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Altamira, César

Los marxismos de fin de siglo – 1ª ed. - Buenos Aires: Biblos, 2006.


376 p. ; 23 x 16 cm.

ISBN-10: 950-786-560-8
ISBN-13: 978-950-786-560-2

1. Teorías Políticas - Marxismo. I. Título


CDD 320.531 5

A mi padre quien, a pesar de su temprana muerte,


me cuidó con enorme sensibilidad social y alegría
manifiesta.

A mi madre, quien afrontó la vida con la dignidad


que obtura toda resignación, con la fortaleza sufi-
ciente para contraponerse a sus tribulaciones; por
quien sentí un noble y puro afecto, que ella cultivó
celosamente.

A mi hermano Carlos Felipe, para quien, como otros


tantos treinta mil, el tiempo se acabó tan temprano;
Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.p
porque está muy presente en mi interior, tras un si-
Coordinación: Mónica Urrestarazu
lencio que a veces se vuelve insoportable, y porque
Armado: Ana Souza
resultaría casi indecente no recordarlo.
© César Altamira, 2006
© Editorial Biblos, 2006
Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires
editorialbiblos@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com
Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723
Impreso en la Argentina

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la trans-


misión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea
electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el per-
miso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Esta primera edición de 2.000 ejemplares


se terminó de imprimir en Primera Clase,
California 1231, Buenos Aires,
República Argentina,
en noviembre de 2006.
Me parecía además que esos males provenían de
poner toda la felicidad o infelicidad en una sola co-
sa, es decir, en la cualidad del objeto a que estamos
ligados por amor. En efecto, lo que no se ama no en-
gendra nunca disputas, ni tristeza si se pierde, ni
envidia cuando otro lo posee, ni terror, ni odio; en
una palabra, ninguna conmoción del alma. Pero
ocurre todo esto cuando amamos cosas perecederas.
BARUCH SPINOZA,
Tratado de la reforma del entendimiento
Agradecimientos

Las críticas, sugerencias y propuestas de mis amigos Giuseppe Cocco, Ale-


jandra Corvalán, Carlos Morera Camacho, Toni Negri y Antonio Rojas Nieto
me fueron de gran provecho. Les estoy cálidamente agradecido. De cualquier
manera soy el único responsable de las interpretaciones, errores y otras debi-
lidades que puedan acompañar al libro.
Un reconocimiento particular a Mónica Urrestarazu por su cuidadosa lec-
tura, corrección e indicaciones realizadas para una mejor comprensión del
texto.
C.A.
Índice

Prólogo, por Toni Negri .......................................................................... 15

Introducción............................................................................................ 21
Marxismo y revolución informática.......................................................... 27
Marxismo y lectura crítica ........................................................................ 32
El capitalismo posmoderno ...................................................................... 40
Hacia una teoría del antagonismo de clase ............................................ 50
La composición de clase y los ciclos de lucha .......................................... 53

Capítulo 1
La escuela francesa de la regulación ................................................ 73
De la variabilidad en el tiempo y en el espacio de
las leyes económicas… ........................................................................ 76
… a los diferentes modos de desarrollo.................................................... 79
Del carácter particular de la crisis de los 70… ...................................... 84
… a la crisis de la teoría de la regulación................................................ 89

Capítulo 2
El obrerismo italiano ............................................................................ 95
Introducción .............................................................................................. 95
Antecedentes políticos del obrerismo .................................................... 102
Los Quaderni Rossi ............................................................................ 102
El obrerismo propiamente dicho: Classe Operaia.................................. 118
Romano Alquati, la subjetividad obrera y Classe Operaia .................. 125
Teoría y práctica ...................................................................................... 127
Potere Operaio y el fin de Classe Operaia ............................................ 129
John Maynard Keynes y el Estado-plan ................................................ 140
El autonomismo obrero .......................................................................... 142
Ciclos de lucha y composición de clase .................................................. 169
Presente y futuro del obrerismo ............................................................ 175
Capítulo 3 Prólogo*
El open marxism .................................................................................. 181
Introducción ............................................................................................ 181 Toni Negri
Marxismo como emancipación: relación entre teoría y práctica .......... 190
El estado de los estudios del Estado en la época .................................. 197
El Estado en el open marxism ................................................................ 201
La periodización del Estado.................................................................... 204
Simon Clarke y la escuela de la regulación .......................................... 210
Estado, mercado y capital global............................................................ 216
Werner Bonefeld, Joachim Hirsch y la “reformulación” ...................... 221
John Holloway ........................................................................................ 226
Bob Jessop y su crítica al open marxism .............................................. 231
De la lucha de clases a las formas del valor...................................... 231 “Cualesquiera sean las vicisitudes del presente, un capitalismo posmoder-
De la forma valor a la lucha de clases .............................................. 234 no exige necesariamente que se le oponga un marxismo posmoderno”, di-
Estrategias de acumulación y proyectos hegemónicos .................... 240 ce Fredric Jameson. El libro de Altamira interpreta esta afirmación. En
John Holloway: forma Estado y globalización ...................................... 244 efecto, el autor nos ofrece, en primer lugar, una cartografía del marxismo
Totalidad, forma y crítica en el open marxism: una crítica .................. 253 contemporáneo renovado en la polémica contra el capital posmoderno. En
la cartografía se han señalado y estudiado los bloques del pensamiento
Capítulo 4 económico y político, de origen marxista, que desarrollan su análisis adop-
Open marxism versus autonomismo obrero.................................. 265 tando la especificidad del posmodernismo; en segundo lugar, se describen
Teoría crítica y autonomismo: subjetividades encontradas .................. 265 los bloques de pensamiento que sostienen una práctica colectiva revolu-
Excursus 1: open marxism y organización política .......................... 276 cionaria en este nivel de enfrentamiento. De tal modo la genealogía se
Excursus 2: Autonomismo y organización política............................ 280 transforma (siguiendo un criterio que va desde la interioridad al posmo-
La relación capital-trabajo...................................................................... 286 dernismo hasta el enfrentamiento con éste) en topología; es decir, en un
De la dialéctica engelsiana a la negación no dialéctica ........................ 307 cuadro de dimensiones cognoscitivas políticas que sirven ya para com-
prender y desarrollar, ya para criticar y excluir las posiciones teóricas
Capítulo 5 asumidas por la cartografía.
Hacia una teoría del conocimiento materialista.......................... 329 ¿Qué excluye Altamira de su análisis? Las arqueológicas (aunque se
Sobre las diferencias y coincidencias entre Louis Althusser y hayan renovado) teorías del pensamiento crítico que fueron válidas has-
Gilles Deleuze .......................................................................................... 329 ta 1968: vale decir, el marxismo crítico de Frankfurt y el marxismo ter-
Teoría y práctica en Toni Negri .............................................................. 337 cermundista (o más bien las teorías de la dependencia, las teorías anti-
Del antagonismo (versus dialéctica) a la constitución sistémicas del imperialismo, etcétera). Por cierto, Altamira tiene en
del “comunismo” .................................................................................. 357 cuenta su contribución y la integra (citando o no las fuentes; poco impor-
ta) en su trabajo crítico. Obsérvese que esta exclusión marca un cambio
Bibliografía .......................................................................................... 367 de época, una cesura que no sólo debe ubicarse en la realidad sino tam-
bién en el pensamiento. No es fácil decidir con fuerza polémica y digni-
dad teórica si el pensamiento de Adorno-Horkheimer, de Wallerstein-
Arrighi o de Samir Amin no valen más como argumentos para compren-
der el presente. Es preciso agregar que el pensamiento de todos ellos, se-

* Traducción del italiano: Rosa Corgatelli.


[ 15 ]
16 Toni Negri Prólogo 17

leccionado con esmero, puede incluirse en un nuevo proyecto teórico. Al- la regulación como un momento de transición entre una crítica objetivis-
tamira así lo considera, y asume la seria tarea de comenzar a desarrollar ta de la relación capitalista de producción y una apertura teórica más allá
un análisis del marxismo presente sopesando, aceptando y/o excluyendo del fordismo. Sin embargo, esta transición no se da en la escuela de la re-
estas grandes tradiciones. Era necesario hacerlo, y Altamira lo hace. En gulación. Su conciencia crítica no es adecuada a las tareas de la transición
el marxismo que se opone al posmodernismo, el pensamiento de los au- crítica.
tores de los que hablamos hasta ahora se presenta en un horizonte insu- La segunda escuela que considera Altamira es ese bloque de experi-
ficiente para construir una crítica eficaz. Habían interpretado el desarro- mentación teórica que, a partir de Edimburgo y del encuentro de intelec-
llo y la crisis como algo que trascendía el terreno de la lucha: hoy se tra- tuales críticos de origen inglés y alemán, se expresa en las revistas Capi-
ta de restituir esa interpretación de la lucha. Porque la lucha se ha tor- tal & Class y Common Sense. Altamira expone esta propuesta teórica en
nado posible también en la posmodernidad. open marxism. Un cambio muy interesante, y me parece que el autor nos
¿Qué comprende, qué incluye el análisis de Altamira? “Nuestro propó- ofrece aquí un análisis teórico agudo y competente, una reseña exhausti-
sito es avanzar en una caracterización de las principales corrientes teóri- va. Siguiendo su argumentación, se capta con bastante claridad la alter-
cas marxistas que se han desarrollado y extendido en los últimos veinte nancia –en la neblinosa Edimburgo– de los diversos puntos de vista (y el
años, contemporáneamente al estancamiento crítico del capitalismo hacia enfrentamiento entre ellos), entre el althusserismo teórico, por un lado, y
la mitad de la década de 1970. Nos referimos a la escuela de la regulación por el otro, las primeras resonancias del operaismo italiano en el debate
francesa, a la escuela de Edimburgo vinculada con las revistas Capital & internacional. Altamira opina que la crítica y la superación de la escuela
Class y Common Sense, y finalmente al operaismo1 italiano y su continua- de la regulación han actuado con extrema coherencia en el seno de esta
ción en la autonomía obrera.” Todas estas teorías son hijas, de una u otra escuela. Advierte, además, cuán bien entendidas e interpretadas se ha-
forma, de la gran crisis capitalista que puso fin a los denominados veinti- llan, en la teoría de la “forma-capital” (de origen germánico), muchas nue-
cinco “años gloriosos” del desarrollo capitalista. Si sólo se tiene presente vas aperturas e intuiciones de la transición del fordismo al posfordismo,
esta referencia topológica, se comprende que la elección de Altamira es de del modernismo al posmodernismo en la continuidad de la crítica marxis-
orientación teórica. Razona a partir de la crisis del capital, o, mejor dicho, ta. La evaluación que se da en open marxism es fundamentalmente posi-
del concepto de capital como crisis. Lo que le interesa es considerar el ca- tiva: concordamos con este punto de vista.
pital como relación conflictiva –o más bien antagónica–, y seguir este an- Pero, en el sucederse de las nuevas tendencias críticas y políticas, en la
tagonismo y su dinámica desde el ámbito de la fábrica hasta lo social. Di- tercera posición que se analiza, queda claro que son el operaismo italiano
gamos, del primero al tercer tomo de El capital. Este concepto de capital y ese autonomismo obrero los que más parecen interesar a Altamira. En
es también argumento del análisis genealógico, interpretación real del de- el operaismo hay dos conceptos (mejor dicho, dos estructuras de pensa-
sarrollo de las teorías. miento crítico) que le parecen válidos: el primero es el de composición de
Tomemos, en primer lugar, la escuela francesa de la regulación, que clase, que permite analizar el desarrollo histórico de la relación entre tec-
evoluciona en el seno de la fase fordista del desarrollo económico capita- nologías y subjetividad, y por lo tanto vincular la estructura del capital
lista. La crítica de este desarrollo es su fundamento; el modelo de análi- constante y la independencia relativa del capital variable, es decir, de la
sis es conflictivo y antagónico: se percibe lo nuevo del desarrollo capitalis- fuerza de trabajo, y caracterizar esta relación en las diversas formas que
ta después de 1968, es decir, su crisis. Altamira nos ubica dentro de esta asume; el segundo concepto es el de la ciclicidad de la lucha, o bien el des-
situación y dentro de la riqueza de las aperturas que ella ofrece, en el ni- cubrimiento de la célula productiva del proceso histórico de transforma-
vel tanto del análisis económico como del análisis del Estado, y desde lue- ción de la subjetividad y de la instancia tradicional. Altamira trabaja mu-
go en relación con el proyecto de las políticas de emancipación. El análi- cho a partir de estos conceptos. Los sitúa, por así decirlo, en el centro de
sis es atento y amplio. Da la impresión de que Altamira ve la escuela de la crítica y del proyecto de reconstrucción teórica que recorre el libro.
Ahora, sobre la base de las exhortaciones de Altamira, volvamos a los
tonos fundamentales del discurso operaista, tomemos ese núcleo de pro-
1. Operaismo (traducido literalmente, “obrerismo”): término que designa un movimiento po-
ducción y libertad que es tan importante para el análisis. No es casual que,
lítico y filosófico que surgió en Italia en la década de 1960, impulsado por la clase obrera a partir de la percepción de este núcleo libertario de pensamiento –mejor
(operaia) industrial. (N. de la T.) dicho, de crítica y de acción política–, Altamira subraye aquí la colusión ob-
18 Toni Negri Prólogo 19

jetiva que pensadores críticos como Bonefeld, Holloway o Jean-Marie Vin- mo autónomo, que reúnen y completan las de la escuela de la regulación
cent han encontrado en las corrientes más vivas del operaismo italiano. Si y las de open marxism, entonces el análisis debe adentrarse en el terreno
miramos el libro desde este punto de vista –esto es, desde el punto de vis- social y criticar las condiciones sociales del desarrollo capitalista. La rela-
ta de la relación entre las escuelas–, podemos comprender que estos cho- ción de capital no es simplemente lo que se extiende entre el trabajador y
ques objetivos representen también un agencement teórico riguroso y polí- el patrón en la industria. Es, además, lo que se extiende entre capitalista
ticamente eficaz. La regulación francesa y el open marxism se nos presen- colectivo y trabajador social. En América Latina el proceso político que ha
tan coherentemente, no sólo como simples materiales criticados, sino como llevado al surgimiento de un sujeto social en la lucha anticapitalista ha
líneas de desarrollo y de creatividad teórica, también y sobre todo dentro sido rápido e impetuoso. Al describir las condiciones actuales de la lucha,
del operaismo. Si luego hacemos cuentas no sólo con el desarrollo teórico no describimos sólo el presente: nos abrimos, en el presente, a aquellas
de estas escuelas de pensamiento sino también con su actuación política y tendencias y tensiones que el colonialismo y el capitalismo nacional y fas-
militante, veremos que es en la coherencia militante del operaismo que el cista habían bloqueado durante siglos. Son las tendencias de la alter-mo-
desarrollo del pensamiento revolucionario pudo encontrar un alma. En dernidad, las fuerzas –a menudo obreras, a veces indígenas, siempre an-
efecto, aquí la matriz conflictiva de la subjetividad obrera en la organiza- ticapitalistas– de un nuevo proletariado, de una multitud que quiere
ción del trabajo ha logrado reconocerse y mostrarse como lucha de clases construir la liberación y la emancipación del régimen capitalista. En el
en la relación social y ahora se propone como fuerza multitudinaria en la biopoder (que en América Latina comprende una historia pasada, antigua
relación global de lucha contra el capitalismo. El deseo de libertad que vi- y moderna) estamos de todos modos sumidos en la era del posmodernis-
ve en las páginas de Altamira, el odio por los regímenes militares (el ar- mo. Debemos saber reconocer la vida como sometida, interior, dominada
gentino que ha escrito este libro sabe bastante del tema), las idiosincrasias por el capital. Pero debemos hacer emerger la ruptura en la vida. Tam-
polémicas en lo que atañe a todo esto obligan a la historia a repliegues re- bién aquí se enfrenta a la patronal posmoderna, con todos los que nos di-
presivos... Yo los he encontrado en este libro, transformados y/o compren- cen que el biopoder es insuperable o, peor aún, que el biopoder es inevita-
didos en la línea teórica. ble. No, el colonialismo y la colonización capitalista de la vida común no
El carácter fundamentalmente “teórico” de este libro se articula con son inevitables. En América Latina todo esto es evidente. Quiero decir
una apertura “didáctica”. Ya hemos señalado, por ejemplo, cómo el análi- que también en otros lugares está claro, pero en América Latina esta cla-
sis del open marxism representa una transición en extremo útil, incluso ridad adopta niveles masivos. Allí el siglo XXI es algo verdaderamente
desde el punto de vista de la información. No son cosas que se puedan ol- nuevo. Altamira nos ha mostrado las bases teóricas de la evidencia de un
vidar al evaluar y presentar una obra. También para mí –aunque he par- antagonismo global.
ticipado de la discusión de los compañeros ingleses, y en particular en la Otros elementos dignos de subrayar en este libro son la lealtad y la co-
Convención de Coventry (punto de apertura de una nueva fase de análi- rrección con que Altamira introduce a los autores sobre los que trata. In-
sis)– esta actitud didáctica de Altamira es importante (y grata). cluso cuando critica, su lenguaje y su juicio son en extremo respetuosos.
Sin embargo, no se trata de insistir demasiado sobre este aspecto (di- No es éste hoy un detalle secundario en el tono y el desarrollo del debate.
dáctico) de la obra y del discurso de Altamira. Comenzamos diciendo que El capitalismo se halla en una gran crisis; además, se multiplican las pro-
se trataba de una cartografía útil de algo que, debatido en el terreno po- puestas de revolucionar este mundo; el retorno a la esperanza del comu-
lítico y de la crítica económica en los últimos veinte años, había asumido nismo se ha extendido entre muchos. Al observar el desarrollo de otros
el posmodernismo como su objeto polémico; hemos comprendido que exis- grandes regímenes de pensamiento en la historia de la humanidad, se
tía dentro y fuera del contexto y, por ende, de este análisis. Resta ahora puede decir que hoy estamos en una fase de construcción “patrística” del
decir que este libro no es sólo un libro universalmente útil, que puede cir- comunismo. No se trata de “padres” cristianos, ni islámico-árabes, ni libe-
cular en forma global; se trata de añadir que también introduce temáti- ral-calvinistas: se trata de militantes comunistas. El estilo de lectura y de
cas específicas y una elevada calidad de debate político, que hoy es propia crítica de César Altamira se mueve en el seno de una genuina y fuerte
de América Latina. La crítica del capital y las escuelas marxistas deben construcción común de pensamiento revolucionario.
ya ceder (transitando de la crítica de la acumulación capitalista a la críti- Venecia, julio de 2006
ca del welfare capitalista) a la identificación del biopoder y su crítica a
partir del terreno biopolítico. Si son correctas las conclusiones del operais-
Introducción

Un consenso parece haberse consolidado últimamente entre los estudio-


sos de la economía y de los diversos campos sociales: la sospecha de que
algo nuevo está efectivamente sucediendo; que el mundo tal como se nos
presenta se está desmaterializando; o, como planteó Karl Marx en otros
tiempos, que “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Simultáneamente so-
brevuela la idea de que de alguna manera este proceso cuestiona de con-
junto el modelo conceptual desarrollado y que dio sentido al viejo mundo
material. Se nos dice que estamos frente a un universo paradójico: geogra-
fías sin distancias, historia sin tiempo, valor sin materia, transacciones
sin efectivo. Se trata de un mundo económico asentado cómodamente so-
bre una estructura filosófica del tipo de la sustentada por Jean Braudi-
llard, donde toda la realidad ha devenido simulacro y los actos humanos
se reducen a manipulación de abstracciones. En ese contexto se ha gesta-
do una nueva ortodoxia que considera al conocimiento como la única fuen-
te de valor, donde el trabajo es una contingencia deslocalizable y la globa-
lización, un proceso inexorable e inevitable que vuelve inútil toda resis-
tencia social. Se trata de la emergencia de un sentido común que tras la
incorporación de espacios como los de la legislación laboral, el nivel del
gasto social del Estado, la validez de los derechos privados y las políticas
de medio ambiente intenta legitimar una agenda política nueva ante el
escenario de una nueva fase de acumulación de capital.
Paralelamente no fueron pocos quienes, ante el colapso del socialismo
real reconocido en la desintegración de la ex Unión Soviética y su bloque
europeo y la posterior integración de China al mercado mundial,1 sellaron
el destino del marxismo como teoría acabada, obsoleta y errónea. La lar-

1. Desde 1980 el peso de China en el mercado mundial se triplicó y pasó de menos de 1 a 3


por ciento. China se ha convertido en el segundo país destinatario de los flujos de inversión
directa (FDI) extranjeros después de Estados Unidos (Centre d’Études Prospectives et d’In-
formations Internationales, 2000).

[ 21 ]
22 César Altamira Introducción 23

ga serie de acontecimientos –rebeliones populares, creciente inestabilidad en el siglo pasado, como resultado de los cambios alcanzados en la rela-
política, crisis económicas, represiones sangrientas, enfrentamientos di- ción de los movimientos comunistas y el capitalismo contra el que lucha-
rectos con las fuerzas de seguridad en todas las latitudes– que anticipa- ron. La guerra irremediable establecida entre los combatientes anticapi-
ban una probable victoria de la izquierda y el colapso capitalista fueron talistas y el capital está sujeta a una permanente transmutación que re-
rápidamente desplazados y trastocados por un capitalismo que, lejos de fleja las diversas maneras a que echan mano los contrarios para hacer
agonizar, se paseaba ahora mundialmente triunfante mientras se proyec- frente a las estrategias del enemigo, tras un movimiento helicoidal, de
taba como sistema social eterno. El “fin de la historia” proclamado por malicia infinita y reforma permanente, que puede ser quebrado sólo cuan-
Francis Fukuyama proyectaba la supuesta superioridad innata de un ca- do uno de los contendientes elimina al otro. Inherente al proceso mismo
pitalismo moderno asentado en una moderna tecnocracia que lo catapul- se manifiesta una problemática relacionada con la introyección y el espe-
taba como sistema por excelencia para el desarrollo de la humanidad. jamiento producido en el comportamiento social de los dos contendientes.
Sin embargo, el trabajo de Fukuyama habría de generar una sorpren- Visto así, bien puede entenderse el leninismo como un marxismo fatal-
dente defensa del marxismo como teoría aún socialmente válida. En efec- mente sobreadaptado a un particular momento en el desarrollo del capi-
to, tras una mordaz crítica a las tesis del “fin de la historia” de Fukuya- talismo que, sustantivado en el fordismo, adquirió características propias:
ma, Jacques Derrida (1995) salió al cruce de aquella concepción de moda división taylorista del trabajo, mecanización industrial, énfasis en la or-
que veía en el fin del socialismo real la conjura del espectro de la revolu- ganización de masas, etcétera.
ción que había obsesionado al capitalismo durante tanto tiempo. Tras la Sin embargo, más allá de la falsa proyección de intentar identificar el
idea de un marxismo múltiple y maleable que contrastaba con aquella lec- fin del marxismo con la desintegración del bolchevismo, es posible acep-
tura que veía y ve en el marxismo un cuerpo de pensamiento monolítico, tar (igualmente) una lectura de espacios abiertos en los cuales sea posible
Derrida antepuso una lectura basada en una multiplicidad de entrelaza- pensar el surgimiento de nuevas genealogías marxistas, capaces de ima-
mientos e hilos radicalmente contradictorios, desafiando en ese acto toda ginar un horizonte crítico diferente. Lo que convierte esta proyección en
creencia acerca de que la tradición bolchevique hubiera agotado de mane- realidad viviente es precisamente el hecho de que el capitalismo posfor-
ra definitiva la herencia marxista. Antes de considerar al marxismo un dista, en la era del conocimiento, traza simultáneamente tendencias más
campo de ideas obsoletas en tiempos de la revolución informática, Derri- catastrofistas y conflictos sociales de mayor amplitud y densidad social
da planteará que sólo a la luz de ciertos desarrollos informáticos es como que los experimentados durante el fordismo. La liberación alcanzada por
podemos revalorizar algunos temas en el trabajo de Marx, como su énfa- la computarización, las telecomunicaciones y los sistemas de redes infor-
sis en la automación e internacionalización de la producción. De ahí que máticas de control de la producción, en un contexto de mercantilización
Derrida pudiera concluir en una lectura del marxismo como espectralidad generalizada, está generando masivas crisis de desempleo tecnológico,
proyectado en su extraño rechazo a permanecer muerto y enterrado, con- monopolización de la cultura, privatización de los campos del conocimien-
cepción profundamente vinculada al entorno inmaterial y crecientemente to, vitales para la subsistencia de la especie humana, y últimamente la
espectral de la naturaleza virtual del tecnocapitalismo contemporáneo. transformación de los seres vivos guiada por el mercado. En respuesta a
Más allá de la originalidad de Derrida sobre la herencia marxista, sus estos desarrollos emergen nuevas formas de resistencia y contrainiciati-
puntos de vista han resultado relevantes: la concepción del marxismo co- vas. Y en la medida en que la fuerza de choque ante estos movimientos si-
mo diversidad permitía discutir, aunque más no fuera en clave posmoder- ga siendo el capitalismo cualquiera sea la adjetivación que le demos –pos-
na, de marxismos antes que de marxismo. En realidad esta heterogenei- fordista, informacional o posmoderno–, los trabajos de Marx siguen sien-
dad estructural se remonta a la obra del propio Karl Marx, en la medida do pertinentes para su análisis, al tiempo que proveen a los contendien-
en que escribió y expuso cosas diferentes en tiempos diferentes y no todas tes de una fuente vital para una lectura crítica del proceso. Como Fredric
consistentes; este abordaje significa acordar en que no todas las lecturas Jameson (1996) formuló en un contexto diferente: “Cualesquiera sean las
marxistas pueden ser acomodadas de manera coherente. En el desarrollo vicisitudes, un capitalismo posmoderno necesariamente llama a un mar-
histórico del marxismo estos puntos de vista han sido seleccionados, per- xismo posmoderno contra él”.
mutados y combinados de las más diversas formas, cuando no de manera A lo largo de los últimos veinticinco años de posfordismo y moderna
francamente antagónica. La veta leninista, como manifestación de una de reestructuración del capitalismo, los elementos teóricos del marxismo me-
estas formas de marxismo, mantuvo una particular preferencia histórica tamorfoseado se han recompuesto lentamente y provisto de una insospe-
24 César Altamira Introducción 25

chada audacia a pesar de la descomposición social que ha acompañado a la es la ceguera que observa ante el racismo y el patriarcado, la negativa a
derrota. Se trata de un marxismo que, aprendiendo del fracaso del experi- incorporar en sus análisis la diversidad cultural y el triunfalismo cientí-
mento bolchevique, pretende dibujar, a partir de la multiplicidad de los es- fico que proyecta. Simultáneamente, esta lectura crítica del marxismo
critos de Marx, caminos diferentes de los ensayados por el leninismo, al pretende acreditar la perseverancia demodée y el error del marxismo a la
tiempo que transforma la materialidad absorbida en las condiciones de ex- presencia descalificante del sexismo y a la represión política en los parti-
plotación y en la propia rebelión promovida en la era de la información. dos y regímenes del socialismo real.
De cualquier manera, consideramos que la reconstrucción del marxis- Como resultado de estas críticas se fortalecieron aquellos enfoques
mo no podrá hacerse sin confrontar simultáneamente con aquella otra lí- posmarxistas apoyados entre otros por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
nea crítica que proviene ya no de los modernos partidarios del mercado, En efecto, ambos autores proponen un lenguaje y un discurso diferentes
sino que se nutre y abreva en los denominados nuevos movimientos socia- en reemplazo del determinismo y el mecanicismo económico asentado en
les: el feminismo, el movimiento gay y de lesbianas, los “verdes”, los gru- la determinación clasista. Las relaciones de clase, según ellos, no deben
pos antirracistas, los defensores de los derechos humanos, etc. En efecto, ser vistas como relaciones privilegiadas sino como una relación más entre
en el mundo de estos movimientos sociales se proyecta con fuerza la idea un conjunto de identidades semióticamente construidas. La extracción de
de que éstos, a partir de los 60, habrían desplazado la vieja lucha de cla- plusvalía se debe incluir simplemente como un rango de la opresión y do-
ses –con la que el marxismo se sentía tan identificado– como la fuente de minación capitalista, compartiendo las jerarquías espaciales con el sexis-
mayor disenso y enfrentamiento en las sociedades capitalistas avanzadas. mo, el racismo, la homofobia y el industrialismo, sin que ninguna de es-
El fenómeno se encontraría igualmente relacionado con las nuevas condi- tas condiciones posea prioridad sobre las otras. Las políticas progresistas
ciones informáticas de la automatización, la computarización y la relevan- impulsadas por estos autores deben repensarse, a partir de una base más
cia alcanzada por los medios. popular y plural, como una serie de luchas heterogéneas contra diversas
Para los teóricos de los movimientos sociales, como Alain Touraine relaciones de subordinación que, si bien distintas, pueden vincularse en
(1973) y Alberto Melucci (1989), las nuevas formas de agitación y rebelión un proyecto aunque no revolucionario, sí de democracia radical (Laclau y
social se encuentran relacionadas específicamente con el surgimiento de Mouffe, 1987: 199).
un nuevo orden posindustrial, donde la mano de obra desempeña una fun- No puede negarse la pertinencia de algunas de las críticas formuladas
ción secundaria y la emergencia de formas de poder tecnocrático sin pre- con relación a las omisiones de Marx: la ausencia en sus escritos de aná-
cedentes ha promovido nuevas formas de lucha, más allá de la reconocida lisis en términos de sexo, etnias, e incluso de destrucción de la naturale-
existencia de las luchas convencionales. Si bien es cierto que tal interpre- za. Sin embargo, ello no autoriza a suscribir y defender aquellas creencias
tación sobre el carácter antitecnocrático de las luchas puede no reflejar la posmarxistas donde el análisis de clase y de la explotación, lejos de ocu-
comprensión y el acuerdo de los núcleos del activismo de esos movimien- par una posición significativa, ha sido desplazado de manera ecléctica por
tos, cierto es también que, originada en éstos y en sus voceros académi- otras aproximaciones. Nuestra negativa se sustenta en una razón decisi-
cos, se ha alentado una devastadora y descalificante acusación a las pre- va: la permanencia del capitalismo en las sociedades modernas como or-
tensiones marxistas por dar cuenta de las luchas sociales. Estos grupos y ganización social dominante. En realidad los posmarxistas han equivoca-
sus portavoces académicos critican el análisis marxista de los procesos so- do el blanco de sus ataques. La mayor fuente de reduccionismo y el nivel
ciales por el carácter reduccionista que revela al tener en cuenta solamen- más elevado de totalización en el planeta no pertenecen al marxismo sino
te los términos de la lucha de clases; es decir, cuestionan aquel abordaje al mercado mundial. Circunstancia que en los tiempos que corren se ha
de los sujetos sociales basado en el lugar que ocupan en el sistema de pro- visto facilitada y hecha realidad gracias a las redes de computadoras, las
ducción; lectura que deja de lado todo sondeo en términos de raza, géne- comunicaciones satelitales, la modalidad de producción just in time y la
ro, cultura o relación significativa con la naturaleza. Reduccionismo y diversificación mundial de la producción, entre otros fenómenos. Nos en-
oquedad teórica que, a ojos de estos críticos, se ven reforzados por la na- contramos ante un sistema fundado sobre la imposición de la mercantili-
turaleza totalizante de la teoría marxista, esto es, por su convocatoria a zación universal, proceso que incorpora de manera particular la compra y
incorporar y considerar la totalidad de las relaciones sociales. En defini- venta del tiempo de vida. Su tendencia es la subordinación de toda activi-
tiva, la perspectiva reduccionista y totalizante del marxismo ha provoca- dad a la ley del valor, ley del cambio impuesta socialmente y relacionada
do, según estos críticos, infortunadas omisiones y rechazos. Prueba de ello con un metarrelato, donde sólo el dinero tiene la palabra.
26 César Altamira Introducción 27

Tal sistema opera efectivamente mediante un proceso de masivo re- cismo, sino en la subordinación a un sistema que exige a la sexualidad, al
duccionismo que percibe y analiza el mundo sólo en función de factores racismo y a la propia naturaleza girar alrededor del beneficio capitalista.
económicos. Bajo este tamiz clasificatorio los sujetos humanos son incor- Visto desde este punto de vista la convencional división entre la vieja cla-
porados al sistema de relaciones sociales a partir de su capacidad de con- se política y los nuevos movimientos sociales parece cuando menos desdi-
sumo y de la facultad que poseen para el ejercicio de su fuerza de traba- bujada. El capital como sistema de relaciones sociales no sólo es enemigo
jo; por su parte la naturaleza se integra sólo como proveedora de materias de los movimientos que luchan por mejores salarios, por la ampliación del
primas. Este reduccionismo capitalista adquiere hoy características tota- tiempo libre o por mejoras en las condiciones laborales, clásicas reivindi-
lizantes, en toda la extensión del planeta, sobre la base de la generaliza- caciones del movimiento obrero, sino también de todo movimiento que
ción de la producción de mercancías. Cierto es que otros tipos de domina- presione por la igualdad en la diferencia, por la paz y la preservación de
ciones son igualmente fuentes generadoras de reduccionismos: mientras la propia naturaleza. Y no porque sea este particular sistema de relacio-
el sexismo reduce a la mujer a un objeto del hombre, el racismo niega la nes sociales el que haya creado el racismo, el sexismo o la rapiña ecológi-
humanidad de los hombres de color. Sin embargo, ni el patriarcado ni el ca, fenómenos cuya existencia antecede a la aparición del capitalismo, si-
racismo han sido capaces de tejer y desarrollar en el planeta un sistema no más bien porque los aborda sólo como oportunidades o como impedi-
social coordinado de interdependencias e integrado. Sólo el capital, como mentos para la acumulación.
relación social antagónica, ha sido capaz de promover y alcanzar ese nivel
de integración y organización social interdependiente. En efecto, apoyado
en las nuevas tecnologías, la masiva incorporación del trabajo femenino y Marxismo y revolución informática
el creciente impulso a los flujos migratorios, hoy se observa cómo hasta los
genes humanos y del conjunto de las especies han sido incorporados a las En el epílogo del siglo XX la acepción predominante asignada a la pa-
coordenadas que fija el valor. labra revolución estaba, y en alguna manera continúa estando, vinculada
Contrariamente a las creencias de los posmarxistas, para quienes di- a la agitación de la frontera tecnológica que ha generado la penetración
ferentes formas de dominación pueden ser alcanzadas de una manera plu- de la informática en la producción. Podemos decir que la acepción se en-
ralista y no jerárquica, sin ofender la sensibilidad política de nadie, el ca- contraba y se encuentra actualmente asociada a términos diversos aun-
pitalismo es un sistema de dominación que efectivamente domina. Esto no que homogéneos: posindustrialismo, superindustrialismo, sociedad sin
implica afirmar que el poder corrosivo de la mercantilización anule o su- cables, revolución del control, sociedad de la alta tecnología, segunda rup-
prima el patriarcado o el sexismo, aunque resulta hoy más transparente tura industrial, posfordismo, revolución informática, etc. Términos todos
que en épocas de Marx ver cómo la división internacional del trabajo de- que modelaban y aún lo hacen, a ojos de los nuevos teóricos, las esperan-
pende de la discriminación por género y etnias para establecer sus jerar- zas y ansiedades del futuro. De acuerdo con los teóricos de esta revolución
quías de control. Sin embargo, a pesar de ello, tanto el sexismo como el ra- de nuevo tipo el conocimiento tecnocientífico cristalizado en las computa-
cismo no operan como el principio organizativo principal para la produc- doras, la biotecnología y las telecomunicaciones ha provocado una irresis-
ción y la distribución mundial de bienes y servicios. A pesar de que tanto tible transformación de la civilización con consecuencias dramáticas y
la lógica del patriarcado como la del racismo son más antiguas que la del surgimientos de nuevos traumas en el corto plazo.
propio capitalismo, hoy se encuentran lanzados socialmente de una ma- Los marxistas en general compartieron aquella creencia que deposita-
nera particularmente virulenta debido a la utilización económica que ha- ba en la revolución informática el origen de profundas transformaciones
ce de ellos el capitalismo. Al estar obligados a manifestarse mediados por sociales; aunque debemos reconocer que han diferido con relación al po-
la estructura de dominación capitalista adquieren una impronta particu- tencial liberador y dominante de las máquinas en comparación con las lu-
lar tras las figuras de un mercado racista y un sexo mercantilizado. El chas libradas entre capital y trabajo.
abordaje de los recursos humanos bajo la pátina de una clasificación ins- Según los teóricos de la revolución informática el marxismo se mues-
pirada en la relación de clase capitalista no implica afirmar la eternidad tra incapacitado de analizar e incorporar la revolución social inducida, en
de este abordaje ni significa otorgar a este poder social un carácter defi- la medida en que la ley del valor ha sucumbido ante el avance de la era
nitivo. El privilegio alcanzado no está fundamentado en alguna razón on- informacional y las máquinas inteligentes, y el modelo social de base-su-
tológica esencial que otorgue prioridad a la economía sobre el sexo o el ra- perestructura se vuelve obsoleto ante el significado simbólico del dato. En
28 César Altamira Introducción 29

ese contexto el modelo de revolución se ve superado por el progreso tecno- los textos americanos traducidos fueron retrabajados por futuristas japo-
lógico. neses para transformar la sociedad posindustrial en la “sociedad de la in-
Hacia fines de los 50 y comienzos de los 60 la aparente calma y las prós- formación” o “sociedad informacional” (Morris-Suzuki, 1988). Según Su-
peras condiciones en que se desenvolvían las modernas sociedades nortea- zuki, Japón introdujo cambios significativos en los métodos de producción
mericana y europeas sugirieron que éstas habían alcanzado nuevos espa- industrial con niveles de integración sin precedentes entre la oficina, la
cios de estabilización duradera. La institucionalización de los convenios co- fábrica y el consumidor. Transformaciones que fueron articuladas con una
lectivos de trabajo y del Estado de bienestar se mostraba responsable sus- visión idealista de una futura sociedad emergente, donde la disponibili-
tantivo del destierro de los conflictos de clase de la superficie social mien- dad de información y de tiempo libre derivaría en un materialismo deca-
tras promovía a esas sociedades como los modelos socioeconómicos exitosos dente, una mejora del autoconocimiento, una mayor participación cívica
hacia los que convergerían de manera incontestable las sociedades del Ter- voluntaria, una renovada conciencia global y ecológica y, finalmente, en
cer Mundo e incluso del propio mundo socialista de la época. una revitalización espiritual. El Ministerio de Industria y Comercio Mun-
Ese contexto de triunfalismo capitalista habría de dar pie al surgi- dial japonés alentó esta estrategia social y de esta manera la sociedad de
miento del fin de las ideologías (Bell, 1961), entendido como final de las la información se constituyó en una pieza central de la planificación eco-
alternativas al capitalismo liberal y, consecuentemente de manera pun- nómica japonesa.
tual, el fin del marxismo como fuerza y teoría revolucionaria. Pero en po- En Estados Unidos y Europa el interés por estos conceptos se reavivó
cos años la paz aparente y la estabilidad capitalista alcanzada se vieron con la recesión económica de comienzos de los 70, cuyos primeros sínto-
violentamente conmocionadas por el despertar impetuoso de los disensos mas habían surgido hacia fines de los 60. El desencadenamiento de la cri-
sociales hacia fines de los 60 y comienzos de los 70. La sociedad industrial, sis a mediados de los 70 provocó un redireccionamiento de la mirada occi-
pináculo insuperable del avance tecnológico, de la modernidad y la pros- dental: la búsqueda de las soluciones a la enfermedad que sufrían las so-
peridad, entró en el paroxismo cuando su maquinaria de guerra se em- ciedades occidentales debía encontrarse ahora en el “milagro japonés”. Se
pantanó en la jungla de Vietnam, sus guetos urbanos ardieron en los ve- necesitaba redescubrir la sociedad informacional como estrategia de cre-
ranos calientes, sus fábricas automatizadas se paralizaron por los conflic- cimiento y perspectiva social. Tanto el informe de la Oficina de Telecomu-
tos laborales, sus campus universitarios se transformaron en espacios de nicaciones del gobierno federal de Estados Unidos como la publicación
rebelión, su cultura fue subvertida por la música y las políticas de una ju- francesa de la obra de Simon Nora y Alain Minc (1980) promovían la cons-
ventud rebelde que no detenía su avance mientras sus relaciones domés- titución de la nueva sociedad. El primero sugiriendo que una importante
ticas y su vinculación con la naturaleza se vieron sacudidas por los movi- proporción del producto bruto interno dependía ahora de la actividad in-
mientos feministas y ecológicos. formática y que una creciente proporción de los trabajos debía buscarse
En ese contexto, y ante el surgimiento de convulsiones sociales inespe- en el trabajo informacional; el segundo, al argumentar que la convergen-
radas en las sociedades industriales avanzadas, no fueron pocos los inte- cia de la computadora y la telecomunicación alteraría completamente el
lectuales que buscaron una explicación convincente de los acontecimien- sistema nervioso de la organización social.
tos en los miedos que generaba la emergencia de un nuevo orden social ra- La tercera ola de Alvin Toffler (1980) culminaría esta interpretación al
dicalmente distinto. La versión más sofisticada e influyente de esta lectu- replantear la lectura de la época posindustrial como una época de transi-
ra debe buscarse entre los think tank y los proyectos de investigación pro- ción, otorgándoles un marco adecuado a las teorías prevalecientes. Si el
movidos por el gobierno federal de Estados Unidos y las estrategias de las posindustrialismo había definido la nueva era en cuanto a superación de
corporaciones. Así es como nacieron representaciones como la de la socie- la crisis industrialista, la teoría de la sociedad de la información proveía
dad tecnológica fomentada por la IBM de Harvard y patrocinada por el al desplazamiento descripto una proyección convincente: la informatiza-
Programa Nacional de Ciencia y Tecnología (1971), la sociedad del cono- ción como continuadora de la industria. La frontera tecnológica entre las
cimiento proyectada por el gurú Peter Drucker en 1968, la era tecnotróni- eras bien puede situarse como el paso de la mecanización a la digitaliza-
ca inspirada por el secretario de Seguridad de Estados Unidos Zbiginiev ción, del acero al chip, en fin, del ferrocarril a la red comunicacional.
Brzezinski (1970) así como el conocido trabajo de Daniel Bell El adveni- A medida que la tesis de la sociedad posindustrial se metamorfoseaba
miento de la sociedad posindustrial, publicado en 1978. Japón habría de en la teoría de la revolución informática, simultáneamente se remodelaba
suscitar el mejor recibimiento a los teóricos de la sociedad posindustrial: el antimarxismo. Se hablaba ahora de una nueva clase tecnocrática que
30 César Altamira Introducción 31

mediaba las tensiones entre el capital y el trabajo, mientras que, según los tendencia es hacia menos trabajo y por tanto menos clase trabajadora.
teóricos oficiales, el direccionamiento que permeaba el desarrollo tecnoló- Las primeras interpretaciones de esta versión hablaban de la liberación
gico se contraponía más abiertamente con las concepciones marxistas. El y el aumento del tiempo libre como contrapartida. Sin embargo un pro-
trabajo de Toffler adoptó una narrativa que continuaba los esquemas de blema sustantivo acompañó a esta idea: el hecho de que en una economía
Daniel Bell formulando ahora una teoría del desarrollo de las sociedades asalariada este fenómeno se manifiesta en desempleo. La posición de Tof-
en clave de olas: una primera ola de carácter agraria, una segunda ola de fler es alejarse de toda relación que pudiera establecerse entre el avance
tipo industrial y finalmente una tercera ola –en curso– esencialmente in- de la automatización y el desempleo. Según él, no nos encontramos ante
formática. Para Toffler la revolución informática estimula el surgimiento el fin del trabajo sino ante su transformación, de ahí que su énfasis esté
de una nueva civilización que poco tiene que ver con la lucha de clases y puesto no tanto en la reducción del trabajo sino en su mejoramiento cua-
mucho con las computadoras. Para éste la llegada de la nueva ola será su- litativo. La disminución de los puestos de trabajo en la industria, según
ficiente para superar la explotación del trabajo, la alienación, la deshuma- Toffler, será más que compensada por la creación de nuevos puestos en
nizante mecanización, la centralización y concentración de la riqueza así los sectores de alta tecnología y en las industrias informático-intensivas.
como la miseria social, características todas de un capitalismo industrial En este contexto la computación aparece como esencialmente diferente
al que se encontraban atadas las premisas del marxismo. Toffler achaca a de las primeras formas de mecanización. En efecto, la transformación de la
los principios teóricos del marxismo su incapacidad para responder a las actividad laboral manual en intelectual y la manipulación de símbolos en
nuevas realidades. Para él el materialismo de Marx se había construido lugar de objetos abrió simultáneamente nuevos espacios en la rutinización
–asentado en la reacción contra el idealismo hegeliano– sobre la oposición laboral, promoviendo otras capacidades de cooperación social y la reinte-
entre el mundo material y de los objetos –ligado a la producción– y el mun- gración de tareas anteriormente fragmentadas, tendencias todas que bus-
do abstracto de las ideas. Este contraste binario, según Toffler, subyace en caron revertir la simplificación y la fragmentación del trabajo taylorista.
la concepción dicotómica base/superestructura que ve en la información, Paralelamente permitió y continúa demandando la disolución de las es-
en la cultura, en el arte y en las leyes –en fin, en las teorías– productos in- tructuras de mando y las jerarquías tradicionales, y la introducción de nue-
tangibles a la mente formando parte de una superestructura que flota so- vas dimensiones de autonomía y satisfacción. Según Toffler la introducción
bre la economía de la sociedad. Si bien el marxismo, dice Toffler, admite de las nuevas tecnologías y de los nuevos lugares de trabajo habría de pro-
un cierto retorno entre ambos, es la base la que determina la superestruc- vocar la vaporización de la clásica hostilidad entre los trabajadores y los
tura. Lectura que lo vuelve ciego ante la nueva sociedad: el poder simbó- managers de la producción. Su lugar sería cubierto por un ethos comparti-
lico de los datos informáticos, la manipulación simbólica y la expansión del do de participación y profesionalismo reforzado y asentado en los beneficios
conocimiento. Para Toffler ahora será el conocimiento el que dirigirá la comunes, la opción por las acciones y los círculos de calidad laboral. Las
economía, y ya no la economía que había subordinado el conocimiento. Si clases como entidad colectiva basadas en relaciones de producción opues-
Marx puso a Hegel de cabeza al resaltar la primacía de lo material, la gran tas tenderán, en este contexto, a disolverse. Pero la tercera ola irá más allá,
ironía de la historia, dice Toffler, es que el nuevo sistema de creación de ri- según Toffler, avanzando sobre el régimen de propiedad. Como la informa-
queza pone a su vez a Marx de cabeza: la figura de la dialéctica produce ción no se elimina por su uso, podrá ser reproducida fácilmente y constitui-
ahora la desmaterialización del materialismo histórico. rá el recurso central de la nueva era, modificando el régimen de propiedad
Sin embargo, donde Toffler encuentra el mayor anacronismo del mar- y volviendo a la sociedad más igualitaria y cooperativa.
xismo es en su concepto de proletariado industrial como agente del cam- Es posible extraer algunas conclusiones. La doctrina de la revolución
bio social. Con la desaparición de las chimeneas industriales ante el informática tal como se desarrolló en el último cuarto de siglo ha mostra-
avance de las nuevas tecnologías y el lento desvanecimiento de legiones do ser mucho más que una simple especulación futurista o una descrip-
completas de trabajadores industriales frente al avance de la economía ción sociológica. Se ha convertido más bien en un ingrediente indispensa-
informática, el marxismo perderá, a ojos de Toffler, su principal protago- ble para la reorganización de las sociedades capitalistas avanzadas mode-
nista social. Este adiós al proletariado, compartido por no pocos teóricos ladas por la introducción de las nuevas tecnologías. Al tiempo, ha provis-
de la izquierda en los 80, adquirió dos modalidades diferentes en la teo- to el elemento racional para esta reestructuración: la legitimación de la
ría de la revolución informática. Una primera, más directa y brutal, ar- fractura social y la exhortación hacia un futuro luminoso. Pero en su de-
gumenta que la automación liquidará progresivamente al trabajo. La sarrollo esta idea se mostró competidora y enemiga de otra teoría revolu-
32 César Altamira Introducción 33

cionaria que buscaba convertirse en fuerza material de masas: el marxis- ha asumido definitivamente el carácter de un mundo de posclases. Se po-
mo. En ese sentido bien puede abordarse como la respuesta a una crisis drá argumentar que las recientes teorías de la “nueva izquierda” sobre
no prevista de estas sociedades, crisis asentada en las insurgencias nacio- globalización y posindustrialismo estaban ya presentes en Marx, o que su
nales e internacionales e inficionada por un supuesto Marx ya muerto y estudio se realiza aún desde la óptica de la crítica de la economía política.
enterrado para la época. El enunciado de una etapa nueva no era simple- Pero lo cierto es que en su gran mayoría las nuevas concepciones renie-
mente una predicción sino un proyecto, un esfuerzo para poner en marcha gan de lecturas en términos de “crítica de la economía política”, mientras
medidas tecnológicas y sociales necesarias para recuperar la estabilidad ganan paralelamente adeptos en los círculos académicos y políticos exito-
de un orden amenazado por fuerzas subversivas y caóticas. Éste es el sus- sos. La visión totalizadora de Marx, su acento en la mercancía como feti-
trato último subyacente en las teorías de la revolución informática y el ca- che, así como sus consideraciones sobre las categorías económicas, fueron
pitalismo virtual. cuestionados en su momento por la nueva izquierda por estar inficionados
Por ello podemos decir que la relación de estas teorías con el marxismo de marxismo economicista.
no era tanto de antagonismo real sino de reapropiación del marxismo “ofi- El discurso de la nueva izquierda suponía el surgimiento de nuevos y
cial”. Más aún, podemos afirmar que muchas de estas concepciones resul- significativos procesos sociales que no podían ser adecuadamente analiza-
taron familiares y nacieron emparentadas con escritos marxistas de la épo- dos en el marco de la tradición teórica marxista. La teoría marxista –en
ca. Para éstos se trataba de ideas y concepciones relacionadas con la no- el peor de los casos– aparece superada por los acontecimientos y por tan-
ción de progreso histórico hacia una sociedad sin clases, donde los avances to fuera de época; en el mejor, necesitada de una sustancial revisión para
tecnológicos se inscribían en los conflictos de clase como fuerza conductora adecuarse a los nuevos tiempos.
en transformación, y por lo tanto como anexo a la idea de la revolución. El Mientras tanto asistimos a una importante proliferación de estudios
colapso del socialismo real a manos de las revueltas populares íntimamen- sobre identidad política y estilo de vida, producto de la relevancia asigna-
te relacionadas, según los teóricos de la revolución informática, con la ca- da a estos espacios. Enfatizado durante los 90, este proceso ha abierto las
pacidad de los medios para transmitir los mensajes occidentales que per- puertas igualmente, de manera peligrosa, a un claro respaldo a las nocio-
foraron las barreras levantadas por los países del este constituye en esta nes individualistas de autodeterminación y autonomía del individuo, tan
perspectiva la justificación de ese proyecto, marcando así el final de los in- caras a las proyecciones de la derecha neoliberal. Cierto es que los indivi-
tentos por exorcizar el fantasma de Marx. duos deberían comprometerse en su propia autodeterminación. Sin em-
bargo, nos asalta una gran duda: en una sociedad cuya riqueza se expan-
de imponiendo la pobreza a quienes no detentan propiedad alguna salvo
Marxismo y lectura crítica la de su fuerza de trabajo, la autodeterminación de los individuos ¿no con-
tribuye exclusivamente a fomentar la competencia individual?
El pensamiento de Marx constituye un verdadero quiebre en la histo- Fue la caída del muro de Berlín en 1989 el fenómeno que condujo a nu-
ria de la teoría. Quiérase o no, existe un antes y un después de Marx. Y merosos marxistas a sostener que ya no había alternativa al capitalismo.
un después de Marx que no quiere ni puede plantearse como acabado. A Estaban entre ellos fundamentalmente quienes, de una u otra manera,
pesar del derrumbe del socialismo realmente existente y la crisis de las habían visto en los países del socialismo real la utopía a realizar. En rea-
organizaciones políticas que se reivindican herederas del autor de El ca- lidad no deberíamos sorprendernos si el fin de la historia o el fin del so-
pital, su obra es aún motivo de controversias y de enfrentamientos recu- cialismo fuera pregonado por los partidarios del capitalismo; se trata en
rrentes, más allá de los fenómenos de moda. Existe algo de paradójico en última instancia de su profesión y negocio. Pero si el fin del socialismo, así
esta constante recurrencia a Marx, en la medida en que es un hombre del como el respaldo a los fantasmas capitalistas, fuera proclamado por quie-
pasado, del siglo XIX, y en la medida en que existen discípulos que han nes reconocieran pertenecer a la izquierda, entonces nuestra preocupa-
buscado proyectar su pensamiento bajo dogmas con pretensiones univer- ción debería aumentar. Así, podemos leer cómo Claus Offe (1996) sugiere
sales (Vincent, 1997). que no existe alternativa a la democracia liberal y los sistemas de produc-
En los tiempos de la globalización, el mundo que la nueva izquierda as- ción de mercado; cómo Joachim Hirsch nos convoca a dejar de lado la crí-
cendente en los países centrales construye es un mundo posindustrial, un tica negativa demodée, mientras los nuevos tiempos nos imponen impul-
mundo posmoderno, en fin, un mundo donde las clases se han disuelto y sar propuestas políticas positivas, como la renovación de los valores de-
34 César Altamira Introducción 35

mocráticos, y nos convocan desde esta perspectiva, a una transformación go, en un segundo momento, como pluralidad en la unidad. Mientras tan-
de la sociedad civil existente... tras la estrategia de un “reformismo radi- to se abre paso la idea de una totalidad bajo la forma de riesgo universal,
cal” (Hirsch, 1997: 68). En reemplazo del concepto de sociedad de clases, de la racionalidad moral universal, o del sujeto universal del capital, de-
Ulrich Beck (1992) introducirá el de sociedad de riesgo. jando de lado en ese momento toda aproximación de lo universal en tér-
Para Beck el viejo antagonismo entre capital y trabajo basado en la minos de su constitución social e histórica.
acumulación y en la explotación dio lugar a un juego de suma positiva, Pero si el rechazo de toda teoría crítica por la nueva izquierda ha de-
donde las riquezas de las naciones aumentaban permitiendo a todo el notado la impugnación de un análisis totalizador, este punto de vista ha
mundo disponer de un pedazo mayor de la torta. Pero la consecuencia de significado simultáneamente privilegiar en el abordaje de la realidad so-
ello fue la desaparición de la sociedad de clases. En su reemplazo se ha cial las instancias particulares y extraer desde esos espacios conclusiones
construido un juego de suma negativa donde emerge un colectivo autoper- generales. Su metodología se ha constituido en una rara mezcla de episte-
judicado, donde el riesgo trata a todos por igual y donde parece no haber mología inductiva, conexiones causales y una perspectiva de investigación
escapatoria. Todo el mundo parece estar afectado. Si bien algunos miem- desprovista de valores (Bonefeld, 1998: 152). Como si adoptar este punto
bros de la sociedad presentan ventajas con relación a otros, estas venta- de partida no implicara en ese mismo acto asumir determinados valores.
jas son mínimas. Por ello se trata de reducir las desventajas antes que es- El rechazo de la totalidad como totalidad antagónica abrió las puertas al
capar a los peligros que proyecta la sociedad de riesgo. En todo caso na- tratamiento de las relaciones de clase ya como relaciones de género, ya co-
die puede escapar al riesgo presente que aparece irresistiblemente insti- mo relaciones de sexo, ya como relaciones de naturaleza, como relaciones
tucionalizado. de trabajo asalariado, etc. Todo se circunscribió al análisis y la noción de
El sustento de Hirsch para el abandono de toda lectura crítica reside en las circunstancias y casos individuales; casos que fueron traídos bajo si-
que la actual sociedad capitalista existe en y a través de una pluralidad de tuaciones de existencia separadas, independientes uno del otro. En defi-
antagonismos como el racismo, el sexismo, los conflictos del trabajo asala- nitiva, como si las relaciones sociales no fueran otra cosa más que la su-
riado, los planteos ecológicos, etc. Estas luchas han individualizado la so- matoria de múltiples casos individuales. Ésta es la conclusión a la que se
ciedad y la han vuelto peligrosamente permeable a los impactos de la glo- arriba después de haber separado su “génesis” de su “existencia”, separa-
balización. Hirsch considera que el único sujeto social realmente existente ción que, de acuerdo con Max Horkheimer, constituye el punto ciego del
es el capital y que las relaciones sociales se encuentran tan fragmentadas pensamiento dogmático (ídem: 153).
y se presentan tan manifiestamente antagónicas que vuelven inviable toda De esta manera la nueva izquierda terminó perdiendo su centro teóri-
alternativa. Mientras la oposición al capital se reduzca solamente a esa plu- co confeccionando sus concepciones y agenda según los dictados del ene-
ralidad de intereses sociales de distintos grupos y los conflictos que genera, migo; no cabe duda de que existen diferencias entre el neoliberalismo y el
la izquierda deberá aceptar la dificultad para construir una alternativa al proyecto de Offe que busca, tras la racionalidad moral, otorgar universa-
capitalismo. Se trata entonces de trabajar por una política de redemocrati- lidad a su concepción teórica. Pero no es menos cierto que la extensión y
zación de la sociedad que, para Hirsch, adquiere la modalidad de un refor- el crecimiento que han tenido estas ideas bloquearon el camino a la posi-
mismo radical. La globalización no sólo ha impuesto cambios sustantivos bilidad de recrear la teoría crítica en los 90.
en la intervención estatal, volviendo al Estado capitalista un Estado nacio- Nuestro propósito es avanzar en una caracterización de las principales
nal competitivo cada vez más sujeto a satisfacer las necesidades del capital corrientes teóricas marxistas que se han desarrollado y extendido en los
internacional, sino que simultáneamente ha socavado las instituciones libe- últimos veinte años, contemporáneas al estallido de la crisis capitalista de
ral-democráticas, por lo que nos convoca a generar esa política de democra- mediados de los 70. Nos referimos a la escuela de la regulación francesa,
tización desde una sociedad civil democrática (Hirsch, 1997: 66). la escuela de Edimburgo ligada a las revistas Capital & Class y Common
Nadie puede negar los cambios profundos que han sacudido las concep- Sense y finalmente al obrerismo italiano y su continuación, el autonomis-
ciones de la izquierda desde mediados de los 70. Trátese ya de la sociedad mo obrero. Todos, de una u otra forma, son hijos de la gran crisis capita-
de riesgo, bien de la moralidad económica o de la aceptación de un único lista de mediados de los 70 que terminó con los “veinticinco gloriosos
sujeto –el capital–, todos coinciden en rechazar aquella idea primaria del años” de crecimiento capitalista.
viejo Marx que postula que para determinar la existencia social debemos Sustentamos una idea base –que subyace como tesis en nuestro análi-
negar inicialmente la independencia de lo particular para rescatarlo lue- sis– y que puede sintetizarse de la siguiente manera: históricamente, los
36 César Altamira Introducción 37

desarrollos teóricos alcanzados en el campo del marxismo y que operaron Por su lado, la Revolución Cultural China acaparaba la atención mun-
como verdaderos turn over en el desarrollo de la teoría se han visto refe- dial mientras extendía su influencia a las revueltas populares gestadas
renciados en procesos de dinámicas sociales que conmocionaron el siste- en el campo socialista. Junto con la guerra de Vietnam, el fenomenal pro-
ma capitalista sin que necesariamente hayan podido perdurar en el tiem- ceso de masas chino se referenciaba en las revueltas de Budapest y pre-
po. Dicho de otra forma, los desarrollos teóricos se encuentran asociados sagiaba los sucesos de Praga.
a comportamientos y direccionalidades sociales particulares y la magni- Japón, considerado hasta ese momento un país de verdadero milagro
tud de sus avances y saltos cualitativos se corresponde con la profundidad capitalista, fue objeto de un doble movimiento de pinzas: cayó preso de la
y el cuestionamiento que esos procesos sociales alcanzaron con relación al Ofensiva de Primavera que unió a estudiantes, obreros y campesinos, y
sistema capitalista. Veamos. fue vapuleado por el accionar del Ejército Rojo; procesos que dieron por
La última gran crisis del capitalismo, cuya explosión bien puede si- tierra con el mito de la estabilidad japonesa.
tuarse hacia mediados de los 70 –y que se extiende hasta nuestros días–, Mientras tanto en Europa se incubaban tensiones, que presagiaban
comenzó a manifestarse hacia mediados de los 60 cuando una multiplici- explosiones no muy lejanas. Las demostraciones de simpatía estudiantil
dad de conflictos sociales aparentemente inconexos golpearon, debilitan- con la resistencia vietnamita al imperialismo estadounidense alimenta-
do, las instituciones sociales del capitalismo. En efecto, en un primer mo- ron las revueltas estudiantiles de mayo del 68, cuando millones de estu-
mento, la lucha por los derechos sociales de la población negra en Estados diantes y obreros, portadores de banderas rojas y negras en las barrica-
Unidos, el creciente descontento de estudiantes y mujeres en las más di- das parisinas, se levantaron contra la opresión y la moderna sociedad de
versas geografías, así como las renovadas luchas campesinas en América consumo. Por su lado el descontento obrero-estudiantil en los países del
Latina, Asia y África, contra la hegemonía estadounidense y la modalidad este ante la dominación soviética provocaron primero las reformas políti-
de desarrollo capitalista de posguerra, aparecieron inicialmente como ca y económica y, cuando éstas no alcanzaron a detener la marea, enton-
simples actos independientes e inconexos de resistencia. En este proceso, ces llegó el turno de los tanques. El “otoño caliente” italiano de 1969 fue
la discriminación racial, la crisis de la educación de masas y la minucio- solamente una explosión en una ya crónica, y en ascenso, emergencia so-
sa reglamentación académica, la explotación y la alienación, el imperia- cial. Portugal repetía para esa época la experiencia de Estados Unidos
lismo y la deshumanización, la represión sexual, el consumismo y la des- aunque de manera trágica: las guerras de liberación de sus colonias afri-
trucción ambiental, verdaderos males endémicos de la moderna sociedad canas desgarraron a la sociedad portuguesa y su ejército, y empujaron la
capitalista, fueron transparentados por los sucesivos conflictos que ame- revolución doméstica como respuesta a las señales exteriores.
nazaron desintegrar la sociedad. En la medida en que estos conflictos, atravesados por diversidades sec-
Pero a medida que estos conflictos encontraron expresión social y polí- toriales y globales, circularon y se fusionaron, se constituyeron entonces
tica en el crecimiento de los movimientos sociales, su independencia apa- en una verdadera amenaza para el sistema capitalista mundial. Confor-
rente se mostró como lo que era: una ilusión superficial. maron así un nuevo ciclo de luchas globales, complejo conjunto imbricado
En Estados Unidos la revuelta contra la discriminación racial se ex- que sacudió por completo el orden social capitalista hasta sus raíces y lo
tendió desde el sur rural para explotar en los guetos negros urbanos del arrojó precipitadamente a una crisis de proporciones históricas.
norte bajo la forma de verdaderas guerrillas urbanas de la mano del mo- De alguna manera la globalidad de las luchas y la profundidad de la cri-
vimiento por los derechos civiles. Cuando la represión consiguió erradicar sis se tornaron reales cuando en los 70 el mundo capitalista fue conmovi-
al movimiento negro de las calles, entonces éste llevó su militancia al in- do por sucesivos cataclismos mundiales. En junio de 1971 la apertura de
terior de las fábricas, alimentando el ya creciente proceso obrero de recha- Richard Nixon a China y la détente marcaban el final de un largo ciclo de
zo laboral. Pero las revueltas negras no se detuvieron ahí. Alcanzaron las Guerra Fría bipolar al tiempo que se abrían las puertas para las negocia-
escuelas, el ejército y la universidad-fábrica, engrosando las movilizacio- ciones diplomáticas con Japón. En agosto de ese mismo año, el abandono
nes contra la guerra de Vietnam. El movimiento pacifista unificó las más de la convertibilidad del dólar en oro destruyó el sistema monetario inter-
diversas resistencias sociales y su vinculación con las guerras del sudes- nacional gestado luego de la Segunda Guerra tras los acuerdos alcanzados
te asiático tomó cuerpo en la consigna de “Victoria al Frente de Liberación en Bretton Woods. La ruptura de Bretton Woods y su reemplazo por el
Nacional” estampada en las banderas que ondeaban en los campos y edi- mercado monetario desregulado globalmente minó la autoridad monetaria
ficios universitarios estadounidenses. nacional (Strange, 1997) debilitando las soberanías monetarias al punto de
38 César Altamira Introducción 39

que los mercados de créditos globales comenzaron a dictar las políticas a De cualquier manera sería un error considerar el resurgimiento del
los Estados nacionales (Bonefeld, 1993). Junto con las imposiciones de aus- marxismo solamente en términos de las necesidades y los problemas pro-
teridad impulsadas hacia el interior del país del norte, este proceso global pios de los diversos grupos y organizaciones que crecieron en el corazón
preanunciaba el fin de la ideología del crecimiento y de la “gran sociedad”, de las revueltas de los 60 y 70. La crisis era también, por sobre todo, una
de las “nuevas fronteras” y del “desarrollo” de la década. Bajo la prosperi- crisis del sistema capitalista y por tanto una crisis de los planificadores e
dad se incubaba la crisis. Las luchas revelaban por doquier el agotamien- ideólogos del sistema. Para comprender el verdadero alcance del colapso
to progresivo de dos decenios de crecimiento, bloqueando la profundización teórico capitalista debemos recordar que esta crisis adquirió las dimensio-
del fordismo, cada vez más impotente para sostenerlo. nes y profundidades de la Gran Depresión de los años 30, período que
Pero los cambios no se detuvieron en este punto. En 1972-1974 estalla constituyó una verdadera bisagra en el desarrollo histórico del capitalis-
la gran crisis alimentaria mundial, que provoca un alza masiva de los pre- mo en la medida en que mostró que las relaciones de poder entre las cla-
cios en Occidente y las hambrunas masivas en Asia y África. En 1973- ses y por tanto la estructura básica social habían sido modificadas a tal
1974 la crisis del petróleo –expresión de la crisis mundial energética– es- punto que el viejo ciclo económico ya no podría proveer solución a las agi-
timuló el alza desmesurada del barril mientras proyectaba ingenuamen- taciones sociales mediante el clásico método de crecimiento del desempleo
te el desplazamiento del crecimiento capitalista hacia los países de la Or- y caída de los salarios. La calidad de las luchas obreras durante los años
ganización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) al tiempo que Esta- 20 y 30 demostró la imposibilidad de continuar con las prácticas políticas
dos Unidos, Gran Bretaña y la mayoría de los países capitalistas de la Eu- de contención, resistiendo toda caída sustancial de los salarios mientras
ropa occidental entraban en la prolongada recesión global de 1974-1975. crecía la demanda por mayores gastos del Estado que –actuando como ca-
Finalmente hacia 1975-1976 las crisis energética y alimentaria emergie- pitalista colectivo– fomentaba el empleo y satisfacía las demandas de ma-
ron en la propia Unión Soviética causando un alza desmesurada de los yores servicios sociales. La supervivencia del capitalismo exigía una nue-
precios que extendieron el descontento en la sociedad. En este punto el ci- va estrategia y una nueva ideología para reemplazar al laissez faire. Así
clo se completaba. Ya nadie dudaba de los alcances globales y la profundi- fue como emergió la ideología del pleno empleo y del crecimiento, articu-
dad de la crisis capitalista. lada tras una estrategia de contención de las luchas obreras a cambio de
Es en medio de este ciclo de conflictos sociales y de crisis global del sis- mayores salarios negociados con aumentos de productividad, todos san-
tema cuando se produce el surgimiento de las escuelas mencionadas. Aun- cionados en las convenciones colectivas de trabajo. En otras palabras, la
que distantes en el tiempo, son producto del estallido de la crisis así como respuesta estadounidense a la última gran crisis capitalista fue el keyne-
del ciclo de luchas abierto hacia mediados de los 60. Este proceso se vio sianismo como estrategia y como ideología (Negri, 1988).
potenciado por un reanimamiento de vuelta a los clásicos, en especial a Lo cierto es que el ciclo de luchas sociales de los 60 marcó el derrumbe
Karl Marx. de la estrategia keynesiana en los diferentes países tomados aisladamen-
El interés en Marx bien puede ser visto como un elemento constituti- te, mientras el colapso del sistema monetario internacional asentado en
vo de los enormes esfuerzos realizados para gerenciar y comprender la cri- la convertibilidad del dólar-oro en 1971 mostraba que la crisis alcanzaba
sis, bien como el pivote que permitiría, a los hacedores del conflicto social, dimensiones de verdadera desearticulación global de la era keynesiana.
avanzar en la investigación de su estrategia y clarificación de las luchas Somos testigos de tiempos de ruptura sistémica general, donde las po-
por encima de cualquier experiencia previa. Fue precisamente este cami- líticas de ajuste fiscal y monetario se han vuelto impotentes para admi-
no el que dio nacimiento al estudio de Marx en grupos independientes, en nistrar la crisis, luego del fracaso, también estrepitoso, del relanzamien-
universidades, facultades y fábricas, y en la gran variedad de organizacio- to keynesiano de mediados de los 80. Trátese de economistas tanto neoli-
nes de activistas sociales. Enfrentados por lo general a la esterilidad que berales como poskeynesianos, lo cierto es que sus propuestas de política
había manifestado tanto el marxismo oficial y las políticas socialdemócra- económica han fracasado unas tras otras. Los hacedores de políticas del
tas, estos grupos retornaron al análisis de Marx de la lucha de clases y de capitalismo se encuentran huérfanos de teorías. Durante decenios el Oc-
la revolución anticapitalista. Así, el movimiento pacifista impulsó el revi- cidente capitalista buscó obstinadamente el derrumbe de los regímenes
sionismo histórico, la sociología insurgente y la radicalidad en economía. comunistas del este y la destrucción de la Unión Soviética. Los objetivos
El movimiento feminista, por su lado, forzó la creación de programas de se alcanzaron ante el desmoronamiento comunista y la implosión de la
estudio con relación a la mujer. Unión Soviética. La atmósfera debería ser de triunfo y de euforia. Nada
40 César Altamira Introducción 41

más alejado de ello. Es que los cataclismos sociales y políticos vividos en lo de vida” o subcultura asociada. Pero esta transformación ha incorpora-
el último decenio han conducido a las sociedades al borde de la desinte- do igualmente una mutación fundamental en la naturaleza del trabajo.
gración. Un gran desorden enturbia el paisaje geopolítico posguerra fría. No es solamente el desgaste y la tarea física lo que se pone en juego en el
Las sociedades constatan la incapacidad de la dirigencia para analizar y proceso laboral sino los conocimientos, afectos y deseos. Brevemente, la
explicar las dimensiones y la naturaleza de la crisis contemporánea. Nin- producción capitalista ha asumido una dimensión que bien puede definir-
guno de los teóricos del capitalismo parece identificar el principio funda- se como micropolítica, insertándose en la textura de la vida diaria y últi-
dor de un mundo poscomunista. Mientras, acontecimientos de gran am- mamente en la producción de la propia subjetividad. En ese sentido los
plitud se suceden casi a diario: la unificación alemana, la desaparición de viejos términos suenan huecos, ya no porque marquen su disonancia con
los regímenes comunistas del este, la desaparición de la Unión Soviética, un objeto que ha cambiado sino también porque los términos de la crítica
la abolición del apartheid, el fin de las guerras de “baja intensidad”, los se han visto modificados. Ya no es posible criticar al capital desde los
cambios radicales en países como Etiopía y Guinea, el reconocimiento mu- grandes esquemas de la historia universal u oponérsele desde los últimos
tuo de israelíes y palestinos, las reformas capitalistas en China, el resur- vestigios de deseos y valores que aún permanecen, aunque aislados de las
gimiento de los nacionalismos y del islamismo. Vivimos tiempos de verda- grandes mutaciones en curso. La crítica debe incorporar en ese sentido la
deros cambios de era que provocan francas angustias en las sociedades dimensión micropolítica del capital, devenir en lo que Michel Foucault
enfermas de malestar, acosadas por un desempleo masivo y perdurable. (2002) denominó la “ontología crítica de nosotros mismos”.
El dualismo social aparece como la característica común: mientras se Sin embargo, se debe avanzar en la resolución de la selección del nivel
agrupa de un lado una minoría hiperactiva, del otro se concentra una mu- de pensamiento crítico más adecuado para confrontar con esta realidad.
chedumbre de precarios, desempleados y de excluidos. Poner el foco del análisis en la transformación del proceso productivo pa-
En ese contexto surgen, se desarrollan y avanzan las teorías marxis- rece conducir rápidamente a una discusión económica o sociológica, en cu-
tas mencionadas, sufriendo las influencias de coyunturas cambiantes que yo caso las transformaciones aludidas deberían ser ratificadas o impugna-
las terminan sometiendo a críticas cruzadas y a polémicas internas y ex- das empíricamente tras un abordaje y estudio de lo que se conoce hoy co-
ternas influenciadas más por los hechos externos que por el desarrollo en mo la new economy; esto es, la preeminencia de la comunicación, la infor-
sí de polémicas sustantivas. mación y los servicios sobre todo otro tipo de producción en la economía.
Aunque también es posible abordar el estudio desde las mutaciones pro-
ducidas en la relación entre subjetividad y producción, en la medida en
El capitalismo posmoderno que esta última afecta la actividad humana fundamental de la percep-
ción, el pensamiento y el actuar, proponiendo, en ese sentido, un análisis
En el mismo momento en que el capitalismo como ideología, práctica y que va más allá de la simple alteración de las tareas y las prioridades en
economía penetra todas las dimensiones de la vida social anunciando su los espacios identificados como económicos (cantidad de personas emplea-
victoria, la crítica del capital, de la economía política, tiende a desapare- das produciendo bienes y servicios), para ingresar en las transformacio-
cer. Términos como clases, lucha de clases, mercantilización y explotación nes fundamentales de la propia estructura de la existencia humana. Su-
resuenan como un cascarón vacío, cual si pertenecieran a otros tiempos y poniendo que tal pensamiento crítico debe confrontar las transformacio-
geografías. Desaparición explicada por las propias voces de esta celebra- nes producidas, todo parecería indicar que resulta insuficiente el simple
ción: en última instancia, no había nada para criticar. despliegue de las categorías preexistentes para la constitución y el arma-
La producción capitalista ha alcanzado profundas mutaciones en los do de un proyecto crítico. En otras palabras, mantener la clásica división
últimos treinta años. Básicamente ya no es posible separar el capital co- entre análisis económicos y análisis filosóficos parecería actuar como una
mo productor de mercancías y bienes de la llamada superestructura, es barrera fundamental para aprehender las transformaciones en curso.
decir, la producción de ideas, creencias, percepciones y gustos. La produc- Para algunos los cambios operados en los últimos veinticinco años son
ción capitalista no sólo se ha apropiado de la producción de cultura, creen- demostrativos de una mutación de gran envergadura. Según esta lectura
cias y deseos sino que –y aquí está el verdadero turn over– los ha vincu- nos encontramos ante una gran transformación histórica: trátase del pa-
lado de manera directa con la producción y circulación de mercancías. Hoy saje de lo moderno a lo posmoderno. Sin embargo, ¿dónde encontrar los
resulta difícil pensar en una mercancía separada de su componente “esti- elementos significativos que caractericen y den sustento a este cambio?
42 César Altamira Introducción 43

¿Dónde sus causas últimas? Toni Negri ensaya una respuesta heredera de glo: Jean-Claude Lyotard, Jean Baudrillard, incluso el mismo Jürgen Ha-
la tradición autonomista: auscultar las causas endógenas más profundas bermas, entre otros. En primer lugar, a diferencia de Lyotard y Baudri-
en el gran ciclo de luchas de resistencia del trabajo contra el capital pro- llard, Negri sostiene la existencia de una gran narrativa, del metarrelato.
tagonizadas desde 1968 en adelante. Proceso que continuó con la ruptura Además, reafirma el análisis marxista sustentado en la guerra perma-
de la paridad dólar-oro en 1971 y culminó con la gran crisis del petróleo nente entre capital y trabajo, reinterpretando este antagonismo bajo un
en 1973. El encadenamiento de estos fenómenos determinará para el ca- horizonte que enfatiza ahora la ampliación de los espacios (fábrica social)
pital la imposibilidad de garantizar, como lo había hecho hasta ese mo- sobre los cuales este antagonismo se desarrolla, asignando particular im-
mento, el desarrollo capitalista por medio de instrumentos de regulación portancia en este conflicto a las prácticas comunicacionales. El desarrollo
interna, potenciando en ese momento nuevas formas de control en el pla- del capital social y con él de la nueva era de la información conforma el
no supranacional. El Consenso de Washington encarna la constitución de espacio de coincidencia entre el posmodernismo y Negri. Salvo que mien-
esta nueva modalidad de la relación capitalista en la perspectiva del ca- tras para éste la era del conocimiento y la información da lugar al surgi-
pitalismo estadounidense, aunque no la única. Los niveles de insubordi- miento de un nuevo tipo de sujeto antagónico arrojando al capital a posi-
nación del trabajo requerían de manera urgente alcanzar un nuevo tipo ciones de debilidad nunca vistas hasta ahora, abriendo así nuevas formas
de comando supranacional sobre el trabajo de la clase obrera. de resistencia y posibilidades de constitución de un comunismo posmoder-
En realidad, el término posmoderno comporta una inestabilidad se- no, no resulta ser éste el caso para los posmodernistas, quienes ven en la
mántica intrínseca. En efecto, en la medida en que está encadenado a su etapa abierta los síntomas de una descomposición de las clases y la frag-
referente, lo moderno es portador de las diversas acepciones, modulacio- mentación de las subjetividades. Sea que se trate de la escuela de Baudri-
nes y equívocos interpretativos que caracterizan a la modernidad (Vaka- llard –“banal y pesimista” (Negri, 1989: 200)– para quien ahora, en la cir-
loulis, 2001). La condición posmoderna, a pesar de que designa un conjun- culación de valores, toda mercancía se vuelve dinero y toda singularidad
to de fenómenos socioculturales distanciados radicalmente vis à vis del pierde su significado, provocando que el sentido de la existencia devenga
proyecto moderno, admite una definición basada en la exaltación de las pura paranoia. Sea que se trate de Lyotard, quien reconoce la pluralidad
diferencias antes que en la valoración identitaria de sus elementos cons- de los lenguajes. Sea finalmente que se invoque a Habermas, para quien
titutivos. la economía y el lugar de trabajo caen fuera del ámbito de la acción comu-
Hablar en términos posmodernos significa hablar del pasaje de lo mo- nicativa y se hallan sujetos por tanto a una lógica instrumental que en-
derno a lo posmoderno, absorbiendo e incorporando en esta lectura todas cuentra su razón de manera inexorable en la racionalización capitalista.
las caracterizaciones “post” que se han difundido últimamente: posfordis- En todos estos casos, no existe un ápice de perspectiva de liberación del
tas, poskeynesianas, postayloristas, postsocialistas, etc. Históricamente trabajo en su confrontación con el capital; todos muestran una increduli-
el llamado capitalismo posmoderno reenvía a un proceso social ligado a la dad manifiesta ante la mirada de los metarrelatos y conducen a caminos
crisis de la civilización fordista. Analíticamente representa un concepto- sin salida desprovistos de todo tipo de resistencia y lucha. La condición
horizonte que permite denominar una serie de evoluciones convergentes posmoderna, al modificar las espacialidades y las temporalidades de la
que se afirmaron con fuerza en el seno de las formaciones sociales avan- modernidad, las proyecta hacia la ubicuidad y lo efímero. En ese sentido
zadas, asumiendo connotaciones particulares, aunque no menos simila- los valores impulsados por la posmodernidad, lejos de ser una aberración
res, en los países menos desarrollados. Sin despreciar o dejar de lado los ideológica de gran envergadura, son portadores de una positividad apro-
elementos de estabilidad sistémica de la fase actual, el análisis del capi- piada y de una significación histórica en tanto manifestación y elemento
talismo posmoderno supone analizar y rescatar las nuevas figuras del an- constitutivo de la crisis de la modernidad capitalista avanzada. Son, pues,
tagonismo social, las potencialidades de la acción colectiva de los domina- una suerte de posmoderno en lo moderno.
dos, ciertamente obstaculizadas aunque no menos dinámicas y en perma- Sin embargo, el carácter de la crisis fordista no puede remitir a una
nente movimiento. consideración puramente económica. Fue el conjunto de las políticas key-
Antonio Negri reconoce y adhiere a una lectura de tránsito de capita- nesianas de relanzamiento de la demanda y su expresión política más
lismo moderno a posmoderno. Sin embargo debemos subrayar la sustan- avanzada, el compromiso socialdemócrata –en tanto modo de regulación de
cial diferencia que existe entre la concepción que Negri asigna a la pos- los conflictos sociales basado en la multiplicación de arreglos bilaterales o
modernidad y aquella sustentada por los filósofos del último cuarto de si- trilaterales, entre patrones, sindicatos y Estado–, el que se tornó ineficaz
44 César Altamira Introducción 45

para contener las luchas y la resistencia obrera. Se opera, en esa ocasión, todológicos es posible dejar atrás aquella idea de globalización entendida
una verdadera revolución intelectual que conmociona el juego de las pro- como la simple expansión del mercado capitalista que en su dinámica ero-
pias representaciones políticas, contribuyendo a desacreditar el rol regula- siona al Estado-nación, mientras abre la posibilidad de suscribir a aque-
dor de las políticas públicas del Estado-nación a partir de las mutaciones lla otra lectura que considera la globalización como la consecuencia direc-
operadas en el plano de la economía mundial. Es en ese contexto donde se ta de la dificultad del Estado-nación por mantener el control de la rela-
produce la crisis de las funciones sociales del Estado de bienestar. ción del capital, como la incapacidad del Estado-nación para controlar los
Por ello nos encontramos igualmente ante una crisis profunda de la re- mecanismos de reproducción de la sociedad capitalista, lo que fue cuestio-
presentación política. En momentos en que se proclama a todos los vien- nado de manera sustantiva por el avance de las luchas nacionales y de li-
tos que el capitalismo ha vencido (luego de la caída del Muro y la implo- beración antiimperialistas desplegadas en el plano mundial. Esta lectura
sión de la Unión Soviética), que el horizonte está marcado de manera de- del capital como relación implica también la ruptura con aquella lectura
cisiva por el sello del matrimonio democracia-mercado, la crisis del Esta- mecanicista y filológica propia de la II y la III Internacional, que conside-
do de bienestar no augura un buen pasar a la democracia capitalista. En raba los movimientos del capital verdaderos movimientos sociales, es de-
efecto, si el concepto de representación es consustancial al de democracia cir, la emergencia de elementos disruptivos.
y si la noción de democracia constitucional es inseparable del concepto de Pero abordar la temática del nuevo sujeto exige algunas aclaraciones
representación política, la crisis –que avanza y se despliega como elefan- metodológicas previas. En primer lugar se trata de un sujeto que se cons-
te en un bazar– se manifiesta de manera brutal, a pesar de la opinión de tituye no de manera negativa sino que se habla de una subjetividad cons-
muchos, sobre los espacios de la mismísima representación política. Ante titutiva. Este supuesto exige pensar en términos de discontinuidad, lo que
este panorama se abre un gran interrogante: ¿cuál es la modalidad de re- supone desterrar aquella idea de abordar los procesos históricos de mane-
presentación política capaz de superar el hiato y de rearticular nueva- ra lineal, definidos de modo determinista. El desarrollo histórico no resul-
mente los espacios de democracia y mercado? ta previsible desde el lugar en que nos ubicamos. Depende en todo caso de
Han sido tiempos donde igualmente el paradigma mercantil, en tanto la acción de los sujetos, proceso que siempre concluye en una acción des-
restauración cultural, se ha impuesto como el vector civilizatorio de la mo- medida. En el doble sentido: sea que no se puedan controlar los movimien-
dernización neoliberal en curso. En efecto, en el transcurrir de los 80 la tos, sea que la potencialidad de éstos plantee la imposibilidad de estable-
empresa, como institución comunitaria y lugar de identificación subjetiva cer previsibilidad alguna.
del conjunto de sus agentes, devino un tema ideológico central. La promo- Desde esta perspectiva será posible acceder al análisis de la relación
ción de una nueva cultura del individuo generalizó y banalizó los compor- entre composición de clase, categoría que acepta la variabilidad temporal
tamientos y las aspiraciones más innovadores de los 60 y 70. El espacio del sujeto, y capital. Relación que, reconociendo el antagonismo presente,
intelectual se transformó con la llegada de un nuevo discurso que recha- permite en Negri el desarrollo de un marxismo posmoderno no trascen-
zaba los grandes relatos de emancipación humana que acompañaron, en dental. Esto es, la permanente insistencia negriana en el análisis del po-
el plano de la confrontación, la puesta en movimiento de la moderniza- der constituyente referido a toda política del modo de producción capita-
ción. Este dispositivo intelectual que tomó forma hacia fines de los 70 ba- lista; perspectiva de poder construido desde abajo, intentando entender
jo el paraguas de la posmodernidad adquirió, hacia fines de los 80, un ca- los desplazamientos en el poder establecido como resultado del poder
rácter más operativo. Las ideologías de la modernización flexible del tra- creativo, generativo y constitutivo del propio trabajo.
bajo asalariado conforman la cristalización, al menos en parte, de esta En la base de la crisis y de las propuestas de lo que se ha dado en lla-
tendencia. mar “la superación del fordismo” es posible detectar una creciente inade-
Pero el surgimiento de un nuevo tipo de capitalismo permitió alcanzar cuación de las actitudes y los comportamientos sociales con relación a las
una lectura particular del capital alejada de toda ortodoxia marxista. En circunstancias en las cuales estamos inducidos a vivir. Así, es posible ob-
efecto, el pensamiento marxista clásico había encorsetado la categoría ca- servar una permanente contribución académica e intelectual orientada al
pital tras una lectura objetiva y estática; detenida, sin vida, sin proceso. estudio de la transformación de modos de vida y trabajo asentado en aná-
Aislada. Considerar, por el contrario, el capital como una relación exigía lisis de contenido inflacionista, demostrativos de una recurrente incorpo-
incorporar en el análisis quién manda y quién obedece, quién explota y ración de esquemas de interpretación conservadores, mientras se dejan
quién es explotado. Sólo a partir de la adhesión a estos presupuestos me- de lado los cambios gestados en la organización del trabajo. La utopía del
46 César Altamira Introducción 47

fin del trabajo, que muchos creyeron posible asentada en las nuevas tec- cantilización de la vida social. En ese sentido las nociones de género y su-
nologías que economizan trabajo, es un ejemplo de esa inadecuación de jeto han dejado de ser periféricas al marxismo tradicional para incorpo-
las categorías políticas. El trabajo, cuya reducción es interpretada como rarse de una manera mucho más frecuente en sus análisis.
técnicamente posible por los partidarios del fin del trabajo, es de hecho Cualquier renovación del marxismo deberá dar cuenta de los sugesti-
idéntico al trabajo que el capital ha reducido, a su manera, con la rees- vos desplazamientos operados en la composición de los grupos que consti-
tructuración y reorganización de los procesos productivos. Sin embargo, tuían el viejo proletariado luego de la emergencia de la llamada fase pos-
en la categoría trabajo utilizada por los teóricos del fin del trabajo se en- fordista de acumulación. Nuevo proceso de acumulación que no sólo alte-
cuentran ausentes las características lingüísticas, comunicativas y rela- ró la composición de clase sino que paralelamente modificó las relaciones
cionales que han modificado los modos y las formas de los procesos de va- del enfrentamiento con el capital. El marxismo debe dar cuenta de situa-
lorización. En lo esencial estos teóricos han mantenido la misma repre- ciones donde los tradicionales alineamientos y disposiciones de clase se
sentación del trabajo constituido históricamente en el fordismo y en el hayan visto alterados, fenómeno extendido no sólo en los países de capi-
taylorismo, desechando en ese mismo acto las nuevas modalidades que talismo avanzado sino también en los países capitalistas menos desarro-
adopta el trabajo en el capitalismo posmoderno. La supervivencia en la llados. En esta nueva división internacional del trabajo las clases ya no
historia de este siglo del trabajo en el lenguaje monetario bajo su acepción constituyen bloques homogéneos claramente identificables (el proletaria-
clásica de trabajo socialmente necesario nos ha conducido en otro lugar a do, la burguesía) siguiendo la ortodoxia de la II Internacional.2 Hoy en día
las utopías del fin del trabajo. Este otro lugar no es necesariamente peor la disposición del trabajo, como fenómeno que ha sido descripto de diver-
que el expuesto por los teóricos del fin del trabajo, es simplemente dife- sas maneras por Toni Negri, James O’Connor y Saskia Sassen, así como
rente. Por de pronto es un otro lugar aquí y ahora con el cual debemos en- por los diversos adherentes a la teoría de la regulación, sigue una lógica
frentarnos realmente. de tipo centro-periferia aun en los países de capitalismo avanzado. Es de-
El desafío particular que encara el marxismo en los tiempos que co- cir, altos salarios y altas calificaciones en centros de trabajo garantizado,
rren exige dar cuenta de la reestructuración en curso del capitalismo y envueltos por una fuerza de trabajo de bajos salarios y baja calificación,
del nuevo tipo de capitalismo emergente. En ese contexto resulta casi desplegada fundamentalmente en los sectores de servicios y domésticos,
una exigencia el desarrollo de nuevas categorías y análisis que permitan caracterizados por un alto grado de informalización, precarización y ca-
dar cuenta de la teoría y la práctica de los nuevos sujetos sociales así co- sualización propios de una fuerza de trabajo “sin garantías”. En el inte-
mo de la nueva naturaleza del trabajo acorde a la dinámica actual del ca- rior de esta estructura laboral existen múltiples y polivalentes relaciones
pitalismo. Aunque este proceso haya sido visto por algunos autores como sociales generadas por las diversas configuraciones del capital, que al
un capitalismo desorganizado, como ha sido el caso de Clauss Offe (1985), mismo tiempo producen, de manera antagónica con el capital, sus propios
ha engendrado igualmente un importante proceso de reorganización des- espacios específicos de agenciamientos, fuentes de potenciales cambios so-
cripto por otros como posfordismo (Harvey, 1989). No son pocos quienes ciales e históricos. La dispersión de las fuerzas de producción y la reorga-
ven en el posfordismo el desplazamiento de una sociedad caracterizada nización social y espacial que le siguió, producto de la transnacionaliza-
por el empleo garantizado en el largo plazo a otra marcada por relaciones ción del capital, hicieron posible el acceso a zonas diferenciadas de ofertas
laborales flexibles, móviles y precarias. Cuestiones referentes a la natu- de trabajo.3 Una de las consecuencias de este tipo de reestructuración ha
raleza y el carácter del desarrollo histórico, las causalidades, el conoci- sido mantener tales mercados de trabajo periféricos en ese estado, aun
miento y el poder, las subjetividades y los deseos han sido puestas nue- cuando fueran utilizados por las corporaciones multinacionales. En este
vamente en la mesa de discusión, de maneras muchas veces provocati- nuevo mercado de trabajo transnacionalizado los trabajadores encuen-
vas, desafiando una ortodoxia marxista cuyos lazos filosóficos se encuen- tran dificultades de nuevo tipo para alcanzar acuerdos políticos que pue-
tran anclados en el discurso modernista. En esa perspectiva las nuevas
teorías posestructuralistas (Deleuze, Guattari, Foucault), operando de
manera conjunta con las teorías feministas, han presentado verdaderos 2. Una excepción a esta lectura la constituye Samir Amin (1988: 24-52) para quien existe un
desafíos al marxismo tradicional que ha mostrado ser permeable a algu- nuevo proletariado y una nueva burguesía producto de que el capitalismo ha devenido un sis-
nas concepciones de la teoría feminista en sus tradicionales análisis de la tema mundial.
división del trabajo, la reproducción de las relaciones de clase y la mer- 3. Habría de ser Christian Palloix (1978) uno de los primeros en analizar este fenómeno.
48 César Altamira Introducción 49

dan dar cuenta de la defensa de sus intereses. Por su parte las calificacio- error creer que el trabajo, en las actuales condiciones del capitalismo, de-
nes tayloristas exigidas a los trabajadores inmersos en estas zonas de riva su carácter de otra cosa que no sea la directa relación con el modo de
subcontratación de bajos salarios han dejado de ser cotos cerrados exclu- producir. Si así fuera, la resistencia a la opresión patriarcal debería ha-
sivos de la clase obrera tradicional. Como lo señala Alain Lipietz (1982: berse iniciado en el nivel de la cooperación social y no del proceso de tra-
41), las viejas funciones laborales soportadas por las mujeres en su traba- bajo. La necesidad de conducir y dirigir esta resistencia en la esfera de la
jo doméstico constituyen hoy una importante base material para la con- cooperación social resulta sin embargo una necesidad política ahora que
formación de este tipo de explotación taylorizada en las zonas periféricas. la lógica de la cooperación social, basada en el trabajo hogareño, ha sal-
Se debe resaltar, sin embargo, que a pesar de la existencia de marcos de tado la esfera doméstica y se ha instalado a nivel fabril en las zonas li-
superexplotación en estos trabajos, el antagonismo constitutivo entre ca- bres periféricas. En la medida en que este análisis supone la imposibili-
pital y trabajo permanece dinámico en la medida en que el conflicto es in- dad de aislar el modo de producción del carácter social –cultural– permi-
trínseco a la relación de poder prevaleciente: los trabajadores concurren a te observar la importancia de disolver la tensión muchas veces existente
esta relación portando una estructural disposición al conflicto que debe y entre aquellas aproximaciones marxistas conocidas como culturalistas de
exige ser controlado permanentemente por el capital, si se trata de explo- aquellas otras reconocidas como de la economía política o ancladas en la
tar el trabajo vivo. La convergencia de funciones y calificaciones entre el historia del trabajo como sus focos. Si los espacios culturales y económi-
llamado trabajo doméstico y el trabajo en los espacios taylorizados del cos se solapan, resulta inútil pensar o dar cuenta de una de ellas en com-
mercado de trabajo para la sustitución de exportaciones adquiere una im- petencia con la otra.
portancia significativa para la teorización de la categoría trabajo y de la No cabe duda, entonces, que ante el proceso de reestructuración capi-
fuerza de trabajo. Tanto Lipietz como Sassen han planteado que las dife- talista las categorías utilizadas por el marxismo exigen cuando menos
rencias entre ambas formas de explotación han sido fuertemente relativi- una actualización; cuando no la incorporación y el desarrollo de otras nue-
zadas, especialmente en los países de la periferia o menos desarrollados. vas. Todo parece indicar la existencia de una tendencia del capitalismo,
Sin embargo esta modalidad de trabajo no es exclusiva de estos países. En aun en su manifestación más corriente, hacia una mayor abstracción, ya
los últimos veinte años se han producido igualmente en los países de ca- que sólo de esta manera puede asegurar que toda producción sea media-
pitalismo avanzado importantes alteraciones en el mercado de trabajo. A da y puesta a disposición de la acumulación. Igualmente el desarrollo del
este fenómeno han concurrido igualmente una serie de escenarios de nue- capitalismo de los últimos veinte años y las transformaciones alcanzadas,
vo tipo como: 1) el crecimiento acelerado de una serie de servicios típica- independientemente del nombre asignado –capitalismo tardío, capitalis-
mente aptos para el empleo de mano de obra femenina (hoteles, enferme- mo avanzado, capitalismo globalizado, capitalismo mundial integrado,
ras a domicilio, cuidado de niños, hogares de ancianos), y 2) el desarrollo etc.– como puntos de partida significativos para el desarrollo de cualquier
del trabajo a domicilio, fenómeno que tiende a diluir las fronteras entre la análisis, conforman condiciones económicas sociales sustancialmente di-
fábrica-oficina y la casa-hogar. ferentes de las enfrentadas por Marx en su época. En ese contexto se re-
Simultáneamente al desarrollo de los sistemas de producción flexible quiere de una reformulación del contenido de los análisis marxistas ante
basados en el uso intensivo y extensivo de las computadoras se ha modifi- el surgimiento de nuevas fuerzas y relaciones de producción.
cado aquel concepto taylorista de diseño y producción separados, reubi- La lógica de la actual coyuntura nos coloca frente a aspectos y modali-
cando y revalorizando la capacidad del trabajador para comandar la coo- dades del proceso de acumulación del capital sin precedentes. Esto es así
peración social productiva, ahora de nuevo tipo, acorde con la nueva natu- porque las transformaciones asociadas a la actual fase hacen posible la in-
raleza del trabajo. Mientras proyecta una fragmentación mayor del co- teractuación compleja de momentos dispersos y desorganizados con aque-
mando capitalista sobre el proceso de trabajo, este fenómeno promueve llos centralizados y organizados, y da como resultado una dinámica caóti-
mayores posibilidades para el desarrollo de una autovalorización antagó- ca y refractaria que envuelve formas del capital constitutivamente desor-
nica por parte del trabajador (“State and class in the phase of real sub- ganizadas, formas que modulan lo flexible con lo rígido.4 Como la crisis
sumption”, en Negri, 1989: 176-190). De esta manera la reconfiguración
del trabajo como categoría exige previamente un análisis de la estructura
de la cooperación social productiva en la medida en que esta estructura 4. Saskia Sassen (1991) da una buena aproximación a esta temática en la primera parte de
constituye la base ontológica en el actual modo de producir. Conforma un su libro Global City.
50 César Altamira Introducción 51

que ha producido esta transformación fundamental del capitalismo reco- do en llamar “modos de regulación” como el marco más particular en el
noce diversas dimensiones, reposicionar al marxismo exige hacerlo a par- que se desenvuelve la lucha de clases, otorgándole así al proceso de acu-
tir del relanzamiento de diversos ejes. Numerosas lecturas de la crisis mulación un carácter “histórico” aunque sin determinar sus característi-
ubican su dimensión en al menos dos lugares fundamentales. Retomando cas cualitativas. Este marco teórico establecido nos permitirá analizar la
a Negri (1988: 205) en su lectura sobre la crisis, podemos afirmar que su dinámica que asume la crisis en la Argentina a partir de ese contexto más
dinámica ha afectado de manera sustantiva la constelación de caracterís- general brindado por la teoría del obrerismo italiano.
ticas del sujeto laboral que se construyera en: 1) la organización del pro- Partimos de considerar que el mundo capitalista ha entrado en una
ceso de trabajo que tuvo como base al taylorismo; 2) el gerenciamiento de crisis larga de acumulación que exige y suscita simultáneamente un aco-
la jornada laboral y la regulación de la relación salarial por el fordismo; modamiento del régimen de acumulación de capital cuyo corazón y nudo
3) el sistema de relaciones político-económicas construidas desde el año están constituidos por un lado por el conjunto de las mediaciones institu-
30 y referenciado en el keynesianismo, y 4) las relaciones sociales genera- cionales que giran alrededor de la disputa entre capital y trabajo, y por el
les y las relaciones con el Estado mediadas por el Estado-plan. otro por las diversas reacciones que el trabajo ensaya para oponerse a la
La emergencia de la fase posfordista de acumulación provocó sustanti- sujeción capitalista. Formando parte de la dinámica mundial, la crisis del
vas modificaciones en la composición de la fuerza laboral y sus relaciones capitalismo argentino presenta especificidades propias de nuestra socie-
con el capital. La teoría marxista se enfrenta con situaciones donde las dad. Concebimos la crisis del capitalismo argentino como la de un modo
tradicionales modalidades de alineamientos de clase y oposición han sido de desarrollo, lo que significa plantear que no sólo incluye el régimen de
trastocadas o superadas, vaciadas en otros casos, no sólo en los países ca- acumulación sino el modo de regulación. Significa aceptar el fracaso de
pitalistas más avanzados donde este fenómeno se hace más evidente, si- las estrategias y tácticas que el capitalismo puso en funcionamiento du-
no también en los menos desarrollados. rante casi veinticinco años (modo de regulación), así como la crisis simul-
tánea de una forma particular de organizar la lucha de clases (régimen de
acumulación). El colapso de un modo de regulación debe ser interpretado
Hacia una teoría del antagonismo de clases como el fracaso del capital para imponer una determinada forma de orga-
nización del trabajo ante la resistencia del movimiento de los trabajado-
Según la concepción del autonomismo marxista, el sistema capitalista res. En este sentido el drama manifiesto del posfordismo debe ser visua-
se desarrolla atendiendo a una dinámica de comportamiento sustentada lizado a partir del rápido crecimiento alcanzado por la nueva figura obre-
en una lógica de enfrentamiento permanente entre capital y trabajo, di- ra, el obrero social, y la dificultad del capital para contenerlo. Atravesa-
námica que le otorga al capitalismo una determinada “racionalidad”. Es mos pues una etapa de transición, nexo entre un modo de acumulación
una lógica que proviene del choque permanente entre las necesidades de con fuerte inspiración fordista y otro cuyas características no están aún
valorización del capital y los deseos y las manifestaciones políticas de los delineadas.
trabajadores expresados en las luchas sociales y políticas que se oponen y Somos conscientes de que nuestro análisis incorpora categorías pro-
neutralizan la lógica del capital. Del choque de ambas dinámicas surgen pias de la escuela de la regulación francesa que en algún aspecto podrían
resultantes socioeconómicas que otorgan una impronta particular a las considerarse antitéticas con la teoría del obrerismo italiano. La razón
etapas del desarrollo capitalista. De esta correlación de fuerzas históricas, principal de este eclecticismo se asienta en los beneficios y la claridad
tensionamiento esencial entre “lucha de clases” y “leyes objetivas dictadas que proyecta su utilización para el desarrollo de nuestro razonamiento.
por el capital”, propia de determinados períodos, resultan entonces códi- Por lo demás, las categorías regulacionistas han sido utilizadas en nume-
gos particulares de expresión de las relaciones sociales capitalistas funda- rosos escritos autonomistas. Si tuviéramos que explicitar las diferencias
mentales, estatutos que, según el vocabulario utilizado por la escuela de entre la escuela de la regulación y el obrerismo italiano, más allá de sus
la regulación francesa, son conocidos como las formas institucionales. És- mutuas influencias, deberíamos señalar que mientras para la primera la
tas son, en última instancia, portadoras de la manera particular que dinámica del fordismo fue siempre abordada tras las permanentes for-
adoptan las relaciones sociales fundamentales en cada período histórico. mas de mediación entre el capital y el trabajo –por ello el énfasis puesto
Tras esta dinámica más general, es posible auscultar particulares mo- en el desarrollo de las formas institucionales–, desde el obrerismo italia-
dalidades de enfrentamientos y disputas, que dan lugar a lo que se ha da- no el fordismo fue analizado siempre como dinámica social alimentada
52 César Altamira Introducción 53

por la conflictividad permanente, por un antagonismo que nunca dejó de es también portador de una particular intervención obrera en la sociedad,
atravesarlo. En esta perspectiva, la regulación terminará reduciendo la de una modalidad de lucha propia, en fin, de una estructuración de alian-
subjetividad obrera a las determinaciones institucionales que pautan las zas también particulares en una dinámica global que da lugar a la confor-
relaciones industriales para culminar en la búsqueda de las posibles sa- mación del “ciclo de lucha obrera”. En este sentido estamos también tran-
lidas a la crisis. En esta representación la relación salarial, categoría tí- sitando un período de cambio entre dos ciclos de luchas obreras protago-
picamente regulacionista, incorporará contenidos diametralmente dife- nizadas por sujetos históricos diferentes: uno el obrero masa producto del
rentes de la relación capital-trabajo. No sólo no la contiene sino que re- período de acumulación con fuertes rasgos de inspiración fordista de la dé-
presenta solamente un aspecto de esa relación, privilegiando los momen- cada de los 60 y 70. Otro el obrero social, producto de la crisis y de la rees-
tos de armonía por sobre los del conflicto. Por el contrario, a ojos del obre- tructuración capitalista de nuestros días, con una táctica de intervención
rismo la relación capital-trabajo se funda en la determinación específica en la sociedad que incorpora algunos rasgos del pasado en el actual esce-
del antagonismo de clase obrero/capital, en última instancia en las sub- nario sociopolítico. Podemos afirmar, pues, que el obrero social como figu-
jetividades que constituyen el polo. La constitución y la transformación ra obrera producto de la crisis y de la reestructuración es doblemente con-
cotidiana de las relaciones de fuerza entre capital y trabajo trascienden tinuador del obrero masa: primero, en tanto es producto de la reestructu-
siempre la aproximación económica, cuyo horizonte social es histórico y ración productiva capitalista; y segundo, en tanto promotor de luchas
terriblemente restringido a una visión claramente formalista de los jue- obreras de características similares a las del obrero masa.
gos institucionales, donde su incorporación queda acotada al análisis de
las formas de organización sindical y al de las contradicciones sociales
expresadas en el nivel de las instituciones. La composición de clase y los ciclos de lucha
En el espacio que nos ocupa las mutaciones sociales mencionadas esti-
mulan también alteraciones de la figura obrera característica. Es la com- Se trata de avanzar en un análisis de la dinámica del capitalismo en
posición de clase la que se ve alterada debido no sólo a cambios originados términos de la contradicción entre capital y trabajo. Esta concepción sig-
en las relaciones capitalistas de producción sino también a modificaciones nifica aceptar que el elemento articulador y central de la dinámica capi-
alimentadas desde la misma subjetividad obrera: la nueva figura obrera, talista se condensa en la tensión siempre presente entre estructura y lu-
el obrero social, es portadora de la agresividad y la modalidad de lucha per- cha. Implica comprender el capitalismo como colisión permanente entre
tenecientes al obrero anterior, fenómeno que, veremos, adquiere particular dos vectores opuestos: la explotación del trabajo por el capital y la resis-
significación y simultáneamente otorga a la etapa una impronta particu- tencia de los trabajadores a esa explotación. ¿Qué significa este posiciona-
lar de lucha. En su desarrollo el capitalismo va reestructurando a la clase miento primario?
obrera, la que reacciona oponiéndose; éste es un proceso que se acelera y En primer lugar, el rechazo a todo tipo de economicismo que empren-
potencia en las épocas de crisis. En efecto, la particular reproducción del da el estudio de la economía en términos de relación entre cosas, privile-
capital posibilita que un sector de la clase obrera, en tanto expresión de las giando en este sentido el análisis en términos de relación social. La lectu-
contradicciones del capital, se alce como el “sujeto social” de la etapa. Si- ra economicista ha ejercido una nefasta influencia sobre vastos sectores
multáneamente, el proceso de acumulación va generando contradicciones de intelectuales que vieron en el desarrollo de las fuerzas productivas el
y tensiones sociopolíticas y como tal determinando al “sujeto histórico” en pivote fundamental de la dinámica social y abordaron el estudio de las
tanto expresión de las contradicciones políticas de la etapa. De esta mane- tecnologías como elemento neutro en el desarrollo de la humanidad. En
ra se va perfilando una fracción obrera hegemónica, articuladora de los di- algún punto esta concepción se encuentra emparentada con aquella otra
versos estratos obreros mediante un verdadero proceso social, y que asu- idea que ha abordado el desarrollo del capitalismo en términos de cumpli-
me así la condición de dirección de las luchas del conjunto de la sociedad. miento de leyes inexorables que “se imponen por encima de la voluntad de
Esta figura de sujeto histórico puede coincidir o no con la figura del sujeto los hombres”. En este sentido la autonomización y el reino de lo objetivo
social. Cuando esta discordancia se presenta, entonces las luchas adquie- –en cuanto leyes objetivas– se contraponen con una lectura dinámica don-
ren un carácter fragmentario, parcial y de profundo aislamiento. de se privilegia la construcción de las subjetividades. Resaltar el fenóme-
Sin embargo, cada régimen de acumulación, con las tensiones sociales no objetivo y las leyes como mecánica de funcionamiento significa, por lo
que origina, no sólo es proveedor de un sujeto histórico singular sino que pronto, rescatar en nuestro análisis los términos de la dominación, perci-
54 César Altamira Introducción 55

bir en todo caso sus mecanismos, relegando en ese momento los términos capital busca maniatar las luchas obreras; cuando la política del capital
y aspectos que hacen a la liberación, aquellos fenómenos ligados directa- consigue integrar las luchas obreras al sistema capitalista, poniéndoles lí-
mente a la construcción del elemento subjetivo. mite y resolviendo por lo tanto la contradicción, entonces, dice el autono-
En segundo lugar, crea las condiciones teóricas para realizar una lec- mismo, se ha impuesto la unidad contradictoria de la relación dialéctica.
tura política de la Crítica de la economía política de Marx, proceso que Si esta etapa se alcanza, entonces el capital ha derrotado al otro sujeto, la
significa indagar y rescatar, detrás de cada categoría marxista, su rela- clase obrera, que se mueve con una lógica de separación antagónica res-
ción con la totalidad, entendida como aquella naturaleza antagónica pre- pecto del capital. Es una lógica que no es dialéctica, donde la clase no bus-
sente en la lucha de clases. Significa considerar que no existe en Marx ca controlar al otro, no busca subsumirlo, sino en todo caso destruirlo pa-
una esfera política diferente de otra esfera económica o sociológica sino ra liberarse. Esta lectura significa reconocer la existencia de dos lógicas
que todas las categorías deben ser abordadas como esencialmente políti- diferentes, antagónicas.
cas. En contraposición, el marxismo tradicional ha intentado siempre se- El desarrollo histórico de la sociedad capitalista ha producido un mo-
parar los espacios económicos y políticos; ha abordado el espacio político vimiento obrero que, en tanto sujeto separado y antagónico, construye su
en sí mismo, como un sujeto entre otros especial y particularmente distin- propio poder, y en esa construcción termina lanzando el sistema a la cri-
to del campo económico, y de alguna manera escondido en la llamada su- sis y su potencial destrucción. Este aspecto es central en el abordaje de
perestructura política. Durante largos años el marxismo redujo su crítica la concepción de crisis que maneja el autonomismo marxista. La crisis no
de la crítica de la hegemonía capitalista y sus leyes de funcionamiento. Es puede ser considerada una expresión de leyes inmanentes que conducen
que la fascinación que había generado a los ojos marxistas el despotismo el sistema al estancamiento y la parálisis del desarrollo, sino que debe
fabril capitalista, el mecanismo de dominación cultural y la instrumenta- ser incorporada a partir del accionar obrero enfrentado al capital como
lización de las luchas obreras impidió ver la actividad y el despliegue so- sujeto antagónico. En este aspecto el análisis de Marx, según el autono-
cial del otro sujeto antagónico. En esta perspectiva las luchas obreras fue- mismo, se proyecta desde la dominación formal capitalista de la produc-
ron incorporadas de manera subordinada y derivadas de las característi- ción a través del dinero hacia la dominación directa de la producción y la
cas que asumía el desarrollo del capitalismo. Funcional a esta idea la di- circulación como etapa intermedia, para alcanzar finalmente el nivel del
námica del capitalismo se incorporó, casi invariablemente, como resulta- mercado mundial. Las modalidades de crisis, vistas como niveles y situa-
do de las disputas intercapitalistas, como el fruto de la competencia entre ciones límite de enfrentamiento antagónico, se desarrollan y recrean de
capitales. Bajo esta óptica las políticas capitalistas ajustan su accionar a manera paralela al crecimiento y la modificación que experimenta la cla-
situaciones condicionadas y movidas por las llamadas leyes de funciona- se trabajadora. Desde una etapa cuando la fuerza de trabajo viva –bajo
miento de la economía sin incorporar en estas decisiones el movimiento y la forma del proletariado industrial– estaba dominada por el capital, ha-
la dinámica de comportamiento de la clase antagónica. cia un plano de desarrollo avanzado mayor en el que como obrero social
Quienes han expresado con mayor nitidez estas concepciones son un manifiesta su antagonismo político en el ámbito de la reproducción so-
conjunto de intelectuales y teóricos marxistas que, ligados inicialmente al cial. En este sentido el autonomismo nos dice que el desarrollo capitalis-
obrerismo italiano desarrollado en los tiempos del “otoño caliente” de Ita- ta ha conducido a una sociedad en la que el trabajo obrero industrial, co-
lia, habrían de alcanzar luego a diversos países europeos y americanos. mo trabajo inmediato, se transforma en un elemento secundario en la or-
Nos referimos a teóricos como Antonio Negri, Yann Moulier Boutang, Ser- ganización del capitalismo cuando el capital subsume a la sociedad orga-
gio Bologna, Jean Marie Vincent, Mauricio Lazzaratto, Carlo Vercellone, nizándola a su imagen y semejanza. En ese momento el trabajo produc-
Giusseppe Cocco, Paul Virilio, Michael Hardt y Harry Cleaver, entre tivo deviene trabajo inmaterial, cooperativo, intelectual. En la actuali-
otros. Muchos de ellos, inicialmente agrupados alrededor de revistas co- dad vivimos, según el autonomismo, en una sociedad con hegemonía del
mo Potere Operaio y Primo Maggio, habrían de congregarse posteriormen- trabajo intelectual, inmaterial, científico-tecnológico, y donde los nexos
te en la revista francesa Futur Antérieur para finalmente recalar en su ac- establecidos entre la producción de las mercancías –incluso con alto gra-
tual versión, Multitudes, y en la revista italiana Posse. do de informatización– y su distribución –es decir, las relaciones sociales
Lo que el autonomismo resalta en sus análisis es la tensión presente y que se incorporan a la producción y a la circulación– presentan un sesgo
creciente entre la dialéctica del capital y la lógica antagónica de la clase marcadamente inmaterial. Esto significa decir que en la constitución de
obrera. En la óptica del autonomismo la dialéctica es la manera como el la producción y la distribución el trabajo inmediato es cada vez más se-
56 César Altamira Introducción 57

cundario y que éstas son efectivamente organizadas según la cooperación del capital. Este punto de partida, asumido por el autonomismo como ar-
tecnológica y comunicativa. ticulador de su concepción, implicó el reconocimiento de una potenza cu-
En un mundo donde coexisten dos sujetos antagónicos la única objeti- ya manifestación se renueva de manera permanente en la recreación
vidad posible es el producto de sus conflictos; por ello la hegemonía como constante de las luchas obreras en su disputa con el capital. Asentada en
categoría política no forma parte del horizonte teórico autonomista. Así la idea primaria de Mario Tronti sobre la necesidad de invertir la polari-
como en la física la resultante de dos fuerzas es otra fuerza cuya dirección dad en el análisis de la sociedad capitalista desarrollado hasta ese mo-
y sentido son distintos de los de las otras dos, en el plano de la dinámica mento, es decir, comenzar con la lucha de la clase obrera, el autonomismo
social el resultado inesperado de la confrontación constituye el verdadero rescató la idea de que, lejos de ser un elemento pasivo de los designios ca-
determinante del desarrollo de las leyes del movimiento del capital. En el pitalistas, el trabajador es de hecho el sujeto activo de la producción, la
desenvolvimiento de este enfrentamiento de subjetividades, el continuo fuente de la innovación, la cooperación y la calificación de las cuales de-
desarrollo de la clase obrera y el crecimiento paralelo producido en el po- pende el capital. Si bien en el ciclo de valorización el capital busca inte-
der relativo del vector de clase socavan y minan de manera permanente grar el trabajo como el objeto fuerza de trabajo, aunque esta inclusión es
el poder capitalista. Por ello la competencia intercapitalista debe ser vis- simplemente parcial, nunca alcanza a ser definitiva. En realidad, el tra-
ta antes bien como una disputa de tipo familiar que como el vector sus- bajo implica para el capital un problema permanente que debe ser contro-
tantivo del desarrollo capitalista. En realidad el poder capitalista sustan- lado y dominado. No es el capital el que les da la impronta a los trabaja-
cial se reduce a su habilidad para forzar a los obreros al trabajo, para in- dores, sino que es la lucha lo que los constituye como clase. Esta afirma-
corporarlos al mercado de trabajo y poder succionar plustrabajo y conver- ción habría de plantear significativas diferencias con el marxismo oficial,
tirlo luego en ganancia. En esta disputa con el trabajo el capital nunca ya que al negar toda taxonomía que circunscribiera los trabajadores rea-
puede ganar de una vez y para siempre ya que ello implicaría la desapa- les a los trabajadores de cuello azul, obrero fabril u obrero calificado, el
rición de la clase obrera. autonomismo privilegió una lectura de clase obrera como polo contendien-
Cuando la plusvalía, bajo la forma de dinero, se convierte en beneficio, te, como sujeto que se constituye en la lucha, en su predisposición para
en plusvalía socializada a nivel del capital social, se trastoca en ese mo- dejar de ser considerado como clase trabajadora, como clase unidimensio-
mento en uno de los polos del antagonismo social y, al mismo tiempo, en nal. Para analizar tal lucha el autonomismo habrá de echar mano a la ca-
la medida del desarrollo antagónico del capital. En este punto hace su tegoría composición de clase.
aparición la crisis capitalista entendida como la contradicción presente El autonomismo enfatizó de manera particular el espacio de estas lu-
entre una clase trabajadora que se aparece como trabajo necesario y el ca- chas que se extienden más allá de la fábrica para incorporar el espacio so-
pital que adopta la forma del plustrabajo. La dinámica fundamental de cial en su conjunto. En este sentido no sólo incluye las luchas de los tra-
este antagonismo produce una tendencia a la baja de la tasa de ganancia, bajadores ligados a la esfera reproductiva –nos referimos a la circulación,
proceso largamente mistificado por los marxistas, y constituye la forma transporte por ferrocarril, etc.– sino también a las luchas de los desem-
como las luchas obreras bloquean el desarrollo capitalista. En efecto, al pleados no asalariados, amas de casa, estudiantes, etc. Si bien cada una
disputar una porción mayor del trabajo necesario empujan al capital a in- de estas luchas adquiere una dinámica y un curso particulares, el conjun-
crementar la composición orgánica como manera de extraer una mayor to de ellas se organiza y se subordina a través de la forma salarial. Cada
plusvalía relativa. La presión obrera es la que genera la respuesta capi- sujeto particular define su organización y sus niveles de autonomía en re-
talista que busca renovar el capital fijo expandiéndolo y buscando reorga- lación con la dominación del capital. El análisis autonomista no supone,
nizar el proceso de trabajo. Este proceso provoca al mismo tiempo una re- por lo demás, la centralización de las luchas a través de algún partido u
composición política de la clase, proceso que generará un nuevo ciclo de organización política particular que jerarquice el movimiento y lo subor-
luchas. dine. Por el contrario, rescata el entrelazamiento de las luchas como pro-
Hemos descripto sucintamente el mecanismo de enfrentamiento entre ducto de lo que denomina la circulación de las luchas.
las clases; se trata de avanzar en su análisis detallado. El autonomismo El autonomismo rechazó de manera categórica tanto el socialismo real
se diferenció del resto de las corrientes teóricas marxistas al menos en autoritario existente hasta fines de los 80 como el reformismo socialdemó-
tres aspectos sustantivos. Sostuvo la existencia de una potencial libertad crata, proponiendo en su reemplazo la búsqueda de la construcción de una
o autonomía del movimiento obrero con relación al poder de dominación alternativa social contra el capital y su Estado. En esa perspectiva ante-
58 César Altamira Introducción 59

