Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Resumen
El autor aborda la problemática que se presenta al interrogarnos sobre el surgimiento del urbanismo
en la zona andina. Se hace una revisión teórica de los modelos aplicados en el área, que se han basado
en los paradigmas de corte evolucionista de Gordon Childe y Julian Steward, investigadores que traba-
jaron en los patrones de asentamientos de Mesopotamia, Grecia, Italia y Europa medieval. ,,
El «Síndrome de <;atal Hüyük» se refiere a la tradición científica de explicar el urbanismo andino
haciendo un paralelo con las fases de desarrollo descubiertas en aquel establecimiento del Medio
Oriente. El autor propone la asunción de modelos propios de análisis y obtener así, un adecuado
entendimiento de las primeras sociedades complejas andinas, que se han caracterizado principalmente
por un patrón de asentamiento "antiurbano". Esto no significa soslayar las propuestas evolucionistas,
sino de asimilar las proposiciones relevantes y aplicarlas a nuestra realidad.
Abstract
The author approaches che problematic that is presented when interrogating us on che emergence of
the urbanism in che Andean area. He has made a theoretical revision of the models applied in that
zone, which have been based on che paradigms of evolucionist court of Gordon Childe and Julian
Steward, researchers that worked in che patterns of establishments of Mesopotamia, Greece, ltaly and
medieval Europe.
The «Syndrome of <;atal Hüyük>> refers to the scientific tradition of explaining the Andean urbanism
making a parallel with the development phases discovered in that establishment of che Middle East.
The author proposes che assumption of own models of analysis and obtain of this way, an appropriate
understanding of the first Andean complex societies that have been characterized mainly by a pattern
of «antiurban» establishment. This doesn't mean to ignore che evolucionist proposals, but to assimilate
the important propositions and to apply them to our reality.
1NTRODUCC1ÓN
gunta hecha líneas arriba. Ésta no es nueva ni ori- gía. Aquellos resultados entraron en abierta con-
ginal pero aún así, no tiene una respuesta clara y tradicción con supuestos que sirvieron de funda-
contundente. El término urbano se usa en la ar- mento a la teoría de desarrollo urbano, pues de-
queología peruana en varias acepciones: a) mostraron que la similitud de formas arquitectó-
axiomática. b) Comparativa. c) Pragmática y d) nicas (por ejemplo, el problema del diseño
Funcional, que desde los años 80 se vislumbra ortogonal), no implica necesariamente, cuando
como una cuarta perspectiva de investigación so- se comparan sociedades diferentes, un parentes-
bre el tema de urbanismo prehistórico. co funcional en los aspectos de economía, orga-
nización social, cosmovisión y ejercicio de poder.
Quienes utilizan la acepción axiomática asu- Por ende, los partidarios del enfoque funcional
men que la existencia de extensos complejos de recomiendan mayor prudencia a la hora de usar
arquitectura monumental, diversificada formal- los conceptos de ciudad y urbanismo, que están
mente y rodeada de dependencias, implica nece- relacionados de manera implícita e indisociable
sariamente un grado avanzado de complejidad con la reflexión histórica sobre el origen y desa-
socioeconómica, es decir, el urbanismo. Dentro rrollo de la cultura occidental.
de este argumento, la civilización y el urbanismo
constituyen fenómenos tan universales, como Cuando en los años 60 se forjaron las pro-
indisociables. puestas cronológicas e interpretativas vigentes has-
ta hoy, tres autores propusieron tres lecturas dife-
En su acepción comparativa usan el término rentes de la realidad andina prehispánica, en las
urbanismo aquellos estudiosos para los cuales el que la ciudad, como supuesto fenómeno univer-
proceso de evolución social y política que condi- sal, jugaba el papel central. Nos referimos a John
cionó el surgimiento de la ciudad y el Estado en H . Rowe, Richard P. Schaedel y Luis G. Lumbre-
el Mediterráneo Oriental (Mesopotamia) se repi- ras.
tió en otras áreas culturales del mundo con va-
riantes poco significativas. y, por lo tanto, puede
tomarse como modelo.
Rowe (1963), con un enfoque pragmático ins-
pirado en la comparación con el urbanismo grie-
go, ha diferenciado cuatro clases de aglomeracio-
'º'
La acepción que podría ser tildada de prag- nes, según los criterios siguientes: En primer lu-
mática, se desprende de la clasificación binaria gar, el tipo de ocupación de los residentes, a sa-
de asentamientos pre y proto-históricos en urba- ber, producción artesanal, comercio, servicios, ad-
nos y aldeanos, según los criterios de extensión y ministración y defensa, por un lado, y la produc-
diseño arquitectónico. Aldeanos son aquellos con- ción agrícola, por el otro, marcan la diferencia
juntos de arquitectura que carecen de núcleos pú- entre ciudad y aldea. La relación entre la aglome-
blicos formalmente diferenciados, y ocupan un ración y el espacio circundante es de menor rele-
área menor a 4 ha. Todos los otros conjuntos pue- vancia, puesto que existen casos, tanto de ciuda-
den ser llamados ciudades, centros ceremoniales des acoríticas (sin el cinturón de aldeas), como de
o centros administrativos. Los criterios emplea- ciudades sincoríticas. Rowe, asimismo, ha creído
dos para diferenciar una de estas opciones necesario hacer la distinción entre centro cere-
interpretativas de las otras son confusos, y varios monial -carente de población permanente o muy
autores usan los tres términos que acabamos de reducida- y la ciudad. En su opinión, ambas for-
mencionar alternativamente, como sinónimos o mas de asentamiento tuvieron desarrollos parale-
términos compuestos, por ejemplo, ciudad sagra- los en los Andes prehispánicos.
da, centro ce"monial-administrativo.
