. Ejemplo:
La verdad es que nadie le acepta.

Aunque tengan contenido consecutivo y cierta hipérbole en su


expresión, también funcionan como atributos nexus como
El café está que abrasa; Fulano está que muerde...

b) Atributo en forma de nexus precedido de «artículo + que re-


lator». Ejemplo:
Tú fuiste el que lo organizó.
108 Sintaxis

Igualmente podemos verlo encabezado por un relator quien, sin


artículo que preceda. Ejemplo:
Fuiste tú quien lo organizó

c) Atributo en forma de nexus con el verbo en infinitivo.


Ejemplo:
El secreto de este trabajo es organizarse bien.

d) Un caso especial, que estudiaremos más adelante, es el llama-


do 'atributo' de las oraciones ecuacionales.
Ejemplos:
Tú fuiste el que me llamó
A ti es a quien se lo debo
Por ti es por quien ando así
En este lugar fue donde lo conocí

(Véase más adelante, págs. 206 y sigs.)


CAPÍTULO V

NEXUS SUBORDINADOS (Il)

EL COMPLE:MENTO OBJETO INDIRECTO -SN3-

Es un elemento cuya presencia es complementaria y generalmen-


te no obligatoria para la estructura del sintagma verbal; su presencia o
ausencia aporta una información, pero en nada modifica la estructura
del predicado. Es complemento no argumental, salvo con muy pocos
verbos (ej: regalar, ... ), no exigido generalmente por el verbo.
Expresa la persona, animal o cosa en que recae el beneficio o
perjuicio de la significación verbal; éste es su contenido: /+ benefi-
ciario/ o /+ destinatario/. No precisa un predicado 'transitivo' 1 ni de
un objeto directo previo. Ejemplos:
Te dedico esta canción. Ese día me trajo una esperanza.
Le escribe a menudo.

La frecuencia con que aparece en oraciones transitivas no debe


inducimos a asociarlos exclusivamente a ellas.
Tiene unas marcas formales prepositivas (a generalmente), a no
ser que esté representado por un pronombre personal átono (me, te,
le, se ... ).
1
R.A.E. (Esbozo ... , pág. 371) dice que «expresa la persona, animal o cosa en que
se cumple o termina la acción del verbo transitivo ejercido ya sobre el objeto directo».
110 Sintaxis
Mas tales transpositores prepositivos no son distintivos ni privati-
vos, aunque sí necesarios. Son diacríticos de no-sujeto.
El mejor medio para reconocer al objeto indirecto es la comnuta-
ción pronominal átona por me, te, nos, os, le, les (se+ lo, se+ la, se+
los, se + las cuando se comnuta simultáneamente el c. directo y él), si
bien ha de cuidarse de leísmos y laísmos. Ejemplos:
Escribes a tu hermano --+ le escribes.
Di la verdad a Luis --+ dísela.

Es indudable - y así lo ha recogido ya la Real Academia Españo-


la en el Esbozo para una nueva Gramática de la Lengua Española~
que no corresponde a esta funcióh el complemento de finalidad, ex-
ponente de una circunstancia paralela a la de causa'.
Las formas que puede presentar el complemento objeto indirecto
son las propias de todo sintagma nominal, si bien ha de precisarse
que, dada su necesidad de preposiciones, configura siempre -salvo'
con los pronombres átonos- un sintagma exocéntrico. El predicado
en que aparezca el objeto indirecto puede tener, pues, las siguientes
estructuras:
(!) +SN1 +V±SN2 +SN,,

donde el predicado puede ser transitivo con objeto directo (ejemplo:


Entregó el dinero a su primo) o sin tal complemento (ejemplo: Ayer
escribí a mis hermanos); de contenido reflexivo (ejemplo: Pedro se
cepilló la chaqueta); y aun atributivo (ejemplo: Esto no es agradable
para nosotros).
(2) +SN1 + V+SN3,

en que el predicado tiene estructura intransitiva. Ejemplo:


2
Este complemento es el llamado «tercer actante» por Tesniere (Eléments de
syntaxe structurale, París, 2.ª ed., 1966, págs. 110), «complemento» por Alarcos
(ftstudios ... , pág. 116), y «complemento de atribución» por Galichet (Essai de
Grammaire psychologique, París, 1950, págs. 152-155).
Nexus subordinados 111
Me gusta este trabajo.

Además del contenido semántico principal que hemos asignado a


este complemento, hay una gama de matices significativos del mis-
mo, especiahnente cuando están representados por pronombres, que
pueden aparecer en esta función. Son formas reflejas, desemantizadas
en mayor o menor grado, pero que aún no han consumado un proceso
de gramaticalización.
a) Complemento de interés. -Expresa la persona beneficiada
por una acción realizada por él mismo. El contexto suele aclaramos
este matiz. Ejemplo:
El perro SE comió la carne.

(Véase más adelante, Estructuras conforma reflexiva).


b) Ético 3 y simpatético -Que expresa la afectividad e interés
que el hablante tiene en la significación verbal. Ejemplos:
¿ME lo tumbo, padre?; No te ME vayas.

Suele estar expresado por un pronombre personal.


c) Justo en el límite de un proceso de gramaticalización están los
complementos «indirectos» de forma refleja, que forman estructuras
intransitivas, a las que aportan un énfasis marcado. Ejemplos:
Mi hermano se salió de la reunión
Me muero de hambre
No te subas a la mesa, niño

No creemos que deban interpretarse ya como complementos indi-


rectos las formas reflejas de los llamados «verbos pronominales»
(quejarse, arrepentirse, atreverse, ... ), ni tampoco los llamados por la
3
Cf., entre otros, Fernández Ramírez, Gramática española, «Los sonidos, el
nombre y el pronombre», Madrid, 1951, págs. 104 y sigs.; A. Bello, Gramática de la
lengua castellana, Buenos Aires, 1941, págs. 951 y sigs.; Forra.dellas, «El medio de
interés», en BBMP, XLV, 1969, págs. 9-111; S. Gutiérrez Ordóñez, «Sobre los dati-
vos superfluos», en Archivum XXVII-XXVIII, 1978, págs. 415 y sigs.
112 Sintaxis

tradición gramatical complementos intrínsecos interiores (Ejs.: Se


rompió la máquina; Se estropeó el camión; Se me olvidan los libros;
Me alegro de tu triunfo; Se acabó la fiesta, ... ).
Muchos de éstos lo fueron en su origen, pero, por un complejo
proceso de gramaticalización, han perdido su valor originario y se
han transformado en morfemas libres del verbo en la mayoría de es-
tos casos (Véase más adelante, págs. 223 y sigs. ).
Tampoco creemos que deba interpretarse como SN3 el comple-
mento prepositivo de opinión o referencia, que expresa la persona
que ~mite un juicio o parecer. Ejs.: Para mí (A mi entender) eso es lo
mejor.
Estos son, propiamente, complementos circunstanciales.
d) Complemento indirecto con significado de separación, here-
dero del dativo de separación latino que ciertos verbos adoptaban en
vez del ablativo. Ejemplo:
Le quitaron un libro.

Resumiendo, podemos concretar que se trata de un complemento


opcional, muy expresivo, conmutable por le, se ... , de carácter pro-
nominal o nominal precedido de la preposición a (raramente para),
marcado por el rasgo /+ animado/ y cuyo contenido alude al benefi-
ciario, perjudicado o afectado por la significación del verbo, o del
predicado.
Las posibles ambigüedades que nacen en oraciones con comple-
mento de semejante forma se resuelven inmediatamente por la con-
mi¡tación pronominal y/o por el contexto. Ejemplo:
Preséntame a ese señor.

Si hacemos la comnutación, obtenemos Preséntamelo, con lo que


no queda duda sobre las funciones de tales complementos.
Parece obvio insistir en que un mismo contenido puede formular-
se en dos estructuras distintas, o más. Tal es el caso de Cambiar el
vestido a la muñeca, donde a la muñeca es un SN3 (cambiarle el ves-
tido, cambiárselo), que tiene diferente estructnra que Cambiar de
Nexus subordinados 113

vestido a la muñeca, donde el último sintagma funciona como SN2


objeto directo.

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN3

Una de las formas en que puede expresarse el SN3 objeto indirec-


to es la de nexus (SN1 - SV).
Los nexus en esta función van unidos por un relator, (que y
quien, generalmente). Ejemplo:
Al que termine primero le daremos el premio.

Las variantes incluidas en los subtipos a), b) y c) no admiten esta fonna.


Pongamos como muestra una oración de las que acabamos de
estudiar plasmada en su diagrama:
El maestro entregará el premio a quien termine hoy el trabajo.
o
1
Nx

SN, sv
A ~GN
GV
Ar N
~ 1
V SN, SN,
A ~
Ar N Pre Nx'
' ' ·~
SN1 1 sv
~
GV GN
~ 1
V SN, s1;14
' '
'
El maestro entregará el premio qu en termine el trabajo hoy
114 Sintaxis

Como vemos, se trata de una oración enunciativa afirmativa, de


estructura analítica transitiva en el SV, cuyo SN, objeto indirecto está
desarrollado en forma de nexus, por recursividad, y unido por el rela-
tor quien, precedido de la preposición a. Este nexus, a su vez, es de
estructura analítica transitiva.

EL COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL -SN4-

En el predicado, como un elemento complementario, generalmen-


te considerado marginal, puede aparecer el complemento circunstan-
cial, función que puede ser cubierta por muy diversas unidades de la
lengua.
En absoluto hablarnos de sintagma circunstancial como algo dife-
rente de un sintagma nominal ya que nuestro planteamiento atiende a'
la función como unidad. El que la estructura del circunstancial pueda'
ser no sólo la común a cualquier sintagma nominal sino la de un ad-
verbio, por ejemplo, no nos permite establecer que sea un sintagma
diferente.
Se trata de sintagmas secundarios y accidentales para la estructura
del predicado, al cual enmarcan, matizan o connotan. Todos estos
elementos, a los que Alarcos 4 llarna aditamentos, tienen gran flexibi-
lidad y movilidad dentro de la oración.
Es común la creencia tradicional de que el complemento circuns-
tancial coincide con la función adverbial, y que cuando funciona co-
mo tal aditamento cubre el puesto de un adverbio. Mas ni el adverbio
funciona siempre como circunstancial, ni el adverbio es una función,
sino una categoría que puede desempeñar muy diversas funciones',
ni todo matiz circunstancial tiene adverbios que lo expliciten, ya que

4
Alarcos, Estudios ... , págs. 116, 219 y sigs.
5
Cf. C. Hernández Alonso, «El adverbio», BICC, 1974, págs. 1-20.
Nexus subordinados 115
,es bastante mayor el número de circunstancias expresadas por tal
función que el de clases significativas de los adverbios.
Complicada cuestión la de delimitar el ámbito de los llamados
«complementos circunstanciales» por unos, y «aditamentos» por
otros. Los criterios utilizados no tienen validez absoluta y en la ma-
yoria de los casos son ineficaces. Pasemos revisión crítica a los más
destacados, para intentar después caracterizar este tipo de comple-
mentos que nosotros englobamos en la F4, como sintagmas nominales
del tipo 4.
Suelen incluirse entre los complementos no argumentales, satéli-
tes o marginales. Pero no es del todo exacto, como vamos a ver.
El rasgo de marginalidad es, precisamente, el más utilizado. Para
Alarcos 6 , el aditamento es un sintagma cuya presencia o ausencia no
modifica la estructura esencial de aquella. La marginálidad es gra-
duable y no es la misma la de los aditamentos propios (los de lugar,
tiempo), que la de los internos (de modo, cantidad, ... ) o la de los atri-
butos oracionales (Ej.: Lamentablemente, las cosas no salieron como
esperábamos).
C. García Turza 7 se suma a la opinión de Alarcos, al juzgar que
es un rasgo esencial, y que los aditamentos guardan con el verbo una
relación de dependencia. Consecuentemente, se ve obligado a elimi-
nar de esta función a los «suplementos inherentes» de Alarcos (Ej.:
Mis amigos residen en Madrid; La pared mide cuatro metros); los
llamados por Rojo «complementos adverbiales» y «aditamentos soli-
darios» por H. Martínez 8; los «aditamentos imprescindibles» de Bos-
que 9 (Ej.: Mi niño se porta muy bien); los «Suplementos indirectos»
de Alarcos (Mete el coche en la cochera); los «atributos oracionales»
(Afortunadamente, todo salió bien); etc. ·

6
Loe. cit.
7
La noción de aditamento, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1991.
8
Loe. cit.
9
Loe. cit.
116 Sintaxis

Y es que todas estas variantes son complementos exigidos por el


contenido del verbo, hasta el punto de qne si se prescinde de ellos,
queda una oración agramatical en casi todos los casos enunciados.
I. Bosque 10 cree que la marginalidad no es un rasgo inherente al
aditamento y muestra algunos tipos que no pueden suprimirse (Se lle-
va bien con todos sus amigos, Tomó a mal lo que hice).
En todo caso, lo primero que habría que aclarar es qué concepto
de marginalidad se utiliza; porque no queda claro si se trata de un
elemento marginal sintáctica o semánticamente.
En otro lugar 11 abordarnos la critica de este principio, al estudiar
el suplemento. La prescindibilidad, por el carácter marginal, ni es
privativa de los circunstanciales -también puede afectar incluso a
los complementos directos o implementos- ni de todos los circuns-
tanciales puede prescindirse. Por otra parte, hay verbos que pueden
construirse, gramaticalmente, con o sin ese complemento.
Y es totalmente distinto hablar de marginalidad de un determina'
do complemento con un verbo dado en unos contextos, a formularla
-como creemos que debe hacerse- con validez general para una
estructura. Es decir, que habrá que buscar algún rasgo distintivo de
los circunstanciales válido para toda la función en general, para la
estructura de que forma parte.
Cierto que cada verbo exige unos argumentos o valencias. Y los
hay con valencia O (Ej.: Llueve), con una sola (Ej.: Triurifar
/alguien/), con dos (Ej. Comer /alguien/ /algo/); con tres (Ej.: regalar
/alguien/ /a alguien/ /algo/), y aun con más.
Pero no nos parece oportuno en nuestro método descender a la
gramática individual de cada unidad verbal, lo que nos llevaría a una
Gramática de valencias.
Por el contrario, creemos preferible abordar unas estructuras ge-
nerales, y analizar sus componentes en relación con los demás.

10
lbidem.
11
En torno al suplemento (cit.).
Nexus subordinados 117
Hay verbos que exigen esas valencias que decíamos, pero que en
su realización pueden aparecer sin alguna de ellas. El mismo sujeto 0
actante primero es una valencia exigida por todos los verbos, pero
muchos de ellos pueden construirse ocasionahnente sin tal función. Y
no por ello vamos a caracterizar al sujeto por su marginalidad.
Para nosotros, la marginalidad de que suele hablarse es de índole
semántico-contextual, no estrictamente gramatical.
El segundo criterio utilizado para caracterizar a los circunstancia-
les, íntimamente relacionado con el anterior, es la posibilidad de
conmutarse por cero. Pero como ya apuntaron Rojo y Bosque, no es
rasgo privativo de los «satélites», es engañoso y poco seguro.
El tercero es su capacidad para conmutarse por un adverbio.
Alarcos y Rojo creen en ella; Bosque, en cambio, no lo acepta por ser
un rasgo inconsistente y que no da una solución inequívoca.
Reahnente, hay muchísimos aditamentos no conmutables por ad-
verbios; por otra parte, como ya hemos dicho en varias ocasiones, tal
conmutación no pasa de ser una sustitución léxica por algunos archi-
lexemas adverbiales de tiempo, de lugar o de modo. Pero lo más no-
table es que también son casi todos ellos conmutables por <preposi-
ción+ pronombre tónico» 12 •
Otro criterio utilizado para reconocer estos complementos es la
presencia de una preposición. Y aunque es rasgo más verosímil que
los anteriores, no podemos aceptarlo como diacrítico, pues hay mu-
chos casos en que no llevan tal elemento.
Otro criterio que se arguye para reconocer tales complementos es
su máxima libertad posicional, superior a la de los demás comple-
mentos formantes de la cláusula. Así lo creen Alarcos, Rojo y H.
Martínez. Pero, a nuestro entender, la libertad posicional en la estruc-
tura de cláusÚla oracional, en nuestra lengua, es general, no privativa
de los circunstanciales; y suele estar condicionada a factores de én-
fasis, estilo y contexto. Compruébese en las series siguíentes:

12
Véase nuestra crítica a esta prueba de la conmutación en el ya citado «En tomo
al suplemento», págs. 12 y sigs.
118 Sintaxis
Ayer regalé un libro precioso a mi hermano.
Un libro precioso regalé ayer a mi hermano.
Regalé un libro precioso a mi hermano ayer.
A mi hermano le regalé ayer un libro precioso; etc.

Hay quienes piensan que el contenido y el contexto son criterios


distintivos; pero esto, en realidad, sólo se da en unos pocos casos.
Compárese:
No he escrito el artículo.
No he escrito esta semana.

Este rasgo es relevante con algunos verbos que admiten doble


construcción, con o sin implemento o suplemento.
Tampoco el contenido, por sí, es índice indefectible de comple-
mento circunstancial. Ni siquiera los aparentemente más claros, los
que signifiquen tiempo, lugar... son necesariamente aditamentos (Ej.:
Pensar en mi pueblo).
Es cierto que el contenido sí mediatiza, a veces, la función, el tipo
de complemento; pero no es un criterio esencial. Así, por ejemplo, el
rasgo /+ beneficiario/ nunca aparece en un complemento circunstan-
cial.
Para ir concretando, tras esta revisión de criterios, podemos partir
de la estructura general de la cláusula o nexus que proponíamos:
/[+ F1 +(V ±F2)] ±F3 ±F/

A partir de esta estructura, podemos señalar que la F4, coincidente


en gran parte con el aditamento de Alarcos, es, en principio, un
complemento periférico. Como dice Dil< 13 , unas funciones sintácticas
son más centrales, más esenciales que otras, para la predicación. Pues
bien, esta función es menos central que la F2 •
En segundo lugar, atendiendo a la fanción semántica que desem-
peñan; es decir, a la aportación de contenido que ofrece a la estructu-

13
Loe. cit., pág. 133
Nexus subordinados 119
ra predicativa para configurar el mensaje, podemos distingnir unos
complementos necesarios, exigidos semánticamente por el verbo, y
aun dentro de ellos un grupo de imprescindibles para la estructura
(Ej.: Procede de Madrid), y otros no necesarios.
Los primeros funcionan como delimitadores, precisando, concre-
tando el contenido del núcleo verbal; mientras que los segundos son
enmarcadores, situadores, explicativos, o moduladores del contenido
del sintagma verbal. Asimismo los primeros están relacionados por
interdependencia, mientras que los no necesarios lo están por deter-
minación.
Todos los F 4 , los auténticamente circunstanciales, pertenecen a
este segundo grupo. Todos los complementos no argumentales, los
que no son valencias del verbo, son circunstanciales. Y para concre-
tar más, revisemos los casos dudosos y discutibles para interpretarlos
desde nuestro punto de vista.
Muchos «complementos adverbiales» de Rojo, coincidentes con
los «aditamentos solidarios» de H. Martínez, que Alarcos llama «su-
plementos indirectos», así como los «aditamentos imprescindibles»
de Bosque, son, a nuestro entender, auténticamente circunstanciales,
o, más exactamente, F4 .
Ejs.:
Metió el coche en el garaje.
No deja de pensar en el problema..
Actúa muy elegantemente en público.
Este año se porta mejor que el pasado.

Son unidades semánticamente no imprescindibles, y su ausencia


no provoca una estructura agramatical (Ej.: Ya metió el coche; No
deja de pensar, etc.).
Asimismo creemos F4 o circunstanciales los que Alarcos denomi-
na «suplementos inherentes». El que sean imprescindibles y exigidos
semánticamente por el verbo no nos parece razón suficiente para in-
terpretarlos como suplementos. En casos como Residía en Barcelona,
Esto procede de Taiwán, vemos que puede conmutarse perfectamente
120 Sintaxis

por un adverbio o por «preposición + adverbio (de allí)» o por


<<preposición+ pronombre tónico».
Esa capacidad, más la presencia prepositiva, además del origen de
tales construcciones, nos garantizan la función.
Por contra, no creemos F4 a los complementos de distancia, pre-
cio y cantidad, salvo excepciones. En casos como Mi amigo mide dos
metros, Vale mil duros o Vivió muchos años con nosotros, vemos
unos SN2 o implementos de Alarcos.
Añadamos que tampoco pertenecen al F4, ni son interpretables
como circunstanciales en nuestra lengua los llamados «complementos
agentes», que estudiamos en otro lugar (págs. 164 y sigs.).
Pues bien, aun deutro de los F4 podemos distinguir dos tipos, con
diferente función semántica:
a) Con función de complemento, que tiene como distintivo su
obligatoriedad y necesidad, hasta el punto de que su ausencia produ-
ce oraciones no gramaticales. Esta función se da con frecuencia en
las frases nominales. Ejemplos:
Del toro por delante, del mulo por detrás, del carro por los lados
y de/falso amigo por los cuatro costados.
La conferencia fue en el Salan de actos.

También la encontramos en frases que comienzan por el sintagma


circunstancial. Ejemplo:
En casa de mujer rica ella manda y ella grita.

En todo caso la relación semántica entre un circunstancial y el


núcleo del predicado verbal es menos íntima que entre objeto directo
y verbo.
b) Con función de adjunto, que supone opcionalidad y acciden-
talidad del sintagma. Su ausencia sólo resta una información secun-
daria a la oración.
Nexus subordinados 121

Forma. -Las formas que pueden adoptar los circunstanciales


son varias; en principio todas las propias de un sintagma nominal. Pe-
ro dentro de éstas cabe distinguir varias posibilidades:
!.º Con marca prepositiva; que es la más frecuente y abundante.
Ejemplo:
Vino a las ocho.

2. 0 Sin marca prepositiva. Ejemplo:


Salió mucho tiempo después.

3. 0 Una tercera forma, también muy frecuente, es la de un ad-


verbio sin ningún tipo de marca. Ejemplo:
Canta muy mal.

Quede bien claro que no funcionan como circunstanciales, por


ejemplo, adverbios modificadores o adyacentes de otros adverbios o
adjetivos (como muy en la frase anterior), ni los adverbios de modali-
dad: negativos ...

4. 0 Desarrollo del sintagma circunstancial en forma de nexus.


Ejemplo:
Desde que llegaste no hemos podido hacer nada.

5. 0 Un infinitivo con preposición, un gerundio o participio en


estructura absoluta. Ejemplos:
Al amanecer se marcha el tren.
Dicho esto, pasemos al punto siguiente.

Significado. -Los diversos matices semánticos que pueden ex-


presar estos sintagmas son muy abundantes, pero su interés para la
gramática es subsidiario. Aceptar solamente los de tiempo, lugar,
122 Sintaxis

modo, finalidad, compañía, causa, condición ... , es restringir demasia-


do el terreno y, además, no pasar de una casuística en el significado.
No nos importa, con un criterio estrictamente gramatical, si una pro-
posición expresa modo o tiempo, eso es un rasgo semántico; lo fun-
damental es su función, su forma y su estructura.
Para organizar de alguna manera esta abundante serie de signifi-
cados circunstanciales habremos de apoyamos en la distinción de
Pottier 14 entre: espaciales, temporales y nocionales; si bien hay que
incluir en este último grupo cuanto no encaja en los anteriores; y
dentro de cada grupo caben aún muchas subdivisiones (lugar de don-
de, a donde, por donde ... ; tiempo desde cuando, hasta cuando ... ).
Al estudiar las proposiciones que funcionan como sintagmas cir-
cunstanciales iremos precisando algunos datos más sobre los signifi-
cados más notables de los mismos, pero sólo como criterio comple-
mentario para el estudio gramatical.
El complemento circunstancial unas veces modifica al nexus
conjuntamente y viene a ser como una expansión de todo él (ejemplo:
Los esperarán todos allz). Otras es un mero adyacente del sintagma
verbal, sin que afecte en absoluto al sujeto (ejemplo: Esta niña come
mal), o delimita el significado del verbo (ejemplo: Llueve a mares).
Es importante señalar que un grupo de Jos que tradicionalmente
han sido interpretados como circunstanciales no pertenecen en absoluto
a ellos. Se trata de una serie de elementos léxicos modificadores de
oración, que aportan una nueva modalidad a la estructura del nexus.
Son unos funtivos que no ocupan, pues, lugar en la estructura
sintagmática del nexus, sino que se superponen a él y lo modifican.
Son los elementos léxicos, tradicionalmente englobados entre los
adverbios y complementos circunstanciales, como son si, no, tal vez,
quizás, probablemente, ojalá ... , que no ocupan un sintagma en el ne-
xus, ni expresan ningún tipo de circunstancia 15 •

14
B. Pottier, Gramática del español (versión de A. Quilis), 2.ª ed., Madrid, 1971,
págs. 71 y sigs.
15
Véase para éstos nuestra Nueva sintaxis... (cit.), págs. 69~ 70.
Nexus subordinados 123

NEXUS EN FUNCIÓN DE SN4

El desarrollo de un sintagma nominal circunstancial, SN4 en for-


ma de nexus, por la recursividad, es uno de los recursos para crear
oraciones expandidas.
Tradicionalmente veníamos clasificando estas cláusulas o nexus,
con un criterio semántico (temporales, modales, locativas ... ), como
grupos diversos de las llamadas adverbiales o con función adverbial.
Para ser exactos, hemos de insistir nuevamente en que las categorías
o partes de la oración no han de confundirse con las funciones, y que
privativamente no les corresponde ninguna. No existe corno función
el adverbio; por ello mal podernos hablar de proposiciones que fun-
cionan corno adverbios. La función circunstancial, qué ocupan casi
todos esos nexus etiquetados hasta ahora corno adverbiales, es diver-
sa: unos funcionan corno núcleos del SN4 y otros corno adyacentes.
Estos últimos deben encuadrarse entre los que funcionan corno adya-
centes; sin embargo nos permitirnos, metodológicamente, partir de
los grupos tal corno nos han sido legados por la gramática anterior
(temporales, modales... ) para justificar la inmediata distribución en
grupos funcionales propios. Y es claro que en el apartado de la adya-
cencia haremos la oportuna mención de todas las cláusulas que tienen
tal función, independientemente de su significación.
En todos los grupos formularemos las funciones que desempeñan,
la forma dominante, los transpositores, relatores y demás elementos
de enlace, sin olvidar los matices semánticos que aportan.
De este modo atendemos a estas cláusulas o nexus corno signos
lingüísticos en todos los aspectos que presentan.

SN4 ~ NEXUS CON SIGNIFICADO DE «LUGAR»

Un grupo de nexus que funciona corno SN4 son los llamados


«proposiciones de lugar, locales o locativos». En realidad es del todo
124 Sintaxis

accidental para un análisis sintáctico funcional que expresen o no lu-


gar.
Se trata de un sintagma nominal desarrollado en forma de nexus,
inserto en la estructura oracional con función de aditamento o com-
plemento circunstancial, de SN4 , como elemento accidental, general-
mente no fundamental para la estructura del sintagma verbal.
Hemos de distinguir a) aquellos nexus unidos por transpositores
conjuntivos de b) los insertos por medio de un relator 16 . Esta distin-
ción se corresponde con la función del nexus como núcleo del
sintagma o como adyacente del mismo. En este caso no estamos
propiamente ante un SN4 en forma de nexus. Son éstas, pues, propo-
siciones adyacentes.
En una oración como Donde las dan, las toman, vemos un SN4
nexus, conectado por un transpositor, que indica lugar y desempeña
la función nuclear dentro del sintagma.
En cambio, en la oración No volveré jamás a la ciudad donde tan
a disgusto hemos vivido, se ve un nexus adyacente del núcleo de SN4 ,
ciudad, encabezado por un relator que expresa lugar.
Es evidente que todo relator supone una incidencia hacia un ele-
meto precedente al que modifica de alguna manera. Ese término <le la
incidencia puede ser un sustantivo o un adverbio. Ej:
Lo dejamos justamente allí donde lo habíamos visto.

Por ello deben estudiarse entre los nexus adyacentes.


Respecto a la forma verbal en que aparecen hemos de marcar la
posible presencia del modo subjuntivo o del indicativo. Su presencia
no depende de la función sino de la actitud (psicolingüística) del ha-
blante ante el enunciado 17 y de la modalidad, según estudiaremos en
otro momento (págs. 372 y sigs.).

16
Cf. más adelante, págs. 312 y sigs.
17
Cf. nuestro «Modos verbales: doble noción básica en la categoría modal del
verbo español», en Estudios ofrecidos a E. A/arcos Llorach, IV, Universidad de
Oviedo, 1979, págs. 117-151.
Nexus subordinados 125

Todos estos nexus pueden estar precedidos de una preposición,


que aporta un determinado matiz semántico. Las más frecuentes son
a, de, hasta, por ... y corresponden al contenido de dirección, proce-
dencia, término, tránsito ... , que coinciden con los tradicionales luga-
res «Ubi, unde, qua, qua ... ».
En esencia podríamos interpretar estas variantes como una subca-
tegorización semántica basada en un soporte «significante» preposi-
tivo.
Y, precisamente, uno de ellos, el más frecuente, se amalgama
gráficamente al transpositor o relator, dando la unidad adonde.
Forma apocopada de donde es do, arcaico y hoy sólo vigente en
poesía y frases estereotipadas (adagios, refranes ... ). Esta forma no se
amalgama con ninguna preposición 18 .
En definitiva, pues, se trata de dos variantes funcionales - nú-
cleo y adyacente- de un nexus inserto por medio de un transpositor
o relator, respectivamente, y unido a veces por una preposición. Sus
varios matices significativos se deben en muchos casos a los diferen-
tes transpositores posibles.

SN4 NEXUS CON SIGNIFICADO DE «TIEMPO»

Semejante es el caso de los nexus que expresan «tiempo».


Funcionalmente es secundario que signifiquen «tiempo» o cual-
quiera de sus matices. Su significado consiste en encuadrar (en-
marcar) en el tiempo la representación expresada en el nexus regente,
y como este nexus regente también implica tiempo, como todo sin-
tagma verbal, tendremos una correlación semántica de base temporal.
Esa correlación no es sino la triple y tradicional distinción de ante-
rioridad, posterioridad, con sus variantes de mediatez o inmediatez,
y simultaneidad, que puede ser puntual, cursiva, reiterativa ... Otra

18
No atendemos aquí al transpositor bifuncional «interrogativo indirecto» de
oraciones como No sé dónde vivirá, porque tiene diferente fbnción.
126 Sintaxis

clasificación de los matices semánticos es la tradicional de «tiempo


cuando», «desde cuando», «hasta cuando», «durante cuanto» ...
Desde un punto de vista funcional estamos ante un SN4 desarro-
llado en forma de nexus, inserto por un transpositor a la función de
núcleo del sintagma.
El transpositor básico indicador de tiempo coincidente es cuando,
con la posible anteposición de una preposición introductora del sin-
tagma. Le sigue en frecuencia mientras. Ejemplos:
Cuando tú salías, yo entraba.
Mientras tú terminas eso, yo recojo los materiales.

La cláusula temporal introducida por cuando, significando coin-


cidencia con el tiempo del verbo determinante, prefiere ir antepuesta,
en la lengua de la prensa actual, en un porcentaje aproximado de un
70%.
Mientras, que expresa coincidencia durativa, puede funcionar
como transpositor, él solo, o bien como núcleo adverbial de un sin-
tagma con un nexus adyacente: mientras que.
En tales casos, el grupo mientras que + Nx, especialmente pos-
puesto, sufre un cambio semántico hacia un valor contrastivo. ·
Asimismo cuando puede funcionar como relator, con una refe-
rencia a un término precedente bien nominal, bien adverbial. En tales
casos el nexus que introduce funciona como adyacente de ese
«antecedente» que es el término de la anáfora. Ejemplo:
Fue entonces cuando empecé a desconfiar
(en aquel momento).

Mas de estos casos y otros semejantes tratarnos en el capítulo de


los nexus adyacentes de un adverbio (págs. 172 y ss.), y en estructu-
ras atributivas.
En oraciones como; Lo dejamos en el mismo momento en que le
vimos aparecer tenemos una cláusula o nexus adyacente del núcleo
de un sintagma prepositivo, que expresa tiempo. La temporalidad,
Nexus subordinados 127

pues, corresponde al sintagma en conjunto y, consecuentemente, la


cláusula en que le vimos aparecer funciona como adyacente; por lo
que no podemos incluirla en este apartado.
Del mismo tipo, pero con un núcleo adverbial son las construc-
ciones introducidas por antes que, luego que, después que, así que,
ya que, y otras paralelas cuyo núcleo tiene un carácter pronominal: en
tanto que, ...
Ejemplos: Antes que te cases, mira lo que haces.
Luego que amaneció, salimos de la finca.

Todas éstas deben interpretarse como cláusulas o nexus adyacen-


tes de un núcleo antes, luego, después, ya, ... ; y no como auténticas
circunstanciales «temporales». El tiempo viene expresado por el nú-
cleo, adverbial o pronominal, del sintagma. Y, desde un punto de
vista funcional, no tiene sentido interpretar los grupos antes que,
siempre que, etc. como locuciones conjuntivas. El que en tales casos
es un relator.
Cierto es que el grupo ya que se ha gramaticalizado un poco más
que los otros; pero ni aun él debe interpretarse unitariamente. Todos
han sufrido un proceso de lexicalización, gracias a la frecuencia de
utilización conjunta, pero no una gramaticalización.
Un caso notable, herencia de la paralela estructura latina, es la
llamada «proposición temporal de cum inversum». Sírvanos de
ejemplo la oración
Apenas habían salido cuando se encantaron con la comitiva.

Semánticamente la situación temporal correspondería al primer


nexus, pero la forma ha cambiado y es esa parte de la oración la que
funciona corno regente de un intensificador adverbial de tiempo
-apenas- al que se refiere el relator cuando. Es, por tanto, una in-
serción de un nexus por medio de un relator correlativo a un intensi-
ficador adverbial, y con metátesis de la estructura. Se trata, pues,
también de un caso de adyacencia.
128 Sintaxis
Conviene recordar el cambio semántico sufrido en la lengua por
algunos de los transpositores típicos de estas temporales. Así en
Cuando tú lo d;ces, te creen todos, el significado es causal; y en
Siempre que estemos de acuerdo podremos empezar, es condicional.
En todo caso el cambio está mediatizado por el contexto.

ESTRUCTURAS CON SIGNIFICADO 'DE


TIEMPO' EN FORMA NO FLEXIVA

Con infinitivo. - Indica simultaneidad la forma al+ infinitivo (en


su forma simple). Ejemplo:
Al amanecer se marcha el tren.

Es un mero sintagma SN4 inserto por un conector prepositivo.


Un infinitivo compuesto precedido de la preposición tras expresa
anterioridad. Ej.: Tras haber soltado aquel improperio, el capataz
enmudeció.
Al igual que en las construcciones con verbo en forma flexiva, se
pueden formar estructuras adyacentes en infinitivo, precedidas de una
preposición, cuyo núcleo sea un nombre o un adverbio. Ej.:
Antes de tomar una decisión, piénsalo tres veces.

Con gerundio. - El gerundio en su forma simple indica preferen-


temente simultaneidad. Ello no obsta para que progrese el valor de
posterioridad inmediata que puede ofrecer respecto al verbo regen-
te 19.
La forma en + gerundio expresa anterioridad inmediata:
¡Cual gritan esos malditos! Y que mal rayo les parta, si, en con-
cluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos.

19
Cf. A. Badía Margarit, «El gerundio de posterioridad», en Presente y futuro de
la lengua española, Madrid, 1964, págs. 287 y sigs.
Nexus subordinados 129

El sintagma compuesto de gerundio -habiendo +participio-


es indicador de anterioridad, debido a su aspecto sintagmático per-
fectivo-terminativo.

Con participio. - El participio español en estructura absoluta,


autónoma, puede prestar el contenido temporal de anterioridad.
Ejemplo:
Dicho esto, pasaremos a verificar la votación.

En realidad, se trata de un mero sintagma circunstancial con nú-


cleo (esto) y un adyacente (dicho).
Una variante de esta estructura participial es aquella en que el
sintagma nominal sujeto está expandido, a su vez, en forma de ne-
xus:
Aceptado que hemos de actuar, debe decírsenos cuándo y cómo.

En este caso el que funciona como un transpositor a la función de


SN1 del nexus que introduce.
Diferente estructura, aunque semejante formalmente, es la de los
grupos (reducidos a unos pocos verbos)

fúe
. . . hubo
part1c1p10 +que+ pudo
{
estuvo.

Son formas. estereotipadas en las que el perfecto absoluto sólo


puede aparecer en la 3.ª forma personal o en la 6.ª de esos verbos.
Son frases raramente conversacionales como
Conocido que fue el asunto, decidimos cambiar de actitud; Sabi-
do que hubo el problema, tomó una decisión ...

GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 5
130 Sintaxis

En realidad, desde un planteamiento generativo, se trata de una


transformación por inserción de un nexus explicativo y enfático en
una estructura de participio absoluto:

Conocido el asunto (+ que fue conocido), decidimos ...

Con una simple transformación previa de elisión obtenemos la


forma que comentamos Conocido que fue ... ; en la cual el que trans-
positor es genética y originariamente ilativo. El significado de tempo-
ralidad no viene dado por el nexus inserto (que fue ... ) sino por la es-
tructura del participio.

Otra explicación de estas construcciones, de carácter genético,


permite interpretar que son el resultado de una anticipación o prolep-
sis de un elemento verbal dominante semánticamente.
Que (cuando) fue conocido el asunto ... -+ Conocido que fue el
asunto, ...
A mitad de camino de ésta y aquella quedaria la interpretación de
tales estructuras como fusión de dos previas:
Conocido el asunto+ (que fue conocido)-+ Conocido que fue el
asunto.

Como resumen, hemos de recordar que los verbos de todas las


estructuras con significación temporal pueden ser formas flexivas o
formas no flexivas. En el primer caso la única selección es la no pre-
sencia de ningún futuro de indicativo, ni el absoluto ni el hipotético,
así como tampoco de sus correspondientes formas compuestas.

SN4 -+ NEXUS CON SIGNIFI-


CADO DE 'Mooo': «MODALES»

Son un grupo de proposiciones o nexus que expresan el modo en


que se desarrolla el contenido oracional, y abarcan una serie de mati-
ces que sobrepasan el puro modo.
Nexus subordinados 131
Las llamadas «modales» funcionan como sintagma circunstancial,
es decir, que se insertan en SN4 por medio del transpositor como o se-
gún {que). Ejemplo:
Lo haré como tú dijiste.

Hay que distinguir entre nexus unidos por transpositores y por


relatores. Estos últimos funcionan como adyacentes de un elemento
referencial; por ello son anafóricos. Ejemplos:
Del mismo modo ... que.
Igual ... que.
Así ... como.

La modalidad en estos casos viene marcada por el SN4 (del mismo


modo, igual, asl); que y como son los relatores que introducen el ne-
xus adyacente. Estos dos relatores están cerca de la comparación. Por
eso a estas oraciones la Academia las llama comparativas de modo o
modales de comparación.
La comparación que se quiere ver en éstas es algo secundario y
propio de unas pocas, y nunca tiene explícitos todos los elementos
propios de la comparación. (Véase más adelante «Comparativas»,
págs. 177 y sigs.)

SN4 ~ NEXUS CON SIGNIFICADO DE CAUSA

«Los tipos de relaciones de los que extraemos arbitrariamente el


valor causal o el final son indefinidamente numerosos y variados. Pa-
ra el primero; indicaciones de ámbito, circunstancias, instrumento,
procedencia, relación local, cambio ... »,dice García Calvo 20•
Evidentemente aquí no nos interesa detenemos en un plantea-
miento lógico de la cansa, pero debemos partir de él para centramos

2
°Cf. A. García Calvo, «De Ja génesis del fin y la causa>>, en Lalia, Madrid, 1973,
págs. 91 y sigs.
132 Sintaxis

en la causalidad como sustancia de contenido que forma un macro-


campo semántico, formalizado en unos tipos de estructuras. Para
precisar más adelante los varios matices semánticos de estas propo-
siciones necesitamos fijar qué entendemos por causa y qué tipos de
ella hay.
El acudir a la defmición del Diccionario de la R.A.E. no nos ayu-
da en esta ocasión, ya que define, circularmente, causa como
«motivo o razón para obrar»; motivo: «razón o causa que mueve a
una cosa»; y razón: «motivo o causa>>. Es decir los hace sinónimos.
La definición escolástica de causa («principium per se influens
esse in aliud») y su clasificación en intrínsecas (material y formal),
extrínsecas (eficiente, final y ejemplar) es solamente un punto de
partida. Es causa, pues, todo principio positivo del cual algo real-
mente procede con dependencia en su ser.
Y, puesto que la Gramática tradicional venía distinguiendo, entre
causa lógica y causa real, conviene también, en principio, precisarlas
brevemente: La lógica expresa el fundamento del conocimiento
mientras que la real es causa de la existencia.
Y para ir cerrando el círculo debemos precisar que no es lo mis-
mo causa que razón (expresa el por qué, no exige dualidad entre
agente y efecto ni indica necesariamente procedencia), ni que condi-
ción, como veremos más adelante, ni que ocasión, que no pasa de ser
una circunstancia que facilita una acción, sin ser necesaria.
Pues bien, todos estos conceptos nos eran precisos para interpre-
tar el contenido de estas proposiciones o nexus y para ver las posibi-
lidades de expresión que tienen las diversas causas en el lenguaje.
Porque no se olvide que la causa, sensu lato, afecta a las proposicio-
nes causales, consecutivas, condicionales y concesivas, al menos.
Centrándonos ya en este tipo de nexus, comencemos por la co-
rrespondiente revisión bibliográfica y el planteamiento estrictamente
gramatical. Como hemos apuntado, la Gramática tradicional de la
R.A.E. venía distinguiendo entre coordinadas causales y subordina-
das causales, calcando las fórmulas de la gramática latina. Las prime-
ras expresaban la razón o causa lógica y las segundas la causa real o
Nexus subordinados 133
motivo del efecto que se indica. Realmente no siempre en el lenguaje
están bien marcados los límites entre una y otra.
Asignaba unas conjunciones a las coordinadas y otras distintas a
las subordinadas, manteniendo como nexo común la conjunción por-
que21.
La distinción en latín era más nítida porque cada grupo estaba
marcado por unas conjunciones propias: Nam, enim, etenim, namque,
quippe ... para las coordinadas y quod, quia, quoniam ... , para las su-
bordinadas. Pero en castellano las cosas no están tan claras.
También para R. Seco 22 hay unas coordinadas causales que ex-
presan un lado de causalidad, esto es, una relación de causa a efecto ...
y otras subordinadas sustantivas causales, si bien «Vacilan entre las
de carácter sustantivo y las de carácter adverbial». En nota pertinente
Manuel Seco ha indicado la imprecisión de fronteras entre ambas y el
uso de algunos gramáticos de incluirlas a todas entre las subordinadas
sustantivas. Gili Gaya 23 reajusta los grupos, estableciendo unas cau-
sales sustantivas y otras adverbiales, planteamiento que supera par-
cialmente a los anteriores al reconocer el rasgo de subordinación en
todas ellas.
En el Esbozo para una nueva Gramática de la lengua ... de la
R.A.E. 24 todas las causales han sido incluidas entre las subordinadas
circunstanciales, explicándose en nota larga las razones del cambio
de postura.
M. J. Sánchez Márquez 25 da una serie de razones por las que la
clasificación entre coordinadas causales y subordinadas debe aban-
donarse por poco precisa: los criterios de causa lógica y real están
basados en la lógica, no en la gramática, y por falta de caracteriza-

21 R.A.E., Gramática de la lengua castellana, Madrid, 1917, págs. 351 y sigs.


22
R. Seco, Manual de gramática española, Madrid, 1958, págs. 205 y sigs.
23
S. Gili Gaya, Curso superior de lingüística española, 8.ª ed., 1967 pág, 297.
24
Cf. Esbozo ... (cit.), págs. 549 y sigs.
25
M. J. Sánchez Márquez, Gramática moderna del español. Teoría y norma, 2ª
ed., 1982, Buenos Aires, pág. 233.
134 Sintaxis

ción: en castellano se usan los mismos nexos para todas las causales.
Concluye diciendo que todas las causales son subordinadas.
F. Marcos Marin 26 divide las proposiciones en tres tipos: de causa
necesaria, causales del enunciado, causales de la enunciación. Bartol
Hemández 27 considera que es innecesaria la distinción entre causa
del enunciado y causa necesaria, porque se basa en criterios extralin-
güísticos.
Para L. Santos Río 28 la noción de presuposición desempeña un
papel imprescindible en la descripción de los fenómenos de causali-
dad. Es diferente lo que una locución presupone y lo que asevera,
pregunta o manda. Clasifica las locuciones causales en ocho tipos di-
ferentes pero muy relacionados entre sí. Lo que viene a decir es que
hay proposiciones causales no explicativas y proposiciones causales
explicativas, al igual que hay nexos causales de los mismos tipos.
Hemos ido viendo que la crítica actual considera todas las causa-
les como subordinadas o inordinadas pero no coordinadas. Sin em-
bargo, para López García 29 todas las causales son tipo alter, es decir,
coordinadas, pero sufren interferencias con las de tipo alius o inte-
rordinadas (alius supone dos elementos opuestos; alter representa
varios elementos). López García hace un estudio desde una perspec-
tiva de la gramática conversacional o textual distinguiendo en todo
momento entre causales del enunciado y de la enunciación. Juega con
los factores: presuposición, redundancia, sobreentendido y preferen-
cia y los combina con los tipos alius y alter dando lugar a varias po-
sibilidades oracionales. Las causales pertenecen al tipo alter y alius.

26
F. Marcos Marín, «A propósito de las oraciones causales», Cuadernos de Filo-
logía II, 1, 1979, págs. 163-171.
27
J. A. Bartol Hemández, Las oraciones causales en la Edad Media, Madrid, Pa-
raninfo, 1988.
28
L. Santos Río, «Reflexiones sobre la expresión de la causa en español», Studia
Philologica Sa/manticensia, Salamanca, 1982, págs. 231-277.
29
A. López García, Gramática del español. 1. La oración compuesta, Madrid,
Arco-Libros, 1994.
Nexus subordinados 135

Clasifica las causales en cuatro grupos que tienen mucho en común


con los ocho de Santos Río.
O. Kovacci 30 ha señalado las diferencias que exiten entre causales
del enunciado y causales de la enunciación a propósito de la modali-
dad de la frase desde un punto de vista semántico. En las causales del
enunciado la modalidad de la frase (afirmativa, exclamativa, declara-
tiva, etc.) afecta al conjunto de la expresión compuesta, es decir,
tanto al causante como al causado. En las causales de la enunciación
la modalidad de la frase afecta sólo al causado.
Tras esta rápida revisión de algunas interpretaciones lingüísticas
podemos ya precisar el planteamiento de estas oraciones.
R. Lapesa 31 , en notable artículo, distingue dos grupos de «subor-
dinadas» causales, que difieren en la capacidad (o no) de inversión,
en la posible conversión en secuencia consecutiva de uno de ellos, en
la posibilidad de convertirse en secuencias condicionales, en la dife-
rente adecuación de respuesta sobre la justificación del acto enuncia-
tivo, y sobre la causa eficiente de la acción principal.
Ha propuesto una prueba para reconocer las causales de la enun-
ciación por el comportamiento de la modalidad de la frase: «son
aquellas cuyo causante suministra una respuesta adecuada a la pre-
gunta ¿qué fundamento, motivo o razón hay para afirmar I suponer/
mandar/ desear/ sentir/ interrogar, etc. lo que se dice en el causado?
(por ej.: Ha llovido, porque el suelo está mojado; qué fundamento
hay para afirmar que ha llovido - que el suelo está mojado).
Acepta que los dos grupos están afectados por la subordinación y,
con su planteamiento, ratifica la postura de don Andrés Bello en su
versión última.

30 O. Kovacci, «Cuatro clases de modificadores causales con porque», Estudios


de Gramática espaflola, Buenos Aires, Hachette, 1986, págs. 179-203.
31
R. Lapesa, «Sobre dos tipos de subordinación causal», en Estudios ofi·ecidos a
E. A/arcos Llorach, ID, Universidad de Oviedo, 1978, páginas 173-205.
136 Sintaxis
E. Alarcos 32, recientemente, distingue dos tipos de relación se-
mántica causal: uno, cuando la oración transpuesta se refiere a la can-
sa real de la experiencia evocada por el llamado verbo principal; otro,
cuaudo la oración transpuesta explica meramente el motivo por el
cual se expresa el núcleo del enunciado. Pero afirma que estos dos ti-
pos de causales son diferentes desde un punto de vista semántico,
aunque no en su estructura sintáctica. Alarcos denomina a estas es-
tructuras degradadas adverbiales impropias.
Para finalizar esta revisión bibliográfica, señalamos que hay im-
portantes estudios diacrónicos sobre las causales que sirvieron de ba-
se a los estudios sincrónicos, como el de Kretsclunann 33 y J. F. Gar-
cía Santos entre otros 34 •

Función. - Funcionalmente estas proposiciones no son sino unos


SN4 insertos por transposición en tal sintagma circunstancial.
Entre las que expresan causa podemos distinguir las que se inser-'
tan y funcionan como núcleo del sintagma circunstancial y las que se
insertan a término adyacente del sintagma circunstancial. Serían
ejemplos respectivos:
Me voy, porque nadie me hace caso;
Ya que nadie me hace caso, me iré.

En estas últimas el que funciona como relator 35 ; mas estas pro-


posiciones, por ser adyacentes, han de agruparse aparte, si bien alu-
dimos a ellas por haber arrancado del planteamiento tradicional y por
la coincidencia semántica que existe entre ellas.

32
E. Alarcos Llorach, Gramática de la lengua española, RAE, Colección Nebrija
y Bello, Madrid, Espasa-Calpe, 1994.
33
Kretschmann, Die Kausalsiitze und Kausalkonjunktionen in der altspanischen
Literatursprache, Hamburgo, 1936.
34
J.F. García Santos, «Sobre las causales», Philologica JI, Salamanca, 1989; N.
Mendizábal de la Cruz, Orifjen y evolución de las proposiciones causales en español
medieval, Universidad de Valladolid, 1995.
35
Cf. págs. 317 y sigs.
Nexus subordinados 137
Forma. -En cuanto a la forma de estas oraciones, si el verbo
lleva forma flexiva, hay que distinguir los diferentes:
(por)+ que

¡
a núcleo pues
deSN4 pues que
como
Transpositores deque

que
a adyacente por lo } adverbio {
{
de SN4 de adjetivo que

Este último caso, se contempla al estudiar los nexus adyacentes 36


Indicativo.

Verbo
¡ En forma flexiva
{
Subjuntivo (matices propios ... ; subjetivación;
modalidades).

Infinitivo-con transpositor prepositivo-.


En forma no flexiva Genundio.
{
Participio.

Cuando el verbo va en indicativo nunca aparece el antepretérito.


Tampoco en estas proposiciones encontraremos nunca la forma de
imperativo.
Las fórmulas dado que + Nx, puesto que + Nx, supuesto que + Nx
son unas estructuras absolutas de participio cuyo sintagma sujeto está
desarrollado eu forma de nexus inserto por el transpositor que. El
contenido de causa nace de la estructura de participio, aunque hemos
de reconocer que está parcialmente lexicalizado.
Aspecto semántico. -Dado que nos estamos ocupando de la
forma de expresión de la causa, conviene que fijemos también las
áreas fundamentales del contenido en que se divide. En la expresión

36
Cf. págs 175 y sigs.
138 Sintaxis

de las causales en español aparecen los siguientes matices diversos o


tipos de correlación causal diferentes:
1.° Causa-efecto. Es reversible a formulación consecutiva. Los
dos nexus tienen gran autonomía significativa. Corresponde a la lla-
mada «causa real». Si predomina noción de causa aparece la expre-
sión 'consecutiva': Es tan alto que ...
Si predomina la noción de efecto, la expresión es 'causal': Por
ser tan alto ...
2. 0 Razón o motivo. Induce a actuar (son las más abundantes en
la lengua). Ejemplos:
Huyó porque no tenía armas. Me alegro de que haya venido.
Porque son ius ojos, niña, verdes como el mar, te quejas.

3. 0 Presupuesto. Este matiz participa de los caracteres de con-


dición y ocasión. Ejemplo:
Pues que todos estamos de acuerdo se levanta la sesión ...

4. º Causa no real o falsa causa. Ejemplo:


No lo hice porque me vieran, sino porque...

5.° Causa+ otros matices semánticos. Ejemplos:


No creas que, porque seas el mayor, vas a hacer tu santa volun-
tad. Como hagas eso, te castigarán.

Como se ve, es notable la pluralidad de matices semánticos en las


llamadas «causales». Y por supuesto no olvidemos que el nombre de
«causales» es inadecuado gramaticalmente, pues responde a un crite-
rio semántico y no funcional ni formal.
Como se percibirá en estas proposiciones hay desde causas reales
a razón lógica y aun ocasión entre los matices de causas representa-
das.
Nexus subordinados 139

SN4 ___,;. NEXUS CON SIGNIFICADO DE FIN: «FINALES»

Paralelo planteamiento podemos hacer para las finales, qne ex-


presan la causa final objetiva.
La postura de Gili Gaya y de la Academia anterior al Esbozo fue
Ja de incluirlas entre las complementarias con función de complemen-
to indirecto. Esta opinión no resistía Ja menor prueba y, por supuesto,
menos la de Ja conmutación pronominal átona.
En el Esbozo, previo razonamiento y nota, se ha cambiado de te-
sis y han sido incluidas debidamente entre las circunstanciales.
En efecto, forman un sintagma circunstancial, paralelo al de las
llamadas causales.

Función. -Igualmente tenemos dos posibilidades: que ocupen Ja


función
de núcleo
(con motivo+ de+ que+ Nx)
de adyacente
{ (a fin+ de+ que+ Nx).
(con el propósito de+ que+ Nx.)

En esta última Jo propiamente final es el sintagma prepositivo.


Estas pertenecen, pues, al grupo de adyacentes.
Forma.
para }
aNu a +que
{ por31
Transpositores
¡ a Ay+ (de) que

37
En este uso de por puede percibirse una neutralización de los valores de causa y
finalidad.
140 Sintaxis

Subjuntivo (necesario si implica deseo ... ; no es imperativo).


Verbo Infinitivo (preferentemente, si hay coincidencia de personas en las
{
dos proposiciones).

Aspecto semántico. -Implican objetivo, deseo, dirección o ten-


dencia. O bien:
Causa final: por la que se predetermina al agente a obrar.
Causa extrínseca: motivo de un proceso o acción.
Mas los matices semánticos de estas construcciones son variados.
Veamos esquemáticamente los más destacados:
l. Los que expresan intención y motivo o causa extrínseca. Ej.:
He venido tan temprano para no guardar cola.

En estos casos, como bien ha visto C. Galán 38 , la finalidad es


posterior al enunciado dominante; entre ellas ha de haber una cohe- •
rencia semáotica, y el verbo nuclear de la cláusula dominante ha de
tener un agente /+animado/.

39
2. Una variante es la que expresa «objetivo como utilidad» •

Ejs.:
Este muchaho no sirve para realizar esta tarea.
Dale las cerillas para que encienda el fuego.

3. Deseo:
Asistiré a la reunión para que no piensen que me opongo a las pro-
puestas.

4. Fórmulas lexícalizadas de cortesía:


Para servirle.
38
Galán Rodriguez, C., Las oraciones finales en español. Estudio sincrónico, Cá-
ceres, Universidad de Extremadura, 1992, págs. 28 y sigs.
39
Ibidem.
Nexus subordinados 141

5. Fórmulas desemantizadas, con un matiz de recriminación o


de llamada de atención:
Y para que aprendas, hoy no sales de casa.
Y eso sólo es el principio, para que te hagas una idea.

6. Hay una serie de construcciones en que la finalidad se mez-


cla con otros matices diversos, como:
. Objetivo + condición. Ejemplo:
Para ser torero se necesita mucho valor.

. Objetivo +contraste. Ejemplo:


No te he dado tanfaerte para que te quejes tanto.
¿Quién se ha pensado que es para molestarte así?

. Finalidad+ condición. Ejemplo:


Para decir esas tonterías tiene que estar borracho.

Nada tienen que ver con estas estructuras, de F4 , otros numerosos


usos de la preposición para, si bien, en origen, algunos de ellos pu-
dieron partir de un contenido de finalidad u objetivo (Véase págs.
656 y sigs. ).

CONDICIONALES
Interpretación.-Vamos a ocupamos ahora de las que R. Seco
llamó «oraciones de causalidad»; es decir, de las condicionales y
concesivas. Parece obvio recordar de nuevo que tales denominacio-
nes responden a un criterio semántico no suficientemente perfilado ni
precisado.
Como ya dijimos, la condición es un requisito mediatizador de un
proceso; no produce un efecto, sino que lo hace posible. Y bajo tal
epígrafe caben una serie de contenidos variados, como son hipótesis,
supuestos, ocasión, parcialmente causa, ...
142 Sintaxis

Ferrater Mora 4-0 distingue entre causa y condición en cuanto que


ésta posee un sentido negativo, «aquello sin lo cual algo no sería»,
mientras que «causa lo tiene positivo», es «aquello por lo cual algo es
o sucede».
Ya Gonzalo Correas 41 vio que «esta especie» de las condicionales
no se distingue de «la pasada causal o rrazional, ansí puede aver unas
mesmas conxunciones en una i otra, como ai adverbios que hazen a
las dos partes».
Conviene, no obstante, advertir que un estudio lingüístico debe
ceñirse al mensaje lingüístico; es decir, a las formas de expresión y
de contenido, organizadas e interrelacionadas en una cadena forman-
do unas estructuras. Debe atenderse, sí, al significado de la estructu-
ra, pero, a nuestro entender, no debe ocuparse de la realidad o refe-
rentes del mensaje.
Queremos con ello decir que, con Vairel y Chevalier, Launay y
Molho 42, entre otros, creemos que, para la Lingüística, la relación de
condición se da no entre fenómenos existenciales, sino entre dos ac-
tos de discurso. El mensaje de la prótasis condiciona el de la apódo-
sis. Nos interesará, pues, el modo de concebir, como posible o irreal,
el hecho denotado en el mensaje, pero no la implicación de tales, he-
chos o situaciones o actitudes en la realidad. Atenderemos a la rela-
ción de contenidos entre prótasis y apódosis pero no nos preocupará
la exigencia o no del cumplimiento de una para que exista la otra.

4
°Cf. J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofia, 5ª ed., Buenos Aires, 1965, s/v.
causa.
41
G. Correas, Arte de la lengua española o castellana (ed. de E. Alarcos García),
Madrid, 1954, pág. 354.
42
Cf. H. Vairel, «lTn modele d'analyse linguistique des conditionnelles: latin si di
sunt, si di sint, si di essent», Bulletin de la Societé linguistique de Paris, 76, 1981,
págs. 275-326; J. C. Chevalier, M. Launay, M. Molho, «Del morfema si (hipóteis y
afirmación en español y en francés)», en Philo/ogica Hispaniensia in Honorem M Al-
var, 11, Madrid, Gredos, 1985, págs.129-166.
Nexus subordinados 143

Por ejemplo, en Si se devalúa la peseta, subirá el precio de las


importaciones (ejemplo propuesto por G. Rojo) 43 , no nos interesará,
desde un punto de vista lingüístico, si en realidad subirá el precio de
las importaciones o no. Nos preocuparemos de la forma de expresión,
de la estructura. Y, en cuanto al contenido, de la relación condicio-
nante no necesaria de la prótasis respecto a la apódosis, y de la for-
mulación de la condición como hipótesis.
Propuso Gillermo Rojo 44 interpretar este tipo de oraciones como
bipolares, es decir, ni coordinadas ni subordinadas propiamente. Si-
guiendo la opinión de A. García Berrio 45 , que acomodando particu-
larmente los conceptos de endocentrismo, así como las funciones de
Hjelmslev, había subdividido la subordinación en dos grandes gru-
pos, subordinación por determinación y por interdependencia, da un
paso importante y arriesgado, que afecta al nudo más esencial de la
sintaxis y de las relaciones entre los elementos lingüísticos, formu-
lando tres grandes tipos de las llamadas «Oraciones compuestas»: co-
ordinadas, complejas y bipolares, que responden a las tres grandes
«funciones» de la Gramática, constelación, determinación e interde-
pendencia. Para Rojo, las condicionales, al igual que las concesivas,
causales, consecutivas y adversativas, son oraciones bimembres cu-
yos segmentos -prótasis y apódosis en las condicionales- se exi-
gen mutuamente; es decir, son dos «constantes» relacionadas por in-
terdependencia, que él llama «interordinación».
(Véase arriba, para más detalle, nuestro «Concepto de subordi-
nación>>, págs. 87 y sigs. ).
Las críticas a esta polémica postura son abundantes, y· se han
centrado en la discusión de dos puntos: l. que el criterio de Rojo es
de base semántica, pues condicionante y condicionada son conceptos

43
G. Rojo, Cláusulas y oraciones, Santiago de Compostela, Universidad, 1978,
especialmente págs. 90 y sigs.
44
Loe. cit.
45 A. García Berrio, «Bosquejo para una descripción de la frase compuesta en es-
pañol», Anales de la Universidad de Murcia, XXVIII, 1970, págs. 209-231.
144 Sintaxis

semánticos, y 2. que Ja «condicional» responde perfectamente al con-


cepto de subordinación.
Las dos primeras críticas a Ja tesis de Rojo que vieron la luz fue-
ron Ja de Salvador Gutiérrez Ordóñez y Ja nuestra 46• Gutiérrez Ordó-
ñez demuestra que no se puede equiparar «oraciones bipolares» con
«cláusulas interdependientes», pues Ja relación de éstas es básicamen-
te semántica. Y lo comprueba transportando las cláusulas en cuestión
a un contexto más amplio donde funcionan como elemento subordi-
nado; al conmutar por cero Ja apódosis, se percibe que no existe in-
terdependencia, sino determinación, o sea, pura subordinación entre
los componentes del llamado <<periodo condicional».
Nosotros comprobamos que no es necesario el concepto de inter-
dependencia si se reinterpreta adecuadamente el de subordinación,
como lo hicimos en su momento 47 .
Efectivamente, Rojo opera con un concepto de interdependencia
de carácter semántico, como hemos anticipado. Y, por otra parte,
Hjelmslev nunca defendió que Ja relación sintáctica de interdepen-
dencia no pudiera ser índice de subordinación.
Las constantes interdependientes son complementarias en el sis-
tema y/o en el decurso, pero esto no implica que no puedan tener una
relación de incidencia. Recuérdese, sobre el siguiente esquema, la
concepción hjelrnsleviana de funciones:

FUNCIÓN RELACIÓN CORRELACIÓN


(en proceso) (en sistema)

{ detenninación selección especificación


cohesión
{ interdependencia solidaridad complementariedad
reciprocidad
constelación combinación autonomía

46
Cf. S. Gutiérrez Ordóñez, «A propósito de Cláusulas y oraciones», Archivum,
XXVII-XXVIII, 1977-78, págs. 529-547; y C. Hemández Alonso, «Revisión de la
llamada oración compuesta», RSEL, 10, 1980, págs. 272-305.
47
Cf. más arriba, págs. 87 y sigs.
Nexus subordinados 145

Donde vemos claramente que la interdependencia es una función


tanto de reciprocidad como de cohesión.
Preferentemente, la subordinación se ajusta a la determinación
glosemática, pero no necesariamente. Ya hemos comprobado en otro
lugar 48 cómo en la comparación el segundo tén:lliuo, que es interde-
pendiente respecto a la hipérbole del primero o cuantificador, funcio-
na, uo obstante, como adyacente suyo.
El error de base es, pues, haber ajustado las tres grandes funcio-
nes de Hjelmslev (constelación, determinación e interdependencia) a
la dualidad parataxislhipotaxis. Intentar adaptar y acoplar conceptos
de métodos diferentes suele dar malos resultados. Cotejar, contrastar
y marcar las diferencias nos parece lo adecuado. Cada principio tiene
su razón de ser en su propio método.
Desde otro punto de vista, conviene advertir que en los plantea-
mientos de G. Rojo, como en tantos otros, sólo se opera con la
«condicional» introducida por si, olvidando todas las restantes estruc-
turas condicionantes.
Y aún más, si comnutamos cualquier prótasis condicionante por
un sintagma nominal prepositivo, nadie defendería que éste es inter-
dependiente respecto a su oración.
Ej.: Si logras el triunfo --- haremos el viaje proyectado sería un
ejemplo de prótasis-apódosis interdependientes. Pero no se interpre-
tarian como tales:
Tras el triunfo ---- haremos el viaje proyectado.

Y lógicamente, si la prótasis si logras el triunfo es comnutable


por un sintagma nominal, es porque ambos, comnutado y comnutan-
te, son equifuncionales. En fin, el criterio de «bipolaridad» puede
acomodarse perfectamente a las subordinadas temporales, locativas,
modales... La exigencia mutua de las dos cláusulas, desde un punto
de vista semántico, no es privativa de las condicionales. Con tal cri-

48
Cf. nuestro «La comparación en español», Voz y Letra, IV, 1, Málaga, 1993,
págs. 87-104.
146 Sintaxis

terio habria que dejar fuera de estas estructuras a aquellos nexus que,
significando condición, van introducidos por un transpositor preposi-
tivo (Ej.: Con que aprendas este tema, ya te dejaré salir) y los que se
expresan en infinitivo o en gerundio (Ej.: De haberlo sabido, no ha-
bría actuado asi).
Iguahnente critico respecto a la postura de Rojo se mostró A.
Narbona 49 , insistiendo en que esa «interordinaciórn> es de carácter
lógico-semántica.
Más recientemente, Maria Angeles Alvarez 50 ha insistido en la
función de aditamento de las prótasis condicionantes.
Por contra, ha defendido y acomodado la tesis de Rojo, J. A. de Mo-
lina 51, defendiendo -con escasa convicción- la grarnaticalidad de la
interordinación, y encajando entre las oraciones bipolares las
«Concesivas», «consecutivas», «condicionadas», <<ilativas», «compara-
tivas» y «adversativas», que, en su opinión, son las que forman periodos.
Sernej antes opiniones defiende Juan Antonio Moya 52 que, cote-
jando sintéticamente las posturas encontradas, apoya la tesis de la
grarnaticalidad de la interordinación, al tiempo que propone un esbo-
zo de posible clasificación de las «oraciones compuestas».
Muy recientemente Margarita Porcar" se ha adscrito a la tesis de
Rojo, llevada, a nuestro entender, por el método de trabajo, que busca
la correlación de tiempos y modos en la «oración condicional» a lo
largo de la historia del español.
Función. -Las 'condicionales' funcionan corno SN4 y su inser-
ción puede ser:
49
A. Narbona, «Sobre las oraciones bipolares», Alfinge, I, 1983, págs. 121-139.
so M.ª A. Alvarez, <<Las oraciones subordinadas: esbozo de clasificación>>, Verba,
14, Santiago de Compostela, 1987, págs. 117-148.
51
J. A. MolinaRedondo, «En tomo a la oración compuesta en español», enPhi/o-
logica Hispaniensia in honorem M Alva1; II, Madrid, Gredos, 1985, págs. 513-528.
52
J. A. Moya Corral, «Coordinación e interordinación, dos relaciones conjunti-
vas», Phi/o/ogica, II, Salamanca, 1989, págs. 211- 225.
53
Margarita Parear, La oración condicional. La evolución de los esquemas verba-
les condicionales desde el latín al español actual. Castellón, Universidad Jaime I,
1993; especialmente págs. 23 -33.
Nexus subordinados 147
a Nu (ej.: Si me toca la lotería, me compro ese coche);
a Ay (ej.: Lo haré a condición de que tú me imites).

En el segundo caso lo condicionante es el núcleo del sintagma, a


condición y, por supuesto, la cláusula de que tú me imites ha de en-
globarse entre los nexus adyacentes.

Forma. - Todo enunciado portador de condición, tiene una es-


tructura semántica bimembre, cuyos ténninos reciben los siguientes
nombres:
Condicionante 54 -condicionada
Prótasis -apódosis
Subordinada -principal.

Transpositores. - El transpositor fundamental y prototípico es si,


que evita en español actual los futuros de indicativo, el antepretérito,
el presente de subjuntivo y el perfecto de este mismo modo.
Otros transpositores son como, cuando, siempre y cuando ...
Es dificil establecer límites absolutos entre el contenido temporal
y condicional de cuando y de siempre y cuando. En realidad, la tem-
poralidad previa que enmarca a otro enunciado subsigniente implica
una condición. Y aunque es más frecuente la presencia de estos
transpositores para referirse al futuro, también pueden aparecer en
una condición referida al pasado. Ej.: Cuando él lo hizo así, sus ra-
zones tendría. Bien clara se percibe la presencia de una presuposición
en estas estructuras.
Para los nexus insertos a término adyacente y con valor condicio-
nal se usa siempre el relator que, qne establece una referencia a un
adverbio o a .un nombre que precede: siempre que, con tal que, a +
condición de que, en caso de que ...
Desde el punto de vista funcional no son, pues, locuciones con-
juntivas éstas que acabamos de enunciar, sino sintagmas circunstan-

54
Cf. Lidia Contreras, <<Las oraciones condicionales», en BFUCh, XV, Santiago
de Chile, 1963, pags. 33-109.
148 Sintaxis

ciales con significación condicional, cuyo adyacente está desarrolla-


do en forma de nexus inserto por que.
Verbo. - Frente a la clasificación tradicional, heredada de la
Gramática latina, Gili Gaya formuló el criterio formal, segúu el cual
distinguía condicionales en indicativo y condicionales en subjuntivo,
distinción que se ha plasmado en el Esbozo de la R.A.E.
Evidentemente este planteamiento es mucho más gramatical que
los anteriores. Por tanto distinguimos en las proposiciones con tal
valor condicional las siguientes formas verbales:
CON VERBO EN FORMA FLEXIVA
Prótasis Apódosis
Indicativo: todos los tiempos (menos los imperativo (y presente
futuros y antepretéritos) subjuntivo)
indicativo (menos ante-
pretérito)
Prótasis Apódosis
Subjuntivo: pres. y fut.*: -ral-se -ra
pas.*: plusc. -ral-se -ria

CON VERBO EN FORMA NO FLEXIVA


Infinitivo(+ con, de, a+ negación).
Gerundio.
Participio.

El planteamiento académico formulaba sobre una triada semánti-


ca la distribución temporal y modal siguiente:
Prótasis Apódosis
indicativo
cualquiera menos futuro
Relación necesaria *pres. y fut.: -ra/-se
{ de subjuntivo y pre!. anter.
Relación imposible *pas.: plusc. -ra/-se -ra/-ría y compuestos
amo
amaré
Relación contingente *fut. subjuntivo
{ O. ex~ortativa
amar1a.
Nexus subordinados 149

Se opera con un criterio semántico, no hay límites entre los gru-


pos señalados y tales construcciones han sido formuladas sobre el
modelo de la Gramática de otra lengua, la latina.
Como se puede percibir en los primeros esquemas propuestos, ha
desaparecido prácticamente de esta estructura el futuro de subjuntivo,
que fue bastante común hasta el siglo xvrr, si bien se conserva en re-
franes y frases hechas, en el lenguaje jurídico-administrativo y espo-
rádicamente en algunos textos literarios.
Por otra parte, se ve una equiparación funcional básica de las
formas -ra y -se en esta estructura.
Las diferencias entre una y otra no se deben más que a un grado
mayor o menor de ciertos matices. Así Lunn 55 propone que la forma
-se se prefiere para referirse a hechos increibles o absurdos, o por
cortesía, o por reservas sobre el enunciado.
La utilización de -ra o de -se apenas marca, contra lo que algunos
piensan, un grado mayor de posibilidad respecto a la otra forma. Qui-
zás la forma -ra muestra una mayor subjetividad y cercanía del ha-
blante al enunciado; pero, como decimos, son matices tan escasamen-
te marcados que varían de un contexto a otro.
Lo más prudente es aceptar la alternancia, si bien respetando los
factores subjetivos del emisor en cada caso. En cambio las formas
«compuestas» hubieral-se + participio son totalmente intercambiables.
La construcción Si -ria, -ría, no regular, se escucha en Cantabria,
el País Vasco, en Burgos y Palencia, Rioja, algo de Navarra, en Bue-
nos Aires, en Rosario (Argentina), y no de manera generalizada. Este
caso se va reduciendo y está condicionando sociolingilisticamente: a
menor índice sociocultural, mayor frecuencia; y ciertas generaciones
lo utilizan más que otras.
Las prótasis en gerundio y participio frecuentemente expresan al-
gún otro matiz (temporal, causal, ... ) unido al de condición.

55
P. Lunn, «The Spanish Subjunctive and relevance», en Decesaris y Kirsohmer
(eds.), Procedings of Linguistic Studies in Romance Language, XVII, Amsterdam,
1989.
150 Sintaxis

Aparte de estos esquemas-construcciones, un bnen número de sin-


tagmas nominales pueden expresar la condición preferentemente de una
comunicación coloquial. Ej.: Una palabra tuya, y se desharía el error.
Estudio semántico. -Conviene que precisemos un poco más los
rasgos que se dan en unas y otras formas de condicionales. Aunque
funcionalmente no es pertinente la clasificación en necesarias, imposi-
bles y contingentes, es interesante señalar en qué se basa la diferencia.
Para la Gramática de la R. A. E., en la relación necesaria el
condicionado se da como algo cierto, si se cumple la principal.
En la relación imposible hallamos un hecho que negamos en la
prótasis y la consecuencia es imposible. La relación contingente es la
que marca más intensamente la hipótesis.
De todos modos, cuando la prótasis o/y la apódosis es negativa, en
ciertos contextos se oscurecen los límites entre el 2.º y 3. 0 tipo. Mas no
es demasiado precisa la distribución de estos grupos significativos.
Otros estudiosos 56 prefieren distinguir solamente dos grandes
grupos: uno de reales y otro de irreales, o de necesarios/contin-
gentes, adscribiendo al principio la expresión de un hecho posible o
probable, y dejando para el segundo la expresión de una realización
imposible.
Veiga, así como Rojo y Montero 57 se inclinan por establecer un
grupo de irrealidad frente a los que manifiestan la no irrealidad.
En todo caso, tales distinciones semánticas dificilmente se susten-
tan, ya que es casi imposible establecer los límites, y porque no se co-
rresponden a diferentes estructuras o formas de expresión.
Tal vez se acomoden más a la realidad del contenido condicional
los grupos siguientes, que atienden al significado de la condicionante
más que a su relación con la condicionada:

56
Cf., entre otros, Lidia Contreras (loe. cii.); J. Polo, Las oraciones condicionales
en español, Universidad de Granada, 1970.
57
A. Veiga, Condicionales, concesivas y modo verbal en español, Anejo 34 de
Verba, Santiago de Compostela, Universidad, 1991. G. Rojo y E. Montero Cartelle,
La evolución de los esquemas condicionales (Potenciales e irreales desde el Poeni.a
del Cid hasta 1400), Verba, Universidad de Santiago de Compostela, 1983.
Nexus subordinados 151
1) Condicionante que expresa un presupuesto dado; su rasgo
semántico participa tanto de la condición como del principio justifi-
cativo. Ejemplos:
Si ha hecho eso, sus razones tendrá.
Con tal que no nos moleste, puede quedarse.

2) Condición realizable o posible (varios matices de intensi-


dad). Ejemplo:
Si quieres lograr el premio, debes hacer...

3) Condición permanente hipotética. Ejemplo:


Si me tocase la lotería me compraría ese coche.

4) Condición irrealizable (preferentemente referida al pasado).


Ejemplo:
Si hubieses llegado a tiempo, lo habrían escuchado ...

La relación semántica que hay entre condicionante y condiciona-


da es relación recíproca, y tiene tanta importancia semántica la pró-
tasis como la apódosis. Buena prueba de ello nos da la posibilidad de
interrupción de la frase, con reticencia expresiva, ¡Si me tocase la
lotería!...
Apoyándose en esa igualdad de importancia del contenido entre
condicionante y condicionado, algunos autores han interpretado estas
estructuras como bimembres, según dijimos; es decir, como proposi-
ciones equifuncionales coordinadas y otros como inordinadas bipola-
res.
Vamos a comentar brevemente aquí tres criterios bastante recien-
tes sobre las condicionales en español, que se inclinan a interpretarlas
como nexus coordinados.
152 Sintaxis
El primero será el de María Luisa Rivero 58 , para quien las llama-
das «prótasis y apódosis» (o condicionante y condicionada) son dos
oraciones coordinadas, componentes de un SN, y si, el transpositor,
seria un verbo de los llamados «creadores de universos», todo ello en
la estructura profunda o subyacente. Tesis que ya había propuesto
Sampson 59, en 1974.
Evidentemente la aplicación de la teoría de Lakoff a este tipo de
oraciones es sugerente y llamativa. Para demostrar esta tesis se apoya
en los siguientes argumentos gramaticales:
!.º) Las unidades condicionales cuando aparecen hendidas tras la
conjunción que y verbo ser funcionan como sintagma nominal.
Ejemplos:
Si Juan viene, nos iremos. Si es que Juan viene, nos iremos.

Lo compara con otros tipos de enunciados y lo contrasta con al-


guno temporal que no admite tal funcionamiento.
Con este argumento llega a la conclusión de que la prótasis fun-
ciona como SN y que si ofrece «las propiedades de una forma verbal
con complementación nominal».
2.º) El segundo argumento es el de la pronominalización de la
oración, según el cual si (la condicionalidad) queda excluida en la re-
ferencia del pronombre anafórico lo.
3. 0 ) Tanto los verbos factivos como si, cuando aparecen en la
prótasis de una estructura condicional, reflejan el mismo fenómeno
semántico: la pérdida del valor factivo.
4.º) El cuarto argumento se basa en las interpretaciones irreales,
coincidentes en los verbos «creadores de universos» y en la cláusula
con si.
Asimismo se apoya en la transformación del transporte de la ne-
gación; en el efecto de incluso junto a si, paralelo al de verbos

58
Cf. M.ª L. Rivero, en Estudios de gramática generativa del espafiol, Madrid,
1977, págs. 87-110.
59
Sampson, Foundations ofLangu.age ... , págs. 117-125.
Nexus subordinados 153

«creadores de universos» seguido de esa partícula condicional; en el


funcionamiento de la comparación, que es también semejante entre
estructuras con aquellos verbos y con si; y en la posibilidad de elisión
de si, paralela a la de ciertos verbos.
En la segunda parte del trabajo intenta probar que la prótasis y
apódosis de una oración condicional son dos coordinadas a nivel
subyacente.
Mas, como la propia autora reconoce en repetidas ocasiones, su
planteamiento es semántico, y busca una estructura profunda fija para
estas oraciones. A nadie se le oculta que si aporta un contenido con-
dicionante al nexus que encabeza; como consecuencia lógica, sin él
no aparece el valor condicional entre dos nexus de la estructura es-
tudiada. Y a ese contenido «condicionante» es al que M.ª L. Rivera
llama «valor verbal», por el que lo equipara a los verbos creadores de
universos.
Hablar de si como «verbo» no tiene sentido y supone cambiar el
concepto de tal clase de palabras. En realidad no pretende decir que
tenga todos los caracteres de un verbo sino sólo funcionamiento y
contenido semántico paralelos al de algunos verbos y en determina-
das estructuras.
Resulta llamativo que la autora, que se refiere al contenido de las
oraciones condicionales, se ciña exclusivamente a la estructura enca-
bezada por si. No alude a las «condicionales» encabezadas por pre-
posición+ que (ej.: Con que tú des la orden, se pondrá a terminar el
trabajo), ni a las de infinitivo, gerundio y aun de participio. Y si bien
es verdad que alude a la relación condicional de ciertas yuxtapuestas
y coordinadas, lo cierto es que no argumenta con ellas ni les asigna la
misma estructura que a las encabezadas por si.
En fin, que ni explica el funcionamiento de las condicionales, ni
creemos exclusivos de éstas los rasgos que les asigna y en que apoya
toda su tesis 60•

60 Véase para mayor detalle nuestra «Revisión de la llamada 'oración compues-


ta'»... (cit), págs. 292 y sigs. Una certera crítica de estos postulados de M.ª L. Rivero
154 Sintaxis

Nos parece mucho más útil y certero para explicar los fenómenos
que estarnos estudiando aceptar que hay sintagmas -o cualquier tipo
de unidad funcional- aquí, nexus obligatorios para una determinada
estructura(+ A) y otros opcionales (± B). Y que estos sintagmas pue-
den combinarse ofreciéndonos diversos resultados. Mas el grupo
sintagmático que forman dos sintagmas podrá, a su vez, ser obligato-
rio u opcional para formar unidades superiores. Y así obtendremos
las siguientes combinaciones y estructuras posibles de las relaciones
entre dos unidades funcionales:
!. +(+A ±B) -+AIAB.
2. ±(+A±B)-+ AIAB/0.
3. +(±A±B)-+ AIAB/B.
4. ±(±A±B)-+ AIABJB/0.

(El opcional, combinado con el obligatorio, siempre supone y exige a


este último).
Y estas mismas combinaciones podremos aplicarlas a los nexus.
El caso 1 corresponde a Ja subordinación de un nexus en función de
adyacente de un sintagma[± Det + Nu ±Ay] . Ejemplo: Los alumnos
que trabqjan ...
El caso 2 (siendo+ A el verbo) se cumplirla en los casos en.'que
un nexus funcione como núcleo de sintagma [± Det + Nx ±Ay], o
bien ocupe todo aqnel hueco. Ejemplo: Quien bien te quiere te hará
llorar.
En la coordinación de nexus percibimos generalmente las rela-
ciones de 3, excepto en las adversativas restrictivas, que responden a
l. Las relaciones de 4 no nos interesan, pues sólo aporta 0 respecto a
3, lo que anula la posible existencia de la oración.
Con este planteamiento no se trata de constatar sólo que una uni-
dad exija la presencia de la otra, sino de comprobar las posibles
combinaciones de dos elementos lingüísticos en la cadena (presencia

puede verse en E. Ridruejo, en «Reseña a M. L. R.», Cuadernos de Filología, 11, 2,


1981,págs. 167-178.
Nexus subordinados 155

de uno, presencia de los dos, opcional u obligatoria de uno o presen-


cia del segundo); de fijar qué unidades son indispensables para una
determinada estructura y que todas, obligatorias y opcionales, coope-
ran al contenido conjunto de aquella. Las ventajas de este plantea-
miento son grandes. Y una no despreciable es la de operar al mismo
tiempo paradigmática y sintagmáticarnente, muy atentos al verdadero
funcionamiento de la lengua, y con unidades lingüísticas que poseen
forma de expresión, forma de contenido y función.
A nuestro entender, los nexus «condicionantes» no son un caso
especial, al margen de la subordinación, a pesar de la importancia de
su contenido para el general de la oración. Los introducidos en el
sintagma por una preposición indudablemente funcionan como SN4 •
Y otro tanto cabe decir de los que llevan el verbo en infinitivo y van
introducidos por preposición, o de los que van en gerundio y en par-
ticipio.
Los introducidos por si tienen mayor independencia conceptual,
pero esto no es razón suficiente para asignarles otra estructura dife-
rente. Lo cierto es que van insertos por un transpositor, si, del que no
pueden prescindir, que los verbos de la prótasis y apódosis guardan
ciertas relaciones y que suelen ser conmutables por un sintagma no-
minal (siempre que en la lengua haya un grupo N +adjetivo de equi-
valente significado al de todo el nexus). Ejemplo:
Si lo aceptan ellos, nosotros no diremos lo contrario --+ •con su
aceptación' ... --+ 'en caso de ser aceptado por ellos ... '.

Por ello creemos que se trata, igualmente, de la incrustación de


un nexus en un SN4 por medio de ese transpositor específico, si, que
aporta el contenido condicionante.

CONCESIVAS

Otro caso muy particular y sobre el que hay disparidad de opinio-


nes al interpretarlo como subordinación o coordinación es el de las
concesivas.
156 Sintaxis

Son otro tipo de proposiciones cuyo contenido responde también


a la causalidad. Presentan una objeción, dificultad u obstáculo al
enunciado de la principal, que a pesar de todo se cumple. Expresa,
pues, una contraposición de conceptos, paralelo al de las adversati-
vas, una especie de anticondición, una no mediatización; en ellas
puede verse una ruptura de la lógica relación entre prótasis y apódo-
sis. Viene a ser como «una condición concedida y negada>>.
Seco 61 , por su paralelismo con las condicionales, las clasifica
también en reales (con igual forma que las condicionales reales, pero
aceptando también los futuros) e irreales.
Vallejo 62 añade la «concesiva polémica», que es una variante de
la «real»; expresa una objeción conocida o supuesta como totalmente
ineficaz (ejemplo: Aunque no quieras, tienes que hacerlo). En todo
caso la correlación semántica entre las dos partes es accidental para la
Gramática.
G. Rojo, J.A. de Malina y J. A. Moya 63 las interpretan como ora-
ciones bipolares, de la misma manera que las condicionales. Mas esta
cuestión ya la hemos tratado en el apartado anterior.
Su función y su forma son los datos relevantes para su estudio 64.

Función. -Suelen desempeñar la función de SN4 , si bien algilnos


nexus con semejante contenido funcionan como adyacentes del sin-
tagma. Estos deben incluirse entre los nexus adyacentes, si bien alu-
diremos aquí a ellos.

61
R. Seco (loe. cit.), pág. 226.
62
J. Vallejo, «Notas sobre la expresión concesiva», en RFE, 1922, págs. 40-51.
63
G. Rojo, Cláusulas y oraciones (cit), p. 58; J. A. de Molina, «En tomo a la
oración compuesta en español» (cit), pág. 521; J. A. Moya Corral, «Coordinación e
interordinación, dos relaciones conjuntivas», 'Philologica, Il, Salamanca 1989, págs.
216 y sigs.
64
Véase J. L. Rivarola, «Las construcciones concesivas y restrictivas en español
(Hipotaxis y Parataxis)», en'Actas del VII Congreso Internacional, de Hispanistas,
Roma, 1982, págs. 865 y sigs.; y Las conjunciones concesivas en Español Medieval y
Clásico, Tübingen, 1976.
Nexus subordinados 157

Es sabido que hasta el siglo xvn en nuestra lengua había propo-


siciones con valor concesivo encabezadas sólo por el transpositor
que. Ejemplo:
Que los descabe9emos, nada non ganaremos.

Forma. -El transpositor más frecuente es aunque, nacido por


amalgama fonética y gráfica de dos elementos funcionales, un núcleo
aun (adverbio concesivo enfático e intensificador) y un rela-
tor-transpositor que.
La génesis de esta función y de este tipo de proposiciones pode-
mos encontrarla en:
Aun .......... .. rico, no sabe disfrutar de sus riquezas.
Aun (que es) » }} » )) )) » ))

Aun siendo ... }} » » )) » » ))

Se trata 6', pues, propiamente de un nexus adyacente, que es, in-


serto como explicativo en un sintagma de contenido concesivo. Son
dos los elementos funcionales que hay en aunque y no una sola fun-
ción; si bien debe reconocerse en ello un avanzado proceso de gra-
maticalización.
Otros transpositores a núcleo de sintagma circunstancial con va-
lor concesivo son: aun cuando, si, y si bien (ejemplo: Si bien canta el
abad, no le vá en zaga el monaguillo).
También son relatores que insertan a término adyacente de un
sintagma con significación concesiva los que de los sintagmas a pe-
sar de que, mal que, por (adjetivo o adverbio) que ...
El verbo en estas proposiciones puede aparecer en forma flexiva
o en forma no flexiva. En la primera podemos encontrar indicativo o
subjuntivo; éste aparecerá cuando se expresen matices y modalidades
propias de tal modo: deseo, ruego, duda ...

65
Cf. B. Portier, en Lingüística moderna y filología hispánica, Madrid, 1970,
págs. 186-193.
158 Sintaxis

El verbo en forma no flexiva puede aparecer en infinitivo prece-


dido de con, en gerundio precedido de aun, o en participio precedido
de aun y si bien 66 •

66
A todo lo citado en los capítulos IV y V, añádase: Ruth Brend, A Tagmemip
Analysis of Mexican Spanish Clauses, La Haya, 1968; V. Br0ndal, «Le probléme de
l'hipotaxis... », en Essais de Linguistique générale, París, 1943; G. Carrillo Herrera,
«Estudios de sintaxis: Las oraciones subordinadas», en BFUCh, XV, 1963, págs. 165
y sigs.; L. Contreras, <<Las oraciones condicionales», en BFUCh, XV, Santiago
(Chile), 1963, págs. 63-109; y «Los complementos», enBFUCh, XV, páginas 33-109;
S. Femández Ramírez, «Como si+ subjuntivo», en RFE, XXIV, Madrid, 1937, págs.
372; G. Gaínza, <<Notas a la clasificación de las proposiciones de A. Bello», en Estu~
dios filológicos, Concepción (Chile), 1965, págs. 131 y sigs.; C. Henández Alonso,
Sintaxis española, Valladolid, 1982, 5.ª ed.; J. M. Lope Blanch, <<La estructura de la
cláusula en dos obras medievales», en Actas VII Congreso Internacional de Hispanis-
tas, Roma, 1982, págs. 699 y sigs.; J. Mondéjar, «La expresión de condicionalidad en
español», en RFE, XLIX, Madrid, 1965, págs. 299 y sigs.; V. Pérez Soler,
«Construcciones con verbos de duda en español», en Hispania, XLIX, 1966, págs.
287 y sigs.; E. Ridruejo, «Como + subjuntivo con sentido causal», Logos sem,ánti-
kos ... in honorem Eugenio Coseriu, IV, Madrid, 1981, págs. 315 y sigs.; A. R:Ynell,
Parataxis and hipotaxis as a criterion ofSyntax and Style, Lund, 1952; M. Sandmann,
«Subordination and coordination», en Archivum Linguisticum, II, 1950, págs. 24 y
sigs.; L. Spitzer, <<Las expresiones temporales a lo que, a la que, etc., en España y
América», RFH, 194 7, págs. 394 y sigs.; R. Verdonck, <<La construcción enfática con
ser y los relativos», Romanica Gandensia, XX, 1983, págs. 95 y sigs.; A. Narbona,
«Finales y finalidad>>, Philologica Hispaniensia in Honorem M. Alvar, Madrid, Gre-
dos, 1983, págs. 529-540.
CAPÍTULO VI

LA ADYACENCIA

NATURALEZA Y CONTENIDO

En todos los niveles lingüísticos, pero fundamentalmente en el


del sintagma opera esta relación sintáctica que llamamos adyacencia.
Entendemos que es adyacente aquel elemento funcional que incide
sobre otro formaodo con él uoidad de raogo superior, y que aporta
uoa función semántica especificativa de delimitación, concreción ...
Indudablemente, no hay uo adyacente sin un núcleo sobre el que
incide. Entendemos por incidencia la relación de un elemento respec-
to a otro, en tomo al cual gira, sin el que no puede aparecer, al que
modifica y con el que forma unidad semántica conjuota y bloque
funcional; aun en ocasiones se uoen morfosintácticamente a través de
algún tipo de concordancia.
Es, pues, uo fenómeno estrictamente sintáctico con la correspon-
diente repercusión semántica.
No es que existao clases de palabras adyacentes por naturaleza,
sino que, en principio, cualquier fuotivo -monorrémico o formado
por uo grupo de palabras- puede ocupar esa fuoción. No creemos,
por tanto, en una categoría de adyacentes como propugnabao las
gramáticas categoriales. Hay en la adyacencia un elemento soporte y
otro aporte o incidente, utilizaodo los términos de Guillaume.
160 Sintaxis

La unidad adyacente es siempre opcional (±) no obligatoria en la


estructura de que forma parte, y generalmente va relacionada con su
núcleo por determinación. Sin embargo, como veremos, hay algunos
adyacentes en interdependencia con su núcleo.
El incidente o adyacente no tiene referente externo propio, sino
que su contenido se adscribe al del núcleo modificado, que sí lo tiene.
Por ejemplo, bueno, alto, hermoso ... no son más que valoraciones
graduables y atribuidas a algo o alguien; de madera, cajero metálico,
que trabaja, ... no tienen referente externo. No existe alto, ni bueno,
ui hermoso por sí, ni de madera, metálico o que trabaja por sí. Su
significado se adscribe, pertenece y completa el significado del sin-
tagma que forman.
Desde un punto de vista semántico, tales adyacentes aportan unos
sernas al contenido del sintagma. Con ello queremos decir que el
significado de hombre honrado, por ejemplo, es conjunto y no la su-
ma de los sernas de hombre más los de honrado. Por contra, lo que
interpretamos es que algunos sernas, genéricos normalmente, de ese
significado, adquieren un lexema formal externo, que funciona como
un satélite en su órbita; pero tanto sintáctica como semánticamente.
Esto implica que cualquier análisis semántico de índole compo-
nencial, o de cualquiera otra, debe arrancar como mínimo de la mí-
nima unidad de función, que es el sintagma. Si existiera una sola pa-
labra para designar todo el contenido del sintagma (del tipo
chica/to ... , como existe Grijota a partir de ecclessia alta) no habría
adyacencia y los sernas correspondientes al virtual adyacente perte-
necerían claramente al monorrema. Insistimos con ello en que para
analizar semánticamente, por ejemplo, chico alto debe partirse de ese
grupo y que los sernas de alto pertenecen y están adscritos al núcleo
del sintagma. Unos serán de contenido axiológico, otros clasificador,
deíctico, cuantificador, etc. ·
La existencia de los adyacentes, como puede deducirse, presta
una extraordinaria economía a la lengua.
Con lo que venimos exponiendo, se entiende que la adyacencia es
un procedimiento básico en una lengua flexiva; es precisamente un
La adyacencia 161

procedimiento de flexión sintáctica. El hablante, para emitir el con-


tenido de un sintagma, expresa un eje semántico, correspondiente al
núcleo sintáctico; y añade un rema, incidente sintáctica y semántica-
mente, que delimita, modifica, adorna, desarrolla, completa, en frn, el
contenido deseado. Pero lógicamente, un adyacente, de gran exten-
sión semántica y contenido genérico en muchas ocasiones, es adscri-
bible a un gran número de sustantivos, teniendo en consideración las
reglas de compatibilidad semántica. Ese sistema combinatorio múl-
tiple de un núcleo /+AJ con n adyacentes y de un adyacente /+b/ con
N núcleos, aporta una extraordinaria riqueza y ductilidad a la lengua.
La capacidad de calificar, valorar, concretar, precisar, explicar,
connotar, etc., dentro de un sintagma se realiza fundamentalmente a
través del procedimiento de la adyacencia. Pensemos, por ejemplo
que el contenido de un sintagma tan elemental corno un hombre muy
alto, si no fuese por las adyacencias, tendríamos que formularlo en
una serie de expresiones lentas semejantes a:
. hombre
. uno
. ese hombre posee una estatura superior a la ·normal
. la altura de ese hombre es extraordinaria
De la conjunción de un núcleo de sintagma con un contenido ge-
nérico, corno puede ser hombre y otro también del mismo tipo de
contenido, alto, por ejemplo, nace una operación semántica delirni-
tativa, restrictiva de una palabra, cuando la adyacencia es de carácter
especificativo.
El adyacente es, consecuentemente, un formante semántico, ade-
más de sintáctico, del sintagma al que pertenece; un instrumento de
concreción o d.e explicación.
Anticipemos que el término «adyacente» frecuentemente va pos-
puesto al elemento que modifica.
Creernos importante precisar un poco las variantes de la función
semántica de adyacencia, lo que dará claridad al planteamiento sin-
táctico, pues no debe olvidarse que con gran frecuencia la función

GRAMÁTICA flJNCIONAL.- 6
162 Sintaxis

sintáctica se basa y apoya en la función semántica - no del conteni-


do- de dicho elemento.
Para este punto seguiremos de cerca los planteamientos de Cose-
riu, que nos parecen los más adecuados y completos a este respecto,
expuestos en «Determinación y entorno» 1• Distingue este autor en la
determinación las siguientes operaciones distintas: a) actualización;
b) discriminación; c) delimitación y d) identificación.
Con la actualización, operación determinativa fundamental se
orienta un signo hacia el ámbito de los objetos, a los cuales actualiza.
Tiene como resultados el transformar un elemento virtual en actual y
asegurar las referencias a lo actual sin ninguna clase de equívocos.
Tal es, por ejemplo, la función que desempeña el artículo en nuestra
lengua.
La segunda operación, la discriminación, que implica a la ante-
rior, puede presentarse como cuantificación o como especificación,
ya individualizadora (casos de el mismo, más ... ), ya particularizante
o indefinida (como vemos en un, algún ... ), o también como una mera
marca situacional, tal como la vemos en los posesivos y en los deícti-
cos. Algunos ejemplos nos ayudarán a comprender estas diferencias:
En Busco un amigo predomina el rasgo particularizante indefmido;
mientras que en Busco a un amigo destaca la individualización por
parte del hablante; y en Busco al amigo percibimos la particulariza-
ción tanto para el hablante como para el oyente. Si bien en ninguno
de los tres casos debe olvidarse el rasgo genérico del complemento de
este ejemplo 2.

1
E. Coseriu, <-<Determinación y entorno», en Teoría del lenguaje y lingüística ge-
neral, Madrid, 1961, págs. 282 y sigs.
2
Véase, entre otros, R. Lapesa, «El sustantivo sin actualizador en español», en
Estudios filológicos y lingüísticos (Homenaje a A. Rosenblat), Caracas, 1974, págs.
289-305; A. G. Hatcher, «The use of a as designation of the personal accusative in
Spanish», en Modern Language Notes, LVII, 1942, págs. 421 y sigs.; G. Vega, <<El
objeto directo con a en el Poema de Mio Cid», en Castilla, 1, Valladolid, 1980, págs.
135-152.
La adyacencia 163
La operación de delimitación, según Coseriu, circunscribe la de-
nominación, limita la denotación. Puede realizarse como mera expli-
cación, mediante la cual se asigna a un elemento algún rasgo que le
es inherente (ej.: El ancho mar); como especialización, que limita la
extensión de un signo (ej.: La España visigótica); o como especifi-
cación. Esta puede usarse para subclasificar unos nombres de conte-
nido genérico o virtual (ej.: Hombre blanco), o para identificar un
elemento (ej.: Hoja de papel).
El cuarto procedimiento determinativo que entiende Coseriu es el
de la identificación, por medio del cual se orienta al oyente hacia un
valor semántico dado. Ejemplos:
Castellón de la Plana, Fernando el Católico, Alfonso el Sabio ...

En todo caso, podemos percibir claramente que todas estas


subfunciones semánticas son propias de los adyacentes, pero que hay
diferencias acusadas entre los primeros y los últimos grupos. Los
elementos que pertenecen a aquellos suelen ser deícticos, cuantifica-
dores .. ., y aun deícticos gramaticalizados, como el articulo; vienen a
coincidir con lo que muchas gramáticas llaman «presentadores», que
suelen ir antepuestos al núcleo del sintagma. Los delimitadores e
identificadores englobarian a los tradicionales «modificadores» y en
general a todos los adyacentes que comportan un sólido contenido.
Antes de pasar al punto siguiente queremos advertir que la adya-
cencia se da tanto en el sintagma nominal como en el verbal, que tan
adyacente es la función de SN,, el objeto directo respecto a su verbo,
como la de adjetivo modificador de un sustantivo en el sintagma
nominal. Uno y otro tienen la misma función semántica: delimitar,
concretar, especificar el contenido de sus núcleos. Mas por comodi-
dad y tradición y por nitidez de planteamiento, aqui nos referiremos
ahora al adyacente del sintagma nominal.
La estructura de ést¡c" como la de cualquier otra unidad de la len-
gua consta de un núcleo y de un elemento marginal, o adyacente,
opcional y pluralizable: /+ Nu ± Ay/; si bien podríamos distinguir,
164 Sintaxis

con otros muchos, tres elementos componentes /Presentadores o de-


terminantes -Núcleos- Adyacentes/. Pero en puridad los deterini-
nantes son adyacentes particulares, que suelen preceder al núcleo,
que no comportan contenido lexemático simbólico, o sea que sus le-
xemas no responden a la función referencial como la de los demás
elementos, y que no admiten ser conmutados por un nexus.
Entre estos determinantes suelen distinguirse dos grandes grupos:
los actualizadores (artículo, demostrativos, posesivos), y los cuantifi-
cadores (numerales e indefinidos).
Su incidencia sobre el núcleo del sintagma y el que sólo puedan
aparecer en función de ese núcleo, nos dice bien claramente que su
función sintáctica es la de adyacente, si bien nos parece que adquie-
ren una subfunción semántica propia, la actualización, discriminación
o señalización ...

CLASES DE ADYACENTES

Los adyacentes pueden clasificarse atendiendo a la forma en que


aparecen, a las clases de palabras o funtivos que los ocupan, a sµ po-
sición respecto al núcleo y al término al que modifican.
a) Atendiendo a su forma, podemos distinguir adyacentes direc-
tos, que no van encabezados por ningún elemento de relación
(preposiciones, conjunciones), y otros indirectos, que van precedidos
de alguno de esos elementos. Ejemplos del primer tipo serían:
La casa blanca, Un hombre rana ... ;

y del segundo:
La ciudad de París, El asna de Sancho, Pobre del que lo estro-
pee...

b) Atendiendo a los funtivos que ocupen este hueco fancional


podemos distinguir adyacencia nominal (ej.: Arroz con leche, Casa
La adyacencia 165

de madera, Río Duero, Rey Felipe ... ), adjetiva (ejs.: Hombre alto, Un
problema extraño e insoluble... ), y adverbial (ej.: Enteramente feliz).
Adviértase que no es imprescindible la presencia de un nombre y
adjetivo respectivamente en los dos primeros grupos, sino que en
ellos incluimos cualquier elemento perteneciente a esa clase de pala-
bras o sea conmutable en ese mismo lugar por ellas. Así las tradicio-
nales proposiciones de relativo son adyacentes de carácter adjetivo,
pues son conmutables por un adjetivo, existente o no en el léxico de
la lengua. Ejemplos:
Los alumnos que trabajan (~trabajadores) triunfan.
El muchacho de quien te hablé (~ mencionado) ha sufrido un
accidente...

De igual manera es adyacente nominal la proposición de que sus


hijos triunfen, por ejemplo, en
Todos los padres tienen deseos de que sus hijos triunfen
(~ ... del triunfo de sus hijos).

c) Un caso especial de este tipo de adyacencia son las aposicio-


nes, tanto especificativas como explicativas. Ejemplos:
El rey sol; La calle Santiago; Madrid, capital de España.

Así pnes, la expansión o desarrollo del sintagma adyacente en


una estructura de nexus no impide respetar la anterior clasificación
establecida, pues se trata de funtivos que cubren un hueco funcional,
o de cualquier otro elemento que por recursividad pueda ocuparlo,
pueda conmutarse con ellos.
d) Según la función semántica del adyacente, podemos distin-
guir, con Coseriu, los delimitadores y los adyacentes de identifica-
ción. Dentro del grupo primero unos serían explicativos, otros espe-
cificativos delimitativos. Los primeros tienen la misrua extensión
significativa que su núcleo, mientras que los otros restringen, cierran,
concretan o recortan. En, por ejemplo, los hombres sabios, es obvio
166 Sintaxis

que el adjetivo delimita, restringe la extensión del contenido de hom-


bres.
Los de identificación indican un rasgo distintivo para discernir al
referente del núcleo modificado de cualquier otro posible. Son, pues,
diacríticos y delimitativos.
e) Por su posición, los adyacentes no pueden ser más que ante-
puestos al núcleo que modifican o pospuestos a él.
f) Más interesante es la clasificación que atiende a la clase de
palabras que ocupa el núcleo del sintagma. Según este criterio distin-
guimos adyacencia adnominal, modificadora de un nombre (ejs.: Ca-
sa alta, Los alumnos que viven lejos ... ); adadjetiva, que incide sobre
un adjetivo (ejs.: Muy alto, Estrecho de pecho ... ) y adadverbial (ej.:
Muy bien).
No importa el grado o puesto de la adyacencia para los grupos
que establecemos 3; es decir, que aunque el núcleo de una adyacencia
puede ser a su vez adyacente de otro elemento, no nos preocupa, y no
vemos necesidad de hablar de «adadjetiva», por ejemplo.
Un caso particular de adyacencia es el de los infinitivos modifi-
cadores de un núcleo de objeto directo o implemento 4. En expresio-
nes como:
Te vi venir
Le veíamos avanzar lentamente
percibimos un implemento, te, le, sobre los qne inciden las construc-
ciones de infinitivo, que funcionan como adyacentes de aquél.
No nos detenemos en estas construcciones, pues nuestro objetivo
es meramente enunciarlas y adscribirlas a este tipo de función adya-
cente (Véase en págs. 106 y sigs.).
Hay, asimismo, adyacentes indirectos atributos de SN1, SN2 y SN,,
del tipo Llamar tonto al muchacho, etc.; pero de éstos nos ocupare-
mos en otro lugar.

3
Véase, en este aspecto,· A. Rabanales, «Las funciones gramaticales», en BFUCh,
XVIII, 1966, págs 235-276.
4
Cf. E. Alarcos Llorach, Estudios (cit), págs. 172 y sigs.
La adyacencia 167

Con todas estas perspectivas creemos haber abordado desde todos


los ángulos pertinentes el fenómeno de la adyacencia, pues hemos
atendido a su función semántica, a su forma, a las clases de palabra
que cubren tal función, a su posición y al término o núcleo al que
modifica y sobre el cual incide; que son todas las perspectivas gra-
maticales de este nivel. Así podemos calificar una adyacencia, por
ejemplo, como «nominal adnominal, indirecta prepositiva, y pospues-
ta>> a la que vemos en Tengo deseos de que triunfes, desarrollada en
estructura de nexus: o como «adnominal, adjetiva, pospuesta y direc-
ta» la de Muchacho inteligente, etc.

NEXUS ADYACENTES

Pues bien, atendiendo a los planteamientos precedentes de la ad-


yacencia podemos entrar a estudiar los nexus (SN-SV) que ocupan tal
función. Se trata del desarrollo o expansión de ese hueco funcional,
el adyacente de un sintagma nominal, en estructura de nexus; y si los
enfocamos con un método inductivo, estaremos ante la inserción o
incrustación de un nexus en dicho hueco funcional del sintagma.
Es claro que la clasificación establecida afecta a estos nexus de la
misma manera gue a cualquier otro elemento, y que la función esta es
independiente de la que desempeñe todo el grupo sintagmático al que
pertenece dentro del nexus (SN,, SN3, ••• ).
Conviene que anticipemos que en este amplio grupo incluiremos
muchas más proposiciones que las tradicionales de relativo, y que se-
rá el apartado de nexus más incrementado con todo este planteamien-
to funcional.
Para ordenarlos los agruparemos atendiendo al criterio de las cla-
ses de palabras con las que pueden conmutarse. Así distinguiremos
los nexus adyacentes de carácter nominal, los adjetivos, y los rarísi-
mos de tipo adverbial. Completaremos este criterio con el e) de los
citados más arriba, por el que distinguiremos los adyacentes de un
nombre, los de un adjetivo y los que inciden sobre un adverbio.
168 Sintaxis

NEXUS ADYACENTES N01v!INALES

Son proposiciones conmutables por otro sintagma nominal adyacente.


a) Las más frecuentes son las _determinantes de un sustantivo al
que delimitan y precisan. Van unidas por medio de un transpositor
que, casi siempre precedido de otro prepositivo. Coinciden con las
que tradicionalmente se llamaban de complemento adnominal de-
terminativo.
Ejemplo:
Todos los padres tienen deseos de que sus hijos triunfen.

El diagrama de esta oración será:


o
1
Nx
~SV
SN,
~ 1
Ay Nu GV
1 ~~
Det Ar N V SN,
'
' ~
~
Nu
1
La adyacencia 169

b) Un segundo grupo, muy escaso, sería el de las proposiciones


con función de aposición, es decir, adyacentes directos de carácter
nominal que modifican a otro nombre. Como se podrá ver, están muy
próximas a las adyacentes adjetivas explicativas. Ejemplo:
Este hecho, el que tú hayas aceptado el puesto, es muy importan-
te.

c) Hay también una serie de nexus que modifican o delimitan a


un adjetivo, ya adyacente, ya en función de atributo. También llevan
transpositor que precedido de una preposición. Ejemplos:
Estábamos dispuestos a que nos trasladasen a otro lugar. No es-
toy acostumbrado a que me traten así.

d) Cabrían aquí las poquísimas proposiciones adyacentes de un


núcleo interjectivo. Ejemplo:
¡Ay de quien ofende al prójimo de esa manera!

NEXUS ADYACENTES DE CARÁCTER ADJETIVO

Estos adyacentes de caracter adjetivo son generalmente adnomi-


nales, modificadores de un nombre.
Corresponden a las tradicionalmente llamadas adjetivas o subor-
dinadas de relativo. Son conmutables por un adjetivo adyacente, van
pospuestas al núcleo y se unen a él por medio de un relator; el cual,
además de insertar el nexus, desempeña alguna función dentro de él,
es bifuncional.. Por ello, cuando el relator funciona como SN4 , dentro
de su propio nexus, por ejemplo, deberá llevar las correspondientes
preposiciones o bien ser sustituido por el adverbio que contenga el
valor aportado por la preposición. Ejemplo:
Es por eso por lo que te insisto.
170 Sintaxis

Siempre ha de evitarse el difundido y malsonante galicismo del que


en este tipo de frases, en oraciones corno Fue entonces que se fugó.
El principal elemento de unión, no el único pues, es el pronombre
relativo~ al que pueden sumarse artículo y preposiciones, según las
funciones desempeñadas; y entre ellos el más frecuente e importante
es el que'.
Podernos distinguir, con una larga tradición, dos clases de adya-
centes adjetivas, las determinativas (también llamadas especificati-
vas) y las explicativas; clasificación que obedece a las dos funciones
semánticas del adjetivo en las frase:
A) La proposición determinativa concreta, precisa y determina
el significado del término antecedente y, cuando éste va en plural, la
proposición adjetiva restringe y cierra cuantitativamente el contenido
de aquél.
Es una adyacencia necesaria para limitar y comprender el antece-
dente; gráficamente no lleva comas de separación entre antecedente y
relativo; fonéticamente no suele expresarse con pausa o, a lo sumo,
con una muy breve, lo que nos indica la gran unión existente entre
antecedente sustantivo y el término adjunto. Si en algún caso se
amplía el tiempo de la pausa para dar énfasis al enunciado, la propo-
sición se aproxima al valor explicativo, del que vamos a hablar in-
mediatamente. En la frase:
El niño /que estuvo anoche en casal ha sufrido un accidente

la proposición interpuesta es necesaria para precisar el núcleo del


sujeto, el niño. Y en la oración:
Los alumnos !que hagan este trabajo/ obtendrán una buena nota

la proposición del relativo ciñe y limita la significación del antece-


dente. La presencia de subjuntivo en el verbo añade un matiz, causal
en este ejemplo, a la proposición.
5 Cf. nuestro «El que español», en RFE, 1967, págs. 257-271 y B. Lavandera, «La

forma QUE en español y su contribución al mensaje», RFE, LIV, 1971, págs. 13-36.
La adyacencia 171

B) Las adyacentes adjetivas explicativas no son necesarias para


comprender el contenido de la oración; simplemente amplifican,
explican el significado del antecedente y no es extraño qne conlleven
un matiz circunstancial (con frecuencia causal). Gráficamente van
separadas por comas, y en la expresión oral les corresponden sendas
pausas.
Cuando el antecedente está en plural, el relativo lo abarca en su
totalidad. Estas proposiciones, por estar bastante desligadas del ante-
cedente y aun separadas fónicamente de él, tienen una considerable
independencia semántica. Ya lo acusó Bello cuando les dio el nom-
bre de incidentes. Ejemplo:
La cara, que es el espejo del alma, no podrá engañarnos tampo-
co esta vez.

Anotaremos aquí, también, un tipo de proposiciones explicativas,


cuyo antecedente es toda una oración, y en consecuencia, tiene carác-
ter neutro. Ejemplo:
A mí no me dieron a escoger, que no es pequeña disculpa.

El que es el relator más frecuente de estos nexus; en las determi-


nativas no suele llevar articulo antepuesto.
En algunas oraciones con que vemos un artículo interpuesto entre
preposición y relator, como en Ignoro de lo que habláis, en la que el
artículo lo -en su origen pronombre antecedente del relativo (=
aquello de que... ) - debiera preceder a la preposición de. Pero la
gramaticalización de lo y la atracción del relativo han producido esta
prolepsis, o anticipación de un elemento.
Los relatores quien y cual sólo introducen nexus explicativos, y
cuyo siempre funciona como adjetivo-adyacente, por lo que debe
acompañar a un núcleo nominal. Ejemplo:
Aquellos viajeros cuyos pasaportes han sido ya revisados pasen a
recogerlos.
172 Sintaxis

El matiz posesivo que conserva cuyo ha provocado el uso vulgar,


muy generalizado, del tipo: Aquellos viajeros que sus pasaportes han
sido revisados ...

NEXUS ADYACENTE DE UN ADVERBIO

Desde otro punto de vista podernos encontrar unos nexus adya-


centes de un nombre, de un adjetivo y de un adverbio. Estos últimos
merecen una especial atención.
Es muy frecuente que el adyacente de un adverbio, generalmente
núcleo de un sintagma circunstancial SN4, sea otro adverbio (ej.: Muy
bien). Pero también existe en nuestra lengua la posibilidad de que un
adverbio esté delimitado y modificado por un nexus. De éstos vamos
a ocuparnos seguidamente. El adverbio nuclear modificado podrá te-
ner un contenido de tiempo,. de lugar, modo, causa, fin, etc., pero esto
no es funcionalmente pertinente. Ejemplo:
Siempre que llama, repite lo mismo.

Conviene advertir que la tradición había formado unidades :léxi-


cas («locuciones conjuntivas» corno luego que, así que, antes que, ya
que ... ) y les había asignado la función de unión de las proposiciones
que encabezaban. Mas desde un punto de vista lingüístico, y estric-
tamente funcional, esto es improcedente, pues tales grupos constan de
dos unidades funcionales: por un lado el adverbio, núcleo del sintag-
ma, y por otro el nexus introducido por que.
Advirtamos que no todos los adverbios admiten esta delimitación
por medio de un nexus, y así, por ejemplo, nunca encontraremos un
sí, no, quizás ... , ni a casi ningún adverbio en -mente modificados por
un nexus precedido de que, u otro transpositor.
l. Aquí caben los nexus adyacentes de un adverbio que signifi-
que lugar y funcione corno núcleo de su sintagma SN4 • Ejemplo:
La adyacencia 173
Lo dejamos justamente allí DONDE LO ENCONTRAMOS.

Se ve claro que el segundo nexus, donde lo encontramos, es ad-


yacente de allí, y que se inserta por medio del relator donde.
Paralelo a este caso es el del nexus adnominal cuyo antecedente
significa lugar. Ejemplo:
No volveré al lugar DONDE SUFRIMOS EL ACCIDENTE

2. Muy semejantes a éstos son los nexus adyacentes de un ad-


verbio que signifique tiempo, núcleo de SN4 •
Nos tiene acostumbrados la Gramática tradicional a interpretar
como locuciones o frases conjuntivas grupos como antes que, des-
pués que, luego que, así que, siempre que, en tanto que, tan pronto
como ...
Ciertamente estos grupos no suelen aceptar elementos interpues-
tos, que separen los dos constituyentes, cuando preceden a un nexus
con significación temporal; pero esto no es criterio suficiente para
interpretar el grupo como unifuncional 6 .
En oraciones como Antes que te cases, mira bien lo que haces
hay un SN4 léxicamente indicador de tiempo -anterioridad, antes-
y un relator, que, con una peculiar nota comparativa. En el fondo no
es sino una comparación de base temporal («más pronto que»;
<<prius ... quam ...»); el nexus, pues, es adyacente conectado por un
relator a un núcleo de SN4 , que expresa y significa «tiempo».
Es más, en estos casos, no debemos hablar de nexus ni cláusulas
temporales, si seguimos el criterio estrictamente funcional, pues no
son esas cláusulas con relator las que indican el tiempo, sino un
simple desarrollo en forma de nexus de un adyacente del núcleo del
SN.
De igual manera han de interpretarse los grupos después que, lue-
go que, siempre que, en tanto que ...

6
Cf., por ejemplo, E. Alarcos Llorach, Estudios ... (cit.), págs. 203 y sigs.
174 Sintaxis

Hemos de admitir que la constante presencia de los dos constitu-


yentes juntos es un indicio de lexicalización, y aun en algún grupo
(así que) ha sufrido una parcial grarnaticalización, pero en ningún ca-
so son interpretables como una sola unidad de función.
Otros grupos con relator que tienen un antecedente nominal
(ejemplo: una vez que) y uno de ellos presenta una clara forma com-
parativa con relator como (tan pronto como) y un intensificador léxi-
co adyacente al núcleo del SN4, pronto, que es correlato y anteceden-
te del como.
Particular es el caso del transpositor mientras, originariamente
nacido a partir de una conjunción, dum, y un adverbio interim, a los
que se sumaron varias interferencias. Según la Real Academia, hoy
es muy escaso el uso de mientras seguido del relator que; efectiva-
mente ésa es la norma: el progresivo avance del uso de tal elemento
solo y aun con función adverbial de aditamento.
Sin embargo, aún existe mientras seguido del relator que en ora-
ciones del tipo Mientras que tú terminas, lo preparo.
Esta estructura no difiere de las anteriormente estudiadas: un ad-
verbio núcleo del SN4 y un adyacente conectado por un relator.
La ausencia por pérdida progresiva del que nos obliga a pensar en
una gramaticalización de mientras, que adopta una función de trans-
positor. No en vano en su étimo hay una conjunción temporal, con lo
cual vemos que tal elemento inserta así un núcleo de SN, que indica
tiempo.
Tampoco es incoherente interpretar la ausencia de que como un
relator ll:
Mientras 0 tú terminas, yo lo prepararé.

Sólo la propensión al uso adverbial en función de aditamento (Te


esperaré mientras) de ese elemento puede haber favorecido su pre-
sencia sin ningún otro elemento adyacente.
Recordemos que igualmente han de interpretarse como nexus ad-
yacentes los del tipo «apenas ... cuando ... ».Ejemplo:
La adyacencia 175
Apenas amaneció cuando ya cabalgábamos.

Y también podremos encontrar un nexus adyacente de un adver-


bio con el verbo en forma no flexiva, concretamente en infinitivo.
Ejemplo:
Antes de actuar habrá que estudiar la táctica.

OTROS NEXUS ADYACENTES

A. Igualmente hemos de incluir en otro grupo de nexus adya-


centes a aquellos que en tal función aportan un contenido causal. Al-
gunos de ellos son adyacentes adnorninales y de carácter nominal
prepositivo, que modifican a un sustantivo que significa «causa»
(ejs.: A causa de que, con motivo de que ... ); otros nexus son adyacen-
tes de un adjetivo (ejs.: De tonto QUE ES, nadie le hace caso; Por lo
pesado QUE SE PONE, cansa a todo el mundo ... ).
Muy parecidos a estas proposiciones que expresan causa son
aquellos que tienen un contenido de «finalidad» desde su función de
adyacente. Ejemplo:
A fin de que nadie se llame a engaño, queremos presentar los
pros y los contras.

B. Igualmente adyacentes adnorninales de un nombre que sig-


nifique «condición>> son los nexus corno Lo haré a condición de que
se acepte la propuesta en su totalidad. Y de diferente carácter, pero
también adyacentes, son otros nexus modificadores de algunos pro-
nombres. Ejemplo:
Lo haré con tal que lleguen a la hora.

C. Un poco más complejo es el panorama de los nexus adyacen-


tes con significado concesivo, ya expliquen este contenido por sí so-
los o por el conjunto del nexus al que pertenecen.
176 Sintaxis

Un grupo de ellos son adnominales modificadores de nn sustanti-


vo de contenido concesivo; se trata, pues, de nn nexus adnominal, no
adverbial. Ejemplo:
A pesar de que se lo advertimos, no hizo caso.

Otros pocos modifican a algunos adjetivos, y lo que significa


«concesión» es todo el sintagma. Ejemplo:
Por alto que esté el cielo ... , no habrá una barrera en el mundo
que mi amor profundo no pueda romper.

Y por fin nn buen número de estos nexus son adyacentes de nn


adverbio (mucho, poco, mal, bien, aun ... ). Ejemplos:
Mal /QUE TE PESE!, se hará así;
Aun/QUE LA MONA SE VISTA DE SEDAi, mona se queda.

D. Igualmente tienen función de adyacentes, a nuestro entender,


las proposiciones o nexus «comparativos» y «consecutivos», que
vamos a estudiar a continuación.
CAPÍTULO VII

COMPARATIVAS Y CONSECUTIVAS

LAS LLAMADAS «COMPARATIVAS»

La comparación, en un principio, es una mera correlación de ele-


mentos que se contrastan sobre una base. En el estudio de este tipo de
oraciones se ha heredado un criterio, que no permitía ver con claridad
su esencia y naturaleza.
En primer lugar hay que advertir que no es adecuado el nombre
de «oraciones comparativas» para todas aquellas que en su estructura
contienen una comparación. Y que «comparación>> y «comparativas»
son términos de valor semántico. Añádase a esto que los elementos
comparados no tienen una función fija y única en la lengua y com-
prenderemos que no podemos atender a la interpretación, heredada y
vigente aún en tantas Gramáticas 1, de comparativas como subordi-
nadas de carácter adverbial cuantitativo; entre otras razones, porque
no hay adverbios comparativos comnutables por otros nexus.
Lo específico de toda comparación es que expresa una unidad
lingüística que representa explícitamente el punto de referencia, de
contraste, el baremo con el que se compara.

1
Cf., por ejemplo, R.A.E., Esbozo ... (cit.); R. Seco (cit.) y Gili Gaya.
178 Sintaxis

En toda comparación hay dos términos: el primero o comparado,


que llamamos «tenor», y el segundo o «referencia» de la compara-
ción 2 • Hay también en toda comparación una base o criterio sobre el
cual se comparan dos términos; unas veces será cuantitativa, en otros
casos cualitativa, de modo, y frecuentemente no aparecerá la base de
comparación.
Una cuestión previa que se presenta es si la comparación, desde
un punto de vista semántico, cuantifica, intensifica o reduce la sema-
sia de la base de la comparación. Aplicándolo a un ejemplo, se trata
de dilucidar si en Juan es más alto que su hermano se intensifica la
cualidad, se cuantifica la altura. En realidad no se incrementa ni re-
duce; a lo más podríamos hablar de una intensificación relativa, como
hace Galichet, lo que es muy diferente de una cuantificación. El con-
traste con un punto de referencia, que encierra el segundo término
comparado, es una relación, pero no supone incremento ni reducción
de la base 3 . La llamada «cuantificación» del primer término puede
expresarse por un adyacente (más, menos, tan ... ) o, en unos pocos ca-
sos, por una forma sintética (mejor, mayor, superior... ). Este cuantifi-
cador y un relator son elementos también indispensables para expre-
sar la comparación, si bien, en raras ocasiones, el cuantificador puede
suprimirse.
Estos cuantificadores de que venimos hablando son signos lin-
güísticos de contenido relativo, pertenecientes a varias categorías (ad-
verbios y adjetivos), y que cumplen diversas funciones en la estructu-
ra. Su contenido se completa o cierra con el «segundo término» de la
comparación.
Y es fundamental distinguir desde el principio la función que de-
sempeña la comparación en sí (todo el segmento que sigue al que ... ),
globalmente, de la que puede desempeñar el llamado segundo térmi-
no de la comparación. Este siempre, si va unido por que, ha de ocu-
2
L. Tesniere (loe. cit., pág. 351) las llama frases «bífidas», de dos términos equi-
funcionales.
3
Cf. D. L. Bolinger, «The Comparison of Inequality in Spanish», en Language,
1905, págs. 28-62.
Comparativas y consecutivas 179

par la misma función que el primero, pues siempre guarda correspon-


dencia con él. Pero en realidad el verdadero 2.º término de la compa-
ración es todo el nexus que sigue al que.
Por aquel criterio se puede aceptar, con Alarcos 4 , que el que une
segmentos equifuncionales. Pero si, como él mismo dice, «no es de-
sacertado considerar las construcciones comparativas que examina-
mos como elípticas en algunos casos» (tesis tradicional y presupuesto
de las gramáticas generativo-transformativas), lo que nos interesa sa-
ber es si el segmento encabezado por el que, todo él, tiene una fun-
ción como el 1. 0 término. En una oración como Han caído más perdi-
ces que lluvias en abril nos interesa saber si que lluvias en abril tiene
una función propia, ya que no parece posible interpretar todo este
segmento como 2.º sintagma sujeto. (En muchos casos no hay con-
cordancia: el verbo puede ir en singular y en unas personas diferentes
de las que representa el 2.º término que, además, puede ir en plural.
Ejemplo: Has comido más perdices que todos tus amigos en dos
días.)
El planteamiento que se venía haciendo era tautológico y obvio.
Se viene diciendo que el sintagma sujeto de un nexus, por ejemplo, es
equifuncional con el de otro que encierra una comparación; o que los
objetos directos de sendos nexus eran equifuncionales.
Pero lo que más importa conocer -insistimos- es qué función
desempeña en bloque todo el nexus que hace de parámetro, de con-
traste comparativo respecto al elemento hiperbólico cuantificador
(más, mejor, mayor... ).
Cambiemos de punto de vista: es evidente que el segundo término
de una comparación no aparece sin un previo cuantificador. Y que
éste no aparece solo, sino delimitado por el segmento introducido por
que o como. Es decir, que entre ellos hay una relación de interdepen-
dencia sintáctica: (más, menos, mayor... , no aparecen si no es con re-
ferencia y en relación con otro elemento. En una oración como Más
vale pájaro en mano que ciento volando no podemos prescindir de

4
E. Alarcos (loe. cit.), pág. 206.
180 Sintaxis
más, ni podemos eliminar que ciento volando. Y es claro que este úl-
timo segmento delimita, especifica la cuantificación de más.
Por todo ello creemos que este llamado segundo nexus de la
comparación, que es el auténtico segundo término de la comparación,
sea cual fuere y con los componentes que tuviere, todo él como uni-
dad, globalmente funciona como adyacente del cuantificador (más,
menos, mejor, peor, mayor... ). Se trata, pues, de un adyacente de otro
término generalmente adyacente.
Cuestión distinta es que los sintagmas que aparezcan en esa su-
bordinación por adyacencia («comparativa») -al menos uno de
ellos- desempeñen en su nexus función igual a Ja de otro sintagma
del primer nexus. Es lógico, pues se trata de una correlación y, con-
secuentemente, habrá un paralelismo entre Ja estructura del nexus
dominante y Ja del término de comparación, como decíamos antes.
Que no aparezcan expresos todos los sintagmas del primero en el
segundo, también es natural: el elemento base de la comparación es
común (ejemplo: Aquel hombre valía más que su hermano) a los dos
nexus, por lo que no es necesaria su presencia en el segundo. Los
elementos que aparecen detrás de que relator comparativo son aque-
llos que no coinciden con los del nexus regente, pero todo ello, como
segundo segmento de la comparación, funcionará como adyacente del
cuantificador.
Evidentemente la intensidad semántica relativa de los dos térmi-
nos comparados puede ser desigual 5 (tendremos relaciones de supe-
rioridad o de inferioridad) o puede ser igual. Atendiendo a la forma
de expresión, podemos formular las siguientes:

Formas de expresión de la comparación.


Podemos decir globalmente que las formas de contenido más fre-
cuentes son las de:

5
El origen de estas estructuras está en las comparaciones latinas cuyo segundo
término iba en ablativo, con un valor originario de partitivo o de separación.
Comparativas y consecutivas 181

Superioridad del primer término.


Inferioridad del primer término.
Igualdad de los dos términos.

Éstas se expresan principalmente por medio de:


1. er término cuantificado Conector
Más (o adjetivos o adverbios comparativos: mejor... ) +que (de, a)
Menos (o adjetivos o adverbios comparativos) +que (de, a)
Igual... ... ... ... ... ... ... ... ... +que
Tanto ........................... }
Tan ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... +como, cuanto
Tal ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... + cual, como
Así.............................. como

Una comparación se snstenta, según decíamos, como una base o


criterio que suele ser de carácter cualitativo, procesural, etc.
En síntesis, podemos encontrar: a) dos elementos distintos que se
comparan sobre una base común:
A vs B
(base x)
Ej.: Mi hermano es más alto que el tuyo

A y B, lógicamente, pueden geminarse, o multiplicarse.


b) Dos elementos se comparan sobre una base diferente:
A (base x) vs B (base y)
Ej.: Tú gastas en una hora más que gana tu padre en una semana

c) Dos élementos idénticos, es decir, con un único referente, se


comparan sob.re bases diversas:
A (base x) vs B (base y)
Ej.: Este muchacho es más listo que inteligente
182 Sintaxis

Las bases de que hablamos van expresadas en el núcleo o en el


grupo verbal 6 •
A veces, por buscar una intensificación mayor del primer término,
se anula el segundo, y queda una reticencia enfática -más frecuente
en la lengua coloquial- del tipo de Este chico es más tonto que ...
Hay otras comparaciones que presentan también la correlación
entre dos términos de diversa estructura y diferente función, y que
van unidas por medio de transpositores prepositivos (de y a). Desde
el punto de vista del significado, suele presentar una correlación de
desigualdad 7 •
En ellas la función del segundo término comparado, parámetro
del contraste o medición, es igualmente la de adyacente del cuantifi-
cador del primer término.
Si comparamos Vale más (es más caro) de cinco duros y Vale más
(es más caro) de lo que pensábamos, percibimos que son dos estructu-
ras paralelas, donde cinco duros y lo que pensábamos funcionan como
adyacentes de más. Estas comparaciones son menos frecuentes que las
primeras, mas tienen una estructura muy interesante.
Estructura semejante a ésta es la de las comparativas de preemi-
nencia, que se han incluido tantas veces entre los superlativos, del ti-
po Estos son los mejores de la clase.
En conclusión, podemos confirmar que la comparación es una co-
rrelación, sobre una base o criterio, entre dos términos, el segundo de
los cuales funciona como nexus adyacente del cuantificador que lleva
el primero. Este elemento cuantificador y el segundo término se exi-
gen mutuamente y, a no ser por reticencia (Es más tonto ... ) o ruptura
intencionada de la estructura, deben aparecer los dos 8 .

