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La Convertibilidad en Argentina

La convertibilidad es un sistema monetario de tipo de cambio fijo, en el cuál la


autoridad monetaria garantiza el cambio de la moneda doméstica por otra de
referencia mas confiable (oro, dólar, euro, etc.) a una tasa determinada. Para
poder hacerlo debe contar en sus reservas con respaldo suficiente de la moneda-
garantía.

El principal objetivo de un sistema de tipo de cambio fijo, en el marco de una


economía abierta, es brindar estabilidad de precios conteniendo la presión
inflacionaria de carácter doméstico a través de importaciones. Sin embargo, esto
sólo es valido para los bienes de carácter transable , es decir, aquellos que pueden
ser sustituidos con importaciones. En el resto de la economía, que incluye los
mercados de bienes no transables y de servicios el tipo de cambio fijo tiene menor
influencia en la determinación de precios.

Una consecuencia de los sistemas de convertibilidad es la limitación que encuentra


el Gobierno para financiar el déficit presupuestario con emisión y la perdida del
instrumento de política monetaria, ya que la oferta monetaria pasa a depender de
los flujos de capitales.

Los sistemas de tipo de cambio fijo en paises de vocación o con inercia


inflacionaria provocan un fuerte incremento de las importaciones como
consecuencia de la sobrevaluación de la moneda local y el consecuente deterioro
de la balanza comercial.

La viabilidad de un régimen de convertibilidad se encuentra condicionada a la


disponibilidad de divisas, para lo cual se requiere contar con una sólida base
exportable o una sostenida corriente de ingreso de capitales. El sistema hace crisis
cuando se producen estrangulamientos externos motivados por el deterioro
comercial o la reversión de los flujos de capitales.

La convertibilidad beneficia sustancialmente a los inversores extranjeros que


pueden aprovechar las altas tasas domésticas garantizadas a través de un
mecanismo de seguro de cambio gratuito.

Sin considerar el sistema actual, iniciado en 1991, la Argentina vivió durante 27


años regímenes de convertibilidad. A continuación se pasa breve revista a estos
antecedentes .

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Convertibilidad durante Mitre y Avellaneda (1867-76)

Durante casi 10 años (enero 1867 a mayo 1876) rigió en nuestro país un régimen
de convertibilidad que establecía un tipo de cambio fijo de $ 16 por onza oro. Esta
medida no alcanzó para controlar la inflación interna agudizando la apreciación del
peso y el sesgo antiexportador y proimportador. Las consecuencias no se hicieron
esperar. En pocos años se revertieron negativamente los superávits en la balanza
comercial y de capitales.
El creciente déficit de cuenta corriente, originado en el fuerte incremento de
importaciones y pagos de servicios financieros, provocó salida de oro y contracción
de la oferta monetaria determinando una fuerte alza en la tasa de interés y la
consecuente reducción del crédito bancario. Estos factores provocaron quebrantos
y contribuyeron a acentuar la grave recesión en el nivel de la actividad económica.
La crisis repercutió sobre las finanzas del sector público al incrementarse el déficit
presupuestario por la caída de la recaudación tributaria.
El Gobierno para poder cumplir con el oneroso servicio de la deuda externa, que
absorbía la mitad del presupuesto, contrajo el gasto público a la mitad, paralizando
obras, reduciendo salarios, atrasando pagos y remisiones a las provincias. Estas
medidas profundizaron la recesión y obligaron a abandonar el régimen de
convertibilidad.

Convertibilidad durante Roca (1902-14)

En 1880, asume la presidencia el Gral. Roca en un cuadro de fuerte


endeudamiento externo y desequilibrio presupuestario y establece un nuevo
régimen de convertibilidad a razón de $ 25 por un peso oro. Nuevamente, la salida
de recursos debida al creciente deterioro de la cuenta corriente motivado por el
desbalance comercial y pagos del servicio de la deuda pone en crisis al sistema
que es primero suspendido y luego dejado de lado en 1885, al decretarse la
inconvertibilidad del peso.
La profunda crisis económica que se abate durante la década de los 90 provoca
alta volatibilidad cambiaria, fuerte desequilibrio externo y déficit presupuestario.
La situación comienza a mejorar al incrementarse la demanda externa provocando
una fuerte expansión de las exportaciones y el regreso de los capitales.
A fines de 1899, bajo la segunda presidencia de Roca, se establece una nueva
convertibilidad del peso a razón de $ 2,27 por onza oro, que recién comienza a
aplicarse en 1902. Entre 1902 y 1907 se incrementan las reservas y la oferta
monetaria provocando una baja de la tasa de interés.
El escenario expansivo se revierte a partir de 1907, debido al deterioro de la
balanza comercial y de la cuenta corriente que provoca la caída de reservas,
contracción del circulante, alza de la tasa de interés y recesión. En 1914 el
Gobierno dispone la suspensión del régimen de convertibilidad.

Convertibilidad bajo Alvear (1927-29)

Nuevamente las condiciones económicas favorables durante el año 1927, con el


consiguiente ingreso de oro, hace vislumbrar un nuevo círculo virtuoso. Así se
establece la convertibilidad, pero al mismo tipo de cambio que había regido hasta
1914, cometiendo el mismo error que los ingleses, cuando luego de la primera
guerra mundial ponen el tipo de cambio que existía en la preguerra.
Pero a partir de 1928 ya comienza a dominar la crisis internacional y sale el oro,
hasta que finalmente en 1929 eclosiona Wall Street.

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PROTECCIONISTAS Y LIBRECAMBISTAS

En el Congreso de la Nación se produce un importante debate sobre la futura


política económica de la Nación, al considerarse la ley de aduanas para 1876. Se
enfrentan proteccionistas y librecambistas. Los primeros, que apoyan al gobierno,
tienen sus voceros más destacados en Carlos Pellegrini desde la Cámara de
Diputados, y Dardo Rocha desde el Senado. En la sesión del 14 de septiembre de
la Cámara de Diputados, Carlos Pellegrini sostiene: “No hay en el mundo hoy día
un solo estadista serio que sea librecambista, en el sentido en que aquí entienden
esta teoría. Hoy todas las naciones son proteccionistas, y diré algo más, siempre lo
han sido y tienen fatalmente que serlo para mantener su importancia económica y
política”. Y tras unos segundos de hondo silencio, añade: “Es necesario que en la
República Argentina se trabaje y se produzca algo más que pasto”. Y prosigue:
“Todo el país debe desarrollar sus industrias, ellas son la base de su riqueza, de su
poder, de su prosperidad”. La tesis proteccionista triunfa en el Congreso y se
establecen derechos de un 40 por ciento de recargo a los productos
manufacturados importados similares a los que se fabrican en el país. Igualmente
se actualiza un proyecto de Vicente Fidel López, elaborado en 1873, para proteger
las industrias de elaboración de materias primas de origen nacional. Este, junto
con Carlos Pellegrini y Miguel Cané, son los primeros en alzarse contra la famosa
frase del primer ministro británico William Edward Gladstone: “América debe ser la
granja de Inglaterra; Inglaterra, la fábrica del mundo”.
Pese a todos los esfuerzos de Avellaneda, se agudiza la crisis del presupuesto. El
gobierno decreta, el 27 de junio de 1876, la reducción del 15 por ciento de los
sueldos y las pensiones. Norberto de la Riestra, un hombre de Mitre, asume como
ministro de Hacienda en reemplazo de Lucas González

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La Convertibilidad de los `90

La ley 23.928 sancionada en marzo de 1991 consagró un nuevo sistema de


convertibilidad, que en su parte sustancial establecía:
ARTICULO 4º.- Las reservas de libre disponibilidad del BCRA en oro y divisas
extranjeras, serán equivalentes a por lo menos el 100% de la base monetaria.
Cuando las reservas se inviertan en depósitos, otras operaciones a interés, o en
títulos públicos nacionales o extranjeros pagaderos en oro, metales preciosos,
dólares estadounidenses u otras divisas de similar solvencia, su cómputo a los
fines de esta ley se efectuará a valores de mercado. La base monetaria está
constituida por la circulación monetaria más los depósitos a la vista de las
entidades financieras en el BCRA, en cuenta corriente o cuentas especiales.
Acerca de la conveniencia de la convertibilidad sobre la economía argentina existe
un permanente y sostenido debate entre los economistas nacionales y extranjeros,
que en los últimos meses se ha acentuado con motivo de la crísis que afecta el
país. En el anexo se transcriben dos artículos representativos de esta polémica.

La convertibilidad reposa sobre cuatro pilares.

En primer lugar, la paridad del peso con el dólar. Paridad significa uno a uno.
Diez años atrás, la tasa de cambio se acercaba a 10.000 australes por dólar. Con
cuatro ceros menos, algún tiempo más tarde nació la actual paridad.
En segundo lugar, la ley obliga al Banco Central a cubrir sus pasivos (pesos en
circulación y deuda neta con los bancos) con por lo menos dos tercios de activos
externos en dólares. La cobertura de los últimos años alcanza al 100%.
En tercer lugar, y como consecuencia de la cobertura mencionada, le está
vedado al Banco Central crear pesos, salvo comprando dólares en el mercado de
cambios. Lo hace a 99 centavos por dólar para aumentar sus reservas de divisas
en dólares. Cuando considere que las reservas sean suficientes y que su aumento
genera presiones inflacionarias, puede retirarse del mercado bajo la condición de
vender en todo momento dólares a un peso, como lo manda la ley de
convertibilidad, la que no obliga a comprar dólares a ningún precio.
Además, el Banco Central puede utilizar su margen hasta la cobertura de dos
tercios de sus pasivos con activos en dólares para asistir a bancos en casos de
iliquidez o crisis sistémicas, como ocurrió durante la crisis denominada tequila en
1995. La prohibición de crear moneda nacional es la clave para entender el
funcionamiento de la caja de conversión. Si el Banco Central pudiera financiar a la
Tesorería como antes, la clase política expandiría los gastos públicos y reduciría la
carga impositiva para financiar el faltante con creaciones monetarias que llevan a
la hiperinflación. No debe olvidarse que la convertibilidad abortó la hiperinflación
entonces en curso.
En cuarto lugar, la ley de convertibilidad prohibe expresamente toda indexación
o repotenciación de deudas de dinero, lo cual cortó de cuajo el perverso
mecanismo de la indexación generalmente mensual de todas las deudas en pesos
o australes. Este mecanismo hizo explotar la famosa tablita cambiaria de 1979 a
1981, cuando el peso se devaluaba mensualmente en 2% y los precios y salarios
subían por indexación entre el 5% y el 8% por mes, dispuesta por los
empresarios.

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El efecto desindexación

El mismo mes de junio de 1991, cuando rigió plenamente la paridad entre el peso
y el dólar, el gobierno desindexó los salarios, prohibiendo cláusulas de ajuste
automático. A partir de julio, la inflación de los precios al consumidor bajó a
menos del uno por ciento mensual. El efecto de la desindexación salarial fue
inmediato. Los empresarios entendieron la señal y abandonaron su práctica de
ajustar cada mes sus propias remuneraciones, los sueldos, los salarios y los
precios de venta según la inflación pasada o esperada. Sólo entonces, la
convertibilidad enfiló hacia la estabilidad de los precios que tardó algunos años en
alcanzarse plenamente a partir de la crisis llamada tequila, cuando los márgenes
entre compras y ventas se desinflaron.
Habían desaparecido las expectativas de una futura devaluación con aumentos de
precios. Desde entonces, por ejemplo, el precio de Burger en Miami es igual al de
Buenos Aires, cuando antes este último era más caro.
Con esos cuatro pilares, la convertibilidad resistió la mencionada crisis tequila,
cuando los depositantes creyeron a ciertos gurúes de Nueva York que presagiaron
una pronta devaluación por contagio con la devaluación del peso mexicano tras
varios años de tasa fija con el dólar. La memoria reciente de los ahorristas les
recordaba que las crisis financieras argentinas siempre desembocaban en una
devaluación.
Ello era así anteriormente, porque el Banco Central emitía moneda para la
Tesorería, las tesorerías provinciales a través de sus bancos y los clientes de los
bancos mediante redescuentos. A partir de 1991 la convertibilidad lo prohibe, de
modo que no había devaluación en cierne.
A partir del tequila, cuando el sistema bancario perdió más de 8 mil millones de
pesos y dólares en depósitos en apenas cinco meses, se reforzaron las
regulaciones bancarias para garantizar la solvencia. Con encajes remunerados del
20% de casi todos los depósitos, requisitos de capital del 11% de los activos,
superiores a las recomendaciones del Banco de Ajustes Internacionales de Basilea
para los principales bancos del mundo, normas severas para prestar, algunas por
cierto excesivas, y una red de giros por casi 10% de los depósitos con 15 bancos
internacionales para casos de crisis sistémicas con retiros masivos de depósitos, el
sistema bancario ganó en solvencia y resistió los embates especulativos de nuevas
crisis internacionales.
En Asia en 1997, Rusia en 1998, Brasil en 1999, Turquía en 2000 hubo crisis
cambiarias, generalmente vinculadas a devaluaciones, recesiones, reducciones del
poder adquisitivo de los salarios, quiebras bancarias y de empresas. La
convertibilidad salió incólume. El peso argentino y el dólar de Hong Kong, también
inserto en una caja de conversión, fueron las únicas monedas que desde 1991 no
se devaluaron contra el dólar de los Estados Unidos. A prueba de balas en tiempos
de contagios entre mercados llamados emergentes.
A la convertibilidad se le atribuyen defectos que no son propios. Se dice que a la
paridad con el dólar, el peso está sobrevaluado. Ello no se compatibiliza con el
hecho de que las exportaciones argentinas se han triplicado en diez años de un
promedio anual apenas superior a 8 mil millones de dólares en la década
precedente a más de 26 mil millones a un ritmo muy superior al crecimiento de las
exportaciones mundiales. Con sobrevaluación, la composición de las exportaciones
no habría podido trasladar su mayor gravitación a las mercaderías de origen
industrial (MOI) no agropecuarias que conllevan valor agregado por salarios,
utilidades y amortizaciones, ni se habrían podido exportar productos de marca o
ascender al primero o segundo lugar como país exportador en alrededor de diez
mercados mundiales, algunos agropecuarios, otros industriales o mineros. Por lo
demás, sólo por diferencia de inflación de precios al consumidor, en el último

