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El SÍNDROME DE ~ATAl HÜYÜK:

OBSERVAClONES SOBRE tAS


TENDENClAS AGlOMERATIVAS
TEMPRANAS

Krzysztof Makowski Hanula

Resumen

El autor aborda la problemática que se presenta al interrogarnos sobre el surgimiento del urbanismo
en la zona andina. Se hace una revisión teórica de los modelos aplicados en el área, que se han basado
en los paradigmas de corte evolucionista de Gordon Childe y Julian Steward, investigadores que traba-
jaron en los patrones de asentamientos de Mesopotamia, Grecia, Italia y Europa medieval. ,,
El «Síndrome de <;atal Hüyük» se refiere a la tradición científica de explicar el urbanismo andino
haciendo un paralelo con las fases de desarrollo descubiertas en aquel establecimiento del Medio
Oriente. El autor propone la asunción de modelos propios de análisis y obtener así, un adecuado
entendimiento de las primeras sociedades complejas andinas, que se han caracterizado principalmente
por un patrón de asentamiento "antiurbano". Esto no significa soslayar las propuestas evolucionistas,
sino de asimilar las proposiciones relevantes y aplicarlas a nuestra realidad.

Abstract

The author approaches che problematic that is presented when interrogating us on che emergence of
the urbanism in che Andean area. He has made a theoretical revision of the models applied in that
zone, which have been based on che paradigms of evolucionist court of Gordon Childe and Julian
Steward, researchers that worked in che patterns of establishments of Mesopotamia, Greece, ltaly and
medieval Europe.

The «Syndrome of <;atal Hüyük>> refers to the scientific tradition of explaining the Andean urbanism
making a parallel with the development phases discovered in that establishment of che Middle East.
The author proposes che assumption of own models of analysis and obtain of this way, an appropriate
understanding of the first Andean complex societies that have been characterized mainly by a pattern
of «antiurban» establishment. This doesn't mean to ignore che evolucionist proposals, but to assimilate
the important propositions and to apply them to our reality.

Arqueología y Sociedad N• 13, 2000: 99-118.


Museo de Arqueología y Antropología
Univenidad Nacional Mayor de San Marcos
KRzvszroF MAKOWSKI HANuu.

1NTRODUCC1ÓN

a invitación de los organizadores del even- b) La estructura social, el sistema económico,

l to* para «confrontar apreciaciones acerca


de la formación de la ciudad en el Área
los 'principios de cosmovisión y, a menudo, las
ideologías políticas, se reflejan (directa o indirec-
Andinay presentar una visión nueva, generaly com- tamente) en las formas arquitectónicas, y en los
parativa de sus orígenes» puede interpretarse de modos de organización espacial de· los
dos maneras: La primera, implica aceptar que el asentamientos. Esto da lugar a una notable varie-
desarrollo seguido por las sociedades de dad de soluciones que se perciben en diferentes
Mesopotamia, Grecia, Italia o Europa medieval áreas del Viejo y Nuevo Mundo.
fue la única alternativa en las épocas
preindustriales. Así lo sugerían los modelos c) El espiral demográfico se desencadena ine-
evolucionistas de coree materialista o idealista, que vitablemente, y de modo universal, a parcir del
tradicionalmente se manejaban en la arqueología período en que la domesticación de plantas y ani-
andina desde hace cuatro décadas. Según la se- males crea las condiciones para que se generalice
gunda lectura posible, la amable invitación que el modo de vida sedentario. Por ende, la densi-
nos hizo reunir aquí, podría ser considerada como dad poblacional tiende a incrementarse notable-
una suerte de «provocación intelectual». Se nos mente a partir de la transición entre el Neolítico
invitaría en este segundo caso a verificar si los Precerámico y el Neolítico Cerámico (períodos
modelos que manejamos son viables y nos ayu- Arcaico Tardío y Formativo Temprano).
dan a encender el camino que adoptaron las so-
ciedades complejas en los Andes. En cal caso, bajo d) El desarrollo tecnológico suele generar me-
el término ciudad se encendería cualquier forma canismos aglomerativos. Por un lado, influye po-
100 de asentamiento con población permanente, cuya sitivamente en la densidad poblacional; y por otro,
complejidad formal y funcional rebasa el marco la tendencia autosostenida hacia el desarrollo tec-
impuesto por la definición de un simple asenta- nológico depende del incremento constante en el
miento aldeano. Es decir, de un asentamiento con número de productores, distribuidores y cuadros
el área menor a 4 ha, y compuesto de unidades directivos en el área cubierta por un mismo siste-
habicacionales poco diferenciadas formalmente, ma de comunicación.
incluyendo los espacios públicos. No es necesa-
rio seguir a la letra modelos de corte evolucionista, Dentro de las dos líneas mencionadas en la
como los propuestos por Gordon Childe o Julian primera página nosotros compartimos la segun-
Steward, para estar de acuerdo con las cuatro da perspectiva. El progreso de la arqueología y la
premisas que sustentan las interpretaciones de antropología, durante las últimas tres décadas,
patrones de asentamiento en la prehistoria (véa- puso en relieve que la diversidad de los caminos
se, por ejemplo, Kent, 1990): de desarrollo escapa a estrechas clasificaciones
binarias: sociedades aldeanas/sociedades urbanas,
a) La complejidad social tiene necesariamente barbarielcivilhación, jefatura/Estado. Guardo es-
su expresión material en la arquitectura y, en ge- peranza de que el estudio de la arquitectura y del
neral, en el uso del espacio. A mayor compleji- sistema de asentamientos, liberado de modelos
dad, mayor diversidad de formas y funciones en preconcebidos, pueda arrojar datos decisivos so-
la arquitectura y, a veces, mayor envergadura de bre las particularidades del desarrollo andino.
las construcciones.
1. ORÍGENES DE LA CIUDAD: ¿QUÉ ES
LO QUE REALMENTE BUSCAMOS?
(•) Sr rrfarr al Simpo1io lntrrnacional «lo1 Or(gmN t:k la Ciiulad m
rl Pn-ú Prrhüpánico•, qw orianiZ11ra rl Mum, t:k Arr¡wo/ogút y An- Para· fundamentar mi punto de vista me siento
tropología t:k la UNMSM t:kl 6 al 8 t:k ago1to t:k 1998. obligado en primera instancia, a formular la pre-
EL SfNDROME DE <;ATAL HOYOK: ÜBSERVACIONES SOBRE LAS TENDENCIAS AGLOMERATIVAS•..

