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El árbol sagrado

Los druidas fueron personas de la clase sacerdotal en Gran Bretaña, Irlanda,


algunas zonas del norte de España, la Galia (Francia y norte de Italia), y posiblemente
otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro, e incluso antes. Su función
puede ser sacerdotal (Irlanda) o profética (Gales), en cuyo caso se decía que estaban
imbuidos de la awen (“inspiración”) que también actuaba en los bardos. No hay registros
escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son
descripciones breves realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas
dispersos, así como también algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo,
por escritores irlandeses.2 Se tiene evidencia arqueológica relativa a las prácticas
religiosas en la Edad del Hierro, aunque “ningún artefacto o imagen desenterrado se ha
podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”.3 Varios temas recurrentes
sobre los druidas se presentan en un gran número de registros grecorromanos,
incluyendo los sacrificios humanos, su creencia en la reencarnación y su alto estatus
social en los pueblos galos. Nada se sabe aún sobre sus prácticas de culto, excepto por
el ritual del roble y el muérdago según la descripción de Plinio el Viejo.

La referencia más antigua de la que se tiene conocimiento data del año 200 a.C.,
aunque la descripción fehaciente más antigua proviene del general y político romano
Julio César en su escrito Comentarios sobre la guerra de las Galias (50 a.C.). Escritores
grecorromanos posteriores también describieron a los druidas, incluyendo a Cicerón,4
Tácito5 y Plinio el Viejo.6 Tras la invasión de la Galia por el Imperio romano, el druidismo
fue proscrito por el gobierno romano bajo el mandato de los emperadores romanos
Tiberio y Claudio en el siglo I d.C. y acabaría desapareciendo de los registros escritos
alrededor del siglo II.

Alrededor del año 750 la palabra “druida” aparece nuevamente en un poema del
monje irlandés Blathmac, convertido al cristianismo, quien escribió sobre Jesús diciendo
que él fue “...mejor que un profeta, con más conocimientos que cualquier druida, un rey
que fue obispo y un completo sabio”.7 Los druidas también son mencionados en varios
cuentos medievales de la Irlanda cristiana tales como Táin Bó Cúailnge, donde se les
retrata ampliamente como hechiceros que se oponían a la llegada del Cristianismo.8 En
el despertar del Renacimiento céltico en los siglos XVIII y XIX, grupos fraternales y
neopaganos se fundaron basándose en ideas sobre los antiguos druidas en un
movimiento que es conocido como neodruidismo.

La palabra druida proviene del latín druides, que a su vez fue considerada por
los antiguos escritores romanos proveniente de la palabra nativa en céltico para esas
figuras sacerdotales.91011 Otros textos romanos también emplean la forma druidae,
mientras que el mismo término fue usado por etnógrafos griegos como δρυΐδης
(druidēs).121314 Aunque no han sobrevivido inscripciones romanas o célticas que
alberguen la morfología de la palabra,9 ésta es cognada con el céltico insular tardío,
irlandés antiguo, drui (druida, hechicero) y el galés temprano dryw (vidente). Con base
en todas las formas disponibles, la palabra hipotética del protocelta puede ser
reconstruida como *dru-wid-s (pl.*druwides) que significa “el que conoce al roble”.
Los dos elementos provienen de las raíces protoindoeuropeas *deru.ay *weid
(ver)15 El sentido de “conocedor del roble” (o “vidente del roble”) es confirmado por Plino
el Viejo, quien en su Historia Natural etimologiza al término como si proviniera del
sustantivo griego δρύς (drus), “roble”16 y del sufijo griego -ιδης (-idēs).17

La palabra del moderno irlandés para roble es dair, y de ésta se derivan formas
inglesas para lugares, tales como Derry—Doire y Kildare—Cill Dara (literalmente
“templo del roble”). Hay varias historias de santos y héroes que versan sobre robles, y
subsisten en la Irlanda rural algunas historias y supersticiones locales (llamadas
pishogues) sobre los árboles en general. Tanto la palabra irlandesa drui y como la
galesa dryw pudieran también referirse al pájaro chochín posiblemente asociando a éste
con el ave del augurio en las tradiciones irlandesa y galesa. (Véase: Wren Day).18

Prácticas y doctrinas
De acuerdo con el historiador Ronald Hutton, “no podemos saber virtualmente
nada con certeza acerca de los antiguos druidas, así que —aunque sin duda existieron
— sirven más o menos como figuras legendarias”.19 Sin embargo, las fuentes referidas
por escritores antiguos y medievales, junto a la evidencia arqueológica, pueden dar una
idea de la forma en que desempeñaban su papel religioso.