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quinquenio la Argentina mejoró su competitividad frente a los Estados Unidos en
más del 10%. Eso, al margen de fenomenales mejoras de productividad de la
economía en prácticamente todos sus sectores.
Ni la recesión ni la desocupación son responsabilidad de la convertibilidad que sólo
asegura la estabilidad de los precios y la confianza de los ahorros e inversores.
Aquellos males se deben al desequilibrio fiscal que acompañó la década de la
convertibilidad en cada uno de sus años por montos posiblemente superiores a 10
mil millones de pesos por año, incluyendo los déficit de la Tesorería nacional, de
las provincias y la ciudad de Buenos Aires, los municipios y la emisión de bonos de
consolidación, o sea todo el sector público del país. Ese espectacular déficit
mantiene elevadísima la tasa llamada riesgo país por temor a la insolvencia, y en
su consecuencia altísimas las tasas de interés de los créditos bancarios, de las
financiaciones de proveedores a clientes y otros.
En consecuencia, la economía no puede crecer y la masa del crédito bancario se
redujo en unos 4 mil millones de pesos en el último año. La desocupación es
también consecuencia de ese déficit y de la apertura de la economía para mejorar
su competitividad y aumentar su productividad.
En contra. Resumen del articulo del Dr. Hector Valle, publicado en La Nación del
1.4.01
El núcleo del modelo de la convertibilidad está constituido por el tipo de cambio
pegado al dólar a una paridad uno por uno con el peso. Pero también lo integran
otros aspectos de la política económica íntimamente vinculados con esa pauta
cambiaria. Nos referimos a las reglas de juego que garantizaron las hiperrentas de
las privatizaciones, a la apertura comercial y financiera que condujo a la
desindustrialización y la concentración y desnacionalización bancaria, la
regresividad en el esquema impositivo y la flexibilización laboral funcional a la baja
de salarios que requiere un esquema de cambio fijo.
Ese conjunto integra el modo en que la Argentina se incorporó a principios de la
década pasada al proceso de internacionalización en la esfera productiva y de
globalización en los mercados financieros. Impregnó el desarrollo político y social
de los años 90 y actualmente se ha convertido en una perturbación seria para
abandonar la depresión y es previsible que en poco tiempo su pauta cambiaria sea
enterrada. Diez años después, la experiencia acumulada en los mercados
emergentes que debieron soportar serias turbulencias reivindica el mejor
desempeño que tuvieron los sistemas cambiarios flexibles frente a la rigidez del
esquema argentino, aconseja la adopción de controles sobre la salida de los flujos
especulativos, recomienda estimular la inversión extranjera de riesgo, realiza una
evaluación autocrítica de la flexibilización laboral y revaloriza la experiencia de la
reducción en la jornada de trabajo para atacar el desempleo.
En la evolución que siguió la economía argentina durante la última década se
distinguen claramente dos etapas. La primera, desde 1991 hasta 1994, puede
definirse como los años dorados del modelo. En ese período, gracias a condiciones
externas excepcionalmente favorables y con el aliciente de las privatizaciones, el
crecimiento económico avanzó a una tasa del 7,9% promedio anual. Pero ello
ocurrió en el marco de una fuerte regresividad distributiva que supuestamente
debía ser sucedida por un período de "derrame" de los frutos del crecimiento hacia
los sectores postergados. Nada de eso ocurrió y se terminó la etapa alcista con la
desaparición de amplios tramos del tejido industrial, una tasa récord de desempleo
y un creciente desequilibrio en el balance de pagos que llegó al 4,3% del PBI en
1994.
Todo cambió cuando se inicia la segunda etapa, que va desde 1995 hasta la
actualidad, caracterizada por franca decadencia y extendida depresión. La tasa
promedio a la que crece la economía es apenas del 1,5% promedio anual - vale
decir por debajo del ritmo vegetativo de la población - muy afectada por los tres
años largos de recesión en que hemos terminado con un PBI por habitante menor
al de 1994. No se trata de la única señal preocupante: el 29,3% de la población se

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encuentra por debajo de la línea de la pobreza. Paralelamente, la deuda del Estado
nacional equivale al 41,4% del PBI.

Los dignatarios del modelo, frente a estos datos, claman por las "reformas
pendientes ", un listado sin fin que siempre pivotea sobre la rebaja de salarios, el
recorte del gasto social y la liquidación de activos públicos. Desde nuestro punto
de vista, por el contrario, estamos experimentando las consecuencias acumuladas
de las reformas que provocaron la anemia de la economía real. De hecho, con el
efecto tequila ya había salido a la superficie el agotamiento de este modelo, que
terminadas las privatizaciones sólo podía generar dólares para financiar el
crecimiento y atender la deuda por la vía de más endeudamiento externo. Las
actuales turbulencias son el fruto combinado de mantener ese esquema "deuda
externa dependiente", pese a la evidencia acerca de su agotamiento. Ello se ha
sumado al empeoramiento en las condiciones externas que para la Argentinas son
siempre más graves porque el país genera pocos dólares comerciales y se ha
tornado escasamente atractivo para atraer inversiones de riesgo.
Tres obstáculos
En los últimos años, al haberse descartado la revisión del modelo, se ha terminado
esclerotizando tres pesados obstáculos para abandonar la crisis. 1) Cargamos con
el corset de haber instalado un sistema de caja de conversión con tipo de cambio
pegado al dólar, moneda que ha sufrido una notable revaluación. 2) Los servicios
de una enorme deuda externa, sin contrapartida productiva, absorben una parcela
cada vez más alta del gasto público y se convierten en el elemento más dinámico
del gasto público. 3) Rige la deflación de precios en los sectores transables y
fundamentalmente en salarios, aplastando el tamaño del mercado interno.
Los dos primeros elementos presionan permanentemente hacia la suba en las
tasas de interés; a su turno la combinación de esta tendencia con la deflación
acotan el campo de las inversiones atractivas con lo cual es imposible reactivar la
acumulación y atacar estructuralmente el problema del desempleo con éxito.
Si este orden de los factores es correcto, para corregir las fuertes tendencias
depresivas de carácter inercial que el mismo implica, no puede eludirse la opción
de encarar un modelo alternativo que remueva esas restricciones y busque una
salida progresista de la trampa cambiaria, combinando su flexibilización con
políticas de ingresos que privilegien la equidad distributiva. Ello permitiría tanto
ganar competitividad de corto plazo como ampliar el mercado interno y retomar un
curso activo de acumulación que modernice y amplíe tanto el capital material
como el humano.

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Introducción / Concepto / Historicidad

La convertibilidad es un concepto sencillo. Significa que los residentes y no


residentes de un país pueden cambiar moneda nacional por moneda extranjera.
Pero hay muchas graduaciones diferentes de convertibilidad, reflejando hasta qué
punto los gobiernos imponen controles al cambio y al uso de la moneda. Cuando
se restringe la convertibilidad aumenta el riesgo financiero y también aumentan
las tasas de interés. La razón es que la propiedad se convierte en rehén, sujeta a
expropiación.
Como resultado de esto, los inversionistas están dispuestos a pagar menos por
cada dólar de probable ingreso futuro y el valor de la propiedad cae. Los
inversionistas con razón se ponen nerviosos cuando el gobierno considera imponer
controles de cambio. En ese instante comienza la fuga de capitales. Los dueños de
activos liquidan propiedades y sacan el dinero mientras lo puedan hacer. Contrario
a la sabiduría popular, las restricciones a la convertibilidad no frenan la fuga de
capitales sino que la promueven.
La dolarización ocurre cuando el dólar estadounidense desplaza de una forma u
otra a la moneda domestica en conceptos de ahorros, pagos y precios de bienes. A
menudo, la dolarización se usa en sentido genérico para referirse a cualquier
moneda extranjera, no solo el dólar, que desplace a una moneda domestica. La
dolarización puede ser de carácter oficial o no oficial. Bajo el tipo no oficial,
típicamente la moneda domestica domina pequeñas transacciones, pero el dólar es
importante en grandes transacciones y como vehículo para ahorros. En situaciones
en las cuales la gente no confía en sistemas bancarios domésticos, tendrán
grandes depósitos afuera en dólares que tendrán como "dinero bajo la cama". Este
tipo de ahorros no aparece en estadísticas de países con dolarización oficial, ya
que este tipo de ahorro recae fuera del sistema financiero domestico y en algunos
casos viola leyes nacionales sobre la tenencia de cuentas extranjeras. Menos
fomentada es el tipo de dolarización no oficial, en la cual el país no tiene emisión
domestica de papel moneda. Muchos países han usado moneda extranjera en
algún momento de su historia, en los Estados Unidos las monedas extranjeras
eran legales y de uso oficial hasta 1857.
Están surgiendo amenazas a la globalización, la cual no es otra cosa que la
liberalización de la circulación del dinero, mercancías y servicios a través de
fronteras. Se piensa que el problema son los flujos de dinero caliente y el remedio
es el control de cambio. Esa receta basada en un diagnóstico equivocado conduce
al nacionalismo monetario y al tipo de caos mundial sufrido luego de la Primera
Guerra. La única manera de evitar ese desastre es que los países en desarrollo
unifiquen su moneda con una moneda fuerte. Eso se logra estableciendo un
sistema de caja de conversión, como lo hizo Argentina en 1991, o reemplazando la
moneda nacional por una moneda extranjera fuerte, dolarizando.
Una caja de conversión ortodoxa es una institución monetaria que emite monedas
y billetes totalmente respaldados con reservas extranjeras, y la moneda local es
convertible a la moneda de reserva a solicitud del interesado y a un cambio fijo.
Además, una caja de conversión ortodoxa no es prestamista de última instancia ni
impone requisitos de reservas a los bancos comerciales, no compra ni vende
monedas a futuro y sólo gana intereses sobre las reservas en moneda extranjera
que deposita.
Sin embargo, las cajas de conversión no son totalmente seguras. Aunque la
Argentina se logró sobreponer a la crisis de 1995, la diferencia de intereses en
créditos denominados en dólares versus aquellos en pesos ha variado de 0,5
puntos porcentuales a 4,4 puntos porcentuales en el último año, reflejando el

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riesgo del peso. La razón que la caja de conversión argentina se desvía de la
ortodoxia: actúa como prestamista de última instancia, regula las reservas de los
bancos comerciales y puede utilizar hasta un tercio de sus reservas denominadas
en dólares para respaldar bonos emitidos por el gobierno argentino. En una caja
de conversión ortodoxa, no haría nada de eso.
No menos de 120 naciones han utilizado en algún momento la moneda de otro
país. Hoy, el caso mejor conocido de dolarización es Panamá, que lo utiliza desde
1904. Pero además hay otros 27 países y territorios que no tienen una moneda
nacional. Hasta hace poco, la mayoría de los economistas rehusaban considerar
cajas de conversión o la dolarización. Muchos simplemente insistían que un cambio
fijo no es apropiado o que los hechos son diferentes. No hay nada nuevo en eso.
Michael Polanyi concluyó en su libro "Conocimiento personal", publicado en 1958,
que "la práctica normal de los científicos es ignorar toda evidencia que parece
incompatible con el sistema aceptado de conocimiento científico". Ante el fracaso
del cambio ajustable y el cambio flotante en Asia, Rusia y Brasil, la marea ha
comenzado a cambiar.