puso a las fórmulas ortodoxas la expresión “Marx más allá de Marx”, res- cesario, empujan al capital a incrementar la composición orgánica como
catando en ese sentido la idea del ciclo de luchas. forma de extraer una plusvalía relativa mayor. Es la presión obrera la que
La composición de clase constituye en realidad el punto decisivo de la genera una caída de la tasa de ganancia y por lo tanto la respuesta capi-
inversión de las categorías de clase mencionada. Mientras Marx enfatizó talista para renovar el capital fijo y buscar reorganizar el proceso de tra-
los cambios en la composición orgánica del capital derivados de las modifi- bajo; simultáneamente se genera una recomposición política de la clase
caciones e innovaciones tecnológicas, como la manera como el capital for- que impulsa así un nuevo ciclo de luchas. El proceso de robotización y
talece su poder en la producción, los autonomistas invierten el análisis ten- reemplazo de capital vivo por capital muerto provoca una amenaza social
tando determinar tras la categoría composición de clase el fortalecimiento incrementada en relación con el capital en tanto existe una creciente difi-
del poder de la fuerza de trabajo viva para disputar y arrancar de manera cultad para poner gente a trabajar y controlarla socialmente.
violenta al capital el poder y la dominación sobre el trabajo. Si bien ambas Cuando los asalariados en su proceso de cuestionamiento al control y
categorías se referencian en la organización del proceso de producción, dominio del capital se movilizan y alcanzan algún grado de unidad –es de-
mientras la categoría marxiana hace hincapié en la dominación del capital cir, algún grado de composición de clase–, el capital responde mediante in-
constante sobre el capital variable, el autonomismo busca incorporar un novaciones tecnológicas, organizacionales y políticas diseñadas para des-
panorama desagregado de la estructura del poder de clase existente en la componer estos movimientos, sea por cooptación sea por eliminación. Co-
producción, correspondiente a una particular división del trabajo asociada mo el capitalismo es esencialmente un sistema de dominación de una cla-
a una particular relación entre el capital constante y el capital variable. La se por otra, el capital, en tanto depende del trabajo asalariado, no puede
categoría composición de clase incorpora no sólo las luchas de los trabaja- eliminar el sujeto antagónico; debe constantemente recrear un nuevo pro-
dores, su desarrollo y crecimiento, sus niveles de aislamiento y/o relación letariado cuyo desarrollo y movimiento amenaza a su vez la dinámica ca-
con las luchas del resto de los trabajadores, sino también su capacidad y pitalista mediante procesos de ataque y resistencia parciales y coyuntu-
potencialidad para poder subvertir el poder del capital. Tiene en cuenta el rales, en el marco del surgimiento de nuevos modos de resistencia. De es-
nivel de las necesidades y los deseos de los trabajadores expresados en la ta manera la composición de clase como tal se encuentra en permanente
organización política, cultural y social alcanzada para ese momento; en fin, cambio, en la medida en que ante la resistencia obrera el capital busca
lo que Negri ha denominado el sujeto dinámico, aquella fuerza antagónica descomponer la composición de clase alcanzada mediante la llamada rees-
que busca construir su propia identidad independiente. tructuración capitalista, es decir, aquellos cambios organizacionales en la
Por lo demás, la utilización de esta categoría no significa desestimar producción consecuencia de las innovaciones tecnológicas que eliminan,
en el análisis la debatida ley de la tendencia decreciente de la tasa de ga- descalifican y debilitan los núcleos de trabajadores más dinámicos. A su
nancia. Por el contrario, el análisis que desarrollamos impulsa su incor- vez, cada reestructuración capitalista, como no puede terminar definitiva-
poración como línea de combate permanente entre el capital y el trabajo. mente con el sujeto antagónico asalariado, provoca una nueva recomposi-
En la óptica del autonomismo la incorporación del capital constante en el ción de clase que incorpora nuevas camadas y estratos de trabajadores
proceso de producción no debe ser vista como producto de la competencia con renovadas capacidades de resistencia y contrainiciativas. De esta ma-
capitalista sino esencialmente como originada en la necesidad del capital nera se gesta un proceso de composición, descomposición y recomposición
por controlar, a través de la automación, las amenazas proyectadas por como momentos del ciclo de luchas.
los conflictos de clase. De la misma manera la habilidad del capital para El concepto de ciclo de luchas es importante porque permite diferen-
evitar ser asfixiado por la innovación tecnológica depende de cuánto pue- ciar entre un ciclo y otro las calidades de los diferentes liderazgos ejerci-
da poner en marcha las contratendencias previstas. En cada caso el ele- dos a su vez por distintos sectores de trabajadores en el proceso de lucha,
mento crítico en toda composición orgánica de capital es la composición de las estrategias particulares asumidas, en fin, la organización particular
clase del trabajo que enfrenta su grado de resistencia o de complacencia alcanzada. La clase obrera en ese sentido no se constituye de una vez y
que el capital encuentra para imponer su disciplina laboral y ejercer el co- para siempre, sino que en todo caso se encuentra en una permanente
mando. Esta tendencia a la caída de la tasa de ganancia, mistificada por constitución mediada por un proceso de transformación constante. Debe
los marxistas durante largo tiempo, debe ser vista como la forma en que ser vista enmarcada en un proceso de mutación permanente de su cultu-
las luchas obreras bloquean el desarrollo capitalista. En efecto, en la me- ra, sus costumbres y sus capacidades estratégicas y tácticas, matizado to-
dida en que las luchas obreras disputan una porción mayor del trabajo ne- do por el enfrentamiento permanente entre el capital y el trabajo conside-
60 César Altamira Introducción 61

rado como un proceso de espiral uno dentro del otro, dibujando una doble 2. Un segundo ciclo de luchas que, referenciado en el obrero masa, se ini-
helicoide implacable. ció con posterioridad a la revolución de octubre. En efecto, el proceso de
En este proceso de disputa constante los trabajadores asalariados y no reestructuración capitalista impuso una virtual división taylorista del
asalariados no pueden ser percibidos como meras víctimas pasivas del proceso de trabajo en tiempos y movimientos, acompañada de un proce-
proceso de cambio tecnológico, sino como agentes activos en disputa cons- so de descalificación de la fuerza de trabajo y del gerenciamiento de la
tante con el capital. Esta respuesta puede adoptar diversas formas. Una línea de producción fordista; mientras surgían simultáneamente el wel-
es lo que los autonomistas han denominado el rechazo directo al trabajo, fare state y las políticas keynesianas. Se trataba de descomponer el po-
el sabotaje, el tortuguismo, la detención de la línea de producción. Otra es der de control del obrero profesional destruyendo su base técnica profe-
la reapropiación donde el propio poder inventivo del trabajo es usado pa- sional. La organización científica del trabajo daba cumplimiento a ese
ra recuperar, refuncionalizar y/o desviar la maquinaria de clase apartán- objetivo. Esta reestructuración capitalista habría de generar una nueva
dola del gerenciamiento capitalista y poniéndola al servicio de propósitos figura obrera, el obrero masa, nacido a partir de la concentración de los
subversivos. obreros semiespecializados en el ensamblado y la producción de fábrica,
Ya en los comienzos del autonomismo Rainiero Panzieri (s/f b) nos ha- así como en las fábricas de proceso continuo. La descalificación obrera se
bía advertido que los cambios tecnológicos no podían ser vistos como ele- combinó mecánicamente con la línea de ensamblaje. Este proceso estuvo
mentos progresivos. En efecto, Panzieri había roto con aquella lectura que acompañado por una sustancial participación del Estado en el gerencia-
veía en el desarrollo técnico-científico una propuesta de por sí progresiva. miento social de la fuerza de trabajo y la moneda así como en las áreas
En realidad la revolución científico-técnica constituye un campo de dispu- de bienestar social y educación que permitieron acoplar la producción de
ta permanente y de lucha permanente contra el movimiento obrero. masas al consumo de masas. De esa manera se buscaba atenuar las fluc-
Negri enfatiza en sus trabajos la primera respuesta y reserva a traba- tuaciones cíclicas características del período anterior. El nexo construi-
jos posteriores la segunda; de cualquier manera cada una puede ser utili- do entre salario y productividad sirvió para impulsar simultáneamente
zada en ciclos de luchas distintos y en coyunturas diferentes. Visto histó- la innovación tecnológica y contrarrestar la resistencia obrera. Eran
ricamente es posible hablar de tres ciclos de luchas en este siglo: tiempos de la institucionalización de las relaciones industriales y del
surgimiento y la consolidación de los planes y gerenciamientos sociales.
1. Un primer ciclo perteneciente a la era del obrero profesional, que corre Como producto de las presiones obreras el salario de fábrica será com-
desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, cuando plementado por el salario social, nacido de los pagos aportados por los
los trabajadores altamente especializados y ligados a algún oficio usaron diferentes planes sociales responsabilidad del Estado keynesiano: cober-
todo su bagaje de conocimientos en el proceso de trabajo desde comienzos turas en salud, educación, pensiones, jubilaciones y asistencia social for-
de siglo para hacer frente a la autoridad del capital en la fábrica. El obre- man parte de ese paquete global. Este conjunto de medidas estatales
ro especializado se constituye en el sujeto político de las luchas de la eta- contribuyó a soportar un nuevo régimen de acumulación como forma de
pa que buscan alcanzar el control de la producción y la preservación de la prevenir y contener las luchas sociales e integrar al grueso de los traba-
dignidad del valor del trabajo. Este particular sector de clase habría de jadores en el circuito de consumo del capital. El proceso de integración
proveer los cuadros políticos más importantes para los movimientos revo- del consumo obrero al circuito de acumulación condujo a una fuerte va-
lucionarios de la época, y se constituía de esa manera en el sujeto político loración de la vida y el trabajo doméstico. La radio y la televisión cum-
de la etapa. La actividad del capital por fuera de la fábrica es escasa plieron una tarea importante al inducir en la vida doméstica normas de
mientras la intervención del Estado en la sociedad se encuentra más liga- consumo y preferencias mercantiles. Lo cierto es que hacia el final de la
da bien al expansionismo imperialista, bien a una administración del Segunda Guerra Mundial nada hacía prever el cuestionamiento al régi-
mercado libre. Se trata igualmente de una etapa de fuertes fluctuaciones men de acumulación alcanzado. Las minorías étnicas y los fuertes pro-
cíclicas en la economía y con altas dificultades para la coordinación entre cesos migratorios ayudaban a conformar un importante ejército indus-
la producción y el consumo. Cuando luego de 1917 esta particular compo- trial de reserva que era funcional para trabajos allende las fronteras fa-
sición de clase se convirtió en una virtual amenaza, el capital habría de briles. Simultáneamente el sistema de educación de masas desplegado
generar un profundo proceso de reestructuración. garantizaba la preparación de los futuros cuadros técnico-burocráticos
que demandaba el sostén del Estado-plan. De verdad el autonomismo
62 César Altamira Introducción 63

vio al obrero masa como una figura de transición hacia otra todavía no vas inversiones en microelectrónica y biotecnología, abordadas las más
perfilada con nitidez. de las veces como la punta de lanza de una revolución científico-técnica
emancipatoria, deben ser vistas más bien como parte del ataque directo
3. Pero hacia mediados de los 60 y 70 la revuelta del obrero masa terminó y de la ofensiva capitalista ante el poder del trabajo. Si la automatiza-
con el disciplinamiento que proyectaba la línea de producción. La reacción ción diezmó la base fabril del obrero masa, las telecomunicaciones permi-
obrera fue inicialmente respondida con una mayor disciplina interna e in- tieron a las grandes empresas globalizar su búsqueda de mano de obra y
tensificación del trabajo en la línea. Si bien el obrero masa no disponía de obtener regulaciones más laxas. Si el cronómetro y la línea de producción
la capacidad propia del obrero oficio para controlar la producción, sí tenía fueron las armas de ataque del capital contra el obrero especializado, el
posibilidades de detenerla. Fue el momento de la emergencia del rechazo al robot y la red computadorizada jugaron el mismo rol en el caso del obre-
trabajo, del tortuguismo y del sabotaje que paralizaron las líneas de produc- ro masa. En las plantas fabriles los sistemas de control de flujos compu-
ción. La ola de huelgas salvajes recorrió Europa afectando sustancialmente tadorizados: Flexible Manufacturing Cells (FMS), Flexible Manufacturing
a las plantas automotrices, volviendo el control capitalista prácticamente System (FMS), Computer Aided Process Planning (CAPP) y Just in Time
inmanejable desde Detroit hasta Turín pasando por Dagenham. Este proce- (JIT), permitieron romper la cadena de solidaridad de la línea de produc-
so de lucha habría de converger con aquel otro derivado de los tensiona- ción mediante la creación de equipos de trabajo que competían entre sí
mientos generados por el Estado benefactor: la lucha de los estudiantes y de alimentados por cadenas de robots que reducían la fuerza de trabajo uti-
las amas de casa, la irrupción masiva de la mujer en el mercado de trabajo lizada, aproximándose en algunos casos a escenarios propios de la plan-
y las insurrecciones de las minorías de los guetos, proceso de conjunto que ta automatizada. Mientras tanto las tecnologías de la información moni-
provocó el desencadenamiento de una crisis global en la sociedad. Los estu- toreaban y regulaban la vida ciudadana, se demolían los beneficios del
diantes rechazaban la integración social que los preparaba para integrarse Estado de bienestar y se daba paso al disciplinamiento de la austeridad
a las líneas de ensamble; las comunidades de inmigrantes y los guetos ne- que imponía el Estado-crisis. Junto a las políticas de privatización, la le-
gros se rebelaban contra los bajos salarios y las tareas peligrosas. Las mu- gislación represiva y las de desregulación, la robótica y la fibra óptica
jeres abandonaban el trabajo doméstico para integrarse al mercado de tra- aniquilaron el poder de negociación de los sindicatos desagregando los
bajo capitalista y demandar salarios similares a los pagados a sus maridos. movimientos sociales mientras condenaban al fracaso a las políticas so-
Si bien el conjunto de luchas apareció las más de las veces de manera dis- cialdemócratas. Muchos han visto en este proceso la victoria definitiva
persa, no pueden interpretarse como negación de las luchas de los obreros del capitalismo apuntalado por la caída del muro en diciembre de 1989.
sino en todo caso como el florecimiento de una enorme exfoliación y diversi- Los dispositivos de microelectrónica y comunicación inicialmente diseña-
ficación de las demandas sociales creada por las revueltas previas de los sec- dos para cumplir roles militares contra el enemigo externo en la década
tores fabriles. Este proceso resultó en una importante circulación de las lu- de los 50 fueron endocolonizados, al decir de Paul Virilio (1980), para de-
chas que, comenzadas en los más diversos puntos, amenazaron definitiva- rrotar al enemigo interno fabril. La red electrónica originalmente desa-
mente el conjunto del equilibrio social alcanzado por la fábrica social. rrollada para la guerra nuclear recibirá su bautismo civil en el gobierno
de Nixon cuando se resuelve monitorear los salarios congelados y los pi-
Este proceso de recomposición obrera desencadenó la respuesta capi- quetes de huelga que desató el conflicto de camioneros en Estados Uni-
talista de los 80 y 90 que, adoptando la modalidad de un verdadero con- dos. Estábamos en presencia de la transición del welfare state al warfa-
traataque, tras la reestructuración capitalista buscaba la recuperación re state. Los efectos sobre la composición de clases son devastadores al
del control y del dominio en el interior de la fábrica. El Estado benefac- tiempo que proporcionan al capital cartas verdaderamente ganadoras.
tor fue reemplazado por el Estado-crisis; las garantías keynesianas, des- La fortaleza de los obreros de las automotrices italianas se ve debilitada
manteladas a favor de la disciplina y las restricciones; y las políticas mo- casi hasta la extinción luego de la introducción de los sistemas de auto-
netaristas, recreadas para bajar los salarios y generar desempleo. En es- matización total de Robogate y Digitron, los mineros británicos se ven
te proceso, calificado en algunos ámbitos académicos como de transición amenazados definitivamente por el robot minero Minos, los especializa-
del fordismo al posfordismo, habría de jugar un rol central la alta tecno- dos obreros gráficos británicos pierden su peso sindical cuando se ponen
logía que, materializada en la modalidad de comando cibernético, promo- en servicio las imprentas computadorizadas. Simultáneamente se produ-
vió la desestructuración del movimiento obrero. En ese sentido las masi- ce un importante retroceso y desmantelamiento de los principales movi-
64 César Altamira Introducción 65

mientos que habían surgido en los 60. El autonomismo obrero italiano es queño núcleo de empleados permanentes y una periferia fluctuante de
diezmado; los Panteras Negras barridos y las minorías étnicas acorrala- trabajo contingente, precario, de medio tiempo y dependiente de las ope-
das. La desesperanza y la sensación de un triunfo definitivo del capita- raciones de subcontratación. Es el trabajo en negro, informal y externo. El
lismo ondean en todas las geografías. trabajo asalariado se desconcentra temporal y espacialmente en la socie-
El autonomismo, en particular Negri, ante la emergencia planteará dad entrelazándose con tiempos no pagos tras nuevos e irregulares rit-
por el contrario la aparición de un nuevo sujeto obrero, trabajador posfor- mos. Simultáneamente, mientras el capital reduce su fuerza de trabajo
dista, que bajo distintas designaciones, “obrero social”, “trabajador socia- industrial busca nuevas áreas de inversión en el sector de servicios. Este
lizado”, “intelectual de masas” o “trabajador inmaterial”, se constituye co- proceso inducirá la entrada masiva de la mujer en el mercado laboral, re-
mo producto directo de la interacción continua entre la actividad científi- convirtiendo el trabajo femenino doméstico en los nuevos servicios de fast
co-técnica y el duro trabajo de la producción de mercancías. Se trata de la food, cuidados de salud, maternidades, trabajo a domicilio; provocará una
potencialidad emergente de una nueva clase trabajadora ahora extendida extraordinaria diversificación de la industria cultural donde el conoci-
al conjunto de la producción y reproducción capitalista, concepción ade- miento, la estética y la comunicación se vuelven materiales incorporados
cuada al ensanchamiento y a las nuevas dimensiones que alcanzaba para por los medios, la música, el entretenimiento, la propaganda y la indus-
esa época el control capitalista sobre la sociedad y sobre el trabajo social. tria de la moda. Esta expansión del trabajo asalariado va a provocar un
El obrero social se convierte en el sujeto de un proceso productivo que ha salto cualitativo en el orden de magnitud en la mercantilización de la vi-
devenido coextensivo a la propia sociedad. Si en la era del obrero profesio- da humana. Sin embargo el aspecto más significativo asociado a esta so-
nal el capital se concentraba en la fábrica y en la era del obrero masa la cialización del trabajo estará referido a la forma difusa que adoptará de
fábrica se había vuelto el eje articulador de la sociedad, en la era del obre- aquí en más la división entre el tiempo de trabajo y el tiempo de vida. Las
ro social la fábrica, con la ayuda de la tecnología informativa, se disemi- diversas actividades que despliega la gente, no precisamente como traba-
nará en la sociedad, desterritorializando, dispersando y descentralizando jadores sino como estudiantes, consumidores, compradores y televidentes,
las operaciones, para constituir lo que el autonomismo llamó la fábrica di- estarán ahora directamente integradas al proceso de producción. Si en la
fusa. En efecto, el obrerismo italiano observó un conjunto de cambios al- era del obrero masa el consumo de las mercancías y la reproducción del
canzados en la organización tecnológica y productiva de las metrópolis in- trabajo estaban organizados como esferas adjuntas de la producción, aun-
dustriales italianas cuyas características provocaron: 1) la descentraliza- que diferentes, en la era del obrero social estas fronteras se borran. En el
ción de la fábrica para extenderse por el conjunto del territorio (conjun- área educativa la escolaridad es explícitamente incorporada como entre-
ción de un núcleo central, sede del mando, cerebro dirigente, y de una namiento laboral, el aprendizaje como la recalificación a largo plazo para
multiplicidad dispersa de unidades subordinadas); 2) el salto tecnológico el cambio tecnológico y las universidades aparecen como corporaciones
(informatización, robotización...), y, por último, 3) la modificación de la donde las investigaciones se facilitan. En el área del consumo la integra-
composición técnica con la introducción de nuevas formas de cooperación ción de la propaganda con la investigación de mercado, los diversos pun-
productiva (amalgama de trabajadores estables, eventuales, trabajo en tos de venta así como con el control just in time de los stocks vuelven el
negro, utilización masiva del trabajo autónomo, a domicilio...). Estas monitoreo del consumidor, de la misma manera como el trabajador direc-
transformaciones se inscriben en el marco de la reestructuración capita- to-integral, al ciclo de la producción. El trabajo, la escuela y las tareas do-
lista de los 70, uno de cuyos objetivos iba a consistir en la desarticulación mésticas son integrados formando una sola constelación. El mundo del
de la fuerza estructural del obrero masa (trabajador de la línea) y de ese obrero social se ha transformado en un mundo donde el capital baña to-
contrapoder que ilustrara el ciclo de luchas precedente (en el caso italia- das las formas de vida. La socialización del individuo exige que sea un in-
no fueron las luchas del obrero masa de Fiat en 1968-1969, Milán y Por- dividuo productivo, mientras su validación como sujeto significa estar
to Marghera). El trabajo abandona la fábrica para encontrar en la socie- atado al valor no sólo en tanto empleador sino como padre, comprador, es-
dad un lugar adecuado a las nuevas funciones de actividad productiva tudiante, trabajador a domicilio flexibilizado o como miembro de una au-
concentrada y su transformación en valor. La difusión de ese trabajo se diencia en una red comunicativa. La demarcación entre producción, circu-
desarrolla a través de su flexibilización, su terciarización y su socializa- lación y reproducción del capital se diluye en una red de varios mecanis-
ción. En la medida en que los grandes centros de producción se automati- mos diferenciados aunque confluentes. En estas condiciones, cuando la
zan, las empresas se organizan según modelos flexibles basados en un pe- ubicación espacial de la explotación deja de ser la fábrica y se convierte
66 César Altamira Introducción 67

en una red, cuando el tiempo de trabajo deja de ser la clásica jornada la- da por Negri sobre el comienzo de un nuevo ciclo de luchas, donde la alta
boral para extenderse a todo el espectro de la vida, en ese momento Ne- tecnología aparece no sólo como un instrumento de dominación capitalis-
gri habla ya no de trabajador sino de operador y/o agente. Se trata de un ta sino como un recurso de contrapoder en manos del nuevo sujeto produc-
trabajador de nuevo tipo caracterizado por su compromiso con la produc- tivo, admite cuando menos la duda. Así, el propio Lipietz ha catalogado
ción informatizada y computadorizada, por su relación e inmersión en las las ideas de Negri en este sentido como de “voluntarista zambullida en el
redes comunicacionales, por su presencia en las más diversas estaciones futuro” (Lipietz, 1983: 141).Pero no solamente se trata de críticas prove-
de trabajo difundidas en la sociedad, y por la fuerte y cada vez más pró- nientes de escuelas teóricas diferentes. Compañeros teóricos de Negri han
xima recomposición y combinación de los tiempos de trabajo y tiempos de formulado importantes críticas y tomado distancia de las posiciones de es-
vida. Es un trabajador que frente a la tecnología con la que se topa adop- te último con relación al nuevo sujeto social. La persistente adhesión del
ta una reacción diferente de la asumida por el obrero masa anterior. En revolucionario italiano a evidencias del despertar de un nuevo ciclo de lu-
efecto, mientras el obrero masa sólo podía detener la línea de producción, chas generó, casi de manera simétrica, una desconfianza particular sobre
el obrero de fin de milenio está de tal manera relacionado con el mundo el verdadero poder alcanzado por un movimiento que asumía ya para esa
de la alta tecnología que se divierte y siente cierto placer cuando alcanza época de manera evidente signos de indudable segmentación, fragmenta-
una mayor reapropiación de la ecología de máquinas para propósitos sub- ción y jerarquización. Las críticas en este aspecto son comprensibles, casi
versivos. Capacidad por lo demás evidente si uno detecta cuán vital es pa- razonables, en la medida en que están generadas en las dificultades y los
ra el capitalismo contemporáneo el sistema de comunicaciones. No se tra- vacíos que se producen cuando se intenta dar forma a una periodización
ta de la emergencia de una inteligencia selecta propia de trabajadores téc- de la lucha de clases. En efecto, muchas veces, cuando se está a la búsque-
nicos, sino de una forma generalizada de fuerza de trabajo exigida por un da de ejes articuladores de las luchas, se termina dejando de lado los in-
sistema ahora bañado por la tecnociencia. Para Negri, las nuevas capaci- tentos y las tendencias del capital por imponer en los sistemas de produc-
dades comunicativas y competencias tecnológicas, manifiestas en la nue- ción muy diferentes clases y modalidades de trabajo. George Caffentzis
va fuerza de trabajo, no se constituyen como atributos exclusivos de este (1992), en este sentido, ha observado cómo la descomposición del obrero
grupo sino que más bien existen de una manera virtual en la fuerza de masa por el capital durante la segunda mitad de los 70 fue acompañada
trabajo contingente y desempleada. No son en ese sentido el producto de simultáneamente por una redistribución del trabajo en dos direcciones:
un particular entrenamiento o de un específico trabajo ambiental, sino por un lado, el crecimiento de sectores organizados alrededor de una alta
más bien los prerrequisitos y las premisas diarias en un sistema de tec- tecnología, de la energía-información, como la del petróleo, la eléctrica, la
nociencia altamente integrado permeado por las máquinas y los medios. de las plantas nucleares y la microelectrónica que promovió un tipo de
El capitalismo avanzado expropia directamente la cooperación del traba- asalariado de perfil particular. Por otro, el desarrollo del sector de servi-
jo: para asegurar la cooperación el capital debe apropiarse de la capacidad cios asentado en una tecnología pobre y fundado a partir del ingreso ma-
comunicativa de la fuerza de trabajo permitiendo que fluya por los cana- sivo de la mujer en el mercado de la fuerza de trabajo, que desarrolló una
les administrativos y tecnológicos estipulados. Esta particular composi- particular composición de clase, de características cualitativamente dife-
ción de clase es la que emergió en Francia en las revueltas estudiantiles rentes de los trabajadores calificados del sector high tech. Tanto uno como
de 1986 y las movilizaciones conjuntas de estudiantes, inmigrantes y tra- otro sector se comportan de manera funcionalmente complementaria a la
bajadores contra la propuesta de reducción del salario mínimo para los dinámica del capital aunque sustancialmente diferentes en cuanto a las
nuevos ingresantes al mercado laboral en 1994. Y se referencia igualmen- condiciones laborales: el primero proveyendo el campo sustantivo de ex-
te en la masiva huelga de los veintiún días de los servicios de ferrocarri- tracción de plustrabajo para el engrosamiento de los beneficios capitalis-
les franceses ante los planes neoliberales de Alain Juppe en 1996. tas; el segundo dando sustento a un empleo de masas necesario para es-
Debemos reconocer que las posiciones de Negri han sufrido en este as- tabilizar la relación salarial. Mientras los trabajadores del sector “alto”
pecto innumerables críticas tanto por el apego sobredeterminado a la nue- son trabajadores tecnológicamente calificados, con puestos de trabajo re-
va figura de obrero social como por la dificultad que ha manifestado en lativamente seguros, los del sector servicios muestran salarios pobres,
dar cuenta de la división de intereses y la segmentación manifestada en- puestos de trabajo descalificados y trabajos precarios. Además estos sec-
tre los asalariados, así como por el particular énfasis puesto en las nue- tores están igualmente atravesados por diferencias de raza, género y eda-
vas luchas a expensas del viejo movimiento. Incluso la sugerencia lanza- des: los sectores de alta tecnología integrados por trabajadores masculi-
68 César Altamira Introducción 69

nos y blancos; los de baja tecnología por trabajadores de color, jóvenes y así como el del programador y el técnico de video. En todos estos casos la
en su mayoría mujeres. La vieja división existente que reservaba al sec- productividad del trabajador depende de una elaborada y compleja red de
tor servicios una tipología de trabajo no asalariado se ha visto modificada sistemas informáticos. Alejado de los teóricos de la sociedad de la infor-
al inducir la entrada plena de ese sector en el espacio del trabajo asala- mación, que ven en el almacenamiento, el procesamiento, la transmisión
riado, fenómeno que provocó, a partir de la integración de la mujer en el y el control de datos el pivote moderno de las relaciones económico-socia-
mercado de trabajo, la transformación parcial del trabajo doméstico de la les a expensas de la transformación de la materia y la energía; saliendo
mujer en el campo de explotación directa, como hemos dicho. al cruce de quienes promueven la obsolescencia de un marxismo que ha-
En la perspectiva de Negri tal polarización del mercado laboral parece ce pivote sobre la contradicción entre capital y trabajo, el análisis de Ne-
cuando menos minimizada en el abordaje del nuevo sujeto, el obrero social, gri referido a la comunicación se asienta definitivamente en Marx cuan-
cuya tesis parece anular las diferencias mencionadas al registrar una com- do retoma el concepto marxista de la cooperación laboral.
posición de clase moderna mucho más homogénea. En este sentido, la po- En efecto, para Marx la tarea central capitalista en la época de la “sub-
sibilidad de reapropiación tecnológica que Negri plantea sería una cualidad sunción real del trabajo por el capital” consiste precisamente en la apro-
exclusiva de aquellos trabajadores ligados a la alta tecnología prescindien- piación de la cooperación colectiva y de todas aquellas ventajas emergen-
do del grueso de los nuevos trabajadores de servicios. También debemos tes de la división del trabajo. A partir de esta temática Negri planteará
mencionar en este sentido la escasa relevancia que Negri ha otorgado a las que la emergencia de la fábrica social estimulará una constitución social
luchas de los “viejos” trabajadores: nos referimos a los mineros británicos y específica: la de la cooperación o cooperación intelectual-comunicación, sin
canadienses y los mismos camioneros estadounidenses. Todos estos fenó- cuya base la sociedad ya no podrá ser concebida (Negri, 1989: 51). Para
menos indican que las divisiones en la fuerza de trabajo posfordista son Negri este entramado tecnológico no implica solamente una potencial
mucho más importantes de lo que el propio Negri sugiere. Con relación a subyugación y sumisión del trabajo social. Así como el sistema de máqui-
los “nuevos sujetos sociales” propios de países capitalistas menos desarro- nas se volvió familiar al obrero masa, el obrero social “disfruta” también
llados, pensamos en los integrantes del Movimiento Sin Tierra brasileño, de una relación orgánica creciente con la tecnociencia (Negri, 1989: 93;
en los indígenas zapatistas mexicanos, en los indígenas ecuatorianos, en 1992a: 86). A medida que el sistema crece se vuelve para el obrero social
los piqueteros argentinos, entre otros. Éstos han sido integrados al análi- algo enteramente total, global, una verdadera ecología de máquinas. En
sis en sus últimos trabajos (Negri y Hardt, 2004; Negri y Cocco, 2006). la perspectiva de Negri la elaboración y los cambios introducidos en este
Particular importancia otorga Negri al rol que juegan la comunicación tecnohábitat son tan fuertemente socializados que ya no pueden ser ma-
y la información en el desarrollo de las luchas de los trabajadores asocia- nejados por el capital. Mientras en la era del obrero masa las condiciones
dos al sector de la high tech. La fábrica “sin muros”, la fábrica informati- laborales –propias de la fábrica y gerenciadas por el capital– indujeron y
zada, es concebida por Negri como un sistema cuya operatividad mani- apuntalaron un fuerte rechazo a la ciencia por parte de los trabajadores,
fiesta una particular observancia de la “identidad creciente entre proceso en la era del obrero social esta situación se ve superada en la medida en
productivo y formas de comunicación” (Negri, 1988: 239); en pocas pala- que el capital se ve obligado a difundir y transmitir el conocimiento tec-
bras, nos referimos a las nuevas realidades que presentan el sistema fa- nológico hacia la fuerza de trabajo. Es la naturaleza social creciente del
bril informatizado y el sector terciario avanzado. Fueron precisamente, aparato tecnológico la que vuelve obsoleto el sabotaje, particular método
según el autonomismo, los conflictos en la era fordista los que impulsaron de lucha utilizado por el obrero masa de los 70, mientras potencia, según
al capital a interconectar y relacionar las computadoras, las telecomuni- Negri, la reapropiación del poder asentado en la tecnociencia. En ese sen-
caciones y los medios gracias a una extensa y más efectiva red aun para tido Negri sostiene, con relación a la creciente informatización de la pro-
subordinar a la sociedad en su conjunto y quebrar la resistencia obrera. ducción, que mientras más abstractos e inmateriales se vuelven los ins-
Mientras la productividad del obrero masa estaba ligada a la línea de trumentos de producción, mayor es la implicancia que adquieren en las
montaje, lugar donde desarrollaba sus tareas, en la era del obrero social luchas sociales y más vulnerables se presentan determinados sectores;
la productividad se encuentra asociada con terminales de fibra óptica, co- basta pensar en la potencial autonomía que puede adquirir la cooperación
mo es el caso de los auxiliares de medicina que monitorean los electrocar- social y en la autovalorización de los sujetos proletarios. Debemos desta-
diogramas en las pantallas, de los empleados bancarios o financieros que car, de cualquier forma, que para Negri no se trata de la emergencia de
cierran las transacciones bancarias vía telefónica o a través de internet, un sector de trabajadores portadores de una selecta inteligencia tecnoló-
70 César Altamira Introducción 71

gica sino, en todo caso, de la existencia de una fuerza de trabajo genera- tado de manera esquemática como el conflicto presente entre la comunica-
lizada requerida por un sistema, ahora bañado por la tecnociencia, consi- ción y la información, de manera similar a la oposición establecida entre
derando al mismo tiempo que las nuevas capacidades comunicativas y las trabajo vivo y trabajo muerto. Desde esta perspectiva la actividad comuni-
competencias tecnológicas manifestadas no son atributos exclusivos de es- cacional –que es actividad comunicativa en acto– es vista como un flujo,
tos trabajadores sino que existen de manera virtual en el contingente de mientras la información permanece clausurada dentro de los mecanismos
la fuerza de trabajo social (Lazzaratto y Negri, 1991). Se trata antes bien inerciales de lo real, una vez que la comunicación ha sido expropiada de sus
de las premisas y los requisitos pertenecientes a la vida que diariamente agentes (Negri, 1989: 115). Podemos afirmar que mientras la información
se desarrolla en un sistema tecnocientífico altamente integrado y permea- es centralizada, vertical y jerárquica, la comunicación es distribuida, trans-
do por máquinas y redes que del producto de determinado entrenamiento versal y dialógica. Negri concluye afirmando que las formas de dominio del
o ambientación laboral adecuada. Es en este punto donde Negri sugiere capitalismo maduro y de expropiación de la comunicación representan un
la construcción social específica de la comunicación. nivel muy elevado de mando. En el nivel de la comunicación se desplazan
Pero para asegurar esta cooperación el capital debe apropiarse de la ca- pues el contraste, la lucha, la diferencia. Ahí es donde el capital querría
pacidad comunicativa de la fuerza de trabajo promoviendo su fluencia por preconstituir con la comunicación las determinaciones de vida.
los canales administrativos y tecnológicos pertinentes. Según Negri (1989: Pero no sólo se trata del análisis en el ámbito de la producción. La cir-
116), la apropiación de la comunicación es la forma que adquiere la expro- culación es el tendón que organiza y enlaza no sólo los momentos despla-
piación en el capitalismo avanzado. Sin embargo, para concretar esa expro- zados de la producción sino también todas las condiciones sociales para la
piación, el capital debe rodear al obrero socializado con una densa red de reproducción. La circulación incorpora la socialización del capital, su
canales y dispositivos comunicativos. Llega a afirmar que la comunicación emergencia como capital social. El autonomismo va a resaltar de manera
es al obrero socializado lo que la relación salarial es al obrero masa. Por su- particular las luchas de los trabajadores como las que marcan la dinámi-
puesto que esta afirmación no implica sostener que los programas de tele- ca del desarrollo capitalista. En su afán de conquistar nuevos espacios de
visión reemplazan el pago salarial; en todo caso Negri parece estar sugi- control y comando, como manera de emanciparse del trabajo, el capital
riendo que los recursos comunicacionales forman parte del conjunto de bie- dará lugar a la creación de la fábrica social. Dicho de otra manera, en la
nes y servicios que el capital debe entregar a los trabajadores para su de- medida en que el capital tiene la tendencia a controlar y comandar los
sarrollo. Así como en el keynesianismo el capital institucionalizó el incre- más diversos espacios sociales, se transita un escenario donde el avance
mento salarial para convertirlo en motor del crecimiento económico y gene- de las relaciones capitalistas subsume al conjunto de la sociedad: la socie-
ralización del consumo de masas, en la era poskeynesiana el capital insti- dad entera funciona ahora como momento de la producción en tanto que
tucionaliza la estructura informática como forma de tonificarse, conectan- la distribución y el consumo han sido puestos bajo la órbita del control del
do la fuerza de trabajo socializada, multiplicando los puntos de contacto capital. Esta lectura encontró un fuerte impulso en los enfoques feminis-
con las redes y facilitando y familiarizando el trabajo con un hábitat que tas que comenzaban a ver en la reproducción de la fuerza de trabajo un
oficia de medio de realimentación para las instituciones. Sin embargo esta lugar esencial para el capital social, aunque sin reconocimiento real. Se
analogía va más allá. En el keynesianismo los intentos por domesticar las volvía cada vez más claro que la fuerza de trabajo masculina no estaría
demandas salariales como parte del crecimiento económico capitalista fra- en condiciones diarias de concurrir a la fábrica sin el acompañamiento del
casaron y ello derivó en un foco de lucha permanente. De igual forma Ne- conjunto de tareas domésticas imprescindibles. La vital tarea de repro-
gri ve en el control de los recursos comunicacionales un campo de tensiona- ducción de la fuerza de trabajo, tradicionalmente femenina, no asalaria-
miento permanente. Si bien por un lado mediante la producción informati- da y no remunerada, había estado subordinada hasta ese momento a la
zada el capital parece aumentar su poder de control, simultáneamente es- del sostén masculino de la casa. Por lo que el salario, mediatizado por la
timula aquellas fuerzas y capacidades que buscan escapar a su control y autoridad patriarcal, era el que dirigía y disfrazaba el tiempo de trabajo
volcarse a espacios que se muestren independientes del beneficio capitalis- no pago no solamente en el lugar de trabajo sino también por fuera de él.
ta. De esta manera, mientras la creciente textura comunicacional de las Al extender el concepto de composición de clase al conjunto de las tareas
modernas sociedades revela e intensifica la naturaleza social cooperativa reproductivas como aquella de las trabajadoras amas de casa y de los de-
del trabajo, del mismo modo se constituye en un punto friccional cuestio- sempleados, el autonomismo obrero habría de revolucionar el horizonte
nando el mando y el control del capital. El antagonismo puede ser presen- teórico y organizativo del marxismo. De acá en más el martilleo perma-
72 César Altamira

nente de las bases del capitalismo ya no sería obra de un solo topo. Se tra- Capítulo 1
ta ahora de una tribu de topos (Bologna, 1977). El autonomismo del mar-
xismo autonomista se reafirmaba no sólo en la alteridad del otro como tra- La escuela francesa de la regulación
bajo frente al capital, sino que al mismo tiempo reconocía una variedad de
trabajos pertinentes.
Por lo demás, en la circulación aparece el doble carácter del salario. Por
una parte el intercambio entre fuerza de trabajo y salario; por el otro el sa-
lario funcionando para satisfacer las necesidades obreras, como poder de la
clase obrera para satisfacer sus necesidades y para imponer sus necesida-
des. Resulta obvio que en el marco de este análisis la extensión de ese po-
der está solamente determinada por la lucha de clases. De esta manera el
autonomismo alcanza aquella lectura inusual pero no menos reconfortante
de un capital esforzándose para contener el desarrollo autónomo del sujeto La constitución de la escuela francesa de la regulación debe situarse en el
obrero que se proyecta generando sus necesidades a satisfacer, al tiempo marco de la coyuntura socioeconómica abierta en 1973 y que significó, pa-
que expresa su rechazo a la vía capitalista del trabajo basada en el plustra- ra el conjunto de los países europeos, la ruptura irreversible del modelo
bajo. Si los 60 y los 70 fueron testigos de la explosión de ambos procesos, de crecimiento de los “treinta gloriosos años”. En ese contexto los encade-
los 80 y los 90 marcan por el contrario una renovada ofensiva capitalista namientos de la crisis aparecían completamente originales, si buscamos
para contener y acotar esa explosión de necesidades y generar un retroce- darle un marco histórico. En particular, la presencia simultánea de la in-
so mediante el ataque al consumo a través del salario. Se trata del movi- flación y el desempleo dio nacimiento a un conjunto de fenómenos muy di-
miento de una doble hélice: la composición de clase y la reestructuración ferentes del modelo de la gran crisis de 1929, marcada por el derrumbe
capitalista, una envuelta en la otra ensanchando sus campos de acción. acumulativo de los salarios, los precios y la demanda. Durante los 70 las
El análisis alcanza su máxima expresión a escala mundial. En el mer- tentativas de relanzamiento keynesiano devinieron en stagflation y res-
cado mundial capitalista el imperialismo, huyendo de los obstáculos gene- tricciones externas, y se revelaron incapaces de reabsorber un desempleo
rados en el ámbito nacional por la lucha de clases, despliega su antago- cuyo origen se derivaba no solamente de la demanda efectiva sino tam-
nismo de clase a lo largo del globo. Es el momento del mercado mundial, bién de la oferta; de los desvíos que se manifestaban entre salarios cre-
de la fábrica mundial y de la internacionalización de la clase obrera. El cientes y una productividad en baja. Esta dinámica hizo entrar en crisis
capital responde reorganizando el proceso de trabajo a escala internacio- la teoría keynesiana al menos en su versión reduccionista que, formaliza-
nal mediante el proceso de reestructuración o reindustrialización, buscan- da en el esquema IS-LM1, buscaba dotar a los Estados de instrumentos de
do desarticular al movimiento obrero. Pero la crisis se mantiene porque el regulación contracíclicos que permitieran estabilizar una partición ade-
capital no alcanza ese objetivo. La lucha de los trabajadores se encuentra cuada del valor agregado y alcanzar el crecimiento en las proximidades
modelada por dos aspectos centrales y sustantivos: 1) Una, que es el pu- del pleno empleo.
ro rechazo, tesis elaborada por Negri en 1978 en “El dominio y el sabota- Pero la impotencia del keynesianismo abriría las puertas a las concep-
je. Sobre el método marxista de transformación social” (en Negri, 2004b) ciones neoclásicas que leían el estancamiento a partir del desarrollo de al-
y donde coloca el sabotaje obrero como una de las armas favoritas para en-
teraciones exógenas, autorreguladoras del mercado y ejercidas sustan-
frentar los grandes sistemas de control semiautomático introducidos en
las grandes fábricas automotrices italianas. Esta lectura acerca en algu-
na medida el autonomismo obrero a las posiciones neoluddistas o luddis- 1. El modelo IS-LM (por sus siglas en inglés, ingreso-ahorro-trabajo-dinero) da cuenta de una
tas primitivas. 2) Otra, que está referenciada en la capacidad creativa representación matemática de inspiración neoclásica del paradigma keynesiano formulado
obrera de la que depende el capital para su incesante innovación tecnoló- por Hicks y Hansen, que busca establecer las condiciones de equilibrio entre el mercado de
gica y puesta bajo la forma de la reapropiación productiva del trabajador. dinero (LM) que depende de la tasa de interés y un mercado de bienes (IS) referido a la de-
manda agregada (ingresos) para evitar el desempleo y la inflación. El equilibrio se encuen-
tra mediante una apropiada política fiscal (ingresos {Y}) y monetaria (tasa de interés {i}) que
determinan el gasto.

[ 73 ]
74 César Altamira La escuela francesa de la regulación 75

cialmente por las intervenciones perturbadoras del Estado e instituciones la regulación está atravesada hoy en día, pues, por influencias muy diver-
como los sindicatos. De alguna manera los keynesianos y los neoclásicos sas. De cualquier manera no trataremos las particularidades de la teoría
reproducían las controversias que a la salida de la crisis de los 30 sobre el de la regulación sino más bien aquellos puntos comunes en su surgimien-
laissez faire y el rol del salario habían culminado con la victoria de las to y posterior desarrollo.
ideas de John Maynard Keynes (Coriat, 1994). Ante la crisis del fordismo El grupo iniciador regulacionista está constituido en realidad por la
las tesis neoliberales se tomaban su verdadera revancha histórica, tanto conjunción de un grupo sesentayochista ligado al Ministerio de Planifica-
en el plano teórico como en el de las políticas económicas. Con posteriori- ción francés, donde coexisten reformistas que vienen impregnados por la
dad a la segunda mitad de los 70 asistimos a un redespliegue de las polí- renovación del marxismo crítico de los años 60 (Althusser y Bettelheim),
ticas neoliberales coronadas por el triunfo del reaganismo y el thatcheris- imbuidos de una fuerte crítica a la “versión pobre del marxismo” repre-
mo. En Francia en particular esta coyuntura toma cuerpo con la política sentada por el programa común, y un conjunto de economistas pragmáti-
del franco fuerte de Raymond Barre, que así se distancia abiertamente de cos de origen keynesiano que habían ya participado en experiencias esta-
la filosofía de distribución de los frutos del crecimiento que había inspira- tales de políticas económicas en años anteriores. Este encuentro, en el se-
do la experiencia de la planificación francesa, modelo que luego la regula- no de los aparatos de planificación, del neomarxismo y de la tradición key-
ción buscará poner nuevamente en práctica. nesiana, estructura, desde un comienzo, la manera como la escuela regu-
Frente a la ofensiva neoliberal, la teoría marxista tradicional se mos- lacionista definirá su abordaje de la economía en el campo de las relacio-
tró incapaz de ofrecer una explicación dinámica del pasaje del crecimien- nes sociales y la intervención del Estado. Su representación de la dinámi-
to a la evidente desaceleración y caída de la producción. En general per- ca económica y social parte de un punto de vista macrorracionalizador con
maneció prisionera de una interpretación de la crisis como producto ine- relación a una dinámica estructuralmente inestable del mercado que ha-
vitable de las contradicciones de acumulación del capital. Abordaje deter- ce del plan el instrumento privilegiado para la necesaria “coherentiza-
minista, catastrofista y dogmático, que en política se traducía en la inca- ción” de los comportamientos y de las anticipaciones de los diferentes
pacidad que mostraron los diversos partidos obreros para responder a las agentes económicos y sociales. Este punto de vista macro se conjuga con
visibles dificultades del capitalismo para mantener su crecimiento y a las una concepción del Estado que se referencia en una lectura neogramscia-
dimensiones antitayloristas que habían alcanzado las luchas obreras. Tal na, donde el pivote fundamental se estructura alrededor de la autonomía
fue la característica del programa común del Partido Comunista Francés relativa del Estado: el poder político puede divergir del poder económico
(PCF) que retomaba como estandarte un keynesianismo abandonado por la jugando en la ocasión un rol motor en la concreción de los compromisos
derecha, proponiendo el relanzamiento de un modelo fordista en crisis. No entre las diferentes clases y en la reorientación de los códigos de la econo-
cabe duda de que el reformismo radical de la escuela regulacionista, en es- mía y las relaciones sociales.
te contexto, contenía instancias progresivas con relación a quienes habían De esta manera la articulación operada entre la problemática de las
pasado del impulso al desarrollo de una izquierda que alcanzara el poder teorías de la autonomía relativa y aquella de la tradición económica apli-
por el protagonismo social a la adhesión al “realismo” de las políticas neo- cada, propia de la planificación, plantea entonces una aproximación ori-
liberales de desinflación competitiva (Coriat y Taddei, 1993). ginal del rol del Estado. Así, con relación a la tradición keynesiana esta
En realidad, estrictamente hablando, en el interior de la teoría de la concepción contribuye a conformar una idea que relativiza tanto el poder
regulación existe una variedad de posiciones entre autores que reclaman como el carácter funcional de las políticas económicas de corto plazo. A la
pertenecer a la escuela regulacionista: desde las posturas de Alain Li- inversa, conduce a extender el campo de análisis de la intervención eco-
pietz, hoy vocero de los “verdes” franceses, pasando por Robert Boyer, nómica del Estado, cuando pone el acento en las estructuras y la codifi-
quien adopta lecturas más de tipo keynesiano, ligado a la tecnoburocracia cación de las relaciones sociales como el origen de las regularidades del
del Partido Socialista Francés, hasta las posiciones de Gérard Destanne proceso de acumulación. Arribamos así a la noción central de compromi-
de Bernis, con una lectura de la regulación en términos de equilibrio bio- sos institucionales que encuentra sus raíces en la extensión de la proble-
lógico, donde las instituciones adquirirían el rol que los códigos genéticos mática planteada por Nicos Poulantzas (1976, 1969) de la reproducción
juegan en la biología, dan cuenta de la amplitud de líneas de trabajo e in- de las relaciones sociales a la de los encadenamientos económicos.
vestigación. Partiendo de una matriz inicial que se encontraba en las con- Así, si bien el Estado no es prisionero de los monopolios, su grado de li-
vergencias de ciertas intuiciones comunes a Marx y Keynes, la escuela de bertad relativa permanece limitado, frente a un vasto campo socioeconómi-
76 César Altamira La escuela francesa de la regulación 77

co, estructurado de manera autónoma por la dialéctica de las relaciones so- Si se quisiera avanzar en este aspecto, se tendría que plantear que pa-
ciales en la “sociedad civil”. Es ella la que segrega de manera endógena los ra los neoclásicos existían (y existen) tres tipos de rigideces que daban (y
compromisos entre las clases e instituciones –como las convenciones colec- dan) cuenta de la crisis: 1) la rigidez de los salarios a la baja, y de aquí el
tivas– que juegan un rol decisivo en los mecanismos de regulación de la re- desempleo, motivado por la presencia de los sindicatos en un mercado de
producción económica y de las relaciones sociales. Desde esta concepción el trabajo distorsionado; 2) la administración de los precios de las mercan-
Estado permanece, pues, como la institución garante última de la perma- cías que impide la tendencia a la baja y por tanto genera inflación, y 3) la
nencia de todas las otras instituciones porque es el que materializa una to- existencia de contratos colectivos, causa fundamental del desempleo, idea
talidad compleja de compromisos no sólo entre él y las clases dirigentes, si- recreada por Milton Friedman en 1976. Dicho de otra forma, para los neo-
no entre éstas y las clases dominadas (Coriat, 1994). Este lugar central del clásicos las instituciones son siempre un elemento perturbador pues im-
Estado emerge durante los períodos de crisis cuando “la miopía y la anar- piden el retorno al equilibrio y por ende constituyen uno de los orígenes
quía de las estrategias de los diferentes grupos sociales es incapaz, sino por de la crisis.
aproximaciones sucesivas y aleatorias, de restablecer las compatibilidades Para los keynesianos de la época la segunda mitad de los 70 constitu-
necesarias para poner en marcha un nuevo modo de desarrollo” (Boyer y yeron verdaderamente tiempos difíciles: se asistía al fracaso de las políti-
Mistral, 1983: 274). En este tipo de coyunturas, gracias a su punto de ob- cas de relanzamiento keynesiano ya en los países europeos, ya en Estados
servación económico-social, es que el Estado puede jugar eventualmente Unidos.
un rol político de impulsión de nuevas formas de coherencia económicas y Por su lado la ortodoxia marxista presentaba una línea de explicación
sociales. “Sólo el poder político puede y debe proponer ciertos ejes estraté- de la crisis a todas luces insuficiente para dar cuenta de la calidad y com-
gicos de recomposición de los compromisos institucionales entre grupos so- plejidad de los fenómenos. La tesis de la tendencia decreciente de la tasa
ciales y una restauración de una coherencia dinámica entre transforma- de ganancia se mostraba incapaz de responder a los interrogantes que co-
ción de las condiciones de producción y vida” (ídem: 276). Estos pasajes sin- menzaron a plantearse a un conjunto de intelectuales franceses, muchos
tetizan de alguna manera la apuesta que la escuela de la regulación en su de ellos herederos del 68, “hijos rebeldes del althusserianismo” (Lipietz,
nacimiento hacía a los aparatos del Estado como lugar desde donde dar 1993a: 99). Por lo demás, la tesis hegemónica para esa época en el mar-
cauce a la gran esperanza colectiva depositada y que se traduciría poste- xismo oficial francés, sustentada por Paul Boccara, adoptaba una inter-
riormente en el triunfo socialista de 1981. pretación en términos de sobreacumulación y desvalorización. Boccara
ponía el acento en las formas de la competencia, en la centralización fi-
nanciera y por sobre todo en la relación entre el Estado, la concentración
De la variabilidad en el tiempo y en el espacio de industrial, los monopolios y la centralización financiera. A todas luces es-
las leyes económicas… ta concepción se mostraba insuficiente para satisfacer los principales in-
terrogantes.
La teoría de la regulación se constituye, en realidad, para hacer fren- En efecto, se trataba de dar cuenta de manera endógena del pasaje de
te a un desafío particular: explicar el paso del crecimiento a la crisis, re- crecimiento a la crisis, tránsito que planteaba simultáneamente otros in-
chazando en este intento toda recurrencia a factores exógenos para dar terrogantes: 1) ¿por qué fue posible un crecimiento sostenido durante ca-
cuenta del tránsito. si veinticinco años?; no se trataba sólo de explicar la crisis. Había que dar
Hasta ese momento la crisis era explicada siguiendo dos líneas de in- cuenta también del crecimiento de los “treinta gloriosos”. 2) Si bien la ten-
terpretación particulares: 1) la crisis nacía de un shock externo que per- dencia decreciente de la tasa de ganancia jugaba un papel nada despre-
turbaba los mecanismos naturales del equilibrio, y podía localizarse tan- ciable, ¿por qué, si su decrecimiento se observaba desde 1960, la explosión
to en una crisis monetaria (disolución del sistema de Bretton Woods) o de la crisis se produce en 1974 y 1975? 3) ¿Por qué la crisis de los 70 adop-
bien del shock petrolero que provocaba el encarecimiento de un bien base taba la forma de la stagflation –es decir, desempleo con inflación– si la cri-
en la economía; 2) la otra línea proponía una interpretación de la crisis sis de los 30 se había manifestado como una depresión acumulativa acom-
provocada no por factores externos sino por rigideces institucionales cons- pañada de una caída general de los precios? ¿Por qué mientras la salida
truidas en el mercado y que impedían que los procesos de ajuste se desa- de la crisis de los 30 implicó cierre de los mercados, proteccionismo y re-
rrollaran hasta alcanzar el equilibrio. ducción drástica de los intercambios internacionales, la crisis que se de-
78 César Altamira La escuela francesa de la regulación 79

sarrollaba adoptaba la forma de crecimiento lento y con intercambios in- 2) Tratándose de una misma época histórica, ¿cómo explicar que la crisis
ternacionales que se mantenían? y el crecimiento adopten formas nacionales significativamente diferen-
Las tesis del Partido Comunista Francés no sólo no satisfacían los in- tes?, ¿cómo explicar que los desequilibrios se profundicen en determi-
terrogantes sino que decían poco y nada sobre las relaciones de trabajo y nados países, mientras en otros se afirma una relativa prosperidad?
explotación, las que se enlazaban con el núcleo duro de la explicación de 3) Más allá de ciertas invariantes generales que permanecen, ¿cómo ex-
manera externa, sin jugar un rol central en la explicación. plicar el carácter contrastante que adoptan las crisis en tiempos dife-
Por su parte la escuela althusseriana se mostraba igualmente incapaz rentes? ¿Cómo era el comportamiento que expresaba la crisis de los 70
de dar cuenta de la crisis. Más allá de la importancia que el althusseria- en comparación con la de los 30? (Boyer, 1986).
nismo había otorgado a las relaciones de producción en oposición a las
fuerzas productivas, abordaje que lo acercaba al papel que juegan las ins- De hecho estas tres paradojas bien podían resumirse en un interro-
tituciones en la regulación macroeconómica, también es cierto que la bús- gante central: dar cuenta de la variabilidad en el tiempo y en el espacio
queda de las invariantes, en el modo de producción capitalista, lo alejaba de las dinámicas económicas y sociales, proceso que llevaba a la intersec-
para dar cuenta del movimiento y del pasaje del crecimiento a la crisis, de ción de dos disciplinas tradicionalmente distintas: la historia y la econo-
sus diferencias y formas específicas. Más aún, la búsqueda de las invarian- mía. De ahí que numerosos trabajos de los regulacionistas hayan adqui-
tes se presentaba casi antinómica con la búsqueda de los cambios, las di- rido un abordaje de largo plazo. Frente a este desafío de la historia, la es-
ferencias y las formas particulares que adoptaba la crisis. Pero ahí no ter- cuela de la regulación realiza, ante el cuerpo de la economía política, una
minaban las limitaciones del estructuralismo francés. Su debilidad mayor, formidable inversión metodológica que funde la impronta principal de su
para los regulacionistas de la época, estaba puesta en aquella interpreta- heterodoxia y la riqueza de su contribución. Se trataba de alcanzar no
ción de sujetos sociales como simples portadores (tagger) de las estructu- una nueva teoría que diera cuenta de leyes universales que rigen el de-
ras, dejando de lado el hecho de que los sujetos sociales se encuentran sarrollo capitalista sino de una aproximación que fuera capaz de dar
siempre en conflicto. Y que si las estructuras pueden existir, es porque de cuenta de su variabilidad en el tiempo y en el espacio así como de la di-
alguna manera se ha alcanzado algún acuerdo entre los sujetos bajo la for- námica de su transformación.
ma de un gran acuerdo o compromiso. Los althusserianos habían trabaja-
do fundamentalmente el período de crecimiento de posguerra, de ahí que
fuera casi natural para ellos tener una lectura de funcionamiento del capi- …a los diferentes modos de desarrollo
talismo de manera rígida y fuertemente centralizado por el Estado, y no
contradictoria. Para los regulacionistas el problema era comprender el pa- En este proceso la escuela de la regulación buscó operacionalizar una
radigma societal que le otorgó precisamente la forma rígida de funciona- jerarquización entre los conceptos más abstractos (modo de producción,
miento a las estructuras en el período de gran crecimiento. asalariados, etc.) y aquellas nociones que podían y debían ser confrontadas
Para completar el espectro del marxismo francés quizá debamos agre- en las evoluciones observadas (la estabilidad o no de las regulaciones par-
gar el aporte realizado por teóricos que como Suzanne de Brunhoff tra- ciales, el carácter cíclico o estructural de la crisis, etc.); entre una relación
bajaban de manera solitaria. Sus libros Estado y capital (1978a) y La po- social en general y la forma particular que ella adoptaba en el tiempo.
lítica monetaria (1978b) habían abierto una línea de análisis de la crisis Estas categorías intermedias debían dar cuenta de los niveles de reali-
en términos de mecanismos de seudovalidación o de antevalidación de dad y pertinencia necesarios para comprender y explicar tanto las formas
los trabajos privados por el mercado, línea de investigación que sería pos- adoptadas por el crecimiento y la crisis así como el pasaje de uno a otra.
teriormente retomada por autores como Lipietz (1983) para el análisis de Se trataba de construir diferentes nociones y/o categorías que permitieran
la inflación. pasar de los grados de abstracción más elevados a proposiciones suscepti-
La regulación buscó teorizar sobre tres grandes paradojas: bles de ser confrontadas tanto con los materiales recogidos en el campo
cuanto con las vivencias más inmediatas de los actores sociales. Para la
1) ¿Por qué en una formación socioeconómica se puede pasar de un creci- escuela de la regulación era necesario analizar las relaciones mercantiles
miento fuerte y regular a un casi estancamiento y a la inestabilidad de de manera endógena dejando de lado el peso otorgado al Estado tanto en
los encadenamientos coyunturales? el desencadenamiento de la crisis cuanto en su salida. Y este proceso re-
80 César Altamira La escuela francesa de la regulación 81

quería de un segundo nivel de análisis que permitiera pasar de las rela- tre el sector I y el sector II.3 Lectura que rescata, como centro de la diná-
ciones sociales en general a su configuración específica para un país en mica de las contradicciones de la reproducción en su conjunto, el doble ca-
una etapa histórica. De esta manera la escuela de la regulación se consti- rácter de la mercancía como valor de uso y valor de cambio. De manera
tuye sobre la base de la búsqueda de aquellas condiciones bajo las cuales complementaria, y apoyado en el otro conjunto de contradicciones, el régi-
se forman ciertas regularidades que aseguran una regulación macroeco- men de acumulación es definido en términos de las condiciones en las cua-
nómica de conjunto de las fuerzas esencialmente divergentes. les son obtenidas, divididas y difundidas las ganancias de productividad.
El trabajo fundador de la escuela será sin duda el libro de Michael Esta manera de definir el régimen de acumulación pone en el centro de la
Aglietta (1986) Regulación y crisis del capitalismo americano, publicado caracterización la contradicción entre capital y trabajo.
en 1976. Es Aglietta quien introduce el concepto de las llamadas formas Cada una de estas definiciones del régimen de acumulación requiere
estructurales que son a la vez económicas y no económicas. Cuando ellas de la complementariedad de las formas estructurales esenciales y de la
alcanzan un cierto nivel de coherencia, entonces aseguran las famosas re- ubicación que ellas tienen en la dinámica de conjunto. Así Boyer (1986) va
gularidades de la economía en su conjunto, permitiendo la convergencia a definir cinco formas institucionales como la codificación de las relacio-
de las fuerzas sociales y económicas, y por ende el crecimiento continuo nes sociales fundamentales en el capitalismo:
durante un período relativamente largo.
Estas formas estructurales habrían de adquirir en la teoría de la regu- 1) La moneda y su restricción monetaria, como la relación más englo-
lación el estatuto de verdaderas categorías intermedias, en tanto son las bante.
que garantizan, más allá de los cambios, las permanencias y las especifi- 2) La relación salarial esencial por cuanto caracteriza un tipo particular
cidades, las relaciones entre invariantes de un lado y los hechos del otro, de apropiación de la plusvalía.
que dan sustento al crecimiento sostenido. En la construcción de estas ca- 3) La competencia en tanto describe las modalidades de relación entre los
tegorías, así como en la elección de las relaciones sociales capitalistas fun- capitalistas.
damentales codificables, la regulación parte de una relectura crítica de las 4) Modalidad de integración al régimen internacional.
principales corrientes de pensamiento económico. En primer lugar es he- 5) Formas de Estado.
redera del keynesianismo, tras la fidelidad a la herejía del principio de la
demanda efectiva; recoge también una lectura en términos kaleckianos2 Con relación a la moneda, la aproximación de Aglietta está lejos de in-
al apoyarse en la acumulación de capital como principio estructurante de corporar un abordaje en los términos del tratamiento dado por Marx en
su concepción. Y, cuando se vuelve casi imperativo sortear las limitacio- El capital. En realidad Aglietta se maneja con una definición de moneda
nes de una elaboración esencialmente descriptiva, entonces aparece la es- acorde con las determinaciones institucionales específicas que necesita
cuela institucionalista, retomando la problemática central del derecho, generar para volverla coherente con su construcción histórica. La reali-
las convenciones, los contratos y las formas de organización como susten- dad social en este caso se construye sobre la base de sistemas formales de
to de las regularidades económicas y sociales opuestas a aquellas del equi- reglas y leyes. La aproximación de la moneda que realiza Aglietta hace pi-
librio general. Finalmente es heredera también de la teoría marxista de vote sobre el sistema monetario más allá de que exista un tratamiento ini-
la reproducción bajo una aproximación que bien puede acercarse a los es- cial en términos de equivalente general. En esta dinámica se termina
tudios del tomo II de El capital en términos de sectores de la producción abordando las contradicciones del dinero antes que la constitución contra-
(Bertrand, 1986). Diríamos, una aproximación seccional de la acumula- dictoria del mundo capitalista. La moneda, el dinero, es también poder y
ción. Éste es un punto de quiebre con el keynesianismo, que veía el creci- por tanto una relación de clase. Pero Aglietta la aborda desde las funcio-
miento en términos abstractos y atemporales. La regulación, por el con- nes que cumple en el sistema capitalista, por tanto como objeto y no como
trario, va a establecer una variedad y una pluralidad de regímenes de acu- expresión de una relación social. De ahí que la comprensión del trabajo co-
mulación –primera gran categoría intermedia– observables históricamen- mo sustancia del valor y del trabajador como creador del valor y por tan-
te y caracterizables a partir de relaciones diferentes que se establecen en-
3. Aludimos a la clasificación utilizada por Karl Marx en los esquemas de reproducción am-
2. Nos referimos a las concepciones sustentadas por el economista polaco Michael Kalecki, pliada postulados en el tomo II de El capital, donde el sector I de la producción corresponde a
precursor y continuador de las ideas keynesianas. productos de medios de producción y el sector II, a productos de medios de consumo.
82 César Altamira La escuela francesa de la regulación 83

to del plusvalor sea vista como algo externo al rol contradictorio del dine- va y monopólica, según si es la confrontación ex post en el mercado la que
ro en sí mismo. define la validación de los trabajos sociales o si prevalecen determinadas
Influenciado por las concepciones elaboradas por Carlo Benetti (1976) reglas ex ante de la socialización de la producción. El acento en esta codi-
y Jean Cartelier (1976), Aglietta privilegia la categoría forma del valor ficación no está puesto tanto en los fenómenos de concentración y centra-
como modo de existencia del valor, por lo que no podía poner distancia lización de capital sino más bien en la contribución que estos cambios rea-
entre la relación monetaria –que es la relación bajo la cual aparece el va- lizan en el pasaje de un régimen de acumulación a otro.
lor– y el valor mismo. En este desarrollo, Aglietta terminará concibien- La cuarta forma codificada –esencial para el análisis de las dinámicas
do la relación monetaria como previa al desarrollo de la sociedad mer- macroeconómicas– está conformada por las modalidades de inserción in-
cantil. En este sentido tal relación deja de ser mercantil. Ya no se puede ternacional de las economías nacionales. En este aspecto la teoría de la
derivar la moneda a partir de la mercancía, en tanto es la propia rela- regulación incorpora diversos elementos como los intercambios comercia-
ción monetaria la que constituye la relación fundacional. De esta mane- les, la localización de las producciones, las inversiones de capitales, el fi-
ra la moneda adquiere una característica institucional, no mercantil, y nanciamiento y los flujos y saldos exteriores, etc. La escuela de la regula-
termina siendo abordada bajo la forma de relacionarse de los centros de ción deja de lado el abordaje, en términos de desarrollos autónomos o su-
acumulación, de los asalariados y de los otros sujetos mercantiles. La bordinados, de economías abiertas o cerradas, de autonomías nacionales
restricción monetaria adoptará diferentes formas según el carácter ma- y restricciones externas. En ese contexto general muestra especial preo-
terializado o desmaterializado de la moneda, del desarrollo alcanzado cupación por las fuerzas que aseguren la cohesión del régimen internacio-
por sus funciones, de la dominación de una lógica privada o pública, na- nal considerado en su conjunto.
cional o internacional. Finalmente, la discusión de las tres primeras formas institucionales
Por su lado la relación salarial incorpora aquellas relaciones que se plantea el debate respecto del espacio sobre el cual operan, esto es, el Es-
constituyen entre los diferentes tipos de organización del trabajo, el mo- tado-nación esencialmente. La regulación está interesada en un abordaje
do de vida y las modalidades de reproducción de los asalariados. Analíti- del Estado en su relación e influencia con las dinámicas económicas. En
camente en la configuración histórica de la relación capital-trabajo inter- este sentido se define al Estado como el espacio contradictorio de un con-
vienen cinco componentes: 1) el tipo de medio de producción; 2) la división junto de compromisos institucionalizados, que generan a su vez reglas y
social y técnica del trabajo; 3) la movilización y el apego de los asalaria- regularidades en la evolución de los gastos e ingresos públicos. De esta
dos a la empresa; 4) la conformación del ingreso salarial –directo o indi- forma se establece una estrecha relación entre las formas y los compromi-
recto–, y 5 ) los modos de vida de los asalariados según estén más o me- sos institucionales. Así, la regulación va a establecer una estrecha rela-
nos ligados al consumo de mercancías, a la utilización de los servicios pú- ción entre regímenes de acumulación y formas de Estado. De ahí enton-
blicos por fuera del mercado (Boyer, 1986). ces que el Estado forme parte del establecimiento, el desarrollo y la crisis
La escuela de la regulación distinguirá históricamente tres modalida- de todo régimen de acumulación. Así definido, el Estado adopta una lec-
des de relación salarial: a) una relación salarial de tipo competitivo carac- tura funcionalista a las políticas económicas.
terizada por una débil inserción de los trabajadores en el mercado de con- No obstante, debemos resaltar que la escuela de la regulación, en rup-
sumo; b) la relación salarial taylorista que conlleva una reorganización tura con el marxismo oficial, sitúa en el corazón de su aproximación, en-
del trabajo sustantiva, sin mutaciones equivalentes en el modo de vida de tre las formas institucionales, las diferentes configuraciones de la rela-
los asalariados, y c) finalmente la relación salarial fordista acompañada ción capital-trabajo. Esta centralidad reposa sobre dos referencias bási-
por modificaciones simultáneas en las normas de producción y de consu- cas que combina: a) la aproximación kaldoriana4 sobre el rol motor de la
mo de los asalariados. De hecho los regulacionistas establecen una corres- industria manufacturera y b) la concepción marxista-estructuralista de
pondencia entre la relación salarial y las modalidades de acumulación de trabajo productivo fundada en la distinción entre clase asalariada y cla-
capital, al menos en las economías capitalistas dominantes. se obrera fabril como centro de la producción de plusvalía. Empero, su
Asimismo la categoría formas de la competencia intenta dar cuenta de abordaje del trabajo vivo conduce a ubicarlo como integrado al capital.
la relación establecida entre diferentes centros de acumulación con deci-
siones iniciales independientes unas de las otras. La escuela de la regula- 4. Nos referimos a las concepciones del economista húngaro Nicholas Kaldor, integrante de
ción incorpora en este sentido dos modalidades de competencia competiti- la London School of Economics, reconocido por haber elaborado un “modelo de crecimiento”.
84 César Altamira La escuela francesa de la regulación 85

Su emergencia está pensada, de un lado, como una forma económica es- clases y sus enfrentamientos en una sociedad que hace pivote sobre un
tructurada por las transformaciones materiales de la organización capi- conjunto de contradicciones esenciales. De donde se desprende que la pe-
talista del trabajo, y por la otra como una forma no económica resultado rennidad de un régimen de acumulación o de un modo de regulación no se
de la codificación jurídico-contractual, esto es, de las convenciones colec- adquiere jamás. Cualesquiera sean las condiciones determinadas por las
tivas de trabajo. Su rol está representado en el modelo canónico por el formas institucionales, los actores individuales o los colectivos no cesan
compromiso entre capital y trabajo que garantice al mismo tiempo la in- por el juego mismo de las iniciativas desarrolladas de defender o hacer
teracción de las normas de consumo y las normas de producción, y don- fructificar sus intereses, procesos que no impiden las rupturas tanto de
de la lucha de clases se encuadra en el interior de esta configuración. los regímenes de acumulación como de los modos de regulación.
Más allá de las críticas que puedan realizarse con relación al conteni- Arribamos así a la concepción de crisis que subyace en la teoría de la
do de las formas institucionales, el punto importante está asentado en el regulación. La aproximación regulacionista distingue entre pequeñas y
hecho de que estas formas institucionales entran en resonancia las unas grandes crisis según sea la importancia de las rupturas que afecten a las
con las otras, alcanzando una disposición particular que permite tipificar formas estructurales. Cuando las rupturas que afectan a la regulación son
un régimen de acumulación determinado. Así, en el afán de definir tipos relativamente marginales, sin necesidad de ajustes reales o instituciona-
diferentes de regímenes de acumulación la escuela de la regulación ha im- les, se dice que estamos en presencia de una pequeña crisis. Por el contra-
puesto una periodización nueva en el capitalismo articulada por la esta- rio, cuando para retomar el sendero de crecimiento se requieren reacomo-
bilidad relativa de cada régimen de acumulación, conferida a su vez por damientos reales e institucionales fundamentales, entonces decimos que
la interacción de las formas institucionales consideradas típicas del régi- estamos en presencia de una gran crisis. Finalmente, en relación con las
men en cuestión. grandes crisis o crisis estructurales la regulación plantea que éstas son por
Este razonamiento nos permite abordar la segunda gran categoría in- naturaleza esencialmente distintas unas de otras y que se presentan bajo
termedia, esto es, el modo de regulación; definido como el conjunto de co- formas cada vez más inéditas y originales. Tratándose de una crisis de re-
dificaciones de las relaciones sociales fundamentales que, al reafirmar y gulación, es obvio que las formas institucionales que le sirven de soporte
realzar las modalidades de compromiso asumidas en los diversos espacios –por lo demás, históricamente originales– no pueden disolverse sino bajo
institucionales, de división y difusión de las ganancias de productividad, maneras cada vez más específicas. La crisis de la regulación competitiva
aseguran en el largo plazo la reproducción de la sociedad en su conjunto: no puede asimilarse a la crisis de un modo de regulación monopólica; es de-
cir, la crisis de los años 30 no puede asimilarse a la de los 70.
Designa el proceso dinámico de adaptación de la producción y de Los regulacionistas encuentran el pasaje del crecimiento a la crisis a
la demanda social que resulta de la conjunción de los ajustes econó- partir del análisis de las condiciones del crecimiento. A grandes trazos el
micos asociados a una configuración dada de las formas institucio- crecimiento de la posguerra se explica por la puesta en práctica de la se-
nales. (Boyer, 1986: 54) cuencia Taylor, Ford y Keynes (Coriat, 1982). El punto de vista articulador
puede resumirse en que una larga serie de mutaciones conjuntas en el apa-
De esta manera la escuela de la regulación ha propuesto una periodi- rato productivo, en las convenciones colectivas de trabajo y en la gestión es-
zación fundada en la sucesión de numerosos modos de desarrollo defini- tatal de la fuerza de trabajo y de la moneda (de curso forzoso) van a permi-
dos por la conjugación de un régimen de acumulación y un modo de regu- tir, en un contexto de apertura internacional creciente pero que no compro-
lación. mete la eficacia de las políticas económicas nacionales, un potente destra-
be de las ganancias de productividad, la partición de esas ganancias entre
beneficios y salarios, y su difusión entre las empresas y los sectores de la
Del carácter particular de la crisis de los 70... economía social, siguiendo reglas compatibles con el mantenimiento de un
crecimiento que así adquiría las características de virtuoso.
Los regulacionistas han negado sistemáticamente toda relación con el
funcionalismo. Así, para Benjamin Coriat los regímenes de acumulación, Después de Taylor y Ford, Keynes viene así a terminar el edifi-
y más aún los modos de regulación, son verdaderos hallazgos históricos, cio. Tras la teoría y práctica de la producción en masa en el taller, la
producto del ensamble de las formas institucionales fundamentales, re- teoría y práctica del tipo de Estado y de regulación que le correspon-
sultado a su vez del juego de los actores, por tanto del movimiento de las den. (Coriat, 1982: 88)
86 César Altamira La escuela francesa de la regulación 87

Pero ¿por qué entró en crisis el sistema? Para los regulacionistas, en cadenamiento de la crisis cuanto en la salida a ella. “De la forma como se
general, el sistema entra en crisis ante el agotamiento de las ganancias desenvuelvan las luchas sociales surgirán nuevas formas institucionales
de productividad y de los mecanismos de extracción de plusvalía que, des- capaces de expresar una nueva regulación social y económica” (Boyer y
de Taylor y Ford, habían prevalecido; agotamiento determinado por el lí- Mistral, 1983: 37). En ese sentido, ¿no se acerca esta concepción a aquella
mite histórico que alcanzó el fordismo. Lipietz (1984, 1989) y Coriat aproximación neoschumpeteriana según la cual la crisis correspondería a
(1982) comparten en gran medida las causas últimas de la crisis. Para una fase de destrucción creadora en una dinámica histórica signada por su-
ambos la razón de fondo debía buscarse en el corazón del modelo de orga- cesivos procesos de afirmación y agotamiento de paradigmas tecnológicos
nización laboral del fordismo: esto es, en la crisis de la implicación o del igualmente sucesivos? Cierto es que la regulación rechaza todo determinis-
compromiso paradójico de los trabajadores, proceso que había cuestiona- mo tecnológico aunque privilegia las formas institucionales que son las que
do su iniciativa y dignidad laboral bajo el mando taylorista. La onda mun- viabilizan nuevos regímenes de acumulación signados por nuevos paradig-
dial de revueltas y microconflictos que se extendieron durante los 60 y 70 mas productivos. De ahí pues que para la escuela regulacionista la salida
transparentaron la debilidad de los principios de organización del traba- de las grandes crisis permanezca como procesos abiertos: por ensayo y error
jo. Hasta ese momento, los cambios operados en la composición del movi- se montan las nuevas funciones del Estado que pueden acelerar la salida.
miento obrero –incorporación al mercado laboral de jóvenes, mujeres y Sobre estas ideas la regulación desarrolló una interpretación de la cri-
trabajadores inmigrantes provenientes del Tercer Mundo– habían permi- sis del fordismo desde su especificidad y manifestación en comparación
tido el mantenimiento de la disciplina fabril. Pero la educación de masas, con las dos crisis estructurales anteriores. Nos referimos a la gran crisis
de manifiesto en un alza del nivel general de instrucción, la conciencia ad- de fin del siglo XIX y a la de 1929-1930. Esta última habría encontrado su
quirida por el colectivo de trabajadores, la aspiración universal al tiempo causa principal en la inadecuación entre un modo de regulación todavía
libre y a la dignidad en el trabajo derivaron en una revuelta más y más competitivo, fundamentalmente en relación con la conformación de los
abierta contra aquella negación de la persona expresada en las groseras salarios, y el desarrollo de normas de producción de masas. La acumula-
divisiones entre trabajadores que proyectaban y otros que ejecutaban. Es- ción intensiva, sin transformación paralela de las normas de consumo,
ta situación motivó una urgente renovación tecnológica, densidad de in- tropezó con límites claros ligados a una autoacumulación en el sector
versiones que por lo demás provocaban un aumento de la composición or- productor de medios de producción y los obstáculos ligados a la demanda
gánica de capital y por tanto una caída en la tasa de ganancia no contra- de bienes de consumo. Para la regulación, las recetas keynesianas de re-
rrestada. Así, el fordismo –que había sido históricamente eficaz desde los lanzamiento contracíclico de la demanda no habrían podido resolver la
años 70– alcanza límites a la vez técnicos, sociales y económicos. La dis- amplitud de los desequilibrios estructurales sin que esta política fuera
minución de ganancias de productividad provocó, como era lógico, tensio- acompañada por una reforma radical de la relación salarial que permi-
namientos por su distribución mientras generó importantes diferencias tiera el crecimiento de los salarios con la productividad.
de productividad entre las firmas, como efecto o resultado de la mala lo- El fordismo habría así de caracterizarse por la intervención directa del
cación intersectorial o interempresarial de la inversión, mientras hacía su Estado en el armado de las nuevas formas institucionales –esto es, cana-
entrada un período de crecimiento lento. lizando ex ante las condiciones socioeconómicas de un crecimiento auto-
Boyer (Boyer y Mistral, 1983) comparte los razonamientos anteriores: sostenido–, antes que por el ejercicio de políticas de relanzamiento keyne-
las luchas obreras habrían alcanzado una incidencia mayor sobre la dis- sianas. Por lo demás, el carácter autocentrado de la acumulación, para la
tribución de las ganancias que sobre una degradación de la eficiencia téc- que la tasa de cambio y el plano internacional jugaban un rol instrumen-
nica productiva, presionando así sobre la rentabilidad del capital. De tal, constituyó la otra coherencia estructural del nuevo modo de desarro-
cualquier manera, Boyer concentra su análisis más en la génesis de los llo. Sobre esta coherencia interna reposaba la eficacia de la autonomía de
encadenamientos del proceso depresivo que en la búsqueda de las causas las políticas presupuestarias y monetarias. Más aún, la miopía presente
últimas de la crisis. en la base del keynesianismo consistirá justamente en la inversión de la
Sin embargo, en la caracterización del modo de regulación, los diversos representación de esta relación entre el motor, el régimen de acumula-
autores terminan relegando los conflictos sociales al rango de simples lu- ción, y el freno y acelerador, las políticas keynesianas.
chas de clases en el interior de una jerarquía fijada. Así, Boyer les otorga a La crisis del fordismo –a diferencia de la del 29– encuentra su origen
las luchas, de manera intempestiva, un rol determinante tanto en el desen- principal en el agotamiento endógeno del régimen de acumulación que
88 César Altamira La escuela francesa de la regulación 89

afectará simultáneamente su regulación. Es la maduración misma del Ante el desaceleramiento del crecimiento y la afirmación de una lógi-
fordismo la que conduce progresivamente a su propia crisis ligada a tres ca de competitividad internacional que tomaba el lugar de las economías
tendencias principales: 1) La más importante se referencia en el agota- autocentradas, la fórmula fordista tradicional de formación de los salarios
miento de la reserva taylorista-fordista de las ganancias de productivi- apareció, ex post, como un acelerante de la crisis al disminuir los benefi-
dad, asentado en un proceso de saturación esencialmente técnico ligado a cios y afectar las inversiones. Fue precisamente el impulso de políticas de
la pérdida del impulso y la eficacia de la mecanización fordista a medida tipo keynesiano –una vez desatada la crisis– lo que da cuenta de la crisis
que en su avance se hacía cada vez más difícil mantener las tendencias fiscal del Estado benefactor keynesiano: mientras las tentativas de relan-
anteriores. No se trataba del pasaje de los métodos tayloristas al fordista. zamiento chocaban con las nuevas restricciones externas y la stagflation,
Esta tendencia se traducirá en un alza de la composición orgánica del ca- la separación creciente entre empleo y desempleo socavaba las bases del
pital y en la disminución de la productividad del trabajo provocando una financiamiento del salario indirecto y la seguridad social, provocando un
baja de la tasa de beneficio. 2) La segunda está ligada con el agotamien- endeudamiento creciente del Estado que culminará con la llamada crisis
to paralelo de las normas de consumo fordistas ya que el fordismo había fiscal del Estado.
alcanzado a integrar en la reproducción del capital las condiciones de re- Contrariamente a las tesis neoliberales, la ruptura de los mecanismos
producción de los asalariados. Esta tendencia, latente siempre en el ám- socioinstitucionales –que otorgaban rigidez a los salarios– se mostró inca-
bito de la demanda, repercutió luego sobre la organización fordista del paz de ofrecer una salida a la crisis, ya que lo que estaba en juego era la
trabajo haciendo emerger otro factor de la crisis en el nivel de la oferta: la construcción de un nuevo paradigma técnico organizacional capaz de
rigidez de la cadena de montaje frente a una diversificación e inestabili- reemplazar a la producción de masas. El programa neoliberal representa-
dad de la demanda. 3) Una tendencia, en estrecha correlación con esta úl- ba una salida defensiva e ineficaz a la crisis.
tima, que habría inducido a las empresas fordistas nacionales a la bús- Por su lado, la regulación habría de proponer la constitución de un mo-
queda de nuevos mercados necesarios para la realización de economías delo posfordista de flexibilidad ofensiva. La estrategia de salida ante la
crecientes de escala y que habría pulverizado así los mecanismos de acu- crisis de la cadena de montaje consistía en: 1) favorecer el desarrollo de
mulación autocentrados. un sistema tecnológico capaz de conjugar a la vez flexibilidad y producti-
Frente al rol motor de estas tendencias objetivas, el impacto de las lu- vidad, lanzando una nueva generación de productos como respuesta al
chas obreras no habría provocado más que una aceleración puramente co- agotamiento de las normas de consumo fordista; 2) este cambio técnico-or-
yuntural, incapaz de explicar la crisis de la productividad a fines de los 70. ganizacional no era posible sino sobre la base de una refundación antitay-
Es que la tesis fundamental defendida por los regulacionistas supone que lorista de la organización del trabajo asentada en la implicación colectiva
existió una estabilidad sustancial hasta el desencadenamiento de la crisis de los trabajadores en la batalla de la productividad y la calidad, y 3) es-
en 1973. En ese sentido, para el caso francés, las luchas de 1968 habrían te nuevo compromiso motorizado por el Estado debía significar una adap-
operado como paracaídas del compromiso fordista sentando las bases de la tación y no un desmantelamiento de los pilares institucionales de la regu-
fase más virtuosa del desarrollo de la producción y el consumo de masas. lación fordista de los salarios y del empleo.
De esta manera la explicación de los mecanismos que condujeron de una
crisis latente –con ritmos acordes a la lenta evolución de tensiones objeti-
vas ligadas al agotamiento del régimen de acumulación– a los movimien- ...a la crisis de la teoría de la regulación
tos brutales propios del pasaje a una crisis abierta se ubica en los cataclis-
mos internacionales de la época: el derrumbe del sistema de Bretton Si bien existía consenso entre los regulacionistas para modelar las res-
Woods, la crisis interna del modelo fordista estadounidense –hegemónico puestas nacionales, las divergencias comenzaban cuando se trataba de
en todo el mundo– y por supuesto el alza de los precios del petróleo. Fue la dar respuesta a la crisis en el marco internacional. Así, mientras Lipietz
violencia de los desórdenes monetarios y financieros la que desestabilizó afirmaba que el desarrollo de toda política radical reformista en un solo
desde entonces la economía mundial e impactó sobre la economía francesa país exigía la salida del sistema monetario europeo y una política neopro-
–cual verdadero shock externo–, afectando el compromiso fordista, cuestio- teccionista, Aglietta, apoyado en la inevitabilidad de la globalización fi-
nando las bases nacionales de acumulación e impulsando la maduración nanciera, sostenía un punto de vista esencialmente europeísta.
de las tendencias internas de la caída de la tasa de ganancia. La escuela de la regulación se verá conmocionada por dos procesos so-
90 César Altamira La escuela francesa de la regulación 91

ciales que transparentarán su impotencia operatoria y acelerarán el paso lización flexible hasta aquel otro de la implicación o compromiso obrero de
hacia una segunda fase de elaboración teórica: a) los socialistas franceses, tipo kalmariano5 de Alain Lipietz (1989) y Danièle Leborgne.
que habían alcanzado el gobierno en Francia en 1981, rechazaron las po- En realidad, en la base de las divergencias se encontraba la dificultad
líticas regulacionistas y se inclinaron por un relanzamiento keynesiano. para identificar aquellas formas institucionales coherentes que fueran ca-
Su fracaso los arrojaría casi irremediablemente en 1983 a la opción neoli- paces de alcanzar compromisos base para un nuevo modelo de desarrollo.
beral, y b) el rechazo del sindicalismo francés para alcanzar compromisos La crisis de los actores sociales que dieron contenido a las formas institu-
posfordistas y la posterior división sindical que desató una crisis de repre- cionales del fordismo empujaba hacia nuevas definiciones. En ese sentido
sentatividad sindical impensada debilitaban la noción misma de compro- la teoría de la regulación termina mordiéndose la cola. Si las formas ins-
miso institucionalizado y de sus actores como los principios constitutivos titucionales básicas dieron consistencia al fordismo y sustentaron su for-
de nuevos lazos sociales en transformación. taleza teórica, la dificultad para encontrar nuevas formas institucionales
Asistimos así a la explosión de la unidad política interna de la regula- sería causal de una verdadera diáspora y pérdida de brújula teórica que
ción, consecuencia de las divergencias surgidas con relación a Europa y conduciría a la crisis de la teoría de la regulación.
las políticas de desinflación competitiva. Así, Lipietz (1992, 1993b) se des- Es precisamente esta dificultad la que empujará a Boyer a recurrir a
liza en este derrotero de la crítica de las políticas económicas de la iz- las herramientas neoclásicas de la teoría de las convenciones y a transfor-
quierda a nuevos espacios de elaboración articulados ahora por la proble- mar el método regulacionista en otro holístico-individualista, como forma
mática de la ecología política. Por su lado Aglietta opondrá una Europa de construir una teoría de los mecanismos de constitución de las reglas
unida como respuesta posible ante la crisis del Estado-nación privilegian- del juego y de las instituciones capaces de superar los límites de la apro-
do el análisis de la moneda y el contenido teórico e histórico de un espa- ximación estructural-marxista tradicional en términos del compromiso
cio monetario europeo. capital-trabajo.
Simultáneamente detonaba una crisis que minaba la unidad teórica En el caso de Aglietta (Aglietta y Orlean, 1990; Aglietta y Brender,
interna focalizada en la noción de los compromisos institucionalizados co- 1984), es la insuficiencia y el déficit demostrado por los contratos de arbi-
mo sustrato de la ligazón social. En tanto núcleo del vínculo social se cons- traje lo que lo lleva a criticar y apartarse de la noción de compromiso ins-
tituye en disparador de un creciente distanciamiento inicial y posterior titucional y de la teoría marxista del valor, que habían sido pilares teóri-
decantación de dos concepciones que se irán delineando en el tiempo. cos de su obra fundadora, Regulación y crisis de 1976. La forma moneta-
La primera de ellas –fiel a los modelos canónicos del compromiso for- ria es repensada ahora como el fundamento constitutivo y esencial de la
diano– desarrollará análisis comparativos en diferentes espacios naciona- relación social y de sus transformaciones, reemplazando de alguna forma
les confrontando con una fuerte variabilidad en las configuraciones de la el rol jugado en otro momento por el compromiso institucionalizado de las
relación salarial, las que estructuran formas de regulación y crisis tam- convenciones colectivas. Eran éstas las que garantizaban, para un estadio
bién particulares. De estos estudios surgirán las distintas calificaciones de la lucha de clases, la reproducción de las relaciones sociales. Y al mis-
de fordismos nacionales. Desde el fordismo obstaculizado, en Gran Breta- mo tiempo eran las que otorgaban a la ley del valor una centralidad es-
ña, pasando por el fordismo atípico o retrasado de Italia, hasta llegar al tructurante en la dinámica de acumulación de capital.
fordismo flexible de Alemania, como variantes nacionales del modelo ca- Esta ruptura adquirió verdadera dimensión tras la reinterpretación
nónico. radical de la crisis del fordismo, transformada ahora en crisis del desarro-
La segunda de ellas –apoyada en una paulatina pérdida de interés de llo de la sociedad salarial. Esto es, el proceso de integración a título “vi-
las urgentes definiciones de política económica ante las derrotas políti- talicio” del asalariado en el capitalismo –que el fordismo exitosamente ha-
cas– paralelamente llevaba a dejar de lado los análisis ex post del fordis- bía desarrollado– había socavado la sociedad burguesa y su escala de va-
mo y su reemplazo por una tentativa de determinación de las condiciones lores fundadas en la ley y el enriquecimiento. De ahí había emergido la
ex ante del surgimiento de nuevas formas institucionales capaces de sus-
tentar un sistema estable y viable de salida a la crisis. Así aparecen en es-
te ejercicio de macroeconomía ficción escenarios hipotéticos y deseables 5. Hacemos referencia a Kalmar, la fábrica sueca de automóviles Volvo sita en la ciudad ho-
como los de la democracia salarial de Coriat (1992), los modelos neotaylo- mónima, donde se inició el proceso de implicancia obrera, inspirador del llamado “modelo
ristas anglosajón de Michael Piore y Christian Sabel (1990) de la especia- sueco”.
92 César Altamira La escuela francesa de la regulación 93

sociedad salarial, cuya característica consistía en un trastocamiento de la las posiciones iniciales de los regulacionistas. En este proceso las nuevas
naturaleza de los progresos de productividad que revestían un carácter investigaciones de la regulación van a concentrarse en los aspectos mi-
más y más social. Se rompía así toda ley de proporcionalidad entre esfuer- croeconómicos de los cambios en curso. La razón última de esta inflexión
zo individual y remuneración. Su permanencia como norma no era más de lo macro a lo micro, acicateada por las condiciones sociales, se traduci-
que una concesión, vestigio del capitalismo del siglo XIX. El reconocimien- rá en la necesidad de bucear en los comportamientos individuales de los
to del carácter colectivo del desarrollo de las fuerzas productivas imponía agentes las codificaciones en gestación. Se busca ponerse al día en las
una desconexión entre el ingreso y el trabajo individual tras la idea del nuevas microrregularidades nacidas de las relaciones entre los agentes,
salario universal garantizado. La ley del valor había entrado en crisis. El susceptibles de constituir formas elementales de futuras formas estructu-
porvenir previsible en este caso pertenecería, según Aglietta, siempre a la rales de los regímenes de acumulación posfordianos. En esta perspectiva
sociedad salarial. Y derivaría más de las transformaciones internas del la microeconomía comienza a adquirir relevancia abriéndose así un espa-
asalariado, impregnadas de un crecimiento generalizado del individualis- cio común con las aproximaciones individualistas heterodoxas. De esta
mo, que de un proceso inacabado de desarrollo social de la productividad. manera, la escuela de la regulación –que se había constituido como una
La emergencia de este modelo cultural tendría sus raíces en los compor- teoría de la transformación social al servicio del reformismo radical– de-
tamientos que estuvieron en la base de la respuesta del fordismo y su ti- viene en la confluencia con la teoría convencionalista simplemente una
po de compromiso. Pero, a partir de allí, el desarrollo del individualismo teoría académica con relación a lo existente.
habría terminado por socavar las propias bases de la homogeneidad social
sobre las que reposaban a la vez la representatividad de los sindicatos y
las relaciones de pertenencia capaces de permitir la constitución del asa-
lariado para sí.
En Aglietta el análisis de la moneda como el fundamento de la ligazón
social puede ser interpretado entonces como la única norma que puede ga-
rantizar la supervivencia de la ley del valor y por tanto de la reproducción
de la relación salarial como horizonte insuperable de la sociedad. Esta
nueva subjetividad posfordista desliza a Aglietta hacia el individualismo
metodológico. Es la desagregación del asalariado en una pluralidad de su-
jetos diferenciados lo que conduciría al agotamiento de la concepción mar-
xista del antagonismo capital/trabajo, proceso que cedería su lugar a las
simples luchas de clases en el interior de la clase asalariada. Bajo esta ca-
racterización los individuos se comportan como átomos iguales entre ellos
y con idénticas aspiraciones; así se alcanza una dinámica de polarización
de los unos con los otros a través de los mecanismos de la rivalidad mi-
mética. Dicho de otra manera, no hay estructura que los separe a priori
–y Aglietta lo dice explícitamente– entre dominados y dominantes, entre
explotadores y explotados. De esta manera comulga en ideas con Boyer en
el espacio de la teoría de las convenciones, situada en un mundo donde
son válidas todas las críticas que Marx hacía con relación a las robinsona-
das. Se parte de un mundo sin estructuras, se introducen las rivalidades
miméticas y posteriormente se ensaya reducirlas mediante la introduc-
ción de todas las convenciones posibles entre ellos.
De esta manera, en el devenir de su crisis la escuela de la regulación
dejó de lado sus concepciones fundantes para adquirir connotaciones di-
versas. Quizá sea Lipietz (1996) quien mantenga una mayor fidelidad a
Capítulo 2

El obrerismo italiano1

Introducción

Cualquier evocación social de Italia nos remite no sólo a la exuberancia


mediterránea, la buena mesa, el papado y la mafia, sino también –en el
plano político– a la perpetuación de la Democracia Cristiana sobre un
trasfondo de escándalos e inestabilidades; al impensado resurgir de una
derecha vernácula y secesionista personificada en el zar de los medios,
Silvio Berlusconi; a las luchas obreras, al desarrollo desigual, al colonia-
lismo del norte sobre el sur, a la crisis, al desempleo y a la ausencia de
porvenir.
Sin embargo, la Italia de los 70 era el lugar donde los marginales, las
mujeres y los desempleados, los jóvenes y los trabajadores en negro que
producían bienes y servicios, y también luchas, se negaban a acomodarse,
como lo deseaba el Partido Comunista Italiano (PCI), bajo la dirección de
los obreros tradicionales. La Italia de esa época devendrá el terreno de lu-
chas sociales que proponían una nueva vía, diferente en política, por fue-
ra de los partidos, más cerca de los deseos individuales, de los problemas
sociales, de las aspiraciones específicas y concretas, sin delegación de po-
der ni representación. Este pensamiento constituye el sustrato del llama-
do obrerismo italiano y autonomismo obrero.
En general el conocimiento sobre la saga del marxismo italiano ha de-
jado mucho que desear en los países al norte de los Alpes. Se ha limitado
en general a rescatar la figura de Antonio Gramsci, algunas pocas pala-

1. Si bien estrictamente hablando el obrerismo italiano y el autonomismo obrero represen-


tan dos momentos diferentes de la escuela italiana, por razones expositivas designaremos
indistintamente con cualquiera de estas dos denominaciones o simplemente como “obreris-
mo” o “autonomismo” a ese espacio teórico. De manera similar que para con el open marxis-
mo y John Holloway, el autonomismo u obrerismo será asimilado, por las razones expuestas,
a las ideas y concepciones de Antonio Negri.

[ 95 ]
96 César Altamira El obrerismo italiano 97

bras sobre Galvano Della Volpe, incluyendo a Lucio Colletti, en especial de la economía mixta –también llamada economía social de mercado con-
su trabajo “From Rousseau to Lenin” (en Colletti, 1975). Quizá demasia- trolada–, abandonando el marxismo canónico y reemplazándolo por la
das alusiones aunque poca sustancia. El pensamiento británico no ha es- nueva tesis de la transformación socialista. El desorden era aun más dra-
capado a esta tendencia. Perry Anderson en Consideraciones sobre el mar- mático en los partidos comunistas europeos ante el revisionismo que los
xismo occidental (1979) no dedica un solo renglón a la tradición del obre- envolvía. El marxismo revolucionario del Partido Comunista Francés
rismo italiano que alumbró con los Quaderni Rossi en 1960 y con los gru- (PCF) se disolvía en la humanización del progreso técnico propuesto por
pos de la izquierda extraparlamentaria que –cierto es– nunca se reclama- Roger Garaudy. Y el determinismo tecnológico oficiaba de soporte a las
ron herederos de las ideologías oficiales del movimiento obrero (trotskis- nuevas alianzas planteadas por los partidos comunistas europeos que
mo, anarquismo o maoísmo). Más de dos décadas después de su publica- abandonaban la tesis de la dictadura del proletariado. En efecto, de la ma-
ción en 1971, el libro de Mario Tronti Obreros y capital (2001) –uno de los no de la revolución tecnológica, el concepto de trabajo productivo se am-
mayores trabajos en el desarrollo de esta escuela– no había sido totalmen- pliaba, alcanzando ahora a los técnicos, ingenieros y al staff de superviso-
te traducido al inglés. Con relación a la difusión de las ideas de uno de sus res y tecnócratas del aparato del Estado, quienes, tras la reunificación con
principales integrantes, Toni Negri, recién en 1989 habrían de aparecer el movimiento obrero en un solo partido, volvían inviable social y política-
una serie de sus trabajos en Revolution Retrieved. A estos obstáculos ha- mente la tesis de la dictadura del proletariado.
bría que sumarle el uso permanente en esta escuela de diversos niveles de La doctrina del capitalismo monopolista de Estado de Paul Boccara y
abstracción fuertemente emparentados con espacios filosóficos –forma de la transición pacífica al socialismo, tras una política de control democrá-
marxismo tan atípica y diferente de otras escuelas– que de conjunto ex- tico y de nacionalizaciones, constituían la correspondencia teórica y la re-
plican el vacío existente con relación al desarrollo teórico y político de es- ferencia política de los nuevos vientos. En las distintas geografías euro-
ta corriente de pensamiento marxista. peas las izquierdas se hallaban controladas ya por el compromiso históri-
¿Dónde reside la originalidad de esta forma de marxismo que coexistió co italiano, ya por la transición posfranquista o el salazarismo portugués.
contemporáneamente con modalidades más extendidas y conocidas en Las luchas sociales por fuera de estas políticas de apertura a las reformas
otros países europeos, como el trotskismo, el propio marxismo-leninismo, estructurales quedaron relegadas a la esfera de los sindicatos, únicos opo-
o las diversas versiones pro chinas que proliferaron luego de la Revolución sitores en momentos en los que, precisamente, perdían influencia ante la
Cultural de los Guardias Rojos? Su originalidad parece descansar, en par- reestructuración capitalista y el peso creciente de los trabajadores sin ca-
te, en su constitución como alternativa teórica frente a la ortodoxia mar- lificación y las migraciones en ascenso. Estas concepciones estaban tan
xista prevaleciente en los partidos comunistas, a la teoría crítica produci- enquistadas que, a pesar de las revueltas de 1968-1969, los partidos polí-
da por la escuela de Frankfurt, al existencialismo humanista de Jean- ticos de izquierda permanecieron fieles a sus intentos de reformas estruc-
Paul Sartre y al estructuralismo de Louis Althusser. Para esa época, en la turales, mientras las condiciones de trabajo fabriles empeoraban y los sa-
Europa de posguerra, la excelente salud que mostraba el capitalismo era larios se rezagaban con relación al crecimiento de la productividad.
interpretada por aquellos que creían en la inevitable superioridad del so- Frente a una lectura ortodoxa de la crisis imperante, ya como resulta-
cialismo como un contratiempo desgraciado, como una contratendencia do del subconsumo de los trabajadores, ya como desequilibrio en el ciclo
secundaria a la tendencia al derrumbe del capitalismo. No cabía duda de de acumulación –esto es, una crisis de sobreacumulación de capital–, el
que los días del sistema estaban contados y que las catastróficas condicio- obrerismo italiano vio en la naciente crisis del Estado keynesiano el efec-
nes de su derrumbe emergerían tarde o temprano. Sin embargo, durante to directo de las luchas obreras en el terreno económico salarial. La preo-
la década del 50 la tasa de crecimiento del capitalismo se mantuvo, el pro- cupación de los marxistas instalados en los partidos comunistas de Occi-
ceso de internacionalización del capital no se detuvo, la clase obrera me- dente estaba a años luz de esta lectura, coincidente con Nikita Krushchev
joró su estándar de vida y la innovación tecnológica floreció. En suma, las que, desde la Unión Soviética, hablaba de la convergencia de modos de vi-
fuerzas productivas se desarrollaban sin contratiempos. da a ambos lados de la Cortina de Hierro y de la disminución de las ten-
Mientras tanto, las rebeliones en Polonia y Hungría, acompañadas por siones internacionales.
la revisión teórica que se producía en China y la Unión Soviética, daban En este contexto no resultaba extraño entonces que el “revisionismo”
cuenta del cuestionamiento a la causa socialista. Por su lado, los partidos de Moscú atacara al stalinismo, mientras se diseñaba en el plano interna-
socialistas de la Europa del norte se asumían admiradores de las virtudes cional una política de coexistencia pacífica a expensas de las luchas de un
98 César Altamira El obrerismo italiano 99

