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JACOB BURCKHARDT

LA CULTURA
DEL RENACIMIENTO
EN ITALIA

PRÓLOGO
DE

W E R N E R KAEGI

E D I T O R I A L PORRÜA, S. A .
AV. REPÚBLICA ARGENTINA, 15
MÉXICO, 1984
primera edición; Basilea, 1860
Primera edición en la Colección "Sepan cuantos...", 1984

- 478324
i• *-
'Copyngftt © 1984
El prólogo y las características de esta edición son propiedad de la
EDITORIAL PORRÜA, S, A.
Av. República Argentina, 15, 06020. México, D. F.

Queda hecho el depósito que marca la ley PRÓLOGO


Derechos reservados

Traducción de
JAIME A R D A L

ISBN 968432-939-3

IMPRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MÉXICO
Aunque la época moderna ha encontrado acentos nuevos en las obras
y en el espíritu de Burckhardt: ha descubierto su pesimismo sorpren-
ilcnte sobre el porvenir de una Europa tan suya; ha descubierto su
v¡sión profética de los terribles simplífícadores, que las últimas ge-
neraciones han conocido demasiado bien; ha quedado sorprendida con
.sus agudas consideraciones sobre la historia universal, el historiador
suizo sigue siendo en nuestros días lo que fuera esencialmente para
sus contemporáneos; el historiador del Renacimiento y el "Cicerón"
üii el mundo de las obras de arte de Italia. Por eso se le continúa
frecuentando, fundamentalmente, pese a que los especialistas le co-
nocen también como estudioso de la época constantina y como au-
tor de una muy discutida historia de la civilización griega.
Jacob Burckhardt nació en Basilea, Suiza, el 25 de mayo de 1818.
Perteneció a una antigua familia emigrada a esta ciudad desde Ale-
mania por motivos reHgiosos a principios del siglo xvi. Su madre,
una mujer finamente intelectual, falleció cuando Jacob apenas con-
taba doce años. De ella heredó una enseñanza de amor a los hom-
bres. También un profundo sentimiento de la caducidad de las cosas
humanas. Burckhardt llegará a afirmar que este sentimiento estaba
permanentemente anclado en su corazón desde el día de la muerte
de su madre.
Su padre desempeñó el cargo d.e "Oberstpfarrer" en la catedral de
Basilea; era, pues, una especie de obispo, de "antistes" de la iglesia
protestante local. Hombre de vasta cultura histórica, comprendió per-
fectamente que él era el sucesor de los obispos de Basilea y, al mismo
tiempo, su adversario. La Contrarreforma y el poder del espíritu es-
pañol en Europa fueron, por ende, un problema de familia en la casa
de Jacob Burckhardt. El hijo del "antistes", el historiador conocido
por todo el mundo, comprendió plenamente este problema y lo acep-
tó con amorosidad y con comprensión histórica. Los vestigios del tra-
bajo que consagró a estos problemas se encuentran en los manuscritos
desconocidos que dejó a su muerte.
Enviado al Gymnasium y, luego, a la Universidad de su ciudad
natal, inició en 1857 los estudios de teología, que prosiguió única-
mente hasta 1839, época en la cual empezó a verse dominado por una
invencible atracción hacia la historia y el arte. Prueba de este cam-
bio fue la partida de Burckhardt a Berlín, atraído singularmente por

IX
PROLOGO LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA XI

!a fama de su excepcional profesorado y, en panicular, por Rankí- hie cuyas ruinas vase edificando la sociedad cristiana. La objetivi-
Fue su alumno durante más de tres años, en la capital de AlemanísH iliul con que es tratada la obra de Constantino deja subsistir muy
de 1839 a 1845. ^ de su tradicional y edificante aureola, aún reconociendo su au-
En aquella época no era todavía Ranke el patriarca de'ip Hístoí h'iilica grandeza en sus excepcionales dotes de político audaz, las
ría universal. Era aún un profesor joven, que no había publicado ni > iKiles explican su defensa del cristianismo. Las cualidades del his-

la historia de Francia, ni la de Inglaterra, ni la de Prusia. Todas sus inriador y del escritor refulgen, sobre todo, en la brillante y hasta
obras inmensas vinieron más tarde. En 1839 no se conocía más que iiiisiáigica pintura de la decadencia del paganismo, nutrida de una
un primer volumen de su historia alemana del tiempo de la Reforma. riudieión que permite seguir al autor todas las transformaciones de
Era, pues, ya el joven Ranke un historiador de la Contrarreforma, por los viejos cultos y recoger fielmente los nuevos que pululaban en
más que esta última expresión era aún muy reciente, y Ranke no co- tiquella sociedad en descomposición.
noció la época que lleva ese nombre. Pero veía a Europa como una Aunque nunca dio forma al libro que preparó, los estudios sobre
comunidad de pueblos diversos, reunidos por un patrimonio común de lii Contrarreforma ocuparon mucho a Burckhardt y lo condujeron a
elementos históricos, de recuerdos, de destinos. Había comprendido los problemas generales de la época. Es cierto que ninguno de estos
que el Papado era una de las instituciones fundamentales que habían liiibajüs ha visto la luz pública hasta ahora, pero su conjunto forma
forjado a Europa, y es así como él se constituyó en el historiador de un todo en el cuadro de sus obras. Son, iniciahnente, dos ciclos de
los Papas. Esta nueva obra, en tres volúmenes, fue la base de su glo- conferencias, el primero titulado: "Cursos sobre la época de la gue-
ria. Los protestantes dijeron que se iba a volver católico; los católi- rra de los treinta años", hecho durante el invierno de 1848-49. El
cos lo hubieran excomulgado, pero lo admiraron unos y otros. Era nue- segundo: "Cursos sobre la época de la Contrarreforma", que tuvo lu-
vo, persuasivo y brillante. Burckhardt confesará haberse sabido de gar en el invierno de 1863-64. La primera serie la realizó algunos
memoria parte de esta obra en su juventud. años antes de empezar sus trabajos para el Cicerone; la segunda,
La estancia en la capital alemana prolongóse hasta 1843, sólo in- pocos años después de la aparición de la Cultura del Renacimiento.
terrumpida por una breve temporada que pasó en Bonn, en 1841. Los dos ciclos forman, pues, un conjunto. Burckhardt dice que en
Trabó amistad con otros eminentes profesores, especialmente con estos dos ciclos quiso dar una idea de la época de la Contrarreforma
Franz Kugler, y acopió un enorme bagaje de erudición y de metodo- en dos períodos, uno antes de 1600 y el otro después de 1600. Fuera
logía. Antes de volver a su patria pasó por París. de estos dos ciclos se encuentran otros escritos inéditos de Burckhardt,
Con su vuelta a Basilea se inicia un período capital de su exis- una serie de ocho o nueve conferencias con intervalo de algunos años.
tencia, y decisivo también para la historia de Suiza, que vivía el con- En el conjunto de estos trabajos el sitio preferente lo ocupan, sin
flicto entre los demócratas, defensores del principio de la unidad na- duda, las dos series de conferencias de que acabamos de hablar. Nada
cional, y los conservadores —protestantes y católicos—, partidarios de más significativo que el momento en que el autor le dedicó a la obra
la soberanía cantonal. Burckhardt se alineó junto a estos últimos, y para conformar su visión; es el año de la revolución (1848). En la
desde junio de Í844 hasta diciembre de 1845 fue redactor del órgano primavera las energías sociales, demasiado tensas, habían estallado
conservador Basler Nachrichíen. Empero, la corriente conservadora li- casi en toda Europa; luego, en verano, habían continuado los reve-
bera! que apoyaba, con intentos de mediación entre la tendencia in- ses, aunque durante el invierno, cuando Burckhardt hablaba, no se
transigente y la democracia revolucionaria, fracasó clamorosamente. había decidido nada. Dos años antes, en la primavera de 1846, huyó
El desaliento indujo a Burckhardt, en marzo de 1846, a la "fuga hacia de la revolución que amenazaba a su patria para trabajar en Italia,
el Sur". Desde este año hasta 1848 permaneció en Italia, salvo algu- "in dem schonen faulen Süden^s en una Roma muerta a todos los
nas breves interrupciones. modernismos. Él quería vivir para su contemplación histórica, para
Vuelto a Basilea en esta última fecha, residió allí hasta 1853, reti- su poesía y para su ciencia. Pero justamente en los Estados Pontifi-
rado y casi solitario, y enseñó en el Pádagogium y en la Universidad. cios y en Roma misma lo siguió la revolución. De los propios labios
Fruto de tal concentración fue su obra La época de Constantino el de Pío I X escuchó las palabras por las cuales el Pontífice aceptaba
Grande, vasto y movido cuadro de la decadencia del mundo pagano, parte de las reivindicaciones revolucionarias y rechazaba algunas otras.
XII PRÓLOGO LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA

Luego Burckhardt abandonó Roma buscando su camino de regreso pol- u'H de Ranke en Berlín. El retomo a su ciudad natal será, esta vez,
la insurrecta Italia. Y helo aquí en Basilea, dándose cuenta de que, dcíinitivo; vuelve como titular de la cátedra universitaria de Historia
precisámenle, este rincón de Europa que era su patria, también era y no tardará en dar a la estampa la que todos consideran su obra
el lugar adecuado para sus contemplaciones. Tomó de nuevo,el lema fundamental: La cultura del Renacimiento en Italia, editada en Ba-
que había considerado hasta entonces como lejano, puramente histó- silea en 1860.
rico y, quizá, suizo: la época de la Contrarreforma. Ahora lo concibe La primera parte del libro, basada en la afortunada fórmula del i
ya como un tema actual y europeo. Estado como obra de arte, trata de la vida política italiana de los si-
En 1847 había permanecido algún tiempo en Berlín para cuidar glos X V y X V I . La segunda tiene por tema el desenvolvimiento de la
de la nueva edición de la Historia de la Pintura y del Manual de la individualidad y considera principalmente la relación entre el Estado'
historia del Arte, de su admirado profesor Kluger. Durante el período y el individuo, la universalidad de los hombres del Renacimiento y''
1853-54 realizó otro ciclo de viajes a Italia. En otoño de este último la formación del concepto de gloria en el sentido moderno. "El re-
año estaba ya listo el manuscrito del Cicerone, escrito en idioma ale- surgimiento de la Antigüedad" es el título de la tercera parte, que \
mán y que sería publicado en 1855 en Basilea. Concebido como una examina los varios aspectos del Humanismo, y los reflejos culturales 1
guía de los tesoros de arte acumulados en Italia, o mejor aún, con- y sociales del resurgir de la afición por el mundo grecorromano. La /
forme a las modestas palabras del subtítulo, como una introducción cuarta parte se dedica al descubrimiento del mundo exterior y del/
para gozar de ellos, esta obra es, en realidad, un ensayo ejemplar de hombre, esto es, a la ampliación de los conocimientos y al ahonda-'
topografía artística y de verdadera historia del arte, desde la antigíie- miento de la conciencia de la personalidad. La vida social, especial-|
dad clásica hasta el final del siglo xviii italiano. El libro compren- mente en sus formas más elevadas, y las fiestas, la moral y la reli-
de tres partes, dedicadas a la arquitectura, a la escultura y a la pintura gión, en sus relaciones con la,vida contemporánea forman, finalmente,'
y subdivididas en capítulos que corresponden a los grandes periodos el tema de las dos últimas partes de la obra que, en su conjunto,
cronológicos y estilísticos. En el ámbito de cada capítulo, las vicisi- ofrece un amplio cuadro de'la vida italiana en el Renacimiento, aguda
tudes de cada una de las artes son seguidas de región en región, según y originalmente analizada en sus múltiples aspectos. ^, -''
arraigan y se difunden las nuevas formas expresivas. A pesar de la riqueza de detalles, evita el autor el peligro de la
Esta obra de Burckhardt está hoy, naturalmente, superada en no fragmentación, concentrando toda su exposición en tomo a un moti-
pocos aspectos por las investigaciones modernas: resulta, por ejemplo, vo fundamental y característico que se afirma en todo momento: éi_
inadecuado el modo de tratar el arte barroco. Sobre todo, los límites individualismo del Renacimiento. La clave de la obra es, en efecto,
de la obra son los mismos de la personalidad del autor: sus incerti- el análisis de un nuevo tipo de humanidad, como aparece por prime-
dumbres y oscilaciones teóricas, su rigorismo crítico, que lo lleva a ra vez en Italia después de la decadencia de la Edad Media: el hombre
identificar la perfección estética con el arte griego clásico y con el del Renacimiento, señor consciente de sí y del mundo, energía autó-
del Renacimiento maduro. Con todo, en el Cicerone, halla manera de noma, capaz de poseer y gozar la naturaleza que lo rodea. Con la
manifestarse, tal vez mejor que en otros escritos suyos, la fina sen- célebre formula del "descubrimiento del mundo y del hombre", toma-
sibilidad de Burckhardt, cosa que se debe al carácter mismo del libro. da literalmente de la Historia de Francia de Michelet, precisa Burck-
Escrito en su mayor parte durante estancias en Italia, posee la inme- hardt un significado histórico, que se ha hecho después corriente, en
diata lozanía de un diario de viaje: no pretende imponer sus juicios la palabra Renacimiento, usada al principio en sentido puramente es-
al lector, sino más bien ayudarle a rehacer por cuenta propia la ex- tético por Vasari, para indicar la resurrección del arte después de laj
periencia directa de la obra de arte«r- "barbarie medieval". ^
Encargado de la enseñanza de la historia en la Universidad de Para Burckhardt es el Renacimiento, en primer término, la época
Basilea, esto no le impidió aceptar el ofrecimiento del Politécnico de [del más alto esplendor artístico, exaltada en el Cicerone, pese a que
Zurich, de reciente fundación, que le proponía el cargo de profesor /en ella corran parejas el dominante culto de lo bello y la refinada
de historia del arte. Dejó Zurich en 1858 y rehusó varios importan- \ elegancia de las costumbres con la inmoralidad y la profunda crisis
tes cargos que le fueron ofrecidos fuera de allí, entre ellos la suce- de la fe religiosa. Esta actitud parcialmente negativa constituye una
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA XV
XIV PRÓLOGO

en el mundo entero. Si Francia y Bélgica permanecieron católicas


limitación en el estudio de Burckhardt, el cual, por otra parte, rcsuU
liic gracias a España, y la Contrarreforma alemana es obra suya. Pero
ta deficiente por su fracasado planteamiento del problema de los orí-
si Inglaterra y Holanda se inspiraron en una resistencia) extrema con-
genes del Renacimiento (el resurgimiento de la Antigüedad no es
el catolicismo, y si ambos países vieron en esta lucha la condición
entendido por el autor como elemento determinante de la nueva ci-
i-L-ncial para su subsistencia, débese también a España".
vilización) y de sus relaciones con la Edad Media.
Lo que Burckhardt hizo comprender a su auditorio no católico fue
Aunque superada en estos puntos y modificada en otras conclu-
Instante. Tuvo que reconocer que la gran presión hecha contra la
siones suyas por las investigaciones posteriores, la difundidísuna obra
Kcforma no fue una reacción artificial y política, sino un movimien-
del escritor suizo conserva, sin embargo, todavía hoy, toda su impor-
(o espontáneo de carácter profundamente religioso. Había que reco-
tancia como modelo clásico de la historia de la cultura. N o obtuvo,
nocer que el verdadero promotor de este movimiento no fue la curia
en el momento de su publicación, el éxito a que es acreedora y que
romana, sino el pueblo español; que la Inquisición no había sido una
alcanzó más tarde. Las primeras ediciones se movieron lentamente.
L i c a c i ó n papal y eclesiástica, sino esencialmente un instrumento po-
Pert) en lo que llevamos de siglo se ha difundido, tal vez, en millones
lítico de los españoles; que San Ignacio no era un mero organizador
de ejemplares en numerosos idiomas. Complemento suyo es la Histo-
astuto, antes un hombre verdaderamente piadoso, movido por una
ria del Remcimiento en Italia, aparecida en Stuttgarí, en 1867.
vocación religiosa; que todo el movimiento español, en fin, no había
Al iniciarse el curso de 1863-64 ya había realizado la gran obra
sido una medida tomada por el gobierno, sino un sentimiento popular
de su vida. Había publicado, como hemos visto, la Época de Constan-
profundo y original.
tino el Grande y el Cicerone; su libro sobre la cultura del Renaci-
Rstos puntos de vista no se publicaron en libro alguno y única-
miento en Italia había asegurado su gloria definitiva. Había regresado
mente los conoció por entonces su auditorio. En vida tuvo muchos
a su ciudad natal decidido a no escribir más libros —tenía cuarenta
njmiradores. En Alemania, la nueva concepción histórica de España
años— y a dedicarse plenamente a su cátedra de la Universidad. En
y de la época de la Contrarreforma se creó independiente a Burck-
aquel entonces debe haber tenido la sensación de deber algo al tema
JKirdtv diez o veinte años más tarde, en la misma atmósfera que la
de su juventud, a la época de la Contrarreforma, que no había tenido
escuela de Ranke, de donde sahera Burckhardt. Fue un alumno del
sitio en su obra literaria. Y anunció en el periódico oficial de Basi-
viejo Ranke, Wilhelm Maurenbrechcr, quien hizo una revolución en
lea quince conferencias con el título nada ambiguo: Die Zeit der Ge-
cuanto a las investigaciones sobre la Contrarreforma, en un libro apa-
genreformation, de las que cumple decir unas palabras.
recido en 1880.
Se trata de dos pensamientos que Burckhardt desarrolla ahora con
La historia de nuestro escritor en los años que siguieron a la pu-
la claridad que le proporcionan los nuevos puntos de vista que ha
blicación de La cultura del Renacimiento en Italia fue, sencillamente
adquirido. En la historia general de Europa existe una época que. tie-
la de la enseñanza en Basilea, su ciudad natal con la que se había
ne su carácter propio, sus propios impulsos y su espíritu propio, y
reconciliado definitivamente. Hasta 1868 trabajó en una obra acerca
que hay que llamarla la época de la Contrarreforma. Esta es una de
del arte renacentista, que solamente quedó esbozada. Luego empleó
las dos ideas. Luego hay que reconocer que, aunque este movimiento
hii'go tiempo en la elaboración de las Reflexiones acerca de la his-
tuvo sus fases posteriores en Roma, su origen es español y no italiano.
toria universal, publicadas después de la muerte del autor en Stuttgart,
Tras de hablar en sus primeras conferencias de la situación en
i-ii 1905, lo mismo que su magna Historia de la cultura griega, en
Alemania y del carácter del calvinismo, habla de España: "Habría que
cinco volúmenes. En el año de 1886 abandonó definitivamente la en-
describir ahora los orígenes del espíritu de la Contrarreforma, diri-
señanza.
gida esencialmente por la potencia romana para reconquistar el mun-
El objeto propio del estudio de la Historia llevada a cabo por
do perdido. Pero detrás de este hecho hay otro más poderoso, por el
Hurckhardt a lo largo de toda su vida, no fue la construcción filo-
cual hay que empezar, y es el espíritu español, que produjo en gran
si'ifica de la historia del mundo, ni promover una erudición técnica,
parte la Contrarreforma, la protegió y la dirigió por la dominación
sino el desarrollo del sentido histórico. Porque para el la Historia
española en líaHa, que aspiraba a una monrquía universal, más ca-
iK) fue una ciencia objetiva, referente a hechos neutrales, sino "el
tólica que el Papa. España trabajó enormemente por la Contrarrefor-
XVI PRÓLOGO LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA XVII

registro de los hechc^ que una edad encuentra notables en otra". pio discemible en las Reflexiones sobre la Historia, la única fibra sutil
Como registro que es, depende de recuerdos, y cada generación, pbrl^ (|m- íigrupa sus observaciones, desde el momento en que ha descartado
un nuevo esfuerzo de interpretación y encaje, tiene que recordar liis irilerpretacíones sistemáticas de la filosofía y de la teología. La en-
una y otra vez su propio pasado; a menos que desee olvidarlo y Irtii significación de la Historia depende, para Burckhardt, de la con-
perder así el sentido de lo histórico y la sustancia de su propio"' llmiidad, como común medida de las evaluaciones históricas par-
existir. Tal interpretación implica selección, énfasis y evaluación. N o lie iilares.
consiste en concepciones subjetivas, sino que es creativa, con refe- Esta continuidad no señala únicamente la importancia de la du-
rencia a la inteligencia de la historia y también a los hechos histó- riición formal, sino también la necesidad de la conservación. Su va-
ricos; porque únicamente mediante una interpretación selectiva y es- lor estriba en la continuidad consciente de la Historia como una
timativa podemos determinar lo que son los hechos relevantes y sig- liniÜción, y la tradición histórica tiene que ser continuada y defen-
nificativos. Muy lejos de ser neutral y, consecuentemente, incapaz de; tlitla contra el deseo revolucionario de una permanente revisión. La
juicio, fue Burckhardt et historiador más conscientemente selectivo y CK|icriencia básica de Burckhardt consistió en que, desde la Revolu-
crítico del siglo xix. Mas nunca pretendió ser filósofo. lii'in francesa, Europa había vivido en un estado de tradición que se
desintegraba rápidamente; y el temor de una amenazante ruptura con
La filosofía de la Historia es, para él, una "contradictio in ter-
todo aquello que es de más valor en la tradición europea, fue el te-
minis", en cuanto que la Historia coordina observaciones, mientras
lón de fondo de su comprensión de la misión histórica. El motivo
que la filosofía las subordina a un principio. De igual modo desecha
personal de su estudio de la Historia y de su adhesión tenaz, casi
también una teología de la Historia. "El mejoramiento ofrecido por
desesperada, a la continuidad, fue una reacción apasionada contra la
la religión se encuentra más allá de nuestro alcance". La solución
Iciidencia revolucionaria de su tiempo. Al defender la misión de la
reUgiosa de la inteligencia de la Historia pertenece, dice él, a una
conciencia histórica, trataba, por lo menos, de retardar la inminente
facultad especial del hombre, a la fe, que Burckhardt no pretende
disolución, manteniendo su credo histórico contra el movimiento ra-
poseer.
dical, en el cual habían tomado parte activa algunos de sus más
Se refiere a Hegel y a San Agustín como a los dos titanes que
ínlimos amigos.
han efectuado los intentos más notables en pro de una explicación
Para él, la continuidad de la conciencia histórica tiene un carác-
sistemática de la Historia a través de un principio: por Dios o por el
l i r casi sagrado: constituye su última religión. Solamente por lo que
Espíritu absoluto, cada uno de ellos llevando a cabo su objeto en la
luca a aquellos acontecimientos que han establecido una continuidad
Historia. Contra la Teodicea de Hegel, insiste nuestro autor en que
de la tradición occidental, retiene Burckhardt un elemento de inter-
la racionalidad de la Historia se halla más allá de nuestra percep-
pretación teológica, ya que no providencial.
ción, ya que no somos nosotros copartícipes del objeto de la eterna
sabiduría. Y contra la interpretación religiosa de San Agustín afirma: WERNER KAEGI.
"para nosotros -es indiferente". Ambas trascienden nuestra posible sa-
biduría, puramente humana. El único punto accesible para él es el
centro permanente de la Historia: "el hombre como es, como fue y
como será siempre", luchando, actuando, sufriendo. El resultado in-
evitable de la negativa de Burckhardt a ocuparse de los fines últimos
es su resignación complementaria referente al significado último. Se
pregunta: "¿Hasta qué punto deriva esto en el escepticismo?" Su
respuesta es que el verdadero escepticismo tiene ciertamente su lugar
en un mundo en el cual comienzo y fin son desconocidos, hallándose
el medio en constante movimiento.
Y , sin embargo, existe alguna especie de permanencia en el curso
mismo de la Historia, a saber, su continuidad. Este es el único princi-
LA CULTURA
DEL RENACIMIENTO
EN I T A L I A
PRIMERA PARTE

IT. E S T A D O C O M O O B R A DE A R T E

I. INTRODUCCIÓN

l'Nii.- estudio lleva el título de u n lares, a menudo arbitrarios, para lle-


(iiciü ensayo, de u n simple esbozo, gar, sea como fuere, a exponer algo
ijn el verdadero sentido del vocablo, del tema. Algún día pensamos reme-
V el autor se da D e r f c e t a cuenta de diar la mayor laguna de la presente
liabcrse lanzado a u n a tarea arries- obra con un estudio especial sobre
>tiula con medios excesivamente li- el ''arte del Renacimiento"; sólo en
inilados. Pero aún e n el caso de medida muy modesta ha podido cum-
Huc pudiera confiar con mayor op- plirse este propósito.^
hmismo e n la eficacia de la in-
vestigación, no estaría mucho más
«cfíum de la aprobación de los doc-
La lucha entre los" papas y los
liiíi. Los contornos espirituales de
Hohenstaufen dejó, al fin, a Itaha
Lina época cultural dan acaso en
ciida visión individual una imagen en una situación política que la di-
distinta, y, tratándose de u n a civi- ferenciaba del resto deil Occidente
liziición que, como madre inmediata en las cosas más esenciales. Si el
lie la nuestra, hace aún stntir su sistema feudal en Francia, España
infUiiü, interfieren a cada momcn- e Inglaterra era de tal índole que,
lo los juicios y sentimientos subje- al agotar su vida, tenía que desem-
livos tanto en el autor como en el bocar necesariamente en el Estado
lector. E n el vasto mar a que nos monárquico unitario y si en Alema-
lanzamos, son múltiples las rutas y nia contribuyó por lo menos exte-
liis direcciones y las posibilidades; riormente a mantener la unidad del
lus elementos de investigación pre- Imperio puede decirse que Italia se
liminar que han servido de base al sustrajo a su influjo, casi por com-
[iresente trabaio, en manos de otro pleto. Los emperadores del siglo
hubieran podido fácilmente n o sólo XIV no. .fueron ya^ en el _mcior de
riaborarse y tratarse de modo dis- los casos, reQÍMdos. y_ considerados
tinto, sino producir resultadois esen- como- -señores feudales, sino, como
rialmcnte distintos también. El tema posibles cabezas visibles, como po-
i n sí tiene importancia suficiente sible reFiierzq_ de poderes ya exis-
[iiira hacer deseables ulteriores y tentes. T e r o el Papado, con sus
múltiples elaboraciones y requerir
la colaboración v la opinión de in- 1 La Historia de la Arquitectura y
vestigadores del más diverso crite- Decoración del Renacimiento italiano
lio. Pero démonos entre tanto por de Burckhardt fue publicado por vez
^atisfeohíM con que se nos preste primera en 1867. Sus Notas sobre la
una paciente atención y se com- Escultura del Renacimiento aparecie-
prenda la unidad de este libro. La ron en 1934, como parte del volumen
mayar dificultad de la Historia de XIII de sus obras completas. De su
lii Cultura reside en el hecho de proyectada Historia de la Pintura del
L|ue u n a gran continuidad espiritual Renacimiento sólo se acabaron tres
capítulos, publicados como ensayos en
IKI de dividirse en categorías singu- 1898, un año después de la muerte del
autor.
/ JAC^^BURCKHARDt^-
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA

creaciones y sus Duntos de apoyo, se sentó en un trono. Añádase que liiqiii sieÍQn_j¿Qntra_ la _ herejía, - q ue es decir, apelando a todos los me-
tenía precisamente la fuerza nece- estaba familiarizado con las auto- lia de parecemos más censurable si dios teniendo únicamente en cuenta
saria para impedir toda futura uni- ridades de los Estados sarracenos consideramos que.enJ.QS_heieies.,per- el ob¡etivo que se persigue. Nadie,
dad sin ser él mismo capaz, por su y conocía sus métodos administra- .Hcguía a los representantes .del libre después, ifiualó ,a .Ezzelino en K
parte de crear una.''' Entre ambos tivos, y téngase en cuenta la expe- espíritu ciudadano. Constituían el magnitud de sus crímenes, ni siquie-
existían multitud de fonnas políti- riencia de aquella lucha de vida o cuerpo de policía en el interior y ra César Borgia; pero se había dado
cas —ciudades y déspotas— que muerte con los papas, que obligaba el número principal del eiército en el ejemplo, y la caída de Ezzelino
ya existían o surgieron, cuya exis- a ambos partidos a poner a contri- u[ exterior aquellos sarracenos pro- no supuso para los pueblos el res-
tencia dependía de su propia capa- bución todas las fuerzas y todos los cedentes de Sicilia, establecidos en tablecimiento de la ¡usticia ni sirvió
cidad para mantenerla.^ En ellas recursos imaginables. Sus decretos I -ucera y Nocera, sordos a todo de advertencia para posteriores de-
aparece el moderno espíritu europeo (a partir de 1231 especialmente), lamento e indiferentes a la cxco- lincuentes.
del Estado, entregándose por vez tendían a la completa destrucción ivjunión eclesiástica. Los vasallos,
primera libremente a sus propios del- Estado feudal y a la transfor- En vano fue que Por aquel en-
perdido el hábito de las armas, per- tonces santo X ^ á s . ^ d e Aquino, va-
impulsos, revelando con excesiva macióa. del pueblo en una masa mitieron más adelante, sin voluntad
frecuencia ese desenfrenado egoísmo inerme y abúlica, con una extrema- sallo natural de Federico, establecía
propia, a la ligera, la caída de Man- la teoría de un régíínen constitu-
que hace escarnio de todo derecho da capacidad de tributación. Centra- íredo y el advenimiento del Aniou,
y ahoga en germen toda sana for- lizó d poder ¡urídico y.la adminis- ^r;^n"5r---p]] " ^ A i t n T g f t irnaginaha al
y la nueva dinastía siguió haciendo prínc-i'Tje apoyado en un Senado
mación. Ahora bien, donde esla tración en forma basta entonces des- uso del mismo mecanismo de- go-
tendencia queda superada o equi- ,CG«ioeida ,en-OccideníeL. Ningún fun- nombrado por él mismo y en una
bierno que heredaba. representación elegida por el pue-
librada de algún modo, surge algo cionario debía ser nombrado por
lunío a la figura centralizadora blo. Estas ideas se desvanecieron en
nuevo y vivo en la historia: el Es- elección popular, so pena de aso-
del monarca aparece un usurpador el ámbito reducido de Jas aulas, y
tado como creación calculada y lación del lugar o ciudad culpables
del más peculiar estilo: su vicario Federico y Ezzelino fueron y se man-
consciente, como obra de arte. Tan- de semciante fechoría v degradación
yerno Ezzelino da RomanO'. No tuvieron, para Italia, las más gran-
to en las repúblicas urbanas como de los ciudadanos, que eran redu-
resenta un sistema de gobierno des figuras políticas del siglo xni.
en las tiranías, vemos expresada por cidos a servidumbre. La tributación,
f administración, pues su actividad Sus imágenes refíejadas con gran-
modo múltiple esta modalidad que basada en una vasta y prolija orga-
redujo a meras luchas por el deza fabulosa, constituyen el prin-
condiciona igualmente su forma in- nización catastral, adoptó el estilo
en la Alta Italia Oriental, cipal contenido de las Cento Novelle
terna y su política exterior. Nos re- de la rutina mahometana recurrién-
como modelo político no ten- Antiche, cuya redacción originaria
duciremos a considerar su tipo más dose a los métodos de tortura y
luego menos importancia que procede aún, seguramente, de aque-
claro y definido en los Estados de crueldad, sin el cual a los orienta-
imperial protector. Hasta enton- lla centuria.-'* A Ezzelino se le des-
régimen tiránico. les no es posible sacarles una mo-
!S, en la Edad Media, toda con- cribe aquí ya con ese sentimiento
La situación interna de los terri- neda. Eli^pueblo dejó de existir como
ista y usurpación se fundaba en de humilde veneración en que sue-
torios gobernados por monarcas des- tal y sólo quedó una masa inerte
; herencia real o suuuesta v en le expresarse toda impresión des-
póticos tuvo un famoso modelo en de vasallos, a quienes, por ejemplo,
derechos, o bien se llevaban mesurada, A su persona se vincula
el Tmiperio Normando de la Bala les estaba prohibido casarse o es-
o en nombre de la causa con- toda una hteralura, desde la cróni-
Italia y Sicilia, tal como Federico I I , tudiar en el extraniero. La Univer-
hfieles y excomulgados. Por pri- ca de los que presenciaron los he-
lo organizara.'^ Había crecido este sidad de Ñápeles fue la primera
ra vez se intenta aquí fundar un chos con sus propios ojos hasta la
monarca en medio de la traición y institución conocida, de este Upo.
recurriendo al asesinato en tragedia semimitalógica*.
el peligro, alerta siempre ante la que restringió Ja libertad de los es-
íñasa y a un sinfín de atrocidades.
vecindad amenazadora de los sarra- tudios, mientras el Oriente, en este
cenos, no tardó en habituarse a juz- aspecto por lo menos, deiaba a la
gar y tratar las cosas de un modo gente en completa libertad. Típica-
totalmente objetivo. Fue, en reali- mente mahometano era, sin embar-
go, el estilo de comercio que Fede- l í . T I R A N Í A S DEL S I G L O X I V
dad, ©I primer hombre moderno que
rico practicaba en el Mediterráneo,
'2 Maqulavelo, Discorsi, libro I, ca- reservándose muchos géneros y di- i grandes y pequeñas tiranías el estudio de ellos resulta del más
pítulo 12. ficultando el comercio de sus vasa- *1 siglo xiv se nos revela con har- alto interés.
3 Los gobernantes y su partido cons- llos. Loa califas fatimitas, con sus frecuencia que las impresiones de El consciente cálculo de apelar a
tituían, en conjunto, "lo stato", y es- encubiertas tendencias heterodoxas, índole no suelen perderse. Sus
te nombre adquiriría, con el tiemoo, fueron, cuando menos al principio, B Cento Novelle Antiche, 1, 6, 20,
el significado de la existencia colec- Irímenes claman al cielo y la his-
tolerantes con sus vasallos en ma- 21 22, 23, 29, 30, 45, 56, 83, 88 y
tiva de un territorio. titriti los registra en detalle. Pero 98. Ed. de 1525.
teria religiosa. En cambio, Federico
* Hófler, Kaiser Friedrích 11, pág. i'ti 'ndiidable que, como Estados es- •5 Scardeonius, De urbis Patav. an-
establece, como corona y remate de
39 y sigs. E. Kantorowicz, Kaiser Frie- (ijbtecidí^. por completo sobre base íiquitate, en el Thesaurus de ] . C.
su sistema de gobierno, un tipo de
drich ¡í, Berlín, 1927. pi'opia y organizados en tal sentido. Graevius, V L .3, pág. 259.
JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A

todos los medios —de lo cual nin- f "distinta era la actitud del déspota^ |ii liicipe hA--de-.--i;UÍdar _de__tpdo: distribución de los bienes; ocurría
gún príncipe fuera de Italia tenía- italiano, el cual, guiado por un-scn* (•oiistruÍ¿-y„-.conscryar. templos y así que en horas de inseguridad y
la menor idea— en maridaje con . íido de lo monumental y grandioso, wiificios de utilidad pública, man- peligro un primo o un tío decididos
un poder oasi absoluto dentro de ávido de gloria, solamente utiliza el lencr el orden en la calle,!^ desecar echaban a un lado al heredero inep-
los propios límites del Estado, dio talento como a,tal. Rodeado de_sa- pantanos, vigilar el cultivo de la to o menor de edad, en interés de
lugar a formas de vida y a tipos , -hios y;poetas, siente qué pisa nueyá' vid, y del trigo, preocuparse del equi- la propia Casa reinante. También
humanos pcculiarísimosj íj-^secreto tierra, y llega a creerse casi en po- (iiiivo reparto de los impuestos, dar sobre la exclusión o reconocimien-
principal en que basaban su domi- sesión de una nueva legitimidad. su auxilio a enfermos y desampa- to de los bastardos había constan-
nación residía, para los tiranos raás MundiaLtlÉnpmbre alcanzó en este I - ¡ K I Ü S , proteger a sabios ilustres y tes disputas. Y así ocurría que mu-
prudentes, en el hecho de dejar la aspecto^ el déspota" dé Verona, Can l'rccuentar su trato a cambio de lo chas de estas familias eran atacada?
; tributación tal como la habían en- Grande dclla Scala, auc_llegó .a reLl- cual éstos Se encargarían de irans- por parienies descontentos y sedien-
Tcontrado o como la habían estable- l ^ J o d ^ _ una_JiaUa. jle--desterrados niitir a la posteridad la fama de tos de venganza. N o era raro auc
' cido al principio: un impuesto bá- ilustres en su Corte. Los poetas M I S hechos. semejantes situaciones hallasen sa-
sico, calculado por estimación ca- guardaron gratitud a estos grandes] lida en la Iraic'ón o en el ases:-'
A pesar de los aspectos favora-
tastral; determinados impuestos de señores. Petrarca, cuya visita a ta-; nato en masa de familias enteras.
lilcs en general, y de los méritos in-
consumos v aranceles aduaneros de les Cortes encontró tan severos de-; Oíít??Ttvfam en e l exterior í o m o fu-
dividuales de algunos de estos tira-
importación y exportación, a lo cual tractores, nos ha deiado el retrato • gitivos, y no faltaba quien, en" tran-
nos, ya en el siglo xiv se sentía
añadíanse los ingresos de la fortu- de la figura ideal de un príncipe ces tales considerando objetivamente
lii inconsistencia, la falta de garan-
na privada de la Casa reinante. El del siglo xiv,'^ Muchas y muy gran-, su situación, tomaba las cosas con
l í í i s verdaderas de estos regímenes.
único aumento posible dependía del des cosas pide de él —se trata del^ paciencia, como, por ciemplo, aquel
(\mm por motivos de índole inter-
acrecentamiento del bienestar gene- señor de Padua—, pero lo hace \ Visconti que se dedicó a tender las
na las constituciones políticas de
ral, de la iníensifioación del tráfico en un tono como sí ile creyera ca-: redes en el lago de Garda.^^ El
osíe tipo son tanto raás duraderas
mercantil. N o se recurría aquí a paz de hacerlo. Le dice quñ no debe^ mensajero de su adversario le pre-
L'Uíinto más vasto es el territorio, ias
empréstitos, como solía hacerse en ser señor de los ciudadanos, sino| guntó, sin ambages, cuándo pensa-
>íi'andes'"t'tfaTTfas—tendían—siempre _ a
las ciudades; se prefería recurrir, padre de la patria, y que debe amar-.| ba volver a Milán a lo cual él le
devorar a las pequeñas, i Qué he-
de vez en cuando, a un goloe de los comoi si fueran sus propios hi-| contestó: " N o antes que las infa-
catombe de néqueños' tiranos fue
mano bien calculado v meditado, jos; aún más, como si fueranl mias del otro hayan rebasado la
sacrificada sólo por los Visconti en
siempre que no pusiera en peligro miembros de su propio cuerpo. Quel medida de mis propios crímenes".
esta época! Ahora bien, a este pe-
la estabilidad de la situación: por puede revolverse contra el enemigol En algunas ocasiones la parentela
ligro exterior respondía de modo
ejemplo, cuando se destituyó y se con sus armas, sus guardias y sus; del príncipe reinante le sacrifica en
cierto, casi siempre, una efervescen-
desposeyó de sus bienes —en el es- mercenarios, pero que sólo la be-,| aras de la moral pública, ultrajada
cia interior, que al provocar deter-
tilo típico de los sultanes— a los nevolencia cabe emplear con sus| en exceso, para salvar así la dinas-
minadas reacciones on el ánimo del
altos funcionarios de la Hacienda.^ ciudadanos. Claro que sólo C Q U J tía.'-^' En determinados casos, .e4,p^
monarca, tales situaciones engendra-
Se procuraba que estos recursos aquellos que aman lo presente y es-j der es asunto de la totalidad de la
han, por lo general, efectos en gra-
alcanzasen para los gastos de l a ' tablecido, pues el que piensa en i familia, hasta tal extremo, que el
do sumo perniciosos. Por una parte,
pequeña Corte, de la Ruardia per- cambios constantes es un rebelde y\ jefe de ella viene vinculado al con-
la falsa omnipotencia, la tentación
sonal del monarca, de la hueste un enemigo del Estado y con él de-] sejo de famiha; también aquí el re-
de los placeres y toda suerte de
mercenaria y de las obras públicas, be emplearse todo el rigor de la; parto de bienes e influencia daba
rjíoísmos, y por otra, la amenaza de
y para pagar a los bufones y a la justicia. Expone luego en detalle la¡ lugar a las más violentas disensio-
enemigos y conspiradores, le con-
gente de talento que figuraban en ficción —auténticamente moderna- nes.
vertían, casi ineludiblemente en un
el séquito del príncipe. La.ilegiti- de la omnipotencia del Estado. El
vctdadero tirano en la peor acep- En los autores florentinos contem-
midad, rodeada de peligros constan-
i'ión de la palabra, iSi pudiera con- poráneos Se observa un insistente y
tes aislaba al monarca: su más hon-
Petrarca, De república optime ud-\ liarse por lo menos, en la fidelidad profundo odio contra semejante es-
rosa alianza era la que concertaba
(le los consanguíneos! Pero donde itado de cosas. La misma pompa in-
con espíritus altamente dotados, sin m'mistranda, ad Franc. Carraram (Ope-:.
lodo era ilegítimo no podía consti-
tener en cuenta su origen. La libe- ra. pág 372). s?^ente. Ja magnificencia de que
10 Cien años después se hará de la uiirse un firme derecho hereditario, hacían alarde los tiranos en su in-
ralidad usada por los príncipes nór- princesa madre de la patria. Ver Hic-|
ni en lo referente a la sucesión en dumentaria —acaso menos por sa-
dicos del siglo X I I I se limitaba a ronymus Crivelli. Oración fúnebre de]
el poder ni en lo que atañe a la
los caballeros, a la servidumbre y Bianca María Visconíi (Muratori,
1^ Petrarca, Rerum memorándum, lí-
a los cantores de noble origen. Muy Scriptores rerum Italicarum, XXV, co-' ber I I I , pág, 460. Se alude a Mateo I
lumna 429), Véase una traducción sar- A propósito de esto se Ic ruega Visconti y a Guido della Torre, que
,Jj Sismondi, Histoire des répubUques cástica de esto en el caso de la her- i|iic prohiba la circulación de los cer- reinaba entonces en Milán.
itaiiennes. IV, pág. 420; VIII, página mana del papa Sixto IV, a la que se J o s por las calles de Padua. pues ade- la Matteo Villani, V. 81: El asesi^
1 y sigs. llama maíer ecclesiae. Jac. Volaterra- i i í á ü de ser un espectáculo poco grato naio secreto de Matteo II Visconíi
'8 Franco Sacchetti, Novelle, 61 y 62, nus (Muratori, X X I I I , columna 1091 .1 !a vista se asustan los caballos. (Maffiolo) por sus hermanos.
[ACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O CN ITALfA

tisfacer su vanidad que por impre- ran su caída. "Del mismo modo que pi íncipe, la caza del jabalí; a quien cia principesca de la Europa de en-
sionar la fantasía del pueblo— ex- los tiranos surgen, crecen y se afian- ..^ ;iireve a lesionar tai privilegio, tonces. A ella trasladó su famosa
cita t o d o su sarcasmo. ¡ Y ay del zan, crece en su intimidad, oculta, •1- le da muerte entre tormentos. Ei biblioteca y la gran colección de re-
advenedizo que caía en sus manos, la sustancia que ha de traerles la 1 iii-hlo que vive temblando, tiene liquias de santos, en la cual había
como aquel Dogo recién salido del ruina y la confusión".i^ Pero falta [M> :tlimentar los cinco mil perros puesto una fe especial. Extraño fue-
homo, A£nellíj^.áe._Pisa (1364), que explicar el principal motivo de opo- I l i s jaurías, bajo las más graves ra que un príncipe con tan peculiar
solía cabalgar con el áureo cetro en sición. Florencia - aparecía entonces ii-ponsabilidades en lo que atañe al sentido de las cosas no hubiera as-
l a diestra, se mostraba al pueblo en la plenitud de un opulento de- iMi-iiestar de éstos. Los impuestos pirado en lo político a las más altas
desde el balcón de s u regio palacio sarrollo de individualidades, mien- •>>ri elevados y para cobrjirl^. s5"re-
coronas. El rey Wcnzci Ic hizo du-
"como se e x D o n e n las reliquias", re- tras los "tiranos no reconocían ni ' i ' i i e a todo medio imaginable-de
que (1395). Pero él no aspiraba a
clinado sobre tapices y almohadones toleraban otra individualidad que la viiiicncia; hace dotar a siete hijas
menos que a coronarse rey de Ita-
de brocado y se hacía servir de ro- suya propia v la de sus servidores • n i i 100,000 florines de oro para ca-
lia^' o a ceñir la corona imperial,
dillas como a un papa o a un em- más inmediatos. El control sobre I I u n a y acumula un inmenso te-
cuando.enfermé-^ murió (1402). Se
perador! 1^ Pero no es raro que es- las personas estaba ya organizado y "i-o. Con motivo de la muerte de
tos fioientinüs hablen con noble se había establecido, incluso, el pro- eslima que obtenía anualmente de
• I I esposa (1384) publicó una no-
gravedad. Dante ve, reconoce y cedimiento del salvoconducto.'" iiiicación "a los vasallos, segiín la sus Estados, en conjunto, además de
defino insuperablemente lo innoble u i ; d éstos habrían de llevar luto du- 1.200,000 florines de oro a que as-
El misterio v el alejamiento de
y lo vulgar en la avidez de rique- Dios de tales existencias cobró nue- lariic un año" pues ya que habían
cendían los impuestos ordinarios,
zas y de poder de l o s nuevos prín- v o y peculiar matiz en la imagi- • nmpartido con él las alegrías, ¡us- 800,000 florines más en subsidios
cipes. "¿Qué suena en nuestras nación de los contemporáneos en U i e r a que compartiesen los duelos extraordinarios. El reino que había
trompetas, en nuestros cascabeles y virtud de la notoria superstición as- liiinbién. Incomparablemente carac- logrado formar recurriendo a todo
nuestros cuernos y flautas sino: trológica y la incredulidad de algu- ii lístico es el golpe de mano con géHÉtodc violencias quedó deshe-
¡Llegaos a nosotros! ¡vosotros ver- nos tiranos. Cuando el último Ca- Hiic le redujo su sobrino Gianga- cho a su muerte v apenas pudieron
dugos! ¡vosotros aves de prosa!?" rraña no podía defender ya los k'.izzo (1385), una de esas cons- conservai-se, de momento, las par-
Se d e s c r i b e el castillo del tirano ais- muros y puercas de su Padua t)¡r:iciones realizadas c o n éxito que tes más antiguas. Imposible es ima-
lado en una altura, l l e n o de cala- (1405), sitiada por los venecianos . • ( i L - i n c c e n alín a historiadores de ginar lo que hubieran sido sus hijos
bozos y de tubos para escuchar,'^" y asolada por la peste, su guardia ' ] M c a posterior.-^ _^ G i f i y ^ María ( í 1412) y Filippo
sede de todo lo bajo y ruín. Vati- personal le oía por la noche invo- li\ autéHttaT"SenTído de lo gran- María ( t 1447)' "sT hubieran vivido
cinan otros iodo género de desdi- car al diablo y pedirle que le ma- dioso en el tirano adquiere en en otro país sin saber nada de su
chas a l o s que entran al servicio de tara. CÜiingalcazzo un prodigioso relieve, solar ni de su estirpe. Pero como
los tiranos y al fin compadecen tiastó m á s de 300,000 florines en vastagos de tal linaje heredaron tam-
al tirano mismo, que ha de ser ne- la construcción, no terminada, de bién el espantoso caudal de cruel-
cesariamente enemigo de t o d o lo De JaSL-tkanías del siglo xiv, el caso ííi^antcscos d i q u e s para desviar, a dad v cobardía que en aquél se ha-
bueno, que de nadie puede fiarse y de los Visconti de Milán —a par- voluntad, el Mincio de Mantua y bía ido acumulando de generación
ha de leer en el rostro de sus va- tir de la muerte del arzobispo Gio- (I l i r c n t a de Padua y dejar así iner- en generación.
sallos l a impaciencia con que espe- vannl (1354)— constituve indiscu- mes a estas ciudades; -- hasta es
tiblemente el ejemplo más completo lícito suponer que pensara en la Giovan María se hace también
e instructivo. En Bernabó se mani- desecación de las lagunas de Vene- famoso por sus perros. Pero no son
14 Filippo Villani, ístorie, X I , 101. fiesta pronto, de la más inequívoca tia. Fundó_l'e]_jnás maravilloso de ya perros de caza, sino animales
También Petrarca encuentra que los manera un aire inconfundible de fa- it)dos los monasterios'',^ la cartuja amaestrados especialmente para des-
tiranos se adornan "como aliares en milia con los más terribles empe- tic Pavía, V el Duomo de Mitán, pedazar seres humanos, y cuyos
días de fiesta". El cortejo triunfal a radores romanos.^ El más impor "que supera en suntuosidad y gran- nombres nos han sido transmitidos.
la antigua de Caütracanc en Luca lo
encontramos circunstancialraente des- tante asunto del Estado, es para eí ilczii a todos los templos de ía Cris-
crito por Tegrimo, en su vida, en Mu- l i a n d a d . Tal vez el palacio de Pavía
24 Corio, fol. 286, y Poggio, Hist.
ratori, X I . co!. 1.340. 18 Matteo Villani, V I , 1. • -•mpezado por su padre Galeazzo floreitt., en Muratori. X X , columna
i!5 De vulgari eloquencia, I, cap. 12, 18 La oficina de pasaportes de Pa \ concluido por él— fuera, con 290. De la aspiración al Imperio habla
"...qui non heroico more, sed plebeo dua es llamada "quelli delle buUette' M i n c h o , la más espléndida residen- Cagnola (íbid.) y a lo mismo alude el
scquüntur superbiam", etc. a mediados del siglo x i v por Franco soneto de Trucchi en Poesie ilaUane
1" Cierto que sólo en los escritos Sacchetti, Novelle, 117. En los último medite, II, pág. 118:
del siglo XV, pero sobre la base de im- diez años de Federico 11, en que se Como, por ejemplo, a Paulo Jo-
presiones de época anterior seguramen- llegaba al extremo rigor en el dominio viü, Virí ¡Ilustres, Vida de Gianga- Stan le cittá lombarde con le chiavi
te: Leone Batista Alberti, De re aedif., personal, el método de pasaportes de- IfíIZZO. In man per darle a voi..., etc.
V, 3; Francesco di Gíorgio. Trattato; bía de estar ya muy desarrollado. " Corio, foís. 272 y 285. Roma vi chiama. Cesar mÍo novello
en Della Valle, Letlere sanesi, I I I , 121. M Corio, Síoria di Milano, fol. 247 Cagnoía en Archivio Siorico, 11 lo sonó ignuda, e l'anima pur vive:
y sigs. l>aü. 23. Or mi copriie col voslro maníello...
17 Franco Sacchetti. Novelíe, 61.
LA C U L T U R A 0 E L RENACIMIENTO EN ITALIA
JACOB B U R C K H A R D T

italianos un verdadero enigma. dio. Ni aprobaciones ni investiduras


como los nombres de los _osos del ] mismo día, Facino, antes de morir
¿UÍ20S. son simples rústicos,_.y. imperiales cambian este estado de
emperador Valentiniano I.^^ Cuan- ] pudo aún reunir a sus oficiales y
,e. se les matara, a todos no cosas, pues el pueblo no da impor-
do, en mayo de 1409, prolongando- ¡ hacerlos jurar que defenderían la
t'umpensarían con su muerte la de tancia ninguna al hecho de que sus
se la guerra, el pueblo hambriento í causa del heredero Filippo María,
los magnates borgoñones que pu- monarcas se compren en lejanas tie-
le gritó en la calle "¡Pace! Pace!", y llegó hasta a proponer qu^ se
dieran perecer en la empresa. Auu- rras un pedazo de pergamino o se
hizo cargar a sus mercenarios, que le casara con su propia esposa-cuan-
i tie pudiera el Duque apoderarse lo hagan ceder por un viajero de
mataron a más de doscientos infe- do él, Facino, hubiese fallecido, lo
ge Suiza, sin lucha, no aumenta- tierras extrañas.-'''^ Si los emperado-
lices. Mandó después prohibir, baio que fue cumplido sin tardanza. Era
iffa con ello sus ingresos anuales en res hubieran servido para algo no
pena de horca, pronunciar las pa- ella Beatrice di Tenda. De Filippo
cinco rail ducados, etcétera."'^'^ Para habrían permitido que se entroni-
labras paz y guerra, y a los mismos María tendremos aún ocasión de
lo que había de medievaíl en Carlos zaran los déspotas... Así pensaba,
sacerdotes se les hizo saber que, en hablar.
('/ Temerario, para sus fantasías o con lógica elemental, el hombre de
vez de "dona nobis paeem", en ade- Y en tales tiempos Cola d¡ Rien- Ideales caballerescos, hacía mucho la calle. Desde la expedición de Car-
lante deberían decir "tranquillita- zi se atreve a basar una soberanía (lempo que no había comprensión los I V habían sancionado los em-
tem". Por fin, algunos conjurados, nueva sobre Italia en el efímero en- en Italia. Y cuando abofeteaba a peradores el régimen de tiranía que,
aprovechando el momento en que tusiasmo de la población romana los jefes subalternos v sin embar- sin su intervención, había surgido
el gran condottiere del Duque de- reunida en asamblea, /unto a dés- co ios mantenía a su lado, cuando en Italia, aunque no fueron capaces
mente Facino Canc se hallaba mor- potas como los anteriores hay que maltrataba a sus tropas como cas- de garantizarlo con nada más Que
talmeníc enfermo en Pavía, dieron considerarle, no obstante, como un tigo por una derrota y censuraba con documentos. Toda la conducta
muerte a Giovan junto a la iglesia pobre insensato, condenado al fra- luego a sus propios conseieros de- de Carlos en Italia constituye ima
de San Gotardo en Milán. Pero el caso desde el primer instante. lante de los soldados.. .. entonces los de las más ignominiosas comedias
illplomótieos del Sur se veían for- políticas. Lea quien quiera en Mat-
zados a tenerle por perdido irremi- teo Villani -"'i cómo los Visconti le
slblemente. Por su parte, Luis X I , acompañan y le dan escolta por sus
III. T I R A N Í A S DEL SIGLO X V que en política supera a los italia- dominios hasta que los abandona,
nos en su propio estilo v se pro- cómo se afana de un lado a otro,
clama admirador de Francesco Sfor- igual que un mercader de feria cn|
En ._eUsiglo~xv-Ja tiranía ha- muda- proporcionarles algún dinero, les , en el terreno de la cultura se feria, buscando colocar su mercade-|
do de carácter. Muchos de los pe- asegura impunidad para sus fecho- •ela, por su naturaleza vulgar, ría (es decir, sus privilegios) a cam-1
queños tiranos, al igual que algunos rías, y también algunas veces oca- muy distinto de aquellos príncipes. bio de buen dinero: cuan lamen-
de los grandes, como los _ScaJa y sión de ensanchar sus dominios. En - table es su aparición en Roma v
los Carrara, han desaparecido. Los conjunto puede decirse que tanto Én los Estados italianos del si-
cómo, finalmente, vuelve a pasar los
más poderosos han mejorado de po- grandes como pequeños han de pro- - do XV encontramos lo malo' V " l o
Alpes con la bolsa replcta.^^ Por lo
sición y en lo íntimo revelan un curar ahora obrar con mayor cálcu- \ íueno mezclado de modo peculiarí-
desaiTollo más característico. En. lo y mayor prudencia, renunciando : 0. La personalidad del príncipe
Ñapóles, con la nueva dinastía ara- a lias atrocidades excesivas. N o de- ega a ser algo tan complejo y al-
gonesa, se advierte una orientación bían, en suma, hacer más daño del lómente significativo, algo tan ca- 8 0 Véase Franc Vettori, en Arch.
más firme. Y es muy elocuente en indispensable nara eonseeruir los fi- niLleríslico por lo que a su situación Stor.. pág. 293 v sigs.: La investidura
este siglo la tendencia de los con-, nes que se proponían: hasta tanto V ;Í S U misión misma se refiere, que por un hombre que vive en Alemania,
dottieri a un dominio independien- les disculpara la opinión de los no \ii 'aplicación de cualquier juicio mo- y que de emperador romano sólo tiene
el nombre, no puede convertir en ver-
te, incluso la aspiración a la corona; ! partícipes. Del tesoro de piedad que riil tropieza con las máximas difi- dadero señor a un facineroso.
y ello constituye un nuevo paso en" enriquecía a los príncipes legítimos fiillades.^^
S I M. Villani, IV, 38. 39, 56. 77.
el sentido de lo real y práctico, de de Occidente no queda aquí ni ras- Í.J._£un¿amento del poderles y si- 78, 92; V , 1, 2, 21, 36, 54.
lo puramente objetivo, así como una tro. A lü sumo, no les queda otro fué siendo ilegítimo, y diríase que Fue un italiano. Fazio degli Ubcr-
alta recompensa, tanto para el ta- prestigio que una especie de aureo- a sobre él una maldición que no t¡ (Diíiamondo, libro V I . capítulo 5,
lento como para la falta de escrú- la de gente de grandes ciudades. Lo ^Rposible conjurar por ningún me- hacia 1360) auien, refiriéndose a Car-
pulos. Les tirmiosmás'pequeñoSr pa- que sigue ayudando a los príncipes los IV, cree poder hablar aiín de una
ra afianzar, su aitua_ción, procuran italianos es siempre eí cálculo frío -•^ Gingins, Dépéches des ambassa- Cruzada a los Santos Lugares. F.i pa-
respaldarse en" la influencia de los y el talento. Un carácter como el íirs milanais, ÍI, páe. 200 (número saje es uno de los meiorcs del poema
de Carlos el Temerario, que se en- ) pág. 3 (n. 114) y II 212 (n. 218). y muy característico, por lo demás. Al
grandes Estados, entrando a su ser- Paulo Jovio, Elogia Iliteraria. poeta le sale al encuentro, junto al San-
vidumbre y convirtiéndose en con- tregaba con ciega pasión a empre-
Esta reunión de fuerza y talento to Sepulcro, un insolente turcomano:
dottieri de éstos, lo que, además de sas sin ningún fin práctico, era.papa P lo que llama Maquiavelo "virtu" y
Coi piíiii lunglii e con la ieila hassa
ntt'la considera ¡ncomoatible con "scel- OÜre passúi e dUsi: ceco vrrgogna
^ 5 Corlo, fol. 301 y síes. Véase \ Paulo (ovio, Viri iUustres, sobr^ Icratczza": ver, Dor ei. Discorsi, I, 10, Del iiristian che"! saracin qtiá lassa!
Giangaleazzo y Filipo. motivo de Sept. Severo. Poseía al pastor mi vohi per rampogna:
,^mian£L.Marpelinp, ,XXIX^ 3.
10 lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 11

menos, Segismundo fue a Italia la no", conde con derecho a nombrar tada siempre a través d e tantas legítima que, a su vez, era hija ile-
primera vez (1414) con el buen pro- "dottori", y condes con derecho a revoluciones, y cuáles eran los de- gítima de Alfonso I de Ñapóles y
pósito de convencer a Juan X X I I I legitimar bastardos, a nombrar no- rechos que el Imperio oretendía te- de una africana. Se aceptaba tam-
para que participase en su Concilio. tarios, a certificar la honradez de ner sobre Genova. Nadie supo con- bién a menudo, a los bastardos, en
Fue por entonces, un día en que notarios do mala reputación, etc, testarle sino con el vicio cuento de caso de minoridad de los hijos le-
papa y emperador contemplaban el Ahora bien, por extender los corres- que Genova era una "camera impe- gítimos, en momentos en que el pe-
panorama de la Lombardía desde la pondientes documentos exigía su ni". Nadie en Italia sabía responder ligro anienázaba por todas parles;
elevada torre de Cremona, cuando canciller una "gratitud" que en Fe- con seguridad a semejantes pregun- así se establecía una especie de pre-
el tirano de 9a ciudad, Gabino Fon- rrara se encontraba demasiado fuer- tas. Sólo cuando Carlos V unió a ferencia basada en la mayor edad
dolo, que hubo de hospedarlos, sin- te.^° L o que el duque Borso pensaba la corona de España la del Impe- sin tener en cuenta para nada la
tiera impulsos de arrojarlos desde ante la forma como su imperial pro- rio, pudo imponer con fuerzas es- legitimidad o ilegitimidad del naci-
tector despachaba credenciales y pañolas, derechos imperiales. Pero miento. Las condiciones para el fin
lo alio.. . La segunda vez se presen-
proveía de títulos a la pequeña Cor- BS sabido que todo lo que así se propuesto, la autoridad del indivi-
tó Segismundo en traza de aventu-
te, no se nos dice. Los humanistas, ganó lo ganó España y no el Im- duo, y por encima de todo, su ta-
rero. Más de medio año hubo de
que llevaban entonces la voz can- perio. lento tenían aquí más fuerza que
permanecer en Siena como un pre- tante estaban divididos de acuerdo Qe_-acu6Fdo' con- la-Üegitimidad todos los usos y leyes del resto del
so por deudas y sólo con apin-os con sus intereses. Mientras algunos política d e j o s dinastas-<Íel siglo xv Occidente. jEra la época en que los
pudo llegar a Roma para la coro- celebraban al emperador con el jú- hijos de los papas fundaban prin-
y por lo que se refiere al nacimien-
nación. ¿Y qué hemos de pensar de bilo convencional de los poetas de cipados! En el siglo xvi, bajo la
to ilegítimo, se observa una indife-
Federico l U ? Sus visitas a Italia tu- ía Roma Imperial, otros, Poggio por influencia extranjera, empezaron a
rencia que sorprendía en gran ma-
vieron el carácter de vacaciones o ejemplo,^'* no aciertan a encontrar- considerarse con mavor severidad
lera a los extranjeros, a un Comines,
viajes de recreo a costa de los que le significado a la coronación, por if ejemplo. Era algo que se paga- estas cuestiones. A ello contribuyó
querían obtener para sus derechos que "en tiempos antiguos la corona, por decirlo así, con la misma también la Contrarreforma incipien-
la imperial garantía, o de los que que era de laurel, se ofrecía sólo moneda. Mientras en el Norte —en te. Para Varchi la sucesión de los
se sentían halagados teniendo de a los emperadores victoriosos". iii Casa de Borgoña, o en otra— se hijos legítimos es aleo "exigido por
huésped a un emoerador y agasa- Maximiliano^ 1 inicia, iioa nueva destinaban especialmente a los bas- la razón y la voluntad divinas des-
jándole pomposamente. Así ocurrió peh'tica im-periaréii Italia, de acuer lordos pensiones, obispados, etc., de la eternidad".-'^ Ei cardenal Ip-
con Alfonso de Ñapóles, a quien le do con la general intervención ex- con derechos claramente definidos; polito Medici fundaba sus derechos
costó la imperial visita 150,000 flo- tranjera. Los comienzos —la in- mientras en Portugal una línea bas- al señorío de Florencia en el he-
rines de oro.^ A su segundo recre- vestidura de Lodovico el Moro. lurda sólo a costa de los mayores cho de ser vastago de un matrimo-
so de Roma (1496), Federico pasó excluyendo a su desdidrado sobri- esfuerzos podía mantenerse en el nio casi legal o ser hijo de un noble,
todo un día en Ferrara ^"^ expidien- n o — ñ o fijeron de los oue suelen trono, no había en Italia estirtje por lo menos, y no de una sirvien-
do despachos (en número de ochen- traer bienandanzas. Según la mo- principesca que no tuviera alguna ta, como el duque Alessandro.^^
ta) sin salir de su habitación. En derna teoría intervencionista, cuan- ( i B c c n d e n c i a ilegítima en su linaje y También .-entonces empezaron los
ellos nombraba caballeros, condes, do dos quieren repartirse un país, la soportara tranquilamente. Los casamientos morganáticos por amor,
doctores y notarios; condes con dis- puede presentarse un tercero y "co- liragoneses de Ñapóles pertenecían que por motivos morales y políti-
tintos matices, como "conté palati- laborar". Y así fue como el Impe- i\\ linaje bastardo de la Casa de cos no hubieran tenido razón de
hdad significaba aquella águila, res- rio pudo exigir su parte. Pero no Aragón, pues en Aragón mismo he- ser en el siglo xv.
podía hablarse va de derecho, ni de redó la corona el hermano de Al- Ahora bien, la suprerna y más
nada por el estilo. Cuando se espe- fonso L El gran Federico de Urbino admirada forma de ilegitimidad del
raba en Genova a Luis X I I (1502). no era, probablemente, un Monte- siglo XV es la del condottiere, que,
tu ti ¡tai, ihe sri vicar di Cristo
Co' frati luoi a ingraxsar ¡a corognaT
al ver el historiador Senarega có- f o l t r o . Cuando Pío II fue al Con-
sea cual fuere su origen, asalta un
Similimenle dissi a quel sofista mo se hacía desaparecer el águila greso de Mantua (1459), salieron a principado. En el fondo no fue otra
Che sta in Bucrnme a plantar vigne r ficlii, imperial de la gran sala del palacio recibirle en Ferrara sus ocho bas- cosa la conquista de la Baja Italia
E che nnn cura di si caro acquisfo; de los dux y cómo se decoraba to- tardos de l a Casa de Este.^'s c n l r e por los normandos en el siglo xi.
Che faif perché non segui i primi antichi
Ceíari de' Rnmam. e che 7l0n segui,
do con lirios, fue preguntando por los el propio duque Borso, que Pero ahora los proyectos de esta
Pico, sli Otli i Corradi, i ¡•'ede.rich? todas partes qué era lo que en re^- ernaba entonces, v dos hijos ilc- naturaleza empezaron a mantener
£ chr. pur tieni (¡ueslo imprrin in trfg\iif mos de su hermano (también
E se non hai lo r.ui>r d'esser Augusto ^ítimo) y antecesor Leonello. Es-
Che nal rifinli? o che non ti dileguií 35 "Haveria voluto scortigare la bii- Último había tenido una esposa 39 Marín Sañudo Vite de' Duchi di
gata." J Venezia, Muratori, X X I I , col. 1113.
Más detalladamente en Vespasia- ao Poggio. Hist. fiorent. pop.. VAs. •!« Varchi, Síor. liorent., I Pág. 8.
no Fiorentino, vág. 54, Comp. 150. V i l . en Muratori, XX, col. 581. Enumerados en el Diario ferra- ^1 Soriano, Relazione di Roma,
84 Otario Ferrarese, en Muratori, Senarcga, De rcb. Guenuens., Muratori, X X V I , col. 203. Comp. 1533, en Tommaso Car., Relazioni, pá-
XXIV. col. 2í5 y sigs. Muratori, XXIV, columna 575. ¿ n , Comment., nág. 102. gina 281.
12 JACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 13
ii la península entera en constante lugar son ciertas, pero que podrían para que no se acumulara en su in- tnezcla de arsenal y de atalaya, y
estado de inquietud. serlo en todas partes, describe este terior el odio más profundo. Sólo también la madre y las hijas mani-
Pero la elevación de un caudillo estado de cosas de la siguiente ma- festaban en ella su carácter verda-
una bondad absoluta hubiese podi-
de mercenarios a la soberanía de nera: Había una vez una ciudad deramente belicoso. Ya a los trece
do impedir que se convirtieran en
un territorio podía realizarse, tam- —parece que se alude a Siena— cu- años salió facopo secretamente del
verdaderos malhechores. Y en tra-
bién sin usurpación, cuando su se- yos moradores disfrutaban de un hogar y se dirigió, a uña de caballo,
za de tales se nos presentan algu-
ñor, a falta de dinero, le pagaba caudillo que los había Hbrado del primero a Panicale, donde estaba,
nos, figuras que para lo santo sólo
en tierras y vasallos.'- De todos yugo enemigo; a diario deliberaban al servicio del Papa, el condottiere
sarcasmos tenían, y sólo traición y
modos, el conduttiere, aun en el ca- sobre el modo de recompensarle y Baldrino, aquél que aún después de
crueldad para los hombres, gentes
so de que momentáneamente licen- no hallaban recompensa que atu- muerto mandó sus huestes. Desde
a quienes nada imnortaba morir ex-
ciara a la mayor parte de su hueste, viera en sus manos v fuera lo su- una tienda de campaña rodeada de
comulgados por el Santo Padre. Pe-
necesitaba un lugar seguro donde ficientemente grande. Ni siauíera les banderas, en cuyo interior yacía su
ro al mismo tiempo se desarrullaban
establecer sus cuarteles de invierno parecía bastante nombrarle sobera- cadáver embalsamado, se estuvieron
en algunos la personalidad y el ta-
y almacenar las provisiones más in- no. Un día, por fin, se levantó uno dando las consignas. .'. hasta que
lento hasta un supremo virtuosismo
dispensables. El primer ejemplo de y propuso lo siguiente: " L o mejor se encontró un digno sucesor, j^a^
y en tal sentido eran estimados y
un cundolíiere así dotado fue fohn sería matarle y venerarle como san- copo que había ido gradualmente
admirados por sus soldados. Tene-
Hawkwood, a quien el papa cedió to patrono de la ciudad", Y así hi- subiendo y destacándose en diver-
mos aquí los primeros ejércitos de
Bagnacavallo y Cotignola. Sin em- cieron con él, tjoco más o menos lo sos servicios, fue_£mpujando tras de
la historia moderna en que el cré-
bargo, cuando con Alberígo de que la ciudad de Roma con Rómu- sí a sus deudos, y Jlegó.. a-disfrutar,
dito personal del caudillo constitu-
Barbiano aparecen en escena ejér- lo. En realidad, de nadie tenían que a través de ellos, de las. mismas
ye, sin otro prejucio, la razón de-
citos y capitanes italianos, se mul- guardarse más los condottieri que ventajas que proporciona a.un prín-
cisiva de su prestigio. De modo
tiplican las ocasiones de conquistar de aquellos a quienes servían. Si pe- cipe una dinastía numerosa. Fueron
magnífico aparece esta circunstancia
un principado, o de dilatar sus do- leaban con éxito eran peligrosos y ellos los que impidieron que el ejér-
en la vida de Francesco Sforza.***'
minios, si el condoíticre disfrutaba se les eliminaba como a Roberto cito se dispersara mientras él esta-
Ningún prejuicio de clase hubiera
ya de soberanía sobre algún territo- Malatesta después de haber obteni- ba encerrado en el Castcl dell'Uovo,
jiodido impedir que conquistara una
rio. La primera gran bacanal de es- do la victoria en beneficio de Sixto en Ñapóles, y su propia hermana,
popularidad individualista y que se
ta soldadesca codiciosa de poder fue fV (1482). Pero ocurna también personalmente, retuvo como prisio-
sirviera de ella cumplidamente en
celebrada en el ducado de Milán que se vengaban en ellos los des- neros a los mediadores del rey, sal-
momentos de peligro. Se daba el
después de la muerte de Giangaleaz- calabros, como lo hicieron los ve- vándole la vida con estos rehenes.
o de que, al verle, el enemigo
zo (1402). El gobierno de sus dos necianos con Carmagnola.-*^' Desde Ya ofrece perspectivas de solidez y
bandonaba las armas, se descubría
hijos (véase página 7) agotó sus el punto de vista moral y por lo que alcance el hecho de que en cues-
rendía homenaie, porque veían
fuerzas en el pago de las deudas a semejante estado de cosas se re- tiones de dinero fuese Jacopo muy
dos en él al común "padre de los
contraídas con estos belicosos tira- fiere, es elocuente el hecho de que de fiar. Por eso, aún después de
luerreros". Este linaje dcTos Sfor-
nos, el más poderoso de los cuales, a menudo tuvieron los condottieri una derrota, encontraba siempre
oifrecc el interés de que desde el
Facino Cañe, heredo la sucesión de que entregar mujer e hijos en rehe- crédito entre los banqueros. Tam-
rincipio creemos ver traslucir en
la dinastía, así como una serie de nes y que ni aún así inspiraban con- bién es elocuente el hechcr que pro-
1 preparación nara el principado.''
ciudadeá^ V 400.000 florines de oro. fianza ni la sintieran ellos. Hubieran tegiera siempre a - los campesinos
La base de esta fortuna la constitu-
Además se atrajo Beaírice di Ten- tenido que ser héroes del renuncia- c©ntra~Tc^ desaifueros de la solda-
c la gran fecundidad de la fami-
da a los soldados de su primer ma- miento, caracteres como Belisarío, desca y que no viera con gusto la
,a. El padre de Francesco —el ya
rido.^-' De esta época data aquella destrucción de las ciudades conquis-
uy célebre lacopo— tenía veinte
relación de reciprocidad, inmoral tadas. Pero lo que delata ya pro-
hermanos. Se habían criado todos
más allá de toda ponderación, entre II, col. 1911 (ed. Tocumasini 105).
Sobre la alternativa en que pone Ma- ^n un ambiente rudo, en Cotignola, pósitos de grairTilcancc es que ca-
los gobiernos v sus condottieri, tan sara con otro a su bella concubina
quiavclo al condottiere victorioso, véa- irca de Faenza, bajo la impresión
característica del siglo xv. Una vie- Lucía (la madre de Francesco) pa-
se Discorsi, I. 30. nstante de una de aquellas inter-
ja anécdota,^^ de esas que en ningún ra qufidag-éf-mtsme- libro -con miras
Sobre si también envenenaron a inables veiulettas de la Romana
Alviano en 1516 y sobre la justicia de cntt^ su familia y la Casa de los a una alianza principesca. También
*^ Sobre lo subsiguiente véase la in- los motivos que para ello se adujerod'. asolini. La vivienda era una los enlaces de sus parientes eran so-
troducción de Canesfrini al tomo XV ver Prato, en Arch. Stor., I I I , 348. De metidos a cierto plan. Se mantenía
del Arch. Stor. Colleoni se constituyó heredera la Re- alojado de la vida de impiedad y
•^íi Cagnola, en Arch. i'íor., 111, pág. pública y a su muerte (1475) se llpvó libertinaje que hacían sus comnañe-
2(8: et (Filippo María) da leí (Beatr.) a cabo una solemne confiscación. Ver: Cagnola, en Arch, Stor., I I I , pág.
ebbe moho tesoro e denari, e tutte le y sigs. ros de armas. Las tres máximas con
Malipiero, Annalí Veneti, en Ar<;h. '
giente d'arme del dicto Facino, che Síor.. V I L L pág. 244. También que- '•^ Así ocurre, por lo menos, en Pau- que se despidió de su lujo Frances-
obedivano a lei. ría que los condottieri colocaran su lo Jovio, en su Vita magni Sjortiac co cuando éste inició su vida de
^' ínfcssura, en Eccard, Scriptores, dinero en Venecía. ihíd.. oág. 351. (Viri illustres), uno de sus más atra- lucha fueron las siguientes: " N o
yciues biografías.
14 JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 15
codicies la mujer de otro. Normal; su parte, en sostenerle: "Si aca-
trates de obra a ninguno de tus hom- íc. Los cuatro '"grandes" Esta- tes se había apoderado en cierta
bamos con él, pronto tendremos que ocasión de la ciudad de Cescna, ex-
bres; pero si io has hecho, mándalo jos'" —Ñapóles, Milán, la iglesia
volver a destripar terrones". Así, terminando a numerosos ciudadanos
leios.- Y , finalmente, no cabalgues y Venecia— parecían haber llega-
mientras le sitiaban en OrbctcUo, le y miembros de la nobleza; pero la
caballo duro de boca ni que pierda do a constituir un sistema de equi-
abastecían a la vez, y se le permitió fortaleza se sostuvo y hubo de aban-
fácilmente las herraduras". Pero, so- librio que no soportaba ya scmeian-
salir muy honrosamente de la tram- donar el cerco. Ahora con sigu i ó
bre todo, se revelaba en él la per- tcs perturbaciones. En el Estado;
pa en que había caído. Pero al fin arrebatar al arzobispo de Rávena
sonalidad, si no de un gran caudillo, pontificio, donde pululaban los p e - '
no pudo escapar a la fatalidad de la ciudad de Castelnuovo, sirvién-
desde luego de un gran soldado. Po- qucños tiranos, la mayor parte de
su destino. Italia entera hacía caba- dose de una tropa que le había
seía un cuerpo robusto adiestrado los cuales habían sido condottieri, o
las sobre lo que ocurriría cuando cedido otro bergante, Pandolfo Ma-
en todos los ejercicios, un rostro de lo eran todavía, se reservaron los
después de una visita a Sforza, en latesta, de Rimini, hijo del mencio-
hombre del nucblo, de rústico, y nepotes, a partir de Sixto I V , el
Milán (1465) se dirigió a Ñápeles, nado Roberto y condottieri al ser-
una maravillosa memoria, gracias a derecho exclusivo de semejantes em-
para visitar al rey Femando. A po- vicio de los venecianos. Estos, que
la cual recordaba, al cabo de años, presas. Pero bastaba que las cosas
sar de todas las garantías y com- andaban temerosos y estaban, por
a cada uno de sus hombres y la vacilasen en algún punto para que,
promisos, el rey le hizo asesinar en otra parte acuciados por el Pana,
soldada y los caballos que habían en el acto surgieran nuevamente los
Castelnuüvo.'^ Tampoco los condot- ordenaron a Pandolfo "con buenas
tenido. Su ilustración era paramen- cündotiieri. Bajo el lamentable ré-
íieri que habían heredado Estados intenciones" que prendiera en la
te italiana. Pero todos sus ocios los gimen de Inocencio V I I I faltó ñoco,
se sentían nunca seguros. Cuando primera ocasión a su caro amigo.
dedicaba al estudio de la historia e en una ocasión, para q.ue un capi-
en el mismo día murieran Roberto Así lo hizo, si bien "con dolor". Se
hizo traducir autores griegos y Ia-_. tán, llamado Boccalino, que había
Malatesta y Federico de Urbino le ordenó enseguida que lo colgara.
tinos para su uso. Su hijo Frances- estado al servicio de los borgoñeses,
(1482), aquel en Roma y éste en Pero Pandolfo, para guardarle todas
co, más famoso que el, aspiró desde se entregase a los turcos con la ciu-
Bologna, se averiguo que ambos, al las consideraciones, lo estranguló en
el principio a un gran señorío, y dad de Osimo, de que se había apo-
morir, se habían recomendado mu- la cárcel y lo mostró después al
llegó a dominar la poderosa ciudad derado; ^ tuvieron que darse por
tuamente el propio Estado."' Con- pueblo. El último ejemplo de im-
de Milán tanto por obra de sus bri- satisfechos con que, gracias a la me-
tra una casta de hombres que se portancia de semejantes usurpacio-
llantes dotes militares como por sus diación de Lorenzo el Magnífico, se
lo permitían lodo, nada estaba pi-o- nes es el del famoso alcalde de
increíbles traiciones (1447-1450). dejara sobornar y pusiera tierra de
hibido. Francesco Sforza se había MusBO, que, aprovechando la con-
X)r medio. En 1495, aprovechando
Su ejemplo tuvo imitadores. Por casado, muy joven con una rica he- fusión en el Milanesado después de
a conmoción y el desorden produ-
esta época escribe Eneas Silvio: redera calabresa, Polissena Ruffa, la batalla de Pavía (1525), impro-
cidos por la guerra de Carlos V I I I ,
"En nuestra Italia, amante de mu- condesa de Montalto, de la que tuvo visó su señorío iunto al lago dej
probó también fortuna un condot-
danzas, donde no existen viejos se- una hijita. Una tía, para que pa-' Como. J
tiere. Vidovero de Brescia.''"^ Ya an-
ñoríos, cualquier gañán, puede lle- sara a ella la herencia, envenenó a
gar a ser monarca". Hubo uno. la madre y a la hija-^--
especialmente, que se llamaba a sí Desde el fin desgraciado de Pic-
mismo "el hombre de la fortuna", cinino la constitución de nuevos
que monopolizó la atención y la IV. LAS PEQUEÑAS T I R A N Í A S
Estados por los condottieri fue con-
fantasía del país entero: Giacomo siderada como un escándalo intole-
Piccinino, hijo de Nicoló. La cues- mundo a dos hermanos (1432),'^^'
De las tiranías del siglo xv puede
tión palpitante era si conseguiría o porque sus hi¡os aspiraban a la he-
•1'' Pío n, Commentarii, I, pág. 46: ilecírse, en general, que donde des-
no fundar un principado. Los Esta- comp. 69. rencia. Allí donde el simple señor
I acaban sus más lamentables aspec-
dos de mayor importancia y magni- de una ciudad se destaca por su go-
*i Sismondi, X. pág. 258. Corío, fol. tos con más violento relieve es en
tud tenían evidente interés en evi- 412, donde se presenta a Sforza como bierno práctico, moderado y huma-
los pequeños señoríos, digamos me-
tarlo, y al propio Francesco Sforza cómplice, debido a aue en la popu- no y por su celo en favor de la
jor en los mínimos. Tratábase de
le parecía conveniente que termina- laridad Kua-rcra de Piccinino veía un cultura, se trata del miembro de una
familias- numerosas; sus miembros
ra con el, Sforza, la serie de caudi- peligro para sus propios hijos. —Sto- gran Casa o de un soberano cuya:
ría Bresciana. en Muratori. X X I . I, (fol. c]uerían vivir todos de acuerdo con
llos mercenarios elevados al señorío. política se subordina a la de una^
902—. Malípiero (Annales Veneíi,- en sil jerarquía, y así las discordias he-
Pero las tropas y jefes subalternos de las grandes familias del país.
Arch. Sior., VII. I, oág. 210) nos cuen- reditarias constituían un constante
enviados contra Piccinino —cuando- Entre éstos se contaba, por ejemplo.
ta cómo en 1446 se arrastró a la ten- e inminente peligro. Bernardo Va-
do pretendió apoderarse de Siena, tación al gran condottierc veneciano Alessandro Sforza/^ príncipe de Pé-
rano, de Camerino, mandó al otro
por ejemplo— tenían interés, por Colleoni. ^• saro, hennanQ^el gran Francesco
AHegretli, Diuríi Sanesi, MorafS- s-'i Marin Sañudo, Viíe de' Duchi di
rí, XXIII, pág. 811. : 'enezia, Muratori, X X I I . col. 1241. 6;Í Chronicon Eugubinum, Muratori,
*f* Eneas Silvio, De dictis et facHs 5a Orationes Philelphi, fol. 9, en W ^ Malipiero, Ann. Veneti en Arch. XXL col. 972.
Alphonsi. en Opera, fol. 475. oración fúnebre de Francesco. ^to/.. V i l , I, página 407, Vespasiano Florentino, pág. 148.
16 1 \ C O I ! l ! UR C I í H A R U t ^ l-A CULTURA DEL RENACIMIENTO F.N ITALIA 17

y suegro de Federico de Urbino pales se callaban o abandonaban la sería ver reunidos a lodos nos, Grifone y Cario Barciglia. Es-
(Í473). Excelente administrador, so- ciudad al poco tiempo. A l fin los bres de armas de Perusa", te último era, al mismo tiempo so-
berano justo y accesible, después Oddi tuvieron que salir de Perusa que el Papa renunció a su brino del príncipe Varano de Ca-
de una larga vida de guerrero, pudo y la ciudad quedó convertida en una co después hicieron los des- merino y cuñado de un antiguo des-
disfrutar de un gobierno tranquilo: fortaleza sitiada, baio el dominio ab- un nuevo intento, en que terrado, leronimo dalla Penna. En
reunió una soberbia biblioteca y de- soluto de los Baglioni, que llegaron pt^r el denuedo personal de los vano Simonetto que tenía sombríos
dicó sus ocios a sabios y piadosos a convertir el Duomo en cuartel. Se Hnfilloni obtuvieron éstos la victo- presentimientos pidió a su tío de ro-
diálogos. También puede incluirse respondía a asaltos y cünjuraeiones iinonetto Baglioni, que sólo dillas que le dejara matar a Penna.
en este grupo Giovanni II Bcntivo- con venganzas terribles. En 1491, ;i dieciocho años, se defendió Guido se lo prohibió. La conjura-
glio, de Bolonia (1462-1506), cuya después de haber acuchillado y ahor- 'U> en la Piazza, con un puñado ción maduró de pronto con motivo
política venía condicionada por la cado a ciento treinta hombres que (In Imnibrcs, contra varios centena- de las bodas de Astorre con Lavi-
de los Este y los Sforza. Pero, ¡qué habían penetrado en la ciudad, se lyó con más de veinte heri- nia Colonna. Se celebraron éstas en
tumultuoso y cruel espectáculo nos levantaron en la Piazza treinta y cin- i ' i T o cuando Astorre Baglioni pleno verano del 1500. La fiesta dio
ofrecen, en cambio. Casas como la co altares y hubo misas y proce- ' en su ayuda, se irguió de comienzo bajo siniestros presagios
de los Varani, de CEuñefinó, la de siones durante tres días para alejar ^übre su corcel, con su arma- que Matarazzo nos describe bella-
los^ TVtalatesta; •dg'l^mimi', la de los el maleficio. Un nepote de Inocen- Ir acero dorado v un halcón mente. Varano, allí presente, apro-
Manfredi, de Faenza, y sobre todo cio V I H fue apuñalado en la ca- yelmo, y "comparable a Marte vechó la ocasión para reunir a los
la de los Baglioni, de Pcrusal So- lle, en pleno día; otro de Alejandro tfl aspecto y en los hechos", se conjurados y, de manera diabólica,
bre las vicisitudes y sucesos en el V I , que había sido enviado como jpucvamente a lo, más encar- sugirió a Grifone la idea del mando
seno de esta última familia dispo- mediador, sólo encontró burlas y de la pelea, absoluto, exaltándole con la histo-
nemos de las crónicas de Graziani sarcasmos. En cambio, los dos ca- 'ncl, que tenía doce años, lia- ria, inventada, de unas supuestas
y de Matarazzo,^' fuentes históri- bezas de la Casa, Guido y Ridolfo. I ífi i'Mionces su aprendizaje con Pie- relaciones ilícitas entre su esposa Ze-
cas excelentes y especialmente evo- tenían frecuentes conversaciones con tugino. Acaso hayan quedado nobia y Gianpaolo. Finalmente, a
cadoras. la santa y milagrosa monja domi- .lilas impresiones de esta épo- cada uno de los coniurados se le
nica sor Colomba de Rieti. Ésta, ba- un los cuadritos de san forge señaló su víctima. (Los Baglioni ha-
Los Baglioni eran uno do aquellos
jo la amenaza de grandes desdichas 'e mm Miguel. Acaso revive tam- bitaban en viviendas separadas, la
linajes cuyo predominio no había lle-
para el futuro, les aconsejaba la paz, t*n filíio de estas impresiones, de mayoría en el lugar de la actual for-
gado a estructurarse en un verda-
inútilmente, desde luego. Sin em- ludí) imperecedero, en el gran cua- taleza.) Se concedieron quince hom-
dero principado, sino más bien en
bargo, el cronista, con esle motivo f » de San Miguel. Y si alguna vez bres a cada uno de los bravi de que
una simple primacía urbana, prima-
hace hincapié en la devoción y pie- ciieoiUrado Astorre Baglioni su se disponía. Con el resto se esta-
cía basada, tanto en las grandes ri-
dad de los mejores ciudadanos de ittil'lcación, es en la figura del ce- blecieron guardias y se formaron pa-
quezas de la Casa, como en la in-
Perusa durante aquellos años de te- Hiil jinete en el Heliodoro.* trullas. La noche del 15 de julio
fluencia que de hecho gozaban en
la provisión de los altos cargos. rror. Mientras Carlos V I I I se acer- I adversarios habían en parte fueron allanadas las puertas y ase-
Aunque se reconocía a uno de los caba, se hacían los Baglioni y los I I > ulo: en parte habían huido ate- sinados Guido, Astorre, Simonetto y
miembros de la familia como cabe- d'esterrados acampados en Asís y l'Híil/iidos, y en adelante no fueron Gismondo. Los demás pudieron
za de ella, una rivalidad y un odio sus cercanías- n494) tan violenta tíiipaces de un nuevo ataque. Al huir. AI ver el cadáver de Astorre
profundo y secreto reinaban entre guerra, que en el valle estaban arra- o de algi'in tiempo les fue con- junto al de Simonetto en medio de
las distintas ramas. Se les enfren- sadas todas las casas, y los campoí^ 11 una amnistía parcial, con de- la calle, la gente, "los estudiantes
taba un partido, constituido por no- sin cultivar, convertidos los labra- Wtílin a repatriarse; pero en Peru- extranjeros sobre todo", le comna-
bles bajo la iefatura de la familia dores en audaces bandoleros, llena I ' I I fueron mayores la seguridad raban con un antiguo romano, tan-
Oddi. Las armas estaban en manos de ciervos y lobos la maleza que to- ' i I iranquilidad. Las discordias ta dignidad y grandeza había en su
de todos (por el año 1487) y las do lo cubría. Los lobos saciaban el (MU '.unas estallaron en terribles he- aspecto. En Simonetto aparecía aún
casas de los grandes llenas de bravi. hambre en los cadáveres de los caí- ^us en el seno de la propia fami- una audacia orgullosa, como si la
Había violencias a diario. Con mo- dos, en "carne de cristianos". ^ , Como Guido, Ridolfo y sus hi- muerte misma no 'hubiese podido do-
tivo del entierro de un estudiante Cuando Alejandro V I huyendo de IM, Ciianpaolo, Simonetto, Astorre, meñarle. Los vencedores intentaron
alemán asesinado, dos colegios se Carlos V I H que regresaba de Ña- i - u n M i d o y Gendle Marcantonio se ofrecerse a los amigos de la fami-
acometieron con las armas. Entre póles (1495) se retiró a UAibría, T.l,lindaron, entre otros, dos sobri- lia, pero los encontraron con lágri-
los bravi de las distintas casas se una vez en Perusa concibió la idea mas en los ojos, preparando el viaíe
producían, a veces, verdaderas ba- de librarse definitivamente- de los a sus posesiones del campo. Los Ba-
tallas en la vía pública. En vano I :ií- dos primeras pinturas se en- glioni que habían podido escapar
Baglioni. Propuso a Guido yna fies- " ni ahora en el Louvrc. El gran
se quejaban comerciantes y artesa- la, un torneo o algo semejanl^^con reunieron una hueste y con Gian-
de San Miguel, de 1518, está paolo a la cabeza atacaron al día
nos. Los gobernadores y nepotes na- el fin de reunirlos a todos,, en'de- I allí. El "'Heliodoro" forma
terminado lugar. Pero Cuido Ic.íre- siguiente la ciudad, donde se les su-
• iiMi lie los frescos del Vaticano, ter-
plicó "que el más hermoso espec- ííiifliulos en 1514. maron otros partidarios, que acaba-
'"•7 Archiv. Stor., XXI, partes T y I I .
18 )ACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEI. R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 19

ban de ser amenazados de muerte veintisiete de una vez, en cierta oca- tiiliDJ (1497), con sobrados moti- ciado príncipe fue asesinado, de no-
por Barciglia. Cuando Grifone ca- sión. Y sus casas habrían sido arra- y luego le dejaron escapar, che, por el hijo de su hermano, per-
yó en su poder junto a San Ercola- sadas y pavimentadas las calles con . omisarío veneciano no tuvo in- diendo así ia vida y señorío. Y o
no, Gianpaolo dejó que su gente se sus ladrillos, etc. Bajo Pablo 111 fue- veniente en acompañarle a su mismo salvé la vida a duras penas
encargara de quitarle la vida. Pero ron, efectivamente, arrasados sus >so a la ciudad, a pesar de que y me encuentro en la miseria más
Barciglia y Penna huyeron a Came- palacios. 'l>a inculpado de la muerte de lamentable".
rino, cerca de Varano, el principal Entre tanto, parecen haber con- hermano y de otras atrocidades, Una semitiranía sin c a r á c t e r , co-
instigador de la Iragedia. En un mo- cebido sanos propósitos. Impusieron rabo de tres decenios eran los mo la ejercida desde 1490 por Pan-
mento, y casi sin pérdidas, se había el orden en el propio partido, y los ' iicsta pobres desterrados. Hacia dolfo Petruccí en la Siena dividida
adueíiado Gianpaolo de la ciudad. funcionarios se encontraron prote- / estas pequeñas dinastías, co- en bandos, deshecha por discordias
gidos contra los desafueros de al- cn la época de César Borgia, inteslinas, es apenas digna de mcn-1
Atalanta, la madre de Grifone, to-
gunos nobles desvergonzados. Pero Hirieron una especie de epidemia, ción. Insignificante y maligno, go-^
davía joven y hermosa, se había re-
ia maldición volvió a surgir en iis fueron las que sobrevivieron, bernaba con la ayuda de u n profe-1
tirado el día antes a una posesión
aquel linaje, como un incendio sólo ni siquiera para su bien. En Mi- sor de Derecho y u n astrólogo, y \
camoesfre. La acompañaban la es-
en apariencia apagado. Bajo León mdola, donde regían modestos se permitía el lujo de asustar de vez ^
posa de Grifone, Zenobia, y dos hi-
X , Gianpaolo fue atraído a Roma príncipes de la Casa de Pico, rcsi- en cuando a sus ciudadanos con al-
jilos de Gianpaolo. A su propio hijo,
y decapitado. Uno de sus hijos. Ora- en 1533, un pobre sabio, Lilio gtín asesinato. Su diversión estival
que se apresuró a visitarla, le re-
zio, se ensañó de nuevo en la pro- i^orio Giraldi, que había huido consistía e n hacer rodar bloques de
chazó varias veces con su maldición.
pia familia como partidario del du- 1.1 devastación de Roma y había piedra desde el monte Amiata, sin
Ahora, sin embargo, acudió con su
que de Urbino, a su vez amenazado iiUrado refugio en el hospitala- importarle el estrago o las víctimas
nuera cerca del agonizante. Todos
por los papas. Un tío y tres primos lioear del anciano Giovan Fran- que D o d r í a causar con ello. Tras
se apartaron a la llegada de las dos
fueron asesinados. El duque tuvo Pico (sobrino del famoso Gio- haber conseguido lo que el más tai-
mujeres; nadie quería ser reconoci-
que decirle que era ya bastante.^^ iii). Con el tema de los diálo- mado no habría d e lograr —pudo
do como autor de las heridas de
Su hermano Malatesta Baglioni es sobrc el sepulcro que quería evadirse de las redes que le tendió
Grifone. para no atraerse la maldi-
ción de la madre. Pero se equivo- el caudillo de Florencia que se hizo darse erigir o] príncipe compu- César Borgia—, murió abandonado
caban: ella misma pidió a su hijo inmortal, con la traición de 1530, •i) un tratado,"" cuya dedicatoria y despreciado. Sus hijos se sostuvie-
que perdonara a los causantes de y su hijo Ridolfo es el tínico vas- Itcva la fecha de abril de aquel año. ron, sin embargo, todavía largo
su muerte, y las bendiciones mater- tago del linaje que, con el asesina- ru la postdata es bien triste: "En tiempo en una especie de scmise-
nas le acompañaron hasta el mo- to del legado y de diversos funcio- bre del mismo año el desgra- ñorío. ¿I
mento en que entregó su alma. Con narios , establece en Perusa una
profundo respeto vio la gente atra- breve pero terrible dominación
vesar la plaza a las dos figuras fe- (1534).
meninas, con sus vestidos tintos en: V. L A S GRANDES D I N A S T Í A S
sangre. Para esta Atalanta pintaría:
Rafael, más adelante, su "Entierro"; Con los tiranos de Rimimi hemos
de fama universal. De esta manera de tropezar aiín acá y allá. Rara las dinasiías_importantes, la sólo rige la posesión directa de la
quiso ella poner su pena a los pies vez se habrán reunido en un solo de los aragoneses merece especial tierra: el Estado no permitía otra
del dolor maternal más alto y santo. individuo la temeridad, la impie- mención. Su estado tiene ya un clase de prerrogativas hereditarias.
dad, el talento guerrero y la cultura miiliz peculiar debido al feudalismo, N o obstante, el gran Alfonso
La catedral, que de tan cerca ha- t|iie, desde la época de los norman-
bía sido testigo de la tragedia, fue superior, como en Segismundo Ma- ( f 1458). que se posesiona de Ña-
latesta (1647). Pero donde los des- i • , pone aquí la posesión de la póles en 1435, se diferencia mucho
lavada con vino y consagrada de ra en manos de los barones,
nuevo. Estaba todavía enhiesto allí afueros se acumulan, como ocurre de sus descendientes, verdaderos o
en este linaje, acaban por ganar la uiiiiitras e! resto de Italia —excen- supuestos. Brillante en su vida to-
e! arco de triurdo ouc se había le- liiiidas la parte meridional del Es-
vantado para las bodas, decorado ventaja sobre el talento, arrastran- da, confiado entre su pueblo, en el
do al abismo a Jos tiranos. El ya ludo Pontificio y unas pocas regio- trato era de una afabilidad no exen-
con pinturas descriptivas de los he- nes más— casi puede decirse oue
chos de Asierre y con las loas en mencionado, nielo de Sigismundo, ta de grandeza. Hasta su tardía pa-
verso compuestas por quien nos con- pudo sostenerse gracias a que Vc- sión por Lucrezia d'Alagna encon-
tara toda la historia, por el buen necia, a pesar de todos los crímenes, Malipiero. Aúnales Veneíi, en Ar- tró más admiraciones que censuras.
Matarazzo. no quería dejar hundir a sus c o í j - . Stor., V I I , página 498. Pero tenía el vicio de la prodiga-
dottieri. Cuando sus vasa'llos le Lilius Gregorius Giraldus, De lidad,*^ que naturalmente traía con-
Como un reflejo de tanto hoiTor
surgió una leyenda de los Baglioni. bombardearon en su castílljo de Ri- ) sepeliendi ritu. Ya en 1470 ha-
ocurrido una catástrofe en minia- íoviano Ponlano, De Uberalitate,
verdaderamente fabulosa. Según ella, en esta Casa. Véase Diario Ferra-
lodos los de esta Casa habrían muer- ^ Varchi, Stor. fiorent., pág. 2^ cap. 19, 29 y De Obedientia 1, 4.
.. Muratori, XXiy,„cpl. 225. Véase Sismondi, X, pág. 78 y sigs.
to siempre de modo infausto hasta sisuientcs.
20 JACOB B L R C K H A t í D T LA C U L T U R A DICI. R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 21

sigo sus inevitables consecuencias. principales de los barones estaban . junto con Cappola. La des- una magnífica semblanza.'^ Lo que
Se crearon omnipotenles funciona- emparentados con él y eran aliados [ tóHpción que de todo ello nos hacen el miedo puede hacer de un hom-
rios de moral corrompida, y luego de todos los encmisos del extu- i Ciracciolo y Porzio resulta espeluz- bre de eminentes dotes, situado en
el monarca, en trance de bancarro- rior—, se habituó a lo cxtraordin;i- | ante. De los hijos del monarca, el las alturas, se pone aquí de mani-
ta, los despojó de sus rapiñas: se rio y descomedido como a cosa cc>- i mayor, Alfonso, duque de Calabria, fiesto diríasc con precisión matemá-
predicó una cruzada como pretexto tidiana y natural. Con el fin de I dl»iruió en los últimos tiempos de tica. Todos los medios y todos los
para esquilmar al clero; con oca- reunir los medios indispensables j Unii especie de corregencia. Era un ifines del Estado se concentran eji
sión de un terremoto en los Abru- para esta lucha y para sus guerras libertino desenfrenado y cruel sin un designio cardinal: la seguridad
zos, los supervivientes hubieron de exteriores, recurrió poco más o m. Ülru ventaja sobre su padre que la de su persona. Pero la sed de san-
comprometerse a pagar la contribu- nos a los métodos mahometanos ét una mayor franqueza. No disi- gre no mancilla su cruel egoísmo.
ción de los que habían perecido en aplicados por Federico I I : el gobici ' IBulaba su desprecio hacia la reli- Se encierra en la fortaleza de Milán,
la catástrofe. En tales circunstancias no monopolizó el trigo y el aceitu; ; j^ón y Jas prácticas devotas. Los que contiene jardines magníficos,
era Alfonso el más espléndido an- el comercio en general, fue centrü- í PMgüfi mejores y más vivos de los avenidas de árboles y pistas para
fitrión de su tiempo para huéspe- lizado por Ferrante y puesto en í llrimos de la época no han de bus- cabalgar, sin salir siquiera a la ciu-
des de calidad. Se complacía en la manos de un importante mercadei' j' tí&rsc en tales nríncipes. L o que to- dad durante muchos años. Si sale,
dádiva, a quienquiera que fuese, llamado Francesco Cappola, quj ¡ Itmn de la cultura o el arte contem- es a los lugares de la campiña, don-
aunque se tratara de enemigos. Y partía con él las ganancias y toma- ¡ (H)róneos es sólo lujo o apariencia. de dispone de espléndidos palacios.
si era cosa de recompensar traba- ba todos los armadores a su servi Lo» mismos españoles auténticos Hace construir canales especiales
jos literarios, ya no había medida CÍO. LO que faltaba se obtenía por «piirccen en Italia, casi siempre, co- para su flotilla de barcas, remolca-
para él: a Pogio le pagó por la tra- medio de empréstitos forzosos, eje : mo desfigurados, pero el fin de esta das por ligeros potros, todo ello so-
ducción latina de la Ciropedia, de cuciones y confiscaciones, simonía iljnusiía de origen turbio (1494- metido a las reglas de la etiqueta
Jenofonte, quinientas monedas de desvergonzada y esquilmo de las , 1103). pone sobre todo de mani- más estricta. Quien penetraba en la-
oro. corporaciones religiosas. Además de | fltíítü una evidente falta de carácter fortaleza, era observado desde cien
Herrante/' que le sucedió, era la caza, a la cual se entregaba con * rflcliil. Ferrante muere roído por an- sitios. Nadie podía asomarse a una
considerado como bastardo suyo, ha- pasión, tenía este monarca otras do^ gtlKtias y preocupaciones; Alfonso ventana por temor que hiciera se-
bido de una dama española, pero diversiones preferí das: encerrar vi i!nlpa de traición a su propio her- ñales a los de afuera. A los desig-
probablemente había sido engendra- vos a sus adversarios en bien de- mnno Federico, el único honrado de nados para el servicio inmediato del
do por un "marrano" (judío con- fendidas prisioníjs y conservarlos iemilia, y le ofende aún de la príncipe se les sometía a un artifi-
verso) de Valencia. Ignoramos si cerca de él muertos v embalsama- ira más indigna; finalmente él cioso sistema de exámenes previos
fue la lacra de su oscuro origen o dos, con la mwua indumentaria que mo. que estaba considerado co- y a complicadas pruebas de lealtad
las constantes intrigas de los baro- solían llevar "^ri vida.*'" Cuando ha- Itlü uno de los soldados más hábi- y pericia. A éstos se confiaban des-
nes, que amenazaban su existencia, blaba con sus íntimos sobre tales ^ de Italia, pierde la cabeza y huye pués las más difíciles misiones di-
lo que hizo de él un ser cruel y prisioneros se reía sarcáslicamente. I Sicilia, abandonando a su hijo, el plomáticas o bien se les empleaba
sombrío. El hecho es que fue el N o hacía misterio de su colección oven Ferrante, a los franceses y a como lacayos, pues ambas cosas
más terrible de los príncipes de su de momias. La mayor parte de sus H Iraición general. Una dinastía que eran igualmente honrosas. Y este
época. De una actividad incansable, víctimas eran hombres honrados de IHhlii reinado como ésta debía, por hombre sostuvo largas y penosas
dotado de una vigorosa mentalidad los que se había apoderado por trai- M menos, haber vendido cara la vi- guerras y tuvo siempre entre manos
política y sin entregarse nunca a la ción, cuando, confiados en su hos- ÚM si SUS descendientes habían de grandes y complejos asuntos políti-
licencia. Ferrante concentra todas pitalidad, estaban sentados a su me- idcr pensar en una restauración. cos, lo cual significa que enviaba
sus dotes —aún las de una memo- sa. Verdaderamente infernal fue sii jamáis homnte cruel ne fut constantemente sus emisarios provis-
ria que no perdona y una maravi- conducta con su primer ministro An- 'i", como dice Comines, en esta tos de plenos poderes. Su seguridad
llosa capacidad de disimulo— en tonello Petrucci, que había encane- ion, un poco parcialmente, aun- residía en el hecho de que nadie
la destrucción de sus enemigos. Ve- cido v enfermado a su servicio y en general, con certera visión. se fiase de nadie, en mantener en
jado en todo aquello en que puede a quien el creciente miedo a una disensión a los condottieri por me-
vejarse a un príncipe— los jefes muerte violenta llevaba a ofrecer dio de espías, y a los intermediarios
constantemente regalos a su señor, duques de Milán, cuyo ré- y altos funcionarios por medio de
Tristano Caracciolo, De varieíatc hasta que al fin una sombra de,¿a;- auténticamente italiano, en ía discordia artificialmente manio-
foríunae, Muratori, XXII cois. 113-120. ticipación en la última conjuración itido del siglo xv desde Gían- brada y por el desconcierto que pro-
— Joviano Pontano, De prudentia, 1, de los barones le dio el pretexto ¡azzo, representa ya una monar- ducía acoplando a uno bueno uno
IV. De magnanimitale, I I ; De libera- para prenderle y mandarle al^.pali- (tt absoluta completamente desa- malo. El propio mundo interior de
liiale, De immaniiate. — Cam. Porzio, Filippo María se apoya sobre los
Congiura de' liaroni passim. — Comi- tilíuia, nos aparece el principado,
ncs. Charles VIL cap. 17, con las ca- Paulo fovio, Uisíor., 1, 14,*en lii curiosa personalidad del úl-
racterísticas generales de los aragone- discurso de un enviado railanés Duirio fVisconii, Filippo María (1412- w Petri Candidi Decembrii Vita Phil.
ses. Ferrarese. Muratori, XXIV, col. 294. poseemos. afortunadamente. Mariae Vkecomitis, Muratori, X X .
22 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DRL R E N A C I M I E N T O t N ITALIA 23
más opuestos valores de la concep- y espirituales sin par en nuestra é p o i d o : porque hablaba bien, y venir según le convenía.^i» En los
ción del mundo: cree en la astro- ca, un soldado invicto en el campn más fluidez que nunca cuando momentos de la suprema angustia
logía y en la ciega fatalidad y reza de batali'a: he aquí el hombre qu^. trjiíaba. p o r ejemplo, de vejar a (1499) repasa con pasmosa Inci-
a la vez a todos los santos patronos desde una situación humilde, ascei • iviado de Venecia.*'^ Tenía tam- des, las posibles salidas del tran-
de la Iglesia, y lo mismo lee auto- dio al gobierno de un país. Su e^ ^us caprichos, como el de ha- ce en que se encuentra, abandonán-
res antiguos que novelas francesas posa era virtuosa y bella, sus hiic- :'corar una habitación con figu- dose en última instancia —lo cual
de caballería. Finalmente, el mismo tenían la gracia de los ángeles d«-! ' ' 11 una noche. Y se permitía con le honra— a la bondad de la hu-
hombre que no quería oír hablar cielo. Rara vez estuvo enfermo > MI prójimo terribles crueldades y se mana naturaleza. Rechaza al carde-
de la muerte,"-'' que hacía sacar de sus principales deseos se vieron rea *iiln-gaba al desenfreno más desco- nal Ascanio, su hermano, con quien
la fortaleza a sus mismos favoritos lizados. Es cierto que pasó por at 'Iido. A'lgunos exaltados, conven- había tenido agrias disputas cuando
agonizantes, para que nadie palide- gíín contratiempo: la esposa mató " I " . de que se reunían en él todas le ofrece resistir en la fortaleza de
ciese en aquel baluarte de la felici- a su amante, por celos; sus viejos ' I . iialidades del tirano, le dieron Milán: " N o me lo toméis a mal
dad, aceleró deliberadamente la pro- compañeros de armas y amigos Troi I M e un buen día, deíando a sus Monsignore pero no me fío, aunque
pia muerte, negándose a una sangría, lo y Brunoro le abandonaron, yéii seáis mi hermano..." Había busca-
dose a Nápoles, cerca del rey AlfoTí I inos el gobierno del Estado.
que el cierre de una herida hacía do ya un comandante para la for-
so; a otro, Ciarpollone, tuvo qi^ ' ifi.- ellos, Ludovico el Moro, se
necesaria, y supo morir con decoro taleza, aquella "garantía de su re-
' i'i' IH1 de l^do ér;ppder,~con omí-
y dignidad. mandarle ahorcar por traidor; h;i tomo". Se trataba de un bombre a
bo de pasar por el dolor de auc, lel sobrino encarcelado. D e
Su yerno y heredero, el afortu- il.i usurpación dependió des- quien sólo bien había hecho,^' lo
nado condottieri Francesco Sforza en una ocasión su hermano Alessan cual no fue obstáculo para que trai-
dro instigara a los franceses contin la intervch"ciüñ"cE"iIos'iránce-
(1450-1466; véase pág. 9 ) , fue qui- ) el destino fatal de toda ItaHa. cionara al castillo. En el interior
zá, de todos los italianos, el más él; uno de sus hijos intrigó contr¡i procuraba que su administración
él en forma que debió ser arresta- V, no obstante, Ludovico el Moro
de acuerdo con el sentir de su tiem- 91 ol más perfecto carácter de prín- fuese buena y útil, lo cual le gran-
po. En nadie se manifestará de mo- do; la marca de Ancona, que habí:) jeó una gran popularidad en Milán
conquistado por las armas, volvió cipe en aquella época y de nuevo
do más brillante el triunfo del ge- uparcce como un producto natural y. finalmente, en Como. Sin embar-
nio y de la energía individual, y a perderla, por las armas también. go, en los ííltimos años forzó con
i i M i h a el cual no podemos indignar-
quien no quiso reconocerlo tuvo que Pero nadie disfruta de una dicha exceso la capacidad contributiva de
tan completa que no haya de luchat me en demasía. Aún teniendo en
ver en él por lo menos al favorito iiii-nla la declarada inmoralidad de su Estado (desde 1496), y en Cre-
de la fortuna. Milán se sintió hon- con dificultades y vacilaciones. Y de mona, por ejemplo, sin tener en
be considerarse feliz aquel a quien ' ' medios a que recurre, hemos de
rada con semejante señor. Cuando •iioccr que en su aplicación re- cuenta más que la pura convenien-
hizo su entrada la muchedumbre le asahan menos contrariedades". Tra^ cia, mandó estrangular secretamente
esta definición negativa de la feli mití! ti completamente ingenuo. Se
impidió descabalgar y a caballo hu- h í h r í a asombrado en extremo, pro- a un ciudadano distinguido porque
bo de penetrar en la catedral.'"''' cidad deja al lector el docto pan;i. murmuraba contra los nuevos im-
iMihlcmente, si alguien hubiera pre-
Examinemos el balance de su vida, Ahora bien, si hubiera querido lan puestos. Desde aquel momento, en
ii'IMÜtlo hacerle comprender que no
tal como nos lo presenta Pío "ti, zar una mirada sobre el porvenir r las audiencias, mantenía alejada a
considerar sencillamente las consc Idlo p o r lo que se refiere aj los fines,
autoridad indiscutible en la mate- •Ino también por lo que atañe a l o s la gente por medio de una barra,
ria: "Cuando en 1459 el duaue cuencias del poder ilimitado en ti de modo que había que gritar para
príncipe, no se le hubiera escapada mrdios, existe una responsabilidad
acudió ai congreso de príncipes de hablar con éV~ En su Corte, la más
Mantua, tenía sesenta años (más una elemental observación: la ifali;i ' .'il. Acaso hubiese presentado, brillante de Europa, pues no exis-
exactamente, cincuenta y ocho). A de garantías de la familia. Aquello- una virtud especial, el hecho tía ya la borgoñona, reinaba la más
caballo parecía un muchacho, y era niños bellos como ángeles, educados I l i e siempre que le fue posible extrema inmoralidad: el padre en-
alta e imponente su figura. Tenía con todo cuidado, instruidos minu 'I • las sentencias de muerte. El tregaba a la hija, el esposo a la
un rostro de rasgos severos, v era ciosameníe en las más diversas d¡^ I " lo casi místico de tos italianos esposa, el hermano a la hermana.'^-'
tranquilo y afable en el hablar, y ciplinas, al convertirse en hombix- ' ' -u fuerza política lo aceptaba
su conducta la de un verdadero prín- no pudieron contrarrestar la degc tuiíiu un tributo debido."^ Todavía
cipe. Un conjunto de dotes físicas neración del egoísmo ilimitado. fft 1496 se vanagloriaba de que el 70 Malipiero, Ann, Veneti, en Ar
leazzo María (1466-1476), un v¡r chiv. Stor., Vil, I, página 492; ademáa,
Itpti Alejandro e r a su capellán, el 481 y 561.
«5Le atemorizaba quod aUquando tuoso del ornato personal, tenía el wftpcrador Max su condottieri, Ve- •¡•'I Véase su última conversación con
"non esse" necesse esset. orgullo de sus bellas manos, de lo: • I 1 su tesorero y el rey d e Fran- el mismo hombre, Bernardino da Cor-
««Corio, fol, 400; Cagnola. en Ar- grandes emolumentos que eonccdííi te, auténtica y curiosa, en Senarega,
II correo, a quien hacía ir y
chiv.Star., I I I , página 125. del crédito de que disfrutaba^ de su Muratori, XXIV, col. 567.
Pío I I . Comment, I I I , pág. 130. tesoro de dos millones de monediis ^2 Diario Ferrarese, Muratori, XXIV.
Comp. I I , 87 y 106. Un cálculo más en oro, de los hombres ilustres q ) . Malipiero. Ann. Veneti. en Ar- cois. 536. 367 y 369. El pueblo creía
sombrío de la suerte de los Sforza nos le rodeaban, de su ejército,' de •>''• Stor.,\\. I . pág. 216 y siguientes. que su propósito era atesorar riquezas.
lo da Caracciolo, De varietate foriu- equipo de cetrería... Era, además i'hroii. Venelum. Muratori XXIV,
nae, Muratori, XXI, col. 74. Corio, fol. 445. Las consecuencias
de tal estado de cosas se evidencian
24 JACOB B U R C K H A K D T LA C U L T U R A DEL R E N A C L M í E N T O E N ITALL4 25