6
Véase, además, O. Pritz, «Construcciones comparativas en españoh>, Revue Ro-
mane, 14, 2, 1979, págs. 260-278; J. A. Martíiiez, «Construcciones y sintagmas com-
parativas en el español actual», en Homenaje in memoriam l. Corrales Zwnbado, I,
Tenerife, 1987, págs. 319-336.
7
Cf. Esbozo ... (cit.), pág, 553.
8
Véanse para estas estructuras: J. A. Martínez, «Oraciones consecutivas y compa-
rativas», en Lecciones del I y II Curso de Gramática funcional (cit.), págs. 141-151; J.
Comparativas y consecutivas 183

LAS LLAMADAS «CONSECUTIVAS»

Siguiendo el mismo planteamiento que formulábamos para las


«comparativas», comencemos diciendo que se trata de nexus incrusta-
dos o insertos como adyacentes de un elemento cuantificador hiperbó-
lico y que expresan un contenido consecutivo; es decir, manifiestan «la
consecuencia de una acción, circunstancia o cnalidad indicada en la
oración principal», según dice la Gramática de la R.A.E. 9 •
No tiene sentido seguir concibiendo estas proposiciones o nexus
como subordinadas adverbiales, pues ni el adverbio es una función,
como ya hemos dicho repetidamente, ni lograremos comnutarlos por
un adverbio equivalente y equifuncional en su oración.
Tampoco es pertinente, desde un punto de vista funcional, seguir
llamándolas «consecutivas», pues el término responde a un criterio
semántico, y además no privativo, ya que hay otras muchas fórmulas
que expresan el mismo contenido y responden a diferente estructura
(ejemplo: ¿Tú lo has encargado? Págalo tú).
En un buen número de oraciones en que aparecen estos nexus
percibimos que una abrumadora mayoría de ellas lleva necesariamen-
te un elemento enfático, cuantificador o intensivo (tanto, tan, tal, así,
de modo, de suerte, de manera, de forma ... ). Y en los casos en que no
aparece ese elemento, el énfasis nace del contenido, de la pausa, de la
reticencia o de la entonación.

Martínez Álvarez, «Conectores complejos en español», ibid., págs. 131-140; S. Gutié-


rrez Ordóñez, Las odiosas comparaciones, Logroño, Gobierno de la Rioja, 1992; Es-
tructuras compat·ativas, Madrid, Arco-Libros, 1994; y Estructuras pseudocomparati-
vas, Madrid, Arco-Libros, 1994; A. López García, «La comparación en español:
estructura fraseológica y estructura oracionab>, en Serta Philologica F. Lázaro Carre-
ter, I, Madrid, 1983, págs. 315-327; y nuestro artículo «La comparación en español»,
Voz y Letra, !Vil. 1993, págs. 87-104.
9
Véase estas cuestiones, con mayor detalle, en nuestro «Las llamadas "oraciones
consecutivas'», en Homenaje a F. Rodríguez Adrados, I, Madrid, 1984, págs.
205-212.
184 Sintaxis

La ausencia de dicho elemento es un factor puramente estilístico


que en nada modifica la estructura de la oración. Es más, la pausa, la
entonación, etc., que dijimos, son elementos sustitutivos de aquel; o
para formularlo un poco más precisamente, el signo cero como funti-
vo de ese énfasis o cuantificación puede ser reemplazado por un sig-
nificante de otro código (el tonal, por ejemplo, en la expresión oral).
En todo caso cabe destacar que ni la llamada subordinada «con-
secutiva» aparece sin ese elemento enfático (o alguno de sus sustitu-
tos), ni la oración puede cortarse suprimiendo el nexus de contenido
consecutivo, a no ser por pura reticencia, es decir, conmutándolo por
el signo cero.
En Tanto va el cántaro a la faente que al fin se quiebra, o Este mu-
chacho es tan alto que no cabe por la puerta, no podemos prescindir
del elemento enfático o intensivo, y así resultan no gramaticales:
*Va el cántaro a la faente que al fin se quiebra.
*Este muchacho es alto que no cabe por la puerta.

Del mismo modo, a no ser por a) reticencia, b) presuposición de


unos conocimientos comunes a los hablantes, o c) existencia de un
código suprasegmental conocido (y el consiguiente signo cero); no
podríamos decir:
Tanto va el cántaro a la fuente.
Este muchacho es tan alto.

Vemos, pues, que el segmento «consecutivo» guarda una relación


anafórica respecto al cuantificador, enfático o intensivo; y que no
aparecen el uno sin el otro. Hasta tal punto que se puede hablar de
una relación de interdependencia entre ambos.
Así pues el segundó término, nexus de contenido consecutivo, es
un delimitador del elemento enfático. Sirve como distensión de la
carga semántica de aqu~l. Si tratamos de asignarle a ese nexus una
función como sintagma nominal componente de la oración (SN¡, SN,,
SN3, SN4), vemos inmediatamente que no encaja en ninguno de ellos.
Comparativas y consecutivas 185

Y si incrustamos toda la oración en otra más compleja y superior, es


arrastrado junto al elemento enfático que le precede. Ejemplo:
Una y otra vez le venía repitiendo que de tanto ir el cántaro a la
fuente, antes o después se quebraría.

Por todo ello creemos que estos nexus introducidos por que, de
contenido consecutivo, funcionan como adyacentes de ese cuantifi-
cador o intensificador (tanto, tan, tal, así, de manera ... ). Su presencia
es obligatoria cuando éste aparece y asimismo exige recíprocamente
la presencia de aquél: se necesitan y complementan mutuamente.
Una vez precisado este punto, habremos de señalar qué función
cubre dicho elemento enfático, para saber si el nexus «de c.ontenido
consecutivo» opera como adyacente de un núcleo de sintagma nomi-
nal o como adyacente de otro adyacente, que son, en principio, las
dos furÍciones básicas de aquel.
El que relator tiene un carácter deíctico anafórico, que inserta o
incrusta una estructura /SN1 - SV/ en un hueco funcional de adya-
cente; es invariable al no verse afectado por los morfemas de género
y número, siempre encabeza el nexus que inserta y no desempeña
ninguna función dentro de su nexus.
Otro punto reseñable en este tipo de construcciones que estamos
comentando es el modo verbal del nexus adyacente «consecutivm>.
Obviamente no cabe más que la presencia del indicativo o la del
subjuntivo, puesto que el verbo va necesariamente en fonna flexiva
tras el que.
Dado que, según comprobamos en otro lugar 10, el indicativo es el
modo objetivo en que el hablante o sujeto de la enunciación emite su
enunciado sin tomar parte en él, mientras que el subjuntivo está mar-
cado por la subjetividad del hablante, o del sujeto de la comunica-
ción, ante el enunciado; y puesto que los modos dependen de esas
actitudes del hablante ante el enunciado y de la modalidad lingüística
capaz de manifestar, pero en ningún caso es indicador de subordina-

° Cf. nuestro «Modos verbales ...» (cit.), y más adelante, págs. 373 y sigs.
1
186 Sintaxis

ción, habremos de concluir que la presencia del subjuntivo en tales


nexus no depende de su carácter subordinado ni de la relación con el
verbo llamado «principal», sino sólo de los dos criterios arriba enun-
ciados.
Por ello aparecerá el subjuntivo en estos nexus cuando en la lla-
mada «principal» haya un contenido optativo, operativo (de necesi-
dad, conveniencia, valoración... ) o dubitativo .. ., que son los que, en
atención a los criterios expuestos, responden a tal exigencia, o bien
cuando en el nexus «consecutivo» se desee expresar algunos de los
valores propios del subjuntivo. Así, por ejemplo, en la oración No
gritó tanto que le pudiera asustar el subjuntivo se debe al rasgo de
posibilidad (variante semántica del valor dubitativo); pero en nada
interviene el verbo llamado «principal», que podria construirse junto
a otros nexus con igual valor consecutivo, pero sin ese matiz de po-
sibilidad.
Podemos puntualizar algunos datos sobre los tiempos verbales
que aparecen en dichos nexus. Es obvio que la relación semántica
entre la «principal» y la «consecutiva» implica una correlación «ante-
rioridad-posterioridad»; y por ello cualquier combinación de tiempos
verbales en que el de la proposición subordinada «consecutiva» sig-
nifique posterioridad respecto a la otra es válida.
También cabe la posibilidad de que aparezcan dos formas verba-
les iguales en los dos nexus, preferentemente de aspecto imperfecti-
vo, ya que por su extensión significativa aceptan las relaciones de
posterioridad. Ejemplo:
Eran tantas las preocupaciones que no pensaba en otras cosas y
aun se olvidaba de vivir.

Con todo lo expuesto queda de manifiesto que es muy numeroso


el apartado de nexus adyacentes, de diferente carácter; que muchos
de los que aquí incluimos venían siendo interpretados de otra manera,
por atender a criterios semánticos (y lexicalizaciones de unidades que
se interpretaban con función de enlace: antes que, luego que, aunque,
Comparativas y consecutivas 187

mal que ... ). El reajuste puede ser inicialmente llamativo, pero res-
ponde a criterios estrictamente funcionales n.

11
Para la adyacencia véase, además, E. Alarcos Llorach, «Español que», en Ar-
chivum, XIV, Oviedo, 1963, págs. 5-17; M. Bassols de Climent, «Los grados compa-
rativos», en Estudios clásicos, I, Madrid, 1951; D. L. Bolinger, «The Comparison of
Inequality in Spanish», en Language, XXIV, 1950, págs. 28 y sigs.; y «Addenda to
the comparison... », en Language, XXVI, 1953, pág. 62; J. Brooks, <<Más que, mas
que and mas ¡qué!», en Hispania, XVI, 1933, págs. 23 y sigs.; C. Hemández Alonso,
«El que español», en RFE, L, 1967, págs. 257-271; R. Lapesa, «El artículo como an-
tecedente del relativo», en Homenaje a van Goor Zonen, Utrecht, 1966, págs. 287 y
sigs.; A. Narbona Jiménez, Las proposiciones consecutivas en español medieval, Gra-
nada, 1978; A. Rabanales, «Las funciones gramaticales», enBFUCh, XVIII, Santiago
(Chile), 1966, págs. 235 y sigs.; R. Valin, Esquisse d'une théorie des degrés de com-
paraison, Québec, 1952.
CAPÍTULO VIII

IMPERSONALES

Partiendo de que la estructura básica del nexus es ISN1 - SV/ ca-


ben varias posibilidades en esta relación: que uno de ellos esté repre-
sentado por un funtivo 0, o que estén expresos todos.
Y atendiendo al SN, esta estructura puede aparecer completa o
bien con un 0 en el hueco funcional SN1•
Veamos las posibilidades de expresión que tiene esta última es-
tructura en nuestra lengua.
Denominamos oraciones y nexus impersonales a aquellos que ca-
recen de forma de expresión en el sujeto. Es decir, cuando un nexus
tiene funtivo 0 en el SN1 y éste no es reconocible por el contexto lo
denominamos impersonal. A pesar de la imprecisión de este nombre,
es el más adecuado, pero en todo caso nunca deben confundirse estas
estructuras con las que llevan el verbo en forma no personal (infi-
nitivo, gerundio y participio).
En principio toda oración impersonal suele ir en tercera persona
verbal. No debe confundirse la oración impersonal con los verbos
unipersonales, que son aquellos que solamente se conjugan en alguna
persona, generalmente en la tercera, ni con la llamada «impersona-
lidad semántica».
Impersonales 189

Tenemos en la lengua diferentes tipos de estructuras «impersona-


les», que clasificaremos, en principio, en los siguientes grupos:
1. Impersonal de fenómeno meteorológico.
2. Impersonal gramaticalizada.
3. Impersonal de forma pronominal refleja.

IMPERSONALES DE FENÓ:MENOS l\IBTEOROLÓGICOS

Son aquellos nexus cuyo verbo, por sí solo y sin apoyarse en nin-
gún complemento, significa un fenómeno meteorológico (ejemplos:
Nieva, Llueve, Truena, etc.).
El diagrama de una de ellas sería:

o
1
Nx

SN, sv
' ~
GV GN
1 1
V SN,
~
Tr N

0 nevó en Madrid

No hay razón alguna par¡t buscar un sujeto gramatical a estas


oraciones. Se trata simplemente de que el hablante ciñe su atención al
proceso, sin importarle el agente que lo produce. No se trata de un
sujeto elíptico, como han querido algunas Gramáticas (la naturaleza,
Dios ... ), sino de la ausencia total del sujeto. Su función va cubierta
por el signo 0.
190 Sintaxis

Con algunos de estos verbos la lengua española ha aceptado de-


terminados sujetos, siempre de carácter animado, formando oraciones
como Amanecimos en Roma, aplicando una personificación al proce-
so; o sujetos de la propia naturaleza (ejemplo: Amaneció la maña-
na... )
No pertenecen a este grupo oraciones del tipo Hace frío, ya que
es todo el sintagma verbal y no el verbo solo quien indica el fenóme-
no. Sí son impersonales, pero 'gramaticalizadas'.

IMPERSONALES GRAMATICALIZADAS

Forman este grupo un número muy reducido de oraciones que


han llegado a la estructura impersonal a través de unas gramaticali-
zaciones a lo largo de su historia. Los verbos que frecuentan estas
estructuras son haber, hacer y ser, verbos que habitualmente llevan
un sujeto en su oración.
Comentaremos algunos prototipos de estas frases:
a) Hace frío; Hace tiempo; Hizo calor... Son un tipo de nexus
de contenido equivalente al de un verbo de fenómeno meteorológico,
y que carecen de sujeto. En ellos nos interesan el proceso y el objeto
o término del mismo. Los verbos están desemantizados, es decir, que
han perdido parcial o totalmente su significación y funcionan casi
como un auxiliar.
Parece algo fácil la interpretación de expresiones más extensas,
como Hace tiempo que vino a verme, Hace un año que la espero.
Sintetizando las opiniones que sobre este tipo de expresiones se
han dado, no parece aceptable interpretar los nexus que vino a verme,
que la espero .. ., como sujetos de la oración, asignando al verbo hacer
una acepción de «cumple» 1• Tampoco creemos que deban interpre-

1
M. A. Rebollo Torio, «Otra interpretación de hace y ha», en Anuario de Estu-
dios Filológicos, 11, Cáceres, 1979, págs. 231 y sigs., _y V. García Yebra. «¿Com-
Impersonales 191

tarse tales nexus corno sintagmas circunstanciales con omisión de la


preposición desde (desde que vino a verme ... ).
Lo más adecuado es concebir tales nexus corno adyacentes del
SN2 , tiempo y un año en los ejemplos citados, puesto que los delimi-
tan, precisan y determinan, porque no pueden aparecer esos nexus
solos, sin el otro elemento nuclear, y porque si prescindimos de ellos
el contenido oracional queda truncado y necesitado de una determi-
nación.
b) Es de día; Es tarde ... Son igualmente oraciones impersonales
grarnaticalizadas sin sujeto.
c) Hay fiestas; Hubo una gran fiesta, etc.: en estas oraciones,
igualmente impersonales grarnaticalizadas, debernos precisar en pri-
mer lugar que el verbo (hay, hubo, habrá) está siempre en tercera
persona de singular. En ningún modo puede interpretarse la forma
hay como tercera de plural.
La grarnaticalización de estas oraciones va acompañada de una
desernantización notable que sufrió el verbo haber, con pérdida del
contenido posesivo.
El sigÚificado existencial(= «existen fiestas») no debe inducimos
a interpretarlas corno oraciones intransitivas con sujeto, a pesar de la
posible equivalencia con estructnras paralelas de otras lenguas, corno
la latina.
La historia de esta construcción puede simplificarse en los si-
guientes pasos: desde unas frases latinas corno Dominus habet pecu-
niam, con sujeto genérico, se pasó muy fácilmente a otras de tipo
Habet hic pecuniam (hic era a un tiempo pronombre-adjetivo, «éste»,
y adverbio «aquí»). Y no olvidemos que hay proviene de habet +
hic - ibi. Con ello el sujeto perdía su interés y la posesión significa-
da en habet se desernantizaba, pasando a un primer lugar de atención
el objeto (Hay dinero). Favorece este cambio la desernantización

plemento directo o sujeto en las formas unipersonales de haber?», RFE, LXIII, 1983,
págs. 33-72.
192 Sintaxis

gradual de habere, sustituido paulatiuamente por tenere 2. El clásico


hic y habet desemautizado favorecen el significado existencial de
hay, sin que, por ello, deje de ser transitivo.
Es decir que el esquema semántico «poseedor-posesión-objeto
poseído» se auula cuaudo no aparece el poseedor, porque no puede
concebirse la posesión sin referirla a aquél. Consecuentemente se de-
grada el contenido posesivo del verbo y lo único destacable es la pre-
sencia, la «existencia», del objeto. Este es el proceso de gramaticali-
zación y desemautización de estas estructuras.
Y si una oración como Hubo fiestas es impersonal trausitiva, en
la que fiestas funciona como objeto directo, necesariamente oraciones
como Hubo fiesta han de ser iuterpretadas de la misma mauera, ya
que el cambio de un morfema gramatical, el número, del objeto direc-
to no puede modificar de mauera alguna la estructura de todo el sin-
tagma verbal.
En bastautes países hispauoamericanos y en algunas zonas de la
Península, con notable extensión al habla popular general, se oyen,
no obstaute, frases como Hubieron fiestas, Hacen muchos años
que ... , que se explicau por una atracción del complemento, concebido
por los hablautes como posible sujeto, como eje de Ja atención del
hablaute, dado el valor existencial de estas oraciones y el hecho de
que es el único siutagma nominal de las mismas, por lo que absorbe
el máximo interés. Siu embargo debe iuterpretarse dicho fenómeno
como vulgarismo en vías de expausión. Obvíamente, nada modifica
esta estructura el hecho de que aparezca el verbo en forma perifrásti-
ca. Ejemplo:
Va a haber fiestas.

2
Cf. E. Seifert, <<Haber y tener como expresiones de la posesión en español», en
RFE, 1930, págs. 256-276 y 345-389.
Impersonales 193

Paralelo a este caso es el de las construcciones de haber con for-


ma «perifrástica» de contenido obligativo. Ejemplos:
_ Hay que trabajar para triunfar.
. Hubo que acudir inmediatamente a su casa.
. Hay que alegrarse del triunfo de los amigos.

Algún qne otro verbo admite también, ocasionalmente, este tipo


de estructuras. Tal es el caso de hacer con forma refleja.
Ej.: Se nos hizo de noche.

De ningún modo deben interpretarse como impersonales oracio-


nes con el verbo parecer (Ej.: Parece que va a llover), pese a la opi-
nión de algunos 3•

IMPERSONALES DE FORMA REFLEJA

Son estructuras con forma reflexiva y en tercera persona de singu-


lar sin sujeto. Ejemplos:
Se vive bien aquí; No se trabaja los domingos.

El origen de estas oraciones fue una estructura reflexiva, pero de


esta cuestión nos ocuparemos más adelante 4•

3 Son de ese parecer, entre otros, S. Gutiérrez Ordóñez (Variaciones sobre la atri-

bución, Universidad de León, 1986), H. A. Combé («Sorne discrepancy Phenomena


in Spanish>>, en A. Bolkenstein (et alii), Predication and Expresion in fanctional
Grammar, Academia Press, London, 1985, págs. 85 y sigs.); y L. Gómez Torrego (en
un elemental trabajo titulado La impersonalidad gramatical: descripción y norma,
Arco-Libros, 1992). Véase, además, para tal cuestión nuestro artículo <<Parece que va
a llover>> en Homenaje al prof José Fradejas Lebrero, II, Madrid, UNED, 1993,
págs. 821 y sigs.
4 Cf. págs. 222 y sigs.; véase, además, nuestro articulo <<Del se reflexivo al imper-

sonal», en Archivum, XVI, 1966, págs. 58 y sigs.; M.ª A. Martín Zorraquino, Las
construcciones pronominales en español, Madrid, 1979; A. Vera Luján, Las cons-
trucciones pronominales pasivas e impersonales en español, Universidad de Murcia,
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 7
194 Sintaxis

El se nada tiene de sujeto, en contra de la opinión de algunos, ni


en su origen, ni en su evolución, ni en su estado actual. No se trata de
oraciones con un sujeto indeterminado, sino de una carencia de suje-
to; y el se es morfema del sintagma verbal y no un SN1•
Tampoco debe interpretarse ni como galicismo ni como anglicis-
mo esta estructura impersonal refleja, a pesar de su equivalencia con
fórmulas como on est bien francesa o it is said inglesa 5• Nuestra es-
tructura es anterior a la francesa paralela, y la que correspondía a ésta
era la del antiguo ame castellano, desaparecido a lo largo del siglo
xvu. El se desde su origen perteneció al sintagma verbal y de ningún
modo puede ser interpretado como componente del SN1• Ciertamente
sufrió una gramaticalización, por lo que podemos hoy interpretarlo
como morfema del sintagma verbal indicador de una oración imper-
sonal. Pero en el SN1 debe figurar 0.
Estas frases son cada día más frecuentes y ganan terreno a la es-
tructura «pasiva refleja» semejante.
Entre estas impersonales podemos encontrar las siguientes cons-
trucciones:
Estructuras intransitivas (ejemplo: Se está bien en este lugar).
Estructura transitiva con complemento prepositivo aniinado
(ejemplo: Se castigó al culpable).

1990, especialmente págs. 112 y sigs.; y A. Llorente, «Las construcciones de carácter


impersonal», Estudios ofrecidos a E. A/arcos LLorach, I, Oviedo, 1977, págs. 107-
125.
5
Véase además, para este tema: E. Alarcos Llorach, «Valores del se en españ:ol»,
en Estudios ... (cit.); L. Contreras, «Significados y funciones del se>>, en ZRPh, XC,
1966, págs. 298 y sigs.; C. Hemández, {<l)el se reflexivo al impersonal», enArchivum,
XVI, Oviedo, 1966, págs. 39 y sigs.; S. Kiirde, Quelques manieres d'exprimer l'idée
d'un sujet indeterminé ou général en espagnol, Uppsala, 1943; A. G. Lozano, «The
indefinite se revisited>>, en Hispania, LV, 1972, págs. 94 y sigs.; F. Monge, <<Las fra-
ses pronominales de sentido impersonal en español», en Archivo de Filología Arago-
nesa, Zaragoza, 1955; E. Oca, «Una explicación lógica de los verbos impersonales
según la gramática de la R.A.E.», en BRAE, I, 1914, págs. 456 y sigs.; W. T. Starr,
<<Hay in !he Poema de Mio Cid», en Three Studies in Philology, Oregon, 1939, págs.
15 y sigs.
Impersonales 195

Estructura transitiva con complemento sin preposición y en


plural (ejemplo: Se vende pisos). Este tipo de oraciones no
es general en todo el ámbito hispanohablante, pero cada día
es más frecuente en Hispanoamérica y aun en la Península.
Favorece a esta construcción el descuido popular en las
concordancias gramaticales entre sujeto y verbo en las pasi-
vas y el sentido indeterminado en muchas de estas frases.
Estructuras transitivas con complemento no prepositivo en
singular (ejemplo: Se vende un piso). En este caso estarnos
en el cruce de la pasiva refleja con la impersonal refleja.
Dada la posible concordancia entre el verbo vende y piso,
puede interpretarse este último sintagma corno sujeto de la
oración, que sería, en consecuencia, pasiva refleja, o como
objeto directo de la oración, que en tal caso sería imperso-
nal. Es difícil decidir si en estas frases predomina el carácter
indeterminado de la impersonal o el valor pasivo. El contex-
to suele aclarar qué valor predomina. En todo caso la estruc-
tura es la indicada de forma refleja y el encajarla en un gru-
po u otro no es relevante lingüísticamente'.

6
Cf. R. Lenz, La oración y sus partes, Madrid, 3.ª ed., 1935, pág. 270. No pode-
mos interpretar como tales a aquellas oraciones cuyo sujeto será reconocible en el
contexto o por la situación.
. CAPÍTULO IX

TRANSITIVIDAD E INTRANSITIVIDAD

EL Sll"fTAGMA VERBAL

Hemos visto ya la estructura del nexus y las posibles formas del


sintagma sujeto.
Una cuestión fundamental es estudiar la estructura del sintagma
verbal, pues es componente esencial de la oración.
Si distinguimos en el SV un grupo verbal y un grupo nominal es
por razón de orden. El grupo verbal es el esencial de la estructura
oracional (V± SN2 ), mientras que en el grupo nominal colocamos.una
serie de complementos opcionales y secundarios para dicha estructu-
ra
El elemento nuclear del sintagma verbal es, lógicamente, el ver-
bo, que puede tener forma simple (contaré, vivo, viviera ... ) o estar re-
presentado por una perífrasis con auxiliar, IAux. + VI (he trabajado,
anda diciendo, echó a correr... ).
Este núcleo puede ir modificado por unos complementos de dife-
rente naturaleza, adyacentes al fin y al cabo. Prescindimos por el
momento del estudio del grupo nominal (SN3 y SN4), ya que, como
dijimos, no altera la estructura del sintagma ni de la oración, y aten-
deremos en principio al grupo verbal.
Transitividad e intransitividad 197

TRANSITIVIDAD E INTRANSITIVIDAD

l
(~uelen clasificarse los verbos en transitivos e intransitivosj' según
el tipo de oración que forman, pero esto no es del todo preciso y
exacto.
Los verbos, por sí solos, no son transitivos ni intransitivos, en ge-
neral.\Son las
_, ____ ,_
del
e:itruct:ilras
--
s,intágma verb!!)~,y,,.elnexus o. Ja oración¡1
- - '-'-'""'""'"""'';"""·'"'='"'-
en consecuencia, las transitivas o mtransitivas. La mayor parte de los
verbos de nuestra lengua pueden formar oraciones transitivas e in-
transitivas (Comimos un buen lechaza/ Comimos a las dos), si bien
es cierto que algunos han quedado permanentemente ceñidos a una
sola de estas estructuras. Pero lo importante es señalar que, como la
tr&Q§,Wvidad supone la presencia de un complemento ,objeto directo,
e('l,\~intagma verb_¡¡)!Jl_gue posee o no la transitividá(\) El haber atri-
büído ¡;:;-etlqUetaÍ:le «trarísilivos» o «i1ltransliiv<>s»-alils verbos es un
desajuste del método (en el fondo podríamos decir que es una meto-
nimia) ..
No hablaremos, en consecuencia, de oraciones transitivas de ver-
bo intransitivo ni de las contrarias, pues esas metábasis (cambio de
estructura y función) supondrían que la transitividad o intransitividad
está en el verbo.
Podemos, pues, encontrar en el sintagma verbal dos estructuras
fundamentales:
+ V+SN2 (±SN3 ±SN4h1
+ V(± SN3 ± SN4).

La primera es analítica y la segunda sintética. La primera se des-


dobla en dos elementos: el proceso, en forma de verbo, por un lado, y
el objeto o término o modificador, en forma de SN, por otro.
Por ejemplo, un verbo como cantar puede formar oraciones
transitivas (Cantó una bonita melodía) y oraciones intransitivas
(Canta muy bien este muchacho).
198 Sintaxis

ESTRUCTURAS TRANSITIVAS
:',,,_,_ \

e Entendem()s' por transitivas ;aquellas estru?turaS predicativas cuyo


)\ verbo necesita un complemento que delimite, precise y concrete la
significación. Tales verbos suelen tener una gran extensión significa-
tiva, un amplio «abanico semántico» y su significado genérico o abs-
tracto necesita precisarse con algún elemento complementario. Son,
pues, estrúcturas analíticas en que se desglosan el proceso verbal y el
objeto o término del mismo y responden a la fórmula IV - SN2/. .
Un verbo comoVfu) tiene una extensión de significado tal que no
entenderíamos el meil'saje si no se nos dice qué se da. Ese elemento
complementario con función delimitadora del verbo es el objeto di-
recto, que'encerramos -no sólo él- en el SN2• Y, aunque suelen
interpretarse, al igual que los demas complementos, como elementos
del sintagma verbal, en realidad 1()__"_º11 Qe__!oda la_~ o nexus.
Pertenecen mayoritariamente a la ~.la.§e de11alabralbl10J11brr.í
Con los rasgos expuestos hemos caracterizado estas estructuras
desde los tres ángulos fundamentales del signo: el sintáctico o 'fun-
cional, el semántico y el categorial. Ejemplos:
Representaremos una comedia mañana; Obtendrás un premio;
Ayuda a tus compañeros.

f-. No tiene valor la definición de transitiva que insiste en que la


Í: ·acción del verbo pasa de un sujeto a un objeto. Aparte de que no se
cumple esto en muchísimas oraciones y de que tal definición atien-
de a un criterio semántico no general, como bien dice Alarcos Llo-
rach, «lingüísticamente no pasa nada de nadie a nadie» (loe. cit.,
pág. 111).
Atendiendo al contenido verbal, podremosestablecer una €ifi':!
eaélón
--
~'--
semántica de estas estructuras transitivas.
ª) Con verbos que signifiquen «acción», caracterizadas por el
rasgo /+ dinamismo/. Entre ellas, unas implican 'movimiento' (Ejs.:
Transitividad e intransitividad 199

Trasladé el armario a la habitación de al lado); otros 'resultado'


(Ejs.: El niño rompió el jarrón; No creo que logres completar el cru-
cigrama); otros, en fm, significan una 'relación' o una operación
mental o psíquica (Ejs.: Obsérvala bien y describe luego sus reaccio-
nes; No digas tonterías; Quiero hacerlo,, .. ).
b) Un segundo grupo es el de~os verbos que significan procesó.
Y bien conocida es la dificultad de delimitar el proceso de la acción
en algunos casos, Son mucho menos frecuentes que los del grupo
anterior en la estructura transitiva. Ejemplo:
Ayer perdí las llaves.

c) Incluso hay estructuras transitivas con un verbo de significa-


do estativo. Ejemplos:
Este plato contiene colorantes.
Ya no tengo hambre.
Mi hermano tiene una memoria excepcional.

Pero, como puede verse, estos grupos de mdole semántica, en na-


da modifican ni alteran la estructura. Si algún rasgo los distingue es
que las transitivas con verbos estativos y los que expresan relación no
pueden transformarse a pasivas en ningún caso.
Además debemos precisar que también tienen semejante estructu-
ra las llamadas «atributivas» y las llamadas «pasivas», entre otras. Es
decir, que nos parece más conveniente, para evitar prejuicios termioo-
lógicos, hablar de estructuras analíticas IV - SN,! y estructuras sin-
téticas IV/, a sabiendas de que en el SN2 se ioéluyen tanto el objeto
directo, como el atributo y el «suplemento».
Hay verbos que forman habitualmente estructuras transitivas, pe() y'
ro lo.más frecuente es que los verbos las puedan formar tanto transi-\j
.. - ··----·--·-·---·· ........ _
_tiyª·~_pp¡p_o intransitivas 1 \~

1Cf. R. Cano, Estructuras sintácticas transitivas en español actual, Madrid,


1983.
200 Sintaxis

Por comodidad, y en atención a nn grupo heredado tra\licional-


mente, podemos seguir manteniendo el nmn\Jre. de(t1tributi;;qs para
' las que tienen verbos ser, estar y parecer + atribntoi' sabiend6 que en
es-encia su estructura es la misma, analítica, y que difiere en la forma
del sintagma, así como en el contenido. De ellas hablaremos ensegui-
da

VARIANTES DE ESTRUCTURAS TRANSITIVAS

Hay nna serie de oraciones con estructura analítica, es decir, con


SN2 objeto directo, que tienen nnas peculiaridades de contenido y
ann, parcialmente, de forma, que les conceden nna cierta entidad.
Nos referimos a las llamadas reflexivas y recíprocas, que son unas
simples estructuras transitivas.
1. Las reflexivas tienen la particularidad de que el sintagma sujeto
y el SN2 o SN3 hacen referencia a la misma persona, es decir, tienen el
mismo referente de contenido.
En cuanto a la forma se distinguen en que el SN2 o SN, es pro-
nominal reflexivo (tónico con preposición o átono más frecuentemen-
te). Consecuentemente la relación SN1 - SN2 ! SN, en estas oraciones
(usando el·pronombre átono) sería:
yo-me nosotros - nos
tú-te vosotros - os
·¡ 1 ellos}
:11a r -se ellas -se.
ello)

El verbo suele expresar nn contenido de acción, que revierte en el


mismo referente que el sujeto.
Ann dentro de ellas podemos distinguir dos subgrupos.
a) Con estructura !SN1 + V+ SN2 (pbre. reflexivo)/, donde el
pronombre reflexivo funciona como objeto directo. Reciben el nom-
bre de reflexivas directas. Ejemplos:
Transitividad e intransitividad 201
Mi amigo se peinó; Juan se vistió; Tú te lavaste mal.

b) Con estructura /SN, +V+ SN2 + SN3 (pn. reflexivo)/.


La forma del pronombre reflexivo funciona en estos casos como
objeto indirecto, por lo que las oraciones reciben el nombre de refle-
xivas indirectas. Ejemplos:
Te lavaste mal las manos.
Te pusiste el traje gris.

Conviene tener presente que no todo nexus con forma reflexiva


tiene tal estructura. Hay en nuestra lengua muchas oraciones intran-
sitivas que aceptan la forma reflexiva por evolución histórica o con
valor enfático (ejemplos: Yo me voy; Tú quédate aquí... ). No son re-
flexivas, sino estructuras intransitivas con la forma indicada, según
estudiaremos en seguida.
No varía la estructura por el hecho de que el sujeto sea causativo;
y así tienen finahnente estructura analítica transitiva con Ja forma y
contenido reflexivos oraciones como
Mis hermanos se construyeron un chalet o Se hizo un traje a la
medida.

También conviene advertir que algunas reflexivas expresan un


significado de reciprocidad. Ejemplos:
Mi primo se casó el año pasado; Yo no me hablo con él.

Mas, a pesar de estas peculiaridades, hay que insistir en que no


forman estructuras diferentes a las demás y que Ja presencia de un
complemento reflejo no provoca un cambio en la estructura del ne-
xus. Ésta puede ser o analítica o sintética, independientemente de que
aparezca en ella dicho complemento reflejo y el contenido que Je co-
rresponde. El rasgo de 'reflexivo/no reflexivo' es de carácter semán-
tico, y afecta a una categoría de palabras. Cuando éstas aparecen en
un nexus u oración Je aportarán un contenido determinado, el reflexi-
vo; pero no parece coherente que una clase de pronombres pueda, por
202 Sintaxis

sí, provocar un cambio de estructura en el sintagma verbal. Este es un


componente sintagmático, que puede estar ocupado en uno de sus
elementos, el SN2, por diversos funtivos y clases de palabras, entre
ellas, un pronombre reflexivo.
P_«ro permanecen las mismas estructuras.
" Las reqíproea's, también de estructura transitiva, se caracterizan
por !Iev!lr un sujeto múltiple plural, por tener forma pronominal refle-
ja plural en el SN2 o en el SN3 y expresar una acción recíproca, inter-
cambiada entre los sujetos. Ejemplo:
Luis y Pedro se estiman mucho.

La relación formal entre sujeto y objeto pronominal reflexivo-


recíproco es: nosotros-nos; vosotros-os; ellos, ellas-se. Al igual que
en las reflexivas, podemos distinguir dos estructuras diferentes:
a) /SN1 + V+ SN2 (pbre. recíproco)/, que recibe el nombre de
recíproca directa (ejemplo: Pedro y Juan se tutean); y
b) /SN, + V± SN2 + SN3 (pbre. recíproco)/, donde el pronombre
funciona como objeto indirecto (ejemplo: Los amigos se escribían
cartas). Es fácil suponer que en algunas de estas estructuras, cuyos
verbos expresan aceión tanto de contenido reflexivo como recíproco,
sólo el contexto se encargará de precisarlo (ejemplo: No os alabéis
tanto). Mas insistimos de nuevo en que todas éstas son variantes se-
mánticas de estructuras analíticas transitivas 2 •

ESTRUCTURAS ATRIBUTIVAS

Son aquellas que tienen un sintagma verbal de estructura analíti-


ca, formado con los verbos ser y estar más un atributo. De la función
del atributo ya hemos hablado antes, por lo que conviene recordar
aquí cuanto allí decíamos.

2
Cf. L Bosque, «Sobre las oraciones recíprocas en español,» REL, 15.1, 1985,
págs. 58-96.
Transitividad e intransitividad 203

Estas oraciones o proposiciones reciben también los nombres


de sustantivas y copulativas, que nos parecen menos apropiados,
ya que se prestan a equívocos con las subordinadas de la misma
denominación y, además, porque no creemos que el verbo sea una
mera cópula en tales oraciones, ni que el predicado tenga carácter
nominal.
La gramática tradicional distingue el predicado verbal del predi-
cado nominal, propio de estas oraciones atributivas, asignando a este
último la significación de un estado interno al sujeto, que le afecta en
su ser y características esenciales, mientras que el primero expresa
estados externos, procesos del sujeto. Mas esto no siempre se cumple,
y además, como se ve, tal distinción se apoya en un criterio semánti-
co.
Por otra parte, clasificar todas las estructuras predicativas de
nuestra lengua en dos grupos, dejando en uno casi exclusivamente las
formadas por dos verbos, ser y estar frente a todas las demás, supone
una desproporción muy llamativa y sospechosa.
Lingüísticamente hablando, no creemos que haya gran diferencia
entre estos dos tipos de predicados distinguidos tradicionalmente;
aunque metodológicamente puede mantenerse este grupo de atributi-
vas con un predicado analítico peculiar.
La atribución 3 es una fofllla de predicación con unos verbos
determinados, ser y estar, desemantizados parciahnente y acompa-
ñados de un sintagma complementario SN2 atributo. En esencia,
forman una estructura analítica paralela a las transitivas, si bien en
las atributivas el atributo modifica más directamente a su sujeto que
el SN2 objeto directo al suyo, debido a la desemantización del verbo
atributivo.
Salvando las imprecisiones de un gráfico, podríamos formularlo
de la siguiente manera:

3
Cf. nuestro artículo «Atribución y predicación>>, en BRAE, LI, 1971, págs. 327 y
sigs.
204 Sintaxis
Transitiva: Pedro<f------- come manzanas.
SN1 SV

SN1 SV
Atributiva: Pedro +-- es <-trabajador.

No toda oración con ser y estar es atributiva, sino sólo aquellas


que llevan atributo.
Estos dos verbos pueden también formar estructuras intransitivas
de significado estativo (ejemplos: Está en casa; Fue aquí; Estuvo en
el cine), pero ahora sólo nos interesan las atributivas.
El verbo necesita una determinación o concreción, que le presta
el atributo. Los dos verbos tienen una gran extensión significativa y
mínima comprensión. Y la función semántica del atributo es la de
precisar, limitar, determinar el contenido verbal.
No admiten los dos verbos cualquier tipo de atributos; así estar,
debido a que conserva en buena parte su significado estativo, no
admite como atributos a sustantivos (salvo que sean valorativos con
carácter objetivo: Este chico está pez), ni a pronombres, adjetivos
determinativos, infinitivos ni nexus. Con todos estos atributos siem-
pre aparece el verbo ser. Ejemplos:
Yo soy aquel; Querer es poder; La verdad es que nadie aceptó su
propuesta.

Ser admite atributos adjetivos de cualquier clase, nominales, pro-


nominales, verbales, adverbiales y nexus. Estar casi sólo acepta atri-
butos adjetivos cualitativos o valorativos, adverbios de la misma cla-
se y nominales prepositivos. Ejemplos:
El jefe soy yo; ¿Este muchacho es así o está así?; ¿Cómo estás?;
Está en ayunas.

La estructura atributiva es, pues, /A (ser, estar, parecer) BI. Sin


embargo, atendiendo a la relación semántica entre A y B, podemos
distinguir 3 grupos:
Transitividad e intransitividad 205
a) El de las propias atributivas o athcriptivas, en las que la
extensión semántica del atributo es, generalmente, mucho mayor que
la del sujeto; que asigna un rasgo semántico al SN, al que califica,
precisa o determina. Ejemplos:
Mi hermano es abogado.
Luis parece estupendo.

b) Un segundo grupo de atributivas es el de las llamadas ecua-


tivas4, en las que se dan los siguientes caracteres:
. la extensión semántica de sujeto y atributo es idéntica.
. la relación entre A y B es de identificación o identidad .
. sujeto y atributo suelen pertenecer a la misma clase de palabras;
y
. generahnente A y B son intercambiables, de modo que cada uno
puede funcionar indistintamente corno sujeto o corno atributo, excep-
to cuando la concordancia con el verbo lo impida. Ejemplos:
Mi hermano es el director del centro.
Tú eres el único que defiende esa postura.

c) Un tercer grupo, menos claro y más complejo, es el de las


llamadas ecuacionales (o especificativas). Son aquellas con fórmula
atributiva, exclusivamente con ser, resultado de una focalización en-
fática de uno de los elementos de cualquier oración regular.
Ejemplos:
Mi hermano compró un coche estupendo en primavera.
1. Mi hennano fue el que compró un coche estupendo en primavera.
A B
2. Un coche estupendo es lo que compró mi hermano en primavera.
A B
4
Cf. J. C. Moreno Cabrera, «Atribución, Ecuación y Especificación: tres aspectos
de la semántica de la cópula en español», RSEL, 12, 2, 1982, págs. 240-245; y S. Gu-
tiérrez Ordóñez, Variaciones sobre la atribución, Universidad de León, 1986, espe-
cialmente págs. 45 y sigs.
206 Sintaxis

3. En primavera es cuando mi hermano compró un coche estupendo.


A B
4. Comprar un coche estupendo es lo que hizo mi hermano en primavera.
A B

Se trata, pues, de una identificación de términos por un recurso


especial de metalenguaje -lo que no se ha dicho- en que los funti-
vos pueden ser de lo más diverso; incluso un adverbio (entonces fae
cuando lo vi) o un complemento prepositivo, como veíamos arriba.
Pero, realmente, el segundo segmento B en esta construcción de-
termina, especifica al A De ahí que haya quienes defienden una in-
terpretación diversa: que el verbo ser no actúa como atributivo, sino
en estructura intransitiva, que en primavera (de la frase 3) sería un
circunstancial, y cuando mi hermano compró un coche estupendo se-
ría un adyacente especificativo del circustancial.
En todo caso, se trata de una estructura artificial, extrañamente
sólo con el verbo ser, que adquiere una forma igual a la de las ecuati-
vas.
Para interpretar todo tipo de funtivos en el sujeto y en el predica-
do (adverbios, sintagmas prepositivos, etc.) hay quienes acuden a
sustantivaciones o adverbializaciones, es decir, a metábasis o trans-
posiciones; mientras que con nuestro planteamiento de que cualquier
funtivo puede ocupar un hueco funcional no se necesita tal operación.
Lo más sorprendente, además de la forma, de algunas de estas
oraciones «hendidas» o ecuacionales es que el supuesto atributo no
puede comnutarse por lo en muchos casos 5 .

DIFERENCIAS ENTRE SER Y ESTAR

Aunque para un hispanohablante no ofrece dificultade_s el uso de


ser o estar, para casi todos los extranjeros que aprenden nuestra len-

5
Cf. Mercedes Sedano, Hendidas y otras construcciones con 'sér' en el habla de
Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1990.
Transitividad e intransitividad 207
gua es un escollo que no todos logran superar. En muchas lenguas un
solo verbo traduce a los dos nuestros y en las que tienen también dos
verbos son diferentes los límites entre ellos y los de ser y estar. No
haría falta decir que cuanto mayor es la desemantización, más difícil
es establecer la distinción entre ambos y fijar sus límites. Trataremos
de precisar, pasando revista a los criterios lingüísticos más notables
que se han establecido, la base o bases que los distinguen.
l. Una de las bases de mayor difusión es la que, siguiendo un
sistema de categorias lógicas, distingue la expresión de cualidades
esenciales y permanentes con el verbo ser, y de transitorias o acci-
dentales con el verbo estar. Esta es la postura de la Real Academia,
de Bello, de Salvá, García de Diego 6 , entre otros muchos; si bien to-
dos ellos añaden más datos y precisan los usos diversos.
2. Otros autores distinguen ser y estar según formen parte de
predicados que expresen cualidades inherentes al sujeto, o adquiridas
y superpuestas a él.
3. Un gran avance en el estudio del tema supuso la teoría de
Hanssen 7, quien fijó, sobre el criterio aspectual, el valor imperfectivo
para el predicado con ser, y el perfectivo con estar.
Suele entenderse por perfectivo aquel proceso que para realizarse
ha de llegar a término, mientras que imperfectivo es el que no necesi-
ta llegar a término para ser, pues en cualquier momento de su trans-
curso tiene significado completo. Saltar, disparar, golpear... , por
ejemplo, tienen significado perfectivo; vivir, andar, volar... lo tienen
imperfectivo.
Este criterio tiene un notable interés y vale para explicar gran
número de oraciones atributivas, pero no todas. Mas la dificultad ma-
yor que encontramos con él es que el aspecto perfectivo o imperfecti-

6 Cf. R.A.E., Gramática de la lengua castellana, Madrid, 1917, pág. 152. A. Be-

llo, loe. cit., párrs. 427-440; V. Salvá, Gramática Castellana, París, 12.ª ed., 1897,
pág. 201; V. García de Diego, Gramática histórica española, Madrid, 1951, págs. 321
y sigs.
7 Gramática histórica de la lengua castellana, Halle, 1913, págs. 245 y siguiente.
208 Sintaxis

vo está mediatizado por muchos factores (tiempo verbal, contexto ... )


y no sólo por el significado del verbo.
4. La importancia de esta opinión es tal que gramáticos como
Gili Gaya y Alarcos 8 la hau aceptado. Don Samuel Gili Gaya añade a
este criterio perfectivo/imperfectivo el del devenir; según el cual ese
tar expresa enunciados resultantes de un proceso previo experimen-
tado, de un devenir, y contiene un valor resultativo, mientras que ser
forma oraciones independientes del proceso previo o devenir: El ja-
rrón está roto (resultado de ... ); El piso es amplio.
A pesar del interés de este doble criterio distintivo hay frases en
que no se cumple. Así en oraciones como El jarrón está intacto se
anula el criterio de resultado de una acción previa, por el significado
del atributo.
5. Algunos gramáticos conjugan muy diversos criterios y ofre-
cen una casuística interesante didácticamente, pero no válida como
base lingüística distintiva. Así Morley 9 y muchos que le siguieron,
distinguen el predicado con ser como indicador de inherencia, dura-
ción, nueva existencia y concepto mental; de estar, que forma frases
que expresan la accidentalidad, transitoriedad, situación en el espacio
y percepciones sensóreas.
Esbozadas esquemáticamente algunas de las interpretaciones más
interesantes, a nuestro juicio, tratemos de llegar al criterio distintivo
entre ser y estar, que buscamos, y precisemos que:
ser es verbo casi transparente y sólo expresa la existencia y sus
formas;
estar, partiendo de una significación etimológica de «situación
firme», ha pasado a significar «situación temporal».
De aquí podemos deducir la base que los diferencia: que estar es
un verbo marcado por lo circunstancial, por la temporalidad, de sig-
nificado concreto, mientras que ser es un verbo, como bien señaló

8
Alarcos, en Estudios... (cit ), pág. 131; Gili Gaya (loe. cit.), págs. 55 y sigs.
9
G. Morley, «Modem uses of ser and estar>>, en PMLA, XL, 1925, págs. 450 y
sigs.
Transitividad e intransitividad 209
Navas Ruiz 10, de lo atemporal, más abstracto y susceptible de lo de-
finitorio por esa misma abstracción. Como consecuencia de esta nota
que los diferencia podemos decir que ser es verbo idóneo p,ara signi-
ficar lo inmutable, más gramaticalizado que estar, mientras éste es el
verbo del predicado con significado de mutación.
Efectivamente, la diferencia que distingue ser de estar se basa
precisamente en el carácter abstracto, atemporal (aunque puede ser
usado en distintos tiempos verbales) del enunciado con verbo ser;
mientras que las oraciones con estar poseen una mayor concreción,
están sometidas al tiempo y a las circunstancias. Ser implica en el
hablante un deseo de evadirse del tiempo. Por esos rasgos distintivos,
ser es el verbo idóneo para las frases de valor permanente y definito-
rias, que estar rechaza.
Mas esto no debe confundirse con la temporalidad que aporta el
morfema I del verbo. Por ello conviene comprobar estas diferencias
en el infinitivo, forma neutra en cuanto al tiempo.
Con estos criterios, y teniendo presente la selección de atributos
que impone el verbo estar, ya estudiada, podemos perfectamente fijar
los limites y usos de estos dos verbos.
Pero bien claro queda que las diferencias entre uno y otro verbo
son de carácter semántico, pues las estructuras que forman son
igualmente atributivas.
Ser admite atributos tanto adjetivos como sustantivos -y los que
pueden conmutarse por ellos-. Estar prefiere atributos de carácter
adjetivo. Cuando acepta alguno de carácter nominal, éste suele tener
un contenido 'adjetivo'. Ejs.: Este muchacho está pez en esta mate-
ria; Está muy mozo.
Tampoco escasean con estar los atributos de forma prepositiva
con valor adjetivo. Ejs.: Estamos a oscuras; Los doctores están de
enhorabuena; Mi hermano siempre está de broma.

10 R. Navas Ruiz, Ser y estar. Estudio del sistema atributivo del español, Sala-

manca, 1963, págs. 148 y sigs.


210 Sintaxis

Los atributos con parecer admiten, también, atributos nominales


Yadjetivos.

VARIACIONES SEMÁNTICAS EN EL ATRIBUTO

Detengámonos un momento en los cambios significativos que


adoptan algunos atributos según se construyan con uno u otro verbo:
Ser bueno: significa cualidad moral.
Estar bueno: cualidad fisica (de salud),
(popularmente exclamativo): «enfadado»,
(culinario): «sabroso»,
(en coloquial): «atractivo fisicamente».

Los dos verbos con el adjetivo malo adquieren valores opuestos,


por lo que uo iusistirnos en ellos.
Corno paralelos recuérdense los principales valores de estar bien:
«estar bien de salud», «ser suficiente», «es conveniente», «sentirse a
gusto», «de agradable apariencia» ...
Estar mal adquiere los valores contrarios a los anteriores.
Ser negro denota una cualidad física. Estar negro (en sentido
traslaticio) significa «estar enfadado». Ser listo se refiere a facultad
mental. Estar listo significa una predisposición, o sirve para expresar
(con ironía) la negativa de un enunciado. Ser fresco es ser «des-
vergonzado, indolente o cínico». Estar fresco significa «tener fiio», o
(con ironía) sirve para negar un enunciado anterior. Ser vivo es 'ser
ingenioso, agudo, hábil'. Estar vivo quiere decir «... con vida».
También algunos participios adoptan un sentido figurado junto a
estos verbos: ser agarrado I estar agarrado; ser ocupado I estar ocu-
pado; estar volado, etc.
Y no debe olvidarse que adquieren significados traslaticios mu-
chos atributos que forman parte de nurnerosísirnos modismos y giros
populares con ser y estar. Recordarnos algunos a título de ejemplo:
Transitividad e intransitividad 211
Es su misma cara; es su bandera; está chupado (vulgar «flaco»);
estar en Babia 11 ; estar a dos velas; estar limpio, etc.

En fin todas estas modificaciones en el significado del atributo


con uno u otro verbo nos dicen claramente el grado de lexicalización
a que han llegado dichos verbos.
Mas es importante resaltar que todos éstos son caracteres y va-
riantes de contenido, pero que las estructuras son todas ellas atributi-
vas, es decir, analíticas en el sintagma verbal IV - SN2 (atr.)/.

Conviene añadir dos palabras sobre una serie de oraciones, que


Jespersen denominó cuasipredicativas, asimiladas a las atributivas y
que están más cerca de éstas que de aquéllas; por lo que preferimos
denominarlas cuasiatributivas.
Su verbo suele estar parcialmente desemantizado y hay un atribu-
to modificador que las asemeja a las de ser y estar. Ejemplos:
Anda enamorado de esa chica; Llegó cansado del viaje; Queda-
mos tan amigos.

Alarcos Llorach las identifica fundamentalmente con las atributi-


vas de ser y estar, basándose en la posibilidad de conmutarlas por
tales verbos. Ejemplo:
La casa es ! está /parece/ resulta 1 ... vieja.

LA LLAMADA «VOZ PASIVA» EN ESPAÑOL

Una larga tradición gramatical ha venido distinguiendo dos voces


(al menos), activa y pasiva, en la lengua española. La llamada <<Voz
pasiva» con ser, es aquella que denota que la significación del verbo

ll Cf. J. L. García Arias, <<Estar en Babia», «Estar en las Batuecas», en Boletín


del Instituto de Estudios Asturianos, 95, Oviedo, 1978, págs. 571 y sigs.
212 Sintaxis

es recibida por el sujeto o significa la acción misma como sufrida por


aquél 12 •
Los planteamientos de la Gramática generativa apoyan y aun re-
fuerzan esta distinción de voces, llegando a sostener que la transfor-
mación a pasiva sigue siendo la única base con que hoy contamos pa-
ra explicar la génesis de las oraciones «pasivas» 13 •
Criterio totalmente diverso es el defendido por lingüistas que nie-
gan la diferencia de estructura entre la llamada «pasiva» y la atributi-
va; tal es el caso de Emilio Alarcos Llorach 14, que en un notable artí-
culo argumentó debidamente tales puntos de vista
Digamos, en principio, que actividad y pasividad son términos
cuyos contenidos nos evocan claramente la relación semántica entre
un sujeto y un predicado; es decir, que la existencia de oraciones
«pasivas» en español se ha establecido generalmente sobre bases se-
máoticas.
Y mal se acomoda un criterio estrictamente semáotico para defi-
nir unas relaciones sintácticas, una estructura oracional.
Comencemos por recordar que el contenido por el que el sujeto
sufre la acción o la recibe no es privativo de la llamada «pasiva», si-
no que puede darse en muchísimas oraciones de forma «activa».
Ejemplos:
El muchacho sufrió un accidente; ¡Cuánto soportan esos padres!;
El boxeador recibió una buena paliza ...

12
Cf. A. Alonso y P. Henríquez Ureña, Gramática castellana, 11.ª ed., Buenos
Aires,. 1953, págs. 108 (l.º) y 121 (2.º) y M. Iglesias Bango, La voz en la gramática
española, Universidad de León, 1991.
13
Cf. entre otros, F. Lázaro Carreter, «Sobre la pasiva en español», en Estudios
lingüísticos, Barcelona, 1980, págs. 71 y sigs.; V. Demonte, «Pasivas léxicas y pasi-
vas sintácticas en español,» Serta Philologica F. Lázaro Carreter, 1 (cit.), págs. 145-
157.
14
Alarcos Llorach, Estudios (cit.), págs. 124 y sigs.; y págs. 90-94; véase, para
mayores detalles, nuestro artículo «La llamada voz pasiva en español», en L.EA., IV,
Madrid, 1982, págs. 83 y sigs.; y S. Gutiérrez Ordóñez, Variaciones sobre la atribu-
ción (cit.), págs. 85-112.
Transitividad e intransitividad 213

Tampoco hay que olvidar el escaso uso que eu español se hace de


estas coustrucciones de ser + participio, ni las numerosísimas res-
tricciones que tienen. No sólo son los presentes e imperfectos de ver-
bos desinentes que signifiquen acción, momentánea 15 los que no
aceptan tal estructura sino que otros mnchos verbos en estructura
transitiva y con objeto directo, no admiten la «transformación» a pa-
siva por unas u otras razones. Ejemplos:
Hace calor; Hace tiempo; Vive tu vida; Ten paciencia; Tú te
vestiste lentamente; A ese muchacho le pondrás de rodillas; Ayuda a
Luis a hacer los deberes, etc.

Muy por el contrario, la estructura atributiva con ser y, por su-


puesto, la «activa» son abundantísimas y no tienen tamañas restric-
ciones 16 •
Pues bien, partiendo de estos datos, podemos ya entender las no
pocas razones que avalan la coincidencia de estructuras de las llama-
das «pasivas» y las atributivas. Y ésta es:
!SN1 - V(ser, estar)-SN2 (atr.)/.

El grupo sintagmático ser + participio no puede formar unidad


funcional. Para que así fuera seria preciso que el participio quedara
inmóvil, invariable y perdiera los morfemas propios del sintagma
nominal, género y número; como sucede, por eji;mplo, en las formas
compuestas de los verbos, que han consumado el proceso de grarnati-
calización. Mas esto no ha sucedido en ser+ participio n
Este último conserva sus variantes morfemáticas y mantiene la
concordancia con el sujeto, como cualquier otro atributo de categoría
15 Cf. R.A.E., Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Madrid,

1973, pág. 451.


16
Cf. J. Kock y C. Gómez Molina, «La frecuencia de la pasiva en español y en
otras lenguas», REL. 15.1, 1985, págs. 343-367.
17
Y mucho menos en <<estar+ participio», que algunos también interpretan como
pasivas. Cf., por ejemplo, S. Hanplova, Algunos problemas de la voz perifrástica pa-
siva y las perífrasis factitivas en español, Praga, 1970, págs. 13 y sigs.
214 Sintaxis

adjetiva. Comparemos y veremos que otra diferencia destacable del


grupo ser +participio respecto al de haber +participio, como ejem-
. plo de unidad sintagmática, es que este último prácticamente no
acepta interpolación de adverbios ni complementos, contra lo que su-
cede en el primero:
La edición fue extrañamente retirada del mercado; Los hombres
faeron muchas veces (reiteradamente) advertidos.

Esto confmna la diferencia básica entre un grupo sintagmático,


unidad funcional, como son los tiempos compuestos, y el pretendido
grupo unitario verbal «ser+ participio», que no ha llegado a gramati~
calizarse ni construir unidad funcional.
Avaneemos un poco más en la comprobación.
Comparando los siguientes ejemplos:
1) Este libro es leído. (~'Mucha gente lee este libro')
2) Este autor es leído. (~'Mucha gente lee a este autor')
3) Este autor es muy leído. (~'Este autor lee muchas obras')
4) Esta persona es muy leída. (~'Esta persona lee mucho').

Entre 1 ) y 2) la única diferencia es de carácter léxico en el núcleo


del sintagma nominal sujeto.
La primera sería interpretada como «pasiva» por cuantos tienen
unos conocimientos gramaticales y creen en la diferencia de esta es-
tructura respecto a la activa.
La número 2) tendría semejante interpretación en una mayoría de
casos, la 3) admite la de contenido pasivo y la de activo, propio tam-
bién del participio leído. Y, claro está, la 4) no se interpretará como
pasiva en casi ninguna ocasión.
Otro dato más, si es leído fuera unidad funcional, si fuese un ver-
bo en construcción pasiva, cualquier adyacente o incidente, afectarla
al verbo en conjunto. El que muy en este caso modifique sólo al par-
ticipio nos dice claramente que son dos unidades funcionales distin-
tas leído y es.
Transitividad e intransitividad 215

Y si cuando cambiamos el sustantivo de las oraciones 3) y 4),


percibimos que ha desaparecido todo valor «pasivo» en 4), nos asalta
de inmediato la duda de cómo es posible que el cambio léxico del
núcleo del sujeto, sin modificar la estructura ni un ápice, anule el
contenido pasivo de la oración. Y no nos queda otra respuesta sino la
de que tal contenido está en función de ciertas unidades léxicas.
La oración 2) y más aún la 3) son ambiguas, y tanto podemos in-
terpretarlas como que el autor «lee mucho» o como que sus obras
«Son muy leídas».
Veamos algún otro caso en que las dos interpretaciones, activa y
pasiva, son aceptables:
Este señor fue honrado toda su vida en este pueblo.
Los precios son elevados.
La edición de este libro fue reducida.

De esto deducimos que hay una sola estructura formal para dos
diferentes relaciones semánticas, y no nos queda duda de que se trata
de estructura fancional única tanto para el contenido «pasivo» como
para el atributivo. La ambigüedad nace de la polisemia de la oración,
y ésta de la presencia de unas u otras unidades léxicas:
Para F. Lázaro 18 , «pasiva» y atributiva tienen dos estructuras di-
ferentes y se apoya para ello en las siguientes razones:
a) Que algunas de las «pasivas» carecen de correspondencia
con ninguna otra atributiva, pues en el hueco del participio no pueden
aparecer adjetivos, junto a determinados adverbios (por ejemplo: im-
prudentemente).
Mas tal vez se trate de una mera incompatibilidad semántica de
algunos adjetivos con ciertos adverbios, sin que haya que presuponer
diferente estructura formal.
b) La «pasiva» y la atributiva se comportan de diferente manera
al recibir la negación.

18
F. Lázaro (loe. cit.), págs. 65 y sigs.
216 Sintaxis

c) Porque -dice Lázaro- no es posible coordinar comple-


mentos de diversos contenidos («adyacente» y «circunstanciales di-
versos»).
Así no es gramatical *La noticia es divulgada por los periódicos
y por su interés. Obvio, pero más bien parece que se trata igualmente
de una imposibilidad semántica. Tampoco son aceptables Tengo
hambre y Un rey godo se llamaba Witiza, si se coordinan, y a pesar
de ello tienen estructuras coordinables; ni parecen coordinables dos
sintagmas circunstanciales como con hambre y en la luna en Mañana
comeremos con hambre y en la luna; y no hay duda de que los dos
sintagmas son equifuncionales.
d) Porque tienen diferente capacidad de transformación a la
forma refleja.

Nos parece que hay otros muchos argumentos que confirman que
la estructura «pasiva» es la misma que la de cualquier atributiva.
Uno de ellos, aplicado por Alarcos Llorach 19 , es el de la comuu-
tación de ese participio por un complemento pronominal átono. Tanto
en las oraciones netamente atributivas como en las llamadas
«pasivas» (ejemplos: La noticia es falsa; La casa es lujosa; La noti-
cia es divulgada en los periódicos; La casa fue construida), todos los
elementos que siguen al verbo ser, adjetivos o participios con o sin
modificadores, son comuutables por el anafórico lo: lo es, lo fue. Esta
uniformidad en la conmutación prueba evidentemente que todos esos
segmentos, son equifuncionales; es decir, sintagmas complementarios
de un verbo ser o, lo que es igual, atributos.
En una oración atributiva, al igual que en una de las llamadas
«pasivas» tendremos un sintagma sujeto y un verbo ser seguido de un
sintagma complementario, adyacente al verbo, que puede estar ocu-
pado por un sustantivo (Ese es el jefe), un infmitivo (Querer es po-
der), un pronombre (Yo soy aquel), un participio. En este último caso

19
Alarcos, Estudios ... (cit.), págs. 127 y 128.
Transitividad e intransitividad 217

no siempre estaremos ante nna «pasiva», pues las hay que poseen
otro contenido. Ejemplos:
El muchacho es dispuesto y muy leído, admirable y hanrado;
Las sesiones eran entretenidas, amenas y muy animadas.

La presencia de distintos funtivos en una misma función es nor-


mal y no debe inducirnos nunca a ver en ellos una identidad de cate-
gorías.
Otro argnmento que apoya la ignaldad de las estrncturas qne nos
ocnpan es la posible conmutación del núcleo verbal por otros seme-
jantes, tanto en las atríbntivas como en las supuestas <<pasivas», sin
que varíe en absoluto la estrnctura.

La casa {::tá ,} destruida.

¡
quedo

Este chico ::tá ) bastante distraído.


parece
anda

La única variación en cada caso es la que aporta el contenido del


verbo. Y si en la «pasiva» se puede comnutar ser, él sólo, por otros
verbos sin modificar la estrnctura, es porque el grupo ser +participio
no forma unidad verbal y porque ser es el núcleo del predicado, del
sintagma verbal, en estas oraciones, aunque esté desemantizado.
Añádase a esto que el participio varía en género y número a la par
que el núcleo del sujeto sin que ser se altere, y que este verbo man-
tiene intactos sus morfemas verbales -con su propio contenido gra-
matical- de persona, tiempo, modo y aspecto; y si, además, el par-
ticipio sólo aporta un contenido pasivo en los verbos cuyo significado
se lo permite, nos iremos convenciendo de que es un rasgo semántico
lo distintivo de esa llamada «pasiva».
218 Sintaxis

De ningún modo negamos la existencia de ese contenido, de esa


línea semántica del sintagma verbal hacia el sujeto, sino solamente
proponemos que la estructura llamada atributiva acepta en el sintag-
ma verbal, como modificador del núcleo verbal, muy diversos funti-
vos; entre ellos un participio que en ocasiones presentará un conteni-
do pasivo. Recordemos nuevamente que «pasividad» y «pasiva» son
conceptos semánticos.
Podríamos, tal vez, subdividir la estructura en cuestión «SN + ser
+ atributo» en varios grupos de contenido según la relación de con-
tenido entre sujeto y sintagma verbal, tales como «activa», «estati-
va», «pasiva»; pero sería una subclasificación de base semántica, que
desembocaría en una nueva casuística.
Todo morfema -en este caso, la diátesis o voz- debe manifes-
tarse en una determinada forma de expresión, en un morfo. En latín,
por ejemplo, hay unos signos claros de pasiva, que se añaden a las
formas de activa (amo-R; amat-UR). En la lengua española, en cam-
bio, no existe tal forma de expresión de pasiva.
Se suele decir que se trata de una combinación sintagmática de
dos bases verbales; o sea, que estaríamos ante uno de esos que
Hjehnslev llamó «morfemas convertidos».
Mas aquí no podemos aceptarlo, puesto que la misma combina-
ción ser +participio en otros casos responde a un contenido activo.
Y recordemos con Alarcos 20 que «aunque semánticamente dos con-
tenidos sean muy diferentes, no lo son lingüísticamente si no se co-
rresponden con dos expresiones distintas».
Y si formalmente no existe la estructura pasiva en nuestra lengua,
poco sentido tiene que en gramática hablemos de la activa, puesto
que una y otra sólo tienen sentido en cuanto que se oponen.
En consecuencia, nos parece imprescindible evitar rotundamente
la escolar conjugación pasiva; pues si por conjugación se entiende la
flexión morfemática de una base verbal, es indudable que en la su-

20
Loe. cit., pág. 93.
Transitividad e intransitividad 219

puesta «pasiva» el único verbo que se conjuga es ser; y el participio


-se dice- es el verbo no conjugado.
No existe realmente una conjugación pasiva, y no creemos con-
veniente, metodológicamente hablando, ni plantearla ni enseñarla en
ninguna metodología ni nivel de enseñanza. Ya Rodolfo Lenz 21 con-
firmaba que se puede borrar de las Gramáticas la voz pasiva castella-
na.
En conclusión, que la llamada «pasiva con ser» o «pasiva peri-
frástica» y la atributiva se manifiestan en una sola estructura formal y
funcional, lo que no obsta para que puedan presentar líneas semánti-
cas diferentes, de contenido activo, pasivo o estativo, tanto la una
como la otra. El elemento complementario del verbo ser, atributo o
participio en los casos que hemos estudiado, funciona como modifi-
cador directo del sintagma verbal, cuyo núcleo está cubierto por el
verbo ser.
Hemos apoyado nuestro planteamiento en criterios sintácticos es-
tructurales, conmutación de elementos, y morfológicos; y todos ellos
avalan la identidad de estructura.

ESTRUCTURAS INTRANSITIVAS

Las estructuras intransitivas o sintéticas en el sintagma verbal no


tienen la función de SN2 • Pueden ir acompañadas de complementos
SN3 o SN4, pero éstos no modifican su estructura. Aunque tradicio-
nahnente la transitiva es considerada como más importante, como si
las intransitivas fueran definidas negativamente, «no transitivas», es ·
indudable que desde un punto de vista semántico la intransitiva es
más rica y expresiva que las transitivas, pues en una sola unidad, el
verbo, síntetiza lo que las otras expresan en dos.

21
R. Lenz (loe. cit.), pág. 112.
220 Sintaxis
Como decíamos al estudiar las transitivas, hay verbos que per-
maneutemeute ocupan sólo estructuras intransitivas, pero la mayoría
de los casos admiten las dos, la analítica y la sintética.
Atendiendo a la significación del verbo podemos establecer los
siguientes grupos de intransitivas:
l. Con verbos de contenido dinámico, expresado por verbos de
movimiento que geueralmeute no llevan objeto directo: correr, pa-
sear, andar, bajar...
2. Con verbos de couteuido estativo, que significan una situa-
ción, un estado, un modo de comportarse: quedar, permanecer, estar,
yacer, crecer, suceder...
3. Cou verbos neutros. Entenderemos por tales, generalizando,
a los restantes verbos que suelen formar estructura intransitiva: mo-
rir, llorar, maniobrar...
Es evidente que con estos grupos semánticos no se agotan todas
las posibles oraciones intransitivas, pero sí abarcan casi a la totalidad.
Mas lo importante es señalar que esta clasificación no es pertinente
para un estudio puramente gramatical ya que obedece a un criterio
semántico 22 •

22
Además véanse: A. Alonso, «Sobre métodos y construcciones con verbos de
movimiento en español», en RFH, 1, 1939, págs. 105-138; M. J. Andrade, «The Dis-
tinction between ser and estar», en Hispania, 11, 1919 págs. 10 y sigs.; A. Blinken-
berg, Le probléme de la transitivité enfran~ais moderne, Copenhague, 1960; D. L.
Bolinger, «Still more on ser and estar>>, en Hispania, XXX, 1947, págs. 365 y sigs.; J.
Bouzet, «Orígenes del empleo de estan>, en Estudios dedicados a Menéndez Pida!,
IV, 1963 págs. 37 y sigs.; G. Cirot, «Nouvelles observations sur ser et estan>, en The
Memorial Volumes. Philological Studies, 1, 1930, págs. 91 y sigs. y <<Ser y estar avec
participes», en Mélanges Brunot, París, 1904, págs. 57 y sigs.; G. T. Fish, «Two notes
on estan>, en Hispania, XL VII~ 1964 págs. 130 y sigs.; J. E. Gillet, «Le transitif es-
pagnol quedan>, enArchivum Romanicum, XIX, 1935, págs. 441 y sigs.; S. Hamplo-
va, Algunos problemas de la· voz perifrástica pasiva y las perífi·asis factitivas en es-
pañol, Praga, 1970; E. Lorenzo, «Sobre los verbos de cambio», en Filología moderna,
38, 1970, págs. 173 y sigs.; M. Molho, «Essai sur la Sémiologie des verbes
d'existence en espagnol», en· Linguistiques et langages, Burdeos, 1969, págs. 57 y
sigs.; F. Monge, <<.Ser y estar con participios y adjetivos», en Boletin de Filología,
Lisboa, 1959-61, págs. 213 y sigs.; E Ramón Trives, «En tomo a los conceptos de
Transitividad e intransitividad 221

transitividad, complementación y circunstancia desde la teoría actancial y casual:


problemas hispánicos», en Anales de la Universidad de Murcia, XXX, 3 y 4, 1972,
págs. 5 y sigs.; J. Roca Pons, «Sobre el valor auxiliar y copulativo de verbo andan>,
en Archivum, IV, 1954, págs. 116 y sigs. R. Navas Ruiz y C. Moreno, Ser y estar. La
voz pasiva, Salamanca, Colegio de España, 1984; F. Sepúlveda, La voz pasiva en el
español del siglo XVIII, Madrid, 1988; A. Siewierska, The passive. A comparative
Linguistic Analysis, London, 1984; A. Escobedo, <<.Ser y estar como verbos no copu-
lativos: sus diferencias lexemáticas>>, Actas del Congreso de la Sociedad Española de
Lingüística, XX Aniversario, 1990, págs. 404-415; Víctor E. Martínez Alvarez,
«Proposiciones para una nueva visión de la voz pasiva en español», RLA, 30, Con-
cepción, Chile, 1992, págs. 183-193.
CAPÍTULO X

ESTRUCTURAS CON FORMA REFLEXIVA

El tema de la forma refleja del predicado es uno de los más com-


plejos de la lengua y ha recibido notable atención desde muy diferen-
tes ángulos, métodos y perspectivas, sin que en ningún caso se pueda
juzgar como resuelto el asunto. Tratemos de poner orden en este te-
rreno con un planteamiento estrictamente funcional, con la esperanza
de iluminarlo suficientemente.
Ya hemos anticipado que, en principio, la presencia de un com-
plemento reflexivo no modifica la estructura del sintagma verbal. Se
trata de una variante de complemento que afecta a la forma y al con-
tenido -y aun en unos pocos casos propicia un cambio de estructu-
ra-, pero que en origen es un funtivo que ocupa un hueco funcional
dentro del predicado, el de SN2 o SN3•
Los criterios o puntos de estudio que deben atenderse en esta
cuestión son: a) la función que ocupa el complemento reflejo; b) de
qué estructura forma parte, si de una transitiva analítica o de una in-
transitiva; c) comprobar si su presencia es necesaria, imprescindible
o, por el contrario, si es solamente opcional, con las correspondientes
consecuencias; d) si el verbo admite estructura con forma refleja y sin
ella; e) si la presencia de este elemento provoca o coopera a un cam-
bio de estructura; f) precisar el matiz de contenido que su presencia
Estructuras con forma reflexiva 223
añade; y g) por fin interpretaremos que en esta amplísima gama de
estructuras reflejas se da un proceso de grarnaticalización con la
consiguiente desemantización, cuyas etapas habremos de precisar, a
sabiendas de que hoy coexisten todas en la lengua
Sobre estas bases estudiaremos aquí el tema.
En principio hay que partir de que tanto las estructuras transitivas
como las intransitivas admiten la presencia de un pronombre reflejo
átono en el complemento de su sintagma verbal. Las primeras, /+ V+
SN2 ± SN,I, podrán recibirlo en el SN, o en el SN3 • Tal seria el caso de
las llamadas «reflexivas directas» e «indirectas» respectivamente,
que ya hemos citado antes (ejemplo: Luis se compró un traje). Estos
casos son los más sencillos y apenas ofrecen dificultades de interpre-
tación (cf. págs. 200 y sigs.).
En la estructura intransitiva I + V+ SN,I sólo cabe la posibilidad
de que este complemento reflejo ocupe el hueco de SN3 . Y dado que
estamos hablando de complementos pronominales átonos, no aludi-
mos al SN4 , que exige las formas tónicas de los pronombres reflexi-
vos.
I. a) Hemos de distinguir primero un grupo de verbos que
pueden construirse con complemento reflejo o sin él. Puesto que
este elemento no es necesario, parece obvio que su presencia
aporta un énfasis al enunciado, al contenido de la oración o nexus.
Y como el pronombre reflexivo tiene el mismo referente que el
sujeto, éste será el enfatizado; con lo que se intensificará la volun-
tariedad de éste en el proceso significado por el verbo. Queremos
señalar, pues, que el matiz enfático que aparece en este tipo de es-
tructuras nace de la presencia innecesaria de tal pronombre, y que
el énfasis afecta al sujeto o a la relación de éste con el verbo.
Compárese, por ejemplo, El perro comió la carne con El perro SE
comió la carne.
Este complemento, mayoritariamente marcado por el rasgo /+
animado/, al igual que el correspondiente sujeto, no modifica en nada
la estructura del predicado y aparece como SN3 • Aún podemos distin-
guir dentro de este grupo de estructuras dos subgrupos:
224 Sintaxis

b) Las analíticas transitivas, que llevan el pronombre en función


de SN3 y otro elemento diferente en el SN2• Ejemplos:
Me tomé un café; ¿Me lo tumbo, padre?; Me olvidé el libro; Yo
me era negra y vistiéronme de verde.

En ellos vemos claramente el matiz de voluntariedad, enfático,


que aporta el pronombre reflexivo. Solamente con comparar estas
expresiones con las correspondientes sin pronombre reflexivo, se
percibe dicho matiz.
En este apartado caben, pues, todas las frases que, según la tradi-
ción gramatical, llevaban complementos 'éticos y de interés' 1•
c) En un segundo apartado caben las estructuras intransitivas o
sintéticas que pueden llevar un complemento pronominal reflexivo en
función de SN3 • Por las mismas razones que hemos señalado más
arriba este elemento aporta también valor enfático, manifestando la
voluntad del sujeto en el proceso verbal, la inmediatez del mismo,
etc. Ejemplos:
Mis amigos se salieron del cine; Ya me voy; No te subas ahí; Me
muero de sed; El libro se quedó donde tú lo dejaste.

Si quitamos el pronombre reflexivo de estas oraciones, veremos


que el contenido es más neutro, que pierde énfasis.

II. Un segundo grupo de estructuras con forma refleja es el de


aquellos verbos que la exigen necesaria y permanentemente, es decir,
el de los llamados «verbos pronominales». En verdad son muy pocos
los que han adquirido esta forma de manera permanente en la lengua,
Y conviene advertir que muchos de ellos, en algún momento de su
evolución, podían aparecer sin la superposición de la forma pronomi-
nal refleja. Ejemplos:

1
Véase C. Gómez Molina, «Las formas pronominales de tercera persona en los
verbos transitivos», L.E.A., III, 1, 1981, págs. 73-157.
Estructuras con forma reflexiva 225
Que al cielo atrevían con locas osadías (Tirso de Malina);
Que no jacto valor de mis pasados (Ruiz de A/arcón).

La presencia del pronombre con estos verbos se manifiesta en el


hueco funcional de SN3, y no modifica la estructura del sintagma ver-
bal, que con mucha frecuencia va acompañado de un «suplemento».
Se percibe en estas estructuras una desemantización del rasgo
«reflexivo», y una extraordinaria fusión de dicho pronombre al verbo.
Todo ello supone un avanzado grado de gramaticalización de la es-
tructura, como veremos más adelante. Ejemplos:
Este hombre se queja de todo; Se vanagloria de su suerte; Ya se
ha arrepentido de lo que hizo; No me atrevo a hablarle...

Como puede percibirse, algunas de estas estructuras admiten un


SN2 suplemento.

III. Un tercer grupo de verbos admiten el incremento de la forma


reflexiva complementaria, pero también pueden construirse sin ella.
La diferencia es que sin el complemento reflejo forman una estructu-
ra analítica transitiva, y con ese complemento la forman intransitiva.
Así, por ejemplo, compárese:
Alguien abrió la puerla /Se abrió la puena.
Alguien cerró la ventana/ Se cerró la ventana.
Alguien estropeó la cen"adura 1 Se estropeó la cerradura.
Alguien rompió el jarrón/ Se rompió el jarrón.
Tú alegras a tus amigos ... / Tus amigos se alegran con tu éxito.
Has enfadado a tus padres / Se han eefadado tus padres.

Se percibe claramente que la primera serie tiene una estructura


transitiva y la segunda, por el contrario, intransitiva con forma refle-
ja; que los sujetos de las segundas se corresponden con el objeto di-
recto de las primeras; y que, atendiendo al contenido,. en todos los ca-
sos de la segunda serie se trata de un proceso que sucede en el
referente del sujeto.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 8
226 Sintaxis

Hay en ellas, efectivamente, una transformación de una estructura


transitiva en intransitiva; o bien de una estructura transitiva con
complemento directo en una con suplemento. Ejemplo: La presencia
de los niños alegró a todos --+ Todos nos alegramos con la presencia
de los niños.
Esta forma refleja, necesaria para la estructura intransitiva de ta-
les verbos, ha perdido buena parte de su contenido reflexivo, y mal
conserva su categoría pronominal. Es decir, que parece claro que ha
sufrido un proceso de gramaticalización, que más adelante comenta-
remos.
Recordemos que en este grupo incluimos a los que R. Lenz 2, con
criterio semántico, llamaba «intrínsecos interiores fisicos y psíqui-
cos».
El que la presencia de esta forma refleja sea capaz de provocar un
cambio en la estructura, según hemos visto, no debe llevamos al ex-
tremo de creer que, como hace Nelson Cartagena 3, en un excelente
estudio, la función primordial de estos elementos es la de intransiti-
vación, y que todas las variantes, como es el caso de las «pasivas re-
flejas, recíprocas», etc., son modalidades de estas estructuras intran-
sitivas que «aparecen cuando entran en juego factores tales cmp.o la
perspectiva del hablante frente al proceso, la adecuación clasemática
del proceso, la cuantificación del agente implicado, etc.».

IV. Un cuarto grupo es el de las llamadas «pasivas reflejas», muy


abundantes en nuestra lengua.
Tal estructura es la de una oración con verbo en forma activa y 3. 0
persona, un sujeto que, semánticamente, es paciente, casi siempre no
personal ni animado y generalmente pospuesto al verbo. La concor-
dancia entre sujeto y verbo es la normal. Ejemplos:

2
R. Lenz (loe. cit.), págs. 266 y sigs.
3 N. Cartagena, Sentido y estructura de las construcciones pronominales en espa-
ñol. Concepción (Chile), 1972.
Estructuras con forma reflexiva 227
Se venden pisos; Se alquilan coches; Se compran antigüedades;
Se firmó el tratado ...

Son oraciones con significación pasiva, que no suelen llevar


complemento agente.
Aunque no es el momento de estudiar la evolución de estas ora-
ciones, recordemos que ya en latín se sustituían verbos en pasiva por
la activa con pronombre reflexivo, pues la pasiva no era usual en el
habla popular, y que en las mismas Glosas Si/enses vemos traducir
una pasiva latina por una refleja castellana: Comedi porci proibean-
tur usque dum mazerentur ~ ... ata ke se monden 4 ; desolabuntur ~
nafregarsan.
La pasiva refleja no es privativa de nuestra lengua, pero en ella ha
arraigado intensamente en las terceras personas de los verbos desde
los inicios del castellano.
El sujeto, como decíamos, suele ser no animado, pues si fuera
animado -y _el verbo en activa (?)-la oración podria tener fácil-
mente una significación activa. Así lo vemos en una frase equívoca ·
como Se martirizaban los cristianos, cuyo contenido puede interpre-
tarse como activo reflexivo («se martirizaban a sí mismos»), o recí-
proco («unos a otros»), o pasivo («eran martirizados»).
Precisamente para evitar tales equívocos, estas oraciones se trans-
formaron en las correspondientes impersonales de forma refleja. La
oración antes expuesta, Se martirizaban los cristianos, se transfor-
maria en la impersonal Se martirizaba a los cristianos.
La pasiva refleja se ha fijado en la tercera persona y evita las
otras, porque las personas gramaticales primera y segunda significan
necesariamente «persona» o «algo personificado», es decir, tienen el
rasgo /+ animado/, y en la tercera, llamada por muchos «no persona»,
caben sujetos animados e inanimados. De donde se deduce la pro-
pensión a equívoco en las dos primeras personas con verbos que sig-
nifican actividad.
4
Cf. nuestro articulo «Del se reflexivo al impersonal>>, Archivum, XVI, Oviedo
1966, págs. 39 y sigs.
228 Sintaxis

Auuque su contenido es pasivo, su forma es la de cualquier ora-


ción activa. Por ello es preferible no hablar de una conjugación pasi-
va refleja. La forma se que acompaña al verbo en estas construccio-
nes está totalmente gramaticalizada; ya no es ni siquiera pronombre;
su misión es la de morfema del verbo que aporta el significado pasivo
a la oración.
Gili Gaya 5 llama a estas construcciones pasivas impersonales.
Efectivamente participan de esos dos rasgos semánticos, pero hablar
de impersonales nos induce a creer que carecen de sujeto gramatical,
y no es así, pues de lo que carecen es de un agente, que podria ocupar
una función complementaria si estuviera expreso. Por ello podemos
quedarnos con el nombre más generalizado, de pasivas reflejas o con
forma refleja Y tal vez convenga dejar el nombre de pasivas imper-
sonales para aquellas oraciones cuyo verbo en singular concuerda (o
coincide) en número con el sujeto supuesto (u objeto) (ejemplos Se
alquila un piso; Se vende pan). En ellas vemos la forma de pasiva
que coincide con la de impersonal, ya estudiada, y los dos valores
presentes.
En todo caso se trata de estructuras que necesitan la forma refleja
se, exclusivamente, cuyos verbos admiten doble construcción,• con
forma refleja y sin ella; en la primera la presencia del se modifica la
estructura del predicado, aporta un contenido pasivo, ha perdido toda
indicación reflexiva y aun se puede afirmar que el se ya no funciona
como pronombre; es decír, que se ha gramaticalizado y, consecuen-
temente, desemantizado.
Recordamos una vez más que no se puede aceptar la existencia de
un paradigma de voz pasiva en español.

V. Muy parecidas a éstas son las estructuras llamadas «imper-


sonales reflejas», que aparecen exclusivamente en tercera persona del
singular.

s Gili Gaya, loe. cit., 5.ª ed., pág. 114.


Estructuras con forma reflexiva 229
Son, a fin de cuentas, el resultado de una transformación desde
una estructura <<pasiva refleja», como señalamos en otro lugar, para
deshacer su ambigüedad. Oraciones del tipo Se martirizaban los
cristianos, ambigua, exigían una solución, y a partir del siglo xv1 el
pueblo hablante las resuelve con la estructura activa equivalente Se
martirizaba a los cristianos 6•
Su carácter de impersonal depende de la ausencia de funtivo en el
sintagma nominal sujeto; lo distintivo del predicado es su forma re-
fleja necesaria.
Estos verbos que pueden aparecer en estructura impersonal, de la
misma manera que aparecen con estructura de forma refleja en el
predicado, pueden formar estructuras sin dicha forma, transitivas o
intransitivas. En ellas el elemento se es un mero morfema del verbo,
gramaticalizado, que en nada afecta al sintagma sujeto. O dicho más
claramente, que son impersonales porque carecen de funtivo en el
SN1, no porque tengan el se, o si se prefiere, que no son propiamente
«impersonales reflejas», sino impersonales por un proceso de grama-
ticalización, que llevan en su predicado el morfema se. Y su presen-
cia no modifica, a diferencia del propio de la pasiva refleja, la estruc-
tura del SV.

PROCESO DE GRAMATICALIZACIÓN

Entendemos por gramaticalización un proceso en la evolución de


la lengua por el cual un elemento pierde su función, la cambia, mo-
difica o reajusta, pudiendo dejar los rasgos del paradigma al que per-
tenece y convertirse en un elemento puramente gramatical. Todo fe-
nómeno de gramaticalización lleva consigo una desemantización, es
decir, una correspondiente pérdida o cambio del contenido.
6
Cf. nuestro «Del se reflexivo al impersonal» (cit.), págs. 51 y sigs. Otra opinión
sostiene F. Monge, en Las frases pronominales de sentido impersonal en español, Za-
ragoza, 1954, págs. 67 y sigs.; A. Vera Luján, Las construcciones pronominales ...
(cit.); y J. A. de Malina, Usos del «se», Madrid, 1974.
230 Sintaxis

Y nos parece ver claramente en este fenómeno de la aparición de


la forma refleja nna clara gramaticalización. Esta se da preferente-
mente, como es lógico, cuando aparece reiteradamente un elemento
en una estructura, o sea, cuando por abuso del mismo se llega al des-
gaste.
A nuestro entender, en las de forma reflexiva el proceso consiste
en una morfematización progresiva de ese elemento pronominal, fe-
nómeno, por otra parte, frecuente en las lenguas flexivas.
Pero lo más llamativo es que todos los estadios o etapas de ese
proceso se conservan vivos en la lengua actual y manifiestan una
gran riqueza de estructuras y matices, como acabamos de ver.
Paralelo a la conversión en morfema de ese elemento es su dis-
tanciamiento de la categoria de pronombre. Y así dudamos de que el
se de las <<pasivas reflejas» o el de las «impersonales» del mismo
nombre sea aún nn pronombre reflexivo.
Es claro que a la par de esta evolución va la pérdida del contenido
que le correspondía, y así vemos cómo no le queda nada del signifi-
cado reflexivo, ni ann de la referencia al mismo elemento al que alu-
de el sujeto de la oración.
Se podrían trazar las siguientes etapas en ese proceso que veni-
mos comentando:
l. Punto de partida. Complemento pronominal reflejo, con ple-
no valor y función propia, que vemos en las llamadas «reflexivas y
recíprocas ».
2. Primer paso de gramaticalización, que vemos en las que
contienen valor «ético» y «de interés», pertenecientes al grupo se-
gnndo que establecimos más arriba. Sigue la forma refleja mante-
niendo su función, pero su presencia es innecesaria, enfática, y cam-
bia parcialmente el contenido conjnnto.
3. Correspondería al caso tercero que presentamos arriba, el
de los «intrínsecos» de Lenz. Los pronombres reflejos en estos ca-
sos ya no dejan ver clara su función, se funden al verbo, al igual
que en el caso de los verbos pronominales, y no se percibe ya su
contenido reflexivo. En algunos casos de éstos el pronombre reflejo
Estructuras con forma reflexiva 231

es un mero útil gramatical que provoca un cambio de estructuras


sintácticas.
4. En esta última fase el pronombre ya no opera como tal, por-
que ha dejado de serlo, ha perdido su contenido y su refereucia al
mismo elemento que el sujeto, se ha convertido en un puro morfema
libre del verbo, necesario en la estructura, modificador e indicador de
ésta.
Esos son los casos de la «pasiva refleja» y de la «impersonal re-
fleja» 7, ya comentados, que manifiestan la fase terminal de la grama-
ticalización, coexistente, como dijimos, con todas las precedentes aun
en la lengua actual 8 •

7
Para este proceso de gramaticalización, véase nuestro «Del se reflexivo al im~
personal» (cit.).
8 Véase, además, para este tema: E. Alarcos Llorach, «Valores del se en español»,
en Estudios ... (cit.); N. Alonso Cortés, El pronombre <<Se» y la voz pasiva castellana,
Valladolid, 1939; Babcock, The Syntax ofSpanish reflexive verbs, La Haya, 1970; W.
E. Bull, «The Intransitive Reflexive: ir and irse», en Modem Language Journal,
·XXXVI, 1952, págs. 382 y sigs.; J. Casares, <<La pasiva con se», en Nuevo concepto
del Diccionario de la lengua y otros problemas de lexicología y gramática, Madrid,
1941; A. Castro, «La pasiva refleja en español», en Hispania, 1, 1918, págs. 181 y
sigs.; L. Contreras, «Significados y funciones del se», en ZRPh, XC, 1966, págs. 298
y sigs.; F. Hanssen,La pasiva castellana, Santiago de Chile, 1912; T. B. Irving, «The
Spanish Reflexive and the Verbal Sentence», en Hispania, XXXV, 1952, págs. 305 y
sigs.; M. Manacorda de Rosetti, <<La llamada pasiva con se en el sistema español», en
Estudios de gramática estructural, Buenos Aires, 1969, págs. 91 y sigs.; C. P. Otero,
«El otro se», en Letras, I, Londres, 1966; R. K. Spaulding, «Construcciones pasivas
con se», en Boletín de la Academia Argentina de Letras, IX, Buenos Aires, 1941,
págs. 585 y sigs.; B. Terracini, «Verbo reflexivo y el problema de los origenes romá-
nicos», enRFH, VII, 1945, págs. 1 y sigs.; V. Lo Cascio (ed.), «Passive and imperso-
nal sentences»», en Italian Linguistics, 1, Ghent, 1976; C. Hernández Sacristán, Ora-
ciones reflejas y estructuras actanciales en español, Universidad de Valencia, 1985;
F. Lázaro Mora, «Observaciones sobre se medio», Serta Philologica F. Lázaro Carre-
'"' 1 (cit.) págs. 301-308.
CAPÍTULO XI

LA FRASE NOMINAL

El tema de la frase nominal es verdaderamente importante en la


Gramática, debido a las muchísimas implicaciones que presenta. La
dificultad que encierra y la falsa creencia de que no son abundantes
las frases nominales en la lengua española ha motivado su ausencia
de los manuales, gramáticas y libros más solventes de la materia; y
algunos de los autores que lo han tratado pasan sobre el tema rápida-
mente o tocan sólo una parcela de él. Pero nada más lejos de la reali-
dad que negar la abundancia de tales frases, pues son numerosísimas
en la lengua de la prensa-muy especialmente en los titulares-, en
la publicidad, en los pies de foto, en todo el refranero español, etc.
Nos proponemos explicar sus estructuras y fijar sus tipos en es-
pañol.
Dejando a un lado los estudios de la frase nominal en las lenguas
clásicas, entre los que destacan los de Meillet y Marouzeau 1, antici-
pemos que hay dos trabajos importantes sobre esta cuestión: el es-
pléndido artículo de Hjehnslev («El Verbo y la frase nominal», en
Mélanges Marouzeau, 1948, recogido en Ensayos lingüísticos, Ma-

1
A. Meillet, Linguistique historique et linguistique générale, París, 1952; J. Ma-
rouzeau, La phrase nominal d verbe «itre» en latin, París, 1910, págs. 133 y sigs.
La frase nominal 233

drid, 1972) y el inmediato de Benveniste (La phrase nomina/e, en


BSLP, XLVI, 1950, I, recogido en Problemes de linguistique généra-
le). Añádanse a esto los interesantes artículos que estudian algunas
partes de la materia y los planteamientos de Chomsky, Dubois, Du-
bois-Charlier, Mariana Tutescu ... desde otros criterios, y muchos más
que iremos citando a lo largo de la exposición 2 •
Entendemos en principio por frase nominal aquella en cuya es-
tructura no hay un verbo explícito y tiene un contenido pleno, como
el de una oración.
Hay en nuestra lengua construcciones o enunciados nominales de
muy diversos tipos: desde las monorrémicas, como ¡Enhorabuena!
¡Suerte! ... , a las más complejas, como la que vemos, por ejemplo, en
el refrán Del toro por delante, del mulo por detrás, del carro por los
lados y del falso amigo por los cuatro costados.
No nos detendremos aquí en el estudio de los monorremas de tipo
interjectivo, exclamativo o deíctico, como ¡ay!, ¡socorro!, sí, perdón,
gracias, aquí... , pues éstos nos llevan al estudio de la interjección y
de otros elementos, que se tratan en distintos capítulos.
Tampoco nos ocupamos aquí de las nominalizaciones léxicas,
tanto las de carácter afija! -cual es el caso de los deverbativos-
como las de infinitivo; ni son objeto de estudio aquí las 'llamadas'
'nominalizaciones' o inserciones de cualquier elemento o de un ne-
xus (proposición) en un sintagma nominal. Sino que nos ocuparemos
de la llamada tradicionahnente «frase nominal».
Para ir fijando el tema, proponemos la siguiente clasificación de
las frases nominales españolas:

2
Véase, por ejemplo, la tesis doctoral de J. A. Mayoral, El énfasis en la prensa
diaria, defendida en la Universidad Complutense (Madrid), en noviembre de 1974; o
el artículo de R. Lapesa, <<Sobre construcciones 'el diablo del toro', 'el bueno de Mi-
naya', '¡ay de mi!' ... », enFilologí.a, Buenos Aires, 1912; E. Alarcos, «Grupos nomi-
nales con de en español», en Studia hispanica in honorem R. Lapesa, I, Madrid, 1972,
págs. 85-91; y F. Indurain <<Notas sobre frases nominales» (ibídem), págs. 609-618.
234 Sintaxis

Interjección
Formas «emprácticamente completas>) (cf. Bühler,
~ pág. 358) (ej.: Sí (al contestar por teléfono).
o Monorremas
Formas de «hablar sinfisico» (ej.: ¡Un Martini!).
1
{
Deícticos (ej.: Aquello).
g Anafóricos (ej. Sí, en las respuestas).

¡
·~
(Adj. participio).
j Sintagmas
SN(Nu +Ay) Nominal (con preposición).
Que+ ...
SN + SN4 (ej.: Bombardeo en Beirut).
0 SN, (ej.: Ante la tumba de Onassis).

SSNN
coordinados
¡ Valor de igualdad de los elementos
Valor de inclusión (ej.: Vietnam y el dolor).
Concatenados (ej.: Arresto y cárcel).
Consecuencia (ej.: Huelga y escasez de combus-
tible).

Relación de igualdad.
» de inclusión.
SSNN » de consecuencia (ej.: Choque: tres
muertos).
yuxtapuestos
» de circunstancia.
» de connotaciones (ej.: Explosivo: p,'
Camino y P. Linares juntos en TV).

SSNN múltiples (a éstos atenderemos preferentemente por su


interés).

Y bien, abordando ya la bibliografia fundamental aludida, recor-


demos brevemente la tesis de Hjelmslev 3 •
Para el danés ni la noción del proceso ni la conjugación definen
ni limitan lo que es el verbo. Los llamados morfemas verbales carac-
terizan a la frase entera, no al verbo. Así pues, en la frase nominal,

3
Recordemos que Hjelmslev arranca de la opinión generalizada por Meillet de
que ser es el centro de toda' teoría del verbo y marca el proceso de su gramaticaliza-
ción desde el valor existencial al de cópula y de éste al signo cero, en frases nomina-
les puras.
La frase nominal 235
que carece de verbo, están presentes tales morfemas: en ella se
pueden distinguir el morfema de tiempo presente, de modo indica-
tivo, el de persona, el de aspecto infectum. En consecuencia, para
él, verbo y nombre son semantemas indiferenciados funcionalmen-
te, bases neutras. Y en la frase nominal no hay una base verbal, pe-
ro sí las características verbales, que afectan a toda la frase. Todos
esos rasgos (diátesis, persona, tiempo representado por presente,
modo por indicativo y aspecto por infectum) están expresados por
el signo cero. Tales son,. para este autor, los cinco morfemas de la
frase nominal.
A estos morfemas añade Hjelmslev una nueva magnitud, el relie-
ve en grado bajo excesivo, propio de la predicación sin base verbal.
La presencia de la base verbal produciría un cambio de relieve o én-
fasis.
Esta teoría de los «morfemas extensos y fundamentales» anula
radicalmente el concepto general de verbo como eje de la proposición
y portador de las categorías básicas del enunciado. Queda así reduci-
do a una base desnuda capaz de llevar las formas de expresión de las
categorías de Ja frase, se convierte en una mera «Conjunción de pro-
posiciones». La «característica» extensa, por pertenecer a la frase,
puede estar presente igualmente en la frase nominal que en la verbal.
De esta manera los límites entre nombre y verbo tienden a anular-
se o neutralizarse.
Esta tesis de Hjelmslev es absolutamente revolucionaría y echa
por tierra la que es considerada categoría fundamental de casi todas
las lenguas flexivas, el verbo; niega Ja estructura bimembre, SN + SV,
para una proposición o nexus, y hace cargar al verbo (carga perma-
nente) con indicadores de morfemas, que, según él, no le pertenecen.
En cambió Benveniste, en el artículo ya citado, define el verbo
como elemento indispensable para la constitución de un enunciado
asertivo finito, que se produce entre dos pausas y con una específica
entonación final. En tales enunciados el verbo, además de su misión
asertiva, posee una función de cohesión de los elementos del conjun-
to.
236 Sintaxis

Establece este autor, eu principio, diferencias claras entre frases


nominales y frases con verbo ser, que por naturaleza son predicati-
vas.
Distingue - y ésta es la clave de su tesis- la forma verbal y la
función verbal. El término de función verbal consta de un elemento
explícito, que en la frase nominal sería la forma del sintagma nomi-
nal, y otro implícito, que coincidiría propiamente con la función o,
con mayor precisión, con el funtema. En consecuencia, la diferencia
entre una frase nominal y una verbal para él, es morfológica, no de
función.
Iguales caracteres puede tener -dice- una aserción verbal que
la de forma nominal: aquella, al igual que la nominal, puede ser in-
temporal, impersonal, no modal, no sometida a la subjetividad del
hablante ...
Niega la interpretación de la frase nominal como elíptica de verbo
y tampoco acepta que sea una frase con cópula cero rechazando tajan-
temente la ausencia de ser en tales frases.
Al estudiar las restricciones que afectan a la frase nominal precisa
que:
1) siempre van unidas al estilo directo;
2) manifiestan aserciones, verdades generales o sentencias

A esto hay que añadir la sagaz intuición de este autor de aceptar


unas frases nominales no ecuacionales.

La tesis de Navas Ruiz 4 no es del todo convincente, a pesar de su


notable intento de explicar que el grado cero verbal tiene un soporte
material positivo, la pausa.
Esta postura es bastante comprometida, ya que son muchas las
frases nominales unimembres, que lógicamente carecen de pausa, y,
dentro de las bimembres o más complejas, la pausa no siempre es fija
4
R. Navas Ruiz, «Pausa, base verbal y grado cero», en RFE, XL V Madrid, 1962,
págs. 273-284.
La frase nominal 237
ni siempre coincide con el lugar exacto donde estaría el verbo en la
correspondiente frase verbal. Así, en frases como Ni con amigo lison-
jero, ni con fraile callejero no coincide la pausa con el lugar del hipo-
tético verbo; de la misma manera que no coinciden la pausa y el lugar
del verbo en muchas frases con verbo: Casa con dos puertas / mala
es de guardar. Y en frases nominales con un sintagma compuesto de
dos elementos coordinados, por ejemplo, no encontramos pausa en
cada «hueco» de un posible verbo: Amistad de boca, larga parola y
cerrada la bolsa. Esta frase transformada en verbal exigiría dos ver-
bos; y sin embargo no encontramos dos pausas, una ante larga y otra
ante cerrada, lugares correspondientes a los posibles verbos.
El criterio de Navas está basado en un rasgo suprasegmental ne-
gativo -no positivo, como él dice-, la pausa, que no es ni perma-
nente ni pertinente y cuya misión principal (no hablo de la enfática)
es muy distinta: la de delimitar funciones, separar sintagmas sucesi-
vos, especialmente cuando podría haber confusión entre ellos.
La gramática generativa-transformacional tampoco ha aportado
ninguna explicación importante de estas frases, a las que define 5 co-
mo una nominalización encajada en una frase de base, que ha sufrido
una transformación de elisión. Operando con la transformación desde
la estructura profunda a la superficial, la explicación dada coincide,
en el fondo, con la tradicional de la elipsis. Así se nos hace llegar
desde una estructura como Je veux que SN soit adj. hasta ¡silence!
ce silence
por una serie encadenada de transformaciones.
Interpretar, como algunos hacen, frases del tipo M S., nueva me-
dalla de oro como una transformación desde la frase de base Se con-
cedió una nueva medalla de oro a M S. no ofrece más garantías que
hacerlo desde M S. recibió u.m.d.o. Y en los dos casos las transfor-
maciones serían diferentes. Quiero con ello decir que tales transfor-
maciones parecen forzadas metodológicamente y que son posibles

5
Cf. Dubois, Grammaire structurale du franfais: La phrase et les transforma-
tions, París, 1969, págs. 108 y sigs.
238 Sintaxis

varias gramáticas que expliquen tales frases nominales con este mé-
todo.
Si para obtener una frase como Le chapeau de Pierre (del estudio
de Dubois) hay que partir de una estructura base SN fait que SN est
CP (Adj.): Pierre fait qu 'un chapeau est de Pierre ---+ P. a un cha-
peau, estamos ante una reducción de estructuras en las que ser es el
centro de toda la teoría del verbo y de la frase (planteamiento que se
remonta a Aristóteles). Lo que hay de común entre las expresiones El
sombrero de P. y P. tiene un sombrero no es sino una misma relación
semántica entre los actantes, o, como diria Fillmore, la misma estruc-
tura profunda de casos.
Nuestros objetivos serán:
!) Fijar que la frase nominal plurisintagmática obedece a la es-
tructura general del nexus.
2) Que en el núcleo del sintagma verbal hay un signo cero.
3) Que los morfemas verbales pertenecen al verbo, no a la frase
entera.
4) Clasificar las frases nominales de nuestra lengua con crite-
rios funcionales y de estructuras.
5) Llegar, por fin, a un concepto de frases nominales, delimi-
tando su campo y precisando algunos conceptos.

Para todo esto lo primero que debemos precisar es el concepto de


frase y enseguida la estructura general de las mismas.
Distingue Karcevski 6 perfectamente entre proposición y frase.
Una proposición es un sintagma predicativo, es decir, un sintagma
con la particular relación «determinante-determinado». Lo distintivo
de una proposición es la introducción de los valores de tiempo, modo
y persona, los que él llama «valores predicativoS».

6
S. Karcevski, «Phrase et proposition>~, en Mélanges Van Ginneken, 1937, pág.
59.
La frase nominal 239

Define la frase como <<Unidad intencional de comunicación, mar-


cada por una entonación». Lo más frecuente es que la frase tenga la
estructura de una proposición, pero puede no tenerla, según él.
En este sentido, indudablemente, la llamada frase nominal es tal
frase. Pero nosotros intentamos comprobar que responde también a la
estructura de proposición, o de nexus, aunque quebrada en algunos
pocos casos.
Atendiendo a la estructura del nexus ya estudiada, diremos que en
la frase nominal hemos de aceptar un signo cero (0) en el funtema
verbal.
No se trata de elipsis verbal ni omisión, sino de ausencia de una
forma de expresión en el núcleo del sintagma verbal. Esta ausencia
favorecerá la presencia -casi necesaria- de alguno de los comple-
mentos adyacentes del verbo que, a veces, pierden su carácter de
marginales.
Es obvio que tampoco podemos aceptar la opinión de Bally de
que la frase nominal sólo puede aparecer en lenguas que desconocen
la cópula ser.
Con nuestro planteamiento de funtivo cero y manteniendo la es-
tructura de nexus, ya no queda en entredicho el concepto de verbo, y
se mantiene la estructura de nexus en la frase nominal, principalmen-
te en la frase sintagmática.
El signo cero implica no existencia de los morfemas propios del
verbo. ¿Serán estos morfemas pertenecientes al nexus completo?,
como quería Hjehnslev, ¿seguirán siendo atribuibles al verbo? En
este caso, ¿no están presentes en la frase nominal los morfemas de
tiempo, modo, aspecto ... ?
Pasemos.revista a los que Hjelmslev acepta como morfemas ex-
tensos y cree presentes en la frase nominal, como lo están en la ver-
bal.
EL RELIEVE

Asigna el danés a la frase nominal un morfema de relieve bajo


excesivo.
240 Sintaxis

Indudablemente el relieve o énfasis nace de la oposición presen-


cia I ausencia de un signo; es decir, que en la frase nominal hay un
rasgo que afecta a todo el nexus (al igual que en las verbales) y ese
rasgo, basado en la oposición apuntada, viene dado en la frase nomi-
nal por el signo cero como miembro de la oposición dicha.
Es indudable la diferencia de relieve o énfasis 7 entre Al pan, pan
y al vino, vino y Llamemos al pan pan y llamemos al vino vino.
La concentración de rasgos semánticos en la frase nommal es
patente, de la misma manera que se manifiesta innecesaria la presen-
cia del verbo para comunicar el mensaje deseado. La comnutación
del signo cero por el verbo sólo nos ha dado una diferencia expresiva,
de énfasis. Tal morfema de relieve, pues, no ha de atribuirse a las re-
laciones de los demás sintagmas, sino a la oposición presencia / au-
sencia de un signo léxico; en este caso, del verbo.

TIEMPO

En otro lugar expusimos 8 que el presente es la forma temporal del


indicativo neutra en cuanto al tiempo. Esto nos dice que una frase sin
verbo, y consecuentemente sin marca temporal, está muy próxima a
la frase verbal en presente, ya que las dos son «no marcadas»: una,no
marcada gramaticalmente y otra ni aun léxicamente.
Por ello gran parte de las frases nominales de nuestra lengua
aceptan una comnutación por frases con verbo en presente. Pero el
que sea posible esta conmutación no indica que la frase nominal esté
en presente, sino que no está marcada temporalmente, como no lo
está el presente.

7
Del énfasis en cierto tipo de estas frases tratan las tesis de J. A. Mayoral, ya ci-
tada, y la de A.M. Loffler, L'emphase dans la presse argentine (Tesis doctoral), Pa-
rís, 1971. Véase F. Lázaro Carreter, <<La lengua de los refranes. ¿Espontaneidad o ar-
tificio?, en Estudios lingüísticos, Barcelona, 1980, págs. 219-232.
8
Cf. nuestro «Sobre el tiempo en el verbo español», REL, 3, 1, :Madrid, 1973,
págs. 174 y sigs.
La frase nominal 241

Esto no obsta para que encontremos frases nominales conmuta-


bles por otras verbales en diferentes tiempos. Nunca podremos decir,
pues, que las frases nominales estén en tal o cual tiempo.

MODO

Semejantes razones son válidas para el morfema de modo, mon-


tado sobre la base subjetivo I objetivo, corno actitudes del hablante
ante el enunciado.
En la frase nominal, al no haber verbo, no existe tal morfema ni
categoría. Por ello estas frases son conmutables con preferencia por
frases no marcadas. No podernos decir que la frase nominal contenga
el morfema de modo, ni aun en su forma no marcada del indicativo,
sino que carece de tal morfema y, en consecuencia, el signo cero
también es índice de la ausencia de esa categoría.
Que sea conmutable por una frase verbal en indicativo no presu-
pone que contenga el morfema modal de indicativo. Pero es que,
además, hay muchas frases no conmutables por otras verbales en tal
modo.
Al no estar marcada la frase nominal en cuanto al modo, es lógico
que sus enunciados sean más generales y aptos para expresar asercio-
nes genéricas y sentencias, con «relación intemporal y valor perma-
nente», como dice Benveniste.
Pero estos rasgos no implican 'indicativo', sino ausencia de mo-
do, porque no hay verbo. Igualmente generales son los enunciados de
las frases nominales conmutables por otras en subjuntivo y concreta-
mente por su variante de imperativo. Ejemplos:
Muchos amigos en general, y uno en especial.
Amistad con todos; confianza con pocos.
Al amigo y al pariente, un real de lo más corriente.
A buen din, buen don.
Chico llorón, boca abajo y bofetón.
242 Sintaxis

Por todo ello hemos de concluir que no hay morfema modal en la


frase nominal, como no lo había de tiempo, pues son marcas inheren-
tes del verbo.
Mas sí está en la frase nominal la modalidad (impresiva, yusiva,
expresiva, etc.), que es una de las bases del modo verbal, a la par que
marca distintiva de toda la frase 9 .

ASPECTO

Es necesario distinguir claramente entre Aspekt y Aktionsart. Esta


última pertenece al plano léxico en la lengua española y depende de
la significación verbal y del contexto (un complemento, por ejemplo,
puede modificar el modo de acción de un verbo: «golpear insistente-
mente») w
Teniendo en cuenta que el presente es forma neutra en cuanto al·
aspecto, comprendemos que están muy próximas la frase verbal en
presente y la nominal, que carece de verbo y, en consecuencia, tiene
signo cero aspectual.
Así pues la frase nominal carece de aspecto, si bien en ella puede
estar marcado de alguna manera parcialmente el modo de acción o
Aktionsart, puesto que los complementos verbales son índices secun-
darios de tal concepto.
No hay irnperfectividad aspectual en ella, como algunos han di-
cho; no es frase de aspecto infectum, sino de aspecto cero. Y algunas
son conmutables por frases verbales perfectivas, mientras otras lo son
por frases de carácter imperfectivo. Dificihnente podríamos hablar de
aspecto en frases como Después de mí, el diluvio, o, A tal señor, tal
9
Cf. A. García Calvo, «Precisiones del lenguaje y modalidades de la frase», en
Estudios clásicos, 24, Madrid, 1958, págs. 330 y sigs.; S. Mariner, «Triple noción
modal básica en la categoría modal c:;i.stellana», en RFE, LIV, Madrid, 1971, págs.
209~252; y nuestro artículo «Modos verbales», en Estudios ofi·ecidos a E. A/arcos
Llorach, IV, Oviedo, 1978, págs. 117 y sigs.
10
Cf. más adelante, págs. 458 y sigs.
La frase nominal 243

honor, y menos aún en las monorrémicas como ¡Suerte!, ¡Enhora-


buena! ...

PERSONA

La categoría de persona pone en relación el SN1 y el verbo. No es,


pues, morfema privativo del verbo, sino que también aparece en el
sintagma nominal. Por ello esta categoría sí puede aparecer en la fra-
se nominal.
En una frase nominal puede aparecer cualquiera de las personas
de este sistema explícita en el sintagma nominal sujeto. La menos
frecuente es la primera: ¿Tonto yo?; Yo que tú ... La más abundante,
lógicamente, es la llamada «no persona», la forma no marcada, bien
con SN, explícito como en Año de nieves, año de bienes, bien sin
funtivo explícito en tal sintagma nominal sujeto: Ni yerba en el trigo,
ni sospecha en el amigo.
Esto no obstante, también hay frases nominales sin sujeto explíci-
to que pueden comnutarse por frases verbales con sujeto de segunda
persona. Tal es el caso de las frases exhortativas e 'imperativas.
Ejemplo:
Ni con amigo lisonjero, ni con fraile callejero.

Por todo lo precedente dificilmente podemos hablar de sincretis-


mo del morfema de persona, pues tal categoría puede estar presente o
ausente en la frase nominal respondiendo al mismo sistema que rige
en las frases verbales.

DIÁTESIS

Como bien demostró Alarcos 11 , no existe en nuestra lengua diá-


tesis pasiva, ya que la así llamada es una mera estructura atributiva, y
en otro lugar nosotros lo ratificamos 12 •
11
Alarcos Llorach, Estudios ... , págs. 124 y sigs.
12
Cf. nuestro «La llamada 'voz pasiva' en español» (cit.).
244 Sintaxis

En efecto, formahnente la llamada pasiva es una estructura atri-


butiva con un complemento atributo conmutable por complemento
pronominal átono neutro (La noticia es divulgada-+ lo es).
No hay forma de expresión portadora del morfema de pasiva y es
claro que no puede haber un morfema sin un morfo o elemento de
expresión que lo soporte. Por esto y por otras varias razones, que no
se precisan en este momento, no podemos formular en la lengua cas-
tellana la oposición pasiva-activa.
Tal oposición sólo tiene sentido en el plano del contenido, como
relación semántica entre un actante y el proceso verbal.
Con estos datos podemos decir que no hay categoría de voz en el
verbo español. En consecuencia, la diátesis no está marcada en la fra-
se nominal, porque no existe como componente de la oración españo-
la. No hay que hablar de catálisis ni de neutralización, sino de mor-
fema anulado en el paso del latín a nuestra lengua.

Revisadas todas las categorías verbales hemos podido comprobar


que de las auténticamente verbales ninguna, salvo la persona, aparece
en la frase nominal. Lo distintivo es su ausencia, ya que no aparece
verbo. Ahora bien, como en todo sistema el signo cero tiene idéntico
valor funcional que el morfema explícito, hemos de aceptar decidi-
damente que en la frase nominal española no hay marca de modo, ni
de tiempo, ni de aspecto explícitas; no hay diátesis ni implícita ni
explícita; existe la categoría de «relieve», implícita porque es de ca-
rácter léxico y se basa en la presencia / ausencia de un sintagma; y
evidentemente existe la categoría de persona en la frase nominal, ya
que no es privativa del sintagma verbal sino que también aparece en
elSN1•
Por tanto, no creemos que se trate de morfemas que pertenezcan a
la frase entera, cuyos morfos se adscriben al verbo. Ciertamente son
morfemas que afectan, cuando aparecen, a toda la oración, al nexus
completo, porque el verbo es su eje significativo.
La frase nominal 245

Excesivo nos parece interpretar el verbo como una base vacía a la


que se superponen una serie de morfos «fundamentales», así como
afirmar que el verbo es un mero conector de SN1 y SN2, máxime
cuando hay tantas oraciones en que sólo existe el verbo y muchas de
ellas, ni aun tienen sintagma sujeto (Llueve).
Más razonable nos parece seguir adscribiendo tales morfemas,
como lo hacen la mayor parte de los lingüistas, al elemento que los
lleva, el verbo, aunque aceptando que repercuten en todo el nexus por
el papel preponderante de ese elemento, que es el nudo de toda la
cláusula. El que los morfemas en cuestión afecten a todo el nexus no
es obstáculo para creerlos auténticamente verbales.
Ahora bien, conviene que nos preguntemos por qué no aparece
el verbo en tales estructuras. O formulando la pregunta desde otro
ángulo, con Benveniste, ¿es libre el empleo de la frase con verbo y
de la correspondiente frase nominal, o son diferentes los dos enun-
ciados?
Comencemos señalando que la diferencia de énfasis es clara, se-
gún vimos. La condensación y la concisión de la frase nominal se
pierden en la verbal.
Además conviene recordar que la frase nominal aparece siempre
en el discurso directo o en el indirecto como cita textual directa.
Una gran mayoria de frases nominales han sufrido un claro pro-
ceso de lexicalización y por el hecho de proliferar en los refranes,
adagios y frases coloquiales estas estructuras, muchas de ellas han
adquirido una forma estereotipada, sintética, esquemática y formula-
ria, marcada por un señalado homeoteleuton y uu contenido intempo-
ral.
Volviendo a la razón de la ausencia verbal, diremos que al con-
mutar las frases nominales con que hemos operado -bastantes
cientos- con las correspondientes verbales en castellano, los verbos
que aparecen en éstas no aportan a la frase una significación funda-
mental; es decir, que la frase nominal nace cuando el mensaje no
precisa de la significación del verbo; y esto se da con mucha mayor
frecuencia, según comprobamos, con verbos de gran extensión signi-
246 Sintaxis

ficativa, cuando unos signos no verbales aportan una información


suficiente.
Su presencia se hace innecesaria, bien porque los rasgos séruicos
coinciden parcial o totalmente con otros de la frase, o porque su pre-
sencia no aporta nada distintivo al mensaje. O sea, que una frase ver-
bal no significa nada sustanciahnente distinto a la correspondiente
nominal.
Así, a título de ejemplo, entre:
Amigo leal y franco, mirlo blanco
y
Amigo leal y franco (es como) mirlo blanco

no hay diferencias sémicas fundamentales.


Corno dice Tesniere 13 , el nudo nominal se basta a sí mismo en las
frases nominales y forma él sólo una frase.
Sentados todos estos puntos de vista, queda patente que concebi-
mos la frase nominal plurisintagruática corno una variante de la es-
tructura general de la cláusula o nexus oracional. Es un nexus con
signo cero en el funtema verbal, con todas las consecuencias e impli-
caciones que ese signo cero lleva consigo.
Este signo no está representado por ningún segmento ni supra-
segmento, y menos aún por la ausencia de un suprasegruento, la pau-
sa.
No hay elipsis verbal ni sustitutos del verbo, ni se necesita asig-
nar las categorías verbales a toda la frase, sino que se trata de una fra-
se con signo cero en el núcleo del sintagma verbal.
La frase nominal es un nexus, pues sus elementos responden a las
funciones y sintagmas de tal estructura.
La constitución interna de los sintagmas puede ser la misma que
en cualquier frase verbal, endocéntríca y exocéntríca; y se combinan
de las mismas maneras en una frase nominal que en una verbal.
13
L. Tesniere, Eléments de Syntaxe structurale, París, 2.ª ed., 1969. (Versión
castellana, Elementos de sintaxis estructural, cit.)
La frase nominal 247

Tiene estructura de nexus, aunque quebrada, porque también res-


ponde a los mismos suprasegmentos que la verbal: los grupos tonales
y acentuales se distribuyen de igual manera.
Ofrecen diversas funciones lingüísticas, al igual que las verbales.
Presentan diversos tipos de relaciones entre hablante y enunciado:
las hay enunciativas, exhortativas, interrogativas ... , y guardan las
mismas relaciones entre los actantes.
Ofrecida la interpretación teórica, conviene que nos detengamos
en las estructuras fundamentales que pueden adoptar las frases nomi-
nales en la lengua española.

l\llÉTODO

Para ver la estructura de las frases nominales plurisintagmáticas


hemos fijado directamente los diversos sintagmas, basándonos ante
todo en las marcas formales y después, para garantizar el trabajo,
hemos refrendado el resultado, cuando era posible, sobre la frase ver-
bal correspondiente. Cuando son dos los actantes o más, no es dificil
discernir las funciones, pero (cuando se trataba de varios sintagmas
cotirdinados con la misma función) a fin de no dejarnos llevar por la
intuición, recurrimos inmediatamente a la conmutación por la frase
verbal. Y no se olvide que muchos refranes están documentados con
verbo y en frase nominal.
Dije que conmutábamos «cuando era posible», porque hay frases
nominales que no tienen en la lengua la correspondiente verbal, no
admiten la conmutación porque han sufrido una lexicalización. Por
ejemplo:
A la vejez pájaros otra vez.

Y otras frases son conmutables por varias verbales, con diferentes


verbos, según el contexto. Ejemplo: en ¡Qué consuelo en todo esto!
(Unamuno), podemos conmutar en todo esto por hay, siento, se sien-
te, hallarás en todo esto.
248 Sintaxis

Pues bien, en todas las frases nominales estudiadas, la constitu-


ción interna de los sintagmas es la misma que las de cualquier frase
verbal (los hay endocéntricos, del tipo coordinativo y del nuclear;
exocéntricos ... , con diferentes expansiones ... ).
Dado que transitividad e intransitividad son rasgos de la estructu-
ra del predicado, como bien fijó Alarcos, podemos hablar de frases
nominales transitivas, intransitivas ... , etc.
Así pues, ordenando esquemáticamente las estructuras que hay en
las frases nominales españolas plurisintagmáticas, encontramos las
siguientes:

1. ATRIBUTIVAS

Se corresponden con las «ecuacionales» de Bloomfield, son las


más abundantes en la lengua y muestran un gran paralelismo entre los
dos sintagmas constituyentes.
Su estructura es ISN1 + 0 + SN2al (uso 0 en el lugar donde podría
aparecer el verbo en la frase verbal). Ejemplo:
Londres, capital del vicio.

Tampoco es raro que preceda el atributo en estas estructuras,


dando así mayor énfasis. Ejemplo:
El mejor alcalde, el rey.

Tal vez acepte esta intetpretación una frase con matiz condicional
en los contextos donde aparece Yo que tú, que probablemente se for-
mó sobre Yo que fuera tú ~ Que yo faera tú.
Es frecuente que en estas frases algunos sintagmas estén desarro-
llados bien por expansión coordinativa:
Amigo y vino, el más .antiguo.
Viuda de calzada, ni viuda ni casada.
La frase nominal 249
Mujer, vino y caballo, mercaduria de engaño.
Las sardinas, frescas, fritas y frías.

o por adyacencia compleja y múltiple:


Amigo reconciliado, vaso quebrado y mal lañado.
El rábano, malo para el diente y peor para el vientre.

el adyacente puede tener forma de nexus:


Amistad que dice no, amistad que se perdió.

I.a
Una variante de la estructura anterior es aquella en que además
aparece un SN3 indirecto o un SN,: ISN1 + SN3 / SN, + ll + SN2al. Es
decir, son casos con tres actantes. Ejemplos:
La bolsa y la puerta, para los amigos abierta. Amigos y melones,
por uno bueno, cuarenta y nueve malos y 50 peores.

También es posible que uno de estos sintagmas incorporados a


esta estructura esté desarrollado en forma de nexus y aun en una nue-
va frase nominal. Ejemplo:
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

La expansión de dos frases nominales coordinadas y yuxtapuestas


también es abundante. Ejemplos:
Siglo de oro, siglo de ciencia; siglo del oro, siglo de indecencia.

Cuando el sintagma sujeto es reconocible por contexto o por dei-


xis, puede estar también ausente. Obtendremos entonces una estruc-
tura SN2 a ll ll (ejemplo: ¡Dichoso pueblo!, frente a ¡Dichoso pueblo
este!).
250 Sintaxis

Una variedad de este tipo son las que estudian Alarcos Llorach y
Lapesa 14 con constituyentes /Nu + Ay!, bien permutables bien fijos
(ejemplos: Pobre de Juan; El burro del herrero; Feliz de ti: ¡Ay de
mí!), y que interpretan como oraciones sin verbo unificadas por un
contorno exclamativo, que contienen dos elementos constituyentes de
la oración, sujeto y predicado.
El carácter abstracto, generalizador y defmitorio de muchas de
estas frases atributivas se debe no sólo a la ausencia verbal, sino
también a la frecuente ausencia de artículo y a otros recursos léxicos.
Ejemplos:
Mujer, vino y caballo, mercaduría de engaño; Día de mucho,
víspera de nada; Alegría callada, candela apagada.

En estas frases nominales atributivas predominan, por este carác-


ter definitorio y axiomático, las enunciativas. Pero también las hay
interrogativas (¿Tonto yo?) y exclamativas (¡Qué memoria la tuya!).
No hemos encontrado, en cambio, ninguna exhortativa.

IJ. ESTRUCTURAS TRANSITIVAS

En ellas lo diacrítico es el SN,. Las variedades son múltiples.


Desde la más elemental SN1 + íl + SN2 (ejemplo: Yo, uno solo) a las
complejas que aceptan la interpolación de SN3 y SN,. Ejemplos:
Al amigo y al pariente, un real de lo más corriente. Dos orejas a
Paquirri en Sevilla.

Hay que notar la frecuente ausencia del sujeto en estas frases;


muchas de ellas son exhortativas y el sujeto debería ir en segunda
persona, dentro de la correspondiente frase verbal. Ejemplo:
14
CF. nota 2 (supra) y S. Gutiérrez Ordoñez, «Grupos sintagmáticos N de N:
Sintaxis y Semantica», en Estudios ofrecidos a E. A/arcos, 3, Oviedo, 1978, págs.
133-159.
La frase nominal 251

A caballo viejo, poco verde.

He aquí unos ejemplos con incremento de SN,.


En casa del herrero, cuchillo de madero. Un salón a la derecha;
en primer plano, una chimenea; detrás, una puerta ...

Señalemos que en unas pocas aparece sólo el SN2 :


Ni manjar recalentado, ni amigo reconciliado. Carne de hoy, pan
de ayer, vino de año.

Notamos que no hemos encontrado ninguna frase nominal con


estructura reflexiva. La explicación es sencilla: el pronombre átono
reflejo exige al verbo, ya que no puede dejar su posición proclítica o
enclítica.

111. ESTRUCTURAS INTRANSITIVAS

En ellas es casi general la presencia del SN1• Podemos formular


sn estructura así: SN1 00 SN, / SN4 • Ejemplos:
Huésped García, en casa cada día. A mi, la lengua quieta; éso de
siempre (Delibes); Después de mí, el diluvio; A tal señor, tal honor.

Una variante de estas estructuras es aquella en que no aparece el


SN1 y sólo tenemos un SN,. Las más de este subtipo son exhortativas.
Ejemplo:
Dertoro por delante; del mulo por detrás; del carro por los lados
y del falso amigo, por los cuatro costados.

Hay un grupo de frases que son conmutables por otras verbales


tanto transitivas como intransitivas, ya que en sus sintagmas no apa-
rece ninguna marca diacrítica. Ejemplos:
252 Sintaxis

Entre col y col lechuga; A mí las cosas claras; Y ¡qué consuelo


en todo esto!; Del rey abajo ninguno.

Algunas son conmutables por transitivas o por verbos en cons-


trucción pasiva refleja. Ejemplo:
La pierna en el lecho y el brazo en el pecho (cura o se cura).

Por tanto, la frase nominal mantiene la estructura de nexus, si


bien quebrada, ya que tiene funtivo cero en el núcleo verbal; posee
todos los rasgos y caracteres de cualquier estructura de nexus y ora-
cional.
Nuestra postura se basa, como se ha visto, en la escrupulosa in-
terpretación del signo cero en una estructura nexual y oracional.
CAPÍTULO XII

FUNCIONES DEL LENGUAJE Y ORACIÓN

ACTITUD DEL HABLANTE ANTE EL ENUNCIADO

Hemos estudiado hasta aquí la estructura oracional y del nexus,


atendiendo solamente a sus formas y sus funciones. Aunque no va-
mos a ver por ahora el significado de la oración es importante atender
a un factor indispensable en la comunicación, el hablante y su rela-
ción en el enunciado con el oyente.
Hasta ahora hemos atendido a la forma del mensaje, pero éste ha
de ser emitido por un hablante con una intención comunicativa y una
finalidad determinada, factores que repercuten en la forma de expre-
sión de algún modo.
La actitud del comunicante ante el enunciado y el oyente da lugar
a diversas clases y formas de oración. Este criterio es la base de la
clasificación siguiente en optativas, dubitativas exclamativas, etc.
Pero estas actitudes son, a fin de cuentas, el refrendo de las diver-
sas funciones del lenguaje: expresiva, representativa y apelativa-
conativa.
Por ello el planteamiento de los siguientes puntos atenderá con-
juntamente a las actitudes del hablante y a las funciones lingüísticas
del mensaje.
254 Sintaxis

FUNCIONES DEL LENGUAJE

Trataremos en primer lugar la cnestión de las funciones del len-


guaje, tan importante y tan estudiada en Lingüística, para después se-
ñalar las relaciones principales entre ellas y las diversas clases de
oración.
Anticipemos que los estudios sobre el lenguaje y la lengua deben
tener su vertiente interna, pero ésta se enriquecerá con el enfoque,
imprescindible, del lenguaje como fenómeno social, atendiendo a su
rendimiento, operatividad, usos y funcionamiento.
Así parece elemental la necesidad de preguntarse: «para qué sirve
el lenguaje?, ¿qué papel cumple?, ¿cómo se utiliza y con qué fines u
objetivos?
De entrada es obligado distinguir entre fancianes del lenguaje y
funciones intralingüísticas. De aquellas nos ocuparemos aquí. Las
otras vienen a coincidir con el papel que desempeña un elemento o
un término dentro de una estructura perteneciente a un sistema dentro
de una cadena lingüística. Son las que globalmente se suelen deno-
minar «funciones gramaticales».
Por otra parte, tenemos las 'funciones del lenguaje', que nos
muestran finalidades de este lenguaje o de los enunciados, nos dicen
para qué sirve y se utiliza aquel.
No es el lugar de hacer historia de los planteamientos que a lo
largo de la Lingüística se han formulado sobre este tema; sólo reco-
geré algunas tesis, las más difundidas y aceptadas, muy relacionadas
entre sí, para operar con una serie de funciones y ver cómo mediati-
zan a las diferentes oraciones.
En la teoria de las funciones del lenguaje, podemos distinguir,
grosso moda, tres etapas importantes, cuyos pilares serían respecti-
vamente Bühler, Jakobson y Halliday. Cada una de ellas enfoca el
lenguaje desde diferentes ópticas y concepciones lingüísticas y res-
ponde a distintos principios, como vamos a ver.
Funciones del lenguaje y oración 255

Karl Bühler 1, propone tres funciones del lenguaje humano; o más


exactamente, según él mismo dice, tres funciones semánticas del sig-
no lingüístico complejo: expresiva, apelativa y representativa, que
responden a las tres facetas bajo las que puede aparecer un signo:
como síntoma, como señal y como símbolo. La primera marca la de-
pendencia del signo respecto al emisor, la señal supone la apelación
al oyente y la representativa supone la referencia a objetos y relacio-
nes.
Es evidente que estas funciones no se excluyen, sino que se
combinan, aun cnando la dominante sea la representativa; y que todo
signo lingüístico comparte al tiempo los tres caracteres, de simbolo,
síntoma y señal, en alguna manera.
A la luz de los conocimientos actuales se puede percibir que es un
modelo incompleto, aunque sistemático y coherente.
De todos modos, su planteamiento, ya clásico en lingüística, ha
sido fuente de otros posteriores.
La segunda tesis que comentamos es la de Jakobson 2 , que distín-
gue seis funciones, en relación con los diferentes componentes de la
comunicación. Sobre el siguiente esquema se verán claramente:
CONTEXTO
referencial

DESTINADOR (EMISOR)- MENSAJE - DESTINATARIO


emotiva poética conativa

CONTACTO
fálica

CÓDIGO
metalingüística.

