Sie sind auf Seite 1von 7

El Análisis de los Sistemas Políticos

Ernesto Ortiz Diego


7 de Julio del 2014

Gianfranco Pasquino, turinés, nació en Italia en 1942, discípulo de Norberto Bobbio y


especializado en Política Comparada con Giovanni Sartori. Desde 1975, es profesor en la
Universidad de Bologna y desde 1999, en la sede de Buenos Aires de la misma universidad.
Ha realizado clases en la Universidad de Harvard, en la Johns Hopkins, en la UCLA. Ha
combinado la academia con la política, fue senador entre 1983 y 1992 y entre 1994 y 1996
por la Izquierda Independiente y la Alianza de los progresistas, respectivamente. Sus obras
más importantes son: La democracia exigente (FCE, 1999), El Sistema Político Italiano
(Bologna, 2002), Nuevo Curso de Ciencia Política (il Mulino, 204). Con Norberto Bobbio y
Nicola Matteucci es el codirector del Diccionario de Política (Siglo XXI Editores, 1981).

En su libro más reciente Sistemas Políticos Comparados, el primer capítulo se titula “El
análisis de los sistemas políticos” al que me refiero para el Diplomado en Partidos
Políticos, Procesos Electorales y Campañas, que ofrece el Centro de Investigación en
Sociología Política (CISP, sede en Tixtla), en donde el turinés señala que, las estrategias de
la comparación pueden ser numerosas e implicar distintos aspectos de los sistemas políticos
considerados individualmente.

La propuesta formulada en este capítulo y después explicada, argumentada y utilizada en


los capítulos sucesivos consiste perfectamente en la comparación de enteros sistemas
políticos y, cuando es oportuno, en la comparación de algunos sistemas, en especial de los
jefes de los poderes ejecutivos y los gobiernos.

Identificación del objeto a comparar

Afortunadamente, aunque muy a menudo es olvidada, esta teoría sistémica existe. Fue
elaborada por David Easton (1965), entre los años cincuenta y mediados de los años
sesenta y mantiene una validez general y una notable utilidad específica. No es el momento
de entrar en detalles, pero sí de destacar que David Easton (Toronto, Canadá, 1917), es
perfectamente consciente de la importancia de dos elementos cruciales para circunscribir el
campo de análisis del sistema político: los límites y los procesos de comunicación
(feedback) entre las demandas de los ciudadanos, las respuestas de las autoridades y la
evaluación que los ciudadanos hacen de esas propuestas y de sus consecuencias.

Según David Easton los tres componentes cruciales de un sistema político son:

 la comunidad política;
 el régimen;
 las autoridades.
La comunidad política, son los ciudadanos y todos aquellos que están expuestos a las
decisiones de las autoridades y a las modalidades de funcionamiento del régimen.

El régimen, son las normas, reglas, procedimientos de formación y funcionamiento de las


instituciones; la Constitución; las instituciones mismas.

La autoridad, son los detentadores de los cargos institucionales de representación,


gobierno, administración de la justicia y de los cargos públicos.

La comunidad política está compuesta por todos aquellos que están sujetos a la
determinación imperativa de los valores. Para entendernos, por todos los ciudadanos que se
encuentren o no en el territorio cubierto por el sistema. Easton escribía en un período en el
que, al mando en las democracias, no parecía haber problemas relativos a la definición de
quien formaba parte de la comunidad política. Más precisamente, no existían grupos
étnicos, culturales, territoriales o religiosos que desafiasen a la comunidad política
existente y que declarasen sus intenciones de abandonarla para construir una comunidad
específica propia, más homogénea, o bien si –y en el caso de que existiera- no disponían de
los recursos cruciales para la movilización.

Sabemos que ya entonces en muchos países del Tercer Mundo, el problema de la definición
de la comunidad política era muy grave y ha llevado a conflictos entre etnias, a guerras
civiles, incluso a la disgregación de sistemas políticos enteros.

En la teoría de Easton, el segundo componente importante de un sistema político es el


régimen. Este término debe entenderse en sentido específico y técnico, de manera
absolutamente rigurosa, de modo que evite cualquier confusión, deseada o inadvertida. El
régimen es el conjunto de reglas, las normas y los procedimientos; más en general se podría
decir la Constitución, que apuntan al funcionamiento de las instituciones y a sus relaciones,
a las actividades políticas de la comunidad y a la selección y el comportamiento de las
autoridades.

