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Entendiendo el negacionismo: razones detrás de la negación del

holocausto

A pesar de ser un tema ampliamente documentado, la manifestación más macabra de


la Solución Final, el Holocausto, aun cuenta con personas que no solo niega su
existencia, sino además pretenden demostrar académicamente ello. En el presente
ensayo deseo indagar los orígenes de ese rechazo, que no reposa en razones
eminentemente académicas. Como base se tomarán artículos escritos por personas
que si bien no son conocidas, dan un punto de vista bastante fundamentado con
respecto al tema. Al inicio, haré una breve presentación sobre el término
“negacionismo”, en donde figurará su significado según diversas fuentes (diccionarios,
internet). Luego, daré mi punto de vista sobre dicho vocablo, y como primer argumento
se presentará uno de los artículos seleccionados con las razones expuestas por el
autor, citando algunos ejemplos que él mismo da para entender su punto de vista.
Como segundo argumento, tomaré un segundo artículo, y explicaré el punto de vista
del autor, citando partes de sus argumentos y exponiendo dichos extractos como base
para mi tesis.
El término “negacionismo”
Antes de comenzar con este trabajo, personalmente no conocía este término, pero
ahora que estoy familiarizado con él, puedo definir al negacionismo una corriente
ideológica que tiene como objeto presentar como hechos falsos y no fundamentados,
o al menos minimizar las masacres y persecuciones de judíos durante la 2da Guerra
Mundial, donde se regía el gobierno nacionalsocialista de Adolf Hitler en Alemania. Los
seguidores de esta corriente prefieren identificarse con el término “revisionismo
histórico”, ya que es un concepto extraído de la ciencia histórica cuya base es “más
objetiva” que las ideas negacionistas.
Los ejes comunes del negacionismo son:

 La negación de un plan nazi para exterminar a los judíos.