Los otros dos investigadores construyeron sus
La perspectiva funcion~I o etnohistórica, se modelos interpretativos inspirados por los estu-
inspira en los resultados de excavaciones sistemá- dios sobre el desar;ollo urb~no en Mesopotamia
ticas que se realizaron dentro de presumibles con- prehistórica. Sin embargo, cada uno de ellos tomó
juntos urbanos y está alimentada, con frecuen- por referencia otra lectura de la secuencia de cam-
cia, por la reflexión post-procesual en arqueolo- bios en la tecnología y en el patrón de asenta-
KRzvsZTOF MAKowsKI HANuLA
miento. Luis G. Lumbreras (1963, 1987, 1989, riego forzado, se refleja en el patrón de
ínter alía) adoptó la propuesta más temprana de asentamientos y antecede a la formación de enti-
Gordon Childe (1936 [1982], 1942 [1985]), la dades políticas regionales.
que fue formulada antes del impacto provocado
por el uso del Cl4, y antes del auge de los estu- b) «Las capitales de los estados, pueblos grandes
dios sobre el neolítico y chalcolítico del Crecien- que se aglutinaron alrededor de los enormes tem-
te Fértil. Mientras que Richard P. Schaedel plos-pirdmides ( ...)» (Collier, Loe. cit.) en el perío-
(1966a, b; 1969; 1978; 1980a, b) desarrolló a su do de Florecimiento Regional -hoy Desarrollos
vez las ideas de Julian H. Steward y Donald Collier Regionales-, constituyen los antecedentes inme-
(Steward et al, 1955), inspiradas en las investiga- diatos del «verdadero urbanismo».
ciones sobre el urbanismo en Mesopotamia de
Roben Me. Adams ( 1966, 1981; Adams y Nissen, e) Este último fenómeno es producto del con-
1972). Me. Adams, había dirigido los proyectos flicto dentro de una sociedad fuertemente
de prospección sistemática en Sumeria estratificada. La nueva élite guerrera somete a la
(Mesopotamia baja), en la cuenca de Diyala y en antigua élite sacerdotal y las estructuras políticas
el área de Uruk. La metodología de campo y sus del Estado tienden a secularizarse. De este modo,
planteamientos interpretativos fueron en la fase inicial del «Estadio Expansivo Milita-
transpolados directamente hacia otras latitudes y rista» (período Huari) resulta inevitable la «deca-
realidades. Se sirvieron de ellos, entre otros, H. dencia de los templos-pirdmides como centros reli-
T. Wright y J .A. Neely en Susiana, así como giosos y núcleos comunales» (Collier, Loe. cit.). És-
Sanders y Price (1968) para reconstruir la forma- tos son sustituidos por tipos urbanos de
ción de la aglomeración de Teotihuacán (véase, poblamiento planeado.
también, Sanders, 1988). Estas influencias se de-
jaron sentir en el Perú, no sólo en Schaedel y A diferencia de Rowe y Lumbreras, Schaedel
Wilson (1988), sino también en Isbell (1977; entiende la aparición de la ciudad como produc-
102 1985), Massey (1986) y Schreiber (1992), entre to de un largo proceso evolutivo. Estos resulta-
otros. Las interpretaciones que Adams hace del dos son empíricamente comprobables mediante
proceso urbano fueron tomadas en cuenta por la confrontación de cambios en la densidad
Elman Service (1975) en su influyente teoría so- poblacional, la cual es estimada a partir del área
bre el origen del Estado. habitable y el área bajo cultivo, por un lado y las
transformaciones de la estructura de
El modelo de Schaedel (1966a, b; 1969; asentamientos, por el otro. Para que un patrón
1978; 1980a, b) se sustenta en las siguientes de asentamiento pueda ser considerado como ur-
premisas: La organización espacial de bano es necesario por lo menos cuatro rangos de
asentamientos en la Mesopotamia baja durante tamaño, un mínimo de l 0% de población con-
el reino de Sargónidas (Imperio Accadiense) centrada en grandes aglomeracionees y una orga-
puede considerarse típica para todas las redes nización en la que los sitios mayores tiendan a
urbanas en la antigüedad. Su nacimiento siem- ubicarse en el centro de sus micro-regiones res-
pre se relaciona con la formación de Estados re- pectivas.
gionales expansivos. El mismo carácter univer-
sal tendría el proceso de urbanización recons- En su propuesta, Luis G. Lumbreras interpreta
truido por Adams. Por lo tanto, en los Andes, el modelo de Steward y Collier siguiendo las pau-
así como en otras partes del mundo, se percibi- tas neomarxistas de Gordon Childe (Lumbreras,
rían tres estadios de urbanización, los mismos 1986). Las leyes de la historia predeterminan, se
que fueron planteados en 1953 por Steward y supone, el proceso urbano y el nacimiento de la
Collier (loe. cit.): civilización. La transformación de la sociedad al-
deana en urbana tiene, según Lumbreras (1969,
a) El marcado aumento de población y la apa- 1987, 1989), el carácter de salto revolucionario
rición de la élite guerrera en el período Formativo condicionado por el desarrollo de las tecnologías
Tardío, a raíz de la construcción del sistema de agrícolas a lo largo de los períodos Arcaico y For-
EL SfNDROME DE <;ATAL HoYOK: ÜBSERVACIONES SOBRE LAS TENDENCIAS AGLOMERATNAS•••
mativo. El incremento del excedente producido en el vecino valle de Casma (v.g. Sechín, Taukachi-
es constante y crea el sustento necesario para un Konkán, Pampa de las Llamas-Moxeke) como el
número cada vez mayor de productores especia- efecto de la emergencia de pequeños Estados prís-
lizados y dirigentes. En estas condiciones la apa- tinos, es decir, de «formas pollticas tempranas ca-
rici6n de clases sociales, con intereses antag6ni- racteriuulas por una mayor separación mtre las ac-
cos, es inminente, y con ellas surge el Estado como tivuúuks rrfigiosasy secularm (Pozorski y Pozorski,
aparato coercitivo. La clase dominante reside en 1994: 51). Oponen, asimismo, la civilizaci6n del
la ciudad, que se convierte en sede de los poderes Formativo Temprano, con sus bases en la agricul-
del Estado. El desarrollo urbano es, desde esta tura de riego, a la conservadora tradici6n
perspectiva, el reflejo material de la formaci6n de acerámica del Alto Salaverry, Salinas de Chao y
clases sociales. Huaynuná, en la que el fog6n ventilado es uno
de los elementos recurrentes de la arquitectura
Las posiciones que acabamos de resumir son ceremonial, como acontece en el complejo de si-
sumamente divergentes. De la larga lista de crite- tios Chupacigarro-Caral.
