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Divorcio Vincular
VISTOS Y CONSIDERANDO:
I.- Que vienen los presentes autos a esta Alzada en virtud de haber interpuesto recurso de
apelación la parte demandada contra la sentencia interlocutoria de fs. 97/98 que rechazó la
excepción de incompetencia interpuesta por esa parte.
Los agravios del recurrente cuestionan, básicamente, la referencia a la normativa del tratado
de Montevideo de 1940, dado que éste no sido ratificado por Italia. Destaca que de tal país son
ciudadanos tanto el actor como la demandada y que en dicho lugar contrajeran matrimonio.-
Afirma que, conforme lo dispone la Ley Nº 218 de Italia, es la ley italiana la que rige el
matrimonio y su disolución. Agrega que la Jueza a quo no ha valorado ni aplicado el contenido
de dicha ley italiana que en su art. 31 dispone que la separación o el divorcio son regulados por
la ley nacional común de los cónyuges. Se agravia además porqué la magistrada no ha
ordenado la apertura a prueba de la excepción, aduciendo que ello afecta el principio de
debido proceso, toda vez que se ha solicitado informe al Tribunal italiano mediante exhorto
internacional . Por último se refiere a la mención de lo resuelto en sentencia interlocutoria
anterior que dirimió la competencia, dado que en tal etapa del proceso no había tenido
intervención la parte demandada, sosteniendo ello vulnera el debido proceso.-
Que a fs. 109/111 la actora contesta el memorial de agravios. Replica la primera crítica del
apelante que alude a la inaplicabilidad del Tratado de Montevideo diciendo que la decisión de
la jueza no ha sido fundada en dicha norma, sino que solo se utilizó para alinear un criterio
jurisprudencial, por lo que la circunstancia invocada por el apelante deviene intrascendente.
Respecto del segundo, tercero, cuarto y séptimo agravios en los que la parte contraria alude a
la aplicabilidad de la ley italiana, el actor contrapone lo dispuesto por el art. 13 de nuestro
código civil sobre la aplicación de la ley extranjera en los casos en que el mismo código la
autoriza, concluyendo que la demandada no ha probado la existencia de la norma ni ha
ofrecido hacerlo al proponer la prueba de excepción y esta circunstancia acarrea la
desestimación del agravio.-
Los hechos reseñados nos permiten sostener que estamos ante un caso jusprivatista
internacional ordenado normativamente por el Derecho Internacional Privado. Es que, no
queda dudas que la vida internacional de las partes de este proceso ha dado lugar a conductas
relacionadas con más de un territorio nacional -Italia y Argentina-, por lo tanto con más de un
territorio jurídico. La vinculación con los sistemas jurídicos de Italia y Argentina determina que
el caso aparezca social y normativamente multinacional.
Esta caracterización constituye la premisa básica para examinar la única cuestión sometida a
revisión: la jurisdicción internacional de los tribunales argentinos para resolver el caso. Es
decir, el poder que tiene nuestro país derivado de su soberanía para resolver un caso de
derecho privado. En este orden de ideas, no podemos soslayar que de la individualización de
los hechos de la causa surge que existe una relación relevante de nuestros tribunales con el
caso, que ésta dada por el último domicilio conyugal, tal como lo ha señalado la juez de grado.
Es que la norma del artículo 227 del Código Civil que ha dado sustento normativo a la
resolución impugnada establece que las acciones de separación personal, divorcio vincular y
nulidad, así como las que versaren sobre los efectos del matrimonio, deberán intentarse ante
el juez del último domicilio conyugal efectivo o ante el domicilio del demandado.
El confronte de la norma con los hechos de la causa permite concluir que estamos ante un
caso de jurisdicción internacional concurrente porque un domicilio -el conyugal- fue en el
territorio nacional y el otro -el del demandado- se encuentra fuera de la República,
concretamente en Italia. A su vez, ha quedado claro que el actor hizo uso de la opción de inciar
la acción ante el juez del ultimo domicilio conyugal y que por lo tanto tal ha sido la conexión
decisiva en el caso.
Por lo tanto, corresponde aplicar la ley argentina, ante la carencia de una norma convencional
entre Argentina e Italia en la materia que nos ocupa, la cuestión habrá de ser resuelta
mediante la aplicación lisa y llana de las normas de Derecho Internacional Privado de fuente
interna cuyo contenido se asemeja, luego de la sanción de la ley 23.515, a las soluciones del
Tratado de Montevideo, citado referencialmente por la jueza a quo.
Repárese que la parte demandada pretende la jurisdicción exclusiva de los tribunales italianos,
conforme las norma de derecho internacional privado de ese país. No obstante que la postura
del actor relativa a la falta de prueba de la existencia de la ley italiana, debe ser superada por
la aplicación de la teoría del uso jurídico -aceptada por normas convencionales argentina-; la
queja igualmente no puede prosperar.
Es que, el recurrente no explica en base a qué título deberíamos aplicar las normas de
jurisdicción italianas. Es decir, qué normas argentinas nos habilitan a los jueces argentinos a
aplicar las normas de jurisdicción italiana que cita.
Huelga destacar que los poderes de nuestros tribunales para actuar interjurisdiccional-mente
el caso se deben asentar en nuestro derecho ya sea de fuente interna o convencional.
Con relación a los restantes agravios en los que se menciona la remisión a los fundamentos
expresados en la primera sentencia interlocutoria dictada en la causa, en la que se rechaza la
inhibitoria incoada por el accionante, debe analizarse si éstos fundamentos de la sentencia
impugnada operan en detrimento de las garantías constitucionales que menciona el apelante.
Para ello es oportuno recordar las nociones conceptuales que enlazan a los "derechos" y
"garantías", en el sentido que estas últimas configuran una herramienta técnico-jurídica
tendiente a asegurar, consolidar, hacer posible la realización de los derechos reconocidos por
la Carta Magna (Cfr. Ciuro Caldani ensayo: "Las garantías constitucionales y su problemática
cultural en la Argentina" Edición de la Fac. de Derecho de la UBA en reconocimiento del Dr.
Germán Bidart. Campos).
III) Las costas de la Alzada se imponen al apelante vencido. A fin de regular los honorarios de
los profesionales, se valorarán los trabajos realizados, mérito de la labor profesional, resultado
obtenido y demás pautas de la ley 2200 - t. O. 4335 regulándose los honorarios profesionales
del Dr. J. M. F., en el 30 % y los honorarios del Dr. G. K. en el 25% de los regulados en primera
instancia.-
RESUELVE:
2) Costas de la Alzada al vencido. Regular los honorarios del Dr. J. M. F. d. l. C., en el treinta por
ciento (30%) y los honorarios del Dr. G. F. K. en el veinticinco por ciento (25%) de los regulados
en primera instancia.
Fdo: Silvia N. Alonso de Ariet -Presidente-; Fernando Nahuelanca -Juez de Cámara-; Julio
Antonio Alexandre -Juez de Cámara-.-
REGISTRADA BAJO EL N° 121 DEL AÑO 2006 DEL LIBRO DE SENTENCIAS INTERLOCUTORIAS