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El inbreeding.
Autor: Carlos Fabres Guzmán (E.P.D.)
Aconsejar sobre lo que debe hacerse para obtener y sobre todo para mantener
una buena estirpe de aves de combate, es tarea mas que difícil.
Para dar una idea clara de mis experiencias sobre la cria que he practicado mas
de cuarenta años, es necesario echar una mirada retrospectiva y hacer un poco
de historia, ya que los primeros años solamente practicaba el Out-breeding
seleccionando solo los mejores ejemplares que se distinguían en el ruedo, sin
tomar en cuenta tipo ni condiciones de combate.
El resultado fué que había que criar grandes cantidades de pollos y matar
muchos, ya que el número de seleccionados resultaba escaso.
El inbreeding aumenta y mejora las cualidades del ave, pero también aumenta
y fija los defectos. Por esto hay que seleccionar muy bien las aves con las que
se desea hacerlo.
El tipo del ave, el plumaje, el temperamento, el acierto, el estilo de pelea son
entre otras las cualidades que mas se pueden fijar. Los defectos que también
se acentúan son principalmente, el gallo mordedor que no tira, regodeón o
mañoso y sobre todo, la falte de clase o calidad.
Para obtener buenos resultados hay que usar los reproductores mas violentos y
fuertes, no mayores de cuatro años y que deban
estar en plenitud de salud. Las hembras deben guardarse durante la pelecha y
después largarlas para que aniden solas sin que nadie toque sus huevos.
Así pondrá solo diez o doce y todos sus polluelos serán sanos y robustos.
Lo extensivo primará siempre sobre lo intensivo. Para dar una idea clara de mis
experiencias sobre la cria que he practicado mas de cuarenta años, es
necesario echar una mirada retrospectiva y hacer un poco de historia, ya que
los primeros años solamente practicaba el Out-breeding seleccionando solo los
mejores ejemplares que se distinguían en el ruedo, sin tomar en cuenta tipo ni
condiciones de combate. El resultado fué que había que criar grandes
cantidades de pollos y matar muchos, ya que el número de seleccionados
resultaba escaso.
Richard Stamps dice que él usó hasta quince veces el inbreeding sin cruzar con
sangres distintas y no tuvo ninguna pérdida en resistencia. Yo nunca llegé a
tanto, durante unos diez años tuve un gran éxito, los gallos eran violentísimos y
de un acierto espectacular, pero luego empezaron a bajar. Ya si la riña se
alargaba de diez minutos, los gallos decaían, se agotaban y se entregaban.
Nunca perdieron la clase, siempre se rendían sin que ninguno huyera.
Había llegado el momento del out-breeding, o sea, cruzar con una sangre
nueva que les volviera sus condiciones perdidas.
Amigos a quienes había obsequiado gallos y gallinas de mi cría, obtenían
mejores resultados cruzando con sus propias aves que conservando puras las
que yo les había enviado.Lo experimentaron tanto con aves bankivoides como
con malayoides. A estos últimos les daban una rapidez increible.
El out-breeding dá condiciones nuevas, de manera que si se hace con
frecuencia, las aves empezarán a dispararse con condiciones a veces
contrapuestas, podrán volverse luchadoras y perderán la condición de "pico y
patas" tan anhelada por todos los galleros. Por tal motivo, hay que usarlo una
vez y volver a cruzar los productos con la antigua estirpe.
Así el out-breeding viene a ser un refresco de sangre que no hará perder las
buenas cualidades que tenía fijas la "raza" antes formada.
No hay duda que el abuso del inbreeding trae la decadencia en el combate. Por
eso hay que saber parar a tiempo y ser lo suficientemente frio para no
sobrepasarse.
Los americanos los denominan Shufflers y esas condiciones los hace menos
resistentes y de poca hondura. No la necesitan pues
el pleito termina en segundos o pocos minutos.
Yo experimenté con ellos, cruzando con mis piqueros. La primera cruza fué
excelente, combinaron todas las buenas condicio-
nes y se impusieron en toda la línea. Ya en la segunda cruza, aunque el
porcentaje bajó, también dió buen resultado; pero ya en la tercera, gallo que
no ganaba rápido era seguro perdedor.
No hay que entusiasmarse con los colores vivos de las aves. Es fácil llegar a
aves de fantasía, pero en el ruedo nunca se distin guen por las verdaderas
cualidades de un buen gallo de pelea.
En los toros de lidia, es notoria según dicen los entendidos la baja en las
condiciones del toro. No hay la agresividad de los antiguos tiempos y aún los
Miuras, los mas famosos y violentos de todos, también no son los de antes. Y
se cuenta que don Eduardo Miura, cuando vió que Belmonte tocaba con la
mano uno de los cuernos de uno de sus toros, dijo, en un momento de
decepción; "no vuelvo mas al ruedo".
Así son las cosas entre aficionados galleros, todo es cuestión de costumbres y
gustos personales.
Uno mas entre todos, no cuenta ni cree que sus experiencias puedan servir
para mucho, ya que también conoce bien el gremio a
través de muchos años, pero valga una vez mas, la intención.