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Considerando que en nuestro Colegio Alianza Austral contamos con alumnos que presentan
diferentes Necesidades Educativas Especiales podríamos vernos enfrentados a diversas
situaciones de crisis conductuales, presentamos estas recomendaciones para ser incorporadas
al Reglamento de convivencia Escolar y socializadas con todos los departamentos y
funcionarios de nuestro Establecimiento Educacional para el abordaje de éstas.
Por otra parte, estas crisis podrían estar asociada a descompensaciones asociadas a
diagnósticos clínicos o psiquiátricos tales como: Trastorno generalizado del desarrollo,
trastorno del espectro austista, trastorno de la conducta, Trastorno por TDA/H. trastornos del
ánimo, etc.
Se han clasificado las crisis conductuales en relación a la intensidad y riesgo, las cuales se
encuentran en tres tipos: leve, moderada y grave.
Crisis moderada:
Crisis grave:
Se caracteriza por un fuerte descontrol de los impulsos poniendo en evidente riesgo la propia
integridad y la de su entorno (ejemplo: una rabieta que se acompaña de llanto descontrolado,
gritos y donde se expresa una conducta que podría generar agresión a sí mismo, a terceros o
al inmueble, como también buscar a alguien de la sala para golpear, golpearse la cabeza
contra la mesa, pared, entre otras).
Antes que todo, es necesario prevenir la situación de crisis, siendo capaz de anticiparse a
los comportamientos del niño/a, en relación al conocimiento de él/ella.
Es así que cuando se observe alguna conducta que podría aumentar hasta generar una crisis,
es necesario acudir a la persuasión verbal para restablecer el equilibrio.
Ante una crisis de carácter leve, es decir, el niño o niña comienza a llorar o gritar como
mecanismo para llamar la atención, o porque no ha podido obtener un objeto deseado, se
sugiere la utilización de Técnicas “No invasivas”:
Ante una crisis moderada, es decir, la intensidad de la rabieta o berrinche es de gran duración
y alerta sobre un eventual riesgo para la integridad personal del niño o su entorno. En esta
instancia se deberá intentar como primera estrategia el tiempo fuera, si éste resulta ineficaz
porque él o la niña parece no escuchar o simplemente elige desobedecer las instrucciones, y
su comportamiento es tan disruptivo que altera el orden habitual, poniéndose en riesgo él/ella
misma o su entorno, se deberán utilizar técnicas “invasivas”:
1.- Contención física: Consiste en un abrazo intenso por más de 20 segundos, realizado
desde la parte posterior del cuerpo de niño/a, conteniendo sus brazos y sujetando su
cuerpo. La contención debe ser realizada por un período breve, hasta que el o la
estudiante logre una correcta modulación afectiva o bien se encuentre en un lugar
seguro. Esta técnica será realizada por dos o tres personas, en relación a los
requerimientos de la situación (tamaño y peso del niño/a y/o adolescente, lugar en el
que se encuentren, etc.). En el peor de los casos, la contención física, sirve para que
el niño/a manifieste sus emociones sin agredirse o agredir su entorno, abriendo la
puerta para el manejo posterior. En otros casos, puede funcionar como acción
punitiva, al impedir el libre movimiento, lo que es evidentemente desagradable para
el niño.
La contención física se realiza con el fin de entregar confort y soporte en una situación
de descontrol emocional.
Ante una crisis grave, es decir, el berrinche o rabieta es tan grande que se pone en evidente
riesgo la propia integridad y la de personas que le rodeen o el inmueble. En esta situación
se aplicarán las técnicas “invasivas”.
Otras estrategias:
Otras estrategias que pueden complementar las técnicas utilizadas en los diferentes niveles
son:
1. Referencia social: El rostro humano, las expresiones no verbales deben ser utilizadas
para reforzar las técnicas utilizadas, ya que esto orienta al niño y promueve su
aprendizaje respecto a si una conducta es adecuada o no lo es y el efecto que provoca
en su entorno. Al inicio de una dificultad o ligera molestia es importante mantener un
rostro tranquilo para no transmitir la ansiedad de adulto hacia el niño. Eventualmente,
si la conducta es disruptiva, se debe utilizar un rostro más severo al inicio, seguido de
cambios favorables frente a la mínima modificación de la conducta infantil. Si la
conducta es muy desagradable, es bueno tomar el rostro del niño con suavidad y
decirle NO con energía, usando un tono de voz grave (nunca agudo) y señalar nuestro
seño, mostrando el enojo. Cuando el niño cambia su conducta, la cara también debe
cambiar y mostrar una sonrisa, acompañado de reforzamiento verbal como “muy
bien”.