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La rúbrica: Un instrumento que asegura la ecuanimidad

en el proceso evaluativo

Cada cierto tiempo, los docentes nos preguntamos si la variada oferta que
presentan las investigaciones, nos permite respirar y poder tomar decisiones acertadas en
torno al uso de herramientas pedagógicas que sean de real aporte al quehacer
pedagógico. Desde esta perspectiva, la evaluación sigue siendo un desafío para lograr
mejoras en el resultado de los estudiantes, especialmente en el área humanista donde se
espera que en asignaturas como Lenguaje y Comunicación / Lengua y Literatura e Historia,
Geografía y Ciencias Sociales, se puedan expresar de manera escrita u oral argumentando
de manera clara sus ideas, tarea que involucra pruebas con preguntas abiertas o
investigaciones particulares de temáticas específicas.

Pero, ¿qué pasa cuando recibimos treinta o más respuestas diferentes en una
evaluación específica?, ¿o cuando los trabajos de investigación, ensayos u otras tareas
solicitadas son tan diferentes que no logramos aunar criterios para colocar el puntaje
requerido? Por otra parte, ¿qué le sucede al estudiante cuando entrega un trabajo o
responde una pregunta en una prueba y ve que le han descontado puntaje sin conocer las
razones que utilizó el docente para hacerlo?

Es ahí donde nos debemos hacer cargo de las inquietudes de los estudiantes,
quienes suelen comparar sus respuestas buscando alguna señal que les permita sustentar
el argumento del error, el cual puede tener como base el desconocimiento de las
condiciones que el trabajo requería. En este sentido, las Bases Curriculares Ministeriales
son enfáticas en la utilización de instrumentos evaluativos que transparenten los criterios,
indicadores y descriptores de una tarea, ámbitos que, de manera integrada, posibilitan la
ejecución de una actividad de manera informada y justa. Las Orientaciones para evaluar
los aprendizajes del MINEDUC plantean

¿Cómo promover el aprendizaje por medio de la evaluación?


- (…) La evaluación debe constituirse en la recopilación sistemática de trabajos realizados
por los estudiantes, de tal manera de recibir información sobre lo que saben y lo que son
capaces de hacer.
- La evaluación debe considerar la diversidad de estilos de aprendizaje de los alumnos.
- Para esto se debe utilizar una variedad de instrumentos, como proyectos de
investigación grupales e individuales, presentaciones, informes orales y escritos, revistas
y diarios de aprendizaje, evaluaciones de desempeño, portafolio, pruebas orales y
escritas, controles, entre otros.
- Los estudiantes conocen los criterios de evaluación antes de ser evaluados.
- Por ejemplo: se les da a conocer las listas de cotejo, pautas con criterios de observación,
rúbricas.
- Los docentes utilizan diferentes métodos de evaluación, dependiendo del objetivo a
evaluar.
- Por ejemplo: evaluación a partir de la observación, la recolección de información del
docente, la autoevaluación, la coevaluación (…) (MINEDUC, 2017).

¿Qué son las rúbricas? ¿Son necesarias en el proceso de evaluación?

La problemática señalada anteriormente, nos invita a preguntarnos si, en el


contexto de diversas investigaciones, existe una solución concreta y efectiva para poder
establecer parámetros que permitan llevar a cabo una evaluación confiable en torno a la
revisión de tareas específicas en el aula. Herramienta que además de ser fácil de
implementar, permita la retroalimentación de estudiantes y docentes en torno a las
fortalezas y debilidades en el proceso de aprendizaje y enseñanza.

Frente a este cuestionamiento, es relevante mencionar que mucho se ha escrito


respecto a la evaluación de los aprendizajes en educación, pero la realidad muestra que
poco o nada se ha logrado cambiar, nos referimos a la constante brecha que se suele
encontrar entre la teoría y la práctica de aula (Casanova, 1995; Mateo y Martínez, 2005;
Prades, 2005), esto es, la incongruencia entre la manera de entregar los contenidos
nuevos y la forma de evaluarlos.

A pesar de esto, la constante necesidad de lograr desarrollar habilidades y


competencias en los estudiantes ha comprometido a los docentes, pensando en términos
de resultados de aprendizaje. De ahí la necesidad de instaurar sistemas de evaluación
alineados a dichos resultados y a las metodologías de aprendizaje que se proponen (Biggs,
2003). Por esta razón es que hoy se han diversificado tanto las estrategias como los
instrumentos de recolección de información, haciendo hincapié en la concepción de
criterios de evaluación (Gibbs & Simpson, 2009; Stobart, 2010), los cuales han dejado de
ser reservados y crípticos para convertirse en elementos conocidos, transparentes y
difundidos. En ese afán de explicitar los criterios y de mostrar también los niveles de
logro, se han empezado a emplear las rúbricas (Sadler, 2009).