gunta hecha líneas arriba. Ésta no es nueva ni ori- gía. Aquellos resultados entraron en abierta con-
ginal pero aún así, no tiene una respuesta clara y tradicción con supuestos que sirvieron de funda-
contundente. El término urbano se usa en la ar- mento a la teoría de desarrollo urbano, pues de-
queología peruana en varias acepciones: a) mostraron que la similitud de formas arquitectó-
axiomática. b) Comparativa. c) Pragmática y d) nicas (por ejemplo, el problema del diseño
Funcional, que desde los años 80 se vislumbra ortogonal), no implica necesariamente, cuando
como una cuarta perspectiva de investigación so- se comparan sociedades diferentes, un parentes-
bre el tema de urbanismo prehistórico. co funcional en los aspectos de economía, orga-
nización social, cosmovisión y ejercicio de poder.
Quienes utilizan la acepción axiomática asu- Por ende, los partidarios del enfoque funcional
men que la existencia de extensos complejos de recomiendan mayor prudencia a la hora de usar
arquitectura monumental, diversificada formal- los conceptos de ciudad y urbanismo, que están
mente y rodeada de dependencias, implica nece- relacionados de manera implícita e indisociable
sariamente un grado avanzado de complejidad con la reflexión histórica sobre el origen y desa-
socioeconómica, es decir, el urbanismo. Dentro rrollo de la cultura occidental.
de este argumento, la civilización y el urbanismo
constituyen fenómenos tan universales, como Cuando en los años 60 se forjaron las pro-
indisociables. puestas cronológicas e interpretativas vigentes has-
ta hoy, tres autores propusieron tres lecturas dife-
En su acepción comparativa usan el término rentes de la realidad andina prehispánica, en las
urbanismo aquellos estudiosos para los cuales el que la ciudad, como supuesto fenómeno univer-
proceso de evolución social y política que condi- sal, jugaba el papel central. Nos referimos a John
cionó el surgimiento de la ciudad y el Estado en H . Rowe, Richard P. Schaedel y Luis G. Lumbre-
el Mediterráneo Oriental (Mesopotamia) se repi- ras.
tió en otras áreas culturales del mundo con va-
riantes poco significativas. y, por lo tanto, puede
tomarse como modelo.
Rowe (1963), con un enfoque pragmático ins-
pirado en la comparación con el urbanismo grie-
go, ha diferenciado cuatro clases de aglomeracio-
'º'
La acepción que podría ser tildada de prag- nes, según los criterios siguientes: En primer lu-
mática, se desprende de la clasificación binaria gar, el tipo de ocupación de los residentes, a sa-
de asentamientos pre y proto-históricos en urba- ber, producción artesanal, comercio, servicios, ad-
nos y aldeanos, según los criterios de extensión y ministración y defensa, por un lado, y la produc-
diseño arquitectónico. Aldeanos son aquellos con- ción agrícola, por el otro, marcan la diferencia
juntos de arquitectura que carecen de núcleos pú- entre ciudad y aldea. La relación entre la aglome-
blicos formalmente diferenciados, y ocupan un ración y el espacio circundante es de menor rele-
área menor a 4 ha. Todos los otros conjuntos pue- vancia, puesto que existen casos, tanto de ciuda-
den ser llamados ciudades, centros ceremoniales des acoríticas (sin el cinturón de aldeas), como de
o centros administrativos. Los criterios emplea- ciudades sincoríticas. Rowe, asimismo, ha creído
dos para diferenciar una de estas opciones necesario hacer la distinción entre centro cere-
interpretativas de las otras son confusos, y varios monial -carente de población permanente o muy
autores usan los tres términos que acabamos de reducida- y la ciudad. En su opinión, ambas for-
mencionar alternativamente, como sinónimos o mas de asentamiento tuvieron desarrollos parale-
términos compuestos, por ejemplo, ciudad sagra- los en los Andes prehispánicos.
da, centro ce"monial-administrativo.
Los otros dos investigadores construyeron sus
La perspectiva funcion~I o etnohistórica, se modelos interpretativos inspirados por los estu-
inspira en los resultados de excavaciones sistemá- dios sobre el desar;ollo urb~no en Mesopotamia
ticas que se realizaron dentro de presumibles con- prehistórica. Sin embargo, cada uno de ellos tomó
juntos urbanos y está alimentada, con frecuen- por referencia otra lectura de la secuencia de cam-
cia, por la reflexión post-procesual en arqueolo- bios en la tecnología y en el patrón de asenta-
KRzvsZTOF MAKowsKI HANuLA

miento. Luis G. Lumbreras (1963, 1987, 1989, riego forzado, se refleja en el patrón de
ínter alía) adoptó la propuesta más temprana de asentamientos y antecede a la formación de enti-
Gordon Childe (1936 [1982], 1942 [1985]), la dades políticas regionales.
que fue formulada antes del impacto provocado
por el uso del Cl4, y antes del auge de los estu- b) «Las capitales de los estados, pueblos grandes
dios sobre el neolítico y chalcolítico del Crecien- que se aglutinaron alrededor de los enormes tem-
te Fértil. Mientras que Richard P. Schaedel plos-pirdmides ( ...)» (Collier, Loe. cit.) en el perío-
(1966a, b; 1969; 1978; 1980a, b) desarrolló a su do de Florecimiento Regional -hoy Desarrollos
vez las ideas de Julian H. Steward y Donald Collier Regionales-, constituyen los antecedentes inme-
(Steward et al, 1955), inspiradas en las investiga- diatos del «verdadero urbanismo».
ciones sobre el urbanismo en Mesopotamia de
Roben Me. Adams ( 1966, 1981; Adams y Nissen, e) Este último fenómeno es producto del con-
1972). Me. Adams, había dirigido los proyectos flicto dentro de una sociedad fuertemente
de prospección sistemática en Sumeria estratificada. La nueva élite guerrera somete a la
(Mesopotamia baja), en la cuenca de Diyala y en antigua élite sacerdotal y las estructuras políticas
el área de Uruk. La metodología de campo y sus del Estado tienden a secularizarse. De este modo,
planteamientos interpretativos fueron en la fase inicial del «Estadio Expansivo Milita-
transpolados directamente hacia otras latitudes y rista» (período Huari) resulta inevitable la «deca-
realidades. Se sirvieron de ellos, entre otros, H. dencia de los templos-pirdmides como centros reli-
T. Wright y J .A. Neely en Susiana, así como giosos y núcleos comunales» (Collier, Loe. cit.). És-
Sanders y Price (1968) para reconstruir la forma- tos son sustituidos por tipos urbanos de
ción de la aglomeración de Teotihuacán (véase, poblamiento planeado.
también, Sanders, 1988). Estas influencias se de-
jaron sentir en el Perú, no sólo en Schaedel y A diferencia de Rowe y Lumbreras, Schaedel
Wilson (1988), sino también en Isbell (1977; entiende la aparición de la ciudad como produc-
102 1985), Massey (1986) y Schreiber (1992), entre to de un largo proceso evolutivo. Estos resulta-
otros. Las interpretaciones que Adams hace del dos son empíricamente comprobables mediante
proceso urbano fueron tomadas en cuenta por la confrontación de cambios en la densidad
Elman Service (1975) en su influyente teoría so- poblacional, la cual es estimada a partir del área
bre el origen del Estado. habitable y el área bajo cultivo, por un lado y las
transformaciones de la estructura de
El modelo de Schaedel (1966a, b; 1969; asentamientos, por el otro. Para que un patrón
1978; 1980a, b) se sustenta en las siguientes de asentamiento pueda ser considerado como ur-
premisas: La organización espacial de bano es necesario por lo menos cuatro rangos de
asentamientos en la Mesopotamia baja durante tamaño, un mínimo de l 0% de población con-
el reino de Sargónidas (Imperio Accadiense) centrada en grandes aglomeracionees y una orga-
puede considerarse típica para todas las redes nización en la que los sitios mayores tiendan a
urbanas en la antigüedad. Su nacimiento siem- ubicarse en el centro de sus micro-regiones res-
pre se relaciona con la formación de Estados re- pectivas.
gionales expansivos. El mismo carácter univer-
sal tendría el proceso de urbanización recons- En su propuesta, Luis G. Lumbreras interpreta
truido por Adams. Por lo tanto, en los Andes, el modelo de Steward y Collier siguiendo las pau-
así como en otras partes del mundo, se percibi- tas neomarxistas de Gordon Childe (Lumbreras,
rían tres estadios de urbanización, los mismos 1986). Las leyes de la historia predeterminan, se
que fueron planteados en 1953 por Steward y supone, el proceso urbano y el nacimiento de la
Collier (loe. cit.): civilización. La transformación de la sociedad al-
deana en urbana tiene, según Lumbreras (1969,
a) El marcado aumento de población y la apa- 1987, 1989), el carácter de salto revolucionario
rición de la élite guerrera en el período Formativo condicionado por el desarrollo de las tecnologías
Tardío, a raíz de la construcción del sistema de agrícolas a lo largo de los períodos Arcaico y For-
EL SfNDROME DE <;ATAL HoYOK: ÜBSERVACIONES SOBRE LAS TENDENCIAS AGLOMERATNAS•••

