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Patroclo
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Luis Manuel López | Mitología | 18/01/2016 - 17:43 Comenta

Tags: Ilíada Aquiles Troya Homero

Patroclo, hijo de Meneceo, es uno de los principales héroes griegos que combatieron en la guerra de
Troya. Patroclo es recordado ante todo como el fiel compañero de Aquiles, en el campo de batalla y en la
vida privada.
ANTES DE LA GUERRA DE TROYA

Como hijo de Meneceo, uno de los héroes que había acompañado a Jasón en su periplo para hallar en
Vellocino de Oro, Patroclo fue educado desde su nacimiento en los valores de virtud y valor propios de su
clase social. Al ser su padre uno de los reyes de la Locride, Patroclo estaba destinado a heredar el trono,
pero un desgraciado accidente le privó de su herencia. Siendo niño, mató por accidente a su amigo
Clisónimo en medio de una discusión por una partida de dados. Para evitar la venganza de la familia del
muerto, Meneceo envió a su hijo al exilio en Ftía, donde fue acogido por el rey Peleo. Éste crió a Patroclo
como si fuera su propio hijo, haciendo que compartiera educación con su primogénito, Aquiles. Entre
Aquiles y Patroclo se entabló desde la infancia una profunda y fiel amistad. Aunque Patroclo era algo
mayor que Aquiles, siempre se comportó como un resignado secundario frente a la primacía de Aquiles en
todas las actividades que emprendían.
Cuando Peleo envió a su hijo a formarse con el centauro Quirón, Patroclo le acompañó, beneficiándose
también él de de las enseñanzas de tan formidable maestro. De este modo, Patroclo aprendió a combatir,
así como las artes de la oratoria y la curación, enseñanzas que le convirtieron en un guerrero excepcional.
La relación de amistad se ve interrumpida cuando Tetis se lleva a su hijo a la corte de Sciros para evitar
que éste acuda a la guerra de Troya, a sabiendas del destino que le aguardaba. Patroclo es reclutado por
los caudillos griegos para ir a la guerra. Después de que Odiseo descubra a Aquiles en su escondite,
ambos amigos volverán a reunirse para comandar las tropas de los mirmidones, los guerreros de Ftía.

DURANTE LA GUERRA DE TROYA

Durante la guerra, Patroclo se mostró siempre como un fiel compañero de Aquiles, ya fuera combatiendo
a su lado, ya fuera apoyándole en las
asambleas. Según Homero, Patroclo era
especialmente habilidoso en la conducción del
carro de combate, logrando dirigir a los caballos
con habilidad sin igual entre los griegos.
Como segundo al mando de los mirmidones, se
ganó la admiración de todos los guerreros
griegos, así como el respeto de los rivales
troyanos. A diferencia de Aquiles, a quien el
orgullo cegaba en muchas ocasiones, Patroclo
se mostraba siempre cercano y dispuesto a
sacrificarse por el resto de combatientes
aqueos.
Este carácter de Patrocolo se puso de relieve
cuando Aquiles, irritado por la ofensa recibida
de Agamenón, decidió retirarse del combate
junto con sus hombres. En un primer momento,
Patroclo cumplió las órdenes de su amigo,
retirándose junto a él a las tiendas de campaña
y negándose a combatir. Sin embargo, cuando
la primera comitiva de reyes griegos se presentó
ante ellos para suplicar el regreso de Aquiles y
los mirmidones al campo de batalla, Patroclo se
mostró comprensivo con ellos, mientras su
señor y amigo permanecía inflexible en su
cólera.
Cuando las tropas aqueas comenzaron a ser
diezmadas por los troyanos dirigidos por Héctor,
Patroclo suplicó a Aquiles que tomara las armas y defendiera a sus amigos, muchos de los cuales yacían
heridos y en peligro de muerte. Aquiles, ofendido en su honor, no aceptó, pero consintió en que Patroclo
hiciera uso de sus armas y comandara a los mirmidones en el campo de batalla. De este modo, Patroclo
se enfundó la armadura y tomó las armas de Aquiles para partir al combate.
En un primer momento, los troyanos, al ver a un guerrero portando las armas de Aquiles retrocedieron
asustados, creyendo que el caudillo de los mirmidones había regresado. Patroclo combate con furor, y
logra acabar con la vida de numerosos troyanos, incluido el rey Sarpedón, aliado de Troya. Héctor, sin
embargo, se dio cuenta de que el guerrero que había ante él no era Aquiles, y decidió plantarle cara. Con
la ayuda del dios Apolo, que derriba a Patroclo, Héctor lo hiere de muerte, quedando el cuerpo tendido
ante él. Como vía para humillar a los griegos en general y a Aquiles en particular, Héctor decide despojar
el cuerpo de Patroclo de su armadura y profanar el cadáver. Aunque consigue quitarle la armadura y las
armas, en el momento en el que se dispone a llevarse el cuerpo aparecen Áyax y Menelao, que haciendo
causa común logran que Héctor se retire. Ambos guerreros toman el cuerpo del joven y lo llevan al
campamento de los griegos.
Cuando Aquiles descubre la muerte de su amigo, llora desesperado, abrazado al cuerpo durante días y
noches. Para evitar que el cuerpo se corrompa, Tetis, madre de Aquiles, lo rocía con néctar y ambrosía,
logrando así alejar la podredumbre.
Cuando Aquiles se recobra del golpe anímico, ordena incinerar el cuerpo de su amigo. Sólo entonces
regresa a la batalla con un único objetivo en mente: vengar la muerte de Patroclo. Tras varios días de
combate en los que Aquiles aniquila a una gran cantidad de troyanos, llega al fin el combate definitivo
entre ambos caudillos. Aquiles logra matar a Héctor y engancha su cadáver al carro para profanar su
cuerpo tal y como el príncipe troyano había intentado hacer con el de Patroclo. Tras dar siete vueltas
alrededor de las murallas de Troya arrastrando
tras él el cadáver de Héctor, regresa al
campamento y organiza los juegos funerarios en
honor de Patroclo.
Durante los juegos, Aquiles dispone diversos
premios de gran valor para el ganador de cada
prueba atlética. La mayor parte de los reyes
griegos compiten entre ellos para hacerse con
los galardones. En estos juegos, Aquiles
demuestra una gran ecuanimidad, otorgando
premios tanto a los ganadores como a los que
perdedores, de forma que todos ellos se
sintieran satisfechos con los resultados.