Gianfranco Pasquino, subraya que la expresión “régimen” puede servir para diferenciar
tanto los sistemas políticos democráticos como los sistemas políticos que no lo son,
necesitados a su vez de subdivisiones ulteriores, y aún más, en los regímenes democráticos,
entre los que son parlamentarios, presidenciales, semipresidenciales y directorales.

El tercer componente introducido por Pipa Norris (Londres, 10 de julio de 1953), las
instituciones, en el esquema de Easton, está representado por las prestaciones del régimen,
del rendimiento de las instituciones. A propósito, es imperativo evitar cometer un grave
error: el de pensar que las diferencias de rendimiento de un régimen dependen
exclusivamente de las capacidades y la competencia de las autoridades, los gobernantes y
los representantes.
Uso del modelo comparado

Naturalmente, para los estudiosos de ciencia política, y, más en general, para los estudiosos
de ciencias sociales y conductistas, la comparación entre sistemas no es la única estrategia
por perseguir para entender y saber más, tanto sobre estos sistemas políticos como sobre la
política. Algunas veces puede ser la mejor estrategia.

La contribución de Giovanni Sartori sigue siendo decisiva e insuperable para todo lo que
concierne, en primer lugar, a la formación y utilización de los conceptos y, en segundo
lugar, para la clasificación del deber y del aporte del método comparado.

Los conceptos pueden cambiarse exclusivamente a través de “estipulaciones”, es decir,


acuerdos entre estudiosos que conduzcan a conceptos más precisos, más comprensibles y,
escribe Sartori, no deben so pena de confundir y hacer irrelevante el análisis, ser
indebidamente “estirados”.

En lo relativo al deber del método comparado y su relación con el conocimiento del


funcionamiento de los sistemas políticos, Sartori no alberga dudas. El método comparado
es un método, con toda seguridad el mejor, de “control” de la validez de las hipótesis, de las
generalizaciones, de las explicaciones y de las teorías.

La hipótesis inicial podría sugerir que, en efecto, todos los sistemas parlamentarios tienen
gobiernos de coalición multipartidista. El método comparado sirve para “controlar” esta
hipótesis teniendo en consideración uno, muchos, todos los sistemas parlamentarios
actualmente existentes.

El método comparado servirá para controlar nuevamente en qué casos precisos cuánto de lo
que se consideraba probable no tuvo lugar, y a encontrar una explicación concerniente a
que variables incidieron en los fenómenos analizados y en qué casos debe considerarse
como desvíos, es decir, conformes con la teoría de la probabilidad formulada
precedentemente.

Método comparado y estudio de los casos particulares

La contribución de Arend Lijphart (Holanda, 17 de agosto de 1936), consiste en un


conjunto de distinciones cruciales y, especialmente, en la individuación de cuatro métodos
de investigación, de su utilización y de sus ventajas/desventajas. Sin pretensiones de
originalidad, pero con el objetivo de aclarar cuál es el mejor método al cual recurrir para la
comparación de los sistemas políticos; Pasquino se refiere aquí, de manera sustancialmente
fiel, a cuanto ha sido escrito por Lijphart. Gracias a su artículo ya es habitual distinguir
entre tres métodos considerados generalmente posibles de aplicación a una pluralidad de
casos:

 el método comparado propiamente dicho;


 el método experimental y el método estadístico;
 y un método, llamado del “estudio del caso”, por lo general considerado
intrínsecamente inadecuado para producir resultados comparados.

La clásica respuesta de Lijphart es que la democracia holandesa, como la belga y la que


agregará posteriormente, la India, son democracias “consociativas”. En este tipo de
democracias, con el fin de no destruir el sistema político, las élites acuerdan
conscientemente algunas reglas para distribuir el poder político con reciprocidad, si no
plena, al menos extendida satisfacción, y, naturalmente con la supervivencia del sistema
político.

Otros métodos de comparación

Todos los estudiosos reconocen que el verdadero problema de la comparación de sistemas


políticos en su integridad está dado por el bajo número de casos.