El Dólar en la Argentina

Luego de décadas de poco crecimiento, falta de administración adecuada


económica y alta inflación, la Argentina ha desde 1991 estabilizado el nivel de
inflación al pegar de 1 en 1 el peso al dólar. Hace esto de acuerdo al Currency
Board, una institución que toma y elimina la política monetaria de la influencia de
los bancos centrales y políticos; y también al requerir el 100% de las reservas de
dólares en Estados Unidos apoyando la reserva de dinero del país. Esto se diseñó
con el fin de impactar sobre la credibilidad de la unión del 1 a 1 peso – dólar. A
fines de la década de 1980, la Argentina experimentaba un muy alto nivel de
inflación. En 1991, el gobierno comenzó a hacer coincidir el peso con el dólar
estadounidense. Luego, los niveles de hiperinflación comenzaron a declinar.
En concepto de convertibilidad, se requiere que la moneda nacional este
totalmente apoyada por la moneda extranjera, y que exista una relación de 1=1.
El peso argentino por ejemplo se encuentra apoyado y atado al dólar
estadounidense. Para el caso de la Argentina, podemos decir que su situación de
cuasi-conversión respecto de su flexibilidad ayuda su situación a no devaluar ante
una situación como la crisis de Méjico (efecto Tequila).
Niveles inflacionarios en la Argentina de 1981 a 1995

En Abril de 1991, el gobierno argentino introdujo un programa para estabilizar el


peso argentino, el programa fue exitoso en la lucha contra los altos niveles de
inflación. El programa es simple; crea de una tabla que propone estabilizar la
moneda. Existen tres elementos en este programa: 1) fijar el valor del peso al del
dólar, es decir de 1 a 1; 2) establecer total convertibilidad entre el austral (hoy el
peso) y el dólar estadounidense; 3) que el Banco Central mantenga las reservas
extranjeras, las cuales serían en su totalidad al menos el 100% de la base
monetaria nacional. Dichos arreglos no han sido la única razón por la cual la
hiperinflación de Argentina había sido controlada. Se discute que la economía
argentina había sido exitosamente dolarizada luego de una década de inestabilidad
causada por el caos de 1989, y la falta de confianza de los argentinos en su
gobierno, y en la capacidad de su gobierno de controlar la inflación. Ya que solo
una pequeña cantidad de pesos estaban en circulación, el gobierno de Menem
pudo apoyar un 100% la reserva monetaria nacional con intercambios extranjeros
mas allá de las limitadas reservas extranjeras. Las uniones laborales tenían la
capacidad de cambiar la política del gobierno, y esto ayudo a la situación
económica. Si la unión laboral no apoya la forma económica, los líderes políticos
tiene que dejar sus puestos.

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La clase obrera sufrió mucho tiempo la hiperinflación, y por ende acordaron sufrir
a un corto plazo a los efectos de cambiar y reformar la forma monetaria de la
Argentina.

Crecimiento económico en Argentina

Los mercados habían comenzado a dar una respuesta a las explicaciones del
gobierno, de la oposición, de economistas y de los analistas financieros y
bursátiles respecto de que la convertibilidad se mantuviera a rajatabla. No sería
solo el resultado de una rueda bursátil el que pondrán de manifiesto el humor de
los inversores: también habría que prestar atención al ingreso o egreso de
capitales externos y a los movimientos en torno de la demanda de divisas. Los
economistas coinciden en que es necesario, para insuflarle confianza a los
inversores, que el gobierno y la oposición reafirmen su voluntad de mantener el
plan económico en marcha. Pero, además, reclamaron que se pongan en marcha
en forma inmediata las reformas previsional e impositiva y que el Congreso
apruebe el proyecto de ley de convertibilidad fiscal. En los Estados Unidos,
analistas de mercados emergentes explicaron a los inversores que la Argentina
país no abandonará la paridad entre el peso y el dólar. Aunque los especialistas
consideran que el periodo de convalecencia de la economía argentina será
prolongado, si se asegura la convertibilidad y se combate el déficit fiscal, la salida
de la crisis sería más rápida.
Son los mercados financiero, bursátil y cambiario los que serán termómetros para
medir la confianza de los inversores en que la Argentina podrá sostener la
convertibilidad. Menem ha sugerido con vehemencia el reemplazo del peso con el
dólar. La dolarización beneficiaría a la Argentina, ya que eliminaría el riesgo de
cambio entre el peso y el dólar, bajaría las tasas de interés, y estimularía el
crecimiento económico. El sistema monetario no es ortodoxo, y este es un factor
que crea dudas sobre la confianza que se tiene en el peso argentino. La evidencia
empírica demuestra que los países en desarrollo sin banco central propio no han
sufrido de falta de flexibilidad monetaria y han, de hecho, tenido tasas de interés
más altas y sin mayor nivel de vulnerabilidad a choques externos, ni más que
otros países. Sería aconsejable que la Argentina dolarize su economía de forma
unilateral, sin base contractual con los Estados Unidos. Un acceso a descuentos de
la Reserva Federal de los Estados Unidos no es necesario ni aconsejable para la
Argentina.
La devaluación del real brasileño es uno de los factores que ha inducido a Menem
a recomendar la dolarización de la economía argentina. La intención de ese salto
es, por un lado, asegurar totalmente la estabilidad y la convertibilidad de la
moneda. Una dolarización oficial eliminaría las diferencias en las tasas de interés,
y el peso dejaría de circular. La Argentina podría fácilmente instrumentar una
dolarización oficial reemplazando los pesos en circulación con dólares de sus
reservas y ordenando que se cambie la denominación de todos los activos de peso
a dólar.
Argentina requeriría unos 15.000 millones de dólares para reemplazar los pesos en
circulación y gracias a la ley de convertibilidad tiene reservas de unos 24.000
millones de dólares. El destacado experto Steve Hanke, quien se ha reunido en
varias ocasiones con Menem para analizar esta propuesta, dice que la dolarización
le agregaría dos puntos a la tasa de crecimiento de la economía argentina. El
profesor Robert Barro acaba de proponer una simple fórmula para que los países
que dolarizen sus economías no pierdan seigniorage (la Reserva Federal de
Estados Unidos acepta 16 mil millones de pesos del Banco Central argentino, la
cantidad de billetes en circulación, como pago por 16 mil millones de dólares
recién emitidos; los pesos argentinos permanecen como colateral y son redimibles
a la par si Argentina abandona el patrón dólar).

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Los analistas de mercados emergentes de los principales bancos de inversión con
sede en Nueva York, están justificando con creces sus altos salarios. Convocados
de urgencia por empresarios que tienen colocaciones en nuestro país, han dado
explicaciones sobre la incertidumbre que se apodero de los inversores en la
Argentina. La Argentina no abandonaría la convertibilidad, ninguno de los
candidatos a presidente para las elecciones de octubre devaluará el peso, porque
esa maniobra en lugar de hacerle ganar competitividad, como muchos sectores
reclaman, provocaría enormes consecuencias negativas y desataría una inflación
desenfrenada. Se perciben indicios de una perdida de poder del Gobierno. La
incertidumbre continuara hasta que se sepa quien sucederá a Menem tras 10 años
en el poder. La recomendación fue no abandonar la confianza en la economía
argentina y seguir invirtiendo allí.
Los dichos del financista George Soros fueron tomados por los analistas como una
mala noticia, pero que no cambia las opiniones de fondo que tienen sobre la
economía argentina. Fernando Losada, investigador de mercados emergentes de
ING Barings, debió dejar su confortable oficina en la avenida Madison, en el
corazón de Manhattan, y volar a Houston para reunirse con inversores, sacudidos
por los rumores sobre la Argentina. "Los inversores están inquietos, dice Losada.
La gente esta intranquila porque los mensajes sobre la Argentina son confusos."
El economista transmitió a sus clientes que no hay posibilidades de que la
Argentina abandone la convertibilidad, porque no tiene sentido económico, dejar el
régimen de cambio fijo de un peso - un dólar. Hay quienes piensan que se ganaría
competitividad con una devaluación. Pero se tiene que tener en cuenta que ha
habido un proceso de endeudamiento muy fuerte en moneda extranjera, tanto de
parte del gobierno como del sector privado, desde 1992 y 1994, cuando quedo
claro que la convertibilidad funcionaba. Y salir del actual régimen tendría serias
consecuencias para todos.
"El flujo de capitales externos es decisivo para el funcionamiento del mercado local
de capitales y por eso los políticos y candidatos a suceder a Menem tienen la
obligación de mantener la estabilidad monetaria y de apoyar la ley de
convertibilidad fiscal." Luis Corsiglia, operador de Bolsa. En la misma línea, Martin
Redrado dijo, "Conociéndolos al Presidente y al ministro Fernández, sé que van a
mantener la convertibilidad y la pauta fiscal para evitar cualquier tipo de desborde.
Sin embargo, el país presenta tres indicadores negativos: déficit fiscal creciente,
exportaciones estancadas y un déficit en la cuenta corriente de aproximadamente
el 4% del producto bruto."
El vice ministro de economía, Pablo Guidotti, dice que se puede hacer de un día
para el otro la dolarización porque no existe absolutamente ninguna restricción y
el gobierno de los Estados Unidos ya ha dicho que eso le parece perfectamente
viable y que daría toda la colaboración técnica.

11
Hoy es Miércoles 30 de Abril de 2003

Convertibilidad: devaluación, rebajas de salarios y la productividad?

Cuando se hablaba años atrás de instalar la convertibilidad en la Argentina,


muchos se oponían. Hoy en día, muchos se oponen a terminar con ella y pasar a
un sistema de libre flotación cambiaria.
A mediados de 1999 los inversores y empresarios analizaban con preocupación
el sostenimiento a ultranza de la paridad 1 peso 1 dólar por parte de los políticos
con aspiraciones a la presidencia de la nación. Por esa época, el tema de debate
era saber quién y como haría para sacar a la Argentina de la convertibilidad.
Sería oportuno decir que sin necesidad de salir de la convertibilidad se puede
cambiar la paridad 1 a 1. La convertibilidad exige un nivel de reservas por parte
del Banco Central que le permita hacer frente a una eventual corrida cambiaria, o
sea que la gente cambie masivamente sus pesos por dólares. Ahora dicho esto, si
se mantienen las reservas acorde al circulante monetario, se está manteniendo la
convertibilidad. Lo que se cuestiona entonces no es la convertibilidad en sí sino la
sobrevaluación del peso.
Sería necesario entonces cambiar de discusión y analizar la posibilidad de
cambiar la paridad cambiaria dejando como en la mayor parte del mundo que la
paridad del dólar y el peso sea libre e interactúe con el mercado global?
Para sostener estrictamente la convertibilidad sólo sería necesario sostener el
nivel de reservas acorde al circulante en pesos. Con lo cual el fantasma de la
hiperinflación no tendría lugar.
Asumiendo que la convertibilidad no implica ad-eternun una paridad fija 1 a 1,
sino que se puede o debe? dejar una libre flotación, habría que plantearse que
podría suceder con una devaluación del peso.
Planteo1 : si Ud. tiene un crédito en dólares, al día siguiente de una devaluación
su salario continuará igual y la cuota de su crédito aumentará, por ejemplo un 20-
30%. Su salario sin embargo probablemente por la recesión seguirá igual. Si Ud.
tenía una cuota de un crédito por 1000 pesos, tendrá que pagar 200 o 300 pesos
más! Agreguemos no sólo las personas han tomado créditos en dólares (incluso
para comprar viviendas), sino que también lo han hecho las empresas.
Ante ésta situación el planteo de una devaluación o libre flotación se torna difícil.
Planteo 2: Es preferible dicen, bajar los costos para que los productos Argentinos
sean más competitivos. Pero bajar los costos significa también, rebajas en los
salarios, lo cual a los mismos tomadores de crédito les significa en el mejor de los
casos 200 o 300 pesos menos de sus ingresos y la cuota de su/s crédito/s
continuará igual, esto es 1000 pesos según el ejemplo anterior.
Sin embargo en un análisis muy simple, a pesar de que parecen similares en sus
consecuencias ambos planteos 1 y 2, no lo son en realidad.
En ambos planteos (1 y 2) se mejora la competitividad para los productos
argentinos, lo cual serviría para combatir la recesión en que se halla
semisumergida la Argentina. Sin embargo, en el planteo 1 tanto las empresas
tomadoras de crédito como las personas deberán pagar más en sus cuotas
crediticias. En cambio en el planteo 2, sólo los asalariados deberán ajustar sus
presupuestos familiares debido a las rebajas salariales. Si las empresas y las
personas soportan el peso del planteo 1 (devaluación) y los trabajadores soportan
el peso del planteo 2, parece lógico que será menos dura una devaluación
repartida entre todos que una rebaja salarial repartida entre los asalariados.

