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Rafael J. Alfonzo Guzmán. Nueva Didáctica del Derecho del Trabajo. Caracas 2008, Pág.269.
Para que realmente pueda el funcionario disfrutar efectivamente sus vacaciones, tiene
inexorablemente que desvincularse completamente de su lugar de trabajo y sus
responsabilidades, so pena, como ya hemos dicho, de ser sancionado el patrono.
Visto así las cosas, para el funcionario, tiene que serle ajenas todas las circunstancias que
afecten las “Condiciones de Trabajo”, bien por falta de servicios públicos, interrupciones
de las jornadas de trabajo, o cualquier alteración del lugar de trabajo, aunque en su
disfrute vacacional la deficiencia de los servicios públicos le afecten como un ciudadano
más, mas no considerado como funcionario, que no lo es durante ese lapso de tiempo que
está vacacionando.
Es por lo que consideráramos que las interrupciones de las jornadas de trabajo a lo
interno del patrono, no pueden ser tomadas como afectaciones a los días de vacaciones,
no solo serían una impropia interpretación de esta institución del derecho del trabajo
funcionarial, como ya hemos hecho referencia, sino que crearía un injusto caos a la
relación laboral, toda vez que el trabajador permanecería durante un tiempo adicional,
por dichas interrupciones, en una situación que sería calificada como de vacaciones, por la
indebida prorroga de estas, sin tener remuneración por no estar realizando su jornada
habitual de trabajo, siendo que el patrono no tendría obligación de realizar pago alguno,
pues este tiempo adicional, derivado de las interrupciones, deberá ser considerado como
de Suspensión de la Relación Laboral, así se desprende, considerando analógicamente la
LOTTT en el literal “i” del artículo 72, en los siguientes términos:
“Artículo 72: La suspensión del trabajo procede en los siguientes casos:
i) Casos fortuitos o de fuerza mayor que tengan como consecuencia necesaria inmediata
y directa, la suspensión temporal de las laborea …”
El razonamiento que anteceden debe ser aplicable por igual a trabajadores bajo el
régimen de la ley del trabajo, como a los funcionarios sujetos al Estatuto de la Función
Pública (ver artículo 28 del Estatuto de la Función Pública).
Cabe destacar que estamos en presencia de una situación sobrevenida, no
programada, por lo que consideramos que el tomar ventaja sobre este particular podría
ser considerado un fraude al régimen funcionarial por lo poco ético que representaría esta
conducta.
Por todo lo anteriormente expuesto se concluye, como corolario de lo anterior, que el
estatus que tienen los funcionarios durante sus vacaciones, es precisamente ese, el de
estar de vacaciones, y una vez culmine ese lapso, ipso facto, comienzan a cumplir sus
jornadas de trabajo, por lo que si a partir de ese momento ocurren interrupciones
laborales, estas serán asumidas por el patrono, que es quien debe soportar los riegos de la
relación de trabajo. En consecuencia no hay razón para prorrogar las vacaciones por las
interrupciones que pudiesen ocurrir durante las jornadas de trabajo, en el lugar de
trabajo.