mativo. El incremento del excedente producido en el vecino valle de Casma (v.g. Sechín, Taukachi-
es constante y crea el sustento necesario para un Konkán, Pampa de las Llamas-Moxeke) como el
número cada vez mayor de productores especia- efecto de la emergencia de pequeños Estados prís-
lizados y dirigentes. En estas condiciones la apa- tinos, es decir, de «formas pollticas tempranas ca-
rici6n de clases sociales, con intereses antag6ni- racteriuulas por una mayor separación mtre las ac-
cos, es inminente, y con ellas surge el Estado como tivuúuks rrfigiosasy secularm (Pozorski y Pozorski,
aparato coercitivo. La clase dominante reside en 1994: 51). Oponen, asimismo, la civilizaci6n del
la ciudad, que se convierte en sede de los poderes Formativo Temprano, con sus bases en la agricul-
del Estado. El desarrollo urbano es, desde esta tura de riego, a la conservadora tradici6n
perspectiva, el reflejo material de la formaci6n de acerámica del Alto Salaverry, Salinas de Chao y
clases sociales. Huaynuná, en la que el fog6n ventilado es uno
de los elementos recurrentes de la arquitectura
Las posiciones que acabamos de resumir son ceremonial, como acontece en el complejo de si-
sumamente divergentes. De la larga lista de crite- tios Chupacigarro-Caral.
rios propuestos hace 30 años por Jorge Hardoy
(1964, 1968) para definir a la ciudad El marco te6rico se ha vuelto aún más confu-
prehispánica, s6lo dos son compartidos por to- so en los últimos quince años, cuando los postu-
dos los autores: a) La planificaci6n y b) la diversi- lados te6ricos sustentados por prospecciones y re-
dad formal de las estructuras tendría su explica- conocimientos, fueron confrontados con los re-
ci6n, se supone, en diferentes funciones de espa- sultados de excavaciones en área y con levanta-
cios abiertos y techados. Citemos el caso de mientos precisos, cuya falta Bonavia (1978) re-
Chincha para ilustrar el grado de discrepancia. saltaba con razón. Los mayores exponentes del
urbanismo planificado inca, por ejemplo,
Sitios como las Huacas Soto, San Pablo, San- Huanucopampa (Morris y Thompson, 1985) y
ta Rosa y Alvarado, que para Rowe (1963: 2-5), Huari, por ejemplo Azángaro (Anders, 1988) y
Wallace ( 1986: 43) y otros tuvieron carácter de Pikillacta (Me. Ewan, 1989, 1997 inter afia) re- IOJ
centros ceremoniales vacíos, son las mejores ex- sultaron tener muy poco en común con la ciudad
presiones del fen6meno urbano (Canziani, 1992). mediterránea: mínima poblaci6n permanente,
Por el contrario, los lugares que Rowe califica constante movimiento de residentes temporales,
como ciudades reciben el calificativo de extensos énfasis en funciones ceremoniales a las que se su-
pueblos (Canziani, 1992). Las discrepancias en bordinaron las actividades administrativas y pro-
el orden cronol6gico son más agudas aún: en opi- ductivas, corta vida del conjunto. Asimismo, em-
nión de Rowe (1963), Canziani y, con ciertas re- pez.6 a diluirse la distinci6n (tan útil y, al parecer,
servas, Burger (1992: 172), las primeras ciudades tan segura) entre los complejos horizontales de ar-
de los Andes Centrales se construyeron en el For- quitectura ortogonal supuestamente residenciales y
mativo Tardío. Para Lumbreras (1969; 1975), los montículos aterrazados, hipotéticamente cons-
Schaedel (/oc. cit. , 1988: 772-773), Williams truidos con prop6sito exclusivamente ceremonia-
(1980), Wilson (1988) y Shimada (1994) se pue- les. Los primeros solían ser considerados como for-
de hablar de verdadero urbanismo unos nueve mas diagn6sticas de la arquitectura urbana, secular,
siglos más tarde, en los tiempos Huari. Reciente- los segundos, definían a los denominados centros
mente, Ruth Shady (1998), bajo la impresi6n de cemnoniaks. Cabe enfatizar que las recientes inves-
la complejidad de Cara!, se siente tentada a bus- tigaciones en la Huaca de la Luna (Uceda, Mujica y
car los orígenes del urbanismo en la fase Morales, 1995), pusieron en evidencia que las su-
transicional entre los períodos Arcaico y Forma- puestas pirámides se crearon por la superposici6n
tivo (aproximadamente entre los 2200 y 1500 intencional de compleja arquitectura con segmen-
años a.C.). Su hip6tesis podría verse, de algún tos ceremoniales y residenciales (véase también El
modo, apoyada por las investigaciones de Thomas Brujo, T úcume y Pachacamac). Demostraron tam-
y Shelia Pozorski (1987, 1994, inter afia). Sin bién que sin excavaciones en área no es aconsejable
embargo, estos autores prefieren interpretar el sor- prejuzgar sobre las características ceremoniales o re-
prenden te auge de la arquitectura monumental sidenciales de un conjunto monumental, y menos
KRzvszroF MAKowsKI HANuu.