 La muerte de seis millones de judíos durante la guerra.
 La existencia de instrumentos para el exterminio masivo, tales como las
cámaras de gas, y por lo tanto, los campos de exterminio.
Si bien los seguidores de esta “ideología” (si se le puede llamar así) apuntan a un
mismo objetivo, existen dos posturas en función a su grado de negación:
 La primera postura niega por completo la existencia del Holocausto y de
cualquier hecho relacionado con masacres o planes de exterminio al pueblo
judío.
 La segunda postura no niega del todo la existencia del Holocausto, pero si
afirma la ignorancia (y por lo tanto inocencia) de Hitler respecto a las
ejecuciones en masa. Un escritor que defiende esta postura es David Irving,
quien llegó a tener un juicio contra Deborah Lipstadt y Penguin Books, casa
editora en Inglaterra de “Denying the Holocaust”, obra de Lipstadt. En su libro
ella había tachado a Irving de negador del Holocausto, de falsificador (de los
hechos históricos) y de prejuicioso, agregando que Irving había manipulado y
distorsionado documentos. Este caso se inclinaría a favor de los demandados
tras observar la postura negacionista de Irving.
Habiendo definido el negacionismo, daré paso a mi pregunta de investigación, y
procederé a dar una respuesta clara y fundamentada.
¿Existió en verdad el Holocausto judío?
Mi respuesta a esta pregunta es simple. Sí existió el Holocausto judío. A continuación
presentaré mis argumentos.
El primer artículo al que me remitiré se llama “Cómo comprender y luchar contra el
negacionismo del holocausto”, escrito por Natalia Sineaeva-Pankowska en el 2008.
En él, la autora comienza exponiendo el significado del Holocausto. Ella lo define
como “el término que se utiliza para referirse al genocidio de los judíos europeos
durante la 2do Guerra Mundial” (Sineaeva-Pankowska, 2008, pp. 1). Habiendo
corroborado la definición, concuerdo con ella al hacer dicha interpretación. Además,
presenta al negacionismo como “un conjunto de interpretaciones históricas que
pretendían ofrecer una imagen positiva de los Nazis” (Sineaeva-Pankowska, 2008, pp.
1). En este punto me quiero detener para reflexionar acerca del pensamiento de la
autora. Como bien dice su nombre, el negacionismo es la negación del Holocausto,
pero al indagar un poco más acerca de este término, encontramos que existen dos
posturas negacionistas: el grupo que yo llamaría “extremistas”, ya que niegan
completamente cualquier acto de abuso frente al pueblo judío, y los “moderados”, ya
que no niegan completamente los eventos pasados, pero sí niegan que Hitler haya
tenido conocimiento de las matanzas en proporciones masivas. Esta división puede
ser comparada con el gobierno de Alberto Fujimori en el Perú, haciéndonos a la idea
de que el presidente no tuvo conocimiento de los abusos militares en el afán de
combatir el terrorismo. En este ejemplo en particular, hay evidencia del conocimiento
de dicho líder político acerca de los actos realizados por soldados bajo el mando del
mismo. Se sabe que si sucede algo malo en algún lugar, el presidente es el que
asume la responsabilidad y el encargado de investigar lo ocurrido y condenar a los
responsables. Al no hacerlo, demuestra que está a favor de esto. Si aplicamos este
mismo concepto de líder político al gobierno de Hitler, él debió (si es que estaba en
contra de esto) buscar a los transgresores y aplicar algún tipo de sentencia. Con esto
se evidencia la aprobación de Hitler frente a los sucesos y el apoyo a estos.
Habiendo dicho esto, continuaremos con el análisis del artículo. Luego de dar estas
ideas, la autora introduce los pensamientos negacionistas, afirmando que se utilizan
diversas estrategias y líneas de argumentación. Resaltan, en mi opinión, tres
estrategias. La primera, y como especifica la autora, “la más radical”, es la negación
total del genocidio de judíos. En el artículo se expone que “se trata de una historia
totalmente prefabricada, inventada para favorecer al Estado de Israel y a la
Conspiración Judía Mundial”. Si bien toda evidencia de asesinato en cámaras de gas
es discutible, este argumento es fácil de contradecir basándose en los testimonios de
supervivientes y testigos de Holocausto. Por esta misma razón, el negacionismo tilda
de farsantes a estas personas, afirmando que actúan en defensa de su propio interés.
Un ejemplo de esta situación es la denuncia de la falsedad del Diario de Ana Frank
realizada por los negacionistas, los cuales afirmas que fue escrito luego de la guerra.
La segunda estrategia utilizada por los seguidores de esta “ideología” es la de afirmar
que “el número de personas asesinadas fue mucho menor, y que los informes sobre
matanzas en masa y otras atrocidades son simplemente exageraciones” (Sineaeva-
Pankowska, 2008, pp. 2). Aquí se ve el nivel de admiración por el negacionismo de
cierto grupo de personas, ya que tratan de minimizar la destrucción causada por los
Nazis, afirmando que las muertes fueron a causa de enfermedades y de la
confrontación bélica, y no como consecuencia de la política de exterminio empleada
por Hitler y sus aliados. La tercera estrategia, y en la que deseo dar mi opinión