Rol social y formación


Una de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes grecorromanas e
irlandesas acerca de los druidas es que éstos jugaban un papel importante en la
sociedad celta. Julio César, en su descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los
druidas eran uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los nobles) y
eran responsables de organizar el culto, los sacrificios, la adivinación u oráculo y los
procedimientos judiciales.20 También afirmó que estaban exentos del servicio militar y
del pago de impuestos, y tenían el poder para excomulgar a los miembros de la
comunidad de los festivales religiosos, ocasionando con ello la proscripción. Otros dos
escritores clásicos, Diodoro Sículo y Estrabón, afirmaron que los druidas eran temidos
con tal grado de respeto que podían detener una batalla si se paraban entre dos
ejércitos.21

Fue Pomponio Mela22el primer autor que manifestó que la instrucción de los
druidas era secreta, y era llevada a cabo en las cuevas y los bosques. La tradición
druídica consistía en una gran cantidad de versos que se aprendían de memoria, y Julio
César resaltó que se podía tardar más de veinte años en completar la formación. No
hay ninguna evidencia histórica, de la época del auge del druidismo, que sugiera que la
profesión druida no fuera reservada para los varones,23 aunque se considera que varias
referencias legendarias, como el mito de Ceridwen insinúan la posibilidad de druidas
femeninos. Lo que se sabe sobre la enseñanza a los novicios druidas es pura conjetura:
de la literatura oral, no se conoce con certeza que haya sobrevivido algún verso antiguo,
ni siquiera bajo la forma de traducción. Toda la formación druida era de carácter oral,
aunque César indica24 que los galos, para cuestiones ordinarias, tenían un lenguaje
escrito en el que usaban caracteres griegos. En esto probablemente se basó en
escritores antiguos, ya que en el tiempo de César, los escritos galos se habían
trasladado de la escritura griega a la latina.
Filosofía
Alejandro Polímata se refirió a los druidas como filósofos y consideró como
pitagórica su doctrina de la inmortalidad del alma y de la reencarnación o
metempsícosis.

«La doctrina pitagórica prevalece entre los galos que enseñan que las almas de
los hombres son inmortales, y que después de un número determinado de años entrarán
en otro cuerpo.»

Julio César escribió:

Respecto a sus enseñanzas propiamente dichas, el objetivo principal de toda su


instrucción es, en su opinión, imbuir a sus estudiantes con una creencia firme en la
indestructibilidad del alma, la cual, de acuerdo con sus creencias, simplemente pasa de
un inquilino a otro tras la muerte; solamente por esta doctrina, que roba a la muerte
todos sus temores, puede desarrollarse la forma más elevada de valentía humana.
Secundarias a este principio fundamental, ellos sostienen varias disertaciones y
discusiones sobre astronomía, sobre la extensión y distribución geográfica del globo,
sobre las diferentes ramas de la filosofía natural y sobre varios problemas relacionados
con la religión.

Julio César, De Bello Gallico, VI, 13


Diódoro Sículo, en el año 36 a.C., describió cómo los druidas seguían la “doctrina
pitagórica” de que las almas humanas “son inmortales y después de un número de años
determinado ellas comienzan una vida nueva en un cuerpo nuevo”.25 En 1928, el
folclorista Donald A. Mackenzie especuló que los druidas habrían sido misioneros
budistas enviados por el rey indio Ashoka.26Ya otros han invocado semejanzas
comunes indoeuropeas.27César describió la doctrina del ancestro original de la tribu, a
quién se refirió como Dispater o “padre” Hades.

Rito del Muérdago


Plinio el Viejo describió detalladamente un ritual druida concerniente al roble y al
muérdago:

«Tras haber preparado los sacrificios y los banquetes bajo los árboles traen dos
toros blancos cuyos cuernos han sido vendados. En su túnica blanca, un druida sube el
árbol para cortar el muérdago con su hoz de oro, otros vestidos de la misma manera lo
reciben. Después matan a los animales de sacrificio y rezan para que el dios les
recompense esta ofrenda con sus dotes.»

Sacrificios
Una ilustración de 1753 del “hombre de mimbre”, la forma de ejecución que
usaban los druidas para el sacrificio humano, según Julio César.
Los escritores grecorromanos hicieron con frecuencia referencia a los druidas
como practicantes de sacrificios humanos, por lo que los consideraban bárbaros.28Los
reportes acerca de los sacrificios druídicos se encuentran en los trabajos de Marco
Anneo Lucano, Julio César, Suetonio y Cicerón.29 César señaló que el sacrificio se
hacía principalmente con criminales, pero algunas veces también se utilizaba a
inocentes. Estos eran quemados vivos dentro de un gran muñeco de madera, ahora
conocido como el hombre de mimbre.

Una descripción diferente, proveniente del manuscrito Commenta Bernensia, del


siglo X, afirma que los sacrificios para las deidades Teutates, Esus y Taranis se
realizaban, respectivamente, a través del ahogamiento, del ahorcamiento y del fuego.
(Ver:Muerte tripartita)

Diodoro Sículo aseveró que, para que un sacrificio fuera aceptado por los dioses
celtas, tenía que ser realizado por un druida, pues éstos eran los intermediarios entre
las personas y los dioses. Sículo observó la importancia de los profetas en el ritual
druida:

«Esos hombres predicen el futuro observando el viento y los cantos de las aves
y por medio del sacrificio de animales sagrados: todas las peticiones de la sociedad
están bajo su autoridad... y en cuestiones muy importantes ellos preparan una víctima
humana; al hundir una daga en su pecho, observando la dirección que desfallece, en
que se convulsionan sus extremidades y en que brota su sangre, ellos son capaces de
leer el futuro.»