adscribirle el denominativo de espacio secular o espa- Mesopotamia, Siro-Palestina y Grecia, hasta bien
cio sagrado. avanzado el siglo IV a.C., el crecimiento bastante
caótico se encausa en el marco constituido por el
Por otro lado, como lo hemos intentado de- trazo no siempre recto de caminos tradicionales
mostrar en otra parte (Makowski, 1996a, b), los de acceso a la plaza, al templo y/o al palacio; así
patrones de asentamiento perceptibles en los An- como por el cinturón de las defensas.
des tienen muchos rasgos particulares que podrían
resumirse como una solución «antiurbana» y, en La introducción del plano de damero en las
todo caso, son más cercanos a lo que observamos ciudades griegas y romanas se relaciona tradicio-
en el valle del Nilo durante el Chalcolítico y Bron- nalmente con el nombre de Hipodames de Mileto
ce Temprano que en el valle de Eufrates y Tigris. y con la discusión teórica iniciada por Hipócrates
de Cos, Platón y Aristóteles. Las primeras ciuda-
Dados los antecedentes mencionados, la pre- des que lo poseen plenamente fueron construi-
gunta sobre qué buscamos podría merecer por lo das en la primera mitad del siglo IV a.C., por
menos cuatro respuestas: ejemplo, Megalópolis en Grecia Continental o
Priene en Asia Menor (Castagnoli, 1956; Kriesis,
a) Expresiones de un urbanismo planificado a 1965; Bernhard, 1974: 35-94). LÓs antecedentes
la manera helenístico-romana, y cuya existencia inmediatos provienen de las colonias griegas en
estaría íntimamente relacionada con el surgimien- Magna Grecia (Italia) y en la costa del Mar Ne-
to del Estado y con la forma de centro adminis- gro {Wasowicz, 1977; Kent ed., 1990). El traza-
trativo. do de dos ejes perpendiculares que se cruzan en
el centro geométrico del espacio urbano, es decir,
b) La confirmación del supuesto que el pro- las anchas avenidas carda y tÚcumanus, se agrega,
ceso de urbanización definido en Mesopotamia en los tiempos romanos, al diseño clásico ,
se repitió en los Andes. hipodameo, de la ciudad (Boethius, 1948). Este
104 modelo fue transmitido, entre otros, por Vitruvio
c) Indicios de un urbanismo truncado: las };' sirvió de inspiración a los urbanistas del Rena-
depedendencias de templos y/o palacios habrían cimiento, quienes lo difundieron en las Américas
crecido en ciertos períodos convirtiéndose en cen- (Hardoy, 1978). La influencia del trazo romano
tros protourbanos, por ejemplo,' Chavfn de fue directa en el caso de las ciudades militares me-
Janabarriu (Burger, ,1998). diev~es españolas (Chueca Goitia y Torres Balbas,
1981 : XIII).
d) Antecedentes de un patrón de
asentamientos andino «antiurbano» en su esen- Por lo visto, la planificación no es un atributo
cia. indispensable del complejo urbano. Por el con-
trario, el crecimiento espontáneo, desordenado y
Contrastaremos a continuación cada una de gradual, durante más de cinco siglos en prome-
estas alternativas, empezando por la del urbanis- dio, alrededor de un núcleo constituido por la
mo planificado. sede del poder político y religioso, o por un tem-
plo y una plaza mercante, fue la característica del
11. 1A PtANIFICACIÓN COMO RASGO urbanismo prístino en todas las áreas donde este
DISTINTIVO DEt TRAZO URBANO ·proceso se dio. El trazo planificado fue más bien
propio de las construcciones emprendidas por el
Uno los criterios frecuentemente utilizado para Estado: Lo poseen centros ceremoniales, palacios
diferenciar a la ciudad de un asentamiento rural y fortificaciones. También, lo tienen algunas ca-
en los Andes es la planificación del conjunto. Re- pitales fun~das por decisión política en uri des-
sulta sdrprendente constatar, ~n este contexto, que campado, por ejemplo, Tell el Amarna (din.
la planificación aparece muy tardíamente como XVIII) o Tanis (din. XIX) en Egipto (Trigger et
el fenómeno generalizado en la historia del urba- alii, 1988). En este último caso, la planificación
nismo del Viejo Mundo. En las ciudades de es la consecuencia del rito de fundación en el que
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la futura ciudad adquiere atributos del centro del la ciudad del Mediterráneo Antiguo. Las diferen-
mundo. La tripartición de Tell el Amarna y Tanis cias se desprenden probablemente de la distinta
simboliza la oposición de los Egiptos alto y bajo articulación entre las tres categorías del espacio:
unidos por el centro: Los templos del dios pro- doméstico (privado), comunitario (público, ce-
tector del imperio y las residencias principales del remonial) y sagrado (templo, residencia del go-
faraón. La cuatripartición del trazo de algunas ca- bernante). En la ciudad los segmentos doméstico
pitales en Siria, Mesopotamia y Susiana con cua- y sagrado distribuyen el espacio. En la aglomera-
tro ejes cardinales, nos remite a una idea similar. ción andina el segmento comunitario lo organiza
Cabe, sin embargo, recordar que el trazo planifi- todo, incorporando el espacio sagrado y margi-
cado desaparece muy pronto debajo de casas y nando los espacios domésticos. Quizás por ello,
calles sinuosas (Me. Adam, 1981; Crawford, la forma arquitectónica del palacio difundida en
1991: 48-53, Figs. 4.1-4.4). el Mediterráneo Oriental del período del Bronce
Medio y Tardío resulta ser un paralelo formal y
El otro aspecto que siempre tomamos en cuen- funcional a las aglomeraciones andinas mucho
ta en los estudios comparativos es la organiza- más cercano que el de la ciudad: Grandes plazas
ción del espacio. En las ciudades del Viejo Mun- de acceso restringido, complejos de trazo
do, las áreas públicas con las construcciones de ortogonal con salas y cubículos de reuniones, re-
carácter monumental constituyen uno, a veces dos ducidas áreas domésticas de élite, amplios alma-
centros, de los cuales uno es defensivo (forum, cenes, templos o áreas sagradas incorporadas
agora, acrópolis, umenos central con el palacio y el (Margueron, 1982). Al lado de este complejo de
templo en su interior en el Cercano Oriente). Las arquitectura ortogonal planificada, se extienden
calles y eventualmente las plazas articulan el cen- amplios barrios de los funcionarios del palacio y
tro con el cinturón de barrios residenciales. Las de los artesanos productores de indumentaria ri-
áreas públicas (incluyendo las plazas) constitu- tual y armas. En Egipto, los templos funerarios
yen, en promedio un 30% del área total de la diseñados como palacios y circundados por los
ciudad. En los Andes, esta proporción se invierte asentamientos planificados de artesanos y funcio- IOJ
en todos los conjuntos urbanos donde la estima- narios de la necrópolis, conforman una réplica
ción del área habitacional es posible con cierta de la residencia terrenal del gobernante.
precisión. Además, el trazo está compuesto de
varios segmentos separados uno del otro, sin que 111. COMPARANDO PROCESOS: El UK-
ningún centro los articule por ejemplo, Chanchán BANlSMO SU/ GENERISANDlNO
o Pampa Grande. La esencia misma del diseño es
diferente. En el Viejo Mundo las áreas techadas Los estudios sobre el urbanismo mesopotámico
con sus ejes de acceso organizan el espacio, en han alimentado todos los modelos procesuales.
cambio, en los Andes, las áreas abiertas (el patio, No es necesario ser partidario de los planteamien-
la cancha) son las que cumplen esta función. El tos de Gordon Childe para reconocer la profun-
recinto cerrado o la plaza semiabierta íntimamente didad de los cambios ocurridos en todos los as-
asociada con un sistema de plataformas y estruc- pectos de la cultura de Mesopotamia entre los
turas techadas es la unidad básica de la arquitec- 4000 y los 3000 años a.C. La concentración de la
tura considerada urbana en el Perú prehispánico. población en los centros urbanos y la creciente
El principio es perceptible ya en la arquitectura dependencia de la agricultura de riego figuran en-
sacra del Formativo. La característica menciona- tre los factores principales de esta transformación.
da es la única responsable de la impresión de pla- A lo que se agrega la difusión del arado tirado
nificación. Cabe enfatizar, que las áreas domésti- por bueyes, la tecnificación de la guerra (armas
cas, colindantes con los segmentos de arquitectu- de bronce, carros de batalla) y del transporte (bu-
ra de trazo ortogonal, tienen un aspecto caótico y que de vela, y carro de eje fijo jalado por bueyes o
carecen de articulación con los recintos. por onagros). Los tres últimos factores y las bases
agrícolas (cebada, trigo, lino, bóvidos y ovinos,
Llegamos así, a la conclusión de que el com- en menor grado cápridos y suidos, además de un
plejo urbano en los Andes no se parece en nada a amplio espectro de legumbres y frutales) contri-
KRzvszroF MAKowsKJ HANULA

huyen a la sustitución de la economía comunita- incluyendo la cuenca de Diyala (Adams, 1965,


ria por un sistema basado en la tenencia indivi- 1981). Hay entre ellos varias ciudades conocidas
dual de la tierra. Es necesario enfatizar que estos de los textos, como Shuruppak, Adab y Nippur,
mismos factores hacen una clara diferencia con el esta última sede de la amfictyonla sumeria. Los
mundo andino. tres mencionados y Abu Salabikh llegan a tener
50 ha. Uruk es un caso excepcional, su crecimien-
El proceso de transformación de las aldeas en to hasta las 400 ha. provoc6 la desaparición de
ciudades demora aproximadamente dos mil afios asentamientos menores 15 km a la redonda
de secuencia ininterrumpida. En los centros ur- (Adams y Nissen, 1972). Hay una probable rela-
banos más importantes casi toda esta secuencia ción entre las tendencias aglomeracivas y el inicio
es perceptible, puesto que las subsiguientes fases de la construcción de los canales troncales de rie-
de ocupación se sobreponen formando un tell (un go y drenaje. Es pertinente anotar, que durante
montículo artificial de compleja estratigrafía) en este período también se inventa y difunde la es-
el que se dibuja toda la historia del sitio. En algu- critura.
nos tell hay mas de 30 capas, cada una de ellas
conteniendo estratos internos de nivelación, cons- El tercer estadio abarca el Dinástico Tempra-
trucción y destrucción sucesivas. no II y III, así como una parte, aún por definir,
del período Accadiense (aproximadamente, en-
El proceso de urbanización podría ser subdi- tre los 2750 y 2200 años a.C.) con este estadio de
vidido en tres estadios sucesivos. El primero, abar- la protohistoria entramos en la historia. Los tex-
ca aproximadamente 800 años, entre el período tos reportan nombres de funcionarios y, en algu-
Obeid 3 y 4 e inicio del Uruk Tardío en 3400 nos casos, reyes hereditarios. La información con-
años a.C. En este primer estadio se percibe el fe- tenida en ellos permite afirmar que las estructu-
nómeno de «centralización mulcifuncional gra- ras políticas de la ciudad-Estado se consolidaron

