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La autoorganización como propiedad de nivel de sus entidades componentes1

Emilio Cáceres Vázquez


Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia, UNED, Spain.

1. Introducción
Una de los conceptos clave para describir el comportamiento de los sistemas complejos es el de
auto-organización, entendida como un proceso en el cual las interacciones locales entre los
elementos de un sistema producen patrones emergentes de comportamiento sin que para ello sea
necesario ningún tipo de coerción o control externo (Anderson 2002, 248-49). Esta idea de auto-
organización se entiende como un tipo de “cierre organizacional” que apela a una emergencia en
términos de relación entre los componentes de un sistema y sus capacidades o propiedades
globales, lo que conduce por tanto a la postulación de propiedades ontológicamente irreducibles
con poderes causales distintivos. La constricción ejercida por esta emergencia da lugar a un tipo
de auto-organización y auto-mantenimiento que diferencia los seres vivos del resto de sistemas
(Mossio, Bich, y Moreno 2013, 153).
La intención de esta ponencia es tratar de explicar la idea de auto-organización, entendida como
cierre organizacional, como una propiedad de nivel desde la perspectiva de los intervalos de
cuasi-descomponibilidad (ICD) (Cáceres y Saborido 2017) (Cáceres y Saborido 2018). El
enfoque organizacional, que se fundamenta en el reconocimiento y análisis de esta
autoorganización distintiva, puede considerarse como una forma explicativa de los sistemas
vivos, y de otros sistemas complejos, pero desde un enfoque meramente heurístico sin la carga
metafísica que muchas veces deja entrever.
En primer lugar, haré un breve esbozo de las ideas centrales del cierre organizacional basado en
las restricciones intentando extraer las bases en las que se sustenta. Continuaré con la idea de
nivel como intervalo de cuasi-descomponibilidad y como esto nos permite determinar entidades
sistema de forma arbitraria pero no caprichosa, describiendo la idea de propiedad de nivel como
una propiedad modelizada de las entidades-sistema de un ICD, deducible de las propiedades de
los elementos de un todo. De esta forma, aclararé como las propiedades emergentes pueden

1 Esta ponencia acerca de la autoorganización, forma parte de mi tesis doctoral acerca de las propiedades
emergentes. A pesar de estar previsto tratar este tema desde mi TFM, debo agradecer el reconocer su pertinencia
a la observación de un revisor anónimo de mi primera publicación en THEORIA. En la nota 1 de dicho artículo
hice referencia a un posterior desarrollo de la autoorganización que pretendo que se convierta en un nuevo
artículo en breve. Este trabajo es un primer acercamiento al tema y así debe entenderse.

1
tratarse como propiedades de nivel, así como la causación internivel también puede explicarse
desde la perspectiva cuasi-descomponible y como afecta esto al enfoque organizacional.
2. La perspectiva organizacional y el cierre de constricciones
Resulta evidente (creo) que en el intento de conocer la vida, tanto las visiones más crudamente
reduccionistas como las visiones más ampliamente holistas proceden de puntos de vista previos
a su argumentación. Cada uno de ellos busca su antecedente filosófico indagando en los análisis
del mecanicismo cartesiano o del organicismo kantiano, fundamentando la cuestión en una
tradición pasada. Sin embargo, al margen de enfoques no materialistas, creo que la diferencia
entre todas las propuestas es principalmente de nivel de observación. Hasta la visualización de
primeras células vivas por Leuwenhoek y sobre todo de la teoría celular de Schleiden y
Schwann, la vida solo se percibía desde un nivel superior, pero a partir de este momento, la
observación de lo vivo desciende un escalón para situar su mínimo en la célula. Sin embargo,
independientemente de lo anterior, en ambos casos se observa un todo formado por partes que
se integran dando lugar a un comportamiento conjunto. Es esta organización enfocada a un fin
descrita ya por Kant la que impulsa la visión más holista de la vida, una vez finalizado el
vitalismo con la declaración de Haldane (Mayr 2005, 30). La salida de la biología del elán vital
no supuso el abrazo del reduccionismo, sino una reorientación hacia un nuevo concepto, el
organicismo, que aceptaba la idea de que los componentes materiales y las reacciones
fisicoquímicas eran en última instancia las responsables de lo vivo, pero que esta influencia
disminuía con la complejidad de forma que “los todos están tan relacionados con sus partes
que no solo la existencia del todo depende de la cooperación ordenada y la independencia de
sus partes, sino que el todo ejerce además un cierto grado de control determinista de sus
partes” (Mayr 2005, 31). Esta idea se basaba en la emergencia, término acuñado por Lewes
(Lewes 1877) para referirse a las leyes heteropáticas descritas por Stuart Mill unos años antes
(Mill 1843). El desarrollo de la emergencia basada en la impredecibilidad, la novedad
cualitativa, la realizabilidad múltiple y la causación descendente, alcanzó su máximo en los años
20 del siglo pasado de la mano los denominados emergentistas británicos 2. La organización y el
organismo fue el núcleo del denominado Club de Biología Teórica de Cambridge, formado por
Woodger, Needham, Waddington, Wrinch y Bernal, como nombres más destacables (Etxeberría
y Umerez 2006, 7). Influidos por Bertalanffy, propusieron al organismo y a la organización
como claves para entender la vida, desarrollando una teoría de jerarquías y de relación entre el
todo y las partes. Esta biología basada en el organismo/organización decayó paralelamente al
surgimiento de la biología molecular derivada de los trabajos de (Griffith 1928), (Avery,