Tercer Mundo cada vez más influenciado por las ideas de Franz Fanon y en la fábrica como espacio principal de las luchas, y una segunda donde
de Mao Tsetung. El conjunto de estas tendencias internacionales, gueva- la concepción prevaleciente en el obrerismo moderno extendería la lucha
rismo incluido, buscaba de alguna manera constituir un cuerpo teórico- al conjunto de la sociedad. Es la época de la consigna “sitiemos la ciudad”
político alternativo al marxismo de la III Internacional, sin abandonar la (“Take over the city”), popularizada por Lotta Continua.
ética revolucionaria del proceso. A pesar de ello, el obrerismo no fue un fenómeno de elite intelectual, co-
A tono con ese marco, la izquierda europea adoptaría una política de mo se lo ha intentado presentar muchas veces. Por el contrario, fue esen-
renuncia implícita a la táctica de confrontación, a la lucha de clase contra cialmente el producto de un fenómeno de masas. Sus orígenes no deben bu-
clase, de bloque de poder contra bloque de poder, a la necesidad teórica de cearse solamente en los grupos políticos de la izquierda extraparlamenta-
la revolución violenta y a la lucha armada mientras privilegiaba las con- ria de los años 60 sino también en la tradición del movimiento obrero ita-
diciones objetivas de desarrollo de las fuerzas productivas. En ese contex- liano, su historia, cultura, tradiciones e influencias políticas. Las luchas de
to el obrerismo italiano produjo una verdadera ruptura teórica coinciden- los obreros de Fiat en Turín en el “otoño caliente” de 1969 constituyen en
te en muchos puntos con la crítica al revisionismo formulada por Althus- realidad el parto definitivo del llamado obrerismo italiano organizado. Ver-
ser. Ruptura que presuponía la vuelta al Marx científico de El capital, dadero crisol de discusión política para los diversos grupos obreristas reu-
priorizando la lucha de clases y rechazando el abandono del concepto de nidos tras Lotta Continua y Potere Operaio, el “otoño caliente” constituyó
dictadura del proletariado. la reafirmación del obrero masa y su proyección contra el Estado. Es el mo-
Fue éste un período cuando los jóvenes que engrosaron los grupos ex- mento de constitución formal del grupo Potere Operaio que, por ser un pro-
traparlamentarios de la izquierda italiana se sintieron atraídos por el co- ducto directo de la dinámica de masas, estará recorrido hasta su disolución
munismo chino –mediatizado fundamentalmente por la Revolución Cul- –en 1973– por la tensión constante del dualismo entre los pesos y las pon-
tural–, por la guerra de Vietnam y por la Revolución Cubana, mientras deraciones otorgados a la subjetividad y a los momentos de la lucha como
declaraban la guerra al oportunismo y al determinismo economicista que tal. Su preocupación central estuvo orientada a resolver la relación entre
olvidaban la lucha de clases y privilegiaban el desarrollo de las técnicas y la subjetividad teórica militante y el movimiento de masas, entendida és-
los avances en la producción. ta como una relación interna y no de externalidad, como lo planteaba la
El obrerismo representa hoy en realidad una “escuela de pensamiento” concepción leninista de construcción del sujeto político. Éste es el aspecto
y no una línea política excluyente y perteneciente a alguna organización medular de diferenciación del obrerismo italiano y el leninismo y que da
política en particular. Quienes defienden sus principales tesis hablan en cuenta de la presencia constante de un dualismo que el obrerismo de la pri-
general de una matriz obrerista, opuesta a las posturas ligadas al PCI e in- mera etapa no alcanzó a resolver y que motivó su autodisolución. La bús-
cluso, en algunos casos, a las emparentadas con el propio autonomismo. queda casi permanente de una teoría de la organización que diera cuenta,
Si hablamos del obrerismo en cuanto matriz, es posible distinguir dos eta- simultáneamente bajo condiciones de reestructuración capitalista, de la
pas diferenciadas en su evolución: una primera, que se extiende desde su nueva composición de clase; de la capacidad de desarrollar el movimiento
nacimiento –y que atraviesa las revistas Quaderni Rossi y Potere Ope- revolucionario excluyendo las mediaciones institucionales. Mientras el
raio–, hasta las insurrecciones y tomas de fábrica del verano de 1973, con proceso de masas no se masificó, esta tensión se resolvió en el ámbito de
la disolución del grupo Potere Operaio;2 y una segunda etapa ligada direc- los pequeños grupos políticos existentes. Pero cuando el proceso alcanzó
tamente a la evolución y el desarrollo del llamado autonomismo obrero. masividad, cuando se planteó el problema de la organización de masas
Una primera etapa ligada a una composición de clase estructurada alre- dentro del movimiento, entonces las dimensiones del problema fueron si-
dedor del obrero masa, y una segunda que tuvo como pivote el desarrollo milares a las enfrentadas en el Qué hacer de Lenin.
del obrero social. Una primera etapa con una concepción de centralidad Las razones de la disolución de Potere Operaio deben buscarse en su
dificultad para resolver esta tensión política que habría de agudizarse
cuando, producto de la dinámica que adquirieron las luchas enfrentadas
2. Este grupo, cuyo nombre deviene del nombre de su revista órgano, habría de conformar- a la reestructuración capitalista en marcha, el tensionamiento se despla-
se luego del “otoño caliente” en marzo de 1969, a partir de la confluencia de escisiones pro-
ducidas en Quaderni Rossi con grupos autónomos provenientes de Turín y Milán. Su nom-
zó a la relación entre autonomismo y contrapoder. Contrapoder entendido
bre estaba inspirado en el grupo francés Pouvoir Ouvrier, agrupación de izquierda prove- como la construcción del espacio político en el interior de la fábrica y que
niente de una división de Socialismo o Barbarie. a juicio de los obreristas se sintetizaba en la apropiación de la cadena pro-
100 César Altamira El obrerismo italiano 101

ductiva, y la autonomía como forma de evitar el enfrentamiento entre la nes de 1973 el grupo Potere Operaio se disolvía en el autonomismo y se-
centralización táctica y la rigidez impuesta por el corsé sindical; construc- ría seguido en este accionar por un importante número de pequeñas orga-
ción subjetiva acorde a la nueva composición de clase. Paralelamente es- nizaciones políticas de izquierda. Reconstituido como Colletivi Politici
te paso al discurso de la autonomía y el contrapoder estará mediado por Operai, originariamente agrupados también en el Grupo Gramsci, este
una reinterpretación sobre la ley del valor,3 sobre la crisis del Estado-plan sector habría de producir la más profunda autocrítica de todas las corrien-
y las nuevas características que asumía el Estado en la etapa. tes leninistas que se incorporaron al autonomismo. Su documento liminar
El concepto de obrero social es inseparable del nacimiento y el desarro- en la revista Rosso rompía con la lógica de los grupos de la izquierda. In-
llo de la tendencia política conocida como autonomismo obrero. De cual- fluenciado sustancialmente por las concepciones anarquistas y liberta-
quier manera, analizarlo como un todo no resulta tarea fácil. Ideológica- rias, Rosso encaró el análisis de cuestiones relacionadas con la domina-
mente heterogéneo, territorialmente disperso, organizativamente fluido y ción social y emocional, con la naturaleza de la familia y la marginación
políticamente marginal, el autonomismo como tal constituyó un verdade- de aquellos considerados socialmente anormales. Un año más tarde Negri
ro archipiélago político. Nunca alcanzó a conformar una organización po- y sus seguidores se unirían a Rosso para constituir la organización autó-
lítica nacional; menos aún pudo constituirse en la fracción de masas de noma más importante del norte de Italia.
las organizaciones armadas italianas de los 70. Por lo demás, habría de El período 1973-1977 significará para el autonomismo una relectura
comenzar a disolverse casi tan pronto como alcanzara la hegemonía de la de las categorías marxistas: “Modificación real de nuestro modo de enten-
izquierda italiana. der el marxismo” (Negri, 1980: 150). Si el período anterior podía interpre-
En realidad el autonomismo cristalizó como entidad política distintiva tarse como de apego teórico a las grandes categorías marxistas, en ade-
en marzo de 1973 cuando unos cuantos centenares de militantes prove- lante se tratará de la reconstrucción sistemática de esas categorías. Era
nientes de toda Italia –escindidos de las distintas organizaciones de iz- la época de la comprobación práctica y de la construcción teórica del obre-
quierda ante la creciente relación de éstas con los sindicatos y la política ro social, así como de los descubrimientos de la generalización de los com-
institucional– se dieron cita en Bolonia para acordar las bases de una portamientos obreros en la sociedad sea en los movimientos feministas,
nueva organización política de la izquierda revolucionaria. sea en los grupos homosexuales. Época del reconocimiento del proletaria-
Sin embargo, el autonomismo como expresión política del conjunto de do difuso, como sujeto de la nueva composición de clase, íntimamente li-
agrupaciones a las que dio lugar el proceso en los 70 tampoco pudo dar gado a la expansión de la producción a la esfera de la circulación; donde
cuenta de la contradicción presente. Esto es, de la dificultad para encon- el proceso circulatorio ya no funcionará como elemento externo a la pro-
trar la forma adecuada de organización para la fase, para la nueva com- ducción, sino como un componente interno, razón por la cual los gastos de
posición de clase que emergía de la transformación global de las relacio- circulación deberán asumirse ahora como costos productivos. El autono-
nes de poder experimentadas. En ese sentido las formaciones de la iz- mismo debe ser entendido entonces no sólo como la búsqueda de la inde-
quierda extraparlamentaria repitieron casi litúrgicamente los criterios de pendencia obrera frente a los sindicatos y partidos sino también como el
organización de la III Internacional, formales y burocráticos para la épo- resultado de la extensión de la fábrica en la sociedad; proceso que eleva-
ca. La crisis en la que se sumergen posteriormente, expresión por lo de- rá los niveles de cooperación a cooperación autónoma, como calificación
más de su derrota política, responderá a la dificultad para hacer frente a comunista de la independencia proletaria. En ese sentido debe ser abor-
los cambios producidos en la composición de clase, ante la socialización de dado también como un proceso de recomposición política que hizo pivote
las fuerzas productivas, proceso que impondrá la ampliación de las nece- sobre la autovalorización, es decir, la reconstrucción de las relaciones sub-
sidades obreras. sumidas por el capital mediante la reapropiación obrera. Proceso de rea-
Durante los dieciocho años siguientes el programa del autonomismo propiación que tomó cuerpo en la actitud de los obreros de la cadena de
habría de ejercer una influencia decisiva en la izquierda italiana. Así, a fi- montaje de la fábrica Alfa Romeo por conocerla y dominarla así como por
ejercitar todos los sistemas posibles de bloqueo y sabotaje. Se trataba en
definitiva de la transformación del conocimiento en un sistema de bloqueo
3. “Por otra parte en la medida que el proceso de producción iba distendiéndose socialmen-
te, la ley del valor comenzaba a funcionar sólo formalmente, es decir, no funcionaba sobre la
y obstrucción del flujo de producción capitalista. Esta transformación su-
relación directa entre trabajo individual y determinado y plusvalía arrancada, sino sobre el pondrá, para el autonomismo, la conversión de la cadena de montaje en
conjunto del trabajo social” (Negri, 1980: 134-135). valor de uso obrero, siguiendo los cambios producidos en la organización
102 César Altamira El obrerismo italiano 103

del trabajo, al tiempo que plasmará la capacidad de subordinar la produc- de rápido pasaje hacia la maduración industrial. Impulsados por un afán
ción a las exigencias del dominio político. Este fenómeno que conllevaba no sólo filológico –de una mayor comprensión de sus lecturas sobre Marx–
el reconocimiento de un nuevo sujeto será interpretado por Negri como la sino también, y fundamentalmente, por el deseo político de desbrozar y
muerte del obrerismo (ídem: 155). transparentar las relaciones de poder fundamentales en la moderna so-
La derrota política del autonomismo puede comprenderse si considera- ciedad de clases, los obreristas buscaron confrontar El capital con el estu-
mos que para esa época subsistía aún una centralidad política de las lu- dio real de la fábrica italiana. En esa perspectiva el obrerismo, asignán-
chas articulada alrededor de la figura del obrero masa, en discrepancia dole un significado y una relevancia particular a la lucha de clases, buscó
con una recomposición técnica que se operaba, y a cuyo nuevo sujeto polí- dar cuenta de las nuevas instancias de acción independiente que desarro-
tico el autonomismo apostaba. Se trataba simplemente de la dificultad llaba para esa época la clase obrera italiana. En esa perspectiva el obre-
para transformar en recomposición política una recomposición técnica en rismo, según Harry Cleaver (1979: 30), evitó toda teorización y abstrac-
desarrollo. La dinámica social, propia de un período de transición, si bien ción detallada en favor de la aprehensión de conceptos que dieran cuenta
disolvió la centralidad material del obrero masa, no pudo hacer lo mismo esencialmente de la totalidad concreta de la lucha y cuya determinación
con su centralidad política, al dejar incólume la continuidad de la acción estuviera designada de antemano.
política del obrero masa sobre el territorio nacional. ¿Cómo es posible caracterizar al obrerismo? En el léxico del marxismo
podemos decir que prima facie se trató de un espacio político que privile-
gió con particular obsesión el trabajo sobre los asalariados industriales, al
Antecedentes políticos del obrerismo considerarlos la fuerza sustantiva del cambio social, mientras cultivaba
simultáneamente miradas y lecturas despectivas hacia las otras capas y
Los Quaderni Rossi sectores sociales. Sin embargo esta definición sería también aplicable al
conjunto de la generación del 68, si dejáramos de lado las características
Con la publicación de Storming Heaven en 2002, Steve Wright produ- específicas del obrerismo. Como ala herética del movimiento obrero italia-
jo el primer trabajo histórico sobre el obrerismo y el autonomismo italia- no, el obrerismo repensó el marxismo a la luz de las luchas de los 60 y 70,
nos que rompía con un abordaje de tipo memoria autobiográfica tradicio- mientras mantenía una relación paradójica con el marxismo tradicional y
nal realizado hasta esa época, a la par que transparentaba la superficia- el movimiento obrero oficial. Mientras el análisis marxista oficial conside-
lidad y carencia de lectura crítica y rigor de un amplio grupo de ensayos raba que el factor que volvía alienante el trabajo era la explotación capi-
y trabajos publicados hasta el momento sobre esta escuela italiana. Utili- talista, el obrerismo, al rechazar abordar el trabajo como el factor que de-
zando la categoría composición de clase como hilo explicativo, Wright da fine la vida humana, consideraba que la alienación capitalista consistía
cuenta de las peculiares políticas y las controversias intelectuales que ge- precisamente en reducir la vida al trabajo en la sociedad capitalista. En
neró el obrerismo no sólo interna sino también externamente en la geo- esta perspectiva los obreristas se mostrarán contrarios al propio trabajo
grafía política italiana. Para el desarrollo de la saga política obrerista y distanciándose en ese momento de toda ética socialista que resaltaba “la
autonomista nos hemos apoyado en gran parte en el texto mencionado. dignidad” que proporciona el trabajo. Por ello es que los obreristas no pro-
Hacia fines de los 70 las ideas del obrerismo italiano y su prolongación pusieron nunca la apropiación de los medios de producción sino, en todo
en el tiempo, el autonomismo, ocupaban aún un lugar central en la vida caso, la reducción de la jornada laboral. En la perspectiva obrerista los
intelectual y política de la izquierda italiana. En efecto, las discusiones sindicatos y partidos, en la medida en que se relacionan con los salarios y
referidas a la cambiante naturaleza del Estado y la estructura de clase, a las condiciones de trabajo, no luchan por cambiar la suerte de los traba-
la reestructuración económica en curso, así como las respuestas apropia- jadores sino, tan sólo, por volverla más tolerable. En esa línea teórico-po-
das que debían construirse ante ellos, estaban en general atravesadas y lítica los obreristas presionaron por la reducción del tiempo de trabajo y
llevaban la impronta de la concepción obrerista. la transformación de la producción mediante la aplicación del conocimien-
Los orígenes del obrerismo italiano pueden situarse a comienzos de los to tecnológico y la inteligencia socializada.
60 cuando jóvenes disidentes del Partido Socialista Italiano (PSI) y del PCI El “obrerismo italiano” que emerge hacia fines de los 60 se nutrirá de
buscaron aplicar la Crítica de la economía política de Marx a un espacio la insurgencia obrera nacional que manifestó no sólo un fuerte rechazo a
geográfico-político que, como el de su país, se encontraba en un momento las modalidades de trabajo de la llamada organización científica del tra-
104 César Altamira El obrerismo italiano 105

bajo, sino también una muy aguda confrontación con la política y la ideo- se en ese sentido que buscaba determinar las leyes de movilidad política
logía del Partido Comunista y sus principales organizaciones sindicales; de la mercancía fuerza de trabajo.
confrontación que iría creciendo a medida que la dinámica de las luchas, De hecho el desarrollo de la categoría composición política buscaba dar
desde las fábricas a las calles, escapaba del control del partido y sus órga- cuenta del comportamiento de clase en términos largamente ocultados
nos. Si en Francia el punto de ruptura lo corporizó mayo de 1968, cuando por el marxismo oficial, comenzando por la lucha contra la doble tiranía
millones de trabajadores y decenas de miles de estudiantes ocuparon las de la racionalidad económica y la división del trabajo. La categoría “com-
fábricas y levantaron barricadas en una sublevación verdaderamente au- posición de clase” habría de jugar, tanto en el obrerismo como en su suce-
tónoma, que tomó por sorpresa al gobierno y al partido, en Italia la rebe- sor el autonomismo, el mismo rol que la categoría “hegemonía” en el co-
lión fue menos dramática: gestada desde comienzos de los 60, escapó tan- munismo italiano (Wright, 2002: 5).
to al control cuanto a la comprensión de la ortodoxia marxista. Según Negri (1980: 31), el obrerismo italiano surgió como respuesta
En efecto, 1962 marcará el comienzo de la insurgencia con la huelga política a la crisis que sacudió al movimiento obrero durante los 50. Dos
salvaje en Turín, corazón de la producción fabril de Fiat, fenómeno que factores internacionales contribuyeron a acelerar la crisis en la izquierda
habría de terminar ese año en los violentos enfrentamientos en Piazza Sa- italiana: por un lado, el estallido de la revolución húngara; por otro el co-
tuto donde se saqueó la sede del amarillista sindicato socialdemócrata. lapso del mito stalinista en el XX Congreso del Partido Comunista de la
Por lo demás, el proceso de conformación de la corriente obrerista estará Unión Soviética (PCUS). El año de la invasión soviética a Hungría, 1956,
marcado por la permanente confluencia y fusión del movimiento obrero constituyó, al decir de Pietro Ingrao (citado por Wright, 2002), un año
con el movimiento estudiantil italiano. De esta manera el conflicto desa- inolvidable para los comunistas italianos. A pesar de las denuncias de
tado entre la clase obrera italiana y la intelectualidad militante, por un Palmiro Togliatti sobre los peligros que acechaban ante la degeneración
lado, con las organizaciones oficiales de la clase por el otro, habría de con- burocrática soviética, el PCI se vio conmocionado cuando la revelación de
ducir en el tiempo a rupturas y formaciones de nuevas organizaciones así la verdad sobre el stalinismo indujo al éxodo político a numerosos intelec-
como a un muy importante desarrollo teórico, contrapartida que gestaba tuales pertenecientes hasta ese momento al partido. Por su parte el PSI,
la dinámica de masas. de la mano de Pietro Nenni, consiguió suplantar en 1956 los veintidós
Las diversas organizaciones políticas de izquierda –por lo general ex- años de unidad en la acción que lo habían ligado al PCI, y lo hizo por una
traparlamentarias, en tanto se oponían a los partidos socialdemócratas y política de consulta. Cuando seis meses después de esta declaración, al
comunistas comprometidos con la actividad legislativa– fueron sujetos ac- culminar el 32º congreso del PSI, Nenni alcanzó la dirección del partido, el
tivos en sustantivas polémicas y avances teóricos desatados detrás de sus PSI comenzó a explorar nuevos cursos de acción política que culminarían,
órganos de prensa. Entre las primeras debemos mencionar a Potere Ope- a principios de los 60, con el regreso de los socialistas a la coalición de go-
raio, Il Manifesto y Lotta Continua. Los Quaderni Rossi (1960-1966), bierno encabezada por la Democracia Cristiana.
Classe Operaia (1964-1967), Lavoro Zero (1975-), Contropiano (1967- Si bien el colapso de la Unión Soviética contribuyó a consolidar un per-
1972), Primo Maggio (1973-) y Quaderni del Territorio (1976-) figuran en- fil socialdemócrata hacia el interior del PSI, abrió igualmente un espacio,
tre los principales periódicos de la izquierda obrerista de la etapa. aunque por breve tiempo, de investigación crítica para la izquierda. En
La característica más importante del obrerismo, en su evolución si- ese espacio habría de descollar Rainiero Panzieri, cuya respuesta ante las
guiente a las dos décadas posteriores de su surgimiento, fue la importan- incertidumbres de la etapa fue avanzar en la investigación de la relación
cia asignada a la relación entre la estructura material de la clase obrera entre la clase y su organización política.
y su comportamiento como sujeto autónomo de los dictados del capital y Al igual que la mayoría de los intelectuales del partido, Panzieri acep-
del propio movimiento obrero institucional. El obrerismo designará a es- taba las tesis del llamado “camino italiano” –esto es, “democracia más pa-
ta relación como el nexo entre la composición técnica y la composición po- cificación”– apoyadas en la excepcional experiencia histórica de la políti-
lítica de la clase. Comprometido con el asalto al cielo de las clases domi- ca unitaria. Estrategia política que, entendida como una lectura de la ac-
nantes, la única teoría válida aceptable, según el obrerismo, para todo ción de las masas, se basaba en el presupuesto de la coincidencia necesa-
cuerpo de ideas que se preciara de revolucionario, debía referenciarse en ria y concreta de la lucha de las masas con los objetivos proyectados de
el análisis del comportamiento de los sectores de clase pertenecientes a una visión democrática, crítica y constructiva de los problemas naciona-
los espacios productivos más avanzados de la economía. Bien puede decir- les. Panzieri habría de canalizar sus ideas, luego de dejar el comité cen-
106 César Altamira El obrerismo italiano 107

tral del PSI en 1957, en la revista Mondo Operaio, que durante sus diecio- Las reflexiones de Panzieri habrían de estimular los diversos proyec-
cho meses de existencia se convirtió en un foro vivo de debate abordando tos de investigación, muchos de ellos construidos sobre la base de entre-
tanto los acontecimientos de la época como los diversos autores marxistas vistas directas con los obreros de fábrica, fundamentalmente con los tra-
(Gÿorgy Luckács, Rosa Luxemburg, León Trotsky) obturados por el socia- bajadores de la Fiat en Turín, así como en aquellos lugares de trabajo do-
lismo italiano. Las concepciones de Panzieri iban más allá de las enuncia- tados de importantes avances tecnológicos, como era el caso de la planta
das oficialmente por el partido. Si bien no renegaba de la experiencia po- de Olivetti en Ivrea y la textil Valdilusa (Negri, 1980: 58). Estas tareas
lítica institucional, la lucha por el socialismo exigía, según él, la renova- se convirtieron en el verdadero punto de partida sobre la investigación
ción desde abajo del movimiento obrero bajo formas de democracia total obrera de Marx, así como en el renacimiento de la sociología del trabajo.
(Wright, 2002: 18). Se requerían nuevas instituciones que echaran sus El desarrollo teórico de Panzieri constituía un verdadero avance con re-
raíces en la verdadera fuente del poder: la esfera económica. De lo contra- lación a la Escuela de Frankfurt, preocupada solamente por la planifica-
rio, el camino democrático se convertiría bien en una tardía adhesión al ción capitalista,4 así como en relación con aquellos que habían enfatiza-
reformismo, bien en un simple cascarón cobertor de una dogmática con- do el desarrollo autónomo de las luchas de clases respecto de la planifi-
cepción del socialismo. cación, pero que no habían alcanzado a concretar el desarrollo de una
Fue precisamente el colapso del dogma comunista el que hizo posible teoría propia.
con todo su vigor la reafirmación del autonomismo como el principio de ac- En efecto, si el poder de los trabajadores es el que fuerza la reorgani-
ción de las clases explotadas y oprimidas en la lucha por su liberación. zación y los cambios en el capital, éste no puede ser entendido como una
Apoyando fuertemente esta posición Panzieri habría de romper con el PSI, fuerza externa independiente de los trabajadores. Debe ser entendido en-
el que, de la mano de Togliatti, se encolumnaba hacia una alianza con la tonces como una relación de clase en sí misma. Esta idea condujo a Tron-
Democracia Cristiana. Asentado en la idea de que la crisis de los partidos ti (otra de las figuras de Quaderni Rossi y de Classe Operaia) a la yuxta-
y sindicatos italianos estaba sustentada en su alejamiento del movimien- posición teórica de la fuerza de trabajo y la clase obrera. En otras pala-
to real de las luchas y necesidades de los obreros, Panzieri planteó el re- bras, mientras el capital busca incorporar a la clase trabajadora en sí co-
torno a la plena y directa acción política de la intelectualidad en las bases mo simple fuerza de trabajo, el movimiento obrero se autoafirma como
obreras, como manera de superar la crisis política abierta. Surgían de es- clase independiente para sí, solamente a través de las luchas que rompen
ta manera los Quaderni Rossi (1960-1966). el proceso de autorreproducción capitalista.
Desde un comienzo los Quaderni Rossi habrían de registrar sus estu- Alessandro Pizzorno argumentaba ya en esa época sobre la necesidad
dios teórico-políticos en dos espacios diferenciados. Uno de ellos articula- de modernizar el análisis en la medida en que mucho había cambiado des-
do por el rescate de la categoría autonomía acuñada inicialmente por el de la época de Marx y Lenin para privilegiar sus pensamientos. Otros en
marxismo disidente de los 50. El otro, referenciado en la utilización de la el PSI se mostraban reacios para tentar nuevos caminos de estudio e in-
sociología burguesa como instrumento de trabajo para comprender la rea- vestigación. Por su lado, el marxismo disidente de los 50 había hecho de
lidad de la moderna clase obrera. En ese sentido Panzieri habría de plan- la encuesta sociológica el medio para establecer una nueva relación orgá-
tear un interrogante que habría de ser retomado luego: ¿es posible poseer nica entre los intelectuales y la clase trabajadora, asentada en la produc-
una sociología del trabajo y de la industria que no esté al servicio del de- ción conjunta de conocimiento social “desde abajo”. Para Danilo Montal-
sarrollo tecnológico y sí de las luchas de los trabajadores? di5 las historias de vida y las entrevistas jugaban igualmente un rol cen-
La novedad de los Quaderni Rossi consistía en el desarrollo de la en- tral contra la cultura de las “clases” del marxismo oficial. En este camino
cuesta obrera. A la pregunta por dónde empezar, los Quaderni Rossi res- los Quaderni Rossi recibirán también el aporte de aquellos grupos que,
pondían: abandonando el espacio del trotskismo, habían resuelto abordar la verda-
Desde una comprensión de la clase obrera, de la nueva clase
obrera y más precisamente de la mentalidad de las nuevas genera- 4. “El francfortismo es una concepción en la que el totalitarismo de la producción capitalis-
ciones que peleando con la policía en las calles en julio de 1960 ha- ta no ve la presencia de un antagonismo obrero, niega totalmente el hecho de que este pro-
bían defendido la democracia del nuevo avance del fascismo. (Bolog- ceso de explotación sea el proceso de una relación” (Negri, 1980: 68).
na, 2004) 5. Quien había abandonado el PCI en 1946 en oposición a la línea de Toggliatti de “reconci-
liación nacional”.
108 César Altamira El obrerismo italiano 109

dera experiencia proletaria mediante el estudio de su comportamiento. Panzieri abrió el camino para nuevos desarrollos teóricos con su relectu-
Nos referimos a Socialismo o Barbarie de Cornelius Castoriadis y Claude ra sobre el tomo I de El capital. Fruto de ello son sus trabajos “El uso ca-
Lefort6 en Francia, y al grupo que en Estados Unidos conformaron Raya pitalista de la máquina: Marx versus los objetivistas” y “Plusvalía y pla-
Dunayevskaya y C.L.R. James. nificación, notas a lecturas sobre el tomo I”.
Las encuestas habrían de arrojar algunas conclusiones de importancia El primer número de Quaderni Rossi apareció en la segunda mitad de
para el desarrollo del obrerismo. En primer lugar se constataba que el an- 1961 y generó una enorme controversia en el movimiento laboral. Un año
tagonismo de clase con relación a la organización capitalista del trabajo, más tarde se producía la incorporación del núcleo romano ligado a Tron-
aunque contradictorio en su forma, era permanente y universal. En se- ti. Sin embargo, en octubre de 1964 el grupo fue sacudido por la muerte
gundo lugar, mostraban que la separación entre la clase y los partidos o inesperada de Panzieri, de la cual la agrupación nunca se recuperaría
sindicatos, que buscaban convertirse en sus representantes, se asentaba hasta su desaparición definitiva cuatro años más tarde, en 1968. La pola-
en una profunda separación estructural. De cualquier manera, la falta de rización y las diferencias en su interior no disminuyeron; pudieron más
unanimidad en el interior del grupo impidió el avance sostenido del estu- las diferentes interpretaciones sobre el comportamiento de clase que la
dio propuesto. perspectiva común de impulsar una práctica política compartida. En rea-
Romano Alquati, figura principal que apoyaba la encuesta obrera con lidad la corriente obrerista propiamente dicha no habría de desarrollarse
aproximación marxista, sentó las bases de la metodología de la investiga- sino hasta la aparición de Classe Operaia en 1964. A pesar de ello puede
ción juntamente con Romolo Goggi y Gianfranco Farina.7 Alquati, como decirse que en los tres primeros números de Quaderni Rossi se habían de-
integrante de Quaderni Rossi, manifestó desde un comienzo diferencias lineado los principales ejes que habrían de conformar los temas centrales
con Panzieri, aceptando incorporar la sociología sólo como un espacio in- del obrerismo italiano.
terno, sólo como una primera aproximación a la autoinvestigación que la Una primera tarea se referenció en el significado asignado al desarro-
organización autónoma de la clase estaba demandando. Con posteriori- llo del capitalismo. Hasta ese momento no eran pocos quienes, amparados
dad, habría de hacer responsable a Panzieri de las transgresiones produ- en la relación binaria fuerzas productivas-relaciones sociales de produc-
cidas a partir de una confianza desmedida en la ciencia social tradicional ción, y a pesar del ciclo económico exitoso de posguerra, postulaban la
antes que en el desarrollo de la reconstrucción marxiana desde la óptica existencia de una oposición excluyente entre capitalismo y desarrollo.
de la crítica de la economía política. Frente al milagro italiano, los teóricos del PCI y del PSI adhirieron a una
De cualquier manera, el grupo que se conformó alrededor de Panzieri lectura del crecimiento basado en el desarrollo tecnológico interno y pro-
luego de su partida a Turín –Tronti en Roma con militantes del PCI, Lu- pulsor de una autónoma e innata fuerza progresiva. Quaderni Rossi re-
ciano Dela Mea en Milán con militantes del PSI y Negri en el Véneto, tam- chazaría la tesis asentada en esa falsa relación binaria, avanzando en el
bién con militantes del PSI– era consciente de las limitaciones que conlle- estudio de la relación entre clase obrera y desarrollo tecnológico alcanzan-
vaba este trabajo de investigación-encuesta al tratar las percepciones sub- do conclusiones fuertemente críticas para la cultura sindical de la Confe-
jetivas como simples espejos superficiales de las relaciones sociales capi- deración General del Trabajo Italiana (CGIL) y su aceptación subalterna
talistas. En todo caso se encontraban prevenidos y buscaban insertar su con respecto al desarrollo capitalista.
trabajo de investigación en una estructura similar a la encuesta obrera de En su primer aporte a Quaderni Rossi, “La fábrica y la sociedad” –de
Marx de 1880, con énfasis en la construcción de un cuadro que pudiera 1962–, Tronti (2001), en busca de una depuración marxista del marxismo,
dar cuenta de la composición técnica y política de la fuerza de trabajo. tentó dar cuenta de los cambios que la generalización de la plusvalía re-
lativa, bajo la forma de capital social, había forzado en la sociedad capi-
talista.
6. La revista Socialismo où Barbarie era una publicación francesa portavoz del grupo homó- El obrerismo intentaba, desde la óptica del marxismo, avanzar en el
nimo, proveniente del trotskismo heterodoxo que, a través de una crítica al stalinismo, cons-
truyó una interesante revisión crítica del marxismo. Su principal teórico fue Cornelius Cas-
análisis de la relación entre lucha de clases, desarrollo y formas de explo-
toriadis. tación. El ejemplo histórico de la lección británica de mediados del siglo
XIX se sintetizaba, según Tronti (2001: 51), en que “la presión de la fuerza
7. Gianfranco Farina formó parte de la experiencia de Classe Operaia pero no se incorporó
a Potere Operaio. Mantuvo relaciones con los grupos anarquistas de 1970. Encarcelado, mu- de trabajo es capaz de constreñir al capital al modificar su composición in-
rió en 1981. terna, interviniendo en el interior del capital como componente esencial
110 César Altamira El obrerismo italiano 111

del desarrollo capitalista”. Para él la relación social no está nunca sepa- jan para reproducir la clase y de quienes trabajan produciendo otro tipo
rada de la de producción y ésta se identifica cada vez más con la relación de mercancías junto a la fuerza de trabajo. Según Tronti, la fábrica mo-
social de fábrica. Y la relación social de fábrica adquiere cada vez más un derna donde trabaja ahora el obrero no podrá remitirse de aquí en más a
contenido directamente político (ídem: 58). la fábrica clásica sino que ésta ha extendido sus fronteras incorporando al
El segundo objetivo planteado por Tronti en “La fábrica y la sociedad” conjunto de la sociedad. Nacía así la categoría de fábrica social. Y con ello
era describir las dimensiones que adquiría el proceso de socialización ca- la categoría obrero debía ser redefinida para incorporar a los trabajadores
pitalista. Ya en 1923 György Luckács en Historia y conciencia de clase ha- fuera de la fábrica. El obrero masa se convertía en el obrero social. Esta
bía argumentado que el destino de los trabajadores se volvía el destino de concepción habría de jugar igualmente un papel central en el reconoci-
la sociedad en su conjunto en la medida en que la fábrica contiene de una miento de las luchas desarrolladas por los nuevos movimientos sociales,
manera concentrada la totalidad de la estructura de la sociedad capitalis- en particular el de las mujeres, como forma de expresión de las luchas an-
ta. La llegada de la industria en gran escala significaba para Tronti que ticapitalistas.
la fábrica ahora no sólo se enfrentaba a la sociedad sino que la tendencia Por lo demás, el paraguas del capital social invalidaba toda derivación
era absorberla completamente. Mientras que la subsunción de todas las sustantiva de la competencia intercapitalista, por lo que la contradicción
relaciones sociales al capital creció con la generalización de la relación sa- intercapitalista pasó a ocupar el lugar de categoría subordinada, mien-
larial, la creciente proletarización de las nuevas capas sociales adquiría tras el capital desplegaba su poder sobre el conjunto de la sociedad. A par-
una forma mistificada. “Cuando la fábrica se apodera de toda la sociedad tir de ese momento la planificación socialista, como organización social
–toda la producción social se convierte en producción industrial–, enton- contrapuesta a la anarquía capitalista, quedaba demodée ante el avance
ces los rasgos específicos de la fábrica se pierden dentro de los rasgos ge- de la planificación capitalista. Y en ese mismo acto el socialismo existen-
néricos de la sociedad” (Tronti, 2001: 57). Cuando toda la sociedad es re- te quedaba desechado.
ducida a fábrica, la fábrica en cuanto tal tiende a desaparecer. Esta ma- No menos importante resulta la lectura que, a partir del análisis de
nifestación constituye para Tronti uno de los fenómenos invertidos que se Tronti, el obrerismo hará del Estado. Para esta corriente la máquina del
presentan ante el surgimiento de la llamada “fábrica social”. Estado político tendía a identificarse cada vez más con la figura del capi-
El desarrollo de la categoría “capital social” permitirá al obrerismo ita- talista colectivo; se convertía cada vez más en propiedad del modo capita-
liano sentar las bases de uno de los grandes aportes que realizó con rela- lista de producción operando por lo tanto en función del capitalista. De
ción a la modalidad de trabajo que adquieren las fábricas capitalistas mo- ahí que, en el camino de la muerte del capital, la maquinaria del Estado
dernas. Nos referimos al carácter esencialmente social que asume el po- burgués debiera ser destruida juntamente con la fábrica capitalista. En
der del capital, lo que Negri dio en llamar, desde el punto de vista del Es- realidad, Panzieri había adelantado análisis similares. La novedad en
tado, el Estado-plan, y que ya Tronti había adelantado en su libro. En Tronti descansaba en las implicancias políticas que asumía ahora el doble
efecto, partiendo de reconocer que el capital incorpora en sí mismo a la carácter del trabajo. A partir de este punto Tronti analizaba la clase obre-
clase obrera, Tronti retomó al Marx de El capital donde éste analiza el ra en su lucha contra el capital ya no como elemento externo al propio ca-
proceso de acumulación de capital como un proceso esencialmente de acu- pital. “La clase obrera debe descubrirse a sí misma su materialidad como
mulación de clases, de la clase capitalista y de la clase obrera. Y en ese di- parte del capital, si quiere después contraponer todo el capital a sí misma.
reccionamiento analizará las formas como Marx abordó la circulación y Debe reconocerse como un elemento particular del capital si quiere pre-
reproducción el capital en el tomo II de El capital, incorporando simultá- sentarse luego como su antagonista general.” Agregaba después que “el
neamente la reproducción de las clases sociales. A partir de aquí inferirá trabajo deber ver como propio enemigo a la fuerza de trabajo en cuanto
que aquella concepción, propia de la economía política, que ataba el capi- mercancía, de manera de poder descomponer la íntima naturaleza del ca-
tal a la fábrica, se volvía inapropiada, errónea. Y que la reproducción de pital en la potencialidad antagónica de sus partes que orgánicamente lo
la clase obrera incorporaba no sólo el trabajo en la fábrica sino también el componen” (Tronti, 2001: 60).
trabajo doméstico y en las comunidades obreras. La acumulación de capi- El aspecto más interesante de este argumento se refiere a las conse-
tal implicaba entonces no sólo la acumulación del ejército de reserva –con- cuencias que trae aparejadas la superación de las relaciones sociales ca-
cepto desarrollado en el tomo I en el capítulo dedicado a la acumulación– pitalistas, incorporando ahora una orientación completamente diferente
sino también la acumulación del ejército activo, es decir de quienes traba- de la tradicionalmente impulsada, dirigida esta vez a la construcción de
112 César Altamira El obrerismo italiano 113

la autoorganización productiva obrera. Si, como todos los descubrimientos el contrario, el capital ha determinado tecnológicamente el desarrollo. En
de Tronti, la lucha contra el trabajo provenía de una deducción lógica, es- segundo lugar, las gigantescas fuerzas naturales y la masa de trabajo so-
te proceso nos remitía a un escalón superior del marxismo, relacionado cial están incorporadas en el sistema de maquinaria conjunto que en su
con los problemas que el trabajo parcelado de la gran industria plantea- globalidad constituye el poder del amo. De ahí que vis à vis el trabajador
ba a las fuerzas que lo resistían. Y si bien este punto nunca fue motivo de individual desprovisto de todo elemento de producción, el desarrollo tec-
discusión con Panzieri, la defensa que realizó Tronti del antagonismo nológico se presenta a sí mismo como desarrollo del capitalismo, como ca-
existente entre trabajo y fuerza de trabajo constituyó, de hecho, un signo pital. A medida que el proceso de industrialización avanza incorporando
temprano a incorporar en el vasto campo cultural que pronto dividiría a nuevos niveles de progreso tecnológico se verifica un crecimiento continuo
Quaderni Rossi. de la autoridad capitalista. En realidad, en la mente del capitalista, el co-
Al enfatizar en “La fábrica y la sociedad” que las relaciones de produc- mando y la dominación del trabajo muerto, bajo la forma de ciencia y ma-
ción eran primero y principalmente relaciones de poder, Tronti recupera- quinaria, eran uno y el mismo (ídem).
ba el espíritu político de la Crítica de la economía política de Marx, mien- Simultáneamente, mientras el flujo continuo de la producción ofrecía
tras que la identificación de la contradicción política bajo la forma de mer- al capital, en esa época, nuevas posibilidades para consolidar su poder,
cancía promovía una nueva y genuina estrategia política anticapitalista. fortalecía, a ojos del obrerismo, el brazo subversivo del obrero colectivo, en
De cualquier manera, la particular importancia que Tronti asignara, la medida en que potenciaba su poder disruptivo en el propio proceso de
juntamente con Panzieri, a la gran industria y a la fuerza de trabajo em- producción. Esta lectura suponía aceptar que el proceso de recomposición
pleada en esos espacios productivos habría de generarle no pocas contra- unitaria no podría ser alcanzado si la conexión entre los elementos tecno-
dicciones y desajustes teórico-metodológicos para avanzar en el desarro- lógicos y las políticas organizacionales (el poder) en el proceso de produc-
llo de la categoría fábrica social. Para Tronti la noción de clase obrera se ción capitalista eran negadas o dejadas de lado. “El nivel de clase se ex-
encontraba íntimamente ligada a los trabajadores de las grandes empre- presa a sí mismo no como progreso sino como ruptura. No como revelación
sas y sólo a aquellos que ejecutaban tareas manuales. De manera que si de la racionalidad oculta inherente al moderno proceso productivo sino co-
este reduccionismo contribuyó a poner la atención sobre las fábricas de mo construcción de una nueva racionalidad radicalmente contrapuesta a
una manera pocas veces vista hasta ese momento en Italia (desde las no- la racionalidad practicada por el capitalismo”; concluye diciendo que lo
tas sobre americanismo y fordismo de Antonio Gramsci), paralelamente que “caracteriza al proceso en las grandes fábricas donde los trabajadores
vaciaba de contenido aquella imagen obrerista de un proletariado que se adquieren la conciencia de clase no es la demanda de expansión de su per-
ampliaba tras la fábrica social. Habiendo argumentado que la fábrica, le- sonalidad en el trabajo, sino una demanda motivada estructuralmente
jos de ser una simple aglomeración de hombres y máquinas, constituía el para ejercer el poder económico y político en la empresa y a través de ella
más alto grado de desarrollo de la producción capitalista, la mayoría de en la sociedad” (Panzieri, s/f a).
los obreristas dedicarían poco estudio al mundo por fuera del proceso in- Pero Panzieri no sólo habría de salir al cruce de la concepción objeti-
mediato de producción. vista que reificaba la racionalización de la producción contraponiendo a
Significativa consideración adoptó en el desarrollo del obrerismo el ella la idea de que “las relaciones de producción están presentes en las
abordaje sobre el papel de la tecnología en el proceso de desarrollo capita- propias fuerzas productivas”, sino que simultáneamente habría de cues-
lista. Una de las principales contribuciones de Panzieri (s/f a) fue desafiar tionar la concepción prevaleciente en el PCI y PSI así como en la izquierda
y diferenciarse de aquella lectura, compartida por gran parte de los mar- sindical italiana, que ataba el desarrollo del capitalismo nacional a la con-
xistas italianos, que consideraba al progreso tecnológico separado y des- solidación de la racionalidad que éste ejercía en el ámbito de la planta fa-
prendido de toda relación de clase. Incapaces de visualizar que una lectu- bril, aunque ahora a escala nacional. Su trabajo “Plusvalía y planifica-
ra asentada en una supuesta racionalidad objetiva e indiferenciada no po- ción, notas a la lectura de El capital” (s/f a) buscaba demostrar que el de-
día ser nunca utilizada para analizar la producción capitalista, no acerta- sarrollo del planeamiento capitalista está fuertemente relacionado con el
ban a asumir que era (es) precisamente el despotismo capitalista el que uso capitalista de la máquina, y que en el maduro mundo de la fábrica so-
toma la forma de la racionalidad tecnológica. El uso capitalista de la má- cial el planeamiento de la izquierda se había convertido en la expresión
quina no constituye, afirma Panzieri en primer lugar, una desviación o de- fundamental de la ley de la plusvalía. Crítico de la concepción que Lenin
formación de algún desarrollo objetivo que sea en sí mismo racional. Por había asumido con relación a los méritos de la planificación, Panzieri ha-
114 César Altamira El obrerismo italiano 115

bría de concluir en que la repetición de las formas capitalistas de produc- puesto por el capital fijo como una suerte de imperativo ajustado a la ra-
ción, tanto en el nivel de la fábrica como en el de la producción social en cionalidad tecnológica.
su conjunto, habían continuado, sin prisa pero sin pausa, en la Unión So- De cualquier manera, habiendo criticado de modo correcto a todos
viética, juntamente con la doctrina del socialismo en un solo país, ofician- aquellos que pronosticaban un desarrollo italiano condenado al estanca-
do como una enorme pantalla ideológica. miento, Panzieri habría de caer en el error opuesto de sobrevaluar las
Panzieri combinó un análisis del crecimiento del fordismo en Italia y perspectivas de crecimiento sin contratiempos bajo planificación capita-
la emergencia del obrero masa descalificado con una reevaluación del tra- lista, equivocando en ese momento la tendencia en general del capital con
bajo de la escuela de Frankfurt y una relectura de Marx sobre la domina- una manifestación concreta de su accionar. Pero Panzieri iría más lejos
ción tecnológica. En este proceso descubrió –como lo habían hecho antes aún cuando, al sostener que la única amenaza al capital provenía de algo
teóricos relacionados con Socialismo o Barbarie– que la organización ca- legítimamente externo, dejaba de lado las lecturas de Tronti quien veía en
pitalista del trabajo promovida por el capital era indisoluble del objetivo el capital una relación de clase asentada en la unidad forzada de elemen-
capitalista de búsqueda permanente de división y control sobre el movi- tos no idénticos y potencialmente antagónicos. En su análisis del planea-
miento obrero. En esa perspectiva Panzieri formulará la idea de que la miento capitalista Panzieri habría de confundir el desarrollo lógico de El
evolución tecnológica del capital se encuentra modelada sustantivamente capital con el curso histórico asumido por la relación social, proceso que
por la respuesta que éste debe promover ante las luchas obreras perma- lo conduciría al error de pretender elaborar una nueva teoría a partir de
nentes. En ese sentido, para Panzieri 1930 marcó el comienzo de una nue- los lazos que asumían en ese momento histórico la racionalidad instru-
va fase de planeamiento capitalista, como respuesta a la original dinámi- mental del capital en la fábrica, la sociedad y el Estado. A pesar de ello no
ca que asumía la lucha de clases en el marco de la revolución tecnológica puede negarse el aporte invalorable de Panzieri al desarrollo del obreris-
capitalista y la respuesta de la organización obrera. Lo que emergía de es- mo italiano.
te trabajo era el carácter inmanejable que, para la planificación capitalis- Otro de los temas que recorrió la mayoría de los ensayos publicados en
ta, asumían las luchas obreras. Quaderni Rossi, relacionado directamente con el desarrollo de la catego-
La incorporación de la autonomía obrera en la teoría del desarrollo ca- ría composición de clase, fue la apuesta a la existencia de una nueva cla-
pitalista implicó una nueva forma de aprehender y relacionar la lucha de se obrera con necesidades y comportamientos que no se correspondían con
clases con el desarrollo de la estructura de la división capitalista del tra- aquellos que habían caracterizado al viejo movimiento obrero. Basados
bajo. La división del trabajo dejaba de ser vista de manera excluyente co- inicialmente en los trabajos que Romano Alquati realizara en dos de las
mo el arma jerarquizada utilizada por el capitalista para debilitar al mayores firmas de Italia –Olivetti y Fiat–, habrían de registrarse proble-
obrero, al tiempo que se incorporaba la idea de que las luchas obreras máticas no detectadas por la izquierda sindical tradicional. Se asistía a
contra el uso capitalista de la tecnología podían conllevar simultánea- fuertes cambios en la composición de clase asentados en un proceso de
mente una recomposición de las relaciones de poder en favor de la clase descalificación y recalificación de la fuerza de trabajo, mientras se incor-
trabajadora. De hecho, significaba una nueva manera de comprender poraba al proceso de producción una nueva fuerza de trabajo aunque de
tanto la naturaleza del capital como su relación con la organización de la menor calificación que la existente. Este proceso de socialización masiva
clase obrera. de la descalificación provocó paralelamente el vaciamiento del trabajo de
Tras una reinterpretación del “Fragmento sobre las máquinas” de los su contenido concreto, mientras se potenciaba su carácter abstracto, co-
Grundrisse, Panzieri formularía una aguda crítica a la visión fatalista y mún a todos los trabajadores. Si bien el informe de Alquati sobre Fiat no
objetivista de los sindicatos italianos con relación al progreso tecnológico. mencionaba de manera explícita la categoría composición de clase, en los
En efecto, tras esta lectura los sindicatos terminaban limitando sus de- hechos daba cuenta de ella al abordar las variadas formas que adoptaba
mandas a la corrección de los excesos que conllevaba el desarrollo tecno- el comportamiento de la clase en momentos en que se insertaban particu-
lógico, sin comprender que éste al mismo tiempo fortalecía la estructura lares formas de fuerza de trabajo en procesos específicos de producción. El
autoritaria en la fábrica. En palabras de Panzieri: “El despotismo capita- informe de Alquati no sólo dejaba de lado cualquier etiqueta sobre una
lista toma la forma de la racionalidad tecnológica” (citado por Bologna, clase mitologizada como objeto de estudio por numerosos intelectuales de
1991). Bajo esta comprensión era poco lo que hacían los sindicatos para izquierda que habían rechazado vehementemente cualquier comporta-
corregir las distorsiones y disfunciones, mientras aceptaban el orden im- miento que la alejara de la ideología socialista y la acercara al esponta-
116 César Altamira El obrerismo italiano 117

neísmo sino que, al mismo tiempo, reposicionaba a éste y adoptaba una quinaria era vista ahora como parte integral del edificio de dominación
lectura del Qué hacer donde la espontaneidad era vista como la forma em- capitalista socializado (Wright, 2002: 55). Para Alquati hablar del desa-
brionaria de la conciencia. No se trataba de desechar las acciones espon- rrollo capitalista en términos de fuerzas productivas socialmente neutras
táneas. Por el contrario, Alquati reconocía en ellas un significado político inmersas en relaciones de producción decadentes ya no era adecuado. Se
innato. Abordado de esta manera, el término espontaneidad otorgaba sig- debía reemplazar esta visión por una lectura de oposición de clase contra
nificado a la ya existente aunque invisible forma de organización alcanza- clase de final abierto.
da por los trabajadores en ausencia de una formal organización obrera. Si Surgía así una nueva corriente marxista fundada en la relación esta-
bien la tensión entre ser y conciencia, entre condiciones materiales y sub- blecida entre la autonomía de la clase con relación al poder del capital y
jetividad, habían sido lugares comunes en Marx, sus seguidores habían la organización que la propia clase podía construir, mostrando cómo los
congelado esa relación abordando este tensionamiento a partir de rígidos obreros forjaban y descartaban formas de organización de acuerdo con el
preconceptos inmutables en el tiempo y en el espacio. Si bien Alquati coin- carácter concreto que asumía la relación de clase. Sindicatos, partidos so-
cidía con Lenin en que la conciencia de clase provenía desde afuera, re- cialdemócratas, consejos obreros, partidos leninistas, constituyen en ese
chazaba la idea de que ella pudiera hacerlo por fuera del proceso produc- sentido, para la corriente obrerista, productos históricos particulares de
tivo. Finalmente Alquati no consideraba, a diferencia de Lenin, la organi- organización de la clase. De esta manera se desplazaba el foco de estudio
zación política como mero reflejo de la división capitalista del trabajo. del autodesarrollo del capital al autodesarrollo de la clase trabajadora,
Más bien ésta debía ser vista como respuesta al irracionalismo del propio desnudando en ese acto el idealismo de aquellos marxistas que asignaban
proceso de producción. Alquati se aproximaba a lo que él denominaría en un carácter permanente y eterno a las relaciones establecidas entre la for-
su informe “el tema fundamental del marxismo leninismo”, aquel de la ma del capital y las formas de organización de la clase obrera. De esta ma-
transformación de las fuerzas objetivas en fuerzas subjetivas, es decir, la nera se elaboró un cuerpo teórico que buscaba dar cuenta de la paulatina
problemática de la organización política. Planteaba que la organización desafectación –en acto– de los obreros italianos con relación a sus organi-
política debía responder a la actual realidad de la explotación de clase. zaciones oficiales así como el desplazamiento de sus puntos de referencia
Igualmente, en el repórter de Fiat, Alquati se mostraba influenciado por hacia nuevas modalidades de organización.
la ideología de la autoorganización productiva tan defendida por Panzie- Paralelamente se desarrolló una corriente de pensamiento que avanzó
ri y la ultraizquierda de la época. Su lectura, en este aspecto, recogía las en determinar la relación entre la dinámica de las luchas obreras europeas
ideas de Socialismo o Barbarie que veía en la división social del trabajo contra la planificación capitalista y los diversos términos de unidad y or-
tanto la expresión de un sector que dirigía el trabajo y la vida social como ganización que la clase asumía en su confrontación con el capital. Se esta-
la de un sector mayoritario que simplemente ejecutaba. De cualquier for- blecía así una relación entre la composición de clase y las formas de orga-
ma sus análisis obviaban las ideas de Panzieri, para quien, en determina- nización de las luchas. Así, en su estudio sobre los procesos de sovietiza-
das circunstancias, las relaciones de clase podían ellas mismas tomar la ción y las formas consejalistas de organización de los obreros alemanes
forma de maquinaria. Es posible concluir en que, a pesar de que el primer Sergio Bologna (1977) estableció una correlación entre las modalidades
trabajo de Alquati sobre Fiat sirvió para profundizar algunos aspectos y particulares que asumía la organización impulsada en términos de apro-
cambios en la clase obrera italiana, no dejó de ser el producto de una mi- piación de los instrumentos de trabajo, con la alta concentración de traba-
rada política tradicional, aunque disidente. jadores calificados y el control preexistente sobre los instrumentos de tra-
Por el contrario, el trabajo sobre Olivetti habría de mostrar una nota- bajo. Dicho de otra manera, una relación entre la composición de clase y
ble influencia de las ideas avanzadas por Tronti y Panzieri. Comparado las formas de organización adoptadas.
con el informe sobre Fiat, el trabajo sobre Olivetti mostró un particular Este abordaje intentó dar cuenta no sólo de las luchas fabriles sino
énfasis en el análisis de la relación entre obreros y máquinas. Para Alqua- también del rol del Estado keynesiano en el milagro económico italiano de
ti ahora la introducción de nueva maquinaria era una muestra del nivel posguerra. En este punto se expresaba, una vez más, la ruptura y el dis-
general y la calidad de las relaciones de fuerza entre las clases para ese tanciamiento con la escuela de Frankfurt. En efecto, la escuela de Frank-
momento. De igual forma que Taylor había desintegrado políticamente al furt abordó el keynesianismo como el intento capitalista de control e inte-
proletariado como fuerza política, el comando capitalista, mediante la in- gración del movimiento obrero ajustado a una lógica de consumo, en la
troducción de maquinarias, podía alcanzar igual objetivo. Por ello la ma- medida en que buscaba satisfacer sus necesidades de consumo.
118 César Altamira El obrerismo italiano 119

Los análisis de Toni Negri referidos a este tema constituyeron una im- diferencias cada vez más profundas hacia el interior de la revista. Para
portante respuesta a esta concepción. esa época, Panzieri caracterizaba el sabotaje como la expresión perma-
nente de la derrota política de los trabajadores. Estábamos en la antesa-
la de la separación definitiva entre Quaderni Rossi y los nacientes obre-
El obrerismo propiamente dicho: Classe Operaia ristas propiamente dichos, que comenzaban a consolidarse en el ámbito
nacional.
Es posible situar el nacimiento del obrerismo en los hechos de Plaza Es posible afirmar que la fase de desarrollo del obrerismo clásico co-
Statuto en 1962 cuando decenas de militantes obreros metalmecánicos y menzó con la aparición del periódico de Tronti Classe Operaia. El nuevo
estudiantes asaltaron e incendiaron las oficinas en Turín de la Unión Ita- grupo conformado se asentó fundamentalmente en Roma y en el Véneto,
liana del Trabajo (UIL), la más pequeña y conservadora de las tres mayo- regiones donde las defecciones de Quaderni Rossi habían sido casi totales.
res confederaciones sindicales italianas. La protesta contra la organiza- El nuevo periódico obrerista unificó a los diversos componentes del obre-
ción sindical, que contó incluso con el apoyo de miembros de esa central, rismo italiano tras las ideas de: a) la identificación de la clase obrera con
se originó en el sabotaje que la propia UIL había realizado a la primera el trabajo subsumido en el proceso inmediato de producción; b) el énfasis
gran huelga emprendida por los trabajadores de Fiat, quienes se propo- en la lucha salarial como llave clave del conflicto político, y c) la resisten-
nían firmar un convenio con la empresa que no estuviera tutelado por la cia de la clase obrera como la fuerza motriz de la sociedad capitalista. De
UIL. Los hechos de Plaza Statuto arrojaron a una crisis casi terminal a cualquier manera, a pesar de los esfuerzos realizados y la importancia
Quaderni Rossi a pesar de los intentos de Panzieri por desprender a su que les asignara a las concentraciones obreras del norte italiano, el nue-
grupo de los acontecimientos y mantener los ya debilitados lazos de la pu- vo grupo no alcanzó una significativa penetración política fabril.
blicación con la CGIL y la izquierda italiana. En realidad el objetivo políti- En enero de 1964 habría de aparecer en el primer número de Classe
co de Panzieri era influenciar y provocar un desplazamiento político del Operaia el artículo de Tronti “Lenin en Inglaterra” (en Tronti, 2001: 93-99)
movimiento de trabajadores, de la CGIL, del PSI (de cuyo Comité Central que se convirtió en un verdadero punto de ruptura, al plantear claramen-
había sido miembro) y del propio PCI, para reposicionarlos políticamente, te por primera vez la inversión de la primacía entre el trabajo y el capital.
aunque sin rupturas. Sin embargo, también integraban Quaderni Rossi En ese texto Tronti advertía que “hemos trabajado con un concepto que po-
quienes pugnaban por crear un nuevo movimiento que, desarrollándose ne primero al desarrollo capitalista y a los obreros en segundo plano. Esto
en la era del poscomunismo, fuera capaz de experimentar una nueva for- es un error. Y ahora debemos poner el problema en su lugar. Comenzar por
ma de hacer política con la clase trabajadora. En este aspecto, el rol que el principio y el principio es la lucha de clases” (ídem: 93). En esta perspec-
jugó Antonio Negri fue central y decisivo. Más que ningún otro de los tiva la reestructuración capitalista mundial sólo podía ser comprendida co-
miembros, impulsó fuertemente esta última línea de trabajo y buscó con- mo respuesta al movimiento de la clase trabajadora que hoy se ha vuelto
vencer a Panzieri de que ése era el camino correcto (Bologna, 1991). una masa social que posee las mismas actitudes colectivas, las mismas
Plaza Statuto implicó el abandono definitivo de todo intento de racio- prácticas básicas y el mismo crecimiento político unificado. Para Tronti se
nalización y trabajo en común con el sindicalismo organizado por parte trataba de construir una nueva mirada política capaz de incorporar la to-
del activismo obrerista ligado a los grupos autónomos. A partir de enton- talidad del punto de vista obrero, llevando adelante el proyecto político de
ces, apoyado en la iniciativa de grupos del Véneto que, desde la organiza- Lenin de la toma del poder en la maduración del desarrollo capitalista ana-
ción de comités de base en Porto Maghera, impulsaban el reanimamiento lizado por Marx (ídem: 99). El punto de partida de Tronti se asentaba en
del trabajo político industrial entre los metalmecánicos y en la disposición el ciclo de luchas inaugurado en la época, proceso que indicaba ahora el re-
favorable del grupo romano de Tronti, se abría una nueva etapa de impul- chazo de importantes sectores a toda restricción salarial y a los excesivos
so a una intervención, ahora concentrada y de carácter nacional, de los disciplinamientos laborales que exigían e imponían las innovaciones tec-
grupos autónomos presionados por la necesidad de mejorar su propagan- nológicas en curso. Para el capital se trataba de introducir un elemento de
da agitativa. Comenzaba en el grupo ligado a Quaderni Rossi una época flexibilidad en las relaciones industriales mientras se mantenía la relación
de discusión sobre los métodos de lucha apropiados, de diferenciaciones de funcionalidad garante del régimen de acumulación. En la práctica, pa-
con relación al comportamiento obrero, donde el sabotaje, como arma ra Classe Operaia, este eslabón garantizaba una política salarial que ins-
ofensiva de manifestación abierta antagónica con el capital, recorría las titucionalizara la relación entre los incrementos de salarios y los de pro-
120 César Altamira El obrerismo italiano 121

ductividad. Para Tronti los incrementos salariales debían ser llevados más Pocas dudas existen hoy de que este marxismo oficial, de tan pobre ca-
allá de la relación de productividad aceptada, provocando así su desbalan- lidad –verdadera fábula para niños, como lo describió Tronti en Obreros y
ce y asumiendo esta acción como hecho político que debía ser entendido co- capital–, jugó un papel de poderoso extinguidor de toda racionalidad polí-
mo tal y utilizado en ese sentido. Bajo esta perspectiva la clásica distinción tica, bajo las apariencias de favorecer los intereses del líder obrero mun-
entre lucha económica y lucha política quedaba diluida, dejaba de tener ra- dial, mientras se volvía funcional al mantenimiento del statu quo en los
zón de ser en la medida en que las principales relaciones de poder nos re- países desarrollados y a la construcción de un socialismo en etapas, pro-
mitían al espacio de la producción. “De acuerdo con los fundamentos del ceso que para muchos se asemejaba a una acumulación de capital disfra-
capitalismo moderno, desde el punto de vista obrero, la lucha política es zada. Si en los 60 estas tesis obreristas aparecían como provocadoras,
aquella que tiende conscientemente a provocar la crisis del mecanismo eco- treinta años después, a los ojos de sus principales oponentes, esta inver-
nómico de desarrollo capitalista” (ídem: 116). Para Tronti el desarrollo ca- sión –pivote central de las ideas obreristas– constituye aún un punto de
pitalista debía ser entendido como una serie de ciclos políticos que no ne- fricción importante, generador de un sinnúmero de problemas que acom-
cesariamente deben coincidir con los ritmos económicos: “El desarrollo del pañan el abordaje de sus concepciones. Dificultades por lo demás mucho
capitalismo camina sobre una cadena de coyunturas. Afirmamos que cada más agudas que las imaginables con relación a ciertas categorías obreris-
eslabón de esta cadena ofrecerá la ocasión de un enfrentamiento abierto, tas que han sido incorporadas casi como un dogma religioso. En ese aspec-
de una lucha directa, de un acto de fuerza; y que el eslabón en el que la ca- to se puede mencionar el concepto de obrero masa como opuesto al de
dena se romperá no será aquel en el que el capital es más débil sino aquel obrero calificado y que ha sido tomado como un fragmento de su edificio
en el que la clase obrera sea más fuerte” (ídem: 105). La lógica de este aná- teórico, a pesar de ser completamente ajeno, casi extraño a su espíritu.
lisis rechazaba de plano, desde el obrerismo clásico, la tesis leninista de Para el obrerismo se trataba de comprender una de las más comple-
que el capitalismo se derrumbaría allí donde el eslabón de la cadena fuera jas formaciones que hayan existido, el capitalismo mundial integral (Ne-
más débil, y ello incluía la vía tercermundista al socialismo tan en boga en gri y Guattari, 1985: 47) desde una óptica particular que diera cuenta de
la nueva izquierda occidental. las brutales recesiones capitalistas, aun de su irracionalidad más incom-
En este aspecto, referido al papel central otorgado a las luchas obreras prensible. ¿Cuál es la tesis principal sustentada por el obrerismo? Allí
en la dinámica de la producción capitalista, se condensa uno de los prin- donde la historicidad académica contemporánea, recatada, prudente e
cipales aportes del obrerismo italiano. Echando mano a la analogía de la igualmente escéptica, se regodea enfatizando la pluralidad de causas ge-
revolución de Galileo, podemos decir que se trataba de una verdadera re- neradoras de la crisis; allí donde el marxismo gramsciano historiza la
volución copernicana donde el papel de Ptolomeo le estaba reservado a la contradicción y donde el marxismo althusseriano sobredetermina la con-
concepción sustentada en el materialismo dialéctico. En efecto, el mate- tradicción por la vigencia de una estructura ausente, el obrerismo regre-
rialismo dialéctico, en clave del marxismo oficial, suponía que las relacio- sará al casi increíble nivel más simple de explicación. En “Lenin en In-
nes sociales de producción –es decir, las relaciones de clase– son depen- glaterra” Tronti formuló esta concepción cuando hizo de la clase el motor
dientes de las relaciones de producción; las que a su vez juegan un papel dinámico del capital mientras volvía simultáneamente al capital depen-
determinante en el desarrollo de las fuerzas productivas. Este abordaje de diente de la clase; concepción que significaba una verdadera inversión de
la dinámica capitalista llevaba (lleva) implícito igualmente que en el jue- las perspectivas políticas. Desde este punto de vista la única lectura ca-
go de las tensiones entre relaciones económicas y relaciones sociales, los paz de darle sentido al mundo de la producción capitalista de manera
determinantes en última instancia eran (son) los aspectos económicos. profunda y exhaustiva y que permita alcanzar su corteza ontológica es
Por lo que las relaciones de clase asumían (asumen) un rol dependiente y examinar la historia de lo que los obreristas llamarán la articulación de
subordinado en esta dinámica implacable. El complemento de este discur- la clase obrera.
so es ya conocido: el feudalismo está relacionado con el molino de agua; la Este proceso de articulación de la clase obrera hizo pivote sobre dos as-
burguesía con la máquina de vapor y los soviets con el motor eléctrico. Y pectos centrales: 1) el lugar prioritario otorgado a las relaciones de clase
el modo socialista de producción deberá continuar al modo capitalista de vis à vis con las relaciones de producción, y 2) la particular asimetría re-
producción cuando el desarrollo de las fuerzas productivas –esto es, la sultante de la socialización producida y el poder ejercido por las dos cla-
ciencia, la tecnología y la acumulación de capital– rompan la crisálida de ses fundamentales, mediante el intercambio de equivalentes trabajo-di-
las obsoletas superestructuras, esencialmente las jurídicas y las políticas. nero, en beneficio de la clase obrera.
122 César Altamira El obrerismo italiano 123

El primer aspecto se relaciona con la constitución de las mismísimas futuro tan triste y desoladora como la de la esclavitud. Sin la continua pre-
relaciones capitalistas, a partir de la separación de los productores direc- sión interna subyacente, no hubiera habido nuevos mecanismos, inventos
tos de sus instrumentos de trabajo. La unidad contradictoria constituida ni incorporación progresiva de la ciencia a las cambiantes condiciones la-
por la confluencia de la venta de la fuerza de trabajo por el obrero y la ca- borales, y la acumulación de capital hubiera permanecido más próxima a
rencia de instrumentos de trabajo en tanto condiciones propias de traba- la acumulación de castillos y joyas antes que de máquinas y equipos. De
jo da lugar, según el obrerismo, a la relación de clase. De hecho las clases esta manera la ley de la acumulación no puede ser entendida como un me-
no existen previamente a esta unidad contradictoria. Son el producto de canismo económico dotado de algún grado de autonomía para la genera-
esta unidad de los polos, por lo que en algún sentido puede afirmarse que ción suficiente de plusvalía absoluta o relativa. La acumulación represen-
las clases son anticipadoras. ta la única vía consistente para controlar y contener el antagonismo en
El segundo aspecto –igualmente crucial para el obrerismo– destaca donde reside todo el misterio de la generación de plusvalía. Las modalida-
que en la génesis del modo de producción capitalista no existe nacimien- des propias de la acumulación –esto es, sus ritmos, sectores, períodos, di-
to simultáneo de la clase obrera y la clase capitalista. Históricamente, es námicas, etc.– son formas de reacción capitalista frente a una composición
posible demostrar en la saga que recorre desde el trabajador que vende in- de clase dada, buscando la descomposición del poder político y técnico de
dividualmente su fuerza de trabajo, luego el proletario, pasando por la la composición de clase alcanzada. En este momento se produce la inver-
clase obrera y sus distintas formas de negociación –desde la gran fábrica sión de la perspectiva marxista existente hasta ese momento.
propia del fordismo hasta la fábrica automatizada–, en todos estos casos, En la sección central de Obreros y capital, “Marx, fuerza de trabajo,
según el obrerismo, es posible afirmar que el movimiento obrero ha mos- clase obrera”, Tronti (2001: 127 y ss.) argumentará que las llamadas leyes
trado siempre grados de socialización superiores a los de su clase antagó- económicas debían ser redescubiertas como fuerzas políticas, por detrás
nica. En todo caso, ¿dónde radica según el obrerismo la superioridad del de las cuales ofician de motor las luchas de la clase obrera. Igual plantea-
modo capitalista de producción con relación a los modos de vida anterio- miento debía extenderse para la piedra angular marxista de la Crítica de
res? En que la forma valor de cambio del salario deja su forma valor de la economía política, la ley del valor. Para Tronti resultaba falso interpre-
uso indeterminado. Esto es, a nivel microeconómico, en el corto plazo, los tar esta ley como prueba de que los trabajadores producen toda la rique-
trabajadores asalariados desconocen el valor de uso de su fuerza de tra- za en la sociedad rechazando tal argumento por moralista e incorrecto. El
bajo y su propia productividad, que serán determinadas posteriormente aspecto crucial debía verse, según Tronti, en el hecho de que al aceptar el
de manera retrospectiva por la mecanización que las enfrenta. A largo capital que el trabajo es la medida del valor, el capital reconocía su depen-
plazo será posible alcanzar algún equilibrio cuando el trabajador, sobre la dencia de la única mercancía que disponía del potencial suficiente para
experiencia pasada, pueda pronosticar el uso de su fuerza de trabajo y destruirlo completamente. Para Tronti, “valor trabajo quiere decir por lo
modificar así su valor de cambio. Mientras tanto a nivel macro lo esencial tanto primero la fuerza de trabajo y después el capital; quiere decir capi-
es el surgimiento de la plusvalía absoluta y relativa. Oponiéndose al di- tal condicionado por la fuerza de trabajo, movido por la fuerza de trabajo;
nero –condición del trabajo– como condición del capital y poseyendo si- en este sentido valor medido por el trabajo. El trabajo es medida del va-
multáneamente la cualidad de rechazar toda valorización del capital, los lor porque la clase obrera es condición del capital” (Tronti, 2001: 234). Re-
trabajadores aceleran la socialización de la relación, mientras sus luchas chazar tal función en el proceso de valorización implicaba para Tronti la
potencian la subsunción real del trabajo por el capital. forma más coherente para desestimar la relación de clase.
La clase obrera aportará a las relaciones sociales de producción una En tiempos donde la generalización de la producción mecanizada pro-
tendencia casi permanente al conflicto quedando en manos del capital la yectaba la dilución del carácter individual del trabajo, la estrategia de
capacidad para poder autoorganizarse, reaccionar y sortear las dificulta- oposición al trabajo asalariado encontraba su sustento material en el he-
des manifiestas. ¿Qué otro significado podemos darle a aquella afirmación cho de que la clase obrera moderna “sólo tiene que mirarse a sí misma pa-
de Tronti cuando plantea que la particularidad de la mercancía fuerza de ra destruir al capital. Debe reconocerse como potencia política. Debe ne-
trabajo es su valor de uso, en tanto es su valor de uso el que la constituye garse como fuerza productiva” (Tronti, 2001: 270). En esta perspectiva
como clase obrera? Dicho de otra forma, sin las luchas de la clase trabaja- Tronti habría de otorgarles particular importancia a quienes estuvieran
dora el capitalismo hubiera permanecido como un vulgar sistema asenta- ligados al proceso de producción. “No podemos comprender qué es la cla-
do en la generación de plusvalía absoluta, ofreciendo una perspectiva de se obrera si no vemos cómo lucha” (ídem: 209). Para él, será precisamen-
124 César Altamira El obrerismo italiano 125

te en el terreno de la producción como espacio privilegiado donde, a tra- ductivo de Vernon, ya de la dinámica schumpeteriana de los empresarios,
vés de la lucha, la composición de clase podría experimentar un salto po- ya de las vicisitudes del sistema monetario internacional con posteriori-
lítico.8 En esa dirección rescataba toda oposición obrera al capital en el dad a la ruptura de la convertibilidad oro-dólar en 1971. En fin, de la mo-
proceso productivo, incluso la pasividad, entendida, a diferencia de Pan- derna fase de internacionalización del capital en la era del capitalismo
zieri –para quien era muchas veces el producto de una derrota política–, global, como reacción ante la homogeneización de la composición de clase,
como una opción posible de resistencia obrera frente a un nuevo proceso por lo demás mucho más unificada en su comportamiento individual que
de desarrollo capitalista,9 como la opción planteada desde afuera expresa- lo que se le reconoce normalmente.
da en la “renuncia de la clase obrera a sentirse parte activa de la sociedad
del capital”, para abordarla luego como la organización sin organización,
espontaneidad de la pasividad entendida como organización obrera sin Romano Alquati, la subjetividad obrera y Classe Operaia
institucionalización burguesa (ídem: 271). Quizá la importancia mayor de
“Marx, fuerza de trabajo, clase obrera” resida en la solicitud lanzada a la Dando continuidad a los grupos de estudio iniciales de Panzieri, Clas-
nueva izquierda italiana impulsándola a investigar sobre “qué ha sucedi- se Operaia prolongó la tarea de investigación con relación al comporta-
do dentro de la clase obrera después de Marx” (ídem: 2001: 272). miento de la clase obrera apoyada en los estudios de Alquati. En efecto,
Hablar de modificación en las relaciones sociales de producción signi- Romano Alquati y otros, en particular quienes trabajaban en ciudades con
ficaba de por sí un abrupto corte con las concepciones del marxismo ofi- altas concentraciones obreras –Milán, Turín, Porto Maghera–, intentaron
cial que las abordaba como categorías rígidas e invariantes en el tiempo. comprender la dinámica de los movimientos de los trabajadores y preve-
De cualquier manera, el camino a recorrer en esta transformación de la nir los tiempos de huelgas y revueltas como manera de poder establecer
socialización, subyacente en la constitución y reconstitución de las rela- conexiones entre ellos. Se trataba de un pensamiento netamente obreris-
ciones sociales de producción a las que iba (va) modelando, estaba (está) ta puesto al servicio de la recomposición de clase.
lleno de riesgos. La clase capitalista no brotó formada de la cabeza de Tay- En su primera contribución a la revista Alquati focalizó su estudio en
lor o de Marx. Su experiencia y respuesta sólo fueron posibles a partir de las huelgas salvajes de Fiat de 1963, portadoras de una nueva y compac-
la dinámica social que imprimía el movimiento de masas. Es esta disime- ta vanguardia de masas en movimiento. La característica más importan-
tría, la falsa homología de las relaciones de clase tan pregonada muchas te de estas luchas se asentaba en el rechazo a jugar cualquier rol media-
veces, la que puede echar luz sobre el carácter milagroso de los aconteci- tizado por las normas de las relaciones industriales establecidas. En este
mientos que han devenido en revolución y permitir un abordaje igualmen- contexto, las luchas se volvieron impredecibles mientras excluían al sin-
te novedoso en relación con los procesos contemporáneos. Así como permi- dicato como dirección de las mismas. Por lo demás Alquati tampoco com-
tir una lectura enriquecedora y original relativa a fenómenos contempo- partía aquella idea que asignaba a las formas de las luchas característi-
ráneos, tal el caso de la fase de internacionalización del capital abierta ba- cas transicionales hasta tanto se alcanzaran nuevas modalidades de orga-
jo la época del imperialismo. En efecto, fieles a esta concepción los obre- nización.
ristas interpretaron la exportación de capitales no como simple exporta- Los aspectos más interesantes del informe de Alquati “Lucha en la
ción de productos, de mercancías, sino esencialmente de relaciones socia- Fiat” están relacionados con su explícito rechazo a la ideología de la au-
les, esto es, de lucha de clases, como forma del capital para controlar a su toadministración y sus intentos por identificar el hilo que recorre las for-
propia clase obrera. Esta interpretación les permitiría dar cuenta –de ma- mas de lucha abierta, como la huelga salvaje, a las formas de resistencia
nera distinta– ya de las concepciones asentadas en el llamado ciclo pro- más subterráneas. Para Alquati las suspensiones y los paros en la línea
de producción eran significativos de los deseos y la conciencia revolucio-
naria de los trabajadores, expresión sobre todo del rechazo a toda deman-
8. “El obrero sale del proceso de producción distinto de cómo entró en él. [...] Esta diferencia
da del patrón. Tales acciones independientes eran demostrativas de que
supone un auténtico y verdadero salto político” (Marx, 1975a, I: 212). los trabajadores habían comenzado a afrontar metas enteramente dife-
9. “La pasividad de masas es consecuencia siempre o de una derrota política de los obreros
rentes de las planteadas por la CGIL. Esto es, la organización en la pers-
imputable a las organizaciones oficiales, o de un salto del desarrollo capitalista en la apro- pectiva de una autoadministración política por fuera de la producción ca-
piación de las fuerzas productivas sociales” (Tronti, 2001: 271). pitalista y contra el poder político del capital en general.
126 César Altamira El obrerismo italiano 127

Desarrollando la temática de la composición de clase a partir de esta Estos interrogantes habrían de alcanzar suma importancia al final de la
concepción, el grupo de Tronti tendía a rechazar toda noción de concien- década siguiente.
cia de clase como un agregado externo a la filosofía de vida de cada traba- Hacia mediados de los 60, sin embargo, la mayoría de los obreristas
jador. La lucha era vista como el mejor educador de la clase obrera, en la consideraban suficiente plantear, de manera reduccionista, una determi-
medida en que ligaba a los diversos estratos de la fuerza de trabajo y nada relación entre la articulación material de la fuerza de trabajo en la
transformaba al conjunto de las fuerzas de trabajo individuales en una composición orgánica del capital, es decir la composición técnica de clase,
masa social, el obrero masa. Era precisamente la lucha la que diferencia- y su lucha para sobrepasar tal subordinación tras nuevos espacios de uni-
ba la autonomía de la clase de los movimientos del capital, así como de la dad política. Sin embargo Alquati, ya en los Quaderni Rossi, había ido
articulación objetiva de la fuerza de trabajo. Decía Negri: “La clase obre- más allá de tal reduccionismo relacionando la hostilidad inherente del
ra se presenta cada vez más cerca y compacta internamente y busca, en trabajo hacia el capital con los problemas que planteaba el amplio distan-
sí misma, articularse con mayores niveles de unidad en la organización. ciamiento cultural entre los millones de nuevos trabajadores producidos
[...] Hoy el conjunto de la clase obrera en lucha es la vanguardia”.10 Sin por el milagro italiano y la vieja mano de obra industrial. En Classe Ope-
embargo, los límites de esta aproximación teórica de Classe Operaia se raia Alquati profundizará su comprensión de la cultura de fábrica al po-
mostraban evidentes cuando argumentaba que “la espontaneidad de la ner especial énfasis en la importancia que los filtros y las transmisiones
pasividad debía ser entendida como una instancia del antagonismo de cla- de la memoria entre generaciones sucesivas de trabajadores proporciona-
se, una forma de organización sin organización” (Tronti, 2001: 271). ban a la experiencia inmediata de la producción. A partir de los estudios
De cualquier manera los argumentos de Alquati plantearon la contra- realizados en Classe Operaia Alquati comenzó a alejarse tanto de la con-
dicción que recorrería el obrerismo clásico. La insistencia, por un lado, en vencional noción leninista de organización de la vanguardia como de la
la naturaleza del permanente antagonismo de la fuerza de trabajo en las simplificadora caracterización de una clase obrera como masa única y ho-
relaciones de producción capitalista mientras simultáneamente se habla- mogénea tan propia de aquella publicación. De esta forma su temática de
ba, por otro lado, del camino tecnológico de la represión (Negri, 2002: 14), formas invisibles de organización de la clase adquirió sustancia al resal-
por el cual el capital podía exitosamente destruir la calidad política de tar aquellos elementos de resistencia obrera que, basados en la organiza-
las concentraciones de poder alcanzadas de la clase obrera. A diferencia ción del trabajo y redes sociales, habían sido explorados por algunos nor-
de muchos marxistas, los editores de Classe Operaia nunca creyeron que teamericanos radicales. La clase obrera italiana no podía ser abordada co-
la constitución de la clase obrera en una formación social particular fue- mo una masa social compacta desde una mirada donde tal homogeneidad
ra un acontecimiento acotado a un período. Era más bien el resultado del fuera una meta a alcanzar y por la que luchar.
desarrollo de un interjuego entre las articulaciones de la fuerza de tra- La lectura de Alquati era diametralmente opuesta a la del viejo conse-
bajo producidas por el desarrollo capitalista y las luchas de la clase obre- jalismo comunista. A partir de la categoría “fábrica social” argumentaba
ra por superarlas. Pero ¿cuál de los elementos era más fuerte: la conti- que ningún aspecto de la vida del obrero podía escapar al alcance de la do-
nuidad de la lucha o la habilidad del capital para descomponer el anta- minación capitalista directa. Sin embargo, juntamente con ello la resis-
gonismo? La reorganización productiva que seguía a todo conflicto indus- tencia de Classe Operaia sobre la centralidad del trabajo productivo en el
trial ¿implicaba la destrucción del sujeto político? ¿O nos encontrábamos proceso de producción directo plantearía serias restricciones a las lectu-
frente a una criatura monocelular que podía ser infinitamente dividida ras sobre las relaciones de clase por fuera del mundo de la producción in-
mientras mantenía su código genético? ¿Era suficiente plantear junto mediata.
con Negri y Tronti en esa época que la reestructuración del capital sim-
plemente desplazaba el conflicto hacia niveles cada vez más elevados de
socialización? Finalmente, ¿qué rol, si alguno debía jugar, se asignaba al Teoría y práctica
problema de la memoria en la reproducción del antagonismo de clase?
Para el obrerismo clásico la teoría se asentaba tanto en el conocimien-
to científico como en la propia práctica. Para Tronti, “el conocimiento es-
10. T. Negri, “Obreros sin aliados”, Classe Operaia, 3 de marzo de 1964, citado en S. Wright tá ligado a la lucha. Conoce verdaderamente quien verdaderamente odia”
(2002). (Tronti, 2001: 19). El punto de vista de la clase obrera es pues “una cien-
128 César Altamira El obrerismo italiano 129

cia social no objetiva, que no pretende serlo” (ídem: 242), donde su moti- na de Milán, lugares de producción donde el obrerismo había alcanzado
vación está apoyada en el odio de clase, por aquella parte que desea de- penetración política. Eran estas mismas ideas las que encenderían la
rrocar en la sociedad. chispa en las luchas de Innocenti (fábrica de automóviles y motocicletas
Cuando las contribuciones de Tronti en Quaderni Rossi y Classe Ope- livianas), cuyos obreros habrían de invadir la ciudad. Gracias a su inicia-
raia fueron reeditadas en el libro Obreros y capital, allí también publicó su tiva política y sus innovadoras ideas, el obrerismo habría de ganar varia-
trabajo “Marx, fuerza de trabajo, clase obrera” (en Tronti, 2001: 127 y ss.) dos círculos intelectuales –arquitectos, urbanistas, planificadores de te-
escrito en el mismo año en que se publicaba Para leer “El capital” de Louis rritorios–, quienes introdujeron estos temas en sus disciplinas. En los úl-
Althusser. Buscando delinear las premisas metodológicas para una ciencia timos tiempos de Classe Operaia en 1966 su generación joven estaba in-
de clase y tomando como punto de partida las dos categorías centrales en tegrada por un cuerpo de militantes que habrían de tener un rol decisivo
Marx, Tronti intentaba dar cuenta de una lectura de Crítica de la econo- en 1968 y durante los 70 (Bologna, 1991).
mía política. Para disgusto de los partidarios de Althusser, Tronti no creía
que tal ciencia pudiera depender de pruebas internas verificables. Si la
teoría informa a la práctica, permitiéndonos ordenar necesariamente los Potere Operaio y el fin de Classe Operaia
hechos y penetrar en el mundo de la nueva apariencia, era igualmente
cierto que algunos adelantos teóricos sólo eran posibles a través de avan- El reflujo de masas durante 1964 llevó a Tronti a través de Classe Ope-
ces en la práctica. Desde esta óptica Tronti se propuso filtrar una lectura raia a rescatar opiniones y concepciones que habían sido anticipados en
de Marx tras las luchas de comienzos de los 60 tentando escapar al mar- Quaderni Rossi: desde el papel de los sindicatos hasta la valorización de la
xismo vulgar fosilizado que dominaba al movimiento comunista oficial. organización política. En efecto, si anteriormente la integración orgánica
En la primera parte del trabajo mencionado, intentó demostrar que de los sindicatos, en el programa de la sociedad capitalista, había sido con-
era posible hallar la gestación de la categoría fuerza de trabajo en los pri- siderado un verdadero retroceso en la lucha contra el capital, como lo ha-
meros escritos de Marx. Con ello intentaba dar sustentabilidad a su con- bía explicitado el propio Tronti: “El sindicato, la lucha sindical, no puede
cepción de desarrollo de la teoría asentado en una práctica social especí- por sí sola salir fuera del sistema, se halla inevitablemente destinada a ser
fica. Según Tronti, su origen puede rastrearse en los Manuscritos econó- parte de su desarrollo. Un sindicato que como tal, sin partido sin organi-
mico-filosóficos de 1844, pieza que ansiosamente intentaba rescatar de zación política de clase, pretenda ser autónomo del plan del capital, no con-
manos del humanismo y del existencialismo que había conducido Althus- sigue nada más que ser la más perfecta forma de integración de la clase
ser. “Antes de 1848 ya encontramos en Marx el trabajo abstracto como obrera dentro del capitalismo” (Tronti, 2001: 85),11 ahora en Classe Ope-
fuerza de trabajo. Encontramos ya la fuerza de trabajo como mercancía. raia insistirá en aquellos aspectos contradictorios que contiene la lucha
Pero únicamente el recorrido revolucionario de 1848 perfila con nitidez sindical. Por un lado, la posición que asume la clase obrera alrededor del
en la cabeza de Marx el proceso teórico que lo llevará a descubrir el con- conflicto entre trabajo necesario y plusvalía; por otro, el papel del sindica-
tenido particular de la mercancía fuerza de trabajo no ligada solamente to, fundamentalmente en lo referido a la constante racionalización del ca-
–a través de la alienación del trabajo– a la figura histórica del obrero, si- pital estimulada por el trabajo. En este proceso revitalizará la necesidad
no ligada, a través de la producción del plusvalor, al nacimiento mismo de la organización política cuando “en estas circunstancias, unir el sindi-
del capital” (Tronti, 2001: 135). Fue precisamente este catalizador prác- cato al partido como correa de transmisión parece ser el camino más prác-
tico el que permitió a Marx fusionar y sobreponer el pensamiento de He- tico para la lucha de clases” (ibídem), incluso en el caso de partidos de iz-
gel y Ricardo. En este sentido Tronti se referencia en Raya Dunayevska- quierda tradicionales. Como se trataba entonces de mantener la continui-
ya, cuyo texto Marxismo y libertad había enfatizado la dialéctica entre dad de la lucha abierta, la espontaneidad continuaba siendo interpretada
teoría y actividad de clase. como un indicador positivo de la irreductible naturaleza antagónica de ca-
Classe Operaia no fue solamente un extraordinario laboratorio de pital y trabajo, de la inagotable combatividad de la clase obrera.
ideas que luego crecerían en otros ambientes, sino que constituyó simul-
táneamente un espacio que echó a andar nuevas experiencias políticas en
ciudades con alta concentración obrera. En 1964 los panfletos de Classe 11. La cita pertenece a “El plan del capital”, publicado originalmente en Quaderni Rossi con
Operaia eran distribuidos y discutidos en quince centros fabriles en la zo- el nombre “El capital social”. Citamos de Tronti (2001).
130 César Altamira El obrerismo italiano 131

De cualquier manera, y presagiando su futura ruptura con el obreris- El ciclo de luchas abierto a comienzos de 1967 fue mucho más profun-
mo, Tronti ya se mostraba pesimista con relación a la posibilidad de que do que cualquier otro anterior, pues en su dinámica incorporó a miles de
la clase alcanzara una actividad autónoma capaz de quebrar el ritmo im- universitarios y estudiantes residentes en las ciudades italianas quienes
puesto por las luchas contractuales y constituir un espacio político, una paralizaron el sistema educativo. El nuevo movimiento buscó redefinir la
nueva organización ante el estancamiento del Partido Socialista de la noción de política, construyendo formas de organización fundamentalmen-
Unidad Proletaria (PSUP). En ese contexto no desentonaba su propuesta te asamblearias, que dejaran de lado y cuestionaran la clásica organiza-
de reflotar el PCI desde una perspectiva reformista. Sin embargo, a la luz ción estudiantil. Juntamente con los nuevos obreros industriales, el movi-
de esta orientación, el grupo romano se volvería incapaz de formular en el miento estudiantil constituyó la característica más importante del conflic-
interior de Classe Operaia un análisis estructural coherente del reformis- to social italiano en el bienio 1968-1969. El conflicto social que acompañó
mo comunista. la revuelta mundial de 1968 en Italia, a diferencia de otras sociedades ca-
En ese contexto la política oficial lanzada por Classe Operaia que pro- pitalistas avanzadas, se prolongó en el tiempo y generó una ola que alcan-
ponía abiertamente el entrismo en el PCI se asentaba en la necesidad de zó su pico en el “otoño caliente” de 1969 de la mano de las luchas de los
evitar ahora toda socialdemocratización del comunismo italiano. Simultá- obreros industriales del norte. El efecto del mayo francés en Italia se pro-
neamente, el grupo romano decía sentirse alejado de toda práctica trots- longaría, mientras su movimiento estudiantil, que había surgido atado a
kista en la medida en que no lo alentaba la necesidad de dirimir la rela- las estructuras oficiales, superaría a sus contrapartidas extranjeras en po-
ción entre Togliatti y Stalin, mientras aducía que el principal problema a co tiempo, colocando en la agenda política de la época la necesidad de la
resolver era la relación entre la clase obrera y el PCI. En el fondo la tesis alianza obrero-estudiantil. Debido a que su actividad no podía ser reduci-
política sustentada giraba en torno de la posibilidad de que el reagrupa- da a la de un simple trabajo, la acción estudiantil y de los técnicos planteó
miento de izquierda pudiera dejar a la socialdemocracia en minoría, en para el obrerismo importantes interrogantes para su comprensión de la
cuyo caso el balance de fuerzas se desplazaría hacia los obreros. composición de clase. La dificultad experimentada inicialmente por los
Durante 1965 Tronti plantearía que la existencia de Classe Operaia obreristas para comprender la relación entre los nuevos técnicos y el mo-
debía ser interpretada como un síntoma de debilidad de las luchas obre- vimiento estudiantil marginó en un comienzo al obrerismo del movimien-
ras mientras apuntaba sobre la posibilidad de su corta vida. Dos años to estudiantil.12 Este aislamiento inicial habría de ser superado hacia me-
más tarde, al evaluar el ciclo de luchas, reafirmaba esta posición al afir- diados de 1968, cuando el propio movimiento se sintió preocupado por la
mar que las luchas del movimiento no amenazaban seriamente al capi- clase obrera industrial y una importante cantidad de sus líderes romanos
tal. Por el contrario, el sistema, basado en la acumulación de valor para hizo suyo el credo obrerista. En realidad el aislamiento habría de ser efec-
su propia satisfacción, se encontraba próspero: la incorporación al traba- tivamente superado con la migración de los cuadros estudiantiles a la Fiat
jo asalariado de miles de campesinos en el Tercer Mundo así lo atestigua- de Mirafiori en la primavera de 1969, época para la cual numerosas fábri-
ba. La clase no estaba madura para superar el capitalismo. Se abría la cas industriales del norte se encontraban en conflicto.
etapa del entrismo en el Estado. Para la clase obrera era posible la utili- Con la disolución de Classe Operaia, la presencia de los obreristas pu-
zación de la socialdemocracia: no hay solución, decía Tronti, que no pu- ros en el movimiento quedó confinada prácticamente al noreste italiano
diera ser fácticamente desechada; tácticamente, cualquier solución podía alrededor del Potere Operaio de la zona del Véneto-emiliana. Aunque rá-
ser aceptable, agregaba. A diferencia de las posiciones de Tronti, el gru- pidamente habría de extender su influencia sobre el movimiento estu-
po del norte italiano continuaba apostando a la construcción de la orga- diantil de la zona, las relaciones políticas establecidas por este grupo di-
nización política desde los centros productivos. Frente a esto la posición
entrista de los romanos abría una brecha irreconciliable. Un año antes
del último número de Classe Operaia en 1967 se había concretado la di- 12. Particular importancia adquirieron las “tesis de Pisa” en 1968. En ese documento gene-
visión política. Más allá de que la separación no implicaría para el con- rado por el Potere Operaio toscano se planteaba la existencia en la sociedad italiana de nue-
junto de los obreristas radicales la ruptura con el movimiento obrero ofi- vas figuras de asalariados al margen de la clase obrera: los intelectuales en general, quie-
nes, ante el nuevo tipo del capitalismo que se inauguraba en Italia, entraban a formar par-
cial y la colaboración teórica con el círculo de Tronti, era obvio que se pri- te del circuito de reproducción del capital. Debemos ver en esta tesis el antecedente de la
vilegiaba la agitación industrial al desarrollo de la política hacia el inte- posterior formulación obrerista de extensión del proceso de producción más allá de las fron-
rior del partido. teras fabriles.
132 César Altamira El obrerismo italiano 133

ferían bastante de las alcanzadas por el de Pisa. En su trabajo “Del obre- Sólo a partir de la crisis de la extrema izquierda de mediados de los
ro masa al obrero social” Negri buscó dar cuenta de las diferencias que se- 70 algunos obreristas habrían de repensar enteramente la relación entre
paraban al grupo veneciano del grupo toscano a partir de la diferente com- los intelectuales y la clase. La figura obrera de los técnicos, ocasional en los
posición de clase que los constituía. Mientras unos, los toscanos, mostra- comienzos de los 60, habría de adquirir particular importancia en la se-
ban un fuerte componente estudiantil, el grupo del Véneto presentaba un gunda mitad de 1968 a partir precisamente de dos importantes focos de
particular componente obrero. Más allá de esta interpretación todo pare- lucha, uno de ellos localizado en el sector electrónico de Milán, y el otro
cería indicar que para Potere Operaio véneto-emiliano el único problema en las oficinas de investigación del norte de Italia. Para numerosos obre-
político significativo no resuelto desde la experiencia de Classe Operaia se ristas, cautelosos de las teorías y las prácticas de vanguardias externas
refería a la relación entre la clase y el movimiento obrero. Con estos ante- a la clase, estos técnicos, con sus huelgas y ocupaciones de los lugares de
cedentes no resulta extraño que el periódico de los venecianos no prestara trabajo, parecían encarnar, al menos momentáneamente, el sector ideal,
inicialmente atención al desarrollo del movimiento estudiantil con ante- el puente necesario entre la lucha de los trabajadores fabriles y los estu-
rioridad a mediados de 1968. Sin embargo, a partir del viraje realizado por diantes universitarios. Igualmente esta temática ponía en discusión la
importantes sectores del movimiento estudiantil, que dejaron atrás la con- elección del sector obrero vanguardia de las luchas así como la relación
cepción de poder estudiantil ante las visibles dificultades que se observa- entre vanguardia y masa. En esa perspectiva, Bologna rechazaría aque-
ban para alcanzar una verdadera reforma educativa, el sector veneciano lla lectura sociológica que, reproduciendo las discusiones de la II Interna-
comenzó a hacer público su interés en el desarrollo de ese movimiento. En cional, que consideraban a los técnicos la expresión más avanzada de la
estas circunstancias el objetivo principal del Potere Operaio véneto-emi- fuerza de trabajo del capital, los había transformado simultáneamente
liano se asentaba en la búsqueda de medios que efectivamente pudieran en la expresión política más avanzada del comportamiento de la clase.
dar cuenta de las relaciones entre obreros y estudiantes por fuera del es- Bologna se oponía igualmente a aquella lectura que asociaba la descali-
pacio académico. La unidad obrero-estudiantil sólo podía ser alcanzada en ficación técnica y la masificación obrera a la despolitización obrera y a la
las inmediaciones de la fábrica donde el plan del capital está más organi- carencia de toda lectura integral sobre el mecanismo de producción. Por
zado y donde muestra efectivamente su fortaleza. La propuesta obrerista el contrario, para él ninguna distinción sociológica entre los diversos es-
del Véneto suponía por tanto la subordinación de los intereses estudianti- tratos y/o niveles de la fuerza de trabajo podía conducir de manera auto-
les al desarrollo de las luchas obreras, posición que lo distanciaba de im- mática a un discurso y lectura determinada sobre los técnicos, ya que los
portantes sectores del movimiento estudiantil de la época. sectores políticamente avanzados no podían ser deducidos a priori de la
La lucha de los trabajadores de la Petroquímica Montedison en Porto estructura del propio proceso de trabajo. Sólo un análisis ex post que si-
Maghera en el verano de 1968 habría de oficiar de bisagra con respecto a guiera el camino trazado por las luchas obreras podía determinar esta
la relación que el grupo mantenía con el movimiento sindical y los parti- relación. Para ese momento el rol de los técnicos en el proceso de lucha
dos de izquierda. La dinámica de las luchas de los obreros químicos era contra el capital permanecía aún abierto. Sin embargo, a pesar de los es-
reveladora del surgimiento de una nueva forma organizativa articulada fuerzos de Bologna y otros por avanzar en una caracterización y de la
sobre la relación obrero-estudiantil que se había consumado en el enfren- ubicuidad política del nuevo proletariado, lo cierto es que sus observacio-
tamiento al capital. En la práctica esta unidad implicó que el movimien- nes habrían de ser dejadas de lado ante el “otoño caliente”. Presionado
to estudiantil oficiara de correa de transmisión obrera contra los patrones políticamente por la temática de la insurrección, el obrerismo terminaría
y las direcciones sindicales. Práctica social que congeniaba con las ideas disolviendo las diferencias específicas de los técnicos en aspectos del tra-
de Sergio Bologna, quien para esa época valoraba y potenciaba el rol es- bajo industrial en su conjunto. Todo trabajo sería abordado como trabajo
tudiantil del mayo francés, al presentar a los estudiantes como la fuerza simple, mientras los técnicos se enfrentaban con la disyuntiva, bien de
de choque detonante del conflicto. De cualquier manera el acercamiento reforzar el comando del capital, bien de actuar como agente en el campo
de Potere Operaio al movimiento estudiantil prefiguraba la práctica gene- enemigo. La problemática del trabajo complejo debería esperar las incer-
ral que asumirían luego los grupos extraparlamentarios en la organiza- tidumbres de mediados de los 70 para un balance valorativo de la co-
ción formada en el “otoño caliente”. En pocos años, hacia 1972, Potere rriente obrerista.
Operaio iba a alcanzar amplia legitimidad en las luchas estudiantiles, im- En diciembre de 1967, con el fin analizar varias de las afirmaciones y
pensada en esos momentos por sus grupos rivales. tesis adelantadas por Tronti en su Obreros y capital, publicado hacía po-
134 César Altamira El obrerismo italiano 135

co, se realizó en la Universidad de Padua13 un importante encuentro de taban el pago de los salarios. Si anteriormente la diferencia del pago por
intelectuales relacionados con el ala radical del obrerismo. La reunión oficio había servido para defender las condiciones salariales de los obre-
rescató la experiencia obrera en Estados Unidos como la más importante ros profesionales y calificados, esta racionalidad había sido sacudida por
de la época, donde los trabajadores se habían enfrentado con un capital la fragmentación de las tareas producto del avance de la mecanización.
que había sido capaz de dar un salto social a pesar de la inexistencia de Los acontecimientos de 1968 habrían de terminar y destruir toda
un partido socialdemócrata. En esta perspectiva, a ojos de los obreristas, creencia del grupo sobre cualquier posible renovación del sindicalismo
el New Deal rooseveltiano había concretado para la época, en la práctica, oficial o del papel que pudiera asignársele al PCI. El mayo francés galva-
lo que John Keynes había avanzado en Teoría general del empleo, el inte- nizó a los grupos de la extrema izquierda italiana, fueran éstos leninistas
rés y el dinero, de 1936, bajo una forma mistificada. El salario será abor- o anarquistas, lanzándolos hacia la verificación en la práctica de las po-
dado desde ese momento como una variable independiente, y ninguna po- líticas que impulsaban. En ese camino se fortalecía aquella lectura que
lítica de ingresos, asentada en la regulación y organización legal de la cla- asentaba el proceso francés en la carencia de una organización política
se trabajadora, podría, esperanzadamente, prevenir la repetición de un revolucionaria. Sobre esta concepción se potenció la idea del abandono
desastre como el de la crisis del 29. definitivo en el obrerismo de toda táctica que implicara el uso político del
El análisis y el estudio del obrero masa y el salario se volverían a par- PCI. El abierto enfrentamiento entre la autonomía real de los movimien-
tir de este momento temáticas inseparables en el espacio del obrerismo tos de clase y el control oportunista asentado en las clásicas organizacio-
renunciante a Classe Operaia. Si hasta la conferencia de Padua esta fi- nes políticas y sindicales estaba en la raíz del fracaso del mayo francés, a
gura de clase permaneció oculta, con escasa relevancia, luego de Padua ojos del obrerismo. Mientras tanto la riqueza creciente que iba brindan-
el obrero masa comenzaría a perfilarse como una figura de carne y hue- do la militancia obrera y el estímulo político que alcanzaron las organiza-
so. Era portador de tres atributos decisivos: estaba extendido y por tan- ciones autónomas incentivaron al obrerismo a lanzarse a la búsqueda de
to masificado, daba cuenta del trabajo simple y finalmente estaba locali- impulsos individuales y propios en las huelgas y conflictos. Es así como,
zado en el corazón del proceso inmediato de producción. Individualmen- asentado en iniciativas autónomas de luchas, surgió en Pirelli de Milán
te intercambiable, aunque colectivamente indispensable y carente de to- el Comité Unitario de Base (CUB), destinado a marcar una nueva etapa en
do lazo de unión similar al que había unido al obrero especializado con el los conflictos industriales italianos. La característica más importante de
proceso de producción, el obrero masa personificaba la subsunción del este proceso fue el trabajo a desgano que limitó la producción. Este go
trabajo concreto al trabajo abstracto, como característica de la sociedad and slow alteró el balance entre el costo de la huelga para la firma y pa-
capitalista moderna. Con una presencia organizacional restringida al no- ra los trabajadores, balance que la práctica había establecido y legitima-
reste de Italia durante 1967 y 1968, era natural que el trabajo político y do. Dejándole poco espacio de maniobra al sindicato, este método de lu-
la discusión sobre la composición de clase se focalizaran finalmente en la cha probó ser un arma exitosa para la CUB en su conflicto contra la patro-
Emilia-Romagna y en el Véneto. El norte industrial se hallaba inmerso nal de Pirelli.
en un proceso de reestructuración industrial basado en la intensificación Ante la declinación del movimiento estudiantil el grupo nordestino
del trabajo antes que en inversiones significativas en las plantas indus- juntamente con otras fracciones obreristas nacionales –pequeños grupos
triales. La creciente homogeneización del trabajo en la mayoría de las de Milán y Turín, más algunos importantes sectores del movimiento es-
plantas de producción industrial grandes y medianas de la Italia de los tudiantil romano– lanzaron un nuevo periódico nacional, La Classe, en
60 reforzaba el carácter compacto alcanzado por la difusión de las técni- marzo de 1969, desplazando la atención a su fuente inicial de inspira-
cas de producción de masa. De igual forma se modificaban las escalas sa- ción: la planta de Fiat en Mirafiori. En efecto, Fiat había implementado
lariales, respetuosas hasta ese momento de las diferenciaciones asenta- durante los 60 un sistema de producción asentado en la aceleración de
das en las calificaciones laborales. los ritmos de la línea que conduciría a una importante resistencia obre-
Eran tiempos en los que el proceso de modificación de la composición ra hacia fines de la década liderada por obreros comunes –semicalifica-
de clase se reflejaba igualmente en las modificaciones graduales que afec- dos–, a diferencia de las luchas que hasta ese momento habían sido im-
pulsadas por los obreros especializados. Estos obreros semicalificados
hacían su debut como protagonistas directos de las luchas empujando
13. Reunión realizada con motivo de que Negri asumiera la cátedra Doctrina del Estado. una profunda transformación de las relaciones en la clase trabajadora,
136 César Altamira El obrerismo italiano 137

así como el rechazo hacia la división del trabajo existente para esa época. Operaio, todos grupos de izquierda que habrían de tener participación po-
Nos encontrábamos frente a una nueva etapa donde el protagonismo de lítica destacada en los años siguientes.
las luchas estaría en manos del nuevo sujeto social: el obrero masa del A pesar de su corto período de existencia, la organización revoluciona-
obrerismo. Para La Classe como para su antecedente Classe Operaia, la ria Potere Operaio representó un momento único en el desarrollo del obre-
materialidad de las demandas sostenidas por las más bajas categorías de rismo. En una época en que en Occidente muchos jóvenes buscaban repe-
los obreros de la producción corrieron el velo de quienes en la izquierda tir el éxito del bolchevismo, la adhesión y el desarrollo de un leninismo
habían hablado del “nuevo hombre socialista”. Para los obreristas, la cla- muy particular por parte de Potere Operaio bien puede compararse con la
se obrera carecía de ideología a realizar. El punto de partida de sus luchas experiencia de la extrema izquierda alemana en los comienzos de la Re-
debía buscarse en las necesidades materiales antes que en la realización pública de Weimar. Profundamente antiparlamentarios, refractarios al
de cualquier ideología. Al igual que Classe Operaia, La Classe centrará su trabajo en los sindicatos y comprometidos con una línea política clara-
comprensión de la composición política de la clase sobre la cuestión del sa- mente insurreccionalista, la línea política de Potere Operaio iba a ser
lario, aunque sin tener claridad sobre el objetivo último perseguido en es- puesta rápidamente en el ojo del huracán. Pero así como este grupo per-
ta disputa: en algunos casos era sinónimo de más dinero y menos traba- sonifica al obrerismo en carne y hueso, sus dificultades y fracasos darían
jo, buscando desenganchar los incrementos de salarios de la productivi- cuenta también tanto de la teoría de los 60 como de los intentos del obre-
dad. Desde esta perspectiva los incrementos de ingresos terminaban cues- rismo para implementarla.
tionando la velocidad de la línea y los ritmos de trabajo. En otros térmi- La energía y la creatividad del obrero masa del 69 habrían de apare-
nos, se rechazaba la división del trabajo propuesta y se privilegiaba la lu- cer, bajo la forma de una permanente conflictividad, en los comienzos de
cha por la apropiación de la riqueza social por fuera de la lógica de las re- los 70. Eran tiempos cuando decenas de miles de trabajadores comprome-
laciones mercantiles. En otros casos la disputa por el salario tomaba la tidos con el cuestionamiento práctico de las organizaciones sindicales
forma de la obtención de un salario igual para todos, independientemen- existentes buscaban transformar el movimiento obrero italiano. En esa
te de que los puestos de trabajo estuvieran comprometidos en trabajos dinámica de enfrentamiento Potere Operaio apostó al enfrentamientos en
productivos o no. En este esquema el salario relativo se convertía en una la calle antes que al desarrollo de una lucha que hiciera pivote sobre la fi-
medida del poder, un indicador de la relación de fuerzas existente entre gura del obrero masa. Desplazamiento teórico que, al igual que otros tan-
las clases. Tal lectura del salario se apoyaba a su vez en una lectura inno- tos propio de Potere Operaio, estaba fuertemente influenciado por la di-
vadora de Keynes, según la cual el salario asumía su condición de varia- námica del conflicto. El surgimiento y la consolidación del Black Power en
ble independiente en la sociedad capitalista (Negri, 2002). Estados Unidos así como el desarrollo de las luchas feministas en Italia,
Lo cierto es que la apertura de un nuevo ciclo de luchas, protagonizado promovidas entre otras organizaciones por Lotta Femminista, conforma-
ahora por un nuevo sujeto social, exigía, para los obreristas, la constitución ban dos baluartes empíricos sobre los que se asentaba el estudio teórico.
de una organización revolucionaria a nivel nacional capaz de descubrir, ge- Relacionados con la Liga Obrera Revolucionaria Negra, organización po-
neralizar y transformar el contenido político emergente de las luchas obre- lítica de activistas negros en la industria automovilística en Detroit, Po-
ras en violencia revolucionaria ordenada. La carencia de esta organización tere Operaio vio en el Black Power la organización autónoma revoluciona-
potenciaba la posibilidad de un contraataque del enemigo de clase que ria de los negros en acto. De esta forma, para el grupo italiano el racismo
arrojaría al autonomismo a un espacio de derrota política de consecuencias se constituía en la nueva faceta del antagonismo social. Los negros ame-
impensables. ricanos eran, para esta lectura, el proletariado del Tercer Mundo que sur-
Hacia fines de 1969, luego del fracaso para unificar la izquierda anti- gía en el propio corazón del sistema capitalista. Habían aprendido desde
rrevisionista encarado por la Unión de los Comunistas Italianos (UCI), la guerra de Vietnam que el proletariado no podía esperar indefinidamen-
surgieron en Italia una serie de agrupamientos provenientes del movi- te por una clase blanca como la estadounidense dominada como estaba
miento estudiantil que darían lugar a otros tantos grupos políticos de por un sindicalismo reaccionario.
nuevo tipo, entre ellos Avanguardia Operaia (proveniente de la universi- La emergencia de las mujeres como nuevo sujeto colectivo del cambio
dad estatal), Il Manifesto (periódico editado por los militantes sociales social ya estaba presente en el movimiento estudiantil de finales de los
provenientes del PCI), Lotta Continua (sector obrero-estudiantil de Turín 60. Sin embargo, para esa época ni el movimiento estudiantil ni los gru-
fuertemente crítico del discurso salarial autonomista) y el mismo Potere pos extraparlamentarios pudieron hacer otra cosa que prometer de pala-
138 César Altamira El obrerismo italiano 139

bra su apoyo contra la opresión de la mujer. Para Potere Operaio el pro- ras habían quedado aisladas mientras las mejoras salariales fueron ab-
blema habría de ser incorporado en febrero de 1970 cuando Fiat empleó a sorbidas lentamente por la inflación y el desempleo creciente.
un importante contingente de mujeres en su planta de Mirafiori. Lotta Si se mantenía en la tesitura de las luchas fabriles, la dinámica del en-
Femminista era un grupo con peso político en el Véneto y una de sus im- frentamiento conducía inevitablemente a una derrota. En tales circuns-
pulsoras era Maria Rosa Dalla Costa, cuyo artículo “El poder de la mujer tancias Potere Operaio echaría manos a las categorías leninistas de lucha
y la subversión de la comunidad” habría de alcanzar notoriedad interna- económica y lucha política como espacios diferenciados de enfrentamien-
cional en los círculos feministas. Allí Dalla Costa se proponía demostrar to, lo que permitía al grupo reorientar su táctica de enfrentamiento.
que en el desarrollo del trabajo doméstico la mujer no sólo contribuía a re- Si la lucha económica estaba atada a una actitud defensiva de esfuer-
ducir el costo de la fuerza de trabajo, sino que igualmente producía plus- zos de la clase obrera para mejorar su nivel de vida y relación con el capi-
valía. En ese sentido ella resultó ser una de los primeros obreristas que tal, la lucha política afectaba directamente las relaciones de producción.
planteó la posibilidad de extracción de plusvalía por fuera del ámbito fa- En épocas de crisis la fábrica se alzaba como un espacio hostil a los tra-
bril productivo. Sobre este importante supuesto teórico se montaría la rei- bajadores impidiendo toda comunicación entre las luchas económicas y
vindicación de Potere Operaio con relación al salario doméstico como so- las políticas. Sólo la intervención consciente de un partido constituido ex-
porte del salario social. De cualquier manera la condición de la mujer era ternamente pero no extraño a la clase permitiría dar un salto cualitativo
vista sólo como apéndice para la comprensión de la composición de clase. en el enfrentamiento. Volviendo a sus argumentos de 1969, Potere Ope-
Estímulo, en el mejor de los casos, útil para el abordaje de la problemáti- raio abandonó la temprana identificación de la categoría obrero masa con
ca de la reproducción de la fuerza de trabajo, pero no para que se expre- los obreros de las grandes fábricas. Caracterizando como oportunista el
saran afirmaciones específicas y avances sobre el género y la sexualidad. énfasis que Il Manifesto otorgaba a las luchas fabriles, el grupo obrerista
Sin duda que el factor que impulsó de manera más clara e intensa la rechazó lo que consideró la concepción de una clase obrera atada a la es-
incorporación de las percepciones de vida de la clase trabajadora en Pote- tructura de la producción estadísticamente sujeta al empleo. La crisis en
re Operaio fue el creciente descontento que se observaba en la población su devenir había proletarizado y simultáneamente desestructurado la
del sur italiano, aunque viniera nuevamente encapsulada en una lectura fuerza de trabajo, potenciando una objetiva recomposición de clase que se
fabriquista que terminaba privilegiando el espacio productivo como el lo- extendía más allá de la minoría de los trabajadores productivos.
cus del antagonismo por excelencia. Desde esta perspectiva se dejaba de Por primera vez en la historia del obrerismo toda relación necesaria
lado la posibilidad de incorporar y confrontar con cualquiera de los pecu- entre el proceso de trabajo fabril y el comportamiento de la clase iba a ser
liares problemas sociales con los que se enfrentaban quienes habían emi- desechada. La subjetividad revolucionaria se ponía ahora por fuera y con-
grado del campo a la ciudad. tra el capital de manera que el problema central de la recomposición se
El estudio que realizó Potere Operaio sobre la cuestión meridional per- transformaba en la relación entre los obreros de fábrica y el creciente nú-
mitió poner al día la creciente preparación del obrerismo para dar cuenta mero de desempleados. El principal peligro para la recomposición se iden-
ahora de la fábrica social y extender las relaciones capitalistas más allá tificaba con el fabriquismo, es decir, la defensa que los obreros producti-
del salario. A pesar de ello la estructura teórica respondía a una sociedad vos hacían de su puesto de trabajo frente al peligro del desempleo. En la
polarizada alrededor del trabajo asalariado y el capital, y mantenía su medida en que la resistencia del trabajo quedara confinada a la fábrica,
lealtad a la hegemonía de los trabajadores industriales ya que la revuel- los riesgos de una derrota ante el capital se incrementaban. Pero para Po-
ta y espontaneidad del campo sólo podían desarrollarse, según Potere tere Operaio la solución no estaba tampoco en el apoyo a las demandas iz-
Operaio, bajo la guía de la organización y la lucha de los obreros fabriles. quierdistas de trabajo para los desempleados, ya que este cuadro implica-
Para Potere Operaio en el “otoño caliente” la lucha de clases se había ba poner en manos del capital cualquier solución mientras se ligaba el in-
independizado de la acumulación quebrando y fracturando la relación en- greso al empleo; lo que se necesitaba era una política salarial para todos,
tre la dominación de clase y el desarrollo. Al rechazar funcionar como sim- es decir, un salario garantizado. Si en los 60 la lucha de los obreros buscó
ple actor económico, el obrero masa cuestionaba de manera directa el fun- desenganchar los aumentos de salario de la productividad, en los 70 se re-
cionamiento de la ley del valor, forzando al capital a depender cada vez mitía a separar el salario del empleo, del trabajo, afirmando una repro-
más de la intervención directa del Estado para sostener las relaciones de ducción del proletariado sobre y contra los requerimientos del capital.
clase. Pero al no poder trascender las fronteras fabriles, las luchas obre-
140 César Altamira El obrerismo italiano 141