,., dual» (según Schaedel 1978: 32; nucleation de


Sanders y Price 1968: 201). El concepto alude al
cambio en el patrón de asentamientos. Ciertas
a partir del Estado-templo (Foscer, 1981 ). Las
tendencias aglomeracivas llegan a su punto máxi-
mo. Según los estimados, el 78% de la población
aldeas crecen llegando a tener entre 1Oha. (Eridu) vive en los asentamientos mayores a 1O ha. La
y 25 ha. (Susa A) en el período Obeid 4. En el mayor parce de ellos está provista de imponentes
centro de escas mismas aldeas aparecen edificios murallas o se ubica cerca de una ciudad fortifica-
relativamente modestos, similares a las casas da (Crawford, 1991 : 29-47, 57-102). Los textos
habicacionales, pero con evidencias inobjetables reportan conflictos armados crónicos por el con-
de uso ceremonial y de producción de indumen- trol de los canales. La amfictyonla de Nippur pro-
taria ritual dentro del temmos. tegida por los reyes de Kish está mencionada como
el garante de los tratados. Recién los gobernantes
En el segundo estadio, comprendido entre el semíticos de la dinastía de los Sargónidas logran
Uruk Tardío y el fin del Dinástico Temprano I unificar a toda la Mesopotamia y Susiana en
(3400-2750 años a.C.) ocurren tres fenómenos aproximadamente los 2350 años a.C. poniendo
importantes: el centro adquiere forma monumen- fin a los conflictos. Gracias al desarrollo del co-
tal, diferenciándose el templo aleo (ziggurac), el mercio estatal a larga distancia, los patrones ur-
templo bajo y el área residencial del palacio; los banos junto con los elementos de la cultura
accesos a las áreas ceremoniales abiertas anterior- sumeria se difunden llegando hasta la cosca siria,
mente, ahora se restringen cada vt:z. más; las ten- libanesa y las islas del Golfo Pérsico. Mari y Ebla
dencias aglomeracivas dan un saleo importante. (Tell Mardikh) son los ejemplos más destacados
Al comienzo de este estadio hay sólo cuatro sitios del urbanismo temprano en el área semítica im~
cuya área sobrepasa las 25 ha., de los cuales el pulsado por el desarrollo de Sumeria. El último
más extenso es Eridu, con más de 45 ha. cambio en el desarrollo urbano de Sumeria acon-
(Finbeiner, 1986: 90-106). En el siglo XXVIII tece a fines del tercer milenio a.C. a raíz de la
a.C. los sitios mayores a 25 ha. se encontraban política de los Sargónidas y de los reyes de la pri-
también fuera del área nuclear de Sumeria baja, mera dinastía de Ur, fundadores de dos grandes
El S!NDROME DE <;:ATAL HoYOK: ÜBSERVACIONES SOBRE LAS TENDENCIAS AGWMERATIVAS...

Estados regionales expansivos, con características tienen una vida relativamente corta, de 200 a 600
de imperios tempranos. Nos referimos al declive años, con un nacimiento violento y crecimiento
en el número de los asentamientos grandes, com· rápido. Ni siquiera los centros ceremoniales lo·
pensado por la multiplicación de las aldeas satéli- gran superar la barrera de 1000 años de uso con-
tes (Gibson, 1972). Es en esca época que se con- tinuo manteniendo el mismo diseño. La forma-
solida el patrón jerárquico de por lo menos cua- ción de aglomeraciones urbanas y centros cere-
tro niveles, retomado como paralelo por Isbell moniales no crea generalmente antecedentes para
( 1977, 1984, 1988) en sus estudios sobre el Im- el desarrollo posterior. Su destino parece depen-
perio Huari. La comunicación entre las ciudades der totalmente de las coyunturas políticas.
en los tiempos de la primera dinastía de Ur está
asegurada por una impresionante red de caminos Desde la propuesta de Collier se han cons-
fluviales y terrestres, que permiten el transporte truido varias hipótesis alrededor de la supuesta
de miles de toneladas de granos al año, abaste- secuencia evolutiva: centro ceremonial (período
ciendo a las poblaciones urbanas. Ur podría te- Formativo); templo rodeado de asentamiento (pe-
ner hasta 200000 habitantes. En el comercio a ríodo de Desarrollos Regionales); ciudad (perío-
larga distancia se forma una especie de sistema do Huari; por ejemplo, Schaedel, 1978). Esta se-
mundial (Algaze, 1993) que abarca con su red cuencia no se da en ningún sitio concreto de los
comercial, incluso a las lejanas aglomeraciones de Andes. Se trata simplemente de una construcción
Mojendjo Daro y Harappa, por un lado, y el va- teórica con fines comparativos. Curiosamente, no
lle del Nilo, por otro. es posible aplicarla en toda su extensión ni a
Mesopotamia, ni a los Andes. En los Andes, el
En comparación con Mesopotamia la secuen- desarrollo de la arquitectura ceremonial, de sor-
cia centro-andina revela notables diferencias. La prendente envergadura, se inicia durante el pe-
primera, concierne a la duración y la estabilidad ríodo Arcaico (Haas et a/ii, 1987; Burger, 1992;
de procesos aglomerativos. La transformación del Onuki y Millones, 1994) y antecede a las ten-
patrón aldeano en urbano en el valle bajo de los dencias aglomerativas. 107
ríos Eufrates y Tigris tomó el tiempo comparable
al que habría trascurrido entre la construcción En Mesopotamia la arquitectura religiosa mo-
del Templo Nuevo en Chavín de Huántar y la numental se desarrolla tardíamente, en la época
conquista española, y fue un proceso gradual. La postformativa, como uno de los efectos del desa-
red urbana que se fue formando tuvo una impre- rrollo urbano. Distinto es también el resultado
sionante estabilidad a prueba de las coyunturas de los dos procesos. En los Andes Centrales, en el
políticas y crisis ecológicas (por ejemplo, transcurso del período de Desarrollos Regiona-
salinización). Aproximadamente, la mitad de los les, las tendencias aglomerativas, tangibles desde
centros urbanos grandes y medianos fundados los fines del Formativo, contribuyen a la creación
antes de los 2200 años a.C., fueron habitadas dos de un original patrón de distribución. Durante este
mil años después. Los procesos urbanos induci- período la mayor concentración de asentamientos
dos a partir del foco mesopotámico, uno tras otro, en los valles Virú (Willey, 1953), Santa (Wtlson,
en Siro-Palestina, Grecia, Occidente romano y 1988), Nepeña (Proulx, 1982, intera/ia), Chincha
Europa medieval tienen una duración más corta, (Canziani, 1992), lea (Massey, 1986; De Leonardis,
pero la estabilidad del patrón urbano también es 1991), Nasca (Silverman, 1993) suele localizarse
notable. en un lugar específico: En la entrada a la parte an-
cha costeña del valle desde la porción más encajo-
Ninguna de las subregiones del área centro- nada del valle medio o alto, de acuerdo al caso. La
andina ha conocido un proceso de estas caracte- relación entre esta concentración y las bocatomas
rísticas. Incluso las grandes aglomeraciones como de canales es clara. En el norte, las aldeas se distri-
Huari (Isbell, 1977, 1984, 1988; Lumbreras, buyen entre los sitios fortificados de múltiples fun-
1974) , Cajamarquilla (Cavatrunci, 1990; ciones, ceremoniales y residenciales de élite (por
Mogrovejo y Makowski, 1999), Chanchán ejemplo, castillos en el valle de Virú). Otra aglome-
_(Moseley y Kent, 1982; Moseley et a/ii, 1990) ración de sitios se extiende en el valle bajo en am-
l<RzvsZTOF MAKowsKI HANUJ.A

has orillas del río. Entre estas dos aglomeraciones Pampa (Silverman, 1993: 324-325). En Ventilla
se percibe una diferencia a primera vista. En el predominan terrazas con estructuras domésticas.
primer grupo, disperso, predominan estructuras Cabe resaltar que todos los sitios restantes son
domésticas y defensivas, de adobe y piedra. En el pequeños, poseen de 1 a 4 ha. Las excavaciones
segundo, costefio, relativamente concentrado, des- realizadas a cabo en Cahuachi por Orefici ( 1990,
tacan imponentes contrucciones piramidales de ínter alía) y Silverman (1993) demostraron que
adobe (por ejemplo, grupo Gallinazo y Castillo la supuesta capital Nasca tuvo una funci6n ex-
de Huancaco, Willey, 1953: 132-135, 202, 203, clusivamente ceremonial y carecía de poblaci6n
205). La funci6n ceremonial de estas últimas es permanente. En la interpretaci6n de ambos
clara y qued6 comprobada en las excavaciones lle- arque6logos, que trabajaron con metodologías
vadas a cabo en los valles de Moche y Chicama distintas, las comunidades de toda la cuenca acu-
(Mujica y Canziani, 1994, ínter alía). ¿Habría que dían peri6dicamente a los recintos previamente
sacar la conclusi6n que el primer grupo de sitios construidos por ellos en el centro ceremonial para
tuvo funciones urbanas y el segundo funciones producir indumentaria de culto, hacer sacrificios,
ceremoniales? La situaci6n no parece tan senci- depositar ofrendas, beber y comer en los días fes-
lla. Las pirámides del valle bajo tienen áreas con tivos. Un geoglifo une Cahuachi con Ventilla su-
huellas de intensas actividades productivas a su giriendo que ambos sitios conformaban un con-
alrededor, y posibles residencias de élite en sus junto ceremonial. Si bien hay que esperar las in-
cimas. En los sitios habitacionales del valle me- vestigaciones sistemáticas en Ventilla, resulta cla-
dio se distinguen posibles componentes ceremo- ro que las funciones ceremoniales se concentra-
niales y residenciales de élite. Además, el patr6n ban en Cahuachi. El ejemplo citado demuestra el
de asentamiento es en realidad disperso y la ma- grado en que la discinci6n entre un centro cere-
yoría de sitios diseminados en el valle tiene entre monial y una aglomeraci6n urbana, sensu lato, a
1 y 4 ha. Hay entre ellos, conjuntos clasificados partir de los criterios formales y evidencias de la

