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de un modelo estelar
Ricardo Manetti
1 “El sistema de Mentasti se organiza industrialmente, cuenta en seguida con un bloque de películas que
le permiten enfrentar a los exhibidores, si una fracasa ya está el producto siguiente listo para cubrir
el bache” (Dos Santos, 1972: 33). Sobre el mismo esquema de producción de Tango! Ángel Mentasti
produjo de modo inmediato Dancing (Moglia Barth, 1933) y Riachuelo (Moglia Barth, 1934). Esta
última tuvo un costo de ochenta mil pesos y le dio a Mentasti el beneficio de más de un millón de pesos
en el primer año de su exhibición. La industria del cine argentino se había puesto en marcha.
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“Pepe” Guerrico, Enrique T. Susini, Luis Romero Carranza
y Miguel Mugica), profesionales pertenecientes a la alta bur-
guesía, es el puntapié inicial de los Estudios Lumiton. La
nueva productora cuenta con galerías propias de filmación
(sistema de estudios) y laboratorios de sonido para realizar
productos para el mercado latino. Estos pioneros del sonoro
habían sido, una década antes, los responsables de realizar
la primera transmisión de un programa artístico radial en el
mundo. El 27 de agosto de 1920, Pepe Guerrico y sus amigos
transmitieron la ópera Parsifal, de Richard Wagner, desde el
teatro Coliseo de Buenos Aires. Trece años después constru-
yeron en el barrio de Munro, en la zona norte de la provincia
de Buenos Aires, el primer estudio de cine sonoro del país.2
Lumiton y Argentina Sono Film crearon para sus pelícu-
las el sello de “espectáculo artístico popular”. Tango! y Los tres
berretines definieron las líneas ideológicas que el cine argen-
tino impuso en el gusto, las emociones y el pensamiento del
público en los primeros años de su industrialización. “Fue-
ron dos actitudes en cuanto a organización de la producción
pero una sola meta: el éxito masivo y rápido para consolidar
las empresas” (Dos Santos, 1971: 35).
Tango!, la primera película de manufactura nacional con
sonido óptico, combina la revista musical con el melodra-
ma. El eje argumental del filme tiene como punto de parti-
da la historia romántica entre un joven deseoso de triunfar
en el mundo de la canción tanguera (Alberto Gómez) y una
piba tentada por las luces del centro (Tita Merello). Es po-
sible que el personaje femenino recuerde los modelos de
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muchos tangos de antaño pero, sobre todo, hace resonar
en la memoria popular los versos de Evaristo Carriego “La
costurerita que dio aquel mal paso…/ –y lo peor de todo,
sin necesidad–”.3 En Tango! participa un número importan-
te de figuras provenientes de la revista porteña y del siste-
ma radiofónico. Se instala el principio de la estrella como
punto de interés de los públicos.4 Formaron parte del elenco
cuatro de los nombres más convocantes del cine argentino
del primer decenio del período sonoro: Luis Sandrini, Li-
bertad Lamarque, Pepe Arias y Tita Merello.5 Finalmente,
el filme ejemplifica el uso de la canción ciudadana como
tópico de la construcción de las primeras dramaturgias en
nuestro cine sonoro.
Los tres berretines es la transposición fílmica del espectácu-
lo teatral homónimo de Malfatti y De las Llanderas. El título
hace referencia a los intereses de tres de los cuatro hijos de
una familia de inmigrantes: el tango y el fútbol para los hijos
varones, y el cine para las mujeres. El cuarto es ingeniero
y representa el ideal de los padres como superador de los
logros alcanzados por ellos. El filme concilia el triunfo de
la profesión liberal con el éxito económico de los berretines
legitimados como nuevas profesiones. La familia es el cuer-
po social donde leemos la imposición de valores económi-
cos y morales institucionalizados por el capitalismo. Es “una
reflexión cómica sobre la modernización, el consumo y la
cultura de masas” (Karush, 2013: 39).