12
De todos modos, poco importa, ya que si las reservas de la Argentina por su
recesión caen a niveles críticos (la mitad del monto histórico) la convertibilidad ya
no será una cuestión de opción dejarla o no, sino que deberá buscarse
rápidamente la forma de amortiguar el cimbronazo económico, social y político de
tener que devaluar por imperio de una recesión intolerable.
En 1999 se opinaba que había dos opciones: los salarios o la paridad cambiaria,
a lo que había que sumarle un gasto público congelado hasta lograr crecimiento.
Lo que no puede hacerse es no escoger una de ambas. Claro que existe otra
posibilidad, no hacer nada y que por milagro el dólar estadounidense se devalúe
ante el euro o el yen. Eso mejoraría la competitividad de los productos Argentinos
y por ende el nivel de ingresos, pero no mejorará la productividad en forma
inmediata. Pero para que hacernos problemas, es tan poco probable que un país
con un crecimiento sostenido en los últimos 4 años tenga que devaluar. Además,
no hay que desearle cosas malas al prójimo.
Hoy por hoy, sabemos que la elección se ha tomado por el lado de los salarios y
gastos superfluos, pero cuanto dura eso y que costo político tiene? O es que
alguien creyó que la muerte de la rana que cae en agua hirviendo es muy
diferente a la muerte de la rana que cae en agua que se calienta progresivamente
hasta hervir?
El problema es la toma de decisión y el costo político de sus consecuencias,
pero ambas tienen consecuencias. Cuando Menem insistía con la dolarización, lo
hacía porque ante una devaluación, ya no habría corrida cambiaria, nadie iría a
comprar dólares, ya que el circulante sería esa moneda, no existiría la
sobrevaluación del peso. Menem intuía el futuro e intentó desplegar un
paracaídas, que no le fue autorizado. Desde Estados Unidos se comentó que sería
poco probable que dicha Nación avalara esa actitud. Todo esto me hace recordar
un poco a la resistencia a instaurar la convertibilidad hace muchos años atrás.
Pero recordando la receta, la clave está en mejorar la productividad del país, y ni
la devaluación ni la rebaja de salarios asegura per se una mejora en la
productividad. Mientras los Argentinos continúan con el mismo nivel de
productividad, el resto de los países desarrollados la aumenta, y viviendo en un
mundo globalizado, aumenta el abismo. La baja productividad, impide que el
mercado laboral se amplíe disminuyendo la desocupación que las reformas del
Estado requieren.
Para resolver la baja productividad comparativa con otros paises, Argentina
necesita hacer énfasis en la Educación, en la transparencia del Estado y de las
Empresas y en una fuerte vocación de que todos los ciudadanos, gobernantes
inclusive, respeten las leyes y que las mismas sean iguales para todos.

Comentario remitido por: Cdor. Daniel Balihaut, 22/04/00

Si bien resulta interesante el planteo reflejado en el artículo de vuestra autoría,


quisiera dejar asentadas algunas observaciones con el ánimo de contribuir a la
discusión acerca de la (¿trampa?) de la convertibilidad de la moneda en nuestro
país.
1) En el análisis de las alternativas se deja establecido (planteo 2)que la rebaja de
costos vía aumento de la productividad implica en sí mismo una rebaja del nivel de
ingresos del sector asalariado que repercutiría de la misma forma que una
devaluación del peso. Creo que no necesariamente una mayor productividad se
obtiene a partir de ello. Políticas tales como la capacitación del RRHH,
incorporación de nuevas tecnologías y procedimientos, así como la virtual
eliminación de la sub-utilización de la capacidad ociosa, devienen inevitablemente
en una ganancia en términos de productividad. Prueba de ello fue lo acontecido en
el primer lustro de los `90 en nuestro país, en donde el explosivo aumento del PBI
fue de la mano con un aumento en el ingreso per cápita.
De hecho, ese fue el argumento que utilizó el ex-ministro Cavallo ante los
embates de lo lobbystas empresarios durante toda su gestión cuando se le

13
reclamaba alguna suerte de ventaja en términos de intercambio en relación a sus
competidores externos.
2) Por otro lado, ante una eventual devaluación del peso, no debemos desdeñar
las implicancias que tiene esta medida en :
2.a) El nivel gral. de precios. Es sabido que una devaluación tiene efectos
inflacionarios al interno de una economía, desde que un exportador va a requerir
en el mercado interno al menos el mismo valor en pesos que ahora obtiene en el
mercado externo.
2.b) La inestabilidad en los términos de intercambio al final de los sucesivos
reacomodamientos monetarios. Es decir, resulta lógico pensar que si la Argentina
devalúa un 20% Brasil reaccionará en igual o mayor medida que el shock inicial
recibido; y así también los demás países que pudieran sentirse afectados en
alguna medida ante una variación sustancial en sus propios términos de
intercambio. Esto producirá un efecto análogo en un conjunto de economías tal
que nada garantiza que la situación al final del cuento termine siendo beneficiosa
para el que pegó primero. Dicho de otra manera, existe algún grado de
probabilidad de que le salga el tiro por la culata, con el agravante del descrédito
internacional producto de este intento "artificial" de mejorar la competitividad.
Recordemos que no todos los países actúan de forma tan ingenuamente neutral
como el nuestro ante la devaluación de la moneda brasilera, un shock externo que
nos costó una pérdida posición cambiaria en relación a los "Cardozo´s boys" de
casi un 40%.
Como verás, la situación no resulta tan sencilla, desde mi modesto modo de ver,
como puede demostrarnos la experiencia brasilera del último año.
La ganancia de competitividad resulta esencial en los tiempos de economía
mundializada que nos toca vivir, con lo cual volvemos al comienzo de la discusión
cuando te planteaba el tema de la trampa de la convertibilidad en nuestra
economía.
Coincido plenamente contigo en que la paridad 1 a 1 es ciertamente innecesaria y
que de a poco se deben ir buscando los mecanismos (y los momentos políticos)
para ir escapando de la rigidez del esquema, aunque ciertamente no soy optimista
en el corto plazo.

14
VOLVER AL FUTURO III

Esta introducción y la crónica subsecuente, tienen un caprichoso parentesco con


los días de los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999) y en principio Eduardo
Duhalde (2002).
En el marco de aquella historia que duró curiosamente diez años, creció el stock
de metálico y el papel moneda comenzó a fortalecerse; al igual que desde 1991
(apreciación del tipo de cambio y aumento de las reservas).
Mientras inveterados analistas conservadores sostuvieron que era debido a la
mejora de la política económica en general y la adopción de eficaces medidas
tendientes al equilibrio monetario; otros contemporáneos como Raúl Prebisch se
preguntaron, si la abundancia de oro fue el efecto sobresaliente de un ciclo
expansivo, o simplemente la elaboración imaginativa de operatorias financieras.
En cambio en esta época, con abundancia de datos macroeconómico , podemos
afirmar que en la era Menem, asistimos a una robusta afluencia de capitales hacia
los países emergentes - bajas tasas de interés, hasta las crisis de 1997/98. Esos
fueron los años fulgurantes de la Convertibilidad.
Volviendo a la versión primitiva, otros notables analistas sostuvieron, que la
introducción de oro de los empréstitos que La Nación y La Provincia contrajeron en
Inglaterra, más la provisión a los ejércitos de la República y de Brasil, en campaña
contra el Paraguay, fueron los que provocaron un movimiento extraordinario que
dinamizó la actividad económica. En efecto, mediante una ley, el gobierno nacional
fue autorizado a contratar un empréstito en el exterior que por gestiones
realizadas ante "la Baring", se logró anticipar en libras esterlinas y llegó
inmediatamente. El préstamo ingresó en dos desembolsos y sin ninguna
condicionalidad del FMI, que por supuesto no existía, pero por si acaso dejamos
excluido de los actuales cuestionamientos.
A continuación, en 1870 y también por Ley, el Poder Ejecutivo Nacional fue
autorizado a contratar un nuevo empréstito en Londres con el objeto de realizar
obras públicas. El mismo que luego fuera muy cuestionado, vinculado con el gran
aprieto de 1873. Es justo mencionar además, el provechoso ingreso de oro
brasileño, que comenzó a llegar después de iniciada la guerra. No tanto por los
valores nominales de las operaciones, sino por su cuota parte en la reactivación
económica, ya que los proveedores del ejercito compraron grandes cantidades de
reses, toda clase de alimentos, e incluso manufacturas europeas, que pasando por
nuestra aduana pagaban derechos, siendo luego re exportados de cabotaje, al
Paraguay.
Es decir que también en aquella oportunidad ingresaron a nuestras arcas oro y
divisas en creciente cantidad vía préstamos, inversiones extranjeras y
exportaciones al futuro socio principal del Mercosur. Sí Brasil, donde
coincidentemente hasta 1999 colocamos más del 28 por ciento de nuestras
remesas anuales.
Como decía antes, todo esto generó un aumento en las reservas en términos de
stock de oro en el país, resultado del saldo positivo en la balanza de pagos, tanto
por la cuenta corriente(aunque menos); como así también por la cuenta de capital.
A esto hay que sumarle la reducción del circulante por quema y prohibición de
nuevas emisiones. Consecuentemente el papel moneda se apreció en forma
considerable. Todo lo sucedido guarda una rigurosa similitud aleatoria o no, con la
reciente década del noventa.
En la balanza comercial desde 1861 a 1876, salvo el último año, los saldos fueron
deficitarios. Como se explica habitualmente y se enseña en libros de texto, esto
ocurre fatalmente durante los periodos de expansión.

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Como en los años noventa, las reservas se fueron acumulando, pero no tuvieron
un fuerte origen en los saldos del comercio exterior. Al no ser nuestro país
productor de oro primitivamente, ni productor de dólares al presente, el oro de
entonces y los dólares del presente provenían en los respectivos casos,
básicamente de la cuenta de capital.
Cuando por causa de la crisis que se inicia en Inglaterra, esta se ve obligada a
interrumpir la corriente de préstamos, se desploma estruendosamente nuestra
siempre exagerada prosperidad, montada sobre crédito fácil y desapegadas
corrientes de capitales.
Los formidables empréstitos entre 1867 y 1873, posibilitaron un extraordinario
incremento de las importaciones, como sucedió en la Argentina moderna desde
1991. También aquellos Bancos privados, e incluso el Banco Nacional expandieron
el crédito primero creyendo que el bienestar no tenía fin. El comercio se
multiplicaba y el gobierno aumentaba los gastos en forma inconsistente con la
pretendida convertibilidad. En 1874 la confianza en el país se consumió, como
sucedió también en 2001, "los índices de confianza de entonces" decayeron, el
capital se retrajo y se produjo una caída vertiginosa con consecuencias similares.
Caída de los valores de las propiedades del 50 por ciento, las mercaderías se
vendieron a precio vil y las quiebras se generalizaron en forma masiva. Los
capitales escasearon primero y se produjo una contracción del circulante de
magnitud, como en la crisis de financiamiento de Julio pasado. El crédito que se
había hecho difícil, llevó las tasas de interés del 6% al 18% en los bancos
privados.
Ante tal situación, aumentaron las solicitudes de conversión de los tenedores de
billetes(currency sustitution), a la autoridad monetaria se le hizo cada vez más
difícil mantener la conversión y para salvar sus reservas, el gobierno dictó por Ley
la suspención de la convertibilidad a oro de los billetes del Banco Provincia,
prescindiendo de los antipáticos corralitos de finales de gobierno de Alfonsín y De
la Rúa. En medio de un día convulsionado, tras diez años de estabilidad monetaria,
el 16 de Mayo de 1876 el papel moneda volvía a ser inconvertible por Ley. La
argumentación del relato histórico y las recientes vivencias, me relevan de toda
opinión sobre esta Obra Maestra en tres actos de la economía Argentina.
A 125 años del estreno de su primer versión, les he presentado otro estreno de
verano: "Volver al futuro III". Respire, ya pasó!

