El alcance de la información a través de internet, sumado a la aparición de aparatos

como las computadoras portátiles, las tabletas y los teléfonos móviles, nos permiten
tener recursos ilimitados para el aprendizaje y el disfrute, además del ahorro de tiempo
que significa obtener la información que necesitamos prácticamente desde cualquier
lugar en el cual nos encontremos. Esta globalización de la información audiovisual, nos
ha permitido también entrar en contacto con músicos de todos los rincones del mundo
y en innumerables ocasiones quedamos perplejos por el nivel artístico que despliegan
estas personas. La técnica ha alcanzado un grado de altísima excelencia en todo el
espectro musical.

Ante tantos virtuosos, en muchos casos provenientes de escuelas de larga tradición

artística, surge la pregunta: ¿qué puedo hacer yo como intérprete, como compositor,
como músico, para alcanzar un nivel semejante? ¿Qué oportunidad tengo yo para tocar
o componer como ellos o mejor que ellos? Es una inquietud que cualquier estudiante
puede plantearse.

Primero que nada, debemos entender que el arte no es competencia. Es, ante todo, el
camino a través del cual debemos conseguir la realización de nuestro ser. Es una
profesión o afición humanista que demanda una tremenda fortaleza física, psicológica,
emotiva. Exige el desarrollo de la sensibilidad y del pensamiento a un nivel muy
alto. Para desplegar ese ser, esa huella individual que se expresará de manera única
en el campo del arte, hace falta un trayecto de preparación, profundización y
maduración de todo lo que hemos aprendido.

Al igual que el intérprete, el compositor necesita un conocimiento profundo de su oficio

con la finalidad de proponer en una obra sus propias ideas, sus reflexiones, su
sensibilidad hacia esos pequeños detalles que harán la diferencia y que irán
consolidando su particular visión del mundo.

Entendamos que la música nace como una inquietud individual, se enriquece con los
estudios y se hace vida por medio del desarrollo de nuestra propia personalidad, a
través de la reflexión, de nuestra actitud ante la sociedad y ante la propia existencia.