Se tiene evidencia arqueológica en la Europa occidental que ha sido


ampliamente utilizada para respaldar la idea de que los celtas de la edad de hierro
realizaban sacrificios humanos. Se han encontrado sepulturas masivas en un contexto
ritual fechadas en este periodo en lo que fue la Galia, en Gournay-sur-Arode y
Ribermont-sur-Ancre, en lo que habría sido la región de dominación belga. El
arqueólogo excavador de esos sitios, Jean Louis Brunaux, interpretó estas sepulturas
como áreas de sacrificios humanos realizados en devoción a algún dios de la guerra,30
31 aunque este punto de vista fue criticado por el arqueólogo Martin Brown, quien cree
que los cuerpos pudieron ser los de honrosos guerreros, enterrados en un santuario, en
vez de los supuestos sacrificios.32 Varios historiadores han cuestionado si los escritores
clásicos grecorromanos son atinados en sus afirmaciones. J. Rives comentó que era
“ambiguo” si los druidas habrían realizado esos sacrificios, ya que los griegos y romanos
eran conocidos por proyectar como rasgos bárbaros lo que ellos veían en los extranjeros
incluyendo no sólo a los druidas sino también a los hebreos y cristianos también,
confirmando así su “superioridad cultural” en sus propias mentes.33

En una opinión similar Ronald Hutton sintetiza la evidencia declarando que “las
fuentes griegas y romanas del druidismo no son, como las hemos recibido, de la
suficiente calidad para formar una decisión clara y final de si los sacrificios humanos
fueron, de hecho, parte de su sistema de creencias”.34 Peter Berresford Ellis, un
nacionalista celta que escribió el libro “Los Druidas” (1994), creyó que éstos eran los
equivalentes a la casta brahamánica en la India, y consideró que las acusaciones de
sacrificios humanos permanecían sin ser probadas,35 mientras que la experta en
literatura medieval galesa e irlandesa, Nora Chadwick, quien pensaba que los druidas
eran grandes filósofos, defendió fervientemente la idea de que no estaban involucrados
en los sacrificios humanos y que dichas acusaciones eran propaganda imperialista de
Roma.36

Fuentes sobre el Druidismo


Registros griegos y romanos
Los registros más antiguos sobre los druidas provienen de dos textos griegos de
alrededor del año 300 a.C.: uno fue una historia de la filosofía escrita por Sotión de
Alejandría, y el otro, un estudio de la magia que fue atribuido incorrectamente a
Aristóteles. Estos mencionan la existencia de druidas o sabios pertenecientes a los
keltois (celtas) y galatias (gálatas o galos).37 Ambos textos están perdidos hoy en día,
pero fueron citados en el segundo siglo de nuestra era en la obra Vitae de Diógenes
Laercio.38Subsecuentes textos griegos y romanos del siglo III a.C. hacen referencia a
“filósofos bárbaros”,39posiblemente, en referencia a los druidas galos.

Julio César

Julio César, general romano y posterior dictador, quien escribió uno de los textos
más antiguos y completos en que se describe a los druidas.37
El primer texto conocido que de hecho describe a los druidas es el citado texto
de Julio César, Comentarios sobre la guerra de las Galias, en su libro VI, el cual habría
sido publicado en las décadas de los 50 o 40 antes de nuestra era. César, quién había
sido un general que intento conquistar la Galia y Gran Bretaña, describió a los druidas
como los que se ocupaban de “el culto divino, la adecuada realización de los sacrificios,
públicos o privados, y la interpretación de preguntas rituales.” Aseveró también, que
jugaban parte importante de la sociedad gala, siendo una de las dos clases más
respetadas junto a los équites (que significa “jinetes” la cual ha sido interpretada
comúnmente como referida a los guerreros) y que ellos desempeñaban la función de
jueces.

César aseveró que ellos reconocían la autoridad de un único líder, el cual podía
mandar hasta su muerte, siendo entonces un sucesor elegido a través del voto o del
duelo. También resaltó que se reunían anualmente en un lugar sagrado en la región
dominada por la tribu de los carnutos, en la Galia, pues ellos veían a la Gran Bretaña
como el centro de los estudios druidas, y es por eso que no se encontraron entre las
tribus germánicas al este del Rin. De acuerdo con César, varios jóvenes eran formados
para ser druidas, durante ese tiempo tenían que aprender de memoria todo lo
relacionado al culto.

También señaló que su principal enseñanza consistía en que “las almas no


perecen, pues después de la muerte pasan de uno a otro”. Los druidas también estarían
interesados en “las estrellas y sus movimientos, el tamaño de la Tierra y el cosmos, el
mundo natural, y los poderes de las divinidades”, indicando que ellos no sólo se veían
involucrados en los aspectos comunes de la religión, tales como teología o cosmología,
sino también en la astronomía. César también sostuvo que ellos eran los
“administradores” durante los rituales de sacrificios humanos, para los cuales
generalmente utilizaban a criminales, y que el método consistía en quemarlos dentro del
hombre de mimbre.