Muchos son los elementos que provienen de la literatura
decimonónica y del cine del período silente. La confrontación
3 Agustín “el Negro” Ferreyra filmó en 1926 La costurerita que dio aquel mal paso, un argumento de
Leopoldo Torres Ríos, sobre el soneto de Evaristo Carriego.
4 “Mentasti es el organizador, el hombre que tiene ojo comercial, contrata a figuras populares que le
aseguran de antemano el éxito” (Dos Santos, 1971: 33).
5 Los créditos se completan con los nombres de Alberto Gómez, Azucena Maizani, Alicia Vignoli,
Mercedes Simone y las orquestas de Juan de Dios Filiberto, Pedro Maffia, Osvaldo Fresedo, Edgardo
Donato y La Guardia Vieja.
Un poco de historia:
las primeras fuentes, los primeros berretines
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de 1840. El director incorpora en la narración elementos del
folletín y del drama teatral naturalista. También se anima a
la epopeya gauchesca de Juan Moreira (1910) en una adap-
tación del folletín de Eduardo Gutiérrez realizada con José
González Castillo y registra escenas operísticas de Tosca y Ca-
valleria rusticana de Giuseppe Verdi.
Dos realizaciones, una de 1915 y otra de 1918, se tornan
referencia obligada en la descripción de fuentes temáti-
cas de este primer cine. Nobleza gaucha (Ernesto Gunche y
Eduardo Martínez de la Pera, 1915) plantea dicotómicamen-
te la conjunción campo-ciudad, tema proveniente de la lite-
ratura decimonónica que el nuevo medio utiliza de manera
continua en la transpolación barrio-centro. La película de
Gunche y de la Pera tiene como protagonistas a reconocidas
figuras del teatro porteño: Orfilia Rico, María Padín, Celes-
tino Petray y Julio Scarcella quienes generan el interés de
los espectadores. El filme se convierte en la producción más
exitosa del período. Por su parte la prestigiosa actriz Camila
Quiroga crea, junto a su marido, el técnico cinematográfico
francés George Benoit, la productora Quiroga-Benoit Film
y produce en 1918 Juan sin ropa. La trama creada por José
González Castillo plantea la rebeldía del hombre de campo
transformado en un obrero de frigorífico, en la gran ciudad,
frente a la injusticia del patrón. El filme se anticipa al desa-
rrollo de los sucesos históricos de la Semana Trágica de 1919.
La cuestión social gana espacio al final de la década.
Finalmente, en los locos años veinte se sistematiza el pri-
mer modelo de filmes con escritura tanguera. A pesar de
la ausencia del sonido, el sentimiento de la música urbana
emerge en una pluralidad de nombres que indican su ori-
gen: Milonguita (José Bustamante y Ballivián, 1922), La cie-
guita de la avenida Alvear (Julio Irigoyen, 1924), La borrachera
del tango (Edmo Cominetti, 1928), La vendedora de Harrods
(Francisco Defilippis Novoa, 1921), entre otros. Pero la sín-
tesis más acabada del modelo corresponde a la caligrafía
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los temas, tipos y lenguaje contribuía a ir dando idea del ca-
rácter y modo de sentir argentinos, y se convertía en agente
unificador” (Di Núbila, 1998: 114). El cine construye una ilu-
sión de realidad en la que los públicos buscan encontrarse.
El imaginario les es devuelto como espesor simbólico de una
nueva realidad. La pantalla y sus imágenes conjugan el espe-
jo seductor a partir del cual ellos se miran.6 Como sostiene
Luis Alberto Romero (1995: 28), en la cultura se pone en
juego “un conjunto amplio de representaciones simbólicas,
de valores, actitudes, opiniones, habitualmente fragmenta-
rios, incoherentes quizá, y junto con ellos, los procesos socia-
les de producción, circulación y consumo”.
El cine elabora una maquinaria industrial asociada a
otros sistemas de producción seriados (las revistas de cine,
la radio, los discos, los espectáculos deportivos) con la inten-
cionalidad de ofrecer al público un universo de valores que
debe aprender como propios. Se consume pero se aprende.