,., como ceremoniales (pirámides), residencias de


élite (contrucciones de varios ambientes y plano
ortogonal), aldeas dispersas y aglutinadas (plano
superficie, puede resultar engañosa.

Cahuachi no es un caso aislado. Las


irregular). La dificultad para comprobar excavaciones de Anders ( 1986) en Azángaro die-
arqueol6gicamente cuáles son las unidades arqui- ron resultados similares. Azángaro es un sitio pla-
tect6nicas ocupadas permanentemente por lapo- nificado Huari. Si bien menos extenso que Huari
blaci6n estable, y cuáles por períodos largos o bre- mismo o Pikillakca, Azángaro tiene el típico tra-
ves, es el principal obstáculo en la interpretaci6n. zo ortogonal de las supuestas ciudades fundadas
Los peregrinos, los señores de menor rango rin- por el imperio expansivo. Según Anders (I 986),
diendo tributo, las poblaciones desplazadas tem- el diseño planificado se debe al deseo de expresar
poralmente para cumplir con los trabajos tipo a través de la arquitectura una visi6n simb6lica
mita, tuvieron que contar con un alojamiento cer- del tiempo y del espacio sagrado. El número y la
ca del templo o de la residencia del gobernante. distribuci6n de ambientes corresponde bastante
Se requiere métodos de excavaci6n muy finos para bien a la estructura del calendario Inca en el siste-
encontrar huellas de su presencia diferenciadas ma de ceques, cal como este calendario fue re-
de aquéllas dejadas por una poblaci6n permanen- construido por Zuidema. Todo el conjunto pla-
te. Ilustremos el problema con dos ejemplos de la nificado fue ocupado, por turnos, por la pobla-
costa sur: Cahuachi en el valle de Nasca con sus ci6n que venía de todos los confines de la provin-
casi 200 ha. de estructuras aterrazadas y recintos cia, probablemente para cumplir con las obliga-
fue considerada por Strong (1957), Rowe (1963), ciones tributarias fijadas en el calendario ceremo-
Lumbreras (1969), entre otros, como uno de los nial. Parad6jicamente, los edificios no planifica-
mejores ejemplos del urbanismo temprano en la dos, de planea caprichosa, fueron los únicos ocu-
costa sur. En la cuenca del Valle Grande de Nasca pados codo el año por los dos o cuatro curacas.
hay un solo sitio comparable en extensi6n pero La abundante fragmentería de cuencos y cánta-
sin imponentes estructuras públicas. Ventilla, en ros es el testimonio de agasajos que los curacas
el cercano valle del Ingenio, del otro lado de la brindaban a sus súbditos cuando éstos ingresa-
EL StNDROME DE <;ATAL Hovotc: OBSERVAc10NES SOBRE LAS TENDENCIAS AGwMERATIVAS...

ban o salían del recinto. Si los otros supuestos des Centrales difiere en varios aspectos centrales
centros urbanos huari funcionaron de manera si- de sistemas urbanos del Mediterráneo Oriental.
milar, lo que parece muy probable (Anders, 1986: La población permanente en la mayoría de su-
966-972), habría un gran parecido con las capi- puestos centros urbanos es tan limitada que el
tales provinciales inca, como Huanucopampa área utilizada con fines estrictamente
(Morris y Thompson, 1985). Mas que de una ciu- habitacionales no debió haber sobrepasado un
dad se trataría en este caso de un centro adminis- 10% del área total. Esta característica sorpren-
trativo y ceremonial, con muy poca población per- dente se manifiesta tanto en los complejos plani-
manente. ficados, hipotéticas capitales provinciales de im-
perios, como en los sitios de crecimiento desor-
Para completar este apretado panorama, hay denado (por ejemplo, Cahuachi, Azángaro,
que mencionar los complejos de la costa norte Huánuco Pampa}. La mayoría de estructuras
como Galindo (Bawden, 1977) o Pampa Grande monumentales tuvo funciones ceremoniales, in-
(Shimada, 1978). Se combinan en ellos dos tipos cluyendo funerarias, y administrativas. En las es-
de conjuntos, los que en las épocas anteriores so- tructuras menores se encontraban depósitos y ta-
lían construirse por separado: Imponentes edifi- lleres de producción de parafernalia de culto. Por
cios piramidales aterrazados y arquitectura do- ende, el nombre de centro IUÍministrativo-"/igio-
méstica aglutinada. La ubicación de Galindo y so, o en algunos casos el de complejo palaciego, se
Pampa Grande en puntos neurálgicos de sus va- adecúa mejor que el de /a ciudad a la función des-
lles respectivos, cerca de las bocatomas de canales empeñada por los conjuntos arquitectónicos
troncales no puede ser casual y constituye una excavados. Podría decirse, a partir de las eviden-
explicación para las tendencias aglomerativas. En cias disponibles, que el sistema andino fue anti-
la época del incremento de conflictos resultaba urbano, si es que se toma por referencia las carac-
seguramente provechoso mantener buena parte terísticas esenciales del urbanismo occidental. En
de la élite guerrera concentrada en un solo lugar
estratégico. No creemos, sin embargo, que el fun-
cionamiento de estas capitales haya sido comple-
los Andes, eficientes ideologías religiosas y nutri-
dos calendarios ceremoniales regulaban despla-
zamientos anuales de grupos de población, y con
,.,
tamente distinto de Chanchán, cuya construcción ellos el movimiento de los servicios y bienes re-
se inicia dos siglos después. C hanchán, en la in- queridos, esto se puede apreciar en la descripción
terpretación de equipo de Moseley (1982; del sistema inca por los cronistas españoles:
Moseley y Rostworowski, 1990), es un conjunto Betanzos, Molina, Cobo, etc.
de palacios con plataformas funerarias-mausoleos
que contienen las tumbas de gobernantes. Entre La arquitectura monumental, distribuida a lo
estos conjuntos monumentales se extienden las largo de caminos y canales de riego, agrupada en
residencias de élite de planta regular y la maraña los centros ceremoniales de distinto rango, orien-
aglutinada de casas y caravmserai. La mayor par- taba los flujos de mano de obra y de productos,
te de la producción es para uso ceremonial, in- convertía el paisaje profano en un escenario sa-
cluyendo el culto funerario de los reyes de grado y otorgaba a los tributos en trabajo y en
Chimor. productos, el carácter de obligación religiosa. Las
preparaciones para la guerra y los intercambios
En todos los casos citados las aglomeraciones comerciales no escapaban de este marco ceremo-
de aspecto urbano se definirían mejor como cen- nial. La mayor parte de población en todas las
tros administrativos y ceremoniales de Estados épocas, desde el Precerámico , vivía en
regionales que como ciudad de tipo polis griega o asentamientos dispersos, localizados fuera del lí-
ciudad-Estado sumeria. Ésta es otra de las gran- mite de cultivos; su área promedio no sobrepasa-
des diferencias con el urbanismo mesopotámico. ba las 4 ha., salvo casos de capitales regionales,
probables residencias de élite guerrera. Escasas
La comparación que acabamos de esbozar aglomeraciones (por ejemplo, Huari, Pampa
sugiere, desde nuestro punto de vista, que el sis- Grande, Cajamarquilla, Chanchán, Huánuco
tema de asentamientos característico para los An- Pampa) deben su existencia al urbanismo com-
pulsivo del Estado. Ninguna de estas aglomera- lles, la primera evidencia tangible del modo de
ciones sobrevivió a la coyuntura poHtica que con- vida sedentario. Las construcciones monumen-
tribuyó en su fundación. La hipótesis expuesta tales de carácter religioso, las artes figurativas con
explicaría las características particulares del urba- iconografía compleja y la formación del comple-
nismo sui gtneris andino: jo agropecuario con la casi totalidad de especies
domésticas conocidas en la época prehispánica,
a) La inestabilidad del sistema de anteceden por más de mil afios a la difusión de
asentamientos. tsta se refleja en la ausencia de técnicas alfareras. El término «Formativo
los "" urbanos estratificados (los que se obser- Prcccrámico» sería mucho más adecuado para des-
van en la estratigrafía de asentamientos con ocu- cribir las características de la época mencionada,
paciones múltiples) sin largos hiatus (interrup- que el concepto de «Arcaico Superior o Tardío»
ciones en la secuencia de ocupaciones sucesivas) que usan los partidarios de los sistemas
y en cambios drásticos en la distribución espacial cronológicos de corte procesual. En todos caso,
de sitios cada 500 a 600 afios. se trata de una época comparable con el Neolítico
Prcccrámico en el Mediterráneo Oriental, que tie-
b) La predominancia de la arquitectura pú- ne poco en común con la cultura de recolectores
blica en todos los complejos considerados urba- y cazadores del Arcaico Inferior y Medio.
nos, documentados hasta el presente.
El surgimiento de arquitectura compleja y de
c) La rccurrencia de las formas de arquitec- los complejos monumentales de apariencia urba-
tura ceremonial (por ejemplo, la plaza, el patio na podría parecer incompatible con el esquema
hundido, el recinto cercado, la plataforma esca- de evolución al que estamos acostumbrados. Sin
lonada, la pirámide con rampa) en los sitios cali- embargo, en el transcurso de medio siglo, que nos
ficados como centros urbanos o administrativos. separa de la época en la que surgieron modelos