A pesar de haber tenido una experiencia de primera mano con los galos, y
asimismo con los druidas, los escritos de César han sido ampliamente criticados por
historiadores modernos debido a su poca fiabilidad. Una cuestión que han planteado
historiadores como Fustel de Coulanges40 y Ronald Hutton es que, mientras César
describió a los druidas con un poder significativo dentro de los galos, este no los
mencionó dentro de las anotaciones sobre sus conquistas. Tampoco lo hizo Aulo Hircio,
quien continuó el registro de César de la campaña en las galias tras la muerte de este
último. Hutton creía que César había manipulado la idea de los druidas para que
aparecieran ante los lectores romanos, tanto civilizados (siendo instruidos y piadosos),
como bárbaros (realizando sacrificios humanos) y, por lo tanto, representando tanto “una
sociedad que valía la pena agregar al Imperio Romano” así como una que requería ser
civilizada con la ley y los valores romanos, justificando así sus guerras de conquista.41

Sean Dunham ha sugerido que César simplemente había tomado las funciones
religiosas de los senadores romanos y la habría aplicado a los druidas.42 Daphne Nash
considera que “no es improbable” que él “exagerara enormemente” tanto el sistema
centralizados del liderazgo druida como su conexión con la Gran Bretaña.43 Otros
historiadores han aceptado la posibilidad de que las anotaciones de César sean más
acertadas. Norman J. DeWitt conjeturó que la descripción sobre el rol de los druidas
pudiera informar sobre una tradición idealizada, basada en la sociedad del siglo II a.C.,
antes de que la confederación pangálica liderada por los arvernos fuera rota en el 121
a.C., seguida de las invasiones de teutones y cimbrios, en vez de la desmoralizada y
desunida Galia del tiempo de César.44 John Creighton ha especulado que en la Gran
Bretaña, la influencia social de los druidas estaba en declive a mediados del primer siglo
a.C., en conflicto con las nuevas estructuras de poder emergentes incorporadas en los
caciques45 Otros académicos ven en la conquista romana misma la principal razón de
la declinación del druidismo.46

Cicerón, Diódoro Sículo, Estrabón y Tácito


No sería sólo César, sino otros escritores grecorromanos los que posteriormente
comentarían sobre los druidas y sus prácticas, aunque ninguno de ellos daría tantos
detalles como él. Marco Tulio Cicerón, contemporáneo de César, señaló que él conoció
a un druida galo, Diviciaco, quien fue miembro de la tribu de los heduos. Diviciaco
supuestamente conocería mucho acerca del mundo natural y realizaría adivinación a
través del augurio.4Si Diviciaco fue genuinamente un druida puede, sin embargo, ser
disputado, pues César, que también lo conoció, y escribió sobre él, nombrándolo
Diviciacus, nombre que suena más gálico (y así presumiblemente más auténtico), nunca
se refirió a él como un druida y, asimismo, lo presentó como un líder político y militar.47

Otro escritor clásico que describió a los druidas, no mucho tiempo después, fue
Diódoro Sículo, quien publicó su descripción en su Bibliotheca historicae en el 36 a.C.
Junto a los druidas o, drouidas cómo el los llamaba, a los cuales veía como filósofos y
teólogos, Sículo también resaltó cómo en la sociedad celta había poetas y cantantes, a
los cuales llamó bardous o bardos.25 Esta idea fue ampliada por Estrabón, quien
escribió en los años 20 a.C., y señaló que entre los galos, había tres tipos de figuras
honorables: los poetas y cantantes conocidos como bardoi, los teólogos y especialistas
en el mundo natural conocidos como o'vatei's, y los druidas, quienes estudiaban la
“filosofía moral”.48Sin embargo, la exactitud de estos escritores ha sido cuestionada,
Ronald Hutton ha indicado que «todo lo que podemos concluir es que no tenemos
conocimiento seguro de las fuentes utilizadas por ninguno de esos autores para hacer
sus comentarios sobre los druidas, y asimismo de sus fechas, su contexto geográfico o
su exactitud».49

Tácito, senador e historiador romano, describió cómo cuando el ejército romano,


dirigido por Cayo Suetonio Paulino, atacó la isla de Mona (Anglesey, en Gales), los
legionarios se asombraron al desembarcar por la aparición de una banda de druidas,
los cuales, con las manos levantadas hacia el cielo, vertieron lentamente terribles
maldiciones sobre las cabezas de los invasores. Tácito afirmó que ello «aterrorizó a
nuestros soldados que nunca habían visto algo así...» Según el historiador, sin embargo,
el coraje de los romanos no tardó en superar esos temores; los bretones fueron puestos
en retirada, y las arboledas sagradas de Mona fueron taladas.50 Tácito es también la
única fuente primaria que brinda registros de los druidas en la Gran Bretaña, pero
mantiene un punto de vista hostil, viéndolos como salvajes ignorantes.51 Mientras tanto,
Robert Hutton, señala que «no hay evidencia de que Tácito haya usado reportes de
testigos oculares» y pone en duda la fiabilidad de las descripciones de Tácito.52