Sobre la base económica de la producción seriada se instalan
los valores institucionalizados por los creadores de imáge-
nes. En los años iniciales de nuestra cinematografía –época
marcada por la fuerte presencia de primeras generaciones
de inmigrantes– los filmes se propusieron contar historias
globales insertas en una memoria común para distintos pú-
blicos (Manetti, 2000: 196).
Los ideales de una clase media incipiente son los princi-
pios sobre los cuales este cine construye sus reglas. La ins-
titución actúa como “aparato de base” (Baudry, 1974: 53-
66). En el cine mudo argentino el melodrama enuncia sus
máximas y en el sonoro las institucionaliza. En el entrama-
do de los relatos, la marca ciudad, los valores de una clase
media naciente y la necesidad de presentar tipos simples y
6 Es ejemplificadora en este aspecto la secuencia final de La cabalgata del circo (Mario Soffici, 1945).
Expone de modo inédito el juego identificatorio del espectador con la representación. Evidencia los
mecanismos de una “enunciación enunciada”.
7 La puerta y la marquesina del cine Real aparecen en una de las primeras secuencias de Los tres
berretines, cuando las tres mujeres junto a Pocholo asisten a la función de Violetas imperiales (Henry
Roussell, 1932) protagonizada por la cupletista española Raquel Meller. Violetas imperiales se había
estrenado en Buenos Aires el jueves 30 de marzo de 1933, dos meses antes del estreno de Los tres
berretines (19 de mayo de 1933).
8 Por exigencias contractuales el nombre de Libertad Lamarque debía figurar siempre en primer
término en los títulos del filme, afiches, carteles y en los espacios de publicidad. Ningún otro nombre,
con excepción del título de la película, debía tener caracteres mayores que el de Libertad Lamarque.
Primeras manifestaciones del nacimiento de una estrella. Cfr. Lamarque, 1986: 159.
9 Carlos Gardel había protagonizado Las luces de Buenos Aires (Adelqui Millar, 1931) a partir de un guión
de Luis Bayón Herrera y Manuel Romero; Esperame –también conocido como Espérame: andanzas
de un criollo en España– (Louis Gasnier, 1932) con libro de Alfredo Le Pera; La casa es seria (Lucien
Jacquelux, 1932) mediometraje junto a Imperio Argentina y Melodías de arrabal (Louis Gasnier, 1932)
también sobre un texto de Le Pera. La primera y la última habían sido estrenadas en el país mientras
que las otras dos se conocieron con posterioridad a la presentación de Tango!
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un selecto número de orquestas. Queda el tango expuesto tal
cual es, según las modalidades de sus actuales intérpretes”
(Film, 1933: 7). Se señala la importancia del uso dramático
de la letra de tango y de los modos vocales, gestuales y corpo-
rales que cada figura utiliza en la puesta en escena de la can-
ción. Por tal motivo es pertinente transcribir lo que destaca
la crítica de La Nación:
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Corrientes iluminada (la calle que nunca duerme, en el decir ciu-
dadano), una pareja en el dancing, el Riachuelo y los barcos,
la esquina del arrabal, el zaguán y el farol y el hombre que
espera. En el final los versos de la canción se sobreimprimen
sobre la descripción del arrabal expuesta por los intertítulos
escritos por el poeta Carlos de la Púa. Las primeras palabras
que deja oír el texto compuesto por Manuel Romero e inter-
pretado por Maizani crean el clima emocional y afectivo del
drama: “Buenos Aires, cuando lejos me vi solo hallaba con-
suelo en las notas de un tango dulzón que lloraba un bando-
neón”. La nostalgia y el lamento por lo perdido y el sentido
trágico transformados en letra de un melodrama de hombre
con letra de tango son los rasgos de este primer cine que clava
sus estilemas en una cinematografía incipiente.
