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INTRODUCCION

John Locke, uno de los más importantes doctrinarios del Siglo XVII ha sido un destacado

referente en la historia de la teoría política contemporánea, siendo catalogado como uno de los

principales ideólogos de la Revolución Inglesa de 1688.

En este sentido, uno de sus principales trabajos que dan señas de su doctrina política es el

libro Dos Tratados de Gobierno, específicamente el "Segundo Ensayo: Sobre el Gobierno

Civil".

A nuestro juicio, sus principales obras, publicadas después de la Revolución, fueron

también una fuente de inspiración para los pensadores ilustrados y a los movimientos

revolucionarios posteriores, resulta interesante retomar algunos aspectos de su pensamiento,

revisándolo y sacando algunas conclusiones sobre la manera en que su doctrina ha servido de

base para el desarrollo de la filosofía política contemporánea.

Por otra parte, un buen resumen de la articulación que Hobbes hace de conceptos centrales

de su obra como Estado de Naturaleza, Pacto, Poder Soberano y Sociedad Civil, el análisis del

estado de naturaleza cobra importancia, porque nos permitirá comprender los derechos de los

Estados y los deberes de los súbditos.

Es en este marco que enuncia su pesimismo antropológico, según el cual, a menos que

exista el temor de ser reprimidos por un poder coercitivo, cada hombre desconfiará y temerá

de sus prójimos, y por derecho natural, tendrá que hacer uso de la fuerza para lograr su

preservación, el estado de naturaleza no es otra cosa que la guerra de todos contra todos.
John Locke nació en Wrington hacia 1632 y desarrolló su vida al amparo del estudio de

variadas disciplinas que lo acarrearon a dedicar su tiempo con los experimentos químicos, la

astronomía, la medicina y hasta la carrera diplomática. Al corto tiempo, aborda sus estudios de

política social y paso a paso va demostrando cierta simpatía por la libertad individual y cierto

grado de utilitarismo.

Recibió la influencia del pensamiento de John Owen (partidario de una política de

tolerancia para con todas las religiones), le llamaron la atención las ideas de Descartes y de

Hobbes.

El desarrollo de su teoría política se encuentra marcado por la tensa situación del gobierno

de los Estuardo y el arribo de Guillermo de Orange al poder, como respuesta a los excesos e

injusticias de los tribunales del rey.

Por su pensamiento debió exiliarse muchos años hasta 1689, año en que se produce la

Revolución en Inglaterra, desde allí se lo consideraba como el representante del nuevo régimen

liberal.

Alrededor del año 1689, John Locke publica sus dos tratados sobre el Gobierno Civil,

empezando en estos a tomar su ideología política. Locke en el primer tratado argumenta contra

la teoría del origen natural del poder de los reyes, y consiste en una crítica radical al

patriarcalismo de Robert Filmer, el cual había sostenido una doctrina patriarcalista por la cual

la sociedad política tenía que organizarse como una familia ya que en la sociedad civil debían

obedecer todos al monarca (rey), además defendía la idea de que el monarca gobernaba por

derecho divino, es decir que recibía de Dios mismo su autoridad al descender por vía hereditaria

del mismo Adán, Locke critico esta teoría basándose en 4 aspectos:

1. No se sabe si Adán recibió de parte de Dios poderes políticos

2. No se sabe si sus herederos recibieron esos poderes

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3. No hay de manera cierta de saber cuáles fueron sus sucesores

4. No se sabe cuál es la rama más antigua

En el segundo tratado, Locke desarrolló un pensamiento político mucho más complejo que

arranca con una reflexión sobre el estado de naturaleza, previo a cualquier sociedad civil Locke

afirma:

“Para entender el poder político correctamente, y para deducirlo de lo que fue su origen,

hemos de considerar cuál es el estado en que los hombres se hallan por naturaleza” (Locke,

1764, pág. 36). Y por ende para Locke, un estado de naturaleza era determinado por el suceso

de que no hay un gobierno civil decidido que gobierne las acciones de los hombres.

Estado de naturaleza: se trata de un estado prepolitico anterior a la sociedad en el que los

hombres vivian por naturaleza en perfecta libertad y perfecta igualdad, en este estado rige una

ley dada por Dios, que se identifica con la razón y que obliga a todos.

Lo que esta ley enseña es que los hombres tienen derechos naturales individuales que nadie

les puede quitar, y son:

 Derecho a la libertad

 Derecho a la igualdad

 Derecho a la vida

 Derecho a la propiedad privada

Por tanto, en el estado de naturaleza todos los individuos gozan del derecho a

salvaguardarse por sí mismos de los transgresores, incluso podían llegar a matarlos.