2 Principalmente (Alexander 1920), (Morgan 1923) y (Broad 1925).

2
MacLeod, y McCarty 1944), (Hershey y Chase 1952), etc, que culminaron con el
descubrimiento de la doble hélice en 1953 (Watson y Crick 1953). Sin embargo, el fallo del
reduccionismo (Bunge 2004, 191) permitió un florecimiento de las ideas organicistas (Moreno y
Mossio 2015, xxv) basado en el surgimiento de las ideas de homeostasis como resistencia a la
perturbación externa y la auto-organización en condiciones alejadas del equilibrio que culmina
en la idea de autonomía biológica (Moreno y Mossio 2015, xxvi). Sobre la base de la vida como
autonomía, se ha desarrollado el concepto de cierre, en el sentido de autocontención.
Desde que Varela habla del sistemas operacionalmente cerrados (Varela 1979, 58), la idea de
cierre ligada a la autonomía ha trazado una línea de pensamiento en la filosofía de la biología
que ha sido usado por “Howard Pattee, Robert Rosen y Stuart Kauffman, en un sentido similar
o complementario” (Moreno y Mossio 2015, 1). Pero como bien afirman Moreno y Mossio en
su “Biological Autonomy. A Philosophical and Theoretical Enquiry”, el concepto de cierre no
está convenientemente definido y, continúan, no se ha establecido ninguna relación entre el
cierre como régimen causal en biología y otros regímenes causales en física o química, que en
caso de existir sin perder información relevante, relegarían al cierre a una posición heurística sin
potencia explicativa (2015, 2). Sin embargo, si como afirman los autores el cierre fundamenta
muchas propiedades propias de la vida, como la individuación, normatividad y funcionalidad
(2015, 4) incluso aunque solo fuera un heurístico, sería una buena aproximación a la biología.
De los distintos tipos de cierre, una de las variantes más desarrolladas en los últimos años,
sobre todo por parte de los investigadores del IAS 3 es el denominado cierre de constricciones.
Pattee define constricción como ”causas locales y contingentes, ejercidas por estructuras o
procesos específicos, que reducen los grados de libertad del sistema sobre el que actúan”
(Pattee 1972). En este tipo de cierre, las constricciones son entidades que actúan sobre los
procesos de un flujo termodinámico alejado del equilibrio de forma que, en su conjunto, se auto-
mantienen (Moreno y Mossio 2015, 11). Estructuras como los sistemas disipativos de Prigogine
(Prigogine 1978) son auto-organizativas y contribuyen a su automantenimiento, pero este
aspecto es insuficiente para la biología, que requiere un sistema más complejo de constricciones
(en la misma o distinta escala espacial y temporal) que dependen entre sí de forma mutua y que
se cierra sobre si mismo (Moreno y Mossio 2015, 15-20) que además, requiere apelar al cierre
organizacional como un régimen emergente de causalidad (Mossio, Bich, y Moreno 2013, 155).
Otro aspecto importante de las constricciones es desde que nivel y sobre que nivel se ejercen.
En la propuesta analizada, se afirma que no está claro si existe una relación de causalidad
internivel, aunque a priori parece evidente que lo inferior determina lo superior y viceversa.

3 Centro de Investigación del IAS para la Vida, la Mente y la Sociedad UPV/EHU

3
Pero también dicen que la causación internivel puede interpretarse de dos formas: por una parte,
el caso en el que una entidad de nivel superior condiciona a otra de nivel inferior; por otra, la
situación en el que un todo condiciona a sus propios componentes. La primera la consideran
ubicua y no problemática, como desde otra perspectiva hacen (Craver y Bechtel 2006). La
segunda, que parte del enfoque de parte-todo de (Spaulding 1912, 158), (1918, 450-51) y que
desarrollaron posteriormente (Campbell 1974) o (Sperry 1969) con el clásico ejemplo de la
rueda resulta menos obvia. Sobre este tema, los defensores del cierre organizacional defienden
que es suficiente el primero tipo de causación descendente para justificar las constricciones,
mientras que la segunda, que denominan reflexiva, es innecesaria (Mossio, Bich, y Moreno
2013, 169).
Por tanto, la clave para que se pueda considerar el cierre de constricciones como algo más que
una herramienta heurística queda sujeto a la existencia de las propiedades emergentes y de la
causalidad descendente no reflexiva.
3. Nivel como intervalo de cuasi-descomponibilidad.
Este concepto de nivel parte de la idea de nearly-decomposable systems introducida por
Herbert Simon (Simon 1962) para referirse a cierta forma de descomponer un sistema basada en
un valor arbitrario ε rindiendo subsistemas que se influyen solo de forma agregativa. Pero a
diferencia de Simon, mi propuesta considera la inexistencia de sistemas descomponibles, pues
por pequeña que sea la influencia entre dos particiones de un sistema, nunca será nula y por
tanto no cumple su premisa principal. Así, es posible cuasi-descomponer el continuo material a
partir de varios criterios de cuasi-descomponibilidad ε n de manera que un sistema quede
dividido en varios subsistemas cuasi-descomponibles anidados definiendo un intervalo de cuasi-
descomponibilidad.
Según nuestra elección de los diferentes εn habrá un nivel fundamental aproblemático o
microscópico F4, un nivel macroscópico M y múltiples niveles mesoscópicos anidados mi.
Comenzando en los átomos5, podemos esgrimir razones energéticas para establecer valores de ε n
que discriminen moléculas, células, organismos, poblaciones, etc. De esta partición longitudinal
de la materia se sigue que la relación entre los subsistemas superiores y los inferiores es
simplemente composicional por lo que la relación entre dos niveles diferentes es de identidad.
Una vez definidos los ICD, una ciencia concreta se encargará de su estudio y lo describirá
estructural y funcionalmente según su metodología, lo que incluye un nivel de observación. En