Registros irlandeses y galeses


Durante la Edad Media, después de que Irlanda y Gales fueran cristianizados,
los druidas aparecieron en cierto número de fuente escritas, principalmente cuentos e
historias tales como Táin Bó Cúailnge, pero también en las hagiografías de varios
santos. Todas éstas fueron escritas por monjes cristianos, quienes, según Ronald
Hutton, «no han sido solamente hostiles con el antiguo paganismo, sino de hecho,
ignorantes de él» y por eso no pueden ser particularmente fiables, pero al mismo tiempo,
podrían proveer pistas sobre las prácticas del druidismo en Irlanda, y en menor medida,
en Gales.53

Literatura y derecho irlandés


Los pasajes irlandeses que se refieren a los druidas en fuentes vernáculas fueron
«más numerosos que en todos los textos clásicos» de los griegos y romanos, y pintan
una imagen un tanto diferente de ellos. En la literatura irlandesa los druidas —nombrado
como drui, draoi, drua y drai— son hechiceros con poderes sobrenaturales, que son
respetados en la sociedad, particularmente por su habilidad de realizar adivinación. Ellos
pueden lanzar hechizos y convertir a la gente en animales o piedras, o maldecir los
cultivos del pueblo para que se arruinen. Al mismo tiempo, el término druida es utilizado
a veces para referirse a cualquier figura que utilice magia, por ejemplo, en el Ciclo
feniano, son nombrados como druidas tanto gigantes como guerreros cuando estos
lanzan un hechizo, a pesar de que generalmente no se les refiere como tales; como
Ronald Hutton señaló, en la literatura irlandesa medieval, «la categoría de druida es muy
porosa».54

Cuando los druidas son retratados en las primeras sagas irlandesas y en el


conjunto de vidas de santos en el pasado precristiano de la isla, se les confiere
comúnmente un estatus social alto. La evidencia de los códigos legales, que fueron
escritos en los siglos VII y VIII, sugieren que con la llegada del cristianismo el papel de
druida en la sociedad irlandesa se redujo rápidamente a la de brujo que podría ser
consultado para realizar hechizos o practicar sanación mágica y, en consecuencia, su
prestigio declinó.55 De acuerdo con el Bretha Crólige, uno de los primeros tratados
legales, la atención a los enfermos debida a un druida, satírico y bandido (díberg), no
es más que la debida a un bóaire (un liberto ordinario). El Uraicecht Becc (Primer
pequeño), otro texto legal, da a los druidas un lugar entre los dóer-nemed o clases
profesionales que dependían de un patrón, junto a los obreros, herreros y artistas, en
oposición a los fili (poetas), que solamente disfrutaban del estatus de nemed, “libre”.56

Literatura galesa
Mientras que en las fuentes irlandesas los druidas son caracterizados
prominentemente, rara vez se los encuentra en sus contrapartes galesas. A diferencia
de los textos irlandeses, dryw, el término galés observado comúnmente para nombrar a
los druidas, es utilizado para referirse solamente a profetas y no a brujos o sacerdotes
paganos. Hutton ha señalado que hay dos explicaciones para el uso del término en
Gales: el primero es que este término fue un sobreviviente de la era precristiana, cuando
los dryw habrían sido sacerdotes antiguos, mientas que la segunda explicación es que
los galeses habían tomado prestado el término de los irlandeses, como sucedió en el
inglés (el cual utiliza los términos dry y drycraeft para referirse a magos y a la magia
respectivamente; muy probablemente, influenciado por los términos del irlandés).57

Arqueología

Corona del “Guerrero de Deal” usada posiblemente por druidas. Museo Británico.
58
La historiadora Jane Webster declaró que las «personalidades druidas... son
poco probables de ser identificadas arqueológicamente»,59 y dicho punto de vista ha
sido secundado por Ronald Hutton, quien declaró que «ningún artefacto o imagen
desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas≠».3
Mientras que A.P. Fitzpatrick, en el estudio de lo que creía sería el simbolismo astral de
las espadas de la Edad de Hierro, ha expresado dificultades para relacionar algún
material cultural, incluso el Calendario de Coligny, con la cultura druida.60No obstante,
algunos arqueólogos han intentado ligar descubrimientos fehacientes con registros
escritos de los druidas, por ejemplo, la arqueóloga Anne Ross relacionó lo que ella cree
ser la evidencia de sacrificios humanos en la sociedad pagana celta —como el cuerpo
momificado del hombre de Lindow— con los registros grecorromanos de sacrificios
humanos oficiados por los druidas.6162