Así, las rúbricas son entendidas como “guías de puntuación usadas en la evaluación
del desempeño de los estudiantes que describen las características específicas de un
producto, proyecto o tarea en varios niveles de rendimiento, con el fin de clarificar lo que
se espera del trabajo del alumno, de valorar su ejecución y de facilitar la proporción de
feedback (retroalimentación)” (Andrade, 2005; Mertler, 2001 a través de Fernandez, A
Revista de Docencia Universitaria Vol.8 (n.1) 2010).

Como instrumento, tiene por principal finalidad compartir los criterios de


realización de tareas de aprendizaje y de evaluación con los estudiantes y entre el
profesorado. Dicho en otras palabras, a través de la rúbrica el docente explicita a sus
estudiantes qué es lo que va a evaluar y cómo lo va a evaluar. Como guía u hoja de ruta de
las tareas, les muestra las expectativas que tiene respecto a la actividad que deben
realizar y las organiza en diferentes niveles de cumplimiento, de lo insuficiente hasta lo
excelente.

¿Cuáles son sus beneficios?

- Su uso permite dar un feedback al estudiante, de modo que pudiese mejorar sus
procesos en el futuro. Permite orientarlo hacia lo qué se espera de él, cómo hacer
un buen trabajo, qué es lo más relevante y, por tanto, dónde hay que poner el
énfasis (Blanco, 2008).

- La rúbrica no sólo pretende evaluar los conocimientos de los estudiantes, sino que
además, sirve como herramienta de reflexión que le permite tomar conciencia de
lo aprendido. También le sirve como guía para complementar las partes en las
que se estructura una actividad. Precisamente, esta última función apoya la acción
tutorial del docente” (Torres & Perera, 2010: 148).

- Variados estudios focalizan el análisis en el empleo de la rúbrica para el desarrollo


de la autorregulación (Panadero, Alonso-Tapia y Reche, 2013) o de la evaluación
entre iguales (Serrano & Cebrián, 2011; Panadero, Romero y Strijbos, 2013),
puesto que estimula el pensamiento metacognitivo. Como referencia, en el estudio
de Serrano & Cebrián (2011), 70 estudiantes emplean rúbricas para evaluar el
trabajo en equipo de sus compañeros. Los resultados del empleo de las rúbricas
durante 3 años ―comparando además los resultados de la evaluación entre
iguales con los de la evaluación por parte del profesorado en el último curso―
muestran una mejora paulatina, con lo que se evidencia la progresiva
internalización o interiorización de los criterios de las rúbricas por parte del
alumnado.
- La rúbrica no sólo pretende evaluar los conocimientos de los estudiantes, sino que
además, sirve como herramienta de reflexión que les permita tomar conciencia de
lo aprendido.

- También se debe tomar en cuenta que la rúbrica puede constituir la base para la
participación de los estudiantes. En lugar de ser aplicadores “pasivos” de los
criterios establecidos por el profesorado, pueden construir colaborativamente los
criterios que son relevantes para valorar la calidad de un trabajo. Algunas
experiencias al respecto muestra el interés y los beneficios de esta práctica en
términos de apropiación de los criterios por parte del alumnado y de mejora del
rendimiento (Puigdellívol y Cano, 2011; Puigdellívol, García y Benedito, 2012).

En síntesis, el uso de rúbricas en el proceso evaluativo permite beneficiar a los docentes y


a los estudiantes porque:

1. Son fáciles de usar por el profesor y de explicar a los alumnos.


2. Dejan claras las expectativas de los profesores, lo que se transforma para los
alumnos en seguridad sobre cómo alcanzar lo que el profesor espera que ellos
sepan hacer.
3. Los alumnos tienen mucha más información sobre sus fortalezas y debilidades en la
asignatura que en otro tipo de evaluaciones (retroalimentación).
4. Fomentan el aprendizaje y la autoevaluación: los alumnos evaluados por medio de
rúbricas desarrollan más capacidades que los evaluados por otras formas más
tradicionales.
5. Facilitan el desarrollo de las competencias.
6. Facilitan la comprensión global de los temas y la internalización de las habilidades.
7. Incrementan la objetividad del proceso evaluador: los criterios son conocidos de
antemano, no pueden ser modificados arbitrariamente.
8. Sirven para evaluar procesos, no solo resultados.
9. Promueven la responsabilidad de los alumnos quienes, en función de los criterios
expuestos, pueden revisar sus trabajos antes de entregarlos al profesor.
10. Facilitan al profesor el proceso de retroalimentación y explicación de las
calificaciones obtenidas por los alumnos en la evaluación.
(Goodrich Andrade 2000; Martínez Rojas 2008: 130)
Bibliografía

- Alsina, J. (2013). Cuaderno de Docencia Universitaria. Rúbricas para la evaluación de


competencias. Barcelona: Octaedro.

- Cano, E. (2015). Las rúbricas como instrumento de evaluación de competencias en


educación superior: ¿uso o abuso? Revista de currículum y formación del profesorado.
Recuperado de http://www.ugr.es/~recfpro/rev192COL2.pdf

- MINEDUC. (2017). Orientaciones para evaluar los aprendizajes. Recuperado de


http://www.curriculumenlineamineduc.cl/605/w3-article-14602.html

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