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UNIDAD I. INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA.

Tema 1. El Nacimiento de la Clínica.


1.1 El Nacimiento de la Clínica. 1.1.1. Signos y casos. 1.1.2. La extensión del dominio clínico.
1.1.3. Las dos formas más importantes de los códigos perceptivos: la estructura lingüística del
signo y la aleatoria del caso. Acerca de la distinción semántica y morfológica entre signos y
síntomas. 1.1.4. Los síntomas constituyen una capa primaria indisociablemente significante y
significado. 1.1.5. La soberanía de la conciencia es lo que transforma el síntoma en signo. 1.1.6.
El ser de la enfermedad resulta ser así enteramente enunciable en su verdad. 1.1.7. El viejo tema
al cual el Siglo XVIII era singularmente sensible: “La medicina, conocimiento incierto”.
Últimos años del Siglo XVIII, Laplace y un elemento positivo de conocimiento: La medicina
descubre que la incertidumbre puede ser tratada analíticamente, como la suma de un cierto
número de grados de certezas aislables y susceptibles de un cálculo riguroso. La importación del
pensamiento probabilístico en medicina y la inclusión de la dimensión “tiempo” en el análisis
para el cálculo de grados de certezas. 1.1.8. La fundación de la armazón técnica de los “casos”.
1.2. Ver, Saber. 1.2.1. Caracterización y propiedades de la mirada en el nacimiento de la clínica.
1.2.2. El esfuerzo por definir una forma estatuaria de correlación entre la mirada y el lenguaje.
1.2.3. El ideal de una descripción exhaustiva.
1.3. “Abrid algunos cadáveres: veréis desaparecer enseguida la oscuridad que la observación
sola no había podido disipar” (Bichat, 1801). 1.3.1. La vinculación de la experiencia médica con
la anatomía patológica: la sustitución del registro de las frecuencias, por la señal del punto fijo.
La importancia del análisis de la percepción anatomoclínica.

CAP 6 Signos y casos – M. Foucault

Lo que se busca es la Extensión del Dominio Clínico, lo que implicaba el manejo del carácter
clínico. Es a partir de aquí que podemos hablar entonces del primer momento en el desarrollo
de la clínica, dentro del campo perceptivo y de una práctica sobre el ejercicio de la mirada
(como primer intento de formar ciencia).
Dicha mirada se caracterizaba por ser omnipotente, muda, objetiva, que no modifica y
analítica, en tanto que suponía, sin interrogarla, la visibilidad de la enfermedad como
estructura común, en donde la mirada y la cosa vista están vinculadas por una misma
naturaleza y origen.
Así, se hace necesario leer las estructuras profundas de la visibilidad, en las cuales el campo y
la mirada, se vinculan uno a la otra mediante códigos perceptivos, bajo las que serían, según el
autor, sus dos formas más importantes: la Aleatoria del Caso y la Estructura lingüística del