John Maynard Keynes y el Estado-plan Simultáneamente, y en tercer lugar, esta lectura que asimilaba el key-
nesianismo a la respuesta política que el capitalismo ofrecía ante la crisis
En 1968 Negri publicó en la revista Contrapiano (“Antiplán”) dos ar- del 30 y del 40 terminó cuestionando casi frontalmente aquella concepción
tículos14 que, a pesar de su aparente forma académica, habrían de in- de separación de los espacios políticos y económicos, extendida en la iz-
fluenciar notablemente a los activistas obreros y estudiantiles de la épo- quierda desde tiempos de la II Internacional, y volvió más dramática la
ca formados en las luchas de masas de las fábricas, escuelas y universida- crisis de los partidos políticos de la izquierda italiana.
des, trabajos que constituyeron una importante respuesta a la concepción En el primero de los trabajos mencionados Negri elaboró una crítica a
frankfurtiana del keynesianismo.15 la teoría política del keynesianismo planificador, extendido y desarrollado
En primer lugar, porque abordó el keynesianismo como aquella estra- en Italia para esa época. Negri (2002: 622) abordará el Estado keynesia-
tegia capitalista en marcha para dar respuesta al poder demostrado por el no –lo denominará Estado-plan– como la nueva modalidad del Estado ca-
movimiento obrero, modelado en las exitosas luchas que habían dado al pitalista orientada a generar una novedosa forma de control político sobre
traste con los intentos capitalistas de disminución salarial. Es indudable el trabajo persiguiendo regular el proceso de acumulación; forma de Esta-
que esta lectura desechaba en ese mismo acto todo abordaje del keynesia- do-plan construido como respuesta a la amenaza revolucionaria surgida
nismo en clave de astuta respuesta capitalista. tras la crisis capitalista del período de entreguerras. El taylorismo y el
En segundo lugar, porque una relectura de los trabajos de Marx con re- fordismo constituyeron las dos “innovaciones capitalistas” que, a ojos del
lación a las crisis y la producción de plusvalía relativa permitió a Negri obrerismo de los 60, contribuyeron a modificar sustantivamente los térmi-
transparentar el corazón de la estrategia keynesiana: esto es, los aumen- nos de la lucha de clases. El taylorismo, como técnica eficiente destinada
tos salariales, que operaban como contrapartida proporcional de los incre- a descomponer las tareas laborales en un conjunto de movimientos y a su
mentos de la productividad, buscaban integrar las luchas obreras, bajo la posterior recomposición, lo hizo sobre la base de índices precisos de pro-
forma de un aumento del consumo, a una perspectiva de desarrollo capi- ducción, proceso que permitió la descomposición de la fuerza de trabajo y
talista. Cuando esta lectura se enfrentó con la insurgencia obrera italiana su posterior masificación. El fordismo, al descubrir el valor y la función
de los 60, las conclusiones fueron casi obvias: las demandas de aumentos dinámica de los salarios, incorporará a éstos ya no como simple dato liga-
salariales habían provocado el estallido de los acuerdos de productividad do a la específica posición que el trabajador ocupa en la empresa sino co-
y desatado la tormenta económica. En ese contexto las políticas keynesia- mo cuota agregada de ingreso a ser utilizada de manera virtuosa en la
nas del Estado italiano se mostraron impotentes para sortear la crisis. nueva dinámica de desarrollo planificado. Uno y otro, taylorismo y fordis-
mo, conformaron las armas sustantivas que desarrolló el capitalismo
americano y que permitió que la industria manufacturera de vanguardia
14. Se trata de A. Negri, “Keynes and the capitalist theory of the state post 1929” (“John M. en Estados Unidos alcanzara un importante salto tecnológico que revolu-
Keynes y la teoría capitalista del Estado en el 29”), y “Marx on cycle and crisis” (“Marx so-
bre el ciclo y la crisis”), reeditados en Negri (2002). Ambos trabajos fueron el producto de in-
cionaría la relación de la fuerza de trabajo con el capital, alterando su
vestigaciones que el autor realizara en la Universidad de Padua. composición orgánica mientras sentaba las bases para una rápida sociali-
15. Recordemos que la escuela de Frankfurt había abordado el keynesianismo como inte-
zación global de la producción capitalista.
gración y control del movimiento obrero ajustados a la lógica de consumo que lo acompañó. En efecto, el taylorismo y el fordismo fueron interpretados por Negri
Esta escuela, constituida hacia 1923 como centro de estudio de la teoría marxista en la Re- como la respuesta capitalista a la revolución de 1917. Para Negri, 1917
pública de Weimar, contó entre sus principales integrantes a Max Horkheimer, Theodor significó tanto la aparición definitiva de una clase obrera convertida aho-
Adorno, Herbert Marcuse y por último a Jürgen Habermas. El desarrollo de la teoría críti-
ra en variable independiente como la transformación de la Unión Sovié-
ca de la sociedad realizado por Horkheimer y Adorno constituye el hilo conductor de los es-
tudios de la escuela, que juega un significativo papel en el resurgimiento de la sociología tica en el punto de identificación política interna para la clase obrera in-
marxista de fines de los 60. Ganados por un pesimismo cultural luego del ascenso del na- ternacional, objetivo indicador de la posibilidad presente de construcción
zismo y el fascismo, y luego por una crítica filosófica neohegeliana de la ideología, sus prin- del socialismo. En ese acto el socialismo había pasado de la utopía a la
cipales exponentes fueron alejándose de la teoría marxista, en el marco de una importante realidad. La interiorización de este dato político en el movimiento obre-
crítica a la irracionalidad cultural y social del capitalismo moderno. Traducen el desencan-
to de una gran parte de la intelligentsia europea ante la evolución del mundo contemporá-
ro dará cuenta de una nueva composición política, expresada para la épo-
neo acompañado de su pesimismo frente a los resultados del compromiso político revolucio- ca en la explosión de los movimientos sindicales y la experiencia conse-
nario (Vincent, 1976, Bottomore, 1984). jalista, aunque bajo una dirección política asentada en la aristocracia
142 César Altamira El obrerismo italiano 143

obrera, a pesar de su carácter de masas. Frente a estos fenómenos la po- en el desarrollo capitalista así como una nueva forma de Estado sobre la
lítica del capital debía orientarse a batir y derrotar a la vanguardia obre- base del reconocimiento del irreductible antagonismo de clase.
ra, destruyendo toda posibilidad de confluencia entre vanguardia y ma- Ante la política de frente único antifascista propiciada por el marxis-
sa proletaria. En esa perspectiva el taylorismo y el fordismo, al modifi- mo oficial y los destacamentos políticos ligados a la II Internacional, para
car el proceso de trabajo masificando la producción y descalificando la quienes la clase obrera era un elemento político más en la alianza frentis-
fuerza de trabajo, buscaron fisurar a la vanguardia obrera. Estábamos ta, el obrerismo argumentará que la existencia de un nuevo sujeto de cla-
en presencia de lo que Negri (2002: 60) denominará la vía capitalista de se, el obrero masa, había provocado un verdadero desplazamiento políti-
la represión tecnologizada. Represión que, a su vez, lanzará a niveles su- co de la confrontación con el capital más allá del planteo del socialismo y
periores los términos de recomposición política del movimiento. El reco- de todo objetivo de planificación democrática así como de cualquier nego-
nocimiento de la emergencia política de la clase y la necesidad de rees- ciación sindical sin control obrero, hacia un verdadero desafío de la orga-
tructurar los mecanismos de extracción de plusvalía relativa exigirán el nización capitalista del trabajo y de la sociedad como un todo.
control político de la clase. En ese sentido, para Negri, 1929 fue el contra- El laissez faire, la ley de Say, perdían vigencia en la medida en que no
golpe de las técnicas represivas que repercutieron sobre la estructura del reconocían el problema planteado para el mantenimiento del orden capi-
Estado capitalista. Fue 1917 devenido ahora momento capitalista (ídem: talista, amenazado para esa época, en tanto postulaba un orden construi-
61). En la hipótesis de la periodización del desarrollo capitalista 1920 do de manera espontánea, sin ver la negación fundamental que represen-
tendría para el obrerismo un significado particular. Serán los años en taba, ahora en acto, la clase obrera. La crítica a Jean-Baptiste Say esta-
que el capital se vio forzado a entrar en el campo de batalla de la propia ba implícita cuando Negri proponía que la sociedad se configuraba como
clase obrera, de la lucha de clases. La tarea central será doble: por un la- fábrica. “El 29 representa [...] un momento de ruptura largamente incom-
do aislar a la Unión Soviética, símbolo internacional de la victoria obre- prendido por las tradiciones económicas del marxismo. Lo que resulta
ra sobre el capital y de reconstrucción de la base material para el desa- transformado es el fundamento material de la vida constitucional”, para
rrollo de la clase obrera; por otro debilitar de manera permanente a la agregar que “se marca el fin del «Estado de derecho» en tanto figura his-
clase obrera y prevenir su constitución como fuerza revolucionaria. En el tórica de una máquina de poder estatal orientada a proteger formalmen-
caso de Estados Unidos, donde luego de la guerra el movimiento fue re- te los derechos individuales mediante la salvaguardia burguesa del due
ducido a expresiones casi insignificantes, el proceso de socialización de la proces, en suma, de un poder estatal establecido como garantía de la he-
producción dio un formidable salto hacia adelante a partir del tayloris- gemonía social burguesa sobre la base de la ciudadanía: es el entierro fi-
mo y el fordismo. Sin embargo, a diferencia de la salida británica, en la nal del mito liberal clásico de la separación del Estado y el mercado. Es el
cual la política del capital estuvo orientada a gestar un pacto político con fin del laissez faire” (Negri, 2002: 15). La crisis había destruido la confian-
la clase, en el caso estadounidense el capital optó por la “revolución ge- za y la certidumbre en el futuro; de ahí que uno de los imperativos de Key-
rencial” y puso a producir al obrero colectivo. A ojos del obrerismo, será nes fuera precisamente recuperar la confianza en el futuro. En ese senti-
precisamente la dificultad capitalista para reconocer el impacto de la do, el New Deal, el pacto, corporizaba la eliminación del miedo al futuro;
particularidad política obrera lo que provocará el debilitamiento y el fra- aunque la intervención estatal no garantizaba la concreción del pacto y
caso del proyecto de los 20 y su explosión en la crisis del 29. El momen- del desarrollo capitalista, sólo la certeza del pacto. Sobre la base de la in-
to dialéctico del desarrollo capitalista comenzaba a evidenciarse de ma- corporación de lo económico en lo jurídico el Estado despliega ahora su ac-
nera más intensa. 1929 representa de hecho el fracaso capitalista para tividad planificadora. El Estado sólo puede dar cuenta de un presente pro-
intentar recomponer y encontrar un espacio de relación política con la yectado en el futuro. ¿Qué otro significado podemos darle a aquella famo-
clase obrera de una manera funcional a su desarrollo. En términos estra- sa frase de Keynes: “en el largo plazo estaremos todos muertos”, sino el
tégicos, para el obrerismo, asistíamos al fracaso de la ofensiva capitalis- reconocimiento en acto de la amenaza latente de una clase obrera que pre-
ta que se había mostrado incapaz de poder congeniar y combinar en un sagiaba el fin de un capitalismo que ahora se intentaba renovar? La in-
solo espacio su política confrontativa con la Unión Soviética, en el terre- tervención estatal, ante el “partido de la catástrofe” –entendido como la
no internacional, y la necesidad de reorganizar, en los espacios naciona- lucha de la clase obrera que se impone al proyecto reconstructivo keyne-
les, una nueva relación de poder. Será Keynes, según Negri, quien visua- siano– terminará convirtiendo al Estado definitivamente en el represen-
liza esa doble tarea proponiendo un nuevo tipo de inserción de la clase tante colectivo del capital productivo. Sin embargo no alcanzará sólo con
144 César Altamira El obrerismo italiano 145

la garantía del Estado. Éste deberá convertirse igualmente en capital, de- el impacto obrero, reproducía socialmente en la figura del Estado la moda-
berá volverse él mismo estructura económica y por tanto sujeto producti- lidad del control de la clase. La nueva forma de Estado se verá impulsada
vo de sí mismo. El Estado debe convertirse en el centro ordenador de la a organizar socialmente la explotación y el despotismo anteriormente limi-
actividad económica (Negri, 2002: 27). Mientras el Estado garantiza el ne- tados a la fábrica. Por ello el Estado-plan reproducirá socialmente la figu-
xo entre el presente y el futuro, se encuentra al servicio de los capitalis- ra de la fábrica. En términos de la teoría keynesiana, este salto de calidad
tas. Sin embargo, cuando se planta como capital productivo, en ese mo- se produce con la incorporación del estudio de la tasa de interés. La bús-
mento busca superar las fricciones propias de una economía de mercado queda de la coincidencia de la tasa de interés –“i”– con la eficiencia margi-
y su vinculación con los capitalistas individuales. En ese momento el Es- nal del capital, condición en la que existe, según Keynes, el pleno empleo,
tado deviene el Estado del capital social. Momento que coincide con la for- implicaba de hecho la integración de la teoría monetaria y la teoría de la
mulación teórica keynesiana de ahorro igual a inversión; es decir, con el producción a nivel del capital social. Pero este proceso de subordinación
tránsito hacia un modelo prescriptivo en la medida en que estas condicio- monetaria a la esfera productiva en la teoría keynesiana significará de he-
nes sólo podían ser garantizadas por el Estado. En esta ecuación económi- cho el reconocimiento de la doctrina del valor-trabajo de los clásicos y la su-
ca, A = I, se condensa la nueva figura del Estado como sujeto totalizante bordinación de todos los aspectos a la ley del valor-trabajo. Por ello Negri
de la actividad económica (ídem: 28). En este sentido el devenir capitalis- afirma que “el Estado social es igual a un Estado basado en el trabajo”. La
ta estará siempre abierto, en tanto es el resultado de una dinámica de en- integración de la teoría monetaria en la producción significará política-
frentamiento. mente la reducción a cero del beneficio e interés y la desaparición de la re-
Según Negri, fue el propio movimiento sindical y político de comienzos lación monetaria, como constituyente de la esfera autónoma del poder ca-
de los años 20 el que le impuso al Estado capitalista la necesidad de su in- pitalista, dejando de lado en ese momento los motivos para preferir el di-
tervención. Por ello es que el formidable salto hacia delante que provocó nero, proyectando simultáneamente la existencia de un interés social por
Keynes en la ciencia del capital fue precisamente “el reconocimiento de la encima de todo interés individual.16 Al apoyarse en la realización plena de
clase obrera como momento autónomo dentro del capital” (Negri, 2002: la ley del valor, el keynesianismo no suprimía la explotación; sólo su figu-
29). La demanda efectiva en cuanto concepto teórico debe ser interpreta- ra anárquica y concurrencial, ya que “beneficio e interés unificados y redu-
da como la búsqueda keynesiana del equilibrio de poder entre las clases cidos a cero no son en realidad más que la figura en la que se expresa la
en lucha. Equilibrio que sólo podría ser alcanzado de manera coyuntural tasa media de plusvalor de la producción social del capital” (Negri, 2002:
e inestable, postergando hacia el futuro la posibilidad de esta utopía. Sin 33). Un Estado-plan que, según Negri, “supera y recupera la noción de re-
embargo, tras la búsqueda de estabilización del sistema asentada preci- volución permanente para su propia conservación […] exaltando su propia
samente en la teoría de la demanda efectiva, Keynes se vio forzado a re- esencia de clase como Estado capitalista […] imponiendo un reformismo
conocer que la clase obrera era el motor del desarrollo capitalista, análi- capitalista lejos de todo plañidero socialdemócrata con relación a los dese-
sis que adquiriría implicancia política para el movimiento obrerista. En quilibrios del sistema” (ídem: 344-345).
efecto, este particular desarrollo teórico cuestionaba de raíz la base espe- La teoría general de Keynes, verdadero manifiesto político, constituyó
cífica del reformismo, así como las políticas laboristas que confiaban en la la culminación concreta del desarrollo de una teoría que incorporará la re-
estructura del plan y veían en las políticas de desarrollo keynesianas una construcción del Estado capitalista moderno, como medio de relanzamien-
alternativa progresista ante un capitalismo desregulado. La izquierda, en to del desarrollo capitalista, asentado ahora en un nuevo, necesario y exi-
este sentido, era globalmente keynesiana. gido equilibrio político del poder. Esta concepción es la que se encuentra
Para Negri el Estado-plan, representado teóricamente por Keynes, re- en la base de la demanda efectiva. La genial intuición del fordismo se ex-
conocía y asumía el antagonismo de clase en el proceso de acumulación al tenderá ahora al nivel de la economía social. En ese contexto la necesidad
potenciar la variable salarial, mientras buscaba regular este proceso diná- de la sindicalización de la fuerza de trabajo se volvía imperiosa no sólo pa-
micamente, teniendo como pivote central el planeamiento del desarrollo. ra mediar la relación entre el Estado y la figura social del obrero, relación
Por ello el Estado-plan debe ser abordado no sólo por el intervencionismo
que lo acompañó, sino también y fundamentalmente por la particular di-
námica de clase resultante del desarrollo particular que impulsó. En efec- 16. “El capital se hace comunista: es precisamente a esto que Marx llamaba el comunismo
to, según Negri, la forma Estado, al registrar en el ámbito de la sociedad del capital” (Negri, 2002: 33).
146 César Altamira El obrerismo italiano 147

intrínsecamente explosiva, sino porque las organizaciones sindicales son soluta del capital sobre el desarrollo. En esta perspectiva Negri demostra-
las que estimulan y garantizan la reanudación y aceleración del desarro- rá cómo la intuición de Joseph Schumpeter iba más allá que la de Keynes:
llo, comenzando por el único punto donde esta reanudación podía ser re- mientras en este último encontramos esencialmente una articulación for-
conocida y alcanzarse de manera estable. En ese sentido la sindicalización malista tras la búsqueda de un hipotético equilibrio, en Schumpeter tene-
devenía una exigencia y una necesidad capitalistas. La crisis de 1929 ad- mos una invocación a la crisis como trampolín para la reactivación e in-
quiriría un particular significado: conformar la primera gran crisis del ca- novación del proceso económico. Crisis entendida como campo de batalla
pital social. En estas circunstancias, el capital colectivo confrontando con que da pie a la nueva relación cualitativa entre el capital y los elementos
el obrero colectivo reconocerá su precariedad, en la medida en que el ca- agregados de la producción, por lo que se constituye en un proyecto polí-
rácter cíclico del desarrollo conduce siempre a una explosión de mayor ni- tico que reexamina la relación. La similitud entre Schumpeter y Marx es
vel de su naturaleza contradictoria. sorprendente con relación al abordaje de la relación entre crisis y desarro-
El otro trabajo mencionado, “Marx sobre el ciclo y la crisis”, más allá llo, según Negri. Sin embargo mientras el primero conduce a los típicos
de que es una continuación del anterior documento publicado en Contra- modelos mistificadores del institucionalismo disolviendo el antagonismo
piano, significó la ruptura política definitiva de Negri con algunas figuras de clase, la teoría de Marx –como lo demuestra Negri detalladamente–
de la cultura obrerista de la época; nos referimos fundamentalmente a conduce a la relación fundamental subyacente en la realidad del capital:
Mario Tronti. Dando continuidad a las críticas que el obrerismo manifes- la relación antagónica entre capital y clase obrera, entre fuerza de traba-
tara desde un comienzo a las categorías objetivadas y economicistas del jo y beneficio. Negri elabora la relación entre crisis y desarrollo a nivel del
marxismo ortodoxo y de sus llamadas “leyes de la acumulación”, Negri de- capital social caracterizado por la existencia del beneficio social que se ve
sarrolló en ese artículo una crítica al objetivismo en su más alto nivel, constantemente amenazado por la presión obrera.
tras una reinterpretación particular del ciclo capitalista, del desarrollo En esta perspectiva desarrollo y crisis son vistos como polos comple-
capitalista y de su crisis. Para ello echó mano a una interpretación de la mentarios en la nueva integración resultante a partir de considerarlos par-
relación entre crisis y desarrollo capitalista orientada según una relación tes del ciclo capitalista de control y de dominación sobre el trabajo. Sea que
dialéctica de tipo esencialmente político. En efecto, para Negri las crisis se tratare de una lectura schumpeteriana, donde la crisis es reconocida co-
capitalistas no pueden inferirse de la anarquía del mercado, ni de la des- mo la condición necesaria para el desarrollo, o de una concepción kaleckia-
proporcionalidad en la esfera del cambio o de los déficits de alguna plani- na,17 donde la crisis se reconoce integrando el ciclo político comercial, la cri-
ficación capitalista. Deben, en todo caso, auscultarse en el antagonismo y sis capitalista habría de incorporarse de aquí en más en el horizonte teóri-
la lucha siempre presente entre el trabajo necesario y el trabajo exceden- co burgués. De ahí la referencia de Negri al “uso capitalista de la crisis”.
te. Por ello el manejo capitalista de la crisis debe ser abordado como la Estado-crisis como contrapartida al Estado-plan que busca controlar la cri-
respuesta capitalista ante la crisis del trabajo y de la relación de valor co- sis como condición para el desarrollo. Estamos, bajo estos supuestos, en
mo tal. presencia de una lectura asentada en la sobredeterminación política de la
La experiencia de la crisis de 1929 plantearía a la ciencia del capital crisis, concepción que habría de permanecer de lleno en los escritos poste-
la urgente necesidad de controlar el carácter cíclico que asumía el desa- riores de Negri. Esta lectura, de raíz esencialmente política entre crisis y
rrollo del capitalismo. En efecto, la dinámica del proceso indicaba que el desarrollo, llevará a Negri a distanciarse de Tronti quien, para esa época,
movimiento agregado de los componentes del sistema conducía a un equi- aceptaba la posibilidad de congeniar políticamente el autonomismo obrero
librio donde las contradicciones inherentes del sistema debían ser conte- y el reformismo político keynesiano, posición que se sintetizaba en la con-
nidas. Y que esa contención podía alcanzarse a través de dos caminos po- signa “dentro y contra” como constitución del poder dual.
sibles: 1) ya mediante la programación del desarrollo como alternativa a En su estudio sobre desarrollo y crisis Negri planteará un recorrido
la crisis –lectura keynesiana–, y 2) a través de una lectura que la aborda- particular: partir de la abstracción determinada desde el punto de vista
ra como un movimiento particular y esencial del desarrollo cíclico del ca- capitalista, pasando por un abordaje del desarrollo como tendencia, para
pital que debía ser recuperado y transparentado en términos de su desa-
rrollo –lectura schumpeteriana–. En ambos casos la conciencia crítica del
capital reconocía que el desarrollo del capitalismo se asentaba sobre rela- 17. Nos referimos a las concepciones sustentadas por el economista Michel Kalecki, tanto
ciones de poder que exigían una dominación permanente, constante y ab- precursor como continuador de las ideas keynesianas.
148 César Altamira El obrerismo italiano 149

terminar en el factor concreto determinante, es decir, la insurgencia obre- rrollo capitalista. Será la conciencia crítica capitalista, la nueva economía
ra contra el capital. Como abstracción el capital es presentado bajo la for- keynesiana, la que se verá forzada a regular el ciclo para poder contener el
ma del ciclo, como el resultado cíclico de un movimiento global. Desarro- antagonismo ante los nuevos contenidos que presentaba el propio ciclo. En
llo, expansión de la base económica, perfeccionamiento del proceso de tra- efecto, los permanentes esfuerzos del capital por incrementar su capacidad
bajo, profundización de la valorización y de la explotación, constituyen el productiva se veían amenazados por la constante presión obrera y obliga-
verdadero ciclo del capital según Negri. Visto como movimiento cíclico su ban al capital ya a ampliar la base de sus inversiones, aunque sin aumen-
desarrollo va de la mano con las crisis. “El progreso cíclico es lo que carac- tar su composición orgánica, ya a avanzar claramente sobre sus beneficios
teriza al movimiento del capital y la crisis es la forma característica por en la medida en que las demandas obreras superaban los incrementos de
la cual ese ciclo es periodizado” (Negri, 2002: 51). Pero según Negri no se productividad. Como consecuencia de esta situación social la tasa de ga-
trata de analizar la crisis desde la apariencia capitalista (desproporciona- nancia permanecía relativamente estable cuestionando el desarrollo capi-
lidad vertical –entre producción y consumo–, crisis de subconsumo; o des- talista y colocando al estancamiento en el horizonte económico. Sin embar-
proporcionalidad horizontal –entre sectores productivos y distributivos–, go, la propia reestructuración capitalista podía, según Negri, dar pie poten-
crisis de desproporcionalidad), ambas consideradas por Marx como lectu- cialmente a una mayor resistencia obrera, por lo que el llamado uso capi-
ras tautológicas, sino que resulta imprescindible incorporar el punto de talista de la crisis podía de por sí revolucionar la composición política de la
vista de la clase obrera en ese análisis, lo que significa llevar el análisis clase y sentar las bases para la posterior agudización del antagonismo de
de la abstracción a la posibilidad y forma actual de la crisis, o sea, el es- clase. El desarrollo capitalista era analizado desde el capital atado a una
tudio de la dialéctica de su desarrollo. Pero al moverse desde la posibili- dialéctica de crisis y desarrollo que se apoyaba en una permanente preca-
dad formal del ciclo a la ley general de la acumulación capitalista, el ciclo riedad política. El capital intentará superar esta precariedad destinando
deber ser visto en términos de un ciclo de explotación, es decir, dominado esfuerzos para reestructurar el Estado y conformar un Estado de nuevo ti-
por la necesidad de la explotación. Por ello el desarrollo estará atravesa- po: “Garantizar el desarrollo económico ante la presión social de un poder
do por el mismo antagonismo de clase congénito a la producción capitalis- de la clase obrera que actúa con fuerza antagónica y contradictoria dentro
ta. Desde este punto de vista la totalidad de la relación de clase deberá de ese desarrollo” (Negri, 2002: 60). En contraposición a la reacción mar-
ser leída dentro del desarrollo. Este proceso de lectura del desarrollo en xista operada en épocas de Lenin y de Rudolf Hilferding, donde el nuevo es-
términos del antagonismo de clase es presentado por Marx cuando asocia cenario planteado, la nueva organización del trabajo, propuso una correcta
la teoría del ciclo a la ley general de la tendencia decreciente de la tasa de estrategia obrera asentada en la organización bolchevique, los tiempos que
ganancia. Negri planteará en este momento dejar de lado toda lectura siguieron a la crisis del 29 encontraron un marxismo incapacitado de ir
acotada a los meros términos académicos para pasar a incorporar una lec- más allá de una espasmódica repetición de viejos modelos y polémicas pro-
tura en clave de la clase obrera, en tanto índice del progreso total de la re- pias de la edad del monopolio y ajenas a los nuevos antagonismos que flo-
lación social de explotación. Vista en estos términos, la forma esencial del recían llevados por las apariencias del estancamiento capitalista. ¿Dónde
desarrollo se transforma en una constante colisión entre la existencia de anclar el análisis que justificara la intervención del Estado, entonces? La
la clase obrera dentro del capital y la necesidad del capital no sólo de con- respuesta que encuentra Negri va más allá de la clásica lectura orientada
tener esa relación, sino también de reprimirla. La forma esencial de esta por la idea de la necesidad de contrarrestar la caída de la tasa de ganan-
confrontación se mostrará en última instancia en la crisis. La forma del cia. Debemos encontrarla, plantea, en una redefinición de la forma de la ga-
ciclo debe ser vista, según Negri, como la forma de una relación de poder nancia que desde ese momento deberá ser vista simplemente, antes que co-
entre dos clases en lucha. En ese momento el análisis del ciclo de despla- mo función económica, como una función política de la dominación y la vio-
zará hacia el despliegue del conflicto entre dos estrategias: la de la clase lencia. En ese proceso la nueva forma Estado jugará un rol central de re-
obrera y la del capitalista colectivo que se ve obligado a movilizar todo el presión política, funcional a una tasa de ganancia por lo demás estabiliza-
potencial político y económico para poder alcanzar la relación de clase. da. Asistimos entonces a una verdadera reformulación de la concepción de
Negri, en el análisis del desarrollo del ciclo, se mueve desde la mera feno- desarrollo capitalista que, presionada por la necesidad de contener la pre-
menología de Marx hacia una teoría de la lucha de clases. sión obrera, adquirirá rasgos esencialmente políticos. Es el mecanismo de
El análisis de Negri proponía una conclusión importante: la demostra- regulación del ciclo el que adquiere rasgos definitivamente políticos. Bajo
ción de la inmensa precariedad en la que se debatía el nuevo tipo de desa- estas características el institucionalismo alcanzado buscará traducir la re-
150 César Altamira El obrerismo italiano 151

lación desarrollo-crisis en la de organización-violencia. Dicho de otra ma- sin control obrero. Y que este desplazamiento implicaba de hecho el desa-
nera, si hasta ese momento el Estado había sido visto como el garante de rrollo de un verdadero desafío de la organización capitalista del trabajo y
la relación fundamental en el desarrollo, ahora se presentará como la fuer- de la sociedad como un todo. Era evidente que la izquierda obrerista se
za capaz de organizar el propio desarrollo. oponía frontalmente a aquella concepción que ubicaba los males del capi-
Simultáneamente, y para hacer frente al peligro que significa ahora la talismo en la carencia de planificación, y buscaba corregirlo tras una ade-
presencia amenazante de la clase obrera, el desarrollo capitalista exigirá, cuada planificación.
como respuesta a la crisis, el uso de la violencia del Estado. Momentos que La confluencia del movimiento estudiantil y la insurgencia obrera, es-
tienden a manifestarse uno después del otro, mientras la presión obrera pecialmente aquella ligada al sector automotor, habrían de dar lugar a los
fuerza al capital a volverse “político”. Precisamente a partir de esta res- principales grupos políticos de la época. Ante el compromiso histórico Po-
puesta violenta del Estado Negri planteará su disidencia fundamental tere Operaio proponía aumentos salariales con disminución del trabajo y
con Tronti. En efecto, el desarrollo capitalista y el poder antagónico de la de la productividad, estrategia que minaba directamente toda política
clase obrera no podrán manifestarse políticamente de manera paralela- keynesiana. Por lo demás, su consigna de rechazo al trabajo en esa época
mente indefinida. Ante la violencia manifiesta del capital para superar la sintetizaba en el terreno político una práctica social obrera que, median-
crisis, la clase deberá redescubrir en el desarrollo del antagonismo la ca- te el ausentismo y el sabotaje en fábrica, resistía el despotismo capitalis-
pacidad para destruir al capital, so pena de prolongar una situación esté- ta (Negri, 1980: 68). Práctica de lucha que a ojos de Potere Operaio impli-
ril, peligrosamente dramática y dolorosa para ella. De ahí la necesidad, caba también el rechazo político a la ley del valor, en tanto intercambio de
planteará Negri, de una ruptura violenta con el sistema capitalista. Re- equivalentes entre horas pagadas y trabajo realizado, dando sustento así
sulta manifiesta la oposición a aquella lectura de Tronti que, amparándo- a la otra consigna de la etapa de salario social o político llamada a inde-
se en la consigna de “dentro y contra”, proyectaba una alianza con el re- pendizar los salarios de la productividad. En realidad la concepción de re-
formismo keynesiano. chazo al trabajo ya estaba presente en Quaderni Rossi, previamente a la
constitución de Potere Operaio.
El proyecto obrero debe ser destruir el desarrollo capitalista en
Esta estrategia política se vio apuntalada también por un verdadero
su punto más débil, destruir la forma Estado que organiza el desa-
rrollo general y permanece como el último bastión de defensa del sis-
turn over gestado en el abordaje teórico de la concepción sobre el trabajo.
tema. (Negri, 2002: 71) En efecto, hasta ese momento el acuerdo tácito en el interior de la izquier-
da hacía pivote –a partir de la experiencia de los trabajadores calificados–
En ese contexto, no resulta extraño que las concepciones keynesianas en el impulso a las luchas obreras con el objetivo de liberar al trabajo del
asumidas por la izquierda oficial acarrearan considerables consecuencias capital, proceso que permitiría alcanzar un trabajo no alienado. Tronti
políticas al permitir que grupos como Potere Operaio cuestionaran abier- sostendrá que los obreros masa no calificados se enfrentaban al trabajo en
tamente la participación del PCI en los esfuerzos gubernamentales para tanto medio de control social capitalista, por lo que su perspectiva no po-
reforzar los acuerdos de productividad keynesianos con los obreros, proce- día ser mejorar su carácter sino en todo caso abolirlo. Vistas así, las lu-
so que lo convertía, a ojos del obrerismo, en verdadero cómplice de la es- chas obreras no constituían en sí mismas un escape al capital sino en to-
trategia capitalista para encorsetar las luchas de los trabajadores. La crí- do caso la condición de escape de su propia condición obrera. En estas con-
tica central de la izquierda antiparlamentaria en esa época se condensa- diciones el objetivo obrero era negarse a sí mismo, terminar de ser obrero
ba en el ataque al Estado-plan, en tanto la primera coalición parlamenta- y no hacer del trabajo una religión.
ria buscaba poner en práctica políticas de Estado de corte keynesiano. An- El obrerismo italiano, en su devenir, cuestionaría igualmente aquella
te la política de frente único antifascista propiciada por el marxismo ofi- vieja concepción de la escuela de Frankfurt que visualizaba los cambios
cial de la época y los destacamentos políticos nacionales de la II Interna- tecnológicos ya como consecuencia de la competencia capitalista, ya como
cional, para los que la clase obrera era un elemento político más en la producto de la llamada racionalidad tecnológica capitalista. En este con-
alianza frentista, el obrerismo argumentaba que la existencia de un nue- texto la alternativa era profundizar en la búsqueda de abordajes que in-
vo sujeto de clase, el obrero masa, había desplazado políticamente toda corporaran los conceptos de autonomía y de dominación capitalista. Dicho
confrontación con el capital más allá del planteo del socialismo y de todo de otra manera, la comprensión dialéctica del proceso de lucha de clases
objetivo de planificación democrática y de cualquier negociación sindical desde la perspectiva de las necesidades estratégicas de la clase obrera re-
152 César Altamira El obrerismo italiano 153

quería la integración de los factores tecnológicos, de la estrategia capita- quienes encontraban en esa elección una lectura inadecuada, como fue el
lista y de la autonomía de las luchas obreras. Fueron numerosos los estu- caso de Sergio Bologna y Franco Berardi (“Bifo”).
dios realizados –petroquímica italiana, automotor italiano y británico– Negri habría de delimitar los contornos del partido de vanguardia vi-
que buscaron determinar la particular integración alcanzada, cuya diná- sualizado por Potere Operaio en su trabajo de 1971 “Crisi dello Stato pia-
mica sólo era posible aprehenderla si al mismo tiempo se daba cuenta de no” (“Crisis del Estado-plan”, en Negri, 1988: 73 y ss.). Ante un Estado ar-
la construcción del poder de los obreros en el diario enfrentamiento entre bitrario y temporal en su comportamiento sostenedor de un odioso y de-
el poder de la clase obrera y el poder capitalista sesperado deseo de supervivencia de clase, sólo un retorno a la problemá-
tica leninista de la insurrección era capaz de dirigir la lucha de masas ha-
cia resultados satisfactorios. Negri retomaba de esta manera las ideas
El autonomismo obrero que provocaron la ruptura con Tronti. Mientras la materia prima de este
proceso estuviera formada por los militantes preparados en el último ci-
Las polémicas internas habrían de debilitar al Potere Operario como clo de luchas, subsistía el peligro de que ante la ausencia de un salto ha-
fuerza política un año antes de su disolución en 1973. Ya Lotta Continua cia adelante esta vanguardia pudiera ahogarse en manos de los niveles
le criticaba a aquél haber abandonado la categoría central, obrero fabril, preconstituidos de autonomía y espontaneidad de clase. Si la estructura
reemplazando a los protagonistas del “otoño caliente” por los desemplea- formal del partido propuesto no hubiera seguido el modelo bolchevique, su
dos del sur. Cuando el debate posicionó nuevamente la significación polí- función, como objeto privilegiado de la recomposición, no hubiera desper-
tica del obrero masa, un puñado de adherentes impulsó el abandono de tado dudas. Para Negri, “la acción de la vanguardia por sí sola desprendi-
esa categoría. Necesitamos, decían, una figura obrera que sea expresión da era vacía; mientras que la acción solitaria de los organismos de masas
de la crisis, de la naturaleza clásica represiva de la producción, y que su- era de por sí ciega” (ídem: 103); aunque para él resultaba “igualmente pe-
fra la explotación todo el día. Sin embargo existía enorme dificultad para ligroso mezclar los dos momentos en una vanguardia de masas unificada”
dar cuenta de esta figura. Habría que esperar hacia mediados de la déca- (ídem: 103-104). En realidad la concepción política que subyace detrás de
da cuando Negri alumbrara su obrero social y con ello el cuestionamiento Potere Operaio era la teoría de la ofensiva que había florecido brevemen-
del conjunto del obrerismo. te en el movimiento comunista de comienzos de los años 20 antes que to-
Para Potere Operario pesaba enormemente la fallida experiencia del da noción puramente leninista (Wright, 2002). La estrategia de forzar el
“otoño caliente”; su superación, según su lectura, sólo podía alcanzarse si paso de la lucha de clases a través de acciones ejemplares del partido, con-
era posible conformar el partido de la insurrección, como condición nece- denada por el propio Lenin como insana y perjudicial, encontró su más in-
saria para evitar otra gran derrota del movimiento, achacando la insufi- teligente defensor en Luckács, para quien operaba como un medio para
ciencia de las luchas de fábrica a una férrea centralización de las fuerzas sacudir el letargo menchevique del proletariado.
obreras radicalizadas, antes que a la inexistencia de una organización se- Sin embargo, el llamado a la constitución de un partido de vanguardia
parada. En esta perspectiva Potere Operario confió en la constitución de habría de fracasar cayendo en el vacío en las distintas fracciones obreris-
comités políticos de base en las fábricas como manera de dar continuidad tas, mientras que las diferencias en el interior del grupo se profundiza-
a las luchas y canalizar los descontentos en el momento preciso. Así, Po- rían alrededor de la temática de la organización política. En efecto, si por
tere Operaio junto con Il Manifesto lanzaron a comienzo de 1971 la cons- un lado el ala negriana de la organización impulsaba la revisión del sig-
titución de los comités fabriles que pronto habrían de fracasar. nificado de la autonomía de la clase obrera y el modelo insurreccional, el
En realidad desde un comienzo ya en Classe Operaia el punto político sector sustentado en las figuras de Franco Piperno y Oreste Scalzone pro-
de referencia del obrerismo había oscilado constantemente, y no siempre movía la urgente construcción del partido.
con coherencia, entre los polos del obrero masa y el partido de vanguar- La coyuntura abierta en 1972 habría de encontrar a Antonio Negri re-
dia. Es decir, entre los dictados de una composición de clase contemporá- leyendo a Lenin tras una propuesta de adaptar la forma partido a la nue-
nea y las restricciones impuestas por el enemigo de clase. A fines de los 60 va época abierta de la subsunción real del trabajo por el capital (Negri,
Tronti comenzó el abandono del obrerismo cuando privilegió las restriccio- 2004a). Se proponía derivar de la particular composición de la clase de la
nes capitalistas. Ahora, un año luego de su formación, el grupo se mostra- época el tipo de organización política acorde, diferente, sin duda, de la plan-
ba obsesionado por la política del enemigo, dejando pocas opciones para teada por Lenin en su momento. Aunque en el fondo subyacía la idea que
154 César Altamira El obrerismo italiano 155

Lenin desarrollara en el Qué hacer (1905) aggiornada a los nuevos tiempos. el “único camino posible era la ofensiva”, la Autonomía debía sumir su tra-
Esta posición se distanciaría de la sustentada por aquellos para quienes la bajo a partir de las necesidades reales de la clase impulsada desde la fá-
autonomía de clase vivía en y para las relaciones capitalistas de produc- brica y el barrio. Durante su año y medio de existencia se planteó la comu-
ción, por lo que sólo una organización político-militar, comprometida con la nicación e integración con una serie de pequeños grupos y organizaciones
destrucción del Estado, era capaz de quebrar el estancamiento de la lucha. de la izquierda italiana, algunos de los cuales se autodisolvieron para in-
La forma y la función de la organización revolucionaria, para este sector, tegrarse de pleno a la Autonomía. Primero se incorporó un importante sec-
no podían ser dictadas por la naturaleza de las luchas, sino por la tarea que tor de Potere Operaio; luego sería el turno del Grupo Gramsci de Milán,
significaba arrebatar violentamente el poder político al enemigo de clase. que editaba un periódico llamado Rosso y planteaba fuertes críticas a las
Era erróneo por tanto hablar de dirección partidaria como lo planteaba Ne- concepciones leninistas sustentadas por algunos de los nuevos integrantes
gri, ya que el partido era una organización voluntaria cuyos miembros se de la Autonomía promoviendo una nueva práctica política que rompiera
incorporaban a partir del compromiso que asumían con el comunismo. No con las lógicas de los grupos de izquierda. Tras ideas libertarias, Rosso sos-
obstante, ambas fracciones coincidían en la necesidad de la lucha armada tenía una perspectiva que incorporaba respuestas a la dominación sexual
como momento necesario en la transición al comunismo. y a los marginados, quienes eran considerados anormales por la explota-
Profundamente dividido con relación al significado del comportamien- ción capitalista y la vida impuesta por el capital. A pesar de Rosso, el con-
to de la clase y la función de la organización política, Potere Operaio co- junto de los integrantes de Autonomía ponía el acento en el trabajo fabril
lapsó a mediados de 1973. Mientras los partidarios de Negri se movieron como lugar privilegiado de ataque al capital y su plusvalía (Negri, 2004b).
inmediatamente para dar lugar a lo que se llamaría luego Área de la Au- El trabajo de Negri “Partido obrero contra el trabajo”, escrito en 1973
tonomía, o Autonomía a secas, sus oponentes intentaron mantener viva (en Negri, 2004b), marcaría la etapa política inicial de la Autonomía abor-
en los primeros tiempos la organización para finalmente integrarse tam- dando la relación entre las luchas obreras y el proceso de acumulación. Si
bién a la Autonomía. Otros, siguiendo el camino de Mario Tronti, Alberto hasta ese momento Potere Operaio había concebido esa relación como un
Asor Rosa y Massimo Cacciari, se integraron nuevamente al PCI. Cual- juego de suma cero entre salarios y beneficios, en “Partido obrero contra el
quiera de estas variantes ofrecía alternativas diferentes de la problemá- trabajo” Negri habría de realizar un abordaje de la relación ente composi-
tica del obrerismo. En todos los casos el estudio atento del comportamien- ción de clase y crisis, asentado en un largo aunque homogéneo camino de
to de clase, que había sido motivo de preocupación especial en el obreris- disputas en el terreno de la producción y en el proceso de reproducción del
mo de los 60, iba a ser sacrificado en mayor o menor grado a la impacien- capital. De hecho, en su trabajo “Marx sobre el ciclo y las crisis” Negri ha-
cia política y ante un aparato conceptual crecientemente rígido. Hacia bía adelantado parte de los argumentos que habrían de consolidarse luego
mediados de la década eran pocos quienes quedaban dispuestos a estudiar en el obrerismo. Tentaba realizar una lectura política de la crítica de la
las vicisitudes de sectores más amplios de la población obrera. economía política de Marx alejado de toda óptica objetivista. Al abordar los
Con posterioridad al colapso de Potere Operaio la corriente obrerista esfuerzos de Keynes y Schumpeter para proporcionar una salida a las di-
que habría de alcanzar mayor influencia política y suscitar grandes contro- ficultades que el capital enfrentaba en su dinámica de reproducción, Negri
versias teóricas en la extrema izquierda italiana fue aquella asociada a los –siguiendo a Tronti en su polémica con Luckács– no consideraba que tal
análisis sobre el Estado y las clases desarrollados por Negri. La hipótesis empresa fuera imposible para la “conciencia crítica” del capital. Más aún,
sobre el surgimiento de un nuevo proletariado diseminado en la sociedad y mostraba en ese trabajo un particular respeto por Schumpeter para quien
ligado a las esferas de producción y reproducción del capital, el denomina- la economía política carecía de una tendencia interna que la llevara al
do obrero social, constituyó el aporte sustantivo de Negri en esa época. En equilibrio. Al visualizar el desarrollo de la crisis como un momento de es-
realidad, el desarrollo de la Autonomía como tendencia política continuado- tímulo del sistema para producir beneficios, Schumpeter bosquejaba que
las relaciones de fuerzas entre las clases subyacen en el aparentemente
ra del obrerismo se encuentra indisolublemente asociado con la argumen-
autónomo movimiento de las categorías económicas.18
tación negriana sobre la nueva figura obrera de la época: el obrero social.
Como grupo político la Autonomía habría de constituirse a comienzos
de 1977 cuando algunos cientos de militantes provenientes de distintos lu- 18. “Una buena parte de los análisis de Schumpeter intentan moverse a partir de conside-
gares de Italia se convocaron en Bolonia para constituir una nueva orga- raciones enteramente internas al proceso económico, en otras palabras excluyendo referen-
nización revolucionaria de la extrema izquierda italiana. Planteando que cia a todo factor externo a la dinámica económica pura y simple” (Negri, 1988: 47-48).
156 César Altamira El obrerismo italiano 157

“Partido obrero contra el trabajo” implicó una mejor aproximación de manente lucha civil entre las dos mayores clases. Lejos de desarrollar es-
Negri a la problemática de las crisis. Asentado en los Grundrisse y en el te punto, ese artículo retomó el análisis realizado en “Crisis del Estado-
“Resultado inmediato del proceso de producción” (capítulo VI, inédito)19 Ne- plan”, de 1971, donde sostenía que a pesar de la existencia de un proceso
gri se enfrentó con el problema central de la acumulación capitalista, esto de valorización normal el capital empujaba permanentemente hacia una
es, la disminución permanente de la parte de la jornada de trabajo necesa- socialización creciente del trabajo, conduciendo a una redefinición del tra-
ria para la reproducción del valor de la fuerza de trabajo. Para Negri la dis- bajo productivo. De manera que las verdaderas dimensiones de esta cate-
puta planteada alrededor del tiempo de trabajo necesario y el tiempo de goría sólo podrían ser abordadas desde un punto de vista histórico, es de-
trabajo excedente en la época de la subsunción real había conducido a una cir, de acuerdo con el avance o grado de subsunción del trabajo por el ca-
lucha entre variables independientes. No sólo el rechazo al trabajo visible pital. Podemos afirmar ahora que el concepto de trabajo asalariado y el
en una amplia franja de la juventud italiana cuestionaba el funcionamien- concepto de trabajador productivo tienden hacia la homogeneidad y resul-
to y la validez del ejército industrial de reserva, sino que al mismo tiempo tan en una nueva figura social del proletario unificado.
el salario presentaba una indiferente rigidez a las necesidades de la acu- “Partido obrero contra el trabajo” debe ser visto como un artículo de
mulación. Es indudable que tales concepciones poco tenían que ver con los transición en la concepción de Negri sobre el capital y la clase que, asen-
preceptos del marxismo convencional. Si bien esta idea del salario como tada en la particular lectura que realizara con relación a los Grundrisse,
variable independiente estaba reñida con el capítulo VI sobre el salario del habría de culminar posteriormente en la figura del obrero social. En es-
tomo I de El capital, lo acercaba a Marx si nos remitíamos al tomo III. Sin ta perspectiva, si bien la sociedad y la fábrica, así como la producción y
embargo, más significativo que la comprobación y el contraste con los “tex- la reproducción, no eran idénticas, existían bajo una relación dialéctica,
tos sagrados” era el elocuente testimonio que presentaba la economía ita- donde el capital buscaba mantener esta relación aislando la caída de la
liana enfrentada a problemas de productividad y beneficios. tasa de ganancia (de sus agentes) del proceso de socialización del traba-
En un trabajo posterior, “Marx más allá de Marx” (en Negri, 2001a) jo productivo desarrollado en la sociedad. Como consecuencia de ello, los
habría de avanzar con relación a esta problemática. En efecto, al analizar obreros de las grandes fábricas, en tanto sujetos privilegiados de la ex-
la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y abordarla desde la rela- plotación, seguían siendo absolutamente hegemónicos, teórica y política-
ción entre tiempo de trabajo excedente y tiempo de trabajo necesario, re- mente, con relación al resto de la clase. Esta lectura de Negri se asenta-
sultaba claro que la expresión de la ley se derivaba de la rigidez propia de ba sustancialmente en la experiencia inmediata de huelga y ocupación
la magnitud tiempo de trabajo necesario: “La rigidez de la parte necesa- masiva de la planta industrial de Fiat en Mirafiori en marzo de 1973.
ria de la jornada de trabajo constituye siempre el límite de la valoriza- Ante las dificultades observadas en la vanguardia de masa formada
ción” (ídem: 118). De ahí que Negri pudiera concluir en la “absoluta extra- durante el “otoño caliente” por llevar el conflicto más allá de las puertas
ñidad radical, la autonomía de la clase obrera respecto al desarrollo del de la fábrica, conjugando el proceso de la lucha por la reapropiación so-
capital” (ídem: 119). Pero irá más allá al plantear que “la parte necesaria cial, Negri asumió una lectura de recomposición de la clase asentada en
de la jornada de trabajo no sólo es cada vez más rígida, sino que tiende a la unidad del trabajo social abstracto; lectura que dejaba de lado toda di-
valores superiores y por consiguiente a disminuir subjetiva, activamente, ferencia específica entre los obreros fabriles y el resto de los trabajadores
el plusvalor extraíble”. En el Marx de los Grundrisse “la desvalorización sociales: mujeres y jóvenes marginales. Esta lectura se asentaba a su vez
de la fuerza de trabajo como compresión de la jornada de trabajo no sólo en una visión de crisis de la ley del valor como crisis de comando del ca-
es indefinida sino que es en realidad delimitada y reversible” (ibídem). De pital que había sido desarrollada por Potere Operaio. El valor lo remitía
esta forma en el proceso de trabajo la clase obrera es capaz de recortar el directamente al problema del poder. De ahí que el contenido de las nece-
beneficio potencial del capital. sidades no satisfechas incitara a la formación de organizaciones en sitios
Ya en 1973 –en “Partido obrero contra el trabajo”– esta idea estaba y lugares que sólo podían ser subsumidos en una perspectiva de constitu-
subyacente cuando se describía la jornada de trabajo como campo de per- ción de proyecto de contrapoder contra el Estado.
Durante 1974, mientras la crisis exacerbaba la inflación doméstica, la
sociedad italiana era testigo de la explosión de luchas que llevaban la im-
19. Se trata del libro de Marx El capital, Libro I capítulo VI (inédito), “Los resultados del pro- pronta de una socialización del trabajo anticipada por Negri. Asistíamos
ceso de producción”, México, Siglo Veintiuno, 1975 (5ª ed.). a la constitución de un importante movimiento de masas que, iniciado en
158 César Altamira El obrerismo italiano 159

Turín en la planta Rivalta de Fiat, donde la negativa de los obreros a con- tida a los vaivenes políticos propios de una organización que sumaba mi-
validar los aumentos en los billetes de ómnibus se extendería rápidamen- litantes desde distintas opiniones sociopolíticas, no pudo mantener la
te a otras zonas de esa ciudad y a la propia Roma tras la consigna de la continuidad de su proyecto político. Distanciada cada vez más de la po-
autorreducción de los precios. Aunque ya no se trataba en estos casos so- lítica de la triplice, la Autonomía formulaba una posición política que, si
lamente del aumento del boleto de transporte, sino que la lucha incorpo- bien era fuertemente crítica del accionar de los grupos armados, no de-
raba ahora también todo incremento en el precio de los servicios de elec- jaba de considerar la lucha armada como la culminación de la de clases.
tricidad y teléfono. Simultáneamente las amenazas de recorte en el pre- Ante la política del Estado italiano de criminalización de la protesta so-
supuesto educativo generaron un nuevo movimiento asentado en la res- cial, que a mediados de 1975 había cobrado la vida de seis manifestan-
puesta de los estudiantes de la escuela superior, con ocupaciones de edifi- tes de izquierda, muchos jóvenes activistas de la escuela superior forma-
cios y manifestaciones callejeras. Contemporáneamente cobraba auge el dos en la lucha de la autorreducción y el combate en las calles habrían
movimiento de ocupas, desde Roma hasta Turín, ciudad esta última don- de asumir el leninismo armado. Este proceso debilitó sobremanera las
de trabajadores fabriles participaron también en el proceso de ocupacio- bases políticas en las grandes fábricas y generó una verdadera sangría
nes de viviendas impulsado por los marginados. Finalmente, en octubre política para la Autonomía. Por lo demás subsistían internamente dos lí-
de ese mismo año se inauguraba un nuevo método de lucha, el de la poli- neas políticas claramente diferenciadas: por un lado aquellos que busca-
tical shopping, cuando manifestantes entraron en un supermercado de ban un modelo de organización que privilegiara el “movimiento”; por
Milán forzando la venta de mercaderías a precios reducidos. otro, quienes desde una posición ortodoxa adherían a una concepción le-
Ante tal dinámica social, para esa época se generó en el interior de la ninista de organización. Evitando actuar como partido, siguiendo la tra-
Autonomía un debate acerca del salario garantizado, revelador por lo de- dición de Potere Operaio y Lotta Continua, pensando en la superación de
más de importantes diferencias dentro del Área. Así, los obreros de la fá- los errores cometidos, las fuerzas dominantes de la Autonomía se lanza-
brica Alfa Romeo –para quienes el desarrollo de la conciencia de clase y la ron a una nueva apuesta política.
potencialidad humana era inseparable de la experiencia del trabajo– se En ese contexto, mediados de 1975, apareció el trabajo “Proletari e sta-
oponían a quienes planteaban el rechazo al trabajo como base de la estra- tu” (“Proletarios y Estado”; en Negri, 2004b), donde Negri, retomando la
tegia revolucionaria. Las dificultades para aunar posiciones provocaron línea obrerista de Tronti, sostenía que los esfuerzos del capital por reto-
que el equipo de Alfa Romeo dejara al poco tiempo la Autonomía. Hacia mar el comando del trabajo, ante el “otoño caliente”, a través de su políti-
1975 los miembros organizados de esta agrupación, que se extendían des- ca de descomposición técnica de la clase, no habían sido exitosos. Por el
de el sector próximo a Negri pasando por los restos del ala de Potere Ope- contrario, despuntaba afirmándose una nueva figura obrera, el obrero so-
raio orientada por Scalzone hasta un importante número de organizacio- cial, cuyo nacimiento había sido alumbrado por la propia crisis capitalis-
nes marxistas-leninistas romanas, comenzaron su transformación organi- ta. Al igual que en “Partido obrero contra el trabajo”, en “Proletarios y Es-
zativa hacia pequeños grupos políticos cuyo particular trabajo político los tado” Negri tentaba ubicar el análisis de la composición de clase en el con-
llevó a diferenciarse de la triplice, es decir, del terceto que conformaban texto de la caída tendencial de la tasa de ganancia.
Lotta Continua, Avanguardia Operaia y el Partito di Unità Proletaria Siguiendo los análisis que en el periódico Primo Maggio había adelan-
(PDUP), todas organizaciones al margen del PCI. tado Christian Marazzi, como parte de las políticas del capital para con-
Uno de los principales aportes de la Autonomía a la cultura de la ex- trarrestar la caída de la tasa de ganancia, el capital echaba mano ahora
trema izquierda italiana fue la negativa a separar las esferas de la lu- a las peculiares propiedades de la forma dinero para restablecer una co-
cha económica y de la lucha política, y con ello el rechazo a todas las nor- rrecta proporción entre la masa y la tasa de ganancia. Entrábamos en la
mas organizativas de la izquierda articuladas alrededor del partido y del era de la función del dinero como mando, fenómeno que significaba exten-
sindicato. A pesar de representar un novedoso y significativo experimen- der la crítica de la economía política. A pesar de que la reestructuración
to de organización política que se diseminó en los distintos espacios la- capitalista había desestructurado al obrero masa “generando un trabajo
borales –la autoorganización en su lugar de trabajo de la militancia sur- socialmente difuso y predispuesto para la lucha” y que la categoría clase
gida de las luchas de los 60–, la Autonomía fue incapaz de otorgarle con- obrera había entrado en crisis, Negri plantearía, en su nuevo trabajo
tinuidad a esta estrategia política. Atrapada por la crítica virulenta al “Proletarios y Estado”, que “la clase obrera continuaba proyectando todos
leninismo lanzada por algunos grupos feministas radicalizados y some- sus efectos sobre el terreno social, como un proletariado”.
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En realidad había sido Alquati quien acuñara la expresión obrero so- dialéctico entre fuerzas productivas y relaciones de producción desde el
cial un año antes, ante la evidencia de una masificación del trabajo que antagonismo puro: cuando la vieja contradicción parecía diluirse debido a
superaba las fronteras del trabajo fabril identificándose con el trabajo in- la subsunción del trabajo vivo en el capital, la fuerza del trabajo social, y
telectual. Negri habría de ampliar las fronteras del obrero social exten- en ese sentido la fuerza encarnada en el trabajo vivo social, se oponía co-
diéndolas más allá de la intelectualidad. El obrero social como figura mo lucha a las relaciones de producción y por tanto a las fuerzas produc-
obrera no pertenecía a ningún sector industrial en particular. Represen- tivas incorporadas en ellas. A partir de ahora la tradicional fórmula de
taba en todo caso al conjunto del proletariado que, sometido al trabajo Marx iba a transformarse en el antagonismo directo entre capitalistas y
abstracto, se constituía a lo largo del proceso de valorización. En ese sen- Estado.
tido la concepción alumbrada por Negri en “Proletarios y Estado” con re- “Proletarios y Estado” igualmente subvertía otra de las categorías
lación al obrero social representaba una ruptura radical con la genealo- marxianas, el salario, como vieja categoría del obrerismo. Por un largo
gía de las figuras de clase especificadas por el obrerismo italiano hasta tiempo el salario y los objetivos de la reapropiación de la riqueza habían
ese momento. Éste no era el producto de una reestructuración cualitati- marchado juntos golpeando simultáneamente al capital. Empero, en
va en el proceso de producción inmediata. Antes que un accidente tecno- tiempos del obrero social el salario debía subordinarse al proceso de rea-
lógico, la nueva composición de clase debía verse como la confluencia de propiación de las fuerzas productivas de la riqueza social que era el obje-
la generalización de las luchas con la socialización de la relación capita- tivo perseguido por la clase en ese momento. El proletariado pugnaba
lista. Negri abordó la figura del obrero social de manera general, profun- ahora por la disminución del trabajo necesario como forma de acelerar la
dizando poco sobre los cambios que se habían producido en el obrero ma- caída de la economía. Sin embargo, a pesar de las prefiguraciones socia-
sa, que habían conducido a la nueva figura obrera. Su análisis buscaba les avanzadas por Negri en “Proletarios y Estado”, las luchas sociales no
en todo caso resaltar la potencialidad revolucionaria del obrero social y se correspondían enteramente con las previstas por el autor. En primer
rescatar el proceso de recomposición social extraordinario abierto en am- lugar, no se produjo el acercamiento esperado de las luchas de los obreros
plitud e intensidad. Por lo demás, la existencia de una única ley de ex- de las plantas industriales del norte con las de las mujeres, estudiantes y
plotación capitalista proporcionaba el marco social que potenciaba la desempleados del sur. Por el contrario, luego de casi cinco años de lucha
unidad de las luchas en aumento. los protagonistas del “otoño caliente” habían entrado en una tregua pro-
Los conflictos que se desarrollaban para esa época daban sustento a ductiva a cuyo compás los sindicatos habían recuperado el terreno fabril
las posiciones de Negri. En efecto, mientras se asistía a la autoorganiza- perdido, por lo que las demandas obreras ahora resultaban más funciona-
ción de los jóvenes obreros empleados en los pequeños talleres de Milán y les al proceso de acumulación.
Turín, a través de los círculos proletarios de la juventud, y se movilizaban Si bien “Proletarios y Estado” fue recibido en algunos círculos de la Au-
paralelamente los desempleados de Nápoles, el movimiento feminista co- tonomía como el nuevo programa político a impulsar, tampoco fueron po-
braba relevancia social al compás de las luchas por el divorcio, mientras cas las críticas recibidas, en especial de aquellos sectores que habían per-
cuestionaba todos los aspectos de la dominación social. Según Negri, to- manecido fuera del “ala organizada” de la Autonomía, entre ellos, la de
das estas luchas buscaban satisfacer la necesidades de sus protagonistas Sergio Bologna quien, como editor de Primo Maggio, continuaba trabajan-
por fuera de las relaciones sociales capitalistas. Si bien las necesidades se do con Negri en varios proyectos de investigación. Así, si bien decía Bolog-
encuentran históricamente determinadas, las necesidades del obrero so- na que Negri había incorporado algunos de los mecanismos objetivos de
cial sólo podían constituirse dentro del universo del capital. En ese con- la composición política de la sociedad italiana, había dejado de lado igual-
texto sólo un valor de uso determinado, retomando al Marx de los Grun- mente considerables tendencias que la recorrían.20 Bologna, diferencián-
drisse, podía ser capaz de romper el círculo vicioso de la reproducción ca- dose de Negri, reconocía cambios en la composición política de la clase pe-
pitalista: el trabajo vivo. Sin embargo éste sólo es capaz de subvertir la re- ro no en la dirección apuntada por Negri en “Proletarios y Estado”. Lejos
lación de clase cuando deviene rechazo del trabajo, cuando su creatividad se estaba, planteaba Bologna, de la unidad que presentaba Negri: se asis-
se dirige directamente contra la reproducción del proletariado como suje-
to antagónico. En este sentido el sistema de necesidades existentes debía
ser sustituido por un sistema de luchas cuya promoción exigía la existen- 20. S. Bologna, “Proletari e stato di Antonio Negri: una recesione”, Primo Maggio, Nº 7, p.
cia de un partido revolucionario. Nuevamente Negri analizaba el proceso 27, citado por S. Wright (2002).
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tía en todo caso a una enorme división, ya no entre la fábrica y la socie- El año 1977 habría de ser decisivo para la extrema izquierda italiana.
dad, sino dentro de la propia fábrica, donde se había producido una im- Habiendo sido consideradas por la juventud como intérpretes privilegia-
portante recuperación de la ideología reformista. Criticaba a Negri por das de la oposición italiana ante el creciente descontento que la recorría,
haber asumido la posición de teórico, inventando una figura social dife- las tres mayores organizaciones a la izquierda del PCI se encontraron ellas
rente a la cual imputar el proceso de liberación de la explotación. Negri, también contaminadas, o bien sobrepasadas por una política de nuevo ti-
según Bologna, se había lavado las manos frente al proceso político de po que rescataba las necesidades sobre los deberes, las diferencias sobre
descomposición y desconcierto que mostraba la Autonomía y ante las difi- las homogeneidades, lo personal y lo local sobre las amplias luchas de cla-
cultades crecientes con que tropezaba el obrero masa. La fracción romana ses. Lotta Continua fue la primera en entrar en crisis y se disolvió hacia
de la Autonomía criticaba igualmente a Negri ante el abandono que éste fines de 1976. A PDUP no le iría mejor: tensionada entre su rol de concien-
hacía de la esfera de la producción como terreno central de la lucha de cla- cia crítica del PCI y las posibilidades de ampliar su influencia por fuera del
ses, llamando a redoblar los esfuerzos para confirmar con datos e investi- partido, se dividió en dos. Poco tiempo después Avanguardia Operaia tam-
gaciones empíricas las figuras teóricas avanzadas. poco escaparía de la crisis.
Para el mismo Romano Alquati el obrero social constituía una sugesti- Simultáneamente 1977 fue un año decisivo para el obrerismo. Las di-
va categoría aunque advertía sobre los peligros de construir una ideología versas organizaciones pudieron reemplazar por poco tiempo la crisis de la
alrededor de una figura de clase que todavía tenía que aparecer como su- triplice. La multitud de problemas que el nuevo humor político ejemplifi-
jeto político maduro. Había incluso quienes reprochaban a Negri la falta caba empujaría al aparto conceptual del obrerismo “hacia límites extre-
de un análisis crítico hacia los comportamientos de la lucha y las actitu- mos” (Negri, 1980: 161-162).
des políticas de muchos obreros formados en el “otoño caliente”: entre la Sin embargo el movimiento de 1977 habría de inspirar en la revista Pri-
práctica crítica de la organización del trabajo palpable en las fábricas y el mo Maggio un importante debate al replantearse, una vez más, las carac-
apoyo de la clase obrera al PCI que veía como naturales las relaciones de terísticas de los nuevos sujetos que nutrían la fuerza de trabajo de la Fiat
y la discusión sobre la intensificación de los conflictos industriales en los
producción existentes.
sectores de servicios y transporte italianos. Para Bologna, el movimiento
Sin embargo, a pesar de las fuertes críticas planteadas, Negri habría
de 1977 habría de plantear una serie de contenidos y valores políticos por
de avanzar en la definición de la figura obrera creada. En 1977 en “Domi-
fuera de la agenda política reconocida hasta ese momento. Más allá de ha-
nio y sabotaje. Sobre el método marxista de la transformación” (en Negri,
ber transparentado la crisis de las formas políticas, forma partido inclui-
2004b) planteaba que el equilibrio de poder había sido la causa por la que
da, 1977 debe ser considerado una de las mayores anticipaciones sobre las
el poder capitalista se tornaba cada vez más vacío ante una insubordina-
formas y los contenidos de la vida social y política que habría de constituir-
ción obrera de enorme racionalidad y valor.
se en los años siguientes. Luego de 1977 no habrá retorno a pesar de los
A pesar de la creciente complejidad que mostraba la clase política ita-
errores cometidos. 1977 fue un año de enorme riqueza y complejidad polí-
liana, Negri sobrevaloraba el potencial político de la clase. Al no incorpo- tica, a pesar de que la forma política capaz de contener los problemas plan-
rar las determinaciones contradictorias que mostraba el panorama polí- teados y organizarlos de manera adecuada no pudo concretarse.
tico italiano, aquella noción de clase autovalorizando sus propias necesi- En febrero la Universidad de Roma fue ocupada por los estudiantes
dades se diluía y caía en saco roto. A pesar de las nociones de unidad y durante catorce días para protestar ante los intentos del gobierno por
pluralismo que incorporaba como elemento positivo de los movimientos restringir el acceso a la educación superior. Durante ese tiempo el cam-
autónomos, la concepción de obrero social prescindía de todo lo específico pus de la universidad se convirtió en una verdadera zona liberada donde
y contradictorio que lo distinguía, quedando relegado como encarnación floreció una cultura alejada de todo espacio político que simpatizara con
del trabajo abstracto. Ante tal triunfalismo político la Autonomía fue rá- los jóvenes círculos obreros de Milán. Aunque muchos de los nuevos mi-
pidamente doblegada por los arrestos masivos de 1979-1980 que supusie- litantes diferían fuertemente de las Brigadas Rojas,21 el uso de la fuerza
ron un inmenso golpe. En noviembre de 1981 Negri rompería definitiva-
mente con la Autonomía acusándola de ser un modelo bolchevique de or-
ganización fuera del tiempo y del espacio y sostener un sujeto –el obrero 21. Constituida inicialmente por jóvenes militantes obreros y activistas estudiantiles inte-
masa– que, si bien no era anacrónico, al menos era parcial y corporativo grados ya a los comités fabriles, ya a los grupos marxistas leninistas de Milán, y comprome-
(Wright, 2002: 174). tidos con el desarrollo de un aparato militar clandestino de propaganda, las Brigadas Rojas
164 César Altamira El obrerismo italiano 165

no fue ajeno a importantes sectores del movimiento y en algunos casos no sólo a los líderes de la izquierda histórica sino también a sus seguido-
adoptó la forma del saqueo de masa, expresión epidérmica de una violen- res. Las revueltas estudiantiles y la magnitud sociopolítica del enfrenta-
cia común a una serie de actos ilegales que se desencadenarían luego de miento colocaron en un primer plano la discusión, otra vez más, relativa
1976. La toma de la Universidad en Roma habría de terminar con una a las nuevas características de una composición de clase que hacía pivo-
violenta represión policial luego de que los estudiantes hubieran expul- te sobre las universidades y que reposicionaba la problemática, abando-
sado del campus ese mismo día al líder de la CGIL. En los primeros días nada por el obrerismo luego del “otoño caliente”, acerca de la naturaleza
de marzo la revuelta se movió hacia la Universidad de Bolonia, corazón y la función de la fuerza de trabajo intelectual. En efecto, Franco Piper-
de la Emilia-Romana dominada en ese momento por el comunismo, lue- no, quien había abrazado para esa época la tesis del obrero social junto
go de que un militante de Lotta Continua fuera muerto por un policía. con Oreste Scalzone, y apoyado en la peculiar fuerza productiva de los
Dos días seguidos de enfrentamiento estudiantil provocaron la extensión sujetos políticos organizados en los nuevos movimientos que habían al-
del conflicto en el ámbito nacional con una masiva demostración de fuer- canzado protagonismo político, describía esta figura de clase como el
za en Roma. La muerte de un policía romano en abril, el asesinato de un emergente de un trabajo no obrero, entendido como el trabajo productivo
militante romano en mayo, seguido por la muerte de otro policía en Mi- indirecto que, si bien era extraño a la producción física de la mercancía,
lán, presionaron a miembros de la Autonomía para pasar del arma de la incorporaba en su desarrollo el “intelecto general” de la fuerza de traba-
crítica a la crítica de las armas, pero buscando apoyar la política en una jo; nueva figura que debía ser considerada tanto expresión de la crecien-
correcta evaluación de las fuerzas antes que en la desesperación volun- te incorporación de la ciencia del capital como del rechazo de miles de jó-
tarista. Escribiendo en las páginas de L’Unittà Asor Rosa describía la venes a seguir los pasos de sus padres en la línea de producción. En es-
Italia de la época como un país disociado, constituido por dos sociedades: te sentido Asor Rosa tenía razón cuando sostenía la existencia de una di-
una, basada en la clase obrera organizada y comprometida con las insti- visión cultural y política fundamental de hecho en la Italia de esa época
tuciones existentes; la otra, asentada en los marginales y desempleados entre aquel sector de la clase obrera que aceptaba la lógica de la produc-
de la nación cuyo comportamiento era sintomático de la desintegración ción mercantil y la de un movimiento de valor de uso que desafiaba la le-
del viejo orden. Desde esta perspectiva el levantamiento de la nueva ge- gitimación social de la forma dinero.
neración de estudiantes italianos los colocaba como los ejecutantes de Para esa época Alquati, fiel a la tradición obrerista, enfatizaba el pro-
una nueva forma del anticomunismo oficial. A diferencia de la izquierda ceso tendencial de proletarización desarrollado en la sociedad capitalista
de 1968, los rebeldes de 1977 catalogaban como contrarrevolucionarios moderna, que en el caso de Italia había emergido de manera tardía. Si el
trabajo intelectual se concentraba en espacios alejados y diferentes de los
habitados por el obrero masa, decía Alquati, la gradual fabriquización del
se conforman a mediados de 1970. Su núcleo primario de dirigentes participó del “otoño ca- proceso de trabajo al que pertenecía ese trabajo intelectual apuntaba a
liente” y, acorde con esa práctica, las primeras acciones de la agrupación mostraron un par- una convergencia con el comportamiento de los más tradicionales sectores
ticular interés por acompañar los conflictos y las luchas fabriles y sindicales (sabotajes in- de la población obrera. Por ello resultaba imprescindible no mistificar los
dustriales, atentados a directivos de las empresas, etc.). Obligadas a entrar definitivamen-
te en la clandestinidad en 1972 ante la represión estatal desatada, e incorporando en sus fi-
atributos específicos del trabajo intelectual. Después de todo, era una for-
las a militantes provenientes de la crisis de Potere Operaio para esa época, se embarcaron ma de trabajo que, en cierto sentido, era como los otros. Quizá el aspecto
de manera paulatina en un profundo viraje de sus primitivas concepciones políticas y accio- más novedoso del discurso de Alquati, al menos en términos del aparato
nes armadas hacia una abstracta guerra contra el Estado de las multinacionales. Luego del conceptual tradicional del obrerismo, fue su intento de dar cuenta en su
encarcelamiento masivo de su dirigencia en 1974 –con posterioridad al juzgamiento y ejecu-
análisis de las capas medias de la sociedad italiana moderna. Según Al-
ción del juez Mario Sossi–, recomponen su estructura con el ingreso de nuevas camadas de
activistas al calor de las movilizaciones de 1976-1978. La persecución y el aislamiento social quati, se había configurado un sistema complejo de estratificación social
habrían de aumentar después del secuestro y posterior ejecución en 1978 del político demo- que, lejos de desacreditar la centralidad que El capital de Marx había
cristiano Aldo Moro, gestor del “compromiso histórico”, acuerdo de gobierno entre el PCI y la asignado a la relación entre trabajo y capital, la había promovido, por ac-
Democracia Cristiana. A pesar de ello, la crisis que sacudía para esa época a la Autonomía ción del propio capital, hacia una excepcional agudización de las luchas
contribuyó al crecimiento de las Brigadas Rojas; no fueron pocos los militantes de la prime-
ra que engrosaron las filas de las segundas. El accionar de éstas habría de continuar bajo
entre las dos clases fundamentales. Este proceso permitió a los marxistas
nuevo nombre: Brigadas Rojas para la Construcción del Partido Comunista Beligerante, hablar de “clase media”, en cuanto capa social, ya que el concepto de “me-
hasta bien entrados los 90. dia” se asociaba con el verbo “mediar”, fundamental en el lenguaje políti-
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co. En la Italia de los 70 la función estabilizadora de esa capa social ha- sa red de pequeñas fábricas que habían florecido desde comienzos de los
bía sido cuestionada al forzar la polarización entre el capital y el trabajo. 70 las que, junto con el sector servicios, habían visto crecer significativa-
En ese sentido Alquati creía que la universidad podía ser vista como el si- mente su número de trabajadores. En este caso, la estructura y el com-
tio privilegiado de la crisis, donde las capas medias, al ser ganadas por el portamiento de la fuerza de trabajo ligada a los servicios estaba lejos de
bloque político de la clase obrera, podían jugar el papel de aliados inte- ser homogénea. Por el contrario, abarcaba desde la militancia de los em-
grando y promoviendo nuevas fuerzas que contribuyeran a la recomposi- pleados de hospitales sujetos a condiciones laborales primitivas hasta los
ción de la clase. relativamente privilegiados trabajadores de los bancos estatales; desde
Los intentos de la revista Primo Maggio por otorgarle peso y significa- los empleos garantizados a través de relaciones laborales convenciona-
ción al nuevo movimiento tuvieron su bautismo en el trabajo de Bologna das hasta los precarios y casuales ofrecidos por las empresas subcontra-
(1977) “The tribe of Moles”. Para Bologna, a diferencia de Asor Rosa, el tistas. Si algún elemento de homogeneidad existía en estos casos, era la
comportamiento observado en el nuevo protagonista social no podía ser presión política constante a la que varios de los componentes del sector
achacado a una ubicación material que fuera ajena al mundo productivo. servicios estaban sujetos por la crisis italiana que se agudizaba. Particu-
Por el contrario, para él era un error concluir que el sujeto de la lucha de- lar importancia asignaba Bologna a los contratistas y subcontratistas.
bía ser asociado a la figura del estudiante, a pesar de que el espacio de En estos casos, indicaba, la firma, como lugar de producción de mercan-
conflicto se hubiera situado en las universidades. El error adquiría con- cías, tendía a diluirse permaneciendo como simple jefe dependiente, co-
secuencias políticas graves al inferir de esta caracterización comparacio- mo mera administradora de un trabajo descentralizado, disolviéndose co-
nes y balances confrontados con los conflictos de 1968. Esta tesis era con- mo sujeto protagonista del conflicto, como una institución de la lucha de
siderada por Bologna definitivamente falsa por cuanto “habíamos asisti- clases. La infinita cadena de descentralización productiva rompería la ri-
do al arribo de una composición de clase completamente nueva prove- gidez de la geografía, de la edad y el sexo, así como del background social
niente de los alrededores universitarios” (citado por Wright, 2002: 203). en tanto factores de peso en la constitución de la nueva composición de
Para Bologna, si bien las raíces del movimiento de 1977 estaban fuerte- clase. “Esta cadena de infinitas descentralizaciones es uno de los elemen-
mente asentadas en el mundo del trabajo, se trataba de un mundo labo- tos más progresivos del capitalismo de hoy en día; es un arma de masifi-
ral radicalmente diferente del conocido de la planta de Mirafiori. Distan- cación mucho más poderosa que la línea de montaje” (ídem). En esta com-
ciada de los protagonistas sociales de la década anterior, la nueva compo- posición de clase los grupos autonomistas habían alcanzado rápidamen-
sición de clase no estaba configurada para detectar y encontrar salida a te un rol hegemónico gracias a su habilidad para anticipar una temática
sus necesidades individuales y/o colectivas en estructuras organizativas política totalmente diferente de la de los 60. Ante este panorama social,
promovidas por el marxismo-leninismo de la época. Mientras la militan- el error fundamental de la Autonomía para forzar el peso de la lucha se
cia de los 70 adhería a una lectura de la política en términos de choque hizo claro cuando, contra las nociones vanguardistas previas de la políti-
de aparatos contestatarios, el nuevo activismo político promovía una lec- ca de clase, “la organización estaba obligada (ahora) a medirse día a día
tura que aceptaba e internalizaba la esfera personal en el espacio de la contra la nueva composición de clase y debía encontrar su programa po-
política. Según Bologna, los desplazamientos sociales observados eran el lítico sólo en el comportamiento de clase y no en algún conjunto de esta-
producto de profundas alteraciones alcanzadas en la reproducción de las tutos” (ídem).
clases, proceso que ahora había devenido “un problema de legitimación Los argumentos de Bologna habrían de generar diversas reacciones crí-
política antes que una cuestión material: una cuestión de identidad social ticas, desde los teóricos cercanos al PCI quienes rechazaron el énfasis par-
y cultural, de aceptación o rechazo de las normas de comportamiento so- ticular que había puesto en la determinación subjetiva para la identidad
cial requeridas y dejadas de lado por la forma Estado. Las clases han ten- de clase, hasta de los adherentes al periódico Primo Maggio, para quienes
dido a perder características objetivas y se han vuelto ahora definidas en pecaba por imponer una abstracta relación fabril a los sujetos sociales en
términos de subjetividad política. En este proceso, la mayor fuerza de de- formación. Al intentar aplicar las categorías marxistas más allá del espa-
finición ha venido desde abajo: esto es, con la continua reproducción e in- cio de una coherente aplicabilidad, Bologna cayó en un formalismo donde
vención de sistemas de lucha y contracultura en la esfera de la vida dia- sólo pudo describir al obrero masa como precursor del nuevo movimiento.
ria, lo que ha devenido más ilegal” (Bologna, 1977). Esta nueva subjetivi- Mientras el Estado jugaba ahora un rol central en la vida social, la iden-
dad no estaba exenta de determinaciones materiales; entre ellas, la den- tidad de clase estaba cada vez menos relacionada con lo creado en el espa-
168 César Altamira El obrerismo italiano 169

cio productivo. Por el contrario, el punto de partida de la proletarización ra legitimarse como partido del gobierno a expensas de las fuerzas socia-
política caía ahora de manera más extensiva por fuera del lugar de traba- les, el movimiento comenzó a vacilar. Se mostró incapaz de encontrar un
jo, propio de áreas como el mismísimo sistema educativo. Tras esta nueva camino provechoso que pudiera contener y dar cabida a sus propias ten-
articulación entre fábrica y sociedad, el movimiento molecular emergente siones internas y extender su base de sustentación a otros círculos obre-
se constituía a sí mismo por sobre todos los sectores, desafiando la legiti- ros. En ese contexto el reemplazo de la política por las armas era sólo una
mación que otorgaba hasta ese momento la sociedad de clases (Wright, cuestión de tiempo. Este proceso habría de conducir a la división del mo-
2002: 208). Una aproximación crítica similar iba a plantear Christian Ma- vimiento. Por un lado, quienes enfatizaban los temas libertarios de auto-
razzi. En efecto, según Marazzi, al observar Bologna que las pequeñas fá- nomía y desarrollo personal, rechazando confrontar con aquellos obstácu-
bricas y el sector servicios eran los lugares privilegiados de formación del los que limitaban la ampliación del movimiento. Por el otro, aquellos que
nuevo movimiento, éste continuaba analizando la lucha de clases de ma- encubrían tanto las implicancias políticas de la crítica a la corriente liber-
nera exclusiva desde la confrontación entre capital y trabajo (ídem: 209). taria por el tradicional antirrevisionismo italiano, así como de toda discu-
Bologna no acertaba en ver que el Estado, con su estrategia de “bypasear” sión seria sobre la composición de clase promoviendo por el contrario de-
la fábrica como elemento privilegiado de comando a favor de la regulación bates relacionados con la factibilidad de la guerra civil. Esta división ter-
del ingreso, había comenzado a inducir la formación de un nuevo sujeto minaría de consumarse en la conferencia de septiembre de 1977 en la ciu-
por fuera de la relación de producción. Si el lugar social de la reproducción dad de Bolonia, reunión que habría de transparentar el aislamiento polí-
del antagonismo, y por tanto el determinante del comportamiento de la tico de la Autonomía, fenómeno que se manifestaría al poco tiempo cuan-
clase, había dejado de ser la fábrica y se había transferido al campo del te- do, desairados por los organizadores de una marcha nacional metalmecá-
rritorio, este fenómeno significaba igualmente que la organización capita- nica en Roma, el contingente autónomo habría de ser apresado por la po-
lista sobrepasaba la funcionalización del sistema político. El sistema de licía en el campo universitario.
relaciones políticas entre las clases debía volverse productivo; la política El secuestro de Aldo Moro en 1978 mostrará la determinación de las
debía actuar como si fuera el capital fijo en su relación con el trabajo vivo. Brigadas Rojas para llevar la lucha de clases al corazón del Estado. A pe-
Ya no bastaba con la fetichización de la maquinaria; ésta había dejado de sar de las críticas ensayadas por los distintos sectores autonomistas, el
ser suficiente. Ahora era el turno de la política, que debía ser igualmente Área continuó perdiendo militantes y activistas ganados por la lucha ar-
fetichizada, mientras aparecía como relativamente autónoma. En esas cir- mada, proceso que se agudizó cuando grupos fascistas comenzaron a ope-
cunstancias se requería una nueva definición del trabajo productivo que rar, sobre todo en la ciudad de Roma.
tuviera en cuenta, o al menos incorporara, el rol central que jugaba en la
reproducción del capital la fuerza de trabajo intercambiada con el sistema
político y bajo el comando directo del capital. Para otros, el error de Bolog- Ciclos de lucha y composición de clase
na se encontraba en el sobredimensionamiento de la subjetividad a expen-
sas de un análisis material de las relaciones de producción, proceso que lo En contraposición a las hipótesis ortodoxas que hacían del movimien-
condujo a enterrar prematuramente al obrero masa en tiempos en que to- to de masas un movimiento dependiente del proceso de acumulación y de
davía era posible alcanzar elementos comunes según sus enfrentamientos sus leyes objetivas, el obrerismo dará cuenta también de las discontinui-
con el capital. dades y los cambios producidos en los diversos regímenes de acumulación,
Bologna calificará las críticas de sus oponentes de poco optimistas. Ol- diferenciándose igualmente en este aspecto del punto de vista asumido
vidan, decía, que “la autonomía del sujeto no puede pasar por alto el po- por la escuela de la regulación francesa. Esta inversión será también res-
der, su realidad”, mientras reiteraba su convencimiento de que todo es- ponsable del carácter esencialmente político que asumen para el obreris-
fuerzo para entender el comportamiento proletario contemporáneo reque- mo las llamadas “leyes objetivas de la acumulación”, como la de la tenden-
ría focalizar el estudio en un sector concreto de fuerza de trabajo. cia decreciente de la tasa de ganancia, en contraposición a la ortodoxia
Mientras tanto, a medida que avanzaba 1978 el movimiento de 1977 marxista contagiada de economicismo y objetivismo. En ese mismo acto
entraba en crisis. Los enfrentamientos con los carabineros y la policía de- de rechazo al objetivismo se planteará una reevaluación del papel del sub-
mostraron rápidamente la existencia de un reducido espacio político de jetivismo obrero propiamente dicho, alejándose de toda institucionaliza-
acción. Cercado por la represión estatal y por la determinación del PCI pa- ción del movimiento obrero.
170 César Altamira El obrerismo italiano 171

Analizado desde la propia subjetividad proletaria cada régimen de acumulación. Sin embargo, el movimiento obrero puede romper esa polí-
acumulación construye la figura obrera característica de la etapa. Por ello tica, minar las alianzas establecidas con sus luchas y alcanzar así un pro-
es que regímenes de acumulación no pueden ser abordados correctamen- ceso de recomposición política. Esta ruptura de políticas sólo es posible al-
te si no es en consonancia con el accionar y la respuesta obrera. El obre- canzarla en aquellos sectores capaces de invertir la distribución dada de
rismo italiano asoció la cambiante dinámica capitalista al particular com- poder, provocando cambios cualitativos en la relación de poder con el ca-
portamiento que asumían las luchas obreras, de donde surge la estrecha pital, lucha que puede trascender el marco fabril y prolongar una recom-
relación entre acumulación del capital y ciclos de lucha. Y, además, cuan- posición de poder mayor hacia el interior de las clases. Cuando los cam-
do se coloca en el centro del régimen de acumulación a la subjetividad bios modifican también las relaciones interclases, entonces nos hallamos
obrera, entonces su comprensión global sólo será posible a partir de ana- ante un cuestionamiento global del sistema, momento que puede condu-
lizar las también cambiantes composiciones de clase. cir a situaciones revolucionarias. El capital por su lado busca la descom-
La composición de clase está sustancialmente referenciada en el proce- posición política mediante la introducción de nuevas tecnologías, nueva
so de socialización del movimiento obrero. Y da cuenta de la extensión, organización de las máquinas y de los trabajadores, minando los alcances
unificación y generalización de la tendencia antagónica de la clase obrera de sus luchas e intentando reducir sus efectos a la compra y venta de la
con el capital. La categoría composición de clase buscó reemplazar el con- fuerza de trabajo.
cepto estático, académico y en general manoseado de “clase social”. En ese Estos tres conceptos formulados, el de la composición de clase (técnica
sentido Negri (1988: 71) afirmará: “Sólo la composición de clase nos da la y política), la recomposición política y la descomposición política, otorgan
complejidad material y política de la figura del sujeto. Un análisis mate- una impronta particular a los ciclos de lucha, los mediatizan y hacen a su
rialista del sujeto sólo puede pasar a través del análisis de la composición configuración. Por lo demás, todo ciclo de luchas da lugar a una figura
de clase”. El análisis de la composición de clase incorporará no sólo la obrera característica, “una especial figura obrera” (Negri, 1980: 70) que
composición técnica del capital, es decir, el estado de desarrollo de las asume la dirección hegemónica22 del proceso de enfrentamiento al capital.
fuerzas productivas, sino también la composición técnica obrera que hace Si el concepto de recomposición política articula el rol central del movi-
al grado de cooperación y división social del trabajo. Este nivel de análi- miento obrero, de sus luchas en el corazón de los cambios tecnológicos an-
sis no puede ser separado del de la composición política, verdadera razón te la reestructuración capitalista, los conceptos de composición de clase y
de su existencia, y que atañe a la construcción de las necesidades y deseos descomposición proveen el vehículo para repensar el resultado de la domi-
subjetivos colectivos así como a su proyección en las particulares formas nación tecnológica en términos de los esfuerzos del capital para hacer
de organización políticas, culturales y comunitarias que se constituyen. frente a un sujeto histórico opuesto y autónomamente activo.
De igual manera puede pensarse que la categoría composición de clase in- Para el obrerismo el capital en cuanto relación social es primero un po-
tentó, de alguna forma, reemplazar la categoría hegemonía en la medida der social en lucha. Las debilidades del capitalismo, siguiendo su razona-
en que esta última otorgaba a la clase un papel estático y pasivo en su re- miento, no deben buscarse en sus contradicciones internas ni tampoco en
lación con el capital, como lo expresa el manejo de esta categoría en la ver- sus crisis, sino que están determinadas por las dinámicas de las luchas de
sión del PCI (Togliatti). la clase obrera. Comprender esa dinámica y el ciclo de luchas requiere de
Vista desde la subjetividad obrera la dinámica capitalista puede ser un análisis que opera en cuatro niveles interconectados:
entendida como un proceso de constitución de la composición y la descom-
posición, y la posterior recomposición política de clase, proceso que de con- 1) Un primer nivel, el de las luchas en sí mismas: su contenido, direc-
junto perfila el ámbito particular de los ciclos de lucha. En efecto, el pro- ción, cómo se desarrollan y circulan. No se trata de una investigación
ceso de constitución de la composición de clase está estrechamente ligado sobre la estratificación ocupacional, ni de los niveles de empleo y de-
al particular régimen de acumulación conformado. Su descomposición se
vincula a la reacción capitalista; mientras la recomposición política poste-
rior debe entenderse a partir de las respuestas obreras a los cambios tec- 22. Obsérvese la acepción o connotación diferente que tiene en este caso el concepto de he-
gemonía a la manejada por el PCI en la figura de Togliatti, más próxima a una lectura social
nológicos y a la división del trabajo. El capital busca alcanzar una deter- estática y referida a la dirección y dominio social del capital. En efecto, en referencia a la re-
minada composición de clase, una distribución de poder determinada in- sistencia y movilidad obrera, adquiere en este caso un significado dinámico, de enfrenta-
ter e intraclase que garantice el control sobre el movimiento obrero y la miento y antagonismo de clase, mucho más cerca de la concepción leninista de hegemonía.
172 César Altamira El obrerismo italiano 173

sempleo. En este punto el obrerismo rechaza aquella lectura del estu- A través de estos niveles de análisis de clase interdependientes pode-
dio de la estructura de la fuerza de trabajo basada en la organización mos comprender, según el obrerismo, la relación entre clase obrera y ca-
de la producción capitalista. Por el contrario, demuestra interés por pital, proceso que nos permite especificar la llamada composición de cla-
determinar la forma como los trabajadores pueden sortear las restric- se y observar cómo la clase obrera va cambiando su relación con el capi-
ciones técnicas de la producción y afirmarse como clase con poder po- tal y reconstruyendo su composición en niveles de enfrentamiento supe-
lítico propio. riores; esto es, alcanzando niveles superiores de recomposición política.
2) Un segundo nivel relacionado con las dinámicas que asumen los dife- Por recomposición política estamos significando los niveles de homogenei-
rentes sectores del movimiento, la manera como interactúan entre sí y dad y unidad que la clase se da durante el ciclo de luchas y en el tránsito
por tanto su relación con el capital. Las diferencias entre los sectores de una composición de clase a otra. Esencialmente incorpora la supera-
hacen a los diferentes niveles y organización que adoptan en la lucha. ción de las divisiones inducidas por los capitalistas, la creación de nuevos
Estas diferencias se expresan centralmente en las desigualdades sala- lazos de unión entre los distintos sectores y la expansión de la propia fron-
riales y en particular en las disparidades entre los asalariados y los no tera de clase.
asalariados. El capital dirige y domina sobre la base de la división so- Este abordaje en términos de composición de clase conducirá al obre-
cial que genera. En este sentido la clave para la acumulación capita- rismo a una lectura de la crisis opuesta a las ensayadas por la izquierda
lista se encuentra en las permanentes creación y reproducción de las tradicional, a las que calificará de economicistas y emparentadas con el
divisiones entre asalariados y no asalariados. La cultura de izquierda punto de vista capitalista. Es precisamente este pecado original el que le
imperante ha perpetuado esta política en la medida en que identifica impedirá, a juicio del obrerismo, aprehender al marxismo tradicional,
a la clase trabajadora directamente con los productores o con los asa- tanto en sus connotaciones teóricas como prácticas, que la lucha de la cla-
lariados. Para el obrerismo, por el contrario, la clase obrera será defi- se se desarrolla contra el trabajo y que, al mismo tiempo, debe ser vista
nida no por su función productiva sino por su capacidad para disputar como fuente de la crisis y punto de partida de toda organización. En con-
al capital el control social. traposición, la interpretación ortodoxa ha buscado ver en las luchas reac-
3) El tercer nivel incorpora la relación entre el movimiento y sus organi- ciones de la clase para con el trabajo, de donde se deduce una lectura de
zaciones “oficiales”, sean los sindicatos, los partidos obreros o las mis- la crisis en clave de dificultades del capital para planificar la producción.
mas organizaciones ligadas a la asistencia, como las obras sociales. En Es la anarquía de la producción, como irracionalidad externa del modo ca-
este sentido el obrerismo rechazará cualquier intento de identificar a pitalista de producción, el factor desencadenante de las crisis, las que
la clase con sus organizaciones. Más aún, para el obrerismo las luchas adoptan formas variadas ya de competencias intercapitalistas, ya de gue-
de los 70, generadoras de la crisis capitalista, se desarrollaron por fue- rras imperialistas. A ojos de la izquierda la clase obrera no es la genera-
ra y contra esas mismas organizaciones. Aunque con igual criterio de- dora de la crisis sino en todo caso una inocente víctima de las contradic-
sestima aquellos análisis que, autoproclamados bajo una pureza de ciones internas del capital, un elemento subordinado en la contradicción
clase, analizan las luchas independientemente de las organizaciones global. Por ello la izquierda está preocupada por la defensa de la clase
de la clase. Al margen de que impulse o no un punto de vista de clase obrera.
en el proceso de lucha, toda organización del movimiento desempeña Esta lectura y análisis de la crisis por parte del obrerismo lo conducirá
un papel en la relación entre clase obrera y capital. al rechazo de la propuesta básica ensayada hasta ese momento: el socia-
4) Finalmente todos estos aspectos deben relacionarse con las iniciativas lismo. El obrerismo planteará la necesidad de liberarse de viejas concep-
capitalistas en términos de planificación general social, inversiones, ciones y terminologías obsoletas ante los niveles modernos de confronta-
innovaciones tecnológicas, políticas de empleo y el conjunto de institu- ción de las clases. El socialismo en este sentido significará, bien encontrar
ciones de la sociedad capitalista. Es en el terreno de las relaciones en- solución a la degradación del trabajo en pequeña escala, en cuyo caso re-
tre las dinámicas de luchas de la clase obrera y los cambios institucio- sulta absolutamente inútil, bien una estrategia capitalista de planifica-
nales donde el análisis de la recomposición de clase alcanza su nivel ción a la que debemos oponernos.
más significativo porque pone en evidencia el poder de la clase obrera De cualquier manera, en este punto de la composición de clase el obre-
para transformar el capitalismo. rismo se diferenciará igualmente de los análisis de Luckács descriptos en
Historia y conciencia de clase, a quien vinculan con la tradición subjetiva
174 César Altamira El obrerismo italiano 175

hegeliana tras su análisis del pasaje de conciencia en sí a conciencia para Presente y futuro del obrerismo
sí. Se aparta igualmente de la construcción subjetivista de E.P. Thompson
en La formación de la clase obrera inglesa al considerar que éste, tras la ¿En qué ha devenido hoy el obrerismo en Italia? Contestar esta pregun-
acumulación de hechos subjetivos, termina asumiendo la domesticación ta exige tomar en consideración algunos de sus elementos constitutivos.
progresiva del proletariado; distanciamiento similar adopta con relación En primer lugar, una extraña paradoja envuelve su historia. En efecto,
a Michel Foucault con referencia a su teoría del disciplinamiento de los a pesar de que renegó de manera explícita del rol de la vanguardia, no re-
asalariados.23 Por el contrario, el análisis del obrerismo de los 60, extraí- sulta difícil rastrear en su desarrollo el papel fundamental jugado por la
do de la acumulación de hechos objetivos, entrega una imagen de clase intelligentsia –es decir, el cuadro político–. La práctica social constante y
obrera que es explotada pero no sometida, y que en todo caso significa la permanente lucha política que impregnaban su dinámica lo empujaron
siempre una amenaza para el capital. a modificar continuamente sus fronteras, tras los intentos por reconocer y
Las diversas manifestaciones del obrerismo concluirán diferenciándose desarrollar las tendencias futuras; por descubrir las grandes corrientes de
de las corrientes contemporáneas marxistas así como de la escuela del la historia, aun cuando éstas se mantuvieran todavía subterráneas. En ese
pensamiento crítico. En efecto, a pesar de compartir con el althusserianis- sentido el obrerismo no se apoyó jamás en las fuerzas inerciales del movi-
mo la crítica al revisionismo y el retorno al Marx científico de El capital, miento, ni en los condicionamientos de la memoria, ni siquiera en el plan-
el obrerismo rechazará la propuesta estructuralista de articulación de lo teo de lo ya vivido y actuado históricamente. La función de la intelligentsia
económico y lo político, su línea de trabajo de continuidad y ruptura entre en la sistematización de las teorías sociales y en la producción del imagi-
Marx y Hegel y el papel otorgado a las ideologías. El tema del rechazo al nario colectivo constituyó para el obrerismo poco más o menos que una ac-
trabajo que el obrerismo enfatiza sobremanera como una dimensión fun- titud vital. Al mismo tiempo, casi como un reflejo compensatorio, el intelec-
damental de la lucha de clases y el rechazo a la utopía del trabajo libera- tual asumía los oscuros avatares de la Realpolitik, de lo mundano y concre-
do separarán al obrerismo de aquella crítica radical al trabajo propuesta to; en fin, los resultados tangibles de la acción política de la organización,
por teóricos como Stephen Marglin (1996) y André Gorz (1989, 1991). En con el riesgo de convertirse en ideólogo milenario. En este aspecto residió
todo caso, el argumento de que en el corazón del sistema capitalista toda- la función esencial y contradictoria del cuadro político. Por lo demás, es en
vía existe otra forma de trabajo corresponde, para los obreristas, ya a la esta actitud donde el obrerismo se distanció de las estructuras partidarias
utopía, ya al embalaje ideológico que gesta la nueva productividad social del marxismo oficial, a las que les achacó siempre mantener un rechazo y
del trabajo asalariado. Finalmente, con relación a la escuela de Frankfurt, desprecio por la intelligentsia, para requerir y demandar, como contrapar-
si en un comienzo tomaron distancia, posteriormente, cuando la problemá- tida, la constitución de una burocracia que, apoyada en los reflejos que pro-
tica de la subjetividad revolucionaria y el análisis del proceso de legitima- yectaba la inercia de las masas, impulsaba el permanente reciclaje de lo ya
ción adquirieron importancia para el autonomismo en los 70, las diferen- vivido. De esta manera, para el obrerismo se terminaba subordinando la
cias se acortaron. En el ámbito teórico el obrerismo sostiene que la capa- política a las necesidades e intereses del partido.
cidad de integración del capitalismo tiene límites internos y estructurales. Sin embargo, y en segundo lugar, debemos recordar que el sistema teó-
De hecho para el obrerismo la clase obrera debe moverse en el capital y por rico del obrerismo habría de transformarse en 1977 al contacto con el mo-
sobre todo contra el capital, porque de otra manera el capitalismo no po- vimiento de masas. La centralidad obrera fue reemplazada por la centra-
dría funcionar. De ahí entonces que el capital no pueda alcanzar un con- lidad del nuevo “obrero social”; enseguida, una construcción política asen-
trol unilateral sobre la clase. Tanto la revolución cuanto la subversión tada en la “toma del poder” dio paso al desarrollo de una contrasociedad
constituyen una posibilidad permanente que subyace en el corazón del sis- que se sustraía al poder, tras la jerarquización ahora de las emociones, los
tema y no en sus márgenes culturales, esto es, en aquellos excluidos del deseos y el subjetivismo pertenecientes a la nueva centralidad. Finalmen-
trabajo asalariado por la crisis, como lo supone Herbert Marcuse (1972). te este planteo de emociones potenciadas y prioridades subjetivas termi-
nó desplazando el anterior acento puesto en la violencia espontánea de las
masas en su diario enfrentamiento con el capital.
23. Si bien Foucault no hace mención explícita al disciplinamiento de los asalariados en
A pesar de ello, subsistieron numerosos conceptos y categorías propios
obras como Vigilar y castigar (1988) y particularmente en su conferencia en la Universidad del viejo andamiaje teórico, como la noción de la identidad de clase cons-
de Brasilia en 1976 (Foucault, 1981). tituida según la traza de las líneas de división del trabajo y del espacio ur-
176 César Altamira El obrerismo italiano 177

bano; como la categoría rechazo al trabajo en tanto forma de liberación del históricas particulares en que ésta hubiera surgido, era razón suficiente
asalariado y simultáneamente de sabotaje a la producción; como la idea para considerar a estos individuos como engranajes de un tramado mayor
de la defensa del trabajador del tiempo para sí, de su tiempo de vida; en de organización subversiva vestía a esta concepción con ropajes verdadera-
fin, como la importancia asignada a las luchas con relación a los términos mente racistas. De esta manera la ligazón entre los cuadros políticos no fue
monetarios del cambio así como la fidelidad al pensamiento de Marx, con- considerada por la Justicia como una vinculación mediada por la organiza-
siderado verdadera frontera teórica para cualquier análisis crítico de la ción política sino como una relación en sí misma. Ante tales acusaciones los
sociedad. obreristas reaccionaron primero reivindicando cada uno de ellos su histo-
Pero esta continuidad observada no excluyó un proceso de ruptura ria personal, y luego identificándose con una línea de defensa colectiva que
irreversible con el pasado. En efecto, serán sus propios padres fundadores adoptó el nombre de disociación. Bajo el paraguas de la liberación de los de-
–para esos tiempos– los que abandonarán las ideas centrales, mientras tenidos y el retorno de los exiliados, y como manera de acercar posiciones
una minoría –casi como un ritual de veneración– se parapetaba cuidado- en un diálogo con el “sistema de partidos” para salir de la emergencia, la
samente en sus contenidos primarios. Se repetía con el obrerismo italia- disociación emprendió una crítica sin reparos a los postulados primarios,
no una experiencia similar a la sufrida por las ideas obreristas, revolucio- promovió la destrucción de la memoria e incluso el rechazo de la experien-
narias y de acción directa que, pertenecientes al primer movimiento co- cia obrerista como tal. El obrerismo entraba así en una nueva fase de su
munista, habían sido dejadas de lado a expensas de la constitución de los historia. De todos los comportamientos políticos adquiridos durante la pri-
frentes populares de 1935. Luego de 197724 el obrerismo habría de caer en sión sin duda que la disociación fue el único capaz de generar algún aglu-
las tinieblas teóricas. Mientras las minorías obreristas se aglutinaban pa- tinamiento político. Aun aquellos que la consideraron una traición permi-
ra rendirle culto al obrero masa, la mayoría de los cuadros políticos se lan- tieron que ella representara al conjunto de los prisioneros políticos. Se po-
zaban a una búsqueda difícil y confusa para dar cuenta de los nuevos pro- dría decir que después de la centralidad de los marginales el obrerismo eli-
blemas que planteaban el desarrollo de la crisis capitalista y la reestruc- gió la centralidad de los prisioneros políticos.
turación en marcha. En esos tiempos de parate y oscurantismo teórico En este proceso de oscurantismo teórico y marginalidad política el
fueron sorprendidos por la represión. obrerismo se sumergió en una profunda crisis que finalmente devino en
Finalmente el 7 de abril de 197925 se abría una nueva etapa en el desa- su fracaso político. Las diversas corrientes internas de la Autonomía co-
rrollo del obrerismo, modelado de aquí en más por la coerción judicial y la menzaron a cuestionar, a partir de 1977, aquella línea de trabajo políti-
supervivencia material. Quizá uno de los efectos más importantes produci- co y de enfrentamiento con la patronal que lo había caracterizado. De ahí
dos por la represión sobre la naturaleza del autonomismo tenga que ver con que 1977 se convirtiera en un momento de quiebre en el desarrollo del
el aislamiento a que fueron sometidos los cuadros políticos. La tesis susten- obrerismo. Eran los tiempos en que los sindicatos apoyaron la colabora-
tada por el juez Pietro Calogero y la Justicia romana sostenía que en el in- ción con la patronal, burocratizaron sus estructuras y alcanzaron acuer-
dividuo social y político producido por Potere Operaio residían los códigos dos laborales que, al resguardar celosamente la disciplina fabril, termi-
genéticos subversivos de las Brigadas Rojas. La suposición de que la mera naron rechazando de plano las perspectivas políticas obreristas. Bien po-
pertenencia a una organización, independientemente de las condiciones demos afirmar que las últimas luchas permeables a la influencia obreris-
ta pueden remitirse a la huelga de treinta y cinco días en octubre de 1980
en la Fiat de Turín, contra los despidos generados por la patronal. De es-
24. Nos referimos a la eclosión del movimiento de los marginales (emarginali) en todas las ta manera, abandonado por sus padres, el obrerismo se prolongó como
ciudades italianas a partir de la primavera de 1977, proceso donde los movimientos cultura- una cultura subterránea, una suerte de patología de la clase obrera fa-
les postsesentayochistas conocieron una expansión sin precedentes. Los violentos enfrenta- bril italiana. El proceso que siguió marcado por la crisis de negociación
mientos en Bolonia, que asumía para esa época el papel de vitrina política del compromiso en todos los niveles, los despidos, la expulsión de los militantes sindica-
histórico alcanzado, precipitaron la ruptura definitiva de los movimientos sociales y de la iz-
quierda extraparlamentaria.
les por la Cassa Integraziones,26 el cierre de fábricas y las divisiones en-
25. Fecha de la detención de Toni Negri y una treintena de militantes de la Autonomía en
Milán, acusados de conformar el brazo político de las Brigadas Rojas, que había dado muer-
te, luego de su secuestro, al ex primer ministro italiano y presidente de la Democracia Cris- 26. Institución que sostenía temporariamente al trabajador desocupado y/o a la empresa con
tiana Aldo Moro. dificultades productivas.
178 César Altamira El obrerismo italiano 179

tre las fuerzas sindicales habría de alimentar aun más la marginalidad autovalorización siguiendo las líneas de clase, resultan todavía válidos.
del obrerismo. Que la lucha contra la polución, contra la droga y contra la destrucción fí-
De cualquier manera, el obrerismo representa la memoria de una épo- sica de la clase obrera operada por el proceso de desindustrialización, así
ca cuya experiencia fue lo suficientemente intensa y creadora como para como la presión por el mantenimiento del Estado de bienestar, fueron to-
dejar una pesada herencia en la memoria colectiva y constituirlo hoy en dos temas propuestos en su oportunidad por el obrerismo. En cuanto a los
un cultura residual aunque no por ello minoritaria. Luego de su crisis, del análisis del desarrollo capitalista, de la gestión imperialista de la mone-
encarcelamiento y exilio de sus cuadros, comenzó un período sombrío de da y del dólar, de la desreglamentación, de la prosecución sistemática del
abstencionismo político de masas y de pasividad conflictiva que profundi- empobrecimiento social y del desempleo creciente, del fin de las ideologías
zó su diáspora. El problema de transformar al obrerismo de cultura resi- y de las prácticas integracionistas, todos ellos pertenecen en realidad al
dual en nuevo motor de la transformación es una tarea pendiente. A ello patrimonio del obrerismo con posterioridad a 1977.
han contribuido sin duda los últimos trabajos de Antonio Negri, Sergio
Bologna, Paolo Virno, Franco Berardi, Christian Marazzi, Giuseppe Coc-
co, Maria Rosa Dalla Costa, entre otros.
Si de lo que se trata es de recomponer una perspectiva de superviven-
cia y de continuidad de una historia política, entonces el obrerismo debe-
ría retomar aquel proceso de reflexión social que le permitió ser el vehícu-
lo político, el contacto de las más diversas experiencias de lucha en las dis-
tintas geografías y productor de imaginarios colectivos. Cuenta para ello
con la sedimentación de una cultura obrerista que devino casi sentido co-
mún en otros tiempos, tras las experiencias de las luchas obreras. Cultura
fundamentada en la firme convicción de que la clase obrera era capaz, ba-
jo relaciones de fuerzas favorables, de imponer mejores condiciones de tra-
bajo, de comprender, aprehender y mejor utilizar en provecho propio las
armas de la tecnología, de asumirse como el motor del proceso de reorga-
nización sindical y fiel de la balanza del equilibrio político general. La cen-
tralidad obrera del obrerismo italiano se materializó en realidad en el pro-
tagonismo obrero, pivote de esa cultura política. Cultura que desarrolló un
universo de signos típicos, que no se limitó a proponer reivindicaciones si-
no que proporcionó una metodología de discusión y de encuentros colecti-
vos: las asambleas en fábrica testimonian el desarrollo de estos gestos ca-
racterísticos. La dinámica social de movilización y marchas, la desarticu-
lación creciente de la disciplina en la línea, la capacidad para alterar las
relaciones de fuerza con la patronal, la práctica de huelgas que con poca
energía provocaban el máximo de caos en la producción, todo ello impreg-
nó durante largos años la cotidianidad sindical en las fábricas italianas
de los 70.
Por lo demás, si observamos lo nuevo que ha sucedido bajo el cielo po-
lítico europeo y americano en estos últimos años, percibimos que los mi-
tos y las prácticas de los nuevos movimientos han traducido y recogido las
ideas del movimiento italiano previo a 1977. Que el análisis de clase y de
división del trabajo producido en su momento por el obrerismo así como
la importancia adjudicada a los problemas de identidad colectiva y a la
Capítulo 3
El open marxism

Introducción

Uno de los primeros trabajos del open marxism,1 In and Against the Sta-
te (1980), asocia los orígenes de esta escuela a dos fenómenos de la época.
Por un lado, la crisis de la nueva izquierda británica que se desencadena
con posterioridad a la neutralización de la ofensiva obrera de fines de los
60. Por otro, la necesidad de dar una respuesta desde el espacio socialis-
ta a la embestida thatcherista desplegada en la segunda mitad de la dé-
cada de los 70. Por ello sus inicios no nos remiten de manera directa a la
crisis capitalista de los 70; tampoco responden linealmente a alguna res-
puesta de masas ante la política de reestructuración capitalista.
Sus raíces están más próximas, en términos generales, al intenso de-
bate sobre el Estado promovido en el seno de la izquierda marxista, fren-
te a la crisis del Estado de bienestar y su reestructuración thatcherista. Y
en particular más cercanas a las contradicciones que generó en un conjun-
to de intelectuales marxistas –algunos de ellos ligados al campo académi-
co– su doble condición simultánea de agentes estatales y militantes socia-
listas. Este proceso primario de discusión habría de culminar con la apa-
rición de In and Against the State.
Si en Francia la lucha de clases alcanzó un pico particular en 1968 y
en Italia adquirió una dinámica de fuertes enfrentamientos que modela-
ron el “otoño caliente” de 1969, en Inglaterra se gestó desde 1969 una cre-

1. Designamos con este nombre el espacio teórico-político de reflexión marxista que contó en-
tre sus principales exponentes a autores como John Holloway, Werner Bonefeld, Posmas
Psychopedis, Richard Gunn y Simon Clarke. Su denominación proviene de los tres volúme-
nes que, con autoría de Open Marxism, aparecieron en los primeros años de la década del
90. Siendo Holloway su integrante más conocido en la Argentina y en todos los países de ha-
bla hispana, por razones expositivas el open marxism aparecerá homologado muchas veces
con este autor, aunque no lo refleje de manera unívoca.
[ 181 ]
182 César Altamira El open marxism 183

ciente ola de luchas, que habría de culminar en la primavera de 1974. El relación a la Unión Soviética, en el distanciamiento del compromiso con
proceso se inició con las revueltas obreras de 1969 en oposición a las dis- la revolución proletaria.
posiciones de gobierno tendientes a controlar la actividad sindical que cre- De esta manera los estudiantes del 68 iniciaron su larga marcha por
cía al margen de las direcciones oficiales de los sindicatos. Sufriría una las instituciones de la izquierda en sus diversas variantes. Algunos, de
tregua después de la derrota de la huelga de los trabajadores postales a planificadores del comportamiento del movimiento obrero, se convirtieron
comienzos de 1971, se reanimaría en el verano de ese año con la intransi- en profesores y maestros universitarios, proceso que otorgó al marxismo
gencia de los trabajadores de los astilleros ante el cierre de las fuentes de el certificado de teoría académica respetada. Otros retomaron el antiguo
trabajo, para prolongarse en las ocupaciones fabriles de 1972, la primera camino para convertirse en funcionarios de nuevo tipo.
huelga nacional minera luego de cuarenta y seis años, la huelga nacional Sin embargo, este marxismo académico fue hegemonizado por el es-
de los portuarios y constructores y la movilización de los trabajadores de tructuralismo althusseriano, esto es, por el arco renovado del PCF que veía
los servicios públicos y hospitales en 1973 (Harman, 1998). en el partido de los intelectuales el único portador de la verdad científica.
En realidad hacia los 60 el capitalismo británico daba muestras de ha- A medida que el marxismo althusseriano desplazaba todo el espectro mar-
ber perdido claramente la batalla ante el capitalismo alemán y el japonés xista anterior, acompañado en esta política por la vanguardia intelectual
en la disputa por mayores porciones del mercado mundial. Las sucesivas marxista de New Left Review, simultáneamente Nicos Poulantzas se eri-
crisis de su balanza de pagos testimoniaban este fenómeno. El gobierno y gía como su representante en la ciencia política y adquiría trascendencia
el empresariado británico apostaron entonces al disciplinamiento de las la polémica con Ralph Miliband.
bases de la poderosa central de trabajadores británica Trade Union Con- Pero hacia fines de los 70 ambas corrientes de izquierda se encontra-
gress (TUC) como manera de aumentar la productividad del capital. En ese ban en crisis. En Gran Bretaña, la ofensiva proletaria había sido exitosa-
contexto más general de enfrentamiento se gestó el ciclo de luchas antes mente contenida y limitada a espacios políticos y económicos previamen-
mencionado. te establecidos. El giro trascendente de la contraofensiva capitalista ha-
Fue en ese marco de ofensiva obrera de fines de los 60 y comienzos de bría de producirse cuando el Partido Laborista, en el congreso partidario
los 70 cuando la nueva izquierda británica se dividió en dos grandes gru- de 1976, abandonara definitivamente el keynesianismo como ideología
pos. Por un lado aquellos reconocidos militantes y activistas de los nuevos para adherir al monetarismo (Bonefeld, Brown y Burnham, 1995: 36). De
movimientos sociales: feminismo, ecologismo, movimiento de liberación ahí en más el núcleo del programa laborista estaría conformado por una
homosexual, de liberación negra y de ocupación urbana (squatters). Por política de recortes sucesivos del gasto público y el progresivo abandono
otro, los sobrevivientes del 68, que viraron de manera casi irresistible ha- de todo intento por alcanzar una redistribución progresiva del ingreso.
cia la convergencia con las tradicionales organizaciones de izquierda. El colapso de los acuerdos socioeconómicos de posguerra hacia fines de
Eran tiempos en que el conjunto de los movimientos alternativos combi- los 60 habría de significar un verdadero turn over en la historia política y
naban una visión utópica de transformación de la sociedad y preservación social de los países capitalistas occidentales. La respuesta de la nueva de-
de las esperanzas comunistas ante la ofensiva obrera, con una intensa ac- recha fue un llamado a la superación de toda restricción a la acumulación
tividad social militante, al tiempo que adoptaban una ideología y una del capital y el inmediato reemplazo de las decisiones gubernamentales
práctica política antiestatal que los conduciría a convertirse en lo que pos- de política económica por las decisiones soberanas del mercado. Esta nue-
teriormente se llamaría la izquierda libertaria. A su vez, el viraje de la va derecha pronto habría de hacer pie, crecer y ganar las estructuras del
nueva izquierda significó no sólo el reanimamiento de las diversas varian- Partido Conservador británico. Por su lado, como respuesta a la revolu-
tes trotskistas sino que otorgó también un renovado impulso al Partido ción thatcherista, la Nueva Izquierda convocó a la socialización del capi-
Comunista Británico (PCB). Como una enorme ironía de la historia, mu- tal y la democratización de la economía y el Estado. Entre sus integran-
chos de quienes engrosaron hacia los 60 la nueva izquierda –como reac- tes más destacados debemos mencionar para esa época a Stuart Hall,
ción a la política stalinista que derivó en la invasión a Hungría– se rein- Ralph Miliband, Leo Panitch, Colin Leys, Edward Thompson, entre otros.
tegraron, menos de veinte años después, al PCB con proyectos de modifi- El crecimiento de la nueva derecha y el afianzamiento del monetarismo
carlo y rehabilitarlo. En este aspecto eran coincidentes con la variante habrían de agudizar la crisis en la Nueva Izquierda. En realidad, lo que
que presentaba la vergonzante política del eurocomunismo, que pretendía en Gran Bretaña se dio en llamar nueva izquierda hacia los 70, había
superar la dependencia política de los partidos comunistas europeos con emergido realmente en la década de los 50, como intento de generación de
184 César Altamira El open marxism 185

una alternativa socialista ante el centralismo democrático comunista y el neral surge “Beyond the fragments”. Tanto Simon Clarke como John Ho-
parlamentarismo socialdemócrata. Si bien la Nueva Izquierda nunca al- lloway y Werner Bonefeld –todos integrantes destacados de la futura es-
canzó a conformar un partido político que vehiculizara este proyecto, sus cuela del open marxism– habrían de participar en la discusión de este do-
principales figuras permanecieron escépticas simultáneamente con rela- cumento que buscó proyectar su acción más allá del fracaso del movimien-
ción a la posibilidad de convertir al propio laborismo en el portador polí- to feminista y la izquierda leninista. Buceando en las propias experien-
tico de esas posiciones. A pesar de las dificultades para convertirse en una cias, el texto constituyó una seria crítica a ambos grupos en particular y
alternativa orgánica, la Nueva Izquierda habría de crecer en el interior a la Nueva Izquierda en general. Sin embargo, mostró sus limitaciones.
del Partido Laborista pese a las casi petrificadas posiciones sustentadas No sólo fracasó en su intento de proponer una nueva forma de práctica po-
oficialmente. No sólo se propuso superar aquella visión laborista que veía lítica alternativa a la Nueva Izquierda para la recuperación de sus lu-
en el Estado el simple proveedor de servicios a ciudadanos, por lo demás chas, sino que tampoco avanzó en la crítica formulada al centralismo de-
excluidos de su control, sino que presupuso la necesidad de cambiar al mocrático y a las políticas socialdemócratas partidarias. Por lo demás, re-
partido como requisito previo para la reforma del Estado, acercándolo a chazaba las políticas de los movimientos autonomistas que se desarrolla-
las masas y democratizándolo como forma de alcanzar también una solu- ban en ese momento en Italia y, tras su convocatoria a unirse al Partido
ción democrática a la crisis capitalista. De cualquier manera la reacción Laborista, reveló manejar una concepción acrítica sobre la unidad de la iz-
interna del laborismo fue tan visceral que las propuestas no pudieron quierda.
avanzar, sucumbieron en el intento y sólo pudieron presentar a la socie- Otra de las respuestas ensayadas ante la crisis de los 70 fue el ya men-
dad los conflictos intrapartidarios. Esta nueva izquierda será así, de algu- cionado trabajo del London-Edinburgh Weekend Return Group In and
na manera, precursora del nuevo laborismo de los 90 de Tony Blair. Against the State. Echando mano a la categoría forma de Estado o forma
Por su parte, la izquierda anarquista visualizaba en el nuevo clima Estado como concepto teórico central, Holloway y otros, presionados por
político y económico una verdadera amenaza para la construcción de es- su doble condición de impulsores de las políticas de Estado de bienestar
pacios alternativos de vida, al tiempo que el crecimiento del poder de la –en cuanto trabajadores estatales– y su práctica política de lucha contra
derecha transparentaba la debilidad y carencia de unidad de los movi- el Estado, en tanto militantes socialistas, buscaron demostrar cómo era
mientos sociales ocupados cada uno en la defensa de su propio proyecto. posible para los trabajadores del Estado luchar en (in) y contra (against)
Pero la embestida de la derecha y el impacto de la crisis estimuló un el Estado (London-Edinburgh Weekend Return Group, 1980: 5). El traba-
proceso de intensa autocrítica que culminaría en sucesivos llamados a la jo posee un mérito particular porque avanza sobre aquella respuesta, tan
unidad de la izquierda. común en el campo de la izquierda, que limitaba su accionar a la simple
Una de las más significativas reacciones en ese sentido estuvo encar- defensa del Estado de bienestar, y porque denunciaba igualmente que la
nada por el documento de 1979 “Beyond the fragments”. Lanzado origi- forma de Estado de bienestar había servido durante mucho tiempo para
nalmente como un paper de discusión, portador de la experiencia de tres desmovilizar a la clase obrera. Comparado con “Beyond the fragments”,
mujeres activistas en los movimientos de izquierda, en el trotskismo y en In and Against the State es un texto mucho más agudo y crítico en rela-
los grupos de la vieja izquierda, el documento daba cuenta del fracaso del ción con los peligros que significaba el entrismo en el Partido Laborista
movimiento feminista y de los llamados trotskistas “blandos”, en su inten- para hacerse cargo de los gobiernos locales y revelar una mayor compren-
to por movilizar los movimientos sociales tras estructuras organizativas sión acerca de la problemática que la lucha de los trabajadores estatales
de tipo leninista. adquiría en su doble contenido: en y contra el Estado. De cualquier ma-
En realidad hacia fines de los 70 el movimiento feminista se encontra- nera, más allá de los avances teóricos incorporados, In and Against the
ba en una profunda crisis, cruzado por tensiones nacidas del choque en- State no pasó de representar un simple llamado a la lucha contra el sec-
tre las llamadas feministas socialistas y el ala radicalizada del feminis- tarismo, sin capacidad para transparentar cómo el proyecto socialdemó-
mo. Si por un lado esta última se había encerrado en un misticismo que crata de construcción del socialismo era necesariamente parte de la for-
fomentaba su aislamiento, las otras veían que el movimiento, cual gueto ma Estado y requería de la desmovilización de la clase obrera. No extra-
de clase media desfalleciente, se deslizaba hacia una dinámica peligrosa, ñó pues que terminara en otro fracasado planteo de unidad de la izquier-
por lo que se encontraban particularmente interesadas en la reafirmación da que contribuyó a engrosar la estampida de cuadros hacia el Partido
de su pertenencia diaria a la clase obrera femenina. En este contexto ge- Laborista.
186 César Altamira El open marxism 187

Casi simultáneamente con la divulgación de los textos mencionados se encontró en la CSE un ámbito que les permitió inicialmente superar su
constituyó en 1969 la Conference of Socialist Economists (CSE), entre cuyos aislamiento.
integrantes fundadores se destacaban Simon Clarke, John Holloway, An- Si observamos los distintos momentos en el desarrollo de la CSE es po-
drew Glynn, entre otros. Iniciada como una conferencia anual, la CSE reco- sible señalar siempre un punto de tensionamiento característico para ca-
noce sus orígenes en el desencantamiento socialista provocado por la polí- da etapa. Así, durante los primeros tiempos la discusión se referenció en
tica socialdemócrata del gobierno laborista de James Callaghan (1966- los intentos por determinar las diferencias existentes entre la economía
1970). Originalmente establecida como un foro de economistas, sus debates marxista y la burguesa. Para los keynesianos radicalizados, en la medida
pronto habrían de dejar atrás los excluyentes espacios económicos para in- en que la economía marxista podía ser fácilmente reformulable en térmi-
corporar lecturas que percibían el desarrollo económico como un aspecto nos keynesianos, el asunto era simple. Para ellos el mérito de Marx se re-
más del desarrollo capitalista global, puesto que en un contexto de crisis mitía a haber sido antecesor de Keynes. Pero sus defensores pronto ha-
económica y creciente agudización de los conflictos políticos e ideológicos, brían de separarse de la CSE. De cualquier manera rápidamente pudo
no había margen teórico que permitiera aislar las temáticas económicas de comprobarse que el eclecticismo keynesiano, por más virulento que apa-
las referencias políticas. A medida que la crisis avanzaba y se instalaba en reciera, se mostraba impotente para oponerse a la socialdemocracia labo-
las principales economías capitalistas, quedaba más claro que el futuro rista así como para generar una alternativa socialista de nuevo tipo. Por
curso del desarrollo económico y social dependía antes bien de las resultan- ello el principal debate durante esta primera fase no opuso a keynesianos
tes de las luchas político-sociales que de leyes económicas inmanentes, fue- y marxistas sino que se orientó, ya a intentos de formulación de conclu-
ran éstas de inspiración marxista o neoclásicas. Quedaba igualmente evi- siones de la economía marxista en términos de alguna variante de la teo-
dente que el resultado último de esas luchas no podía ser visto simplemen- ría del equilibrio general, ya a la afirmación explícita de las incompatibi-
te como producto del deseo y la determinación de las fuerzas en juego, sino lidades absolutas entre uno y otro cuerpo teórico. El debate fue de por sí
que su devenir último debía enmarcarse en la estructura política, económi- fructífero por cuanto no sólo incorporó cuestiones técnicas y económicas
ca e ideológica en la que se desenvolvían. La dinámica de masas había po- sino que puso en el centro de la discusión una cuestión fundamental: ¿que
tenciado ya durante los 60 la necesidad de debatir la relación entre los es- era (es) la economía marxista? Desde 1972 hasta 1976 y aun con posterio-
pacios económicos y políticos, entre estructura y lucha, cuando se persiguió ridad, aunque esporádicamente, los esfuerzos estuvieron encaminados a
comprender el rol del Estado capitalista. la elaboración de lo que debía considerarse economía marxista. Este mo-
Ahora bien, la historia de la CSE puede dividirse en dos fases marcada- vimiento aceleró el interés por las principales categorías marxistas desa-
mente diferentes. Una primera etapa, que se extiende hasta el congreso tando controversias alrededor de la ley del valor, el trabajo productivo e
en Coventry en 1976 (Simon, 1994), intenta alcanzar una comprensión improductivo, la acumulación y la crisis así como sobre la teoría del impe-
acabada de El capital de Marx que permitiera analizar el comportamien- rialismo.
to de la economía capitalista en la segunda mitad del siglo XX. Una segun- El intento de reformular la economía marxista como una modalidad
da etapa, marcada sustancialmente por la aparición de la revista Capital de la teoría del equilibrio general suponía implícitamente que el objeti-
& Class, que significará el abandono del perfil sustantivamente economi- vo de Marx había sido proveer una determinada teoría de los precios –in-
cista de sus integrantes junto con la incorporación de un sinnúmero de cluyendo salarios, tasa de beneficios y, bajo condiciones determinadas, la
historiadores, sociólogos, anarquistas y militantes sociales que habrían de tasa de acumulación– formulada en términos de un conjunto de ecuacio-
darle una nueva impronta. nes simultáneas con solución determinada. Esta percepción resultó coin-
Debemos recordar que los avances en la teoría marxista hasta el mo- cidente con la crisis de la versión dominante del equilibrio general, cuer-
mento de la fundación de la CSE se habían circunscripto casi exclusiva- po teórico que para muchos economistas burgueses se había constituido
mente a la historia y la filosofía (Anderson, 1979), sin que se destacaran en la base del marxismo. La crisis de la teoría general del equilibrio im-
teóricos marxistas que polemizaran con el predominante keynesianismo puso a la economía burguesa un enorme desafío. En ese marco general
de izquierda. La formación de la CSE atrajo igualmente a un conjunto de surgieron aquellas teorías cuantitativistas que basan la determinación
economistas no marxistas, con incidencia académica, quienes rechaza- de los precios en el conocimiento de los coeficientes técnicos de produc-
ban la economía burguesa y buscaban simultáneamente auscultar el ción, suplantando así aquella vieja regla de oro según la cual los precios
porqué de la desacreditación del marxismo; grupo de intelectuales que eran arbitrados por el juego de la oferta y la demanda (Sraffa, 1975).
188 César Altamira El open marxism 189