personal, es la afirmación de que la brutalidad nazi no fue peor que la que
presuntamente cometieron los aliados durante la 2da Guerra Mundial, como los
bombardeos sobre Alemania. Además, los negacionistas tratas de escudarse en otros
ejemplos históricos para “demostrar que la brutalidad es “normal” a lo largo de la
historia, y que los nazis no debieran ser culpabilizados por usar semejantes métodos”
(Sineaeva-Pankowska, 2008, pp. 2). Tratan de sustentar los actos de barbarie con los
crímenes comunistas para decir que los delitos del fascismo no son únicos, y que de
alguna manera la “Guerra de Hitler” sería vista como un intento de preservar los
valores europeos frente al comunismo.
En una parte del artículo, la autora afirma que “los líderes del negacionismo son, en su
mayoría, historiadores amateur y activistas políticos”, citando los nombres de
personajes de diversos países (David Irving en Inglaterra, Arthur Butz en E.E.U.U,
Robert Faurisson en Francia, y Ernst Zündel en Canadá), y cae en una afirmación que,
en mi opinión, es válida: “el negacionismo, en toda perspectiva, posee un punto de
vista claramente antisemita, basado en su deseo de rehabilitar el fascismo y promover
la lucha contra la conspiración judía global”. La manera en la que sustenta dicha
afirmación me parece correcta, ya que se apoya en la definición real de la palabra
“antisemitismo”, que es “la intolerancia hacia los judíos, su religión, pueblo y más
recientemente su estado” (Stern, 2006, pp. 1). Con esta definición podemos darnos
cuenta de que, al justificar el asesinato de judíos y las acusaciones antes
mencionadas, como una “conspiración judía mundial” o el intento de Israel por
favorecerse al “crear” una historia de muerte y desgracia, podemos afirmar, al igual
que la autora, que el negacionismo tiene un punto de vista antisemita.
La escritora afirma que “la mayoría de los negacionistas tienen fuertes vínculos con
movimientos políticos cuyas agendas son antidemocráticas” (Sineaeva-Pankowska,
2008, pp. 3), y cita el ejemplo de David Irving, quien, según la justicia británica, tiene
vinculaciones ultraderechistas, promoviendo el nazismo. Habla del también
ultraderechista Nick Griffin, dirigente del Partido Nacional Británico y de David Duke,
ex líder del Ku-Llux-Klan. Esto evidencia las tendencias políticas de algunos
negacionistas, por lo que no todos son ultraderechistas. Hace mención al rechazo y
condena del mundo hacia los seguidores de esta “ideología”, y los critica afirmando
que buscan una “apariencia científica”, haciéndose pasar por historiadores
conservadores de buenas calificaciones para tener algo de credibilidad.
En el artículo, se cita a Deborah Lipstadt describiendo el crecimiento del negacionismo
después del comunismo como “un fenómeno inevitable que viene que la mezcla entre
el nacionalismo extremista y el populismo tradicional antisemita” (Sineaeva-
Pankowska, 2008, pp. 1). Esta “mezcla” de ideologías es lo que se llama el
movimiento “nacional-socialista”, ideal utilizado por Hitler durante su gobierno en
Alemania. La autora afirma que, mediante la eliminación del Holocausto, los
negacionistas tratan de rescribir su historia, dando como ejemplo la importancia de
esta “ideología” en países vecinos del este europeo como Rumania y Moldavia.
“El académico Israelí Michael Shafir define tres formas de negacionismo en el este europeo:
“categórico”, “desviacionista” and “selectivo”. El primero de ellos, niega la existencia misma
del Holocausto. No es muy común pero al mismo tiempo tampoco insignificante. Cuenta con
apoyos en sectores del ultra nacionalismo y el antisemitismo, que encuentran su plataforma
de expresión en políticos. Habitualmente los negacionistas categóricos tienen Fuertes
vínculos con sus homólogos del oeste. De hecho, sus argumentos son claramente importados
de esa zona y de Norteamérica. Mientras el negacionismo categórico rechaza la existencia
misma del Holocausto, el fenómeno “desviacionista” se centra en aspectos tales como los
“enemigos históricos” y las “minorías nacionales”. En estos casos los negacionistas utilizan
estrategias como transferir la culpabilidad a otros (los únicos responsables del Holocausto y
del exterminio de Judíos son los Alemanes), autodefensa, trivialización, mitigación de la
seriedad, justificación y comportamientos negativos, son las principales características de este
fenómeno. El negacionismo desviacionista se presenta en Hungría en forma de
transformación de un país aliado de los Nazis en un país víctima.La tercera forma de
negacionismo frecuente en el este europeo es el “selectivo”. No niega el Holocausto como
algún que tuvo lugar en otro lugar, simplemente excluye de toda responsabilidad a los
ciudadanos de su país. El ejemplo característico en este caso es la justificación de los crímenes
del dictador rumano Antonescu y su ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Por
ejemplo, Gheorge Buzatu, un investigador académico vinculado al nacionalismo rumano
afirma que “el Holocausto no existió en Rumanía durante la guerra, con la excepción de la
ocupación húngara de Transilvania.” (Shafir, M. 2002. Entre el Negacionismo y la Trivialización
Comparativa)

