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Platón. LA DIALÉCTICA
como el auténtico conocimiento del filósofo, es decir, dedicado a la intuición pura de las ideas;
y como el método de la filosofía: el camino para alcanzar el verdadero conocimiento.
En "La Republica" nos dice Platón que en el conocimiento es posible distinguir diversos grados
que se correlacionan con distintos grados de
realidad:
Por una parte tenemos el mundo de la doxa, opinión, que es el conocimiento sensible de las
cosas corpóreas y sus sombras y reflejos. Abarca la creeencia y la imaginación. Estos grados de
conocimiento versan sobre la pura apariencia, y por lo tanto, no proporcionan un conocimiento
verdadero ni fiable.
La imaginación (Eikasia) es el conocimiento menos cierto, pues versa sobre copias (el mundo
físico) de una copia o reflejo de lo real (las ideas).
El reflejo de un pájaro en las aguas de un lago sería una imaginación y ontológicamnte este tipo
de entidad no tiene casi ser. La creencia (Pistis) es el grado de conocimiento que se
corresponde ontológicamente con el mundo físico y abarca tanto los seres orgánicos e
inorgánicos como los seres artificiales y creados por el hombre. La física no es una ciencia de lo
real, sino de la apariencia de realidad y, como tal, no aporta verdades necesarias y absolutas.
Platón no otorga el título de ciencia a la física, sino de opinión (doxa).
Lo real es lo invisible para los ojos carnales, pero visible para los del alma.
Si queremos conocer algo con verdad (alétheia) debemos alejarnos lo más posible de la
información obtenida a través de los órganos sensoperceptuales. Todo lo que de universal y
necesario encontramos en las cosas no lo aprehendemos a través de nuestra experiencia
sensible, sino mediante el ejercicio puro de la razón (nous). En esto consiste la ciencia o
episteme platónica: salvar las apariencias buscando principios absolutos y permanentes donde
detenerse. Sin ciencia (basada en esencias, ideas) no sería posible establecer leyes y el mundo
sería como un barco a la deriva en el Caos. La existencia de las ideas no sólo salva nuestro
conocimiento de la realidad frente a las apariencias, sino que salva al mundo del Caos,
otorgándole orden y racionalidad: Las cosas son como tienen que ser, esto es: como la idea
determina y condiciona que sea.
Al tener que contar con la materia, las ideas no se realizan perfectamente en este mundo
nuestro, sino de una manera torpe y aproximativa: aquí no hay "lo azul" en sí, sino miles de
tonos y matices que intentan realizar la idea de "lo azul" sin lograrlo. La imperfección no es de
la idea, sino de la copia materializada que nosotros percibimos.
Parte del conocimiento previo de que arranca toda investigación es conocimiento ordinario, es
decir conocimiento no especializado, y parte de él es conocimiento científico, o sea obtenido
mediante el método de la ciencia y puede volver a someterse a prueba, enriquecerse y llegado
el caso superarse mediante el mismo método.
Las opiniones científicas son racionales y objetivas. En principio el objeto o tema no es lo que
distingue a la ciencia de la no ciencia.
Si la “sustancia” (objeto) no puede ser lo distintivo de toda ciencia entonces tienen que serlo la
“forma” (el procedimiento) y el objetivo: la peculiaridad de la ciencia tiene que consistir en el
modo como opera para alcanzar algún objetivo determinado, o sea el método científico y la
finalidad para la cual se aplica dicho método. (método no debe entenderse como un conjunto
de instrucciones mecánicas e infalibles que capacitarán al científico, y tampoco debe
entenderse como una técnica especial para el manejo de problemas de cierto tipo).
El enfoque científico está constituido por el método científico y por el objetivo de la ciencia.
Arbitrar conjeturas, fundadas y contrastables con la experiencia, para contestar a las preguntas.
Determinar los dominios en los cuales valen las conjeturas y las técnicas, y formular los nuevos
problemas originados por la investiación.
Ejemplificación de algunas reglas muy obvias del método científico:
Estas y otras reglas del método científico están muy lejos de ser infalibles y de no necesitar
ulterior perfeccionamiento
7.3.- La Seudociencia.
La filosofía del derecho, al ser una disciplina filosófica y no parte de la Ética —en el buen
sentido de los términos—, debe realizar un papel peculiar y ejercer una marcada influencia en
la formación de los futuros licenciados u hombres del derecho. Existen tres profesiones que
por su función y la finalidad que persiguen cada una de ellas, guardan entre sí cierta
semejanza; ellas son, la abogacía, la medicina y el sacerdocio. Uno de los puntos de encuentro
entre las tres es el secreto profesional, el sigilum. Pero, para el tema que nos ocupa, en este
momento tiene mayor relevancia para el abogado el papel de director de hombres; función de
gravísima responsabilidad, puesto que implica la posibilidad de aconsejar al prójimo en asuntos
que pueden tener repercusión y trascendencia social, cuyas consecuencias perjudiciales y
trágicas a veces, dependen en buena medida del consejo que se haya dado.
La filosofía del derecho y el Estado Hemos dicho que tanto el derecho como la política son,
cada uno en su ámbito y ejercicio, la realización de un punto de vista de la justicia, dos brazos
poderosos del Estado para que éste pueda realizar y concretar en cada situación particular y
concreta la justicia que sea necesaria. Y la justicia —como quedó asentado en el capítulo
anterior— deberá ser considerada siempre como un tema central de reflexión por parte de la
filosofía del derecho. Por consiguiente, la influencia de la filosofía del derecho en la vida social
y en la actividad del Estado, es necesaria y de la mayor importancia: como el derecho es
elemento necesario de la sociedad y ésta a su vez es necesaria al hombre, es evidente que una
correcta concepción filosófica del derecho puede contribuir de manera eficaz al
perfeccionamiento del orden jurídico concreto de que se trata, al de la sociedad, y al de los
hombres que la integran. La reflexión en este contexto sobre la lucha incesante por el derecho,
—razón por la cual pienso que los estudiosos del derecho no dejarán de existir— nos dice que
ésta no manifiesta otra cosa que un anhelo insatisfecho por perfeccionar las instituciones
jurídicas, con el fin de hacer más justas y pacíficas las relaciones entre los hombres. En este
sentido, para el profesor Mircea Djuvara la filosofía del derecho tendrá como tarea analizar la
idea de justicia en sí misma, como deber de acción, e investigar sus relaciones necesarias con
los hechos en movimiento de la vida social a los cuales se refiere
8.3.- Misión en relación con los abogados litigantes, peritos, testigos. Notarios, autoridades,
etc.
Alejandro Nieto: los abogados no están, en principio, para hacer justicia sino para defender los
intereses de sus clientes poniendo a disposición de éstos los conocimientos jurídicos de que
lógicamente carecen. El buen abogado es el que ayuda bien a sus clientes y mal ejercería su
profesión si, por hacer justicia, dejara condenar a su defendido, aunque fuera ciertamente un
delincuente o hubiera incumplido las obligaciones contractuales que se le reclaman. Líneas
adelante se pronuncia con mucha propiedad y seriedad: “quede claro que no excluyo, ni mucho
menos, el valor de la justicia en la profesión, ya que, si existen Jueces justos, también hay
abogados justos que, voluntaria y responsablemente, buscan la justicia. Serán aquéllos —de los
que debemos formar parte— que no aceptan, por más bien retribuida que sea, la defensa de
casos injustos, pero que sí defienden a los injustamente acusados y luchan por obtener
sentencias legales y al mismo tiempo