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¿Cuál es el “estatus legal de los funcionarios que se encuentran actualmente disfrutando

vacaciones?, en virtud que durante el mes de marzo, inmediatamente anterior,


“sucesivamente se han producido una serie de apagones [eléctricos] a nivel nacional, con
el correspondiente colapso de todos los servicios”.
En tal sentido, me permito darle una respuesta técnico-jurídica en los siguientes términos:
Como todos los privilegios y prebendas sociales, las vacaciones son una institución que se
otorga como un derecho al funcionario que haya cumplido con los requisitos que impone
el sistema jurídico funcionarial (Artículo 24 Ley Estatuto Función Pública), para la
satisfacción de una determinada y precisa condición o necesidad, no para un simple y
banal enriquecimiento o beneficio patrimonial, como también lo sería, por ejemplo, el
derecho a la pensión alimentaria de los menores de edad, que se constituye en el derecho
al desarrollo de su personalidad y no para satisfacciones patrimoniales, como también
quien contrata una póliza de seguro, tiene el derecho a que se le indemnice un siniestro, si
este ocurre, y no para enriquecerse.
El derecho a las vacaciones nace, cuando el funcionario haya cumplido sus jornadas de
trabajo durante al menos un año, así lo establece la Constitución Nacional y lo desarrolla
la Ley, y su objeto no es, ni puede verse, como un premio, ni una retribución, sino como
un derecho cuya finalidad es eminentemente social, además de la inmediata posibilidad
de reponer el desgaste físico y mental del trabajador, y el que este se desarrolle con su
familia, y de esa manera evitar el empobrecimiento del caudal humano del país y sus
nocivas consecuencias para la producción y el rendimiento1
Es la razón por lo que la Ley exige que las vacaciones se deban disfrutar de manera
efectiva, sancionando al patrono cuando interfieran o afecten dicho disfrute.
Para que el funcionario no se vea afectado en el desarrollo de su vida diaria, el tiempo de
disfrute de las vacaciones debe ser cancelado, y además deberá recibir una bonificación
que le permita complacerse, junto a su familia, durante las mismas.

1
Rafael J. Alfonzo Guzmán. Nueva Didáctica del Derecho del Trabajo. Caracas 2008, Pág.269.
Para que realmente pueda el funcionario disfrutar efectivamente sus vacaciones, tiene
inexorablemente que desvincularse completamente de su lugar de trabajo y sus
responsabilidades, so pena, como ya hemos dicho, de ser sancionado el patrono.
Visto así las cosas, para el funcionario, tiene que serle ajenas todas las circunstancias que
afecten las “Condiciones de Trabajo”, bien por falta de servicios públicos, interrupciones
de las jornadas de trabajo, o cualquier alteración del lugar de trabajo, aunque en su
disfrute vacacional la deficiencia de los servicios públicos le afecten como un ciudadano
más, mas no considerado como funcionario, que no lo es durante ese lapso de tiempo que
está vacacionando.
Es por lo que consideráramos que las interrupciones de las jornadas de trabajo a lo
interno del patrono, no pueden ser tomadas como afectaciones a los días de vacaciones,
no solo serían una impropia interpretación de esta institución del derecho del trabajo
funcionarial, como ya hemos hecho referencia, sino que crearía un injusto caos a la
relación laboral, toda vez que el trabajador permanecería durante un tiempo adicional,
por dichas interrupciones, en una situación que sería calificada como de vacaciones, por la
indebida prorroga de estas, sin tener remuneración por no estar realizando su jornada
habitual de trabajo, siendo que el patrono no tendría obligación de realizar pago alguno,
pues este tiempo adicional, derivado de las interrupciones, deberá ser considerado como
de Suspensión de la Relación Laboral, así se desprende, considerando analógicamente la
LOTTT en el literal “i” del artículo 72, en los siguientes términos:
“Artículo 72: La suspensión del trabajo procede en los siguientes casos:
i) Casos fortuitos o de fuerza mayor que tengan como consecuencia necesaria inmediata
y directa, la suspensión temporal de las laborea …”

Mientras que la consecuencia la establece el artículo próximo en los siguientes


términos:
“Artículo 73: Durante el tiempo que dure la suspensión, el trabajador no estará obligado
a prestar servicio ni el patrono a pagar salario …”

El razonamiento que anteceden debe ser aplicable por igual a trabajadores bajo el
régimen de la ley del trabajo, como a los funcionarios sujetos al Estatuto de la Función
Pública (ver artículo 28 del Estatuto de la Función Pública).
Cabe destacar que estamos en presencia de una situación sobrevenida, no
programada, por lo que consideramos que el tomar ventaja sobre este particular podría
ser considerado un fraude al régimen funcionarial por lo poco ético que representaría esta
conducta.
Por todo lo anteriormente expuesto se concluye, como corolario de lo anterior, que el
estatus que tienen los funcionarios durante sus vacaciones, es precisamente ese, el de
estar de vacaciones, y una vez culmine ese lapso, ipso facto, comienzan a cumplir sus
jornadas de trabajo, por lo que si a partir de ese momento ocurren interrupciones
laborales, estas serán asumidas por el patrono, que es quien debe soportar los riegos de la
relación de trabajo. En consecuencia no hay razón para prorrogar las vacaciones por las
interrupciones que pudiesen ocurrir durante las jornadas de trabajo, en el lugar de
trabajo.

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