,,. IV. El SÍNDROME DE (;ATAL HÜYÜK


interpretativos de Childe y Steward, ha ocurrido
un dramático cambio de opiniones en cuanto a
las potencialidades de la sociedad neolítica. Atrás
Las categorías de centro ceremonial y de centro quedó la imagen de una comunidad agrícola
ceremonial poblado, con las que se suele relacio- indiferenciada, si bien las perspectivas utópicas
nar los orígenes del urbanismo, aparecen, simul- como la de la civilización de la Gran Madre, pro-
táneamente, en la costa y en la sierra norte del puesta por Gimbutas ( 1991) se siguen forjando
Perú, desde el Arcaico Superior (aproximadamen- hoy en día. Desde las primeras síntesis de Rcnfrew
te 2700-1800/1500 afios a.C.; véase Burger, 1992; (1983) se ha establecido que las sociedades agrí-
Kaulicke, 1994). Aislados antecedentes en el pe- colas del Neolítico Temprano, que vivían en las
ríodo anterior, y la relación cronológica directa periferias y cultivaban suelos arenosos, eran ca-
con el fin del proceso de domesticación de la paces de crear obras de arquitectura megalítica
mayoría de culdgenos (Bonavia, 1993-95) y de funciones diversificadas y sorprendente enver-
camélidos, insinúan que la aparición precoz de la gadura, de los cuales el Stonehenge es el más co-
arquitectura pública forma parte del proceso mis- nocido. Hay entre ellas centros ceremoniales, tem-
mo de constitución de sociedades sedentarias, plos, casas comunitarias o de élite y tumbas. Du-
agrícolas, y pastoriles en los Andes Centrales rante milenios aquellos monumentos marcaban
(Bonnier y Rosenbbcrg, 1988). La introducción centros de comunidades territoriales.
de la cerámica no implica cambios culturales de
importancia, incluyendo la evolución de formas La arquitectura megalítica se ha convertido en
arquitectónicas, y la mayoría de tradiciones (por el ejemplo preferido de la arqueología contextual
ejemplo, Kotosh-Mito, templos en forma de «U») para demostrar cómo surgen las élites dentro de
continúa desarrollándose hasta el comienzo del las sociedades igualitarias de parentesco (¡,ur
Formativo Medio, aproximadamente 800 afios politi~s) y cómo las doctrinas religiosas e ideolo-
a.C. Es menester enfatizar, que la aparición de la gías del poder se reflejan en la decoración cerá-
arquitectura pública constituye, para varios va- mica y en los patrones funerarios (Hodder, 1982;
EL Sl'NDllOME DE <;ATAL HOYOK: ÜBSEllVACIONES SOllllE w TENDENCIAS ACLOMEllATIVAS...

Shanks y Tilley, 1987). Curiosamente en el pu- testimonios de un ritual complejo, abundancia


jante NeoHtico del Mediterráneo Oriental, de de materias primas importadas hadan pensar a
Balcanes o de Europa Central {Bandas Incisas), Mellaart que había descubierto la primera socie-
en las zonas densamente pobladas y responsables dad urbana en la historia de la humanidad, 3000
por la difusi6n de novedosas técnicas en agricul- años anterior a las ciudades sumerias.
tura y ganadería, en vano se buscaría sitios con
arquitectura monumental. Hay, sin embargo, en Tell-es-Sawwan y Tschoga Mami en
estas mismas zonas, situaciones sorprendentes que Mesopotamia (Mellaart, 1975; Rcdman, 1978),
algunos autores, particularmente los que fueron como <;atal H üyük en Anatolia son los sitios más
responsables de su descubrimiento, interpretaban antiguos en los que se ha encontrado evidencias
en términos de un urbanismo precoz. Los ejem- de sistemas de riego a pequeña escala, en la mo-
plos más destacados conforman, en el orden dalidad cercana a la agricultura de inundaci6n.
cronol6gico: Jeric6, {PPNA y B de Palestina), Tell-es-Sawwan tiene s6lo 2.5 ha. de superficie
Buqras y Abu Hurerya (PPNB de Siria del Nor- pero destaca por su complejas fortificaciones, que
te), <;atal Hüyük (Neolítico precerámico y comprenden murallas, fosa y torre, así como por
cerámico de Anatolia), Tell-cs-Sawwan y T choga la arquitectura de casas multifamiliares muy am-
Mami (NeoHtico Cerámico Temprano, cultura plias (3 por 9 m}. Tschoga Mami es más extenso
Samarra, Mesopotamia). Caractericemos breve- {abarca 5 ha.), está igualmente fortificado (como
mente estos casos, empezando por Jeric6, cuyo los sitios anatolianos de su tiempo), aunque no
primer período de existencia se sitúa en los ini- ha sido bien estudiado.
cios mismos del proceso de scdentarizaci6n. Los
primeros 1000 afios de existencia del sitio (PPNA, ¿Hasta qué punto los sitios que acabamos de
aproximadamente 8350-7350 años a.C.) se dis- describir brevemente son realmente urbanos?
tribuyen en 25 capas de reconstrucci6n. El asen- Hay argumentos a favor. Por ejemplo, el surgi-
tamiento, compuesto de chozas de planta circu- miento de estos sitios guarda alguna relaci6n,
lar, abarcaba 4 ha. y era protegido por una mura-