1 K. Bühler. Teoría del lenguaje, Madrid, 2.ª ed., 1961.


2
R. Jakobson, «Linguistique et poétique», en Essais de Linguistique générale,
París, 1963. Véase también A. García Calvo, «Funciones ... » (cit.); y M.A.K. Halliday,
Exploraciones sobre las funciones del lenguaje, Barcelona, 1982.
256 Sintaxis

La función referencial, coincide con la representativa de Bühler;


es aquella por la que asignarnos un significante a un significado, por
la que enunciamos cualquier forma de contenido. Es la más abundan-
te y la que suele subyacer a cualquier otra con la que se combine.
La función emotiva coincide con la expresiva de Bühler, y la co-
nativa marca, corno la apelativa, la relación con el receptor. Es más
amplia que la correspondiente de Bühler. Por ella se trata de impre-
sionar, de provocar una reacción en el oyente. Es la típica de los vo-
cativos, imperativos, etc.
Estas tres son las esenciales, y coincidentes con las de Bühler, pe-
ro Jakobson distingue otras tres funciones más.
Cuando la finalidad del mensaje es establecer, interrumpir, pro-
longar o dar una transición a la comunicación, estarnos ante la fun-
ción fálica, que es la propia de las muletillas, frases hechas sin con-
tenido (esto ... , pues... , el caso es que ... , etc.), que predominan en el
habla coloquial.
Cuando el lenguaje se usa para hablar de sí mismo, es decir,
cuando el lenguaje es el referente de la comunicación, estarnos ante
la función metalingüística, que no es más que una variante de la re-
presentativa cuando el referente es el lenguaje. Es la propia de las
definiciones (ejemplo: <<De» es una preposición). En ella es el códi-
go, pues, el eje del mensaje.
La función más atendida por Jakobson es la poética. En realidad,
todos los planteamientos de su estudio llevan directa o indirectamen-
te a definir la función poética-pie forzado de su teoría-, y a inser-
tarla, corno una más, entre las funciones generales del lenguaje, corno
un modo más de la comunicación, que tiene por centro y eje el men-
saje en sí mismo y la disposición de los elementos. Proyecta el prin-
cipio de equivalencia del eje de las relaciones al eje de las combina-
ciones; es decir de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas.
Consiste en el equilibrio de todos los elementos sobre aquellos dos
ejes, apoyándose en un alto grado de elaboración y depuración del
lenguaje. Con ello se logra un rasgo fundamental del significado es-
tético, su pluridimensionalidad.
Funciones del lenguaje y oración 257

Las críticas que se le hau hecho no han sido de importaucia y se


refieren: a) a que se ponen de mauifiesto en el mismo nivel funciones
de muy diferente entidad, b) a que se da por supuesta, sin contar con
ella expresamente, la función de comunicación, c) a que unas se co-
rresponden con algunos medios formales de expresión y otras no, d) a
que se percibe cierto artificio en la correspondencia de sus funciones
con los elementos de la comunicación, e) a que falta una mínima je-
rarquía entre las funciones que propone, y 1) a que se olvida de otras
funciones importautes, como la lúdica y la deíctica. Por ello, algunos
autores las consideran como útil modelo didáctico, pero con lagunas
para un plauteamiento científico.
Verdaderamente ofrecen un modelo nítido y coherente, algo hete-
rogéneo e incompleto.
Dejemos a un lado lo procedente o no de alguna de estas últimas
funciones, que algún lingüista ha puesto en duda. Lo que nos ínteresa
ahora es contar con que estas funciones se mezclau y funden de di-
versas maueras y que casi nunca aparecen aisladas, salvo la llamada
fática. En todo caso una de ellas es la dominaute.
Un cambio verdaderamente importaute en los planteamientos de
las funciones del lenguaje se da con Halliday 3, que realiza un estudio
sobre los pasos que se dau en la adquisición del lenguaje por parte
del niño, en primer lugar, y los «usos que hace del lenguaje» para
luego centrarse en el lenguaje ya pleno del adulto.
Siguiendo el aprendizaje de un niño concreto, Nigel, percibe tres
etapas del desarrollo semántico funcional: el de un sistema personal
(hasta los dieciocho meses), el de la trausición hacia el lenguaje
adulto (hasta los veintidós meses) y el de la fijación del lenguaje
adulto.
Según Halliday en el habla del niño aparecen los siguientes usos
o modelos gradualmente:

3 M. A. K. Halliday, Exploraciones sobre las fanciones del lenguaje, Barcelona,


1982.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 9
258 Sintaxis
J. Instrumental (fase del «yo quiero»), por el que el uiño busca
satisfacer sus necesidades.
2. Regulador, por el que trata de controlar la conducta de los
demás.
3. Interacciona/, por el que el niño aprende a relacionarse con
los demás. (Es la fase del «yo-tú»).
4. Personal, por el que el niño afirma su personalidad y toma
conciencia de su yo (fase de «aquí estoy yo»).
5. Heurístico, por el que el lenguaje es utilizado para aprender
y conocer las cosas (fases de los «¿por qué?»).
6. Imaginativo, uso por el que el uiño crea su propio mundo de
fantasía (fase del «vamos a hacer como si»).
7. Informativo, por el que transmite sus propuestas y pareceres.
En la segunda etapa estos usos convergen en dos 'macroftm-
ciones'.
y es en la tercera fase, en la del leuguaje ya adulto, cuando se or:
ganíza sobre tres «metaftmcioneS» abstractas, en las que caben todos
los usos sociales del lenguaje:
- Función ideativa o ideacional, por la que se manifiesta el co-
nocimiento del mundo exterior y el interior, y preseuta determinadas
relaciones lógicas.
-Función interpersonal, la que utilíza el hablante para plasmar
sus opíniones, evaluaciones y actitudes en el mensaje. Aquí encajan
bien las funciones expresiva y conativa; y
- Función textual, instrmnental de las otras, que permite la
creación del texto relacionando y dando cohesión a todos sus elemen-
tos.
Este sistema, como se ve, es notablemente más abstracto que el
propuesto para la primera etapa, tiene carácter «universal» y tales
funciones subyacen a toda forma língüística.
La revolución teórica de Halliday fue sorprendente y llamativa.
Parte del lenguaje como un hecho social, arranca del lenguaje ín-
fantil presuponiendo bien que en él se gestau paulatinamente los
usos (y, consiguientemente, las fuuciones) del lenguaje y abstrae
Funciones del lenguaje y oración 259

todos esos usos que él percibe en su investigación hasta reducirlos


a tres.
Sin embargo, no es muy seguro que el lenguaje adulto se amolde
a los pasos del adquirido en la infancia. Por otra parte, no creemos
que la diferencia entre éste y aquel sea meramente cuantitativa o gra-
dual, sino que nos parece cualitativa y esencial. De momento, y bien
lo reconoce el lingüista australiano, en el lenguaje adulto o completo
se mezclan, superponen, cruzan y potencian los usos y funciones.
Además, el adulto manipula, elabora y torsiona el lenguaje, mientras
que el niño lo utiliza casi exclusivamente como intrumento de «co-
mmúcación», sin más.
Aún da un paso más, que nos parece importante, y es que llega a
proponer la existencia de tres gramáticas diferentes relacionadas con
las tres metafunciones: gramática de los procesos (correspondiente a
la función ideativa), gramática de las funciones del habla (corres-
pondiente a la función interpersonal), y gramática de los mensajes (o
de la función textual).
Lo importante de este planteamiento, a nuestro entender, es lo
que subyace: la idea de que las funciones del lenguaje condicionan de
alguna manera las relaciones y funciones gramaticales.
Tras esta rápida revisión de las principales teorías sobre las fun-
ciones del lenguaje, y a la luz de los comentarios críticos que sobre
ellas hemos dejado traslucir, nos parece oportuno formular un replan-
teamiento de ellas, que presentamos en el siguiente esquema 4 :

4
Extractamos aquí las principales ideas de nuestro artículo «Replanteamiento de
las funciones del lenguaje» en Homenaje a Alfonso Candau, Universidad de Vallado-
lid, 1988,págs.151-170.
260 Sintaxis

FUNCIONES DEL LENGUAJE

Esencial Primarias (Derivadas) Secundarias Usos


-+ lenguaje como Didáctico
soporte del Valorativo
pensamiento Interacciona!
.¡, Estética Regulador
L. como ve- Instrumental
Referencial hículo cultu- Heurístico
ral

Comunicativa -+ Metalingüística hnaginativo


-+ Informativa Narrativo
-+ Fática Descriptivo
Ritual
De comentario
Humorístico
Deíctica Lúdica Enfático
Metafórico
Expresiva -+ Catártica etc.

Impresiva

El lenguaje tiene, por esencia, como función y finalidad primor-


dial la comunicación. Para eso sirve ante todo. Mas no todos entien-
den lo mismo por 'comunicación' y 'función comunicativa'. Para no·
sotros, es la transmisión por parte de un emisor de ideas, conceptos,
pensamientos, opiniones, sentimientos, vivencias, etc. a uno o más
oyentes o receptores.
Esta función esencial del lenguaje presupone e implica la relación
interpersonal, con sus variantes y peculiaridades, que puede interpre-
tarse como función derivada o subfunción de aquella primera.
En verdad la naturaleza del lenguaje es comunicativa.
Funciones del lenguaje y oración 261

Tras esa función esencial del lenguaje, en éste pueden distinguir-


se unas funciones primarias o fundamentales, que responden a los
componentes, fases y factores del proceso de la comunicación. Y es
lógico que, puesto que el lenguaje es esencialmente comunicativo,
sus funciones principales respondan íntegramente a todos esos ele-
mentos anunciados.
Así, en primer lugar, distinguimos la función referencial o lógica,
que viene a ser la aceptada por Bühler, Jakobson y todos los demás
estudiosos. Es de carácter semiótico, y suele ser la base de otras que
se le superponen. Por ella 'significamos', relacionamos conceptos e
ideas, transmitimos opiniones, pensamientos y pareceres.
De esta función primaria derivan otras, también de suma impor-
tancia: Primera, el lenguaje como soporte del pensamiento. Bien sa-
bido y aceptado es que el lenguaje mediatiza nuestro pensamiento y
toda la psique humana; que casi todos los lingüistas, psicólogos y fi-
lósofos identifican lenguaje y pensamiento, aceptando que, genéri-
camente, el pensamiento humano está verbalizado, impreso sobre y a
partir de los moldes del lenguaje.
Segunda, consecuencia de la anterior, es la función por la que el
lenguaje se convierte en vehículo cultural, en instrumento, índice y
manifestación de la cultura de un pueblo.
Una tercera función derivada de la referencial es la metalin-
güística, propuesta por Jakobson. Como ya anticipábamos más arriba,
no es más que una representación o referencia al lenguaje con el
propio lenguaje. Se trata, pues, de una operación endogámica; pero
que es señal de uno de los rasgos más específicamente humano. Sólo
el hombre, al parecer, es capaz de tener conciencia de su yo y espe-
cialmente de su pensamiento. Sólo él piensa que piensa en su pensar
y en lo pensado y, consecuentemente, habla de su hablar y de su len-
guaje.
Lo único que diferencia, pues, esta función es otro grado superior
de abstracción.
Por fin, una última función derivada de la representativa o
referencial es la informativa, en la que se potencia el rasgo de comu-
262 Sintaxis

nicación, y por la que transmitimos mensajes con una u otra inten-


ción.
Como función subsidiaria de ésta y con carácter negativo (-in-
formación) podemos concebir la función fática, cuyo objetivo es
mantener el contacto, establecer o interrumpir el mensaje, prolongar
o desviarlo, a fin de cuentas, sin informar, sin significar, garantiza el
mínimo de la comunicación. Es, pues, función instrumental o subsi-
diaria.
Una segunda función primaria o fundamental, relacionada con la
lógica o referencial, es la deíctica. Por ella el emisor puede situar un
signo respecto a sí mismo, respecto a otro punto espacial, temporal o
personal, o respecto a otro signo. Suele estar representada por unos
'signos' indicadores semánticamente muy diferentes de los signos
propiamente dichos. (Véase más adelante, págs. 559, 636 y sigs.).
La tercera funión primaria del lenguaje es la expresiva, por la que
el hablante puede transmitir sus afectos, sentimientos y vivencias de
manera directa, es decir, sin intelectualizarlos, sin describirlos objeti-
va y friamente. «¡Socorro!», por ejemplo, cumpliría esta función.
Una función derivada de ésta, de carácter secundario, es la de
catarsis o evasión, por la que un emisor descarga su tensión psíquica
y se libera de ella a través del lenguaje, si bien esta intención subyace
también generalmente en cualquier mensaje con función expresiva.
La cuarta función fundamental o primaria del lenguaje es la im-
presiva, coincidente con la conativa de Jakobson.
Además de estas funciones primarias, podemos distinguir en el
lenguaje otras tres secundarias, de diferente entidad, usos importan-
tes del lenguaje que no excluyen las funciones que hemos estudiado
hasta aquí. Una es la función estética o artística y otra la función lú-
dica.
La primera, coincidente con la poética, tiene como objetivo, a
través de la elaboración del lenguaje, la obra literaria o estética. En
ésta prevalece el mensaje, se combinan y depuran todos los elemen-
tos que en el mensaje literario son «significativos». Con ellas se con-
forma elllamado <<lenguaje literario».
Funciones del lenguaje y oración 263

Por otra parte está la función lúdica, que tiene como rasgos desta-
cados el de ser comunicación esporádica y ocasional, y exigir tam-
bién una elaboración del lenguaje, aun cuando use a veces la lengua
común.
Hemos visto hasta ahora las funciones primarias y secundarias y
conviene advertir que todas ellas se plasman en unos usos del lengua-
je, que podriamos llamar incluso 'funciones terciarias' y que mues-
tran los fmes concretos que se pretenden y pueden lograrse con el
lenguaje. De ahí ya habria que descender a las actividades lingüísti-
cas más precisas.
Así, por ejemplo, la función impresiva o conativa que puede apa-
recer junto con otras y también en una de las funciones secundarias
del lenguaje, se resuelve en un uso o función terciaria, que podemos
llamar, con términos de Halliday, regulador, y esto se plasma en una
actividad lingüística como 'dar órdenes', formulada en una determi-
nada cadena de signos.
Con ello quizá se vaya viendo la organización sistemática que
vemos entre funciones (esencial, primarias y secundarias), usos (o
funciones terciarias) y actividades lingüísticas concretas, casi iunu-
merables. Por eso, a la hora de asomamos a estas últimas sólo citare-
mos algunas, de cierto relieve.
La función o uso instrumental es aquella que pone en práctica el
hablante con el fin de lograr algo. Para ello utiliza varios recursos y
por este medio logra satisfacer las necesidades y deseos.
En segundo lugar, el modelo regulador de Halliday, uso por el
que utilizamos el lenguaje como iustrwnento de control; así lo perci-
bimos en el mandato, en los recursos que buscan el dominio de la re-
lación entre comunicantes, los que propicia la manipulación del
hombre a través del lenguaje.
El uso interacciona! responde a la utilización del lenguaje como
medio para relacionarse con los demás de un grupo, apoyando la dis-
tinción y fijación del mismo.
También el lenguaje tiene un uso (o función terciaria) heurístico
o inquisitivo, por el cual el hablante busca la confirmación de algo,
264 Sintaxis

resuelve uua duda por medio de una preguuta; es decir, bnsca infor-
mación de los interlocutores. Otro uso es el llamado por Halliday
lenguaje imaginativo, que es la base de la función lúdica. Asimismo
existen unos usos relacionados con el anterior, que se corresponden
en parte con las formas de expresión literaria: el narrar, el describir,
el comentar y auu el argumentar.
Y no debemos olvidar el uso o modelo ritual de Halliday, por el
que el hablante se sirve de él como índice de cortesía, de educación o
de fórmulas convencionales de validez social; ni del nso humorístico
del lenguaje, en sus múltiples variantes (ironía, parodia, sarcasmo, ... ).
Incluiremos también entre estos usos del lenguaje el didáctico, el
valorativo, el metafórico, etc.
Ahora bien, como ya dijimos, estos múltiples usos se plasman en
numerosas actividades lingüísticas. Auuque no nos parecen suficien-
tes las que propone Wittgenstein, comenzaremos por ella para for-
mamos uua idea de qué entendemos por tales actividades: Dar órde-
nes, describir objetos, informar sobre uu hecho, especular sobre
hechos y actitudes, formular y comprobar uua hipótesis, presentar los
resultados de un experimento, relatar uua historia, representar uua
pieza de teatro, cantar, adivinar, contar bromas o hacerlas, soluc~onar
un problema, traducir uu enuuciado, preguutar, agradecer algo, salu-
dar, maldecir, rezar, etc. Todas ellas son realizaciones concretas por
medio del lenguaje en que se da uua comunciación y donde subyacen
alguna o algunas fuuciones primarias, así como posiblemente alguna
secundaria, en unos usos codificados 5 •

5
Véase, además, A. García Calvo, ~<Funciones del lenguaje y modalidades de la
frase», en Estudios clásicos, 24, 1958, págs. 330 y sigs; R. Trujillo, Elementos de Se-
mántica Lingüística, Madrid, 1976, págs. 17 y sigs.; y L. J. Eguren Gutiérrez, Aspec-
tos lúdicos del lenguaje: la jitanjáfora, problema lingüístico, Universidad de Valla-
dolid, 1987.
Funciones del lenguaje y oración 265

FUNCIONES DEL LENGUAJE Y ORACIÓN

Pues bieu, en todo tipo de oraciones predominará una función y


aparecerá algún elemento indicador de otras, que habrá de reconocer-
se.
Si atendemos a la función lingüística dominante en cada oración,
veremos que en las exclamativas y en las optativas (indicadoras de :
deseo y mego) predomina la función expresiva.
En las exhortativas (mandato, consejo), además de la expresiva se
acusa notablemente la conativa, lo mismo que suele suceder en las
interrogativas, si bien en éstas suele haber una mayor intensidad de la
representativa.
En las enunciativas predomina la función simbólica y en las de
posibilidad se une ésta a la expresiva.
Hay una serie de elementos formales propicios para una determi-
nada función: así un vocativo y un imperativo son idóneos para la
conativa; una interjección, algunos adjetivos, morfemas diminuti-
vos ... , para la expresiva, etc. Es decir, que además de la función pre-
dominante en una oración, algunos de sus componentes puedeu
aportar otras coincidentes o distintas.
Pasemos ya a ver algunas clases de oraciones, según el criterio
que nos ocupa, el de la relación hablante-mensaje y de las funciones
lingüísticas que en ellas se acusan cou preferencia.
Las principales posibilidades que tenemos de dicha actitud son:
a) Que el hablante exprese uu sentimiento o uu afecto cou una
matización más o menos adecuada.
b) Que éste vaya ímpregnado de deseo, de mego o de mandato
(los cuales vienen a ser una clara graduación de la misma unidad psí-
quica).
c) Que haya en ese sentimiento una matización de duda parcial
o total, con un deseo de disolverla o sin éste.
266 Sintaxis

d) Y por fin, que el hablante se salga del plano de la expresión


y comunique, indique o marque el proceso, acción, estado o situación
del enunciado.
Y así entenderemos bajo este punto de vista las siguientes clases
de oraciones: exclamativas, optativas, exhortativas, de posibilidad,
probabilidad y duda, interrogativas y enunciativas.
En realidad se trata de las distintas posibilidades de la comunica-
ción:
a) Si predomina el factor hablante-emisor en la emisión del
mensaje, y en éste va una carga afectiva de aquél, estarnos ante las
exclamativas, en las que aparece la función expresiva.
b) Si prevalece la función conativa o impresiva porque lo que
destaca es la relación hablante-oyente, estaremos en las optativas,
con todos sus matices (mandato, ruego ... ).
c) Si lo que predomina es la relación hablante-enunciado, con
una inseguridad del primero sobre el segundo, cabe a') la expresión
dubitativa; o bien b') aplicar un intento de disipar esa duda, estable-
ciendo una intensa relación entre hablante y oyente y manifestar una
pregunta a través de las fórmulas interrogativas.
d) Y, por fin, es posible que la atención se centre en el mensaje
y haya un predominio de la función representativa; con lo que expre-
saremos las fonnas enunciativas, o declarativas, que son las más fre-
cuentes.
Ahora bien, todas estas realizaciones de la comunicación oracio-
nal pueden verse afectadas por dos modalidades diferentes: la afir-
mativa y la negativa. Estas son las actitudes que el hablante adopta
ante el enunciado, y, lógicamente, no caben más posturas que la po-
sitiva y la negativa para cada una de las formas elocutivas arriba ex-
puestas.

ORACIONES EXCLAMATIVAS

La oración exclamativa se presenta en distintas formas, que van


de la sintesis total a la forma más analítica.
Funciones del lenguaje y oración 267

1 2 3 ·4
Interjección Frases exclamativas Orac. Exclam. I Orac. Exclam. II

Cuauto más aualítica es su forma, mayor es el contenido signifi-


cativo y más se acusa la función representativa.
L Interjección. Es el recurso lingüístico que mejor marca Ja ex-
presividad. Está, pues, al servicio de Ja función emotiva o expresiva,
y prácticamente desconoce las otras funciones, salvo Ja couativa en
algunos casos.
Ha sido un elemento lingüístico sobre el que se hau tomado muy
diferentes posturas. Las interpretacioues más uotables hau sido:
a) Es algo no lingüístico. Tal es la posición del Brocense 6, que
consideraba a Ja iuterjeccióu como algo propio del leuguaje uatural,
es decir, un elemento prelingüístico.
b) Basándose en su carácter onomatopéyico o descriptivo, o eu
su similitud con el grito de los animales, algunos autores la creyeron
origen del lenguaje humano. Pero las iuterjecciones varíau de una
lengua a otra y están dentro del sistema de cada una de ellas.
c) Como unidad objeto de la Gramática:
Por un lado se dice que es una parte de la oración. Nebrija 7 la
incluye entre Ja clase de los adverbios; Bello 8 dice de ella que es
parte de la oración comparable a un verbo conjugable, un elemento
extraoracional.
En otras ocasiones se la considera oración entera. Gili Gaya 9 di-
ce que es una frase exclamativa. A. Alonso y Henríquez Ureña 10 ha-

6
F. Sánchez,de las Brozas, Minerva (ed. de Eduardo del Estal), Universidad de
Salamanca, 1975, págs. 68 y sigs.
7
E. A. de Nebrija, Gramática de la lengua castellana (ed. de A. Quilis), Madrid,
1980, pág. 163.
8 A. Bello, Gramática de la lengua castellana (ed. de R. Trujillo), La Laguna

(Tenerife), 1981,pág.163.
9
S. Gili Gaya, loe. cit., págs. 42 y sigs.
10 A. Alonso y P. Henríquez Ureña, loe. cit.
268 Sintaxis
blan de ella corno oración con un solo miembro. Es cierto que son
unidades susceptibles de desarrollarse en una oración (¡Ay! -;
«siento dolorn).
Hay quienes dicen que equivale a una oración 11 • Y no faltan
quienes la interpretan corno una parte de la misma.
La interjección es una forma sintética de expresión que unas ve-
ces contradice el sistema fonológico de la lengua (¡pss!), otras nace a
partir de un elemento dentro del sistema léxico (las interjecciones
impropias: ¡Dios! ¡Socorro!); y en otros casos es un elemento con
función expresiva, ajeno a cualquier otra categoría de palabras, pero
acorde con el sistema fonológico (¡ay[), y aun con función conativa y
expresiva.
Por otro lado no hay ningún elemento en la lengua en el que ten-
ga tanta importancia la entonación.
La interjección se comporta corno las oraciones, ya que es un to-
do cerrado, autónomo y con intención comunicativa; es decir, que es
unidad mínima comunicativa del mensaje. Se diferencia de ellas por
su forma sintética sin funciones gramaticales internas y porque no es
funtivo en la estructura del nexus salvo en el metalenguaje.
En lo que se refiere al significado, la interjección carece de. valor
conceptual. Una interjección no significa, no denota nada referen-
cialrnente, sino que señala un estado global de situaciones emotivas.
La prueba de que una interjección no tiene valor conceptual está en
que para que un verbo, un adjetivo, etc., pueda ser usado corno inter-
jección es suficiente que se desprenda de su significado y torne un
matiz o valor afectivo, que designe un afecto.
En un reciente trabajo, R. Ahnela 12 la define, con términos un
tanto rebuscados, que luego explica, corno «lexisrno autovalente
factitivo». Es decir, corno una clase de «discurso repetido» 13 , de fór-

11
Entre otros, R. Seco, loe. cit., pág. 149.
12 R. Almela Pérez, Apuntes gramaticales sobre la inte1jección, Universidad de
Murcia, 1982.
13 Cf. sobre este punto, F. Lázaro, <<La lengua de los refranes. ¿Espontaneidad o

artificio?», en Estudios de Lingüística, Barcelona, 1980.


Funciones del lenguaje y oración 269
mulas fijas y estereotipadas, paralelas a los modismos, con sus reglas
propias y con suspensión del posible significado originario; que pue-
de ser regente en determinadas circunstancias, pero no regida, es de-
cir, elemento con una función; y sus expresiones lingüísticas, que son
más que dicciones, expresan acciones; es decir, que las interjecciones
están impregnadas de un carácter lingüístico activo, tratan la realidad,
ofrecen sugerencias.
Como se ve, se apoya en la teoría del «discurso repetido» y en al-
gunos conceptos de la Gramática, para formular su parecer, sugerente
pero discutible.
Beinhauer 14 trata de establecer una clasificación según las viven-
cias o afectos que se expresan: amor, odio, indignación, asombro,
cortesía, alegría, pena...
Esta clasificación es incompleta y olvida que algunas de ellas
pueden ser síntoma de emociones muy diversas, equivalentes a ver-
daderos polísemos de función expresiva.
Tesniere 15 clasifica las interjecciones en tres grandes grupos: im-
perativas, impulsivas e imitativas, según que se refiera a la relación
hablante - objeto, a la de objeto - hablante, o a las acciones exte-
riores al hablante. En el fondo de esta clasificación subyacen la fun-
ción conativa, expresiva y la «referencial onomatopéyica», respecti-
vamente (¡zas!, ¡crac!... ).
R. Ahnela 16, adaptando una clasificación de Austin, propone co-
mo grupos de interjecciones, atendiendo a los conceptos básicos de
juicios, de cumplimientos, de comportamientos, de compromisos y de
argumentaciones; y luego expresa los tipos de actos en que se presen-
tan tales interjecciones (decisiones, consejos, ruegos, maldiciones ... ).
En fm, la clasificación es, en principio, extralingüística, se basa en
las actitudes 'que provocan o las provocan y se resuelven en una sub-
clasificación conceptual, de contenido, muy casuística.
14W. Beinhauer, El español coloquial, Madrid, 2.ª ed., 1968, págs. 61 y sigs.
15
L. Tesniere, «Sur la classification des interjections», en Mélanges Haskovec, I,
Bmo, 1936, págs. 343 y sigs..
16
R. Almela loe. cit., pág. 131.
270 Sintaxis

Probablemente la clasificación más sistemática sea la de Tesniere,


ya qne se apoya en las funciones lingüísticas que manifiestan estas
unidades, si bien podríamos clasificarlas atendiendo a su misión en
apelativas, imperativas, dubitativas, interrogativas y de mímesis o
representativas.
Atendiendo a su forma, podemos establecer los siguientes grupos:
a) Interjecciones primarias: aquellas que originariamente fun-
cionan como tal (eh, ah, olé, oh, puf, ay, ea, hola ... ). Forman una se-
rie abierta, pero reducida.
b) Interjecciones «impropias». Son aquellas que ocasionalmente
funcionan como tales, pero que pertenecen a otras clases de palabras
(nombre, verbo, adverbio ... ). Son abundantes y pueden aparecer con
Jos más diversos valores: ¡Ojo!, ¡Vamos!, ¡Viva!, ¡Atiza!, ¡Anda! ...
Aquí caben, por supuesto, todos los 'tacos' monorrémicos.
c) Estas interjecciones impropias pueden formar sintagmas
acompañados de algunos elementos adyacentes y dan Jugar a las llama-
das «frases exclamativas». Tienen una forma sintética, pero vemos que
como las de los grupos precedentes responden a las funciones expresiva
y/o conativa, han perdido su significado referencial, y suelen aparecer
aisladas, sin ocupar un hueco funcional en la estructura del nexus
(ejemplos: ¡Santo Dios!, ¡Mi madre!, ¡Ahí va!, ¡Maldita sea!... ). ,
Antes de cerrar este apartado, recordemos el régimen que pueden
establecer las interjecciones: pueden llevar -y no todas- un com-
plemento prepositivo (¡Ay de mí!, ¡Vaya con la niña!, ¡Ah de la ca-
sa! ... ), puede ir seguida de un <<Vocativo» (¡Eh, amigo!), o ir yuxta-
puesta con otra interjección (¡Vamos, anda[), o con otra expresión
exclamativa (¡Ay qué tío!).

2. Una segunda forma en la expresión exclamativa son las llama-


das Oraciones exclamativas: I) unas tienen forma plenamente analíti-
ca y marca distintiva, que será adverbio o pronombre interrogati-
vo - exclamativo (ejemplos: ¡Qué buen día hace/, ¡Cuánto me ale-
gro!, ¡Mira que es tonto!). En ellas se percibe la función representa-
tiva unida a la expresiva propia de Ja oración.
Funciones del lenguaje y oración 271

Y II) Otras oraciones exclamativas tienen también forma ple-


namente analítica y no se diferencian de una oración enunciativa sino
por la inflexión tonal (ejemplos: ¡Es un magnífico elemento!, ¡Hace
un calor insoportable!, ¡Habráse visto cara igual!, ¡Es más tonto que
Abundiol) 17, y muy frecuentemente por el cambio de orden de los
sintagmas, respecto a la simple enunciación.
Estos dos grupos de oraciones están sometidos a los factores fo-
néticos que se originan en el momento psíquico-afectivo del hablante,
tono y timbre del habla individual y situación, factores muy relevan-
tes en tales expresiones.
Mención aparte merecen unas fórmulas coloquiales estereotipa-
das, de gran expresividad como ¡Hay que ver!, No me digas, ¡A
ver... !, Ni soñarlo, Desde luego, ¡Que para qué!, ¡Qué remedio!,
¡Quita allá!, etc. con diversos matices.

ORACIONES OPTATIVAS

Este tipo de oraciones se puede dividir en varios grupos: a) las


que marcan un deseo solamente, y b) aquellas en las que hay una
proyección hacia el interlocutor bien sea de ruego, consejo o manda-
to. Mas todos estos son grados diversos de una misma vivencia y en
todos destaca la función conativa.

l. Optativas o desiderativas. -Responden a una función ex-


presiva fundamentalmente. Manifiestan una vivencia consistente en
la proyección de la voluntad sobre un objeto.
Se percibe claramente la diferencia entre el momento del deseo,
que coincide 'con el de la enunciación del hablante, y el del aconte-
cimiento, o cumplimiento de ese deseo.

17
Cf. Rugo Obregón, Posibilidades diferenciales del sentido de la entonación es-
pañola, Caracas, 1981.
272 Sintaxis
Características formales: Lo mismo que sucede en las oraciones
exclamativas, las formas que adoptan estas proposiciones van de la
síntesis al análisis en una perfecta graduación:
En ocasiones podemos encontrar expresiones con ausencia total
del verbo (ejemplos: Enhorabuena, Ojalá, Buena suerte, Bien veni-
do).
Otras veces tenemos una oración con perfecta estructura de ne-
xus. La forma del verbo suele ir, en estos casos 18, en:
Tiempos Con significación
perfecto y pluscuamperfecto -de pasado
subjuntivo presente -de presente
{
presente e imperfecto -de futuro
Ejemplos:
¡Ojalá haya llegado!; ¡Ojalá lo hubiera hecho antes!; ¡Que llue-
va, que llueva!; ¡Si me tocase la lotería!; ¡Ojalá llegue tarde!

Como se ve, es muy frecuente que estas frases vayan encabezadas


por unas marcas léxicas, expresivas del énfasis desiderativo: que,
ojalá, si, así... , y que estén marcadas por un tempo rápido.

2. Exhortativas. -Leve es la diferencia de contenido entre el


deseo y a) el ruego. Este suele aparecer en indicativo (presente, im-
perfecto, futuro hipotético) y va marcado positivamente su valor
exhortativo por elementos léxicos (por favor), por la entonación o el
gesto.
b) Consejo. Las oraciones que expresan un consejo tienen una
forma similar a las del ruego (ejemplo: Sed prudentes durante el via-
je). Se puede decir que es una variante del ruego. Viene a ser como
un deseo altruista, orientado hacia el interlocutor.

18
Cf. E. Ridruejo. <<Nota sobre las oraciones optativas» en 'Serta Phi/ologica F.
Lázara, Madrid, 1983, págs. 511-520.
Funciones del lenguaje y oración 273

c) Mandato. Son muchas las formas posibles de expresar el


mandato. Podríamos agruparlas según sean más o menos concisas o
sintéticas.

En el primer grado podemos hablar de algunas interjecciones y


frases nominales (ejemplos: ¡Silencio!, A las siete, aquí,
¡Eh, aquí!)
Por otra parte, tendríamos las formas verbales diversas: El ge-
rundio (ejemplo: Callándose), el infinitivo (¡a callar!,
¡callar[), y como rasgo vulgar en letreros con forma nega-
tiva (No famar).
Debemos hacer mención, por su frecuencia, de aquellas cuyo
verbo está en subjuntivo presente en la forma «imperativa»
(ejemplo: Cierra la puerta).
Otras formulaciones del mandato tienen su verbo en indicativo
presente (Tú te callas) y futuro (Amarás al prójimo).

En ellas suelen unirse las funciones conativa, que es la dominan-


te, y la representativa.
Por último cabe anotar que las fórmulas de mandato léxicas, con
verbos desear, mandar... no son más que oraciones enunciativas con
significado de mandato.
En esquema, las formas má~ frecuentes de expresar el mandato en
nuestra lengua son:
274

Confonnas
Flexivas
¡· {
en indicativo
Sintaxis
presente (¡Tú te callas!).
futuro (¡Harás lo que te man-
deni).
en imperativo-subjuntivo (¡Cállate!; ¡Que te
callesi).
verbales
No flexi-
vas ¡
en tn
f'101·r
ivo
{solo (¡Callar!; ¡No fumar!).
con preposición (¡A callar!).
en gerundio (¡Callandito!; ¡Caminando/).
en participio (¡Sentados todos!).

Vocativos (¡Pedro[).
~ Con frases nominales
Nombres (¡Silencio!; ¡Cámara!; ¡Acción!).
{ Adverbios (¡Aquí!; ¡Adelantel).
~
:;¡
Interjecciones (¡Ea!; ¡Hala!).

Nacidas de estructuras truncadas (Si te ca-


llaras de una vez... ).
Con fórmulas indirectas En forma interrogativa (con tono conmi-
natorio) (¿No abres ya?).
Con lítote (Podrías hacer eso de una santa
vez).

Ruidos orales
Con medios extralingüísticos {
Gestos

(Estos códigos pueden ir también acompañando a los segmentos


verbales.)

En todas ellas predominan las funciones conativa y expresiva. La


situación comunicativa, el contexto y la relación entre los interlocuto-
res condicionan especialmente este tipo de mensajes.

ORACIONES DE POSIBILIDAD, PROBABILIDAD Y DUDA

Otra linea de vivencias que puede expresar el lenguaje es la de la


duda y sus variantes: la posibilidad y Ja probabilidad. La duda es un
Funciones del lenguaje y oración 275

estado anímico de inestabilidad, qne manifiesta el hablante en de-


terminadas formas ante nn mensaje. Obviamente no nos referimos a
la expresión léxica de la dnda (ejemplo: Yo dudo de esto), sino a la
gramatical.
Las oraciones dnbitativas, marcadas por las funciones expresiva y
representativa, expresan nn jnicio qne el hablante no se atreve a con-
siderar coincidente con la realidad objetiva.
Siempre van introducidas por nn modificador oracional (quizás,
tal vez, acaso .... ), a no ser cuando la duda nace de nna estructura
compleja, como nna oración seguida de cláusula complementaria.
Ejemplo: No sé si vendrá. Los modificadores citados en ocasiones
funcionan como adyacentes de sintagma. Ejemplo: Mi hermano lle-
gará quizás a las siete.
La posibilidad y probabilidad varian gramaticalmente de forma,
segón se aproximen de la afinnación o negación absoluta hacia la
duda absoluta, por lo que podemos decir que el modo de la duda ab-
soluta es el subjnntivo y, en cambio, las de posibilidad y probabilidad
van preferentemente en indicativo.
Los marcadores oracionales de estas oraciones son, entre otros,
probablemente, posiblemente, supuestamente, ... , quizás, tal vez.
Esquemáticamente las características formales de estas oraciones
suelen ser las siguientes• :

* Cf. cuadro pág. 276.


Negación débil Afirmación
Negación débil. Afirmación
Duda atenuada.
(enunciativa Duda Duda atenuada. (enunciativa
Probabilidad.
negativa) Probabilidad. afirmativa)
Posibilidad. Posibilidad.
s
;~
Futuro hipoté- Fut. hipotético
tico simple. simple.

Valor de Fut. hipotético Subjuntivo e Fut. hipotético


pasado compuesto. indicativo. compuesto.

+
Pluscuamperf. Pluscuamperf.
de subjunt. de subjuntivo.
Refuerzos
········--- ............ ____________________
léxicos -----··-···-----
(quizás,
Valor de tal vez,
presente Futuro absoluto. Futuro absoluto.
acaso.. .).
___________ _._
-.. -
Valor de Futuro hipoté- Fut. hipotético
futuro tico-simple. simple.
·.
Funciones del lenguaje y oración 277

Ejemplos de negación débil, afirmación débil:


Serían las diez; Serán las once; Cualquiera lo hubiera tomado
mal; Cualquiera lo habría tomado mal; Serán las cinco; Estaríais
muy a gusto aquí.

Ejemplos de duda:
Tal vez haya venido mi amigo; Quizás haya perdido el tren; Tal
vez sean las diez

También hay que anotar como fórmulas de la duda todas aquellas


que indiquen un alejamiento de la realidad como Deber + de + infi-
nitivo (ejemplo: Deben de ser las diez).
La presencia del subjuntivo en estas oraciones aporta una mayor
carga dubitativa (Ej.: Probablemente venga), frente a las construidas
en indicativo, que potencian la posibilidad o probabilidad (Ej.: Posi-
blemente vendrá).
Cuando la posibilidad o probabilidad se formula por medio de
una oración con una cláusula complementaria, ésta suele aparecer en
subjuntivo. Ejemplos:
Es posible {probable, dudoso) que venga
No creo que tarde demasiado

A veces a través de un procedimiento léxico, un verbo de conte-


nido asertivo, se puede expresar la posibilidad. Ej.: Creo que llegaré
a tiempo; Supongo que acertará a la primera.
Con este tipo de oraciones complejas la duda puede formularse
con verbos léxicamente adecuados (Ej.: Dudo de que venga); o con
verbos que sufran un cambio semántico al adquirir construcción ne-
gativa (Ej.: No sé si vendrá; No creo que venga). En esto últimos ca-
sos se ve claramente la equivalencia de no sé, no creo= dudo.
278 Sintaxis

ORACIONES INTERROGATIVAS

La pregunta es la manifestación de una duda hacia el contenido


total o parcial de la frase, con un deseo de disiparla, por lo que el
hablante se dirige hacia el oyente.
Hay que distinguir entre interrogación parcial y total:
a) Total. -En ella se pregunta por la relación del suje-
to-predicado, por el contenido global de la oración. Es una pregunta
casi siempre informativa.
Sus marcas formales, generalmente, son:
Entonación: la curva tonal suele ser ascendente desde la pri-
mera sílaba.
Posible presencia de no, en las de modalidad negativa, que
puede indicar una contradicción entre lo que siente el ha-
blante y la realidad (ejemplo: ¿Pero no has hecho eso?).
De aquí se deduce un matiz de sorpresa. Ejemplo: ¿Tú no
te acuerdas de mí?
La forma positiva manifiesta en la oración un carácter más apela-
tivo, inquisitivo y directo. Ejemplo: ·
¿Estuviste aquí todo el día?

Una variación de estas interrogativas, con un matiz especial, es la


llamada refleja.
Es aquella oración interrogativa que supone un acto mental de
reflexión e implica o presupone un mensaje o una actitud del interlo-
cutor. Tiene una gran carga afectiva (de asombro, ironía) y va prece-
dida de fórmulas como conque, de modo que, entonces, y. Ejemplo:
¿De modo que no lo has hecho?

Una fórmula que, a veces, encabeza algunas interrogativas, y


aporta un matiz particular es la de Es que ...
Funciones del lenguaje y oración 279
Procede de un uso enunciativo castellano y no tiene nada que ver
en su origen con el grupo est-ce-que francés. Añade a la interroga-
ción una enfática significación dubitativa. Ejemplo:
Pero ¿es que nadie te lo ha dicho aún?

b) Parcial. - La interrogativa parcial pregunta por uno de los


elementos expresados en la frase. La marca de estas oraciones es fá-
cilmente reconocible, pues se trata de un pronombre o un adverbio
interrogativo: qué, quién, quiénes, cuál, cuáles, cuántos, dónde, có-
mo, cuándo. Son índices de interrogación con valor apelativo y su
intención es esencialmente informativa. Coinciden, en general, con
las llamadas por Femández Rarnírez 'preguntas exploratorias'.
Ejemplos:
¿De quién habláis?; ¿Cuándo ha llegado?

Cuando el sujeto de una interrogativa es excesivamente largo y va


antepuesto, e incluso si es el complemento directo el antepuesto y su
extensión es considerable, nos encontrarnos ante una gerninación fo-
nética de la frase, un elemento con tonalidad enunciativa más un se-
gundo que encierra todo el carácter interrogativo. Ejemplo:
A ese señor de la chistera, ¿le conocéis vosotros?

Hay fórmulas de expresión conversacionales asociadas a la frase


interrogativa: ¿eh?, ¿verdad?, ¿no? Ejemplo:
Defonna que todos estamos de acuerdo ¿no? 19

Son variadísimos los tipos de entonación en las interrogativas.


Dependen de la extensión de la pregunta y del matiz que se desea ex-
presar en ella, así corno de las variantes totales y parciales.
Presenta tan notable relieve la entonación en estas oraciones que
vamos a detenemos en ella unos momentos. En principio hay que se-
19
Cf. B. Py, La interrogación en el español hablado de Mad1id, Bruselas, 1971.
280 Sintaxis

ñalar que las curvas tonales se ven afectadas por los matices de con-
tenido y por la intención del hablante. Así es diferente la entonación
de una pregunta neutra, marcada por una semianticadencia, que la
misma forma con un matiz de sorpresa; ésta irá marcada por un to-
nema final de cadencia y una subida de tono en el acento tónico pre-
cedente a tal descenso.
Diferente también es el tono final de una pregunta cortés 20, que se
distingue por semianticadencia, que el de una pregunta reiterativa, o
la absoluta, marcadas por una clara anticadencia.
La entonación de la interrogación relativa y la entonación de la
interrogación continuativa 21 , van marcadas por una cadencia.
Las interrogativas parciales, con marca pronominal o adverbial,
suelen ir acompañadas de un tonema final cadente o de semiantica-
dencia. Y aquellas geminadas en las que un elemento -sujeto o
complemento- se anticipa y sale de la entonación interrogativa, tie-
nen la peculiaridad de mostrar un tonema de suspensión o semianti-
cadencia en la primera parte y una acusada anticadencia en la fórmula
22 E"

interrogativa . Jemp 1o.
De manera que todos estamos de acuerdo ¿no?

La forma interrogativa puede superponerse, en general, a todos


los tipos de oraciones que venimos viendo. Ejs: ¿No crees que llega-
rás a tiempo?; ¿No serías tan amable de decírselo tú?
Hay, no obstante, algunas restricciones a esta norma: Así las im-
perativas, o de mandato, no admiten la expresión interrogativa excep-
to en metalenguaje, así como las exhortativas, de ruego, en formula-
ción indirecta, con valor ilocutivo (Ej.: ¿Me haría usted el favor
de ...?). Las funciones que destacan en las oraciones interrogativas son
la conativa y la referencial o representativa; lo qne no impide que en

20 Cf. H. Obregón, loe, cit., pág. 25.


21 Ibídem, pág. 64.
22 Véase para este punto, también A. Quilis, «Unidades de entonación», en REL,

s. 2, Madrid, 1975, págs. 261 y sigs.


Funciones del lenguaje y oración 281

alguuas domine la función expresiva. (¿Pero que tengo yo la culpa de


eso?).
No es infrecuente encontrar fundidas una interrogativa con una
exclamativa, especialmente en las llamadas interrogativas retóricas.

ORACIONES ENUNCIATIVAS

También llamadas aseverativas o declarativas, pueden ser, por su


modalidad, afirmativas o negativas. Marcan la conformidad o discon-
fonnidad del sujeto con el predicado. Con ellas se afirma o se niega
el mensaje del enunciado. Son las frases más abundantes en el idioma
y en ellas predomina la función representativa.
En cuanto al uso de modos y tiempos verbales no pres.entan nin-
guna peculiaridad, aunque predomina el uso de los tiempos de indi-
cativo.
En cambio las oraciones negativas sí merecen algún comentario.
La negación es propiamente una relación y no una categoría y,
como dice Heinemann, es una relación significativa, no entitativa,
necesaria para una mente finita. No parece ser forma primitiva de la
proposición, sino posterior a la afirmación. En todo caso, desde el
punto de vista del contenido, no es fácil distinguir siempre entre
afirmación y negación, y algunas de estas expresiones coinciden en-
tre sí. Para algunos filósofos, como Ayer 23 , al negar no se predica na-
da de nada, sino que se indica, entre otras cosas, que un objeto carece
de determinada propiedad.
La negación, contra lo que suele decirse, no es lo contrario de la
afirmación, sino una aserción de algún rasgo privativo. Y en muchos
casos, un enunciado negativo implica un contenido no expreso, es
decir, aporta una presuposición. Ej.: No todos viven así----> Algunos
viven así.

23
Cf. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía (cit.), s. v. negación; I. Bosque,
Sobre la negación, Madrid, 1980.
282 Sintaxis

En fin, se puede asegurar que es un auténtico «universal lingüísti-


co», pues no se conoce lengua sin negación. Cada una, eso sí, la for-
mula y la plasma de distinta manera 24•
Su forma más habitual en nuestra lengua se caracteriza por la pre-
sencia del no. precediendo a toda una oración o inmediatamente al
verbo y funcionando como modificador de oración. Ejemplo:
/
No porque él se oponga, abandonaremos inmediatamente.
Yo no haré tal cosa.

En pocos casos dos segmentos de carácter negativo aportan un


contenido conjunto de valor positivo, afirmativo. Ejemplos:
Lo hizo NO SIN esfaerzo. Una casa NO DEshabitada.

La negación puede incidir sobre cualquier segmento lingüístico,


excepto en las formas átonas pronominales (lo, le,..), en algunas pre-
posiciones y conjunciones, excepción hecha del metalenguaje.
Así podemos verla como modificador de cláusula o de oración
(Ej.: No quiero repetir más veces lo mismo); de un sintagma (Ej.: No
todos viven así; No en vano se lo advertí; El muchacho es no qpto
para este trabajo; ... ); y aun como modificador de morfemas prefija-
dos (Ej.: No desinteresado, no inhábil,. .. ); y de algunos sufijos (Ej.:
No interesantísimo).
La presencia de jamás, nadie, nada, antepuestos al verbo, refuer-
zan la negación, aunque etimológicamente no sean negativos. Hoy
podemos afirmar que tienen valor negativo: Nadie ha preguntado por
él. Jamás lo vio tan cerca. Nada sé del asunto. Este valor se ha ex-
tendido por lexicalización a otras pocas fórmulas, como En la vida,
en absoluto .. ., generalmente antepuestas también al verbo. Ejemplo:
En mi vida he visto cosa igual.

24
Cf. I. Bosque, Sobre la negación, Madrid, Cátedra, 1980.
Funciones del lenguaje y oración 283

En todo caso, Jos ejemplos qne acabamos de ver son formalmente


positivos. La lexicalización de jamás y nada es tardía, posterior a Ja
de nunca. Y, si hemos de ser precisos, lógicamente esos enunciados
son asertivos, positivos; en ellos no se niega nada sino que se afirma
que nunca lo vio tan cerca, etc. El serna negativo afecta propiamente
al sintagma ocupado por nunca, nadie, jamás, etc.
Los límites entre afirmación y negación no son absolutos ni cla-
ros, y desde un punto de vista semántico-gramatical se puede asegu-
rar que se neutralizan los dos enunciados en muchas ocasiones.
Ejemplos:
¿Quieres una copa? =¿No quieres una copa?
¿Puedes callarte de una vez? = ¿No puedes callarte de una vez?

La negación es aplicable a todos Jos tipos de oraciones que veni-


mos estudiando en este capítulo, desde las exclamativas a las exhor-
tativas, imperativas o a las interrogativas, según hemos visto.
Por último cabe señalar alguna fórmula pretendidamente negati-
va, pero que en realidad tiene un valor y forma positivas o afirmati-
vas. Ejemplo:
Todo esto me importa un comino, un bledo, un pepino.

Hay fórmulas negativas, de uso coloquial, como ni hablar; qué


va; ¿de qué?; ya, ya ... (con reticencia), etc., que no tienen estructura
de nexus 25 .

25
A. F. Baarslag, <<La négation objective et la négation subjective», en Neophilo-
logus, XLI, Groninga, 1957, págs. 100 y sigs.; L. Brun-Laloire, <<lnterjection. Lan-
guage et parole», eii. Revue de Philologie franfaise et de littérature, 42, 1930, págs.
209 y sigs.; L. Contreras, «Oraciones independientes introducidas por si», en BFUCh,
XII, 1960, págs. 273 y sigs.; y «La negación como reductor ordinal», en Studia his-
panica in honorem R. Lapesa, III, Madrid, 1973, págs. 173 y sigs.; S. Femández Ra-
mírez, «Oraciones interrogativas españolas», en BRAE, XXXIX, 1959, págs. 243 y
sigs.; V. García de Diego, Interjecciones demostrativas, Zaragoza, 1918; A. Kalik,
<<La caracterisation negative», en Le Fran~ais Moderne, XXXIX, 1971, págs. 128 y
sigs.; E. Lorenzo, «La expresión, de ruego y mandato en español», en Strenae, Sala-
284 Sintaxis

manca, 1962, págs. 301 y sigs.; E. Llorens, La negación en español antiguo, con refe-
rencia a otros idiomas, Madrid, 1929; G. Moignet, «Esquisse d'une théorie psy-
cho-mécanique de la phrase interrogative», enLangages, 3, 1966, págs. 49 y sigs.; M.
Molho, «De la négation en espagnol», en Mélanges offerts aM. Bataillon, Bordeaux,
1962, págs. 704 y sigs.; M. L. Rivera, «Una restricción de la estructura superficial so-
bre la negación en español>>, en H. Contreras, Los fundamentos de la gramática
transformacional, M_éjico, 1971, págs. 91 y sigs.; P. H. Tumbull, «La frase interroga-
tiva en la poesía contemporánea>>, en BRAE, XLIII, 1963, págs. 473-605; P. Carbone-
ro Cano, «Afirmación, negación, duda>>, RSEL, 10, 1, 1980, págs. 161-176; F. Her-
nández Paricio, Aspectos de la negación, Universidad de León, 1985; A. López
García, La negación y los verbos modales, Lecciones de Lingüística y didáctica, Lo-
groño, 1991; B. Sanz Alonso, La negación, Salamanca, Colegio de España, 1996.
CAPÍTULO XIII

COORDINACIÓN Y YUXTAPOSICIÓN

COORDINACIÓN

Entendemos por coordinación el procedimiento por el que se


unen dos elementos o unidades lingüísticas (palabras, sintagmas, ne-
xus, oraciones ... ) equifuncionales y que guardan entre sí ciertas re-
laciones de contenido, por medio de un conector conjuntivo.
En consecuencia podemos hablar de sintagmas coordinados, o de
nexus o de oraciones ... En la coordinación ninguno de los elementos
unidos depende del otro sintagmáticamente, sino que cada uno de
ellos tiene capacidad de aparecer aislado. La citada equifuncionalidad
de las unidades coordinadas no supone una identidad de estructura
formal entre ellas: es entre las funciones o funtemas entre los que se
establece la relación de coordinación, sin que haya que buscar una
igualdad de funtivos. Ejemplo:
Tú y cuantos quieran unirse a ti seréis los encargados de esta
misión.

Y, dato importante, la coordinación debe comprobarse y enfocar-


se en el nivel lingüístico inmediatamente superior al de los segmentos
unidos. Tengamos en cuenta que dos sintagmas coordinados forman
286 Sintaxis

un grupo sintagmático endocéntrico, que dos nexus coordinados dan


una oración y que dos oraciones coordinadas nos presentan general-
mente un parágrafo.
Abordaremos aquí el estudio de la coordinación con un plantea-
miento general válido para la unión de cualquier clase de segmentos
coordinados. Y en todos los casos nos convendrá distinguir y atender
a los funtivos conectados, a las relaciones de contenido de cada tipo
de coordinación, a los conectores conjuntivos, a la relación temporal
de los términos unidos, a la permutabilidad de los mismos en la cade-
na, y a la función conjunta de los miembros coordinados dentro de un
nivel superior. Y todo ello atendiendo a las estructuras de coordina-
ción que se dan en la lengua.
Partiremos de los grupos tradicionalmente establecidos (copulati-
vas, disyuntivas, distributivas y adversativas), que se basaban indis-
tintamente en criterios formales y semánticos, para más adelante re-
ordenar los grupos, según los planteamientos que aquí expondremos
con una revisión crítica, y ordenarlos según unos criterios sintácticos,
sin que ello suponga el olvido de otros criterios.

COORDINACIÓN COPULATIVA

Es aquella por la que dos unidades lingüísticas se unen con una


relación aditiva.
Tradicionalmente se les asignan los conectores y, e 1, ni, que.
Sin embargo hay que advertir que no siempre que aparecen estos
conectores hay coordinación copulativa, y que no es tan clara corno
suele decirse la homogeneidad entre los elementos coordinados de
esta manera. Sin duda todas las unidades coordinadas son equifun-

1
Es sabido que e sólo aparece ante i, hi, por disimilación fonotáctica, que evita la
cacofonía, y la conjunción que, polísema y multifuncional, apenas aparece coordinan-
do copulativamente, si no es en frases coloquiales y reiterativas (erre que en•e, dale
que dale, zumba que zumba, verde que te quiero verde ... ).
Coordinación y yuxtaposición 287

cionales. En el Esbozo de la R.A.E. 2 se distingue clatamente entre


coordinación copulativa pura, que enlaza miembros homogéneos en
cuanto a función gramatical y en sus relaciones semánticas, y aquella
que une miembros heterogéneos desde el punto de vista semántico.
En realidad en estas últimas se trata de una diferencia morfológica,
que produce un cambio semántico. Es decir, cuando hay paralelas
formas verbales en los dos elementos coordinados (proposiciones,
oraciones ... ) tenemos las de primer tipo; pero cuando difieren los
tiempos verbales de los nexus coordinados se produce un nuevo ras-
go semántico. Ejemplos:
Piensa mal y acertarás; Dime con quién andas y te diré quién
eres.

En principio es certera la distinción, pero no nos aclara la dife-


rencia de esta coordinación respecto a la adversativa, sino que sola-
mente nos desvela una relación polisémica de determinado conector.
Es decir, que pattiendo de una conjunción determinada -criterio
fundamental para la tradición gramatical- se le asigna a aquella un
valor prioritatio y se agrupa por separado a los restantes valores que
pueda adquirir en el contexto calificándolos de «impuros».
Tal vez convenga de entrada formulat las posibles estructuras
que, según las Gramáticas, pueden presentat una coordinación copu-
lativa en nuestra lengua:
l. A•yB.
11. A• y no B.
III. noBysíA.
IV. a)noAynoB.
b) no (ni) A• ni B,

o si se prefiere:

2 R.A.E., Esbozo ... (cit.), págs. 506 y sigs.


288 Sintaxis

+o
Ay B.
+o
Ay B.

By sí A.

Ay B.
ni A, ni B.

Es claro que no caben otras combinaciones posibles con dos


miembros coordinados: O los dos son de igual signo, ya positivo ya
negativo, o son de distinto, el prímero positivo y el segundo negativo,
o viceversa.
No todas estas estructuras funcionan de la misma manera ni tie-
nen la misma relación semántica 3 • En ellas hemos de distinguir dos
grupos: a) el de aquellas estructuras que admiten lo que algunos lla-
man «recursividad en línea»; es decir, que por multiplicidad permiten
la repetición indefinida en la cadena de tal coordinación (A y B y C y
D y ...), es decir, que forman una serie abierta. En este grupo caben
perfectamente las estructuras I (An y B) y las de IV b) (ni A ni B), que
permiten una expansión múltiple de las unidades coordinadas. Y b) el
grupo de las estructuras que no admiten esa recursividad o multipli-
cidad lineal, que forman una serie cerrada bimembre. Tales son las de
II (An y noB), III (no By sí A) y IV b) (no A y no B).
Sin embargo, cada uno de los miembros coordinados de estas es-
tructuras bimembres admite una multiplicidad o recursividad que po-
demos calificar de vertical o interna; pero lo definitivo es que los dos
bloques se coordinan como macrounidades de estructura bímembre:
A (A +Aº +A"+ A'"+ ... + A") ynoB (B + B'+ B"+ B'" + ... + B").

3
El exponente de las fórmulas presentadas supone la posible multiplicidad de los
elementos afectados por aquel, bien por coordinación o por yuxtaposición.
Coordinación y yuxtaposición 289
Como se ve fácilmente, no son ignales ni conmutables las estruc-
turas !A y no B/ y /no A ni BI, puesto que la segunda es recursiva y la
primera es bimembre. Y no puede suplir los usos de ni 4 (salvo cuan-
do aparece un ni en el primer miembro), pero no al revés.
Cada una de todas estas estructuras tiene sus peculiaridades, sus
propios valores y contenidos, como vamos a ver.
l. /A" y B/.
La estructura /A y BI, recursiva, puede aparecer como meramente
aditiva y permutable; es decir, que el cambio posicional de sus
miembros en la cadena no afecta para nada al contenido del conjunto.
Ejemplos:
Pedro y Antonio saltaron a un tiempo; Mis hermanos corrían y
brincaban sin parar; Los mayores conversaban en el salón y los ni-
ños disfrntaban en el jardín.

Es muy frecuente que la temporalidad del elemento B sea poste-


rior a la de A; y entonces, manteniendo los rasgos de recursividad y
de adición, no serán permutables sus componentes'· Ejemplo:
Cayó enfermo en primavera y falleció al comenzar el otoño.

La estructura /no A y no BI viene a coincidir con la que estamos


comentando, con la sola peculiaridad de que sus miembros son nega-
tivos.
Cuando se coordinan dos nexus en la estructura /A y B/, pero sus
miembros muestran uua notable diferencia, especialmente en los sin-
tagmas verbales, su temporalidad y aun la modalidad varian y, conse-
cuentemente, siI. relación semántica se ve incrementada con un nuevo
4
Cf. V. Báez y M. Moreno, «La oración compuesta: Coordinación», en Millars,
N, Castellón, 1977, pág.104.
5
La diferencia entre estos dos grupos coincide con lo que establecen G. Lakoffy
S. Peters, con método transformacional, entre coordinación simétrica y asimétrica (cf.
Reibel y Shane (eds.), Modem studies in English: Readings in Transformational
GrammarNew Jersey, 1969, págs. 113 y sigs.).
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 10
290 Sintaxis

rasgo de contenido (Consecuencia, condición, causa... ), tendremos


una estructura aditiva de dos miembros positivos, no permutables y
que prácticamente ha perdido su recursividad, aunque teóricamente
se mantenga ésta. Tal es el caso, por ejemplo, de los numerosos re-
franes con forma de contenido «exhortación + aserción consecuente»:
Piensa mal y acertarás; Dime con quién andas y te diré quién
eres; Cásate y verás, etc.

En todas estas oraciones hay que contar con una presuposición y


tener en cuenta que los componentes no son miembros homogéneos,
sioo nexus de diferente estructura interna, al menos parcialmente 6 •
Lo que se ha hecho ha sido mantener una forma y una estructura
para dos elementos no totahnente homogéneos, ni compatibles se-
mánticamente entre sí; factores que se exigen para una coordinación
copulativa recursiva. Y ese desajuste, o ruptura de condiciones, ex-.
plica los valores que nos ofrecen de consecuencia, condición, etc.
2. 0 IV /No (ni) A ni B/.
Esta es la segunda estructura coordioada recursiva, cuyos miem-
bros son negativos y el conector, ni. Ejemplo: No era esa mi opinión
ni la tuya ni la de ninguno de los allí presentes.
Este conector sólo puede aparecer cuando el primer elemento es
negativo, y su presencia se impone cuando hay coordinación de tér-
minos solidarios y equivalentes 7 • En una serie de enumeraciones de
miembros negativos es frecuente que ese conector ni sólo aparezca
entre los dos últimos términos coordinados, y que los precedentes de
dicha enumeración vayan yuxtapuestos. En tales casos la sucesión de

6
Si los insertamos en un sintagma nominal, vemos que presentan diferentes com-
portamientos; lo que supone una diferencia de forma (ejemplo: Cásate y verás -+ Le
dije que se casara y vería). ·
7
Así lo señala también E. Coseriu, «Coordinación latina y coordinación románi-
ca», en Actas del /JI Congreso de Estudios Clásicos, 111, Madrid, 1966, pág. 55.
Coordinación y yuxtaposición 291

términos yuxtapuestos es abierta 8 y suele cerrarse con el último tér-


mino, ya coordinado.
3. 0 II /A• y no BI.
Como vemos, se trata de la unión de un miembro positivo (o más
de uno) y otro negativo. Es coordinación bimembre contrastiva, no
aditiva, conmutable generalmente por /A pero no BI. Su valor es,
pues, adversativo. Ejemplo:
Esa es tu opinión y no la mía (= 'pero no la mía').

De la misma manera que la anterior funciona la estructura /No A


y sí BI. Ejemplo:
En tu casa no tienes sardina y en la ajena pides gallina.

Estas dos estructuras deben agruparse como variantes de las ad-


versativas, pero lo fundamental es señalar su formulación bimembre
y sus posibles conmutaciones. Su relación semántica es sólo un dato
más, y no el fundamental. De lo expuesto hasta aquí se deduce que
no todas las que la tradición gramatical incluía entre las copulativas
eran del mismo tipo ni estructuras homogéneas; y que los conectores
no son criterios suficientes para distinguir las estructuras de la coor-
dinación.
Recordemos que todas estas coordinaciones podemos encontrar-
las en el nivel de los sintagmas, o de los términos adyacentes (ejem-
plo: Los muchachos, contentos, saltarines, bajaban por la escale-
ra ... ), o de los nexus bien autónomos o subordinados (ejemplo: Le
pidieron que no participase en la votación y que saliera del local) o
bien entre oracibnes plenas, etc.
Si la función esencial de y es coordinar, cuando la usemos sin un
primer elemento de coordinación, lógicamente su presencia será
pleonástica y, en consecuencia, enfática. Tal es el caso de la conjun-

8
Cf. J. Alcina y J. M. Blecua, Gramática española, Barcelona, 1975, pág. 1.166.
292 Sintaxis

ción que encabeza una oración al comienzo de un parlamento y que


no coordina lo que le sigue con nada precedente. Ejemplo:
¿Y dejas, Pastor Santo, tu grey en este valle hondo, oscuro ... ?
(Fray Luis de León: Oda En la Ascensión).

Interpretar estas cadenas como elementos unidos a otros presupuestos


no es generalmente aceptable. No es prudente hablar de elipsis del
primer elemento coordinado en tales casos. Sencillamente debe inter-
pretarse como un elemento enfático, y, porque no cumple la misión
que le es propia y, en consecuencia, por innecesario destaca, llama la
atención, es decir, aporta énfasis.

COMPATIBILIDAD EN LA COORDINACIÓN

No todos los elementos de nuestra lengua pueden coordinarse li:


bremente en la modalidad aditiva o copulativa. Exigen unas condi-
ciones y restricciones, que vamos a comentar.
Las palabras pueden coordinarse copulativamente siempre que
pertenezcan a la misma clase o categoría, o a alguna otra que pueda
conmutarse por categoría igual a la del otro término coordinado.
Ejemplos:
Padres e hijos; Querer y poder; Buenos y malos ...

Los sintagmas pueden coordinarse copulativamente siempre y


cuando sean equifuncionales. Lógicamente esto se comprobará en la
unidad de nivel inmediatamente superior, el nexus.
Mas cuando llegamos a este nivel, la coordinación copulativa de
nexus presenta alguna dificultad mayor, puesto que la relación se-
mántica se establece entre dos unidades de contenido más complejo.
Son varias las tesis que tratan de explicar este punto. Veamos al-
gunas de las más notables. Para Lakoff 9 es condición indispensable
9R. Lakoff, en Ch. J. Fillmore y D. T. Langendoen (eds.), Studies in linguistic
semantics, New York, 1971, págs. 114 y sigs.
Coordinación y yuxtaposición 293

el que haya igualdad semántica total o al menos parcial entre dos de


sus elementos; es decir, que ambas unidades tengan un tapie común.
Pero esto no siempre se cumple, como bien vio J. L. Tato 10 •
Éste, por su parte, defiende la idea de que para que haya posibili-
dad de coordinación debe haber una coincidencia temporal en los
contenidos verbales de ambos nexus. Pero esta condición tampoco se
cumple necesariamente en la lengua, aparte de que ni siquiera se
precisa la existencia de una temporalidad en ciertos enunciados de
este tipo que comentamos.
La postura de mayor tradición, que ha defendido explícitamente
V. Báezu, es aquella que exige una compatibilidad semántica entre
los miembros coordinados.
Si la aceptamos así, sin mayor precisión, nos veremos con dificul-
tades para aceptar algunas coordinaciones. Usando como ejemplo
uno de los que propone Tato, en el trabajo arriba citado, no podremos
coordinar Tengo hambre y Un rey godo se llamaba, Witiza, pues no
hay entre ellos esa llamada «compatibilidad semántica». Pero apo-
yándonos en el argumento de V. Báez y M. Moreno 12 , en un contexto
superior sí pueden coordinarse. Ejemplo:
Parecen existir hechos que no tienen ninguna relación, pero la
tienen, ¿qué duda cabe? Tengo hambre, un rey godo se llama Witi-
za ... he aquí un cúmulo de hechos...

Así pues, en un metalenguaje, en una cita textual, y en un nivel


superior al de los elementos coordinados pueden ser compatibles los
que en su nivel parecen no serlo.
No creemos que sea en el texto, macrouuidad textual, donde haya
que verificar esta compatibilidad, como piensan V. Báez y M. More-
no en el artículo citado; bastará con comprobarlo en el nivel lingüís-
10
J. L. Tato, «Sobre la coordinación», en V. Sánchez de Zabala (ed.), Estudios de
gramática generativa, Barcelona, 1976, págs. 270 y sigs.
11
V. Báez y M. Moreno, loe. cit., págs. 110 y sigs. En este trabajo hay una sínte-
sis de los planteamientos antes citados y una ponderada crítica de los mismos.
12
Cf. V. Báez y M. Moreno, loe. cit., pág. 111.
294 Sintaxis

tico inmediatamente superior al de los elementos coordinados.


Ejemplo:
Tengo hambre y un rey godo se llamaba Witiza son dos enuncia-
dos muy distintos; o ... provocan en nosotros un desconcierto mental.

La coordinación no ha de verse como proceso sintáctico en el ni-


vel textual, sino como procedimiento sintáctico de conexión de uni-
dades, que se comprueba en el nivel inmediatamente superior.

COORDINACIÓN DE NEXUS

Parece oportuno este lugar para abordar un problema que afecta


por igual a toda la coordinación, pero que se percibe más nítidamente
en los casos que venimos comentando. Salvador Gutiérrez 13 se pre-
gunta, criticando a G. Rojo: «¿Por qué la coordinación de dos frases
es una nueva frase, mientras que la coordinación de dos cláusulas ya
no es una nueva cláusula, sino una oración?». Ciertamente G. Rojo
en un momento de su estudio afirma que dos cláusulas forman ora-
ción y en otros lugares asegura que forman otra cláusula.
Para enfocar bien el tema, conviene advertir que un nexus
(= «cláusuhm) se forma por combinación predicativa de dos sintag-
mas diferentes y en una relación de incidencia o adyacencia del sin-
tagma verbal sobre el nominal, no de la coordinación de ambos; es
decir, que dos sintagmas iguales o diferentes pueden coordinarse sin
que den necesariamente como resultado un nexus. En segundo lugar,
que el paso del nivel del sintagma al del nexus se da dentro de las
unidades puramente gramaticales, pero que al llegar al nivel de la
oración, sin salimos de las unidades gramaticales, saltamos al plano
del enunciado, del texto, de la información en bloques. Y una oración
no exige la unión de varios nexus, sino que puede aceptarla; mas será

13
S. Gutiérrez, «A propósito de Cláusulas y oraciones», en Archivum, XXVII-
XXVIII, Oviedo, 1977-78, págs. 533 y sigs.
Coordinación y yuxtaposición 295
oración no porque haya en ella dos nexus coordinados, sino porque
de esa coordinación nace otra unidad portadora de mensaje, autosu-
ficiente semánticamente, independiente sintácticamente y con unidad
fónica.
Existe, pues, la posibilidad de que de la coordinación de dos cláu-
sulas-nexus se forme una oración, pero no es inevitable. Para aquella
solución, la nueva unidad debe cumplir los rasgos arriba menciona-
dos, defmidores de la oración.
Desde otro ángulo, podemos preguntarnos si en una oración for-
mada por dos cláusulas, en el caso de que éstas puedan aparecer in-
dividualmente como oraciones, estamos ante la coordinación de dos
oraciones o de dos cláusulas. La solución es clara: si forman conjun-
tamente unidad semántica autosuficiente y sintácticamente indepen-
diente, si tiene unidad fónica y transmiten unidad de mensaje, forman
una sola oración por combinación de dos cláusulas. El que cada una
de éstas pueda funcionar en otro contexto como oración no modifica
nada la interpretación dada. En este caso, se trataría de un funtivo en
forma de cláusula y que ocupa la función de oración con un solo nú-
cleo.
La independencia o autonomía posible de cada una de las cláusu-
las coordinadas para formar oración queda anulada en la relación de
constelación que las une.
De la misma manera la oración puede estar cubierta en su núcleo
por un solo sintagma, o por varios de éstos, también coordinados o
yuxtapuestos, etc. Hay, pues, que distinguir siempre entre el hueco
funcional (en la oración «Núcleo y Márgenes») y los funtivos, que
pueden ser unidades de diferente forma y nivel.
Con estos. datos y referencias, para no alargar más el tema, se
puede entender y aclarar el que dos nexus coordinados puedan for-
mar una oración (al igual que dos sintagmas o dos palabras ... ), y
que de la coordinación de dos sintagmas equifuncionales no nazca
un nexus.
296 Sintaxis

COORDINACIÓN DISYUNTIVA

Interpreta la tradición gramatical este tipo de coordinación como


la expresión de juicios contradictorios entre sí, y el mismo Esbozo de
una nueva Gramática de la lengua española 14 juzga las oraciones
coordinadas disyuntivas como una mera variante de las distributivas.
En realidad se trata de una coordinación recursiva o múltiple, de
series abiertas 15 • El conector es o (u como variante fonotáctica ante o,
ho), que puede omitirse en una enumeración múltiple ante todos los
elementos excepto el último; con lo que la cadena sería asindética
hasta su último componente.
La estructura común es /A o B/. Cada miembro puede geminarse; y
la estructura puede extenderse ampliando el número de elementos IA o
B o C o D.. ./. Sus valores pueden agruparse en los siguientes:
l. Excluyente, por el que cada elemento niega el contenido del
otro. Esta exclusión, lógicamente, es sólo semántica o referencial,
que no sintáctica ni gramatical. Es, a fin de cuentas, la presentación
de una alternativa o contenido. Generahnente admiten la permutación
de los segmentos coordinados. Estos, como ya avanzábamos, pueden ser
sintagmas, cláusulas, oraciones .... Ejemplo:
¿Su hermano nació en 1898 o en 1899?; O arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro.

Obviamente en estos casos si se da A no se da B, y viceversa.


Como se puede ver, tiene algunos puntos de contacto con la co-
ordinación adversativa excluyente. En éstas se niega el primer miem-
bro para aceptar el segundo, y en las disyuntivas se da una opción
entre los dos.

14
Esbozo ... (cit.), pág. 509.
15
Cf. C. Bobes, «La coordinación en la frase nominal castellana», en REL (2.2),
Madrid, 1972, especialmente pág. 286; (3.2), 1973. Asimismo <<Nuevas observaciones
sobre la coordinación», en Verba, Santiago de Compostela, 1976.
Coordinación y yuxtaposición 297

2. Un segundo grupo es el de las no excluyentes, que responden


a la misma estructura citada. El contenido de uno de los miembros
coordinados no anula la posibilidad del contenido del segundo.
Ejemplo:
Aquel buen hombre salía al campo cada día, o a sembrar unas
semillas o a arrancar malas hierbas.

3. Por fin, un tercer valor de la estructura !A o El es el explica-


tivo o de identificación. En tales casos el segundo elemento equivale
al primero y aun podría funcionar como aposición de éste. Ejemplos:
El protagonista o personaje central de la obra ... ; La destrucción
o el amor...

COORDINACIÓN ADVERSATIVA

Dos elementos de contenido contrario pueden coordinarse con


una relación semántica adversativa, en la que uno de los miembros
coordinados suele ser negativo y el otro positivo, sin que sea ésta una
condición indispensable. La Gramática viene distinguiendo dos cla-
ses de adversativas: una restrictiva o parcial, en que se especifica,
delimita o restringe el contenido de la primera unidad coordinada; y
otra excluyente o total, que presenta dos contenidos incompatibles,
que se rechazan mutuamente.
Pero hay algunos otros matices en las relaciones semánticas de
los miembros coordinados adversativamente.
Algunos gramáticos no interpretan las adversativas como coordi-
nadas, ni aceptan que estén relacionadas por constelación. Las juzgan
como unidades bipolares o bimembres, distintas de las subordinadas
y de las coordinadas que se relacionan por interordinación 16 . Las ra-

16
Cf. G. Rojo, Cláusulas y oraciones, Santiago de Compostela, 1978, especial-
mente págs. 104 y sigs; J. A. de Molina, «En tomo a Ja oración compuesta en espa-
298 Sintaxis

zones que se aducen no son convincentes. Y si, como Juan Antonio


Moya propone, lo más distintivo es que las propiamente coordinadas
pueden alterar su posición sin que cambie su función o que no ad-
quieran un valor especial por su posición, vemos que esto no es váli-
do para todas las coordinadas copulativas (Ejs.: Murió ayer y asistirá
a la reunión mañana). Con lo que éstas se equipararían a las «inter-
ordinadas».
El denso lazo semántico que une a dos adversativas no es motivo
suficiente para sacarlas de la coordinación. La anáfora de algunos
elementos del bloque segundo referida al primero, la elipsis por
zeugma de algunos componentes del segundo, la posible conmuta-
ción de pero, prototípica conjunción adversativa, por y, y aun la per-
mutablidad entre A y B en muchos casos, entre otras razones, nos
llevaría a seguir creyendo a las adversativas como un caso especial de
coordinación. (Véase, para estas cuestiones, «Las condicionales»,
págs. 141 y sigs.).
Los conectores son mas, pero, empero, sino ... , y también puede
aparecer y en este tipo de relaciones.
Lo mismo que hacíamos en la coordinación copulativa, podemos
distinguir entre coordinación de sintagmas, de nexus, de oracione.s ...
Comencemos señalando que esta coordinación no es recursiva,
sino bimembre; aunque, como ya dijimos, cada miembro de la corre-
lación puede verse afectado por la recursividad que llamamos
«vertical», o si se prefiere, por una expansión interna.
l. Establecemos, en principio, un grupo con la coordinación
excluyente, que se opone a todas las que no lo son. Este valor de dos
unidades contrarías, que implican una alternativa, puede aparecer en
las siguientes estructuras:
/A peronoBl-/A ynoB/
/no A perosíB/-/noA y síB/
/no A sino BI.

ñoh>, Philologica Hispaniensia in Honorem M Alvar, II, Madrid, 1985, págs. 513 y
sigs.
Coordinación y yuxtaposición 299
Como acabamos de ver, no se puede asignar privativamente a la
conjunción sino el valor de exclusión y a pero y mas el de restricción,
sino que son varios los conectores que coordinan elementos exclu-
yentes, aun la misma conjunción y. Lo más notable de estas estructu-
ras es que un miembro suele ser negativo y otro positivo.
Las estructuras /A pero (y) no BI no son necesariamente excluyen-
tes, sino que unas veces aparecen con valor restrictivo, y otras, con el
excluyente. Ejemplos:
No corta el mar, sino vuela ... ; Esa es tu opinión, pero (y) no la
mia; No era esa mi intención y si la solapada de mis enemigos ...

Hay casos en que con la conjunción sino se omite el primer elemen-


to coordinativo por ser de carácter genérico y fácilmente inteligible.
Ejemplo: No come sino verduras y fruta.
Poco frecuentes, y exclusivamente literarias, son las estructuras
paralelas /no A que BI y/A que no BI; es decir, las que usan que como
conector en vez de y. Ejemplos:
No corre, que vuela; Esa es tu opinión, que no la mía.

Con la conjunción que y valor excluyente, pneden construirse


oraciones cuyo primer elemento adversativo es de carácter nominal.
Ejemplo: No piensa en otra cosa que en su problema.
Estas construcciones están en el límite con las cláusulas-nexos
adyacentes n
2. Todos los elementos coordinados adversativamente y que no
sean excluyentes adquieren otros valores. En unos casos será la res-
tricción, por la que se recorta y delimita el contenido de la primera
unidad. Son las adversativas restrictivas. Ejemplos:

17 Véase S. Mariner, «Sistema de oposiciones de las adversativas castellanas»,


Philologica Hispaniensia, II, Madrid, 1985, págs. 445-452; y J. A. Moya, <<Aspectos
semánticos de la relación adversativa», Estudios románicos dedicados al prof A. So-
ria, I, Universidad de Granada, 1985, págs. 221-238.
300 Sintaxis
Llegaron a la hora en punto, pero no vinieron todos; He vivido
muchos años en Madrid, pero no en el centro.

Para esta coordinación bimembre, no recursiva, adversativa no


excluyente, restrictiva, contamos en la lengua con las siguentes es-
tructuras:
/A pero no BI y /no A pero sí BI.

En ocasiones la conjunción y, reforzada por el sintagma sin em-


bargo, puede suplir a los conectores de estas dos estructuras citadas.
Alguna de estas oraciones admiten el conector aunque, prototí-
pico de las concesivas. La contraposición conceptual entre A y B es
lo que acerca a estos dos tipos de estructuras. Distinguiremos el valor
concesivo de aunque del adversativo con las siguientes pruebas:
a. El adversativo debe poder conmutarse por pero, y casi siem-
pre por y.
b. La cláusula introducida por aunque adversativa, va necesa-
riamente pospuesta a la otra.
c. Aunque adversativa no puede comnutarse por a pesar de que.
Ej.: Mi hermano come mucho aunque no engorda.

3. Otro tipo de relación semántica posible entre los miembros


coordinados adversativamente es la de/imitativa o especificativa. En
ella el segundo elemento especifica el contenido del primero. Ejem-
plo:
Con ese sueldo no podrás enriquecerte ni derrochar, pero sí vivir
dignamente.

La estructura habitual que soporta esta relación de contenido es


/no A pero sí BI y también /A pero BI.
En esta última encajan fórmulas como Era un muchacho alegre,
pero enfermizo, o Regálale un perro, pero de raza.
Coordinación y yuxtaposición 301

Este último tipo /A (nombre), pero B (adjetivo)/ ha sido detalla-


damente estudiado con una metodología generativa transformativa 18 •
En cualquier caso, estos trabajos citados presuponen en sus interpre-
taciones un elemento elidido, bien un adjetivo modificador del primer
miembro (interpretación de C. Bobes), bien un nexus o proposición
en el segundo (ejemplo: Regálale un perro, pero -que sea- de ra-
za). Nosotros aceptarnos la presuposición de un segmento conceptual,
pero no lo necesitarnos para explicar el valor restrictivo especificati-
vo del segundo elemento respecto al primero.
4. Un nuevo grupo de las diversas relaciones de contenido que
pueden aparecer en la llamada coordinación adversativa es el que
significa contraste entre sus miembros. Se trata de casos muy próxi-
mos a los de las excluyentes, pero sin llegar a la antítesis total de és-
tas 19 . Ejemplo:
Puede el hombre quitarse la vida, pero si vive, no puede elegir el
mundo en que vive (J. Ortega y Gasset).

La estructura que usa es /A pero no B/.


5. Por último, podernos encontrar coordinación adversativa en-
tre dos elementos de carácter positivo /A pero BI, en los que el se-
gundo amplifica el contenido del primero, en vez de restringirlo. Ello
es lógico, pues se trata de unir dos elementos no contrarios, compa-
tibles semánticamente y del mismo signo, por medio del conector ad-
versativo pero. Ejemplo: Es morena, pero de ojos azules. No se trata
de una restricción, sino de una adición de contenidos. También po-
dernos encontrar este valor con el conector sino. Ejemplo:
No es sólo nuestro socio, sino uno de nuestros mejores amigos.

18 Cf. C. Bobes, loe. cit., y G. Rojo, «Sobre la coordinación de adjetivos en la fra-

se nominal y cuestiones conexas», en Verba, 2, Santiago de Compostela, 1975 págs.


193-224; y «Réplica a 'Nuevas observaciones sobre la coordinación en la frase nomi-
nal'>~. en Verba, 3, Santiago de Compostela, 1976, págs. 101-125.
19
Cf. en J. Alcina y J. M. Blecua, loe. cit., pág. 1.175.
302 Sintaxis

Por ese desajuste entre forma y contenido percibimos en todos


estos casos un acusado énfasis y siempre a ello contribuye la, presu-
posición de un contenido no expreso, mucho más acorde y compati-
ble con el del primer elemento que con el segundo.
6. Al igual que decíamos en la coordinación copulativa, cuando
un pero encabeza una oración y no tiene un primer elemento que co-
ordinar, ese conector deja de serlo, se convierte en pleonástico y en
consecuencia enfático. Ejemplo:
¿Pero, es posible que haya dicho eso?

Sobre los rasgos propios de los conectores, su posición y usos


véase el capítulo siguiente.

LA LLAMADA «COORDINACIÓN DISTRIBUTIVA»

La Gramática tradicional nos dice que esta coordinación aparece


cuando la estructura se refiere alternativamente a varios elementos,
«que se sienten con diferencias lógicas, temporales, espaciales o de
otro orden» 20 •
En realidad no es necesario entender este tipo de coordinación en
nuestra lengua. La presencia de varios miembros alternativos no es
razón suficiente. Por otra parte, tales elementos no tienen conectores
que los unan, sino que formalmente aparecen yuxtapuestos, con la
reiteración anafórica de algún elemento ante ellos: ya ... ya; bien ...
bien; ora ... ora; sea ... sea; unos... otros; estos ... aquellos .. .
Una mayor gramaticalización se percibe en las cuatro primeras
fórmulas, pero en todo caso no creemos que lleguen a funcionar co-
mo conectores conjuntivos. Y si prescindimos del primer elemento de
la coordinación nada cambia en el contenido de la oración y la alter-
nativa -casi siempre coincidente con los valores disyuntivos- se
mantiene igual.
20
Esbozo (cit.), pág. 508.
Coordinación y yuxtaposición 303
Añadiremos que ante bien y ya puede aparecer la conjunción dis-
yuntiva o, sin que tampoco añada ni modifique ningún valor,
Entendemos, pues, que las llamadas «distributivas» no son un
grupo aparte de coordinadas, sino la formulación distributiva o alter-
nativa de varios elementos, que puede ir con unos conectores disyun-
tivos o sin ellos; pero en todo caso, reforzados por unos elementos
anafóricos (ora, .. ora; ya... ya... ), que encabezan a sus miembros e
intensifican la individualidad alternativa.

ILATIVAS

Un grupo de coordinadas es el de las ilativas. Se trata de la coor-


dinación mayoritariamente de dos cláusulas o nexus, no permutables,
la segunda de las cuales encierra con frecuencia un tenue matiz con-
secutivo respecto a la primera. Van unidas por un conector conjunti-
vo, pues o conque, o por algún otro elemento lexicalizado y gramati-
calizado de origen adverbial (así que, luego, entonces,. .. ). Ejemplos:
Pienso, luego existo.
Tú lo has preparado, así que tú tienes que desenredar el lío.

Y no faltan casos en que estos concetores unen ilativamente dos


oraciones, operando como concatenadores. Ej.: Pues sí que estamos
tranquilos con eso que nos dices 21 .
Y aun cabe la posibilidad de que encabecen enunciado sin nada
que preceda, aportando un valor enfático o actuando como una mu-
letilla coloquial. Ej.: Pues vaya un panorama que se nos presenta.

***
De cuantÓ venimos diciendo hasta aquí se comprende que no se
puede asignar un valor determinado a cada conector conjuntivo, pues

21
Cf. nuestra Nueva Sintaxis de la Lengua Española (cit.), especiahnente págs.
212 y sigs.
Estructuras

estricta { permutable {positivas /Av. y BI


copulativa
o p~ra no permutable negativas /no A ni B / /ni A ni B / /no A y si B /
aditiva
recursiva no pura (+ connotaciones: conse- { /A y. B / /no A y B /
o cutivas ... ) presuposición /A y no B /
múltiple
no excluyente ......... /A o BI
no aditiva alternativa
z o { excluyente ............ !A o B I
·O disyuntiva {
no alternativa o de identificación . . . . .. /A o B I
gtl
~ !A y no B/ !A pero no BI
o
u excluyente ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... /no A pero si BI /no A y si BI
{
/no A sino B!
no recursiva
o restrictiva . . . . .. !A pero no B/ /no A pero si B/
/A y sin embargo B /
bimembre especificativa ... !A pero B!
no excluyente
contrastiva ... /A pero no B/

amplificativa /A pe\'O B/ !A y sin embargo BI.


Coordinación y yuxtaposición 305
ello nos obligaría a planteamos más casos excepcionales que regula-
res; que no es el criterio más idóneo el partir de la conjunción para
clasificar la coordinación y que en los grupos tradicionalmente here-
dados (copulativos, disyuntivos ... ) hay notable heterogeneidad de
valores.
Por ello nos hemos inclinado a replantear la coordinación con
unos criterios estrictamente lingüísticos: recursividad /no recursivi-
dad, expansión abierta/ grupos bimembres; estructuras básicas; posi-
bles conmutaciones de unas estructuras y otras; pluralidad de valores
de cada una -criterio semántico, superpuesto y complementario-;
distinción de funtivos diversos que cnbren huecos equifuncionales; y
signo, positivo o negativo, de cada miembro coordinado.
Con todos estos criterios lingüísticos obtenemos, en síntesis, el
cuadro de la coordinación en nuestra lengua.
Es obvio que el planteamiento pueda partir -y quizás fuera más
estrictamente lingüístico- desde las estructuras, pues éstas son las
que encontrarnos como esquemas en la lengua al indagar y estudiar el
corpus. Pero para ello no tenemos más que leer el cuadro anterior de
derecha a izquierda, conjuntando las estructuras comunes y viendo
qué valores, relaciones y caracteres tiene cada una de ellas.

YUXTAPOSICIÓN

Coordinación y yuxtaposición, desde un punto de vista sintáctico,


son un mismo procedimiento para engarzar unidades lingüísticas en
un mismo nivel, es decir, equifuncionales. Una y otra difieren en la
forma: la coordinación exige un conector conjuntivo, mientras que la
yuxtaposición no lo lleva. Pero las relaciones semánticas y sintácticas
entre los miembros yuxtapuestos pueden ser las mismas que las vistas
en la coordinación. Podremos decir que la pausa entre los elementos
yuxtapuestos sirve de enlace o de separación entre ellos. Ambos pro-
cesos son variantes formales de la llamada parataxis, y los miembros
306 Sintaxis

unidos suelen ser cosemánticos. Centrémonos en la yuxtaposición en


la oración.
a) Entre estas oraciones hay que distinguir un grupo de propo-
siciones independientes sucesivas, características de un estilo corta-
do, preferentemente impresionista. Gráficamente pueden aparecer se-
paradas por una coma, por punto y coma, y aun por puntos, según la
independencia qne el antor quiera concederles: Llovía. Nadie cami-
naba por las calles a esas horas. Las campanas empezaban a romper
el silencio.
Pero aun dentro de ellas, cabría distinguir las puramente inde-
pendientes, que coincidirían cou las llamadas asindéticas por Amado
Alonso; y las que guardan una conexión hacia la significación cen-
tral, que serían las que este autor llama trabadas.
La reiteración asindética de la misma frase provoca una sensación
gradual ascendente, como vemos en la negativa No quiero, no quiero,
no quiero; y cuando la frase es una simple enumeración de verbos, el
estilo se hace más rápido y movido, especiahnente cuando hay una
progresión significativa. Ejemplos: Llega, salta, corre, vuela; mien-
tras que la pluralidad de sustantivos da lentitud a la enumeración.
b) Un segundo grupo, atendiendo a su relación semántica, pue-
de ser el de aquellas oraciones que muestran un contenido particular
(de suma, oposición, disyunción, causa-efecto ... ); es decir, que, sin
perder su independencia significativa, las dos uuidades yuxtapuestas
son cosemánticas.
Son muy frecuentes las oraciones que expresan dos hechos con-
secutivos, oportunamente expresada la sucesión en los tiempos verba-
les (ejemplo: Él me ha ayudado amablemente, yo corresponderé).
Como la importancia de ambas proposiciones es semejante, la rela-
ción semántica tanto puede interpretarse en este ejemplo como casual
o consecutiva. Y son muchas las frases en que a estos valores se unen
el coudicional o temporal. Recordemos para comprenderlo el adagio
latino Post hoc, ergo propter hoc.
Coordinación y yuxtaposición 307

Esas mismas relaciones semánticas que decimos, podemos verlas


en estructuras coordinadas, y no sólo en las llamadas subordinadas.
Ejemplo:
Piensa mal y acertarás (Consecuencia. Coordinadas)
Me toca la lotería y me compro ese coche (Condicional. Coordi-
nadas).
Tú te has comprometido, cúmplelo ya (Causa. Yuxtapuestas).

Como se ve, pues, una misma relación semántica entre cláusulas o


entre oraciones puede adquirir, generalmente, tres formas de expresión
diversas: la yuxtaposición, la coordinación y la subordinación.
Los formantes de este tipo de yuxtaposición y de estas construc-
ciones, desde un punto de vista semántico, no guardan una nneva re-
lación de constelación, sino más bien una relación de interdepen-
dencia. Y obsérvese que cuando aparecen estos contenidos de que
venimos hablando en estruc?turas yuxtapuestas o coordinadas, sus
miembros, A, B, no son permutables. Y, aunque cada uno de ellos
puede aparecer individualmente en otros contextos, no todos son
aceptables semántica y textualmente aislados.
Aunque formalmente sean yuxtapuestas, por carecer de conector,
nexus como Le ruego me envíe el pedido inmediatamente, o el estilo
directo, no pertenecen a este grupo de relaciones, pnes son nexus su-
bordinados, mientras que en la yuxtaposición unimos elementos equi-
funcionales.

CONCATENACIONES

l. Con relativa frecnencia aparecen en la lengua nexus, oracio-


nes y aun sintagmas encadenados a los precedentes por medio de sig-
nos no conectores por naturaleza, pero que aportan una relación pa-
recida a la de dichas palabras de enlace. Corbeil 22 distingue entre

22
J. L. Corbeil, Les structw·es syntaxiques du frqn~ais moderne: Les éléments
fonctionnels dans la phrase, Parls, 1968, págs. 17 y sigs.
308 Sintaxis
charnieres de liaison, de traitement y de rappel; es decir, entre ele-
mentos encadenantes coordinativos, anticipativos o catafóricos y de
referencia pasada o anafóricos. M.ª Luz Gutiérrez 23 acomoda estas
categorías a los valores «de recuerdo», «de presentación» y «de con-
clusióm>.
Ciertamente hay unidades que enlazan dos nexus o dos oraciones
formalmente yuxtapuestos. Son formas como también, además,
igualmente, por su parte, a su vez, de ahí que, por el contrario, así,
entonces, pues, pues bien, en cambio, luego, salvo, menos ... Ejem-
plos:
Todos pusieron gran interés en el trabajo; Antonio, además, se
dedicó a él de manera exclusiva; Me rechazaron el articulo en el pe-
riódico; entonces envié tres a la revista...

De estos elementos unos aportan un valor aditivo, otros adversa-


tivo o alternativo ...
Su misión es conectar y relacionar dos enunciados, preferen-
temente oracionales, lo que les equipara a las conjunciones, sin que
lo sean. Son conectores textuales, que enlazan enunciados, aportan un
contenido y establecen una serie de presuposiciones entre los elemen-
tos encadenados 24 •
Categorialmente están a mitad de camino entre los adverbios y las
conjunciones, sin que sea fácil adscribirlos a una de las dos clases de
palabras. Y aun algunos tienen la posibilidad de combinarse con al-
gunas conjunciones (Ej.: Pues, no obstante, las cosas salieron como
esperábamos).
No ocupan ningún hueco funcional de la estructura oracional ni
del nexus, y prefieren ir situadas en los márgenes de la oración, pre-
ferentemente entre pausas.

23
M.ª Luz Gutiérrez, Estructuras sintácticas del español actual, Madrid, 1978,
págs. 249 y sigs.
24
Véase C. Fuentes Rodríguez, Enlaces extraoracionales, Sevilla, 1987, espe-
cialmente, págs. 61 y sigs; y nuestra Nueva Sintaxis ... (loe. cit.).
Coordinación y yuxtaposición 309

Muchos de ellos han sufrido una lexicalización y parcial grarnati-


calización a lo largo de los tiempos, como por ejemplo luego, enton-
ces, o sea, ...
En cualquier caso, son unidades léxicas que no pueden interpre-
tarse como conectores coordinantes, sino como encadenantes léxicos,
con valor ilativo, adversativo, etc.

2. En otras ocasiones, elementos como pues bien, es decir, o


sea, encabezan una oración, un nexus y aun un sintagma, a los que
introducen, añadiéndoles un contenido continuativo, de causa, de
consecuencia... , respecto a lo precedente. Destaca entre todos ellos el
pues inicial de cualquier mensaje, tan abundante en la expresión co-
loquial, y muy frecuentemente expletivo o fálico.

3. Por fin, algunos de estos elementos, aparecen para cerrar una


serie con un último elemento de la misma, aportado por un matiz de
conclusión, consecuencia o de epifonema. Los más frecuentes son
pues bien, en suma, en conclusión, en efecto, desde luego, en fin ...
Catalina Fuentes 25 distingue certeramente, desde el punto de vista
semántico y atendiendo a las relaciones de contenido que estas uni-
dades establecen entre los segmentos relacionados, a ) las que mani-
fiestan relaciones lógicas entre los enunciados 26 y b) las que indican
relaciones intradiscursivas 27 . Entre los primeros, unos expresan adi-
ción (además, más, aún, ... ); otros oposición o contraste (antes bien,
no obstante, por el contrario, ... ); y un tercer grupo causalidad (por
consiguiente, por lo tanto, entonces, así pues, ... ).
De los que indican relaciones intradiscursivas, unos expresan
equivalencia ,(o sea, es decir, esto es, ... ); otros inclusión (por ejem-
plo, concretamente, ... ).

25
Loe. cit.
26
Jbidem, págs. 85 y sigs.
27
Jbidem, págs. 171 y sigs.
310 Sintaxis

Hemos de insistir de nuevo en que, pese a su valor de enlace, in-


troducción o cierre, no son auténticos conectores ni coordinan pro-
piamente las unidades que relacionan; pero su aportación está muy
próxima a la de las conjunciones 28 •
Posiblemente, lo más conveniente es interpretarlos como un gru-
po especial de adverbios, en sintaxis oracional, que operan corno co-
nectores interoracionales entre unidades textuales 29 •

28
Véase, además: G. Antoine, La coordination enfrani;ais, París, 1958-1962; A.
Cardona, «Estudio gramatical del nexo cero», en Yelmo, 6, 1972, págs. 13 y sigs.; S.
C. Dik, Coordination. Its implications far the Theory of General Linguistics, Amster-
dam, 1968; S. Gili Gaya, «Fonología del período asindético», en Estudios dedicados a
M Pida/, 1, Madrid, 1950, págs. 57 y sigs.; L. Spitzer, La. enumeración caótica en la
poesía moderna, Buenos Aires, 1945; B. Zeiter Zeiter, «La yuxtaposicióro>, en,
BFUCh, XIX, Santiago (Chile), 1967, págs. 284 y sigs.
29
Cf. nuestra Nueva Sintaxis (loe. cit.).
CAPÍTULO XIV

CONECTORES, TRANSPOSITORES Y RELATORES

Al estudiar los diversos modos de uuión de nexus y de oraciones,


hemos ido hablando de transpositores, relatores y conectores. Tales
son los nombres de las diversas funciones de conexión, desempeña-
das por las conjunciones, pronombres relativos, preposiciones ... , en-
tre diferentes uuidades.
Todas éstas son clases de palabras que pueden tener diversas
funciones y entre ellas la de unir y relacionar unidades. El nombre de
conjunciones no nos dice nada de su valor funcional, sino de la per-
tenencia a una clase de palabras. Por ello estableceremos tres grupos
de los conectores, transpositores y relatores, con la función gramati-
cal de unir elementos (en seguida se percibirá que una buena parte de
éstos pueden desempeñar varias funciones al tiempo).
La clasificación ya tradicional en conjunciones coordinantes o
coordinativas, por un lado, y subordinantes o subordinativas por
otro, es el reflejo de una pluralidad de funciones nexivas de las
conjunciones, pues esta clase de palabras tiene notable heteroge-
neidad.
Las tres funciones que aquí estudiamos se apoyan en un criterio
funcional, atendiendo, ante todo, a su misión en el decurso.
312 Sintaxis

CONECTORES

Llamamos así a los signos de unión pertenecientes a la categoría


de las conjunciones, que enlazan siempre términos equifuncionales;
es decir, dos elementos de igual función, entre los que no se establece
ninguna relación de dependencia. Son los conectores los que apoyan
la ley de multiplicidad, la coordinación de unidades de los diversos
niveles.
Corresponden a las conjunciones coordinantes de diversos signos:
unas de signo aditivo, o copulativas (y, e, ni... ); otras, disyuntivas (o,
u), otras adversativas (mas, pero, sino). (Véase el capítulo anterior).
Mención aparte merecen algunas conjunciones, con valor ilativo,
que no conectan dos términos expresos, sino introducen uno, apor-
tándole un énfasis particular. Ejemplos:
¿Y dejas, Pastor Santo, tu grey en este valle... ?; Pero ¿aún no
has terminado?,

o el que narrativo-ilativo:
Que de noche le mataron al caballero ...

Y ya explicamos que este énfasis nace de la presencia de un ele-


mento conector que no conecta ni une nada; es decir, cuya presencia
es superflua.
Todo conector puede unir palabras, sintagmas, componentes de
sintagmas, nexus, oraciones ...

TRANSPOSITORES

En nuestra lengua hay unas palabras cuya misión es insertar un


nexus en la función de un sintagma nominal o en uno de sus compo-
Conectores, transpositores y relatores 313

nentes. Son elementos de enlace en las expansiones o desarrollos con


forma de nexus.
Llamamos transpositores a estos elementos con función nexiva,
fundamental en la estructura sintáctica, aunque secundarios semánti-
camente.
Su función suele ser puramente gramatical, en los niveles de ora-
ción y nexus, y su operación de inserción pueden verificarla a cual-
quier sintagma (sintagma nominal sujeto, objeto directo, atributo,
objeto indirecto ... ).
Dentro de ellos distinguimos dos grupos:

Transpositor J.
El primero es el de aquellos transpositores que siempre insertan
un nexus o proposición en núcleo del sintagma. Es la que Alarcos
llama «transposición inmediata». Ejemplos:
Le ruego + no me moleste más -.+ Le ruego QUE no me moleste
más; Quiero que vengas; No me imporla que ganes o pierdas.

La misma función de transpositor I tiene el que de los grupos


verbales tener que + infinitivo y haber que + irifznitivo, que, según
dice Alarcos, inserta al infmitivo en la función de objeto directo o
implemento (cf. pág. 488).
La presencia de estos transpositores es general ante todos los ne-
xus con función de sintagma nominal, si bien hay algunos casos en
que no aparecen, como las fórmulas estereotipadas cual las que nos
ofrece, por ejemplo, el lenguaje administrativo comercial. Ejemplo:
Le ruego 0 me envíe a vuelta de correo ...

La transposición que presentamos no implica, a nuestro entender,


la supuesta nominalización; se trata, sin más, de la inserción de un
nexus en un funtema de otro nexus más complejo o de una oración,
para formar una unidad oracional 1•
1
Cf. nuestro estudio «Sobre la transposición lingüística» (cit)
314 Sintaxis

Y cuando hablamos de subordinación de determinadas proposicio-


nes, lo hacemos en el mismo sentido que lo haríamos de cualquier sin-
tagma nominal en relación con el conjunto de la oración. Es decir, que
los transpositores abren el desarrollo de un SN (o alguno de sus compo-
nentes) en forma de nexus o cláusula, aplicando la ley de recursividad.
Unos transpositores no apottan significación alguna, son estric-
tamente gramaticales (que ... ), mientras que otros sí pueden añadir un
rasgo semántico a la oración (donde, cuando, como ... ).
El transpositor, que encabeza el nexus inserto, puede ir precedido
o no de una preposición, al igual que puede ser prepositivo o no serlo
un sintagma representado por un nombre. La preposición general-
mente aporta un serna al nexus que rige.
De los transpositores I, que insertan un nexus o cláusula en nú-
cleo de sintagma nominal, aceptan una preposición delante los que
encabezan urt SN2 suplemento, un SN3 o un SN4 circunstancial. La
preposición, pues, depende de la función y significación del sintagma
que abre. Ejemplos:
Le acompañaremos hasta que vuelva la luz; Desde que te vi,
triste vivo yo; Se ha empeñado en que asista yo también; Me confor-
mo con que tennines el jueves.

Como se ve, el matiz modal, condicional, temporal, etc. de los


nexus subordinados lo refuerza la preposición. Las únicas preposi-
ciones que no aparecen en la lengua actual ante un nexus transpuesto
por que son ante, bajo, cabe, hacia y so.
Como dos elementos funcionales deben interpretarse las llamadas
conjunciones para que y porque. La primera consta de una preposi-
ción indicadora de finalidad y un transpositor I de término nuclear.
La pretendida gramaticalización y lexicalización del grupo no se da.
Hay que reconocer, sí, la coincidencia grande de su aparición conjun-
ta, pero esto no es índice definitivo de gramaticalización. No hay,
pues, unidad funcional. Para y que tienen otras muchas distribucio-
nes como elementos independientes y que, por sí solo, no ha adquiri-
do el más mínimo matiz de finalidad.
Conectores, transpositores y relatores 315

El caso de porque es semejante; únicamente se diferencia del


anterior por la amalgama gráfica, pero fónicamente la realización
es paralela a la de cualquier grupo «preposición + que». El matiz
causal lo da la preposición, no el conjunto porque, y mucho menos
aún el transpositor que. Si nuestro conocimiento de la lengua espa-
ñola fuese solamente oral (y ésa es la naturaleza de la lengua), no
tendriamos dificultad alguna en reconocer los dos segmentos como
autónomos.
Compárense:
Te lo he dicho para tu tranquilidad.
Te lo he dicho para que estés tranquilo.
He venido por el interés del tema.
Ha venido porque me interesa el tema.

Siguiendo con el transpositor que, recordemos que en etapas an-


teriores de la lengua tenía, por sí solo, numerosos significados, como
podemos ver en los siguientes ejemplos, con matiz concesivo:
Que los descabe9emos, nada non ganaremos (C. Mio Cid).
A mí me hizo llorar, que no suelo ser muy llorón (Quijote, I, 52).

Pero esta gama de valores no pervive en la lengua de hoy.


Como ya dijimos, el que transpositor de nexus a sintagma nomi-
nal sujeto puede ir precedido del artículo el -solamente de el-. Tal
artículo afecta a todo el nexus y en estos casos es marca de sujeto.
Ejemplo:
No tiene sentido (e[) que actúes así.

Otro grupo de transpositores a núcleo de SN sí aportan un signifi-


cado, más o menos intenso, como dijimos, al nexus que introducen:
donde, como, cuando, si... Además de transponer el nexus a SN,
aportan el matiz de lugar, tiempo, modo, condición ... Pero este matiz
sólo subsidiariamente es pertinente desde el punto de vista funcional,
pues se trata de un rasgo semántico. Ejemplos:
316 Sintaxis
Déjalo .donde lo encontraste.
Saldremos cuando amanezca.
Si tienes noticias, infórmame.

Donde y cuando pueden llevar delante una preposición (a, de,


hasta, por, desde ... ), que será la que añada los rasgos semánticos de
procedencia, dirección, tránsito, situación ...
Uno de estos transpositores, si, puede figurar en una estructura de
SN2, de contenido interrogativo, sin significado propio. Nos referirnos
al si que introduce proposiciones llamadas «interrogativas indirec-
tas». Ejemplo:

No sé si vendrá mi hermano hoy.

Esto se debe a la gra,rnaticalización que ha sufrido si a lo largo de


la historia de la lengua; no olvidemos que este si interrogativo es, en '
origen, el mismo si condicional.

Transpositor JI

Una segunda posibilidad de los transpositores, preferentemente


que y si (sólo el insertar de «interrogativas indirectas»), es la de
transponer nexus a términos adyacentes de cualquier sintagma nomi-
nal. En esta misión el más frecuente es que.
Los nexus transpuestos o insertos son conmutables por un sus-
tantivo, ya que se trata de una adyacencia prepositiva de carácter
nominal. La preposición qne con mayor frecuencia precede al nexus
inserto suele ser de. Ejemplo:

Todos los padres tienen deseos de que sus hijos triunfen.

Es rasgo importante de estas adyacencias la posposición al núcleo


del sintagma nominal.
Conectores, transpositores y relatores 317

También pertenece al grupo de Transpositores II el que que intro-


duce nexus dentro de las construcciones siguientes:

a condición + de+ que ... ; en caso +de +que ... ; a fin+ de+ que... ;
por causa+ de+ que ... ; en el supuesto +de+ que ...

Veamos un ejemplo:

En caso .!!!:...._ que no aciertes a la primera, inténtalo de nuevo.


Pre Nu Pre Trll Nx
- - - SN,
V SN,

Ay

SN,

RELATORES

Llamamos relatores a aquellas palabras que, además de insertar


un nexus en un sintagma, expresan una referencia deíctica a algún
otro elemento, que suele estar explícito en el contexto; o sea, que son
anafóricos. La anáfora puede referirse a un término concreto o puede
ser indefinida.
Lo fundamental es su función de insertar o transponer un nexus
preferentemente a término adyacente de sintagma nominal, pero ve-
remos que algunos de ellos, relatores de adyacentes en un principio,
han sufrido un cambio, una gramaticalización, a lo largo de su evo-
lución y transponen a función nuclear de sintagma.
Los relatores no se reducen a los llamados pronombres relativos,
sino que hay otras palabras que funcionan como tales. Haremos tres
grupos, según respondan a unas u otras características.
318 Sintaxis

R,.

Denominamos así, por comodidad, a los relatores que posean los


siguientes rasgos:
a) Son anafóricos, es decir, obedeciendo a la deíxis contextual,
hacen referencia semántica -que se plasma también en la igualdad
de número y persona- a un elemento aparecido previamente en el
contexto.
El término de esta referencia, o antecedente, puede tener un con-
tenido referido a ser personal, a ser viviente, inanimado o a un enun-
ciado neutro conjunto ... , y puede estar expresado por un sustantivo,
un infmitivo, un nexus .. .
b) Son funtivos dentro de un sintagma nominal en su propio ne-
xus. O sea, que además de insertar un nexus en otro, desempeñan
ellos mismos cualquier función (sujeto, objeto directo) de su propo-
sición. Esto implica Ja posibilidad de que les preceda una preposi-
ción. Son, pues, elementos bifuncionales.
c) Transponen a término adyacente de sintagma nominal, de
carácter adjetivo.

Estos son los relatores más puros, pues cumplen todos los requisi-
tos perfectamente. Entre ellos hay que incluir, evidentemente, a los
pronombres relativos, que insertan nexus en función adyacente (de
carácter adjetivo) con dos posibles funciones: especificativa y expli-
cativa. Tales son las funciones semánticas fundamentales propias de
cualquier adyacente de tipo adjetivo.
Como se recordará, la especificativa delimita, precisa, concreta y
aun restringe el significado del término de la anáfora o antecedente
necesarios desde un punto de vista semántico. Ejemplo:
Las personas que trabajan con entusiasmo logran triunfar.

En cambio, la explicativa, como es sabido, añade una explicación


o aclaración ocasional, no necesaria para entender el contenido del
antecedente. Su ausencia no modifica sustancialmente el significado
Conectores, transpositores y relatores 319
de la oración. Va separada por una pausa y abarca al antecedente en
su totalidad, sin restringirlo.
Pues bien, los relativos que introducen estos nexus son relatores
que cumplen los tres rasgos citados. Pasemos brevemente revista a
cada uno de ellos:
Que reproduce antecedentes tanto referidos a personas como a
objetos, en singular o en plural, masculinos, femeninos o neutros, y
puede adoptar cualquier función de SN. Su única variante es la po-
sible anteposición del artículo, especialmente en la función expli-
cativa.
Según la función que desempeña en su propio nexus podrá o no ir
precedido de preposición. Ejemplo:

Los muchachos de que te hablé han entregado ya su trabajo.

Quien hace referencia a antecedente personal o personificado, es


invariable en cuanto al género, pero tiene flexión numérica. No
acepta la anteposición de artículo, pero sí puede ir precedido de pre-
posición, si su función la exige. Ejemplo:

Síganme los señores a quienes les falte algún documento.

Cual tiene solamente flexión numérica, va precedido del artícu-


lo, aparece en proposiciones explicativas y acepta la anteposición
de preposiciones. Se refiere tanto a personas como a objetos o he-
chos.
Cuyo funciona siempre como adyacente dentro de su sintagma, o
sea, que su función es la de un adjetivo, en concordancia con el nú-
cleo del sintagma. Reproduce antecedentes personales o no persona-
les y tiene variantes de género y número, como le corresponde por su
calidad de adjetivo. Ejemplo:

Aquellos viajeros cuyos pasaportes hayan caducado deben pasar


inmediatamente a renovarlos.
320 Sintaxis

Cuanto, no siempre relativo, también tiene flexión de género y


número y puede referirse a cualquier tipo de antecedente 2 .
Pero no sólo los relativos son los únicos relatores R3, corno ya di-
jimos, sino que donde, cuando, como pueden introducir un nexus en
función adyacente de un sintagma nominal. Pueden llevar un antece-
dente sustantivo o adverbio y aportan una significación a su nexus:
donde, de lugar; cuando, de tiempo; como, de modo. Ejemplo:
Déjalo en el mismo lugar donde lo encontraste.

R,.
Denominaremos así al relator que cumple dos rasgos de los tres
enunciados para el anterior:
a') El relator R 2 carece de anáfora precisa, es decir, no tiene an-
tecedente expreso. Esto ha ocurrido en varios casos corno conse-
cuencia de un proceso de grarnaticalización diacrónica.
b') Es funtivo dentro de su nexus y puede ocupar cualquier fun-
ción nominal.
c') Inserta nexus en un sintagma nominal, pero no corno adya-
cente sino en función nuclear.
Esta es la que Alarcos llama transposición mediata.
Los relatores de este grupo son que, quien, cuanto.
Podriarnos haberlos llamado «transpositores con función dentro
de su nexus», pero este rasgo de ser funtivos y la anáfora de su ori-
gen, convertida en indefinición, son razones suficientes para incluir-
los entre Jos relatores. Ejemplos:
Quien mal anda, mal acaba; El que compra sin poder, en su bol-
sa lo ha de ver.

2
Cf. H. Martínez García, <<La relativa relatividad de cuanto», In Memoriam J. Co-
rrales, 1986, págs. 309-318; y E. Ridruejo, «Nota sobre la diacronía de cuanto», Es-
tudios filológicos en homenaje a E. de Bustos, Salamanca, 1993, págs. 803-815.
Conectores, transpositores y relatores 321

Ya comentamos en otro lugar 3 que no se debe interpretar en estos


casos el, la, lo, las, los como núcleo pronominal de un sintagma y
que como relator que introduzca un nexus en función de adyacente.

R,.
Llamamos así a los relatores que cumplen los siguientes rasgos:
a") Insertan en función adyacente de sintagma nominal.
b") Tienen una anáfora o referencia a un elemento precedente,
casi siempre adverbio, aunque aquélla no es del mismo tipo que la
del relativo con su antecedente. Suele aparecer en los SN introdu-
ciendo un nexus adyacente.
El relator más frecuente de este tipo es uu que habitualmente in-
terpretado por las Gramáticas como constituyente de unas locuciones
conjuntivas, siguiendo un criterio léxico-semántico. Es el que de los
grupos luego que, siempre que, antes que, después que, ya que ...
Para Alarcos 4 , este que es un nítido / que2 I o relativo, es decir,
que transpone un nexns a término adyacente.
Efectivamente inserta nexus a adyacente de SN cuyo núcleo suele
ser un adverbio, o sea, que inserta adyacentes de adverbios, que son
distintos de los adyacentes de nombre.
No son, pues, unidades conjuntivas los grupos antes que .. ., sino
que constan de un núcleo de un sintagma circunstancial de categoría
adverbial (antes, luego, ya, después, siempre, mientras ... ) y un nexus
adyacente inserto por un que R,. (Véase capítulo VI).
Idéntico es el caso de aunque si bien estas dos unidades se han
fundido en la grafia '.
De todo lo anterior se deduce que a estos elementos no les co-
rresponde privativa ni necesariamente una determinada función gra-
matical, que pertenecen a diversas clases de palabras (conjunciones,

3
Cf. más arriba, págs. 571 y sigs.
4
Alarcos Llorach, Estudios ... (cit), págs. 192 y sigs.
5 Cf. B. Pottier, Lingüística moderna y filología hispánica, (cit.), páginas 186 y
sigs.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 11
322 Sintaxis

pronombres ... ), .que casi todos pueden funcionar ya como relatores o


como transpositores; · y que podríamos haber establecido sólo dos
grupos de insertares, los que incrustan en núcleo de sintagma y los
que lo hacen en el adyacente, pero, como hemos tenido presentes
otros criterios también distintivos -además de éste- establecimos
los grupos funcionales ya señalados 6•

6
· -Para este:tema puede· verse, además: E. Alarcos Llorach, «Español que», en Es-
tudios ... (cit.); M. E. Allen, <<Notes on the Use of de and que with antes and después»,
en Hispania, XLI, 1958, págs. 504 y sigs.; G. T. Fish, <.<El cual, el que or quien», en
Hispania, XLIV, 1961, págs. 315 y sigs.; J. Herman, La formation du systeme roman
des Cotljonctions de subordination, Berlín, 1963; J. Mondéjar, «La expresión de
condicionalidad.•. » (cit.); B. Portier, Systématique des éléments de relation, París,
1962; J. D. Williams, «A note on si used for si no», en Hispania, XXXVIII, 1955,
páginas 486 y sigs. P. Carbonero, Funcionamiento lingüístico de los elementos de re-
lación, Universidad de Sevilla, 1974; J. A. Martínez, <<Acerca de la transposición y el'
aditamento sin preposición», Archivum, 1981- 82, págs. 493-512.
MORFOSINTAXIS
CAPÍTULO XV

EL SINTAGMA

En principio toda nnidad de función dentro de una estructura de


nexus es nn sintagma. Mas han sido tantas y tan diversas las interpre-
taciones dadas a esta nnidad que es conveniente detenerse nn poco en
ella. Es claro que nace de la combinación de palabras, que es unidad
eminentemente del decurso, sintag;,,ática, de extensión varia, y que
de las combinaciones posibles ae dos sintagmas distintos nace el ne-
xus (SN-SV), y ann la oración.
Todo sintagma consta de nna función en abstracto, o fantema,
dentro de nna estructura superior y nnos elementos que la cubren,
que, generalizando, denominamos funtivos.
Aquí y ahora nos interesan las combinaciones que adoptan los
funtivos y los sintagmas; es decir, las diversas estructuras formales de
estos últimos. Partiendo de aquí podemos definir nn sintagma como
funtema +funtivo, aun a sabiendas de que cabe la posibilidad del sig-
no cero en algnnos casos.
Conviene distinguir sintagma de grupo sintagmático: aquel es un
signo formado por dos más simples; mientras que el grupo resulta de
la nnión de dos o más sintagmas que funcionan como unidad en un
nivel superior. El sintagma por excelencia, según ya vio Saussure, es
«la oración», lo que nosotros venimos llamando «nexus», que es un
326 Morfosintaxis

macrosintagma formado por un sintagma nominal y un sintagma ver-


bal predicado, que lo determina.

CLASIFICACIÓN DE LOS SINTAGMAS

a) En principio hay que distinguir entre sintagmas nominales y


sintagmas verbales, que son los componentes del nexus. El segundo
incide sobre el primero y lo desarrolla.

b) Atendiendo a la función, hemos de distinguir los diversos


sintagmas nominales, que, ya vimos, componían la estructura del ne-
xus 1.
El SN1 o sintagma sujeto; el SN,, objeto directo, atributo o suple-
mento, es modificador del núcleo verbal y suele tener formas comu-
nes con todos los sintagmas nominales; el SN3 objeto indirecto suele'
significar persona o algo personificado; y el SN4 , o circunstancial,
puede tener forma de sintagma nominal igual qne los anteriores, aun-
que frecuentemente acepta en su expresión un adverbio.

c) La clasificación que más nos interesa ahora es la que atiende


a sus componentes y a la forma de organizarse los funtivos dentro del
sintagma.

Monorrémicos
· { Concéntricos (uninucleares) = Núcleo+ Adyacente
Endocéntricos { Asociativos
Coordinativos (plurinucleares) Reiterativos
Explicativos
Predicativos (SN ~ SV)
Exocéntricos
{ Prepositivos

1
Cf. págs. 76 y sigs.
El sintagma 327

SINTAGMAS ENDOCÉNTRICOS

Sintagmas endocéntricos 2 son aquellas construcciones comnuta-


bles en su función por alguno de los constituyentes del propio sin-
tagma; es decir, que el todo es comnutable por alguna de sus partes.
El elemento comnutable del conjunto suele recibir los nombres de
núcleo o cabeza. En El pobre muchacho rompió a llorar, podremos
conmutar el SN1 por el muchacho, que pertenece a la categoría nomi-
nal al igual que el sintagma completo comnutado.
Entre los sintagmas endocéntricos unos tienen un sólo núcleo,
uninucleares, y se denominan frecuentemente concéntricos; son muy
abundantes en la lengua (ejemplo: La niña rubia).
Trubetzkoy los denomina «determinativos». En ellos distingui-
mos un núcleo y unos adyacentes o determinantes.
Estudiemos entre ellos por separado los nominales y los verbales.
1. El sintagma nominal endocéntrico concéntrico o determina-
tivo adopta generalmente la siguiente estructura:

± + ±
Determinantes - Núcleo Nominal -Adyacentes.
(Adyacentes)

La base nominal es imprescindible, si bien puede aparecer susti-


tuida por un infinitivo, un pronombre, etc. Los componentes suelen
aparecer en el orden citado pero este no es distintivo.
Hagamos unas precisiones respecto a los determinantes, aunque
serán estudiados con detalle más adelante3• Son elementos adyacen-
tes que suelen preceder al nombre (el artículo en español siempre va
delante del nombre). Podemos distinguir en ellos dos subgrupos:

2
Véase Ch. F. Hockett, Curso de Lingüística moderna, Buenos Aires, 1971, págs.
184-200.
3
Cf. págs. 558 y sigs.
328 Morfosintaxis

a)
artículos: el, la ...
Actualizadores demo~trativo~: este, ese ...
{
posesivos: ml, tu ...

Como se ve, se distinguen por el valor deíctico y el primero fun-


ciona como un mero morfema facultativo del sintagma nominal, se-
gún veremos.
b)
Numera1es: un ...
Cuantificadores
{
Indefinidos: varios ...

Los adyacentes del sintagma nominal endocéntrico van más fre-


cuentemente pospuestos al núcleo, aunque también le pneden prece-
der.
Ya, por sí solo, el adyacente tiene autonomía y capacidad sufi-
ciente para formar un sintagma. Veremos enseguida la formas fun-
damentales que pueden presentar los adyacentes en el sintagma no-
minal endocéntrico nuclear.
Ya hemos estudiado la adyacencia y sus principales clases 4 y allí
remitimos al lector.
Estos elementos inciden sobre el núcleo y lo delimitan, precisan,
explican, modifican. La adyacencia sobre el núcleo es un proceso que
aporta una significación delimitadora o aclaradora para el sintagma.
Es importante distinguir la categoría del término modificado (si
es sustantivo, adjetivo, infinitivo ... ), pero más importante aún es se-
ñalar las formas y clases de los adyacentes.
El adyacente como constituyente fundamental de todo sintagma
tiene por sí categoría de sintagma igualmente 5•

4
Cf. supra, Capítulo VI.
5 Véase J. A. Martínez, «Las construcciones apositivas en español,» en Philologi-
ca hispaniensia in honorem M Alvar, II, 1985, págs. 453-467.
El sintagma 329

Unas variantes de las adyacencias son las aposiciones de los si-


guientes tipos:

Determinativas (ejemplo: Río Duero).


Explicativas (ejemplo: Los alumnos, amigos de estudiar, salieron).
Con de (ejemplo: La ciudad de París).
Adyacentes precedidos de artículo (ejemplos: El burro del herrero;
El tonto de ... ).

En estos grupos nominales el primer elemento incide semántica-


mente sobre el segundo:
Adyacentes de adjetivo (ejemplo: ¡Pobre de Juan!).
Adyacentes de interjección (ejemplo: ¡Ay de ti!).
Adyacente nominal de un adjetivo (ejemplo: Verde botella).

Adyacencia de carácter adjetivo es aquella cuyos funtivos son


adjetivos o son conmutables por algunos de ellos.
No es imprescindible que exista en el léxico español el adjetivo
correspondiente a todo grupo adyacente, sino que es suficiente la po-
sibilidad de creación (aun forzada) de tal adjetivo o la conmutación
en esa misma función por uno cualquiera de diferente significado. En
una frase coloquial y lexicalizada como un problema de «mírame y
no me toques», encontramos este tipo de adyacencias, ya que el gru-
po «de... toques» es perfectamente conmutable por un adjetivo: inso-
luble. dificil ...
De esta manera funcionan los adjetivos cuantificadores y todos
los determinantes (posesivos, demostrativos, indefinidos ... ): Algunos
encargos; Los libros míos. Igualmente muchos participios sin función
verbal tienen esta misma misión.
También incluimos en este tipo de adyacentes algunos adverbios
modificadores de un núcleo nominal como una niña bien. (Véase,
más adelante, capítulo XXVI)
330 Morfosintaxis

EL SINTAGMA VERBAL ENDOCÉNTRICO

Dentro del llamado sintagma verbál o predicado distinguimos en


principio el propio sintagma verbal compuesto por un núcleo y un
adyacente inherente, cuya presencia o ausencia modifica la estructura
de todo el sintagma, y unos adyacentes facultativos, SN3 y SN4 , indi-
rectos y circunstanciales, llamados también «elementos marginales»
porque su presencia o ausencia no afecta a la estructura del sintagma
verbal.
Dejando, pues, a un lado en este momento los· SN3 y SN,, recor-
demos que la constitución del grupo verbal del sintagma verbal endo-
céntrico puede ser monorrémica o sintética (nexus intransitivos:
Llueve); o bien analítica (V+ SN2). Esto quiere decir que en todo ca-
so el SN,, aunque adyacente de sintagma verbal, tiene autonomía para
configurar por sí solo un nuevo sintagma; esto es, se trata de un sin-
tagma que funciona como adyacente de otro sintagma en el nivel de
nexus 6 .

SINTAGMAS COORDINATIVOS

Son igualmente endocéntricos y además plurinucleares. La coor-


dinación es, a fin de cuentas, una forma de expansión que da lugar a
sintagmas de mayor extensión y complejidad; se da entre elementos
necesariamente equifuncionales y cada uno de los núcleos o cabezas
puede, a su vez, tener expansiones de carácter subordinado. De ahí
nace la gran complejidad que puede tener una oración.
· Dentro de esta coordinación entran también los elementos yuxta-
puestos que configuran un mismo sintagma. Así distinguimos tres
grupos de construcciones coordinadas:

6
Cf. supra, págs. 76 y sigs.
El sintagma 331

a) Asociativas. Forman tales contrucciones los elementos co-


ordinados de igual clase qne configuran un solo sintagma. Ejemplo:
PEDRO y ANTONIO salieron a las ocho.

Esta coordinación tanto puede afectar al sintagma nominal como


al verbal; por ejemplo en
Los muchachos corrían y saltaban sin parar.

b) Reiterativas. Llamamos así a las construcciones coordinati-


vas en que un elemento aparece reiterado en la misma función bajo
distinta forma. Es ejemplo típico la reiteración en francés del tipo
Le chien, il a mangé.

Tenemos en castellano ejemplos de varios tipos:


Pedro, él solito, lo ha terminado; Yo, y sólo yo, sé lo que allí
ocurrió; A mí me gustan mucho estas películas; Le dieron un premio
a mi hermano.

c) Explicativas. Son construcciones endocéntricas de forma


yuxtapuesta, en las que el segundo elemento tiene la misma extensión
significativa que el primero y aporta unas connotaciones al significa-
do del término nuclear. Estos sintagmas están a caballo entre los co-
ordinativos y los concéntricos o nucleares. Hay quien ve en ellos dos
núcleos, mientras otros aceptan uno solo y un modificador.
En ellos encajan las aposiciones de tipo explicativo: Madrid,
. capital de España ... , y las aposiciones prepositivas como: La calle de
Alcalá, la ciudad de París ... , y las aposiciones explicativas de carác-
ter metalingüístico, unidas por fórmulas de transición:
La blanca Paloma, esto es, la Virgen del Rocío ...

Como se ve, los miembros tienen autonomía suficiente para


adoptar diversas formas de sintagma nominal.
332 Morfosintaxis

SINTAGMAS EXOCÉNTRICOS

Llamamos sintagmas exocéntricos a aquellas construcciones que


pertenecen a distinta categoría de aquella a la que pertenecen sus
elementos componentes, es decir, que tienen diferente función y en
ella no son conmutables por sus constituyentes.

a) La primera clase de sintagmas exocéntricos es el nexus,


SN-SV, que llamaremos sintagma predicativo. No es equifuncional
ni de la misma categoría que sus constituyentes. Solamente en casos
extremos de estructuras truncadas, como puede ser la impersonal
Llueve, hay' coincidencia funcional por tener un elemento constitu-
yente único.
Este mismo es el caso, aunque no se trate de coordinados, de las
inserciones o desarrollos de nexus en función de sintagma nominal
por medio de un transpositor, es decir, de las llamadas subordinadas:
Dile que venga.
SN2

b) El grupo más típico de estos sintagmas exocéntricos es el de


los prepositivos, que Hockett denomina 'rectivos'. Su forma es pre-
posición + ténnino. Ejemplos:
Veraneamos en la Sierra; En un abrir y cerrar de ojos; A pies
juntillas...

El sintagma corresponde a una categoría a la que no pertenecen


sus componentes, ni es conmutable por sus miembros (no se puede
conmutar por en, por la, sierra, en la, en sierra). Como fácilmente
puede comprenderse, el término de este sintagma puede aceptar ex-
presiones determinantes o coordinativas, con lo que abocamos a la
combinación de sintagmas.
El sintagma 333

COMBINACIONES DE SINTAGMAS

Sobre la explicación anterior se ha· podido intuir las múltiples


combinaciones que pueden darse de diversos tipos de sintagmas, de
donde nace la gran riqueza de la estructura ,oracional Y se percibirá
que desde el ángulo de los sintagmas puede interpretarse cualquier
unidad textual.
Así con los asociativos, por ejemplo, puede haber determinantes
diversos de cada núcleo y determinantes coordinados, y pueden co-
ordinarse los distintos tipos de expansiones, etc.
Una expansión puede sufrir otra serie de expansiones de diversos
tipos y puede producirse una serie de expansiones en cadena 7•
En un sintagma exocéntrico como el nexus ya hay varios sintag-
mas que pueden ser endocéntricos; pero dentro de éstos, a su vez,
puede haber una expansión detenninante prepositiva que forma otro
exocéntrico, y dentro de éste ... , así sucesivamente, y en teoría sin
límites: Ejemplo:
Mis padres compraron una casa de campo
Det
¡Ay--.
SN,
Nu

endocéntrico
Núcleo

V
1
Det
Ay ___.
Nu

S. endocéntrico

Ay (de SV) SN,


-
S. exoc.
Ay 1

SV endocéntrico

o
(Sintagma exocéntrico)

7
Complétense estos planteamientos con: H. Frei, «<Notes sur l'analyse des syn-
tagmes», en Word, 4, 1958, págs. 65 y sigs.; A. Martinet, «Sintagma y sintein.ID>, en
Estudios de sintaxis funcional, Madrid, 1978, págs. 234 y sigs.; P. Mikus, «Le syn-
tagme. Est-il binaire?», Word, III, 12, 1947, págs. 42 y sigs.; E. Nida, Morphology,
Ann Arbor, 2.ª ed., 1949; B. Portier, lntroduction d l'étude des structures grammati-
cales fondamentales, Nancy 1962; A. Rabanales, «Las funciones gramaticales», en
BFUCh, XVIII, Santiago (Chile), 1966, págs. 245 y sigs.
CAPÍTULO XVI

EL VERBO

El vérbo es una categoría o parte de la oración de suma compleji-


dad y riqueza significativa. Podemos anticipar que es ;Ja palabra por
antonomasia en las lenguas románicas y concretamente en la española.
Pensemos que Ja operación específicamente hurnana del Jenguaj e
es Ja de asignar un significante a un contenido, es decir, cumplir la
función referencial, reprnsentativa o lógica, aquella por la cual atri-
buimos un signo al concepto de algún referente.
Esta función se cumple, ante todo, en el nombre o sustantivo.
Esta función implica un proceso de abstracción, pues, a fin de cuen-
tas, un proceso representativo tiene como referente lingüístico el con-
cepto -unidad abstracta- de un ente o conjunto de entes. Un paso
de mayor abstracción en este proceso es el del adjetivo, ya que el re-
ferente del signo adjetivo es de carácter abstracto, una cualidad, una
relación, etc., que' no existe por sí, sino que se forma en un proceso
de abstracción sobre hechos, fenómenos, seres ... Ejemplificando, po-
demos decir que bueno, alto, bello, azul... , no existen en sí mismos,
solamente existen en nuestra mente y a través del lenguaje, con unos
límites convencionales que nosotros les ponemos. El referente de es-
tos signos es Ja abstracción formada por el conjunto de rasgos distin-
tivos que deducimos de una serie de seres, acciones, procesos, fenó-
menos ...
El verbo 335

Mucho más complejo aún es el caso de los verbos. En el conteni-


do de éstos se conjunta el campo simbólico o representativo del len-
guaje, representado en el lexema, y el campo deíctico, de señaliza-
ción referida a un actante de ese proceso, que se representa en el
morfema II de. las formas verbales. Aún más, .pµes en el morfema I
exponente de las categorías de tiempo, modo y aspecto, hay un com-
plejo y denso contenido. Así, empezando por la medición temporal,
hemos de anticipar que el verbo manifiesta al menos tres temporali-
dades, tres momentos, como estudiaremos más adelante. No en Vano
el hombre está sometido absolutamente a esa constante del tiempo, de
la que siempreha tratado y trata de librarse, sin lograrlo.
En todo caso, el lenguaje se da en el tiempo y todo proceso o fe-
nómeno significado por el lenguaje se da igualmente dentro del tiem-
po. Y el hombre, tan pequeña y tan gigante.·criatura, necesita medir-
los. La medición más elemental y simple es la subjetiva, la que se
hace desde el momento, constantemente cambiante, del hablante. Pe-
ro es una medición relativa, subjetiva y secundaria, que distribuye to-
do el mundo en antes del momento de la elocución -el pasado-,
después de ese momento -el futuro- y lo coincidente con ese ins-
tante -el presente-. Medición verdaderamente mudable y muy in-
consistente; pues el futuro no existe, es una.pura virtualidad y posibi-
lidad, un no-ser; el presente es absolutamente inasible, ya que sólo
vemos en él la transición fugaz de un no-ser a un dejar-de-ser; y el
pasado, que aparentemente es la etapa más consistente, no pasa de ser
un mero espejismo inaprensible, o mejor aún, un auténtico presente
psicológico, el conjunto de huellas y representaciones que nuestra
mente y nuestro cerebro pueden reproducir en un momento dado,
actualizando in phantasia algo que ya no es. He ahí la paradoja del
tiempo, qne distorsiona necesariamente la distribución de aconteci-
mientos en las zonas del pasado, presente y del futuro. Lo que era
futuro hace unos momentos, ya es pasado; y siempre le vamos roban-
do momentos a esa infinita, y supuesta; constante del tiempo.
Por ello el hablante necesita una medición temporal diferente. Así
en el verbo percibimos la medida deLacontecimiento o proceso sig-
336 Morfosintaxis

nificado, que es distinto del momento de la elocución y de la pers-


pectiva que el hablante adopta para comunicar ese mensaje; igual-
mente se percibe la posible medida del transcurso de un hecho o
acontecimiento. Y aun otra posible medida es la relativa a otros mo-
mentos y procesos manifiestos en el contexto.
Pues todas estas temporalidades forman una red, un entramado de
momentos y perspectivas, que dan gran riqueza significativa al verbo.
De lo que precede deducimos, claro está, que el verbo «implica y
explica tiempo», pero en el sentido que venimos apuntando. Además
de lo ya expuesto, el morfema I del verbo expresa también la relación
hablante-enunciado; es decir, la actitud que éste adopta ante el con-
tenido expresado, que se manifiesta en los llamados «modos».
Sumemos todos estos elementos y comprenderemos la extraordi-
naria riqueza de contenido que encierra un verbo, pues en él se con-
densan los dos campos lingüísticos esenciales en el lenguaje, varias
medidas de tiempo, y la actitud de un hablante ante el mensaje del
verbo. Es decir, que sintetiza en una sola palabra el fenómeno lin-
güístico, la representación de un proceso o acontecimiento, la deixis,
la comunicación, emnarcándolo todo en el tiempo.

