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Breve discurso inaugural en clave autobiográfica.

Hace algunos años escuche decir (aunque no puedo precisar cuando, donde ni a quien) que una
introducción, en el caso de un texto, es más que un simple tramite o una característica del escrito. Es, al
tomarlo con seriedad, una cortesía, y quizá un deber, para con el lector, el cual podrá a través de esas
primeras palabras orientarse sobre lo que encontrará más adelante y también, en cierto modo, podrá
entrar (o no) en una disposición anímica propia para dialogar sobre los temas que el autor, o autores
pondrán sobre la mesa. En ese sentido es que deseo robar algunos minutos para poder explicar un poco
de que va este evento.

Para ello debo evocar la época en la que entre a la universidad y recordar que una de las tantas
dudas, y quizás genuinas preocupaciones, de familiares y amigos, ademas del clásico ¿De qué vas a
vivir? Era el ¿Qué vas a hacer? Que formulado de otro modo podría sonar a ¿qué hace un filosofo?
Quizás por no saber que contestar evadía lo más posible la cuestión, aunque cuando se me obligaba a
contestar me regocijaba en recitar la formula que algunos manuales enseñan, en la que destacan el
papel del filosofo como crítico social y promotor de la cultura.

Conforme pasaron los años uno esperaría que fuese cada vez más fácil contestar que hace un
filosofo, pero lo cierto es que no, y junto con esa preocupación surgía una más inquietante. Surgía la
duda sobre la importancia de la filosofía en nuestro mundo actual. Cabe decir que esta duda, al parecer
no me inquietaba tan sólo a mi, a los estudiantes (mis compañeros) con los que dedique varias charlas
al tema, ni siquiera sólo al gremio o a la academia en si. Sino que parecía ser una cuestión que intrigaba
a la sociedad en general, la cual al parecer opto por responder rápidamente que no la filosofía no tiene
ninguna importancia en este mundo. Se le otorga, a lo mucho, el papel de un melancólico recuerdo de
un pasado intelectual que a la mayoría le parece o muy pasado o muy ajeno.

Si existen o no razones para este desaliento social de la filosofía, no es algo que nos ocuparemos
ahora, pues es un tema sumamente escabroso. Lo cierto es que ni la sociedad, ni nosotros,
encontrábamos razones contundentes para eliminar o salvar a la filosofía. Junto con esto ocurrieron, y
ocurren, hechos que abrían aún más la llaga de la inutilidad de la filosofía y que parecían escindir a la
sociedad y a los filósofos académicos. Pienso, por ejemplo, en la creciente violencia del país, en los
siempre lamentables feminicidios, en lo acontecido en Ayotzinapa y muchos otros lugares. Y pienso
también, en el silencio y en la inactividad de muchos filósofos e intelectuales ante todos estos hechos.

Ante esto, mis amigos y yo solíamos preguntarnos, jugando un tanto con Heidegger y Holderlin
“Para qué filósofos en tiempos de crisis”

Afortunadamente hubo quienes si alzaron la voz ante todo esto y también quienes me enseñaron que
en cierta manera la labor del filosofo es más intelectual que activa. Recuerdo, por ejemplo, hace
algunos años, que en esta misma facultad hicimos una mesa de dialogo sobre el asunto de la muerte de
Dios y mientras intentábamos hilar nuestras ideas se escuchaba de fondo consignas de diferentes
manifestaciones, Entonces pude dilucidar, que de cierto modo era tan importante estar con los
manifestantes, quejándonos y evidenciando diversos problemas, como el estar tratando de encontrar
causas teóricas de esta situación, como en este caso eran la muerte de Dios, de la metafisica y el mal
entendido nihilismo, que me parece son pilares, buenos o malos, de la sociedad actual.

Como sea, son estas las inquietudes le transmití a Arturo en muchas platicas, en muchos lugares, y
que de alguna forma fueron el parte aguas para reunirnos el día de hoy. Pues siguiendo esta linea decidí
lanzar la pregunta sobre los retos y los compromisos de la filosofía en el siglo XXI, que me parece no
es sino una re formulación de la pregunta sobre el que hacer filosófico y su importancia.

Afortunadamente la pregunta fue bien recibida y tenemos el día de hoy a estudiantes, investigadores,
licenciados y doctores dispuestos a platicar un poco, y aprovecho para disculparme con los ponentes, y
con el público, pues he decidido en lo posible omitir en la presentación de los ponentes la ya clásica
reseña curricular. Espero esto no sea en detrimento de nadie, pero intento así combatir un vicio en el
que en ocasiones solemos caer, dando mayor valía a alguien, o a nosotros mismos, mientras mas hojas
tengan nuestros curriculum y más grados antecedan nuestros nombres. Preferiré siempre una falsa
modestia que una inmerecida soberbia.

Como sea y volviendo a lo importante, tendremos en una primera mesa a dos proyectos sobre la
creación , la difusión y la divulgación de la filosofía y una ponencia que nos habla sobre el por qué esto
representa un problema filosófico. Una segunda mesa sera dedicada a la relación entre la filosofía y la
ciencia y una tercera mesa tocara temas tan variados como la política, la mística y la naturaleza de la
filosofía.

Por ultimo, quisiera terminar con una cita de Emilio Uranga, quien nos habla de una época en la que los
filósofos y la gente de mundo, la élite, convivían. “Después, es cierto, cada quien se fue a su casa, los
filósofos y los hombres de mundo. Unos a sus salones, otros a sus cubículos, los hombres de mundo
terminaron vendiendo casimires ingleses y los filósofos se convirtieron en profesores, cada unos con su
pequeña nostalgia de aquellos momentos festivales en que la filosofía y el mundo armonizaban
amablemente en un remedo de agora griega. De eso sólo queda ya el recuerdo”

Siendo así me gustaría que este pequeño evento, y ojala todos nuestros esfuerzos profesionales, sean
un intento de volver a armonizar a la filosofía y a la gente, y ojala que no solo a la gente de mundo.

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