rios propuestos hace 30 años por Jorge Hardoy
(1964, 1968) para definir a la ciudad El marco te6rico se ha vuelto aún más confu-
prehispánica, s6lo dos son compartidos por to- so en los últimos quince años, cuando los postu-
dos los autores: a) La planificaci6n y b) la diversi- lados te6ricos sustentados por prospecciones y re-
dad formal de las estructuras tendría su explica- conocimientos, fueron confrontados con los re-
ci6n, se supone, en diferentes funciones de espa- sultados de excavaciones en área y con levanta-
cios abiertos y techados. Citemos el caso de mientos precisos, cuya falta Bonavia (1978) re-
Chincha para ilustrar el grado de discrepancia. saltaba con razón. Los mayores exponentes del
urbanismo planificado inca, por ejemplo,
Sitios como las Huacas Soto, San Pablo, San- Huanucopampa (Morris y Thompson, 1985) y
ta Rosa y Alvarado, que para Rowe (1963: 2-5), Huari, por ejemplo Azángaro (Anders, 1988) y
Wallace ( 1986: 43) y otros tuvieron carácter de Pikillacta (Me. Ewan, 1989, 1997 inter afia) re- IOJ
centros ceremoniales vacíos, son las mejores ex- sultaron tener muy poco en común con la ciudad
presiones del fen6meno urbano (Canziani, 1992). mediterránea: mínima poblaci6n permanente,
Por el contrario, los lugares que Rowe califica constante movimiento de residentes temporales,
como ciudades reciben el calificativo de extensos énfasis en funciones ceremoniales a las que se su-
pueblos (Canziani, 1992). Las discrepancias en bordinaron las actividades administrativas y pro-
el orden cronol6gico son más agudas aún: en opi- ductivas, corta vida del conjunto. Asimismo, em-
nión de Rowe (1963), Canziani y, con ciertas re- pez.6 a diluirse la distinci6n (tan útil y, al parecer,
servas, Burger (1992: 172), las primeras ciudades tan segura) entre los complejos horizontales de ar-
de los Andes Centrales se construyeron en el For- quitectura ortogonal supuestamente residenciales y
mativo Tardío. Para Lumbreras (1969; 1975), los montículos aterrazados, hipotéticamente cons-
Schaedel (/oc. cit. , 1988: 772-773), Williams truidos con prop6sito exclusivamente ceremonia-
(1980), Wilson (1988) y Shimada (1994) se pue- les. Los primeros solían ser considerados como for-
de hablar de verdadero urbanismo unos nueve mas diagn6sticas de la arquitectura urbana, secular,
siglos más tarde, en los tiempos Huari. Reciente- los segundos, definían a los denominados centros
mente, Ruth Shady (1998), bajo la impresi6n de cemnoniaks. Cabe enfatizar que las recientes inves-
la complejidad de Cara!, se siente tentada a bus- tigaciones en la Huaca de la Luna (Uceda, Mujica y
car los orígenes del urbanismo en la fase Morales, 1995), pusieron en evidencia que las su-
transicional entre los períodos Arcaico y Forma- puestas pirámides se crearon por la superposici6n
tivo (aproximadamente entre los 2200 y 1500 intencional de compleja arquitectura con segmen-
años a.C.). Su hip6tesis podría verse, de algún tos ceremoniales y residenciales (véase también El
modo, apoyada por las investigaciones de Thomas Brujo, T úcume y Pachacamac). Demostraron tam-
y Shelia Pozorski (1987, 1994, inter afia). Sin bién que sin excavaciones en área no es aconsejable
embargo, estos autores prefieren interpretar el sor- prejuzgar sobre las características ceremoniales o re-
prenden te auge de la arquitectura monumental sidenciales de un conjunto monumental, y menos
KRzvszroF MAKowsKI HANuu.
adscribirle el denominativo de espacio secular o espa- Mesopotamia, Siro-Palestina y Grecia, hasta bien
cio sagrado. avanzado el siglo IV a.C., el crecimiento bastante
caótico se encausa en el marco constituido por el
Por otro lado, como lo hemos intentado de- trazo no siempre recto de caminos tradicionales
mostrar en otra parte (Makowski, 1996a, b), los de acceso a la plaza, al templo y/o al palacio; así
patrones de asentamiento perceptibles en los An- como por el cinturón de las defensas.