* N o obstante, el príncipe fue siem- ante el ejército español y Massimi- II esperado de él. Pero desde la blo los quería".'^^ Pero no solamen-
pre un hombre activo, y como hiio liano, se les pidió que entregaran Ua de Taro ( 1 4 9 5 ) , cuando me- te el Estado era una obra de arte
de isus obras sentía cierta afinidad a la ciudad un documento en que se sentía patriota italiano en organizada sabiamente: lo era la
con los que igualmente basaban su se hiciera constar que los milane- Ktjue se refería al honor de las Corte misma. Y lo era en todos sen-
existencia en los propios recursos ses no habían contribuido a su ex- .as, y este sentir lo compartía tidos. Federigo sostenía a quinien-
intelectuales, es decir, con los sa- pulsión y que, sin haberse rebelado, esposa. En adelante, ella verá en tas personas. Los sueldos de los
bios, los poetas, los músicos y los se veían obligados a entregarse a manifestación de heroica fide- dignatarios eran tan completos co-
artistas en general. La Academia por un nuevo conquistador.''** Es tam- como por ejemplo, la defensa mo en las Cortes de 'los más grandes
él fundada '''^ depende de él en pri- bién digno de tenerse en cuenta, en 'aenza contra César Borgia, una monarcas, pero no se derrochaba
mer término: no es algo referido a el aspecto político, que en seme- Vacien del honor de Italia. Nues- nada. Todo se dirigía a un fín y
una masa escolar a quien se deba jantes momentos de tránsito la des- juicio sobre Isabel no necesita estaba sometido a un concienzudo
instruir. Tampoco necesita aureo- dichada ciudad —'lo mismo que lOyarse en el testimonio de los ar- control. Ni el juego ni la difama-
larse con la fama de los personales Ñapóles cuando la fuga de los ara- | >tas y hombres de letras que tan ción ni la jactancia eran aquí ad-
que le rodean: lo que le importa goneses— solía ser saqueada poi \ .erosamcnte correspondieron al mitidos, pues la Corte debía ser,
es su trato y sus obras. Es cierto bandas de facinerosos (que a vece> enazgo de la hermosa princesa; al mismo tiempo, un centro de edu-
que Bramante, al principio, fue re- no dejaban tampoco de ser persC' iUl propias cartas nos retratan su- cación militar para los hijos de los
compensado con mezquindad.'i'^ Pe- najes de alcurnia). ficientemente a la mujer inconmo- gi-andes señores, la formación de los
ro de Leonardo sabemos que hasta Dos señoríos sabiamente regidos vible en su serenidad, aguda y gra- cuales era cuestión de honor para
1496 estuvo bien retribuido... ¿Y y gobernados por hábiles príncipes ¡ ciosa en sus observaciones y amable el duque. El palacio que se cons-
qué le detenía en esta Corte si no vienen a ser, en la segunda mitad f llompre. Bembo, Bandello, Ariosto truyó no era el; más suntuoso, pero
era la propia voluntad? El mundo del siglo X V , el de los Gonzaga, de y Bernardo Tasso enviaban sus tra- sí clásico en la perfección de su
estaba abierto para él como acaso .Mantua, y el de los Montefellro, de ft«|os a esta Corte, a pesar de su estructura. Allí reunió su mayor te-
para ningún otro mortal contempo- Urbino, Y a entre ellos vivían los , íoqueñez, su escaso poder y que soro, la famosa biblioteca. Como se
ráneo, y si hay algo en Ludovico el Gonzaga en bastante armonía. Ha- ít caja estuviese vacía casi siempre. sentía seguro en un país donde todos
Moro que hable en pro de la exis- cía largo tiempo que ¡no había en No había, en parte alguna, desde la obtenían ventajas y nadie mendi-
tencia de un elemento superior lle- la famiha homicidios secretos: po- disolución de la Corle de Urbino gaba, iba siempre desarmado y casi
no de vida, es la larga permanencia dían enseñar a sus muertos_._^El mar- 11 ' Í Ü 8 ) , un círculo más refinado de sin escolta. Ningún otro jerarca po-
del enigmático maestro cerca de el. qués Francesco Gonzaga ' ' y st'. wuiivivencia social, y aún la de Fe- día hacer otro tanto: se paseaba
Si es cierto que posteriormente Leo- esposa Isabella de Este fueron, a ti'íu-a resultaba superada en lo esen- por jardines abiertos y su frugal re-
nardo estuvo ai servicio de César pesar de alguna aparente relajación cial, es decir, en la libertad de fección se efectuaba en una sala
Borgia y Francisco I, es porque de- en los lazos matrimoniales, una pa- IKovimiento. Era Isabel muy com- abierta, mientras le leían pasajes de
bió de estimar también en ellos do- reja digna y unida, que crió hijü« petente amante de! arte, y nadie Tito Livio (o en cuaresma de obras
tes naturales extraordinarias. felices y eminentes en una época ^uc guste de estas cosas podrá leer devotas). Por la tarde escuchaba
en que su pequeño, pero importan- lln conmoverse el índice de su pe- una disertación sobre temas de la
De los hiios del Moro, que des-
tísimo Estado, pasó a menudo por ^tieña, pero escogidísima colección. Antigüedad; después iba al conven-
pués de su caída fueron deficiente-
mente educados por extraños, el los mayores peligros. Que Francesco, to de las clarisas, para dialogar con
mayor, Massimiliano, no se le pare- como príncipe y como condottiere. la superiora, a través de la reja del
ce ya en nada. El menor, Francesco, hubiera seguido una política recia Urbino tuvo en el gran Federifío locutorio, sobre puntos de religión.
no era, por lo menos, incapaz de y honrada, esto, ni el emperador, ( 1 4 4 4 - 1 4 8 2 ) —fuese o no un au- Al atardecer le agradaba dirigir per-
impulso y estímulo. Milán, que por ni los reyes de Francia, ni Venecia léiuico Moníefeltro— uno de los sonalmente los ejercicios gimnásti-
esta época hubo de cambiar de due- se lo hubieran pedido ni lo hubic- mis eminentes representantes del cos de los jóvenes de su Corte en
ño tantas veces y que con ello sufrió M'incipado. Como condottiere tenía el prado de San Francisco, cuidan-
infinitamente, procuró por lo me- Prato, Archiv. Stor., I I I , págin;is li moral política de los condottieri, do de que en los ejercicios de presa
nos asegurarse contra las reacciones. com. 302.
298; ; d e la que sólo a medias eran cul- y de carrera se movieran de modo
A los franceses, que se retiraban 77 Nacido en 1446; esponsales con • pables; como príncipe seguía la nor- perfecto. Procuraba mostrarse ama-
Isabella en 1480. cuando ésta contabii fllü de gastar en el interior del país ble siempre y accesible. A los que
de modo especial en las novelas e in- seis años de edad; sucesión,en 1484: iíí que ganaba fuera de él, agobián- trabajaban para el los visitaba en
troducciones, referentes a Milán, de enlace en 1490; muere en 1319; muer- dole lo menos posible con impues- su taller o en su estudio, daba cons-
Bandello. te de Isabel en 1530. Sus hijos Fedc- {0S,. De él y de sus dos sucesores tantes audiencias, y, a ser posible,
Amoretti, Mcmoñe storiche .•otila rigo ( 1 5 1 9 - 4 0 ) , que heredó-,el ducado yuidobaldo y Francesco María pu- resolvía las peticiones en el mismo
villa ecc. di Líomrdo da Vlnci, págs. en 1530, y el célebre Ferríyite G o n z E i - : ^ 0 decirse: "levantaron edificios,
35 y sigs. y 83 y sigs. (Pero ésta no ga. — El texto a continuación sobre ' íilimularon el cultivo de la tierra,
la base del epistolario dá; Istbel y ^8 Fran. VeUorí, en Archivo Stor..
era una Academia de Arte.) apéndices. Archiv. Stor., apéndice ^iihitaron su ciudad y tuvieron a apéndice al tomo V I , 321. Sobre Fe-
'•f* Ver sonetos en Tmcchi, Poesle tomo I I , transmiúdo por d'Arcb. . H i o l d o multitud de personas; el pue- derigo, Vesp. Fior., 132 y sigs.
inedite.
26 JACOB BUKCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O EN ITALIA 27

día. No es, pues, milagro que a su terior se fraguaban continuamente ' nsificada. pero en medida toda- la Universidad su sueldo; que a los
paso la gente se arrodillara en la conspiraciones. El bastardo de un • soportable. Es cierto que, por mercenarios no les estaba permiti-
calle y exclamara: "Dio ti manten- bastardo pretende usurpar al úniui ' parte, el príncipe atendía a la do esquilmar, para propio regalo,
fia, signore!" Los Ingenios de aque- heredero legítimo (Ercole I ) . Año> Mi'ficcncia pública —como otros •a ciudadanos y campesinos; que Fe-
llos tiempos le llamaban "Luz de después (1493) éste envenena a >;i • nos de la época en Italia: Ga- rrara era inexpugnable y que su
Italia"."^ Su hijo Guidobaldo, alta- mujer cuando averigua que ella ^ '/o María Sforza, por ejemplo— fortaleza encerraba una imponente
mente dotado, pero agobiado por quería envenenar a su vez, por cu I) tiempos de escasez hacía traer suma de moneda acuñada. De un
enfermedades y desdichas de toda cargo de su hermano Ferrante ck- I I del exterior'*-, al parecer, lo olvido de la situación del Tesoro ni
clase pudo, al fin, entregar su Es- Ñapóles. El final de estas tragedia*- 1 .irtia gratuitamente. En cambio, cabía hablar. El ministro de Finan-
tado (1508) en manos seguras; en fue la conjuración de los bastarde^-- tiempos normales, se resarcía zas era, al mismo tiempo, ministro
las de su sobrino Francesco María, contra sus hermanos, el duque rci M cl monopolio de otros medios de la Casa Ducal. Las obras em-
nepote al mismo tiempo del pana nante Alfonso I y el cardenal Ipp^v prendidas por Borso (1450-71), Er-
• iibsistencia, si no del trigo. Se
lulio n . Este príncipe logró, por lito (1506), que fue descubierta ;i cole I (hasta 1505) y Alfonso I
' ivaba cl comercio de la cecina,
lo menos, mantener el país libre de tiempo y castigados los culpablc,'- (hasta 1534) fueron muy numero-
I pescado, de las fruías y de las i
dominación extrar'ia duradera. Es con reclusión perpetua. El mecanis- sas, pero en su mayoría de escasa
iinibres, estas últimas cuidadosa-j
curiosa la inquebrantable decisión mo fiscal estaba, por otra paiie importancia. En esto se revela cl
ule cultivadas sobre las murallas •
con que estos príncipes ceden el muy desarrollado en este Estado y „ carácter de una dinastía que, con
I-errara y al pie de lias mismas,
campo y huyen: ante las tropas de tenía que ser así, por ser el m¡is loda su inclinación a lo suntuoso
ingreso más dudoso, desde e!
César Borgia, Guidobaldo, y ante amenazado entre todos los Estados; —Borso sólo se mostraba enjoyado
J i l o de vista ético,, constituíalo la
las de León X, Francesco María. grandes y medianos de Italia, y ne- y vestido de brocado— no quiere
><\ii anual de los cargos públicos
Tienen la convicción de que su re- cesitar por lo tanto, en gran medi- lanzarse a gastos irreflexivos. Alfon-
> .u untes, costumbre, por otra par-
torno será tanto más fácil y desea- da, de armamentos y fortificaciones. so, por su parte, estaba convencido
tí, difundida en toda Italia, pero de
do cuanto menos hayan hecho su- Es verdad que con la capacidad que sus villas, pequeñas, pero muy
' ' cual estamos mejor informados
frir al país con una defensa estéril. contributiva se procuraba acrecen- bellas, no podrían escapar a la suer-
lo que se refiere a Ferrara. Con
Pero cuando Ludovico el Moro pen- tar la riqueza y el bienestar natural te que los acontecimientos trajesen
lencia al año nuevo de 1502, por
só de igual suerte, olvidó los mo- de la población, y el marqués Nic- consigo: Belvedere, con los umbríos
'iiplo, se nos cuenta que la ma-
tivos de odio que había contra él. coló ( t 1441) manifestaba repelida- parques; Montana, con los hermo-
ta compraban sus empleos a pre-
La Corte de Guidobaldo ha sido in- mente su deseo de que sus va5allü^ sos frescos y los bellos surtidores.
• . desorbitados (saiati). Se mcn-
mortalizada, como acabado modelo fuesen más ricos que los de otros Es innegable que el hecho de en-
> mnun los cargos más diversos, co-
de fina convivencia social y humana, monarcas. Si el rápido aumento de contrarse siempre amenazados de-
fiiii aduaneros, administradores de
por Baldassar CastigHone, que en ala- la población constituía un testimo- sarrolló en estos príncipes un gran
i-siones (massüri), notarios, pa-
banza suya hizo representar ante ella nio válido del bienestar real alcan- valor personal. En una vida tan lle-
ís, jueces y hasta capitani; es
la égloga Tirsi (1506) y más tarde zado, es un dato de importancia ct na de artificio únicamente un vir-
r, altos funcionarios ducales, de
situó los diálogos de su Cortigiano hecho que (1497) en la capital, a tuoso podía moverse con desemba-
distintas ciudades. Como una de
(1518) en el círculo de la culta du- pesar de las extraordinarias obras razo y con éxito. Todos tenían que
"sanguijuelas" que pagaron ca-
quesa Elisabctta Gonzaga. de ensancho realizadas, no había ca- justificarse como dignos del seño-
' su puesto y a quien el pueblo
El gobierno de los Este en Fe- sas por alquilar.Ferrara es la pri- ttliorrecía "más que al propio dia- río y demostrar que lo eran efecti-
rrara, Módcna y Reggio se mantuvo mera ciudad moderna de Europa; l'lo", se cita a Tito Strozza, aunque vamente. Había sin duda grandes
en una curiosa zona intermedia en- es la primera en donde, por suges- líe creer que no se trata del fa- zonas de sombra en sus caracteres,
tre despotismo y popularidad.*"^ En tión de los príncipes, se construyen .o -poeta latino. Cada año en la pero en todos encontramos algo de
el interior del palacio sucedían cosas grandes barrios regularmente dis-. ina época solía el duque hacer lo que constituía el ideal del italia-
horribles. Una princesa era decapi- puestos. En ellos se reunía una po- "ii.i ronda por Ferrara, el llamado no de la época. ¿Qué príncipe de
tada por supuesto adulterio con su blación metropolitana por concen mdar por ventura, con cuyo motivo la Europa contemporánea puso, por
hijastro (1425). Príncipes legítimos tración de la burocracia y de In dejaba obsequiar por tos ciudada- ejemplo el empeño de Alfonso I
y bastardos huyen de la Corte y industria, atraída o establecida se acaudalados. Los regalos se le en el desarrollo de la propia for-
aún en el destierro los amenazan gún un plan deliberado. Se instabí! lan en esnecie y no en dinero. mación? Su viaje a Francia, Ingla-
asesinos enviados en su persecución a opulentos fugitivos de t(i>da Italia, I I duque ponía su orgullo ^ en terra y los Países Bajos fue un ver-
(la última vez en 1471). En el ex- florentinos sobre lodo, a que se es- toda Italia supiera que en Fe- dadero viaje de estudio, del que
tablecieran en la ciudad y constru- 1.1 los soldados percibían puntual- obtuvo un exacto conocimiento del
yeran en ella sus palacios. Sólo hi iile su soldada, los maestros de comercio y la industria de aquellos
"i"^ Castiglionc. Cortigiano, libro I. tributación indirecta hiibo de ser
El texto a continuación se basa países.*** Es necedad reprocharle sus
principalmente en los Annales Esten- Paulo Jovio, Vita Alfonsi duds,
ses: Muratori, X X , y en el Diario Fe- Diario Ferr.. en Muratari, ¡col. • II V'iVí illustres, SI No es inoportuno mencionar, con
rrarese, Muratori, XXIV. 547. Paulo Jovio, l. c. este motivo, el viaje de León X como
28 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEl. R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 29

trabajos de tornero en sus horas de tierro y a la confiscación de sus Se dejaba sobornar por los ma- el féretro de aquel ciudadano, lle-
ocio; éstos andaban relacionados bienes. Y poco faltó para que un s criminales, y por medio de vándolo hasta el claustro, donde fue
con su maestría en la fundición de subdito le hiciera rodar, raaltrccho- tiras obtenía para ellos el in- inhumado. Esta participación oficial
cañones y su afición, exenta de pre- ante el mismo Tribunal. En súpli to ducal. A l duque le hubieran en los sentimientos del príncipe sur-
juicios, a convivir con los maestros ca de total perdón acudió al duque ;ado sus vasallos diez mil duca- ge por vez primera en los Estados
de lodos los oficios. Los príncipes con la soga al cuello. El principadi) , o más, por la destitución de i t a l i a n o s . E n el fondo de esta ac-
enemigo de Dios y de los hom- titud puede ocultarse un bello sen-
italianos de la época no se atienen, estaba bien provisto de espías. El
, Pero Ercole lo había hecho tir humano, pero su expresión, tal
como sus contemporáneos nórdicos, duque en persona examinaba diaria-
allero y lo había convertido en como la encontramos en los poetas,
a la relación con una nobleza que mente la lista de viajeros llegados suele ser bastante equívoca. Uno de
se considera a sí misma como la a la ciudad. El que recibía un hués- pañero suyo, y Zampante con-
ió reunir unos dos mil ducados los poemas de juventud de Arios-
única clase del mundo digna de es- ped debía comunicarlo, bajo las m á s to,**'^ consagrado a la muerte de Lio-
timación y que fomenta también en severas amonestaciones. En Bor .os los años. Claro que sólo co-
nora de Aragón, esposa de Ercole
el príncipe semejante presunción. En so puede aún relacionarse esto . pichones cebados en casa, y no
I, contiene, además de las impres-
Italia el príncipe tiene necesidad de con su hospitalidad: no quería que ulaba por las calles sin una ver-
cindibles lamentaciones fúnebres, se-
todos y a todos debe conocer. Cla- pasara por la ciudad ningún viaje- lera escolta de ballesteros y es- gún las hallamos en todos los tiem-
ro que la nobleza, por su nacimien- ro ilustre sin honrarle debidamente. os. Su eliminación se hacía pos, algunos rasgos completamente
to, es también una clase exclusiva, Por lo que a Ercole 1 se refiere rar demasiado, cuando he aquí modemos: "esta muerte supone pa-
pero en sus relaciones sociales, ha puede decirse que con ello adopta- dos estudiantes y un judío con- ra Ferrara un golpe del que no se
de atenerse por completo a lo per- ba simplemente una medida de se- '80, a quienes había afrentado in- repondrá en muchos años; su bien-
sonal V no a una valorización de guridad personal. También en Bo ana mente, le dieron muerte en hechora es ahora intercesora suya
casta. De esto hablaremos más ade- lonia, baio Giovanni II Bentivoglic propia casa durante la siesta en el cielo, pues la tierra no era
iante. Los sentimientos de la po- todo viajero de tránsito por la ciu 496), y en caballos preparados al digna de ella; se comprende que
blación de Fen'ara hacia sus seño- dad estaba obligado a obtener un ^ to cruzaron la ciudad, gritando: la diosa letal no se le acercase co-
res constituían una curiosa mezcla volante a la entrada de una puerta iSalid, vecinos, que hemos mucr- mo suele presentarse a los demás
de tácito temor y de aquel espíritu, para poder salir por la otra.^'^ La a Zampante!" Los hombres de mortales infelices, armada de la gua-
auténticamente italiano, de expresar popularidad del príncipe crece de as enviados en su persecución daña cruenta, antes amable y reca-
sentimientos de benevolencia y de punto cuando destituye violentamen- ;aron tarde y los fugitivos pudie- tada y con rostro tan afable que se
una lealtad de subditos, de carácter te a funcionarios que oprimen al , alcanzar la próxima frontera, desvaneció todo temor". Pero en-
completamente moderno. La admi- pueblo. Cuando Borso prende per ro que llovieron los pasquines, contramos también muestras de sim-
ración personal se transforma en sonalmcntc a sus más íntimos con s en forma de sonetos, otros en patía con los sentimientos de los
un nuevo sentido del deber, La ciu- sejeros, cuando Ercole I destituvc a de canciones. Por otra parte, jerarcas de índole completamente
ondía perfectamente al espíritu distinta. Novelistas que lo espera-
dad de Ferrara levantó en 145!. en con vilipendio a un recaudador Ó L
este principado el que el sobe- ban todo del favor de éstos y que
la Piazza, una estatua ecuestre de contribuciones que durante años erj
.0 impusiese a la Corte y al pue- se veían obligados a contar con este
bronce en memoria del fallecido teros se había ensañado con los con- favor, nos refieren las historias amo-
príncipe Niccoló (1441). Borso no tribuyentes: entonces el pueblo en su alta estimación hacia fieles
idores. Cuando en 1469 falleció rosas de los príncipes, a veces en
se avergonzó de erigir allí cerca, en ciende hogueras de júbilo y echa a", vida de éstos,"*^ en una forma que
bronce, su propia efigie sedente vuelo las campanas. Pero hubo un consejero privado de Borso, Lo-
a los siglos venideros ha de pare-
(1454). Además, ya al principio de hombre a quien Ercole dejó llega i ivico Casella, se dio orden que en
su gobierno, la ciudad había decre- demasiado lejos: su jefe de policía, día de su entierro no funciona-
tado que se levantara en su honor o como quiera llamársele (capitam ningún tribunal y que se man-
una "colunma triunfal de mármol'. di giustizia), Gregorio Zampante, de iese todo cerrado, desde la más as Un temprano ejemplo, Bcmarbó
Un ciudadano de Ferrara que en Luca (pues no convenía que nativo> ilde tiendecita de la ciudad has- Visconti; véase página 17,
k s aulas universitarias. Todos 83 Como capítulo 19 en las Opere
el extranjero —en Venecia— ha- ocupasen cargos de esta índole). Los minori, ed, Lemonnier, vol. 1, pág. 425.
bía hablado mal de Borso pública- mismos hijos y hermanos del duque ían acompañar el cadáver a San
titulado Elegía 17. Sin duda le era
mente, fue denunciado a su regreso temblaban ante él. Las multas que imenico, pues también el duque desconocida al joven poeta de dieci-
y condenado por el Tribunal al des- imponía ascendían a centenares y haría. Y así fue, en efecto: apa- nueve años la causa de esa muerte
miiJares de ducados, y la-), tortura íó el duque —"el primero de (página 40).
empezaba ya antes del iriferrogato- Casa de Este acompañando el 90 En los Hecalommithi, de Giraldi
cardenal. Véase Paulo Jovio, Vita Leo-
nis X, lib. L El pronósito era menos ver de un simple vasallo"— Cinthio, I, nov. 8; V I , nov. 1, 2, 3,
serio, más orientado en el sentido de o de luto y arrasados los ojos, 4 y 10, tratan de Ercole I. de Alfon-
la distracción y el conocimiento del Joviano Pontano, De^Uberalitutí. iban los parientes de Case- so I y de Ercole IL Todas están es-
mundo, pero, según su espíritu, com- s« Giraldi Cinthío, Héfal^hiithi. escoltados individualmente por critas en vida de los dos últimos. Tam-
pletamente moderno. Ningún hombre VI, nov. 1. ^ personaje de la Corte; miembros bién en Bandello encontramos muchos
del Norte viajaba entonces con se- Vasari, X I I , 166. Vila di flidic- pasajes alusivos a príncipes contemno-
la nobleza sacaron de la iglesia ráneos.
mejantes fines. langelü.
JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 31
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bastardos. Que todo poder y digni- de intelipencia, como Maquia- viene de Dios, aouellos príncipes,
cer la suma de toda indiscreción,
dad proceden del príncipe, como por ejemplo, sabían, por otra en el caso que cada uno los hubie-
pero que entonces se aceptaba co-
una característica personal suya, es- muy bien que Milán o Ná- ra apoyado con buena voluntad y
mo una atención inocente. 'Hasta los estaban demasiado "corrompi-
taba ya simbolizado hacía tiempo'" corazón honrado, habrían termina-
poetas líricos cantaban las pasiones . para llegar a constituir una
en la Qrden de la Escuela de Oro, do por ser buenos y por olvidar,
ilegítimas de sus altos señores legí- blica—. Se aplicaban la más necesariamente, su violento origen.
timamente casados algunos: Angelo que nada tenía que ver ya con la , ar justicia aouellos presuntos
Iguh Pero a fantasías y espíritus apasio-
Poliziano canta las de Lorenzo el caballería medieval. Ercole I aña- ;idos que, a la sombra de la vic- nados, dotados de ardiente inven-
Magnífico y, con especial acento. dió a la espuela una espada, un ia, no eran ya más que un ción creadora, no se les podía pe-
Joviano Poníano las de Alfonso de manto bordado de oro y una dota- ¡texto nara viejas querellas (famí- dir tanto. Como los malos médicos,
Calabria. El poema que alude a es- ción, a cambio de lo cual se exi- ;s. Un príncipe italiano, al cual creían acabar con la enfermedad su-
te último delata involuntariamente gía, sin duda, un servicio regular. [ppa von Nettesheim aconse- primiendo el síntoma, y estaban con-
la maldad del aragonés, pues al de- El mecenazgo, que dio a esta Cor- BU supresión, le contestó: "¡Sus vencidos que asesinando al pn'ncine
cir del poeta, tenía que ser Alfon- te celebridad universal, estaba vin- itas llegan a producirme hasta la libertad surgiría por sí misma.
so, también en este campo, más fe- culada, en parte, con la Universidad, mil ducados al año de mul- O, sin ir tan lejos, pretendían sim-
liz que nadie, si n o . . . ¡desgracia- que era una de las mejores de Ita- . " Y cuando, por ejemplo, en plemente buscar un desahogo al odio
dos de los que fueran más felices lia, y en parte con la Corte y la <0, durante el breve retorno del que _ en todos alentaba, o vengar
que él! Que los grandes pintores, burocracia del Estado. No puede de- a sus Estados, los güelfos lia- desdichas familiares o afrentas per-
Leonardo, por ejemplo, retrataran a cirse que se hicieran, sin embargo, una parte de las tropas fran- sonales. Si el régimen es absoluto y
las amantes de sus señores, era co- en este campo, extraordinarios sa- ¡, que se encontraban cerca de desconoce todas las vallas de la ley,
sa absolutamente natural. crificios. Boiardo, como noble, rico para que acabaran con los gí- también son absolutos Jos medios a
Pero el principado de Este no es- propietario rural y alto funcionario, tos, los franceses saquearon'y que recurre el adversario, que des-
peró la glorificación por mano ex- pertenecía enteramente a estas es- naron primero a éstos, cier- conoce entonces igualmente toda va-
traña: se glorificó a sí mismo. Borso feras. Cuando Ariosto empezó a ser lente, pero después hicieron lo lla y toda restricción. Ya Bocaccio
se hizo pintar, en e] nalacio de algo, no había ya, en el verdadero »io con los P Ü e l f o s , hasta que lo dice claramente: "¿He de lla-
sentido de la palabra por lo menos, ;ona quedó completamente aso- mar al déspota rey o príncipe, y
Schifanoia en una serie de episodios
Corte florentina ni milanesa, y pron- ..""^ También en la Romana, don- guardarle fidelidad como a mi su-
alusivos a las hazañas de los regen-
to no la hubo ya en Urbino, eso la pasión y la venganza eran perior? ¡ N o ! Porque es el enemigo
tes, y Ercole celebró (por vez pri- imas, habían perdido por com-
sin hablar de Nápoles. Debió, pues, de la comunidad. Contra él puedo
mera en 1472) el aniversario de su ió aquellas denominaciones el
de conformarse con un puesto jun- recurrir a las armas, a la conspira-
advenimiento al poder con una pro- intcnido político. Una prueba d e l ción, a los espías, a la asechanza,
cesión que explícitamente se com- to a los músicos y saltimbanquis de! bívarío de tan desdichado pueblo al ardid... Hacerlo así es una obra
paró con I'a del Corpus: hasta la cardenal Ippólito hasta que Alfon 'í^nstituía la creencia de que los santa y necesaria. N o hay sacrifi-
última tiendecita estuvo cerrada, co- so le tomó a su servicio. El caso tifos venían obligados a simpati- cio más agradable que el de la san-
mo si fuera domingo, y en medio de Torcuato Tasso, en tiempos pos- cpn Francia v los pibelinos con gre del tirano." No hemos de ocu-
del cortejo figuraron todos los miem- teriores, fue desde luego, diferente, iña. No veo que quienes explo- parnos aquí de los distintos casos
bros de la Casa de Este con áureas pues la Corte mostró verdadero celo j n este desvarío político alcan- en particular. En un conocidísimo
vestiduras. N i siquiera faltaban los por retenerle. fan de él grandes frutos. Después capítulo de sus Discursos,^ Maquía-
cada intervención, Francia se vio velo trata de las conspiraciones an-
pre obligada a retirarse de Ita- tiguas y modernas, desde los tiem-
ñ y dejar el campo Hbre, y lo que pos de las tiranías griegas, y las
l«gó a ser de Esuaña, después de enjuicia fríamente según su carác-
V I . LOS ENEMIGOS DE L A T I R A N Í A »ber sacrificado a Italia, es cosa ter y sus probabilidades de éxito.
se toca con las manos, Aquí nos permitiremos únicamente
Frente a esta concentración de poder cuando le pluguiese, inclinarse pul- 'ero volvamos a nuestro tema del dos observaciones sobre los asesina-
en el príncipe, toda resistencia en los güelfos o por los glbelinos y idpado en el Renacimiento. Es tos durante los Oficios divinos y
adoptar para sí o para sus bravi la que un alma completamente sobre la influencia de la Antigüe-
el interior del Estado mismo había
indumentaria corresnondiente, llevar _ hubiera podido argumentar, dad.
de ser inútil. Los elementos nece-
ía pluma en el birrete o^vilos rodo lien entonces, que si todo poder
sarios para el establecimiento de
una república-ciudad habían sido tes en las calzas... -^lós hoin*
Era casi imposible tener al alcan-
aniquilados para siempre y todo se ce de la mano al tirano, siempre
orientaba en el sentido del poder Mencionada ya en 1367 con re- Discorsi, I, 17.
y del empleo de la violencia. La ferencia a Niccoló el Viejo, en- Po/i*. De incert, et vanitate scientia- "6 De casibus virorum illusírium,
nobleza, privada de derechos polí- tore, Muratori, XXIV, cof. 84fe. cap. 55. lib. Í I , cap. 15.
ticos, hasta allí donde disfrutaba «2 Burigozzi, en Arch. áíor.,jn, pá- Prato, en Archiv. Stor., I I I , pá- Discorsi, I I I , 6. Compárese Sto-
aún de privilegios feudales, podía. gina 432. '• 241. rie fior., Ub. VIII, cap. I.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 33
32 lACOB BURCKHAKDT

forzcKo que tuviesen en la memu (il|ü, mientras el verdugo le hendía Paolo Boscoli, cuya conspiración
rodeado de sus guardias, si no era
ria los asesinatos de los tiranos de 'i| pecho; "[Aguanta, Girolamo! Du- contra Giuliano, Gíovanni y Giulio
en el templo en ocasión de alguna
la Antigüedad. Sería difícil demos mnte mucho tiempo se hablará de de Medici (1513) fracasó, sentía un
solemnidad religiosa. Era también
trar que, en lo prlncioal, la decisión lli ¡la muerte es amarga, pero la gran entusiasmo por Bruto y se ha-
entonces cuando podía encontrarse
al hecho mismo estuviese esencial fuma es eterna!" bía propuesto, si lograba encontrar
reunida a toda la familia. Así, los
mente condicionada por el ejemplo, Por muy ideales que aparezcan un Casio, imitarle fielmente. Por
fabrianeses **** acabaron en 1455 con
pero es evidente que la apelación a (tt(uf propósitos y designios, en el fin se le unió Agustino Capponi. Sus
toda la dinastía de sus tiranos, los
la Antigüedad no era una simple m o d o y manera como llevaron a últimas palabras ^'^ en la prisión,
Chiavelli, durante la misa mayor, a
frase o un recurso de estilo. En el O la conspiración, trasluce, no uno de los documentos más impor-
las palabras del Credo "et incarna-
caso de los asesinatos de Galeazzo ante, la imagen —que nada lie- tantes sobre la conciencia religiosa
tus est", según lo convenido. En
Sforza: Lampugnaní, Olgiati y Vis- de común con la libertad— del de la época, nos hacen ver el es-
Milán, el duque Giovan María Vis-
conti, hallamos las más curiosas mo iRÍs perverso de los conspiradores: fuerzo para librarse de sus fanta-
conti fue asesinado (1412) a la en-
tivacioncs.^*"^ Los tres asesinos te- Calilina. Los anuarios de Siena dí- sías romanas y morir cristianamente.
trada de la iglesia de San Gotardo,
nían motivos personalísimos y, sin t'cn explícitamente que los conspi- Un amigo, y su confesor, tuvieron
y en 1476 el duque Galeazzo Ma-
embargo, decisión debió de vcnii' rídorcs habían estudiado a Salustio, que asegurarle que Santo Tomás
ría Sforza, en la iglesia de San Ste-
por un motivo de carácter más ge- \q cual se deduce claramente de la condenaba en general todas las cons-
fano. Y Ludovico el Moro escapó
neral. Un humanista y maestro tk' tíonfesión de O l g i a t i , V o l v e r e m o s piraciones, lo que no era obstáculo
al puñal de los partidarios de la
elocuencia. Cola de Montani, había M encontrar, en otras ocasiones, para que el confesor hiciese luego
duquesa Bona (1484) por haber
encendido en un grupo de jóvenc? ítquci terrible nombre. Y es que. en al mencionado amigo la confidencia
penetrado en la iglesia de San Am-
nobles milaneses un ansia vaga de verdad, para l o s complots secretos que Santo Tomás había establecido
brosio por una puerta distinta de
fama y de grandes hechos en ar;i> V prescindiendo del fin perseguido, una distinción a un üueblo contra
la en que aguardaban los conjura-
de la patria, llegando a proponer no había m á s seductor ejemplo. la voluntad de éste. Cuando Loren-
dos. N o había impiedad en todo
anto los dos mencionados en primer I*ara los florentinos, en cuantas zino de Medici dio muerte al du-
ello. Los asesinos de Galeazzo, an-
lugar cl tema de la liberación de iK'Hsiünüs se libraron o intentaron que Alessandro (1537) v huyó, apa-
tes de su acción, rezaron al santo
Milán. Pronto infundió sospechas v librarse de los Medici, la muerte del reció una apologia.^^í* probablemen-
tutelar de la misma iglesia y aún
fue expulsado, viéndose obligado li llfuno constituía un ideal proclama- te auténtica, escrita en todo caso
oyeron misa primero. Sin embargo,
abandonar a Jos muchachos a su vol- (jd abiertamente. Después de la huí- por encargo suyo, en la oue se elo-
en la conspiración de los Pazzi con-
cánico fanatismo. Unos diez días de los Medici en 1494, se sacó gia la muerte del tirano en sí, como
tra Lorenzo y Giuliano de Medici
antes del hecho se juramentaron so- | : su palacio el grupo de bronce la obra más meritoria. A sí mismo
(1478), una de las causas del fra-
lemnemente en el convento de Sun Donatello. que representa a fu- se compara sin miedo —en el caso
caso parcial fue que el bandido
Ambrosio. "Allí —dice Olgiati—, dlt con Holofernes muerto,^"^ y se que Alessandro fuese un verdadero
Montesecco, si bien estaba dispues-
en una escondida celda, alcé los oio^ le puso delante de la Señoría, en Medici y por lo tanto pariente su-
to a que el crimen se cometiera du-
ante una imagen de San Ambrosio é mismo lugar que ocupa actual- yo, aunque lejano—, con Timoleón,
rante un banquete, se negó a inten-
y supliqué su auxilio, para nosotros itMmte el David de Miguel Ángel, el fratricida por natriotismo. Otros
tarlo en la catedral de Florencia, Se
y para todo su pueblo". El sanio t'On la siguiente inscripción: "Exem- han recurrido, en tales casos, a la
le sustituyó por religiosos, a quienes,
patrón de la ciudad debía prole- (ittmi salutis publicae cives posue- comparación con Bruto. Que mu-
"habituados al lugar santo, éste ya
a los asesinos, lo mismo que, d. 1495". De modo muy especial se cho después Miguel Ángel se dejara
no les infundía tanto respeto".-*'*
pues, San Esteban, en cuya igleíi.i rtrivindicaba la figura de Bruto, que influir por semejantes sugestiones,
Por lo que se refiere a la Anti-
ocurrió el asesinato. Lograron atraer, íixluvía en Dante aoarece en las se infiere de su busto de Bruto (en
güedad, a cuya influencia sobre los
más o menos, a otros muchos, y se Mafundidades del Infierno junto los Uffizi). Lo dejó incomnieto, co-
aspectos morales, y especialmente
reunían de noche en casa de Lam Nh Casio y Judas Iscariote, ñor ha- mo la mayoría de sus obras, pero
sobre los políticos, se alude frecuen-
pugnani, donde se eicrcitaban con licr traicionado al Imperio, Pietro no ciertamente por el dolor retros-
temente, fueron los príncinos mis-
vainas de puñales. La conjuraci/^n pectivo que pudiera haberle causa-
mos los que dieron ejemplo a!' tomar
tuvo éxito, pero Lampugnaní ca.i, do la muerte de César, como pre-
como modelo, a menudo explícita- " 1 Véanse en la propia relación de
muerto allí mismo por los que ru tende el dístico que aparece al pie.
mente, el antiguo Imperio Romano, 1, en Corio, pasajes como cl si-
tanto en su conducta como en la deaban al duque y los demás fueron : "Quisque nostrum magis so- Un radicalismo colectivo, como el
idea que tenían del Estado. Asimis- detenidos. Visconti müsti;<6 arrepeii •i'^ imlissime et infinitos alios solici- que se ha desarrollado frente a las
mo sus adversarios, si obraban obe- timienlo, Olgiati, a pesar de lod.is |#e, infestare, altcr alteri benévolos modernas monarquías, lo buscaría-
I' r . ' i i i T C cocpit. Aliqui aliquibus pa-
deciendo a un designio teórico era las torturas, insistió en que h:i'- •
liare; simal magis noctu ederc, Anotadas por un testigo de oí-
sido un sacrificio grato '¿Dios \
vigilare, nostra omnia bona po- das, Lucca della Robbia, Arch. Stor.,
fts Corio, fol, 335. El texto a con-
tinuación, ibicL, foIs. 305, 422 y sigs. l!tC." I, 273, Véase Paulo jovio. Vita Leo-
y 440. i w Corio fol. 422. )(lJt:groitv vasari, I I I , 251, nota a la Vida nis X, Ubro I I I , en Vir¡ illustres.
«!> Sic, en Galliis, según Sismondi, ^ Diari Sanesi. Muratori, XXIÍ1. ei>! ijltf iíünatcllo. Roscoe, Víia di Lorenzo de Me-
777, >"» Inferno, XXXIV, 64. dici, vol. IV, supl. 12,
Xí, 93.
34 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 35

mos inútilmente en los principados sas al extremo que vemos en Cli- f líludad. Según éste, el 25 de marzo los Tudescos, en cuyos portales vi-
del Renacimiento; cada uno protes- merino, en Fabriano o en Riminii i ilcl año 413, al mediodía, gentes de ven y acumulan sus mercancías la
taba, ciertamente, en su intimidad, (páginas 1 8 y 1 9 ) para que la po- l l'fulua pusieron la primera piedra gente de esta nación y ante los cua-
contra el príncipe, pero en vez de blación aniquilara o expulsara a la t'ii lí-ialto e iniciaron con ello la les echan el' áncora, uno tras otro,
buscar la unión con otros para ata- dinastía reinante. Por otra parte su t*(ínslnicción de lo que debía ser los navios; más amba, la (flota del
carle, procuraba organizar su vida, sabía que con ello se lograba úni- iin sagrado e inatacable reducto en vino y del aceite, y paralelas a la
bajo el régimen establecido, de la camente cambiar de señor. La estre- l'ii Italia desgarrada por los bárba- orilla, donde pululan los faquines,
manera más tolerable o ventajosa lla de las repúblicas declinaba de- Más adelante se supusieron en los cobertizos de los tratantes; des-
posible. Tenían que llegar las co- cididamente. ente de los fundadores atisbos pués, desde Rialto hasta la plaza de
futura grandeza. M . Antonio San Marcos, las barracas de los per-
illico, que celebró el aconteci- fumistas y las hosterías. Así va lle-
o en suntuosos y copiosos he- vando al lector de barrio en barrio,
'os, pone en boca del sacer- hasta los dos lazaretos de las afue-
V l i . LAS REPÜBLICAS: V E N E C I A Y F L O R E N C I A e que consagra la fundación de ras, que se señalan como los insti-
la ciudad la siguiente invocación al tutos de más alta utilidad, pues só-
eielo: "Si alguna vez intentamos al- lo en Venecia podían encontrarse
Hubo un tiempo en que las ciuda- cualquier propósito con tal que se
|Ü grande, ¡haz que prospere! Aho- tan perfectamente organizados. La
des italianas desarrollaron en el más les pagase, una vez que los parcia-
M nos arrodillamos ante un pobre beneficencia era, en general, una pe-
alto grado esa fuerza que convierte les gobiernos de parddo se habían
'.Uter, pero si nuestros votos no son culiar característica de los venecia-
a la ciudad en Estado. Sólo era ne- acostumbrado a prescindir de la leva
vanos, han de erguirse aquí para nos, tanto en tiempo de paz como
cesario que esas ciudades se aliasen general de ciudadanos, por inser\'¡-
mayor gloría tuya, oh Dios, tem- de gitcrra. Su cuidado de los heri-
en una gran confederación, idea con ble. La tiranía devoró la liber-
plos de mármol y de oro".^'*^ A fines dos, aún de los enemigos, era obje-
la q ue volvemos a encontrarnos tad de la mayoría de las ciudades.
dol siglo XV la ciudad insular era ya to de asombro para los extraños.^^"
siempre en Italia, presentada en ésta Aquí y allá se logró expulsarla, pe-
Bomo la arquilla de joyeles del mun- Todo lo referente a instituciones
o en otra forma, según cada caso ro sólo a mediasi v por corto tiempo-
do. El propio Sabellieo la describe públicas era ejemplar en esta ciu-
particular.' En las luchas de los si- Acababa siemnre volviendo, porque
gomo tal con sus viejísimas cú- dad. Todo lo relativo a pensiones
glos X I I y XIII llegóse entre las ciu- existían las condiciones internas que
IHíIas, con sus torres inclinadas, con se hallaba sistemáticamente organi-
dades a ahanzas verdaderamente for- le eran propicias y las fuerzas d e
$ü$ fachadas incrustadas de mármo- zado, incluso lo que se refería a
midables desde el punto de vista oposición estaban gastadas.
les, con toda su compacta suntuosi- mandos y legados. La riqueza, la
bélico, y Sismondi cree ( I I , 1 7 4 ) Entre las ciudades que conserva-
dad, en que se compaginaban el seguridad política y el conocimien-
que los días de los últimos prepa- ron su independencia hay dos de im-
de los techos y el alquicel del to del mundo habían llevado la re-
rativos guerreros de la alianza lom- portancia primordial por lo que a
Imo rincón. Nos lleva a la plaza flexión sobre tales cosas a un alto
barda entre Barbarrossa (desde la historia de la humanidad se re-
San Giacometto, junto al Rialto, grado de madurez. Estos hombres
1168) señalan la coyimtura propicia fiere: Florencia, la ciudad de h
tiona de apiñada muchedumbre, don- esbeltos, rubios,* con su leve v dis-
para una confederación general ita- asritación constante, que nos ha de-
de los negocios de todo un mundo creto andar y su hablar circunspec-
liana. Pero las ciudades más pode- jado documentos, tanto individuales
lio se delatan con estridentes pala- to, apenas si se distinguían entre sí
rosas habían desarrollado ya un ca- como colectivos, de quienes duran-
bras en los pórticos que rodean la por el atuendo. Las mujeres, las
rácter propio, con rasgos peculiares, te tres siglos participaron en esa
plaza,^"'-' y en las calles contiguas se muohaohas, cuidaban solícitamente
que lo hicieron imposible. Como agitación, y Venecia, la ciudad del
|ttuaban centenares de cambistas y su atavío^ se adornaban esnecial-
competidoras comerciales, recurrían, visible cquiHbrío y del silencio po-
Pntei-os. y encima de ellos tiendas raente con perlas. Reinaba entonces,
unas contra otras, a medidas extre- lítico. Ambas constituyen los extre-
y almacenes sin fin; allende el puen- a pesar de las grandes pérdidas oca-
mas y subyugaban a las ciudades mos, y son algo que no puede com-
te se encuentra el gran Fondaco de
vecinas más débiles, reduciéndolas pararse en el mundo.
a una servidumbre sin ley. Ello sig- Bcnedictus, Carolas VIII, en Ec-
nifica que, a la postre, creían poder 1*^7 Genethliacum Venetae urbis, en card, Scripiores, 11, eols. 1597, 1501
valerse por sí mismas y prescindir Venecia se reconoció siempre a sí m Carmina de Sabellieo. Comp. San- y 1621. En el Chron. Venetum, Mura-
de la totalidad de la nación, con lo misma como una maravillosa y mis ino, Venezia, fol, 203. La más alta tori, XXIV, cois. 26, se enumeran las
cual preparaban el terreno para teriosa creación en la cual' hab.^'a in- ica veneciana —véase Pertz. Mo- virtudes políticas de los venecianos,
tervenido algo que estaba poT'enci- IX, págs. 5 y 6— sitúa la fun- bontá, innocenza, zelo di carita, pieíá,
otros regímenes de tiranía. Y la ti- ión de los poblados insulares en la
ma del humano ingenio. Existía un misericordia.
ranía Uegó cuando las luchas intes- a longobarda y la de Rialto exülí-
mito de la solemne fundaciqffj de hi * Los venecianos llevaban, por lo
tinas de los distintos partidos de la amente años después. general, el pelo corto, a diferencia de
nobleza entre sí y con los ciudada- f • WE sifn Yenelae urbis. florentinos, milaneses y otros. Erasmo,
nos despertaron el anhelo de un go- if"** Sobre este último puíito ii¡cav^ i m Toda esta parte ha sufrido no- en su Coloquio del soldado y el cor-
bierno firme; cuando los mercena- fac. Nardi, Vita di Ant. Giacomini,:pa- !es cambios debido a las nuevas cdi- tijo, escribe: "Muchos nobles venecia-
rios de que se disponía apoyaron gina 18. ; 4 íciones de principios del siglo XVI. nos se afeitan totalmente sus cabezas."
36 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 37

sionadas por los turcos, una pros- difícil afirmarlo. Una de las causas _ 18 parecidas, l a más tumultuosa aún a costa de la justicia.^'^' Sin
peridad realmente espléndida. Y aún principales de este estado de cosas, ílstoría política? La causa del ca- embargo, esta gran actividad a pleno
bastante después pudo Venecia re- la pobreza de muchos nobles, no rácter inconmovible de Venecia re- aire dio a la nobleza veneciana en
sistir mucho tiempo, a pesar de los podía resolverse de la noche a I;t tóde, más bien, en mía concurrencia conjimto. una orientación saludable.
prefuicios de Europa y de sus fuer- mañana. En 1492 dos nobles pre- de circunstancias que no se dan en Y si la envidia y la ambición recla-
zas concentradas, los golpes más ru- sentaron una moción en que propo- ninguna otra parte. Inexpugnable maban su presa alguna vez, había
dos: el descubrimiento de las rutas nían que el Estado dedicara 70.00U como ciudad, consideró siempre los una víctima oficial, medios legales
marinas a las Indias Orientales, la ducados anuales para ayuda de los asuntos exteriores con la más fría y una autoridad a que se sometió
caída del Gobierno de los Mamelu- nobles pobres que no desempeñaban roñexión, ignorando casi la lucha durante años enteros al dux Fran-
cos de Egipto y la gueira de la Liga ningún cargo. La moción estuvo u entre los partidos que asolaba el res- cesco Foscari ( f 1457): a los ojos
de Cambray. punto de llegar al Gran Consejo, to de Italia. Sólo con fines transi- de toda Venecia es acaso el más
Sabellico, que era oriundo de la donde hubiera podido obtener ma- torios concertó alianzas, y al más terrible ejemplo de estas vindictas,
región de Tívoli y estaba habitua- yoría; pero el Consejo de los Diez, elto precio posible. El tono del ca- sólo posibles en las aristocracias. El
do al desenvuelto platicar de los fi- intervino a tiempo, desterrando de 'ácter veneciano era, por lo tanto, Consejo de los Diez, que en todo
lósofos de la época, dice, no sin por vida a los dos culpables a Ni- " de un espléndido aislamiento, has- intervenía, que gozaba de un dere-
asombro, en otro pasaje,^ que los cosia, en Chipre.'^i^ Por esta época lí-el de un aislamiento casi despec- cho absoluto de vida o muerte sobre
jóvenes nobles que acudían a sus un Soranzo fue ahorcado en las 'O, que traía como consecuencia las arcas y sobre las armas, aue
lecciones matinales no se dejaban afueras por ladrón de iglesia, y c o t i - una fuerte solidaridad interna, en contaba inquisidores entre sus miem-
inducir a tratar de política: "Cuan- denado a cadena perpetua un Con- la cual ponía también lo suyo el bros y que fue capaz de derribar
do les pregunto lo que la gente tarini por robo con violencia; otro odio a todo ol resto de Italia. En a Foscari y a otros tan poderosos
piensa aquí de algunos de los mo- de la misma familia se presentó en la misma ciudad tenían todos los como él, este Consejo era reelegido
vimientos que se observan en Italia, 1499 a la Señoría quejándose de habitantes los más altos intereses anualmente por la casta que tenía
me contestan unánimemente que no que hacía muchos años aue estaba comunes, tanto por lo que se refe- en sus manos el poder, por el Gran
saben nada." Sin embargo, de la sin empteo, que sólo tenía dieciséis ría a las colonias como por lo que Consiglio, y era así su más inmedia-
parte más corrompida de la noble- ducados de ingresos y nueve hijos, atañía a las posesiones de tierra ta y fiel expresión. N o es de presu-
za, a pesar de la inquisición del a lo que había que añadir sesenia firme, pues la población de estas mir que hubiera grandes intrigas con
Estado, podía obtenerse alguna in- ducados de deudas, que no enten- posesiones, (es decir, la de las ciu- motivo de estas elecciones. La corta
formación, aunque no a tan bajo día de negocios y que recientemente dades, hasta Bérgamo), sólo en Ve- duración y la ulterior responsabili-
precio. En el último cuarto del si- le habían puesto en medio de la necia podía comprar y vender. Una dad no hacían muy apetecible el
glo XV había traidores en las más calle. Se comprende que algunos no- lan artificial ventaja sólo podía cargo. Ahora bien, por violento v
altas magistraturas; los papas, al bles ricos construyeran casas con ci mantenerse con la tranauilidad y la subterráneo que fuera el proceder
servicio de la República, disponían objeto de facilitar habitación gra- armonía en el interior. Y que la in- de aquel Consejo, el verdadero v&-
de adictos delatores, algunos a suel- tuita a los nobles pobres. Corno obra mensa mayoría lo sentía así explica neciano no rehuía esta autoridad
do fijo. La cosa llegó a tales ex- de caridad nara agradar a Dios, en el hecho de que fuese Venecia te- —ni ninguna otra^—, sino que se
tremos, que el Consejo de los Diez contramos mencionada en testamen- weno propicio para los conspirado- presentaban ante ella: no sólo por-
consideró prudente ocultar al Con- to la construcción de casas, a veces his. Y si había descontentos, se les que eran largos los tentáculos de
sejo de los Pregadi las noticias po- de manzanas enteras.^"^** mantenía divididos por la separación la república y lo que no sufría el
líticas de importancia. Se suponía Si los enemigos de Venecia ha- entre nobles y ciudadanos, de tal individuo podía sufrirlo la familia,
incluso que Ludovico el Moro dis- bían fundado alguna esperanza seria modo, que era difícil toda confabu- sino porque, en la mayoría de los
ponía de un determinado número en estas dificultades, se equivocaron lación. Una de las principales cau- casos por lo menos, las acusaciones
de votos entre los Pregadi. Si sir- totalmente. Creeríase aue el auge las —acaso la más peligrosa en se fundaban en razones positivas y
vieron de algo las ejecuciones noc- del comercio, que permitía al más los ricos— de toda conspiración, el no en una ciega sed de sangre.^^^
turnas de algunos culpables y las pobre obtener una ganancia suficien bdio, estaba superada, por lo que En general puede decirse que ningún
altas retribuciones ofrecidas a los te o una retribución humana per B l a nobleza se refiere, por las gran- estado tuvo nunca mayor fuerza mo-
delatores (hasta sesenta ducados de su trabajo, y las colonias del Me- des empresas comerciales, los viajes ral sobre sus subditos de lejanas
pensión vitalicia, por ejemplo, es diterráneo Oriental, habían desvia- las constantes guerras con los tur- tierras. Si, por ejemplo, había trai-
do las fuerzas peligrosas de la poii is. En la guerra los caudillos pro- dores entre los Pregadi, quedaba es-
tica. Sin embargo, ¿no tuvO'-Cénova. ígían a los nobles en forma a veces to compensado con creces por el
111 Epistolae, lib. V, fol. 28. a pesar de haber disifrutado de ven censurable. Un Catón veneciano pre-
ira Malipiero, Annales Veneti, en dijo la ruina del poder de la ciudad Chron. Ven., Muratori, XXiV,
Archiv. Stor., V I I I , I, páginas 377, 431, Sí duraba mucho tiempo el cuidado col. 105,
481, 495 y 530; I I , ná^s. 66t, 668 y 113 Malipiero, Arch. StOr., V I I ,
pág. 691; comp. 694, 713 y I,-^55. i^iíc ponían los nobles en no lesio- iK* Chron. Ven., Muratori, X X I V ,
679. Chron. Venetwn, Muratori, XXIV, cois. 123 y siguientes. Malibiero, ibíd,
col. 57. Diario Ferrarese, ib. columna 11* Marín Sañudo, Vite''^e' Dm • uirse mutuamente ni en lo mínimo,
VII, I, págs. 175 y sigs. sobre el caso
240. Muratori, X X I I , columna 1194..^ del almirante Antonio Grimani.
38 JACOB BURCKHARDT
I.A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 59
hecho de que todo veneciano en el hombres, probablemente de cuerpos icmido— mucho antes su maligna
extranjero era, dh-fase que por na- especiales. En tiempo de paz las tocrático del emperador ("ederico lí
estupidez. De los demás, la mayo- en la Baja Italia estaba unilateral-
turaleza, un informador gratuito de ciudades de tierra firme estaban ría tomaron parte en la Liga movi-
su Gobierno. De los cardenales ve- desguarnecidas o tenían guarnicio- mente organizado en el sentido de la
dos por esa envidia que puede ser
necianos en Roma se sabía que nes increíblemente insignificantes. concentración del poder con un fin
un correctivo para el poder v la
enviaban informes de lo tratado en No se confiaba Venecia a la devo- de lucha por la existencia del Estado
riqueza, pero que en sí misma es
los consistorios secretos. El cardenal ción piadosa de sus subditos, sino algo lamentable. Venecia salió del como tal. En Venecia, sin embargo,
Domenico Grimani hizo detener en a su perspicacia. Durante la guerra trance c o n honor, pero no sin sufrir el fin último fue el disfrute del po-
las afueras de Roma (1500) los co- de la Liga de Cambray (1509), los os cuyas huellas no habrían ya der y de la vida, el acrecentamiento
rreos que Ascanio Sforza enviaba eximió, como se sabe, del juramen- bon'arse. de la herencia de los antepasados,
a su hermano Ludovico el Moro y to de fidelidad, dejándoles que re- la acumulación de las industrias más
envió los despachos a Venccia. Su flexionasen sobre la conveniencia de N o se concibe un poder de fun- productivas, la exploración de nue-
padre, que precisamente por enton- una ocupación enemiga y la compa- damente tan complicados, de tan vas rutas y ía conquista de nuevos
ces debía responder a una grave rasen con el suave régimen vene- dilatada esfera de actividades e in- mercados.
acusación, hizo valer núblicamente ciano. Como no se habían visto en tereses, sino una grandiosa sinopsis
del conjunto, sin un continuo ba- Los autores nos hablan de todo
este servicio de su hijo ante el Gran el trance de tener que apostatar de j ello con la mayor naturalidad.122
Consiglio, es decir, ante todo el San Marcos y no tenían por lo tanto j lance de fuerzas y cargas, de ingre-
que temer ningún castigo, volvieron | sos y gastos. Venecia puede consi- Por ello averiguamos que la pobla-
mundo.^i^'
prestamente a la antigua autori- ¡ derarse la patria de la estadística ción de la ciudad, en 1422, era de
Ya hemos dicho algo sobre la con- dad.''^^ Esta guerra fue, dicho sea '| moderna y con ella Florencia, acaso, 190.000 almas. Quizá sea en Italia
ducta de Venccia con sus condottieri de paso, el resultado del secular re- vmiendo en segundo término los donde prim.ero se empezó a contar,
(página 15). SÍ se trataba de bus- proche contra los afanes de engran-- principados italianos más prósperos. no ya por hogares, ni por individuos
car una garantía especial de su fi- decimiento de Venecia. La ciudad: El Estado feudal de la Edad Media aptos para las armas, ni por los que
delidad, la encontraba en su gran cometió, a veces, el error de las nos ofrece, todo lo más, referencias podían andar por sus pies, etc., sinoi
niímero, que. de una parte, dificul- gentes demasiado avisadas, que no de conjunto de los derechos y cen- por anime, estableciendo así la más i
taba la traición, y facilitaba, de otra, imaginan a sus enemigos capaces de sos del príncipe; concibe Ja pro- neutral de las bases para todos los i
su descubrimiento. A la vista de las decisiones que a ellas les oarecen ducción como algo estático, como demás cómputos. Cuando, por esta
nóminas del ejército veneciano se necias o irresponsables. Con este casi lo era en cuanto se trataba so- época, los florentinos quisieron con-
pregunta uno cómo era posible una optimismo, que se da tal vez con bre todo de productos de la tierra. certar una alianza con Venecia con-
acción común con huestes tan abi- mayor frecuencia en las aristocra- Frente a este criterio, las ciudades tra Filippo María Visconti, se les
garradas. En la de la guerra de 1495 cias, se hizo, en su día, caso omiso, de todo el Occidente empezaron ya desoyó, de momento, por la eviden-
figuran'^^ 15.526 caballos, dividi- de los armamentos de Mahomet I l i muy pronto, probablemente, a ver te convicción, documentada en exac-
dos en pequeños cuerpos; sólo Gon- para tomar Constantinopla y de los: en su producción, vinculada a la in-
to balance comercial, de que toda
zaga de Mantua tenía 1.200; Giof- preparativos para la expedición de dustria y el comercio, algo en grado
gucn'a entre Venccia y Milán, es
fredo Borgia, 740; venían después Carlos V I I L hasta que ocurrió lO; Kumo dinámico, a considerarla co-
mo tal, pero sin pasar —ni en los decir, entre vendedor y comprador,
seis jefes con 700-600, diez con 400, inesperado.i^^ Algo parecido ocurrió
doce con 400-200, unos catorce con con la Liga de Cambray, desde el ilfas de prosperidad de la Hansa— significaba una locura. De momen-
200-100, nueve con 80, seis con 60- momento en que se vio que era con- de un balance uniforme de tipo co- to, c! hecho que el duque tuviera
50, etc. Son en parte, viejos cuernos traria a los intereses de sus princi- mercial. Flotas, ejércitos, presiones que aiuncntar su ejército convertí-^
venecianos y, en parte, cuerpos ba- pales instigadores, Luis X I I y Julio 1 influencias políticas, todo venía a
jo el mando de nobles de la ciudad II. Pero es que en el papa sc ha- I igurar en el debe o en el haber de Enumera las nuerlas de las casas, la
y nobles terratenientes; pero la ma- bía acumulado el viejo odio de to- un Libro Mayor de comercio. Sólo población, los individuos aptos para
yoría de los jefes son príncipes y de Itaha contra el conquistador ve- en los Estados italianos confluyeron las armas, las logias de los nobles, las
señores de ciudades o parientes su- neciano, de modo que cerro los ojos^ las consecuencias de una conciencia fuentes, los hornos, las tabernas, las
yos. A éstos se añaden 24.000 de ante la invasión extranjera. Por !o; lutalmentc política, el ejemplo de carnicerías, el trif^o que se necesita, los
infantería, de cuyos recluta y man- que se refiere a la política deíl car- la administración mahometana y perros, los halcones; los precios de la
d o nada se nos dice, y otros 3.300 denal Amboise y su monarca. Ve- ima vieja vitalidad de la produc- leña, del heno, del vino y de la sal;
necia debiera haber reconoíádo —y ción y dél comercio mismo, sentan- vienen después los jueces, notarios, mé-
do los fundamentos de una verda- dicos, maestros de escuelas, copistas,
•a e s t a d í s t i c a . E l régimen au- armeros, herradores, hospitales, conven-
117 Chron. Ven., col. 166. tos, fundaciones y corporaciones re-
Malipiero, /. c, V I I , I, pág. 349, ligiosas. Véase otra referencia semejan-
Más información sobre esto en Marin l í » Guicciardini (Ricordi), n. 150) te, acaso más antigua, en el Liber de
Sañudo Vite de' Duchi., Muratori, hace, por primera vez acaso, la obser- magnalibus Mediolani en Hinr. de
vación de que la necesidad de vengan- 1 Bosquejada en sentido bastante
XXII, col. 990 (año 1426) y col. 1088 •ingido aún, y sin embargo, muy Hervordia, ed. Potthast, página 165.
(año 1440), Corio. fols. 435-438 (año za política puede embotar eV cXtlfp sen-
loriante ya, es la sinopsis estadística 12^ De modo admirable Mar. Sañu-
1483), y Cuazzo, Historie, fol, 151 y tido del propio interés. * Manipulus Floruin de Milán (Mu-
120 Malipiero, i c., VII, pág.^<328. do, Vitte de' Duchi di Venezia. Mura-
siguieTiies. Dri, X í , 711 y sigs.), del año 1288. tori, X X I I , passim.
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 41
40 JACOB BURCKHARDT
las— percibían las más altas re- ción scmirreligiosa. Se trataba casi
ría automáticamente al ducado, por cendido a mediados de siglo a tribuciones. También es escasa su siempre de fiestas para la conmemo-
el consiguiente aumento de los im- 800,000 ducados.125 parlicipación en la creación poética ración de acontecimientos políticos;
puestos, en un mal consumidor. Si en virtud de tales cálculos y italiana, hasta que en los comien- coincidían con las grandes fiestas de
"Más vale permitir que sean venci- de su aplicación práctica represen- zos del siglo xvt se recupera lo per- la Iglesia, y la más espléndida era
dos los florentinos, porque habitua- taba Venecia, de modo perfecto \ dido. El mismo espíritu artístico del la de las famosas bodas de la ciu-
dos a la vida en una ciudad libre, antes que ningún otro Estado, un Renacimiento tuvo Venecia que ío- dad con el mar, el día de la Ascen-
se establecerán entonces entre nos- gran capítulo en la vida estatal mo- tnailo de fuera, hasta que a fines sión.
otros y traerán consigo sus telares derna, es evidente, en cambio, que, del siglo XV se sintió capaz de mo-
de sedas y lanas, como en su día por lo que respecta a ía cultura, verse con fuerzas propias. Apare-
hicieron los lucenscs en igual tran- había quedado retrasada. Y en Ita- cían, no obstante, vacilaciones de La máxima conciencia oolítica v la
ce." Pero el documento más curio- lia la cultura se estimaba entonces índole espiritual, dignas de ser no- mayor riqueza de formas evolutivas
so es el discurso que pronunció el como lo más alto. Faltaban el im- tadas. El mismo Estado que tenía las encontramos reunidas en Floren-
dux Mocenigo (1423) en su lecho pulso y el vigor literarios en gene- completamente sometido al clero, cia. En este sentido Florencia me-
de muerte, ante algunos senadores ral, y en particular aquel entusiasmo que se reservaba los nombramien- rece en justicia el título de primer
que había mandado Uamar.^^ Con- con que se volvían los ojos a la ,ps más importantes, que desafió a Estado moderno del mundo. Aquí
tiene los principales elementos de antigüedad clásica.^^» N o obstante, Curia una y otra vez, mostraba realiza un pueblo lo que en los Es-
una estadística de toda la fuerza y según Sabellico, abundaban tanto la devoción oficial de peculiartsi- tados gobernados por un príncipe
toda la riqueza de Venecia. Ignoro las gentes dotadas para la filosofía matiz.i^'* Se adauicren, con los es asunto de una sola familia. El
si existe, y dónde, una interpreta- y la elocuencia como para cl co- lyores sacrificios, sagrados restos maravilloso espíritu florentino, agu-
ción concienzuda de este difícil do- mercio y los negocios del Estado. otras reliquias, en la Grecia con- damente razonador y artísticamente
cumento. Únicamente como curiosi- Ya en 1459 Jorge de Trebisonda pu- [Uistada por los turcos, y son reci- creador al mismo tiempo, determi-
dad citaremos los datos siguientes. so a los pies del dux la traducción as por el dux en solemnes pro- na continuas transformaciones en la
Pagado un empréstito de guerra de latina del libro de Platón sobre las esiones.i^» Hasta 10.000 ducados situación política y social y la des-
millones de ducados, la deuda del Leyes y fue nombrado maestro de habían decidido pagar por la Tú- cribe y ordena incesantemente. Así
Estado (il monte) ascendía aún en- filosofía con 150 ducados anuales. ¡ca inconsútil (1455), pero no pu- llegó a ser Florencia la patria de
tonces a 6 millones de ducados. La También dedicó a la Señoría su Re- " ton conseguirla. N o se trata aquí las doctrinas y las teorías políticas,
circulación total del comercio as- tórica.^^ Ahora bien, si hojeamos un entusiasmo popular, sino de pero también, con Venecia, la na-
cendía (al parecer) a 10 millones, la historia de la literatura venecia- a tácita decisión de las altas au- tria de la estadística, y singularmen-
que producían una renta de 4 mi- na que Francesco Sansovino añadió toridades del Estado, de la cual se te, como algo único, antes y por
llones (esto dice el texto). Había a su conocido libro,^^*^ encontramos habría podido prescindir sin que na- encima de todos los Estados del
3.000 "navigli", 300 "navi" v 45 casi únicamente, por lo que se re- die se impresionara por ello. N o mundo, la patria de la Historia en
galeras, con tripulación de 17.800, fiere al siglo XIV, obras de teología, cabe duda que en Florencia, en cir- el nuevo sentido. La visión de la
8.000 y 11.000 marinos, respectiva- de derecho y de medicina, junto a tancias semejantes, se hubiera Roma antigua y el conocimiento de
mente, o sea más de 200 hombres algunas de historia y, por lo que indido. N o vamos a considerar sus historiadores intervienen aquí,
por galera. A éstos había que aña- se refiere al siglo xv, el humanis- devoción de las masas y la fir- y Giovaniii Villani confiesa que
dir 16.000 carpinteros de ribera. Las mo, hasta Ermolao Bárbaro y Aldo a de su fe, en las indulgencias con ocasión del jubileo del año 1300
casas de Venecia tenían un valor Manucci, está pobremente represen- un Alejandro V I . Pero cl Estado recibió el estímulo para su gran obra
estimativo en 7 millones y produ- tado en proporción a la importan- [ismo, después de absorber a la y que la comenzó inmediatamente
cían una renta da medio millón.i^'i cia de la ciudad. La biblioteca que iglesia como en ninguna otra paile, después de su regreso. Entre los
Había mil nobles con una renta de el cardenal Bessarión legó al Esta- tenía realmente en sí una especie 200.000 peregrinos oue fueron a Ro-
70 a 4.000 ducados. En otro lugar do apenas logró verse defendida de de elemento religioso, y el símbolo ma aquel año habría sin duda algu-
se calculaban los ingresos ordinarios la dispersión y la destrucción. Para del Estado, el dux, figuraba en do- nos que se le asemejasen en ten-
del Estado en aquel mismo año en los asuntos científicos estaba Padua, ce grandes procesiones en fun- dencias y en dotes, y, sin embargo,
1.100.000 ducados, cantidad que, donde médicos y juristas —por sus no hubo ninguno oue escribiese co-
con motivo de las perturbaciones dictámenes de derecho público és- 1 ^ Heinric de Hervordia, ad. a. mo él la historia de su ciudad. Por-
causadas por las guerras, había des- •3 (nág. 2!3, ed. Potthast). que no todos tenían el consuelo de
Sañudo, col. 963, Cuentas del " O Sañudo, /. c. cois. 1158, 1171 v poder añadir como él estas palabras:
1 ^ Sañudo, /. c. col. 958. Véase lo Estado de 1490, columna 1245. i77. Cuando se llevaron de Bosnia los "Roma declina, mientras está en
referente al comercio en Scherer, Allg. 126 Aún parece que esta versión lle- itos de San Lucas, hubo disputa con auge mi ciudad patria, dispuesta pa-
Gesch, des Welthandels, I, 326, nota. gó a degenerar en odio en el venecia- benedictinos de Santa Giustina de
1 ^ Se alude a todas las casas de no Pablo I I , hasta el punto de que .ua, que creían nosccrlos ya. y hu-
Venecia y no sólo a las pertenecien- llamaba herejes a todos los ,huinanis de decidir la Santa Sede. Véanse 1^2 G. Villani, VIII, 56. El 1300 es
tes al Estado. Ciertamente éstas solían tas. Platina, Vita Pauli. pág. 323.¿ icciardini, Ricordi, n. 401. también la fecha que consta en la
producir una renta enorme: cons. Va- 127 Sañudo, l c, col. 1167. Sansovino, Venezia, lib. X I I . Divina Comedia.
sari. X I I I , 83, Vida de Jac. Sansovino. 128 Sansovino, Vettezia, lib. X l i l .
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I LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 43
ra grandes empresas. Por eso he ensueño juvenil, tenía en Dante Debemos gratitud a los Villani, las, de los cuales entre 8.000 y
querido describir todo su pasado, y grandeza poética. Siente el oreullo igual a Giovanni que a Maleo, tan- 10.000 aprendían a leer y entre 1.000
pienso continuar con el presente y de ser el primero en hollar este to por sus profundas observaciones y 1.200 aprendían cuentas en seis
con todos los acontecimientos de camino, de la mano de Aristóteles políticas, como por sus juicios es- escuelas, A éstos habría que añadir
que alcance a ser testigo'". Además ciertamente, pero a su modo, c o n 600 escolares que aprendían gra-
pontáneos y prácticos, y se la de-
de poder testimoniar todo el nroce- independencia. Su emperador idea! mática y lógica (en latín) en cua-
bemos también por haber transmi-
so de su existencia, alcanzó Floren- es un supremo juez que a m a a los tro escuelas; viene a continuación
cia, por sus historiadores, algo más: tido las bases de la estadística de
hombres y sólo depende de Dios. Florencia con importantes datos so- la estadística de iglesias, conventos
una celebridad como ninguna otra Es el heredero del Imperio univer- y hospitales (con más de 1,000 ca-
ciudad italiana.'-'''* re otros Estados. El comercio y
sal de Roma, refrendado por el de- IB industria habían despertado aquí, mas en total); la industria de la
No es misión nuesti'a escribir la recho, la naturaleza y los decretos junto al pensar político, la preocu- lana, con valiosísimos y detallados
historia de un testado tan digno de de. la Providencia. La conquista del pación económica del Estado. En datos; la moneda, el abastecimien-
recordación, sino simplemente hacer orbe es legítima, una especie de jui- ninguna parte del mundo se esta- to de la ciudad, la burocracia, etc.i^i
algunas consideraciones sobre la li- cio divino entre Roma y los demás ba tan bien informado de la situa- Nos enteramos, de paso, de otras
bertad espiritual y la objetividad pueblos, y Dios mismo reconoció cosas, como, por ejemplo, de que
ción de las grandes masas de dinero,
que su historia misma despertó en el Imperio al hacerse hombre den- con motivo de la reorganización de
empezando por el de la curia pa-
los florentinos. tro de su ámbito y someterse, al las rentas del Estado (monte) en
pal de Aviñón. cuyo enorme arqueo
Por el ano i 300 describió Diño nacer, al censo del emperador Au- (25 millones de florines oro a la
el año 1353 y siguientes, en elpul-
Compagni las luchas locales de su gusto, y, al morir, al tribunal de pito predicaron en pro los francis-
muerte de Juan X X I I ) sólo por lo canos y en contra los dominicos y
época. La situación política de la Poncio Pilatos. SÍ es difícil seguir fidedi^o de la fuente no nos re-
ciudad, los motivos particulares y estos y otros argumentos, la pasión agustinos.Finalmente, en ningu-
suha i n c r e í b l e . S o l a m e n t e en Flo- na parte de Europa encontramos
los resortes íntimos de los partidos, de Dante nos conmueve siempre, En
rencia se podrían encontrar detalles consideradas y expuestas como aquí
los caracteres de los jefes, en una sus cartas i'"' se nos muestra de los
palabra, toda la urdimbre de cau- primeros publicistas, acaso el nri- sobre los grandes empréstitos, como las consecuencias económicas de la
sas y efectos próximos y lejanos apa- mero entre los profanos, en lanzar el concertado por el Rey de Ingla- muerte n e g r a . S ó l o un florentino
rece descrita de tal modo, que la a la publicidad por propia cuenta terra con las casas florentinas Bar- podía contarnos cómo se esperaba
superioridad general del juicio y el escritos en foiTiia de carta y de su di y Peruzzi, que perdieron un ac- que, al disminuir el número de per-
arte expositivo de los florentinos es propia mano defendiendo determi- tivo de 1.365.000 florines de oro sonas, se abarataría todo, y cómo,
algo que se toca con las manos. La —de caudal propio y de sus aso- en lugar de ocurrír así, el coste de
nadas tendencias políticas. Su ac- ciados i-^s— no obstante lo cual lo- la vida y los salarios aumentaron
más grande de las víctimas de estas
tividad comenzó pronto. Ya después graron rehacerse (1338). Los datos en el doble; que la plebe, al prin-
crisis fue Dante Alighieri. ¡Qué po-
de la muerte de Beatriz hizo circu más importantes de Villani son los cipio, se negaba a trabajar y sólo
lítico hicieron de él la patria y el
exilio! Él nos ha dejado eternizado lar un panfleto sobre la situación referentes al estado en la misma quería vivir bien; que sólo se po-
en broncíneos tercetos el sarcasmo de Florencia, dirigido " a los gran- época ingresos (más de 300.000 dían conseguir sirvientes, de uno
que engendraban en él los constan- des del orbe", y también las cartas florines en oro) y gastos; población y otro sexo, en la ciudad, a muy
tes cambios y experiencias,^^'* en abiertas posteriores, de los días de de la ciudad (calculada, muy im- alto precio; que los campesinos que-
forma que será proverbial donde- su destierro, van dirigidas a autén- perfectamente, en 90.000, según el rían sólo cultivar las tierras más
quiera que surjan circunstancias se- ticos emperadores, príncipes y car- consumo de pan, es decir, por bo- feraces, dejando las tierras pobres
mejantes.!^'' Ha apostrofado a su denal^. En estas cartas y en el libro cas, in broche) y del Estado; el en eríal; que los enormes legados
patria con tanta tenacidad en la Oe ¡a lengua vi'lgar tropezamos u n a excedente de 300 a 500 nacimientos hechos para los pobres, durante la
oposición y con tal nostalgia a la y otra vez c o n la idea, que tan ca- masculinos, entre los 5,000 a 6.000 peste, no sirvieron después para na-
vez que los florentinos tenían que ra hubo de pagar, que el desterra- da, pues los pobres, o se habían
bautizados anuales del battistero:
sentirse conmovidos. Pero sus pen- do también fuera de su ciudad na- muerto, o no eran ya pobres. Con
os niños que acudían a las escue-
samientos abarcan a Italia entera y tiva puede encontrar u n a nueva ocasión de un gran legado que un
al mundo, v si su exaltación por el natria esoiritual en el lenguaje y filántropo sin hiíos hace a los men-
Imperio sólo fue un error, hav que la cultura, una patria que no le 137 Giov. Villani, X I , 20. Cons.
reconocer que aquella especulación puede ser ya arrebatada. Más ade- Matteo Villani, IX. 93.
política, actitud mental ésta sólo re- lante hemos de volver sobre este Esfa Y otras noticias semejantes
cién nacida, si no era más que un punto. en Giov. Villani, XI, 87. X I I , 54. 141 Para combatir los incendios ha-
;">•• ,
Giov. Villani, X I , 91 y sigs. Di- bía ya un cuerno pcnnanente en la
fieren de estos datos los de Maquiave- sólidamente construida Florencia.
Dantis AUigherii eoisiqlae. cuín lo. Stor. fiorent., lib. I I .
notis C. Witle. Si pretendía, en abso- 1*2 Matteo Villani, I I I . 106.
Encontramos confinnado esto ya 140 El párroco echaba en un cofre 1^3 MaUeo Villani, I, 2-7; comp. 58.
en 1470. en Vcspasiano Fii)rentino, I I . luto, que el emperador residiera en una alubia negra cuando se trataba de Por lo que a los días de la pestilencia
258 y sigs. Italia, lo mismo pedía del 'papa;^ Vci J Un niño; y una alubia blanca cuando se refiere, sigue figurando en primera
Purgatorio, V I . final. carta 35, durante el Cónclave-de (Tar- * se trataba de una niña; esto era todo línea la famosa descripción de Boc-
^'^•^ De moiiarchia. f. 1. pentra en 1314. e! control. caccio al comienzo de sus Decamerone.
i
44 lACOB UURCKHAHDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O l-N I lALIA 45
digüs de la ciudad, en el cual se hasta 1471, no menos de 663.753 •encia por V a r c h i . T a n t o en Junto a este cálculo de la vida
destinan a cada uno seis denarios, florines de oro, de los cuales co- IB estadística descriptiva como en exterior nos encontramos en la cons-
se hace finalmente el ensayo de una rresponden a Cosimo solamente más algunos otros aspectos, nos encon- tante descripción de la vida polí-
estadística completa de la mendici- de 400.000,''**^ y Lorenzo eí Magní- Iriimos de nuevo aquí con un ver- tica de que hablábamos antes. N o
dad florentina.»" fico se muestra satisfecho de la for- >lii'lcro modelo, antes que la libcr- sólo pasa Florencia por mayor nú-
Esta consideración estadística de ma en que se ha gastado el dinero. I.KÍ y la grandeza de esta ciudad mero de formas y matices políticos,
las cosas alcanza después entre los Después de 1478 viene nuevamen- . Iiubiese desvanecido.»''" sino que informa de ello en mayor
florentinos un gran desarrollo. Y te una sinopsis i-*"^ importantísima.
lo más admirable es que, por lo • y en su género completa, del co-
"•' Varchi. Stor. fiorenl.. 111, pág. cular una proporción en el precio de
general, deian traslucir la conexión mercio y las industrias de la ciudad, I' - Mgs-, al final del libro IX. Algu- los cereales de mediados del s í p I o x v ,
entre lo histórico, en el más alto algunas de las cuales pueden con- iiiis cifras evidentemente equivocadas comparado con el de nuestro siglo, co-
senitido de la palabra, y la cultura siderarse, parcial o totalmente, co- Mn de atribuirse a erratas de escritiirü mo de 3 a 8 (Sacco di Piacenza. en
y el arte. En un documento del año mo industrias artísticas: los broca- O imprenta. el Archiv. Stor., App., tomo V , nota
1422 se habla de setenta y dos dos y damascos; la talla en madera Sobre valores y riquezas en Jla- del editor ScarabelH).
casas de cambio en tomo al Mér- y la marquetería (intarsia): la es- tlu sólo puedo reunir aquí, a falta de En Ferrara había en riempos del du-
cate Nuovo, de la suma de dinero cultura de arabescos en mármol y ylros recursos, algunos datos disper- que Borso gente acaudalada con for-
que giraban los Bancos (dos millo- piedra caliza; los retratos en cera, ws, tal como los he encontrado ea- tunas de 50.000 y 60.000 ducados
nes de florines de o r o ) , de la in- orfebrería y joyería... El talento stiaimcntc. Ha de prescindirse de las (Diario Ferrarese, Muratori, XXIV.
dustria, entonces nueva, del oro hi- innato de los florentinos para todo tfxugcracioncs obvias. Las monedas de cois. 207, 214 y 218; un dato fantás-
lado, de los géneros de seda, de lo que supone cálculo de la exis- oro a que se refieren la mayoría de tico en col. 187).
Filippo Brunellesco, que exhuma la |08 datos son; el "ducato", el "zecchi- Por lo que se refiere a Florencia en-
tencia exterior se demuestra tam- íio", el "fiorino d'oro" y el escudo contramos datos de índole completa-
arquitectura antigua, y de Lionar-
bién en los libros domésticos, de d'oros". Su valor es casi el mismo. mente excepcional, que no permiten
do Aretino, secretario de la Repú-
blica, que resucita la literatura y negocios y de agricultura, que se Bn Venecia, por ejemplo, se consi- sacar consecuencias de tipo corriente.
la elocuencia antiguas. Se habla, por destacan notoriamente entre los del dera muy rico al dux Andrea Vendra- Así, por ejemplo, ios empréstitos a
último, del bienestar genera!, de la resto de la Europa del siglo xv. mi (1476), con sus 170.000 ducados príncipes extranjeros, con referencia a
(Malipiero, /. c, V I I , II, p á g . 666). los cuales sólo se mencionan una o
tranquilidad política de la ciudad y Con razón han empezado a publi-
Por el año 1460, se consideraba al dos casas, aunque en realidad se tra-
de la suerte de Italia, que se había carse de ellos algunas pruebas es- patriarca de Aquileia, Lodovico Pata- tara de grandes negocios de compañías.
logrado de las tropas mercenarias y cogidas; no obstante, se precisarán vino "casi el más rico de todos los Y también los enormes impuestos que
extranjeras. La estadística de Vene- muchos estudios para obtener cla- Italianos", con 200.000 ducados (Gasp. se obligaba a pagar a los partidos ven-
cia que hemos reproducido (págs. ros y generales resultados. En todo Vcronens, Viía Pauli II, en Muratori, cidos, de 1430 a 1453, por ejemplo, 77
39 y 4 0 ) , y que procede casi del caso también aquí da fe de su ca- llt. II. col. 1027). En otros lugares, familias pagaron la suma de 4.875.000
mismo año, demuestra ciertamente rácter un Estado donde hay padres líalos fantásticos. florines de oro (Varchi, I I I , págs. 115
una riqueza, una industria y una que al morir solicitan por vía tes- Antonio Grimani se permitió el lujo y siguientes).
zona de influencia mucho mayores. tamentaria del Estado mismo que de pagar por la investidura de carde- La fortuna de Giovanni de'Medie i
Venecia domina, mucho tiempo ha, multe con 1.000 florines de oro a ftal de su hijo Domenico 30.000 duca- ascendía, a su muerte (1428) a 179.221
los mares con sus navios, cuando sus hijos si no trabaian en una ocu- •f"^: A él mismo se le calculaban, en florines de oro, pero de sus dos hijos
Florencia envía (1422) su primera pación regular. o sólo 100.000 ducados (Chron. Cosimo y Lorenzo sólo el último dejó
galera (a Aleiandría). Pero ¿cómo i ' . í L Í i ^ m , Muratori, XXIV, col. 125). al morir (1440) 235.137 (Fabroni,
Por lo que a la primera mitíid Sobre cereales en el comercio v pre- Laur. Med., Adnot, 2 ) .
no adivinar un espíritu superior en
del siglo XVI se refiere, quizá nin- cios del mercado en Venecia ver es- Encontramos un testimonio del au-
el documento florentino? Noticias
guna ciudad del mundo posea un pecialmente Malipiero, /, c, V H . II. ge general de la industria en el hecho
como aquéllas las encontramos aquí
Itllg, 709 y síguienles (noticia de 1498).* que, por ejemplo, ya en el siglo xiv
de decenio en decenio, ordenadas documento comparable a la esplén-
ya en sinopsis generales, mientras dida descripción de la ciudad de y¡> en 1522 no se consideraba a Ve- los 44 orfebres del Ponte Vecchio pa-
iK-víii. sino a Genova y Roma, como gasen al Estado 800 florines de oro
en otras partes sólo encontramos, las ciudades más ricas de Italia (sólo de alquileres anualmente (Vasari, I I ,
en el mejor de los casos, testimo- n « Ricordi de Lorenzo, en Fabroni, «crece crédito este dato por la autori- 114. Vila di Taddeo Caddi). El Dia-
nios sueltos. Se nos brindan datos Laur. Med. magnifici viía, Adnot. 2 y Ptd de un Francisco Veltori; véase su rio de Buonaccorso Pitti (Dcleeluze.
aproximadíK sobre la fortuna v los 25. Paulo [ovio. Elogia, Cosmus. ñlorici en el Archiv. Star., Append.. Florence et ses vicissitudes, vol. II) es-
negocios de los primeros Medici: De Benedetto Dei. en Fabropi, IV. D á g . 343). Bandello. Parte tá lleno de cifras, pero éstas, en ge-
gastaron en limosnas, obras públi- ibíd., Adnot, 200. La fecha se des- :\'<>ve¡lc 34 v 42. menciona al mer- neral, sólo sirven para demostramos
cas y contribuciones, desde 1434 prende de Varchi, I I I , pág. 107. Véase de Genova Ansaldo Grimaldi co- los altos precios de todas las cosas y
el proyecto financiero de cierto Ludo- • ' hombre más rico de su tiempo. el escaso valor del dinero.
vico Ghetti, con importantes dalos, e n I ^ Í400 y 1580 calcula Francesco Por lo que a Roraa se refiere, los
Roscoe, Vita di Lor. de' Medid, tpmo ' ino un descenso a la mitad del ingresos de la Curia no pueden, na-
H'i Giovanni Villani. X, 164. II, supl. 1. del dinero (Venezia. fol. 151. turalmente, servir de norma, pues se
1-*^ Ex Annailbus Cerelam. en Fa- Libri, Historie des sciences nm nutría de Europa entera. Tampoco nos
hroni.-Afog/i/ Cosmi vita. Adnot, 34. thématiques, I I , 165 v siguientes. I 1.1 Lombardía se cree poder cal- inspiran mucha confianza los datos so-
46 TAOOB BURCICHARDT LA C U L T U K A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 47