No pasó mucho tiempo antes de que el debate pusiera en el centro de bajo concreto, cantidad que por lo demás sólo puede ser determinada cuan-
la discusión las distintas concepciones con relación a la teoría del valor, do los trabajos privados se validen socialmente mediados por la circulación
piedra angular del cuerpo teórico marxista. Así, para los “ricardianos” el de las mercancías y del capital. De ahí que el concepto de valor sólo deba
valor era concebido como una categoría de carácter técnico-económico, ser considerado en relación con el circuito global del capital y no referido
fundante material de la economía que quedaba así definida como una exclusivamente a la producción (Clarke, 1988: 133).
ciencia cuantitativista y esencialmente de carácter material. En térmi- Si bien esta concepción del valor no adquirió relevancia durante esta
nos de David Ricardo el valor era identificado con la cantidad de tiempo primera etapa de formación de la CSE, sentaría las bases para un futuro
de trabajo necesario para la producción de la mercancía. Para los ricar- abordaje del desarrollo capitalista como proceso social desprovisto de to-
dianos este concepto constituía el fundamento de la explotación capita- da fetichización de las formas, y por tanto alejado de toda lectura que so-
lista. En el caso de los “neorricardianos” el concepto de valor estaba aso- brevalorara el aspecto cuantitativo de las magnitudes económicas. Esta
ciado a la categoría de un mero coeficiente técnico, por lo demás, redun- percepción, incorporada posteriormente de lleno en la escuela del open
dante. De esta manera, las teorías asentadas en la determinación física marxism, considera que el estudio de la economía no puede detenerse en
de los coeficientes técnicos terminaron proclamando que toda tecnología el análisis de las categorías fetichizadas de la economía sino que debe pe-
o conjunto de discontinuidades tecnológicas era siempre compatible con netrarlas para dar a luz a la crítica de la economía, revelando los oríge-
tasas estables y en equilibrio de salarios y beneficios. En algún punto es- nes del desarrollo económico en las actividades concretas de los hombres
tas concepciones convergían con las conocidas lecturas que la economía y las mujeres en la producción social de sus vidas. Sobre esta idea central
marxista hacía de la producción donde salarios y beneficios se relacionan hizo pivote el punto de quiebre de la primera etapa de la CSE en la llama-
de manera inversa. da Conferencia de Coventry en 1976.
Se abrió así un debate entre ricardianos, neorricardianos y marxistas La característica más importante de la segunda etapa que se abría
ortodoxos que no se redujo solamente a las controversias acerca de la na- fue la aparición de la revista Capital & Class, la partida de quienes sos-
turaleza del análisis marxista de la economía sino que incorporó también tenían posiciones economicistas y el desarrollo de una corriente de pen-
el estatuto de la ciencia económica como tal. Por lo demás, los distintos samiento donde El capital dejó de ser considerado definitivamente un
abordajes con relación al valor denotaban concepciones diferentes en este texto de carácter exclusivamente económico, aunque sí vital para quie-
sentido.2 Así, aquella radical interpretación de la teoría del valor que otor- nes estuvieran comprometidos en la lucha contra el capital. Se sostenía
gaba a la forma del valor importancia primordial en la aprehensión de la que el análisis de la acumulación no podía ser dejado en manos de técni-
categoría valor perforó todo intentó de formular la dinámica de acumula- cos económicos especializados y que era posible conciliar lo diverso y con-
ción capitalista en términos de leyes inmanentes. Para esta corriente el creto de las luchas contra el capital en sus distintas formas con la uni-
concepto de valor no daba (da) cuenta solamente de la base material sobre dad del movimiento para derrocar al capital. El capital de Marx era (es)
la que se levanta la explotación capitalista, sino también, y de manera in- visto por el open marxism como el estudio de la subordinación de la di-
separable, de su forma social. En el campo de la economía marxista esto versidad de las actividades prácticas concretas a los imperativos de la
significa plantear que el valor no es simplemente un coeficiente técnico; acumulación del capital, impuestos a medida que el capital se mueve en
implica afirmar que el proceso de producción, apropiación y circulación del su circuito de autoexpansión.
valor es un proceso social donde las magnitudes cuantitativas están social- Este abordaje de El capital abonó un camino nuevo, equidistante de
mente determinadas por el curso de las luchas entre y en el interior de las aquella lectura dogmática que veía (ve) toda lucha particular como expre-
clases. De donde la suma del valor contenida en una mercancía particular sión inmediata de la lucha permanente entre el trabajo y el capital, y de
no puede ser expresada por la cantidad de tiempo necesario para su pro- aquel pluralismo ecléctico que considera igualmente como oportunista y
ducción ya que el valor referenciado en esa cantidad de tiempo socialmen- pasajera toda unidad alcanzada a partir de las luchas individuales. De
te necesario de la mercancía está referido al trabajo abstracto y no al tra- ahí la importancia teórica y política que adoptó el desarrollo de la CSE en
esta segunda fase. Según el open marxism, Marx provee las categorías
fundamentales para pensar las relaciones sociales de la sociedad capita-
2. Véanse en este aspecto las diferencias desarrolladas entre ricardianos, neorricardianos y lista, pero no entrega un análisis de la lucha de clases para cada país y
marxistas ortodoxos en Clarke (1988); también en Bianchi (1975). cada época. Aplicar las categorías marxistas para la comprensión de las
190 César Altamira El open marxism 191

luchas en el capitalismo contemporáneo implica, para el open marxism, realismo crítico. En relación con este debate en particular, nos limitare-
un doble proceso: por un lado la confrontación de las categorías marxistas mos a presentar, de manera sucinta, los lineamientos de ambas escuelas
con la experiencia diaria del capitalismo contemporáneo en sus distintas y las críticas más generales ensayadas por el open marxism. Nuestra ta-
variantes, y por otro el contraste con las experiencias obtenidas en las di- rea primordial estará focalizada en una presentación más detallada de la
versas formas de lucha diaria contra las distintas formas que asume el ca- polémica con el regulacionismo y la derivación.
pital. Sin embargo, si en la primera etapa la CSE tendió a olvidar y des- El marxismo analítico o de la elección racional, originado como escue-
preciar la dimensión esencialmente crítica de El capital de Marx, mien- la de pensamiento en los 70, se desarrolló rápidamente durante los 80. Su
tras sus análisis permanecían en el ámbito de la economía fetichizada, el cuerpo teórico exhibía (y exhibe) tres características fundamentales. En
viraje impuesto en la segunda fase la condujo a despreciar toda conside- primer lugar, una preocupación inusual por la búsqueda de la claridad y
ración económica con relación a los procesos de acumulación y crisis del el rigor en el tratamiento de la teoría marxista, cualidad que dio origen a
capitalismo, abordándolos como meros aspectos fetichizados. Este proce- su denominación: marxismo analítico. Esta escuela evaluó críticamente el
so ahogó todo intento de comprender las relaciones existentes entre la significado del clásico postulado del materialismo histórico, aquel que ha-
economía y las otras dimensiones sociales de la crisis. Más aún, diríamos ce mención a las trabas que las relaciones sociales de producción ponen en
que impidió comprender la crisis como una crisis de carácter capitalista. el desarrollo de las fuerzas productivas, prestando especial atención al
La separación generada entre economistas y no economistas –que perdu- exacto significado de los conceptos, al proceso de deducción que conducía
ra hoy– constituye una peligrosa actitud en tiempos en los que el Estado a sus conclusiones y a cuánto sustento daban sus proposiciones a los enun-
intenta limitar su rol en la resolución de la crisis cargando toda la respon- ciados del marxismo tradicional. Motivo de especial preocupación para sus
sabilidad sobre las espaldas del capital. adherentes constituyó la determinación del significado último del mate-
rialismo histórico, de sus elementos más sensibles, así como cuán actua-
les eran (son) sus postulados. En segundo lugar, en su análisis sobre los
trabajos de Marx esta escuela no escatimó la incorporación de conceptos e
Marxismo como emancipación: relación entre teoría y práctica
ideas claramente alejados del marxismo, en especial aquellos provenien-
tes de la filosofía analítica, de la psicología moderna y de la economía neo-
Si bien la mayor parte de los trabajos de polémica del open marxism
clásica así como la construcción de modelos matematizados. Bien puede
están referidos a la controversia abierta con la escuela francesa de la re-
decirse entonces que el marxismo racional alcanzó en ese sentido conno-
gulación y la escuela alemana de la derivación,3 no menos importantes
taciones incontestablemente revisionistas, fundamentalmente en sus pos-
son los artículos de polémica con el marxismo analítico y la escuela del
tulados metodológicos. En tercer lugar, el marxismo racional presentó una
particular tendencia a deducir las proposiciones marxistas relacionadas
3. También conocida como escuela derivacionista alemana o de la lógica del capital. Con epi- con los sistemas socioeconómicos a partir del comportamiento racional de
centro en la Universidad de Berlín, surgió a comienzos de los 70 con el trabajo de Wolfgang los tomadores de decisiones. De ahí la designación del marxismo analíti-
Müller y Christel Neussus (en Holloway y Picciotto, 1978). Engrosada con una serie de tra- co como marxismo de la elección racional. Esta característica permitió en-
bajos (Alvater, 1978; Sonntag y Valecillos, 1977; Hirsch, 1978; entre otros), sus miembros in-
tonces nominarlo ya como alternativa crítica al estructuralismo althusse-
tentaron derivar de las condiciones de existencia del modo de producción capitalista la for-
ma general y las funciones principales del Estado capitalista. Criticando a aquellos autores riano, dominante hacia la década de los 60, ya como opción a la economía
como Clauss Offe y Jürgen Habermas que divorcian el estudio de la política de las condicio- política de Sraffa que convertía al marxismo en una teoría del sobrepro-
nes de acumulación, intentaron fundar lógica e históricamente el origen de la separación en- ducto económico, igualmente fundada en principios estructuralistas.
tre economía y política –que aceptan como un supuesto importante– en la naturaleza del mo- Sus principales escritos teóricos ventilaron aspectos relacionados con
do de producción capitalista. Buscaron derivar el Estado y por ende justificar esta separa-
la economía marxista. Tales fueron los casos de Gerry Cohen (1978, 1988),
ción a partir de la lógica del capital. La “relativa autonomía” del Estado, y su separación y
“particularización” en relación con lo económico sólo pueden entenderse a partir de la estruc-
tura básica de las relaciones capitalistas de producción. En otros términos, la relación entre
dos cosas puede ser comprendida recién a partir de comprender su unidad. En esta perspec- ca, la escuela derivacionista significó un importante avance en la construcción de una “teo-
tiva el derivacionismo construyó una teoría del Estado a partir del tratamiento simultáneo ría marxista del Estado a partir del desarrollo materialista histórico de las categorías que
del conjunto de las relaciones capitalistas y la forma fetichizada que asumen en la sociedad. Marx avanzó en el estudio de la anatomía del capitalismo, es decir, en la Crítica de la eco-
Más allá de los problemas de concepción que acarrea el hecho de separar economía y políti- nomía política” (Holloway y Picciotto, 1978: 7).
192 César Altamira El open marxism 193

de Robert Brenner (Ashton y Philpin, 1988), de Jon Elster (1991) y de idea de que es la estructura de clases de las regiones periféricas la que da
John Roemer (1981, 1989). A pesar de pertenecer a una misma escuela, cuenta de su lugar en el mundo, negando que la explotación de las regio-
sus trabajos diferirían no sólo en relación con los temas de estudio sino nes atrasadas haya sido necesaria para el desarrollo de los países capita-
también con la importancia otorgada ya a las formas individuales, ya a la listas avanzados en la medida en que el capitalismo posee su dinámica in-
elección racional o a la invocación al recurso de razonamientos típicamen- terna de crecimiento.
te neoclásicos. Según Brenner el motor que genera el desarrollo capitalista actuando
En el caso de Cohen, tras una versión tecnologizada del llamado “ma- como una fuerza compulsiva es la propia competencia capitalista. Recor-
terialismo histórico”, el autor se muestra partidario de la existencia de lí- demos que para Marx la competencia externaliza una tendencia más pro-
mites impuestos por la racionalidad como fuerza predominante del com- funda: la apropiación de más y más riqueza como sustrato último; sin es-
portamiento humano, la que, en condiciones de escasez, operaría impul- te antecedente no hay competencia posible. El distanciamiento de Bren-
sando el desarrollo de las fuerzas productivas. De cualquier manera en su ner en este aspecto con relación al economicismo lo conduce a incorporar
análisis deben incorporarse también comportamientos no racionales y rasgos culturales para la comprensión del desarrollo del sistema.
funcionales. Cohen adhiere a aquella versión de materialismo histórico Roemer y Elster conformarán, a su vez, el ala más extrema de la escue-
que ve en el desarrollo de las fuerzas productivas el motor del desarrollo la del marxismo de la elección racional. Para el primero, la teoría marxis-
y el determinante en última instancia (Cohen, 1978). ta cuenta entre sus tradiciones la de haber asociado de manera errónea los
En el caso de Brenner, serán las relaciones de producción capitalistas fenómenos económicos y sociales cuando de hecho conceptualmente son
las que conduzcan al sistemático desarrollo de las fuerzas productivas, distintos y se encuentran separados históricamente. Así, sostiene que la
vinculación que no se cumpliría para las sociedades de producción preca- distribución de las fuerzas productivas, las relaciones de producción espe-
pitalistas. Según él, dos son las relaciones que determinan el capitalismo: cíficas, las “posiciones” de clase y las formas de explotación pueden ser en
la dependencia de los agentes económicos del mercado y el trabajo asala- principio aisladas las unas de las otras, y su combinación sólo es posible
riado. Como los productores individuales no pueden producir todo lo que en términos de la elección racional de los individuos involucrados. Provee
consumen y deben por tanto procurárselo, entonces existiría un incentivo en ese sentido una serie de situaciones abstractas que soportan e ilustran
“natural” para ser eficientes. Más aún, estarían forzados a ser eficientes estas aseveraciones. A partir de ellas Roemer llegará a conclusiones tales
por la propia competencia. La existencia del trabajo asalariado aceleraría, como que es posible alcanzar condiciones de explotación, definida en tér-
a su vez, los continuos cambios en la escala y organización laboral para minos del valor trabajo de Marx, sin producción de plusvalor, o sin la exis-
alcanzar la eficiencia demandada socialmente. Desde esta lectura, las re- tencia de clases. O que es posible la existencia de clases sociales sin explo-
laciones precapitalistas no serían en sí mismas impulsoras del incentivo, tación. Si bien no concluye en que la explotación capitalista carece de im-
ni impulsoras del mejoramiento constante de la eficiencia, a pesar de la portancia, su base debe encontrarse en la desigual distribución de los ac-
extracción coercitiva o la existencia de un sobreproducto producido por los tivos. A su vez, si bien el trabajo asalariado no es accidental en este proce-
productores directos. so, el predominio del mercado de trabajo sobre el de crédito devendría de
En su crítica a la teoría del subdesarrollo Brenner argumentará que el ciertas ventajas que derivan los capitalistas del ejercicio de los medios de
elemento determinante para su calificación no debe ubicarse en el atraso explotación, como su habilidad para intensificar el proceso de trabajo. Sin
de las economías dependientes sino que los pivotes tienen que buscarse en embargo, Roemer estima que el marxismo ha sobrevalorado el proceso de
las distintas estructuras de clase. A partir de esta formulación, Brenner trabajo tras la idea de que es la dominación en la producción la responsa-
rechazará aquellas concepciones sobre el subdesarrollo asentadas en el ble de la explotación y de los antagonismos de clase. Por el contrario, pa-
mercado mundial –como la relación centro-periferia–, o bien en la trans- ra él la desigualdad asentada en la propiedad de los medios de producción
ferencia del sobreproducto entre diversas áreas geográficas. El motor pri- es el factor clave en cada caso y afirma que las fuentes de la explotación
mario de la transición del feudalismo al capitalismo debería buscarse, en- deben buscarse en la propiedad de los medios de producción y no en el pro-
tonces, en las luchas de los campesinos contra los lores; de igual forma to- ceso de trabajo. Esta condición restringe a tal punto la elección racional de
da variación y/o diferencia entre los países capitalistas debería rastrear- los agentes que éstos terminan generando relaciones de clase capitalista
se en ese nivel. Brenner fijará en la lucha de clases el factor inicial deter- que envuelven la explotación y el conflicto aun estando ausente la domi-
minante para las distintas formas de desarrollo capitalista defendiendo la nación en el proceso de trabajo.
194 César Altamira El open marxism 195

Las críticas al realismo crítico y al marxismo analítico ensayadas por ción particular. Se termina adhiriendo, según el open marxism, a una con-
el open marxism forman parte, en realidad, del cuerpo global de críticas cepción dualista: de separación entre lo genérico y lo específico, entre lo
formuladas por esta escuela a las distintas corrientes de pensamiento abstracto y lo concreto, y que exige algún puente o enlace para su vincula-
contemporáneo. ción. Por su lado, la idea de la forma como modo de existencia, tesis a la
Ya vimos cómo, para el caso del estructuralismo, el open marxism to- que adhiere el open marxism, explicita un planteo de otro tipo: si la forma
mó rápidamente distancia de aquella premisa estructuralista fundamen- es la existencia, entonces lo abstracto puede ser concreto y lo específico
tal que, al aceptar la existencia de regiones sociales diferentes –corpori- puede ser genérico. De donde lo genérico es parte de lo específico, y lo abs-
zadas en los espacios económicos y políticos–, terminó sustentando un tracto inherente de lo concreto (Bonefeld, Gunn y Psychopedis, 1992a).
principio metodológico fetichista, al cual decía combatir. Caso similar es Quienes ven la forma en términos de especie tratan de ir más allá aus-
el del realismo crítico que, al echar mano al argumento kantiano central cultando la esencia detrás de las variadas formas sociales. Por su parte,
(Psychopedis, 1992), termina reemplazando la crítica del fenómeno a ana- quienes ven la forma como modo de existencia buscan decodificar las for-
lizar por su consolidación. De igual manera el marxismo analítico o de la mas en y desde ellas mismas. Si los primeros tienden a emparentarse de
elección racional adhiere a una concepción de individualismo burgués y manera más o menos directa con el reduccionismo económico, los segun-
sostiene una separación entre la economía y la política similar al estruc- dos buscan apoyarse en la crítica y el movimiento de las contradicciones
turalismo. para echar luz sobre las formas que adopta la lucha de clases; ellos se opo-
Tanto una como otra escuela, según el open marxism, adhieren a una nen con virulencia tanto al viejo estilo dialéctico como al nuevo estilo so-
frustrada concepción en su abordaje sobre la relación entre teoría y prác- ciológico. Durante los 80 unos se referenciaron en los análisis coyuntura-
tica. En efecto, si para el estructuralismo se trataba de hacer teoría de la les gramscianos para dar cuenta de la transición de un modo de desarro-
práctica, el realismo crítico abordará la relación entre teoría y práctica co- llo fordista a otro posfordista (Hall, 1988). Quienes así lo hicieron creye-
mo externa, casual. Lo que subyace tanto en una como en otra escuela es ron apartarse de aquella lectura que interpreta los cambios históricos co-
una concepción de la teoría de y en la práctica. En este aspecto el open mo producto del funcionamiento de las propias leyes dialécticas. Sin em-
marxism adherirá a una concepción sustancialmente opuesta echando bargo, según el open marxism, su abordaje no dejó de ser muy diferente,
mano a la categoría de forma, que veremos a continuación. ya que toda aproximación sociológica del cambio social como tal busca
Para la escuela británica la forma de una relación social en particular siempre identificar variables clave que clarifiquen los procesos: basta
no debe ser entendida como el carácter específico que ella asume, como lo pensar en las numerosas referencias al desarrollo tecnológico de las líneas
habían interpretado las diversas escuelas de pensamiento, sino que debe- de producción masivas o en los desplazamientos de las articulaciones en-
ría ser vista como su modo de existencia. Dicho de otra manera, las rela- tre la economía y la política para comprobar tal supuesto.
ciones sociales existen sólo y a través de las formas que adoptan. Así la Simultáneamente, la crítica de la categoría forma permitirá al open
mercancía existe solamente a través de la forma dinero, de la forma cré- marxism abordar la propia existencia social como el modo de existencia de
dito y del mercado mundial. Las diferencias teóricas y prácticas con las di- su movimiento contradictorio. De esta manera, la crítica, como arista sus-
versas escuelas hacen pivote sobre estas dos concepciones de la forma: co- tantiva de la teoría, se desarrolla en su objeto y es al mismo tiempo un
mo el dato específico o como el modo de existencia. momento del objeto. De ahí que la crítica como tal suponga la unidad de
Desde una óptica teórica más amplia es posible observar, según el open la teoría y la práctica. Esta concepción conducirá al open marxism a criti-
marxism, cómo aquella idea de la forma como especie, es decir como la ex- car igualmente aquellas concepciones que ven ya en las estructuras, en los
presión de algo más general, ha servido para apuntalar tanto aquella con- hechos empíricos y en las ideologías, formas fetichizadas asumidas por las
cepción que aborda las dinámicas sociales desde la ley general4 que necesi- relaciones sociales. Para el open marxism, el objeto de la crítica se sitúa
ta ser aplicada a toda instancia específica social, como aquella otra donde precisamente en las formas asumidas por las relaciones sociales. Y en es-
la aproximación coyuntural requiere de conceptos intermedios que permi- ta dinámica la crítica se presentará siempre como un proceso abierto, en
ten salvar el bache entre el análisis genérico y el específico de cada situa- la medida en que resulte imposible, bajo estos supuestos, pensar en una
externalidad de la forma asumida por la relación social. Y la crítica será,
al mismo tiempo, esencialmente práctica, en tanto teoriza la forma dada
4. Base a su vez de una particular concepción del materialismo dialéctico. de las relaciones sociales. “La crítica significa el análisis de la forma y vi-
196 César Altamira El open marxism 197

ceversa en tanto todas las relaciones sociales son esencialmente prácti- falseada existencia social sino también, y al mismo tiempo, el propio fal-
cas” (Bonefeld, Gunn y Psychopedis, 1992b: XV-XVI). seamiento a través del cual existe. En ese sentido el marxismo debería
En la tradición marxista “ortodoxa” la unidad dialéctica de la teoría y asumir una posición crítica permanente con relación a las premisas de la
la práctica nos remite de manera casi inmediata al campo de su aplica- propia teoría crítica. Para el open marxism la condición de ser de toda teo-
ción; lo que implica afirmar que el significado práctico de la teoría es con- ría es su crítica permanente. Dejar de lado esa cualidad significará para
cebido en términos de “guía científica” para la práctica política. Bajo este el open marxism ingresar en el mundo fetichizado.
paraguas la práctica social es asumida como algo por fuera del reino de la Para el open marxism el marxismo debe ser considerado una teoría
teoría e, inversamente, la teoría es concebida como existente por fuera del “contra” la sociedad así como una teoría focalizada en la ruptura de la so-
espacio de la práctica, de donde se deriva el dualismo entre pensamiento ciedad capitalista. Esta doble vertiente sólo será posible construirla des-
y práctica social, entre filosofía y mundo vivido. De esta manera la teoría de la negatividad, desde aquellas teorías radicales que constituyen su
se transforma, como en las construcciones burguesas, en una epistemolo- punto de partida en el rechazo de la sociedad existente. La tarea, para el
gía que puede ser aplicada desde afuera a un mundo social externo a los open marxism, se remitirá en este sentido a mostrar, no un marxismo in-
juicios teóricos. La concepción dualista de la relación entre teoría y prác- telectualmente respetado sino, por el contrario, un marxismo investido
tica no sólo presupone la validez social de los conceptos teóricos, sino que por su falta de respeto. Sólo a partir de la concepción contra se puede en-
asume simultáneamente que la comprensión del mundo social exige la tender el marxismo como una teoría de la sociedad (Holloway, 1995b:
aplicación de esos conceptos teóricos. Por ello la capacidad de la teoría en 158). El carácter esencial que diferencia al marxismo de toda otra teoría
sí se deriva del abordaje epistemológico encarado y de su lógica reificada, negativa, de toda otra teoría radical, es, precisamente para el open mar-
que ha sido construida. Los juicios de valor sobre el bien y el mal, califi- xism, su idea de disolver toda externalidad y quedarse sólo con el “noso-
cados como no científicos, son reemplazados por una explicación de carác- tros”. Entender que el capital no es externo al trabajo permite dar cuen-
ter neutro de los eventos, asumida, por lo demás, como el único criterio de ta de la vulnerabilidad de la dominación capitalista, dar cuenta de la fra-
verdad para la calificación de todo trabajo científico. El positivismo y su gilidad de la opresión (ídem: 159).
anverso, el relativismo, les otorgan a las contradicciones –cuya existencia, Precisamente es a partir de esta idea central que el open marxism re-
cierto es, reconocen– un carácter puramente formal. chazará aquella lectura que buscó posicionar al marxismo como una teo-
En la tradición marxista “ortodoxa”, el dualismo entre teoría y prácti- ría superior, asentada en el carácter científico que denotaba desde la ex-
ca ha tomado cuerpo igualmente en aquella distinción que propone la plicitación engelsiana formulada en Del socialismo utópico al socialismo
existencia de una lógica del capital por un lado y una práctica social, por científico.
el otro. Desarrollo teórico que conduce a analizar las contradicciones del
capitalismo independientemente de la práctica social, concebidas, ahora
sí de manera definitiva, como leyes objetivas del capital. Y donde el desa- El estado de los estudios del Estado en la época
rrollo de esas contradicciones define el espacio en el que se desenvuelve la
práctica social. Finalmente, la contribución del marxismo a la compren- Hacia fines de los 60 comienza a prevalecer en el espacio de las teo-
sión del mundo social quedará circunscripta a la comprensión de las con- rías económicas una idea que luego se convertiría en dominante. Nos re-
diciones objetivas de la práctica social. ferimos a aquella concepción según la cual el crecimiento de los gastos
De esta manera llegamos a la explicitación de las grandes preocupacio- estatales, lejos de solucionar la crisis capitalista, se había constituido en
nes del open marxism. En primer lugar, despegar a Marx y al marxismo el componente propulsor de la crisis económica y política en desarrollo.
de toda herencia sociológica o económica alimentada desde el llamado Este supuesto aceptado proyectaba a su vez densos nubarrones sobre las
marxismo científico, y en segundo lugar la necesidad de superar el enor- variantes “funcionalistas” del Estado, fueran éstas “instrumentalistas” o
me peso e influencia del positivismo cientificista y economicista sobre el “estructuralistas”, “keynesianas” o “marxistas”. Una alícuota importan-
conjunto de la teoría social, como forma de alcanzar un mundo social te del crecimiento de los gastos estatales durante los 60 les había cabido
emancipado y desfetichizado. a los llamados gastos de tipo social: gastos en salud, educación y bienes-
Para el open marxism el marxismo conforma en realidad una teoría tar en general. Para la izquierda socialdemócrata este incremento esta-
emancipatoria y como tal debe criticar de manera permanente no sólo una ba asociado de manera directa a las luchas obreras. Y como los gastos so-
198 César Altamira El open marxism 199

ciales fueron puestos inmediatamente bajo presión política, la lectura greso, motivada por un aumento excesivo de los salarios con relación a
primaria que la izquierda realizara sobre la crisis se limitó a ver en ella los incrementos obtenidos en la productividad del capital. Así, la lucha
sólo el pretexto capitalista para recortar los salarios obreros. Sin embar- contra los gastos estatales adquiría connotaciones similares y corría pa-
go, el posterior desarrollo de la crisis habría de mostrar que los recortes ralela a los cuestionamientos contra los incrementos salariales, en la me-
presupuestarios no se trataban de una simple jugarreta sino que eran dida en que habían sido las demandas obreras las que habían presiona-
expresión de profundas contradicciones presentes en la dinámica de acu- do por mayores gastos estatales, descargando sobre los capitalistas cos-
mulación capitalista. tos mayores a partir de impuestos crecientes.
La crisis provocó igualmente un replanteo en el pensamiento de algu- Los fundamentalistas insistían en que los salarios no estaban determi-
nos sectores socialdemócratas. En efecto, si bien el gasto social creció como nados políticamente sino que su nivel respondía a leyes objetivas del mo-
respuesta a las demandas obreras, parte de éstos habrían servido igual- do de producción capitalista. Por ello los orígenes de la crisis no podían
mente a los intereses del capital en tanto mejoraron el nivel de educación buscarse en los espacios de la circulación sino en la producción, específi-
de la fuerza de trabajo y facilitaron su movilidad. Es más, lejos de ser una camente en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. La
concesión obtenida por la fuerza de las movilizaciones, el costo de los gas- resolución de la crisis dependía entonces de la restauración de la produc-
tos sociales, según esta lectura, habría recaído finalmente sobre la clase tividad, solamente posible si se intensificaba el proceso de trabajo y se
obrera, por lo que las miradas sobre el Estado abarcaban desde una lectu- reestructuraba la producción. Los aumentos en los gastos estatales, aun-
ra donde las políticas estatales estaban determinadas por la lucha de cla- que eran requeridos para la acumulación capitalista y el mantenimiento
ses hasta otras, de tipo funcionalista, según las cuales el rol del Estado es- de la paz social, solamente servían para exacerbar la crisis en tanto cons-
taba determinado primordialmente por las necesidades de la acumulación tituían un drenaje de gastos improductivos extraídos de la plusvalía so-
del capital. Esta lectura funcionalista reconocía, por lo demás, que las ne- cial generada.
cesidades del Estado no eran estrictamente de carácter económico sino que Los neorricardianos terminaron rechazando la teoría del valor y su ex-
incorporaban las necesidades políticas que hacían a la provisión de los gas- tensión, la del trabajo productivo e improductivo derivado de ella. Era la
tos adecuados para el mantenimiento de la estabilidad social. Por lo tanto, lucha de clases la determinante en la incidencia sobre la fiscalidad y la
el nivel de estos gastos reflejaba en cierta forma, aunque de manera indi- funcionalidad de los gastos estatales para el capital, y no la teoría del tra-
recta, los alcances de la presión obrera. bajo productivo o improductivo. Este planteo implicaba, a su vez, que el
Si bien había acuerdo respecto de la funcionalidad del Estado con re- Estado jugaba un rol activo en la disputa diaria entre el trabajo y el capi-
lación al capital, existían desacuerdos en cuanto a los límites impuestos a tal, lectura que significaba el rechazo inmediato de aquella otra visión
esta funcionalidad que colocaban a los neorricardianos en contra de los que veía en el Estado un instrumento pasivo en manos de la burguesía.
fundamentalistas.5 Para los neorricardianos, los límites estaban determi- En cierto modo el análisis de Gough se emparentaba con el abordaje de
nados políticamente, como resultado de la lucha de clases. Para los fun- Poulantzas (1976), en la medida en que éste abona aquella idea que ve en
damentalistas, eran inherentes al carácter contradictorio de los gastos so- el Estado la condensación material de una relación de fuerzas donde las
ciales: simultáneamente necesarios e improductivos. Las diferencias entre luchas de las clases dominadas y las relaciones de fuerza están presentes
unos y otros estaban fuertemente relacionadas con distintas interpreta- en los aparatos estatales.
ciones de la crisis, sustentadas a su vez en evaluaciones disímiles sobre el En este ambiente, la problemática del Estado fue tempranamente in-
significado de la ley del valor en Marx. corporada en la primera conferencia de la CSE en enero de 1970 cuando
Los neorricardianos colocaban el origen de la crisis de rentabilidad ca- Robert Murray (1971) presentó un polémico trabajo sobre la internaciona-
pitalista en la fortaleza de los convenios colectivos alcanzados por el mo- lización del capital y el Estado-nación, que argumentaba que el proceso de
vimiento obrero, producto a su vez del largo período de pleno empleo. internacionalización del capital había minado el papel del Estado para
Desde esta óptica, la crisis respondía a una irregular distribución del in- servir a los intereses del capital nacional. No sólo provocó una rápida res-
puesta de Bob Warren (1971), quien sostenía que el contraste aparente
entre territorialidad de las firmas capitalistas y Estado-nación era un as-
5. Entre los neorricardianos debemos mencionar a Ian Gough (1975) y James O’Connor pecto de la autonomía relativa del Estado sin la que éste no podía cumplir
(1978). Entre los fundamentalistas, a Yaffe David y Paul Bullock (1972). eficientemente sus funciones en nombre del capital, sino que la temática
200 César Altamira El open marxism 201

del Estado habría de convertirse casi en una constante para las futuras El trabajo en cuestión de la CSE sostenía que la subordinación del tra-
conferencias de la CSE. Ya en la segunda conferencia el mismo Warren bajador al capital en el proceso de producción no venía impuesta de una
avanzaba sobre la polémica afirmando que la autonomía del Estado para vez por la tecnología capitalista –más allá de que todo diseño tecnológico
nada implicaba su independencia del capital. En todo caso el carácter de capitalista buscara la subordinación del trabajo al capital–, sino mediati-
clase del Estado estaba inscripto en su propia estructura, como expresión zada por los permanentes intentos del capital para subordinar la activi-
de sus funciones para el capital. De ahí que para Warren la expansión de dad productiva del trabajador colectivo a la reproducción ampliada del ca-
las funciones del Estado implicara una creciente integración de sus es- pital. Este proceso no implicaba solamente luchas de carácter económico
tructuras con los sistemas culturales, sociales, económicos y políticos de sino fundamentalmente sociales: luchas que sobrepasaban la reproduc-
la sociedad imperialista. ción del obrero como tal y donde el capital buscaba descomponer al obre-
En la tercera conferencia Hugo Radice y Sol Picciotto (1971) introdu- ro colectivo como sujeto organizado consciente del proceso de trabajo y re-
jeron una variante diferente en la aproximación a la teoría del Estado al componerlo como objeto de la explotación capitalista. El trabajo presenta-
analizar las relaciones contradictorias entre Estado y capital, en espe- do por los grupos de análisis del proceso de trabajo –que habían desarro-
cial las cuestiones que hacían a la relación entre la lucha de clases ante llado su tarea teórica vinculada al estudio de la relación entre la econo-
la reestructuración capitalista y su proyección sobre las formas apropia- mía y la política desde el punto de vista de las luchas– pareció encontrar
das del Estado para el socialismo. Uno de los aspectos sustantivos del un camino alternativo ante la impasse del debate abierto con relación a la
análisis de Radice y Picciotto, y que habría de ser recogido posterior- crisis de los gastos del Estado. Así la conferencia de 1976 preparó el cami-
mente, consistió en rechazar la abierta separación sostenida hasta ese no para la temática de la de 1977: lucha de clases, el Estado y la reestruc-
momento entre luchas y estructura; afirmaban que la estructura, en par- turación del capital. Los cinco años siguientes estuvieron marcados por el
ticular la forma institucional que adoptaba el Estado, no podía ser toma- examen crítico de las teorías propuestas por Poulantzas y el llamado de-
da como dada, sino que ella era en sí misma un producto de la lucha de bate alemán sobre la derivación del Estado.
clases.
Ya en el trabajo del Grupo Urbano de la CSE a mediados de los 70 que-
daba claro que la separación entre lo económico y lo político no podía ser El Estado en el open marxism
vista como una característica estructural del modo capitalista de produc-
ción, ni la forma de la separación y las fronteras entre ambos espacios pu- En su desarrollo, la escuela del open marxism otorgó particular impor-
diera ser interpretada como una constante del modo de producción capi- tancia al estudio y la crítica de las distintas teorías y concepciones sobre
talista. Tanto el hecho en sí como la forma de la separación entre lo eco- el Estado, en particular las representadas por la reformulación del Esta-
nómico y lo político son, según el open marxism, objeto permanente de la do y la lectura regulacionista. Deben destacarse en esta dirección los tra-
lucha de clases, en cuyo contexto el Estado busca confinar las luchas obre- bajos de Simon Clarke (1991a, 1991b, 1992) en polémica con la escuela re-
ras a los límites impuestos por la propiedad privada y la reproducción del gulacionista; los artículos de Werner Bonefeld (1991) polemizando en ge-
capital. A su vez, la fragmentación de las luchas impuesta por las formas neral con la escuela de la regulación y en particular con Bob Jessop, así
mercancía, dinero y por la propia legalidad burguesa se vincula con esta como diversos textos de John Holloway (1991a, 1991b, 1991c; Holloway y
separación de los espacios económicos y políticos. Para esa época las con- Bonefeld, 1991; Holloway y Picciotto, 1991), partenaire de Bonefeld en la
clusiones de los estudios desarrollados sobre el curso que asumía el pro- polémica entre éste y Jessop.
ceso de trabajo en la producción capitalista –inspirados por el crecimien- Ya Holloway y Picciotto habían planteado en “Capital, Crisis and the
to de las luchas y la resistencia obrera de mediados de los 70– eran coin- State” una aguda crítica a la categoría economía marxista por divorciar el
cidentes. Los trabajos del autonomismo italiano, de André Gorz y Chris- estudio de la economía de la lucha de clases y del Estado, abordaje que a
tian Palloix en Francia, así como la importante obra de 1974 del estadou- su entender suponía aceptar una relación de externalidad entre ambos es-
nidense Harry Braverman, Trabajo y capital monopolista (1983), aborda- pacios, economía y Estado, similar a la relación proyectada entre econo-
ban no sólo los mecanismos de conformación salarial sino también la rees- mía y política. Lectura que, por lo demás, implicaba dejar de lado aquella
tructuración del proceso de trabajo, e incorporaban la problemática de la otra que veía en esa desvinculación la expresión de formas de dominación
forma social de la producción. de clase.
202 César Altamira El open marxism 203

Por su parte, Radice y Picciotto (1971) habían adelantado en su mo- paración de los espacios económicos y políticos en contra de las luchas
mento, cuando la discusión sobre el proceso de internacionalización del obreras.
capital y el Estado-nación, un abordaje de la forma Estado como objeto de De cualquier manera existen coincidencias entre Holloway (entre
la lucha de clases. En efecto, buscando superar la oposición estéril entre otros) y Hirsch en la crítica ensayada a integrantes de la escuela de la de-
el ultraizquierdismo y el reformismo en relación con la utilización socia- rivación por el énfasis que ésta pone en la lógica del capital para el desa-
lista del Estado, sometieron las estructuras estatales a una crítica teóri- rrollo histórico y lógico de la forma Estado. Sin embargo, Hirsch adopta-
ca y política radical, desplazando la problemática de quién detenta el po- rá como punto de partida de la derivación del Estado la violencia de la re-
der a aquella otra relativa a cómo abolimos las formas capitalistas aliena- lación trabajo-capital presente en la forma Estado y correspondientemen-
das del poder económico y político. te adoptará como primer momento histórico en este desarrollo la imposi-
Si la separación entre economía y política (entre Estado y sociedad) de- ción de la estructura de clase capitalista. Holloway y otros parten de la
be ser vista como una forma de la dominación de clase, entonces no serán generalización de la producción de mercancías aunque sin puntualizar las
ni la economía ni el Estado los que determinen la dinámica de esas for- diferencias que esta modalidad de producción lleva consigo con relación a
mas de dominación sino la propia lucha de clases. Sin embargo no se tra- la separación de los medios de producción del productor e individualiza-
ta, dicen Holloway y Piccioto (1991: 112), de correr el velo de la economía ción de la propiedad privada. Para Hirsch el surgimiento del Estado capi-
y la política para revelar la realidad más profunda de la lucha de clases talista se constituye en la precondición estructural para el establecimien-
envuelta tras ellas, sino que se debe auscultar por qué la explotación de to de la relación capitalista de clase. En este sentido Holloway y otros cri-
clases en la sociedad capitalista aparece bajo esas formas mistificadas y ticarán a Hirsch por desarrollar una explicación del Estado a partir de la
“qué es lo que hace que en el capitalismo las relaciones de producción asu- adaptación de sus formas a sus funciones. El Estado en todo caso, según
man separadamente las formas política y económica”. Holloway, debe ser explicado en términos de la lucha de clases asociada a
Esta tesis conforma el punto de polémica central y de ruptura con la las contradicciones del modo de producción capitalista, luchas presentes
escuela de la derivación que buscaba derivar el Estado a partir del desa- más allá de los límites de las formas en las que se desarrollan, es decir,
rrollo lógico e histórico del capital. En ese sentido Holloway y Picciotto no las formas de la producción de mercancías desarrolladas en la sociedad
pueden considerarse integrantes de la escuela derivacionista, como bus- feudal. Por lo demás, mientras Hirsch adopta una periodización histórica
carían más tarde asimilarlos Jessop (1982: 96) y en especial Hirsch basada en las contratendencias a la tendencia decreciente de la tasa de
(1978). La igualdad de los individuos que supone su interpelación por el ganancia, etapas del imperialismo y de la revolución tecnológica casi sin
Estado oculta la desigualdad económica que constituye el sustento de la relación con la lucha de clase, Holloway relaciona las etapas de desarro-
explotación de clase, al tiempo que permite disimular la desigualdad y llo de las formas históricas del Estado con la producción de plusvalía ab-
fragmentar la lucha de clases. Las contribuciones alemanas han perma- soluta y relativa.
necido prisioneras de una visión funcionalista del Estado tras una lectu- El trabajo de Holloway y Picciotto adquirió relevancia por el abordaje
ra de límites externos a su accionar, sea bajo la forma de la resistencia que realizaron de la relación entre la economía y la política, presente ya
obrera o bajo la presión de la tendencia decreciente de la tasa de ganan- en el debate alemán. En su crítica a la concepción que Hirsch incorpora
cia, mientras buscaban una explicación de la forma capitalista de Estado sobre el fetichismo, Holloway y otros van a insistir en el significado ideo-
como lógica respuesta a las necesidades del capital, o como resultado his- lógico y político que adquiría (adquiere) una connotación de estas caracte-
tórico de luchas de clases pasadas (Altamira, s/f). rísticas. Mientras Hirsch tendía a ver la separación entre la economía y
Por el contrario, Holloway y otros resaltarán el proceso de lucha de cla- la política como un acto histórico que, alcanzado por única vez, habría de
ses no sólo en sino también contra la forma Estado, retomando en este mantenerse en el tiempo, Holloway considera la separación como proceso,
sentido el hilo del viejo trabajo del London-Edinburgh Weekend Return producto de una permanente disputa: las formas económicas y políticas
Group. De manera que el Estado debe ser interpretado como objeto y re- fetichizadas de la relación social capitalista, ilusión y realidad simultá-
sultado directo en todo momento de la lucha de clases. La reproducción neas, se modifican constantemente como producto del enfrentamiento
del Estado como forma de dominación de clase se encuentra constante- diario entre trabajo y capital, de manera que la solidez de esa realidad no
mente amenazada por las luchas obreras, de donde la reproducción del ca- puede interpretarse como un hecho dado sino como objeto cambiante de-
pital depende, para Holloway, de la lucha permanente por mantener la se- rivado de la lucha de clases.
204 César Altamira El open marxism 205

Estas diferencias teóricas asumieron en su momento importancia polí- cuando entró en escena la discusión acerca del carácter absolutista del
tica central en la disputa con el “nuevo realismo” que tomó cuerpo hacia Estado. Hirsch (1979: 8) habría de retomar la posta más adelante echan-
mediados de los 70. Demandaba que los socialistas reconocieran en la rea- do mano a una periodización funcionalista: “Hay que deducir las defini-
lidad las restricciones estructurales impuestas al Estado por el capital, ig- ciones concretas de las funciones de aquél [el Estado] a partir de las con-
norando que la realidad no es un dato objetivo, sino en todo caso un obje- diciones, variables históricamente del proceso de acumulación capitalis-
to de la lucha de clases. No se trataba simplemente de que la realidad del ta, a partir del desarrollo de las fuerzas productivas conllevado por este
nuevo realismo fuera falsa, sino que se la presentaba como una inversión proceso” (ídem), que sería criticada a su vez por Bonefeld (1991). Hirsch
mistificada. Al aceptar la separación de los espacios económicos y políti- afirma más adelante:
cos el nuevo realismo contribuía a que la explotación capitalista como tal
permaneciera oculta a los ojos de los explotados y oprimidos. La limita- Tal método de deducción de las funciones del Estado, a partir de
ción esencial de la derivación se sintetiza en que aceptaba la fetichización las condiciones y de las normas del proceso de reproducción capita-
de la lucha de clases tras una dinámica que transcurría (transcurre) por lista, tomado en tanto proceso de acumulación, se encuentra en cla-
ra oposición con las teorías burguesas de izquierda del Estado, que
canales económicos y políticos separados y que percibía (percibe) la posi-
reconocen, por supuesto, la importancia fundamental de las condi-
bilidad de transformar la sociedad a través de la mera conquista de las ciones económicas, pero que no están en condiciones de investigar la
instituciones políticas. La separación de los espacios económicos y políti- anatomía de la sociedad burguesa en la economía política. (Hirsh,
cos en el capitalismo no es un producto objetivo de la estructura impues- 1979: 8-9)
ta por la lógica del capital, dirá el open marxism, sino un marco institu-
cional impuesto a través de la lucha de clases en el espacio de las relacio- En realidad tanto la escuela de la regulación como la de la lógica del ca-
nes sociales capitalistas, permanente objeto de disputa, reproducido y pital basaron su periodización en una concepción funcionalista del Estado
transformado a través de esa lucha. y abordaron su estudio como expresión funcional de las necesidades de la
acumulación capitalista, expresada en los intereses del capital. Por lo de-
más, esta estrecha concepción del Estado está asociada a una inadecuada
La periodización del Estado lectura de la acumulación, en tanto supone que éste es capaz por sí mismo
de superar las contradicciones propias de la acumulación de capital.
En realidad la polémica sobre el Estado en los 70 intentó avanzar en Por su lado, Simon Clarke (1991a) verá en los intentos de periodiza-
un análisis simultáneamente lógico e histórico del Estado, como forma ción del Estado la búsqueda de un camino intermedio que salde las ten-
de llegar a una correcta periodización, aunque el intento nunca se alcan- siones entre aquel empirismo que extrema las contingencias históricas co-
zó. En especial porque era imposible encontrar un principio coherente mo manera de legitimar el oportunismo político y el reduccionismo que
como base de tal periodización. En su momento Hirsch (1978: 27-28) pro- potencia las leyes inmutables de la dominación capitalista para legitimar
puso una periodización de las formas de Estado capitalista cuyas fases el fundamentalismo dogmático. Para Clarke, el mayor problema de los in-
estuvieran relacionadas con la movilización de las contratendencias a la tentos de periodización ensayados hasta ese momento residía en que si
ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, aunque nunca pu- bien se había tomado como elemento determinante para su clasificación
do alcanzar su propósito. Holloway y Picciotto, haciendo hincapié en la las formas cambiantes de los regímenes de acumulación, el carácter sim-
lucha de clases, resaltaron tres etapas vinculadas a la relación estable- plista con que fue abordado el Estado determinó no sólo el fracaso de esas
cida entre capital y proceso de trabajo. Una primera asentada en una re- explicaciones sino su incoherencia teórica, su inaplicabilidad empírica y
lación externa; una segunda referida a la producción de plusvalía abso- la inutilidad política de sus conclusiones. Clarke va a atacar el problema
luta, y finalmente una tercera relacionada a la etapa de generación de en dos etapas: 1) buscando un acercamiento teórico adecuado a los aspec-
plusvalía relativa. Si bien esta periodización en principio puede asimi- tos contradictorios de los regímenes de acumulación, y 2) ajustando los
larse a la propuesta por la teoría de la regulación (Aglietta, 1986), Ho- términos para una adecuada teorización sobre el Estado capitalista.
lloway y Picciotto (1991) la utilizaron como base para la explicación his- Clarke fundamenta su periodización del Estado a partir de determinar
tórica del desarrollo progresivo de los distintos aspectos de la forma del las contradicciones inherentes en la acumulación de capital. En ese sen-
Estado capitalista. Pero el debate no avanzó, y se terminó estancando tido, para él la fuerza impulsora dinámica del proceso de acumulación im-
206 César Altamira El open marxism 207

puesta por la presión de la competencia es la tendencia sin límites del ca- La sobreacumulación del capital provee a Clarke la base sustantiva pa-
pital a desarrollar las fuerzas productivas (Clarke, 1988: 143). Es decir, la ra una periodización de la forma Estado, en la medida en que esta sobrea-
tendencia a una producción sin límites que deja de lado la magnitud del cumulación define no sólo relaciones cuantitativas condensadas en el mo-
mercado necesario para realizar esa producción constituye el elemento vimiento de la tasa de ganancia sino también relaciones cualitativas tras
disparador de la sobreacumulación de capital y del desigual desarrollo ca- las formas cambiantes de la lucha de clases a que dan lugar la sobreacu-
pitalista. mulación y la desigualdad sectorial y geográfica propias de la sobreacumu-
Según Clarke la forma de Estado opera como mediador entre el Esta- lación. Así diferenciará cinco estadios en el desarrollo de la forma Estado
do y la forma contradictoria que asume la sobreacumulación. El carácter correspondientes al:
de clase del Estado capitalista está definido previamente por la separa-
ción del Estado de la sociedad civil y la correspondiente subordinación de 1) Mercantilismo: propio del siglo XVIII, basado en la expansión mundial
uno y otra al dominio de la ley y del dinero (Clarke, 1988: 126-127). del comercio y donde la sobreacumulación del capital comercial exacer-
La subordinación del Estado al dinero define la forma económica a bó la competencia internacional, desencadenó guerras comerciales y
través de la cual la crisis de sobreacumulación aparece y pone límites a coloniales; la penetración del capital en la producción terminó minan-
la respuesta del Estado a la crisis. Pero de cualquier manera esta subor- do los fundamentos ideológicos, políticos y económicos de la forma de
dinación no determina la forma política específica de éste a través de la Estado mercantilista.
cual las tendencias contradictorias de la acumulación son políticamente 2) Liberalismo: perteneciente a la primera mitad del siglo XIX, asentada
mediatizadas ni tampoco sus respuestas específicas ante la crisis. La for- en la división internacional del trabajo que se estableció entre la ma-
ma política del Estado la determina la lucha de clases (Clarke, 1988: nufactura, en respuesta a una acumulación de carácter intensivo, y la
142). Si bien el Estado está definido nacionalmente por su forma políti- agricultura, que descansaba en una acumulación de tipo extensiva, y
ca, su carácter de clase no está definido nacionalmente. Las leyes capita- donde la forma Estado nunca pudo contener la lucha de clases. Este ti-
listas de la propiedad trascienden el marco nacional legal y el dinero po de Estado se desarrolló hasta la gran crisis de 1870.
mundial trasciende la moneda nacional. La subordinación al dominio del 3) Imperialismo: forma de Estado que emerge cuando éste detecta la ne-
dinero y la ley lo impulsan a fronteras definidas por las modalidades con- cesidad de sostener la acumulación nacional incorporando para ello a
tradictorias de la acumulación de capital global. Sin embargo su estabi- la clase trabajadora nacional, proceso que se gesta en el marco de una
lidad es nacional, por lo que el Estado debe ser capaz de asegurar la re- activa regulación del comercio e inversión internacional. Es el momen-
producción ampliada nacional. Esto supone por un lado que la población to de la separación definitiva del Estado de la sociedad civil y su subor-
relativa flotante pueda ser reabsorbida y así reconciliar la reproducción dinación a la ley y al dinero, transformación que inducirá la separación
social y física de la clase obrera con su subordinación al capital, y por de los poderes, la independencia del sistema judicial y del banco cen-
otro, que el Estado debe asegurarse sus ingresos y promover la demanda tral, la racionalización del sistema de finanzas y las cuentas públicas,
creciente de sus recursos. así como la instauración de los principios constitucionales de un pre-
De esta forma la contradicción inherente en la acumulación de capital supuesto balanceado.
aparece en el Estado bajo la forma de los límites que, a una sostenida acu- 4) Socialdemocracia: forma de Estado desarrollada sistemáticamente en
mulación de capital doméstico, presenta la sobreacumulación de capital a el período de reconstrucción de posguerra, cuando se alcanzó una acu-
nivel mundial. Si bien el Estado no puede resolver la contradicción inhe- mulación sostenida de capital a nivel mundial en un contexto de libe-
rente a la acumulación de capital, puede al menos amortiguar el impacto ralización del comercio. Esta forma de Estado permitió la contención
político de esa contradicción buscando asegurar la integración de la acu- de las luchas obreras a partir de la generalización de las relaciones in-
mulación nacional a la acumulación mundial (Clarke, 1988: 148). Los lí- dustriales y las reformas sociales. Sin embargo, el intento por conte-
mites para esta cualidad no están definidos solamente por la forma Esta- ner la creciente resistencia del trabajo a través de la expansión fiscal
do sino fundamentalmente por la forma del sistema internacional de Es- y las políticas monetarias devino en sucesivas crisis inflacionarias,
tados y los correspondientes modos de integración al capital global. La pe- mientras simultáneamente estimulaba el desarrollo de nuevas formas
riodización de los modos de integración de la acumulación global corres- de lucha dirigidas ya no solamente contra el capital sino contra el Es-
pondiente apuntala la periodización de las formas del Estado capitalista. tado.
208 César Altamira El open marxism 209

5) Monetarismo: es la etapa de poscrisis de los 70 cuando se reafirma la renunciar– y los límites que la inflación y la crisis fiscal del Estado impu-
subordinación del Estado y la sociedad civil al poder del dinero y del sieron para esa época. Sin embargo, más allá de lo que podía preverse, la
capital global. Sin embargo, para Clarke no queda claro si la etapa crisis no resultó en una mayor polarización de las clases ni en confronta-
abierta por el monetarismo representa en realidad una nueva fase en ciones revolucionarias de la clase obrera y el Estado capitalista. Más bien
la periodización del Estado o si por el contrario representa solamente implicó fuertes divisiones en la clase obrera institucionalizada bajo la for-
un momento de crisis de la forma Estado socialdemócrata. ma de Estado socialdemócrata, proceso que derivó a su vez en la desmo-
vilización y desmoralización de los trabajadores. La nueva derecha utili-
Para Clarke la reconstrucción de la economía mundial y del sistema zó el descontento popular de los trabajadores para con el Estado de bie-
internacional de Estados en el despertar de la Segunda Guerra se basó nestar en la medida en que éstos visualizaron en el Estado al responsable
en principios similares a los que había generado la reconstrucción capi- de la inflación y de los mayores impuestos que debían pagar. El mérito del
talista luego de la Primera. Las lecciones de entreguerras, según Clarke, monetarismo radica precisamente en haber podido transformar este des-
habían sido aprendidas. Se partió de reconocer que la estabilización polí- contento en apoyo a la subordinación del Estado y la sociedad civil al po-
tica dependía de la integración política y social de la clase obrera, razón der omnímodo del dinero y el saneamiento fiscal. El programa de la dere-
por la cual se implementaron importantes reformas sociales y se abrie- cha buscó así subordinar la sociedad civil y el Estado al dominio pleno del
ron nuevos espacios en las relaciones laborales. Por el lado del capital, las dinero mundial. Que la nueva derecha haya seguido incrementando los
condiciones para esa integración suponían una sostenida acumulación de gastos del Estado, fortalecido su poder y ampliado sus funciones represi-
capital nacional. Sin embargo, el libre movimiento internacional del di- vas no significa que haya traicionado sus creencias. Sin embargo, el he-
nero y el del capital-mercancía no podían por sí solos superar las barre- cho de que no se hubieran producido cambios sustanciales en las funcio-
ras a la acumulación que presentaban la sobreacumulación y el desarro- nes del Estado no significa dejar de lado los logros alcanzados por el neo-
llo desigual. De ahí entonces que se generara una reconstrucción planifi- liberalismo a nivel de la forma Estado, en especial la subordinación de és-
cada destinada a superar ese escollo y se diera un fuerte impulso al de- te y la sociedad civil al poder del capital dinero, proceso al que se termi-
sarrollo de un sistema internacional de crédito que permitiera superar naron sumando también las relaciones políticas y sociales.
las barreras limitantes del patrón oro financiando los desbalances de los De cualquier manera el triunfo del neoliberalismo no deja de tener ca-
pagos internacionales. Para Clarke, el keynesianismo de posguerra se racterísticas endebles. Mientras la base del crecimiento se sustente casi
apoyó en un colosal crecimiento del crédito nacional e internacional como exclusivamente en la inflación de crédito, mayores serán los peligros de
sustento de su desarrollo. Pero a medida que la sobreacumulación de ca- una crisis catastrófica así como de una depresión devastadora.
pital encontraba límites en las barreras de los mercados de los 60, la com- A pesar del análisis desarrollado, Clarke no se contenta con la periodi-
petencia internacional erosionaba las ganancias, las inversiones produc- zación propuesta para los días del Estado monetarista y replanteará el
tivas comenzaban a caer y la lucha de clases se intensificaba a medida problema desde tres niveles diferentes:
que los patrones buscaban reducir los salarios o intensificar el trabajo y
cerraban plantas industriales despidiendo trabajadores. El sistemático 1) El nivel más abstracto en el que el carácter de clase del Estado es de-
desarrollo de formas socialdemócratas de integración de los trabajadores finido, independientemente de la etapa de su existencia, a partir de la
había institucionalizado expectativas de estándares de vida crecientes, separación entre Estado y sociedad civil, y su subordinación al poder
adecuados beneficios sociales y garantías en el empleo que a su vez se ha- del dinero. Se corresponde con el nivel más fundamental de la lucha de
bían sustentado en un notable expansionismo fiscal y monetario. Este clases sobre la forma Estado. La crisis de ésta significa que el desafío
proceso que había estimulado a su vez la acumulación capitalista y el de- de la clase obrera al poder del capital se ha extendido al cuestiona-
sarrollo desigual terminó arrojando al capital a canales cada vez más es- miento de la autoridad constitucional del Estado en su relación con la
peculativos e inflacionarios, volviendo inevitable el desencadenamiento sociedad civil.
de la crisis. 2) Subyacente en el desarrollo de la forma Estado se manifiesta una ten-
Desde esta perspectiva, para Clarke la crisis del keynesianismo debe dencia progresiva relacionada con la respuesta que éste ofrece a los
ser vista como producto de la confrontación entre la integración de los desafíos de la clase obrera. Las cambiantes condiciones de lucha que
asalariados al bienestar social ofrecido –al que no estaban dispuestos a responden al contradictorio desarrollo de las relaciones de producción
210 César Altamira El open marxism 211

capitalista conducen a un progresivo incremento de las funciones del abría. Cierto es, dice Clarke, que la escuela de la regulación reconoce la
Estado. existencia de luchas políticas y de clase como detonadores del proceso de
3) Es posible definir una tipología de los modos de integración de la acu- desestructuración o desintegración de un régimen de acumulación. Pero el
mulación mundial: liberal, imperialista y keynesiana, que definen las carácter estructural-funcionalista de la regulación, según Clarke, se ex-
formas de competencia capitalista mundial y estructuran las relacio- presa en que para esta escuela la estabilización de las relaciones sociales
nes entre Estados, aunque no queda claro que esta cualidad defina una supone la institucionalización de un régimen de acumulación como condi-
sucesión de etapas ni un crecimiento progresivo de la intervención del ción objetiva, más allá de que éste pueda ser obtenido de manera contin-
Estado, ni menos aún que el imperialismo o el keynesianismo, como gente, producto de la lucha de clases. La regulación define las condiciones
formas del liberalismo en crisis, entren en conflicto con el poder mun- para la estabilidad social pero no incorpora la posibilidad de su concreción
dial del dinero y conduzcan a una reestructuración global entre dinero si las condiciones estructurales no se presentan o si se quebrantan. De es-
y Estado dentro de los límites de la forma liberal del Estado. ta manera, en este juego de la estabilidad, la regulación supedita la lucha
a la estructura, “subordinando la regulación de las relaciones sociales a las
Es posible agregar otra tipología con relación a los modos de interven- necesidades funcionales de la reproducción ampliada del capital” (Clarke,
ción del Estado en la regulación nacional de la acumulación y que afecta a 1991a: 111). De esta manera el enfoque de la regulación deriva hacia “una
la competencia interna. Modalidad de intervención que no debe confundir- crítica sociológica de la economía y no alcanza a desarrollarse al nivel de
se o tomarse como una tendencia progresiva. La forma y la extensión de la la crítica marxista de la economía política” (ídem: 112).
intervención del Estado se regulan según la relación de fuerzas existente. De ahí que Clarke rechace aquella lectura de la crisis del modo de re-
gulación como crisis de desproporcionalidad. Las crisis, según él, deben
ser vistas como crisis de una forma de dominación capitalista. Cuestiona
Simon Clarke y la escuela de la regulación incluso el carácter fordista del régimen de acumulación vigente inmedia-
tamente posterior a la Segunda Guerra: “La explosión de la posguerra no
Clarke (1991a: 111) había criticado a la escuela de la regulación por fue iniciada por un modo de regulación fordista. El período de reconstruc-
considerar que adoptaba un enfoque “basado en un modelo estructural- ción inmediato a la posguerra estuvo marcado no por el fordismo sino por
funcionalista de etapas sucesivas de integración y desintegración estruc- la austeridad, por las luchas de clases políticas e industriales” (Clarke,
tural, el cual ha sido utilizado como base para una periodización de los 1991a: 117-118). Y la aparentemente inevitable recesión de posguerra fue
grandes ciclos de acumulación capitalista”. La crítica no sólo cuestionaba evitada no por el alza desmedida de los salarios, como le gusta decir a la
los momentos de la funcionalización6 sino que simultáneamente difería del regulación, sino por el Plan Marshall, el rearme y la guerra de Corea. No
abordaje de Aglietta con relación al régimen de acumulación, como conjun- sería sino hacia los años 50 cuando comienzan a perfilarse elementos de
to de formas institucionales que estructuran la tendencia a la sobreacu- acumulación fordista, para recién a comienzos de la década del 60 esta-
mulación y la crisis para la regulación. En este punto Clarke antepondrá blecerse de manera institucional un modo de regulación típicamente for-
su idea de régimen de acumulación como medio para superar las tenden- dista. Pero en ese caso, continúa Clarke, si el fordismo se institucionaliza
cias a la crisis inscriptas en la propia acumulación; por lo que la estabili- a comienzos de los 60, entonces su crisis se desarrolla tan pronto aparece.
zación alcanzada gracias al régimen de acumulación, y limitada sólo a ese Así, en Gran Bretaña la primera crisis de la balanza de pagos se produce
régimen en particular, también definirá para Clarke nuevas formas de lu- durante el gobierno de Harold Wilson en 1963, y se expresó en la crecien-
cha de clases. Es el momento en el que el open marxism tuerce su análisis te presión de los trabajadores entre 1967 y 1971. Frente a esta presión la
otorgando una ponderación particular a la dinámica de luchas que se acumulación habría de sostenerse gracias a la expansión inflacionaria del
crédito hasta su culminación en 1974. Hacia fines de los 60 la crisis emer-
gente del keynesianismo condujo al abandono progresivo del pleno empleo
en favor de la estabilidad de precios como objetivo primario y luego, du-
6. Para Clarke no hay ninguna evidencia de que la crisis de 1929 haya sido la de un régi-
men de acumulación extensiva y que marcara por tanto la transición a un nuevo régimen de
rante los 70, al auge del monetarismo.
acumulación intensivo, pues existían elementos de régimen intensivo con anterioridad a esa Para Clarke la escuela de la regulación sobreestimó la contribución del
fecha. fordismo a la explosión de posguerra y por tanto el grado en que éste real-
212 César Altamira El open marxism 213

mente puede ser considerado un régimen de acumulación sistemático. Se- subconsumo son dos caras de la misma moneda, de donde se dedujo que
gún Clarke, habría sido fundamentalmente la expansión del crédito a una la expansión del mercado resolvería la crisis de sobreacumulación. Si la
escala histórica sin precedentes lo que motivó el boom de posguerra. crisis de sobreacumulación respondía a la forma social de la producción
Por lo demás, esta expansión inflacionaria del crédito no era, en reali- capitalista, la expansión del mercado reforzaría la tendencia a la sobrea-
dad, inherente a las formas de funcionamiento de la inversión ni al esta- cumulación. Cuando el mercado se erigió en limitante bajo la forma de la
blecimiento de precios monopólicos propios del régimen de acumulación restricción monetaria, entonces apareció el crédito, despejando la fronte-
fordista, sino que fue el resultado global de la adopción de políticas key- ra que limitaba la acumulación. El crecimiento del crédito en realidad
nesianas. postergó el estallido de la crisis, mientras sostenía las ganancias y disten-
Estos supuestos condujeron a Clarke a cuestionar aquella idea de la es- día la lucha de clases. Por ello, lejos de superar la sobreacumulación, la
cuela de la regulación que terminaba reconociendo en el consumo la fuer- expansión crediticia la exacerbó más, reduciendo el peligro inmediato de
za motriz de la acumulación; el dinamismo de la explosión capitalista de una crisis deflacionaria mientras socializaba los costos de una devalua-
posguerra debería buscarse en la magnitud de las ganancias. Más aún, di- ción del capital trasladando el estallido de una crisis mucho mayor a fu-
ce Clarke, la crisis del keynesianismo y el ascenso monetarista cuestiona- turo. Por lo que mal puede hablarse de círculo virtuoso de la acumulación:
ron en sí mismos la funcionalidad inflacionaria para sostener la acumula- según Clarke, ésta, en sí misma, exacerba las contradicciones. Pero si
ción de capital y por tanto la capacidad del sistema de crédito, regulado por bien es cierto que el desarrollo histórico de la tendencia a la sobreacumu-
el Estado, para modificar la tendencia a la sobreacumulación y la crisis. lación y crisis es inherente al modo de producción capitalista, el desarro-
Las políticas expansionistas intensificaron la lucha de clases, estimularon llo de esa tendencia está mediado por las formas institucionales de las re-
nuevas formas y precipitaron la crisis del Estado. Por ello el inflacionismo laciones sociales capitalistas. Formas institucionales que no son ni el ré-
keynesiano no fue dictado por la estructura del propio régimen de acumu- gimen de acumulación ni el modo de regulación sino las formas institucio-
lación sino por el equilibrio de las fuerzas de clases institucionalizado en nales de la lucha de clases.
el sistema de relaciones laborales y el Estado de bienestar. De ahí que, pa- La sobreacumulación de capital, para Clarke, aparece bajo la forma de
ra Clarke, la fuerza del fordismo deba buscarse no en los frenos a la ten- la lucha competitiva entre los capitalistas y entre capitalistas y obreros.
dencia a la sobreacumulación y la crisis sino en el hecho de que fue porta- El resultado de estas luchas está condicionado por las formas institucio-
dor de una ideología prometedora de una vida mejor. nales de la competencia, el crédito y las propias relaciones laborales al-
No obstante, según Clarke, en la concepción de Aglietta subyace una canzadas, detrás de las cuales está la forma institucional Estado. Sin em-
particular valoración de la sobreacumulación asentada en la exigencia de bargo, la lucha no está aprisionada por estas formas sino que es una lu-
cierta proporcionalidad entre los sectores I y II de la economía como mane- cha por transformarlas o reproducirlas. “El Estado no se coloca por arri-
ra de alcanzar una expansión en equilibrio. Cuando esta situación no se al- ba de esas luchas sino que es un aspecto de las formas institucionales de
canza, entonces aparece el crédito como manera de prolongar la acumula- la relación capitalista de clase y por tanto el objeto mismo de la lucha”
ción. En Aglietta subyace, de cualquier manera, una tendencia a conside- (Clarke, 1991a: 127). De esta manera el Estado no resuelve ninguna con-
rar al mercado como el límite objetivo para la expansión del sector I, mien- tradicción política sino que las reproduce de manera política, por lo que
tras asienta el origen de la sobreacumulación en “la esperanza de benefi- va a concluir diciendo que “las formas institucionales de las relaciones so-
cios excedentes proporcionados por la explotación de oportunidades tempo- ciales capitalistas no son modos de regulación que institucionalizan cier-
rales del mercado” (Clarke, 1991a: 123). De subsistir la proporcionalidad to tipo de compromiso social democrático de clase acorde con los impera-
entre los sectores, entonces será posible una acumulación sostenida. No tivos estructurales de un régimen de acumulación, sino formas institucio-
son las ganancias ofrecidas por el mercado en expansión las que acicatean nales de dominación de clase, que expresan una configuración particular
la sobreacumulación, sino la presión competitiva la que obliga a los capita- de la lucha de clases” (ibídem). Según este análisis el desarrollo de las for-
listas individuales a una búsqueda constante para revolucionar los medios mas institucionales dependerá sustancialmente del desarrollo de la lucha
de producción, presión competitiva que se vuelve efectiva en la sobreacu- de clases y será extraño a todo imperativo funcional que descanse en el ré-
mulación de capital y sobreproducción de mercancías. gimen de acumulación. De cualquier forma no puede dejar de mencionar-
Podemos sintetizar el pensamiento de Clarke como sigue. El error fun- se el peligro inherente que conlleva todo análisis centrado en la lucha de
damental del keynesianismo fue suponer que la sobreacumulación y el clases en la medida en que se limita a ver el antagonismo de clase como
214 César Altamira El open marxism 215

una relación entre opuestos sin auscultar las relaciones internas dentro la lucha de clases. Sin embargo, aun en ese contexto, el desarrollo del Es-
de ambos opuestos. tado no es meramente contingente, sino que está gobernado por leyes his-
Para Clarke la década del 70 no puede ser vista como un proceso de tóricas que deben ser descubiertas en la base del análisis de Marx sobre
reestructuración capitalista que condujo a un régimen de acumulación las leyes históricas que gobiernan el desarrollo del modo de producción
de tipo posfordista. Se trató, más bien, de una ofensiva capitalista sobre capitalista (Clarke, 1991b: 189). Este abordaje no debe interpretarse co-
la clase obrera que buscó la destrucción de las formas institucionales pro- mo el reemplazo de una forma lógica por otra. Esto es, el reemplazo del
pias del Estado keynesiano. Si el keynesianismo, dice Clarke, fue la ex- estructural-funcionalismo por un funcionalismo instrumentalista de cla-
presión ideológica de los intentos del capital y el Estado para responder a se. El desarrollo histórico de la forma Estado no debe ser entendido, se-
las demandas generalizadas de la clase trabajadora en la explosión de la gún Clarke, como el desarrollo lógico de las estructuras sino como el pro-
posguerra, el neoliberalismo puede ser visto como la subordinación de las ducto de la lucha de clases, donde la reproducción del Estado, como la re-
aspiraciones de la clase trabajadora a la valorización del capital. Por ello producción de toda relación social, es objeto y resultado permanente de la
la discusión debería ser planteada en los siguientes términos: ¿represen- lucha de clases. En este aspecto radica para Clarke la interrelación indi-
taba la ofensiva thatcherista la respuesta capitalista a la crisis estructu- soluble entre estructura y lucha. Esto es, cómo a partir de las contradic-
ral del régimen de acumulación fordista, como Hirsch y Jessop formula- ciones fundantes del modo de producción capitalista, tan pronto son crea-
ban, y por lo tanto se trataba de los intentos de construcción de un nuevo das las condiciones de reproducción de las estructuras de las relaciones
régimen de acumulación, o debía interpretarse el surgimiento de la dere- sociales, simultáneamente son destruidas por el propio proceso de repro-
cha británica como el resultado de la derrota del movimiento obrero? ducción y recreadas o transformadas a través de la lucha de clases. Para
En el contexto de los 70, si la primera lectura abría las puertas para un Clarke el capitalismo “no es una estructura con una fundación estableci-
adiós a determinadas formas de interpelación política y participación so- da, sino un proceso cuya reproducción depende de la reproducción de sus
cial, calificadas como anacrónicas ahora por los teóricos de la nueva iz- propias condiciones fundantes. Es sin embargo un proceso contradictorio
quierda, la segunda suponía un explícito rechazo a cualquier imposición del en el sentido de que esta reproducción envuelve la suspensión repetitiva
capital en el espacio de la lucha de clases y la inmediata exigencia de con- de las propias condiciones fundantes, razón por la cual la propia repro-
centrar energías y esfuerzos en la construcción y reconstrucción de aquella ducción está marcada por la lucha de clases” (ídem: 190). Será solamen-
organización colectiva que permitiera superar la fragmentación de las lu- te en el curso de esta lucha de clases que el Estado adquiere, se desarro-
chas del movimiento obrero. lla, reproduce y transforma las formas institucionales particulares y sus
En realidad entre una y otra posición (la de la escuela de la regulación funciones judicial, administrativa, política, social e ideológica igualmen-
y la de Clarke) existen diferencias metodológicas sustantivas. Mientras la te particulares.
aproximación estructural-funcionalista, imposibilitada de distinguir en Para Clarke el producto de la lucha de clases no está predeterminado
sus análisis los distintos niveles de abstracción, termina derivando la ni restringido por ninguna ley estructural o histórica, lo que no significa
esencia del Estado de su propia necesidad funcional, el abandono del decir que el producto sea meramente contingente sino que depende sola-
esencialismo funcionalista, en Clarke, le permitirá distinguir diferentes mente de la conciencia, el deseo y la determinación de las fuerzas conten-
niveles de abstracción: de este modo, si bien para la escuela de la deriva- dientes. Significa plantear que las restricciones materiales en la lucha de
ción el Estado es una institución específicamente capitalista, será posible clases nos son externas a la propia lucha sino un objeto constante de esas
reconocer que algunas tareas del Estado son comunes a distintas épocas mismas luchas. La separación de los productores de sus medios de pro-
históricas, sin comprometer el reconocimiento de la especificidad que ducción, precondición de la explotación capitalista, así como su perma-
adopta la forma capitalista del Estado. nente reacción, condición a su vez del avance de la clase obrera, no son
Para Clarke, en ese sentido, el aspecto esencial de la forma Estado ra- presupuestos externos de la lucha de clases sino condiciones, fundantes y
dica en su carácter de clase; en el caso del Estado capitalista será la au- al mismo tiempo objeto, de la lucha de clases. De igual manera el carác-
tonomía estatal la que de manera superficial da cuenta del carácter de ter de clase del Estado no puede ser visto como una característica estruc-
clase en su papel en la lucha de clases; es ella la que corporiza la fetichi- tural inherente a su forma capitalista, en tanto esa forma es transforma-
zación del Estado. Sin embargo, para Clarke el Estado no debe ser visto da y reproducida a través de la propia lucha de clases. Por ello la teoría
como una necesidad lógica sino más bien histórica, como el emergente de del Estado no puede permanecer restringida por el análisis de las estruc-
216 César Altamira El open marxism 217

turas sino que debe localizar el análisis de la forma y las funciones del Es- trataba de un fenómeno moderno sino que la forma nacional de Estado,
tado en el contexto del desarrollo de la lucha de clases. en el contexto del sistema internacional de Estados y la acumulación de
Clarke realiza un abordaje similar en Keynesianism, Monetarism and capital a nivel mundial, había sido una característica esencial de la forma
the Crisis of the State, donde determina cómo la forma liberal del Estado capitalista del Estado en sus inicios. Tanto Holloway (Holloway y Picciot-
capitalista se corporiza en las formas regulativas del dinero y de la ley, to, 1991) como Bonefeld (2003) tratarán esta temática de manera indirec-
responsables de la constitución de la frontera entre los espacios económi- ta, casi superficial. El poco convincente abordaje inicial sobre el carácter
cos y políticos al tiempo que dan cuerpo a la independencia existente en- nacional del Estado –expresado en términos de aquella frontera geográfi-
tre el Poder Judicial y el banco central. La permanencia de esta separa- ca que se construye luego de que el cambio haya disuelto las unidades so-
ción entre la ley y las normativas de la regulación del dinero asegura la ciales basadas en la producción para el uso– sería rápidamente cuestiona-
dependencia de la sociedad civil y el Estado con relación al dominio del ca- do por Colin Barker (1991), quien criticará a Holloway y Picciotto el ha-
pital. De esta manera el Estado liberal capitalista proyecta a la clase ber considerado al Estado de manera singular, dejando de lado el Estado
obrera como el objeto del poder estatal. Así, para Clarke (1988), el desa- en tanto sistema internacional de Estados. El problema radica en que el
rrollo histórico de la forma del Estado capitalista debe ser analizado como Estado nacional no puede enfrentarse al capital en tanto éste es un fenó-
la respuesta al desarrollo de la lucha de clases; intentando determinar en meno global. No puede, por tanto, anteponerse a la ley del valor para al-
ese mismo acto cómo el Estado busca canalizar esas luchas bajo nuevas canzar alguna forma política de regulación de la producción capitalista,
formas políticas de dominación; trátese ya de las llamadas “relaciones in- como lo propone Hirsch, ya que esta ley se impone sobre los Estados-na-
dustriales”, ya de la “representación electoral”, del “bienestar social” o de ción así como se impone sobre los capitalistas individuales a través de la
la “política económica”. Sin embargo, a pesar de ello, para Clarke la ins- competencia internacional. Según Barker, por ello Holloway y Picciotto
titucionalización de la lucha de clases tras tales formas políticas aliena- terminan exagerando la separación entre lo económico y lo político, atri-
das será siempre provisional y objeto permanente de la lucha de clases, buyendo al Estado un grado de autonomía que no tiene, y exageran el
en la medida en que esta disputa tiende a desbordar permanentemente punto para el cual la regulación política puede reemplazar la ley del va-
las formas provistas para ella. lor. Serán precisamente los límites nacionales del Estado los que confinen
sus posibles acciones a los límites del capital y le aseguren que no puede
resolver las contradicciones inherentes de la acumulación capitalista. Es-
Estado, mercado y capital global te fenómeno no puede ser interpretado como una restricción económica ex-
terna sino que es inherente a la propia forma Estado como Estado nacio-
Si bien la forma particular de separación entre la economía y la políti- nal. Sería recién hacia 1994 cuando Holloway en “Global Capital and the
ca constituye una característica determinante del Estado capitalista, es- National State” (1996), retomando las críticas de Barker, hará una distin-
ta separación no le provee más que una débil garantía al carácter capita- ción entre lo político y el Estado nacional. Lo político como momento de la
lista del Estado. Este fenómeno induce a pensar que tal carácter puede relación capitalista es un momento de la totalidad global, donde la contin-
ser fácilmente sorteable por un gobierno de tipo socialista, el que con vo- gencia absoluta del espacio es resumida en la existencia del capital como
luntad, deseo y determinación para intervenir en la economía podría dinero. Encuentra expresión en la pluralidad de Estados-nación distintos
reemplazar el funcionamiento de la ley del valor por una regulación polí- territorialmente. Históricamente la liberación de las relaciones de explo-
tica consciente. Pero este punto tropieza a su vez con los límites de inter- tación de la restricción espacial fue acompañada por el desarrollo de nue-
vención del Estado que no pueden entenderse sin referencia a los límites vas territorialidades bajo la forma de Estados-nación. Lo que resulta sig-
de su forma nacional. nificativo en este análisis de Holloway es su punto de partida para anali-
Entramos así en la problemática de la relación entre Estado nacional zar el Estado-nación. La relación de éste con el capital es una relación de
y capital internacional. Como hemos mencionado, ya en los primeros de- Estado fijado nacionalmente a un capital globalmente móvil.
bates en la CSE, sobre la relación entre la internacionalización del capital No resulta fácil congeniar una visión del Estado definido según una es-
y los Estados-nación, había quedado explicitado aquel argumento central tructura de clases interna con aquella otra que lo aborda desde el sistema
según el cual el carácter global del capital imponía un límite al poder del internacional de Estados, ni determinar una correcta relación entre Esta-
Estado-nación. En realidad, para Claudia von Braunmühl (1978) no se dos-nación y la acumulación capitalista mundial implica partir de las re-
218 César Altamira El open marxism 219

laciones sociales de producción y mercado y proseguir luego con la inte- Las relaciones capitalistas de producción se establecieron como conse-
racción de esas relaciones a nivel internacional. No alcanza con destacar cuencia de las luchas del campesinado y la naciente clase media. Fueron
la conexión histórica entre el sistema de Estados y la economía mundial, estas luchas las que disolvieron los fundamentos corporativos y persona-
como dice Giovanni Arrigi (1994) sino que se trata de ver la forma que les del poder feudal y produjeron la separación formal del Estado y la so-
adopta y cómo se transforma en el curso del tiempo. ciedad civil, lo que subraya la dependencia del Estado de la producción y
Sin embargo, para una comprensión más acabada se trata previamen- reproducción de las relaciones sociales capitalistas. En este sentido el Es-
te de resolver el problema de la constitución del Estado. tado otorga meramente forma a las relaciones sociales cuya sustancia es-
Aquella lectura que ubica el primer momento del Estado capitalista en tá determinada en la sociedad civil. La actividad formal y reguladora del
el establecimiento y la producción generalizada de mercancías nos ofrece Estado es sostener las bases de las nuevas relaciones sociales que compo-
una forma particular de comprender el desarrollo y la dinámica de la po- nen el entorno de la sociedad civil.
lítica económica internacional. Los partidarios del world system, como Im- Desde nuestro punto de vista el hecho esencial radica en que ahora,
manuel Wallerstein, si bien enfatizan la dependencia entre Estados y con la generalización de la producción de mercancías, el plustrabajo es ex-
mercado mundial, ven en el mercado y en la división internacional del traído al productor directo bajo la forma de plusvalía sustentada en una
trabajo los factores que determinan el rol particular de cada región, des- coerción exclusivamente económica.
de donde fluyen las relaciones de capital y Estado. Sin embargo no fue el Si bien en el capitalismo existe una clara separación entre el momen-
comercio el que transformó las relaciones de producción sino las contra- to de la coerción y el momento de la apropiación, la propiedad privada y
dicciones entre las relaciones feudales y posfeudales de producción las las relaciones establecidas entre productores y propietarios son manteni-
que transformaron el mercado mundial y las formas de Estado. das a través de formas políticas y legales. Por ello a pesar de la diferen-
La emergencia de la forma capitalista del Estado no puede interpretar- ciación en la sociedad civil burguesa lo económico se apoya en lo político
se como una respuesta automática al desarrollo del mercado y el comer- (Wood Meiksins, 1996).
cio mundial, ni tampoco como una consecuencia de los efectos perjudicia- La separación forzada entre Estado y sociedad civil en la sociedad ca-
les del dinero. El cambio histórico del Estado fue en realidad un cambio pitalista es una ilusión institucionalizada. La existencia institucional del
gradual gestado en el marco de sucesivas revoluciones políticas y de di- Estado como esfera política presupone la despolitización de la sociedad ci-
versas formas de luchas sociales –expresión ambas de los cambios en las vil, acto detrás del cual el Estado se oculta institucionalmente y que se
relaciones de producción– que socavaron y removieron el poder soberano funda en la existencia de la propiedad privada. En la sociedad capitalista
y constituyeron al Estado político como de interés general. Estas luchas el poder del Estado se expresa de esta manera en el derecho y el dinero;
sacudieron la estructura política social medieval y terminaron por desin- el Estado media entre los intereses generales y los particulares. Y esta
tegrar la servidumbre como institución que fusionaba la explotación eco- disciplina debe ser impuesta de manera independiente y divorciada de los
nómica y la coerción política en la ciudad y que traía como corolario la uni- intereses individuales. El interés común es presentado como un interés
dad orgánica entre economía y política. ajeno a los intereses individuales e independiente de ellos bajo la forma
En el Medioevo el mapa internacional no era el de un sistema interna- Estado. De esta manera éste se constituye en la forma más apropiada pa-
cional de Estados, más bien se trataba de un conglomerado amorfo de ins- ra servir a la expansión de las relaciones sociales capitalistas, en la me-
tancias jurídicas diseminadas, geográficamente interconectadas y estrati- dida en que el poder social de la burguesía está expresado de manera abs-
ficadas según diversos enclaves de poder y alianzas. Al ser los señores los tracta en el dinero.
que unificaban el poder político y económico, las monarquías medievales Resuelto entonces el problema de la constitución del Estado y de la re-
eran portadoras de una elevada inestabilidad. De ahí que para Marx la so- lación entre el mercado y el Estado y Estado y sociedad civil, es decir de-
ciedad civil medieval adoptara una forma directamente política en la me- terminado el secreto del porqué de la separación entre economía y políti-
dida en que los elementos de la vida civil, la familia, la propiedad, el mer- ca en la sociedad capitalista, avancemos en la relación entre Estado y acu-
cado de trabajo, habían sido elevados a elementos de la vida política en la mulación de capital mundial.
forma de señoríos, dominios o corporaciones. La posición individual en un Si bien nos encontramos en un estadio donde las condiciones de explo-
dominio estaba determinada por la relación política mediante su separa- tación se definen nacionalmente de manera homogénea, la tasa de cam-
ción y exclusión del resto de los otros componentes sociales. bio conecta entre sí a los distintos Estados-nación mediante la jerarquiza-
220 César Altamira El open marxism 221

ción del sistema de precios. Una situación similar ocurre para el caso de terna, tasas de cambio, etc. Pero si lo vemos como forma del capital glo-
la moneda. La moneda mundial trasciende la moneda nacional, por lo que bal, entonces los Estados-nación no se verán afectados por la globaliza-
los Estados se fundan sobre la regla de la ley y de la moneda. Sin embar- ción en la medida en que forman parte de ella, es decir, de la acumulación
go los Estados-nación, además de confirmar su autoridad sobre los mer- de capital a escala global.
cados mediante la regulación de la ley y la moneda, responden a la crisis La crisis de posguerra no provocó la disolución de los Estados sino el
mediante políticas diversas. En ese sentido los gobiernos toman medidas mantenimiento y la transformación de los espacios políticos a través de
a nivel nacional para contrarrestar el poder del trabajo y están igualmen- nuevos esquemas que apuntaban a la regionalización del mercado mun-
te obligados a lidiar con las consecuencias que proyecta la lucha del capi- dial. Este movimiento debe ser visto como una reducción de la tensión en-
tal-trabajo a nivel global. Pero aunque el Estado nacional se muestre in- tre Estado nacional y economía global, así como la crisis de las relaciones
capaz de resolver la crisis generada por el desarrollo del capital global, de- de clase se expresa como crisis del sistema internacional de Estados. De
be ser capaz de movilizar recursos y renovar las relaciones políticas inter- ahí que el sistema internacional de Estados pueda ser visto como la frag-
nacionales que le permitan alcanzar posiciones favorables en el sistema mentación del momento político de la relación capital-trabajo. El Estado
de precios internacionalmente establecidos. De esta manera si nacional- no se encuentra, entonces, separado del mercado. Las formas de las rela-
mente los Estados aseguran los derechos de propiedad internacional, in- ciones sociales son las que dan unidad a la fragmentación que proyecta el
ternacionalmente median en la tensión que se manifiesta entre los espa- mercado. La ley del mercado aparece como independiente pero es sólo un
cios nacionales y globales. La tensión global-nacional enfrenta a los Esta- momento de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. La eco-
dos con el dilema de acumular y acumular de la economía global mientras nomía mundial aparece como una sumatoria fragmentada pero en reali-
desarrolla políticas nacionales para retener el capital en su territorio. En dad es un único sistema donde las relaciones globales de clase se proce-
ese contexto una política puede resultar perjudicial, contrapuesta o con- san nacionalmente. El Estado con alcance nacional siempre se necesita
tradictoria con la otra. para la gestión de la fuerza de trabajo y de la moneda.
Para Peter Burnham (2001) las relaciones de clase afectan al Estado
en tanto éste actúa internacionalmente, no a un nivel nacional. El Esta-
do es una forma de la relación de clase que constituye las relaciones capi- Werner Bonefeld, Joachim Hirsch y la “reformulación”
talistas globales. En el capitalismo contemporáneo la tensión mayor se da
entre la constitución política nacional de los Estados y el carácter global La crítica de Bonefeld estará dirigida a los trabajos que, bajo el nom-
de la acumulación. Si bien las relaciones de explotación –como forma de bre de la reformulación de la teoría del Estado, buscaron “dar una expli-
la relación capitalista global– son mundiales, sus condiciones se estable- cación materialista de las transformaciones ocurridas en el Estado y su
cen a nivel nacional y los Estados se integran a la economía política glo- relación con la economía” (Bonefeld, 1991: 35). Se trata esencialmente de
bal a través del mecanismo de los precios. En ese sentido, para Burnham los trabajos de Joachim Hirsch, Joseph Esser y Roland Roth en Alemania
la estrategia de autonomía nacional es un absurdo, un imposible. No se y de Bob Jessop en Inglaterra. En realidad, la reformulación de la teoría
hace política en ausencia de la economía global, sino en un contexto inter- del Estado tiene sus antecedentes teóricos en el debate sobre la derivación
nacional. Es la acumulación global de capital la que limita las formas en del Estado. El planteo central de la derivación ubicaba la comprensión de
que las autoridades políticas contienen el conflicto; en ese contexto se de- los límites y los determinantes de la acción del Estado sólo a partir del
sarrollan las políticas nacionales. La relación entre Estado y capital glo- análisis de la relación entre Estado y capital; es decir, si se abordaba el
bal no puede ser abordada como un problema de pérdida de soberanía ni Estado como una forma particular de la relación capitalista. Esta concep-
tampoco el capital global puede estudiarse como un fenómeno externo al ción fue atacada muchas veces por funcionalista en la medida en que in-
Estado. Por el contrario, para Burnham las relaciones internacionales de- terpretaba la acción del Estado como simple requerimiento del capital. A
ben ser vistas como el procesamiento en el ámbito nacional de las relacio- pesar de pertenecer a la escuela de la reformulación, Hirsch (1978) formu-
nes globales de clase y el estudio de las formas de resistencia a estos pro- lará la idea de que tanto el desarrollo del Estado como la dinámica de la
cesos. Si enfocamos el problema sólo a nivel nacional de la organización acumulación de capital sólo podrían ser conceptualizados en términos de
capitalista no podremos dar cuenta de la restricción monetaria sobre los la lucha de clases. Este abordaje exigía discutir el Estado capitalista más
Estados-nación en balanza de pagos, presiones inflacionarias, deuda ex- allá de las generalidades teóricas e incorporar comportamientos específi-
222 César Altamira El open marxism 223

camente históricos. El intento de Hirsch por introducir conceptos de Pou- cia cristiana al gobierno alemán. En ese contexto Hirsch desarrolla la idea
lantzas en su análisis terminó reforzando la tendencia funcionalista pre- de un punto de partida novedoso para la sociedad donde se trata de com-
sente en él desde un comienzo. A pesar de rechazar la concepción poulant- prender el significado de este cambio como un camino donde las relacio-
ziana sobre la autonomía relativa del Estado, Hirsch terminará acercán- nes sociales de producción se encuentran políticamente reguladas en el
dose a Gramsci y Poulantzas cuando polemiza sobre el llamado desarro- marco global del desarrollo de la crisis de acumulación capitalista en as-
llo del modelo de Estado alemán hacia fines de los 70. En efecto, allí fina- censo. Analiza el Estado fordista como una forma política apropiada del
liza discutiendo los distintos tipos de aparatos de Estado y la constitución régimen de acumulación fordista, de ahí que la crisis del fordismo signifi-
del propio aparato estatal, conceptos que lo emparientan con Poulantzas que la crisis de su sistema político. En este aspecto Hirsch ve al Estado
y Gramsci. En realidad ya en su contribución al libro de Holloway y Pic- respondiendo al proceso de desintegración social inherente a la crisis de
ciotto (1978), Hirsch había resaltado la tensión permanente existente en- acumulación, penetrando todos los espacios de la sociedad civil como ma-
tre el funcionalismo y el proceso histórico de antagonismo de clase. La in- nera de reestructurar las relaciones sociales ante la emergencia de un
corporación de Poulantzas en su análisis no hacía otra cosa que reforzar nuevo régimen de acumulación posfordista. Esta estatización de la socie-
la tendencia funcionalista presente desde un comienzo en su análisis. dad se expresa en el Estado de seguridad fordista visto como la forma del
Jessop, por su lado, siguió en Gran Bretaña un desarrollo más o me- Estado posfordista y donde la regulación estatal no se alcanza mediante
nos similar buscando combinar las conclusiones del debate sobre la deri- los modelos de integración política de inspiración keynesiana ni a través
vación con algunas ideas de Poulantzas y llevando su estudio sobre el Es- de mecanismos represivos tradicionales, sino mediante una regulación es-
tado a un proceso de mayor refinamiento, tras la incorporación en su aná- tatal mercantilizada de la sociedad civil. Según esta concepción el Estado
lisis de las estrategias de aparatos desarrolladas en Gran Bretaña duran- posfordista no implicaría el retiro del Estado de la regulación económica,
te los 70, proceso que según el autor conformó el Estado corporatista. sino una nueva y diferenciada forma flexible de regulación estatal apro-
Holloway y Picciotto adoptaron una línea distinta en el curso del deba- piada a la segmentación de la clase trabajadora y a la mayor flexibilidad
te sobre la derivación. Fueron más allá del funcionalismo y el estructura- productiva de la acumulación posfordista. Hasta aquí la concepción de
lismo prevaleciente, enfatizando que el desarrollo del capitalismo y del Hirsch a grandes rasgos y los postulados de la llamada escuela de la re-
Estado capitalista no seguía ninguna ley objetiva de desarrollo. Más bien formulación del Estado.
esas leyes eran en todo caso “formas” bajo las cuales y a través de las cua- Bonefeld critica a Jessop por desarticular en su análisis la relación in-
les existía (existe) el antagonismo de clase. En ese sentido, el London- terna entre lucha y estructura al terminar reduciendo la lucha de clases a
Edinburgh Weekend Return Group discutiría el desarrollo del Estado en un “pero también”, posición que termina subordinando la lucha a las leyes
términos de las cambiantes condiciones de la lucha de clases y de la do- objetivas de la acumulación capitalista. Según Bonefeld, el análisis debería
minación de clase. Desde esta óptica el Estado bien podía ser visto como asentarse en la prioridad histórica y conceptual de la lucha de clases. Para
parte de una forma específica y determinada de un modo de dominación, este autor la “reformulación” teoriza por un lado el desarrollo de las formas
patrón específico de integración y represión de la clase obrera. La forma y funciones correspondientes al Estado y por otro las formas históricas so-
institucional del Estado es vista así por Holloway y Picciotto como un mo- ciales de la represión e integración. En este abordaje la reformulación to-
do histórico a través del cual y en donde se expresaba la lucha de clases mará los cambios operados en la producción como el punto de partida para
en el Estado. el desarrollo de la comprensión del Estado. Hirsch parte de constituir una
Éstas constituyeron, sin duda, dos líneas de pensamiento diferente por sola estructura unificada bajo formas económicas, políticas e ideológicas, y
fuera de la teoría de la derivación. Por un lado, aquella concepción que cuyo desarrollo estaría determinado por las leyes de desarrollo capitalista
busca asentarse en la generación de categorías intermedias y el refina- y también por la lucha de clases. En ese camino, en contraste evidente con
miento de concepciones generales que proveía una base para operaciona- el debate sobre la derivación, Hirsch terminará introduciendo un concepto
lizar el cuerpo teórico general. Por otra, aquella que enfatiza la importan- intermedio y más específico que el del Estado capitalista en general, el Es-
cia de la comprensión del capital como una relación de lucha de clases y tado fordista y el Estado posfordista, como expresión histórica diferenciada
el Estado como momento de la dominación. de la subordinación del trabajo a la organización del capital.
“Fordism and postfordism” fue escrito por Hirsch (1991) en 1982, lue- Dos son las categorías centrales que articulan la teoría de la reformu-
go del desplazamiento de la socialdemocracia y el ascenso de la democra- lación: la regulación y la correspondencia. Ambas tienden a enfatizar las
224 César Altamira El open marxism 225

leyes objetivas del desarrollo capitalista por encima de la lucha de cla- necesitan ser coordinados, aunque no se mencione nunca la agencia de
ses. Así, la regulación y la correspondencia están determinadas por su coordinación.
función en la estructura más general del capitalismo, compuesto a su vez El “proyecto” en Jessop implica un Estado en cuya estructura se in-
por diferentes niveles: político, económico, ideológico. De esta manera la serta un amplio abanico de intervenciones alternativas aunque este au-
conformación histórica de los modos de regulación y la correspondencia tor no pueda diferenciar la estrategia del proyecto. En ese sentido, según
en el nivel del Estado serían producto de las transformaciones estructu- Bonefeld, Jessop retoma a Poulantzas cuando entiende el Estado como
rales del desarrollo económico determinado por leyes (Bonefeld, 1991). un campo de batalla estructuralmente determinado por distintas estra-
La correspondencia estaría referida a una articulación estable entre una tegias de las fracciones del capital. En su análisis Jessop se mostrará
forma de producción de plusvalor y una forma característica de regula- partidario de la separación entre estrategias de acumulación y proyectos
ción.7 Para Hirsch la correspondencia no adquiere una connotación fun- hegemónicos cuando afirma que “hay lógicas alternativas del capital, de
cionalista sino más bien de relación estable basada en un particular modo que puede haber proyectos hegemónicos alternativos”.8 En el razo-
equilibrio de clases. La correspondencia entre modo de dominación y ré- namiento de Jessop, como un proyecto hegemónico exitoso se refleja en re-
gimen de acumulación es caracterizada como un bloque histórico, si- sultados siguiendo una estrategia de acumulación dada, este análisis
guiendo a Gramsci. abriría las puertas a una visión funcionalista de la reproducción capita-
Bonefeld va a criticar la concepción de la reformulación por invertir la lista. En efecto, en la medida en que, en Jessop, los proyectos hegemóni-
relación entre el desarrollo de la acumulación capitalista y la lucha de cla- cos dependen de la acumulación, ambas categorías, proyectos hegemóni-
ses; si la acumulación capitalista es la que determina el contexto para el cos y estrategias de acumulación, no serán abordadas como formas de la
desarrollo de la lucha, para la reformulación, entonces, el desarrollo capi- misma relación de clase y por tanto relacionadas. Por su parte, Hirsch y
talista sería un “proceso sin sujeto”. La causalidad que adopta en este con- Robert Esser desvinculan el proyecto hegemónico de la dinámica de acu-
texto el desenlace remitiría a la impredecibilidad de la lucha, que se con- mulación y en ellos la crisis es considerada una disfunción del modo de
vertiría así en retardataria o acelerante, pero sin ninguna capacidad pa- regulación para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia.
ra desafiar al desarrollo. De esta manera, la lucha de clases deja de ser el Bonefeld va a criticar igualmente el análisis que la reformulación ha-
motor de la historia. Para Bonefeld (1991: 45), Hirsch termina promovien- ce con relación a las formas regulatorias. En efecto, si para él las formas
do un “análisis normativo del desarrollo capitalista constituido por la su- regulatorias deben ser vistas como formas de mediación de la presencia
puesta necesidad funcional de la trayectoria determinada por leyes del del trabajo en el capital, la reformulación termina sustituyendo la forma
desarrollo capitalista”. específica de las relaciones sociales por la articulación entre el Estado y
Simultáneamente Bonefeld va a censurar las concepciones gramscia- la acumulación, lectura que, según Bonefeld, adquiere un carácter estruc-
nas cuando observa que la estatización de la sociedad está funcionalmen- tural-funcionalista. Cuando la reformulación (Hirsch y otros) habla de es-
te determinada para la reformulación en la medida en que es necesaria tatización, continúa Bonefeld, politiza su análisis, mientras enfatiza so-
para la reproducción de las relaciones sociales. Esto supone, según Bone- bremanera el papel del Estado al señalarlo como la fuerza primaria para
feld, subordinar las contradicciones de la lucha de clases y su reemplazo la recomposición capitalista. Esta centralidad otorgada al Estado supone
por contradicciones en distintos niveles de la estructura global capitalis- que el capital por sí mismo es incapaz de autorreproducirse; sostienen es-
ta. El proceso de penetración del capital, de desintegración social y de es- tos autores que la distribución de la plusvalía está subordinada a la polí-
tatización son conceptualizados por la reformulación como procesos deter- tica del Estado, razón por la cual éste será considerado el principal gene-
minados por leyes dentro de las cuales se mueve la lucha de clases. Según rador de las luchas y la resistencia, relegando en este acto la relación ca-
Bonefeld, esta idea puede observarse también en las categorías de “pro- pital como origen y fuente de toda lucha. En este sentido la reformulación
yectos hegemónicos” y estrategias de acumulación que maneja Jessop. En omite abordar al Estado como objeto y resultado de la lucha de clases y
efecto, para Bonefeld estas categorías suponen la idea de una incoheren- termina reemplazando el análisis del desarrollo del capitalismo por una
cia del cuerpo social que, constituido por fragmentos carentes de unidad,

8. B. Jessop, Nicos Poulantzas, marxist theory and political strategy (1985), citado por W. Bo-
7. Nótese la familiaridad de este planteo con el desarrollado por la escuela de la regulación. nefeld (1991: 46-67).
226 César Altamira El open marxism 227

informada descripción teórica del capitalismo contemporáneo. En ese con- cha y estructura aparece cuando se analiza la crisis. Uno de los artículos
texto, el papel y el poder del Estado se ha mistificado y sobrepolitizado. Si más importantes de Hirsch (1978) estuvo dedicado a establecer la centra-
para Bonefeld (1991: 49) el Estado “debe ser reubicado en el centro de la lidad de la crisis como forma de comprender el desarrollo del Estado. En
dialéctica del aspecto organizacional y represivo de la presencia del tra- ese sentido Holloway criticará a Hirsch por aceptar la separación entre
bajo dentro del capital”, las categorías fordistas y posfordistas utilizadas las dos categorías, cuando afirma que “en el marco de las leyes generales,
por la reformulación responden a una lógica donde termina derivándose el desarrollo capitalista está determinado más bien por las acciones de los
la historia de la teoría (y no a la inversa), conduciendo este proceso a la sujetos actuantes y las clases, el resultado de las condiciones concretas de
desarticulación entre lucha y estructura. la crisis y sus consecuencias políticas” (Hirsch, 1978; Holloway, 1991a).
Hirsch, en contraste con Jessop, planteará que el giro conservador Por el contrario, para Holloway las leyes no expresan más que el mo-
adoptado por el poder supone cambios cualitativos y una ruptura profun- vimiento de la lucha de clases. El análisis del capital no puede ser sepa-
da en el desarrollo capitalista que aparece bajo la forma de desestatiza- rado del análisis de la lucha de clases porque el capital es lucha de clases,
ción y desintegración social. El problema, según Bonefeld, está en colocar afirma. En este aspecto Holloway desarrolla su tesis sustantiva: el traba-
al thatcherismo en ese turn over. Si bien históricamente el fordismo tuvo jo está en el capital. La propia relación capital es en sí misma lucha de
sus orígenes en el 20 y su consolidación fue facilitada y mediada por la cri- clases en la medida en que el trabajo como tal está contenido en la misma
sis del 30 y la Segunda Guerra Mundial, si se considera, dice, que a fines relación capital. De ahí que el capitalismo como modo de producción sea
de los 60 estaba en crisis, entonces la permanencia del fordismo quedaría portador intrínseco de una inestabilidad particular por su tendencia his-
limitada sólo a unos quince años. La transición al posfordismo sería en- tórica al incremento de las ganancias, tendencia que toma cuerpo en la
tonces, según la reformulación, muy corta y suave. Y en este camino el contradicción entre el aumento del capital constante y la expulsión per-
nuevo realismo impuesto en los distintos órdenes de la sociedad se abor- manente de trabajo vivo, único generador de valor. Contradicción que eco-
da como el inevitable desarrollo capitalista, sin contemplar su evolución nómicamente se expresa a su vez en la tendencia decreciente de la tasa
como producto de la lucha. Por lo demás, continúa Bonefeld, el debate so- de ganancia a pesar de que el problema de fondo parte de la presencia del
bre el fordismo y su transición al posfordismo se ubica con relación a la trabajo vivo en el capital. Las leyes o tendencias del desarrollo capitalis-
mayor o menor aproximación de las sociedades a formas canónicas prees- ta no constituyen un cuerpo o estructura donde se desarrolla la lucha de
tablecidas como modelos de funcionamiento social, colocando el análisis clases, como dice Hirsch, sino que marcan los ritmos de la lucha que re-
social al borde de la tautología. Bastaría con suponer su relación con la lu- sulta de las particulares condiciones de dominación y resistencia obrera.
cha como resultado de ella, ya que las tendencias marcadas por la refor- Por ello la crisis no es una estructura externa impuesta a la lucha de cla-
mulación son reales. Se trata, en todo caso, de relacionarlas con la lucha. ses sino que es precisamente la crisis de la relación de clase. Se trata de
De ahí que el futuro sea impredecible: “La herejía de la realidad desafía la crisis de una forma de dominación9 y por tanto es vivida como ruptura
siempre al materialismo abstracto” (Bonefeld, 1991: 65). de la dominación. Superar la crisis significa reestructurar la dominación
y la autoridad del capital. Pero este fenómeno no es un proceso cerrado,
como lo supone la reformulación al pasar del fordismo al posfordismo si-
John Holloway no que es un proceso de final abierto.
El nudo de la polémica puede sintetizarse en que tanto Bonefeld como
Por su lado, Holloway (1991a) replanteará nuevamente el problema de Holloway les achacan a la reformulación y a la regulación: a) un trata-
la relación entre lucha y leyes objetivas del desarrollo del capitalismo, miento de la lucha de clases restringido y limitado por las llamadas leyes
aunque ahora con una connotación particular. Si en los 70 el objetivo per- objetivas del desarrollo del capitalismo. Las leyes serían el canal a través
seguido por las teorías tras el resaltamiento de las leyes objetivas era en- del cual se expresan y se realiza la lucha de clases, y b) un abordaje de la
fatizar la naturaleza inherentemente inestable del capitalismo, marcan- clase obrera como objeto pasivo de la historia y por tanto un comporta-
do el carácter ineluctable de la crisis, en los 90 el llamado a las ineludi-
bles leyes tendenciales ha devenido el argumento favorito del reformismo
para adaptarse a una inevitable reestructuración capitalista. Para Hollo- 9. En este sentido Holloway retoma el planteo realizado por S. Clarke (1988) al caracterizar
way el posicionamiento que se asume con relación a la tensión entre lu- la crisis como una crisis de dominación.
228 César Altamira El open marxism 229

miento de clases de acomodamiento o sumisión a la nueva cara del capi- rará formas aparienciales sino expresión o “modos contradictorios de exis-
talismo. Critican a la regulación su planteo de una forzosa recuperación tencia del antagonismo de clase”.
capitalista asentada en leyes objetivas y por tanto apoyada en la supre- De esta manera la lucha de clases se desarrolla en y contra estas for-
sión de la lucha de clases. mas y no puede ser entendida como una secuencia amorfa sometida a vai-
Holloway considera que enfatizar que el capital es lucha de clases im- venes que la conducen de aquí para allá. Se desarrolla contra esas formas
plica atacar la separación existente a menudo entre lucha de clases por específicas del capital, formas históricas, y no puede ser entendida al mar-
un lado y capital o leyes objetivas del capitalismo por otro. En la historia gen de ellas.
del marxismo esta separación ha conducido a distintos “tipos de determi- Si el dinero, el crédito, el interés, etc., son formas de existencia de las
nismos en el desarrollo social” (Holloway, 1991c: 170) “asentados en los lí- relaciones del capital, parecería correcto afirmar que son distintas “for-
mites determinados en indiscutibles líneas de tendencias y dirección es- mas de las relaciones sociales”. Sin embargo, si esas relaciones sociales
tablecidas por el mundo real” (Hall, 1988: 244). Esta separación igual- son la expresión de una sociedad inherentemente antagónica, son por tan-
mente debe ser tenida en cuenta cuando al enfatizar el término de la lu- to antagónicas; por lo que queda claro que la afirmación “formas de rela-
cha de clases muchas veces se alcanza como contrapartida el oportunismo ciones sociales” es en sí misma contradictoria. La relación social no pue-
en política. En ese sentido el voluntarismo y el determinismo son teórica- de detenerse bajo una forma. La turbulencia de la vida no puede ser ata-
mente complementarios, ambos productos de la separación entre lucha y da alegremente a las alienadas y fetichizadas formas de la relación social
capital, dice Holloway. capitalista. Estas formas alienadas contienen en sí mismas su propia an-
La afirmación de que el capital es lucha tiene doble significado. Por un títesis. Valor, dinero, interés, son formas proceso, formas capitalistas de
lado, connota un indiscutible posicionamiento contrario a todo determi- lucha, y no simplemente formas de las relaciones sociales capitalistas.
nismo al tiempo que insiste en la naturaleza antagónica de la relación ca- “Proceso de formación de relaciones sociales en un camino compatible con
pital. En ese sentido, el espacio de la extracción de plusvalía, verdadero la reproducción de las relaciones capitalistas de explotación” (Holloway,
corazón del capitalismo, es presentado como un territorio antagónico, de 199c: 172). Nos preguntamos: cuando Holloway hace esta afirmación, ¿no
permanente disputa. Para Holloway (1991c: 171) “bajo el capitalismo la termina subordinando las luchas a esa compatibilización con la reproduc-
relación de explotación asume una forma específica, la forma de la rela- ción de las relaciones capitalistas, y por tanto adoptando una posición si-
ción capital”. De esta manera el capital es asumido como una relación de milar a la de Jessop, aunque ahora en un segundo nivel de análisis?
explotación, de renovación diaria y permanente en la lucha por la extrac- Es posible observar cómo Holloway, en su crítica a Jessop, deja traslu-
ción de plusvalía. Bajo esta consigna, la lucha de clases se aparece de ma- cir una concepción de valor que poco tiene que ver con la concepción de
nera transparente, lo que significa afirmar que no hay leyes objetivas si- Marx. En efecto, a manera de ejemplificación de la forma como forma pro-
no lucha de clases intersujetos. Por otro lado, conduce a referenciar la lu- ceso, Holloway echa mano al argumento de cómo la imposición social del
cha de clases en la forma particular de extracción de plusvalor. En ese valor “es alcanzada gracias a la necesidad que manifestamos por los pro-
sentido si bien el capital es lucha de clases, esta última asume también la ductos útiles alcanzados por el trabajo de otros” (Holloway, 1991c: 172). El
forma de capital en la sociedad en la que vivimos.10 Por ello, para Hollo- valor (en realidad el valor de uso, según nuestra lectura) es la forma do-
way, en el capitalismo la lucha de clases no aparece como tal sino como ca- minante mediante la cual nuestra necesidad de productos útiles fabrica-
pital, como relación capitalista, como una realidad objetiva con sus pro- dos por el trabajo de otros es satisfecha, continúa. Concluye afirmando
pias leyes de movilidad ineludibles. Y que en su dinámica exuda dinero, que, sin embargo, el valor no está siempre dado. Es una forma impuesta y
beneficio, renta, interés; en fin, todas las formas particulares adoptadas reimpuesta en nuestro deseo para hacernos de productos hechos por otros.
por el capital y analizadas por Marx. Holloway (ídem: 171) no las conside- La imposición del valor es alcanzada sólo a través de un inmenso aparato
de coerción y educación. El valor, como forma de dominación, inevitable-
mente genera resistencia, lucha en y contra el valor, sin que existan cla-
ras líneas demarcatorias entre la lucha consciente y la inconsciente.
10. La concepción de que capital es lucha de clases y lucha de clases es capital adquirirá una
importancia sustantiva en el análisis posterior. Esta idea supone sellar una unidad interna
Pero ¿qué concepción del valor maneja en este caso Holloway? ¿No es-
indestructible entre los polos, que se reflejará luego, cuando llegue el turno de la dialéctica, tá cerca de la idea keynesiana de la propensión al consumo? Diríamos que
en la disolución de uno de los polos en el otro. confunde la categoría valor con el valor de uso cuando lo define como
230 César Altamira El open marxism 231

aquella expresión de deseos que busca hacerse de los productos de otros. de explotación no puede consumarse, el problema radica en el rechazo del
En la concepción del open marxism las categorías marxistas como formas trabajo al capital.
fetichizadas de la relación social capitalista no están establecidas de aquí Nos preguntamos: en esta idea del rechazo del trabajo vista como una
para siempre sino que son objeto permanente de lucha y por tanto están resolución voluntaria individual, ¿no subyace también una concepción de
constantemente abiertas, indeterminadas. Así, de esta manera, Holloway trabajo individual, que recoge aquella idea marginalista que da cuenta
podrá formular su diferencia sustantiva con Bob Jessop. Para éste las ca- del desempleo a partir de que los trabajadores no están dispuestos a tra-
tegorías valor, dinero, etc., si bien son formas de las relaciones sociales ca- bajar por el salario ofrecido? ¿No existe igualmente en el análisis de la
pitalistas, están dadas, firmemente establecidas y mantienen una lógica categoría valor un componente de subjetividad individualizada muy
autónoma propia. “El capital tiene una particular forma de relación social fuerte en esta determinación de las formas de las relaciones sociales ca-
y una lógica institucional y dinámica direccional propia” (Jessop, 1991b: pitalistas?
149). Para Holloway esta idea es funcionalista y determinista, ya que la
lucha de clases queda relegada a los orígenes del capitalismo, al período
de la acumulación originaria entendida como fase histórica pasada y con Bob Jessop y su crítica al open marxism
un desarrollo capitalista presente de manera casi autónoma. No se niega
la existencia de la lucha de clases en el presente pero tiene lugar en el De la lucha de clases a las formas del valor
contexto de esa lógica casi autónoma.
De esta manera, según Holloway, en su lectura Jessop termina recha- Jessop (1991b) orientará sus críticas al open marxism hacia dos pro-
zando la concepción del marxismo como una teoría de la lucha y es reem- blemáticas diferentes: 1) la relación dialéctica que existe entre las formas
plazada por una idea de lucha sólo en el marco estructural de los albores de dominación y la lucha de clases, y 2) la necesidad de rescatar en el aná-
del capitalismo. Una vez asumida esta idea, la reproducción de las dife- lisis de la dominación del capital la existencia de mediaciones y/o formas
rentes formas que tienen como meta la forma del valor estará asegurada, institucionales.
y en ese caso el marxismo devendrá una teoría de la reproducción del ca- Estos dos aspectos se recogen en aquella afirmación de Holloway sobre
pital. Ha dejado de ser una teoría de la ruptura del capital. La clase obre- que a) la forma histórica de dominación de clase bajo el capitalismo adop-
ra es objeto y no sujeto y la transformación revolucionaria aparece exóge- ta la configuración de la separación entre economía y política, y b) la for-
namente provocada. Esta concepción, según Holloway, termina reprodu- ma histórica que asume la lucha de clases en el capitalismo es el capital
ciendo el dualismo leninista entre reforma y revolución, entre sindicatos y por tanto éste no es externo a la lucha de clases.
y partido revolucionario. Según Jessop, la problemática de Holloway aborda dos aspectos dife-
Claro que en esta perspectiva, dice Holloway, si la lucha es permanen- rentes. Uno vinculado a la relación dialéctica entre las formas de la lucha
te, si la lucha de clases obviamente está presente en todo momento de re- de clases y las formas de dominación política y económica y su transfor-
sistencia pero también en la dinámica de las distintas formas del capital, mación en y a través de la lucha de clases. El otro implica suponer que to-
dinero, mercancía, crédito, interés, el capital terminará siendo aquello do es explotación, pura dominación, pura lucha de clases, puro antagonis-
que ha sido presupuesto, es decir, lucha de clases. En ese caso resultará mo sin mediaciones ni formas institucionales.
inocuo e inútil proyectar distinción alguna entre luchas económicas y po- Visto así, se diría que Holloway llega a una falsa e ineludible elección:
líticas. No puede haber diferenciación alguna ni siquiera entre luchas an- bien la distinción entre estructura y lucha suprime la efectividad históri-
ticapitalistas conscientes o inconscientes. Toda protesta resulta ser cons- ca de la segunda, bien se reduce el capital a la forma histórica que asume
titutivamente anticapitalista, desde la lucha de los obreros en General la lucha de clases y por lo tanto se concluye afirmando aquella verdad pre-
Motors (United Auto Workers) hasta la del Movimiento Sin Tierra brasi- concebida de que la primacía en la historia la tiene la lucha de clases. Se-
leño, los indios totziles en Chiapas y la de los indígenas lacandones en gún Jessop, las alternativas que plantea Holloway son falsas, por lo que
Guatemala. De aquí que a renglón seguido pueda plantearse que el capi- intentará desarrollar una tercera opción.
tal financiero no invertido en la producción es una manifestación de la Para él, en El capital Marx formuló una crítica radical a la economía
huida del capital de su otro polo, el trabajo. El desempleo en esta dinámi- política al determinar, mediante un análisis científico, las leyes que rigen
ca será visto como el rechazo del obrero al trabajo: en efecto, si la relación su dinámica. Sin embargo, según Jessop, cuando Holloway, buscando el
232 César Altamira El open marxism 233

núcleo de la sociedad capitalista, se enfrenta con la opción de elegir entre chizada, como condición de su existencia y de la acción, y 2) porque al ope-
las formas de dominación de clase o la mera afirmación de que el capital rar a espaldas de los productores de manera sistemática produce conse-
es lucha de clases y opta por esta última, bloquea toda posibilidad de ana- cuencias inesperadas con implicancias sobre la acumulación. De esta ma-
lizar la propia lucha de clases de manera dialéctica. Elimina toda perspec- nera la forma de la relación capitalista domina las acciones individuales
tiva de analizar cómo la lucha se inscribe en las formas de la relación del de manera anárquica.
capital, y cómo estas formas perfilan el producto y las modalidades que La lucha de clases, para Jessop, es una de las mediaciones a través de
asume la lucha de clases.11 Más aún, Holloway tampoco podrá ver cómo la las cuales Marx analiza la acumulación capitalista. Y sólo será introduci-
dominación de clase burguesa va más allá de la simple habilidad del ca- da luego de haber definido las categorías de la economía política que sub-
pitalista para imponer sus obligaciones al trabajo. Sometido a las reglas tienden las relaciones de clase y los intereses puestos en juego en la lucha
de la competencia, el capitalista no sólo está subordinado a la dominación de clases. De ahí que si se trata de analizar la dinámica y la naturaleza
del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, sino que incluso en esta tarea de- de la lucha de clases, Jessop plantee que se necesita de un criterio objeti-
berá eliminar a otros capitalistas. vo que establezca la relevancia de clase del antagonismo social y de las lu-
Para Jessop, el gran paso gestado por Marx con relación a la teoría chas, independientemente de los niveles de organización de las fuerzas so-
burguesa significó revelar la existencia de la lucha de clases y el verdade- ciales envueltas en ellas, así como de su conducción en términos de iden-
ro secreto de la producción capitalista, esto es, la forma económica espe- tidades o intereses de clases. Identidades que a su vez deberán ser deri-
cífica de extracción de plustrabajo entregada por el productor directo sin vadas de la naturaleza de la relación capitalista y sus implicancias sobre
retribución alguna: la plusvalía. Fue precisamente este descubrimiento el los antagonismos de clase.12
que permitió descifrar la anatomía de la sociedad civil y la forma Estado, La lucha de clases en la sociedad capitalista juega el rol que juega pre-
y no la lucha de clases. cisamente porque la sociedad está organizada como tal (Postone, 1996). El
Es el dominio de la forma valor, es decir de las formas que adopta el conflicto de clase es una fuerza pujante en el desarrollo capitalista porque
valor en un sistema de producción generalizada de mercancías, el que de- está estructurado e inserto en las formas sociales de la mercancía y el ca-
termina la identidad de las clases, la naturaleza de sus relaciones, las for- pital. Para Jessop el antagonismo de clase existe porque el capital es in-
mas de sus luchas, la dinámica totalizante de la lucha de clases y la com- herentemente una relación antagónica de explotación y dominación de
petencia en el modo de producción capitalista. Según Jessop, Marx mos- clase. El capitalismo no es antagónico, dice Jessop, porque los conflictos
tró cómo en la sociedad la lógica del trabajo abstracto se impone a los tra- se suceden entre fuerzas identificadas como de clase. La dinámica y el ca-
bajadores y a los capitalistas en general. En ese contexto el capital como rácter totalizante que Holloway y otros atribuyen a la lucha de clases co-
tal se constituye como una forma particular de relación social y posee, se- mo tal dependen en realidad de las formas como se estructuran estos he-
gún Jessop, una lógica institucional y una dinámica direccional propia. chos y de cómo se determinen sus direcciones y efectos, más allá de la vo-
Una vez que se ha generalizado la producción de mercancías y el desarro- luntad de las fuerzas de clases. Esto implica decir que no se puede tomar
llo de la plusvalía relativa como forma dominante de extracción de plus- a los sujetos de clase, a las identidades de clase subjetivas y a las deman-
valor, entonces la dominación capitalista se termina asentando en una das de la conciencia de clase como el único punto de referencia para inter-
red de conexiones sociales, impersonales y emergentes, que se reproduce pretar el significado de la lucha de clases. Los sujetos más significativos,
a través de los agentes humanos y que no puede ser aprehendida sin re- las identidades más importantes y las demandas más cruciales no necesi-
ferirse a sus acciones (Jessop, 1991b: 149). tan ser expresados en términos de clase; lo crucial es la repercusión que
Pero la dinámica de la relación capitalista se encuentra también fuera tienen sobre la reproducción del capital, sobre la capacidad del capital pa-
del control de los productores, al menos en dos aspectos: 1) en tanto la re- ra autovalorizarse en el marco complejo de las condiciones necesarias pa-
lación capitalista preexiste a estas acciones, es percibida de manera feti- ra una acumulación continuada. Por ello se debe empezar, dice Jessop,