De los primeros derechos naturales, la vida y la libertad son importantes en cambio la

propiedad para Locke en un principio, los bienes materiales eran comunes a todos los hombres,

nada era de nadie y todo era de todos, en esta época las cosas podían ser utilizadas por los

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hombres cuando estos se alimentaban de su propio trabajo, ya que el trabajo era solamente del

trabajador es decir de quien lo hace.

Locke afirma que: “Es éste un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene sus

acciones y disponga de posesiones y personas como juzgue oportuno, dentro de los límites de

la ley de naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre”

(Locke, 1764, pág. 36).

Es decir que el hombre mediante su trabajo saca las cosas de su estado natural y las

transforma o las convierte en su propiedad, ya que el trabajo transforma lo común en privado,

la propiedad también tiene un límite y solo es apropiable lo que es utilizable, es decir aquello

de lo que uno puede sacar provecho antes de que se eche a perder, por tanto, solo se podía

poseer lo que se iba a utilizar.

Ningún hombre es más que otro o que los demás en ningún aspecto; hombres libres e

iguales: “Es también un estado de igualdad, en el que todo poder y jurisdicción son recíprocos,

y donde nadie los disfruta en mayor medida que los demás. Nada hay más evidente que el que

criaturas de la misma especie y rango, nacidas todas ellas para disfrutar en conjunto las mismas

ventajas naturales y para hacer uso de las mismas facultades, hayan de ser también iguales entre

sí, sin subordinación o sujeción de unas a otras” (Locke, 1764, pág. 36).

Este estado se caracterizaba por una igualdad básica entre los seres humanos, con base en

el hecho que nacían de una manera idéntica y, por tanto, tenían derecho por igual a participar

en el uso y disfrute de la naturaleza y de los bienes creados por Dios.

Resulta interesante destacar, entonces, que la libertad e igualdad que caracterizan el estado

original, no garantizan la inexistencia del conflicto entre los seres humanos. Por el contrario,

son estos elementos los que aparentemente propiciarían la disputa entre los hombres en la vida

cotidiana al pertenecerles a todos los seres humanos en idéntica medida.

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Locke dice que:

“Habiendo sido todos los hombres dotados con las mismas facultades, y al participar todos

de una naturaleza común, no puede suponerse que haya entre nosotros una subordinación que

nos dé derecho a destruir al prójimo como si éste hubiese sido creado para nuestro uso” (Locke,

1764, pág. 38).

Así, Locke es claro cuando enfatiza la existencia de estos derechos naturales como una

condición básica para la convivencia pacífica entre los hombres, en la medida que existen con

anterioridad a la norma que los recoge.

El respeto y la defensa por la propia vida son sólo una dimensión o una cara de la moneda,

siendo la otra el respeto y la defensa de la vida de los demás evitando ponerla en peligro e

incluso tratar de salvarla si estuviera en riesgo, siempre y cuando, no se ponga en riesgo la

propia vida; para Locke el hombre estaría llamado a cierta solidaridad hacia el sufrimiento y

riesgo de los demás: “Por la misma razón que cada uno se ve obligado a preservarse a sí mismo

y a no destruirse por su propia voluntad, también se verá obligado a preservar al resto de la

humanidad en la medida en que le sea posible, cuando su propia preservación no se ve

amenazada por ello” (Locke, 1764, pág. 38).

La propiedad privada es un concepto tan rico y clave para Locke, como lo afirma

Habermas, que posibilita la libertad y la igualdad: Locke definió como su fin, la disponibilidad

sobre la propiedad privada, donde están incluidas vida y libertad de la persona (Habermas,

1966, pág. 89). A diferencia de Hobbes para quien en el estado de naturaleza los hombres se

enfrentan entre sí a muerte por su sobrevivencia (las actividades económicas están subsumidas

y articula- das a una actividad fundamental y prioritaria cual es la defensa de la vida), Locke

considera el estado de naturaleza básicamente como un estado de interacción económica de los

hombres (Vaughn, 1980, pág. 105).

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A diferencia de las ideas de Thomas Hobbes era que el estado de naturaleza y el de guerra

eran exactamente lo mismo, dado que en ninguno de ellos existe el Estado, para Locke el estado

de naturaleza puede ser en principio perfectamente pacífico, con el respeto de los derechos y

bienes de los hombres. El problema se plantea ante la posibilidad que el hombre transgreda el

límite naturalmente fijado y atropelle los derechos de los demás. En estos casos, la ausencia de

una autoridad que regule y sancione adecuadamente las violaciones contra la ley natural, más

allá del derecho natural que cada hombre tiene de salvaguardar la misma, propiciarían el

descontrol y la inseguridad entre los hombres.