MORFOLOGÍA DEL VERBO

Partiendo de la estructura general de las palabras 1, formulada por


Pottier, y prescindiendo de los morfemas constitutivos optativos que
llamamos «temáticos», esto es, de los afijos de cualquier tipo, el ver-
bo español consta de:
LEXEMA + MORFEMA 1 + MORFEMA II

El lexema es portador de la base fundamental del contenido.


Éste se modifica y precisa por los clasemas que aporta el moifema l.

1
Cf. M. Alvar y B. Pottier, Moifología histórica del español, Madrid, 1983, pág.
15.
El verbo 337

El morfema I, representado por diversos morfos o elementos de


expresión, según vamos a ver, encierra el contenido de las categorías
verbales de tiempo, modo y aspecto.
Incluiremos en este grupo de morfemas I la vocal temática, como
elemento de transición entre lexema y morfema I, sin significado es-
pecial en unos casos, y corno exponente de todo el morfema en otros
pocos.
El grupo de morfemas JI es el que contiene las categorías de per-
sona y número, fundidas en una sola.
El lexema responde al campo simbólico del lenguaje y se ve mo-
dificado por las categorías de tiempo y aspecto, que encuadran y de-
limitan el contenido significativo de aquél, así corno por la de modo,
que aporta el punto de vista y actitud del hablante ante el enunciado
del verbo y frente al oyente. En cambio la categoría de persona repre-
senta el campo deíctico y señala el actante I del contenido.
Esquematizando de nuevo, diremos que la forma básica del verbo
español responde al siguiente planteamiento:
LEXEMA + MORFEMAS! + MORFEMASII
morfemas de morfemas de
tiempo persona
+
vocal modo
temática +
aspecto

El orden de estos elementos constituyentes es necesariamente el


señalado. Los morfemas de tiempo, modo y aspecto están representa-
dos por un solo morfo. El hecho de que algún morfema no tenga mor-
fo expreso y esté representado por el funtivo ll no cambia la estructu-
ra ni el funcionamiento del verbo.
El subsisternano flexivo del verbo---infinitivo, gerundio y par-
ticipio- se c~-cte;f~a por la ausencia-de -morfenia II; esto es, carece
de detlds rde flexión, no se conjuga. Asimismo el morfo del morfe-
ma I en estas formas sólo expresa el aspecto.
338 Moifosintaxis

El verbo está formado por un subsistema de formas simples o


propias; las llamadas formas o tiempos compuestos no son sino un
subsistema de perífrasis con participio, de valor perfectivo terminati-
vo, relativos a cada una de las formas simples; pero no forman parte
propiamente del paradigma verbal originario, a pesar de la gramati-
calización de la forma del verbo auxiliar y la inmovilidad del parti-
cipio, fijada diacrónicamente, como ya estudiaremos.
Formularemos, en principio, el sistema de los paradigmas regula-
res del verbo. Téngase en cuenta que la división de todos los verbos
en tres conjugaciones responde a la presencia de tres diferentes voca-
les temáticas; es decir, que se trata de una división paradigmática y
de orden sin ninguna significación en el decurso.
Las variaciones de forma pueden darse en el lexema y en cual-
quiera de los dos grupos de morfemas.

VERBOS REGULARES

Presentamos 2 primero la forma conjunta de todos los temas y


luego pasaremos revista uno a uno
LEXEMA MORFEMAS! MORFEMAS U
3
V.T. T.M.A.
l.ª KÁNT-/KANT- -á-/-a- -o/-é 0 0 04
2.ª TEM-ITEM- -é-/-e-/-í-/-i-/-ié- -ba/-a -s/-sfo
3.ª PÁRT-/PART- -e-/-í-/-i-/-ié- -ré/-rá/-ría 01-ó
-ra/-se "'.IDOS
-d -is/-s
-e/-a -n

2
Para el estudio de la morfología del verbo español, véase principalmente J. Roca
Pons, «Estudio morfológico del verbo español», en RFE, 1966, págs. 73 y sigs.; y Sol
Saporta, «Spanish Person Markers», en Language, 35, 4, págs. 612 y sigs.
3
La distinta unión de estos morfos responde a diversos tiempos y modos. El 0 ex-
presa la posibilidad de que no haya morfo explícito. V. T. = Vocal temática. T.M.A. =
Tiempo, modo, aspecto.
4
El esquema de estos morfemas II sigue el orden tradicional de las personas. El
signo ' señala la posición del acento tónico.
El verbo 339

INDICATIVO

Ciñámonos ahora al tema de presente:

LEXEMA MORFEMAS! MORFEMAS U


V.T. T.M.A.
KÁNT-/TÍlM-/PÁRT- -o
)) )) )) -a'/-e-/-e-/ -S-··
» }} }} -a/-e-/-e-/ 0
KANT-/TEM-/PART- -a-le-1-i-I -mos
)) )) -a-le-1-i-I -is (-s para 3.')
KÁNT-/TEM-/PÁRT- -a-/-e-/-e-/ -n

Como se verá, el lexema sólo varía en los paradigmas regalares


en que cambia la posición ·del acento. Esta forma es la única que se
ve afectada por tal fenómeno en el indicativo

Tema de peifecto:
LEXEMA MORFEMAS 1 MORFEMAS 11 S
KANT-/TEM-/PART- -é/-í/-í/
)) )) )) -a-/-i-/-i-/ + (-ste)
)) )) )) (-) /-i-/-i-/ + (-ó)
)) )) )) -a-/-l-/-i-/ -mos
)) )) )) -a-/-i-/-i-/ + (-ste-) -is
)) )) )) -a-/-ie-/-ie-/ +(-ro-) -n

5
Las formas -ste y -ó de 2.ª y 3.ª personas respectivamente al igual que la -o de la
l.ª del presente, son morfos polivalentes, también llamados portemanteau, a los que
nosotros denominaremos catalizadores, para evitar el crudo galicismo. Ellos solos
contienen conjuntamente las categorías de los morfemas 1 y 11. En ellos, pues, no hay
morfos específicos de 'persona'.
340 Morfosintaxis

Imperfectos:
LEXEMA MORFEMAS! MORFEMASII
V.T. T.M.A.
KANT-/T;EM-/PART- -i\-/-í-/-í- -ba/-a/-a 0
)) )) )) -a-/-í-/-1-/ -ba-/-a-/-a- -s
)) )) )) -a-/-í-/-í-/ -ba/-a/-a ff.
)) )) )) -á-/-í-/-í- -ba-/-a-/-a- -mos
)) )) )) -a-/-í-/-1- -ba-/-a-/-a- -is
)) )) )) -i\-/-í-/-í- -ba-/-a-/-a- -n

Como se ve, es totalmente regular en el morfema I.

Los faturos:
LEXEMA MORFEMAS! MORFEMASII
V.T. T.M.A.
KANT-/TEM-/PART- -a-/-e-/-i- -ré/-ría 0
)) )) )) -a-/-e-/-i- -rá-/ría- ·S
)) )) )) -a-/-e-/-i- -rá/-ría 0
)) )) )) -a-/-e-/-i- -re-/-ría -mos
)) )) )) -a-/-e-/-i- -ré-/-ría- -is
)) )) )) -a-/-e-/-i- -rá-/-ría- -n

El análisis diacrónico de estas formas de futuro sería mny diferen-


te, como es sabido (am - a - r + (h)é ... ). Pero no es nuestro objeti-
vo aquí abordarlo.

EL SUBJUNTIVO

En el subjuntivo distinguiremos dos formas: en la forma primera,


correspondiente al llamado «presente», incluimos el alomorfo del de-
nominado «imperativo» 6; y la segunda forma, la de los «imperfec-
tos», con dos alomorfos.
6
Cf, nuestro 'Modos verbales' ... (cit). Y más adelante, págs. 374 y sigs.
El verbo 341

Aunque el futuro de subjuntivo no forma parte del sistema fun-


cional vigente, lo expondremos, ya que es una forma lingüística que
tuvo abundante uso en otros momentos del español clásico y del mo-
derno, y aún quedan algunos restos, arcaísmos propiamente, en frases
hechas y estereotipadas, en la expresión administrativa y en el habla
de Méjico, el Caribe y de Canarias.

J.ª Forma: «Presente»:


LEXEMA MORFEMAS! MORFEMASII
KÁNT-/TEM-/PÁRT- -e/-a/-a 0
)) )) )) -e-i-a+a- -s
» » » -e/-a/-a 0
KANT-/TEM-/PART- e-/-a-/-a- -mos
)) )) )) é-/-á-/-á- -is
KÁNT-/riM-/PÁRT- -e-/-a-/-a- -n

Bien se ve que las formas del lexema responden a las comunes


del tema de presente.

A/amorfo 2. º: «Imperativo»:

LEXEMA MORFEMAS} MORFEMAS 11


V.T. T.M.A.
KÁNT-/TEM-IPÁRT- -a/-e/-e 0 0
KANT-/TEM-/PART- -a/-e-/-i- -d 0

2. ªForma: «Imperfecto» (2 formas):


LEXEMA MORFEMAS! MORFEMASII
V.T. T.M.A.
KANT-/TEM-/PART- -a-1-ie-1-ie- -ra/-se
)) )) )) -a-/-ie-/-ie- -ra-/-se- -s
)) )) )) -a-1-ie/-ie -ra/-se 0
)) )) )) -á-/-ié-/-ié- -ra-/-se- -mos
)) )) )) -a-/-ie-/-ie- -ra-/-se- -is
)) )) )) -a-/-ie-1-ie- -ra-/-se- -n
342 Morfosintaxis

FORMAS NO FLEXIVAS

Infinitivo:
LEXEMA MORFEMAS 1 MORFEMAS U
KANT-/TEM-/PART- -a-/-e-/-i-/ + (-r) 0

Gerundio:
Es forma invariable:
/kant-/-a-/ndo/
/tem-/-ie-/ndo/
/part-/-ie-/ndo/.

El morfema ndo es portador del aspecto; al igual que den el par-


ticipio.

Participio:
/kant-/-a-/-do/
/tem-/-i-/-do/
/part-/-i-/-do/.

VERBOS IRREGULARES

Presentaremos aquí un breve esquema de las variantes e irregula-


ridades que concurren en los verbos españoles. No pretendemos tratar
exhaustivamente el tema, pues no es el momento y hay estudios de-
tallados y minuciosos sobre él, sino ofrecer los principales cambios
lingüísticos que se muestran en algunos verbos, organizándolos debi-
damente. Muchas de estas variantes tienen una concreta y debida
explicación diacrónica, pero no es el lugar de abordar tal perspectiva.
El verbo 343
Seguimos de cerca en este punto los siguientes estudios:
R.A.E., Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española,
Madrid, 1973,

que lo trata con gran detalle. Es probablemente el estudio de conjunto


más minucioso y completo:
J. Bouzet, Grammaire espagnole, París, 1945 7•

Los llamados verbos irregulares son aquellos que hau sufrido al-
guna variación formal, bien en el lexema, bien en alguno de los mor-
femas.
La Gramática ha señalado que estas irregularidades no son sino el
resultado de una evolución fonética, mediatizada por la gran fuerza
de la analogía.
Los distribuiremos, en este sentido, primero según el lugar donde
sufran la variación y ordenaremos debidamente los tipos de cambios
que padezcan (diptongación ... ).
Mas anticipemos unas bases previas para el estudio de las irregu-
laridades verbales:
l. En algunos verbos pueden aparecer varias irregularidades de
distinto tipo.
2. En tales casos sólo opera una de las irregularidades en una
forma verbal; es decir, que en la misma forma no pueden aparecer a
la vez dos irregularidades.
3. Las irregularidades distribuyen las formas del verbo en tres
grupos notables: si aparece en el que encabeza el grupo, aparecerá en
las otras. Tales grupos son:

7
Véanse además, J. Alcina y J. M. Blecua, Gramática española, (cit.), que ofrece
una abundante bibliografia; y M. Atkinson, <<A Re-examination of the Hispanic Radi-
cal Changing Verbs>>, en EDMP (Estudios dedicados a Menéndez Pidal), V, 1945,
págs. 39 y sigs. Para la casuística de las irregularidades, puede verse, por ejemplo, R.
Alsina, Todos los verbos castellanos conjugados, Barcelona, 1969; A. Porto Dapena,
El verbo y su conjugación, Madrid, Arco Libros, 1987.
344 Morfosintaxis

A. De presente: Presente de indicativo; presente de subjunti-


vo, imperativo.
B. De peifecto simple: Perfecto simple; imperfecto de sub-
juntivo y futuro de subjuntivo.
C. De futuro: Futuro simple y futuro hipotético.

Empecemos por lo más simple, las variaciones en el morfema de


persona.

VARIACIONES EN EL MORFEMA 11

!.ª) Epéntesis:
Unos pocos verbos sufren una epéntesis en las personas !.ª (uno
de ellos en la 3.ª) de un elemento originariamente deíctico adverbial
de lugar.
so+y ha+y
vo+y
esto+ y
do+y.

2.ª) Transformación vocálica: o~ e.


Esta transformación afecta a los morfemas I y II y aun al lexema:
sé («saber>>); he.

VARIACIONES EN EL LEXEMA

Cambios vocálicos.

L ALTERNANCIA E/1. -Afecta sólo a verbos de la 3.ª conjuga-


ción con (-e- consonante(s)-ir):pedir, concebir, seguir, reñir...
La forma con -i- en el lexema aparece cuando éste es tónico (sigo,
sigues; seguimos), o si es átono pero seguido de diptongo con yod
El verbo 345

(io, ie), que provoca una asimilación: siguió, siguieron, siguiera, si-
guiendo.
Los verbos terminados en -eñir pierden la i en estos últimos casos
por absorción en la palatal, provocada por disimilación: ciñó, tiñó,
riñó (en vez de *ciñió, *tiñió ... ).
También se ven afectados por esta irregularidad los verbos en
(-e-ir) sin consonante entre las dos vocales, que tienen como particu-
laridad el perder la e de los diptongos del grupo de perfecto: reír,
freír .. ., rió.frió, riera, friera ...

II. ALTERNANCIA o/u. -Nunca aparece sola, sino conjunta-


mente con

IIL DIPTONGACIÓN o/UE. -a) Con ella obtenemos uria triple


presencia de núcleo silábico en el lexema, o/u/ue.
fue/ aparece en sílaba tónica: muero, mueren, mueran ... ; lo/ /u/ en
átonas: dormimos, durmamos ...
Estas irregularidades conjuntamente afectan a muy pocos verbos.
b) o/ue (ue en formas tónicas) afecta a un buen número de ver-
bos de la primera conjugación con esquema (-o-consonante(-s)-ar):
acordar, soñar, recordar, contar, forzar, soltar, sonar, volar ... ; y a
otro amplio grupo con (o-cons.-er): volver, llover, morder, doler, so-
ler, torcer...
Paralela a esta alternancia es la de u/ue, que aparece sólo en el
verbo jugar: juegan, jugamos ...

IV. DIPTONGACIÓN E/m. -A) fiel aparece en todos los lexemas


tónicos; se da en muchos verbos de la primera conjugación en
(-e-cons.-ar): acertar, apretar, cerrar, confesar, despertar, pensar,
regar... ; y en un buen grupo de la 2.ª conjugación de forma
(-e-cons.-er): ascender, descender, defender, atender, perder... De la
tercera conjugación son muy escasos los verbos que se atienen a esta
irregularidad: discernir, concernir...
346 Morfosintaxis

Una variante de esta alternancia es ilie, que sólo opera en los ver-
bos adquirir, inquirir y sus derivados: fiel aparece en las formas con
lexema tónico: adquiero, adquieran.
B) Esta alternancia y la I, concurren en varios verbos de la ter-
cera conjugación terminados en: -entir (mentir, sentir); -erir (digerir,
sugerir, herir); -ertir (convertir, advertir, invertir... y erguir).
En tales verbos alternan los lexemas en e/i/ie: mientes, mentís,
mintieron.

V. CONTRACCIÓN vocÁLICA. -Algunos verbos cuya vocal le-


xemática, /el, coincide con la vocal temática, funden las dos en una.
Tal es el caso de ve-s, frente a le-e-s; sed (por se-ed) ...

Cambios consonánticos.
l. Alternancia zlg. -Siguen esta variación hacer' (sus corn-,
puestos y derivados) y yacer. Sólo afecta a la primera persona del
presente de indicativo y a todo el subjuntivo: hago/haga haces/hizo.
2. Alternancia bly. -Sólo en el presente de subjuntivo de ha-
ber (haya ... ), si bien es cierto que este verbo tiene otras irregularida-
des, como la de contracción (en el presente: he, has); perfecto fuerte
(hube ... ), futuros sincopados (habré).

3. Epéntesis consonántica. a) z!zk. -Afecta a la primera per-


sona del singular del presente de indicativo y a todo el presente de
subjuntivo. Esta irregularidad se da en los verbos derivados de los in-
coativos latinos (-se-ere), que se agrupan en la terminación en -ecer
castellana: parecer, conocer, complacer, placer. El grupo de tiempos
del perfecto simple acepta otra variante regular etimológicamente:
plugo, pluguiera ... (especialmente en 3.ª persona).

8
En este verbo, además, aparecen otras irregularidades, como apócope en el Un-
perativo (haz); futuro de indicativo sobre un lexema contracto (har-e'); y perfecto
fuerte (hic-e ).
El verbo 347
Por analogía .se extiende al verbo lucir y a sus compuestos, a
conducir, deducir...
b) Epéntesis nlng. -Se da en los mismos tiempos que el ante-
rior, l." persona del singular del presente de indicativo y en todo el
presente de subjuntivo.
Se ven afectados por esta irregularidad los verbos terminados en
-oner (poner, componer), -ener (tener... ), y -enir (venir): pongo, pon-
ga, vengo, tengo, tenga ... en cada uno de estos grupos de verbos apa-
recen otras irregularidades:

perfectos fuertes en la forma simple (puse, tuve, vine);


futuros de indicativo con epéntesis (tendré, vendré, pondré... );
imperativo apocopado, con pérdida de vocal temática (pon,
ten, ven).

'
c) Epéntesis lllg. - En las mismas formas que las dos anterio-
res. Afecta a salir, valer y sus compuestos: salgo, valga ... ; los cuales,
además, tienen las irregularidades de futuros epentéticos (+ d): sal-
dré, saldría ...
d) Epéntesis s/sg. -En los mismos tiempos verbales que los
anteriores y exclusivamente de los verbos asir y desasir: asga.
e) Epéntesis u/uy. -Se extiende a las fprmas tónicas del pre-
sente de indicativo, del imperativo y a todo el presente de subjuntivo
de los verbos terminados en -uir (huyo, concluyan, instruye ... ).
f) Alternancia alaig. - Afecta a la primera persona del singular
del presente de indicativo y a todo el presente de subjuntivo de los
verbos caer, raer y traer. Este último y su~ compuestos tienen ade-
más perfecto fuerte (traje).
g) Futuros epentéticos con -d. -Afecta a los verbos poner, sa-
lir, valer, venir, tener: pon-d-ré, tendré...

Variaciones múltiples.
l. ezlig. -Se da en la primera persona del singular del presente
de indicativo y en todo el presente de subjuntivo del verbo decir y
348 Morfosintaxis

sus compuestos; corno se ve, es la suma de dos irregulatidades: eli +


zlg.
Hay que advertit que diacrónicarnente es verbo de evolución re-
gulat: dicat --+ diga ...
Todos ellos tienen perfecto fuerte: dije.
2. Variación ablep. -!epi se da, igualmente, en la primera per-
sona singulat del presente de indicativo y en el presente de subjunti-
vo. Es propia de los verbos caber (quepo, cabes), saber (sepa, sa-
bes)9.
Tiene además perfecto fuerte (cupe, cupo) y futuros sincopados
(sabré, sabría).
3. Perfectos fuertes. -Unos pocos verbos han heredado del la-
tín la forma fuerte del perfecto simple (mantienen la tonicidad en la
!."y 3.ª personas del síngulat exclusivamente) y uno ha adoptado tal
forma en romance, sin tenerla originariamente (andar, anduve). Son ·
ejemplos: traje, vine, dije, hube, estuve, tuve, supe, puse ...
4. Un grupo de verbos (unos 30 aproximadamente) ha heredado
del latín una forma itregular, el participio faerte, con acento en la úl-
tima sílaba del lexema: dicho, hecho, bendito, abierto, escrito, visto,
vuelto, roto, muerto ...
Algunos de ellos alternan con una forma regulat analógica que
bien puede añadirse para las formas auxiliates.

VERBOS POLIRRIZOS

Unos pocos verbos han heredado sus formas de varias raíces lati-
nas, y por ello los denominarnos «polirrizos». Tales son ser (fu- pata
el perfecto y los tiempos de su grupo; s- pata futuros, presente de
subjuntivo, imperativo; er-, para imperfecto de indicativo y es-Is- pa-
ra el presente de indicativo), e ir.

9
Estas formas de tales verbos son diacrónicamente regulares.
El verbo 349

IR
¡i- imperfecto indicativo, futuros, plural del imperativo.
va- presente de indicativo/subjuntivo y singular de imperativo
(tomado de vadere, latino).
fu- grupo del perfecto simple (heredado del sum latino).

VERBOS DEFECTIVOS

Unos pocos verbos no poseen completa su conjugación. Por


ejemplo, soler y acostumbrar carecen de tiempos perfectivos; acon-
tecer/acaecer sólo se usan en tercera persona, etc 10 .

10 Para una clasificación semántica de los verbos, véase nuestra Nueva Sintaxis de

la Lengua Española (cit.), págs. 80 y sigs ...


CAPÍTULO XVII

EL MORFEMA DE PERSONA Y NÚMERO EN EL VERBO

PERSONA

En el lenguaje, como vio Biihler, hay dos campos, uno simbólico


y otro deíctico. El primero, donde se verifica esencialmente Ja fun-
ción representativa, abarca las unidades significativas, portadoras de
Jos conceptos de las cosas o referentes. En este campo predomina Ja
relación «significado-concepto», mientras que en el deíctico nos en-
contramos con una indicación, una señalización concreta. Y en estos
dos campos se distribnyen las diversas unidades lingüísticas, las ca-
tegorias o clases de palabras de una lengua.
Y en el verbo, esa categoría llena de contenido, se aúnan y con-
juntan esos dos campos: Ja base lexemática, portadora principal de Ja
función referencial, modificada por el rico contenido de los morfe-
mas, representa el campo simbólico; mientras que el morfema llama-
do de «persona-número» es el portador de Ja deíxis.
Esta, Ja deíxis, en el verbo, viene a coincidir con Ja referencia del
contenido del lexema sobre un!-os actante/-s. Algo así como si dijé-
ramos amar-yo, amar-tú, etc. 1•
1
Esto concuerda con la explicación que dio Bopp de la estructura del verbo in~
doeuropeo, si bien él sólo aludía a la conjunción del lexema del verbo y el pronombre.
El morfema de persona y número en el verbo 351

Así pues, este morfema del verbo nos parece el indicador de la


deíxis.
Mas ¿por qué tres personas y no más? ¿Y por qué singular y plu-
ral? ¿Y realmente se dan estas dos variantes de número? ¿Opera el
verbo con tres personas por una convención o capricho, o responderá
esto a alguna base y principio lingüístico?
Anticipamos que ni persona ni número son categorías privativas
del verbo. La primera es, al menos, común al pronombre y al verbo y
aun algunos creen que también se manifiesta en el nombre2.
En el pronombre, posible eje del sintagma nominal sujeto, y con
estructura paralela a la de este morfema, lo vemos con claridad. ·
Desde un principio hay que preguntarse si la persona es categoría
imprescindible e inherente al verbo, si estamos ante una categoría
verbal universal. Como confirma Benveniste 3 , parece que no se co-
noce lengua .alguna con verbos en los que no se marque de alguna
manera la diferencia de personas. Será en unos casos por medio de
morfemas constituyentes, en otros por medio de pronombres ejes de
tal flexión, formas libres, pero siempre está marcada la categoría de
persona en el sintagma verbal. Unas veces serán dos las personas,
como en algunas lenguas paleosiberianas, otras, la mayoría, se enten-
derán tres, y aun en algqnas lenguas algonquinas de Norteamérica se
establecerán cuatro categorías de persona, dejando la cuarta para la
no referida anteriormente.
Robins 4 , por el contrario, no la cree universal: en japonés -pone
por ejemplo- las formas verbales no varian de acuerdo con la per-
sona como la concebimos nosotros, sino que la categoría de persona
en una lengua de este tipo puede ser léxica más que gramatical.

2
Cf V. Lamíquiz, El sistema verbal del español, Málaga, 1982, páginas 56 y
sigs.; E. Tanase, <<De la cuarta categoría morfológica del sustantivo: la persona>>, en
Actas del XI Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica, Madrid,
1968, págs. 1395-1403.
3
E. Benveniste, <<Structure des relations de personne dans le verbe», en Pro-
b/emes de Linguistique générale, París, 1966, págs. 225-237.
4
R. H. Robins, Lingüística general, Madrid, 1971, pág. 359.
352 Morfosintaxis

En nuestra lengua la flexión personal del verbo divide a éste en


dos subsistemas: uno flexivo, el de las formas conjugadas y otro no
flexivo, ya citado. Estas formas del no flexivo se oponen al otro sub-
sistema por una marca negativa, que consiste en la carencia de perso-
na, de marca de tiempo externo y de modo. Las correspondientes
oposiciones de las formas verbales serán, pues, desde este criterio
+ + +
Marcados por la Con marca temporal Formas
categoría personal (inclúyase la «actualidad») modales
u u
No marcados por Sin marca temporal Formas
la persona no modales

Las formas no flexivas son, como bien indicó Alarcos', el térmi-


no no marcado en la correlación de persona gramatical, y el subsis-
tema que forman está fundamentado en una correlación de «tiempo
interno» o aspecto, que estudiaremos:
Prospectivo Infinitivo

Prospectivo Progresivo Gerundio

No prospectivo Participio

Según dijimos, esas formas no flexivas del verbo carecen de dei-


xis y, en consecuencia, responden fundamentalmente al campo sim-
bólico. Por ello no es extraño que en el coloquio se usen en lugar de
las flexivas, puesto que el término no marcado incluye al marcado.
El uso de la forma no marcada supondrá una enunciación más
objetiva y enfática de los sernas propios del lexema, y una despreo-
cupación por el actante.

5
Alarcos Llorach, en Estudios ... (cit ). pág 57.
El morfema de persona y número en el verbo 353

Y si añadimos a esto que en cuanto a la categoría del modo, que


estudiaremos, infinitivo, gerundio y participio son también las formas
no marcadas, comprenderemos fácilmente que este término no mar-
cado incluya al indicativo + subjuntivo, y, en consecuencia, pueda
reemplazarlos.
En el infmitivo de mandato, por ejemplo: ¡callar!, vemos una or-
den en que predominan los sernas del lexema y se dan por conocidos
o indeterminados los del morfema personal. La orden, al no indicarse
el sujeto, refuerza su contenido significativo; y, como el sujeto puede
conocerse por el contexto o la situación, no es preciso repetirlo.
Estos datos son suficientemente explícitos para comprender que
el subsistema no flexivo -concretamente su forma fJ de infinitivo-
puede ocupar en el habla la función de una forma conjugada para in-
tensificar el contenido léxico, reduciendo o eliminando el morfema
de persona, y, por consiguiente, la deíxis.
En el subsistema flexivo la Gramática tradicional ha venido dis-
tinguiendo las tres personas conocidas, en singular y en plural, como
algo inamovible. Pero ya Benveniste demostró la falsedad de este
planteamiento trimembre y denominó «no-persona» a la tercera, for-
mulando un sistema de oposiciones entre «primera + segunda» en el
término marcado y «tercera» en el no marcado, sobre una correlación
de «personalidad». Se completaba el sistema con la oposición entre
primera y segunda sobre la correlación de la «subjetividad», siendo el
tú la forma no subjetiva, el «no yo» en la comunicación.
Indudablemente el planteamiento tripersonal tradicional no es
enteramente preciso y exacto, pero tampoco nos parece que sean
«personalidad» y «subjetividad» las bases de correlación de esta ca-
tegoría 6.
Estudiemos las correlaciones opositivas (paradigmáticas) del sis-
tema personal del verbo español. Para lo cual es preciso plantear el
6 Tampoco K. Heger (en Teoría semántica, II, Madrid, 1974, págs. 33~52) cree
que la base sea la correlación de personalidad, sino el hecho de que la primera y se~
gunda personas tienen primariamente una función «exodeíctica>>, y la tercera exclusi~
vamente <<endodeíctica>>,
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- }2
354 Moifosintaxis

problema sobre unos fundamentos lingüísticos. Hay que buscar cómo


y sobre qué correlación se opone cada persona a las demás 7•
En la categoría de persona trasciende la esencia de la comunica-
ción humana: unos comunicantes y un enunciado, o sea, un hablante
y algo que se comunica a un oyente, el mensaje. Es decir, en la pri-
mera persona, el actante sujeto, marcado por el morfema U, coincide
con el emisor de la comunicación (yo como --+ Yo digo [que] yo co-
mo; ¡Ojalá lo recuerde!--+ Yo deseo [que] yo lo recuerde); y la se-
gunda con el receptor del mensaje.
La primera persona, el hablante, siempre se hace eje del universo
en la comunicación. Y así, la primera forma de persona gramatical en
el verbo implica un hablante yo y un enunciado referido a sí mismo,
es decir, que en ella el comunicante se hace también eje del enuncia-
do. En yo vivo, el yo hablante se asigna la base del enunciado vivir.
Se da, pues, en ella coincidencia entre hablante y eje de enunciado.
Es persona necesariamente unívoca, singular.
La segunda persona necesariamente exige un hablante que desig-
ne a un tú. No puede pensarse un tú sin presuponer un yo. Tú queda
como eje de lo enunciado por un yo. En realidad toda segunda perso-
na, en principio, ha de ser un oyente determinado, si bien no necesa-
riamente fijo. Mas la deíxis de la forma tú puede extenderse a cual-
quier eje de comunicación personal que no sea un yo.
Podemos llamarla persona «no yo», «no subjetiva» 8. En la co-
municación estas dos personas son imprescindibles. No así la llamada
«tercera», «no persona» o «persona de ausencia» por el propio Ben-

7
En la lengua gran parte de oposiciones son incluyentes, o "participantes' como
las denominó Hjelmslev; pero en este sistema. de personas vemos unos caracteres pe-
culiares. Las oposiciones son excluyentes, pero condicionadas -no existe un tú sino
en función de un yo-, y en las personas del plural las oposiciones son, como vere-
mos, de diferente carácter. Aun entre las del singular caben dos tipos de oposición:
l.ª//2.ª-3.ªy l.ª-2.ª//3.ª.
8
Según V. BrOndal, «Le concept de personne en grammaire», en Essais de Lin-
guistique générale, Copenhague, 1943~ págs. 98 y sigs.
El morfema de persona y número en el verbo 355
veniste. Como dijimos, esta forma gramatical engloba cuanto no que-
da cubierto por la l.ª y 2.ª. Se opone a estas dos conjuntamente.
El eje del verbo en esta forma puede ser una persona (3.", 4.ª,
5.ª... ), un proceso, un objeto ... No es, pues, necesariamente persona y
está al margen de la comunicación directa, mientras que es la más
frecuente en el enunciado, en el mensaje. Es una forma gramatical de
gran indeterminación.
En unas lenguas no tiene marca morfemática desinencia!, como
en el turco, mientras sí están marcadas las dos primeras (sev-iyor, 3.ª;
sev-iyor-sun, 2.ª; sev-iyor-um, !.ª); y en otras lenguas es la forma de
no persona la única marcada con morfos, como en inglés (I, you, we,
they !ove, frente a he !oves). Añadamos que, mientras algunas lenguas
establecen una distinción subsidiaria dentro de esta tercera persona
entre «proximativa» (persona centro de la atención) y «obviativro>
(cualquiera otra), en la nuestra no se da tal distinción en el verbo. Te-
nemos, sí, la oposición proximidad/lejanía, pero está marcada léxi-
camente por medio de deícticos.
Por todo lo dicho convendría plantearse si esa llamada «tercera
persona» debe recibir, en realidad, tal denominación, y consecuente-
mente si toda la categoría o morfema de persona lo es en sí.
Este morfema II del verbo lo que siempre indica es el sujeto ac-
tante del verbo, del contenido del lexema y de todo el enunciado del
sintagma verbal. Por ello, dado que en una mayoría absoluta de casos
no es una persona el referente de tal morfema, tal vez convenga
cambiarle de nombre, y decir que es un morfema de actante, ya que
ciertamente ese elemento siempre expresa el actante primero en todos
los casos.
Y, una vez advertida esta salvedad-no meramente terminológi-
ca-, ya podemos seguir denominándolo como queramos, siempre
que se precise que es indicador de actancia.
Con todo ello vamos perfilando en el verbo un sistema personal
del siguiente tipo:
356 Morfosintaxis

Hablante
< Oyente
marcado por la
Subsistema flexivo persona ni hablante-ni oyente

Subsistema no flexivo no marcado por


la persona

que se corresponde con las bases siguientes:

campo simbólico+ Predominio de


con marca de persona campo deíctico comunicación

sin marca de persona campo simbólico Predominio de


f. representativa

Volviendo a la llamada tercera persona, indiquemos que no posee


una característica que es fundamental en las dos primeras, la unicidad
o singularidad deíctica. Es persona de referencia imprecisa o genéri-
ca; «impersonal por naturaleza» la llama E. Alarcos. No se trata de
una persona que se despersonalice, como a veces se ha dicho, sino de
un morfema de persona de carácter genérico. Estas características
arrastran numerosas e importantes consecuencias:
a) Que, mientras en el eje de la comunicación lo fundamental es
la persona, en la tercera es básico el género; razón por la que en esa
persona se distinguen masculino, femenino y neutro en el actante ex-
preso del verbo y en su posible representación externa pronominal
(él, ella, ello ... ).
b) Que, por su indeterminación y no necesaria personalización,
es la forma verbal más idónea para la frase impersonal. Llueve, nieva,
truena, impersonales de fenómeno meteorológico, que son las formas
más puras de estas construcciones, exigen esa forma tercera, en la
El morfema de persona y número en el verbo 357

cual el hablante se fija en el proceso, en el fenómeno, sin atender en


absoluto al agente o causa del mismo.
c) La doble presencia de esta categoría gramatical en una frase
como yo canto es pleonástica, enfática, epentética y a veces diacríti-
ca. Y esta misma es la justificación de la no presencia del pronombre
personal sujeto en la conjugación'.
d) Por su carácter no necesariamente personal es forma adecua-
da al tratamiento de respeto y cortesía. La primera y segunda persona
son exponentes demasiado directos de la comunicación de los inter-
locutores. Por lo cual, a la hora de formular un tratamiento cortés,
como usted, había que acudir a una base terciopersonal, vuestra mer-
ced.

EL NÚMERO

La categoría de número representada por el correspondiente mor-


fema en los verbos, sustantivos, pronombres y adjetivos, no es unívo-
ca, no responde a los mismos conceptos ni campos lingüísticos.
El número en el sintagma nominal responde a una base y campo
simbólicos; su función es la de pluralizar el semema básico contenido
en el lexema del sustantivo o nombre 10 • En cambio el número en el
verbo, si existe, responderá a la función deíctica; no pluraliza el con-
tenido del lexema, conecta el semema del verbo con el (los) actan-
te/-s. En mesa / mesas (0 / -s) la marca de pluralidad nos indica el
conjunto de unidades. El plural es el término marcado de esta cate-
goría.
En cambio.en come-s / comé-is el supuesto morfema de número,
siempre cruzado con el de persona, nos marca los actantes del conte-
nido com-, o sea, que nos dice a quién se refiere esa base del lexema,
9
En lenguas cuyos verbos no tienen morfo distintivo de la categoría de persona,
el pronombre sujeto se hace necesario en la conjugación.
10
Cf. nuestro artículo «El morfema de número en español» Gramma-Temas, I,
León, 1992, págs. 145-160.
358 Morfosintaxis

pero ella no queda pluralizada, pues el resultado obtenido no es


«conjunto de comer».
Ahora bien, como morfema flexivo en los sintagmas nominal y
verbal, es índice de concordancia, con relación intra e intersintagmá-
tica.
En el sintagma nominal el número, junto con el género, es índice
de concordancia sobre el sistema plural I no plural. Mas no olvide-
mos que este sistema numérico no es único: en otras lenguas existe
un dual - fácilmente absorbible por el plural, dada la mayor exten-
sión significativa de éste- y en unas pocas (en las islas Fidji) hay
también un trial u
Mas pensemos que no tiene mucho sentido un plural en el verbo.
¿Cómo pluralizar el conjunto de lexema + todos los contenidos del
morfema I: tiempo, modo y aspecto? ¿Afectará a todo ello o sólo a
parte? No nos parece que haya verdadero número en las formas flexi-
vas del verbo. ·
Aparentemente el sistema numérico en el verbo español es
plural / no plural. Pero, como categoria gramatical, el número en el
+
verbo no obedece a este sistema, sino a uno combinatorio de perso-
nas; y aun se hace dificil hablar del número como categoria en el ver-
bo español, pues en él el plural no pluraliza al singular, salvo en la
«no persona»; y en ésta lo hace por ser no netamente deíctica y por-
que en este caso la combinación de personas es exclusivamente de las
de 3.ª forma.
Nosotros no es plural de yo, ya que no es posible la combinación
de yo +yo por la unicidad de esta primera persona; sino que es el re-
sultado de combinar yo con otras personas n

11 Cf. J. Lyons, Introducción en la lingiiística teórica, Barcelona, 1971, págs. 294


y sigs.
12
Cf. a este respecto A. Joly, «Sur le systeme de la personne», en Revue des Lan-
gues Romanes, LXXX, 1, págs. 3-56; y J. Schmidely, La personne grammaticale et
son expression dans la langue espagnole, Lilie, 1979.
El morfema de persona y número en el verbo 359

I) En castellano las combinaciones posibles entre personas


gramaticales para la formación del llamado «plural» son las signien-
tes:
yo +tú
yo+él
yo+tú+él
yo + («no yo»)" yo+él+él =nosotros (cantamos).
yo + vosotros
yo+ ellos

II) La exclusión de yo en la combinación de personas nos da la


segunda forma del plural:

é~ =vosotros (cantáis).
tú +t'}
tú+

Es decir =-yo+ tú± (ni tú I ni yo)".


III) La pluralización se da en la tercera persona singular, por no
pertenecer al plano de la comunicación directa:
(Él)" --> ellos
(Ella)"--> ellas
(Él)"+ (Ella)"--> ellos.

Es por tanto la formación de personas que excluye a un yo y un


tú,/- yo- tú+ (ni yo I ni tú)"/.
Como vemos, se trata de un sistema combinatorio de personas,
con selección en orden descendente.
Por lo antes dicho, podríamos sugerir una nueva terminología,
basándonos en la no auténtica pluralidad de las tres últimas formas
verbales. Sería preferible hablar de !.", 2.ª, 3.", 4.ª, 5.ª y 6.ª formas en
cada tiempo del verbo. Pero es suficientemente preciso el múltiplo
(3 X 2), si pensamos que la 4.ª forma incluye, al menos un yo, la 5.ª
un tú, y la 6.ª un él. En el fondo, es un banal problema terminológico:
lo fundamental es precisar nítidamente el sistema.
360 Moifosintaxis

La categoría de persona tiene, naturalmente, unos morfos porta-


dores de su valor, que estudiarnos en otro lugar.
Por todo lo expuesto podernos decididamente afirmar en relación
al grave problema de si existe o no un concepto de número en espa-
ñol 13, que esta categoría no es unitaria ni homogénea en los dos sin-
tagmas constituyentes de la oración (SN y SV). Y hay que precisar
que en el verbo español la llamada categoría de número no es otra co-
sa que un sistema combinatorio de personas con selección en orden
descendente 14 •
Es evidente que existe una concordancia entre sujeto expreso y
verbos en cuanto a este morfema II. Ejs.: Yo como; Vosotros jugáis;
Mis amigos viven bien.
Por ello nos debe obligar a hacemos una pregunta: ¿La concor-
dancia es de número?; ¿Lo es de persona o actante? ¿O lo es de am-
bas categorías?
La tradición gramatical opta por esta última solnción. Hay gra-
máticos corno S. Femández Rarnírez, que conceden prioridad al nú-
mero y dice. que en él es en lo que concuerdan sujeto y verbo. Mas,
en realidad, son no pocos los casos de discordancia de número entre
sujeto y verbo (Ejs.: El alcalde, acompañado de todos los concejales
y personal del ayuntamiento, se dirigieron al salón de sesiones). En
cambio, en lo que nunca falla la concordancia es en la categoría de
'persona' o actante (Yo salto; Mis amigos están aquí, etc.). Por ello,
creernos que es la categoria de persona la que sustenta esa concor-
dancia de que venirnos hablando.
Esta es una razón fundamental, a nuestro entender, para afirmar que
el morfema II del verbo lo es de actancia o, si se prefiere, 'de persona'
tal corno lo hemos entendido hasta aquí; y que el morfema de número
es el resultado de una combinatoria de 'personas' o actantes.
13
Cf. F. Rodriguez Adrados, «La investigación del significado, tarea de la nueva
lingüística>>, en Studia hispanica in honorem R. Lapesa, I, Madrid, 1973, pág. 52.
14
Véase un sólido estudio de la categoría de persona en la tesis doctoral de Emilia
V. Enriquez, El pronombre personal sujeto en la lengua española hablada en Madrid,
Madrid, 1984.
El morfema de persona y número en el verbo 361
La concordancia se da en la forma de las 'personas' (1', 2ª, ... ) que
aparezcan, independientemente de que haya otros referentes actancia-
les en el sujeto expreso. Ejs: Pedro, Luis y yo comimos; Tú y tus ami-
gos haréis esa ruta. Es decir, que en cuanto aparezca un yo la forma
de concordancia, si es de múltiples actantes será la cuarta -que la
tradición llama primera de plural-; cuando un tú, y ningún yo, la S'
forma (cantáis), etc.
Y buena prueba de que no es la persona la esencia de ese morfe-
ma, sino la actancia es que, aunque todos los sujetos expresos posean
el rasgo /no persona/, la concordancia se da en la 3ª, si es único y en
la 6' forma si es múltiple. Ejs.: La mesa queda bien en ese rincón;
Las estanterías y el ordenador me costaron un dineral.
Por fm, conviene advertir que en el morfema II del verbo uo se
marca el género, mientras que en los pronombres personales corres-
pondientes de 3ª y 6ª, así como en los sustantivos y demás sintagmas
que actúen como sujeto ese rasgo es fundamental. Lo que nos lleva
de nuevo a concluir que en la representación de la primera y segunda
formas -o 'personas' - la base semántica son los ejes de la comu-
nicación, mientras que en las demás, el género es un elemento fun-
damental cuando están léxicamente representados.
CAPÍTULO XVIII

MODOS VERBALES

Comencemos intentando precisar el concepto de modalidad y sus


formas de expresión, que más tarde usaremos como una de las bases
diacríticas del concepto de modo 1•
La modalidad, dice Lázaro 2, «está constituida por la operación
activa del sujeto hablante». Una idea encerrada en la frase puede ser
considerada como posible, como deseada, unas veces se ordenará a
un interlocutor el cumplimiento de la misma, o se le desaconsejará ... :
todas esas son modalidades de tal idea. Y para algunos autores 3,
también la interrogación es una modalidad de la frase.

1
Una gran parte de los contenidos de este tema están extraídos de nuestro artículo
«Modos verbales», en Estudios ofrecidos a E. Alarcos Llorach, IV, Oviedo, 1979,
págs. 117 y sigs.
2
F. Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos, Madrid, 2.ªed., 1962.
3
Ch. Bally, Linguistique générale et linguistiquefran~aise, Berna, 3.ª ed., 1950;
A. Diaz Tejera, <<La frase interrogativa como modalidad>>, en REL, 3, 1, Madrid,
1971, págs. 95-116; A. García Calvo, «Funciones del lenguaje y modalidades de la
frase», en Estudios clásicos, 24, 1958, pág. 330; y «Preparación a un estudio orgánico
de los modos verbales», en Emerita, XXVIII, 1960, págs. 1-47 (citaré Preparación);
Gougenheim, «Modalités et unités verbaux en frani;ais», en Journal de Psychologie,
págs. 5-18.
Modos verbales 363

Podemos decir que se trata de las diversas actitudes del hablante


ante el oyente y el enunciado -mensaje, representadas por unos sig-
nificantes lingüísticos, segmentales y/o suprasegmentales.
La modalidad tiene unos medios de expresión diversos, como el
tiempo verbal (ejemplo: Serán las diez), los auxiliares modales
(ejemplo: Deben de ser las diez), complementos modales (ejemplo:
Probablemente han dado las diez), el orden de las palabras (ejemplo:
¡Habráse visto cosa igual!), especialmente el tono indicador de. sor-
presa, indignación, de desprecio .. ., las proposiciones subordinadas y
los modos verbales 4 •
Como vemos, pues, no es algo privativo de los modos verbales la
expresión de la modalidad; la posición del hablante ante el enunciado
y el oyente puede representarse de diversas formas. Aquí nos vamos
a ocupar ahora de la relación, ni unívoca ní privativa, entre modali-
dad y modo para centrarnos enseguida en el problema de los modos
verbales.
Si hay mayor o menor coincidencia entre los diversos autores en
el concepto de modalidad, la divergencia es notable en distinguir las
fundamentales clases de modalidad.
Hay quienes incluyen en este grupo las modalidades expresiva, im-
presiva, votiva, yusiva... ', y quienes entienden como modalidades las
marcas de realidad, de lo eventual y de lo irreal 6• Resumiendo, pode-
mos precisar que un grupo de autores establece unas clases de modali-
dades basadas en las principales funciones del lenguaje; otros se apo-
yan en las diversas concepciones que el hablante tiene de la realidad; y,
por fin, hay quienes combinan los dos criterios precedentes.
Y conviene no olvidar que la modalidad puede afectar a cualquier
tipo de frase tanto nominal como verbal, y aun a cualquier clase de
elementos de la frase, como dice Brunot. Así una frase como

4
F. Brunot, La pensée et la langu.e, (3.ª ed., 3.ª tirada), París, 1965, págs. 513 y
sigs.
5
A. García Calvo, «Funciones del lenguaje y modalidades de la frase» (cit.).
6
Tal es el caso de Brunot (loe. cit.), que las agrupa en tales apartados, como cate-
gorías resultantes de una operación de juicio, del sentimiento o de voluntad.
364 Morfosintaxis

¡Adelante! tanto puede aceptar una modalidad declarativa (en contes-


tación a una pregunta, por ejemplo) o impresiva-conativa y aun ex-
presiva, No es, pues, la modalidad un rasgo privativo del verbo ni de
la frase verbal.

CONCEPTO DE MODO

Más dificil aún es fijar un concepto de modo de validez general.


Las opiniones y criterios son dispares y muy variados. Y evidente-
mente, por ser diversos los criterios y concepciones son muy diferen-
tes las clasificaciones de los mismos y no están fijados indefectible-
mente los límites de los modos verbales.
Podemos agrupar todas las interpretaciones de los modos en dos
grandes apartados: las que adoptan un solo criterio como base diacrí-
tica y definidora de este morfema; y las que conjuntan varios crite- ,
ríos. Más 'adelante comentaremos algunos de los que afectan a la len-
gua española.
Entre los que adoptan un solo criterio, a) unos optan por la infle-
xión del verbo como base distintiva, llegando a denominar al subjun-
tivo modo de subordinación (Bello 7 y Badía Margarit entre otros); y
b) un segundo grupo de autores prefieren el criterio de actitud mental
del hablante ante el enunciado y el oyente, bien manteniéndose en el
nivel lingüístico, apoyándolo sobre la oposición subjetividad / obje-
tividad, bien bajando a subdistinciones. En este grupo cabe la postura
de Gili Gaya, la de Alarcos Llorach, Pottier, Lamíquiz, etc. 8.

7
A. Bello, loe. cit., pág. 164; A. M. Badía Margarit, «El subjuntivo de subordi-
nación en las lenguas romances y especialmente en iberorromance», en RFE,
XXXVIII, 1953, págs. 95-129.
8
S. Gili Gaya, Curso superior de sintaxis española (cit.), págs. 147 y sigs.;
E. Alarcos Llorach, «Cantaría, modo, tiempo y aspecto», en Estudios de gramática
fancional, págs. 95-108 (especialmente, pág. 101, donde «indicativo como el modo de
la realidad... el subjuntivo es, consecuentemente, el modo de la no-realidad»); B. Po-
rtier, Gramática española, Madrid, 1971, págs. 118 y sigs.; C. Hernández Alonso,
Modos verbales 365
Entre los que se apoyan en criterios múltiples para el estudio del
verbo -las combinaciones de criterios son diversas- cabe recordar
al Maestro Correas 9•
Tras este sencillo esquema, comentemos alguna de estas opinio-
nes, para fijar el concepto de modo y su sistema.
Don Andrés Bello considera los modos como «inflexiones resul-
tantes del influjo de otro elemento de la cadena hablada al cual se su-
bordina o puede estar subordinado el verbo». Son, pues, formas ver-
bales regidas. Ahora bien para aceptar que tal concepto fuese ''
distintivo de las formas del subjuntivo, tendrian que cumplirse las si-
guientes condiciones, que ya planteó Mariner 10 :
l. Que las subordinadas debieran ir en subjuntivo. Y esto no se
cumple en absoluto en nuestra lengua, en la que tanto aparecen en un
modo como en otro (ejemplos: Haré lo que me manden I Haré lo que
me mandan).
2. Que el subjuntivo, por sí solo, sin necesidad de transpositores,
implicase subordinación; es decir, que entrase en las proposiciones
subordinadas precisamente y sólo en ellas.
3. Que el subjuntivo no expresase modalidades propias de otros
modos.

Dado que no se cumplen estas condiciones, no podemos asignar


al subjuntivo el distintivo de modo de la subordinación. O lo que es
lo mismo, pero volviendo el razonamiento, la subordinación no nos
parece criterio distintivo del modo subjuntivo; y si no lo es de él,
menos aún del indicativo (del infinitivo hablaremos más adelante).
Alarcos Llorach 11 , al estudiar el problema del futuro hipotético o
potencial, cantaría, adopta la siguiente postura:

Sintaxis española, Valladolid (5.ª ed.), 1982, págs. 246 y sigs.; y «Sobre el tiempo en
el verbo español», enREL, 3, 1, Madrid, 1973, págs. 174 y sigs.
9
G. Correas, Arte de la lengua española castellana (ed. y prólogo de E. Alarcos
Llorach), Madrid, 1954, pág. 243.
10
S. Mariner Bigorra, «Triple noción básica en la categoría modal castellana», en
RFE. LIV, 1971, págs. 209-252.
11
E. Alarcos Llorach, «Cantaría .. » (cit.), págs. 106 y sigs.
366 Moifosintaxis

Que el subjuntivo <<110 sólo es modo de la subordinación; [sino


que] existen contextos en que es el contenido semántico el que lo
exige». Coincidiendo con la concepción de Amado Alonso y H. Ure-
ña, propone Alarcos que en el verbo español hay tres grados en
cuanto al valor modal:
a) Grado cero (canto, cantaba, cante').
b) «Posibilidad-posterioridad» (cantaré-cantaría).
e) Modalidad plena (cante, cantase, cantara).

Es decir, que basándose en la gran afinidad existente entre las


formas cantaré y cantaría, formula un nuevo valor modal con marcas
de posibilidad y posterioridad 12 • La reordenación es realmente suge-
rente, pues en verdad hay un rasgo de virtualidad en los futuros, de
hipótesis nacida de la futuridad, común con el subjuntivo. En realidad
hay una graduación desde el puro indicativo al subjuntivo pasando
por el intermedio de los futuros.
Por mostrar una postura diferente, recordemos que Pottier y Vida!
Lamíquiz 13 presentan .un planteamiento del modo sobre la doctrina de
Guillaume de «cronología lógica». El problema del modo es esen-
cialmente -dicen- de enfoque. Se trata de situarse a un nivel más
o menos· avanzado de la realización de la imagen temporal; «se funda
en el grado de realización que el locutor quiere conceder buenamente
al acontecimiento»; sobre el movimiento cronogenético el infinitivo
señala el tiempo in posse, el subjuntivo in fieri y el indicativo in esse.
Niegan el valor modal al infinitivo y potencial, y formulan una opo-

12
Sin embargo, con este planteamiento y desde el punto de vista modal no se
explican fácilmente los valores asertivos del futuro (Mañana saldrá el sol, como todos
los días) ni los impresivos de mandato (No matarás).
13
G. Guillaume, Temps et verbe, París, 1965, págs. 32 y sigs.; B. Pottier, Intro-
duction d l'étude de la mo1phosyntaxe espagnole, París, 1963, págs. 59 y sigs.; V.
Lamíquiz, Lingüística española, 7.ª ed., Sevilla, 1983, págs. 313 y sigs. y Morfosin-
taxis estructural del verbo español (cit.), páginas 53 y sigs., ampliada en su nueva
versión El sistema verbal español, Málaga, 1982.
Modos verbales 367

sición funcional en que el indicativo es el término marcado, y el


subjuntivo, el negativo.
Veamos ahora la tesis formulada por Mariner en su importante
trabajo «Triple noción básica en la categoría modal castellana». A lo
largo del comentario presentaremos nuestros puntos de vista.
Trata Mariner de aplicar al castellano la teoria elaborada por
Agustín García Calvo y aplicada a los modos del griego 14 • Esta teoría
es, en esencia, un intento de superar el concepto único de noción bá-
sica del modo.
Formula los tres criterios siguientes como distintivos del modo:

L Modo como forma lingüística capaz de manifestar la moda-


lidad. - En esta cuestión García Calvo sigue su propia tesis 15 , dis-
tinguiendo cuatro funciones principales del lenguaje y sendas moda-
lidades:
Función expresiva; por la cual el lenguaje es usado como medio de
desahogo.
Función impresiva; por ella el lenguaje sirve para producir efectos
prácticos sobre el ambiente. Está muy próxima a la función cona-
tiva de Jakobson.
Función lógica; por la que se dice algo acerca de algo.
Función estética; por la que el lenguaje se convierte en instrumento
de placer.

Aquí nos interesan las tres primeras. Cada una de ellas comporta
unas modalidades; y ésas son objeto y rasgo distintivo de los modos
verbales, según García Calvo.

14
A. García Calvo, Preparación (cit.). También se ha aplicado esta teoría por L.
Rubio, «Los modos verbales latinos», en Emerita, XXXV, 1968, págs. 77-96; S. Ma-
riner Bigorra, «Noción básica de los modos en el estilo indirecto latino», en Emerita,
XXXV, 1965, págs. 47-59; e «Interpretación de los modos del verbo catalán según
una noción básica triple», enProhemio, II, 3, 1971, págs. 439-465.
15
García Calvo, Funciones ... (cit.).
368 Morfosintaxis
Así la función impresiva (conativa) supone las modalidades yusi-
va-imperativa, votiva u optativa; la expresiva está presente en las
exclamativas, las frases de sorpresa... ; en la lógica domina la modali-
dad declarativa, propia de las oraciones enunciativas, dubitativas, etc.

II. Modo como expresión de la actitud del hablante frente al


enunciado. - Es la tesis de mayor raigambre 16 y la más aceptada.
Como criterio parcial también la admite el propio Mariner para el
castellano.

III. Modo como indicador de subordinación. - Tres criterios,


pues, como distintivo de los modos. En teoría y a priori, la pluralidad
de criterios cruzados para una misma categoría y unas mismas opo-
siciones lingüísticas no tiene por qué ser objetada. Pero tales criterios
han de ser rasgos distintivos y propios, definidores de la categoria, no
superpuestos a ella sintagmáticamente ni en un contexto.
Porque -y empecemos por el III - si como antes hemos dicho y
como reconoce Mariner (pág. 219), la subordinación no es distintiva
ni privativa del llamado subjuntivo, y si en las subordinadas puede
aparecer cualquier forma verbal - a veces facultativamente, con
simples diferencias estilísticas-, mal podemos hablar de un criterio
de inflexión o subordinación como distintivo de un modo español.
Mas recordemos que la subordinación consiste en una rección
sintagmática, resultante de la inserción, por transformaciones diver-
sas, de algún nexus dentro de un sintagma nominal, bien en la fun-
ción de núcleo ya en la de adyacente. Así pues, no es en absoluto un
rasgo del paradigma verbal sino un proceso sintáctico que afecta a
todo el nexus y no siempre repercute en la forma del verbo. Y los

16
Cf. testimonios en M. Bassols de Climent, Sintaxis histórica de la lengua lati-
na, II, Barcelona, 1948, pág. 391. Es la postura de Jan Gonda (l'he Character ofthe
Indoeuropean Moods, Wiesbaden, 1956) y de Schwyzer, citados por García Calvo, de
Bassols, de M. S. Ruipérez (Potencial e imperativo: planos locutivo y delocutivo en
castellano actual, ponencia presentada al IV Congreso Internacional de Hispanistas,
Salamanca, 1971 ), de Gili Gaya y de Alarcos.
Modos verbales 369

modos han de interpretarse como formas componentes del paradigma


verbal, formando un sistema, a la par que han de verse como elemen-
tos sintagmáticos. Pero unos valores que adquieren los modos en el
decurso, contextualmente, y que no les pertenecen privativa ni para-
digmáticamente, con dificultad pueden ser considerados como distin-
tivos de los modos.
Mariner, que admite en principio que la subordinación no es cri-
terio fundamental para las formas del llamado subjuntivo y que la de-
nominación de «modo de la subordinación>> es inadecuada, acepta
este rasgo como distintivo del modo, que se plasma fundamentalmen-
te en el «modo infinitivo», pues que no necesita transpositores para
funcionar como subordinado"- Pero añade que la vinculación de es-
tas formas verbales a la subordinación no es indispensable. Lo que
quiere decir - nos parece- que es un rasgo sintagmático, no priva-
tivo ni indispensable, no distintivo ni defmidor; y por tanto, no lo
creemos diacrítico del modo verbal.
No es, pues, la subordinación, repetimos - a nuestro entender-
criterio distintivo y básico de la categoría modal en el verbo español.
D. Andrés Bello, seguidor de este criterio, trató de escapar a los
problemas que le presentaba tal tesis, añadiendo la fórmula «o que
puede estar subordinado». Pero esta capacidad es distintiva de todas
las formas verbales (a excepción del llamado imperativo) y ni siquie-
ra lo es solamente del verbo.
El hecho de que la misma proposición subordinada pueda apare-
cer con formas indicativas y de subjuntivo, expresando diferentes
valores, nos dice que son esos valores y no la subordinación lo que
distingue a los modos.

17
No siempre carece de transpositores el infinitivo subordinado. Unas veces le
precederá un transpositor prepositivo y otras conjuntivo (Tenemos que ir). «Ni siquie-
ra el futuro de subjuntivo-acepta Mariner (página 225)- es un simple pero autén-
tico subjuntivo con todas las de la ley: por un lado, porque no es capaz por sí solo de
señalar subordinación o dependencia, sino solamente ayudado por indicadores ...». Cf.
l. Bosque, «Las bases gramaticales de la alternancia modal. Repaso y balance», en
Indicativo y subjuntivo, Madrid, 1990, págs. 13-65.
370 Morfosinta:xis

II. El segundo criterio de García Calvo - aplicado por Mari-


ner- es el de la actitud del hablante ante el enunciado. Se trata de la
concepción más tradicional, de que el modo expresa la actitud subje-
tiva o la «representación mental» y aun la «irrealidad>>. A Mariner
este criterio le parece insuficiente.
No creernos una mera coincidencia que éste sea el criterio domi-
nante durante tantos siglos de Lingüística (desde los gramáticos grie-
gos) y que aun las tesis renovadoras y pluralistas corno la que esta-
rnos comentando, lo admitan, junto con otros.
Este criterio, que atiende la relación «hablante-enunciado» pri-
mordial en la comunicación lingüística, ha sufrido diferentes plan-
teamientos:
a) Para unos se concreta en la oposición irrealidad/realidad
corno base del sistema subjuntivo/indicativo 18 . Mas queda en tela de
juicio desde el momento en que son muchos los casos en los que el
subjuntivo no indica irrealidad ni nada semejante. Recuérdese, a títu-
lo de ejemplo, una frase corno Aunque sea mi hijo, le castigaré, don-
de la concepción de un subjuntivo no real nos ofrecerla unas «suge-
rencias» ... Además la realidad o no realidad es factor extralingüístico,
que está en el referente, pero no en el signo.
b) Aunque se les hace sospechosa a algunos autores la reduc-
ción del modo subjuntivo a modo de la subjetividad o de la represen-
tación mental, ese rasgo, corno bien ha notado Mariner, es el distinti-
vo común a todos los valores del subjuntivo; algo así corno el
archisernerna de este modo.
Efectivamente en la comunicación y creación lingüística, la pos-
tura del hablante ante el enunciado sólo puede ser subjetiva, o bien la
de «inhibirse», manifestando el mensaje sin más. Es decir, que un
enunciado en subjuntivo añade al que aparece en indicativo un serna
de subjetividad, un rasgo de contenido consistente en un matiz de
afectividad, volición .. ., etc.

18
Defendida en el Esbozo ... (cit.), pág. 476.
Modos verbales 371

Con ello obtenemos una base de oposición subjetiva/objetiva para


la oposición gramatical subjuntivo + I indicativo-.
Mas estas subjetividad y objetividad pueden desglosarse en las
diversas modalidades, que son manifestación de las funciones lin-
güísticas.
De ningnna manera se trata de matices estilísticos, sino que esas
modalidades son valores bien diferenciados en unas frases u otras. En
ellas, pues, se establecen los diversos sememas en que se resuelve la
subjetividad, y éstos ya coinciden con el criterio de modo como re-
presentación de la modalidad, de García Calvo.
Las modalidades dominantes en los modos del verbo español son
correlativas a las tres grandes funciones del lenguaje de Bühler, re-
presentación, expresión y apelación; o lógica, expresiva e impresiva
en la terminología de García Calvo. En la primera función predomina
el valor del signo como símbolo, en la segunda como síntoma y en la
impresiva como señal.
Antes de ofrecer un estudio detallado de las diversas formas mo-
dales conviene precisar:
a) Que, salvo el llamado imperativo, ninguna forma verbal po-
see una modalidad exclusiva. En principio, pues, anticipamos que el
imperativo se opone a todas las demás formas como término marcado
sólo por la modalidad impresiva que responde a la función conativa o
apelativa.
b) Un segundo dato que conviene apuntar es que no son absolu-
tos los límites entre estas modalidades (por ejemplo, entre la voti-
va-optativa y la impresiva) y que aun en muchas frases se juntan las
dos. Ejemplo:
¿Sería Vd. tan amable de acercarme aquel libro?

c) Otro hecho importante es que varias formas verbales pueden


alternar en los mismos contextos - en muchos, al menos- pero di-
fieren por su función lingüística y modalidad; tal es el caso de las
formas -ral-se y aun de cante/canta, que luego estudiaremos.
372 Morfosintaxis

Esto nos dice que la modalidad es también factor distintivo de los


modos, implicado y superpuesto al de «actitud del hablante». Es evi-
dente que uno y otro son bases indisolubles inherentes al proceso
comunicativo lingüístico. En cualquier mensaje emitido verbahnente
son imprescindibles un hablante y unas funciones del decurso lin-
güístico. Y dado que el verbo es el núcleo y fundamento de las uni-
dades mínimas de comunicación, las oraciones, había de estar marca-
do por estos dos factores. Mientras que el tercer criterio de García
Calvo, el de la subordinación, depende de la estructura interna de ca-
da lengua.
Por tanto entendemos que son dos los criterios básicos de la cate-
goría del modo castellano que creemos válidos por ser rasgos lin-
güísticos generales, dando por supuesto que el de las modalidades
está implicado en el de «actitud del hablante» ante oyente y mensaje.

LOS MODOS DEL VERBO ESPAÑOL

Conforme a estos principios vamos a estudiar ahora los diversos


problemas que presentan lo~ modos verbales castellanos. Los más
graves son el de su número y el de su sistema. ¿Cuántos y cuáles,son
los modos? ¿Qué formas del verbo pertenecen a cada uno? Esas son
las cuestiones que trataremos de ir resolviendo.
A la primera pregunta las respuestas son abundantísimas y diver-
sas. Desde quienes aceptan «seis tiempos-modos» más las formas
semifinitas del imperativo y las no fmitas del infmitivo, gerundio y
participio, como Hockett 19, hasta la posición que cuenta sólo con la

19
Ch. Hockett, Curso de lingüística moderna, Buenos Aires (trad. de 4,ª ed.),
1972. No es preciso hacer revisión bibliográfica; pero sí creemos interesante recordar
que en el Esbozo para una nueva Gramática de la Lengua Española se distinguen el
indicativo, el subjuntivo y el imperativo, frente a las formas no personales; criterio
muy diferente del mantenido anteriormente por la R.A.E. (Gramática de la lengua es-
pañola), que había formado un modo potencial, junto a los de indicativo, subjuntivo,
imperativo, infinitivo ...
Modos verbales 373

dualidad subjuntivo/indicativo, en la que se halla, por ejemplo, Gili


Gaya...
Mas antes de seguir, conviene recordar que el modo no tiene un
morfo propio y específico, sino que lo comparte con los morfemas de
tiempo y aspecto. Este hecho aumenta la dificultad para reconocerlos,
pues lógicamente hay que partir de las variaciones de contenido que
las diferentes formas modales aportau a los decursos, sacar denomi-
nador común a todos los que corresponden a un supuesto modo y
contrastarlo con los de los otros modos. Para ello obviamente es pre-
ciso trabajar con abundante corpus, en que aparezcau todas las posi-
bles construcciones, y buscar los rasgos de contenido comunes. Pero
propiamente no existe un morfo específico de modo.

EL INDICATIVO

El indicativo es el modo de la exposición objetiva de los fenóme-


nos, en el que el hablante o sujeto de la enunciación emite su enun-
ciado sin tomar parte en él, sin añadir un rasgo de subjetividad. En
este modo predomina la función representativa y su modalidad dis-
tintiva es la lógica o declarativa. Es modo combinable con las moda-
lidades de frase negativa y con la interrogativa.
No nos parece adecuado seguir denominándolo «modo de la rea-
lidad», por las razones ya aducidas, y porque también la realidad está
expresada muchas veces por el subjuntivo, pero mediatizada por el
punto de vista del emisor. Basta con expresar una frase en pasado
como
Aunque hayas venido a verme sólo para esto, no puedo concedér-
telo.

La realidad, pues, no es criterio suficiente para definir el modo indi-


cativo, sino la relación objetiva hablaute-mensaje y la modalidad de-
clarativa.
374 Molfosintaxis
Es el modo esencialmente lingüístico, en el que predomina el
contenido del ennnciado sobre los restantes factores de la comunica-
ción. Por ello es el modo que parece generalmente con verbos aserti-
vos (Ej.: Te aseguro que lo vi ayer mismo); para manifestar acciones
ocurridas referidas a un pasado (Ej.: Cuando apareció, nos dimos un
susto); o para mostrar la causa, la condición, la concesión real, etc.
Y como la modalidad declarativa es la forma no marcada de la
modalidad, no puede extrañarnos que el indicativo ocupe en ocasio-
nes modalidades del subjuntivo en unos contextos determinados. No
en vano el término no marcado es siempre más extenso que el marca-
do y las oposiciones lingüísticas no son excluyentes, como bien de-
mostró Hjelmslev. Así podemos ver un indicativo presente señalando
uua modalidad impresiva-yusiva (¡Tú te callas ahora mismo!), un
futuro con la misma modalidad (No matarás; Harás lo que te man-
den ... ), o bien un imperfecto con modalidad expresiva (Me comía
ahora mismo un pastel de más buena gana ... ).
Es decir, que su rasgo básico de modalidad declarativa no impide
que algunas de sus formas se acomoden a otras modalidades, por ser
término no marcado de la oposición modal.
En ocasiones, unos suprasegmentos tonales peculiares suelen
acompañar a estas modalidades adquiridas por algunas formas de. in-
dicativo.

EL LLAMADO «IMPERATIVO»

Para ir perfilando los diversos modos del verbo español, es muy


importante fijar los caracteres y el puesto del llamado imperativo.
Ante él las posturas son fundamentalmente dos: la de quienes le
conceden autonomía modal y la de aquellos que lo asocian a otro
modo.
La Gramática de la Real Academia Española, el Esbozo para una
Nueva Gramática de la Lengua Española, Togeby, García Calvo,
Mariner... lo aceptan como modo independiente por sí sólo.
Modos verbales 375
Alarcos, que ya en Estructura ... 20 excluía del paradigma modal al
imperativo por su particular función apelativa, lo acepta definitiva-
mente como variante del subjuntivo en un contexto y tipo particular
de frases con función conativa. Esta última es la línea que nosotros
hemos seguído. Indudablemente, como bien dice Alarcos 21 lo impro-
cedente a todas luces es interpretar el imperativo como «modo del
habla» frente a los restantes «modos de la lengua», según lo hacen
Guillaume, Molho y Lamíquiz, ya que «nada hay diferenciado en el
habla que no esté diferenciado en la lengua».
El imperativo es modo de la función conativa, cuya modalidad
principal es la impresiva. Esta modalidad implica una gama de mati-
ces de contenido, contextuales, cual son el mandato, permiso o
anuencia ... Es modo de la comunicación directa y nunca puede apa-
recer en estilo indirecto, pues precisa la presencia del hablante.
No es exacto afirmar que este modo carece de persona. No carece
de tal categoría, sino de la primera persona; y esto es obvio: un «yo»
no puede mandar a «yo» pues ya habría ahí un desdoblamiento de
personalidad entre un <<yo» y nn «mí», y éste ya sería un segundo
actante.
Esta forma verbal carece de los morfos de tercera, cuarta y sexta
personas y conserva los de segunda y quinta. Sin embargo, la moda-
lidad impresiva, propia del imperativo, puede expresarse en una ter-
cera, cuarta y sexta personas, prestadas del llamado «presente de
subjuntivo».
El imperativo exige todos los elementos marcados por la comuni-
cación directa, es decir, un hablante, un oyente y un mensaje, más la
modalidad impresiva del primero respecto al segundo. El hablante
queda siempre fuera del texto, es el agente de la enunciación; el
oyente es, además de receptor y agente de la decodificación, el sujeto
gramatical del enunciado en imperativo. En todo imperativo hay,

20
E. Alarcos Llora.ch, Estructura ... recogido en Estudios ... (cit.), págs. 60 y sigs.
21
E. Alarcos Llorach, «Sobre el imperativo», en Archivum, XXI, 1971, págs.
389-95; recogido, Estudios ... (cit.). págs. 95 y sigs.
376 Morfosintaxis

pues, no sólo un acto ilocutivo, al igual que lo vemos en la forma del


llamado 'presente de subjuntivo' en oraciones optativas e imperati-
vas.
El imperativo no acepta la forma negativa, generalmente, salvo
en algunas fórmulas conversacionales (ejemplos: No corred, No mo-
·. veos), tal vez como ultracorrecciones de las formas con infinitivo, ni,
por supuesto, la interrogativa.
Para expresar el mandato negativo, que coincide con la prohibi-
ción, la lengua usa el llamado «presente de subjnntivo» y en colo-
quial, en epigrafia y en pocos casos más, también la fórmula no + in-
finitivo.
La dificultad que se nos presenta es si tienen la misma modalidad
canta y cantes, cantad y cantéis. En principio el imperativo canta y
cantad tiene la impresiva, mientras que cante está marcada funda-
mentalmente por el matiz optativo, variante de la expresiva, y por el
dubitativo.
Formulando esto de manera más estricta, cliremos que cante pue-
de aceptar la modalidad impresiva, porque el campo optativo es más
extenso que el yusivo y lo incluye, como dice Díaz Tejera. Se trata,
pues, de una inclusión de sernas y hay que reconocer que no es sólo
en forma negativa, no + cantes, donde cubre la función impresiva
este subjuntivo, sino también en la forma positiva. Entre Pedro, venc ..
y ¡Que vengas!, que estudia Alarcos, no hay diferencia de informa-
ción. Tal vez un énfasis mayor en la segnnda oración, aportado por el
que y por el tono. Y si transformamos en negativa la frase Pedro, no
vengas... ¡Que no vengas!, percibimos la equivalencia y el mismo én-
fasis en ambas. De ningún modo en estos casos podemos interpretar
como hechos de rección las frases introducidas por que. Esta particu-
la presta un énfasis a la expresión, del mismo modo que puede indi-
carlo un cambio en el orden de los elementos (ejemplo: ¡Maldita
sea{).
Igualmente vemos la modalidad impresiva de cante con un sim-
ple cambio de forma de tratamiento, es decir, un factor sociolingüís-
tico (ejemplos: Calla tú; Hable Vd.).
Modos verbales 377

Por otra parte el imperativo, atendiendo al criterio de actualidad,


se comporta de la misma manera que cantes, o sea, está marcado
positivamente por ese rasgo, pues indica simultaneidad o posteriori-
dad respecto a un hecho enunciado en el presente o en el futuro, o
bien desde un pasado actualizado.
Si a esto se añade que las únicas formas conservadas por nuestro
imperativo son las imprescindibles para subsistir y que se apoya en
las formas de cante para las personas gramaticales que él no conser-
va, no nos queda más remedio que insistir en que canta-cantad son
simples alomorfos, especializados en la modalidad impresiva positi-
va, de la primera forma del subjuntivo, del llamado <<¡Jresente», y que
ambos forman una sola unidad del sistema; como lo aceptan numero-
sos lingüistas que atienden a la estructura de la lengua española desde
muy diversos ángulos.
Y no hay ningún inconveniente en asignar dos modalidades a una
sola forma modal; es un caso de homonimia, si bien al pervivir en
dos personas sendas formas de expresión heredadas de otros tantos
modos latinos una de ellas se ha especializado en una de las dos mo-
dalidades. Pero no debe olvidarse que tanto ame como ama pueden
representar la función impresiva, si bien ame, además, indica la ex-
presiva. Ninguna de las dos formas puede aparecer en la frase inte-
rrogativa; una y otra pueden aparecer en el mismo contexto y tienen
idéntica marca en cuanto a la actualidad. Sólo se diferencian por la
posibilidad que tiene cante de aparecer tanto en nexus subordinado
como en independiente, pero ya vimos que esto no es criterio distin-
tivo del modo verbal.
No creemos, pues, en la independencia de un modo imperativo en
la lengua española, y abundantes son las razones que hemos expuesto
para ello: insuficiencia formal, paralelo comportamiento de las for-
mas canta y cante y coincidencia de modalidades.
378 Morfosintaxis

EL SUBJUNTIVO

Para ir precisando más el sistema modal de nuestra lengua siga-


mos estudiando el subjuntivo como modo, ya que de una de sus for-
mas acabamos de hablar 22 •
El subjuntivo es el modo que expresa la subjetividad del hablante
o del sujeto de la comunicación ante el enunciado, es modo de la hi-
pótesis y de la virtualidad. En toda expresión con subjuntivo se per-
cibe la presencia del hablante y del enunciado. El hablante puede
aparecer, además de como agente de la enunciación, como sujeto del
enunciado, hecho que no podía darse en el llamado 'imperativo'.
Un problema importante es si han de interpretarse como un solo
modo las formas cante y cantara/cantase o como dos modos dístin-
tos, según ha formulado Mariner 23 , el potencial y el irreal, respecti-
vamente.
Aceptado que el criterio de la subordinación no lo distingue - ni
siquiera es distintivo de la categoria modo- probemos con los otros
dos criterios.
Anticipemos que, si estudiamos este modo en la lengua actual,
dificilmente podremos tener en cuenta la forma cantare, el llamado
«futuro de subjuntivo». No la incluimos en el sistema de la lengua
funcional, porque su rendimiento es mínimo 24 y casi se reduce a fór-

22
Pueden completarse los planteamientos que aquí ofrecemos con: R. Navas
Ruiz, «Bibliografia crítica sobre el subjuntivo español», en Actas del XII Congreso
Internacional de Lingüística y Filología Románica, Madrid, 1970; y «El subjuntivo
castellano. Teoría y bibliografia crítica>>, en l. Bosque, (ed.). Indicativo y subjuntivo
(cit.), págs. 107-141. M.ª J. Gregario de Mac, El problema de los modos verbales,
Rosario, 1968; R. A. Farley, «Time and Subjunctive in Contemporary Spanish>>, His-
pania, LIII, 1970, págs. 466-475.
23
Loe. cit., págs. 219y229.
24
Cf. C. Salaün, <<Estudio sincrónico de las formas -ra, -se, -re», en Español ac-
tual, 23, 1972, pág. 14.
Modos verbales 379
mulas estereotipadas o arcaísmos sintácticos, salvo en algunos luga-
res.
En cualquier caso, su presencia no modifica nuestro planteamien-
to. Su carácter de futuridad, de hipotético y la casi exclusiva presen-
cia en subordinadas, lo definirían suficientemente. Mas no contamos
con él en el paradigma ni lo incluimos en las oposiciones ya que ape-
nas lo encontramos en el decurso 25 •
No creemos oportuno denominar «tiempos» ni «formas tempora-
les» a las variantes del subjuntivo, puesto que no están marcadas por
el tiempo externo, es decir, por las marcas temporales que establece
el hablante en pasado, presente y futuro.
En el subjuntivo hay varias perspectivas de tiempo.
Pongamos un ejemplo: ¡Ojalá venga mi hermano mañana! En él hay
qne discernir entre el momento de la enunciación, que es el tiempo
del hablante, en este caso, y el momento del enunciado que es el del
cumplimiento del deseo; al menos estas dos perspectivas temporales.
Y si de alguna manera se quiere insertar el tiempo en el subjuntivo,
ha de hacerse combinando varios puntos de vista. Eso es precisamen-
te lo que hace la actualidad o actualización, categoría que marca y
sistematiza al subjuntivo, según luego veremos.
Si cante y cantara no son dos formas temporales ¿serán modos
diferentes, como pretende Mariner?
Veamos lo que las diferencia y lo que las une. La forma cante
acepta las modalidades expresiva fundamentalmente e impresiva, se-
gún vimos; y está marcada por un serna de eventualidad. No puede
referirse nunca a un momento anterior al de la enunciación por el
hablante. Acepta la forma negativa pero no la interrogativa, salvo en
metalenguaje o estructuras truncadas (ejemplo: ¿Que cante yo? Im-
posible). La forma cante puede aparecer tanto en nexus independien-

25
Cf. M.ª Ángeles Sastre, Construcciones y usos de la forma -re en castellano,
Valladolid (tesis doctoral), 1993; R. Eberenz, <<Sea como fuere. En tomo a la historia
del futuro de subjuntivo, en l. Bosque (Indicativo y Subjuntivo, cit.); y B. Camús, «El
futuro de subjuntivo en español>>, Ibidem, págs. 41 Oy sigs.
380 Morfosintaxis

tes como en nna cláusula subordinada, pero -curioso- es rechaza-


da por el transpositor eminentemente hipotético, o de posibilidad, si.
Las formas cantaral-se, irreales impresivo/expresivas, para Mari-
ner, son totalmente independientes del tiempo externo, comportan
nna modalidad expresiva; pueden aparecer en el nexus independiente
o en frase subordinada, conectada por transpositores lo mismo que
cante; aceptan la negación y rechazan igualmente la modalidad inte-
rrogativa. Todos estos caracteres coinciden con los de la forma pri-
mera26.
La presencia de -ra en la apódosis de las condicionales (recuér-
dese que ya se daba en latín), no se da hoy más que en la lengua lite-
raria. La alternancia de las formas -ral-ría se explica por la coinci-
dencia de las dos en la modalidad expresiva y el valor hipotético.
Además nna y otra pueden significar un hecho posterior a otro pasado
(ejemplos: Me dijo que vendría; Le pedí que viniera).
La forma cantara tiene valores irreales (¡Quién lo dijera!), po-
tenciales y reales -como los tenía en latín- y hasta el siglo xv
predominó el valor llamado real, de indicativo, en él 27 • Por otro lado,
estos dos valores se ven altamente mediatizados por el contexto.

26
Cantara, derivado de un pluscuamperfecto indicativo latino (cantase lo es del
subjuntivo) ha heredado algunos de los valores que tenía su étimo latino. Estos, bre-
vemente, eran: 1) Anterioridad respecto a un tiempo pasado, especialmente un imper-
fecto. 2) Acción pasada, sin idea de anterioridad. 3) Indicativo con valor irreal. 4)
Valor irreal matizado por algunos adverbios. 5) Irrealidad, en la apódosis de una
condicional.
Cuando conserva los dos primeros valores es interpretado como arcaísmo sintácti-
co (cf. M. Alvar y S. Mariner, «Elementos constitutivos del español: Latinismos», en
E.L.H., 11, 1966, pág. 24) que se ha difundido especialmente en el N.O. de la Península
y en Hispanoamérica. Véanse asimismo, E. Ridruejo, «¿Cambios iterados en el sub-
juntivo español?», en I. Bosque, (cit.), págs. 361-382; M. Cruz Martínez, «Diacronía
de cantara», Archivum, XXXI, 1981-82, págs. 513-525.
27
Hasta el siglo XIV esta forma es más de indicativo que de subjuntivo. En los si-
glos xv y XVI decae el valor de indicativo. A fines del XVI y en el s. xvrr desaparece el
valor de indicativo. A fines del xv1n revive, y se difunde intensamente en el siglo x1x.
En el siglo xx persiste, aunque reducido.
Modos verbales 381

En definitiva que no nos parece la irrealidad rasgo pertinente de


las formas en -ra ni -se, y tienen tantos rasgos en común con la forma
primera o de «presente» del subjuntivo que, para nosotros, constitu-
yen, indudablemente, unidad modal.
La forma -se es un alomorfo, casi facultativo salvo en los valores
conservados como arcaísmo, de la forma -ra; hoy alternan en casi to-
dos los casos y su intercambiabilidad en las proposiciones condicio-
nantes es absoluta 28 • La preferencia depende de la diversidad de fac-
tores sociolingüísticos, diatópicos y diastráticos.
Para que las formas cantara/-se fuesen modo diferente a cante,
habrian de responder a distinta actitud del hablante aute el enunciado
o/y a diferente modalidad. Pero hemos visto que la actitud es la mis-
ma y que las modalidades coinciden; que sólo el contexto hace que
una forma u otra adopte distinta modalidad. Así pues, mantenemos la
unidad modal del subjuntivo con las dos formas y sendos alomorfos.
La diferencia entre ellas se basa en la categoria de actualidad o ac-
tualización.
Cf. L. G. Wright, The history ofthe -ra verb form in Spain, California, 1928; y
«The indicative function of the -ra verb form», en Hispania, XII, 1929, págs. 159-278;
M. Alvar y S. Mariner, «Elementos constitutivos ... », cit.; H, Meier, «Sintaxis verbal
española e hispanoamericana», en Actas del Ill Congreso Internacional de Hispanis-
tas, Méjico, 1970, págs. 611 y sigs.; Bull, «Modem Spanish -ra verb form frequencies»,
en Hispania, 1947; Mallo, «La discusión actual sobre el empleo de las formas verbales
-ra con función de tiempo pasado de indicativo», en Hispania, 1950, págs. 126-134.
28
Recuérdese que también por analogía, en cualquier caso infrecuente, la forma
-se adquiere el valor indicativo pasado de -ra: Volví a experimentar la angustia de
soledad que me acongojase una hora antes (Delibes, La sombra del ciprés es alarga-
da).
Cf. V. Bejarano, «Sobre las dos formas del imperfecto de subjuntivo y el empleo
de la forma -se con valor de indicativo», en Strenae, Salamanca, 1962, págs. 78-86; y
C. Salaün, loe. cit., pág. 14.
La forma compuesta hubiera cantado en la apódosis de la condicional aparece en
proporción de 5 a 1 sobre la forma habría cantado. Cf. R. H. Spaulding, «An inexact
analogy... », en Hispania, 1929, pág. 371; y Meyer Lübke cree que su uso se debió a
una analogía de -ra en la prótasis. Cf. Margarita Porcar Miralles, Loe. cit.; y E. Ri-
druejo, «Ütra vez sobre el verso 20 del Cantar de Mio Cid>>, Philologica Hispaniensia
in Honorem M. Alvar, II, Madrid, 1985, pags. 589-602.
382 Morfosintaxis
Ya hemos visto que el hablante en las expresiones con cualquiera
de las formas del subjuntivo mentaliza, subjetiva el enunciado. Y da-
do que uo coiociden el rnorneuto de la euuuciacióu y el del euuncia-
do, el de la emisión del mensaje y el del contenido del verbo en sub-
juntivo, considerando que, al menos, estos dos tiempos están
presentes en un decurso con subjuntivo, la correlación entre ambos sí
puede ser distiotiva, ya que marca de diferente manera a la forma
cante que a cantaral-se.
Todos los enunciados que exigen subjuntivo y que sitúan el mo-
mento de la enunciación en un presente o futuro del hablante
(ejemplos: Me pides que cante; Siempre temeré que le pase algo; o
en frase iodependiente con suposición del momento del hablante:
Cállese; Venga pronto; Le diré.' no vuelvas tarde ... ) llevan general-
mente la forma primera, cante, como expresión.
Otro tanto ocurre cuando se actualiza en el pasado el momento
del hablante o la enunciación, por ejemplo, por medio del estilo di- '
recto (ejemplo: Y entonces dijo: «Salga y no vuelva a entrar»). Es
corno si el hablante se trasladase a ese momento - y nosotros con
él- e hiciera eje de la enunciación a ese punto del pasado 29 •
En cambio en las frases cuyo verbo regente está en pasado (sin
actualizarse el momento del hablante, sino que éste queda en el pre-
sente, mientras señala la enunciación del verbo regente en un pasa-
do), es general la presencia de las formas II del subjuntivo, canta-
ral-se (ejemplos: Le pedí que viniera; Siempre temí que lo hiciera
mal... ).
La forma primera del subjuntivo expresa simultaneidad o poste-
rioridad respecto al momento de la enunciación, o del verbo regente
en las subordinadas; mientras que la forma II expresa posterioridad
respecto al pasado. En las frases con esta forma II cantara o cantase
hay, pues, tres momentos supuestos o expresos:
a) El momento del hablante o de la enunciación.

29
Cf. V. Lamíquiz, El sistema verbal del español, Málaga, 1982.
Modos verbales 383
b) El momento (de pasado respecto al hablante) de ennnciación
de la oración regente.
e) El momento de la subordinada en subjuntivo, que guarda re-
lación de posterioridad respecto a b) y es diferente respecto de a). De
aquí que pueda expresar una noción en pasado, presente o futuro res-
pecto al momento del hablante.

Por todo ello creemos que la forma cantel-a, primera del subjun-
tivo, está marcada positivamente por la actualidad; y la forma II
cantara/-se está marcada negativamente.
Y esta es la oposición que les sirve de base distintiva, pero dentro
de un solo modo, el subjuntivo, que tiene como archisemema la sub-
jetividad y sirve preferentemente a la modalidad expresiva. Las va-
riantes de modalidad se deben al contexto.
Comprobando todo esto en casos extremos de diferencia máxima,
en frases independientes, la distinción entre Tal vez lo haga y Tal vez
lo hiciera no es de posibilidad e irrealidad, sino que la segunda frase
es capaz de expresar la acción en el pasado, cosa que no puede el pre-
sente haga, y además encierra una mayor imprecisión temporal, que
es la que da un carácter preferentemente improbabilitivo. Pero las dos
frases contienen un matiz dubitativo, que es una variante de la subje-
tividad del hablante ante el enunciado, y una modalidad declarativa.
Otro tanto se puede decir de No creo que lo haga y No creo que lo
hiciera.
Cuando se usa la forma -ra en estos casos, es por tratarse de un
término más extenso.
Entre ¡Ojalá llueva! y ¡Ojalá lloviera! no hay diferencia modal.
En la primera se expresa un simple deseo prospectivo y en la segunda
un deseo capa2: de referirse al pasado apoyándose en una precisión
contextual y en un serna de improbabilidad que le nace de su impre-
cisión respecto al tiempo. Pero hay la misma función expresiva en los
dos, igual subjetivación del enunciado por el hablante y el mismo
contenido volitivo aparece en ambas. No hay, pues, diferencia modal.
Si llueva intensifica el deseo de la lluvia más que lloviera, es senci-
384 Morfosintaxis

llamente por ser una forma marcada en cuanto a la actualidad, es de-


cir, referida necesariamente al momento de la enunciación, al presen-
te del hablante. Tal énfasis del deseo es consecuencia de la marca de
actualización y no de la modalidad.
Y una vez más hay que insistir en que los valores significativos
de posibilidad, deseo, necesidad... , sólo aparecen en el decurso, son
sintagmáticos o, si se quiere, realizaciones sintagmáticas del semema
común de tales formas, que es la subjetividad. Amara y ame, per se,
pueden adquirir uno u otro valor; están marcados por el rasgo de
subjetividad, en cuanto que son capaces de figurar en decursos donde
el mensaje no se enuncia simplemente, sino que se manifiesta una
participación o actitud del hablante ante él. Entre Ya llueve y Que
llueva la diferencia está en la actitud del hablante; la realidad signifi-
cada es la misma, la caída de la lluvia, pero en la segunda frase a esa
realidad se añade el deseo.

VALORES DEL SUBJUNTIVO EN EL DECURSO

Sobre las bases anteriormente expuestas, interpretaremos, aunque


someramente, los principales valores semánticos que adopta el sub-
jiíntivo en el decurso y que vienen a coincidir con los sernas de aquel
semema común.
Cualquiera de los usos que vamos a examinar se ajusta a las
bases teóricas y sistemáticas estudiadas, es decir, a la subjetiva-
ción del enunciado por parte del hablante y a la modalidad de la
oración.
Hay que distinguir, en principio, una formulación independiente
del subjuntivo en oraciones autónomas de aquellas otras de subjunti-
vo en proposiciones o nexus subordinados. En este último caso dis-
tinguiremos el subjuntivo en proposición con función de SN2 , del que
puede aparecer en función de SN3 o SN4• Acomodándonos a unas lí-
neas muy marcadas de valores semánticos expresados por el subjun-
tivo, subdistinguiremos a su vez entre el de modalidad expresiva
Modos verbales 385
(volitiva u optativa ... ), el de la impresiva (de mandato ...) y el de de-
clarativa (dubitativo ... ).

Significación de ruego
(ej.: ¡Que pase!).
Modalidad Significación de deseo
expresiva (ej.: ¡Ojalá venga pronto!).
Significación de concesión
(ej.: Vaya, si quiere).
Subjuntivo en
oraciones
Modalidad Significación de mandato
independientes
impresiva { (ej.: Váyanse a casa).

Modalidad Significación de duda


declarativa { (ej.: Tal vez lo haga).

La duda tiene una serie de matices significativos. Cuando se trata


de duda absoluta o atenuada, ya en sentido positivo o negativo, el
subjuntivo es casi inevitable; pero si es un matiz de probabilidad o
posibilidad más o menos débiles, suele aparecer indicativo. En todo
caso el grado dubitativo depende del verbo y de los elementos que lo
acompañan. Se puede percibir que son los significados de ruego, de-
seo, mandato, duda, posibilidad, necesidad... , los que provocan la
presencia del subjuntivo.
Mientras en estas oraciones la actitud subjetiva del hablante va
implícita en el subjuntivo, y así, por ejemplo, en la expresión volitiva
el mismo verbo contiene lo deseado y el propio deseo, en las que va-
mos a comentar ahora la actitud del hablante se expresa en el verbo
llamado regente o principal y el objeto de la duda, deseo, mandato,
necesidad ... , va en el subjuntivo de la proposición subordinada 30•

30
El haber sido tratado este punto extensamente en otros lugares nos disculpa
nuestro planteamiento esquemático. Véase, por ejemplo, A. Bello (Gramática ... , cit.,
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 13
386 Morfosintaxis
Significado de la principal Verbo del nexus SN2

Optativo rwRuego
Consejo
Mandato
Voluntad

{Necesidad Subjuntivo
Operativo Conveniencia
Subjuntivo en
Valoración
proposiciones
con función Duda
deSN2 Posibilidad
Dubitativo Irrealidad
Desconocimiento
} Subjuntivo/Indicativo
Hipótesis

De afectividad {Temor . , } Sub. unttvo


.
Afecto o emocton ~

El subjuntivo en nexus o proposiciones con función de SN1, SN, o


SN4 se rige por las mismas bases. Así las que significan causa, tiem-
po, condición, concesión, etc .... aparecerán en subjuntivo cuando se
desea expresar una duda, desconocimiento, irrealidad, deseo ...
Ejemplos:
Te pido por favor que tennines enseguida; Le mandó que asistie-
ra a la reunión; No hace falta que vayas inmediatamente; Es im-
prescindible que todos mantengan su postura; Es inútil que lo inten-
tes de nuevo; Dudo que lo haya terminado; Es posible que ya haya
llegado; Temo que le pase algo; Lamento que te hayas enfadado por

págs. 174 y sigs.), Gili Gaya (Curso ... , cit., págs. 19 y siguiente), R.A.E. (Esbozo ... ,
cit., págs. 455 y sigs.), Hemández Alonso (Sintaxis ... , cit., págs. 248 y sigs.) y R. Na-
vas Ruiz, El subjuntivo castellano, Salamanca, 1986.
Modos verbales 387
eso; Cuando vengas, tomaremos una copa; Si tuviera tiempo, no me
perdería ese viaje ... 31 •

Conviene, no obstante, aclarar que en las condicionantes a veces


el indicativo cubre el puesto del subjuntivo, pues el transpositor si ya
lleva una gran carga hipotética (Si vienes ... ).
Lo mismo se puede decir de las que funcionan como término ad-
yacente de un sintagma. Ejemplo:
Los alumnos que piensen/piensan ir a la excursión deben inscri-
birse inmediatamente.

Las que significan fmalidad siempre van en subjuntivo, a no ser


que se construyan con infmitivo, ya que todas ellas implican deseo.
En todas las anteriormente citadas, la presencia de la forma cante
o de cantara responde a los factores que hemos expuesto con ante-
rioridad; si bien debe recordarse que el transpositor si rechaza la for-
ma primera, así como la del sintagma compuesto correspondiente,
haya cantado. Es de notar la mayor probabilidad de subjuntivo en
enunciados de futuro, dado el carácter virtual e hipotético de éste. Por
otra parte, el uso del subjuntivo está en razón directa a la atención
prestada en la elocución y al nivel socio-lingüístico de los hablantes.
En el habla coloquial es mucho menos frecuente, como lo era en el
latín vulgar respecto al literario; y es que el uso del subjuntivo supo-
ne una mayor elaboración de la lengua y una gran atención por parte
del hablante. El que haya de aparecer la actitud del hablante y una
modalidad lingüística expresada léxicarnente (en el verbo llamado
principal) o en marcas morfemáticas (flexión de modo en las oracio-
nes independientes), con apoyo posible de otros elementos léxicos

31
Es de notar que las complementarias interrogativas indirectas totales, introduci-
das por si, no admiten generalmente el subjuntivo. En ellas el indicativo ocupa su lu-
gar: No sé si vendrá; Ignoro si lo habrá hecho. Y obsérvese que la forma negativa su-
perpuesta a algunos verbos provoca un cambio de su significado. Ejemplo: No creo
que esté en casa (valor de duda).
388 Morfosintaxis

(quizá, ojalá, tal vez... ), todo ello supone un complejo proceso psico-
lingüístico.
Por eso la extensión del subjuntivo en la lengua es índice de un
notable progreso y madurez lingüísticos. En este sentido hay que
interpretar el avance progresivo del subjuntivo a expensas del indica-
tivo desde la lengua medieval hasta hoy. Frases medievales que
significaban posibilidad, temor, duda, desconocimiento, hipótesis ... ,
aparecían en indicativo, y hoy exigen subjuntivo. Y construcciones
verbales medievales que iban en indicativo con carácter condicionan-
te, o temporal hipotético ... (ejemplos: Vive leda, si podrás; Quando
los gallos cantarán; Miedo han que y verná ... ), hoy no suelen expre-
sarse siuo en subjuntivo.
En fin, claro se ve que la preseucia del subjuntivo (y de uno u
otro modo) depende de factores lingüísticos (funciones-modalidades)
y psicolingüísticos (participación subjetiva del hablante en el enun-
ciado).

LA FORMA 'CANTARÍA'

Durante largo tiempo la Real Academia Española englobó este


tiempo verbal entre las formas del imperfecto de subjuntivo, apoyán-
dose en que alternaba en algunos casos con -ra en la apódosis de la
condicional.
Bello 32 replanteó la cuestión, precisando que no se trataba de una
forma del subjuntivo, sino que se comportaba como un indicativo;
para él, era un claro <<pospretérito de indicativo».
Más tarde la Real Academia, ya en la edición de 1917, reconside-
ró el tema y creó un modo diferente, el llamado potencial, con lo cual
uo rozaba la tesis de Bello y atendía al valor de posibilidad, distintivo
de esta forma. Hasta el Esbozo de una Nueva Gramática de la Len-

32
A. Bello, Gramática de la lengua castellana, Buenos Aires, 8.ª ed., 1970, págs.
219 y sigs.
Modos verbales 389
gua Española esa fue la postura académica. En éste ya se la incluye
definitivamente entre los tiempos del indicativo con la denominación
de condicional, si bien subtitulándolo con el término de Bello"-
Su inclusión entre los futuros de indicativo es hoy casi general.
Así Gili Gaya, ofreciendo una revisión crítica de la cuestión, no duda
en asignarle el puesto de futuro hipotético.
La forma, según es sabido, nació sobre una perífrasis de infinitivo
con valor de obligatoriedad y prospectivo. Sobre el infinitivo y el im-
perfecto sincopado de haber (amare + hia ~ amaría) se forjó ese
futuro del pasado.
Es, pues, en su génesis, forma prospectiva respecto al pasado,
perifrástica, y de aspecto imperfectivo.
Su contenido es de posterioridad respecto a un pasado (Dijo que
vendría), no marcado en cuanto al presente del hablante, e indica po-
sibilidad matizada más o menos intensamente con la marca de im-
probabilidad. Mas esa marca de posibilidad le viene de su adscrip-
ción a un tiempo futuro y de ser forma no marcada por el tiempo del
hablante.
La posterioridad relativa es marca sintagmática, que se da en el
decurso, mientras que la de posibilidad es paradigmática, por su per-
tenencia a los futuros. Es una forma paralela al futuro absoluto canta-
ré. Si éste indica posterioridad respecto al presente, cantaría lo hace
refiriéndose al pasado.
La forma es, sin duda, plurivalente. Sus valores se distinguen se-
gún aparezca en frase independiente o en una proposición subordina-
da. Empecemos por este caso. Cuando la forma -ria aparece en su-
bordinadas, su valor es el de posterioridad respecto a un pasado: Me
aseguró que no faltaría. Pero es llamativo y dato importante para su
adscripción al indicativo el que nunca puede aparecer dependiente de

33
R.A.E., Esbozo ... , cit., págs. 263-472. La denominación de condicional induce
a confusión, pues en la parte auténticamente condicional o condicionante nunca puede
aparecer, salvo por regionalismo, y su presencia en la apódosis es una de sus funcio-
nes y valores, no distintivo ni privativo, ni siquiera más frecuente. Véase una crítica
detallada en Mariner (loe. cit.), págs. 232.
390 Morfosinta:xis

verbos que exigen uu subjuntivo. Nunca lo encontramos tras verbos


de petición, ruego, mandato, necesidad... ; no es, pues, comnutable
por el subjuntivo en todos estos casos.
Tampoco aparece en proposiciones que signifiquen tiempo, lugar,
ni condición.
En frase independiente este futuro del indicativo puede adquirir
uno de los siguientes valores:
Posibilidad. Es el que le corresponde por pertenecer a los futuros,
que expresan virtualidad o hipótesis. Al ser una forma no ,marcada en
cuanto al tiempo externo, puede referirse al pasado o al futuro. La
posibilidad en el futuro puede, por el contexto, adquirir un valor op-
tativo. Ejemplo:
fria al cine de buena gana hoy.

Una variante de esta marca es la de permiso, concesion o anuencia


preferentemente alusiva al pasado, aunque puede también hacerlo al
futuro. Ejemplo:
Sería un buen momento, pero a mí no me lo parece (o pareció).

Otro valor significativo que puede adoptar este tiempo es el de


cortesía, nacido del de posibilidad junto con una sugerencia o un de-
seo debilitado. La modalidad interrogativa de la frase favorece fre-
cuentemente esta marca. Ejemplos:
¿&ria Vd. tan amable de decirme la /wra?
Querría pedirle que me dedicara unos minutos.

Por fin, estos valores de -ría pueden encontrarse en la apódosis de


la condicional. Es la forma dominante, cuando en la prótasis hay
-ra/-se 34 •

34
Conocido es el regionalismo cántabro-burgalés de la forma -ría en la prótasis de
las condicionales y en las otras subordinadas donde la norma exige subjuntivo: Me
pidió que lo haría; Si le ayudarías, él te lo agradecería._
Modos verbales 391

En todo caso, la forma -ría en la apódosis aporta generalmente un


valor de posibilidad.
Todos estos valores que hemos anotado del futuro hipotético de
indicativo son los que adopta en el decurso. Sus sernas distintivos son
el de posibilidad y faturidad: los otros son variables contextuales de
éstos. Y aquel primer rasgo le viene por ser forma no marcada por el
tiempo externo en el sistema, es decir, independiente en cuanto al
tiempo, y por ser un futuro. La posterioridad relativa es marca tempo-
ral dentro del decurso, que no anula, sino apoya, el rasgo primero.
Es tiempo del indicativo marcado fundamentalmente por la mo-
dalidad declarativa, que puede aparecer tanto en frases afinnativas
como negativas o interrogativas.
Los dos rasgos distintivos señalados, posibilidad y posterioridad,
no son independientes. La futuridad relativa implica el rasgo de pos-
terioridad. Por tanto este serna, el fundamental de cantaría, es conse-

Hemos de recordar que la combinación si. .. -ra I ...-ría en las dos partes del perío-
do condicional es algo tardía; apenas aparece en los primeros documentos literarios
(escasas veces en el Poema de Fernán González, donde encontramos la primera do-
cumentación. .. ), pero se hizo forma dominante y general en el siglo xv1.
La combinación más antigua es -sel-ría.
La combinación -ral-ra es muy escasa en el Cantar de Mio Cid y en Berceo. In-
frecuente en Fernán González (Si essora tornaran, faeran bien venturados) y en el
Alexandre, y se va generalizando, hasta hacerse frecuente y general en el siglo xv.
La regresión de esta combinación -ral-ra es paralela al avance de si-ral -ría.
La alternancia de cantara y cantaría en la apódosis del periodo condicional no es
absoluta ni proporcionada en la lengua actual. Prevalece netamente -ría en las formas
simples, mientras que es mucho más frecuente -ra en las formas compuestas (Hubiera
cantado). Véase, entre otros, E. Ridruejo, «Cantaría por cantara en La Rioja», Ber-
ceo, 87, Logroño, 1975, pags. 123-134; y «Cantarla por cantara en el español de
Buenos Aires. A propósito de una interpretación sOciolingüistica», Actas del III Con-
greso Internacional de El español de América, llI, Valladolid, 1991, pags. 1193 y
sigs.; M. Martínez Martín, «La sustitución de cantara, cantase por cantaría en el ha-
bla de la ciudad de Burgos», LEA, V, Madrid, 1983, pags. 179 y sigs; M.ª A. Helguera
Castro, El uso del subjuntivo en la ciudad de Palencia. Estudio sociolingüístico, Va-
lladolid (tesis doctoral), 1993; M. Porcar Miralles (loe. cit.), especialmente págs. 133
y sigs.; G. Rojo y E. Montero Cartelle, La evolución de los esquemas condicionales,
Santiago de Compostela, 1983.
392 Moifosintaxis
cuencia de su situación en el sistema (no marcado temporalmente) y
de la posterioridad, que es el valor esencial en el decurso y el propio
de su étimo.
Mas conviene recordar que esta forma junto con la otra de futuro,
cantaré, están próximas a algunos valores del subjuntivo. En éste
aparecen ciertos rasgos de hipótesis o eventualidad, nacidos de la
modalidad que le corresponde; y en los futuros aparecen estos mis-
mos rasgos como consecuencia de la temporalidad futura.
CAPÍTIJLO XIX

FORMAS NO FLEXIVAS

El subsistema de formas verbales no flexivas, infinitivo, gerundio


y participio, no está marcado por los morfemas de tiempo, modo ni
persona. En cambio sí que manifiestan el aspecto verbal, organizado
en tres grados: un miembro marcado por la cursividad, imperfectivo,
que es el gerundio (cantando), con morfo aspectual propio, -nd-; un
término marcado negativamente, perfectivo, el participio (cantado) y
un tercer elemento neutro en dicha oposición, el infinitivo (cantar).
Son, realmemte, deverbativos.
Estas tres formas no constituyen propiamente un modo verbal, si-
no que son el término neutro de las oposiciones modales. No expre-
san, por sí, una actitud del hablante ante el enunciado, ni por sí solos
son capaces de manifestar una determinada modalidad.

INFINITIVO

El hecho de que el infmitivo, por ejemplo, pueda funcionar como


subordinado no es criterio suficiente, como ya comprobamos 1, para

1
Cf supra, págs. 368 y sigs.
394 Morfosintaxis
asignarle la categoría de modo. Además de poder funcionar como su-
bordinado, puede también formar nexus no subordinados y asimismo
puede funcionar como mero sintagma nominal. Posee la capacidad de
expresar una modalidad conativa (ejemplo: ¡Callar!; No fumar), ex-
presiva (ejemplo: ¡Decirme a mí esas cosas!) y aun declarativa
(ejemplo: Mientras tú te diviertes, yo coser, yo planchar, yo coci-
nar... ).
Y puede adoptar todas estas modalidades porque es el término
neutro de la oposición modal; y, en consecuencia, más extenso y ca-
paz de ocupar los contenidos de alguno de los términos marcados
(indicativo y subjuntivo), ya que, como es bien sabido, las oposicio-
nes lingüísticas, en general, son incluyentes y no excluyentes. Es,
pues, forma que conlleva aspecto verbal, es capaz de llevar comple-
mentos - y aun sujeto explícito, en ocasiones- y cuando funciona
nominalmente puede ir precedido de artículo.
Como ya anticipábamos, el infmitivo puede funcionar como un
sintagma nominal en cualquiera de sus funtemas. Así lo vemos como
SN1 (ejemplo: Querer es poder), o como SN2 objeto directo (ejemplos:
Quiero vivir así; Le mandé comprar un libro), o como SN2 atributo
(ejemplo: Vivir sin amigos no es vivir), o como 'suplemento' (ejemplo:
Trató de explicarnos un asunto delicado), o como SN4 (ejemplo: De
haberlo sabido, habría obrado de otra manera), pero prácticamente no
funciona como SN,, por el carácter/+ animado/ de éste 2 •

SUSTANTIVOS PERMANENTES

Debe tenerse en consideración que una serie de infinitivos han


llegado a lexicalizarse plena y permanentemente. Su gramaticaliza-
ción ha sido tal -han llegado a rematizarse- que propiamente se

2
Algunos infinitivos, por el abundante uso que han tenido en función nominal,
han llegado a formar un plural, índice de una completa sustantivación (los haberes,
los deberes).
Formas no flexivas 395

han convertido en otra palabra distinta del originario verbo: placer,


cantar, atardecer, haber, ser, querer, pesar, saber ... ; y otros pocos se
han lexicalizado, admiten plural (placeres, deberes, cantares,. .. ), no
admiten en tal función complementos verbales ni sujeto, pero sí los
adyacentes del nombre. Es decir, en tal función se han convertido en
auténticos sustantivos.
Esto no impide qne sigan vigentes las mismas formas como in-
finitivos con funciones de verbo. Se trata de una homonimia de dos
formas coincidentes, que originariamente se geminaron de una sola,
del infmitivo.

Detengámonos un poco más en dos de las funciones del infiniti-


vo, las más frecuentes y más discutidas, la de SN2 objeto directo y la
deSN4•
a) Un primer caso es el del infinitivo objeto directo con el mis-
mo 'agente' y sujeto que el del verbo regente. Ejemplos:
Quiero vivir así; Decidimos salir por la mañana en tren.

b) Cuando al infinitivo le corresponde distinto agente semánti-


co, hay que distinguir claramente entre aquellos casos en que el in-
finitivo funciona como núcleo del sintagma, y aquellos otros en que
funciona como adyacente 3• En uno y otro caso el infinitivo pnede
aparecer solo o acompañado de complementos diversos. Ejemplos:
Te mandé salir más tarde; Vimos romper el jarrón.

Se ve claramente que los sintagmas de infmitivo salir más tarde y


romper el jarrón funcionan como SN2 y son, en consecuencia, con-
mutables por lo.
Un segundo caso, mucho más frecuente cuando el verbo regente
significa 'percepción fisica', es aquel en que el infinitivo funciona
como adyacente de SN2• Ejemplos:
3
Cf. Alarcos Llorach, «Términos adyacentes del infinitivo, en Archivum XXII,
Oviedo, págs. 275 y sigs.
396 Morfosintaxis
Te vi salir de casa; Vimos al portero cerrar la puerta; Le oímos
entrar.

En estos ejemplos los núcleos del SN2 son respectivamente te, al


portero y le, y los infinitivos funcionan como adyacentes suyos.
Debe desecharse la tentación semántica de interpretar tales nú-
cleos de SN2 como 'sujetos' de los infinitivos, pues aunque signifique
el 'actante o agente' del proceso, su forma de expresión lingüística es
propia de complemento 4. Y aunque sea como apoyo solamente, no
vendrá mal pensar que la mente humana es incapaz de percibir un
proceso, un cambio, la duración en sí; sólo puede percatarse de dos
estados sucesivos o distantes en tiempo o espacio y, comparando,
abstraer que se ha producido un cambio, una evolución. Sobre uno de
los ejemplos citados, diremos que no se puede ver salir ni subir... ,
que nuestra percepción se centra en un objeto, un ser, un ente ... , pero
no en el proceso en sí mismo.
Y volviendo al plano gramatical, pensemos que la conmutación
pronominal átona nos prueba claramente la función complementaria
de esos núcleos del complemento, y en ella vemos la atribución o ad-
yacencia que expresa el infinitivo. Así vemos que son agramaticales
las conmutaciones
* Te lo vi. * Se lo vimos. * Se lo oímos.
En cualquier caso el infinitivo conserva todos los caracteres pro-
pios del verbo, y por eso puede ir acompañado de todo tipo de com-
plementos propios de un sintagma verbal.
Cuando el infinitivo funciona como SN4 puede expresar los más
diversos contenidos propios de esta función, va precedido de la pre-

4
Pensemos que la misma interpretación ha de darse a las llamadas «completivas
de infinitivo no concertado» latinas. En Vidi te fecisse illud hay un claro complemento
directo, te, con un elemento que se le atribuye, un sintagma adyacente, fecisse illud.
Lo del tradicional «sujeto del infinitivo en acusativo» es herencia de una gramática
basada en criterios semánticos.
Formas no flexivas 397
posición que corresponde al sintagma, y puede llevar sus propios
complementos y aun sujeto.
Veamos algunos ejemplos de los valores más usuales:
con+ infinitivo -t valor concesivo (ej.: Con ser tan rico, no sabe disfru-
tar de su riqueza).
de+ infinitivo --+ valor condicional (ej.: De haberlo sabido, habría
actuado de otro modo).
para +infinitivo --+ valor de finalidad (ej.: Hemos venido para saluda-
ros).
al+ infinitivo --+valor temporal (ej.: Al amanecer saldremos).
hasta +infinitivo --+ valor temporal (ej.: Esperemos hasta el amanecer).
a+ no+ infinitivo --+ valor condicional (ej.: A no estar seguro de ello, no
lo diría).

En otras ocasiones el infinitivo funciona como adyacente del SN4 ,


bien de un núcleo nominal o bien de uno adverbial. Ejemplos:
Vinimos con intención de terminar pronto; Al tiempo de salir so-
naron las doce; Después de haberlo oído, nos marchamos inmedia-
tamente; Antes de entrar dejen salir; Además de aguantarle, tuvimos
que felicitarle.

Así pues, es una subclase de palabras con ambivalencia funcio-


nal. Por un lado, puede desempeñar las mismas funciones que el sus-
tantivo, excepto las de vocativo y SN3 indirecto por estar marcadas
con el rasgo /+animado/; puede ir precedido de artículo y demás de-
terminantes propios del sintagma nominal; y por otra parte, puede
operar como verbo con sus adyacentes complementarios, con su suje-
to explícito, y aun conformando perífrasis verbales. En todos los ca-
sos los rasgos semánticos distintivos del lexema verbal (valencias, ... )
los mantiene siempre, independientemente de que operen en unas u
otras estructuras sintácticas.
Y añádase a esto, para comprobar su valor verbal, la capacidad de
tener forma compuesta, del pasado, haber cantado, etc., que, a su
vez, puede funcionar como nombre y como verbo. Ejemplos:
398 Morfosintaxis
. Al haberlo dicho tu hermano tan rotundamente, no supe replicar.
. El haber amado tan intensamente no le produjo desazón .
. ¡Haberlo dicho antes, muchacho!

No puede extrañar, desde uu puuto de vista semántico, que el in-


finitivo se haya convertido en palabra plnrifuncional. Por ser la forma
neutra del verbo expresa acciones, hechos, procesos, situaciones, acti-
tudes sin enmarcarlas en el tiempo y puede hacerlo sin asignarlas
explícitamente a un actante. Y eso responde perfectamente al seme-
ma propio de un sustantivo.
En todo caso, el problema es de rango paradigmático, de encajar-
lo en uua clase de palabras o en otra -cuestión subsidiaria en Gra-
mática funcional-; pero esto no debe incidir en el planteamiento
sintáctico y operativo. Desde este puuto de vista, tenemos una sub-
clase de palabras, deverbativas, llamadas 'infinitivo', que puede fun-
cionar como suelen hacerlo un verbo y algunos sustantivos (no los
nombres propios, ni topónimos, etc.).

SUJETOS DEL INFINITIVO

Cuando el sintagma en infinitivo ocupa la función de SN1 puede


aparecer solo o acompañado de algunos complementos, pero es infre-
cuente que aparezca con sujeto propio. Entiéndase que no nos referi-
mos al sujeto 'semántico', es decir, al 'actor' o 'agente', sino a un
verdadero sujeto gramatical. Éste tiene una forma específica (no pre-
positiva, o pronombres tónicos ... ), y puede aparecer cuando en ese
sintagma se da la estructura de nexus /SN1 - SV/. Es decir, que inter-
pretamos el sujeto como aquel sintagma nominal sobre el que incide
un sintagma verbal predicado, que no puede ser ni SN2 ni SN3 ni SN,,
y que puede conmutarse por el pronombre tónico sujeto correspon-
diente. Y cuando se trata de un nexus en infinitivo, no es necesaria la
concordancia en persona y número con el verbo. Esto se debe a que
el infinitivo, al igual que el gerundio y participio, no tienen flexión
Formas no flexivas 399

personal, lo que no les impide llevar sujeto explícito (ejemplo: Al sa-


lir tú, entraba él) 5 .
En tales casos el infmitivo forma perfecta estructura de nexus y,
por ser el eje del sintagma verbal, puede llevar todo tipo de comple-
mentos.
Consecuentemente el infinitivo también puede formar oraciones,
especialmente uninexuales. Así lo vemos en enunciados exbortativos
de mandato (ejemplo: ¡Callar!; ¡A callar! A disfrutar), en otros ex-
clamativos (ejemplo: ¡Hacerme eso a míl) en oraciones enunciativas
narrativas (ejemplo: Mientras tú te diviertes, yo coser, yo fregar ... ), y
con cierta independencia sintáctica, en la réplica de un coloquio
(ejemplo: -¿Qué piensas hacer ahora?, -Marcharme de aqu1).

GERUNDIO

Es la forma deverbativa no flexiva, invariable, marcada positiva-


mente por el aspecto, es decir, imperfectiva, que expresa un proceso
en su transcurso. Al igual que el infinitivo, consta de dos formas: la
simple (cantando) y la compuesta (habiendo cantado). Aquí nos inte-
resaremos principalmente por la primera.
Este hecho, que tenga forma compuesta, el que mantenga el valor
aspectual propio del verbo, el que esté capacitado para formar algu-
nas perifrasis verbales (Ejemplo: Anda diciendo, ... ) y el que en mu-
chas construcciones mantenga complementos de sintagma verbal, y
aun sujeto propio, nos lleva a considerarlo como una forma verbal,
plurifuncional, de manera semejante a la del infinitivo. Carece de

5
Alarcos Llorach, en «Términos adyacentes ... » (cit.), juzga que en oraciones co-
mo Al tocar el sacristán las campanas o Al llamar el criado, etc., el sacristán y el
criado no son sujetos, sino «adyacentes temáticos» del infinitivo. Mas ésta no es pro-
piamente una función. Si hay un verbo, y el otro elemento no es SNz, SN3 , ni SN4., no
lleva rasgo prepositivo y es conmutable por él, nos parece claro que funciona como
sujeto. El quid de la cuestión reside en aceptar o no que el infinitivo forma una estruc-
tura de nexus en tales casos.
400 Morfosintaxis

flexión de 'persona-actante', de tiempo y de modo; pero auu así es


capaz de formar algunas construcciones verbales.
Por otra parte, especialmente cuando funciona aislado, admite
ciertos sufijos propios de Jos componentes de un sintagma nominal
(nombre y adjetivo). Ejemplo: Callandito, callandito, llega el amor
callandito.
Todos Jos valores que puede adoptar el geruudio son consecuen-
cia de su étimo sobre un ablativo del geruudio latino, o de su aspecto
imperfectivo-cursivo.
El gerundio puede ocupar la función de SN4 (en metalenguaje al-
gunas otras), Ja de adyacente de un sintagma nominal, y puede formar
nexus ocupando el núcleo del sintagma verbal.
l. Como SN4 el gerundio suele expresar simultaneidad respecto
al proceso expresado por el verbo regente; su sintagma no suele lle-
var preposición, excepto en, su posición es muy variable, y puede te-
ner complementos propios de cualquier sintagma verbal.
A ese valor temporal señalado pueden unirse otros varios en de-
terminados contextos (modo, condición, ... ), pero esto es secundario.
Ejemplos:
Cambiando bienes por agravios negocian los hombres sabios, :Se
lo diremos cantando.

El geruudio precedido de la preposición en -construcción do-


cumentada desde el siglo xm - expresa anterioridad inmediata res-
pecto al proceso del verbo regente. Ejemplo:
En acabando de comer pasaremos al salón.

Asimismo esta construcción va adquiriendo, en la expresión colo-


quial, un contenido condicional.
El gerundio con valor de posterioridad se ha ido extendiendo ca-
da vez más en la expresión coloquial y en la de la prensa tiene una
larga tradición, pues está documentado en textos literarios del siglo
XIV, y hoy curiosamente no disuena aun en ambientes culturales ele-
vados. No es uso general, pero progresa notablemente. Ejemplo:
Formas no flexivas 401
Todos faeron advertidos, tomando cada uno la decisión que más
le convenía.

Como se ve, el gerundio mantiene los complementos propios del


verbo.
Una construcción semejante a las anteriores es aquella en que el
gerundio, rodeado de complementos propios e independientes del
verbo regente, funciona como un nexus en función de SN4, en una
estructura que ha venido llamándose «absoluta» con diversos valores
semánticos. Ejemplos:
Estando aquí vosotros, nada temo ya; Aun siendo tan fácil el
problema, nadie ha sabido resolverlo.
Yendo cada uno por su lado, no habrá dificultades.

2. Por haberse perdido casi totahnente en castellano el partici-


pio de presente, y por la proximidad entre éste y el gerundio, este úl-
timo ha usurpado las funciones de aquél en nuestro idioma. Tal uso
se encuentra en titulas y fórmulas nominales como adyacentes de-
terminantes. Ejemplo:
Manolete toreando de muleta.

3. Veamos ahora el gerundio con función de adyacente expli-


cativo. Se refiere al sujeto del verbo regente amplificándolo y aña-
diéndole algún matiz circunstancial. Dice Gilí Gaya 6 que, referido al
sujeto, el gerundio no puede ser determinativo; mas este uso se va
extendiendo. La base de tal selección hay que buscarla en el matiz
circunstancial que introduce la función explicativa. Ejemplo:
Mi amigo, comprendiendo que no había nada que hacer, desistió
de su intento.

6
Gili y Gaya, loe. cit., pág. 174.
402 Morfosintaxis

También puede funcionar como adyacente de un nombre en fun-


ción de SN2 objeto directo -y es conmutable por un infinitivo-.
Sólo puede construirse en castellano cuando el significado del verbo
regente permite una idea cursiva en el gerundio, y éste, a su vez, in-
dica una acción en que se vea el desarrollo, el progreso de la misma.
Podemos decir
He visto a Luis saltando (o saltar) una tapia;

y el gerundio marcará el momento en que se realiza la acción; pero


no podemos usar el verbo conocer, por ejemplo, en la principal. Esto
nos dice que la construcción está condicionada a unos verbos, preci-
samente los de percepción, propios de frases con infinitivo. Tampoco
podremos usar un verbo estativo en el gerundio, pues este valor sirve
para marcar el desarrollo interno de la acción y el estativo no encierra
progresión. Nadie diría Conocí a un chico siendo alto.

4. Aunque no sea muy frecuente, en el registro coloquial-


popular aparecen algunos gerundios, con pleno valor verbal, forman-
do cláusulas-nexus de carácter exhortativo. Ejemplos:
. ¡Marchando, muchachos, que os dormís!
. ¡Silencio! ¡Rodando!

Para las construcciones en perífrasis, véase el capítulo XXIII.

PARTICIPIO

El caso del participio es, en realidad, bien distinto a los del infi-
nitivo y del gerundio. Solamente su valor aspectual y el haber forma-
do parte de un subsistema verbal perifrástico, el de los 'tiempos'
compuestos, así como de otra serie de perífrasis verbales, son los ca-
racteres verbales que conserva. Por lo demás, se ha gramaticalizado
de tal modo que difícihnente puede llamarse 'verbo'.
Formas no flexivas 403
No es posible concebir un verbo con morfemas de género y nú-
mero, y sin los suyos propios. El participio, pues, es un derivado ver-
bal, un auténtico deverbativo -corno lo eran los participios lati-
nos-, que retuvo ciertos lazos con algunas formas verbales a través
de una compleja gramaticalización, de la que hablarnos más adelante.
Mas el que sea un puro derivado verbal, y su presencia en las
formas compuestas nos ha inducido a tratarlo en este capítulo.
Objetivamente, podriamos decir que hay dos signos distintos, pe-
ro originados por la misma forma: un participio verbo (en los tiempos
compuestos y alguna perífrasis), y un deverbativo que opera en el
sintagma nominal de diversos modos.
El participio corno formante de verbo, ha quedado estereotipado,
inmovilizado en cuanto a su forma, y plenamente gramaticalizado.
Mas de esto nos ocuparemos más adelante.
Es la forma deverbativa no flexiva de aspecto perfectivo, marcada
por morfemas de género y número, rasgo común a adjetivos y a sus-
tantivos.
Sólo tiene una forma simple, con las variantes formales ya seña-
ladas 7• Sus funciones se asemejan notablemente a las del adjetivo.
El participio de presente latino se ha perdido casi totalmente en
nuestra lengua. Casi todos ellos han adquirido función de adjetivo
(obediente, fascinante, condescendiente, ardiente ... ), o de nombre
(asistente, sirviente, estudiante ... ). De ellos quedan con auténtico
valor de participio de presente pocos más de una docena (abusante,
ausente, ... ).
El participio castellano, heredero del participio de pretérito latino,
tiene las siguientes funciones principales:
Elemento formante de las formas compuestas de los verbos.
Adyacente de cualquier sintagma nominal.
En «frase» absoluta.

7
Cf. «Morfología del verbo», supra, págs. 342 y 348.
404 Morfosintaxis

Participio en frase absoluta.

Esta construcción es heredera del participio absoluto latino en


ablativo, equivalente a una proposición circunstancial con función de
SN4 y tiene elementos independientes respecto al verbo «regente»; es
decir, que posee núcleo propio, con el que concuerda en género y
número, diferente del que figura en la oración de que depende. Queda
reducido casi exclusivamente a la lengua literaria y en español actual
prefiere la posposición del sujeto. Ejemplo:

Dicho esto,. doy por terminada la sesión.

No es raro que el 'núcleo sujeto' de este participio sea toda una


proposición. Ejemplo:

Supuesto que todo sea cierto ...

Todo participio en frase absoluta posee una significación tempo-


ral de anterioridad, frecuentemente reforzada por después de, luego
de ... ; a la que suele unirse otro matiz circunstancial, entre los que
destacan:

a) El modal (ejemplo: Caminaba, sosegada ya su conciencia,


como un hombre nuevo).
b) El concesivo (ejemplo: Estas normas, modificados algunos
puntos, son absolutamente válidas).
c) El causal y condicional (ejemplo: Admitidas estas premisas,
hemos de aceptar la conclusión).

También mantienen esta construcción absoluta algunos partici-


pios como excepto, incluso, salvo, debido a, y los de presente obstan-
te, mediante, durante. Ejemplos:

Esto no obstante, hay que admitir la realidad de los hechos; To-


dos los equipos, excepto España, jugaron ...
Formas no flexivas 405

Participio como adyacente.


El participio en función de adyacente opera como podría hacerlo
cualquier adjetivo en esa misma función, concordando en género y
número con el núcleo del sintagma al que modifica.
En ocasiones puede aparecer como atributo de una cláusula atri-
butiva (las llamadas <<pasivas») 8; otras veces como adyacente directo
del sujeto (ejemplos: Los alumnos, cansados de trabajar, salieron al
patio; El muchacho quedó agotado), del SN2 (ejemplos: Le vi maltra-
tado por las circunstancias; Lo dejó estropeado; Te tengo dicho que
no salgas solo), o de cualquier otro sintagma nominal 9 •
Como se ve, puede llevar los mismos adyacentes que cualquier
otro adjetivo en esas mismas funciones. Ejemplos:
. Los obreros, cansados de tanto trabajar, pararon ...
. Los obreros, hartos de tanto trabajar, pararon....