proporción que cualquier otro de de las Storie fiorentine pudiéramos «Ion y de ia desdichada simpatía combinación de las fuerzas de que
los Estados libres de Italia y de oponer una objeción, quedaría in irticifa de los florentinos hacia un se dispone y las tendencias presen-
Occidente, hasta el punto de ofre- cólumc como totalidad s u alto v;i j)rfnc¡pe extraño, con el consecuen- tes puede hacerse una constitución,
cemos el más completo trasunto de lor, hasta IJegaríamos a decir si le hecho repetido de las intervencio- romo un producto nuevo,^^^ reapa-
la relación entre clases sociales e valor de cosa única. Y sus coi llüs extranjeras, depende todo lo de- rece siempre en Florencia en tiem-
individuos, formando un conjunto temporáneos y continuadores. Jaco rmis. Pero ¿cómo no admirar a es- pos agitados, y el mismo Maquia-
mudable.. Las escenas de las gran- bo Pitti, Guicciardini, Segni, Var- Ic pueblo, que bajo la dirección de vclo no sc libra de semejante pre-
des demagogias burguesas de Fran- chi, Vettori. . . ¡qué haz de honi kU santo monje, en un tenaz y ele- juicio. Surgen artífices del Estado
cia y Flandes. tales como nos las bres esclarecidos! Las últimas dO- vado espíritu, ofrece el primer ejem- que por el traspaso artificial y la
bosqueia Froíssard, Y las narracio- cadas de la República florentina, plo italiano de protección al P i e - división del poder, por procedimien-
nes de las Crónicas alemanas del espectáculo do grandeza inolvida migo vencido, cuando todos los tos electorales depuradísimos, crean-
siglo XVI, son realmente importan- ble, quedan aquí ímegramente re I lempos anteriores no le habían dc- do autoridades puramente nomi-
tes, pero en la perfección mtelec- flejadas. En una tradición tan im- illcuclo otra cosa que venganza y nales, pretenden establecer una
tual y en la múltiple fund«rT"*"^"a- portante sobre la decadencia del tip(> «tiiquiiamiento? Visto a distancia, situación duradera que satisfaga, o
c:6n del relato son los florpnt'r»'^'; de vida más alto y peculiar de su diriase que el fervor que funde aquí engañe tal vez, a grandes y a pe-
infinitamente superiores. Predomi- tiempo, pueden unos no ver otra ül patriotismo y la revolución ético- queños. Buscan ingenuamente el mo-
nio de la nobleza, tiranía, lucha de cosa que una colección de curiosi- rcl igiosa se extingue n u evamente delo en la Antigüedad, y prestán-
las clases medias con el proletaria- dades de gran estilo; confirmal- üun extraordinaria rapidez, pero sus dole todo el valor oficial, toman a
do, democracia perfecta, semidemo- otros, con diabólica alegría, la han mejores resultados se traslucen en préstamo de ella los nombres de los
cracta y democracia aparente, pri- carrota de lo noble y lo sublime: «quel memorable sitio-de 1529-30. partidos, como, por ejemplo, "otti-
macía perfecta de una Casa reinante otros, en fin, concebirla, desde el I'ucron ciertamente unos "locos" los mari", "arÍstocrazia",i^^ etc. Desde
de hecho, teocracia (con Savonaro- punto de vista jurídico, como un que maquinaron este asalto a Flo-
l a ) , y aún aauellas formas mixtas gran proceso; pero lo cierto es que entonces el mundo se ha habituado
rencia, según dice Guicciardini, pero a estas expresiones, otorgándoles un
«ue prepararon el despótico " " " h i - constituye, y constituirá, un objeto
61 mismo confiesa que consiguieron sentido europeo, convencional, mien-
pado de los Medici, todo está des- de reflexión permanente hasta V.\
crito en forma tal, que los más consumación de los siglos. La fal;i lo increíble, y cuando añade que tras las denominaciones anteriores
íntimos motivos quedan manifiestos lidad fundamental, que contribuyó l(M prudentes hubieran eludido el de los partidos no rebasaban las
V a plena luz.^'^i Por último. Ma- principalmente a enturbiar en rada desastre, no tiene otro sentido sino fronteras del país respectivos, carac-
quiavelo, en sus Storíe fiorentine instante la situación, fue el réeimcn que Florencia debiera haberse en- terizaban directamente el objeto, o
(hasta 1492). concibe a su ciudad florentino resnecto a los enemi'iy^ tregado silenciosamente y sin d o - eran hijas del azar. ¡Pero cómo exal-
patria, naturalmente, como un ser subyugados, en otro tiemoo podt Ha en manos de sus enemigos. Hu- ta o desvirtúa el nombre a la cosa!
vivo, y su proceso evolutivo como rcsos, como, por c'emolo, los p¡ biera preservado así sus espléndidas De cuantos especularon con la
algo individual, siendo el primero sanos, régimen que necesariamenic •fueras y los parques y la vida y empresa de la constitución de un Es-
entre los modernos que ha sido ca- traio por consecuencia una situación ol bienestar de innumerables ciuda- tado, Maquiavelo es, sin compara-
paz de una visión semefante. Que- de tiranía constante. La única so- danos, pero habría poseído un re- ción , el más grande de todos
da fuera de nuestra competencia el lución, ciertamente heroica, v a la cuerdo glorioso menos. Capta siempre las fuerzas en juego
averiguar en qué lugares Maquía- que sólo Savonarola hubiera podi Los ñorentinos son ol arquetipo como algo vivo, como algo activo,
vek) procedió arbitrariamente, como do llegar —y sólo con la ayuda de V la más temprana expresión de los plantea las alternativas acertada-
en el caso notorio de la vida de circunstancias especialmente propi- Itülianos y de los modernos euro- mente y con grandeza, y procura no
Castruccio Castracane, un tino de cias—, hubiera sido transformar la :;|>0os en general, pero lo son también
tirano a quien pinta con ca»>rÍcbo- Toscana, cuando aún era tiempo, por lo que se refiere a sus aspec- El tercer domingo de Adviento
so colorido. Aunque a cada renglón en una federación de ciudades ii tos menos plausibles. Si Dante com- de 1494 predicó Savonarola sobre el
bres, idea que, sueño febril y tar- paraba a la Florencia, que corregía modo de redactar una nueva Consti-
dío, llevó a! patíbulo a un patrio ^ Bonstantemente su constitución, con tución: las dieciseis compañías de la
bre el tesoro de los papas v la fortuna lucense (1548) .'"2 De esta ma!i iin enfermo que. para evitar los do- ciudad elaborarían, cada una, un pro-
de ios cardenales. El conocido banoue- loivs, cambia-incesantemente de pos- yecto, los gonfalonieros escogerían los
ro Agostino Chígi, dejó al morir (1520) cuatro mejores v la Señoría, a su vez.
'iira. caracterizaba con ello un rasgo
un haber total por valor de 800.000 el mejor entre los cuatro elegidos. La
i'-rmaneníe de su vida estatal. El cosa resultó, sin embargo, de manera
ducados (Leltere pitioriche, I, App. 152 Francesco Burlamacchi. « I p a i . . wi error moderno de que con la
48). del jefe de los protestantes-'luccnscs completamente distinta, bajo la influen-
ifii Por lo que se refiere a Cosimo Michele Burlamacchi: Archiv. Stor.. cia del propio predicador.
(1435.1465) y a su nieto Lorenzo el Append. tomo II, pág. 176..'CómD Mi- *7, fue el Drincinal impedimento Este último por primera vez en
Magnijico (t'l492) el autor prescinde lán, con su dureza hacía Iqs ciudades «ra la libertad de la Alta Italia no 1527, después de la expulsión de los
de todo juicio sobre la política inte- hermanas, desde el siglo xi. al xnr, fa- \¡»bcv querido admitir una federación Médici; véase Varchi, I, 121, etc.
rior de ellos. Véase una voz acusado- cilitó la formación de vm R t ^ n E S t a d u ciudades sobre la base de igualdad ir>si Machiavelli, Storie fior., IÍb. I d :
ra de peso, Gino Caononi, en el Ar- dcsnótico. es suficientemente conocido ¡derechos. Véase Corio. fol. 358 y Un savia dotar delle leggi podría sal-
chiv. Stor., I . págs, 312 y siguientes. Aun al extinguirse los Visconfi en ifes. var a Florencia.
48 JACOlí B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 49

engañarse a sí mismo ni engañar taciones propuestos no son todos al, es conveniente a las repúbli- incluirla en el campo de nuestras:
a los demás. N o hay en él rastro morales; pero es interesantísimo ob- italianas vitalizarse moviéndose condiciones, pues apenas particinó
de vanidad ni de empaque. Por otra servar que pone aún espcratizas en acia cl exterior en forma que les en el Renacimiento antes de los
parte no escribe para el público, la instauración de la república, en mita ensancharse y mamenerse tiempos de Andrea Doria, por cuya
sino para las autoridades y los prín- forma de democracia moderada, co- Slumes y tranquilas en el inle- razón a las gentes de la Riviera se
cipes o para sus amigos. L o peli- mo heredera de los Médici. N o r. Por lo que se refiere a Fio- las consideraba en Italia como ene-
groso en él no es la falsa genialidad, puede concebirse un más artificial icla, dice que sicnipre ha hecho migas de toda altura cultural.^"' Las
ni la falsa urdimbre de los concep- edificio de concesiones al papa, a cosas al revés y ha convertido luchas entre los partidos revelan
tos: nada de esto encontramos en los partidarios de éste y a los di-, ' Pisa, Siena y Luca on sus mor- aquí un carácter tan salvaje y van
su obra. Su mayor enemigo es una versos intereses florentinos. Diríase; les enemigas, mientras Pistola, que acompañadas de tan violentas con-
vigorosa fantasía, que domina con un aparato de relojería. En sus Dis-, ; "tratada de modo fraternal", se mociones en la existencia toda del
dificultad. A veces su objetividad corsi encontramos otros principios sometido por propia voluntad. Estado, que no se concibe cómo los
política es ciertamente terrible en aún; observaciones singulares en Sería inadecuado pretender esta- gcnoveses, después de tantas revo-
su sinceridad, pero no dobc olvi- gran número; paralelos, pcrspecti-; 3cer un paralelo entre las repúbli- luciones y ocupaciones, conseguían
darse que escribe en una época de vas políticas, etc., referidos a Flo- s italianas que aún existían en el recuperarse v volver las cosas a una
angustia y peligro extremos, en la rencia, y entre todo ello atisbos de; 5I0 XV y Florencia, la única sede situación llevadera.
cual no podía esperarse de los hom- suprema belleza. Reconoce, por; crisol del moderno espíritu italia-
ejemplo, la ley de una evolución, Si esto fue posible, se debió aca-
bres que creyeran en la justicia ni 5, y aún del espíritu europeo mo-
progresiva, que se manifiesta en sa- so al hecho de que, casi sin excep-
dieran por supuesta la equidad. Su lo. Siena padecía graves dolen-
cudidas periódicas, y pide que el ción, todos los que participaban en
indignación contra la época, a nos- orgánicas, y su relativa pros-
organismo estatal sea algo dinámi- los negocios del Estado se dedica-
otros, que hemos visto en acción rldad en la industria y las artes
co y susceptible de cambio, con lo ban, al mismo tiempo, a la activi-
las fuerzas de derecha e izquierda debe inducimos a engaño. Eneas
que se conseguiría evitar las senten- dad c o m e r c i a l . Q u é grado de in-
de nuestro siglo, no nos impresiona Ivio,!^^ desde su ciudad natal,
cias cruentas y los destierros. Por seguridad pueden soportar la gran
mucho. Por lo menos, Maouiavelo elve los ojos con nostalgia a las
motivos semcjanles, es decir, con et industria y la riqueza, con qué si-
fue capaz de olvidar su propia per- alegres" ciudades alemanas, donde
fin de eludir violencias personales tuación interna es compatible la po-
sona para jtizgar con plena objeti- nadie se le confiscan sus bienes
e intervenciones extrañas ("muerte sesión de lejanas colonias, nos lo
vidad. Es, ante todo, un patriota heredades, donde no hay autori-
de toda libertad"), pide, contra los demuestra Genova de modo sorpren-
en el más estricto sentido de la pa- despótica ni facciones que per-
ciudadanos ociosos, una acusación dente.
labra, a pesar de que sus escritos 5cn la existencia de los ciudada-
(accusa) ante los tribunales, en vez La importancia de Luca en el
(si se exceptúan algunas palabras) s.i"'* A Genova apenas podemos
de la típica maledicencia florentina. siglo XV es bien e£Cfsa,^_,
están desprovistos de todo entusias-
mo directo, y a pesar de que en Magistraímente caracteriza las deci-
la última época los florentinos mis- siones involuntarias y tardías que
mos veían en él a un delincuente.'^ en tiempos críticos representan tan V I H . P O L Í T I C A E X T E R I O R DE LOS ESTADOS I T A L I A N O S
Por mucho que se abandonase en gran papel en las repúblicas. Inci-
la moral y en el lenguaje, al modo dcntalmente se deja seducir por la
fantasía y los sentimientos contem- >L- igual manera que la mayoría de tructura interna obras de arle,
de l'a mayoría, la salvación del Es- Jüü Estados italianos eran en su es-
tado era, sin embargo, su último poráneos V hace un elogio cerrado decir, creaciones conscientes, hija^
y su primer pensamiento. Su pro- del pueblo, que sabe elegir a sus de lía reflexión, basadas en funda-
grama completo sobre la estructu- hombres mejor que cualquier prín- 169 Eneas Silvio, Apología ad Mar- mentos visibles, exactamente calcu-
ración de un nuevo organismo esta- cipe y que "por la persuasión" se ttnam Mayer, página 701; Cons., por lados, era también forzoso que
deja apartar del error."^"* Por lo que que a semejante actitud se refiere, constituyesen una obra de arte sus
tal florentino está bosquejado en su aquiavelo. Discorsí, I, 55.
Memoria a León X , escrita des- se refiere al predominio sobre Tos- relaciones entre sí con el extranje-
loo Hasta auc nunto la semicultura ro. E! que se basaran casi todos en
pués de ¡a muerte del joven Loren- cana, no duda que pertenece a su abstracción pueden intervenir, en
z o de Medici, duque de Urbino ciudad y (en un discurso especial) inadas circunstancias, en la co-
( t 1519),!^'^ a quien había dedica- considera asunto vital el volver a 'olítica, lo demuestra la facción de ifii Pierio Valeriano. De infelicitale
do cl libro El Príncipe. Todo está someter y subyugar a Pisa; lamen- Della Valle, Leitere Sanesi, 111, liíterator. a propósito de Bartolomeo
ya loíalmentc corrompido y es ya ta que se haya dejado en píe a 517. Cierto número de gentes de della Royere.
Arczzo después de la rebelión de I lase media, agitados por los Dis-
tarde para todo. Los medios y orien- . ' ••! de Maguiavelo v el estudio de Senarcga, De reh. Cenuens., Mu-
1502; y llega a conceder que, eií>gej ratori, X X I X , col. 548. Sobre insegu-
iMii Livio, pidieron, con toda serle-
tribunos del D u c b l o y otros ma- ridad, cois. 519, 525, 528. etc. El sin-
inn Varchi, Sfor. fiorent., 1. páp. 210. .1 nidos romanos contra cl dcsgobier- cerísimo discurso del enviado a la
Discorso sopra il riformar lo sta- i-'is Influido indudablemente i toma de posesión del Estado por Fran-
la gente dístincuida y los bii-
ta de Firenze, en Opere minori, pág. idéntico críteriOj encontramos el Í Ü . . cesco Sforza (1464) véase en Cagnola,
mo punto de vista en Montesquieu Arch. Star., l l i , págmas 165 y sifis.
207.
50 JACOB BURCKHARDT, LA C U L T U R A DEL K E N A C í M I E N T O E N ITALIA 51

usurpaciones relativamente recien- pia Florencia, con sus inconsistentes^ te, al sur de los Alpes, Italia correspondencia.^*''^ El sistema de
tes era igualmente trascendental pa- ciudades tributarias, guardaba una?; tera le recibe con tales muestras un equilibrio entre los cuatro prin-
ra las relaciones con el exterior co- actitud equívoca respecto a Vene-^ entusiasmo, que él mismo y su cipales Estados italianos, tal' como
mo para lo referente a la política cia. aun cuando la envidia cümer-í iquito quedan soi'prendidos.^'^^ En Lorenzo el Magnífico lo veía, no pa-
interna. Ningún Estado reconoce al eial y el progreso de Venecia nO í fantasía de los italianos (recuér- saba de ser el postulado de un es-
otro sin intenciones ocultas; es me- hubiesen sido tomados en conside-' ise a Savonarola) estaba latente píritu despierto y optimista que
nester que rija, por lo que al veci- ración por lo que atañía a la Ro- imagen ideal de un gran monarca había sabido colocarse allende la
no respecta, el mismo juego de azar mana. Finalmente, la Liga de Cam- y salvador; aquí no se trataba ya inmortaUdad de la política experi-
que rigió en la fundación y afian- bray (página 38) consiguió debilitar. del! emperador, como en Dante, sino mental, por encima de la güelfa
zamiento del propio predominio. realmente al único Estado que, con del Capelo francés. Con su retira- superstición florentina, y se esfor-
Muchas vixes no depende, en ab- las fuerzas unidas de todos, hubie- • da, la desilusión fue completa; sin zaba en poner su fe en el curso
soluto, del tirano mismo que pueda se podido llegar a constituir el sos- embargo, se lardó aún mucho tiem- más favorable de los sucesos. Cuan-
mantenerse o no en su puesto. La tén de Italia. po en ver hasta qué punto Carlos do en su guerra contra Ferrante de
necesidad de crecimiento, la nece- Pero también los demás se dedi- V I H , Luis X I I y Francisco 1 des- Ñapóles y Sixto I V , Luis X I le ofre-
sidad dinámica, activa, es caracte- caban a engañarse con la máxima conocían todo interés elevado en lo ció su ayuda, Lorenzo le declaró:
rística de toda ilegitimidad- Así se malignidad, obedeciendo, en cada que a Italia atañía y por qué mo- "Aunque no soy capaz —dijo—
convierte Italia en la patria de una caso, a las sugestiones de la propia tivos inferiores se dejaban guiar. De de anteponer mi propia convenien-
"política exterior" que después ad- —y poco limpia— conciencia, dis- , manera muy distinta que el pueblo cia a lo que puede constituir un pe-
quirirá gradualmente en otros paí- puestos siempre a llegar a los ma- procuraban los príncipes servirse de ligro para Italia toda, ¡quiera Dios
ses la categoría de un estado de yores extremos. Ludovico el Moro, los franceses. Cuando hubieron ter- que no se les ocurra nunca a los
derecho reconocido. El estilo en el los aragoneses de Ñapóles y Sixto minado las guerras entre Francia e reyes franceses ensayar sus fuerzas
manejo de los asuntos exteriores,, I V mantenían a toda Italia en la Inglaterra, cuando Luis X I lanzó en este país! Porque, si tal sucede,
completamente objetivo, libre de más peligrosa inseguridad, eso sin sus redes diplomáticas a todos los Italia estará perdida''.^^^ Para otros
prejuicios y de preocupaciones mo- hablar de los perturbadores de me- vientos, cuando, en fin, Carlos de príncipes, en cambio, es el rey de
rales, alcanza a veces un grado tal nos cuantía. ¡ Y no se limitaba a Borgoña se dejó ingenuamente alu- Francia alternativamente medio u
de perfección que le hace aparecer Italia este terrible juego! La propia cinar por proyectos aventureros, por objeto de terror, y amenazan con él,
elegante y grandioso, mientras el naturaleza de las cosas trajo con- todas partes les salieron aJ encuen- cuando, en un caso difícil, no en-
conjunto produce el efecto de un sigo que se buscara la intervención tro los Gabinetes italianos y la in- contraban mejor salida. Finalmente,
abismo sin fondo. extranjera y se esperase la ayuda del tervención francesa llegó a ser algo los papas creían poder m'aniobrar
exterior, la de franceses y turcos es- que tenía que venir tarde o tempra- con Francia sin riesgo de su parte,
La historia exterior de la Italia pecialmente.
no, aún sin las pretensiones sobre y tenemos el caso de Inocencio V I I I ,
de esta época la constituye una se-
Por de pronto, la población en Ñapóles y Milán, tan cierto como a quien parecía lícito y posible mos-
rie de enredos, ligas, armamentos,
que había venido mucho tiempo ha,
sobornos y traiciones. Durante mu- general se dejó seducir por Francia. trar enojo y retirarse por el Norte,
por ejemplo, en Cjénova y en c!
cho tiempo Venecia fue objeto de Con aterradora ingenuidad confiesa para volver luego a Italia como con-
Piamonte. Los venecianos la espera-
las quejas de todos, como si trata- Florencia su vieja simpatía güclfa quistador, acompañado de un ejér-
ban ya desde 1 4 6 2 . P o r quá an-
ra de conquistar a Italia entera o hacia los franceses i*'--' Y cuan- cito francés.
ponerla en tal situación que, Esta- do Carlos V I I I aparece, efectiva-
do tras Estado, fuese poco a poco f iustiíis mortales pasó el duque Ga-
cazzo María de Milán durante la
Los espíritus perspicaces veían,
pues, avecinarse la conquista extran-
cayendo en sus manos por sí solo.'"'' en 1467 al agente veneciano todo lo guerra de Borgoña, cuando, aparen- jera mucho antes de la expedición
Pero a una observación atenta se contrario, pero no pasa de una diver- Icmente, era aliado tanto de Carlos de Carlos VIII.^'i^ Y una vez hubo
nos revelará que tales quejas no pro-, lida jactancia; véase Malipicro, Annu- como de Luis X I y al mismo tiem- cruzado Carlos de nuevo los Alpes,
cedían del pueblo, sino de los prín-l l¡ Veneíi, en Archiv. Stor., V I I , I. uá- po temía ser atacado por ambos, se evidencióse a los ojos de todos que
cipes y los gobiernos y de lias gen-í ginas 216 y sigs. Por el menor motivo evidencia de modo terrible e n su
les de toda laya que los rodeaban,» se entregan voluntariamente a Vcneciít i"*^ Gingins, Dépéches des ambassa-
y que, casi sin excepción, eran abo- ciudades y regiones, aunque en la ma- Fabroni. Cosmus, Adnot. número deurs milanais. etc., I, pádnas 26, 153,
yoría de los casos, para librarse de un
rrecidos por los infieles vasallos, régimen de tiranía, mientras Florcnciíi 279, 283, 285. 327, 331, 345 y 359; 11,
mientras Vencoia, por su régimen, ha de mantener subyugadas a re^Júbli- i'i'"'- Comines, Charlea VIH, cap. 10: 29. 37, 101, 217 y 306. Carlos habló
relativamente suave, disfrutaba de cas vecinas acostumbradas a la liber- tratara a los franceses "comme en una ocasión de entregar Milán al
general c o n f i a n z a . H a s t a la pro- tad, como observa Guicciardípi (¡ii- íiftlnts". Véase cap. 17. Chron. Vene- joven Luis de Orleáns.
cordi. número 29). ' •' lum. Muratori, X X I V cois. 5, 10, 14 i«s Niccoló Valori. V Í Í Í I di Lorenzo.
y 15, y Matarazzo. Cron. di Peru^ia, 1811 Fabrioni. Laurentius magnificus,
1S8 Aun Varchi representa, tardía- •\m bis Acaso se encuentre ?Ia más ' Arch. Stor., X V I . II, pág. 23. Las Adnot, 206 y sigs.
mente, este criterio: Síor. fiorent. I, vehemente manifestación de ésta ft^Slo- ,s serían interminables. 170 Por ejemplo, Joviano Pontano
le en una instrucción al envTiido -ílu Pío II, Commentarii, X, página en su Chron. Al fin espera un Estado
Galeazzo María Sforza le dice la Corte de Carlos V i l en 1402; v*a unitario.
lACOB BURCKHARDT LA C U L T U H A DRL R E N A C I M I E N T O KN ITALIA 55
I^HIada que quería dirigir él en per-
había comenzado una era de inter- confianza lo hacía temer; al fin y de Medici, sin inmutarse; "Monse-
^CTia. Sus sucesores, en cambio, mal- ñor, la ilustre RepúbHca de Vene-
venciones. En adelante se enlazarían al cabo no era tan grave como, por
versaron el dinero reunido en toda
desdicha con desdicha y se adver- ejemplo, la inculpación que hicie- necia no nos quiere, por no entrar
Cristiandad con este fin e incu- en conflicto con la Iglesia, pero si
tiría demasiado larde que Francia ron los venecianos al heredero del
y España, las dos principales fuer- trono Alfonso de Ñapóles por ha-
r.Ton en la profanación de con- el turco viene a Ragusa nos entre-
vcitir líis bulas de indulgencia en garemos a éP'.'^"
zas dispuestas a intervenir, se ha- ber enviado algunos hombres para
tina espocul^ión crematística en
bían convertido entre tanto en gran- que envenenasen las cisternas de Frente a la conquista de Italia
proveeho propio.'"" Inocencio V I I I
des potencias modernas y no habían Venecia.^'^ De un malvado como por los españoles, que ya entonces
PC presta a ser el carcelero del fu-
de darse ya por satisfechas con ho- Sigismondo Malatesta cabía muy
gitivo príncipe Chem por un tanto se había iniciado, fue un consuelo
menajes superficiales, sino que lu- bien esperar que llamase a los tur-
cos a Italia.i^'^ j*ero también los rtimal que le paga por el servicio relativo, pero no desprovisto de fun-
charían a muerte en Italia por la
de su hermano Bayaeeto I I , y Alc- damento, que ella evitase la barba-
influencia y la posesión. Habían em- aragoneses de Ñapóles, a los cuales
nndro V I apoya en Constantinopla rizaeión del país bajo la dominación
pezado a parecerse, a imitar aún a Mahomet —azuzado probablemen-
te por otros gobiernos italia- tis gestiones que hace Ludovico el t u r c a . I t a l i a por sí misma, dada
ios Estados italianos centralizados,
"••loro para provocar un ataque de la división que reinaba entre los
pero en proporciones colosales. Los nos— había arrebatado Otranto.
. turcos contra Venecia (1498). distintos Estados, difícilmente hu-
designios de rapiña y trueque de azuzaron luego al sultán Bayaeeto
lo que ésta responde amenazándo- biera escapado a ese destino fata!.
países adquirieron durante algún II contra Venecia."^ D e lo mismo Si después de todo esto cabe no-
le con un concilio.'^"^ Puede verse,
tiempo un impulso que no se detu- pudo culparse a Ludovico el Moro.
"La sangre de los caídos y las que- por consiguiente, que la tan censu- tar alguna excelencia en el arte ita-
vo ante nada. Todo acabó, como se
Mida aüanza entre Francisco I y So- liano del Estado, ha de referirse al
sabe, en un completo dominio de jas de los prisioneros en manos de
limán I I no era en su género nada modo objetivo exento de prejuicios
España, que, como espada y escudo los turcos claman a Dios venganza con que trataron todas aquellas co-
contra él", dice el cronista del Es- luievo ni inaudito.
de la Contrarreforma, mantuvo lar- sas que n o estaban ya enturbiadas
go tiempo al Papado en una situa- tado. En Venecia, donde nada se Había, por otra parte, determi-
por el miedo, la pasión o la male-
ción de dependencia. Y la triste re- ignoraba, se sabía que Giovanni nadas poblaciones a las cuales ya
volencia. Aquí no nos encontramos
flexión de los filósofos se reduio a Sforza, príncipe de Pésaro y primo • les parecía demasiado terrible el
ya con un feudalismo, en el sentido
comprobar que todos los que habían del Moro, había hospedado al en- • r bajo la dominación turca. Aun-
nórdico de la palabra, con derechos
llamado a ¡os bárbaros tuvieron un viado turco en su viaje a Milán.'''' .|ue sólo contra gobiernos despóti-
artificialmente derivados, aquí el
fin desdichado. De los papas del siglo xv, los dos "vs hubieran amenazado con pasarse
poder que cada uno posee, por lo
más dignos, Nicolás V y Pío I I , mu- los turcos, ello era señal firme menos lo posee (en gtaieral) de un
Abiertamente, sin el menor pudor, rieron bajo e] peso de la más pro- que, en cierta medida por lo me- modo totalmente efectivo. Aquí no
se eslabíecieron también relaciones funda preocupación a causa de los ., estaban familiarizadas con la existe nada de aquella nobleza des-
con ios turcos en el siglo xv. Se turcos, el último precisamente ha- • ;i. Ya en 1480 Battista Mantova- tinada a rodear al monarca, que
consideraba esto un medio de acción ciendo los preparativos para una • da a entender claramente que la mantiene en el ánimo de éste la
política como otro cualquiera. El <voría de los habitantes de la cos- ficción del punto de honor abstrac-
concepto de una "Cristiandad occi- dcl Adriático preveían algo se- to, con todas sus extravagantes con-
dental" solidaria había padecido ya Comines, Charles vin, chap. 7. jante y que Ancona casi lo de- secuencias, sino que tanto príncipes
durante las Cruzadas y ocasional- Cómo Alfonso, durante la guerra, in- il)a.''^ Cuando la Romana se sin- como consejeros están conformes
mente oscilaciones desconcertantes. tenta tomar prisioneros a sus adversa- m muy oprimida bajo León X . un en que las cosas han de tratarse só-
Federico I I parecía hallarse ya sus- rios, con ocasión de una entrevista nos
lo cuenta Nantiporto, en Muratori, I H . •llputado de Rávena dijo en cierta lo desde el punto de vista de su
traído a este concepto y sólo los II. col. 1073. Es el verdadero precur- asión al legado cardenal Giulio
nuevos avances del Oriente, la an- sor de César Borgia.
gustia producida por ellos y la ruina 1^2 Pío 11. Commentarii, X , pág. i'"'* Toramaso Gar. Relazíoni áella
Trilhem, Annales Hirsaug.. ad.. corte di Roma. I , página 55,
del Imperio Griego habían renova- 492. Lo que Galeazzo María de Mi- W , tomo I I , páginas 535 y sigs.
do, si no el celo, el viejo estado de lán dijo en 1467 a un agente de Ve- ISO Ranke, Geschichle der roinanis-
f7 Malipiero. ibíd., página 161; chen und germanischen Vólker. Lu opi-
ánimo de los occidentales. En esto necia era sólo jactancia. Malipiero p., pág. 162. Véase lo referente a nión de Michelet (Reforme, pág. 467),
puede, en general, considerarse a Ann. Veneti, en Arch. Stor., V I I , 1 itrega de Chem a Carlos VIII en de que los turcos se hubieran occiden-
Italia como una excepción. Por gran- página 222. Sobre Boccalino, ver p;i 145, de donde se infiere la exis- talizado en Italia no me convence, j
des que fuesen el terror y el peligro gina 44, tí de una correspondencia de ca- Acaso se alude por vez primera a es- {
efectivo, puede decirse que no hubo 173 Porzio, Congiura del baráni, lib T poco noble entre Alejandro y ta misión de España en el discurso j
ceto, aunque, al parecer, los do- pronunciado en 1510 ante Julio II, por '•
un Gobierno importante que no se I, página 5. Cuesta trabajo crepr qm (ntos en Bucardus sean espurios.
entendiera alguna vez, criminalmen- Lorenzo el Magnífico interviniera ei Fedra Inghirami, con motivo de la fies-
> Bapt. Mantuanus. De calamita- ta con que se celebró la loma de Bu-
te, con Mahomett I I y sus sucesores, el asunto. •emporum, al final del libro se- jía por la flota de Femando el Cató-
contra otros Estados italianos, Y Chron. Venetum, en Mpr^ri n el canto de la nereida Do- lico. Véase Anécdota Uttcraría. II, pá-
donde no ocurrió esto, la mutua des- X X i V . cois. 14 y 76. . • ,. flota U i r c E i .
gina 149. *
Malipiero. ibíd, págs. 565 y 5tií
54 ;ACOB BURCKHARDT LA
A C U L T U R A DEL RIÍNACl.M l E N T O l . \ ITALU
33

situación real y de los fines que pura bondad seguramente, resistió


deban alcanzarse. Por lo que se re- a la tentación de retenerle como pri-
fiere a las personas cuyos servicios sionero.'**^ Tomar como prisionero ÍX. LA GUERRA C O M O OBRA DE A R T E
se utilizan, lo mismo que por lo que a un príncipe poderoso y dejarle
se refiere a los aliados, procedan luego libre y con vida tras arran- I II lomia de breves consideraciones
de donde procedan, no existe un or- carle algunas firmas y ultrajarle gra- lu's referiremos ahora al modo co- Vitelli hacía sacar los ojos y cor-
gullo de casta que pueda retraer a vemente, tal como Carlos el Teme Diii ia guerra adquirió también el tar las manos a los escopeteros ene-
nadie. Con suficiente elocuencia nos rario hizo con Luis X I en Peronne iirácier de obra de arte. En la Edad migos que caían prisioneros, mien-
ilustra a este respecto el caso de (1468), parecía, en efecto, a los Media la formación individual del tras él empleaba cañones, cuyo uso
I I t e r o en Occidente era algo per-
le parecía lícito. En conjunto pue-
los condottieri, para los cuales el italianos una verdadera locura.^**'
origen resulta totalmente indiferente. He aquí la razón por la cual la I V l o dentro del sistema imperante de decirse que los nuevos inventos
Finalmente, los Gobiernos, con des- visita de Lorenzo se esperaba, o II la defensa y en el manejo de acabaron por imponerse sacándose
potismos ocultos, conocen el prooio que no volviera, o que volviera cu- armase no faltaban inventores de ellos todo el partido posible, de
país —y los países vecinos— con bierto de gloria. Se emplea en esta i!¡:iles en el arte de la fortifíca- modo que los italianos, tanto en lo
una exactitud incomparablemente época, principalmente por los en- y del asedio. Pero tanto la que se refiere a armas ofensivas co-
mayor que sus contemporáneos nór- viados venecianos, un arte de ía íi.iie^a como la táctica se encon- mo a obras de fortificación, llega-
dicos los suyos, y pueden, por con- persuasión política que tuvo su ori- N.ihan perturbadas en su desarrollo ron a ser los maestros de Europa.
siguiente, calcular hasta en el más gen aquende los Alpes entre italia- por las múltiples limitaciones tcm- Príncipes como Federigo de Urbino
nimio detalle la capacidad y posi- nos. Por los discursos de las recep- l»orale6 y objetivas impuestas por y Alfonso de Ferrara llegaron a ad-
bilidades de amigos y enemigos, tan- ciones oficiales no cabe obtener un Ins deberes del guerrero y por la quirir tal pericia técnica, que, a su
to en el aspecto económico como en juicio exacto, pues éstos pueden asi-' iinbición de los nobles, que. aún en lado, la de un Maximiliano I ha de
el aspecto moral. A pesar de sus milarse al tipo de la retórica huma- presencia del enemigo, discutían sus parecemos algo superficial. En Ita-
errores, gravísimos mucihas veces, nística. En las relaciones diplomá- preeminencias y con su propia im- lia encontramos, por vez primera,
hemos de ver en ellos unos maes- ticas, y a pesar de la complicada pL'iuosidad desbarataron el éxito de una ciencia y un arte de la disci-
tros natos de la estadística. etiqueta, no faltaban, ciertamente, liiilallas, precisamente de las más plina bélica, considerada como una
rudezas ni ingenuidades.'** Pero el importantes, como las de Crécy y totalidad coherente. Y por vez pri-
Con hombres así se podía tratar,
efecto que produce un espíritu co- Mauperluis. En cambio entre los mera encontramos también aquí una
es decir, se podía esperar conven-
mo el de Maquiavelo durante sus itiilianos, fue donde primero se im- complacencia desinteresada, neutral,
cerlos por una determinación de
Legazioni. es casi conmovedor; pro- pnso el régimen mercenario, que en una estrategia correcta en sí mis-
puntos de vista basados en razones
visto de instrucciones insuficientes, veía estas cosas de modo muy dis- ma, tal como convenía a los fre-
efectivas. Cuando el gran Alfonso
lamentablemente equipado, tratado tinto. El perfeccionamiento de las cuentes cambios de dueño al estilo
de Nápoles cayó prisionero de Fi-
como agente subalterno, en ninei'm •rmas de fuego contribuyó, por dc- de acción puramente objetiva del
lippo María Visconti (1434), fue ca-
momento pierde su libre y alto es- ÉÉkio así, por su parte, a democra- condottieri. Durante la guerra entre
paz de convencerle de que el pre-
píritu de observación, la complacen- ^ B f t r la guerra, no sólo porque los Milán y Venecia de 1451 y 1452,
dominio de la Casa de Anjou sobre
cia en el relato objetivo. Del e<;lii- firmes castillos se estremecie- en la que se enfrentaron Francesco
Nápoles, sustituyendo al de su pro-
dio del ser htunano —como pueblo ^ B i ante las bombardas, sino por- Sforza y lacopo Piccinino. figura-
pia dinastía, convertiría a los fran-
y como individuo— paralelo al di ^ • e adquirió una cardinal impor- ba en el cuartel general del segundo
ceses en dueños de Italia. Filippo
las circunstancias reinantes entre lov ^Bicía la destreza —ejercitada en el literato Porcellio, encargado de
María le dejó libre sin rescate y
italianos, trataremos en un capíin ^ftdios burgueses— del ingeniero. componer una relación para el rey
concertó una alianza con él.*^' Di- e - — ' — '^•^i uigcniero, de Nápoles.i^'^ Escribióla en un la-
lo especial. .m
fícilmente se hubiera comportado Jcl fundidor, del ariillero. Se advír- tín no muy puro, pero fluido, en el
así un príncipe del Norte y segu-
ramente ninguno con una moral se-
mejante a la de Visconti. Una firme ]H2 •fsiic. Valori. Vita di Lorcn
f , no sin dolor, que la capacidad, estilo de la hinchazón humanística
eficacia del individuo —alma de en boga, siguiendo más o menos en
k pequeños ejércitos italianos de líneas generales el modelo de Ce-
confianza en el poder de los moti- Paulo Jovio. Vita Leonis X, lib. fcrcenarios, perfeccionadísimos en sar, con discursos y relatos de pro-
vos reales demuestra también la cé- esta última, según fuentes fidedigii.i ^ • • r g a n i z a c i ó n — quedaba dismi-
seguramente, aunque no exentas
lebre visita que Lorenzo el Magni- retórica. por los medios de destrucción
fico —ante la consternación de los i** Si Comines en ésta, y efl ckn ^ ^ • p a d o s a distancia, y hubieron Paulo ¡ovio, Elogia, pág. 184,
florentinos— hizo al pérfido Fe- otras ocasiones, hace observaciones ' i ^^mCHtieri que se opusieron, con Cabe recordar a Federigo de Urbino.
rrante de Nápoles, quien, no por objetivas como pueda hacerlas c ; il ^ H p sus fuerzas, a! empleo del "que se hubiera avergonzado'" de te-
qulcr italiano, no debe olvidarse su Wfedrohr". inventado no hacía mu- ner en su biblioteca un libro impreso.
contacto con Ion italianos mismos, o tiempo en Alemania; Paolo Véase Vespasiano Florentino.
181 Ver, entre otros, Corio. fol. 333. pecialmente con Angelo Cattbi ¡ -im PorceUi Commentaria Jac. Pie-
Véase el comportamiento con Sforza 1H-1 Véase, por ejemplo, Nfalipieroj • • i'fo II, Commentarii. lib, iV, p á - ciiti, en Muratori. XX. Véase una con-
en fol. 329. ibíd. págs. 216. 221, 236, 237. 478, *td - 1W. sobre el año 1459. • tinuación referente a la guerra de 1453,
ihíd. XXV.
56 JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I F . N T O E N ITALIA 57
digios intercalados en el texto, etc.; su glorificación por parte de los
y como hacía cien años que se dis- poetas y los humanistas como no
cutía, en serio, quién era más gran- la hubiera encontrado en el Norte.
X . EL P A P A D O Y SUS PELIGROS
de, si Aníbal o Escipión Africano En el resultado de estas luchas no
el Mayor,^^'^ Piccinino tuvo que con- Se ve ya un juicio de Dios, sino ci
fonnarse con verse llamado Escipión triunfo de la personalidad y. para nuestro intento de fijar ol ca- blicas urbanas cuya adhesión, en su
en el curso de todo el relato, mien- ' los espectadores, la decisión de una iter de los Estados italianos, en día, tan poco supo agradecer el Pa-:
tras Sforza se llamaba Aníbal. Tam- azarosa y emocionante pugna, jun- eral, sólo de paso hemos podido pado; existía, en cambio, una mul-
bién sobre el ejército milanés fue to a una satisfacción para el honor 'crimos al Papado y al Estado titud de principados, de mayor o
menester informar objetivamente: del ejército o de la nación misma. urificio,'"^ como creación de todo menor cuantía, cuya obediencia
el sofista se hizo anunciar a Sforza, Se comprende que esta manera, 'lio original. L o que hace intere- o fidelidad de vasallos no significa-
revistó las formaciones, lo elogió absolutamente racional, c^e conside- iite a aquellos Estados, la inten- ba mucho. Como dinastías particu-
lodo enfáticamente y prometió trans- rar la cosa bélica, trajera consigo icación consciente y la concentra- lares, que se mantenían por sus
mitir a la posteridad lo que había en determinadas circunstancias lasj •n de los recursos del poder, es propias fuerzas ofrecen también su
v i s t o . E n general, la literatura mayores abominaciones, aún sin la! ci sámente e n el Estado Pontifi- interés especial, y en este sentido
contemporánea de Italia es rica en coacción del odio político. Podía ' donde menos lo encontremos. se ha tratado ya de las más impor-
relatos bélicos y descripciones de tratarse simplemente de la prome- |uí cl poder espiritual ha de acu- tantes (páginas 22 y sigs., 31 y si-
estratagemas, tanto para uso del co- sa de un saqueo. Después de la con su prestigio a sustituir cons- guientes) .
nocedor no activo como de toda devastación de cuarenta días a que Untcmente cl deficienle desarrollo Debemos, no obstante, al Estado
clase de lectores cultos, mientras las fue sometida Piacenza (1447) y que del poder secular. Por duras prue- Pontificio, visto en conjunto, una
1 elaciones nórdicas de la época, co- Sforza tuvo que permitir a sus sol- I . hubo de pasar un Estado, así breve consideración. Nuevas y ex-
mo, por ejemplo, la Guerra de Bor- dados, la ciudad estuvo durante mu- •iistiluido, durante el siglo xiv y trañas crisis y peligros lo perturban,
goña, de Schilling, evidencia aún el cho tiempo vacía y hubo de ser H ¡irincipios del xv. Cuando el Papa, desde mediados del siglo xv, al pre-
carácter amorfo y la fidelidad pro- repoblada a la fucrza.i''^ Pqj.q jig. i'iisionero, fue llevado al sur de tender apoderarse de él, desde
tocolaria de las meras crónicas. El chos como este resultan pálidos iticia, al principio todo parecía distintos puntos, el espíritu de la
más grande de los diletantes que ha- comparados con el horror que mas tnoronarse. Pero Aviñón tenía fjolítica italiana, y arrastrarle a sus
ya probado nunca sus fuerzas en tarde trajeron a Italia las tropas Hiero, tropas y un gran hombre de esferas de acción. Los menores de
el tema bélico, Maquiavelo,^"" es- extranjeras. Se señalaron en esto "o que era al mismo tiempo un estos peligros eran los que venían
cribió por entonces su • Arte delta aquellos españoles en los cuales (al guerrero y que sometió de nue- de fuera o del pueblo: los mayores,
guerra. La formación subjetiva del vez un injerto de sangre no oca- coraplctamente cl Estado Ponli- los que surgían en cl espíritu de
guerrero encontró su más perfecta dental, o quizá el hábito de los es- cl español Albornoz. El peli- los propios papas.
expresión en aquellos duelos —de pectáculos inquisitoriales, habían fue mucho mayor cuando
una o varías parejas— rodeados desencadenado el lado diabólico de Descartemos, por lo pronto, al
riño el Cisma, cuando ni cl
de gran solemnidad, que eran ya la naturaleza humana. A quien co- extranjero trasalpino. Ante una re-
de Aviñón ni el de Roma pentina y mortal amenaza no hu-
una costumbre establecida antes de nozca sus atrocidades en Prato, Ro- el dinero necesario para re-
los célebres combates de Barletta ma, etc., le costará trabajo después cl Estado perdido. Pero esto bieran prestado la más pequeña ayu-
(I503).í''i El vencedor contaba con interesarse, en un alto sentido, por iguiü al restablecerse la uni- da al Papado —o no hubieran
Femando el Católico y Carlos V la Iglesia bajo Martín V podido prestársela— ni la Francia
Ellos conocían a sus hordas y las insiguió de nuevo, al renovar- de Luis X I ni una Inglaterra que
188 Aunque le llama, por error, Es- dejaron, no obstante, obrar libre- peligro, bajo Eugenio I V . Pero empezaba la guerra de las Dos Ro-
cipión "Emiliano", es natural que se mente. La profusión de documenlos lado Pontificio era, y siguió sas, ni una España, por el momento
refiera a Escipión Africano el hía^'or. de sus Gabinetes, que va salícnJn en completo estado de confusión, ni
una completa armonía cn-
isfi Simonctta, Hisí. Fr. Sfortiae, en poco a poco a la luz, podrá resu' países italianos. Dentro de Alemania engañada en el Concilio
Muratori. X X I , coí. número 650. tar una fuente de datos importar de Basilea. En la propia Italia ha-
100 Y como tal diletante fue trata- » , y en tomo de ella, desafia-
bía un determinado número de gen-
do; ver Bandello, Parte I. Novella 40. tísimos... pero nadie buscará y yal Papado los grandes linajes
tes cultas —y también incultas—
1 » ! Véase por ej. De ohsidione Ti- en los escritos de tales príncipes h Colonna, los SavelH, los Or-
que ponían una suerte de orgullo
phernaiium, tomo II de Rerum Iiali- estímulo de un pensamiento polftic Kos Anguillara. En Umbría, en
carutn scripíores ex Codd Fiorent., col. fecundo. prca, en la Romana, ya no que- nacional en el hecho de que el Pa-
690. Acontecimiento muv característi- pado tuviera su sede en el país.
casii ninguna de aquellas repú- Muchos tenían un interés especial
co del año 1474, v el duelo entre el
mariscal Boucicault y Galeazzo Gon- en virtud de las consagraciones y
zaga, en 1406: ver Cagnola. en Archiv. carón bulas contra los duelos en • una vez por todas indicaré bendiciones papales,^"* hasta gran-
Stor., I I I , pág. 25. Infessura nos cuen- ral: Séptima Decretal. V , tit. 17.. papas de Ranke, tomo I
ta como Sixto IV honraba los duelos 193 Véase detalladamente en Mci'" ?ría de la génesis y desarro-
de sus guardias. Sus sucesores pubü- Stor., Append., lomo V. Estado Pontificio, de Sugen- Véase en Vespasiano Fiorentino,
pág. 18, la impresión de las bendicio-
LA C U L T U R A DflL RENACIMIENTO EN ITALIA 59
58 )ACOH BURCKHARDT

tularización del Estado Pontifi- zas de reunir un Concilio en todo


des delincuentes, como aquel Vite- buyo aiín a ensombrecer de modo j
especlalísimo su vida. el Occidente. Los recursos de dine-
llozzo VitelH que pedía la indulgen- Tampoco la Rota Caíilinaria, con
Por lo que atañe a la ciudad de ro indispensables los obtuvo por una
cia de Alejandro V I cuando el hijo lii que tuvo que lutíhar Pío 11,"**'
Roma se había ya adoptado desde desvergonzada simonía que fue ad-
del papa le mandó estrangular.^'*^' ocultaba que su designio era el de-
hacía mucho tiempo la actitud de, quiriendo proporciones desmesura-
Todas estas simpatías no liubic-sen, rrocamiento de la teocracia en ge-
quien no teme mucho sus movimien- das y a la que se sometía todo,
sin crtibargü, podido salvar al Pa- neral, y su jefe principal, Tiburcio,
tos populares. No se olvidaba que desde los nombramientos de los
pado de enemigos verdaderamente pretendió culpar a unos adivinos
habían vuelto papas expulsados en cardenales hasta las más pequeñas
decididos, que hubieran sabido apro- i|ue le habían anunciado que se
momentos de tumultos del pueblo, mercedes y concesiones.^";^ El propio
vecharse de los odios y envidias ('umpliría este deseo justamente en
y se sabía muy bien que los roma- Sixto había llegado a la dignidad
existentes. v\ mismo año'. Varios grandes ro-
nos, por su propio interés, tenían papal por medio del soborno.
Siendo tan problemática la pers- manos, el principe de Tarento y el
pectiva de un auxilio exterior, los que ver con buenos ojos la presen- Una venalidad universal podía
iondottiere Jacopo Piccinino, fueron traer alguna vez para la sede ro-
mayores peligros surgen cabalmente cia de la Curia. Pero no sólo se
(ómplices e instigadores. Si se pien- mana consecuencias muy graves,
en la entraña del Papado mismo. Ya desarrollaba a veces en Roma un:
Mi en cl botín que esperaba en los pero éstas siempre dentro de un pla-
el hecho de que su existencia y su radicalismo antipapal específico,"'*
pnlacios de los prelados ricos (se zo incalculablemente lejano. Cosa
conducta respondieran al espíritu sino que, en la génesis de los com-^
pensaba principalmente en el del distinta ocurría con el nepotismo,
secular de un principado italiano te- plots más graves, se revelaba la in-
turdcnal de Aquileya), lo que sor- que en algtín momento estuvo a
nía que traer consigo los aspectos tervención de una mano oculta,
prende es que semejantes tentativas punto de sacar de quicio al propio
sombríos propios de tal régimen, accionada desde el exterior. Así
rio fuesen más frecuentes y no tu- Pontificado. De todos los nepotes,
pero su peculiar naturaleza contri- ocurrió, por ejemplo, en la conspi
vieran más éxito en una ciudad que al principio disfrutó del favor má-
ración de Stefano Porcari precisa-
CKtaba casi por completo desguar-
mente contra el papa a quien más ximo, y casi exclusivo, cerca del
nes de Eugenio IV en Florencia. Ver necida. N o en vano prefería Pío I I papa Sixto, el cardenal Pietro Ría-
debía Roma: Nicolás V (1453). El
en Infessura (Eccard., 11, co!. 1883 y fijar su residencia en cualquier si- rio, que pronto dio pábulo a toda
sigs.) y en J. Manetti. Vila Nicolai V designio de Porcari era el de derro-
llo antes que en Roma, y atin Pablo sueric de fantasías en Italia ente-
(Muratori I I I , 11. col. 923) la majestad car el régimen papal, y en sus ma-
II hubo de vivir unos momentos de ra,2"- en parte por su lujo ostentoso
de las funciones en Nicolás V. Ver en nejos tuvo cómplices poderosos, que,
terror real o supuesto (1468) a cau- y en parte por los rumores que circu-
Diario Ferrarese (Muratori, XXIV, col. de cierto, no se nombran,!"'' p^ro
sa de una de esas conjuraciones.^''" laban sobre su impiedad y sus pla-
205) y Pío II, Comment, passim, es- que han de buscarse entre los Go-
pecialmente IV, 201, 204, X I . .562, los •li el Papado no quería sucumbir nes políticos. Llegó a un acuerdo
biernos italianos contemporáneos.
homenajes a Pío I I . Aún los asesinos I uno de tales ataques, era menes- (1473) con el duque Galeazzo Ma-
Bajo el mismo pontificado termina
de oficio no se atreven con el papa. reducir por la fuerza las faccio- ría de Milán, scgiin el cual éste
Lorenzo Valla su célebre proclaniii
Las grandes funciones fueron tratadas de los grandes, en cuyo apoyo sería rey de Lombardía y ayudaría,
como algo muy esencial por el pom- contra la cesión de Constantino, ex-
mntaban las bandas de facinerosos. por su parte, al nepote, con tropas
poso Pablo II (Platina, /. c, 321) y presando cl deseo de una pronta mj-
por Sixto V I , que, a pesar de la gota P.sta fue la misión que se impuso y dinero, para que, a su regreso a
dijo la misa de Pascua sentado ([ac. 1'*" En cambio, entre aquellos ho \A terrible Sixto I V . Él fue el pri- Roma, pudiera ascender al trono
Volalerran. Diarium, Muratori, XXIII, rejes de la Campagna, de Poli, ü u ( ini-ro que llegó a dominar, casi por de San Pedro. Según parece. Six-
col. 13). Es curioso cómo el pueblo creían que un verdadero papa debíi ipleto, a Roma y su región, so- to había abdicado voluntariamente
sabe distinguir entre la virtud másica vivir con la pobreza de Cristo, debtí lodo después de la persecución en él."*^' Este proyecto, que habría
de la bendición y la indignidad del mos presumir un espíritu simple a l( I los partidarios de los Colonna,
bendiccnte; cuando en 1481, no pudo Petrus Waldus. Véase, sobre su prisión, por eso pudo actuar —tanto en
dar la bendición de la Ascensión, se en tiempos de Pablo II, Infessura (Ec
le hizo objeto de murmuraciones y mal- lii iiue se refería a las cosas del pun- -"1 Battista Montovano, De calami-
card., IT, col. 1893). y IMatina, págini gueado como a las cuestiones de tatibus temporum, libro I I I . El árabe
diciones iibíJ., col. 133). 317. etc.
lica italiana— con tanta auda- vende incienso; el tirio, púrpura; eí
lit-j Maquiavelo, Scrilti mitiori. pá^. 1'" L. B. Alberti, De Parearía con ^ V tanta tenacidad, y desafiar y indo, marfil; "venalia nobis templa,
142, en el conocido pasaje sobre la ¡uratione, Muratori, X X V , col. 309 ]
sigs. Porcari quería "omncm pontifí tteciar las quejas y las amena- sacerdotes, altaría, sacra, coronae, ig-
catástrofe de Sinigaglia. Ciertamente nes, thura, coelum est venale deusque".
franceses v españoles evidenciaban en ciam turbam fundilus cxtinguere". E Véanse, oor ejemplo, los Anua-
esto un celo mayor oue los hotdados autor termina: "Video sane,;jquo steni üt Papa tantum vicarias Chris- les Placenlini, en Muratori. XX, cul.
italianos. Ver Paulo jovio, Vita Leo- loco res Italiae; intelligo, qtií sint, ciu et non edam Caesaris... Tune 943.
nis X, lib. II, escena antes de la ba- bus hic pertúrbala esse oiphia condu et dicetur et erit pater sanctus,
c a l . . . " Les llama "entrínsecos impii' -"•^ Cono, Storia di Milano, fols.
talla de Rávena donde el ejército es- omniími, pater ecclesiae, etc." 416-420. Pietro había dirigido ya la
pañol hace objeto de un verdadero sores" y pretende que Porcari enconin Pío I I , Commentarii IV, paginas elección de Sixto, véase Infessura. en
acoso, pidiéndole la absolución al le- rá sucesores e imitadores, c|ue impelirá siguientes.
gado del napa, que llora de alegría. su fechoría. Las fantasías™ de Porcí Eccard, Scriptores, 11, col. 1895.
mismo evidencian, ciertamente^ seii| Platina, Vitae Paparum. página Según Maquiavelo, Storie jior.. lib.
Véase también {ibid.) los franceses en
Milán. janza con las de Cola di Rienzi. VII, los venecianos envenenaron al car-
60 JACÜB BURCKMATÍDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 61

traído consigo automática mente la pirimal, sin el menor pudor, para favores de índole espiritual pa- fiesto tales propósitos con motivo
secularización del Estado Pontificio, la consecución de los fines más in- su propio hiio el cardenal Gio- de una falsa noticia de la muerte
al hacer hereditaria la Santa Sede, dignos, a los cuales era menester iimi (el futuro León X ) , sino la del papa (1490); quiso apoderarse
fracasó por la muerte repentina de subordinar ios otrcw, y más alto>. i.ipida exaltación de su yemo.^"^ de todas las existencias en dinero
Pietro. Eí segundo nepote. Girola- de la Silla de Pedro, y cuando Pero, en lo referente a esto último, —el tesoro de la Iglesia—• y, cuan-
mo Riario, se mantuvo en el sigilo había conseguido el fin propuesto, pedía lo imposible. No se trataba do se lo impidieron, pidió que ñor
y no atentó contra el Pontificado. a costa de las más violentas con- en el caso de Inocencio V I H del lo menos le dejaran llevarse al prín-
Pero a partir de este momento, los mociones y del odio genera], lo qui- laz nepotismo fundador de Esta- cipe turco Chem, una especie de
nepotes papales aumentan el males- se había logrado a fin de c u e n t i L s , por e! hecho de que Francés- capital vivo que le permitiría en-
tar de Italia con sus aspiraciones a era crear una dinastía que tenía el 'to era un desdichado a quien trar en productivos tratos con Fe-
un gran principado. En épocas an- máximo interés en la ruina del Pa- I mismo que a su padre, el papa rrante de Ñapóles, por ejemplo.-'*"
teriores había ocurrido, por ejem- pado mismo. lismo— sólo imnortaba el disfru- Difícil es calar con exactitud en las
plo, que los papas intentaran hacer A la muerte de Sbtto, sólo a du- del poder en su sentido más gro- posibilidades políticas de tiempos
valer su señoría feudaj' sobre Ña- ras penas y por la protección de los en el de la acumulación de pasados, pero ineludiblemente be-
póles en favor de sus parientes.^"* Sforza, a cuya Casa pertenecía su desriquezas.^''**Ahora bien, el mos de preguntamos aquí si Roma
Ahora bien, a partir de Calixto líl esposa, pudo Gírolamo mantenerle eder de padre e hiio a este res- habría resistido dos o tres pontifi-
ya no podía pensarse en esto, y Gi- en el principado (Forli e Imola) de :o fue tal que, a la larga, hu- cados como éste. También por lo
rolamo Riario, una vez que hubo que había conseguido apoderarse •a traída necesariamente la más que a la Europa devota se refiere
fracasado la sumisión de Florencia con sus manejos. Con motivo del fe de las catástrofes: la disolu- constituía una torpeza deiar que las
(y quién sabe qué otro proyecto), subsiguiente Cónclave ( 1 4 8 4 ) —er^ fjjtti del Estado. cosas llegaran a tales extremos. No
hubo de conformarse con la funda- el que fue elegido Inocencio VIH—I Sixto obtenía dinero por la sólo se desvalijaba a viajeros y pe-
ción de un señorío exclusivamente sobreviene algo que casi semeja una a de toda clase de mercedes y regrinos, sino que toda una emba-
sobre la base del Estado Pontificio. nueva garantía externa del Papado idades espirituales, Inocencio y jada de Maximiliano, Rey de Roma-
Ello podría justificarse por el he- mismo: dos cardenales, príncipes de tjo establecieron una especie de nos, fue despojada, hasta la camisa,
cho que la Romana, con sus tiranías Casas reinantes, se hacen comprar :o para las mercedes de índole en las proximidades de Roma. Y
urbanas y sus principados, amena- su ayuda, con dinero y dignidades, lular. Había altas tarifas, por hubo enviados que volvieron gru-
zaba con escapar por completo a de la manera más desvergonzada, rplo, para el perdón de homici- pas, durante el camino, sin querer
la autoridad del Papa o con tor- Son ellos Giovanni d'Aragona, hijo y asesinatos. De cada multa penetrar en la ciudad.
narse, en breve tiempo, un botín de del rey Ferrante, y Asedio Sforza, pondían 150 ducados a la Cá- Semejante estado de cosas era,
los Sforza o de los venecianos, si hermano de Moro.^^ Se conseguíii papal, y lo que sobraba era desde luego, incompatible con el
Roma no intervenía pronto, como así,, por lo menos, que por su p;ii- 'B Franceschetto. Especialmente concepto de goce del poder, tal co-
lo hizo. Pero ¿quién podía garan- ticipación en el botín de las D í i k i ^ tí último período de este pon- mo lo concebía el inteligentísimo
tizar en tiempos y en circunstan- tías de Ñapóles y Milán tuvieran lado, Roma rebosa de asesinos, Alejandro V I (1492-1503). Así, lo
cias tales la constante obediencia interés en que subsistiera el Papa- . ¡egidos y no protegidos. Las fac- primero que hizo fue restablecer de
de estos nepotes convertidos en so- do. Todavía en el siguiente Cón- H)jaes, que Sixto había empezado momento la seguridad pública y or-
beranos —y la obediencia de sus clave, en donde todos los carde- ^Kiomcter, recobran nuevos bríos, denar el pago puntual y exacto de
descendientes— hacia papas que no nales se vendieron, menos cincOj « . p a p a , en su bien defendido Va- todos los sueldos.
les importasen ya? Atín el mismo Ascanio exigió sumas enormes }i lUio, fe basta con poner, aquí y En rigor podríamos aquí —don-
papa en funciones no siempre es- pudo acariciar además la esperanza "* trampas donde caigan crimi- de se trata de formas italianas de
taba seguro de su propio hijo o de de ser nombrado papa la próxinii económicamente "solventes", cultura— omitir este pontificado,
su propio sobrino, y no era remota vez.^iw 'a Franceschetto el problema i^ar- pues los Boi^ias tienen tan poco de
la tentación de suplantar al nepote Tampoco Lorenzo e¡ Magnífic BI consistía en el modo de poner italianos como los aragoneses de la
de un antecesor por el propio. Las quiso que la Casa de Medici qui •rra por medio, en el caso de nue Casa de Nánoles. Alejandro habla
reacciones de todo este estado de dará de vacío. Casó a su hija Maj riese el papa, con la bolsa lo más con César, públiicamente, en espa-
cosas sobre el Papado resultaban dalena con el hijo del nuevo pap 'leta posible. Quedaron de mani- ñol, con motivo de su recibimiento
verdaderamente graves. Se recurría Franceschetto Cybo, esperando eo en Ferrara, Lucrecia viste traje es-
incluso o coacciones de índole es- ello no sólo alcanzar to^o géncí Véase una carta de Lorenzo, elo- pañol y le cantan bufones españo-
temente admiratoria, en Fabroni, les; la servidumbre de mayor con-
iiirentius magn., Adnot., 217 v, en
inicio, en Ranke, Papas, I, pág. 45. fianza está toda constituida por es-
denal. Realmente no les faltaba mo- 2i>5 Fabroni, Laurentius'magn.,
Y la rapiña de algún feudo na- pañoles, lo mismo que el núcleo
tivos para ello. not., 130. De ellos se nos dice, "hani.v
jn ogni elezione a matte^e sacco qnti" "tatio, por ejemplo. Como en este peor reputado de^la ^este^guén-^^^^
^ * Ya Honorio I I , pretendió, a la
muerte de Guillermo Primero, en 1127, ta corte, c sonó i maggior ri^j^aldi (' el rey Ferrante era sordo a
incorporarse ApuUa, como "una resti- mondo". * . fi^ andas del papa, Inocencio Ha-
le nuevo, a los Anjou contra él. ^ Ver especialmente Infessura, en
tución a.San Pedro". 206 Coriü, fol. 450. ^ Eccard, Scriptores, I I , passim.
62 fACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O EN ITALIA 63

ra de César en la guerra de] año rado desenlace. De todos modos, no Alejandro, por su vicccancillería y ¿Cuál era el alcance de los pla-
1500. Hasta su verdugo. Don Mi- se trataba entonces del Papado, co- tiernas cargos que había desempe- nes de éste? Todavía en los últimos
cheletto. v su envenenador. Sebas- mo tal,2^* sino, simplemente, de la liado anteriormente, conocía mejor meses de su gobierno, cuando había
tián Pinzón, parecen haber sido es- sustitución de Alejandro por un pa- |iic cualquier curial los filones po- aniquilado a los condottieri en Si-
pañoles. Entre las hazañas de César pa mejor. El gran neligro —cons- iblcs y sabía maniobrar por estas nigaglia y de hecho era dueño y
sc cuenta la de haber despachado tante V creciente— para el Ponti- veredas con mucho más talento. Y a señor del Estado Pontificio (1503),
en una ocasión, segi'm todas las re- ficado era el propio Alejandro, y i'ii el curso del año 1499 ocurrió allegados suyos hicieron manifesta-,
glas de la lidia, seis toros bravos sobre todo, su hijo César Borgia. que a un carmeUta, Adamo de G e - cienes bastante modestas: el duque;
en ruedo cerrado, ante la Corte. En el padre aparecían aliadas la nova, que había predicado en Roma sólo pretendía acabar con facciones
Pero la corrupción, cuvo cénit sim- voluntad de mando, la avidez y la i'bre la simonía, se le encontró ase- y despotismos en bien de la Iglesia;
boliza esta familia, la habían en- tendencia voluptuosa, con unas do- inado. en el lecho, con veinte he- para sí mismo se reservaba, todo
contrado en Roma ya bastante de- tes naturales poderosas v brillantes. ridas. Puede decirse que Alejandro lo más, la Romana, y estaba segu-
sarrollada. Cuanto se refiere al disfrute del no nombró ningún cardenal sino a ro de los sentimientos de gratitud
Cuanto fueron e hicieron ha sido poder y al regalo en el vivir, sc le ambio de grandes sumas. de todos los papas futuros por ha-
obieto de frecuentes y múltiples des- permitió, desde e] primer día, en la Pero cuando, con el tiempo, el berles librado de los Orsini y los
cripciones. L o primero que se pro- medida más amplia. En seguida pu-' papa cayó bajo la férula de su hijo, Colonna.-^-* Pero nadie considerará
pusieron. V que lograron, fue la to- do advertirse que, en los medios los medios de violencia a que sc esto como su última palabra. Algo
tal sumisión al Estado Pontificio, para conseguirlo, no manifestaba la recurrió adquirieron esc carácter sa- más lejos fue el propio papa Ale-
expoliando o aniquilando toda suer- menor vacilación. En el acto se iilnicü que necesariamente ha de jandro en sus manifestaciones du-
te de pequeños soberanos —la comprendió que se resarcía con cre- i'jcrcer su influjo sobre los fines rante una entrevista con el enviado
mayoría vasallos, más o menos in- ces de los sacrificios que le había propuestos. Los extremos a que se veneciano, al encomendar a su hi-
subordinados de la Iglesia—• y des- exigido su elección de papa y que llegó en la lucha contra los nobles jo a la protección de Venecia:
organizando Y deshaciendo, en Ro- la simonía del comprador sería su- lómanos y ías dinastías de la Ro- "Quiero arreglar las cosas de modo
mai misma, las dos grandes facciones: perada, con mucho, por la simonía mana superaron en perfidia y cruel- que, el día de mañana, el Papado
los Orsini, supuestos güelfos, y los del vendedor.-i2 Añádase a esto que dad la medida de horror a que los vaya a sus manos o a las de vues-
Colonna. supuestos gibclinos. Pero .iragoneses de Nápoles habían acos- tra república", dijo.^^^ César aña-
los medios a que se recurrió fueron - ' i Según Corio (fot. 479), pensa- tumbrado al mundo. El talento pa- dió, por su parte, que sólo llegaría
lan terribles, que el Papado hubie- ba Carlos en un concilio, en la des- i'ii el engaño era mayor. Retiulta en a ser papa quien Venecia quisiera
titución del papa, hasta en su conduc- '.crdad pavoroso el modo como Cé- y que para llegar a este supiemo
ra sucumbido necesariamente a las ción a Francia, y ello a su regreso de
consecuencias si la intervención de Nápoles.Según Benedictus.Cüro/us V// I i.ir aisla a su padre con el asesinato fin sc necesitaba sólo una finne
un acontecimiento (el envenena- le su heimano, de su cuñado y de unidad de acción por parte de los
(Eccard. Scriptores, n, col. 1584) cuan- |
miento simultáneo de padre e hijo) do, encontrándose en Nápoles, el papa otros parientes y cortesanos, tan cardenales venecianos. Dejemos el
no hubiera traído consigo un total y los cardenales se negaron a recono- pronto como sospecha que su favor indagar si se refería a sí mismo. En
cambio en la situación. A Alejan- cerle los derechos a la Corona, abrigó cerca del papa, o su situación, sim- todo caso, basta el testimonig del..
dro no tenía por qué importarle Carlos el proyecto "de Italiae imperio plemente, pueden acarrearle a'euna
mucho, ciertamente, la indignación deque pontifieis statu mutando", pero 'ificüitad. Alejandro hubo de dar
complicidad. Del encuentro del cadíí-
cnstígLiida cambió de idea y se confor- consentimiento para el asesinato
moral de todo el Occidente; de mó con la humillación personal d e , ver en el Tíber, dice Sannazaro;
cerca imponía pavor y recibía ho- Alejandro. Ni ésta obtuvo, porque el su hijo más querido, el duque
Gandía,-^-'' porque él mismo tem- Piscatorem hominum no te non, Sexíe,
menajes, y ios príncipes extranjeros papa la eludió con un hábil r e g a t e o . putemus. Piscaris natum, retihus ecce.
se dejaban ganar, complacidos. Luis Ver detalladamente a partir de este a cada momento ante César.
tuum.
X I I llegó hasta a ayudarle con to- momento, Pilorgerie, Campagne el bul-
das sus fuerzas, pero el pueblo no letins de la grande armée d'ítaUe. 1494- Maquiavelo, Opere, ed. Milán,
1495 (París, 1866). donde se expone K'pndo del papa v gana sumas enor- vol. V. págs. 387, 393. 395, en la Lc-
tenía la menor idea de lo que en lucb de dinero concediendo dispensas; gazione al Duca Valentino.
la Italia central ocurría. El único las gradaciones del pehgro de Aleian-, ""ando se va, su servidumbre roba to- ^i!^ Tommaso Gar., Relazioni detla
dro en los distintos momentos (pági-
momento verdaderamente peligroso nas 111. 117, etc.) Aún a su regreso I io quü encuentra a su paso, hasta corte di Roma, i, página 12, e n las ,
en este sentido —al acercarse Car- (pág. 281) no pretendió Carlos hacerle JB pedazo de brocado del altar mavor Reí. del P. Capello. Literalmente; "EU
los V I I I — tuvo un feliz e inespe- el menor daño. M una iglesia de Murano. Papa estima a Venecia como ningún |
i 213 Ver Panvino {Contln. Platinae, potentado del mundo: e perú desiaera\
21-' Corio, fol, 450. Malipiero, Ann. Ugina 339): insidüs Caesaris fratris clie ella (Signoria di Venezia) pro-
311) Con la exceoción de los Benti- Veneti, en Archiv. Stor., V U . 1, pág., wMerfectiís connivente ad scelus paire. íegga il figliuolo, e dice valer ja tal
vogli. de Bolonia, v la Casa de Este, 318. Qué avidez de rapiña 'debió de Kte testimonio seguramente auténtico, ordine, che il pápate a sia suo, ovverv
haberse apoderado de la falhilia ente- prevalecer sobre los de Malinie- della Signoria nasíra". El "suo" sólo
de Ferrara. A ésta se la obligó a em- ra se evidencia, ñor ejemplo, enj; Mali- Matarazzo (donde se culpa a GÍo-
parentar con el Pontífice por alianza piero, ibid., 565: Un nepote es-^reci- puede referirse a César. El n r o n , po-
Sforza). También ia honda con- sesivo, en vez del personal, lo encon-
matrimonial: Lucrecia Borgia se casó hido espléndidamente en Venecia ionio in de Alejandro es síntoma de
con el príncipe Alfonso. traremos frecue«tgfflenle. flsL . ^.
64 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 65

padre para demostrar su propósito O de nadie, podía esperar que "sa- loiiservar y sobre el cual esperaba desesperación, que muchos guardias
de ascender al trono papal. Algo cara el hierro de ía herida", es de- i iKir. Considérese luego la situa- del papa eran atacados y muertos
podemos averiguar también, indirec- cir, que destruyera el Pajiado, fuen- I I de Roma y de la Curia en los por cl pucblo.-''-í5 Pero a los que no
tamente, por Lucrecia Borgia, pues te de todas las intervenciones y de ' unirnos años del Pontificado. Ya sea caían por la franca violencia los
ciertos pasajes de los versos de Er- todas las disensiones de Italia. A los que padre c hijo hubieran dispues- hacían caer los Borgia por el ve-
cole Strozza pueden ser muy bien intrigantes que, creyendo adivinarle una verdadera lista de proscrip- neno. Para los casos en que pare-
eco de manifestaciones que Lucre- el deseo, hicieron insinuaciones a (ies,-2^ o bien que hubiesen de- cía necesaria cierta discreción, se
cia, como duquesa de Ferrara, pudo César sobre la corona de Toscana. I ido el asesinato en cada caso recurría a aquel polvo, blanco co-
haberse permitido. Por lo pronto, se los rechazó, al parecer, con dcspre- licular, lo cierto es que los Bor- mo la nieve, de agradable sabor,—^
trataba asimismo en estas obras poé- cio.2^« sc dedicaron a aniquilar secre- que no obraba rápida sino gradual-
ticas de las aspiraciones de César N o obstante, todas las deduccio- lente a cuantos de algún modo mente, y que podía mezclarse fácil-
al Papado,^^** salvo que entre líneas nes que pretendamos sacar de sus les oponían o cuya herencia les mente en cualquier manjar o bebi-
se traslucía a veces como una es- premisas son, acaso, vanas, no en ccía apetecible. Capitales y bie- da sin que la víctima lo advirtiese.
peranza de sefíorío sobre Italia en virtud de una extraña genialidad mueblcs era lo que menos les Ya al príncipe Chem se le había
gcneral.21^ Y a fin de cuentas no demoníaca, de la cual estaba tan portaba; mucho más ventajoso dado a probar, en una bebida dul-
dejaba de insinuarse que César, pre- ajeno como el duque de Friedland, I^Hra cl papa era que se extinguiera ce, antes que Alejandro le enlreea-
cisamente porque abrigaba, como por ejemplo, sino porque los me- renta vitalicia de un jerarca ecle- ra a Carlos V I I I (1495). y al fin
soberano secular, los más altos de- dios de que se valía no se avienen tico y que ios ingresos del car- , de sus vidas padre c hijo se enve-
signios, renunció en su día al capelo con lo que en términos generales mientras éste permaneciera va- 1 nenaron por haber bebido vino des-
cardenalicio.-^^ Muerto Alejandro, podríamos llamar una manera de lie, y el precio de su compra, con = tinado a un rico cardenal. Onufrio
César, elegido o no papa, hubiera obrar consecuente. Tal vez en lo ^¡ón del nuevo nombramiento, Panvinio,-^^ autor del epítome, ofi-
pretendido conservar, a cualquier desmesurado de su propia maligni- l a n a parar a las arcas papales, cial de la historia del papa, da los
precio, su señorío sobre el Estado dad se hubiera descubierto una po- enviado de Venecia, Paolo Ca- nombres de tres cardenales manda-
Pontificio, y, como papa, lo hubiera sibilidad de salvación del Papado, lo--^ comunica cl año 1500: dos envenenar por Alejandro (Or-
logrado. De modo que habría sido aún sin la contingencia que puso 'das las noches se encuentran en sini, Ferreiro y Michiel), e indica
el primero en secularizar el Estado fin a su tiranía. ma cuatro o cinco asesinados, otro que puede cargarse en la con-
Pontificio y hubiese tenido que Si se acepta que la destrucción "itispos, prelados y otros, de modo ciencia de César (Giovanni Borgia).
hacerlo para poder mantener en él de todas las soberanías radicadas en Roma entera tiembla y nadie En general, la muerte de todo pre-
su soberanía. Si no nos engaña todo, el Estado Pontificio sólo pudo I seguro de no ser asesinado por lado rico despertaba en Roma la
éste es el motivo esencial de la se- atraerle a César simpatías; si se ha- I duque (César)." Él mismo, acom- misma sospecha. Hasta sabios in-
creta simpatía con que Maquiavelo ce valer, como prueba de sus gran- imilado de sus guardias, recorría, en ofensivos, que se habían retirado
trata a este s^r^fljalvado. De César, des perspectivas, la hueste que en i D i i d a nocturna, las calles de la ciu- a una población campestre, eran al-
1505 siguió a su fortuna —los me- diKÍ estremecida,^* y no nos faltan canzados por el implacable veneno,
jores soldados y oficiales de Italia, 'ivos para creer que no sólo ha- Emí>ezó a formarse en torno del
21» Strozzi poeíae, pág. 19, en Ve-j
natío de Ercole Strozza:., , "cui tripli- con Leonardo da Vinci, como inge- esto por no mostrar a la luz papa una atmósfera de inquietud;
eem fata ínvidere coronam". Luego en niero, a la cabeza—, todo esto per- na. como Tiberio, su rostro, que hacía ya tiempo que le ocurrían
la elegía, con motivo de la muerte de tenece a la esfera de lo Irracionalj labía tornado de una horrible cosas extrañas: rayos y huracanes
César, pág. 31; "speraretque olim solü y sólo puede extraviar nuestro jui-' lldad, sino para satisfacer sus lo- derribaban muros y hundían techos
decora alta patemi". ció, lo mismo que ocurrió con sus¡ 'Jmpulsos de asesinato... hasta en su proximidad, llenándole de pa-
Ibíd.: Júpiter había prometido contemporáneos. A esta esfera de lo en desconocidos. Y a en 1499 vor; cuando en 1500 ^^s se repitíe-
un día: "Affore Alexandri sobolem, irracional pertenece cabalmente la este aspecto, tan grande la
quae ponerct olim Italiae legcs, atque devastación de un Estado recién
áurea saecia referct, etc." conquistado,--' que César pensaba 22B Diario Ferrarese, en Muratori,
m s Ibíd.: "sacrumquc decus majora ipo de paz ganasen más que XXIV, col. 362.
parcntem dcposuisse". ipo de guerra". 220 Paulo Jovio, Histor., I I . fol. 47.
Se hubía casado, como es sa- 220 Maquiavelo, íbíd., párina " Pierio Valeriano, De infelicitale 2-7 Panvinio, Epitome Pontijicum,
bido, con una princesa francesa de la Existían proyectos sobre Siena v e>. n t., con motivo de Giov. Reggio. pág. 359. Sobre el intento de envene-
Casa de Albcrt y tenía de ella una tualmente sobre toda Toscana, pero n i * Tommaso Car., ibíd., pág. 11. namiento deífuíuro Julio I I , ver pág.
hija. Es evidente que, de algún modo, habían alcanzado el necesario g r ; ' Paulo lovio. Elogia. Caesar Bar- 365. Según Sismondi, XIII, 246, murió
hubiera intentado fundar una dinas- de madurez; era indisoensable el c ' ~\ los Commentarii urbani de también del mismo modo el viejo con-
tía. Nada se sabe de que hubiese te- sendmiento de Francia. Volatcrranus, encontramos en fidente de todos los secretos. López,
nido el propósito de volver a investir- ^-'1 Maquiavelo. ibíd. págs. 326, 3"il, ) X X I I una caracterización — cardenal de Capua; según Sanuto
se con el capelo cardenalicio, a pesar y 414. Matarazzo, Crónica di Peruaia, bajo lulio I I — de Alejandro, (Ranke. Papas, I, nátí. 52, nota) tam-
de que (secún Maquiavelo, íbíd. pág. en Archiv. Slo., X I V . II, oágs. 157 f ircunspecta aún. Dice así: "Ro- bién el cardenal de Verona.
285) contaba con la pronta muerte de 221. "Quería que sus soldados se adliat nobilis jam carnificina facta
228 Prato, en Archiv. Stor., I I I . pá-
su padre. telasen según su deseo, de modo qu^ gina 254.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 67
66 JACOB B U R C K H A R D T

Sean cuales fueren las costumbres iiió a ninguno. Que él mismo vis- ranea se inflame por Julio con ar-
ron estos fenómenos, se vio en ellos licra la armadura de soldado, fue
"cosa diabólica". El rumor de tal privadas de Julio I I , en las cosas dores bien distintos de los que de-
(ligo que no pudo evitar y que sólo dicó a sus predecesores. La entrada
estado de cosas parece haberse pro-' esenciales puede considerársele co- inido favorecerle en una Italia en
pagado al fin por los pueblos de la mo el salvador del Papado. La ob- en Bolonia del cardenal Adriano da
Junde había que ser yunque o mar- Cometo, al final del Iter fulü se-
Cristiandad, con motivo del concu- servación de la marcha de los acon- llllo y donde la personalidad misma
rridísimo Jubileo del año 1500,--* tecimientos de los pontificados, cundi, tiene una entonación propia
valía más que el derecho mejor ad- y espléndida, y Giovan Antonio Fla-
y la ignominiosa especulación que desde los tiempos de su tío Sixto, quirido. Ahora bien, si a pesar de
entonces se hizo con las indulgen- le había permitido atisbar profun- mini, en una de sus más bellas ele-
«II enfático "¡fuera los bárbaros!" gías,-^'* invoca al patriota en el papa;
cias contribuyó también, sin duda, damente cuanto constituye funda- (tic quien más contribuyó a que los
a atraer sobre Roma la atención ge- mento y condición de la autoridad y le pide que proteja a Italia.
españoles se afianzaran en Italia,
neral .-^^ Con los peregrinos que re- papal y en tal sentido orientó su hiiy que reconocer que para el Pa-
Julio había prohibido la simonía
tornaban, llegaron también al Norte, gobierno, poniendo a contribución l'iiílo era esto algo indiferente, y
en la elección del papa por una to-
procedentes de Italia, extraños pe- toda la pasión y toda la energía de I relativamente ventajoso. De la
nante constitución de su concilio la-
nitentes blancos, entre ellos fugiti- su alma inconmovible. Sin recurrir : ona de España podía esperar un
teranense. Después de su muerte
vos del Estado Pontificio disfraza- a la simonía, con el aplauso gene- >vo firme y duradero a la Igle-
(1513), los cardenales más ambicio-
dos, que es de suponer que no se ral, ascendió.al trono de San Pedro; . mientras que los príncipes
sos pretendieron eludir la prohibi-
callaron. Sin embargo, quién sabe desde entonces, puede decirse que Italianos acaso sólo propósitos cri-
ción por medio de un acuerdo pre-
hasta donde hubiera tenido que lle- cesó la especulación con las digni- minales abrigaban contra ella. Fue-
vio en el cual se proponía que los
gar el escándalo en Occidente antes dades eclesiásticas, cuando menos Rc como fuera, aquel hombre origi-
cargos y prebendas de que había
de constituir un peligro inmediato con las más altas. Esto se había ip.il y poderoso, que era incapaz de
disfrutado el elfegido hasta el mo-
para Alejandro. "Hubiera mandado conseguido. Julio tuvo favoritos; cnar un arrebato de cólera v de
mento de la elección se repartieran
al otro mundo —dice Panvinio en muy indignos algunos de ellos, pe I mular una verdadera satisfac-
entre todos por partes iguales. Si-
otra ocasión—^si ^ cardenales ro el nepotismo quedó eximido poi 1. daba en coniunto la impresión
guiendo este criterio hubieran ele-
y prelados ricos que aún quedaban , una suerte especial: su hermano, un Pontejíce terribile, impresión
gido al cardenal mejor equipado (el
con vida, para heredarlos, si él mis- Giovanni della Rovere, era el es • íivcniente en alto grado y desea-
inepto Rafael Riario) .^"^ pero una
mo no hubiera muerto en el mo- poso de la heredera de Urbino, her \>W. dada su especial situación. Pudo
intervención vigorosa, especialmen-
mento en que ante su hijo se abrían mana del último Montefeltro, Gui Incluso arriesgarse, con la concien-
te de los miembros más jóvenes del
las más vastas perspectivas. ¿ Y qué dobaldo, y de este matrimonio náciií I relativamente tranquila, a la
Sacro Colegio, que querían, ante
hubiera hecho el César en el mo- en 1491 un hiio, Francesco Maris ivocatoria de un concilio en Ro-
todo, un papa liberal, deshizo la
mento en que murió su padre, de della Rovere, al mismo tiempo he 111,1, como desafiando el clamor de
lamentable combinación. Y fue ele-
no haber estado ya él mismo enfer- redero legítimo del ducado de Ur toneilio de toda la oposición euro-
gido Giovanni de Medici, el céle-
mo gravemente? ¡ Y qué Cónclave bino y nepote del papa. De todo! I Un soberano así precisaba de
bre León X .
habría sido el suyo, si aprovechán- sus beneficios y adquisiciones —tan grandioso símbolo exterior de
Nos encontraremos con él a me-
dose de los medios de que disponía, to en lo que se refiere a su gestiói tendencias. Julio lo halló en el
nudo cuando pasemos a tratar de
y sin nineún ejército francés en las diplomática como a sus campañas- ino templo de San Pedro; el
los días áureos del Renacimiento;
proximidades, se hubiera hecho ele- hizo entrega, con orgullo, a la Tglc 'vecto, tal como Bramante lo con-
aquí nos referiremos sólo a los gran-
gir papa por un Colegio cardenali- sia y no a su propia Casa. Dci< tra, es, quizá, la más grandiosa
des peligros, de índole interna y
cio convenientemente reducido por completamente fortalecido el Esta lesión de todo poder unitario.
externa, que bajo su reinado ame-
el veneno! La fantasía nos lleva al do Pontificio —que había encor .1 también en las demás artes
nazaron al Papado nuevamente. N o
abismo si la dejamos perderse en trado en trance de verdadera disc 'lireviven su memoria y su figura,
esta hipótesis..." ' lución— y enriquecido con Pann II el más alto sentido, y no carece ] Ver ambos poemas, por ejem-
y Piacenza. N o dependió de él qu
Pero, en vez de todo esto, vino Ferrara no se incorporara a la Iglc significación el hecho de que ; plo en Roscoe, Leo X, ed. Bossi, IV,
el Cónclave de Pío H I , y, tras su sia. Los 700.000 ducados que ten' duso Ja poesía latina contempo- 257 y 297. Ciertamente cuando Julio
pronta muerte, el de Julio TI. bajo constantemente en el castillo íi( sufrió (en agosto de 1511) un desma-
yo de varias horas y se le daba por
la impresión de una reacción ge- Sant'Angelo. el alcaide sólo al fu vida: por este procedimiento se muerto, al punto se atrevieron tos más
neral. turo papa debería entregarlc|. H( 1 al papa por lo menos una inquietos miembros de familias ilustres
redó de los cardenales, de todos lü del botín. —Pompeo Colonna y Antimo Savc-
Explotado Dor el papa desconsi- Que Julio hubiese esoerado real- Ui— a convocar al "pueblo" en el
deradamente: Chron, Venetum, Mura- eclesiásticos que morían en Rom^ que Femando el Católico se hu- Capitolio, incitándole a derrocar ía so-
ion', XXIX, col. 133. y ello de la manera más-^cscons "íjado influir por él. en el sentido beranía papal, "a vcndicarsi in liber-
23fl Anshelm, Berner Chronik. I I , derada,-''^ pero no envenenp ni as lurar en Ñapóles la monarauía ta... a pubblica ribellione. . .", como
146-156; Trithem., Annales Hirsaug.,
tomo I I , 579, 584, 586.
' ^
!ínea colateral aragonesa, es muy
a pesar del aserto de Paulo
Guicciardini nos cuenta en el lib. X.
2.^5 Franc. Vettori. en el Archiv.
23a A esto se debe la suHtuoád 'lía Alfonsi Ducis).
2^1 Panvinio, Contin. Platinae, de los sepulcros de los prelados, cri Stor. V I , 297.
gina 341.
JACOB BURCKHARDT
68 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 69

incluimos entre estos peligros la eterna gloria. Cuanto intentara ha- pudo hacer más que manifestar la recluirse en el castillo de Santán-
conspiración de los cardenales Pe- cer con Alfonso de Ferrara y cuan- icprobación que le inspiraba el gelo: sin embargo, para Clemente,
trucci, Sauli, Riario y Corneto, pues to hizo realmente con un par de estado de cosas hasta entonces vi- lo que ocurrió después fue peor
todo lo más, hubiera traído como pequeños tiranos y condottieri no te, su horror a la simonía, al
que la muerte misma.
consecuencia un cambio de perso- contribuyó precisamente a elevar su potismo, a la prodigalidad, a la
Valiéndose de una serie de fal-
nas. León X encontró el mejor re- leputación. Y todo ello, mientras lo^ noralidad, al bandolerismo... N i
sedades del tipo de las que sólo son
curso contra esta amenaza en aque- monarcas de Occidente, a cada añu ! u iera parecía Lutero el peligro
permitidas a los poderosos — y só-
lla inaudita disposición por la cual que transcurría, iban habituándose, tiiayor. Un observador veneciano,
' mbre de espíritu, Girolamo Ne- lo desgracia traen a los débiles—.
creó 3 Í 1 nuevos cardenales, cuyos cada vez más, a un colosal juego provocó Clemente la marcha sobre
D, tenía el presentimiento de un
buenos efectos fueron más visibles de naipes cuyas ganancias y envi- Roma del ejército hipanoalemán
próximo y terrible desastre para la
por recaer en parte en personas de tes se basaban siempre en este L I misma Roma.^^i bajo Borbón y Frundsberg (1527).
verdadero mérito. aquel trozo de Italia.^** ¿Quién po-
día garantizar que, después de ha- Es cierto ^'"^ que el Gabinete de Car-
Fueron, en cambio, peligrosísimos líajo Clemente V I I se ensombrece
ber acrecido infinitamente su pode- los V había pensado en una acción
otros manejos a que se entregó León UKIO el horizonte romano con vela-
río interior en las tiltimas décadas, disciplinada y no pudo prever has-
X durante los dos primeros años duras siniestras que recuerdan cl
no llegaría el momento de incluir ta dónde llegaría la furia de aque-
de su papado. Por medio de se- Htnarillo grisáceo de las nieblas del
en sus designios hasta el propio Es- llas hordas, cuyos haberes no habían
rias negociaciones intentó procurar íroco que azota a veces los días
tado Pontificio? León X hubo toda- sido satisfechos. La recluta, realiza-
a su hermano Giuliano la Corona , utreros del estío. El papa es odia-
vía de asistir al preludio de lo quo da casi sin dinero, habría sido es-
de Ñapóles y crear para su sobrino i i . i , de cerca y de lejos, y persiste
aconteció en 1527. Aquel año, crt téril en Alemania si no se hubiera
Lorenzo, en la Alta Italia, un gran fl malestar entre los hombres, de es-
efecto, un puñado de soldados es- sabido que se iba contra Roma,
Estado que comprendiera Milán, la ¡líritu; en j^g callejas y en las
pañoles de infantería se presentaron Acaso lleguen a encontrarse en al-
Toscana, Urbino y Ferrara.^^'* Es pliizíis de la ciudad hacen su apa-
—parece que por propio impulso— gún sitio las recomendaciones es-
evidente que cl Estado Pontificio, rición eremitas que vaticinan la
en la frontera del Estado Pontifi- critas a Borbón, algunas de tono
por tal modo enmarcado, se hubie- Hiina de Italia y hasta del mundo
cio, sencillamente con el decidido suave probablemente, pero la inves-
ra convertido en un feudo de los llaman al papa Clemente el Anti-
y no muy sano propósito de rap« tigación histórica no se dejará des-
Medici y . . . ni siquiera hubiera si- 10; la facción de los Colonna
tar al papa. Fueron, sin embargo, orientar por ellas Sólo a la pura
V anta o t r a vez la cabeza con ade-
do menester secularizarle. casualidad tuvo que agradecer el ca-
rechazados.^''^ También frente a U i.m obstinado; el indómito carde-
El proyecto fracasó a causa de corrupción en las jerarquías, la opi-j tólico rey y emperador que el papa
1 Pompeo Colonna, cuya simple
las circunstancias políticas genera- nión púbHca demostraba en su :ir y los cardenales no fueran asesina-
•-icncia era y a una constante íor-
les. Giuliano murió prematuramen- titud una madurez mucho ni dos por sus hombres. De haber ocu-
' .1 p a r a el Papado,^^' decide cl
te. El; papa para dotar cumplida- que en años anteriores, y honi rrido así, ninguna sofística habría
lio de Roma (1526) con la es-
mente a Lorenzo, emprendió la cam- capaces de presentir futuros rie^vu:, podido declararlo libre de respon-
U i z a d e llegar a s í y sin más a
paña que debía traer como conse- —como Pico della Mirandohi "' sabilidad. El asesinato de innume-
popa él mismo con la a y u d a de
cuencia la expulsión del duque por ejemplo— pedían reformas ^ii rables personajes de menor impor-
los V , tan pronto como Clemen-
Francesco María della Rovere de urgencia. Entre tanto, surgió Lui< tancia, el robo y el pillaje de que
i b i e r a sido muerto o hecho pri-
Urbino. Esta guerra, cuyos resulta- fueron objeto la mayoría, y cl apli-
\ro. N o fue una suerte para
dos fueron una miseria enorme y l'O. car torturas y traficar con hombres
Bajo Adriano V I (152M523) Li^ que el papa pudiera huir y
unos odios implacables, fue, en to- cual si fueran esclavos, hablan con
dos sentidos, de una absoluta este- reformas, tímidas y escasas Í I L M I I suficiente elocuencia para demostrar
rilidad. Y cuando, a su vez, murió al gran movimiento alemán, IL.I;ÍI t Lettere de' principi, I, Roma, 17 la realidad terrible que fue el "sac-
Lorenzo en 1519,^" lo que tan pe- ron demasiado tarde. Este p a p a ii " zo de 1523: "Este Estado se co di Roma".
nosamente había sido conquistado le, por múltiples motivos, sobre
tuvo el papa que entregarlo a la 2.18 Véase una combinación de B de una aguja, y quiera Dios
Carlos V , después de haber
Iglesia. Llevó a cabo sin gloria y tipo —por no citar otras— en Lt-fiL'^ 10 tengamos pronto que huir has-
de'principi, I, 46, en un despacho j •"ñón o hasta los confines del sacado al papa, que se había refu-
a la fuerza lo que realizado espon- París del cardenal Bibbiena, 1518. ;
Veo próxima la ruina de esta giado de nuevo en el castillo de
táneamente le hubiera deparado Franc. Vettori, ib¡d. pág. 333, ¡uía espiritual... Sin la ayuda Santángelo, con grandes sumas de
En Roscoe, Leo X. ed. B-* , esto no podrá sostenerse", dinero, pretendió conducirlo a Ña-
V I I I , pág. 105, se encuentra una legro, ibid.. 24 oci. (debe de
2»6 Franc. Vettori, ibid., pág. 301; clamación enviada por Pico a Píp póles. Que Clemente pudiera evi-
Archiv. Stor. Append. I, pág. 293; Ros- heimer en 1517. Teme que en Le decir scpt.) y 9 nov. 1526; 11
327. tarlo y huir a Orvieto no se debe,
coe, Leo X, ed. Bossi, V I , pág. 232; triunfe verdaderamente lo malo sol al parecer, a ninguna connivencia
Tommaso Gar. ibid. pág. 42. Carchi, Stor. fiorent., I. páginas
lo bueno, "et in te bellum a nostrae y siguientes,
s-i"? Ariosto, Sátiras. V I I , v, 106: ligionis hostibus ante audías gen fW
"Tutti morrete, ed é fatal che muoia parari". j lio Jovio, Vita Pomp. Colum- ^•^^ Ranke. Deutsche Geschichte, U.
Lcone appresso..." 375 y siguientes.
JACOB BURCKHARDT
70 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 71
en alguacil del papa, y para su li- ,
con los españoles."^^** Si Carlos pen- secularización de dentro a fuera
beración concertaron, entre otras dador de Estados y que, en
só en algún momento en la secula- >r los papas mismos y sus nepo-
medidas, el Tratado de Amiens (18 alianza con los príncipes católicos
rización del Estado Pontificio (para i, quedó conjurado, para siglos,
de agosto de 1527). Explotaron asL y llevada por un nuevo aliento es-
lo cual el mundo estaba preparado) ir la Reforma alemana. Y así co-
por lo menos, la repugnancia que piritual, ve en la recuperación de
o si realmente se dejó disuadir por lo sólo a ésta se debe la posibili-
había despertado la fechoría de las lo perdido el objetivo más impor-
las advertencias de Enrique V I I I ad y ol éxito de la marcha contra
tropas imperiales. Además, en la tante. Sólo existe y únicamente es
de Inglaterra, es algo que perma- oma (1527), puede decirse tam-
misma España se encontró el pro- concebible como oposición a la
necerá sin duda en la obscuridad bién que en virtud de su influencia
pio emperador en una situación em- apostasía. Desde este punto de vis-
para siempre.^'*' refleja se vio obligado el Papado a
barazosa, pues sus grandes y pre- ta puede decirse, con plena verdad,
Pero si existieron realmente se- lados le agobiaron con las más recobrar de nuevo el ademán y la
mejantes propósitos, en todo caso insistentes que, en el aspecto moral, el Papado
admoniciones siempre "•presión de una potencia espiritual
no pudieron mantenerse mucho que sc presentaba la ocasión para debe su salvación a su mortal ene-
universal, obligándose a salir de
tiempo. En medio de la propia Ro- ello. Y cuando sc anunció una gran migo. Por otra parte se afianzó tam-
^''la preocupación absorbente por las
ma asolada surge ya el espíritu de visita general de clérigos y segla- bién su situación política —cierta-
•Jtncras cuestiones de hecho", para
restauración pontificia y secular. res con vestiduras de luto, el asun- mente bajo la constante vigilancia
Htonerse a] frente de los adversarios
Sadoleto,2^« por ejemplo, vislumbró to llegó a preocupar a Garios, quien de España— hasta la intangíbili-
loe la Reforma. Lo que resurge lue-
certeramente: "Sí con nuestras aflic- temió se convirtiera en algo pa- dad. Casi sin esfuerzo por su parte,
b o —en el último neríodo de Cle-
ciones —escribe— se han satis- recido al levantamiento de los co- heredó una vez extinguidas las di-
fiíeníe V I I , bajo Pablo 111, Pablo I V
fecho la ira y el rigor divinos, si muneros, años antes dominado. La nastías (la línea legítima de Este y
w sus sucesores— es una jerarquía
estos castigos terribles nos abren de audiencia fue rehusada.^*^ Pero no la Casa della Rovere), los ducados
lotalmentc nueva, que sc va rege-
nuevo la senda de costumbres y sólo no podían prolongarse las de Ferrara y Urbino. Sin la Refor-
nerando gradualmente en medio de
leyes mejores, acaso no sea muy humillaciones al papa, sino que ma, en cambio —si se puede con-
la apostasía de gran parte de Euro-
grande nuestra desgracia.. . L o que —prescindiendo de toda política cebir tal situación—, haría mucho
i'.i: que en la propia casa evita todo
sea de Dios, a Dios atañe. Pero exterior— resultaba a Carlos V de tiempo que el Estado Pontificio hu-
• cándalo excesivo y peligroso, es-
ante nosotros se abre una vida de urgentísima necesidad reconciliarse biera ido a parar, íntegramente, a
l»ccialmente el del nepotismo fun-
enmiendas que la fuerza de las ar- con el Papado, sometido a tan te- manos seculares.
mas no podrá arrebatamos. Dirija- rribles ultrajes. Apoyarse en la opi-
mos, pues, nuestros hechos y nues- nión alemana —que le hubiera
tros pensamientos en eí sentido del señalado otro camino— le intere-
verdadero esplendor del sacerdocio saba tan poco como atender a las F I N A L : L A I T A L I A DE LOS PATRJiQTAS
y busquemos en Dios la verdadera cosas de Alemania en general. Tam-
grandeza y el verdadero poder". bién es probable, como pretende im mos, para terminar, unas bre-
nes. Puede objetarse que se trata-
A partir de este año crítico de veneciano, que sintiera remordi- Vts consideraciones acerca de la Jn-
ba exclusivamente del entusiasmo
1527 se ganó, efectivamente, tanto, mientos de conciencia por el saqueo luencia que estas circunstancias po-
que voces dignas y llenas de gra- de Roma y que esta fuese !a fllcas tuvieron sobre el espíritu de individual de algunos espíritus se-
'da la nación. lectos, y que la gran masa nacional
vedad pudieron hacerse oír nueva- causa de que apresurara la recon-
no se daba cuenta de nada. Pero
mente. Roma había sufrido dema- ciliación, que quedó sellada con lu lis evidente que la general inse- no debía ocurrir cosa muy distinta ;
siado para —aún bajo un Pablo sumisión de los florentinos a la Ca- iridad política de la Italia de los en Alemania, aunque, nominalmen-•
IIT— volver a ser la Roma alegre sa del Papa: a los Medici. Al ne- líos XIV y XV tuvo que provocar le por lo menos, disfrutaba de uni-
y cotTompida de León X . pote y nuevo duque, Alessandro indignación y la oposición de dad y tenía un supremo soberano
Ocurrió después que, al ver al Medici, se le casó con la hija níi- más nobles espíritus, indigna- reconocido: el emperador. Las pri-
Papado caído en la desgracia, sur- tural del emperador. i \n y oposición manifestadas con meras glorificaciones literarias de
gió hacia él una simpatía de natu- 'riótico celo. Y a Dante y Petrar- Alemania, claras y distintas, corres-
raleza en parte política y en parte ^ hacen ondear la enseña de ponden (con la excepción de unos
En adelante mantuvo Carlos u i Italia unida, en la cual han de cuantos versos de los Minesingers)
religiosa. Los reyes no podían to-
Papado .sometido virtualmente p M "entrarse las supremas aspiracio- a los humanistas de la época de
lerar que uno de ellos se estatuyera
la idea del concilio, y pudo, al mi^
Maximiliano I -^^ y parecen casi un
346 Varchi, Stor. fiorent.. I I , 45 y mo tiempo, protegerle y róbyug;ir Los Famesios consiguieron aún
le. Ahora bien, el gran peligro d- de esto; los Caraffa fracasaron. eco de las exaltaciones italianas. Y ,
^ ' ^ a í T ^ ^ / M d . , y Ranke. Deu^tche Gesch, ' Petrarca, Episi. jam., 1, 3, pág. sin embargo, de hecho, Alemania
II pág 394, nota. Se creía que Car- 240 Lettere de'principi, i, 72, C; Jonde ensalza a Dios mismo por
los U-asladaria su residencia a Roma. glionc al Papa, Burgos, ICdio^l'^ i nacido italiano; ver también la
248 Ver su carta al napa, desde Car- Hgúj contra cuiusdam anonymi 2ü3 Me refiero especialmente a los
pentra, de 1 septiembre 1527, en Anéc- ü-w Tommaso Gar, Rela^, della roí 'calumnias del año 1367. páginas escritos de Wimphcling, Bebel y otros
dota Hit., I V , 335. te di Roma, I, 299. * \ y siguientes. en el íomo í de los Scriptores Rerum
Cermanicarum de Schardius.
JACOB B U R C K H A R D T SEGUNDA PARTE
72
total, suele ser con el exclusivo ob-
había conslituido antes un pueblo, jeto de zaherir a otro Estado, ita- DESARROLLO DEL INDIVIDUO
y en un grado muy distinto que liano igualmente.'-^^ Las invocacio-
Italia desde los tiempos romanos. nes hondas, traspasadas de dolor,
Francia tiene que agradecer esen- al sentimiento nacional sólo vuelven
cialmente la conciencia de su uni- a oírse en el siglo xvi, cuando ya
dad nacional a sus luchas con los era tarde, cuando franceses y espa-
ingleses, y España, a la larga, ni ñoles habían invadido el país. Pue-
siquiera ha podido absorber a Por- I . EL ESTADO I T A L I A N O Y EL I N D I V I D U O
de afirmarse del patriotismo local,
tugal, tan afín a ella. Para Italia que vino a ocupar el lugar de este
constituían la existencia y las con- sentimiento sin sustituirlo. En la contextura de estos Estados, hombres de una raza. Fácil nos ha
diciones vitales del Estado Pontifi- tanto si se trata de Repííblicas co- de ser demostrar que las circuns-
cio esencialmente un obstáculo a su mo de tiranías, reside, no la única, tancias políticas tuvieron en ello la
unidad, cuya eliminación apenas po- 254 Un ejemplo entre mil: la con- sino también la más poderosa razón
testación del dux de Venecia a un más eficaz participación.
día considerarse entonces posible. de este temprano desarrollo que ha-
agente florentino, aludiendo a Pisa, en Ya en épocas anteriores y esporá-
Si, a pesar de todo, en las relacio- ce del italiano un hombre moder-
1496, Malipiero, Ann. Veneíi, en Ar- dicamente se dio en Italia la per-
nes políticas del siglo xv se alude no. A esto se debe que él sea el
chiv. Stor., V i l pág. 427. sonalidad que sólo se apoya en sí
aquí y allá, con énfasis, a la patria primogénito de los hijos de la Eu-
misma, en una forma como, en los
l u p a actual.
mismos períodos, no se revela —o
Durante los tiempos medievales, no se va revelando"— en el Norte.
las dos caras de la conciencia —la La serie de enérgicos malvados del
que se enfrenta al mundo y la que siglo X que Luitprando describe, al-
se enfrenta a la intimidad del hom* gunos contemporáneos de Gregorio
bre mismo— permanecían, como cu- V I I (léase a Benzo de A l b a ) , mu-
biertas por un velo, soñando o en chos de ellos enemigos de los pri-
estado de duermevela. Este velo es- meros Hohenstaufen, revelan fiso-
taba tejido de fe, timidez infantil e' nomías de este tipo. Más adelante,
ilusión; cl mundo y la historia apa- desde las jwstrimerías del siglo xiii,
recían a través de él maravillosamen- aparece ya Italia pictórica de per-
te coloreados y el hombre se recono- sonalidades. Se ha roto totalmente
cía a sí mismo sólo como raza, pue- el anatema con que se había estig-
blo, partido, corporación, familia u matizado al individualismo. Mil di-
otra forma cualquiera de lo colecti- versas fisonomías se van particula-
vo. Es en Italia donde por vez pri- rizando sin limitación. En cualquier
mera el viento levanta ese velo. Se otro país, hubiera sido imposible
despierta, así, una consideración el gran poema de Dante, ya por el
^^jetiva del Estado, y con ella un mero hecho de que el resto de Eu-
manejo objetivo de las cosas del ropa yacía aún bajo el signo de la
Fstado y de todas las cosas del raza, a que hemos aludido; en
mundo en general. Y al lado de Italia es cabalmente la abundancia
esto, se yergue, con pleno poder, de lo individual lo que hace del
lo subjetivo: el hombre se convier- augusto poeta el héroe nacional por
Ic en individuo espiritual ^ y como excelencia de su tiempo. Sin embar-
lal se reconoce. Así se trguieron un go, la exposición de la riqueza de
día el griego frente al bárbaro, el valores humanos en literatura y ar-
árabe individualista frente a los de- te, la múltiple caracterización des-
i /is asiáticos que no se sentían sino criptiva, serán objeto de capítulos
especiales. Aquí sólo trataremos del
' Póngase atención en expresiones hecho psicológico en sí. Con plena
gomo las de "uomo singolare", "uomo entereza y decisión jjenetra Italia
WÉix^ para el-grado superior y - ^ en la Historia: en la del siglo XTV
lO", para el grado superior y el gra- se sabe poco de la falsa modestia
suprcmo del desarrollo individual.