11. Nótese en este aspecto el acercamiento de esta concepción con la autonomista para el ca- 12. Esta posición de objetividad será largamente criticada por Holloway en su libro Cambiar
so de las respuestas diferentes del capital ante sujetos distintos asentados a su vez en com- el mundo sin tomar el poder (2002: 98 y ss.). Igualmente rechazará toda alusión a la identi-
posiciones de clase diferentes. dad (pp. 102 y ss.).
234 César Altamira El open marxism 235

por categorías tales como mercancía, valor, dinero, capital y sus articula- por las formas valor. Dicho de otra manera, los distintos momentos de la
ciones antes que aprehender el significado de las luchas de clases parti- forma valor propiamente son reproducidos en y a través de la lucha de
culares. clases. En este contexto la contribución de la lucha de clases sigue te-
niendo un valor relativo menor en la determinación de la categoría valor,
que el otorgado a la forma valor en sí misma. De cualquier manera, no
De la forma valor a la lucha de clases se trata de la construcción de un discurso donde la contribución de la lu-
cha de clases se manifieste de manera separada: una fracción de la mis-
Analizar en detalle la relación entre la forma valor y la lucha de cla- ma que afecta a la forma valor como tal, y otra confinada en esa forma.
ses significará, para Jessop, pasar revista a las distintas formas que asu- Sin embargo, dice Jessop, debe hacerse una distinción analítica, trabajo
me el valor en la circulación –esto es, analizar la mercancía, el dinero y el que Holloway no hace, pues confunde la resistencia a aspectos específi-
precio–, así como las que adopta en el proceso de producción. Es en este cos o a consecuencias de la forma valor con resistencia a la relación ca-
último lugar donde la organización capitalista intenta extraer el máximo pital como un todo. A pesar de ello, es posible analizar las luchas en y
posible de valor en el proceso de valorización subordinado a las presiones contra las distintas formas institucionalizadas del modo de producción
competitivas, a las exigencias de la disminución de los costos y a los incre- capitalista, como plantea Clarke.14
mentos de la productividad. Por su parte la fuerza del trabajo se subordi- Basado en este argumento central, Jessop analizará el significado de
na al control capitalista en el proceso de trabajo, donde es remunerada y la afirmación de Holloway: el capital es lucha de clases. Aunque el conflic-
reproducida a través de la forma salario. to de clase sea un momento esencial en la reproducción ampliada del ca-
De manera más general, la forma valor se relaciona con la ley del va- pital, como tal, afirma Jessop, no da lugar a la totalidad capitalista ni
lor, proceso que determina la distribución de los tiempos del trabajo entre tampoco origen a su comportamiento dinámico. En realidad, focalizar el
las distintas actividades productivas, según las fluctuaciones de los pre- análisis en demasía en el conflicto de clase implica dejar de lado otros ele-
cios de mercado en torno de los procesos de producción, determinados por mentos esenciales de la relación capitalista. Puesto que el concepto de re-
el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. En la so- lación de clase como tal deviene de la propia relación del capital, no pue-
ciedad capitalista la ley del valor está mediada por las fluctuaciones de los de ser interpretado como categoría construida por las clases que dan for-
beneficios y las discrepancias entre los capitalistas, afirma Jessop. ma a la propia lucha de clases. Esta interpretación de alguna manera se
Asumiendo que las formas distintas que adquiere el valor (metafor- opone a la idea de que sean las clases las que modelan la relación capita-
mas) son reproducidas de manera que la dominación del valor está ase- lista. Siguiendo a Moishe Postone (1996: 281-282), Jessop apoya el argu-
gurada, entonces ellas –las formas del valor– definen los parámetros de mento de que la producción capitalista está caracterizada por una diná-
la acumulación capitalista y delimitan las posibles formas de crisis. Sin mica peculiar, asentada en la expansión constante del valor como momen-
embargo, aun cuando la forma del valor como tal sea una forma domi- to central del capital y por las diversas inversiones producidas en el pro-
nante, tampoco determina por sí sola el curso de la acumulación capita- ceso de valorización señalado, materializadas en la forma concreta del
lista. Según Jessop, como momentos formales de la relación del capital, proceso de trabajo industrial. Marx, según Postone, referencia este rasgo
las categorías del valor están indeterminadas. Su significado pleno emer- característico en la forma valor de riqueza y por tanto en el plusvalor.
ge sólo cuando categorías más sustantivas se suman; categorías que pue- Formas que no pueden ser comprendidas adecuadamente sólo en referen-
den también ser analizadas en niveles de abstracción que oscilan entre cia a las circunstancias en que los medios de producción y el producido
las formas fetichizadas de las categorías objetivas y los modos específicos pertenecen a los capitalistas y no a los obreros. En otras palabras, la con-
de cálculo y de acción estratégica.13 Es el balance de las fuerzas de clase cepción de relaciones sociales constituidas en la esfera de la producción no
comprometidas en las luchas económicas el que sobredetermina las for-
mas y les provee un contenido específico dentro de los límites impuestos
14. “Aunque la unidad y la complementariedad de estas formas diferenciadas [de domina-
ción] puedan ser articuladas teóricamente, su desarrollo es el producto de la historia de la
13. Aquí es donde Jessop se acerca a la teoría de la regulación tras la búsqueda de catego- lucha de clases en y contra las formas institucionalizadas del modo de producción capitalis-
rías intermedias. ta, cuya resolución histórica es siempre provisional” (Clarke, 1988: 16).
236 César Altamira El open marxism 237

puede ser comprendida en términos de relaciones de clase de explotación ción de capital, como relación social de explotación, es renovada y reorga-
solamente. Argumentar de otra forma sería reducir la crítica de la econo- nizada permanentemente.
mía política de Marx a una sociología de la lucha de clases desde el pun- Pero si bien Holloway y Picciotto empiezan su análisis de la forma de
to de vista de la clase trabajadora. Precisamente esta suerte de crítica co- la relación capital como un todo –retomando en este sentido el concepto
rre el riesgo de quedarse como crítica sociológica de la economía y de no de totalidad–, terminan abordando las esferas económicas y políticas co-
alcanzar a desarrollar la crítica de la economía política planteada por mo momentos diferentes de esa relación del capital. El abordaje inicial de
Marx. En el límite esta concepción reduccionista termina abordando la la forma estaba limitado a la separación fetichizada de las luchas econó-
conciencia de clase per se en la lucha, no sólo como una evidencia de la ex- micas y políticas explicada en términos de los esfuerzos capitalistas para
plotación y la dominación sino también como el único principio de expli- mantener la ilusión de un Estado neutro e independiente de la economía.
cación de todos los fenómenos provenientes de las relaciones de clase. Si Pero el análisis, según Jessop, culmina ignorando la pluralidad de formas
bien esta concepción no es enteramente adjudicable a Bonefeld y Hollo- sociales que tienen lugar en cada una de estas esferas y que afectan in-
way, tampoco resulta suficiente afirmar que “capital es lucha de clases”, cluso su naturaleza, de manera que en el interior de cada esfera es posi-
como si las distintas formas de lucha, las tendencias y contratendencias ble encontrar una dialéctica de formas y contenido.
emergentes en la acumulación de capital, la orientación estratégica y las De esta manera la totalidad de la lucha económica debería incorporar,
formas de organización asumidas por las distintas fuerzas no importaran como dice Clarke (1988), la forma dinero, la forma salario, los sistemas de
para el curso y el resultado de la lucha de clases. Por el contrario, si se relaciones industriales, etc. Y la lucha política debería incorporar la re-
acepta que importan, entonces la acumulación de capital está en alguna presentación política, el entorno del Estado (la articulación de los distin-
forma determinada por la lucha de clases. tos aparatos) y las formas de motivación. Y esto es precisamente lo que
Cómo esta forma se reproduce, bajo qué condiciones extraeconómicas hace la escuela de la regulación, dice Jessop.
y cuánto hay de sobredeterminación o subdeterminación debe ser defini- Analizando la concepción de Clarke, Jessop planteará que este último
do aún. Pero al menos existe una base para el debate. tiene una posición distinta a la de Holloway, a pesar de su pertenencia al
Jessop acuerda con Holloway en que el desarrollo histórico del capita- open marxism. Para éste, si bien la lucha de clases mantiene la primacía,
lismo no puede ser entendido simplemente como el producto del desarro- está siempre articulada con la lógica contradictoria de la acumulación,
llo de leyes objetivas modeladas por la lucha de clases, pero disiente cuan- inscripta a su vez en la relación del capital. Clarke es consciente de que
do Holloway atribuye esas ideas a la escuela de la regulación. Para Jes- se requiere algo más que las sucesivas victorias capitalistas para asegu-
sop, la escuela de la regulación investiga la dialéctica de las formas y el rar la acumulación capitalista cuando se exploran las distintas lógicas
contenido en la relación del capital, igual que antes lo había hecho Marx, asumidas por los diferentes modos de acumulación capitalista extensivo e
atribuyendo importancia tanto a las formas como a su contenido. Para intensivo. De cualquier manera para Jessop existen diferencias entre Si-
Jessop, Holloway y Picciotto sostienen que el desarrollo del Estado capi- mon Clarke y la escuela de la regulación, que pueden resumirse en:
talista queda determinado por la dialéctica entre las formas de resisten-
cia económica y política de la lucha de clases y su cambiante contenido. 1) Los partidarios de la escuela de la regulación están más preocupados
La particularidad del Estado reside precisamente en que por un lado ge- por especificar los límites inherentes de los caminos posibles de creci-
nera una forma de dominación de clase distinta aunque, sin embargo, re- miento capitalista, mientras que los teóricos clasistas están más inte-
lacionada con la dominación de la forma mercancía en la economía. Y por resados en las diversas coyunturas de clase, independientemente de
otro provee la base material para aquella práctica política e ideológica que que éstas sean consistentes en el largo plazo con la acumulación del ca-
fetichiza el espacio económico y político como esferas internamente inde- pital o con la dominación capitalista.
pendientes. Dada la separación en las esferas económica y política de las 2) Mientras la escuela de la regulación busca periodizar el desarrollo ca-
formas de la lucha de clases, el contenido de las luchas específicas refle- pitalista en términos de los regímenes de acumulación integrados a fa-
jará las contradicciones inherentes y las tendencias de la crisis de la rela- ses de transición más desorganizadas, los teóricos de clase distinguen
ción capital. Es a través de esta dialéctica de las formas y el contenido, los modos de regulación en términos de etapas de luchas de clases y re-
afirman Holloway y Picciotto (1991), como la complejidad histórica de las chazan el tratamiento bajo formas de regímenes de acumulación dis-
precondiciones económicas, sociales, políticas e ideológicas de la acumula- tintos.
238 César Altamira El open marxism 239

3) Mientras la escuela de la regulación busca modelizar las etapas de cre- “transformación estructural” producida en y a través de la interacción es-
cimiento, los teóricos de clase prefieren los análisis históricos en térmi- tratégica. La dialéctica estructura-estrategia se recoge en el condiciona-
nos de crecimiento y compromisos de clase institucionalizados. miento estructural de la estrategia y la transformación estratégica del
conjunto de las estructuras, quizá un análisis demasiado simplificado que
Incluso, en términos de la escuela de la regulación, dice Jessop, esta- le quita riqueza teórica y proyección política.
mos en mejores condiciones para abordar la relación dialéctica entre la es- Jessop considera que los teóricos de la escuela de la regulación enfati-
tructura de la acumulación adoptada y las modalidades de la lucha de cla- zaron efectivamente el papel de la lucha de clases, pero en ese camino el
ses, si incorporamos el análisis de las formas institucionales, expresión de conflicto de clases asociado a la producción y reproducción capitalista fue
las metamorfosis del valor, en principio sustancialmente indeterminadas. abordado solamente en términos de la dominación de clase, dejando de la-
La especificación de estas formas institucionales y sus modos de cálculo y do toda aproximación en términos de la lucha de clases. En efecto, cuan-
conductas estratégicas asociadas destapa, según Jessop, la estructura for- do Clarke, dice Jessop, analiza la dominación de clase, lo hace de una ma-
mal del capitalismo y define las modalidades de la lucha de clases. Y des- nera analítica: lejos de privilegiar una manera amorfa o informe de lucha
de el punto de vista de la separación radical entre leyes objetivas y lucha de clases, aborda una dominación ordenada de clase expresada en térmi-
de clases subjetiva, no introduce mayor distanciamiento que el que puede nos de dinero y Estado, como formas vinculadas al poder social del capi-
delinear el análisis en niveles más abstractos. En realidad nos encontra- tal y que reproducen la dominación capitalista mediante la separación de
mos en mejores condiciones para estudiar su interacción dialéctica, ya las esferas económicas y políticas, imponiendo de esta manera lógicas dis-
que las formas sociales abstractas, y sus tendencias y contratendencias tintas en ambos espacios: la racionalidad del mercado por un lado, y la
asociadas, se manifiestan harto indeterminadas para explicar el curso de competencia electoral por otro. Pero este último razonamiento de Clarke,
la acumulación capitalista. Sólo pueden explicar su dinámica y direccio- ¿no significa contagiar de fetichismo su análisis, al legitimar la división
nalidad general, por lo que los regulacionistas no estarían apartándose de de los espacios políticos y económicos? En este sentido Clarke desarrolla
la lógica general marxista de crítica del capitalismo. una concepción particular de la lucha de clases y muestra cómo una falla
De igual forma como Marx analiza los cambios producidos en el pasa- en la disputa contra la imposición de estas formas concluye subordinando
je de la manufactura a la gran industria, los regulacionistas analizan el las luchas obreras a la dominación del capital.
paso del predominio del sector I sobre el sector II para dar cuenta de su Por lo demás, Jessop considera estéril focalizar el análisis en la lucha
crecimiento, en un sistema con predominio de la producción de masa y de clases sin detectar sus formas y modalidades específicas. La idea de po-
consumo de masas. Este proceso implica de por sí analizar las formas ins- tenciar las luchas, afirma Jessop, únicamente resulta productiva si se ana-
titucionales específicas asumidas por la relación salarial en el proceso de lizan las luchas y sus estrategias no sólo en relación con su contribución al
trabajo, tras la formación de precios, así como las estrategias de acumu- afianzamiento del fordismo, sino también con su cuestionamiento y el ace-
lación y las distintas formas de resistencia de la clase obrera con las que leramiento de su transición. En ese contexto se vuelve necesario analizar
están asociadas estas formas. Analizar el capitalismo en términos de for- cuidadosamente cuán marginales o relevantes puedan ser las estrategias
mas institucionales nos aleja, para Jessop, de aquella impronta de estu- de lucha en su cuestionamiento al régimen de acumulación en particular,
dio tan criticada por el open marxism en términos de leyes de hierro obje- o incluso cómo pueden contribuir a apuntalarlo. Referenciar los análisis
tivas separadas de la lucha de clases, subjetiva. Sin embargo, continúa simplemente en la lucha de clases de manera general resulta, en ese sen-
Jessop, nada garantiza que este tipo de análisis viciado no pueda repetir- tido, absolutamente inútil. Similares errores se introducen si en el análi-
se en aquellos estudios encarados a nivel del capital en general, es decir, sis se privilegian el sujeto-clase y las subjetividades a costa de las formas
el campo de análisis propio del open marxism. específicas, las relevancias de clase, las estrategias y las acciones. Enfati-
Jessop plantea que no busca subordinar la lucha a las leyes objetivas, zar la relevancia de clase exige referenciarse en criterios que no se asien-
ni tampoco considerarla el medio a través del cual operan las leyes obje- ten en subjetividades de clase abstractos sino en aquellos supuestos inte-
tivas (Jessop, 1991b: 162). Nada más que en esta respuesta Jessop no só- reses existentes tras las estrategias alternativas económicas. Si se trata de
lo incorpora ahora el par estructura-estrategia (en reemplazo del estruc- analizar los ritmos y las particulares direcciones de la acumulación de ca-
tura-lucha) sino que simultáneamente recoge la influencia de Claus Offe pital, de alguna manera debe darse sustento a la relación capital que se
tras la llamada “selectividad estratégica” inscripta en la estructura y la presenta como una relación indeterminada. En ese sentido, para Jessop, la
240 César Altamira El open marxism 241

trayectoria particular que adquiere la acumulación de capital, sea que es- la forma valor. El conjunto de las metaformas del valor, esto es, de sus di-
té referida a nivel nacional, regional o global, sea que se trate de ramas o ferentes momentos, se unifica solamente de manera formal como modo de
sectores, dependerá de las estrategias y alianzas que prevalezcan en el expresión general de la producción de mercancías. Y la reproducción con-
curso de la competencia y de la lucha de clases. Entramos así de lleno en tinuada del capital dependerá de la exitosa coordinación de las diferentes
su análisis sobre estrategias de acumulación y proyectos hegemónicos. formas y momentos del valor, coordinación que de por sí es intrínsecamen-
te anárquica en el capitalismo. De ahí resulta que no existe unidad sustan-
tiva en el circuito del capital ni camino predeterminado de acumulación.
Estrategias de acumulación y proyectos hegemónicos La forma valor despliega de por sí variados caminos para la reproducción
de la relación capital y la naturaleza de la acumulación dependerá del fra-
Jessop se propone resolver el problema que arrastraba la teoría del Es- caso o del éxito en el camino elegido. Los intentos implican entonces un
tado en su versión estructural-funcionalista. Recordemos que establecía análisis de las estrategias económicas. Jessop rechaza la llamada “lógica
una determinada, aunque no reduccionista, relación entre las relativa- del capital” que subsume los caminos posibles en leyes generales económi-
mente autónomas esferas económicas y políticas y los mundos ontológicos cas y/o reduce aquéllos a luchas corporativas económicas. En su reempla-
de la estructura y de la lucha. Para Clarke el error principal de Jessop zo apelará a conceptos teórico-estratégicos capaces de establecer una sig-
surge cuando, buscando dar cuenta de la unidad contradictoria del proce- nificativa relación entre las leyes que intervienen en la dinámica de la for-
so de reproducción capitalista, deposita en el Estado el peso mayor que ma del valor vistas desde la matriz del capital y las modalidades concretas
otorga unidad y coherencia a la formación social en estudio. que asumen las luchas socioeconómicas analizadas en términos de matriz
El capital es una forma determinada de la relación social, afirma Jes- de clase, dejando de lado en ese acto las formas y rescatando los conteni-
sop. Y la acumulación de capital es una resultante compleja del cambian- dos. En este momento introduce el concepto de estrategias de acumulación.
te balance de las fuerzas de clase en pugna que interactúan en el marco Una estrategia de acumulación define un modelo de crecimiento econó-
determinado por la forma del valor. En ese sentido la forma valor es la re- mico caracterizado con sus precondiciones extraeconómicas y perfila una
lación social fundamental que define la matriz del desarrollo del capita- estrategia general apropiada para su realización. Para que el modelo sea
lismo. Comprende un número de elementos interconectados orgánicamen- exitoso, deberá ser capaz de unificar los diferentes momentos del circuito
te relacionados como diferentes momentos de la reproducción global de la del capital-capital industrial, bancario o dinero, comercial, bajo la hege-
relación del capital. En la esfera de la circulación comprenden la mercan- monía de una fracción cuya composición resulta cambiante según las eta-
cía, el precio y las distintas formas de dinero a través de las cuales se rea- pas del desarrollo del capitalismo. El ejercicio de la hegemonía económica
liza el intercambio de mercancías. En la esfera de la producción, la forma a través de la exitosa elaboración de tal estrategia debe ser diferenciado
del valor está corporizada por la organización del proceso de trabajo como de la simple dominación económica y de la determinación económica en
proceso de valorización y su subordinación, bajo las presiones competiti- última instancia del circuito del capital industrial. En efecto, si el corazón
vas, a las exigencias de la reducción de costos y aumento de lo producido. del circuito del capital es el proceso de producción en sí mismo, entonces
Con relación a la fuerza de trabajo, el valor está asociado con su mercan- será la performance del capital productivo el determinante económico úl-
tilización, su subordinación al control del capital en el proceso de trabajo, timo del proceso de acumulación, por lo que las tasas reales de retorno ba-
y su remuneración y reproducción a través de la forma salario. jo la forma de capital dinero o de capital comercial dependerán en el lar-
De manera más general la forma del valor está relacionada a la ley del go plazo de la continua valorización del capital productivo (industrial). La
valor. Si bien es imposible comprender la especificidad histórica del capi- dominación económica puede ser alcanzada por diversas fracciones del ca-
talismo sin alusión a las complejas ramificaciones de la forma valor, esta pital y tiene lugar cuando una fracción es capaz de imponer sus intereses
última de por sí tampoco determina plenamente el curso de la acumula- particulares sobre el conjunto y a expensas de las demás. Esta domina-
ción. La probabilidad de que la forma del valor en el proceso de valoriza- ción puede derivar de la ubicación privilegiada de tal fracción en el circui-
ción alcance su máxima expresión dependerá del control que se ejerza so- to del capital en una coyuntura económica específica y/o indirectamente
bre el trabajo en la producción, que a su vez depende del contexto más ge- mediante el uso de alguna forma de coerción extraeconómica.
neral de enfrentamientos de las clases, proceso social mediatizado por un Por el contrario, la hegemonía económica deriva del liderazgo alcanza-
conjunto de factores que en última instancia se encuentran por detrás de do por alguna fracción del capital a partir de la aceptación general de su
242 César Altamira El open marxism 243

estrategia de acumulación, la que deberá promover el interés inmediato nómica y donde el balance de fuerzas está modelado por numerosos facto-
de las otras fracciones, integrando el circuito del capital al cual están im- res que operan por detrás de la propia ley del valor. Sin embargo, para Jes-
plicadas, así como asegurar el interés a largo plazo de la fracción hegemó- sop las excentricidades de la lucha de clases y la anarquía del mercado im-
nica en el control de la distribución del capital dinero en las diferentes piden la unidad sustantiva del circuito del capital y volatilizan todo cami-
áreas de inversión ventajosas para sí. Por ello, mientras la dominación no predeterminado para la acumulación (Jessop, 1991a: 159). De ahí que
económica puede mostrarse incompatible con la continua integración del para Jessop se necesite de un poder externo capaz de imponer mecanismos
circuito del capital y desembocar en el largo plazo en una desvalorización de regulación que aseguren una acumulación sostenida de capital; el más
del capital social, la hegemonía económica alcanza el éxito mediante la ex- importante es el Estado en cuanto institución regulatoria totalizadora.
pansión continua del capital industrial y su integración al circuito del ca- Finalmente, el camino de la acumulación estará determinado por las
pital, aun cuando la fracción hegemónica no sea la industrial. Es enton- estrategias de acumulación adoptadas por el Estado. Sin embargo, no hay
ces a través de una sistemática consideración de las formas complejas de una sola estrategia de acumulación posible sino un conjunto de estrate-
articulación y desarticulación de la determinación económica en última gias y alternativas que expresan distintas alianzas e intereses de clase,
instancia, de la dominación económica y de la hegemonía económica como aunque toda estrategia de acumulación deberá conciliar las posiciones de
Jessop explicará la compleja dinámica de la economía capitalista. los intereses sectoriales con la acumulación de capital como un todo.
De cualquier manera vale la pena aclarar que la aceptación de cual- La estrategia de acumulación que adopte el Estado deberá tener en
quier estrategia de acumulación no anula la competencia ni los conflictos cuenta las condiciones políticas requeridas y estará sometida a la repre-
de intereses planteados entre capitales particulares y fracciones distintas sentación política de las formas institucionales, a la organización admi-
del capital. En todo caso, una estrategia de acumulación exitosa exige el nistrativa y a la intervención económica del Estado. La estrategia de acu-
sacrificio simultáneo de ciertos intereses inmediatos de clase para alcan- mulación deberá igualmente garantizar las bases sociales y políticas de
zar un equilibrio garante del compromiso entre las distintas fracciones apoyo para su concreción. Por ello la adopción exitosa y la implementa-
del capital y del sostenimiento a largo plazo del interés del capital en ge- ción de una estrategia de acumulación particular dependerán de sus con-
neral. Cuando las distintas fracciones de capital no están dispuestas a sa- sistencias con un proyecto hegemónico viable que asegure su soporte.
crificar parte de sus intereses, entonces se abren períodos de tensiona- Vista en detalle, la concepción de Jessop se presenta como un particu-
mientos sociales y de crisis latente que pueden desembocar en crisis de lar y sofisticado estudio estructural-funcionalista derivado de Poulantzas,
hegemonía cuando la posibilidad de extender la dinámica de acumulación que permanece maniatado por esa concepción y donde la forma valor ter-
sólo puede alcanzarse sobre la base del ejercicio de la dominación econó- mina jugando un papel externo a las estructuras económicas. Sólo se in-
mica (Jessop, 1991a: 160-161). corpora para definir de manera pasiva los límites dentro de los cuales se
Empero, toda estrategia de acumulación debe tener en cuenta la forma mueve la lucha de clases y las contingencias históricas que determinan el
dominante del capital, interna e internacionalmente, la coyuntura interna- curso de la acumulación. Si por un lado este análisis termina sobredimen-
cional específica que perfila la confrontación de los capitales nacionales e sionando la restricción que los aspectos materiales de la producción capi-
internacionales, el balance de las fuerzas sociales económicas y políticas, talista ejercen sobre la lucha de clases, considerándolos una fuerza exter-
nacionales e internacionales en este contexto, así como los márgenes de na, por el otro subestima el hecho de que la lucha de clases es una lucha
maniobra posibles de alcanzar a partir del potencial productivo nativo y de que se ejerce en el campo de la reproducción de las relaciones capitalistas
las subsidiarias extranjeras, de donde se deduce que existen varias estra- de producción. Por ello la línea divisoria entre lucha y estructura queda
tegias posibles de alcanzar en el marco de los conflictos generados por la indeterminada.
adopción de alguna de ellas; son diversas las estrategias de acumulación Será su base estructural-funcionalista la que le impedirá a Jessop dar
nacionales compatibles con la acumulación a escala global. No obstante, to- cuenta de que la lucha de clases no es un medio para resolver las contra-
da estrategia de acumulación deberá incorporar igualmente el balance de dicciones del capital sino una expresión de esas contradicciones. En ese
fuerzas entre las clases dominantes y dominadas del país en cuestión. sentido no puede existir una estrategia de acumulación porque no hay
Ahora, si bien es cierto que para Jessop la forma valor determina el es- agente, ni siquiera el propio Estado, capaz de ponerse por encima del pro-
queleto estructural en el que se desarrolla la acumulación, no determina ceso de acumulación para darle unidad, coherencia y resolver sus contra-
plenamente el curso de la acumulación, producto de la lucha de clases eco- dicciones. El Estado no puede ponerse por encima de la relación de valor
244 César Altamira El open marxism 245

por el simple hecho de que está inserto en esa relación como momento comprensión del Estado? La escuela de la derivación en los 70 se plan-
particular del desarrollo de la lucha de clases en el proceso de reproduc- teó resolver este problema pero no pudo dar cuenta de él debido a “la os-
ción de las relaciones sociales capitalistas. curidad del lenguaje” y porque “no alcanzó a desarrollar las implican-
cias del debate” (Holloway, 1996: 120). Esta polémica inconclusa motivó
que la “derivación” fuera vista como una teoría económica del Estado o
John Holloway: forma Estado y globalización como la aproximación al Estado en términos de la lógica del capital, que
analiza el desarrollo político como expresión funcional de la lógica del
En la tradición de la ciencia política el Estado ha sido incorporado co- capital, obturando de esa manera el espacio ocupado por la lucha de cla-
mo una categoría de análisis esencialmente incuestionable. No sólo se ha ses. En sus estudios Holloway rescatará el debate que permitió romper
dado por sentada su existencia, sino que su estudio ha presupuesto hipó- con el determinismo economicista y el funcionalismo presente en no po-
tesis con caracteres extendidos y comunes. En efecto, los límites de su in- cas discusiones.
vestigación estuvieron siempre restringidos a las fronteras nacionales; in- Afrontar el debate sobre el Estado como una forma de la relación so-
cluso hasta los 80 y 90 era usual escuchar hablar del “reaganismo” y del cial significará entonces para el open marxism la ruptura con el determi-
“thatcherismo” como fenómenos nacionales. Esta lectura “acotada” a las nismo economicista que, comprometido con el análisis del capitalismo ba-
fronteras nacionales del Estado se ha impuesto largamente sobre aquella sado en el modelo base-superestructura, abordaba el Estado de manera
otra que veía y ve en estas políticas el emergente de una nueva relación dependiente y determinada, en última instancia, por la base económica.
entre Estado y mercado. Aproximarse al Estado desde sus funciones supone darle una existencia
Tomar como punto de partida para el análisis al Estado-nación supone garantizada previamente, el Estado “haciendo” en función del capital. La
aceptar implícitamente que el mundo es una sumatoria de Estados-na- dificultad para el abordaje del Estado en el capitalismo se vuelve eviden-
ción, hipótesis que tendrá fuertes incidencias en los análisis posteriores. te porque en la sociedad capitalista éste adopta una forma social rígida,
Presupone que las políticas estatales y sus dinámicas deben ser aborda- externa a la sociedad.
das desde las relaciones interestatales que conforman a su vez relaciones Ahora bien, para Holloway ver el Estado como una forma de la rela-
de poder ejercidas ya de manera directa, ya mediadas por los organismos ción social implica que su desarrollo sólo puede ser comprendido como un
financieros internacionales. Esta concepción está fuertemente vinculada momento del desarrollo de la totalidad de las relaciones sociales, como
con la lógica de la escuela de la regulación, cuerpo teórico que, luego de parte del antagonismo presente en las relaciones sociales. Su existencia
incorporar y validar las categorías fordista y posfordista en sus estudios dependerá de la reproducción de las relaciones sociales; por lo que no se
a nivel nacional, buscó extender su aplicabilidad a geografías y fenóme- trata de un Estado en la sociedad capitalista, sino de un Estado capitalis-
nos diferentes. ta. Pero si existe una forma fetichizada del Estado, es decir, si es visto co-
Si el estudio del Estado está orientado a bucear la profundidad de los mo algo separado, externo, desentrañar la relación social entre Estado y
cambios alcanzados en los últimos años como respuesta a las presiones reproducción del capital resulta una tarea compleja. Esta separación no
ejercidas por los Estados hegemónicos u organismos internacionales del puede ser superada de manera funcionalista; exigirá del open marxism
tipo del FMI, entonces el paso siguiente debería dar cuenta del porqué de hablar de la unidad y la separación con la sociedad como un proceso per-
esas políticas estatales. Afrontar el estudio de la categoría Estado desde manentemente repetido. En este punto el open marxism se diferenciará
la forma de la relación social implica para Holloway (1996: 119) “abordar- de Jessop, quien considera que esta separación se produce de una vez y
lo científicamente” ya que en realidad, según él, el Estado es una relación para siempre en el propio nacimiento del Estado.
social entre personas, una relación social que existe bajo la forma de algo Por el contrario, precisamente el hecho de que las relaciones sociales y
separado de las relaciones sociales como forma fetichizada. Este punto de por tanto las formas de las relaciones sociales sean abiertas significa que
partida permitirá abordar la unidad entre Estados y simultáneamente están en un proceso permanente de constitución y reconstitución, según
superar aquella lectura que los ve como formas aparentemente autóno- el open marxism.
mas de las relaciones sociales. Por ello para Holloway el Estado se disolverá dos veces: 1) cuando de-
Pero ¿por qué las relaciones sociales aparecen fetichizadas y cómo es ja de ser estructura para conformarse como una forma de la relación so-
posible que luego de reconocer este problema podamos avanzar en la cial, y 2) cuando deja de ser una forma congelada, una totalidad fetichiza-
246 César Altamira El open marxism 247

da, y se convierte en un proceso constitutivo de formación y reconstitución ese mismo acto la bipolaridad expresada en términos de capital-trabajo,
de las relaciones sociales. esto es, una bipolaridad de clases.
Este planteo de Holloway sale al cruce de aquella lectura que ve la re- De ahí que la relación entre los Estados-nación no pueda entenderse
lación capital-Estado ya bajo la forma de Estado-capital nacional, ya bajo como una relación externa. Si el Estado nacional, dice Holloway, es un
la forma de una asociación Estado-capital monopólico, ya bajo la lectura momento de la relación global capitalista, entonces ni la relación global
de la conformación de Estados capitalistas competitivos (Barker, 1991).15 capitalista, esto es el capital internacional, ni cualquier Estado pueden
La competencia entre Estados y las cambiantes posiciones de los Estados- ser vistos como exteriores. Esta concepción implica rechazar igualmente
nación con relación al capital global pueden no ser adecuadamente abor- aquella lectura que analiza el Estado como el resultado de condiciones de
dadas en términos de competencia entre Estados y capital. Por ello se de- fuerzas internas y externas (Dabat, 1992).
be invertir el punto de arranque: no partir del capital inmovilizado sino Holloway va a recoger en este trabajo la diferente problemática exis-
del móvil (Holloway, 1995a).16 Como la existencia de todo Estado-nación tente entre el espacio político –“lo político”– referenciado en la teoría de la
depende de la reproducción capitalista en el interior de sus fronteras, es derivación y el Estado nacional como tal. En ese sentido acotará que la re-
lógico suponer que los distintos Estados-nación busquen anclar los capi- lación capitalista es de carácter global, de totalidad mundial. Como el ca-
tales a sus territorios. Las luchas entre Estados-nación no es entre capi- pital en su expansión no conoce fronteras, la localización geográfica de la
tales nacionales sino entre Estados que buscan atraer o retener una por- relación social se vuelve absolutamente contingente. Y esta contingencia
ción del capital global mundial debiendo para ese efecto generar condicio- absoluta del espacio se sintetiza en la existencia del capital como dinero.
nes internas para la normal reproducción capitalista. Cada vez que el capital se mueve, el dibujo espacial de la relación entre
La existencia de Estados hegemónicos y subordinados no libera a los capital y trabajo se modifica. Debe quedar claro que la naturaleza global
países hegemónicos de generar condiciones internas para la atracción y o de la relación social capitalista no es el resultado del actual proceso de in-
retención de los capitales. Las posiciones hegemónicas relativas están ba- teracción o globalización del capital, sino que es inherente a la propia re-
sadas en las mejores o peores condiciones internas para la acumulación lación entre explotadores y explotados. Conforma una característica esen-
de capital. Las condiciones para la acumulación de capital dependen a su cial constitutiva del capitalismo. Y lo político como momento de esta rela-
vez de las condiciones de la explotación del trabajo por el capital, sin que ción global capitalista es un momento de esta relación, que se expresa no
existan en este caso condiciones territoriales específicas. El capital puede en la constitución de un Estado global sino en la existencia de múltiples
acumular a partir de la explotación de trabajo en otro territorio. Y los Es- y aparentes Estados-nación autónomos.
tados se disputan los capitales buscando su inversión o anclaje territorial. Por su lado, la liberación de la fuerza de trabajo del suelo y la coerción
Bajo esta idea, el antagonismo entre los Estados no puede entenderse co- política que la acompaña, de manera independiente del proceso económi-
mo el producto de la explotación de los Estados periféricos por los países co, implican un doble movimiento: 1) por un lado, la liberación de la rela-
centrales, sino que expresa la competencia para atraer a su territorio una ción de explotación de las leyes espaciales, y 2) por otro, una territoriali-
porción de la plusvalía global generada. De ahí que todo Estado esté inte- dad necesaria determinada por la propia coerción política. De esta mane-
resado en la explotación global del trabajo. Los Estados-nación, dice Ho- ra el espacio político, “lo político”, se ha fracturado en innumerables Es-
lloway, deben ser abordados en términos de su inserción en un mundo bi- tados.
polar de explotación. Esta idea supone rechazar aquella visión que, ancla- Desde esta óptica, el mundo no puede abordarse como la sumatoria de
da en la explotación de unos Estados por otros, proyectaba una concepción los diversos Estados-nación, fracturas a su vez de lo “político”, sino que la
de bipolaridad expresada en términos de centro y periferia, rechazando en existencia fracturada de lo político como Estado-nación implica la descom-
posición del mundo en numerosas unidades autónomas. La diferencia en-
tre lo político y el Estado-nación otorga una nueva dimensión a la fetichi-
15. Si bien las críticas de Barker a la escuela de la derivación son correctas, para Holloway
su conclusión de analizar los Estados-nación en términos de bloques de Estado-capital com-
zación del Estado como externo a la sociedad. La descomposición del mun-
petitivos es errónea. do en Estados-nación no se alcanza luego de delinear las fronteras sino que
16. Holloway analiza la globalización en términos de la incapacidad del capital para hacer
es al contrario: todo Estado-nación está permanentemente comprometido
frente a la insubordinación del trabajo; de ahí el permanente desplazamiento del capital ba- con un proceso de descomposición global de las relaciones sociales sea me-
jo la forma de capital dinero. diante la soberanía nacional, los símbolos nacionales, a través de la guerra
248 César Altamira El open marxism 249

o la discriminación de los inmigrantes. Mientras más débil sea la base so- De todas maneras la existencia de cualquier Estado nacional depende
cial de la descomposición social nacional, más obvia se vuelve su forma de indudablemente de la acumulación capitalista hacia el interior de sus
expresión. Esta descomposición de las relaciones sociales globales es un fronteras y no de la reproducción del capital mundial, por lo que los Esta-
elemento crucial en la fragmentación de la oposición a la dominación capi- dos, dice Holloway, deben procurar de alguna manera “atar” el capital. De
talista, en la descomposición del trabajo como clase. En esta perspectiva el ahí que la lucha competitiva entre los Estados capitalistas no deba ser
Estado nacional es entonces una forma fracturada de la sociedad global. vista, afirma Holloway, como una lucha de los Estados contra el capital si-
No existe coincidencia territorial entre la sociedad y el Estado correspon- no como una competencia entre Estados que buscan anclar el capital en
diente. Esta aseveración implica decir que cada Estado es un momento de sus territorios.17 En este punto Holloway va a diferenciarse igualmente de
la sociedad global, una fragmentación territorial de una sociedad extendi- los teóricos de la dependencia para quienes la relación entre países peri-
da globalmente. Con este planteamiento Holloway se opondrá, pues, a la féricos y países centrales implica una relación de explotación. Se trata en-
clásica distinción entre Estados ricos y pobres, dependientes y no depen- tonces de ver al Estado como “un momento de la relación capitalista glo-
dientes, centro y periferia, etc. Todos los Estados-nación se definen según bal” (Holloway, 1996: 129). Por su lado, “el desarrollo de estas relaciones
sea su relación con la totalidad de la relación social capitalista. global-capitalistas no debe ser visto como un desarrollo lógico sino como
Sin embargo esta afirmación no implica plantear que la relación entre un proceso histórico de un conflicto que, aunque fragmentado, es global”.
los distintos Estados y el capital global sea igual. Por el contrario, aunque La estructura de tal conflicto, es decir, la dependencia del capital con re-
los primeros se constituyan como momentos de una relación global, para lación al trabajo, así como la producción de plusvalía, dice Holloway,
Holloway serán momentos distintos y no idénticos de esa relación. La “otorga a las relaciones sociales capitalistas una inestabilidad caracterís-
fragmentación territorial implica precisamente que todos los Estados tie- tica expresada en la tendencia del capitalismo a la crisis”. Por ello “el de-
nen una definición territorial y una relación particular con la sociedad sarrollo de los Estados-nación, la relación entre ellos y su existencia como
perteneciente al territorio determinado. Es esta “definición territorial” la momentos del capital global deben ser comprendidos sólo en el marco del
que otorga a cada Estado una relación distinta con la relación global ca- desarrollo de la crisis montada sobre la lucha de clases capitalista” (ídem:
pitalista. 129; subrayado nuestro).
El contraste entre el espacio liberado del proceso de explotación media- De cualquier manera, la relación entre el Estado-nación y el desarrollo
do a través del flujo del dinero y la definición acotada espacialmente de la global capitalista para Holloway adquiere características complejas. Si
coerción –expresada en la existencia de los Estados-nación– se presenta bien todos los Estados-nación son momentos de la misma relación global,18
como contradicción entre la movilidad del capital y la inmovilidad de los las relaciones existentes de los diferentes Estados con el capital global es-
Estados. Aunque la reproducción efectiva del capital dependerá de su tán significando que las formas de la lucha asumida a nivel global y por
transitoria inmovilización como capital productivo, la relación de los Es- tanto el desarrollo de los Estados-nación pueden variar enormemente, por
tados con el capital es entre un Estado fijado nacionalmente y un capital lo que muchas veces aquello que parece proyectarse como elemento común
de movilidad global. Esta concepción es importante porque la izquierda a la relación global puede significar, para los Estados, caminos y estrate-
siempre ha considerado inmóvil al capital a la hora de abordar la relación gias diferentes para alcanzar una definida relación con el capital global.
entre éste y el Estado. En este punto Holloway va a diferenciarse de la po- Sin embargo, a pesar de las críticas que el open marxism hace al funcio-
sición de Barker (1991), Miliband (1985) y tantos otros para quienes la re- nalismo, los planteos de Holloway no están exentos de una lectura cercana
lación entre Estado y capital está mediatizada por vínculos de tipo fami- a éste cuando afirma: “Los cambios en la modalidad del capital son crucial-
liar, institucionales, de ramas industriales –es el caso de los complejos in- mente importantes para el desarrollo del Estado-nación” (Holloway, 1996:
dustriales militares– o bien incluso la han abordado en términos de la fu- 130). En ese sentido, para él, “los cambios alcanzados en la organización y
sión entre Estado y capitales, como lo hace Barker, quien habla de Esta-
dos-capital competitivo. Incluso Holloway también se alejará de aquellos
que ven el Estado como resultado de la combinación de fuerzas endógenas 17. Esta concepción resulta particularmente sugestiva para analizar las relaciones de Bra-
y exógenas (Dabat, 1992). Todos estos análisis de la relación capital-Esta- sil y la Argentina en el marco de los acuerdos y el desarrollo del Mercosur.
do suponen un capital fijo: la posibilidad de movilidad del capital queda 18. Véase en ese aspecto, por ejemplo, la extensión urbi et orbi de políticas estatales como la
fuera de los marcos de estas aproximaciones. reforma del Estado.
250 César Altamira El open marxism 251

conceptualización del Estado en los últimos quince años son una respues- rico para echar mano a categorías y/o conceptos ausentes en su cuerpo
ta a los cambios radicales en el flujo del río del capital” (ídem: 131). Pero teórico, desvirtuando así todo el peso y la importancia de la teoría. Simi-
entonces, ¿cuál es la interacción del Estado sobre el capital, en este caso? lares concepciones se pueden observar cuando analiza el fetichismo del
¿Dónde queda relegada la lucha de clases en este sentido? Los problemas capital y la ley del valor. Veremos estos aspectos más adelante. Por ahora
se agudizan más aún cuando Holloway intenta una aproximación al desa- detengámonos en el análisis sobre el Estado.
rrollo capitalista de la posguerra “alcanzado gracias a la relativa estabili- Holloway considera que el desarrollo del Estado debe ser abordado co-
dad del capital que creó las bases para el desarrollo de un cierto tipo de re- mo una forma particular de manifestación de la crisis de la relación capi-
lación entre Estado nacional y capital global, dando credibilidad a un mun- tal,19 es decir, la forma histórica de dominación de clase. Pero el manejo
do compuesto de economías nacionales” (ibídem; subrayado nuestro). Nue- de esta categoría en Holloway generará un sinnúmero de dificultades y
vamente la lucha de clases está ausente mientras se define de una mane- contrasentidos. Veamos.
ra vaga y general la relación alcanzada para esta época entre los Estados- Para Holloway la relación capital es una relación globalizadora, una
nación y el capital mundial. “Estabilidad alcanzada” (¿entre quiénes?) que categoría totalizante. Es la forma fenoménica de la relación social de ex-
permitió conseguir acuerdos para regular las relaciones económicas entre plotación, y la utiliza como manera de superar y descalificar aquella idea
Estados. ¿Qué categoría es ésta de la credibilidad para dar cuenta del lar- que ve en el capital una relación meramente económica.
go período de crecimiento capitalista de posguerra? En ese contexto, dice Sin embargo, es posible percibir diferentes concepciones de este autor
Holloway, fue la estabilidad del capital productivo a nivel nacional la que en torno de la relación del capital. En efecto, en algunos momentos ésta
“permitió el relativo aislamiento de los Estados-nación respecto del capital es vista como la forma particular de una forma histórica específica de la
mundial” así como “la creación de alianzas razonablemente estables entre dominación de clase (Clarke, ed., 1991: 122). En otros momentos es con-
los Estados-nación y grupos de capitalistas” (ibídem; subrayado nuestro). siderada una forma contradictoria de la lucha de clases,20 ya que la rela-
Es indudable que si el Estado es una forma de relación social capitalista, ción capital (Holloway y Picciotto, 1991: 122, 110) debe ser derivada de
entonces se debe dar cuenta de la forma como se construyó y perduró esa una concepción histórica materialista del capital rechazando toda deriva-
relación, cómo fue posible que se mantuviera durante un largo cuarto de si- ción lógica del capital y rescatando en ese acto una lectura del capital co-
glo a pesar del cambio permanente que supone la fetichización. Holloway mo lucha social.
remite a Bonefeld para dar cuenta de estas generalidades manifiestas. Si En este momento caben tres observaciones. En primer lugar, si el ca-
fuéramos coherentes con el análisis de Holloway, la crisis entonces habría pital es la forma particular que asume la explotación en la sociedad capi-
de sobrevenir cuando se perdió la credibilidad. Sin embargo, cuando se tra- talista, ¿cuál es la diferencia y/o relación entre relaciones sociales de pro-
ta de dar una explicación a la crisis capitalista, Holloway echa mano en es- ducción y relación capital? Si para Marx el capital es una relación social
te caso a la concepción marxista ortodoxa de caída tendencial de la tasa de de producción específicamente determinada, hablar de la relación capital
ganancia y la consiguiente sobreacumulación de capital que le sigue para implicaría una doble calificación, errónea y redundante.
dar cuenta del derrumbe capitalista. La crisis a su vez determinará cam- El segundo aspecto está vinculado con el abordaje del capital en tanto
bios sustantivos en la movilidad del capital, dice, induciendo su transfor- relación de clase. La lucha de clases asume formas históricas particulares
mación en capital dinero. Es esta transformación sustantiva del capital lo en cada sociedad y está históricamente determinada por la forma asumi-
que originará un comportamiento diferente entre los Estados capitalistas da por la relación de explotación, que en el capitalismo toma la forma de
nacionales. Concluye con una crítica a la caracterización de la etapa actual la producción de plusvalía. En este razonamiento sería el carácter de cla-
como de globalización de la economía. Nada más equivocado que ello: “Nos se el que le otorga al capital el carácter contradictorio. Pero si siempre
encontramos ante un cambio en la existencia global del capital” (ídem:
133). Holloway terminará rescatando el análisis de Christian Marazzi
(1996: 134), para quien los desplazamientos en la relación de los Estados- 19. En inglés, capital relation. “La crisis actual debe ser entendida como una crisis de la re-
nación y el capital global significan igualmente cambios en los modos de la lación capital” (Holloway y Bonefeld, 1991: 110).
dominación capitalista global. 20. “La importancia de comenzar por la relación capital impide reducir el análisis del Esta-
El problema se agudiza cuando Holloway, buscando insertar su teoría do a la lógica del capital [...] no se acentúa suficientemente que es una relación de la lucha
en el análisis de la relación Estado-capital, deja de lado todo su rigor teó- de clases” (Holloway y Bonefeld, 1991: 122).
252 César Altamira El open marxism 253

existieron clases sociales, ¿cuál es la particularidad específica del capital la reproducción del capital, con los pasajes de una forma a otra transfor-
en tanto relación de clase? La respuesta nos remitiría a la forma particu- mada del capital, no está dado ni teórica ni prácticamente. Debe ser re-
lar que asume el excedente en la sociedad capitalista, es decir, la plusva- producido, fenómeno que implica y llama al ejercicio del poder. En este as-
lía. Pero entonces, con este razonamiento, Marx terminaría siendo Ricar- pecto reside el sentido de que la reproducción capitalista no está dada y
do más plusvalía. por tanto existe la posibilidad de la revolución. El Estado, bajo su forma
Tras la asimilación del Estado a una forma de la relación capital, Ho- fetichizada, es uno de los centros constituidos del poder, producto de la lu-
lloway busca diferenciarse de aquella concepción de Estado neutro, reafir- cha de clases, y reproducido si el ciclo del capital se reproduce. Esto im-
mando la idea del estudio del Estado en tanto Estado capitalista, es decir, plica decir que el poder constituyente-constituido está imbricado con el ci-
como una forma particular de la relación capital.21 De esta manera el open clo del capital. Dicho de otra forma, el Estado es una forma del poder cons-
marxism aborda el Estado como una relación de producción, como la for- tituido del capital producido e impulsado contra toda resistencia de clases
ma fenoménica particular de la relación capital; en ese sentido identifica y fuerzas sociales a la reproducción del capital. De ahí que, si bien el va-
la relación de producción con el capital. lor es la forma transfigurada del capital y éste debe ser entendido como
Sin embargo, y ésta es nuestra tercera observación, no se trata de ex- una relación social, el Estado deberá ser concebido como una relación so-
tender de manera simple la Crítica de la economía política a las otras es- cial, pero no como una relación capital, como el capital. Es una de las for-
feras de la sociedad capitalista, en este caso al Estado, sin realizar previa- mas del poder constituido del capital, una condición para su existencia,
mente un examen y un análisis de los límites metodológicos y conceptua- pero no una de las determinaciones del capital.
les que subyacen y vuelven inválida esta proyección.
En efecto, el valor en cuanto categoría social es una categoría histórica;
es una categoría propia del capitalismo, en tanto forma transfigurada del Totalidad, forma y crítica en el open marxism: una crítica
capital; implica plusvalía y subjetivación de los casos (en este sentido, es
una forma de la subsunción real y forma del poder). Cierto es que el Estado Para Holloway enfatizar que el capital es lucha de clases significa cri-
constituye una relación social de producción, pero no se lo puede asimilar ticar aquella idea que sustenta la separación entre lucha de clases y capi-
con el valor en cuanto forma social de producción. Por lo demás, si el valor tal, o entre lucha de clases y leyes objetivas del capitalismo. Esta separa-
y el Estado son formas de existencia distintas de las relaciones sociales en ción ha conducido, en diversos momentos de la historia del marxismo, a
el capitalismo, ¿de dónde provienen las relaciones sociales capitalistas? distintos tipos de determinismos en el análisis del desarrollo social.
¿Cuál es el elemento determinante en el modo de producción capitalista? El problema fundamental del marxismo, según Holloway, se condensa
El valor es la forma transfigurada del capital y el capital como tal se en esta lectura dualista que han sustentado las diversas escuelas y/o co-
constituye como poder en proceso: es decir que su reproducción implica re- rrientes marxistas, trátese ya del “marxismo ortodoxo”, que adhirió a un
sistencia, lucha de clases (autovalorización). El capital es valor que suc- dualismo objetivista, ya del “marxismo autonomista”, que también incorpo-
ciona la fuerza de trabajo que crea valor, los medios de producción usados ró una lectura dualista, pero en clave subjetivista. Si en un caso la manifes-
para crear valor y los medios de subsistencia para la producción y repro- tación de ese dualismo apareció bajo la forma de un determinismo economi-
ducción de la fuerza de trabajo. Su espacio conceptual de reproducción cista, en el otro, el núcleo de esta deformación teórica adquirió la forma del
puede representarse en el ciclo del capital mercancía: M... P... //...M’... P... politicismo. Para el open marxism, superar el dualismo implica dar cuenta
//...M’’, donde // significan el paso de un proceso de producción a otro. La en última instancia de la relación sujeto-objeto. Sin embargo, en esta pers-
constitución en mercancía del producto del trabajo, así como la existencia pectiva, Holloway resolverá la problemática disolviendo uno de los polos en
de la forma mercancía del trabajo –fuerza de trabajo–, exige previamente el otro. La conclusión que alcanza resulta, por lo demás, previsible a partir
la existencia de productores separados de sus productos. Pero el ciclo de del desarrollo de su discurso. Todo será finalmente relación monádica, úni-
ca;22 y de acá en más todo será lucha de clases sin resultantes externos.

21. “No se trata de ver cómo el Estado reacciona frente a la crisis. Sino que el desarrollo del
Estado debe ser visto como una forma particular de manifestación de la crisis de la relación 22. Se trata de disolver el objeto en el sujeto, “realizar la subsunción del objeto al sujeto”
del capital” ((Holloway y Bonefeld, 1991: 110). (Holloway, s/f: 16).
254 César Altamira El open marxism 255

En este desarrollo, orientado a la superación del dualismo marxista, el Si bien el open marxism toma partido por el segundo de los acercamien-
análisis de la forma constituirá el núcleo básico que dará sustento al es- tos, Holloway nos alerta que la adopción de este camino resulta aún insu-
queleto teórico del open marxism (Holloway) y que, según su lectura, sub- ficiente, ya que la referencia a la forma como totalidad social puede per-
tiende a todas las categorías de la crítica de la economía política. Será pre- manecer en un plano meramente formal si se consideran las relaciones so-
cisamente mediante este análisis como se propondrá superar el dualismo ciales siguiendo un camino lógico previsto. Bajo estas circunstancias el
existente en el marxismo. dualismo reaparece, aunque ahora como la separación entre la lógica del
El concepto del análisis de la forma que incorpora Holloway no puede capital entendida como el desarrollo preordenado de relaciones sociales y
comprenderse sino a partir de su relación con los conceptos de totalidad, la lucha de clases como un espacio distinto y externo a las relaciones so-
de forma y de crítica, como veremos más adelante. Según él, para Marx, ciales. Se alcanza de esta manera un dualismo de nuevo tipo entre rela-
el dinero, el capital, el valor, son formas de relación social, es decir, de- ciones sociales y lucha. Para Holloway, la superación de este dilema im-
ben ser vistos como forma dinero, forma valor, forma capital. Por ello, en plicará la supresión de uno de los polos al concluir que toda relación so-
este sentido, rescatar la categoría forma implicará enfatizar la naturale- cial es lucha de clases. Hablar de totalidad como totalidad de relaciones
za interna de la relación entre valor, dinero, trabajo y relaciones sociales. sociales es hablar de una totalidad de relaciones sociales antagónicas (lu-
Así pues, para el open marxism todos los aspectos de la sociedad deben cha de clases) (Holloway, 1995b: 167). Por ello las formas son formas de
ser considerados formas (aunque no cristalizadas) de las relaciones socia- una lucha de clases (y así se deja de lado la lectura lógica, asentada en un
les; donde estas relaciones sociales son momentos de esa totalidad social camino de desarrollo previsto). De esta manera la dualidad se ha supera-
globalizante que Holloway –como hemos visto– designa como la relación do sobre la base de un tratamiento monádico: dinero como lucha de cla-
capital. ses, valor como lucha de clases, trabajo como lucha de clases. No hay de-
Sin embargo, adoptar como punto de partida el análisis de la forma pa- sarrollo lógico de las relaciones sociales sino proceso de lucha en contra-
ra el open marxism no garantiza llegar a buen puerto. En efecto, si se posición al proceso lógico. De aquí en más para el open marxism todas las
aborda las categorías de la “forma” como “modo de existencia” de la rela- categorías deberán ser tratadas como modos de existencia de la lucha de
ción social, ello implicará afirmar la transitoriedad de lo que se presenta clases.
como lo permanente y, así, como la unidad de lo que aparenta separación. En el marco de desarrollo de su concepción de marxismo como teoría
Incorporado de esta manera, el concepto de forma denota una idea de to- contra la sociedad, hemos visto que el concepto de totalidad deviene cen-
talidad. Si todos los aspectos de la sociedad deben ser vistos como formas tral para el open marxism. Sin embargo, en esta confrontación el análisis
de las relaciones sociales, entonces, añade Holloway, forman parte de una de Holloway fluctuará entre una conceptualización histórica y otra provis-
totalidad internamente relacionada. Pero en esa perspectiva, si aquellas ta de un ropaje ahistórico. Es posible observar esta dualidad cuando ha-
cosas que se aparecen como separadas forman parte, en realidad, de un to- cemos uso de un discurso basado en “nosotros y ellos” adoptado ahora co-
do, es decir son formas discretas de una totalidad, esta situación va a con- mo la categoría-sujeto que determina las clases enfrentadas.23 Holloway
ducir a que el proceso de comprensión suponga una crítica de las conexio- (Holloway y Peláez 1998: 183) se muestra contrario a la introducción de
nes internas. Significará la disolución de una realidad “dura” en un flujo toda externalidad afirmando que la relación nosotros-ellos no es una rela-
de cambiantes formas de relaciones sociales. De esta manera, la separa- ción externa sino interna: “el capital no es externo al trabajo” (ídem: 184).
ción del sujeto respecto del objeto se reconfigura en una separación en la Visto así, ese trabajo interno al capital está tomado como una categoría
unidad. Sin embargo, también es posible alcanzar un análisis de la forma ahistórica, como un trabajo humano en general. En este punto Holloway
desde las conceptualizaciones del tipo especie-género, es decir desde la comete el error de confundir el trabajo humano abstracto, en tanto sus-
subdivisión, lo que para el open marxism significa perder el carácter críti- tancia del valor, con el trabajo humano, práctica humana creativa, incor-
co del abordaje que supone la forma como parte de una totalidad dada. porada como categoría ahistórica. Esta confusión significa considerar el
De cualquier manera, privilegiar el análisis de la categoría forma per-
mitirá abordar dos problemáticas diferentes: en primer término rescatar
la trascendencia histórica, presentando la permanencia como transitorie- 23. “La lucha de clases en este punto es un conflicto que permea la totalidad de la existen-
dad; en segundo, enfatizar la naturaleza interna de la relación entre ca- cia humana. Nosotros todos existimos en ese conflicto, así como el conflicto existe en todos
tegorías como valor, dinero, trabajo, bajo la forma de relaciones sociales. nosotros” (citado por Holloway y Peláez, 1998).
256 César Altamira El open marxism 257

trabajo abstracto como una categoría ahistórica, error en el que Holloway tagonismo.25 Y como este antagonismo se encuentra en permanente cam-
incurre en diversas oportunidades y que comentaremos más adelante. bio, se sigue que las clases no pueden ser definidas. Por ello para Hollo-
Para Holloway, una adecuada lectura marxista significará abordar el way el concepto de clases es no definicional (volveremos sobre este pun-
capitalismo a partir de la forma antagónica en como está organizada la to más adelante). Igualmente, si se abordan las formas de las relaciones
práctica social humana, dejando de lado aquella lectura del antagonismo sociales como proceso de producción, de formación de las relaciones socia-
basada en la oposición entre dos grupos de personas. Se trata de un an- les (fetichización como proceso), entonces queda claro que las categorías
tagonismo que descansa en la manera como se organiza centralmente el que maneja el open marxism son abiertas: si el valor no es una categoría
carácter distintivo de la humanidad: la actividad creativa. En la sociedad económica, ni una forma de dominación, sino una forma de lucha, enton-
capitalista el trabajo se vuelve contra sí mismo, alienado (enajenado de ces su significado dependerá del curso de la lucha. Pero si las categorías
sí mismo), por lo que “nosotros perdemos el control sobre nuestra activi- son entendidas como abiertas, son igualmente impredecibles y el marxis-
dad creativa. La negación de la actividad humana tiene lugar a través de mo como teoría de lucha debe ser abordado como una teoría de la incer-
la sujeción de la actividad humana al mercado” (Holloway y Peláez, 1998: tidumbre (Holloway, 2002: 150).
182-183), proceso que se logra cuando la capacidad de trabajo creativo, No hay manera de conocer la realidad; no hay manera de conocer la to-
fuerza de trabajo, se vuelve una mercancía para ser vendida en el mer- talidad. No se puede adoptar el punto de vista de la totalidad, dice Hollo-
cado a aquellos que la compran con capital. El antagonismo, dice Hollo- way, en oposición a la formulación luckácsiana: “Nadie puede pararse allí;
way, entre creatividad y su negación, antagonismo entre capital y traba- la totalidad sólo puede ser una categoría crítica: el flujo social del hacer”
jo, no resulta de un conflicto entre fuerzas exteriores sino entre el traba- (Holloway, 2002: 151). Pero en este caso el mundo que nos presenta el
jo (creatividad humana) y el trabajo alienado. Es un conflicto entre la hu- open marxism es el mundo de las tinieblas.
manidad y su negación, entre la trascendencia de los límites (creación) y Ahora bien, ¿qué es lo que le da sentido a la totalidad en el análisis del
la imposición de los límites (destrucción). Sin embargo, el conflicto, para open marxism? ¿Qué es lo que da unidad a la totalidad? ¿Cómo debe inter-
Holloway, no se produce luego de que se haya establecido la subordina- pretarse la totalidad a la que hace referencia Lukács? Contestar a esta
ción, luego de la constitución de las formas fetichizadas de las relaciones pregunta conducirá a Holloway a investigar la génesis de la totalidad, a
sociales, sino que es un conflicto sobre la subordinación de la práctica so- buscar una respuesta a este sentido de la totalidad alejada de todo razona-
cial, sobre la fetichización de las relaciones sociales.24 El conflicto es en- miento lógico, para asentarlo en una derivación genética, de origen. Y en
tre subordinación e insubordinación. La lucha de clases, para Holloway, este caso la génesis sólo podrá entenderse “como génesis humana, como po-
no se manifiesta, no tiene lugar en el marco de formas ya constituidas y der de la creación humana” (Holloway, 1995b: 171), exclusivo poder de la
permanentes de las relaciones sociales capitalistas, sino que, en todo ca- práctica creativa humana. Para el open marxism el método de Marx de la
so, es la constitución de esas formas de relaciones sociales. Y, así, toda abstracción determinada sólo puede ser asumido como científico una vez
práctica social deberá ser vista como un antagonismo sin cesar entre la que todas las conexiones sociales, incluido el proceso de abstracción, sean
sujeción de la práctica a ser fetichizada definiendo formas de capitalis- consideradas como prácticas. El concepto de totalidad (forma y crítica) ad-
mo, y los intentos de vivir contra y más allá de esas formas. En esta lec- quiere significado como concepto de poder político científico solamente
tura, la lucha de clases permea la totalidad de la existencia humana: se cuando está fundado genética y prácticamente en el trabajo. Pero en este
trata de un antagonismo polar del que no podemos escapar. Esta natura- momento Holloway da el “salto mortal”: partió de las relaciones sociales
leza irreductible del antagonismo se refleja, para Holloway, en la polari- capitalistas, incorporó la problemática de la “forma” como manera de otor-
zación de las dos clases, aunque el antagonismo debe ser visto como an- gar coherencia a su planteo y, cuando intenta dar contenido al análisis de
terior a la existencia de éstas y no como una consecuencia. Dicho de otra la forma, a la totalidad de la relación social capitalista, relación por lo de-
manera, para el open marxism las clases se constituyen a través del an- más históricamente determinada, lo encuentra en “exclusivo poder de la
práctica humana creativa” (ídem: 171), categoría que cae fuera de la histo-

24. Esta lectura implica considerar la acumulación primitiva no como un proceso histórico
particular del desarrollo del capitalismo sino como una característica permanente y central 25. Obsérvese el punto de confluencia con el autonomismo, para el que las clases se consti-
del sistema capitalista (Bonefeld, 1988). tuyen en la lucha.
258 César Altamira El open marxism 259

ricidad. Se termina reemplazando una totalidad de carácter social con una términos del desarrollo de leyes objetivas. En todas estas concepciones el
lectura antropológica de la relación social capitalista. fetichismo es incorporado como un hecho consumado. Dicho de otra ma-
En efecto, para el open marxism la clave para superar el dualismo re- nera, si las relaciones sociales son entendidas como objetivadas, las for-
side en la categoría trabajo humano, práctica creativa humana que da mas de existencia de esas relaciones sociales serán igualmente objetiva-
sustento genético a la totalidad que presupone la forma. das y su desarrollo será visto como el despliegue de una lógica cerrada.
Tras la idea del trabajo como la determinación más simple, la teoría Esta lógica conduce, según Holloway, a considerar el valor como una cate-
del valor termina siendo reducida por Holloway a “la teoría de la subordi- goría económica y no como una forma de la lucha de clases. La tradición
nación del trabajo al capital y simultáneamente a la teoría del poder ex- marxista, comenta Holloway, entendió el valor, el dinero, como categorías
clusivo del trabajo” (Holloway, 1995b: 172). Nada se dice del valor de uso, cerradas, autocontenidas; concepción que condujo a una lectura analítica
del valor de cambio; ni del trabajo abstracto o del trabajo concreto. Se omi- en desmedro de un abordaje genético y, por tanto, más cercano a los estu-
ten las categorías centrales del doble carácter del trabajo y el doble carác- dios sobre la magnitud del valor que a las aproximaciones en términos de
ter de la mercancía, pilares de la teoría del valor marxista, de la teoría del la sustancia del valor. Debemos decir que en este punto Holloway omite
fetichismo. Queda solamente en pie la subordinación del trabajo aunque todos los estudios que sobre la forma, la teoría del valor y el fetichismo de-
ni siquiera acotada históricamente. ¿Acaso no existió igualmente subordi- sarrollaron los teóricos franceses. Nos referimos a Jean Cartelier (1976),
nación del trabajo durante el feudalismo? Como Holloway necesita de- Carlo Benetti (1976) e incluso el mismo Isaak Rubin (1974).
mostrar que la teoría marxista es una teoría contra la sociedad capitalis- Según Holloway, en el tratamiento de la relación entre forma y génesis
ta debe comenzar por el sujeto actor de ese accionar negativo. Si se trata el marxismo tradicional le asignó importancia a la categoría forma sólo
de culminar en términos del poder subjetivo del trabajo, no se puede em- porque ésta le permitía rescatar la historicidad del capitalismo, y en ese
pezar el análisis suponiendo un distanciamiento del sujeto respecto de la contexto adquirió una connotación esencialmente histórica. Desde esta
sociedad. De esta manera, si el concepto de trabajo como subjetividad perspectiva el valor será entendido como una forma de dominación, exclu-
práctica es la determinación más simple, entonces sólo será posible re- yendo la idea del open marxism de producción de valor como un proceso
componer la sociedad desentrañando el proceso de objetivación del sujeto. de lucha.
Toda una profecía de autocumplimiento. Sin embargo, dice Holloway, existe otra forma de ver el fetichismo.
Definido el trabajo como subjetividad práctica, como la determinación Apoyado en la dialéctica negativa adorniana abordará el problema del fe-
más simple, será posible recomponer la sociedad, reescribir el proceso de tichismo desde el “no fetichismo”, idea que supone el fetichismo como pro-
objetivación del sujeto, la existencia del sujeto como objeto. Proceso que ceso y no como algo acabado, completo. En sus palabras, se trata de en-
nos introduce en el fetichismo, entendido como la inversión de las relacio- tender el fetichismo como fetichización. Desde este punto de vista las for-
nes sociales: “Las relaciones entre la gente (las relaciones prácticas, las re- mas del valor no están establecidas de una vez y para siempre sino que se
laciones de trabajo) toman la forma de relación entre las cosas” (Holloway, encuentran en permanente proceso de formación y por tanto de lucha:
s/f: 27, subrayado nuestro). En realidad el objetivismo en algún punto es- “Las formas de relaciones sociales son procesos de formación de relacio-
tá emparentado con el fetichismo: la consideración de la existencia de la nes sociales” (Holloway, s/f: 30). Pero si las formas de las relaciones socia-
gente como objetos conduce a entender el capitalismo en términos del des- les son procesos de formación, entonces se vuelven impredecibles y las ca-
pliegue lógico de leyes objetivas. En este enfoque la lucha de clases apa- tegorías marxistas serán abiertas. De ahí el nombre de open marxism:
rece como lucha contra la lógica del capital y el fetichismo se presenta co- marxismo abierto. Será precisamente esta característica la que autoriza
mo un hecho consumado, alcanzado: las formas fetichizadas constituyen a la escuela británica a calificar las categorías marxistas como revolucio-
el modo exclusivo de la relación entre la gente. La pregunta surge casi na- narias. Pero esta concepción, nos preguntamos, ¿no lo emparienta con el
turalmente: si la gente existe sólo como objeto, ¿cómo es posible acceder a estatuto de las categorías hegelianas, sin historicidad? Ya que en todo ca-
la revolución? Diversas han sido las respuestas que desde el marxismo se so el calificativo del marxismo como teoría crítica del capital, crítica de la
han dado a este interrogante. Desde el pesimismo de la escuela de Frank- economía política, está condensado precisamente en su carácter limitado,
furt, que negó la posibilidad de la revolución, pasando por la salida leni- histórico, específico.
nista articulada por el concepto del partido como sujeto portador de la Siguiendo este razonamiento nos preguntamos: si las categorías pro-
conciencia emancipada, para finalmente llegar a la revolución pensada en pias de la Crítica de la economía política son producto de la lucha, ¿qué
260 César Altamira El open marxism 261

grado de validez tienen entonces?, ¿mutan?, ¿perduran? Y, en todo caso, ¿Cuál es la lógica de análisis de las clases sociales? En primer lugar el
¿cuál es el tipo de lucha que provoca su mutación? Si no se avanza en es- open marxism rechaza todo acercamiento al concepto de clases sociales en
ta caracterización, entonces la digresión teórica carece de significación po- términos de definición: “El concepto de clase es esencialmente no defini-
lítica y su desarrollo se vuelve un verdadero sinsentido. Es cierto que Ho- cional. Más que ello, como la definición impone límites, cierra aperturas,
lloway no habla de la mutación de las relaciones sociales, pero ¿no subya- niega la creatividad, es posible decir que la clase capitalista, aun cuando
ce una concepción de este tipo cuando afirma que las formas sociales son pueda no ser definida, es la que define, identifica, clasifica” (Holloway y
luchas? Dicho de otro modo, ¿cuánto afecta la lucha a las relaciones socia- Peláez, 1998: 184). Por tanto, su determinación a partir de preguntas co-
les? ¿Cuánto modifica de ellas? ¿Subsiste algún núcleo central de las re- mo quién vende la fuerza de trabajo o quiénes son directamente explota-
laciones sociales que no se vea afectado por las luchas? Digamos, por dos no es pertinente. En segundo lugar, esta perspectiva de análisis com-
ejemplo, la forma dinero, ¿cuánto muta o cambia? Aunque sin plantearse porta el rechazo de todo análisis relacional, es decir, de clases sujetas al
esta pregunta, parecería ser que lo que subsiste como núcleo de esta tota- capital.
lidad social es lo que Holloway da en llamar relación capital. El análisis de las clases sociales debe partir, según Holloway, del anta-
Pero el inglés redobla la apuesta cuando afirma que la reacción capi- gonismo y no de la pertenencia. Evitar la pertenencia significa eludir el
talista debe ser vista como la refetichización del poder del trabajo. Pero, concepto de clase como objeto de la política.
en este caso, ¿no se confunden los campos: el ideológico-social propiamen- Más allá de las múltiples derivaciones y frentes de lucha que pueda
te fetichizante, de la apariencia e inversión propio de la sociedad capita- presentar el conflicto social, la clave para la comprensión de la sociedad
lista, y el del enfrentamiento de clase contra clase de manera directa, sin capitalista, plantea Holloway, está en entender cómo está organizado el
mediaciones y esencialmente político? Si esto es así, entonces este último carácter distintivo de la actividad creativa humana, es decir, el trabajo.
–el del enfrentamiento directo– ha desaparecido del escenario y de lo que Puede decirse que en la sociedad capitalista el trabajo se vuelve contra sí
se trata es de “interpretar la historia reciente como la lucha por parte del mismo: al perder el productor directo el control sobre su actividad, el tra-
capital para refetichizar el poder del trabajo” (Holloway, s/f: 34). bajo deviene alienado, con la consiguiente pérdida de la actividad creati-
De esta manera el open marxism aborda la categoría trabajo de una ma- va. Esta contradicción entre la creatividad del trabajo y su negación en el
nera ahistórica y con un fuerte contenido antropológico. Creemos que esta mismo acto es leída por el open marxism como la manifestación del anta-
desviación se asienta en la carencia de un análisis del proceso de produc- gonismo entre capital y trabajo, por lo que no puede considerarse como un
ción. Más allá de que se enfatiza –tras el análisis de la crisis, del fetichis- conflicto entre fuerzas externas sino entre el trabajo –actividad humana–
mo o de la composición de clase– que el corazón del problema se referencia y trabajo alienado. A pesar de que los hombres producen ellos mismos las
en la forma y/o la manera en que se extrae el plusvalor, no se avanza en el condiciones en que viven, son dominados por esas mismas condiciones. El
análisis de las distintas formas de extracción del plusvalor. Ya que sólo dilema está en responder por qué el mundo se aparece de manera inver-
cuando alcanzamos a descifrar el sustrato mismo del comando y la domi- tida. La respuesta que ensaya Holloway escapa, una vez más, al espacio
nación capitalista en el proceso de producción podemos comprender cómo de la producción. Para el open marxism la negación de la creatividad hu-
subsiste la relación de alienación y cosificación capitalista y cómo la clase mana es posible en el capitalismo porque toda actividad humana está su-
obrera se desarrolla desde ella como sujeto antagónico. La socialización del jeta al mercado. En esta lógica de razonamiento la definición de las clases
trabajo, es decir la cooperación productiva de los trabajadores, es un proce- se vuelve un imposible: como su constitución se da a través del antagonis-
so histórico y, si bien es posible sostener que el capital huye del poder in- mo presente entre trabajo humano creativo y trabajo alienado, y como és-
subordinado del trabajo, sólo puede hacerlo en dirección a una mayor so- te se encuentra en permanente mutación, entonces la definición de las
cialización que a su vez potenciará nuevos poderes sociales antagónicos. clases se torna improbable.
Al inscribir el antagonismo de clase en el espacio de las relaciones so- Pero cuando el open marxism coloca en el mercado el espacio donde se
ciales, el open marxism antepone las relaciones sociales a la estructura y produce la sujeción humana, ésta se convierte en pura forma. Se trata de
a la autonomía. Simultáneamente coloca el centro del antagonismo en el dar cuenta en todo caso del contenido específico histórico del trabajo bajo
campo del fetichismo. Pero se trata igualmente de abordar la relación so- el capitalismo. Como el open marxism esquiva esta exploración, reduce el
cial desde su constitución social, razón que exige dar cuenta de la consti- problema a la producción de una subjetividad residual, abstracta y ahistó-
tución de las clases sociales. rica: la “humanidad contra el neoliberalismo” (Holloway y Peláez, 1998).
262 César Altamira El open marxism 263

Características similares asume aquella lectura del marxismo como “grito capital adquiere un comportamiento esencialmente reactivo, defensivo.
contra la sociedad” (Holloway, 1991d). El antagonismo histórico concreto Tal es la concepción explicitada por Negri cuando aborda el análisis de las
queda sujeto a una rebeldía cuya forma carece de contenido histórico. Gri- políticas keynesianas desarrolladas con posterioridad al 30: éstas debían
to siempre hubo. ¿Cuál es la característica particular del grito contra el ca- ser enmarcadas en la respuesta global que el capitalismo ofreció a la re-
pitalismo que lleva a diferenciarlo del grito campesino medieval? En este volución de octubre (Negri, 1988). De cualquier manera, según Holloway,
contexto el sujeto histórico termina adoptando un carácter esencialmente cuando el autonomismo pone de manifiesto en su análisis la exterioridad
antropológico: la negación que nos vuelve a nosotros humanos. Pero en ese del sujeto con relación al objeto termina por magnificar el poder de ambos
momento se pierde toda referencia al carácter histórico concreto de la lu- polos. Al desechar de su horizonte de estudio la relación interna entre ca-
cha en la sociedad capitalista. El concepto de dignidad humana o de hu- pital y trabajo, el autonomismo terminó relegando la existencia del traba-
manidad puede ser aplicado a cualquier contingencia histórica. El error jo como contradicción interna del capital, subestimando la capacidad del
tiene su origen precisamente en haber reducido el concepto de clase a la capital para contener al trabajo y sobreestimando como contrapartida el
contradicción humana presente en cualquier individuo entre alienación y trabajo. Si el marxismo ortodoxo entendió las luchas entre capital y tra-
no alienación; entre creatividad y su subordinación al mercado. En ese mo- bajo como sujetas a las condiciones objetivas, el autonomismo, dice Hollo-
mento la categoría clase termina siendo vaciada de contenido y adquiere way, liberó la lucha de clases de su papel subordinado al capital, pero
una impronta de carácter moral. Ese antagonismo está siempre presente mantuvo una lógica de confrontación externa con éste. En tal caso, la ló-
independientemente del tiempo histórico. Y la revolución se termina abor- gica del capital dejó de ser interpretada en términos economicistas e in-
dando como una recuperación de la dignidad y el control sobre nuestras vi- corporó un perfil de tipo politicista.
das, proceso improbable de alcanzar en el capitalismo. Por lo demás, el
concepto de dignidad que maneja Holloway, ¿no resuena como forma nar-
cisista del individuo propia del sujeto sartreano?, ¿no nos emparienta esta
idea con una figura de hombre transhistórico?
Es cierto que superar la cosificación impuesta en el capitalismo y des-
mitificar las relaciones sociales requieren trascender aquella concepción
que proyecta una dinámica del capitalismo asentada en leyes y estructu-
ras inamovibles. Sin embargo la utilización de categorías como trabajo,
práctica creativa, práctica humana, aleja toda posibilidad de avanzar en
una crítica profunda y sustantiva en torno de las formas mercancía, dine-
ro, capital. La desmitificación no puede consistir en la simpleza de rela-
cionar estas formas con la actividad humana; en todo caso, deberá abor-
darse desde los cambios en las formas y los procesos de producción. Por lo
demás si el trabajo está definido simplemente como actividad humana, el
compromiso proyectado con ésta deviene tautológico porque por definición
toda actividad humana es considerada trabajo.
La teoría revolucionaria exige dar cuenta de cómo una perspectiva his-
tórica de emancipación y liberación aparece contenida en las luchas más
allá de su fragmentación. Y este razonamiento no puede prescindir de una
definición de las clases.
Sin embargo, el marxismo igualmente pudo gestar concepciones donde
la subjetividad fuera rescatada a un primer plano y contrapuesta a las lla-
madas condiciones objetivas. Entre estas corrientes, Holloway destacará
el autonomismo obrero, para el cual el desarrollo del capitalismo está su-
bordinado al movimiento de la clase trabajadora y donde la dinámica del
Capítulo 4
Open marxism versus autonomismo obrero

Teoría crítica y autonomismo: subjetividades encontradas

Se puede afirmar que una de las diferencias sustantivas entre el autono-


mismo obrero y el open marxism reside en el tratamiento otorgado a la
dialéctica y en la interpretación de la relación capital-trabajo. Mientras
Negri, fundando sus escritos en Baruch Spinoza, desarrolló de manera ca-
si permanente –en especial luego de Marx beyond Marx– la crítica a la
aproximación dialéctica, Holloway y los teóricos del open marxism no
ocultaron su predisposición favorable a un análisis basado en la dialécti-
ca negativa de Adorno.
En efecto, según el open marxism la omnipresencia de la lucha de cla-
ses se asienta en un cuerpo teórico particular donde sustenta su análisis:
nos referimos a la dialéctica adorniana. Se trata de la presencia del suje-
to negado en el objeto a negar, donde la relación entre sujeto y objeto no
se resuelve mediante el distanciamiento y la separación autónoma del su-
jeto en relación al objeto –óptica spinociana en Negri–, sino mediante la
disolución de esa relación (Aufhebung). La presencia del sujeto en el obje-
to, negada de manera permanente por el objeto, aparece como una mani-
festación permanente de violencia, de antagonismo dinámico, subversivo
y destructivo. Nos enfrentamos, en esta perspectiva, a una dinámica que
no acepta normatividad alguna para ajustarse a leyes. Más aún, el open
marxism no sólo niega toda sistematicidad ajustada a normas, sino que
rechaza aquella lectura de la dinámica social que tiene en cuenta sólo las
luchas visibles y abiertas. No se requiere ver las luchas para aceptar que
ellas están presentes, nos dice Holloway. Para el open marxism todo aná-
lisis no dialéctico de las luchas se manifiesta ciego ante aquellas que no
se expresan de manera visible. Es en este aspecto donde centra sus críti-
cas al autonomismo obrero, en la medida en que la escuela italiana no al-
canza a ver en el capital, en el dinero y en el valor la manifestación de la
lucha de clases. Para el open marxism el aspecto esencial de la dialéctica
[ 265 ]
266 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 267

reside en la comprensión del antipoder del sujeto negado a pesar de que cer desde un comienzo que existe un antagonismo presente entre el suje-
su presencia resulte invisible a la investigación empírica. En este sentido to y el objeto, entre la deshumanización del trabajo y su potencial alteri-
planteará que nuestra existencia como tal es lucha contra el capital; com- dad. De ahí que el open marxism pueda plantear que la existencia de las
portamiento que es percibido por éste cuando ataca de manera permanen- clases como tal se manifiesta en El capital desde un comienzo, indepen-
te nuestras condiciones de vida. Se trata de una presencia del sujeto en, dientemente de su explicitación, cuando, tras una aproximación dialécti-
contra y más allá del capital, dice Holloway, y resulta muchas veces difí- ca, Marx rechaza la aparente objetividad de las cosas y busca su com-
cil poder diferenciar estos tres estadios. prensión tras los antagonismos de clase. Tras esta lectura el open mar-
Si bien el autonomismo habla de insubordinación, para el open mar- xism rescatará la concepción adorniana de dialéctica como la consecuen-
xism la insubordinación debe ser entendida como una continuidad entre te percepción de la no identidad, como la conciencia de que aquello que
la in y la no subordinación, donde la no subordinación se relaciona con aparentemente es está en realidad inmerso en sus propias contradiccio-
circunstancias que hacen a la vida diaria y que son igualmente blancos nes, en la lucha de clases. En realidad para el open marxism no hay na-
de ataque del capital. Comprender la continuidad entre la in y la no su- da que no sea lucha de clases. La presencia del sujeto en el objeto que nie-
bordinación es imprescindible, según el open marxism, para comprender ga esa presencia es de por sí –ya lo mencionamos– un antagonismo diná-
el carácter de la actual crisis capitalista y su persistencia. Esta continui- mico, destructivo, subversivo. Este proceso de existencia y su dinámica
dad entre la in y la no subordinación nos remite no sólo a las diversas for- no puede ser reducido a la existencia de leyes, aunque tampoco puede ser
mas de lucha abierta contra el capital sino también a sus intentos para reducido de manera excluyente, dice, a las luchas abiertas. Dicho de otra
vencer los hábitos diarios de la clase obrera. Esta lectura de la dialéctica manera, para el open marxism no se necesita ver las luchas para que
pone la contradicción sujeto-objeto en el centro del análisis y de la diná- ellas existan. Toda lectura no dialéctica se encuentra de por sí descalifi-
mica social, aunque, como hemos señalado, sustentada en una concepción cada para ver las luchas invisibles; por ello, según Holloway, también el
de la dialéctica como dialéctica negativa. En su análisis sobre la sociedad autonomismo obrero está inhibido para verlas.
capitalista, sostiene el open marxism, tanto en los Manuscritos de 1844 Cuando Engels, dice Holloway, identifica la dialéctica con el movi-
como en los Grundrisse y en El capital, Marx criticó al capitalismo por miento general de la naturaleza a través de la negación, deja de lado una
ser un sistema social que suprime al sujeto activo;1 porque la sociedad ca- perspectiva que Luckács retomará posteriormente: el rescate del sujeto y
pitalista es una sociedad donde las relaciones sociales entre las personas el consiguiente recentramiento de la dialéctica a través del sujeto. Fue
se aparecen como relación entre las cosas.2 Según el open marxism el mé- esta interpretación engelsiana de la dialéctica la que terminó arrojando
todo dialéctico consiste precisamente en potenciar la vida denegada por la propia vida fuera del marxismo “oficial”. En efecto, al reemplazar la
el capital, mostrando la centralidad del sujeto en la lucha por su emanci- causalidad unilateral y rígida, propia de la metafísica, por la interacción,
pación real. Lo que nos proporciona la esperanza es precisamente el he- Engels terminó contraponiendo la dialéctica a la metafísica al considerar
cho de conocer que existimos no sólo contra sino también en el capital co- que la primera disuelve la rigidez de los conceptos y se constituye en un
mo contradicción. Ya en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, proceso de permanente transición de una determinación a otra. Pero en
afirma el open marxism, Marx resaltaba la violencia que la externalidad, este devenir discursivo dejó de lado la relación histórica del sujeto con el
la objetividad de la mercancía implicaba sobre nuestra existencia, en la objeto, vacío que más tarde habría de ser cubierto y reparado por la dia-
medida en que contenía de hecho la negación de nuestra propia subjeti- léctica luckácsiana de los primeros tiempos. El open marxism se mani-
vidad. Este descubrimiento de la subjetividad negada en la mercancía fiesta partidario de aquella dialéctica negativa expresada por Adorno en
significa, para el open marxism, mostrar que la sustancia del valor de la el prefacio a la dialéctica negativa, cuando afirma que si en el pasado la
mercancía es el trabajo abstracto que la produce, lo que implica recono- dialéctica se asoció a un final feliz, síntesis dichosa que resolvía las con-
tradicciones, luego de Auschwitz no hay final bienaventurado posible. No
hay optimismo posible, por lo que resulta necesario pensar la dialéctica
1. “La crítica central de Marx al capitalismo es que deshumaniza a las personas, privándolas no en términos de un proceso de síntesis sino como movimiento de la ne-
de lo que las convierte en humanos” (la libre actividad consciente) (Holloway, 1995b: 172). gación.
2. Como veremos más adelante, Holloway ve en el trabajo subjetivo la sustancia que relacio- ¿Cuál es el punto de vista del autonomismo obrero con relación a este
na “estas cosas”. espacio de la crítica?
268 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 269

Si alguna característica puede asignársele al pensamiento de Negri es de cosas, concepción extendida en el campo del marxismo. En el caso del
la permanente modificación del marco de análisis en el intento de adap- marxismo crítico, la propuesta positiva del poder del proletariado emerge
tar sus investigaciones a las necesidades y los desarrollos de los movi- solamente luego y como resultado de la negación de la sociedad capitalis-
mientos sociales contemporáneos, por lo que las dinámicas de lucha ejer- ta; significa reconocer un análisis de lógica progresiva necesariamente
cieron una fortísima influencia sobre sus indagaciones e interrogantes. dialéctica. Este abordaje es coherente con el estudio analítico de la escue-
En ese sentido la teoría del sujeto político, ligada estrechamente a la de la del open marxism donde el momento primario de la teoría crítica está
la organización política, adquirió importancia en Negri después del “oto- referido a la investigación; supone reconocer que todos los esfuerzos teó-
ño caliente”, cuando la clase obrera se convirtió en el sujeto activo de la ricos deben permanecer afines y subordinados a la crítica al capital, en
etapa, mientras proyectaba una sociedad a partir de la nueva dinámica consonancia con la idea de una sociedad capitalista que se edifica alrede-
que asumían sus necesidades y deseos. Esta concepción implicaba de he- dor de las contradicciones internas de la propia lógica del capital.
cho asignarle a la clase obrera un papel de sujeto activo, de sujeto del po- Es posible representar esquemáticamente la trayectoria de análisis del
der, en oposición a aquella idea que veía a una clase sujetada por los más marxismo crítico según momentos secuenciales separados por una línea
diversos mecanismos de dominación, que la convertían en sujeto pasivo. de puntos: punto de partida ------ crítica ------ proyecto; o también, afirma-
En este sentido el Negri de 1968 representó una ruptura con el marxismo ción proletaria ------ negación del capital ------ mayor afirmación proleta-
crítico de la escuela de Frankfurt. Veamos. ria. En un primer momento la fuerza del trabajo debe reconocerse como
El obrerismo y el autonomismo obrero comparten con el marxismo crí- fuerza en el capital, como objeto creado por el capital; como su centro di-
tico posiciones afines referenciadas en una estructura básica teórica. En námico y fuente productiva material. De esta forma el trabajo es asumi-
efecto, más allá de las diferentes corrientes que puedan diferenciarse en do como el lugar de la fuerza productiva sólo mientras esté situado en el
el interior del marxismo crítico –escuela de Budapest,3 escuela de Frank- capital; sólo en la medida en que se lo analiza en la relación capitalista.
furt, corriente de la nueva escuela anglonorteamericana (por ejemplo, Sin embargo, aunque la clase obrera reside en el capital, su percepción es
Fredric Jameson) y el estructuralismo francés–, lo que distingue al mar- de vivencia contra el capital, como contradicción del propio capital. Tan
xismo crítico de toda otra teoría social o teoría crítica no es solamente que pronto como el producto del trabajo es expropiado, alienado por el capital,
el objeto de la crítica se asiente en la sociedad capitalista sino, y funda- la clase obrera se sitúa en oposición a éste. La paradoja que caracteriza la
mentalmente, que ubica a la clase trabajadora en el punto de partida de relación capital-trabajo y que constituye la base del marxismo crítico se
todo esfuerzo e intento crítico. Punto de partida que adopta a su vez dis- resume en este en y contra. La fortaleza del marxismo crítico reside pre-
tintas plataformas teóricas. En algunos casos se trata de los estudios que cisamente en esta paradójica posición del trabajo con relación al capital.
hacen del trabajo y la alienación su foco crítico; en otros, los análisis feno- La categoría trabajo, tan pronto se independiza del capital, provee el pun-
menológicos de la conciencia y la economía política conforman su objeto to material para una crítica, pero ahora distante del objeto. Se constitu-
crítico. ye, de esta manera, en un importante punto de partida para la crítica del
Pero el marxismo crítico no se distingue solamente por la importancia capital. Sin embargo, mientras el trabajo como categoría de análisis per-
y el papel asignado a la clase trabajadora sino también, y esto con rela- manece encerrado en el capital provee una base para la crítica inmanen-
ción a otras escuelas marxistas, por su concepción del desarrollo, es decir te, aunque paradójica. La paradoja se expresa en que tan pronto el traba-
por la forma como se aproxima al proyecto revolucionario. No se trata só- jo es visto en el capital su oposición al capital es oposición a sí mismo. Se-
lo de construir el proyecto sobre la base de la negación del estado actual rá precisamente esta posición paradójica la que impulsará al obrerismo a
alcanzar una crítica inmanente y total al capital desde otra posición.
Así planteado el problema hasta ahora, el trabajo, como punto de par-
3. La llamada escuela de Budapest se constituyó alrededor de la figura de Lukács en sus úl- tida, es abordado como contradicción en el capital de una manera estática
timos años de vida. Formaron parte de ella destacados intelectuales húngaros como Agnes o sincrónica. Debemos analizar la contradicción en movimiento, es decir, el
Heller, Ferenc Feher, Mihaly Bajad y György Markus, la mayoría de los cuales tuvo que exi- desarrollo capitalista de manera dinámica, diacrónica. Visto de manera
liarse luego de la muerte de Lukács en 1971. Su característica más importante fue su orien-
tación crítica hacia la teoría y práctica del socialismo de los países del socialismo real, críti-
diacrónica el trabajador asalariado es creado y recreado por el capital co-
cas asentadas esencialmente en un marxismo ético y en el análisis de la realidad objetiva mo parte de una dinámica histórica, proceso donde los trabajadores crean
(Telos, Nº 17). permanentemente el capital. Diacrónicamente el trabajo “está” en el capi-
270 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 271

tal en el sentido de que están los dos relacionados en esta dinámica causal basado en un principio abarcativo de cualquier concepción: no proporcio-
recíproca. Pero se trata de una relación dirigida por un antagonismo inhe- nar ningún margen que pueda dar lugar a la presencia de un dualismo
rente. En efecto, todo momento de enfrentamiento crítico entre el capital y –cualquiera fuera su tipo– entre la crítica y la composición de la clase
el trabajo puede ser visto como un momento donde la clase obrera se pre- realmente existente. Esta proposición implica decir que la crítica debe
senta como fuerza social independiente y organizada contra las relaciones apuntar a consolidar una rigurosa fundación materialista de la práctica
capitalistas de producción. En un primer momento, la estructura de las re- concreta de la clase trabajadora, significa combatir toda abstracción en el
laciones capitalistas de producción brinda las condiciones de existencia del proceso crítico que se aparte de la práctica concreta diaria de los trabaja-
trabajo; esas mismas condiciones engendran el antagonismo obrero, el re- dores, supone localizar todo el discurso teórico directamente en el espacio
chazo de la propia relación por el trabajo. En un segundo momento este an- fabril.5 La característica que afirma al obrerismo es su insistencia en el
tagonismo, ahora externo, desestructura el control capitalista. En un ter- punto de vista del trabajo, es su esfuerzo por leer en la práctica de las ma-
cer momento posterior el capital está obligado a reestructurar las relacio- sas el surgimiento y la consolidación de una poderosa subjetividad.
nes de producción para reafirmar el control y recuperar el trabajo a través A pesar de que la escuela de Frankfurt aborda de manera prioritaria
de la dialéctica del Aufhebung. El objetivo del desarrollo capitalista es con- la problemática del sujeto, las tensiones que surgen entre ésta y el obre-
tener el antagonismo obrero en la “elasticidad” de su progresión dialéctica: rismo italiano se basan precisamente en las diferentes aproximaciones
estructuración capitalista ------ antagonismo proletario ------ reestructura- que realizan a esta temática. No cabe duda de que la escuela de Frank-
ción capitalista. Debemos notar que aquí la dialéctica está dirigida por el furt ha realizado importantes contribuciones para la comprensión sobre
poder de lo negativo; en otras palabras, si la construcción de la relación la forma como se constituyen los sujetos a través de los complejos meca-
puede ser vista provisoriamente desde el lado del capital, una vez estable- nismos y apuestas de la sociedad capitalista. Sin embargo, su abordaje de
cida, la clase obrera cumple el rol de estímulo al desarrollo, constituye la la teoría del sujeto se encuentra más orientado hacia un sujeto receptivo
fuerza creativa que promueve la innovación capitalista (inversión del pun- y plástico que a rescatar el comportamiento espontáneo que éste pudiera
to de vista de clase). Por ello la relación social establecida no puede abor- manifestar. El sujeto abordado por la teoría crítica es el sujeto de la explo-
darse según una secuencia que arranca en la aspiración del capital por im- tación, de la alienación; el sujeto del autonomismo obrero es el sujeto del
poner sus deseos seguida de la reacción obrera; por el contrario, una vez poder. En un caso se trata del sujeto constituido por la sociedad capitalis-
que la clase obrera ha emergido como fuerza independiente, la dinámica si- ta; en el otro estamos frente al sujeto que constituye la sociedad.
gue un ordenamiento ajustado a la acción proletaria y la posterior reacción Sin duda, el obrerismo italiano y la escuela de Frankfurt abordan dis-
del capital. El capital debe ser visto, según esta lectura, como una fuerza tintos sujetos: uno se refiere al sujeto del proyecto; el otro se referencia en
conservadora que ve estimulado su desarrollo e innovación por el antago- el sujeto de la crítica. Uno aborda el sujeto de la explotación, la otra el su-
nismo de la clase trabajadora. Esta propuesta asume las características de jeto del poder. Se trata de distintas concepciones de subjetividades, rela-
una tesis verdaderamente fundante de un leading rol.4 El verdadero mo- cionadas a su vez con concepciones teóricas diferentes. En efecto, si se
tor del desarrollo de la sociedad capitalista no se esconde en el espíritu em- compara la lectura de Adorno y Horkheimer (1987) en su análisis sobre la
prendedor schumpeteriano del capitalista sino más bien en el antagonis- cultura de masas y la propuesta de Negri sobre el obrero masa, más allá
mo puesto en juego por la clase trabajadora tras el rechazo a las relaciones de que ambos análisis culminen en la crítica a la masificación alcanzada
capitalistas de producción. Esta tesis no debe entenderse como el eslogan por la producción social e industrial, lo hacen desde diferentes direcciones
de una futura sociedad comunista, sino como el producto de la relación pre- y con distintos enfoques. Horkheimer y Adorno investigan la plasticidad
sente, actual, del trabajo con el capital. del sujeto y las capacidades del capital para destruir la individualidad y
Sin embargo, estas tesis no alcanzan a definir el obrerismo o el auto- construir un sujeto social homogéneo. El objetivo de Negri, por el contra-
nomismo como escuela particular del marxismo crítico. El obrerismo está

5. “En estas lecciones mi propósito es precisamente desarrollar una filosofía de la praxis, un


4. Se trata de la inversión del análisis de la dinámica social del capitalismo donde el cora- materialismo de la praxis insistiendo sobre la dimensión de la temporalidad como tejido on-
zón de su comportamiento debe referenciarse en las características del sujeto obrero (Clea- tológico del materialismo; la potencia afirmativa del ser; la subjetivación del devenir” (Ne-
ver, 1993). gri, 2001b: 28).
272 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 273

rio, está orientado a la elaboración del proyecto político proletario. En los capitalistas, a buscar soluciones para aquellas contradicciones de la so-
efecto, Negri vio en el obrero masa el sujeto característico de una fuerza ciedad capitalista desarrolladas de manera “racional” a partir del propio
de trabajo autónoma y organizada que expresaba su rechazo al sindicalis- capital. De acuerdo con este razonamiento existe, por lo tanto, un vacío
mo de la época y toda otra forma de mediación con el capital. De esta ma- considerable entre el punto de partida que se referencia en la clase obre-
nera el proceso ascendente de masificación productiva daba lugar a un su- ra actual y el punto de partida de la crítica, como segundo momento, refe-
jeto social capaz de construir una organización social más democrática y renciado en el capital. Este gap ha intentado ser cubierto de diversas ma-
afín a los proyectos de poder de los trabajadores. Sin embargo, debemos neras haciendo abstracción de la composición real de la clase obrera e in-
reconocer que ambos abordajes del sujeto no se oponen; más aún, en algu- corporando un punto de partida de clase obrera ideal, próximo a una con-
nos casos son complementarios, aunque los respectivos sujetos son porta- cepción racional del sujeto. Si bien en este caso el enlace del punto de par-
dores de aproximaciones diferentes. Las diferencias entre los sujetos tida y la crítica tiende a disminuir, aparece una nueva tensión entre una
abordados se vuelven más transparentes si ahondamos en la estructura clase obrera ideal y la clase obrera realmente existente; entre la concien-
tripartita propuesta por la teoría crítica. El primer momento del análisis cia real de la crítica y la falsa conciencia de los trabajadores. El ejemplo
crítico, el de la afirmación del punto de vista del trabajo, muestra la bús- más claro de esta concepción se revela en Historia y conciencia de clase de
queda de una activa y espontánea subjetividad en la complejidad de las Lukács. Los trabajadores considerados de manera concreta y directa en
necesidades, los deseos y las prácticas de la clase obrera. El segundo mo- cuerpo y alma parecen estar ausentes en esta lectura. De ahí que podamos
mento, relacionado con la crítica al capital, invierte el foco del análisis; preguntarnos hasta dónde el punto de partida asentado en la clase obrera
nos enfrentamos ahora con el sujeto que produjo la sociedad capitalista. constituye realmente el punto de partida aceptado por la crítica. Éste es
En el tercer momento, el del proyecto proletario, la teoría crítica vuelve al un problema que no deja de tener su importancia: la diferencia sustanti-
sujeto espontáneo inicial, aunque ahora de una forma coherente con la va entre el marxismo crítico y la teoría social con ascendencia en el hege-
propuesta de una nueva sociedad creada a través del nuevo poder. Lo cier- lianismo parece situarse en este punto de partida diferente, es decir, en la
to es que existen dos concepciones de sujeto en los distintos momentos del materialidad asignada a la clase obrera. En el caso del autonomismo obre-
modelo. La tensión entre estos dos sujetos pone el desequilibrio en el co- ro, Negri buscó dar cuenta de la crítica marxista persiguiendo una doble
razón del proyecto crítico. El obrerismo, quizá por su insistencia en per- estrategia: investigando por un lado la composición de clase del momento6
seguir el punto de vista de la clase obrera realmente existente, a través y desarrollando por otro lado la crítica del capital.
de la crítica destapa de manera más clara la tensión entre estos dos suje- La crítica del obrerismo al capital estuvo animada por una enorme
tos. Mientras la escuela crítica –de conformidad con su lógica– construyó expectativa revolucionaria asentada en la creencia de que el íntimo co-
el programa proletario luego de haber realizado la crítica al capital, el nocimiento de los mecanismos de control capitalista abriría la puerta al
proceso de masas del 68 interpeló a Negri de una manera tan violenta que sabotaje obrero. Al igual que con los “técnicos” altamente especializados,
provocó la inversión del análisis crítico en su investigación: de esta mane- era posible determinar aquellos puntos críticos del sistema cuyos desba-
ra el marxismo crítico se verá reemplazado por un marxismo proyectual lances podían originar una verdadera catástrofe. En realidad el conjun-
(Hardt, 1993). El obrerismo italiano, aunque participaba en cierta forma to de teóricos del obrerismo italiano (autonomismo obrero) ligó la crítica
de esta lectura crítica, había comenzado a diferenciarse de la teoría críti- al capital a algún campo social adyacente en sus investigaciones. Mario
ca a partir de su aporte vinculado a la categoría composición de clase. Tronti se recostó sobre la filosofía política; Romano Alquati sobre la in-
Es posible abordar el carácter dual que expresa el marxismo crítico ha- vestigación sociológica; Alberto Asor Rosa sobre los estudios culturales y,
ciendo hincapié en el enlace generado entre el punto de partida crítico (la para la época, Negri trató de avanzar a partir de la ligazón con el análi-
clase trabajadora) y la propia crítica. Así, el desarrollo y la elaboración re- sis del Estado moderno y los mecanismos jurídico-políticos del control ca-
lacionados con el punto de partida, la clase obrera, en el marxismo crítico pitalista.
se revelan como esfuerzo sociológico por comprender y describir sea la
composición de clase, sean los problemas y las necesidades reales de los
6. A este objetivo concurrieron las investigaciones obreras desarrolladas por el obrerismo ita-
trabajadores. En realidad todas las escuelas pertenecientes al marxismo liano de la época. Se trataba de trabajos de campo sobre la práctica, las necesidades y los de-
crítico manifiestan esfuerzos en ese sentido. Por el contrario, la crítica (se- seos de la clase obrera encarados por los propios trabajadores con el objetivo de determinar
gundo momento) se orienta a dar cuenta de las funciones y capacidades de su propia composición de clase y subjetivación.
274 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 275

Cuando el autonomismo obrero comienza a priorizar los estudios sobre nos, permanecer atados a aquello que decimos combatir.8 Por su parte la
la composición de clase, en ese momento, bajo esta dinámica de trabajo so- negación no dialéctica es más simple y absoluta: no supone fe en lo que
cial, el proyecto dejó de estar subordinado a la “crítica”; ahora era ésta la hay más allá, sino que significa expresamente una convocatoria a la
que se subordinaba al proyecto. Dicho de otra forma, el proyecto de la cla- muerte del otro. Negri rechaza la negación dialéctica de Hegel en la me-
se obrera como sujeto histórico subordinaba la lectura crítica, entendida dida en que se convierte, dice, en algo supersticioso cuando Hegel supo-
como la lectura objetiva de las contradicciones capitalistas y tendencia ne esa muerte como el señor absoluto. Se trata de reemplazar entonces
histórica de la sociedad. Es entonces cuando Negri abandona la dialécti- el elemento supersticioso de la negación dialéctica por un elemento con-
ca para abrazar el antagonismo. Este momento histórico de “mutación del creto de nuestro mundo que dé sustento a la negación no dialéctica. La
análisis objetivo a la propuesta subjetiva, de la crítica al proyecto” es coin- negación no dialéctica, la negación pura de Negri, puede considerarse el
cidente con la fundación de Potere Operaio y con el momento en que las primer momento de una concepción precrítica de la crítica donde la esen-
luchas alcanzan el umbral del cuestionamiento al modelo de desarrollo cia reside en la autonomía de los dos momentos críticos (pars destruens,
capitalista de la época. Luego sobrevendría el quiebre del proceso de acu- pars construens) que excluye un tercer momento síntesis. La negación
mulación y la posterior desestabilización del plan del capital. Michael limpia el terreno para la creación. El pars construens9 (práctica construc-
Hardt (1993: 41) ha calificado este giro en la teoría de Negri como “la crea- tiva) afirma una negación radical no dialéctica que enfatiza la idea de
tividad de la proyectualidad del sujeto social, es decir [por] la capacidad que no hay orden alguno preestablecido capaz de definir la organización
de las masas para crear continuamente nuevas formas de y direcciones de la sociedad ni del mismo ser. Ese poder creativo se sintetiza en el ar-
para la organización”.7 te de la insurrección y de la organización. Existe una interdependencia
¿Cuál era el sendero de análisis de la teoría crítica? Primero, negar entre los dos momentos, el de la construcción y el de la destrucción. El
el capital a partir de la crítica, para posteriormente, como resultado de pars construens permite a Negri plantear una distinción sin restricciones
la dialéctica de la negación, incorporar la dialéctica en la afirmación del del presente y de esa manera se ve liberado para construir un mundo
proyecto positivo de la clase obrera. Por su parte, el enfoque de Negri en nuevo con total creatividad. En este punto se produce la ruptura subjeti-
términos proyectuales supondrá la existencia de la afirmación a partir va y la refundación de la ontología. El ser es destruido y reconstruido
de los deseos y las prácticas de cooperación y constitución existentes en continuamente según los movimientos de las fuerzas subjetivas. Si en
la clase obrera. La negación, pero ahora sin su función dialéctica, ilumi- Althusser se habla de ruptura epistemológica, en Negri bien se puede de-
nará el terreno para la constitución positiva del proyecto político cir que se trata de una ruptura ontológica; es la práctica la que hace po-
(Hardt, 1993). sible la constitución del ser. Se trata ahora de una práctica “práctica” –en
Sin embargo, el relegamiento de la dialéctica en Negri no significará reemplazo de la práctica “teórica” de Althusser– orientada hacia el terre-
una desviación del marxismo sino, por el contrario, el reconocimiento de no ontológico antes que epistemológico. Se da así la paradoja del naci-
la emergencia del sujeto clase obrera como momento central del Marx ma- miento de una ontología materialista, donde los seres son anteriores, lo
duro. preceden y son constitutivos del ser que los hace posibles. La existencia
En efecto, según el autonomismo obrero la dialéctica negativa siem- precede a la esencia que la funda.
pre culmina en una negación que sustituye, mantiene y/o preserva aque- Por lo demás, el desarrollo del pars construens y del pars destruens no
llo que es sustituido, por lo que de alguna manera esa negación sobrevi- implica para nada un desarrollo dialéctico, aunque sus momentos supon-
ve a su propia supresión (Hardt, 2004). En ese sentido siempre culmina gan una relación de exclusión donde no hay síntesis sino constitución po-
en una suerte de resurrección. Dicho en otros términos, para el autono- sitiva.
mismo obrero recuperar la dialéctica implica de alguna manera aceptar
la posibilidad de reproducir aquella identidad a la que decimos oponer-
8. Cuestión que constituyó el clásico argumento del estructuralismo para justificar su inac-
ción.
9. “Lo negativo, el momento destructivo de la crítica (pars destruens) que pone en cuestión
7. Para Hardt (1993: 41) los trabajos de Negri “Crisis del Estado-plan”, “Partido obrero con- el horizonte total y desestabiliza el poder existente previo, debe despejar el terreno para per-
tra el trabajo” y “La fábrica de la estrategia” revelan una fuerte impronta de búsqueda de la mitir el momento productivo (pars construens) para liberar o crear un nuevo poder; la des-
subjetividad obrera. trucción abre el modo de la creación” (Hardt, 2004: 82).
276 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 277

Será en La anomalía salvaje. Poder y potencia en Baruch Spinoza don- capitalista como camino para apuntalar la esperanza (Holloway, 2002).
de Negri postulará un acercamiento a la teoría de la subjetividad en tér- Holloway nos convoca a “comprender y participar en la fuerza de todo
minos ontológicos dejando de lado los términos dialécticos. Si bien estas aquello que existe en antagonismo, en la forma de ser negado” (ídem:
concepciones habían sido avanzadas en su trabajo de Marx beyond Marx, 121). Puesto que toda “expresión diferente de la emancipación humana,
la separación del sujeto político obrero social y el abandono del instru- imágenes de una sociedad basada en el reconocimiento mutuo de la dig-
mental dialéctico no se generarán sino hasta esta época, 1982, a la luz de nidad humana, todas ellas existen sólo en la forma de su negación” (ibí-
la contraposición spinociana entre poder y potencia. Bien puede decirse dem), entonces “la esperanza necesaria para la transformación debemos
que el dislocamiento de la subjetividad respecto de los mecanismos del po- buscarla en la existencia de la forma del ser negado” (ibídem) para con-
der constituye el verdadero quiebre de Negri. Finalmente, cuando habla cluir afirmando que “ésta es la sustancia del pensamiento dialéctico”. De
de relaciones sociales no lo hace respecto de un simple juego de lenguajes esta manera nos convoca a una resistencia asentada en la sustancia de
y/o simulacros sino con relación a la pluralidad del ser, al ser de un suje- una esperanza que aparece generada de manera impoluta en la negativi-
to colectivo. dad de nuestro ser y respondiendo al poder-hacer. La perspectiva de
transformación se condensa en un accionar que, si bien es social, se asien-
ta esencialmente en esfuerzos individuales. Nada nos dicen Holloway y el
Excursus 1: open marxism y organización política open marxism sobre la importancia y la necesidad de la organización po-
lítica. Más aún, cualquier discusión y abordaje acerca de la importancia
Mención especial exige el abordaje y la manera como el open marxism de la organización política están ausentes en su horizonte discursivo. Y
resuelve la cuestión de la organización política de quienes son portado- cuando los incorporan lo hacen para denostar y descartar todo tipo de or-
res del poder-hacer. Esta temática adquiere relevancia por las conse- ganización política del sujeto alienado contra el capital, sea cuando criti-
ca al leninismo y su concepción de partido de vanguardia como elemento
cuencias políticas que proyecta en una coyuntura matizada por un sin-
consciente del proletariado explotado (ídem: 193), sea que se trate de la
número de propuestas organizativas, ante la crisis evidente de un mode-
concepción luckácsiana en su “segundo momento”, cuando Luckács propu-
lo organizativo que ya no resulta acorde a una nueva composición de cla-
so superar la fetichización a través del partido. Pero, acaso, ¿es posible
se que se proyecta socialmente tras su fortalecimiento político y su diná-
pensar que el open marxism elaborara una posición diferente?, si para Ho-
mica antagónica.
lloway y otros sólo es factible plantearse la emancipación “en cuanto no
Asentado en el concepto de fetichización como proceso, de producción de
somos clase trabajadora” (Holloway, 2002: 212).
relaciones sociales de manera constante; apoyado en una lectura donde las
Ya Susan Buck-Morss (1981) había descripto claramente que “Adorno
luchas de clases no tienen lugar dentro de las formas constituidas de las re- se había diferenciado fundamentalmente de Marx porque su filosofía ja-
laciones capitalistas, antes bien, la constitución de esas formas es, en sí más incluyó una teoría de la acción política. Aunque continuó insistiendo
misma, lucha de clases (Holloway, 2002), el open marxism adoptará un par- en la necesidad del cambio social revolucionario, esta afirmación continuó
ticular posicionamiento frente al sujeto revolucionario, lectura que recoge siendo abstracta en la medida en que la teoría de Adorno no incluía con-
ya la deshumanización presente del capitalismo, ya la constante fetichiza- cepto alguno de sujeto revolucionario colectivo que pudiera llevar a cabo
ción de las relaciones sociales, así como la penetración persistente del po- tal cambio” (ídem: 70; subrayado nuestro). Fiel seguidor de la concepción
der-sobre (poder del capital) en el núcleo de aquellos que están sujetos a ese adorniana, el open marxism manifestará una particular aversión al trata-
poder. miento del problema de la praxis revolucionaria. Con otros interlocutores,
¿Cómo concibe el open marxism la salida revolucionaria ante el muti- diferentes de los de su maestro Adorno, Holloway avanzará con una críti-
lamiento permanente del sujeto por medio de la penetración del poder-so- ca radical hacia Lenin al evaluar el leninismo ya como “el dilema trágico
bre? Desechando la salida posmoderna, porque ésta se asienta básicamen- de la revolución” (Holloway, 2002: 194), ya como el “abanderado de un
te en el abandono de la esperanza; descartando igualmente todo razona- aceptado realismo de la tradición revolucionaria profundamente irreal.
miento que reflexione sobre una naturaleza binaria del antagonismo en- Este realismo es el realismo del poder y no puede hacer más que reprodu-
tre la clase proletaria y la clase de los capitalistas, lógica de análisis, por cir poder” (ídem: 37). Críticas similares contra la organización política,
lo demás, próxima a la lectura del marxismo tradicional, el open marxism aunque disminuidas en el tono, las encontramos en Bonefeld:
se asentará en la búsqueda y la comprensión de la naturaleza del poder
278 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 279