La figura de Maizani, como una matrona, se recorta sobre
un fondo negro que se carga de viñetas a medida que avanza
la canción. La cantante tiene la función de un “coro” que, aje-
no a los personajes, presagia el porvenir del drama. La fina-
lización de la canción se superpone con el cartel que define
el arrabal, en caligrafía de la Púa, como el “rincón porteño
donde el tango reina y es en el silencio de la noche, himno
y caricia, llanto y oración”. La segunda aparición de la can-
cionista se produce como la cantante de una orquesta en un
cafetín prostibulario próximo al Riachuelo “…turbia resaca
que se fue acentuando entre el barro y las tinieblas… donde
están las almas que abandonó el cansancio del destino, lejos
de todas las riberas”, según rezan los intertítulos. Maizani in-
terpreta Botines viejos y el tango se vuelve descripción de las
putas sentadas a las mesas.10 Como bien señaló España:
10 Es posible establecer similitudes entre esta escena y otra parecida del clásico mexicano de cine
prostibulario La mujer del puerto (Arcady Boytler, 1933). Son descripciones minuciosas y cansinas
de mujeres trabajando como alternadoras/ficheras en tugurios portuarios. Adquieren el sentido de
imágenes testimoniales del ejercicio de la prostitución. Al respecto es interesante citar la descripción
que realizó el escritor y periodista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo al visitar un peringundín de la
Boca en compañía de Emilio Thuillier y Vicente Blasco Ibáñez (autor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis)
a comienzos de la década de 1910: “En el fondo, en una especie de jaula de madera, seis músicos
preparan sus instrumentos. Amontonados alrededor de unas cuantas mesas sucias, un centenar de
parroquianos bebe, charla, ríe. Al principio es difícil darse cuenta del aspecto de la gente. Los hombres,
delgados y jóvenes, en general, con sus sombreros hongos y sus cabellos largos por detrás, parecen
responder a lo que se llama el tipo compadrito. Las mujeres forman una humanidad más heterogénea.
Las hay que resultan verdaderas niñas, con sus grandes ojos cándidos muy abiertos en sus rostros
sonrosados, y las hay que tienen caras de abuelas, de tal modo la edad está marcada en las arrugas de
sus mejillas. Pero las más inquietantes –y las más interesantes también– no son estas ni aquellas, sino
las muchachas delgadas, pálidas, ojerosas y serpentinas que, con una sonrisa uniforme, miran a todo el
que entra de una manera espectral y provocante” (apud Donadío, 1997: 194).
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masculina del compadrito del final. Es interesante percibir
su presencia no como un personaje sino como un rol que
comenta la acción. Su condición genérica muta en función
del devenir de la historia. Audacias de un cine argentino
que desde un principio expone síntomas de ambivalencias
semánticas en “políticas de género”.
Por su parte, Tita Merello y Libertad Lamarque se confi-
guran como signos opuestos dentro de la narración. En la
construcción de sus textos estrella representan modelos que se
complementan en el gusto popular.
11 Es interesante señalar que el mismo actor es citado en varias oportunidades en Los tres berretines. El
abuelo andaluz se refiere a él como Menjunje y es el motivo del enojo con su mujer por la fascinación
que esta siente por el actor norteamericano con porte latino.
12 Rodolfo Valentino impone su imagen de galán latino interpretando al protagonista de la versión fílmica
de la novela de Vicente Blasco Ibáñez Los cuatro jinetes del Apocalipsis. En la película de Rex Ingram, de
1921, aparece la famosa escena de Valentino bailando un tango en un cafetín de la Boca (ícono de la
internacionalización fílmica de la imagen de baile de tango argentino). Estas imágenes dejaron huellas
en la propuesta estética del cine argentino tanguero de los años treinta.
13 El actor era famoso por sus aventuras homosexuales. En especial se recuerda su affaire con Rodolfo
Valentino. Al respecto es interesante la lectura de Hollywood Babilonia, de Kenneth Anger, sobre la
vinculación amorosa de ambos astros.
