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La Medicina Biológica frente al dolor

Dr. Juan Luis Calatayud Carretero

El DOLOR ha sido y sigue siendo el “gran rompecabezas” de la Medicina en todas las


épocas y civilizaciones. Los griegos HIPÓCRATES y GALENO observaron que
enfermedad y dolor eran causados por un desequilibrio de los “cuatro humores”, aire,
fuego, tierra y agua, algo que 3.000 años antes los chinos fundamentaron en el libro Nei
Ching (2600 a.C.), base de la aplicación de la acupuntura. En la cultura islámica
AVICENA, el “príncipe de los médicos”, reconocía 15 tipos distintos de dolor
provocados por cambios humorales. Con el devenir de los años ha quedado establecido
el importantísimo papel de sistema nervioso en la génesis y mantenimiento del dolor.
En medicina biológica, debemos a PISCHINGER el conocimiento del “sistema básico”
y de la regulación basal y todos los profesionales del campo de la medicina saben de la
importancia del equilibrio neuroendocrino y del sistema inmune en el mantenimiento de
la salud.
Actualmente el tratamiento del dolor crónico es un reto para el paciente, el médico, la
familia y la sociedad. Incluso voces muy autorizadas hablan de grandes deficiencias en
el manejo del paciente con dolor, bien por falta de planificación de la enseñanza o por
otros y variados mo tivos. Incluso hay quien llega a decir que la complicada naturaleza
del dolor crónico hace imposible el éxito del tratamiento por un solo médico por lo que
son necesarias unidades multidisciplinares para el “tratamiento integral” por “muchos
profesionales”, cada uno con su visión y su enseñanza, en la falsa creencia de que
mediante la suma de las partes se puede entender “el todo”. Bajo este prisma, la
administración de fármacos con sus variados efectos adversos y contraindicaciones es
“la solución al problema”. Visiones parcelarias y el axioma a mayor dolor mayor dosis,
es la pauta general. ¿Podemos hablar entonces de FRACASO de la medicina en el
tratamiento del dolor al igual que de las “enfermedades crónicas”? La respuesta es SI.
La MEDICINA BIOLÓGICA da un giro de 180º a esta visión parcelaria y aunque en
ocasiones –las menos- son imprescindibles los fármacos, su base está en la estimulación
y potenciación de las propias fuerzas autocurativas sin inhibir ninguna de las funciones
orgánicas, mediante diversas terapias no agresivas y sin efectos secundarios.
Contrariamente a la opinión generalizada en la medicina alopática, no son precisas
unidades multidisciplinares, sino profesionales que reconozcan al ser en su globalidad y
en su relación con el entorno, aconsejen en unos casos y apliquen en otros la solución
adecuada a cada paciente, es decir, se impliquen en el paciente, ser humano producto
del cosmos, de cuyas energías se nutre y a la vez transforma. Solo se precisa de algo
simple. Algo que algunos ya ni recuerdan. No es otra cosa que el tiempo dedicado a
escuchar a cada paciente y que no es otro que el que cada paciente precise, ya que como
dice el Dr. Payán de la Roche el enfermo aborda el consultorio del médico con unas
carga de expectativas, problemas, dolores, temores, conocimientos y experiencias que
configura en sus quejas teniendo en cuenta sus propias creencias y simbologías y
engloba en su enfermedad su TOTALIDAD, esto es con sus desarmonías, dificultades
en sus relaciones interpersonales o laborales, frustraciones, sensaciones y sentimientos
que expresa a través de su modo de enfermar.
Recordemos que “no hay enfermedades, sino enfermos y modos diversos de enfermar”
y que medicina solo hay una : La que consigue llevar al enfermo al estado de salud.

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