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signo, la cual resulta la más interesante por el hecho de que a partir de ésta la clínica supondrá
la visibilidad de la enfermedad como un conjunto regular de síntomas y signos característicos y
una sucesión de períodos.
El síntoma, Foucault lo define como la forma en la que se presenta la enfermedad, es todo lo
visible, lo más cercano a lo esencial que permitiría llevar a cabo un diagnóstico y al signo como
aquello que anuncia y pronostica lo que va a ocurrir, no da a conocer algo sino más bien a
reconocer algo de lo que queda por debajo de la enfermedad en sí misma. , por lo que el signo
no es referido como síntoma por el paciente.
Ahora bien dentro de lo que fue la formación del método clínico, el surgimiento de la mirada
del médico en tanto síntomas y signo supone la idea de que el signo representa la enfermedad,
en tanto que se designa en función de lo que se ve, y aquello que se ve es el síntoma mismo,
entonces, al definir la enfermedad como un conjunto de síntomas, el síntoma pasa a ser
doblemente significante: por un lado entendido como significante de la enfermedad y por el
otro de sí mismo. Y es en este sentido que el síntoma termina transformándose en el signo, es
decir que lo que el signo DICE, es lo mismo que ES el síntoma, pero lo que hace que el signo sea
signo no es el síntoma, sino, una mirada sensible a la diferencia, a la sucesión y a la frecuencia,
la cual posibilita en la práctica la noción de equilibrio entre lo Natural- Enfermedad y la
dimensión de Tiempo- Resultado (esta última dimensión dará lugar más adelante al segundo
momento en el desarrollo de la clínica).
Es en esta relación entre el ser visto y el ser hablado que aparece, lo que el autor llama, el
“cuadro clínico”, lo que sería un análisis, unas descripción, que remite a la verdad de la
enfermedad en su origen, intentando integrar lo que es percibido en la superficie del cuerpo
por el ojo del clínico con lo que es oído por éste clínico del lenguaje de la enfermedad.
El cuadro en sí mismo no hace conocer nada, sino que a lo sumo hace reconocer algo, lo que
posibilita un conocimiento, un saber.
Todo esto en términos de Condillac es “hacer una lengua bien hecha, sin equívocos”, es decir
que con una mirada exhaustiva el ser de la enfermedad es enunciable en su verdad, buscando
de ésta manera que determinado término remita a determinada idea (ideal del conocimiento
científico).

Por lo tanto este acto descriptivo (designar en función de lo que se ve), remite a la verdad

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CAP 7 VER –SABER---FOUCAULT

Los privilegios de la clínica son los de una mirada pura, anterior a toda intervención, fiel a lo inmediato, que toma

sin modificarlos, los de una mirada preparada con toda una armazón lógica desde el comienzo.

La mirada que observa se guarda de intervenir es muda y sin gesto…LA observación deja lugar, no hay nada

oculto en lo que se da. el correlativo de la observación no es jamás lo invisible, sino lo inmediatamente visible.

En la temática del clínico, la pureza de la mirada está vinculada a un cierto silencio que permite escuchar. La

mirada se cumplirá en su verdad propia y tendrá acceso a la verdad de las cosas, si se posa en silencio sobre ella,

si todo calla alrededor de lo que ve. la mirada clínica tiene esa paradójica propiedad de entender un lenguaje en

el momento en que percibe un espectáculo. En la clínica, lo que se manifiesta es originalmente lo que habla.

La mirada que observa manifiesta sus virtudes en un doble silencio, las cosas vistas pueden ser entendidas: el

relativo , de de las teorías, de las imaginaciones y de todo lo que forma un obstáculo a lo inmediato sensible; y

el absoluto de todo lenguaje que sería anterior al de lo visible.

Esta mirada se retienen en el límite de toda intervención posible, de toda decisión experimental, esta mirada que

no modifica la solidez de su armazón., lo inmediato sobre lo cual se abre no enuncia la verdad sino es al m

mismo tiempo el origen, es decir punto de partida, principio y ley de composición y la mirada debe restituir

como verdad lo que ha sido producido según una génesis.

En esto es justamente Analítica, la observación es la lógica al nivel de los contenidos perceptivos, y el arte de

observar seria una lógica para los sentidos .este arte de estar en relación con las circunstancias que interesan,

de recibir las impresiones de los objetos como se nos ofrecen, y de sacar de ellas las inducciones que son sus

justas consecuencias.

La observación de la clínica implica dos dominios: el dominio hospitalario y el dominio pedagógico.

El dominio hospitalario es aquel en el cual el hecho patológico aparece en su singularidad de acontecimiento y en

la serie que lo circunda., el conocimiento medico se define en términos de frecuencia, tiene necesidad de un

dominio neutro, homogéneo de todas sus partes para que sea posible una comparación y abierto a un principio

de selección o de exclusión de un acontecimiento patológico. El dominio hospitalario no es pura transparencia

para la verdad, pero la refacción permite el análisis de la verdad, por el juego indefinido de las modificaciones y

repeticiones, la clínica hospitalaria permite por consiguiente poner aparte lo extrínseco, las variaciones, en efecto

se anulan, y el efecto de repetición de los fenómenos constantes dibuja las conjunciones fundamentales, la

verdad al señalarse bajo una forma repetitiva, indica el camino que permite adquirirla. Se da a conocer al darse a

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reconocer, en el cual el acto de reconocer y el esfuerzo por conocer se cumplen en un solo y mismo movimiento,

por lo tanto no hay diferencia entre la clínica como ciencia y la clínica como pedagogía.