73
74 (ACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DfiL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 75
c hipocresía. Nadie teme llamar la hitantes de las ciudades del Imperio.
atencióa, ser _d¡stjnto de los demás, Bizantino o de los Estados maho- (anto mayores eran la energía v la hombre, o contribuye en grado má-
y parecerlo.^ metanos. Cierto que con demasiada capacidad que precisaba el individuo. ximo a su formación. "En todas
La tiram'a desarrolla por lo tan- frecuencia se les hizo difícil a los Así llegaron a adquirir los hombres nuestras ciudades populosas —dice
to, como hemos visto, hasta el gra- vasallos de los Visconti —por ejem- de Estado y directores del pueblo, Joviano Pon taño—' vemos una
do máximo la individualidad del ti- plo— mantener la dignidad de su sobre todo en la historia de Floren- multitud de personas que han aban-
rano mismo, la del propio condot- Casa y de su persona, y que fue- cia,^ un perfil personal tan definido, donado voluntariamente su patria;
tiere^ y la de los talentos por ellos ron sin duda innumerables los que que en el resto del mundo contem- pero las virtudes se llevan a todas
protegidos y explotados desconside- la servidumbre hizo sufrir en su poráneo apenas podría, excepcional- partes con uno mismo." Y es que,
radamente como elementos del ga- carácter moral. Pero no sufrió por mente, comparárseles nadie, ni aún efectivamente, no se trataba siem-
binete secreto: secretarios, funcio- ello menoscabo lo que llamamos ca- un Jakob van Artevelde. pre de desterrados en sentido es-
narios, poetas, ingenios de salón... rácter individual, pues precisamen- Por otra parte, los que pertene- tricto; millares, entre ellos, habían
Acuciado por la necesidad, el es- te en una atmósfera de general im- cían a los partidos derrotados y abandonado voluntariamente su pa-
píritu de estos hombres aprende a potencia política es donde mayor subyugados, se encontraban a me- tria porque la situación política o
conocer sus propios recursos inter- aliento encuentran las diversas nudo en situación parecida a la de económica había llegado a hacérse-
nos, tanto los duraderos como los orientaciones y aspiraciones de la los vasallos de los Estados despó- les insoportable. Los emigrados flo-
del momento; su propio disf ru te vida privada, donde adquieren un ticos, sólo que el hecho de haber rentinos en Ferrara, los lucenses en
de la vida aparece más intensifica- carácter más enérgico y multifor- disfrutado ya de la libertad o de! Venecia, etc., constituían verdade-
do y concentrado por medios espi- me. La riqueza y la cultura —en poder, y acaso la esperanza de re- ras colonias. El cosmopolitismo que
rituales, para poder dotar así del cuanto podían mostrarse y compe- cuperarlos, prestaba más alas aún se desarrollaba en los desterrados
máximo valor posible a un período tir— combinándose con una liber- a su individualismo: Precisamente de mayor inteligencia es una de las
—acaso breve— de poder y de in- tad municipal bastante considerable entre estos hombres del ocio invo- fases superiores del individualismo.
fluencia. aún y con la existencia de una Igle- luntario se encuentra, por ejemplo Como ya hemos recordado, Dante
Pero no sólo en la clase domi- sia no identificada con el Estado, un Agnolo Pandolfini ( f 1446), cu- encuentra una patria nueva en el
nante se observan impulsos de este como en Bizancio o en el mundo yo Trattato del governo della fami- lenguaje y la cultura de Italia. Pero
tipo: tampoco en los dominados se islámico, todos estos elementos reu- gUa» constituye el primer progra- va más lejos aún cuando afirma que
echaban de menos. Dejemos apar- nidos favorecían, sin duda, el que ma de una existencia privada desa- su patria es el mundo...^ Cuando
te a los que consumían su vida en surgieran modos de pensamiento in- rrollada ya totalmente. Su balance se le ofreció el retorno a Florencia
secretas rebeldías y en conspiracio- dividuales, y 'precisamente la ausen- entre los deberes del individuo y lo en condiciones humillantes, replicó:
nes, para considerar solamente a los cia de lucha entre los partidos pro- inseguro c ingrato de la vida pú- "¿No puedo ver en todas partes la
que se sometían, a los que se con- porcionaba el ocio necesario para blica* puede considerarse, en su luz del sol y de las estrellas? ¿No
formaban con ser meras gentes pri- elIo.^Es seguro que cl horiibre pri- estilo, como un verdadero monu- puedo meditar, dondequiera, sobre
vadas, como la mayoría de los ha- vado, políticamente indiferente, con mento de la época. las más nobles verdades, sin que,
sus ocupaciones, en parte serias, en Debe considerarse, por otra par- por ello, tenga que aparecer, ante
^ Así puede decirse que por el año parte de aficionado, surgió por vez te, que el destierro, o aniquila al el pueblo y la ciudad, en situación
1390 no había en Florencia moda im- primera, con carácter ya rotunda- de deshonra o aún de ignominia?
perante en la indumentaria masculina, mente delineado, en estas tiranías ¡Ni siquiera el pan de cada día ha
pues cada uno se vestía según su ma- del siglo xiv. No pueden aquí, e s ^ Franco Saccheti, en su Capitolio de faltarme!".* Con elevada entere-
nera y según su gusto especial. Ver cierto, exigirse testimonios docu- {Rime, publ. por Poggiali, pág. 56), za subrayan los artistas su libre su-
Canzone, de Franco Sacchetti, Centro mentales: los cuentistas, de quieneis enumera, por el año 1390, más de cien
alie nuove foggie en las Rime, publ. nombres de eminentes personalidades
por Poggiali, pág. 52. podía esperarse que nos ilustraran • de los partidos imperantes fallecidas
sobre este extremo, nos describen | desde que el podía recordar. Por mu- íoviano Pontano, De fortiiudine,
También, ciertamente, la de sus
esposas, como se observa en la Casa algunos tipos curiosos, pero sólo i chas que sean las mediocridades oue lib, I I . Setenta años después, pregun-
de Sforza y en diversos otros linajes con designio parcial y por lo que incluya en su enumeración, e! cunjun- taría amargamente Cardamus (De vita
de la Alta Italia. Véanse —por ejem- se refiere a la narración de un caso lo no deja de constituir un documento propia, cap. 32): "Quid est patria, nisl
plo—• en las Clarae miilieres, de ]a- determinado. El escenario de tales de fuerza por lo que se refiere al consensos tyrannorum minutorum ad
cobus Bergomensis, las biografías de reíalos suele situarse generalmente despertar de la individualidad. Sobre opprimendos imbelles tímidos et qui
Baítista Malatesta, Paola Gonzaga, Ur- en ciudades republicanas. I j s Vite de FilHppo Villani, véase más
[idclante. plcrumque sunt innoxií?"
sina Torella, Bona Lombarda, Riccar- 8 De vulgari eloqu., lib. I, cap. 6.
da de Este, y de las principales mujeres Las cosas en estas última^ favo •^ Hay una nueva hipótesis, según Sobre la lengua ideal de Italia ver Cap.
de la familia Sforza. Hay entre elias recían también, aunque de?, modo l;i cual se debería esta obra al arqui- 18. En cambio, sobre la añoranza de
raás de una verdadera virago y no distinto, el desarrollo del cáráctei •.•xXo L. B. Alberti. Ver Vasari.. IV.la patria, los célebres pasajes del Pur-
falta el complemento del desarrollo in- individual. Cuanta mayor eradla fre- '. r, nota núm. 5, ed. Leraonier. Sobre gatorio, V I H , I y sigs., y Paradiso,
dividual como obra de la alta cultura cuencia con que se turnaban los i'uidolfini ver Vespastano Fiorent., X X V . I.
humanística. partidos en el ejercicio del pod^r. • •[<. 379. 9 Dantin Alligherii Epistolae, ed. Ca-
•• Trattato, pág. 65 y sigs- rolus Witte, página 65.
JACOB i i U l í C K H A R D T 1 A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
76 77
pertoridad sobre todo accidente de pueda aguardar sin miedo las vici-1 , con el caso singular de artistas diletantismo. El mercader yhíMnbre/
lugar. "Sólo quien todo lo ha apren- situdes del destino, será siempre un' que han sido capaces de crear algo de Estado florentino son, frecuen-|
dido — dice Ghiberti — no es ciudadano." De modo semejante se •luevo y. en su género, perfecto, en temente, doctos en ambas lenguas,
en ninguna parte un extraño; aun- expresa un humanista desterrado: "das las esferas del arte y que antiguas; los más célebres huma-,
que se le prive de su fortuna, aun- "Dondequiera que el sabio establez- emás de esto, e n lo meramente nistas han debido leer —él y sus
que se encuentre sin amigos, en ca su sede, allí encontrará su pa- imano, como hombres, nos pro- hijos— pasajes de la Etica y la
cualquier ciudad donde resida y tria" lucen la más profunda impresión. Política de Aristóteles.^'' También
Giros demuestran, fuera del arte a las jóvenes se les daba una ins-
que les es propio, una capacidad, trucción depuradísima; en realidad
tmiversal igualmente, en una esfera se encuentran aquí los comienzos de
' mensa de lo espiritual. la más alta educación privada. El
ü . L A M A D U R E Z DE L A P E R S O N A L I D A D
Dante, a quien ya en vida llama- humanista, por su parte, se ve obli-
an unos poeta, otros filósofo y gado a desplegar una actividad^ de ,
Una mirada perspicaz, acostumbra- elementos de la cultura contempo- otros leólogo,^^ rebosa, en todos sus máximo carácter universal, desde eli ^
da a temas de historia de la cultu- ránea, surgía entonces el hombre escritos, de fuerza personal y sub- momento que sus conocimientos nó\
ra, sería capaz de ir siguiendo, paso universal, "l'uomo universalc". tipo yugadora, hasta un extremo tal, que le servían sólo, como hoy ocurre.'
a paso, el aumento gradual de per- humano que pertenece exclusiva- '•I lector se siente avasallado aún para el estudio objetivo de los tiem-
sonas perfectamente cultivadas en mente a Italia. Hombres de cono- i-seindiendo del tema. pos clásicos, sino que presuponían
el transcurso del siglo xv. SÍ el pro- cimientos enciclopédicos los ha ha- ¡Qué fuerza de voluntad incalcu- una aplicación cotidiana a la vida ,
ceso en cuya virtud adquirían aquel bido durante toda la Edad Media lable presupone ya la" realización, real. Además de hacer estudios so-
armonioso contorno, tanto en lo es- en diversos países, porque todos es- iiieonmovible. uniforme, de la Divi- bre Plinio, por ejemplo,"' va crean-
piritual como en la vida externa, tos conocimientos aparecían muy ' Comedia! Y si se considera cl do colecciones de historia natura!;
era algo que se habían impuesto a poco diferenciados; y aún bastante iilenido, puede decirse que no partiendo de la geografía de los an-
sí mismas como meta consciente, adelante en el siglo xii nos encon- V istc un solo tema importante en tiguos, se convierte en moderno cos-
claramente definida, resulta difícil tramos con artistas universalmente ludo el mundo exterior y del espí- mógrafo; siguiendo el modelo de
afirmarlo; pero en alguna es evi- dotados, porque Jos problemas de ritu que no haya sondado y sobre sus historiadores, compone historias
dente que ocurría así. naturalmen- la arquitectura eran relativamente | | [ cual su testimonio —^muchas ve- de la época; como traductor de las
te dentro de los líjuites que permi- simples y homogéneos, y en la es- P k ' de unas pocas palabras— no comedias de Planto, dirige luego las
tía la imperfección de todo lo te- cultura y en la pintura el obieto constituya la voz más trascendente representaciones teatrales; imita, lo
rrenal y humano. Prescindamos de por representar predominaba sobre de aquellos tiempos. Su pensamien- mejor que puede, toda sugestiva for-
un caso como eí de Lorenzo el Mag- la forma. En la Italia del Renaci- 10, por lo que se refiere a las artes ma de literatura antigua —hasta
nífico, renunciando a hacer balance miento, nos encontramos, en cam plásticas, tiene un valor doeumen- el diálogo de Luciano— y hace,
de lo que en él haya de atribuirse uil, y lo posee por razones de más por añadidura, de secretario y diplo-
a la suerte, a sus dotes personales Codri Vrcei vita, que anieccde )cso que el haber escrito algunas mático, aunque no siempre para di-
o a su carácter; detengámonos, en a sus Opera. Cierto que esto linda ya incas sobre los artistas eontempo- cha suya.
cambio, en una personalidad como con el "Ubi bcne, ibí patria". La mul- fíneos; pronto hubo de convertir-
titud de goces espirituales neutros no Ahora bien, entre estos hombres
la de Ariosto, revelada principal- vinculados a ningún lugar, de la cual •1 él mismo en fuente de insplra-
de vastas capacidades, se destacan
mente en sus sátiras. ¡Hasta qué los itahanos cultos iban adquiriendo' algunos que podríamos llamar, real
perfecto acorde aparecen en ellas cada día una conciencia mayor, les ^ R n * de pronto es el siglo xv, por y literalmente, universales. Antes de
equilibrados ei orgullo del hombre atenuaba, de modo notable, las pena- ^ W e n c i a , el siglo de las capacida- entrar en detalles sobre la vida y
y del poeta, la ironía ante los pro- lidades del destierro. Por lo demás, cl Hp.universales. Apenas encontra-
pios goces, el más fino sarcasmo y cosmopolitismo aparece siempre como
signo de una época de refinamiento in- nlns biografía en que no se men- " Ver especialmente Vespasiano
la más profunda benevolencia! >iien dotes secundarias del biogra-
telectual, pues en virtud de éste se Fiorentino, fuente documental de pri-

»
Ahora bien, cuando este impulso descubren nuevos mundos y ya no sa- liado que rebasan la medida del mer orden por lo que se refiere a la
que aspiraba al perfeccionamiento tisface lo viejo y conocido. Se observa, educación florentina del siglo xv (en
máximo en la formación de la per- de manera muy visible, entre los grie- nuestro caso v. espec. págs. 359, 379,
sonalidad coincidía con una natu- gos, después de la guerra del Pelopu Boccaccio, Vita di Dante, pági- 401, etc.) Ver igualmente la bella c
raleza realmente poderosa y al mis- neso; Platón, como dice Niebuhr, no Los ángeles que dibujaba en ta- instructiva Vita fannoctii Manetií (na-
mo tiempo dotada de múltiples era un buen ciudadano, y I<|nofonic en el aniversario de la muerte ció en 1396), Muratori, X X .
era un mal ciudadano; Diógenés pru ueatriz (Vita Niiova, pág. 61), pu- n* Para el texto a continuación, véa-
aspectos, que dominaba todos los clamaba como un verdadero placer el "in ser, ciertamente, algo más que se, por ejemplo, la caracterización de
no tener pah-iii y se llamaba a' sí «^lit. Pandolfo Collenuccio, de Perticari, en
i« Ghiberti, Secondu commentano. mo 'áTioXu-, como puede leiSrse ^-en de delineante. Leonardo Aretino
que dibujaba "egregiamente" y Roscoe, Leo X, ed. Bossi, Ul, págs,
cap. X V (Vasari, ed. Lemonier, 1. pá- Laercio. ^ 197 y sigs., y Opere del Conté Peni-
gina X X I X ) . era un gran amante de la música. cari. Milán, 1823, vol. ÍL
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 79
78 lAOOB BURCKHARDT

das las cosas. A la vista de árbo- mirada penetraba en el interior del


educación de la época, consideremos miración despertó también su caja
les magnfificos. o de las mieses en hombre, pues dominaba la ciencia
aquí, en los umbrales del siglo xv, misteriosa, una especie de cámara
Niizón, se le arrasaban ios ojos; ve- del rostro humano. Se sobrentiende
a uno de aquellos seres titánicos. oscura donde podía verse el orto
neraba a los ancianos hermosos y que toda su personalidad estaba po-
Nos referimos a Leone Baltista Al- de la "luna en la noche sobre tin
dignos como "una delicia de la na- seída y sostenida por una fuerza
berti. Su biografía —sólo un fondo de rocosas montañas, dontír
turaleza" y no se cansaba de con- de voluntad intensísima. Como los
fragmento— nos habla de él como hacía aparecer vastos paisajes con
templarlos; también sentía gran afi- más grandes entre Jos grandes del
artista y no menciona, en absoluto, montes y ensenadas y nebulosas le-
ción hacia los animales de forma Renacimiento, decía también él que
su alta significación en la historia de janías y donde el espectador podí;i
perfecta, viendo en ellos criaturas "los hombres, si quieren, lo pueden
la arquitectura; veremos lo que fue, presenciar el arribo de flotas, bajo
lávorecidas por la naturaleza; más todo".
aiJn sin esta celebridad especial. un sol radiante o bajo un cielo nu-
de una vez, hallándose enfermo, la Comparado con Alberti, era Leo-
Desde su infancia fue Leone Bat- blado. Pero también reconocía v
vista de un bello paisaje bastó pa- nardo da Vinci lo que es la obra
tista el primero en todo aquello acogía notablemente la obra de l o s
ra curaric."'^ N o es, pues, milagro perfecta y acabada respecto del bo-
que es digno de encomio. De su demás y consideraba, en genera!,
t|uc los que observaban su íntimo ceto, lo que es el maestro respecto
habilidad en toda índole de eierci- toda creación humana, que de al
y misterioso trato con el mundo ex- del aficionado. [Ojalá encontráse-
cios físicos y gimnásticos se nos gún modo respondía a las leyes de
terior le atribuyeran también un don mos completado cl libro de Vasari
cuentan cosas increíbles. Con los la belleza, como algo casi divino.^'
de profecía. Parece que predijo con una descripción, como en el
pies ¡untos saltaba por encima del Añádase a esto su actividad de es-
fíxactamente uní), crisis de la casa caso de Lcone Battista! Pero no po-
hombro de una persona; en la ca- critor, especialmente en obras sobre
de Este, y también el destino de demos jamás sino presentir de lejos
tedral lanzaba al aire una moneda el arte, que constituyen jalones >
Plüi'encia y el de los "papas por una los grandiosos contornos de la per-
y se la oía retiñir en las bóvedas testimonios fundamentales del rena-
hcrie de años. Pretendióse que su sonalidad de Leonardo.
más altas; los corceles más vigoro- cimiento de l a forma, sobre todo cu
sos se estremecían y temblaban ate- arquitectura. Y aún compuso pro-
rrorizados cuando eran cabalgados sas, novelas cortas, etc., en latín
por él. En tres cosas quería apare- —algunas de estas creaciones, lle-
garon a confundirse con obras an
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cer impecable: en el andar, en el III. EL S E N T I D O M O D E R N O DE L A G L O R I A
cabalgar y en el hablar. Aprendió tiguas—, así como brindis jocosos,
la música sin maestro y sus com- elegías y églogas; dejó además una
obra en italiano "sobre el gobierno Al desarrollo del individuo, tal co- sólo dentro del mundo caballeresco.
posiciones fueron, no obstante, ad- mo lo hemos descrito, corresponde
de la familia", en cuatro libros.^^ En Italia, en cambio, apareció en
miradas por gente del oficio. Obli- \ utiii nueva forma de valorización
y hasta una oración fúnebre a su aquella época la equiparación de
gado por la pobreza estudió ambos hacia el exterior: el sentido moder-
perro. Tanto en lo festivo como en clases, lo mismo ante la tiranía que
Derechos durante muchos años, has- no de la gloria.2«
lo grave, sus palabras fueron consi- ante la democracia; asimismo se
ta enfermar gravemente por agota-
deradas dignas de recopilarse: re l'uera de Italia vivían las distin- anuncian ya indicios de una socie-
miento. Cuando a los veinticuatro
producidas en parte, llenan colum- liis clases sociales cada una para sí, dad general que —^hcmos de anti-
años advirtió que se debilitaba su
nas enteras en las mencionadas bio- iiMi S U característico honor medie- ciparlo aquí— se apoyaba en las
memoria, pero su sentido objetivo
grafías, Y cuanto poseía íntimamcn val de clase. La gloria poética de literaturas itahana y latina: era me-
permanecía incólume, se dedicó a
te, cuanto sabía, lo comunicaba sin los trovadores, por ejemplo, existía nester este himius para hacer ger-
la física y a las matemáticas y apren-
la menor reserva, como hacen siem- minar el nuevo elemento. Añádase
dió, de paso, todas las técnicas ima-
pre las naturalezas realmente gene a esto que los autores romanos, que
ginables, consultando con artistas, En su obra De re aedificuioria,
rosas: hasta hizo donación gratuita lllv. V I H . cap. I, se encuentra una de- se habían empezado a estudiar con
interrogando a sabios y artesanos de
toda especie —^hasta a zapateros— de sus más grandes invenciones. Li- finición de lo que puede considerarse diligente entusiasmo, aparecían em-
nalmente, es preciso mencionar el i t i i i i o un camino bello: "Si modo ma- bebidos en el concepto de la gloría,
sobre sus secretos y experiencias
más entrañable raudal de su espí M-, modo montes, modo lacum fluentera y que ya su simple contenido obje-
del oficio. Pintaba además y mode- luiiiesve, modo aridam rupem aul pla- tivo —la imagen del Imperio uni-
laba; hacía retratos de gran pareci- ritu: un afán de convivencia, lleno
de simpatía, casi neurótico, hacia tliliem, modo nemus vallemque exhi- versal de Roma— imponía un cons-
do, muchos de memoria. Gran ad- lieliit."
/ tante paralelo a la vida italiana. En
•'' Una sola cita: Blondas. Roma lo sucesivo, toda apetencia y toda
i'T "Quicquid ingenio esset hominur.i tnumphans, lib. V, pág. 117 y sigs. don- realización estarán en los italianos
J« Muratori, XXV, col. 295 y sigs. óle se recopilan las definiciones que condicionadas por un supuesto mo-
Complétese con Vasí'ri, TV, 52 y sigs. cum quadam affectum .elegantia id
propc divinum ducebat.", - .ir ta gloria Tiacen los antiguos y don-
Un diletante universal, por lo menos, 'li- la avidez de gloria se considera ral previo que el resto del Occiden-
y maestro en varias disciplinas, era, ifl Esta obra, que norha 'kgado ;i ''> l i a para los cristianos. El escrito te desconocía.
por ejemplo, Mariano Socini, s¡ hemos nosotros, se ha pretendido iaentifícaí u rroniano De gloria, que aún po- También aquí —como en toda
de dar crédito a su caracterización por esenciahnente con el Trattato | e Pan ivera Petrarca, se considera perdido cuestión esencial— hemos de oír
líneas Silvio, Opera, pág. 622, Epist. doljinl (La presentación es ciértamen i- i l e entonces, como es sabido.
te de Albertí-'í a Dante. Con toda la fuerza de su
112.

MUOTCCA CENTRAL,
U.M.A.IÉ.
JACOB BURCICHARDT
80 I.A C U L T U K A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
8]

alma aspiró al laurel del poeta; ^ un célebre oasajc llega a conde- molestias. Su apístola A la Pos- Al culto de las casas natales ha
hace también resaltar que, como pu- narse la avidez de gloria —"lo gran •idad^ es el balance del hombre
disio dell'eccellenza"— por el me- de añadirse el culto de las tumbas
blicista y literato, sus creaciones son i c j o y celebérrimo que ha de sa-
ro hecho de que la gloria intelec- de hombres célebres; ^ en el caso
esencialmente nuevas y que, en su tisfacer la curiosidad pública; qui-
tual no es algo absoluto, sino algo de Petrarca hay que incluir asimis-
arte, no sólo es el primero en ho- siera disfrutar de gloria en la pos-
llar nuevos campos, sino que quiere que depende de las épocas y que teridad y privarse de ella en v¡da:^<* mo el lugar donde murió, pues que
que se reconozca así.-- Sin embar- en determinadas circunstancias pue- en su diálogo de la Dicha y la en su memoria y en su honor sc
go, también habla, en sus escritos de ser superada y oscurecida por i Desdtcha,3i el contradictor, que ha- convirtió Arquato en lugar prefe-
en prosa, de ias incomodidades de sucesores de más erandes méritos. 1 blando de la gloria demuestra su rido de los paduanos, que lo her-
una gloria excesiva; sabe muy bien La generación de poetas filólogos vanidad, está tratado con mayor vi- mosearon con bellas residencias,"''
que el conocimiento personal del que va surgiendo en pos de Danic gor. Sin embarpo, ¿vamos a mos- y ello en una época en que en los
hombre famoso es causa de muchos alcanza la gloria en un doble sen- trarnos severos con Petrarca viendo países nórdicos no existían, en ab-
desencantos y desilusiones y consi- tido, pues además de llegar a ser ue so alegra porque el Paleólogo soluto, "lugares dedicados a gran-
dera que ha de buscarse la cultw ellos mismos las más reconocidas ulócrata de Bizancio le conozca des hombres", sino imágenes y re-
de todo ello en la fantasía pueril celebridades de Italia, disponen or sus escritos, tanto como él em- liquias objeto de romerías v pere-
de las gentes, en la envidia y en conscientemente, como poetas e his- perador Carlos IV?.-"*^' Porgue s u grinaciones. Era cuestión de honor
la propia impureza del personaje de toriadores, de la gloria de los de- fama, en vida, había traspasado, en para las ciudades el poseer los res-
que se trate.^ Pero, en resumen, su más. Como símbolo extemo de este efecto, las fronteras de Italia. ¿ Y tos de celebridades propias y ex-
gran poema mantiene el criterio de género de gloria ha de considerar- hemos de considerar justa su trañas, y se asombra uno de la
la vanidad de la gloría, aunque de se la coronación de los poetas. loción cuando en ej curso de una seriedad con que los florentinos,
un modo que delata paladinamente Un contemporáneo de Dante, Aí- visita a su patria, Arezzo, sus ami- ya en el siglo xiv —mucho antes
que su corazón no había logrado bertinus Musattus o Mussatus, coro- gos le llevaron a la casa en que de Santa Croce—, aspiraban a con-
por completo desasirse del viejo an- nado como poeta en Padua por el liabía nacido, haciéndole saber nue vertir su catedral en panteón. Se-
helo. En el Paraíso la esfera de Mer- obispo y el rector, era ya glorifi- wk ciudad se encargaría de que to- pulcros suntuosos guardarían los
curio es la sede de los bienaventu- cado en una forma que rozaba la 0 se mantuviera allí intacto? An- restos de Accorso, de Dante, de
rados ^-f que aspiraron a la gloria idolatría. Todos los años, por Na- ís se consagraban y se conservaban Petrarca, de Boccaccio y del jurista
en la Tierra y agraviaron con ellcí vidad, llegaban escolares y doctores ' habitaciones de algunos grandes Zanobi della Strada. En pleno siglo
los "rayos del verdadero amor". Es de ambos colegios universitarios an- utos como, por ejemplo, la celda XV Lorenzo el Magnífico, en per-
bien elocuente que en el Infierno te su casa, en solemne procesión, ilc santo Tomás en los Dominicos
sona, hizo pestiones cerca de las
las pobres almas pidan a Dante que con trompetas, y hasta con hachas de Nápoles o la Porciúncula de San
autoridades de S|K)leto para que le
renueve y mantenga vivas su me- encendidas, para saludarle^" y ob- ">ancisco de Asís: todo lo más. al-
sequiarle. Toda esta magnificencia cedieran, con destino a la catedral,
moria y su gloria en la Tierra.-'^ nos grandes juristas disfrutaban
mientras las almas del Purgatorio duró hasta que cayó en desgracia le aquel prestigo scmímítico que los restos del pintor Era Filippo
sólo su intercesión suplican; en con los tiranos de tumo (de la Ca- •^clamaba talos honores; así, por Lippi, y le contestaron que no po-
sa de Carrara). ejemplo, aún hacia fines del siglo dían complacerle, porque no anda-
Con toda plenitud disfruta asi-' V1V, llamaba el pueblo en Pagnodo, ban tan sobrados de orestigios, y
21 Paradisso, X X V , al comienzo: mismo Petrarca de la nueva consa- a a de Florencia, studio de Accur- menos de personajes célebres, para
"Se mai continga, etc." Ver Boccaccio. gración . antiguamente reser\'ada a i i s a un viejo edificio, aunque pcr- poder prescindir de él. Y efectiva-
Vita di Dante, pág. 49. "Vaghissimo los héroes y a los santos, pero él rrútió que fuera destruido. Proba- mente, fue menester conformarse
fue d'onore e di pompa, e per awen- también llega a convencerse, en sus tilemente. los altos ingresos y las con un cenotafio. El propio Dante,
tura pití che alia sua Ínclita vírtú non últimos años, de sus incomodidades elevadas relaciones de determinados a pesar de todas las gestiones que,
si sarebbe richiesto". luristas exaltaron a la larga la fan- acuciadas por Boccaccio con enfá-
22 De vulgari cloquentia, lib. I. Y I !• í;i de la gente. tica amargura,^" hizo su ciudad na-
de modo muy especial en De Monar- 27 Purgatorio, X í , 79-117. Adem;'is
de la gloria encontramos aquí "gridu. tal, siguió durmiendo el sueño etec: ....
chia, lib. I , cap. I , en que expone el
concepto de monarquía no sólo para fama, rumore, nominanza, onore", oi 5" Epístola de origine et vita, etc.,
ser útil al mundo, sino también "ut decir, meras perífrasis de la misma comienzo de sus Opera: "Franc. Pe-
cosa. Boccaccio escribía —como con- 1)11rca Posteritati salutem". Ciertos mo-
^ Ambas cosas se tienen en cuenta
palmam tanti bravü primus in meam en la inscripción sepulcral de Boccac-
gloriara adipiscar". fiesa en su epístola a Joh..^'Piziníi.i mos y severos críticos de la vanidad cio: "Nacqui in Fircnze al Pozzo Tos-
(Opere volgari, volumen XVT)— "p^r- Petrarca no hubieran conservado, canclli; di fuor sepolto a Certaldo giac-
^ Convito. ed. Venezia 1529, fols. petuandi nominis desiderio", su lugar, tanta bondad y llaneza. cio". Véase Opere volgari di Bocc,
5 y 6. 28 Scardeonius, De urb. Patav. un- -K' Opera, ed. 1581, pá«. 177: De vol. XVI, pág. 44.
24 Paradisso, V I , 112 y sigs. tiq. (Graev., Thesaur., V I , 111, cul. tbritale nominis importuna.
Por ejem. en Infierno, V I , 89; 260), Quede sin decidir si Ka davlecrsu 3-* Michclc Savonarola, De laudibus
X I I I . 53; XVI, 85; X X X I . 127. De remediis utriusque foríunae, Patavii, en Muratori, X X I V , col. 1.157.
"cereis muneribus", o acaso ccrtii •im.
2« Purgatorio. V , 70. 87, 133, V I , muneribus". é ^ aíí Boccaccio, Vita di Dante, pági-
26; V I H , 71; X, 31; X l l l . 147. Filippo Villani, Vite. pág. 19. na 39.
82 lACOB BUKCKHARDT
1.A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O líN ITALIA 83
no en San Francisco de Rávena "en- señaba ya entonces, a dos millas de
tre viejos sepulcros de emperadores la ciudad, la gruta donde es fama que por su admirable espíritu y por santo. Menciona después el autor
y tumbas de santos, en más digna que meditó" Virgilio,*^ tal como la su fuerza insigne (virtus) merecen una multitud de juristas, médicos
compañía que la que tú, ¡oh, pa- "Scuola di Virgilio" en Ñapóles. La acr colocados junto a los santos, lo y nobles, que no sólo habían reci-
tria!, pudieras ofrecerle". Llegó a ciudad de Como se apropió de lo!^ mismo que en la antigüedad la fi- bido, como tantos, la dignidad ca-
ocurrir, por aquel entonces, que un dos Punios y los glorificó hacia fi- gura del hombre célebre lindaba con balleresca, "sino que la habían
exaltado tomase los cirios de ante nes del siglo XV en dos estatuas la del héroe.^* La siguiente enume- merecido". Añade una lista de me-
el crucifijo del altar y los pusiera sedentes, bajo graciosos baldaqui- ración es en alto grado caractcrísti- cánicos, pintores y músicos famosos
en el sepulcro de Dante con estas nos, en la fachada de su catedral.-" tico de la época. Viene en primer y termina con un espadachín. Mi-
palabras: "Tómalos, eres más dig- Y tanto la historia como la topo- lugar Antenor, hermano de Priamo, chele Rosso, cuya figura aparecía
no de ellos q u e . . . el Crucifica- grafía, recién nacida entonces no que con una hueste de troyanos fu- pintada en muchos lusares como el
do'*.»* dejarán en adelante ninguna gloria gitivos funda Padua; luego el rey más célebre de los esgrimidores.
I nacional sin registrar, mientras en Dárdano, que venció a Atila en los
También se acordaban las ciuda- \ funto a estos ecos de gloria local,
I las crónicas septentrionales sólo Montes Eugareicos, le persiguió y
des italianas de los hijos y habitan- ^n los cuales se confunden mito, le-
i aquí y allá, entre papas, emperado- le mató en Rimini con un tablero
tes preclaros que tuviera en la An- yenda, invención puramente litera-
'res, terremotos y cometas, se hace de ajedrez; el emperador Enrique
tigüedad. Tal vez Ñapóles no ha- IV, que mandó construir la cate- ria, prurito de destacarse y asom-
bría nunca olvidado por completo la observación incidental de que
por aquellos tiempos "floreció" C S I l dral; un rey Marco, cuya cabeza se bro popular, van laborando los poe-
su sepulcro de Virgilio, pues que conserva en Monselice; siguen lue- tas filólogos en la erección de un
a este nombre se había vinculado o aquel hombre célebre. De que
manera, bajo el influjo, esencialmen- go un par de cardenales y prelados panteón general de glorias univer-
ya un concepto casi mítico. Padua, como fundadores de prebendas, co- sales; escriben compilaciones de las
aún en el siglo xvi, estaba total- te, de la fama, se desarrolló una
excelente escuela biográfica, lo con legios e iglesias; el célebre teólogo vidas de hombres y mujeres céle-
mente convencida de que poseía no Fra Alberto el Agustino; una serie bres, a menudo bajo la influencia
sólo los restos verdaderos de su sideraremos en otra ocasión; aqui
nos referiremos únicamente al pa de filósofos, con Paolo Véneto y directa de Cornclio Neix)te, del fal-
fundador, el troyano Antenor, sino cl un ¡versal mente conocido Pietro so Suetonio, de Valerio Máximo.
también los restos de Tito Livio."^ triotismo local del topógrafo, que
registra, en cuanto a la gloria se de Abano a la cabeza; el jurista Plutarco (MuUerum virtutes). Hic-
"Sulmona — dice Boccaccio — se Paolo Padovano; y, en fin. Tito Li- ronymous: (De viris illustribus), etc.
queja que Ovidio fuera inhumado refiere, las aspiraciones de su ciu
.^dad. vio y los poetas Petrarca, Mussato, O poetizan, sencillamente, a base
lejos, en el destierro, y Parma se Lovato.. . Si se advierte al^na es- de visionarios cortejos triunfales, de
siente orgullosa que Casio duerma casez de celebridades guerreras, el ideales y olímpicas asambleas, como
dentro de sus muros",''** Los man- En la Edad Media las ciudades
estaban orgullosas de sus santos y autor se consuela con la compensa- Petrarca en su Trionfo della {ama,
luanos acuñaron en el siglo xvi una ción por el lado docto, pensando en por ejemplo, Boccaccio en su Amo-
moneda con el busto de Virgilio y de las reliquias que conservaban en
sus templos.'*- Con aquéllos empic Ot carácter más duradero de la glo- rosa visione, con cita de centena-
le erigieron una estatua que pre- ria intelectual, ya que la gloria gue- res de nombres, de los cuales co-
tendía representarle; con soberbia za todavía su enumeración, por el
año 1450, el panegirista de Padua rrera es enterrada, a menudo, con rresponden las tres cuartas partes,
de señor medieval. Cario Malates- el cuerpo del héroe, y si dura, '^''•^ por lo menos, a la Antigüedad, y el
ta, tutor entonces de los Gonzaga, Michele Savonarola; ^ pero pasan
luego a tratar de los "hombres cé- H los sabios lo debe. También cons- resto a la Edad Mcdia.^^ Poco a
la mandó derribar en 1392; pero, tituye un honor para la ciudad que
como ia gloría del poeta resultó ser lebres que no han sido santos", aun-
por propia voluntad de éstos fue-
más fuerte, tuvo que mandarla le- nm inhumados, dentro de sus mu- ^5 En Casus virorum illustrium de
vantar de nuevo.-^" Tal vez se en- ros, ítueri-eros que no habían nacido Boccaccio sólo el libro último —el no-
X, pág. 473). El nuevo género de glu
ria tenía que pareccrlcs incómodo a en ella, militares famosos como Pie- veno— corresponde a tiempos poste-
muchas gentes acostumbradas a otr.^ iro de Rossi, de Parma, Filippo Ar- riores a ía Antigüedad- Lo mismo ocu-
Franco Sacchetti, Novella. 121. cosa. rre —mucho después— con el libro
iel Ii, de Piacenza, y sobre todo 21 de los Commentarii ur&aní de Ralph.
•''7 Del primero en el conocido sar- Véase Neuesle Reisen de Keys- tiattamelata de Narni ( t 1442), cu- Volaterranus, que es el noveno de la
cófago de San Lorenzo y del segundo Icr, página 1.106. i& estatua ecuestre en bronce, como Antropología; de los papas y los em-
en el Palazzo della Ragione, sobre una •íi Como es sabido. Plinio et Viejo. ti de "un César triunfador", se er- peradores trata en los libros 22 y 23
puerta. Más detalles sobre su descu- era de Verona. especialmente. En la otra De claris
brimiento en 1413, en Missión, Voya- guía ya entonces en la iglesia del
*~ A esta actitud rcspbnde aún mulieribus del agustino Tacobus Ber-
ge en ¡talle, vol. I. esencialmente, el curioso escrito D< gomensis (hacia el año 15ÍX>) pág. 105,
Vita di Dante, l. c. Cabría pre- Laudibus Papiae (Muratori. X ) , d-.! nota, predomina la Antigüedad y. más
guntar cómo, después de la batalla de siglo xtv; mucho orgulíq municip;v
Fíllipos, pudo ir a parar a Parma el pero nada de gloria, especialmente hi\ "Nam et veteres nostri tales aut aún, la leyenda, pero luego nos da
algunas valiosas biografías de mujeres
cadáver de Casio. blando. •livos aut aetema memoria dignos non halianas. En Scardeoníus (De urb. Pa-
.•¡(I "Nobililatis fastu*' y "sub obten- ^-'í De laudibus Patavii^ en Muraío iiiiinerho praedicabant. Quum virtus tav, antiq., en Graev., Thesaur., V I
ía rcligionis", dice Pío l í {Comment., n, XXIV, col. 1.151 y siguicnés. MÍNIMA sanctitatís sit consocia et parí I I I , col. 405 y sigs.), sólo se enume-
¡•iiiaiitur pretio."
84 JACOB B U R C K H A R D T LA C U l . T U l í A ütíL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 85

poco se va íratando este elemento, cuanto figuran como artesanos o F mera \ista. N o es indiferente, ni rece traer más glorja que desdoro,
miembros de un gremio. ^Duchísimo menos, la redacción cualesquiera que sean su índole y
relativamente moderno, cada vez
El poeta filólogo tiene, empero, H | que aparecen las cosas (aún las su desenlace".^- En ocasión de más
con mayor relieve. Los •historiado-
en Italia, la clara conciencia —co- 'más importantes) ante los contem-
res incluyen ya las características de una empresa sorprendente y te-
mo ya hemos dicho— de que cl poráneos y ante ta posteridad. El
personales en sus obras y surgen co- rrible se nos da como motivo, en
es el administrador de la gloria y mundo lector de Occidente estuvo
lecciones de biografías de contem- ecuánimes historiadores, el deseo
hasta de la inmortalidad. Y también durante largo tiempo realmente do-

»
poráneos célebres, como las de Fi- minado por los humanistas italianos ardiente de consumar algo grande
del olvido."'''' Y a Boccaccio se queja y memorable. Revélase aquí, no una
lippo Villani, Vesnasiano Fiorentino de una bella celebrada por él, que cun su método narrativo y su latín.
y Bartolommeo Facio,^* en últi- los mismos poetas italianos, has- mera degeneración de la vanidad
no ablandó su corazón para que la
mo término, la de Paulo Jovio. *I siglo xviii, llegaron a un nú- común, sino algo realmente demo-
siguiera cantando y alcanzar así no-
K> de lectores mucho tnayor que níaco, es decir: una falta de liber-
lín cambio Jos países nórdicos, toriedad, y le da a entender que en
adelante va a hacer la prueba con r d c ningún otro país. Por sus tad en la decisión, unida al apelar
hasta que Italia influyó sobre sus a recursos extremos, sin que impor-
el vituperio.""* Saimazaro amenaza relatos de viajes, el nombre de pila
autores (sobre Trithemius, por te el éxito mismo como a tal. El
con la oscuridad eterna a Alfonso I'1 florentino Americo Vespucci lle-
ejemplo), sólo tienen leyendas de propio Maquiavelo enfoca así, por
de Ñápeles *^ —que huyó cobarde- a ser el nombre de la cuarta
santos e historias y descripciones j M r t e del Mundo. Y si Paulo Jovio, ejemplo, el carácter de Stefano Por-
mente ante Carlos V I H — en dos
sueltas de príncines y eclesiásticos, con toda su superficialidad y su ar- cari (véase página 58."^' Los docu-
magníficos sonetos. Angelo Polizia-
que en el fondo salen aún de la no conmina seriamente (1491) a! bitrariedad elegante, se prometió la mentos sobre los asesinos de Ga-
leyenda y que, estrictamente, puede rey de Pürtugal,"-" con motivo de inmortalidad,^^ no hay duda de que leazzo María Sforza (ver página
decirse que están desvinculados de los descubrimientos de África, pa hus esperanzas no han quedado del 32), que se han conservado, vienen
cuanto se refiere a la gloria, es de- ra que vele por lo que se refiere ;i ludo defraudadas. a decimos lo mismo, poco más o
cir, a ta notoriedad alcanzada per- la gloria y a la inmortalidad, para Junto a semejantes medidas para menos. Hasta Varchi (en el libro
sonalmente. La gloria del poeta que- lo cual debe mandarle a tiempo ;i HUrantizar externamente la gloria, se V ) atribuye el asesinato del duque
da limitada al círculo de determi- Florencia los materiales, a fin de- descorre aquí y allá la cortina, y Alessandro de Florencia (1537) a
nadas clases sociales; en los países que ét, Polizano, les dé "estilo' descubrimos entonces, en su pavo- ' la avidez de notoriedad de Loren-
nórdicos sabemos ios nombres de (operiosus excolenda): de lo con i'üsa y verdadera expresión, la am- zino Medici (véase página 33). Pe-
los artistas, casi exclusivamente, en trario, podría ocun-irle lo que a bición más colosal y ta más increí- ro este tipo de motivación aparece
aquellos cuyos hechos, privados de ble sed de grandeza, prescindiendo destacado con mucho más vigor en
la ayuda de los sabios, "quetlaron del objeto y del éxito mismos. Así. Paulo Jovio; Lorenzino, puesto en
ran paduanas célebres, en primer tér- ocultos en la basura de la h u m a i K i Maquiavelo, en el prólogo a sus la picota por un panfleto de Molza,
mino en una leyenda de la época de fragilidad". El monarca (o en su
las emigraciones; vienen luego trage- Historias florentinas, censura a sus a causa de la mutilación de esta-
lugar un canciller de pujos h u m a - [•rcdecesores (Lionardo Aretino, tuas antiguas en Roma, medita rea-
dias, rebosantes de pasión, con cl tema nísticos) aceptó el negocio y prív
de las luchas entre los partidos en los >í;gio) por el silencio, demasiado lizar un hecho cuya "novedad" haga
metió que, por lo menos, se man .reto que guardaron en cuanto olvidar aquella ignominia. Y asesi-
siglos XIII y XIV; a continuación al-
darían a Florencia, en traducción refería a los partidos de la ciu- na a su príncipe y pariente. Son
gunas figuras de temerarias heroínas
y seguidamente las figuras de la fun- italiana, los anales portugueses dv 1. "Se equivocaron en muy gran éstos auténticos rasgos de esta épo-
dadora de conventos, de la consejera los hechos de África, para que dida, demostrando con ello que ca de energías y pasiones agitadas,
política, de la médica, de la madre de consagrasen en lengua latina. Si a-í lücíaii poco la humana ambición pero ya en trance de desesperación,
tiumcrosos y excelentes hijos, de la se hizo realmente, no lo sabemos •u avidez de perpetuar la fama como lo fue un día el incendio del
mujer docta, de la rústica que mucre Semejantes pretensiones no son tan su nombre. jCuántos que no pu- templo de Efeso en tiempos de Fi-
por conservar su inocencia y, final- vacuas como pueden parecer a pri ton destacarse por nada loable lipo de Macedonia.
mente, la de la hermosa y doctísima
intentaron por la ignominia! ¡No
mujer del siglo xvi, a cuyos pies llue-
ven los poemas. Termina con la poe- •iisideraron aquellos escritores que
tisa y la novelista. Un siglo después ^7 Ya un juglar latino del siglo xii la acción que tiene grandeza Véase también Discorsi, I, 27:
hubiera sido necesario añadir, a la lis- —un escolar vagabundo que mendiga ' o r n o ocurre en los actos de los "El crimen de tristizia puede tener
lii de toda,s estas paduanas célebres, la un traje con su canción— «menaz;i •narcas y de las naciones— pa- "grandezza" y ser en "alguna parte
profesora. Las mujeres famosas de la con él. Véase Carmina Burdt'ia, pági- generoso"; ta "grandezza" puede des-
Casa de Este en Ariosto, Orlando fu- na 76. pojar a una acción de toda "infamia":
rioso, XIII. í « Boccaccio, Opere v^^ari, vul. el hombre puede ser "onorevolmente
XVI en el soneto 13: Palljdo, v^nto. Paulo Jovio, De romanis piscibus, tristo", en contraste con "perfeitamen-
Los V i V i illustres de Fació, una .icfalio (1525): La primera década le buono".
de las más importantes obras de este etcétera. . '
Entre otros, en Roscoe, eco V, ;us historias aparecerá próximamen- ^ Síorie fiorentine, lib. V I .
tipo, del siglo xvi (editor Mehus). no dice— "non sine aliqua spc im-
me ha sido accesible, desgraciada- ed. Bossi, página 203. i 3-1 Paulo Jovio, F.logia, con motivo
I ii latis".
mente. Angelo Poliziano. Fpp.. lib. \ . de Marius Molza.
LA CULTURA DlíL RENACIMIENTO EN ITALIA 87
JACOB BURCKHARDT
86 V las demá.s circunstancias del mun- natal, donde el ingenio pululaba en
'I - circundante y la moral vigente, el arroyo. El tipo superior de esta
otra. Todo parece trastocado, gente es el del hombre gracioso
la expresión se recurre a todos (l'uomo piacevole) y el tipo infe-
,V. L A B U R L A Y EL SARCASMO MODERNOS
medios, hasta al remedo de dc- rior el del bufón y el del parásito
lúnados dialectos de la Alta Ita- vulgar, que hace acto de presencia
muchas colecciones de novelas cor- I por ejemplo. A menudo encon- en bodas y festines bajo la consigna
F,l elemento correctivo, no sólo de tas. I 11 amos, en lugar del chiste, la "si no he sido invitado, no es cul-
la gloria y de la moderna avidez de En las Cien Novelas Viejas, que I ln.solencia sin paliativos, el fraude pa mía". Aquí y allá estos sujetos
fama, sino del individualismo lleva- deben proceder aún de fines del si- • '"^ero, la bla^emia y la inmundi- avudan a exprimir a un joven pró-
do al extremo, son la burla y el glo xni, se echa todavía de menos I un par de bromas de condot- digo; '^^ pero en general se les trata
sarcasmo modernos, sobre todo en el chiste, esc hi¡o del contraste, y a lure,^^ son de lo más grosero y mal- y menosprecia como a parásitos,
la íorma prodominante de la agu- lo mismo ocurre con la burla; ^ I intencionado que cabe imaginar. Al- mientras los chistosos que se sitúan
deza, que acabó por predominar. De su objeto es, tínicamente, dar una I liunas burlas resultan de una alta ya en un plano superior se dan aires
la Edad Media sabemos hasta qué forma bella y sencilla a doctos dis-1 eomicidad; otras, sin embargo, son principescos y consideran su inge-
extremo inconcebible se azuzaban, cursos y a historias y fábulas inge-1 w')lü una presunta demostración de nio como algo realmente soberano.
con simbólicos sarcasmos, los ejér- niosas. Pero si algo delata la vene-M ntiperioridad, de triunfo sobre un Dolcibene, a quien el emperador
citos enemigos, los príncipes y gran- rabie edad de esta colección es c a ^ mlversario. Hasta qué punto la víc- Carlos I V proclamó "rey de los gra-
des enemistades, y cómo se hacía balmente la falta de sarcasmo. C o n ciosos italianos", dijo a éste, un día.
dc la burla perdonaba ésta o
caer sobre el vencido el peso de la el siglo XIV surge Dante, que en \m

É
itentaba con ganar de nuevo en Ferrara: "Venceréis al mundo,
máxima ignominia simbólica. Pero expresión del desdén sobrepasa crM porque sois amigo del papa y ami-
or del auditorio mediante una
de otra parte, en las disputas teoló- muchos codos a todos los poetas d e l go mío; vos lucháis con la espada;
1 oportuna, lo ignoramos; pe-
gicas, y bajo el influjo de la retóri- mundo y que —para dar un ejemM el papa lucha con el sello de las
pío — por aquella infernal píntur* pezamos realmente con mucha
ca y la epistolografía antiguas, em- burlas, y yo con la lengua".*'^ Esto
de género de los impostores ^"^ putM dureza y mucha malignidad exenta
pieza, aquí y allá, a convertirse la no es una simple chanza: es ya un
de considerarse el maestro suprema de ingenio, que debieron de pertur-
agudeza en un arma: la poesía pro- de la más colosal comicidad. Com presentimiento de Pietro Aretino
Itiir grandemente, sin duda, la vida
venzal desarrolla un género propio Petrarca empiezan ya las coleccíJ ' I entina.®** El inventor de chanzas Los más célebres graciosos de me-
de canciones de reto y de sarcasmo; nes según el modelo de Plutarco I narrador de historias son ya diados del siglo XV fueron un párro-
tampoco falta esta nota, ocasional- (Apothegmata, etc.) Todo el satf iras inevitables, y tienen que ha- co de los alrededores de Florencia.
mente, en los Minnesingcr, como lo casmo que fue luego acumulándnsí*
.c dado entre ellos verdaderos Arlotto, por lo aue se refiere al
demuestran sus poesías políticas."^ en Florencia, en el curso de! mcu
(ipos clásicos, muy superiores al chiste fino (facezia), y el bufón de
Pero la agudeza sólo podía llegar clonado siglo, nos lo brinda, en
Imple bufón de Corte, ya que a la Corte de Ferrara, Gonclla, para
a ser elemento independiente de la notable selección, Franco Sacciuiil
le faltaba la competencia, el las bufonadas. Es arriesgado com-
vida con la existencia de su vícti- en sus novelas. En general no no»
ilico renovado y la rápida com- parar sus historias con las del cura
ma regular: el individuo con aspi- ofrece verdaderas historietas, sino
iisión del auditorio (que eran las de Kalenberg y Till Eulenspiegel.
raciones |>ersonaIes. Aquí va no se LTÍplieas dadas en determinadas
(lijas de residir en Florencia). Estas últimas surgieron de un modo
limita a lo verbal y escrito; aquí 1—inpenuid •I
i eso encontramos florentinos co- casi mítico, distinto por completo,
pasa al terreno de los hechos, re- r é p l i c a s u a u i í a í - i i ^ ,
luiéspedes en las Corles de los con la colaboración de todo un pue-
curre al chasco, combina tretas, las cunstancias, horribles ineenuid. .
de la Lombardía y la Ro- blo, de modo que quedan situadas
llamadas "burle" y "beffe", que con que se desahogan tipos de m
II. y parece que estos viajes más bien en la esfera de lo accesi-
constituyen el contenido esencial de res semilocos. bufones de corte, pi
caros y mujeres de vida air.nl.i icsidtaban mucho más beneficio- ble a todos y de valor general, mien-
Lo cómico reside en el detonimi' ()ue la estancia en su ciudad tras Arlotto y Gonella eran pet^o-
La Edad Media es rica en las contraste entre la ingenuidad i nahdades históricas, Idealmente co-
llamadas poesías satíricas, pero no dadera o aparente, por una pant • Novelle, 40 y 4 ) ; tratan de Ri- nocidas y localmentc condicionadas.
constituyen aún sátira individual, sino iii da Camerino.
una sátira de cuño general, referida a ^ Por excepción encontraremos i "" IVir muy ingenioso que pueda Agnolo Pandolfini, Del gobernó
clases sociales, categorías, poblaciones, un chiste insolente, Novena, 37, I l i i la invención de la conocida della famiglia, página 48.
etc., sátira que fácilmente adquiere el ^'^ Inferno. XXI y X X I I . .^I úni Brunellesco y et tallista gor- Franco Sacchetti, Novella, Í56:
tono didáctico; la condensación gene- paralelo posible sería ArislófÜnes. que parecemos cruel. comp. Novella, 26. Las Facetiae de Pog-
ral de toda esta orientación es, por, Un tímido comienzo' en Ope oveile, 49. Y , sin embargo, se gio tienen afinidad con Sacchetti por
e.tcciente modo, la fábula de Reineke: pág. 421 (en Rerum meniQrantIuru sensación —según la Novella, su contenido: burlas, insolencias, in-
Fuchs, en todas sus redacciones en los lib. I V ) . También, por ejemplo, p que, en más de un trance, comprensión de personas ingenuas an-
distintos pueblos de Occidente. Por lo de la Romana era capaz de te la obscenidad refinada, pero, es
868, en Epp. senil, X , 2 . -A veces t' lo y raya al más endiablado mayor el ingenio verbal, que delata
que se refiere a la literatura francesa
de este género, tenemos un nuevo e ne aquí el chiste verbal unLsamr ifl cl filólogo,
interesante trabajo: Lenient, La satire propio de su medieval refugio: ^ m
en France au Mayen Age. yento.
JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 89
Pero si se insiste en la comparación como si fueran manjares delicadísi- i, por ejemplo, que podía hacer
y se quiere extenderla a las "bm-- mos. León sabía reservarse la burla co es Joviano Pontano; en su es-
a los grandes trágicos en sus tudio sobre el discurso, especialmen-
las" de los pueblos no italianos, en para su uso particular, era propio édias. Pero por la misma ma-
general se verá que, consideradas de su tiesura espiritual tratar a te en el libro cuarto, hace, singular-
•ez cijltural que en determinada mente, la prueba de analizar nu-
en coniunto, las "burlas", tanío en veces irónicamente sus ocupaciones hizo surgir entre los griegos
los jabliaux *^ franceses como cnlre favoritas —^la poesía y la músi- merosos chistes o facetiae, con el
auge de ía parodia, la hizo flo- propósito de llegar a un principio
los alemanes, por ejemplo, están en ca—, fomentando, tanto él como r aquí. Ya a fines del siglo xiv
primer término basadas en una ven- su factótum el cardenal Bibbiena, general. Cómo debe manejarse la
líos encontramos con la burla, en agudeza entre gente de condición
taja o en un goce, mientras el chis- la caricatura de estas artes. Ningii forma de soneto, de las amorosas
te de Arlotto v la bufonada de Go- no de los dos encontraba impropia nos lo muestra Baldassar Castlglio-
de su alta jerarquía trastornar :i I lulechas de Petrarca, y con otras ne en su Coríigiano.*^^ Naturalmen-
nella, surgen como fines en sí
iiiiilaciones por el estilo; hasta la te que sólo se trata, en sustancia,
mismos, sin otra aspiración que la fuerza de lisonjas a un viejo secvi
misma forma de los catorce versos, de solazar a terceras personas con
de procurar un triunfo a sus auto- tario hasta que llegase a creerse un
lun su solemnidad, es tratada bur- el relato de historias y dichos có-
res, una satisfacción. (En Till Eu- gran técnico musical. A l improvi
lescamente a base d e disparatados micos y graciosos; la chanza direc-
lenspiegel encontramos, además, co- sador Baraballo de Gaeta confundií^
esoicrísmos. Y nada incitaba tanto ta no se considera muy recomenda-
mo peculiar matiz, la nergonifíca- León X con las más zalameras v
I I parodia como la Divina Comedia. ble; por ella se puede, en efecto,
eión, bastante horra de ingenio, por constantes alabanzas, hasta tal c\
Lorenzo el Magnifico ha sabido lle- humillar a desdichados y honrar ex-
lo general, de la travesura contra tremo, que aquél llegó a aspirar SL-
mi' a extremos de comicidad real- cesivamente a gente perversa, así
determinadas clases y oficios). Con ñámente a la corona poética d e l
iHi'iUe admirables, remedando el es- como despertar el deseo de vengan-
amargos sarcasmos y refinadas ven- Capitolio. El día de los patrono;
tilo del Inferno (Simposio o i za en los poderosos y en los acos-
ganzas,*'*'^ el bufón de la Casa de de los Medici, San Cosme y San D;i
ni). Luigi Pulci imita claramen- tumbrados a la hsonja.
Este supo resarcirse más de una vez mián, hubo de amenizar con su de
en su Margante a los improvisa- En cuanto al arte de la narra-
de las htunillaciones de que era ob- claraación, bien arreado de laureles
y púrpuras, el papal banquete, y res, y tanto su poesía como la ción, también se recomienda que
jeto.
1 Boiardo, por la libertad con que las gentes distinguidas hagan un uso
El género del "uomo piacevole" y cuando ya nadie podía detenerse d i ' i'Utan e l tema, constituyen, e n al-
del bufón sobrevivió largamente a risa, se le hizo subir en el patio del moderado de la mímica, es decir,
tillos pasajes, una semiconsciente de las muecas y ademanes. Siguen
la libertad de Florencia. Bajo el du- Vaticano, al elefante, enjaezado ' d e dia de la poesía caballeresca
que Cosimo floreció Barlachia y a oro, que Manuel el Grande de Por después, no sólo con fines de rela-
ieval. El gran parodista Teófilo to, sino como paradigma para fo-
principios del siglo xvii alcanzaron tugal había regalado al Vicario d e :o (ñacia el año 1520) sigue
notoriedad Francesco Ruspoli y Cristo, mientras éste —el Vicariü-- mentar la invención, una serie de
camino recto. Bajo el nombre chistes sobre cosas y palabras, en
Curzio Marignolli. De modo muy contemplaba el espectáculo desde Limemo Pi íocco compone el
peculiar se muestra en el papa León arriba a través de su monóculo.'if colección abundante, metódicamen-
'¡andino, en el que el espíritu ca- te ordenados por géneros. Entre
X la afición, auténticamente floren- Pero el animal, asustado con el es- o aparece, como un marco
tina, por los bufones. El alto prín- truendo de clarines y trompas y con ePüs se encuentran muchos realmen-
de moda, en torno de una te excelentes. Más severa y cauta se
cipe, amante de los más finos poces el clamor de los vivas de la concu ocurrencias y escenas de
del espíritu, y en este sentido in- rrencia, no halló modo de pasar el nos muestra, dos decenios después,
cter moderno. Bajo el nombre la doctrina de Giovanni della Casa
saciable, no sólo soportaba sino que puente de Santángelo. Merlinus Coecaíus describe los
reclamaba en su mesa la presencia en sus consejos sobre buenos mo-
La parodia de l o solemne y I d is y aventuras d e sus rústicos
de unos cuantos graciosos y tragal- sublime con que tropezamos aquí cii dales; •^'^ en consideración a las po-
[abundes, inserta también ele- sibles consecuencias, recomienda que
dabas, entre ellos dos muieres y un forma de corteio tenía ya cntonccH <s tendenciosos, y e n hexáme-
lisiado.^ En ocasión de alguna fies- un lugar importante en la poesíii, destierre en chistes y burlas el pro-
de un latín caricaturesco, simu- pósito de triunfar. Es el heraldo de
ta, los trataba como parásitos con Tuvo, ciertamente, que buscarse víc- n cómico aparato todo el en-
rebuscado sarcasmo de tipo antiguo, timas distintas de las de Aristólii- una reacción que tenía que venir.
de la epopeya docta en boga
haciéndoles sirvir monos y cuervos aquel entonces (Opus Macaro-
Lo del monóculo no se basa MV Joviano Pontano, De Sermone,
rum). A partir de este momen- comprueba dotes especiales para el
Es evidente que lo mismo ocu- lo en el retrato de Rafael, en el ciiiil I luiede decirse que la parodia se chiste, además de en los florentinos,
rrirá en las novelas de los italianos podría ser interpretado como lente p;i li ucntra ya constantemente repre- en los sienenses y perusinos; añade
cuyo contenido tiene aquí su fuente ra mirar las miniaturas del deVocionn después la Corte española, por pura
de inspiración. rio, sino en una noticia de Pellicamií- I i;ida en el Parnaso italiano, a
•>s de modo realmente brillante. cortesía.
6^ Según Bandello — I V , Novella según la cual León contemplaba i i t i i .
2— podía Gonella desfisurar su ros- procesión de monjes a través de un» \ mitad del Renacimiento se lle- «9 // coríigiano. lib. I I , fol. 74 y
tro con los rasgos de otras personas y specillum (ver Züricher T^chenbwk realizar un análisis teórico sigs. Véase la derivación del chiste del
sabía remedar todos los dialectos de de 1848. pág. 177) y en el í^ri^ te y se fija su aplicación contraste, si bien no aún de un modo
Italia. cóncavo" que, según Jovio, msaba completamente claro, en fol. 76.
y exacta para uso de la
sus partidas de caza. ™ Calateo, de Giovanni della Casa,
*30 Paulo Jovio, Viia Leonis X. más distingtfida. El teóri- ed. Venecia, 1789. págs. 26 y 48.
LA C U L T U R A D E L R E N A C I M I E N T O F . N ITALIA 91
90 JACO» BURCKHARDT

perversas habladurías.'^'* Poco a za en lo referente a los cardenales


En realidad, Italia se había con- ella— como causa do la cvid^. i^Bco llegó a decirse de todo el mun- que lo eligieron. Bemi y otros
vertido en una escuela de maledi- decadencia de las fuerzas moral do lo peor, y precisamente la vir- describen el ambiente en tomo del
cencia como no ha conocido cl mun- la maledicencia general. De O I K I 'i'd más severa era la que segura- papa con la misma capciosidad pi-.
do otra, ni siquiera la Francia de parte, deja entender a los que qu!e nte suscitaba la malignidad más cante con que la crónica parisiense
Vollaire. No es que a éste y a sus rcn denigrarle que él también n M i i e n o s a . Del gran predicador Fra de nuestros días torna lo blanco ne-
congéneres les faltase espíritu de tiende de tales lances... Viene dl.^ lígidio de Vitcrbü, a quien León X gro y hace surgir, por artificio, algo
negación; pero ¿donde encontrar en pues la Corte papal donde, ya ira- ' vó a la dignidad de cardenal por de la nada. La biografía que com-
el siglo XVIII la plétora de víctimas dicionalmente, las más malévohis méritos y que con motivo del puso Paulo fovio, por encargo del
propicias, aquella serie interminable lenguas, y también las más inrc ilesastre de 1527 se reveló como cardenal de Tortosa y que. en rea-
de personalidades peculiarísimas. de niosas, se daban cita. Ya las Pon- monje valeroso y popular, dice | o - lidad, debía ser un panegírico, es,
depuradísimos espíritus, celebrida- liae de Poggio están escritas, en los ' que para conservar su palidez para todo el que sepa leer entre
des de toda esoecie, hombres de Es- mentideros de los escribanos apoy liica exponíanse al humo de la lincas, un verdadero dechado de sar-
tado, clérigos, inventores y descu-. tóbeos (bugiale), y si se considera i;i húmeda. En estos casos, Jovio casmo. Produce un efecto de alta
bridores, literatos, poetas y artistas, la gran cantidad de desilusionaíivts el auténtico curial; por lo re- comicidad (sobre todo si se tiene
que no oponían la menor suieción cazadores de puestos, de esperan/ít I ir cuenta su historia, añade que en cuenta la Italia de entonces) el
al vital desdoblamiento del propio dos enemigos y competidores de eree en ella, y finalmente en una leer cómo Adriano solicita del Ca-
carácter. Esta gran muchedumbre favorecidos, y de parásitos de pie crvación de carácter general de- bildo de la Seo zaragozana la qui-
era algo real y palpable en los si- lados disolutos que allí se conpie iraslucir que debe de encerrar jada de san Lamberto; cómo, luego,
glos XV y XVI. y ¡unto a ella había gabán, no ha de sorprender que Ki> o de verdad. Pero la verdadera los devotos esDañoles la cargan de
engendrado el alto nivel cultural ma llegara a convertirse en el lima propiciatoria del sarcasmo paños y joyas "hasta que llega a
una terrible casta de ingeniosos im- verdadero asilo tanto del pasquín I 'iiiano fue el buen Adriano V I . Era parecerse bastante a un papa bien
potentes, de criticones y maldicen- desatentado como de la sátira, más 'iiino un acuerdo tácito tomarlo to- arreado"; cómo —y con qué deta-
íes natos, cuya envidia exigía sus especulativa de suyo. Si se añado da por el lado burlesco en Adriano. • lles de mal gusto— emprende el
hecatombes; añádase a esto la en- a esto el descontento general conna l'ur medio de la pluma terrible de ; papa su turbulento viaje de Ostia a
vidia, entre sí, de los ilustres y fa- el gobierno teocrático, y aún lo qui Hcrni lo echó todo a perder desde Roma; cómo delibera sobre el hun-
mosos. Aquí fueron los primeros los aportaba la conocida y plebeya ne ' principio amenazando con arro- dimiento del Pasquino; cómo inte-
filósofos —Filelfo, Poggio, Loren- cesidad de atribuir al poderoso lo al Tíhcr, no la estatua de Pas- rrumpe repentinamente las más
zo Valla, entre otros— mientras das las monstruosidades imagiiiü I 1110, como se pretendía.''^ sino a importantes audiencias porque le
que, por ejemplo, los artistas del bles, resulla una inaudita suma di I • pasquinisías en persona. La ven- avisan que está a punto la comida,
siglo XV puede decirse que, salvo ignominia.'^- Quien podía se dcli n i/a fue el famoso Capitulo "con- y cómo, finalmente, tras un gobier-
raras excepciones, convivían en pa- día de ella, del modo más efie.i/ el papa Adriano", no dictado no desdichado, muere por haber be-
cífica emulación. La historia del con el desdén, tanto en lo que i límente por el odio, sino por el bido demasiada cerveza. Inmediata-
arte debe tomar nota de ello. refiere a las inculpaciones verdade den hacia el holandés bárbaro y mente fue adornada con laurel por
ras como a Jas falsas, o con nii "'lículo; se omite la salvaje amena- alegres noctámbulos la casa de su
El gran mercado de la gloria que porte lo más satisfactorio y alei>ir
era Florencia se adelanta en este médico de cabecera, en la que pu-
posible7-^ Los ánimos débiles, ¡ni sieron la inscripción "Liberatori Pa-
camino, como hemos dicho, a las dían. sin embargo, caer en una ^ " Fue cl caso del cardenal Ardí- triae S. P. Q . R . " Es cierto que
demás ciudades. Se afirma del flo- pecie de desesperación sintiendo^ •1 della Porta, que, en 1491, pre- Jovio, con la supresión general de
rentino que tiene "mirada penetran- culpables, y más aún como víclini,i'. tio renunciar a su investidura y
te y lengua maligna".'''^ Un suave to- iarsc en un convento lejano. Ver rentas, había perdido la suya y que
no zumbón sobre todo v sobre to- •iiij en Eccard., Scripíores, I I , sólo por "no ser poeta", es decir,
dos parece ser lo que imperaba en ''^ F. Fedra Inghiraini, oraciof 2.000. por no ser pagano, recibió una pre-
el trato cotidiano. Maquiavelo, en nebre a Lodovico Podocataro (I • Ver en Giraldi Cinthio, Heca- benda en compensación. Pero esta-
el curiosísimo prólogo de su Man- en Anecd. lili., I, pág. 319. Al c o l u •mithi, V I I , Novella. núm. 5, cl uso ba escrito que Adriano tenía oue ser
cionista de escándalos Massaino li hacía de la lengua a la mesa de la última víctima destacada de este
dragora, señala —con razón o sin menciona Paulo lovio. Dialogue d\ ¡líente V I L tipo. Con la desgracia de Roma
viris litt. illustr. (Tíraboschi. t. Vil La supuesta deliberación sobre (1527) y con el fin de un mundo
^1 Letfere pitforiche, I, 7Í, en una parte IV, pág. 1.631). ^ liiindimienio del Pasquino en el Tt- de extrema perversidad, se fue ex-
carta de Vine. Borghini, 1577. Maquia- 73 Ésta era, tomada en'Conjunlt). u • —en Paulo lovio. Vita Hadria- tinguiendo visiblemente la maledi-
velo en Stor. fior., lib. V I I , dice del actitud de León X , y puede decirij quc procede de Sixto IV, se cencia criminal.
joven caballero florentino posterior a que, en general, calcuI6{^exactament ' en cuenta a Adriano. Ver
mediados del siglo xv: "Gli studi loro a pesar de la rabia coi\ <iue se ens L'" priucipi, I, carta de Negro
erano apparire col vestiré splendidi, e ñaron con él los pasquiuistas, so' abril de 1523. El día de San Ejemplo: Fircnzuola, Opera, Mi-
eol parlare sagaci ed astuti, c quello todo después de su muerj;c, weron íenía Pasquino una fiesta es- lán, 1802, I . pág. 116, en los Discorsí
che piú destrámente mordeva gli altri potentes para dominar la bnprcsi que cl papa prohibió. deglí anírmúi.
piú savio e da piú estimato." total de su personalidad. j
92 IA(X)B B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 93

Pero cuando ésta se hallaba aún los grandes se reduce a un simpléj ion de la obra de arte, el sen- 1545,"'' constituye algo que no tiene
en plena lozanía, fue en Roma prin- pedir limosna o a una irrfarae c\-¡ de la auténtica estructura dra- parangón; con todos los respetos
plotación. ; ;ca de una comedia, por ejemplo, admirativos (por el Juicio final), le;
cipalmente donde se formó el más
En Aretino tenemos el primer ca- pún hay que considerar, aparte amenaza por irreligiosidad, por in-
grande de los maldicientes de los
so de gran abuso de la publicidad analignidad, ya tosca, ya delica- decencia y por robo (a los here-
tiempos modernos: Pietro Aretino. sus brillantes dotes para la agu-
Una breve consideración sobre su para .tales fines. Igualmente infames deros de Julio 11), y en un post-
deza grotesca. En ella, en ciertos
carácter nos ahorrará el ocupamos eran las controversias de cien años scripluní conciliador añade: "Sólo
Instantes, no le supera ni Rabe-
de otros congéneres suyos de menor antes entre Poggio y sus adversarios, os he querido demostrar que si sois
lnis.*«
importancia. tanto en cl tono como en el propó- divino (di-vino), yo no sov d'ac-
Le conocemos, principalmente, sito, pero no estaban calculadas so- E n tales circunstancias y con ta- qua". Y es que Aretino ponía gran
por los tres últimos decenios de su bre la base de la publicidad impre- , designios va en pos de botín empeño —no sabemos si por loca
vida (1527-1556), que pasó en el sa, sino de una semipublicidad de ii^uardando su presa o rondándola. presunción o por complacencia en
único asilo posible para él; Venecia. carácter casi privado. Aretino va a II modo como apostrofa a Clemen- la parodia de todo lo elevado— en
Desde aquí mantenía a todas las ce- su negocio de una manera total y VII pidiéndole que no se queje, que también a él se le llamara di-
lebridades de Italia en una especie absoluta; desde cierto punto de vis- i!u que pcrdone,^^ mientras los la- vino. El hecho es que su celebridad
de estado de sitio, y a este asilo le ta es uno de los más antiguos pre- mentos de la Roma asolada llegan personal llegó tan lejos que incluso
llegaban las dádivas de los prínci- cursores del periodismo. A interva- ' sta el castillo de Santángelo, cár- la casa en que nació, en Arezzo, se
pes extranjeros que necesitaban su los regulares hace imprimir sus cur- del pontífice, es como el sar- exhibía como curiosidad local.^ Por
pluma o la temían. Carlos V y Fran- tas y sus artículos, que ya mueho 10 de un demonio o de un simio, otra parte, es cierto que en Venecia
cisco I le pensionaban los dos al antes han circulado de ía maium veces, cuando ha de renunciar se pasaba meses enteros sin atre-
mismo tiempo, pues cada uno de más amplia."'-* nitivamente a" la esperanza que verse a salir de casa por miedo a
ellos esperaba que Aretino fustiga- Comparado con las plumas ni;i iera en una dádiva, estalla su encontrarse con algún florentino
ría al otro; pero Aretino los hala- mordaces del siglo x v i i i , Aretino les a en salvajes aullidos, como, por irritado, como el joven Strozzi, por
gaba a los dos, extremando la lison- lleva la ventaja de que no se obscr I mplo, en el Capitolo al Príncipe ejemplo. Tampoco faltaron puñala-
ja con Carlos, naturalmente, porque va en él el menor lastre de. prin- Salemo. Éste lo había estado das ni palizas terribles,*'^ que no
éste quedó dueño de Italia. EÍespués cipios, que no le agobian la ilus- hrencionando durante algún tiem- tuvieron, sin embargo, el resultado
de la victoria de Túnez subió de to- tración ni la filantropía, ni langiiuii £ no quiso seguir haciéndolo. En que Bemi había vaticinado en un
no esta lisonja, adquiriendo el ca- otra virtud, ni siquiera la cieui ni lio, parece que el terrible Pier- soneto famoso. Murió en su casa de
rácter de la divinización más ri- Todo su equipo lo constituye el ia Famese, Duque de Parma, nun- un ataque de apoplegía.
dicula. Es pertinente advertir, con nocido lema: Verilas odiunt pant tomó en cuenta. Como este En la lisonja hace notables dife-
este motivo, que Aretino no renun- Por eso no se ponía nunca en vw señor se mostraba sordo a to- rencias; con los no italianos recurre
ciaba a la esperanza de, con la ayu- dencia con situaciones falsas, eimu ^eptaeión persuasiva y nada po- al halago grosero; con personajes
da de Carlos, ser nombrado carde- Voltaire, por ejemplo, que hubu de íntentarse por las buenas, Are- como el duque Cosimo de Floren-
nal. Cabe presumir que gozaba de renegar ignominiosamente de su / ' » , se venga describiendo su as- cia sabe expresarse con mayor dis-
una protección especial como agen- celle y esconder otras muchas et)^iii ió físico como el de un esbirro, creción. Alaba la belleza del prín-
te de España, ya que por medio de durante toda la vida. Aretino ci( ^Biolinero y un panadero.^- Are- cipe, todavía joven entonces, quien
sus escritos o con su silencio podía las cosas por su nombre y llegó \m resulta, sobre todo, gracioso en realidad poseía este don —y
coaccionar a los pequeños príncipes ta vanagloriarse, en horas tardíim, o mendiga en tono lastimero, en alto grado—, declarándolo bello
italianos e influir sobre la ooinión de sus malfamados Ragíonamcnn por ejemplo, en el Capitolo como Augusto; elogia su conducta
pública. A l Papado afectaba despre- Su talento literario, su prosa líinni icisco I ; en cambio no pode- moral, con una mirada de reojo a
ciarlo de todo corazón, porque lo da y picante, sus ricas dote^ d leer sin profunda repugnancia, los negocios de dinero de la madre
conocía de cerca; el verdadero mo- observación, su conocimiento ú r de su comicidad, la mezcla de Cosimo, María Salvati, y acaba
tivo era, sin embargo, que en Ro- hombres y cosas, bastarían, en t lenazas y lisonjas con que tro-
ma no se le quería ni se le podía do caso, para hacer notable su obij os en algunas de sus cpísto-
S3 Gaye, Carteggio, I I , pág. 332.
ya subvencionar."^^ Sobre Venecia, aunque le fue negada la cabal ct en algunos de sus poemas, Véase la insolente carta de 1536
que le hospedaba, callaba prudente- carta como la que escribe a en las Leltere pittor, I . Append. 34.
mente. El resto de sus relaciones con 'i'* Cómo se hacía temer así . : 11 Ange! en noviembre de 83 L'ATetin por Din grazia, é vino e sana,
cialmentc de los artista», no es t - '
Ma'l moxtaccio ha fregiato nobilmenle.
tuno considerarlo aquí.' El primí!
•i'S El Duque de Ferrara, cl 1 de vehículo publicitario de la Refo? ^P*or ejemplo, en el Capitolo a E piú colpi lia che dita in una mano.
wmnte, un mal poeta. Lástima que ( M a u r o , Capitolo in lode delle buRte.)
enero de 1536. Haréis el viaje de Ro- alemana fue cl folleto-.en relación q |
determinados asuntos. Aretino, en ca ^^n>rzoso suprimir las citas. ^ Véase, por ejemplo, la carta al
ma a Nápoles "ricreando la vista av-
bio, er. periodista en el sentido de Ol ^.¿eítere, ed. Venecia, 1539, fol. cardenal de Lorena, Lettere, ed. Ve-
vilita nel mirar le mlscre pontificali en él alienta un anhelo constante 31 de mayo de 1527.
con la contemplaíionc delle eccellenze necia, 1539, del 21 de noviembre de
publicidad, -J,^ ^3n el primer Capitolo a Cosimo. 1534, así como las cartas de Carlos V.
imperiali".
JACOB B U R C K H A R D T
94

gimiendo por lo cara que está la mo algo particular, que Aretino, en TERCERA PARTE
vida y suplicando una limosna, etc. su maledicencia, sólo se ocupó del
Si Cosimo le pensionaba.*^ y con mundo, sin blasfemar nunca contni
una suma bastante respetable (160 Dios. Teniendo en cuenta su con- R E S U R G I R DE L A A N T I G Ü E D A D
ducados anuales en los últimos tiem- ducta general, nada nos importa,
pos) , teniendo en cuenta su poca realmente, lo que creía, como nad;i
inclinación para cuanto supusiese nos importan los escritos edifican-
gastar dinero, era, por razón de con- tes que publicó por motivos exclu-
siderarle peligroso como agente de sivamente exteriores.*^^ Por otra par-
España. Aretino podía permitirse te no alcanzo a ver qué hubiera I. OBSERVACIONES P R E L I M I N A R E S
soltar la lengua contra Cosimo, bur- podido moverle a blasfemar. No
lándose de él e iniuriándole, pero ejercía la profesión docente, ni era
egados a este punto de nuestra y en otras esferas, fue sorprenden-
en cierta ocasión amenazaron al en- pensador ni escritor teórico; tam-
lopsis de la historia de la cultura, temente grande y no cabe duda que
cargado de negocios florentino con poco podía obtener de Dios sumas
canos ahora considerar el mundo la alianza entre dos épocas cultura-
obtener de Cosimo su destitución. de dinero recurriendo a lisonjas y
iiigiiü cuyo "renacimiento ha da- les del mismo pueblo, muy separa-
Y aunque al fin, el Medici llegó a amenazas, lo que quiere decir que
o nombre, con parcialidad eviden- das entre sí, precisamente por su
saber que Carlos V conocía sus pro- no pudo sentirse acuciado a la blas-
te, a toda esta época. Las circuns^ elevada independencia se reveló co-
pósitos y jiensamientos, no le pare- femia por una negativa. Hombre de
tiincias aludidas hasta ahora y los mo algo justificado y fecundo. Eí
ció conveniente que en la Corte esta catadura moral no iba a tomar-
' iiitecimientos descritos habrían resto de Occidente tuvo que verse
imperial circularan chistes a cosía se molestias desinteresadamente.
linovido a la nación, y la habrían defendiéndose del impulso que lle-
suya ni versos burlones compuestos Nada habla tanto en pro del es- liccho alcanzar madurez, aunque en gaba de Italia, o asimilándolo, ín-
por Aretino. Es muy graciosa su li- píritu italiano de nuestros días que nada se hubiera advertido la in- tegramente o a medias. Allí donde
sonja al "alcaide de Musso", el poder comprobar cómo conductas y fluencia de la Antigüedad; aún las aconteció esto deberían ahorrarse los
Marqués de Marignano, que había caracteres de este tipo hayan llega- orientaciones del espíritu a que más lamentos sobre la temprana muerte
intentado fundar un Estado propio. do a ser total y absolutamente in;i- iniciante nos referiremos podrían de nuestras formas culturales me-
Agradeciéndole el envío de cien es- posibles. Pero desde el punto de runcebirse perfectamente sin su in- dievales y del mundo ideal en que
cudos, le escribe Aretino; "Tenéis vista de la consideración histórica, dujo, en su mayoría por lo menos. germinaron. Si hubieran podido de-
todas las cualidades que debe po- Aretino* en su lugar y en su momen- '''•10 tanto lo que antecede, como fenderse eficazmente, vivirían aún.
seer un príncipe, y todos lo verían to, será siempre una figura impor< i][ie a continuación veremos apa- Si los espíritus elegiacos que vuel-
así si la violencia inevitable en to- taníe y significativa. '•r, por modo múltiple, coloreado ven a esa Edad Media la mirada-
do principio no os hiciera aparecer i.itizado por reflejos del mundo nostálgica se vieran obligados a pa-
un poco rudo (aspro)".^^ Podría esto deberse a las L • I I > ; m o . y aunque lo esencial de las
sar en ella aunque sólo fuese una
ranzas que tenía puestas en el caixlr, ' ;is fuera posible y comprensible hora, reclamarían con apremio la
Se ha hecho notar a menudo, co- o bien al miedo de las cruentas sen- MI tal influencia, siempre tendría- luz y la atmósfera modernas. Es in-
tencias de la Inquisición — a la cuiíl I . que su manera de manifestarse dudable que en los grandes proce-
se había atrevido a censurar áspciii la vida sólo con ella y a través sos de aquel tipo ha de perecer esen-
8T Ver para el texto a continuación mente todavía en 1535 (ibid., ÍO\\M
Gaye, Carteggio, 11, págs.. 536, 337 y ella pudo alcanzar un desdobla- cialmente algún noble y valioso
37) — que aumentaron repentinanun
345. te desde la reorganización del tribuiíiil •iiio efectivo. El Renacimiento no . brote original, si no queda impere-
ss Leilere, ed. Venecia, 1539. fol, en 1542, que impuso silencio genccil 'icra sido el alto conocimiento , cederamente salvado por la tradi-
15 del 16 de junio de 1529. ulricocultural que fue, si pudié- • ción y la poesía, Pero no por ello
Kitü'S disociar sus elementos tan [ cabría desear que no sc hubiese
Imente. Pero hemos de insistir ^ producido el gran hecho total. El
'O uno de los temas primor- ; hecho total consiste en este caso en
del presente libro— en el he- que, junto a la Iglesia que hasta
dc que no sólo él, sino su ín- entonces —y no va a ser por mu-
alianza con el espíritu del puc- cho tiempo ya— había mantenido
Italiano, existe ya, fue 'lo que la cohesión del Occidente, surge un
igó al mundo de Occidente. La ambiente espiritual nuevo que, irra-
ad conservada por este espiri- diando de Italia, llega a convertir-
te variable según las circunstan- se en atmósfera vital para todo eu-
, Si la consideramos, por ejem- ropeo culto. L o que en este caso
^en la literatura escrita en latín, podría ser objeto de severa crítica
parecemos bien escasa; pero sería su carácter impopular, el di-
artes plásticas, por ejemplo, vorcio entre cultos e incultos, que