des tienen muchos rasgos particulares que podrían
resumirse como una solución «antiurbana» y, en La introducción del plano de damero en las
todo caso, son más cercanos a lo que observamos ciudades griegas y romanas se relaciona tradicio-
en el valle del Nilo durante el Chalcolítico y Bron- nalmente con el nombre de Hipodames de Mileto
ce Temprano que en el valle de Eufrates y Tigris. y con la discusión teórica iniciada por Hipócrates
de Cos, Platón y Aristóteles. Las primeras ciuda-
Dados los antecedentes mencionados, la pre- des que lo poseen plenamente fueron construi-
gunta sobre qué buscamos podría merecer por lo das en la primera mitad del siglo IV a.C., por
menos cuatro respuestas: ejemplo, Megalópolis en Grecia Continental o
Priene en Asia Menor (Castagnoli, 1956; Kriesis,
a) Expresiones de un urbanismo planificado a 1965; Bernhard, 1974: 35-94). LÓs antecedentes
la manera helenístico-romana, y cuya existencia inmediatos provienen de las colonias griegas en
estaría íntimamente relacionada con el surgimien- Magna Grecia (Italia) y en la costa del Mar Ne-
to del Estado y con la forma de centro adminis- gro {Wasowicz, 1977; Kent ed., 1990). El traza-
trativo. do de dos ejes perpendiculares que se cruzan en
el centro geométrico del espacio urbano, es decir,
b) La confirmación del supuesto que el pro- las anchas avenidas carda y tÚcumanus, se agrega,
ceso de urbanización definido en Mesopotamia en los tiempos romanos, al diseño clásico ,
se repitió en los Andes. hipodameo, de la ciudad (Boethius, 1948). Este
104 modelo fue transmitido, entre otros, por Vitruvio
c) Indicios de un urbanismo truncado: las };' sirvió de inspiración a los urbanistas del Rena-
depedendencias de templos y/o palacios habrían cimiento, quienes lo difundieron en las Américas
crecido en ciertos períodos convirtiéndose en cen- (Hardoy, 1978). La influencia del trazo romano
tros protourbanos, por ejemplo,' Chavfn de fue directa en el caso de las ciudades militares me-
Janabarriu (Burger, ,1998). diev~es españolas (Chueca Goitia y Torres Balbas,
1981 : XIII).
d) Antecedentes de un patrón de
asentamientos andino «antiurbano» en su esen- Por lo visto, la planificación no es un atributo
cia. indispensable del complejo urbano. Por el con-
trario, el crecimiento espontáneo, desordenado y
Contrastaremos a continuación cada una de gradual, durante más de cinco siglos en prome-
estas alternativas, empezando por la del urbanis- dio, alrededor de un núcleo constituido por la
mo planificado. sede del poder político y religioso, o por un tem-
plo y una plaza mercante, fue la característica del
11. 1A PtANIFICACIÓN COMO RASGO urbanismo prístino en todas las áreas donde este
DISTINTIVO DEt TRAZO URBANO ·proceso se dio. El trazo planificado fue más bien
propio de las construcciones emprendidas por el
Uno los criterios frecuentemente utilizado para Estado: Lo poseen centros ceremoniales, palacios
diferenciar a la ciudad de un asentamiento rural y fortificaciones. También, lo tienen algunas ca-
en los Andes es la planificación del conjunto. Re- pitales fun~das por decisión política en uri des-
sulta sdrprendente constatar, ~n este contexto, que campado, por ejemplo, Tell el Amarna (din.
la planificación aparece muy tardíamente como XVIII) o Tanis (din. XIX) en Egipto (Trigger et
el fenómeno generalizado en la historia del urba- alii, 1988). En este último caso, la planificación
nismo del Viejo Mundo. En las ciudades de es la consecuencia del rito de fundación en el que
El SfNDROME DE <;ATAL HOVOK: ÜBSERVACIONES SOBRE US TENDENCIAS AGLOMERATIVAS•••
la futura ciudad adquiere atributos del centro del la ciudad del Mediterráneo Antiguo. Las diferen-
mundo. La tripartición de Tell el Amarna y Tanis cias se desprenden probablemente de la distinta
simboliza la oposición de los Egiptos alto y bajo articulación entre las tres categorías del espacio:
unidos por el centro: Los templos del dios pro- doméstico (privado), comunitario (público, ce-
tector del imperio y las residencias principales del remonial) y sagrado (templo, residencia del go-
faraón. La cuatripartición del trazo de algunas ca- bernante). En la ciudad los segmentos doméstico
pitales en Siria, Mesopotamia y Susiana con cua- y sagrado distribuyen el espacio. En la aglomera-
tro ejes cardinales, nos remite a una idea similar. ción andina el segmento comunitario lo organiza
Cabe, sin embargo, recordar que el trazo planifi- todo, incorporando el espacio sagrado y margi-
cado desaparece muy pronto debajo de casas y nando los espacios domésticos. Quizás por ello,
calles sinuosas (Me. Adam, 1981; Crawford, la forma arquitectónica del palacio difundida en
1991: 48-53, Figs. 4.1-4.4). el Mediterráneo Oriental del período del Bronce
Medio y Tardío resulta ser un paralelo formal y
El otro aspecto que siempre tomamos en cuen- funcional a las aglomeraciones andinas mucho
ta en los estudios comparativos es la organiza- más cercano que el de la ciudad: Grandes plazas
ción del espacio. En las ciudades del Viejo Mun- de acceso restringido, complejos de trazo
do, las áreas públicas con las construcciones de ortogonal con salas y cubículos de reuniones, re-
carácter monumental constituyen uno, a veces dos ducidas áreas domésticas de élite, amplios alma-
centros, de los cuales uno es defensivo (forum, cenes, templos o áreas sagradas incorporadas
agora, acrópolis, umenos central con el palacio y el (Margueron, 1982). Al lado de este complejo de
templo en su interior en el Cercano Oriente). Las arquitectura ortogonal planificada, se extienden
calles y eventualmente las plazas articulan el cen- amplios barrios de los funcionarios del palacio y
tro con el cinturón de barrios residenciales. Las de los artesanos productores de indumentaria ri-
áreas públicas (incluyendo las plazas) constitu- tual y armas. En Egipto, los templos funerarios
yen, en promedio un 30% del área total de la diseñados como palacios y circundados por los
ciudad. En los Andes, esta proporción se invierte asentamientos planificados de artesanos y funcio- IOJ
en todos los conjuntos urbanos donde la estima- narios de la necrópolis, conforman una réplica
ción del área habitacional es posible con cierta de la residencia terrenal del gobernante.