8 Cf. supra, págs. 211 y sigs.


9 Dada la especificidad de las tres formas estudiadas en este capítulo, presentamos
una breve bibliografía como anticipo de la que aparece al fmal de los estudios del ver-
bo.
María Luisa Hernanz, El infinitivo en español, Barcelona, 1982; Juan M. Lope
Blanch, «Construcciones de infinitivo», NRFH, X, 1956, págs. 313-336; S. Skyds-
gaard, La combinatoria sintáctica del infinitivo español, Madrid, Castalia, 1977; Irene
Andrés-Suárez, El verbo español. Sistemas medievales y sistema clásico, Madrid,
Gredos, 1994, págs. 301 y sigs.; l. Bosque, «Prefijos aspectuales y construcciones de
infinitivo», en l. Bosque (ed.), Tiempo y aspecto en español, Madrid, 1990, págs. 196
y sigs.; S. Gutiérrez Ordóñez, «Construcciones atributivas absolutas», en Lecciones
del I y JI Curso de Lingüística funcional, Universidad de Oviedo, 1985, págs. 63-86.
Véase, además, la bibliografia de las págs. 495 y sigs.
CAPÍTULoXX

EL TIEMPO EN EL VERBO

Desde Guillaume 1 es un lugar común conceptuar al verbo como


categoría que implica y explica tiempo. Conviene, no obstante, preci-
sar los conceptos de tiempo «implicado y explicado» y, en general,
toda la categoría temporal en el verbo. Eso es lo que pretendemos,
partiendo para ello de la forma verbal.
El verbo es categoría fundamental de nuestra lengua, la más in-
tensa y llena de significación. Es, en consecuencia, el eje del mensa-
je, que conecta al hablante con el oyente.
Sin detenemos demasiado en la problemática del tiempo, convie-
ne que pensemos en algunos datos. El hablante, al igual que el men-
saje y que el acto de la comunicación, se da en el tiempo, constante a
la que todos estamos sometidos necesariamente. Ahora bien, en esa
constante temporal la comunicación «avanza» y el hablante necesita
tener algún punto de referencia para ordenar en el tiempo el mensaje;
y el más inmediato y obvio es el del hablar. Por ello distribuye los
procesos en antes de ese instante y después del mismo. Evidentemen-
te, el futuro es una pura virtualidad, sin existencia, un «no-sern que
camina hacia un «dejar-de-sern, a través de la línea fugaz que llama-

1
G. Guiilaume, Temps et verbe, París, 1965.
El tiempo en el verbo 407

mos presente. Este es precisamente, el «no-tiempo», la unidad no


marcada en el decurso temporal.
He aquí la gran paradoja del tiempo, constante que nos domina,
en la que somos, existimos y nos comunicamos, pero que se nos des-
vaoece imperceptiblemente si tratamos de asirla.
El pasado, a fm de cuentas, no es sino un presente psicológico, un
conjunto de huellas memorizadas y actualizadas de algo que ya no es;
y el futuro es la pura esperanza de un posible ser. El presente, teóri-
camente, es la mera traosición en constaote devenir de un aconteci-
miento que pasa de un no-ser a un dejar-de-ser. En la práctica de la
lengua, como veremos, usurpa parcelas del pasado y del futuro y en-
saocha su espacio significativo.
No nos puede extrañar, pues, que haya mayores posibilidades de
precisar la situación temporal en el pasado que en el futuro, tiempo
de lo virtual y, por taoto, siempre hipotético.
Antes de seguir adelante, conviene establecer la distinción entre
Tiempo y tiempos. Aquel T, es la constaote y la categoría marcada en
unas formas verbales, t.
¿Es en verdad el Tiempo la categoria consustaocial al verbo?
¿Implicao y explicao Tiempo las formas temporales? ¿Y es esa
constaote la base del sistema verbal? Empecemos por comentar las
posturas de quienes niegan que el verbo se ajuste a un sistema fun-
damentalmente temporal.
E. Benveniste 2 propuso que el verbo francés - y su plaotearnien-
to sería aplicable, con ciertas salvedades, al español- se ajusta a dos
sistemas, al de l'histoire y al del discours. El primero se ocupa de la
presentación objetiva de los hechos, quedándose al margen el hablao-
te, de maoera que de ese sistema queda exclnido todo «autobiogra-
fismo» posible, todo «je, tu, ici, maintenant»; es decir, que se ve
reducido a un sistema privativamente terciopersonal de los tiempos
pasado simple, imperfecto, pluscuamperfecto y una forma perifrástica

2
Benveniste, «Les relations des temps dans le verbe franyais», en Prob/emes de
linguistique générale, París, 1966, págs. 237-250.
408 Morfosintaxis

prospectiva. Sobre todos hay una hegemonía absoluta de la tercera


persona del «aoristo». En cambio, en el sistema del discours encaja
toda comunicación que suponga un hablante y un oyente, y una in-
tención en el primero de influir de alguna manera sobre el segundo.
Aquí caben una gran variedad de formas verbales en cualquiera de las
personas; prácticamente todos los tiempos, excepto el aoristo en la
tercera persona, o «no-persona». Aun a simple vista se percibe que
los dos sistemas propuestos por Benveniste son desproporcionados, y
están montados sobre una base conjunta de persona gramatical y de
función lingüística. En realidad, son unos criterios paralingüísticos de
función comunicativa; no es falso, pero tampoco exclusivo ni defini-
tivo. Las formas temporales pueden distribuírse según distintas bases,
funciones, etc., pero eso no quíere decir que éstas sean el eje de su
sistema. Es útil para un análisis del discurso, lingüístico textual y
estilístico, ciertamente, pero de ningún modo este criterio, tiempos de
«l'histoire» - tiempos del «discours», anula o snstituye a la base tem-
poral que subyace en el sistema verbal.
H. Weinrich 3 también niega que haya que explicar los tiempos
por el Tiempo y rechaza consecuentemente la división tripartita de
presente, pasado y futuro, como base de la estructura verbal.
La tesis de Weinrich, arrancando de la de Benveniste, pero com-
pletándola y precisándola, tiene su interés e ingenio. Intenta enlazar
la ciencia del lenguaje con la literatura y basa el sistema de los tiem-
pos verbales -sólo los del indicativo, pues en nada atiende al sub-
juntivo por creer que se trata de formas no marcadas acústicamen-
te- en la dualidad mundo narrado / mundo comentado. El primero
predomina en las novelas, cuentos, relatos ... ; el comentado en la ex-
posición científica, periódico, lírica, ensayos, críticas, diálogos ... , y
es el exponente de una actitud tensa que encierra dramatismo. Como
se observará, esta tesis está muy próxima a la de Benveniste, y ade-
más se apoya en los ejes que establece Bull 4 para la ordenación del

3
H. Weinrich, Estructura y función de los tiempos en el lenguaje, Madrid, I968.
4
W. E. Bull, Time, tense and the verb, Berkeley, 1968.
El tiempo en el verbo 409
enunciado en el tiempo, el eje del hablante y el punto cero en el pa-
sado. Establece Weinrich los dos grupos temporales de la siguiente
forma:

Narrado Comentado
cantaría cantará
habría cantado habrá cantado
iba a cantar va a cantar
acababa de cantar acaba de cantar
había cantado ha cantado

cantó canta.
cantaba

Cuando alguno de los tiempos señalados traslada la significación


al otro grupo -hecho bastante frecuente en español- lo justifica
con la denominación de sistema metafórico temporal, al que dedica
todo un capítulo de su libro.
Estos planteamientos los completa Weinrich con la negación de
la categoria de aspecto y la acomodación de los dos planos tempora-
les corno índice del relieve en el sintagma y en la oración.
Si nos hemos extendido en la exposición de esta postura es para,
comentándola, colocarla en su lugar a fin de prevenir «deslumbrados
asentimientos» ante el ingenio, originalidad y rigidez del plantea-
miento.
Serían muchas las objeciones que a Weinrich pueden hacerse,
mas aquí nos ceñiremos a unas mínimas fundamentales.
En primer lugar, aunque aceptáramos la distinción establecida por
él, habría que señalar que no son tajantes los límites entre el comentar
y el narrar, que no son dos posturas enteramente distintas; aun así,
haciendo también esta concesión, la distribución que hace de los
tiempos castellanos no es precisa; y no tiene en cuenta que algunas
formas temporales podrían adscribirse a las dos finalidades literarias
que le sirven de base. Pero, ante todo, es que ofrece un sistema de
unidades língüísticas no ordenadas sobre criterio lingüístico, sino so-
410 Moifosintaxis

bre funcionalidad secundaria de la comnnicación, es decir, sobre dos


-qne no son las únicas- subfunciones de la función poética.
Posiblemente podríamos replantear desde numerosos ángulos el
sistema y obtendríamos diversos resultados.
Podríamos hacerlo sobre la base prosa I verso / diálogo I monó-
logo ... , etc., que también son formas sustanciales en la comunicación
lingüística; pero no son criterios intralingüísticos.
Negar rotundamente las categorías de tiempo, modo y aspecto en
el verbo es mucho negar. Llegar a decir que el «concepto de modo no
dice nada ... ; que todos los tiempos son modos y ningún tiempo es
modo» 5 , nos parece exagerado. Y si a continuación afirma que la
oposición no es índice seguro para marcar el carácter estructural de
una investigación lingüística, ya nos cuesta más creerle en su totali-
dad.
Que el imperfecto, pongo por caso, sea forma verbal idónea para
la descripción y para expresar el plano de fondo de un relieve en el
idioma no quiere decir que esas aptitudes sean la base que distribuye
el sistema temporal en que participa.
Otro punto altamente vulnerable es que para configurar sus dos
grupos de. tiempos sólo opera con proposiciones complementarias
objetivas en forma de nexus (dijo que ... ). Y es que sus hipótesis se
anulan en otros tipos de sintagmas, proposiciones y oraciones, como
en la misma interrogativa indirecta, en las subjetivas...
Pero lo fundamental es la aplicación a un sistema lingüístico de
un criterio marginal. Perfectamente aplicado -eso sí- en cuanto a
método.
La hipótesis del alemán valdría como complementaria y posterior
al planteamiento del sistema temporal sobre el criterio de Tiempo.
Ello no obstante, el trabajo de este autor merece grandes elogios por
sus brillantes sugerencias, su coherente método, magnífico para la
aplicación al comentario lingüístico de situaciones literarias, Pero,

5
Weinrich, loe. cit., pág. 143.
El tiempo en el verbo 411

aun admirándolo merecidamente, no podemos aceptar sus puntos de


partida.
Hemos de notar que no hay razón alguna para, en principio, en-
globar en el sistema temporal del verbo español a las formas llamadas
compuestas. Éstas son unos sintagmas perifrásticos con participio,
organizados paralelamente a, y al amparo de, las formas temporales
propias, basadas en un criterio aspectual, como veremos.
Sin embargo la medición más adecuada del tiempo en el verbo
español no es única ni creemos que coincida con la tradicional en pa-
sado, presente y futuro.
Cualquier medición de temporalidades ha de ser necesariamente
relativa a un momento o a varios ... Y por supuesto el punto más pró-
ximo y conocido por el hablante es el momento de la elocución que
coincide con su momento vital. Ello justifica el que haya sido inter-
pretado como eje de esa tradicional medición del tiempo.

REPLANTEAlvlIENTO

Propone G. Rojo 6, perfilando sus propuestas de 1974, explicar


toda la temporalidad lingüística como una «categoría deíctica me-
diante la cual se expresa la orientación de una situación, bien con
respecto a un punto central (el origen), bien con respecto a otro punto
que, a su vez, está directa o indirectamente orientado con respecto al
origen». Su conocido esquema
o
A s p

S' P' A, s, P,
.P:.' sn pn

6
En <<Relaciones entre temporalidad y aspecto», en l. Bosque (ed.), Tiempo y as-
pecto en español, Madrid, 1990, págs. 17-43; <<La temporalidad verbal en español>~.
Verba,!, 1974, págs. 68-149.
412 Morfosintaxis
trata de asignar un punto en cada tiempo verbal en relación con el
origen (O) o con un secundario punto de origen (O-V), (O+V), que
podrian estar situados en A y P, etc. Es decir, que sobre las constan-
tes deícticas relativas de tiempo, simultaneidad a un punto (S), ante-
rioridad (A) y posterioridad (P) en el primer nivel o en alguno suce-
sivo, cree poder situar y definir todas las formas verbales de la
lengua. Y esto sólo es posible parcialmente, corno veremos. Así, sin
entrar ahora en esa cuestión detenidamente, ¿cómo explicar los con-
tenidos y marcas temporales de formas corno ¡Ya era hora de que
llegases! o Iba siendo hora de que llegases o Nos fuimos (México) o
Todas las decisiones que hubieren tomado en su día quedan invali-
dadas desde ahora con esta ley? Su planteamiento de las «dis-
locaciones» no es convincente ni explica suficientemente todos los
casos.
Tampoco su concepción del aspecto coopera en exceso para in-
terpretar los nurnerosísirnos contenidos del verbo español. Mas sobre
esta cuestión volveremos más adelante.
Estarnos totalmente de acuerdo en que la temporalidad lingüística
es una categoría deíctica múltiple y flexible que pivota sobre más de
un eje, y que es sustancialmente relativa. Esta relatividad se sustenta
sobre tres tipos de relación, o tres constantes: anterioridad, simulta-
neidad y posterioridad de unos momentos sobre otros.
Pero hay un punto que no se puede menospreciar -y menos en
la lingüística actual- por su interés fundamental: el momento de la
enunciación, imprescindible para cualquier realización de un enun-
ciado, y punto desde el que se emite cualquier mensaje, temporal y
, no temporal, esencia del hablar y pilar de toda relación temporal. No-
sotros lo tendremos muy presente para nuestra propuesta.
A nuestro entender, son varios los momentos temporales que han
\ de distinguirse en la expresión lingüística y en concreto en el enun-
J ciado de un verbo. Uno, el momento de la enunciación o elocución
· (E), que coincide con el presente del hablante y está en continuo de-
· : venir; el momento de los acontecimientos, acciones o procesos ex-
presados (A); y por fin, el momento de referencia, el de la perspecti-
El tiempo en el verbo 413
va, donde se sitúa el hablante para enfocar el enunciado del verbo;
momento del punto de vista donde se sitúa el que emite el enunciado
(R). Y parece claro que la relación temporal de R con E dará un enfo-
que particular al enunciado, diferente si es de anterioridad o de simul-
taneidad; y variará asimismo el mensaje segúu que la relación RIA
sea de simultaneidad o prelación de uno de los elementos respecto al
otro. E igualmente la correlación E/A, secundaria, puede ser triple.
Son tres, al menos, los puntos de temporalidad que intervienen en
el contenido del verbo, y sus relaciones, como veremos, son múlti-
ples.
Con un ejemplo quizás se vea más claro lo expuesto. Si decimos:
Colón descubre América en 1492,
y
Colón descubrió América en 1492,

veremos que el momento del acontecimiento (A) es el mismo, 1492;


igualmente coinciden los tiempos de enunciación (E), pues son el
punto en que el hablante lo emite; la gran diferencia es que en el caso
primero el hablante adopta una perspectiva, un punto de vista en pre-
sente (R - E), mientras que en el segundo caso el emisor toma una
perspectiva o punto de vista de pasado (R > E) 7• Y como se deduce
fácilmente, esta perspectiva, este momento del punto de vista del ha-
blante es el fundamental en la comunicación, el más específicamente
lingüístico, puesto que A coincide con el tiempo físico de los aconte-
cimientos y E coincide con el tiempo biológico del emisor en la co-
municación. En cambio R nos muestra la posición donde se sitúa el
hablante para significar A desde su E.
Se trata, pues, de establecer una serie de relaciones entre estos
tres momentos temporales que son los que definen el enunciado de un
verbo 8•

7
El signo!~! significa 'simultáneo a'; y el/>/ 'anterior a'.
8
Estas 'temporalidades' y su correlación se remontan a H. Reichenbach, Elements
of Symbolic Logic, New York, 1952. Recientemente J.J. Acero (en «Las ideas de Rei-
414 Morfosintaxis

Es cierto que a esta combinación de tales tiempos se podrá super-


poner una correlacióu de temporalidades diversas en el contexto, y
podremos hablar de simultaneidades, anterioridades o posterioridades
en el decurso, pero es secundario, pues no afecta paradigmáticamente
a los tiempos verbales.
Queda, pues, de manifiesto que toda medición temporal en el
verbo es relativa y triple, y que las combinaciones de esos tres puntos
temporales responden a los diversos valores de los tiempos verbales.
Así pues, comencemos formulando el sistema, atendiendo sólo a
E, es decir, al momento de la comunicación del hablante, o a la corre-
lación AlE, que ha utilizado la tradición gramatical.
El subsistema temporal del indicativo consta en principio de las
formas siguientes: amo, amé, amaba, amaré, amaría. Formulemos
este sistema temporal sobre la base bipolar: Tiempo I no Tiempo. En
el T el miembro marcado de la oposición es el pasado, que a fin de
cuentas, según dijimos, es el único real. Nos estarnos refiriendo, claro
está, por el momento al llamado «tiempo externo», es decir, a la me-
dición subjetiva que establecen el hablante y el oyente desde su pre-
sente. No olvidemos que el eje «presente» -no Tiempo- es la línea
divisoria eutre una virtualidad y el «dejar de ser», que es subjetiva y
que progresa con el hablante, si bien en la realidad de la lengua es
forma verbal que extiende su marca temporal, abarcando el momento
de la enunciación. Por ahora, pues, contarnos con el siguiente subsis-
tema:

chenbach acerca del tiempo verbal», en l. Bosque (ed.), Tiempo y aspecto en español
(cit.), págs. 45-75) <<descubre» el interés de esta teoóa y su aplicabilidad a la tempo-
ralidad, ignorando -espero que no desconociendo- los trabajos, escasísimos por
cierto, que sobre esta perspectiva se han hecho, y aplicados a nuestra lengua
El tiempo en el verbo 415
No tiempo 0: Presente

Categoría
de tiempo

< .
Tiempo
+
< N o marcado (virtual, prospectivo): Futuro

Marcado (real, retrospectivo): Pasado


+

Este sistema, en sí, no es completo, pues necesita del inmediato


planteamiento que sigue. La categoría del tiempo en el verbo español
opera sobre dos dimensiones, una de horizontalidad, de superficie, y
una segunda de profundidad:

+ - - - amaría - - - - +
x·~---------------------------------~,Y'
~amaba ',,
'' ''
'' ''
'' ''
'' ''
' ''
'
', amé amo amaré ',
X'---------------~y
Pasado Presente Futuro

En la dimensión de la horizontalidad, de superficie, esencialmen-


te temporal, el presente significa la ruptura, es el término neutro; esto
nos justificará su extensión signíficativa, ya que el término neutro es
más amplio que los otros, y los abarca. La oposición fundamental es,
+retrospectivo retrospectivo
en consecuenc~a, - - - - - - - ; o si se prefiere - - - - - -
-no retrospectivo prospectivo
no presente +
según Alarcos Llorach 9 superpuesto a la oposición------
presente-

9
<<Estudío del verbo español», en Estudios ... (cit.), págs. 56 y sigs.
416 Moifosintaxis

Insistamos en la acomodación constante de la ubicación temporal


de estas formas al momento del habla. La segunda dimensión, sin que
nos atrevamos a llamarla espacial, como Weinrich, se independiza
del momento del hablante y su presente, y muestra especial depen-
dencia del que llamamos tiempo interno o aspecto.
Amaba y amaría se yuxtaponen - y aun a veces se interfieren en
la zopa temporal del otro-, a causa de su aspecto verbal, sin contar
con un presente. Con ello se justifica la marca de posibilidad en pa-
sado o futuro de la forma -ría pero nunca en el presente. Ejemplos:
Serían las diez cuando llamamos;
Sería a las diez la salida, si te parece bien,

y la posible referencia hacia el futuro que posee el imperfecto, prefe-


rentemente en la lengua conversacional. Ejemplo:
De buena gana me tomaba ahora un café.

Mas sobre estas cuestiones volveremos más adelante.


Estas dos dimensiones citadas responden a diferentes relaciones
de R, el punto de vista. Así en canto vemos que coinciden en el nunc,
el momento de la enunciación, E, el del acontecimiento, A, total o
parcialmente (según sea su aktionsart), y el del punto de vista o refe-
rencial, R. Son, pues, simultáneos. En canté el momento A es anterior
a E. Y en cantaré el momento A es posterior a E y a R, siendo simul-
táneos estos dos últimos, o E anterior a R.
En cantaba el momento del acontecimiento A es anterior a E, pe-
ro R es simultáneo a A, y, en consecuencia, anterior también a E
(R-A>E).
Canté se opone a cantaba, y amaré a amaría sobre una base de
tiempo externo/ tiempo interno, o de tiempo/aspecto:
canté amaré

cantaba amaría
El tiempo en el verbo 417

La correlación y correspondencia es palpable, aun diacrónicamen-


te: amare habeo I amare habebam. Es decir, un futuro respecto al
presente; y otro respecto a un pasado, independientemente de que sea
anterior, simultáneo o posterior respecto al presente del hablante.
Estos dos planos que hemos establecido prestan la capacidad de
relieve al sistema temporal.
Muy posiblemente apoyan esta capacidad el aspecto imperfectivo
de la segunda dimensión (de cantaba y cantaría), la independencia
respecto a la medición directa del hablante y la diferencia de R que
afecta a ambos.
Este sistema de tiempo sólo se da conjuntamente con las catego-
rias de persona y de modo, es decir, en el subsistema flexivo del ver-
bo.
Las formas carentes de la categoría de persona son las mismas
que no tienen la de tiempo-modo.
En el subjuntivo las formas temporales no denotan propiamente
tiempo pasado, presente, futuro, sino que su medición atiende a la
combinación de los tres momentos ya citados.
Así la forma cante expresa un proceso posterior (raramente simul-
táneo) al momento del hablante, E, y el punto de vista, o momento re-
ferencial, coincide con E, y en ocasiones es también posterior a E, pe-
ro anterior a A. Ejemplos:
Que venga; ¡Ojalá llueva!

Las segundas formas del subjuntivo, cantara/cantase, expresan


un proceso o acontecimiento posterior a R, al punto de referencia, y
que puede ser anterior, simultáneo o posterior, indistintamente, al
momento de enunciación E.
Esto se ve más claramente cuando expresamos en forma explícita ·)
y analítica el momento R, en otro nexus del que dependen estas for-
mas verbales. Ejemplos:
Me dijo que viniera; Me pidió que lo hiciera.
IR/ !Al IR/ /Al
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 14
418 Morfosintaxis

La relación entre A y E de esta forma verbal es secundaria y acci-


dental; puede ser de anterioridad, simultaneidad o posterioridad,
mientras que en la primera forma, cante, la relación es secundaria pe-
ro condicionada; sólo de posterioridad (y eventualmente de simulta-
neidad).
Una vez presentada brevemente esta parcial relación del sistema,
convendrá exponer el sistema conjunto de relaciones triádicas entre
R, A y E. Estableceremos todo tipo de relaciones posibles -en fór-
mulas- y veremos cómo se van adscribiendo a ellas todos los con-
tenidos de cada una de las formas verbales. De este modo, si se
aceptan estas tres variables (R, E, A) y las tres constantes antes di-
chas, obtendremos un sistema lingüístico, lógico-semántico y formal
completo y válido para todas las lenguas que operen con dichas va-
riables.
Así lograremos un sistema objetivo y global, operativo en todos
los casos, y no condicionado a interpretaciones subjetivas. Y asimis- ·
mo obtendremos un sistema de gran utilidad para una gramática con-
trastiva.
Sobre las bases de simultaneidad y de prelación de uno de los
elementos respecto a otro, podemos lograr el siguiente sistema de
fórmulas:
. Simultaneidad
A-E-R = A-R-E = R-A-E

. Anterioridad

R>E R-E E>R


A>R A>R>E A>R-E A>E>R
A-E>R
E>A>R
A-R A-R>E A-R-E E>A-R
R>A R>A>E R-E>A E>R>A
R>A-E
R>E>A
El tiempo en el verbo 419

Y no existen otras combinaciones posibles. Por tanto, si los so-


portes del sistema, sus constantes(>,-) y variables (A, E, R) son las
exactas y adecuadas para la lengua, no podrá quedar fuera ninguno de
los contenidos del verbo español.
Ahora bien, debido a que este sistema deíctico opera con unida-
des lógico-semánticas y con una forma lingüística, no partiremos de
los tiempos verbales entendidos al modo habitual, sino de cada una
de las realizaciones sígnicas (semántico-sintácticas) de cada tiempo
verbal.
Con ello estamos diciendo que desmontaremos la polisemia gra-
matical de cada tiempo en unidades signos -una sola forma de ex-
presión con una sola forma de contenido funcionando en una cade-
na-, y así podremos explicar temporalmente todos y cada uno de
los contenidos de los llamados tiempos del verbo.
Para mayor comodidad, conviene ir traduciendo cada una de estas
fórmulas. Por ejemplo, A > R > E quiere decir que el momento del
acontecimiento es anterior al de la perspectiva del hablante, y ambos,
a su vez, anteriores al momento de la enunciación. Las casillas con
varias fórmulas se explicarán seguidamente.
Para descifrar las fórmulas, y en un acercamiento a los conceptos
temporales habituales presentamos el siguiente cuadro, correlativo al
anterior, aplicando los términos de Bello, que son los más certeros
utilizados, sin qne ello presuponga una identificación entre las formas
temporales del ilustre gramático y las fórmulas aquí enunciadas:

Pretérito Presente Futuro


R>E R-E E>R
Anterioridad Antepretérito Antepresente Antefuturos
A>R
Coetaneidad o
simutaneidad
Copretérito Copresente Cofuturo
A-R
Posterioridad
Pospretéritos Pospresente Posfuturo
R>A
420 Morfosintaxis

Como puede verse, se trata de un recurso didáctico, mnemotécni-


co, para asociar, provisionalmente y sin la precisión exigida, unas
fórmulas a unos términos correspondientes a ciertos tiempos verba-
les.
Pero lo fundamental de nuestra hipótesis es que cada fórmula NO
se corresponde necesariamente con un tiempo, sino con uno de los
contenidos-valores. Y que una fórmula puede ser válida para varios
contenidos de distintos 'tiempos'; al igual que un 'tiempo' puede
segmentarse en varios signos de temporalidad. Y esto es lo correcto
desde un estricto punto de vista lingüístico, la adscripción de una
forma de contenido a una forma de expresión para formar un signo.
Luego tendremos homonimias y sinonimias, pero el signo como uni-
dad opera asL
.. Dejemos por el momento estas fórmulas, que enseguida desarro-
' liaremos y comentaremos, para añadir que en el discurso pueden con- .
\: formarse varias temporalidades diversas: por un lado la del emisor
[ - a la que nos estamos refiriendo-; la del enunciador, que no tiene
! por qué coincidir con la del emisor del discurso; la del alocutario o
! 'descifrador' y término del mensaje del enunciador; más la del desti-
",natario o receptor del enunciado primario.
Asimismo, debe considerarse que las formas verbales son diferen-
tes en la comunicación directa, en la indirecta, en las citas indirectas,
irónicas, etc. Y con ello nos formaremos una idea del complejo en-
tramado de temporalidades que aparecen en el texto.
Mas no es éste el lugar para detenemos en la combinatoria de
temporalidades en un texto ni en su conformación discursiva, aun
cuando sea un factor fundamental para dar cohesión al texto.
Además de estas mediciones temporales, todas las formas verba-
les pueden medirse con relación a otro punto temporal expreso en el
decurso. Se trata, pues, de una medición relativa y contextual.
Evidentemente en esta confrontación no caben más que dos po-
sibilidades, prelación de uno o simultaneidad de ambos; en el primer
caso, podremos anotar la anterioridad, si es el primer miembro el
marcado, y posterioridad, si el segundo:
El tiempo en el verbo 421

Anterioridad
Prelación Posterioridad

Simultaneidad

Actualidad.
Weinrich, Pottier y Vida! Lamíquiz 10, entre otros, recordando a
Damourette y Pinchon, presentan la noción de actualidad corno cla-
sificador subjetivo del verbo español, ajustándolo a un sistema bina-
actual +
rio . Según Lamíquiz, «esta correspondencia se rnani-
inactual -
fiesta en la dependencia funcional o subordinación, patente en el paso
del estilo directo al estilo indirecto».
Mas el planteamíento no es tan claro corno parece.
Anticiparemos que de ningún rnodo creernos que la actualidad
sea criterio sisternatizador del indicativo, aunque sí esté presente en
el subjuntivo.
Tal corno se presenta, exige demasiados requisitos: sólo se com-
prueba en determinado tipo de subordinación, con un verbo regente
obligatorio, decir, y en pasado, y deja de operar cuando se cambia el
tiempo del verbo dominante o principal, o cuando se cambia el ver-
bo 11.
Creernos que se trata de una variante de la medición relativa
contextual, que no afecta a todo el verbo, pero que sí marca el com-
portamiento y construcciones del subjuntivo, como vimos en su lu-
gar 12. En todo caso, se trata de la actualización del hablante al mo-

10
Weinrich, loe. cit., pág. 54; Pottier, Gramática ... (cit.), pág. 77 y V. Lamíquiz,
Morfosintaxis ... (cit.), pág. 61; y El sistema verbal del español, Málaga, 1982, págs.
24 y sigs.
ll Cf. nuestro «Sobre el tiempo en el verbo español» (cit.), págs. 153 y sigs.
12
Cf. supra, págs. 3 79 y sigs.
422 Morfosintaxis

mento R, o sea, de una correlación (R - E) en el término marcado


positivamente por dicho rasgo.
Es decir, que la llamada 'actualidad' por algunos no es una cate-
goría diferente, sino la mera correlación de tres dimensiones que ve-
nimos exponiendo: momento de la enunciación, momento del hecho,
acontecimiento o proceso señalado, y perspectiva o punto de vista del
emisor. Y todo ello aplicado a determinados contextos. Mas sobre
esto volveremos más adelante.
Vamos ahora a revisar brevemente, con la sola intención de ver
cómo se ajustan y configuran los caracteres señalados, las diferentes
formas verbales del indicativo.

INDICATIVO - PRESENTE

Es, como lo llamó Sapir, el architiempo del indicativo, que res-


ponde al momento de situación del hablante ante el enunciado.
Es el eje de la medida temporal externa, no sometido al aspecto,
por lo que se intensifica en él el «modo de acción» verbal.
Teóricamente, corresponde a un instante continuamente cambian-
te e inasible, a través del cual el hombre «araña» momentos a su
propio porvenir. Pero en la práctica de la lengua el presente extiende
su significación y abarca parcelas de pasado y/o futuro, manifestando
un espacio, más o menos vasto, de diferentes procesos.
En el presente coinciden el tiempo de la enunciación E, el del
proceso, A, y el de referencia, R. Es decir, que hay una simultaneidad
entre los tres momentos. Y dado que la relación fundamental es la
que se da entre R y A, la formularemos de la siguiente manera 13 :
R-A
R-E
E-A
1- R-A-E

13
Para las correlaciones de estos tres momentos temporales y su combinatoria,
véase J. Nicola, «Teoría de los tiempos verbales», Universidad de la Habana, 1973.
Recordemos de nuevo que!~! significa •simultáneo a'; y/>/ 'anterior a'.
El tiempo en el verbo 423
Esta sería, pues, la fórmula definidora del presente, que podernos
representar:

Con ello querernos decir que la temporalidad del verbo no mide


procesos en un momento presente (o pasado o futuro), sino que se
trata de una medición relativa en la que cuentan los tres momentos
citados.
El punto de origen, muy semejante a nuestra R, es simultáneo al
momento de la enunciación y al del acontecimiento. Es decir, que se
trata de un copresente; y es ese su valor temporal, paradigrnáticamen-
te, que responde a todos los usos con significado en el presente, aun-
que extiendan además su contenido hacia el pasado y el futuro.
Téngase en cuenta que, con estos planteamientos, la relación en-
tre A y E, momento del acontecimiento significado respecto al de la
enunciación, es totalmente secundaria. La tradición gramatical se ba-
saba en ella para señalar la temporalidad, formulando un pasado, un
futuro o un presente respecto al momento del hablante. Pero, corno es
obvio, este momento del hablante es cambiante y subjetivo, no coin-
cide con el del receptor, etc.; lo que implica que no tiene solidez
metódica. Por otra parte, es tan banal y primario hablar en lingüística
de hechos pasados, presentes y futuros respecto al hablante, que esca-
so soporte científico aporta la distinción tradicional.
Los distintos valores de esta forma verbal en el decurso, el pun-
tual, actual, persistente, permanente y habitual, corresponden a dife-
rentes aktionsarten 14 , o modos significativos de acción, rnatizado.s
...,---"-···---..."'"""•'7
~·<·~~·~--. ·-·~---"'-'-''"-'"""'"'''-"'••-
·-··--· - -- " ·--'· " ' ' - "'' -

~C>.Iltextualrnente¡ en rnuc~()~casos. Todos ellos, excepto el primero,

14
Cf. más adelante, págs. 459 y sigs.
424 Morfosintaxis

extienden sn significación conjunta y parcialmente al pasado y futu-


ro.
Los presentes históricos o narrativos (retrospectivos), con valor
de futuro, imperativo y de conato (prospectivos) se realizan en unos
determinados contextos y responden a distinta fórmula. Ejemplos:
Mañana voy a Madrid; Colón descubre América en 1492.

El hablante usa estos últimos, al igual que hace con el perfecto


simple y el compuesto, como si del zoom de una cámara cinemato-
gráfica se tratara, a fin de acercar al presente unas realidades pasadas
o unas virtualidades. Esta gran flexibilidad de marca temporal lo hace
«tiempo comodín» de la lengua; por ser término neutro de la oposi-
ción temporal en el indicativo es capaz de significar conceptos pasa-
dos y futuros.
Por definición será forma neutra en las oposiciones temporales, ,
neutra en las aspectuales, y perteneciente al modo de la objetividad.
En el siguiente gráfico vemos, esquemáticamente, los principales
valores que adopta el presente:
y
3 habitual
a - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - . b3
a2 • __ ------~p_erm_a_n_en_t_e+----------- __ . b2
a'----~p_ers_is_te_n_te-+---------b'
actual
a---+--b
puntual
A+-----------_.,,,._ _ _ _ _ _ _ _ _ _-<Z
4
histórico Y
a •--•--•---+---iy'
3 futuro 4

y r----+- - - · - - -·- - - · b
imperativo

Y4 _____ .,.bs
de conato
y
El tiempo en el verbo 425

El presente puntual (y) se da en Jos verbos perfectivos por el mo-


do de acción, es decir, en aquellos verbos cuya acción ha de terminar
para llegar a realizarse.
Se refiere a nociones momentáneas que se desarrollan en el ins-
tante presente del hablante:. es poco frecuente en proporción con los
restantes usos. Ejemplo:
Bebeto pasa la pelota a Romario.

El presente actual (a-b) amplía su campo hacia el pasado y futu-


ro, parcialmente. Marca una acción que se está desarrollando.
La ampliación significativa hacia pasado y porvenir Ja justificó
Guillaume, diciendo que el presente tiene un algo de futuro y otra
parte de pasado. Ejemplos:
Vivo en Madrid; Saben muy bien lo que hacen.

Ampliando más el campo significativo hacia el pasado y futuro,


tenemos el presente persistente (al-bl) y el permanente (a2-b2), que
no tiene límites en el tiempo, o, si Jos tiene, son muy lejanos. Se usa
preferentemente para expresar verdades axiomas o contenidos de
gran duración. Ejemplo:
Es necesaria la justicia.

Tiene un carácter muy abstracto en general y es el más idóneo pa-


ra formular definiciones.
Muy próximo a este valor del presente es el habitual (a3-b3). La
extensión temporal interna puede ser muy variable y depende del
significado verbal. Denota una repetición de acciones o procesos.
Esta reiteración suele ir marcada por un elemento complementario
que modifica el modo de acción verbal (Asiste a misa frecuentemen-
te); o bien puede deducirse de la situación. Así, si en un combate de
boxeo decirnos o escuchamos El púgil golpea al aspirante, en segui-
da comprendemos Ja reiteración implicada. Es frecuente esta cons-
trucción con verbos perfectivos.
426 Morfosintaxis

Hasta aquí los valores del presente que amplían su campo signifi-
cativo indistiutamente hacia el pasado y futuro; veamos ahora los que
sólo lo hacen en una dirección.
El presente histórico o narrativo (a4-y2) es llamado así porque
revive hechos pasados, que ponemos ante nosotros aproximándolos a
nuestro presente. Es lógico que se utilice en una narración para dar
vida y fuerza a lo narrado y como recurso frecuentísimo en el habla
coloquial. Viene a funcionar como un zoom cinematográfico, que nos
aproxima un hecho distante en el tiempo. Ejemplos:
Colón descubre América en 1492;
Entonces llega el jefe, abre la puerta y les dice ...

Es un valor, muy expresivo y frecuente, que significa un aconte-


cimiento pasado desde la perspectiva (R) del momento de la elocu-
ción: A > E - R. Es, pues, un antepresente. Con ello queremos decir
que se trata de un 'signo temporal' distiuto del copresente que hemos
visto; que este antepresente coincide homónimamente con aquel, pe-
ro que en cuanto a la deixis temporal son diferentes.
Hacia el porvenir el presente marca varios matices: el mero pre-
sente:futuro (y3-b4) que trata de acercar a nuestro momento lo veni-
dero. Suele ir reforzado con algún circunstancial: Mañana vamos de
excursión. Al igual que el del grupo anterior, tiene la misma misión
que el zoom de una cámara ciuematográfica: E - R >A.

Esta fórmula corresponde a un pospresente, y nos dice que el ha-


blante en el momento de la enunciación, enfoca desde su perspectiva
de presente (R-E) un acontecimiento situado en el porvenir.
Y fijémonos en que, con estos planteamientos, estamos relacio-
nando unidades puramente lingüísticas (el momento de la enuncia-
El tiempo en el verbo 427

ción y el punto o perspectiva lingüística desde el que se enfoca el


enunciado) con unidades referenciales y aun pragmáticas (el aconte-
cimiento referido situado en un momento o en una fase temporal).
Porque, en realidad, el enunciado verbal, lingüísticamente formulado,
en cuanto tal signo, se realiza al mismo tiempo que se enuncia.
El mismo valor de futuro, pero más inminente y con el matiz de
obligatoriedad, tiene el presente imperativo, que señala un mandato
conminatorio. Ejemplo:
Vas a tu casa y dices a tu madre ...

Idéntica tendencia al futuro vernos en el futuro de conato o inten-


to (y4-b5) que señala proyección o intención hacia ese tiempo sin
realizarse en él.
También tiene esta misma línea significativa el que podernos lla-
mar presente 'hipotético' que entra en las proposiciones condiciona-
les. Ejemplo:
Si quieres buena fama, no te dé el sol en la cama.

Es decir, que el tiempo verbal llamado 'presente' encierra tres


signos temporales; o si se prefiere, tres «tiempos» distintos.

PERFECTO SIMPLE O ABSOLUTO

Expresa un proceso en el pasado qne no guarda conexión con el


presente del hablante. Si contextualrnente va matizado por un sin-
tagma temporal, sólo será posible con las unidades de tiempo pasado.
Es forma perfectiva aspectualmente y, cuando se superpone a un
verbo de acción irnperfectiva, la perfectividad de su aspecto presta un
significado de ruptura de la acción en el presente, es decir, negación
en el presente (Sí, fue buen estudiante). Suelen interpretarse frases
del tipo de Supe que había venido corno expresivas de anterioridad
de la perfección, aclarando que «se sigue sabiendo en el momento pre-
428 Morfosintaxis

sente». La interpretación es más sencilla: El verbo saber en este caso


significa «enterarse» y, como tal, tiene modo de acción perfectivo.
Esta forma verbal significa un proceso o acontecimiento anterior
al momento de la enunciación del hablante; y la perspectiva o punto
de vista (R) de éste coincide con el momento A, o bien, es inmedia-
tamente posterior a él, pero en todo caso anterior a E.
Las correlaciones son:
A>R
R>E
A>E
1-+ A>R>E
Se trata, pues, de una forma temporal antepretérito, que ocasio-
nalmente puede operar como copretérito.
Esta forma del pasado es la más adecuada para la narración y su
significado, desde un punto de vista psicológico, es el resultado de
una <<memorización» (real o imaginado) de un acontecimiento que ha ·
dejado su huella en nuestra mente.
Podemos representarlos gráficamente de la siguiente manera:

El pasado simple, como dijimos, expresa una acc1on que no


guarda relación con el presente del hablante, mientras que el pasado
compuesto significa un proceso que se proyecta hacia el presente, se-
gún detallaremos más adelante. ·
El pasado simple es tiempo perfectivo y en la combinación con
los diferentes modos de acción da los siguientes resultados:
El tiempo en el verbo 429
a) Si el verbo es también por significado -aktionsart- per-
fectivo, señala la acción puntual concluida sin proyección hacia el
presente. Ejemplo:
En aquel momento cerré la puerta.
b) Si el verbo es imperfectivo de significación permanente,
puede marcar el término del momento inicial de la acción. Ejemplo:
Supe que habías venido.

c) Implica la negación en el presente si el verbo es de perma-


nencia necesaria. Ejemplo:
Fue trabajador en otro tiempo.

d) Señala Gili Gaya la extensión significativa del pasado hacia


el futuro, como recurso estilístico. Indica la frase chilena Me fui, y el
uso en una situación inminente que se desea con vehemencia. Así
cuando estamos a punto de llegar a un lugar y lo deseamos, decimos:
¡Por fin, ya llegué!
En Asturias y Galicia la forma simple se usa con mucha frecuen-
cia para expresar los valores del perfecto compuesto.
En el español de diversos lugares de América, la utilización de las
formas canté y he cantado difieren notablemente de la peninsular. En
México 15 , por ejemplo, la forma compuesta expresa acciones, proce-
sos, acontecimientos .... inacabados, durativos, de aspecto imperfecti-
vo, que se continúan en el momento del hablante. Asimismo la forma
canté puede expresar hechos relacionados con el presente del emisor,
de modo semejante a lo que se escucha en Colombia.
En Argentina es mucho más frecuente el uso de la forma canté
que la compnesta en casi todos los contextos. En Bolivia, en el habla
15
J. M. Lope Blanch, «Sobre el uso del pretérito en el español de México», en
Estudios sobre el español de México, México, UNAM, 1982, págs. 130 y sigs., y José
G. Moreno de Alba, «El español hablado en México», en C. Hernández Alonso
(coord. ), Historia y presente del español de América, Valiadolid, Junta de Castilla y
León, 1992, págs. 638 y sigs.
430 Morfosintaxis

popular también se prefiere la forma simple, mientras que en la va-


riedad culta es algo más frecuente la compuesta. Por contra, en Perú
es muy frecuente la forma he cantado para expresar acciones que en
otros lugares utilizan la forma simple 16 •
Las caracteristicas de esta forma dentro del sistema son: F arma
temporal con marca retrospectiva, de aspecto perfectivo, pertenecien-
te al modo indicativo. Se opone al imperfecto por el aspecto
(perfectivo/imperfectivo), y al perfecto compuesto, por el aspecto
sintagmático.
Puede adquirir valores de antepretérito o de pluscuamperfecto en
ciertas construcciones y contextos. Ejemplo:
Después que lo contó, rompió a llorar.

En cualquier caso son extensiones de su contenido nacidas de su


perfectividad en el decurso. De sus relaciones e interferencias con la
forma compuesta, he cantado, trataremos en el epígrafe correspon-
diente a ésta.

IMPERFECTO

Es una forma verbal del indicativo, de aspecto imperfectivo y


marca temporal retrospectiva. Significa un proceso o acontecimiento
pasado anterior al momento del hablante, enunciado desde una pers-
pectiva o punto de vista simultáneo a A.
A>E
R>E -+A-R>E
R-A

Lo que podernos representar gráficamente corno sigue:

16
Para todas estas cuestio~es, véase, C. Hemández Alonso (coord. ), Historia y
presente del español de América (cit.).
El tiempo en el verbo 431

R

-----········· ...... .
A

Téngase en cuenta que, por su imperfectividad, este tiempo puede


traspasar la frontera del presente del hablante y significar en el futu-
ro. Ejemplo:
De buena gana me iba de excursión mañana.

Por su matiz cursivo es muy propicio para la descripción del pa-


sado.
Cuando este tiempo se ciñe a su valor retrospectivo puede expre-
sar:
a) Acción cursiva en el pasado. Ejemplo:
Trabajaba mucho el pobre hombre.

b) Simultaneidad a otra acción pasada. Es el valor de copretéri-


to, que le asignó Bello. Ejemplo:
Cuando él hablaba yo me callaba.

La relación de simultaneidad con otro acontecimiento pasado es


una de las consecuencias de la correlación de R - A.

c) Con un verbo de significación perfectiva y momentánea, se


obtiene un valor reiterativo, de acción repetida en el pasado; y en
otros casos el significado es de hábito. Ejemplos:
Disparaba sin mirar a la pieza;
El boxeador golpeaba con rapidez, etc.
432 Moifosintaxis

Estas oraciones nos señalan una acción reiterativa en el pasado.


Si el imperfecto se une a un verbo de modo imperfectivo, se re-
fuerza este matiz en el pasado. En Vivía felizmente en aquella época
vemos un concepto persistente en ese pasado.
Por extensión significativa, con cierta facilidad el imperfecto pasa
a denotar una noción presente con diversos matices y valores, como
resultado de su imperfectividad:
l. De cortesía. El hablante, a fm de evitar la posible brusque-
dad de una petición, mego, pregunta... a un superior o a una persona
con quien no tiene suficiente confianza, retrotrae la acción hacia el
pasado como si intentase evitar la idea en el presente. Ejemplos:
Quería pedirle... ; Tenía intención de...

2. De opinión. Sirve iguahnente para rebajar el tono de un


enunciado opinativo. Ejemplo:
Este muchacho merecía aprobar (por «En mi opinión, lo mere-
ce>>).

Señalemos, por fin, unos valores del imperfecto propios del futu-
ro hipotético:
a') Se escucha coloquialmente un imperfecto en la oración
principal del período con un nexus condicional. Ejemplo:
Si tuviera dinero, compraba este coche.

b') Por analogía, se ha extendido el imperfecto a la propia con-


dicionante en el habla vulgar, aunque con menor frecuencia. Ejem-
plo:
Si tuviera (tenía) dinero, compraría (compraba) el coche.

c') Otro valor de este tiempo lo encontramos también en el hipo-


tético imaginativo, muy característico del habla infantil y de la popu-
lar. Ejemplos:
El tiempo en el verbo 433
Yo compraba de buena gana ... ; Yo era el bueno y tú disparabas ...

FUTURO STh:IPLE O ABSOLUTO

Es el principal tiempo prospectivo y señala un acontecimiento


venidero, sin precisar el momento, por referirse a un campo virtual,
no real.
Esta forma verbal expresa un proceso o acontecimiento posterior
al momento de la enunciación, y el momento de la referencia o pers-
pectiva es o simultáneo con A o imnediatamente anterior a él. La
fórmula que lo define será:
E>R
R>A 1-+E>R>A
E>A

Y lo podemos representar gráficamente de la siguiente manera:

R


E

Como comprobamos en otro lugar 17 , el futuro tiene un aspecto


perfectivo, y los valores que adopta en el decurso son el resultado de
combinar dicho aspecto con los modos de acción de cada verbo y las
marcas de temporalidad señaladas.
Es tiempo prospectivo que significa una pura virtualidad, ya que
el futuro, en esencia, no existe. Se trata, pues, desde un punto de vista
17
Cf. más adelante, págs. 471 y sigs.
434 Morfosintaxis

psicológico de un proceso imaginativo, proyectivo, de un proceso


sólo presente en nuestra mente. Pero le concedemos independencia y
fingimos que tiene «realidad en sí».
En todo caso, por ese rasgo de «eventualidad» o «virtualidad»
que le distingue, se halla muy próximo a los valores del subjuntivo. Y
así no es de extrañar que algunos autores, como Alarcos 18 , acepten
que esta forma, junto con la del futuro hipotético, cantaría, forman
un grado intermedio en la categoría de modo, entre el indicativo y el
puro subjuntivo.
Todos los valores del futuro nacen de dos rasgos semánticos que
lo distinguen:
l. Temporalidad futura, que implica la
2. Eventualidad de la acción.

Si predomina el primer rasgo, adopta los siguientes significados:


a) De aserción o negación hacia el futuro.
b) De mandato (ejemplos: Tú harás lo que te manden; No matarás).

Como expresión del rasgo de eventualidad nos encontramos los


valores, propiamente modales, de
c) Probabilidad o hipótesis (ejemplos: Será a las diez la fiesta;
Serán ya las diez).
d) Concesivo o permisivo (ejemplo: Será muy trabajador, pero
no lo demuestra).
e) De sorpresa (ejemplo: ¿Será posible que haya hecho eso?).
f) De cortesía (ejemplo: ¿Será usted tan amable de... ?).

Como se ha percibido, estos valores pueden hacer referencia a un


tiempo presente: el tiempo ha sufrido una extensión regresiva; al de-
gradarse el valor temporal se intensifica el de hipótesis o eventuali-
dad; además, el valor de sorpresa no es más que el mismo de proba-
18
Alarcos Llorach, «Cantaría: modo, tiempo, aspecto>>, en Estudios ... (cit.), págs.
107 y sigs.
El tiempo en el verbo 435

bilidad en frases interrogativas o exclamativas. Y el valor concesivo


es el mismo de probabilidad enfrentado a otra idea restrictiva.
Todos estos valores nacidos de la eventualidad sitúan el signifi-
cado en el presente del hablante. Así pues, la correlación temporal es
diferente:
E-A>R.

Es decir, un antefaturo -precisa denominación- que con una


perspectiva-forma de futuro expresa una acción, un proceso, un
acontecimiento, ... anterior a ella y simultánea al mismo de la enun-
ciación. Temporalmente, pues, es un signo diferente del que posee el
futuro asertivo.
Mal se podrían explicar estos contenidos y valores, como preten-
den algunos, a partir de una fórmula de temporalidad primaría
(O + V), es decir, un vector positivo en el tiempo a partir del punto
de origen.
Cuando miramos hacia el futuro, deseamos acercar el porvenir a
nuestro momento y por ello acudimos al presente. Teniendo en
cuenta esta tendencia psíquica a la ley del mínimo esfuerzo, concre-
tada en el uso de un «comodín>>, el presente de indicativo, tendremos
razones suficientes para justificar el desuso del futuro y su sustitución
por el presente en el habla coloquial.
Y como la ley del mínimo esfuerzo es inversamente proporcional
al grado de cultura, al dominio del lenguaje y a la tensión puesta en
él, no puede extrañamos que el uso del futuro sea mucho menos fre-
cuente en el habla familiar, en la popular y en la infantil 19• En gran
parte de los países hispanohablantes de América (México, Argenti-
na, .... ) el futurp asertivo es reemplazado por la perífrasis prospectiva
haber de + infinitivo; ir a + infinitivo ( y aun querer+ infinitivo).

19
Cf. nuestro estudio «El futuro absoluto de indicativo», en Archivum, Oviedo,
1968, págs. 29 y sigs.
436 Morfosintaxis
Piénsese que es el mismo fenómeno que ocurrió en el paso del
latín al castellano: la pérdida del futuro y su sustitución por una for-
ma perifrástica prospectiva, AMARE+ HABEO (>amaré).
Cierto que el futuro es un tiempo de significado abstracto y que
este factor también influye en el desuso progresivo del tiempo futuro,
pero esto no nos parece elemento decisivo ni determinante de su es-
casa frecuencia.

FUTURO HIPOTÉTICO

Ya vimos, al estudiar los modos del verbo español, que esta for-
ma, cantaría, no es un modo aparte, sino un simple futnro hipotético
respecto del pasado, dentro de los tiempos del indicativo 20 •
Se formó de manera semejante al futuro simple. Si amaré lo hizo
sobre amar(e) + he (< habeo); amaría deriva de amar(e) + (h)ía (< :
habebam).
Y si el primero es un futuro respecto al presente (presente es el
tiempo que entra en su formación), cantaría es futuro respecto al pa-
sado (pues pasado es el auxiliar que lo formó), independientemente
de que su contenido se cumpla en el presente, pasado o futuro respec-
to al momento del hablante. Los dos tuvieron en su origen un valor
de obligatoriedad, pero el futuro hipotético lo ha perdido.
Corno forma temporal del indicativo significa un proceso o ac-
ción posterior al momento de la referencia R, y respecto al momento
del enunciado puede ser indistintamente anterior, simultáneo o pos-
terior. Su rasgo de futnridad relativa ha de medirse, pues, fundamen-
talmente con relación al momento R.
Lo definen las fórmulas siguientes:

2
°Cf. supra, págs. 388 y sigs.
El tiempo en el verbo 437
R>E

:>{A:~ - R> ~;:)


<E

Y en un gráfico lo podemos representar de la siguiente manera:


A A A
• •

R
E

Es decir, que se trata de un pospretérito múltiple. En él lo funda-


mental es la posterioridad de A y de E respecto a R; pero la corr~la­
ción de A y E puede ser diversa. Esto no puede sorprendemos, pues
ya dijimos que era una correlación secundaria y subsidiaria respecto a
las otras dos.
Los rasgos semánticos en que se basan todos sus valores son:
l. Hipótesis; y
2. Futuridad respecto a un pasado.

La eventualidad, hipótesis o posibilidad es su principal valor en


el contexto y tanto puede referirse a un pasado como a un futuro. Este
valor de eventualidad lo tiene por ser futuro. Ejemplos:
Serian las diez cuando salí; ¿Empezaríamos la sesión a las diez?

Su segundo valor es el defuturidad relativa al pasado. Ejemplo:


Me dijo que lo haría él personalmente.

Pero puede haberlo hecho ya, hacerlo ahora o más adelante.


438 Morfosintmcis

El valor de permiso o conceswn deriva del de eventualidad y


marca nna negativa en el presente, de algo que se admite en el pasa-
do. Ejemplo:
Seria muy estudioso en otro tiempo, pero ahora ...

Otros posibles valores secundarios de este tiempo en algunos de-


cursos, que también derivan del hipotético, son:
de conato (ejemplo: Iría de buena gana, pero ... ).
de cortesía (ejemplo: Querría pedirle... ).

Los dos son, evidentemente, prospectivos, si bien su prospección


es atenuada respecto al momento del emisor.
Merece mención aparte el uso de este tiempo en las «condiciona-
les». Nunca, salvo por regionalismo norteño o vulgarismo, es admi-
sible en la condicionante (Si vendría .. ., etc.); y es muy frecuente en la .
«principal o condicionada», en la qne alterna con el imperfecto en -ra
del subjuntivo, si bien este último queda reducido al lenguaje litera-
rio.
Esta sustitución ocasional de cantaría por un imperfecto del
subjuntivo suele darse en aquellos valores de indicativo que conserva
la forma en -ra de su étimo.
En Hispanoamérica esta forma de pospretérito (cantaría) está en
regresión para expresar un hecho o proceso posterior al pasado, y en
tales casos puede sustituirse por la perífrasis ir a + infinitivo o por el
mismo imperfecto de indicativo.
Por contra, en algunas zonas argentinas (Rosario, Buenos Aires),
en Bolivia, Perú, etc. aparece también la forma cantaría en la condi-
cionante.
Frente a este uso, no son pocos los lugares hispanoamericanos en
que el imperfecto de subjuntivo reemplaza al futuro hipotético (Ej.:
¿Cómo te lo dijera?) 21 •
21
Para las variantes hispanoamericanas, véase C. Hernández Alonso (coord.),
Historia y presente del español de América (cit.).
El tiempo en el verbo 439

Y aunque significativamente es forma que está próxima al sub-


juntivo por su carácter hipotético, nunca puede construirse tras ver-
bos que exijan subjuntivo en la subordinada, como son los que signi-
fican deseo, duda, mandato, posibilidad...

FORMAS DEL SUBJUNTIVO

Como ya hemos señalado 22 , el subjuntivo es un modo verbal que


marca la actitud subjetiva del hablante ante el enunciado, en una sola
forma, sintéticamente. Se trata, pues, de una mentalización o subjeti-
vación del enunciado en el verbo, que supone como consecuencia
una notable complejidad del proceso mental.
El subjuntivo, por su propio rasgo de «Subjetividad», mal puede
situarse en un momento temporal, o sea, que la medición temporal
desde el punto del hablante es imprecisa, y predominan, en cambio,
en él el aspecto y la medida relativa. El hablante, al expresarse por
este medio, trata de acercar a su mente la realidad del enunciado,
matizándola con algún valor subjetivo.
En cuanto a la correlación de temporalidades, la forma I del sub-
juntivo, cante, expresa un acontecimiento o proceso posterior al mo-
mento del hablante E y al momento de la referencia o punto de vista
R. La relación entre E y R puede ser de simultaneidad o de anteriori-
dad inmediata del primero. En fórmula será:
E>A
E?;R -+ E?;R>A
R>A

Que podemos presentar en el gráfico siguiente:

22
Cf. supra, págs. 378 y sigs.
440 Morfosintaxis

Con lo que vemos que el llamado presente de subjuntivo puede


operar como un pospresente en las construcciones propias de su mo-
do o como un posfuturo (Ejemplo: Cuando venga tu hermano, que
me llame).
La segunda forma del subjuntivo, llamada «imperfecto» responde
a unas fórmúlas algo diferentes y más complejas:
R>E
R>A
E>A
A>E

Es decir, que se trata de los diversos valores de un pospretérito, bien


responda a R> E> A, a R> (A-E), o aR> A> E. En todos los ca-
sos representa de un acontecimiento o acción posterior a una pers-
pectiva pasada, donde se percibe claramente que la correlación tem-
poral del acontecimiento expresado y del momento de la enunciación
es múltiple, y en consecuencia accidental o mediatizada por el decur-
so. Y esto es debido al proceso de gramaticalización que ha sufrido
este tiempo, que conserva parcialmente algún valor etimológico del
pasado y ha adquirido los de posterioridad respecto a R.
Esto explica y viene a coincidir con lo que se viene llamando
«actualidad» 23 o «actualización», rasgo que distingue a las dos for-

23
Cf. supra, págs. 381 y sigs.
El tiempo en el verbo 441
mas del subjuntivo en determinadas construcciones, y que podemos
formular sobre el siguiente sistema opositivo:

<
no ".'.'tual: cantara (-se)

Actualización
actual: cante (-a)
+

Veamos una serie de frases, sobre las que explicaremos este


punto, desde la correlación de temporalidades:
l. Digo: cante (-a). 11. Temo que venga.
2. Dijo: cante (-a). 12. Temí que viniera.
3. Digo que cante. 13. Diré: venga.
4. Dijo que cantara. 14. Diré que venga.
5. Digo: tal vez venga. 15. Dudaré que venga.
6. Dijo: tal vez venga. 16. Temeré que venga.
7. Digo que tal vez venga. 17. Pase (-a); que pase.
8. Dijo que tal vez viniera. 18. Que llueva.
9. Dudo de que venga. 19. Plega al cielo ...
10. Dudé de que viniera.

Como fácilmente se verá, todas las formas enumeradas que mar-


can o suponen al hablante en un presente o futuro (1, 3, 5, 7, 9, 11,
13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19) usan la forma primera (cante, venga ... ),
así como las frases en que se actualiza el proceso de hablar en el pa-
sado (2, 6); esto es como si el hablante se trasladara a ese punto e hi-
ciera eje de la enunciación a ese momento.
En cambio, las frases cuyo verbo regente está en pasado, pero sin
actualizarse el momento de la elocución a ese momento (4, 8, 1O, 12),
por seguir el hablante en el presente, mientras señala el enunciado del
verbo regente, se usa la segunda forma del subjuntivo, que indica la
posterioridad (cantara/-se) respecto a R.
Se suele decir que el llamado presente de subjuntivo indica ac-
ciones presentes y futuras respecto al momento del hablante y que el
442 Motfosintaxis

imperfecto expresa indistintamente acciones pasadas, presentes o fu-


turas. En verdad esto merece una explicación. Conviene señalar los
siguientes rasgos posibles de su relatividad temporal:
Ame expresa simultaneidad, y fundamentalmente posterioridad
respecto a E, y siempre posterioridad respecto a R, y como el eje de
referencia R de esas notas suele ser el presente, es comprensible que
se le asignen valores temporales de presente y futuro, o sea, de simul-
taneidad y posterioridad respecto al presente. Pero ya hemos visto
que también puede señalar esas relaciones temporales respecto a un
pasado con actualización o respecto a un futuro.
Amara (-se) expresa posterioridad (respecto a R, que se manifies-
ta en un pasado inactualizado).
Como consecuencia de esa marca, si se mide respecto al presente,
E, nos encontramos con que puede designar procesos pasados, pre-
sentes o futuros. Ejemplos:

Tal vez lo hiciera ayer; Tal vez lo aceptara en otras condiciones.

En las fórmulas optativas que permiten las dos formas verbales


del subjuntivo, el «presente» expresa una acción más próxima al ha-
blante o más probable, mientras que el imperfecto lo muestra más
eventual e hipotético. Compárese ¡Ojalá llueva! y ¡Ojalá lloviera! Y
esto se debe a que la forma I expresa una relación más fija A < E y
R >A, que las formas de los imperfectos.
Los valores de actualización del subjuntivo se dan y perciben en
el decurso.
A la imprecisión temporal de las formas del subjuntivo contribu-
ye también la traslación del significado que han sufrido estas formas
verbales en su paso del latín al castellano. La forma cantara ha pasa-
do de un pluscuamperfecto de indicativo a ser imperfecto de subjun-
tivo, y cantase ha. nacido de un pluscuamperfecto de subjuntivo
latino para llegar a imperfecto del mismo modo. Aparte de la neutra-
lización modal de estas dos formas apoyándose en los valores moda-
les que la primera de ellas tenía .en latín, en ambas se ha dado un pro-
El tiempo en el verbo 443

ceso de futurización, al dejar la zona temporal del pasado perfectivo


y trasladar sn significado a la de los imperfectos.
Los futuros de subjuntivo (cantare) apenas se usan en el español
actual. Se conserva en el habla del Caribe, en Canarias, en Méjico y
en el lenguaje administrativo, en fórmulas estereotipadas con sabor
de arcaísmo. Es tan reducido su uso que, con Togeby, creernos pre-
ferible prescindir de ellos al formular el sistema. En todo caso, sus
originarios valores de pospresente y posfuturo explican el que haya
sido reemplazado mayoritariamente por el 'presente de subjuntivo'.
Quienes prefieran aferrarse a su presencia en el sistema - no
hablarnos de 'normas' - se verán obligados a interpretarlos según
decirnos, y comprobarán la redundancia de dos formas en el subjunti-
vo, ésta y la de cante.
Dada la proximidad entre los futuros de indicativo y nuestro
subjuntivo, no nos extrañará ver que frases construidas con futuro en
castellano medieval se forman en español moderno con subjuntivo; y
tampoco se nos hará extraño que todos los tiempos de este modo po-
sean una posible referencia hacia el futuro, pues es zona más propicia
para expresar la hipótesis, duda, posibilidad.. ., etc.
El uso del subjuntivo está mediatizado por el nivel cnltural, for-
mación del hablante, registro, etc.
Habría que plantearse, en fin, si es válida la denominación de
'tiempo verbal' para estas flexiones del modo subjuntivo. Digamos
que, estrictamente hablando, no deberíamos denominarlos tiempos
del subjuntivo, corno ya dijimos, dado que no obedecen a una medida
fija. Pero por implicar tiempo y admitir la medición relativa que aca-
barnos de exponer podernos mantener esos términos.
CAPÍTULO XXI

FORMAS COMPUESTAS

Los llamados «tiempos compuestos», según ya anticipamos, son


sintagmas que configuran un subsistema secundario, paralelo y rela-
tivo al que venimos estudiando hasta aquí. Para Benveniste, los ca-
racteres que los distinguen relaciouan a éstos con las formas simples;
y son la anterioridad y la relación de perfecto.
A nuestro entender, estas dos características las poseen por el as-
pecto perfectivo que es la marca de todo el subsistema 1•
Responden, pues, a la perfectividad relativa a cada forma tempo-
ral simple. Por ejemplo:

Había amado
~~~~~~-----------~~~~~~

Imperfecto + Perfectivo

De esta fusión sale una «perfectividad relativa al imperfecto». En


su origen tenía la marca de un aspecto resultativo o terminativo, en
relación con el momento marcado por el tiempo conjugado. Por
ejemplo: A las ocho ya lo había hecho, en principio equivalía a

1
Ver capítulo XXII.
Formas compuestas 445

nuestra frase A las ocho ya lo tenía hecho. El paralelismo de este


subsistema con el de las formas simples es claro .

..8
u
..8
u
~ ~
~ ----f¡I>- hacía ,ro____.., haría
X',..--·----::------------------- i::-------,y'
.g~-
' ' ' ..el .g .. ' '
..el
'' ''
''
'
'
''
x' .._ .§ ______ .§ ______ ..§ " Y
] ____.,,.hice ] ____.,,. hago ], __.,. haré
o ], 'º
] i
A lo largo de su historia estas formas han sufrido una grarnatica-
lización notable. Desde una significación resultativa en el tiempo co-
rrespondiente a la forma simple han pasado a designar un hecho en
un momento anterior al punto de vista de la referencia. Expliquérnos-
lo sobre un ejemplo: He hecho ha pasado desde un significado
«Tengo en este momento hecho ... » al de «hice en un pasado conecta-
do con el momento del hablante».

Desde un gráfico corno:


---l>X
A~~~~~--11111--~~~~-B

indicador de un presente resultativo de una acción pasada, a este otro:


_ __.
I
A-~--~-"'-------'---------A'

que corresponde a un pasado proyectado hacia el presente.


Idénticos razonamientos son válidos para todas las otras formas,
simplemente con cambiar el punto de referencia o relación, según la
446 Morfosintaxis
forma simple que le corresponde. El proceso de esta gramaticaliza-
ción, común a todo el subsistema de formas participiales, ha produci-
do una retracción en la zona temporal marcada por ellas; es decir, que
el carácter de anterioridad que les asignó Benveniste, lo han adquiri-
do por ese proceso histórico de gramaticalización, que dio primacía a
la temporalidad interna -aspecto- del participio constituyente, en
perjuicio de la marca temporal del auxiliar haber. En ha (presente) +
hecho (participio, perfectivo, pasado), por ejemplo, se desemantiza
ha, la valoración de presente, y pasa a primer plano la perfectiva pa-
sada del participio.
Como consecuencia de esa retracción provocada en el sistema
originario, se producen interferencias y aun contacto entre las formas
temporales del pasado.
Así se explica la alternancia amé I he amado como variantes del
perfecto, diferenciadas por la proyección hacia el presente de la segun-
da forma, como era de esperar por sus étimos. Sobre esto volveremos al
estudiar los distintos tiempos particularmente. Anticipamos también
que la misma marca de relatividad perfectiva rige a las formas partici-
piales del subjuntivo. Un segundo fenómeno, consecuencia de esa gra-
maticalización, ha sido la inmovilidad formal del participio, que perdió
sus flexiones de género y número. A cambio se potenció su contenido,
a la vez que el verbo conjugado se convertía en un auxiliar.
Este absoluto paralelismo de los dos subsistemas ha facilitado la
enunciación del paradigma como conjunto de ambos, pero esto no es
lo más adecuado lingüísticamente. Es lo mismo que si hubiéramos
conservado la llamada «voz perifrástica» -y sólo la de obligatorie-
dad haber de + infinitivo- como un complemento más del paradig-
ma verbal, tal como se enseñaba, sin percatarnos de que era un sin-
tagma verbal complejo.
Una prueba más de que son dos subsistemas está en el hecho de
que las formas propias del paradigma, las llamadas 'simples', han su-
frido diacrónicamente un proceso de futurización, mientras que estas
compuestas han seguido la línea opuesta de retracción temporal, lo
cual compensa y equilibra el sistema verbal.
Formas compuestas 447
Forman, pues, un subsistema de sintagmas complejos, que hoy
funcionan y significan unitaria y conjuntamente, formados por el
auxiliar haber y un participio invariable 2 • El auxiliar es el que lleva
los morfemas de tiempo-modo y persona, y ha quedado desemantiza-
do. Que forman un grupo sintagmático lo prueban su conmutación
conjunta por un solo elemento, que no es posible interpolar elemen-
tos entre el auxiliar y el participio, y que cualquier elemento modifi-
cador o adyacente afecta a todo el grupo en conjunto. Apuntemos
unas breves notas diacrónicas de la difusión de este subsistema y de
la gramaticalización que sufrió.
Y digo «difusión» porque la creación es latina La aparición de
formas perifrásticas del tipo scriptum habeo en latín se fue exten-
diendo muy notablemente. Estas formas, poco usadas en latín arcai-
co, se generalizaron en la época clásica, especialmente con partici-
pios de verbos que significaban actividades intelectuales.
En el latín decadente proliferan tanto que se debilitan y se dese-
mantiza en ellas el verbo conjugado, hasta llegar a convertirse el sin-
tagma en sinónimo del perfecto simple.
No olvidemos que en un principio estas formas expresaban una
acción terminada, anterior a otra.
Pues bien, esa desemantización justifica la aparición de tener en
el lugar de haber con valor de posesión.

2
Es preciso que fijemos el concepto de auxiliaridad. En un grupo sintagmático,
para que uno de los componentes funcione como auxiliar, ha de haber una significa-
ción conjunta que no coincide exactamente con los rasgos de contenido de los elemen-
tos que lo forman. Podríamos representarlo así: a ± b --+ B '. Esto implica una dese-
mantización del auxiliar, parcial o total, y una síntesis de significados.
El auxiliar ha de funcionar como un morfema libre del grupo sintagmático y es el
portador de los morfemas flexivos propios del verbo. El auxiliar, como dice Portier,
incide sobre el otro verbo; y el grupo con auxiliar no puede romperse sin que cambie
el significado. El auxiliar, además, ofrece una perspectiva de la realización del proce-
so del otro verbo. Es rasgo importante de la auxiliaridad el que los componentes del
grupo no son libremente conmutables, pues no son segmentables en dos unidades
sintácticas. Son grupos sintagmáticos unitarios que han sufrido un proceso de grama-
ticalización.
448 Morfosintaxis

En el Cantar de Mio Cid, 'aver' aún mantiene fuerte su valor de


posesión y ha adquirido una nota incoativa, de proyección hacia el
futuro. Es en el siglo XIII cuando se decide la suerte de tener como
verbo de posesión y se incrementa el uso de aver como auxiliar'.
En la extensión de estas formas se intensifica su originario valor
perfectivo y van especializándose en expresar anterioridad relativa
respecto a la correspondiente forma simple.
Así se va formando un sistema verbal en castellano más porme-
norizado en la expresión temporal, más nítido y simplificado.
Lo que distingue a las formas compuestas es su aspecto sintag-
mático originario. En un principio denotaban un aspecto perfecti-
vo-resultativo en el momento temporal expresado con haber. Es de-
cir, sobre un caso concreto como he escrito, lo dominante fue el
resultado de una acción previa al presente (He = presente resultativo;
escrito =participio perfectivo).
Al gramaticalizarse la forma conjugada, se intensifican los valo- ·
res del participio, pero no se pierde la referencia al tiempo del verbo
flexivo. O sea, que mantiene el aspecto perfectivo, pero pasa a expre-
sar la anterioridad (que supone 'perfección') respecto a la forma
conjugada.
De ahí que hoy expresan generahnente una acción o proceso' an-
terior al tiempo del verbo auxiliar.

PERFECTO COMPUESTO

El perfecto compuesto, ha cantado, en su origen comenzó signi-


ficando el resultado en el presente del hablante de un proceso anterior
a él. Una forma como he hecho significaba algo como «tengo hecho».
De este significado resultativo en el presente ha pasado a designar
una noción pasada cuyo significado se proyecta y perdura en el pre-

3
Cf. Eva Seifert, <<Haber y tener como expresión de la posesión en español», en
RFE, XVII, 1930, págs. 233-276 y 345 y sigs.
Formas compuestas 449

sente. Por su composición, los valores temporales y aspectuales que


contiene son:
he: significado de presente;
cantado: significado de pasado y perfectivo.

Era una perífrasis terminativa en origen, en la que predominaba el


valor de he; actualmente predomina el del participio. Es decir, que se
ha convertido en una forma de pasado que se proyecta hacia el pre-
sente.
De un significado como:

"'- E
Presente

ha pasado al que podemos representar:

''

''
'
'
........ E

Como se ve, su contenido está muy próximo al del pasado simple


o indefinido y sus esquemas temporales casi coinciden 4 • Su fórmula
puede ser la de un antepresente:
4 Véase, supra, págs. 427 y sigs.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 15
450 Morfosintaxis

A>R
A>E -+A>R-E
E-R

El perfecto simple marca una noción pasada, anterior a E, sin


precisar el momento exacto y está marcado por el aspecto perfecti-
vo.
Lo esencial es que su contenido no guarda conexión con el pre-
sente; por ello es más objetivo que el compuesto. Significa una ac-
ción en el pasado, como un todo, con su término.
La diferencia entre el pretérito absoluto y el perfecto fue muy
bien marcada por Alarcos Llorach, superando las interpretaciones de
Bello y Paiva Boleo, entre otros 5 •
Distingue entre el uso de estos tiempos con modificaciones tem-
porales de carácter circunstancial y sin tales modificaciones.
En el primer caso, el perfecto absoluto expresa una acción reali- ·
zada en un período temporal del que ha salido el hablante; y el per-
fecto compuesto marca los enunciados en unidad temporal dentro de
la que aún se encuentra aquél. Sin embargo, señala Alarcos la posibi-
lidad de aproximar o distanciar subjetivamente la noción verbal del
momento del hablante (ejemplo: La he visto anoche). Es decir, que
sirve de recurso estilístico para marcar la afectividad positiva o nega-
tiva.
Cuando no conlleva modificaciones temporales la diferencia se
basa en la relación del proceso pasado con el presente. El pasado
simple, como dijimos, expresa una acción que no guarda relación con
el presente del hablante, mientras que el pasado compuesto significa
un proceso que se proyecta hacia el presente 6 •

5
Cf. Alarcos, Estudios ... (cit.), págs. 13-49.
6
Para algunas variantes de uso en la península, en Hispanoamérica, véase más
arriba, págs. 429 y sigs.
Formas compuestas 451

EL PLUSCUAMPERFECTO DE INDICATIVO

Es la forma compuesta relativa al imperfecto. Significa una ac-


ción o proceso pasado y anterior a otro también pasado (o a otro mo-
mento del pasado). Su aspecto sintagmático es perfectivo terminativo
respecto al imperfecto.
Nació para cubrir el puesto que dejó el pluscuamperfecto latino,
que pasó a imperfecto de subjuntivo, cantara.
El otro punto pasado de referencia puede estar ocupado por cual-
quier tiempo absoluto del pasado (ejemplo: Cuando tú llegaste, ya lo
había terminado yo).
En pocas ocasiones se usa para indicar un pasado remoto sin nin-
guna referencia a otro momento pasado (ejemplo: Eso ya lo había di-
cho yo).
Las temporalidades que representan pueden concretarse en las si-
guientes fórmulas:
A>R
R>E --+A>R>E
A>E

Que pueden responder al siguiente diagrama:

R
A •
• E

propio de un antepretérito.
Por su relación con el pretérito imperfecto (está formado con el
auxiliar haber en imperfecto) adopta muchos de los valores de aquél.
452 Morfosintaxis

a) Así, a veces, lo veremos con el significado de cortesía.


Ejemplo:
Había pensado yo pedirle...

b) O en las apódosis de las «condicionales» donde habitualmen-


te habría un llamado potencial compuesto. Ejemplo:
Si hubiera tenido dinero en aquel momento, lo había comprado.

Este uso es preferentemente del habla vulgar y del coloquio.


c) También puede adoptar un valor imaginativo, paralelo al del
imperfecto, especiahnente en el habla coloquial e infantil. Ejemplo:
Yo había hecho la cama y tú arreglabas a la niña.

En varios países hispanoamericanos se utiliza esta forma para in-


dicar una acción pasada, de manera semejante al imperfecto
(Argentina, Bolivia, Perú, Uruguay... ). Y aun en Ecuador y Bolivia se
escucha con valor de presente. Ejemplos: ¿Cómo había sido eso?
(=cómo es eso); También había habido muchos hombres (=hay) 7 •
Por contra, en gran parte del mundo hispanohablante de América
se utiliza la forma amara con valor de pluscuamperfecto de indicati-
vo y significado de pasado simple. Esta moda ha arraigado de nuevo
en España en los ámbitos periodístico y popular.

ANTEPRETÉRITO O PRETÉRITO ANTERIOR

Es forma compuesta que significa un proceso inmediatamente


anterior a otro también pasado. Lo distintivo es ese rasgo de anterio-

7
Véase, para todas estas cuestiones, Ch. E. Kany, Sintaxis hispanoamen·cana,
Madrid, Gredos, 1969; y la ya citada C. Hemández Alonso, Historia y presente del
español de América.
Formas compuestas 453

ridad inmediata. Ha caído notablemente en desuso y en la expresión


coloquial casi nunca aparece.
Es lógico, pues ese rasgo de inmediatez que lo distingue puede
ser expresado léxicamente por nn adverbio, transpositor o algún
complemento (en cuanto, inmediatamente) y su puesto puede estar
desempeñado por un perfecto simple, y aún mejor, por un pluscuam-
perfecto, ya que sus marcas de temporalidad coinciden. Ejemplos:
Luego que salió, preparamos el salón; Una vez que habíamos
terminado con todo, nos pusimos a bailar.

Más raro es escuchar Cuando hubo salido ... ; o Luego que hubi-
mos terminado con todo ...
Ha caído en desuso porque, como se deduce de lo anterior, no es
rentable en la lengua.

FUTURO COMPUESTO

Con mayor razón podria llamarse futuro relativo. Su principal


función significativa es marcar una acción futura anterior a otra tam-
bién futura.
Su aspecto sintagmático es perfectivo-terminativo respecto al fu-
turo simple, y sus marcas de temporalidad pueden compendiarse en
las fórmulas y gráfico siguientes:
A>R
E>R --+E>A>R
E>A

E
propios de un antefuturo.
454 Morfosintaxis

Los valores que adquiere esta forma verbal en el decurso son pa-
ralelos a los del futuro simple y nacen, igualmente, de los dos rasgos
distintivos que contiene: perfectividad y eventualidad.
Significativamente está a medio camino entre pretérito perfecto
de indicativo (he cantado) y el subjuntivo (haya cantado).
Los principales valores secundarios que puede adquirir son:
a) De probabilidad en un pasado próximo (ejemplos: Habrán
dado las diez; Habrán estado de veraneo).
b) Valor de sorpresa (ejemplo: ¡Habráse visto cosa igual!),
mediatizado por el tono y la modalidad de la oración.
No poco frecuentes son las construcciones en que este tiempo al-
terna con los pretéritos perfectos de indicativo y subjuntivo, aunque
cada uno conserve su peculiar matización. Entre
ya ha venido
Supongo que habrá venido
{
haya venido

hay tres diferentes grados de matiz dubitativo. Lo encontramos tam-


bién en oraciones independientes como Tal vez habrá usted percibi-
do, menos dubitativa que la construcción con el pretérito perfecto de
subjuntivo (Tal vez haya usted percibido ... ).

EL FUTURO HIPOTÉTICO COMPUESTO

Es el tiempo compuesto relativo al futuro hipotético simple y sus


valores son prácticamente paralelos a los de éste. Es doblemente re-
lativo, pues en la subordinación complementaria expresa una acción
posterior a otra pasada, pero anterior a una tercera. Ejemplo:
Supuse que lo habrías terminado antes de mi llegada.

Sus relaciones temporales, al margen del contexto preciso antes


señalado, se reflejan en las fórmulas siguientes:
Formas compuestas 455

R>A
R>E -R>A>E
A>E

de auténtico pospretérito.
Que podemos presentar en el gráfico:


A

Y paralelamente a la forma cantaría, alterna con el pluscuamper-


fecto en -ra en la apódosis de las condicionales. Ejemplo:
Si hubiera tenido dinero, habría (o hubiera) comprado ese coche.

Completan el cuadro de los principales usos y valores de esta


forma compuesta el de cortesía, poco frecuente (ejemplo: Habría
querido pedirle ... ); y el de probabilidad en el pasado o posibilidad
(ejemplo: Habrían dado las diez cuando yo lo llamé).
De las formas compuestas del subjuutivo sólo diremos que son
correlativas y paralelas a las correspondientes simples, y a sus valores
ya aludimos brevemente al estudiar dicho modo.

RECAPITULACION

Como se ha podido comprobar a lo largo de estos dos capítulos,


hemos utilizado los términos de Bello por su precisión, acomodándo-
los a nuestros planteamieutos y a los diferentes valores sígnicos de
cada tiempo verbal.
456 Morfosinta:xis

Asimismo ha quedado patente que hemos segmentado o diversifi-


cado la unidad tradicional y formal de los llamados 'tiempos del ver-
bo' cuando ha sido necesario. Porque algunas de esas formas repre-
sentan a varios signos temporales del verbo.

Si se ha atendido cuidadosamente a los expuesto, se habrá com-


probado que todas las casillas que presentamos al inicio de nuestro
planteamiento están ocupadas por uno, y aun por más signos tempo-
rales. Esto implica que el sistema verbal español es extraordinaria-
mente rico y matizado, que hay pluralidad de formas coincidentes en
la misma casilla y que cubre todas las posibilidades expresivas en
cuanto a temporalidad.
Nuestro planteamiento, siguiendo a Reichenbach, nos ofrece un
sistema combinatorio múltiple a partir de tres variables y sobre tres
constantes. Agotadas y cumplidas quedan todas las casillas-fórmulas
con signos temporales del verbo.
La especificidad del verbo español es notable: ha formado un se-
gundo subsistema perifrástico con haber + participio, complementa-
rio del originario, y ha reajustado al etimológico latino en varias di-
recciones, debido al desuso y la consiguiente pérdida de futuros y
otros tiempos latinos: 1) cambio de modo de algunos tiempos verba"
les (amaveram pasa de pluscuamperfecto de indicativo a imperfecto
de subjuntivo); 2) futurización semántica de varias formas tempora-
les; es decir, que pasan a significar temporahnente más adelante
(amaveram y amavissem) de pluscuamperfectos a imperfectos; for-
mación del nuevo futuro de subjuntivo; y 3) creación de un futuro de
indicativo nuevo a partir de una perífrasis verbal prospectiva, con dos
variantes (amare+ habeo >amaré, y amare+ habebam >amaría).
En síntesis, y básicamente, esas fueron las líneas del reajuste en el
sistema verbal latino al español 8.

8
Véase además, E. Alarcos, <<Evolución del verbo latino al verbo español»,
Gramma-Temas, I~ León, 1992, págs. 27-37.
Formas compuestas 457

En resumen, podemos concluir que el sistema de tiempos verba-


les en español ha sufrido una evolución desde un sistema inicial a) al
actual b ), que podemos esquematizar en los siguientes términos (y
fijándonos solamente en el indicativo):

a)
Formas simples Formas compuestas
canto he cantado
canté hube cantado
cantaba había cantado
cantaré habré cantado
cantaría habría cantado.

b)
Canto
canté he cantado
cantaba había cantado
cantaré habré cantado
cantaría habría cantado.

En él vemos la gran extensión del significado del <<presente», la


pérdida del «antepretérito» o «pretérito anterior», y la conversión de
un «antepresente» en un perfecto de aspecto sintagmático.
CAPÍTULO XXII

ASPECTO VERBAL

Una de las cuestiones más debatidas y dificiles en el estudio del


verbo es la del aspecto verbal. Las diversas opiniones sobre el tema
no sólo han diferido en cuanto a la aplicación de esta categoría a una
u otra lengua sino que se han encontrado en la misma raíz o princi-
pio, sin que se haya logrado una unanimidad de criterios al definir
qué es el aspecto y cuáles son sus límites. Y lo que es más llamativo,
ui siquiera es aceptada por todos la existencia y operatividad del as-
pecto en el verbo español 1. .
Indudablemente, a pesar de algunas interpretaciones, en nuestro
sistema verbal ciertas formas tienen matices significativos aportados
por un morfema, que no son ni temporales ni modales, ui tienen que
ver con la persona, número ni la actualidad. Esos matices pertenecen
al aspecto verbal. La categoria de aspecto está cruzada con la de

1
Un planteamiento general de los problemas, conceptos y presupuestos. sobre el
aspecto, puede verse en J. MacLennan, El problema del aspecto verbal, Madrid,
1962. Este autor, ante las dificultades que presenta esta categoría verbal, niega lapo-
sibilidad de abordar su estudio desde una perspectiva estructuralista. Véase, más re-
cientemente, E. Coseriu, «Aspect verbal ou aspects verbaux? Quelques questions de
théorie et de méthode», en J. Davis y R. Martin (eds.) La no/ion d'aspect, Paris, Klin-
cksieck, 1980, págs. 13 y sigs.
Aspecto verbal 459
tiempo y, para mayor dificultad, uo posee uu morfo propio sino uuo
común para tiempo-modo-aspecto. Mas, a pesar de ello, es reconoci-
ble y de ningún modo debe confundirse con el tiempo; se trata de uua
medición del proceso verbal en el tiempo, y que además está en co-
municación con el «modo significativo de la acción» o aktionsart.
Por ello lo primero que urge es deslindar estos conceptos próxi-
mos al aspecto para no confundirlos.
El «modo significativo de la acción» o aktionsart -término ge-
neralizado desde Agrell - responde a uu criterio eminentemente se-
!nántico; viene a ser la manera corno se desarrolla el proceso verbal,
rasgo semántico, marcado por elementos léxicos, contextuales, si-
tuacionales ...
Según estos rasgos se distinguen verbos perfectivos e imperfecti-
vos, también llamados desinentes y permanentes (por Bello)2 o cícli-
cos y no cíclicos ... , según que el proceso significado tenga uu ténni-
no fijo o no, según que la acción necesite llegar a término para
realizarse o no.
Mas conviene recordar que no siempre es fácil precisar si un ver-
bo es perfecfovo o no lo es en castellano, y que tal clasificación de
base semántica no agota todos los modos significativos de los verbos
castellanos.
Roca Pons 3 esboza una clasificación de los verbos, no completa,
atendiendo a la rnornentaneidad o duración de la acción, en nueve
grupos poco precisos y homogéneos, que tampoco cubren toda clase
significativa de los verbos.
A esa distinción de verbos perfectivos e imperfectivos (o desinen-
tes y permanentes) hay que añadir otras variantes de modos de acción
como el incoritivo, ingresivo, iterativo, frecuentativo, terminativo ...

2
A. Bello, Gramática...... (cit.).
3
J. Roca Pons, Estudio sobre perífrasis verbales del español, Madrid, 1958, págs.
32 y sigs.
460 Morfosintaxis

Tal vez convenga, con Dik 4, distinguir entre perfectivos e imperfec-


tivos y «fásicos», pero subclasificar estos últimos:
Perfectivo
Imperfectivo
Aspecto habitual
continuo

frecuentativo
.............

Si bien el habitual y continuo son variantes del imperfectivo.


En todo caso hay que precisar que el modo de la acción obedece a
un planteamiento objetivo y no forma un sistema cerrado en nuestra
lengua. Cierto que se pueden establecer unas reducidas oposiciones
léxicas, tales como ir/venir; salir/entrar; o con marca de prefijo te-
ner/obtener/retener... , pero éstos no pasan de ser casos aislados.
La R. A. E. 5 distingue cinco clases de acción verbal; la de los
verbos momentáneos, los reiterativos, permanentes, incoativos, y de-
sinentes.
El factor léxico verbal, aunque es fundamental, no es el llilico
factor que mediatiza la aktionsart. Todo verbo adquiere una nueva
significación, o completa, o modiffoa o cambia la que posee, dentro
del contexto, en una situación. ·
No olvidemos que el significado verdadero y real de una palabra
es el que adquiere en el decurso. Por ello hay verbos de significado
perfectivo o imperfectivo que adoptan otro diferente por la presencia
de un complemento. Un verbo como leer o escribir puede ser imper-
fectivo, mientras que en una frase como leer (escribir) una carta la
significación resultante es perfectiva. Y son muchos los complemen-
tos que pueden modificar en tal sentido el modo de acción de todos
los verbos españoles.
4
En M. Harris y P. Ramat (eds.), Historical Deve/opment of Auxiliaries, Berlin,
de Gruyter, 1987.
5
Cf. Esbozo ... (cit.), pág. 460.
Aspecto verbal 461

Por ello no nos parece válida metodológicamente la prueba de


combinar complementos circnnstanciales de tiempo con diversos
verbos para demostrar su aspecto o aktionsart, ya que tales comple-
mentos aportan una extensión o «modo significativo» propio, que
puede modificar el del verbo 6• Es claro que en los ejemplos de
Bassols
Antonio huyó toda la noche/ Antonio huyó al extranjero,

la diferencia de acción durativa / acción resultativa depende de los


complementos y no del propio verbo. Y el mismo complemento pue-
de aplicarse en muchos casos a un verbo de significación desinente o
al permanente que le corresponde (ejemplos: He vivido mucho tiempo
en estas condiciones / He saltado mucho tiempo en estas condicio-
nes). Ha de tenerse en cuenta que no es lo mismo perfectividad que
rnornentaneidad y que hay verbos de acción durativa, pero perfecti-
vos. No creemos que sea obstáculo para el rasgo «perfectivo» de un
verbo su combinación en el decurso con frases temporales que signi-
fiquen una extensión. Solamente la perfectividad de verbos de acción
momentánea rechaza tal combinación o provoca una significación
distinta, reiterativa o habitual.
Además de estos elementos contextuales del decurso, no necesa-
riamente complementarios (en El boxeador golpeó al contrario, es el
sujeto quien sugiere el modo de acción reiterativa), hay otros factores
que llamaremos globalmente situacionales, capaces de modificar la
aktionsart verbal en el decurso.
Es decir, que hay que discernir entre el modo significativo propio
del lexema verbal, por sí, y el que adquiere en una determinada ora-
ción.
Con ello no querernos decir que la oración posea corno rasgo
pertinente una aktionsart, sino que la propia del verbo es susceptible
de modificación o intensificación en el decurso y que no siempre

6 Cf. como ejemplo, G. Rojo, «La temporalidad verbal en español», en Verba, 1,

Santiago de Compostela, 1974, págs. 128 y sigs.


462 Morfosintaxis

coincide el modo de acción global en la oración con el específico del


verbo.
Hasta aqní, como hemos visto, no se trata de nn rasgo gramatical,
sino léxico o semántico.

Jnnto a estos planteamientos está el del aspecto propiamente di-


cho, marcado por factores gramaticales (especialmente morfológicos
y morfosintácticos), que refuerzan o modifican la modalidad de la
acción.
Se trata, pues, de nn sistema cerrado, manifiesto en un morfema y
que aporta nn contenido, próximo a los del modo de acción.
En este sentido se habla de tiempos perfectivos e imperfectivos,
como variantes de la flexión verbal, que sí forman nn sistema 7•
Las opiniones y criterios son múltiples y no es momento de revi-
sarlos todos detalladamente; pero nos detendremos en algnnos de
ellos, particularmente en los que atienden a nuestra lengua.
En principio podriamos establecer dos grandes grupos: el de
aquellos autores que ciñen el aspecto verbal a los tiempos del pasado
-es el grupo más numeroso- y el de quienes creen que el aspecto
es categoría que afecta también a los futuros. Podría añadirse nn ter-
cer grupo de autores que niegan la autonomía y presencia del aspecto
en el verbo español, fundiéndolo con otro morfema, el de tiempo.
a) Entre los primeros destaca la postura de E. Alarcos, quien,
siguiendo la tesis de Holt 8 , establece una correlación de tensión, o
aspectual, entre el perfecto simple (canté) como término marcado que
indica el proceso con su término o límite, y el imperfecto (cantaba),
como término no marcado 9. Asigna a las formas compuestas nna
marca de aspecto sintagmático determinable. Parte de la concepción
de aspecto como categoría de morfemas verbales fundamentales que
expresan el término o no término del proceso y distingue, con Holt,
7
No en vano se conserva parcialmente en la conjugación una terminología aspee~
tual: pe1fectos, impe1fectos ...
8
Holt, «Études d~aspect», en Acta Iutlandica, 15, Copenhague, 1943.
9
Así Alarcos, Estudios ... (cit.), pags. 63 y sigs.
Aspecto verbal 463

entre aspecto flexiona! y sintagmático, reconociendo la no existencia


de aspecto radical y derivativo en nnestra lengua (son propiamente
aktionsart). No debe olvidarse que Holt aplica su teoria fundamen-
talmente al griego y al inglés.
Precisa Alarcos (pág. 81) que un proceso con su término indica
una acción que ha llegado a ese punto de terminación y se aleja de él,
mientras que «el proceso sin término es una acción en movimiento
hacia su terminación».
Evidentemente apoyándose en tal principio, el aspecto flexional
sólo puede darse en el pasado, pero más aún, es que sobre tal base se
confunde, como dice G. Rojo 10, la perfectividad con la anterioridad de
la acción; es decir, se convierte en tiempo pasado, pues la perspectiva
de acción terminada o no terminada y el alejamiento de tal término es
propia del presente del hablante. Con ello los tiempos imperfectivos
serían los que no marcan una acción anterior al presente. Si el aspecto
flexional ha de indicar sólo el término real del proceso, ése solamente
puede darse en el pasado, y ni siquiera en el de todos los verbos
(recuérdese, por ejemplo, los de aktionsart imperfectiva, como supe).
No creemos que el aspecto precisamente exprese el término o no
término de la acción, como luego vamos a formular, pues en tal caso
el aspecto coincidiría con el tiempo. Ya Brunei" interpreta el aspecto
como «categoría gramatical con que se expresan los puntos de vista
positivos o negativos del desarrollo y fin del proceso». Y Porzig 12
atiende a si el proceso verbal es considerado en su curso o como un
acontecimiento. Bassols 13 ciñe la oposición aspectual a Jos verbos de
acción durativa, apoyándose en que - según él - en los, verbos de
acción perfectiva, particularmente momentánea, no es posible marcar
la duración. Es decir, que para este autor el aspecto depende de la
cualidad de la acción verbal, y muy especialmente en el futuro.

10
Loe. cit., pág. 133.
11
Brunei, <<L'aspect et l'ordre du proces engrec», enBSLP, 42.
12
Cf. Roca Pons (loe. cit.).
13
M. Bassols de Climent, «La cualidad de la acción verbal», en Estudios dedica-
dos a Menéndez Pida/, 11, Madrid, págs. 135 y sigs.
464 Morfosintaxis

Recientemente G. Rojo ha vuelto sobre el tema 14 , e insiste, tras


una sucinta revisión bibliográfica, en que la oposición aspectual bási-
ca, perfectivo e imperfectivo, «radica en la oposición entre situación
terminada y situación no terminada>>, aun cuando reconoce que es
«nna caracterización bastante superficial».
Aceptar esta postura es fundir tiempo -en su concepción- y
aspecto, porque lógicamente (y véase su cuadro de pág. 35) las per-
fectivas son todas las formas del pasado y las compuestas, pues ex-
presan acción o proceso terminado -excepto el imperfecto-, y las
demás, las no terminadas, presente, futuros e imperfecto, las imper-
fectivas.
En tal caso habria que rechazar la existencia del aspecto, pues ex-
presarian lo mismo las dos categorías. Por otra parte, no se ocupa este
autor de las formas del subjuntivo ni de las no flexivas; con lo que su
planteamiento es parcial y no convincente.
b) Diferentes son los criterios de autores que aceptan la cate-
goría de aspecto en todos los tiempos verbales, formando un siste-
ma equilibrado. En primer lugar destaquemos a Togeby 15 quien, ci-
ñéndose al estudio de las formas simples del indicativo, fija un
sistema aspectual, combinado con el temporal, en que las formas
cantaba y cantaría son imperfectivas, canté y cantaré perfectivas,
mientras que el presente canto es forma neutra en cuanto a tiempo
y aspecto.
Esta tesis fue discutida por Alarcos, por Ruipérez 16 y algunos
otros, mientras que el mismo planteamiento de Togeby lo encontra-
mos en Pottier 17 .

14
G. Rojo, «Relaciones entre temporalidad y aspecto en el verbo español» (cit.),
págs. 31 y sigs.
15
Knud Togeby, Mode, aspect et temps en espagno/, Copenhague, 1953, pág.
110.
16
Cf. Alarcos Llorach, enArchivum, 5, Oviedo, 1972; y M. Sánchez Ruipérez, en
Word, 10, pág. 94.
17
B. Pottier, Mo1phosyntaxe espagnole, Parí~, 1958, pág. 216.
Aspecto verbal 465
Una tesis importante sobre el aspecto es la de Ruipérez 18 , quien,
aunque lo ciñe solamente a los tiempos del pasado, formula una opo-
sición privativa sobre la marca de duración entre cantaba y canté. Y
así el término marcado aspectualmente es el imperfecto -cuyos va-
lores explica corno variantes del significado básico- y su marca es
la de duración; mientras que el indefinido contiene los valores pro-
pios del término no marcado por aquel rasgo. Sobre esta oposición
volveremos más adelante.
Tras este breve panorama critico de algunos estudios sobre el aspec-
to verbal en español, iremos centrándonos en nuestro planteamiento.

REPLANTEAMIENTO

Evidente es que distinguimos netamente entre aspecto y tiempo,


según se irá viendo, lo mismo que entre aspecto y aktionsart. Son
categorías cruzadas, que se intensifican y suman para prestar gran ri-
queza significativa al verbo.
Dado que, con J. Cemy 19 , creernos en la prioridad de la categoría
de tiempo sobre la del aspecto, distinguiremos en principio cómo se
aplica éste en el propio sistema no flexivo y luego nos centraremos
en el flexivo.
Partiremos de que concebirnos el aspecto corno una categoría
marcada gramaticalmente que expresa el modo del desarrollo interno
del contenido verbal, en una situación; y que, por consiguiente, inci-
de directamente sobre la aktionsart. No es categoría deíctica tempo-
ral, es categoría de enfoque o perspectiva, independientemente de
cuándo se desarrolle o realice la acción, el proceso, etc. significado
por el verbo. La perspectiva del aspecto verbal tiene un ángulo obli-
gado, el momento de la enunciación.
18
M. Sánchez Ruipérez, «Observaciones sobre el aspecto verbal en españoh>, en
Strenae, Salamanca, 1962, págs. 427-435.
19
Entre otros lugares en J. Cerny, «Sobre la asimetría de las categorías de tiempo
y de aspecto en el verbo español», en Philologica Pragensia, 12, 1969.
466 Morfosinta:xis

En el snbsistema no flexivo la categoría de aspecto es mucho más


nítida, ya que en él no interfiere el tiempo ni la persona, y esto permi-
te ver con nitidez el sistema aspectual.
En él hay una forma neutra, término no marcado en la oposición,
de máxima tensión y perpectiva abierta hacia el futuro, con todas las
posibilidades de realización, el infinitivo. Entre las otras dos formas
se da una oposición sobre la marca de cursividad en el transcurso. El
término marcado de acción cursiva, de tensión y distensión medias,
según Guillaume, es el gerundio; mientras que el participio es térmi-
no no marcado, de máxima distensión, que expresa el término del
proceso, y aspectualmente es perfectivo.
La imperfectividad que atribuye Matthies 20 a algunos participios
españoles no es sino un modo de acción o aktionsart, que se super-
pone al aspecto.
En el gerundio podemos ver un morfo portador de aspecto, cursi-
vo-imperfectivo, l-nd-1, y en el participio otro de aspecto perfecti-
vo-no cursivo l-d-1.
Así pues, se ve que la oposición básica de la categoría de
aspecto en las formas no flexivas del verbo español es
imperfectivo / perfectivo
0
En realidad la marca distintiva del aspecto es la cursividad o
transcurso de la acción; o sea, la perspectiva de la acción en su trans-
curso frente a la concepción de la acción o proceso como un hecho,
como un todo, al margen de su duración o transcurso. Y téngase pre-
sente que no es lo mismo cursividad que duración: aquella es la pers-
pectiva o punto de vista cursivo, mientras que la duración es el espa-
cio temporal de un proceso. Es decir, que preferimos cambiar el
enfoque habitual que da como término marcado al perfectivo, y no

20
W. Matthies, Die aus den intransitiven Verben der Bewegung und dem Partizip
des Pe1fekts gebildeten Umschreibungen im Spanischen, Jena y Leipzig, 1957 (apud
Roca Pons, Introducción a la gramática, cit., pág. 92).
Aspecto verbal 467
marcado al imperfectivo. Para nosotros lo más llamativo y lo distinti-
vo es que una forma verbal, gracias a su morfema aspectual, exprese
un proceso, acción, acontecimiento, ... en su desarrollo, en su devenir.
En el subsistema no flexivo, pues, entendemos la siguiente for-
mulación:
/ No marcado 0: infinitivo

Categoría /
de aspecto \
'\
,,,,-_.....-no cursivo-perfectivo =participio -
~---~_..,,,.
\ Aspecto
marcado~
~------.. cursivo-imperfectivo =gerundio +

Dentro de las formas flexivas 21 donde más claramente se percibe


la diferencia aspectual es en las formas del pasado, entre el imperfec-
to y el perfecto simple o indefinido.
El perfecto simple expresa un proceso pasado, que no guarda re-
lación con el momento presente del hablante. Lo cual no obsta para
que algunos verbos de «modo de acción» imperfectivo, los que po-
dríamos denominar «proyectivos» (como saber, conocer... ), supon-
gan la duración de la acción en el presente; pero esto se debe a su
modo de acción, a su contenido léxico.
En todo caso su 'no-presencia' en el presente del hablante no tie-
ne que ver con la categoría de aspecto, sino con el tiempo, pues son
formas del pasado. El rasgo aspectual supone concebirlo como un
proceso cerrado en el pasado, independiente de su transcurso, como
una acción m9mentánea, o más o menos duradera, en todo caso vista
como un acontecimiento global con su comienzo y su fin.
En cambio el imperfecto, tiempo que también expresa una acción
en el pasado, retrospectivo pues, nos muestra un proceso en su trans-
curso o duración. Objetando la opinión de Bassols de que en los ver-

21
Bien se ve que, por el momento, prescindimos de las formas compuestas.
468 Morfosintaxis

bos perfectivos, los de acción momentánea no se marca el aspecto,


pues no era posible expresar la duración de una acción momentánea,
hemos de anotar que, si la acción es absolutamente momentánea, tal
contenido -rasgo semántico propio de aktionsart- enfocado en un
transcurso del pasado por medio de un elemento gramatical, puede
dar corno resultado una significación reiterativa, habitual (que es
variante de la anterior), o incoativa (ejemplo: Nacía en este año un
mundo nuevo). Es esa perspectiva de cursividad o transcurso en el
pasado lo característico del aspecto imperfectivo de este tiempo viene
a ser algo así corno si el hablante y el oyente regresaran al pasado pa-
ra revivir el acontecimiento en su curso, en su devenir, y lo manifes-
taran corno tal mediante esa forma verbal.
Por tanto, el término marcado es el imperfecto, forma del pasado
que expresa la acción en su transcurrir, lo que exige que en la corre-
lación de momentos temporales citados más arriba, IR - Al, el mo-
mento de la perspectiva coincida con el del acontecimiento. La dife-
rencia entre una frase corno Aquí vivieron mis abuelos y Aquí vivían
mis abuelos, que estudió Guillermo Rojo 22 , no es de base temporal.
Ambas indican una acción en el pasado y duradera (tiempo y aktion-
sart). Lo distintivo es la perspectiva de la comunicación. En la prime-
ra enfocamos la acción como un todo cerrado, como si rodásemos un
plano general o de conjunto con cámara fija (desde un momento
posterior a aquél); mientras que en la frase con imperfecto los comu-
nicantes acompañan mentalmente el movimiento o desarrollo del
proceso en el pasado; siguiendo con el símil cinematográfico, po-
dríamos compararlo con un traveling horizontal de una escena evo-
cada. Es decir, que se trata de una perspectiva que adopta el hablante
ante el enunciado: Si se sitúa paralelamente al devenir de ese proce-
so, será un punto de vista imperfectivo; pero si se aleja de ese proce-
so, si lo percibe desde su presente o desde la distancia corno un hecho
cerrado, su perspectiva es perfectiva.

22
Loe. cit., pág. 135.
Aspecto verbal 469
Esto coincide, a fin de cuentas, con la tesis de Koschrnieder desa-
rrollada por Safarovicz y aplicada de modo particular al español, por
J. Slawornirski 23 ; según la cual, el aspecto imperfectivo consiste en el
enfoque de la acción desde su mismo momento, mientras que el per-
fectivo es el resultado de enfocarla desde un momento posterior
(exterior, diriarnos nosotros) al suyo.
Por ello el imperfecto es un tiempo muy idóneo para la descrip-
ción y el pasado simple lo es para la narración, o, corno quiere Wein-
rich 24 , forman dos plauos diversos de comunicación.
La posible combinación de verbos de «modo de acción» y aspec-
to perfectivos con complementos significativos de extensión, o vice-
versa, no anula de ninguna rnauera el plautearniento, sino que nos
confirma que hay otros elementos en el decurso que rnodificau o ra-
tifican el modo significativo global de la frase, para ser más exactos,
que la frase expresa un modo significativo (o «aspecto conjunto» pa-
ra algunos), que es la srnna de la aktionsart verbal más elementos
acornpañautes y modificadores y del aspecto verbal en sí mismo, que
es el que ahora nos ocupa.
De ninguna rnauera podernos fundir la perspectiva de aspecto, la
irnperfectividad de cantaba, con la simultaneidad en el pasado 25 •
Ésta es un rasgo semántico de temporalidad en el decurso pero en
absoluto podernos hacer de él rasgo distintivo y privativo del imper-
fecto dentro del sistema: es, solamente, un valor que dicho tiempo
adopta en el decurso. Y suponer un complemento circunstaucial de
tiempo omitido, antes, como hacen algunos autores, para explicar la
sirnultaueidad en el pasado permauenternente, no es más que inventar
un adverbio coincidente con el tiempo pasado de tal forma verbal .
. Así también podremos decir que el presente marca simultaneidad con
un ahora supuesto, cuaudo no hay tiempo expreso, y que el futuro se
distingue por su sirnultaueidad con un después, si no hay explícito
23
J. Slawomirski, <<La posición del aspecto en el sistema verbal español», en REL,
13, 1, Madrid, 1983, págs. 91-119.
24
H. Weinrich, Estructura y función de los tiempos en el lenguaje (cit.).
25
Cf. G. Rojo, loe. cit., págs. 135 y sigs.
470 Morfosintaxis

otro momento de referencia. No es, pues, válida la simultaneidad con


otra acción verbal como distintivo del imperfecto en el sistema para-
digmático del verbo por ser rasgo exclusivamente de decurso y sin-
tagmático. Ese valor de «copretéritm> es secundario y relativo para
definir al imperfecto, como podria serlo el valor futuro, que adopta
este tiempo en algunos enunciados.
Recordemos de paso, y en apoyo de lo que acabarnos de decir, las
palabras de Jan Sabrsula 26 de que la «simultanéité et l'imperfectivité
sont deux notions différentes», apoyándose en las opiniones de A.
Dostál y de H. Yvon para el imperfecto francés, y refutando las tesis
de Jan Lós, Mirowicz, Koschmieder y KO!ln.
El imperfecto de indicativo nos traslada al pasado y nos hace re-
vivirlo, describiéndolo paso a paso. Así en Aquí había un café reme-
moramos nuestras vivencias de entonces y las revivimos en su curso.
En cambio en Aquí hubo un café nuestra perspectiva del entonces es
objetiva y fría desde el presente con relación al pasado.
En el imperfecto la perspectiva de cursividad no es desde el pre-
sente y por su marca de transcurso en el pasado es el tiempo ideal pa-
ra expresar la simultaneidad con cualquiera otra acción del pasado.
Los valores «de conato», el prospectivo, de cortesía, optativo .. .,
se basan y justifican en el cursivo, que lo distingue y caracteriza.
El pasado simple es, en cambio, término no marcado, perfectivo,
que expresa la acción al margen de su transcurso, «de un modo fac-
tual», como dice Ruipérez 27, como algo cerrado.
Ésta es, en el fondo, la postura de Ruipérez -que opera con la
marca de duración- y parcialmente la de J. Cemy. Para este autor,
el pretérito absoluto es exclusivamente portador de la categoria de
tiempo, porque desempeña la función de un tiempo pretérito univer-
sal y por ello puede sustituir a cualquiera de los otros tiempos del pa-

26
J. SabrSuJa, «Contribution aux pmblémes de méthode de la recherche dans le
domaine de l'aspect verbal (langues romanes)», en Actes du xe Con gres lnternational
de Linguistique et Philologie Romanes, París, 1965, 1, pág. 160.
27
«Observaciones ... » (cit.) pág. 435.
Aspecto verbal 471

sado, mientras que el imperfecto señala procesos cursivos o imper-


fectivos.
Mas no creemos que el pasado absoluto o simple signifique sólo,
tiempo» y que carezca de la marca de aspecto, sino que es la formal i/
no marcada o marcada negativamente por la cursividad en el sistema!
dentro de los tiempos del pasado. Con su tesis J. Cemy funde tiempo
y aspecto como si fueran una sola categoría en el pasado absoluto,
asignándole la mera marca de conclusión, de término en el pasado.
Éste es el rasgo temporal, al que se une la perspectiva desde el pre-
sente qne manifiesta la acción o proceso como un todo, como un he-
cho conjunto.
El aspecto, pues, coincide con la expresión de un proceso verbal
en su curso o como un hecho cerrado - con su timnffio, cuando es
acción pasada-por medio de una marca morfemática.
En el presente, como se neutralizan el punto de vista del aspecto
perfectivo con el de la cursividad, se anula la perspectiva aspectual.
Por ello decimos que es el término neutro, 0, del aspecto. Y por ese
motivo en él se acusan más las diferencias de aktionsart.
En lo que llevamos viendo de los tiempos de indicativo tenemos,
pues, el siguiente subsistema parcial, de presente y pasados:
+
cantaba I canté

canto
0

La presencia del aspecto en el futuro castellano apenas es acepta-


da entre los. que han estudiado el problema. Lo admiten netamente
Togeby, Pottier y algunos otros; y hay también autores que, sin atre-
verse a hacerlo, lo intuyen o apuntan.
La primera y fundamental labor es fijar y tener siempre presente
que la expresión de un proceso referido al futuro encierra necesaria-
mente un contenido virtual. La diferente perspectiva entre acción en
pasado -real- y acción en futuro -virtual o hipotética- es in-
472 Moifosintaxis
dispensable; y creemos qne el no haberlo recordado en todo momento
es la razón fundamental de que se haya negado el aspecto en el futu-
ro. Y aunque es posible que una categoría o morfema opere sólo en
una parte del paradigma, no creemos que suceda así en este caso. Si
lo aceptásemos, estaría en peligro la unidad modal del indicativo.
Para Bassols y para Lenz 28 el futuro imperfecto depende de la
cualidad de la acción verbal y aquel afirma que la acción de un verbo
desinente en el futuro se piensa como momentánea.
Roca Pons, qne no deslinda netamente aspecto y aktionsart al re-
ferirse a los futuros 29 (asignando el rasgo de imperfectivos a los futu-
ros de verbos como esperar, y de perfectivos a los de construir, mo-
rir... ), acepta que en el futuro se tiende «a presentar la acción como
terminada cuando no lo impide el carácter especiahnente durativo de
la idea verbal». Y que parcialmente el aspecto del futuro imperfectivo
nos recuerda el del indefinido 30 •
Efectivamente en toda frase en futuro simple (cantaré), tanto en
verbos de modo de acción perfectivo como imperfectivo, se presenta
la acción o proceso como un hecho virtual, como un acontecimiento
que no llega al presente -por ser futuro- y cuya perspectiva es la
del presente.
Cierto que en el futuro es menos palpable la marca aspectual por
tratarse del campo de la virtualidad, no asible. Si el lenguaje impone
ya por sí un importante proceso de abstracción, cuando el referente
de lo comunicado es una pura virtualidad e hipótesis, la abstracción
será doble.
Y una aclaración tal vez innecesaria, pero conveniente, es que la
denominación heredada de futuro «imperfecto» no debe confundir-
nos, pues responde a un criterio temporal, de acción «no acabada».

28
Bassols, loe. cit., pág. 285; R. Lenz, La oración y sus partes (cit.) pág. 480.
29
Así, por ejemplo, en Ch. Rallides, The Tense Asped System of the Spanish
Verb, La Haya, 1971, pág. 15, n. 27.
30
J. Roca Pons, Estudios sobre perífrasis ... (cit.), págs. 41 y sigs.
Aspecto verbal 473
Esta misma op1mon condujo a algunos a creer imperfectivo
(igualmente «no acabado») al presente. Mas, sin duda alguna, eso es
temporalidad, o dependerá del modo de acción, y no del aspecto.
Creernos, pues - y no por capricho de sirnetria o paralelisrno-
que en los tiempos del futuro está plasmado el aspecto de la misma
manera que en los del pasado.
Antes de aclarar en qué nos basarnos para incluir al futuro absolu-
to o simple entre los tiempos aspectualmente perfectivos, anticipare-
mos el sistema opositivo que entendernos en el futuro:
+
cantaría / cantaré

canto
0

En el pasado la oposición cantaba/canté, imperfectivo/perfectivo,


indica que la primera forma está caracterizada por una acción en su
curso y proceso, sin necesidad de atender a su término; frente a la se-
gunda, que expresa la acción corno un todo. Y todo ello en el plano
significativo de la realidad, es decir, el retrospectivo o pasado.
Pasemos ahora al plano virtual, irreal del futuro; porque en el fu-
turo nada es real, sino una pura «aventura realizable». La perspectiva,
pues, es antagónica.
Un algo virtual, irreal, llega a término sólo cuando empieza a ser
real, dejando su «no sern; y en este caso, la perfectividad de estas
unidades futuras ha de medirse, según este criterio, atendiendo a su
fase inicial. En el pasado el término de una acción real es su conclu-
sión, pero en el futuro el término de una virtualidad es su dejar de
serlo y empezar a realizarse, su presentización. Y ello es consecuen-
cia del enfoque retrospectivo/prospectivo que hace el hablante.
Si aceptásemos que lo perfectivo en el pasado supone el no llegar
al presente, ese mismo criterio sería válido y aplicable al futuro abso-
luto. Y si entendiésemos por imperfectivo, siguiendo a Bello, el pro-
ceso que no necesita llegar a término, mientras que el perfectivo, para
474 Morji>sintaxis

serlo, necesita llegar a su perfección, tanto el perfecto simple como el


futuro absoluto cumplen -en pasado y futuro respectivamente-
estas condiciones.
Fijadas las diferencias de enfoque entre pasado y futuro, en lo que
atañe al aspecto, consideramos que cantaría, en el futuro, es la forma
que señala la duración, el transcurso en la hipótesis del futuro, lo
cursivo de la virtualidad o hipótesis, mientras que cantaré señala la
acción puntual, o el hecho virtual como un todo cerrado. Indica el he-
cho -mejor, la intencionalidad del mismo- en un punto del futuro,
pero independiente del posible transcurso de esa acción.
En el verbo saltaré se ve aún más claro lo momentáneo, gracias al
modo de acción, perfectivo también, del verbo saltar. En esperaré,
por ejemplo, de modo de acción imperfectivo (y que llevó a Roca
Pons a creer imperfectivo al futuro) nos interesa la virtualidad de la
esperanza en un momento del futuro, que nosotros precisamos como
el inicial, por las razones antes aducidas. Puede comprenderse que
desde este punto de vista la denominación de futuro impeifecto no es
exacta, ya que obedece, como dijimoE, a un criterio de tiempo
«externo», de futuridad como hecho no cumplido.
En cambio cantaría o esperaría indican un hecho virtual abierto,
una :hipótesis o posibilidad abierta sin aludir a ningún momento. Ló-
gicamente lo imperfectivo, con su transcurrir en un campo virtual, es
sumamente idóneo para expresar la hipótesis o la probabilidad.
Añádase a esto la justificación de su étimo también imperfectivo,
amare-habebam, y ten<kemos un tiempo imperfectivo del futuro. En
lo cual coincidimos con Togeby 31 •
Volviendo al gráfico de la página 415 podemos fragmentarlo en
un grupo de tiempos perfectivos y otro de tiempos imperfectivos. En

31
K. Togeby, loe. cit., págs. 110 y sigs. Adviértase que no es un caso insólito el
que la forma de futuro simple tenga aspecto perfectivo, pues lenguas en que esta cate-
goría de aspecto está nitidamente marcada, como las eslavas tienen un futuro perfecti-
vo.
Aspecto verbal 475

este último percibimos que al estar al margen del límite temporal


subjetivo del presente, al no estar enfocados aspectualmente desde la
perspectiva del hablante, las intersecciones y cruces en el Tiempo de
los dos tiempos imperfectivos son fáciles y frecuentes; y esto es po-
sible gracias a su común carácter imperfectivo, ya que si los tiempos
fuesen perfectivos, no podrían intercambiarse sus zonas de significa-
ción, como veremos.
Ésa es la razón por la que podemos decir De buena gana me iba
mañana a Madrid (con un verbo de modo imperfectivo) o Ahora me
tomaba yo un coñac, con noción de futurídad; y de la misma manera
Serían las diez cuando me llamaron, indicando una hipótesis en el
pasado. La imperfectividad y la ausencia de límite de un presente en
este plano temporal permite estos cruces.
Fijémonos en el plano de las formas perfectivas.

A..-------------+------------ Z

pasado presente futuro


canté canto cantaré

De ningún modo podemos usar aquí cantaré- para el pasado, y


menos aún canté para el futuro. Lo sumo que se hace es marcar una
hipótesis en el presente por medio del futuro (ejemplo: Serán las
diez). Es la regresión hasta el no tiempo preferentemente en verbos de
modo de acción imperfectivo. Este carácter y el intento de aproxi-
mación a la realidad, que es lo distintivo de la probabilidad frente a la
pura hipótesis es lo que permite esa ruptura de la marca temporal en
el futuro pero nunca el cruce hasta el pasado.
Con todo lo cual el aspecto en el indicativo nos ofrece un sistema
coherente y regular, en el que algunos no creen.
476 Morfosintaxis
No marcado 0: Presente (canto)

<
Futuro (cantaré)
CATEGORÍA
DE Perfectivo
ASPECTO Pasado (canté)

Aspecto
marcado

<
Futuro (cantaría)
Imperfectivo
+ Pasado (cantaba)

Efectivamente la sustitución de cantaría por cantaré no introduce


referencia a un término, sino que se refiere al mantenimiento de la
pura virtualidad o lo imperfectivo dentro de la virtualidad, que es una
absoluta hipótesis.
De lo expuesto se deduce: 1) que el presente es tiempo neutro en
cuanto al aspecto y que su perfectividad o imperfectividad dependerá
de la aktionsart de los verbos; 2) que los tiempos de futuro pertene-
cen a un campo lingüístico, el virtual, distinto al de los otros tiempos
del indicativo, a mitad de camino entre el indicativo más puro y el
subjuntivo, con unas marcas de hipótesis y futuridad.

EL ASPECTO Y EL SUBJUNTIVO

Como ya dijimos, el aspecto en la lengua española es un morfema


cruzado con los de tiempo y modo; y si el subjuntivo ha sido ya de-
finido como modo de la subjetividad, es decir, como aquel cuyo
contenido acepta una carga semántica subjetiva, de la misma manera
que se atenúa y casi anula la medición temporal desde el punto de
vista del hablante, se oscurece la medición del aspecto. No es que
Aspecto verbal 477

este modo verbal sea ajeno al aspecto, sino que su marca está muy di-
fuminada porque en él prevalece el rasgo de modalidad.
Las formas I y II del subjuntivo reflejan parcialmente la situación
del aspecto en el indicativo y así podernos decir que la forma I, la del
llamado «presente», es perfectiva; mientras que la II, de los imperfec-
tos, es irnperfectiva. Es decir, que la primera concibe el hecho corno
un todo cerrado, y la perspectiva del hablante está hecha desde el
momento del habla, el momento de la enunciación; y en la forma II
se marca el proceso en su devenir, abierto, acompañando el hablante
ese transcurso con una perspectiva paralela y simultánea.

ASPECTO DE LAS FORMAS COMPUESTAS

Los llamados «tiempos compuestos» del verbo forman un subsis-


tema paralelo al de los simples. Son sintagmas que funcionan unita-
riamente y tienen significación conjunta.
Estas formas, corno es sabido, constan del verbo haber en forma
flexiva más el participio de un verbo en forma invariable. El primer
verbo funciona como auxiliar, sin autononúa.
En principio el auxiliar funciona corno un morfema libre del gru-
po sintagmático y es portador de los morfemas flexivos propios del
verbo. El auxiliar incide sobre el otro verbo dentro del mismo sin-
tagma y el grupo con auxiliar no puede transformarse en grupo distin-
to sin que cambie su significado.
El auxiliar ofrece una perspectiva de la realización del proceso
del otro verbo.
Su conjunción puede tener diversos grados, hasta llegar en algún
caso a configurar una palabra fonética (cantare habeo ~cantaré).
Son rasgos importantes de auxiliaridad a) el que los componentes
no sean libremente conmutables; b) que no se puedan separar el
«auxiliar» y el auxiliado; y c) que además de expresar un significado
único, no sean segrnentables sintácticamente.
478 Morfosintaxis

Todo esto no quiere decir que estemos ante un sintagma mono-


rrémico, lo que nos obligaría a aceptar la existencia de morfemas ex-
ternos en las palabras, sino que se trata de sintagmas complejos o
grupos sintagmáticos en que un elemento ha sufrido un proceso de
gramaticalización.
Y un caso extremo de gramaticalización, en que se han consuma-
do ésta y la desemantización, es el de las formas compuestas del ver-
bo, cuyo elemento no auxiliar ha llegado a perder sus morfemas, ha
quedado estereotipado, en forma invariable, sin ningún tipo de fun-
ción, tras perder la concordancia con el objeto directo.
Forman un subsistema de sintagmas, paralelo al de las formas
simples, con el que han sufrido algún cruce. Se caracterizan por un
aspecto perfectivo o perfectivo terminativo, que les presta el partici-
pio. La inmovilización de la forma de éste es un rasgo fundamental
de la unidad sintagmática, al igual que la carencia de significado,
actualmente, del auxiliar haber, que por sí solo no puede segmentarse
para formar un sintagma autónomo"-
Hoy expresan generalmente una acción o proceso anterior al
tiempo del verbo auxiliar.
Las formas «compuestas» del verbo español responden al aspecto
sintagmático de Alarcos y son los exponentes del que se llama aspec-
to trascendente.
Recordemos que Molho 33 distingue, con un criterio estrictamente
guillaumiano, dos tipos de aspecto: el inmanente, capaz de suscitar la
imagen de un acontecimiento dentro de su espacio temporal, y el
trascendente, en que el hablante toma posición más allá del espacio
temporal del mismo.

32
Al fenómeno de desemantización que acompaña a la gramaticalización, Molho
(Sistemática del verbo español, Madrid, 1975, págs. 132 y sigs.), lo denomina, con
criterio lógico, •subductividad', consistente en el aumento de la extensión significativa
correlativo a la disminución de la 'comprensión'.
33
M. Molho, loe. cit., págs. 86 y sigs. Para todas estas cuestiones véase capítulo
anterior.
Aspecto verbal 479
Este, que exige un verbo <<Vivo» combinado con otro «muerto»
(el participio), significa una situación resultativa del proceso. Así
vemos que, por otros caminos, este autor llega a criterios parecidos a
los aquí expuestos.
El subsistema originario de las «formas compuestas» es totalmen-
te paralelo al de las «simples». Es decir, que a cada forma flexiva del
verbo, presente, indefinido, imperfecto ... , corresponde una forma
«compuesta>>, que significaba el resultado del proceso verbal en re-
lación con (= con referencia a) el tiempo del auxiliar. Así, había
cantado, en origen, expresaba el valor resultativo en un pasado im-
perfectivo de un proceso anterior a él y perfectivo.
CAPÍTULO XXIII

PERÍFRASIS VERBALES

Reciben el nombre de perífrasis o frases verbales unos sintagmas


compuestos de un verbo desernantizado y conjugado, un posible co- .
nector, sólo en algunas de infinitivo, seguido de un verbo en forma
no conjugada. Forman unidad léxica; pero funcionalmente no a todas
las aceptadas corno tales perífrasis por la tradición gramatical se las
puede tratar corno un solo verbo, sino corno conjunto de elementos
funcionales. El sintagma, pues, está lexicalizado y se da la circuns-
tancia de que el modo de acción del verbo auxiliar coincide general-
mente con el aspecto verbal de la perífrasis. Así en rompió a llorar el
aspecto incoativo de todo el sintagma coincide con el modo de acción
de rompió.
El auxiliar, por conservar el morfema de persona, es el índice de
la concordancia con el sujeto; igualmente conserva el morfema de
tiempo-modo-aspecto.
Dado que hay perífrasis con las tres formas no flexivas, podernos
partir de la clasificación: perífrasis de infinitivo, de gerundio y de
participio. Dentro de cada grupo se puede formular una clasificación
según los valores semánticos, siguiendo más o menos una larga tra-
dición gramatical.
Pero es interesante señalar que las de infinitivo expresan una ac-
ción o proceso de perspectiva abierta, de contenido prospectivo, co-
Perífrasis verbales 481

mo el propio infinitivo; en las de gerundio, en cambio, se señala nna


acción en curso, en su duración, por el aspecto cursivo-imperfectivo
de aquél; y en las de participio lo dominante es el aspecto perfectivo
o terminativo.
Formularemos ahora nna clasificación tradicional de las perífrasis
usuales en nuestra lengua, y más adelante precisaremos su interpre-
tación y validez. Comencemos por las de infinitivo.

PERÍFRASIS DE INFINITIVO

Por su contenido aspectual:

""'~"·· ¡ haber de
haber que
tener que
(tener de)
deber

ira
pasar a
echar (se) a
ponerse a
Incoativas .......................... . meterse a
comenzara
empezara
lanzarse a
dar en
romper a +infinitivo
Hipotéticas y de aproximación ........ . { deber
venir a
de

volver a
Reiterativas ........................ . { insistir en

Perfectivas ......................... .
¡
Modales ............................ { poder
venir a
llegar a
acabar de
acabar por
dejar de
alcanzara
querer

soler

GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 16
482 Morfosintaxis

CRITERIOS DISTINTIVOS

La tradición ha formulado como criterio casi único para recono-


cer las perífrasis el de la desemantización del verbo auxiliar. Sin em-
bargo, ni es consistente por sí solo ni es capaz de explicamos por qué
ir + a + infinitivo puede ser perífrasis en presente de indicativo, por
ejemplo, y no lo es en futuro; ni por qué comenzar a + infinitivo es
conceptuada como perífrasis y no empezar a, o iniciar a o empezar
por, pensar en ... , etcétera.
No hay duda de que sí existe una pérdida o un cambio del sig-
nificado del verbo «auxiliar» en la perífrasis, pero eso no explica el
que forme unidad funcional. Y también es claro que ciertas perí-
frasis se han formado a partir de una construcción heredada del la-
tín por algunos verbos, que exigían un complemento en infinitivo;
o bien por el reajuste, cambio, o pérdida del régimen prepositivo en
algunos verbos desde los primeros siglos del castellano a nuestros
días (ejemplos: Comeni;ó de correr; Comeni;ó a disfer, en los siglos
x111, xrv y xv; sin preposición Comen9ó dar vozes; Comen9ar ayu-
dar).
Estos datos nos explicarían la evolución morfosintáctica de estas
construcciones, y aquí nos interesan los rasgos sintagmáticos y sin-
tácticos, funcionales, para reconocer una perífrasis verbal. Los enu-
meraremos sintéticamente y luego los aplicaremos a las ya expuestas
para comprobar su validez y justificar la selección. Comenzaremos
por las de infinitivo.

1. Parece obvio que se exige un mismo sujeto del verbo auxiliar


y del auxiliado en infmitivo. En otro caso no hay perífrasis posible.

2. Las dos formas, con o sin conector de unión, forman unidad


léxica, y el contenido habitual del verbo auxiliar no aparece, sino que
se modifica, o metaforiza (ejemplo: Voy a explicarles la lección si-
Perífrasis verbales 483
guiente), pierde algún serna, o todos ellos si la desemantización es
total. Como consecuencia de esto, el grupo perifrástico podrá conmu-
tarse por una forma verbal conjugada del principal, aunque en ella no
haya el matiz aspectual de la perífrasis. Ejemplo:
Te voy a decir la verdad-+ Te diré la verdad.

En la segunda se pierde el aspecto incoativo.

3. La combinación de «auxiliar + infinitivo» expresa un serna


aspectual del que carece el verbo por sí solo, y puede ser incoativo,
durativo, reiterativo, terminativo ... Es decir, que la conjunción de es-
tas dos formas aporta un rasgo semántico nuevo.

4. El auxiliar de la perifrasis pierde su rección y su estructura;


es decir, que si se trata de un verbo que habitualmente forma propo-
siciones transitivas, no tiene aquí esa capacidad. Ello es consecuencia
del proceso gramaticalizador.
Este rasgo ya lo vio bien en algunas perífrasis, aunque no lo apli-
có con toda precisión, Michel Launay 1.
. Conviene advertir que es rasgo no necesario ni permanente, y de
carácter sintáctico. Es frecuente que un verbo habituahnente «transiti-
vo» forme aquí estructuras intransitivas; pero esto no es diacrítico,
puesto que la estructura del predicado resultante la da el verbo en in-
finitivo.

5. Como consecuencia de lo anterior, con el verbo «auxiliar»


no opera la conmutación pronominal. Pero no sólo por eso, sino
también porque, si operara, lo haría porque el infinitivo funcionaria
como un elemento complementario, y no es así; sino que, corno lo

1
M. Launay, «Acerca de los auxiliares y frases verbales», en L.E.A., II, 1, 1980,
págs. 39-79.
484 Morfosintaxis

han comprobado Sauer, V. Demonte y M.ª Luisa Hemanz 2 , opera


como verbo en la estructura profunda.
No admite, pues, el infinitivo la pronorninalización. Así en Luis
ha de estudiar más, no es posible *Luis ha de ello ...

6. Otra prueba fundamental para el reconocimiento de las perí-


frasis verbales es su transformación a pasiva (aun aceptadas todas las
salvedades y condicionamientos de esta supuesta estructura).
La verdadera perífrasis, al transformarse, arrastra al auxiliar a la
concordancia con el nuevo sujeto; y, por otra parte, no acepta tal
transformación de sólo el infinitivo.
Mas adviértase que esta prueba es sólo válida - y sub conditio-
ne- en las estructuras transitivas.
Veamos algunos casos:
I a. Luis va a decir la verdad.
b. La verdad va a ser dicha por Luis.
yno
c. *Luis va a que la verdad sea dicha.

11 a. Paso a explicarles la lección siguiente.


b. La lección siguiente pasa a ser explicada por mí.
pero no:
c. *Paso a que la lección siguiente sea explicada por mí.

III a. Volví a repetirles las normas.


b. Las normas volvieron a ser repetidas por mí.
pero no:
c. *Volví a que las normas fueran repetidas por mí.

2
R. Sauer, Sentential Complementation in Spanish, University of Washington,
Ann Arbor (Michigan), 1977; V. Demonte, La subordinación sustantiva, Madrid,
1977; y M.ª Luisa Hemanz, «Las perífrasis verbales de infinitivo en español: hacia
una posible solución transformacional», en REL, 10, 2, Madrid, 1980, págs. 411 y
sigs.
Perífrasis verbales 485

IV a. Dejé de hacer aquello.


b. Aquello dejó de ser hecho por mí.
pero no::
c. *Dejé de que aquello Juera hecho.

Por el contrario, en las siguientes 'perífrasis', esta transformación


opera perfectamente en el infinitivo sólo:
V a. Quiero comprar un vestido verde.
b. Quiero que un vestido verde sea comprado por mí.
pero no:
c. *Un vestido verde quiere ser compra.do por mí.

VI a. Luis deseaba demostrar la verdad.


b. Luis deseaba que la verdad fuera demostrada.
pero no
c. *La verdad desea ser demostrada por Luis.

Es decir, que interpretaremos como perífrasis verbales de estruc-


tura transitiva aquellas que admitan la transformación a pasiva y nos
den oraciones gramaticales y aceptables.

7. La prueba siguiente, ya formulada por Hadlich 3, es que el


auxiliar no admite la interrogación. Así, por ejemplo, en
VII a. Luis ha de salir el primero,

no podemos preguntar
b. *¿De qué ha Luis?

8. Consecuencias de la formación de las perífrasis como unida-


des léxicas y funcionales son:
a) La posible pérdida de la forma refleja de algunos verbos auxi-
liares. Ejemplo:
3 R. Hadlich, Gramática transformativa del español, Madrid, 1973.
486 Morfosintaxis
Se echó a correr--+ Echó a correr.

b) La preferencia por que no haya elementos interpolados entre


el auxiliar y el verbo no flexivo.

9. Una prueba interesante es la posibilidad de ant1c1par el


complemento reflejo, en los verbos que lo llevan, al primer lugar,
ante todo el grupo sintagmático; esto es índice de que ese elemento
opera como complementario del grupo verbal de manera unitaria. Por
contra, no puede posponerse al 'auxiliar'.
Ejemplos:
. He de librarme del castigo -+Me he de librar del castigo,
pero no
*Heme de librar...

. Tengo que marcharme ya -+Me tengo que marchar ya,


pero no
*Téngome que marchar ya .
. Van a ducharse -+ Se van a duchar,
pero no
*Vanse a duchar (excepto como hipercultismo jocoso) .

. Vino a arrodillarse a sus pies-+ Se vino a arrodillar,


pero no
*Vínose a arrodillar...

10. Asimismo debe considerarse que las auténticas parífrasis no


admiten el clítico enfático, llamado 'complemento ético o de interés'.
Así son agramaticales como perífrasis:
. *Me voy a decirles (sí es aceptable como dos verbos distin-
tos, sin formar perífrasis) .
. * Me he de anur¡ciarles .
. *Me tengo que comunicarles .
. * Me vine a cantar.
Perífrasis verbales 487

En todos estos casos vemos que el reflejo ético afectaría sólo al


'auxiliar', con lo que se romperían las perífrasis. Distinto es el caso
en que el complemento pronominal reflejo afecte al infinitivo y, con-
secuentemente, a todo el grupo sintagmático verbal, si se trata de una
auténtica perífrasis. Entonces estaríamos en el caso anterior (9).

11. No son perífrasis aquellos verbos con infinitivo que pueden


alternar dicha forma no flexiva con un sustantivo en la misma fun-
ción. Ejemplo:
No quiero comer --- No quiero comida.

En resumen, todas estas pruebas de reconocimiento de una perí-


frasis muestran el resultado de unos procesos de gramaticalización
con la consiguiente desemantización de unos sintagmas verbales
complejos. Y como la lengua está en constante ebullición y continuo
cambio, con el tiempo algunas de estas formas consuman su gramati-
calización y llegan a funcionar unitariamente. Mas antes hay unas
largas fases intermedias en que la interpretación no siempre es clara.
Pretendemos muchas veces ahormar la lengua, reducirla a esquemas
funcionales objetivos; pero la múltiple y compleja realidad comuni-
cativa, en la que subyace el sistema, a veces se nos escapa de las rígi-
das hormas metalingüísticas; y otras veces algunos elementos se nos
escapan por encontrarse en una fase evolutiva.
Pero vayamos viéndolo ahora en los casos aceptados tradicional-
mente como perifrasis.
Nos parece evidente que las más notables perífrasis verbales, que
han logrado la máxima cota de gramaticalización, son las formas
compuestas de los verbos, ya estudiadas. En ellas se cumplen sobra-
damente todas las pruebas antes apuntadas.

Entre las que expresan obligación las más lexicalizadas son haber
de y haber que + infinitivo; ésta última sólo se usa en oraciones im-
personales, en tercera persona de singular (ejemplo: Hay que hacer-
488 Moifosintaxis
lo); tener de y haber de apenas se usan actualmente en la Península,
mientras que haber de es frecuentísima en Hispanoamérica para re-
emplazar al futuro. Más frecuente es tener que. En deber + infinitivo
se percibe claramente que la aktionsart del verbo deber apoya la
obligatoriedad del conjunto perifrástíco, donde el infinitivo en origen
funciona igualmente como SN2 •
En ellas se cumplen todas las condiciones exigidas y se muestra
claramente la desemantización del auxiliar. Veamos, por ejemplo, al-
gún caso:
VIII a. Debes hacer tal cosa.
b. Tal cosa debe ser hecha por ti.
c. Debes hacerme unfavor-+Me debes hacer un favor.
pero no
d. *Debes que tal cosa sea hecha por ti.
e. *Lo debes.

IX a. Siempre hay que obrar bien.


b. *Siempre lo hay.
c. *¿Qué hay siempre?

X a. Tienen que comprar las flores.


b. Las flores tienen que ser compradas por ellos,
pero no
c. *Tienen que las flores sean compradas por ellos,
ni
d. *Lo tienen.
e. *¿Qué tienen?

Es vieja la confusión entre esta construcción deber + infinitivo y


deber de + infinitivo. Esta última es hipotética, dubitativa (ejemplo:
Deberían de andar por el campo a estas horas -suposición-) con
el verbo deber como auxiliar. Lo cierto es que el pueblo hablante ha
llegado a confundir los dos giros y es muy frecuente escuchar deber
+ infinitivo como hipotética y la otra como obligativa. La lengua lite-
raria mantiene un poco más la distinción originaria, pero es abruma-
Perífrasis verbales 489

dar el porcentaje de confusión en la hablada. Y conviene no olvidar


que esta confusión, aunque menos frecuente, se remonta a la Edad
Media (ejemplos: Non le debes de lexar; Lo que por él debes a facer,
de Cantigas del rey don Sancho).

Las de valor incoativo son un grupo de perífrasis que marcan la


fase inicial de una acción o proceso en su progresión. En alguno de
sus paradigmas se acusa el valor ingresivo, es decir, la fase inmedia-
tamente anterior a esa acción (ejemplo: Voy a explicarles el tema si-
guiente), pero la incluiremos en este grupo semántico, junto con las
puramente incoativas, como ir a + infinitivo. El verbo auxiliar ha
perdido totalmente su significación en algunas de ellas (ejemplo: Va-
ya usted a saber), pero en otras ha sufrido un cambio, conservando
una idea de movimiento o traslación figurada (ejemplo: Voy a decir-
les ... ). En futuro y en algunos tiempos del pasado es normal que el
verbo ir recobre su significado dinámico y se anule la perífrasis al no
haber unidad léxica.
La forma ir a + ver se ha gramaticalizado totalmente hasta llegar
a perderse en la lengua popular el auxiliar. Ejemplos:
Voy a ver qué has hecho; A ver qué has hecho.

Coloquialmente la construcción a ver está adquiriendo un valor


de mandato o consejo (ejemplo: A ver si estudias ... ) emanado del
contenido prospectivo de la perífrasis originaria (Vamos a ver
si ... ).
Como ya vimos, esta perífrasis acepta las pruebas arriba expues-
tas:
XI a. Luis va a leer la carla.
b. La carta va ser leída por Luis,
pero no
c. *Luis va a que la carta sea leída.
ni
d. *Luis va a ello.
490 Morfosintaxis

Por contra en
e. Me voy a leer la carta

se rompe la perífrasis, puesto que ese complemento pronominal


afecta solamente al verbo ir.
Esto nos confirma, una vez más, que las perífrasis verbales se dan
y se perciben en los contextos oportunos; y que, excepto unas poquí-
simas que han llegado a una gramaticalización permanente (haber
de ... ), es el contexto el que permite su función como grupo sintagmá-
tico unitario o no.
Por ello no se debe hablar de paradigmas verbales perifrásticos.
Pasar a es poco frecuente, mientras que echar a + infinitivo es
muy usual. En ejemplos como:
Echó a correr; Comenzó a llorar

comprobamos que responden, como en los casos anteriores, a las


pruebas señaladas.
XII a. Echó a perder el asunto.
b. El asunto fue echado a perder.
pero no
c. *Echó a que el asunto fuera perdido.
ni
d. *Echó a ello.

XIII a. Comenzó a llorar, donde el auxiliar ha perdido su transitivi-


dad.
b. Comenzó a decir cosas raras.
c. Comenzaron a decirse (ser dichas) cosas raras.

Por el contrario, según los criterios aquí seguidos, no creemos perí-


frasis dar en, ponerse a, .lanzarse a, romper a, meterse a ... , seguidas de
infinitivo, puesto que no admiten la transformación a pasiva, y sí acep-
tan la conmutación pronominal y la interrogativa. Ejemplos:
Perífrasis verbales 491
Ha dado en ello; ¿En qué ha dado?; ¿A qué se ha puesto?; Se ha
puesto a ello; ¿A qué se ha metido? ... , etc. y no *Han dado en ser di-
chas tales cosas ... , etc.

Respecto a las hipotéticas, conviene insistir en la presencia de la


preposición en deber + de + infinitivo (ejemplo: Deben de ser las
diez), aunque en la expresión coloquial se suele suprimir.
Las de valor reiterativo (ejemplo: Volvió a decirles las normas) y
perfectivo (ejemplo: Acaba de firmar el contrato) son menos frecuen-
tes en la lengua.
Veamos cómo se cumplen algunos de los rasgos apuntados en
estos casos:

XIV a. Debe de haber hecho ya el trabajo.


b. El trabajo debe de haber sido hecho ya por él.
c. *Debe de que el trabajo haya sido hecho ya por él.
d. *¿De qué debe?
e. *Debe de ello.

Háganse, si se desea, las mismas pruebas con los ejemplos si-


guientes y se comprobará el carácter perifrástico de sus verbos:

Los asistentes acabaron por reconocer la verdad; Dejé de hacer


una parte del trabajo; Los enemigos vinieron a caer a sus pies.

En cambio, dudamos mucho de que sean perífrasis llegar a, echar


de, insistir en, alcanzar a, más infinitivo, puesto que reaccionan de
muy diferente manera a las condiciones exigidas para las perífrasis
verbales.

Y en las llamadas modales, que no usan conector entre los dos


verbos, se mantiene una mayor autonomía de éstos. Ejemplos:

Suele hacerlo bien; Parece que quiere llover.


492 Morfosintaxis

Soler, que contiene el rasgo /+habitual/ expresa un aspecto obje-


tivo del desarrollo de la acción del verbo al que acompaña 4• Mientras
que poder, deber y querer admiten otras construcciones distintas,
soler únicamente la perifrástica.
Con deber se cumplen los rasgos de la perífrasis (ejemplos: De-
bes hacer tal cosa ---7 Tal cosa debe ser hecha por ti; *Lo debes ... ),
al igual que con soler 5; pero más dudoso es el caso de «querer + in-
.finitivo».
Hay oraciones como Parece que 'quiere llover'. donde no cabe la
duda de que sea una perifrasis, pero cuando el primero de los verbos
conserva todo su contenido volitivo, cambian las cosas. Así, por
ejemplo, vemos que:
a. Quiero terminar el trabajo pronto.
b. *El trabajo quiere ser terminado pronto.
c. Quiero que el trabajo sea terminado pronto (por mí).
d. ¿Qué quiero?
e. Lo quiero.

Por ello creemos que no debe ser interpretado como perífrasis, en


general, el grupo /querer+ infinitivo/.
Los otros casos, muy pocos, se pueden interpretar como el inicio
de un proceso de gramaticalización no consumado. Ejemplo:
Apriessa cantan los gallos e quieren crebar albores.

El verbo poder admite construcciones perifrásticas y otras distin-


tas. Ejemplos:
. Puede ser como tú dices.
. Aún puede valerse por si solo .
. Puedes pasear hasta las ocho.

4
M. Casado Velarde, «El verbo soler y los modales», BRAE, LXIII, 1983, págs.
67-76.
5
Cf. Launay y M.ª L. Hemanz (loe. cit.).
Perífrasis verbales 493

En el primer caso la modalidad aspectual 'de posibilidad' es cla-


ra, mientras que en los demás el significado es de 'capacidad',
'aceptación', 'disponibilidad', etc.

Con lo dicho, podernos ratificar que, excepto soler, los demás


verbos 'modales' admiten diferentes construcciones: una de ellas, con
determinados contextos y cuando se cumplen las reglas arriba señala-
das, es la de conformar perífrasis de infinitivo 6 •
En casos corno Se puede beber cervezas no hay perífrasis, porque
beber cervezas, conjuntamente, funciona corno sujeto de puede.

PERÍFRASIS CON GERUNDIO

Estos sintagmas perífrásticos tienen un aspecto cursivo-imper-


fectivo y siempre expresan un contenido en su curso. Las más usuales
en la lengua se construyen con:

ir )
~:~;r + gerundio.
estar
seguir

Corno fácilmente se puede observar, los verbos que desempeñan


la función de auxiliar son de los llamados 'intransitivos', y con con-
tenido dinámico todos ellos, excepto estar. Se comprende que sean
estos verbos de movimiento los que expresen tales perífrasis, ya que
de esta manera el significado del auxiliar refuerza el valor progresivo
durativo que poseen por el gerundio. El verbo estar, por ser estativo e
indicar permanencia, es también idóneo para estas frases verbales 7.
6 Véase, también, A. Narbona, «¿Verbos modales en español?», en Ibero-

americana Pragensia, XV, 1981,págs. 55-65.


7 Cf. S. Femández Ramírez, «Algo sobre la fórmula estar+ gerundio», en Home-

naje a Dámaso Alonso, II, 1960, págs. 509-516.


494 Morfosintaxis

A veces, al combinarse uno de estos verbos con algunos gerun-


dios -que, además del aspecto propio, tienen su modo de acción-
se añaden otros matices al cursivo que les corresponde. Por ejemplo:
Id contando mientras, expresa un matiz reiterativo junto al cursivo.
Es bastante frecuente que los elementos de estas perífrasis ad-
quieran su independencia significativa, preferentemente por interpo-
sición de algún complemento, y se anule la posible perífrasis como
unidad léxica. Ejemplo:
Vino durante todo el viaje cantando a media voz.

Pero en general a estas perífrasis se les puede aplicar las mismas


pruebas que formulamos para las de infinitivo, con leves matizacio-
nes. Así, por ejemplo, no podemos conmutar
Anda diciendo que... por *Lo anda.
Sigue molestando continuamente por *Lo sigue.
Viene haciéndonos esto desde 1980 por *Lo viene.

En cambio, algunas construcciones ~estar+ gerundio' sí permiten


conmutar éste por una forma pronominal, cuando no forman una au-
téntica perífrasis.
Ejemplo:
El animal está pariendo ---t Lo está.

PERÍFRASIS CON PARTICIPIO

El valor de estos sintagmas perífrásticos es perfectivo-termina-


tivo. Entre ellos pueden incluirse las formas compuestas de los ver-
bos, que ya hemos estudiado. Otras supuestas perífrasis de participio
frecuentes en la lengua se forman con Jos verbos tener, traer, quedar,
dejar y llevar'.

8
Cf. Roca Pons, Estudios. sobre perífrasis ... (cit.); véase asimismo Alicia Yllera,
Sintaxis histórica del verbo español: Las perífrasis verbales, Zaragoza, 1980.
Perífrasis verbales 495

En todos ellos se percibe claramente la diferente función de este


verbo conjugado y del participio, a pesar de la lexicalización del sin-
tagma. Ejemplos:
Te tengo dicho que te calles; Le trae aburrido con sus cosas; El
jarrón quedó hecho pedazos.

Por ello no conviene interpretar tales grupos como perífrasis ver-


bales. ·
En casos como Me tiene aburrido o Llevo leídos tres capítulos,
etc., no podemos hablar de perífrasis, sino de dos unidades funciona-
les, el verbo en forma flexiva y el participio atributo del complemen-
to, concordando con él en género y número.
Además del aspecto propio de estos verbos, cada participio mani-
festará su modo de acción peculiar. Así en una frase como Llevas
estudiados tres temas, el participio tiene aktionsart imperfectiva que
le confiere un valor pasivo y significado de presente; y funciona co-
mo adyacente del SN2 tres temas 9 • Con lo expuesto hasta aquí con-

9 Puede consultarse para el estudio del verbo español (capítulos XVI-XXIII), la si-

guiente bibliografia: M. Alvar López, <<El imperfecto «iba» en español>~, en Homenaje a


Fritz Krüger, 1, 1952, págs. 2245; M. Ariza y J. M. González, «Construcciones
con infinitivo no preposicional en el Libro de los buenos proverbios», en BRAE, LVI,
1976, págs. 509 y sigs.; D. Atkinson, <<A Re-examination of the Hispanic Radical
Changing Verbs», en Estudios dedicados a M Pida!, V, 1954, págs. 367 y sigs.; A.
Badía Margarit, «Ensayo de una sintaxis histórica de los tiempos», en BRAE, XXVIII,
1948 págs 281-300 y 393-410; y «El subjuntivo de subordinación en las lenguas ro-
mances y especialmente en iberorrománico», en RFE, XXXVII, 1953, págs. 95-129;
V. Bejarano, «Sobre las dos formas del imperfecto de subjuntivo y el empleo de la
forma en -se con valor de indicativo», en Strenae, Salamanca, 1962, págs. 78-86; E.
Benveniste, «Lés relations de temps dans le verbe franc;ais», en ProblJmes de Lin-
guistique générale, París, 1966; D. L. Bolinger, «The future and conditional of pro-
bability», en Hispania, XXIX, 1946, págs. 363-375; «Reference and inference: incep-
tiveness in the Spanish preterit», en Hispania, XLVI, 1963, pág. 128; y «Subjunctive
-ra and-se: free variation?», enHispania, XXXIX, 1956, pág. 345; J. Bouzet, «Le gé-
rondif espagnol dit 'de posterité'», enBHi, LV, 1953, págs. 349-374; Miguel A. Caro,
«Tratado del participio», en Obras completas, V, 1928, Bogotá, págs. 23 y sigs.; T.
Buesa Oliver, «Sobre algunos modos y tiempos verbales en el español virreinal pe-
496 Morfosintaxis

cluimos que las únicas perífrasis con participio son las formas com-
puestas del verbo. Durante la Edad Media, especialmente, también la

ruano del XVIII», en Homenaje al prof Carriazo, II, Sevilla, 1972, págs. 83 y sigs.;
M. Casado Velarde, «Modo y modalidad verbales en la configuración narrativa>>, en
Revista de Literatura, XL, 1978, págs. 729 y sigs.; M. Criado de V al, «Sistema verbal
español», en Vox Románica, 12, 5, Zuricb-Leipzig, 1951; Sintaxis del verbo español
moderno. I Metodología. JI Los tiempos pasados del indicativo, Madrid, 1948; y El
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ñol», en Actas del XI CILFR, IV, pág. 1823; Ch. Rallides, The tense aspect system o/
Perífrasis verbales 497

forma 'ser + participio' como forma verbal con anxiliar de verbos


'intransitivos' (Son idos, Son exidos ... ) operaba como auténtica perí-
frasis.

the Spanish verb, La Haya, 1971; y F. Rodriguez Adrados, «Observaciones sobre el


aspecto verbal>>, en Estudios Clásicos, 1, 1950, págs. 1-25; M. S. Ruipérez, «Notas
sobre la estructura del verbo español», en Problemas y principios del estructuralismo
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gaison pronominal de quelques verbes intransitifs en espagnol», Orbis, XXIX, 1-2,
Louvain, 1980, págs. 147-161; M.ª J. Femández Leborans y M.ª C. Díaz Bautista,
«Sobre la sintaxis del verbo español parecer», BRAE, LXX, CCL, 1990, págs. 353-
420; S. Alcoba Rueda, «Morfología del verbo español: conjugación y derivación de-
verbal>>, en C. Martín Vide (ed.), Lenguajes naturales y lenguajes formales, VI, Bar-
celona, 1991; Helmut Berschin, «A propósito de la teoria de los tiempos verbales.
Perfecto símple y perfecto compuesto ... », Thesaurus, BJCC, 1975, págs. 3-20; D.
Sirbu-Dumitrescu «Contribución al estudio de la semántica de los verbos modales en
español», enHispania, 71, 1988, págs. 140-148; R. Meyer-Hermann, «Zum impe1fec-
to der Spanischen Modeverben», Romanistisches Jahrbuch, 35, Berlín, W. de Gruy-
ter, 1984, págs. 213-239; E. Ridruejo, «La forma verbal en -ra en español del siglo
xnD>, Cuadernos de investigación.filológica, Logroño, V, 1, 1979, págs. 23-38.
CAPÍTULO XXIV

EL NOMBRE

Como se recordará, la composición del sintagma nominal es, ge-


neralmente, 1± Det + Nu ± Ay/. Pues bien, el núcleo del sintagma
nominal -de ahí le viene el nombre- es con suma frecuencia uo
nombre o sustaotivo, cuyo estudio vamos a abordar aquí.
Las defmiciones que del nombre se han dado son muy diversas:
unas siguen un criterio morfológico, otras uno semántico y sintáctico
otras. En cualquier caso, definir no es requisito imprescindible para
conocer la esencia, funcionamiento y valor gramatical del sustantivo.
Aquí estudiaremos su forma, sus fuociones y sucintamente su signifi-
cado, con lo cual habremos atendido a los tres criterios de las defini-
ciones existentes y a los tres elementos fundamentales de un signo
lingüístico. De todos modos, podemos anticipar uoa aproximación a
la defmición: es uo signo lingüístico, núcleo de un sintagma nominal,
con morfemas de género y número, que denota uoidades semánticas
referentes a entes, procesos, acontecimientos ... , independientes y au-
tónomos, subsistentes real o mentalmente por sí.

MORFOLOGÍA DEL SUSTANTIVO

Los principales elementos componentes de un sustantivo son


«Lexema+ moifema I (de género)+ morfema II (de número)».
El nombre 499

Esto no obsta para que delante o detrás del lexema aparezcan


unos morfemas afijos secundarios (prefijos, interfijos y sufijos), aun-
que importantes desde un punto de vista semántico.
Los morfemas I y II son los inherentes y distintivos del nombre.
Comencemos por el de género.

MORFEMA DE GÉNERO

Define Marouzeau 1 el género como categoría «fundada en prin-


cipio sobre la distinción de sexos en masculino, femenino y neutro,
según que sea concebido como macho, hembra o algo indiferente.
Este es el género natural. El género gramatical viene dado por carac-
terísticas gramaticales sin que tenga relación con el sexo». Ambos no
tienen por qué coincidir.
Hay que distinguir, pues, desde el comienzo, el llamado «género
natural» del género gramatical; y aunque comentemos sus relacio-
nes, concluiremos en todo momento su diversidad.
A lo largo de la historia de la lingüística han ido alternando las
dos posturas:
a) La de quienes afirmaron la validez del género natural como
fundamento del género gramatical (como Von Humboldt, Damouret-
te y Pinchan ... ).
b) La de aquellos que defienden que el género es una categoria
totalmente gramaticalizada (los historicistas, positivistas, Hjelms-
lev ... ) .
. Para explicar el origen de las diferencias genéricas en la lengua se
han defendido varios tipos de tesis sobre el origen de tal categoría.
l. Teorías que definen que el origen está en la diferencia se-
xual; según éstas, en las lenguas primitivas se forjó la diferencia de
género, atendiendo al sexo del elemento significado. Siempre nos

1
Marouzeau, Léxique de la terminologie linguistique, París, 2.ª ed., 1943.
500 Morfosintaxis

queda en el aire la pregunta -sin respuesta- de cómo y por qué se


aplica el género a los seres inanimados.
2. La segunda tesis defiende que el género tiene su origen en la
oposición animado/inanimado, paralela a actividad/pasividad (Meillet,
R. Adrados ... ).
Ciertamente en lenguas muy antiguas casi siempre está marcada
de alguna manera la diferencia entre lo animado y lo no animado, que
se apoyaba en la concepción animista del mundo, propia de los pue-
blos indoeuropeos. Mas los conceptos de «animado/inanimado» no
han sido inamovibles a lo largo del tiempo. Por ello tal vez sea pre-
ferible hablar de lo considerado animado/lo considerado inanimado
en determinadas lenguas, pueblos y lugares.
2a. Una variante de esta teoría es la defendida por Hjelmslev2,
entre otros, para quien la génesis del género reside en la oposición
personal/impersonal, pero se ha convertido en una categoría estric-
tamente gramatical, que dimana de la forma pura, del sistema de la
lengua.
En cualquier caso, tras esta rapidísima panorámica de opiniones,
nos interesa precisar, para ir centrándonos en el tema, que el género
como categoría gramatical es independiente de cualquier asocia<;ión
semántica que pueda establecerse entre el género de una palabra y las
propiedades de personas de objetos denotados.
Como muy bien precisó Mariner 3 , es una categoría que, en gran
parte, se halla vacía de todo contenido semántico y que consiste sobre
todo en discriminaciones formales con capacidades contrastivas.
Por ello las definiciones de carácter conceptual o semánticas que
se usan para definir el género tienen relativa validez gramatical.
Esta categoría en nuestra lengua afecta al sustantivo, al adjetivo y
al pronombre, así como a algunos otros elementos que se les asimilan
funcionalmente. Concretando, diremos que es morfema característico
2
L. Hjelmslev, «Animado e inanimado, personal y no personal», en Ensayos lin-
giiísticos, Madrid, 1972, págs . .312 y sigs.
3
S. Mariner, «Criterios morfológicos para la categorización gramatical>~, en Es-
pañol actual, 20, Madrid, 1971, pág. 2.
El nombre 501

del sintagma nominal que establece relación intrasintagmática y po-


cas veces intersintagmática (concordancia de atributo con sujeto ... ) 4 •
Pero si decimos que es categoría gramatical y en absoluto semán-
tica, nos encontraremos con el grave problema que plantea Hjelms-
lev, y es si hay formas de expresión carentes de contenido, elementos
puramente gramaticales.
En todo caso hay que recordar que no todos los signos de una
lengua tienen un referente exterior subsistente. Hay, por ejemplo,
elementos deícticos que no significan, sino que señalan; hay unidades
gramaticales que establecen relaciones ... Y entre éstos podríamos in-
cluir al morfema de género, como morfema cuya «sustancia» consiste
en establecer unas relaciones entre unidades del mismo sintagma,
preferentemente para fijar su conexión.
Y por otra parte es un rasgo y morfema clasificador, que distribu-
ye en varios grupos las clases de palabras a las que afecta.
Para un hablante con conciencia libre de prejuicios gramaticales
-absolutamente-, la diferencia entre un género u otro nunca se re-
ferirá a la diversidad de sexos, ni a ninguna otra explicación semánti-
ca; en cambio sí nos sabrá decir que se dice mano blanca y no mano
blanco.

GÉNERO Y NÚMERO, MORFEMAS DE SINTAGMA

Mas, desde un punto de vista sintagmático, en la realidad funcio-


nal de la lengua, el género es un morfema que propiamente afecta a
todo el sintagma nominal, establece relaciones dentro de él y en el
texto.
Viene a s.er como una infraestructura de dicho sintagma, como
una dimensión que lo organiza y articula.
Y superpuesto a ella, el otro morfema del sintagma nominal, el
número, que, añadido al género, conforma un entramado articulador,

4 Mas no debe interpretarse «de validez general>> el rasgo de la concordancia del

género, pues hay lenguas (como el euskera, turco, húngaro ...) que no la tienen.
502 Morfosintaxis

que es la auténtica estructura gramatical soporte de todo el grupo


funcional: la trama en la qne engarza sus elementos funcionales.
Podríamos representarlo gráficamente de la siguiente manera:

género

- Es decir, que el género, al que se superpone el número, da el en-


tramado articulador de los formantes del sintagma; que dichos mor-
'número

femas afectan conjuntamente a todo el sintagma -y consecuente-


mente a sus componentes-; que es en el sintagma donde operan y
no fuera de él; que son dos morfemas gramaticales con soportes se-
mánticos diversos y complejos, o sin ellos; que la presencia de mor-
fos representativos de tales morfemas pueden darse en los tres ele-
mentos, -caso de máxima epéntesis-, en dos de ellos o en uno
solo -caso de mayor economía lingüística-, y que, en fin, la lla-
mada 'concordancia' en el sintagma nominal no es sino la coinci-
dencia del morfema de género y de número én sus elementos 5.
Por la aparición del Det en el primer lugar, y por el carácter dis-
cursivo y lineal de la lengua, el elemento seleccionante, desde un
punto de vista sintagmático, es él. Y como en un gran número de
ocasiones en ese hueco funcional aparece el artículo, es éste el indi-
cador de género y número, el seleccionante gramatical.
El hecho de que haya perdido, casi en su totalidad, el contenido
deíctico originario, y el que conserve su misión de índice de cohesión
textual y sus variantes genéricas y de número, junto a su frecuentísi-
ma aparición encabezando el sintagma, lo han convertido en un por-
tador prototípico y permanente de los dos morfemas del grupo nocio-
nal, como detallaremos más adelante.

5
Cf. nuestra Nueva sintaxis de la lengua española (cit.), págs. 126 y sigs.
El nombre 503

Compruébese que un mismo sustantivo, precedido de distinto ar-


ticulo cambia de significado; es decir, se convierte en un signo distin-
to (Ejs.: el orden/la orden; el corte/la corte; el cólera/la cólera; el
parte/la parte ... ).
Con este planteamiento queda obviado el problema de las bases
semánticas del género en Ja lengua. Y aun podemos decir que el léxi-
co nominal y adjetivo que rellena Jos huecos del sintagma nominal
acomoda Ja forma morfemática a la estructura de aquel, en ciertos ca-
sos; mientras que en otros muchos queda invariable.
En cuanto a Jos nombres sustantivos, solamente Jos que tienen el
rasgo !+ animado/ -y no todos- disfrutan de forma distintiva del
género (Ejs.: hombre, caballo, niño, perra, vaca .... ). Pero un gran
número de ellos no tienen fonema específico de género (Ejs.: rana,
ballena, delfln,jabalí, mosquito, caracol, tiburón, gorrión ... ).
Y aún más, los /-animados/, propiamente, no tienen soporte se-
mántico para el género y, consecuentemente, el que hayan adoptado
uno u otro se debe a mera convención histórica y gramatical. Ningún
motivo hay para que mesa, silla, lámpara, cama, pluma, nariz, lla-
mada -en Hispanoamérica se utiliza llamado telefónico- sean fe-
meninos. Su posible terminación en -a no es morfema ni índice de
género.
Conceptualmente, estos nombres no son ni masculinos ni femeni-
nos; es en Ja realización lingüística donde les aplicamos esos morfe-
mas gramaticales. Por ello creemos que los nombres, en cuanto con-
ceptos, fuera de Ja cadena, no tienen género propiamente; aun cuando
estemos acostumbrados a asignarles el que habitualmente adquieren
al entrar en el sintagma.
Por ello, al hablar más adelante del género en el nombre, o en el
adjetivo, lo haremos con la salvedad de que es el género que adoptan
en el sintagma nominal.

Pues más grave es aún la cuestión del género referida al adjetivo.


¿Cómo concebir un género en la blancura, altura, bondad, estupidez,
etc., formulados como adjetivos adyacentes (blanco !-a, alto/-a, bue-
504 Molfosintaxis
nol-a ... )? El adjetivo calificativo significa una valoración asignada a
algo o a alguien. Bueno, malo, alto, inteligente, simpático, torpe, ...
etc. no existen en sí; son conceptos axiológicos que asignamos o atri-
buimos. Consecuentemente, mal puede asignárseles un género.
La forma genérica que adoptan es la exigida por la infraestructura
del sintagma. Conceptual y •,semánticamente son atribuciones agené-
ricas que adoptan la forma del sintagma y van condicionados por el
referente del núcleo. En realidad, desde un punto de vista semántico,
deberían interpretarse como':, manifestación externa -en forma de
palabra- de unos sernas propios del sintagma; es decír, como unos
componentes sémicos no inherentes del referente del núcleo (por ej,
niño + bueno). Si existiera una sola palabra como niño bueno que
significara todo un conjunto, no du~aríamos en interpretarlo como
dijírnos. Y hay muchos casos en la l~ngua que han fundido sus com-
ponentes (Ejs.: hierbabuena, agridul~e, quitamanchas, guijarrubia <
ECCLESIA RUBIA, monteverde, marim<Í,cho, etc.).
Por todo ello, al hablar del géneto en el adjetivo -y otro tanto
vale para el número- nos estaremos refiriendo a un morfema gra-
matical exigido sintagmáticamente, y sin ningún tipo de justificación
semántica ni conceptual.

Teniendo muy presentes estas ideas y el planteamiento sintagmá-


tico aquí expuesto, podemos plantear convencionalmente el género
en los sustantivos.

EL GÉNERO EN EL NOMBRE

En la lengua española no hay un sistema general válido para el


género de todas las partes de la oración; mientras en unas se conser-
van tres géneros (artículo, pronombre ... ) en el nombre sólo se conser-
van el masculino y femenino.
Partiendo de la oposición básica entre:
El nombre 505

No sexuado
sexuado marcado~ (masculino)

(no específico)
marcado + (femenino)
(específico)

hemos de precisar que en el nombre español no existen representan-


tes 0 de no sexuados (o neutros)'. Los neutros originarios se convir-
tieron en masculinos o femeninos.
Y como en una oposición lingüística el término no marcado pue-
de incluir al marcado, así el masculino puede incluir al femenino, por
ser genérico aquél y especifico este.
Como indicamos, en el sustantivo español no hay posibilidad de
neutro.
Para Femández Ramírez 7, se trata de «un género de referencia
objetiva o anafórica, que podríamos llamar inconceptual, para señalar
enunciados complejos acerca de los cuales no es fácil elaborar pron-
tamente un concepto nominal».
En cambio Mariner 8 cree que el neutro es un elemento concep-
tualizador en sí mismo, indicador de que algo está en una categoría
determinada. Ese valor conceptualizador es el denominador común a
que pueden reducirse todos los usos de dicho género, tanto los
«inconceptuales» (de Femández Ramírez) como los «transcategoriza-
dores».
Así pues, el neutro presta un carácter abstracto, conceptualizador,
desconcretizador.

6
Sin embargo téngase presente que en Chile es abundantisimo el uso de lo ante
nombre propio masculino -que estudiamos en otro lugar- para denominar fundos,
fincas, barrios ... (ejemplos: Lo Franco, Lo Hermida, Lo Barnechea, Lo Ingenio ... ).
Cf. más adelante pág. 572, especialmente nota 24.
7
S. Femández Ramírez, Gramática ... (cit.).
8 S. Mariner, loe. cit.
506 Morfosintaxis

Apoyándose en que no hay en castellano neutro que supla al femeni-


no ni al masculino, mientras que éstos sí pueden adoptar algunos va-
lores de aquel (valor categorizador del masculino: el ridículo, el va-
cío .. ., y valor neutro del femenino de indeterminación: me las
pagarás, ni por esas ... ), Mariner, propone un sistema diferente al in-
neutro
doeuropeo, esto es para las lenguas románicas
femenino/masculino
basado en la oposición:
desindividualización (indeterminación, abstracción)
individualización (determinación, concreción ... )

no personal
que en el fondo responde a una base y no a la de inani
personal
mado/animado.
Se trata, pues, de una transgramaticalización sufrida desde el la-
tín a las lenguas romances, con la creación de una categoría desindi-
vidualizadora, representada solamente por unas cuantas formas pro-
nominales derivadas de los neutros latinos, Y es en el término de la
individualización o personal donde precisamente se puede establecer
la diferencia genérica.
Esta es la razón sistemática y estructural que explica la incompa-
tibilidad del neutro con los sustantivos.

En no pocas ocasiones las diferencias de género en ciertos sus-


tantivos expresan o diversidad de forma o dimensión de los respecti-
vos referentes (Ejs.: cesto/cesta, cubo/cuba ... ), o distinción entre ár-
boles y frutos (Ejs.: naranjo/naranja, manzano/manzana, cirue-
lo/ciruela ... ).
Con lo cual vernos que en la lengua actual las bases semánticas
del género son varias.
El nombre 507

MORFOLOGÍA

Los constituyentes básicos d~J nombre son, como ya vimos:


Lexema+ moifema I (de género)+ morfema JI (de número).

Como es bien sabido, el hecho de que haya tales morfemas no


supone que necesariamente haya morfos explícitos que Jos represen-
ten a todos. Y así, concretamente, no hay unos morfos distintivos de
género en el nombre español.
-a/-d/-z
Decir que los alomorfos son - - - - - es abrir una relación
-o/-e/-i/-u...
casuística de las terminaciones posibles de tales sustantivos, y nada
más.
Si bien, el morfo más frecuente para el femenino es -a y Ja ten-
dencia de Ja lengua parece ir a configurar un sistema -a/no -a 9 .
Al evolucionar el nombre latino hasta el español se desajustaron y
multiplicaron las desinencias, y en realidad no hay morfo particular
de género en el nombre; tal vez podamos decir que sí tienen un morfo
en el artículo, cuya función es Ja de un morfema autónomo del nom-
bre. Ahí es donde hay que buscar Jos verdaderos morfos genéricos
del nombre español; y se debe acusar también Ja rección que sobre un
posible adyacente ejerce.
Por otra parte la oposición genérica de algunos sustantivos se
apoya en la heteronimia: hombre/mujer; macho/hembra; yer-
no/nuera ...
9 La oposición formal -o/-a para el género de los sustantivos en español sólo se da
en un 9'90% de nombres, según Iorgu Jordan y María Manoliu (Manual de lingüística
románica, I, Madrid, 1972, pág. 222). Véase para las diferencias de género en los
nombres (con ciertas terminaciones), el artículo de A. Rosenblat, «Género de los sus-
tantivos en -e y en -consonante», en Estudios dedicados a Menéndez Pida/, 1952,
págs. 164 y sigs.
508 Morfosintaxis
Resumiendo, las variaciones formales del género en Jos nombres
pueden responder a:
cambio de morfo: dueño/dueña; hijo/hija ...
cambio de sufijo: actor/actriz; duque/duquesa ...
heteronimia: toro/vaca; padre/madre; carnero/oveja ...

Otros nombres son invariables, han mantenido una sola forma y


un género exclusivamente (ejs.: institutriz, candelabro, tribu, tazón,
tesis,. .. ); y es el artículo que los precede, o algún adjetivo adyacente,
el que lo marca en el sintagma.

NEUTRALIZACIÓN DEL GÉNERO

La distinción tradicional de nombres comunes en cuanto al géne-


ro, ambiguos y epicenos, no tiene otro sentido que el de ser los repre-
sentantes de la no distinción de género.
Hay en nuestra lengua una serie de sustantivos en los que se neu-
traliza la oposición de género; esto es, que la diferencia entre mascu-
lino y femenino no se marca formalmente. Es decir, son nombres in-
variables en su forma en cuanto al género.
Estos pueden agruparse en tres apartados:
a) Los que se refieren a personas.
b) Los que se refieren a animales.
c) Los referidos a objetos o inanimados.

La diacrisis de género en los del grupo a) opera con el morfema


artículo: el/la (pianista, telefonista, periodista, testigo, cónyuge,
mártir, guía, soprano... ).
La diferencia genérica en aquellos nombres referidos a animales,
b), se establece por medios léxicos, añadiendo macho/hembra como
elementos diacriticos (ejemplos: La ballena, águila, rata, calandria,
macho
buho, gorila ... ).
hembra
El nombre 509
La distinción de género en los nombres referidos a objetos, c), se
hace mediante el artículo.
Pero como estos nombres no tienen ninguna referencia semántica
externa de sexo, la diferencia entre masculino y femenino suele tener
un carácter estilístico (el mar/la mar) o está mediatizada por factores
diastráticos o diatópicos (el/la azúcar)rn
El género del nombre, categoría, a la vez, morfológica y sintácti-
ca, exige coincidencia de este morfema en el adyacente adjetivo que
le acompaña; es lo que se llama «concordancia» de género", a la que
nos referíamos más arriba.
Y un segundo apartado de esta concordancia es la basada en la
anáfora; es decir, la de un pronombre que se refiere a un sustantivo
previamente aparecido, que debe ir en el mismo género que él.

FORMA DEL GÉNERO

El nombre castellano ha conservado el género latino en la mayo-


ría de las casos, con la excepción del neutro, si bien ha sufrido unos
reajustes, como dice Rosenblat 12 .
Ya en latín se sentía la oposición -uf-a, en la gran mayoría de los
casos, como oposición del masculino y femenino. Los sustantivos en
-u eran por lo común masculinos, y de ellos surgió la tenninación -o
del masculino español. Sobre la base de sustantivos latinos en -a, la
mayoría de los cuales eran femeninos, se constituyó la tenninación -a
del femenino español.

!O Tal vez se pueda hablar de nombres de un género exclusivo, porque sólo y


siempre aparecen en esa forma, que viene condicionada por la realidad, por los refe-
rentes de los signos (ejemplos: institutriz, coadjutor, máscara ... ).
u Para ver qué nombres adoptan un género u otro y cómo forma cada uno de ellos
el femenino, puede acudirse aFemández Ramírez (Gramática ... ) y R.A.E. (Esbozo ... ).
12 A. Rosenblat, «Morfología del género en español. Comportamiento de las ter-

minaciones -o, -a», en NRFH, XVI, 1962,. págs. 31-80. En los puntos siguientes se-
guiremos de cerca este excelente artículo.
510 Moifosintaxis

Se produjo, en opinión del citado autor, un doble proceso analó-


gico, de acomodación del género a la forma, y de acomodación de la
forma al género.
Al masculino convergieron, por influencia de la forma, los feme-
ninos en -us y los neutros en -u, -us, -um. Los plurales neutros en -a,
que tenían valor colectivo, pasaron al femenino La desaparición del
neutro de singular y del neutro de plural (lignum-ligna) originó en
español un sistema de alternancias de masculino y femenino
(leño/leña), de extraordinaria productividad.
Así nombres de árboles y arbustos, generalmente femeninos en
latín clásico, por acomodación a la forma se hicieron masculinos en
español. Ejemplos:
latín: u/mus, platanus, pinus, fraxinus ...
español: olmo, plátano, pino, fresno ...

En cambio los nombres de frutas que eran del género neutro


(pirum, citrum, pomum ... ), persistieron en la forma del colectivo plu-
ral en -a, incorporándose al femenino.
Surge así una oposición -ol-a de «árbol/fruta» que se extendió
considerablemente y sobrepasó este campo léxico (cesto/cesta,· sa-
co/saca... ).
El segundo proceso, de acomodación de la forma al género se ob-
serva en los nombres de varias piedras preciosas. Ejemplos:
latín: amethystus, fem.--+ ametista (amatista en la lengua moderna).
latín: smaragdus, mase. y fem. --+ esmeralda --+ esmeralda.

La tendencia al femenino se debe, sin duda, a la supuesta aposi-


ción a piedra, que es femenino. La -a analógica resuelve inequívo-
camente el conflicto de género.
Fuera de este doble proceso de acomodación, que representa la
fuerza reguladora y analógica del sistema, hay algunas voces -po-
cas- que han pasado del masculino en -u (> -o) al femenino en -a y
viceversa, cambiando a la vez de género y terminación. Ejemplos:
El nombre 511

latín: calceus mase. --+ español: la calza.


latín: medulla fem. -> español: el meollo.

El proceso de acomodación del género a la forma es el que ha


predominado en la evolución del latín al español. Esta acomodación
se ha producido también en los cultismos. Algunas formas no han su-
frido ese doble proceso analógico, tales como la mano y el día. Esta
doble excepción es, sin duda, llamativa y probablemente se debió a
que la mano ha conservado invariable su femenino por oposición al
pie, y el día ha conservado su masculino por oposición a la noche;
pero en la derivación aumentativa y diminutiva, ha triunfado en la
norma peninsular la tendencia a resolver la anomalía: la manita, la
manilla, la manaza, la manecilla; mientras que, gran parte del domi-
nio hispánico usa la manito, aun en el habla culta.
Junto a ellos ha penetrado en castellano una serie de femeninos
en -o y de masculinos en -a con forma varia.

Veamos ahora, siguiendo a Rosenblat 13 , los sustantivos que no


presentan ninguna referencia a sexo, en los que el comportamiento de
la forma es absolutamente independiente de la significación.

FEMENINOS EN -O

Por vía culta han penetrado otros femeninos en -o, pero han sido
poco estables (ejemplos: la nao, la seo, la método -desaparecido-,
la cartílago, la líbido ... ).

13 En los apartados siguientes bajamos a una detallada casuística, siguiendo a Ro-


senblat, que nos servirá para comprender la complejidad de terminaciones de género,
parcialmente el reajuste de los géneros latinos a los de nuestra lengua y la gramatica-
lidad (con ausencia de rasgos semánticos, como «sexuado, animado») de los géneros
en castellano.
El género en el nombre español tiende a organizarse sobre la forma, en un sistema
sencillo, pero de complejidad formal.
512 Morfosintaxis
Igualmente unos pocos nombres cultos en -os, latinismos o hele-
nismos femeninos, han dado como resultados un femenino en -o
(ejemplo: la cáliga (en Valle-Inclán), la lotos). Se trata de voces de
uso muy restringido.
Carácter distinto tienen la moto y la foto, resultado de la abre-
viación de la motocicleta y la fotografía. La conciencia etimológica
mantiene inalterable el género. Pero en el caso de la radio, la di-
namo, la magneto, no está vivo el sentimiento etimológico, y con-
servan el género femenino de sus palabras originarias, que eran
cultismos.
Quedan algunos otros femeninos en -o referidos a nombres de
ciudades, regiones, establecimientos, etc. En general se presuponen
en ellos los términos ciudad, región, compañía, organización, etc.
Los nombres de países se rigen, en general, por la terminación pa-
ra asignarles un género (ejemplos: El Perú, La Gran Bretaña ... ).
En nombres propios de establecimientos y entidades de cualquier
clase puede aparecer el femenino, aunque terminen en -o, por la
misma razón arriba apuntada. Son puras denominaciones de una enti-
dad (ejemplo: La Metro (compañía cinematográfica)).
En resumen, por influencia culta, han penetrado en la lengua al-
gunos femeninos en -o de poco uso, la mayoría vacilantes. En rigor,
el único femenino que ha podido resistir a la atracción analógica es
mano.

MASCULINOS EN -A

De los nombres patrimoniales de la lengua, sólo día ha conserva-


do en español el género masculino, con la a en la terminación. La
anomalía se ha mantenido firme en el diminutivo (el diíta) y en el
compuesto (mediodía).
Luego se han incorporado a la lengua muchos masculinos en -a,
la mayoría de ellos de origen culto; para cuya enumeración seguimos
a Rosenblat:
El nombre 513

a) Helenismos en -ma. -En general, esos helenismos llegaron


al castellano como cultismos, a través del latín, donde se asimilaron
al género neutro. Muchos son recientes o de formación erudita, otros
no. Ejemplos:
apócima, pócima; asma; broma («molusco que perfora las made-
ras»); calma (no se ha encontrado nunca en masculino); cataplasma;
cima (no se ha encontrado nunca en masculino); coma; crema; ene-
ma; epifonema; flema; zeugma.

Con todo, la erudición moderna ha procurado asignar el género


masculino a los helenismos, y lo logró en una serie de voces que eran
femeninas en el uso clásico. Ejemplos:
apotegma, aroma, cisma, clima, enigma, epigrama, axioma, dia-
grama, pentagrama, programa, dogma, drama, esquema, carisma,
telegrama, dilema, melodrama, emblema, enfisema, epiquerema,
idioma, paradigma, poema, prisma, síntoma, sofisma, lema, panora-
ma, parénquima, problema, sarcoma, sistema, teorema.

Existen algunos que vacilan entre uno y otro género en la lengua


culta:
anatema, aneurisma, crisma, esperma, miasma, reúma.

Han surgido así, por la doble fuerza de la tendencia analógica y


del respeto a la etimología, dos grandes grupos de helenismos en -ma
(masculinos y femeninos), que ejercen atracción recíproca; y que han
consagrado una serie de vacilaciones en el habla popular y culta en
todas las regiones hispánicas.

b) Helenismos en -ta. -Análogo al tratamiento de los helenis-


mos en -ma, es el de los helenismos en -ta, masculínos en griego y
también en su forma latina.
En castellano antiguo se acomodaron al femenino: la planeta, la
cometa; pero el uso culto logró imponer el masculino, o provocó una
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 17
514 Morfosintaxis

alteración de género, con diferenciación semántica: la cometa,


<<juguete infantil o juego de naipes»; la planeta, «especie de casulla».

e) Cultismos en·-as, -ax. -Hay en la lengua dos clases muy di-


ferentes de nombres en -as: Muchos compuestos de verbo y sustanti-
vo, generalmente masculinos: el cortaplumas, el paraguas, el porta-
monedas, el portálámparas, el quitamanchas ...
Y helenismos.o latinismos de uso culto, no todos etimológicos: el
bóreas, el Palas, u¡¡ galimatías.
Aun las formas en -ax se han incorporado al masculino: el bórax,
el clímax, el ántrax, el tórax.

d) Nombres de origen exótico. -A los numerosos masculinos


en -ma, -ta de origen griego se han venido a sumar una serie de voces
en -a de origen oriental, provenientes de la terminología filosófica,
«eligiosa y literaria: el nirvana, el karma, los mantras, el vedana, etc.
Asimismo los nombres de libros y poemas de la misma procedencia:
Los Vedas, El Ramayana,.El Mahabbarata.
De origen igualmente exótico son algunas expresiones de la an-
tropología moderna: el chuKinga.
· Quizás todos estos masculinos presupongan canto, himno, libro.
De todos modos, contrastan con la tendencia, heredada del latin, de
hacer femeninos los nombres de libros en -a: La lliada, La Eneida.

e) Términos de ciencias naturales. -Hay una serie de masen-


. linos en -a de la terminología de las ciencias naturales: puma, gorila.

La tendencia al masculino puede verse favorecida por el hecho de


que el masculino representa, en general, el nombre de la especie: la
gorilaila llama, designan muchas veces a la hembra.
Además; el castellano de los naturalistas, más expuesto siempre a
la influencia de lenguas extrañas, tiende fácihnente a la anomalía,
que destaca el carácter exótico del nombre. De este modo, se explican
una serie de masculinos: los termitas ...
El nombre 515

En general, los nombres de árboles son masculinos, y a eso se de-


be, indudablemente, que algunos de ellos, a pesar de su terminación·
en -a, se hayan tratado como masculinos.

f) Denominaciones diversas. -Como dice Femández Ramírez,


«en el género de la denominación se produce una interferencia, per-
manente o accidental, del apelativo sobreentendido, o una influencia
de la familia léxica a que pertenece. Pero también actúa sobre él la
atracción analógica, la influencia extranjera, etc.».
l.º Son femeninos los nombres de las letras del abecedario, poF
que presuponen la letra.
2. 0 Por el contrario, los nombres de los colores, son masculinos.
Aunque rosa, violeta, malva, lila, escarlata, .grana, púrpura, esme-
ralda, etc., son en su otra acepción, la directa, fémeninos.
Los nombres de los idiomas son masculinos, porque. derivan. de
anteriores gentilicios y en su expresión se sobreentiende 'idioma': el
persa, el celta, el maya, el chibcha, el quechua ...
Los nombres de montes son masculinos y los ·de sierra femeninos.
Como en latín, son masculinos los nombres.•de ríos que tenninen
en -a: Sena, Masa, Pisuerga, Guadiana, Adaja, · Cega. Pero no faltan
excepciones como La Esgueva, cuyo género hoy, alterna entre··el
masculino y el femenino.

g) Otras denominaciones. - Los nombres referidos a los núme-


ros son masculinos (el treinta, el cuarenta, el cincuenta ... ) porque
presuponen el ténnino número; son masculinos por la misma razón:
el capicúa.
El Málaga, el Rioja, porque presuponen 'el vino de', por meto"
nimia.
En general todas las denominaciones adoptan el género del ape-
lativo correspondiente, es decír, el de su especie o clase.

h) Particulas y expresiones sustantivadas. -Los adverbios;


formas verbales, preposiciones, exclamaciones, modos adver©iales c,y
516 Morfosintaxis

locuciones latinas, se sustantivan, regularmente, en masculino. De ahí


una serie de masculinos en -a: el mañana, el arriba, el tanto monta,
el non plus ultra, el tira y afloja.
Algunos de ellos han pasado, accidental o permanentemente, al
femenino por influencia de la -a: afueras, contra, extra, nada.
La tendencia general de la lengua es que las formas en -a se aco-
moden al femenino. Pero hemos visto que, por vías diversas, hay en
castellano una cantidad enorme de masculinos en -a. Esos masculinos
son en su mayor parte de origen culto, y ello explica que una voz, que
en su origen era de la lengua técnica, tenga en castellano un masculi-
no ultracorrecto: el mapa, del latín mappa femenino (en lengua anti"
gua era femenino).

VACILACIONES Y TENDENCIAS

La Gramática normativa ha aplicado hasta ahora sólo dos siste-


mas: la significación y la terminación. Pero la terminación -e o la
terminación consonántica no son nunca determinantes del género,
con lo cual las reglas son arbitrarias y las excepciones infinitas. Va-
mos. a intentar una sistematización, con Rosenblat, poniendo en juego
un tercer criterio: el proceso formativo.

l.º Sustantivación.

Los adverbios y los modos adverbiales, las exclamaciones, las


conjunciones, los pronombres, las formas verbales y las locuciones
latinas que funcionan como un sustantivo, regularmente en masculino
(ejemplos: un sálvese quien pueda, el ayer, el déficit, el pro y el con-
tra).

2. 0 Infinitivos.
Eran neutros en latín y se incorporaron al masculino en castellano
(ejemplos: el pensar, el comer, el bien callar... ).
El nombre 517

3. 0 Postverba/es en -e, como los postverba/es en -o.


Son todos masculinos: el galope, el toque, el coste, el trueque ... y
multitud de formaciones nuevas. En cambio, algunos postverbales, al
perderse el sentido de su formación, han presentado vacilaciones:
vislumbre, relumbre, tizne.

4.° Compuestos de verbo y sustantivo.


Son todos masculinos, aun los terminados en -a(s): girasol, mira-
sol, sacacorchos, saltamontes, cubrecama, guardarropa, paraguas ...
f•'
De los muchos centenares de formaciones, algunos han pasado al fe- '""
menino al desvanecerse el sentimiento formativo y entrar en juego la
atracción analógica. Ejs.: mangarriega, bocamanga.

Sustantivos en -aje.

Sufijo de origen francés o provenzal; los galicismos y formacio-


nes nuevas en que aparece son siempre masculinos: viaje, paisaje,
abordaje, arbitraje ...

Sustantivos en -ate, -efe, -ate.

Estas tres terminaciones se han sentido regularmente corno mas-


culinas, en oposición a -ata, -eta, -ata:

membrete, capote, garrote, sainete, piqueta, capota, bellota, ca-


seta ...

Son así masculinos no sólo todos los galicismos y formaciones


nuevas con esos sufijos, sino también una serie de voces de origen
extranjero que se han adaptado a esas terminaciones, yate, tomate,
chocolate, cacahuete, bigote, etc.
Corno excepción, citaremos el sustantivo dote, que conserva el
femenino etimológico.
518 Morfosintaxis
Sustantivos en -ad, -ción, -sión, -xión, -ión, -zón, -ud, -ez.

En español son todos femeninos, conservando el género etimo-


lógico y, además, se incorporaron al femenino todos los sustantivos
nuevos formados con estos sufijos:
bondad, verdad, amistad, .lealtad, libertad, reflexión, diversión,
rebelión, religión, desazón, razón amplitud, juventud, virtud, escasez,
sensatez, niñez, etc.

Sustantivos en -ie átonos.

Son todos cultismos procedentes de la quinta declinación latina y


conservan invariable su género femenino (progenie ... ).

Sustantivos en -men átonos.


Los latinismos en -men, son originariamente neutros y las forma-
ciones españolas en -amen, -umen son, invariablemente, del género
masculino (ejemplos: certamen, examen, dictamen, volumen, cacu-
men, espécimen, etc.). Algunos han perdido la -n, pero mantienen el
género: leñame ...

Sustantivos en -ón.

El sufijo -ón tiene gran valor formativo en español, bien para ha-
cer aumentativos e intensivos, o bien para nombres de acción verbal.
Todos estos derivados (zapatón, pisotón, empujón, atracón ... ) son
masculinos, aun los que proceden de sustantivos femeninos (sillón,
cajón}, e incluso los que designan seres de sexo femenino (mujerón,
zorrón .. .). Son también masculinos una serie de sustantivos termina-
dos en -ón de otras procedencias: algodón, bastón, gorrión, avión,
buzón.

Por la misma razón se explican algunas vacilaciones de la lengua


clásica: rebelión, armazón.
El nombre 519

Hay otros casos femeninos en la lengua general, además de una


serie de formas dialectales: sazón, porción, ración, comezón,

Sustantivqs en -én.
Casi todos los sustantivos en -én son masculinos: vaivén, terra-
plén, almacén. La terminación se ha sentido masculina frente a -ena;
de ahí que se hayan incorporado al masculino: herrén, llantén. Del
mismo modo ha tendido al masculino sartén, pero la tendencia no
triunfó en la lengua culta. El masculino se encuentra en la lengua
clásica y tiene gran difusión en los dialectos actuales.

Sustantivos en -ín.
La terminación -ín es siempre masculina y, muchas veces, repre-
senta el sufijo diminutivo -in(o) (banderín, polvorín, festín) frente a
-ina. Eso explica que los extranjerismos en -ín se hayan hecho todos
masculinos (jazmín, esplín) y además que hayan adoptado el género
masculino algunas voces a las que corresponde etimológicamente el
femenino (herrín, hollín, orín, serrín ... ).

Sustantivos en -umbre, -ambre, -embre, -imbre.


A pesar de todas las vacilaciones, puede verse cierta tendencia a
un orden:
a) Los sustantivos en -umbre se han hecho femeninos o han
conservado el femenino etiinológico.
b) Han sido atraídos al femenino los sustantivos en -imbre y
-embre.
c) Los sustantivos en -ambre, aunque casi todos han vacilado
por atracción analógica hacia el femenino, mantienen, en general, el
masculino. El proceso analógico sigue hoy en curso y no sólo vacila
en muchos casos la lengua culta, sino la misma norma académica,
que oscila de una edición a otra del Diccionario. Con todo, de las
formas en -ambre sólo raigambre, corambre son femeninas para la
Academia.
520 Morfosintaxis

Parece que, a pesar de todas las vacilaciones, puede hablarse de


una tendencia a considerar -umbre como femenino y -ambre como
masculino.

Abstractos en -ar.

Los abstractos en -ar (calor, color, sabor, etc.), que eran mascu-
linos en latín y se hicieron regularmente femeninos en francés y pro-
venzal, con algunas vacilaciones por influencia culta, presentan gran
vacilación en español antiguo, desde los primeros documentos litera-
rios. Todos los abstractos en -ar han vacilado en español antiguo y
clásico. La vacilación más persistente, hasta en un mismo autor, es la
de calor y color; esta vacilación llega hasta hoy, pero, ya, con ten-
dencia al equilibrio.
El femenino va quedando relegado a los campos o al habla vulgar
de las ciudades. La lengua culta ha impuesto el masculino en todos
.los abstractos en -ar; tiende a rechazarse la color y la calor.
En francés y provenzal ha triunfado el femenino; en español el
masculino, con vacilaciones que se deben explicar por la historia
particular de cada voz, la frecuencia de uso, la influencia culta y el
estrato social a que pertenecen. ·

Sustantivos en -al y -ar.

Los sufijos -al, -ar del latín -ale, -are forman originariamente
adjetivos que se sustantivan, en general, en masculino: dedal, puñal,
brazal, altar, collar... En una serie de sustantivos aparecen los dos
sufijos, sobre todo en la formación de colectivos, sustantivos abun-
danciales y nombres de árbol: misal, arenal, algodonal, pajar, al-
mendral, olivar, palomar, pinar, arrozal, moral, pedregal, dineral,
nogal... La gran mayoría de los sustantivos en -al, -ar, que suman
varios centenares, son así masculinos. A eso se debe que hayan atraí-
do al masculino a los extranjerismos en -al, -ar: arsenal, quintal, ra-
dar, jaguar.
El nombre 521

Algunos sustantivos en -al, -ar conservan firmemente su femeni-


no etimológico, bien porque proceden de una unión reciente entre
sustantivo y adjetivo, o bien por cultismo: catedral, circular, moral,
capital, digital, pastoral, sucursal... , pero otros han pasado al mascu-
lino o presentan vacilación en la historia de la lengua: cañal, canal,
funeral, señal, radical. Hay que agregar también vacilaciones dialec-
tales: cordal, credencial.
En resumen, puede decirse que los sustantivos en -al, -ar son, en
general, mru>culinos; quedan como femeninos algunos adjetivos sus-
tantivados, de origen relativamente reciente en la lengua o con re-
cuerdo, aún, del sustantivo femenino que les servía de base; un sus-
tantivo como señal, en que la influencia de seña ha vencido a la
analogía de forma; y algunos sustantivos como cal, sal, par, mar, que
tienen, como todos los monosílabos, historia aparte.

Sustantivos en -el.

El sufijo -el es desarrollo indirecto del sufijo latino -ellu, y se


convirtió, en general, en terminación masculina. Todos los derivados
españoles de este sufijo han venido a incorporarse al masculino: car-
tel, cordel, pastel, tropel, redondel, etc.
Además, una serie de extranjerismos en -el: tonel, anaquel, aran-
cel, rabel, etc. Sólo los monosílabos (piel, miel, hiel) son femeninos o
presentan vacilación.

Otras terminaciones.

a) -és. Los sustantivos en -és son, regularmente, masculinos


(ciprés; revés, pavés, entremés, interés; sólo res, mies, monosílabos
son femeninos), frente a los en -esa, que son femeninos.
b) -án. Todos los sustantivos en -án son masculinos: diván, hil-
ván, azafrán, arrayán, talismán, tulipán.
c) -ún. Todos los sustantivos en -ún son masculinos, frente a los
femeninos en -una: betún, atún.
522 Morfosintaxis

d) -az. Los sustantivos en -az son, en general, masculinos: dis-


fraz, antifaz, alcatraz. Sólo son femeninos los monosílabos paz, faz,
haz.
e) -iz. Los sustantivos en -iz del español son, unos masculinos
(barniz, tamiz, tapiz, regaliz, matiz, desliz, tamariz) y otros femeni-
nos (cerviz, matriz, raíz, nariz).
Los extranjerismos parece que se han incorporado definitivamen-
te al masculino: maíz.
Entre los dos grupos ha habido algún caso de atracción analógica:
lombriz, sobrepelliz, nariz, tapiz.
Algunos sustantivos en -iz, masculinos o femeninos, han desarro-
llado una forma en -iza femenina: regalizlregaliza, telliz/ telliza.
f) -oz. La terminación es, en general, masculina: arroz, albor-
noz.
Es femenino el monosílabo voz, pero altavoz es masculino.
g) -uz. Los sustantivos en -uz son todos masculinos: arcabuz,
capuz, altramuz. También el trasluz, en contraste con la luz, qúizá
por atracción de los otros sustantivos en -uz, o por inclinación de una
serie de compuestos al masculino.
Encontramos vacilación en testuz.
En un caso la tenninación -uz masculina alterna con -uza femeni-
na, con diferenciación semántica: el chapuz, la chapuza.
h) -ol. Todos los sustantivos en -ol son masculinos: crisol, fa-
rol, perol, alcohol; en oposición a la terminación -ola: perola, farola.
i) -er. Todos los sustantivos en -er son masculinos (alfiler, al-
quiler, placer, taller).
En algunas regiones se ha hecho femenino alfiler, sin duda por
influencia de la a-.
j) -il. Todos los sustantivos en -il son masculinos: atril, barril,
candil, carril, maifzl, perejil, pretil, proyectil...
k) -ul. Todos los sustantivos en -ul son masculinos: baúl, abe-
dul, tul...
1) -ur. Los pocos sustantivos en -ur son masculinos: albur,
azur.
El nombre 523

ll) -ed. Los únicos sustantivos en -ed son merced y pared, fe-
meninos (y los monosílabos sed y red).

SUSTANTIVOS PARTICIPIALES

Los sustantivos participiales en -ante -ente, proceden de los par-


ticipios latinos en -ante, -ente, comunes para masculinos y femeni-
nos. Ya en latín algunos de ellos se sustantivaban.
Del mismo modo, en latín se usaban sustantivamente en masculi-
no oriens y occidens; estas voces penetran en español medieval por
vía culta y mantienen su género a través de algunas vacilaciones. El
español crea, a su vez, a la manera latina dos formas nuevas levante y
poniente, masculino igualmente por ser masculino el sustantivo al
que se unían en su origen.
Otras voces, emparentadas en su origen, en su uso y en sus alte-
rnativas, son corriente, creciente, vertiente, menguante y montante;
las cinco son femeninas por estar asociadas, fundamentalmente, en su
origen con agua; pero creciente y menguante pueden ser masculinas
cuando se sobreentiende el cuarto menguante de la luna. Montante
puede ser masculino cuando es un «espadón», un «listón o columnita
que divide el vano de una ventana» o «una ventana sobre la puerta de
una habitación». En la lengua clásica, corriente, creciente y men-
guante tenían los dos géneros, sin duda por alternancia entre los dis-
tintos usos.
Esta explicación es la que vale para el género de todos los sus-
tantivos artificiales, en general, de todos los sustantivos adjetivados:
el secante por el papel secante, la patente por la cédula patente, la
constante por la cantidad constante, etc. Hay que tener en cuenta que
muchas veces los participios se unen con sustantivos de género dis-
tinto, y que entre masculinos y femeninos puede haber atracción
analógica, ya por un parentesco en la significación, ya por la termi-
nación. Así se explican algunas vacilaciones y cambios: continente
era femenino, a veces, en la lengua clásica; vertiente, «declive o sitio
524 Morfosintaxis

por donde corre o puede correr el agua», puede ser masculino o fe-
menino. Hay además vacilaciones regionales: agravante, atenuante ...

CONCLUSIONES

En general podernos decir que la evolución del género desde el


latin ha consistido en la tendencia a regularizar unas terminaciones
específicas: -o para el masculino y -a para el femenino. Las excep-
ciones a esta tendencia general y mayoritaria son:
l.ª Cultismos, masculinos en -a que también lo eran en latín
(no eran tampoco términos latinos autóctonos): poeta, patriarca,
profeta.
2! Masculinos en -a para oficio o actividad de varón: pianista.
3! Las palabras que penetran por vía popular tienden a ser mas-
culinos cuando no terminan en -a; las que penetran por vía culta tien-
den a conservar el género original. Cuando este género era neutro, se
hacen preferentemente masculinas, si no terminan en -a.
4! Los sustantivos que empiezan por vocal se han construido
con el artículo el hasta el siglo xv1; los que empiezan por a han ,lle-
vado este articulo hasta el siglo xvn, al igual que los que empiezan
por á tónica hasta hoy.
Esto ha provocado dos tipos de cambios:
a) Los sustantivos que iban precedidos de el, por comenzar por
a átona, se han hecho, en ocasiones, femeninos por falsa separación
del artículo; así en Andalucía se dice hoy la alambre, a través de el
alambre, ela alambre.
b) Los sustantivos precedidos por el en la lengua actual, que
comienzan por a tónica, tienden a interpretarse corno masculinos. Es
el efecto contrario de la misma causa que motiva a). En el primer
subgrupo de la a- hace cambiar el artículo, se produce un falso corte
y cambia el género; en este segundo grupo, el artículo el es el que
rnasculiniza, o tiende a l:nasculinizar fa forma que Jo acompaña. Por
ello, oírnos frases del tipo: <<muchísimo agua», «el mismo aula».
El nombre 525
5.' Los sustantivos qne proceden de neutros latinos se hacen fe-
meninos cuando proceden de neutros en -a, interpretados primero
corno colectivos y luego corno singulares: hoja, rama. Los demás
vacilan.
6.ª El género gramatical de los sustantivos que indican el género
o la especie naturales influye en el género de los individuos pertene-
cientes a ella: las letras son femeninas, los vinos masculinos; deci-
rnos el Valdepeñas, el Rioja, etc.
Por lo tanto, podernos decir lo siguiente:
Hay una importante cantidad de masculinos en -a. Estos no son
sólo cultismos o extranjerismos que han mantenido el género origi-
nal, sino también formas de creación española o voces procedentes de
lenguas extrañas (indígenas de América o del lejano Oriente), en que
no ha podido actuar el género de la lengua de origen. En conjunto
testimonian cierta tendencia de la -a como terminación anómala del
masculino.
Esa serie de masculinos en -a contrasta con la escasa cantidad de
femeninos ·en -o (sólo mano mantiene su género sin vicisitudes).
Mientras los cultismos femeninos en -o terminan por acomodarse a la
terminación, la acción erudita desde el siglo xv1 logró imponer una
serie de masculinos en -a que la lengua antigua había incorporado al
femenino: enigma, clima, planeta, cometa, etc. Aun en la flexión
diminutiva conservan sin vacilación su anomalía morfológica: el dií-
ta, el poemita, el problemita, el mapita, en contraste con la vacilación
la manita / la manito.
La terminación -o gobierna más cerradarnente el género masculi-
no; la terminación -a tiene menos rigidez, más flexibilidad. El mas-
culino es más libre y, además de tener la terminación -o casi específi-
camente suya, se acomoda bastante bien a cualquier terminación,
incluso a la -a.
a) Puede pensarse en el frecuente uso del artículo el con nume-
rosos femeninos en á tónica (no es la razón fundamental).
b) Nombres en que no hay referencia al sexo: (en español) la/el
poeta~
526 Morfosintaxis

Para Rosenblat, el femenino es nn género derivado. Lo cual está


de acuerdo con las líneas generales de la evolución de los géneros
desde el indoeuropeo y, según Meillet, «el femeníno aparece como
un subgénero en el interior del género animado».
La terminación -a, a pesar de todo, constituye una anomalía mor-
fológica. Las anomalías morfológicas dan a las palabras nn aire exó-
tico; por. eso es frecuente el masculino anómalo en voces de origen
extranjero para destacar morfológicamente el carácter exótico de la
palabra. El género anómalo destaca nn valor significativo, que no es
el corriente dentro dehsistema general de la lengua.
CAPÍTULO XXV

EL NOMBRE (Il)

EL NÚMERO EN EL NOMBRE

El número es el segundo morfema constitutivo del nombre espa-


ñol; afecta no sólo al sustantivo sino a adjetivos y pronombres, pues
es distintivo del sintagma nominal. En los pronombres personales se
trata de una categoría cruzada con la de persona, de carácter deíctico,
consistente en una combinación de personas 1•
En el nombre, la distinción fundamental que establece es entre
pluralidad y no. pluralidad, no entre pluralidad y unidad, corno más
adelante explicaremos.
Es categoría que afecta a mayor número de unidades y de nom-
bres que el género, va pospuesta a éste, aunque no necesita su pre-
sencia; es decir, que no se necesita variación genérica en el sustantivo
para que puedan aparecer las variaciones numéricas. Por otra parte el
género está ligado íntimamente al contenido del lexema, mientras que
el número no lo está, sino que aporta una información externa, poste-
rior conceptualmente a la de aquél.

1
Cf. supra, págs. 276 de la 2.ª ed. y sigs.
528 Morfosintaxis

La distinción más común en la aplicación de esta categoría a las


diversas lenguas es la de singular/plural, que se basa en la capacidad
de percibir un conjunto de seres o entidades y sus individualidades.
Mas no es única esta distinción. Hay lenguas que distinguen un tercer
número; así vemos el dual en griego clásico, o el tria! en las islas
Fidji, etc., que responden a conjuntos de dos o tres elementos respec-
tivamente.
En la lengua española no podemos hablar de un dual, pues aun-
que haya nombres que designen parejas de seres, no tienen forma
propia y son muy pocos.

FORMA Y SISTEMA

En la lengua española el número se formula en dos formas co-


rrespondientes al singular y plural.
El morfema de número singular no tienen más morfo que 0; el
plural posee, en principio, tres alomorfos: /-s; -es; -0/.
Con ello podemos establecer las siguientes oposiciones:
-s -es
- - ·, - -

Tales morfos de plural no se adhieren directamente al lexema, si-


no al morfema de género. Solamente cuando este último está repre-
sentado por 0, se unen al lexema: rubí/rubíes; jabalí/jabalíes.
La presencia de los diversos alomorfos depende de la posición del
acento en la palabra y del fonema fmal en el singular.
Fijémonos en el siguiente esquema que nos sirva de partida para
la explicación posterior:
rpalabras paroxítonas terminadas en vocal: mesas
-s palabras oxítonas terminadas en vocal 6, é: pies
l. OpOsición - - - palabras oxítonas terminadas en diptongo (- vo-

t cal + ú): interviús.


algunos préstamos léxicos: máximos.
El nombre (JI) 529

-á: albalaes}
-ú: bantúes (hay excepciones).
-í: jabalíes

singular terminado en consonante: flores, lápices.


-es
Il. Oposición - - de lord-+ lores (por suspensión fónica de Id!)
0
-ay)
singular terminado en
¡ -ey
-oy
-uy
--+ ayes, leyes ...

singular proparoxítono (régimen >regímenes... ) ter-

. .,
111. Opos1c10n - -
0
0 ¡ minado en consonante.

no oxíton~s te~in~dos e:i .. . .


-s: teszs, diocesis, farzngitls, martes, brindis.
-x.·fi'enix,
. torax.
,
-z (patronímicos): Fernández.

Añadiremos algunas puntualizaciones al esquema anterior.


I. En el caso I conviene notar que a partir del siglo XIX un gran
número de extranjerismos 2 terminados en consonantes tienden a for-
mar su plural en -s. Mas debe recordarse que algunos de ellos aceptan
también el plural -es:
club-s (club-es es general en Hispanoamérica); revólver-s, ál-
bum-s y álbumes (más el formado coloquialmente álbunes), caba-
ré/cabarés, somiers/somieres, etc.

2
Cf. E. Lorenzo, en El español de hoy, lengua en ebullición, 2.ª ed., Madrid,
1971, págs. 56 y sigs.
530 Morfosintaxis

Iguahnente hay dobletes en formas que, según el esquema, debie-


ran llevar -es en el plural: berbiquís/berbiquíes, esquís/esquíes ... , y
coloquialmente se extienden las formas en -s de tales palabras: jaba-
lís/jabalíes.
Podemos confirmar la tendencia, especialmente en el habla colo-
quial, a uniformar las normas y variantes polimórficas con el sistema,
generalizando el plural en -s tras fonema vocal 3, y reservando -es pa-
ra las palabras que terminan en consonante. Así en las gramáticas en-
contramos largas listas de excepciones de una y otra estructura que
señalan esta propensión: papás, mamás, sofás, rubís, tisús, mani-
quís ...
II. En el segundo grupo merece nuestra atención la serie de plu-
rales del tipo reyes, leyes, bueyes, ayes ... que presentan dificultades
de carácter fonológico y morfológico.
Las interpretaciones y explicaciones dadas a estos plurales son de
dos clases:
Alarcos 4 interpreta que tales palabras terminan en un fonema /y/
consonántico y, en consecuencia, su plural en + -es; y adoptan este
plural bien por monosílabo (rey, ley ... ), bien por ser oxítonos
(bocoy/bocoyes).
Una segunda interpretación de carácter fonológico-fonético es la
de A. Quilis 5, para quien una palabra como ley se resolverla fonoló-
gicamente como /léies/ y fonéticamente en una serie de variantes, se-
gún los numerosos alomorfos que el fonema fil adopta en fonética
sintáctica [11, [i], UJ, [y], [Z], [dzT

3
Los nombres compuestos siguen las mismas reglas que los simples si bien sólo
modifican, generalmente, el segundo elemento: pasodobles, bocacalles, vaivenes ...
Sólo cuando los dos componentes mantienen una gran autonomía significativa, son
afectados los dos por el morfema de plural: ricoshombres. Si el primer elemento es el
de fonna variable, y el segundo no lo es o no está sometido a Ja categoría de número,
es el primer elemento el que varía: cualesquiera, hijosdalgo ...
4
E. Alarcos Llorach, Fonología española, 3 .ª ed., Madrid, págs. 149 y siguientes.
5
A. Quilis, «Morfología del número en el sintagma nominal español», en Trlili,
V, págs. 131-140.
El nombre (JI) 531

La posición del fonema fil es marginal prenuclear a la sílaba si-


guiente. Es, pues, la posición y las realizaciones posibles del fonema
fil, no consonántico, la explicación de tal plural, cuya morfología
responde a:

Alomorfo Alomorfo
Lexema derivativo + de número

lei- -e- -s

III. Neutralizaciones. -El grupo III, cuya oposición es 0/0, nos


sitúa ante los casos de neutralización en el morfema de número.
a) Aquí incluimos aquellas formas nominales que asumen los
dos números, es decir, a los sustantivos invariables en cuanto al nú-
mero. Todos ellos terminan en consonante -s, -x, -z.
En este grupo la forma sincrética está representada por el singu-
lar.
Este es el primer subgrupo de neutralizaciones del número; el de
aquellas que están condicionadas por el contexto fonológico.
b) Un segundo apartado de neutralizaciones es el que forman
los llamados pluralia tantum. En ellos, al igual que en los del grupo
siguiente, la neutralización no se ciñe al nivel formal de la expresión,
sino que se neutraliza la misma categoría. Es decir, que hay en ellos
suspensión de la categoría de número, no funciona en ellos ninguna
de las oposiciones formales sugeridas, porque no están, en principio,
afectados por el número.
Podriamos decir que son una herencia que no se ajusta al sistema.
Tal es caso de tijeras, gafas, pinzas, tenazas, prismáticos, andas, bri-
das, alforjas ...
Todos ellos significan objetos de piezas simétricas con misión
única.
Es importante señalar que, coloquialmente y favorecidos por el
uso habitual y la profesión, avanzan formas singulares paralelas co-
mo la tijera, la gafa ... que tienden a uniformar el sistema, creando, de
532 Morfosintaxis

entrada, dobletes de formas como las ya generales hoy: panta-


lón-pantalones, nariz-narices, bigote-bigotes ...
A este grupo pueden añadirse los plurales de nombres compues-
tos de «verbo+ N. en plural» (ejemplos: cortaplumas, quitamanchas,
saltamontes ... ).
c) Un tercer sub grupo de neutralizaciones del número es el de
los singularia tantum, caso paralelo al del apartado anterior, si bien
aquí el exponente del sincretismo está en la forma singular: caos,
cenit, tez, este, oeste, salud...
Son todos ellos nombres referidos a objetos únicos (casi «nom-
bres propios») o sustantivos abstractos no pluralizables.
d) Un nuevo grupo de nombres con neutralización del morfema
número, parcial en este caso, es el de los sustantivos con formas de
singular y plural, cuya alternancia es meramente estilística o expresi-
va: boda-bodas, agua-aguas, escalera-escaleras ...
Es indudable que en ellos la oposición de morfemas ha dejado de
ser distintiva funcionalmente.
e) En este apartado caben también los sustantivos colectivos
con significado cuantitativo ya en el singular: grupo, conjunto,
ejército, cabildo, clero, muchedumbre ... Son formas léxicas de plu-
ralidad.

PLANO DE CONTENIDO DEL MORFEMA NÚMERO

Con buenas razones vio Bello 6 que el singular no sólo significa


unidad absoluta, sino también unidad distributiva y la especie con-
junta, mientras que el plural significa multitud, distributiva o colecti-
vamente.
Y hay que rechazar la idea de que el plural pluraliza o cuantifica
la sustancia del singular, pues no es tal.

6
' A. Bello, Gramática ... (cit.).
El nombre (JI) 533

En primer lugar, el plural, aun cuándo indica pluralidad, no cuan-


tifica con precisión. Ante mesas, no sabemos hasta dónde llega el
conjunto de esas unidades.
De la misma manera hay que precisar que el singular no singula-
riza, no individualiza, como vamos a ver en seguida.
Partiremos de una clasificación de los nombres en contables
(«discontinuos» de Alarcos) y no contables, de masa 7• Estos segun-
dos son aquellos cuya significación no se refiere a unidades segmen-
tables, sino a un todo continuo ... , como sucede con los nombres de
significación genérica o abstracta (agua, vino, bondad, maldad, pali-
dez ... ).
El plural de estos nombres no expresa incremento cuantitativo del
contenido del singular. Queremos decir con ello que, por ejemplo, en
la frase Tenemos buenos vinos en la bodega la cantidad de líquido es
inferior, tal vez, a la de Tenemos buen vino en la comarca.
Por otra parte, cuando enúnciamos un sustantivo en singular, sin
ningón actualizador (mesa, silla, vino, belleza ... ) no individualiza-
mos, sino que expresamos el conjunto de rasgos distintivos de un gé-
nero o una especie. No nos referimos a una mesa, una silla, etc., ni
aun cuando les antepongamos el artículo -que ya es un actualiza-
dor-.
El singular de los nombres contables o discontinuos no indivi-
dualiza, sino que señala los rasgos comunes a todos los de su género,
como tampoco individualiza ni singulariza el de los nombres conti-
nuos o de masa por sí solos.
Por otra parte, el plural de los nombres de masa expresa un con-
junto de individualidades que poseen los rasgos semánticos conteni-
dos en el singular (ejemplo: He tomado unos vinos).
Así pues, este plural no cuantifica, sino que individualiza y ex-
presa un conjunto.

7
Véase, también, su Gramática de la Lengua Española, Madrid, Espasa-Calpe,