En una excavación en Deal, condado de Kent (Inglaterra), fue descubierto el


“guerrero de Deal”, un hombre enterrado alrededor del 200-150 a.C., con una espada y
escudo, y llevando puesta una corona, demasiado delgada para ser un casco. La corona
es de bronce, tiene una banda ancha alrededor de la cabeza y una delgada franja que
cruza la parte superior de la cabeza. Fue usada sin ningún tipo de relleno debajo de ella,
pues restos de cabello fueron encontrados en el metal. La forma de la corona es similar
a las que fueron vistas en imágenes de sacerdotes romano-británicos varios siglos
después, dando lugar a especulaciones entre los arqueólogos de que ese hombre pudo
haber sido un druida.63
Recepción histórica del druidismo
Prohibición y declive durante la dominación romana
Durante la Guerra de las Galias entre el 58 y el 51 a.C., el ejército romano,
dirigido por Julio César, conquistó la mayoría de los cacicazgos tribales de la Galia, y
fueron anexionados como parte del Imperio Romano. De acuerdo con los registros
llevados a cabo en los siglos posteriores, los nuevos gobernantes de la Galia Romana
introdujeron medidas para librar de druidas a la región. Según Plinio el Viejo, fue el
emperador Tiberio (del año 14 al 37 d.C.) quien introdujo leyes prohibiendo, no solo a
los druidas, sino también a otros adivinos y curanderos, acción que fue aplaudida por
Plinio, creyendo que ello terminaría los sacrificios humanos en la Galia.64 Una
descripción un tanto diferente sobre los ataques legales de Roma hacia el druidismo fue
hecha por Suetonio, escrita en el segundo siglo de nuestra era, donde él señala que
Augusto, el primer emperador romano (cuyo mandato fue del 27 a.C. al 14 d.C.), había
decretado que nadie que fuera druida podría ostentar la ciudadanía romana, y esto fue
seguido de una ley expedida por el posterior emperador Claudio (del 41 al 54 d.C.) el
cual «suprimió completamente» a los druidas prohibiendo sus prácticas religiosas.65

Posible supervivencia tardía del druidismo insular


Véase también: Cristianización de Irlanda
La mayor evidencia de la tradición druida en las islas británicas es el cognado
independiente del céltico *druwid- en el céltico insular: el irlandés antiguo druídecht
sobrevive con el significado de “mágico” y el galés dryw con el significado de “vidente”.

Mientras los druidas como casta sacerdotal fueron extintos con la cristianización
de Gales, concluida a finales del siglo VII, los oficios de bardo y de “vidente” subsistieron
en el Gales medieval del siglo XIII.

El profesor de clásicos, Philip Freeman, discute una referencia tardía sobre el


término dryades, que traduce como druidesas, en un escrito del “cuarto siglo d.C. en
una colección de biografías imperiales conocida como la Historia Augusta, la cual
contiene tres pasajes cortos que involucran a mujeres galas llamadas “dryades”
(“druidesas”). Él señala que “en todos ellos, las mujeres pudieran no ser herederas
directas de los druidas que supuestamente habrían sido extintos por los romanos pero,
en todo caso, muestran que la función druídica de profecía continuó entre los nativos de
la Galia romana”.66 Sin embargo, la Historia Augusta es interpretada frecuentemente
por académicos como una obra en gran medida satírica, y esos detalles pudieron haber
sido introducidos de un modo cómico. Adicionalmente, las druidesas son mencionadas
en la mitología irlandesa tardía, incluyendo la leyenda del guerrero Fionn mac Cumhaill,
quien es levantado por el druida Bodhmall y una mujer sabia,6768 de acuerdo con la
Macgnímartha Finn, historia del siglo XII, perteneciente al Círculo feniano.

Historiografía y hagiografía cristianas


La historia de Vortigern, como fue descrita por Nennio, suministra una de las
pocas luces sobre la supervivencia druida en Gran Bretaña después de la conquista
romana: desafortunadamente, se reconoce que Nennio mezcla hechos y leyenda de tal
modo que actualmente no es posible reconocer la verdad que se encuentra en su texto.
El escribió que, después de haber sido excomulgado por Germán de Auxerre, el líder
británico Vortigern invitó a doce druidas para que le ayudasen.

En las vidas de santos y mártires, los druidas son representados como magos y
adivinos. En la vita de Columba de Adomnán, dos de ellos sirven como tutores de las
hijas de Lóegaire mac Néill, el Gran rey de Irlanda, a la llegada de San Patricio. Son
representados tratando de impedir el progreso de San Patricio y San Columba
produciendo nubes y niebla. Antes de la batalla de Culdremne (en el 561) un druida hizo
un hechizo llamado airbe drtad alrededor de uno de los ejércitos, pero el significado
preciso de ese término no es claro, se presume que pudiera referirse a un escudo de
protección. Los druidas irlandeses parecen haber tenido una tonsura peculiar. La
palabra drui es usada siempre para traducir el latín magus y, en un pasaje, San Columba
habla de Cristo como su druida. De igual modo, una hagiografía de San Beuno declara
que cuando el murió tuvo una visión de «todos los santos y druidas».