precisión. Además, el trazo está compuesto de
varios segmentos separados uno del otro, sin que 111. COMPARANDO PROCESOS: El UK-
ningún centro los articule por ejemplo, Chanchán BANlSMO SU/ GENERISANDlNO
o Pampa Grande. La esencia misma del diseño es
diferente. En el Viejo Mundo las áreas techadas Los estudios sobre el urbanismo mesopotámico
con sus ejes de acceso organizan el espacio, en han alimentado todos los modelos procesuales.
cambio, en los Andes, las áreas abiertas (el patio, No es necesario ser partidario de los planteamien-
la cancha) son las que cumplen esta función. El tos de Gordon Childe para reconocer la profun-
recinto cerrado o la plaza semiabierta íntimamente didad de los cambios ocurridos en todos los as-
asociada con un sistema de plataformas y estruc- pectos de la cultura de Mesopotamia entre los
turas techadas es la unidad básica de la arquitec- 4000 y los 3000 años a.C. La concentración de la
tura considerada urbana en el Perú prehispánico. población en los centros urbanos y la creciente
El principio es perceptible ya en la arquitectura dependencia de la agricultura de riego figuran en-
sacra del Formativo. La característica menciona- tre los factores principales de esta transformación.
da es la única responsable de la impresión de pla- A lo que se agrega la difusión del arado tirado
nificación. Cabe enfatizar, que las áreas domésti- por bueyes, la tecnificación de la guerra (armas
cas, colindantes con los segmentos de arquitectu- de bronce, carros de batalla) y del transporte (bu-
ra de trazo ortogonal, tienen un aspecto caótico y que de vela, y carro de eje fijo jalado por bueyes o
carecen de articulación con los recintos. por onagros). Los tres últimos factores y las bases
agrícolas (cebada, trigo, lino, bóvidos y ovinos,
Llegamos así, a la conclusión de que el com- en menor grado cápridos y suidos, además de un
plejo urbano en los Andes no se parece en nada a amplio espectro de legumbres y frutales) contri-
KRzvszroF MAKowsKJ HANULA
Estados regionales expansivos, con características tienen una vida relativamente corta, de 200 a 600
de imperios tempranos. Nos referimos al declive años, con un nacimiento violento y crecimiento
en el número de los asentamientos grandes, com· rápido. Ni siquiera los centros ceremoniales lo·
pensado por la multiplicación de las aldeas satéli- gran superar la barrera de 1000 años de uso con-
tes (Gibson, 1972). Es en esca época que se con- tinuo manteniendo el mismo diseño. La forma-
solida el patrón jerárquico de por lo menos cua- ción de aglomeraciones urbanas y centros cere-
tro niveles, retomado como paralelo por Isbell moniales no crea generalmente antecedentes para
( 1977, 1984, 1988) en sus estudios sobre el Im- el desarrollo posterior. Su destino parece depen-
perio Huari. La comunicación entre las ciudades der totalmente de las coyunturas políticas.
en los tiempos de la primera dinastía de Ur está
asegurada por una impresionante red de caminos Desde la propuesta de Collier se han cons-
fluviales y terrestres, que permiten el transporte truido varias hipótesis alrededor de la supuesta
de miles de toneladas de granos al año, abaste- secuencia evolutiva: centro ceremonial (período
ciendo a las poblaciones urbanas. Ur podría te- Formativo); templo rodeado de asentamiento (pe-
ner hasta 200000 habitantes. En el comercio a ríodo de Desarrollos Regionales); ciudad (perío-
larga distancia se forma una especie de sistema do Huari; por ejemplo, Schaedel, 1978). Esta se-
mundial (Algaze, 1993) que abarca con su red cuencia no se da en ningún sitio concreto de los
comercial, incluso a las lejanas aglomeraciones de Andes. Se trata simplemente de una construcción
Mojendjo Daro y Harappa, por un lado, y el va- teórica con fines comparativos. Curiosamente, no
lle del Nilo, por otro. es posible aplicarla en toda su extensión ni a
Mesopotamia, ni a los Andes. En los Andes, el
En comparación con Mesopotamia la secuen- desarrollo de la arquitectura ceremonial, de sor-
cia centro-andina revela notables diferencias. La prendente envergadura, se inicia durante el pe-
primera, concierne a la duración y la estabilidad ríodo Arcaico (Haas et a/ii, 1987; Burger, 1992;
de procesos aglomerativos. La transformación del Onuki y Millones, 1994) y antecede a las ten-
patrón aldeano en urbano en el valle bajo de los dencias aglomerativas. 107
ríos Eufrates y Tigris tomó el tiempo comparable
al que habría trascurrido entre la construcción En Mesopotamia la arquitectura religiosa mo-
del Templo Nuevo en Chavín de Huántar y la numental se desarrolla tardíamente, en la época
conquista española, y fue un proceso gradual. La postformativa, como uno de los efectos del desa-
red urbana que se fue formando tuvo una impre- rrollo urbano. Distinto es también el resultado
sionante estabilidad a prueba de las coyunturas de los dos procesos. En los Andes Centrales, en el
políticas y crisis ecológicas (por ejemplo, transcurso del período de Desarrollos Regiona-
salinización). Aproximadamente, la mitad de los les, las tendencias aglomerativas, tangibles desde
centros urbanos grandes y medianos fundados los fines del Formativo, contribuyen a la creación
antes de los 2200 años a.C., fueron habitadas dos de un original patrón de distribución. Durante este
mil años después. Los procesos urbanos induci- período la mayor concentración de asentamientos
dos a partir del foco mesopotámico, uno tras otro, en los valles Virú (Willey, 1953), Santa (Wtlson,
en Siro-Palestina, Grecia, Occidente romano y 1988), Nepeña (Proulx, 1982, intera/ia), Chincha
Europa medieval tienen una duración más corta, (Canziani, 1992), lea (Massey, 1986; De Leonardis,
pero la estabilidad del patrón urbano también es 1991), Nasca (Silverman, 1993) suele localizarse
notable. en un lugar específico: En la entrada a la parte an-
cha costeña del valle desde la porción más encajo-
Ninguna de las subregiones del área centro- nada del valle medio o alto, de acuerdo al caso. La
andina ha conocido un proceso de estas caracte- relación entre esta concentración y las bocatomas
rísticas. Incluso las grandes aglomeraciones como de canales es clara. En el norte, las aldeas se distri-
Huari (Isbell, 1977, 1984, 1988; Lumbreras, buyen entre los sitios fortificados de múltiples fun-
1974) , Cajamarquilla (Cavatrunci, 1990; ciones, ceremoniales y residenciales de élite (por
Mogrovejo y Makowski, 1999), Chanchán ejemplo, castillos en el valle de Virú). Otra aglome-
_(Moseley y Kent, 1982; Moseley et a/ii, 1990) ración de sitios se extiende en el valle bajo en am-
l<RzvsZTOF MAKowsKI HANUJ.A
has orillas del río. Entre estas dos aglomeraciones Pampa (Silverman, 1993: 324-325). En Ventilla
se percibe una diferencia a primera vista. En el predominan terrazas con estructuras domésticas.