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CONVERTIBILIDAD DEL AUSTRAL

Ley Nº 23.928
Sancionada: Marzo 27 de 1991
Promulgada: Marzo 27 de 1991

TITULO I
DE LA CONVERTIBILIDAD DEL AUSTRAL
ARTICULO 1º — Declárase la convertibilidad del Austral con el Dólar de los Estados
Unidos de América a partir del 1º de abril de 1991, a una relación de DIEZ MIL
AUSTRALES (A 10.000) por cada DOLAR, para la venta, en las condiciones
establecidas por la presente ley.
ARTICULO 2º — El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA venderá las
divisas que le sean requeridas para operaciones de conversión a la relación
establecida en el artículo anterior, debiendo retirar de circulación los Australes
recibidos en cambio.
ARTICULO 3º — El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA podrá comprar
divisas a precios de mercado, con sus propios recursos, por cuenta y orden del
GOBIERNO NACIONAL, o emitiendo los Australes necesarios para tal fin.
ARTICULO 4º — En todo momento, las reservas de libre disponibilidad del BANCO
CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA en oro y divisas extranjeras, serán
equivalentes a por lo menos el CIENTO POR CIENTO (100 %) de la base
monetaria. Cuando las reservas se inviertan en depósitos, otras operaciones a
interés, o en títulos públicos nacionales o extranjeros pagaderos en oro, metales
preciosos, dólares estadounidenses u otras divisas de similar solvencia, su
cómputo a los fines de esta ley se efectuará a valores de mercado.
ARTICULO 5º — El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA deberá
introducir las modificaciones pertinentes en su balance y estados contables para
reflejar el monto, composición e inversión de las reservas de libre disponibilidad,
por un lado, y el monto y composición de la base monetaria, por el otro.
ARTICULO 6º — Los bienes que integran las reservas mencionadas en el artículo
anterior constituyen prenda común de la base monetaria, son inembargables , y
pueden aplicarse exclusivamente a los fines previstos en la presente ley. La base
monetaria en australes está constituida por la circulación monetaria más los
depósitos a la vista de las entidades financieras en el BANCO CENTRAL DE LA
REPUBLICA ARGENTINA, en cuenta corriente o cuentas especiales.

TITULO II
DE LA LEY DE CIRCULACION DEL AUSTRAL CONVERTIBLE
ARTICULO 7º — El deudor de una obligación de dar una suma determinada de
Australes, cumple su obligación dando el día de su vencimiento la cantidad
nominalmente expresada. En ningún caso se admitirá la actualización monetaria,
indexación por precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera
fuere su causa, haya o no mora del deudor, con posterioridad al 1º del mes de
abril de 1991, en que entra en vigencia la convertibilidad del Austral.
Quedan derogadas las disposiciones legales y reglamentarias y serán inaplicables
las disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo dispuesto.
ARTICULO 8º — Los mecanismos de actualización monetaria o repotenciación de
créditos dispuestos en sentencias judiciales respecto a sumas expresadas en
Australes no convertibles, se aplicarán exclusivamente hasta el día 1º del mes de
abril de 1991, no devengándose nuevos ajustes por tales conceptos con
posterioridad a ese momento.
ARTICULO 9º — En todas las relaciones jurídicas nacidas con anterioridad a la
convertibilidad del Austral, en las que existan prestaciones pendientes de
cumplimiento por ambas partes, o en aquellas de ejecución continuada con
prestaciones y contraprestaciones periódicas, el precio, cuota o alquiler a pagar

17
por el bien, obra, servicio o período posterior a ella, se determinará por aplicación
de los mecanismos previstos legal, reglamentaria o contractualmente, salvo que
dicho ajuste fuera superior en más de un DOCE POR CIENTO (12 %) anual al que
surja de la evolución de la cotización del Austral en Dólares estadounidenses entre
su origen o el mes de mayo de 1990, lo que fuere posterior, y el día 1º del mes de
abril de 1991, en las condiciones que determine la reglamentación. En este último
caso la obligación de quien debe pagar la suma de dinero, se cancelará con la
cantidad de Australes que corresponda a la actualización por la evolución del Dólar
estadounidense por el período indicado, con más un DOCE POR CIENTO (12 %)
anual, siéndole inoponibles las estipulaciones o condiciones originales.
ARTICULO 10. — Deróganse, con efecto a partir del 1º del mes de abril de 1991,
todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la
indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier
otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los
bienes, obras o servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse
ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional -inclusive
convenios colectivos de trabajo- de fecha anterior, como causa de ajuste en las
sumas de Australes que corresponda pagar, sino hasta el día 1º de abril de 1991,
en que entra en vigencia la convertibilidad del Austral.
ARTICULO 11. — Modifícanse los artículos 617, 619 y 623 del Código Civil, que
quedarán redactados como sigue:
"Artículo 617: Si por el acto por el que se ha constituido la obligación, se hubiere
estipulado dar moneda que no sea de curso legal en la República, la obligación
debe considerarse como de dar sumas de dinero."
"Artículo 619: Si la obligación del deudor fuese de entregar una suma de
determinada especie o calidad de moneda, cumple la obligación dando la especie
designada, el día de su vencimiento."
"Artículo 623: No se deben intereses de los intereses, sino por convención expresa
que autorice su acumulación al capital con la periodicidad que acuerden las partes;
o cuando liquidada la deuda judicialmente con los intereses, el juez mandase
pagar la suma que resultare y el deudor fuese moroso en hacerlo. Serán válidos
los acuerdos de capitalización de intereses que se basen en la evolución periódica
de la tasa de interés de plaza."
ARTICULO 12. — Dado el diferente régimen jurídico aplicable al Austral, antes y
después de su convertibilidad, considéraselo a todos sus efectos como una nueva
moneda. Para facilitar dicha diferenciación, facúltase al PODER EJECUTIVO
NACIONAL para reemplazar en el futuro la denominación y expresión numérica del
Austral, respetando la relación de conversión que surge del artículo 1º.
ARTICULO 13. — La presente ley es de orden público. Ninguna persona puede
alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos. Derógase toda otra
disposición que se oponga a lo en ella dispuesto. La vigencia se fija a partir del día
siguiente de su publicación oficial.
ARTICULO 14. — Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional. — ALBERTO R. PIERRI.
— EDUARDO A. DUHALDE. — Esther H. Pereyra Arandía de Pérez Pardo. — Hugo
R. Flombaum.

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Ley de Modificación a la Convertibilidad
Ley 25445
ADOPCIÓN DE UN NUEVO PATRÓN DE CONVERTIBILIDAD PARA EL PESO.
MODIFICACIÓN DEL ARTICULO 1RO. DE LA LEY 23.928. VIGENCIA.
Sancionada: 21/06/2001
Promulgada: 22/06/2001
Publicada Boletín Oficial: 25/06/2001

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso,


etc. sancionan con fuerza de Ley:
ARTICULO 1° — Sustitúyese el artículo 1° de la ley 23.928 por el siguiente:
Artículo 1°: El peso será convertible para la venta, a una relación de un peso ($ 1)
por el promedio simple de un dólar de los Estados Unidos de América (u$s 1) y un
euro de la Unión Europea (E 1), en las condiciones establecidas por la presente
ley. A estos efectos se tomará la cotización de tipo vendedor de euros en dólares
estadounidenses en el mercado de Londres.
ARTICULO 2º — La presente ley rige a partir del día siguiente a aquel en el que un
euro de la Unión Europea (E 1) cotice a un dólar de los Estados Unidos de América
(u$s 1) para la venta, en el mercado de Londres, o supere dicha cotización, lo que
será declarado por decreto del Poder Ejecutivo nacional en dicha oportunidad.
ARTICULO 3º — El Banco Central de la República Argentina podrá formular los
instrumentos necesarios para facilitar la adopción del nuevo patrón de
convertibilidad en la adaptación de las deudas preexistentes.
ARTICULO 4º — Comuníquese al Poder Ejecutivo.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS
AIRES, A LOS VEINTIÚN DÍAS DEL MES DE JUNIO DEL AÑO DOS MIL UNO.
— REGISTRADA BAJO EL N° 25.445 —
RAFAEL PASCUAL — MARIO A. LOSADA — Rodolfo C. Marafioti. — Juan C.
Oyarzún.
CONSULTORA EN ECONOMÍA, FINANZAS Y NEGOCIOS CORPORATIVOS

PROYECTO DE LEY DE NUEVA CONVERTIBILIDAD DEL PESO Y DIVISIÓN DEL


BANCO CENTRAL

FUNDAMENTOS

La recuperación de la economía nacional no tendrá lugar hasta tanto no se


reconstruyan los pilares básicos sobre los que levanta cualquier economía: su
moneda y su sistema financiero. Sin ellos, la incertidumbre que domina a los
agentes que intervienen en las actividades económicas asciende a niveles tales
que resultan destructivos de la demanda doméstica. Esto es cierto tanto para la
inversión, puesto que el riesgo con el que se debe descontar su resultado futuro
transforma prácticamente todos los proyectos de inversión en inviables , como
para el consumo, dado que se maximiza el ahorro ante la incertidumbre futura a la
que se ven enfrentados todos los habitantes del país.
Dependiendo de la demanda doméstica prácticamente el 90% de la producción de
bienes y servicios nacionales, es evidente que por grande que pudiera ser la
recuperación de las exportaciones, difícilmente sirva para lograr una recuperación
como la necesaria. Además, las exportaciones nacionales fueron un éxito sin
precedentes en la década anterior debido justamente a las buenas condiciones que
imperaron entonces para las inversiones de riesgo, las que ahora distan mucho de
presentarse. A este ritmo, las exportaciones perderán también su vigor por más
conveniente que parezca ser el tipo de cambio.
Lograr una moneda estable exige reconocer con madurez cuáles son las
restricciones que un Estado como el nuestro enfrenta en el presente. La Argentina,
tras pulverizar en 30 años cinco monedas diferentes, demostró estar seriamente

19
impedida para emitir una moneda fiduciaria que logre niveles mínimos de
confianza. La recuperación de nuestra moneda en la actualidad exige condiciones
de confianza que, de ninguna manera, pueden ser inferiores a aquellas de las que
gozaba la moneda convertible surgida de la Ley 23.928, que tan buena acogida
tuvo entre nuestra ciudadanía. La realidad de estos cuatro meses de moneda
inconvertible debe servir ya como muestra suficiente.
Por ello, proponemos como la reinstauración de una convertibilidad del peso con el
dólar estadounidense, aunque esta vez con una exigencia de respaldo del 100%
en reservas de libre disponibilidad, sin autorizar el uso de títulos públicos en su
respaldo. La relación de cambio propuesta es de tres pesos ($ 3) por dólar, lo que
está acorde con el valor del momento actual y permite al Estado contar con
reservas excedentes por aproximadamente tres mil quinientos millones de dólares
estadounidenses (US$ 3.500 millones). Con estos fondos puede asistirse al Tesoro
para afrontar los compromisos internacionales inmediatos y evitar así la cesación
de pagos con los organismos internacionales y además para generar un Fondo de
asistencia al sistema financiero que lo dote de la liquidez necesaria para
recomponer el mercado de crédito en el país, que está paralizado.
Otra parte del proyecto es una transformación de la Carta Orgánica del Banco
Central para dividir con absoluta claridad las dos funciones que le están
encomendadas: la de preservar el valor de la moneda y la de supervisar y asistir
al sistema financiero. El diseño de banca central que rigió durante la década
pasada y culminó con las reformas que se instrumentaron en el año último habían
dado una importante solidez al sistema financiero. Para ello, se propone dividir el
patrimonio del banco en dos activos, cada uno de ellos con afectación específica a
las tareas antes mencionadas, prohibiendo la asistencia recíproca de estos dos
departamentos del organismo.
La preservación del valor de la moneda estará a cargo de una Caja de conversión
de pesos por dólares a la relación de cambio establecida. Los activos de esta Caja
serán todas las reservas de libre disponibilidad que hacen falta para respaldar el
100% de sus pasivos financieros, los que están conformados por: a) la circulación
de moneda emitida (unos $ 15.500 millones); b) las cuentas de las entidades
financieras en el Banco Central (unos $ 6.500 millones); c) la cuenta del Tesoro
nacional en el banco (unos $ 100 millones), a la que se adicionará por única vez
un monto equivalente a US$ 250 millones de reservas (con lo que totalizará unos
$ 850 millones); y d) transitoriamente hasta su rescate definitivo, las letras
emitidas por el banco (unos $ 550 millones), las que en adelante quedarán
prohibidas. Los pasivos financieros totales suman de este modo aproximadamente
unos $ 23.000 millones: esto exige reservas en el activo por unos US$ 7.700
millones.
El Fondo de asistencia al sistema financiero, que será el otro departamento
independiente del banco, tendrá la misión de utilizar su patrimonio para dotar de
liquidez a las entidades, con las limitaciones que tiene habitualmente el banco. En
su activo quedarán incorporados US$ 3.000 millones de las reservas más la
totalidad de títulos públicos actualmente en poder del banco (unos US$ 3.000
millones), los que ya no podrán servir más como respaldo de los pasivos
financieros de la Caja, más la totalidad de la asistencia otorgada hasta el presente
al sistema financiero (unos $ 18.000 millones).
Con este nuevo esquema monetario y financiero se podrán recomponer
rápidamente los pilares básicos de nuestro sistema económico, dándole a la
sociedad un marco previsible dentro del cual pueda volver a planificar sus
actividades, volviendo paulatinamente a operar a plazo. Sin estas
transformaciones seguiremos, en cambio, sumidos en el cortísimo plazo, sin lograr
las condiciones que permitan un nuevo despegue de nuestra actividad y del
empleo.

