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Al ser un producto que está continuamente en contacto con la humedad y las bacterias
de la boca, se recomienda cambiarlo periódicamente, aproximadamente cada tres o
cuatro meses. Eso supone una media detres o cuatro cepillos desechados al año por
una sola persona. Suponiendo que una persona viva 80 años, supondría más de 300
cepillos que terminan en los basureros o, lo que es peor, arrastrados hasta el campo o
el mar.
otro problema añadido es la gran cantidad de agua que se necesita para fabricar ese
plástico, por cada kilogramo de plástico fabricado han hecho falta unos 2000 litros de
agua en su proceso de fabricación, desde la extracción del petróleo hasta tener el
producto acabado.
Alternativas
Lógicamente, dejar de usar el cepillo de dientes no es una opción. Sin embargo, sí que
se puede optar por cepillos fabricados a base de materiales biodegradables, como
el bambú. En los últimos años ha crecido notablemente el número de empresas
dedicadas a la fabricación de este tipo de productos, que no solo prometen no generar
residuos, sino además disminuir los daños ambientales que supone su propia
fabricación.
Y es que, por lo general, el 50% de este coste ambiental tiene lugar durante la
fabricación y el transporte del producto, para el que se utilizan materiales derivados
de recursos fósiles, como el petróleo. En cambio, el bambú es una planta que crece
muy deprisa, sin necesidad de muchos cuidados especiales, por lo que haría muy
sencilla y rápida su recolección.
Otra opción biodegradable de cepillos de dientes serían los que están fabricados a
base de madera de haya y pelo de cerdo. No suena muy agradable lavarse los dientes
con el pelo de este animal pero, una vez tratado, no tendría por qué diferenciarse
mucho del resto de cepillos.
De cualquier modo, también es conveniente saber qué hacer con los cepillos de
plástico convencionales. Al no ser envases, no pueden desecharse en el contenedor
amarillo, pero eso no quiere decir que no puedan reciclarse. Por ejemplo, se les puede
dar una segunda vida, con un cometido muy diferente, como la limpieza de zonas
pequeñas, como juntas de baldosas o teclas de ordenador.
Este sea quizás el punto más flojo por el momento en lo que a reciclaje de cepillos de
dientes se refiere; la escasez de puntos limpios dedicados a su retirada. Puede que en
un futuro haya más de estos, si aumenta la concienciación en torno al tema. Hasta que
eso ocurra, utilizar alternativas biodegradables o darles una segunda vida no deja de
ser una buena opción.
1. Son asequibles
5. Uso de material sostenible, ya que el bambú es una de las plantas que crecen
más rápido del planeta
8. No suele acabar con moho o suciedad en el baño como muchos podrían pensar
9. Material biodegradable
Datos:
-Kilos de plástico equivalentes a los cepillos de dientes desechados por una persona
en su vida: 5.