primer grupo, disperso, predominan estructuras Cabe resaltar que todos los sitios restantes son
domésticas y defensivas, de adobe y piedra. En el pequeños, poseen de 1 a 4 ha. Las excavaciones
segundo, costefio, relativamente concentrado, des- realizadas a cabo en Cahuachi por Orefici ( 1990,
tacan imponentes contrucciones piramidales de ínter alía) y Silverman (1993) demostraron que
adobe (por ejemplo, grupo Gallinazo y Castillo la supuesta capital Nasca tuvo una funci6n ex-
de Huancaco, Willey, 1953: 132-135, 202, 203, clusivamente ceremonial y carecía de poblaci6n
205). La funci6n ceremonial de estas últimas es permanente. En la interpretaci6n de ambos
clara y qued6 comprobada en las excavaciones lle- arque6logos, que trabajaron con metodologías
vadas a cabo en los valles de Moche y Chicama distintas, las comunidades de toda la cuenca acu-
(Mujica y Canziani, 1994, ínter alía). ¿Habría que dían peri6dicamente a los recintos previamente
sacar la conclusi6n que el primer grupo de sitios construidos por ellos en el centro ceremonial para
tuvo funciones urbanas y el segundo funciones producir indumentaria de culto, hacer sacrificios,
ceremoniales? La situaci6n no parece tan senci- depositar ofrendas, beber y comer en los días fes-
lla. Las pirámides del valle bajo tienen áreas con tivos. Un geoglifo une Cahuachi con Ventilla su-
huellas de intensas actividades productivas a su giriendo que ambos sitios conformaban un con-
alrededor, y posibles residencias de élite en sus junto ceremonial. Si bien hay que esperar las in-
cimas. En los sitios habitacionales del valle me- vestigaciones sistemáticas en Ventilla, resulta cla-
dio se distinguen posibles componentes ceremo- ro que las funciones ceremoniales se concentra-
niales y residenciales de élite. Además, el patr6n ban en Cahuachi. El ejemplo citado demuestra el
de asentamiento es en realidad disperso y la ma- grado en que la discinci6n entre un centro cere-
yoría de sitios diseminados en el valle tiene entre monial y una aglomeraci6n urbana, sensu lato, a
1 y 4 ha. Hay entre ellos, conjuntos clasificados partir de los criterios formales y evidencias de la
ban o salían del recinto. Si los otros supuestos des Centrales difiere en varios aspectos centrales
centros urbanos huari funcionaron de manera si- de sistemas urbanos del Mediterráneo Oriental.
milar, lo que parece muy probable (Anders, 1986: La población permanente en la mayoría de su-
966-972), habría un gran parecido con las capi- puestos centros urbanos es tan limitada que el
tales provinciales inca, como Huanucopampa área utilizada con fines estrictamente
(Morris y Thompson, 1985). Mas que de una ciu- habitacionales no debió haber sobrepasado un
dad se trataría en este caso de un centro adminis- 10% del área total. Esta característica sorpren-
trativo y ceremonial, con muy poca población per- dente se manifiesta tanto en los complejos plani-
manente. ficados, hipotéticas capitales provinciales de im-
perios, como en los sitios de crecimiento desor-
Para completar este apretado panorama, hay denado (por ejemplo, Cahuachi, Azángaro,
que mencionar los complejos de la costa norte Huánuco Pampa}. La mayoría de estructuras
como Galindo (Bawden, 1977) o Pampa Grande monumentales tuvo funciones ceremoniales, in-
(Shimada, 1978). Se combinan en ellos dos tipos cluyendo funerarias, y administrativas. En las es-
de conjuntos, los que en las épocas anteriores so- tructuras menores se encontraban depósitos y ta-
lían construirse por separado: Imponentes edifi- lleres de producción de parafernalia de culto. Por
cios piramidales aterrazados y arquitectura do- ende, el nombre de centro IUÍministrativo-"/igio-
méstica aglutinada. La ubicación de Galindo y so, o en algunos casos el de complejo palaciego, se
Pampa Grande en puntos neurálgicos de sus va- adecúa mejor que el de /a ciudad a la función des-
lles respectivos, cerca de las bocatomas de canales empeñada por los conjuntos arquitectónicos
troncales no puede ser casual y constituye una excavados. Podría decirse, a partir de las eviden-
explicación para las tendencias aglomerativas. En cias disponibles, que el sistema andino fue anti-
la época del incremento de conflictos resultaba urbano, si es que se toma por referencia las carac-
seguramente provechoso mantener buena parte terísticas esenciales del urbanismo occidental. En
de la élite guerrera concentrada en un solo lugar
estratégico. No creemos, sin embargo, que el fun-
cionamiento de estas capitales haya sido comple-
los Andes, eficientes ideologías religiosas y nutri-
dos calendarios ceremoniales regulaban despla-
zamientos anuales de grupos de población, y con
,.,
tamente distinto de Chanchán, cuya construcción ellos el movimiento de los servicios y bienes re-
se inicia dos siglos después. C hanchán, en la in- queridos, esto se puede apreciar en la descripción
terpretación de equipo de Moseley (1982; del sistema inca por los cronistas españoles:
Moseley y Rostworowski, 1990), es un conjunto Betanzos, Molina, Cobo, etc.