Las cosas por verse son infinitas, las preguntas que deben plantearse son innumerables, si no está abierto más

que a las tareas del lenguaje, o a las exigencias de la mirada, el dominio clínico no tiene organización, solo tiene

límite de forma y de sentido si la interrogación y el examen se articulan el uno sobre la otra definiendo en el

nivel de las estructuras fundamentales el Vinculo de encuentro del médico y del paciente.

EL ESFUERZO PARA DEFINIR UNA FORMA ESTATUARIA DE CORRELACION ENTRE LA MIRADA Y EL LENGUAJE.

Cuadro. Estructura visible, leible, espacial, y verbal, integra l percibido visto y oído.

Pinel. Estructura centrada en los elementos sintomáticos perceptibles de la enfermedad, y los valores

significativos de los síntomas, cada segmento visible toma un valor significativo y el cuadro tiene una función de

análisis, el cuadro no tiene otro papel que repartir lo visible en el interior de una configuración conceptual ya

dada. No hace conocer nada a lo mas permite reconocer.

3-EL IDEAL DE UNA DESCRIPCION EXHAUSTIVA.

Describir es seguir el ordenamiento de las manifestaciones, pero también es seguir la secuencia de su génesis, es

ver y saber al mismo tiempo, ya que al decir lo que se ve, se lo integra espontáneamente en el, saber, es también

aprender a ver ya que es dar la clave de un lenguaje que domina lo visible. la lengua bien hecha , en la cual

Condillac veía el ideal del conocimiento científico, que debe buscarse del lado de la lengua mesurada que es a la

vez la medida de las cosas que describe y del lenguaje en el cual describe

Una mirada que escucha y una mirada que habla. La experiencia clínica representa un momento de equilibrio

entre la palabra y el espectáculo. Equilibrio precario que reposa en un postulado que todo lo visible es

enunciable y que es íntegramente visible porque es íntegramente enunciable. Un postulado de semejante alcance

no podía permitir una ciencia coherente sino se desarrollaba en una lógica que fue su consecuencia rigurosa. la

descriptibilidad total esta en un horizonte presente y lejano. Es que la lógica de condillac no permitía una ciencia

en la cual lo visible y lo decible fueran tomados en una adecuación total.: Dudo entre dos lógicas de las

operaciones, la de la génesis y la del cálculo, de ahí la definición del análisis: reducir las ideas complejas a las

ideas simples de las cuales está compuesto y seguir el progreso de su generación, y buscar la verdad por una

especie de cálculo…

Breve periodo de euforia, la mirada veía soberanamente en un mundo del lenguaje cuya palabra restituía en una

palabra segunda e idéntica, sin cambiar nada daba a ver las estructuras de visibilidad que ella misma había

depositado en su campo de percepción.

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Cap 8 ABRID ALGUNOS CADÁVERES .M, Foucault

Durante ciento cincuenta años se ha repetido la misma explicación: la medicina no pudo