Una vez más, Locke es muy cuidadoso al momento de elaborar su modelo teórico y es

claro al establecer que el ejercicio del poder entre los hombres es perfectamente factible, pero

sólo se justifica en cuanto se ha violado la ley natural. Toda acción que no corresponda a este

esquema, dará pie al estado de guerra.

Como él dice textualmente:

“La falta de un juez común con autoridad coloca a todos los hombres en un estado

de Naturaleza; la fuerza ilegal contra la persona física de un hombre crea un estado

de guerra, lo mismo donde existe que donde no existe un juez común”.

El riesgo de llegar a este estado de guerra es lo que hace pensar en la necesidad de la

sociedad política, en la cual la libertad de los seres humanos se encuentre perfectamente

garantizada a través de la protección que el nuevo Estado le brindará.

La ley natural

Para Locke, ni aun la más plena de las libertades de que goza el ser humano al momento

de su aparición le permitiría destruirse a sí mismo. Existe un límite y ese límite es la ley natural

o la razón, como también la denomina. La razón gobierna a todos naturalmente y les enseña

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que nadie debe dañar a otro. Y aquí hay un elemento importante que va a caracterizar la doctrina

de Locke y es el respeto de la propiedad, aspecto básico de la vida de los seres humanos, al

mismo nivel que la vida, libertad e igualdad.

El punto fundamental es la conservación del orden natural, el no atentar contra el género

humano y el contribuir a la preservación de la especie. Si para ello se debe eliminar al que

quebranta el orden, habrá que hacerlo, ya que desde ese momento se evitará que el resto cometa

un delito semejante.

A nuestro juicio, entonces, Locke no enfatiza la preservación de la vida perse, sino en la

medida que de esta manera el orden natural resulta protegido. Entonces, sólo aquél que mata a

otro sin motivo aparente, pierde en ese instante su propio derecho a la vida.

Thomas Hobbes

Thomas Hobbes fue un filósofo político que vivió en la Inglaterra del siglo XVII. La

situación de caos interno y casi anarquía marcaron su visión de las instituciones que al

momento prevalecían. Describe al hombre como egoísta y peligroso para él mismo. Es decir,

que el hombre en estado de naturaleza busca mejorar su situación mediante el avasallamiento

de la propiedad de los otros hombres. Tal situación caótica significaría que las personas

tendrían que defender sus posesiones de la mejor forma posible para así evitar su apropiación.

Tal escenario parecía algo inestable e incómodo para el desarrollo de una civilización. Es por

ello que Thomas Hobbes plantea una solución que a su entender sería la más efectiva para

contener la codicia humana. Propone entonces la construcción de un gobierno central

(Leviatan), totalitario erigido con el consentimiento de todos los ciudadanos. Esa condición de

nacimiento de la sociedad, le confería de “legitimidad” para actuar aplicando justicia por sobre

todos los hombres que viviesen bajo sus dominios. En consecuencia se corría el peligro de

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quedar atrapados bajo una autoridad central que al principio cumpliría con eliminar el mayor

miedo de los hombres, el miedo a la muerte, pero que con el tiempo podría convertirse en una

autoridad totalitaria con la capacidad de decidir el destino de la sociedad por sobre todos los

hombres, quienes no tendrían la capacidad de reemplazarla ya que una vez instituida, no hay

forma de eliminarla a no ser que las personas consigan alejarse de los dominios de tal autoridad.

(Santos , 2003, pág. 4)

Debido a que Thomas Hobbes fue espectador de la guerra civil inglesa entre el Rey y el

Parlamento como también de la Guerra de los 30 años, tuvo la idea de que el hombre era un

ser malvado, con esto llegó a la frase: "El hombre es un lobo para el hombre".

En los albores de la modernidad, tras la ruptura de la unidad del pensamiento medieval,

los diferentes ámbitos del saber humano comenzaron a experimentar un proceso de

racionalización (secularización) que devino en su separación. Particularmente, el Leviatán de

Thomas Hobbes constituye uno de los primeros esfuerzos por separar la religión de la política.

