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En los actuales momentos se está viviendo una crisis en la auditoría, semejante a la de

los años ´30: la quiebra de Enron y la participación en la misma de una de las grandes
firmas transnacionales de auditoría ha producido una gran desconfianza entre los
inversionistas de los EE.UU. con sus consiguientes repercusiones en los restantes
países de este mundo globalizado.

Esta crisis obliga necesariamente a repensar la forma en como se está ejecutando la


auditoría y cuáles son las necesidades actuales de las empresas del siglo XXI. Para lo
anterior es necesario determinar como se ha realizado hasta el momento la auditoría y
cuál debe ser el futuro de la misma para responder a lo que las organizaciones
requieren y no estar condenada a desaparecer por ineficaz.

La auditoría a principios del siglo XX fue orientada al control de las grandes


corporaciones cotizantes en la bolsa de valores norteamericana, las que eran las únicas
que podían pagar los altos costos del proceso, para garantizar la razonabilidad de los
estados financieros al público interesado en invertir en las mismas. Este trabajo era
desarrollado por un equipo de muchas personas y elevadas y costosas horas hombre.
Básicamente consistía en la inspección de activos y verificación y validación de las de
transacciones económicas constitutivas de la formación de los estados financieros.

A mediados del siglo se inició el reordenamiento de la auditoría financiera, pues su


aplicación se extendió a empresas de diversos tamaños, se desarrollaron y
profundizaron conceptos de planificación, análisis de los sistemas de control interno,
técnicas de muestreo, el muestreo estadístico y pruebas de auditoría, aumentándose la
eficiencia del proceso de auditoría, pues la verificación y validación se realizan sobre
las transacciones representativas teniendo en cuenta su importancia relativa y riesgo
probable con lo cual se disminuyen significativamente las horas de trabajo y el costo
global de la auditoría.

En el siglo actual se debe hablar de auditoría integral, que comprende auditoría de


control interno, auditoría de gestión, auditoría de cumplimiento y auditoría financiera,
pero tomadas en conjunto con un enfoque de sistemas, no como la sumatoria simple de
cuatro auditorías. Ninguna es más importante que las otras, ni puede considerarse la
auditoría integral como una extensión de la tradicional auditoría financiera. La auditoría
integral es un sistema compuesto de cuatro subsistemas, y posee las propiedades de
todo sistema, siendo la principal la sinergia, pues las cuatro auditorías actuando como
sistema producen un mayor efecto que si se consideran en forma individual. Además,
no sobra advertir que el juicio del auditor se produce considerando la totalidad u holismo,
analizando las cuatro auditorías en conjunto como un todo.

La opinión profesional del auditor integral versará sobre si el sistema de control interno
es eficiente, si existe un ambiente de control en la empresa, si hay una adecuada
evaluación de riesgos, si existen y se ejecutan actividades de control, si hay una
adecuada información y comunicación sobre el control interno y si existe un monitoreo
sobre el control interno (auditoría de control interno), si la empresa se administra con
eficiencia, eficacia y economicidad, si el recurso humano es gestionado adecuadamente,
si hay adecuada gestión de las recursos financieros, físicos y de información (auditoría
de gestión), si las operaciones financieras, administrativas, económicas o de otra índole
ocurridas en un ente económico se efectuaron de acuerdo con la normatividad vigente
en el campo laboral, comercial, tributario, del medio ambiente, entre otros, y de acuerdo
con los estatutos y demás reglamentos institucionales, todo encaminado a la búsqueda
de los objetivos propuestos, (auditoría de cumplimiento), si los estados financieros
presentan en forma razonable la situación financiera y el resultado de sus operaciones
de acuerdo a las normas de contabilidad de general aceptación y se han hecho las
revelaciones pertinentes.

Como se puede apreciar, la auditoría financiera tradicional es un servicio necesario pero


insuficiente para esta época de cambio constante y sostenido. La profesión contable no
puede continuar hablando de auditoría como sinónimo de auditoría financiera, debe
especificarse el tipo de auditoría de que se trate cuando se mencione la palabra. Ahora
bien, el servicio de auditoría a prestar a las empresas de la actualidad debe ser por
antonomasia el de auditoría integral. Pero la pregunta es: ¿Cómo prestar el servicio de
auditoría integral en Colombia? La respuesta es muy simple: Siempre que se ejerza la
Revisoría Fiscal!. En nuestro país no necesitamos legislar para traer auditoría integral a
las empresas, pues el Código de Comercio al regular la institución de la Revisoría Fiscal,
sin intención la dejó preparada para el futuro, cosa bastante extraordinaria si se tiene
en cuenta que siempre las normas jurídicas andan muy atrasadas con respecto a la
realidad.