de palacios con plataformas funerarias-mausoleos
que contienen las tumbas de gobernantes. Entre La arquitectura monumental, distribuida a lo
estos conjuntos monumentales se extienden las largo de caminos y canales de riego, agrupada en
residencias de élite de planta regular y la maraña los centros ceremoniales de distinto rango, orien-
aglutinada de casas y caravmserai. La mayor par- taba los flujos de mano de obra y de productos,
te de la producción es para uso ceremonial, in- convertía el paisaje profano en un escenario sa-
cluyendo el culto funerario de los reyes de grado y otorgaba a los tributos en trabajo y en
Chimor. productos, el carácter de obligación religiosa. Las
preparaciones para la guerra y los intercambios
En todos los casos citados las aglomeraciones comerciales no escapaban de este marco ceremo-
de aspecto urbano se definirían mejor como cen- nial. La mayor parte de población en todas las
tros administrativos y ceremoniales de Estados épocas, desde el Precerámico , vivía en
regionales que como ciudad de tipo polis griega o asentamientos dispersos, localizados fuera del lí-
ciudad-Estado sumeria. Ésta es otra de las gran- mite de cultivos; su área promedio no sobrepasa-
des diferencias con el urbanismo mesopotámico. ba las 4 ha., salvo casos de capitales regionales,
probables residencias de élite guerrera. Escasas
La comparación que acabamos de esbozar aglomeraciones (por ejemplo, Huari, Pampa
sugiere, desde nuestro punto de vista, que el sis- Grande, Cajamarquilla, Chanchán, Huánuco
tema de asentamientos característico para los An- Pampa) deben su existencia al urbanismo com-
pulsivo del Estado. Ninguna de estas aglomera- lles, la primera evidencia tangible del modo de
ciones sobrevivió a la coyuntura poHtica que con- vida sedentario. Las construcciones monumen-
tribuyó en su fundación. La hipótesis expuesta tales de carácter religioso, las artes figurativas con
explicaría las características particulares del urba- iconografía compleja y la formación del comple-
nismo sui gtneris andino: jo agropecuario con la casi totalidad de especies
domésticas conocidas en la época prehispánica,
a) La inestabilidad del sistema de anteceden por más de mil afios a la difusión de
asentamientos. tsta se refleja en la ausencia de técnicas alfareras. El término «Formativo
los "" urbanos estratificados (los que se obser- Prcccrámico» sería mucho más adecuado para des-
van en la estratigrafía de asentamientos con ocu- cribir las características de la época mencionada,
paciones múltiples) sin largos hiatus (interrup- que el concepto de «Arcaico Superior o Tardío»
ciones en la secuencia de ocupaciones sucesivas) que usan los partidarios de los sistemas
y en cambios drásticos en la distribución espacial cronológicos de corte procesual. En todos caso,
de sitios cada 500 a 600 afios. se trata de una época comparable con el Neolítico
Prcccrámico en el Mediterráneo Oriental, que tie-
b) La predominancia de la arquitectura pú- ne poco en común con la cultura de recolectores
blica en todos los complejos considerados urba- y cazadores del Arcaico Inferior y Medio.
nos, documentados hasta el presente.
El surgimiento de arquitectura compleja y de
c) La rccurrencia de las formas de arquitec- los complejos monumentales de apariencia urba-
tura ceremonial (por ejemplo, la plaza, el patio na podría parecer incompatible con el esquema
hundido, el recinto cercado, la plataforma esca- de evolución al que estamos acostumbrados. Sin
lonada, la pirámide con rampa) en los sitios cali- embargo, en el transcurso de medio siglo, que nos
ficados como centros urbanos o administrativos. separa de la época en la que surgieron modelos
'''
no muy bien entendida aún, con el desarrollo
lla de 900 m de largo y aproximadamente 5 m de de redes de intercambio a larga distancia. En pri-
alto, con un torre6n de 9 m de alto y 12 m de mer lugar se trata de obsidiana, pero podemos
diámetro (Kenyon, 1957). El número aproxima- hablar también de conchas decorativas (por
do de casas se calcula en 660 y la poblaci6n entre ejemplo, Dmtatum), sal y bitumen. En los ca-
2000 y 3000 habitantes. En Buqras y Abu sos anatolianos y mcsopotámicos es evidente una
Hureyra (PPNB) las casas poseen plantas rectan- avanzada especializaci6n de producci6n en piedra,
gulares y están construidas de adobe {Cauvin, madera e incluso metal. FJ análisis cuidadoso y sis- .