LA RELACIÓN ENTRE AQUILES Y


PATROCLO

El tipo de relación existente entre Aquiles y Patroclo ha dado lugar a todo tipo de teorías e hipótesis
acerca de la auténtica naturaleza de ésta. Si Aquiles y Patroclo eran amantes o simplemente amigos es
una controversia que aún sigue provocando encendidos debates.
Habida cuenta de que estamos ante dos personajes literarios que poco o nada tienen de los personajes
históricos que pudieron inspirar su creación, poco sentido tiene que busquemos la auténtica naturaleza de
esta relación más allá de tratar de dictaminar qué tenía Homero en mente cuando escribió acerca de ellos.
Desde este punto de vista la mayor parte de los historiadores coinciden en señalar que no hay nada en los
versos homéricos, ni en la “Ilíada” ni en la “Odisea”, que permita defender una relación amorosa entre
Aquiles y Patroclo. En ambos poemas se habla de los dos héroes como amigos leales y compañeros de
armas, pero, salvo que hagamos una lectura interesada de sus versos, el amor, ya sea carnal, ya sea
espiritual, no aparece en momento alguno.
Las generaciones posteriores a la puesta por escrito de la “Ilíada” y la “Odisea”, sin embargo, sí
entendieron en su mayoría que Patroclo y Aquiles eran en realidad una pareja de amantes que seguían
los cánones del amor homosexual griego. Como tal aparecen en diversos textos de época arcaica y
clásica, incluyendo autores tan prestigiosos como Platón, que habla de este tema en su “Banquete”. La
visión de Aquiles y Patroclo como pareja de amantes pasó a la literatura helenística y a la latina, hasta el
punto de que pocos autores vuelven a cuestionarla. Es muy probable que algunos personajes históricos,
deseosos de emular al héroe Aquiles, condujeran su vida amorosa según esta visión. Tal es lo que ocurrió
en el caso de Alejandro Magno y su amigo o amante Hefestión.
La consagración de la imagen de Aquiles y Patroclo como pareja de amantes suponía un problema a la
hora de hacerle encajar con los cánones griegos de amor homosexual. Según este ideal, el que ejercía la
parte activa de la relación, el “erastés” debía ser el de más edad, mientras que el rol pasivo, ejercido por el
“erómenos”, era el más joven. Según la tradición más antigua, Patroclo era mayor que Aquiles, pero su
relación y, ante todo, el carácter de Aquiles, no permitían aceptar que el gran héroe hijo de Peleo fuera la
parte pasiva de la relación. Por ese motivo, en algún momento indefinido se impuso la tradición de que
Patroclo era más joven que Aquiles, encajando mejor de esa manera en los modelos de “erastés” y
“erómenos”. Esta tradición ha llegado hasta nuestros días, tal y como podemos ver en las últimas
adaptaciones cinematográficas del mito.

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