Antes de ubicar a Hobbes como un pensador moderno, tal vez sea conveniente trazar un

párrafo introductorio a los ejes centrales de su teoría política. Un buen resumen de la

articulación que Hobbes hace de conceptos centrales de su obra como Estado de Naturaleza,

Pacto, Poder Soberano y Sociedad Civil. El análisis del estado de naturaleza cobra importancia,

según Hobbes, porque nos permitirá comprender los derechos de los Estados y los deberes de

los súbditos. Es en este marco que enuncia su pesimismo antropológico, según el cual, a menos

que exista el temor de ser reprimidos por un poder coercitivo, cada hombre desconfiará y

temerá de sus prójimos, y por derecho natural, tendrá que hacer uso de la fuerza para lograr su

preservación. Teniendo en cuenta lo anterior, Hobbes dirá que el estado de naturaleza no es

otra cosa que la guerra de todos contra todos, y para evitar tal sufrimiento es que los hombres

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pactarán renunciando el derecho a todas las cosas (Hobbes, 1642, págs. 45-46). Este pacto será

constitutivo de la sociedad civil y, a la vez del poder soberano, supremo.

Esta propuesta teórica de necesidad de comprender el estado de naturaleza, para entender

cabalmente el poder del Estado, es algo que se repetirá en la obra de John Locke [1632-1704].

Así, en las primeras líneas del capítulo II del Segundo tratado sobre el gobierno civil, dirá

que “para entender el poder político correctamente, y para deducirlo de lo que fue su origen,

hemos de considerar cuál es el estado en que los hombres se hallan por naturaleza” (Locke,

1764, pág. 36).

Estado de naturaleza

Hobbes niega la idea de asociación natural de los hombres y sostiene que ésta se produce

por la búsqueda de beneficios, no por el amor al prójimo sino por el amor a nosotros mismos

y, por, sobre todo, por el miedo mutuo existente en el estado de naturaleza. En el capítulo XIII

del Leviatán, Hobbes sostiene que en algunos sectores de América recordemos que el trabajo

data de 1651, a excepción del régimen de pequeñas familias, se vivía bajo el estado de

naturaleza.

De acuerdo con Hobbes, este miedo mutuo proviene de la igualdad natural entre los

hombres y de la voluntad del daño mutuo. Si bien la igualdad y el deseo de daño ya aparece

explicada en De Cive, es en el capítulo XIII de su Leviatán donde esta concepción aparece con

claridad cuando se afirma que “si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden

disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin, tratan de aniquilarse

o sojuzgarse uno a otro” (Hobbes , 1651, pág. 101).

Será también en el Leviatán, donde Hobbes enuncie a la competencia, la desconfianza y

la gloria como las causales de la discordia entre los hombres. En este estado de naturaleza,

impera pues, la guerra de todos contra todos. “Durante el tiempo en que los hombres viven sin

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un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina

guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos.” (Hobbes , 1651, pág. 102).

Continuando con la descripción de este estado de naturaleza, vale destacar que en éste no

había justicia ni derecho de propiedad. En este sentido, y haciendo patente una situación disímil

a los ideales de la época, Hobbes dirá que en el estado de naturaleza, “no existe oportunidad

para la industria, ya que su fruto es incierto; por consiguiente no hay cultivo de la tierra, ni

navegación, ni uso de los artículos que pueden ser importados por mar, ni construcciones

confortables, ni instrumentos para mover y remover las cosas que requieran mucha fuerza, ni

conocimiento de la faz de la tierra, ni cómputo del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad”

(Hobbes, 1651, pág. 103).

Las leyes de la naturaleza son los dictados de la recta razón, respecto de las cosas que

debemos hacer para conservar nuestras vidas y, la primera de estas leyes, es buscar la paz allí

donde pueda encontrarse y; cuando ello no es posible, proveernos de medios para hacer la

guerra. Asimismo, de esta ley fundamental, de esta primera ley de la naturaleza, surge que el

derecho de los hombres a todas las cosas no puede ser retenido, sino que algunos deben

renunciarse y/o transferirse. Esta obligación de buscar la paz recordemos que, a diferencia de

los derechos de la naturaleza, las leyes de la naturaleza son obligaciones de hacer u omitir y de

ceder derechos, fundamentalmente el de dar muerte al prójimo, es lo que permitirá el pasaje

del estado de naturaleza a la sociedad civil.

Por otra parte, Hobbes entiende que podríamos acordar en juntarnos para defendernos,

pero hasta tanto no acordemos en los medios para hacerlo, no lograremos la ansiada paz. El

remedio para esta situación, sería el establecimiento de un acuerdo por el cual sometamos

nuestra voluntad a un tercero. Hobbes sostiene que “se requiere que en aquellos asuntos

necesarios que se refieren a la paz y a la autodefensa haya una sola voluntad entre los hombres.

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Pero esto no puede lograrse, a menos que cada hombre someta su voluntad a la de otro, ya sea

este otro un individuo o un consejo; y que cualquiera que sea la voluntad de éste en asuntos

necesarios para la paz común, sea aceptado por las voluntades de todos los hombres en general,

y de cada uno en particular” (Hobbes, 1642, pág. 117).