Hay que olvidarse de la idea del partido revolucionario como la versos movimientos las concepciones de la escuela británica adquieren
forma de la organización de la revolución [...] porque sólo las propias proyección particular, hecho que da lugar a una peligrosa confusión. En
masas dependientes pueden lograr su emancipación. (Bonefeld y efecto, la coexistencia de esta idea y una dinámica social acorde proyec-
Tischler, 2002: 18) tan una supuesta correcta adecuación entre el concepto y la praxis social
presente, mientras siembran un específico desprecio por toda forma orga-
El open marxism concluye desechando toda discusión sobre la organi- nizativa, desvalorizando y criticando fuertemente toda voluntad y deseos
zación en la medida en que el sujeto a analizar es el sujeto de la domina- puestos en juego por los movimientos para la construcción de una herra-
ción, el sujeto alienado; “la lucha contra el fetichismo y el antifetichismo
mienta política.
(como negación interna) existe dentro de nosotros colectiva e individual-
Ante la ubicuidad del poder, afirma Holloway, se debe desarrollar una
mente” (Holloway, 2002: 213). Y para negar la necesidad de la organiza-
resistencia que resulta igualmente ubicua. La teoría es entendida como
ción, aunque el ataque vaya dirigido a la concepción vanguardista de or-
parte de la lucha: se trata de pelear por medio de la crítica para recupe-
ganización, Holloway remata diciendo: “En virtud del hecho de vivir en
rar el hacer. La crítica, para el open marxism, adquiere un doble movi-
una sociedad antagónica todos estamos fetichizados como en lucha contra
miento: uno, analítico, que implica ir más allá de las apariencias, y otro,
el fetichismo”. Ya hemos destacado la insistente negativa de Holloway pa-
genético, que intenta trazar el origen o la génesis del fenómeno criticado.
ra aceptar una definición de las clases. Esta idea se desplegará luego en
Este último recorre un camino para detectar el origen de las apariencias
la manifiesta dificultad que expone para incorporar a la clase dentro de la
(que Holloway ubica en el hacer humano) y ocasiona su propia negación.
fundamentación de su teoría10 y consecuentemente permitir que la vali-
El conocimiento para Holloway debe ser entendido como reapropiación del
dez de la teoría fuese, de algún modo, dependiente de la posibilidad de su
aplicación directa a la praxis política. Este rechazo y esta prescindencia objeto, como la recuperación del poder-hacer, ya que el objeto se nos en-
de toda organización son comprensibles en el open marxism de Holloway frenta como algo separado de nosotros, algo que está afuera. “El proceso
si se consideran la creatividad, el poder-hacer, el trabajo a secas (despe- de conocimiento es por lo tanto crítico: negar la exterioridad del objeto y
gado de todo trabajo alienado, enajenado) como el sustrato de la práctica al mismo tiempo mostrar cómo nosotros, el sujeto, lo hemos creado” (Ho-
de la emancipación, de cualquier discusión sobre la revolución. lloway, 2002: 165). La crítica es entendida por él como el comienzo de la
Si el poder es ubicuo, la resistencia también lo será; y en ese antago- reunificación del sujeto con el objeto. El objeto de la crítica es recuperar
nismo resultará posible prescindir de la organización. Esta posición, sos- la subjetividad, revertir la subjetividad y colocarla en el lugar de la sub-
tenida por el open marxism en general y profundizada por Holloway, pue- jetividad perdida. Holloway rescatará el método de Marx entendido como
de parecer a primera vista razonable y realista, en el marco de la confi- aquel que sigue en el pensamiento (y por lo tanto forma parte consciente-
guración mundial del antagonismo: constitución de nuevos sujetos, des- mente en) el movimiento del proceso del hacer. La génesis es entonces gé-
membramientos y fragmentación de los viejos movimientos, crisis de las nesis humana, como poder-hacer humano.
organizaciones políticas existentes, desarrollo y crecimiento de los nuevos Como Holloway ve en la negatividad crítica una fuerza creativa en sí
sujetos sociales, surgimiento de variados espacios antiglobalización, etc. misma, en realidad, cuando plantea que el movimiento de desfetichiza-
En fin, la existencia de un nuevo paisaje antagónico global y nacional re- ción es la voz teórica del grito, está afirmando que, a través de la propia
ferenciado en Seattle, Génova, Barcelona y Porto Alegre. Ese contexto fuerza de la negatividad, se puede alcanzar el conocimiento de la verdad
aparece especialmente funcional a ideas como las del open marxism, en y que en esa dinámica la transformación resultante en la “conciencia” con-
la medida en que los nuevos movimientos sociales buscan a tientas otras ducirá de alguna forma a la praxis social. Queda claro que en Holloway y
formas de organización política, de prácticas de resistencia, en fin, nue- el open marxism el núcleo de la relación entre teoría y práctica, entre pra-
vos caminos de autovalorización. A partir de la coincidencia de la teoría xis intelectual y praxis política, resulta ser vago y abstracto, sin ninguna
esbozada por el open marxism con la realidad de vida presente en los di- explicación referida al medio social que pudiera servir para conducir esta
mediación, una vez rechazado el papel del partido. En el open marxism el
intermediario para la mediación sigue siendo tan misterioso como el in-
10. “No es posible definir el sujeto crítico-revolucionario porque es indefinible. El sujeto crí-
termediario entre los espíritus y la carne en el mundo.
tico-revolucionario no es un quien definido, sino un que indefinido, indefinible y antidefi- Sin duda en Holloway y en el open marxism existe aversión respecto
nicional” (Holloway, 2002: 218). de la idea de un sujeto colectivo. En Holloway subsiste aquella precondi-
280 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 281

ción adorniana de interpretar el mundo, no como sustituto del cambio, si- se por las apreciaciones que ambos tuvieron con relación a Lenin. Si Alt-
no como su precondición y como elemento preventivo para una praxis fal- husser critica a la academia por no haber reconocido en Lenin al filósofo
sa. En la teoría del open marxism no hay lugar para la conciencia de cla- tras su consigna de que “sin teoría revolucionaria no hay acción revolucio-
se como experiencia política. Por el contrario, todo parece indicar que Ho- naria”, Negri rescatará aquel concepto leninista: es más útil o interesan-
lloway desarrolla una concepción de la conciencia individual como sujeto te hacer la revolución que escribirla. Por lo demás, la invitación que nos
de la experiencia cognitiva. Si para Luckács el contraconcepto de la reifi- hace Althusser para rescatar a Lenin no se asienta en la práctica revolu-
cación es la conciencia de clase, para Holloway será el de la experiencia. cionaria del dirigente ruso sino, más bien, en el rescate del genio de Le-
nin tras sus intentos de subordinar la práctica revolucionaria al desarro-
llo del horizonte teórico. Althusser buscaba introducir a Lenin en la aca-
Excursus 2: Autonomismo y organización política demia. Negri, por el contrario, lo convocaba para moverse desde la acade-
mia hacia la fábrica. El estudio de Lenin provocará en Negri una verda-
Ya hemos hecho mención de cómo el nuevo ciclo de luchas abierto en dera ruptura subjetiva donde el sujeto se aparecerá como la fuerza con-
1968 marcó el comienzo de la ruptura definitiva de Negri con el marxis- ductora que subvierte y reorienta las estructuras que constituyen el hori-
mo crítico. Distanciamiento definitivo que alcanzaría su punto máximo zonte conceptual. De ahí en más la concepción de organización en Negri
con el surgimiento de una nueva subjetividad obrera que, demandante de estará fuertemente sostenida en una teoría de la subjetividad de los tra-
un proyecto político inmediato, se mostraba ajena a la estructura teórica bajadores antes que en la crítica de la economía política.
del tipo de marxismo que predicaba la teoría crítica. Habría de ser con la Es posible plantear que la recuperación de la perspectiva leninista, tal
intensidad de las luchas sociales hacia mediados de los 70 cuando la cues- como la desarrolla Negri, representa otro de los puntos que lo diferencian
tión de la subjetividad trepó al punto más alto de la agenda política del de la aproximación del open marxism. Negri incorporará a Lenin para
autonomismo. En ese contexto la teoría de la organización política apare- avanzar en sus análisis sobre la composición de clase y sobre la organiza-
ció como la forma más práctica y volátil de la teoría del sujeto. Negri se ción de la clase. Sin embargo, la figura de Lenin que rescata no es la clá-
alejará definitivamente de la teoría crítica: la clase obrera, en el contexto sicamente difundida; en este aspecto, Negri desarrolla una lectura mar-
de lucha y enfrentamiento de la época, no podía seguir siendo vista como xista de Lenin, diferente de la usualmente divulgada.
sujeto pasivo de la explotación construido a través de los mecanismos de Comparando ambas concepciones –autonomista y leninista– surgen
dominación capitalista. Esta lectura exigía un cambio drástico: recuperar dos observaciones importantes. Una primera observación conduce a pun-
aquella lectura de Marx sobre la Comuna de París y la revolución de 1848 tualizar el hiato que existe entre la intensidad y la densidad de la exalta-
donde el sujeto activo se constituía sobre la base de sus necesidades y de- ción de la subjetividad obrera, propia del autonomismo, y que remata en
seos, mientras proyectaba una nueva sociedad. Esta ruptura en el pensa- la inversión de clase mencionada, y el postulado leninista que, al hacer
miento de Negri, esta inversión en la aproximación que era propia del hincapié en el eslabón más débil del capitalismo como elemento fundante
marxismo crítico, no significará un alejamiento de Marx: por el contrario, de la transformación social, termina relegando a un segundo plano la sub-
avanza en la perspectiva de profundizar en la problemática marxista in- jetividad obrera. Una segunda observación enfatiza que, mientras Lenin
tentando reconocer la emergencia del sujeto clase obrera como el pensa- asienta su teoría de la organización en la crítica de la economía política,
miento central del Marx “maduro”. Es en ese momento cuando Lenin ha- Negri lo hará basándose en una teoría de la subjetividad de los trabaja-
bría de convertirse en un importante punto de apoyo para Negri, a la par dores que desarrolla a ese fin.
que se afianzaba en una perspectiva fuertemente antialthusseriana. En En efecto, Negri construirá una teoría de la subjetividad obrera basán-
efecto, para el italiano la diferencia entre el joven y el viejo Marx, como dose en dos aportes leninistas: 1) la categoría formación social económica,
expresión de la tesis althusseriana, no podía remitir a una ruptura epis- que Lenin utilizara para su análisis del desarrollo del capitalismo en Ru-
temológica, sino que, en todo caso, convocaba a una ruptura referida a las sia, y 2) la orientación particular que Lenin imprime hacia la investiga-
subjetividades. Pero así como Negri se vio forzado a reconocer el rol cen- ción de las condiciones reales de comportamiento del movimiento obrero,
tral del sujeto en la concepción marxiana, también debemos reconocer que y que orienta su teoría de la organización. En esta perspectiva Negri se
la importancia del sujeto en Negri no se alcanzó al margen de Lenin. Más moverá desde los postulados de la Crítica de la economía política a la teo-
aún, diríamos que la distancia entre Negri y Althusser bien puede medir- ría de la organización. Orienta su análisis del sujeto incorporando aque-
282 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 283

llos trabajos de Lenin basados fundamentalmente en la espontaneidad de los trabajadores son el resultado de los deseos determinados formados por
las masas y el carácter economicista de las luchas que las orientaba. Con- las relaciones materiales de trabajo en el proceso de producción. La espon-
fluyen en ese sentido también análisis de trabajos de Lenin como Quiénes taneidad reside en el hecho de que la expresión de los trabajadores no pro-
son los amigos del pueblo, donde la espontaneidad de las masas es carac- viene de ninguna organización externa sino que nace directamente de las
terizada por Negri como el primer momento de la organización leninista. propias condiciones materiales. Dicho de otra forma, la afirmación leni-
Esta particular lectura sobre Lenin le permitirá rescatar la importancia nista de “luchas económicas como expresión espontánea del trabajador”
política que éste asigna a las luchas espontáneas de los trabajadores más no debería ser interpretada como una definición idealista de la subjetivi-
altamente calificados y el hecho de que las luchas obreras, a pesar de su dad; por el contrario, en Lenin el sujeto se define a partir de su composi-
inmadurez organizativa, siempre manifiestan una intuición política, alu- ción material de lucha, del salario, de su ubicación institucional. En otras
den a alguna meta política. Podemos concluir afirmando que la esponta- palabras, los sujetos se definen en el marco de condiciones específicas y a
neidad y el economicismo, que luego serán criticados frontalmente por el partir de su relación con el trabajo.
leninismo, son analizados por Negri como el momento primario de la sub- Cuando Lenin ve en el obrero calificado ruso al sujeto paradigmático de
jetividad obrera emergente y como los primeros momentos de la organiza- la etapa, formula esta apreciación como una abstracción, aunque en térmi-
ción por venir. Lejos de dejar de lado el carácter espontáneo y el perfil eco- nos marxistas se trata de una abstracción determinada. No estamos, por lo
nomicista de las luchas, Negri considerará que la emergencia de la subje- tanto, frente a una categoría basada en una especulación idealista, sino
tividad obrera así como los elementos asociados a esta espontaneidad frente al reconocimiento de una tendencia real en el mundo material, en es-
constituyen los primeros momentos de la organización futura, así como la te caso, de la composición de clase. El paradigma de subjetividad obrera se
organización de la propia subjetividad obrera. asienta pues en el modo específico de producción, mientras que la composi-
De cualquier manera, el particular sesgo que alcanzan los análisis de ción particular de esta subjetividad es la que otorga sustento al modelo de
Lenin en textos como el Qué hacer, con fuertes críticas al espontaneísmo organización revolucionaria. En este sentido la organización revolucionaria
de las masas, es considerado por Negri como la lógica conclusión de un está prefigurada ya en el propio proceso de trabajo. Asentado en una deter-
proceso que lleva la subjetividad de masas al nivel de la verdad, y otorga minada subjetividad el Partido Socialdemócrata ruso terminó delineando
identidad interior a la clase obrera. En la medida en que el partido leni- en su interior la organización jerárquica de la producción capitalista, cuan-
nista asume el modelo de la fábrica taylorista como la materia prima de do reproducía la misma relación entre la vanguardia y las masas fabriles.
la subjetividad espontánea de los trabajadores para transformarla luego El carácter externo que asumía el partido de vanguardia representati-
en un arma coherente y subversiva, esta concepción de partido delimita, vo de la clase trabajadora encontraba su correlato productivo en la sepa-
junto con la categoría mencionada de formación social económica, que el ración que el propio proceso de producción realizaba con los obreros pro-
partido, la organización política de la clase, se encuentra emparentado fesionales al apartarlos de los obreros abocados a la fabricación propia-
con lo que el autonomismo designa como composición de clase. Esta con- mente dicha cuando los retiraba de la línea de producción. La fuerza y las
cepción leninista resultará por lo demás fuertemente crítica tanto hacia limitaciones de la teoría leninista descansan en esta fuerte relación esta-
las concepciones anarcosindicalistas como hacia aquella otra que rechaza blecida entre forma de organización y modo de producción específico capi-
cualquier construcción política que estuviere o se hallara apoyada en la talista. El partido revolucionario fue efectivo como forma de organización
espontaneidad de las masas. La paradoja de la teoría de la subjetividad de los trabajadores en la Rusia prerrevolucionaria, porque recuperó la for-
leninista descansa en la perfecta identidad de los dos momentos de la or- ma específica de organización inmanente al proceso de producción indus-
ganización: la libertad de actividad y la prefiguración posible. Ahora, trial contemporáneo. Aunque su arquitectura debe restringirse precisa-
¿cuál es la lógica de esa prefiguración?, ¿qué es lo que lleva a Lenin y Ne- mente porque adoptó una forma que se referenciaba en el modo de orga-
gri a pensar que la expresión espontánea de las masas va a concluir en el nización productivo específico de la Rusia de la época. Por ello es que de-
programa político consciente? La semilla de la subjetividad de clase leni- be ser considerado único.
nista debe buscarse en el modo de producción específico, en la forma de Una de las lecciones más importantes que extrajo Negri (2004a) en su
organización que adopta el comando capitalista. La subjetividad no pue- estudio sobre Lenin fue la necesidad de relacionar la discusión y la prácti-
de quedar restringida al producto de las luchas económicas espontáneas ca de los problemas de organización con la materialidad real de los movi-
derivadas de los deseos de los trabajadores; por el contrario, las luchas de mientos de clase; enseñanza que significa afirmar que el modelo de orga-
284 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 285

nización leninista ya no resultará apropiado para la subjetividad obrera ción de la crítica del capital en el proyecto revolucionario de la clase tra-
emergente del modo de producción de nuestros días. Establecer una corres- bajadora.
pondencia del modelo organizativo leninista con los tiempos actuales pre- El proceso de reestructuración capitalista y las modificaciones alcan-
viamente exige encontrar similitud entre la composición de clase de la épo- zadas a nivel de la subjetividad obrera van a provocar en Negri una mo-
ca leninista y la actual configuración. En este aspecto, lo que observamos dificación con relación a la organización política. El surgimiento del obre-
son formidables puntos de discontinuidad y heterogeneidad. La fragmen- ro masa devendrá en una adecuación de la organización política: el parti-
tación, el comportamiento autónomo, las huelgas salvajes, las ocupaciones do profesional de vanguardia será reemplazado por el partido de van-
de fábrica, muestran una significativa diferencia con aquellas manifesta- guardia de masas. Es que las diferenciaciones entre luchas económicas y
ciones espontáneas de los trabajadores que expresaban un alto grado de luchas políticas teorizadas por Lenin ya no resultaban aptas para un aná-
verticalismo. Comparada con la dinámica de luchas de la Rusia zarista, la lisis de los antagonismos sociales. Apoyada en el poder de la subjetividad
dinámica de las luchas de resistencia de nuestros días, la relación entre la de masas, la clase obrera rechazará toda forma de representación exter-
dirigencia y las bases, adoptan un fisonomía mucho más horizontal. na, y se presentará ella misma como el sujeto de poder inmediato. Sin em-
Si la producción especializada rusa proveyó las condiciones para el bargo, este primer componente del concepto parece desvirtuarse cuando
surgimiento del trabajador profesional, como el paradigma de la subjeti- Negri reconoce, no pocas veces, la necesidad de una vanguardia que uni-
vidad obrera, luego del 30 la reestructuración capitalista destruiría las fique y dirija: en aquel caso eran los obreros masa de las grandes fábricas
condiciones de producción del obrero profesional, mientras se pulveriza- quienes tenían la tarea política de constituirse en vanguardia, en la me-
ban las jerarquías entre los trabajadores y se allanaba la relación entre la dida en que conformaban el corazón de la producción capitalista. Similar
vanguardia y las masas que había caracterizado la anterior organización mención realizará con respecto al cyborg de la época del Imperio. En este
de los trabajadores. Negri reconoce este cambio histórico, que lo separa de sentido, Negri replantea la centralización revolucionaria y la necesidad
Lenin en términos marxistas, como el pasaje de la subsunción formal a la política del partido. Propondrá en su momento que el partido sea interno
subsunción real del trabajo por el capital. En la fase de la subsunción for- y externo a la masa de manera paradójica en la medida en que ambas lu-
mal existía un desfasamiento entre la producción social y el capitalismo: chas, la de las masas como lucha económica y las de la vanguardia como
en efecto, persisten aún, en esa época, ciertas formas de cooperación so- lucha política por el poder, se encuentran dialécticamente unidas en el
cial en espacios de producción externos al capital que serán formalmente partido de vanguardia de masas. En la lectura de Negri el pasaje de las
subsumidos en la estructura global de dominación capitalista. En la sub- luchas económicas a las políticas implicará un salto de la cantidad a la ca-
sunción real la fuerza de trabajo y las relaciones capitalistas de produc- lidad. De cualquier manera este concepto de vanguardia-masa no termi-
ción se extenderán horizontalmente a través de la sociedad. Más tarde nó nunca de convencer totalmente a Negri, quien buscará una síntesis so-
Negri reconocería en toda su importancia el pasaje de una etapa a la otra. cial que le permita alcanzar la definición de un sujeto revolucionario lo
A esta altura el razonamiento era más simple: Lenin reconoció en condi- suficientemente fuerte como para satisfacer las necesidades de la clase.
ciones de subsunción formal la existencia de un desfase entre las particu- Queda claro que el open marxism y el autonomismo plantean puntos
laridades que asumían las luchas económicas y la generalidad de las lu- de vista absolutamente distintos con respecto a la organización política.
chas políticas que necesitaban ser afirmadas o recuperadas por la organi- Mientras el primero rechaza tout court la toma del poder, reniega de las
zación del partido. Este pasaje de lo particular a lo general entre las lu- posiciones leninistas, minimiza la problemática de la organización políti-
chas económicas y las luchas políticas constituyó la base de la propuesta ca, supedita la construcción del proyecto político a la crítica del capital
leninista de un partido externo a la clase obrera. Hoy, en los marcos de la privilegiando el análisis del sujeto explotado y oprimido sometido a la ló-
subsunción real, en la medida en que esta separación se diluye, no existe gica fetichizante, el autonomismo obrero, por el contrario, rescatará al Le-
base para una organización política “externa”. nin que asienta la construcción de la organización en la producción de la
En realidad, para Negri el aspecto más innovador del pensamiento de subjetividad obrera en las condiciones materiales particulares de produc-
Lenin es su metodología de masa, su teoría de la inteligencia de masa, su ción; al Lenin que tomó la materia prima de la subjetividad espontánea
habilidad para diluir la teoría en la práctica de las masas y cristalizarla de los trabajadores de fábrica y la transformó en un arma coherente y
en una lectura central. En manos de Negri el leninismo es una propuesta subversiva; al Lenin que plantea que la subjetividad de clase debe bucear-
para la reorientación del esfuerzo marxista, la subordinación e incorpora- se en el modo de producción específico, en la forma de organización que
286 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 287

adopta el comando capitalista; al Lenin que adapta la organización polí- lista es entendida como un producto. Si bien ambas concepciones están
tica a la particular composición de clase. presentes en el autonomismo, Holloway observa que al encontrarse éste
imposibilitado de analizar la relación interna capital-trabajo, la escuela
italiana concluirá subestimando el grado de existencia de la clase obrera
La relación capital-trabajo en las formas capitalistas. Sin embargo, razona Holloway, entender la ló-
gica del capital sólo a partir de la lucha política y relegar la consideración
La relación capital-trabajo constituye otro de los puntos en que el open de las leyes objetivas tendenciales conducirá al autonomismo, en la per-
marxism se aparta, discute y polemiza con el autonomismo obrero. El sona de Negri, a considerar redundante la ley del valor (Negri, 1992b), ra-
marxismo tradicional esterilizó durante décadas el pensamiento vivo de zón por la cual para el autonomismo la disputa quedará planteada en tér-
Marx al reducirlo ya a la crítica de la hegemonía capitalista ya al examen minos de juegos de acción y reacción: a mayor fuerza de las luchas de la
de las “leyes” de su movimiento. La seducción que en los marxistas tradi- clase obrera, mayor reacción defensiva capitalista, mayor componente to-
cionales ejercieron los mecanismos de opresión y autoritarismo del capi- talitario en la respuesta.
tal en la fábrica y su dominación cultural, que se extendía como sostén de En la perspectiva del open marxism, la relación capital-trabajo no de-
la instrumentalización de las luchas obreras, impidió la incorporación de be abordarse desde la inversión de la relación. Por el contrario, se trata
la presencia activa del sujeto antagónico en este proceso. En este derrote- de disolverla. Es en este momento cuando el open marxism introduce el
ro la clase capitalista terminó siendo el único sujeto reconocido, mientras análisis de la forma. En esta perspectiva teórica reconocer la forma dine-
la incorporación del sujeto obrero en esta confrontación lo remitía al pa- ro como forma del valor y la forma valor como forma del producto del tra-
pel de elemento derivado del propio desarrollo del capitalismo. Como cul- bajo significa aceptar que dinero y valor son formas de las relaciones so-
minación de este análisis su dinámica fue casi invariablemente analizada ciales, proceso que supone la existencia de relaciones internas entre va-
a partir de las contradicciones internas generadas entre los propios capi- lor, dinero y trabajo. Por ello valor, dinero y trabajo deben ser analizados
talistas y que se canalizaban mediante la competencia. como relaciones sociales. Desde esta óptica el Estado, el dinero y el capi-
Para el autonomismo la relación trabajo-capital adquiere las caracte- tal no pueden ser abordados como cosas separadas en la sociedad capita-
rísticas de una relación externa, donde el segundo depende del movimien- lista. Por el contrario, deben ser analizadas como formas de las relaciones
to obrero y donde la historia del capital es la de la reacción de éste contra sociales que mantienen conexiones internas. Este proceso implica contra-
el trabajo. En la versión del open marxism, si bien el capital depende del ponerse a toda lectura donde la relación es analizada como externa. Cuan-
trabajo, del producto del trabajo, la relación establecida es interna, en la do se hace hincapié en las externalidades se adopta, según el open mar-
medida en que la constitución de un polo es producto de la actividad del xism, una lectura de las relaciones sociales en términos causales; privile-
otro. En la versión del autonomismo el trabajo es visto contra el capital, giar las conexiones internas, por el contrario, para los británicos, nos re-
mientras éste es incorporado como límite o restricción al poder del traba- mite a su metamorfosis.
jo vivo, es decir, a la creatividad y la energía humanas. Según el autono- Según Bonefeld (1994), a diferencia del estructuralismo, el autonomis-
mismo obrero, el análisis que Marx realiza sobre el capital, en tanto tra- mo coloca en el centro de su análisis la propia actividad de la clase obre-
bajo muerto, debe ser abordado en un contexto donde el dinamismo social ra (autoactividad del trabajo). En ese sentido aborda las relaciones socia-
hace pivote precisamente sobre el espacio que el capital busca dominar; y les como esencialmente prácticas, manifestando así sus diferencias con el
donde precisamente este dinamismo es el que permanentemente saltea estructuralismo. Sin embargo, continúa Bonefeld, el autonomismo, a pe-
las barreras y provoca la crisis. El poder como comando, terminología que sar de considerar la lucha de clases como el dato primario, no alcanza a
Negri toma de Spinoza, depende de la vigencia de la habilidad del capital desarrollar esta noción en una perspectiva radical. Según el open mar-
para comandar nuestro poder para constituir la sociedad. Toda teoría de xism, el autonomismo tiende a dividir la existencia social en dos esferas:
la crisis debe estar referenciada en un análisis de la dinámica de esta lu- una, la de la máquina, donde impera la lógica del capital, y otra, la del po-
cha antagónica. Por su lado, en la versión del open marxism el trabajo de- der trascendente de la práctica social propia de la clase antagónica. De es-
be ser abordado desde el en y contra. ta manera el énfasis puesto en la autoactividad del trabajo se funda en la
En el caso del autonomismo obrero, la dinámica del capital es interpre- inversión de la perspectiva de clase, desplazando el punto nodal del aná-
tada como una reacción; en el caso del open marxism, la dinámica capita- lisis en el desarrollo del capitalismo hacia las luchas de la clase obrera.
288 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 289

Partiendo del análisis que Mario Tronti realizara en “El rechazo al traba- rentes los fenómenos sociales unos de otros en la unidad. En realidad los
jo” (en Tronti, 2001: 248) donde afirma que “la clase de los capitalistas na- diferentes fenómenos existen unos a través de los otros; cada fenómeno
ce subordinada a la clase obrera. De ahí la necesidad de la explotación [...] es la presuposición del otro. Por ello el open marxism rechaza toda dife-
la explotación nace históricamente de la necesidad del capital de evitar la rencia entre construcciones abstractas de lógicas económicas y políticas
subordinación a la clase de los obreros productores”, Bonefeld concluye y la existencia de estas lógicas en un mundo real. La estructura y la lu-
que tal afirmación destruye toda posibilidad de considerar el trabajo co- cha se envuelven entre sí como momentos de un proceso. Ambas existen
mo un poder constitutivo. En el autonomismo obrero, continúa Bonefeld, como formas de existencia de la relación que las constituye. En este sen-
el capital es considerado un sujeto que tiene derecho y que no sólo reac- tido, la noción de objetividad social puede ser comprendida sólo cuando
ciona contra la fuerza del movimiento obrero sino que vive engañando la la objetividad es abordada como una abstracción existente, una abstrac-
autoactividad del trabajo. El trabajo, en la versión autonomista, no es ción que existe en la práctica. Las relaciones sociales son así, para el open
considerado el productor de las formas pervertidas sino algo externo al marxism, prácticas. El concepto de que las relaciones sociales están fun-
propio mundo social pervertido; el poder constitutivo del trabajo se posi- dadas en y a través de la práctica implica un punto diferente de partida
ciona externamente frente a su propia perversión, denominada capital. con relación a aquellos para quienes el mundo se presenta fragmentado.
Simultáneamente el énfasis puesto en el componente lucha en el espacio Y ese punto de partida es la constitución social del movimiento histórico
abierto de disputa entre estructura y lucha impide superar la propia se- del trabajo (Bonefeld, 1994: 45). La clave para comprender la historia de
paración teórica. El autonomismo, según Bonefeld, no se cuestiona por la sociedad debe asentarse en el desarrollo histórico del trabajo; clave
qué la práctica humana existe en la forma pervertida de la dominación ca- contenida en la abstracción mencionada, es decir, en aquel contenido hu-
pitalista. Menos aún se plantea el autonomismo el problema de la forma. mano que en la sociedad capitalista existe como forma negada. Pero en la
Invocando simplemente la proximidad revolucionaria del trabajo, el auto- sociedad capitalista el poder productivo del trabajo social adopta la for-
nomismo tiende a externalizar la estructura del sujeto, induciendo de es- ma pervertida del valor. El punto de partida no puede ser, entonces, el ca-
ta forma una concepción subjetivista, que es, para el open marxism, la pital. Y esto es así porque en Marx lo que se afirma como objetividad ló-
otra cara del determinismo. Bajo esta lectura, dice el open marxism, la lu- gica, objetividad o existencia objetiva es considerada subjetividad aliena-
cha de clases permanece externa al objeto y el capital aparece construido da (ibídem).
según una lógica de dinámica que se cierra sobre sí misma y cuyas incon- El análisis de Negri, por su parte, induce a resaltar la existencia de dos
sistencias –tratadas de manera separada a las contradicciones constituti- sujetos en la historia del capitalismo. Su lectura política acompañó el de-
vas de la relación entre capital y trabajo– proveen puntos de ruptura pa- sarrollo cronológico de los hechos asentado en dos niveles interconectados:
ra la autonomización revolucionaria. La relación capital-trabajo es abor- por un lado avanzó en el análisis del contenido político de las categorías
dada por el autonomismo obrero, continúa Bonefeld, como una lógica sis- marxistas; por el otro examinó el método de Marx en el desarrollo de su
témica represiva que se contrapone a las fuerzas subjetivas de manera trabajo. Negri observa una creciente tensión entre el comportamiento dia-
dualista y externa. En ese sentido, el autonomismo reproduce el pecado léctico del capital y la lógica antagónica de separación ejercida por la cla-
dualista del estructuralismo. Si en el estructuralismo la contradicción se trabajadora, proceso donde la dialéctica no es incorporada como una ley
adopta la forma de inadecuación o disfuncionalidad estructural entre re- metafísica asociada a un desarrollo cosmológico sino, más bien, como la
giones distintas –como entre la economía y la política–, en el autonomis- forma que impulsa el capital para atar las luchas de la clase trabajadora
mo la contradicción se expresa entre la autonomía del sujeto revoluciona- (Hardt, Prefacio a Negri, 2001a). Dicho de otra forma, cuando el capital
rio y el sistema capitalista. consigue amañar exitosamente las luchas de la clase obrera sometiendo
Según Bonefeld, el análisis deber ser capaz de dar cuenta tanto de las la subjetividad de la clase al yugo capitalista, ha impuesto la unidad con-
conexiones internas entre los fenómenos sociales como de establecer tradictoria de la relación dialéctica. Pero para que ello ocurra el capital
igualmente la naturaleza interna de su relación. En el caso de las cone- debe vencer al otro sujeto, clase obrera, que se mueve y desarrolla según
xiones internas, continúa, debe teorizar sobre el contenido humano que su propia lógica separada. Esta lógica no es una dialéctica sino de anta-
constituye la realidad social interconectada, que, si bien crea formas com- gonismo, de separación; lógica que caracteriza la dinámica obrera no pa-
plejas diferentes unas de otras, posee una unidad interna. Hablar de in- ra controlar su opuesto sino para destruirlo y así alcanzar su liberación.
terconexión significa explicitar aquel poder constitutivo que vuelve dife- Dos lógicas diferentes correspondientes a dos clases diferentes y opuestas.
290 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 291

Tal es la lectura de Negri con relación al análisis de Marx: la lógica dia- ción, se proyecta simultáneamente sobre la producción y reproducción del
léctica del capital y la lógica antagónica de la clase obrera (Negri, 2001a). capital.
En Marx más allá de Marx Negri intenta demostrar cómo el filósofo Según Harry Cleaver (1979), el aspecto básico de la teoría marxista se
alemán abordó el desarrollo de la sociedad capitalista simultáneamente condensa en la idea de una clase obrera constituida en fuerza fundamen-
con el desarrollo de la clase trabajadora como sujeto separado y antagóni- tal de la sociedad capitalista. Si bien la creatividad, la cooperación y la in-
co, como sujeto que desarrolla su poder empujando al sistema a su crisis novación son características propias del género humano que facilitan el
y extinción. Señala cómo, en los Grundrisse, Marx fue capaz de trazar el normal desarrollo de las tareas, en el capitalismo estas cualidades se en-
desarrollo simultáneo de ambos sujetos: mientras examina, por un lado, cuentran acotadas, de manera que sólo pueden instrumentalizarse como
los pasos del capital desde su dominación formal mediante el dinero, has- poder o como poder de comando. La particular organización social que mo-
ta su dominación directa en la producción y circulación culminando a ni- dela la sociedad capitalista exige acotar y restringir el poder de la clase
vel del mercado mundial; por otro echa luz sobre el crecimiento de la cla- obrera, si se trata de impulsar el normal desarrollo del capitalismo. De ma-
se trabajadora. En este caso su análisis traza un camino que parte de la nera que es posible pensar la dinámica capitalista como la dinámica que
fuerza del trabajo viva dominada, pasa por la etapa del proletariado in- asume esa relación antagónica y que obviamente envuelve innumerables
dustrial para alcanzar su pleno desarrollo como clase revolucionaria en la formas de relación entre el poder de comando (capital) y el poder (trabajo).
época de la reproducción social. Dos sujetos confinados juntos por el poder ¿Cuál es la dinámica de la crisis, según Cleaver? En realidad para él
de uno de ellos para dominar al otro, aunque se trata de dos sujetos con nunca hay ausencia de poder en la sociedad; sin poder para restringir, el
poder para actuar, diseñar y modelar su propia iniciativa en la lucha de poder de comandar se volvería sin sentido. Si bien es cierto que el traba-
clases. Desde esta perspectiva es indudable que la categoría de hegemo- jo muerto comanda al trabajo vivo, la dinámica del capitalismo, la diná-
nía capitalista queda cuando menos opacada. En efecto, desde el punto de mica de esta relación antagónica, es muy variada y cambiante. En esa
vista del desarrollo del sujeto clase obrera, la categoría hegemonía es, en dinámica de fondo el desarrollo de la crisis puede ser interpretado según
el mejor de los casos, un mecanismo de control momentáneo, permanen- una secuencia con un primer momento en que el poder precipita la crisis
temente superado una y otra vez por las luchas obreras. No se puede con- a partir de su fortaleza y las restricciones que impone su desarrollo. Es
fundir en ese sentido el hecho de que los capitalistas hayan sido capaces el momento de la apertura de los espacios de confrontación y de las lu-
de retomar el control con posterioridad a alguna disputa o crisis supera- chas. Se trata de circunstancias en las que es posible actuar de manera
da con el concepto de hegemonía sin desafío. El resultado de la lucha de autónoma y rechazar la instrumentalización capitalista. En ese sentido
clases como producto de la confrontación de dos sujetos antagónicos es im- la crisis del keynesianismo significó la ruptura de los hilos de control que
predecible. Esta perspectiva de análisis vuelve igualmente oscuro aquel había tejido la fábrica social11 en el conjunto de la sociedad. Un segundo
concepto de objetividad de las leyes capitalistas. En un mundo de dos su- momento de la crisis está relacionado con el intento capitalista por supe-
jetos antagónicos la única objetividad es el producto de sus conflictos. Sin rarla, proyectando la crisis en el interior de la clase obrera mientras el
embargo, en el proceso de este choque de subjetividades el desarrollo con- capital busca impulsar las mejoras que han sido cuestionadas por los
tinuo de la clase obrera desde su condición de sujeto dominado a la de cla- trabajadores en este proceso, ahora mediante la reestructuración pro-
se revolucionaria significará un cuestionamiento y un desgaste perma- ductiva. Se alcanza así un mayor control sobre el trabajo mientras se
nente del control capitalista. Por ello para Negri la competencia entre ca- avanza en la reestructuración técnico-política, motorizada por la dismi-
pitales tiene el significado de constituir más bien una disputa primitiva y nución de los ingresos reales, la generación de mayor desempleo y los in-
sórdida antes que el vector resultante del desarrollo del capitalismo. El tentos de subordinar las distintas expresiones sociales de resistencia al
poder como comando, según lo entiende Negri –lo desprende de Spinoza–, poder capitalista. Ejemplo de estas luchas sociales son las de las muje-
para subsistir depende de su habilidad para comandar, del poder para res y de los estudiantes en el espacio de confrontación que se abrió des-
constituir la sociedad. De ahí que toda teoría de las crisis deba estar an- de mediados de los 60.
clada en el análisis de la dinámica de este antagonismo.
En esa perspectiva la crisis, incluso la actual, debe ser vista como el
fracaso capitalista por controlar la lucha combinada y complementaria de 11. Para una discusión sobre la categoría fábrica social, véase M. Tronti, “La fábrica y la so-
la clase trabajadora mundial que, operando al más alto nivel de socializa- ciedad” (en Tronti, 2001: 43 y ss.).
292 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 293

Podemos concluir diciendo que para Negri el capitalismo es un siste- nos de la división de las relaciones de poder gestadas en y entre las clases
ma social con dos subjetividades, donde una de ellas, el capital, controla en el proceso de acumulación de capital.
a la otra, la clase obrera, a través de la imposición del trabajo y el plus- Según Cleaver, no es posible hablar en el autonomismo de una lógica
trabajo. La lógica de ese control es una lógica dialéctica que restringe el de separación propiamente dicha de la clase obrera con relación al capital
desarrollo humano a los límites de la valorización del capital (Hardt, Pre- sino más bien de una lucha permanente para separarse del capital. Se
facio a Negri, 2001a). De ahí que la lucha central de los trabajadores co- trata de una lucha contra la subordinación de la vida al modo capitalista
mo sujeto independiente signifique superar y quebrar el control del capi- de organización de la sociedad, para que las vidas del trabajo no queden
tal a través de lo que el autonomismo ha denominado el rechazo al traba- reducidas exclusivamente a simple fuerza de trabajo y trabajo vivo, y no
jo.12 La lógica de este rechazo es antagónica, de separación, cuya realiza- se vean sometidas a la forma capitalista de organización de la sociedad.
ción mina y destruye la dialéctica del capital. En ese espacio ganado de Esa lucha permanente por la separación sugiere que la clase obrera desa-
destrucción la clase construye su propio proyecto independiente, su pro- rrolla en ese antagonismo nuevos métodos de organización y lucha contra
pia autovalorización.13 La revolución, dice Negri, es un acto simultáneo el capital, aunque no todas las luchas adquieren un carácter de separa-
con dos escenarios: el de la destrucción del capital y el de la constitución ción del capital. No son pocos los sectores sociales que pelean y dan bata-
de una nueva sociedad, el comunismo. lla dentro del sistema por alcanzar niveles superiores en la jerarquía so-
Cuando Negri se refiere al capital lo hace como modo de existencia dia- cial existente sin amenazar ni generar separaciones con relación al capi-
léctica, puesto que en su disputa con el trabajo toda lucha es recuperada tal. Sin embargo, cualquier disputa social que cuestione el sistema sala-
desde su lógica. Para la teoría autonomista la lógica de la acumulación de rial debe ser vista como un cuestionamiento a la subordinación de la vida
capital no está separada de la manera como la clase obrera puede enfren- a la forma capitalista de organización de la sociedad. En este sentido el
tar esa lógica y luchar contra ella. La acumulación de capital es en este carácter asignado a las luchas de ir detrás (beyond), más allá de, es reve-
sentido más bien acumulación de clases y por tanto de las luchas entre lador de esa tendencia a la separación, al tiempo que simultáneamente
ellas. Pero si la acumulación de capital es lucha de clases, el poder de la significa moverse hacia alguna alternativa, en la perspectiva de la cons-
clase obrera estará ahí siempre presente como amenaza en algunos casos trucción de esa alternativa. La lógica de la separación sugiere que la cla-
y será exitoso en otros al provocar la ruptura del sistema y precipitar la se obrera desarrolla nuevos métodos de organización mientras lucha con-
crisis. La teoría de la composición de clases retoma la lectura de Marx con tra el capital: es la manera como se desarrolla el “más atrás de”. Las ca-
relación a la composición del capital, aunque ahora explicitada en térmi- tegorías utilizadas por Negri referenciadas en la autovalorización y el po-
der constituyente14 testimonian los esfuerzos del filósofo italiano por teo-
rizar sobre tales luchas y sus límites. Y cualesquiera sean los límites que
12. Entendido como una consigna contra la concepción difundida y ampliamente aceptada les asignemos, han tenido la virtud de plantear el problema, a pesar de
en distintos círculos socialistas y marxistas de exaltación del trabajo (el trabajo dignifica,
en versión vernácula), el autonomismo entiende que la destrucción del capitalismo implica los esfuerzos esquivos en la mayoría de los teóricos marxistas.
también la disolución del trabajador como tal. No puede ser confundida como negación o Para oponerse a la dialéctica del capital, Negri parece sugerir enton-
minusvaloración de las capacidades creativas y productivas de cada uno. Es en todo caso el ces que la clase obrera tenga su propia autonomía, su propia lógica de se-
rechazo del comando capitalista en cuanto estructura y relaciones de producción que ligan paración, que resiste a la dialéctica del capital y que, lejos de reproducir
y distorsionan esta capacidad, y al mismo tiempo afirmación de la capacidad productiva y
como espejo su contrario, se expande en complejidad y multiplicidad.15
creativa autónoma e independiente de las relaciones capitalistas de producción.
13. En la lógica de la inversión del punto de vista de clase, frente a la valorización capita-
lista abordada por Marx, como el proceso creador de plusvalía en el proceso de trabajo, el
14. Extraído del análisis de Maquiavelo sobre las modernas revoluciones políticas, en la lec-
autonomismo promueve la categoría autovalorización, tomada de los Grundrisse y funda-
tura de Negri esta categoría se referencia en las formas de poder que crean y animan de ma-
da, en este caso, en las necesidades y deseos colectivos de la comunidad productiva. En el
nera continua un conjunto de estructuras jurídicas y políticas. Contrastando con el carácter
proceso italiano, el autonomismo designó muchas veces con esta denominación aquellas for-
cerrado y estático del poder constituido, se trata de un proceso abierto. La dinámica revolu-
mas organizativas sociales, locales y comunitarias, relativamente autónomas de la relación
cionaria del poder constituyente es la propia constitución de la república. La lógica de en-
de producción capitalista y del control del Estado. Referida a la estructura filosófica, la au-
frentamiento se resume en el choque de poder constituyente versus poder constituido.
tovalorización es concebida igualmente como el conjunto de aquellos procesos sociales que
conforman una subjetividad colectiva alternativa y autónoma dentro y contra la sociedad 15. El abordaje de Negri con relación al sujeto revolucionario está asentado en la pluralidad
capitalista. asignada, entendida como multiplicidad.
294 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 295

Quizá podríamos preguntarnos sobre la validez de su corolario. Es decir, según su propio interés. En otro caso se trata de la descomposición referi-
¿por qué al final de cada ciclo de lucha, luego de cada acto de reestructu- da a los intentos capitalistas por descomponer precisamente ese poder, ya
ración capitalista, no se constituye el sujeto social antagónico al capital? mediante reestructuraciones, ya mediante el ejercicio de la violencia di-
Las respuestas pueden ser también múltiples: bien porque aún no esta- recta para restablecer su comando y control.
mos en la fase de reestructuración del ciclo, bien porque en realidad está Con relación a las ausencias manifiestas de nuevas subjetividades po-
emergiendo una nueva composición de clase, aunque ahora plural y múl- líticas al final de cada ciclo, el problema mayor se suscita precisamente
tiple. En realidad, no existe constitución inmediata del sujeto al final de cuando se busca dar cuenta del enlace existente entre los efectos que ge-
cada ciclo de reestructuración capitalista. Ninguna corriente política que nera la reestructuración en el ámbito de la división social del trabajo, me-
se considere perteneciente al autonomismo marxista plantea la constitu- diante procesos variados de causalización o precarización del trabajo, de
ción de manera automática del sujeto antagónico producto de la crisis y flexibilización de la jornada laboral, de desplazamientos de los horarios,
su reestructuración. etc., por un lado, y la definición de las formas más adecuadas de subjeti-
Sin embargo, el open marxism interpretará esta ausencia como mani- vidades políticas para interactuar con esos procesos, por el otro. La impor-
festación de un lenguaje positivista que estaría presente en el análisis au- tancia asignada a tales procesos deriva precisamente de las alteraciones
tonomista en la medida en que: 1) el autonomismo obrero “vería” la cons- que se producen en las formas de mediación social preexistentes entre la
titución del nuevo sujeto como expresión de una ley de cumplimiento au- identidad y sus niveles de organización, fenómeno que modela la consti-
tomático, y 2) liga la construcción de la subjetividad a la reestructuración tución del poder antagónico (potenza) y su transformación en formas visi-
capitalista. La pregunta que debemos responder es, según Holloway, bles de poder. La subjetividad política en este caso implica no sólo organi-
quién es el sujeto de la crisis. La “formal” separación entre lo económico zación, teoría e inteligencia, sino también y especialmente formas de so-
y lo político que genera el autonomismo, al aislar el ciclo de reestructura- cialidad, interacción, imaginación y comunicación. Se vuelve evidente en-
ción capitalista por un lado y la nueva composición política de clase por el tonces que las crisis capitalistas y la reestructuración asociada17 no son
otro, es motivo de crítica por el open marxism. ¿Hasta qué punto, según el capaces de promover de manera inmediata un nuevo sujeto antagónico,
open marxism, no existe en este análisis una peligrosa fetichización del sino que se limitan a socavar las fuentes materiales trascendentales de la
sujeto en la medida en que la propia categoría composición de clase nos subjetividad obrera presentes hasta ese momento, horadando de esta ma-
impulsa a esperar al nuevo sujeto? En ese sentido para Holloway sería la nera las bases de la vieja subjetividad. El cuestionamiento al Estado de
propia vida la que constituye el sujeto social antagónico del capital; se tra- bienestar, la conmoción que afectó la tan particular modalidad que había
taría de una constitución de la subjetivación como proceso. Sin embargo, adoptado la unidad familiar fordista basada en el pleno empleo y el tra-
y en relación con este cuestionamiento del open marxism, baste recordar bajo de tiempo completo, la profundización y la extensión de las críticas
los esfuerzos que Negri y diversos autonomistas realizaron durante largo dirigidas al Estado como herramienta de transformación progresiva, en
tiempo desde la revista Futur Anterieur16 para avanzar en la determina- fin, la crítica a la tecnología como fuerza de cambio progresista, conforma-
ción de las nuevas subjetividades, así como en el análisis de las diversas ron los espacios para la remodelación de las viejas subjetividades políti-
respuestas que el capital ha ofrecido ante la cambiante evolución de la cas. En realidad se trataba del cuestionamiento de todas aquellas catego-
subjetividad obrera. En ese sentido, la preocupación manifiesta con rela- rías que habían constituido históricamente el espacio discursivo e ideoló-
ción al desarrollo del trabajo inmaterial encuentra su impulso no sólo en gico articulador entre la clase obrera fordista y las organizaciones del mo-
el nuevo carácter social del trabajo, y por tanto en la nueva subjetividad vimiento obrero. En este aspecto el gran mérito de Tronti fue precisamen-
obrera, sino también en las posibilidades de lucha en este período. De ahí
que podamos decir que la teoría de la composición de clase debe ser enten-
dida como una teoría de la constelación de las relaciones de poder en y en- 17. La reestructuración capitalista debe ser entendida como los cambios originados en la
tre las clases: en un caso la recomposición está referida a las luchas –siem- composición orgánica del capital, reflejo de la reestructuración emprendida en el proceso
pre políticas– de la clase obrera para recomponer las relaciones de poder productivo: incorporación de nuevas técnicas de producción, nuevas maquinarias, nueva or-
ganización del trabajo, etc. De cualquier manera, para Cleaver (1979) la verdadera innova-
ción en el proceso de producción es aquella reorganización que envuelve la búsqueda de un
mayor control del trabajo en el proceso productivo. El capital es trabajo muerto, de ahí que
16. Y que se prolongan hoy en la revista francesa Multitudes y en la italiana Posse. la única y verdadera innovación provenga del trabajo vivo.
296 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 297

te desmitificar la neutralidad y el potencial progresivo de tales terrenos gración del rechazo termina constituyéndose en un verdadero cáncer del
que se articulaban muy especialmente en el discurso del marxismo oficial. propio capitalismo.19 Holloway y el open marxism, al entender el no como
Por lo que la construcción de una nueva subjetividad, de una nueva iden- el corazón de la dialéctica, buscan apartarse de la circularidad infinita a la
tidad, lenguaje y organización portadores del antagonismo, se transfor- que conduce todo análisis basado en la dialéctica positiva. De ahí su insis-
maba en una compleja tarea que no podía simplificarse tras la idea tout tencia en la dialéctica negativa y la dificultad para aceptar una clase so-
court de la construcción inmediata del nuevo sujeto antagónico. El obre- cial que asuma una lógica de separación del capital opuesta a toda lógica
rismo italiano buscó remediar esta dificultad impulsando el método de la dialéctica. Holloway critica y rechaza toda idea que suponga la separación
investigación obrera como coinvestigación o interacción entre el investiga- de la clase obrera con relación al capital. La clase obrera sólo puede exis-
dor comprometido de un lado y la cambiante clase trabajadora del otro; in- tir contra, y este papel de contra debe ser tomado como el punto de parti-
teracción que buscaba definir de una manera discursiva la naturaleza po- da para cualquier análisis. La dialéctica, dice Holloway, es el sentido del
lítica de la cambiante composición técnica de clase, alejándola de todos los poder de nuestro rechazo, de la presencia de nuestro no en todas las cosas.
mitos y estereotipos sociológicos y de positivismo social.18 Sin embargo como plantea Cleaver, este posicionamiento “contra” implica
De cualquier manera podemos afirmar que en el pensamiento autono- también una lectura “en” así como una visión “detrás de” o “más allá de”.
mista no queda clara la adecuación o inadecuación entre la forma y el con- Nada más que este ir “más allá de” debe estar anclado en ese “contra”, si
tenido de la organización política y la situación coyuntural de la clase, es se trata de sortear cualquier concepción utópica.
decir, la composición de clase particular que asume. Privilegiar la adecua- Una vez más, para Holloway, la superación del dualismo objetivista y
ción, ¿no implica caer en el empirismo? Por el contrario, rescatarla, ¿no de la tradición subjetivista es posible a partir de resolver la relación suje-
significa pecar de idealismo? ¿Cómo debe pensarse entonces una relación to-objeto; es decir, entre nuestra existencia contra y nuestra existencia en
adecuada entre las formas políticas y las bondades de la organización po- la sociedad capitalista. El punto de partida de toda teoría negativa, dice,
lítica? No se trata de incorporar la lucha de los trabajadores contra el ca- es nuestro rechazo a la sociedad, nuestra existencia contra la sociedad. El
pital en el desarrollo de la teoría sino del orden lógico como esas luchas problema teórico y político que toda teoría negativa confronta es ese dua-
son incorporadas en la teoría. lismo implícito existente en la frase “existencia en y contra la sociedad”.
El open marxism, por su lado, rechaza la idea de abordar el comporta- La lectura negativa afirma precisamente una existencia contra lo extra-
miento de la clase obrera según una dinámica de separación en relación ño, a lo que rechazamos; una oposición del sujeto –nosotros– al objeto –so-
con el capital. Colocar la dialéctica en el centro del análisis capital-traba- ciedad capitalista–. Tanto el radicalismo político como el socialismo utópi-
jo supone para el autonomismo la permanencia de un núcleo sustantivo de co, dice Holloway, remiten sus análisis al sujeto, esperando que algún día
totalidad, donde la negación dialéctica se parece más a la forma que adop- el objeto se incline ante el sujeto. El marxismo oficial, por su lado, se pos-
ta el milagro de la resurrección. Ya hemos anticipado que la negación dia- tra ante el objeto sosteniendo que las contradicciones inherentes al obje-
léctica es, para el autonomismo, una negación que suplanta de una mane- to abren la posibilidad –en la versión voluntarista– o la inevitabilidad –en
ra tal, que preserva y mantiene aquello que suplanta y que sobrevive a su la versión determinista– de la victoria del sujeto. En un caso se trata de
propia supresión (Hardt, 2004). El open marxism sostendrá, contrariamen- nuestra existencia contra la sociedad; en el otro se trata de la sociedad
te, que el proceso de rechazo al capital es un proceso que existe integrado contra nuestra existencia. Las dos lecturas coinciden en la misma oposi-
al capital, porque éste se desarrolla precisamente sobre la base de la inte- ción dualista aunque desde diferentes ángulos y con conclusiones políti-
gración del rechazo. Ahora bien, esta integración del trabajo en el capital cas igualmente disímiles; sin embargo, ambas comparten la misma con-
nada tiene que ver, dice el open marxism, con una lectura dialéctica de la cepción dualista. Sin embargo, dice Holloway, este dualismo también pue-
relación “en” y “contra”. Por el contrario, la aproximación dialéctica busca de ser visto en términos de nuestra existencia contra y nuestra existencia
explicitar y transparentar la idea de que la oposición tiende a reproducir
aquello a lo que se opone precisamente. Por su parte este proceso de inte-

19. En efecto, dice Holloway, una forma de manifestación de la integración del rechazo es el
desarrollo del crédito, en la medida en que pospone el estallido de la crisis. Pero la expan-
18. Es relevante en este sentido recordar el trabajo de Negri, “Interpretación sobre la situa- sión del crédito ha alcanzado tales niveles de magnitud que ha generado discontinuidades y
ción de clase hoy: aspectos metodológicos” (en Negri, 1999). rupturas crónicas en la reproducción del capital.
298 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 299

en la sociedad. En este contexto lo que se afirma como oposición es nues- la tendencia a la exclusión, al abandono de la sociedad por el capital, fe-
tra existencia en la sociedad. Las teorías subjetivistas enfatizan nuestra nómeno que no se observa ni en la práctica ni en la teoría, y mucho me-
existencia contra la sociedad –el autonomismo–; las más objetivistas res- nos en la historia.
catan nuestra subordinación a la sociedad, somos considerados víctimas Con referencia a la relación capital-trabajo, ya mencionamos que ha-
de ella. En realidad, afirma Holloway, toda teoría revolucionaria debe dar cia comienzos de los 60 Tronti provocó una verdadera inversión en el aná-
cuenta de cómo nuestra existencia en la sociedad se relaciona con nuestro lisis del desarrollo del capitalismo cuando sustentó una posición absolu-
proceder contra la sociedad, de manera que pueda ser transformado en tamente novedosa e identificatoria del autonomismo obrero. Frente a lec-
una existencia más allá de la sociedad capitalista. En términos del mar- turas que, impregnadas de términos y apreciaciones ortodoxos, aborda-
xismo ortodoxo esta relación entre en y contra adquiere connotaciones ban las categorías desarrollo y capitalismo como excluyentes, ante quie-
opuestas diferentes: reforma-revolución, clase en sí-clase para sí, concien- nes veían en el milagro italiano la expresión de un desarrollo tecnológico
cia sindical-conciencia revolucionaria. Se trata, dice Holloway (s/f), de su- autónomo portador de una fuerza progresiva innata, Tronti habría de
perar este dualismo simétrico e ingresar en un dualismo asimétrico. “No- cambiar drásticamente los términos del análisis. Para él será la presión
sotros no nos ponemos fuera del dualismo para teorizar sobre su conteni- de la fuerza de trabajo la responsable de forzar al capital a modificar su
do desde afuera; sino que lo hacemos desde dentro del dualismo.” Nuestra propia composición interna. Al intervenir así “en” el capital como compo-
problemática como sujeto no es comprender la relación entre sujeto y ob- nente esencial, la fuerza de trabajo terminará convirtiéndose en el factó-
jeto como unidad, sino realizar la subsunción del objeto en el sujeto, pro- tum del desarrollo capitalista italiano. Pero si la presión de la clase obre-
blemática que para Holloway resulta ser específicamente práctica. ra forzaba al incesante desarrollo de las fuerzas productivas en el capital,
Para el open marxism el capital está sometido, conducido por su de- este proceso implicaba simultáneamente el desarrollo incesante de una
pendencia del trabajo vivo (verdadero sustrato de la ley del valor) y bus- mayor fuerza revolucionaria en la clase obrera. En este proceso de inte-
ca permanentemente liberarse de esa dependencia echando mano al des- ractuación dialéctica, el capital se veía forzado a la reorganización pro-
plazamiento del trabajo vivo por el trabajo muerto, proceso que provoca ductiva, ya que “solamente desde el interior del trabajo se puede lograr
un incremento de la composición orgánica del capital, un aumento de la desintegrar al obrero colectivo para integrar después al obrero aislado”
plusvalía y simultáneamente una caída en la tasa de ganancia, formas (Tronti, 2001: 59). La dinámica de este proceso provoca un desplazamien-
todas distintas que dan cuenta del ataque permanente e insaciable del to del antagonismo de clase, más allá de los éxitos que pudiera cosechar
capital contra nuestra existencia. Desde esta perspectiva, dice el open el capital en este camino, en niveles cada vez más altos, de manera que
marxism, no existe ninguna necesidad de ir más allá de El capital (con- “la relación social de producción se identifica cada vez más con la relación
cepción que adjudica erróneamente al autonomismo) para descubrir y social de fábrica y esta última adquiere un creciente contenido político di-
encontrar la lucha de clases. Sin embargo, creemos que esta crítica no se recto” (ídem: 58). Este análisis de Tronti se encuentra muy próximo al que
ajusta a la concepción de Negri, sino en todo caso a ideas como las expre- posteriormente desarrollará Negri a la hora de cuestionar la vigencia de
sadas por Michael Lebowitz (1992, 1997). Más aún, dice Holloway, el ca- la ley del valor.
pital es lucha de clases. Pero en ese contexto, si el capital huye del tra- Ahora bien, sea que analicemos la categoría fuerza de trabajo o la de
bajo –como le gusta calificar a los períodos de crisis al open marxism–, trabajo vivo, ambas son categorías fetichizadas del capital, es decir, per-
entonces huye de la lucha de clases, lo que implica caer en un contrasen- tenecen a la relación social capitalista. Si el obrero debe reconocerse como
tido. Sólo podemos aceptar la idea de que “el capital huye del trabajo” mercancía (fuerza de trabajo) o identificarse como una determinación del
cuando en el proceso de descomposición de clase se aporta capital bajo la capital (trabajo vivo), esa posibilidad de reconocimiento propio sólo es po-
forma de trabajo muerto para suplantar trabajo vivo. Incluso si fuera el sible si adopta una posición de externalidad respecto de la propia relación.
caso de una fábrica totalmente automatizada, este proceso sólo se daría En el análisis de tipo leninista será el partido revolucionario el que cum-
en el ámbito del capital individual, ya que en el nivel del capital social el pla esa función de externalidad requerida. Negri por su lado resuelve el
capital continuaría organizando la sociedad sobre la base de la imposi- problema de la separación formal entre la economía y la política, de la se-
ción generalizada del trabajo. Los trabajadores desplazados son igual- paración entre el sujeto obrero y el capital, echando mano a las diferen-
mente puestos a trabajar en la producción y reproducción del capital. La cias existentes entre composición técnica y composición política de clase;
afirmación de Holloway “el capital huye del trabajo” parecería significar si bien la última es una categoría eminentemente política, está fundada
300 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 301

en condiciones materiales referenciadas no sólo en el proceso productivo incorporado como una forma del proceso de valorización. Para el open
sino también en las condiciones que hacen al contexto constituyente-cons- marxism toda acción que contribuya a la explotación capitalista o bien
tituido del proceso de valorización, es decir, a la lucha de clases. De ahí que la perturbe es un acto que pertenece a la lucha de clases.21 De ahí, en-
que la composición de clase pueda entenderse como una lectura que prio- tonces, que todos los espacios vitales sean considerados como espacios de
riza en su análisis las relaciones internas de poder pertenecientes a los di- confrontación de clases por el open marxism, lógica que conduce a absolu-
versos sectores de la clase obrera y su vinculación con las relaciones de po- tizar la categoría, por lo que la vida es lucha de clases. Pero este razona-
der entre clase obrera y capital. miento de absolutizar la lucha de clases, ¿no implica fetichizar la propia
Para el open marxism, el centro de la aproximación dialéctica debe ubi- lucha de clases? ¿No significa naturalizar la lucha de clases? Dado que és-
carse en la crítica, entendida como criticismo genético, cuestión que, plan- ta, como fenómeno histórico de nuestros días, debe entenderse en el mar-
teada en cuanto a la categoría forma social, implica adherir a una concep- co del desarrollo del capitalismo, en ese sentido, ¿hasta qué punto el open
ción que va más allá del pensamiento marxista ortodoxo (engelsiano) so- marxism –tras el rescate que hace de la subjetividad como manera de en-
bre la revolución. Se trata de la crítica de la forma social que se presenta fatizar los peligros del funcionalismo– no deja de lado la estructura y ter-
como final abierto. Para Holloway, el rechazo de la dialéctica como totali- mina reafirmando el carácter binario del análisis, aunque ahora bajo la
dad por parte del autonomismo obrero parece indicar en todo caso la ma- forma de nuevos actores: sujeto-objeto?
nera como el autonomismo obrero termina siendo cooptado por aquella or- Si bien el open marxism coincide con el autonomismo obrero en consi-
todoxia muerta que dice rechazar.20 Parecería ser que la crítica central del derar que el capital es una teoría de la lucha de clases, adhiere a una lec-
open marxism al autonomismo obrero está referida a su cuasipermanen- tura donde la lucha está más referenciada en la lucha del capital por
te apartamiento y crítica de toda manifestación relacionada con la dialéc- mantener su existencia que en la lucha abierta de la clase trabajadora.
tica. En otras palabras, el problema fundamental del open marxism resi- La dinámica del capital, según el open marxism, está marcada por su de-
de en la frecuente dificultad que expresa para incorporar a su discurso to- pendencia con relación al trabajo vivo –teoría del valor– y su búsqueda
do análisis que de alguna manera se contraponga a su hegeliana preocu- por evadir esta dependencia, proceso que, como hemos visto, provoca un
pación por abordar la problemática social desde el punto de vista de una aumento de la composición orgánica de capital y la baja de la tasa de ga-
dialéctica totalizadora, dificultad lógica si se piensa que bajo el paraguas nancia. Ésta es precisamente la dinámica del capital, según la lectura
totalizador de la dialéctica no existe posibilidad de incorporar la separa- del open marxism.
ción. La dialéctica disuelve la totalidad a través del juego de las contra- Por su parte, el abordaje del autonomismo y en particular de Negri re-
dicciones, reapareciendo ahora como una nueva forma, aunque menos ferido a la relación capital-trabajo merece algunos comentarios. ¿No exis-
“odiosa” que la pasada. Por ello es que en el pensamiento del open mar- te en cierta forma algún pecado monista cuando Negri, apoyado en Spino-
xism no pueda pensarse en una externalidad, en la medida en que la dia- za, considera todos los aspectos emanados de la misma sustancia? ¿Cómo
léctica es asumida como una verdadera cosmología. Ésta es la razón últi- es posible separar en este caso la sustancia en dos términos, en dos for-
ma de su permanente negativa a hablar de poder constituyente o de auto- mas, positiva y negativa: autonomía de la clase obrera en relación con el
valorización, ya que estas categorías suponen externalidades; así como Estado-capital? La respuesta no puede construirse sin referenciarse en la
que haya eludido sistemáticamente todo análisis asociado a posiciones crítica spinocista al dualismo cartesiano. En su análisis Spinoza no niega
consideradas y asumidas por sus autores como antidialécticas: nos referi- la existencia de contradicciones, sólo afirma que son parte de una misma
mos a los trabajos de Spinoza, Negri, Deleuze, Guattari, etc. Desde la ló- sustancia. Únicamente en una lógica de pensamiento binario la sustancia
gica del open marxism, suponer la existencia de estas externalidades se está impelida a resolver las contradicciones o bien a permanecer sin con-
convierte en un verdadero contrasentido. tradicciones. Para Spinoza los pares-términos binarios como cuerpo-men-
Como según el open marxism todo aspecto de la sociedad es un momen- te no son estrictamente binarios; son formas históricas específicas de ex-
to de la relación de explotación, se deduce que todo espacio social debe ser presión y manifestación de la misma sustancia. En vez de asumir que la

20. Holloway se refiere a la permanente crítica del autonomismo en relación con el stalinis- 21. Sin que ello implique que tal actividad produzca valor. No son actividades productivas,
mo y toda otra concepción teórica política deformante del marxismo. dice Holloway.
302 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 303

contradicción exige su resolución, el monismo spinociano permite pensar Por ello el punto crucial para Negri consiste en que la transición al co-
la existencia de la contradicción en ambos extremos, lo que sólo es pensa- munismo supone un muy alto nivel de integración. La lógica de la sepa-
ble si se los considera partes de una misma sustancia. El atractivo desper- ración paradójicamente se trastoca para permanecer no como una lógica
tado por Spinoza y explicitado en algunas lecturas marxistas radicaliza- de autonomización de la clase obrera en el capitalismo sino más bien co-
das no está depositado en su éxito por resolver las aporías de la filosofía mo un proceso de integración que, alcanzado el punto más alto, lleva a su
occidental: cuerpo-mente, trabajo-capital, uno-muchos, sino en el hecho de contrario: la posibilidad histórica de la autodeterminación. Es un esque-
que plantea una salida precisamente de horizonte abierto para esos pares. ma paradójico pero de una paradoja spinociana. Recordemos en ese senti-
Diversos autores –Negri, Deleuze, Guattari– rescatan a Spinoza precisa- do que todo lo que para Spinoza es, es parte de la sustancia.22 Negación y
mente por haber acentuado la contradicción y no por haberla resuelto. En afirmación son siempre partes de la misma cosa, de manera que transfor-
ese sentido no existe en Spinoza, a diferencia de Hegel, ningún manejo mando esta idea en la concepción marxista se sigue que el punto de inte-
dialéctico que permita resolver la contradicción, por lo que es posible afir- gración completa es también al mismo tiempo punto de máximo rechazo.
mar que el potencial liberador no dialéctico de la lectura de Negri sobre Es como si el desarrollo de Negri pudiera verse como la última etapa del
Spinoza se asienta en la presentación del capital y el trabajo como conten- desarrollo de las fuerzas productivas en términos spinocistas. Este análi-
dientes en un plan de infinitas posibilidades que carece de componente te- sis denota claras diferencias con el marxismo clásico oficial en la medida
leológico en una respuesta prevista de antemano. en que no incorpora la distinción entre fuerzas productivas y relaciones
¿Cuál es la relación entre la lógica de la separación (autonomista) y el sociales de producción como imagen de la distinción hegeliana entre esen-
en y contra (del open marxism)? Creemos que a partir de la lectura de Ne- cia y apariencia. Más aún, diríamos que esencia y apariencia no son cate-
gri, de Hardt y de Cleaver, la “lógica de la separación” no puede ser reduc- gorías propias de Spinoza. No estamos en presencia –como podría supo-
tible o asimilable a “lucha para separarse de”. En realidad hay una lucha nerse– de un costado de la dialéctica que en su desarrollo expresa el ca-
que persigue separarse del capital cuando nos oponemos a que nuestras rácter real-esencial de la sustancia; tampoco se trata, como el credo hege-
vidas queden reducidas a fuerza de trabajo y al simple trabajo en el capi- liano podría pensarlo, de la dialéctica que permanece subordinada a la
tal. Éstas son luchas contra la subordinación de la vida al modo capitalis- esencia como epifenómeno. El futuro, en la óptica spinocista, no está refe-
ta de organización de la sociedad. Tampoco debe verse la lógica de la se- renciado en el manejo antagónico de los opuestos; la respuesta spinocista
paración como una manera de distinguir las prácticas políticas de inte- a la antinomia filosófica supone un movimiento de características dinámi-
gración de aquellos movimientos sociales orientados hacia una integra- cas inestables porque la separación entre los atributos de la sustancia no
ción conformista, en contraposición con aquellas otras posiciones políticas se cierra sino que permanece abierta. Sabemos que en Spinoza los atribu-
que ven en toda dinámica social la constitución definitiva del sujeto anti- tos son irreductibles unos a otros y no existe contradicción, ni siquiera re-
capitalista. El hecho de ir detrás (beyond) (más allá de) bien puede ser en- lación directa entre ellos en términos de opuestos; hay singularidades que
tendido como otro aspecto de la separación. En la separación uno se mue- existen como atributos de una sustancia infinita. En Spinoza no hay un
ve desde el capitalismo luchando contra éste, proceso que implica mover- antes y un final, ya que lo que existe, existe como sustancia infinita; no
se hacia alguna parte, construyendo en esa dinámica esa alternativa. Así hay “primero” y “último” como en Hegel; no hay una cronología de la dia-
en Marx más allá de Marx, Negri plantea: “La autovalorización del suje- léctica sino en todo caso un dar cuenta, en Negri, de la identidad del tra-
to proletario contrariamente a la valorización capitalista se despliega en bajo como comunismo.
autodeterminación”. Agrega más adelante: El desarrollo teórico posterior de Negri al tomar de Spinoza la relación
entre Estado y multitud, la diferencia entre poder y potencia, provocará
Debemos ir al corazón del problema: la ciencia incorporada al
una ruptura tanto con la teoría contractual estatista de Hobbes como con
trabajo, su fuerza productiva, subsumida por el capital, deben ser li-
beradas con más radicalidad únicamente en la medida en que el pro-
ceso contradictorio que constituye su desarrollo alcance su final. Es
sólo a muy alto nivel de integración que existe la posibilidad de la 22. Para Spinoza la sustancia debe ser concebida como aquella cosa cuya existencia no de-
ruptura suficientemente profunda y eficaz para construir una pers- pende sino de sí misma y donde todo está contenido. Nuestro conocimiento de la sustancia
pectiva de autodeterminación. [...] no una operación de ruptura, pe- se alcanza a través de sus atributos; en ese sentido Spinoza reconocerá sólo dos atributos: la
ro sí una operación de constitución. (Negri, 2001a: 183-184) extensión (su espacio) y el pensamiento (su contenido).
304 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 305

el estatismo hegeliano, ambos emparentados de alguna manera con cier- 71) dice que “en la era posindustrial la crítica spinociana a la configura-
tas versiones del socialismo. De cualquier modo, nos surge también una ción del poder capitalista del capital corresponde más a la realidad que lo
duda: ¿hasta qué punto la lectura de Spinoza que realiza Negri no mani- que lo hace el análisis relativo a la crítica de la economía política”. Negri
fiesta proximidad con la insistencia de Adorno relativa al mantenimiento no aconseja abandonar la Crítica de la economía política, pero le da un
de la tensión de ambos términos como parte de una misma sustancia?, status de nota de pie de página. En Spinoza, el sujeto burgués se está
aunque posteriormente difiera de la dialéctica de Adorno al adoptar una constituyendo; lo que provoca que el filósofo holandés ofrezca una versión
visión nietzscheana en la importancia de la afirmación. de la filosofía occidental en momentos de crisis. Sin embargo, en su caso
De cualquier manera, pareciera ser que cuando nos enfrentamos a las esta crisis no está resuelta. Las antinomias de un capitalismo emergente
diferentes versiones del marxismo nos encontráramos ante una encruci- están todas allí, en el ámbito de pensamiento y extensión, pero no están
jada, ante un verdadero dilema. En un caso si las fuerzas de la producción conectadas de manera de proporcionar una solución. No existe en Spino-
son incorporadas como el momento progresivo de la dialéctica, nuestra za, a diferencia de Hegel, un horizonte representado para su resolución.
lectura adopta aquella versión marxista fuertemente emparentada con la Ya sabemos que en la concepción spinocista los atributos son realmente
dialéctica hegeliana. Si por el contrario optamos por la distinción entre distintos, ninguno necesita del otro para ser concebido. Expresan cualida-
esencia y apariencia como conceptos sustantivos, nos precipitamos en un des sustanciales absolutamente simples.
camino que manifiesta de por sí una fuerte inclinación teleológica acom- ¿Dónde están los límites del pensamiento spinociano? ¿Podemos afir-
pañada por la desvalorización de los fenómenos, como si éstos carecieran mar, como dice Hegel en su lectura de Spinoza, que éste resucita las anti-
de esencia. Frente a estas opciones la concepción teórica de Spinoza se nomias de cuerpo y mente tras sus atributos de pensamiento y extensión?
presenta como herética. Privilegiar uno de los polos en un mundo binario Veamos. Para Spinoza los atributos de la sustancia son infinitos puesto
conduce a repetir nuevamente una nueva forma binaria, aunque ahora de que ésta ocupa todo lo que es y no está limitada. Aunque de los infinitos
manera diferente. Negri, ante esta disyuntiva, adopta una salida apoya- atributos conocemos sólo dos, la extensión y el pensamiento, porque no po-
do en Nietzsche para superar la dialéctica positiva. Podríamos pensar que demos concebir como infinitos más que las cualidades que englobamos en
Negri aparentemente rescata a Spinoza precisamente porque no separa nuestra esencia (cuerpo y mente). En efecto, el atributo se refiere al en-
implícitamente –como sí lo hace Hegel– los dos polos, uno de los términos tendimiento no porque resida en él sino porque es expresivo, y lo que se
de la dialéctica del otro. En todo caso lo que resulta atractivo en Spinoza expresa requiere del entendimiento para que se lo perciba. Por ello para
es precisamente ese carácter de inestabilidad que proyecta. Spinoza existen dos únicos atributos percibidos por un intelecto finito que
¿Cómo encara Spinoza el problema de la escisión? ¿Cómo es posible, se enfrenta a una sustancia infinita.23 Por lo demás, como en Spinoza los
desde el monismo de Spinoza con relación a la sustancia, proveer una res- atributos son realmente distintos, este planteo significa ya de por sí una
puesta a la relación entre trabajo y capital? Simplemente no se lo puede ventaja en la medida en que deja el horizonte abierto. Pero ello no signifi-
hacer. Hay dos opciones frente a esta situación: 1) incorporar el trabajo co- ca que Spinoza resuelva una alternativa a la dialéctica. Nunca podría ha-
mo sustancia infinita, lo que significa incorporar el trabajo y el capital co- cerlo en tanto no era su objetivo. Es posible suponer que sólo percibimos
mo atributos de la sustancia, pero sin relación entre ellos, y 2) incorporar dos atributos de los infinitos que califican a la sustancia porque en nues-
el trabajo como un atributo de la sustancia, digamos el capital. En el pri- tra época las antinomias están en la existencia y no en la mente.
mer caso, si el capital y la fuerza de trabajo son considerados atributos de De cualquier manera, puede afirmarse que el potencial liberador, no
la sustancia, no existe entre ellos ninguna relación; situación similar se dialéctico, de la lectura de Negri sobre Spinoza se asienta en la presen-
plantearía en el segundo caso, por lo que no habría teoría de la plusvalía tación del capital y el trabajo como contendientes en un plan de infinitas
en ninguno de los dos. En este punto se trata de abandonar bien la com- posibilidades que carece de una composición teleológica en la respuesta
prensión del capital como plusvalía, bien la lógica spinociana. Pero dejar
a Spinoza no implica desestimar o secundarizar sus planteos. De cual-
quier manera si hay superficie sin profundidad, si todo está presente en
23. En ese sentido no puede aceptarse aquella lectura que Hegel realizara sobre Spinoza
el plano de la inmanencia acordada por la sustancia infinita, si hay dife- donde le achacaba a éste no haber avanzado lo suficiente en una ruptura con Descartes en
rencia sin jerarquía, entonces el capital no es plusvalor. Sin embargo, es- tanto que, según Hegel, pensamiento y extensión serían las formas bajo las cuales el holan-
te abordaje significa tener una lectura de puro capitalismo. Negri (2000: dés terminaba reproduciendo la antinomia.
306 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 307

imprevisible de antemano. No obstante, pensar en la perspectiva de Ne- sa, ya que el dualismo siempre reaparece de cualquier forma. Así como re-
gri y de Spinoza no autoriza necesariamente a considerar la relación ca- sulta necesario mostrar los límites de la dialéctica negativa y del decons-
pital-trabajo sólo en términos de la coexistencia de las diferencias como tructivismo, que anuncian la infinitud de la negación, es importante tam-
atributos de la sustancia, ni tampoco que conceptos como plusvalía y ex- bién resaltar sus virtudes. Si bien Adorno y Derrida pueden ser asimila-
plotación sean impensables en esa perspectiva. De la misma forma que el dos a concepciones teoricistas, en un sentido paradójico y con ojos mate-
surgimiento del intelecto general como incorporación creciente del conoci- rialistas pueden ser leídos igualmente como quienes ponen límites a la
miento y la comunicación en la práctica de trabajo –sin perjuicio de su teoría, tras la aceptación de un intelecto finito –verdadero obstáculo en el
contenido en términos de calificación laboral, tiempo, salario, subordina- razonamiento de Spinoza– como principio explícito de análisis de un mun-
ción, repetitividad– que Negri ha definido recientemente como trabajo in- do finito que sostiene promesas infinitas. De ahí que el aspecto que resul-
material o trabajo afectivo no significa tampoco la desaparición de la ta verdaderamente liberador en Spinoza sea esta falla que permite que el
plusvalía o el valor. Tal idea implicaría sostener una concepción de con- horizonte permanezca abierto, aun bajo condiciones de crisis. Todo plan-
tribución de factores individuales en el proceso de valorización, que es teamiento que asiente la crisis de la filosofía occidental en los intentos por
precisamente lo que termina cuestionando el concepto de trabajo inmate- evadir los riesgos dialécticos conduce a una salida donde el horizonte se
rial. Para resolver esta antinomia entre valor y su imposibilidad de cuan- cierra y el potencial liberador de Spinoza desaparece.
tificación Negri, como hemos visto, parece prestar atención a los apara-
tos político-administrativos que mantienen el proceso de valorización co-
mo el término de confrontación-integración entre capital y trabajo. Esta De la dialéctica engelsiana a la negación no dialéctica
circunstancia parecería otorgar, en la lectura de Negri, una atención par-
ticular a factores extralaborales, como la permanencia de las convencio- Hacia fines de los 80 fuimos testigos del renacimiento de un marxismo
nes colectivas de trabajo en tanto dispositivo que permite reforzar el sis- de clara raíz hegeliana, que buscó oponerse al desarrollo del llamado mar-
tema corporativo de “paz social”, la adaptación del Estado de bienestar a xismo analítico de la época. En efecto, el marxismo analítico –asentado
nuevas tareas de coerción-aceptación, como el de los trabajos a cuenta de precisamente en una reformulación analítica de la teoría marxista, me-
subsidios, nueva ética laboral que incluye también la posibilidad de tra- diante el empleo de herramientas metodológicas propias de la economía
bajo masivo de los presos. Estos procesos sustentan una lectura del Esta- neoclásica– achacó sistemáticamente a la herencia dialéctica hegeliana
do como fuerza autoritaria crecientemente parásita tendiente a reforzar aquellas ideas de Marx que, a su entender, resultaban poco comprensi-
la valorización capitalista en un contexto donde la idea del cálculo econó- bles. Entraban en esta tipología tanto la “crítica de la economía política”
mico racional y la planificación declinan. Parece ser que existe un despla- como la “teoría del valor”, considerada, según la lectura analítica, como
zamiento en la atención hacia el Estado como terreno crucial de la res- una anticuada teoría de la determinación de los precios. Este marxismo
puesta económica y política en relación con la reapropiación de los recur- analítico, formado más en la lectura de Joseph Schumpeter y de Joan Ro-
sos sociales expropiados mediante la imposición de la desregulación y la binson, nunca pudo desarrollar una lectura sistemática y crítica con rela-
precarización laboral. ción a la filosofía hegeliana. Si bien el marxismo analítico habría de de-
Tanto el capital como el trabajo emergen uno en relación con el otro mostrar muy rápidamente lo que realmente prefiguraba –un marxismo
mediante una escisión y a su vez cada uno de ellos con una escisión inter- sin Marx–, el nuevo hegelianismo marxista buscó reivindicar sistemática-
na: trabajo como clase obrera y fuerza de trabajo, y capital como plusva- mente los legítimos aspectos hegelianos del marxismo. Quizá en esta par-
lía y dinero. Además, si uno de los atributos es considerado verdadera- ticular característica deba situarse la diferencia sustantiva con el ante-
mente separado del resto, no formando más parte de la sustancia, esta rior marxismo hegeliano historicista (Luckács) (Rosenthal, 1999). Así, el
lectura implicará un regreso a concepciones subjetivistas monádicas que nuevo hegelianismo absorbió e hizo suyo el postulado de Lenin: “Es impo-
tanto Negri como Spinoza rechazan. sible comprender El capital de Marx sin haber previamente estudiado la
La insistencia de Holloway en que la estructura y el sujeto no pueden Lógica de Hegel”. En este sentido es posible identificar algunos trabajos
ser separados es correcta. En Miseria de la filosofía Marx plantea que el británicos (Christopher, 1991; Smith, 1990; Shamsavari, 1991) que resca-
dualismo de la sociedad capitalista no puede ser superado en la teoría; la tan esta concepción hegeliana así como la influencia que sobre algunos
versión de que ha sido superado en la teoría se puede demostrar como fal- autores británicos alcanzó el alemán Hans George Bachaus (1992).
308 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 309

En Dialéctica de la naturaleza, en el Anti-Duhring y en Ludwig Feuer- tación de la Filosofía de la naturaleza de Hegel, perdiendo de vista que to-
bach y el fin de la filosofía clásica alemana Engels había reinterpretado do el trabajo de este último estaba basado en una dialéctica de la materia
la crítica de Marx a Hegel, al extender el análisis que había desarrollado en un infinito movimiento totalizante.24 Para Engels la dialéctica de He-
en El capital a un sistema filosófico universal que englobaba no sólo la to- gel era una dialéctica de los conceptos; de ahí que se tratara entonces de
talidad de la historia humana sino incluso la totalidad del cosmos, es de- recuperarla como método y rechazar el sistema idealista hegeliano. En el
cir, el mundo natural como tal. En esta extrapolación engelsiana debe ras- caso de la historia humana, Engels retrabajó las ideas formuladas en La
trearse tanto el origen del llamado materialismo histórico como el del ma- ideología alemana y en el Prefacio a la Contribución a la crítica de la eco-
terialismo dialéctico. El proyecto engelsiano significaba de hecho un re- nomía política para incorporarlas en el concepto de materialismo históri-
torno al debate con el idealismo alemán, que Marx ya había superado lar- co, donde la dialéctica del capital es proyectada retrospectivamente sobre
gamente después de La ideología alemana y que había cerrado con la co- las viejas sociedades. El resultado culminó con un análisis de las socieda-
nocida tesis 11: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diver- des basado en los pares estructura-superestructura, donde la cultura y la
sos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. En efec- superestructura política estaban determinadas por la base económica
to, ante la afirmación de Marx acerca de que la “dialéctica hegeliana es- fundada a su vez en un modo de producción dado, y donde el desarrollo de
taba parada sobre su cabeza y que debía ser dada vuelta si se trataba de los modos de producción era explicado en términos de la interacción dia-
alcanzar el núcleo en la mística armazón”, Engels supuso que era posible léctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Esta
aislar el núcleo racional (la dialéctica) de la propuesta de Hegel del idea- simple formulación –no menos simplificatoria y degradante de la propia
lismo (alemán) –su envoltura mistificante– y aplicarlo luego en una es- daléctica– fue adoptada por el marxismo de la II Internacional: Kautsky
tructura materialista: he ahí el surgimiento del materialismo dialéctico. en La cuestión agraria y Lenin en El desarrollo del capitalismo en Rusia.
La lectura engelsiana suponía reducir el idealismo hegeliano a un cuerpo Esta formulación contagiada de un enorme determinismo económico no
teórico cuya falla sustantiva consistía en considerar solamente a las ideas resuelve la interacción existente entre capitalismo y socialismo como ma-
como reales y a la realidad material como un pálido reflejo de esas ideas. nera de dar cuenta de las sociedades en transición. Stalin habría de adop-
Pero este abordaje de Engels revelaba de verdad una total incomprensión tar esta posición para justificar su política de desarrollo acelerado del ca-
de la teoría hegeliana acerca del concepto de real en Hegel, que por lo de- pitalismo en la época posrevolucionaria. En Para leer “El capital” y Pour
más no está referido a la existencia sino a la lógica. De verdad, el carác- Marx Althusser habría de revitalizar la idea del materialismo dialéctico
ter idealista del hegelianismo debe buscarse, fundamentalmente, en la in- como aquella ideología capaz de mediar en la práctica política del amplia-
finita capacidad asignada al capital, cualidad que le permitiría resolver mente desacreditado PCF.
de manera lógica las contradicciones en la sociedad capitalista. En ese Con estos antecedentes, retomemos nuestro análisis. En numerosos pa-
sentido la formulación hegeliana sólo cabría aplicarla a la dialéctica del sajes de sus escritos Marx planteó la necesidad de refundar una concepción
capital. Por el contrario, Engels pensó que era posible adoptar la dialécti- materialista de la dialéctica. A pesar de ello, tanto Jürgen Habermas como
ca para alcanzar un correcto análisis del mundo. Toni Negri, que expresan las dos formas de marxismo más pertinentes en
¿Cuál es la sustancia de la formulación engelsiana? Suponer a la dia- el debate filosófico actual, han hecho abandono de la dialéctica. En Haber-
léctica como un método lógico y universal a ser adoptado, antes que como mas, la dialéctica figura como una hipoteca hegeliana propia de la obra de
una característica del capital que la clase obrera busca destruir. Una vez
que Engels divorcia la dialéctica del capital, una vez que el materialismo
24. “Pero en la realidad las cosas son distintas. No sólo el sistema de Hegel contiene una
deja de ser comprendido como la habilidad de la clase trabajadora para
filosofía de la naturaleza que es enteramente idéntica a la dialéctica de la naturaleza de
destruir el idealismo del capital y se asume como un hecho en abstracto, Engels, sino que toda la filosofía de Hegel está basada en la «dialéctica de la materia», dia-
es decir, cuando la dialéctica se ha divorciado de su contenido, recién en- léctica de las cosas y de lo finito, hasta el punto que se puede demostrar con los textos en
tonces Engels puede aplicar la fórmula a cualquier espacio, sea el de la ac- la mano que desde el primero de sus enunciados hasta el último el «materialismo dialécti-
tividad humana o el de la naturaleza. co» no es más que una transcripción mecánica de la filosofía de Hegel. [...] El punto real-
mente crítico no ha sido sin embargo planteado nunca ni por el Diamat ni por sus críticos,
Lucio Colleti (1975: 185-186) en su oportunidad había criticado la pre- y es más bien distinto: qué significa realmente una «dialéctica de la materia» y si ésta, co-
tendida intención de Engels de retrabajar a Hegel. Así, para Colleti la mo se ha dado siempre por sentado, implica efectivamente una concepción materialista”
Dialéctica de la naturaleza de Engels devino de una distorsionada adap- (Colletti, 1975: 177).
310 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 311

Marx, que puede dejarse de lado cuando Marx retoma el materialismo o promiso ontológico de la política la posibilidad de un análisis radical. El
cuando reemplaza la noción de espíritu por trabajo, cuya racionalidad téc- proyecto de Negri explícitamente se presenta como un materialismo sin
nica encuentra su límite y complemento en la razón comunicativa. El giro dialéctica continuador de Spinoza.
lingüístico que genera la teoría crítica coloca a la dialéctica en el lugar del Ahora bien, ¿qué significa para algunos conceptos y categorías marxia-
paradigma abandonado de la filosofía de la conciencia. Deviene entonces nas el abandono de la dialéctica? Veamos esta problemática brevemente.
importante poner límites a la razón instrumental, esa razón que optimiza Las Tesis sobre Feuerbach implican el punto de partida de la teoría crí-
los medios sin tener en cuenta los fines y que corresponde al modelo de tica marxiana en la medida en que enuncian tres postulados teóricos fun-
aplicación tecnológica de las ciencias que Hegel había ubicado en un esta- dadores: 1) partiendo de la crítica de Feuerbach a Hegel, Marx pretende
dio anterior a la dialéctica, propio del “pensar de la comprensión”. tomar distancia en relación con todo el materialismo pasado; 2) esta dis-
Para reemplazar el lugar de la dialéctica, Habermas necesita recurrir a tancia está medida por la ruptura que introduce –a partir de la noción de
una solución de recambio que permite la crítica de la racionalización opre- práctica– con la concepción hegeliana objetivista de la epistemología mate-
siva. Por ello elabora la noción de razón comunicativa, la que termina ab- rialista, y 3) la forma concreta en que Marx elabora la noción de praxis de-
sorbiendo, al menos, una parte de la función que tenía la dialéctica en el pende del sentido del proyecto transformador que enuncia en su tesis 11.
paradigma clásico. Si en Marx la inversión materialista de la dialéctica he- En efecto, lo que Marx rechaza del materialismo anterior es la concep-
geliana aparece en la Crítica de la economía política que realizara a la eco- ción objetivista de la realidad donde no hay lugar para la actividad huma-
nomía política clásica de Smith y Ricardo, en Habermas será la razón co- na concebida como práctica. Esta concepción elaborada por el idealismo es
municativa, como postulado de la sociología de la acción en la esfera del retomada por Marx aunque liberada de su carácter abstracto. Se trata de
mundo vivido, la que condense la crítica al sentido kantiano de la validez investir la actividad real en tanto actividad objetiva, es decir actividad que
de la racionalidad de los sistemas. La tarea de la crítica kantiana era tra- produce los objetos y transforma el mundo. De ahí que podamos pensar
zar una carta de la razón, mientras que la de la crítica marxiana, según que la tesis fundamental de Marx no es sólo ontológica sino esencialmen-
una lectura hegeliano-marxista, es la de detectar la contradicción en el se- te epistemológica, generando así un punto de ruptura absoluto con el ma-
no del subsistema económico para situar la práctica transformadora. terialismo de la filosofía anterior. Este punto de ruptura adquiere todo su
Sin embargo, para la concepción marxiana de la relación entre la no- contenido tras la idea de que los filósofos anteriores no comprendieron el
ción de praxis y el modo de concebirla y ejercer la teoría crítica, el aban- significado de la praxis,25 la relación del hombre con el mundo; en fin, la
dono de la dialéctica no resulta neutro, más aún si consideramos que la importancia de la actividad revolucionaria. Para Marx, según ojos hegelia-
inversión marxista del pensamiento hegeliano y de la filosofía tradicional no-marxistas, la actividad revolucionaria no depende tanto del materialis-
está relacionada con una inversión de la perspectiva teórica a favor de una mo como tesis ontológica sino de la comprensión de la actividad práctico-
perspectiva práctica antes que con una cuestión de inversión del idealis- crítica. Es esencial resaltar la diferencia del concepto de crítica marxista
mo por el materialismo. Sin embargo, a la hora de las comparaciones en- con relación a las escuelas previas, en especial al uso que le da el sistema
tre Negri y Habermas, lo que está en juego en este proceso de análisis no kantiano: la crítica ya no será más la actividad metateórica que mide la
dialéctico entre ambos no es tanto la radicalidad del análisis político co- amplitud y la validez de una teoría científica enunciando sus condiciones
mo la distribución de los conceptos. El pensamiento de Habermas no está de posibilidad. Recordemos que la tarea de la crítica kantiana era trazar
referido a un cambio de sistema sino más bien a permitir que las esferas un mapa de la razón; era entendida como la reflexión sobre los límites, en
del mundo vivido se organicen según otra lógica, la de la acción comuni- cuyo interior resulta válida una lógica determinada. Pero una vez que he-
cativa y de la razón comunicativa, que se constituyen en limitantes de la
lógica habermasiana.
Negri, por el contrario, negará la viabilidad del capitalismo y detecta- 25. De los tres tipos de actividad delimitados por Aristóteles (teoría, práctica, poiesis) la tra-
rá en la aparición del obrero social las condiciones presentes, en este fin dición filosófica, incluida la materialista, privilegiaba la teoría. Pero si se concibe la relación
de siglo, del comunismo como movimiento real. La posición habermasia- del hombre con el mundo a través de la praxis, entonces cambiarán las relaciones de las no-
ciones filosóficas entre ellas y con el mundo. Por no haber concebido así la relación, por no
na puede asociarse filosóficamente a una concepción de la razón que su- haberla comprendido así, el materialismo anterior a Feuerbach no entendió la importancia
pone un kantismo renovado. La posición de Negri se asocia a una ontolo- de la actividad revolucionaria, de la actividad práctico-crítica (primera tesis sobre Feuer-
gía materialista de inspiración spinociana y hace depender de este com- bach; Marx, 1975c).
312 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 313

mos dejado de lado la primacía de la teoría sobre la práctica, entonces la rialismo como tesis dependiente, reformulada en términos poskantianos.
crítica deviene práctica-crítica. Asistimos a un cambio en su contenido con- Esta nueva perspectiva práctico-crítica implica dar otro rol al concepto de
ceptual y en el modo de su ejercicio, deviniendo sinónimo de actividad re- verdad y objetividad; ésta ya no podrá entenderse como algo preexistente
volucionaria. La filosofía será de ahora en más práctica crítica; acompaña- y que captamos con el concepto sino como algo que nosotros producimos y
rá su transformación práctica con relación al mundo. que es transformado por nuestra acción. La teoría de la objetividad se ha
La filosofía crítica no es el búho de Minerva que levanta vuelo al atar- transformado en teoría de la objetivación. Para los hegeliano-marxistas
decer; no es un saber retrospectivo que observa lo adquirido, lo dado, como deviene esencial, indispensable, en este momento, liberar la dialéctica he-
un hecho objetivo, sino que la filosofía como crítica deviene la constitución geliana del idealismo que la estructura.
de los nuevos objetos, la transfiguración de lo ya dado, donde el sujeto ins- Podría parecer que para Negri este aspecto constituye, en principio, un
taura objetos y estados de las cosas que no existirían sin su actividad. obstáculo en su rechazo de la dialéctica y su necesidad de formular una
La primera conclusión que Marx extrae de este análisis es de carácter epistemología materialista de nuevo tipo. Por lo demás, debemos antici-
epistemológico y se refiere al cambio de lugar del problema de la verdad. par que no puede establecerse una correlación entre la presencia-ausen-
No hay nada de extraño en recordar que, de manera similar, el primer cia de la dialéctica y el nivel de radicalidad política alcanzada por la teo-
efecto de la revolución copernicana que tomó cuerpo en la primera crítica ría crítica.
de Kant estaba referido a la temática de la verdad. En ese sentido la re- Es cierto que Marx en numerosas ocasiones buscó extraer el nudo ra-
volución kantiana había vuelto la verdad dependiente de un juicio de la cional de la dialéctica hegeliana para alcanzar una formulación práctico-
actividad constituyente del sujeto. La revolución de Marx consistió en si- crítica de la dialéctica. Éste es el sentido que sostiene la reivindicación
tuar esta actividad fuera del cuadro lógico-trascendental del idealismo que, con relación a la dialéctica hegeliana, hace Marx en el prólogo a la
para ubicarla en lo concreto de la acción real del hombre: la prueba de la segunda edición de El capital cuando se considera heredero de la dialéc-
verdad no es una cuestión lógica sino que se trata de mostrar en la prác- tica hegeliana y de su nudo “racional” como elemento indispensable en su
tica la potencia del pensamiento (segunda tesis sobre Feuerbach).26 crítica al capitalismo.27 El siglo XX fue testigo de numerosas controversias
Todo este nuevo cuerpo teórico modifica la concepción preexistente del que buscaron definir las diferencias entre el uso marxiano de la dialécti-
sujeto, del objeto y de la acción. La revolución marxista consiste precisa- ca y su formulación hegeliana (Luporini, 1971; Della Volpe, 1971; Kosik,
mente, en este aspecto, en reconocer el giro copernicano conservando de 1989). Sin embargo, la debilidad política y metodológica expuesta por las
él sólo aquello que encuentra eficaz: el carácter constitutivamente activo conclusiones de estos debates, así como el uso escolástico que el stalinis-
del sujeto racional una vez superada la concepción abstracto-idealista que mo dio al materialismo dialéctico, volvieron comprensible el abandono de
lo concibe únicamente como racional. En este sentido los marxistas hege- la dialéctica en aquellos espacios teóricos relacionados sea con la perspec-
lianos afirman que la tesis materialista no puede concebirse –en un sen- tiva teórica política de la escuela crítica –Habermas– sea con el materia-
tido precrítico– como afirmación ontológica sobre la materialización de un lismo spinocista y la construcción deleuzeana de Negri.
mundo ya dado, objetivo e independiente del sujeto. Es sólo en la perspec- En el esquema de Negri la dialéctica es una concepción histórica teleo-
tiva de la acción del sujeto como constitutiva que resulta posible reapro- lógica y cerrada, sustituible por una conceptualización histórica que proce-
piarse del materialismo en sentido crítico. Según los hegeliano-marxistas, de sustancialmente de Spinoza. El gran mérito de Negri consistió en haber
en su tercera tesis sobre Feuerbach Marx reformula la tesis materialista podido contextualizar histórica e intelectualmente la concepción spinocis-
a partir de la importancia que otorga a la acción de los hombres para cam- ta que buscaba dar cuenta de una ontología materialista de la constitución
biar las circunstancias. Esto sitúa la teoría crítica en la perspectiva del de la práctica política. Sus conclusiones, coincidentes en muchos aspectos
sujeto activo, lo que obliga a romper con el idealismo y a situar el mate- con Deleuze, aludieron a Baruch Spinoza como el filósofo que con más in-
sistencia había buscado dar cuenta de esta tarea filosófico-política. En

26. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no
es un problema teórico sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene
que demostrar la verdad, es decir la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamien- 27. “Me declaré pues abiertamente discípulo de aquel gran pensador [Hegel]. [...] En él la
to. El litigio sobre la realidad o la irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica dialéctica está puesta al revés. Es necesario darla vuelta, para descubrir así el núcleo racio-
es un problema puramente escolástico” (Marx, 1975c). nal que se oculta bajo la envoltura mística” (Marx, 1975a, I, 1: 20).
314 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 315

efecto, Spinoza se propuso en su momento articular una respuesta metafí- cuentra desenfadadamente enmarcada por una lectura de historia univer-
sica a la crisis del Renacimiento y de la utopía posrenacentista, utopía bur- sal en cuyo despliegue se hace uso de un esquema de periodización que si-
guesa que había sido construida en Europa sobre la base del mito del mer- túa el surgimiento del desarrollo capitalista en una compleja red de subje-
cado, en tanto mito por excelencia del capitalismo, y que buscaba consoli- tivaciones, conjunciones y apropiaciones que se extienden hasta llegar a
dar una nueva y plena subjetividad humana. La creación de esta subjeti- abarcar el Paleolítico y el Neolítico. Según ambos autores, el capitalismo
vidad se convirtió, en realidad, en la aspiración sustantiva impulsada por surgió cuando una cantidad de flujos sustanciales de trabajo, dinero y pro-
el humanismo renacentista. En el caso de Negri, fundamentalmente, y en piedad privada pudieron escapar a los arcaicos códigos normados y contro-
menor medida de Deleuze y Guattari, la centralidad de Spinoza adquirió lados por el vetusto Estado medieval. Este devenir habría de continuar
una connotación particular ya que todos intentaron dar cuenta para la hasta que se alcanzó un punto de conjunción generalizado y abstracto que
misma época de la crisis generada ante el fracaso de la utopía de octubre provocó un quiebre en la forma de existencia del Estado y creó el capitalis-
de 1917 y la posterior revuelta de mayo de 1968 (Negri, 1988, 1989). En mo de un solo golpe. Si bien ni Deleuze ni Guattari explicitan claramente
realidad 1968 debería ser visto como la crisis de la utopía de 1917, mien- el momento de surgimiento del capitalismo, cuando discuten la forma Es-
tras la crisis de la utopía de 1968 habría de producirse años más tarde, en tado consideran que el capitalismo se desarrolló en algún momento hacia
la época de Ronald Reagan y Margareth Thatcher. Si en el caso de Spino- fines de la Edad Media. Diríamos que para ambos la presencia del capita-
za la crisis de la utopía burguesa se situó en la coyuntura marcada por la lismo es la condición de emergencia de la moderna forma Estado.
transición de la sociedad mercantil capitalista a la forma de capitalismo Negri, por el contrario, no se encuentra particularmente interesado en
industrial, la crisis actual, como forma de reconstrucción del proyecto ne- la determinación del momento de surgimiento del capitalismo, menos aún
griano, se sitúa en el pasaje de la forma socialdemócrata capitalista spon- por la relación del capitalismo con los modos de producción y regímenes
soreada por el keynesianismo a la crisis que sobrevive en el mundo capita- de acumulación anteriores. Pero sí lo está en la periodización histórica del
lista, lo que Guattari y Negri (1999) han llamado el capitalismo mundial capitalismo atento al desarrollo de su concepción.
integrado y que Negri ha denominado “el Imperio” (Negri y Hardt, 2001). En este aspecto Negri considera que Marx estudió dos grandes perío-
Esta transición particular de una fase del capitalismo a otra se expresa en dos de desarrollo capitalista: el primero, que llega hasta 1848, nominado
numerosos registros: la reconstitución del sujeto del trabajo, la creación de como la etapa de la manufactura –capitalismo manufacturero–; el segun-
nuevos regímenes de acumulación, la inauguración de una nueva semióti- do, bajo el nombre de la gran industria, y que habría de prolongarse –se-
ca del valor, la transformación del Estado capitalista, la generación de nue- gún Negri– hasta 1968. Este segundo período admite, a juicio de Negri,
vos antagonismos de lucha, etc. Estos y otros desarrollos serán incorpora- una subdivisión: una primera etapa, que se extiende desde 1848 hasta
dos por Negri para señalar la necesidad de nuevas y diferentes lecturas de 1914, con predominio del obrero profesional y donde la fuerza de trabajo
Marx. Sin embargo, la reconstitución del proyecto marxista, impulsada calificada domina el mismísimo ciclo de trabajo, gracias a sus conoci-
sustancialmente a partir de la crisis de la utopía socialista (aunque no co- mientos; una segunda etapa –la época llamada de la gran industria pro-
munista), es una apuesta que, a sus ojos, exigirá dar cuenta de la consti- piamente–, con predominio del obrero masa, donde la fuerza de trabajo
tución de una ontología de la práctica política, temática esencialmente spi- es reorganizada mediante principios tayloristas de producción, de una
nociana. Negri recupera esta mutación a través de dos elementos centra- forma que vuelve totalmente abstracta su relación con la actividad pro-
les: 1) la necesidad de desplazar la lectura marxista desde El capital, con ductiva. Esta etapa corresponde al surgimiento y la evolución del fordis-
su énfasis en la irresoluble naturaleza contradictoria de la producción ca- mo que incorporará, por primera vez, al salario como un instrumento es-
pitalista, hacia los Grundrisse, con su hincapié en la capacidad constituti- pecífico de promoción y aliento del consumo, modalidad de desarrollo ca-
va de los trabajadores para apropiarse de la riqueza social, y 2) el retorno pitalista que puso en marcha un proyecto de forma Estado intervencio-
a Spinoza como búsqueda de la fundación ontológica de la nueva subjetivi- nista, intentando regular los ciclos económicos con el objetivo de mante-
dad revolucionaria que emerge en 1968. ner el pleno empleo y garantizar simultáneamente la asistencia social.
La publicación conjunta de Negri con Guattari de trabajos –alguno ya Con posterioridad a 1968, la crisis del keynesianismo cierra una fase a la
mencionado– merece algunos comentarios, con el objeto de deslindar cam- par que se inaugura otra en el desarrollo del capitalismo. Llegaba la ho-
pos y explicitar diferencias entre Negri y las autores de Mil mesetas: capi- ra del obrero social, con quien la cooperación productiva se diluía en la
talismo y esquizofrenia. La perspectiva de Deleuze y Guattari (1997) se en- sociedad y las redes productivas alcanzaban una naturaleza definitiva-
316 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 317

mente social. Eran momentos en que el Estado-plan keynesiano daba lu- ta metafísica “el ser y el no ser se afirman y se niegan uno al otro de ma-
gar al Estado-crisis, promoviendo de manera explícita la intervención so- nera simple, discreta, inmediata. No hay dialéctica: el ser es ser y el no
cial ante el discurrir de la crisis, ya bajo la intervención en los conflictos ser no es nada: fantasma, superstición, sombra. Es un obstáculo para el
de baja intensidad, ya generando y promoviendo el pánico moral como proyecto constructivo” (Negri, 1993: 361). Negri utiliza los lineamientos
forma de restablecer la dominación. En ese contexto el posmodernismo se de la metafísica para entender el capitalismo como obstáculo del proyecto
constituyó en la ideología adecuada para esta nueva forma social de pro- constructivo.
ducción. Esta mutación capitalista será definida por Negri como la etapa Sin embargo, tiene otras razones para recurrir a Spinoza. En efecto,
de la subsunción real del trabajo por el capital; proceso mediante el cual para la tradición político-filosófica fiel a una línea de razonamiento que
la organización capitalista, la fuerza de trabajo y el comando capitalista puede trazarse entre Hobbes, Rousseau y Hegel, la relación entre el po-
se extienden al conjunto de la sociedad, que conduce a que la producción der coercitivo del Estado y el poder aislado de los individuos se conforma
se vuelva inseparable de la comunicación (Negri, 1996). Dinámica social según una relación esencialmente dialéctica. Esta línea de trabajo teóri-
en un todo coincidente con la integración de la economía mundial, la ex- co supone abordar el Estado soberano como zona trascendental donde el
pansión del comercio mundial y el inicio de la mundialización del capital. poder contradictorio e ineficaz de los individuos es recuperado como poder
A pesar de que Deleuze y Guattari, cuando vuelven su mirada sobre colectivo, potestas. Contra este mito burgués, Spinoza planteó la fuerza
Spinoza, siguen esa trayectoria, una y otra mirada no resultan totalmen- –potentia– de la multitud, la fortaleza de quienes se oponen y contrarres-
te divergentes en este aspecto. tan el poder negativo y dominante del Estado soberano. En la etapa de la
En el caso de Negri el proceso de subsunción real del trabajo por el ca- subsunción real, cuando el conjunto de la sociedad es incorporado a la re-
pital implicará la extensión del antagonismo social capitalista al conjun- producción del capital, el Estado no puede ser visto ni como el agente po-
to de la sociedad, adjudicándole máxima continuidad y flexibilidad. Si el lítico capaz de modelar la relación entre las clases ni como el agente neu-
comando capitalista deviene universal, el antagonismo se vuelve omni- tro capaz de servir al conjunto de la sociedad; en esta etapa el Estado es
presente, por lo que los sitios o espacios de lucha se tornan fluidos, gene- incapaz de procesar algún poder en provecho propio. Es, más bien, el si-
ralizados y difusos. En la fase de la subsunción real el antagonismo ya no tio primario, campo de ejercicio del comando capitalista. En esta etapa el
podrá ser entendido dialécticamente a la manera hegeliana, ya que aho- trabajo del Estado se vuelve esencialmente negativo, es un trabajo de des-
ra el proletariado se opone al capital desde un inicio; es constitutivamen- composición, es decir, de modificación y neutralización de la resistencia
te antagónico. La relación capital-trabajo ya no puede ser comprendida que manifiestan los sujetos sociales en la producción y ante las políticas
según las líneas de negación-superación típicamente hegelianas. La ex- capitalistas de crisis. En la sociedad moderna, dice Negri, no hay cabida
plotación capitalista se convierte en puro comando y el capital necesita al- para resolver los principales deseos contradictorios de los individuos, co-
canzar una nueva dimensión, el estadio político, para asegurarse y man- mo lo expresa la tradición Hobbes-Rousseau-Hegel, porque en un capita-
tener este comando. El sistema de cooperación social que impregna al con- lismo integrado mundialmente, que es esencialmente paranacional en su
junto de la sociedad debe incorporar de manera permanente el poder del forma, no hay Estado, no hay un nuevo Estado donde las contradicciones
trabajo promoviendo una densificación de la composición de clase y una de la sociedad puedan ser exaltadas por algún poder negativo.29 En una
masiva extensión de su potencialidad. En este nuevo escenario la dialéc- situación donde el Estado y la sociedad civil se disuelven en una unidad
tica resulta incapaz de abarcar las distintas formas de antagonismo que compleja es posible pensar en la existencia de una zona donde la fortale-
provienen de esta extensión e intensificación del proletariado. Las luchas za de la multitud permanezca intacta. Spinoza formuló una física del po-
políticas ya no pueden ser definidas en términos de contradicción.28 Negri der de esta multitud, aunque en su tiempo no había posibilidad de desa-
retomará a Spinoza porque éste presenta la metafísica del ser concebida rrollo de esta física en la medida en que no estaba presente la política de
como una física del poder (potentia) y una ética de la constitución. En es- esa multitud, la política de una nueva subjetividad revolucionaria, que