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del tango Oscar del Priore entroniza a Tita como la creado-
ra del tango humorístico y transgresor (rango que compartió
con Sofía Bozán). En las letras que ellas interpretan importa el
“apóstrofe crítico o la semblanza personal por sobre los alardes
y los despliegues de la técnica vocal” señala el historiador.14 Por
su parte Carlos Gardel la definió como “una artista capaz de
interpretar con gran realismo un gran papel de maleva”.15 En
palabras de María Valdez, Tita Merello construye
17 Rasgo por excelencia del melodrama, en particular del melo de madre (Manetti, 1996c: 69). Dos filmes
de la estrella de los años treinta son referentes obligados sobre este punto: Madreselva (Luis César
Amadori, 1938) y Puerta cerrada (Luis Saslavsky, 1939).
18 Cfr. el artículo de Lucía Rodríguez Riva publicado en este volumen.
19 “(…) una forma particular de folletín donde cada momento de exaltación emocional y temperamental
era acentuado por un tango” (Di Núbila, 1959: 81).
20 Ayúdame a vivir (1936), Besos Brujos (1937) y La ley que olvidaron (1938).
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puesta en escena fílmica y en el trabajo interpretativo de
Lamarque la angustia de un monólogo interior deveni-
do en canto doliente: “cual rosal que agostó, glacial, la
tormenta de nieve y lentamente muere sin brotar. ¡Ella!...
está sin rosas su rosal”. Es el final de un aria operística en-
fundada en letra de tango. La fórmula de ópera tanguera
convirtió a Libertad Lamarque (en especial de la mano de
Ferreyra) en “émula femenina de Gardel, estrella máxima y
monstruo sagrado a la manera de Hollywood, como hasta
entonces no se imaginaba nadie por estas playas” (Dos
Santos, 1971: 34).
La cuarta cancionista del filme, Mercedes Simone, “la
dama del tango”, canta dos composiciones: Milonga senti-
mental (música de Sebastián Piana, letra de Homero Manzi,
1931) y Cantando (música y letra de Mercedes Simone, 1931).
Los dos temas los interpreta en un barco que realiza la trave-
sía desde Buenos Aires hacia el Viejo Continente (el mítico
viaje a París) y sirven para engarzar la historia del viejo amor
(Tita) con la presentación de la nueva mujer (Elena/Lamar-
que). Al igual que ocurría con Azucena Maizani, Simone ac-
túa como una figura ajena a la historia. Su verba cantada ar-
ticula en el relato el uso de la poesía tanguera para describir
el sentimiento melancólico dejado por la mujer que fue (“tu
amor se secó de golpe, nunca dijiste por qué. Yo me consuelo
pensando que fue traición de mujer”) y adquiere la forma
de presagio en la nueva relación amorosa de Alberto (“can-
tando te encontré, cantando te perdí”). La poética del tango
construye la base argumental sobre la cual se inscriben los
espacios, las emociones, los sentimientos, los personajes y las
moralejas del filme.
El modelo de este primer melodrama argentino deriva de
la letra de tango y expone su ideología (Manetti, 2000: 203).
Son historias de pasiones desencontradas, de búsqueda de
identidad, de jóvenes que han elegido el camino equivoca-
do, de villanos sin límites, de amigos fieles de gran corazón
21 Es interesante analizar en el cine argentino y sus derivaciones en la cultura popular los vínculos
afectivos y fraternales entre “los muchachos del barrio” (los chochamus), la “barra de la esquina”, “los
amigos del café”, los “pibes del potrero” y los “compañeros de la noche”, entre otras tantas variantes.
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música de Federico Sorticati, letra de Juan Sarcione, 1932)
se expresa el alma doliente y desdichada del sentir bohemio
del cantor. Finalmente otros comentarios del personaje ter-
minan de definirlo: “guitarra criolla vos sos la única hembra
que nunca falla”, “Berretín estoy viendo mi pasado. Cuántas
veces ella y yo nos vimos juntos en estas mismas aguas, enton-
ces mi vida era transparente y pura como ella y ahora las ha
revuelto el destino como las aguas sucias y turbulentas del
Riachuelo”. En la confesión al amigo solloza el lamento y se
instala la nostalgia. Lagrimeo del “macho” del tango.