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PROYECTO DE LEY DE NUEVA CONVERTIBILIDAD DEL PESO Y DIVISIÓN
DEL BANCO CENTRAL

CAPÍTULO I – NUEVA CONVERTIBILIDAD DEL PESO


Artículo 1º: Derógase el artículo 2º de la ley 25.561.
Artículo 2º: Sustitúyese el texto del artículo 1° de la Ley N° 23.928 y su
modificatoria , el que quedará redactado del siguiente modo:
"ARTICULO 1º.- Declárase la convertibilidad del Peso con el Dólar de los Estados
Unidos de América a partir del 25 de mayo de 2002, a una relación de TRES
PESOS ($ 3) por cada DOLAR, para la venta, en las condiciones establecidas por la
presente ley.
Artículo 3º: Incorpórase como artículo 13 de la Ley 23.928 y su modificatoria, el
siguiente:
"ARTICULO 13. - La presente ley es de orden público. Ninguna persona puede
alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos. Derógase toda otra
disposición que se oponga a lo en ella dispuesto. La vigencia se fija a partir del día
siguiente de su publicación oficial."
Artículo 4º: Modifícase el texto de los artículos 3°, 4°, 5° y 6°de la Ley N° 23.928
y su modificatoria, que quedarán redactados del siguiente modo:
"ARTICULO 3º.- El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA podrá comprar
divisas a precios de mercado, con sus propios recursos por cuenta y orden del
GOBIERNO NACIONAL o emitiendo los Pesos necesarios para tal fin.
"ARTICULO 4º.- En todo momento, las reservas de libre disponibilidad del BANCO
CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA en oro y divisas extranjeras, serán
equivalentes a por lo menos el CIENTO POR CIENTO (100 %) del total de pasivos
financieros del Banco Central. Cuando las reservas se inviertan en depósitos, otras
operaciones a interés, o en títulos públicos extranjeros pagaderos en oro, metales
preciosos, dólares estadounidenses u otras divisas de similar solvencia, su
cómputo a los fines de esta ley se efectuará a valores de mercado.
"ARTICULO 5º.- El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA deberá
introducir las modificaciones pertinentes en su balance y estados contables para
reflejar el monto, composición e inversión de las reservas de libre disponibilidad,
por un lado, y el monto y composición de los pasivos financieros, por el otro.
"ARTICULO 6º.- Los bienes que integran las reservas mencionadas en el artículo
anterior constituyen prenda común de los pasivos financieros, son inembargables,
y pueden aplicarse exclusivamente a los fines previstos en la presente ley. Los
pasivos financieros en Pesos están constituidos por la circulación monetaria más
los depósitos a la vista del Tesoro nacional y las entidades financieras en el BANCO
CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA, en cuenta corriente o cuentas especiales.
Artículo 5º: Derógase la Ley 25.445 de modificación del régimen de
convertibilidad.

CAPÍTULO II
DIVISIÓN DEL BANCO CENTRAL: CAJA DE CONVERSIÓN Y FONDO DE ASISTENCIA
FINANCIERA

Artículo 6º: Sustitúyese el artículo 17 de la ley 24.144 por los siguientes:


"ARTÍCULO 17: El banco está compuesto por dos departamentos independientes
entre sí: la Caja de conversión de la moneda nacional y el Fondo de asistencia al
sistema financiero.
"Los patrimonios de estos dos departamentos son absolutamente independientes,
teniendo cada uno de ellos la asignación específica que prevé la presente ley.
Queda absolutamente prohibida cualquier transferencia de fondos entre ambos
departamentos, sea ésta transitoria o permanente, bajo cualquier circunstancia."
"ARTÍCULO 17 bis: La Caja de conversión de la moneda nacional será excluyente y
exclusivamente responsable de administrar los pasivos financieros del Banco

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Central. Quedan absolutamente prohibidos la emisión de moneda nacional y el uso
de su patrimonio para brindar cualquier tipo de financiamiento al sector público o
privado.
"La Caja está facultada para realizar las siguientes operaciones:
Emitir billetes y monedas conforme a la delegación de facultades realizada por el
Honorable Congreso de la Nación, según lo dispuesto por la ley 23.928 de
convertibilidad;
Las derivadas de convenios internacionales en materia de pagos, y la toma de
préstamos de organismos multilaterales u oficiales extranjeros, bancos centrales o
entes de los cuales sólo el Banco pueda ser prestatario, por sí o por cuenta del
Tesoro Nacional como Agente Financiero de la República, sin que en ningún caso
pueda comprometer las reservas de libre disponibilidad que respaldan los pasivos
financieros.
Administrar las cuentas corrientes que el Tesoro nacional y las entidades
financieras poseen en el banco."
"ARTÍCULO 17 tris: El Fondo de asistencia al sistema financiero tendrá como
exclusiva misión velar por la adecuada liquidez del sistema financiero, con los
límites que le imponen el monto de su patrimonio, que es de afectación específica
a esta función, y las regulaciones contenidas en esta Carta Orgánica.
"El Fondo está facultado para realizar las siguientes operaciones:
a) Otorgar redescuentos a las entidades financieras por razones de iliquidez
transitoria, que no excedan los treinta (30) días corridos, hasta un máximo por
entidad equivalente al patrimonio de ésta;
b) Otorgar adelantos en cuenta a las entidades financieras por iliquidez transitoria,
que no excedan los treinta (30) días corridos, con caución de títulos públicos u
otros valores, o con garantía o afectación especial o general sobre activos
determinados, siempre y cuando la suma de los redescuentos y adelantos
concedidos a una misma entidad no supere, en ninguna circunstancia, el límite
fijado en el inciso anterior.
"Cuando sea necesario dotar de adecuada liquidez al sistema financiero, o cuando
circunstancias generales y extraordinarias lo hicieran aconsejable a juicio de la
mayoría absoluta del Directorio, podrán excederse los plazos máximos por entidad
previstos por el inciso b) precedente y en el primer párrafo de este inciso, si que
en ningún caso puedan comprometerse para ello las reservas de libre
disponibilidad que respaldan la base monetaria. Cuando se otorgue este
financiamiento extraordinario, además de las garantías que se constituirán con
activos de la entidad, los socios prendarán como mínimo el capital social de control
de la entidad y prestarán conformidad con la eventual aplicación ulterior del
procedimiento previsto en el artículo 35 bis de la Ley de Entidades Financieras.
Podrá exceptuarse de este requisito a los banco oficiales.
c) Ceder, transferir o vender los créditos que hubiere adquirido de las entidades
financieras afectadas de problemas de liquidez."
Artículo 7º: Elimínase el inciso g) y sustitúyese el inciso a) del artículo 18 de la ley
24.144 por el siguiente:
"a) Invertir los recursos propios de la Caja de conversión y del Fondo de asistencia
en divisas y otros activos líquidos extranjeros que califiquen "con grado de
inversión", manteniendo en todo momento la misma proporción de las distintas
divisas que integran sus pasivos financieros;"
Artículo 8º: Sustitúyense los incisos a), d) e i) del artículo 19 de la ley 24.144 por
los siguientes:
"a) Conceder préstamos al gobierno nacional, a los bancos, provincias y
municipalidades."
"d) Efectuar redescuentos, adelantos u otras operaciones de crédito, excepto en
los casos previstos por el artículo 17, incisos b) y c) o los que eventualmente
pudieran técnica y transitoriamente originarse en las operaciones de mercado
previstas por el artículo 18, inciso a), los que serán realizados exclusivamente por
cuenta del Fondo de asistencia al sistema financiero."

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"i) Emitir títulos, bonos, letras, certificados de participación o tomar cualquier otro
pasivo que no esté expresamente autorizado por la presente ley;"
Artículo 9º: Derógase el artículo 20 de la ley 24.144.
Artículo 10: Sustitúyese el artículo 28 de la ley 24.144 por el siguiente:
"ARTÍCULO 28: Con el objeto de regular la cantidad de dinero y vigilar el buen
funcionamiento del mercado financiero, el BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA
ARGENTINA puede exigir que las entidades financieras mantengan disponibles
determinadas proporciones de los depósitos y otros pasivos, denominados en
moneda local o extranjera. No podrá exigirse la constitución de otro tipo de
depósitos indisponibles o inmovilizaciones a las entidades financieras. Los
requisitos de reserva deberán constituirse en moneda nacional o en la moneda
extranjera que corresponda, según se trate de pasivos de las entidades financieras
denominados en moneda nacional o extranjera, y se integrarán en efectivo en las
entidades o en depósitos a la vista en el BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA
ARGENTINA, sean éstos remunerados o no, en la proporción que determine el
BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA."
Artículo 11: Elimínase el primer párrafo del artículo 33 de la ley 24.144.
Artículo 12: Sustitúyese el artículo 60 de la ley 24.144 por el siguiente:
"ARTÍCULO 60: El patrimonio inicial de la Caja de conversión de la moneda
nacional queda integrado por las reservas de libre disponibilidad necesarias para
respaldar el 100% de los pasivos financieros, los que están compuestos por la
totalidad del circulante emitido más los depósitos existentes en las cuentas
corrientes de las entidades financieras en el Banco Central, ambos montos
considerados a la fecha de la sanción de la presente ley, más los depósitos del
Gobierno nacional. A estos últimos se adiciona por única vez el remanente de
reservas de libre disponibilidad que resten una vez que haya sido integrado el
patrimonio inicial del Fondo, según se dispone a continuación.
"El patrimonio inicial del Fondo de asistencia del sistema financiero queda
integrado por los títulos públicos nacionales en poder del Banco Central más los
activos comprendidos por los redescuentos, adelantos de liquidez y pases activos
otorgados a las entidades financieras, a la fecha de la sanción de la presente ley,
más una suma de tres mil millones de dólares estadounidenses (US$
3.000.000.000) que se detraen de las reservas de libre disponibilidad."
Artículo 13: Comuníquese al Poder Ejecutivo, etc.
las condiciones que permitan un nuevo despegue de nuestra actividad y del
empleo.

