Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Mi punto es: lo light y lo extra son una farsa. Pero una farsa en la que caemos a
pesar de nuestro (supuesto) desarrollado sentido común, y los adolescentes
son un blanco aún más fácil para creer fervientemente todos estos argumentos.
Este tema lo retomaré más adelante.
Entendiendo a la adolescente
Cuestión de género
Los argumentos
Quisiera desmenuzar los que para mi, son los ingredientes principales de este
autoconcepto erróneo y esta confusión homosexual. Para ello utilizaré tres
argumentos de mis orientadas para que podamos comprender la lógica en el
pensamiento de estas adolescentes. A continuación cito, con permiso de ellas,
sus frases más repetidas y las que más las confunden:
- Besé a una compañera bisexual... y sentí rico. ¿Eso me hace lesbiana?
- Me la paso muy bien con Ana, a veces no me interesa estar con nadie
más que con ella, ¿soy lesbiana?
- Me da pena decirlo pero creo que estoy enamorada de María, tengo un
sentimiento muy grande de amor por ella.
Con estas tres afirmaciones tenemos material suficiente para hacer un análisis
profundo sobre las inquietudes y la lógica que siguen las mentes adolescentes
en el tema del amor, las relaciones y la homosexualidad. A continuación las
explicaré una a una.
En el último mes he visto dos películas de la misma actriz, una joven muy
guapa, con porte, segura, con un carácter fuerte y muchos atributos “imitables”.
Y resulta que en estas dos películas, su personaje dice dos frases interesantes
para el punto que quiero aclarar. En ambas películas un personaje secundario
le pregunta a la protagonista “¿Qué quieres (con él)?” y las respuestas parecen
escritas por el mismo guionista: “Quiero sentir” y “Cuando estoy con él, siento”
Mariana, una de mis orientadas, se rió a la vez que se tranquilizó cuando le dije
que el beso con su amiga “bisexual” lo que probaba era que tenía un excelente
sistema nervioso. ¡Pero es verdad! Todos sabemos que la piel está llena de
terminales nerviosas que precisamente se encargan de eso que los jóvenes
valoran en extremo: sentir. Y si una de sus premisas es “si contigo siento rico,
entonces eres mi alma gemela”, ¿qué pasa cuando esa que me hace sentir es
mujer? ¿Y si además es mi amiga y seguramente es una de las pocas
personas que entiende a la perfección lo que estoy pasando? La conclusión a
la que llegan es “estoy enamorada de ella”. Lo que nos lleva a los siguientes
dos puntos.
b) La necesidad de pertenecer
Todo lo anterior fue dicho para explicar el segundo argumento que hace que
las niñas se confundan: si tengo un alto grado de intimidad y empatía con mi
amiga, soy lesbiana. Y es otra de las falacias que debemos aclararles.
Una mujer que está rayando los 60, me contaba que a ella no le causaba
ningún problema decir que con su hermana había jugado a probar a qué sabía
la lengua. Escucharla me pareció sorprendente. Si a una joven o niña de esta
época se le ocurre proponer ese juego, definitivamente será tachada como
“rara”. Porque en nuestra sociedad ya todo es posible, un juego ya no es solo
un juego y un descubrimiento del propio cuerpo (y de esas terminales nerviosas
de las que hablamos) ya es una perversión.
Si la pasas muy bien con tu amiga es porque las dos están pasando por lo
mismo. Tienen papás que, desde su punto de vista, las odian porque no las
dejan hacerse piercings por todo el cuerpo, maestros incompetentes que no
saben enseñar y solo exigen lo que no dan, hermanos molestos, cambios
fisiológicos y hormonales que las hacen estar dentro del mismo barco, les
guste o no. Y es mucho más fácil hablar con alguien que conoce tu idioma, es
mucho más fácil compartir parte de ese mundo interno que estás descubriendo,
de tu intimidad. Pero esa cercanía no implica, bajo ninguna lógica de causa-
consecuencia, una relación lésbica.
Lo anterior nos lleva al último argumento que me dieron las jóvenes: sentir una
gran atracción hacia la personalidad de alguien del mismo sexo, hacia los
momentos, pensamientos y sentimientos que compartimos con ella NO es
sinónimo de estar enamorada de ella. Antes de continuar, debemos hacer una
aclaración sobre el acto de amar.
¿Cómo ayudar?
Una vez repasada esta ideología que surge de boca de estas adolescentes
confundidas, no podemos quedarnos con el conocimiento teórico. Menos como
parte de sus formadores. Las recomendaciones pedagógicas para los que
convivimos de cerca con adolescentes son precisamente para resarcir el daño
que la confusión ha creado en su autoconcepto y hasta en su rol social y son la
siguientes:
2. Revalorar el amor
Sin ninguna connotación cursi. El amor es un sentimiento humano y es tan
amplio como complejo. Podemos empezar dando testimonio de que el amor no
solo es entre una pareja y se consuma con un papel, un “acepto” o en la cama.
El amor se contagia, cuando las adolescentes se dan cuenta de que no nos da
miedo decir que amamos a una amiga del mismo sexo y que no por ello
queremos que sea nuestra novia, se sienten más tranquilas y pueden ver otra
faceta del amor, una de tantas. Ojo, si la idea de decir “amo a mi amiga” es
inquietante para ti lector, el tema no está trabajado y hay que solucionarlo, tal
vez con ayuda de un orientador (psicológico, religioso, familiar) que te de
perspectiva y solucione a tu lado.
4. Acercarse
Lograremos ser agentes de cambio en las crisis de las adolescentes solamente
en el momento en el que dejemos de tener miedo a sus dudas, inquietudes y
problemas; cuando les hablemos con la claridad, el cariño y la cercanía con la
que a nosotros nos hubiera gustado que nos respondieran ese tipo de dudas
que tanto trabajo cuesta preguntar. Intenta ser muy receptivo/a a lo que en
realidad está preguntando, dale respuestas cercanas, sencillas.
Mantén abiertos los canales de comunicación, no permitas que los prejuicios o
las etiquetas que ponemos con tanta ligereza te impidan ver la imagen
completa, ve más allá de lo evidente, qué hay detrás de esa confusión, ese
rechazo, ese enojo o tristeza. Lo mejor para ayudar a resolver una confusión de
identidad sexual es la certeza de que vamos a estar allí siendo un soporte
emocional, no juzgándolas.