95
JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 97
96
cierto punto, todas estas poesías
en aquel momento surgió necesaria- y la multitud de recuerdos y de mo- i latinas de los "clericí vagantes" del
renacimiento integral, y eso es lo
mente. Pero advertiremos que esta numentos existentes aún, favorecie- ' Kiglo X I I , con toda su viva y sor-
que aparece en las poesías del cié-
crítica carece en absoluto de valor, ron enormemente aquella tendencia. prendente frivolidad, constituyen sin
rico desconocido del siglo xii.
en cuanto consideremos que hoy Basándose en ella y en la reacción duda un producto común europeo.
Este movimiento de retomo a la
mismo, aunque se reconoce cl he- del mismo espíritu ponular —que, Ahora bien, quien compuso e] can-
Antigüedad puede decirse que, en
cho claramente, no puede conside- sin embargo, había llegado a ser to De Phyllide et Flora y el Aes-
gran escala y de una manera gene-
rarse superado. Por lo demás, este diferente— ante las instituciones luans interius no era seguramente
ral y decidida, sólo se inicia en los
divorcio no es en Italia tan rudo e estatales de origen germánicolongo- un nórdico... ¿ Y podía serlo, por
italianos con el siglo xiv. Requería
implacable como en otros países. bardo, el ambiente caballeresco ge- ventura, el fino y observador siba-
un desarrollo de la vida urbana co-
El más grande de sus poetas cultos, neral de Europa, otras influencias rita autor de Dum Dianae vitrea
mo sólo se dio en Italia y en aque-
Tasso, está en todas las manos, has- culturales procedentes del Norte y sera lampas oritur? Topamos aquí
llos tiempos: convivencia c igualdad
ta en las de los más pobres. ante la Religión y la Iglesia, surge efectiva entre nobles y ciudadanos
con un renacimiento de la concep-
La Antigüedad romana y griega, y va condensándose la nueva mo- ción antigua del mundo, que se nos
y constitución de una sociedad ge-
que, desde el siglo xiv, de modo tan dalidad, es decir, el espíritu italiano muestra con claridad mayor al con-
neral (ver página 79) que sintie-
poderoso intervino en la vida ita- moderno, llamado a dar la pauta trastarla con las formas rimadas
ra la necesidad de la cultura y que
liana como punto de apoyo y fuente y a constituir cl modelo de todo el medievales. Encontramos, tanto en
dispusiera de tiempo y de medios
de cultura, como meta e ideal de Occidente. este siglo como en el siguiente, al-
para satisfacerla. Pero la cultura al
la existencia y en parte también De qué modo empieza a mani- pretender liberarse del mundo fan-
[unos trabajos en que se imitan
como nuevo y consciente contraste, festarse lo antiguo en las artes plás- icxámetros y pentámetros con el
tástico de la Edad Media, no podía
esta misma Antigüedad había influi- ticas, en cuanto cesa la barbarie, mayor cuidado, en que se observan
llegar, de súbito, por simple empi-
do ya parcialmente en toda la Edad puede verse, por eiemplo, en las luda clase de aditamientos tomados
rismo, al conocimiento del mundo
Media no italiana. El tipo de cul- construcciones toscanas del siglo xii ti la Antigüedad, principalmente de
físico y espiritual. Necesitaba un
tura que tuvo en Carlomagno un v en las esculturas del siglo x i n . índole mitológica, y que, sin embar-
guía, y como tal se ofreció la An-
representante no era, en esencia, Tampoco faltan los paralelos en |a ni remotamente nos producen el
tigüedad clásica, con su abundancia
otra cosa que un Renacimiento fren- poesía, si hemos de considerar ita- cto de los casos antiguos. En las
de verdad objetiva y evidente en
te a la barbarie de los siglos v i i y liano al más grande de los poetas i:rónicas hexamétricas y otras pro-
todas las esferas del espíritu. De
V I I I , y tenía que serlo. Y así como
latinos del siglo xii, el que dio el ella se tomó forma y materia, con
ducciones por el estilo, a partir de
en la arquitectura del Norte, ade- tono para todo un género en la tiuelielmus Appulus, nos encontra-
gratitud y con admiración, y ella
más de la base formal, general, he- poesía latina de entonces. A él per- mos con un diligente estudio de
llegó a constituir, por lo pronto, el
redada de la Antigüedad, se van tenecen las mejores composiciones Virgilio, de Ovidio, de Lucano, de
contenido principal de la cultura.^
induciendo también formas antiguas de los Carmina Burana. En el mag- '•lacio y de Claudiano, pero la for-
También las circunstancias genera-
ya de un modo claramente directo, nífico caudal de aquellas estrofas les de Itaha eran propicias. El Im-
así también toda la erudición refu- rimadas palpita una irrefrenada I antigua es cosa elaborada y sa- pcrío medieval, desde la caída de
giada en los conventos va asimilan- complacencia en el mundo y en sus • i.i, lo mismo que los temas anti- ios Hohenstaufen, o había renuncia-
do gradualmente una importante goces, y como genios tutelares apa- iiuus en los compiladores del tipo do a Italia, o no podía sostenerse
ma de elementos procedentes de recen de nuevo los dioses paganos. !• Vinccnt de Beauvais o en el mi- en ella; el Papado se había trasla-
autores romanos. A partir de Egi- El que las lea de corrido no podrá !ogo y alegórico Alanus ah Insu- dado a Aviñón; la mayoría de las
nardo, hasta el estilo no deja de ser menos de dejarse ganar por la sos- El Renacimiento no consiste potencias efectivas eran ilegítimas
imitado de los antiguos. pecha que en ellos habla un italia- •cisamente en la imitación y com- y estaban basadas en la violencia.
no, un lombardo sin duda. Pero el 'ición fragmentarias, sino que es Mas el espíritu que había desper-
La Antigüedad despierta en Ita-
que existen también sus motivol tado y se sentía consciente, busca-
lia de modo distinto que en el Nor-
precisos para suponerlo así.^ ilasti ¡ K J c t a se llame a sí mismo Walther, ba con afán un nuevo ideal fjrme
te. Tan pronto como la barbarie lia decisivo nos dice en cuanto a y así fue como pudieron surgir la
cesa, surge aquí, en este pueblo, aún ' origen. Generalmente se le idcnti- ilusión y el postulado de un predo-
semiantiguo, el reconocimiento del 1 Carmina Burana, en la Biblioti\^
des literarischen Vereins in Slutimti II c o n cierto Walther Mapes, canó- minio universal romanoitaliano. que,
propio pasado. L o ensalza y desea lomo XVI. La estancia en Pavía (págl de Salisbury y capellán de los apoderándose del ánimo de las^&g^^
tomar a él. Fuera de Italia se trata 68 y 69), la localización i,taiiana e| de Inglaterra hacia fines del sí-
de la utiHzación sabia, reflexiva, de general, la escena con la "pastorell* ^^•ill. Más recientemente se preten-
determinados elementos de la Anti- bajo el olivo (pág. 145), la visión di ^Hhconocer en él a cierto Gauticr
güedad; en Italia, no sólo los sa- un "pinus" como árbol •jjc praderí( l ^ b U e o de Chatillon: véase Giese- 2 Eneas Silvio (Opera, página 603,
bios, sino también cl pueblo, toman de amplia sombra (página 156), | ^^wi^ en Wattenbach. DeulscMands Episí. 105, al archiduque Segismundo),
ftichtsquellcn im Milíelalíer (pág. por ejemplo, nos dcseribe, en rauda
partido por la Antigüedad de una reiterado uso de la palabra "braviuii
(págs. 137 y 144) y espcciánnenlc 1 sigs,) Hoy suelen repartirse es- sinopsis, cómo la Antigüedad puede
manera objetiva, pues en ella ha-
forma "Madii" por"Maji", pa^en
llan el recuerdo de la propia gran- Mar en favor de nuestra tesis,
deza. La fácil comprensión del latín
É mposiciones entre autores ingle- servir de maestro y guía en todas las
emanes y franceses. altas esferas de la vida.
98 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 99

tes, las llevó hasta intentar una valor. Equipados de nuevo con i partir de entonces —'hasta los bellas y mejor conservadas.*' Sin
realización práctica con Cola <Íe cultura, no tardaron los italianos cii 'ii-mpos de Gibbon y Niebuhr— ha embargo, quedaba aún infinitamen-
Rienzi, La manera como éste con- sentirse de manera efectiva la na- pirado este mundo de ruinas 'la te más de lo qiie hoy día se man-
cibió su misión durante su primer ción más adelantada del mundo. ditación histórica! tiene en pie v parece que muchas
tribunado sólo podía terminar en Bosquejar este movimiento de los Aquel doble sentir se evidencia ruinas mostraban todavía sus reves-
una extravagante comedia; mas pa- espíritus, no en su forma plena, si' i.imbién aún en Fazio dogli Uberti timientos y sus incrustaciones de
ra el sentimiento nacional el recuer- no en esencia, sólo en sus contor- en su Dittamonda compuesto hacia mármol, las columnas de sus fron-
do de la Roma antigua no fue, ni nos y en sus comienzos, constituirá ' año 1360, una dcscrioción de tis y oíros ornamentos, mientras en
mucho menos, un apoyo exento de nuestro propósito inmediato.-'* i¡e fingida y visionaria; cl viejo la actualidad sólo subsiste el esque-
f.icógrafo Solinus le acompaña, co- leto de ladrillos. Con tal situación
tno Virgilio a Dante. Visitan Bari hubo de contar cl comienzo de un
I honor de San Nicolás, Monte intento serio de topografía de la
11. R O M A , C I U D A D DE R U I N A S irgano por devoción al arcángel ciudad antigua. En las Peregrinacio-
iiun Miguel; en Roma se menciona nes a través de Roma de Poggio*
lii leyenda de lá Araceli v la de san- encontramos por vez primera ínti-
Las propias ruinas de Roma goza- de Roma merecen veneración y li ta María de Trastéverc.. . Sin em- mamente enlazado el estudio de las
ban entonces de una veneración suelo sobre el cual está levantadií bfirgo, predomina ya visiblemente la minas mismas con el de los viejos
muy distinta de la que inspiraban la ciudad es más egregio de lo que magnificencia profana de la Roma autores, y el de las inscripciones
cuando fueron escritas obras como dicen los hombres." N o obstante, do wnligua. Una noble anciana de dcs- (que tenía que descubrir a través
Mirabilia Romae o la compilación la enorme frecuencia de los jubilcoi jliirrada túnica —Roma misma—• de la maleza); ^ aquí la fantasía que-
de Wiliiam de Malmesbury. La fan- apenas queda un recuerdo devoto tiiirra la historia cldriosa y descri- da frenada y eliminado deliberada-
tasía del peregrino devoto, del cre- en la literatura propiamente dicha; !'(• prolijamente los antiguos triun- mente el recuerdo de la Roma cris-
yente milagrero y el excavador de cl mayor beneficio que saca Gio- li)s; ^ conduce después a los foras- tiana. ¡Lástima que cl trabajo de
tesoros queda superada en las des- vanni Villani del jubileo del año loros por la urbe, sirviéndoles de Poggio no fuese mucho más exten-
cripciones por las figuras del histo- 1300 es su decisión de consagrarse i'iiía, ilustrándoles sobre las siete so y no tuviera ilustraciones! Aún
riador y el patriota. En este sentido a la historia (véase página 4 3 ) , des- linas y sobre un sinfín de ruinas encontró conscivadas muchas m á 3
deben comprenderse las palabras de pertada en él por la contemplación * I. iierables... che comprender po- cosas ciue Rafael ochenta años des-
Dante: "Las piedras de los muroa de las ruinas romanas. En Petrarca irai, quanto fui bella! pués. El mismo vio todavía comple-
descubrimos aún un estado de áni- Desgraciadamente esta Roma de tos el sepulcro de Cecilia Mctella y
3 Para más detallada consideración mo que divide el interés entre ll papas aviñonenscs y cismáticos
ver Roscoe, Lorenzo U Magnifico y Antigüedad clásica y la cristiana.* era. por lo que se refiere a los
Leo X, así como Voigt, Enea Silvio, Nos cuenta como, acompañado de los de la Antigüedad, lo que ha- J Un dato que nos demuestra có-
y Papencordt, Geschichte der Stadt Giovaimi Colonna, escalaba f r e c i i L i i mo durante la Edad Media, hasta en
iiiii sido unas cuantas generac¡one.s países extranjeros se consideraba a Ro-
Rom im Mittelater. Referimos a los temente las gigantescas bóvedas dt • H i t e s . Una terrible devastación, oue
Commentarii urbani de Rafael Vola- ma como una cantera, es la noticia
las termas de Diocleciano.^ Allí, en i)ió de privar de su carácter a los según la cual el célebre abad Sugerius,
tcrranus a quienes quieran formarse el aire puro, en el silencio profun-
una idea de las proporciones que ad- M S importantes edificios que aún que (por el año JI40) andaba a la
do, ante la vasta perspectiva que se miedaban, fue la demolición de cicn- busca de fustes descomunales para sus
quirió el afán de aprender entre Jas
gentes de espíritu de comienzos del abría ante ellos, conversaban no sd li» cuarenta moradas, bastante fir- obras de Saint-Denis, les había echa-
siglo xvr. Puede aquí verse cómo la bre negocios, ni sobre política, m i S , de nobles romanos, ordenada do el ojo nada menos que a los mo-
Antigüedad constituía el acceso y el sobre cuestiones domésticas, s i m - ir el senador Brancaleone en el nolitos graníticos de las termas de
contenido principal de toda disciplina sobre la Historia con la miíaiin Diocleciano. Pero parece que lo pen-
o 1258; la nobleza se había ins- to. (Sugerii libellus alter en Duchesne,
del conocimiento, desde la geografía puesta en las ruinas insinuándusí l.ido, sin duda, en las nnnas más
y la historia local, pasando por las Scriptores, IV, pág. 352). Carlomagno
la preferencia de Petrarca por 1 | había sido, indudablemente, más mo-
biografías de los poderosos y perso- Roma pagana y la preferencia (M
nalidades célebres, por la filosofía po- " Í)ittamondo, II, cap. 3. El cor- desto en sus pretcnsiones.
pular y la moral y las distintas ciencias Giovanni por la cristiana. La co recuerda aún, parcialmente, a los
versación se extendía luego sob s Poggi opera, fol. 50 y sigs. Ruina-
especiales, hasta el análisis completo os cuadros de los tres Reyes Ma- rum urbis Romae descriptio, escrita
de Aristóteles con que termina la temas de filosofía y sobre los dfl su séquito. La descripción de hacia 1430. poco después de la muer-
obra. Para ahondar en toda su impor- cubridores del arte. iCuáptas ve"" idad ( I I , cap. 31), desde el pun- te de Martín V. Las termas de Cara-
tancia como fuente cultural habría que ^lle vista arqueológico, no carece calla y Diocleciano tenían aún sus in-
compararla con todas las enciclopedias Icomplelo de valor. Según Polisto- crustaciones y sus columnas.
^ Dante, Convito, tratado I V , ^S(Murator¡, XXIV, columna 845)
anteriores. (La excelente obra de Voigt pítulo 6. •. ^ * Poggio como primer coleccionista
Die Wiederbelebung des Klassischen ^ H o t ó y Ugo de Este hicieron en
Altertums nos ofrece, desde múltiples 5 Epp. familiares, VI.,2 (pág. 63fl el viaje a Roma "per vedere de inscripciones en sus cartas en la
puntos de vista, una concienzuda con- manifestaciones sobre Roma, antes w I magnificenze antiche che al pre- Vita Poggi, Muratori, X X , col. 177.
haberla visto en ibíd., II,. 9 pág. 60(B si possono vedere in Roma". Como coleccionista de bustos, colum-
sideración sobre este tema.) na 183.
ver If, 14. '
100 JACOB BURCiCHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C L M I E N T O E N I T A L I A 101

el frontis de columnas de un tem- de ellas y la tendencia a cuidarla: este mismo papa exigiera incluso a sos linajes romanos. Y agradaba es-
plo en la laílera del Canitoiio, y como título de gloria para la ciudad los abreviadores de la Curia un la- to tanto que aún a la luz de la
volvió a verlas, más tarde, medio Pío I I sintió siempre la pasión t!e tín clásico... ¿ N o había amnistia- crítica de comienzos del siglo xv
derruidas. Y es que el mármol te- las antigüedades, y si se ocupa pu- do en la guerra de Ñapóles a los se siguió haciendo. Con la mayor
nía todavía un aciago valor mate- co en las de Roma, dedica, en caní urpinates por ser paisanos de Cice- tranquilidad. Pío 11 replica a los,
rial: servía para cebar los hornos bio, su atención a la de todo el rus- rón y de Gayo Mario, con cuyos oradores romanos, que en Viterbo ,
de c a l . . . Ni un inmenso pórtico to de Italia y es el primero que imbres se bautizaba todavía a mu- reclaman su pronto regreso: "Roma'
del templo de Minerva consiguió demuestra un vasto conocimiento di- niños? Sólo a él, como perito es mi patria tanto como Siena, pues
hurtarse a este vil destino: fue he- las que circundan a la ciudad y cl trotector. pudo dedicar Blondus mi linaje, los Piccolomini, emigra-
cho pedazos y convertido en cal. primero en d e s c r i b i r l a s . C o m o re- Roma triumphans, el primer lu- ron antiguamente de Roma a Siena,
Según un informador de 1443, con- ligioso y cosmógrafo, sin duda le to, e n gran escala, de una des- como lo demuestra el frecuente uso
tinuaba entonces tal destrozo "que interesan en la misma medida los - ción de conjtmto de la antigüe- de los nombres Eneas y Silvio en
es una ignominia, pues las nuevas monumentos cristianos y antiguos y romana, nuestra familia". Descender de la
construcciones son lamentables v. lo los prodigios de la naturaleza; por el resto de Italia se había familia Julia no le hubiera, segura-
hermoso en Roma son las ruinas''.^® eso hemos de preguntarnos si nn ipertado también por aquel tiem- mente, desagradado. También a Pa-
A los extranjeros, los habitantes de se habrá hecho violencia cuando, , naturalmente, el interés por las blo l í —Barbo, de Venecia—, se
la ciudad, con sus capas y sus bo- por ejemplo, escribe que a Ñola le antigüedades romanas. Y a Boccac- le atribuyó origen romano, a pesar
tas típicas de la Campagna, les ha- honra más el recuerdo de San Pau- 10 llama a las ruinas de Baia de que lo contradecía su ascenden-
cían el efecto de meros pastores de lino que la evocación romana y lu lejos muro.s, y nuevos, no obstan- cia germánica. Se le hizo descender
vacas y, efectivamente, hasta los lucha heroica de Marcelo. N o es , para el moderno espíritu"; dcs- de los Ahenobarbus romanos, que
mismos "banchi" pastaban los re- que vayamos a dudar de su fe en entonces se las consideró como fueron a parar a Parma con una
baños. La iglesia resultaba el único las reliquias, pero es evidente que lugar más digno de visitarse en colonia y cuyos descendientes se vie-
lugar de reunión social, con motivo su espíritu manifiesta la inclinación j alrededores napolitanos. Se em- ron obligados, por discusiones in-
de determinadas indulgencias. Era del naturalista, más bien, del'anti-i :aron a coleccionar antigüedades ternas, a emigrar a Venecia.^** N o
también entonces cuando podían cuario preocupado por lo monumen- toda especie. Ciríaco de Ancona pueble, pues, sorprender que los
verse hermosas mujeres. tal, del observador intelectual de la Ipcorrió, no sólo Italia sino otras Massimimi pretendiesen descender
vida. Todavía en sus últimos años regiones del viejo Orbis terrarum,
En los últimos años de Eugenio de Quinto Fabio Máximo, y los Cor-
de papado, ya gotoso y, no obstan- y trajo de su viaje multitud de di-
iV (1431-1447) escribió Blondus de naro de los Comelios. En el sub-
te, con el ánimo alegre, se hace lle- bujos e inscripciones. Cuando le
Forli su Roma instaurata, utilizando siguiente siglo XVI constituye una
var en litera por montes y valles, preguntaron por qué lo hacía, res-
ya a Frontino y los viejos Libros de excepción bien rara que el nove-
hasta Tusculum, Alba, Tilíur, Ostia, iwndió que "para resucitar a los
¡as Regiones, así como, al parecer, lista Bandello procure derivar su
Falerii, Ocriculum y anota todo lo muerios".^^ Las historias de las dis-
a Atanasio. Su propósito ya no es, linaje de ilustres ostrogodos ( I , No-
que ve; explora las antiguas vía» lintas ciudades habían aludido siem-
en absoluto, la descripción de lo velía 2 3 ) .
romanas, los acueductos, y procura ire a una conexión, verdadera o
existente, sino el descubrimiento de Pero volvamos a Roma. Los ha- ^
delimitar las fronteras de los anii Ingida, con Roma, a una funda-
io destruido. Consecuente con la de- guos pueblos en tomo de Roma. Rti
dicatoria al papa, se consuela de la ción directa o a una colonización; ^*
una excursión a Tíbur, acompaña- V desde hacía mucho tiempo páre- ifi Comentara, pág. 206, en lib. IV.
ruina general con las magníficas re- do del gran Federico de Urbino, cl
liquias de santos que posee Roma. te que complacientes apañadores de 18 Mieh. Cannesius, Vita PauU II,
tiempo le transcurre del modo más sonealogías hacían derivar el origen Muratori, I I I , 11, col. 993. Ni con
Con Nicolás V (1447-1455) alcan- agradable, conversando sobre la Aii Nerón, el hijo de Domítius Ahenobar-
11- determinadas familias de famo-
za el trono de los papas el nuevo tigüedad y su arte bélico, espeeial bus, quiere ser descortés el autor, a
esDÍritu monumental propio del Re- mente sobre la guerra de Troya causa del parentesco con el papa. Sólo
nacimiento. Con la nueva valoriza- Hasta en su viaje al Congreso de Boccaccio, Fiammetía, cap. 5. dice de él: "de quo rerum scriptores
ción y el hermoseamicnto de la ciu- Leandro Alberti. Descrizionc di multa ac diversa commemorant". Más
Mantua (1459) busca, en vano, el i,itia ¡'Italia, fol. 285. fuerte era todavía que la familia Pla-
dad de Roma aumentó, por una laberinto de Clusium, mencionniu
parte, el peligro para las ruinas, pe- '4 Dos ejemplos; la primitiva his- to de Milán se vanagloriase de des-
por Plinio, y visita, a la orilhi ria fabulosa de Milán en el Manipu- cender del gran Platón y que Filelfo
ro también, por otra, la estimación Mincio, la llamada villa, de \ (Muratori, X I , col. 552) y la "de se atreviese a decirlo en un brindis
lio. Nadie se sorprenderá de quj lorencia al comienzo de la Crónica nupcial y en un panegírico al jurista
w Fabroni, Costnus, Adnot.. 86. De Ricordano MalaspÍnÍ y también en Teodoro Plato, y que un Giovananto-
una carta de Alberto degU Alberti a lovanni Villani, según el cual FIo- nio Plato pusiera a una figura en re-
Giovenni de Medici. Sobre la situa- 11 Para el texto a continuación "cia desde siempre llevó la razón lieve del filósofo esculpida por él en
ción de Roma bajo Martín V , ver Jo. Ant. Campanus, Vita Pii en -Ki la rebelde y antirromana Fié- 1478 (en el patio del palacio Mazen-
Platina, pág. 277; durante la ausencia ratori, I I I , I I , col. 980 y sm-. Pío U i por la fidelidad de aquélla al ta de Milán) la siguiente inscripción:
de Eugenio I V . ver Vespasiano Fio- Commentarii, págs. 48, 72 y^sigs., Iritu romano (1, 9, 38 y 41, II, 2 ) . "Platonem suum, a quo originem et
rentino, página 2Í. 248 y sigs., 501 e ibid. ¿ inte. Inferno, XV, 76. ingenium refert..."
JACOB B U R C K K A R D T
102 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 103
Pero por orden de Inocencio V I I I capaces de algo grande. Con pe-
bltantes de la ciudad, "que se lla- prodigalidad.^ El propio Ariosto,
fue enterrada una noche, delante de netrante criterio echa luego la base
maban entonces romanos", respon- que tan bien conocía estas cosas y
la Porta Pincia, en un lugar secre- de una historia del arte comparada,
dían con altivez al alto sentimiento tan bien se burló de ellas, nos ofre-
to; en el claustro de los conserva- en el final fija el concepto de
que inspiraban al resto de los ita- ce, sin embargo, en la sátira sexta,
dores quedó sólo el sarcófago vacío. llano" que ha imperado desde en-
lianos. Veremos cómo baio Paulo un nostálgico cuadro de! trato con
Probablemente se había modelado, rices: pide un plano para cada
I I , Sixto I V y Alejandro V I tienen los altos y cultísimos poetas que le
en cera o algo parecido, una niás- nina, con planta, alzado y sección
efecto magníficos desfiles de carna- acompañaban en sus visitas a las
cara de estilo idealizado sobre la separadamente. Cómo, desde enton-
val que representaban la imagen fa- ruinas de la ciudad, del docto tri-
cabeza del cadáver, coloreada con- ces, la arqueología, vinculada estre-
vorita, de la fantasía popular de bunal que allí encontraba para su
venientemente la materia empleada, • húmente a la consagrada urbe y a
aquellos días: el triunfo de los em- propia poesía, de los tesoros de la
lo que concertaba muy bien con los su topografía, fue desarrollándose
peradores romanos antiguos. Si ha- Biblioteca Vaticana... Esto y no
cabellos dorados de que nos hablan. hasta constituir una ciencia especial,
bía de acontecer algo emocionante, la protección del Medici, a la que
Lo conmovedor aqtn' no es el hecho y cómo la Academia vitruviana pre-
tenía que ser en este campo. En- hacía tiempo había renunciado, era
mismo, sino el firme prejuicio de sentaba un extensísimo programa,^
tregado el ánimo de la gente a tales lo que verdaderamente podía atraer-
que un cuerjx) "antiguo" —que es no podemos exponerlo aquí. Hemos
exaltaciones, vino a suceder que el le en caso de que se le pidiera que
lo que, al fin, creía contemplarse de detenernos en León X , en quien
18 de abril de 1485 empezó a co- volviese de nuevo a Roma como en-
en verdadera realidad—, por el só-" el goce de lo antiguo, entreverado
rrer el rumor de haberse descubier- viado de Ferrara.
to el cadáver, perfectamente conser- 10 hecho de serlo, tenía que ser de con todos los demás goces, se con-
vado, de una joven romana —de la una belleza superior a cuanto exis- densa en aquella sensación que Aparte del celo arqueológico y la
Roma antigua— de maravillosa be- tía. presta su encanto especial a la vida solemne emoción patriótica, las rui-
lleza." Unos albañiles lombardos, Entretanto, con las excavaciones, de Roma. En el Vaticano resonaban nas, en sí mismas, como tales rui-
que en unas tierras del convento aumentó el cnnoclmiento objetivo los cánticos y músicas que parecían nas, despertaban una emoción ele-
de Santa María, en la Vía Apia, más de la Roma antigua. Ya en tiempos invitar a la ciudad entera a disfru- giaco-sentimental. Y a en Ferrara y
allá de la tumba de Cecilia Mete- de Alejandro V I se estudiaron los tar de los goces de la existencia. en Boccaccio encontramos resonan-
11a, excavaban un sepulcro antiguo, llamados grotescos, es decir, las de- Sin embargo, por lo que a sí mis- cias de este género. Piggío hace fre-
encontraron un sarcófago de már- coraciones antiguas de muros y bó- mo se refiere, apenas consiguió León cuentes visitas al templo de Venus y
mol con la supuesta inscripción; vedas, y se encontró en Porto. d'An- (|ue l e ahuyentaran dolores y cui- Roma, creyendo que era el de Castor
"Julia, hija de Claudio". El resto zo el Apolo del Belvedere; con Julio (lados, y su mismo cálculo conscien- y Pólux, donde se había reunido el
pertenecía ya al reino de la fanta- 11 vinieron los gloriosos descubri- Ic de alargar la existencia con la Senado tantas veces, y se sumerge
sía: que los lombardos desaparecie- mientos del Lacoonte, de la Venus alegría-1 sc vio fallido con su tem- en el recuerdo de los grandes ora-
ron al punto con los tesoros y las vaticana, del Torso, de la Cleopa- prana muerte. Nunca podremos hur- dores Craso, Hortensio, Cicerón...
piedras preciosas que adornaban y tra, etc.; también los palacios de tarnos a la sugestión del brillante En tono extremadamente sentimen-
acompañaban al cadáver, y que és- ios nobles y de los cardenales em- cuadro de la Roma de León X , tal tal se expresa también Pío II en
te estaba impregnado de una esencia pezaron a decorarse con estatuas y tomo lo bosqueja Paulo Jovio, por su descripción de Tíbur.^ Y con
balsámica que l o conservaba tan fragmentos antiguos. Para León X mucho que tenga también sus as- Polifilo aparece muy pronto la
fresco, y aún tan flexible, como el emprendió Rafael aquella restaura- pectos sombríos la servidumbre de primera imagen de ruinas idealiza-
de una muchacha de quince años ción ideal de toda la ciudad antigua los que querían elevarse, la secreta das, provistas de la correspondiente
que acabase de fallecer. Llegó in- de que habla su célebre carta (suya pobreza de los prelados, que debían descripción: restos de poderosas bó-
cluso a decirse que tenía vivo el o de C a s t i g l i o n e ) D e s p u é s de vivir conforme a su categoría, a vedas y columnatas, entre las cua-
color y entreabiertos los ojos y la amargos lamentos sobre la destruc- pesar de sus deudas,^- lo azaroso y les se yerguen viejos plátanos, lau-
boca. Se llevó al Palacio de los con- ción, que continuaba aún. bajo Ju- reles y cipreses y crece una tupida
seiTadores, en el Capitolio, y para lio I I , pide al papa protección pa-
verla allí se inició una verdadera ra los escasos testimonios que que-
peregrinación. Muchos acudían pa- daban de la grandeza y la fucrzu
S üco sólido del mecenazgo literario
• León y, finalmente, su ruinosa
2^ Ranke, Papas, I, 408 y sigs.,
ra pintarla, "pues era hermosa co- de aquellas divinas almas de la An- -•^> Leííere pitioriche, I I , 1. Tolomei Lettere de' príncipi, í, carta de Negri,
w iMndi. 14 de noviembre de 1542. 1 cepu. de 1522: "...tutti questi cor-
mo no puede decirse, como es im- tigüedad, con cuyo recuerdo se in-
m Quería "curis animique doloribus tigiani esausti da Papa Leone e fa-
posible describir, y si, intentáramos flaman todavía hoy.;,los que bon jajacumquc ratione, aditura interclude- Uiti"...
decirlo o describirlo, no lo creerían HÉ sentirse encadenado por la alegría 2* PÍO I I , Commentarii, pág. 251,'
los que no la vieron con sus ojos". 18 Ya bajo Julio II se hicieron ^Ht música, esperando así alargar la en el lib. V , Ver también la elegía
cavaciones con el 'fin exclusivo ^K. Leonis X vita anonyma, en Ros- de Sannazaro In ruinas Cumarum, en
buscar estatuas. Vas&ri, X I , pag. ed. Bossi. X I I , página 169. el libro 2.
IT Nantiporto. en Muratori. I I I , I I ,
Vita di Giovanni da Udifie. Aluden a esto las sátiras de
col. L094; Infessura, en Eccard, Scrip- ^ ^ • t o I (Pere' ho moho, etc.) y IV ginación. 23 Polifilo, Hypnerotomachia, sin pa-
i!> Quatremere, Stor. della vita Extracto en Temanza. oági-
tores, I I , col. 1.951; Matarazzo, en el ^ ^ ^ f t e Annibale, etc.)
Rafaello, ed. Longhena, ^ g . 531. na 12.
Archiv. Stor., X V I . IL página 180.
(ACOB BURCíCHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 105
104

maleza. En la historia sagrada se de un palacio.-» Que, fmalmentc, júsqueda incansable. Perotto re- estuvo, como se sabe-^^ —en parte,
hace costumbre —apenas sabría- la ruina artificial llegara a ser obii- ió por la traducción latina de como agente de Niccoli—, en las
mos ver por qué razón-— represen- gada en los jardines más suntuosos, Polibio 500 ducados. Guarino, por abadías del Sur de Alemania, con
tar el nacimiento de Cristo en las es sólo una mamfestación practica jdi de Estrabón 1.000 florines de oro motivo del Concilio de Constanza.
P iba a recibir 500 más cuando el
ruinas, lo más espléndidas posible, del mismo sentimiento. Descubrió allí seis discursos de Ci-
papa murió. Dejó aumentada en
cerón y el primer Quintiüano com-
5.000 ó 9.000 tomos,3« según pu-
pleto: el manuscritq de San GaH,
dieron contarse, la biblioteca pro-
hoy de Zurich. En treinta y dos

r
piamente destinada para uso de los
III. LOS A U T O R E S A N T I G U O S días fueron completados y bellamen-
íales, que ha llegado a constituir
fondo principal de la Vaticana; te copiados. A Silvio Itálico, Mani-
debía ser instalada en el Palacio lio, Lucrecio, Valerio Flaco, Asco-
Importancia infinitamente mayor que no podía leer; la primera tra- nio Pediano, Columela, Celso, Aulo
ducción latina de la IHiuIa y la Odi- mismo, como su ornato más noble,
que los restos de construcciones Gelio, Estacio y otros, pudo com-
sea la hizo Boccaccio, como pudo, Kcgún ejemplo del rey Tolomeo Fi-
y que los restos artísticos, en gene- pletarlos esencialmente; junto con
con la ayuda de un griego de Ca- iidelfo en Alejandría. Cuando la
ral, del mundo antiguo, tenían, na- Lionardo Aretino sacó a la luz las
labria. Hasta el siglo xv no se ini- • H t e obligó al papa a retirarse con
turalmente, los monumentos litera- doce últimas comedias de Planto,
cia la gran serie de descubrimientos j B corte a Fabriano, se llevó con-
rios, tanto griegos como ¡latinos. Se así como las Veninas de Cicerón.
y la organización sistemática de las! Wff> a sus traductores y compila-
les consideraba como fuentes de
bibliotecas por medio de copias y ' H ^ s para que no pereciesen. Con patriotismo de tendencias ar-
todo conocimiento, en sentido abso-
una febril actividad en las traduc- VEI florentino NIccoló Niccoli.** caizantes reunió el célebre cardenal
luto. La bibliografía de aquella épo-
ciones del griego.^s oel docto círculo de amigos de Co- griego Bessarión ^ 600 códices, pa-
ca de grandes hallazgos ha sido con
iilnio de Medici cl Viejo, empleó ganos y cristianos, a costa de enor-
harta frecuencia descrita. Sólo aña- Sin el entusiasmo de algunos co-
leccionistas de aquellos tiempos, luda su fortuna en la compra de mes sacrificios, y buscó un lugar
diremos algunos rasgos que no han
que llegaron a imponerse las ma- libros; cuando y a n a d a le quedaba, seguro donde depositarlos para que,
sido suficientemente notados.-^
yores privaciones, es indudable que los Medici le abrieron sus cofres, cuando su desdichada patria reco-
Por muy grande que fuese cl in- «•freciéndole cualquier suma que pa- brase la libertad, recuperase también
sólo poseeriamos una mínima par-
flujo de los autores antiguos en rales fines necesitara. A él se los perdidos tesoros de la literatura.
te de las obras de loa autores grie-
Italia desde hacía tiempo, y espe- !>c cl que llegaran a completarse La Señoría de Venecia se declaró .
gos que han llegado hasta nosotros.
cialmente durante el siglo xiv, pue^ \miano Marcelino, De oratore de dispuesta a construir por su cuenta
El papa Nicolás V , ya de raonjo
de decirse, sin embargo, que tenía . i c r ó n , y otras obras. El conven-
se llenó de deudas por su pasión un edificio destinado a tal fin, y
por causa antes la extensión de lo ' a Cosimo para que comprara
por comprar códices o hacerlos co- aún hoy se conservan en la biblio-
conocido a mayor número de ma- mejor Plinio que existía, en u n
piar. En aquel tiempo se declaró ya teca de San Marcos una parte de
nos que los nuevos descubrimientos. ivento de Lubeck. Con magnáni-
abiertamente por las dos grandei aquellos tesoros.^*
Los más conocidos poetas, historia- ii confianza prestaba s u s libros y
pasiones del Renacimiento: librol La famosa biblioteca de los Me-
dores, oradores y epistológrafos la- 1' laba que la gente fuera a leer a
y construcciones.^ Elegido papa, so dici tiene una accidentada historia
tinos, junto con cierto número de casa cuanto quisiera y dialoga-
mantuvo fiel a sus gustos. Trabaja* que no podemos detallar aquí; el
traducciones latinas de determina- con los lectores lo leído. Su co-
ban para él los copistas, y encarga- principal agente de Lorenzo el Mag-
dos escritos de Aristóteles, de Plu- llón de ochocientos volúmenes,
dos suyos recorrían medio mundo nifico fue |uan Lascaris. Como es
tarco y algunos griegos más, cons- 'Bluada en 6.000 florines de oro,
tituían esencialmente el acervo que 1 a parar después de su muerte sabido, después del saqueo del año
tantos entusiastas despertara en la Es sabido que para engañar i 1494. la colección hubo de ser re-
convento de San Marcos, por in-
explotar la avidez con que se leíai cuperada, pieza por pieza, por el
generación de Boccaccio y Petrarca. tención He Cosimo, con la con-
los antiguos autores se hicieron circuí
Este último poseía y veneraba, co- lar algunos textos apócrifos. Ver <» 'in de que fuese puesta a dispo- cardenal Giovanni de Medici (León
mo es sabido, un Homero en griego, las obras históricas sobre la materlf - del público, X).
los artículos sobre Annius de Viterb^ los dos grandes buscadores de La biblioteca de Urbino (hoy
por ejemplo. ^ Guarino y Poggio, este último
28 Mientras todos los Padres de la
Iglesia y todos los peregrinos sólo ha- Vespas, Fior, pág, 31. "Tomíflí 32 Vespas, Fior., página 547 y sigs.
blan de una nueva. También los poe- so da Serezana usava diré che 4l 33 Vespas, Fior., pág. 193. Ver Ma-
cosa farabbe, s'egli poteSsc mai n f l Vespas, Fior.. págs. 48. 658 y rín Sañudo, en Muratori X X I I I , co-
tas prescinden del palacio. Ver Sanna- Comp. I- Mannetti, Vita Nicolai
zaro. De parta Virginis, lib. I I . derc, ch'era in Hbrí e murare. E lumna 1.185 y sigs.
e Paltra fece nel suo pbntificato", B ' iratori. I I I . I I , col. 925 y sigs. 34 Cómo fueron, entre tanto, ma-
^ Que lomamos, principalmente, de ;i Calixto in repartió la colec-
Vespasiano Fiorentino, tomo X del traductores: ver en Eneas Silvio, • nejados, véase Malipiero, Ann. Vene
Europa, cap. 58, pág. 459, >^en PajP cómo, véase Vespas, Fior., ti, en Archiv. Stor., V I I , I I , páginas
Spicilegium romanum. El autor era un y sigs. con la nota de Mai.
librero florentino y proveedor de co- cordt, Gesch, der Stadt-^ Rottj^, p á P 653 y 655.
502. 'cspas, Fior., página 651 y sigs. 3!> Vespas, Fior., página 124 y sigs.
pias, de mediados del siglo xv.
106 lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 107

en cl Vaticano), fue obra del gran otra manera no hubieran dejado de piísiano, y éste le aconsejó que re- los que vivían de hacer copias, ri-
Federigo Montefeltro (véase página editarlo los filólogos. nunciara a la compra directa de ño los que para poseer un libro,
25), que ya de muchacho había co- Poseemos también algunos datos 'ibros —pues no solía encontrarase tenían que copiarlo—, recibieron
menzado a coleccionar libros. Más sobre la manera como se formaban que se deseaba— y que los hi- con entusiasmo cl invento alemán.-*^
tarde llegó a ocupar, permanente- y conservaban entonces las biblio- a copiar. Concertaron así un Para la reproducción de textos de
mente, de treinta a cuarenta "scrit- tecas. La compra directa de un vie- icuerdo, sobre la base de un tanto Tbs autores romanos y también de
lori" en diversos lugares. En esta jo manuscrito que contuviese un W día: Vespasiano contrató cuaren- los griegos, y durante mucho tiem-
empresa empleó, andando el tiem- texto raro o completo, o hasta úni- tn y cinco copistas y suministró, en po sólo para esto, se extendió oron-
po, más de 50.000 ducados, siendo co, de un autor antiguo, era un azar veintidós meses, doscientos volúme- to su uso en Italia; sin embargo,'
sistemáticamente continuada y com- que se daba pocas veces, natural- nes completos.3^ El índice que sir- no fue la cosa con la rapidez que
pletada, principalmente con Ía ayu- mente, y con el que no se contaba. vió de pauta lo había recibido Co- podía esperarse del general entusias^
da de Vespasiano. Los datos que Entre los copistas se daba preferen- limo de la propia mano de Nicolás mo por este género de obras. Trans-
éste nos procura son especialmente cia a los que entendían el' griego, V. Por esto, y como era natural, currido algún tiempo, aparecen los
curiosos desde el punto de vista del que recibían el nombre honorífico l'ndominan la literatura eclesiástica principios de organización editorial
ideal de una biblioteca de la época. de scrittori, en un sentido preemi- \ lo necesario para el! servicio del de tipo moderno,'^ y ya bajo Ale-
Ck>ntábase en Urbino, por ejemplo, nente; fueron siempre pocos y es-
jandro V I se decreta la censura pre-
con los inventarios de la Vaticana, taban muy bien remunerados.^'' Los La escritura era la bella letra ventiva, pues la destrucción totaJ
de la biblioteca de San Marcos de demás, los puros y simples copistas iteoitatiana que se inicia ya en el de una obra, tal como Cosimo pudo
Florencia, de la biblioteca Visconti eran en parte artesanos que sólo d< o XIV. La mera contemplación imponerla aún a Filelfo,^"* no se
este trabaio vivían, en parte sabiol

Í
de Pavía, y atín del inventario de uno de esos libros es ya un pla- presentaba ya tan fácil.
Oxford. Comprobábase no sin or- pobres que buscaban un ingreso ex , El papa Nicolás V , Poggio,
traordinario* Es curioso que la ma Cómo, gradualmente, en conexión
gullo como, en múltiples aspectos, luiozzo Mannetti. Niccoló Nic- con el progresivo estudio de las
era la biblioteca de Urbino mucho yoría de los copistas de Roma, pol ! y otros célebres eruditos eran lenguas de la Antigüedad, fue de-
más completa. «En el conjunto aca- la época de Nicolás V , fueran ale calígrafos ellos mismos, y exigían sarrollándose la crítica de textos,
so preponderasen aún la Edad Me- manes y franceses,^** probablemenU i|tití las obras fuesen lo más bellas no es tema del presente estudio, co-
dia y la teología; se hallaban, com- gentes que tenían que gestionar al ptisible. La presentación, en gcne- mo tampoco lo es la historia de la
pletos, Tomás de Aquino, Alberto go en la Curia y se veían obljgadoi rtd, aunque los libros careciesen de erudición en general. No es el sa-
Magno, Buenaventura y otros. Por a ganarse la vida de algún modo miniaturas, era siempre de excelcn- ber de los italianos, sino la reproduc-
lo demás, era una biblioteca muy Cuando Cosimo de Medici quise ¡Tusto, como lo demuestran espe- ción de la Antigüedad en la literatu-
variada, que contenía, por ejemplo, instalar rápidamente una biblioteei ilinente los códices de la Lauren- ra v en la vida, lo que ha de ocu-
todas las obras de medicina que era en su fundación favorita, la Badía tiiuia, con sus ligeros ornamentos pamos aquí. Séanos permitido, no
posible conseguir. Entre los "mo- junto a Fiésole, hizo llamar a V e » lineales al principio v al fin. En las obstante, alguna observación sobre
demi" figuraban los grandes auto- ]i¡as para grandes señores, el ma- los estudios en sí mismos.
res del siglo XIV, Dante y Boccaccio, nandro, unos centenares de versos, co iid era siempre pergamino y la
por ejemplo, con sus obras com- mo es sabido, entre aquella serie di • uadet-nación, uruformemcnte tan- La erudición griega se encontra-
pletas; seguían después veinticinco grandes códices (aunque sólo fuerai i-n lia Vaticana como en Urbino,
nuestro Sófocles y nuestro Píndaro aC
humanistas escogidos, con sus escri- tuales). No es imposible que este Mi lorciopelo carmesí, con guarni- -12 "Artes-Quis labor et fessis demp-
tos en latín y en italiano y todo lo nandro reaparezca algún día. >fies de plata. Teniendo en cuen- tus ab articulis", en un poema de Ro
que habían traducido. Entre los có- Cuando Piero de Medici, al mC la actitud espiritual, de testimo- bertus Ürsus, 1470, Rerum Ital. script.
dices griegos preponderaba la pa- rir el rey Matías Corvino de Hungrílj M r veneración al contenido de 'os ex Codtl. Florent., tomo I I , columna
trística; no obstante, entre los clá- tan amante de los libros, anuncia quÉ 693, Se alegra demasiado pronto so-
libros con la presentación más be- bre la esperada difusión de los auto-
sicos encontramos, en una misma los "scritori" tendrán que rebajar vm i ' i y noble que fuese posible, se res clásicos. Ver Libri, Hist des scien-
columna, todas las obras de Sófo- precios, pues de otro modo nadie ( H plica que la súbita aparición de ces mathématiques, II, 278 y sigs. So-
eles, todas las de Píndaro, todas las se nosotros) los ocupará, sólo p u M libros impresos fuera recibida bre los impresores en Roma, Gaspar,
de Menandro. . . un códice que de- r e f e r i r s e a los griegos, a los c a l í ^ l principio con desagrado. Federi- Veren., Vita Pauli ll, Muratori I H , If,
bió sin ninguna duda de desapare- fos, de los que —nos inclinamos^ lic Urbino "se hubiera avergon- col. 1046. Sobre el primer privilegio
cer pronto.^''* de Urbino. pues de interpretarlo así— había muchos lo de poseer un libro imnreso".'*^ en Venecia, ver Marín Sañudo, Mu-
Italia. Fabroni. Laurentp mag.. Adn
'ero los cansados copistas —^no ratori, X X I I , col. 1.189.
156. Adnot, 154.
Algo parecido había existido ya
íi« ¿Con la toma de Urbino por las Gaye. Carteggio, I, pág. 164. t en la época de los copistas. Ver Ves-
huestes de César Borgia? Mai duda de ta de 1455. bajo Calíi<o I I I . Tambl " Yespas. Fior., página 335. pasiano Fior., pág. 656 y sigs. sobre
la existencia de este manuscrito, pero la famosa Biblia miniada de Urbíno También con las bibliotecas de la Crónica del Mundo, de Zembino de
yo no puedo creer que Vespasiano hu- obra de un francés, obr^ifo de Vei y Pésaro (la de Alessandro Pistola.
biera anotado como "tutte le opere" siano. Ver D'Aginco»rt, Pintura, i tuvo el papa igual gentileza. ^ Fabroni, Laurent mag., Adnot.
Jos meros compendios gnómicos de Me- 78. él- " Vespas, Fior., página 129. 212. Se trata del libro De exilio.
JACOH B U R C K H A R D T
108 LA C U L T U R A DLL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 109

ba usencialmente en Florencia en. sin duda, una mera casualidad que ibreo y de toda la ciencia judía; co que, con clara y reiterada insis-
el siglo XV y a principios del xvi. ol hecho coincidiese con la extin- hijo Agntíllo hubo de aprender tencia, defendió la ciencia y la ver-
La labor de esíímtilo de Petrarca ción de los eruditos griegos. El es- de niño latín, griego y hebreo; dad de todos los tiempos contra la
y Boccaccio no parece haber in- tudio del griego entre los italianos papa Nicolás V hizo traducir de parcial exaltación de la Antiüedad
fluido más allá de un reducido mismos, si tomamos por norma la o a Giannozzo la Biblia entera, c'lásica.í"* N o sólo manifiesta su es-
círculo de entusiastas aficionados. época de 1500, parece haber es- el espíritu filolóeico de la épo- timación por Averroes y por los
Por otra parte, con la extinción de tado enormemente en boga. Enton- traía aparejado que se tendiese investigadores judíos, sino que
la colonia de eruditos griegos fugi- ces estudiaron eü griego hombres prescindir de la Vulgata.'*^ En- aprendía asimismo a los escolásti-
tivos, se extinguió también el estu- que, medio siglo después, ya ancia- tramos también más de un bu- cos de la Edad Media según su con-
dio del griego hacia el año 1520'*« nos, todavía podían hablarlo, como, lista que, mucho antes de Reuch- tenido objetivo. Y cree oír sus pa-
y fue una verdadera sueric que hom- por ejemplo, los papas Pablo I I I y había incluido el hebreo en sus labras: "Viviremos eternamente, no
bres del Norte (Erasmo, los Es- Pablo IV.^** Cabalmente esta manera idios. Pico della Mirándola po- en las escuelas de los cazadores de
tienne, Budeus) dominasen ya esta de entregarse al estudio de tal idio- toda la sabiduría talmúdica y sílabas, sino en el círculo de los
disciplina. La colonia de fugitivos ma presuponía el trato directo con ifica de un sabio rabino. El sabios donde no se discute sobre la
había empezado con Manuel Chry- griegos nativos. Bio del árabe se inició en Italia madre de Andrómaca o sobre Ibs
soloras y su deudo Juan, así como Además de Florencia, tenían Hj[ el lado de üa medicina, que ya hijos de Niobe, sino sobre los hon-
con jorge de Trebisonda; más ade- maestros de griego a sueldo Roma ^B||auiso darse por satisfecha con dos fundamentos de las cosas divi-
lante, por los días de ía toma de y Padua, casi siempre, y Bolonia,' ^ B n t i g u a s traducciones latinas de nas y humanas; quien a él se acer-
Constantinopla y después de ella, Ferrara, Venecia, Perusa y Pavía.j ^ B r a n d e s médicos árabes. Los con- que advertirá que también los bár-
llegaron Juan Argvrónulos. Theodo- entre otras ciudades, temporalmen-. ^ B o s venecianos en Oriente brin- baros estaban poseídos del espíritu
rus Gaza, Demetrios Chalcondy- te por lo menos.*^ Mucho es lo que ^ t i la oportunidad exterior, pues (Mercurium) y que, si no lo tenían
las, que educó como diligentes grie- el estudio del griego debe a la im- ían en ellos médicos italianos. en la lengua, lo tenían en el cora-
gos a sus hijos Teófilo y Basilio, prenta de Aldo Manucci, de Vene- LO Ramusio, médico vené- zón". Dueño de un vigoroso latín,
Andronico Ka^llistos, Markos Masu- cia, donde se imnrimieron por vez is traducía obras del árabe. Mu- no exento de belleza, y de una dk-
ros y la familia de los Lascaris, con piimera en griego los autores más %n Damasco. A Andrea Mon- ra facultad expositiva, desdeña el
algunos otros. Subyugada Grecia importantes y de más vasta produc- i'de Belluno '''^ lo llevaron a Da- purismo pedantesco y toda la so-
por los turcos, quedó, sin embar- ción. Aldo comprometió su .fortuna ^ t t p sus estudios sobre Avicena; breestimación de una forma pres-
go, eliminada toda posibilidad de en su taller. Fue un editor como hu ^^%6 allí largos años, aprendió el tada, sobre todo cuando a esta for-
nuevas generaciones de eruditos habido pocos en el mundo. " y se consagró a la depuración ma se sacrifica de un modo u otro
griegos, excepción hecha de los hi- Aunque en muy breves palabras, textos de su autor; cl gobier- la verdad de fondo. En Pico della
jos de los fugitivos y acaso de un es menester mencionar aquí la i • 'eneciano le proporcionó des- , Mirándola podemos formarnos una
par de candiotas y chipriotas. Que lativa importancia que, jtmto a lo-, una cátedra de esta disciplina idea de la elevada orientación que
aproximadamente con la muerte de estudios clásicos, adquirieron It^ leí en Padua. habría tomado la filosofía italiana
León X se iniciara la decadencia estudios orientales. A la polémici ínos de detenernos en Pico an- si la Contrarreforma no hubiera
de los estudios griegos en general, dogmática contra los judíos aportd pasar a considerar cl influjo perturbado toda la vida superior del
tuvo su razón de ser, en parle, en el primero Giannozzo Mannetti.** ^ 1 del humanismo. Él es el úni- ; espíritu. ji^
un cambio en 'lía orientación de los grande hombre de Estado y erudita
espíritus y, en parte, en la satu- florentino ( t l 4 - 5 9 ) . el estudio dflí
ración relativa, que se observa ya,
de literatura clásica; pero no fue. •*8 Tommaso Gar, Relazione dell IV. EL H U M A N I S M O E N EL S I G L O X I V
corte di Roma, I, págs. 338 y 379,
Compárese Sismondi, V I , página •^^ forgc de Trebisonda, retribuid ;uparcmos ahora de aquellos dad y el presente y convirtieron
en Venecia, en 1459, con 150 ducado •es que sirvieron de interme- aquélla en el objeto principal de la
149 y sigs.
como profesor de retórica; Malipierfl cntre la venerada Antigüe- nueva cultura.
'^^ Pierio Valeriano confirma la ex-
en Archiv. Stor., V I I , 11, página 63|
tinción de estos griegos en De infeli- Se trata de una multitud polimor-
Sobre la cátedra de griego en Penjr ixto I V , que construyó el edifi-
díate literat, con motivo de Lascaris. fa, que muestra cada día una fiso-
ver Archiv. Stor., X V I , I I , pág. I la Vaticana aumentada por é!
Y Paulo Jovio, al final de sus Elogia nomía distinta; pero la época sabía
introducción. Por lo^t^uc respecta Éumerosas adquisiciones, destinó
literaria, dice de los alemanes: muy bien, y lo sabían los que figu-
Rimimi, no es seguro que en esta clul ^Hfcii la rotulación en latín, griego
"...quum literare non latinae modo
dad se enseñara griego; véase AitecM ^ • i p . Platina, Vita Sixtl I V , pá-
cum pudore nostro, sed graecae et
litt., 11, pág. 300. ' •
hebraice in eorum térras fatali com- ^ De manera admirable en la im-
50 Vesp. Fior-, págs. 48, 476, 5 7 H ^ ^ H u r i u s Valcrianus, De infelic. lit.,
migratione transierint" (hacia el año portante carta de 1485 a Ermolao Bár-
6Í4. También Fra Airitrosio Canil ^ ^ ^ M t i v o de Mongaio. Sobre Ra- baro; véase Angelo Politiano, Episto-
1540).
dolese conocía el hebreo* Ibid.. p ^^^Pi^éase Sansovino, Venezia, fol. lae, lib. IX. Comp. ] . Pico della Mi-
47 Ranke, Papas, I, 486. Véase tam- na 320. ^
bién el final de esta parte. rándola, Oratio de hominis dignitaic.
110 IAa>B B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R i i N A C I M I E N T O E N I T A L I A
111

raban en esa multitud, que consti-, Brunetto Latini. Y todo ello teni.' «ion de carácter nacional peculia-
Cosa muy semejante ocurre con
tuía un elemento nuevo de la so- como base una general capacidad lísimo. Pero ni Italia ni todo el
Boccaccio. Hacía doscientos años
ciedad burguesa. Si pensamos en del carácter, tal como llegó a de- ()ccidcnte produjeron un segundo
que era célebre en toda Europa, sin
precursores, surgirá, antes que na- sarrollarse v a florecer con la par- Dante, y él fue el primero en situar
que aquende los Alpes se supiera
da, la visión de aquellos ambulan- ticipación de los negocios del Es- h la Antigüedad, insistentemente, en
mucho de su Decamerone, y esto
tes del siglo XII, de cuya poesía nos tado, con el comercio y los víaies, i-l primer término de 'la vida cul-
se debía exclusivamente a sus com-
hemos ocupado (en las págs. 96 y sobre todo con la eliminación sis- inral. En la Dhina Comedia no con-
pilaciones mitográficas, geográficas
y sigs.): la misma existencia inquie- temática de toda ociosidad. Los flo- de los mismos derechos, cicrta-
y biográficas en lengua latina. Una
ta, el mismo concepto Ubre —y rentinos eran entonces aentc útil y nte. al mundo antiguo y al mun-
de ellas. De genealogía Deorum.
más que libre— de la vida y la estimada en el mundo entero, y no cristiano, pero los considera en
contiene en los libros 14 y 15 un
misma poesía arcaizante, a] princi- en vano, precisamente por aquellos 'instante paralelo. Así como la
curioso apéndice en que discute la
pio por lo menos. Pero frente a años, los llamó el papa Bonifacio icmprana Edad Media ^usca los
situación del joven humanismo an-
esta cultura todavía esencialmente V I I I el quinto elemento. Con la lipos humanos en las historias y
te su siglo. N o debe desorientamos
religiosa — y cultivada por religi- afluencia, cada vez más vigorosa, I lisuras del Antiguo y Nuevo Tes-
el que hable constantemente de
sos— de la Edad Media, surge una del humanismo, fue decayendo a lento, él suele contraponer, en
"poesía", pues si leemos con aten-
nueva cultura que de preferencia partir de 1400 este impulso autóc- misma acción, un ejemplo cris-
ción, advertiremos al punto que
se apoya precisamente en lo que se tono, y en adelante sc confió en no y otro pagano.^*^ Ahora bien,
alude a toda la actividad intelectual
sitúa allende la Edad Media. Los la Antigüedad exclusivamente parOj 10 debe olvidarse que el mundo
del poeta-filólogo.^"^ A los enemipos
vehículos activos de ella se convier- la solución de todos los problemas, cristiano de la fantasía y la histo-
de ésta los combate con la mayor
ten en importantes personajes,^ por- transformándose la literatura en una ria cristianas era conocido, mien-
acritud: a los frivolos indoctos que
que saben lo que sabían los anti- simple acumulación de citas. Aún tras el mundo pagano de la fan-
sólo tienen comprensión para la di-
guos, porque orocuran escribir co- la propia extinción de la libertad iitKÍa y la historia antiguas era
sipación V la francachela; a los teó-
mo escribían los antiguos, porque está en íntima conexión con todo altivamente desconocido, y sc prc-
logos sofísticos, para los cuales el
empiezan, y pronto, a pensar y sen- esto, ya que semejante tino de eru- itaba tan prometedor y excitante,
Helicón, la fuente Castalia v el soto
tir también como los antiguos pen- dición se basaba en la servidumbre >c en la simpatía general tenía
de Febo son puras necedades; a los
saban y sentían. La tradición a que entre la autoridad, sacrificaba el cosariamente que acabar predo-
juristas, ávidos de oro, para los cua-
se consagran se convierte, en mil Derecho municipal en aras del Di> minando en cuanto no hubiera un
les la poesía, como no procura di-
lugares, en simple imitación, reoho romano, y, por esta mismi l'iinte capaz de imponer cl equili-
nero, es algo de todo punto super-
causa, parecía buscar —y lo' en- l'i io.
N o son pocos hoy los que lamen- fino; finalmente, a los monjes
contraba— el favor de un tirano, i'etrarca persiste hoy en el pen- mendicantes (a los que alude recu-
tan que los comienzos de una cul- ' En diversos momentos de nui*
tura, desigual en su indcnendencia, iento de la mayoría como un rriendo a la perífrasis pero con ras-
tro estudio tendremos ocasión d$ 1 poeta italiano; entre sus con- gos inconfundibles), que alegan en
en apariencia esencialmente italiana, ocupamos de tales lamentacionci|
tal como se revelaron en Florencia Iporáneos, en cambio, debe la fa- contra con el argumento del paga-
procuraremos entonces dciarlas r* 1 en mucha mayor medida, al nismo y la inmoralidad.^ Viene a
por el año 1300, fuesen luego tan ducidas a sus verdaderas propoh
completamente inundados por el hu- jbo de personificar, la Antigüe- . continuación la defensa positiva de
clones, destacando a la vez las coi ^ H . por así decirlo, al hecho de la poesía, 'ía, de sentido profundo,
manismo.'"^ En Florencia, por aquel pensaciones obtenidas a cambio i
tiempo, iodos sabían leer y hasta ilicr imitado todos los géneros de alegórico principalmente, que don-
lo que se perdió. Digamos sólo a n j poesía latina y haber escrito epís- dequiera debe inspirar confianza: la
los arrieros cantaban las canciones que 1^ ctxltura del vic^oroso sislj
de Dante. Los mejores manuscritos 'iis, que, como tratados sobre los de la oscuridad lícita, que debe
XIV, por sí misma, desembocaba nm intos temas de la Antigüedad,
italianos de la época oue hoy po- cesariamente en el triunfo total da
seemos petl:enecieron originariamen- in para aquella época sin ma-
humanismo, y que precisamente lOl Aún Dante llama sólo ooeta (Vi-.,
te a obreros manuales florentinos. un valor muy explicable, ta Nuova, pág. 47) al que escribe en
más grandes en el reino del csnf le a nosotros nos parece incon- ,. latín; para los que escriben en italia-
Entonces fue posible una enciclo- ritu específicamente italiano abrí
pedia popular como el Tesoro de ron de par en par las puertas '
le. no usaban expresiones como "rimato-
rc" o "dicitore per rima". Con el tiem-
irrefrenable influjo de la Anti po, ciertamente, se mezclan y fusionan
^ Qué valor se daban a sí mismos
En el Purgatorio. X V I I I , encon- aquí expresiones y conceptos.
nos lo revela, por ejemplo, Poggio (De dad en sl siglo xv. ^
elocuentes ejemplos. María va
avariíia. fol. 2) cuando nos dice que, El primero, Dante. Si tíubiese sa por los montes. César corre 5** También Petrarca, ya en el ánice
en su opinión pueden decir que han do posible que una serie de gen ña; María es pobre y Fabricio de su fama, se queja, en algunos mo-
vivido los que han escrito eruditos y de su altura hubieran seguido sl rcsado. Obsérvese, a propósito mentos de melancolía, que su mala
doctos libros latinos o los que han do directores de la culmra ilaliaij }, la interpolación de las sibilas estrella le haya hecho nacer tarde y
traducido del griego al latín, nos produciría ésta, por grande q "listoria profana antigua, tal eo- le haya obligado a vivir entre picaros
w Véase especialmente Libri, His- hubiese sido la afluencia de elem( crti la intenta, por eJ año 1360, (extreme fures). En la eoístola fingida
íoire des Sciences mathómatíques, I I ,
tos antiguos, una constante linp Dittamondo, I, caps. 14 y 15. de Tito Livio: véase Opera, página 704
159 y siguientes, 258 y siguientes. y siguientes.
112 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 113

servir para intimidar el alma ruda ello mudable, en cierto modo. Dan- Durante algún tiempo constituyó ra; y muy pronto —en el siglo
de los indoctos. Y termina justifi- te, por ejemplo, parece haberla con- esta coronación meta de la ambición X V — los papas y otros príncipes
cando la nueva actitud de la época cebido como una consagración de poética; como tal llegó a seducir, no querrán ser menos, hasta que
frente al paganismo en general, re- carácter semirreligioso. Su deseo era por ejemplo, a Jacobo Pizinga, dis- al fin va dejarán de tener valor el
firiéndose claramente y de manera imponerse a sí mismo la corona so- tinguido funcionario siciliano.^2 pg. lugar y las circunstancias de la co-
continua, a su obra de erudito.^ bre la pila bautismal de San Gio- ro entonces llega a Italia Carlos I V ronación. En Roma, y en tiempos
Puede haber sido distinta la situa- vanni, donde había sido bautizado, para quien constituía un verdadero de Sixto I V , la Academia de Pom-
ción en los días en que la Iglesia como centenares de miles de ni- placer impresionar con ceremonias ponius Laetus,^ concedía, por sí
se veía aún obligada a defenderse ños florentinos." 1 Por su fama, dice B individuos vanidosos y a la hue- y ante sí, coronas de laurel. Los
de los gentiles; pero fortalecida va su biógrafo, hubiera podido recibir ra multitud. Partiendo de la ficción florentinos tuvieron el tino de no
—¡loado sea fesucristo!— la reli- el laurel donde hubiese querido, pe- du que la coronación de los poetas coronar a sus célebres humanistas,
gión verdadera, y exterminado por ro sólo e l de su patria anhelaba, era cosa de los antiguos eanperado- hasta después de muertos; así fue-j
completo el paganismo, la Iglesia, y por eso murió sin ser coronado. rcs romanos v, ñor ende, cosa suya, ron coronados Cario y Lionardo
vencedora, es dueña del camno ene- Se nos dice, además, que se tra- coronó en Pisa al erudito florentino Aretino; ante el pueblo y los miem-
migo y puede tratarse de lo pagano taba de una costumbre poco corrien- Zanobi della Strada,^ con gran in- bros del Concilio pronunciaron los
y se le puede considerar casi (fere) te hasta este momento, costumbre dignación de Boccaccio (ibíd.), que , panegíricos, para el primero. Mat-
sin riesgo. Es el mismo argumento que se consideraba heredada de los n n quiso reconocer como válida es-' teo Palmieri, y para el segundo,
con que ha de defenderse todo el griegos por los romanos. La remi* 1 1 "laurea Pisana". Cabría en ver- Giannozzo Mannetti; el orador se
Renacimiento. niscencia más inmediata procedía, il.id preguntar cómo nudo ocurrír- situaba a la cabeza del catafalco,
-Había, pues, una cosa nueva en en efecto, de los concursos de mú- sele a u n rey semieslavo darse sobre el cual yacía el cadáver ves-
el mundo y un nuevo tiix) humano sicos, poetas y otros artistas, que, ínfulas de ¡uez para ¡ u z p a r a los tido de seda.*'* Además, Cario Are-
que la representaba. Es inútil disnu- siFOiiendo un modelo friego, había piletas italianos. En adelante, otros tino fue honrado (en Santa Croce)
tar sobre si esta cosa debiera haber instaurado Domiciano en el Capi- cnmeradores viajeros coronarán de con uno de los sepulcros más es-
tolio. Se celebraban cada cinco añol j n i s o a poetas en un lugar cualquie- pléndidos del Renacimiento.
hecho alto en medio de su carrera
triunfal, haberse señalado límites a y probablemente sobrevivieron al»
sí misma deliberadamente y conce- gún tiempo a la caída del Imperio
dido cierta preemineiKÍa a lo pu- Romano. Ahora bien, si el poeta nO
ramente nacional. N o existía con- se decidía a coronarse a sí mismí^
como Dante había querido, sur«í| V. L A S U N I V E R S I D A D E S Y L A S ESCUELAS
vicción más profunda que la que
veía en la Antigüedad la máxima la cuestión de la autoridad oue d »
gloria de la nación italiana. bía decretar la coronación. Albei l.ii influencia de la Antigüedad en se y adquirir valor en el curso
Propia de esa primera generación tinus Mussatus (véase nágina SO' I ' -ducación, tema de que vamos de los siglos X I I I y xiv, cuando el
de poetas-filósofos es una ceremo- fue coronado en Padua, en n n ' c up a mos, p resupon ía, por de aumento de la riqueza y un más
nia simbólica que, aunque no pue- por cl obispo y el rector de la Uiii i i o i i t o , el predominio del humanis-

da darse por extinta en los siglos versidad. A Petrarca (1341) ^ en las universidades. Esto no lumna 543. La celebridad de Lionar-
XIV y XVI, pierde en ellos, sin em- disputaron el honor de coronarle •rió, sin embargo, ni en la me- do Aretino fue, en vida, tan grande
bargo, su más elevado "oathos": la Universidad de París, que tenía ni con la profundidad que po- que acudía gente de todas partes sólo
coronación de los poetas con una tonces un rector florentino, y crecrse. por verle y se cuenta que un español
autoridades de Roma; el "examin mayoría de 'las universidades se hincó de rodillas ante él. Vcsp.
guirnalda de laurel. Sus orígenes, pág. 568. Para cl sepulcro de Guarino
en plena Edad Media, son oscuros. tor", por él mismo elegido, el f 'ia sólo empiezan a organizar-
Roberto de Anjou, hubiera queri cl magistrado de Ferrara contribuyó
Nunca llegó a basarse en un ritual Epístola de Boccaccio al mismo con la suma, importante entonces, de
establecido: era una demostración que la ceremonia se efectuara •
Blas Opere volgari, vol. X V I : "si 100 ducados.
púbittca, una manifestación visible Nápoles, pero Petrarca prefirió 1
Libri, Histoire des sciences ma-
de la gloria 'literaria y ya por cualquier otra la coronación por • HHtet Deus, concedente senatu Ro- thém.. I I , pág. 92 y sigs. La Univer-
Senador de Roma en cl Capiloll^ sidad de Bolonia es más antigua, como ]
™ Con más rigor se detiene Boc- IWatco Villani, V , 20. Hubo una es sabido, que la de Pisa, que se debe 1
caccio a considerar la poesía propia- une cabalgata en la que figuraba a posterior fundación de Lorenzo el \
mente dicha en su epístola (posterior) 50: "la quale (laurea) non scm. i i>i>eta escoltado por el séquito del Magnifico "ad solatium veteris amis-
a lacobus Pizinga, en las Opere vol- acresce, ma e dell'acquistata ccril - M i i i r r u d o r , por sus "baroni". También sae libertatis", como dice Jovio, Vita
gíiri, vol. X V I . Y , sin embargo, tam- mo testimonio e ornamento". ! " » l i > degli Uberti fue coronado, pero I^onis X, lib. I. La Universidad de
bién aquí reconoce únicamente como fli Paradisso, X X V I , 1 y -sig^- !• Hi •.i. sabe dónde ni por quién. Florencia (ver Gaye, Carteggio, I. págs.
jocsía lo que de algún modo se re- caccio, Vita di Dante, pág. 50; "st • lac. Volaterran. en Muratori, 461-560, passim Matteo Villani. I . 8
iere a ta Antigüedad, ignorando por le fonti di San Giovanni si " T , col. 185. y V I I , 90), que existía ya en 1321
completo a los trovadores. posto di coronan". Véase -P./i<íÍ Vespas. Fior., págs. 575 y 589; con obligatoriedad de asistencia para
*** Boccaccio, Vita di Dante, página i..25,__^.._.. ^ Mannetti, en Muratori, X X , co- los hijos del país, volvió a abrirse des-
114 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 1Í5
átenlo cuidado de los problemas de de asimilar la cultura antigua el las en determinados casos "^^ y sin zá), basándose, en parte, en una
la cultura lo exigieron así. A l prin- hecho de que pudiesen presentarse perjuicio del disfrute de emolumen- especial protección de los distintos
cipio, por lo general, no solían te- como juristas, como médicos, como tos secundarios, en conjunto resul- papas y prelados, y en parte en los
ner más que tres cátedras: de dere- filósofos o como astrónomos. Tan- taban, sin embarco, muy inestables empleos de la Cancillería pontificia.
cho canónico, de derecho civil y de to la situación interior de la cien- transitorias, de modo que un mís- Sólo bajo León V tuvo efecto la
medicina; con el tiempo se añadie- cia como 'la situación exterior de > individuo podía reoartir su ac- gran reorganización de la Sapienza
ron ai profesorado un retórico, un los docentes resultaban aún muy idad entre varias instituciones, con ochenta y ocho maestros entre
filósofo y un astrónomo, este últi- inestables. N o ha de perderse de ira evidente que el cambio gusta- ellos las primeras celebridades de
mo no siempre de un tino identifi- vista, por otra parte, la circunstan- ba y se esperaba algo nuevo de cada Italia, sin olvidar la ciencia de la
caWe con el del astrólogo. cia que los sueldos más altos co- nuevo maestro, lo que resultaba fá- Antigüedad. Pero este brillante pe-
Los s u e l d t K se diferenciaban en- rrespondían a determinados ¡uristas cilmente comprensible en una cien- ríodo fue breve. De las cátedras de
tre s í en gran manera; en ocasiones y médicos, en el caso de los prime- ^ en proceso de desarrollo y muy griego y de hebreo en Italia hemos
llegaba a llagarse un verdadero ca- ros a causa principahncnte de sus iculada, por lo tanto, a la jícrso- hablado ya en síntesis (página 107).
pital. Con el aumento de la cultura servicios como consejeros del Esta- idad. Tampoco podía afirmarse
surgió la competencia, de modo que do que los subvencionaba para uti que hubiese pertenecido siempre a /Si queremos formamos una idea,
los diversos institutos procuraban lizarlos en sus demandas y proce- la universidad de una ciudad deter- un conjunto, de lo que la enseñanza
arrebatarse los maestros más famo- sos. En Padua se registra en el minada el maestro que profesaba y el intercambio de ideas eran en-
sos. En tales circunstancias, narece siglo XV, un sueldo de jurista de bre autores antiguos. En ésta, da- tonces, tendremos que apartar en lo
que hubo épocas en que Bolonia de- I.OOO ducados anuales,*** y a un mé- la facilidad con que se iba y posible nuestros ojos de las prác-
dicaba a su Universidad la mitad dico famoso se le propuso una ía y el gran número de locaEes ticas y sistemas vigentes en nuestras
retribución de 2.000 ducados y el

I
de sus ingresos fiscales (20.000 du- instituciones académicas. El trato
derecho al libre ejercicio de la pro- l^que se disponía (en conventos,
cados). A los maestros, por lo re- personal, las controversias, el cons-
fesión; el mismo médico había | e . ) ; bastaba que hubiese recibido
gular, se les contrataba temporal- tante uso del latín, y, en no pocos,
disfrutado ya en Pisa de un sueldo n encargo particular. En la misma
mente,*^ a veces por semestres, de del griego, el frecuente cambio de
de 700 florines de oro. Cuando el primera década del siglo xv en
modo que los docentes llevaban una maestro, y la rareza de los liibros.
jurista Bartolommeo Socini, profe- t|iie la Universidad de Florencia tu-
vida ambulante como los cómicos; daban a los estudios un carácter
sor en Pisa, aceptó una cátedra en vo su época áurea, en que los per-
sin embargo, se concedían también para nosotros difícil de imaginar.
Padua —al servicio del Gobierno iinajes de ía Corte de Eupenio I V ,
cátedras vitalicias. En ciertos casos . .juizá ya de Martín V , llenaban Escuelas latinas las había en to-
solía prometerse que no se enseña- veneciano— y se dispom'a a em-
prender el viaje, el Gobierno lo Itis aulas, en que Cario Aretino y das las ciudades de alguna im-
ría en ningún otro lugar lo que se l'ilelfo profesaban en competencia, portancia, y no sólo como esta-
enseñaba en determinada cátedra. mandó detener y sólo lo puso en
libertad contra una fianza de 18.0ÜÜ ' sólo tenían los Agustinos de blecimientos preparatorios para los
Había, además, maestros volunta- lelo Spirito una universidad casi estudios superiores, sino porque el
rios sin suelldo. florines de oro.™ Las elevadas re-
tribuciones de estas disciplinas ha- uunplfeta, no sólo había una im- conocimiento del latín venía nece-
De las cátedras mencionadas era, p i T i a n t e sociedad de eruditos en los sariamente después de la lectura,
cía, pues, comprensible que eminen-
namralmente, la de retórica la más
tes 'filólogos sacaran partido de sui naldulenses de los Augeli. sino la escritura, y las cuentas, siguién-
codiciada por los humanistas; pero
conocimientos como médicos y ju- personas particulares de los dole la lógica. Un detalle esencial
dependía, por completo, del punto MIOS más distinguidos se reunían es que estas escuelas no denendían
ristas; por otra parte fue, gradual-
a que habían llegado en ía empresa
mente, haciéndose Indispensable qu( .1 organizar cursos sobre deter- de la Iglesia, sino de los munici-
todo el que en una disciplina cual- ii.idas disciplinas filológicas, o fi- ^pios. Y algunas eran simples insti-
pues de la peste de 1348, con una quiera quisiere destacarse adquirir ricas para sí y para otros o bien : tuciones privadas.
subvención de 2.500 florines de oro . uraban estudiar en particular. En verdad, este sistema de escue-
anuales, pero volvió a cerrarse hasta se un fuerte colorido humaní^t
Más adelante nos referiremos a i i:mte mtioho tiempo la actividad las alcanzó, bajo la dirección de
1557, en que abrió de nuevo sus puer- li'igica v el estudio de las anti- algunos humanistas eminentes, no
tas. La cátedra de exégesis de Dante, actividades prácticas de los hu i •
nistas. lades apenas tuvieron en Roma sólo un gran perfeccionamiento ra-
fundada en 1373, a petición de nume-
rosos ciudadanos, se enlazó, por lo u ion con la universidad (Sapien- cional, sino que llegó a constituir
Las cátedras de los filólopos
aeneral. más tarde, con la enseñanza una base de alta educación. A la
mo tales, si bien altamente retribuí
de filología y retórica, como en los
cursos de Filelfo. ' Al ser requerido Filelfo por la formación cultural de los hiios de
iv'crsidad de Pisa, recién fundada, dos familias principescas de la Alta
*" Puede verse esto en algunas enu- <i8 Marín Sañudo, en' Mura^'^ iiidió menos de 500 florines de oro. Italia se vinculaban institutos que
meraciones detalladas, como, por ejem- X X I L col. 990. 1 Fabroni, iMurent. magn., Adnot. llegaron a ser algo único en su gé-
plo, en el cuadro de profesores de «9 Fabroni, Laureni. tmgn.. Adt.- nero./
Pavía por el año 14(X) (Corio, Storia 52. del año 1491. ^
Véase Vespasiano Fior., págs. En la Corte de Giovan Francesco
di Milano, fl, 290), donde, entre otros Allegretto, Diari sanesi, en Mu i72, 580 y 625; Vita Jan. Man- Gonzaga, en Mantua (reinó de 1407
niítcslros, figuran veinte juristas. ratori, XXIIT, col. 824. é Muratori, XX, col. 531 y sigs. a 1441), encontramos la figura mag-
116 JACOB B U R C K H A R D T l-A C U L T U R A DEL R E N A C I N l t E N T O E N ITALIA 117

nifica de Vitíorino da FeltreT-* uno En Guarino de Verona se acen- cultiven ej humanismo a la ma- cuidó de hacer circular estos escri-
de esos hombres que consagran la túa el matiz erudito. Fue llamado rá italiana, Éll mismo debía de tos en otros sectores. Pero de las
vida entera a un fin para el cual, a Ferrara, en 1429, ñor Nicoló d'Es- í^ner, empero, que, en este caso, relaciones entre humanistas y prín-
por su energía y su inteHgencia, es- te, para que cuidara de la educación ^ d i c a b a en desierto, por lo que cipes trataremos especialmente.
tán dotados en la máxima medida. de su hijo Lionello, el cual, desde
Educó primero a los hijos e hijas 1436, cuando su pupilo hubo ca-i
de la familia reinante; por cierto, terminado su educación, profesó co
que una de estas tíltimas llegó a mo maestro de elocuencia y de am- VI A N I M A D O R E S Y PROTECTORES DEL H U M A N I S M O
poseer verdadera erudición. Y cuan- bas lenguas antiguas en la Uni-
do la fama de este maestro se hubo versidad. Además de Lionello tuvo
numerosos discíptdos de diversos ^•Decialmente en Florencia merecen, de tanto donaire, que no nos resis-
difundido por toda ItaUa y era so^
lugares y en su casa un grupo se- H | primer término, nuestra aten- timos al deseo de referirla.
licitado su magisterio para escola-
lecto de escolares pobres, que sos- H n aquellos ciudadanos que hieie- Piero de Pazzi, hijo de un dis-
res de grandes y ricas familias de
tenía parcial o totalmente; al repaso cuestión principal de su vida tinguido mercader y destinado a
cerca y de lejos. Francesco Gonza-
de éstos consagraba las últimas ho- BRrato con el mundo antiguo y que serlo a su vez él mismo, muv agra-
ga, no sólo no puso el menor obs-
ras de la noche. También su casa ".iron a ser grandes eruditos o ciado y muy dado a los placeres
táculo ni se opuso a que su maestro
era sede de religiosidad y morali- ides aficionados, protectores a del mundo, pensaba en todo menos
enseñase a los nuevos alumnos, sino
dad severas. N o había en verdad "U vez de los eruditos (véanse págs. en la ciencia. Un día que pasaba
que consideró como un verdadero
que culpar a hombres como Guari- tl)4 y 105). Tuvieron la máxima por delante del Palacio del Podes-
honor para Mantua el que llegase
no y Vittorino de que otros huma- •ortancia especialmente por lo tá,^^ le llamó Niccoli; acudió a la
a ser el centro de educación de los
nistas de su siglo no se hicieran se refiere al período de transi- señal de hombre tan eminente y '
hijos de las familias más distingui-
precisamente acreedores de alaban- ' de comienzos del siglo xv, por- conocido, aunque nunca había ha-
das. Por primera vez encontramos
za en este aspecto. Parece Ínconc& en ellos aparece por vez pri- blado con él. Niccoli le preguntó
allí equilibrada, en toda una escue-
bible cómo a Guarino, además do • ;i el humanismo como elemento quién era su padre: "Messer An-
la, la enseñanza científica con la
una actividad como la que desarro- lico > necesario de la vida co- drea de Pazzi", contestó. Como lue-
gimnasia y cualquier otro noble
llaba, le quedase tiempo para tra- i m a . Sólo después de ellos se go le preguntara cuáles eran sus
ejercicio físico. Pero hemos de con-
ducir del griego y para escribir legan seriamente a su cultivo los ocunaciones, Piero, a la manera de
siderar aún otro grupo de alumnos,
obras propias de tan grande exten- pas y los príncipes. los jóvenes de entonces, de contestó;
en cuya educación acaso veía Vit-
sión. I)e Niccoló Niccoli y de Gian- "pasarlo bien, "atiendo a darmi
toríno el más alto fin de su vida:
7.0 Mannetii nos hemos ocuoado buon fempo". Entonces, Niccoli, le
el grupo de pobres dotados de ta-
En la mayoría de las Cortes do en distintas ocasiones. A Ninco- dijo: "Como hijo de tal padre y
lento, que alimentaba y enseñaba
Italia se confió además la educa- uos lo describe Vespasiano como con la figura que tienes, deberías
en su casa, per l'amore di Dio, con
ción de los hijos de los nríncipes, hombre que ni a ú n e n lo ex- avergonzarte de no conocer la cien-
los hijos de las familias poderosas
en parte al menos, y durante detcN ' i> toleraba nada que pudiese cia latina, que tan gracioso ornato
e ilustres, que de esta suerte tenían
minado? años, a los humanistas, coij lurbar el ambiente clásico de la serta para ti; si no lo haces, no
que acostumbrarse a vivir bajo el
lo que éstos se introdujeron m a l I Su bella figura, sus largas y serás nadie, y en cuanto la juventud
mismo techo con "el talento desnu-
aún en la vida cortesana. La com- i'lias vestiduras, su palabra ama- se te haya pasado vendrás a ser un
do". Gonzaga le pagaba 360 florines
posición de tratados sobre la edu< y su casa llena de espléndidas sujeto sin ninguna importancia
de oro anuales, pero sólo le com-
cación de los príncipes, cosa de teó- "iif^üedadcs, producían la más cu- (virtú)". Piero comprendió en se-
pensaban las pérdidas, que a me-
logos antes, era ahora, naturalmen- II impresión. Era limpio y orde- guida que estas palabras eran ver-
nudo ascendían a otro tanto. Sabía
te, cometido suyo también, y Eneai lo, especialmente en el comer, dad y replicó que seguiría su con-
muy bien que Vittorino no guar-
Silvio, por ejemplo, dedicó a del 'e toda D o n d e r a c i ó n . En su me- sejo de buena gana si encontrara un
daba para sí ni un ochavo y adivi-
jóvenes príncipes alemanes de ll tabía siempre, sobre b l a n q u í s i - maestro. "En eso me ocupo y o " ,
naba sin duda que el sostenimiento
Casa de Habsburgo prolijos tr* manteles, vasijas antiguas y dijo Niccoli. Y , efectivamente, l e ,
de 'los discípulos pobres era la con-
tados sobre su ulterior formaciót) de c r i s t a l E l modo cómo , procuró un maestro de griego y la-
dición tácita que aquel hombre ma-
intelectual y cultural. En ellos lo| traerse y hacer partícipe de i tín, un erudito llamado Pontano, a
ravilloso ponía para servirle. El ré-
recomienda, desde luego, cori' calor iones a un joven florentino'" \ quien Piero sostuvo como si se tra-
gimen interior de la casa era
severamente religioso, casi conven- ;do a los placeres, fue cosa tara de un deudo, retribuyéndole
tual. con 100 florines de oro anuales. El
74 Vesp. Fior., pág. 646. - .
siguientes palabras de Ves- lugar de la disipación de antes vino
Al archiduque Sigismundo. / ] r'
105, pág. 600, y al rey Ladisko € son intraducibies: "a vedero
Postumo, pág. 695; a este úUirfio I la, c o s í antico come era. era Según Vespasiano se daban aquí
Vespas- Fior., pág. 640. No co- mtilezza".
nozco biografías especiales de Vittori- la forma de Tracííitus de hberpr^^ cita los eruditos, no faltando las eon-
educatione. Wd., pág. 485. li-oversias en estas reuniones,
no y de Guarino de Rosmini.
lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A Df-L R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
1.18 119

mo una reliquia en el Palacio. iiienlü antiguo, infundiendo esta Antigüedad, constituía un verdade-
a ocuparlo el estudio, llegó a ser onvicción en torno suyo, e impul-
Cuando abandonó el puesto, la ciu ro santuario de poesía propiamente
amigo de todos los hombres cultos mdo de esta suerte, dentro del hu-
dad le regaló un estandarte con el italiana; de todos los esplendores
y de ingenio, y él mismo fue, con •""lismo, un segundo y más alto
escudo municipal y un espléndido que envuelven la personalidad de
el tiempo, un eminente hombre de lacimiento de la Antigüedad;
yelmo de plata. Lorenzo, el más admirable acaso
Estado. Llegó a aprender de me- | o este proceso, en sus distintas
moria la Eneida entera y muchos Por lo que respecta a los demás sea éste. Juzgúesele como se quiera
íes ha llegado a nosotros proli-
discursos de Tito Llvio, para lo que eruditos contemporáneos, ciudada- Imente detallado. Ha de verse, en
como hombre de Estado (páginas
aprovechaba, sobre todo, el tiempo nos de Florencia, es preferible leer - esencial, su punto de partida en
44 y 46), el extranjero que no se
que tardaba en recorrer el camino la obra de Vespasiano íaue los co- '^magisterio del sabio Juan Argy-
vea forzado a ello, hará bien en
entre Florencia y su quinta de Treb- nocía a todos), por cuanto el tono, áulos y en el celo personal de
quedarse al margen, cuando se tra-
bio. la atmósfera que sabe prestar a lo j te de discriminar, en un principio
simo en sus últimos años, de mo-
En un sentido distinto y aún más que escribe, las convenciones en que I ü que, en cuanto al platonismo se
postrero sobre la Historia de Flo-
elevado, representaba Giannozzo a se basa su trato con ellos, cobrai rencia, la parte que corresponde al
mayor relieve y tiene mayor impor •jfiere, el gran Marsilio Ficino pudo destino y la imputable a las pro-
la Antigüedad.''^'^ Precoz, casi un amarse su hijo espiritual. Bajo
niño todavía, había hecho estudios tancia que la mención especificada 'etro de Medici, Ficino figura ya
pias culpas del jefe; pero no hay
mercantiles y era contable de un de lo reailizado, de la obra de cada polémica más injusta que la que
•no jefe de escueta; a él se pasó,
banquero, Pero al cabo de algún uno. En una traducción —sin ha- campo peripatético, el hijo de
culpa a Lorenzo de haber dispen-
tiempo le pareció esta ocupación blar de las breves indicaciones i 'tetro y nieto de Cosimo: el es-
sado su protección preferentemente
hueca y estéril, y se sintió atraído que nos vemos aquí reducidos— s< 'arecido Lorenzo. Entre sus con-
a mediocridades y haber sido cau-
por la ciencia, que es lo único que perdería este valor — el más alt( '¡ípulos más conocidos se cuen-
sa que tuvieran que abandonar el
puede asegurar al hombre la inmor- de su libro. Vespasiano no es ui Bartolomraco Valori, Donato
país Leonardo da Vinci y el ma-
talidad. De la nobleza florentina fue gran autor, pero conoce todo aquo Iciaiuoli y Pierfilippo Pandolfini.
temático Era Luca Pacciolo; tam-
el primero en sumerelrse en el mun- movimiento y tiene un profundo ^ entusiasta maestro declara en
bién se le culpa de no haber im-
do de los libros, llegando a ser, sentido de su significación espirli írsos pasajes de sus escritos que
pulsado suficientemente a Toscane-
como va hemos dicho, uno de los tual. irenzo penetró todas las profun-
lia ni a Vespucci, entre otros. N o
sabios más insignes de su énoca. Si pretendemos analizar la magll vamos a pretender que fuera per-
« d e s del platonismo, y que había
Cuando el Estado utilizó sus ser- que ejercieron los Medici del siolfl presado su convicción que sin és-
fecto, pero de todos los grandes que.
vicios como encargado de negocios, XV sobre Florencia y sobre sus con era imposible ser un buen ciu-
en todos los tiempos protegieron y
funcionario de impuestos y gober- temporáneos, sobre todo Cosimo « "lano y un buen cristiano. La
estimularon 'lia vida espiritual, es
nador (en Pescia y Pistola), desem- Viejo ( t 1464) y Lorenzo el Man obre reunión de sabios en torno
uno de los que mostraran facetas
peñó sus cargos como si un alto nijico ( t l 4 9 2 ) , hemos de contitW ^ Lorenzo el Magnífico aparece
más múltiples y en el que, acaso
ideal hubiera despertado en él, re- rar ante todo, al margen de la p(^' • ' i a por este rasgo superior de
más que en ningún otro, aquella
sultado y compendio de sus estu- lítica, como elemento decisivo N filosofía idealista, raseo que la
protección fue consecuencia de una
dios humanísticos y su religiosidad. condición de rectores cultúralo (ingue también de todas las de-
íntima y honda necesidad.
Suprimió los más odiosos impues- la época. Quien en la situación ¡K' I ^rupaciones de este tipo. Sólo Bien alto proclama nuestro siplo
tos, y no aceptó sueldo de ninguna Cosimo como mercader y cabe/u el valbr de la cultura en general
:un ambiente así podía sentirse
clase a cambio de sus servicios; co- de partido
¡ J a i ív\í\j
tiene
i.»,..^
consigo
^ _
ademús
.
ll|
" un Pico della Mirándola. Pero y de la Antigüedad en particular,
mo jefe provincial rechazó toda cla- todos los que piensan, estudian § las hermoso que de este centro pero una entrega tan completa y
se de obsequios, cuidó el simiinistro escriben; quien por su casa es m itual puede decirse es que, ade- entusiasta, una tal convicción de re-
de cereales, intervino conciliadora primero de los florentinos V en • de sede insigne del culto a la conocimiento de que la cultura
e incansablemente en toda clase de esfera de la cultura el p r i m e r o | « constituye nuestra primera necesi-
procesos e hizo todo lo humanamen- los italianos, resulta también, n i dad, no la hallamos hoy como en
te posible por aplacar las pasiones mente, un príncipe. Cabe a Cosiw Nic. Valori, en la Vida de Lo-
' Magn. Ver Vespas. Fior., pági- los fllorentinos del siglo xv y prin-
con la bondad. Los ciudadanos de la gloria particular de haber rcoí !6. Los primeros protectores de cipios ddl X V I . Hay oruebas indi-
Pistoya no pudieron averiguar nun- nocido en la filosofía platónica' ifrópulos fueron los Acciaiuoli. Ver rectas capaces de desvanecer eÜ
ca a cuál de sus dos partidos se el más hermoso brote del per" ^ B j , 192. El cardenal Bcssaríón y su último resto de la duda. N o se hu-
inclinaba. Como símbolo del común ^"Ualo entre Platón y Aristóteles. biera hecho participar tan a me-
destino y del derecho común, en sus ^ Lo que antes se conocía de di • 223; Cusanus como platónico. nudo a las muchachas en los estu-
horas de ocio escribió la historia sólo fragmentario puede haber aV 508: el catalán Narciso y su dios, ñor ejemplo, si no se hubiera
de la ciudad que luego, encuader- En Ferrara hubo, en 1438',*^ una • (Ovcrsia con Argyrópulos. Ibíd., considerado a éstos, de una manera
/^gunos diálogos de Platón tra-
nada en púrpura, fue guardada co- guiar controversia entre H u ^ de Sl^ ya por Lionardo Aretino. Ibíd. absol'uta, como el noble don de la
y los griegos que habían acusado vida terrenal; no se hubiese lopra-
incipiente influjo del neopla-
•TO Véase su vida en Muratori, X X , Concilio. Véase Eneas Silvid, De ' do convertir el destierro en lupar
ropa, cap. 52 (Opera, pág, 450). de felicidad, como hizo Palla Stroz-
532 y siguientes.
JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A
120 121
de noble ánimo premia toda exce- j)robablemente en hexámetros—
zi; no hubiera habido hombres co- cámaras del palacio, procuraban
lencia".^ También aquí ha querido sentíanse demasiado absorbidos por
mo Filippo Strozzi,8^ que careciendo siempre llegar hasta el papa, y
ponerse de relieve, recientemente, otro género de actividades, y eran
de escrúpulos para las cosas más cuando no lo conseguían, recurrían
con visible exageración, el lado in- M u j y distintos los puntos de apovo
tremendas, tenía, sin embarco, es- a las súplicas escritas en forma de
tímulo y energía para la considera-
dico, la lisonja venal, tal como an- II' su poderío que les interesaban,
elegías, en las que el Olimpo en-
teriormente hubo exceso en el acep- para que se ocupasen en los poetas-
ción crítica de la Historia natural tero participaba.®*' Pues León, oue
tar sin reservas la alabanza de los filólogos. Julio I I encontró poetas
de Plinio. N o se trata de elogiar ni no podía ver dos monedas juntas
humanistas a los príncipes. Tomado porque su pontificado mismo era
de censurar, sino del reconocimien- y sólo quería rostros alegres, era
en conjunto, siemisre resultará un un tema sugestivo (ver págma 8 1 ) ;
to del espíritu de la época y de su en tal forma liberal, que, en los días
testimonio favorable para aauéllos por l o demás n o parecen haberle
peculiaridad más sobresaliente. de escasez que siguieron, el mero
el hecho que se creyeran obligados ireocupado mucho. A él le sucede
Hubo en Italia otras ciudades, a figurar a la cabeza de la cultura ^ n X "como Numa a Rómulo": recuerdo de sus dádivas llegó a
además de Florencia, donde deter- de su época y de su país, por muy os decir, tras el estruendo bélico del transfigurarse en mito.^i De su or-
minados círculos sociales laboraron unilateral que ésta fuera. Sobre to- iinterior pontificado se esperaba una ganización de la Sapienza hemos
en pro de! humanismo, sin reparar do, en algunos papas la serenidad I 'ii'gua consagrada a las Musas. El labiado ya (nágina 115). Para no
en medios, protegiendo generosa- ante las consecuencias**^ de este ti-1 e de la bella prosa latina y los hacemos una idea demasiado mez-
mente a los sabios residerttes en su po de cultura, tícne algo de inconsJ lloros versos constituían en León quina de la influencia de León en
zona de influencia. En los episto- cíente majestad. Nicolás V sentíase M parte del programa de su vida, el humanismo, hemos de apartar los
larios de la época descubrimos una tranquilo sobre el porvenir de la' ri este aspecto logró su mecenaz- ojos de los juegos y oueriüdades
gran abundancia de referencias per- Iglesia porque contaba con la cola- que sus poetas latinos represen- con que aparece entremezclada; co-
sonales de esta índole.'*^ La públi- boración y la ayuda de millares de •i-n en las alegorías de innumera- mo tampoco hemos de dejarnos des-
ca preferencia de la gente más culta hombres sabios y eruditos. En Pío elegías, odas, epigramas y ser- orientar por la desconcertante iro-
se inclinaba, casi exclusivamente, II los sacrificios por la ciencia no nes ei espíritu jocundo v brillan- nía con que él mismo trata, a veces,
de este lado. son tan grandiosos; su Corte de puf de la era leonina, tal como alien- estas cosas (véase págraia 8 8 ) ; su
Pero ha llegado el momento de tas es bastante modesta. En cambio, en la biografía de Jovio.*^^ Aca- influencia hay que juzgarla por el
tratar del humanismo en las Cortes él mismo sobresale como cabeza y 110 exista en toda la historia de "estímulo" que de él tiarte en el
de los príncipes. Hemos indicado va representación de la erudita rcpti idente un príncipe que, en re- campo del espíritu, "estímulo" que
(véanse páginas 4, 77 y 78) la blica mucho más que su inmcdiatn lón con los escasos acontecimien- no puede probarse de manera deci-
íntima afinidad entre el tirano v antecesor, y disfruta de esta gloiiji poetizables de su vida, haya si- siva, pero cuya existencia no puede
el filólogo, igualmente atendidos con plena seguridad. Sólo en Pn menos de demostrar en determina-
• más y por tan múltiples modos
uno y otro a su personalidad y a blo I I se observa va temor y rccciii dos casos, una investigación con-
litado. Solía recibir a los poetas
su talento. Pero el filólogo, según hacia el humanismo de sus sccn- cienzuda. La influencia de los hu-
ni'ipalmente al mediodía, cuando
propia confesión, prefería las Cor- tarios, y sus tres sucesores, Sixio, manistas italianos en Europa desde
iuibían terminado los músicos; ^
tes a las ciudades libres, porque en Inocencio y Alejandro, si aceptaruti 1520, aproximadamente, está siem-
ui uno do los raás ilustres del
ellas solía ncrcibir más recompen- dedicatorias y dejaron que se \cs en pre de algún modo condicionada
|iiito nos refiere que, tanto en
sa. En el momento en que parecía salzara poéticamente cuanto por el impulso oue nartía de I ^ ó n
liirdi'n como en las más secretas
que el gran Alfonso de Aragón iba guíese —hubo hasta una BOTÍHIUUI
X . Fue el Papa que en el nrivile-
a adueñarse de toda Italia, Eneas I il. Greg. Gyraldus, De poetis gio de impresión de Tácito recupe-
Silvio escribió a un amigo de Sie- • wmporis, con motivo del Esfé- rado ^'^ pudo decir oue los grandes
na ** que "si la paz de Italia ha 85 No debe desorientar que al i'. il Camerino. El buen hombre autores son una norma en la vida
de ser instaurada bajo su dominio gen de afirmaciones como ésta H ló la faena a tiempo y cuaren-
observen toda una serie de lanicnti después aún tenía el legajo
será para mí más agradable que si **> Véase la Elegía de Job, Aure-
clones sobre la mezquindad de • ' pupitre. Sobre los mezquinos
esto ocurriera bajo gobiernos de mecenazgos principescos, y sobre B Hus Mutius en Deliciae poetarum Ita-
ciudades libres, pues un monarca indiferencia hacia la gloria de algiM ios de Sixto I V véase Pierio lorum.
M'.. De infeíic. litt.. con motivo de
príncipes. Así, por ejemplo, en ^ rus de Gaza. Sobre el delibe- . « 1 Ver en Gyraldus la conocida his-
toria de la bolsa de terciopelo purpú-
**2 Varchi, Stor. fiorent., lib. IV, • tista Mantuanus, Égloga V, ya en iilcjaraiento del cardenalato de
reo que contenía papelitos de oro de
siglo XV, no era posible dar. a toi iinanistas antes de León véase
pág. 321. Un retrato lleno de vida y satisfacción. • ranas, oración fúnebre del car- diversos tamaños, en la que León in-
de espíritu. Dada la brevedad con que Rgidio, Anecd. Utt., I V , página troducía la mano a ciegas. Hecatom-
^ Las dos biografías mencionadas tamos aquí cl tema, hemqs de mithi, V I , Novella, 8. En cambio, los
de Rosmíni (sobre Vittorino y Gua- rirnos por lo que al mecenazgo improvisadores latinos de su era eran
mejores en Deliciae poetarum premiados con latigazos cuando hacían \
rino) , así como la vida de Poggio de los papas se refiere, hasta las p" y en los suplementos de las
Shepherd, contienen numerosos datos merías del siglo xv, al final dtí'ila versos cojos. Lil. Greg, Gyraldus, De t
ediciones de Roscoe, Leo X. poetis nostri temporis.
sobi-e cl particular. chichte der Stadt Rom in'^Mií^ ' -I Jovio, Elogia, con motivo
84 Episí. 39, Opera, pág. 526, a Ma- de Papencordt. *• Posthumus, página 131. S2 Roscoe, Leo X. ed. Bossi. I V ,
181. '
riano Socino,
lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
122 123
gable: ni con el regalo de una de sobre un áureo carro, como
y un consuelo en la desgracia; que
mis mejora ciudades estaríais su- romano triunfador.^'' Para eter- tas, eran "los que leía repetidamen-
ía protección de los sabios y la ad- te y se hacía leer".
ficientemente recompensado; pero, í na memoria de este hecho se erigió
quisición de libros excelentes cons- ||yn soberbio arco triunfal de már- Los Sforza fueron igualmente
con el tiempo, encontraré el modo
tituyó siempre su más alto designio, p|»ol en Caste-lo Niiovo. Su dinastía todos más o menos eruditos y da-
de que quedéis satisfecho". Cuando
y que en aquellos instantes agrade- ' napolitana (véase oágina 19), no dos al mecenazgo (ver página 13);
tomó a su servicio a Giannozzo
cía al cielo los beneficios que había sólo no heredó poco o nada de este de ellos hemos hablado ya inciden-
Mannetti, en condiciones espléndi- entusiasmo por la Antigüedad, sino talmcnte. El duque Francesco pa-
obtenido el género humano con la
das, le dijo; "Mi último pedazo de tampoco m'nguna de sus demás cua- rece que, en la educación de sus
publicación de aquel libro.
pan lo partiría contigo". Cuando lidades, hijos, y por motivos políticos, con-
El saco de Roma del año 1527 Giannozzo, como enviado de Flo-
no sólo dispersó a los artistas, sino rencia, había acudido a su Corte Federigo de Urbino era suporiOT sideraba la formación humanística
también a ios literatos, que por to- con motivo de las bodas del p r í n - en mucho a Alfonso por su eru- como algo indispensable; y, por lo
dos los extremos de Italia difundie- cipe Ferrante, impresionó ya enton- dición.®* Ni se rodeaba de dcma- general, aceptaba la conveniencia
ron la fama de su gran protector ces de tal manera al rey, que per- ida gente ni ora pródigo, y en el de que, en la esfera del saber, el
arrebatado por la muerte. maneció inmóvil en el trono "como ludio de la Antigüedad, como en príncipe pudiera tratar a los más
Alfonso de Ñápeles es, entre los una estatua de bronce", sin siquiera liKias las cosas, procedía metódica-
eruditos de igual a igual. Años des-
príncipes seculares del siglo xv, el ahuyentar los mosquitos que le acó mente. Para él y para Nicolás V pués, Lodovico el Moro, excelente
que manifiesta el más alto entu- saban. Parece que su lugar preferi- *\! hicieron la mayoría de las tra- latinista él mismo, revola un inte-
siasmo por la Antigüedad (véase do era la biblioteca del palacio de iliicciones del griego v una serie de rés por todo lo espiritual, que re-
págma 19), Parece que en este en- Ñapóles, donde, sentado junto l mejores comentarios, rcfundicio- basa, en mucho, la esfera de la An-
tusiasmo era completamente inge- una ventana que daba al mar, c* ., etc. Era dadivoso, pero siem- tigüedad (véase página 13).
nuo, que, desde su llegada a Italia, cuchaba a los sabios, cuando di» r con un fin determinado y con i También los pequeños tiranos
el mundo antiguo, en sus monu- cutían, por ejemplo, sobre la Tri personas que realmente necesi- procuraban disfrutar de idénticas
mentos y en su literatura había pro- nidad. Era muy relipioso y ademíiíi ta. No podía hablarse de Corte ventajas y serta una injusticia para
ducido en él hondísima imnresión, de Livio y Séneca se hacía leer In poetas de Urbino: allí el más con ellos pretender que sólo alimen-
a la cual no le cupo sino doblegar- Biblia que se sabía casi de memo lio era ante todos el propio so- taban a los literatos de sus Cortes
se. Con maravillosa facilidad cedió ria. jCómo imaginar la impresimí l a n o . La Antigüedad constituía, para que los "hiciesen famosos".
su altivo y duro Aragón, con todas que le produieron los pretcndidín- llámente, sólo un aspecto de su Un príncipe como Borso de Ferra-
las tierras confinantes, a su herma- restos de Livio en Padua! (véast- iiidurfs; perfecto como príncipe, ra (página 25) con toda su vanidad,
no, para consagrarse por completo pápína 82). Cuando, tras gramlm i'io soldado y como hombre, do- no parece esperar de los poetas la
a sus nuevos Estados. Tuvo a su ser- súnlicas, obtuvo de los venecianiMi iiiitba una gran parte de la cien- inmortalidad, por mucho que fuese
vicio, unas veces juntos, otras de el hueso de un brazo, que rccibirt 1 contemjwránea, y olio con fines el celo en que éstos le escribieran
manera sucesiva a Jorge de Tre- en Nápoilcs con grandes muestras ik ••^licos, objetivos, por la cosa mis- una Borseida y otras composiciones
bisonda, a Chrysoloras el Joven, a veneración, debió de cruzar por MI Como teólogo, por ejemplo, es- por el estilo: su alto sentido del
Lorenzo Valla, a Bartolommeo Fa- ánimo una curiosa mezcla de rc.v •ició la comparación entre To- poder era demasiado incomparable
ció y a Antonio Paño, que llegaron clones cristianopaganas. Estando > < do Aquino y Escoto, y conocía con una ambición tan mezquina co-
a ser sus historiadores. El último campaña en los Abruzzos, le en-i antiguos Padres de ía Iglesia, mo la que esto represente. Ahora
comentaba diariamente ante él y an- ñaron, a lo lejos, Sulmona, la píiiin "oriente y Occidente, aquéllos en bien, el trato con los sabios, el in-
te la Corte un texto de Tito Livio, de Ovidio; él la saludó enlon ; •""iones latinas. En filosofía terés por la Antigüedad y la nece-
lo que no se interrumpía ni en cam- dio gracias al genio del lugar i i haber dejado a Platón por sidad de una elegante epistologra-
paña. Toda esta gente le costaba dentemente le complacía c o n f i n i m lo al cuidado de su contem- fía latina eran inseparables con el
anualmente 20,000 florines de oro. la realidad del vaticinio del i'n > Cosimo. Pero de Aristóte- principado, tal como entonces se
A Fació, además de los 500 duca- poeta sobre su propia gloria Im n o sólo conocía a fondo l a entendía. ¡Cuan a menudo se la-
dos de sueldo anual, le regaló 1.500 ra.^ En cierta ocasión le plugo l a Política, sin también la mentaba el ilustradísimo duque Al-
florines de oro cuando terminó su sentarse él mismo "a la anti" otros escritos. En sus otras fonso (ver página 27) que la falta
Historia Alphonsi, con las siguien- usanza", con motivo de la entr preponderaban notablemen-..
tes palabras; "No lo hago por pa- en Ñapóles, definitivamente ( los historiadores antiguos En el último Visconti se dispu-
garos, pues vuestra obra es impa- quistada (1443). N o lejos del M do poseer; éstos y no los poe- taban aún el favor y la atención del
cato hizo abrir en !a muralla U príncipe Tito Livio y las novelas fran-
í « Vespas. Fior., pág. 68. Traduc- brecha de cuarenta codgs de * cesas de caballería, Dante y Petrarca;
pior. napoleí., en Muratori, X X I a los humanistas que se le acercaban
ciones del griego que mandó hacer Al- chura y por ella penetró en la t.í27.
fonso, pág. 93. Vita Jan. ManneUi en con el propósito de "hacerle famoso"
yespas. Fior., págs. 3 y 119 y solía despacharlos a los pocos días.
Muratori, XX, col. 541, comp 550 y 94 Ovidio, Amores, I I I , t5; vt volle ayer piena notizia d'opni Véase Dccembrio, en Muratori, XX,
395 Panormita, Dicta et facía Alphon- •••t sacra come gcntile".
col. 1.014.
Joviano Pontano, De principe,^
si, con las glosas de Eneas Sdvío.
JACOB B U K C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
124 125
a veces, en presencia del "rex", co- No es sólo que a causa de las
de salud en sus años juveniles le tos orgullosos personajes cuando
mo le llaman; en sus poemas lati- igencias del estilo el secretario
obligara a buscar unilateralmente un surgía un conflicto de precedencia;
•••a de ser un buen latinista, sino
descanso en el trabajo manual.'**' ¿O nos le celebran, naturalmente, y sólo a un humanista se le cree
cuando, por ejemplo, los "advocati
se trataba de un pretexto para man- cantan sus amores con la bella Isoi- ipaz de poseer el talento y la cul-
consistoriales" alegaban idéntica je-
tener los literatos a distancia? Los ta, en cuyo honor se realizaron las necesarios para desempeñar el
rarquía, incluso la preemineneia.io^
propios contemporáneos no eran ca- celebres obras de reforma de Siiri to de secretario. Así las más
en algunos casos. De buenas a pri-
paces de penetrar adecuadamente un Eraneesco, en Rimini, como sepul- indes figuras de la ciencia del
meras se apelaba a san ¡uan Evan-
alma como la suya. cro monumento en memoria de ella: gelista, a quien habían sido revela-
lo XV, en su mayoría, sirvieron
N i los más pequeños tiranos de Divae fsottae Sacrum. Cuando los lohos años de su vida al Estado
dos los "secreta coelestia"; al escriba
la Romana podían pasarse sin uno filólogos mueren, se les da sepultu- cargos de esta suerte. A nadie
de Porsena, a quien Muccio Escé-
o dos humanistas. A menudo la ra en los sarcófagos (o bajo los vola tomó por el rey mismo; a
le preguntaba por su patria ni
misma persona hace de maestro de mismos) que adornan los entrantes Mecenas, que fue el verdadero se-
su origen. De los cuatro gran-
la familia y de secretario, y a veces de ambos muros exteriores de esta cretario de Augusto; a los arzobis-
les secretarios florentinos entre
llega a ser factótum de la Corte.*** iglesia; una inscripción dirá luego pos, llamados en Alemania canci-
B429 y 1465,'*^ tres son de la con-
Se procede con excesiva ligereza al que fue sepultado allí —el filóUv lleres, y a otros más.^** "Los secre-
^jUistada ciudad de Arezzo, a saber:
despreciar estos centros minúsculos, go de que se trate— reinando Si tarios apostólicos tienen en sus ma-
Hjonardo Bruni, Carlos Marzuppini
olvidando que en el fondo las más gismundus, hijo de Pandulfus-^'"^ i.n nos los más altos negocios del mun-
• Benedetto Accolti; Poggio era de
altas cosas del espíritu no están ía actualidad nos costaría trabain do, pues, ¿quién, sino ellos, escribe
^et'ra Nuova, igualmente en tierras
condicionadas por la magnitud. creer que para un monstruo come y dispone en cuanto se refiere a
do Florencia. Desde antiguo se te-
Una singular actividad debía rei- Sigismundus la cultura y el tralu las cosas de la fe catóHca, a la lu-
nía como principio desicrnar a ex-
nar en la Corte de Rimini bajo el erudito pudieran ser una necesidad. cha por la herejía, al afianzamiento
tranjeros para algunos de los altos
insolente pagano, el condottiere Si- Y , sin embargo, quien le excomul- y restablecimiento de la paz, a la
i'iirgos de la ciudad. Poggio v Gian-
gismondo Malatesta. Se había ro- gó y le mandó quemar en efigie y reconciliación entre los grandes mo-
iiozzo Mannetti fueron también,
deado de una serie de filólogos y le combatió con las armas, es de- narcas? ¿Quién sino ellos suminis-
I inporalmente, secretarios pontifi-
a algunos de ellos los retribuía U- cir, el papa Pío I I , pudo escribir tra las sinopsis estadísticas de toda
s, y Cario Aretino iba a ser nom-
beralmente, con una quinta rústica, le Cristiandad? Ellos son quieneí:
de él estas palabras: "Sigismundiii ido para este cargo. Blondus de
por ejemplo, mientras a otros los asombran a reyes, príncipes y pue-
conocía las historias y era muy vcM ILI y también, al fin, Lorenzo Va-
obligaba a ganarse el pan como ofi- blos con las maravillas que del Pon-
sado en filosofía; en todo lo qui lla —a pesar de todo— fueron ele-
ciales de su ejército.'^ En su cas- tífice irradian; ellos dan forma a
i'tiilos a semejante digiúdad. A par-
tillo —Arx Sismundea— sostienen hacía parecía dotado por una h I de Nicolás V v Pío II, la Cm-
las órdenes e instrucciones a que
sus controversias, muy envenenadas posición innata".**^ ú
ilcría del palacio pontificio atrae
han de someterse los legados; y re-
ciben los mandatos del Papa, que
'•\vi vez más a los talentos más
esperan, alerta todas las horas del
lables,^^^ incluso en los últimos
día y de la noche". Pero el pináculo
VIL EPISTOLOGRAFÍA Y ORATORIA LATINA II*as del siglo xv, poco aficiona-
de ía fama fue alcanzado en aquel
. a las letras. En la Historia de
entonces por los dos célebres secre-
curso de los humanistas; para . Papas de Platina, la vida de
Para dos cosas, tanto las repúblicas tarios y estilistas de León X, Pie-
redacción de epístolas y para ILILN 11 no es otra cosa que una
como los principados v los papas, tro Bembo y laeob Sadoleto. No to-
discursos públicos y solemnes. ii/.a contra el único papa que
consideraban imprescindible el con- das las Cancillerías escribían con
:,upo tratar dignamente su Can-
elegancia; la mayoría escribían en
• • • ' • 1 , aquella asamblea de "poetas