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Condiciones iniciales de la experiencia argentina y ecuatoriana

La convertibilidad y dolarización, conceptualmente hablando, no constituyen ninguna


novedad y representan tan sólo un tipo de cambio fijo extremo (2), a diferencia de los
tipos de cambio fijo ajustables - es decir, con posibilidad de devaluar -, o los tipos de
cambio flexibles. Una vez establecida la convertibilidad - o , en general, cualquier tipo de
cambio fijo extremo -, la política monetaria desaparece, por lo que eliminar la moneda
nacional, como lo hizo Ecuador, técnicamente es tan sólo un pequeño paso adicional. De
esta forma, convertibilidad y dolarización no son primas hermanas, como frecuentemente
se las ha llamado, sino hermanas gemelas, y, en consecuencia, el caso argentino es
totalmente relevante para analizar el caso ecuatoriano.
La convertibilidad argentina, medida tomada después de años de hiperinflaciones , fue un
éxito rotundo en cuanto a estabilización, ya que redujo el crecimiento de los precios de
más de 1344% en 1990 al 84% en 1991 (las alzas se concentraron en el primer trimestre
cuando aún no se iniciaba el programa), 18% en 1992, 7,4% en 1993, para luego
estabilizarse a partir de 1995 entre el 1,6 y -1,8% (3). La convertibilidad empezó en 1991
con una sobredevaluación inicial del peso y grandes reservas internacionales fruto del
superávit comercial de 1990 y luego de la "exitosa" privatización de las telefónicas. La
estabilidad logró incrementos de productividad que compensaron la inicial apreciación real
del peso, mientras que en el proceso, el deterioro de la balanza comercial fue financiado
con ingreso de capitales.
En este sentido, la dolarización ecuatoriana también fue una apuesta implícita a los
incrementos de productividad en el largo plazo y al ingreso de capitales en el corto plazo.
Sin embargo, las diferencias de condiciones con el caso argentino fueron importantes. Por
ejemplo, el grado de desarrollo relativo entre Argentina y Ecuador es apreciable.
Históricamente, Argentina ha sido un país con un desarrollo alto para la región, lo cual a
su vez refleja enormes diferencias en niveles de productividad y potencial de
competitividad. En cuanto a capacidad de endeudamiento, Argentina empezó la
convertibilidad con un coeficiente deuda externa/PIB inferior al 30%, mientras que
Ecuador empezó la dolarización con un coeficiente superior al 100%, uno de los más altos
de Latinoamérica (4).
Las condiciones internacionales también son diferentes. Argentina empezó la
convertibilidad con tasas de interés internacionales con tendencia a la baja, lo que facilitó
el ingreso de capitales. Para un país con mayor coeficiente de endeudamiento como
Ecuador, y en un período de menos euforia sobre los mercados emergentes -
particularmente después de la Crisis Asiática y más aún ahora con la Crisis Argentina, el
flujo de capitales internacionales es sensiblemente más limitado.
Las condiciones del mercado laboral y las condiciones sociales en general también son
diametralmente distintas. Argentina empezó su experiencia con un desempleo abierto de
alrededor del 6%, el cual se triplicó durante la vigencia del programa. Ecuador comenzó la
dolarización con tasas de desempleo similares a la de los peores momentos de la
convertibilidad argentina. Por otro lado, Argentina inició la convertibilidad con niveles de
pobreza de alrededor del 26%, las cuales se duplicaron durante el programa, mientras que
Ecuador empezó la dolarización con tasas de pobreza superiores al 50%.
Finalmente, algo que frecuentemente se olvida es que Argentina tiene una economía
mucho menos abierta que la ecuatoriana, por lo que haber renunciado al tipo de cambio -
en todas partes del mundo el principal instrumento para corregir los desequilibrios del
sector externo -, es mucho más riesgoso en el caso ecuatoriano. De esta forma, mientras
que las exportaciones e importaciones argentinas suman menos del 20% del PIB, en
Ecuador esta cifra llega al 50% del producto.
Con estos antecedentes y sin mayor análisis, para un observador imparcial es claro que si
el modelo argentino fracasó, las posibilidades de éxito del modelo ecuatoriano son, por
decir lo menos, remotas.

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El fracaso argentino: ¿Culpable el sector fiscal?

En una economía liberalizada, tipo de cambio fijo y baja competitividad, se deteriora el


sector externo, por lo que, en ausencia de política monetaria, el ajuste para corregir este
desequilibrio debe venir necesariamente desde el sector fiscal. De esta forma, el discurso
"oficial", es decir, el discurso manejado por los organismos internacionales encabezados
por el FMI y los promotores de la dolarización en Latinoamérica, echan la culpa del fracaso
de la convertibilidad al gobierno argentino, por no haber hecho los ajustes necesarios y
haber permitido una "explosión del gasto público". Esto no deja de ser curioso, dado que,
incluso en 1997, cuando para muchos la convertibilidad ya evidenciaba signos de
insostenibilidad , Michel Candessus, en ese entonces Director-Gerente del FMI, felicitaba
al Presidente Menen y su equipo económico por el modelo seguido y enfatizaba la
disciplina fiscal que supuestamente éste había requerido (5).
En realidad, desde el inicio de la convertibilidad se realizaron importantes ajustes fiscales
como el incremento del IVA, del precio de los servicios públicos, y disminución de la
burocracia. Además, el déficit del Gobierno Federal se mantuvo entre 1% y 3%, la mayor
parte explicado por la caída de los ingresos antes que por el incremento del gasto. El
propio FMI estima que de 1995 al 2000 los ingresos transferidos del sector público a las
nuevas instituciones de seguridad social del sector privado, fruto de la reforma hecha en
1995, explicaron en promedio un 73% del déficit del sector público. Por otro lado, la
acumulación de déficits fiscales, fruto de la disminución de ingresos, incrementó
sensiblemente la deuda externa, básicamente debido a la necesidad de financiar el pago
de intereses, en un típico efecto de "bola de nieve". Los intereses de la deuda pública
entre 1991 y 2001 sumaron 82.717 millones de dólares. De esta forma, el gasto público
total consolidado pasó del 31,04% en 1991 al 35,32% en el 2001, incremento explicado
casi enteramente por el servicio de la deuda el cual pasó de 1,99% del PIB en 1991 a
5,33% en el 2001.
Sin embargo, más allá de la falta de evidencia real de un comportamiento irresponsable
del sector fiscal, es inconsistente asociar el fracaso de la convertibilidad al
comportamiento del sector público, y, al mismo tiempo, disociarlo del éxito inicial de ésta.
Pese a que, como se explicó anteriormente, sí hubo ajustes por parte del Gobierno
Federal, una política fiscal más restrictiva hubiera disminuido considerablemente las tasas
iniciales de crecimiento e incrementado el desempleo, pudiendo incluso haber hecho social
y políticamente insostenible la convertibilidad. Más aún, en convertibilidad o dolarización
crecer implica endeudarse, independientemente de si este endeudamiento externo lo
realiza el sector público o privado, ya que la oferta monetaria depende del ingreso de
dólares, y en el corto plazo y con tipo de cambio fijo dichos dólares no pueden obtenerse
por medio de exportaciones. De esta forma, el saldo total de la deuda pasó de 58588 en
1991 a 145000 millones de dólares en 1999, 60% del cual correspondió al sector público.
A partir de la crisis de 1995 producida por el "Efecto Tequila" las necesidades anuales de
financiamiento externo aumentan a 13400 millones de dólares anuales, pese a disminuir
el ritmo de crecimiento, y el sector público aporta un 68% del financiamiento externo en
esta etapa (Calcagno y Manuelito , 2001). De esta forma, mientras que la lectura oficial
sitúa el fracaso argentino en la supuesta indisciplina fiscal y la deuda externa pública, se
olvida que fue esa misma deuda la que proveyó los medios de pago para poder sustentar
el modelo y alcanzar las altísimas tasas de crecimiento que la convertibilidad mostró en
sus inicios.
¿Cuál fue entonces el verdadero problema? La estabilidad otorgada por la convertibilidad,
junto al endeudamiento externo y un exitoso programa de privatizaciones, permitieron
hacer crecer la economía, pero no generaron fuentes de divisas para el futuro. De hecho,
en los diez años de convertibilidad, pese a los incrementos de productividad, el tipo de
cambio efectivo real, es decir, el precio relativo de los bienes argentinos con respecto a los
bienes del resto del mundo, se apreció en un 40%. De esta forma, la balanza comercial de
un país exportador como Argentina, tradicionalmente positiva, mostró déficits durante seis
de los diez años de vigencia del modelo, siendo los años con superávit producto de la
caída de las importaciones debido a sendas recesiones. El servicio de la deuda externa,
deuda necesaria para crecer en el corto plazo, deterioró el sector externo en el mediano

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plazo. Incluso las privatizaciones, en su mayoría en el sector de servicios no transables ,
proveyeron inicialmente dólares, pero después requirieron divisas para atender la remesa
de utilidades, agravando el cuello de botella externo. De esta forma, el déficit de la
balanza de servicios factoriales, balanza donde se registran los pagos de intereses y
remesas de utilidades, pasó de -2455 millones de dólares en 1992 a -7775 en el 2000, es
decir, un incremento de más del 200%.
Por último, cuando unilateralmente se fija el tipo de cambio, el comportamiento de los
vecinos origina serios problemas. De hecho, la inviabilidad de la convertibilidad quedó
ratificada a inicios de 1999, con la devaluación del real brasileño, principal socio comercial
argentino. Mientras que dicha devaluación fue para Brasil el comienzo de su recuperación,
la imposibilidad de devaluar el peso provocó en Argentina un decrecimiento del 3,6%.
En resumen, el fracaso argentino es resultado de la aplicación de manual de la bien
conocida "fórmula del desastre": la nefasta combinación de tipo de cambio fijo, economía
liberalizada y baja productividad. En estas condiciones, el espejismo de una moneda dura
y prosperidad, o más prosaicamente, el consumir dólares sin producirlos, sólo puede
ocultar graves desequilibrios, cuyo coste de corrección será directamente proporcional a la
duración de dicho espejismo.

El caso ecuatoriano: Una apuesta perdida

En el caso ecuatoriano, con condiciones iniciales más difíciles y donde la "fórmula del
desastre" ha sido aplicada aún con mayor rigor, una de las pocas posibilidades de
supervivencia de la dolarización era que la inflación converja a niveles internacionales de
forma rápida, y así evitar la apreciación del tipo de cambio real e impedir desequilibrios
insostenibles en el sector externo. Ese gran desafío, condición de supervivencia del
programa, ha sido perdido. La inflación que se estimaba fuera un 60% en el 2000, fue en
realidad del 91%. Se esperaba que la inflación converja a niveles internacionales en el
2001, pero aquello no ocurrirá ni siquiera en el 2003. Desde la implementación de la
dolarización, la inflación acumulada supera el 120%. No existe tipo da cambio fijo que
soporte una inflación acumulada de tal magnitud. De esta forma, el altísimo tipo de
cambio efectivo real (R) - principal indicador macroeconómico de competitividad - que se
logró en Enero del 2000 fruto de una gran depreciación del sucre, ha desaparecido
totalmente, y seguirá deteriorándose, incluso si la inflación nacional converge con la
internacional, pues ya nuestros niveles de precios son demasiado altos con respecto al
resto del mundo.
Así, en enero del 2000, al inicio de la dolarización, tuvimos un R de 206.6, pero para
diciembre del 2002, ya tuvimos un R de 91,9, lo que significa que nuestros productos
cuestan el doble en términos relativos. Esta situación ya ha producido que la balanza
comercial - tradicionalmente positiva gracias a las exportaciones petroleras -, a pesar de
haber gozado de altos precios del petróleo muestre déficits de 302 millones de dólares en
el 2001 y de 1241 millones de dólares en el 2002. Si consideramos que en el 2000 la
balanza comercial cerró con un superávit de 1458 millones, esto significaría que en
apenas dos años nuestras exportaciones netas de bienes se han deteriorado en cerca de
2700 millones de dólares. Por otro lado, la balanza comercial no petrolera en el 2002 es
cerca del 11% del PIB. Esta situación es sencillamente insostenible, y, con el actual
esquema de dolarización, irreversible y aún por agravarse. Con indicadores externos
mucho menos críticos y donde el sistema cambiario no jugase un papel político, el propio
FMI estuviera presionando por abandonar la rigidez cambiaria.

Necesidad de recuperar el tipo de cambio nominal .