encontrar acceso a lo que fundaba científicamente, sino dando, con lentitud y prudencia, la
vuelta a un obstáculo decisivo, el que la religión, la moral y obtusos prejuicios oponían a que se
abrieran cadáveres. Esta práctica de los médicos daba con las lesiones que explicaban los
síntomas.
En la historia de la medicina, si las viejas creencias han tenido, durante tanto tiempo, tal poder
de prohibición, es que los médicos debían experimentar, desde el fondo de su apetito
científico, la necesidad reprimida de abrir cadáveres.
Desde el día en que se admitió que las lesiones explicaban los síntomas, la anatomía patológica
fundaba la clínica. Abrir cadáveres, por lo menos a título de exigencia científica, precedía a la
observación. Con todo esto se ha imaginado por lo tanto una iglesia de la anatomía militante y
doliente, cuyo espíritu oculto habría permitido la clínica antes de ser ella misma la superficie
en la práctica regular, autorizada y diurna de la autopsia.
Es por ello que Bichat concede un privilegio epistemológico a la mirada de superficie la cual no
lo es exactamente en el sentido en que lo era la experiencia clínica.
Si la enfermedad debe analizarse, es que es en sí misma análisis, y la descomposición
ideológica no puede ser sino la repetición en la conciencia del médico de lo que ella castiga en
el cuerpo del enfermo.
Bichat hace del análisis un momento esencial del proceso patológico; lo realiza en el interior de
la enfermedad, en la trama de su historia.
No hay hecho patológico sino comparado… en el uso de este principio, bichat y sus sucesores
encuentran que los primeros anatomistas sabían bien que era menester “ejercer la disección
de cuerpos sanos”, si se quería descifrar, en un cadáver, una enfermedad: las alteraciones
observadas en todos los cuerpos definen, si no la causa, por lo menos la sede de la
enfermedad, y quizá su naturaleza.
La anatomía patológica es una ciencia que tiene por fin el conocimiento de las alteraciones
visibles que el estado de enfermedad produce en los órganos del cuerpo humano. Abrir
cadáveres es el medio de adquirir este conocimiento; pero para que éste sea de una utilidad
directa… es menester unir a ello la observación de los síntomas, o de las alteraciones de
funciones que coinciden con cada especie de alteraciones de órganos.

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La mirada se hunde en el campo que se ha dado la tarea de recorrer, el ojo médico, en la
experiencia anatomo-clínica, no domina sino estructurando el mismo. El cadáver abierto y
exteriorizado, es la verdad interior de la enfermedad, es la profundidad extendida de la
relación médico- enfermo.
La posibilidad de abrir inmediatamente los cuerpos disminuyendo lo más posible el tiempo
latente entre el deceso y la autopsia, ha permitido hacer coincidir, o casi, el último momento
del tiempo patológico y el primero del tiempo cadavérico. La muerte es múltiple y está dispersa
en el tiempo. No es necesario que una alteración remita a la enfermedad y a la estructura
patológica; puede remitir a un proceso diferente, en parte autónomo y en parte dependiente,
que anuncia el avance de la muerte. El fenómeno, no tendría lugar sin la enfermedad, no es la
enfermedad misma. En el Renacimiento, no se trataba jamás de pensar en la enfermedad sino
a partir de lo vivo, o de sus modelos y de lo que los constituían.
Con Bichat, el conocimiento de la vida encuentra su origen en la destrucción de la vida, la
mirada médica giraba sobre sí misma y pedía a la muerte cuenta de la vida y de la enfermedad,
Abrid algunos cadáveres: veréis desaparecer en seguida la oscuridad que la observación sola
no había podido disipa

Tema 2. Clínica, Mirada, Psiquiatría Clásica y ¿Clínica Psicoanalítica?

2.1. Psiquiatría Clásica. 2.1.1. La Clínica Psiquiátrica Clásica, breve definición. 2.1.2. La
Clínica Psiquiátrica Clásica, las características de la Mirada y los problemas que volvieron
sospechosa a la clínica. 2.1.3. La distancia de la los Manuales Modernos respecto de lo que
definía a la Clínica Psiquiátrica Clásica. Los Manuales Modernos: un eclecticismo a la moda.
2.1.4. El desarrollo histórico de la Clínica Psiquiátrica Clásica: en el Espacio y en el Tiempo.
2.1.5. Acerca de por qué Bercherie reserva el término “clínica” para la psiquiatría clásica. Bajo
qué condiciones se puede hablar de “clínica” psicoanalítica.