1978). Abu Hureyra tiene 11 ha. (Moore et al , temático de la arquitectura y costumbres, hecho
1975), Buqras s6lo 3 ha., pero en este último si- consecutivamente por Todd ( 1976), Renfrew
tio se han encontrado las más tempranas eviden- ( 1984) y recientemente por Wason ( 1994) demues-
cias de caJles y de sistemas de desagüe. <;atal tra que esta conclusi6n sería prematura y mal fun-
Hüyük es un caso aparte: 14 fases damentada. No hay evidencias de una difcrencia-
estratigráficamente sobrepuestas que abarcan casi ci6n interna en la sociedad de <;atal Hüyük. El
8 siglos de historia de asentamiento cerámico, en- caso de Jeric6 es más evidente aún en este aspecto.
tre los 6250 y 5400 afios a. C. {sin calibrar), con Por otro lado, hay que enfatizar que los casos cita-
antecedentes aún desconocidos, 32 acres, aproxi- dos son realmente excepcionales y no tienen para-
madamente 5000 habitantes, casas de 25 m 2 en lelos en sus regiones respectivas. Queda una sola
promedio. El sitio fue proclamado por Mellaart conclusi6n posible. Las condiciones del optimum
(1967), su descubridor, y por Gimbutas (1991) climático y los adelantos tecnol6gicos pusieron a
como el mayor de asentamiento del Neolítico algunas comunidades en situaci6n de ventaja fren-
mundial, más grande que Troya VI, Gordion, e te a las demás. Es menester poner en claro que es-
incluso Smirna en tiempos griegos. Sorprenden- tos desarrollos sorprendentes no guardan ninguna
tes ambientes de culto con frescos y relieves de relaci6n causal con el urbanismo de la Edad de
compleja iconografía, ricos entierros secundarios, Bronce del que están separados por casi 3000 años.
KazvszroF MAlcowsKI fuNULA
presencia de los productos perecibles provenien- Centrales». En Rrvis111 Histórica, 38, pp.n-
tes del litoral en este sitio del valle medio. El ca- 107.
rácter ceremonial de la mayoría (¿totalidad?) de
estructuras es evidente, así como un tiempo rela- BONNIER, E. y C. ROSENBERG
tivamente largo de uso, que podría explicar la 1988 «Del santuario al cacerío: acerca de la
considerable extensión del sitio y el número de neolitización en la Cordillera de los Andes
estructuras. ¿Habría que pensar en centros cere- Centrales». En Boktln tkl Instituto Francés tÚ
moniales de prestigio regional, supraécnico, en el Estudios Andinos 17(2), pp. 23-40.
Arcaico Superior, los que a manera de C havín,
BONNIER, E. y H . BISCHOF
reunían periódicamente a representantes de po-
1997 Arqueológica Peruana 2: Arquitectura y
blaciones de la costa y de la sierra? Gracias a las
Civilización en los Andes Prehispdnicos.
excavaciones sistemáticas de Shady estaremos
Mannheim.
pronto en condiciones de contrastar a ésta y otras
hipótesis alternativas, como por ejemplo la de
BRENNAN, C. T.
Dillehay ( 1992), inspirada por la geografía sagra-
1980 «Cerro Arena. Early Cultural Complexity and
da de los Mapuche. Nucleation in North Coastal Peru•. En jour-
nal ofFielá Archaeology 7, pp. 1-22.
BIBLIOGRAFÍA
1982 «Origins of the urban tradition on the Peru-
ADAMS R. Me. C. vian north coash. En Currtnt Anthropology
1981 The land behind Baghdad. C hicago. 23, pp. 247-254.
BUTZER,K.W
BAWDEN G . L.
1977 Ca/indo and the nature ofthe Middk Horium 1976 Early Hydnlulic Civilwztion in Egypt. Chicago.
in northern coast ofPeru. Ph. D. dissertation.
Department ofAnthropology, Harvard Uni- CANZIANI, José
versity, Cambridge Ma. 1987 Asmtamimtos humanos y formaciones sociaks
m la Costa Norte tkl Antiguo Perú. Lima:
BOETHIUSA. INDEA.
1948 Roman and Grult Town Archiuctu". Londres.
1992 «Arquitectura y urbanismo del Período
BONAVIA,D. Paracas en el valle de Chincha• En Gacetll
1993- 1995 «La domesticación de las plantas y los ArqueoMgica Andina, Vol. VI, Nº 22, Lima,
orígenes de la agricultura en los Andes INDF.A, pp. 87-117.
KltzvszroF MAKowsKI HANuu
,,.
Madrid: IEAL. Transition. Austin: University ofTcxas Prcss.
1972 «Las Haldas: su ubicación dentro del proceso ingful?: mcaning, function, and prehistoric
histórico del Perú Antiguo». En Dldalo 5 (1 O), visual arts•. En Archatological thtory: who uts
pp 1-208. tht agenda? editado por N. Yoffee y A.
El SíNDROME DE y TAL HOVOK: ÜBSERVACIONES SOBRE lAS TENDENCIAS AGLOMERATIVAS•••
MELLAART, J. POZORSKIT.
1967 yztai Hüyük: A Neolitic Town in Anatolia. 1975 «El Complejo de Caballo Muerto: los frisos
Londres: Thames and Hudson. de barro de la Huaca de los Reyes•. En Revista
delMuseoNaciona/41, pp. 211-251.
1975 The neolithic of the Ancimt Near .&st. New
York: Charles Scribner's Sons. 1982 «Early social estratificaction and subsistence
systes: tha Caballo Muerto Complex». En
MILLER, D. y TILLEY, C. (eds.) Chan ,han: Ant:kan Desm City editado por
1984 Ideo/ogy, Pown- aná Pnhistory. Cambridge: M.E.Mosclcy y K.Day, pp. 225-253, Albu-
Cambridge University Prcss. querque: University of Ncw Mexico Prcss.
SHADY, R.
SCHAEDEL, R.P.
1997 La CiulÍAIÍ Sagnula tk Caral-Supe en los albom
1966 «lncipient Urbanization and Sccularization in
tk '4 civiliZ11cidn en el Perú. Lima: UNMSM.
liahuanacoid Peru». En American Antiquity,
Vol. 31, pp. 338-344.
SHANKS, M. y Ch. TILLEY