28. “En nuestro nivel de desarrollo la viga dialéctica de la fuerza de trabajo en y contra el 29. En numerosos trabajos Samir Amin plantea que el Estado tiene un rol a jugar en el ge-
capital es dejada de lado, se ha vuelto obsoleta, es sólo un interés arqueológico” (“Arqueo- renciamiento democrático de la producción y que existe una dialéctica genuina entre el Es-
logy and project: The mass worker and the social worker”, 1985, en Negri 1988: 225). tado y la sociedad civil, oponiéndose a todo planteamiento que vaya más allá del Estado.
318 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 319

habría de llegar recién luego de 1968, tiempos en los que la multitud se cooperación devendrán valor de uso fundamental en el proceso de produc-
ha vuelto efectivamente actual como algo real e irreducible. ción en el momento en que el trabajo inmaterial quede sometido a la coo-
La motivación fundamental de Negri para rechazar y dejar de lado la peración colectiva. Bajo estas circunstancias la base exclusiva de la pro-
dialéctica se funda en una resolución específicamente política. Para él no ductividad queda delimitada al trabajo vivo. Es indudable que el surgi-
hay posibilidad de síntesis política alguna entre trabajo y capital; sólo miento y la consolidación del nuevo sujeto productivo alterarán la compo-
existe puro antagonismo. Si existe síntesis, ésta sólo es posible desde la sición de clase: la clase obrera pierde ahora su centralidad fabril, mientras
perspectiva del capital que requiere y/o necesita del trabajo para su su- el sujeto productivo, al identificarse con el conjunto del trabajo comanda-
pervivencia, debiendo contener o incorporar de manera permanente en un do en la sociedad por el capital, se extiende al conjunto de la sociedad. La
movimiento sin fin al antagonismo político. El proletariado, por su parte, condición para que el nuevo sujeto devenga sujeto político es que encuen-
no está impelido a alcanzar ninguna síntesis. tre en su constitución lo absoluto de su expresión. El nuevo sujeto, al asu-
Para Deleuze y Guattari, por el contrario, el rechazo de la dialéctica se mir que su propia subjetividad constituye el sustratum ineludible de todo
funda más en un razonamiento de tipo filosófico antes que en una necesi- trabajo vivo, provocará una verdadera revolución: ya no necesitará de
dad política. Se trata de una exigencia filosófica donde la contradicción otras funciones que lo completen o complementen fuera de sí. Ya no se re-
hegeliana se subsume en una lógica de la identidad. Deleuze y Guattari quieren mediaciones; la democracia representativa dejará de tener senti-
se apoyan en dos elementos centrales desarrollados en diferentes regis- do. Igual destino se proyecta sobre la democracia directa. En estos marcos,
tros y distintos planos de pensamiento para liberarse de toda influencia sólo será concebible la democracia absoluta de Spinoza (“Reliqua deside-
hegeliana: una concepción absoluta de la negación y una teoría constitu- rantur. Conjetura para una definición del concepto de democracia en el úl-
tiva de la práctica. timo Spinoza”, en Negri, 2000).
Más allá de que Deleuze se encuentre más comprometido con los cami- La primera característica del obrero social como nuevo sujeto produc-
nos de la especulación filosófica y Negri con las polémicas que definían la tivo reside en su capacidad para apropiarse del mando del trabajo. Pero
estrategia política del momento en Italia, es posible considerar los análi- para Negri esta reapropiación supondrá la ruptura de la dialéctica de la
sis de estos autores como complementarios y confluentes en un proyecto confrontación en la sociedad capitalista. En efecto, hasta ese momento las
común. La negación radical genera una ruptura definitiva con la tradición luchas obreras constituían el acicate para provocar la reestructuración
hegeliana mientras que la práctica mental y corpórea, los caminos del del mando capitalista; la nueva figura subjetiva de clase construirá una
comportamiento, así como los poderes de un horizonte inmanente, pro- dinámica particular de enfrentamiento al otorgar al proceso característi-
veen el punto material de partida para la constitución de un nuevo hori- cas indefinidas. Veamos.
zonte. Negación y práctica conforman los elementos fundantes del nuevo ¿Cuál es la forma como aborda Negri la nueva subjetividad? Para él
terreno filosófico-político. las dinámicas de construcción subjetivas no cristalizan; son cambiantes,
Deleuze, Guattari y Negri coinciden en la necesidad de la construcción mutantes, dinámicas, por lo que no se puede hacer referencia a momen-
de una ontología constitutiva de la práctica política. tos inmodificables. Por lo demás, la construcción subjetiva, la relación
En Negri la superación de la dialéctica está asociada a las nuevas ca- ontológica, no tiene necesidad de fundamentos que vayan más allá de la
racterísticas que asume el capitalismo luego de 1968. En efecto, para él la experiencia humana, por lo que los sujetos se configuran como agence-
época abierta para esa fecha pertenece a una etapa en la que el trabajo ments (disposiciones, combinaciones). En ese marco, el abordaje de Negri
material es sustituido por el inmaterial, la organización de la fábrica por con relación al sujeto revolucionario apunta a su pluralidad, entendida
la sociedad informatizada, y el mando directo sobre el trabajo por el con- como multiplicidad. En este contexto no hay lugar para ontologías sus-
trol de la cooperación social productiva, proceso que significó un cambio tancialistas ni para un materialismo dialéctico; sin embargo, la exclusión
sustantivo en los paradigmas del poder. La modernidad ha devenido pos- de una ontología sustancialista no significa la exclusión de toda ontolo-
modernidad porque ha surgido un nuevo sujeto productivo radicalmente gía. Por el contrario, los elementos ontológicos de la personalidad deri-
distinto. Por su parte el tránsito de una sociedad disciplinaria a una de van precisamente del entramado que adquieren las direcciones de las lu-
control modificará la sustanciación del poder, es decir, la relación que el
poder establece con su adversario, con el antipoder, considerado este últi-
mo como la negación creativa del poder.30 La propia intelectualidad y la 30. Negri (Negri y Hardt, 2001) se refiere al Imperio.
320 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 321

chas, la intencionalidad y las voluntades que las animan. Así es como se vimientos sociales no solamente como una crítica práctica de la concep-
constituyen elementos ontológicos antagónicos. Y son antagónicos porque ción del Estado en la determinación de la organización social sino también
hacen a la elección de problemas radicales en el ser, como el referido al como una proposición positiva para una constitución alternativa de la so-
problema de la expropiación de la cooperación laboral. Es un antagonis- ciedad. La teoría de la insurrección es seguida por la lógica de la separa-
mo que no simplifica sino que perfecciona las complejidades que consti- ción, una lógica autónoma de la nueva organización social. Así como De-
tuyen los sujetos, al mismo tiempo que esta complejidad, constituyéndo- leuze intenta una fundación autónoma de la filosofía por fuera de la pro-
se, constituye antagonismo. Es una forma particular de ontología: la on- blemática hegeliana, Negri se esfuerza por identificar aquellos elementos
tología constitutiva. Simultáneamente, tanto Deleuze como Negri se li- existentes de la constitución democrática de la sociedad que se vuelven in-
mitan de manera estricta a un discurso de contenido materialista onto- dependientes del poder de recuperación del capital y del Estado. Las prác-
lógico que rechaza toda profundización o fundación encubierta del ser. No ticas de los nuevos movimientos sociales plantean sistemas alternativos
hay nada velado, oculto o negativo en el ser. Todo está totalmente expre- de organización y valorización indicando el camino para la constitución de
sado en el mundo. En ese sentido son numerosos los proyectos que se han una nueva existencia social. Negri plantea que es posible intervenir en el
desarrollado en el campo de la filosofía en la perspectiva de la construc- proceso social de constitución ontológica a través de la dinámica de la or-
ción de un pensamiento ontológico materialista: Spinoza, Marx, Nietzs- ganización política.
che. En ese contexto Negri y Deleuze construyen una concepción consti- ¿Cuáles son los cambios operados en la posmodernidad desde el punto
tutiva de una práctica fundante de una ontología. La negación radical de vista filosófico, más específicamente epistemológico, para Negri? Si en
que proyecta una par destruens no dialéctica resulta ser lo suficiente- la etapa primitiva del Ancien Régime la búsqueda de la verdad debía rea-
mente enfática como para dejar de lado cualquier orden preconstituido, lizarse tras la apariencia, y en la segunda etapa la función heurística se
accesible o alcanzable, a la hora de definir la organización del ser. Por su presentaba como mediación de la verdad en los acontecimientos, lo que
parte, la práctica provee los términos para una par construens material; permitía al filósofo alcanzar compromisos de transformación, en la etapa
es la práctica la que vuelve posible la constitución del ser. En ese cami- abierta luego del 68 francés la búsqueda de la verdad se ha transformado
no de análisis será la investigación de la naturaleza del poder lo que per- en producción de la verdad. El siglo XXI se caracteriza, según la concep-
mitirá a Deleuze y Negri incorporar la sustancia al discurso materialis- ción de Negri, por el surgimiento y la consolidación del “pensamiento
ta y llevar una teoría de la práctica al nivel de la ontología. constitutivo que se superpone y elimina el pensamiento de la mediación”
Es posible distinguir tres momentos diferentes en la evolución del pen- (Negri, 1992a: 42). La mediación reduce, dice Negri, la posibilidad –en-
samiento de Deleuze y Negri: un primer momento de fuerte crítica al he- tendida como creación– a un esquema trascendental de la disciplina. Has-
ta ese momento, la singularidad era reducida a un proceso dialéctico que
gelianismo; un segundo momento de desarrollo de la concepción no dialéc-
reconducía el devenir del poder.
tica de la negación, y finalmente, un tercer momento de articulación de la
Pero para Negri la historia del poder como historia del renacimiento
naturaleza constitutiva de la práctica. Sin embargo, los desarrollos teóri-
continuo del sujeto como oposición a la estabilización del poder no es dia-
cos de ambos se mueven en direcciones opuestas. Deleuze comienza con
léctica, no es una historia hegeliana. Por el contrario, es una historia
una crítica filosófica en el plano más elevado de la especulación ontológi-
siempre abierta cuyas alternativas posibles son solamente comprensibles
ca y trabaja progresivamente hacia espacios de discusión sociales y polí-
desde la genealogía y no desde la síntesis.
ticos. Negri, por el contrario, comienza con una crítica política de la dia-
léctica asentada en cuestiones prácticas y estratégicas de organización y Esta historia no tiene dialéctica ni continuidad teleológica: es
reconoce gradualmente la necesidad de plantear la problemática en pla- historia de sujetos, de genealogías, de agencements implantados en
nos más elevados de generalidad ontológica. Negri parte de una crítica lo real, definidos por lo real del desarrollo de la historicidad y por las
económica y jurídica de la naturaleza dialéctica del capital, de su capaci- relaciones de fuerza que recorren la historicidad. (Negri, 1992a: 39)
dad para subsumir la verdad innovadora de la fuerza social productiva y
recuperar la oposición de los trabajadores en el orden unificado de su pro- Sin embargo, el abandono de la dialéctica no resultará neutro para la
pio desarrollo. Sus análisis teóricos se mueven al compás de la dinámica concepción marxista de la práctica-crítica si consideramos, siguiendo el
de las luchas sociales italianas marcando y formulando las fortalezas y li- razonamiento hegeliano-marxista, que la inversión del pensamiento he-
mitaciones de las prácticas en el plano teórico. Negri interpreta estos mo- geliano y de la filosofía tradicional provocada por Marx no se asienta
322 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 323

tanto en el reemplazo del idealismo por el materialismo sino más bien Veamos cómo Negri, a pesar de su apartamiento de la dialéctica, re-
en una inversión de la perspectiva teórica a favor de una perspectiva suelve esta problemática. En primer lugar, la idea de cambio histórico no
práctica. necesariamente debe asentarse en una concepción monocausal o dialécti-
Un primer interrogante nos surge de manera precipitada: ¿es posible ca que, imaginando una representación final e imbuida de una fuerte car-
sostener que el abandono de la dialéctica implique necesariamente el ga teleológica, deje de lado las dinámicas conflictivas y las luchas que
abandono y la separación de la concepción sostenida por Marx sobre la efectivamente producen estos cambios. En ese sentido el pensamiento dia-
práctica-crítica? Dicho de otra manera, ¿es posible concebir un abordaje léctico es definitivamente pobre en su análisis, en la medida en que limi-
de la relación teoría-práctica similar a la desarrollada por Marx por fue- ta su estudio a una matriz conflictiva ya dada, prevista y muchas veces
ra de la concepción hegeliano-marxista? Negri definitivamente desarrolla perversa, encastrada y asentada en alternativas rígidas. Negri, por el
todo un camino en este aspecto (véase el capítulo siguiente) al retomar contrario, sin dejar de lado una dinámica histórica de cambio, rechazará
una lectura y un trabajo de investigación que se referencia en la línea teó- fuertemente toda deriva teleológica y asentará su análisis en una pers-
rica Maquiavelo-Spinoza-Marx. Y simultáneamente también nos pregun- pectiva donde serán las diversas alternativas de lucha las que modelen y
tamos, ¿es posible abordar la historicidad de las sociedades por fuera del perfilen la propia dinámica del desarrollo capitalista. Al recoger la genea-
marco dialéctico? logía de los conflictos en su fase constitutiva, privilegiará tanto los mo-
Queda claro que el abandono de la dialéctica no dejará de tener su mentos de resistencia como aquellos que son expresión de la potencia que
importancia y de proyectar su incidencia cuando rescatamos las ambi- los anima. Dicho de otra manera, debemos incorporar, siguiendo el análi-
valencias presentes en la dialéctica. Es posible identificar un primer as- sis de Negri, tanto la capacidad de resistencia a la objetividad del poder
pecto referido al vínculo creado por la propia dialéctica entre la crítica como la potencia de la expresión de las nuevas realidades. Serán las lu-
al objetivismo –en tanto concepción estática del mundo– y la tesis de un chas obreras las que toman cuerpo en esta capacidad de expresión de la
saber absoluto. Marx invierte de manera definitiva este segundo aspec- potencia antagónica, en la medida en que son las luchas, dentro y contra
to, verdadero núcleo del idealismo hegeliano, hecho que se convierte así el comando capitalista, las que hacen la historia. Este desarrollo teórico
en uno de los puntos de ruptura de Marx con Hegel. Sin embargo, esta analítico nos remite nuevamente a la autonomía trontiana. Recordemos.
ruptura no significará renunciar a la primera perspectiva, es decir En El capital el concepto de clase obrera está formado a partir de un
aquella que dinamiza los pensamientos estáticos de la comprensión, determinado refinamiento político del concepto de fuerza de trabajo. Por
aunque sí romper con aquella actitud que consentía un mundo derivado su parte, ésta es presentada como la representación social del concepto
espontáneamente de las ciencias sociales entendida como “teoría tradi- económico de capital variable. Fuerza de trabajo y capital variable son, en
cional”. ¿Cómo entendía la “teoría tradicional” la explicación del mun- ese sentido, nociones surgidas o formadas en el capital, dentro del capital.
do? Dando cuenta de una conexión causal presentada como necesaria Cierto es que la función histórica del capital es precisamente la de la cons-
(inevitable). En el caso de Hegel esta conexión estable de tipo causa- trucción de la fuerza de trabajo; pero a ojos de la economía política clási-
efecto se designa como “necesidad externa”, y excluye la categoría de ca y del marxismo ortodoxo esta función se abordó y se continúa abordan-
“posibilidad”, es decir, la perspectiva de transformación del mundo ex- do de manera estática: si la clase obrera es la proyección mecánica de la
plicado.31 La dialéctica introduce una perspectiva de evolución, aunque fuerza de trabajo, luego será analizada como una figura interna del capi-
derivada de una necesidad interna, y en ese momento considera el mun- tal. Bajo estos presupuestos resultaba imposible abordar a la clase obre-
do social explicado como histórico y por tanto transformable. Ésta es la ra como variable independiente del capital, de la relación capitalista. Se-
perspectiva que Marx asume en la Crítica de la economía política cuan- rá, en ese aspecto, el autonomismo (obrerismo) el que provocará el gran
do realiza su crítica a las concepciones aceptadas por Adam Smith y Da- giro, la llamada inversión del punto de vista de clase, al considerar a la
vid Ricardo, al concebir al capitalismo como fase histórica susceptible de clase obrera como el motor fundamental del desarrollo capitalista, y abor-
ser trascendida. dar este último como la respuesta que el capital construye para hacer
frente a la resistencia y lucha de los obreros. La clase obrera es definida
en este marco por su modo subjetivo, por su capacidad de expresión, por
31. La posibilidad lógica es la ausencia de toda contradicción: todo lo que puede ser pensa- su potencia constituyente. Simultáneamente, el autonomismo se mostra-
do es posible, aunque no se cumple la inversa. ba como una alternativa ante cualquier determinismo economicista, cau-
324 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 325

sal, clásico, del viejo dogma marxista. En esta perspectiva la revolución bajo, que sigue siendo el centro del proceso productivo y de lucha. En la
dejaba de ser vista con ojos objetivistas teleológicos, como un objetivo a perspectiva de Negri este razonamiento último supondrá la crisis de la ley
cumplimentar, según un trazo dado, como el punto de quiebre ante el que del valor, entendida como el cuestionamiento al funcionamiento de la me-
se desmorona la tasa de ganancia y su inevitable tendencia decreciente, dida del valor y del equilibrio en el desarrollo de la relación mencionada
para resolverse en la acumulación de un conjunto de procesos subjetivos tal como había sido pensada hasta ese momento.
de masas. Toda política efectivamente anticapitalista debe, de alguna ma- Existe una segunda consideración a tener en cuenta para la superación
nera, forzar al capitalismo a superar determinados límites, que represen- de la dialéctica y está referida a la relación naturaleza-libertad. Veamos.
tan el punto de su destrucción. Sin embargo, no existe ninguna automati- La dialéctica hegeliana buscó resolver el conflicto que arrastraban las
cidad en esta superación, ni “leyes históricas” capaces de generar tales po- ciencias positivistas que proyectaban una lectura donde el objeto explica-
líticas, ni “clases elegidas” portadoras de tales objetivos. Las sociedades do se asumía como objeto natural y el sujeto como observador externo. En
cambian solamente a partir del accionar social de aquellas subjetividades este contexto positivista la separación entre el sujeto y el objeto resulta-
capaces de provocar y forzar el cambio social; mientras que la política ca- ba inevitable y conducía a un determinismo incontestable. La dialéctica
paz de provocar el reemplazo y la superación del capitalismo es una polí- hegeliana, decíamos, buscó superar este conflicto transformando la noción
tica por venir, por arribar, no en un sentido peyorativo, utópico, sino en un de libertad en ley esencial del proceso histórico. Significaba pensar la his-
sentido de cambiantes contornos de un proyecto pensable, como opuesto a toria humana como un proceso libre y racional ligado a la dialéctica alie-
uno realmente existente, actualmente existente. En ese sentido, Negri nación-reapropiación. En este sentido el carácter inseparable de la acción
planteará la necesidad de repensar el concepto de materialismo histórico libre y de la acción racional constituye otro de los nudos racionales de la
dejando de lado aquella doctrina que ve en la materialidad de las fuerzas dialéctica, del que también hay que dar cuenta, si de superación de la dia-
productivas el determinante de la conciencia, para poner en su lugar una léctica se trata. Las sociedades modernas controladas por la tecnociencia
noción, acorde a un materialismo histórico menos doctrinario, donde es la se habrían de encargar de disipar los sueños de equivalencia entre racio-
conciencia colectiva, a través de su consolidación, la que organiza la di- nalización social y emancipación, como lo anticiparon en su momento
mensión material del desarrollo del sujeto productivo,32 distinción saluda- Adorno y Horkheimer (1987).
ble entre lo pensado y lo actualmente existente que realizará también Dos consideraciones pueden mencionarse como supuestos cuestiona-
Foucault en su abordaje sobre los distintos regímenes de prácticas. mientos al abandono de la dialéctica considerada como teoría de la razón
Pero llegados a este punto estamos impelidos a un abordaje de las sub- fundada en la posibilidad de la transformación. La primera se refiere a
jetividades que dinamizan el proceso, que motorizan y corporizan las lu- la sustitución de la poiesis (creación) de la razón práctica como noción
chas. Y en ese momento el análisis de Negri ya no será negativo sino afir- del proceso histórico. Más allá de que Negri reafirma como noción cen-
mativo (profundamente spinociano). Éste supone reconocer una lectura tral del proceso histórico al potencial (poder) constituyente,33 acordando
en términos de discontinuidades, contra todo determinismo y toda prefor- en ese mismo momento un gran valor a la praxis como acción transfor-
mación o imaginación del devenir sociohistórico, sujeto sólo a la acción de madora, la categoría central de posibilidad (creación) no puede por ella
los sujetos en el mismo proceso. Pero esta sujeción incorporará también la misma, según la óptica marxista-hegeliana, dar cuenta en términos ra-
posibilidad del desarrollo de acciones fuera de toda previsibilidad o medi- cionales de un proceso de transformación liberador. ¿Cuál es el razona-
da, y también por fuera de toda medida previa. Este análisis supone, así, miento de los marxistas hegelianos?: si imaginamos que la acción trans-
pasar de una concepción cerrada de la relación capitalista a una concep- formadora es el único punto de apoyo (desprovisto de una lógica racio-
ción abierta, antagónicamente abierta, aunque sin la eliminación del tra- nal), la concepción de la revolución se vuelve ahistórica y al mismo tiem-
po la dirección de la transformación, imprevisible. Sin una lógica de
emancipación es probable que las revoluciones instalen lógicas no desea-

32. “No es la materialidad de los movimientos la que genera la conciencia, sino que es la con-
ciencia colectiva la que, desenvolviéndose, forma los movimientos mismos de la figura pro-
ductiva en su materialidad. Este paso rompe la tradición, pero innova el materialismo. La 33. Ya veremos cómo Negri, en su compromiso ontológico spinociano, sitúa la noción del po-
autovaloración viene después de la autoorganización y no antes [...] la organización es el ele- der constituyente en una posición creacionista a semejanza de una auténtica natura natu-
mento material central fundamental de la constitución del sujeto” (Negri, 1992a: 149). rans.
326 César Altamira Open marxism versus autonomismo obrero 327

das. La segunda consideración en cierta forma complementa la primera. creación de las relaciones sociales más allá de la portada lógica de la
La introducción marxista de la noción de práctica crítica modifica la con- categoría posibilidad. Por ello es que la búsqueda de la contradicción
cepción dialéctica de la actividad al tiempo que la absorbe. En efecto, el (antagonismo) en el interior del sistema por oposición a la interpreta-
quiebre marxista-hegeliano se produce al insistir en el carácter objetivo ción homeostática de su funcionamiento es la condición de posibilidad
natural y terrestre del sujeto que produce, así como en el del objeto que de una teoría de la transformación.
no puede ser considerado como un dato sino como una objetivación. 3) Como el concepto de superación dialéctica necesita en cada caso de una
Marx, según esta lectura, mantiene la comprensión dialéctica de la rela- determinación lógica y una concreción empírica, no se encierra de nin-
ción entre el sujeto que produce, la alienación, y la necesidad de reapro- guna manera en un universo teleológico finito como se produce con el
piarse de la cosa alienada como acto de producción del hombre por sí idealismo. Liberado de este cuadro de referencia, deberá funcionar co-
mismo, de la misma forma que cuando lo producido es el propio sistema mo un dispositivo inherente a la noción de una práctica crítica y eman-
de relaciones sociales. El acto de la reapropiación incluye, incorpora, la cipatoria, pues de otra forma permanecería diluido en el magma de las
lógica del sistema y para que ello sea posible debe encontrar esa posibi- transformaciones que igualmente podrían provocar objetivos contra-
lidad en el cuadro de esa misma lógica, proceso que nos lleva a las pro- rios. Una teoría que transforma la acción social en creación reduce su
blemáticas nociones de las contradicciones y superaciones dialécticas. valor explicativo en la exacta medida en que aumenta su ambigüedad
Desde el punto de vista estrictamente dialéctico, con ojos marxistas he- política (determinismo de la razón).
gelianos, para la teoría crítica resulta casi imposible dejarlas de lado, en
la medida en que indican situaciones problemáticas reales y estrategias
de salida. Por lo que la renuncia a toda contradicción sistémica ubicaría
a la teoría crítica en una situación comprometida para dar cuenta de su
propio estatuto teórico. Renunciar a pensar la transformación del siste-
ma como efecto basado en la contradicción interna se alcanzaría, para la
teoría crítica, al precio de una reducción significativa del giro práctico-
crítico en el doble sentido en que, según el marxismo hegeliano, Marx lo
concibiera: por un lado, la acción transformadora tendría su esfera de
validez por fuera de la lógica del sistema sin afectarlo; por otro, la críti-
ca se volvería ahora hacia su posición metateórica, para preservar el lí-
mite entre “sistema “ y “mundo vivido”, indicando así la esfera de vali-
dez de las dos tradiciones sociológicas combinadas.
Desde una perspectiva hegeliano-marxista el lugar de la dialéctica po-
dría revalorizarse y adquirir relevancia a condición de profundizar ciertas
posiciones de Marx que juzgan necesario mantener:

1) Cualquier giro práctico (en la concepción práctico-crítica) que intente


dejar de lado la dialéctica debe ser capaz de formular una nueva teoría
de la verdad y una reformulación de la racionalidad teórica y práctica.
La premisa primaria capaz de sustentar el desarrollo de estas dos teo-
rías tendría que poder proveer una nueva formulación de la objetivi-
dad como objetivación, como forma de salvar la relación de producción
del objeto por el sujeto y de éste por la apropiación de su propia pro-
ducción.
2) Una teoría práctico-crítica no puede anular la perspectiva de una
transformación sistémica ni extender la noción de transformación o
Capítulo 5
Hacia una teoría del conocimiento materialista

Sobre las diferencias y coincidencias entre


Louis Althusser y Gilles Deleuze

La alternativa epistemológica que Negri propone consiste básicamente en


la superación de la concepción dialéctica hegeliana y en la apertura hacia
un materialismo no dialéctico que permita dar cuenta de una teoría del co-
nocimiento y por tanto de la relación de la teoría con la práctica. En este de-
safío el italiano seguirá las concepciones de Baruch Spinoza y los estudios
que sobre éste desarrollara el posestructuralismo francés, en especial los
ofrecidos por Gilles Deleuze, y que le permitieron a este último el desarro-
llo de la negación no dialéctica y el de una teoría constitutiva de la práctica.
En esta perspectiva Negri rescatará como elemento articulador de su
concepción el eje teórico conformado por Maquiavelo-Spinoza-Marx en con-
traposición al ya clásico y difundido en la concepción marxista tradicional:
Hobbes-Rousseau-Hegel-Marx. Propone una epistemología materialista
asentada en la concepción de negación absoluta no dialéctica que da cuen-
ta de una concepción teórico-práctica acorde a los postulados de Marx.
No debe asimilarse el materialismo con aquella escuela filosófica edi-
ficada sobre la simple prioridad del cuerpo sobre el espíritu o de lo físico
sobre el pensamiento. En realidad el materialismo aparece en la historia
como una corrección o negación de la prioridad de la mente sobre el cuer-
po. En ese sentido se puede sostener que así como Spinoza corrigió a Des-
cartes, Marx hizo lo propio con Hegel, aunque esta corrección no implica-
ra invertir la prioridad primaria sino, en todo caso, proponer una igual-
dad entre lo corporal y lo intelectual. En el caso de Spinoza, rechazar la
prioridad del intelecto significará reforzar al ser sobre los atributos, de los
que Spinoza solamente reconoce el pensamiento y la extensión. En esa
perspectiva, la ontología que considera es materialista; por lo que priori-
zar el materialismo significará igualmente la necesidad de priorizar el ser
y al hacerlo se terminará resguardando una perspectiva ontológica. Lo
corporal y lo intelectual son expresiones iguales del ser. En este aspecto
radica el principio de la ontología materialista.
[ 329 ]
330 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 331

Deleuze y Negri tendrán particular cuidado en deslindar posiciones nocimiento por cuanto la especulación (teoría) en él se refiere sólo a las
respecto de aquel pensamiento francés que rescataba hacia mediados de cuestiones ontológicas. La sociedad, el capital, la economía y el Estado
los 60 una línea de trabajo asentada en la trayectoria Marx-Nietzsche- caen fuera de la órbita de la teoría.
Freud que, si bien se mostraba antihegeliana, adhería a una concepción Es posible preguntarse, entonces, qué tipo de concepción materialista
subjetivista de los atributos spinocianos. Cuando Althusser convoca en subyace en la teoría althusseriana cuando se lleva la producción cogniti-
Para leer El Capital a ver en Marx al artífice de una verdadera revolución va al centro de la filosofía, ocultando, en ese mismo desplazamiento, la di-
en la teoría del conocimiento, se convierte en el mejor representante de los námica productiva del ser, que es por lo demás anterior al pensamiento,
partidarios que priorizaban la ratio cognoscendi con relación a la ratio es- sea que lo analicemos en términos lógicos o en términos ontológicos.
sendi. En este sentido Althusser estaba mucho más cerca de una especu- Según la concepción althusseriana materialista, el conocimiento y su
lación fenomenológica1 que de una teoría del conocimiento marxista, al in- distinción de la realidad exigen una producción. Si no fuera así, caeríamos
sistir en la centralidad de una ratio cognoscendi. Eran momentos cuando bien en el idealismo especulativo, bien en el idealismo empirista. Como la
toda la academia francesa se mostraba partidaria de la naturaleza pro- interpretación objetivista de los atributos de Deleuze excluye la práctica
ductiva del conocimiento. La lectura althusseriana se manifestaba opues- del campo especulativo, estaría expuesta, siguiendo a Althusser, a cual-
ta a la teoría deleuziana en la medida en que Deleuze relegaba la apre- quiera de estos dos idealismos. Tratándose de una especulación indepen-
hensión del intelecto a un rol reproductivo y se manifestaba en principio diente de la práctica, Deleuze, desde la óptica de Althusser, sólo buscará
partidario de una concepción “especular”.2 interpretar al mundo sin modificarlo.
A partir de una particular interpretación de los atributos de Spinoza, Siguiendo los lineamientos de la teoría spinocista, el punto esencial de
Deleuze construirá una ontología materialista. En efecto, para él la rela- la cuestión está centrado en el desarrollo de una concepción esencialmen-
ción de los atributos con la sustancia es un a priori de la aprehensión que te materialista en lo referido a la relación entre la especulación o teoría y
pudiera hacer el intelecto de tal relación. La deleuzeana lectura objetivis- la práctica. Deleuze interpreta que Spinoza, en la primera parte de la Éti-
ta de los atributos de Spinoza sostiene que hay ciertos principios del ser ca, investiga al ser desde una perspectiva especulativa descubriendo prin-
anteriores al poder productivo del pensamiento e independientes de él y cipios ontológicos fundamentales; y que luego, en una segunda parte de la
que son estos principios los que corresponden al campo de la especulación Ética, tras una perspectiva práctica, nos conducirá a la constitución real
(teoría). Deleuze mantiene la ontología, en ese aspecto, en su esfera espe- del ser en términos corporales y epistemológicos.
cífica y tratará todo lo que queda fuera de ella en términos prácticos. Es Comparemos las ideas base de Spinoza con las formuladas por Althus-
ésta la base de la concepción deleuzeana de la práctica. El intelecto sólo ser.
puede reproducir en términos cognitivos la relación ontológica primaria,
esto es, la relación entre la sustancia y los modos. En este marco teórico 1. En ambos autores la teoría se sustenta en la práctica; en ambos ésta
la ratio essendi es anterior a la ratio cognoscendi, interpretación objetivis- funciona como inspiradora de la teoría. Referido a Althusser, basta recor-
ta que preserva la entidad ontológica del sistema.3 Por lo demás, no cabe dar que aquella famosa frase de Lenin “sin teoría revolucionaria no hay
achacarle a Deleuze una concepción de tipo especular en su teoría del co- acción revolucionaria” constituyó su cita preferida. Para Spinoza, una vez
que la Forschung (especulación ontológica) haya puesto de manifiesto to-
das las distinciones del terreno, recién entonces será posible atravesar
1. De acuerdo con la fenomenología, antes de poder considerar las cosas reales es necesario nuevamente ese terreno, pero ahora con una disposición diferente. En es-
considerar cómo se presentan a nuestra conciencia, a nuestro intelecto. Tanto la lectura de te punto es posible trazar un paralelismo entre los dos momentos históri-
Althusser como la especulación fenomenológica coinciden en otorgarle al atributo spinocia-
no una lectura subjetiva, invalidando en ese momento toda lectura especular en la medida
cos de Spinoza –uno, referenciado en la escritura de las partes I y II de la
en que “no hay lectura inocente del mundo, ni tampoco objetiva”. Ética y el otro, referido al momento de los desarrollos de las partes V y VI–
2. “El intelecto sólo reproduce objetivamente la naturaleza de las formas que aprehende”, di-
y los dos momentos que Marx plantea con relación al método de investi-
ce Deleuze. gación (Forschung) y al método de exposición (Darstellung). Así, el Fors-
3. De cualquier manera esta concepción no deja de resultar en alguna medida cuestionable
chung de Marx puede ser comparable a la primera etapa de la Ética que,
si nos atenemos a la propia definición del atributo spinociano: “Lo que el intelecto percibe de basada en la teoría de los atributos, otorga prioridad al pensamiento pa-
una sustancia”. En este aspecto no deja de atribuírsele al intelecto un papel fundamental. ra determinar las conexiones interiores del ser. El momento de la consti-
332 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 333

tución del ser, perteneciente a la segunda parte de la Ética, que deja atrás ne, por su parte, avanzar en el estudio de los principios del ser referen-
los atributos, se corresponde con la Darstellung marxiana, donde una vez ciado en los atributos reconocidos: en el terreno del pensamiento y en el
puestas de manifiesto las distinciones en el terreno, será posible volver a de la extensión. De la misma forma, la constitución práctica del ser in-
atravesarlo, aunque ahora con una “disposición práctica” presentando corporará en su desarrollo tanto la mente como el cuerpo. La relación co-
adecuadamente las conexiones internas y el movimiento real del ser en el mún posible a establecer entre los pares se manifiesta en la autonomía y
proceso de su propia constitución. En este aspecto, a medida que nos des- la igualdad. La concepción de autonomía que introduce Deleuze expresa
lizamos de la Forschung a la Darstellung desaparece toda prioridad del el rechazo a toda subordinación de uno de los espacios con respecto al
pensamiento. En Spinoza, el paso de la especulación a la práctica se rea- otro. El fundamento o la causa de algún hecho práctico debemos buscar-
liza articulado por la temática del poder. En el lenguaje del holandés, he- lo, dice Deleuze, en la acumulación de deseos, imaginarios y poderes que
mos pasado del plano ontológico al plano epistemológico. Hasta ese mo- se hubieran vuelto coincidentes y necesarios en algún momento (como
mento histórico la tradicional teoría de la correspondencia de la verdad se fue el proceso desatado en 1917); dicho de otra manera se trata de inda-
asentaba en el pluralismo epistemológico: esto es, que la idea verdadera gar sobre aquellas nociones comunes que transforman las pasiones ale-
era aquella que coincidía o se correspondía con su objeto (res ideata). Pa- gres del encuentro revolucionario en acciones. Para Deleuze la práctica
ra Spinoza, una definición de la verdad debía comprender la expresión de adquiere una total autonomía. ¿Qué otra conclusión puede extraerse de
causalidad, de producción y de poder. Para él la concepción de verdad de su afirmación sobre el hecho de que “nadie ha delimitado o determinado
una idea descansa esencialmente en la relación interna de una idea con aún lo que la práctica puede hacer”? En Spinoza la “noción común” adop-
su causa. Ésta es la idea adecuada (idea que expresa su causa: principio ta una función práctica particular: constituirse en el canal apropiado pa-
de adecuación). Por ello se dice que Spinoza termina aplicando a la epis- ra descubrir el poder de la práctica social.
temología sus principios ontológicos. Se trata, en ese caso, de una ontolo-
gización de la epistemología o de una verdad ontológica. 4. Althusser, al subsumir la práctica en la teoría y otorgar permanente-
mente prioridad a la teoría, adopta en este aspecto concepciones próximas
2. Sin embargo, cuando profundizamos en la concepción althusseriana es al hegelianismo. El proyecto central de la filosofía materialista, por el con-
posible observar cómo Althusser termina concediendo, en la instancia final, trario, es combatir esta prioridad y oponerse a toda interrelación como
prioridad a la teoría al postularla como la esencia de la práctica. Althusser subsunción. Se trata, en todo caso, de apartar la práctica de la sombra de
considera la “práctica teórica” como la forma política central, arquetipo de la teoría y otorgarle toda su autonomía y dignidad.
la práctica; síntesis de teoría y práctica donde la prioridad está puesta en Por su lado Deleuze, con su práctica de “nociones comunes”, se aparta
la teoría. Cuando tiempo después buscó responder a las críticas que le ha- definitivamente del terreno hegeliano oponiéndose a toda absorción, por
bían hecho sobre su concepción de la “práctica teórica” por no haber dado la teoría, de la práctica materialista de la constitución. La lógica de la
suficiente entidad a la lucha de clases al no incluirla en esa “práctica teó- constitución es reveladora de una progresión que crece desde abajo hacia
rica”, lo hizo extendiendo la filosofía al campo de la política y postulando, arriba, con una lógica abierta de organización. Se trata de una constitu-
en ese momento, que la filosofía es la propia lucha de clases en la teoría. ción no teleológica, imprevisible, creativa. Por el contrario, el movimiento
de toda práctica hegeliana siempre termina absorbido por la lógica del or-
3. Deleuze por su lado pondrá énfasis en que las dos actividades son au- den detectado desde arriba.
tónomas e iguales. No existe síntesis de la teoría y la práctica, ni priori- Pero adherir a una filosofía de contenido materialista no significa so-
dad de una sobre la otra. Para él toda filosofía materialista exige dejar lamente rechazar toda subordinación del cuerpo a la mente, de la exten-
de lado toda desviación teoricista. La relación de la teoría con la prácti- sión al pensamiento –en términos spinocistas–, sino también una exalta-
ca no plantea una relación causal directa y ninguno de los ámbitos tiene ción del ser con respecto a estas dos esferas. El ser no sólo debe anteceder
prioridad sobre el otro (de igual forma como se relaciona la actividad del y contener al pensamiento sino que debe ser igualmente anterior a la ex-
espíritu con la actividad del cuerpo; nuevamente ontologización de la tensión. Se trata en ese sentido de una prioridad lógica. En ese aspecto la
epistemología). Aunque es cierto que no se puede considerar una relación dignidad del ser es precisamente su poder, su capacidad de producción in-
de identidad en los dos pares que conforman el espíritu/cuerpo por un la- terna. En términos hegeliano-dialécticos, si el ser está determinado por la
do y el de la teoría/práctica por el otro. La investigación teórica se propo- negación, sólo será posible definirlo a partir de su negación activa de la
334 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 335

nada para marcar su diferencia con ella.4 Pero así definido el ser hegelia- dentro de las proposiciones metodológicas de ciertos autores escolásticos
no se convierte en un ser abstracto, ya que se muestra incapaz de com- como Roger Bacon. Nos encontramos frente a la afirmación del ser. Pe-
prender su poder de producir y su poder de ser producido o de ser afecta- ro en nuestro caso no se tratará de una afirmación pasiva al estilo de la
do (la producibilidad deleuzeana). Sólo el materialismo será capaz de cap- considerada por la escuela de Frankfurt sino de una vinculada firme-
tar esta particular lectura ontológica: la realidad de un ser que se define mente al antagonismo. Una afirmación que incorpora una crítica devas-
a partir de ser diferente en sí mismo, sin ninguna referencia externa. En tadora y una negación absoluta no dialéctica. Una crítica que implica el
este aspecto decimos que el ser spinocista es un ser singular. El ser no só- ataque irrestricto a todos los valores establecidos y poderes dominantes
lo es causa de sí mismo sino también diferente en sí mismo; lo que equi- que sostienen esos valores. Se trata de una “destrucción sin reservas y
vale a decir que se sostiene sobre la base de una diferencia interna o una que crea el campo para el surgimiento de fuerzas creativas, libres y ori-
diferencia eficiente. Diferencia interna que no es otra cosa que el movi- ginales” (ídem: 219). Lo fundamental es la pureza y la autonomía de los
miento del ser. Tal es el concepto de la ontología spinocista, sustancial- dos momentos críticos. La negación absoluta, en estos términos, allana
mente diferente de la ontología hegeliana. el terreno para la creación. Es un encadenamiento bifronte que excluye
De esta manera en el desarrollo de una ontología materialista nos he- toda tercera instancia. La pars construens construye un nuevo horizon-
mos desplazado de la negación a la diferencia. Y desde esta diferencia te sin ninguna referencia a un punto de apoyo metafísico externo; está
eficiente, que reside en el corazón mismo del ser, surgirá la multiplici- basada estrictamente en el carácter constructivo de las fuerzas subjeti-
dad real del mundo; multiplicidad por lo demás impensable de producir vas inmanentes. La negación radical de la pars construens no dialéctica
en el ser hegeliano. Para la filosofía materialista no tiene sentido consi- enfatiza que ningún orden preconstituido es capaz de definir la organi-
derar el ser en la naturaleza en la medida en que no existe separación zación de la sociedad ni del mismo ser. La afirmación se encuentra es-
entre el ser y la naturaleza. El ser siempre está expresado en el cuerpo trechamente ligada al antagonismo mediante la negación absoluta. Pa-
y en el pensamiento. ra Deleuze, si la crítica kantiana preservaba el espacio suprasensible
Pero si esta ontología materialista, que se reconoce en los trabajos de protegiéndolo de las fuerzas destructivas de la crítica, esto es, si la tras-
Lucrecio y Duns Scoto hasta Spinoza y Bergson, en contraposición a aque- cendencia preserva el orden esencial de cualquier destrucción radical,
lla ontología de carácter idealista que transcurre siguiendo la línea de Nietzsche liberará todas las fuerzas críticas de manera que los valores
Platón, Hegel y Heidegger, pone de manifiesto nuestro poder de producir, del orden establecido corran el riesgo de su reprobación.
de actuar, y nuestro poder de ser afectados (producibilidad deleuzeana), Pero la afirmación deleuzeana no implica aceptación de lo que es. Por
entonces será posible concluir que una ontología materialista de este tipo el contrario, se referencia en la creación del ser, producción del ser que,
resulta, ante todo, una ontología del poder. en el caso de Deleuze, se encuentra ligada a la ética del ser, y por tanto
¿Cuál es la base sobre la que Deleuze construye su concepción de al campo de la práctica. A partir de los encuentros casuales de cuerpos
práctica constitutiva en tanto fundamento de ontología? La negación no que concuerdan en su naturaleza, el poder de éstos se ve aumentado, pro-
dialéctica de Deleuze es absoluta5 “porque todo lo negado es objeto de un ceso que en términos spinocistas equivale a plantear que los encuentros
ataque total y desenfrenado” (Hardt, 2004: 20). “La negación pura es el han provocado un aumento de las pasiones alegres. En tanto pasión, y
primer momento de una concepción precrítica pars destruens, par cons- proveniente de una causa externa, no resultará posible, para Spinoza, al-
truens (momento destructivo, momento constructivo), si la situamos canzar la idea adecuada a partir de ella; pero en la medida en que la pa-
sión es alegre, entonces abrirá el camino hacia la adecuación. Por ello po-
demos afirmar que la pasión alegre conforma la materia prima de la
4. “Omnis determinatio est negatio” (“toda determinación es negación”). De acuerdo con la construcción de la idea común. Y es la alegría del encuentro la que pro-
Ciencia de la lógica de Hegel una cosa debe ser en sí misma la negación de alguna otra co- voca la composición de otro cuerpo nuevo más potente. En ese momento
sa para poder tener, al menos, alguna característica determinada. Para la filosofía dialécti-
ca, resulta absolutamente imposible que toda cosa no se encuentre determinada negativa-
la afección alegre deja de ser pasiva para convertirse en activa. De esta
mente o mediada por la negación. manera es posible afirmar que construir la noción común significa com-
5. “No contiene ninguno de los efectos mágicos de la dialéctica” (Hardt, 2004: 20). Recorde-
prender las causas de la afección, la que, al expresar su causa, deja de ser
mos que para Hegel la negación dialéctica es aquella que contiene, preserva y mantiene lo pasiva y se convierte en activa. La noción común es el mecanismo me-
que ha sido suplantado. diante el cual el espíritu pasa de una pasión a la acción, de una idea ina-
336 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 337

decuada a una idea adecuada, de la imaginación a la razón.6 Por ello po- ¿Qué puede proporcionarnos el pensamiento de Deleuze, se interroga
demos concluir diciendo que la formación de la noción común es la cons- Hardt? ¿Cuáles son aquellos instrumentos útiles que nos permiten encau-
titución práctica de la razón. zar y desarrollar nuestras propuestas políticas? En este caso Hardt resca-
Pero en ese momento la alegría, basada ahora en la noción común, se- tará de Deleuze la importancia de la construcción de una democracia ra-
rá una alegría que retorna. Y cuando la noción común incluye la causa dical.
de un encuentro alegre volviéndolo adecuado está practicando una nue-
va incisión en el ser, construyendo una nueva combinación en su estruc-
tura. Comprender la causa permite elevarnos al nivel del ser: ya que la Teoría y práctica en Toni Negri
sustancia es aquello que es causa de sí misma. La causa sui (causa de sí
misma) ha adquirido una connotación práctica. De esta manera podemos En el pensamiento de Negri el antagonismo juega un rol particular:
concluir en que la práctica de la alegría resulta en la constitución activa significa desestabilizar y cuestionar tanto los presupuestos y concepcio-
del ser. nes estándares del pensamiento como las clásicas proposiciones que sos-
Sin embargo, debemos aclarar que la noción común nunca puede co- tienen la relación del pensamiento con la política, es decir, de la teoría con
nectarse a milagro alguno. En primer lugar, se refiere a una física de los la práctica. En Negri el antagonismo no adquiere el estatuto de un con-
cuerpos y no a una lógica del pensamiento. En segundo lugar, no puede cepto clásico, en el sentido tradicional del término, capaz de proporcionar
pasarse por alto su función práctica y otorgarle importancia a su conteni- apoyo a sus análisis políticos o históricos y escritos filosóficos, es decir,
do especulativo. La noción común es un instrumento práctico de constitu- proveer sustento y fundamento para una investigación de los comporta-
ción. En el pensamiento spinociano las nociones comunes marcan una mientos sociales y políticos en el contexto de la formulación de una onto-
ruptura ontológica, la transformación de la especulación a la práctica. Es- logía del poder. Suponer que el antagonismo juega en la teoría de Negri
to significará que en el desarrollo de Spinoza el ser ya no será más un or- un rol de estas características implicaría aceptar por dados determinados
den dado, sino que será la combinación de relaciones componibles. protocolos sobre los conceptos de producción, sobre las posibilidades del
Aquella concepción que sustenta la idea de una epistemología cons- pensar y de los compromisos políticos; en fin, sobre una determinada re-
truida en la práctica se asienta en una materialidad del intelecto que con- lación entre pensamiento y praxis.
sidera al pensamiento spinociano dentro de la tradición filosófica materia- Por el contrario, en Negri el antagonismo está significando un despla-
lista y en la era del nacimiento de la industria moderna. La operación de zamiento, o cuando menos una desestabilización del concepto como tal.
noción común aparta la constitución en el proceso spinociano de toda re- Para él el movimiento de la especulación a la práctica, es decir de la on-
lación con la dialéctica. El movimiento progresivo hacia otro estadio supe- tología a la política, en la medida en que la realidad no es lineal,7 debería
rior no se logra mediante la negación del estado presente sino mediante dar cuenta de este desplazamiento. Es precisamente el antagonismo el
su composición. que propone esta desestabilización necesaria para alcanzar un pensa-
En el plano epistemológico la noción común es el mecanismo por el cual miento de la materialidad como poder de lo social, y un pensamiento co-
la práctica constituye un orden de conocimiento, como paso práctico de la mo relacionalidad y praxis.
afección pasiva a la afección activa; de igual manera el paso de la imagi- Si sentar las bases de una filosofía materialista exige una lucha perti-
nación a la razón se desarrolla a través de la noción común. La teoría del naz contra aquella idea que otorga prioridad al pensamiento, no deja de
paralelismo ontológico nos dice que aquello alcanzado en el plano del pen- volver al propio materialismo, en tanto juego de conceptos, un imposible
samiento es posible extenderlo a la extensión. Debemos poder descubrir o cuando menos una paradoja. Precisamente, cabalgando sobre esta para-
alguna noción común corporal, y ésa será precisamente la multitud.

7. “Por el contrario, la realidad se mueve continuamente e implica en su movimiento el an-


6. La noción común tiene su origen en la imaginación, la que afirma la presencia de un ob- tagonismo de las fuerzas que ejercitan, con el conocimiento, el poder. [...] Los criterios estu-
jeto pero sólo de manera posible. “Las nociones comunes son bloques levantados en el terre- diados hasta el momento deben recomponerse en un ulterior principio que capte las grandes
no de la imaginación para constituir la razón” (Hardt, 2004: 198). Esta última considera las mutaciones [...] y la participación de los sujetos como causas y producto de este desarrollo”
cosas como necesarias. (Negri, 2001a: 71).
338 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 339

doja, se hace posible otra relación entre el pensamiento y la materialidad una verdad universal. Esta irreductibilidad del pensamiento spinociano
de su práctica; de una praxis del pensar diferente a aquella que se cierra con sus condiciones históricas se funda, según Negri, a partir de su rela-
sobre la articulación y el mantenimiento del concepto. Bien podemos afir- ción con lo que Negri identifica como la crisis. En tiempos de Spinoza ésta
mar que el centro de la lectura que realiza Negri sobre Spinoza se refe- se fundaba en la tensión entre el desarrollo emergente de las fuerzas cien-
rencia en aquel espacio que se abre entre la imposibilidad del materialis- tíficas y productivas y la organización emergente del mercado como la fuer-
mo como filosofía (según lo ya planteado) y la posibilidad de otra praxis za organizadora y moderadora de lo social. Crisis que implica más que una
del pensamiento, de otro pensamiento de la praxis. precondición para interpretar el pensamiento spinociano, y esto por dos ra-
Para Negri, todo emprendimiento especulativo no puede quedar redu- zones: 1) se funda en la complejidad de la respuesta de Spinoza a esta cri-
cido al simple desarrollo de un sistema teórico, cuya forma y lugar que- sis; en la manera como el antagonismo histórico entre la productividad y
den fijados e inscriptos de manera definitiva e irremediable en el reperto- el orden se vuelve un problema y una tensión interna en el proyecto de Spi-
rio de la reflexión filosófica. Por el contrario, la tarea teórica deber ser mo- noza, y 2) esta crisis no está limitada a los escritos de Spinoza de la época
vimiento, filosofía en acto, filosofía de la práctica; que es lo mismo que de- sino que es extendida y desplazada en su repetición hacia el presente. La
cir práctica, proceso o historia. Toda empresa teórica no puede ser com- relación o el antagonismo entre la multiplicidad de relaciones inmanentes
prendida sino a partir de su desarrollo inmanente, a partir del propio pro- de constitución y producción y las órdenes mediadoras de leyes, Estado y
yecto que aparece y que le confiere su carácter innovador. Dar cuenta de mercado (lo que Marx llamó las fuerzas de producción y las relaciones de
ese proceso, de un esfuerzo de esas características, literalmente de un co- producción) es la crisis sin estancamiento entre la historia y la historici-
natus que acompañe toda reflexión concreta, exige profundizar en este dad. Esta idea de crisis permea y modela las tensiones y divisiones de los
proyecto, hasta el límite donde este proceso devele lo que constituye su diversos textos spinocianos que Negri aborda.
esencia, superando la sucesión de momentos que conducen hasta ese pun- En la lectura de Negri, Spinoza deja de lado toda referencia a la dia-
to y resaltando la progresión que es también su verdad. léctica, toda sugerencia que pudiera ser inscripta en la jerga hegeliana de
En Negri la relación del pensamiento con la práctica se resuelve me- una filosofía de la mediación, para orientarse hacia una filosofía de la
diante una lectura y rearticulación de la relación entre el momento críti- constitución a todas luces irreductible indudablemente a tal asimilación.
co destructivo, negativo, del pensamiento (pars destruens) y el momento En ese sentido Spinoza debe ser apartado de aquella línea directriz de
crítico afirmativo, creativo de la práctica del pensamiento (pars cons- pensadores de la mediación y de la doctrina de la potestas, esto es: Hob-
truens) en Spinoza. Nos enfrentamos a una paradójica unidad de ambos bes-Rousseau-Hegel, y ubicado genealógicamente en la línea de los pen-
momentos articulada alrededor del inestable mantenimiento del pensa- sadores de la potencia, que comparten una nueva lógica de la constitu-
miento en el límite del concepto y el eje de la invención o de la praxis. En ción: Maquiavelo-Spinoza-Marx.
el pensamiento spinociano la relación entre la pars destruens y la pars Para Negri la filosofía spinociana se debate tanto en su metafísica co-
construens no se ofrece para una lectura casual o para ocupar un lugar pa- mo en su política, entre el neoplatonismo, que la conduce hacia la afirma-
sivo. En el lugar y el manejo que da Negri en la lectura de Spinoza al an- ción de un orden trascendente, en la primera fundación de la Ética, y una
tagonismo le servirá para iluminar la tensión creativa entre los momen- filosofía materialista de constitución como organización, en la segunda
tos negativos y afirmativos del pensamiento –pars destruens, pars cons- fundación.8 El desarrollo de la relación pars destruens-pars construens se
truens–; desarrollo que significa rechazar toda resolución simplista en el presenta en Spinoza como la condición habilitante para el desarrollo de
abordaje de la práctica propia del pensar. esta crisis y, simultáneamente, como la inhabilitación y destrucción de to-
La lectura de Negri sobre Spinoza combina una compleja conjunción de da mediación trascendente de esta crisis. Si la crisis hace posible una lec-
prácticas interpretativas. Negri investiga tanto las condiciones históricas tura de las tensiones y divisiones en el texto de Spinoza, de la misma ma-
del pensamiento de Spinoza como la articulación del pensamiento spino-
ciano con ese contexto, aunque alejado de toda dialéctica convencional en
el análisis del contexto histórico. Para Negri el pensamiento spinociano no
8. Como Hardt (2004: 25) indica, debemos hacer una distinción entre “orden” y “organiza-
puede abordarse como simple reflejo del período histórico en cuestión y de ción”. El orden del ser, de la verdad o de la sociedad es una estructura que está siempre arri-
su articulación; aunque esta irreductibilidad no debe interpretarse como ba, por encima, externa a las relaciones materiales que organiza, mientras la organización es
una cuestión de simple trascendencia del descubrimiento de Spinoza hacia el desarrollo de las relaciones accidentales e inmanentes entre varias fuerzas y relaciones.
340 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 341

nera éste hace igualmente posible una lectura de la crisis. Es decir Spino- cuperable destino inhumano en el marco de un capitalismo, sea que se
za hace posible una investigación y reconsideración de nuevo tipo acerca tratara de su sistema político y civil, sea de su espacio ético. 1968 había
de las dimensiones ontológicas, subjetivas y políticas de la contradicción operado como una toma de conciencia universal (Negri, 2000). En ese con-
entre fuerzas productivas y relaciones de producción (Negri, 1993). texto, la recuperación de Spinoza está íntimamente ligada a la necesidad
Según Negri la Ética de Spinoza está sometida a una paradoja funda- de proponer, a través de la recuperación ontológica, una filosofía del por-
mental en la medida en que contiene la afirmación absoluta de la sustan- venir que, asentada en el ser, fuera capaz de recrear y dar sustento a la
cia como ser infinito y como el poder de la existencia. La paradoja se ma- imaginación del comunismo. Recuperar a Spinoza en ese aspecto es pro-
nifiesta en la tensión a la que se someten dos campos de la ontología: dos vocar un verdadero turn over para la época, al depositar el máximo de la
maneras de concebir la relación entre la unidad y la multiplicidad, o en- confianza en la razón y en la praxis colectiva humana.
tre la sustancia y sus modos.9 Esta paradoja constituye desde un comien- Pocas otras filosofías han generado tan divergentes y opuestas inter-
zo la cuestión central para toda la lectura de Spinoza ya que plantea to- pretaciones y lecturas como las obras de Baruch Spinoza. Quizá la frase
dos los viejos temas desde la relación entre lo infinito y lo finito, la sus- más famosa de Spinoza “Deus sive natura” (“Dios, es decir –o de donde se
tancia y los modos o lo que Negri llama la organización del infinito. Pero sigue– la naturaleza”) en el Prefacio de la Ética fue interpretada por sus
es también, al menos en la lectura de Negri, la relación entre los varia- contemporáneos ya como que Dios no es otra cosa más que naturaleza, ya
dos campos del pensamiento y la práctica. La paradoja es la división en- como que Dios es una cosa. Un siglo más tarde Spinoza fue leído como un
tre orden y organización, entre la emanación que procede de la sustancia hombre intoxicado de Dios y la frase Deus sive natura, como el significado
hacia los modos y la constitución que se dirige desde los modos hacia la de la presencia de Dios en todas las cosas, piedra fundante de una doctri-
sustancia. na mística o panteísta. Pero de lo que no debe quedar duda es sobre la re-
En La anomalía salvaje Negri despliega el itinerario filosófico de Spi- volución generada por el pensamiento spinociano. El mismo Althusser, a
noza desde el Tratado de Dios y el hombre y su felicidad (conocido como pesar de sus escasas referencias a Spinoza en Para leer “El capital”, al bus-
Pequeño tratado) al Tratado teológico-político de una manera tal que las car ejemplificar los “hechos filosóficos” o “acontecimientos filosóficos de en-
etapas sucesivas se ordenan según una trayectoria que, aunque disconti- vergadura histórica” generadores de mutaciones reales en “las relaciones
nua, sobrepasa el propio sistema hasta llevarlo a concluir en una filosofía estructurales filosóficas existentes” se referirá a la filosofía de Spinoza co-
de la práctica, promesa que en realidad estaba ya formulada desde un co- mo “una revolución teórica sin precedentes en la historia de la filosofía y,
sin lugar a dudas, la mayor revolución filosófica de todos los tiempos, has-
mienzo y que, según Negri, constituye su verdad profunda.
ta el grado que podemos considerar a Spinoza, desde el punto de vista filo-
En realidad Negri accede a Spinoza en el curso de la crisis del marxis-
sófico, como el único antepasado directo de Marx”. Para continuar:
mo abierta hacia fines de los 60, con posterioridad a 1968. En efecto, an-
te el desencanto que provocaban los filósofos del devenir; frente al resur-
Sin embargo esta revolución radical fue objeto de un prodigioso
gimiento de los apologistas de la mediación del poder; en fin, frente a los rechazo histórico, y con la filosofía spinocista sucedió más o menos lo
nuevos aires que corrían asentados en los pensadores de la dialéctica, Ne- que aún sucede en ciertos países con la filosofía marxista: sirvió de
gri terminará abrazándose a Spinoza. Eran tiempos coincidentes con mo- injuria importante para el cargo de inculpación de ateísmo. (Althus-
mentos de reflexión crítica con relación al marxismo, a partir del estrepi- ser y Balibar, 1974: 113)
toso fracaso de un marxismo ortodoxo, sea en su versión stalinista, neos-
talinista o trotskista, que se había presentado como verdaderamente he- Históricamente Spinoza es la ontología. Se trata del ser que funda el sa-
gemónico. La crisis del marxismo de la época había crecido de la mano de ber, donde ser y saber son el producto de la ética colectiva, de las fuerzas fí-
una conciencia casi indestructible sobre el fracaso del llamado socialismo sicas y morales que configuran el horizonte humano.10 Desde esta mirada,
real, mientras paralelamente hacía suyo el convencimiento sobre el irre- si toda acción orientada es capaz de producir ser, entonces será posible res-
catar un horizonte de nuevo tipo frente a una modernidad que abreva en la
ausencia de toda referencia al ser, que se despliega hacia la causalidad y el
9. “En Spinoza no encontramos nunca una decisión entre dos puntos de vista: uno dinámico
según el cual la sustancia es una fuerza; otro, estático, según el cual la sustancia es una pu-
ra coordinación lineal” Negri, 1993: 146). 10. “Spinoza propone a los filósofos un nuevo modelo: el cuerpo” (Deleuze, 1984: 27).
342 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 343

acontecimiento, inficionada por el poder y el devenir.11 Ante un marxismo “Contra la familia de los Orange que representa una potestas conforme a la
que se muestra languideciente frente al despliegue de la alienante eficacia Europa monárquica, la Holanda de los hermanos De Witt intenta promo-
de la producción capitalista y el aturdimiento que le genera el posmodernis- ver un mercado con espontaneidad de las fuerzas productivas de un capi-
mo, el rescate de Spinoza abre un nuevo horizonte donde dar un nuevo mar- talismo como forma inmediata de socialización de las fuerzas” (Deleuze,
co a la actividad humana se hace posible mediante el sostén ontológico y la 1993: 58). En esta disputa Spinoza apoyó la causa republicana corporizada
productividad de lo ético. La ontología profundamente materialista de Spi- en el liderazgo de los hermanos De Witt y en múltiples representantes de
noza otorga el sustento para una reivindicación del ser como ser material, la burguesía urbana y marítima que se mostraban partidarios de la tole-
revolucionario; de esta manera la posibilidad y la voluntad revolucionaria rancia intelectual y religiosa así como de la predominancia del Estado so-
pueden sobrevivir a la crisis del marxismo. bre la Iglesia. Pero las masas urbanas le quitaron el apoyo y desplazaron
En la historia de la ontología, es decir del ser, la posición de Spinoza es su horizonte hacia la apoyatura de la alianza entre el príncipe de Orange
única. En él hay continuidad entre física y ética, entre ética y política, co- y la Iglesia calvinista. En 1672 los republicanos fueron derrocados tras una
mo indisoluble continuidad de las manifestaciones del ser. Circularidad de sublevación que restituyó el poder a la Iglesia y a la monarquía.
superficie que diferencia y antepone el pensamiento spinociano a toda otra Esta crisis que precede a Spinoza se resuelve en la negación del ser, en
visión anterior y posterior de la ontología. En Spinoza el fundamento es el la afirmación de una política de dominio que termina sometiendo la liber-
ser; se trata de un fundamento concebido como la superficie. La superficie tad al poder y encuentra en Thomas Hobbes su instrumento teórico más
aparece como el ser determinado prácticamente por el cruce y las disloca- idóneo. Ante ello Spinoza opone una filosofía del porvenir, reafirmación
ciones experimentadas en el terreno físico y en el histórico. Se trata inclu- absoluta del ser, sometiendo el poder a la libertad al identificar potencia
so de una ontología diferente de la moderna filosofía de los países donde la y libertad. En esto reside la verdadera anomalía spinociana: tras un pro-
subversión del ser se despliega subordinada al racionalismo, sometido a yecto metafísico-político se opone a todo aquello que la época y el siglo teo-
una razón instrumental que termina convirtiendo la transformación en rizan y realizan. Por ello “se presenta como una desmesura ante el con-
utopía. Spinoza excluye toda utopía; en el marco spinociano la esperanza creto histórico y como desmesura ante la organización absoluta que la
de transformación revolucionaria se nos presenta como superficie de la vi- conciencia de la crisis impone al proyecto de su superación” (Negri, 1993:
da. Estamos definitivamente frente a una ontología materialista. 212-213). Filosóficamente esta doble anomalía se traducirá en el tránsito
En el caso de Spinoza propiamente dicho, otra gran crisis lo precede. En de lo que Negri llama la primera fundación, caracterizada por un panteís-
efecto, la Holanda de la segunda mitad del siglo XVII es una nación distan- mo y naturalismo de raíces neoplatónicas, así como de idealismo, ambas
ciada del orden político, social y económico imperante en Europa. Se en- representativas de la utopía revolucionaria de la burguesía naciente, a
cuentra, en efecto, sometida a los tensionamientos generados entre los li- una ontología materialista revolucionaria –segunda fundación– donde el
berales del partido republicano de Jan de Witt (quien era ministro de la Re- ser como fundamento es concebido como la superficie (Negri, 2000), lo que
pública para esa época) y que solicitaba la disolución de los grandes mono- significa plantear que la sustancia no es nada sin la totalidad de sus mo-
polios, fomentando una organización provincial y el desarrollo de una eco- dos. Sin ellos no hay sustancia; ésta no es concebible.
nomía liberal, y el calvinismo, comprometido con la guerra y con la forma- A la primera fundación le antecede la “utopía” del círculo spinocista,
ción de un Estado centralizado y cercano a la casa de Orange (verdadera objeto de análisis en el capítulo 2 de La anomalía salvaje, donde son abor-
anomalía histórica). El asesinato de los hermanos De Witt y la crisis econó- dados un conjunto de textos escritos entre 1660 y 1663 que conforman el
mica y política que lleva a la restauración de los Orange precederán al ten- Tratado sobre la reforma del entendimiento (o Tratado corto). Spinoza re-
dencial acercamiento de la Holanda del siglo XVII a la situación europea. cogerá en estos escritos elementos propios de una formación surgida del
cruzamiento de las diversas tradiciones judías con el humanismo reinan-
te, la escolástica y el cartesianismo. Estos elementos se van a fusionar en
una ontología sustancialista de carácter panteísta, posible de ubicar en la
11. Referenciado en Heráclito, el ser no es más que devenir: tras la estable apariencia de las línea del neoplatonismo. Aunque en realidad esta fusión de elementos dis-
cosas, hay una realidad oculta que no es sino un cambio continuo, devenir universal propi-
ciado por una lucha de contrarios que somete las cosas a un flujo circular del morir y del re-
pares será provisoria: lejos de generar una unidad indisociable, estos ele-
nacer. El resultado final no deja de ser una armonía ya que el devenir está gobernado por el mentos crearán las condiciones para el surgimiento y desarrollo de una
logos, la ley, la medida, la racionalidad. tensión interna, coexistencia de misticismo y racionalismo que provocará,
344 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 345

como veremos más adelante, la crisis del círculo spinocista. Negri lee en ¿Qué es lo que caracteriza a las dos primeras partes de la Ética y les
el Tratado corto una orientación panteísta, casi mística, aunque no exclu- asigna la función de un momento singular en el proceso del pensamiento
siva de Spinoza, sino compartida por los amigos de su círculo spinocista. spinociano? Es el hecho de que ambas están marcadas por una problemá-
“Principios de la filosofía cartesiana” y “Pensamientos metafísicos” (in- tica de la mediación que recién desaparecerá en la ruptura o cesura teó-
cluidos en el Tratado corto) son analizados por Negri como una significa- rica encarada por el Tratado teológico-político.
tiva etapa de separación del primitivo planteamiento neoplatonizante, Negri plantea que entre la sustancia que expresa la causalidad abso-
preparando el pasaje del pre Spinoza al primer Spinoza; esos textos insis- luta del ser y el modo, expresión de su realidad efectiva, es decir el resul-
ten en las potencialidades materialistas de la ontología y, mediante una tado de esta productividad, se presenta el atributo. En este razonamien-
crítica radical de los universales, permiten alejar toda trascendencia con to es el atributo el que es requerido. Pero pasar de una ontología intensi-
relación al conocimiento. va de la natura naturans a una ontología extensiva de la natura natura-
El Tratado sobre la reforma del entendimiento constituye la primera ta14 exige la intersección entre la sustancia y el modo (Macherey, 1992).
tentativa para superar el horizonte panteísta originario. La ontología Para que esto se produzca se requiere de una mediación, de un principio
panteísta porta en sí la promesa de una teoría del ser como potencia, y por de articulación y de organización que permita diferenciar el infinito sin al-
tanto de una “estrategia de la constitución” (Negri, 2000: 76) pero al mis- terar su univocidad.15 Sin embargo esta tentativa de mediación no llega a
mo tiempo impide que esta promesa sea cumplida; ella hace fracasar es- buen puerto, ya que en sí misma, como mediación, ella contradice la pro-
ta estrategia. Esta impasse tiene la significación de un síntoma.12 Es, se- pia productividad del ser al cual pretende darle los medios para realizar-
gún Negri, “la exposición más acabada de la utopía del círculo spinocista se, sometiéndolo a un orden abstracto que sólo tiene sentido desde el pun-
bajo la forma de la paradoja ontológica” (ídem: 91). Ha llegado el momen- to de vista del entendimiento. Bajo estas condiciones la especulación on-
to para que la doctrina revierta sobre sí misma, tras un esfuerzo de refun- tológica es remitida a las condiciones lógicas poseídas en y por la concien-
dación, dando lugar a lo que Negri denomina la primera fundación expre- cia. Recordemos que en Spinoza no hay comienzo. La espontaneidad del
sada en las partes I y II de la Ética. ser es un a priori; es su apología. En ese contexto suponer un comienzo
En el capítulo 3 de Spinoza subversivo Negri describe la primera fun- implica generar una aporía de la mediación. Esta argumentación y la con-
dación del sistema spinocista como aquella efectuada por Spinoza en las dición de atributo que la sostiene deben desaparecer para que Spinoza
dos primeras partes de la Ética. Se corresponde con el trabajo de construc- pueda, al cabo de una segunda fundación, liberar el ser de una restricción
ción de una primera filosofía, remodelada y reeditada entre 1661 y 1665, teórica de ese tipo para darle una realización ética en el horizonte de la
donde se esfuerza por sintetizar el panteísmo del círculo spinocista desa- problemática de la constitución.16 Pero hablar de una extinción de ese ti-
rrollando hasta su extremo límite una ontología de la productividad. po exige interpretar las sucesivas partes de la Ética en la perspectiva de
La primera fundación de la Ética que Negri localiza en las partes I y II
no es solamente la exposición de la paradoja mencionada, sino también su
parcial e incompleta resolución a través del orden mediado de los atribu-
tos; “los atributos (pensamiento y extensión) es lo que el intelecto percibe 14. La natura naturans se identifica con el Dios creador, con la fuerza creadora. La natura
naturata, con el ser creado. Para Spinoza la natura naturans es la sustancia infinita; la na-
como esencia de la sustancia”, dice Spinoza. La primera fundación tiende tura naturata son los modos de los atributos de Dios, es decir, todo lo que se sigue de la na-
hacia la emanación13 antes que a la constitución. turaleza de Dios. La natura naturata, por tanto, está incluida en la natura naturans.
15. “El atributo es pues el intermediario por medio del cual lo absoluto se dirige hacia el
mundo y se organiza en él” (Negri, 2000: 107). “Plantearse como el criterio de organización
12. “Tal es la crisis del Tratado. Ella se abre a partir del contraste entre productividad del de la espontaneidad significa pues, bajo una forma u otra, ejercer una mediación, ser porta-
saber y capacidad de mostrarla obrando. Se determina en torno del hecho de que la idea de dor de alguna trascendencia o al menos de alguna diferencia” (ídem: 109).
verdad –definida en la totalidad, intensiva y extensiva, de la ideología panteísta– no tiene
16. “El atributo debería organizar el conjunto de potencias: en realidad simplemente las po-
capacidad de darse definitivamente como potencia física” (Negri, 2000: 79).
ne en relación. Éste lleva consigo una indicación de deber ser, de normatividad ontológica:
13. La emanación designa una forma de causación donde lo causado procede necesariamen- pero eso no se demuestra, es sólo enunciada, hipostasiada. Desde ese punto de vista, tras es-
te de la causa, con lo que se establece una continuidad o gradación, aunque el efecto es in- te primer estrato de la Ética, la figura del atributo aparecerá en vías de extinción: de hecho
ferior a la causa (degradación). Existe en ese sentido una degradación ontológica, aspecto en la medida en que la Ética se abre al problema constitutivo en cuanto tal, la función del
que ocupa un lugar central en el neoplatonismo (causación por emanatismo). atributo se convierte en algo cada vez más residual” (Negri, 2000: 115).
346 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 347

una cronología, donde lo que se dice más adelante está separado de lo di- Sin embargo, continúa Macherey, para que este análisis sea sostenible
cho anteriormente, según el orden irreversible de un desarrollo progresi- se requiere: a) admitir que el atributo viene antes que el modo y luego de
vo que no avanza más que apartándose, siempre hacia delante, de su pun- la sustancia, según un orden de pasaje que es la llave clave de su fecun-
to de partida (Macherey, 1992). didad (o de su esterilidad teórica), y b) asumir la significación que impli-
Según Negri, en la primera parte de la Ética el atributo es presentado ca despegar la sustancia de la unidad que la liga inicialmente de manera
como un trámite de la organización del absoluto hacia el mundo. Atribu- íntima a sí misma, lo que se logra explicitando con categorías abstractas,
to que en esta lectura es visto como degradación del ser, como interpreta- tomadas prestadas del trabajo reflexivo del entendimiento, por lo que es
ción de las cosas; recorre un camino que va desde la unidad del ser inma- este último el que le confiere el carácter de exterioridad (Macherey, 1990).
nente a la multiplicidad, a la totalidad. En esta perspectiva degradación Según Hegel, el proceso expuesto por Spinoza es una caricatura del
y pluralidad son coincidentes: la degradación del ser medida por el atri- proceso dialéctico porque hace falta la negatividad inmanente que haría
buto es la emergencia de los modos del mundo. Y sin embargo la contra- coincidir el movimiento progresivo de su efectuación con la marcha de un
dicción no se resuelve, el atributo no se acaba. En esta primera fundación retorno a sí y en sí de la sustancia, así devenida sujeto.
el atributo funciona como la norma de la organización, la regla expresa Inversamente, para Negri, el desarrollo spinocista es todo lo contrario
del proceso de transformación de la espontaneidad en organización. El de una auténtica dialéctica en la medida en que se enfrenta con aquel as-
atributo insiste en degradar la homogeneidad ontológica inicial funcio- pecto de la dialéctica definido por la subordinación de lo real a la búsque-
nando como mediación hacia las cosas. Es la mediación entre el ser y el da de las mediaciones que permitan su organización: es precisamente por
ser-el mundo; es organización de flujos emanativos de arriba abajo. Este esta razón que la concepción de Spinoza se encuentra en falta con relación
flujo emanativo entre sustancia y modos donde la mediación está repre- a sus propias exigencias internas, que son aquellas de una efectiva cons-
sentada por el atributo conforma la aporía de la primera fundación. Re- titución de lo real, libre completamente de toda manipulación dialéctica.
solver la aporía exigirá quitar a la mediación, dejarla de lado. Según Macherey uno y otro, a partir de premisas comunes, alcanzan re-
Desplazada al registro político, Negri se refiere a esta primera funda- sultados opuestos: mientras Hegel condena en bloque las insuficiencias
ción como la utopía. Pierre Macherey (1992) subraya el error de Negri, del proyecto spinocista, Negri nos induce a disociar de ese sistema capas
coincidente con el error interpretativo de Hegel, quien ve en los atributos teóricas sucesivas, de manera que se deba atravesar la primera para po-
la mediación y la degradación de la sustancia. Tal error, según Macherey, der llegar a la segunda.
se asienta en dejar de lado la “fuerza” del concepto spinociano de sustan- Estos dos razonamientos aparentemente antagónicos, en la medida en
cia como causa de sí misma (causa sui). que Hegel otorga a la dialéctica un privilegio teórico que Negri rechaza,
En efecto, para Hegel, sustancia, atributo y modo son momentos de un se apoyan en interpretaciones muy cercanas de la noción de atributo, al
proceso gradual, en el curso del cual se realiza el Absoluto: este proceso, tal que asignan el papel de intermediario entre sustancia y modo, restrin-
como está organizado, a partir de su sucesión, es un movimiento de degra- giéndolo así a un contenido reflexivo y subjetivo, dado por fuera del ser en
dación que convierte el ser inicial de la sustancia en los últimos efectos don- el solo conocimiento. Si se vuelve al texto de la Ética se percibe que esta
de él se borra, aquellos que corresponden a la realidad modal. Ahora bien, interpretación no va de suyo. Según Macherey, como lo ha demostrado
ésta pasa por la intermediación de los atributos, que son la condición del pa- Martial Gueroult, no es posible considerar la noción de atributo en el ra-
saje de uno al otro. El análisis propuesto por Hegel, dice Macherey, coinci- zonamiento demostrativo luego de la noción de sustancia con el objetivo
de con el de Negri en al menos dos puntos: expone la relación de la sustan- de reflejar su contenido tras una forma externa. Por el contrario, la noción
cia con el modo por intermedio del atributo sobre la base de un proceso evo- de atributo precede a la de sustancia: la sustancia infinita es ella misma
lutivo, donde la función de los conceptos le es asignada por el orden de su constituida a partir de una infinidad de atributos. Asimismo, si los atri-
sucesión, según un desarrollo cíclico en el que el atributo ocupa la posición butos expresan la esencia de la sustancia, no lo hacen en cuanto manifes-
de término medio, es decir, de la mediación. Por otra parte, este proceso, así tación arbitraria y subjetiva, cumpliendo con una función ideal o formal,
mediatizado por los atributos, representa el pasaje de la sustancia al modo sino a partir de pertenecer, de manera específica, a la conciencia o al co-
como una suerte de movimiento de emanación, poniendo sucesivamente al nocimiento. Por lo demás, aquel discurso de la Ética que interpreta su
día todo aquello que estaba encerrado en el punto de partida en el absolu- avance como un desarrollo evolutivo, en el que se supone que cada noción
to primitivo, según un razonamiento inspirado en el platonismo. alcanza su lugar y su tiempo sin poder anticiparse a esta restricción o su-
348 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 349

primirla, supone una lectura del atributo como forma refleja del absoluto De esta manera sustancia, absoluto y mundo constituyen una pluralidad
en el entendimiento, abordaje que resulta común a Negri y Hegel. Inver- radical. Estamos frente al agotamiento de la hipótesis emanatista y el sur-
samente, el poder disociar en el texto de la Ética capas teóricas sucesivas, gimiento de la hipótesis constitutiva. Ya no debemos recorrer el camino
disponiendo las unas sobre las otras según un orden progresivo, exige res- desde la sustancia hacia los modos, demostración de su fuerza centrífuga,
tringir los atributos a esta función mediatizante y ante cuyo fracaso se sino que en el mundo hallamos la homogeneidad ontológica.
concluye, bien en la insuficiencia de la filosofía spinocista, al estilo de He- Así la cesura teórica que va a preparar la refundación del sistema es-
gel, bien en la necesidad, como plantea Negri, de superar este punto de tá precedida por esta crisis interna de la utopía en el seno del discurso de
vista espontáneo de la primera fundación para convertirlo en un nuevo la Ética debido al desarrollo de las tendencias contradictorias que la aco-
punto de vista, en el que no habrá lugar para los atributos ni para ningún san desde un comienzo.18 Esta cesura del sistema es realizada por el Tra-
tipo de mediación. tado teológico-político que, según Negri (1993: 164), “juega un rol extraor-
Sin embargo, para que se efectúe una nueva fundación debe abrirse dinariamente central en la historia del pensamiento de Spinoza”. Éste im-
primero una crisis en el desarrollo del sistema. Es esto lo que Negri lee en plicará considerar la realidad modal del mundo, tal como ella es vivida y
la segunda parte de la Ética como el desarrollo y el aumento de una ten- abordada por la imaginación: por lo que esta confrontación implica una
sión interna a través del enfrentamiento de dos perspectivas incompati- ruptura con relación a la tradición anterior.19 Al mismo tiempo se elabora
bles.17 Esta base crítica es alcanzada en 1663-1664 cuando Spinoza descu- una nueva lógica que describe la función históricamente constitutiva de
bre la imposibilidad de reconciliar la utopía del círculo panteísta con el la “imaginación” (Macherey, 1992). La crítica de la imaginación profética
análisis del mundo según la constitución real de su potencia. Estamos en afirma la positividad de la voluntad y de la libertad; en ese sentido la ac-
tiempos cuando el Spinoza real toma el lugar del Spinoza de la ideología. ción humana deviene potencia constitutiva. Los seis primeros capítulos
El Spinoza real es aquel que renuncia al proyecto dialéctico de una inves- del Tratado teológico-político no desmitifican sólo la imaginación en una
tigación de las mediaciones y a la empresa de una manipulación de lo perspectiva crítica sino que muestran, a través de la génesis de las insti-
real, empresa que caracteriza la utopía burguesa de la potestas y que obs- tuciones políticas, que ella, la imaginación, es, en sí misma, una potencia
taculiza el desarrollo de un pensamiento materialista de la potentia (Ma- productiva de lo real.20 Si la imaginación es productiva implica decir que
cherey, 1992). no pertenece al reino de la apariencia: por lo que la realidad modal, en la
Ya hemos anticipado anteriormente que la resolución de la aporía de la que ella interviene, no puede ser considerada como una forma degradada
primera fundación exigirá quitar del medio al atributo. En esa perspecti- del ser absoluto; deberá ser abordada, por el contrario, como la expresión
va la constitución del sujeto plantea la posibilidad de anular todo residuo de su potencia infinita. Pero en este momento la perspectiva metafísica
emanativo. Cuando Spinoza plantea que “por realidad y perfección entien- heredada del neoplatonismo y que modelaba su horizonte hacia una ideo-
do la misma cosa” (Negri, 1993: 117), abre las puertas para que Negri co- logía panteísta es invertida.21
mente que la existencia del mundo como validación ontológica no exige en
este caso ninguna mediación. La inmediatez ontológica valoriza la inme-
diatez de la multiplicidad y el mundo es por tanto el conjunto versátil y 18. “Desde este punto de vista no es nada sorprendente que a mitad de la elaboración de la
complejo de las singularidades. Pero esta inmediatez plantea el problema Ética Spinoza deje todo e inicie el trabajo político. Ahora es la historia la que debe fundar la
de la concordancia de la sustancia y de los modos: la mediación del atribu- ontología o si queremos es la ontología la que debe diluirse en la condición ética e histórica
para convertirse en una ontología constitutiva” (Negri, 1993: 155).
to entre sustancia y modo, entre absoluto y mundo, estalla en el aire. La
paradoja explota: Dios es todo, todo es Dios. El modo es el mundo y es Dios. 19. “Aquí los fundamentos teológicos y físicos de la primera y segunda parte de la Ética son,
por así decirlo, dejados de lado” (ídem: 165).
20. ”De manera que se identifican dos niveles: el primero estático sobre el que la imagina-
ción propone una definición parcial pero positiva de sus propios contendidos; uno segundo,
17. “Cuando el acento cae sobre el modo y el análisis se dirige a la singularidad [...], el enig-
dinámico, sobre el que el movimiento y los efectos de la imaginación adquieren validez en
ma mismo de la mediación de la espontaneidad debe ser considerado como un problema”
función de la constitución ética del mundo. Lo político valida lo teológico. Y así se plantea en
(Negri, 1993: 118). “La espontaneidad del proceso no sirve ya para mostrar la fuerza centrí-
términos modernos el problema de la falsa conciencia” (Negri, 1993: 170).
fuga de la sustancia y la fuerza centrípeta del modo como elementos superpuestos y concor-
dantes. Su relación es el problema. El mundo es una paradoja de diversidad y coincidencia; 21. “El Tratado teológico-político es el lugar donde se transforma la política de Spinoza. Es
sustancia y modo se rompen la una sobre el otro y viceversa” (ídem: 119-120). justo decir que la política es un elemento fundamental del sistema spinocista, pero a condi-
350 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 351

La segunda fundación,22 entonces, se corresponde con el momento en el desmesura y la anomalía salvaje del pensamiento spinociano que rompe
que la paradoja de la relación modo-sustancia es llevada a su punto extre- así toda ligazón con las tradiciones filosóficas de las cuales ha emergido y
mo, es decir, a la destrucción de cualquier mediación previa. No se trata se proyecta hacia delante, hacia esa filosofía del porvenir de cuya prome-
de la resolución de la paradoja, sino del rechazo de todo campo mediador sa es portadora.
para la conciencia, de todo orden del ser previo o finalista. Negri encuen- Si el neoplatonismo del primer Spinoza enfatizaba la prioridad de la
tra el desarrollo de esta segunda fundación (que es también una destruc- unidad sobre la diversidad, de lo uno sobre los muchos, de la igualdad so-
ción, pars destruens, de todo remanente de la emanación) en el desarrollo bre la diferencia, donde la unidad, lo uno y lo mismo eran asumidos como
spinocista de la relación entre poder, conatus y corporeidad. Esta última el producto de una mediación que vence la diversidad y la diferencia, el
conceptualización de la Ética, que marca las partes III y IV, desarrolla la Tratado teológico-político exhibirá la tensión entre la ideología jurídica
doble exigencia de la relación pars destruen-pars construens. En primer lu- del contrato social y el reconocimiento del poder (y simultáneamente del
gar constituye la destrucción de toda ontología oculta, estática, destrucción derecho) de la multitud. Tensión filosófica que encontrará su resolución
necesaria para pasar a un pensamiento riguroso de poder constitutivo, es en el materialismo de Spinoza de la parte III a la V de la Ética junto con
decir, a un pensamiento de la praxis, y en segundo lugar, la conjunción dis- el inacabado Tratado teológico-político, materialismo de superficie y sin-
yuntiva pars destruens-pars construens significa también un compromiso gularidades que, dejando de lado toda mediación o trascendencia, culmi-
crítico con relación a la prioridad del pensamiento y simultáneamente pre- nará en una teoría política del poder constitutivo de la multitud.
ponderante con relación al cuerpo y a su actividad. Spinoza, en la segunda fundación, sienta las bases de la noción de in-
Estas dos demandas convergen con relación al problema de los atribu- dividuo como sujeto soberano. Denuncia aquella ilusión que ve al indivi-
tos que había instalado la primacía del pensamiento sobre el ser. De duo humano como un reino dentro de otro reino, por fuera de todo orden
acuerdo con Negri, la eliminación de los atributos en las partes III y IV for- natural y dueño de sus propios deseos y pensamientos. En este aspecto
ma parte de un movimiento destructivo y crítico. La pars destruens es la Spinoza invertirá dos jerarquías, ambas históricamente constitutivas de
destrucción de la ontología como cosificación del mundo; como orden, así la noción de sujeto. La primera referida a que es la mente la que gobier-
como de la prioridad del pensamiento, como del conocer sobre el hacer. na y determina el cuerpo. Spinoza arremete contra esta noción al objetar
El momento de la segunda fundación es analizado por Negri en el ca- que el hecho de haber asumido que sea la mente la que gobierne el cuer-
pítulo VII de La anomalía salvaje, consagrado a las tres últimas partes de po nos ha impedido preguntarnos qué puede dar el cuerpo solo, determi-
la Ética. Es el momento cuando se efectúa realmente el pasaje de la pro- nado sólo por la acción de los otros cuerpos, sin la intervención de la men-
blemática de la mediación –propia también de la teoría de los atributos te. En segundo lugar, Spinoza niega que la mente pueda dominar las pa-
así como de la del contrato– a aquella de la constitución que se sitúa “en siones o emociones, las que a su vez deben ser estudiadas según relacio-
el horizonte bello y bien materialista”.23 Es el momento del estallido de la nes de fuerzas y de necesidades propias de ellas, sin referencia a causa al-
guna trascendente. La doble ilusión pergeñada tras un individuo en tan-
to sujeto dueño de sí mismo y autor de sus propias acciones no resulta ser
ción de no olvidar que la política es ella misma metafísica. Esto no es un oropel, sino el al-
simplemente un efecto de la imaginación (el primero de los tres tipos de
ma de la metafísica. La política es la metafísica de la imaginación, es la metafísica de la conocimiento, según Spinoza). Es también el centro del sistema supersti-
constitución por el hombre real del mundo” (Negri, 1993: 174). cioso24 que determina e impulsa al pueblo no sólo a obedecer a los frailes
22. Esta hipótesis de la segunda fundación será criticada por Emilia Giancotti. En la Intro- y a los déspotas, sino también a vivir su obediencia como libertad y a no
ducción a Negri (2000: 17) dice Giancotti: “No hay escrito en Spinoza en el que se pueda en- desear nada que no esté comandado.
contrar como forma preeminente y característica ningún panteísmo y naturalismo de origen
neoplatónico que hubiera resultado posteriormente abandonado”.
proyecto [...] Con la segunda fundación de la ética la Natura naturata conquista una hege-
23. “La primera redacción de la Ética no es criticada: es simplemente invertida. Es posible
monía total sobre la natura naturans. ¿Cómo puede ser si no ésta la obra del demonio?”
leerla como un texto donde se elaboran de manera problemática una representación de su-
(Negri, 2000: 223-224).
perficie, es decir materialista, y una reconstrucción práctica del mundo. Si el primer estra-
to de la Ética contenía una alternativa, aquí está resuelta: sólo es recorrible la vía ascen- 24. A partir de este razonamiento de Spinoza, Althusser (1988) identificará más adelante, en
dente, el camino constitutivo [...] Este segundo estrato de la Ética y su figura conclusiva su Ideologías y aparatos ideológicos del Estado, a Spinoza como el primero en concebir el
(aquella al menos consignada en la obra elaborada entre 1670 y 1675) son el sello de este concepto de disciplina en clave foucaultiana.
352 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 353

Este pensamiento nuevo comienza a formarse en la tercera parte de destrucción de la física de la emanación que nos conduce hacia una física
la Ética. Los elementos indispensables para la realización del nuevo pro- de las relaciones materiales de los modos, inversión hecha posible por la
yecto constitutivo van a fusionarse con la teoría de las pasiones. En este univocidad del ser, así como por el rechazo spinocista a mantener toda je-
aspecto Spinoza va a contracorriente del pensamiento de su siglo, para el rarquía entre pensamiento y extensión o, dicho de otra forma, toda teleo-
que la definición de las pasiones suponía aceptar un criterio de media- logía o finalismo del ser.
ción, que las subordinaba a una norma racional que iba más allá de ellas La segunda fundación se inaugura con la teoría del conatus, que al
mismas. En efecto, la ideología burguesa del capitalismo naciente susti- asegurar el pasaje del ser al sujeto realiza una verdadera conversión
tuyó en este punto al finalismo tradicional de la religión como una nue- doctrinal: “La versatilidad del ser matafísico es hecha exuberancia en el
va forma de condición de la existencia humana, sometiéndola a las res- ser ético” (Negri, 1993: 258), según un camino que resulta ser mayor-
tricciones de una organización económica y política verdaderamente ex- mente proyectivo antes que progresivo. Pues su dinámica, más allá de
terior a su propia tendencia. todo presupuesto teleológico, busca desarrollar al máximo la productivi-
Fundando, por el contrario, su concepción de la existencia humana so- dad del ser causal que le precede en las condiciones antagónicas impues-
bre una dinámica del deseo como expresión de una potentia, es decir de tas por la socialización de los afectos, antes que ganar de manera pro-
una potencia natural, y escapando a la mediación impuesta por aquel or- gresiva un espacio libre que terminará por conquistar en su totalidad al
den artificial de la potestas, poder en el sentido jurídico-político del térmi- término de su esfuerzo. Esta propagación se efectúa a través del movi-
no (Macherey, 1992), Spinoza invalidará la dialéctica de las pasiones que miento de la cupiditas (pasión, deseo) donde se expresa la esencia afir-
buscaba trascender la necesidad inmanente tras un sistema de racionali- mativa del sujeto, sin que entre la potencia y las formas materiales de
dad abstracta. “El rechazo del concepto mismo de mediación es el funda- su actualización se interponga alguna negatividad: “La potencia consti-
mento del pensamiento de Spinoza” (Negri, 1993: 240), es el sentido que tutiva confronta con la tensión de la esencia dinámica y no con el vérti-
está expresado al comienzo de su refundación. Esto es, el de una doctrina go de una exterioridad cualquiera” (ídem: 265). Así, la sustancia se ex-
de la libertad humana, última expresión de la productividad del ser infi- presa en sus modos, no por el artificio de una Aufhebung mediatizante,
nito. La afirmación de la potencia natural culmina entonces no en un or- sino a través de un proceso constitutivo que se da sobre sí mismo, poco
den dialéctico sino en la disolución de toda mediación. Por ello ya no hay a poco, en el espacio que llena o cubre absolutamente; sin referencia al-
más lugar para la búsqueda de mediaciones, como lo hacen los teóricos del guna con un vacío o con un no ser, en donde buscaría progresivamente
contrato, para reconciliar los intereses del individuo y de la sociedad, es (según la dialéctica) realizar aquellos fines que le son propios. La cupi-
decir, para someter los primeros a los segundos. ditas, forma que toma el conatus en el apetito (deseo) del sujeto dotado
En realidad, desde un comienzo de la Ética la exposición del poder se de conciencia, “no es una posibilidad, no es algo implícito: es una poten-
alinea con el movimiento destructivo de la pars destruens. Por ello es po- cia; su tensión es explícita, su ser pleno, real, dado” (ibídem). Es posible
sible afirmar que la exposición de Spinoza sobre el poder es tanto una crí- ver en qué sentido se puede hablar de liberación: ella consiste en la afir-
tica política como una transformación ontológica. mación radical de su potencia causal, que tiende a realizar todos sus
En el Libro 2 de la Ética, Spinoza distingue entre el poder de Dios co- efectos en tanto que éstos son constitutivos de su propio ser. Es aquí
mo potencia, inseparable de su actualidad, y el poder legislativo de la po- donde, según Negri, comienza verdaderamente la Ética en el sentido es-
testas, que es analizado en el marco de la separación entre deseo e inte- tricto de este término.25
lecto. La negativa de Spinoza a considerar análogos el poder (potestas) de La liberación no puede ser entendida como la simple manipulación de
Dios y el del príncipe producirá, según Negri, el requisito para el desarro- la realidad por un sujeto que, por propia iniciativa, se ubica más allá de la
llo de una condición ontológica inmanente opuesta a todo orden trascen- organización que él se impone y que le imponen. Por el contrario, debe ser
dente. Negar toda prioridad especulativa al poder (potestas) abre la posi-
bilidad, según Negri, de un nuevo campo para la ontología: en palabras
del italiano, se trata del desplazamiento de la teología u ontología hacia
25. “El horizonte de la potencia es el único horizonte metafísico posible. Pero si esto es cier-
la política. Es éste el nuevo campo desarrollado en la segunda fundación to, sólo la ética –como ciencia de la liberación, de la constitución práctica del mundo– puede
de la Ética, en el horizonte práctico y material de los modos. indagarlo de manera adecuada. El infinito activo, hasta el presente manifestado como po-
Esta segunda fundación, como Negri indica, es una radical inversión o tencia, debe ahora ser organizado por la acción ética” (Negri, 1993: 266).
354 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 355

vista como la expresión directa, sin mediaciones, de la potencia ontoló- lo social. La diferencia, incluso el antagonismo, son primarios. A partir
gica que define el sujeto en sí, constituyéndolo, no como un elemento in- de estos esfuerzos (conatus) y de los afectos que acompañan a estos es-
dividual independiente, sino como parte cautivante del sistema relacio- fuerzos (placer, dolor, amor, odio, miedo, esperanza) se constituye la so-
nal colectivo en el que se inscribe dinámicamente su acción. La fórmula ciabilidad. Por ello podemos afirmar que la sociabilidad está dada sólo en
“la cupiditas es un mecanismo de liberación” (Negri, 1993: 267) signifi- el sentido de que no hay existencia sin afectos y relación (incluso un in-
ca precisamente la eliminación de toda relación teleológica entre el su- dividualismo hobbesiano es ontológicamente imposible) y está constitui-
jeto y los posibles ideales, el movimiento que él sigue realmente, proce- da en el sentido de que los diferentes afectos desarrollan continuamente
diendo a la inversa de la potencia que efectivamente lo constituye y a la antagonismos, identificaciones y sociabilidad.
afirmación de los valores que él identifica con su existencia (Macherey, Estamos en condiciones de aprehender en su totalidad aquella lectura
1992: 262). de Negri sobre los dos Spinoza. Dice Negri:
La bisagra entre la III y IV parte de la Ética significa para Negri
(1993: 262) que “hay una nueva forma de contacto con el horizonte me- Son dos Spinoza que participan de la cultura contemporánea.
tafísico construido en la primera parte”. En efecto, ahora el horizonte El primero expresa la más alta conciencia que la revolución cientí-
metafísico es profundamente remodelado, en la medida en que se deja de fica y la civilización del Renacimiento hayan producido. El segun-
do constituye una filosofía del porvenir. El primero es el producto
lado el aporte que constituía la noción de atributo y ahora es la práctica
del más alto grado y extenso desarrollo de la historia cultural de su
humana la que realiza lo absoluto de la relación entre sustancia y mo-
tiempo. El segundo es dislocación y proyección de las ideas de cri-
dalidad. Se opera, pues, un desplazamiento esencial, al asignar a la ac- sis y de revolución. El primero es autor del orden del capitalismo;
ción humana una posición central en la ontología. Para Negri este movi- el segundo es, tal vez, el autor de una constitución futura. El pri-
miento inaugura un proceso constitutivo original tendiente a identificar mero es el más alto desarrollo del idealismo. El segundo participa
la verdad profunda del proyecto spinocista. La tesis negriana de la se- de la fundación del materialismo revolucionario, de su belleza. (Ne-
gunda fundación hace de la práctica humana como tal el fin dominante gri, 1993: 25)
de una nueva construcción teórica y no sólo la prolongación, efecto o re-
sultado de un desarrollo causal, cuyas condiciones habían sido puestas A partir de este horizonte, de este campo de la singularidad y de este
anteriormente a su intervención. horizonte existencial de los modos Negri articula la idea del poder consti-
Univocidad y poder (potentia) son las condiciones para una afirmación tutivo. Lo que es “constituido” en el poder constitutivo de Negri es la pro-
de la singularidad y la materialidad como el único campo posible. El ser pia sociabilidad. Pero si en Negri el antagonismo juega el papel de recha-
es solamente en sus múltiples e inconexas organizaciones. zo de toda simplificación en el abordaje de la práctica propia del pensar,
En este caso la potentia (poder), como razón de la singularidad, cons- el poder constitutivo nombra el lugar donde el pensamiento tropieza con
tituye un terreno esencialmente diferente al del pensamiento, considera- la materialidad del poder y del deseo, el momento cuando el pensamiento
do, en la primera fundación, como emanación o como una ontología de la se inserta en la historia y la política, el momento en que las demandas de
trascendencia. Es rigurosamente materialista en la medida en que el ac- la especulación ontológica se encuentran con las de la actividad política
cionar, el cuerpo, la fuerza, en fin, la organización, son expresión de la práctica. Según Negri el “tratamiento geométrico” de los afectos en Spino-
prioridad sobre la reflexión, sobre la universalidad y sobre el orden. No za tiende hacia una mayor y más grande complejidad e irreversibilidad de
existe una jerarquía original del ser, ni forma ideal desde donde juzgar las relaciones sociales. La “alegría”, la “tristeza”, el deseo y los diversos
las distintas expresiones singulares del poder (potentia). El horizonte de antagonismos e imitaciones que están presentes en los afectos abarcan y
la singularidad, del poder, es anárquico, no sólo en el sentido de que no constituyen a más y más individuos.26
hay un orden a priori de su organización, sino en el hecho de que esta Los conceptos y la ontología que están siendo articulados a través de los
manifestación es originaria. Sobre este razonamiento podemos afirmar conceptos de pars destruens-pars construens no pueden ser alcanzados si
que el conatus resulta así en un esfuerzo o preservación que se manifies-
ta radicalmente indiferente a las afecciones que lo determinan. Por lo
tanto no hay armonía natural o predeterminada, ni sentido común en la 26. “El nexo composición-complejidad-conflictividad-dinamismo es un nexo continuo de su-
base de las relaciones, sino más bien una diferencia ética o anarquía de cesivos desplazamientos no dialécticos, no lineales sino discontinuos” (Negri, 1993: 258).
356 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 357

nos quedamos en el campo de la especulación. Las tensiones ya señaladas nos continuamente acerca de la primacía práctica y material del poder
entre irreversibilidad y teleología no pueden ser contestadas de manera es- constituido (o instituido) (potestas) por sobre el poder constitutivo (po-
peculativa (teóricamente), aunque esto no implica una falla o un inconve- tentia). En este sentido el poder constitutivo parece bloqueado por el pe-
niente. Como Negri señala: “Después del desarrollo de una pars destruens so muerto del poder constituido o instituido, es decir, por el capital y el
tan radical, después de la identificación de un sólido punto de apoyo desde Estado. Si la lógica del pars destruens-pars construens conforma la des-
el que reabrir la perspectiva metafísica, la elaboración de la pars cons- trucción de la trascendencia ontológica así como la imagen de la potestas
truens requería un pasaje práctico. La ética no podía constituirse en pro- divina, destrucción que hace posible el reconocimiento del poder consti-
yecto, en metafísica del modo y de la realidad, sin insertarse en la histo- tutivo, el antagonismo constituye el vehículo de esta lógica y de esta crí-
ria, en la política, en la fenomenología de la vida singular y colectiva para tica en el mundo práctico social.
nutrirse y tomar fuerzas” (Negri, 1993: 154-155). Pars destruens/pars
construens deben ser abiertas a la diferencia entre el pensamiento y su ac-
ción (teoría y práctica). Esta diferencia, esta exposición a la historicidad y Del antagonismo (versus dialéctica) a la constitución
lo social, es lo que la afirmación de la potentia –el poder en su momento del “comunismo”
práctico constitutivo– demanda, solicita. Este desplazamiento (hacia la
práctica) no es exterior a la relación pars destruens-pars construens, como El desarrollo de la idea del poder constitutivo en Negri crea la posibili-
si se adoptara alguna connotación explicativa; aunque tampoco es entera- dad de una exposición rigurosa del antagonismo como campo histórico y so-
mente interior, como si fuera su fundación especulativa, sino que es el mo- cial del poder. La distinción entre potestas y potentia en el interior del po-
vimiento donde la práctica del pensar se encuentra a sí misma intersecta- der proporciona el camino ontológico para una rigurosa exposición del an-
da con la materialidad del poder y transformada, precisamente, por su en- tagonismo en tanto conflictiva composición del poder en el mundo. La idea
cuentro con la misma materialidad del poder y del deseo. Este desplaza- del antagonismo comienza a articular la mediación histórica, política y tec-
miento y esta desestabilización del concepto de antagonismo no pueden re- nológica y las condiciones para el poder constitutivo. Estas condiciones y
mitirse a simples gestos negativos, sino que tienen efectos verdaderamen- mediaciones impulsan la idea del poder constitutivo más allá de todo resi-
te positivos: indicaciones de una relación dinámica entre las demandas de duo teleológico en el terreno especulativo, y lo ubican en el terreno conflic-
la especulación ontológica y de la actividad política. Negri encuentra el so- tivo del antagonismo y de las luchas de la subsunción real de la sociedad
porte de esta práctica del pensar remitiéndonos a las reflexiones que Marx por el capital.
realizara sobre la investigación. Negri desarrollará el concepto de antagonismo a partir de una particu-
En efecto, Marx en los Grundrisse insiste de manera obstinada sobre lar lectura de los Grundrisse, dejando de lado toda idea que pudiera suge-
la diferencia, quizá irreductible, entre la apropiación del mundo por el rir un tratamiento filológico (lingüístico) referenciado en una historia in-
pensamiento y la relación material práctica con ese mundo. En la lectu- telectual sobre los escritos de Marx. Al igual que la lectura que realizaran
ra de Negri esta diferencia tiene como consecuencia el continuo despla- Althusser, Balibar y Macherey en Para leer “El capital”, Negri considera
zamiento desde el terreno de la investigación, lo que Marx describe co- que las cuestiones filológicas y de interpretación deben ser abordadas co-
mo la diferencia entre la investigación (Forschung) y la exposición mo inseparables del terreno político y polémico de su propia articulación.
(Darstellung). Esta diferencia es el movimiento desde la diferencia entre En su caso la práctica textual se asienta en la práctica política y en los
potestas y potentia como diferencias en el campo ontológico, a la diferen- acontecimientos históricos que protagonizara la izquierda política italia-
cia entre potestas y potentia de la forma en como se relacionan en el te- na de los 70. El italiano incorpora en su elaboración la coyuntura política
rreno sociohistórico del antagonismo y la constitución. Este desplaza- y filosófica, doble exigencia que, en el caso particular que nos ocupa, el de-
miento del terreno envuelve una aparente inversión de prioridades en- sarrollo del antagonismo, converge hacia el análisis de las condiciones po-
tre potestas y potentia. En efecto, mientras resulta factible localizar las líticas y ontológicas que abren las puertas al desarrollo de una idea del
articulaciones inmanentes de los cuerpos y deseos en puntos donde rei- antagonismo y hacia la posibilidad de reconocer el despliegue del propio
nen la trascendencia y el orden, el mundo político sociohistórico parece antagonismo en la coyuntura. Negri repite en este caso su lectura sobre
resistir tal reducción o inversión. Nuestra propia existencia diaria, aun- Marx cuando avanza simultáneamente sobre estos dos campos filosóficos
que no sólo ella, sino los propios textos de historia, parecerían recordar- –el ontológico y el histórico-social– intentando llevar ambos al mismo
358 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 359

tiempo, dibujando sincrónicamente la investigación ontológica del poder de la crítica a todo economicismo. Para Negri la sobredeterminación resi-
constitutivo y el análisis del trabajo inmaterial y de la subsunción real. de en la inseparabilidad de la política, del poder político, con relación a la
En este punto es posible observar el “desplazamiento de la investigación” economía. El reconocimiento del antagonismo “cortocircuita” todo intento
sobre el trabajo, en conceptos que, desde la ontología de Spinoza, son am- por mantener la economía y la política separadas como categorías de aná-
plificados y transformados por el desplazamiento del ser hacia el terreno lisis y esferas de la actividad. La “crítica de la economía política” incluye
histórico y social. tanto los efectos “económicos” sobre los “políticos” en términos de la for-
Como Negri indica, el método de Marx en los Grundrisse busca locali- mación de la ley y del Estado, así como los efectos de lo “político en lo eco-
zar el antagonismo práctico primario de toda fundación categorial. Las di- nómico” en términos de las relaciones de poder y disciplinas internas en
versas categorías y relaciones que constituyen la economía o, mejor dicho el proceso de producción.
el modo de producción (tales como el valor, plusvalor, beneficio, etc.), son Este cortocircuito expande y pliega al mismo tiempo los términos con
desmitificadas o interpretadas como relaciones de fuerzas.27 Las aparen- los cuales se intersecta permanentemente. Lo “político” debería incluir no
temente unificadas categorías de la economía política ocultan y simultá- sólo aquellas relaciones de poder directas e inmediatas y los conflictos
neamente indican una tensión antagónica. Toda categoría es dual: se es- que tienen lugar en toda relación de trabajo, sino también aquellas rela-
cinde en dos “lógicas”, dos “sujetos”. Esta “lógica” del antagonismo puede ciones establecidas de manera más o menos indirecta entre el proceso de
ser ilustrada con relación a la plusvalía, concepto antagónico central de trabajo y los diferentes tipos de leyes y la propia forma Estado. Lo que re-
Marx. La plusvalía es la diferencia entre el plustrabajo con relación al sulta esencial en el análisis negriano es que esta intersección sobredeter-
trabajo necesario (trabajo necesario para la producción y reproducción de minada entre lo político y lo económico incorpora la idea de la materiali-
la fuerza de trabajo). El capital lucha por incrementar el plustrabajo, sea dad del poder. En ese camino el poder reenvía el análisis a la cuestión on-
mediante la plusvalía absoluta, sea mediante la plusvalía relativa, mien- tológica de la relación entre la potestas y la potentia. Lo que Negri llama
tras los trabajadores permanentemente buscan ensanchar la esfera del trabajo o trabajo vivo (como algo diferente al trabajo abstracto –este últi-
trabajo necesario. La objetividad y cuantificación del valor, o del plusva- mo, socialmente normalizado y subordinado a la norma del valor–) y ma-
lor –ya que en realidad se trata de una unidad conceptual–, puede ser só- terializado en la subjetividad y cooperación del proceso de trabajo es el
lo temporariamente estabilizada en la medida en que se trata de una re- poder constitutivo, la potentia (Negri y Hardt, 1996). El trabajo, al decir
lación antagónica.28 del Marx de los Grundrisse, es la transitoriedad de las cosas, su tempo-
Sugerir que cada categoría y la relación que la engloba es una relación ralidad, su formación por el tiempo de vida. La subjetividad de este tra-
de fuerzas o de antagonismo es considerar la Crítica de la economía polí- bajo está constituida por su posición y relación con el proceso de trabajo
tica de Marx inseparable de una relación de poder, de una relación políti- y se ve transformada por la historia de las relaciones laborales (tal sería
ca. De ahí que para Negri (1996: 153) la explotación debe ser abordada co- el caso de la necesidad de la cooperación y el conocimiento en el trabajo
mo una relación de control antes que como una categoría económica cuan- inmaterial) (Lazzaratto, 1996a). Pero el trabajo vivo es también constitu-
tificable. Puesto en otros términos: lo económico no es nunca un activo en tivo en el sentido de que no constituye o produce mercancías solamente
su estado puro; está siempre sobredeterminado por lo político (Althusser, sino que constituye relaciones, construye en la esfera de las necesidades
1999: 93 y ss.). Debemos remarcar de cualquier manera que el uso que ha- y del deseo. El trabajo, el trabajo vivo, está constituido pues por estruc-
ce Negri de la categoría “sobredeterminación” es diferente del asignado turas, relaciones y ensambles, y es constitutivo de la subjetividad y de la
por Althusser. O, en todo caso, destacar que el objetivo compartido es el socialidad. Como Negri (2001a: 86) plantea, “la abstracción, la colectivi-
dad abstracta del trabajo es la potencia subjetiva”. El trabajo vivo es po-
der constitutivo (potentia).
El capital depende del poder del trabajo vivo y lo desarrolla como fuen-
27. “La categoría de la producción, en los términos fundamentales que la distinguen y en la
totalidad que la caracteriza –verdadero nexo social de la realidad– puede constituirse única-
te de su propia productividad, mientras lo sujeta permanentemente a su
mente como categoría de la diferencia, como totalidad de los sujetos, de las diferencias, del comando. El capital subordina permanentemente la singularidad del tra-
anatagonismo” (Negri, 2001a: 60). bajo vivo a la disciplina y normalización del trabajo abstracto: el trabajo
28. “No hay una sola categoría del capital que pueda sustraerse de este antagonismo, y de que produce valor. La fundación de esta subordinación es la división en-
su fluir hacia separaciones continuas” (Negri, 2001a: 149). tre trabajo abstracto definido a partir de lo que crea, el valor, y toda otra
360 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 361

actividad que está dada por la definición negativa del no trabajo o traba- mo elevando y transformando los golpes; coloca a la cooperación, a la so-
jo no productivo (que incluye el trabajo doméstico y todo otro trabajo de- cialidad y aun al lenguaje y la subjetividad en el centro del antagonismo
finido como no productivo).29 Mientras la distinción entre trabajo valori- con el capital. En adelante las luchas contra el capital envuelven no sólo
zado y trabajo juzgado como no productivo es en sí misma un lugar de con- las luchas en el terreno de la distribución y la producción sino incluso en
tienda y antagonismo, en una sociedad capitalista esta división entre tra- el de la cooperación y de la comunicación (Negri, 1992a, 1989). Esta inten-
bajo valorizado y no valorizado estará definida en última instancia por las sificación es igualmente una multiplicación. El antagonismo contra el ca-
demandas de la acumulación capitalista. pital se extiende desde un punto central –como es el de la fábrica– y se di-
Si en primera instancia el comando capitalista diferencia y separa la luye en su lucha contra un objeto central, el de la lucha contra la explota-
esfera del trabajo del no trabajo, en segunda instancia establece una je- ción, para volverse coextensivo con las luchas que tienen como objeto la
rarquía y una disciplina interna en su interior, que resulta necesaria pa- producción de nuevas subjetividades y relaciones de cooperación, tales co-
ra la producción de plusvalía. Como Marx indica en el capítulo XIII de El mo el feminismo y los movimientos ecologistas. En este fenómeno radica
capital, mientras la producción capitalista se vuelve más dependiente de esencialmente el antagonismo posmoderno.
la cooperación y de la subjetividad del trabajo (como en la producción de La introducción de la socialización y de la subjetividad como momen-
plusvalía relativa), mayor debe ser la imposición de las estructuras del co- tos internos del antagonismo nos permitirá: 1) identificar la lógica especí-
mando y disciplina para controlar las fuerzas productivas que requiere fica y la constitución de las luchas que subyacen en el pensamiento de Ne-
para producir. Es posible afirmar que el capital es una suerte de potestas gri sobre el antagonismo, y 2) trazar la distancia que separa al antagonis-
mundana que funciona separando el poder (potentia) de lo que éste puede mo de la dialéctica, como lógica de la transformación y de la constitución.
hacer. El capital continuamente subordina la subjetividad y socialidad del En su dinámica de socialización el capital localiza y deslocaliza al pro-
trabajo vivo a las restricciones y demandas de la plusvalía. pio capital y a las relaciones de poder que subtiende mediante prácticas y
El conflicto entre comando capitalista como forma mundana de la po- procesos sociales diferenciados; fenómeno que vuelve difícil determinar
testas y el trabajo vivo no está limitado al conflicto directo e inmediato que una única y central contradicción. Para Negri, así como para otros mar-
tiene lugar entre el trabajador y el capitalista en el proceso de trabajo; in- xistas antihegelianos, tal el caso de Althusser, este abordaje de la contra-
cluye también los efectos políticos y sociales y las mediaciones de esta re- dicción conduce a “totalizar” lo social como expresión de una contradicción
lación tales como la ley y el Estado. Estas “mediaciones y efectos” son así como de sus fenómenos aparenciales. Según Negri (2001a: 28), Marx
transformados por el pasaje de la subsunción formal a la subsunción real rechaza toda oposición metodológica entre pluralidad y dualidad. La rela-
del trabajo por el capital y el efecto más notable de esta transformación ción entre la pluralidad de las instancias y la dualidad del antagonismo
es la ruptura en la división temporal y espacial entre los sitios de produc- se articula en y a través de la práctica social.30
ción y reproducción. La fábrica como sitio aislado de la producción da lu- La socialización del capital, su localización y desplazamiento en prác-
gar a la fábrica social donde la cooperación social y la comunicación, sin ticas y relaciones, produce múltiples antagonismos moleculares que se
mencionar las fuerzas productivas del trabajo inmaterial como la subjeti- vuelven dualísticos y molares cuando se trata de la vida social o de la pro-
vidad, el conocimiento, los estilos y los afectos, se vuelven directamente pia existencia ante una coyuntura determinada.
productivas. La producción se vuelve coextensiva con lo social. Por ello la La subjetividad y la práctica política también juegan un rol importan-
organización y la subordinación del trabajo hacia el capital se extienden te en la segunda y más importante diferencia que Negri establece entre
igualmente a lo largo y lo ancho de la sociedad. Esta socialización inten-
sifica y multiplica los contornos del antagonismo. Intensifica el antagonis-
30. “La historia no es historia de la lucha de clases si se la mira a través de los mecanismos
genéticos de las determinaciones individuales, pero sí cuando estas determinaciones se acu-
mulan y devienen formaciones colectivas singulares, cúmulos de aspectos individuales, um-
29. “Si el trabajo es la base del valor, entonces el valor es igualmente la base del trabajo. Lo brales ideológicos, máquinas –precisamente– colectivas. [...] Ahora bien, las alternativas de-
que cuenta como trabajo, o valor creado en la práctica, siempre depende de los valores exis- vienen molares, dualistas, antagonistas, cuando el contraste se focaliza en torno de los pun-
tentes en un contexto histórico y social dado. En otras palabras, el trabajo no debería ser de- tos centrales de la relación, aquellos que imponen elecciones radicales en el ser, en el tiem-
finido simplemente como actividad, como cualquier actividad, sino como aquella actividad po de las relaciones sociales; en el caso en cuestión, cuando se toca el problema de la expre-
específicamente reconocida socialmente como productora de valor” (Negri y Hardt, 1996: 8). sión de la cooperación laboral” (citado por Negri, 1989: 128-129).
362 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 363

antagonismo y dialéctica, esto es, la posibilidad de una radical separación truens y la pars construens es el poder, en el sentido de la destrucción de
y división del poder constitutivo y la subjetividad de los trabajadores con la potestas y la invención de la potentia. Para Negri, la fuerza de la des-
relación al propio capital; en una palabra la autonomía. Negri rechaza la trucción y de la creación convergen igualmente en el poder; sin embargo,
dialéctica tan pronto ésta se presenta ya como la narrativa del desarrollo éste no es simplemente el poder abstracto de la ontología sino el poder de
político y social del comando del capital, ya como la relación entre la cla- una nueva subjetividad social, de una nueva socialidad.
se obrera y el capital, relación que ubica la lucha de la clase obrera tanto Negri hereda el riguroso impulso antiutópico de Marx; es decir, todo
“en” el capital aun cuando se dirige “contra” el capital (Negri, 1996). La pensamiento que constituya el comunismo debe estar localizado en la ma-
separación mencionada (autonomía) se asienta precisamente en el desa- terialidad de las relaciones existentes, instituciones y procesos que estruc-
rrollo del poder constitutivo surgido del “nuevo” proceso de producción turan la colectividad. Negri sortea toda idea de que estas instituciones o
que, al depender cada vez más de la cooperación del trabajo, desarrolla procesos puedan constituirse como telos, dialéctico o no, aunque insiste en
paralelamente subjetividades y relaciones que explicitan y transparentan la irreversibilidad fundamental de ciertas transformaciones socioeconómi-
la naturaleza coercitiva y la simulación del comando capitalista. El desa- cas. Estas transformaciones irreversibles, lo que Negri denomina los “re-
rrollo de esta fuerza poderosa de la subjetividad y de la cooperación, se- quisitos del comunismo”, incluyen la centralidad de la cooperación, la so-
parada ahora del comando capitalista, es lo que hace posible una transi- cialidad y la subjetividad o “trabajo inmaterial”, y persisten como una
ción o negación sin compromiso.31 La pars destruens como crítica, destruc- suerte de comunismo latente en la subsunción real de la sociedad por el ca-
ción o evacuación de las relaciones capitalistas es una forma de crítica que pital. Los requisitos de Hardt y Negri incorporan las más reconocidas y fre-
es al mismo tiempo total e inmanente. Es total en el sentido de que no tie- cuentemente discutidas transformaciones sociohistóricas, como el pasaje
ne compromiso en su destrucción crítica (pars destruens), aunque, más de las regulaciones y garantías fordistas a la producción posfordista, y la
importante, es también inmediatamente creativa (pars construens) en la descentralización de la producción industrial taylorista por la nueva eco-
medida en que crea otras formas de cooperación y valorización a las man- nomía de la información y de los servicios. Antes de ver en estas transfor-
tenidas en y por la plusvalía. Y es inmanente en el sentido de que la fuen- maciones simples momentos de aparentes transformaciones y modificacio-
te y el movimiento de esta crítica y la práctica crítica no son exteriores a nes sin fin del capitalismo, Hardt y Negri las reconocen como los “requisi-
las relaciones sociales sobre las cuales ellas actúan (Negri, 1996). El an- tos”, como la simultánea destrucción de una vieja constitución y la creación
tagonismo no es sólo una fuerza de destrucción contra la actual estructu- de un nuevo orden. En cada caso estas transformaciones indican la persis-
ra de poder; es también una fuerza interna del propio proceso de constitu- tencia de la subjetividad y la cooperación en el proceso de trabajo.
ción. Si, como Negri afirma, el pensamiento de Spinoza puede ser enten- En este punto estos “requisitos” constituyen una suerte de “revolución
dido como el cruce de la pars destruens y la pars construens (de destruc- pasiva” que persiste calladamente más allá del ruido y la redundante ce-
ción crítica y creación), será posible afirmar que en el terreno de la prác- lebración de victoria total del capitalismo. La irreversibilidad y colectivi-
tica social la “destrucción es la condición interna de la liberación” (Negri, dad de estas transformaciones no conforman aún las bases para una ex-
1989: 161). plícita y manifiesta política, al menos, en el nivel de la organización “mo-
El nombre que Negri da a la socialidad constituida por y en el juego de lar”. Esta nueva colectividad, en este punto, sólo se hace sentir en el ni-
pars destruens-pars construens, como crítica simultánea y creación de vel molecular. Ha demandado y recibido una reestructuración masiva del
nuevos valores, es “comunismo”. Comunismo es el movimiento crítico in- trabajo, que ha puesto la subjetividad, la flexibilidad y la cooperación en
manente o, según las palabras de Marx y Engels más cercanas al sentido el centro del “trabajo inmaterial”. Ha producido nuevas formas de subje-
proyectado por Negri, “comunismo es el movimiento real que cancela el tividad y nuevos estilos de vida. Pero estas transformaciones están blo-
presente estado de cosas”. Para Spinoza la convergencia de la pars des- queadas por la fuerza del comando del capital, la semiótica de las jerar-
quías y la ideología del mercado que limitan la fuerza de esta socialidad
a una nueva elite (Negri, 1992a, 1989). Bloqueos y limitaciones que sólo
31. “Debemos inmediatamente subrayar que en esta perspectiva la lógica antagónica deja de podrán ser removidos cuando estas revoluciones moleculares se vuelvan
tener un ritmo binario, deja de aceptar la fantástica realidad del adversario en su horizon-
te. Rechaza la dialéctica, aun como simple horizonte. Rechaza toda fórmula binaria. El pro-
organizadas y sujetas a organizaciones molares.
ceso antagónico tiende aquí a la hegemonía, tiende a destruir y suprimir a su adversario” La organización de esta nueva socialidad, en su transformación desde
(Marx, 2001a: 210). las proliferaciones moleculares hacia los antagonismos molares, constitu-
364 César Altamira Hacia una teoría del conocimiento materialista 365

ye una política diferente de las temáticas tradicionales de constitución y le- mitadas o ilimitadas en el terreno político, sindical, de defensa de
gitimación mantenidas en la “tradición burguesa”. Lo que Negri identifica los derechos generales de la comunidad nacional-internacional.
como la “tradición burguesa”, es decir, aquella línea de pensamiento polí- (Guattari y Negri, 1999: 63)
tico que se desenvuelve desde Hobbes, pasa por Rousseau y llega a Hegel,
es aquel pensamiento que asume el poder constitutivo primariamente co- A su vez la organización o el vínculo donde las luchas moleculares con-
mo el punto de vista de lo constituido, sea la ley, el Estado, la soberanía o fluyen para formar organizaciones molares y duales donde lo múltiple y
la necesidad de la mediación trascendental. La pregunta política ha esta- lo uno coexisten, multiplicando e intensificando una a la otra como terre-
do referenciada, de una forma u otra, en la necesidad de determinar la fun- nos de lucha, demanda la reinvención de prácticas sociales y nuevos tipos
dación legítima del poder (potestas) como autoridad trascendente. El orden de organización.
ha sido pensado y mantenido, sea bajo la forma de la ley, del interés gene- Negri ha sugerido que la semilla de estas nuevas prácticas puede ser
ral, del Estado o del mercado, como el otro absoluto del desorden. El comu- comprendida desde la historia de la ontología y la política, en una contra-
nismo, definido como la socialidad del poder constitutivo, tal como Negri, tradición que subsiste a lo largo del pensamiento burgués. Por ello el po-
juntamente con Guattari y Hardt, lo ha articulado, desarrolla una cuestión der constitutivo o el comunismo, como problema de organización, envuel-
diferente en el plano de la metafísica, de la economía política y de la polí- ven una genealogía de entrelazamientos divergentes de pensamientos on-
tica. Pero en este punto, ¿cuáles son las posibilidades de una socialidad del tológicos y políticos en orden para buscar alternativas a la tradición bur-
poder constitutivo? O como Negri y Hardt se preguntan: guesa. Esta genealogía implica un retorno a la discontinuidad y heteroge-
neidad de la modernidad y a las diferentes respuestas ensayadas ante la
¿Cómo es posible en este punto, de una vez por todas, abandonar repetición de la crisis en orden al desenvolvimiento de éstas en el futuro.
la concepción del poder constituyente como necesariamente negán- Como Negri ha argumentado, las dos figuras que se encuentran fuera de
dose a sí mismo en plantear la constitución, y reconocer un poder este terreno son Spinoza y Marx. Aunque no se trata del colapso inevita-
constituyente que ya no produce constituciones separadas de ellas ble del capitalismo según sus leyes, es decir el Marx de El capital, sino del
mismas, pero que es en sí mismo constitución propia? (Hardt y Ne- Marx de los Grundrisse, que reconoce el poder y la subjetividad del traba-
gri, 1996: 308) jo vivo. Y no justamente el Spinoza de la Ética, sino el Spinoza del Trata-
do teológico-político, aquel incompleto manuscrito que termina con la
La cuestión del comunismo, de una política del poder constitutivo, li- multitud como idea, pensamiento apenas articulado, de absoluta demo-
quida el estilo “burgués”, es decir la tradición dominante del pensamien- cracia, o del absoluto como democracia, lo que Negri denomina la “repú-
to político. Como Guattari y Negri (1999) indican: el comunismo deman- blica del poder constituyente”.
da una articulación u organización entre las luchas moleculares y los an-
tagonismos molares diferente de aquéllas y opuestas a la completa sub-
sunción de las primeras por las segundas. El comunismo rechaza toda es-
tructura, todo partido donde las revoluciones moleculares y el antagonis-
mo subordine y las aliene hacia fines molares. Rechaza toda separación
entre deseo colectivo y ejecución, rechaza erigir una nueva potestas. Como
ellos plantean:

Desde un punto de vista molecular, cualquier tentativa de unifi-


cación ideológica es una operación absurda y reaccionaria. El deseo
en el terreno social rechaza dejarse circunscribir en zonas de con-
senso, en áreas de legitimación ideológica. ¿Por qué pedir a un mo-
vimiento feminista que llegue a un acuerdo doctrinal y programáti-
co con grupos de iniciativa ecológica o con una experiencia comuni-
taria de gente de color o con un movimiento obrero? […] Lo esencial
es que cada movimiento se revele capaz de desencadenar revolucio-
nes moleculares irreversibles y de asociarse con luchas molares li-
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