'''
no muy bien entendida aún, con el desarrollo
lla de 900 m de largo y aproximadamente 5 m de de redes de intercambio a larga distancia. En pri-
alto, con un torre6n de 9 m de alto y 12 m de mer lugar se trata de obsidiana, pero podemos
diámetro (Kenyon, 1957). El número aproxima- hablar también de conchas decorativas (por
do de casas se calcula en 660 y la poblaci6n entre ejemplo, Dmtatum), sal y bitumen. En los ca-
2000 y 3000 habitantes. En Buqras y Abu sos anatolianos y mcsopotámicos es evidente una
Hureyra (PPNB) las casas poseen plantas rectan- avanzada especializaci6n de producci6n en piedra,
gulares y están construidas de adobe {Cauvin, madera e incluso metal. FJ análisis cuidadoso y sis- .
1978). Abu Hureyra tiene 11 ha. (Moore et al , temático de la arquitectura y costumbres, hecho
1975), Buqras s6lo 3 ha., pero en este último si- consecutivamente por Todd ( 1976), Renfrew
tio se han encontrado las más tempranas eviden- ( 1984) y recientemente por Wason ( 1994) demues-
cias de caJles y de sistemas de desagüe. <;atal tra que esta conclusi6n sería prematura y mal fun-
Hüyük es un caso aparte: 14 fases damentada. No hay evidencias de una difcrencia-
estratigráficamente sobrepuestas que abarcan casi ci6n interna en la sociedad de <;atal Hüyük. El
8 siglos de historia de asentamiento cerámico, en- caso de Jeric6 es más evidente aún en este aspecto.
tre los 6250 y 5400 afios a. C. {sin calibrar), con Por otro lado, hay que enfatizar que los casos cita-
antecedentes aún desconocidos, 32 acres, aproxi- dos son realmente excepcionales y no tienen para-
madamente 5000 habitantes, casas de 25 m 2 en lelos en sus regiones respectivas. Queda una sola
promedio. El sitio fue proclamado por Mellaart conclusi6n posible. Las condiciones del optimum
(1967), su descubridor, y por Gimbutas (1991) climático y los adelantos tecnol6gicos pusieron a
como el mayor de asentamiento del Neolítico algunas comunidades en situaci6n de ventaja fren-
mundial, más grande que Troya VI, Gordion, e te a las demás. Es menester poner en claro que es-
incluso Smirna en tiempos griegos. Sorprenden- tos desarrollos sorprendentes no guardan ninguna
tes ambientes de culto con frescos y relieves de relaci6n causal con el urbanismo de la Edad de
compleja iconografía, ricos entierros secundarios, Bronce del que están separados por casi 3000 años.
KazvszroF MAlcowsKI fuNULA

V. ARQUlTEClURA PÚBUCA Y ElSUR- pacífica se desprende de las costumbres funera-


GlMlENTO DE lA COMPlEJlDAD SO- rias. Por otro lado, la época de la construcci6n de
ClAl grandes centros ceremoniales culmina de manera
abrupta cuando el incremento en los intercam-
La hip6tesis del urbanismo precoz en los Andes bios de materias primas (obsidiana, Spondylus sp.)
no está, lo hemos visto, respaldada por los para- y de parafernalia de culto (cerámica, textiles), así
lelos de otros focos de civilizaci6n. Quedan, sin como el surgimiento de élites (por ejemplo, tum-
embargo, algunos argumentos a su favor. Desde bas de Kúntur Wasi [Onuki, 1995]) se vuelven
el punto de vista formal, todas las categorías ge- notorios durante el Horizonte Temprano (For-
nerales de sitios con arquitectura pública, que se mativo Medio, aproximadamente 800-200 años
conocen en los períodos posteriores, están repre- a.C.). Se ha intentado correlacionar estas tenden-
sentadas en el período Arcaico (Precerámico) Tar- cias de desarrolJo socioecon6mico, con la amplia-
dío: La estructura ceremonial aislada (Las Haldas, ci6n gradual del área de dependencias en C havín
La Galgada, Mina Perdida; Fung, 1988; Grieder, de Huántar y con la aparici6n de sitios con ar-
et a/.), el complejo de estructuras ceremoniales quitectura de diseño ortogonal (por ejemplo, San
(Áspero, Salinas de Chao, Chupacigarro-Caral, Diego), como expresiones de un urbanismo inci-
Taukachi-Konlcln, Kotosh; Feldman, 1985, 1991; piente (Burger, 1992, 1998). No obstante, no fue
Pozorski y Pozorski, 1987; Onuki, 1994), el com- posible aún demostrar que los cambios mencio-
plejo planificado y articulado alrededor de plazas nados se deben efectivamente al incremento de la
y ejes de comunicaci6n (El Paraíso, Moxeke; poblaci6n permanente, y no se desprenden de fun-
Feldman, 1991 ; Pozorsk.i y Pozorski, 1987). Hay ciones ceremoniales específicas. Campamentos de
otros aspectos comparables con grandes comple- peregrinos, recintos para banquetes rituales, ta-
jos de períodos posteriores: a) La costumbre de lleres de producci6n de parafernalia de culto, etc.,
construir recintos ceremoniales nuevos encima de pueden dejar vestigios similares.

,,2 los templos abandonados, y sepultados ritualmen-


te (véase Burger 1992, 1993; Bonnier y Bischof,
1997). b) La extensi6n de hasta 220 ha. (por ejem-
Retomando nuestra pregunta inicial ¿Qué tipo
de urbanismo buscamos? C reemos que las evi-
plo, Caballo Muerto; Pozorski, 1982; Haas y dencias que acabarnos de presentar apuntan ha-
Pozorski, 1987). c) Impresionantes volúmenes cia la cuarta y última de las respuestas alternati-
construidos en adobe y piedra (por ejemplo, vas. El estudio de arquitectura del período Arcai-
Sechín Alto, 300 x 250 x 44 m, [Pozorski y co Superior y del Formativo Temprano revela ras-
Pozorsk.i, 1987]). d) La decoraci6n figurativa de gos muy originales del patr6n andino de
. . .
fachadas (¡,or ejemplo, Garagay; Ravines e lsbcU, asentamientos, cuyos prmc1p1os son, en esencia,
1975; Cerro Scchín; Lcrner et ai., 1995; Caballo opuestos a las soluciones por las que optaron so-
Muerto; Pozorski, 1975, 1982). e) La diversidad ciedades del Mediterráneo Oriental. El problema
formal, y potencialmente funcional, de arquitec- terminol6gico nos parece secundario frente al
tura (por ejemplo, Moxcke, Huaca de los Reyes). nuevo reto y nuevas preguntas que la aceptaci6n
Los datos acerca de áreas domésticas y de dep6si- de esta hip6tesis implica. ¿Qué tipos de organi-
tos están sesgados, puesto que se desprenden del zaci6n política y religiosa, qué ideologías y doc-
avance de investigaciones de campo y del estado trinas religiosas explicarían los fen6menos tan
de conservaci6n. Sin embargo, se han documen- sorprendentes como la acumulaci6n de arquitec-
tado amplias áreas habitacionales como compo- tura monumental en ciertos valles y su ausencia
nente tanto de los complejos planificados (como en otros? ¿Qué implicaciones tiene la existencia
si no), como de los sitios con estructuras monu- de arquitectura compleja y planificada como la
mentales aisladas: Cardal, Monte Grande de la Pampa de las Llarnas-Moxcque? Desde nues-
(Tellenbach, 1986), Moxeke. Estas evidencias a tro punto de vista, los contextos excavados en
favor de la fecha temprana para el inicio del ur- Caral por Ruth Shady invitan a repensar el papel
banismo smsu lato en los Andes se ven contra- de los centros ceremoniales en el Arcaico Supe-
rrestadas por el contexto socioccon6mico. La ima- rior. Se mencion6 la coexistencia de estructuras
gen de una sociedad relativamente igualitaria y de tipo costeño y de tipo serrano, así como la
fJ.. SfNDROME DE <;ATAL HOYOK: ÜBSERVAOONES SOBRE LAS TENDENCIAS AGLOMERATIVAS•••

presencia de los productos perecibles provenien- Centrales». En Rrvis111 Histórica, 38, pp.n-
tes del litoral en este sitio del valle medio. El ca- 107.
rácter ceremonial de la mayoría (¿totalidad?) de
estructuras es evidente, así como un tiempo rela- BONNIER, E. y C. ROSENBERG
tivamente largo de uso, que podría explicar la 1988 «Del santuario al cacerío: acerca de la
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reunían periódicamente a representantes de po-
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blaciones de la costa y de la sierra? Gracias a las
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excavaciones sistemáticas de Shady estaremos
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pronto en condiciones de contrastar a ésta y otras
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