La auditoría puede definirse como «un proceso sistemático para obtener y evaluar de manera
objetiva las evidencias relacionadas con informes sobre actividades económicas y otros
acontecimientos relacionados, cuyo fin consiste en determinar el grado de correspondencia del
contenido informativo con las evidencias que le dieron origen, así como establecer si dichos
informes se han elaborado observando los principios establecidos para el caso».
Por otra parte la auditoría constituye una herramienta de control y supervisión que contribuye
a la creación de una cultura de la disciplina de laorganización y permite descubrir fallas en
las estructuras o vulnerabilidades existentes en la organización.
Otro elemento de interés es que durante la realización de su trabajo, los auditores se
encuentran cotidianamente con nuevas tecnologías de avanzada en las entidades, por lo que
requieren de la incorporación sistemática de herramientas con iguales requerimientos técnicos,
así como de conocimientos cada vez más profundos de las técnicas informáticas más
extendidas en el control de la gestión.

La auditoría se origina como una necesidad social generada por el desarrollo económico, la
complejidad industrial y la globalización de la economía, que han producido empresas
sobredimensionadas en las que se separan los titulares del capital y los responsables de la gestión.
Se trata de dotar de la máxima transparencia a la información económico-financiera que
suministra la empresa a todos los usuarios, tanto directos como indirectos.

En un principio, la función de la auditoría se limitaba a la mera vigilancia, con el fin de evitar


errores y fraudes. Con el crecimiento de las empresas, la separación entre propietarios y
administradores, y los intereses de terceros (entidades de crédito, Administración Pública,
acreedores, etc.) se ha hecho necesario garantizar la información económico-financiera
suministrada por las empresas. Sin abandonar las funciones primitivas, la auditoría acomete un
objetivo más amplio: determinar la veracidad de los estados financieros de las empresas, en
cuanto a la situación patrimonial y a los resultados de sus operaciones.

En la actualidad, tanto en el ámbito legislativo como técnico y de investigación, se puede decir que
EE UU es el país pionero y más vanguardista. Este avance fue impulsado por la crisis de Wall Street
de 1929. En la UE, antes Comunidad Europea (CE) e inicialmente Comunidad Económica Europea
(CEE), los caminos seguidos han sido distintos. En países con gran tradición contable, la profesión
del auditor está muy desarrollada, y la legislación hace frecuentes referencias a la auditoría, como
en el Reino Unido.

La auditoría es tan antigua como la humanidad y tiene origen en la práctica de la


contabilidad; la contabilidad desde los primeros estadios de la sociedad hasta ahora se
encarga de desarrollar un sistema de información en el que se realiza una acumulación y
registro ordenado de datos acerca de factores productivos en los que existe interés, con la
intención de clasificarlos en cuentas que los representen así: derechos (activos),
obligaciones (pasivo y patrimonio), entradas (ingresos) y salidas (egresos), para tener
conocimiento acerca del valor de éstos y con base en dicho conocimiento poder tomar
decisiones.

La auditoría da respuesta a la pregunta ¿cómo confiar en que la información presentada por


la administración de la organización refleje realmente la realidad económica?, y su
respuesta se dio por el camino de la revisión, de allí surge la auditoría como puente que
cruza la incertidumbre hacia la seguridad relativa, logrando confianza por parte de los
usuarios en la información de quienes administran y contabilizan los hechos económicos.

De este modo la auditoría se ve ligada a la detección de errores y fraudes dentro de los


estados financieros contables y la contabilidad que los produce, la detección se realiza por
medio de la revisión y comunicación de hallazgos o evidencias, la razón de ser de la
auditoría es la de proteger la posesión y buen devenir económico del ente a favor de sus
interesados (propietarios–sociedad), satisfaciendo la necesidad de certeza requerida por los
usuarios de la información contable.

Debemos reconocer que la historia de la auditoría se ve altamente ligada a la contabilidad,


fenómeno que genera confusión, al crear en el público general la idea de que la auditoría se
limita al campo financiero–contable; por esto es prudente reiterar que la auditoría, en la
actualidad, abarca una amplia gama de objetos de estudio o situaciones auditadas y que se
ha convertido en una ciencia multidisciplinaria, razón por la que no se debe limitar a los
asuntos financiero– contables ya que las técnicas de auditoría pueden y deben ser
utilizadas en innumerables objetos de estudio que tengan necesidad de verificación para el
cubrimiento total de las actuaciones que desarrollen los entes en busca de su objeto social.

Los auditores son defensores de los intereses sociales, en tanto buscan un equilibrio entre
la actuación y proyección de la organización para con el exterior; por tal motivo es
necesario reconocer todos los aspectos que repercuten fuera de la organización al
desarrollar el objeto social, se debe por ende valorar si la organización cumple con las
obligaciones y deberes legales que le son aplicables, los costes ambientales, su función
como generador de empleo, su responsabilidad en el desarrollo integral del talento humano
que apoya su operación, sus aportes al mejoramiento de la calidad de vida incluyendo la
calidad y diferenciación de los bienes y servicios que produce y la transmisión de beneficios
a la sociedad, entre otros aspectos que la auditoría como representante de los intereses
sociales debe defender.

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