LOS FUNDAMENTOS DE LA CLINICA- PAUL BERCHERIE

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La clínica psiquiátrica es esencialmente la observación morfológica, la descripción formal de
las perturbaciones psicopatológicas. La mirada parece ser la metáfora que obsesiona a esta
práctica y que trasparenta la relación que la estructura, aplicar a otro el modo de observación
deja de plantear algunos problemas, , estos problemas volvieron sospechosos a la clínica
durante medio siglo, a titulo de participar en la alienación de aquellos cuyas perturbaciones
pretendía describir exhaustivamente, analizar objetivamente y clasificar racionalmente.

Ella formo parte de lo que durante mucho tiempo obstaculizo el desarrollo de mentalidades
diferentes. El proceso está lejos de haber alcanzado su fin, ha pasado tiempo suficiente como
para que hoy sea posible retornar para hacer el inventario de todo lo positivo que tenía ese
saber y sus grandes textos.

Para que un nuevo marco conceptual se establezca es necesario la acumulación de


conocimientos nuevos, fundados en desarrollos diferentes, el desarrollo de la practica y la
teoría psicoanalítica, constituye el comienzo de una nueva era. Adquirir una visión de la clínica
que fuese lo más precisa y global posible, tanto en su desarrollo histórico como en su extensión
espacial. En el espacio, primero: dado que la clínica no ha progresado con un movimiento igual
y unificado, sino que su movimiento está animado por controversias de escuelas. En segundo
lugar como todo saber concreto, la clínica tiene una historia, un desarrollo marcado por
rupturas, por mutaciones, en el que son aplicados los conceptos, y los métodos nuevos. Otro
fenómeno reside en que la clínica como método consciente de sí mismo y sistemático apareció
en un fecha precisa y con un autor particular Pinel.

Poseemos entonces el punto de partida, la extensión en el espacio y el momento de


declinación y debilitamiento de ese vasto movimiento.

En realidad es perfectamente posible practicar en el interior del método especifico que funda
la actitud psicoanalítica, una observación objetivamente, incluso volver a relacionar los
resultados así obtenidos con materiales surgidos de un método de observación más vasto,
similar a la clínica clásica. Se trata de la fuente de todos los conocimientos transmisibles en
psicoanálisis, la simple necesidad previa del análisis personal basta para señalar que la
observación esta allí encuadrada por otra cosa más compleja que genera los hechos
psicoanalíticos antes de que sea posible coleccionarlos.

En la clínica todo ocurre de modo diferente: la observación en la modalidad de su mirada


según las etapas y las escuelas, la define enteramente. Lo que muestra en su campo tiene

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otras determinaciones sociales e institucionales, está lejos sin duda de no tener segundas
intenciones, permanece idealmente, se desea potencialmente, purificada de todo otro
procedimiento.

Entonces hablar de clínica psicoanalítica implica la condición de no olvidar que, en esta


expresión compuesta, el adjetivo es más importante que el sustantivo y que los dos términos
son inseparables.

El hecho es que en el uso sistemático de este acceso a lo real que abre una dirección particular,
en la que opera la primera recolección de datos concretos así como las primeras
generalizaciones sistematizadas, termina por acumularse toda una masa de observaciones
fortuitas, de excepciones a la regla, de hechos difíciles de encuadrar en las doctrinas surgidas
en fase de expansión, comienza una fase de gestación en que se prepara una mutación
conceptual que integrando los hechos irreductibles a las síntesis precedentes que una
frecuentación sistemática de la realidad en causa había suministrado, abre direcciones nuevas,
opera un ajuste progresivo, asintomático, del conocimiento con lo real, marcando rupturas
mutaciones, y progresos lineales, en función de los medios y también de las necesidades de
una época.

La experiencia así posibilitada termina por desbordar los marcos dando como resultados
cambios de hipótesis o de teorías que se imponen en un principio definitivo necesario e la
razón. Que este movimiento este ahora cerrado no indica más que una cosa. La mutación
conceptual, que prepara la etapa siguiente, está todavía en curso y es suficientemente
profunda y fundamental para demandar una larga gestación, el desarrollo del movimiento
psicoanalítico acumula en desorden sus materiales.

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