22 En el lunfardo criollo berretín es todo aquello que uno no puede sacarse de la mente, de la cabeza.
Proviene de la palabra “birrete” (“gorro de forma prismática”) que se usa en el ejército y que deja sus
marcas en la frente cuando uno se lo quita, de ahí el uso de la palabra.
23 Sobre este aspecto es interesante revisar la información publicada por Film el viernes 16 de junio de
1933, p. 11.
24 No había ocurrido lo mismo con el resto de los actores. Por ejemplo, el padre protagonista de la versión
teatral interpretado por Elías Alippi es reemplazado por Luis Arata en el filme. Situación que se repetiría
en la mayoría de las adaptaciones teatrales llevadas al cine. Cfr. el artículo de Martín Alomar editado en
este volumen.
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críticos decían que yo me repetía; yo quise crear un tipo, crear
un personaje, como los que hay en todas partes del mundo.
(Calistro et al., 1978: 152)
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la intimidad del vestuario se lo contempla en la sesión de
masajes y, posteriormente, se lo descubre duchándose en
un diálogo con su hermano Eusebio. La cámara fetichiza
el cuerpo masculino desde la escopofilia que construye el
aparato fílmico. Dato curioso e interesante en un cine ar-
gentino que muestra a las nuevas generaciones de varones
como cuerpos espectacularizados y machos débiles capaces
de retorcerse en el llanto por culpa de una mujer (cfr. el per-
sonaje de Alberto en Tango!). Es valioso indagar en el mode-
lo de estos primeros galanes argentinos una masculinidad
puesta en crisis. Del mismo modo aparece la fragilidad de
Eduardo, el hermano ingeniero, que no puede afrontar la
diferencia de clases frente a la mujer que ama. Es la víctima
del melo. Por su parte, el personaje de Sandrini, “Berretín”,
en Tango!, es un hombre asexuado y carente de mujer. Su
pasión es la ser un fan de su amigo cantor. En las paredes de
su cuarto de conventillo aparecen colgadas las fotos de sus
ídolos futbolísticos y, sobre la mesita de luz, el retrato de su
amigo Alberto.
28 El Gráfico, la publicación deportiva por antonomasia, se comenzó a publicar en 1919, pero desde 1925
se dedica al fútbol y al boxeo casi con exclusividad.
Final
Con el auge del sonido y luego del triunfo de las dos pri-
meras producciones industriales nacionales se crean diferen-
tes empresas productoras (Estudios Río de la Plata, SIDE,
EFA, Pampa Films, entre otras) que logran desarrollar una
cadena de producción y distribución continua de sus pro-
ductos artísticos. Se implanta “el sistema de la estrella”, la
filmación en estudios y la estandarización de los géneros. Se
instala un deseo de ver cine argentino no solo en el país sino
en el amplio mercado hispanoparlante. Este nuevo tiempo
es definido como “la época de oro” del cine argentino (Di
Núbila, 1998). Se desarrollan “sistemas para intensificar la
producción y comercialización en gran escala de objetos
manufacturados, incluida la estrategia para estimular el
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consumo” (Rest, 1967: 9). Se construyen nuevos cines y se
fomenta la cultura barrial. Los públicos consumen los temas
y los rostros que nuestro cine instala en el firmamento del
espectáculo popular; muchos de ellos provenientes del espa-
cio radial, la revista porteña, el teatro, la canción ciudadana,
el deporte o de entre los aspirantes a “astros” descubiertos
en certámenes de nuevos valores cinematográficos.29 El cine
argentino construye su presente y vislumbra su futuro.
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29 Por ejemplo la actriz Elisa Galvé, posteriormente conocida como Elisa Christian Galvé, surgió de un
concurso radiofónico del programa de Chas de Cruz, “Diario del Cine”, en Radio Belgrano en 1938.
Inmediatamente fue elegida para ser la protagonista de Prisioneros de la tierra (Mario Soffici, 1939)
junto a Ángel Magaña y Francisco Petrone.
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