La Vita de Martín de Tours, escrita por Sulpicio Severo, relata como Martín se
topó con un funeral campesino, llevando el cuerpo en un manto funerario, el cual San
Martín confundió con algún ritual druida de sacrificio, «debido a que era la costumbre de
los campesinos galos, en su horrible locura, cargar a través de los campos las imágenes
de demonios cubiertas con un velo blanco». Así Martín detuvo la procesión levantando
su cruz pectoral, y «después de esto, las pobres criaturas debieron, al principio, ponerse
rígidas como piedras. Posteriormente, como, con toda la fuerza posible, intentaron
moverse, pero no fueron capaces de dar un paso más, comenzaron a girar de la manera
más ridícula, hasta que, no siendo capaces de sostener el peso, soltaron el cuerpo sin
vida». Al descubrir su error, Martín de nuevo levantó su mano para dejarlos proseguir:
«Así (señala el hagiógrafo) él, mientras le placía, los obligó a permanecer quietos y,
cuando consideró que era bueno, les permitió retirarse”».69

Romanticismo y resurgimiento moderno


Véase también: Neodruidismo

Ilustración ficticia de “Un Archi-druida y su hábito judicial”, tomado de Las


vestimentas originales de los habitantes de las Islas Británicas por S.R. Meyrick y C.H.
Smith (1815). La lúnula dorada es copiada de la Edad de Bronce irlandesa.b

"Los Druidas", por el pintor francés Alexandre Cabanel (1823-1890)


Desde el siglo XVIII, Inglaterra y Gales experimentaron un resurgimiento en el
interés sobre los druidas. John Aubrey (1626-1697) habría sido el primer escritor
moderno que vinculó Stonehenge y otros monumentos megalíticos con los druidas;
debido a que las opiniones de Aubrey fueron confinadas a sus cuadernos, la primera
audiencia amplia para esta idea fueron los lectores de William Stukeley (1687-1765).
John Toland (1670-1722) dio forma a las ideas sobre los druidas que estuvieron vigentes
durante la mayor parte de los siglos XVIII y XIX. Toland fundó en Londres la Orden del
Antiguo Druida la cual existió desde 1717 hasta su división en dos grupos en 1964. La
orden nunca usó (y continúa sin usar) el título de “archi-druida” para ningún miembro,
pero se le imputa retrospectivamente a William Blake el haber sido su “jefe electo” (de
los archi-druidas) de 1799 a 1827, sin corroboración en los numerosos escritos de Blake
o entre los investigadores modernos sobre Blake. John Toland estaba fascinado por las
teorías sobre Stonehenge de Aubrey, y escribió su propio libro acerca del monumento
sin dar crédito a Aubrey. El papel de los bardos en el Gales del siglo X había sido
establecido por Hywed Dda y por eso fue que durante el siglo XVIII emergió la idea de
que los druidas habrían sido sus predecesores.70

La idea del siglo XIX, de que bajo la presión cultural y militar de Roma, los druidas
constituyeron el núcleo de resistencia entre los galos en el primer siglo antes de nuestra
era, se formó debido a la lectura acrítica del episodio histórico de la Guerra de las Galias.
Esta idea fue examinada y desechada después de la Segunda Guerra Mundial,71
aunque sigue vigente en la historia popular.

Los druidas comenzaron a figurar de manera importante en la cultura popular


con la primera llegada del Romanticismo. La novela Les Martyris (1809) de
Chateaubriand, narra el amor fallido entre una sacerdotisa druida y un soldado romano;
aunque la idea de Chateaubriand era el triunfo del cristianismo sobre los druidas
paganos, la temática continuó dando frutos. La ópera provee un barómetro de la cultura
popular europea bien informada a principios del siglo XIX: en 1817 Giovanni Pacini llevó
al escenario a los druidas en la ciudad de Trieste con una ópera acerca de una druidesa,
La Sacerdotessa d'Irminsul cuyo libreto fue elaborado por Felice Romani. Para su libreto,
Romani reutilizó algunos de los trasfondos pseudodruídicos para dar color al clásico
conflicto teatral entre el amor y el deber. La historia era similar a la de Medea, como
había sido recientemente representada para una popular obra parisina de Alexandre
Soumet: la diva aria de Norma, “Casta Diva”, es la diosa de la Luna, siendo venerada
en la “arboleda de la estatua de Irmin”. La ópera más famosa sobre druidas, Norma, de
Vicenzo Bellini, fue un fiasco en La Scala, cuando se estrenó un día después de la
navidad de 1831; pero en 1833 fue todo un éxito en Londres.

Retrato de Giulia Grisi, caracterizada como “Norma” (1844).