Paulo Jovio, Vita Alfonso ducis. porque, como parásitos hambricii un estilo burocrático y en un latín
tenían que ganarse la vida haciendo ricos que daban tanto lustre
®» Sobre Collenuccio en la corte de impurísimo. Por muy extraño modo
soldados a su edad, mientras a él Curia como recibían de ella",
Giovanni Sforza de Pésaro (hijo de que ver la indignación de es-
Alessandro, pág, 15), que, al fin, le le equipa sustanciosamente con "ag| 10» Anecd. litt., I, pág. 119. Alega-
recompensó con la muerte, véase ná^. y "villa" (hacia 1460, instructiva ^
77, nota 15. Cerca del último Orde- cumcnto del que se deduce qu Fabroni, Cosmus, Adnot. 117, to de lacobus Volatcrranus, en nom-
laffo de Forli ocupó este puesto Codro había humanistas, como los dos m Fior., passim. Ver un impor- bre de los secretarios, indudablemente
Urceo. Entre los tiranos ¡lustrados ha clonados, que intentaban D T F E N I I R saje sobre lo que los floren- bajo Sixto IV. Las pretensiones hu-
de mencionarse también a Galeotio contra el auge del griego). ' lían a sus secretarios en Eneas manísticas de los abogados consisto-
De Europa, cap. 54 (Opera, pá-
riales se basaban en su arte oratoria,
Manfreddi de Faeiiza, asesinado en í**^ Más deíalles sobre estas ^.p mientras la de los secretarios en su
1488 por su esposa, así como alguno turas en Keyssler, Neuesíe Keiscii. ' 54).
retórica epistolar.
de los Bentívogli de Bolonia. gina 924. Véanse pág. 192 y Gesch d.
Rom., de Papencordt, sobre ti iiw Nadie mejor que Eneas Silvio
W 2 Pío II, Comment., Ub. U,
i«o Anécdota liiteraria, II (pág. 305 colegio de abreviadores funda- conocía la verdadera Cancillería im-
y sigs. y 405). Basinio de Parma se 92, "Historiae", supone aquí cl, ttfÍQ. perial bajo Federico I I I ; véase Epp.
burla de Porcellio y Tommaso Séneca; pendió de toda la Antigüedad. ¿ 23 y 105. Opera, págs. 516 y 607.
JACOB B U R C K H A R D T
126 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A
127
buscó refugio y asilo durante la HBá uso de la palabra, ante un au-
destacan, entre los documentos mí- Edad Media. Constituye un elemen-
laneses que nos transmite Corio, un to necesario y un ornato de toda Pflitorio numeroso, el protocolaria- cuencia, "pues nada m á s sublime
par de epístolas escritas, precisa- alta existencia. Muchas de las par- mente designado. Pero a Pío I I , an- que el ímpetu y el vuelo de su dis-
mente, en un grave trance.!*^' Son tes que en fiestas y ceremonias se - te el cual, como perito en La ma- curso".''^ Eran muchos los que ya
de la más transparente latinidad. dedican hoy a la audición musical, ^ (eria, a todos gustaba hacerse oír, por este hecho veían en él, antes de
Conservar el estilo en los momen- y por muy singular que ésta apa- llegó a ocurrirle el caso de tener ser elegido, el más digno candidato
al Papado.
tos de apuro era mandato de la com- rezca se dedicaba entonces a la ora- que escuchar a los miembros de
postura y el decoro en la vida y a una embajada entera, uno por En toda recepción solemne era
toria en latín y en itaUano. El lec- uno.''- Por su parte, a los príncit>es costumbre dirigir la palabra a los
la vez consecuencia del hábito. tor podrá imaginar fácilmente lo
Cabe imaginar que se estudiaban doctos, si tenían dotes oratorias, les príncipes, frecuentemente en discur-
que tal cosa supone. complacía hablar ellos mismos, tan- sos que duraban horas enteras.
diligentemente entonces las coleccio- Era completamente indiferente a
nes de las epístolas de Cicerón y de qué clase social pertenecía el ora- iii en italiano como en latín, A los Está claro que tal cosa ocurría úni-
Plinio, por ejemplo. Y a en el siglo dor; lo que ante todo se pedía era miembros de la Casa de Sforza se camente cuando el príncipe era afi-
XV, fueron consideradas como obras el talento humanístico desarrollado IL-S adiestraba en este arte: Galeaz- cionado a la oratoria, o quería que
maestras, no sólo desde el nunto de hasta cl virtuosismo. En la Corte de ii María, siendo aún ¡ovcncito, re- por tal se le tuviese,'"^ y cuando se
vista de 1?. latinidad, sino desde el Borso de Ferrara fue designado, pa-, ii) de corrido su ejercicio, ya en disponía de un orador de las con-
de la epistolografia en general. I 155, ante el Gran Consejo de Ve- diciones requeridas, ya se tratara de
ra pronunciar los discursos de bien-| jn.^ja 113 y su hermana Ippoliía sa- un literato de la Corte, de un pro-
Pero con el siglo xvi hace tam- venida, tanto con motivo de la vi-
bién sil aparición un clásico estilo sita de Federico I I I como de Pío Jl. liuló al papa Pío 11, en el Congreso fesor de la universidad, de un fim-
epistolar italiano, en el cual figura el médico de cámara fcrónimo tU Ir Manma, en 1459, con un gracio- cionario, de im médico o de un
Bembo nuevamente a la cabeza. Evi- Castello.í'^" Seglares casados subían > discurso.'!'* pue ¡a oratoria de religioso.
dencia una manera completamente a! pulpito en las iglesias con ocasión ) I I el arma poderosísima con que Asimismo solía echarse mano de
moderna, que se aparta deliberada- de fiestas o funerales, y hasta con luc preparando durante su vida el la oratoria por cualquier otro mo-
mente de la latina, aunque atjarece motivo de la fiesta de algún santo, lerreno para su exaltación final; aún tivo de índole política, y, si el ora-
totalmente embebida y condiciona- Fue algo nuevo para los concurren- II ndo el más grande de los diplo- dor gozaba de fama, todos los aman-
da, sin embargo, por el aliento an- tes no italianos al Concilio de Ha i.iiicos y eruditos de la Curia, aca- tes de la cultura acudían a oírle. Ai
tiguo. • no hubiera llegado a ser papa cubrirse anualmente las vacantes de
silea que el día de San Ambrosio
De modo mucho más brillante el Arzobispo de Milán hiciera suhii iii lá fama y la magia de su elo- los funcionarios, incluso en la en-
que el epislológrafo se destaca el a! pulpito a Eneas Silvio, que iin trada y toma de posesión de un nue-
orador en una época y en un estaba ordenado. Aunque prolesiji B | verdadero terror en la serie de que vo obispo, era forzoso que figurase
pueblo en que el escuchar se con- ron los teólogos, pasaron por ello v H l habla Petrus Crinitus, De honesta como orador un humanista que a
sideraba un alto goce v en que la le escucharon con verdadera avi ^mdpUna, V , cap. 5. Véase también veces hablaba en estrofas sáficas o
visión fantástica del Senado roma- d c z . i i « ^ H M S . Fior., págs. 3 1 9 y 4 3 0 . en hexámetros.''" Algunos nuevos
no, con sus oradores insignes, su- ^Hl Pío I I , Comment,, lib. I V , pág.
Consideremos, en primer térmiim funcionarios tenían que pronunciar
gestionaba aún todos los ánimos. La Y encima eran romanos, que le
los motivos más importantes y frr- ^•traban en Viterbo. "Singuli per se
elocuencia quedó por completo cuentes que se ofrecían a la públici
emancipada de la Iglesia, en la cual oratoria. ^ B É I faceré, ne alius alio melior vi-
^ H u r , cum cssent cloquentia forme " C " De expediíioni tn Turcas, Mu-
Ante todo; los enviados de I ^ H l " , Guicciardini (al principio del ratori, X X I I I , col. 6 8 . "Nihil enim Pii
Corio, Storia di Milano, fol. íado a Estado, no en vano sc íik\mu 1) señala seriamente como una de concionantis maiestate sublinúus".
4 4 9 , carta de Isabel de Aragón a su oradores. A ] margen de los ^^fiausas a que ha de atribuirse la Además de la ingenua complacencia
padre Alfonso de Nápoles; fols. 4 5 1 secretos, había ineludiblementr un ^ H p c í a de Italia en 1 4 9 4 cl hecho con que Pío describe sus propios éxi-
y 4 6 4 , dos cartas del Moro a Carlos ^^•e impidiese que hiciera uso de tos, véase Campanus. Vita Pii II, Mu-
acto público: un discurso pn>iinii ^ ^ W a b r a el obispo de Arezzo por ratori, I I I , 11, passim.
VIL Véase a propósito de esto la his- ciado en circunstancias lo más puiii-
torieta que se nos cuenta en Lettere ^^•Í)ajada colectiva de los Estados i ' « Sin embargo, Carlos V , que en
pittoriche, 111, 8 6 (Sebastiano del posas posible.^ii Por lo regular h | ^ ^ B D s cerca de Alejandro V I , re- una ocasión —en Genova— no po-
Piombo a Aretino), de cómo Clemen- ^^blegido. día seguir los retóricos floreos de un
J«fl Diario Ferrarese, en Muí;:
te V i l , durante el saco de Roma, con- Transmitido por Marín Sañudo, orador latino, suspiró al oído de Gio-
voca en el castillo a sus eruditos y X X I V , cois. 198 y 2 0 5 . •ri, X X I I , columna 1 . 1 6 0 . vio: "Ah, qué razón tenía mi maes-
les ordena, a cada uno aparte, redac- J i « Pío I I , Comment, lib. I, p ío I I , Comment. lib 11, nág. tro Adriano al vaticinarme que seria
tar una epístola destinada a Carlos V. na 10. imp. pág. 8 7 . Otro orador la- ' castigado cruelmente por mi infantil
108 Véanse discursos en Opera de m Tan grande como er^ el iá rango principesco fue Madon- falta de aplicación en cl estudio del
Filcifo, de Sabellico, de Bcroaldo el del orador afortunado era terriblr :sta Montefeltro, por enlace Ma- latín" Paulo Jovio, Vita Hadriani V I .
Viejo, etc., los escritos y biografías caso del que sin grandes dotes sc ' que arengó a Sigismundo y a ""^ Lil. Greg. Gyraldus. De poetis
de Giannozzo Mannetti, Eneas Silvio, tÍ!'. en el atolladero ante graríl Ver Archiv. Stor. IV, I, pá- nostri temp., con motivo del discurso
etcétera. esclarecidas asambleas. Véanse ' \2, nota. de recepción del obispo de Scarampi
que CoUenuccio Filelfo, seglar y ca-
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128 129
diéndole que mandara uno de sus mente— con motivo de las revistas
también un prolijo discurso sobre lirdinarias y en la fiesta que se efec- por lo menos en la Corte pontificia,
discípulos. En caso de nupcias o de
su disciplina especial, "sobre la jus- muertes, la Iglesia como a tal solo liiüba cada año. Su contenido era en el siglo xv, predicaban regular-
ticia" por ejemplo, y dichoso el IIIU^IUW, ... _ menester que ofreciese un carácter mente religiosos, fuera cual fuese
que se mostraba diestro en su co- se ocupaba de la ceremonia propia- (íciteral y patriótico. Eran pronun- la festividad que se celebraba. Bajo
metido. En Florencia se honraba ciadas en la iglesia de cada barrio, Sixto I V , Giacomo de Volterra re-
mente dicha. gistra los sermone.*- de estos predi-
también a los condottieri, fueran donde un ciudadano, puesta la co-
De los discursos académicos, los cadores, y los critica según las reglas
quienes fueren y como fuesen, en niza y con la espada en la mano,
de toma de posesión de un catedrá- del arte.i2f Fedra Inghirami, el cé-
este habitual y solemne pathos, y dirigía la palabra a las milicias reu-
tico o de apertura de curso son los
oran arengados •—con motivo de la que evidenciaban mayor lujo de re- ••'las allí. lebre orador de las solemnidades
entrega de un bastón de mando, por tórica.^^i Con frecuencia, también lalmente, cl sermón en el siglo bajo Julio I I , se había ordenado
ejemplo— por un eruditísimo se- la lección misma en la cátedra se apenas se diferenciaba del discur- sacerdote y era canónigo en San
cretario de Estado, ante el nueblo acercaba mucho a la oratoria.122 iü, lo que se explica por el hecho Juan de Letrán. Por lo demás, eran
en masa.i-^ Parece que en la Log- Entre los abogados, la índole del t\n que muchos religiosos sentíanse ya bastantes entre los prelados los
gia detl Lanzi —el solemne recinto auditorio daba la pauta para el es- Impuestos del espíritu de Antigüe- latinistas elegantes. Con el siglo x v i ,
en el cual el Gobierno solía presen- tilo del discurso. Si los circunstantes dad y pretendían que su propia fi- aparecen, en general, atenuadas las
tarse al pueblo—• o junto a ella, lo requerían, se le adornaba con 'iirii se destacase también en esta
desmesuradas prerrogativas de los
solía levantarse una verdadera tri- toda la pompa filológicoarcaízanle lera. El predicador callejero Ber- humanistas profanos, tanto en este
buna {rastra, ringhiera). que fuera menester. • nlino d e Siena, santo ya en vida aspecto como en otros de que más
Era costumbre celebrar los aniver- Un género de todo punto especial venerado ñor el pueblo, no f^ps- adelante trataremos. Ahora bien,
sarios, especialmente los de la muer- lo constituían las arengas a los sol- íftió las clases de retórica del fa- ¿de qué género resultaban estos dis-
te de los príncipes, con discursos a dados, antes o después de la bata- moso Guarino, aunque sólo se cursos y cuál era —en términos
la memoria del finado. Solía asi- lla. Federigo de Urbino'^a gra clá- )ii'üponía predicar en italiano. Es generales— su contenido? A tra-
mismo recurrirse al humanista nara sico en este género: iba recorriendo 'idiulable que nunca se había exi- vés de toda Ja Edad Media, nunca
la oración fúnebre propiamente di- los pelotones, armados ya para II lio tanto de, los predicadores, so- descuidaron los italianos el natural
cha y el designado debía hablar en lucha, y les infundía ánimo y or» • todo en los sermones de Gua- decoro, en el discurso v una sedi-
la iglesia, con mundana indumen- güilo. En las historias bélicas di'l ma. Tampoco faltaban auditorios cente retórica se incluyó siempre en-
taria y no sólo ante el féretro de siglo XV —en Porcellius, por o j c n i i'iices de soportar una respetable tre las siete artes liberales. Pero en
un príncipe, sino ante él de un fun- pío— (véase página 55) algunuñ is de filosofía en la retórica del lo que se refiere a la resurrección
cionario o un personaje notorio cual- discursos pueden ser en parte fin 'Ipilo y. hasta parece que la pe- del antiguo método, se atribuye el
quiera.^'" Se celebraban también gidos, pero en parte están basadim m, por puro celo de instruirse.i^^ mérito principal, según testimonio
bodas de príncipes, con la diferen- en palabras realmente pronunciadnn ro en este lugar hemos de ocu- de Filippo Villani,!-^ a Bruno Ca-
cia en estos casos, según parece, A su vez tenían un carácter dislin 'inos de los sermones latinos de sini, florentino, que joven aún, mu-
que no eran pronunciados en la to las arengas a la milicia floreiiií • nnstancias. En algunas ocasio- rió de la peste en 1348. Con desig-
iglesia, sino en Palacio, como, por n a — o r g a n i z a d a s en 1506 '• .'iiio hemos dicho ya seglares nio puramente práctico, es decir pa-
ejemplo, en el caso del discurso de instancias de Maquiavelo principul •I s quitaban la palabra al pre- ra capacitar a los florentinos en la
Filelfo con motivo de los esponsa- la oración fúnebre de Lodovico i'i' :. Se encargaban, eféctivamen- adquisición de la facilidad v -hol-
les de Ana Sforza y Alfonso de docataro por Fedra, a quien de in'd I eglares los sermones'con mo- gura indispensables para intervenir
Este en el Castillo de Milán. (Sin rencia designaba Guarino para n m , de la fiesta de determinados decorosamente en Ibs consejos y
embargo, hubiese podido celebrarse tidos semejantes. ^giÉüs, las oraciones fúnebres y otras asambleas públicas, trató en
la ceremonia en la capilla). Tam- 121 Muchos de estos discurso^ li"' • [ p a s de bodas, las salutaciones su libro, "a la manera de los anti-
bién gentes privadas en los círculos llegado a nosotros en las obr •'- toma de posesión de nuevos guos, de la invención, la declama-
distinguidos solían permitirse el lu- Sabellico, Boroaldo el Mayor. ^HKW, etcétera, hasta ol discurso calzos y De sacerdotii laudibus, pro-
jo de un orador de este tipo. En Urceo, etc. ^ ^ K K i o r de un mísacantano amigo nunciado en Venecia. Ver pág. 203,
Ferrara, en estos trances, solía acu- 122 Véase la fama de la oraloriíi M discurso solemne en ol caní- nota 117. •
dirse sencillamente a Guarino,^^ pi- dáctica de Pomponazzo en Paulo j o y l ^ B r i e una Orden.í-'' N o obstante.
i^'' Jac. Volaterranus, Diar. Román.,
Elogia. M Muratori, X X I I I , passim., columna 73;
126 Vespas. Fior., pág. 103. V é a i « Léase sobre el tema la sátira De se menciona un curiosísimo sermón
sado, pronunció en la catedral de Co- historia (pág. 598) de cómei llcfüi M i mi>ho síultiíiae. de Faustius Terdo- ante la Corte pontificia, aunque du-
mo en 1460. ta su campamento Giai^ozzo l",' lib. IL
rante la ausencia casua! de Sixto I V ;
""^ Fabroni, Costnus, Adnot. 52. netti. • jMif' Véanse estos dos casos sorpren- en este sermón el Padre Pablo Tosca-
Lo que escandalizú un poco 124 Archiv. Stor., X V ; . págs. I t f l on Sabellico (Opera, fol. 61- nelta tronó contra el papa, contra su
a Jac. Volatcrranus, por ejemplo (Mu- 121. Introducción a Sanestrini; páfl origine et auctu religionis, en ' familia y contra los cardenales. Sixto
ratori, X X I I I , col 171), con motivo de 342, véase la reproduccióa de pronunciado desde el pulpito lo supo. Y sonrió.
los funerales de Platina. arengas; la primera, de AlamaniJ ¡pítulo de los Capuchinos des- 128 FU. Villani, Vite, pág. 33.
130 Anécdota Hit., I, página 299, en bellísima y digna del moment^ (a
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130 131
raña de palabras y temas antigüe J b r a n dar a sí mismos y a sus
ción, &\ gesto y la actitud, relacio- También por lo que respecta a
en la que se engarzaban unas cuan •gentes una sorpresa con tan ines-

«
nándolos entre sí. Por lo demás la cH-atoria, la muerte de León X y
tas lisonjas dirigidas a los oyenus peradas citas. A l finalizar el siglo
pronto se observa la boga de una el saco de Roma (1521 y 1527, res-
distinguidos. Que resultase posihlr iV se depura de pronto el gusto, y
retórica calculada totalmente sobre pectivamente) representan la deca-
soportar dos y hasta tres horas di Do fue esencialmente cl mérito de
la aplicación práctica y la educa- dencia. Apenas huido de la desola-
una oratoria así, se cxolica ún¡i;i os florentinos. Desde entonces se
ción. Nada parecía más meritorio, ción de la Ciudad Eterna, refiere
mente por el alto interés objeiivo procede con mayor tiento y mesura
ni suscitaba mayor aplauso que el Jovio,^3G parcialidad ciertamen-
que entonces inspiraba Cuanto a \\\ '•11 lo que se refiere a las citas;
ser capaz de improvisar palabras te, pero con predominio de la ver-
Antigüedad se refería, y —antes ili iilre tanto, se había empezado a
justas y oportunas en un latín ele- dad, las causas de esta decadencia.
la generalización de la imprenta liíicer, en efecto, más accesibles las
gante. El creciente estudio de los "Las representaciones de Planto
a la escasez y relativa rareza uhras de consulta, y en ellas podía
discursos de Cicerón, de los escritos
teóricos de Quintiliano y de los pa-
trabajos especiales. Estos discu rM iiialquiera encontrar en gran abun- y Terencio, en un tiempo escuela y
negiristas imperiales, la aparición
tenían, a pesar de todo, el valor gni dancia lo que hasta entonces había dechado de la expresión latina para
de obras propias didácticas,^^'* la
debemos reivindicar también p:iFn ' vido para asombrar a los prínci- los romanos más distinguidos, han
muchas cairtas de Petrarca ( v c a M I ' s y al pueblo. sido sustituidas por comedias italia-
utilización de los adelantos de la
filología en general, y la multitud
página 111). Pero había quien lli É | C o m o la mayoría de los discursos nas . A I orador cagante no se le
de ideas y tomas obietivos de la An-
gaba, indudablemente, demasiado li- K preparaban sobre el pupitre, po- recompensa ni distingue como an-
tigüedad con que se podía, y se
jos. La mayoría de las oracinnpi ilría disponerse, de modo inmediato, tes. Por eso los abogados consisto-
debía, enriquecer los propios pen-
de Filelfo son una espantosa cow< 'ti- ios originales, para su difusión - riales sólo preparan y liman los
samientos, son circunstancias todas
fusión de citas clásicas y bíblicni l'ublicación. Los discursos de los proemios de sus discursos y el res-
que acabaron jx>r completar y de-
ensartadas en un hilo de luearol iiides improvisadores, en cambio, to lo sueltan a borbotones en una
finir el carácter del nuevo arte ora-
comunes. Aquí y allá se hace i 11 an que ser estenografiados-^-'- turbia mescolanza. También el ni-
torio.
elogio de la personalidad de Ia| 1 otra parte, no todas las oracio- vel de los discursos y sermones de
grandes a quienes se trata de exil quc han llegado a nosotros es- ocasión ha descendido mucho. Si se
Era éste, no obstante, muy distin- tar, según un esquema cualquier!
' ':m destinadas a ser realmente trata de la oración fúnebre de un
to, según el temperamento indivi- por ejemplo: el de las virtudes cil
Miunciadas; así por ejemplo, el cardenal o de un jxírsonajc seglar.
dual. En algunos discursos alienta dinales. Y sólo con gran esfucrfl
iiegírico de Ludovico el Moro por Jos ejecutores testamentarios no se
una verdadera elocuencia, sobre to- logramos descubrir en él, como ot
oaldo, caduco ya, fue sencilla- dirigen al tnás ilustre orador de la
do en aquellos que se ciñen al ob- tantos otros, los escasos elemcnio
iite una dedicatoria escrita.'^^ Tal ciudad, a quien tendrían que retri-
jeto. A este género pertenece —en contemfíoráneos de valor que real
110 se componían —a manera de buir con cien monedas de oro como
general— lo que ha llegado a mente pudiera contener. El discutí
t ciclos, de formularios, o de cs- honorarios, sino que alquilan, por ,
nosotros de Pío I I . Del efecto por- de un profesor y literato de Pl(
tentoso que producía la elocuencia cenza, por ejemplo, con motivo it<
iiiís tendenciosos—• cartas dirigi- una cantidad mezquina, un osado
I a personajes imaginarios de to- y advenedizo pedante a quien sólo
de Giannozzo Mannetti,^^** cabe de- recibimiento del duque Galeaíl
los extremos del orbe, así importa que se hable de él, aunque
ducir que se trataba de un orador María en 1467, empieza con C'iK sea para oprobio. Se piensa, senci-
como, en todos los tiempos, ha ha- lulio César, hace una Ingente ibién se escribían discursos con
llamente, que cl muerto no se en-
bido pocos. Sus grandes audiencias colanza de citas antiguas y de U|| livos imaginarios,^-"*^ como formu-
tera de que un simio vestido de
como enviado de Nicolás V ante e! obra alegórica compuesta por I Mus de salutaciones a altos fun-
negro sube al pulpito, empieza con
•iiarioSj príncipes, obispos, etc.
dux y el Gran Consejo veneciano mismo, y termina con indiscrfli un murmullo ronco y gimicnte, y
fueron acontecimientos de impere- consejos dedicados al gran señ(*r,í acaba dando verdaderos aullidos.
cedera memoria. En cambio muchos Afortunadamente llegó la noche, j "•' Los de Savonarola, por ejemplo. Tampoco los sermones solemnes, en
oradores aprovechaban la ocasión hizo tarde, y el orador tuvo m . i « Perrens, Vie de Savonarole, I, las funciones pontificias, traen ver-
I 163. los estenógrafos, sin embar-
para perderse en una confusa ma- contentarse con entregar escrita J no siempre podían seguirle y lo dadera recompensa; monjes de to-
panegírica exaltación. Filelfo. I 'iiit les ocurría, por ejemplo, con das las órdenes han empezado a
12» La Rhetorica de Jorge de Tre- ejemplo, en una plática de cspi adores demasiado entusiastas. encargarse de estos sermones y pre-
bisonda constituye la primera obra 1 no de las mejores, cicrtamen-
sistemática completa. Eneas Silvio, sales, se remonta a hablar de "a( 111 más curioso es cl floreo al final.
Arlis rethoricae praecepta, en Opera, peripatético Aristóteles", etc. Ot ' ' libi ipsi archetypon et cxemplar 135 Paulo Joyio, Dialogus de virh
pág. 992, sólo se refiere, deliberada- exclaman ya en las t^cimeras | I imitare, etc." litteris iliusiribus, en Tiraboschi, tomo
mente, a construcción y régimen; es bras: "iPubho Corneíío Esciplí VII, parte IV. Sin embargo, un dece-
' ' Carias y discursos de este estilo nio más tarde, al final de los Elogia
muy característica por su rutina. Men- y siguen evocando npmbres de

f
Alberto di Ripalta: ver los literaria, dice: "Tenemus adhuc (des-
ciona a otros teóricos. sonajes por el estilo,"como si Placentini compuestos por él pués que la primacía filológica había
'™ Su vida en Muratori, X X , abun- ri, X X , col. 914 y sigs.). don- pasado a Alemania) sincerae et cons-
da en ejemplos del efecto que produ- 131 Annales Placentin% Muí propósito de ejemplaridad des- tantis eloquentiae munitum arcnn, et-
cía su elocuencia. Véase Vespas. Fior., XX, coi. 918. i pedante su carrera literaria. cétera".
592 y sigs.
JACOB B U R C K H A B D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A
132 133

dican como para el auditorio más de éstos, pronunciado ante el p;i u s t a de un Jovío (en las historias), piado para la narración de sucesos
M^íierden los colores más caracte- remotos, para la investigación his-
Tosco e iíTculto Y . sin embargo, no podía abrir el cammo al ep.sco,.,
Hpicqs y verdaderamente locales y tórica es una cuestión que puede
hace mu(^os años que un sermón do. TOfre daño el auténtico interés del contestarse de diversas modos ñor
relato! La desconfianza crece al lo que a aquella época se refiere,
comprobar que el valor del modelo, El latín era entonces la "lingua fran-
Livio, se busca por el lado menos ca" de los sabios no sólo en el
VIII. EL T R A T A D O LATINO Y LA HISTORIOGRAFÍA acertado, es decir, en el hecho de sentido intomacional, entre ingleses,
"haber trocado en gracia y exube- franceses e italianos, nor eiemplo,
de este género se consideran ¡nin rancia una tradición seca y muerta sino en sentido interprovincial: los
A continuación de la epistolografía va"; llegan aquellos historiado- dialectos lombardo, veneciano, na-
hoy como dechados de buena pru
y la oratoria de los humanistas, he- > hasta formiUar la elocuente con- politano, etc., a pesar de haberse
sa. Algimos de estos trabajos los
mos de ocupamos de sus restantes .sión que la historia debe recurrir toscanizado desde mucho tiempo va
hemos mencionado va —o lo serán
producciones, inspiradas todas ellas, medios estilísticos para conmover, y evidenciar muy escasas huellas
más adelante— por su contcnidti
más o menos directamente, en la 'itar e impresionar al lector, jus- dialectales, nc eran reconocidos por
objetivo. Aquí los consideramos eo-
Antigüedad lente como si quisiesen conceder- los florentinos. Sería ello lamenta-
mo conjunto: como género. Desde
Incluiremos entre ellas, en primer ^ b l lugar de la poesía. Acaba uno ble por lo que se refiere a la his-
las epístolas y tratados de Petrarca
término. Ja composición, en forma •ntrntándosc si el desprecio de las
hasta fines del siglo xv, predominan toria local de la época, que tenía
directa o díalogada.^^c tomada esla • ^ a s modernas que estos mismos a mano sus lectores, pero no tanto
en tal literatura, en la mayoría de
última de Cicerón. Dos cosas debe- humanistas manifiestan a veces por lo que se refiere a la historia
los casos —tal como vimos en Ion
mos considerar para ser, en cierto abiertamente no habría influido del pasado, que requería una más
oradores— las citas de la Antigüe-
modo, justos con este género y no desfavorablemente en su manera de vasta zona de difusión. En este ca-
dad. Luego fue denurándose el gd-
recusarlo ya de antemano como tratarlas. Involuntariamente se sien- so había que sacrificar el interés
ñero, sobre todo el italiano, hasti
fuente de tedio. E! siglo que se li- te inclinado el lector a conceder local del pueblo al más universal
alcanzar la plenitud clásica con loi
beró de la Edad Media necesitaba, atención y otorgar mayor de los sabios. ¿Qué hubiera sido,
Asolani de Bembo y con la Vita so- Kiyor
en muchas cuestiones esi>eciales de 'iifianza a los modestos analistas por ejemplo, de Blondus de Forii,
bria de Luigi Comaro. Tamb¡én
naturaleza moral y filosófica, en linos e italianos que se mantuvie- si hubiera escrito sus grandes obras
aquí fue decisivo el hecho que iM
instrumento estricto que sirviese del II fieles a ¡a vieja manera, los de eruditas en im latín bastardeado
erudición clásica había sido en ol
intermediario entre su tiempo y la llolcnia y Ferrrra por ejemplo, y con formas dialectales de la Roma-
entretanto recogida en grandes conv
Antigüedad, y esta misión la vinie- mucho mayor gratitud sentimos ha- na? D e cierto habría quedado en
pilaciones, algunas impresas ya. con
ron a desempeñar los tratadistas y ' i los mejores entre los cronistas la oscuridad, mientras en latín ejer-
lo que el autor tenía el camino mal
dialoguistas. Mucho de lo que en líanos propiamente dichos —^ha- cieron ,sus obras el máximo influjo
desembarazado. .
sus escritos nos parece hoy luear i un Marín Sañudo, un Corto, un en ¡a erudición de todo el Occiden-
común, significa para ellos y sus •De ineludible modo se apodera
también el humanismo de la hli- fessura, un Sercambí, un Landuc- te. Hasta los propios florentinos es-
contemporáneos, una visión de las un Novacula—, hasta que, con cribían, en el siglo xv, en latín, no
cosas, penosamente recuperada, que toriografía. Una comparación. ;iáti
strperficial, de las nuevas hh' comienzos del siglo xvi, se iní- sólo por sus tendencias humanísti-
desde la Antigüedad había quedado la serie brillante de grandes cas, sino porque alcanzaba más fá-
sin órgano de expresión. Vino a su- con las crónicas antiguas, sobi
do con obras tan espléndidas, im itoriadores italianos en lengua cil difusión.
ceder que el escritor se complacía, ^ acula,
en tales obras, en escucharse a sí ricas de colorido, tan llfenas de M I ' H Pero encontramos también relatos
mismo, tanto en latín como en ita- como las de Villani, por ejei'ip' realidad la historia de la épo-
latinos contemporáneos de índole
liano. Por más libre manera y más nos dejará una amarea imprcM, desenvuelve con mucha raavor
histórica, que tienen tíl pleno valor
variada que en la narración histó- A l lado de ellas, ¡qué pálido y coi liralidad en la lengua del país
de los más insignes modelos italia-
rica, en la oración o en las epísto- . vencional aparece todo lo a en la latina. Si también puede
nos. En cuanto cesa cl relato con-
las adquiere aquí plasticidad la fra- escribieron ¡os humoristas, prccíl ^MÍdetarse el italiano más apro-
tinuo a la manera de Livio, verda-
se, y algunas de las obras italianas mente sus inmediatos y más afaCl
dos sucesores en la historiografía i Benedictus, Caroíi VJÍÍ hist., en dero lecho de Procusto para algunos
H-d, Scriptores, I I , col. 1.577. autores, aparecen éstos como trans-
Constituyen un género especial, Florencia. Lionardo Aretino y PtlH ' Pctrus Crinitus se queja de este figurados. Autores como Plotino, o
naturalmente, los diálogos semisatíri- gio! ¡Cómo torUira constanteme^H ccio en De honesta disdpl, libro como J ovio, cuyas grandes obras
eos que Collenuccio y Pontano espe- al lector la idea que entre f r a s a "
cialmente imitaron de Luciano, y en lo Tito Livio y a lo Césaf. de
los cuales, a su vez, se inspiraron Fació, de un Sabellico, de. un
rf I, cap. 9. Los humanistas se ase- históricas se resiste uno a leer, a
en esto a los autores de la An- menos de estar obligado a ello, se
|ad tardía, que eludían igualmcn- muestran de pronto, excelentísimos
Erasmo y Hutten. Por lo que a los lieta, de un Senarega, de un Plj. * realidad de su tiempo. Véase narradores biográficos. De Tristano
tratados propiamente dichos se refiere, (en: las historias mantuanas). dfe .hardt. Die Zeit Konstanítns d. Caracciolo, de las obras biográficas
acaso sirvieran de raode^^, ya mucho Bembo (en los anales de Vene página 285 y siguientes. _
antes, pasajes de Plutarco. de Fació, de la Topografía venecia-
JACOB B U R C K H A R D T
134 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
135
zo de una nueva época: "Empiezo in gran urgencia un correo a Ve-
na de Sabellico, etc., hemos habla-
a esperar y a creer —escribe Boo- necia pidiendo un orador, así tam- como a Guicciardini, Varchi y la
do ya inciden taimen te; de otras cacoio — que Dios se ha com- - \hién necesitaban los venecianos una mayoría de los demás, les interesa-
obras y autores hablaremos más padecido del nombre de Italia cuan- ba de todo corazón, lograr que su
adelante. historia que pudiera parangonarse
do veo que su magnánima bondad con las obras de Lionardo Aretino interpretación sobre la marcha de
La historia latina de épocas pa- vuelve a conceder a los italianos los acontecimientos alcanzara la
sadas se refería ante todo, natural- almas parejas a las de los antiguos, y de Poggio. Por esta razón surgie-
ron en el siglo xv, las Décadas de más amplia y profunda difusión.
mente, a la Antigüedad clásica. L o almas que buscan la gloria por un Aun cuando escriben solamente pa-
que más echamos de menos en R S - camino que no es el de la ranina *^ibellico y, en el siglo x v i , la -R^-
im Vanetarum, historia de Pietro ra un escaso círculo de amigos, co-
íos humanistas son trabajos indivi- y la violencia, sino que la buscan mo Francesco Vettori, por íntimo
ímbo, compuestas ambas obras por
duales de importancia sobre la his- por la senda de la poesía, cuyo pre- impulso se sienten forzados a dejar
cargo expreso de la República, la
toria general de la Edad Media. La mio es la inmortalidad". Pero este segunda como continuación de la testimonio de hombres y aconteci-
primera obra importante de este tipo criterio parcial y poco equitativo no primera. mientos y explicarse y justificarse
fue ía crónica de Matteo Palmieri, excluyó la investigación entre lol sobre su propia participación en es-
que empezó donde termina Próspe- espíritus más altamente dotados, en Además, los grandes historiadores tos últimos.
ro Aquitanus. Quien hojee por azar Una época en que en el resto di florentinos de comienzos del siglo
Y , sin embargo, al hacerlo, y a
las Décadas de Blondus de Forli, Europa no había ni señales de na rvi (véase página 4 6 ) , son ya en
pesar de toda la peculiaridad de su
se quedará, desde cierto punto de da parecido. Sc formó una crítici ' mismos gentes de un mundo por
estilo y de su lenguaje, delatan el
vista, asombrado de encontrarse con histórica aplicada a la Edad Media impleto distinto del de los latinis- más vigoroso contacto con la Anti-
una historia universal ab inclinatio- porque la interpretación nacional di Hs jovio y Bembo. Escriben en ita- güedad, sin cuyo influjo no se les
nc Romanonim imperii, como en todos los temas, característica d liano no sólo porque no pueden puede concebir. N o son humanistas,
Gibbon, con estudios de las fuen- los humanistas, era forzoso qu "ompetir ya con la refinada elegan- pero han pasado por el humanismo,
tes y de los autores de cada siglo, beneficiase también a tal materia' ia de los ciceronianos de entonces, y tienen más de los antiguos histo-
histórica; en el siglo xv dominahn -io porque, como Maquiavelo, só- riadores que la mayoría de aquellos
correspondiendo los primeros 300
ya, observándose su acción pr¡ni.i „ quieren reproducir en directas imitadores de Tito Livio: son ciu-
folios a la temprana Edad Media
pálmente en las historias de alguna^ íoimas vitales los asuntos captados dadanos que escriben para ciudada-'
hasta la muerte de Federico I I . Y ciudades, al quedar desbrozada Ut
e'lo mientras en cl Norte no se ha- maleza fabulosa que desfiguraba"lii ton su viva intuición,'^' y porque, nos, como lo hacían los antiguos.
bía pasado de la forma obligada de historia primitiva de las ciudailc»
crónicas de papas y emperadores de Florencia, Venecia, Milán, etc.,
y del fasciculus temporum. N o va- mientras las Crónicas septentriumi
mos a investigar aguí críticamente les arrastraron aún largo tiempn IX. L A T I N I Z A C I Ó N G E N E R A L DE L A C U L T U R A
qué escritos utilizó Blondus, ni dón- aquella maraña fantástica, sin cl
de los descubrió; pero en la histo- menor valor poético generalmente,
ria de la nueva investigación nadie que brotara en el siglo xiii. las demás disciplinas especiales zo de la era moderna en todas las
nodrá discutirle el honor a oue se es imposible seguir las huellas
disciplinas. También, por lo que a
hace acreedor con esta obra. Ella humanismo; cada una de éstas
La íntima conexión entre la liiii la filosofía se refiere, hemos de re-
por sí sola justificaría la afirmación toria local y la gloria la hemos con l e su historia particular, de la
' forman parte los investigado- mitir al lector a los compendios
que únicamente el estudio de la siderado ya, de pasada, refiriínilo históricos especiales. La influencia'
Antigüedad ha hecho posible el es- nos a Florencia (pág. 4 1 ) . Venulii italianos de esta época, cuyo
ito principal estriba en el ~re- de los antiguos filósofos en la cul-
tudio de la Edad Media, pues fue no podía quedarse atrás; y a^í m tura italiana, tan pronto aparece, a
lo que adiestró primero al espíritu cubrinúento del saber anti-
mo, por ejemplo, una emb^ijjilii ; '""^ este capítulo, de modo más nuestra consideración, inmensa co-
en la consideración histórica ob- veneciana, después de un gran triini mo insignificante. L o primero, so-
leños decisivo, señala el comien-
jetiva. Hay que tener en cuenta, por fo oratorio fliorentino,''**' mandubí bre todo, cuando se calcula hasta
otra parte, que para la Italia de qué punto los conceptos aristotéli-
entonces la Edad Media era aleo la Curia y de muchos forasteros. cos —^princijíalmente los de la Ética
i3« En las epístolas a Pizinga, Ojfl Idos algunos desde los lugares más
que había pasado y que, por lo re volgari, vol. X V I . Aún en R i 9 y la Política, de tan temprana di-
tanto, el espíritu podía juzgarla li- Volaterranus —lib. X X I — el irM Miados. Véase Vespas. Flor., pág. 592
^^KViVa )an. Man. fusión — habían llegado a cons-
bremente, como un hecho fuera de do del espíritu empieza CQTI el s H tituir, para toda Italia, acervo co-
sí mismo. N o puede decirse que la xiv, es decir, con el propio autor, 9 En Maquiavelo puede decirse
^ ^ • • i n b i é n por lo que al pasado se mún de las gentes cultas, y cómo
haya juzgado en seguida con justi- yos primeros libros tantas sinopsis fl todo método de la abstracción es-
cia, ni siquiera con benevolencia; tóricas especiales contiene^ sobre uM Ya entCHiccs se tenía a Homero
en las artes prevaleció un fuerte los países, en verdad excelentes pm ^ ^ • s u m a única de todas las artes y
la época. I " 3 Un cardenal, bajo Pablo 11, ha-
preiuicio contra las creaciones me- ^^Hencias, como una enciclopedia.
dievales, y los htunanistas fechan Como en ei de Giann3zzo I M Codro Urceo Opera, Sermo cía leer la Etica hasta a sus cocineros
netti en presencia de Nicolás V . H final. Véase Gasp. Veron., Vita Pauli ¡I, Mu-
con su propia aparición el comien- raton, I I I , I I , columna L034
JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
136 137
pintor llamara a su hijo Apeles Bnnazaro. Syncerus; d e Luca Gras-
taba influido por ellos.*** L o se- mayor claridad cuan arriesgado es
m, Lacius Grassus, etc. Ariosto, que
gundo en cainbio, cuando se consi- a su hija Minerva.i"** Igualmente se- enunciar inferencias piwipiíadas en
JRnta burla hizo d e esas cosas,*"^'
dera la escasa influencia dogmática ría defendible la costumbre de sus- cuestión de estilo, refiriéndolas a
ido ver cómo s e bautizaba a niños
de los antiguos filósofos, incluso de tituir un nombre corriente, que se la modalidad del pensamiento en
niñas con los nombres de s u s hé-
los entusiastas platónicos florenti- borra con facilidad de la meiporin conjunto.
ües y heroínas.»^**
nos, en el espíritu de lia nación. Lo por un nombre antiguo y eufórico.
Tampoco debemos enjuiciar c o n
que parece dimanante de tal influen- Los nombres de lugar, que servían
"Cridad excesiva la denominación
cia sólo es, por lo regular, una también para designan a todos los N o hemos de hacer aquí la histo-
laizante d e muchas situaciones,
condensación de la cultura en ge- ciudadanos y no habían llegado a ria de la evolución del estilo lati-
^os, ministerios, ceremonias, etc.,
. neral, una consecuencia de evolu- convertirse en apellido, se ' susti- no. Durante dos centurias se com-
c o m o l a encontramos en los es-
ciones espirituales especialmente ita- tuían asimismo con frecuencia; tan- portaron en Italia los humanistas
íres latinos. Mientras pareció su-
lianas. A propósito de la religión to más si eran nombres de santos como si el latín fuera —y tuviera
rtiente un latín fluido y sencillo,,
tendremos ocasión, más adelante, que no resultaban agradables; así, que ser siempre— el único lengua-i
como e l latín usado por los escri-
de hacer algunas consideraciones de por ejemplo, Filippo de San Gemig- je digno de la literatura. Poggio •
inrcs desde Petrarca a Eneas Silvio
este género. Mas en la inmensa ma- nano adoptó cl nombre de CaJíma- lamenta que Dante hubiera com-
poco más o menos—, no ocu-
yoría de los casos, no se trata si- co. Quien, desconocido y afrentado puesto su gran poema en italiano,
rre esto con (anta frecuencia, cier-
quiera de la cultura general, sino por la familia hiciera carrera en y el pronio Dante —como es sa-
lumente; p e r o s e hizo inevitable tan
de criterios personales o manifesta- tierra extraña, podía permitirse el bido— hizo la prueba con el latín
pronto como s e aspiró a imponer u n
ciones de puntos de vista singulares uso de un nombre como el de |u- y escribió el comienzo del Infierno
lalín absolutamente puro, un latín
de determinados círculos eruditos, lius Pomponius Lactus, aunque fue- en hexámetros. El destino todo de
neroniano sobre todo. A partir de
y aún en ellos habría que distinguir ra un Sanseyerino. También ha dü la poesía italiana dependía de que
le momento diríase que las cosas
en cada caso entre la verdadera asi- concederse el derecho a la mcm hubiera seguido o no de aquella
modernas se negaban a insertarse
milación, de la doctrina antigua y traducción de los nombres al latín o suerte;i''i pero hasta Petrarca con-
I'' modo natural en l a totalidad del
la mera participación en una moda, al griego, a una generación que ha- fiaba más en su poesía latina que
'¡•lo si no s e les cambiaba artifi-
'.por resultar bien enterados, al día, en sus sonetos y canciones, y al
blaba y escribía el latín y que' no ilmente el nombre. Y así fue un
también en aquel aspecto. Pues pa- mismo Ariosto le acució la idea de
sólb necesitaba nombres declinanlcs, idadero regodeo de pedantes el
ra muchos la Antigüedad, aún para escribir en latín. Nunca se habían
sino nombres que se deslizaran fá uler llamar a un Consejo paires
aquelips que podían ser calificados violentado las cosas a un extremo
•nscripíi, a un convento d e mon-
de verdaderamente eruditos, no era cilmcnte en la prosa y en el vcrsu, tal en el terreno literario,*'^ aiin-
(La costumbre de traducir los nom- . virgines vestales, a un santo
más que eso: una cuestión de moda.
• >vus o deus, mientras autores de
Sin embargo, no todo lo que a bres al latín y al griego prevaleció
• M t o depurado, como Paulo Jovio, nibus diris ad inferos devocatí". Más
nuestro siglo le parece afectación luego casi exclusivamente en Alcmii' adelante hablaremos del buen canóni-
recurrían a esta práctica en el
lo fue necesariamente. ' E l uso de nia.) Nos parece, en cambio, LCH- go Tizio, que se tomaba las cosas se-
^•no extremo, cuando no podían
nombres . griegos y romanos como su rabie, y con frecuencia-ridicula. Iii riamente y que dictó contra las tropas
^ M t t l o . La razón principal porque
nombres de pila, por ejemplo, es costumbre de la alteración paicinl extranjeras una fórmula de excomu-
^Ho no molesta cuando en sus
más bello y respetable que cl abu- de un nombre con cl fin de haLcrlo nión lomada de Macrobio.
^ B r í c o s períodos llama a los car-
so tan en boga hoy, de los nom- adquirir una resonancia clásicu ) if» Pe infelicitaíe principum. en,
V u e s senatores, a su decano prin- Poggio, Opera, fol. 152: "Cuius (Dan-
bres (femeninos sobre todo) toma- un sentido nuevo, y esto tanlii i-ti
senaíus, a l a excomunión di- tis) exstat poema praeclarum, ñeque,
dos de novelas. Desde el momento los nombres de pila como en loi
^f*^ al carnaval lupercalia. etc., si literis latinis constaret, ulla ex parte
que el entusiasmo por el mundo an- apellidos. Así, de Giovanni se lii/.i
ID T X K O que insiste en ello. En poetis supcrioribus postponendum." Se-
•* tiguo era mayor que el entusiasmo (ovianus o Janus; de Pietro, Picriui gún Boccaccio, Vita di Dante, pág. 74,
autor s e nos evidencia con la

a ue se sentía hacia los santos, ha o Petreius; de Antonio, Aoniu^; di


e parecemos simple y natural que
una familia noble bautizara a sus
ya por entonces muchas personas —^"y
sabios entre ellas"— se preguntaban
por qué Dante no escribía en latín sus
vastagos con los nombres de Aga- nombres más altisonantes de I.i obras poéticas.
Quasi chf'l nome hutm ffíudíci inganni,
menón, Aquiles y Tideo; que elj tigüedad y se hicieron llamar C i i. E che Quel meglio t'abbia a far poeta i^'i Su escrito De vulgari eloquio
Lucrezia, Cassandra, Porzia, Vii Che non fará lo studia di molt' annil permaneció casi desconocido durante
144 por lo que se refiere al estudio Pentesilea. Con estos nombres figuii mucho tiempo, y por valioso que pa-
de Aristóteles, en general es particu- en Aretino. Por su parte, los judl I se burla, en la sátira V i l , vs. ra nosotros sea, no hubiera tenido
larmente instructivo un discurso de parece que adoptaron los nombpcs ¡to, a quien el destino adornó nunca la influencia avasalladora de la
Ermolao Bárbaro. • sonoro nombre. Divina Comedia.
los grandes semitas, enemigos de O con los Boiardo, que en par-
W5 Bursellis, Ann. Bonom., Mura- romanos: Amilcare, Annibale, As Quien en estas cuestiones quiera
ios suyos. conocer ya el puro fanatismo, véase
tori, X X I I , col. 898. bale, aún hoy tan frecuentes, en Ito ;í, de los soldados del ejército Lil. Greg. Gyraldus De poetis nostri
Claro que las "damas" de más eiitre ellos. . —en 1512— se dice: "Óm- temporis.
dudosa reputación se apropiaron los
JACOB B U R C K H A R D T
138 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
139
que puede decirse que la poesía desde Petrarca cabalmente se bas.i
supo hurtarse a semejante violencia casi de modo exclusivo en Cicerón,
la mayoría de las veces, y hasta po- por lo pronto, la epistolografía, si-
demos afirmar, sin excesivo opti- guiendo después los demás géne-
mismo, que fue bueno v ventajoso ros, a exceoción del narrativo. Aho-
P [divas huestes Erasmo y Escalí-
^5, el Viejo.
Pero entre los mismos admirado-
res de Cicerón se encontraban bas-
tantes que no llevaban su parcia-
tenía que leer y escuchar fuese ver-
dadero latín, vivo y elegante. Ocu-
rrió también que Cicerón no ofrecía
modelos para la conversación, de
que la poesía italiana dispusiera de ra bien, el verdadero ciceronianis- I idad al extremo de considerarle
suerte que no hubo más remedio
dos órganos de expresión, pues en mo, que se prohibía toda expresión romo fuente única y exclusiva. T o -
que adorar junto a él a otros dio-
ambos supo ofrecernos creaciones cuya procedencia no se pudiera pro- davía en cl siglo X V Poliziano y
ses. L a laguna se llenó, entre otras
peculiares y magníficas, con un bar documentalmente en la fuente Irmolao Bárbaro no se arredraron
cosas, con las representaciones, bas-
tiento tal, en los mejores ejemplos, ciceroniana, se inicia con las pos- inte la empresa de crearse una la-
tante frecuentes, dentro y fuera de
que nos damos cuenta por qué trimerías del siglo XV, una vez que linidad propia,'-"^^ naturalmente so-
Roma, de las comedias de Plaulo
razón en unos casos se escribía en los escritos gramaticales de Loren- lare la base de una "desbordante"
y Terencio, que para los que par-
italiano y en otros casos en latín. zo Valla se hubieron difundido por erudición, y esta misma tendencia
ticipaban en ellas constituían un in-
Acaso pueda decirse lo mismo de toda Italia y se hubieron conocido ij^uió Paulo Jovio, que es quien nos
comparable ejercicio en el latín ha-
la prosa: la importancia universal, y comparado los testimonios de los iransmite la noticia. El fue el pri-
blado. Y a bajo Pablo I I se alogia
la celebridad umversal de la cultu- propios historiadores romanos de la mero en ofrecemos en latín, a costa
al erudito cardenal de Theanum
ra italiana, se debieron al hecho de literatura.''^'* Sólo hasta aquel mo- <lo grandes fatigas, una multitud de
(probablemente Nicoló Fortiguerra
que ciertos temas fueran tratados mento fueron capaces los eruditos pensamientos modernos, sobre todo
de Pistola), porque no se arredra
en latín — u r b i el orbi — ; por de distinguir con exactitud, hasta' 'le índole estética, no siempre de
ante las obras de Planto t>eor con-
otra parte eran los más diestros en el más ligero matiz, la prosa de los modo feliz, pero, a veces, con una
servadas, a las que falta hasta el
el manejo de la prosa italiana pre- autores antiguos, llegándose de nue- •iraña energía y elegancia. En sus
índice de personajes, dedicando a
cisamente los que mayor violencia vo, con consoladora seguridad, al tratos, en latín, de los grandes
la obra entera del autor la aten-
hubieron de ejercer consigo mismo resultado de que Cicerón es el táni- i'intorcs y escultores de aquella épo-
ción máxima, precisamente por el
para no escribir en latín. co maestro, o, si se quiere abarcar interés que ofrece desde el punto
I a, nos ofrece, en curioso maridaje,
todas las formas, "la inmortal y de vista del lenguaje. Acaso de él
A partir del siglo xiv se consideró casi divina época de Cicerón".^'''" los mayores aciertos v los extra-
partieron la iniciativa y el estímulo
a Cicerón como el modelo de pro- Hasta los que durante largo tierp- víos mayores.^''* También León X ,
de tales representaciones. Luet^o pu-
sa más indiscutible y puro. N o po se habían resistido, fieles a la que cifró su gloria "ut lingua nostro
so en ello la mano Pomponius
obedeció esto a una convicción abs- dicción arcaizante que habían ido ^ntijicatu dicatur jada auctlor"t^*"^
Laetus, y cuando Plauto se repre-
tracta favorable a su léxico, a su laborando a base de los más viejos 1^ inclinaba a la latinidad liberal,
sentaba eíi los palacios de los gran-
fraseología o a su composición li- autores,*^'' se rindieron al fin v so exclusiva, como no podía ser
des prelados,**'^ Laetus dirigía las
teraria: lo que ocurrió fue que en postraron ante Cicerón. Hombres ^ K > t r a manera, dada su orienta-
representaciones. El heoho de que
el espíritu italiano hallaron eco ro- como Pietro Bembo y Pierio Vale- vital, sobre la base del goce;
a partir de 1520, poco más o me-
busto la amenidad del cpistológra- riano, entre otros, concent ra rt>ii él era suficiente que lo que
nos, cayeran en desuso, constituye,
fo, la brillantez del orador y su igualmente sus mayores esfuerzoi segtín Jovio, como hemos visto, una
modo intuitivo y claro de exposi- en este sentido. Longolius, aconse- de las causas principales de la de-
IB8 Paulo lovio. Elogia, con moti-
ción filosófica. Y a Petrarca com- jado por Bembo, decidió leer sólo vo dc Naugcrius. Su ideal había sido: cadencia de la oratoria.
prendió perfectamente las debilida- a Cicerón durante cinco años; él "A liquid in stilo proprium quod pe- Hemos de hacer mención para
des de Cicerón como hombre y mismo se jactaba de no usar unn llarem ex certa nota mentís effigicm terminar de un paralelo del cice-
como político, pero era demasiado sola palabra que no se encontrase 'erret, ex naturae genio effinxisse." ronianismo en la esfera del arte:
el respeto que hacia él sentía para en aquel autor. Estos apasionamieti i Polizano tenía reparo en escribir el vitruvianismo de los arquitectos.
que se complaciera en esta verdad; tos trajeron consigo más adelante U I cartas en latín cuando tenía prisa,
lase Raph. Volat., Comment. urban., Aquí se manifiesta ciertamente la
gran controversia erudita en la qw XXI. ley general del Renacimiento de que
figuraron a la cabeza de las rct>^
163 Ciertamente nos encontramos Paulo Jovio. Dialogus de viris
también con ejercicios de estilo, con- illustribus. Tiraboschi, ed. Ve* i « i Gasp. Veronens, Vita Pauli II.
i-'ss En su Antonius nos ofrece i Muratori, I I I , 11, coL 1.031. Se repre-
fesados como tales, por ejemplo, en viano Pontano un cuadro burlesco 17%, tomo V i l , parte IV. Es
las Orationes, etc., de Beroaldo, las purismo fanático en Roma. (jdu que Jovio pretendió acometer sentaba también a Séneca y traduccio-
dos novelas de Boccaccio traducidas al empresa, a la que, más tarde, dio nes latinas de dramas griegos.
1R6 Hadriani (Cornetaní)' Caro III Vasari. En el diálogo menciona- i«ii¡ En Ferrara se representaba a
latín, y hasta una canción de Petrarca. Chrysogoni de sermone latino i
11^ Véanse las epístolas de Petrar- Especialmente la introducción. E n i . s:- presiente —v se lamenta— que Plaulo generalmente en adaptaciones ;
' M pronto perderá su primacía italianas de Collenuccio y de otros,
ca, dirigidas desde el mundo terrenal tra en Cicerón y en sus contem¡' sólo por el contenido. Isabel de Gon-
a sombras esclarecidas. Opera, página neos la latinidad "en sí". lengua literaria.
^ ' En el breve de 1517 a Franc. zaga se permitió decir que la aburrían
704. Véase también pág. 372, en el estas adaptaciones. Sobre Pom. Laetus
escrito. De rep. optime administrando: 10'' Paulo Tovio, Elogia, coi? molí líossi, redactado por Sadolcto, Ros-
de Bapt. Pius. ^ , leo X, ed. Bossi, V I , pág. 172. ver Sabellieo, Opera, epist. I, X I , fol.
"Sic esse dolco, sed sic est". 56 y siguientes.
JACOB BURCKHARDT r.A CULTUKA DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 141
140
los movimientos en io estrictamen- ferencia sera de dos decenios si embargo, la exaltación de Es- ginados, que pueblan los más be-
te cultural preceden siempre a los
movimientos en la esfera de lo ar-
tístíco. En el presente caso la di-
contamos ¿^sde el cardenal Adna-
no de Corneto U\50o?) hasta los
primeros vitruvianos puros.
t ión Africano el Mayor era tan llos lugares de Italia de una mu-
a en ed siglo xiv, que ya otro chedumbre de dioses, ninfas y ge-
íp, Zanobi di Strada, escribía un nios y hasía de pastores— porque
ana sobre cl mismo tema; sólo lo épico será ya desde ahora para
"por respeto a Petrarca lo retiró, te- siempre inseparable de lo bucólico.
niéndole ya muy adelantado.'"* La Más adelante consideraremos y
elección del tema africano resulta destacaremos el hecho de que, a
X. L A POESÍA NEOLATINA justificable por el hecho que enton- partir de Petrarca,
as —y también después—• todo el dialogadas unas veces, en las églogas,
undo se interesaba por Escipión de carácter
Los humanistas curaron por último sidera mágicamente inaccesible e in como si fuera un personaje vivo, narrativo otras, la vida pastoril es-
su mayor orgullo en la poesía neo- imitable; quien, finalmente, no sabe considerándosele más grande que pleto té tratada de modo casi por com-
latina, de la que deberemos tratar de indulgencia ante las faltas de Alejandro, Pompeyo v César.'<'^' ¿De tura deconvencional,'** como envol-
en la medida en que contribuye a poetas que tuvieron, por ejemplo ilué epopeyas modernas puede de-
íntimos sentimientos y fan-
caracterizar el humanismo. que descubrir de nuevo o adívlnai tasías; ahora hemos de referimos
Hasta qué punto el prejuicio la la cantidad de sílabas de los ver cirse que havan tenido una base solamente a los nuevos mitos. Con
Ituí popular para su época, un fun-
favorecía, cuan cercana tuvo la vic- sos; quien así sienta y piensa, mal iliimento histórico y, no obstante, claridad mayor que en ninguna otra
toria, lo hemos expuesto ya (pág. vale que no se ocuoe en esta lite- iipto para servir de asiento a la dioses parte se nos evidencia aquí que los
137). Y de antemano hemos de par- ratura. Sus creaciones más bellal intuición mítica? Claro que el poe> significación antiguos tienen una dnble
tir de la convicción que la nación, no fueron creadas para desafiar a , en sí, no hay quien lo lea hoy. por una parte en el Renacimiento;
entonces la más espiritual y avan- una crítica absoluta, sino para ro sustituyen,
r lo que a otros temas históricos mente, a los conceptos generales indudable-
zada del mundo, n o iba a renunciar creo y delicia de los poetas mismo) I undeme, hemos de remitir al lec- hacen irmecesarias las figuras ale- y
a una lengua como la italiana en y de millares de contemporáneos."" (or a las historias de la literatura góricas,
la disciplina poética, por pura ne- Lo menos afortunado de esta poo constituyendo, por otra par-
cesidad, sin proponerse nada im- sía fueron las epopeyas a base d( luibíluales. te, en sí mismos, un elemento de
portante. En el heoho debió de ha- historías y fábulas de la Antiguo Más remuneradora y fecunda fue poesía libre, independiente, un neu-
ber intervenido algo de singulares dad. Es sabido que las condicionei lii labor poética de intentar una tral pedazo de belleza que puede
virtud y poder. esenciales de una poesía épica viví I nntinuación de los mitos antiguos añadirse a toda invención poética
Pue ello la admiración que des- no han sido reconocidas a los nu> le llenar en ellos las lagunas poé- en combinaciones múltiples y siem-
pertaba la Antigüedad. Como toda délos romanos, ni siquiera a U>| is. Esta tarca ocupó muy pronto prerenovadas.Con garbosa audacia
admiración auténtica y sin reservas, griegos, si exceptuamos a HomcroJ hi poesía italiana, pues nos en- se adelantó aquí Boccaccio con su
engendró necesariímiente la imita- ¿Cómo iban a darse estas condiciiw 11 tramos ya con la Teseida de imaginario mundo de dioses v pas-
ción. También en otros nueblos y nes entre los latinos del Renaclq ;accio, considerada como su me- tores de los alrededores florentinos
en otras épocas encontramos multi- miento? Se dice no obstante. t|iij¡ obra poética. En latín. Maffeo en sus Ninfale d'Ameto y Ninfale
tud de intentos en sentido semejan- África, poema épico de Pctraicji,, l'io —bajo Martín V— compu- fiesolano, compuestos en lengua ita-
te, casos aislados que se repiten tuvo lectores y auditorios nunicn»- un libro decimotercero de la liana. Pero la obra maestra del gé-
por doquier, pero sólo en Italia, sos y entusiastas, como ninguna omi i'ida; hubo 'luego una serie de nero hemos de verla en el Sarca de
por lo que a la poesía neolatina se epopeya de los tiempos modcmi. M .|uenos ensayos a la manera de Pietro Bombo,'^ en el cual cl dios
refiere, se dieron las dos condicio- Tanto su génesis como el des i I indiano, sobre todo: una Melea- fluvial de aquel nombre pide a la
nes esenciales para que la duración que la inspiró no carece de ini IV, una Hesperis, etc. Pero lo más ninfa Garda en matrimonio: el es-
y la ulterior evolución fueran una Con ceriero instinto el sigki lioso son los nuevos mitos ima- pléndido banquete nupcial en una
realidad: una acogida propicia, des- tenía la culminación del genii i gruta del Monte Baldo, el vaticinio
de todas las esferas del intelecto, Roma en la segunda Guerra i Pilippo Villani; Vite, pág. 5.
por parte de los espíritus cultos de ca. Éste fue el período aue < e i"ir> Franc. Alcardi, Oraíio in lan- i9« Más adelante trataremos tam-
la nación, y un despertar del anti- elegir, que tenía que elegir Petr.iK.i n i Franc. Sforíiae, Muratori, XXV, bién de las magníficas excepciones, en
guo genio itálico e n los poetas mis- Si se hubiera ya descubierto -.i' '
H Í | J £ 4 . En el paralelo entre Escipión las que la vida bucólica es contem-
^ ^ • l a r , Guarino consideraba más plada con mirada realista.
mos, rediviva y prodigiosa restman- ees a Silvio Itálico, acaso Ii ^ H i a César y Poggio (Opera, epp.,
cia de una música remota n o escogido otro tema; no siéndu ^ H r i 2 4 , 134 y siguientes) a Escipión. '1" Reproducido por Mai, Spicile-
extinta aún. Lo mejor que llegó a H f e Escipión y Aníbal, en las mi- gium Roinanum, vol. VIII (contiene
crearse no fue imitación ya. sino ^ p U r a s de Attavenle, Vasari I V . 4 1 , unos 500 hexámetros). Pierio Valeria-
Giovanni da Fiesole. Los nom- no compuso una continuación del mito
Para el texto a continuad
propia y libre creación. Quien en véanse Deliciae poclanim lialor.; V ^^^{
las artes no tolera formas deriva- lo jovio, Elogia; Lil. Greg. GJiVíil.l' ^HÉlnico y Sforza: ver pág. 56 de "Carpió", Deliciae poet. Ital. Los fres-
^^He ambos usados para dcsignai cos de Brusasorci, en el Palacio Mu-
das; quien no siente fervor por la De poetis nostri temporis, suple i ^ ^ ^ b ^ t c obra. rani. de Verona, representan el con-
Antigüedad, o. inversamente, la con- tos al Leo X de Roscoe, ed. Bftss tenido del Sarca.
lAüOB BURCKHABDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
142 143

de Manto, hija de Tiresias, sobre el no vacila en combinar con su tema ito León como Clemente se l o de lo patético y general. Hay pe-
nacimáento del niño Mincio y la la mitología antigua, sin damos, a agradecieron en forma bien clara queños poemas épicos de maestros
fundación de Mantua y la futura pesar de ello, una impresión barro- '• significativa. famosos que, por la intervención
gloria de Virgilio, que nacerá como ca, porque a los dioses paganos sólo Hasta la historia contemporánea exagerada y barroca de lo mitoló-
hijo de Mincio y de la ninfa de los utiliza como marco, por decir- le, por último, tratada en hexá- gico, produce un indescriptible efec-
Andes, Maia. Para este imponente lo así, sin atribuirles ningún papel metros o en dísticos, predominando to de comicidad. Así ocurre, por
rococó humanístico compuso Bem- principal. Quien quiera conocer el unas veces el matiz narrativo y el ejemplo, con el poema funeral a
bo versos muy l^ellos v un apostro- caudal artístico de la época en su panegírico otras. Generalmente se César Borgia (página 62) de Ercole
fe final a Virgilio, por el cual todo íntegra amplitud, no debe adoptar rendía homenaje a un príncipe o Strozza.^™ Se nos hace escuchar el
poeta le bendecirá siempre. Se sue- una actitud negativa ante una obra II una dinastía. Así encontramos una plañidero discurso de Roma, que
le desdeñar todo esto como mera como ésta. La obra de Sannazaro '>lorziada, una Borseida, una Bor- había puesto todas sus esperanzas
declamación. N o obstante, tratándo- ha de parecemos tanto más meri- giada, una Triulziada, etcétera, poe- en los papas españoles Calixto I I I
se de una cuestión de gustos toda toria cuanto que la mezcla de cris- 'nas que vinieron a contradecir ab- y Alejandro V I y vio luego en Cé-
discusión resulta baldía. tiano y pagano en la poesía estorbü "lutamente el designio que guiaba sar al predestinado, cuya historia
más fácilmente que en las artes sus autores; pues quien alcanzó se nos describe hasta la catástrofe
Se señala también la aparición de
plásticas; éstas pueden retener de m fama c inmortalidad no tuvo que en 1503. El poeta pregunta des--
vastos poemas épicos, de contenido
cominuo nuestra mirada con algu- Igradecérselo, ciertamente, a este pues a la Musa cuál' fue la senten-
bíblico y cristiano, escritos en hexá-
na belleza precisa y captable y son •Niero de poesía, hacia la cual siem- cia de los dioses en aquel momen-
metros. N o siempre guiaba aquí a
mucho más independiente que In sintió la humanidad una inven- iop^ y Erato cuenta que en el
los autoi«s un designio de hacer
poesía por lo que concierne al con- repulsión, aunque se hayan Olimpo Palas tomó partido por los
méritos ante el papa o de ascender
tenido real de los asuntos desde cl igrado a olla poetas insignes, españoles y Venus por los italia-
en la carrera eclesiástica; en los
momento en que en ellas la fan- distinta impresión nos produ- nos, que ambas se abrazaron a las
mejores, y también en los menos
tasía se funda más en el objeto. Ll escenas aisladas, compuestas sin rodillas de Júpiter, que él las besó
diestros, como Battista Mantovano,
buen Battista Mantovano, en su Ca- itismo, a manera de cuadros de e intentó consolarlas y disculparse
el autor de Parthenice, hemos de
lendario de festividades, echó m!in<i lero de la vida de hombres célc- diciendo que nada podía contra el
suponer un honradísimo propósito
de otro recurso: en vez de noncí como por ejemplo, la bella destino urdido por las Parcas, pero
de servir al santo en su erudita
dioses y semidioses a! servicio - di' ía de León X Cacería en Pa- que la promesa d e los dioses se
poesía latina, l o cual se compagi-
la historia sasrada, los contraponr, ^ o la de Adriano de Cometo cumpliría en el vastago de la casa
naba demasiado bien, por cierto,
como hicieron los Padres de la Itjle liada Viaje de Julio II. Excelen- Este-Borgia; ^''^ después de referir-
con su semipagana concepción de
sia. Durante ía escena de la Anun- escenas cinegéticas de este estilo nos la fantástica historia del origen
este tipo, entre los cuales destacan,
ciación, Mercurio, que desde el Car- encontramos también en Ercole de ambas familias, afirma que es
en primera línea. Vida con su Cris-
melo ha seguido por los aires al izza, en el propio Adriano de tan incapaz de conceder a César la
tiada y Sannazaro con sus tres can-
ánpel Gabrieí, escucha a la pueri;i, "leto y en otros, y sería lástima irunortalidad física como lo fue el
tos. De mrtu Virginis.
luego informa sobre lo que ha oídn el lector moderno se dejase conseguirlo antaño, a pesar de gran-
Sannazaro nos deja impresionados ante la asamblea de los dioses y
finar por la impresión de enojo des intercesiones, para un Memnón
por la fluencia rítmica y potente los impulsa de esta suerte a las nui»
He ha de producirle la lisonja que o tm Aquiles; se consuela, no obs-
de sus versos, en la que, sin temor, extremas decisiones. Otras vcce-s,
five de base a estos poemas. L o tante, pensando que César, antes de
empareja elementos cristianos y pa- ciertamente,"*** Tetis, Ceres, Eulo,
•Kgistral de la factura y su valor morir, quitará la vida a muchos en
ganos, por la fuerza plástica de la etcétera, han de comportarse en i-l
K ó r i c o no desdeñable aseguran a la guerra. Después, Marte en per-
descripción y por la perfección y poema como fieles vasallos de lii
B|iB graciosas poesías más larga sona se dirige a Nápoles, enciende
belleza de la factura. N o tenía por Madoima y quedar rendidos de buen
H a de la que tendrán sin níngu- la guerra y crea disturbios, mien-
qué arredrarse ante la comparación, grado ante su magnificencia.
• duda algunas que en nuestro tras Palas vuela a Nepi y se aparece
al entretejer los versos de la cuarta
La fama de Sannazaro, la mullí Hlnpo han alcanzado boga y re-
Égloga de Virgilio en el canto de
tud de sus imitadores —ei cniíi
los pastores junto al pesebre. A ve-
siasta homenaie de los grande^ tli' |wn conjunto, puede decirse que J'7<' Strozzii Poelac, pág. 3t v sigs.:
ces se observa en él un hálito de
su tiempo—•, lodo esto demucsim Htns obras son tanto mejores cuan- "Cacsaris Borgiac ducis epicedium".
dantesca audacia, como por eiem-
hasta qué punto su siglo lo conil) rnás comedida es la intervención 171
plo, cuando el rey David, en el
deraba valioso y necesario. Por Itf l'ontificem addidtTat, flamtnis (uitralibus omnii
limbo de los patriarcas, se eleva en
que concierne a la Iglesia, en I d Cojporis abhitum labei, Diis Juppiter ipsis, etc.
el cántico y el vaticinio, o cuando Roscoe, !.eo X. ed. Bossi, V I I I ,
comienzos de la Refoima, r e s o M 1T2 El después fue Ercole I I
el Eterno, sentado en su trono y í como otra poesía de estilo
el problema de la poesía: oue de Ferrara, nacido el 4 de abril de
envuelto en su manto, que resplan- >i en X I I , 130. Véase en Pertz,
se clásica y a la par cr^riana^ / / . ¡Cuan cerca de este Re- 1508, probablemente poco antes o po-
dece con las imágenes de toda exis- co después de escribirse el poema.
tencia elemental, dirige la palabra . iiiii^nto está ya el poema de Angil-
•jl^ sobre la Corte de Carlomagno! "Nasccre, magne puer, matri exspectan-
a los espíritus celestes. Otras veces i « 8 Pe sacris diebus. te patrique", se dice al final.
144 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA •145^

r
allí, a Cesar enfermo bajo la figu-. muchos se creyeron obligados a sito didáctico más serio y tras- odas de Horacio o de Catulo de
ra de Alejandro V I ; le exhorta a currir al hexámetro para atraer la idental. tono semejante. Así por ejemplo,
que se resigne y se conforme con atención del pijblico y retenerla. Lo En la poesía lírica, en la elegía Navagero en la oda al Arcángel
la gloria de su nombre y la diosa que en esta forma se toleraba y ^ pecialmcnte, es donde el poeta f ¡ - San Gabriel, y especialmente San-
papal desaparece "como un pájaro" anetccía lo demuestra, mejor quo ¡ •logo se aproxima más a la Anti- nazaro, que al sustituir una devo-
en el aire. nada, la poesía didáctica, la cual iedad; lo mismo puede decirse del ción pagana, va realmente muy le-
RenuiKÍ amos innecesariamente a cobra en el siglo xvi un auge asom- i¡ grama. jos. Canta, de preferencia, a su
un gran deleite, en muchas ocasio- broso, cantando en hexámetros el; En el género ligero,- Catulo ejer- santo patrono,!''* cuya capilla per-
nes, a!l evitar cuando aparece —me- tema de la alquimia, del ajedrez,' ió un influjo verdaderamente fas- tenecía, como anexo, a su pequeña,,
jor o peor— entretejido de mito- de la cría del gusano de seda, de cinador sobre los italianos. Hay ele- villa de Posilíoo, "en el lugar don-*
logía antigua; a veces el arte logra la astronomía, de la peste venérea, gantes madrigales latinos, pequeñas de cl mar sorbe la fuente de la roca •
ennoblecer en tales composiciones a lo que habría que añadir otros ¡tu cctivas, maliciosos billetes, que y bate al muro del pequeño santua-
este elemento, en sí convencional, poemas italianos de índole más vas- •-on meras paráfrasis suyas; se llora rio". Su mayor alegria era la fiesta
tanto como en la pintura o en la ta. Hoy casi nadie se atreve a leer- la muerte de perritos, papagayos, anual de San Nazario: las ramas y
escultura. N i siquiera faltan para los y hasta qué pimto mereoen sin tomar ni una palabra de la guirnaldas con que hacía adornar
el aficionado inicios de parodia (ver leerse poemas didácticos, nosotroí lía dol gorrión de Lesbia, pero la pequeña iglesia le parecían ofren-
págs. 89 y 9 0 ) , por ejemplo, en mismos nO' sabríamos discriminarlo, total subordinación a su idea, das votivas. Todavía fugitivo, en
la Macaroneida, que encontró luego Pero es bien cierto que épocas in- ñas de estas nequcñas poesías tierras lejanas, acompañando a Fe-
un paralelo cómico en el festín de finitamente superiores a la nuestra lodrían engañar sobre la verdade- derico de Aragón, expulsado de su
los dioses de Giovanni Bellini. •>or su sentido de la belleza, como i l fecha de su composición, aún al país, acude a Saint-Nazaire, en la
Algunos poemas narrativos en he- os postreros períodos del mundo r\r>erto en estas cuestiones, si n o . desembocadura dol Loira, a ofren-
xámetros son meros ejercicios li- ^ e g o V romano, así como el Rena- .-ncontrasc en ellas una clara alu- ;
dar ramos de boj y de roble, a su
terarios o relaciones en prosa —que cimiento, no pudieron prescindir de ítión objetiva a los siglos xv o xví. :
santo patrono, el día de su fiesta,
&!t lector moderno preferiría, sin du- este género de poesía. Podrá obje- En cambio, puede decirse que
opirimido por la angustia el cora-
da— a los que ha dado forma tarse que lo que hoy excluye In as se encuentra una oda de ver-
zón. Evoca los años pasados, cuan-
poética. Se terminó cantándose to- forma poética no es la faltg de SL ti sáficos, alcaicos, etc., que no
do la juventud del Posüipo acudía
da oíase de asuntos, como es sabi- tido de ía belleza, sino la mayor 'ate de algún modo su origen mo-
a la fiesta en barcos engalanados,
do, lo mismo una contienda que seriedad y la consideración univer o. Débese ello principalmente al
y suplica que se le concoda el re~
una ceremonia tal como hicieron ios. salista que concedemos a cuanto h- IO de mostrarse en estas com-
torno.i^'
humanistas alemanes de la época de nemos como ciencia. Pero dcjenu''. ciones una locuacidad retórica Llegan a adquirir el aire antiguo,
la Reformo.^"^ Pero seríamos injus- ía cuestión así. €n la Antigüedad sólo en Es- hasta producimos un efecto de ilu-
tos atribuyendo todo ello al mero Alín hoy, de vez en cuando, sa o —aproximadamente— empie- sión perfecta, toda una serie de
ocio o a la excesiva facilidad en el imprime una de estas obras didác- a observarse, y también por poemas en verso elegiaco —y tam-
arte de hacer versos. En los italia- ticas: El zodíaco de la vida, do manifiesta falta de la concen- bién en hexámetros— cuyo conte-
nos, por lo menos, resulta claramen- Marcellus Palingenius, un criptopro- íción lírica que exige de modo in- nido va desde la elegía propiamente
te por el sentimiento del estilo, lle- testante de Ferrara. A las altas cuct> fludible este género. Fragmentos de dicha hasta el epigrama. Así como
vado al exceso, como ¡lo demuestra tioncs de la Divinidad, la virtud y na oda, dos o tres estrofas todo los humanistas en nada se sentían
la simultánea multitud de noticias, Ja inmortalidad, añade el autor la más, pueden parecemos un resto tan holgadamente como con el tex-
narraciones históricas, hasta libelos consideración de múltinles ci^cun^^ 'ínticamente antiguo, pero rara to de los elegiacos romanos, así
en tercetos italianos. Así como pa- tancias de la vida exterior, siendo se sostiene esta impresión a lo • también en la imitación de ellos
ra impresionar más profundamente también, desde este punto de vista, ;0 de todo el poema. Y donde mostraron una soltura todavía ma-
supieron variar en la forma de es- ima autoridad no desdeñable en lo ocuiTe, como, por ejemplo, en yor. La elegía de Navagero a la
te difícil verso italiano Níccoló da que se refiere a la historia de lai bella oda a Venus de Andrea Na- Notíhe está tan llena de reminiscen-
a Uzzano su cartel con una nueva costumbres. En lo esencial, no obi» .;ero, reconocemos fácilmente una cias de estos modelos como otro
Constitución política. Maquiavelo tantc, rebasa su poema la esfera diÁ lera pai-áfrasis de obras maestras poema cualquiera del mismo género^,
su sinopsis de la historia contempo- Renacimiento, desde el ounto oq • e la AntÍFÓiedad.i'^^ Algunos au-
ránea, un tercero la vida de Savo- que Ja alegoría mitológica pierde Jffes de odas se consagran al culto
naroila, un cuarto el sitio de Piom- él su carácter en aras de un prcp El recurrir a un santo patrono
n s los santos en sus poemas, adap- es una empresa esencialmente pagana.
bino por Alfonso el Grande,^'^'^ otros pndo sus invocaciones, con buen Así en la elegía de Sannazaro In festo
Savonarola bajo el título de CgiJflJ •ivtido y gracia en la imitación, a die Divi Nazarii Martyris.
t e Véanse las compilaciones de los Libani, por Fra Benedetto; Assedio Om 377 Sit satis ventas tolerasse et imbres
Scriptores de Schardius, Frehcr, etc. Piombino, Muratori, XXV.í^Véase Ac minas falorum hominumque fraudes,
Uzzano, V. Arch. I V , I, 296; mo paralelos el Teuerdank y, otras CMH En este caso de Eucrecio y de Da Pater tecto satiéntem 'avito
Maquiavelo, I, Decennali; Historia de mas del Norte. Moracip, Oda I V , I. Cerneré fumum!
146 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 147

y de la minna época, pero la re- elegía "a los compañeros", a ios antiguo, que se pensara que había en cambio, se arriesgaban, cerca de
sonancia antigua es en 6\ de insu- que yacían, en las mismas condicio lio copiado de una vieja inscrip- la Corte, a los más peligrosos atre-
perable hermosura. Lo primero que nes que él, enfermos en el lecho, „„, í5n,i8i o bien que su perfección vimientos. Bastaron ocho dísticos
Navagero se procura como con- pensamientos sobre la tumba, tan fuese tal que Italia entera llegase amenazadores, Clavados en la puer-
tenido es un tema auténticamente bellos y de tan sorprendente tono recitarlo de memoria, como ocu- ta de la Biblioteca,!^ para que
poético, que luego elabora, no ser- antiguo como nos Jo pueda ofrecer Jó con algunos de Bembo. Que la Alejandro reforzara su guardia en
vilmente, sino con libertad y soltura cualquier autor clásico, y esto sin jdad de Venecia pagara a Sanna- 800 hombres; puede suponerse lo
magistrales, a la manera de la An- nada esencial de ninguno de ellos. |ro 600 ducados como honorarios que hubiera hecho de haber dado
tologia de Ovidio, de Catulo, y aún Por lo demás, fue Sannazaro quien su elogio en tres dísticos, no con ol poeta autor de la broma.
de las Églogas virgilianas; se sirve supo captar de modo perfecto tan- mera prodigalidad generosa, si- Bajo León X los epigramas latinos
de la mitología con máxima mesu- to el carácter como los límites de sencillamente la estimación y eran el pan de cada día; tanto pa-
la elegía romana: nadie nos brinda, mzación del epigrama, dándole ra exaltar al papa como para afren-
ra en una invocación a Ceres, entre
en esta forma, tan grande copia de ;VaIor que tenía para todas las tarle, para fustigar a enemigos que
otras deidades rústicas, para damos,
ejemplos, ni más variada y excc tes cultas de la época, es decir, se nombraban o no, como para en-
por ejemplo, una imagen de la vi-
íente. Por su contenido, tendremos considerándolo como la forma más sañarse con víctimas propiciatorias
da más sencilla. Sólo nos ha llega- concertada de la fama. Por otra
ocasión de citar, acá y allá, algunas y lo mismo para objetos reales o
do el comienzo de una salutación 3, nadie era entonces tan po-
de sus elegías. fingidos, de malicia de duelo o de
a la patria al regreso de su emba- que no pudiera llegar' a
El epigrama latino llegó a ser, contemplación, no había forma más
jada a España; hubiera podido lle^ p e desagradable un epigrama mor- adecuada. Por aquel entonces pudo
gar a constituir un todo como la por últiiño en esta época, un asun-
y los propios grandes necesi- ocurrir que en honor del célebre
Bella Italia, amante sponÚe, de Vin- to importante y grave, desde el mo para sus inscripciones el más grupo de la Virgen con Santa Ana
cenzo Monti, si el resto hubiera res- mentó que im par de versos bien iadoso y sabio consejo, pues los y el Nino; que Sansovíno esculpió
pondido a estos versos iniciales: escritos, grabados en un monumcn ííafios ridículos, por ejemplo, co- para San Agostino, exprimieran el
to, o repetidos, entre risas, de bocn peligro de ir a engrosar las ingenio no menos de ciento veinte
en boca, podían cimentar la fanuí lecciones destinadas a servir de
Salve cura Deum, m u n d í feUcior ora, personas, cun el correspondiente re-
de un erudito. Semejante pretensión ürsión al público.ií^s La epigrafía sultado en versos -latinos, ciertamen-
Formosa eneris dulces sálvete recessus;
1,'t vos i>ost tantos atiimi menlisq-ue labore): aparece pronto. Cuando corrió lu epigramática se tendían la ma- te no tanto por devoción como por
Auspicio ¡wtroque ¡ibens, ut muñere veslro voz que Guido della Polenta se p i u recíprocamente; la primera se complacer a quien había encarga-
SolUcitas tolo depello e pectore curas! ponía decorar con un monumcnin .aba en el más diligente estudio do la obra.i^ Así vemos cómo fo-
la tumba de Dante, de todas p a i las antiguas inscripciones. hann Coryoius, de Luxemburgo,
La forma elegiaca o hexamétrica tes llovieron inscripciones^'^ "d» I.íi ciudad de las inscripciones ñor
llega a convertirse en vaso de todo hombres que querían destacarse > pelencia fue, en todo momento,
alto contenido patético, así como de también honrar al poeta muerto w la. En este Estado no heredi- Malipicro, Ann. Veneti, en Ar-
la emoción patriótica más noble. bien conquistar el favor de Polen 5, cada uno tenía que ocuparse chiv. Stor., V i l , I, pág. 508. Al final
En la elegía a Julio I I , la más pom- ta". En el sepulcro del arzobi.s|iu llfl propia inmortalidad, y la poe- se dice, aludiendo al toro en el bla-
posa glorificación de los soberanos, Giovanni Visconti ( t l 3 5 4 ) , en lii ^de burla, breve y acerada, era, són de los Borgias:
así como la más delicada melanco- catedral de Milán, bajo una tiradit vez, un arma contra los com-
Merge, Tiber, vítulos animosos ultor in ur\d{Ls;
lía, propia de un Tibulo, encuentran de treinta y seis hexámetros, puede» eres en la carrera hacía los Bos cadat inferno vicUma magna Jo-vi!
^ u í expresión.^ Francesco Mario leerse estas palabras: "Hizo los VLT' , puestos. Y a Pío I I se com-
Se en mencionar los dísticos que 1^ Sobre todo esto ver Roscoe, Leo
Molza, que en sus lisonjas a Clemen- sos el señor Gabrius de Zamoi'cis, X, ed. Bossi, V i l , 211, V I H , 214 y
te V I I y los Famesios compite con de Parma, doctor en Derecho." I'u'i primer poeta, Campanus, com- sigs. La colección impresa, rara hoy,
Estacio y Marcial, nos ofrece en su co a poco llegó a formarse uiiftf en el momento oportuno. Ba- de estos Coryciana del año 1524, sólo
extensa literatura de • este génurilj sucesores floreció el epigra- contiene las poesías latinas; Vasari vio
bajo la influencia de Marcial y lanl«| satírico, culminando en su te- en los Agustinos un libro especial aue
i"í8 Andr. Naugerii orationes duae lad escandalosa contra Alejan- contenía además sonetos, etc. La cos-
carminaque aliguot, Venecia, 1530, en b i e n de Catulo. El mayor triunfo m V I y los suyos. Por lo menos tumbre de fijar poesías, clavándolas o
4^^ Los escasos carmina están también que se podía aspirar era qye se \\É Sazaro componía sus epigramas atándolas, llegó a hacerse tan conta-
en las Deliciae, en su mayor parte o viera el epigrama por autéríí i camela |j|ar relatívamente seguro; otros, giosa, que hubo que aislar el grupo
totalmente. por medio de una reja, y hasta tapar-
1"^ Lo que podía decírsele a León lo por completo. La interpretación de
X queda bien elocuentemente eviden- men, ya que en el cielo hay'bastanlt /Sannazaro se burla de un su- Goritz en el sentido de un Corycius
ciado en la oración de Guido Postumo Reprod. por Roscoe, Leo X, ed. Hi<<i ae le molesta con semejantes fal- senex sigue a Virgilio, Geore, I V , 127.
Silvestri a Cristo, a la Virgen y a si, V , 237. lones: "Sint velera haec alus, mi El lamentable fin de éste después del
i8<* Boccaccio, Vita di Dante, piiíji |emper erunt." saco de Roma, véase en Pierio Vale-
todos los santos para que conserven riano, Da infelic. literat.
harto tiempo a la humanidad este nu- na 36. lettere de príncipe, I, 88 y 91.
JACOB BURCKHARDT
148 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA

referendario papal de súplicas, el títesis, la prosopopeya, el pathos, el


día de Santa Ana, no sólo manda- elogio a los principios, en una pa-
ba, por ejemplo, decir misa, sino labra: lia pompa. Se zahiere con XI. D E C A D E N C I A DEL H U M A N I S M O E N E L S I G L O X V I
que reunía a 'los literatos en un es- bastante frecuencia y en el elogio
pléndido banquete en sus jardines directo del difunto se da expresión
a la censura velada contra otros, isde el comienzo del siglo xtv se embarazarse de ellos, aunque sólo
de la ladera del Capitolio. También
Mucho después volvemos a encon- ibían sucedido las brillantes ge- fuera a medias, surgió el estado de
valía entonces la pena pasar revis-
trar un par de epitafios deliberada- raciones de poetas-filólogos que ánimo a que hemos aludido, o se
ta a toda la hueste poética nue ^ro-
mente sencillos. íundieron por ItaUa y por el mun- manifestó más ostensiblemente, por
bab^ fortima en la Corte de León
La arquitectura y la ornamenta- l o el culto de la Antigüedad, ínflu- lo menos. N o se hizo diferencia en-
X en un gran poema, como hizo
ción se adaptan aquí de modo pon ^ r o n decisivamente sobre la cultura tre buenos y malos: todos sufrieron
(De poetis urbanis) Franc. Arsi-
feeto a la epigrafía, ofreciendo o la educación, dirigieron a menú- igualmente.
lius,!**-"^, un hombre que no necesi-
espacio necesario para Jas inscrip to los negocios del Estado y re- De los mencionados reproches
taba la ayuda del papa ni de nadie
clones, a menudo en múltiple rejio Hfodujeron en la medida de sus son, sin restricción, culpables los
.y que se reservó cl derecho de usar
tición. En cambio, el gótico de Mlerzas ¡la literatura antigua; pero, propios humanistas. Nunca existió
la lengua con entera libertad hasta
Norte, por ejemplo, encuentra coi •Kpués de tantos éxitos, los huma- un estamento que hubiese demos-
contra sus mismos colegas. Más allá
dificultad el espacio indispensabla W&tas caen, desde el siglo xvi, en trado menos sentido de cohesión,
de Pablo I I el epigrama no es ya
para una inscripción; en los sepul- fc notorio y general descrédito, y que hubiese manifestado menos res-
más que un eco lejano y fragmen-
cros se suele reservar para este fin B p en una época que en modo al- pelo a los demás cuando alguno de
tario, mientras la epigrafía sigue
cl sitio más amenazado, los bordes, Tpno quería prescindir del todo de ellos pretendía encumbrarse. En
floreciendo todavía y sucumbe úni-
Con l o dicho no creemos, en nui doctrina y de sus conocimientos, cuanto se trató de subir unos más
camente a la pompa y abundancia
do alguno, haber convencido al ¡ec sigue hablando y escribiendo co- que otros, cualquier medio les pa-
del siglo XVII.
tor del valor peculiar de esta poesíii Wb ellos hablan y escriben, se si- reció bueno. Sin la menor transición
También en Venecia tiene la epi-
latina de los italianos. Se tratabii iBen haciendo versos como ellos los pasaba de la fundamcntación cien-
grafía su historia, que podemos se-
sólo de indicar su carácter y MI cen, pero personalmente nadie tífica a la invectiva y la difamación
guir con la ayuda de la Venezia de
necesidad desde eí punto de viMn liere saber nada de ellos. A los 'más infimdadas. N o se trataba de
Pi'ancesco Sansovino. Proporciona-
de la histeria de la cultura. Por In reproches principales que se les replicar al adversario: se trataba de
ban aquí tarca constante los "brie-
demás su caricatura surgió ya in —el de su maligna soberbia anonadarle en todos sentidos. Algo
v i " al pie de la efigie de los dux
de entonces; ^^"^ la llamada poLsííi ll de sus vergonzosos desenfre- de esto, sin duda, habrá que car-
en la gran sala del Palacio, de dos
macarrónica, cuya obra príncipiíl, — se añade el tercero, como gárselo en cuenta a su propia si-
a cuatro hexámetros que contenían
Opus macaronícorum, la C O I I I I M I M I • t o m a de la Contrarreforma in- tuación y a] medio en que se desen-
lo esencial del período de gobier-
Merlinus Cocaius (es decir, T C J I Ü H 'tente: el de su incredulidad, volvían. Hemos visto la sin igual
no de cada uno.^*** Además, los se-
Folengo, de Mantua). Del contLii! primero que se ocurre pregun- violencia con que ia época misma
pulcros de los dux del siglo x i v os-
do ya tendremos ocasión de hahljii" es por qué no se formularon de que eran el órgano más elocuen-
tentaban lacónicas inscripciones en
incidentalmente; por lo que se mi es estos reproches, se basasen o te, era traída y llevada por el olea-
prosa que contenían sólo hechos, y
fiere a la forma —hexámetro?, vn'l en la verdad. Bien pronto sur- je de la fama y el sarcasmo. Su
además pomposos hexámetros o ver-
tre otros versos, con una m./eHí m aunque sus efectos fuesen propia situación en la existencia
sos leoninos.
de palabras latinas— lo cómico <1| " I. Era grande aún la subordi- real solía ser de tal índole, que te-
En el siglo xv va cundiendo la
ella reside en el heoho de que t H l l aníe el literato por lo que nían que defender de continuo su
preocupación del cotilo, que en el
mezcolanza suena como puro h "iere al contenido objetivo de , vida. En tal estado de ánimo es-
siglo x\'i alcanza su apogeo, hasta
liuguae, como cl farfulleo de tigüedad, de la cual represen- cribían y peroraban y se pintaban
que pronto empiezan la estéril an-
improvisación latina apresurad' , en sentido personalísimo, mo- a sí mismos y al prójimo. Sólo las
Las imitaciones a base de aleml ilizadores, vehículos e instru- obras de Poggio, por ejemplo, con-
iwi Reproducido en los suplementos y latín no nos dan la menor idj| difusor. Sólo el predominio tienen inmundicia suficiente para
al Leo X de Roscoe y en las Deliciae. ediciones impresas de los justificar la animadversión contra
Ver Paulo Jovio, Elogia, con motivo de este efecto de comicidad. de los grandes manuales la casta entera. Y estos Opera Po-
de Arsillus. Para ta mayoría de los
¡mente dispuestos y de las gii fueron los que con más frecuen-
i.:p¡gramático«, Lil. Greg. Gyrjldus, 18T Sardeonius, De urb. Palav.-nilii
ibíd. Una de las plumas más temibles jde consulta, emancipó al pue- cia se imprimieron y reimprimieron
(Graev., Thes., V I , H l , column;» :W ^ 1 medida notable, del trato aquende y allende los Alpes. Y no
era la de Marcantonio Casanova. Entre nombra, como verdadero invcnl(>i
los menos conocidos cabe mencionar •iutc y personal do los huma- nos apresuremos a alegrarnos si en
un cierto Odaxius, de Padua, i tan pronto como pudo des- el siglo XV topamos con una figura
a fo. Thomas Musconius (véase De- diados del siglo xv., Pero !a mezcoln
liciae) . que parezca intangible; si seguimos
en verso del latín y la lengua dci ^\ ío se olvide que muy pronto
JS6 Marín Sañudo, en las Vite de
duchi di Venecia (Muratori. X X l l ) ,
la encontramos mucho antes por ' >n ya provistas de antiguos buscando, corremos riesgo de en-
quier. y nuevos r^m^^ntarltffi <^^'— contrarla envitelta en la malcdiccn-.^j,
los reproduce ordenadamente.
f.A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 151
150 JACOB B U R C K H A R D T

dose ante su propia época en sií > Y se lanzaba así a las alternativas odio— se \es hacía objeto. Fueron
cía en forma que, aunque no nos
ción de inferioridad. Pero si I i una vida agitada y agotadora en los más claros ejemplos y las más
merezca crédito, bastará para en-
habido un siglo que, en a b s o l u i i cual desordenadamente se suce- evidentes víctimas de la subjetivi-
turbiar la imagen. Las innumerables
ceguera para lo demás, ha divim n el estudio fatigoso, las tareas dad desatada.
poesías latinas de carácter obsceno
zado el mundo antiguo y todo cu.in preceptor doméstico, la secreta- Como ya hemos advertido, em-
—como el diálogo Antonius de
to éste produjo, la culpa no puctlg , el profesorado, el servicio de pezaron bien pronto contra ellos
Pontano— hicieron los demás. El
hacerse recaer sobre unos cuaniiHt príncipes, las enemistades mor- tanto las quejas como las descrip-
siglo XVI estaba saturado de todos
individuos. Era ya una alta p r e i i r . , los peligros más terribles, la ciones satíricas, desde el momento
estos hombres, que hubieron de ex-
tinación histórica. Toda la c u l i i i i n ¡ración más entusiasta y el más en que todo desarrollo individual,
piar las propias fechorías y lo des-
de los tiempos transcurridos Ó ^ M I I ectivo sarcasmo, la opulencia y todo género de celebridad, tejaba
comedido del valor que se les atri-
entonces v de los tiempos f u i í n ü - n d i g e n c i a . . . L a sabiduría más con el correctivo de la burla. Pero
buyera. Su mala estrella quiso tam- se basa en el hecho de que c^ui ilidamcnte fundada podía ceder su es que Jos propios fustigados brin-
bién que el más grande de los poe- haya ocurrido así. con postergación i^, a veces, al más grosero dile- daban ei más sustancioso material
tas de la nación se expresara sobre de cualquier otro designio vital. ^ B ^ m o . Pero el más grave mal que podía apetecerse. Ya en el si-
ellos con tranquilo y soberano des-
La carrera del humanismo eni, ^PPa en el hecho d e que el oficio glo XV, en la enumeración de los
dén.189
por lo regular, de tal índole, qua HT^incompatible con una patria fi- siete monstruos,'^=^ incluve Battista
De los reproches que llegaron a K . al exigir, diríase, el cambio de
condensarse en una general animad- sólo las naturalezas morales m/iii Mantovano a los humanistas, entre
vigorosas eran capaces de s e g i i i i l i i H j e r y producir en el individuo un otros tipos humanos, en el artículo.
versión, muchos resultaban más que ^ p d o d e ánimo que le impedía en-
fundados. Es incuestionable que hu- hasta el fin sin grave mengua. I I Soberbia. Los describe con todas;
bo filólogos, entre ellos, que guar- primer peligro solía venir d e U< Jotrarse mucho tiempo a gusto en sus ínfulas de hijos de Apolo, ca-]
propios padres que procuraban li.i :e alguna. gente, fatigada al minando con un aire de falsa gra-'
daron una gran pureza de costum- de él pedía siempre cosas nue-
cer un niño prodigio del vedad y un asi>ecto malhumorado
bres y un vivo sentimiento religioso,
precozmente desarrollado, con nii (página 114), y el torbellino de y malicioso, comparables a grullas
y demostrará escaso conocimiento ras a futuras ventajas dentro d e un.i enemistades le hacía la vida im-
de la época quien condene por igttal que van picando aquí y allá, con-
a la clase entera. Pero muchos, y
clase que en aquella época lo u' ible. A u n q u e algunos detalles nos templando la propia sombra unas
presentaba todo. Pero el niño pm ;;an el recuerdo d e los sofistas veces, y otras atormentados por el
justamente los que más estrépito ha- digio suele detenerse comúnmtiKi |os de la época imperial, tal
cían, eran indudablemente culna- afán de elogios. Pero el siglo xvi
en determinada fase de su desjiin ) Filóstrato los describe, era, les sometió literalmente a proceso.
blcs. lio o ha de proseguirlo, hasta I " fanbargo, más favorable la si-
Tres cosas explican y ateníían Testimonio de ello, además de Arios-
grar imponerse y hacerse vakr i p ó n de éstos, desde el momento to, es principalmente su historiador
acaso su culpa: el halago desmesu- costa de las más duras pruebas. Aun lue la mayoría poseía riquezas
rado y brillanle cuando la fortuna literario, Gyraldus, cuyo tratado,'*^
para el muchacho que sin can'uKi 'ía prescindir más fácilmente
les era propicia; la falta de garan- compuesto ya bajo León X , fue pro-
de niño prodigio tenía aspiraciüín las y vivir le era empresa me-
tía de su existencia externa, sujeta, resultaba un peligroso s e ñ u e l o i • bablemente retocado hacia el año
irdua, por lo general, pues, más 1540. Nos encontramos en este li-
entre oropel y miseria, a los cam- brillante posición del human!: i i eruditos, eran virtuosos prácti-
bios más rápidos y bruscos, según Llegaba a parccerle que "por pum bro, en cantidad desbordante, con
de la oratoria. E n cambio, el amonesíadcres ejemplos, antiguos y
el capricho de los señores o la ma- sublimidad innata no podía ocupu
manista del Renacimiento, tenía modernos, de la relajación moral de
lignidad de los adversarios; final- se ya en lo común y cotidianü".""
ü poseer una vasta erudición y 'líos literatos y de su existencia la-
mente, la influencia de la Antigüe- ÉMocer el arte de hacer frente a
dad, que en realidad les llenaba de, mentable, entremezclados cor; gra-
i « « Nos son conocidos varios cas Bkfituaciones más diversas y en- ves acusaciones de carácter general.
confusión. Las ideas del mundo an-- he de prescindir, no obstante, de ^Hár de las más diferentes ocu-
tiguo perturbaban su equilibrio mo-, Tales acusaciones aluden principal-
prueba estricta de lo aquí dicho. | ^ ^ l e s . Todavía, para olvidar, so- mente a su apasionamiento, su va-
ral sin hacerlos pariícines del suyo; niño prodigio Giulio Campagnola l| ^ p t r e g a r s e a] goce desordenado,
también en lo religioso su acción nidad, obstinación, egolatría, vida
se incluye entre los cultivadores mi ^ • l absoluto desprecio de la mo-
sc deió sentir principalmente por ficialmente por ambición. Ver Scnl íntima desordenada, impudicias de
^^pcinante, ya que, ffuera como toda clase, herejías, ateísmo..., a
el lado negativo, ya que de una fe dconius. De urb, Paiav. antiq.. a
Gracc, Thesaurus. V I , I I I , col. 27 siempre se pensaba de él lo lo cual se añade aún el énfasis ora-
fKJsitiva en los dioses no podía ha- Sin soberbia no se conciben
blarse siquiera. Precisamente porque Sobre el niño prodigio Cecchino lím torio sin convicción, la inñuencia
ci, 1544, a los quince años, ver Truul ^Hfftntes caracteres; les precisaba perniciosa en (las altas esferas, la
concebían la Antigüedad dogmática- Poesie iial. inedite, I I I , pág. 279. Sol. ^ K i e sólo fuera mantenerse a flo-
mente, es decir, como dechado de pedantería locuaz, la ingratitud ha-
cómo el padre de Cardano le qm-lfi ^ ^ • n t r i b u y e n d o a reforzar la ido-
todo pensamiento y de toda obra, "mcmoriam artificialem instillaré" y K de que —alternada con el
era por lo que acababan encontrán- niño ya le inició en la astrológíaj i » 2 Batt_ Mantuanus, De calamitali-
bica, véase Cárdanos, De propia bus temporum, lib. I .
cap. 34. ;>:ig. 5, con referencia a uno de 1 ^ Lil. Greg. Gyraldus, Progymnas-
189 Ariosto, Sátira, V I I , d e l año casos.
Palabras de Filipno Villani, ma adversas Htteras et Iliteratos.
1531.
LA C U L T U R A D E L R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 155
152 JACOB B U R C K H A R D T