De esta forma, los efectos perversos de un tipo de cambio fijo extremo se han dejado ver
mucho más rápido y con mayor intensidad en el caso ecuatoriano que en el argentino.
Para muchos, la inviabilidad de la convertibilidad argentina estuvo clara a partir de 1995,
cuando se evidenció que las supuestas ganancias en productividad por las reformas
realizadas no podrían revertir los grandes desequilibrios externos generados por el sistema

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cambiario, y las necesidades de financiamiento externo se agravaron. Si alguien tenía
dudas de aquella inviabilidad, éstas se despejaron en 1999 con la devaluación brasileña.
Sin embargo, dada la presión política, social y de grupos económicos por mantener la
convertibilidad, no se realizó ninguna acción efectiva para intentar una salida ordenada del
sistema y ésta sólo se dio de manera caótica después de más de 40 meses de
decrecimiento económico y de una crisis social y política de magnitudes dantescas. La
convertibilidad llevó a Argentina, después de una década de espejismos en que consumió
divisas sin producirlas, a una nueva clase de crisis, no solamente financiera sino de
destrucción de su aparato productivo.
En el caso ecuatoriano, pese a que la dolarización tiene problemas más evidentes que el
de la convertibilidad y donde solamente factores totalmente exógenos - altos precios del
petróleo y remesas de emigrantes - han impedido que se detenga un crecimiento que
claramente no es sostenible con el actual sistema cambiario, de manera similar al caso
argentino se trata de evadir el problema de fondo y se intenta echar la responsabilidad de
los problemas al sector fiscal, argumentando un exceso de demanda agregada como
causante de los desequilibrios externos, y no a la evidente pérdida de competitividad fruto
del sistema cambiario vigente. Dichos argumentos tienen como corolario una política fiscal
contractiva - frecuentemente mal disfrazada de prudencia y disciplina fiscal - que agrava
aún más las dificultades de desarrollo de la base productiva y de generación de empleo,
tal como ocurrió en las últimas etapas de la convertibilidad. Sin embargo, es claro que el
problema no es de exceso de demanda sino de estructura de demanda, donde dada la
distorsión de precios relativos producida por una apreciación del tipo da cambio real de
más del 55%, el consumo se orienta a bienes externos mientras que existe insuficiencia
de consumo interno y externo de bienes nacionales. Además de algunos paliativos
arancelarios, el instrumento fundamental para la corrección de la distorsión en precios
relativos es el tipo de cambio nominal.
A lo sumo, aquellos que hablan de "apuntalar" la dolarización, en realidad están hablando
de financiar el problema -usando crédito externo y nuevas exportaciones petroleras-, y no
de resolverlo, para lo cual, como se ha manifestado, es necesario cambiar los precios
relativos. Supuestas mejoras en competitividad para revertir lo perdido son simples
fantasías. En realidad, si todo lo demás se mantiene constante, se requeriría de una
deflación de aproximadamente 20% -producida por incrementos de productividad y no por
disminución de la demanda- para lograr los niveles de competitividad promedio que
tuvimos durante los 90. Todo esto es claramente imposible.

Hacia una salida ordenada de la dolarización

En consecuencia, es necesario preparar una salida ordenada a la dolarización, antes de


que ésta nos saque de una manera atropellada como en el caso argentino. La pregunta es,
¿existe tal salida? ¿es técnicamente viable? ¿es políticamente viable?
Técnicamente la salida de la dolarización no implica grandes problemas. El desafío
consiste en lograr el consenso político y social necesario para dicha salida, consenso
totalmente ausente en el país.
Obviando detalles que incluyen hasta darle al Banco Central nuevamente la capacidad
logística para poder emitir, técnicamente una salida ordenada de la dolarización implicaría
al menos tres etapas, que, además de depender de grandes imponderables, con el fin de
minimizar los costes de salida pueden tomar fácilmente entre dos a cinco años. Esta tres
etapas son:
- Obtención de grandes reservas de divisas -fondos de liquidez- por medio del apoyo de
organismos internacionales o ventas anticipadas de petróleo. Simultáneamente, la
imposición de controles en la movilidad de capitales. Esto con el fin de tratar de minimizar
la salida de capitales especulativos que la introducción de una moneda nacional generaría.
- Posteriormente, la introducción de la nueva moneda nacional y el inicio de un largo -y
creíble- período de convertibilidad hasta desdolarizar completamente la economía. Esto
con el fin de evitar en lo posible los grandes ganadores y perdedores de la salida de la
dolarización.

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- Finalmente, una depreciación (o devaluación dependiendo del sistema cambiario a
seguirse) que corrija la distorsión de precios relativos.
A diferencia de lo que nos ofrecieron los dolarizadores, nadie pretende decir que la salida
de la dolarización nos sacará del subdesarrollo, pero es claro que se requiere de un
sistema monetario que haga viable la economía del país.
Finalmente, después de todas estas reflexiones, coincido con aquellos que sostienen que
talvez una salida ordenada de la dolarización no exista. El problema está en que me temo
que el único coste mayor de salir de la dolarización es continuar en ella. Si no,
pregúntenle a Argentina.

Referencias<
- Candessus, Michel: "Towards a Second Generation of Structural Reforms in Argentina". Discurso dado en la
Convención Nacional de Bancos de 1997. Buenos Aires, Mayo 21, 1997.
- Calcagno Alfredo y Sandra Manuelito, 2001. La Convertibilidad Argentina: ¿Un antecedente relevante para la
dolarización de Ecuador? Ponencia presentada en el Seminario The Role of the Central Bank Under Dollarization,
organizado por el Banco Central del Ecuador, Quito - Ecuador, 22 y 23 de Marzo del 2001.

Notas
(1) Este texto se basa en una ponencia -"La Dolarización dos años después"- presentada en la Cámara de
Comercio de Quito, el 17 de enero del 2002 y fue presentado, totalmente revisado y actualizado, en la mesa
redonda "Es posible una salida ordenada de la dolarización? Lecciones de Argentina", organizada por FLACSO,
también en Quito, el 11 de febrero del 2003.
(2) De hecho, el "patrón dólar", similar al patrón oro abandonado en 1933 por Franklin D. Roosevelt, es una
suerte de volver al pasado.
(3) Ver Calcagno y Manuelito, 2001.
(4) Con la renegociación de la deuda efectuada en el año 2000, este coeficiente se redujo al 63% para Enero
del 2001.
(5) Candessus, Michel: "Towards a Second Generation of Structural Reforms in Argentina". Discurso dado en
la Convención Nacional de Bancos de 1997. Buenos Aires, Mayo 21, 1997.

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Brasil y la convertibilidad Argentina

Por Dante Sica :

El noveno aniversario de la convertibilidad acude a la cita en medio de una


economía argentina a la que se mira en general con pronóstico reservado. Incluso
los núcleos dirigentes del gobierno y la oposición están extremando su
imaginación e ingeniería política para dotar al poder de decisión del Estado de una
fortaleza y robustez inusual.
A todo esto, una mayoría, por cierto nada silenciosa, apoya decididamente la
continuidad del uno a uno. El único margen de discusión permitido es alrededor de
la competitividad. Una muy breve minoría quiere dejar atrás la experiencia
inaugurada el 27 de marzo de 1990. Dentro de los pocos detractores hay dos
grupos. Por un lado, los que apuestan a la devaluación, por el otro los que creen
que la legítima heredera de la convertibilidad es la dolarización. Paradójico para
una ley nacida para defender la moneda nacional.
Ambos grupos, reconocen un punto de encuentro cuando señalan que el paso hay
que darlo ordenada y racionalmente, porque si no va a ser el propio mercado el
que nos quite a punta pies del uno a uno.
Lo cierto es que para tener una perspectiva más amplia que evite caer tanto en
especulaciones triviales como en aseveraciones atrevidas, resulta interesante
adentrase en lo que se fue cocinando en el resto del mundo en materia de política
antinflacionaria durante el transcurso de los nueve años de la convertibilidad.
En principio, es palpable un extendido consenso acerca de que el buen
funcionamiento de la política monetaria se logra a partir que los bancos centrales
tengan alguna suerte de ancla nominal para guiar la política y sujetar las
expectativas inflacionarias. En la elección del tipo de ancla empiezan las
disidencias. Argentina, caso único entre los países de mediano desarrollo, adoptó
el patrón dólar, remedo del añejo patrón oro, que provee el anclaje más firme
posible, pero que en general los distintos Estados se niegan a recurrir aduciendo
que el costo proveniente de las variaciones en la producción lo vuelve inaceptable.

Las anclas modernas vienen mayormente en tres tipos. A fines de los ´70 y
principios de los ´80, los bancos centrales adoptaban objetivos monetarios. Pero
entonces las medidas de oferta de dinero se volvieron distorsionadas por la
desregulación e innovación financiera, de modo que los bancos centrales optaron
por tasas de cambio u objetivos inflacionarios.
Atar la moneda de un nación a otra correspondiente a un país de baja inflación,
era una regla fácil de seguir, y la experiencia europea al respecto fue exitosa. Pero
en un mundo con alta movilidad de capitales, los tasas de cambio así fijadas son
susceptibles de fuertes ataques especulativos, como los sufridos por los mismos
europeos entre los años ´92 y ´93.
Hoy las opciones son o fijar las tasas de cambio en forma permanente o dejarlas
flotar. Los bancos centrales aún vigilan de cerca las tasas de cambio. Por ejemplo
una moneda más fuerte reduce la inflación de modo que un banco central tomará
esto en cuenta al fijar las tasas de interés.

Pero tal acción está lejos de fijar como objetivos a las tasas de cambio. Esto deja
al inflation target (objetivo inflación) como la última de las estrategias válidas, y el
ancla nominal así planteada cada día encuentra más adeptos. Por ejemplo, un
estudio de Banco de Inglaterra sobre los bancos centrales tanto de países
desarrollados como emergentes encontró que 54 tenían inflation targets explícitas
en 1998 contra ocho en 1990. Desde entonces se siguieron sumando países a la
experiencia.

29
Un inflation target es más sencillo de entender para la gente que las tasas de
cambio o las metas monetarias, lo que para sus partidarios hace más efectivo la
reducción de las expectativas inflacionarias. Pero quizás, el rasgo más importante
de la inflation targets es el énfasis puesto en la transparencia y la claridad de las
cuentas. Las cuentas claras conservan la amistad y la inflación baja.
Con todo, las inflation targets no son rígidas y, permiten al banco central hacer
uso de toda la información accesible dando considerable margen de maniobras
para la fijación de una política, de modo que la transparencia en los mecanismos
de su determinación se hacen vitales.
Normalmente los bancos centrales que adoptaron inflation targets combinan esta
política con informaciones periódicas sobre la marcha de la inflación. Así resulta
más fácil juzgar si la política va o no por la buena senda. Cuando se adopta como
política a la inflation targets, concomitantemente se hacen más controlables y
claros los movimientos de los bancos centrales, lo que en definitiva redunda en el
apoyo de la gente a su independencia.
La reciente estrella en el firmamento de la inflation targets es Brasil, que fijó un
objetivo de inflación para el presente año del 6% con un margen de +/- 2%,
adaptando el resto de las variables a ese objetivo. Precisamente los partidarios de
la convertibilidad argentina, temen que si la experiencia del socio mayor del
Mercosur sigue cosechando éxitos, entre nosotros comiencen las barbas a ponerse
en remojo, justo antes que las medidas pro competitividad alcancen su pleno
efecto, restituyendo a la buena senda al uno a uno.
En las noventa lunas de la convertibilidad ese parece ser el conflicto que se está
pariendo, aunque todavía con un final abierto en su proceso de maduración.
Lic. Dante Sica
Economista
Director Ejecutivo
Centro de Estudios Bonaerense

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INDICE

La Convertibilidad en Argentina
www.clubmacro.org.ar

Historia de la convertibilidad
www.clubmacro.org.ar

La convertibilidad reposa sobre cuatro pilares


El debate sobre la convertibilidad
A favor. Resumen del articulo del Dr. Roberto Alemann, publicado en La Nación del 1.4.01

Proteccionistas y Librecambistas
Estudios Económicos INCLUDEPICTURE
"http://www.cpcecf.org.ar/Desarrollo/Pgs/comision/images/cua.gif" \*

EL efecto desindexación
www.clubmacro.org.ar

Introducción /Concepto /Historicidad


INCLUDEPICTURE "F:\\AXS\\Monografias_com - La Dolarización_archivos\\1.gif" \* MERGEFORMATINET

Crecimiento económico en la Argentina


INCLUDEPICTURE "F:\\AXS\\Monografias_com - La Dolarización_archivos\\2.gif" \* MERGEFORMATINET

Hoy es 30 de Abril de 2003


Comentario por el Cdor. Balihaut
Diario La Nación del 30 de abril del 2003.

Volver al futuro III


por Pablo Tigani
Para Ambito Financiero, 31/01/2002 "A comienzos de 1866 el papel moneda faltaba en Buenos Aires"

Convertibilidad del austral


HYPERLINK "http://infoleg.mecon.gov.ar/txtnorma/texactley23928.htm" µIr al texto actualizado§
Ley Nº 23.928 Sancionada: Marzo 27 de 1991 Promulgada: Marzo 27 de 1991

Ley modificación a la convertibilidad


HYPERLINK "http://infoleg.mecon.gov.ar/txtnorma/texactley23928.htm" µIr al texto actualizado§
Ley 25445 HYPERLINK "http://www.portalbioceanico.com/contacto.htm"

Proyecto de ley de una nueva convertibilidad del peso y división del


Banco Central
INCLUDEPICTURE "http://www.exante.com.ar/Propuestas/Convert.gif" \* MERGEFORMATINET µ §

Condiciones iniciales de la experiencia argentina y ecuatoriana


Rafael Correa HYPERLINK "http://www.lainsignia.org" µLa Insignia§. Ecuador, febrero del 2003.

Brasil y la convertibilidad Argentina


Dante Sica INCLUDEPICTURE “http ://www.ceb.org.ar/ceb/imágenes/tretita.gif” \*

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