Esto significa que, disponiendo, por ejemplo, en el caso de un análisis comparado de


regímenes democráticos, de no más de 20-30 casos de democracias consolidadas, es
prácticamente imposible utilizar un método estadístico. Sin embargo, con una definición a
lo mejor demasiado amplia de qué debe efectivamente entenderse por régimen
democrático., Adam Przeworski (Varsovia, 5 de mayo, 1940) y sus colaboradores (2000)
llegaron a contar 108 democracias.

Casos más similares, casos más diferentes

Dicho esto, no se debe pensar que el método comparado es, por decirlo así, un método
residual. Cuando ninguno de los otros métodos se demuestra aplicable, entonces no queda
más que recurrir al método comparado. Por el contrario, el método comparado permite, en
determinadas condiciones:

 hace buen uso de cuanto ha sido relevado en el estudio de casos;


 formular hipótesis;
 someterlas a verificación;
 individualizar casos desviados, y por eso mismo dignos de profundización; y
 construir generalizaciones capaces de llevar hacia verdaderas teorías.

Refiriéndonos concretamente a los sistemas políticos de Francia e Italia, es evidente que la


Cuarta República francesa puede ser eficazmente comparada –por ejemplo, en referencia al
rendimiento de sus instituciones, la calidad de su democracia y la vitalidad de su sistema
socioeconómico-, con la Quinta República francesa, que fundó Charles de Gaulle que se
encuentra en vigor todavía. En ese año el presidente galo encargó a su equipo preparar un
proyecto de constitución, que fue aprobada en referéndum el 28 de septiembre de ese
mismo año: la Constitución del 4 de octubre de 1958, más conocida como Constitución de
la Quinta República.
Un ejemplo de comparación de los casos más similares

Gianfranco Pasquino, explica cómo votan los electores utilizando sistemas electorales
mayoritarios y proporcionales para dar vida a los parlamentos y a los gobiernos. Identifica
los distintos problemas operativos de cada sistema político: desde el Cabinet Government
inglés hasta el gobierno del Canciller alemán, desde la cohabitación en la Quinta República
francesa hasta el “gobierno dividido” de los Estados Unidos, como así también la
persistente inestabilidad política y baja eficacia decisional de Italia, antes y después de la
reforma electoral de 1993. Las instituciones son relevantes tanto para quien gobierna como
para quien es gobernado. Reformarlas para mejorarlas es posible, si se manejan adecuados
conocimientos comparativos. Justamente lo que en este libro se analiza, Sistemas Políticos
Comparados, con gran lucidez, Gianfranco Pasquino pone a su disposición de sus lectores.

Comparación entre los sistemas parlamentarios más distintos

Si se toma el camino de la comparación en el ámbito de los sistemas parlamentarios entre


los sistemas políticos más distintos, entonces Inglaterra es un muy útil candidato para
iluminar el caso de Italia. El modelo de Westminster, caracterizado por gobiernos
monopartidistas estables guiados por un Primer ministro jefe de su partido y que dispone a
su antojo del poder de disolución del Parlamento (sobre las dos instituciones fundadoras del
modelo de Westminster. Primer ministro y Parlamento, véanse los óptimos volúmenes de
Rose 2001 y de Rush 2001; para una visión de conjunto.

Algunos ejemplos de análisis específico

A este punto resulta oportuno confrontarse con tres contribuciones recientes que de distinto
modo influenciaron y todavía siguen influenciado las modalidades de análisis comparado
de los sistemas políticos democráticos.

Son discursos particularmente ambiciosos que, en cierto sentido, combinando teoría e


investigación empírica recuperan una problemática clásica, Pasquino se atreve a decir
aristotélica: ¿cuál es la mejor forma de gobierno? Construyendo sobre una tipología
precedente e innovando, no necesariamente para mejorar, Arend Lijphart logró subdividir
en dos grandes categorías a las treinta y seis democracias contemporáneas: democracias
mayoritarias (según el modelo de Westminster) y democracias consensuales
individualizando cinco diferencias en dos dimensiones. “partidos poderes ejecutivos” y
“federal-unitaria.