1994, págs. 63 y sigs.
534 Morfosintaxis

Pero el singular nunca singulariza por sí solo. Es, pues, el término


no marcado en cuantó al número, es el «no plural». El llamado singu-
lar necesita un individualizador, bien deíctico, como el artículo o ad-
jetivo, o como un, cierto, este, mi ... , para lograr ese rasgo de indivi-
dualización.
En cualquier caso, cuando en una función sintáctica cualquiera
-en la de sujeto no suele darse- aparece un nombre sin artículo, el
contenido es netamente de clase, genérico, abstracto: Busco piso;
Compro vino; No encuentro chica ... Con lo que nos acercamos a una
oposición 'conjunto de individualidades/género - especie'.
Con lo que precede podemos formular las siguientes posibilidades:
Nombres «contables»:

singular {significación genérica (o de clase)


significación específica (con actualizador)

rsignificación genérica (sin actualizador) y genérica distribu-


plural ) tiva
l pluraliza las individualidades específicas.
Ej.: Encontraron oro; El hombre es el rry de la creación; Vimos
a un hombre en la esquina; Obras son amores; Los hombres :son
animales racionales; He estado con los amigos.

En los nombres «continuos» o «de masa»:


significación genérica (o de clase)
singular significación individualizante de una parcela de la clase
{
específica (con un actualizador)
significación genérica
plural significación individualizante de 1ll1 conjunto de unidades
{
específicas.
Ej.: Vende buen vino este hombre; Pide un vino; A mí los vinos
me caen mal; Compra unos buenos vinos 8•
8
Este último caso es lo que Lyons (Introducción en la lingüfstica teórica, Barce-
lona, 1971, pág. 295) llama «recategorización secundaria».
El nombre (JI) 535
Es múltiple, pues, la correlación semántica singular/plural. El
sistema se basa en pluralidad/no pluralidad, ya que el singular no
tiene marca singularizante, individualizante. La puede adoptar apo-
yándose en un artículo, adjetivo ...
Por otra parte, los nombres de sustancia o continuos se emplean
con mucha mayor frecuencia en singular 9 •
Pero no terminan aquí las bases semánticas de las oposiciones
numéricas, pues son bastantes los plurales que tienen significación
diferente del singular. Ciertamente se trata de lexicalizaciones, pero
sincrónicamente no debemos apoyamos en ellas para explicar un fe-
nómeno como éste.
Es el caso de seso/sesos; interés/intereses; bien/bienes; amis-
tad/amistades; celo/celos; humo/humos; horror/horrores ...
En todos estos casos -y es sintomático- el plural siempre ofre-
ce un significado más concreto que el singular, lo que confirma
cuanto dij irnos más arriba.
Esto mismo queda manifiesto en el plural de los nombres colecti-
vos, que individualizan y concretan, mientras el singular tiene una
significación abstracta y conjunta: ejército/ejércitos; montón/monto-
nes; muchedumbre/muchedumbres ...
Mención aparte merece la formación del plural de los nombres
propios. Habitualmente no están sometidos a esta categoría; y sólo
cuando se trata de individualizar al referente, con intención diacrítica
y de segmentación, pueden formarse tales plurales: Las Américas,
Las dos Castillas, Las Españas de los Austrias. También se escucha
con esta misma intención un plural de nombres de personas o de
apellidos: Los Guzmanes, Los Escipiones, Acérquense todos los
Garcías ...

9
Nos va pareciendo claro que en el número lo que predomina es la oposición
<<genérico/ no genérico», y no la tradicional «pluralización/ no pluralización>>.
536 Moifosintaxis

FUNCIONES DEL NOMBRE

El nombre o sustantivo puede ocupar todas las funciones de cual-


quier sintagma nominal. En principio podernos distinguir: a) funcio-
nes corno núcleo de un sintagma nominal; b) funciones corno adya-
cente de sintagma nominal; y c) función extraoracional o apelativa.
Por ello no hay razón para seguir defrniendo al nombre corno clase de
palabras que funciona corno sujeto, o corno sujeto y objeto, ya que
son muchas y diversas las funciones que puede desempeñar. Entre las
del grupo a), como núcleo de SN, la primera que puede desempeñar
es la de núcleo de sujeto. No estudiarnos aquí la función en sí, que ya
plantearnos en otro lugar, sino solamente nos ocuparnos del nombre
cuando ocupa esa función. El sustantivo en tal caso concuerda en
número con el verbo.
Es importante señalar que el nombre como núcleo de SN1 no lleva
preposición; y si en algún caso raro encontramos oraciones como
Hasta los niños quieren mandar, hemos de reconocer que en tal si-
tuación hasta no funciona como preposición rn
El nombre como sujeto, y en cualquier otra función, admite adya-
centes diversos y presentadores o determinantes.
Otra función que puede desempeñar el nombre es la de atributo
de una estructura atributiva (ejemplos: Luis es el médico; Ése es
Juan).
En función de SN, objeto directo puede el nombre ir solo o acom-
pañado de la preposición a, según ya estudiarnos 11 ; y también puede
ocupar la función de 'suplemento' SN2 (ejemplos: Trató del asunto;
Creer en algo).
El nombre que funciona como SN3 expresa el beneficiario o per-
judicado del proceso verbal; y corno SN4 circunstancial, de muy di-

10
Véase supra, págs. 90 y cap. XXIX.
11
Cf. supra, págs. 93 y sigs.
El nombre (JI) 537

versos matices semánticos, puede aparecer con transpositor preposi-


tivo o sin él.

Entre las funciones del grupo b ), el sustantivo puede desempeñar


la de adyacente de un SN, bien con forma prepositiva (ejemplo: Casa
de madera), ya como adyacente directo sin preposición. En el primer
caso puede expresar varios. contenidos: subjetivo (ejemplo: Amor de
padre a hijos), objetivo (ejemplo: Deseo de riquezas), denominativo
en forma de «aposición indirecta» (ejemplo: Calle de Alcalá) o direc-
ta (ej: Hombre rana).
Paralelo a éstas es el valor de adyacente prepositivo de un adjeti-
vo (ejemplo: Perito en lunas) y el de adyacente directo de otro nom-
bre, que se llama «aposición».

Escasa atención se ha prestado generahnente a la aposición, una


función cubierta por un sustantivo o un sintagma nominal, que expli-
ca a un núcleo nominal al que modifica.
La clasificación de ésta en explicativa y especificativa, propuesta
por A. Bello, ha prevalecido y apenas se ha discutido.
Sobre ella caben dos interpretaciones: a) la de quienes la juzgan
como adyacente de un núcleo nominal, formando junto con él un
sintagma expandido (con expresión endocéntrica); y b) la de aquellos
que la interpretan como un sintagma autónomo equifuncional con el
núcleo nominal precedente.
A la primera postura se puede objetar que en muchos casos, si se
prescinde del núcleo nominal primero, la llamada aposición, por sí
sola, funciona igual que el elemento elidido. Y a la segunda se le
puede argüir .que en muchas aposiciones no podemos prescindir del
núcleo nominal primero, pues la aposición por sí sola no puede cubrir
el hueco funcional de aquél.
En realidad la aposición participa parcialmente de la relación de
subordinación y de la de coordinación-yuxtaposición.
Pero, aun admitiendo que algunas de ellas puedan aparecer libre-
mente, sin necesidad del elemento al que se refieren, en la cadena
538 Morfosintaxis

funcionan como un desarrollo o expansión de un sintagma nominal;


es decir, que su capacidad de funcionar de diferente manera (como
núcleo de sintagma) en otra cadena paralela, no debe inducimos a
interpretarlo como un segundo sintagma nominal yuxtapuesto, sino
que debemos verlo como un adyacente del núcleo sobre el que incide.
El hecho de que sea, a veces, todo un sintagma el elemento en aposi-
ción no obsta para esta interpretación. Será sencillamente una inser-
ción de un funtivo no típico en un hueco funcional donde regular-
mente estaría una palabra.
Podemos distinguir en ella dos tipos de construcciones: unas ex-
plicativas, pospuestas necesariamente, que pueden ellas solas ocupar
la misma función que el núcleo al que se refieren, y otras restrictivas,
cuya ausencia deja acusadamente incompleto el contenido del sin-
tagma al que pertenecen.
Esta clasificación responde a un criterio de función semántica,
que puede completarse con unos subtipos. Algunas de las explicati-
vas van unidas al núcleo por un conector gramaticalizado (o sea, a
saber, es decir ... ), otras, la mayor parte, van yuxtapuestas y separadas
por comas en la grafia.
Algunas manifiestan un desarrollo en que se enumeran y detallan
contenidos globalizados en el núcleo, otras reiteran un contenido, o lo
explican.

La que llamamos «función extraoracional apelativa» del nombre


es heredera del vocativo latino. Su principal función es conati-
va-apelativa, y su presencia no interfiere en la estructura sintagmática
de la oración o del nexus, sino que es independiente respecto a ellos.
Algunas veces este nombre en función apelativa aparece en me-
dio del decurso de la oración, separado entre comas. Ejemplo:
Di lo que quieras, amigo, antes de que hable yo.

Los sustantivos en esta función pueden expresar dos principales


funciones lingüísticas: a) función apelativa-conativa, manifiesta para
El nombre (JI) 539

llamar la atención del interlocutor o de alguna otra persona. En tal


caso el nombre puede aparecer aislado, fuera de todo enunciado, o
interpolado en él. Ejemplo:
¡Antonio ... !, No te muevas, Antonio...

El tonema depende del momento e intención psíquica del hablan-


te; la llamada irá marcada por un tonema final ascendente o una sus-
pensión en tono elevado; pero cuando lo que se quiere expresar es un
mandato conminatorio, reacción de un susto o disgusto, o algo seme-
jaote, el tonema final descenderá bruscamente. Es el caso de una in-
crepación violenta para reñir o amonestar a alguien. Pero estas ento-
naciones varían según que se trate de palabra aguda o llana.
b) El vocativo con función expresiva que sirve de desahogo in-
terior. Ejemplo:

¡Ay, Señor, qué vida ésta!

De este valor expresivo, con una intensificación, ha formado el


pueblo un vocativo exclamativo, casi siempre acompañado de reti-
cencia y plenamente enfático (ejemplo: ¡Dios bendito ... !). Predomi-
na en el coloquio como exclamación admirativa de un enunciado
previo:
- ¿Has visto qué coche tan estupendo? - ¡Mi madre! (o ¡Su pa-
dre!).

Es frecuente encontrar esta función apelativa como componente


de una. oración, explicaodo o precisando el contenido referencial de
otro elemento, Ej.: Tú, Antonio, termina de una vez. En estos casos
debe interpretarse como una aposición apelativa dentro de la cláusula
oracional.
Atendiendo a los valores semánticos y pragmáticos el 'vocativo'
puede servir:
540 Morfosintaxis

, para saludar.
. para llamar.
. para exclamar.
. para mandar o rogar .
. para señalar el tumo de una conversación, diálogo, debate,. ..
, para persuadir a los oyentes o interlocutores .
. para iniciar una carta, mensaje o misiva.
, para abrir y cerrar una conversación .
. para citar a alguien.
, para evocar a algún ser o ente .
. etc.

Su posición es muy variable respecto a la estructura de la oración


o del enunciado: marginal inicial o final, premarginal, central, etc.

SIGNIFICADO DEL NOMBRE

Es obvio que no pretendemos en este apartado hacer un estudio


lexicológico ni semántico de los sustantivos españoles, sino sólo
mostrar el «modo de significar» de aquéllos y su relación con los di-
versos referentes. El nombre significa de manera independiente y
autónoma; en sn significado suele distinguirse un núcleo denotativo y
una serie de connotaciones, que se incrementan en el contexto.

CLASES DE SUSTANTIVO

Establecemos ahora una clasificación de los nombres, suficiente


para agruparlos y ordenarlos desde el punto de vista del contenido.
El nombre (JI) 541
Nombre

+
~
Concreto Abstracto

~
+ +
~
común propio de cantidad no cuantitativos

+
~ ~ ~
colectivo individual antropónimo topónimo de fenómeno de cualidad
(humano)
~
+
~
+
humano no humano humano no humano

Sobre este esquema nos apoyaremos para comentar cada clase


brevemente.

CONCRETOS Y ABSTRACTOS

Corno premisa epistemológica, conviene advertir que los nombres


en sí, como signos lingüísticos, no son ni concretos ni abstractos, o
mejor dicho, que no es ése el objeto de estudio de la concrecióu y
abstracción. O si se prefiere, todos son concretos en cuanto se reali-
zan fónica o gráficamente; y todos son abstractos, pues su referente
lingüístico es un concepto.
Concreción y abstracción son caracteres que enfocan la referencia
de tales signos a los correspondientes referentes. O sea que los con-
cretos o abstractos serán los referentes significados en los nombres.
Son, pues, procesos gnoseológicos, que nos dicen la manera de
aprehender y concebir un ente. Pero no son criterios lingüísticos.
El sustantivo que llamarnos «concreto» significa un objeto o refe-
rente, real o imaginario, corno algo existente por sí y en sí. El abstrac-
to, en cambio, significa un referente que sólo existe en nuestra mente.
Suele aludir a una serie de cualidades o notas de algún objeto o pro-
542 Morfosintaxis
ceso, a las que significa, como si existieran de manera independiente,
pero cuya existencia es sólo consecuencia de un múltiple proceso de
abstracción operado en nuestra mente.
Los concretos frecuentemente -no siempre- se refieren a seres
o entes perceptibles de alguna manera.
Hay diversos grados de abstracción, que corresponden a los si-
guientes subgrupos. Los abstractos cuantitativos, entre los que in-
cluirnos a los que expresan cantidad (ejemplos: Un ciento, un mi-
llar... ).
Los de cualidad suelen derivar de un adjetivo calificativo (ejem-
plos: bondad, alegría, grandeza ... ) y los de fenómeno se correspon-
den generalmente con derivados de verbo ( ejemplo: amor... ).
En todo caso, conviene tener en cuenta que no son tajantes los
límites entre sustantivos concretos y abstractos, y que tal división
está mediatizada por ideologías, cosmovisiones y aun teorias gnoseo-
lógicas. Piénsese, como ejemplo, en la diferente interpretación que
pueden recibir sustantivos como ángeles, infierno, dios ...

COMUNES Y PROPIOS

Tampoco es absoluta la barrera entre nombres comunes y pro-


pios. El común presenta mejor posibilidad de flexión de género y de
número; es más frecuente portador de morfema artículo que el nom-
bre propio. Y dicho de otro modo, puede admitir el artículo siempre
que no lo vete la función (apelativa de vocativo, por ejemplo), la pre-
sencia de otros determinantes o la construcción (por ejemplo, el uso
de los sustantivos abstractos en función de sujeto sin artículo en el
siglo xv).
El nombre propio es más individualizador, denominativo, y deno-
tativo que el común; éste, por el contrario, suele expresar mayor nú-
mero de connotaciones., En cualquier caso, hay que recordar que los
cambios entre unos y otros son, diacrónica y sincrónicamente, fre-
cuentísimos (ejemplo: Herrero (apellido), Rueda (topónimo), etc.).
El nombre (IJ) 543

El común, por sí solo, significa el género o la especie (hombre,


mesa ... ), mientras que el propio alude o desigua al individuo. Los
propios significan objetos únicos, en general (Sol, Asia,. .. ) o indivi-
duales en la comunicación concreta (Pedro, Luis ... ),
Los subgrupos de unos y otros no merecen atención especial. Ad-
vertiremos solamente los abundantes transvases entre nombres topó-
nimos y antropónimos.

FORMACIÓN DE LOS NOMBRES

Para completar el planteamiento morfológico debemos aludir,


aunque sea brevemente, a la formación de los nombres. Unos pueden
ser la génesis de otros, y a éstos los llamamos «derivadoS», mientras
que a los que forman su base los denominamos <qirimitivos» (ejem-
plos: pan -panadero, panadería ... ).
Pero es muy importante precisar que nos referimos exclusivamen-
te a la derivación sincrónica, no a la diacrónica.
Tal derivación se realiza por medio de sufijos o prefijos. Podemos
clasificar los derivados según la clase de palabra de la que proceden
en nominales, adjetivales, verbales y adverbiales.
Los sufijos derivativos correspondientes se llamarán nominaliza-
dores, adjetivadores, verbalizadores y adverbializadores, según la
categoría del término derivado. Estos elementos formantes de ele-
mentos derivados son morfemas no flexivos, capaces de cambiar la
forma y la categoría de la palabra, al tiempo que aportan algún serna
al contenido de la misma.
En esquema, siguiendo el de Cook 12, podemos formular el si-
guiente cuadro básico de derivaciones o transformaciones internas de
las palabras autosemánticas, que explican los procesos derivativos en
nuestra lengua:

12
Cf. W. A. Cook, Introduction to Tagmemic analysis, Nueva York, 1969. Véase,
además, Hemán Urrutia, Lengua y discurso en la creación léxica, Madrid, 1978.
544 Morfosintaxis

1 2 3 4
~N ~v ~Aj. --+Av.

l. N. D. 1-1 D. 1-2 D. 1-3 D. 1-4

2. v. D. 2-1 D. 2-2 D. 2-3 D. 2-4

3. Aj. D. 3-1 D. 3-2 D. 3-3 D. 3-4

Algunos ejemplos son: Resignación: N (D. 2-1 ); panadero:


N (D. 1-1 ); abaratar: V (D. 3-2); irritabilidad: N (D. 3-1 ); etc.
Los derivados más abundantes son los nominales (N) y verbales
(V).
Entre los primeros encontramos a los gentilicios, que, como es
bien sabido, expresan la procedencia local de las personas (es-
pañol... ); los patronímicos, que se forman sobre el nombre paterno y
vienen a coincidir en un gran número con los apellidos; los aumenta-
tivos por medio de un sufijo -on, -ote, -azo, -arrón, -etón; los dimi-
nutivos, con sus múltiples sufijos, -ito, -ico, -illo, -in, -uelo, -cito,
etc., y sus valores afectivos (vidita, nenuco ... ), conativos e imaginati-
vos; y los despectivos, de afectividad negativa o peyorativa, con una
serie de sufijos conocidos de todos (mujerzuela, palacete). Es fácil-
mente comprobable que algunos sufijos aumentativos se convierten
en diminutivos con el tiempo (pelón, islote); y también es frecuente
la superposición de varios sufijos derivativos de diferente valor
(sal-on-cito ).
Los derivados de adjetivos son, en gran parte, cualitativos
(amabilidad, blancura) y abstractos.
No todos los sufijos afectan a todo tipo de sustantivos ni a toda
clase de palabras. Así, -ito, -ita pueden fundirse a nombres propios y
comunes, a adjetivos calificativos, a algunos adverbios, a gerundios,
a locuciones adverbiales, etc. (Ejs.: mamita, mismito, curita, !sabe/i-
ta, Carlitas, etc.). Los nombres que terminan en -e generalmente uti-
El nombre (JI) 545

!izan un sufijo reforzado, -cito (Ejs.: madrecita, callecita, avecita,


cafecito, pero Pepito, Jorgito, ... ); al igual que aquellos que terminan
en-no -r (Ejs.: mantoncito, corazoncito, ratoncitos ... ).
Semejantes normas afectan al sufijo -illo, -illa.
Por contra, el sufijo -uelo puede aparecer con nombres o adjetivos
calificativos, bien con valor reductivo (espejuelo, mozuelos), o con
peyorativo (ladronzuelo, barquichuelo, mocosuelo, ... ). Cuando di-
chas clases de palabras son bisílabas terminadas en -e o agudas en -n
o -r, este sufijo se refuerza y aparece con la forma -zuela (motezuelo,
corazonzuelo, ... ).
Semejantes reglas afectan a los sufijos -ico, -ica, predominantes
en Aragón, Alicante, etc.
Los sufijos derivativos más frecuentes para expresar desprecio
son -ucho (papelucho, blancucho, ... ); -acho, -astro, -uza y otros
(poblacho, gentuza, ... ).
En todo caso, dado que no es nuestro objetivo ni descriptivo ni
normativo, dejamos aquí la cuestión, no sin antes recordar que casi
todos los sufijos citados adoptan varios significados (diminutivo, pe-
yorativo, afectivo, etc.), y que a lo largo del tiempo unos se ponen de
moda en detrimento de otros 13 •
Los derivados verbales o deverbativos conservan parcialmente el
significado de actividad o proceso del verbo y no pocos mantienen el
aspecto verbal.
Estos derivados podrían agruparse en dos apartados, los regresi-
vos (lucha, poda, cuenta, debe) y los sufijados (amabilidad). Y entre
ellos es fácil hallar algunos parasintéticos, es decir, formados con
prefijo y sufijo a la vez (reconocimiento).

13 Véase: Félix Monge, <<Los diminutivos en español>~, Actes du X Congres Inter-

national de Linguistique et Philologie Romanes, París, 1965, 1, págs. 137-149; Sulhan


Josef, «Sobre los diminutivos en el español actual», en Philologica XXI, 1969, págs.
121-129; F. Lázaro Mora, <<Morfología de los sufijos diminutivos», Verba, 4, Santia-
go de Compostela, 1977, págs. 115-125; E. Náñez Fernández, El diminutivo: historia
y funciones en el español clásico y moderno, Madrid, Gredas, 1973.
GRAMÁTICAFUNCIONAL.-18
546 Morfosintaxis

También han de tenerse en cuenta los nombres compuestos. Entre


ellos podemos distinguir, con Menéndez Pida!, unos compuestos
«perfectos», que adoptan acento único para el nuevo sustantivo
(ejemplo: Padrenuestro), y los que no cumplen esta condición. Hay
algunos que vacilan y admiten las dos formas, por encontrarse a me-
dio camino de la consolidación de esta composición.
Atendiendo a los elementos componentes, podemos clasificarlos
como sigue:

1 2 3 4
+N +V +Aj. +Av.

l. N. c. 1+1 c. 1 +2 c. 1+3 c. 1 +4

2. v. c. 2+ 1 C. 2+2 c. 2+3 c. 2+4

3. Aj. c. 3 + 1 c. 3+2 c. 3+3 c. 3+4

4. Av. c. 4+1 c. 4+2 c. 4+ 3 c. 4+4

Ejemplos: vanagloria: N (C. 3 + 1); bocamanga: N (C. 1 + 1); sa-


cacorchos: N (C. 2 + !); catalejos: N (C. 2 + 4); agridulce: Aj.
(C. 3 + 3)...
Además de estas posibilidades, hay en nuestra lengua otros com-
puestos menos frecuentes, tales como los formados por nexus
(ejemplo: correveidile, un nosequé ... ), que son el resultado de unas
lexicalizaciones y gramaticalizaciones.
No olvidemos que algunos nombres formados por composición
han surgido a partir de una aposición (ejemplos: Bocamanga, Fuente-
- ) 14.
!apena...

14
Para los puntos referentes al nombre (capítulos XXIV y XXV) pueden consul-
tarse, además, de lo citado, los siguientes estudios: F. Abad Nebot, «El sustantivo co-
mo categoría seleccionalmente dominante», Letras de Deusto, 8, 16, Bilbao, 1978,
págs. 125 y sigs.; J. Alemany, «De la derivación y co~posición de las palabras en la
El nombre (JI) 547

lengua castellana», en BRAE, 1917, págs. 564-589 y 1918, págs. 70-89; J. M. Ander-
son, «The Morphophonemics of Gender in Spanish Nouns», en Lingua, 1O, 1969, pág.
285; R. Benítez Claros, «Clasificación de los cultismos», en Archivum, IX, 1969,
págs. 216-227; J. J. de Bustos Tovar, Contribución al estudio del cultismo español,
Madrid, 1972; E. Coseriu, «El plural de los nombres propios>>, recogido en Teoría del
lenguaje y lingüística general, Madrid, 1962; A.M. Echaide, «El género del sustanti-
vo en español: evolución y estructura», en Ibero-romania, 1, 1969, págs. 89-124; A.
Gardiner, The Theo1y of Proper Names. A controversia/ essay, Oxford, 1940; H. Ka-
ha, «The augmentative femenine in the Romance languages», en Romance Philology,
2, 1948, pág. l.?5; M.ª L. López Femández, «Nueva dimensión semántica del sustan-
tivo», en Atti di XIV Congresso Internazionale de Linguistica e Fi/ologia Romanza,
1974, págs. 397 y sigs.; Y. Malkiel, «Los interfijos hispánicos», Miscelanea. Home-
nq.je a A. Martinet, II, La Laguna, 1958, págs. 108-199; E. Martinell, <<Los nombres
de colon>, en Anuario de Filología, Barcelona, 1979, págs. 267 y sigs.; B. Migliorini,
Da! nome propio al nome comune, Firenze, 1968; F. Monge, «Los nombres de acción
en español», en Actele XII Congres. Internationel de Ling. si Filologie Romana, Bu-
carest, 1970, págs. 961-972; y <<Los diminutivos en español», enActes duXe Congres
Int. de Ling. et Phi/. Romanes, 1, París, 1965, págs. 137-148; M. Morreale, «Aspectos
gramaticales y estilísticos del número», en BRAE, 51, 1971, págs. 83-138; M.ª V. de
Paula Pombar, Contribución al estudio de la aposición en español actual, Santiago,
1978; J. Pena, Usos anómalos de los sustantivos verbales en español actual, Santiago
de Compostela, 1976; A. Quilis Morales, «Sobre morfonología de los prefijos en es-
pañol», Revista de la Universidad de Madrid, XIX, 1970, págs. 223-248; A. Roldán,
«Notas para el estudio del sustantivo», en Problemas y principios de estructuralismo
lingüístico, Madrid, 1967, pág. 71; S. Saporta, «Ün the expression ofGender in Spa-
nish>>, en Romance Philology, 1962, pág. 279; L. Spitzer, <<Feminización del neutro»,
en RFH, III, 1941, págs. 239-375; H. Urrutia, Lengua y discurso en la creación léxi-
ca, Madrid, 1978; S. Faitelson-Weiser, Les suffzxes quantificateurs de l'espagnol, Pa-
rís, 1980; M. Alvar Ezquerra, «Vitalidad y pervivencia del sufijo nominalizador -o»,
Serta Philologica F. Lázaro CaPreter, Madrid, 1983, páginas 47 y sigs.; Jacques de
Bruyne, «Utilísimo», Linguistica Antverpiensia, XXI, 1987, págs. 19-28; y «Anto-
lojoide», BRAE, LXIX, 1989, págs. 93-130; M.ª J. Mancho Duque, «Los adjetivos en
-AL, -AR en tres tratados médicos del siglo xv», Anuario de Estudios Filológicos,
VIII, Cáceres, 1985, págs. 167-179; Erica C. García, «The case ofSpanish Genden>,
Neuphilologische, Mitteihungen, 2, 1986, págs. 165-183; A. Arias Barredo, De femi-
nismo, machismo y género gramatical, Valladolid, Universidad, 1995.
CAPÍTULO XXVI

EL ADJETIVO

Llamamos adjetivos a los signos pertenecientes a una clase hete-


rogénea de palabras, cuya principal función e~ la d~ adygc€1tt~§.e.nun
sintagma nominal.
,.. Todo adjetivo, en especial los calificativos, significa un con-
cepto abstracto adscrito a algo o a alguien, atribuido, complemen-
tario del contenido del núcleo nominal en el que incide. Es decir,
que su modo de significar es el de 'adscrito a otro signo'. El adje-
tivo calificativo no tiene un referente externo. O dicho muy llana-
mente -aunque con menor rigor lingüístico-, que bueno, malo,
alto, sano, grande, elegante, ... no existen en sí. Son meros rasgos
que por valoración nosotros adscribimos a algo o alguien, decimos
de algo o de alguien. Y desde un punto de vista semántico, el ad-
jetivo adyacente es un componente más, representado léxicamente,
del contenido conjunto del sintagma nominal 1. Así, por ejemplo,
lo mismo que se han formado muchas palabras compuestas como
aguardiente, agridulce, manirroto, ... , si en la lengua existieran
unas palabras como *niña/to, *casablanca, nadie dudaría en con-
figurar los sernas correspondientes a los formantes alto y blanca
1 Cf. nuestro artículo «Categorías verbales versus clases de palabras», Signo E se-
ña, Buenos Aires, Instituto de Lingüística, 1996.
El adjetivo 549

como elementos pertenecientes al semema de tales supuestas pala-


bras. Pues, de la misma manera, ha de operarse cuando esos for-
mantes no se han fundido en un solo rema, sino que se mantienen
aislados.
Esto quiere decir -insistimos una vez más- que el análisis se-
mántico lexicológico no es sino un peldaño de la compleja escalera
de la lengua; y que el estudio del contenido debe arrancar, como mí-
nimo del sintagma, que es la mínima unidad funcional y sistemática,
en la que confluyen numerosos rasgos sémicos muy diversos.
Segúti una larga tradición hay que distinguir entre los adjetivos
dos grandes grupos: el de los calificativos y el de los determinantes.
Los primeros pueden ser cualitativos, clasificadores, situacionales... ,
según el contenido que expresan; y los determinantes se subdividen
en demostrativos, posesivos, indefinidos ... , como más adelante vere-
mos.
Trataremos, pues, por separado estos dos grandes grupos.

> LOS CALIFICATIVOS

Son adjetivos cuya forma se asemeja mucho a la de los nombres;


no en vano son sus adyacentes directos dentro del sintagma nominal
y entre ambos existe. una relación de concordancia en género y núme-
ro. Y debemos tener presente que sobre muchos. adjetivos, por medio
de un simple sufijo, se forman no pocos nombres (ejemplos: fealdad,
semejanza ... ).
Comenzaremos estudiando su morfología.
Atendiendo.a la forma, se pueden distinguir dos grandes grupos
de adjetivos en nuestra lengua:
a) Los que tienen flexión de género y número, y
b) Aquellos en que sólo se expresa el número, pues su forma no
varia con la diferencia de género.
En el primer grupo aparecen los siguientes componentes:
' 550 Morfosintaxis

Lexema Morfema! Mmfema lJ


(de género) (de número)
blanc- -o/-a 0/-s
frí- -o/-a 0/-s
roj- -o/-a 0/-s
suci- -o/-a 0/-s
español 0/-a 0/-es/-s
llorón 0/-a 0/-es/-s

Los del segundo grupo responden a la forma siguiente:


Lexema Morfema! Morfema 1J
verde 0 0/-s
alegre 0 0/-s
libre 0 0/-s
caliente 0 0/-s
grande 0 0/-s
cruel 0 0/-es
joven 0 0/-es
cortés 0 0/-es

Unos pocos adjetivos, cuando preceden al nombre en el sintagma,


adoptan una forma peculiar apocopada: gran, buen, san, mal, tercer...
Generalizando, diremos que los alomorfos del plural de los adje-
tivos calificativos (-si-es) se distribuyen según la terminación previa
a ese morfema (en vocal ! en consonante) y no en función de la dife-
rencia de género, como algunos han pensado 2 •

VARIACIONES DE LA FORMA

Los adjetivos calificativos admiten las siguientes variaciones en


su forma:

2
Cf. M. A. Rebollo Toóo, «Consideraciones sincrónicas sobre la formación del
plural adjetivo», en Anuario de Estudios Filológicos, 1, Cáceres, 1978, págs. 3-13.
El adjetivo 551
L Unos prefijos cuantificadores o aspectuales. Ejemplos:
rebueno, reguapa, superabundante, anticonstitucional. ..

II. Asimismo aceptan unos morfemas sufijos de valor diminuti-


vo, o aumentativo, o despectivo ... Ejemplos:
pequeñ-it-o, grand-ote, elegant-ísimo, pequeñ-uelo, grand-ec-ito ...

MODIFICACIONES DEL ADJETIVO CALIFICATIVO

Acabamos de ver que mediante afijos diversos el calificativo


puede modificar su forma. Veamos ahora qué contenido aportan esos
'incrementos' y a qué responden. Centrémonos en primer lugar en Jos
sufijos 'diminutivos'.
Estos son unos morfemas facultativos capaces de modificar Ja
forma de un adjetivo calificativo (y de algunos nombres, gerundios y
adverbios) por medio de unos determinados sufijos (-ita, -ico, -illo,
-uelo, -ecito... ), que aportan uno de Jos siguientes valores tanto a los
adjetivos como a los sustantivos:
a) Valor conceptual, o de reducción semántica (ejemplo: casa*
casita o grande *grandecito).
b) Valor afectivo, expresado por el interlocutor a través de ese
morfema. Es el más frecuente de los valores habituales de Jos dimi-
nutivos (ejemplos: pequeñito, guapito, riquito, ... ). Muchas veces es el
contexto el que manifiesta o enfatiza la afectividad de dicho adjetivo.
c) Función conativa, por la que se trata de conmover al oyente
y provocar en él una reacción. Este valor suele ir unido al anterior.
Ejemplos:
Hermanito, una limosnita por el amor de Dios.
Hágame este trabajo sencillito.

d) Valor estético e imaginativo. Ejemplo:


552 Morfosintaxis

¡Ay, San Gabriel que reluces, 1 Gabrielillo de mi vida! (García


Lorca).

''t;l'~os 'GRADOS DEL ADJETIVO'

El planteamiento tradicional de los grados del adjetivo responde a


un criterio semántico. Ni siquiera podemos hablar de gradación en el
sentido estricto del término, pues el llamado 'comparativo' consiste
en un mero contraste entre dos términos respecto a una base o crite-
rio, y el superlativo es una cuantificación o intensificación semántica
del contenido de un adjetivo. Por ello no creemos que sea oportuno,
en gramática, hablar de tales grados, sino de unas modificaciones del
adjetivo por medio de morfemas incorporados o por elementos inde-
pendientes, que afectan a un buen número de adjetivos y adverbios
(los calificativos y los valorativos).
Dicha modificación puede expresarse por medio de un término
adyacente cuantificador -modificación léxica-, o por la variación
formal o morfológica, que se da en muy pocos adjetivos 3 •
Para la llamada 'comparación' encontramos las siguientes formas
de expresión:

más
menos
tan
igual
l ..
+adjetivo +que/cómo

para la modificación léxica; y la variación interna o mórfica de algu-


nos adjetivos la vemos en:
bueno --+ mejor alto --+ superior
malo --+peor pequeño --+ inferior.
grande --+ mayor
3
Cf. M. A. Rebollo Torio, «Cuestiones sobre el grado en español», Anuario de
Estudios Filológicos, VI, 198'3, págs. 191 y sigs. Para este tema (así como para otros
muchos) véase la utilísima gramática de Jacques de Bruyne (A comprehensive Spanish
grammar, Blachwell Publishers 1995), especialmente págs. 113 y sigs.
El adjetivo 553

En todo caso la comparación establece una correlación semántica


entre dos elementos de la cadena, pero por sí sola no cuantifica el
contenido de la forma básica. O dicho con un ejemplo, que mejor
respecto a bueno no supone una cuantificación. Que, aunque digamos
de alguien que es mejor que otro, ello no implica que su bondad haya
aumentado o sea mayor que cuando decimos sencillamente que es
bueno. Solamente establecemos con esa forma una relación entre dos
elementos sobre la base de la bondad.
Y por otra parte, todos estos planteamientos, como ya apuntamos,
son semánticos y no estrictamente morfológicos ni sintácticos, que
son los pertinentes a la hora de estudiar la forma de expresión de los
signos lingüísticos.
Perviven en la lengua una serie de formas de origen comparativo
o superlativo, pero que han perdido su contenido y su originaria co-
rrelación. Entre las de origen comparativo, exterior, superior, infe-
rior, interior, anterior, posterior. Y de las que proceden de superlati-
vos cultos, recordemos ínfimo, supremo, máximo, mfnimo, extremo ...
Para el llamado 'superlativo', que sí supone una intensificación o
potenciación del contenido del adjetivo 'positivo' correspondiente,
tenemos las siguientes formas:

modificación por un {muy } . .


elemento adyacente sumamente +adjetivo
..................
modificación por prefijo. Ej.: requeteguapa
morfema { sufijo. Ejs.: altísimo, celebérrimo ...

modificación con Ejs.: bueno - óptimo, malo - pésimo, alto -


cambio léxico supremo, pequeño - mínimo ...

En todo caso, hay una serie de adjetivos que por su contenido no


admiten esta modificación ni 'comparativa' ni 'superlativa'. Así, por
ejemplo, a) los que expresan cualidad no modificable (doble, triple,
último, redondo, cuadrado, vertical..); b) los que proceden de un
554 Morfosintaxis

comparativo ong1nario (inferior, interior, ínfimo, superior, me-


nor, ... ); c) los distributivos (sendos, ambos, cada,. .. ); y d) los indefi-
nidos, detenninantes, en general, y numerales (algún, ningún, prime-
ro ... ).
Así pues, vemos que los llamados 'comparativos y superlativos'
no son sino modificaciones de un adjetivo (o adverbio) por medio de
un adyacente cuantificador o por unos morfemas, generalmente, que
aportan unos determinados rasgos al contenido y que en el caso de
los comparativos sirven para establecer una correlación entre dos
ténninos; pero en ningún caso percibimos una gradación entre el su-
puesto 'positivo' (fonna básica nonnal), el comparativo y el superla-
tivo.

FUNCIONES DEL ADJETIVO

Las principales funciones que desempeñan los adjetivos califica-


tivos son:
a) Adyacente directo de un SN (ejemplos: El muchacho rubio;
Inclitas razas ubérrimas).
b) Atributo en una proposición atributiva (ejemplo: Luis es sim-
pático; La sandía salió mala).
c) Adyacente de un adjetivo (ejemplo: Está feo de gordo).
d) Función expresiva o apelativa, al margen de la estructura del
nexus (ejemplo: ¡Tonto!, ¡Idiota[).
e) Muchos adjetivos precedidos de artículo pueden funcionar
como núcleos de un sintagma nominal (ejemplos: La
buena vale más; El mayor está aquí; No hagas el tonto;
Lo tontos que son... ). En algunos casos unos pocos adjeti-
vos también aceptan esa función sin que les preceda un
artículo (ejemplo: Buenos y malos habrán de rendir
cuentas a un tiempo). Un caso especial es el de los adjeti-
vos con género neutro, precedidos del artículo lo, que
El adjetivo 555

funcionan como núcleo de sintagma nominal, al igual que


los sustantivos, y no tienen ningún referente externo.
Ejemplos: Lo bueno, si breve, dos veces bueno; Esto es lo
mejor.
f) Unos pocos adjetivos pueden funcionar como núcleo de un
sintagma circunstancial con valor parecido al de un ad-
verbio (ejemplo: Habla bajo).
g) No es extraño que los adjetivos desempeñen la función de
complemento obligatorio prepositivo ('suplemento' de
Alarcos). Ej.: Presumen de guapas continuamente.
Asimismo, encontramos adjetivos calificativos como adyacentes
de un complemento, actuando como el llamado 'comple-
mento predicativo' por la tradición gramatical. Ej.: Todo
el mundo le llamaba loco.

Para la relación adjetivo-adverbio véase el capítulo XXVIII.

POSICIÓN DEL ADJETIVO CALIFICATIVO

En función de adyacente directo del sustantivo el valor del adjeti-


vo está mediatizado por su posición dentro del sintagma.
En principio puede anteponerse o posponersé al nombre, pero ex-
presa diferentes valores en cada caso._ELadjetivo.antepuesto tiene
generalmente valorexplicativo, .rrlien(ras que pospuesto sin pausa e§
determinativo_o especificativo, es decir, que concreta, restringe o
precisa el contenldo-deTnúcleo ali:¡rie modificá. Si va antepuesto, por
la im¡)oi'tancia estilfatica de esa posición, el adjetivo atrae la atención
del hablante y d_el oyente, es decir, se manifiesta con valor subjetivo
y afect_iy_o;..e!Lél se enfatiza la cualidad. Cuando se pospone al nom-
bre, ~Lsintagrria adquiere un carácter más descriptivo y objetivo.
El deno111inado 'epíteto', cualitativo, innecesario o intensivo,
conlleva en su propio sigiiíficado sernas que también posee el nombre
áí que modifica. Bien usado es un recurso estilístiéo iínpresionista y
556 Morfosintaxis

enfático, muy expresivo, que podríamos calificar como 'tautología


semántica' 4•
Unos pocos adjetivos han fijado su posición junto a ciertos sus-
tantivos, formando sintagmas estereotipados de significado particu-
lar. Ejemplos:
el libre albedrío, la pura verdad, la puerta falsa.

Otro grupo reducido de adjetivos tiene la peculiaridad de adquirir


diferente significado segun la posición que ocupen y el sustantivo al
que modifican. Ejemplos:
un hombre pobre * un pobre hombre; una cierta opinión * una
opinión cierla, medio hombre* hombre medio, ...

SIGNIF1CADO DEL ADJETIVO CALIFICATIVO

Para completar el panorama de esta clase de adjetivos, aludiremos


a su función semántica y a los grupos de contenido en que pueden e',
ordenarse. La función semántica puede ser: especificativa, por la cual ·
el adjetivo restringe, determina, concreta y precisa el contenido ele!
núcleo del sintagma, y explicativa, por la que se añade un dato inne-
cesario, aclaratorio de aquel núcleo al que modifica. .,
Aunque agrupamos un gran número de adjetivos bajo el epígiafe
de 'calificativos' no todos ellos significan cualidad. Trataremos de
esbozar aquí unos grupos en que se ordenan los calificativos, si-
guiendo en este punto a Navas Ruiz 5:

4
Cf. R. Lapesa, «La_colocación del calificativo atributivo español», Homenaje a
la memoria de A. Rodríguez Moñino (1910~1970), Madrid, Castalia, 1975, págs. 171-
199; y G. Sobejano, El epíteto en la lírica española, Madrid, Gredas, 2.ª ed 1970.
5
R. Navas Ruiz, <~En tomo a la clasificación del adjetivo», en Strenae, Salaman-
ca, 1962, págs. 369 y sigs.
El adjetivo 557

1. Adjetivos clasificadores
¡ ~::;º
de categoría
de nacionalidad
...........................

2. Adjetivos cualitativos

3. Adjetivos de 'estado':
¡ de cualidad física
de cualidad moral (de éstos derivan
los de conducta)
de cualidad psíquica

sano, soltero, casado ...

4. Adjetivos deverbativos: abrasador, resplandeciente, admira-


ble... , importante, tolerante ...

5. Adjetivos situacionales
o circunstanciales ¡ espacio-temporales
de valoración
de norma
cuantitativos.

Bien se ve que este último grupo es bastante heterogéneo y que


podría subdividirse.
A estos grupos se podrán añadir otros como

relación de posesión
6. los que expresan analogía, semejanza, desemejanza
{
obligatoriedad, exigencia.

Mas lo importante no es agotar todos los grupos semánticos po-


sibles, sino percibir en ellos que se trata de valoraciones, rasgos, cua-
lidades, actitudes, situaciones, etc. adscritas a algo o a alguien.
558 Morfosintaxis

LOS DETERMINANTES

Abundantes son los estudios sobre los adjetivos determinantes' o,


como prefieren algunos, 'deícticos'. El término determinante puede
interpretarse en un sentido lato y abarcaría así a cualquier modifica-
ción de un elemento nominal o, de manera más estricta, aludiendo
con él a unos elementos gramaticales que suelen preceder al nombre
en el sintagma nominal y que lo precisan, sitúan, o cuantifican se-
mánticamente, ya que dan al nombre, que tiene carácter virtual en su
contenido, un valor existencial actualizado. En este sentido sí pode-
mos hablar de un 'hueco funcional' determinante como componente
del sintagma nominal:
SN ~ /± Det +Núcleo± Ay/.

Mas, a pesar de esta composición, precisemos que esa función


'determinante' coincide en esencia con la de adyacencia, pues todo
determinante incide, a fin de cuentas, sobre el núcleo del sintagma, o
sea, que es otro adyacente, aunque peculiar.
Su distribución, combinación, forma, relaciones y presencia le
hacen algo diferente de los adyacentes comunes, y por ello conviene
estudiarlos separadamente.
Otra advertencia importante es que, aunque a este grupo pertene-
ce el articulo, nosotros le dedicaremos un apartado propio, en aten-
ción a su interés y peculiaridades.
Los determinantes se distinguen de lÓs calificativos por su con-
tenido, predominantemente deíctico y emparentado con el de los pro-
nombres por su forma, por su com~inación, presencia y por sus fun-
ciones semánticas.

6
M. Alvar Ezquerra, <<El <;leterminante», en L.E.A., 1.1, Madrid, 1979, págs. 21 y
sigs.; A. Vera Luján, «Los adjetivos deícticos en español», en Anales de la Universi-
dad de Murcia, XXXVill, 1, 1979-80, págs. 159-176.
El adjetivo 559

Dentro del grupo de los determinantes incluimos a los siguientes:


a) El artículo.
b) Los demostrativos (Este, ese, aquel).
c) Los posesivos (Mi/mío, tu/tuyo, su/suyo ... ).
d) Los cuantificadores. De éstos unos son definidos (uno, dos,
mil... ), y otros indefinidos (pocos, muchos, algunos, va-
rios, unos, bastantes, ningún ... ).
e) Los ordinales (primero, segundo ... ).
t) Los identificadores (mismo, último, otro, tales... ).

Todos ellos participan en un grado u otro del carácter deíctico.


Los demostrativos y posesivos muestran unos rasgos deícticos secun-
darios, con referencia a zona de los interlocutores de la comunica-
ción: Este, por ejemplo, señala una zona deíctica, medida desde el
punto del hablante, que se halla en su entorno.

DEÍXIS EXOFÓRICA Y ENDOFÓRICA

, Los deícticos propiamente no tienen un contenido. Son unidades


señalizadoras, con una referencia mostrativa a algún elemento (ser,
objeto, ... ) externo o intratextual; pero carecen de un contenido se-
mántico, lexemático, no son conceptuales. Por supuesto, aportan una
información, fundamental para el proceso comunicativo y para la
cohesión discursiva. Son signos-señales que dan al enunciado una
concreción y orientación importantes, y que están mediatizados por el
discurso; es decir, son indicadores relativos condicionados por la
enunciación, por el emisor, por el contexto y aun por la situación.
No nos detendremos aquí, por el momento, en los diversos modos
de deixis tal como han sido concebidos a lo largo de la historia de la
lingüística 7, pero sí anticiparemos que se deben distinguir

7 Véase más adelante cap. XXVIII, págs. 615 y sigs.


560 Morfosintaxis
exofórica (muy próxima a Ja 'ad oculos' de Bühler)
deíxis {
endofórica o contextual, que también incluiría la 'de fan-
tasía'.

Esta, asimismo, puede ser anafórica o retrospectiva y catafórica


o prospectiva, según la orientación hacia algo previamente aparecido
en el contexto, o la referencia prenunciadora de algún elemento que
aparecerá más adelante en el texto.
Los deícticos exofóricos sirven para realizar una mostración o se-
ñalización hacia un referente externo; con ellos el hablante indica,
personal, espacial o temporalmente algún elemento. Son concretiza-
dores y actualizadores del mensaje dentro del sintagma en que ope-
ran. Así, por ejemplo, mesa es un concepto genérico que no se refiere
a ninguna en concreto, pero esta mesa ya es un sintagma actualizado
en el que se concreta el contenido conjunto.
Los deícticos personales pueden estar representados, básicamen-
te, por adjetivos y pronombres; los espaciales y temporales por adje-
tivos, pronombres y adverbios.
Y como representante de una deíxis genérica, que llamaremos
comunicativa, pues actualiza o señala algún elemento conocido o
presupuesto conjuntamente por los interlocutores, tenemos el artícu-
lo.
Hay una clara relación entre esta clase de determinantes y las per-
sonas de la comunicación (yo/tú/ ni yo ni tú), que vemos explícitas en
los pronombres personales y en el morfema II del verbo 8 . Mientras
que la deíxis de los ordinales, cuantificadores e identificadores es al-
go diferente a la de los demostrativos y posesivos, la del articulo está
particularmente desemantizada, como veremos más adelante.
Los deícticos en el texto son auténticos ordenadores del discurso
y concatenadores de enunciados parciales. Enlazan y distribuyen el
texto de diversas maneras: así a) unos marcan una relación de causa,
una dedución del enunciado precedente (por ello, por eso, por lo
8
Cf. supra, págs. 350 y sigs.
El adjetivo 561

cual, de ahí que, ... ); b) otros enlazan dos enunciados equivalentes,


con lo que aportan una amplificación explicativa respecto al prece-
dente (esto es, lo que viene a decir, ... ); y c) unos terceros ordenan el
mensaje distributivamente (en este caso, en el otro, por esto, por eso,
por lo de más allá, ... ).
Hay, en fin, un grupo d) de deícticos señalizadores relativos a
otro momento, punto, situación (momentos después, en aquel instan-
te, al día siguiente ... ), no siempre representados por adjetivos demos-
trativos.
Por otra parte, tenemos los catafóricos, que presentan algún ele-
mento siguiente. Ejemplo: Estas son mis condiciones para llegar a
un acuerdo: primera...... , segunda... .
La deíxis textual o endofórica es fundamental para la coheren-
cia del texto; su misión es remitir a algo previamente dicho o que
se va a decir. Con ella se logra una gran economía comunicativa, se
actualizan y 'presentizan' psíquicamente elementos importantes pa-
ra el mensaje; es decir, que opera como un procedimiento de rebo-
binado parcial en bucles, configurando una especie de isotopía, o
de infraestructura que ofrece comodidad, soporte y cohesión co-
municativos.
Aunque no sea el momento de analizar en detalle todos los deícti-
cos, sí presentaremos los rasgos dominantes de los demostrativos,
como prototipos de este grupo, que nos ayudan a comprenderlos de-
bidamente.
Este consta de los siguientes rasgos: /+deíxis/, /±endofórica/,
/±exofórica (/tiempo, espacio, persona-animado/), /±anafórico/,
/±catafórico/, /±animado/, /±humano/, /+ámbito del emisor/,
/+masculino/, /+singular/, /±adyacente/, /±núcleo de sintagma/.
Los mismos rasgos, variando el de género caracterizan a esta.
Bastante cambia la forma neutra esto, pues no pertenece al subsis-
tema personal (excepto metafórica y peyorativamente). Carece de
marcas de género y número, es /-animado/,/+ genérico/,/+ núcleo de
SN/. Su referencia intratextual puede dirigirse, por su carácter genéri-
co, a un SN, a una cláusula, a una oración, a un parágrafo, etc.
562 Morfosintaxis

Ese (esa), aquel (aquella), coinciden con este (esta) excepto en el


grado de proximidad al emisor.
Eso y aquello son parejas a esto, excepto en el grado de proximi-
dad o distancia respecto al emisor.

Los adjetivos indefinidos presentan unos rasgos distintos de dei-


xis. Alguno, ninguno (así corno alguien y nadie) muestran una deixis
minirna de referencia indeterminada (referente no identificado}, posi-
tiva o negativa respectivamente, pueden operar endofóricarnente, pe-
ro prefieren hacerlo exofóricamente. Vienen a representar la neutrali-
zación de la concreción señalizadora.
Alguno y ninguno están marcados por la flexión de género y de
número, y pueden funcionar corno adyacentes o corno núcleos del
sintagma nominal.
Por contra, algo y nada sólo pueden operar en el núcleo -es
decir, no son adjetivos-, carecen de flexión de género y número y
siempre están marcados con el rasgo /-animado/.
Los posesivos muestran una deixis exofórica referida a los ámbi-
tos de las personas de la comunicación (yo/tú/ni yo-ni tú), tienen fle-
xión de género y número; y cuando operan endofóricamente son los
actantes textuales, enunciador (Genette) y alocutario los que ordenan
la señalización deíctico-posesiva.
Los mismos rasgos que acabarnos de utilizar para los principales
adjetivos deícticos pueden aplicarse a los pronombres y adverbios de
manera semejante; pero no es éste el momento adecuado para hacer-
lo'. Pensemos, solamente a título de ejemplo, que el que relativo está
marcado por /±animado/, /+endofórico/, /±anafórico/, /-exofórico/,
/-flexión de género/, /-flexión de número/, y que sus referentes ana-
fóricos pueden ser un SN, una cláusula, una oración, un texto, ...

9
Véanse el artículo de A. Vera Luján, <<Los adjetivos deícticos en español» (cit.),
y G.E. Ciaspucio, «Deixis y funcionamiento textual en los pronombres», Revista Ar-
gentina de Lingüística, 4 (1y2), Buenos Aires, 1988, págs. 25-66.
El adjetivo 563

FUNCIÓN SEMÁNTICA

Las funciones semánticas que desempeñan estos elementos pue-


den cifrarse, como bien lo perfiló Alvar Ezquerra 10, en las propuestas
por Coseriu 11 como variantes de la determinación; es decir, en la ac-
tualización, mediante la cual el significado del nombre pasa de esen-
cial o virtual a existencial o actual (con el artículo, por ejemplo); la
discriminación, por la que se ordenan los referentes de los nombres
en grupos, clases o tipos. Dentro de ella podemos distinguir unos
elementos cuantificadores, otros que seleccionan (ejemplo: unos,
otros ... ), y otros situadores (este, aquel... , mío ... ). La tercera función
semántica es la delimitación, por la que se precisa o perfila el signifi-
cado del nombre al que se refieren. De los que desempeñan esta mi-
sión unos son 'explicativos', otros 'especificativos', y otros 'espe-
cializadores'. La última función semántica que entiende Coseriu es la
de identificación, por la cual se orienta la interpretación del interlocu-
tor respecto a un signo polivalente o polísemo.
En estas funciones semánticas señaladas caben realmente todos
los valores que los determinantes pueden mostrar en la cadena.

POSICIÓN DE LOS DETERMINANTES

La posición que ocupan los determinantes en el sintagma obedece


a las siguientes normas de uso:
Los numerales con frecuencia van delante ¡le! nombre, pero se
posponen los ordinales que indican una jerarquía (ejemplo: Pablo

10
Loe. cit.
11
E. Coseriu, <<Determinación y entorno>>, en Teoría del lenguaje y lingüística
general, Madrid, 1962. págs. 282 y sigs.
564 Morfosintaxis

Sexto) y los cardinales que expresan un valor ordinal (ejemplos: Juan


23, piso quince).
Los posesivos con forma apocopada (mi, tu, su ... ) van siempre
delante del nombre como único determinante; la forma plena de estos
adjetivos (mío, tuyo, suyo ... ) se pospone y se hace acompañar de otro
determinante que preceda al nombre.
Los demostrativos siguen usos muy parecidos a los de los posesi-
vos; los indefinidos suelen preceder al nombre al que modifican, pero
alguno puede posponerse y entonces adquiere un contenido negativo
(ejemplo: En parte alguna lo hemos visto).
Entre los cuantificadores algunos prefieren una permanente ante-
posición al nombre, como pocos, algunos, varios, bastantes, dema-
siados ... Los cuantificadores, definidos e indefinidos, pueden apare-
cer precedidos de un artículo y seguidos de un nombre o de un
adjetivo que modifique al nombre (ejemplo: Los tres primeros
días ... ). Y siguiendo con preferencias de posición fija, pensemos que
algunos ordinales van siempre pospuestos al nombre (anterior, pos-
terior, inferior, superior, interior... ), probablemente por su origen
comparativo.
Aludiendo a la combinación de determinantes en el sintagma,
distinguiremos los tres grupos que establece Morris Salkoff 12 : a)
Unos -que él llama 'articulos' - que no pueden llevar delante nin-
guna otra palabra y modifican directamente a un nombre, si bien a
veces éste admite un cuantificador entre el 'artículo' y él (el, este, mi,
algún, ningún, cierto ... ). b) Unos predeterminantes, que pueden pre-
ceder al artículo (hasta, como, incluso, aun ... ). c) Los cuantificado-
res, que pueden aparecer entre 'artículo' y adjetivo o entre artículo y
nombre, o solos ante el nombre.
Más importante que la posición de los determinantes en el sin-
tagma es su combinación con otros de la misma clase en la cadena.
Simplificando en lo posible la casuística, podremos presentar los si-
guientes indices combinatorios:

12
M. Salkoff, Une grammaire en chaíne dufi·an9ais, Paris, 1973.
El adjetivo 565

a) No pueden combinarse el artículo y el adjetivo determinante


un, uno, en el mismo sintagma.
b) El artículo no puede preceder a cuantificadores indefinidos
(mucho, tanto, algún ... ). Y otro tanto sucede con los demostrativos.
c) Las formas un, uno ... no pueden combinarse con todo, mu-
cho, algún, demás, demasiado, otro, tanto ... 13 •
d) Los posesivos apocopados no pueden ir precedidos de artícu-
lo en la lengua actual, ni de las formas un, una, uno ... ni de numera-
les, ni de ordinales, ni de los identificadores. Es decir, que encabezan
siempre el sintagma 14 •
Esta casuística podría alargarse, pero los datos presentados dan
suficiente cuenta de la norma de comportamiento que en su combina-
toria muestran los presentadores prenominales.

CUANTIFICADORES E INDEFINIDOS

Entre los adjetivos cuantificadores, un grupo especial es el de los


numerales, ordenadores numéricos («ordinales») y el de los indefini-
dos. Los últimos señalan una deíxis imprecisa e indeterminada; los
numerales, sin que sirvan para identificar elementos o realidades,
aportan un contenido de cuantificación precisa; y los ordinales, sin
precisar tampoco ni identificar a los elementos sobre los que incide,
los ordena gradualmente respecto al orden cuantitativo (primero, se-
gundo,. .. ).
13
Ejemplos como un tanto aburrido no contradicen esta nonna, pues tanto aquí es
el adverbio modificador y cuantificador del adjetivo aburrido.
14
Con planteamientos generativos se ha abordado el estudio de los determinantes
en notables trabajos, como el de R. Fowler, «Design of rules for De!>>, en' Archivum
Linguisticum, 11, 1971, págs. 129 y sigs.; H. Contreras, «The Determiner in Spanish»,
enLinguistics, 44, 1968, págs. 22 y sigs.; J. Dubois y F. Dubois~Charlier, Éléments de
Linguistiquefi·an~aise: Syntaxe, París, 1970.
Un replanteamiento del tema, con crítica de estas posturas y certero enfoque, pue-
de verse en M. Alvar Ezquerra (loe. cit.); véase, además, Marta Luján, Sintaxis y se-
mántica del adjetivo, Madrid, 1980.
566 Morfosintaxis

Casi todos los signos de este amplio grupo, de cuantificadores e


indefinidos, tienen capacidad bifuncional, cuando menos; es decir,
pueden operar como adyacentes de sintagma nominal, como atribu-
tos o como núcleo de sintagma. Alguien y nadie funcionan propia-
mente como sustantivos, y aun pueden ir modificados por algún
adyacente (Ej.: Nadie de los allí presentes pudo resolver la cues-
tión). Algo y nada pueden funcionar como núcleo del sintagma
(Ej.: Le dio algo de lo que le sobraba) y como adyacente de adya-
cente -adverbio o adjetivo- (Ejs.: Estaba algo cansado; No ac-
tuó nada correctamente).
Los restantes indefinidos (uno, alguno, ninguno, cualquiera,. .. )
pueden fnncionar como núcleo o como adyacente de sintagma (Ejs.:
Algunos dijeron la verdad; Algún día nos volveremos a encontrar).
En el segundo caso introducen el sintagma al igual que hacen los
numerales (Ejs.: Tres amigos; Un buen día lo volví a ver), sin que
admitau la anteposición de ningún elemento, ni aun del artículo.
No es infrecuente que aparezcan juntos dos indefinidos (Ejs.: Al-
gunos otros; Cualquier otro asunto).
Los numerales pueden ir precedidos por otros determinautes
(Ejs.: Mis cuatro compañeros; Estos cinco libros; Los siete ví-
deos, ... ). Los numerales también pueden fnncionar corno núcleo de
sintagma nominal (Ej.: Treinta por dos, sesenta), y pueden actuar
como sustautivos plenos, abstractos, precedidos del articulo (Ejs.: El
cuatro recuerda una nariz griega).
Uno, sus compuestos y las centenas múltiples tienen variación de
género (Ejs.: doscientas, una, veintiuna,. .. ).
Un múltiplo genérico referente a dos unidades, siempre en plural,
es ambos.
Sendos y cada son adjetivos distributivos; el primero correlativo
(uno para cada uno, uno cada uno,. .. ), y el segundo, invariable en su
forma, es un puro distributivo e individualizador. Ejs.: Tenemos diez
caramelos, tocamos a dos cada uno; Cada oveja con su pareja; Mis
primos llevaban sendas motos (cada uno, una). Como se ve, sendos
es actualmente propio de la lengua culta y de la literaria.
El adjetivo 567
Por fin, hay,un indefinido identificador e intensificador -esos
son sus dos valores-, mismo, con variación de género y número. En
el primer caso es un deíctico textual y anafórico (Ej.: El dio su ver-
sión, pero no todos contaban lo mismo); mientras que en el segundo
es identificador intensivo (Ej.: Yo mismo podré hacerlo).
Corno se ha visto, este grupo de adjetivos es verdaderamente
complejo y parcialmente heterogéneo. Tal vez la indeterminación y la
deíxis sean los soportes semánticos que los unen, así corno su opera-
tividad gramatical y sus funciones 15.

CLASIFICACIÓN

Atendiendo a los principales rasgos del contenido de los determi-


nantes y a las bases de organización de sus paradigmas, podernos
clasificarlos, corno recopilación, según se detalla en la página si-
guiente.
Se advertirá que la mayoría de ellos presentan flexión de género y
número, pero que algunos tienen forma invariable, corno los numera-
les cardinales y el determinante cada; que otros pocos no varían con
el cambio de género (tal, bastante), y que dos de ellos, sendos y am-
bos, sólo varían con el género, ya que su forma, por exigencia del
contenido, es de pluralia tantum.

15
Véase, para·estas cuestiones, entre otros, E. Alarcos Llorach, Indefinidos y nu-
merales, Gobierno de La Rioja, Logroño, 1990; y V. Lamíquiz, La cuantificación lin-
güística y los cuantificadores, Madrid, UNED, 1991; J. de Bruyne, «Nota sobre sen-
dos», Romanische Forschungen, 1989, págs. 273-280; R. Lapesa, «Uso o ausencia del
artículo con numerales», Scripta Philologica in Honorem J.M Lope Blanch, México,
UNAM, 1992, págs. 359-381.
Sin referencia personal ............... '" ... '" ......... ··~~¡~·· ............... (Artículo: El, la ... )
(Mío ... )
ref. a l.ª persona combinada
{
(Nuestro ... )
Posesivos sola
Genéricos (+posesión) (Tu, tuyo ... )
» a 2.ª ))
{ combinada
Deícticos Con referencia (Vuestro ... )
personal
>> a 3.ª )) (Su, suyo ... )
. { ref zona l.ª persona (Este, estos ... )
Demostrativos ª
(-posesión) » » 2. » (Ese, esos ... )
» )> 3.ª >> (Aquel; aquellos ... )
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... (Mismo, tal, pro-
pio ... )
N(¡J;:;,~~~ores) { :::::::, ........................ ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· (Otro ... )
1 Cardinales ... ··· ··· ··· ··· ........................ ··· ··· ··· ··· ··· ··· (Uno, dos, cien,
mil... )
N{::~~b~~s) { Ordinales ...... ··· .................. ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ... ·· (Primero, segundo,
último ... )
Indefinidos ...... ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· (Un, uno, cualquier)
Cuantificadores
Singularizan.tes
Individualizantes ......... ··· ··· ··· ....... .. (Cada, sendos)
{
No numerales Dual ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ... ··· ........ . (Ambos)
(no contables) { No singularizantes (indeterminados) ... ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· ··· (Algún, ningún, cier-
tos, pocos, varios,
bastantes, todos .. .)
El adjetivo 569

EL ARTÍCULO

· Interpretamos el artículo español en la lengua actual como un


morfema libre antepuesto a un sintagma nominal. No es signo autó-
nomo, no puede aparecer solo en el decurso -a no ser citado en
forma metalingüística-; es, pues, signo dependiente y átono, con
valor deíctico heredado de su étimo demostrativo latino. Veamos en
primer lugar sus formas. Mas antes hemos de anticipar que sólo juz-
gamos auténtico artículo, como veremos en seguida, al llamado
'determinado'. Tratamos, pues de un paradigma cerrado y muy redu-
cido, formante del sintagma nominal.
Forma Lexemas Moifemas I Moifemas JI
(de género) (de número)
M. el/l- 0/-a 0/-s
F. l- -a 0/-s
N. 1- -o

Es importante advertir que el 'lexema' del artículo tiene valor


deíctico, carece de contenido propiamente significativo y sólo es se-
ñalizador, indicador de carácter genérico.
En la evolución histórica del artículo se acusa una pérdida de la
precisión deíctica de su étimo, por lo que ha adquirido un valor gene-
ralizador, una deíius evocadora referida a un elemento del contexto, o
sin ninguna referencia deíctica a elemento precedente. Su función
semántica, muy particular, es la de actualizar un elemento que está en
el contexto verbal o extraverbal de los enunciados, reconocible por
los interlocutores.
La clasificación tradicional en determinado e indeterminado no
nos parece válida, como ya lo comprobó Amado Alonso 16 • Ni el pri-

16 A. Alonso, <<Estilística y gramática del artículo en español», en Estudios lin-


güísticos: Temas españoles, 2.ª ed., Madrid, 1961, pág. 127
570 Morfosintaxis
mero determina ni el segundo -que, a fin de cuentas funciona como
adyacente y añade otros valores- indetermina.
Este último, un, uno, una ... , es un adjetivo con función de adya-
cente-determinante y significado de individualidad o indefinición.
Por razones históricas y a fin de evitar una evidente cacofonía, se
utiliza la forma masculina singular del artículo, el, ante sustantivos
que comienzan por a o ha tónicas (el agua, el águila, ... ). En plural,
en cambio, recobran la concordancia formal (las águilas, las aguas,
las áreas). Debe tenerse en consideración que si se interpone algún
adyacente entre el artículo y dichos sustantivos, la forma es la del
femenino (las más torrenciales aguas, la más peligrosa área). Son
incorrectas, en consecuencia, formas como el mejor aula, este aula,
ese águila, aquel área, etc.
Ante un buen número de sustantivos, sin variación formal para la
referencia de género, es el artículo, como un auténtico morfema ante-
puesto, el que distingue y opera con valor diacrítico (el pianista/la
pianista, ... ) 17 •
El artículo precede a representaciones autosemánticas de tipo
nominal; es un anticipador de un sintagma nominal.

VALORES

El fundamental del artículo es su valor deíctico, mostrativo de ca-


rácter genérico, y su posible referencia a un elemento precedente o
sencillamente a un elemento implícito o deducido en el contexto.
Ese valor deíctico presta al sintagma en que aparece un carácter
de concreción, que se pierde cuando falta el articulo.
Como bien demostró F. Lázaro 18 , el entorno y el contexto expli-
can claramente la tesis de que el artículo se refiere a algo 'consabido'
17
Véase M.ª A. Alvarez Martínez, El artículo conio entidad.funcional en el espa-
ñol de hoy, Madrid, Gredas, 1986.
18
F. Lázaro, «El artículo en español», en Estudios lingü.ísticos, Barcelona, 1980,
págs. 27-59.
El adjetivo 571

y es actualizador, un· «presentador ulterior de un nombre actualizado


por el saber compartido que acompaña su mención». Y este valor
primordial es consecuencia de la deixis genérica, imprecisa o inde-
tenninada que ha heredado el artículo de sn étimo.
Éste es, pues, el valor primario del artículo en español, el deíctico
generalizador, que implica la actualización y aporta un matiz de con-
creción al sintagma, dándole un contenido existencial.
Mas en el discurso tal elemento puede adquirir otros contenidos
secundarios y concomitantes, nacidos del contexto. Los más notables
son:
a) Intensificación de la deixis (ejemplo: Los del fondo que se
adelanten).
b) Posesivo (ejemplo: Lávate la cara).
c) Enfático (ejemplos: ¡Lo tonto que es!, ¡El muy tonto... !, Es
de lo más infantil, ... ).

¿MORFEMA?

Un tema ampliamente debatido es si el articulo no pasa de fun-


cionar corno simple morfema, independiente, del nombre o si forma
una clase de palabras propias. Para Alarcos 19 , es un morfema que
determina los signos léxicos a los que se asocia, y que en algunas
lenguas, corno el rumano o el danés, va unido al propio nombre corno
un componente rnorfernático más. Con reservas y cautela lo aceptan
Alcina y Blecua 20, diciendo que quizás se pueda caracterizar corno
una clase especial de morfemas libres de inventario limitado. Y otros
muchos han seguido esta hipótesis.
Por el contrario, F. Lázaro 21 juzga que el articulo pertenece a una
«clase de 'palabras fronterizas' ... y constituyen una categoría funcio-

19 E. Alarcos Llora.eh, en Estudios ... (cit.), págs. 167 y sigs.


20
J. Alcina y J. M. Blecua, Gramática ... (cit.), págs. 548 y sigs.
21
Loe. cit.
572 Molfosintaxis

nal junto con el pronombre personal de tercera: él siempre contiene a


el... ». Aclaremos que, para este autor, la forma lo no pertenece a esta
clase de palabras.
El hecho de tratarse de una serie cerrada y muy reducida, de ser
componente no obligatorio de un sintagma nominal, el aportar fun-
damentalmente un contenido actualizador, y el que no pueda aparecer
él solo, sino que necesariamente haya de preceder al núcleo de un
sintagma nominal, nos induce a creerlo morfema libre. Tampoco es
despreciable el hecho de que en una lengua tan próxima a la nuestra,
como el rumano, el artículo haya quedado absolutamente morfemati-
zado como un elemento enclítico del nombre (biíiatul 'el mucha·
cho') 22 .
En español el artículo manifiesta un proceso de gramaticaliza-
ción, junto con la correspondiente desemantización 23 , de un demos-
trativo latino. Si bien es cierto que en un principio, y aun hasta el si-
glo xvn 24 , el, la y lo podían servir de antecedentes a relativos
distintos de que (ejemplo: Los a quienes ... ) no lo es menos que fue
cediendo este uso progresivamente y esas formas fueron dejando de
funcionar como antecedentes de relativos. Como bien dice el propio
Lapesa, desde muy pronto perdió su función sustantiva originaria en
el compuesto el cual... y la conservó ante los demás relativos hasta el
siglo XVII. Ciertamente en español actual el articulo carece de función
independiente, y se ha amalgamado de tal modo el grupo el que, que
no admite la interpolación de ningún elemento y aun es raro encon-
trar al relativo que solo, sin artículo. Es evidente que en la lengua hay
22
Cf. Dan Munteano y Constantin Duhaneanu, Gramática limbii spaniole, Buca-
rest, ed. Nicorlescu, 1995, págs. 30 y sigs.
23
R. Lapesa, «Del demostrativo al artículo», en NRFH, XV, 1961, páginas 23 y
sigs.
24
R. Lapesa, <<El, la, lo, Como antecedente de relativo en español», en Introduc-
ción a F. Marcos, Apl'oximación a la Gramática, 2.ª ed., Madrid, 1974; «El artículo
con calificativos o participios no adjuntos a sustantivo en español», Phonétique et
Linguistique Romanes. Mélang'.es offerts a M. G. Straka, II, Lyon, 1970, págs. 78-86.
Cf. también C. Hemández, «Lo ¿articulo o pronombre?», Anuario de Lingüística His-
pánica, 1, Valladolid, 1985, págs. 115 y sigs.
El adjetivo 573
dos signos casi homófonos de diversa función: uno, pronominal,
complementario, enclítico; y un segundo artículo, átono, proclítico al
sintagma nominal. Distintos son Dilo ya, que estás pensando (lo 1) y
Di lo que ya estás pensando (lo 2). El primer lo ocupa un hueco fun-
cional del sintagma verbal, el de objeto directo; mientras que el se-
gundo es un determinante que introduce un sintagma nominal cuyo
núcleo es una cláusula-nexus introducida por que. Si lo 2 fuera pro-
nombre, sería equifuncional con lo, y formaría la misma estructura,
cosa que no sucede.
Por otra parte, siglos atrás se podían construir oraciones del tipo
Dime lo en que piensas; pero hoy esta estructura se ha transformado
en Dime en lo que piensas. El hecho de que la preposición se haya
antepuesto y rija a la forma lo, que ya no ftÍnciona como antecedente,
es claro síntoma de gramaticalización, de que la forma lo ha sido ab-
sorbida por el sintagma siguiente, ha dejado de funcionar como nú-
cleo de sintagma, y ha pasado a ser determinante del sintagma nomi-
nal prepositivo en que aparece.
Compárense, por otra parte, construcciones tan diversas como
Hazlo mejor/Haz lo mejor
Ponlo mejor/Pon lo mejor

y se comprenderá que estamos ante dos funciones dístintas de lo.


Igual se puede decir del artículo ante sintagmas prepositivos co-
mo los de Aragón, lo de aquí, y del tipo lo bueno ... ; que, si bien en su
momento el artículo de tales sintagmas fue núcleo del mismo y el
segmento prepositivo funcionó como adyacente, hoy han de interpre-
tarse como un solo sintagma precedido de artículo con valor actuali-
zador y deíctico genérico, y el grupo prepositivo como funtivo que
ocupa el hueco del núcleo. La atonicidad del protónico y otros datos
-en los que aquí no entramos- avalan y refuerzan esta interpreta-
ción 25.

25
E. Alarcos Llorach, en su Gramática de la Lengua Española (cit.), opina que en
estos casos se sobreentiende el sustantivo, de contenido genérico o consabido.
574 Morfosintaxis
Por ello parece conveniente conceptuar al artículo como elemento
no obligatorio, de aparición condicionada por el núcleo de un sin-
tagma nominal, incapaz de aparecer él solo, portador de un contenido
distintivo, con varios alomorfos de género y número. Es decir, como
un morfema libre, pues cumple los requisitos fundamentales de éstos;
situación a la que ha llegado a través de un largo proceso de gramati-
calización.

PRESENCIA Y AUSENCIA

Y si la presencia del artículo da un carácter de concreción y pre-


cisión al sintagma, rasgo propio de un significado existencial, la
ausencia de aquel dará una nota de abstracción generalización, y
esencialidad. El nombre sin artículo suele aludir o resaltar las conno-
taciones, las cualidades implícitas en el contenido del propio sustan-
tivo. Compárese, por ejemplo, Ponte abrigo y Ponte el abrigo. En el
primer caso se alude a las notas propias de esa prenda, mientras que
en el segundo hay una referencia al objeto, que por el contexto nos
debe ser conocido.
Lógicamente si la carencia de artículo concentra el contenido del
nombre en lo esencial, el sintagma en cuestión tendrá un matiz gene-
ralizador, virtual, categorial o abstracto. Así lo vemos en abundantes
refranes, dichos, adagios ... : Oros son triunfos; Caballo, espada y
mujer a nadie se han de ceder... A veces esa alusión a la esencia del
significado va encaminada a dar una emotividad o prestar especial
atención hacia tal elemento. Amado Alonso vio certeramente en estos
sintagmas sin artículo los caracteres de 'valoración' y 'participación
emotiva'.
En un sustantivo de contenido genérico el artículo determinante
refuerza el carácter genérico y la extensión del significado (ejemplo:
El hombre es un animal racional). De la misma manera puede ad-
quirir un contenido singularizante distributivo: El hombre es... =
'Cada hombre .. .'.
El adjetivo 575

Cuando un nombre abstracto recibe la presencia del artículo,


tiende a un contenido más concreto.
El artículo, pues, es capaz de individualizar, limitar y concretar el
contenido del sintagma nominal en que aparece.
Veamos abora en qué casos suele estar ausente el artículo 26 •

a) Ante nombres comunes.


Para expresar un contenido indeterminado abstracto o ge-
nérico, y preferentemente con carácter esencial (ejem-
plo: Compro libros; Alquilo bicicletas ... ).
Ante un 'vocativo' con función apelativa o expresiva.
Cuando el sustantivo va precedido ya de otra determina-
ción adjetiva (posesivo, demostrativo ... ).
En enumeración de carácter unitario, ante los términos que
siguen al primero. Sólo cuando interesa destacar cada
uno de los miembros de la enumeración, aparecerá el
artículo ante ellos.
En la zona andina de Bolivia y parte de Perú es frecuente la
omisión del artículo, por influjo del aimara y del que-
chua.
También se omite en usos afectivos, especialmente con hi-
pocoristicos (mami dice que ... ,papá ha salido, ... ).

b) Ante nombres propios.


Ante nombres antropónimos sólo se usa el artículo en los siguien-
tes casos:
En el habla vulgar, rural y urbana, con gran frecuencia.

26
Véase J. de Kock, «La omisión del artículo definido en el Cancionero de Una-
muno», en NRFH, XVII, 1963-64, págs. 360 y sigs.
Para las ambigüedades referenciales y los rasgos «específico/inespecífico», véase
M. Leonetti Jung, El aI'tículo y la referencia, Madrid, Tauros, 1990, especificamente
págs. 75 y sigs.
576 Morfosintaxis
Aunque no es general su uso, aparece en el lenguaje judi-
cial, con marcado valor deíctico, para referirse al sujeto
de un proceso.
Ante nombres de italianos célebres (El Dante ... ), como ita-
lianismo.
En la expresión metonímica, para expresar la obra por el
nombre del autor (El Gaya); o con valor denominativo,
para nombrar a algún centro, local, espectáculo ... (El
Cervantes -cine-... ).
Con antonomasia, para designar a alguien con el nombre de
algún personaje célebre: El Nerón de nuestros días ...
Para denominar genéricamente a toda una familia, clan ... :
Los Machado ...
En algunos países hispanoamericanos se usa, generalmente,
en la expresión coloquial popular ante nombres de mu-
jer.

Los topónimos generalmente no llevan artículo. Pero aparece en


los siguientes casos:
Con valor diacritico, para distinguir una región o nación de
otra homónima: La España de los años veinte, La Gui-
nea española.
En una serie de topónimos que llevan permanentemente in-
corporado el artículo (La Coruña, La Bureba, La Mara-
gatería, Las Hurdes, El Congo, Las Baleares ... ). El
pueblo hablante en algunos de estos casos, especialmen-
te en denominaciones de países y ciudades, tiende a
prescindir de dicho artículo.
Por metonimia, al igual que decíamos en los antropónimos,
para designar un local, espectáculo ... : El España
-café-, El Gijón, El Duero, el Esta,. ..
El adjetivo 577

En resumen, vemos que el artículo ante nombres propios aparece


o como vulgarismo, o con valores diacrítico o denominativo 27 •

27
Para los temas de adjetivo y artículo, pueden verse, además, los siguientes tra-
bajos: H. Frei, «Systemes de deictiques», en Acta lingüística, 3, 1944, pág. 111; L.
López de Mesa, <<El artículo indefinido 'lUlo', 'una', 'un'», en Boletín de la Academia
colombiana, VI, 1956, págs. 41-51; R. Valin, «Grammaire et logique: de nouveau sur
l'article>>, en Travaux de Linguistique et Littérature, Estrasburgo, 1967, págs. 61-79;
A. Vaigas Barón, «The function ofthe definite article in Spanish», en Hispania, 35,
1952, pág. 410; E. Alarcos Llorach, <<'Un' el número y los indefinidos», en Estudios ...
(cit.), 1970, pllgina 166; J. D. Bowen, «The Apocopation of certain Adjectives in
Spanish», en Hispania, XXXIX, 1956, págs. 349-351; E. Bull, «Spanish Adjective
Positions», en Hispania, XXXIII, 1950, págs. 297-301; y «Spanish adjective position:
the Theory ofValence Classes~>, en Hispania, 1954, págs. 32-38; J. De Bruyne, «Les
néologismes espagnols formés au moyen du suffixe -oide», Linguistica Antverpensia,
VII, 1973, págs. 27 y sigs.; <<Üver het gebruik van het Spaanse suffix -fsimo»; ibidem,
VIII, 1974, págs. 7 y sigs.; «Acerca del sufijo -azo en el español contemporáneo»,
Iberorromania, VIII, 1978, págs. 58 y sig.; S. Femández Ramírez, «A propósito de
los diminutivos españoles», en Strenae, Salamanca, 1962, pág. 185: G. T. Fish,
«Adjectives fore and aft: position and function in Spanish», en Hispania, XLIV,
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Mono gramático de Octavio Paz», en Estudios ofrecidos a E. A/arcos Llorach, IV,
Oviedo, 1979, págs. 455 y sigs.; M. Morreale, «El superlativo en -ísimo y la versión
castellana de El Cortesano», en RFE, 1955, pág. 46; C. A. Solé, Los adjetivos españo-
les terminados en -al, -ar, -ero, -ico y -oso, Georgetown, University, 1966: A. Vera
Luján, «Los adjetivos deícticos en español», Anales de la Universidad de Murcia,
1980, págs. 159 y sigs. A Salvador Plans, <(Contribución al estudio del artículo con
preposición en la Edad Media», Anuario de Estudios Filológicos, I, Universidad de
Extremadura, Cáceres, 1978, págs. 3-23; R. Lapesa, «Sobre el artículo ante posesivo
en castellano antiguÜ», en Sprache und Geschichte. Festschrift fiir Harri Meier, Mün-
chen, 1971, págs. 277-296. M.ª V. Romero Gualda, El nombre: sustantivo y adjetivo,
Madrid, Arco-Libros, 1989; J. Calvo Pérez, Adjetivos puros: estructura léxica y topo-
logía, Universidad de Valencia, 1988; I. Bosque, «Clases de nombres comunes»,
Serta Philologi.ca F Lázaro Carreter, Madrid, Cátedra, 1985, págs. 75-88; S. Femán-
dez Ramírez, La derivación nominal, Anejo del BRAE, Madrid, 1986; G. Sobejano, El
epíteto en la lírica española, Madrid, Gredos, 1956; B. Rodríguez, «Los posesivos en
español», Gramma-Temas, I, León, 1992, págs. 215-230.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 19
CAPÍTULO XXVII

EL PRONOMBRE

Hay una clase muy heterogénea de palabras que han sido inclui- ·
das tradicionalmente en la categoría llamada de pronombres. Dentro
de ella, no obstante, deben distinguirse dos clases, al menos, de pala-
bras: unas que serían interpretables como auténticos pronombres y
otras unidades bifuncionales, que tanto pueden aparecer en función
nuclear de sintagma nominal como en función de adyacente.
Hemos de comenzar señalando que la denominación de pronom-
bres ('en lugar del nombre') no dice nada de su función y naturaleza,
puesto que no deben ser interpretados como sustitutos del nombre. En
el mejor de los casos, el pronombre puede desempeñar las mismas
funciones que un nombre, pero eso no quiere decir que sea su vicario.
Tampoco podemos definir el pronombre como clase de palabras
con flexión de personas, pues ésa es característica sólo de unos po-
cos.
En cuanto a su modo significativo, el rasgo que más precisamente
los caracteriza es que indican deíxis, o sea, que son indicadores preci-
sos o indeterminados .Yª sea en unos casos deíxis contextual
(referencia e indicación a un elemento presente en el contexto), como
vemos por ejemplo en los relativos, bien expresen una deoos ad
El pronombre 579

oculos (señala o indica un elemento presente al hablante) 1. En gene-


ral carecen de significación que no sea deíctica, y tal deíxis unas ve-
ces será anafórica (a un elemento aparecido o consabido) o catafórica
(a un elemento que aún no ha aparecido en el decurso). Ya Jespersen,
Hjelmslev y Van Ginneken vieron su valor indicativo 2 .
Las definiciones de base semántica aluden a la indeterminación
que expresa el pronombre' y a que tal indeterminación puede preci-
sarse: a) por un accidente ocasional -personas, espacio, concepto,
enunciado-; b) por una tendencia a la determinación -inte-
rrogativos-; c) por una carencia de esta tendencia -indefinidos-.
Otros, siguiendo el mismo criterio, llaman a los prononbres pala-
bras generales (por los indefinidos) y vacías de contenido.
Ana Maria Barrenechea los define, certeramente, con criterio se-
mántico, como «clase de palabras no descriptivas y de significación
ocasional, orientada por circunstancias lingüísticas (el coloquio o el
hilo del discurso)» 4 • Mas todas las definiciones son incompletas. Pa-
semos a caracterizarlos, para formarnos una idea adecuada de su na-
turaleza y funcionamiento.
Pasando revista a los grupos tradicionalmente aceptados, vemos
que funcionan como núcleo de un sintagma nominal los personales al
igual que los reflexivos y algunos relativos e indefinidos. Pueden
funcionar como núcleo o como adyacente de sintagma, es decir, son
bifuncionales los posesivos, demostrativos, algunos relativos e inde-
finidos.
En cuanto a su función semántica podemos distinguir dos grupos
de pronombres: los referenciales y los no referenciales. Los primeros
están formados sobre un sistema trimembre cuyo eje son los persona-

1
Véase cap. anterior, págs. 559 y sigs.; y cap. XXVIII, págs. 636 y sigs ..
2
L. Hjelmslev, «La naturaleza del pronombre», en Ensayos lingüJsticos, Madrid,
1972, págs. 253 y sigs.
3
Cf. J. Roca Pons, Introducción ... (cit.), I, págs. 183 y sigs.
4
A. M.ª Barrenechea, «El pronombre y su inclusión en un sistema de categorlas
semánticas», en Filología, 1962, págs. 241-272.
580 Moifosintaxis

les, y la deíxis va marcada por tres términos, el del entorno del ha-
blante, el de distancia (proximidad al oyente) y el de lejanía.
Referencia Referencia
posesiva situacional
l. yo mío éste
2. tú tuyo ése
3. él suyo aquél

En un segnndo grupo tendríamos el pronombre relativo y los in-


definidos. Estos tienen nna referencia indeterminada, pero conservan
la función deíctica.
Entremos ya a estudiarlos uno por uno siguiendo los grupos es-
tablecidos tradicionalmente de personales, posesivos, demostrativos,
relativos, etc.

PRONOMBRES PERSONALES

Son también llamados por algunos pronombres verbales, pues


responden a la categoría de persona, como el verbo.
Por ser elementos deícticos puros no admiten la anteposición de
artículos, ni de ningún otro determinante. Según Alarcos 5, pueden ser
limitados por signos que expresan identidad, singularidad, plurali-
dad ...
Su función es la de núcleo de sintagma nominal y tienen diferen-
cias personales según el sintagma que ocupan. Unos son tónicos y
otros átonos.
Su sistema coincide con el de las personas verbales:

5
E. Alarcos, «Los pronombres personales en españoh>, enArchivum, XI, Oviedo,
1961, págs. 6 y sigs.
El pronombre 581
Forma de contenido:

l.ª Hablante (+)


- - - - - - /ni hablante - ni oyente (0)
2.ª Oyente(-)

Yo+
----!él, ella, ello (ni yo - ni tú).
tú- 0

Su referencia en las dos primeras personas, ejes de la comunica-


ción, es de carácter personal 6 o personalizado necesariamente, pero la
3.ª o no persona puede aludir a personas o no.
En todo caso conviene distinguir siempre, al atender a los referen-
tes personales de estos pronombres sustantivos en el discurso, entre la
comunicación directa (diálogo, debate, conversación, ... ), en que los
pronombres se refieren a los componentes de la comunicación -ha-
blante, oyente, ... - , y la comunicación textual y discursiva. En ésta,
la referencia del yo es al enunciador, que no tiene por qué coincidir
con el emisor de la comunicación; el tú, al alocutario o referente
textual a quien se dirige un enunciado, y que no suele coincidir con el
receptor del mensaje directo; mientras que él, ella, ... suele tener como
referente cualquier adstante o ente (/+ animado/ en las formas él,
élla; y /-animado/ en ello).
Y en el plural hemos de recordar lo que decíamos a propósito del
verbo, que consiste en una combinación de personas con selección en
orden descendente:
nosotros (-as)~+yo +[±(tú)± (ni yo-ni tú)"]
vosotros (-as)~ -yo+ tú+ (ni yo - ni tú)"
ellos (-as)~ - yo-tú+ (ni yo - ni tú)".

6
Cf. supra, págs. 356 y sigs.
Su referencia deíctica se corresponde con tres de las que entendieron Brugmann y
Bühler.
582 Morfosintaxis

Como una variedad de éstos, y privativa de las formas átonas


complementarias, deben interpretarse los reflexivos.

Forma de expresión:
Recordemos en primer lugar sus formas.
FORMAS TÓNICAS
SUJETO SN2 REFLEXIVO SN3 o. PARA TODO
(tónicas) O. DIRECTO (átonas) INDIRECTO
COMPLEMENTO
{átonas) (átonas)
Y REFLEXIVO
SINGULAR
l.ª persona yo me me me mí (conmigo)
2.ª persona tú te te te ti {contigo)

3.ª persona

PLURAL
1.ªpersona
rF.
N.
él
ella
ello

nosotros
lo
la
lo

nos
se

nos
le (se)

nos
él - si
ella - si
ello (consigo)

nosotros (-as)
(-as)
2.ªpersona vosotros os os os vosotros (-as)
(-as)
3.ªpersona ellos (-as) los se les ellos

las (se) ellas

Las formas no variables en cuanto a género suelen interpretarse


bien como no segmentables, es decir, unitarias; o como segmenta-
bles, con los correspondientes morfemas de persona y número:
m-e no-s
t-e o-s
s-e

Tal vez convenga, para estas pocas formas, seguir el primer cri-
terio. En cambio para las formas que varían con el género y el núme-
ro entenderemos la siguiente segmentación morfológica:
El pronombre 583

Lexema Morfema! Morfema II


o- s
ell- a- s
o- s Tónicos
nos-otr- a- s
o- s
vos-otr-
a- s
1- o- s
/- a- s Átonos
/- e- s

Los pronombres personales eneierran las siguientes categorías:


persona, número, género y posible reflexividad. Todas ellas cruzadas
con las correspondientes fonciones.
Según Alarcos Llorach 7, estos pronombres tienen los siguientes
valores de contenido: los tónicos, persona, número, género y posible
reflexividad; los átonos, éstos mismos más el de caso. Y puesto que
uo es conveniente hablar de casos eu español, igualaríamos los valo-
res de ambos, añadiéndoles la función, que en unos será subjetiva y
en otros complementaria.

PRONOMBRES PERSONALES EN FUNCIÓN DE SUJETO

lDado que la flexión verbal en español ha conservado de manera


muy clara las diferencias desinenciales-personales, el pronombre su-
jeto podrá omitirse normalmente. Sin embargo, será necesaria su pre-
sencia ante el verbo en alguos casos, preferentemente como signo
diacrítico o como enfático 8 . En el primer caso aparece el pronombre
7
Loe. cit.
8 En un estudio sobre abundante material, realizado por H. Nora del Río «Los
pronombres personales y su distribucióm~, en Actas de la 5. ªAsamblea lnteruniversi-
taria de Filología y Literaturas Hispánicas, Universidad Nacional del Sur
(Argentina), 1966, págs. 114-131, se confirma la omisión de yo en 359 casos frente a
la presencia explícita en 63 (14 '92 o/o); la de vos (el muestreo es hispanoamericano) en
584 Morfosintaxis

para evitar el equívoco, para diferenciar el género, sobre todo en plu-


ral, y para contraponer diferentes personas (ejemplo: Yo ya te he da-
do mi opinión; ahora tú sabras lo que haces)LCcJ1urnlor enfático es
c~i el uso más frecuente de estos pronombres, tanto-para resaltar el inte-
rés de una perso~omo en la elipsis verbal por zeugma (ejemplo: Tú
has tenido toda la culpa. ¿Yo?). Aparece también en la frase atributi-
va que lleva el atributo ante el verbo y el sujeto pospuesto (ejemplo:
El estado soy yo).
Las formas nosotros y vosotros se dan en nuestro idioma desde el
siglo XVI alternando primero y contrapuestos después a las formas
nos y vos. Según Gili Gaya 9, parece admisible que surgiera la forma
compuesta para excluir a la segunda persona, es decir, que se formó
una oposición lingüística entre plural exclusivo/plural inclusivo.
En realidad la forma otros (<a/teros) induce a pensar en esa ten-
dencia a excluir a otras personas rn
Ello es una forma en desuso. El pronombre personal, que heredó
la flexión latina con variantes casuales y aun con formas de los tres
géneros, ha intensificado tanto su personificación que ha llegado casi
a perder la forma neutra ello en función de sujeto. Y como el valor
deíctico neutro no podía perderse tan fácihnente, es reemplazado por
esto, eso, el caso ...
Hasta el siglo xv1 apenas se encuentra como sujeto.
Sin embargo, ello conserva vitalidad, según Henríquez Ureña 11 ,
en la lengua literaria, en la popular de algunas regiones españolas y
americanas (Antillas, México, Santo Domingo), eu función de sujeto.

248 frente a 24 explícitos (8'82 °/o); él-ella se omiten en 128 casos frente a 22 de pre-
sencia (23' 15 % ), etcétera.
Para la presencia del pronombre personal sujeto en el habla culta de Madrid, véase
el estudio de Emilia Enríquez (cit.), Madrid, 1984.
9 S. Gili Gaya, «Nos-otros, vos-otros», en RFE, 1946, págs. l 08-117.
10
En quechua, según Rodríguez Adrados (Lingüística ... , cit., pág. 394), hay una
1.ª persona plural inclusiva (yo+ tú); y una l.ª plural exclusiva (yo+ él). Véase, ade-
más, R. Cerrón-Palomino Gramática, quechua Jumín-Huanca, Lima, Ministerio de
Educación, 1976.
11
P. Henriquez Ureña, «Ello», enRFH, 1, 3, 1939, p~gs. 209-280.
El pronombre 585
Este pronombre puede tener principalmente valor anafórico, repro-
duciendo elementos y aun frases enteras precedentes, a veces con
matiz pleonástico o de intensidad; o con valor anticipador, que ha
perdido casi totalmente (ello es que ... ). Sigue utilizándose como
complemento y muy frecuentemente como circunstancial (ejemplo:
Todos creemos en ello).

FORMAS DE TRATAMIENTO

J) kn español actual general tenemos fundamentalmente dos po-


sibí~dades para el tratamiento a una segunda persona: el tú y el us-
te~quí no nos preocuparemos de las formas burocráticas, este-
reotipadas, como Vuestra Ilustrísima, Vuestra Excelencia, etc.,
sintagmas nominales pertenecientes a la 3.ª persona, al igual que la
forma usted.
El tuteo es el tratamiento normal en familia, entre amigos, iguales
o compañeros. El usted es, en principio, forma reservada al tratamien-
to respetuoso o distante. Sin embargo, es éste un campo en el que no
se puede admitir la generalización hecha más que como punto de
partida.
El usted deriva etimológicamente del desgaste y abuso de la fór-
mula vuestra merced, provocado por fuctores sociales. Esta es la ra-
zón de que concuerde con el verbo en tercera persona. Es lógico que
todo tratamiento de cortesía o deferente pertenezca a la 3 .ªforma per-
sonal, a la no persona, pues la 2.ª forma señala muy directamente al
oyente. Y si causas sociales impulsaron el cambio de tratamiento de
la oposición tú/vos a la de tú/usted, a lo largo de los siglos xv-xvn,
igualmente las relaciones sociales mediatizan el uso del tú y del us-
ted.
Anticipamos aquí que el tuteo ha ganado mucho terreno en las
últimas generaciones, conforme van perdiendo importancia y consi-
deración las formas externas. Familiaridad, edad, sexo, nivel cultural,
ambiente, situación comunicativa, época y momento, costumbre y
586 Morfosintaxis

grado de amistad son los principales factores que condicionan el uso


de tú o usted 12 .
Vayamos esquematizando las diferentes relaciones y la forma
más frecuente de tratamiento en español peninsular. Como bien vie-
ron Brown y Gilrnan 13 , las relaciones sociales -y las interaccionales
lingüísticas- se establecen en dos dimensiones dadas por factores de
relación social: la solidaridad y el poder; aquella de carácter horizon-
tal y tendencia igualitaria, y la otra de índole vertical y distinguidora.
A su vez, estas dos variantes se pueden aplicar a) recíprocamente,
solidariamente, o bien b) unidireccionalmente.
De manera general podernos advertir que en las últimas genera-
ciones, en el mundo hispánico -y especialmente en España- se
percibe un llamativo cambio general en las formas de tratamiento,
consistente en el paso de unos tratamientos asimétricos y unidirec-
cionales hacia otros de solidaridad y reciprocidad; todo ello a la par
de un debilitamiento de valores 'formales' corno la cortesía, defe- ·
rencia, respeto, educación, etc.
El uso del tú, recíprocamente, es general en las relaciones de
igualdad o paridad, según los baremos de edad, cultura, profesión,
situación social, ... Tanto más firme y general es el tuteo, cuanto ma-
yor sea la igualdad de los interlocutores en los baremos señalados. El
tú es más general entre las generaciones más jóvenes que entre los
mayores.
En las relaciones familiares es general el tuteo entre hermanos,
etc., y casi general entre padres e hijos. Es curioso notar que en el
habla rural sigue dominando el usted de hijos a padres. Sin embargo,

12
Véase J. Fox, «The persons of address in Spanish», en Actes du Xe Congres
International de Linguistes, I, Bucarest, 1969, págs. 685 y sigs. Asimismo V. Alba de
Diego y J. Sánchez Lobato, «Tratamiento y juventud en la lengua hablada. Aspectos
sociolíngüísticos», en BRAE, LX, CCXIX, Madrid, 1980, págs. 95 y sigs. En este ar-
tículo se ofrece una abundante bibliografia. Véase también el estudio de E. Enriquez
(cit.).
13
R. Brown y A. Gilman, «The pronouns ofpower and solidarity», en Th. A. Se-
beok (ed.), Style in Language, New York, 1960, pp. 253-276.
El pronombre 587
los casos particulares más diversos son numerosos, y no es extraño
encontrar familias donde unos hijos tutean a los padres y otros no. La
tendencia neta y abrumadora es hacia un tuteo general en estos casos.
Entre la juventud tutean a los abuelos más de un 75%, mientras que
éstos tratan siempre de tú a los nietos.
Entre amigos es normal el tuteo, lo que no obsta para que exista,
en ocasiones, un trato de usted, cuando la edad de los hablantes es
muy distante.
Podernos indicar, en principio, que el usted actualmente tiene tres
principales valores y usos: el respetuoso y cortés, el distanciador y el
estereotipado. Este último es el menos frecuente, pero se da en las
relaciones profesionales y lo curioso es que no pocas veces se inter-
preta un usted de este tipo con carácter distanciador.
En frn, señalemos que los hilos del tuteo y del ustedeo se han he-
cho tan sutiles corno las propias relaciones sociales, y no carece de
interés lingüístico el ver esquivar un tratamiento directo a un hablante
por medio de rodeos y circunloquios en tercera persona, al no saber si
tutear o no al interlocutor.
Señalemos, por fin, la mayor propensión al tuteo en la mujer que
en el hombre en los primeros contactos o presentaciones de otras per-
sonas.
Corno un arcaísmo exclusivamente burocrático hay que interpre-
tar el llamado plural mayestático, que arrastra consigo al verbo en
concordancia de plural: Nos, el Rey ...
Son curiosas también las motivaciones del plural de modestia o
cortesía. En muchos casos nace del intento de eludir la responsabili-
dad, o de eludir lo categórico de una aserción, cuando no busca una
captatio benevolentiae. Hoy se prefiere un yo que responsabiliza al
hablante, aunque la repetición del mismo resulta incómoda y a veces
pedante: Nosotros creemos, por yo creo ...
Este uso del plural de modestia se generaliza, por cultismo, a
partir del siglo xv.
588 Morfosintaxis

FORMAS DE TRATAMIENTO NO PRONOMINALES

Aun a sabiendas de que no pertenecen a la categoría pronominal,


creemos oportuno presentar aquí brevemente una serie de formas de
tratamiento, de carácter nominal generalmente, desde el vocativo
apelativo hasta los más diversos hipocorísticos, que se utilizan cons-
tantemente en español.
En todo caso, esta somera descripción de usos no modifica en na-
da el sistema funcional, que se sustenta en la presencia de una segun-
da 'persona' en discurso directo con la correspondiente concordancia,
y un nombre de tratamiento de la forma tercera, con la correspondien-
te concordancia con el verbo. La presencia de una u otras está condi-
cionada pragmáticamente: son el contexto, la situación y la relación
intercomunicativa los que mediatizan su utilización.
Unos se usan en forma directa en el diálogo, otros en forma to-
talmente indirecta, a modo de perífrasis.
a) La forma más habitual y normal de apelación es el nombre
propio, que, por ser individualizador, identifica y llama inmediata-
mente la atención del interlocutor.
El uso del nombre propio puede hacerse con función apelativa,
mezclada con unos señalados rasgos deícticos, pero no siempre apa-
rece con esa misión. Es frecuente encontrarlo con función fática, co-
mo mero instrumento para mantener el contacto en la comunicación;
o bien de manera epentética en momentos en que no es necesario. En
todos los casos, pero especiahnente en el último citado, subyace un
factor de halago y atención deferente hacia el interlocutor, un modo
de captatio benevolentiae.
La aparición de esta forma de tratamiento es independiente del
uso del tú, o del usted o ....
El uso del nombre de la persona suele ser recíproco en la mayoría
de los casos (entre hermanos, amigos, colegas, familiares, compañe-
ros, ... ).
El pronombre 589

b) Más frecueute es la presencia del tratamiento en el diálogo


directo con frases nominales varias.
De padres a hijos predominan las formas niño, hijo, ... y en mucho
menor grado nene, cariño, amor, bonito, precioso .... y apelativos seme-
jantes; lo que no impide la aparición ocasional de nombres insultantes
como ganso, idiota .... más o menos afectuosamente expresados.
Los hijos se dirigen a sus padres mayoritariamente con papá, mamá
(en un porcentaje de casi un 99% en las ciudades entre las generaciones
más jóvenes); tratamiento que ha desbancado casi totalmente a padre,
madre, para dirigirse directamente a los progenitores. Estas últimas
fórmulas son más frecuentes en ámbito rural y en generaciones anterio-
res a la actual juventud. Muy por debajo queda el uso de papi, mami,
papuchi,jefe,jefa (hurnoristicos), y demás hipocorísticos.
Entre compañeros y amigos jóvenes el uso del nombre propio o
del apellido ha cedido lugar a nombres hipocorísticos de moda. En el
habla de la juventud de hoy predominan tío, macho, tronco, colega,
chico, ... , en su rnayoria extraidos del pasota, para ellos, y tía, maja,
chica, tía buena, encanto y otros piropos para ellas.
Ligeras variantes ofrece la expresión femenina, que prefiere el
nombre propio o el apodo para dirigirse a un chico, y si tiene con él
una mínima confianza le tratará como majo, niño, ricura, ... , mientras
que a sus amigas y compañeras las llamará niña, maja, guapa, rica,
preferentemente.
Entre personas menos jóvenes el trato directo, si no se hace con el
nombre o apellido, deja traslucir el amigo, colega, ... entre ellos, y
querida, maja, cariño, ... , entre ellas, cuando no se usan, por mímesis,
y casi siempre jocosamente, una fórmula típica de la juventud como
tío, macho, ca_rroza, ...
Podernos constatar la pérdida de señorito, y el desuso de señorita
en las últimas generaciones.

Don y señor
El tratamiento directo con fórmulas nominales conserva el don
seguido de nombre propio para dirigirse a personas a las que se tiene
590 Morfosintaxis

un respeto por su edad, cualificación, diferencia profesional; es decir,


que se trata de un tratamiento deferente del tipo llamado 'de poder'.
Entre personas desconocidas o poco conocidas (y aun entre los
que tienen diferente status profesional) se escucha el 'señor+ apelli-
do' y el 'don +nombre propio'. Favorecen este uso la diferencia de
edad, el grado cultural y la diferencia de sexos. Las últimas genera-
ciones tienden a eliminar el don y el señor.

Otras formas de tratamiento indirectas


Aludiremos brevemente a algunas formas de tratamiento indirec-
tas, sin detenernos en la casuística.
Para evitar el trato directo aparecen con frecuencia en tratamiento
deferente o respetuosos una serie de sintagmas nominales precedidos
de determinantes diversos. Así son frecuentes y de larga tradición se-
ñor, la señora, el señor ministro, mi coronel, su ilustrísima, vuestra
excelencia, su majestad, su eminencia, su alteza ...
Como se ve, siempre que aparece un sustantivo que expresa el
rango, categoria, cualidades,. .. va precedido de un posesivo, del artí-
culo o de algún nombre de tratamiento de carácter genérico. Todos
ellos, como es lógico, concuerdan con el verbo en tercera persona; y
por otra parte, pueden transformarse en fórmulas de tratamiento di-
recto, prescindiendo de los determinantes (señor, excelencia, majes-
tad... ).

Variantes diatópicas
Presentaremos aquí un minimos apuntes de formas de tratamien-
to, pronominales, propias de algunas regiones peninsulares.
El, ella: el uso de él, ella para dirigirse directamente al interlocu-
tor se remonta al siglo XVI como muestra de un trato respetuoso. Así
lo confirman, entre otros Covarrubias y Gonzalo Correas 14 •
14
S. de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana (cit.) y G. Correas, Arte de la
lengua española o castellana (1625). Edición de E. Alarcos García, Madrid, 1954, p.
363.
El pronombre 591

Actualmente se conserva este uso en judeo-español, que descono-


ce la forma usted (en Marruecos se usa la forma vos), en Asturias, en
Miranda de Duero y en la Ribera al oeste de la provincia de Salaman-
ca.
Curiosamente, en algunos de estos lugares (en Salamanca) estos
pronombres de tercera persona concuerdan con formas verbales de
segunda de plural, y se combinan con pronombres complementos de
esa misma persona. Así se puede escuchar «¿Ondi vais él?» o
«.ldevos ella», ¿Qué coméis ella? «El hacéis»; o en Asturias «¿Quiere
algo elli?» (Cabranes), o «¿Sábelo ella, abuelina?».
Aún más llamativo es el plural de esta forma de tratamiento, que
alterna entre el regular en cuanto a la forma, vosotros os sentáis, y
ustedes os sentáis. Téngase en cuenta que aun cuando no esté expreso
el pronombre, el verbo sigue esta misma forma y uso 15 .

VOSEO

El uso del vos en lugar de tú es rasgo peculiar del español habla-


do en gran parte Hispanoamérica, que usan unos dos tercios de la
población, y no en todas las ocasiones.
Se trata de una fórmula hispana que se consolidó y evolucionó al
margen del español peninsular, y que supuso un reajuste del sistema
de tratamientos, originado por causas extralingüísticas, como ya he-
mos señalado.
A principios del siglo xv1 este sistema estaba establecido de la si-
guiente manera:
tú íntimos; inferiores
vos cortesía
vuestra merced respeto

15 Cf. M.ª V. Escandell, «Cortesía, fórmulas convencionales y estrategias indirec-


lfill», REL, 25, 1, 1995, págs. 31-65.
592 Morfosintaxis

Por desgaste y extensión de vuestra merced(---+ usted), esta fór-


mula presiona y ocupa usos propios de vos, hasta hacer que el vos
ocupe el lugar de tú y, en el mejor de los casos, que alternen ambos
para el tratamiento de confianza o familiar. Se trata, pues, de una ex-
tensión de los usos de cortesía, que conlleva un desgaste del prestigio
social de los mismos. Fueron varios los factores que produjeron estos
cambios: por un lado, el espíritu 'puntilloso' y aristocratizante 16 de
los conquistadores y colonizadores, que se sentían nobles hasta el
extremo de reclamar ante la Corona el tratamiento oportuno; su as-
censión a puestos administrativos (regidores, alcaldes, capitanes, ... ),
que les indujo a adoptar los tratamientos oficiales y caballerescos; y
el reajuste social en la España de los siglos xv y xv1, muy especial-
mente en las tierras colonizadas.
En el español peninsular, como consecuencia, se perdió la forma
vos. Pero no así en Hispanoamérica. Lo desecharon Méjico, Perú y
más tarde Cuba y Puerto Rico, y en parte, Chile.
Conviene advertir que el hispanoamericano culto, en la dicción
cuidada, destierra el voseo, si bien hay unas regiones mucho más vo-
sistas que otras.
Este fenómeno no se produce solo, sino que arrastra consigo una
serie de peculiaridades que afectan a la conjugación y a las formas
pronominales con él relacionadas; así se pierde la forma os y el po-
sesivo vuestro, porque el voseo afecta exclusivamente a las tónicas
del pronombre. No es extraño escuchar en Argentina frases como:
Vos te has quedado; Vos te ponés ...
Generalizando, podemos ver cuatro soluciones verbales en el tra-
tamiento vosista:

16
Cf. R. Lapesa, «Personas gramaticales y tratamientos en español», (cit.); y «Las
formas verbales de segunda persona y los orígenes del voseo» en Actas del fil Con-
greso Internacional de Hispanistas, México, El Colegio de México, 1970, págs. 519-
532.
El pronombre 593
A B e D
!' conjugación amáis amás amáis amas
2' conjugación tenéis tenés tenís tienes
3' conjugación ponéis ponés ponís pones

Las formas B (monoptongada <AMADES<AMATIS) y D son


las predominantes en Argentina y países del Plata; la C es caracte-
rística del voseo de una parte de Chile, Colombia, Ecuador, etc.
Ejemplos:
¿Qué opinas de los estudios de acá? Vos lo sabés muy bien.
¿Vos no te has ido aún? Es que no querés irte. Salí vos.

Mas el voseo afecta, además, a las formas pronominales átonas de


los verbos, tanto en construcción refleja como oblícua 17 •
Es decir, que en el español general encontramos el siguiente sis-
tema de formas pronominales de tratamiento:
SINGULAR PLURAL
Tónicos Átonos Posesivos Tónicos Átonos Posesivos

Intimidad
tú ti te tuyo vosotros os vuestro
familiar

le suyo les suyo


Cortesía
usted usted lo - se su ustedes los-se su
deferente
la las

17
Véase para todas estas cuestiones Elena M. Rojas, «El voseo en el español de
América>>, en C. Hemández Alonso (coord. ), Historia y presente del Español de
América, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1992, págs. 143-165; M.ª B. Fontanella
de Weinberg, El español de América, Madrid, Mapfre, 1992, págs. 144 y sigs.
594 Mor.fosintaxis

que en el área vosista hispanoamericana se transforma en este otro:

SINGULAR PLURAL

Tónicos Átonos Posesivos Tónicos Átonos Posesivos

Intimidad les suyo


vos te tuyo ustedes se los
familiar su
las

le
Cortesía les suyo
usted se lo suyo
deferente la ustedes se los su
su
las

Se pueden distinguir dos zonas vosistas principalmente: la del


Plata y la Andina norteña; en las otras se escucha con menor intensi-
dad.
En Argentina, Uruguay (excepto en el norte del país, que no se
vosea) y algo en Colombia, el vos conlleva verbos en plural y en 2.ª
de singular; si en plural, preferentemente con las formas actuales
(Vos te reís), o las arcaicas (Vos sos; Vos te volvés; Vos tenés); y el
singular, más frecuentemente con los pretéritos (Vos te pusiste acá).
En Paraguay coexisten las dos normas (tú y vos).
En Colombia, Ecuador, Venezuela y Chile hay una tendencia a
las formas verbales en -i en los presentes de 2.ª conjugación: Vos te-
nis, habis ...
Las restantes naciones tienen una distribución menos fija. Y va-
rian de unas regiones a otras. En Venezuela, excepto en la costa,
Ecuador, Panamá, Sur de Perú, Chile, y Bolivia alternan el tú y el
vos, según zonas.
A esta rápida panorámica de la distribución y naturaleza del vo-
seo sólo añadiremos que el plural de esta forma en todos los casos es
ustedes; que cualquier hispanohablante vosista con un nivel medio de
cultura evita el voseo en muchos ambientes y en conversaciones con
PRONOMBRES QUE DESIGNAN AL INTERLOCUTOR Y FORMAS VERBALES CORRESPONDIENTES

Andalucía occi- Occidente


Español general dental (!), Cana- Andalucía América Salamanca (I)
Español 1.e los rias y América Salamanca (Il)
siglos XV -XVII de la Pellinsula occidental (II) voseante Asturias
no voseante

Tú te sientas. Tú te sientas. Tú te sientas. Tú te sientas. Tú te sientas. Tú te sientas.

Vos os sentá(i)s.
fcl hacéis.
}-·- > devos ella. l
Él, ella, se sienta.

V. merced se sienta. Usted se sienta. Usted se sienta. Usted se sienta. Usted se sienta.
),~-;,
Vosotros os sentáis. Vosostros os sentáis. Vosostros os
sentrus. sentáis.
} Ustedes os
}"*•·· sentáis.
V. mercedes se sientan. Ustedes se sientan. Ustedes se Ustedes se Ustedes se
sientan. sentáis. sientan.
596 Morfosintaxis

personas no vosistas; y que en lo que va de siglo ha ido cambiando la


frecuencia y situación del uso del vos rn

FORMAS ÁTONAS

Corno se habrá percibido en el cuadro anteriormente expuesto, las


formas pronominales átonas de objeto directo y el objeto indirecto
son iguales en las dos primeras personas y difieren en la última, cuyo
sistema en origen es:
SN2 SN3
!.' p. me me
2.' p. te te

3.' p.
{M.
F.
lo
la le (se).
N. lo

Inmediatamente se ve que la forma le no tiene distinción de géne-


ro al ser común a masculino y femenino, y que lo puede representar a
masculino y a neutro.
La necesidad de evitar equívocos y anfibologías en esas formas y la
tendencia a uniformar la tercera persona corno lo están las dos prime-
ras son los motivos que han provocado un segundo sistema, el actual,
dominante en el ámbito hispanohablante:
SN,

masculino: lo (le)........___

femenino: la ~le(la)
neutro: lo

18
Cf. M.ª Beatriz Fontanella de Weinberg, «La evolución de los pronombres de
tratamiento en el español bonaerense», en Thesaurus, XXV, Bogotá, 1970, páginas
El pronombre 597

Es decir, que le presta ayuda a las formas del SN2 para establecer
distiución de género y, en compensación, la pasa a representar el fe-
meniuo del objeto indirecto coloquialmente. Son los fenómenos que
se conocen con el nombre de leísmo y laísmo. El hablante necesita, al
expresarse, una distinción genérica en tercera persona más que la de
funciones y lo que hace, para distinguir a él o a ella en frases como
Le di un libro, es apropiarse de la forma genérica femeniua más pró-
xima funcionalmente, la, con lo que hemos llegado al laísmo.
Cuanto venimos diciendo vale iguahnente para las formas del
plural, lógicamente.
Laísmo es, en consecuencia, el uso de la en vez de le en objeto
iudirecto femenino. Es muy frecuente en el habla popular, particu-
larmente en Madrid, y Castilla la Vieja, pero no ha logrado consoli-
darse; es criticado y desaprobado por la Real Academia, que reco-
mienda la solución más pura, apoyarse en la forma tónica
correspondiente y decir Le di un libro a él (o a ella).
En el español de Hispanoamérica no se da el laísmo.
El laísmo está documentado, al menos, a partir del siglo xrv y su
difusión puede situarse en el siglo xvn.
Pero aún queda otro posible equívoco en el uso de lo. El hablante,
que ya siente en su subconsciente lingüístico la dualidad genérica
leila (indirecto), aprovecha la forma le para el complemento directo
masculino, lo que recibe el nombre de leísmo; con lo cual queda re-
suelta la confusión con el neutro lo y, además, se equilibra por com-
pensación el sistema pronomiual átono.
El leísmo se ha generalizado mucho más que el laísmo y pode-
mos simplificar diciendo que referido a personas o cosas personifi-

1-11. Véase este cuadro de R. Lapesa («Personas gramaticales y tratamientos en espa-


ñol», en Revista de la Universidad de Madrid, XIX, 74, Madrid, Tomo IV), muy claro
e ilustrativo de las formas de tratamiento en diversos lugares de la península y en His-
panoamérica.
598 Moifosinta:xis

cadas es admitido como correcto, pero no lo es cuando se refiere a


objetos.
Actualmente el eje leísta peninsular más importante gira en tomo
a dos puntos, Madrid y Valladolid, y se extiende a Castilla la Vieja,
Santander, etc.
En Hispanoamérica la forma usada, con algunas excepciones, es
la etimológica: lo para objeto directo, le para el indirecto.
El leísmo no es un fenómeno nuevo, sino con una larga historia.
Según R. Lapesa 19 , es probable que en los orígenes «la coincidencia
de le y lo en forrua apocopada -1 contribuyese en alguna medida a
que el dativo y el acusativo masculino se confundieran en castellano
medieval. Pero el auténtico origen del leísmo fue la perduración del
dativo con un grupo considerable de verbos que en fütín lo regían».
Lo encontramos en el Cantar de Mio Cid, en el Libro de Apolonio, en
Don Juan Manuel, etc.
El mismo autor confirma que durante el siglo xm se extiende a la
mención de cosas, y aún más en el XIV. En el siglo xv se generaliza le
para persona de género masculino.
En los siglos XVI y xvn podemos localizar la cumbre del leísmo
literario y Cervantes va a la cabeza de este uso, según confirma S.
Femández Ramírez 20 •
Hay que notar, además, que algunos verbos favorecen el uso del
leísmo y son especialmente los de significado sensóreo.
Leísmo y laísmo son, por tanto, tendencias hacia el equilibrio del
sistema pronominal átono complementario, desde una base distintiva
de carácter funcional a una diferencia genérica. Si algún día llega a

19R. Lapesa. «Sobre los orígenes y evolución del leísmo, laísmo y loísmo», en
Festschrift Walther von Wartburg zum 80. Geburtstag, Tubinga, 1968, págs. 523-551.
Véase, para estos puntos, F. Marcos Marín, Estudios sobre el pronombre, Madrid,
1978; Gennán de Granda, «Origen y formación del leísmo en español del Paraguay»,
RFE, LXII, 1982, págs. 259 y sigs.
20
S. Femández Ramírez, Gramática ... (cit.), págs. 196 y sigs.
El pronombre 599
consumarse esta tendencia, probablemente el sistema de pronombres
quedaría en la forma siguiente:
le para e1 masculino, la para el femenino, lo para el neutro,

independientemente de su función de objeto directo o indirecto. Este


sistema, indudablemente, es mucho más simple y preciso que el que
poseemos ahora y coincidente con el de las dos primeras personas.
Por loísmo se entienden dos conceptos diferentes: uno, el uso co-
rrecto de lo complemento directo masculino. Y otro, la incorrección y
vulgarismo de un lo por un le en complemento indirecto: Si le cojo,
lo pego una bofetada. Este último uso, aunque poco frecuente, se en-
cuentra ya a lo largo de la Edad Media.
Es notable que tanto el leísmo como el laísmo son mucho menos
frecuentes en plural que en singular.
Recordemos aquí un leísmo vulgar y regional aragonés, que apa-
rece en frases como Se les dije por Se lo dije (a ellos). En realidad es
el cruce de dos oraciones: Les dije y Se lo dije; que también se escu-
cha en el habla popular de algunos países hispanoamericanos.
Al margen de todos estos procesos de reajuste de las formas áto-
nas conviene considerar que la forma lo, por su carácter genérico, es
adecuada para reproducir todo un predicado, un sintagma o una cláu-
sula. Ejemplos:
Llorar, ya lo creo que llora (catafórico).
Saltaron la tapia imprudentemente; tú no lo hagas.

Debe distinguirse este lo complementario del lo gramaticalizado


que se ha convertido en artículo. Compárense
Haz lo que puedes.
Hazlo, que puedes.

Véase cómo ha cambiado la construcción ongmaria con esta


gramaticalización señalada. De un antiguo No sé lo de que me ha-
blas o No son días de fe los en que vivimos, ha pasado a transfor-
600 Moifosintaxis

marse en No sé de lo que me hablas o No son días de fe en los que


vivimos 21 .

EL PRONOMBRE PERSONAL «SE»

Se pronombre personal, no el reflexivo, nace de una amalgama


fonética de pronombres en latín. Sobre el grupo illi-illud, dativo +
acusativo del pronombre personal-demostrativo, se forma se lo a tra-
vés de varias etapas (elielo---+ lielo---+ gelo---+ ge lo---+ se lo). Nace,
por tanto, de una evolución conjunta de dos formas átonas y no tiene
nínguna relación con su homófono reflexivo. Se trata, en consecuen-
cia, de un alomorfo de le, condicionado a dicho grupo pronominal.
Equivalente a las formas tónicas a él, a ella, a ellos, a ellas, fun-
ciona exclusivamente como objeto indirecto, SN3• No tiene, pues, di-
ferencias de género ni de número.

POSICIÓN DE LAS FORMAS ÁTONAS

Los pronombres personales átonos tienen unas normas mínimas


de colocación en relación con el verbo.
En la actualidad aparecen pospuestos al infinitivo, gerundio e im-
perativo; con las demás formas suelen ir antepuestos, aunque en al-
guna ocasión se pospongan por interés o por afán cultista (paréceme
suena más a cultismo que me parece). Pero suelen ser factores esti-
lísticos los que provocan el cambio de posición.
Anotemos de paso que en Galicia, Asturias y algunas comarcas
de León hay una propensión a posponer el pronombre en numerosí-
simos casos.

21
Para todas estas cuestiones, véase nuestro <<Lo ¿artículo o pronombre?», Anua-
rio de Lingüística Hispánica, I, Valladolid, 1985, págs. 115-128; y en el capitulo an-
terior, págs. 572 y sigs.
El pronombre 601

Es frecuente la reiteración pronominal complementaria, con la


forma tónica seguida de la átona (A mí me gusta), y aun a veces la del
sustantivo juuto a la forma átona (A Luis le engañaron). En cualquier
caso la átona va inmediatamente juuto al verbo.
Propio de uua expresión coloquial vulgar es la anteposición del
pronombre reflejo se respecto del verbo en imperativo (ejemplo: Se
callen).
Cuando tenemos un grupo de pronombres átonos, el primero de
ellos el reflejo se y el seguudo me, te, lo, la ... , el orden siempre es
«reflejo-no reflejo átono». Y es vulgarismo la combinación me se, te
se, le se ...
Generalizando, podemos establecer las siguientes reglas posicio-
nales para un grupo de dos pronombres personales átonos:
l. El de segunda persona precede al de !.ªy 3.ª: Te me, te lo,
te la, te le ...
2. El de primera precede al de 3.ª: Me lo, me las ...
3. Se precede a todos ellos.
4. Lo, la, le nuuca ocupan la primera.

En consecuencia, nunca pueden ocupar la primera posición en


estos grupos de pronombres átonos las formas lo, la, le, y sus corres-
pondientes plurales.

LOS REFLEXIVOS

Conviene tener en cuenta que los reflexivos son una variedad de


los personales en fuución complementaria, cuando hay identidad re-
ferencial entre sujeto y objeto de la misma oración 22 • La forma refleja

22
Cf. especialmente para este grupo de pronombres M.ª Antonia Martín Zorra-
quino, Las construcciones pronominales en español, Madrid, 1979. Asimismo N.
Cartagena, Sentido y estructura de las construcciones pronominales en español, Con-
cepción (Chile), 1972.
602 Morfosintaxis

sí /±animado/ sólo se emplea en complemento prepositivo, pero tras


la preposición con adopta la forma amalgamada consigo (Ejemplos:
Los muchachos se miraban entre sí; Discutía consigo misma, sin que
él la replicara). Si bien en ciertos casos pierde su carácter reflejo, es
decir, no tiene el mismo referente que el sujeto 23 . Ejemplos: Lo vi
elegante, seguro de sí, altanero; Le daba vergüenza de sí mismo.
También hay que recordar que la forma se se gramaticaliza muy fre-
cuentemente y forma parte de oraciones muy distintas de las reflexi-
vas, como pueden ser la impersonal con forma refleja, o las intransi-
tivas (Se vive bien aquí; Mis primos se marcharon ayer).
(Véanse, supra, cap. VIII, págs. 193 y sigs., y cap. IX, págs. 200
y sigs. y cap. X)

POSESIVOS

Son los más próximos a los personales, que acabamos de estudiar,


y tienen una referencia a las personas que aquéllos expresan.
Mas frente al personal, con sólo función de núcleo de sintagma
nominal, éstos pueden desempeñar tanto esa función como la de ad-
yacente del mismo sintagma, es decir, que son bifuncionales, si bien
algunas de sus formas -las apocopadas- sólo funcionan como ad-
yacente, y pertenecerían a la clase de los adjetivos.
Fernández Ramírez 24, al que sigue M. Seco, entre otros, interpre-
tó que todos los posesivos son exclusivamente adjetivos, pues no
pueden usarse si no es con apoyo en un sustantivo. Ello le forzaba a
interpretar el lo de grupos como lo mío, lo vuestro como pronombre
núcleo de sintagma, sin aceptar el proceso de gramaticalización que
dicho elemento ha sufrido 25 •

23
Erika C. García, «Evidencia del carácter no reflejo de sí», en Actas del III Con-
greso Internacional de Hispanistas, Roma, 1982, págs. 467-474.
24
Cf. Fernández Ramírez, loe. cit., pág. 114.
25
Cf. supra, págs. 571 y sigs., y nuestro «Lo, ¿artículo y pronombre» (cit.)
El pronombre 603
¡f'?J!uando los posesivos funcionan como núcleo de SN suelen ir
precedidos de articulo. Recordemos sus formas, en las que encontra-
mos los morfemas de género y de número, base de su concordancia
en el sintagma.
Mmfema Morfema
de género de plural
-o -s
l.ª mi-
{ -a
-o
-s

-o -s
Para un poseedor 2.' tuy-
{ -a
-o
-s

-o -s
3.ª suy-
{ -a
-o
-s

-o -s
4.ª nuestr-
{ -o
-o
-s

-o -s
Para varios poseedores 5.ª vuestr-
{ -a
-o
-s

-o -s
6.ª suy-
{ -a
-o
-s

Como se ve, tiene cada persona variación de género, rasgo que


comparte con los adjetivos, sobre el sistema:
+femenino
- - - - - / ll neutro.
-masculino

Las formas de singular suponen un solo objeto (o no objeto) po-


seído, y las del plural expresan más de un objeto poseído. La pose-
604 Morfosintaxis
sión puede ser común a todos los poseedores (ejemplo: Se pinchó
nuestro balón de clase) o distributiva, un objeto poseído por cada po-
seedor (ejemplo: Nuestros horarios son diferentes).
Aunque seguimos hablando de 'posesivos' y 'posesión', con-
viene entender tales conceptos de una manera muy amplia, como
cualquier tipo de relación entre un objeto aludido por el elemento
nominal y una persona gramatical o actante. Así, por ejemplo,
cuando decimos En mi ciudad las fiestas son distintas es evidente
que se trata de una relación de pertenencia o adscripción por censo
del supuesto 'posesivo' (yo-mi) a la ciudad. La relación, pues, es de
signo inverso. En Todos mis amigos me esperaron, la relación es de
reciprocidad y de base /+amistad/; y en Tus hermanos son estupen-
dos vemos una reciprocidad entre tú y los hermanos de base
/+familiaridad/; y en Todos giraban a mi alrededor, la relación es
de ubicación /+entorno/. Así pues, la relación de los posesivos con
los elementos a los que afectan y con los que concuerdan es múlti-
ple semánticamente. Pero son, en esencia, elementos significativa-
mente relacionantes.
Como términos adyacentes, adjetivos pues, antepuestos al núcleo
del sintagma las formas primera, segunda, tercera y sexta se expresan
apocopadas con pérdida del morfema de género: mi(-s), tu(-s) su(-s),
y son de más frecuente uso en tal función que las formas plenas.
Cuando estas formas (mío, tuyo, suyo) funcionan como adyacen-
tes, se posponen al núcleo de su sintagma. Nuestro (-a), vuestro (-a) y
sus plurales pueden preceder al sintagma que forman, y en tal caso
van siempre en primer lugar (Ejemplo: Nuestros mejores compañe-
ros), o posponerse al núcleo del sintagma (Ejemplo: Esos objetivos
vuestros sobrepasan lo razonable).
Las formas su, suyo (-a) y sus plurales tienen referentes múlti-
ples: no sólo él, ella, ellas, ellas, sino usted, ustedes.
Dada la equivalencia significativa entre estos posesivos y los
sintagmas de + pronombre personal tónico, es frecuente encontrar
coloquialmente esta construcción sustituida por el correspondiente
posesivo. Así se escucha frecuentemente alrededor mío, y aun a mi
El pronombre 605
alrededor por alrededor de mí, detrás mío o delante mío por detrás o
delante de mí 26 .
Por último conviene anotar la anfibología de su/suyo que a tantos
equívocos expone. En frases como Luis fue con Antonio en su coche
(a su casa ... ) necesitamos precisar a quien se refiere su; aclarar si el
coche o la casa era del primero o del segundo

DEMOSTRATIVOS

Son igualmente palabras bifuncionales, o núcleos o adyacentes de


sintagma, exponentes principales de la deíxis en el sintagma nominal.
Tal valor deíctico, mostrativo o indicador nace de la exigencia que
tiene el hablante de orientar a su interlocutor espacial, temporal o
nocionalmente. Y ese carácter señalizador es relativo, es decir, está
mediatizado por el emisor y el decurso. El aquí del emisor no siem-
pre coincide con el del receptor "-
Como no hay límites fijos entre las «zonas» señaladas, tenemos
en ellos un rico recurso estilístico para distanciar o aproximar.
La información que emiten, pues, estos demostrativos es la de se-
ñalización.
En la deíxis podemos distinguir varias clases, acomodando las
tesis de Bühler:
a) Deíxis ad aculas, que expresa una indicación hacia algo pre-
sente al hablante.
b) Deíxis contextual, que alude a algúu elemento del decurso; si
éste es anterior, recibe el nombre de anáfora y, si aún no ha apareci-
do, el de catáfora.
c) También suele entenderse una deíxis en phantasma que hace
referencia a algo imaginario o recontado, y que suele operar como a)
o como b).

26 Cf. J. Barker Davis, «Delante mío», en Español actual, 7, Madrid, 1966.


27
Véase capítulo anterior, págs. 559 y sigs.
606 Moifosintaxis

Atendiendo a la primera deíxis, los tres grados de los demostrati-


vos expresan respectivamente: el primero una proximidad espacial,
temporal, personal o nocional al hablante; el segundo, una distancia
media, proximidad a la zona del oyente; y el tercero, una lejanía es-
pacial, de tiempo o nocional.
Si se trata de una deíxis contextual o endofórica el primer grado
de demostrativos expresa una referencia a un elemento muy próximo
en el contexto -el más próximo si hay varios-, el segundo grado,
ése, se refiere a elementos más distantes, o que significan desprecio o
algo genérico; el tercer grado representa al elemento más distante en
el contexto.
Las formas de estos demostrativos, que están sometidos a las ca-
tegorías de género y número, son:
M.
1.'ést- { :: F.
-o N.

~:
M. ést- -o-f-a- -s
SINGULAR 2.ªés- { F. PLURAL és- -o-1-a- -s
{
-o N. . aquéll- -o-/-a- -s.

{
- M.
3.ªaquél -a F.
(aquéll-) o' N.

Cuando funcionan corno núcleo de sintagma nominal se pueden


acentuar gráficamente las formas de primera y segunda, excepto el
neutro, que no puede funcionar corno adyacente del sintagma.
La reacomodación etimológica del sistema latino al español se ha
verificado desde un sistema trimembre hic-iste-ille. El término se-
gundo latino pasa a ser primero en castellano, éste y el tercero se ha
reforzado con atque y eccu (latín vulgar) (aquél). El segundo ha in-
tensificado su valor mostrativo de identidad, pues se formó sobre ipse

* (Las formas neutras no llevan acento.)


El pronombre 607
(ése) 28 • Las formas aquestos, esotros, etc., han desaparecido prácti-
camente de la lengua, si bien alguua vez, por arcaísmo cultista o re-
gional, se escucha esotro día ... Cuando el referente del demostrativo
no está presente en la comunicación, ni en el espacio ni en el tiempo,
ni en la noción, la forma demostrativa habituahnente utilizada es
aquel, que expresa una mención remota.
En el diálogo y en la conversación las formas neutras de los de-
mostrativos adquieren un contenido especial: esto puede convertirse e
en muletilla retardataria de apoyo; eso puede marcar un apoyo a una
aserción de otro interlocutor (Ej.: ¡Eso, sí señor!), señalar y reforzar
el énfasis de un enunciado previo (Ej.: ¡Que se fastidien todos,
eso!) 29 ; por contra, aquello, por su distancia referencial, se utiliza
menos en las formas de comunicación directas, aunque aparece con
frecuencia para referirse a hechos, parajes, actos o situaciones singu-
lares.
Asimismo, las formas ese, esa, eso son frecuentes para expresar
matiz despectivo hacia el referente.
Conviene recordar que el artículo nació por la gramaticalización
de un demostrativo adyacente, es decir, adjetivo, por lo que en algu-
nos casos conserva ese matiz, como señalamos en el capítulo corres-
pondiente 30 •
Es de notar que, por esta génesis del artículo, no puede aparecer
nunca el demostrativo precedido de aquél, salvo en la lengua vulgar,
o en la vacilación ante la deíxis (el ... ése).
Cuando el sintagma nominal va encabezado por un determinante
posesivo, demostrativo o indefinido queda excluido del mismo el ar-
tículo. Ejemplos:
Estos,son mis trabajos; Dices que puedes hacerlo y por eso te lo
piden.
28
Cf. González Ollé, «Precisiones sobre la etimología de aqueb>, en Homenaje al
profesor Muñoz Cortés, Murcia, '1977.
29 Es el valor «polémico» que le asignó Fernández Ramírez, Gramática española,

2.ª edición. 3.2. El pronombre, Madrid, Arco-Libros, 1987, págs. 117 y sigs.
°3
Cf. supra, págs. 567 y sigs.
608 Morfosintaxis

Ello es lógico, pues el artículo es igualmente determinante.

RELATIVOS

Ya hemos aludido a estos pronombres relativos al estudiar la


función de los relatores 31 • Salvo cuyo, todos funcionan generahnente
como núcleo de sintagma y, además de esta función dentro de su ne-
xus, tienen la de insertar una proposición o nexus en un sintagma, es
decir, la propia de un elemento de conexión.
Los relativos son deícticos contextuales, generalmente anafóricos,
es decir, que se refieren a un elemento aparecido en el contexto, que
llamamos antecedente.
Los rasgos que distinguen a cada uno fueron estudiados en los
temas ya citados. Pero aludirnos aquí a sus formas:
Que es invariable en cuanto a número y género, y consecuente-
mente no es segmentable en morfemas. Sus rasgos son /±animado/,
/+endofórico/, /±fórico/ y /-exofórico/.
Es, con mucho, el relativo más utilizado. En un estudio 32 sobre
1810 formas relativas, en el 86,5% aparece que, mientras que cuyo
sólo aparece en 0,1% y cuanto en 0,2%. Y aún más, la presencia de
que con antecedente explícito es la más abundante. De todos los ca-
sos señalados en dicho estudio, 1445 responden a la construcción
mencionada (79,8% del total). Por, contra, la construcción de conteni-
do generalizante, 'artículo+ que' sólo aparece en un 19,5%, siendo la
de uso más restringido entre éstas lo que (0,4%).
De las primeras que mencionamos, la construcción más frecuente
es la del que cuyo antecedente es /-humano/, seguida de la que tiene
antecedente /+humano/.

31
Cf. capítulo XIV, pág. 311.
32
Margarita Palacios de Sárnano, Sintaxis de los relativos en el habla culta de la
ciudad de México, México, UNAM, 1983.
El pronombre 609
Atendiendo a su función, la aparición más frecuente es la del que
como sujeto, en las especificativas (54,7%), seguida de lejos por el
que complemento directo (30,5%). Muy inferiores son las apariciones
del que en explicativas, pero las construcciones guardan semejante
relación y orden que las proposiciones señaladas.
Todos estos porcentajes y datos, referidos solamente al estudio
citado, son, con leves variaciones, comunes a otros textos y corpora.
El relativo que deriva del latino quid, al que se unen los valores y
usos de quod, quae, qui y quem 33, y su forma actual está documenta-
da muy pronto, a fmales del siglo x. Puede referirse tanto a personas
como a objetos y hechos. Este pronombre puede ir precedido de artí-
culo y de preposición. El artículo que le acompaña originariamente
fue su antecedente, núcleo del sintagma (ejemplos: Los cuyos nom-
bres nos son conocidos; No son días de fe los en que vivimos .. ,); y
este uso ha pervivido hasta el siglo x1x, si bien a partir del siglo xvn
ha sido muy escaso. Mas por un proceso de gramaticalización, ese
pronombre originario, los, el..., se ha convertido en nuevo artículo, y,
consecuentemente, ha perdído su tonicidad. El hecho de que hoy di-
gamos No son días de fe en los que vivimos, es clara señal de la gra-
maticalización, puesto que los ha sido absorbido por el sintagma si-
guiente y se ve regido por la preposición 34 •
La anáfora de que puede referirse a toda una proposición o cláu-
sula, a una oración a un sustantivo, a un adjetivo, a un adverbio, a un
sintagma nominal o a un sintagma verbal conjunto. Ejemplos:
A mi no me dieron a elegir, que no es pequeña disculpa; Me de-
terminé a decirlo a mi padre, que casi era como tomar el hábito
(Santa Teresa).

33
Cf. R. Menéndez Pidal, Manual de Gramática histórica española, Madrid, 10.ª
ed., 1958; y Orígenes del español, Madrid, 8.ª ed., 1956, Cf. asimismo A. Par, «Qui y
que en la Península Ibérica», enRFE, 1926, 1929 y 1931.
34
Cf. supra, pags, 571 y sigs,; y nuestro <<Lo, ¿artículo o pronombre'?>>, en Anua-
rio de Lingüística Hispánica, 1, Valladolid, 1985, págs. 115 y sigs.
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 20
610 Morfosintaxis

El uso bastante frecuente de que, con valor genérico, sin la pre-


posición necesaria en su sintagma y con un antecedente con signifi-
cado temporal, local, causal..., es claro galicismo. Ejemplos:
Es aquí que lo encontré; Fue entonces que lo decidimos; Fue por
esa razón que cambiamos de domicilio ... , cuando debiera decir: aquí
donde ... entonces cuando ... ; razón por la que...

Quien acepta morfema de plural, en la forma quienes; otro tanto


sucede con cual/cuales.
El pronombre quien, aparecido tempranamente para cubrir el va-
cío que deja qui, siempre es indicador de persona y puede funcionar
como sujeto o complemento de cualquier tipo con la preposición co-
rrespondiente. Jamás admite artículo antepuesto, y es forma no mar-
cada por morfema de género. Para el plural ha desarrollado la forma
analógica quienes, que aparece en el siglo xvr.
La anáfora personal y la carencia permanente de artículo puede
deberse a su origen; derivado de quem, acusativo latino masculino,
opuesto al neutro quid, étimo del que, fijó su posición en castellano
sobre la base personal, más próxima al masculino que al neutro; y
teniendo presente que su función es de núcleo de SN y que el nombre
de persona no suele llevar artículo en nuestro idioma, es natural que
este pronombre tampoco lo admita.
Quien tiene mucha menor vitalidad que la forma que debido a su
carácter /+animado/, /±humano/ y su referencia, asimismo, casi pri-
vativa a antecedente /+humano/. Su frecuencia es mucho mayor en
especificativa y en cláusulas sin antecedente con función de sujeto o
de objeto, que en cláusulas explicativas.
Que, quienes y cuanto pueden no expresar una deíxis a un ele-
mento precedente,. sino una referencia generalizada, cuando introdu-
cen nexus a función nuclear del SN Ejemplos:
Quien bien te quiere te hará llorar; El que la hace, la paga ...
El pronombre 611

Es el que en otro lugar hemos llamado R,, relator dos 35 .


De las cláusulas con relativo en función de núcleo de sintagma
nominal las más frecuentes son las introducidas por lo que (Ejemplo:
Haz lo que te plazca), seguidas de las encabezadas por el que o la
que, y ya de lejos las que comienzan por quien.
Cuyo y cuanto aceptan variaciones del morfema de género y nú-
mero: cuy-a, cuy-o-s, cuy-a-s, cuant-a-s. Cuyo, además pennanente-
rnente con función de adyacente, concuerda con el núcleo de su sin-
tagma y aporta un valor posesivo. Por ello es semánticamente
equivalente a de + art. + cual. Ejemplo:
Los pasajeros cuyos pasaportes están sellados pasen a la sala de
espera.

En el habla popular se utiliza muy poco, sustituyéndose por del


cual, que no es sino la forma analítica de los dos valores de cuyo, el
posesivo y el relativo, y coloquialmente por el grupo que su.
El pronombre cual, originariamente cualitativo, ha quedado corno
un simple relativo con forma común para ambos géneros y con mor-
fema de plural. Puede hacer referencia a una persona o cosa, y puede
desempeñar cualquier función en el SN.
Siempre forma proposiciones adyacentes explicativas y necesita
el apoyo-ténnino de la anáfora.
En los primeros momentos del idioma podía aparecer sin articulo
en este mismo uso.
Es relativamente frecuente la asunción del carácter relativo ana-
fórico, espacial, cuantitativo y temporal respectivamente, por los
elementos donde, cuanto y cuando 36; si bien su aparición está muy
distante de las de los relativos que y quien.

35
Cf. supra, págs. 317 y sigs.
36
Cf. Manuel Pruñonosa-Tomás, De la cláusula relativa (Los relativos donde y
cuando), Valencia, Universidad, 1990.
612 Moifosintaxis

EN FRASES INTERROGATIVAS

Todos los relativos, excepto cuyo, pueden aparecer en oraciones o


nexus interrogativos, directos o indirectos. La única variación de
forma es que como interrogativos van acentuados gráficamente.
Ejemplos:
¿Qué piensas hacer?; No sé quién vendrá a la fiesta.

Obviamente, en estos casos, que, cual, quien cuanto, ... pierden su


deíxis anafórica y se transforman en catafóricos con los rasgos
/+duda/ /+pregunta/ con una referencia indeterminada.
Tan manido es el qué interrogativo que ha quedado estereotipado
en el habla coloquial en la pregunta-réplica a un enunciado no com-
prendido, con las solas formas ¿qué?, ¿el qué?, ¿lo qué?
En estas construcciones interrogativas qué y cuánto funcionan
como núcleo o como adyacente de sintagma; no así quien ni cual,
que siempre actúan como núcleos. Ejemplos:
¿Qué pedía? ¿Qué mercanclas ofrece? ¿Cuántos vienen?
¿Cuántos años te faltan?

Semejantes caracteres encontraremos en estos elementos cuando


operan en una cláusula complementaria de las llamadas 'interroga-
tivas indirectas'. Ejemplos:
. No sé quién vendrá ni cuántos amigos traerá .
. Me pregunto qué intenciones tiene y a quiénes quiere ayudar con su
actitud.

Semejantes son las funciones de tales pronombres en oraciones


exclamativas y expresiones ponderativas: Qué puede funcionar prin-
cipalmente como adyacente de nombre, adjetivo o adverbio. Ejem-
plos:
El pronombre 613
¡Qué pena me da! ¡Qué tarde es! ¡Qué amigo de sus amigos!

Quién, cuándo, dónde en construcción exclamativa funciona


siempre como núcleo del sintagma. Ejemplos:
¡Quién supiera escribir!
¡Hasta cuándo va a seguir esta situación!

Las otras formas, excepto cuyo, que no pueden aparecer en esta


clase de oraciones, pueden funcionar o como núcleo o como adyacen-
te de su sintagma 37 •

37
Para el estudio del pronombre consúltense, además de lo ya citado, los siguien-
tes estudios: D. Barker Davies, «Ajuste semántico-sintáctico de los pronombres se, él,
sí», en Español actual, 8, 1966, págs. 4 y sigs.; S. Bastida, «A propósito de las res-
tricciones de orden en la secuencias de cliticos en español», en RFE, LVII, 1976,
págs. 79 y sigs.; V. BrOndal,, <<Le concept de personne en grammaire et la nature du
pronolll}>, en Journal de Psychologie, 1939, pág. 175; J. B. Davis, «The "se me"
construction: sorne comments», en Hispania, L, 1967, págs. 322-323; S. Fernández
Ramírez, «Un proceso lingüístico en marcha», en Presente y futuro de la Lengua Es-
pañola, 11, Madrid, 1964; J. Forradellas, «El medio de interés», en BBMP, XLV,
1969, págs. 9-111; H. Frei, lnterrogatif et indefini, un probleme de grammaire com-
parée et de linguistique générale, París, 1940; S. Gili Gaya, «Nos-otros, vos-otros>>,
en RFE, XXX, 1946, págs. 108-117; K. Heger, «Deíxis personal y persona gramati-
cal», recogido en Teoría Semántica JI, Madrid, 1974; V. Lamíquiz, «El pronombre
personal españoh>, en Boletín de Filología, Madrid, 1967, págs. 3-12; y «El demos-
trativo en español y francés. Estudio comparativo y estructuración», en RFE, L, 1967,
págs. 163-202; R. Lapesa, <<Personas gramaticales y tratamientos en españoh>, en
Homenaje a M Pida!, IV, Universidad de Madrid, 1970, págs. 141-167; y <<Las for-
mas verbales de 2.ª persona y los orígenes del 'voseo'», en Actas !JI Congreso Inter-
nacional de Hispanistas, Méjico, 1970, pág. 519; J. M. Núñez Ponte, Lección sobre el
«que», Caracas, 1950; J. P. Rona, Geografía y mo1fologia del «voseo», Porto Alegre,
1967; L. Spitzer, «Vosotros», en RFE, XXXI, 1947, págs. 170-175; e <<Interrogativo e
indefinido», en RFH, l, 1941, págs. 1-8; A. Vera Luján, «La estructura del campo
deíctico personal en español: El pronombre>>, en Analecta malacitana, II, 1, Málaga,
1979, págs. 3 y sigs.; F. García González, «Notas al relativo», en Lecciones del I y JI
Curso de Lingüística fancional, Universidad de Oviedo, 1985, págs. 23 y sigs.; S.
Mariner Bigorra, «¿Vicariedad? y Semántica en el Pronombre», en Lecciones del Iy
JI Curso ... (cit.), págs. 101-110.
614 Morfosintaxis

INDEFINIDOS

El indefinido expresa la principal marca de indeterminación en


los pronombres 38 • Hay en ellos una deíxis, pero indeterminada.
a) Unos pocos de éstos tienen función exclusivamente de nú-
cleo de SN: Alguien, nadie, que son invariables de forma y siempre
hacen referencia indeterminada a persona; y algo, que se refiere a co-
sas. Son, pues, exclusivamente pronombres.
b) Un segundo grupo lo forman los que admiten función tanto
de núcleo como de adyacente; unos están marcados con morfemas de
género y número (alguno, ninguno, uno, otro ... otra/otros/otras) y
otros sólo con el de número (bastantes).
Con todos éstos hemos de agrupar a los indefmidos cuantitativos
(todo, mucho, poco, demasiado ... ).
Hay que señalar que el indefinido alguno ha llegado a adquirir,
pospuesto al sustantivo, valor de negación. Ejemplo:
En parte alguna lo he visto.

c) En un tercer grupo incluimos a los indefinidos compuestos


de pronombres y verbo, de uso menos frecuente en la lengua actual:
cualquiera, quienquiera, con sus posibles plurales cualesquiera ...
d) En un último apartado se incluyen unas formas, originaria-
mente adjetivas, que han adquirido una noción indeterminada ante-
puestas al sustantivo, y aun se han extendido al uso pronominal con
función de núcleo de SN: ciertos, diversos, varios, tal... Ejemplos:
Ciertos amigos, es mejor no tenerlos; ¿Cuántos alumnos han
terminado el trabajo? -Varios.

38
Véase, para esta cuestión, el capítulo anterior, especialmente págs. 567 y sigs.;
y E. Alarcos Llorach, Indefinidos y numerales (cit.)
CAPÍTULO XXVIII

EL ADVERBIO

El adverbio es una categoría o clase de palabras muy heterogé-


nea, generalmente con función de término adyacente del sintagma
verbal. Las unidades que se incluyen en ella son tan complejas que
casi se puede afirmar con Me Williams 1 que es adverbio lo que no es
sustantivo, adjetivo ni verbo.
Carece de morfemas distintivos, es decir, tiene forma relativa-
mente invariable de unidad mínima, que cubre principalmente la
función de aditamento dentro del nexus. Tal función no es privativa
suya, pero sí es la única unidad mínima que puede desempeñarla. Su
presencia o ausencia no modifica esencialmente la estructura del ne-
xus, pero algunos adverbios cambian la modalidad de las oraciones
en que aparecen. En cualquier caso, conviene distinguir con Lyons 2
la función de adjunto y la función complementaria. Aquella es ente-
ramente opcional y en nada obstaculiza la estructura locucional del
nexus, mientrás que la auténtica función de complemento es obliga-
toria y su ausencia quiebra el enunciado nuclear del nexus. No se

l R. D. McWilliams, «The adverb in colloquial Spanish», en Descriptive studies


in Spanish Grammar, Urbana, The University oflllinois Press, 1954, págs. 73-138.
2
J. Lyons, Introducción en la lingüística teórica (trad. de R. Cerdá), Barcelona,
1971, pág. 358.
616 Morfosintaxis

puede decir, por ejemplo, *El accidente fue, suprimieudo el adverbio


aquí o así. Es, pues, categoría funcionalmente autónoma, carente de
flexióu y, por tauto, no sometida a concordancia.
Algunos adverbios admiten sufijos; unos pocos permiten la adya-
cencia de un modificador cuantitativo gradual (más cerca, muy le-
jos ... ); y sólo dos tienen formas propias para expresar la gradación
(bien---> mejor; mal---> peor).
Los adverbios calificativos guardan relación con los adjetivos del
mismo orden, mientras que los determinantes pueden responder al
campo deíctico del lenguaje. En todo caso, se trata de una deíxis léxi-
ca, como veremos. Es tal el paralelismo con algunos adjetivos qne la
Gramática de la R.A.E. 3 lo ha definido como adjetivo del verbo y de
toda palabra con sentido calificativo o atributivo. Según Guillaume 4 ,
el adverbio posee dos tipos de incidencias: incidencia interna a un
concepto, e incidencia externa a la incidencia del adjetivo o del verbo
y aun de otro adverbio, que es incidencia de segundo grado. Según
este mismo antor, si el verbo es incidente predicativo sobre el nombre
sujeto, el adverbio es incidente de incidencia.

FUNCIONES

Al estudiar el adverbio, el primer problema que se nos plantea, es


el de sus funciones. La denominación heredada ad-verbum sólo alude
a su posición e incidencia sobre el verbo; pero ha extendido su fun-
ción de manera considerable.
En la lengua actual el adverbio puede desempeñar una de las si-
guientes funciones:
a) Complementos de oración; b) Moduladores de oración o de
cláusula; c) Cuantificadores de oración; d) Complementos de sintag-

3 R.A.E., Gramática de la lengua española, Madrid, 1962, págs. 136.


4 Cf. G. Moignet, «L'incidence de l'adverbe et l'adverbalisation des adjectifs», en
Tr Li Li, 1963, pág. 176.
El adverbio 617

ma verbal o de la cláusula-nexos; e) Adyacentes de sintagma nomi-


nal; y t) Concatenadores y marcadores textuales.
Aquí nos interesan especialmente las funciones de tipo a), d) y e),
pero también perfilaremos las restantes funciones enunciadas.
Comenzaremos por la de tipo

a) Complementos de oración
Como ya dijimos, hay que distinguir los complementos de ora-
ción de los del sintagma verbal -que afectan a toda la cláusula-, y
de los del sintagma nominal.
Entre los primeros hay un numeroso grupo representado por ad-
verbios, que operan como modificadores de toda la oración.
Distinguiremos en ellos:
l. Los que representan el modus de la enunciación; es decir,
muestran la actitud del emisor ante el mensaje. Algunos los han lla-
mado, impropiamente, 'atributos oracionales'. Ej.: Lamentablemente,
las cosas no nos salieron bien, donde lamentablemente = [ y yo lo
lamento].
2. Otros se refieren a la propia enunciación, a la que modifican o
califican. Ejemplo: Sinceramente, no sé lo que me ha ocurrido [= No
sé lo que me ha ocurrido, lo digo sinceramente].
3. Otros, también en su mayoria adverbios en -mente, se refieren
al texto, al dictum.
De ellos, algunos aportan la modalidad metalingüística de la
enunciación (Ej.: Esquemáticamente, les diré cuanto allí sucedió); y
otros expresan el orden de una parte del enunciado (Ej.: Finalmente,
quiero mostrarles mi último invento).
4. Hay, en.fm, otro grupo de adverbios llamados 'rematizadores',
que modulan asimismo a toda la oración. Ejs.: Prácticamente, hemos
terminado todo el trabajo; Precisamente, quería yo comentarte lo
sucedido.
Como se ve, todos estos adverbios modifican a toda la oración;
no son ni complementos circunstanciales ni nada semejante. Operan
en otro nivel y su función es la de adyacente de oración.
618 Morfosintaxis

Término adyacente en el sintagma verbal.


Es la primera función intraoracional qne le corresponde. En ella
modifica el núcleo verbal de dos maneras posibles: afectando al
contenido verbal con valor de/imitativo o modificativo. En la pri-
mera de éstas restringe, precisa, ciñe el significado verbal (ejemplo:
Este chico come mal). La segnnda añade nna matización externa al
verbo, contingente, sin modificar su significación (ejemplo: Juan
trabaja lentamente). En la delimitativa lo afectado es el semema
básico del verbo, y todo el sintagma predicativo conjunto incide
sobre el nominal snbjetivo. El adverbio no afecta ni modifica, per
se, al sujeto. En cambio, en la modificativa el adverbio incide sobre
la relación sujeto-predicado; en el ejemplo arriba citado, sobre la
actividad y el trabajo de Juan. En ella el adverbio se refiere, indi-
rectamente, al sujeto.
En la primera de estas fnnciones semánticas la unión significativa
verbo-adverbio es mucho más intensa qne en la segunda; en aquella
e.stamos ante una incidencia interna, y en la última, ante una externa.
En todo caso, lo fundamental es sn valor de término secnndario en el
sintagma.
la) SN--SV lb) SN--SV.
t t
Av. Av.

En estos casos desempeña la función de sintagma circnnstancial


generalmente, con muy diversos contenidos: de lugar (Ej.: Aquí lo
encontramos al atardecer); de tiempo (Ej.: Aún te espero); de modo