4 Para una correcta descripción de nivel aproblemático, ver nota 2 en (Cáceres y Saborido 2017, 96)
5 Por sencillez explicativa comienzo en los átomos, aunque igualmente podríamos partir de leptones y quarks,
pasando por hadrones.

4
función de sus fines, tomará solo aquellos inputs y outputs que considere necesarios
estableciendo un sistema modelo que supondrá una simplificación heurística de la realidad. Esta
pixelación se amplifica conforme ascendemos de nivel de manera que las generalizaciones
observadas serán igualmente inexactas al margen de resultar explicativas y predictivas.
Desde este enfoque, solo las entidades del nivel F no está formadas por partes y tienen
propiedades no cuasi-descomponibles debidas a su propia naturaleza, mientras que las entidades
resultantes de la elección de un ε n, son entidades-sistema (Cáceres y Saborido 2018, 139) y
tendrán un conjunto de propiedades obtenidas de la simplificación realizada. Estas propiedades
las denomino propiedades de nivel, pues se manifiestan solo a el nivel de observación debido a
la metodología de la ciencia encargada del estudio de dicho nivel. Se trata de las propiedades
tradicionalmente consideradas propiedades emergentes, pues se manifiestan impredecibles y
genuinamente novedosas, entre otras características clásicas de dichas propiedades 6. Sin
embargo, según mi propuesta, la propiedades de nivel no emergen en el sentido habitual de la
palabra, sino que son resultantes de las propiedades subyacentes en un sentido físico 7. Hay
varios tipos de razones para que dichas propiedades resulten inesperadas y novedosas: una de
ellas es la ignorancia, como ya apuntaron (Mill 1843, 269) y (Spaulding 1912, 241) tiempo
atrás; otra se debe a cuestiones heurísticas, pues una vez que se consigue predecir con cierta
exactitud se vuelve (más o menos voluntariamente) innecesario investigar más; una tercera se
debe a la rígida diferenciación entre entidad y entorno, que elimina a priori posibles influencias;
otra es la forma clásica de investigar mediante análisis top-down, que delimita los fenómenos
desde un nivel de observación preelegido. No obstante también puede ser por entender la
emergencia como lo hace Mario Bunge, esto es, como propiedad que ninguno de sus
componentes posee (Bunge 2004, 32).
De esta concepción se deriva que, conforme ascendemos niveles (como ICD) vamos
encontrando entidades-sistema con propiedades de nivel arbitrariamente estables contrariamente
a la idea de entidad clásica con ciertas propiedades resultantes y ciertas propiedades emergentes.
Estas entidades-sistema interaccionan con otras de su mismo nivel conforme a sus propiedades
configurando un mecanosistema8 que visto desde la perspectiva superior supone una entidad-
sistema del siguiente nivel.
4. Conclusiones

6 Para una descripción detallada, ver (Klee 1984, 48) y (Cáceres y Saborido 2017, 93)
7 Es decir, exclusivamente la suma de las partes.
8 Un mecanosistema (MS) es un conjunto de entidades-sistema (E-S) pertenecientes a un intervalo de cuasi-
descomponibilidad (ICD) cuya organización y propiedades (P) son debidas exclusivamente a las propiedades de
sus componentes. (Cáceres y Saborido 2018, 143)

5
Considerando lo anterior, en un mundo cuasi-descomponible, las propiedades emergentes son
propiedades de nivel derivadas de una elección arbitraria. De igual manera, la causación
internivel no reflexiva, que obviamente depende de la consideración de descomponibilidad que
permite distinguir un todo de otro, se hace indistinguible de la reflexiva 9 al ser la distinción
entre entidades una elección a priori. Por tanto, el concepto de intervalo de cuasi-
descomponibilidad es una herramienta que nos permite analizar y caracterizar la idea cierre
como un método explicativo heurístico de forma que podemos hacer una visión reduccionista no
eliminativista de la perspectiva organizacional.

9 Ver un tratamiento extenso de la causación internivel en (Cáceres y Saborido 2017, 102-4)

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