En la primera, las diferencias se mueven entre:

1. Concentración del poder ejecutivo en gobiernos de mayoría y dispersos del poder


ejecutivo en amplias coaliciones multipartidistas;
2. Dominio del poder ejecutivo sobre el legislativo y equilibrio entre el ejecutivo y el
legislativo;
3. Sistemas bipartidistas y sistemas multipartidistas;
4. Sistemas electorales mayoritarios y sistemas electorales proporcionales;
5. Sistemas pluralistas y competitivos de representación de los intereses y sistemas
neo-corporativos predispuestos no al conflicto sino la concertación.

En la segunda dimensión las diferencias se mueven entre:

1. Gobiernos unitarios y centralizados opuestos a gobiernos federales y


descentralizados;
2. Concentración del poder legislativo en parlamentos unicamerales opuesta a la
dispersión del poder entre cámaras igualmente poderosas, pero diferenciadas;
3. Constituciones flexibles modificables de mayorías simples opuestas a constituciones
rígidas modificables solamente por mayorías calificadas;
4. El predominio del parlamento sobre la legislación opuesto al control de las leyes,
por obra de las cortes constitucionales;
5. Bancas centrales dependientes del poder ejecutivo opuestas a bancas centrales
independientes (Lijphart 2002, p. 21).

Veto player y análisis institucional comparado

George Tsebelis (1995,2002) propuso una nueva, original clasificación de los sistemas
políticos con referencia al número de actores dotados de poder de veto (de ahora en
adelante, para no hacer pesados el discurso, veto player). Son veto player todos los actores,
institucionales y de partidos cuyo consenso es necesario para que sea tomada una decisión,
esto es para que el statu quo sea “movido”.

Conclusión

La propuesta arriesgada en este capítulo consiste en una pluralidad de elementos. El


análisis comparado se efectuará con sistemas políticos comparados en su integridad.

 Se tendrían en consideración los componentes fundamentales de los sistemas


políticos: comunidad política, régimen, en sus especificaciones, y autoridad.
 La comparación estará preferentemente organizada de manera sincrónica, pero,
cuando sea posible, los fenómenos desarrollados en el curso del tiempo que
parezcan importantes se insertarán en el análisis y en la explicación.
 Finalmente, aspecto que no ha sido suficientemente elaborado, los sistemas serán
considerados como tales y, por lo tanto, una vez aclaradas las instituciones en su
estructuración específica y sistemática, el centro del análisis estará constituido por
las interacciones entre las instituciones, por lo que Pasquino llama el círculo
institucional.

Naturalmente es muy importante saber describir con precisión, por ejemplo, haciendo uso
de la teoría de las coaliciones, cómo se forma un gobierno y qué poderes tiene. Pero en las
perspectivas que adopta Pasquino aquí es todavía más importante, por un lado, encontrar
los nexos entre el sistema electoral, el sistema de los partidos y la formación del gobierno, y
por otro lado identificar las relaciones que median entre el gobierno, su mayoría
parlamentaria y el parlamento (para explicar qué poderes efectivamente tiene el gobierno y
cuáles logra, o no, ejercer).
Los cinco sistemas políticos que eligió Pasquino: Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y
Estados Unidos, fueron elegidos porque cada uno de ellos ofrece automáticamente un tipo
específico de régimen. Los cinco son, naturalmente, sistemas políticos democráticos, pero
en términos de “régimen” entre ellos existen grandes y significativas diferencias,

Gianfranco Pasquino, va de Estados Unidos, un régimen presidencial, a Francia, un


régimen semi-presidencial, a Gran Bretaña, el ejemplo clásico de gobierno parlamentario
del Primer ministro, a Alemania, el prototipo del cancillerato, a Italia, un régimen
parlamentario en transición que, por distintos motivos, es todavía un caso de
parlamentarismo clásico y tradicional.

Justamente por las notables diferencias que existen entre los cinco casos, absolutamente
carentes de exotismo, que Pasquino ha elegido, prometen ofrecer material importante para
la comprensión de la dinámica, del funcionamiento, de los eventuales inconvenientes de las
democracias contemporáneas y de las modalidades de su autorregulación.

Das könnte Ihnen auch gefallen