(Ej.: Se comporta así por despecho); de cantidad (Ej.: Mi hermano
come mucho en este restaurante), etc.
En otras ocasiones el adverbio funciona como objeto directo o
implemento del verbo (Ej.: Bebiste demasiado en la fiesta). Y no es
extraño qne aparezcan algnnos como atributo, bien de una cláusula
atributiva adscriptiva (Ej.: Este niño es asl), o de una ecuativa o de
nna ecuacional (Ej.: Aquí fue donde lo encontramos).
El adverbio 619

Contra lo que muchos dicen, en estos casos no se trata de una


metábasis, metamorfosis o transformación de sustantivación o de ad-
jetivación; los adverbios, al ignal que otras clases de palabras, tienen
capacidad de funcionar de muy diversas maneras, de ocupar diferen-
tes huecos funcionales. Por ello tal vez no convenga seguir definien-
do a una palabra por una función que desempeñe, -en este caso al
adverbio por su función de 'aditamento'-, sino por otra serie de
rasgos que la caracterizan. Distinguir clases de palabras de funciones
o huecos funcionales es primordial en lingüística 5•

Adyacente de sintagma nominal


No es raro encontrar algunos verbos como adyacentes directos o
indirectos del núcleo de un sintagma nominal. (Ejs.: Un chico así no
llega muy lejos; El vecino de ahí enfrente es muy amable).
Mas la variante más interesante de esta función es la del adverbio
como adyacente de un adjetivo y de otro adverbio.

Adyacente de adjetivo.
El adverbio, al igual que el adjetivo, puede funcionar como adya,
cente calificativo o/y deíctico de un adjetivo. Y en tal caso puede
añadir un valor de/imitativo, modificador de la base sémica del adje-
tivo, a la que precisa, restringe o delimita; o bien adquirir un valor
modificativo, exterior al significado y no necesario (ejemplo del valor
delimitativo: Está moralmente deshecho; y del segundo: Un cuadro
sumamente valioso). El modificativo es preferentemente intensivo-
cuantitativo y prefiere anteponerse al término regido. El delimitativo
es con más frecuencia cualitativo o connotativo y admite la posposi-
ción. Pueden ser modificados por adverbios, con valor delimitativo,
los adjetivos calificativos y valorativos, y unos pocos determinantes.
No lo admiten los demostrativos, los numerales, ni los indefinidos.

5
Cf. nuestro artículo «Categorias versus clases de palabras>~, Signo E seña, 1996
(cit.).
620 Moifosintaxis
Como se ve, son solamente dos funciones semánticas de ésta que
comentamos. Ahora bien, como el adjetivo puede aparecer en el sin-
tagma nominal sujeto o en el verbal predicativo como adyacente a un
elemento nominal, el adverbio en tales casos se acomoda a la función
que su sintagma nominal cumple en la oración. Por ello, fácilmente
se comprende la gran movilidad que poseen estos adverbios.
Unos pocos de ellos han quedado permanentemente fijos en esta
función de término adyacente de segundo grado, bien de adjetivo o
de otro adverbio. Otros tienen doble forma: una plena, ad-verbal, y la
otra apocopada, que se apropia la función que estamos viendo.
Ejemplos:
muy (muy bueno, muy bien), tan (tan alto, tan despacio)* mu-
cho, tanto.

El adverbio intensivo puede incidir sobre un sustantivo cuando


éste tiene un valor cualitativo, es decir, cuando su significación es
connotativa (ejemplo: Es muy hombre).
A los adverbios con esta función, así como a los adyacentes de
adverbios, Portier los llama «falsos adverbios» y los engloba en una
categoría particular de cuantitativos, en contraposición a los adver-
bios cualitativos.

Adyacente de adverbio.
Como una extensión de la función anterior debe interpretarse esta
modificación de un adverbio a otro adverbio. La incidencia puede ser
interna (o delimitativa), que afecte a la propia semasia del determi-
nado, y externa (modificativa), que no repercuta directamente sobre
el contenido del adverbio modificado.
La primera incidencia sólo puede darse sobre adverbios cualitati-
vos o que denoten una valoración o graduación; nunca aparecerá ante
otros adverbios deícticos: muy bien, bastante cerca; y nunca
*bastante ahí. Se deben distinguir varios tipos de adyacentes del ad-
verbio, que esquematizaremos aquí:
El adverbio 621

l. Adyacentes de adverbio relativo, que delimitan su contenido y


presentan el término de referencia. Ejs.: Lejos de aquí, Cerca de tu
casa, Debajo de la mesa, Encima del piano, Antes de ahora. Como se
ve, son adyacentes prepositivos delimitadores. Caben aquí los adya-
centes con estructura de sintagma y de cláusula: Ejs.: Antes de salir,
Antes que te cases, Después de resolver el problema, ...
2. Adyacentes apuestos. Se trata de dos adverbios yuxtapuestos,
el segundo de los cuales delimita o precisa el contenido del primero.
Ejs.: Allí enfrente, Aquí cerca, Allá lejos, Aquí mismo, Ahí fuera,
Ahora mismo, etc.
3. Una variante de estos son los adyacentes cuantificadores,
también de carácter adverbial. Ejs.: Muy cerca, Bastante lejos, Muy
bien, Menos tarde, Casi nada, Bien dentro, Tan mal, Demasiado tar-
de, etc.
4. Un nuevo grupo es el de los adyacentes identificadores o de
precisión. Ejs.: Ahí mismo, Enfrente mismo, Justamente allí, Preci-
samente ahí, etc.
Como una variante de éstos pueden interpretarse los adyacentes
de 'aproximación'. Ejs.: Casi siempre, Casi bien.
5. Un grupo importante es el de los grupos de sustantivo + ad-
verbio, en que éste aparece como parcialmente gramaticalizado. Son
las formas del tipo
horas antes
días después
cuesta arriba
puertas afaera
marcha atrás
marcha adelante
río abajo.

Algunos autores (Bello, Lenz, Gili Gaya ... ) han interpretado que
el adverbio se ha gramaticalizado y funciona como preposición del
grupo sintagmático. Con lo que estariamos ante una pre-posición pos-
puesta.
622 Morfosintaxis

R. Trujillo reinterpretó estas estructuras y decidió convertir en


preposición a los sustantivos que encabezan el sintagma.
Salvador Gutiérrez, con criterio certero, ha visto en estos grupos
sintagmáticos unas construcciones absolutas en las que el núcleo
-como no podía ser menos- es el sustantivo y el adverbio un ad-
yacente suyo.
Indudablemente, se trata de unos grupos bimembres, que mantie-
nen una relación de interdependencia entre sus componentes, en los
que el segundo elemento delimita y precisa espacial, temporal o di-
reccionalmente el contenido del primero, así como el del núcleo de la
estructura de la cláusula, el verbo.
Es decir, que el adverbio funciona como adyacente del sustantivo
e incidente, asimismo, del verbo; por lo que se asemejan a los cono-
cidos por la tradición gramatical corno 'complementos predicativos'.
Ej.: Navegaban río abajo entre las sombras: no se trata de dos
complementos meramente yuxtapuestos, sino interdependientes y uno
de ellos, el adverbio, bifuncional.
6. Un comportamiento algo especial vemos en los adverbios en
-mente como adyacentes de adverbio. Generalmente preceden al ele-
mento modificado. Ejs.: Sumamente mal, Relativamente tarde, Preci-
samente antes, Exactamente aquí.

Modificador del nexus conjunto.


La primera extensión funcional qne sufre el adverbio está muy
cerca de la modificativa del apartado anterior.
La diferencia principal reside en que en esta función el adverbio
incide sobre el conjunto del nexus, y no sólo sobre la relación de sus
constituyentes.
Tanto puede adoptar un valor connotativo como uno deíctico.
Ejemplos:

Ciertamente ha venido.
Nuestros amigos viven encantados allí.
Sinceramente, les confieso que no comprendo nada.
El adverbio 623

~-S_'N_~~-s_v_ __,I +-Av.


Moduladores de oración o de nexus.
Es la función de adyacente por la que este elemento enmarca a la
oración modificando su valor y cambiando su modalidad. Son ad-
verbios «de encuadre», principalmente de afirmación, de negación,
de dnda, hipótesis ... ; y suelen preceder a todo el nexus. Ejemplos:
Quizá venga; No lo aceptará.

Bien entendido que no decimos que estos adverbios (de duda, ne-
gación ... ) tengan exclusivamente esta función. Tanto ésta, como las
demás funciones adverbiales pueden estar representadas por diversas
clases de esta categoria:

' ' v.
Av. ~ SN sv -A
'

Los adverbios en -mente que desempeñan esta función suelen ser


transformables en oraciones atributivas:
Probablemente, nadie se opone al proyecto -+ Es probable que
nadie se oponga al proyecto.

Configuradores de oraciones: <<pro-oracionales».


Son, por lo general, los mismos adverbios del grupo anterior, pero
que en un contexto dado aparecen con valor equivalente a una ora-
ción. Son más frecuentes en el coloqnio y especialmente en la réplica
o contestación de un diálogo. Adverbios como sí, no, ciertamente,
624 Morfosintaxis
casi ... configuran oraciones sin necesidad de ningún otro elemento,
con forma unirrémica muy expresiva y prestan al coloquio gran agili-
dad y concisión. Algunos de estos adverbios oracionales ocupan el
puesto de una oración interrogativa o exclamativa. Son aquellos que
suelen introducir esta clase de oraciones: ¿cómo?, ¿cuándo?,
¿dónde? Semejante valor ha adquirido en el habla coloquial la con-
junción ¿Pues?
Un subgrupo especial de éstos es el de los numerosos adverbios
que aparecen en una réplica, comentario a una propuesta, o respuesta
a una pregunta, en un diálogo, debate o conversación. Son índice
fundamental de una economía lingüística, que, además, presta gran
agilidad a la comunicación dialogada.
Unos son de carácter asertivo (sí, ciertamente, evidentemente,
realmente, verdaderamente, efectivamente, regularmente, lógicamen-
te, exactamente, justamente, naturalmente, ... ); otros expresan duda
(quizás, tal vez, ... ), probabilidad o posibilidad (probablemente, segu-
ramente, posiblemente,. .. ). Los hay modalizadores (ojalá, lamenta-
blemente, afortunadamente ... ); otros que marcan desacuerdo (no, en
absoluto, ... ), etc.
Como se ve, todos los que desempeñan esta función están muy
mediatizados por el contexto.

Concatenadores y marcadores textuales


Un buen número de adverbios, junto con otras palabras y grupos
de palabras, desempeñan una función en el texto de elemento de en-
lace, a la par que organizan el texto. Son los que llamamos concate-
nadores6. Su misión nada tiene que ver con la adyacencia ad-verbal
ni de ningún otro tipo. En realidad, son unidades gramaticalizadas
que cambian de función en esta situación y en este nivel textual.
Formas como a) asimismo, más aún, aún más, todavía más, al me-
nos, (y) también, ... , b) antes bien, ahora bien, aun así, ... ; e) entonces,
así pues, pues bien, cons('!cuentemente, de ahí que, por ende, ... ; d)
6
Cf. nuestra Nueva sintaxis de la Lengua española (cit), págs. 212 y sigs.
El adverbio 625
así, concretamente, igualmente ... , enlazan oraciones o parágrafos
formantes del texto aportando respectivamente nna relación a) aditi-
va, b) opositiva, c) de cansalidad y d) de inclnsión y eqnivalencia.
Realmente, sn función en estos casos qneda rnny distante de la ad-
verbial. Convendría, tal vez, decir qne estas nnidades desempeñan
nnas fnnciones determinadas intraoracionales, y otras distintas en el
texto, funciones textnales. El qne pertenezcan a nna clase de palabras
es cnestión relevante en la morfología, rnorfosintaxis y sintaxis in-
traoracional; pero deja de serlo en los niveles textuales.

Corno podrá percibirse, las diversas funciones qne acabarnos de


exponer pueden agruparse de la siguiente manera:
a) A partir de nna fnnción primera de adyacente de verbo, el
adverbio puede extenderse a rnodnlador de nexus y en nna segunda
ampliación de fnnciones llega a modulador o enrnarcador de toda la
oración; de ésta a la función de equivalente oracional, en el coloquio,
no hay más que nn paso, ya que existen nna serie de nnidades supues-
tas, cornnnes en el código de emisor y receptor, que no necesitan
explicitarse más que una sola vez. Todas éstas, pues, son funciones
de la misma serie.
b) Una segunda linea es la que agrupa a las dos últimas fnncio-
nes, y que podríamos englobar bajo la denominación común
«adyacentes de modificadores o adyacentes». En todo caso, el ad-
verbio es incidente de otra incidencia, qne, a sn vez, puede serlo del
sintagma nominal o del verbal, y cnando se refiere a otro adverbio es
incidencia de tercer grado.
Si ya para Platón y Aristóteles el adjetivo era nna snbclase de
verbo, por tener ambos la función de predicación, y para los gramáti-
cos alejandrinos era una subclase de nombre, no puede extrañamos
que, para la lingüística moderna, adjetivo y verbo se agrupen en nna
misma categoría en la estructura profunda de la lengua 7• Pues bien,

7
Cf. J. Lyons, loe. cit., pág. 337. Recordemos, con Lyons, que defienden la iden-
tidad categórica de verbo y adjetivo en la estructura profunda de la lengua, entre otros,
626 Morfos in taxis

partiendo de esta base, el adverbio es incidente de las categorías de


segnndo rango. E insensiblemente hemos desembocado en la teoría
de Jespersen, qne es el precedente de las gramáticas «Categoriales» de
nn Lesniewski y Ajdukiewicz, para quien el adverbio es subjunto o
subnexo, es decir, adyacente de categorías de segnndo rango -verbo
y adjetivo-; añádase a esto una de las características más importan-
tes del adverbio, la recursividad, que no es más que la capacidad de
incidir sobre otra unidad de su propia categoría, y tendremos nna
coherente y orgánica explicación de todas las funciones adverbiales'.
Y c) nna última línea funcional es la de servir de enlace interora-
cional e interparagrafal en la configuración del discurso, aportando nn
factor de cohesión al texto.

EL ADVERBIO Y OTRAS CLASES DE PALABRAS

Hay que partir de que todas las categorías gramaticales de la ora-


ción están íntimamente conectadas y se mueven en perfecto engrana-
je en tomo a los dos ejes básicos del nexus, el sintagma nominal y el

Lakoff, Rosenbaum y Fillmore. Y pensemos que en castellano son muchos los adver-
bios relacionados morfológicamente con adjetivos. Se puede afirmar que «Luis pinta
muy bien>> y «Luis es un pintor muy bueno» son transformaciones de una sola estruc-
tura profunda, subyacente, que podemos ajustar al diagrama siguiente:

o
S~V
~
V Adv
~
AdvAdv
1 2

8
Como cualquiera otra clase de palabras, puede ocupar las más diversas funcio-
nes, aunque sea como elen1ento de cita o en metalenguaje (ejemplo: «Así» es WI ad-
verbio). Cf. Otto Jespersen, Lafilosofia de la gramática, Barcelona, 1975, pág. 108.
El adverbio 627

sintagma verbal. Todas y cada nna desempeñan nna función en la es-


trnctnra de la proposición en nno de esos ejes, constituidos necesa-
riamente por nn núcleo y por nnos términos adyacentes.
Este engranaje de funtivos facilita las múltiples relaciones entre
ellas y así las del adverbio con las otras partes de la oración son las
signientes:

l. Adverbio-adjetivo.
I. Hemos de recordar el paralelismo formal de ambos y sn co-
mún función de habituales términos adyacentes en los correspondien-
tes sintagmas. Sin acndir a la metábasis, podemos ver que algnnos
adverbios funcionan como adyacentes de un nombre (ejemplo: Un
niño bien) y que algunos adjetivos aparecen donde esperaríamos nn
adverbio (ejemplo: Hablar alto), en forma invariable de masculino
singular, puesto que éstos ocupan sin los morfemas exponentes del
género y del número.
Pensemos que la misma clasificación de estas dos categorías ora-
cionales son paralelas: calificativos nnos, determinantes otros. Los
adverbios y adjetivos del primer grupo se corresponden muchas veces
(bueno/malo; bien/mal) y no son pocos los determinantes que tam-
bién cumplen esta correspondencia alto/bajo, arriba/abajo; cer-
ca/lejos, próximo/lejano 9•
Refuerza más esta conexión la existencia de unidades bivalentes
en la lengua con función de modificador, a la vez, de sintagma nomi-
nal y sintagma verbal: es el llamado complemento predicativo, de
forma y concordancia adjetiva, pero con esa doble incidencia (ejem-
plos: Mis amigos viven contentos aquz). Se percibirá que, semántica-
mente, es el resultado de nn cruce de las dos frases siguientes:

9 Mucho y poco, derivados de neutros de adjetivos latinos, se han adverbializado

diacrónicamente. Podemos interpretarlos como lexemas bivalentes, flexionados si ad-


jetivos, invariables como adverbios.
628 Moifosintaxis
viven aquí
mis amigos
{
está: contentos.

ADVERBIOS EN -MENTE

Una segunda línea de adverbialización a partir de un adjetivo


puede darse morfemáticamente con el sufijo -mente, que no puede
añadirse a todos los adjetivos, sino solamente a algunos.
Los adverbios derivados en -mente más abundantes son los que
funcionan como modificadores directos del verbo. Petrona Domín-
guez de Rodríguez-Pasqués 10 , da un 61 '4 % de frecuencia con tal
función entre mil casos contabilizados, mientras presenta un 27'8 %
de modificadores de adjetivos y son muchos menos los que desempe-
ñan otras funciones. Sin embargo no deslinda los que configuran
oraciones por sí solos, que son muy abundantes en la lengua.
Hay que notar que tanto adjetivos en forma normal como algunos
«comparativos» (aun orgánicos) y «superlativos» admiten el morfe-
ma -mente: suavemente, mayormente y estupendísimamente. Es decir,
que esta derivación adverbial es independiente del grado y la forma
del étimo y, en consecuencia, las restricciones de uso dependen del
significado de aquel. Cuando el adjetivo étimo tiene flexión genérica,
el adverbio derivado se forma sobre el femenino, como exigencia del
género etimológico latino de -mente. Hay que tener también presente
que el abuso de los adverbios en -mente da monotonía al estilo; por
ello, cuando hay varios seguidos, en enumeración, sólo se pospone la
desinencia -mente al último, sin que ello deba interpretarse como un
caso de morfo discontinuo.

10
P. Dornínguez de Rodríguez-Pasqués, «Morfología y sintaxis del adverbio en
-mente», en Actas del fil Congreso Internacional de Hispanistas, Méjico, 1970, pág.
293.
Cf. E. Gregores, «Las formaciones adverbiales en -mente», en Filología, año VI,
1960, págs. 77-102.
El adverbio 629
Hablemos ahora de las restricciones de estos adverbios. Por su-
puesto, ningún adverbio originario admite la forma en -mente, es
decir, que no es morfema que se añada a otros adverbios, sino a adje-
tivos, y aun no a todos, pues no todo adjetivo tiene aptitud significa-
tiva para adverbializarse. Para Moignet 11 sólo los que son suscepti-
bles de aplicarse a los procesos que están en el plano temporal
pueden adverbializarse.
Pasemos revista a los principales grupos semánticos de adjetivos
en castellano.
No pueden adverbializarse con morfema -mente los participios
adjetivados, salvo los que han perdido su noción verbal por
entero (marcadamente) o han modificado su significación
(señaladamente, educadamente).
Tampoco admiten -mente las unidades bivalentes nom-
bres-adjetivos que suelen significar estado, nacionalidad,
identificación de personas: viejo, joven, médico, psiquiatra,
psicólogo... , español,francés.
Ningún adjetivo que signifique color, salvo en significación
figurada, admite el morfema -mente: verde, negro, azul,
gris ... La razón parece clara: que el significado cromático
no puede afectar a un proceso, un estado o una acción, sino
solamente a alguna realidad; es decir, sólo es atribuible a
un objeto.
Los adjetivos situacionales, derecha, izquierda, bajo, alto ... ,
tampoco se adverbializan en -mente, a no ser con significa-
do traslaticio.
Los adjetivos que inciden sobre un significado de persona o
algo personificado, no pueden tampoco acomodarse al ad-
verbio -mente: bizco; beodo, daltónico, cursi, enfermo, ex-
hausto, enano, gordo ...

11 G. Moignet, loe cit., pág. 183.


630 Morfosintaxis

En general sólo admiten la adverbialización en -mente aquellos


adjetivos calificativos y valorativos que puedan incidir y modificar
una semasia verbal (proceso, acción, estado ... ). Precisaremos que,
cuando un nombre y un verbo tienen la misma base semántica y aun
idéntico lexema, todo adyacente del primero puede adverbializarse en
-mente generalmente, como modificador del segundo (acto cortés -->
actuar cortésmente) y, como consecuencia, todo adjetivo predicativo
de un sustantivo deverbativo admitirá esa derivación.
II. Las relaciones de la categoría adverbio con los adjetivos de-
terminantes se percibe en los siguientes datos: los demostrativos tie-
nen su paralelo sistema deíctico en los adverbios (éste/ése/aquél;
aquí/ahí/allí; alto/bajo; arriba/abajo; próximo/cercano; lejos/cerca).
Los indefmidos, algo, mucho, poco, bastante, cuanto, pueden funcio-
nar como adverbios o como adjetivos.
III. Otro índice del paralelismo entre adjetivo y adverbio es la
graduabilidad y capacidad de sufijación cualitativa (diminutivos).
Admiten forma comparativa y superlativa los adverbios valorativos
(cualitativos, de modo ... ) y los referenciales (cerca, lejos ... ).
La intensificación, en resumen, puede ser léxica, por un elemento
adyacente, o morfemática, y esta última admite la sufijación, prefija-
ción, .iteración y variación 12 •
Comparación Superlativo

Léxica más tarde muy tarde


sumamente tarde

cerquísima
Morfemática mejor rebién
peor erre que erre
pésimo

12
Véase el trabajo de M.ª: Isabel López Martínez, Problemática del adverbio,
Universidad de Murcia, 1977. Allí presenta un detallado gráfico en que esquematiza
la cuantificación adverbial.
El adverbio 631

2. Adverbio-pronombre.
La relación entre pronombre y adjetivo es notoria en el campo de
los deícticos.
Si adjetivo y adverbio están relacionados, según hemos visto, por
su función y contenido, y los pronombres y adjetivos determinantes
lo están por su forma y función deíctica, nos encontramos ante una
proporción
adjetivo pronombre

adverbio adjetivo

de donde los medios y extremos proporcionales nos prueban su co-


nexión. Y en la lengua, efectivamente, comprobamos que algunos
elementos pueden funcionar tanto en núcleo de síntagma, como en
función de adyacente. Ejemplos:
¿qué?, ¿qué quieres?, ¿qué hora es?, ¡qué bueno!

3. Adverbio-sustantivo.
La relación entre el nombre y el adverbio no es tan acusada, pero
existe. Recordemos de nuevo que el morfema -mente, configurador
de numerosísimos adverbios, es en origen un nombre.
Tanto el sustantivo como el adverbio pueden desempeñar la fun-
ción de aditamento, aquel generalmente con preposición, éste sin
marca de níngún tipo.

4. Adverbio-conjunción.
También el adverbio guarda relación con algunas conjunciones.
No olvidemos que para don Andrés Bello los conectores subordina-
dos (conjuntivos) eran adverbios, a los que él asignaba esta función.
Pero, además, los adverbios cómo, cuándo, dónde, mientras, luego, ... ,
pueden funcionar como verdaderas conjunciones, es decir como
transpositores.
632 Morfosintaxis

Los adverbios que funcionan corno concatenadores o elementos


de enlace en el texto actúan en este nivel. de manera sernej ante a co-
rno operan las conjunciones en la sintaxis oracional.
Por otra parte, son bastantes los que se unen a auténticas conjun-
ciones para funcionar corno tales concatenadores (y así, y entonces,
pues bien ... ). Les separa una diferencia importante, la movilidad de
los concatenadores, frente a la posición casi fija de las conjunciones
en la sintaxis intraoracional (excepto pues, sin embargo, empero ... ).
Aquellos, aunque prefieren encabezar la oración o el parágrafo para
unirlo a lo precedente, pueden ir interpolados en el segmento que
enlazan, aunque separados por pausas.

Respecto a los grupos que aparentemente operan corno transposi-


tores, que algunos han llamado 'conjunciones impropias' o 'locucio-
nes conjuntivas'" del tipo antes que, luego que, así que, después que,
ya que, aun cuando, ... recordemos que funcionalmente constan de
dos elementos: un núcleo adverbial (antes, luego, ... ) de adverbio re-
lativo, y un relator-transpositor (que, cuando ... ). Por consiguiente, no
se funden funcionalmente estas dos clases de palabras, sino que se
complementan. Al cabo de los siglos, tras mucho repetirse conjunta-
mente dos de estas unidades, pueden fundirse y grarnaticalizarse en
mayor o menor grado. Tal es el caso de aunque.

5. Adverbio-preposición.
Corno preposición pospuesta suelen algunos 13 interpretar la for-
ma adverbial en frases corno cuesta arriba, calle abajo, mar adentro,
tres días después ... Pero, en verdad, son meros adverbios pospuesfos
en frase absoluta, que por la preposición componente de algunos, a-·,
suelen hacer innecesaria la presencia de otra que rija el complemento:.
(Cf. págs. 404)
También tienen valor adverbial dos formas prepositivas origina- ·.
rias (entre, hasta) cuando dejan su función nexiva. Ejemplos: ·
13
Cf. R. Lenz, La oración y sus partes, Madrid, 1935, pág. 519.
El adverbio 633

Hasta (aun) los niños quieren mandar; Entre todos la mataron 14 •

POSICIÓN DEL ADVERBIO

El adverbio tiene gran libertad de posición en la proposición, de-


bido a sns numerosas funciones y a que con gran frecuencia es ele-
mento accesorio para el contenido. Es lógico que distingamos entre
los que modifican al predicado verbal, o al nexus, y los que inciden
sobre el adjetivo u otro adverbio.
Distinguir, como hace Me Williams 15 , entre adverbios que prece-
den al verbo y adverbios que lo siguen es adoptar una postura dema-
siado simple y rígida que nada aporta, ya que los mismos pueden ante
o posponerse en diferentes ocasiones. Y ésta es la razón que fuerza al
citado autor a establecer un tercer grupo con los adverbios de «libre
posición».
Es evidente que no ofrecen dificultad los adverbios configurado-
res de oración, ya que casi siempre van solos y, en todo caso, encabe-
zan la misma, o encabezan el turno de un diálogo.
También preceden -generalmente- a todo el nexus los adver-
bios que mediatizan la oración, como los de negación, afirmación,
duda; y siempre van delante los que la matizan cambiando su forma y
aun pueden ser sus enlaces o transpositores (interrogativos, exclama-
tivos ... ). Los de duda pueden posponerse algnna vez, y los de afir-
mación y negación sólo para dar énfasis, aislados entre comas, como
incisos. Ejemplo:
Lo creo, si, lo creo.

Los adverbios adyacentes de un adjetivo y de un adverbio prefie-


ren absolutamente la anteposición al elemento modificado, en parti-
14
M.ª Luisa López (Problemas y métodos en el análisis de preposiciones, Madrid,
1970, pág. 138) las cree preposiciones.
15 Me Williams, loe. cit.
634 Moifosintaxis

cular si tienen valor modificativo. Los cuantificadores siempre se


anteponen a los elementos afectados (muy, tan, bastante, poco, al-
go ... ). Ejemplo:
muy bueno, bastante bien, poco acertado, algo tarde...

Los adverbios adyacentes del sintagma verbal (función !.ª) tienen


mayor libertad, y su posición depende a veces del énfasis que se les
quiera conceder. Como norma, tienden estos adverbios a estar próxi-
mos al verbo afectado y es mucho más frecuente la posposición in-
mediata, en especial si son adverbios en -mente o cualitativos. Los
que modifican conjuntamente a todo el nexus pueden ir delante o de-
trás indistintamente. En concreto los <<Ubicadores», espacio-tempora-
les, pueden preceder o seguir a la proposición.
El adverbio atributivo suele seguir al verbo. Algunos adverbios
modificadores de la oración suelen ir al comienzo en grupo fónico
independiente y con gran énfasis: Evidentemente, le han engañado.
Todos estos pueden transformarse en nexus atributivos. Ejemplo:
Es evidente que le han engañado.

En todo caso, la posición del adverbio, como la de todas las pala-


bras, depende de un buen número de criterios y factores: relación te-
ma-rema, énfasis, focalización, suprasegmentos, expresividad, etc.

CLASIFICACIÓN

Es tal la heterogeneidad de esta categoría que nada fácil es esta-


blecer unas clases que agrupen a todos ellos. En cualquier caso éstas
serán abundantes y se basarán en distintos criterios a la vez.
a) Una primera base clasificadora es la función semántica que
ya establecimos. Según ésta, unos adverbios, al igual que los adjeti-
vos, son calificativos y otros determinantes. Entre los primeros, des-
tacan los de modo (bien, mal, así... y numerosos en -mente).
El adverbio 635

Los determinantes agrupan a los de tiempo y de lugar; y a los


cuantificadores.
Los que modifican, mediatizan o configuran a toda una oración
pueden clasificarse en afirmativos, negativos, dubitativos interrogati-
vos y exclamativos.
La R.A.E., en una clasificación también de tipo funcional semán-
tico, los agrupa en interrogativos, demostrativos (que sirven para res-
ponder) y relativos.
Un grupo importante entre los adverbios es el de los que expresan
relación, que desempeñan la función nexiva. Entre ellos tenemos
también, asf.
Los llamados por algunos «adverbios relativos» (cuando, como,
donde) no son más que meras conjunciones con función de transposi-
tores o relatores.
b) Atendiendo a su etimología, unos serán primitivos y otros
derivados. Entre estos últimos destacan los numerosos adverbios en
-mente.
c) En cuanto a la forma, lo característico de los adverbios es la
invariabilidad y carencia de morfemas externos 16 .
No pueden llevar morfemas de género ni de número cuando fun-
cionan como auténticos adverbios. Solamente algunos cuando operan
como sustantivos admiten el morfema en plural (Ej.: Todos los síes
de la votación ... ). En el mismo caso pueden ir precedidos de artículo
(Ejs.: El sf no convenció a nadie, El ayer nos proyecta hacia el ma-
ñana).

16 Me Williams· habla de diversos motfemas adverbiales según terminen en -o, -a,


-e, -s, -i; y establece cinco grupos, atendiendo a su terminación: a) forma singular del
adjetivo (-o, -e); b) -mente; e) diminutivos; d) aumentativos; e) -ndo (ejemplo: dur-
miendo). Como se ve, no se trata de morfemas flexivos, sino de meras terminaciones
formadas diacrónicamente y que en nada ayudan a sistematizar ni interpretar esta ca-
tegoría.
636 Morfosintaxis

LA DEÍXIS ADVERBIAL

Como bien dijo Bühler, el lenguaje está montado sobre dos in-
fraestructuras o campos lingüísticos: el simbólico y el deíctico. El
primero es exponente de la función significativa o representativa,
mientras el segundo lo es de la mera «mostración».
Todas las categorías de la lengua responden significativamente a
uno de estos campos o a la combinación de ambos, o bien se distri-
buyen entre uno y otro. Así el nombre responde principalmente a la
función simbólico-representativa; los demostrativos son prototipos de
lo deíctico; en el verbo se conjuntan uno y otro, etc.
La teoría del campo deíctico ha sido formulada por K. Bühler, pe-
ro tiene sus precedentes muy lejanos; ya en los gramáticos de la anti-
güedad griega aparece el concepto.
Ahora tratamos de precisar la deixis del adverbio, categoría su-
mamente heterogénea. Pero antes de abordar la cuestión en el adver-
bio español hay que precisar bien el concepto y caracteres de la dei-
xis, para después fijar el sistema que ríge la deixis en aquél.
La función deíctica no es privativa de una categoría ni es un con-
cepto unívoco. Tal función se da en los demostrativos, en los pro-
nombres personales, en el morfema verbal de persona, en los relati-
vos ... y en fin en los adverbios llamados demostrativos; si bien luego
veremos que también en algunos otros adverbios.
La función deíctica nace del deseo del hablante de orientar a su
interlocutor espacial, temporal o nocionalmente, sirviéndose de ele-
mentos lingüísticos. Estos elementos pueden ir acompañados de ges-
tos o movimientos cinésicos.
En la deíxis el hablante ordena y distribuye el mundo que le ro-
dea, se hace eje de todos los entornos. Por ello la deixis, en su grado
más puro, supone una visión subjetiva de lo comunicado.
Otro rasgo fundamental de la deixis, nacido de .la subjetividad, es
la relatividad; es decir, que está mediatizado por el decurso. El aquí,
El adverbio 637

allí... , cambia según el hablante que lo enuncie, según la posición del


mismo, y según se trate de uno o varios hablantes.
Problema importante es el de la significación de los deícticos.
Su contenido semántico no es fijo, siuo que, como dice Bühler,
«reciben su impleción significativa en cada caso del campo mostrati-
vo del lenguaje», esto es, reciben unos «valores de campo», ya que la
esencia semántica es la de señalar.
Para Lyons 17 , los deícticos «tienen significado», en el sentido de
que aportan una información, pero no significan, no expresan un
contenido semántico determinado y fijo en cualquier contexto (y si-
tuación).
Sn significado no es propiamente léxico.
Ahora bien, los deícticos ¿son meras señales, como defendieron
Wegener y Brugmann?, ¿o son, en cierta medida, signos, pues nom-
bran un dominio, una zona determinada, aunque variable, y no expre-
san en todo contexto el mismo objeto?
Son 'símbolos+ señales', esto es, signos deícticos o índices seña~
!adores y orientadores. Para Wundt y Frei, el campo deíctico es índi-
ce de un pensamiento concreto. La reducción a claves es síntoma del
pensamiento abstracto. Y así defienden que la simplificación progre-
siva de los sistemas deícticos de una lengua es prueba de civilización
y culturización crecientes.
Los deícticos no son signos conceptuales; pero son elementos que
aportan un mensaje y sirven para transmitir una parcela de lo comu-
nicado. Y por otra parte son unidades no equívocas, sino de referen-
cia bastante clara y precisa.
El uso de la deíxis está en proporción directa a la imprecisión o
iudetermiuación léxico-semántica.
Todo deíctico supone una orientación en el hablante. El eje de la
orientación es el propio yo, su ahora, su aquí... ; y esta orientación la
consigue a través de la vista, pero también a través del oído y sensa-
ciones táctiles. O bien, otro punto espacial, temporal o nocional.

17 J. Lyons, loe. cit., págs. 426 y 449.


638 Mo¡fosintaxis

MODOS DE DEÍXIS

Brugmann distinguía la Der-deixis (en ella no juegan un papel las


relaciones entre las personas gramaticales»; la Ichdeixis (que se refie-
re a Ja zona del hablante); la Istic-deixis (referida a Ja zona del oyen-
te) y la Jener-deixis (o zona del aquél).
Bühler 18 distingue tres modos de deíxis:
Ad oculos. Por la cual se expresa una indicación a algo presente
al hablante. No se necesita en verdad la presencia fisica del objeto.
Anafórica. Que sirve para señalar algo no presente. Es propia del
decurso y alude a elementos previamente enunciados o citados.
En phantasna. Mostración de algo imaginado o recordado 19 .

En realidad, pensando un poco sobre esto, resulta una clasifica-


ción de modos de indicar atenta a unos moldes clásicos:
Deíxis del emisor hacia la res (ad aculas).
Deíxis del emisor hacia el signum (contextua[).
Deíxis del emisor in mente (en phantasma).

Es decir, que responde a Ja tríada clásica de los constituyentes de


un signo.
La espléndida y utilísima triada de deíxis que ofrece Bühler no es
correlativa ni sus tres formas responden al mismo criterio.
18
Loe. cit.
19
En esta deíxis, que pretende hacer presente lo que no lo está, distingue Bühler
las siguientes posibilidades:
a) Nosotros permanecemos en nuestra situación fisica y espiritualmente y vienen a
establecerse en ella los objetos dé la fantasía o del recuerdo.
b) Nosotros nos trasladamos a la situación imaginada o recordada.
~ c) El hablante es consciente de su situación real y coloca lo imaginado o evocado
en el lugar y tiempo que le corresponde, según la fantasía.
A estos tres tipos de deíxis se ajustan las narraciones imaginadas (cuentos, épica,
drama... ).
El adverbio 639

Arrancando de esta tesis, y acomodándola, nos parece más útil la


siguiente distinción esquemática:
Deixis ad oculos.
~anafórica 20
Deixis contextual o del mensaje.........._
""-.....catafórica.
/pura
Deixis de fantasía/
"contextual.

En cuanto a su contenido semántico, todos estos modos de indicar


pueden señalar lugar, tiempo, referencia personal o noción. Y mu-
chos de ellos, según veremos, están marcados por sernas particulares
tales corno dirección, movimiento, posición, etc .... Es decir, que hay
una deíxis exofórica, señalizadora de un referente externo -in prae-
sentia o in absentia del emisor-, y otra endofórica, que remite a un
elemento del contexto, bien precedente (anafóricarnente), bien si-
guiente (catafóricarnente). Estos deícticos en el texto sirven de conca-
tenadores, de elementos de enlace, de marcadores del discurso, y de
factores de cohesión textual 21 •
Binario es el sistema del francés (celui-ci / celui-la) o el del cata-
lán; temarios son, por ejemplo, el pronominal castellano y el latino.
Pero digamos que esto afecta al sistema deíctico más puro y ad ocu-
los; no en la misma manera a los otros.
Entrando ya en la sistematización de la deíxis de los adverbios en
la lengua española, hay que distinguir la referente a los adverbios de
lugar y la de los adverbios de tiempo corno grupos fundarnentahnente
deícticos.

20
Estas deixis son meta.lingüísticas, señalan elementos del contexto, y además,
son índice de una gran economía lingüística.
21
Cf. nuestra Nueva sintaxis ... (cit.).
640 Morfosintaxis

ADVERBIOS DEÍCTICOS DE LUGAR

R. Lenz 22 los clasifica en subjetivos y objetivos. Los primeros ha-


cen uua referencia más o meuos clara a las tres personas gramatica-
les, mientras que los del segundo grupo expresan la situación o mo-
vimiento eu el espacio. A esta clasificación de base podernos añadir
la distinción entre dinámicos y estativos, según aporten o no el rasgo
de movimiento.
Comenzando por los subjetivos, vernos que se distribuyen en tres
zonas paralelas a las tres personas gramaticales: a) zona del hablante;
b) zona del oyente; y c) zona ni del hablante ni del oyente.
Los límites entre estas zonas no son tajantes, sino que hay puntos
de transición y, además, la extensión de cada zona es relativa, según
se trate de un hablante o de varios. El aquí de dos personas es siem-
pre diferente y distinto al mismo tiempo del aquí de una sola persona.
Las zonas de esta deíxis son concéntricas y rnultidireccionales, es
decir, que su orientación puede ser en cualquier sentido de proximi-
dad al hablante o al oyente.
Podriamos formularlo de la siguiente forma:

allí III
ahí II

8
22
R. Lenz, loe. cit.
El adverbio 641

Factores subjetivos de afectividad, desprecio ... pueden provocar


un desajuste o reajuste y hacemos reemplazar allí por aquí, etc.
Si a este sistema temario subjetivo se le añade el serna de direc-
ción, se obtiene en origen un sistema doble:

-1-
acá allá

según la oposición aproximación/alejamiento del hablante. Pero este


sistema se ha cruzado en la lengua actual con el primero y se anula el
rasgo de la dirección, haciéndose acá equivalente a aquí, especial-
mente en Hispanoamérica, o situándolo en la zona entre el ahí y el
aquí; y allá expresa también una lejanía indefinida sin movimiento.
Como arcaísmo podemos interpretar a acullá, de la zona del allí.
Y escaso es también el uso de las formas posicionales aquen-
de/allende, que forman un subsistema binario.
La extensión de esta zona tercera es indefinida y muy superior a
la de las otras dos.
El segundo gmpo que establece R. Leuz es el de los adverbios ob-
jetivos, que mejor llamaríamos <<posicionales» u «orientadores», ya
que la posición que señalan puede referirse también al lugar del hablan-
te, hecho con el cual la pretendida objetividad uo estaría acorde.
Estos deícticos se distribuyen la dirección o posición respecto al
eje de referencia de la siguiente manera:
fuera encima
afuera arriba detrás
atrás

..___________dentro
adentro
delante
(adelante) abajo
enfrente debajo

GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 21
642 Morfosintaxis

Los flancos (a la derecha, a la izquierda) están representados por


un grupo nominal prepositivo. Los marcados por el serna de dirección
son abajo, arriba, atrás, adentro y afuera; los demás pueden apare,
cer marcados por la dirección en el contexto.
Adverbios que poseen el serna de «exterioridad» son fuera (o
afuera), que se opone a déntro (adentro), y alrededor.
Todos los adverbios de lugar ;miba. enunciados se ven afectados
también por la oposición proximidad/ no proximidad, plasmada léxi-
camente en las unidades cerca I lejos.

ADVERBIOS DEÍCTICOS DE TIEMPO

El tiempo es unidimensional.
En los adverbios de tiempo distinguimos a) deícticos puros, sin
medición precisa, y b) los que están convencionalmente sometidos a
unos límites y medidas.
a) El sistema del primer grupo es:

SIBMPRE archilexema total

. . .J entonces ............. entonces J. . . archilexerna parcial

luego
1
antes ahora después

En estos últimos se ve que tienen por eje el momento de la elo-


cución del hablante, y respecto a él se mide el sentido prospectivo
con dos variantes, después y luego, y el retrospectivo antes.
Todos estos adverbios de tiempo están cruzados con otros que
responden a la oposición proximidad I no proximidad y que se plas-
man en las unidades, pronto, presto, temprano I tarde.
El adverbio 643
Los adverbios de este grupo tienen un archilexema parcial enton-
ces, indicador de pasado y fnturo (muy próximo a la derdeixis o deí-
xis cero) y otro archilexema total positivo, siempre, al que se oponen
en frases de modalidad negativa las.formas nunca y jamás.
b) El segundo grupo de adverbios temporales tiene unos límites,
es decir, están sometidos a medida cronológica.
Su sistema base sería:

SIEMPRE / nunca archilexema

hoy
ayer mañana

Su eje es la nnidad de tiempo en que se encuentra el hablante, el
hoy - unidad cronológica día, sometida al sistema solar-. Sobre
estos adverbios se forman otros indicadores de una referencia relativa
a alguno de los citados. Por ejemplo anteayer, pasadomañana ...
Los archilexemas siempre y nunca son comunes también a este
grupo y conviene tener presente que algunos de los adverbios de lu-
gar extienden su significación para expresar tiempo.
Todos estos adverbios deícticos se manifiestan en la frase de mo-
dalidad interrogativa en unos lexemas, indicadores puros de los ras-
gos de tiempo, lugar, modo y cantidad, que son: cuándo, dónde, có-
mo y cuánto.
Apenas nos detendremos en el cambio que estos adverbios snfren
al pasar de frases marcadas por la actualidad a otras no marcadas por
tal rasgo. Apuntemos sólo que algunos como aquí, ahora, tienen su
correlato adverbial en frases «inactuales», en allí, entonces; mientras
que otros adverbios han de comnutarse por frases nominales. Hoy,
ayer, mañana, se corresponden con aquel día o entonces, la víspera,
al día siguiente, etc., es decir, con los llamados por Bühler «prode-
mostrativos».
Concluyendo, hemos podido ver que los adverbios deícticos:
GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 21*
644 Morfosintaxis

l. 0 No comprenden a todos los componentes de los de lugar, de


tiempo, modo ... sino sólo a algunos de ellos.
2.º Que los sistemas básicos deícticos se manifiestan en los ad-
verbios de tiempo y de lugar, elementos que expresan dimensiones
(una dimensión los primeros, y varias los segundos).
3. 0 Que cada grupo forma parte de un sistema temario montado
sobre un eje, al cual se suman otros snbsistemas binarios. En los tem-
porales se distinguen dos subsistemas según aparezca o no una me-
dición ftja.
4.0 En los adverbios de lugar distinguimos, por un lado, los
subjetivos, formalizados en tres zonas correspondientes a las personas
gramaticales; este sistema se cruza con el de dirección y con otro ar-
caico posicional que ofrece las formas aquende! allende.
Por otra, parte, están los objetivos, posicionales u orientadores,
muy numerosos, porque muchas son las posiciones multidimensiona-
les que se pueden significar. Se agrupan en oposiciones binarias:
arriba/abajo; detrás/delante; adentro/afuera ... Todos estos se cruzan
con los rasgos de proximidad/no proximidad y de movimiento!
estativos 23 •

23
Complétense los planteamientos del adverbio con las siguientes referencias: E.
Alarcos Llorach, «Aditamento, adverbio y cuestiones conexas», en Estudios ... (cit.);
W. A. Gressey, «Relative adverbs in Spanish: A transfonnational analysis», en Lan-
guage, 44, 1968, pág. 487; E. Gregores, ~<Las formaciones adverbiales en-mente. Es-
tudio descriptivo sobre el adverbio español», en Filología, VI, 1950, págs. 77-102; D.
Karcevski, «Sur la nature de l'adverbe», en A Prague School Reader in Linguistics,
Bloomington (Indiana), 1964; A. Klum, Verbe et adverbe, Stocklom, 1961; B. Pottier,
«Problemas relativos a los adverbios en -mente», en Lingüística moderna y Filología
hispánica, Madrid, 1968; E. H. Tamplin, <<Arl additional note on 'más que'», en His-
pania, XII, 1929, págs. 163-170; A. Vera Luján, «La problemática gramatical/ fun-
cional en una tipología categorial. El adverbio en español», en Lexis, 111, 2, Lima
(Perú), 1979, págs. 171 y sigs.; E. R. Egea, Los adverbios terminados en -mente en el
español contemporáneo, Bogotá, 1979; M.ª A. Alvarez Martínez, «Sustantivo, adjeti-
vo y adverbio: caracterización funcional», Verba, 17, 1986, págs. 143-161; A. Alva-
rez Menéndez, <<El adverbio y la función incidental», Verba, 15, 1988, págs. 215-236;
José G. Moreno de Alba, «Sobre la definición y clasificación del adverbio», Anuario
de Letras, XXVI, México, 1988, págs. 31-66; C. Domínguez Cuesta, El adyacente del
adverbio: aproximación fwzcional (tesis doctoral inédita) Universidad de León, 1995.
CAPÍTULO XXIX

LA PREPOSICIÓN

r
LLas preposiciones son una categoría de palabras invariables con
función gramatical dentro del sintagma nominal, que establecen una
relación entre dos sintagmas y que aportan un matiz significativo. Por
sí solas no significan, no denotan, no tienen un referente externo o
pragmático, es decir, no son autosemánticos ni autofuncionales, sino -
que prestan un significado al sintagma que introduc_éi:--7
Finalmente podrían definirse como índice o marcaprenominal de
sintagma no sujeto; pero lo que más nos interesa es su función de
transpositores.
Forman un grupo particular de transpositores, qne insertan un
elemento:
;-;¡) en núcleo de un sintagma nominal no sujeto,
-----b) en término adyacente de cualquier sintagma nominal.
Por sí solas no ocupan, pues, ninguna función salvo en metalen-
guaje, sino que insertan funtivos en algunos de los sintagmas nomina-
les. Son elementos subordinantes que insertan unidades de un sin-
tagma nominal, y las relaciones que establecen son paralelas a las de
cualquier transpositor. Y es de notar que su presencia no obstaculiza
la de otro transpositor conjuntivo.
Pueden funcionar de las siguientes maneras:
646 Morfosintaxis
( --------- 1) Como introductor de sintagmas adyacentes de carácter nomi-
nal (Tr. II). Ejemplo: Buen hijo de su padre.
2) Como introductor de núcleo de un sintagma nominal. Ejem-
. plo: Ha llegado hoy de Madrid (Tr. !).
3) Como nexo de comparaciones: Ejemplo: Es mejor de lo que
todos pensábamos (Tr. II).
4) Como enlace entre los componentes de algunas perífrasis ver-
bales: Ejemplo: Vaya Vd. a saber.

En todo caso, se trata de una relación subordinante entre el ele-


mento primario y el término secundario de la relación, de una autén-
tica 'adyacencia', en el más amplio sentido del término, que comple-
ta, delimita, precisa, ... el contenido del primer elemento relacionado.
El término de una preposición es aquel elemento que la sigue y al
cual inserta en el sintagma.
En principio puede ser término de preposición todo sustantivo o
elemento equifuncional, corno los pronombres, adverbios, infinitivos,
proposiciones ... ; mas conviene hacer una precisión, y es que en algu-
nos casos también puede serlo un adjetivo. Ejemplos:
Está feo de alto; Va en serio; Se jacta de valiente ...

Suele estudiarse habitualmente el primer elemento de la pretendi-


da relación que establece la preposición, mas éste nos parece secun-
dario. Digamos que cuando la preposición transpone a término adya-
cente (Tr. II), el núcleo del sintagma puede ser un sustantivo,
adjetivo, adverbio ... , y aun interjección (¡Ay de mí!, ¡Ah de la ca-
sa!... ); y cuando inserta en núcleo de SN (Tr. I) suele ir precedido de
un verbo, dato accidental, dada la gran variedad y movilidad de los
sintagmas que encabeza.
La palabra llamada «regente» en pocos casos exige una determi-
nada preposición y ni aun precisa llevar complemento prepositivo.
Sólo en casos corno carecer de, privarse de, incidir en, atreverse a,
residir en ... puede hablarse de una verdadera rección del primer ele-
mento, porque la exige. En ellos se puede aceptar la selección de pre-
La preposición 647
posiciones que sugiere Portier 1 para el español (A - R), así como en
aquellos en que la preposición transpone a término adyacente, o en
los que se exige a ante el objeto directo.
Mas esta relación en ningún modo supone que R (A - R - B) sea
elemento funcional junto a A, sino que la preposición siempre lo es
con B.
Efectivamente, son muy pocos los elementos que en nuestra len-
gua exigen una determinada preposición.
Veámoslo en unos ejemplos:
en Madrid
para trabajar
por un ideal
Vivir del cuento
bien
con la familia
entre amigos.

De todos es conocida la lista de preposiciones de nuestra lengua.


M¡¡~jlodemos establecer varios grupos:
· a)! preposiciones simples: a, ante.. ., sobre, tras;
b) preposiciones agrupadas: grupos de preposiciones.
En efecto es frecuente la acumulación de dos preposiciones, que
• aportan sus varios matices al sintagma que encabezan.
Las combinaciones más frecuentes son: de por, a por, de entre,
desde por, para con, para de, para entre, por entre, por de ... 2.

1
B. Pottier, Gramática ... (cit.), págs. 28, 67 y sigs.; y Systématique des éléments
de relation, París, 1962, págs. 116 y sigs.
2 Véase M.ª Luisa López, Problemas y método en el análisis de preposiciones,

Madrid, 1972. .
648 Morfosintmcis

SIGNIFICACIÓN

Es claro que la preposición aporta un matiz significativo a su


sintagma, pero no todas lo hacen con la misma intensidad ni todas
tienen la misma capacidad polisémica.
En realidad, cada preposición, por el hecho de pertenecer a un pa-
radigma lingüístico cerrado, tiene un significado paradigmático, in-
dependientemente de los numerosos usos y sentidos que pueda ad-
quirir en los diversos decursos y en los contextos 3 .
El valor permanente que adquieren «emana de sus relaciones
opositivas con los demás elementos del sistema», con el resto de las
preposiciones. Su significado puede ser más o menos concreto, según
los sernas opositivos que caracterizan a cada una y según los elemen-
tos que pone en relación.
Distinto es el gran abanico de usos y significaciones de habla que
muchas de ellas adquieren en los contextos.
Como se ve, optamos por asignar a cada preposición un signifi-
cado básico en el sistema, que se desarrolla y realiza en diversos sen-
tidos.
Así cada una de ellas se opone a las demás por una serie de ras-
gos, algunos de los cuales, según Morera 4 , son /± finito/,
/±extensión/, /±deterruinación/, /±acompañamiento/, /±presencia/,
/±limitada/, /±vertical/, /±anterioridad/, /±superioridad/, etc., cuyo
conteuido, en síntesis, es /+sentido/ dirección hacia,
/+concomitancia/ = sentido indeterminado, /+aféresis/ = alejamiento
o movimiento retrospectivo de un punto, /+ finitivo/ = límite final del
vector, /+deterruinación/ = aproximación al punto final del vector,
/+presencia/ = acompañamiento presente, etc.
3
Cf. para todas estas cuestiones, Marcial Morera, Estructura semántica del siste-
ma preposicional del español mbderno y sus campos de usos, Puerto del Rosario
(Fuerteventura), 1988, especialmente, págs. 51 y sigs.
4
Loe. cit., págs. 85 y sigs.
La preposición 649
Pues bien, resumiendo podemos decir que las principales prepo-
siciones se definen, en principio por los siguientes rasgos sémicos,
según Morera:

a: /+sentido/, /-concomitancia/, /+aféresis/, /-finitiva/, /-extensión/.


ante: /-sentido/, /+ubicación/, /+relativa/, /+orientado/, /+horizontal/, /+ante-
rior/.
bajo: /-sentido/, /+ubicación/, /+relativa/, /+orientada/, /+vertical/, /+inferio-
ridad/.
con: /-sentido/,/+ acompañamiento/, /+positivo/.
contra: /+sentido/, /-concomitancia/,/+ aféresis/, /+bloqueo/.
de: /+sentido/, /-concomitancia/, /+eféresis/, /-extensión/.
desde: /+sentido/, /-concomitancia/, /+eféresis/, /+extensión/.
en: /-sentido/, /+ubicación/, /+absoluta/.
entre: /-sentido/, /+ubicación/, /+relativa/, /+limitada/.
hacía: /+sentido/, /-concomitancia/, /+aféresis/, /+initiva/, /+determinación/.
hasta: /+sentido/, /-concomitante/, /+aféresis/, /+finitiva/, /+extensión/.
para: /+sentido/, /-concomitante/, /+aféresis/, /+initiva/, /+determinación/.
por: /+sentido/, /+concomitancia/.
según: /-sentido/, /+adecuación/.
sin: /-sentido/, /+acompañamiento/, /-positivo/.
sobre: /-sentido/, /+ubicación/, /+relativa/, /+orientada/, /+vertical/, /+supe-
rior/.
tras: /-sentido/, /+ubicación/, /+relativa/, /+orientada/, /+horizontal/, /+poste-
rioridad/.

Compárense las que fundamentalmente se oponen (a / hacia I


· hasta/ para; de/ desde; sobre/ bajo, etc.) y se comparará Jos rasgos
distintivos de cada una con nitidez, así como sus diferencias.
Cada una de estas preposiciones en los diversos contextos y ante
Jos diferentes términos de su relación adopta en la realidad discursi-
va, del habla, un gran número de sentidos-usos. Así, por ejemplo, la
preposición a puede adquirir más de ochenta usos-valores diferentes;
con, más de sesenta; por, también bastantes decenas, etc.
650 Morfosintaxis

En principio distinguiremos, con Galichet 5, tres grandes grupos


de preposiciones:
·a) Preposiciones fuertes, que mantienen gran independencia
respecto a los términos.
b) Preposiciones aglutinadas, cuando hay una marcada in-
fluencia de uno de los dos términos. Tal es el caso de las llamadas
«locuciones adverbiales» (en un abrir y cerrar de ojos).
En este grupo podemos incluir también las preposiciones que matizan
el amplio campo semántico de donde: en donde, adonde, por donde ...
c) Preposiciones débiles, cuya presencia es casi superflua, su
ausencia no anula el significado del sintagma. Tal puede ser el caso
de a en el grupo a por (Ir por agua) o en frases como Entrar
· (a)dentro.
Interesante es también la clasificación en cuanto al contenido que
establece Pottier 6 , atendiendo a los clasemas de espacio, tiempo y
_noción, entre:
.. .. l. Prospectivas (a, para, hasta, ante, sin, bajo ... ) que se proyec-
tan hacia un después de la referencia
Il. Retrospectivas (de, en, por, desde, tras, con, sobre ... ), que
atienden a la anterioridad respecto a la referencia. Este planteamiento
se completa con la distribución en los tres grandes grupos de campos
conceptuales: espacio, tiempo y noción, que responden al universo
dimensional (los dos primeros) y al conceptual el último.
Ahora bien, estos tres campos conceptuales en que se distribuyen los
valores de las preposiciones tienen una serie de matices, algunos de los
cuales iremos viendo. Mas téngase en cuenta que ni todas las preposi-
ciones abarcan los tres campos, ni cada una se ciñe sólo a uno de ellos.

5
G. Galichet, Essai de grammaire psychologique, París, 1947, págs. 46 y sigs.
6
Portier, loe. cit. Puede completarse el estudio de las preposiciones con la siguien-
te bibliografia: V. BrOndal, Théorie des prépositions. lntroduction Q: une sémantique
rationnelle, Copenhague, 1950; K. G. Lyunggren, «Towards a definition ofthe con-
cept ofpreposition», en Studia Linguistica, V, 1951, pág. 7-20; G. Peuser, Die Parti-
kel <<de)> im modernen Spanischen, Friburgo, 1965; P. Carbonero Cano, Funciona-
miento lingüístico de los elementos de relación, Sevilla, 197~.
La preposición 651

DE ESPACIO

Veamos seguidamente las preposiciones que pueden adquirir


significación espacial.
Teniendo en cuenta la polisemia de casi todas las preposiciones en
el habla, se puede afmnar que buen número de ellas modulan la signifi-
cación del sintagma. Así cuando decimos que la preposición a dentro
de la frase Te espero a las ocho expresa tiempo, no es exacto. Lo que
significa tiempo es el sintagma y la preposición precisa tal significado
aportando el matiz de «situación» o «fijación» del tiempo.
Pues bien, en los sintagmas prepositivos que significan espacio o
lugar encontramos unas preposiciones que sí tienen ese mismo signi-
ficado y otras que sólo aportan una precisión al significado espacial.
Así entendemos en este campo dos subsistemas: a) uno multidi-
mensional o posicional y b) otro unidimensional o lineal.
a) El primero puede fijarse gráficamente como sigue:

sobre tras
a

en--+

de
desde
(cabe)

ante bajo

Cabe, arcaísmo reducido al lenguaje literario, expresa proximidad


inmediata en cualquiera de las dimensiones.
652 Morfosintcvcis

El valor de «penetración» de a (y en) y de «salida» (de, desde)


coinciden con los valores del segundo subsistema, como vamos a ver
en seguida.
A, de y desde están marcadas por los rasgos /+sentido/, /-con-
comitancia/; a también por /+aféresis/; mientras que los otros dos por
/+eféresis/. \
Los restantes sentidos de usos en los diversos contextos derivan
de estos rasgos sémicos y de los otros que ya anunciamos.
Las preposiciones de este subsistema son mayoritariamente esta-
tivas por sí, si bien pueden combinarse con un verbo dinámico; y
abarcan las dimensiones vertical, anteroposterior y horizontal. En to-
do caso podemos subdistinguir unas de valor posicional y otras en
que predomina el rasgo de dirección o dinamismo (a, de).
Se ha extendido hoy, coloquialmente, el uso de contra con valor de
<~unto a» y «frente a» (ejemplo: La habitación está contra la plaza).
b) El segundo subsistema, unidimensional, supone dos planos: el
estativo y el dinámico, si bien a veces se interfieren:

Retrospectivas Prospectivas
para
········•
desde
l. hacia (dinámico)
········•
a
de

•hasta

por
~ - - - ..... - - - - -+- - - - - - - - - - - -~ - - - - - J>- - - - - -1
..
en •
en •
en •
en
Il. (estativo)
entre
!-------------!
La preposición 653

Entre las que expresan dinamismo hay que distinguir las retros-
pectivas (de, desde), que suponen e implican un punto de partida, y
las prospectivas, que atienden a un punto de llegada o término.
Entre las primeras de es la general y desde añade un matiz, el de
intensificar el punto de arranque, añadiendo el rasgo /+extensión/.
Semánticamente podemos establecer las siguientes oposiciones
fundamentales: a/de; hasta/desde; hacia es el exponente de la neu-
tralización dentro de las prospectivas que expresa la pura dirección; y
para significa «dirección + imprecisión» en el término de la misma.
La oposición a/en se basa en los rasgos «dinámico/estativo»,
/±sentido/, /±aféresis/; etc ..
Del segundo grupo, el de valor estativo, una expresa la situación
fija (en); otra tiene aspecto cursivo y expresa tránsito (por) /+sentido,
+concomitancia/; y, por fm, una tercera hace referencia a dos puntos
(entre). Ejemplos:
Desde Santurce a Bilbao; Van para casa; Le esperamos en la es-
quina; Por aquí no pasa nadie; Entre La Seca y Medina.

DE TIEMPO

Los sintagmas prepositivos que significan «tiempo» se apoyan en


unas preposiciones que forman un 'campo semántico' como el repre-
sentado en el gráfico siguiente. Es de notar que estamos ante prepo-
siciones también propias del campo espacial. El que nos ocupa ahora
es, por nuestra concepción del tiempo, necesariamente unidireccio-
nal: - ----,
654 Morfosintaxis
Incoativas Terminativas

desde a

e) de hasta
- - -~
para

a/hacia a/hacia a/hacia a/hacia

en
b)
t---;¡;- ~ r-;¡;-- t----;¡;-
X- - - - - - ~1!_f1.:_e_ - - - - - - -X
a) tras
por

Puesto que se trata de medición temporal, podernos utilizar sin


ningún escrúpulo la terminología aspectual (que ya conocernos). En-
tenderemos tres snbgrupos: a) uno de preposiciones de aspecto cursi-
vo: en (ej.: En un año lo resolveremos); entre, con una marca de refe-
rencia a dos momentos; es, pues, relativa (Entre la una y las dos); y
tras, que expresa posterioridad, especialmente, a hechos durativos
(ej.: Tras varios años de ausencia).
b) En un segundo grupo encajarnos las situacionales: a (ej.: A
las siete te espero) y hacia(~ sobre), que tiene un matiz aproximati-
vo (ej.: Nos encontraremos hacia las nueve); de expresa una situa-
ción en un transcurso de tiempo (ej.: Que de noche lo mataron).
c) En el tercer grupo incluirnos unas incoativas, que expresan el
comienzo de un proceso atendiendo al momento inicial, opuestas a
las de aspecto terminativo, que atienden al término. Ejemplos:
Le esperamos de ocho a diez: Hasta las once no llegó.

NOCIONALES

Los restantes campos significativos son muy diversos y pueden


agruparse en el apartado nodonal.
La preposición 655
Así los campos significativos que más preposiciones usan son,
probablemente, el modo (a, con, de, sin), precio (en, a, por) medio,
compañía, instrumento, etc., etc.
Mas es muy interesante observar cómo las lineas fundamentales
de los significados espaciales y temporales tienen sus paralelos en di-
versas nociones; esto es que las preposiciones ya estudiadas suelen
extender sus valores al llamado campo nocional.
Así de, además de los significados apuntados ya, tiene nocional-
mente otros que podemos agrupar en:
origen o procedencia
causa; ilativo
l. Incoativos
j
pro~i~dad
partitivo
materia.

.
II. Puramente nocionales
{modo
d..•
con 1c1on.
III. A estos -claro está- hay que unir los usos estrictamente
gramaticales que encontramos en la transposición a términos adya-
centes (ejemplos: ¡Ay de mí!; ¡Una maravilla de mujer! ... ).

Veamos ahora sucintamente los principales grupos de contenidos


y valores de uso que expresan algunas preposiciones, aparte de los
espaciales y temporales:
L La preposición a atiende también a varias nociones, que
guardan parangón con los significados espacio-temporales.
1) Valor prospectivo: finalidad y fm.
2) Valores retrospectivos: causa, motivo, razón, condición (a no
ser cierto ... ).
3) Valores estativos: modo, instrumento, medio, precio, pro-
porción ...
4) A éstos hay que añadir los valores gramaticales: transpositor
de objeto directo personal...; conector de formantes de perífrasis
(Echó a correr, ... )
656 Morfosintaxis

II. Por, distribuye sus valores en los siguientes grupos:


Prospectivos: fin y finalidad.
Retrospectivos: causa, motivo.
_Nocionales puramente: modo, medio, precio, concepto
{ej.: Tener por bueno), equivalencia, cambio y susti-
tución, cauce, intermediario, intercesión ...

IIL Para tiene, además, otros muchos sentidos:


De destino, uso, fin y objetivo.
De proximidad imnediata {ej.: Está para llover).
._De relación o referencia (ej.: Para el tiempo que lleva lo
ha hecho muy bien) 7•
De contraste (y concesivo). Ej.: Juega demasiado bien
para ser tan joven; Para lo que me pagan, bastante
trabajo.
De ponderación. Ej.: Tiene una borrachera que para
qué ... ; Está para comérselo de un bocado.
Como fórmulas de conclusión de enunciado. Ej.: Para ser
exactos, costó 1203 pts.
De utilidad o servicio. Aparece mayoritariamente como
complemento adnominal o de adjetivo Ej.: Vacuna
para la gripe; Inútil para el servicio; Muchacha para
todo.
Y así de manera semejante casi todas las preposiciones espa-
cio-temporales extienden sus valores a otras nocionales, pero sobre
líneas de contenido paralelas a la de aquellas primeras y relacionadas
con ellas.

IV. Caso distinto es el de las preposiciones estrictamente nocio-


nales, entre las que destaca con, cuyos valores principales son: com-

7
Para los usos de todas las preposiciones, véase Marcial Morera (loe. cit.), págs.
145 y sigs.
La preposición 657
pañía, medio e instrumento, modo, ocasión, condición, concesión,
causa, oposición y reciprocidad.
Y destaca por su desuso el ya casi arcaísmo so (bajo), exclusiva-
mente combinable en los grupos, so pena, so color, so pretexto, so
capa.
La presencia o ausencia de las preposiciones aportan un cambio
de significación (Espera un niño ! Espera a un niño), o supone una
selección semántica del término de la preposición.
Algunos autores han interpretado como preposición ciertos ad-
verbios pospuestos en frases hechas como cuesta arriba, mar aden-
tro, calle abajo, dos días antes ... Así cree R. Lenz; mas no son sino
adverbios que se posponen y forman un sintagma circunstancial sin
marca prepositiva 8•
Tras este panorama del contenido de las preposiciones, recorde-
mos que son elementos formalmente independientes, introductores de
sintagmas nominales, con carácter subordinante y siempre unidos al
elemento subordinado. Esto justifica su ausencia del núcleo del sin-
tagma nominal sujeto.
Su presencia puede ser exigida gramaticalmente como rasgo dia-
crítico negativo (de no sujeto), pero además aporta un contenido de-
terminado que modifica o perfila el del sintagma que introduce.

PREPOSICIONES CON FUNCION GRAMATICAL

Incluiremos en este apartado una serie de usos de las preposicio-


nes, que, en general, por un proceso de gramaticalización, han llega-
do a adquirir un puesto gramatical, tras haber perdido todo su valor y
contenido originario. Hay varios grupos distintos, que presentaremos
sintéticamente:

8Véase más arriba, págs_ 621 y sigs.


658 Morfosintaxis

l. Preposición formante de perífrasis verbales.


Hay una serie de perífrasis verbales, con verbo no finito en infi-
nitivo, que necesitan una preposición determinada entre el verbo fle-
xivo y dicho infinitivo. Son pocas las perífrasis, como ya dijimos más
arriba (págs. 480 y sigs.) y, consecuentemente, las preposiciones que
participan en este grupo. Señalamos las más notables:
. Tener de + infinitivo, arcaizante (Tengo de subir al árbol) .
. Haber de+ infinitivo (Has de ir por la tarde): obligativa .
. Deber de+ infinitivo (Deben de ser las doce): hipotética .
. Echar a + infmitivo (El muchacho echó a correr): incoativa.
.Romper a + infinitivo (Rompió a llorar desconsoladamente): in-
coativa .
. Ponerse a+ infinitivo (Nadie se puso a escribir): incoativa.
. Llegar a + infmitivo (Llegó a decirles cuanto pensaba): termi-
nativa.
. Dar en+ infmitivo (Ha dado en pensar tonterías): terminativa.
. Dejar de + infinitivo (No dejes de comprarme el libro): termi-
nativa.
. Volver a + infmitivo (No vuelvas a hacer esas cosas): reiterati-
va. Etc.
Como se ve, la preposición en todos estos casos es un elemento
instrumental, hoy imprescindible, que no aporta un valor propio, sino
que ayuda a conformar el del conjunto perifrástico.

2. Preposición ante gerundio


Solamente la preposición en puede preceder al gerundio simple,
apoyando el contenido de inmediatez temporal propio de la forma
verbal. Esta construcción es preferentemente !iteraría.
Ejemplo: En llegando a la ribera, los jóvenes se dispersaron por
el prado.
La preposición 659

3. «A» índice de objeto directo y de objeto indirecto


a) La preposición a aparece ante el objeto directo básicamente
cuando éste tiene el rasgo /+animado/, /+ individual/ y el verbo de
quien depende está marcado por /+dinamismo/ /+animación/. En este
caso, la preposición ha perdido todos sus sernas originarios y se ha
convertido en un mero índice gramatical. Ej.: Ha ido a buscar a su
amigo a la salida del cine.
b) Asimismo esta preposición es índice de un complemento in-
directo, marca del destinatario o beneficiario de una acción, proceso,
actitud, relación, etc. Ejs.: He regalado un libro a mi primo por su
cumpleaños; Ya he oído la noticia a mi hermano.
4. Hay, en fin, un gran grupo de preposiciones que introducen
términos adyacentes de un sintagma nominal, cuyo contenido, cuan-
do no se pierde, queda totalmente atenuado o diluido. Ejs.: Casa de
madera, Calle de Alcalá; La villa de París; Noche de verano; Casa
con dos puertas; Casa sin barrer; El tonto de Luis; Francisco de
Quevedo; Es un pan sin sal; etc. 9 .

9
Véanse además para este tema:
P. Carbonero Cano, Funcionamiento lingiiistico de los elementos de relación,
Universidad de Sevilla, 1975; J.C. Davis: <<Á and DE in Spanish: More Observa-
tions», Hispania, 51, 1968, págs. 860 y sigs; C. Guimier, Prepositions: an analitica/
bibliography, Amsterdam, 1981; R. Lapesa, <<Los casos latinos: restos sintácticos y
sustitutos en español», BRAE, XLIV, págs. 57-105; J. D. Luque, Las preposiciones,
valores y valores idiomáticos, Madrid, 1973; E. Roegiest, ~<Hacia una nueva semánti-
ca de las preposiciones a y en en español contemporáneo», Romanisches Jahrbuch,
XXVIII, págs. 225-282; J. Schmidely, «Preposiciones españolas: de en a contra»,
Lingüística española actual, 1, págs. 169-180; R. Trujillo, «Notas para un estudio de
las preposiciones españolas», Thesaurus, BICC, XXVI, págs. 234-279; L. Santos Río,
«Sobre locuciones prepositivas (y cuestiones conexas)», en Indagaciones semánticas,
sintácticas y lexicográficas, Salamanca, 1993, págs. 11-30.
ÍNDICE DE AUTORES

Abad Nebot, F., 546. Alemany, J., 546.


Academia Española (Real), 67, 109, Almela Pérez, R., 268, 269.
110, 131, 132, 133, 139, 147, Alonso Cortés, N., 231.
150, 174, 177, 183, 207, 213, Alonso, A., 26, 67, 69, 73, 211, 220,
287, 296, 302, 343, 370, 372, 267,306,366,569,574.
374, 386, 388, 460, 509, 616, Alsina, R., 343.
635. Alvar Ezquerra, M., 547, 558, 563,
Acero, J. J., 413. 565.
Agrell, S., 459. Alvar, M., 336, 380, 381, 495.
Ajdukiewicz, K., 626. Álvarez Martínez, M.ª A., 145, 146,
Alarcos Lloracb, E., 24, 60, 74, 75, 147, 570, 644.
83, 84, 93, 95, 100, 101, 103, Álvarez Menéndez, A., 644.
110, 114, 115, 117, 118, 119, Allen, M. E., 322.
120, 136, 166, 173, 179, 187, Anderson, J. M., 54 7.
194, 198, 208, 211, 212, 216, Andrade, M. J., 220.
218, 231, 233, 243, 248, 250, Andres Suárez, l., 405.
313, 320, 321, 322, 352, 356, Antoine, G., 310.
364, 365, 366, 368, 375, 376, Arias Barredo, A., 547.
395, 399, 434, ' 450, 456, 462, Aristóteles, 238, 625.
463, 464, 478, 530, 533, 555, Ariza, M., 495.
567, 571, 573, 577, 580, 583, Atkinson, D.M., 343, 495.
614, 644. Austin, 269.
Alba de Diego, V., 586. Ayer, A. J., 281.
Alcina, J., 66, 291, 301, 343, 571.
Alcoba Rueda, S., 497. Baarslag, A. F., 283.
662 Gramática funcional del español
Babcock, S., 231. Brend, R., 158.
Badía Margarit, A. M., 128, 364, Brondal, V., 158, 354, 613, 650.
495. Brooks, J., 187.
Báez, V., 80, 289, 293. Brown, R., 586.
Bally, Ch., 67, 239, 362. Brugmann, K., 581, 637, 638.
Barker Davis, J., 605, 613. Brun-Laloire, L., 283.
Barrenechea, A.M.ª, 579. Brunei, A., 463.
Bartol Hemández, J. A., 134. Bruno!, F., 363.
Bassols de Climent, M., 96, 187, Buesa Oliver, T., 495.
368,461,463,467,472. Bühler, K., 28, 234, 254, 255, 256,
Bastida, S., 613. 261, 350, 371, 581, 603, 636,
Beinhauer, W., 269. 637, 638, 643.
Bejarano, V., 381, 495. Bull, W. E., 231, 381, 408, 577.
Bello, A., 73, 90, 111, 171, 207, 267, Bustos Tovar, J. J., 547.
364, 365, 369, 385, 388, 389, Buyssens, H. E., 27.
419, 431, 450, 459, 473, 532,
537, 621, 631. Calvo Pérez, J., 577.
Benítez Claros, R., 547. Carnús, B., 379.
Benveniste, E., 233, 235, 241, 245, Cano, R., 199.
351, 353, 354, 407, 408, 444, Carbonero Cano, P., 284, 322, 650,
446, 495. 659.
Bergson, H., 14, Cardona, A., 31 O.
Berschin, H., 497. Caro, M. A., 495.
Blecua, J. M., 66, 291, 301, 343, Carrasco, F., 98.
571. Carrillo Herrera. G., 158.
Blesa, J. A., 56. Cartagena, N ., 226, 60 l.
Blinkenberg, A., 94, 220. Casado Velarde. M., 492, 496.
Bloomfíeld, L., 67, 248. Casares. J., 231.
Bobes, C., 62, 296, 301. Castro. A., 231.
Bolinger, D. L., 178, 187, 220, 495. Cemy, J., 465, 470, 471.
Bolkenstein, A., 193. Cerrón Palomino, R., 584.
Bopp, F., 350. Ciaspucio, G. E., 562.
Bosque,!., 84, 100, 115, 116, 117, Cirot. G., 220.
119, 202, 282, 369, 378, 379, Combé, H. A., 193.
380,405,411,414,577. Compton. C. J., 56.
Bouzet, J., 220, 343, 495. Contreras, H., 284, 565.
Bowen, J. A., 577. Contreras. L., 147, 158, 194, 231, 283.
Índice de autores 663
Cook, W. A., 543. Eberenz, R., 3 79.
Corbeil, J. L., 307. Echaide, A.M.", 547.
Correas, G., 142, 590. Egea, E. R., 644.
Correas, G., 365. Eguren, L., 264.
Coseriu, E., 24, 27, 28, 41, 162, 163, Enríquez, E. V., 360, 586.
165,290,458,547,563. Escandell, M." V., 591.
Covarrubias, S. de., 590. Escobedo, A., 221.
Criado de Val, M., 496.
Farley, R. A., 378.
Femández Leborans, M.' J., 497.
Chauchard, P., 16.
Femández Ramírez, S., 111, 158,
Chevalier, J. C., 142.
360, 493, 505, 509, 515, 577,
Chomsky, N., 233.
598,602,607,613.
Ferrater Mora, G., 142, 281.
Dalbor, J., 496. Fillmore, Ch. J., 238, 292, 626.
Damourette, J., 421, 499. Fish, G. T., 220, 322, 577.
Danes, F., 72, 80. Fontanella de Weinberg, B., 593, 595.
Davis, J. C., 458, 496, 659. Forradellas, J., 111, 613.
De Bruyne, J., 547, 552, 567, 577. Fouché, P., 496.
Demonte, V., 212, 484. Fowler, R., 565.
Devoto, G., 27. Fox, J., 586.
Díaz Bautista, M." C., 497. Frei, H., 333, 577, 613, 637.
Díaz Tejera, A., 362, 376. Fuentes Rodríguez, C., 308, 309.
Díaz Valenzuela, 496.
Dietrich, W., 496. Gaínza, G., 158.
Dik, S. C., 23, 118, 310, 460. Galán Rodríguez, C., 140.
Dionisia de Tracia, 65. Galichet, G., 11 O, 178, 650.
Domínguez Cuesta, C., 644. García Arias, J. L., 211.
Domínguez de Rodríguez - Pasqués, García Berrio, A., 143.
P., 628. García Calvo, A., 131, 242, 255,
Dostál. A., 470.. 264, 362, 363, 367, 368, 370,
Douglas. R. T., 496. 371, 372, 374.
DRAE, 132, 519. García de Diego, V., 206, 283.
Dubois-Charlier, F., 233, 565. García González, F., 613.
Dubois, J., 233, 237, 238, 565. García Santos, J. F., 136.
Dubsky, J., 496. García Turza, C., 115.
Duhaneanu, C., 572. García Yebra, V., 190.
664 Gramática fancional del español
García, Erica, 547, 602. Helguera Castro, M.' A., 391.
Gardiner, A., 67, 574. Henriquez Ureña, P., 67, 69, 73, 211,
Genette, G., 562. 267, 366, 584.
Gili Gaya, S., 66, 133, 139, 147, Herder, J. G., 14.
177, 208, 228, 267, 310, 364, Herrnan, J., 322.
368, 373, 386, 389, 401, 429, Hemández Alonso, C., 25, 37, 42,
584, 613, 621. 52,54,56,60,61, 83,86,93,95,
Gillet, J. E., 220. 97, 101, 104, 114, 116, 117, 122,
Girón Alconchel, J. L., 105. 124, 144, 145, 153, 158, 170,
Gómez Molina, C., 213, 224, 497. 183, 185, 187, 193, 194, 203,
Górnez Torrego, L., 193. 212, 227, 229, 231, 240, 242,
Gonda. J., 368. 243, 259, 303, 308, 310, 313,
González Calvo, J. M., 497. 340, 349, 357, 362, 364, 386,
González Ollé, F., 577, 607. 421, 429, 430, 435, 438, 452,
González, J. M., 495. 502, 548, 572, 593, 600, 609,
Gooch, A., 577. 619, 624, 639.
Gougenheim, G., 362. Hemández Paricio, F., 284.
Granda, G. de, 496, 598. Hemández Sacristán, C., 231.
Gregores, E., 628, 644. Hemanz, M." L., 405, 484, 492.
Gregorio de Mac, M. J., 378, 496. Heurtin, M., 15.
Gressey, W., 644. Hjelmslev, L., 27, 28, 34, 35, 74,
Guillaume, G., 159, 366, 375, 406, 143, 145, 218, 232, 234, 235,
425, 466, 616. 239, 354, 374, 499, 500, 501,
Guimier, C., 659. 579.
Gutiérrez Ordóñez, S., 24, 80, 111, Hockett, Ch., 68, 327, 332, 372.
144, 183, 193, 205, 212, 250, Holt, J., 462, 463.
294, 405, 622. Humboldt, W. von, 499.
Gutiérrez, M.ª L., 308. Huttar, G., 72.

Hadlich, R., 485. Iglesias Bango, M., 212.


Halliday, M. A. K., 254, 255, 257, Induráin, F., 233.
258, 263, 264. Irving, T. B., 231.
Hamplová, S., 213, 220.
Hanssen, F., 207, 231. Jakobson, R., 254, 255, 256, 261,
Harris, M., 460. 367.
Hatcher, A. G., 162. Jespersen, O., 27, 72, 74, 211, 579,
Heger, K., 353, 496, 613. 626.
Índice de autores 665

Joly, A., 358. Lombard, A., 496.


Jordan, J., 507. Longacre, R., 24, 50, 54, 56, 57, 58,
72.
Kaha, H., 547. Lope Blanch, J. M., 65, 72, 73, 158,
Kany, Ch. E., 452. 405, 429, 496.
Karcevski, S., 78, 238, 644. López de Mesa, L., 577.
Klirde, S., 194. López Femández, M.' L., 547.
Kayser, W., 57. López García, A., 134, 183, 284.
Keller, H., 15. López Martínez, M.ª l., 630.
Klammer, T. P., 56. López, M.' L., 633, 647.
Klum, A., 644. Lorenzo, E., 220, 283, 496, 529.
Kock. J. de, 213, 497, 575, 577. Lós, J., 470.
Kolln, H., 470. Lotz, J., 27.
Koschmieder, A., 470. Lozano, A. G., 194.
Kovacci, O., 80, 135. Luján, M., 565.
Krestschmann, 136. Lunn, P., 149.
Luque, J. D., 659.
Lakoff, G., 289, 292, 626. Lyer, S., 496.
Lakoff, R., 152. Lyons, J., 358, 534, 615, 625, 637.
Lamíquiz, V., 351, 364, 366, 375, Lyunggren, K. G., 650.
382,421,469,567,613.
Langedoen, D. T., 292. Llorens, E., 284.
Lapesa, R., 135, 162, 187, 233, 250, Llorente Maldonado, A., 194, 496.
556, 567, 572, 577, 592, 595,
598, 613, 659. MacLennan, J., 458.
Launay, M., 142, 483, 492. Malkiel, Y., 547.
Lavandera, B., 170. Malmberg, B., 19, 20.
Lázaro Carreter, F., 212, 215, 216, Mallo, J., 381, 496.
240,268,362,570,571. Manacorda de Rosetti, M., 231.
Lázaro Mora, F., 231, 545. Mancho Duque, M.' J., 547.
Lenz, R., 67, 80, 195, 219, 226, 230, Manoliu, M., 507.
472,621,632,640,641,657. Mansilla García, M., 496.
Leonetti Jung, M., 575. Marcos Marín, F., 134, 572, 598.
Lesniewski, 626. Mariner, S., 242, 299, 365, 367, 368,
Lo Cascio, V., 231. 369, 370, 374, 378, 379, 380,
Locke, J., 14. 381,389,500,505,506,613_
Loffler, A. M., 240. Marouzeau, J., 232, 499.
666 Gramática funcional del español
Martín Vide, C., 497. Morera, M., 648, 649, 656.
Martín Zorraquino, M." A., 193, 601. Morley, G., 208.
Martín, 'R., 458. Morreale, M., 547, 577.
Martinell, E., 497, 547, 577. Mourin, L., 496.
Martinet, A., 24, 28, 29, 36, 71, 333. Moya Corral, J. A., 146, 156, 298,
Martínez Álvarez, J., 90, 97, 98, 183. 299.
Martínez Álvarez, V. E., 221. Mozos, S. de los, 497.
Martínez M.' C., 380.
Martínez Marín, J., 105. Náñez Fernández, E., 545.
Martínez Marín, M., 391. Narbona Jiménez, A., 146, 158, 187.
Martínez, H., 100, 115, 117, 119, Navas Ruiz, R., 209, 221, 236, 237,
320. 3 78, 386, 496, 556.
Martínez, J. A., 181, 182, 322, 328. Nebrija, E. A. de, 267.
Matteo, S., 497. Nicola, J., 422.
Matthies, W., 466. Nida, E., 333.
Mayoral, J. A., 233, 240. Nora del Río, H., 583.
McWilliams, R. D., 615, 633, 635. Núñez Ponte, J. M., 613.
Meier, H., 381, 496.
Meillet, A., 68, 232, 500, 526. Obregón, H., 271, 280.
Mendizábal de la Cruz, N., 136. Oca, E., 194.
Menéndez Pida!, R., 546, 609. Otero, C. P., 231.
Meyer Lübke, W., 381.
Meyer-Hermann, R., 497. Paiva Boléo, M., 450.
Migliorini, B., 547. Palacios de Samano, M., 608.
Mikus, P., 333. Par, A., 609.
Mirowicz, A., 470. Paul, H., 67.
Moignet, G., 284, 616, 629. Paula Lombar, M.' V., 547.
Molho, M., 142, 220, 284, 375, 478. Pena, J., 54 7.
Molina, J. A. de, 146, 156, 229. Pérez Soler, V., 158.
Mondéjar, J., 158, 322, 496. Peters, S., 289.
Monge,F., 194,220,229,545,547. Peuser., G., 650.
Monteanu, D., 572. Piccardo, L. J., 64, 67.
Montero Cartelle, E., 150, 391. Pike, E. G., 24, 72.
Moreno Cabrera, J. C., 205. Pike, K. L., 54, 61, 72.
Moreno de Alba, J. G., 429, 644. Pinchon, E., 421, 499.
Moreno, C., 221. Platón, 625.
Moreno, M., 80, 289, 293. Porcar Miralles, M., 146, 381, 391.
Índice de autores 667
Porto Dapena, A., 343. Rona, J. P., 613.
Porzig, W ., 463. Rosenbaum, 626.
Portier, B., 122, 157, 321, 322, 333, Rosenblat, A., 507, 509, 511, 512,
336, 364, 366, 421, 447, 464, 526.
471, 620, 647, 650. Rubio, L., 367.
Pritz, O., 181. Ruipérez, M. S., 368, 464, 465, 470,
Prnñonosa Tomás, M., 611. 497.
Py, B., 279. Rynell, A., 158.

Quilis, A., 69, 280, 530, 547. Sabrsula, J., 470.


Sáenz, H. S., 497.
Rabanales, A., 166, 187, 333. Safarevicz, J., 469.
Rallides, Ch., 472, 496. Salaün, C., 378, 381.
Ramal, P., 460. Salkoff, M., 564.
Ramón Trives, E., 221. Salvá, V., 207.
Rebollo Torío, M. A., 190, 550, 552. Salvador Plans, A., 577.
Reibel, 289. Sampson, G., 152.
Reichenbach, H., 413, 456. Sánchez de las Brozas, F., 66, 267.
Ridrnejo, E., 154, 158, 272, 320, Sánchez Lobato, J., 586.
380, 381, 391, 497. Sánchez Márquez, M. J., 133.
Ries, J., 64. Sandmann, M., 158.
Rivarola, J. L., 156. Santos Río, L., 134, 135, 659.
Rivero, M.' L., 152, 153, 284. Sanz Alonso, B., 284.
Robins, R. H., 351. Sapir, E., 422.
Roca Pons, J., 64, 80, 221, 338, 459, Saporta, S., 338, 547.
463,466,472,474,494,579. Sastre Ruano, M.' A., 379.
Rodríguez Adrados, F., 65, 360, 497, Sauer, R., 484.
500, 584. Saussure, F. de, 26, 27, 325.
Rodríguez Díez, B., 101, 577. Schmidely, J., 358, 659.
Roegiest, 659. Schulte, M., 497.
Rojas, E. M., 593. Schwyser, 368.
Rojo, G., 68, 72, 73, 84, 100, 115, Seco, M., 133, 602.
117, 119, 143, 144, 145, 146, 150, Seco, R., 133, 141, 156, 177, 268.
156, 294, 297, 301, 391, 411, 461, Sedano, M., 206.
463, 464, 468, 469. Seifert, E., 192, 448.
Roldán, A., 547. Sepúlveda, F., 221.
Romero Gualda, M.ª V., 577. Shane, 289.
668 Gramática funcional del español
Siewierska, A., 221. Vairel, H., 142.
Sirbu-Dumitrescu, D., 497. Valin. R., 187, 577.
Skubic, M., 497. Vallejo, J. 156, 579.
Skydsgaard, S., 405. Vargas Varón, A., 577.
Slawomirski, J., 469. Vega, G., 162.
Sobejano, G., 556, 577. Veiga, A., 150.
Solé, C. A., 577. Vera Luján, A., 101, 193, 229, 558,
Spaulding, R. K., 231, 381, 497. . 562, 577, 613, 644.
Spitzer, L., 158, 310, 547, 613. Verdonck, R., 158.
Starr, W. T., 194.
Sulhan, J., 545. Weerenbeck, B. H. J., 497.
Wegener, Ph., 637.
Tamplin, E. H., 644. Weinrich, H., 408, 409, 410, 416,
Tanase, E., 351. 421, 469.
Tato, J. L., 293. Wilmet, M., 497.
Terracini, B., 231. Williams, J. D., 322.
Tesniere, L., 74, 110, 178, 246, 269, Wittgenstein, 264.
270. Wright, L. G., 381.
Togeby, K., 374, 443, 464, 471, Wu, C.,497.
474. Wundt, W., 67, 637.
Trubetzskoy, 327.
Trujillo, R., 264, 622, 659.
Turnbull, P. H., 284. Yllera, A., 494.
Tutescu, M., 233. Yvon, H., 470.

Unamuno, M. de, 14. Zawadovski, L., 65, 69, 73.


Urrutia, H., 543, 547. Zeiter Zeiter, B., 310.
ÍNDICE DE MATERIAS

ablativo, 96. adjetivo, 37, 121, 163, 164, 165, 166,


acción verbal, 518. 169, 181, 212-215, 234, 265, 301,
acento, 69, 280. 318, 319, 548-577, 602, 616, 633,
fonético, 606. 646.
gráfico, 612. adyacente, 17 J.
acervo lingüístico 28. calificativo, 549-557, 619.
actantes, 74, 238, 244, 247, 249, 337, variaciones de la forma, 550-
350,354,355,399,604. 551.
actitud (del hablante ante el enuncia- grados del adjetivo, 552-554.
do) 24, 124, 149, 185, 236, 241, funciones, 554-555.
253, 266, 271, 419. modificaciones, 551-552.
actividad, 212. posición, 555-556.
actividad/ pasividad (cfr. oposición y significado, 556-557.
voz). cuantificadores, 665-667.
actualidad, 377, 379, 381, 382, 563. ordenadores numéricos, 565.
en el verbo (actualización), 162, numerales, 534, 565-567.
421, 422, 441, 563. determinativo, 204.
actualizador, 328. indefinido, 665-667.
acusativo, 96. predicativo, 630.
adadjetival, 167, 175. valorativo, 204.
adadverbial, 167, 176. adjunto, 120, 121, 123, 124, 126, 157.
aditamento (cfr. SN4 y complemento adnominal, 173, 175, 176.
circunstancial), 115-119, 146, 172, adverbialización, 37.
174, 615, 619, 631. adverbio, 37, 114, 117, 119, 169, 172,
adjetivación, 37, 619. 173, 181, 183, 204, 205, 213-215,
670 Gramática funcional del español
267, 270, 274, 279, 326, 515, 615- de cláusula, 617.
644, 646, 657. de cuantificador, 180, 181, 184.
atributivos,619,634. de elemento nominal, 619, 626,
calificativos, 616, 635. 629.
cualitativo, 619. de oración, 617.
cuantitativo, 620. de segundo grado, 620-621, 625.
'de encuadre', 623, 633-634. de sintagma, 156, 275, 326-329.
deícticos, 620. de SN, 163, 627, 645-646, 659.
determinantes, 616. deSN 2,495.
en -mente, 623, 628-630, 631, de sintagma verbal, 615-619, 627,
634, 635. 634.
interrogativo, 279. de tercer grado, 625.
Nu de SN4 , 174. del verbo, 216, 625.
'pro-oracionales', 623. directo, 164-169, 612, 619.
'relativos', 632, 635. en forma de nexus, 249.
'ubicador', 634. facultativo, 330.
adyacencia, 36, 38, 49, 78, 86, 94, indirecto, 21, 612, 619.
100, 104, 159-176, 249, 294, 316- inherente, 330.
319, 321, 328. afijo,233,336,499,551.
adjetiva, 165, 167, 169, 176, 329. iteración, 630.
adnominal, 166. prefijo, 630.
adverbial, 163, 166, 167. suftjo, 630.
comparativa, 179. variación, 630.
directa, 167. afirmación, 281.
nominal, 166, 167, 169, 173. agente, 138, 227, 378.
prepositiva, 167, 316, 317. agramaticalidad, 396.
adyacente, 87, 91, 121, 122-125, 136, aimara, 575.
137, 139, 154, 159-176, 180, 182, Aktionsart, 220, 242, 429, 459, 460,
185, 196, 214-216, 234, 250, 270, 465, 468, 495.
291, 405, 507, 548, 578, 602, 605, dinámica, 220.
607, 610-611, 619, 626, 631. estativa, 220.
de adjetivo, 612, 619, 633. momentánea, 213.
de adverbio 621. neutra, 220.
apuestos, 621. alocutario, 60, 420.
cuantificadores, 621. alomorfo, 340, 381, 507, 550, 574.
modificadores, 621. alternancia
relativo, 621. e/i, 344.
Índice de materias 671
o/u, 345. apos1c10n, 169, 297, 329, 331, 537,
zlg, 346. 538, 539, 546.
b/y, 346. arcaísmo, 520, 607, 641, 644, 652,
amalgama 657.
fonética, 157. archilexema, 642, 643.
gráfica, 157, 315. total, 642.
ambigüedad, 229. parcial, 642.
anáfora, 69, 185, 234, 302, 317, 318, archisemema, 370, 383.
320, 578, 605, 609, 610, 611, 612. articulaciones, 68.
análisis, 197, 199, 270, 271, 272. artículo, 104, 162, 163, 170, 171, 250,
semántico-lexicológico, 549. 315, 504, 507, 554, 560, 559, 560,
analítica, 93, 94, 95, 330. 569-577, 580, 603, 608-610, 635,
analogía, 610. 670.
anfibología, 595, 605. determinado, 569-570.
anglicismo, 194. indeterminado, 569-570.
animado / inanimado (cfr. oposición), ¿morfema?, 571-574.
500, 506. presencia y ausencia, 574-577.
anomalía morfológíca, 525-526. valores, 570-571.
antecedente, 170, 171, 172, 174, 318- aserción, 236, 241, 281.
319, 572, 608,610. nominal, 236.
anteposición (cfr. orden), 164, 166, verbal, 236.
282,610,619,633. asociativas (coordinadas), 331.
antepretérito, 452. asociativos (sintagmas), 326, 333.
anterioridad, 128. aspecto (Aspekt), 242, 335-337, 394.
anterioridad relativa (cfr. verbo-for- cursivo, 480, 493, 653, 654.
mas compuestas), 17, 18, 19, 412, dnrativo, 483.
448. de las formas compuestas, 477,
anticondición, 156. 479.
antítesis, 55, 70. en el subjuntivo, 476.
antropónimos, 575. en el subsistema no flexivo, 465,
apelativa (cfr. funciones del lenguaje), 466.
536, 538, 539. en formas flexivas, 466, 476.
apertura, 59, 60. futnro, 472-474.
apocopada,550,565,604. futuro hipotético, 474-476.
apócope,602,604. imperfecto, 467-470.
apódosis, 70, 143, 144, 147-154, 150, perfecto simple, 467-468.
155, 380. fásico, 460.
672 Gramática funcional del español
flexiona!, 463. cadena lingüística, 25, 33, 40, 69,
imperfectivo (iefectum), 235, 242, 154, 254.
460-464. cambios
incoativo, 480, 483, 654. consonánticos, 346.
inmanente, 478. alternancia, 346.
perfectivo, 429, 460-464. epéntesis consonántica, 346-
prospectivo, 480. 347.
reiterativo, 494. de estructura, 202, 222, 226, 231.
situacional, 654. semánticos, 210, 231, 287.
sintagmático, 463. vocálicos, 344-346.
terminativo, 481, 483. alternancia e/i 344.
trascendente, 478. o/u, 345.
verbal, 458-479, 480. contracción vocálica, 346.
atribución, 203, 204. diptongación o/ue, 346.
atributo, 198, 169, 199, 202-207, 209, e/ie, 345.
210, 211, 213, 214, 216, 218, 219, campo conceptual
244,248,501,536,584. compañía, 655.
oracional, 115, 617. espacio, 651-653, 655.
autonomía, 35. instnunento, 655.
autosuficiencia semántica, 66-70, 294, medio, 655.
295. modo,655.
auxiliaridad, 44 7. noción, 654-657.
precio, 655.
tiempo,653-654,655.
base de la comparación, 177-181. campos lingüísticos, 636.
base de la oposición, 240. deíctico (mostrativo) (cfr deíxis),
base lingüística distintiva, 208. 335,337,350,636.
base segmenta!, 68. simbólico, 337, 350, 355, 636.
base semántica, 211, 212, 218, 506, campos semánticos, 650.
630. canal (de transmisión), 21.
base subjetivo/objetivo, 241. capítulo, 57.
base verbal, 218, 235, 245. casos, 238.
bases del modo verbal, 242. latinos, 96-97.
bifuncional, 169, 318, 602, 622. acusativo, 598, 599, 610.
bimembre (estructura), 147, 151, 235, dativo, 598, 599.
288-289, 291, 298, 303, 304. castellano medieval, 598.
bloque funcional, 159. catáfora (cfr. deíxis), 579, 605, 639.
Índice de materias 673

catalán, 639. cohesión


catálisis, 91. discursiva, 559, 616.
catalizadores (morfos), 339. textual, 37, 55, 145, 420.
categoría coloquio, 62.
caso, 583. combinación
género, 583. de palabras, sintagmas.., 40, 42,
gramatical, 50 J. 161, 325, 333.
número, 583. para fonnar unidades superiores,
persona, 583. 154.
reflexividad, 583. sintagmática, 218.
verbal, 337. comentario, 61.
causa (causales), 54, 88, 110, 122, compañía, 122.
131-139. comparación, 44, 55, 131, 153, 552-
extrínseca, 132. 554.
intrinseca, 132. comparativo, 552. •
lógica, 132, 133. compatibilidad semántica, 292-294.
real, 132, 133. competence, 18.
causalidad, 132. complementación nominal, 152.
cierre, 59, 60, 62. complemento (cfr. objeto), 35, 63, 77,
circunstancial (cfr. SN,), 56, 79, 95, 78, 80, 85, 93, 95, 102, 111-114,
100, 114-122. 198, 214, 216, 219, 222, 223, 242,
circunstante, 74. 244, 280, 583, 591, 601, 610, 615,
cláusula (cfr. nexus), 33, 42, 73, 74, 631.
87, 152, 170,275,282,402. adnominal determinativo, 168.
explicativa, 610, 611, 612. adyacente del verbo, 239.
complementaria, 612. agente, 76, 84, 120, 227.
coordinadas, 295, 303. argumental, 82.
clímax, 60. circunstancial, 112, 115, 116, 117,
codificación, 18. 118, 139,216,555.
código, 18-19,20,26,256,625. delimitador, 119.
cinésico, 21. de opinión, 112.
proxérnico;21. de referencia, 112.
suprasegmental, 21. de nexus, 82.
tonal, 183. de oración, 82, 617.
coherencia de sintagma nominal, 82.
conceptual, 37. directo, 82.
textual, 61. enmarcado, 112, 119.
674 Gramática fancional del español
'ético - de interés', 224, 230. irrealizable, 151.
indirecto, 139, 201, 211. realizable (posible), 151.
'intrínseco interior, físico y psí- pennanente hipotética, 151.
quico', 112, 226, 230. condicionales, 150.
marginal, 115. condicionada, 147, 151-152, 380,
no argumental, 115. 389.
no prepositivo, 195. condicionante, 147, 151-152, 155,
obligatorio, 555. 389.
predicativo, 627. condicionamiento, 70.
prepositivo, 100, 112, 194, 205, conector, 43, 61, 86, 178, 245, 311,
270, 555. 312, 286-287, 291, 296, 298, 301-
pronominal átono, 223, 244. 302, 305, 309, 480, 482, 538, 631-
reflejo, 222-224, 230. 632, 634, 646.
satélite, 82, 115, 117. conjuntivo, 285, 286, 287, 305.
componente conjugación, 234.
de nexus, 326. pasiva, 219, 228.
de sintagma, 201, 202. pasiva refleja, 227, 228.
pragmático, 24. conjunción (cfr. conectores y trans-
comprensión mínima, 204. positores), 55, 133, 164, 173, 174,
comunicación, 14, 16-22, 28, 48, 253, 287, 292, 302-303, 311-312, 321.
255,256,257,260,261,264,354. coordinante (coordinativa), 311.
directa, 581. subordinante (subordinada), 311.
discursiva, 581. 'impropias', 632.
textual, 581. 'conjunción de proposiciones', 235.
eje de la comunicación, 591. conmutación,79, 83, 84, 95-96, 99-
concatenaciones, 303, 307-310. 101, 104, 110, 112, 117, 165-169,
anafóricos (encadenantes), 308. 177, 184, 211, 215, 216, 219, 241,
catafóricos, 308, 309. 244, 247, 251, 288, 289, 291, 305,
concatenadores, 617, 623, 632. 316, 329.
concéntricos (cfr. sintagmas), 326. interrogativa, 490.
concesión, 52-54. por SN, 155.
concesivas, 155-158. pronominal, 139, 483, 490.
conclusión, 55. counotación, 304, 540.
concordancia, 159, 360, 361, 480, consecuencia, 54.
484, 502, 509, 549, 627. consecutivas, 135.
gramatical, 195, 213, 226, 319. consejo, 57.
condición, 54, 55, 132. constelación, 35.
Índice de materias 675
construcción contraste, 301, 304.
absoluta, 612. delimitativa (especificativa),
ecuativa, 618. 300, 301, 304.
ecuacional, 618. excluyente, 296-298, 304.
contenido, 64, 66, 69, 70, 86, 94, 95, restrictiva (parcial), 154, 299,
118, 553, 631, 637. 304.
deíctico, 502. bimembre, 289-291, 297, 298.
lexemático-simbólico, 164. contrastiva, 291.
semántico,89, 153, 172,210,217, copulativa, 286-295, 302-304,
222, 296, 374, 559. 312.
activo, 218, 227. pura, 286.
deseo, ruego, mandato, 226, de Nx, 294-295.
269, 270-274. distributiva, 302, 303.
dubitativo, 186, 266, 269, disyuntiva, 286, 296-297, 303,
274-277. 304, 312.
posibilidad, 186. excluyente, 296, 304.
duda identificación (explicativa),
parcial, 279. 297.
total, 278, 279. no excluyente, 297.
estativo, 218. coordinación/ yuxtaposición, 538.
interrogativo, 270, 316. correlación, 177, 180, 182.
mímesis, 270. anterioridad/ posterioridad, 186.
obligativo, 193. de desigualdad, 182.
optativo, 186. de temporalidad-subjuntivo, 439,
pasivo, 214, 215, 218, 219, 440, 441.
226-229. cosemántico, 306.
contestación, 62. criterios
contexto, 17, 118, 195, 202, 208, 247, léxico-semántico, 321.
249, 317, 648. lingüístico, 207, 219, 238, 286.
contracción vocáJica, 346. morfológico, 219, 498.
conversación, 57, 60, 62, 518, 607. semántico, 198, 203, 220, 286, 305.
coordinación, 43, !01, 155, 216, 248, sintáctico, 219, 498.
249, 285-310, 330, 331. cruce de estructuras, 195, 627.
aditiva, 286-292, 304. cuantificación, 162, 178, 184.
adversativa, 286, 287, 297-302, cuasi-aftjo, 90.
312. cuasiatributivas (cuasipredicativas),
amplificación, 301, 304. 155.
676 Gramática funcional del español
cultismo, 518, 521, 525, 600. temporal, 605, 611, 636, 637.
cursividad, 466, 470. delimitación, 159, 162, 563.
delimitador, 163, 165.
dativo, 97, 112. demanda, 57.
debate, 62, 581. demostrativos, 163, 559, 561-562,
decodificación, 19. 564, 569, 607.
decurso, 35, 605, 637, 648. denominación, 163.
definiciones, 256. denotación (denotativo), 163, 540.
deícticos (cfr. campo deíctico), 163, derivación, 543-544, 630.
164, 234, 501, 558-571. aumentativa y dimutiva, 511.
concatenadores, 639. derivados,518,521.
elementos de enlace, 639. desarrollo
factores de cohesión textual, 639. de adyacente de SN, 167.
marcadores del discurso, 639. de un sintagma, 165.
deixis, 98, 185, 249, 337, 350, 411, desemantización, 140, 191, 203, 207,
426,485,578-580,605,614,631. 211, 217, 223-225, 228-231, 447,
ad oculos, 560, 577-578, 605, 482, 487, 488.
638, 639. deseo, 52.
adverbial, 636-637. desinencia, 583.
anafórica, 579, 609, 610, 612, destinatario, 22.
638. determinación, 35, 162, 163.
catafórica, 612. determinativas, 170, 171, 329.
contextual, 318, 578, 605, 639. sintagmas .determinativos, 327.
der-deixis, 638. deverbativo, 233.
endofórica,559-562,639. diacritico (signo), 483, 508.
en phantasma, 560, 605, 638. diafásica, 33.
espaciai 606, 611, 636, 638, 639. diagrama, 60, 80.
exofórica, 559-562, 606. diálogos, 30, 31, 42, 47-50, 54, 56,
hacia el signum, 638. 61, 62, 581, 607.
hacia la res, 638. diastrático, 33, 509.
ich-deixis, 638. diátesis, 218, 235, 243, 244.
jener-deixis, 638. diatópico, 33, 509.
'indeterminada', 612, 614. dictum, 617.
in mente, 638. dilema, 57.
istic-deixis, 638. diminutivo, 551, 630.
léxica, 616. diptongo, 528.
nocional, 605, 611, 636, 637. diptongación, 345-346.
Índice de materias 677
discours, 27. interparágrafos, 626.
discriminación, 162-164, 563. entonación, 184, 239, 268, 271, 272,
discurso, 56, 626. 274, 278, 279, 280, 539.
drama,56. entorno exclamativo, 250.
exhortativo, 56. enumeración, 628.
expositivo, 56. enunciado, 48, 209, 223, 235, 241,
modos del discurso, 56. 245, 271, 281, 283, 294-295, 612.
narrativo, 56-59. nominal, 233.
proceso (o de acción), 57. temporal, 152.
distribución, 315. epéntesis
dobletes, 530, 532. consonántica, 346-347.
dual, 568. epílogo, 58.
duda, 52, 275. episodios
posnucleares, 59.
economía lingüística, 160. prenucleares, 59.
elementos equifuncional, 179, 183, 216, 285,
de enlace, 312, 313, 632. 286, 292, 295, 305, 307, 311, 312,
de unión, 170. 330.
enfático, intensivo, 183-185. escena, 59, 60.
explicativo, 309-310. espaciales, 122.
extraoracional, 267. espacio, 607.
funcionales, 157, 314. España, 192, 194, 584, 592, 597, 598.
hiperbólico cualificador, 179. español estándar, 593.
prelirigülstico, 267. especialización, 163.
elipsis, 178, 188, 236, 237, 239, 246, especificación, 162.
292. especificativas, 170, 537, 538.
elisión, 153, 300-301. especificativos, 165, 170, 318.
emisor, 17, 18, 55, 60, 62, 75, 124, esquema, 27.
161, 617, 625, 638. estar, 204-219.
encadenantes léxicos, 309. estereotipo, 248.
endocéntricos (sintagmas), 326. estilística, 605, 628.
endocentrismo, 143,246,248,286. estilo
énfasis, 111, 170, 178, 201, 223, 224, directo, 105, 236, 245.
230, 235, 237, 240, 245, 248, 272, impresionista, 306.
279,291,292,302,306,312,633. indirecto, 245.
enlace estructura, 24, 32, 33, 34, 36, 37, 39-
interoracional, 626. 42, 51, 54, 68, 70-71, 72, 73, 77, 93,

GRAMÁTICA FUNCIONAL.- 22
678 Gramática fancional del español
94, 99, 110, 112, 116, 118, 124, 154, sintética, 198, 201, 219, 220, 222,
155, 163, 182, 200-202,,215, 217, 223, 224.
218,223,237,288,275,290,483. superficial, 58, 237.
absoluta, 632. transitiva, 194, 195, 198-202, 213,
activa, 211, 212, 218, 229. 220, 222, 224, 229, 251, 484-
analítica (cfr. transitiva), 99, 114, 485.
198-219, 223, 225, 484-485. truncada, 274, 332.
atributiva, 199, 200, 204, 202- estructural, 40.
219. ético, 111.
base,238. evaluación, 61.
con forma reflexiva, 222-231. eventualidad, 434, 454.
del monólogo, 56. evolución,
del Nx, 74-80, 239, 252, 615. histórica, 201, 224, 227, 229,
del SV (cfr. transitivas e intran- 317.
sitivas). exclamación, 270, 271.
. derivada, 40. exocéntricos (cfr. sintagmas), 326.
directa, 202. exocentrismo, 246, 248.
funcional, 215, 219. expansión (cfr. inserción y recursi-
gramatical, 64. vidad), 89, 248, 268, 298, 313, 330,
intransitiva (cfr. sintética), 1 JI, 333, 538.
194, 201, 204, 222-226, 229, expansión de Ay de SN, 167.
251. expansión de un sintagma, 166.
matriz, 39, 81. expansión coordinativa, 248.
oracional, 253. explicación, 163.
pasiva, 199, 213, 215, 217; 218, explicativas, 170.
227. aposiciones, 537, 538.
pasiva refleja, 195, 226, 227, 229, coordinadas, 331.
252. explicativos, 165, 170, 171.
impersonal, 229. sintagmas, 326.
impersonal refleja, 195, 227, exposición, 58.
228,229 .. expresión, 73.
predicativa, 119, 203. ponderativa, 612.
profunda (snbyacente), 58, 152, expresividad, 69.
153, 237, 238, 484 625. extensión significativa, 165, 198, 204,
recíproca, 200, 202, 226. 245.
reflexiva, 200, 202, 228, 251. extranjerismos, 519, 520, 522, 525,
sintagmática, 538. 529.
Índice de materias 679

factor compuestas, 444-457, 487, 494,


de cohesión textual, 639. 496.
diastrático, 381. no flexivas, 480.
diatópico, 381. perifrasis, 196.
estilítico, 600. simples, 196.
extralingüístico, 587. fórmula, 245, 268, 273, 274, 277,
psicolingüístico, 17-19, 41. 278, 279, 283.
sociolingüístico, 17-19,41,381. coloquial, 271.
femenino, 505. de conclusión de enunciado, 656.
fin (finalidad), 54, 59. francés, 639.
flexión, 337, 616, 628. frase,61,234,239,246,294.
morfemática, 218. atributiva, 248-250.
sintáctica, 161. de base, 237.
focalización, 205, 634. enunciativa, 250.
fonema, 28, 29, 31, 32, 33, 47-50. equívoca (ambigüedad), 227.
fonética, 271, 279, 280. exclamativa, 250, 267, 270.
fónica, 17-19, 72. exhortativa, 243, 250, 251.
forma, 64, 65, 68, 72, 157, 164, 219, hecha, 256, 657.
222, 253, 290. imperativa, 243.
apocopada, 620. interrogativa, 250.
de comunicación directa, 607. nominal, 54, 66, 72, 120, 232-
de contenido, 43, 52, 78, 88, 155, 252.
200, 581, 633. bimembre, 236.
comparativa, 173. ecuacional, 248.
de expresión, 43, 52, 65, 78, 123, no ecuacional, 236.
124, 155, 200, 235, 244, 253, unimernbre, 236.
275, 582-583. sintagmática, 239.
de organizarse los funtivos en el verbal (FV), 236, 237, 241, 242,
sintagma, 326. 243,245-248,250,251,480.
'emprácticamente completa', 234. imperfectiva, 242.
independiente, 657. perfectiva, 242.
periftástica, 193. :fiutción,32,40,43,52,53,65,66,68,
plena, 620. 71, 75, 86, 93-99, 100, 101, 103,
refleja, 111, 116, 227-229. 114, 123, 153, 155, 157, 167, 202,
reflexiva, 193, 194, 216, 222, 225, 222, 230, 247, 253, 268, 285, 286,
227, 229, 601-602. 314, 315.
formas verbales, 236, 515. adverbial, 174.
680 Gramática fancional del español

complementaria, 228, 484. terciaria, 263.


de adjunto, 484. textual, 258, 259, 624.
de adyacente, 139, 163, 319-321. verbal, 236.
de adjetivo, 612. funcional, 39.
de adverbio, 612. funciones del lengnaje, 253-284.
de nombre, 612. apelativa-conativa-impresiva,
de concatenador, 620. 253-284, 538-539.
de enlace, 186, 311. comunicativa, 260.
de modificador, 627. deíctica, 257, 260, 262.
de núcleo, 139, 191. estética (poética), 256, 260, 262,
de SN, 611, 613. 367.
del gerundio, 399-402. expresiva (emotiva), 253-271,
del infinitivo, 398-399. 274, 280, 367.
del nombre, 536-540. fálica, 255, 256, 260-262, 309.
del participio, 402-405. ideativa, 258, 259.
doble, 627. informativa, 260, 261.
en abstracto (cfr. funterna), 325- lúdica, 257, 260, 262, 263, 264.
326. metalingüística, 255, 256, 260,
gramatical, 254, 259, 645. 261.
interoracional, 624. referencial (representativa o lógi-
intralingüística, 254. ca), 163, 253, 255, 260, 265,
lingüística, 165, 225, 265, 270. 269-271, 273, 275, 280, 367,
narrativa, 60. 344-350.
nexiva, 311, 313, 631, 635. representativa I simbólica, 636.
nominal, 320. funtema (cfr. función), 32, 52, 86,
obligatoria, 39. 236, 285, 313.
opcionales, 39. funtivo (filler), 32-33, 37, 38, 39, 43,
predicativa, 625. 51, 75, 87, 122, 159, 164, 165, 183,
primaria, 260, 261, 264. 188, 201, 205, 217, 222, 229, 239,
secundaria, 260, 262, 264. 243, 252, 268, 285, 286, 295, 305,
semántica, 55, 58, 70, 78, 86, 94, 325,538,573,626,645.
99, 100, 118, 159, 163, 165, futuridad, 379.
170, 204. futuros, 340-341.
no referencial, 579. compuesto, 453-454.
referencial, 579. de subjuntivo, 149, 378-379.
sintáctica, 159, 164, 169, 177-179, hipotético, 436-439.
182-185, 189,246,287,313. hipotético compuesto, 454-455.
Índice de materias 681
simple absoluto, 433-436. comparativo, 628.
superlativo, 628.
galicismo, 169, 194,279,517,610. Gramática.
género 'categorial', 626.
etimológico, 628. de los mensajes, 259.
femenino, 499, 597, 598, 599, de los procesos, 259.
628. generativo-transformativa, 178,
forma del --, 509-524. 212, 237.
femeninos en -o, 511-512. gramatical, 63, 68, 73.
gentilicios, 515. gramaticalización, 90, 104, 111, 112,
masculinos en-a, 512-516. 127, 157, 163, 171, 174, 190-194,
cultismos, 514. 209, 213, 214, 223, 225, 228-231,
helenismos, 513. 314, 315, 316, 317, 320, 338, 371,
nombres ciencias natura- 394, 395, 403, 445, 446-448, 478,
les, 514. 487, 492, 599, 602, 607-609, 623,
nombres exóticos, 514. 632.
vacilaciones y tendencias, 516. grupo
masculino, 499. 597, 598, 599. acentual, 247.
morfología del--, 507-508. fónico, 634.
natural, 499. nominal (GN), 80, 196.
neutralización del--, 508-509. sintagmático, 213, 325, 621, 622.
ambiguo, 508. tonal, 247.
común, 508. verbal (GV), 79, 80, 196.
epiceno, 508.
neutro, 499, 554, 584, 585, 597, habla, 15, 24-31.
610, 670. popular (coloquial), 192, 227,
gerundio, 66, 121, 128, 148, 337, 342, 245, 256, 309, 530, 584, 597,
352, 399-402, 658. 599,604,611,612,623,652.
con función de adyacente, 40 l. rural, 586.
de posterioridad, 400. hablante (cfr. emisor), 605-606, 636,
en estructura absoluta, 401. 637, 640-642.
gesto, 21, 272, 274, 637. 'hablar sinfisico', 234.
giro popular, 21 O. hipotaxis, 145.
Glosemática, 35-37. hipótesis (condición), 150.
gradación, 616. hipotética (cf. perífrasis), 488-489.
semántica, 557. Hispanoamérica, 192, 570, 584, 591,
grado, 628. 592, 598, 641.
682 Gramática funcional del español
homonimia, 377, 395. inserción / incrustación,51, 71, 86,
hueco funcional (cf. función), 26, 36, 130, 155, 167, 169, 182, 184, 185,
37, 38, 51, 77, 87, 88, 89, 93, 164- 233, 313, 316, 317, 320, 321, 538,
165, 174, 185, 215, 222, 225, 237, 608, 645-646.
270,295,305,538. a Adyacente, 146, 157, 174.
a Núcleo, 146.
identidad de estructura, 285. en sintagma, 156.
identificación, 162, 163, 563, 567. instrucción, 57.
identificador, 163, 165, 197. intemporal, 236.
ilativo, 130. intencionalidad del hablante, 279,
imperativo, 340, 341, 371, 374-377. 280.
imperfectivo (cfr. verbo: aspecto). intensificación
imperfecto, 371-372, 430-433. léxica, 630.
impersonal, 487. morfemática, 630.
de fenómeno meteorológico, 189- intensivos, 518.
190. intercambiabilidad, 381.
forma refleja, 193-195. intercambio, 61.
gramaticalizada, 190-192. interdependencia, 35, 179, 184, 185.
implemento, 95, 118, 166, 313, 618. interés (de --), 111.
incidencia, 38, 159, 160, 161. interferencias, 173.
incidente, 160, 171. interfíjos, 499.
incoativas (cfr. perífrasis), 481, 489. interjección, 233, 234, 267-270, 273,
incoativo, 459-460, 480, 483. 274.
incompatibilidad semántica, 216. impropias, 268.
indefinidos, 164, 554, 562, 565-567. interlocutor, 56, 61, 605, 636.
independencia, 68, 72. interordinación, 146, 271, 273, 297,
semántica, 171. 298.
sintáctica, 295. interpolación, 214.
indeterminación léxico-semántica, 637. interrogación, 274, 278-281.
indicativo (cfr. verbo: modos), 373- directa, 612.
374. indirecta, 612.
inferencia, 63. 'interrogativas indirectas', 105, 316,
infinitivo, 66, 92, 106, 108, 121, 128, 612.
140, 148, 166, 337, 342, 352, 393- intransitividad, 80, 93, 94, 196-220,
399. 248.
información, 21, 57. intransitivización, 226.
ingresivo, 459, 489. intransitivos (cfr. nexus), 330.
Índice de materias 683

irrealidad, 381. marcas


isotopía, 562. diacríticas, 251, 270.
iterativo, 459. formales, 24 7.
léxicas, 272, 273.
juicio, 67. marcadores
del discurso, 639.
latin, 218, 227, 639. textuales, 617, 623.
latin vulgar, 606. margen, 32, 49, 52-55, 60, 61, 70-72,
latinismos, 518. 239, 295.
leísmo (laísmo, loísmo), 95, 597-600. elemento marginal, 30, 163.
lengua, 15, 17, 23-32, 41. marginalidad, 115-117.
clásicas, 232, 518, 523. masculino (cfr. género), 36, 505.
coloquial, 181, 283. medición temporal, 414.
culta, 519. medios extralingüísticos, 274.
de la prensa, 232. mensaje, 17, 18, 20, 21, 22, 24, 25,
literaria, 584, 598. 36,43,48,49,51,69, 72,617,637.
lenguaje, 14, 15, 16, 19,260,262. metábasis, 37, 297, 205, 619, 627.
lexema, 29, 42, 49, 164, 299, 336, metafunciones, 258, 259.
342,498,527,550,569,583,630. metalenguaje, 205, 268, 280, 282,
lexicalización, 127, 140, 174, 186, 293.
2ll, 245, 267, 182, 283, 314, 394, metalingüística, 331, 569, 639.
546. metátesis, 127.
léxico, 242. _ método, 40-42, 49.
'lexismo autovalente factitivo', 268. analítico, 25.
libertad posicional, 117. inductivo, 167.
lítote, 274. modales (perífrasis), 481, 491.
lo, 573. modalidad, 135, 242, 289, 362-364,
locativo, 72, 123. 367, 371-373, 383, 493.
locución conjuntiva, 127, 147, 172, de la oración, 615, 623.
173, 321. expresiva, 242, 367.
'locuciones adverbiales', 650. impresiva, 242, 363, 367.
metalingüística, 617.
macrofunción, 93. negativa, 643.
macrosistema, 325. votiva (optativa), 363, 367.
mandato, 52. yusiva, 242.
marcado / no marcado (cfr. oposi- modificación, 161, 163, 223, 225,
ción), 505. 228, 553.
684 Gramática funcional del español
modificador, 216, 218, 616. número, 185, 213, 217, 319,
de núcleo verbal, 326. 320,582,583,603,610.
oracional, 275. deSV
modo de acción, 242, 461, 480, 495. aspecto, 217, 235, 239, 242,
modo, 72, 122, 130, 335-338, 362- 243, 244.
372, 373. modo, 217, 235, 239, 242,
adverbial, 515. 244.
verbal, 185, 236, 241, 281, 362- número, 318, 319.
392. persona, 192, 217, 235, 243,
indicativo, 148, 157, 185, 241, 244, 318, 319, 580-583,
273,276,277,281. 593, 636.
subjuntivo, 140, 148, 157, tiempo, 217, 235, 239, 242,
170, 185, 186, 235, 241, 244.
276, 277. voz, 218.
momentáneos (verbos), 459. se, 192-195.
momento de la enunciación, 414, 426, extenso / fundamental, 232, 239,
438. 245.
monemas, 28, 29, 32. externo, 635.
monólogo, 42, 54, 56. libre, 112, 231, 571-574.
monorrema, 160, 233, 234, 243. nominales, 320.
de tipo interjectivo, 233. verbales, 217, 228, 229, 235, 238-
exclamativo, 233. 240, 243, 245.
deíctico, 233. 1 y 11, 550, 569, 75, 354, 355, 360,
monorrémicos (sintagmas), 326, 330. 335, 336.
monosílabos, 521, 522, 530. morfematización, 230.
monosintagmático, 234. morfo, 218, 245.
morfema, 29, 31-32, 36-37, 41, 42, discontinuo, 628.
47, 50, 218, 230, 231, 239, 543, morfología (morfológico), 236, 287.
571-574,583,608,615,629,631. del verbo.
afijo secundario, 499. morfema de persona, 75, 350-
'convertido', 218. 361.
constitutivo, 527. morfemas constitutivos y op-
de pasiva, 244. tativos, 336.
del SN, 501-504. morfos, 337, 372-373.
género, 185, 213, 217, 319, tiempo-modo-aspecto, 75, 354,
320, 403, 582, 583, 603, 355, 360, 480.
610. mostrativo (cfr. deíxis), 569.
Índice de materias 685

muletillas, 256, 303. subyacentes, 153.


multiplicidad, 288, 296, 304. supraoracionales, 24.
mundo comentado, 408-409. nombre, 37, 66, 164, 209, 235, 270,
mundo narrado, 408-409. 274,314,498,625,630,631.
abundanciales, 520.
narración, 57, 60. abstractos, 520, 541-542.
negación, 198, 215, 266, 273, 275, clases de sustantivo, 540-543.
278, 281-283, 289, 290, 291, 297- colectivos, 520, 525, 532.
299, 305. compuestos, 517.
neutralización, 641, 653. femeninos en -o, 511-512.
neutro, 98. forma y sistema, 528-532.
nexo formación de los nombres, 543-
de comparaciones, 646. 546, 575-577.
nexns (cfr. cláusula) 30, 38, 42, 43, compuestos, 546.
47, 50, 51, 54, 153-155, 165, 167- derivados, 543, 544.
176, 179-186, 191, 196, 197, 202, primitivos, 543.
204, 223, 233, 235, 240, 245-247, funciones del nombre, 536-540.
249, 252, 253, 268, 272, 285, 286, morfema de género, 499-504.
289-293, 294-295, 300, 307, 309, morfos
311-318, 320, 326, 328, 546, 608- del género, 507-508.
611, 615, 622, 625, 627, 633-634. neutralizaciones, 508-509, 532.
adyaceute, 126, 146, 156, 167- neutro, 506.
176, 185, 321. número (en el nombre), 527-535.
de carácter adjetivo, 167, 172- plano de contenido del morfema
175. número, 532-535.
de un adverbio, 167, 168, 169. postverbales, 517.
otros, 175, 176. snstantivos participiales, 523-524.
autónomo, 291. vacilaciones y tendencias, 516-
impersonal, 188. 523.
obligatorio, 154. valores
opcional, 154. pluralidad / no pluralidad,
regente, 180. 527, 535.
subordinados, 86-158, 291, 307. nominalización (léxica), 233, 237,
niveles 313.
de lengua, 24, 31-39, 47-52, 69. no-persona, 581, 640.
lingüísticos, 159, 285, 286, 293, norma,27,28,94.
294. académica, 519.
686 Gramática fancional del español
núcleo, 31, 49, 52-54, 55, 57-60, 61, exclusivo/ inclusivo, 584.
62, 72, 74, 78, 80, 86-87, 124-127, irrealidad / realidad, 370.
154, 157, 159, 163-167, 171, 196, presencia ! ausencia, 240.
234,248,250,295,314,536,627. proximidad /no proximidad, 644.
de SN, 154, 163, 165, 172, 313, subjetivo/ objetivo, 370.
315, 317, 319, 321, 555, 587- subjuntivo/ indicativo, 370.
580, 602, 605, 608-611, 619, oración, 24, 30-32, 47, 48, 50-52, 55-
646, 657. 60, 63-85, 95, 122, 123, 155, 156,
de SN4, 157. 183, 184, 190, 196, 197,203, 208,
interjectivo, 169. 212, 215, 223, 226, 227, 245, 249,
pronominal, 321. 252, 268, 271, 281, 282, 285-287,
verbal, 182, 217-220, 252, 238, 290-291, 294-295, 298, 305-309,
246, 616. 312, 325, 538.
nudo adjetiva, 169.
nominal, 246. adversativa, 297.
verbal, 245. aseverativa, declarativa, enuncia-
numerales, 163, 554, 563, 565-567, tiva, 266, 273, 281-283.
619. afirmativa, 281.
número, 98, 549, 670. negativa, 281.
atributiva, 203.
objetivos (adverbios), 641. bimembres, 297.
objeto directo (cfr. SN,), 72, 78, 86, bipolares, 143, 144, 146, 156.
93-101, 110, 163, 166, 179, 192- 'causal', 28.
195, 197-202, 213, 216, 219, 226, 'concesiva', 300.
313, 536, 595-597, 599, 647, 618, conceptos y definiciones, 64.
659. coordinada, 153, 154.
objeto indirecto (cfr. SN3), 106, 109- copulativa, 203, 204, 207, 211,
114, 595-597, 599, 600, 659. 215, 216, 298.
obligación (cfr. perífrasis), 481, 487, de causalidad, 141.
488. desiderativa (optativa), 253, 265,
obligatoriedad, 222, 223, 225, 229, 266, 271-274.
231. dubitativa, 253, 266, 274-277.
onomatopeya, 267, 269. ecuativa, 99, 205.
opcional, 160. ecuacional, 108, 205, 206.
oposición enunciativa, 54, 114, 247.
activa/ pasiva, 244. exclamativa, 253, 265, 266, 272-
binaria, 644. 274, 283.
Índice de materias 687

exhortativa, 148. paradigma, 155, 228, 229, 489, 648.


gramatical y aceptable, 485. parágrafo, 30, 31, 42, 47-52, 54, 55,
ilativas, 303. 56, 58, 67, 68, 286.
imperativa, 265, 280, 283. parataxis, 145, 305.
impersonales, 66, 188-195, 227, paroxítonas, 528.
232. participio, 66, 121, 129, 148, 337,
interrogativa, 54, 247, 265, 266, 338,342,352,402-405.
278-281, 283, 612-613, 624, adjetivado, 629.
643. de presente, 403.
intransitiva, 191, 197, 219, 220. en frase absoluta, 404.
pasiva, 211-219. en función de adyacente, 405.
de posibilidad, 266, 274-277. pasiva (pasividad), 95, 99, 102, 211-
'principal', 183. 219.
de probabilidad, 274-277. pensamiento, 14, 15, 67.
'subordinada', 203. perfectivas (perifrasis), 459, 481, 491.
sustantiva, 203. perfecto
'emporal' 88. compuesto, 448.
trabada, 306. simple o absoluto, 427-430.
transitiva, 145, 192. peiformance, 28.
yuxtapuesta, 153. periferia, 53.
ordinales, 563, 565-567. perífrasis, 379, 399, 438, 480-497,
origen del lenguaje humano, 267. 658.
oxítona, 528. clasificación, 480, 481.
oyente (cfr. receptor), 162, 225, 584, con gerundio, 493-494.
607,637,638,639. con participio, 494-497.
de infinitivo, 481-493, 658.
palabra, 14, 15, 31, 32, 33, 42, 43, 47, 'impersonal refleja', 231.
50, 61, 67, 71, 285, 292, 296, 312, 'pasiva impersonal', 228.
398,403,616,626. 'pasiva perifrástica', 219.
bifuncional, 578, 602, 605. 'pasiva refleja', 228, 230, 231.
clases de palabras, 153, 164-167, periodo, 74.
202, 217, 267, 292, 311, 321, permanentes (verbos), 459.
578. permutabilidad, 298.
autosemánticas, 645. permutación, 40, 250, 286, 289, 304.
de enlace, 307-309. persona (morfema II verbal), 342,
invariables, 627, 645. 527, 603, 636, 640, 644.
'regente' 646. no persona, 243.
688 Gramática funcional del español
primera, 227, 243. premargen, 57-62.
segunda, 227, 243, 250. preposición,77, 86, 90, 99-102, 109,
tercera, 188, 191, 585. 110, 112, 114, 117, 121, 125, 126,
personalidad (correlación), 353. 155, 164, 169-172, 175, 191, 200,
personal / no personal (oposición en 204, 216, 234, 311, 313-318, 537,
el género), 500, 506. 608,609,632,645-659.
personas verbales, 56. aglutinadas, 650.
personificado, 326. agrupadas, 647.
persuasión, 61. con función gramatical, 658-659.
plano del contenido, 245. ante gerundio, 659.
pleonasmo, 291, 302, 585. a índice de objeto directo e
plural, 170, 171, 202, 301-305, 604. indirecto, 659.
plurinucleares (sintagmas), 330. formante de perífrasis verba-
plurisintagmático, 234, 246, 248. les, 658-659.
polisemia, 73, 215, 228, 269, 287, débiles, 650.
419, 641. fuertes, 650.
posesivos, 162, 163, 559, 562, 564, prospectivas, 650, 653, 655.
565, 604. rasgos sémicos, 648-649.
posición, 165. retrospectivas, 650, 653, 655.
positivo (grado), 552-554. simples, 647.
posposición, 161, 166, 169, 226, 317, usos, 648, 649.
600-602, 604, 614, 619, 632, 634, prepositivos (sintagmas), 332.
657. presentadores, 116, 536.
posterioridad, 382, 412, 417-419, 437. presente
posmargen, 57-62. indicativo, 422-427.
predeterminantes, 564. subjuntivo, 340-341.
predicación, 118, 235, 236. préstamos léxicos, 528.
predicado (predicación), 33, 66, 70, presuposición, 63, 290, 301, 302, 304.
72, 73, 93, 109, 110, 114, 120, 203, presupuesto (condición), 151.
222,223,228,248,250,278,281. pretérito (cfr. perfecto)
analítico, 203. anterior, 452.
nominal, 203. pluscuamperfecto, 451-452.
verbal (cfr. sintagma verbal), 203, principio de cooperación, 62.
633. proceso gnoseológico, 641.
predicativos (sintagmas), 203, 332. proceso gramaticalizador (cfr. grarna-
prefijos, 282, 543. ticalización), 483.
pregunta, 52, 61. 'prodemostrativos', 643.
Índice de materias 689
progresivo, 352. prospectivo / no prospectivo, 352,
prolepsis, 171. 438.
pronombre, 578-614. prótasis, 70, 143, 146-154, 155.
adjetivo, 191. psicológico, 67.
aoafórico, 152. puntuación,
aotecedente de relativo, 171. coma, 170, 306.
átono, 201, 216, 282, 595-601. puntos, 306.
colocación, 600-601. punto y coma, 306.
orden, 601.
demostrativos, 605-608, 619, 630, quechua, 575.
636.
indefinidos, 614, 619, 630. rasgo
interrogativos,279,280,612-613. /+aoimado/, 227.
Nu de Nx adyacente, 175. distintivo, 243, 244.
personal demostrativo latino, 600. de actualidad, 643.
personales, 580-602, 636. genérico, 162.
en función de sujeto, 583-585. permanente, 23 7.
forma de expresión, 582-583. /+persona/, 227, 228.
posesivos, 602-605. pertinente, 237.
recíproco, 202, 230. /+presencia/, 243, 244.
reflejo átono, 223, 228, 230, 251. /+reflexivo/, 202, 225.
reflexivos, 201, 223, 224, 227, semántico, 105, 202, 140.
230, 601-602. sérnico, 246, 287, 314, 316, 549,
relativos, 171, 311, 317-322, 608- 608.
611, 636. suprasegmental, 237, 247.
se, 600. real /irreal, 156.
tónico, 200, 223, 580-595. Real Academia (norma de la), 597.
verbal, 580. rección, 24, 100, 483.
pronominalización, 484. sintagmática, 369.
de la oración, 152. recepción, 18, 19.
proposición (cfr. cláusula), 156, 157, receptor, 16, 17, 20, 255, 605.
165, 171-173, 175, 203, 233, 235, reciprocidad, 145.
239, 246, 287, 301, 305-306, 313, recodificación, 19.
314,627,632,633,634. recursividad (cfr. inserción, incrus-
de relativo, 165, 167, 169, 170, tación), 51, 87, 88, 165, 288-291,
608-611. 296-298, 302, 304, 313.
equifuncional coordinada, 151. referencia, 165, 562, 612.
690 Gramática funcional del español
referente, 165, 200, 223, 501, 506, hablante-mensaje, 266.
541, 548, 555. hablante-oyente, 266.
externo, 639. imposible, 148.
personal, 581. intersintagmática, 501.
refleja (forma), 453, 485. intradiscursiva, 309.
reflexivas, 11 O. intrasintagmática, 501.
directas, 223. interordinación, 146.
indirectas, 223. lógica, 309.
refranero, 232, 233, 245, 247, 290. necesaria, 148.
regente, 125. opositiva, 648.
régimen prepositivo, 482. paradigmática, 256.
regionalismo, 599, 600. semántica, 204, 215, 238, 244,
registros, 94. 285-290, 291-293, 305-306.
reiteración anafórica, 302. sintáctica, 159, 211, 305.
reiterativas subordinante, 646.
coordinadas, 332. temporal, 286.
perífrasis, 481, 491. ubicación, 604.
reiterativos (sintagmas), 326. relatividad, 636, 640, 643.
relación, 67-68, 69. relativos, 562.
anafórica, 184. relato, 60.
contingente, 148. relator, 86, 92, 103, 107, 113, 114,
de adición, 309. 123-126, 131, 157, 169, 171-174,
de causalidad, 309. 185, 311, 317-322, 611.
de constelación, 38, 143, 145, 295, R¡, 147, 321-322.
307. R,, 320, 321, 611.
de contraste, 309. R3, 318-320.
de dependencia, 115. relieve en grado bajo excesivo, 235,
de determinación, 38, 119, 143, 239, 240, 244.
145, 160. réplica, 61.
de equivalencia, 310. representaciones, 67.
de interdependencia, 38, 119, 143, res, 635.
145, 160,307,622. restrictivas
de reciprocidad, 145, 604. aposiciones, 538.
determinante-determinado, 238. reticencia, 183, 184.
hablante-emisor, 266. enfática, 181.
hablante-enunciado, 246, 253, 266. expresiva, 151, 182.
hablante-enunciado-oyente, 253. retroinserción, 50.
Índice de materias 691

ritmo, 69. negativo, 287-288.


ruego, 52. positivo, 287-288.
ruidos orales, 274. signo cero, 39, 154, 184, 188, 189,
194, 229, 235, 236, 238-240, 242,
salto de nivel, 50, 51, 71, 87. 244, 246, 248-251, 325.
sección, 57. símbolo, 255, 371, 637.
segmentación, 582. simultaneidad, 382, 412, 417-419,
segmentos, 66, 68-69. 469.
equifuncionales, 179, 285. sincretismo, 243.
selección, 35. sincrónico (cfr. método), 41.
serna, 160, 483, 641. sintagma, 30, 31, 33, 36, 47, 49, 50,
aspectual, 483. 52, 153, 155, 157, 159, 160, 180,
semántico (-a), 65, 72, 579. 216, 234, 246-248, 249, 251, 270,
semasiología (actividad), 19. 285, 291, 292-297, 312, 315, 316,
semema, 235, 371, 384. 325,550,574,626,627,646,647.
sentence (cfr. oración) adyacente, 165, 167, 645.
sentencia, 241. agrupación de sintagmas, 333.
sentido, 65, 67, 69. clasificación de--, 318.
señal, 255, 371, 637. complementarios, 216.
separación, 112. compuesto (por coordinación),
ser, 202-211. 237.
serie coordinación, 326.
abierta, 288, 290, 296. determinativos, 327.
cerrada bimembre, 288. endocéntricos, 326-327.
sermón,57. exocéntricos,326,332.
significado nominal (SN), 68, 70, 72-80, 87-
básico, 648. 89, 98, 152, 163, 188, 197, 233,
genérico, 148. 234, 236, 243, 270, 294, 313,
paradigmático, 648. 315, 317, 320, 321-322, 326,
semántico, 140, 170, 242, 385. 501, 536, 569, 584, 605, 607,
causa, 140, 170, 201, 290. 608-611,626,634,645,657.
circunstancial, 170. · coordinación (coordinativos},
condición, 155, 290. 234, 248, 330.
consecuencia, 290. múltiples, 235.
traslaticio, 210, 629. yuxtaposición, 234.
signo lingüístico, 24, 25, 161-162, SN,, 179, 184, 185, 192, 194,
218, 255, 636, 637. 195, 198, 200-202, 212,
692 Gramática funcional del español
216, 228, 29, 243-245, exocéntrico, 110.
249-251, 313, 315, 326, sintagmático, 36.
618, 619. sintaxis, 42, 43.
SN,, 87, 88, 93-96, 97-103, interoracional, 632.
107, 163, 167, 184, 196, intraoracional, 632.
197, 198, 199, 200, 211, síntesis, 197, 245, 266, 268, 270, 272,
213, 209, 222, 224, 245, 273.
250, 251, 326, 582, 595, síntoma, 255.
597. sistema, 14, 26, 27, 28, 32-34, 43, 50.
atributo, 203, 248-250, deíctico (cfr. deixis), 638-639.
313, 315. binario, 639.
SN3, 197, 109-114, 167, 184, terciario, 639-644.
197, 200, 201, 202, 219, fonológico, 268.
222, 224, 249, 251, 313, léxico, 268.
314, 397, 536, 582, 595, sistema (reajuste del-)
597, 599. pronominal, 597.
SN4 , 91, 114-154, 169, 172, pronominal latino, 606.
174, 184, 197, 219, 222, situación, 17.
223, 224, 234, 249-251, slot (cfr. hueco funcional y función), 77.
313, 314, 321, 326, 536, solidaridad, 35, 290.
618, 657. subfunciones semánticas, 163.
causal, 131-138, 191. subjetividad, 353, 383, 636, 640.
condicional, 141-154. subjuntivo, 340, 341, 365, 378-384.
concesivo, 155-158. subjunto, 626.
fin(finales), 139-141. subnexo, 626.
lugar, 123-125. subordinación (cfr. subordinadas y
modo, 130-131. nexus subordinados), 43, 69, 70, 86-
tiempo, 125-130, 173. 158, 180, 182, 185, 196, 313, 365,
predicativo, 238, 332. 372, 379, 380.
prepositivo, 126, 139, 332, 651. subordinada adverbial, 177, 184.
verbal (SV), 68, 70, 72-80, 87, 88, subsistema
89, 98, 109, 122, 125, 190, 194, de formas simples, 338.
196, 197, 202, 211, 217, 218, no flexivo del verbo, 338.
222-225, 229, 244, 289, 294, sufijación
326,609,618,627,634. cualitativa, 630.
complejo, 485. sufijos, 282, 499, 507, 517, 518, 519,
endocéntrico, 330. 520,521,522,543,549,551.
Índice de materias 693
diminutivos, 519. marcado(+), 352, 374.
valores, 544-545, 616. marcado(-), 240, 241, 243, 352,
sujeto 374.
gramatical, 36, 66, 70, 72, 73, 86, neutro,209,240,242.
97, 95, 97, 98, 130, 137, 170, terminología, 71.
179, 189-191, 196, 200, 202, tesis, 70, 71.
203, 204, 212, 213, 218, 223, textual, 63, 68, 70, 73.
225, 226, 228, 231, 249, 250, tiempo, 607.
278, 279, 281, 315, 318, 354, tiempos, 54, 72, 118, 121, 126-130,
355, 360, 453, 480, 482, 484, 208, 209, 335-338.
581, 602, 610, 618, 620, 645, compuestos, 338, 444-457.
657. del 'discours', 407-408.
léxico, 89. de 'l'histoire', 407-408.
superlativo, 552-554, 628. externo, 3 79.
'suplemento', 83, 93, 100, 115, 116, verbales, 406-443.
118, 119, 199,225,536. antefuturo, 425.
suprasegmentos, 634. antepresente, 419, 426.
sustantivación, 37, 619. cofuturo, 419.
sustantivo (cfr. nombre), 163, 168, copresente, 419, 423, 426.
175, 204, 215, 217, 318, 320, 500, copretérito, 419, 428.
536,602,614,620. imperativo, 148, 265, 273, 274.
deverbativo, 630. imperfecto
participial, 523. indicativo, 213, 438, 452.
subjuntivo, 148, 272, 438.
taco, 270. futuro, 417, 419, 423.
tema-rema, 634. indicativo
tema simple, 148, 272-276.
de perfecto, 339. compuesto, 148.
de presente, 339. subjuntivo, 148.
tempo,272. futuro hipotético
temporalidad (morfema !), 147, 207, compuesto, 148, 276.
208, 209, 240, 289, 293, 306, 406- simple, 148, 272.
443. posfuturo, 419, 440, 443.
término, 164, 167. pospresente, 419, 426, 440,
adyacente del SN, 316-318. 443.
'tenor', 178. pospretérito, 419, 437, 438,
de preposición, 646. 440.
694 Gramática funcional del español
pasado simple, 452. transpositor, 43, 114, 123, 124, 128,
presente 137, 139, 147, 152, 155-157, 168,
indicativo, 148, 213, 235, 169, 171-174, 312-317, 321, 631,
240,242,273,274. 632, 635, 645.
subjuntivo, 148, 273, 274. Tr 1 (a Nu), 137, 139, 146, 313-
pretérito, 419, 423. 316, 646.
pret. anterior (antepretérito), Tr2 (a Ay), 137, 139, 146, 316,
148, 419, 428. 317, 646.
pret. perfecto prepositivo, 168, 182.
subjuntivo, 272. tratamiento (formas de), 585-591.
pret. pluscuamperfecto formas burocráticas, 585.
indicativo, 452. formas estereotipadas, 585.
subjuntivo, 272, 276. formas no pronominales, 588-591.
tonemas, 69. plural de modestia (cortesía), 587.
anticadencia, 280. plural mayestático, 587.
cadencia, 280. tuteo, 585-587.
semianticadencia, 280. 'usted', 585-587.
semicadencia, 280.
suspensión, 280. unidad
tono, 69. bivalente, 627.
'topic común', 293. del decurso - sintagmática, 325.
topónimos, 398, 576. fónica, 295, 325.
traducción, 227. funcional, 172, 173, 213-215.
transformación, 99, 102, 104, 130, léxica, 215, 309, 489.
227,229,237,238. lingüística, 15, 29, 31, 43, 47-52,
a pasiva, 212-214, 484, 485, 490. 67-71, 73, 155,285,295,305.
vocálica, 344. minima, 615.
transitividad (transitivas) (transitiviza- no-equívoca, 63 7.
ción) (cfr. estructura analítica), 80, oracional, 314.
196-202, 248. sintagmática, 214.
transmisión, 18. supraoracional, 52-63.
transponer, 317. textual, 42, 54.
transporte de la negación, 152. verbal, 217.
transposición, 313. unión, 55-58, 86.
'inmediata', 313. universal lingüístico, 282.
'mediata', 320. universo
a término adyacente, 318. conceptual, 650.
Índice de materias 695
dimensional, 650. de preeminencia, 181.
uso vulgar, 172. de superioridad, 181.
usos del lenguaje, 257, 258, 259, 263, concesivo, 176, 315, 656.
264. polémico, 156.
de comentario, 260. irreal, 156.
descriptivo, 260. real, 156.
didáctico, 260, 264. condicional (condicionante), 153,
enfático, 260. 175,248,290,306,314,316,.
heurístico, 258, 260, 263. connotativo, 619, 622.
humorístico, 260. consecutivo, 176, 183-187, 304,
imaginativo, 258, 260, 264. 306.
infonnativo, 258. cualitativo, 619, 630, 634.
instrumental, 258, 260, 263. de devenir, 208.
interacciona!, 258, 260, 263. deíctico, 622.
metafórico, 264. delimitativo, 618, 619.
narrativo, 260, 264. de 'situación/ fijación', 651.
personal, 258. de sorpresa, 278.
regulador, 258, 260, 263. determinante, 627, 630.
ritual, 260, 264. del futuro, 433-436.
valorativo, 260, 264. del futuro compuesto, 453.
valencia, 116, 117. del futuro hipotético, 454-455.
valor del imperfecto de indicativo, 430-
aditivo, 398-309. 433.
adquirido 1 superpuesto, 207. del perfecto compuesto, 448-450.
adversativo, 291, 308-309. del perfecto simple o absoluto,
apelativo, 278, 279. 427-430.
asertivo, 290. del pluscuamperfecto de indicati-
aspectual, 208, 402. vo, 451-452.
imperfectivo, 208. del subjuntivo, 384-388.
perfectivo, 208. disyuntivo, 302.
calificativo, 619, 627, 630. epifonema, 309.
cantidad, 643. esencial / permanente, 207, 209.
causal, 172, 175, 176, 306, 309, estativo, 204.
315, 610. de exclusión, 298.
comparativo, 174, 176, 177-182. exhortativo, 290.
de igualdad, 181. existencial, 192, 208, 209.
de inferioridad, 181. factivo, 152.
696 Gramática funcional del español
genérico, 610, verbo,130, 137, 163, 179, 196, 199,
hipotético, 379. 204, 213, 214-219, 223, 225, 226,
ilativo, 309, 312. 227, 230, 234-243, 245, 247, 250,
ilocutivo, 280. 251, 267-270, 282, 287, 580, 583,
impersonal, 229. 600,615-618,626,630.
informativo, 279. asertivo, 374.
inherente, 207. auxiliado, 482, 489.
irreal, 379. auxiliar, 190, 338, 480-484, 493.
lugar, 172, 316, 610, 643. 'copulativo', 203, 236, 239.
modal, 172, 238, 316. 'creador de universos', 153, 157.
modificativo, 616, 619, 634. factivo, 153, 157.
pasivo, 228, 495. concordancia, 593-594.
petfectivo terminativo, 494. conjugación, 593-594.
de persona, 238. defectivos, 349.
posesivo, 172, 611. de acción, 198.
de posibilidad, 383. de proceso, 198.
positivo-afirmativo, 282. de movimiento, 493.
potencial, 380. desemantizado, 190, 480.
progresivo durativo, 494. en forma no conjugada, 480.
real, 380. estativo, 199, 493.
reciprocidad, 201, 202, 227, 656. explícito, 233.
reflexivo, 201, 202, 227, 231. flexión, 583.
relativo, 611. formas compuestas, 213, 429.
restricción, 299, 301. formas flexivas, 75, 148, 464,
superlativo, 182. 601.
tiempo, 173-175, 208, 238, 306, formas no flexivas, 128, 129, 148,
316, 610, 643. 188,207,216,274,601.
transitorio / accidental, 207. gerundio, 128, 153, 155, 158,
variaciones 273, 274.
en el lexema, 344. infinitivo, 128, 153, 155, 158,
en el morfema U, 344. 209, 233, 273, 274, 313,
múltiples, 347. 646.
variantes, 291. participio, 128, 153, 155, 158,
casuales, 584. 213-219,237,274.
de las adyacentes, 329. formas simples, 429.
morfemáticas, 213. intransitivo, 493.
semánticas, 202, 210. irregular, 342-348.
Índice de materias 697
'modales', 493. voluntariedad, 223, 224.
perífrasis, 646. voseo (cfr. tratamiento, formas de),
polirrizos, 348-349. 591-595.
'principal', 186. voz,211-219.
pronominal, 111, 224, 230. 'activa', 211-219, 226, 227, 228.
regular, 338. 'pasiva', 211-219, 227, 244.
unipersonal, 188. 'perifrástica', 446.
subsistema periftástico, 456. vulgarismo, 192, 273, 577, 601, 607.
vocal temática, 337-338.
vocativo, 256, 265, 270, 274, 538- yuxtaposición, 43, 55, 153, 249, 270,
539, 575. 285-310.
valores semánticos y pragmáticos,
539. zeugma,584.
ÍNDICE GENERAL

Págs.

PRÓLOGO............................................... 7

INTRODUCCIÓN: El lenguaje humano .................. . 14


El proceso de comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

CAPÍTULO I. - Principios de una gramática funcional . . . . . . 23


Concepto de lengua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
¿Cómo funciona noa lengua ? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Unidades y niveles de la lengua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Paradigma y sintagma. Concepto de función . . . . . . . . . . . . 32
Método.............................................. 40
Misión de la Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

SINTAXIS

CAPÍTULO II. -Niveles y unidades de la lengua............ 47


Unidades supraoracionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Parágrafo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
Monólego ....... : ................. _. . . . . . . . . . . . . . . . . 56
700 Gramática funcional del esp(lñol

Págs.

Discurso narrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Diálogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Conversación o coloquio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

CAPÍTULO III; -El concepto de oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63


Oración/nexos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
La estructura del nexus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Clasificación de los complementos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

CAPÍTULO IV. -Nexus subordinados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86


Concepto de subordinación ........................... : 87
Nexus en función de SN, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
E1SN2
'complemento objeto directo' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
'atributo'.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
'suplemento' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
N exus en función de SN2 • • • • • • . • • • • • • • • • • • • . • . • • • • • • • • 103
N exus en función de SN2 atributo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

CAPÍTULO V. -Nexus subordinados (JI). . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109


El SN3 'complemento objeto indirecto' ................ : 109
Nexus en función de SN3 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • . • • • • 113
El SN4 'complemento circunstancial' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
Forma............................................ 121
Significado........................................ 121
N exus en función de SN4 . • • • . • . • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 123
Con significado de 'lugar' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Con significado de 'tiempo'... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Con significado de 'tiempo en forma no flexiva' . . . . . . 128
Con significado de 'modo'.......................... 130
Con significado de 'causa'.......................... 131
Con significado de 'fin' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 9
Índice general 701

Págs.

Con significado de 'condición'. Condicionales . . . . . . . 141


Con significado de 'concesión'. Concesivas . . . . . . . . . 155

CAPÍTULO VI. -La adyacencia............................ 159


Clases de adyacentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
Nexns adyacentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Adyacentes nominales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Adyacentes adjetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Adyacentes de un adverbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
ü,tros nexus adyacentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

CAPÍTULO VII. -Comparativas y consecutivas . . . . . . . . . . . . 177


Las llamadas 'comparativas'............ . . . . . . . . . . . . . . . 177
Las llamadas 'consecutivas' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

CAPÍTULO VIII. -Impersonales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188


Impersonales de fenómenos meteorológicos . . . . . . . . . . . . 189
Impersonales gramaticalizadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
Impersonales de forma refleja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

CAPÍTULO IX. - Transitividad e intransitividad . . . . . . . . . . . . 196


El sintagma verbal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
Transitividad e intransitividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Transitivas....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Variantes de estructuras transitivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200
Las atributivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
Diferencias entre ser y estar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
Variaciones semánticas en el atributo . . . . . . . . . . . . . . 21 O
La llamada 'voz pasiva' en español . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Estructuras intransitivas............................ 219

CAPÍTULO X. -Estructuras con forma reflexiva. . . . . . . . . . . . 222


702 Gramática fancional del español
Págs.

Proceso de gramaticalización . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . 229

CAPÍTULO Xl. -La frase nominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232


El relieve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 9
Tiempo .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 240
Modo .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. .. .. . 241
Aspecto . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . .. . . . . . . .. . 242
Persona . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 243
Diátesis . . . .. . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . 243
Método . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . 247
Atributivas . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . .. . 248
Estructuras transitivas . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . .. .. . 250
Estructuras intransitivas . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 251

CAPÍTULO XlL -Funciones del lenguaje y oración. . . . . . . . . 253


Actitud del hablante ante el enunciado . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Funciones del lenguaje y oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254
Oraciones exclamativas .. .. . . . . . . . . .. .. . . . . . . .. . . . . . . . 266
La interjección . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. .. .. . . . . . . .. . 267
Oraciones optativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . 271
Oraciones de posibilidad, probabilidad y duda . . . . . . . . . . 274
Oraciones interrogativas . .. . . . . . . .. . . .. .. . . . .. . . . . . . .. 278
Oraciones enunciativas . . . . . . . . .. . . . . . . .. .. . . . . . . . . .. . 281

CAPÍTUW XlIL -Coordinación y yuxtaposición . . . . . . . . . . . 285


La coordinación. Estructuras coordinadas . . . . . . . . . . . . . . 285
Coordinación copulativa. .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .. . 286
Compatibilidad en la coordinación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
Coordinación de nexus . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. 294
Coordinación disyuntiva . . . . .. . . . . . .. . . . . . . . .. . . .. . 296
Coordinación adversativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
La llamada 'coordinación distributiva'........ . . . . . . . . . . 302
Índice general 703

Págs.

La yuxtaposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
Concatenaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307

CAPÍTULO XIV. - Conectores, transpositores y relatores . . . 311


Conectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312
Transpositores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312
Relatores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317

MORFOSINTAXIS

CAPÍTULO XV. -El sintagma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325


Clasificación de los sintagmas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
Sintagmas endocéntricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
El sintagma verbal endocéntrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Sintagmas coordinativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Sintagmas exocéntricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332
Combinaciones de sintagmas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333

CAPÍTULO XVI. -El verbo........................ . . . . . . . 334


Morfología del verbo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 336
Verbos regulares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
Verbos irregulares . : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
Variaciones en el morfema JI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
Variaciones en el lexema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
Verbos polirrizos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 348
Verbos defectivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349

CAPÍTULO XVII. -El moifema de persona y número en el


Verbo............................................... 350
Persona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 50
El número . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
704 Gramática funcional del español
Págs.

CAPÍTULO XVIII. -Modos verbales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362


Concepto de modo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364
Los modos del verbo español . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
Indicativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
El llamado imperativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 374
Subjuntivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
Valores del subjuntivo en el decurso . . . . . . . . . . . . . 384
La forma cantaría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388

CAPÍTULO XIX. -Formas no flexivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393


Sujetos del infinitivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 398
El gerundio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
El participio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402

CAPÍTULO XX. -El tiempo en el verbo . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . 406


Replanteamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
Indicativo. Presente.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 422
Perfecto simple o absoluto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427
Imperfecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
Futuro simple o absoluto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Futuro hipotético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 436
Formas del subjuntivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439

CAPÍTULO XXI. -Formas compuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 444


El perfecto compuesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 448
Pluscuamperfecto de indicativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451
Antepretérito o pretérito anterior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452
Futuro compuesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453
Futuro hipotético compuesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454
Recapitulación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455

CAPÍTULO XXII. -Aspecto verbal.................. . . . . . . 458


Índice general 705

Págs.

Replanteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
El aspecto y el subjuntivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 476
El aspecto de las formas compuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 77

CAPÍTULO XXIII. -Perífrasis verbales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480


Perífrasis de infinitivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
Criterios distintivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 482
Perífrasis con gerundio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
Perífrasis con participio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494

CAPÍTULO XXIV. -El nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 498


Morfología del sustantivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 498
El morfema de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499
El género en el nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
Morfología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 507
Neutralización del género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 508
Forma del género....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509
Femeninos en -o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 511
Masculinos en -a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 512
Vacilaciones y tendencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 516
Sustantivos participiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 523
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 524

CAPÍTULO XXV. -El nombre (JI) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527


El número en el nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527
Forma y sistema......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 528
Plano del contenido del morfema de número . . . . . . . . . . . . 532
Funciones del nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536
Significado del nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 540
Clases de sustantivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 540
Concretos y abstractos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
Comunes y propios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 542
706 Gramática fancional del español
Págs.

Formación de los nombres ........................... . 543

CAPÍTULO XXVI. - El adjetivo .......................... . 548


Los calificativos . ... : ................................ . 549
Variaciones de la forma .............................. . 550
Modificaciones del adjetivo calificativo ............... . 551
Los 'grados del adjetivo' ............................. . 552
Funciones del adjetivo ............... ·.... ·............ . 554
Posición del adjetivo calificativo ..................... . .555
Significado del adjetivo calificativo ................... . 556
Los determinantes ............... "·.................. . 558
Deixis exofórica y endofórica ......................... . 559
Su función semántica ............................... .. 563
Posición de los determinantes ........................ . 563
Clasificación ....................................... . 567
El artículo .......................................... . 569
Valores ............................................ . 570
¿Morfemas ? ........................... ·............. . t57i1
t--'·1
Presencia y ausencia ................................. . 574

CAPÍTULO XXVII. -El pronombre . ...................... . 578


Pronombres personales .............................. . 580
En función de sujeto .......... , .................. .. 583
F armas de tratamiento ............................ . 585
F armas átonas .................................... . 596
Posición de las formas átonas ...................... . 600
Los reflexivos ................................... .. 601
Posesivos .......................................... . 602
Demostrativos ...................................... . 605
Relativos .......................................... .. 608
En frases interrogativas .............................. . 612
Indefmidos ..... ~ ................................... . 614
Índice general 707

Págs.

CAPÍTULO XXVIII. -El adverbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615


Funciones del adverbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616
y
El adverbio otras clases de palabras . . . . . . . . . . . . . . . . . . 626
Adverbios en -mente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 628
Posición del adverbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 633
Clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 634
La deíxis adverbial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 636
Modos de deíxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 8
_ Adverbios deícticos de lugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 640
Adverbios deícticos de tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 642

CAPÍTULO XXIX. -La preposición ....... •. . . . . . . . . . . . . . . . 645


Significación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 648
De espacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . 651
De tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 653
Nocionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 654
Con función gramatical . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 657

ÍNDICE DE AUTORES................................... 661


ÍNDICE DE MATERIAS . . . • . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 669

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