otra intervención, las más veces, esperar que se nos haga par- tes. Y a muy viejo, vivía en Roma
cia los, maestros, la lisonja servil es de lo más hondo y verdade-
la de una suerte adversa. N o sólo de hierbas (como los pitagó-
hacia los príncipes, que lanzaban que pueda imaginarse para la
tende escribir una tragedia, ni !• ricos) y teniendo por morada el
el cebo a los literatos para deiar . Contarini ve el prototipo del
rivarlo todo de elevados conflictün hueco de un paredón que no aven-
luego que pereciesen de hambre, etc. o feliz en Fray Urbano Valeria-
en cambio, nos informa de lo tajaba ípuclio al tonel de Diógenes;
Termina hablando de Ja edad de oro de Belluno, que fue mucho tiem-
rrientc y cotidiano. Topamos aqtl de la pensión que le había conce-
que reinó cuando la ciencia no exis- maésíro de griego en Venecia,
con gentes que, en tiempos borrai dido León X , sólo tomaba lo más
tía aún... De todas estas inculpa- recorrió Grecia y el Oriente y,
cosos, se ven privadas, primero, do indispensable .y daba a otros ol res-
ciones, una llegó a ser nronto pe- entrado en años, visitó diversos
sus ingresos y, después, de sus car. to. N o conservó la salud hasta el
ligrosísima: la de herejía. El propio ís sin utilizar nunca una cabal-
gos; pentes que tenían dos empleo* fin como Fray Urbano, ni su muer-
Gyraldus, con motivo de la reim- lura, que jamás poseyó un ocha-
y no cobraban luego ninguno; es- te fue de tal naturaleza que le per-
presión de un escrito de iuventud, rechazó todos los honores y as-
quivos avaros que llevan cosido ej mitiera sonreír en aquel trance,
completamente inofensivo,'"^'* se vio sos y, después de una vejez ale-
dinero en sus vKtidos y que, al tles- pues, casi nonagenario, se lo lle-
en trance apurado y hubo de asirse , murió a dos ochenta y cuatro
pojárseles de ambas cosas, mueren varon los españoles durante el saco,
al manto del duque Ercolc 11 de os sin haber estado nunca enfer-
locos; individuos que aceptan p r » f de Roma con el fin de obtener un;
Ferrara, pues gobernaban ya las si se exceptúa una caída de una
bendas y que mueren luego siisp|"j rescate a cambio de su libertad y
ideas hombres convencidos de la • l l e r a . ¿Qué le diferenciaba de
rando por la antigua libertad. Síj murió de hambre en un hospitaá.
mayor excelencia de emplear el • humanistas? Estos tienen la vo-
lamenta también de la muerte tcm<| Pero su nombre será imperecedero,
tiempo en cristianas ocupaciones K t a d más libre, han desencadena-
prana de muohos, víctima de la í \ » ¡ pues Rafael amaba al anciano co-
que en desvarios paganos. Gyraldus, H m á s subjetividad de la que pue-
bre o la peste, cuyos manuscriicM,í mo a un padre y un maestro y le
por su parte, solicitaba que se con- H | utilizar con fortuna. En cambio,
ya acabados, fueron quemados cüilj pedía en todo su consejo. Acaso
siderase, al contrario, que en tiem- ^Wionje mendicante, que había vi-
ia ropa de la cama y los vestidotL recaía la conversación sobre la
pos como aquéllos ía exnosición eru- en un coiivento desde su in:fan-'
de otros que viven —si eso puedli restauración proyectada (pág. 102)
dita constituía casi ol único tema ^ ni del pan, ni del sueño había
llamarse vivir— baio la consl;ml|j de la vieja Roma, acaso sobre te-
inocente, es decir, neutral. 'rutado nunca según su deseo,o
amenaza de muerte de sus comp»i mas más elevados... ¿Quién podrá
Si la historia de la cultura tiene priüho y no siente, por lo tan- decir la parte que tuvo Fabio en
ñeros; y de otros aún que mueroHí
por obligación buscar testimonios en imposición, como taiT imnosi- la idea de la Escuela de Atenas y
víctimas de la avidez y la rapirtl]
los cuales, al margen de los repro- gracias a este hábito pudo en otras importantísimas composi-
de un criado, o son víctimas, du>
ches, siiria e! sentimiento humano, p*, en medio de las mayores di- ciones de Rafael?
rante un viaje, de malhechores íiuf
ninguna fuente será comparable a des, la vida más tranquila, y
les dejan morir en una mazmorn¡
la obra, ya frecuentemente mencio- lente por la impresión que
porque no pueden pagar su rescal^
nada, de Pierio Valeriano, De infe- ausaba influía sobre sus oyen- Terminaríamos de buen grado con
Secreta angustia del corazón orrm
Ucitate literatorum. Fue escrita ba- nás que con su griego; estos la descripción graciosa y concilia-
bata a unos; a otros, las aírenliji
jo la impresión sombría del saco de ban convencidos que depende dora de una vida: la de Pomponius
y las postergaciones sufridas; uf
Roma, el cual con el infortunio que nosotros mismos que llevemos Laetus, si de ella supiéramos algo
veneciano muere de aflicción a cuiji
trajo consigo y que se ensañó tam- Vida de ventura o de ínforlu- más que lo que nos cuenta- su dis-
sa de la. muerte de su hijito, m
bién en los hombres de letras, le í"En medio de privaciones y cípulo Sabellico,^'*'^ en su epístola,
niño prodigio, a la nnierte del ctlJ
parece al autor el desenlace de un is era feliz porque quería ser- en la cual se l e ' arcaiza un tan-
sigue pronto la de su madre y •
destino funesto, que crravitaba ya )>orquc no había adquirido malos to deliberadamente. Reproduzcamos
del hermano de ella, como si el nJM
desde hacía tiempo sobre la vida de líos, ni era caprichoso, ni exi- aquí, no obstante, algunos rasgos.
los llevase en pos. Y son basíanm
éstos. Pierio se deja guiar por un tc, ni inconsciente, y jxirque se Era bastardo del lina¡e napolitano
—florentinos sobre todo— los ( M
sentimiento simple y acertado en itontaba siempre con poco o na- de los Sanseverino (página 136),
acaban suicidándose; i^*" otros mifl
conjunto. N o trata de hacemos creer ', Si fuera el propio Contarini príncipes de Palermo; no quería re-
ren víctimas de la justicia secreta m
con grandes frases que existe un n nos hablara tal vez hubiera conocerlos, sin embarpo, y a la
un tirano. ¿Cómo es posible (
refinado daimón que se dedica a 10 intervenir en ol cuadro un invitación que le hicieron para que
alguien fuese feliz? ¿I>e qué i
perseguir a los hombres de letras vo religioso; sin embargo, es el fuese a vivir con ellos respondió
ñera? ¿Acaso por embotamiento
sólo porque tienen genio, sino que * ^ f o en sandalias quien nos apos- cori aquel célebre billete: Pompo-
la sensibilidad ante tanta miseí
Pierio Se contenta con notar lo acae- y a fe aue con harta clocuen- nius laetus cognatis et propinquis
Uno de los interlocutores /íSel *
cido y comprobar que sucedió efec- Ün carácter afín, en ambiente suis salutem. Quod rretitis fieri non
logo —esta forma presta' Pierit
tivamente de aquella manera, sin ¡nto. muestra Fabio Calvi, de
su exposición— viene a d,^''"'^^
p a m QI exegeta de: Hipócra- de las Epístolas. .Véase Pierio Val., De
solución: es el magníficq, Gaspn inf. Ut.
Lil. Greg. Gyraldus, Hércules. Contarini... Con sóio noip'
La dedicatoria es una elocuente reve- . 1 » ' M. Ant. Sabellieo, Opera, Epist;,
Coelii Calcagnlni Opera, ed. Ba- Hb. X I , fol. 56. Biografía en Elogia,
lación de los primeros movimientos ^ 1544, pág. 101,,en "el libro-Vlfí de Paulo Jovio.
amenazadores de la Inquisición. 196 Véase Dante, Infierno, XMI
JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 155
154

arrasaban los ojos. Era el homb dación libre de importancia muy lo que se refiere al ambiente en tor-
potest. Válete. Era un hombrecillo riable, vivió, sin perder su carác-
capaz de abandonar los propios no de este príncipe^ hemos hablado
de apariencia insignificante, de ojos primitivo, hasta el saco de Roma
tudios si había que ayudar a otroí ya (página 2 3 ) .
pequeños y vivos; en los últimos se honró con la hospitalidad die
decenios del siglo xv vivía, como Eso explica que se le quisiera tan Hacía mediados del siglo xvi es-
to. Cuando murió, el mismo Alejáis iri Ángelus Colcoccius y de un Jo- tas asociaciones parecen haber pa-
profesor de la Universidad de Roma, Imimes Corycius (página 147), en
unas veces en una casita con jar- dro V I envió a sus cortesanos pai > sado por una tota! transformación.
que escoltaran el cadáver, que íu> lie otros. Hasta qué punto deba Los humanistas, dcsolazados ya de
dín que poseía en el Esquilino y timarse su valor por lo que a la
otras veces en su viña del Quirinal: conducido por sus más distinguidoi, su posición influyente en la vida de
discípulos. A sus exequias, en ArB' da espiritual de la nación se ro- la nación, sospechosos para la na-
en aquélla criaba sus patos y de- es tan difícil de precisar
más aves de corral y ésta la cul- celi, asistieron cuarenta obispos y ciente Contrarreforma, pierden tam-
todos los embajadores extranieros, aclámente como en el caso de bién la dirección de las Academias,
tivaba siguiendo exactamente las alquiera otra asociación de esta
descripciones de Catón, de Varrón Laetus había introducido en tío- y en éstas la poesía italiana susti-
,ole: sin embargo, un Sadoleto tuye asimismo a la latina. Cada
y de Columela. Los días de fiesta ma las representaciones de ohriw
cuenta entre los mejores recuer- ciudad de relativa importancia tuvo
ios dedicaba a la pesca o a la caza antiguas, de Planto especialmente,
de su juventud. En diversas muy oronto su Academi a —solía
de pájaros con red y celebraba, asi- y él mismo dirigía estas represen»
Udades surgieron —^y murieron— llevar los nombres más extravagan-
mismo, sus comidas bajo una som- taciones (ver página 139). Tambié^
da una serie de academias de es- tes—202 ^.Qjj caudal propio, a ba-
bra, junto a un manantial, o a celebraba todos los años el día
li' estilo, de acuerdo con el número se de cuotas y legados. Además de
orillas del Tíber. Desoreciaba la ri- la fundación de la ciudad con ui •
1 importancia de los humanistas es- la recitación de versos, se conservó
queza y la vida regalada. Descono- fiesta en la que sus amigos y dr
blecídos en la localidad y en la de la época latina de estas asocia-
cía la envidia y la maledicencia y cípulos pronunciaban discursos y
dida que lo hacía posible la pro- ciones, la costumbre del banquete
no las toferaba en tomo suyo; sólo recitaban versos. Ambas cosas fu&
cíón de los ricos y los grandes periódico y de la representación de
contra los poderosos sabía adoptar ron ULOtívo principal de que se con
flores. Así, por ejemolo, la Aca- dramas, en parte por los académi-
muy libres actitudes, y también tituyera, y se mantuviera despin*
femia de NápoTes, que se constituvó cos mismos y en parte ñor gente
—excepto en su última época— se lo que se llamó la Academia \l\
"m tomo de Joviano Pontano y de joven, bajo su dirección, o por có-
le tildaba de despreciar la religión. mana. Era una asociación comi'li
'a cual una parte se trasladó a Lec- micos pagados. El destino del: tea-
Fue una de las víctimas del papa lamente libre que nada tenía qn
1 !•; -"«i la capitaneada por Pordenone, tro italiano y también de la ópera,
Pablo I I , en su persecución de los ver c o n el régimen rígido de n
ijiic formó la Corte del Condottieri más adelante, estuvo durante largo
humanistas, y entregado a él por instituto científico; aparte de i^i
Alviano, etc. De la de Ludovico el tiempo en manos de estas asocia-
los venecianos, pero no hubo modo ocasiones mencionadas,1"^ se reum
Moro y su peculiar significación por ciones.
de arrancarle una confesión indig- también cuando algún mecenas I
na. Desde entonces los papas y los solicitaba, o para honrar la metm
prelados le invitaban y le prote- ria de algún miembro fallecido, l
gían, y cuando fue saqueada su ca- de Platina, por ejemplo. Por I"
sa, en ocasión de los disturbios mañanas, un prelado, igualmc 111
ocurridos bajo Sixto I V , la colecta miembro de la asociación, solía d »
que se hizo para resarcirle de las cir misa; luego subía al púlpilft
pérdidas rebasó el montante de ellas. Pomponio, por ejemplo, y proniiíi
Como maestro era concienzudo; ya ciaba la oración corresnondíen
antes de romper el día se le veía siendo sustituido por otro que
bajar del Esouilino con su linterna, citaba dísticos. El obligado banqiifr
y encontraba ya su aula siemore te, c o n controversia y doclamaci('!il|
llena de gente; como era un poco era el acto final tanto de las lie
tartamudo, hablaba en la cátedra tas funerales como las de solaz, hi
con sumo tiento, pero su discurso académicos, y cabalmente el p
resultaba rítmico y bello. Sus es- pió Platina, alcanzaron pronto faiil
casos escritos aparecían asimismo de gastrónomos.!^* Otras veces
compuestos con sumo cuidado. Na- gunos invitados representaban fi
die manejaba los textos antiguos con sas al estilo de las atelaiiás. Coirl
tanto tino y sobriedad. Y aún ante
los demás restos de la Antigüedad
i»8 Jac. Volaterran-, Biar. R
era tan ferviente y auténtico su Muratori, X X I I I , cois. 16i, 171, y 1 Sadoleto, Epist., 106 del año ^ 2 Esto ya antes de mediados de
respeto, que, a veces, j>ermanecía Anécdota liter., I I , pág. 168 ^ sigs. siglo. Ver Lil. Greg. Gyraldus De poe-
ante eÜos como en éxtasis y se le i!w Paulo Jovio, De romafiis pl í Antón. Galatei, Epist. 10 y 12, tis nostri temp.. IL
bus. cap. 17 y 34. é Spicileg. Rom., volumen V I H .
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 157
CUARTA PARTE •
Lita la prioridad del arribo a esta describe con idéntica maestría pai-
la otra playa, serán siempre el sajes, ciudades, costumbres, indus-
D E S C U B R I M I E N T O D E L M U N d Í uehlio moderno de los descubrido- trias, riquezas y productos, situación
is por excelencia en el último pe- política y constitución, en cuanto le
Y D E L H O M B R E I odo de la declinante Edad Media. es dado observarlo directamente o
FuíKlamentar en detalle esta pro- dispone de datos directos y vivos;
Dsición corresponde a la historia las descripciones tomadas tle otros
jecial de los descubrimientos. Pe- 'libros son, como es natural, de más
la admiración se volverá siem- escaso valor. Y a en la descripción ^
•e hacia la figura venerable del del valle alpino del Tirol, donde Fe-
I. VIAJES DE L O S I T A L I A N O S an genovés que vislumbró, buscó derico I I I le había concedido una
encontró un Continente nuevo prebenda, menciona todos los as-
nomadismo arábigo que hacia [ende el mar y fue el primero en pectos esenciales de la existencia y
Libre de las inumerables trabas que
afluía; una parte inmensa del r; b c i r a mondo é poco, la Tierra revela dotes y tat método de ob-
en otras partes impedían su pro-
do se abría ante aquellos hom' po es tan grande como se c r e e . . . servación y comparación objetivas
greso, llegado a un alto grado de
como si ya l o hubiesen descub¡L.:> Mientras Espafia manda a los ita- como sólo cabía esperar de un com-
desarrollo individual y adiestrado en
Allgunos de ellos, como los Poh^ lianos un Alejandro V I , Italia da patriota de Colón adiestrado en el
al estudio de la Antigüedad, el es-
Venecia. viéronsc arrastrados \.>i ;i los españoles un Colón; pocas se- estudio de los autores antiguos. Por
píritu italiano se lanza ahora al
el oleaje de la vida mongólica, •.lui MKmas antes de la muerte de Ale- millares podían contarse los que
descubrimiento del mundo exterior
los llevó hasta las gradas del iroim dro (7 de julio de 1504), fecha habían visto lo que había visto él
e intenta deseribirlo y reproducirlo
del Gran Khan. Ya con anterion ^.olún en Jamaica su espléndida car- y los que, por lo menos fragmen-
literaria y Tormalmente. En otro lu-
dad vemos italianos en el Atlántici» Ik- a los ingratos Reyes Católicos, tariamente, sabían lo que Ól sabía,
gar consideraremos cómo resolvió
participando de los descubrimientos, [ue la posteridad no podrá nunca pero no sinñeron el impulso de des-
el arte este problema.
como por ejemplo, los genovcscw, ser sin la más profunda emoción. cribirlo ni exponerlo, ni tuvieron
Permitámonos sólo aquí ailgunas
que en el siglo xii descubrieron lait In un codictio a su testamento, fe- conciencia de que el mundo pidie-
observaciones generales sobre los
islas Canarias; ^ en el mismo aíiií 'lado en Valladolid, el 4 de mayo se semejantes descripciones y ex-
viajes de los italianos por las más
1291 en que se perdió TolemaÍLhi. 1.1506, legó "a su querida patria. posiciones.
remotas regiones del globo. Las Cru-
el liltimo resto de! Oriente criM¡;i República de Genova", el libro
zadas habían abierto a todos los En la geografía intentaríamos in-
no, genovescs hicieron también <-' oraciones oue le había regalado
europeos las rutas d e remotos paí- útilmente discernir con.exactitud l o .
primer intento conocido en h papa Alejandro y que tanto con-
ses, despertando por doquier el afán que se debe a la Antigüedad y
de una ruta marina a las lu ilo le había deparado en Ja cár-
del viaje y la aventura. Será siem-. lo que haya de anotarse en el haber
orientales; Colón es sólo el im en la lucha y en los momentos
pre difícil atinar el instante exacto del genio pecLíIiar de los italianos.''
grande de toda una serie de p tribulación. Es como si sobre el
en que este afán se enlaza con el Antes de conocer con precisión a
gantes italianos que surcaron n bre terrible de los Borgias ca-
ansia de saber o se pone totalmen- los gutores antiguos, observan y tra-
lejanos e incógnitos al servicia un postrer resplandor de bon-
te a su servicio; pero el primer tan las cosas del mundo objetiva-
los pueblos de Occidente. A y misericordia.
país donde se dieron estas circuns- mente porque ellos mismos son un
bien, el verdadero descubrido! .1 igual que con la historia de
tancias, y de la manera más com- pueblo scmiantiguo y su propia si-
es el primero que llega casualm. h viajes sólo sucintamente podre-
pleta, fue Italia. Y a en las Cruzadas
a unas tierras, sino el que bu.^' B B considerar el desarrollo de la
mismas habían participado los ita-
encuentra; sólo éste puede e^i Hk>sición geográfica entre los ita- 8 Pío I I I , Comment,, lib. I, pág.
lianos en un sentido distinto que
cer una conexión con las id^ ^B06, su participación en la eos- 14. Su descripción de Basilea nos de-
los demás, pues estaban ya ligados muestra con evidencia incuestionable
los intereses de los que le han H n a f í a . Y a la somera compara-
a las cosas do] Oriente por intere- que su observación no era exacta y
cedido, y el informe que pr4.iuM • B ~ d e su obra con la de otros
ses de carácter naval y mercantil; que a veces completaba arbitrariamen-
responderá a tales principios, r líos demuestra una temprana y
desde siempre el Mediterráneo ha- te cl cuadro. No obstante, el conjunto
eso los italianos, aunque se le: •endenté superioridad. ¿Donde, es de un alto valor.
bía dado a los moradores de su li-
"iados del siglo xv, podemos •* En el siglo xvi conservó aún lar-
toral un carácter muy distinto del
1 Luigi Bossi, Vita di Cristoforo • trar fuera de Italia semejante go tiempo Italia su puesto de patria
de los habitantes de las tierras del lomba, donde encontramos una si: inación de! interés geográfico, por excelencia de la literatura cosmo-
interior, y aventureros, en el sentido sis de los anteriores viajes de los \ 'stico e histórico como en la gráfica, cuando ya los descubridores
nórdico, por disposición natural no líanos, pág. 91 y sigs. de un Eneas Silvio? ¿Dónde mismos pertenecían casi exclusivamen-
podían serlo nunca los italianos. 2 Véase la monografía de Kf te a los pueblos atlánticos. La geo-
[fonna expositiva tan desarro-
Una vez establecidos en todos loS' Una noticia insuficiente ya, en .E' grafía nacional produjo aún, hacia me-
Silvio, Europae status sub Friderico 1 y uniforme? N o sólo en su
puertos del Levante mediterráneo; diados de siglo, una extensa obra mi^y
Imp., cap 44 (en Scriptores, de ¡pepgráfica propiamente- dicha^
fue ya fácil que los más empren-' estimable-• la Descri'zionc di tuda ¡'Ita-
her, ed. de 1624, vol. I I , pág. 87) K D sus epístolas y comentarios. lia, de Leandro Alberti. -
dedores penetrasen en el grandioso
156
158 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I ^ - 159

tuación política ha constituido para ¡ zamos tan bajo, en este aspecto, a fnocimientos especiales, si bien no raleza en general y a la exjjerimen-
ellos, en este sentido, la mejor pre- i Eneas Silvio, por ejemplo— puede lebe olvidarse que ciertos pasajes tación en particular. Aunque es po-
paración; pero no hubieran alean- • cabalmente contribuir a la difusión .el gran poema considerados hoy sible que esto haya sucedido, sería
zado tan rápida madurez si los del interés general por aquellos te- omo indicio de una cultura astro- siempre muy difícil de demostrar.
viejos geógrafos no les hubiesen se- mas, que constituye la ineludible ómíca eran entendidos entonces Lo que en el Norte contribuía a
ñalado el camino. Muv difícil de base de una opinión imperante y bor la mayoría. Prescindiendo de su provocar estas persecuciones, es de-
calcular, asimismo, es la influencia un juicio previo favorable para nue- femdición, apela. Dante a_._una as- cir, la resistencia del sistema de la
de los geógrafos italianos ya exis- vas empresas. Los verdaderos des- tronomía popular que los italianos naturaleza recibido de los escolás-
tentes sobre el espíritu v las tenden- cubridores, en todas las disciplinas, de la época, como navegantes, po- ticos, como sistema oficial, contra
cias de líos viajeros v de los descu- saben muy bien lo que tienen que seían de común con los antiguos. los innovadores como tales, ejerció
bridores. Hasta el aficionado que agradecer a semejantes intermedia- Relojes y calendarios han hecho, en en Italia muy poca influencia, sí
colabora en esta ciencia —si coti- cl mundo moderno, innecesario este es que ejerció alguna. Pietro de
conocimiento dol orto y cl ocaso de Abano (principios del siglo x i v )
las constelaciones perdiéndose con cayó como es notorio, víctima de
;llo el interés que por la astrono- la envidia profesional de otro mé-
U. LAS CIENCIAS NATURALES EN I T A L I A mía se había desarrollado en el dico, que le acusó de herejía y ni-
pueblo. N o faltan hoy manuales ni gromancia ante el Santo Oficio; ^
'iiseñanza escolar sobre la materia, y de su contemporáneo de Padua
Por lo que concierne a la contribu- más pueblos, patrimonio suyo [ cualquier niño sabe que la Tierra
ferente la observación e invesi ; .1 Giovannino Sanguínacci cabe pre-
ción de los italianos a las ciencias mueve alrededor del Solí, cosa sumir algo semejante, pues como
naturales, hemos de remitir al lec- ción de la Naturalezajv que en le Dante no sabía, pero •el inte-
aquel país, por consiguiente, no cu módico era un innovador práctico.
tor a las obras especiales, de I'as l i s por estos temas ha sido susti- La condena fue sólo de extraña-
cuales nos es conocido únicamente vuelvan al]' descubridor la amena/.1 H d o por la más absoluta indife-
y el silencio, sino que, al conti[ii¡i miento. N o debe olvidarse, final-
el contradictorio y superficial estu- fccia, con la excepción de los pro- mente, que la autoridad de los do-
dio de Libri.'» La controversia sobre pueda contar con la acogida de < Hniales.., i
píritus afines. Que así ocurrierLi m minicos como inquisidores no llegó
la prioridad de determinados des- falsa ciencia astrológica, fun- a ejercerse con la misma uniformi-
cubrimientos nos importa tanto me- Italia, parece indudable.* N o sin ci H u en las estrellas, nada demues-
güilo rastrean los naturalistas ihi dad que en d Norte. Tanto los ti-
nos cuanto que, según nuestra opi- • L contra el sentido empírico de ranos como las ciudades iLibres de-
nión, en todo tiempo y en todo pue- líanos en la Divina Comedia Jos ci im itaJIianos de la época; a veces
y reminiscencias de las empíiiíim mostraban a veces en el siglo xiv
blo culto es posible que surja un sentido empírico aparece em- un desprecio tal hacia la clerecía,
hombre que, sobre la base de una investigaciones naturales de Dnnir' bido y dominado jjor la pasión,
Sobre los distintos descubrimicni que no sólo la investigación de la
preparación previa muy escasa, se ior el deseo ardiente de conocer el naturaleza, sino actividades bien dis-
lance ton invencible impulso a una y los hechos que le atribuyen h.il" • 'uro'. Cuando nos ocupemos del
mencionado por primera vez, no In tintas pudieron desarrollarse impu-
labor empírioa y gracias a sus do- fictcr ético y religioso de la na-
mos de pronunciamos nosotros, \" nemente. Pero cuando en el sigJio
tes naturales sea capaz de contribuir 11. nos referiremos también a la
ro al más profano ha de sorpu- xv la Antigüedad pasó, con reno-
a los progresos más sorprendentes; iología.
derle cl caudal de observaciones <\"' vado vigor, a una importancia de
hombres de este tipo fueron Ger- Iglesia se mostraba casi siem- primer término, la brecha que se
bert de Reims y Roger Bacón; que solamente en sus imágenes y m tolerante por lo que a ésta y había abierto en el viejo sistema
tales hombres se asimilaran además táforas revela. Más que ningún 1 Dirás falsas ciencias se refiere, llegó a constituir patrimonio común
todo el saber de la época en sus poeta moderno dos toma de la \'<i 'lasla contra ¡la auténtica inves- en beneficio de toda clase de in-
especialidades, fue mera consecuen- lidad —de la Naturaleza o dr 1 ii;ión de la naturaleza sólo in- vestigación profana, si bien es cier-
cia de su asoiración individual. Ras- vida humana— y nunca los > cnía cuando la acusación —ver- to que el humanismo atrajo las me-
gado el velo de ilusión que todo lo como mero adorno, sino para ícra o no—• se relacionaba con jores capacidades, con perjuicio evi-
cubría, rotas que fueron las cade- citar la representación más adiin' herejía o la nigromancia, como dente para el estudio empírico de
nas de la tradición y de la autori- da posible de lo que quiere si? •ividad, ciertamente, bastante pro- la naturaleza." De tiempo en tiem-
dad y vencido el temor ante la car. Es sobre todo en astronoi.M. na a ellas. L o interesante sería
Naturaleza los problemas se ofre- en lo que demuestra í>oseer rtÉ| .;iiar hasta qué punto y en qué 8 Scardeoníus, De urb. Patav. an-
cieron en masa ante sus ojos. Ahora >. Uís inquisidores dominicos (y tiqu., en Graevií, Thesaur. ant. Ital..
bien, es cosa muy distinta que'todo '!IiLII los franciscanos) fueron V i l , pars. I I I .
•6 Para llegar aquí a un juicii> m
un pueblo haga, antes que los de- tundo habría que verificar el aujiioiw ' ••¡i.-ntes de la falsedad de ^la acu- * Ver las exageradas quejas de Li-
en el cúmulo de observaciones, ¡'l'ífl y no obstante condenaron al bri. ibid, I I , pág. 258 y sigs. Por mu-
de las ciencias especialmente maipm |udo, bien en convivenci a con cho que sea de lamentar aue este pue-
B Libri, Histoire des sciences ma- blo dotad ísimo no dedicara a las
thémaiiques en Italie; cuatro vols. Pa- ticas, lo cual no es nuestro coniclUJ memigos de éste, bien por odio ciencias naturales una parte mayor de
rís. 1838. T Libri, ibid, I I , pág. 174 y s¡|ís la observación de la natu- sus energías, creemos, no obstante, oue
lACOB B U R C K H A R D T
160 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
161
en las cercanías de Tívoli, con se Bmbién para mantener vivo en el lirohar a sus leones contra osos, to-
po despierta la Santa Inquisición y
tos de rosas de diversas clases, con "^blo un cierto terror; servían ade-
condena o hace quemar vivos a unos ros y jabalíes.'**
árboles de toda especie, entre ellos s para presagiar el futuro; su
cuantos médicos, como herejes y A fines del siglo xv varias Cortes
árboles frutales de todas las varie- andidad, por ejemplo, era signo principescas contaban ya con ver-
nigromantes, sin que haya nunca
dades imaginables, sin contar veinte prosperidad general y hasta un
posibilidad de averiguar con segu- daderas colecciones zoológicas (se-
especies de vides y una gran huer- jvanni Villani no desdeña decir-
ridad absoluta cuál ha sido cu el rragli) como un elemento más de
ta. Es evidente que no se trata aquí ; que asistió al parto de una leo- lujo que su categoría exigía. " L a
fondo la verdadera causa de la sen-
del par de docenas de plantas me- l,'^ Parte de los cachorros solía
tencia. A pesar de todo ello, a fi- magnificencia de un gran señor
dicinales, de antiguo y conocido uso. •jalarse a ciudades amigas y a tí- —escribe Matarazzo — se debe
nes del siglo XV, Italia, con Paolo
que no faltan nunca, en Occidente, "os aliados, así como a condottie- ver también en sus caballos, en
ToscaneUi, Luca PaccioU v Leonar-
en el jardín de ningún palacio ni como premio al valor.'*' También sus perros, en sus hakones y demás
do da Vinci, figuraba, sin parangón
de ningún convento. Además de un lifeslaron muy pronto los flo- aves, como en sus bufones, en sus
posible, en matemáticas y en cien-
refinadísimo cultivo de la fruta de Inos afición a los leopardos, músicos y en los animales extraños
cias naturales, a la cabeza de todos
mesa, revelase aquí cl interés por \ los cuales tenían un cuidado que posee". La Colección Zoológica
los pueblos de Europa; los sabios
la planta como tal, por su simplo Bcial.i' Borso de Ferrara hacía de Ñápeles, bajo Ferrante, contenía,
de todos los países lo reconocían
aspecto bello o exótico. La historia entre otros animales, una iirafa y
así y no vacilaban en declararse sus
del arte nos enseña cuánto larda- una cebra, regalo, según parece, del
discípulos, incluso Regiomontanus y pág. 367, nota; suceso de Príncipe de Bagdad.^^ Filippo Ma-
ron los jardines en librarse de estej í-U:!:cr,
Copémico. Esta fama sobrevivió , L n ocasiones solemnes se recu- ría Visconti no sólo poseía caballos
prurito de coleccionista, para su-
aún a la Contrarreforma. a la lucha entre íieras v perros por los cuales había pagado 500 y
bordinarse por completo a las reglm
Indicio significativo de la gene- ^ las propias fieras entre sí, para
. de la belleza. tir al pueblo. Con motivo del re- hasta 1-000 monedas de oro y cos-
ral difusión del interés por las cien- ,
cias de la naturaleza es la afición
Tampoco la posesión de anima- siento de Pío II y de Galeazzo tosos perros ingleses, sino también
a coleccionar, que se manifiesta muy
les extraños puede concebirse "1 Sforza en Florencia en 1459, un gran número de leopardos que
cierta relación con un superioi' ¡ii laron juntos, en un palenque le- había hecho traer de Oriente: el
temprano, y la boga de los estu- do en la plaza do la Señoría, sostenimiento de sus aves de pre-
teres de observación. El fácil trans-
dios comparados de animales y plan- caballos, jabalíes, perros. Icones sa, traídas de las regiones septen-
porte desde los puertos meridiona-
tas. Por de pronto, Italia se jacta jirafa, ñero los leones se acos- trionales, le costaban mensualmente
les y orientales del Mediterrátun v
de haber poseído los primeros jar- y no quisieron atacar a los de- 3.C00 m.onedas de oro.'-^' El rey Ma-
lo favorable del clima de Itailia . H
dines botánicos, aunque aquí acaso cimales. Ver Ricordi di Fíorenze nuel el Grande de Portugal supo
cieron posi ble la adqu i s ici ón —^ Ital. scrip. ex Fiorent. cod.,
haya dominado la finalidad prác- muy bien lo que hacía cuando re-
la aceptación, como regalo de 741. Distinta versión en Vita galó a León X un elefante y un
tica, pues la prioridad de ésta, llegó
sultanes— de los más ímponentl p-Muratori, 111, II, col. 976. Otra
a ser discutida. Mucho más impor-
animales del Sur.*^ Las ciud¡i "fue regalada más tarde por el rinoceronte.^ Entre tanto se habían
tante es el hecho que príncipes y mameluco Kaytbey a Lorenzo
principakmente, y los príncipes. J
potentados demostrasen interés en agnífico. Ver Paulo Tovio, Vila
mostraban gran afición a los let^ii' mencionan otros ejemplos, posteriores,
coleccionar en sus jardines la má- s X. lib. I. Gozaba de especial
aunque este animal no figuiasc in de caza con leonardos.
xima cantidad de plantas y el ma- ¡dad un magnífico león de la
su blasón, como en Florencia.''' I u» ciún zoológica de Lorenzo; fue ' 1^ Strozzii poetae. náir. 146. Ver
yor número posible de especies y
fosos de los leones se encontral-.m "lazado por los otros Icones y pág. 118 y sobre el coto la "áo-ina 193.
variedades de ellas. Así, en el siglo 11' Cron. di Peraeia. 1, c. X V I , I I .
en los palacios oficiales o j u i n ' en ello cl siniestro presagio de
XV, se nos describe el espléndido n á e . 199: Concentos semejantes ya en
ellos, como en Perusa y en F K - irte de Lorenzo mismo.
jardín de la Villa Careggi de los Jiovanni Villani, X, 185. y X I , Petrarca. De remed. utriusque fortu-
cia; tos de Roma estaban en I i
Mcdid,^® como un verdadero jardín «teo Villani, 111, 90, V. Se con- nae. I, 61, aunque menos claramente
dera del Capitolio. A veces se expresados.
botánico con sus innumerables cla- |}a de mal agüero que los leones
picaba a estos animales para c¡ t;^ • •-'•> Joviano Pontano. De magnificen-
ses de árboles y arbustos. Con igual "l entre sí o se matasen: Varchi,
plimiento de castigos políticos " j l íia. En el jardín zoolódco del carde-
carácter se nos describe, a princi- orent., I I I , pág. 143.
pios del siglo XVI, una villa del car- on. di Perugia. en Arch. Síor., nal de Aquileia en Albano, había en
1463. además de pavos reales y ga-
denal Tribulzio en la Campagna," Poemata aliquót insignia itluslr. / ' r ^ pág. 77, corresnondiente al
llinas índicas, cabras siriacas de gran-
recent. En Perusa se escaño una vez
ja de Icones. Ibid, X V I , I, des orejas. Pío I I , Comment., libro X I ,
tenía otras misiones más importantes 1^ Sobre el iardín zoológico de pág. 562 y sigs.
que cumplir y aue, parcialmente por Icrnio bajo Enrique V I , Otto de 'corresnondiente al año 1434.
Caríeggio, I, nág. 422, co- 21 Decembrio, en Muratori, X X ,
lo menos, cumplió. Blasio, ad. a. 1194. col. 1.012.
Alexandri Bracü, Descriptio hor- 1 3 En funciones "de tal, pinla<! > ite al año 1291. Los Vis-
esculpido, se le llama marzocu' ' aron a utilizar leopardos ^ Más detalles, muy divertidos, en
ti Laurenti Med., impreso como su- Paulo ¡ovio. Elogia, con motivo de
plemento nt 58 en la vida de Lorenzo, Pisa tenían áeuilas; ver exégesis a 11 } en la caza de liebres, que
con 'perritos. Véase Kobell, Tristanus Acunius. Sobre los puercos
de Roscoe. También en los suplemen- te. Infierno, X X X I I I , 22. espines v avestruces del palacio Stroz-
tos a Fabroni, Laurentius. !•* Ver el extracto de Aeeid. \ iu ^ p á g . 247. donde también se
zi, en Florencia, véase Rahelais, Pan-
11 Mondanarii Villa, impreso en en PapencordI, Gesc/i. Stadí Rom íagruel, IV, cap. I I .
rACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 163
162
propia raza. Había allí incomi testas noticias dispersas sobre el consciente d autor de las lagunas
echado los cimientos tanto de una Wtrés de los italianos por las cien- que se observan en semejante apor-
bles jinetes de noble casta m i i
zoología como de una botánica cien- S naturales y por la riqueza y tación de datos. Apenas le son co-
tífica. Un aspecto práctico de la nortcafricana. arqueros tártarois, pu
giles negros, buzos indios, tu ídad que en sus productos nos nocidos los títulos de las obras
zoología se cultivó en las yeguadas, ida la naturaleza. ser\'irán para especiales que las llenarían sobra-
de las cuales las de Mantua, bajo destinados especialmente a acó:
ñar al cardenal en sus partida lostrar hasta qué punto siéntese damentc.
Francesco Gonzaga, eran conside-
radas como las primeras de Euro- c a z a . . . Sorprendido cl cardenal
pa.'-^ La estimación y el conocimien- una muerte prematura (1555),
to comparado de las diferentes ra- abigarrada tropa llevó en honi
zas de caballos existen desde que cl cadáver desde Itri hasta Ki n i 111. DESCUBRIMIENTO DE L A BELLEZA D E L PAISAJE
hay jinetes y la obtención artificial poniendo en el duelo de la ciii<l.i'i
de razas sc practicaba, por lo me- por el pród^igo señor la nota e\[i > irte de la ciencia y la investiga-
nos, desde los tiempos de las Cru- ña de sus gemidos políglotas aLum de la naturaleza en el hombre. Por
' hay todavía otra manera de
zadas; en Italia los premios de ho- panados de violentas gesticuhiLm otra parte los pueblos germánicos
larse por la Naturaleza, y ello que sentaron sus reales en antiguas
nor en las carreras de caballos en nes.-^ ^ ^n sentido especial. Los ilalia-
las ciudades in^portantes fueron sin ij son los primeros entre los mo- regiones del Imperio Romano llega-
ninguna duda el más poderoso es- 2 5 N o serán aquí inoportunas ÜIKU^' DS que han percibido cl paisaje ban dotados, en el más alto senti-
tímulo para la obtención de los ca- ñas noticias sobre la esclavitud en lia- t> un objeto más o menos bello do, por sus tradiciones propias, pa-
ballos más veloces. En las yeguadas lia durante el Renacimiento. Brc\c i jen encontrado un goce en su ra la captación del espíritu del
de Mantua se criaban los infalibles importante Dasaje en loviano Püni.imi • b m p l ación .-^ paisaje en la naturaleza, y aunque
ganadores de estos premios v tam- De obediencia, lib. I I I : En la \ \ \ » el cristianismo, al principio, les for-
bién los más nobles corceles de tor- Italia no había esclavos; oor le ilr ^ S t a capacidad es siempre rcsul-
zara a ver falteos demonios en las
neo y batalla, y en general caballos más se compraban cristianos .i Im de un proceso cultural largo
fuentes y los montes, en los bos-
que se consideraban como to más turcos, y también búlgaros y c¡r\,isiii- iplicado, y seguir su génesis y
nos. y se les hacía servir íiastii LII4: ques y en los lagos que veneraban,
principesco que cabe imaginar en- rollo es tarea difícil, pues pue-
rescataban con ta prestación el p i v i M este período transitorio fue pronto
tre todos los regalos que podían ha- istir un sentimiento velado de
de compra. Los negros, en camb superado indudablemente. En plena
cerse a un gran señor, Gonzaga índole antes de que se revele
eran manumitidos; pero en el reí Edad Media, por el año 1200, en-
tenía sementales y yeguas proceden- Nápoles, por lo menos, no se lc!> m poesía y en la pintura, Ile-
contramos nuevamente en el mun-
tes de España y de Irlanda, así co- día castrar. Con la palabra moio así a ser consciente de sí
do exterior un goce completamente
mo de África, Tracia y Cillcia; con dcsisnaba a todo ser humano de fl 10. Entre los antiguos, por
ingenuo, con vitalidad manifiesta
este fin procuraba mantener siem- oscura; al negro se le llamaba " m j ?lo, arte y poesía puede decir-
pre relaciones amistosas con los sul- en los trovadores de diversas na-
negro". Cosmos, nota 110; acta soH ^ H i i e , en cierto modo, habían ago-
tanes. En sus criaderos sc hicieron ta venta de una esclava circasifl ciones.^ Revélase en ellos un inte-
íntegramente 'la vida humana
todas las pruebas y se ensayaron (1427); nota 141; lista de las esclaji rés por los fenómenos más simples,
| B de dedicarse a representar el
todas las variedades para alcanzar de Cosimo. Nantiporto en Múralo como la primavera y sus flores, el
hje y é-^te nunca pasó de ser en
los ejemplares más perfectos. III, 11. col. 1.106; Inocencio VIII verde matorral y el bosque sombrío.
cibe cien "morí" como regalo de | I un género limitado, a pesar de
Pero siempre en primer término, sin
nando el Católico y trasnasa el ic| desde Homero, en gran núme-
fondo ni lejanía, ni siquiera las can-
Pero tampoco faltaron colecciones a diversos cardenales y otros Rran 5 versos y palabras inmortales
ciones de los cruzados descubren en
humanas: el famoso cardenal Ippó- señores (1488). Masuccio, Novella, ¡vela ya la profunda impresión
lito Medici,-^ bastardo de Giuliano. venalidad de los esclavos; 24 v su autor el hombre que había re-
Duque de Nemours, tenía en su fan-* esclavos negros oue ai mismo licil músico. Paulo íovio. De pisci- . corrido tanto mundo.j Asimismo Ja
tástica corte una colección de bár- trabajan como "facchini" (¿en bl ;ap. 3: un negro (¿libre?) como • poesía épica, tan prolija en la des-
baros que hablaban más de veinte ficio de sus amos?); 48: catalanes i •o de natación y buzo en Ge- i cripción de los arroos y de las ar-
lenguas distintas y cada uno de los apresan moros tunecinos y los ven Alex Benedictus, De Carolo VHl, \ mas, no pasa del bosquejo en la
cuales se distinguía por algún mo- en Pisa. Gaye, Caiiteggio, I, 36ü: Iccard, Scriptores, I I , columna ' descripción de los lugares; cl gran
numisión v regalo de un esclavo • un negro (etíope) como alto Wolfram von Eschenbach compone
tivo dentro de su propio tipo y su gro en un testamento florentino (14 veneciano, lo que fundamenta apenas una visión suficiente de la
Paulo ¡ovio. Elogia, sub. Frani.'. ' isición de que Ótelo fuera nc-
za. Porzic, Congiura. 111^194, y escena en que se mueven sus per-
2 3 Jovio, Elogia, sobre Franc. Gon- indello. Parte I I I , Novella, 21;
zaga. Acerca de] luio milanés en razas mines, Charles VIH. cap. 17: n "istigar a un negro se le vende sonajes. Por sus trovas nadie cree-
de caballos. Bandello. parte I I , Nove- empleados como verdugos v cum " Baleares para transportar sal ría que este linajudo vate hubiese
lla, 3 y 8. También en los poemas caides por la Casa de Aragón ni morado en mi! enhiestos alcázares
narrativos intervienen como interlocu- poles; Paulo fovio, Elogia, sjb ipenas será necesario que refi- de todas las regiones, desde donde
tores los expertos hínicos. Ver Pulci, leatio; negros como accmiqflñiiiil U lector a la célebre exposición
Margante. C, X V , estr. 1D5 v sigs, los príncipes en sus salidas. Enu en cl segundo tomo del Cos-
Paulo Tovio, Elogia, hablando de vio. Opera, pág. 456; cscl^u ' Alexander von Humboldt. ^ Ver las comunicaciones de Wil-
helm Grimm en Humboldt, ibíd.
Hipnol. Mcdices.
Ib4 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA U5

podía divisar vastas lejanías, o, que describimos, nos deja adivi» ca en Valclusa y en otros lugares, romanos, lectura que íe decide al
cuando menos, que los conociera cómo el F>aisaje le conmueve. | H ,1 fuga periódica de lo secular y fin. Piensa que lo que no ha sido:
y hubiese visitado. También en la no podemos desconocer, sin cnih •undanal.^^ N o sería justo acusar- deshonra para un rey venerable,'*
poesía latina de los clérigos ambu- go, en sus noveleas pastoriles,'" de insensibilidad ante el paisa- puede disculparse en un joven como
lantes (página 96) falta el vuelo presencia de su fantasía, por , fundándonos para ello en su fa- él. Escalar un monte, sin un de-
distante de la mirada, pero lo in- menos, de una vigorosa escenog ltad descriptiva, aún débil y poco signio práctico determinado, era al-
mediato se describe a veces con co- fía de la naturaleza. También 1 sarrollada. Su descripción del ma- go inaudito para las gentes que le
lores tan cálidos y brillantes, como trarca, uno de los primeros luí villoso golfo de Spezia y Porto rodeaban: no podía, pues, esperar
quizá no los encontramos en los tro- bres completamente modemos. al ere, por ejemplo —que pone que le acompañasen amigos o co-
vadores cabaliíereseos. ¿Existe, por tigua después de manera total v final del canto V i de su África, nocidos. Petrarca llevó consigo a su
ventura, una evocación poética del entera decisión la importancia d uc no había sido cantado has- hermano más joven y, desde el út-
soto de Amor comparable al de paisaje para el alma scnsibL' entonces ni por los antiguos ni timo descanso, se hizo acompañar
aquel ignorado poeta —a nuestro luminoso espíritu que antes que r los contemporáneos — es, además por dos campesinos. Y a en
juicio italiano— del siglo xii? die buscó en todas las literauír rtamente, ima mera enumeración, pleno monte, un pastor les aconse-
con propósito compilador, los r o el propio Petrarca conoce ya jó que se volviesen; hacía cincuenta
ínmortalis fieret mienzos v avances del sentido pl belleza do tas formaciones de años —decía— que él había in-
Ibi manens homo; tico respecto a la naturaleza, y i » k rocas y sabe distinguir la sig-
Arbor ibi quaelibet tentado lo mismo y tuvo que arre-
en su propia obra Ansichten il nicación plástica de un paisaje y
Suo gaudet pomo; pentii se de ello, pues sólo consi-
Natur llega a la más alta m;ieslt utilidad.'^'^ Encontrándose en los
Viae myrrha, cinnamo guió volver a casa con el cuerpo
en la descripción —estamos |i fcsques de Reggio le impresiona de
Flagran t, et amomo... molido y la ropa desgarrada. N o
blando de Alexander von I lili l l modo la visión repentina de un
Conicctari poterat obstante, ellos continuaron la as-
Domius ex domo,.. boldt— no fue del todo justo psaje grandioso, que reanuda la censión con indecibles fatigas has-
Petrarca. Así se explica que di posición de un poema que ha- ta que vieron flotar las nubes a stis
Para los i^taUanos, en todo caso, pues de la opulenta coscch,) (i largo tiempo había interrumpi- pies, hasta alcanzar la cumbre. In-
hacía ya tiempo que la naturaleza gran segador nos quede aquí -il ^ La emoüión más profunda y útil sería aguardar una descripción
había quedado depurada y libre de- que espigar. da que experimenta es, sin em- del panorama que desde allí con-
toda influencia diabólica. San Fran- Petrarca no sólo era un gran templan, y no porque el poeta sea
0, su ascensión ai Monte Ven-
cisco de Asís, en su himno el Sol, grafo y cartógrafo —parece insensible, sino justamente por to-
, no lejos de Aviñón.-'" Su vago
alaba al Señor, ingenuamente, nor él bosquejó el primer mapa de do lo contrario: porque queda
de una gran visión panorá-'
haber creado los celestes luminares lia ^1— y no sólo se limitó a anonadado ante í o grandioso de
a se agudiza en él en extremo
y >los cuatro elementos. petir lo que habían dicho los aquella visión. Por su alma atónita
la lectura casual del paisaje de
Pero las primeras pruebas sói- tiguos: la visión de la natuf pasan, en raudas imáeencs, los re-
io sobre la ascensión al Haemus
das de la honda influencia que los za era en Petrarca algo de jfl cuerdos de su vida pasada, con to-
rey Filipo, cl enemigo de los
grandes paisajes pueden ejercer en punto inmediato, directo. El • das sus torpezas; recuerda que hace
el ánimo, nos las da Dante con la de la naturaleza fue para él l a í diez años salió joven de Bolonia y
máxima evidencia. N o sólo describe, anhelada compañía de toda M Epist. famil, V I I , 4, pág. 675. vuelve la mirada, nostálgica, en di-
en escasas líneas, y de manera vi- intelectual; en la armonía de I crea utinam scirc posses, quanta
voluptate solivagus ac líber, intcr, rección a Italia; abre un übrito que
va, las auras matutinas sobre la luz bas cosas se basa su vida ectm entonces llevaba siempre consigo:
trémula y lejana del mar en suave tes et nemora, inter íontes et flu-
1, intcr libros et raaximorum ho- las Confesiones de San Agustín. Y
movimiento, la tempestad en ei bos- so Además de la descripcii sus ojos tropiezan con el siguiente
in^cnia respiro, quamquc me
que, etc., sino que escala altos mon- yas en la Fiammetta y ía c¡i. 1, quae ante sunt, cum Apostólo pasaje de la parte décima: " Y van
tes con el solo designio posible de de Ameto, etc., hay un pa>. iens et praeterita obtivisci nitor allá los hombres y admiran las al-
gozar de un vasto panorama."-^ Aca- Genealogía Deor., X V I , 11, JL ssentia non videre." Comp. V I , tas montañas y las vastas ondas
so, desde la Antigüedad, sea el pri- importancia, donde enumera t i i i i 665.
mero en hacerlo. Boccaccio, más serie de detalles del paisaje ni marinas y el curso rusiente de los
'Jacuit sine carmine sacro." ¡ti- ríos y el océano y el camino de los
prados, arroyos, rebaños, cal Syriacum, Opera, pág. 558.
cétera— y añade que estas , astros, y en esta contemplación se
28 Carmina Burana. pág. 162, De [En la Riviera di Levante (íti- olvidan de sí mismos". Su hermano,
mum mulcent y que su el^tl^ Syr., pág. 557) distingue "coUes
Phyllide et Flora, estr. 66. mentem in se colligere.
29 No se explicaría de otra mane- ate gratissima et mira fertilitatí^ a quien lee en voz alta estas pala-
ra su escalada del Bismantova, en la •"íi Libri, Hist. des sciences :uos". Sobre cl litoral de Gaeta bras, no puede comprender por qué,
comarca de Reggio, Purgatorio. I V , 26. II, página 249. i ,De remediis utriusque fort., I, después de leerlas, cierra el libro
Ya la previsión con que procura elu- 3ü Aunque le guste remitirse i j y permanece en silencio.
cidar todas las partes de su más allá por ej.: De vita solitaria espeol orig. et vita, pág. 3; "súbito
evidencia un gran sentido del espacio te pág. 241, donde cita la d e ^ :ie percusus". Unos lustros después, por el año
y de lu forma. de una vid, por San Agustín.! Jist. famiíi., V I , I, pág. 624. J360, describe Fazio degli Uberti en
(ACOB BURCKH.\RDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A
167
mana de Eneas Silvio, tendríanuis
S U Geografía rimada (página 134) Su mirada nos parece tan adies-
que confesar, no obstante, que e n de Diana". El "consistorium" v la
el vasto panorama que se descubre ada en los más múltiples aspectos
desde los raonles de Auvemia, cier-
pocos como en él se refleja la im;i- í la contemplación, como pueda "segnatura" se efectuaban en oca-
tamente sólo con el interés pronio
gen de la época y de su euUuní liarlo la de un hombre moderno siones bajo gigantescos castaños o
del geógrafo y el anticuario, mas
espiritual de una manera tan com lalquiera. Goza con todos sus sen- viejos olivos, en verdes prados, jun-
con la autenticidad de la visión real
pleta y tan viva, que pocos s e ados del panorama espléndido que to al murmullo de las aguas, y en
y directa. Pero debió de escalar
aproximan tanto al tipo normal del Bft le ofrece desde la más alta cum- estos lugares recibía también a ve-
cumbres más altas, pues conoce los
Renacimiento en su primer período. b r e del monte Albano, o del Cavo, ces a los embajadores. La visión
Por lo demás —dicho sea de pa- de una garganta cubierta de bos-

S
fenómenos que sólo se producen 'hsóe donde alcanza a divisar la
más arriba de los diez mil pies
so—, no le juzgaremos de modo nea de la costa de Terracina, y ques, con el puente que se curva
totaknente equitativo desde el pun- cabo de Circe hasta el Monte Ar- audazmente de uno a otro ribazo,
sobre al nivel del mar, como las
hemorragias, la presión en los ojos
to de vista ético sí tomamos c u r i i o gcntaro. el vasto país con todas sus gana para él en el acto su más
y las sienes y las palpitaciones, con-
punto de partida las quejas de lii ciudades ricas en venerables mi- elevada significación. Pero los mis-
tra las cuales su mítico acompañan-
iglesia alemana, a la cual, con su nas, de otras edades, las cadenas mos objetos aislados, los detalles
te Solinus buscaba traer alivio me-
versatilidad;*** engañó en lo tocanli- tnonmñosas de la Italia Central, con perdidos en el conjunto, causan su
diante una esponja impregnada en
a la reunión del concilio que laniu sus bosques que cubren los valles admiración, porque ve en ellos la
esencias. En cuanto a escaladas del
deseaba. De momento. Eneas Silvio circundantes y los lejanos lagos de belleza y la perfección; los azula-
nos interesa no sólo por ser ol pri- liis montañas que parecen tocarse. dos y ondulantes campos de lino, la
Pampso y del Olimno.-'^ de que
mero que gozó de la magnificencia |Admira la belleza de la situación retama amarilla que viste los ote-
habla, acaso se trate de ficciones.
del paisaje italiano, sino también Wk Tüdi. elevada sobre sus viñedos ros, la majeza misma de los montes,
Ahora, con el siglo xv. sobrevie- Htous ribazos plantados de olivos, sea de la especie que fuere, un ár-
como el primero que lo describió
ne la revelación del paisaje, como ^ • s a n d o 'los bosques lejanos v el bol notable por su belleza, una
con todo detalle, con entusiasnuí
imagen directa, en los maestros de Wne del Tíber, donde se yerguen fuente, son objetos que admira co-
verdadero. Conocía sobre todo, i-l
lo escuela flamenca Jan y Hubert numerosos castillos y poblados jun- mo maravillas de la naturaleza.
Estado Pontificio y la Toscana Mo
van Eyck. Ei paisaje en ellos no 1 » a las sinuosas márgenes del río. Pero es en el Monte Amiata, en
ridional (su patria), y cuando fiu-
es una consecuencia de su genial s lomas placenteras de Siena, con el verane de 1462, cuando la pes-
elegido papa, dedicó sus ocios, c t i
aspiración a reproducir la realidad, is villas y conventos en las altu- te y un calor de volcán hacían in-
la estación propicia, a hacer e x
sino que tiene ya una sustancia poé- s son su patria precisamente, y habitable la tierra baja, donde lle-
cursiones y pasar temporadas en ni
tica autónoma, un alma, si bien natural que se complazca en su ga el goce supremo en Ja contem-
campo. Gotoso hacía mucho ticiii
tímida aún. La impresión que el scripción. plación del paisaje. A media ladera,
po, dispuso de medios para hacer*
heoho produjo en todo el arte de en el viejo monasterio longobardo
llevar en silla de manos por n i u n Pero también se recrea en el m t >
Occidente fue la trascendencia in- de San Salvatore, sentó sus reales
tes y valles, y si comparamos cdii o pintoresco, en sentido estricto,
contestable, y tampoco la pintura con ta Curia: aUí, entre castaños,
esta afición suya las diversiones ík •uio en la descripción de la len-
italiana del paisaje se mantuvo in- sobre la áspera vertiente, se exta-
los papas que le sucedieron, Pk\. de tierra del Capo di Monte,
sensible a su influencia. Pero al siaban sus ojos. Toda la Toscana
cuya alegría mayor era la naunii le avanza en el lago: "Peldaños
margen de ella, al peculiar Interés Meridional podía abarcarse con la
leza, la Antigüedad y j t a s constnu rocas, umbrosos de pámpanos,
de la cultivada visión italiana del mirada y en la lejanía se divisaban
ciones poco ostentosas, pero nobíi'» •ciendcn a pico hasta la orilla,
paisaje sigue su propio camino. las torres de Siena. Dejó a sus
y graciosas, ha de parecemos einl .'iide entre peñascos elevan su fron-
L o mismo que en la descripción un santo. En el hermoso y vivo I» acompañantes la tarea de escalar la
científica de la naturaleza, viene a tín de sus Comentarios, verde los robles, armllados por
escritos í cima: con ellos fue el "orator" ve-
ser aquí también el testimonio de tan graciosa desenvoltura, n o s Im •anto de los mirlos". En el ca-
neciano. En la cima hallaron dos
Eneas Silvio, uno de los más im- dejado ol testimonio de lo que .uti " en torno del lago de Nemi,
enormes bloques superpuestos, altar,
portantes de la época. Por más que tituyera su felicidad.'" los castaños y otros árboles
acaso, donde hiciera sus sacrificios
censurásemos la personalidad hu- les, siente que si en algún si-
un pueblo primitivo, y en la lon-
" de estremecerse el ánimo del
^ Habría que oír también a • tananza marina creyeron columbrar
38 / Dittamondo, U I , cap. 9. ha de ser allí, en la "gruta
tina, ciertamente. Vitae Pontif., M los contomos de Córcega y Cerde-
«i> / Dittamondo, I I I , cap. 21; IV, 310: "Homo fuit (Pius I I ) v e r u w
cap. 4. Papencordt. Gesch, dar Stadt en el monte de San Martino; ña.-*2 En el magnífico frescor esti-
teger. apertus; nil habuit ficti " ™ 138: El lago de Bolscna. Lib. IV, val, entre viejos robles y castaños,
Rom., pág. 426, dice que el empera- mulati" (enemigo del disinítilo
dor Carlos Í V tenía un gran sentido 196: La magnífica descripción de sobre la jugosa braña sin una sola
la superstición, vaHente, corisecucfÍ| • Amiata, Lib. X , pág, 483: La zarza que arañase cl píe, sin la
de la belleza del paisaje y cita, a pro- ^ 1 Los pasajes más impoüanlcs I
pósito, a Pelzel, KarI IV, pág. 456 (las ; los siguientes: Pío i l , P, M C in de Montcoliveto; pág. 497; moJestia o el peligro de insectos y
otras dos citas no dicen nada de es- ta de Todi. Lib. X I . pág. 654; reptiles, el papa se sentía plcna-
mentara, lib. I V , pág. 183: L , : Porto, pág. 562. Descripción de
to). Es muy posible que el emperador vera en la patria. Lib. V , pa; •
lo hubiese adquirido como una con- tes de Albano. Lib. X I I , pág.
Los alrededores de Viterbo: 1-1 "iscati y Grottaferrata. 42 Sicilia, dice el texto, pero es u n
secuencia de! trato con los humanistas. error evidente.
JACOB B U R C K H A R D T LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA
168 169
en un siglo de acción como aqut ¡ nos pinta (por el año 1480) en
mente feliz. Para la "segnatura", la elegía latina el rincón donde Podría objetarse que nuestros
En Bojardo y en Ariosto, la esce-
que tenía efecto en detenninados
nografía de la naturaleza está de- lora su amada: una vieja casita maestros alemanes de principios del
días de la semana, buscaba nue-
lineada con mucha brevedad, aun- abierta de hiedra, con descoloridos siglo XVI trasuntan a veces con ple-
vas umbrías ^'^ novos in convallibus
que con gran decisión, sin que con- escos de santos, oculta entre ár- na maestría esta atmósfera realista
jantes et novas inveniens umbras,
tribuyan a la impresión la lejanía síes, y junto a ella una capilla mal- de la vida humana: por ejemplo,
quam dubiam facerent electionen, Y tratada por las destructoras aveni- Alberto Durcro en su grabado del
ni la gran perspectiva,^^ pues sólo
ocurría, a las veces, que los perros das del vecino Po; cerca de allí, Hijo pródigo. Pero es algo comnle-
los personajes y los acontecimiento',
levantaban un gran venado junto ara el capellán sus siete míseras yu- tamente distinto que un pintor edu-
deben impresionar. Más fecunJ;i Kadas con una prestada yunta. L o cado en el realismo introduzca es-
a la misma sombra elegida, y l o
fuente documental serán para no- "Mc se observa aquí no es reminis- tas escenas, o que un poeta acos-
veían defenderse con astas y pe-
otros, por lo que se refiere al crr 'ncia de los elegiacos romanos, tumbrado a lo ideal v mitológico
zuñas y huir por la montaña. Algu-
ciente sentimiento de la Naturalivii, sino propia sensibilidad moderna; descienda a la realidad por íntimo
nos curiales, que, en sus jwrtidas
cinegéticas, se aventuraron hasta la
los autores de diálogos filosóficos "' <\ paralelo correspondiente, es de- impulso. Por lo demás, en este ca-
tierra baja, encontraron un calor in-
y los epistológrafos. Es curiosa In 1 ir, una descripción bucólica autén- so, así como en las descripciones
soportable y el campo agostado y
conciencia con que un Bandello. pm lua artificial, se encontrará al final de la vida rústica, la prioridad tem-
ejemplo, fija las reglas de su gene • aquel fragmento. ,_,„„j poral está del lado de los poetas
marohilo, mientras el monasterio, i tállanos, _ -
ro literario cuando dice que en In
en aquel paraje de frescura y ver-
novela misma no debe haber ni miti
dor, era como una morada de bien-
palabra más de lo indispensable M '
aventurados. En los atardeceres so-
bre la Naturaleza,-*'^ pero que 'n
lía el papa sentarse hacia cJ lado
las dedicatorias, que en cada ^ . Í I M . IV. D E S C U B R I M I E N T O D E L HOMBRE
donde, a sus pies, se abría el valle
la preceden, pueden a p r o v e c h a i M
de Pagua, para sostener cordiales
diversas ocasiones para una circun*.
coloquios con sus cardenales. M descubrimiento del mundo, la
ranciada descripción de ella coiii-i dio. Pero la capacidad y la aptitud
Un sentido esencialmente moder- ' lira del Renacimiento añade to-
escenario para conversación y n' del conocimiento eran algo propio
no, y no mera influencia de la An- 1.1 una hazaña mayor, al descu-
ciabilidad. Entre los epistolog NI Im de la época y de la nación.
tigüedad, sc manifiesta en todo este hemos de mencionar desgraciatl* e integrar plenamente por vez
, Muiera la sustancia humana y lo- Los fenómenos probatorios a que
goce. Aunque sea cierto que los an- mente a Aretino'"^ como el priTmni,
Mu- sacarla a la luz."^ hemos de referimos serán escasos.
tiguos sentían estas cosas de modo acaso, que ha sabido capta;
^ • p r de pronto, en esta edad del En este lugar de la presente expo-
semejante, nunca hubieran bastado la palabra escrita el prodigio
^Bio, y como hemos podido ver, sición es donde el autor tiene el
los escasos testimonios antiguos que atardecer, describiendo prolii,
^ P ^ r r o l l a cl individualismo con presentimiento de que penetra en
Pío podía conocer sobre cl tema te sus entonaciones y sus C Í C L
^ E r máximo; de esto sc siguen un la peligrosa zona de la conjetura,
para suscitar en él tan grande en- luz en las nubes.
^ • p i t í s i m o y múltiple conocimien- donde teme que las delicadas, aun-
tusiasmo." Sin embargo, también en IOÍ^ •
lo individual en todos sus que perceptibles, gradaciones de
El (^segundo florecimiento de la tas se observa a veces un L I matiz que ante sus ojos aparecen,
poesía italiana, que se produjo se- entretejer de su vida sentimenlal • •. ^^Ms y gradaciones. El desarro-
la Dcrsonalidad está esencial- sean difícilmente reconocidas por
guidamente a fines del siglo xv y un ambiente de amable natural||| los demás como hechos positivos.
principios del xvi —^y con ella la pintorescamente descrito. Tito S g l vinculado al reconocimiento
en el propio sujeto y en los Esta transparencia gradual con que
propia poesía latina contemporá- se manifiesta el alma de un pueblo
nea—, nos brinda pruebas abun- •"s El cuadro más completo tli ^^SL Entre ambos grandes fenó-
hemos debido insertar la in- es un fenómeno que puede inter-
dantes de (la poderosa influencia estilo en Ariosto —su Canto s^•^ pretarse de diversas maneras, se-
que, como ya nos lo evidencia al consta de simples primeros láim H n ; l a de la literatura antigua, ya
Agnolo Pandolfini, Tratluin é H IB índole de conocimiento y el gún quien lo contemple. El tiemno
primer golpe de vista, ejercía en la es el llamado a depurar y juzgar.
governo delle famiglia, pág. 9t), • B de descripción, tanto de lo in-
lírica de entonces el paisaje. Desde
temporáneo de Eneas Silvio, sc H Hkial como de lo general huma- Afortunadamente, el conocimiento
luego, ni en la lírica, ni en la epo- place €n "las colinas boscosaij.
^Buircce teñido y condicionado de la esencia espiritual del hombre
peya, ni en la novedad encontramos encanto de la planicie y en cl jM
piera primordial por este me- no se inició sobre la base de una
la descripción propiamente dicha en mullo de las aguas; pero a t j ' n l ' sicología teórica —pues para esto
grandes visiones de paisaje, princi- oculte bajo su nombre el gran A'*
que, como hemos visto, evidencii ya bastaba con Aristóteles—, sino
palmente jxirque era otra su misión >zü Poetae, en Erótica, lib. V I , que tuyo por instrumento la aptitud
distinta sensibilidad ante el pail " y siguientes.
^'^ N o piensa lo mismo sobro para la observación y las dotes pa-
•"-I Se llama a sí mismo, aludiendo cenarlo arquitectónico, y aquí certeras expresiones han si- ra la descrioción. El indefectible
a su nombre, "silvarum amalor et va- coración puede aún aprender i del tomo V I I de la His-
lastre teórico se reduce a la doctri-
ria videnti cupidus". Lettere pitioriche. 111. 36< France, de Michelet, (Intro-
na de los cuatro tcmneramentos en
Sobre Leone Battista Albertí y ziano, mayo de '544. su combinación —entonces en bo-
el paisaje véase página 108 y sig.
lACOB líURCKHARDT
170 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 171

ga— con el dogma de la influencia ca d e Occidente d e l o s d o s siglo ara u obscura. En aquella época me para la poesía italiana. La cla-
de los planetas. Estos elementos anteriores, podremos recoger unii que por modo tal se atenía al ar- ridad y la belleza de su estmctura,
inertes se muestran como irreducti- suma de maravillosas adivinaciones tificio en la poesía, suponen estos la necesidad de alcanzar mayor vi-
bles desde tiempo inmemorial, al y pinturas aisladas de los movimien- versos de Bmnetto la iniciación de bración y acento en ía secunda mi-
juzgar al hombre como individuo, tos del alma, que a primera vi.'-i;t |jna orientación nueva.'^ tad, graciosa y enérgicamente ar-
sin perjudicar por otra parte al gran disputarán el premio a los italianos, Al mismo tiempo, y ya desde la ticulada, y la facilidad con que se
progreso general. Ciertamente pro- Prescindiendo de toda la (lírica, con imcra mitad del siglo xiii, uno aprende de memoria, son cualidades
duce un d"ecto extraño observar có- sólo tomar a Gottfried von Strass- Wjt los múltiples tipos de estrofa que forzosamente habían de resul-
mo se manqaban estas cosas en una burg, encontramos en Tristón e Jsol • K d i d a rigurosamente que produjo tar gratas y útiles a los grandes
época que ya había sido capaz de da u n cuadro de pasión de rasgos p o r entonces el Occidente, el sonc- maestros. N o se concibe, en efecto,
captar íntegra y totalmente al hom- impeiecederos. Pero estas perlas fto, llegó a constituir la forma im- juzgando seriamente, que lo hubie-
bre, lamo en su más interna esen- flotan dispersas en un mar de con- perante y corriente en Italia. Du- sen conservado éstos hasta nuestro
cia como en sus exterioridades ca- venciones y artificios y el contenido ¡ rante cien años se muestra todavía siglo si no hubieran estado con-
racterísticas, no sólo por medio de queda aún muy lejos de una total vacilante^'' en cl orden de las ri- vencidos de su alto valor. Cierta-
una descripción exacta, sino por objetivación de la intimidad huma- mas, y aún en el número de los mente estos grandes maestros ha-
obra de un arte y una poesía impe- na y de su riqueza espiritual. versos, hasta que Petrarca impuso brían podido manifestar la misma
recederos. Nos produce casi una Pero es que Italia, con sus tro- la estructura imperecedera que ad- fuerza de su genio en otras formas
impresión de comicidad cl que un vadores, tuvo también su participa- quirió vigencia de norma. En esta cualesquiera, las más distintas; pe-
ción en la poesía cortesana y caba- forma se encarnó, desde el prin- ro, al elevar el soneto a forma lí-
observador —por lo demás muy
lleresca deí siglo X I I I . En l o esen- rica cardinal, otros muchos ingenios,
hábil— atribuya a Clemente V I I cipio, todo contenido lírico y con-
cial, ellos fueron los creadores do de más limitada capacidad, aunque
un temperamento melancólico, "aun- templativo, y de toda índole des-
la canzone, que trataban con tanto no carentes de ciertas dotes, que
que" subordine su juicio al de los pués, de modo que, a su lado, los en otras formas líricas hubieran re-
médicos que ven en el papa, más artificio y virtuosismo como el min- madrigales, las sextinas y hasta las
nesdnger nórdico, su lied. Incluso sultado difusos, se vieron obligados
bien, un temperamento sanguíneo- e;mciones quedan reducidos a for- a condensar sus impresiones y emo-
colérico.''* Sucede también esto las ideas y el contenido tienen idén- mas secundarias. Más adelante, los ciones en el apretado haz del soné--
cuando se nos dice que el propio tico carácter convencional y corte- mismos italianos —unas veces to.^ Éste llegó a convertirse en un
Gastón de Foix, el vencedor de Rá- sano, aunque el autor sea un erudi' mceando y otras con franco mal condensador universal de ideas y
vena, a quien Giorgionc pintó y to y pertenezca a la clase burguesa, or— malhablaron de ese pa- sentimientos como no conoce nada
Bambaja esculpió, y de quien ha- N o obstante, hallamos ya dos re- trón obligado, de este lecho de parecido la poesía de ningún otro
blan todos los historiadores, tenía cursos literarios que señalan un Procusto de ideas y sentimientos. pueblo moderno.
un temperamento saturnino.^^ Y , porvenir propio a la poesía italianí Otros, empero, se sintieron encan-
evidentemente, los que tales cosas y cuya importancia n o puede de* ados con esta forma —y para mu- El mundo de los sentimientos se
nos dicen pretenden comunicarnos conocerse, aunque se trate únicH- ífeos mantiene aún su prestigio— nos revela así en Italia en una serie
algo muy determinado y preciso; lo mente de una cuestión de forma. no faltaron los que se sirvieron de precisas, ceñidas y, en su bre-
que nos parece extravagante y an- El propio Brunetto Latini (o t i soneto para expresar sus remi- vedad, eficaces imágenes. Si los
ticuado son las categorías de que maestro de Dante). que en las can- •cenclas y sus ociosas divagacio- otros pueblos hubieran poseído una
para expresarlo se sirven. ciones adopta la manera habitual dtt sin ningún propósito serio ni forma convencional de este géne-
En el reino de la Ubre descrip- los trovadores, es el autor de loí Icesidad. Por eso abundan tanto ro, acaso sabríamos más de su vida
ción espiritual, los grandes poetas primeros "versi sciolti" conocidoi, sonetos malos o insignificantes espiritual; tendríamos, probablemen-
del siglo xv son los primeros en endecasílabos sin rima.^ en ciiyü son tan escasos los buenos. te, una serie de bien dibuiadas ex-
salimos al encuentro. carácter, en apariencia a m o r f i . No obstante, el soneto, a nuestro posiciones de sifiaciones externas o
Si tratamos de reunir las perlas revela de pronto una viva > i ' irecer, supone un beneficio enor- íntimas, de claros reflejos anímicos,
de la poesía cortesana y cabaMeres- téntica pasión. El poeta pres • i y no tendríamos que atenernos, por
conscientemente de los medio' ^ ejemplo, a una presunta lírica de
2 1 Tomm. Gar. Relaz. della corte teriores, en gracia al vio^or del i-nn Estos versos sin rima se impu- los siglos XIV y xv, que en rarísi-
di Roma, 1, páginas 278 y 279. En las tenido, del mismo modo como <n tron más tarde, como es sabido, en simos casos se lee hoy con agrado.
Reí. de Soriano del año 1555. la pintura se obsen'a, algunos ^drama. Trissino, en su dedicatoria Entre los italianos se compmeba un
Prato, en Archiv. Stor., I I I , pá- nios después, en los frescosí y, niÉj B la Sojonisba al papa (León X ) , firme progreso casi desde el naci-
gina 295 y sigs. Según el sentido que Tflfía en que éste los reconocerá co- miento del soneto; en la segunda
adelante, hasta en las tablas, | ló que realmente son: algo meior,
se le daba, lo mismo podía ser "des- prescindir de lo cromátic<i para mitad del siglo xiii, los moderna-
dichado" que "causante de desdicha". noble y menos fácil de lo que mente llamados "trovatori della
mitarse a una simple entonacll en. Roscoe, Leo X, ed. Bossi.
Véase la relación entre los planetas y transizione"representan en reali-
WL 174.
los caracteres humanos en Cornelio
5 3 Dato de Trucchi, Poesie Í/Í"'"
Agrippa. De occulta philosophia, cap. i Véase, por ejemplo, sus formas
52. inedite, I , pág. 165 y siguiente|, irendentes en Dante, Vita nuova. ^ Trucchi, ibid, I, pág, 181 y sigs. -
172 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 175
dad el tránsito de los trovadores a grandeza totalmente objetivas. \ a el soneto inicial de toda poe- quedará así sustituido por el cono-
los poetas, es deeir, a los vates que está elaborada casi siempre con t:il modcma. cimiento "total" del hombre. Pero
escribían bajo la influencia de los perfección, con tal factura, que lo En el futuro podrá pasar esta cabrá entonces lamentarse que las
antiguos; la emoción simple y enér- dos los pueblos y todas las centu- :sía por un destino vacilante y cartas de Petrarca contengan tan
gica, el vigoroso bosquejo de la rias podrán asimilarla y revivirla.''' lerimentar durante medio siglo poca chismografía aviñonesa a que
situación, la expresión exacta y el Y donde escribe ya sobre la base retroceso ocasional..., pero su poder asirse y que los epistolarios
final rotundo, tanto en los sonetos objetiva exclusivamente, y sólo en _ principio vital está salvado oa- de sus conocidos y de los amigos
com.o en otras formas poéticas, son virtud de una situación locaÜzadu ;siempre; y cuando en los siglos de sus conocidos se hayan perdi-
ya anuncio y anticipación nada me- fuera de su conciencia, deja adivi-

4 , xv y comienzos del xvi se en- do o no hayan existido jamás. En


nos que de un Dante. En algunos nar cl poder de su sentimiento [ue a ella algún hondo y original vez de alegrarse de que sea inne-
sonetos, inspirados en las luchas de —como en los magníficos sonetos fritu italiano, representará para cesario buscar por esas veredas y
güelfos v gibelinos (1260-1270), "Tanto g e n t i l e . . . " o "Vede perfet- una etapa más avanzada que dar gracias a Dios de que no haga
parece vibrar ya la pasión dantesca, tamente..."—, pero aún aquí se itfilquicr poeta na italiano, supues- falta hurgar en las miserias, a costa
mientras otrcs recuerdan lo más cree obligado a disculparse.'^'" En cl la igualdad de d o t e s . . . , cosa de las cuales un poeta hurta al am-
dulce de la lírica del gran floren- fondo se puede incluir también en llámente difícil de encontrar. biente y a su pobre vida lo impe-
tino. este género una de las más bellas Como en todo, también aquí pre- recedero y lo pone a salvo, se ha
Cómo teóricamente consideraba de esas poesías: e ] soneto "Deh pc- tflde en los italianos lo puramente amañado para Petrarca, basándose
él mismo al soneto, lo ignoramos, regrini que pensosi ándate..." en unas pocas "reliquias" de ese
cultural (entre lo que se incluye la
porque desgraciadamente los tilti- Aun sin la Divina Comedia, con tipo, una biografía que más que
|i."'sía) al arte plástico. Más de un
biografía parece un acta de acusa-
mos libros de su obra Del lenguaje esta simnlc historia de juventud, la k) tarda la inquietud del espíri- ción. Pero ptiede consolarse cl poe-
vulgar, en los cuales se proponía I figura de Dante sería para nosotros —la vida psíquica— en encon- ta; si en Alemania y en Inglaterra
tratar de baladas y sonetos, o no "un hito entre la Edad Media y la : en l'M escultura y en la pintura continúa cincuenta años más, en la
se escribieron nunca, o no han lle- Edad Moderna. L o intelectual y lo, \ expresión que de algún modo forma en que ahora se realiza, la
gado a nosotros. Pero de heoho ha psíquico dan aquí un avance for-' ' (la considerarse correlativa con publicación de epistolarios de per-
plasmado en sonetos y canciones in- midable en el sentido del conoci-: '.\ que en Dante os evidencia. Has- sonalidades célebres, pronto se en-
comparables sugerencias de la vida miento de su más velada y miste- Ifl qué punto es o no es esto válido contrará rodeado de la más ilustre
espiritual. ¡ Y de qué nobles mar- riosa vida. •I- lo que a otros pueblos se re- compañía.
cos aparecen rodeadas! La prosa de Cuanto contiene la Comedia de i . ' > en qué medida es impor-
su Vita Nuova, en la que explica revelaciones de tal índole es senci- te esta cuestión, en conjunto, nos Sin desconocer lo mucho que hay
la motivación de cada poesía, es tan llamente inconmensurable, y habría- 1 resa pctco aquí. Para la cultura de artificioso y rebuscado allí don-
maravillosa como los versos mismos mos de recorrer el gran poema can- ;i(iliana es de importancia decisiva. de Petrarca se imita a sí mismo e
y forma con ellos un coniunto ar- to por canto para demostrar todo *Ouc valor hemos de dar a Pe- insiste en su manera, admiramos en
monioso, rítmicamente animado por sti valor en este aspecto. Afortuna- irca en este sentido, decídanlo por él una maravillosa abundancia de
la más honda pasión. Sin miramien- damente no es necesario, pues es 'os lectores de tan conocido poe- revelaciones espirituales, descripcio-
tos por la propia alma, busca en ésta una obra que ha llegado a ser Quicn. en la actitud del juez que nes de momentos felices o en que,
ésta todos los matices de la dioha manjar cotidiano en todos los pue- dispone a un interrogatorio, se por tal manera, nadie antes que él
y del dolor, y con potente elocuen- blos occidentales. Su estructura y su /a con diligente celo a la bús- los evidencia, y que constituye pre-
cia los expresa luego en la forma idea fundamental pertenecen a la la de contradicciones entre el cisamente su valor más alto para
más severa. Cuando se leen atenta-^ Edad Media y sólo históricamentr bre V cl poeta, a la comproba- ia nación y para el mundo entero.
mente estos sonetos y canciones, y- hablan de nuestra conciencia. No de amoríos "secundarios", pro- N o siempre tiene su expresión la
entre ellos los prodigiosos fragmen-¡ obstante, la riqueza, y la elevada o no, y de otras flaquezas misma transparencia, y no es raro
tos del Diario de su juventud, se fuerza plástica en la descripción de aies, acabará, a poco que se que en lo más bello se implique
diría que durante toda la Edad Me- lo espiritual en todas sus gradacio- •ce, por no hallar lüngún pla- algo extraño para nosotros a base
dia ios poetas se habían evitado a nes y metamorfosis,^ hacen del sus sonetos; el goce poético ^ de alegóricos trenzados y retorcida
sí mismos y que él es el primero sofística. Pero lo excelente pre-
que se ha buscado. Innumerables 5'' Son las canciones y los sonetOR domina.
que l o s herreros y los arrieros canta- ^¿rics esenciales el principio de!
son los que han construido estro- ban y desfiguraban, con gran indigiia* También Boccaccio, en sus sone-
fas artísticas antes que él; pero él ción de Dante {véase Franco Sacchel- IV' del Purgatorio. Véanse lam-
ias partes correspondientes del tos, no apreciados como se debie-
es el primero que puede llamarse ti, Novelle 114 y 115). Pronto reper- 'ío. ra,'^^ llega a veces a manifestar su
artista en el pleno sentido de la cutió esta poesía en los l a b i o s del LoK reiraios de la escuela de van sentimiento de modo conmovedor
palabra, pues supo, antes que na- pueblo. ' antes demostrarían lo contrario en grado sumo. El retomo al sitio
die, vaciar en una forma eterna con- ^» Vita nuova, p á g . 52. que al Norte se refiere. Du-
tenidos inmortales. La lírica subie- ^ Desde el punto de vista de . mucho tiempo fueron superiores fií Impresos en el tomo X V I de sus
tiva tiene aquí una verdad y una psicología teórica de Dante es uno ..d "a descripción hecha con palabras. Opere volgari.
LA C U L T U R A DRL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 175
174 JACOB B U R C K H A R D T

B v o l u c i ó n inglesa. El drama, en desviado la atención de la sustancia


consagrado por el amor (soneto 2 2 ) , Ia moderna sensibilidad europea K forma perfecta, hijo tardío de poética de la obra.
la melancolía de la primavera (so- se trata de averiguar si excelen ftda cultura, cxise un tiempo opor-
espíritus de otras naciones sintieron Que en muchas ciudades —en
neto 3 3 ) , la tristeza del poeta que no y una forma esjjecial.
tan honda y bellamente, sino di- Roma y en Ferrara especialmente—
envejece (soneto 6 5 ) , han sido por A este propósito no estará de se representaban, en latín unas ve-
él admirablemente cantados. Luego, saber dónde se revela documeniiil- las considerar aquí algunas circuns- ces y otras en italiano, las obras
en el Ameío, ha descrito la virtud mente el primero, el más rico y Hicias de laj. que dificultaron o de Planto y Terencio y de los trá-
ennobleeedora y purificadora del profimdo conocimiento de las eniu Irasaron un Rran florecimiento del gicos griegos (págs. 131 y 139), que
amor en forma que nadie podía es- ciones del alma humana. 'ama e n Italia, hasta que fue ya las Academias (pág. 154), se hu-
perar del autor de Decamerón.^ Su ¿Por qué los italianos del Rcn¡i- anasiado tarde.
cimiento no pasaron de lo mediano bieran impuesto precisamente como
Piammetta es, por tíltimo, un gran- La más importante de estas cir- misión estas representaciones y que
de y detallado cuadro psíquico que en la tragedia, que era allí dondi,'
podían manifestarse, en mil formas, [nstancias ha de señalarse, indu- ios propios poetas de! Renacimien-
revela a un observador profundo, iblemente, en la pran atracción que to dependieran de estos modelos
si bien en su desarrollo no alcanza el carácter, el espíritu, la pasión del
I otros campos ejercían sobre la más de lo que fuera de razón, sólo
siempre el mismo nivel de exce- hombre en el triunfo, en la lucha,'
nte inclinada a los esucctáculos. mengua pudo suponer para el dra-
lencia, y aún se advierte, en algu- en la derrota.. ? Dicho de otra nia-i te todo, los misterios y otros ac- ma italiano durante estos decenios.
nos pasajes, la complacencia en las ñera: ¿por qué no produjo llaliiii S religiosos. En todo e] Occiden-
un Shakespeare? Decimos un Sha- Sin embargo, considero esta circuns-
frases ampulosas y sonoras. La mi- la historia sagrada y las leyendas
kespeare, porque con el resto del tancia como de importancia secun-
tología y la Antigüedad aparecen WnSticas dramatizadas constituyeron
mezcladas con el relato, no siempre teatro septentrional de los siglos xvi precisamente fuente y principio del daria: Si no se hubieran intcrnuei'-
con fortuna. Si no nos equivocamos, y XVII podrían codearse los itaÜa* 'ama y del teatro. Ahora bien, Ita- to la Contrarreforma y el yugo ex-
es la Fiammetía una réplica feme- nos; con el español no tenían niidii I —como tendremos ocasión de tranjero, esta desventaja se hubiera
nina de la Vita nuova de Dante; que ver: no sentían, en efecto, cl mostrar en la parte siguiente— trocado, como fase transitoria, en
o cuando menos fue compuesta ba- fanatismo religioso; la idea absliac* íiabía consagrado a los misterios ventaja evidente. ¿No se había im-
ta del honor no era para ellos mal puesto ya, jroco después de 1520,
jo su inflitencia y estímulo. I tal sentido de pompa artística el triunfo de la lengua patria en la
que una cuestión de forma, y parB
Que los poetas antiguos, sobre • lecorativa, que en su virtud tuvo tragedia y en la comedia, con gran
venerar y glorificar a sus princincl
todo los elegiacos y el citarte libro aup sufrir menoscabo necesariamen- indignación de los humanistas?
tiránicos e ilegítimos eran dem.isin
de la r.fieicia no dejaron de in- fcel elemento dramático. De aque- N o , por este lado la nación más
do agudos y orgullosos.*'^ Sólo di
fluir sobre estos italianos y so- H k innumerables v costosas rcpre- adelantada de Europa no habría en-
bemos, pues tomar en considera'
bre los que vinieron después, es ^Hociones no surgió en ningún mo- contrado obstáculos en su camino
el breve auTC del teatro en i ^ • t o un género poético que tuviera cuando hubiera tratado de elevar el
algo que se sobreentiende, pero la
térra. ver, por ejemplo, con los "au-
vena sentimental brota de su inti- drama a la categoría de reflejo es-
Puede replicarse que todo el ^ « a c r a m e n t a l c s " de un Calderón
midad con caudal vivo y abundan- piritual de la vida humana, en e!
to de Europa sólo ha producida im otros poetas españoles y mu-
te. Si se les compara en este aspecto
con sus contemporáneos no italia-
Shakespeare y que un genio d i.'i T^menos una atmósfera propicia más alto sentido de la expresión.
magnitud es siempre un rare Fueron los inquisidores y los es-
nos, se encontrará en ellos la más II punto de apoyo para el dra- pañoles los que acobardaron a los
del cielo. Por otra parte,
temprana y completa expresión de Tprofano. italianos, haciendo imposible cl des-
sabe si no germinaba, latenu u
gran florecimiento del teatro ii IIM luando este apareció a pesar de doblamiento dramático de los más
^ En el canto del pastor Teogapo no cuando sobrevino la Coni' I, parlici'jjó en seguida de la grandes y auténticos conflictos, so-
después de la fiesta de Venus, Par- forma que, aliándose con el pa decorativa a que de tan ex- bre todo en la forma del recuerdo
nasso teatrale, Leíozig, 1829, página río español (sobre Náooles \ ivo modo se habían habituado patriótico. Pero hemos de conside-
VIH. lán e indirectamente sobre casi i i espectadores de los misterios, rar con mayor detenimiento los efec-
*3 El celebre Lionardo Aretino, co- Italia) ajó y agostó los mejore enteramos, con asombro, de tos jjemiciosos que tuvieron para
mo jefe del humanismo de comienzos tes del espíritu italiano Ima rica y abigarrada era la dc- el drama.
del siglo XV, escribe: "che gli antichi :ión escénica en Italia en una
Grcci d'umanítá e di gentilczza di al propio Shakespeare, ñor eic o en que, en el Norte, se con- Cuando se celebraron las bodas
cuore abbiano avanzato di gran lungo bajo un virrey español o juiu,' ^ aban aún con las más someras del príncipe Alfonso de Ferrara con
i nostri Italiani"; pero escribe todo Santo Oficio en Roma, o basta
esto encabezando una novela cuyo su mismo país dos deccpios aciones del lugar. Pero tal vez Lucrecia Borgia, mostró el duque
asunto es la blanda historia del en- pues, en los días obscuros do I n o hubiera sido de importan- Ercole en persona a los esclarecidos
fermo príncipe Antioco y su madrastra Tecisiva si la representación mis- huéspedes los ciento diez trajes que
Estratúnice, es decir, que constituye bn parte por la pompa de la habían de servir para la représen-
un documento en sí ambiguo y semi- *i Determinados príncipes y Co ^ ¡ntaria y en parte —y prin- se Paulo jovio, Dialog. de viris lit,
asiático jmr añadidura (impreso en- no obstante, fueron largamente te— a causa de los ahi- illustr.. en Tiraboschi. X I I , 4; LU.
tre otras cosas como suplemento, a zados y ampliamente hsonjeüdi • los "intermezzi". no hubiera Greg. Gyraldus, De poetis nostri temp.
las Cento novelle antiche). los dramaturgos de ocasión.
176 JACOB líURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 177

(ación de cinco comedias de Plan- danzar un coro de mancebos, i. lijtnpo se ha impuesto por sí mis- mento en que nosee máscaras esca-
to, para que se convenciesen de que dos de hiedra, en figuras artísi...i ma la costumbre de pasar los car- sas y constantes, cuyo carácter todo
no se usaba dos veces uno mismo.®* mente entrelazadas; Apolo aparcciii. navales presenciando comedias y el mundo se sabe de memoria. Pero
Pero este lujo de tafetán y cami- tomaba la Üra y el plectro y can- otras estimables diversiones." Es de- las dotes nacionales del italiano ten-
lote no eran nada comparado con taba un aria en loor de la Casa do cir, que la suntuosidad ha ayudado dían y se adaptaban de tal modo
la pompa de los bailes y pantomi- Este; seguía después —como in- a matar a la tragedia. a un eénero semejante, que hasta
mas que se representaban como in- termedio en el intermedio— unn Los diversos intentos y ensavos como interpolación en las comedias
termedios. Que a una despierta da- escena rústica de género y luc^o, ie los trágicos contemporáneos, en- escritas se abandonaban los histrio-
mita como Isabella Gonzaga, le con más mitología y prcdominandi» tre los cuales la Sofonisba de Tris- nes a la propia improvisación,'*'
pareciese Plauto aburrido y que du- en la escena Venus, Baco y com- ^ sino (1515), alcanzó la mavor fa- surp^iendo así un verdadero género
rante la representación dramática parsa, una pantomima: París CFI cl] la, corresponde a la historia li- mixto, que nudo, acá v allá, impo-
anhelasen todos que llegara el in- Ida. Sólo entonces empezaba la se-j eraria juzparlos. Lo mismo cabe nerse. Así representaban acaso las
termedio, es algo que se comprende gunda parte de la fábula de Ainphl-' iecir del tipo más depurado de co- comedias, en Venecia, Burchiello y
perfectamente si se considera cl truo con claras alusiones al fuuini ínedia, basado en la imitación de después la compañía de Armonio,
brillo abigarrado y la pompa con nacimiento de un Hércules en el PI;auto y Terencio. Ni siquiera Valeriano Zuccato, Lodovico Dolce
que se escenificaban estos entreac- linaje de los Este. Durante unsr re \riosto llegó a destacarse en este y otros.'i De Burchiello se dice ya
tos. Había luchas de guerreros ro- presentación de la misma obra :n 11 eénero. En cambio pudo haber te- que sabía reforzar el efecto cómico
manos al compás de la música, dan- patio del palacio en 1487 —jun lido porvenir la comedia ponular matizando con giros griegos y es-
zas de moros con antorchas, danzaá rior, por lo tanto, a aquélla— Í\U'.U- n prosa al modo de Maquiavelo, lavos el dialecto veneciano. Total-
de salvajes con cornucopias que constantemente "un paraíso cor > íibbiana y Aretino, si el pronio • mente o casi totalmente commedia
despedían fuego líquido. . . El baile trellas y otras ruedas", es decir, mii pontenido no hubiera determinado dell'artc era ya la de Angelo Beolco,
se convertía en una pantomima que iluminación a base tal vez de \\\' muerte. Era éste, a veces, alta- ahas el Ruzzante (1502-1542). cu-
representaba, por ejemplo, la sal- gos artificiales, que absorberííi m ente inmoral, y también en cca- yas máscaras representaban tipos
vación de una muchacha acosada ninguna duda la atención !> liones mordaz y molesto para cier- rústicos paduanos (Menato, Vezzo,
por un dragón. Luego danzaban bu- espectadores. Mucho más lícito ' i . is clases sociales, que desde 1540, Billora, etc.); solía estudiar el dia-
fones vestidos de polichinelas que evidentemente, que esto vinic l>rx>ximadamenté, no toleraron ya lecto del país durante las tempora-