Una figura central del romanticismo neodruida del siglo XIX fue el galés Edward
Williams, más conocido como Iolo Morganwg. Sus escritos, publicados póstumamente
como Los manuscritos de Iolo (1849) y Barddas (1862), no son considerados
verosímiles por los investigadores contemporáneos. Williams declaraba haber
recopilado el conocimiento antiguo en una «comunidad de bardos de las islas
británicas» que él había organizado. Varios investigadores consideran que todo o parte
del trabajo de Williams es una fabricación, y supuestamente varios de los documentos
en que se basa son de su propia invención, pero una gran parte de su trabajo ha sido
recopilado de fuentes meso-paganas que llegan a provenir de hasta el año 600 de
nuestra era. A pesar de ello, es imposible separar las fuentes originales del trabajo
fabricado y, mientras que trozos y porciones del Bardass todavía se encuentran en
algunos trabajos neodruídicos, los documentos son considerados irrelevantes por la
mayoría de los investigadores serios.

T. D. Kendrick disipó, en su obra de 1927, el aura seudohistórica que se le había


acumulado a los druidas,72 estableciendo que «se han escrito una cantidad prodigiosa
de tonterías acerca del druidismo»;73 sin embargo, el neodruidismo ha seguido dando
forma a la percepción pública de los druidas históricos. El Museo Británico es
contundente al respecto:

«Los druidas modernos no tienen conexión directa con los druidas de la Edad de
Hierro. Varias de las ideas populares acerca de los druidas se fundamentan en
malentendidos y conceptos erróneos de estudiosos de hace 200 años. Esas ideas han
sido superadas por los descubrimientos y estudios más recientes.»74

Varias corrientes del druidismo contemporáneo son una continuación del


resurgimiento del siglo XVIII y así es que en buena parte se estructuran sobre escritos
producidos en ese siglo y también por fuentes y teóricos de segunda mano. Algunos son
monoteístas. Otros, como el grupo druida más grande en el mundo, la Orden de los
bardos, ovatos y druidas, se basan en un amplio rango de recursos para sus
enseñanzas. Miembros de los grupos neodruidas pueden ser neopaganos, ocultistas,
reconstruccionistas, cristianos o espiritualistas de cualquier tipo.

Investigación contemporánea
Nuevas formas de crítica filológica y métodos arqueológicos fueron desarrollados
en el siglo XX, permitiendo una mayor asertividad en el entendimiento del pasado, varios
arqueólogos e historiadores publicaron libros sobre los druidas y llegaron a sus propias
conclusiones. El arqueólogo Stuart Piggott, autor de Los druidas (1968), dio crédito a
las fuentes grecorromanas y consideró que los druidas eran una clase sacerdotal
bárbara y salvaje que realizaba sacrificios humanos.75 Este punto de vista fue
ampliamente respaldado por la arqueóloga Anne Roos, autora de La pagana Gran
Bretaña celta (1967) y La vida y muerte de un príncipe druida (1989), aunque ella creía
que los druidas eran esencialmente sacerdotes tribales, teniendo más en común con los
chamanes de las sociedades tribales que con los filósofos clásicos.76 El punto de vista
de Ross fue ampliamente aceptado por otros dos arqueólogos destacados que
escribieron sobre la materia, Miranda Aldhouse-Green77 —autora de Los dioses celtas
(1986) Explorando el mundo de los druidas (1997) y Los druidas de César: historia de
un sacerdocio antiguo (2010) —y Barry Cunliffe, autor de Las comunidades de la edad
de hierro en la Gran Bretaña (1991) y Los antiguos celtas (1997)78

Cultura popular contemporánea

Neodruidas recibiendo al Sol en 2005.


Uno de los druidas más conocidos en la cultura popular es Panoramix, del
célebre cómic Astérix, creación de René Goscinny y Albert Uderzo. Viste una túnica
blanca y porta una hoz de oro. Es, de hecho, gracias a una poción mágica preparada
por Panoramix, que los aldeanos de la villa de Astérix poseen una fuerza sobrehumana
que les permite resistir a la invasión romana.
El cómic Sláine, que está basado en la cultura celta, recoge la figura del druida
como un sacerdote, al igual que bastantes elementos que tradicionalmente se atribuyen
a los druidas, como el realizar sus cultos en arboledas o el caldero.
En el juego Dungeons & Dragons aparece la figura del druida, con funciones
semejantes a las de un mago.
En los videojuegos Argentum Online, World of Warcraft, Diablo II: Lord of
Destruction, Praetorians y Tibia los druidas son personajes o clases jugables.
En el juego Castle Clash los druidas son héroes principales, los cuales ejercen
un rol de magos sanadores y de soporte.
Generalmente en juegos de rol y universos de fantasía, los druidas son una
variante del mago ordinario, orientada a los poderes de la naturaleza.
En la serie de MTV Teen Wolf, los druidas son introducidos como los asesores
de las manadas de hombres lobo, puesto que según la leyenda, tras el hechizo de Zeus,
Lycan y sus hijos, en forma de lobos, pidieron ayuda a los druidas para volver a ser
humanos.79
En el videojuego SmackDown vs Raw 2011 el druida aparece cómo personaje
desbloqueable, tras finalizar la misión "vs. Undertaker".
En la serie Outlander, la protagonista Claire Beauchamp presencia un ritual de
druidas en torno a Craigh na dun, un crómlech por el que viajará al siglo XVIII.

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