Hobbes no sólo se encarga de mostrar el carácter de supremo del soberano, sino que

también propone demostrar cuál es la mejor clase de gobierno, utilizando para ello

“razonamientos sólidos” (Hobbes, 1642, pág. 176). De acuerdo con Hobbes, entre la

democracia, la aristocracia y de monarquía es preferible esta última ya que mientras en la

aristocracia y la democracia las reuniones y decisiones de gobierno se adoptan periódicamente,

con la monarquía el ejercicio del gobierno es constante. “El monarca, que es uno por naturaleza,

en todo momento está capacitado para ejercer su autoridad” (Hobbes, 1642, pág. 149)

Para Hobbes el origen del pacto de la unión se encuentra en comprender la naturaleza

humana, que tal como se muestra en Leviatán se deriva de tres causas principales: “Primera, la

competencia; segunda, la desconfianza; tercera, la gloria. La primera causa impulsó a los

hombres a atacarse para lograr un beneficio; la segunda para lograr la seguridad; la tercera,

para ganar reputación”. (Hobbes , 2011)

Esto significa que el ser humano se encuentra regido por el egoísmo, la maldad y el afán

de alcanzar el poder sobre los demás seres humanos, mediante el uso de la violencia, esto es lo

que Hobbes va a denominar anarquía natural. No obstante, según Hobbes esa misma naturaleza

humana egoísta, malvada y con afán de poder, es gobernada por un miedo, el miedo de perder

la vida de manera violenta. Esto es lo que lo lleva a cada individuo al establecimiento de un

pacto social, (Hobbes, 2013)en el Diálogo entre un filósofo y un jurista, afirma que: “No es,

pues, la palabra de la ley, sino el poder de quien tiene la fuerza de una nación lo que hace

efectiva las leyes” (p. 10).

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Esto significa que el Estado moderno no surgió de la nada, por el contrario, es una fuerza

racional que agudiza las contradicciones del pensamiento político, jurídico y económico de la

Edad Media, que en términos hobbesianos le garantiza el paso al individuo de la anarquía

natural a una vida en sociedad, llena de paz y seguridad, que permite el pleno desarrollo de las

libertades individuales.

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Conclusión:

El estado de naturaleza en Locke es una categoría de análisis que le permite validar a

posteriori un determinado tipo de Estado y de Sociedad: el Estado burgués conformado por

ciudadanos propietarios que a partir de su trabajo puedan y pueden acumular riqueza y

generarse bienestar; y una sociedad liberal en la cual cada quien pueda trabajar por el logro de

sus intereses personales y particulares, y en forma tranquila, segura y en paz, garantizado esto

por el Estado.

A manera de conclusión, se podría decir que la teoría política de Hobbes permite la

aparición de una teoría del Estado, que tiene como propósito solucionar los problemas que

acaece el individuo por su propia condición humana, a través de la unión de los seres humanos

en sociedad.

Tanto Hobbes como Locke, tienen su propia concepción del estado de naturaleza y el paso

hacia el Estado, a Hobbes se le critica igualar el estado de naturaleza a guerra, y a Locke que

el Estado no puede ocupar el lugar de la justicia imparcial.

Coinciden Hobbes y Locke en que en el estado de naturaleza priva el derecho o la ley de

naturaleza que se fundamenta en la razón. Hobbes estima que el derecho de naturaleza "es la

libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de

su propia naturaleza, es decir, de su propia vida.

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Bibliografía
Habermas, J. (1966). La doctrina clásica de la política en la relación con la filosofía social. Buenos
Aires: Sur.

Hobbes , T. (1651). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil (trad. de
Manuel Sánchez. Mexico D.F.: Ed. Fondo de Cultura Económica.

Hobbes , T. (2011). Leviatan. Mexico: Fondo de Cultura Económica.

Hobbes, T. (1642). De Cive. Elementos filosóficos sobre el ciudadano . Madrid: Alianza.

Hobbes, T. (30 de 05 de 2013). Diálogo entre un filósofo y un jurista y escritos autobiográficos.


Madrid: Tecnos. Obtenido de Tecnos.

Locke, J. (1764). Segundo tratado sobre el gobierno civil. (trad. de Carlos Mellizo). Alianza.

Santos , M. (03 de 05 de 2003). Eseade. Obtenido de Eseade:


http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/7_2_Luparelli.pdf

Vaughn. (1980). Economista y Sociologo. Mexico: Fondo de Cultura Economica.

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