La autora, luego de hablar del negacionismo en un aspecto social y político, se


embarca en un aspecto legal, donde afirma (y lo confirman diversas fuentes) que en
muchos países de Europa esta “ideología” está prohibida por ley, y es fácilmente
condenable, dando como ejemplo tres casos famosos de condena por “negación del
Holocausto”:
 El caso de Ernst Zündel, quien escribía sobre una supuesta “conspiración
sionista” que estaba destruyendo la raza blanca y publicaba sus ideas
antisemitas en internet. Fue arrestado en E.E.U.U. y llevado a Canadá, donde
fue condenado a 5 años de cárcel por 14 delitos tipificados.
 El caso de David Irving, quien llegó a tener un juicio contra Deborah Lipstadt y
Penguin Books, casa editora en Inglaterra de “Denying the Holocaust”, obra de
Lipstadt. En su libro ella había tachado a Irving de negador del Holocausto, de
falsificador (de los hechos históricos) y de prejuicioso, agregando que Irving
había manipulado y distorsionado documentos. Este caso se inclinaría a favor
de los demandados tras observar la postura negacionista de Irving. Fue
condenado a un año de prisión.
 El caso de Robert Faurisson, quien fue expulsado de su universidad y juzgado
por negar la existencia de las cámaras de gas.
Para finalizar su artículo, la escritora nombra algunas organizaciones en contra del
antisemitismo, como son las organizaciones antifascistas “Nunca Más”, “Ciudadanos
por el Racismo” y “Movimiento contra la Intolerancia”, la revista “Nunca Olvidaremos”,
el programa de educación “Ucrania y el Holocausto”, la Escuela Internacional para el
Estudio del Holocausto, entre otras.
A continuación analizaremos un segundo artículo, llamado “El debate en torno a
David Irving y el negacionismo del holocausto”, realizado por José L. Rodríguez
Jiménez.
En la primera subdivisión de su ensayo, afirma que hay un debate historiográfico, el
cual se divide en dos vertientes:

 La primera, en la que se enfrentan funcionalistas y los intencionalistas. Los


primeros afirman que la solución finales (el genocidio) es el resultado de una
serie de iniciativas locales y que la decisión no es institucional hasta 1942,
cuando se crean los primeros campos de concentración en Polonia. Los
segundos afirman la existencia de una orden secreta de Hitler un año antes
para el exterminio judío.
 La segunda, en la que se enfrentan intencionalistas y negacionistas. Los
segundos demandan la injusta crítica a los crímenes nazis y, como dice Ernst
Nolte, “presentar los crímenes nazis como una reacción defensiva a la
revolución bolchevique”.
Menciona, como en el artículo anterior, el caso de Irving, y como este desató polémica
en la prensa europea.
En la segunda subdivisión, se remonta a las bases del negacionismo. Afirma (estando
en lo correcto) que los negacionistas cambian los términos con los que usualmente se
refiere al mantrato y genocidio judío por palabras como “internamiento” y “trabajos
forzados”, y aun cuando hay pruebas de sobra sobre este tema, siguen negando la
existencia del Holocausto. Según el autor, “A modo de resumen recordemos que las
campañas de los negacionistas se asientan sobre el siguiente juicio: El exterminio de
los judíos no tuvo lugar, no pudo ocurrir porque los nazis no trazaron ningún plan en
ese sentido, y no hay documento alguno que detalle ese plan de exterminio.”
(Rodríguez, 2000, pp. 377)Esto sería correcto si es que los Nazis no hubieran hecho
de la llamada “cuestión judía” el punto central de su programa. De aquí parten algunas
otras negaciones, como la de la existencia de las cámaras de gas o la existencia de
documentación que fundamente la teoría del genocidio alemán.
Luego, a partir de ahí, el autor se enfoca en la obra de David Irving, quien fue siempre
visto como “un honesto, serio y objetivo historiador”. En su primer libro, “The
Destruction of Dresden”, habló acerca de la destrucción creada en esta ciudad
alemana por el Royal Air Force de Inglaterra a pocas semanas de que termine la
guerra. Define (y para mí totalmente equivocado) este evento como “la peor masacre
en la historia europea”. Personalmente creo que un genocidio masivo de más de 6
millones de personas tiene más peso que un bombardeo en una ciudad. Aclaro que no
justifico los hechos en Dresden, ya que la destrucción no tiene razón de ser. El libro
más conocido de Irving es “Hitler´s War”, el cual recibió numerosas críticas, ya que
veía la guerra desde un punto de vista nazi. Confiado, ofreció mil libras esterlinas a
quien le mostrara un documento firmado por Hitler con la orden de proceder con el
asesinato de los judíos. Me quiero detener aquí para citar el mismo ejemplo citado
anteriormente sobre el Perú en la época del terrorismo: si el presidente es informado
de alguna situación, debe indagar en ella, encontrar a los culpables y sancionarlos, de
otro modo estaría apoyando dicha situación. Si bien Hitler no firmó orden alguna para
asesinar a los judíos, tuvo que haber tenido conocimiento de ello en los 3 años en los
que se llevaron a cabo estos deplorables eventos. Hacia 1996, los principales titulares
de Irving seguían vendiéndose, ahora en E.E.U.U, con la ayuda de una casa editorial
que se encargaba de la distribución de los ejemplares, con sede en Nueva York. A
pesar del éxito de sus obras, las duras críticas hechas por los principales medios de
comunicación estadounidenses, el gran juicio perdido contra la historiadora
norteamericana Deborah Lipstadt y las protestas de la comunidad judía decidieron a la
editorial a cancelar el contrato.
El escritor cierra su artículo dejando puertas abiertas con respecto a las
investigaciones realizadas a futuro sobre el negacionismo, ya que afirma que la Unión
Soviética tendría documentación que le habría arrebatado a Alemania y en el Este de
Europa. Deja abierta la posibilidad de estudios universitarios no sobre la existencia o
inexistencia del Holocausto, sino sobre las causas y consecuencias del genocidio de
los judío y de otros grupos étnicos, religiosos e ideológicos por orden de los dirigentes
nazis.
Para concluir este ensayo, creo en la existencia del Holocausto, ya que el
negacionismo no tiene bases suficientemente sólidas como para justificar un genocidio
de más de 6 millones de personas y que puso de luto no solo a todo un país, sino a
toda una religión.
Algo que seguro llama la atención de este ensayo es el uso de comillas cuando se
refiere al negacionismo como ideología, y no es coincidencia ni un error de escritura.
Lo que quería reflejar era mi duda al comenzar a escribir este ensayo respecto al
negacionismo como ideología, ya que, luego de lo mencionado anteriormente, se
vuelve más que un simple concepto, es un estilo de vida, y al serlo, adopta
completamente las características de una ideología. Al inicio me preguntaba: ¿Será
posible la inexistencia del Holocausto? La respuesta a esta pregunta me la da José L.
Rodríguez al final de su artítulo (pp. 385), y tal y como mencioné en la parte final de
este ensayo, las investigaciones no deben apuntar a la existencia o inexistencia del
Holocausto, sino a las causas y consecuencias del genocidio de los judíos y otras
sociedades por orden de los nazis.

Bibliografía:
1. Sineaeva-Pankowska, Natalia. 2008. “Como comprender y luchar contra el
negacionismo del holocaust”. Moldavia: United for Intercultural Action
http://www.unitedagainstracism.org/pdfs/HolocaustDenialLeaflet_E.pdf

2. Jones, Adam. 2006. Genocidio, Una Introducción Comprensible. Londres:


Routledge

3. Shafir, M. 2002. Entre la Negación y la “Trivialización Comparativa”. Negación


del Holocausto en la Europa Oriental post Comunista Europa del Este, Vidal Sassoon
International Centro para el Estudio del Antisemitism

4. Rodríguez Jiménez, José L. 2000. “El debate en torno a David Irving y el


negacionismo del Holocausto”. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos.
http://www.vho.org/aaargh/fran/livres7/rodriguez00.pdf

Pseudónimo: Rocketman

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