E
se azotaban con vejigas de puercos,, ser un espectáculo en sí misniL-, > , públicas manifestaciones de hos- das de verane* que pasaba en la villa
etc. Era ya cosa convenida en la j mo en otras Corles ocurría, Cu.nul dad. Si en la Sofonisba la carac- i de su protector Luigi Somato de
Corte de Ferrara que toda comedia ^ tratamos da las fiestas nos referinnj* ízación quedaba desplazada por Codevico.'''- Poco a poco van sur-
debía licvar el añadido del corres-' a las representaciones que se d;ibiirt I declamación brillante, aquí en giendo así todas las famosas más-
pendiente baile (moresca).^ Sobre en las mansiones del cardenal l'i' nbio, se abusó acaso de ella co- caras locales con cuvos restos toda-
la base de estos hechos ¿hemos de tro Riario, de los Bentivoglic I mo de su hermanastra la caricatura. vía se deleitan los italianos; Panta-
imaginar la representación de Am- Bolonia, y de otros. Se sigue, pues, componiendo tra- leone, el Dottore, Brighella. Pulci-
phiíruo de Plauto (con motivo de Por lo que se refiere a la n u' '^tlias y comedias incesantemente nello, Arlecchino... La mayor par-
las primeras nupcias de Alfonso dia original italiana, podemo- no faltaban, tampoco, numerosas te son sin duda mucho más viejas,
—con Anna Sforza— en 1491) en mar que le fue especialmente i'resentaciones reales de obras an- tal vez tienen su origen en las más-
Ferrara mismo, acaso más como una la pompa que de pronto com n uas y modernas; pero ocurre que caras de antiguas farsas romanas,
pantomima musical que como dra- a imperar en las representaci !o son pretexto y ocasión para pero sólo el siglo xvi reunió algu-
ma propiamente dicho? *^ L o aña- "Antes, en Venecia —escribe I k' cada cual, con motivo de fics- nas de ellas en una sola obra. En
dido predominaba, en todo caso, cesco Sansovino por el año 1 - ' . haga gala de la pompa que co- la actualidad la costumbre ha caído
sobre la propia obra original. A los se representaban a menudo, ad sponde a su categoría social, en desuso, pero en todo caso cada
acordes de una orquesta veíase allí de las comedias, tragedias de n-ntras el genio nacional no figu- gran ciudad conserva por lo jsaifflfi^
res antiguos y modernos, con ; tia ya en ellas per considerar que
De Isabel Gonzaga a su esposo, lujo v pompa. La fama del ap.i iliían perdido toda savia vital. Tan A esto se refiere evidentemente,
3 de febrero de 1502, Archiv. Síor. escénico (apparaíi) atraía esi rninto como la ópera y la come- Sansovino — Venezia, fol. 163 — cuan-
Apend. I I , pág. 306 y sigs. En los dores de todas partes, hasta de adla pastoril sentaron sus reales en do se queja de que los "rccitanti" echa-
"mystéres" franceses desfilaban antes tadüs lugares. Hoy, sin embar;.i H escena, se pudo prescindir total- ban a perder las comedias "con in-
de la representación los propios acto- organizan fiestas privadas entre uay HhUe de tales ensayos. venzioni" o "personaggi troppo ridi-
res, lo que se llamaba "la mostré". tro paredes,*"'^ y desde hace ^lUJI coli".
^ H H o un género adquirió carta de
Diario Ferrarese, en Muratori. ^^•ráleza como oénero nacional: la ''i Sansovino, ibid.
X X I V , col. 404. Véase también sobre •J"-^ Scardeonius, De urb. Patav. an-
^ Léase "pareti" en vez de ^^rnnedia dell'arte, no escrita que tiq. en Graevius. Thes., V I , I I I , col.
la vida teatral en Ferrara, cois. 278,
279, 282 a 285, 380, 381. 393 y 397. renti" en cl texto italiano de Si • H n p r o v i s a b a sobre un escenario. 288 y sigs. Pasaje importante también
08 Strozií poetae. fol. 232. en el IV vino. Venezia. fol. 169. Por lo do es esr>ecialmentc propicia a la pjor lo que se refiere a la literatura
libro de la Aelosticha de Tito Strozza. no está muy claro lo que quiere d H j ^ caracterización, desde el mo- dialectal.
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JACOB BURCKHARDT
178 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
!79
su máscara local: Nápoles su Pul- a un Bemi, desde el punto de visi Ln vez de hacerlo así, se mueven
del llamado contenido intelectual También Boiardo se mantiene»
cinella, Florencia su Stentorello, en el terreno recién conquistado para conscientemente muy por encima
Milán el a veces magnífico Mene- puro, poco fmto, en efecto, sacará.! la poesía culta, con soberano desen- de sus figuras y se sirve de ellas,
gliino.^^ Son artistas de Índole especial, que fado. Su designio príncipal parece a voluntad, con propósitos grave o
Mezquina compensación era ésta, escriben para un pueblo en el que haber sido perseguir el efecto más cómico. Hasta a lo diabólico le gas-
ciertamente, para una gran nación, lo artístico decide siempre y pre- bello y más gracioso posible de los ta a veces bromas, dando muestras
llamada acaso antes que ninguna, domina. distintos cantos en la declamación. de una fingida torpeza. Pero existe
por sus dotes, a contemplar y tra- Los ciclos lengendarios medieva- Y es que esta poesía gana extraordi- en su obra un trabajo artístico que
ducir objetivamente en el drama sus les, después de la gradual extinción nariamente cuando se la oye recitar, realiza tan en serio, por lo menos,
más altas posibilidades. Durante si- de la poesía caballeresca, habííiii a trozos y de modo exquisito, en leve como Pulci; la animadísima y casi
glos le fue esto vedado por fuerzas sobrevivido, en parte, como refun- tono de burla en la voz y en el diríamos técnicamente exacta rela-
diciones rimadas y compilaciones, y, ademán. Un esbozo más hondo y ción de lo sucedido. Pulci recitaba
hostiles, de cuyo predominio sólo
en parte, como novelas en pro. En logrado de los caracteres no hubiera su poema, ante el círculo de Loren-
en parte se le podía considerar cul-
esta forma los encontramos en Italia contribuido muy particularmente a zo el Magnífico, a medida que iba
pable. Sin embargo, no fue posible
en el siglo xiv. Mas junto a ellos se la intensificación de este efecto; terminando cada canto, y lo mismo
aniquilar en ella el gusto por la re- acaso el lector la eche de menos: el
presentación dramática; y con la levantaron grandiosos recuerdos de hacía Boiardo con el suyo ante la
la Antigüedad, obscureciendo total- oyente no atina en ello para nada, Corte de Ercole de Ferrara; se expli-
músico Italia hizo a Europa tributa- pues sólo oye un trozo y al cabo sólo
ria suya. Quien pretenda ver en el mente las imágenes fantásticas de la ca fácilmente qué clase de excelen-
Edad Media. Boccaccio, por ejemplo, ve al rapsoda ante sí. Por lo que se cias se estimaba aquí, qué índole de
mundo de los sonidos una compensa- refiere a los tipos señalados de an-
ción o una expresión velada del dra- incluye entre los héroes represen- méritos prevalecían, y cuan poco se
temano, la actitud del poeta tiene hubiera agradecido un vigoroso di-
ma ausente, encontraría en ello con- tados en el palacio encantado de su
un doble carácter: su formación bujo de los caracteres. Así las cosas,
suelo y satisfacción. Visione amorosa a un Tristán, a im
humanística se revela contra el espí- es natural que unos poemas, para ser
¿Cabría esperar de la epopeya lo Artús, a un Galeotto, pero lo hace ritu medieval de ellos, mientras
de modo brevísimo, como avergon- leídos en momentos de diversión, no
que el drama no consiguió? Preci- aquellas luchas, como reflejos de
zándose de ellos, y todos los escri- constituyen una precisa totalidad; lo
samente lo que más se reprocha al torneos y guerras de aquellos tiem- mismo podían tener la mitad que el
poema heroico italiano es la debili- tores que le sucedieron o no los pos, exigen la máxima pericia y dil¡-
nombran en absoluto, o los meneio doble de la longitud que poseen. Su
dad de sus caracteres, tanto en la ¡encia poética, brindando a la vez composición no es la de un gran
actitud como en el desarrollo de nan en un tono de chanza. El pue- )rillante oportunidad a los recitado- :
blo, no obstante, conservó su recuer- cuadro de historia, sino la de un
éstos. res. Por eso ni siquiera Pulci llega ; friso o de una opulenta guirnalda
Otras cualidades no se le pueden do y lo transmitió a los poetas del una total parodia de la caballería, . de fruta y flores flanqueada de
discutir. Entre Ollas, que desde hace siglo XV. Éstos pudieron, por li) bien la cómica y mda dialéctica caprichosas figuras. Así como no se
cuatro siglos y medio sigue realmente tanto, interpretar y elaborar lo» sus paladines la roza a veces muy exigen, ni siquiera se permiten, en
leyéndose, que se le reimprime siem- temas libremente, como cosa nucvii, cerca. Iunto a éstos personifica él las figuras y en los adornos que
pre de nuevo, mientras que casi toda llegando incluso a enriquecerlos LOH ll de la pendencia en su gracioso enmarcan un friso formas individual-
la poesía épica de los demás pueblos propias invenciones. Sólo una cosii lonachón Morgante, que con su mente precisas, hondas perspectivas
ha quedado reducida a la mera cu- hay que no podía pedírseles: que dajo vence a ejércitos enteros; y diversos planos, lo mismo ocurría
riosidad históricoliteraria. Acaso se tratasen temas tan gastados con un. TO aún acierta a glorificar relativa- con estos tJoemas.
respeto propio de épocas primitiva«,i nte enfrentándole al absurdo y
deba esto a los lectores, que piden
Toda la moderna Europa debe hcn- iosísimo monstmo M a i ^ t t e . En
y descubren en ella algo distinto La abigarrada abundancia de in-
decirles por haber sido todavía e:ipn« iodo alguno insiste Pulci con exceso
que en el Norte. Se requiere por lo vención con que, Boiardo especial-
ees de operar sobre un determinado estos dos caracteres, ruda y vigo-
menos una cierta asimilación ded isamente dibujados, y su historia, mente, nos sorprende de continuo,
espíritu italiano para captar el pe- mundo de fantasía, por el que « constituye una burla de todas nues-
mantenía vivo ol interés del pueMn ucho después de haber desapare-
culiai valor de estos poemas, y se Ido de ella estas figuras, continúa tras definiciones académicas sobre
dan personas verdaderamente emi- pero hubieran tenido que ser vnd:: el carácter de la poesía épica. Para
deros hipócritas para venerar ai|iiil lin estorbo su marcha maravillosa.
nentes que confiesan su desconcierto los autores de aquella énoca cons-
o su incapacidad ante semejante mundo como un verdadero ,íniio.'| tituía la más agradable diversión,
poesía. Ciertamente, quien analice a frente a la afanosa preocupación de
un Pulci, a un Boiardo, a un Ariosto, 74 Pulci, en su malicia, finge. > ftica de Limerno Pitocco (Orlandino, la Antigüedad, y hasta la única
la historia de su gigante MargpUc > • ipítulo I. est. 12-22). salida posible si se había de llegar a
solemne y remotísima tradición p / " ^ ' ' ^ El Morgante, impreso por pri-
T^t Que éste ya existía por lo me- ^ a vez antes de 1488. Sobre torneos
nos en el siglo xv se infiere del Diario gante, canto X I X , estrofa 153 v ^ >
| K más adelante, parte quinta, ca- "^^ El Orlando innamoraío, impreso
Ferrarese, vol 2. I I , 150L Aún es más graciosa la introdik llo primero. por primera vez en 1496.
180 JACOB n U U C K I T A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 181

una poesía narrativa independiente. cual es difícil formamos una ideu los caracteres, sino de la rigurosa tanto tiempo,^! pero, al restablecerse
Pues la poetización de la historia de exacta, tan difícil como que com- nexión de los propios relatos. Ha una vigorosa caracterización, apare-
la Antigüedad condujo sólo al extra- prendemos la alta estimación en qiK' permitírsele reanudar cualquiera ce acompañada del elemento cómico
viado camino que pisara Petrarca entonces era tenida la descripción éstos a voluntad; sus figuras han y todo su realismo. Entre pedreas y
con su África en hexámetros latinos realista y viva. ,e fxjder aparecer y desaparecer, no pullas de la chiquillería callejera de
y siglo y medio después Trissino con Nada, pues, más equivocado que porque lo exija su más hondo y pcr- Sutri. una aldehuela romana, crece
unal carácter, sino porque el poema
esa Italia libertada de los godos,
«vcrsi sciolti», un enorme poema de
en pretender juzgar el Orlando furioso.
de Ariosto, por los caracteres huniii ? o exige. Ciertamente, dentro de esta
•forma de composición, en apariencia
el pequeño Orlando y se desarrolla
en él notoriamente el carácter de
lenguaje y versificación impecables, nos que contenga Aquí y allí s i héroe denodado, enemigo de frailes
encontraría tal vez algunos esboza- : arbitraria e irracional, se despliega y vivo razonador. El fantástico mun-
frente al cual sólo nos queda una
dos con cariño, pero el poema no se ima belleza completamente armo- do convencional, tal como sc había
duda; ¿quién sale peor librada en
apoya en ellos en ningún instante, tiioüa y equilibrada. Nunca se pierde desarrollado desde Pulci, como mar-
tan desdichada aHanza, la poesía o
y antes perdería que ganaría dcsta cu la mera descripción, y ni en lo co de la epopeya, salta aquí, cierta-
la historia? ¿ Y qué fue de los imita- escenográfico ni en lo personal nos
candólos. El gusto de los caractere;- mente, hecho añicos. Sc escarnecen
dores de Dante? Los visionarios procura más de lo que pueda fun-
puede vincularse a una tendenci;i abiertamente el origen y el carácter
Trivnfi de Petrarca son precisamente dirse armoniosamente en el proceso
general a la cual no responde Arios- de los paladines; así, por ejemplo,
la última obra de imitación que no 'I.- lüs acontecimientos; minos toda- en aquel torneo en que figuran éstos,
to en el sentido de nuestro tiempo.
peca contra cl buen gusto; la Visión vía se pierde en diálogos y monó- caballeros sobre asnos, con las más
De xm poeta tan formidablemenu
enamorada de Boccaccio es ya, esen- logos pero sostiene el soberano extrañas armas y armaduras (Canto
datado y tan famoso, desearíamos
cialmente, mera enumeración de algo más que aventuras de Orlando privilegio de la verdadera epopeya' segundo).
personajes históricos y fabulosos se- Dcberia haber condenado y traduci lie convertirlo todo en vivo aconte-
gún categorías alegóricas. Otros pre- Miiiiento. El pathos nunca reside en El poeta manifiesta a veces una
do en una gran obra los más hondos
ludian su obra con una imitación del 11 en las palabras ^ y menos que cómica compasión, por ejemplo, ante
conflictos del corazón humano, las
Canto primero do] Dante y se pro- en otro lugar en el célebre canto la inexplicable infelidad que reina
altas instituciones de su época sobre
curan un alegórico acompañante que ^XI1 y siguientes, donde se describe en la familia de Cano de Maguncia,
las cosas divinas y humanas; debie-
sustituyo a Virgilio. Uberti eligió l;i furia de Roldan. Que las historias sobre la penosa obtención de la
ra, en una palabra, haber dado
para su poema geográfico (Ditta- en')iicas carezcan de suavidad liríca, espada Durindana, etc.; puede decir-
forma a una de aquellas decisivas
mondo) a Solinus; Giovanni Saníi, i'ii cl poema heroico es un mérito se incluso que los elementos tradi-
supremas imágenes del mundo como
para su panegírico de Federico de más. atinque no siempre puedan ser cionales sólo le sirven ya como subs-
la Divina Comedia y cl Fausto. En
Urbino, a Plutarco De estas falsas iipiobadas desde eí punto de vista trato de ocurrencias ridiculas,
vez de hacerlo así procede como los
mural. Pero en cambio, poseen tal episodios, desahogos tendenciosos
pistas sólo se salvó ocasionalmente artistas plásticos contemporáneos
verdad, a veces, y tal realidad, a (algunos muy bellos, como, por
la poesía épica representada por suyos y se hace inmortal renunciando
icsar de tanto encantamiento y ca- ejemplo, el final del capítulo 6) y
Pulci y Boiardo. La avidez y la ad- a la originalidad tal como la entcii
'illería como las rodea, que creemos obscenidades. Además de todo esto,
miración con que se la a c t ^ ó demos nosotros, creando como por
ver en ellas, por momentos, expe- es innegable que se oculta en este
—como ya no se hará, acaso con la tradición a base de un ciclo de figu-
ficncias directas del poeta. En plena poema una sátira contra Ariosto y
epopeya, hasta el fin de los ras conocidas, y hasta aceptando,
conciencia de su maestría, no vacila fue, sin duda, una suerte para el
tiempos— demuestra de modo mag- donde le place, detalles empleados
11 insertar en la gran obra algún Orlando furioso que el Orlandino,
nífico hasta qué puntos era ima ya por otros. Qué ventajas pueden
I imto contemporáneo, y aun alusio- a causa de sus herejías luteranas,
necesidad. N o se trata, en absoluto, alcanzarse aún con semejante pro-
n e - a la gloria de la Casa de Este, fuese precoz víctima de la Inquisi-
de averiguar si en estas creaciones cedimiento, es algo que será difícil
^11 lorma de apariciones y vaticinios. ción y, por lo tanto, condenado al
se realiza o no el ideal del verdadero hacer comprender a personas no do-
I j eaudal prodigioso de sus octavas olvido. Bien perceptiblemente se tras-
poema heroico que se ha formado tadas de sentido artístico; tanto m;is
II) (olera perfectamente y lo arrastra luce la parodia, por ejemplo, al de-
difícil, por lo tanto, cuanto mayores
nuestro siglo inspirándose en Home- M la corriente de su uniforme ritmo. rivar el linaje de los Gonzaga (cap.
sean la erudición y el ingenio que
ro y en Los Nibelungos; pero que Con Teófilo Folengo o Limemo 6, estr. 28) del paladín Guidone,
posean. El propósito artfstifo de
personificaron un ideal de su época l'itocco —como se llamaba él— la así como el de los Colonna de Or-
Ariosto es el «acontecer» aiílmado I
es indudable. Hasta sus descripcio- lijrodia de la caballería llega a ocu- lando, el de los Orsini de Rinaldo
y vivo, que va desdoblando rítmicíi-
nes de luchas en masa, que consti- |Mi el lugar a que aspiró durante y el de los Este —según Ariosto—
mente a través de todo el gran poe-
tuyen para nosotros el elemento más de Ruggiero. Acaso Ferrante Gon-
ma. Para obtenerlo hay que dispen-
fatigoso, respondían a un interés zaga, el protector del poeta no fue
sarle, no sólo del dibujo vig<ífosn Los discursos que interpola son,
objetivo, como se ha dicho ya, del I! vez, meras narraciones.
" Lo que se hubiera permitido,
"i"* Vasari, V I H , 71, en el Commen- ; umente, Pulci; véase Margante, La primera edición de su Orlan-
taria a la Vita di Raffaelo. "TS La primera edición en 1516. o XIX, estrofa 20 y sigs. dina lleva la fecha d e 1526.
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tra ya, por sí solo, hasta qué punto inte a observaciones históricolitera- píos de integridad culdadana y
extraño a las mordaces alusiones a
su pensamiento difiere del ambiente as, parece haberse seguido el espíritu de sacrificio y de inteligencia
la Casa de Este. lodclo de las biografías de los
Que, por tíltimo, en la Gerusalem- del siglo anterior. Esta obra admira- política, así como de capacidad
ble es, en el fondo, un monumento •amálicos, retóricos y poetas que guerrera, entresacándolos de puros
me liberata de Torquaío Tasso la ca- )nocemos como anexos a Sucto-
racterización constituya una de las a la Contrarreforma, triunfante en personajes florentinos. El papa P í o '
io,^-' en lo esencial, por lo menos, 11 nos ofrece, en sus Comentarios,'.
principales tareas del poeta, demues- el ínterin, y de su tendencia.
también la Vida de Virgilio, de
valiosos retratos de contemporáneos
inaío, muy leída por aquellos
célebres; recientemente se ha reim-
is.
preso un escrito especial de la prime-
Ya nos hemos referido (págs. 83 ra época **** de su vida, que contiene,
V. L A BIOGRAFÍA sigs.) al modo como, en cl siglo por así decirlo, una primera elabo-
| p v , surgen complicaciones biografí- ración de aquellos retratos, pero con
Fuera del campo de la poesía apa- la suerte, también rara, de que un. as de hombres y mujeres célebres. rasgos y matices muy peculiares. A
recen generalizados, entre los ita- pluma ingenua capte cl espíritu de En cuanto no describen vidas con- Jacobo de Volterra debemos picantes
lianos antes que entre los demás todos los hechos y todos los aconic- temporánas dependen, naturalmente, retratos de la Curia romana pos-
europeos, el talento y el gusto para cimientos de una vida y lo ponga de de biógrafos anteriores. El primer terior a Pío. A Vespasiano Florenti-
la descripción de las personalidades manifiesto en su descripción, i En ¡'.ríin esfuerzo libre es, sin duda, la no nos hemos referido con frecuen-
históricas según sus rasgos íntimos qué mezquinas fuentes nos es forzoso Vida de Dante, de Boccaccio. Ligera, cia; una de las más importantes
y externos. captar los rasgos del carácter íntimo viva, inspirada, rica en arbitrarieda- fuentes que poseemos, tomado co-
Y a en los albores de la Edad de un Federico o un Felipe el Her-. 'les, nos transmite, no obstante, la mo conjunto, pero sus dotes para
Medía encontramos, en efecto, no- moso! Mucho de lo que hasta finci sensación de lo extraordinario en el la caracterización resultan insigni-
tables ensayos en este sentido, y la de la Edad Media, se nos da como carácter del jKjela. Siguen después, ficantes junto a las de un Maquia-
leyenda, como labor constante de la biografía, es sencillamente historit ji fines del siglo xiv, las Vite de velo, un Niccolo Valori, un Guicciar-
biografía, tuvo que mantener vivos, contemporánea, sin el menor sentido ilorenlinos eminentes, de Filippo dini, un Varchi, un Francesco Vetori,
hasta cierto punto por lo menos, el de lo individual en el carácter quo Villani. Se traía de gentes de toda que han señalado el camino, acaso
interés y la destreza que el retrato describen. condición: poetas, juristas, médicos, con más vigor que los antiguos
individual requiere. En los anales de Ahora bien, entre los italianos sd filósofos, artistas, estadistas y gue- en este aspecto. N o debe olvidarse
catedrales y monasterios, sobre obras revela como una tendencia imperanla rreros, algunos de ellos vivos todavía. que algunos de estos autores alcan-
pías, etc., se hace el retrato de algu- la búsqueda de los rasgos caracte- Ilorencía está tratada aquí como zaron una temprana difusión en cl
nos jerarcas —por ejemplo: de Mein- rísticos de personalidades cmineni.s, una brillante familia, de la que se Norte por medio de traducciones
werít von Paderbon o de Godchard y esto es lo que los distingue de inh mencionan los vastagos que más latinas. Asimismo, sin Giorgio Vasa-
von Hildesheim—, con clara y vigo- demás occidentales, cnliie los C U J Í < icusan el espíritu del linaje. Las ri y su obra, de incomparable impor-
rosa intuición, y de muchos de nues- el hecho, en general, acaece ún¡i.i •actcrizaciones son breves, pero tancia, no hubiera habido historia
tros emigradores alemanes hay sem- mente como por azar y aun en e i " :has con verdadera percepción de del arte del Norte, ni en la Europa
blanzas, según modelos antiguos extraordinarios. Y es que este individual, siendo sobre todo cu- moderna en general.
—como Suetonio, sobre todo— que roso sentido de lo individual ! isa la conexión que establecen en-
De los italianos septentrionales
contienen los más preciosos rasgos. ^ puede tenerlo aquel que emerg ta fisonomía íntima y ia extema,
Estas «vitae» profanas —y otras por/ la vida semiconsciente de la adelante *^ no dejaron ya los del siglo X V parece que Bartolommeo
el estilo— llegan, poco a poco, a; para convertirse en individuo. Ipacanos de considerar la biografía " Fació, de Spczzia, tuvo gran impor-
constituir un paralelo habitual a las; En conexión con el concepto iK \.\ o cosa propia, con aptitud espe- tancia (véanse pág. 84 y nota 4 6 ) .
vidas de los santos. Sin embargo, ni, gloria (pág. 79 y sigs.), ya muí , y de ellas procederán las carac- Platina, natural del territorio de
a Eginhard, ni a Wippo, ni a Radc-,( difundido, surge un genero de biogr aciones más importantes que Cremona, representa ya la caricatura
lemos de italianos en los siglos
biográfica en su Vida de Pablo ¡í
vicus*2 cabe mencionarse junto al, fía que compila y compara y que xÁ (pág. 125). Muy importante es la
retrato de San Luis por Joinville, que necesita atenerse a un orden (|r XVI. Giovanni Cavalcanti reúne
es el primer retrato espiritual per- sucesión dinástica o rcligiosojcrljl t í o s suplementos de su Historia biografía del último Visconti com-
fecto de un europeo moderno, j>or quica, como Anastasius, Agnelíus Wlorencia anterior a 1450) ejem- puesta por Piercandido Decem-
brio una extensa y aumentada
más que sea una obra aislada. Carac- sus sucesores, o como los^biógrafi imilación de Suetonio. Sismondi
teres como el de San Luis son pre- de los Dux de Venecia. Btísca, an* Hasta qii¿ punto también Filós-
cisamente raros, y en este caso se da bien, la jiersonalidad, cuándo ^Ba, no me atrevo a decirlo. ^' De viris illustribis, en los escri-
eminente y por qué lo eg. A palf Aludimos aquí de nuevo a la tos de la Stultgarter ¡iterar. Verein.
de este momento sirven de model grafía de Alberti extractada en pá- Su Diarium Romanum de 1472
82 Radevicus, De gestis Friderici además de Suetonio, los Víri ilust anteriores, así como a las numc- a 1484 en Muratori, X X I I I .
itnp., especialmente, I I , 76. La exce- de Nepote, y Plutarco en loS ya ^ H l biografías florentinas en Mura-
lente Vita Henrici ÍV contiene escasos 8'^ Vita Piülippi Mariae Vicecomilis.
nocido y traducido de él; en Jo rfl ^ ^ ; e n el Archivo y otras. en Muratori, XX.
rasgos personales.
184 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 185

lamenta que se haya puesto tanto las primeras compilaciones de anéc eflexionemos, juzgaremos de modo o no, es evidente que en esta figura
esfuerzo en semejante tema; pero es dotas, y nos presentan una serie de istinto este curioso libro. Hay hom- alienta un innegable arquetipo del
que para una figura de mayor fuste discursos llenos de humor. bres que son, por esencia, el reflejo nombre moderno.
no hubiera bastado el autor, mien- Lentamente siguió el resto de Eu e lo que los rodea; se es injusto con Otro personaje debemos mencio-
tras que sobra largamente para pin- ropa los avances italianos en la c;i ellos insistiendo sobre sus conviccio- nar aquí, que tampoco parece haber
tamos cl carácter híbrido de un racterización espiritual, si bien k)s nes, sobre sus luchas íntimas y hon- tomado siempre la verdad demasia-
Filippo María, revelándonos, en él grandes movimientos políticos y rcli dos resultados vitales. Así de Eneas do en serio: Girolamo Cardano, de
y en tomo de él, con asombrosa giosos habían hecho saltar ya mu Silvio puede decirse que sc disolvía Milán (nacido en 1500). Su librilo
precisión, las premisas, formas y chos obstáculos y habían despertado totalmente en las cosas, sin que le De propria i';7fl sobrevivirá aún a
consecuencias de un determinado muchos millares de inteligencias a l¡t preocupara excesivamente ninguna su gran fama en la investigación y
género de tiranía. El cuadro del vida del espíritu. Entre las persona contradicción de carácter ético; en la filosofía, como la Vita de Benve-
siglo XV resultaría incompleto sin lidades más importantes del mundo este aspecto le escudaba su buena nuto a sus obras de artista, si bien
esta biografía, única en su especie, europeo de la época son nuevamenic ortodoxia católica siempre que fuese la autobiografía de Cardano es de
característica hasta en el más fino los italianos, en conjunto, nuestros menester. Y después de haber parti- índole completamente distinta. Car-
rasgo de miniatura. Más tarde posee mejores informadores, tanto literatos cipado vitalmente en todas las cues- dano. como médicO', se toma a sí
Milán en el historiador Corio un como diplomáticos. Las informacin iones espirituales que preocupaban mismo cl pulso y nos describe su
notable pintor de retratos; sigue nes de las embajadas venecianas de su siglo y haber estimulado de mo- personalidad física, intelectual y mo-
luego Paulo Jovio, de Como, cu- los siglos XVI y X V I I , por ejemplo, o esencial alguna rama de ellas, al ral y las circunstancias en que se
yas grandes biografías y pequeños conquistaron en tiempos posteriores, final de su carrera conservó todavía ha desarrollado, v en cuanto le es
Elogios han alcanzado celebridad rápidamente y sin que nadie pueda el temperamento necesario para po- posible. Io hace objetivamente y con
universal y categoría de modelo para disputárselo, el primer puesto en el ner en marcha una cruzada contra sinceridad. Su modelo confesado, la
los ulteriores biógrafos de todos los genero. l o s turcos, cuyo fracaso le hizo m o - obra de Marco Aurelio Sobre sí mis-
países. Fácil es demostrar en cien También la autobiografía adquie- rir de pena. mo, podía ser superado por él, pues
pasajes la superficialidad de fovio re, acá y allá, vigoroso auge entre los que no le embaraza ningún estoico
y su falta de probidad; por otra par- Tampoco la autobiografía de Bcn-
italianos —en extensión y en profun- venuto Cellini se basa precisamente imperativo moral. N o ansia ocultar
te, no hay que buscar altos designios didad— y junto a la más abigarrada nada, ni ante sí mismo ni ante el
en un hombre como él. Pero a en observaciones sobre la propia in-
vida exterior nos describe, de mane- timidad. N o obstante, describe al mundo: empieza el relato de su vida
través de sus páginas nos llega el ra cormiovcdora, la propia intimi- diciéndonos que a su madre le falló
aliento del siglo, y su León, su hombre entero, contra su voluntad,
dad, mientras en otras naciones, has- en parte, con una verdad y una ri- el intento de provocar el aborto. Ya
Alfonso, su Pompeo Colona viven y ta entre los alemanes d é l a Refomia, es mucho que a los astros que rei-
se mueven ante nosotros dándonos queza arrebatadoras. N o es poco,
se atiende a los hechos exteriores, BÍn embargo, que Benvcnulo, cuyas naban en la hora de su nacúniento
una impresión de absoluto veracidad dejándonos adivinar el espíritu úni- sólo les cargara en cuenta su destino
y necesidad en su modo de ser, obras importantes, por no haber pa-
camente en la forma expositiva. E>; sado del bosquejo, cayeron al olvido, y sus cualidades intelectuales y no
aunque no se nos manifieste lo más como si la Vita Nuova de Dante hu las morales también; por lo demás,
profundo de sus almas. \ que como artista sólo en el género
biese señalado el camino a la nación menor, el decorativo, nos aparece confiesa abiertamente (capítulo X ) ,
Entre los napolitanos, por lo que con su inexorable impulso hacia la perfecto, quedando, por lo demás, que el vaticinio astrológico, que só-
podemos juzgar, corresponde el pri- verdad. obscurecido, junto a la masa de ilus- lo viviría hasta los cuarenta años,
mer lugar, sin duda a Trisíano Se inicia cl género con las historias I i-cs contemporáneos.... no es po- todo lo más bata los cuarenta y
Caracciolo (página 2 0 ) , sl bien su de casas y familias de los siglos xiv ' t i , decimos, que Benvenuto, como cinco, !e hizo gran daño en su ju-
propósito no fue estrictamente bio- y XV, que al parecer existen aún cii hombre, constituya un tema humano ventud. Pero no juzgamos necesa-
gráfico. Prodigiosamente se entrete- buen número manuscritas, en las bi- para la eternidad. En nada le pcrju- rio extractar aquí un libro tan di-
jen, en torno de las figuras que hace bliotecas florentinas principalmenie; <lica que el lector piense, a menudo, fundido, que en cualquier biblioteca
desfilar ante nuestros ojos, culpa y son vidas ingenuas, escritas en deícn • |ne miente o exagera; predomina, puede encontrarse... Quien empie-
destino, hasta el punto de resultar, sa de los intereses de la casa y iKl il cabo, la impresión de la formida- ce a leerlo no lo dejará hasta la
aunque él no se dé cuenta de ello, autor, como, por ejemplo, la de B U D ble energía de su carácter cultivado, última página. Cardano confiesa en
un autor trágico... La verdadera naccorso Pitti. violento y profundo. Los autores de él que ha sido tahúr, vengativo, en-
tragedia, que no encontró entonces biografías de los países nórdicos, por durecido contra todo arrepentimien-
N o creemos hallar una autocrín^i
acceso a la escena, difundía su há- muy superiores que sean sus tcndcn- to y deliberadamente agresivo en la
precisamente muy profunda en u .
lito poderoso por palacios, calles y Comentarios de Pío I I ; a-Ja primeui . i . i s y su carácter moral, semejan
plazas. Los Hechos y palabras de ojeada suponemos que quanto aciu( iniito a él naturalezas incompletas. Compuesto, en edad avanzada,
Alfonso el Grande, de Panormita, podemos averiguar de él, corap hoiii" ' un hombre que l o puede todo y por el año 1576. Sobre las investisa-
obra escrita en vida del monarca, bre, se reduce a la manera couio lo- ' atreve a todo, y que lleva en sí eioncs y descubrimientos de Cardano
resultan admirables, como una de 'II smo su propia medida. Nos plazca véase Libri, Hist. des sciences mathém.,
gró encumbrarse. Pero a potío cinc III, página 167 y siguientes.
186 JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 187

palabra..., pero lo confiesa sin in- modo que en verdad puedo decir de mi vida moderada y sobria, la
llama muertos vivos, a los que han
solencia y sin piadosa contrición: ue en tal paraje he ofrecido un festiva comedía que he escrito a los
pasado de los setenta y cinco años;
tampoco para hacerse con ello el 'a a Dios y un templo, y almas que ochenta v tres años, llena de hones-
les demuestra que su vida no íieiu-
interesante, antes le mueve el senti- c adoren. He aquí mi dicha y mi tas chanzas. Suele ser esto cosa de
nada de muerta, que por el contra
do de la verdad, simple y objetiva, eonsuelo cada vez que visito el lu- la juventud, como la tragedia cosa
rio, es verdaderamente viva. " Ü i n '
del investigador de la Naturaleza. Y ¡íar. En primavera y en otoño suelo de la vejez, si se cuenta de aquel
vengan, que vean y se asombren <k
hay algo aún más sorprendente: el también visitar las ciudades vecinas, famoso griego que para gloría suya
lo bien que me encuentro, que M
anciano —ha cumplido los setenta y hablo con mis amigos y por me- compuso una tragedia a los setenta
admiren de la ligereza con que subo
y seis años—, tras las más pavoro- dio de ellos trabo conocimiento con y tres años... ¿no me sentiré yo
a caballo sin ayuda de nadie, de có
sas experiencias,^ socavada y vaci- otras personas selectas, arquitectos, por ventura más saludable y a-legre
mo trepo por cerros y escaleras, de
lante hasta el extremo su confianza jjíntores, escultores, músicos, labra- con diez inviernos más? Y para que
lo jovial que soy, y lo contento que
en los hombres, se siente aún relati- "ores acaudalados... Observo las al recreo de mi vejez no le falte
estoy siempre, libre de pasión de iim
vamente feliz; todavía le queda un as nuevas, vuelvo a contemplar ningún consuelo, veo ante mis ojos
mo y de pensamientos odiosos, tk'
nieto, le queda su enorme sabiduría, y considerar lo ya conocido y apren- una especie de inmortalidad perso-
que la alegría y la paz no me aban
la gloria a que se ha hecho acree- do siempre mucho y útil sobre pala- nificada en mi prole. Cuando llego
donan nunca... Me trato y convcr
dor por sus obras, una fortuna muy cios, jardines, ruinas, antigüedades, a casa, no encuentro uno o dos nie-
so con hombres sabios y prudentes,
saneada, categoría social, prestigio, arquitectura urbana, iglesias y for- tos, sino once, entre los dos y los
con personas honestas, con gente d t
amigos poderosos, la clave de algu- lificaciones. Pero lo que más me catorce años, hijos todos de un mis-
calidad, y cuando estoy solo leo u
nos misterios y lo mejor de todo, su üiicanta es disfrutar, durante el via- mo padre y una misma madre, de
escribo y procuro así ser útil a hv.
confianza en Dios. En sus postrime- e, de Ja belleza de los campos y robusta salud (hasta ahora, por lo
demás en la medida de mis fucí
rías cuenta los dientes que le que- as jx>blac¡ones, situadas en el llano menos) y dotados de talento y afi-
z a s . Hago estas cosas cada cual :\
dan todavía: ¡aún le quedan quince! unas veces, otras sobre colinas, jun- ción ai estudio e inclinados a las
su hora, en mi cómoda y hermoMi
ta a ríos y arroyos, rodeadas de buenas costumbres. A uno de los
Sin embargo, cuando Cardano es- casa, situada en uno de los mejore,
quintas y jardines. Y no me privan pequeños lo tengo siemjDre a mi lado
cribía, los inquisidores por -un lado, lugares de Padua y equipada y pii-'
tos goces la debilidad de la vista como mi "buf fon cello": los niños
y los españoles por otro, trabajaban parada para invierno y verano con
del oído: todos mis sentidos se entre los tres y los cinco años son
ya en Italia para impedir que sur- todos los recursos de la arquitectura,
icuentran en perfecto estado, gra- bufones por naturaleza; los mayores
gieran hombres del tipo de Cardano. hasta con un jardín junto al agiui
is a Dios, incluso el gusto; los constituyen ya una parte de mi so-
o para que los que había desapare- corriente. En primavera y en otoñd
asos y sencillos manjares de que ciedad, y es para mí una gran a l e -
cieran. Media un enorme salto entre paso algunos días en el monte, en cl
me alimento me saben mejor que las gría que posean magníficas voces y
obras así y las Memorias de Alfieri, sitio más bello de la Eugenea, con
(JKqtüsiíeces con que rae regalaban que sepan cantar y tocar diversos
por ejemplo. fuentes, jardines y una cómoda v
tillando vivía desordenadamente". instrumentos; hasta yo mismo canto
Sería, no obstante, injusto dar por graciosa morada; no me privo en
Tras haber mencionado los tra- y mi voz es ahora mejor, más cla-
conclusa esta sinopsis de autobi^ra- tonces de alguna breve y alegre pai
ajos de desecación de pantanos ra y robusta que nunca. Éstas son
fía sin conceder la palabra a un per- tida de caza, tal como a mi edail
;hos por la República y los nro- las alegrías de mi vejez. Mí vida es,
sonaje tan estimable como feliz: el corresponde, Paso después una tem-
tos de conservación de las lagu- pues, muy viva, y nada tiene de
conocido filósofo de la vida Luigi porada en mi hermosa quinta dei
, obstinadamente propuestos por muerta, y no cambiaría mí vejez por
Cornaro, cuya casa de Padua era, y llano;^^^ allí todos los caminos con
concluye: "Éstas son las vcrda- la juventud de algunos que son ju-
ya como edificio, clásica a la par que vergen a una plaza, en cuyo ccnirn
a s diversiones de ima senectud guetes de sus pasiones".
morada de todas las musas. En su se halla una linda iglesia; un caui
loso brazo del Brenta riega bellos, ludable con la ayuda de Dios, li- En la "Exhortación" que añadió
famoso trabajo De la vida sobria''^ de las dolencias del cuerno y
fértiles y bien labrados campos dts Comaro mucho más tarde —a los
nos describe, por lo pronto, el severo espíritu que acaban con tanta
mi heredad, muy poblados ahuní; noventa y cinco años— cuenta tam-
réginíen con el cual, después de una te joven y tanto viejo achaco-
antes era todo un cenegal que a p u s bién entre el número de sus ventu-
juventud enfermiza, consigue llegar Y si me es permitido añadir a
taba el aire con sus pútridas ein;i ras los muchos prosélitos que ganó
sano a la avanzada edad de ochenta grande lo menudo, y a lo grave lo
naciones, lugar de culebras más qiic su Tratado. Murió más que cente-
y tres años; replica luego a los que tero, mencionaré como frutos
de seres humanos. Y o fui quien d f nario, en Padua, en 1565.
secó aqual pantano. El aire se p m
Por ejemplo, su hijo mayor fue
ejecutado por haber envenenado a su ficó, se establecieron colonos, qu.- •<
mujer, amancebada. Caps. 27 y 50. multiplicaron, y todo quedó disp. V L DESCRIPCIÓN DE L A S P O B L A C I O N E S
Discorsi (¡Fila vita sobria, que in- to en la forma que puede verse iW-
cluye el "trattato" propiamente dicho,
un "compendio", una "esortazione" y ido de la pintura del individuo Durante la Edad Medía, habíase vis-
^'^ ¿Se refiere acaso a la villa
una "lettera" a Daniel Barbero. Impre- Codevico, mencionada en la pí'igi arrollaba también et arte de to en Occidente cómo ciudades, re-
so con frecuencia. 281? r y describir pueblos enteros. giones y pueblos se habían atacado
188 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DliL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 189

mutuamente con toda suerte de bur- uno exalta a s u ciudad nativa -d o, por ejemplo, el espléndido ño Commentario anónimo^-* contie-
las y chanzas, que por lo general, ta de las demás. Michcle Savonaiu capitulo decimosexto del poema de ne, entre muchas necedades, algún
contenían un fondo de verdad vio- la, por ejemplo, sólo concede qui Ariosto, diríasc que lo aceptan co- atisbo valioso sobre la situación de
lentamente desfigurado. Pero desde Roma y Venecia sean sujieriores i n mo obligado tributo. De un libro, decadencia y mina de mediados de
antiguo los italianos se distinguie- magnificencia a s u Padua; Florcnu^i excelente, al parecer, sobre las di- sigío.^^o
ron por su conciencia de las dife- puede que s e a más alegre. II íercnciñs entre los hombres de las Hasta qué puntoi este estudio com-
rencias espirituales entre sus ciuda- conocimiento objetivo obtenía, n;iiii distintas regiones italianas, sólo po- parado de las distintas poblaciones
des y regiones. Su patriotismo lo- raímente, poca ventaja de todo cs(u demos dar el nombre: Ouaestiones influyó en otros países, principal-
cal, tan grande o mayor que el de A fines del siglo. Joviano Poníiniu orcianae (Landi, Ñapóles, 1 5 3 6 ; mente a través del humanismo ita-
cualquier otro pueblo de la Edad ncis da en su Antónius un v¡ii|tt .tilizado por Ranke en su Papas, I , liano, no estamos en condiciones de
Media, tuvo muy pronto un valor imaginativo a través de Italia con i^l S S 5 ) . Leandro Alberti,'^** en la des- establecerlo detalladamente. En todo
literario, que se ensalzaba con el propósito exclusivo de expansionáis ripción del genio local de las distin- caso, en este terreno, como en la
concepto de la gloría; la topografía en observaciones malévolas. Pero cu ciudades, es menos comunicativo cosmografía en conjunto, la priori-
surge paralelamente a la biografía el siglo X V I empieza u n a serie ilr e lo que cabía esperar. Un peque- dad corresponde también a Italia.
(pág. 8 2 ) . Y así como toda ciudad, verdaderas y profundas caracteri/ii.
por poco importante que fuera, em- clones,'^-'* como realmente no las pt^
pezó a glorificarse en prosa y en seerá ningún otro pueblo de aquel
verso, surgieron también escritores»^ entonces. Maquiavelo describe <n V I L DESCRIPCIÓN D E L HOMBRE E X T E R I O R
que describieron ciudades y hombres unos magníficos artículos el cai-ái
de las distintas regiones, unas veces ter y la situación j T o l í t i e a de ln'>
en serio y otras en burla, o bien de alemaníss y los franceses, de tal sui.'i l\ descubrimiento del hombre no se gos exteriores y 5o completo de algu-
modo que no era fácil separar las te, que el hijo del Norte que contKf lita a la descripción espiritual de nas descripciones personales.^w Aun
burlas de las veras. la historia de su tierra agradecerá iil u ividuos y pueblos; también lo ex- hoy los romanos, especialmente, po-
sabio florentina más de un aíisbu imo en el hombre es estudiado en seen el talento de hacer en dos pala-
Además de algunos célebres pasa-
clarividente. A los florentinos ICH Italia de muy distinto modo que en bras la semblanza de una persona.
jes de la Divina Comedia, es aquí
gusta pintarse a si m i s m o s ^ (comp países septentrionales. Ahora bien, esta rápida aprehensión
digno de consideración el Díttamon-
págs. 41 y 4 6 ) , y al hacerlo se sola De la contribución de los grandes de lo característico constituye una
do de Uberti (alrededor de 1 3 6 0 ) .
zan en la largamente merecida aun,'i> lédicos italianos en lo aue se refie- premisa esencial para el descubri-
En él se mencionan principalmente
la de s u gloria espiritual; y a u n q u v a los progresos de la fisiología no miento de lo bello y la facultad de
fenómenos sorprendentes y caracte-
creen haber llegado a la cumbre ilt los atrevemos a hablar; en cuanto describirlo. En los poetas, la descrip-
rísticas especiales: la fiesta de las
su gloria, reconocen en la prim;K ía si estudio artístico de la figura hu- ción prolija puede constituir cierta-
cornejas de San Apolinar en Ráve-
artística de Toscana sobre toda \U\- lana, corresponde a la historia del mente un defecto, ya que un solo
na, las fuentes de Treviso, la gran
lia u n a consecuencia, no de especiii* rie considerarlo. Pero sí trataremos rasgo, inspirado por una profunda
bodega de Vicenza, los altos aran-
íes y geniales dotes, sino del esfui'r \ní de la general educación del ojo, emoción, es capaz de sugerir en el
celes de Mantua, la selva de to-
zo y del estudio.^'' Los homenajes de jue hizo fusible en Italia un juicio lector una imagen más vigorosa aún
rres de L u c a . . . Encontramos aouí
italianos célebres de otras regioin"., ibjetivo, de valor universal, sobre la de la figura retratada. Nunca la exal-
y allá, sin embargo, exaltados elo-
belleza y la fealdad físicas. tación de Beatriz en Dante es tan
gios y mordaces críticas de índole
Lo primero que nos sorprende en sublime como cuando sólo describe
muy distinta. Arezzo figura ya men- medieval, conservaba aún entre los ii.i
atenta lectura de los autores italia- la irradiación de su ser sobre lo que
cionada por el sutil ingenio de sus Manos un prestigio mucho mayor MUÍ
los de la época es principalmente el le rodea. Pero no vamos a tratar aquí
hijos; Genova, por los dientes y los cien años después, véase DittamoiuU>
IV, cap. 18. Pibujo exacto y enérgico de los ras- de poesía, que como tal tiene sus
ojos de sus mujeres ennegrecidas
Savonarola, Muratori, X X I V , mi propios propósitos, sino de la facul-
artificialmente ( ? ) ; Bolonia, por la
1.186. Sobre Venecia, véase pág. 31 v tad de decribir con palabras tanto
prodigalidad; Bérgamo, por el tosco Se Alfonso de Pazzi al no toscano Aní-
siguientes de este libro. la belleza material como la ideal.
dialecto y por las claras cabezas, bal Caro (Trucchi, loe. cit. I I I , 187):
etc.'^-^ I-uego, en el siglo x v , cada 33 El carácter de los diligentísiüü' Aquí es Boccaccio maestro, no en
hijos de Bérgamo, recelosos y curioso;, Misero il Varchi! e piú infelici noi. el Decamerón, pues en la "noycUa"
ha sido muy graciosamente descrito PIM Se a vostri virtudi accidentan breve toda descripción prolija está
'^2 Esto, en parte, ya muy pronto; Bandello. Parte I, Novella 34. . Aggiunto fosse 'l natural ch'e in noi! vedada, sino en sus relatos extensos.
en las ciudades lombardas ya en el si- Véase por cj. Varchi, libi l \ ,
glo xii. Ver Landulfus sénior, Ricobal- de sus Storie florentine (vol. III, 'ifi Descrizione di tuta Vitalia
dus y (en Muratori, X ) el curioso y siguientes). 562). iflo Las enumeraciones burlescas de
anónimo De Laudibus Papiae, del siglo 97 Vasari, X I I 158, Vita di p4iché- Commentario delle piu notabili, ciudades son, en adelante, frecuentes,
X I V . Véase también (Muratori, I, b) angelo, el principio. Otras veces se lí, monstruose cose d'Iialia, etc., Ve- por ej., la Macaroneide. Phantas, I L
Liher de sifu urbis Medio!. dan las gracias a la madre Naíuraftzi •ccia, 1569 (escrito probablemente an- i'^i Sobre Filippo Villani, véase pá-
"3 Sobre París que, por influencia con bastante énfasis, como en el sone^; del año 1547). gina 183.
19Ü JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 191

donde dispone de ocio y aliento pa- encontramos a Firenzuola con su cu- | s vigoroso en el centra y más y no demasiado estrechas.^'''^ En las
ra semejante tarea. En su Ameto^'^'^ riosísimo libro sobre las bellezas fe- l ino en los extremos; cl blanco de mejillas el color rosado ha de au-
describe una rubia y una morena meninas.^*'*' Es menester, ante todo, os ojos ligeramente azulado y el iris mentar con la curvadura. La nariz,
puco más o menos como un pintor eliminar lo que toma prestado a los o precisamente negro, aunque to- que determina esencialmente el va-
las hubiera pintado cien años des- autores y artistas de la Antigüedad, os los poetas clamen por occhi neri lor del perfil, ha de disminuir hacia
pués. . p u e s hasta en esto 'las artes como las leyes sobre las dimensiones mo un don de Venus, mientras arriba muy suavemente y regular-
literarias llevan la delantera a las de la cabeza, y diversos coincept(>.s ue las mismas diosas ostentaron el mente; donde acaba la terniilla debe
artes plásticas. En la morena (ca- abstractos, etc. L o restante es obser- íizul celeste, y los oíos castaños, de haber una pequeña elevación, pero
balmente "menos rubia") aparecen vación propia y directa, docuraenla- mirada alegre, ligeramente convexos; no en forma que llegue a formarse
ya algunos rasgos que llamaríamos da con ejemplos vivos de mujeres y párpados, blancos, con rojas ve- nariz aguileña, que no es agradable
clásicos. En sus palabras la spaziosa muchachas de Prato. Dado que su illas apenas visibles; las pestañas, en las mujeres; la parte inferior ha
testa e distesa se insintian las for- obrita es una especie de discurso ni demasiado espesas, ni demasiado de tener un blanco frígido, v el ta-
mas amplias que rebasan lo gracio- premiado ante las mujeres de Prato. largas, ni demasiado obscuras. La bique divisorio sobre los labios, li-
so; las cejas ya no forman dos arcos es decir, ante el tribunal más seve- órbita debe tener el mismo color de geramente rosado también. D e la
como en el ideal bizantino, sino un ro, es de presumir que hubo de ate- las mejillas.^^** Las orejas, de tama- boca exige el autor que sea más bien
solo trazo ondulado; la nariz se nerse a la verdad. Su principio es, ,0 mediano y colocación perfecta, pequeña, pero ni adelantando en
acerca, al parecer, a la forma lla- según él mismo confiesa, el de Zeu- [pben tener en las partes más cur- forma de hociquito, ni aplastada;
mada aguiieña;^**^ también el amplio xis y Luciano: la reunión de diver- das un color más vivo que en las los labios no han de ser excesiva-
pecho, los brazos de longitud mode- sas partes bellas en un todo de be- tes más planas; el lóbulo ha de mente delgados, debiendo armonizar
rada, ¡el efecto de la mano bella so- lleza superior. Define la expresión transparente, con el tinte encen- entre sí; al abrirse casualmente (es
bre Ja ptírpura del v e s t i d o . . . ! , en de los colores que se observan en l;i ido de los granos de la granada. Las decir, sin hablar o reír) deben ver-
todos estos rasgos diríase que se pre- piel y en los cabellos, y por lo aue sienes han de ser blancas y planas se, todo lo más, seis de los dientes
siente el sentído de ia belleza de ve- a estos últimos se refiere, da la prc superiores. Cosa muy especial y ex-
nideros días, a la vez que se acerca ferencía, como al más bello, al "bio]i quisita es, por ejemplo, el hoyuelo
inconscientemente al de la antigüe- ¿ Q " _ I O 7 PQXO hay que tener en cucn ^^>^ No será inoportuno traer aquí sobre el lado superior, así como un
dad clásica en su apogeo. En otras ta que entiende por rubio un ama HÍgunos testimonios sobre los ojos de suave abultamiento en el labio in-
descripciones, Boccaccio menciona rillo suave, tirando a castaño. Exiye .ucrecia Borgia, tomados de los dis- ferior; una sonrisa seductora en el
también la frente lisa (no redondea- que el cabello sea espeso, ondulaíío cos del poeta de la Corte de Ferrara,
ángulo izquierdo de la boca. Los
da a lo medieval), los ojos graves y y largo, la frente serena y el dobl*: 'cole Strozza (Strozzii Poetae, páps.
y 86). El poder de su mirada es dientes han de ser do color de mar-
rasgados, obscuros, el cuello redon- de ancha que de alta, el cutis de un fil, no demasiado menudos, y de-
do, sin concavidades, y también, y Manco brillante, candido, no de un fescrito de xm modo sólo explicable
en una época artística y que hoy sería ben estar separados entre sí armo-
sobre todo, el muy moderno "piece- blanco muerto (hianchezzá); las ce- niosamente; las encías no deben ser
inconcebible; unas veces se dice de
cito"; al hablar de una ninfa de ca- jas, sedosas y oscuras, do trazadn demasiado obscuras ni del tono del
a que inflama y otras que petrifica,
ballos negros, alude ya a sus due ien mira mucho al sol acaba ciego, terciopelo rojo. La barbilla redonda,
üchi ladri nel loro movimmto.^'^ Y quien contempla a Medusa queda con- ni puntiaguda ni aplanada, levemiM-
muchos otros detalles del mismo te- ciones de Giusto dci Conti La bclUt vertido en piedra, pero quien mira el te rosada en la punta; su mejor gala
nar. mano, no nos dice de esta célebre mu rostro de Lucrecia. es un hoyuolo. El cuello ha de ser
Que el siglo xv nos haya dejado no de su amada lo especial y caracie /•;/ primo intuitu caecus et inde lapis blanco y redondo y más bien largo
referencia escrita de su ideal de be- rístico que encontramos en diez pasaies que corto; la nuez y la cavidad sólo
de Boccaccio sobre las manos de s u s Ll propio Cupido durmiente de u n a
;Ueza, no sabría afirmarlo; las obras e las salas fue petrificado por sus insinuadas; la piel ha de plegarse
de pintores y escultores no la hacen ninfas. bellamente a cada movimiento. Los
lOG Della bellezza delle done en •:\ pilas, convertido en frío mármol:
tan innecesaria como podría parecer hombros han de ser anchos, y la am-
tomo I de las Opere de Fircnzuohi. Lamine Borgiados saxificatus Amor.
a primera vista, pues precisamente plitud del pecho constituye una esen-
Milán, 1802. Véase su punto de v i s l i i
frente a su realismo el escritor ha- de la belleza física como signo de li Nos asalta la duda de si aludiría cial exigencia de belleza. N o han de
bría hecho perdurar un tipo ideal belleza psíquica en vol. 11, pág. 48 ;i al Cupido atribuido a Praxítclcs o al
de belleza.^"^ En el siglo xvi nos 52, en los "ragíonamenti", que antece- Cupido de Miguel Ángel, pues poseía
innbos.
den a su "novelle". Entre los mucho.s
Para otro poeta, Marcello Filosseno, i«*J Cuando se refiere a que el peí-
lo'-i Parnaso teatrale, Leipzig, 1829. •'que defienden este punto de vista tam- ci mismo mirar era sólo manso y al- nado puede modificar el aspecto de
Introducción, página V I L bién al modo de los antiguos, mL;n- tanero, "mansueto e altero" (Roscoe, las sienes, Firenzuola tiene la ocurren-
1013 El texto aparece aquí confuso, cionaremos sólo a Castiglione. il Cor- Leone X, ed. Bossi, V I I I , pág. 306). cia de decir que demasiadas flores en
evidentemente. tigiano. lib. IV, fol. 176. No son raras las comparaciones con el pelo dan al rostro el aspecto de
1^ La obra es rica en semejantes i'ti^ Con lo cual todos estaban con guras ideales antiguas. De un niño "una maceta de claveles". En general
descripciones. formes, no sólo los pintores poi*^ra/u- e diez años se dice en el Orlandino sabe hacer certero uso de la carica-
i^'^í El muy hermoso libro de can- nes de colorido. ; I, estr. 47) "ed ha capo romano". tura.
192 JACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 195

notarse en él los huesos, todo as- Junto a esta estética especial, la cuadros de la actividad en el nudo, de índole en extremo delicada
censo debe ser apenas perceptible y general queda reducida a un lugar al de Venecia; de los ciegos, y misteriosa.
el color ha de ser "candidissimo". secundario. Las causas mislcriosai idos u n o s en otros a la puerta Pueden incluirse aquí también ías
La pierna debe ser larga, fina en que nos hacen juzgar "senza apello" >s templos,^'- etc., no son, las poesías latinas descriptivas a que ya
los tobillos, pero abultada y blanca en cuestión de belleza son también pruebas de su habilidad en nos hemos referido sobre motivos
en la pantorrilla. El pie, pequeño, para Fircnzuola un misterio, como ^ campo. Su arte de traducir un cinegéticos (página 143), viajes, ce-
pero no flaco; el empeine —al pa- abiertamente confiesa, v sus defini- de alma en fórmulas exter- remonias, etc. De este género existen
recer—. alto y cl color alabastrino. ciones de los conceptos de "leggia- !vela ya un estudio de la vida asimismo obras en italiano, como,
Los brazos han de ser blancos y dria, grazia, vaghezza, venusta, aria, do e insistente, por ejemplo, la descripción del famo-
rosados en las partes salientes; su maestá" son, en parte, fórmulas fi- poetas quQ le suceden, rara so torneo de los Medici por Polizia-
consistencia carnosa y muculosa, lológicas, como ya hemos dicho, y se le pueden comparar en este no y Luca Pulci. A los poetas épicos
pero, con la suavidad de los brazos en parte una estéril pugna con lo •^to, y a los autores de "novelle" propiamente dichos. Luigi Pulci,
de Palas ante los pastores del Ida, inefable. Expresa una bella defini- irohibe la suprema ley de su Bioardo y Ariosto, la fuerza misma
en una palabra, fuertes y graciosos. ción de la risa cuando dice —con ro literario insistir en cl deta- del tema los arrastra en todos ellos
La mano exige que sea blanca, es- un autor antiguo, probablemente— . Pueden preludiar y narrar tan la ágil precisión en la descripción
pecialmente en el dorso, pero grande que es el alma que se ilumina. HUija y difusamente como quieran, de las escenas animadas de la vida
y algo llena, como de seda fina, con Hacia las postrimerías de la Edad S o n u n c a hacer pintura de género. real como uno de los elementos
pocas líneas en la rosada palma, Media, en todas las literaturas en- B l es forzoso aguardar a que los esenciales de su maestría. Franco
más visibles y no cruzadas y sin de- contramos intentos de exposicioncí BKMOS do la Antigüedad encuen- Sacchetti se complugo en cierta
presiones demasiado ostensibles; el dogmáticas —por así decirlo— de Wfk ocasión y gusto para entregarse ocasión en registrar las rápidas
espacio entre el pulgar y el índice, las reglas de la bclleza.^^^ Pero pt> 1 largas descripciones. ocurrencias de un grupo de lindas
de \'ivp color y sin arrugas; los de- cas obras de este género pueden I aquí damos de nuevo con cl mujeres sorprendidas en el bosque
dos largos, casi imperceptiblemente compararse a la de Firenzuoln, bre que se interesaba por todo: por la lluvia
más finos en los extremos, con uñas Bramóme, posterior en más de me- as Silvio. N o sólo le impulsa a
claras v poco curvadas, ni demasia- dio siglo, es un conocedor menoi descripción la belleza del paisaje, Otras descripciones de la realidad
d o largas ni demasiado cuadradas, experto, porque le inspira la lasci- geográfico o arqueológicamente animada las encontramos sobre todo i
cortadas en un saliente no mayor via y no el verdadero sentido de II ilcresante, sino todo hecho vhal."^ en los narradores bélicos y escritores \
que cl envés de un cuchillo. belleza. tre los numerosos paisajes intc- de este estilo (pág. 56 y ss.). Ya de
iimtes de sus memorias menciona- época anterior llega a nosotros un
os aquellos en que se nos dcs- prolijo poema'*" en el cual se nos
n escenas a las cuales apenas ofrece cl fiel trasunto de una bata-;
V I I L DESCRIPCIÓN DE L A V I D A H U M A N A !ic hubiera concedido entonces lia de mercenarios del siglo xiv, sus
i i e n o r atención; por ejemplo, la gritos, sus voces de mando y sus
diálogos.
cripción de las regatas de reme-

(
La descripción del descubrimiento observan, en aquellos instantes, lüi Lo más admirable que encontra-
del hombre quedaría, por último, comienzos de la auténtica literatura en el lago de Bolsena.'^^ Difícil mos en el género es, sin ombarjío,
incompleta si no hiciéramos men- de género mucho antes que la pin- de ser averiguar en detalle de la fiel descripción de la vida rústica
ción aquí de la pintura de la vida tura de género dé fe de vida. El he- I antiguo epistológrafo o nárra- en Lorenzo el Magnífico y especial-
activa. cho de que después sc confundan a
l partió el estímulo que dio vida mente en los poetas de su círculo, i
En sus aspectos cómicos y satíri- ambas con frecuencia, no impido animados cuadros, ya que, en
cos, las literaturas medievales no po^ que sean cosas distintas. •al. los contactos entre Anti-
115 Se reproduce esta llamada "Cac-
dían prescindir de la vida corriente. Imaginemos con qué observíaci/'n y Renacimiento son, a me- cia" en el comentario a la Égloga de
Pero cosa muy distinta es la pin- profunda, con qué intensa pasión Castiglione.
tura que hacen de ella, de sus cua- tuvo que contemplar Dante el te- Inferno, X X I , 7; Purgatorio, iiu Véanse los serventesios de Gian-
dros y escenas, los italianos del Re- rrenal acontecer para peder descrl» 61. nozzo de Florencia en Trucchi, Poesie
nacimiento, sencillamente porque bir tan plásticamente como lo hac* No hay que tomar demasiado en italiane inedite, I I , páe. 99. Las pala-
los cuadros y escenas les interesan las escenas del más allá."' Los ÍM el que tuviese en su corte una bras son en parte, incomnrensibles, es
en sí mismos, porque son un pe- de papagayo en el florentino decir, real o aparentemente tomadas
110 Véase el ideal de belleza di ' "hominem certe cuíusvis mores, del lenguaje de los mercenarios extran-
dazo de la vida general del mundo , linguam cum máximo om- jeros. También se puede incluir en el
"Minnesanger" en Falke, Die deui'.^
que mágicamente les envuelve. En Trachíen und Modenwelt, \, págma «3 Squi audiebant risu facile exnri- género, en cierto modo la descripción
lugar y al lado de la literatura có- y siguientes. * Pladna, Vitac Pontif. pági- de Florencia durante la peste de 1527
mica tendenciosa, que pulula por 1 1 1 Sobre la autenticidad de su • " por Maquiavelo. Cuadros dispersos de
casas, callejas y villorrios, zahiriendo tido del espacio, véanse página 1 -• ' 'ío I I . Comment.. V l l l , lágina una situación de espanto, que hablan
a burgueses, rústicos y clérigos, se nota 29. por sí mismos.
Í94 JACOB B U R C K H A R D T LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 195

B v a r su inocencia o defender a su el personaje que habla (el rústico


Desde Petrarca existía ^'"^ una campo a la ciudad, y los habiiiniíolH
^ n M i a ^ ^ . Bajo tales premisas se mozo Vallera, que declara su amor
falsa poesía bucólica, un tipo con- de determinadas regiones monlañ(iNi(||
moa posible una consideración poé- a Nencia) o si se burla de él. Se
vencional de égloglas, imitado todo parecían haber nacido cabaliiieiilí :
I É I de la vida rústica. Hemos de evidencia, de manera inequívoca, un
ello de Virgilio, fuesen latinos o con tal fin.^i^ Ahora bien, la vaní
Bppcionar aquí, por lo tanto, las contraste consciente con la bucólica
italianos los versos. Como género dad del hombre culto y las pr. i n
B o g a s —muy leídas en otro tiempo convencional a base del dios Pan y
afín surge la novela pastoril, desde sienes ciudadanas se cncargaro
Ftodavía hoy dignas de leerse— de las ninfas. Lorenzo se entrega deli-
Boccaccio (pág. 141) a la Arcadia que poetas y novelistas se divín
fcittista Montovano. Constituyen una beradamente al rudo realismo de Ja
de Saimazaro y después ía pieza a costa del villano y la cor
ft sus primeras obras, compuestas mezquina vida rural y, sin ^ b a r g o ,
idílica a la manera de Tasso y Gua- de improvisación (pág. 175 >
•laso hacia 1480. Estas églogas cl conjunto produce una autéiitiea
rini, obras de prosa bellísima. N o hizo lo demás. Pero aquí no cu i i.
Pcüan aún entre lo rústico auténtico impresión poética.
la más perfecta versificación. N o traremos ni asomo del cruel y (!•
' ) idílico convencional; pero en
obstante, en ellas la vida pastoril es pectivo odio de raza conír;i i A manera de parangón confesado
i i . i b predomina lo primero. En esen-
únicamente un ropaje ideal externo «vilains» que anima a los pi^. i • de la Nencia, encontramos luego la
bajo el cual se ocultan una sensi- nobles provcnzales y a veces i
bilidad y una mentalidad que proce^ cronistas franceses. Antes bici'
dan de un medio cultural completa- los autores italianos de todo ge i i
t habla en ellas un honrado cura Beca de Dicomano de Luigi Pulci
aldea, no sin cierto celo educati- Pero se echa de menos en ella cl
. Es posible que, como carmelita, grave rigor objetivo; la Beca ni fue
mente distinto.1'8 reconocen la grandeza y traceiüli n iera mucho trato con la gente escrita por un íntimo deseo de repro-
cia de la vida rústica y lo ponuí campo. ducir un cuadro de vida popular,
Mas, al margen de todo esto, sur- siempre de relieve. Joviano P o t i i MI !on muy distintas energías se sino más bien para obtener, echando
ge, en las postrimerías del siglo xv, nos habla admiración d intra Lorenzo el Magnífico por mano de tal estilo, el aplauso de los
una manera de tratar la vida rústica dominios de los bucólicos. Su florentinos cultos. De donde la ma-
en la poesía auténticamente de géne- rasgos de fortaleza de alma ia da Barberino ^'^^ tiene el aire yor rudeza deliberada del cuadro de
ro Sólo en Italia era esto posible, rústicos hijos de los Abruzos. ^• fcacterístico de las auténticas can- género y de las obscenidades inter-
porque sólo en ella los campesinos las colecciones de biografías m ^ •ties populares de los alrededores caladas. Sin embargo, la imagen de
(tanto los colonos como los propie- los novelistas falta la heroína cam • Florencia, vertidas en un cauda- un amante de la vida rústica es man-
tarios) vivían con dignidad de hom- pesina que ,expone su vidí¡
fe fluir de octavas. La objetividad tenida aún con mucha habiÜdad.
bres y disfrutaban do libertad per- poeta es de una índole tal que
sonal y libertad de movimientos, por iiy "Niilum est hominum gen;; Mencionaremos en tercer lugar un
tíus urbi", dice Battista Manl>i'. • sabemos si siente simpatía hacia
dura que a veces fuera su suerte. La Angelo Poliziano. con su Rusticas ^-"^
diferencia entre ciudad y aldea no (Écloga V I I I ) de los hijos de M t m en hexámetros latinos. Sin inspirarse
de Val Sassina, útiles para todo, i • • Sobre la suerte de los camne- en las Geórgicas de Virgilio, describe
es, ni muchísimo menos, tan marcada es sabido, los habitantes de algún.: lOs italianos de la época en general
como en los países septentrionales. giones rurales conservan aún ho> • He las distintas regiones en particu- d año agrícola, toseano especialmen-
Un gran número de pequeñas ciuda- tos privilegios para dedicarse a de!' rm r, no podemos aducir aquí más datos. te, empezando por el final del otoño,
des están habitadas exclusivamente nados oficios en las grandes ciuil.i i. I relación entre la posesión libre y cuando el campesino prcpara, tras
por campesinos, que por las tardes 120 Lina de las más vigorosas arriendo de la tierra y los gravá- haber arado sus campos, la siembra
se pueden llamar hombres de ciudad. bas, acaso, en el Orlandino, ca; es de ambas formas en relación invernal. De gran riqueza y hermo-
Los albañiles de Como recorrían est. 54-58. nuestra época habrán de elucidar- sura os la descripción del campo en
casi toda Itailia. Gioto, de niño, pudo En la Lombardía, a prin; , n obras especiales. En épocas tur- primavera, y también en su evoca-
nias hubo terribles alzamientos de ción del verano tiene pasajes excelen-
dejar sus ovejas y agremiarse en del siglo XVI, no tenían los nodl- pcsinos (Arch. Stor., X V I , I, pág.
Florencia como pintor. En general menos bailar con los campcsiim tes. La fiesta de los lagares consti-
competir con ellos en la lucha, i- II y siguientes; Corio. fol. 259; pero tuye una verdadera joya de la poesía
había una afluencia constante del salto y en la carrera. II CortigiaiH' Ipingima parte se llegó nunca a una
II, fol. 54. Pnndolfini, en el Tiv. •ara general de campesinos. De cícr- neolatina. De algunas composiciones
del governo della famigUa (pág Bportancia, y muy interesante en • italianas de Poliziano se deduce que
11"^ Según Boccaccio (Vita di Dante, es eí propietario oue se consuLl.i ^ K n o . fue el levantamiento de cam- " en el círculo de Lorenzo se trataban
pág. 77) ya Dante había compuesto la avidez y el dolor de sus colim ^fes de la región de Piacenza en ya, con vigor realista, cuadros aisla-
dos églogas, probablemente en latín. pensando que así aprende uno .i
En su Ameto ya nos da Boccac- WVer Corio, Storia di Milano, fol. dos de la vida amorosa de las clases
signarse. E4n/i£i/ey Placent., Muratori, X X , inferiores. Su canción de amor del
cio una especie de Decamerón disfra-
zado míticamente y a veces se sale del loviano Pontano, De fortilmli W07; Sismondi, X, üág. 138.
disfraz de ia manera más divertida. lib. I I . » Poesie di Lorenzo magnif., 1, 126 ihíd., I I , pág. 149.
Una de sus ninfas es católica a carta A ia célebre campesina 11 37 y sigü. Las curiosas poesías de 1 ^ Reproducido, por ejemplo, en
cabal y libidinosamente admirada por Lombarda, de ValtelHna. Ia C O I K Í C B B ¡toca de los Minnesingcr alemanes Deliciae poetarum Ital., y en las Obras
los prelados en Roma. Otra se casa'.. pievan el nombre de Neithard von de Poliziano.
como esposa del condotíiere PiQtroM lénfhal nos pintan la vida campe-
En el Ninjalc Fiesolano la ninfa Men- noro, a través de Jacobus Bergom" No he podido consultar las poesías
P L T O cuando el caballero se en-
sola, encinta, pide consejo a una "vie-
ja y experta ninfa", etc.
y de Porcellius, en Muratori, a ella por divertirse. ¿ didácticas de Rucellai y Alamanni, de
col. 43. contenido semejante, al parecer.
196 lACOB B U R C K H A R D T
QUINTA P.\RTE
gitano es uno de los más tempra- gico de la humanidad, pero el n.i
nos productos de la tendencia bien cimiento conoció directamente el nh
moderna de trasladar la conciencia jeto. A VIDA SOCIAL Y LAS FIESTAS
poética a la esfera de una determi- Da expresión a los presentí mié lUoi
nada ciase de gentes. Esto vem'a, es más altos en esta esfera Pico dellH
cierto, haciéndose desde tiempo in- Mirándola en su Discurso de la difi-
memorial, pero siempre únicamente nidad del hombre,^'•^'^ uno dé los milii
con intención cómica.^^* En Floren- nobles legados de esta época éc \.\
cia, precisamente las canciones de cultura. Dios hizo al hombre cl ulii I. L A N I V E L A C I Ó N DE L A S CLASES SOCIALES
máscaras ofrecían una oportunidad mo día de la creación del miiiiiln
renovada todos los años. Pero resul- para que reconozca las leyes del uiii
ta nuevo, en cambio, trasladarse a verso, ame sus bellezas y admire MI época cultural que constituye cho de que ocios y diversiones se
la vida sentimental de un mundo grandeza. N o le vinculó a ningún lu unidad completa, no sólo se ma- hicieron comunes, quedando descar-
distinto del nuestro, y por esta ra- gar fijo, a ninguna tarea determina sía en ía vida del Estado, e n la tada, en su germen mismo, la visión
zón han de considerarse !a Nencia da, a ninguna necesidad, sino qut: If Tgión y en la ciencia, con carácter del mundo desde cl castillo roquero.
y la Canzone zingaresca como un otorgó movüidad y libre albediiu Wípccífico, sino que imprime un s e l l o Aparte de esto, ia Iglesia, en Italia,
memorable comienzo en la historia " T e he puesto en medio dol m u i l . '•••IK-cial a la vida social también. no se prestó nunca a la provisión
de la poesía. —dice el Creador a Adán— i \ I la Edad Media tenía su etiqueta de prebendas para los vastagos de la
que puedas contemplar más la Corte y la nobleza —que se nobleza, como en los países septen-
También aquí, finalmente, hemos ÍÍK¡\
I T I E N T E lo que te rodea y apreciiir
renciaba muy poco de un país a trionales. Episcopados, canonjías y
de aludir al hecho de que la litera-
todo lo que contiene. Hice de ti urt y para la burguesía, abadías eran concedidos en las cir-
tura se adelanta a las artes plásti-
ser que no es celestial ni terreniil, costumbres del Renacimiento cunstancias más indignas muchas ve-
cas. De la Nencia a las pinturas de
que no es inmortal exclusivameiu,-, l o revelan, en sus principales ces, pero sin que en lo esencial se
género, de carácter rústico, de Ja-
y ello con cl fin de que TÚ misimi i^tos, una verdadera oposición tuvieran en cuenta cunas ni castas,
copo Bassano y su escuela, transcu-
seas tu propio modelador, y pucdim las de otros lugares. Y a la base y si los obispos eran mucho más
rren ochenta años.
superarte; puedes degenerar en he» [tíistinta desde el momento que, numerosos y más pobres que en el
En la Parte que sigue veremos lo que a la alta vida s o c i a l se
tía y renacer en tí mismo en ser de Norte, privados, por lo general, de
también cómo las diferencias de cu- sre, no existen diferencias de cas-
divina semejanza. Los animales triicii toda condición principesca, en cam-
na entre las distintas clases perdie- 'sino una clase en el sentido mo-
ya consigo del vientre materno lo bio residían en la ciudad donde es-
ron su validez. Es cierto que a ello lo, en la cual cuna y origen sólo
que han de poseer; los espíritus sit taba su catedral y constituían, con
contribuyó, en gran medida, el hecho influencia en la medida en
periorcs son ya desde el princiniu el Cabildo, un elemento de su po-
de que este país fuera el primero que las acompañaban el caudal he^
o poco después,'^^ lo que han de M'I blación culta. Cuando surgieron des-
supo valorar al hombre v a la huma- ido y el ocio tranquilo y segu-
por la eternidad. Tú solo eres capa» pués los príncipes absolutos y los
nidad de un modo completo y en to- y i o no debe entenderse en sen-
de evolución, puedes crecer con arn- tiranos, en la mayoría de las ciuda-
da su profundidad. Este resultado es absoluto, pues las categorías
glo a tu libre albedrío; tú solo llcvaí des la nobleza tuvo sobrados moti-
ya suficiente para que el Renaci- íes de la Edad Media procuran,
en ti el germen de una multifunir vos y ocasión para crearse una vida
miento merezca nuestra gratitud. Se l a y o r o menor medida, sostener
vida". privada (pág. 74) políticamente sin
había poseído siempre el concepto ló- existencia, aunque sólo sea para peligros y adornada con todos los re-
itener un cierto rango frente a finamientos, pero que, por lo demás,
grupos selectos de fuera de lía- se diferenciaba apenas de la de los
Pero la corriente general de la burgueses ricos. Y cuando la nueva
:a se caracterizaba, evidentemen- poesía y la literatura llegaron, a par-
Italia por la tendencia a la tir de Dante, a constituir patrimonio
Sn de las clases sociales en e9 común ^ y la cultura se orientó en el
Ifído d e l mundo moderno.
)c la mayor importancia fue en
tlalia la convivencia de nobles y bur- campesina. Bandello, Parte 11, Nove-
ii-^cy en las ciudades a partir del lla 12.
^í^lo X I I 1 por lo menos, por el hc- - Esto mucho antes de la difusión
128 Poesie di Lorenzo magnif., 11, lao Jo. Pici oratio de 'hominis í/ij de la imprenta. Una multitud de ma-
página 75. nitate en Opera y en impresiones a nuscritos —y de los mejores— per-
iüí> Incluyese aquí el remedo de los pedales. tenecían a obreros florentinos. Sin la
dos distintos dialectos, al que hubo de 131 Alusión a la caída <Je Luiifi 1 ;i nobleza piamontcsa llamaba la quema que hizo Savonarola, hubieran
asociarse necesariamente el de las ma- y demás ángeles rebeldes. ion, como algo raro, por su vida llegado a nosotros en mucho mayor
neras rústicas. íida en los palacios de la región número.

197
JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 199
sentido de ila Antigüedad y del inte- acuerdo con sus interioculores — Ni-f os razonanticntos, se bosqueja la
rés por el hombre como tal, cuan- ccoli y Lorenzo de Medici, hern- ' Lo decisivo fue que casi en. loda
del gran Cosimo— en que no lación de la nobleza en las di&tln- Italia los mismos que podían mos-
do los condottieri so convirtieron en regiones de Italia del siguiente
príncipes y dejaron de ser requisito otra nobleza que la del mérito trarse orgullosos de su linaje no po-
Ipdo: en Nápoles el noble es indo- dían presumir frente a la cultura y
del trono no sólo la cuna y el lina- sonal." Con los más audaces Hite: no se ocupa n¡ de sus posesio-
je, sino la propia legitimidad del na- ridiculiza lo que, según el prcji la riqueza, y que sus preri-ogativas
HB, ni del comercio, que considera políticas y cortesanas no eran sus-
cimiento, entonces pudo creerse que común, es propio de la nobleza Bpominioso; pasa el tiempo en su
había comenzado una nueva época la verdadera nobleza estamos i ceptibles de suscitar en ellos un exal-
•tea^ o monta a caballo. Asimismo tado sentimiento de clase. Sólo apa-
de igualdad y que el concepto de más alejados cuanto más tiempo m nobleza romana desprecia el co-
la nobleza se ihabía desvanecido por yan sido nuestros antepasados ' rentemente. Venecia constituye aquí
dos malhechores. La práctica d l.i percio, pero dirige personalmente el una excepción, porque la vida d e '
completo. I d t i v o de sus tierras; el propio he- los "nobili" tenía su carácter com-1
La teoría, si se acudía a la Anti- cetrería no huele más a noblez;; lir de cultivar la tierra supone ac- pletamente burgués; sólo disfrutaban •
güedad, tenía ya en Aristóteles el lo que huelan a bálsamo los iv\v\ a la nobleza misma,'* a una de algunas prerrogativas honoríficas, i
instrumento para afirmar o negar la de las aves mismas. La a g r i c u l u t M Eonrada aunque rústica nobleza", Cosa distinta ocurría, ciertamente, \
justificación de la nobleza. Dante, tal como la practicaban los antijíuoi, •tonbién en la Lombardía viven los en Nápoles, que por el severo ex-
por ejemplo, deriva aún de la defi- está mucho más cerca de la noblezi Hples del producto de sus posesio- clusivismo y la afición a la pompa
nición aristotélica^ de que "la no- que este insensato corretear por ^o-: H í heredadas: la ascendencia y cl de su nobleza, más que por otra co-
bleza se Fundamenta en la excelen- ques y montañas, con la cual II •stenersc de ocupaciones determi- sa, quedó al margen del movimiento
cia y en la riqueza heredadas" su a semejarse a los propios anini. •tn también aquí al n o b l e . E n Ve- espiritual del Renacímienlo. A las re-
máxima de que la nobleza se basa Una cosa así debiera ser simplemni Bcia los nobili, la casta gobeman- miniscencias de la Edad Media lon-
en la propia excelencia o en la de te una diversión, pero en maner;i al- I son todos mercaderes; en Géno- gobarda y a la tardía influencia del
ios antepasados. Pero en otros pasa- guna un asunto vital". Tan innoblfl Eji nobles v no nobles son todos espíritu caballeresco francés vino a
jes no se conforma con esto, y llega les parecía la vida caballeresca fraii' Ircadcres y navegantes, y se dife- añadirse, ya antes de mediados del
a censurarse a sí mismo* porque en cesa e inglesa en el campo o en loi H c i a n únicamente por el nacimien- siglo X V , la monarquía aragonesa,
el Paraíso ha recordado su propia salvajes castillos de los rapace- K algunos, ciertamente se emboscan siendo en esta región donde primero
nobleza de linaje en el diálogo con ñores alemanes. El Medici toni N sus castillos de la montaña como se impuso lo que sólo cien años más
su antepasado Cacciaguida, Hnaje cierto modo, el partido de la nublu' •teadores de caminos. En Florencia tarde acabó preponderando en cl res-
que sólo es un manto en el que el za, pero no —lo cual es bastanH • i a íoarte de la antigua nobleza se to de Italia: la parcial hispanización
tiempo va haciendo constantes re- elocuente— porque le impulse a clk •dicaba al comercio, mientras otra de la vida, cuyo principal elemento
cortes y al que, por lo tanto, hay un sentimiento innato, sino porqiK • i parte más pequeña) se dedicaba a era el desprecio del trabajo y la avi-
que añadirle de continuo nuevos va- Aristóteles, en el libro V de la í'nlt ftfrutar de su situación precmincn- dez de títulos nobiliarios. Esta in-
lores. En el Convito ^ los' conceptos tica, define la nobleza como - I I K » y no se ocupaba en nada, o sólo fluencia se observa ya antes dol año
"nobile" "nobilitá" aparecen por la real, como algo que se basa en l| caza y cetrerfa.^i i 1500 hasta en las pequeñas poblacio-
cuna, para identificarlos con las do- excelencia v en la riqueza hcredi
nes. De La Cava se nos dice que un
tes indispensables para toda preemi- da. Pero Niccoli alega que al h^ICORI
lugar que era proverbialmente rico
nencia intelectual y moral, y presta lo no expresa Aristóteles su piüpli En su casa de la capital. Ver Ban-
mientras en él vivieron simples al-
un particular acento a la idea de una • convicción, sino la opinión gencml, I. Parte I L Novella 7. Ver tam-
hamíes V tejedores, en cuanto los
cultura superior al considerar a la En la Etica, donde expone su opl loyiano Pontano, Antonias (don-
útiles del albañil y los telares fueron
"nobilitá" como hermana de la filo- nión personal, sólo llama noble a¡i fija en la Era aragonesa el pun-
que aspira al verdadero bien. En vit< le partida de la decadencia de las substituidos por las espuelas, los es-
sofía. jdcs de la nobleza napolitana).
no le replica el Medici con la expn»» tribos y los cinturones dorados y to-
Cuanto mayor es el rigor con que sión griega para designar la nobtíS • En Italia entera al que disfruta- do el mundo quiso llegar a doctor
el humanismo dominó las ideas de za: eugeneia, buen nacimiento, púa Be una renta .ústica importante ya
los italianos, con tanta mayor firme- Niccoli encuentra más justa, Ui ol pe le diferenciaba del nuble.
za se Uegó al convencimiento de que presión romana nobilis, por dciivl Por lo que se refiere a la eva- se refiere únicamente a los nobles que
la cuna no decidía sobre cl valor del do nobleza de los hechos.^ A parí ión de la nobleza en la Alta lla- HÚridisfrutan de feudos, que viven en
hombre. En el siglo xv era ésta la no carece de importancia Bandello la más completa ociosidad y son polí-
3U reiterada polémica contra las ticamente destructores I Discorsí, I, 55).
teoría imperante. Poggío, en su diá- H s desiguales. Parte I. Novelle 4 y
logo De la nobleza, aparece ya de 6 Poggio, Opera: Dial, dejtobilil^ Agrippa von Neileshcim. que debe a
T Idéntico desdén hacia él noblo ^ a r l e 111, 60; IV, 8. En noble mi- su estancia en Italia esencialmente sus
como mercader constituye una ideas más especíales, dedica a la no-
3 Dante, De Monarchia, lib. 11, ca- nacimiento se encuentra frecuentt'ni ;ión. Parte I I I . Novella 57. Véa- bleza y al principado un capítulo fDe
te entre los humanistas. Véanse
pítulo 3, enérgicos pasajes en Eneas Silvio. O el capítulo VIH, la participación incert. el vanltate scient., cap. 80), de
4 Paradiso, X V I . al principio. ra, págs, 84 (Hist. Bohem., caí. 2) nobles lombardos en los juegos incomparable y radical amargura, que
Dante, Convilo. casi todo el Trat- 640 (Itisf. de Lucretia et Euryalusl. is. en esencia pertenece a la fermentación
tato I V y otros varios pasajes. El severo juicio de Maquiavelo espiritual nórdica.
¡ACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALLA 201
200

dan los deberes de su condiciói 11 resara con el más vivo horror y aun bajo Pietro el Viejo, se cele-
en Derecho o en Medicma, notario,
oficial o hidalgo, dejó de ser prós-
pero y se hundió en la miseria más
espantosa.'- En Florencia comienza
querido hablar de estas cosas , H.I
que los lectores se convenzan qm lu
caballería ha fenecido.'* Así cviim
Í re los torneos, en los cuales veía bran famosos torneos en Florencia.
peligrosa necedad. A nadie con- Pietro el ¡oven, en su afición por
ció exclamando patéticamente: estas luchas, dejaba hasta los asun-
aiín los muertos son nombrado^ huy .n parte alguna leímos que Esci- tos del Gobierno, y sólo quería que^
bajo Cosimo, el primer Gran Duque,
caballeros, se podría concede: U B n o César lucharan en un tor- se le retratara con la coraza puesta.
una evolución análoga; se le debe oí
misma dignidad a una figura dL' iiiii ¡"iD £1 espectáculo llegó a ser También bajo Alejandro V I hubo
haber atraído a su Orden caballeres-
dera, a una piedra, y hasta a un laderamente popular en Floren- torneos. Una vez que el cardenal
ca de San Esteban a los jóvenes que
buey". Las historias con que S:ii el burgués llegó a considerar Ascanio Sforza preguntó al príncipe
desprLx;iaban la actividad comercial
chetti documenta su aserto son di» ;omeo —indudablemente en una turco Chem (págs. 61 y 65) qué le
e industrial.13 L o contrario precisa-
elocuencia indiscutible. Leemos ctt la menos peligrosa— como una parecía el espectáculo, contestó éste
mente del antiguo criterio florenti-
ellas, por ejemplo, cómo BcriMbd ie de diversión, y Franco Sa- con mucha discreción que en su pa-
no,^' según el cual los padres ponían
Visconti concede, por sarcasmo, ol *^ nos ha dejado el cuadro, tria se encargarían los esclavos de
por condición de herencia a sus hi-
título de caballero al vencedor ilí adámente cómico, de uno de semejantes juegos, y así, si alguno
jos el poseer una ocupación deter-
un duelo de borrachos y desput'^ itl torneos dominicales. El pala- caía, cl hecho carecía de impor-
minada (véase pág. 4 3 ) .
vencido, y se les atavía como -..lim cabalga haca Peretola —donde tancia. Inconscientemente el oriental
Una especie de manía de títulos fjodía lidiar a buen precio—, ca- coincide aquí con los antiguos ro-
lloros teutónicos, con su yelmo y M I »
y dignidades se infiltró entre los flo^ jetero en un jamelgo arrendado a manos frente al criterio medieval.
divisas, etc. Más tarde se burla I'I'K
rentinos, en contraste con el culto Il tintorero; unos malintencionados
g i o ' ' de los muchos caballeros ipn' Aparte este punto de apoyo, que
igualitario del arte y el intelecto; ' un cardo bajo la cola del pobre
no tienen caballo ni ninguna pijn no dejaba de tener su importancia,
así, la grotesca aspiración a la dig- nal, que emprende veloz carrera
lica guerrera. Quien pretendía h.ui'i de la dignidad de caballero, había ya,
nidad de caballero; la necedad en . gresa a la ciudad, a galope ten-
valer los derechos honoríficos del en Ferrara por ejemplo (pág. 26),
boga, cobró auge en los momentos >. con su enviserado caballero. El
rango, como, por ejemplo, salii n verdaderas órdenes cortesanas que
en que había perdido hasta la som- i l'ectible final de la historia es la
caballo con estandartes, se colo^iilm traían adscrito el título de caballe'rQ,.
bra del verdadero valor. "Hace un imenda de la esposa, justamen-
en Florencia en situación difícil, por
par de años —escribe Franco Sac- idignada ante aquella insensata
que no era bien visto ni del Gobiii
chetti hacia finales del siglo xiv— itura.^i de Poliziano y Luca Pulci. Véanse '
no ni del pueblo, que lo acosaba n también Paulo Jovio, Vita Leonis X,
todos pudieron ver cómo obreros ma-
pullas.'^ ' fin, los propios Medici se afi- lib. 1; Maquiavelo, Storie Jiorent. lib.
nuales, panaderos, y hasta cardado-
Si observamos estos hechos cnii iron a los torneos con verdadera V I I ; Panln jovio. Elogia, sobre Petrus
iies de lana, así como usureros, cam- 'in, como si quisieran demostrar Mediees y Franc. Borbonius. Vasari,
bistas v picaros, se hicieron conceder mayor detención, se advertirá q i it-
•toda esta transnochada cabalkim, i, si no eran de origen noble, su IX, 219. Vita di Granacci. En el Mar-
Ja dignidad de caballeros. ¿De qué
independiente de la verdadera m rto podía compararse con cual- gante, de Pulci, escrito bajo la vigi-
le sirve la dignidad de caballero a
blcza de cuna, si en gran pan • oi cr otra.2- Bajo Cosimo (1459), lancia de Lorenzo, los caballeros in-
un funcionario para ixxler ir de ret- curren en lo cómico en sus diálogos
tore a una ciudad de provincias? Pa- cosa de pura y ridicula vanid:id v y en sus maneras, pero sus tajos y
ra ganar cl pan ser caballero sirve de afán de títulos, no deja de Petrarca, Epis. senil., X I , 13, ná- mandobles son auténticos y dados se-
bien poco. ¡Más bajo no podías caer, cer otros aspectos. Persisten los im R 889. En otro pasaje de las É'pís- gún las reglas del arte. También Bo-
desdichado título! Estos caballeros neos, y quitA en ellos quiere tumai famUiares, lib. V, ep. 6, describe yardo escribe para verdaderos peritos
parte tiene que ser, cuando m.nní arror que le produce ver caer un al describir los torneos y el arte bé-
hacen lo conUario de cuanto man- "ero en el curso de un torneo en lico en general. Acerca de los torneos
por fórmula, caballero. La luch.i ni
lies. en Ferrara en el año 1464, Diario Fe-
1 2 Masucciü, Novella, 19. palenque cerrado, y sobre todo U
auténtica y en ocasiones -l^by ixH-j Novella 64, Por eso se dice en rrarese, Muratori, XXIV, col. 208. En
1'' Jac. Pitti ü Cosimo, L Archiv. rlaniüno de im torneo bajo Car- Venecia, Sansovino, Venezia. fol. 135
Sio'., I V , I I , pág. 99. También en la grosa carrera lanza en ristre. hr'wV] gno (IT, estr., 7 ) : allí no lidiaban y sigs. Sobre Bolonia, 1470; y después,
Alta Italia sólo con el régimen espa- daba la oportunidad para exhibir |eros y marmitones, sino reyes, du- Bursellis, Annal. Bonon.. en Muratori,
ñol se observan fenómenos semejantes. fuerza y arrojo, oportunidad quj «I y condes. X X I I I , cois. 898, 903, 908 y 909, don-
Bandello. Parte H , Novella. 40. individuo con personalidad ya liioii flJna de las primeras parodias de de puede verse una extravagante mez-
n Cuando en cl siglo xv Vespasia- desarrollada —cualquiera que íncul prncos, ciertamente. Sólo sesenta colanza con la solemnidad que se
no Fiorentino, dice (págs. 518 y 632) su origen— no quería do'yáX esiti-' unas tarde. lacqucs Cocur, el bur- prestaba entonces a las representacio-
que los ricos no deberían aumentar par. 'ministro de finanzas de Carlos nes de triunfos romanos Federigo de
su caudal heredado, sino gastar ínte-
De nada valió Ü^e Pefrari^u .-u. hizo esculpir en su palacio de Urbino perdió en un torneo cl ojo de-
gramente sus ingresos anuales, tal ooi- es, tm torneo sobre asnos (ñor recho ah ictu lanceae. Sobre los tor-
nión, en boca de un florentino, sólo ) 1450). Lo mejor del género, el neos nórdicos de la época, ver. por
puede referirse a los dueños de lati- 'fi "Che la cavalleria e njorta". junado segundo canto de Orlan- ejemplo, Oliyícr de la Marche, Mémoi-
fundios. 17 Poggio, De nohilUate, fol. ¿7. LEO se publicó hasta el año 1526. res, especialmente capítulos 8, 9, 14,
if* Franco Sacchetti, Novella, 153. 18 Vasari. I I I , 49 y nota, V T Í Í Í
''Ver las va mencionadas poesías 16, J i , 19 y 21.
Comp. Novelle 82 y 150. Dcllo. ii
JACOB «URCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A
203
Sean cuales fueren las presunciones menos valor interno. Por lo dej
no queda, en absoluto, excluida Mcadencia el que Giovanni della
y vanidades de nobles y caballeros, fue útil al común atavío personal el
* H s a aconsejase evitar lo sorpren-
la nobleza italiana ocupaba un pues- presencia de los no nobles en la ( cambio de las formas indumentarias,
te. L o que se quiere es que al '•ute o llamativo y le parezca in-
to central en la vida del país; no así como la aceptación de modas
bre perfecto —cl cortesano, c invenicnte desviarse en esto de la
permanecía al margen de ella. Es- francesas y españolas,2« no hemos
mente— no se le prive de nin '""a general.-'» Nuestro tiempo, que,
taba en trato constante, sobre el de dilucidarlo nosotros. Pero tam-
de las ventajas imaginables. • Si . lo menos en lo que se refiere a
mismo pie de igualdad con todas bién aquí ha de verse, desde el pun-
go Se le impone como rey cien indumentaria masculina, ha hecho
las clases sociales, y por doquier la to de vista de la historia de la
serva en todas las cosas, no es "trema ley el no destacarse ni lla-
acompañaban, como camaradas im- cultura, una prueba de la agilidad
que descienda de más noble sa r la atención, renuncia con ello a
prescindibles, la cultura y el talen- de la vida italiana en general en
sino porque su delicada nerfe itajas más grandes de lo que ella
to. Cierto que al "cortigiano" pro- aquella época alrededor del 1500.
individual así lo exige. Represi 'igura. Cierto que con esto se aho-
piamente dicho, que ha de figurar m.ucho tiempo, y ya esto sólo Especial atención merece el interés
como tal en el séquito del príncipe, esto un rasgo de distinción mo de las mujeres por mejorar su aspec-
na. donde la cultura y la riqi :gún nuestra norma de personas
se le exige la nobleza,^ mas se de- ^adas— equilibra toda desventa- to con toda clase de afeites y artifi-
clara que se exige únicamente para, dan la pauta del valor social, cios. En ningún país de Europa, des-
la riqueza sólo en cuanto hac :Mn pensándola.
no ir contra el prejuicio universal' de la caída del Imperio Romano, se
siblc consagrarse a la vida < 'urante cl Renacimiento había en ha intentado corregir en tal grado la
(per l'opinione universale) y bajo
cultura y estimular en alto gra ecia y en Florencia trajes pres-
explícita reserva contra la fantasía figura, el color del cutis, los cabe-
intereses de ésta, ts para los hombres y leyes sun--, llos, etc., como en la Italia de aquel
que quien no sea noble debe poseer
lias para las damas. Donde la^, tiempo.^ Todo tendía a un determi- -
nmentaria era libre, como en Ná- \ nado modelo, aunque fuera menes-
s, los moralistas comprobaban, J' ter recurrir a las raás sorprendentes
1 ees lamentándolo, que ya no se Y cómicas mixtificaciones. Prescindi-
e n í a la menor diferencia entre
H . R E F I N A M I E N T O E X T E R I O R DE L A V I D A mos por completo aquí de la indu-
les y burgueses.-'^ Se lamentaban mentaria propiamente dicha de moda
más del ya vertiginoso cambio de en cl siglo XVI —abigarradísima y
taria de la época, tal como se modas y (si interpretamos acer- recargada primero, de más noble y
Cuanto menores eran los privilcgio-^
ofrece en los pintores italianos, nnente las palabras) del necio depurada opulencia después—• para
que resultaban del nacimiento, ma-
la más bella y cómoda que cxii i:imiento a todo lo que venía de limitamos a lo que se refiere al to-
yor estímulo sentía el individuo, co-
entonces en Europa, pero no es sfl iicia, como si no fuesen con fré- cador en sentido estricto.
mo tal, para hacer valer sus méritos
ro que fuese la indumentaria ¡ffl nela modas originariamente ita-
y excelencias, y tanto más la vida Ante todo cabe mencionar la epi-
rante ni que aquellas pinturas ii as lo que, sencillamente, los fran-
social, por sus propios medios y
muy fieles Pero lo que no ofrcC0 s les devolvían. Hasta qué punto demia de falsos cabellos de seda
propia iniciativa hubo de limitarse blanca y amarilla alternativamen-
y cnnnobiccerse La apariencia mis- menor duda es que en ninguna pul
ma del hombre y de cuanto le ro- se le daba al traje el valor que ' Casa, / / Calateo, página 78. mines modum illis et quasi formulam
dea. Jos hábitos de la vida cotidia- concedía en Ttalia. La nación oi " Ver obras venecianas de indu- quamdara praescribant."
na, son ya en Italia más bellos, más es vanidosa. Pero, además, muc I liiria y Sansovino, Venezia, fols. Véase, por ejem.. Diario Ferra-
refinados que en los demás pueblos. personas graves veían en cí tí < y sigs. El traje de novia para los rese, Muratori. X X I V , cois. 297, 320,
más bello posible y a u e más luV ggunsales —blanco, con el pelo suel- 376, 309; véase lo que allí se dice
De los palacios donde viven las cla- ondulante sobre los hombros—•
ses elevadas trata la historia del arte. reciese, un complemento de la p sobi-e la moda alemana.
sonalidad. En Florencia hulio iGÍ cl de la Flora de Tiziano. Compárese con los oasajes co-
Sólo recordaremos hasta qué punto Joviano Pontano, De principe:
superaba en comodidad, en la dis- momento en que el trajc,*ei lam autem non eo impudentiae rrespondientes de Falkc, Die deuísche
individual, en que cada uno irtum essct, ut ínter mercatorem Trachíen ii<ul Modenwelt.
posición racional y armoniosa, al
su propia moda (pág. 74, lun.i itricium nullem sít in vestitu cc- »o Sobre las florentinas ver los pa-
"Stadthof" o "Stadtpalast" de los sajes principales en Giovarmi Villani,
grandes del Norte. La indumentaria y hasta bien entrado el siglo Jj le omatu discrimen. Sed hace
hubo personaj<.*s de calidad licentia reprehendí potest, cocr- X, 10 y 152; Matteo Villani, I, 4. En
cambia de tal modo que es impo- cl gran edicto sobre la moda de 1330,
vieron el valor de mantener i potest, quamquam mutari vcs-
sible establecer un paralelo general uoíidie videamus. ut quas quar- sólo sc permiten, en los vestidos fe-
con las modas de otros países, sobre costumbre.-^ Otros sabían, pofl meninos, figuras estamoadas, prohi-
menos, poner la nota indiviiliml mense in delícüs habebamus,
todo si se tiene en cuenta que desde repudicraus et tanquam vetera- biéndose las meramente "pintadas'
fines del siglo xv sc imitaron estas la moda imperante. Es áínionin abjiciamus. Quodque tolerari (dipinte). Seguramente querían decir
últimas con frecuencia. La indumen- it, nuUum fere vestimenti genus estampadas.
Paulo Jovio, Elogia, sitl- i , quod e Galliis non fuerit ad- Los de cabello auténtico se lla-
trus Gravina. Alex. Achillinus , in quibus levia pleraque in maban "capelli morti". Ver Anshelm.
Bald. Castiglione. ¡I Cortigiano, lunt, tamctsi nostri persaepe ho- Berner Chronik, I V , pág. 30 (1508)
Ub, E, fol. 18. Castcllio, etc.
habla de los dientes postizos de mar-
204 JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 205

(Vtóimo I una remesa de dinero per- lo que les atraía era sobre todo el
te prohibidos y tolerados. En más de aun, en parle, una forma distini.i il
I limado.'*'^ negocio de los peregrinos que iban a
una ocasión un misionero elocuente los que les eran propios. Es pu.-ill
Los italianos estaban convencidos Roma. Tales testimonios podrían, sin
conmovía los corazones mundanos, que las frecuentes y fastuosa i
de que eran más limpios que los nór- embargo, referirse a las ventas del
y acababan los moños en la hoguera presentaciones de misterios, e i I
dicos. Desde el punto de vista de la camino, pues es notorio que en las
de una plaza pública, mezclados con cuales figuraiban centenares de i'^ i
liistoria de la cultura antes nos incli- grandes ciudades ocupaban el primer
laúdes, equipos de tahúr, máscaras, sonajes maquillados y adsrezaí!l>^,,' namos a aceptar que a recusar seme- lugar las hospederías italianas.'*" La
filtros y fórmulas mágicas, cancione- contribuyeran a estimular semejanl' jante pretensión, ya que la limpieza falta de hospederías aceptables en
ros, etc.-"*- Las llamas purificaderas abuso en la vida real y c o t i c i i a i i i i is algo que parece completar la per- pleno campo se explicaría por la
!o aventaban todo en el aire. Et co- Lo cierto es que la costumbí tíalidad moderna y ésta se desarro- gran inseguridad reinante.
lor ideal de cabello, el más deseado, generalizó hasta entre las camix'M
tanto para el cabello propio como a en Italia antes que en parte al- De la primera mtad del siglo xvi
lias.-'"' Y a se podía sermonear y dci li una. También abona tal pretensión
para el postizo, era el rubio, y co- procede también la escuela de cor-
y repetir que el pintarse era propln hecho de que fuera una de las tesía publicada por Giovanni della
mo era fama que el sol ponía mbio
de cortesanas; las más honestas nm cienes más ricas de aquellos tiem- Casa, un florentino de nación, bajo
el pelo,-'' había damas que cuando
trenas, que a lo mejor pasaban > I pos. N o obstante, nunca se podrá el título de ll Calateo. En ella no
hacía buen tiempo se pasaban al sol
año entero sin ver el colorelr, •< (il)ortar una prueba decisiva, y en sólo se prescribe lo que se refiere
el día entero.^* Aparte de esto, se
usaban tintes y mixturas para teñir pintaban en los días de gran lo que se refiere a las precripcio- al aseo en sentido estricto, con la
y hacer crecer el cabello. Añádase cuando tenían que mostrarse un \><- iies sobre cl aseo personal, podrían misma infalible seguridad con que
aún un sinfín de lociones, emplastos, blico.s* Ya veamos en esta costuin (llegar mayor antigüedad los de la el moralista habla de las supremas
coloretes, etc., para todas las partes bre un rasgo de barbarie —el parji poesía caballeresca de la Edad Me- leyes morales, sino también cuanto
del rostro, hasta para los párpados lelo con el tatuaje de los salvaii' dia. En todo caso, es cierto que en atañe a las que solemos llamar cos-
y los dientes, de los que nuestra épo- no es cosa remota— o un desen il' algunas eminentes figuras del Rena- tumbres "inconvenientes". En otras
ca no tiene la menor idea. Ni el conservar la normal belleza juvenil cimiento se destaca con insistencia literaturas se trata el tema menos en
sarcasmo de los poetas,'*^ ni la sa- tanto en la línea como en el c o I I M su asco y primor, sobre todo a la el aspecto sistemático, insistiéndose
grada cólera de los predicadores, ni (en favor de ello podría aducirse lo mesa;'^* el alemán era, en cambio, en la descripción de lo grosero y de-
cuidados múltiples y minuciosos M i n s i d c r a d o en Italia como prototi- saliñado con fines de ejemplar idad.**'
todas las advertencias sobre lo noci-
vo que era para la p l ^ el uso de exigía esta toilette) en todo casn m |H> de suciedad."*^ Por Jovio ^ averi-
[uamos cómo llamaban la atención // Calateo representa también una
tales afeites, consiguieron que las faltaron las amonestaciones d'. li bella y espiritual guía de las buenas
mujeres abandonaran la obsesión de hombres. as' poco aseadas costumbres oue
Massimiliano Sforza debía a su edu- maneras, de la delicadeza y él tacto
dar a su rostro un color distinto y en general. Aun hoy su lectura pue-
El abuso de los jwrfumes rebiiim cación alemana. Por esta razón re-
también toda medida y se cxtendli' sulta sorprendente que, por lo me- de ser útilísima para todas las clases
a cuanto rodeaba al hombre. Hahin nos en el siglo xv, las hospederías sociales, y la cortesía de la vieja Eu-
fil que usaba un prelado italiano, cier-
tamente sólo para pronunciar con ma- fiestas en las cuales hasta a las m u estuvieran, por lo general, en manos ropa podrá difícilmente rebasar sus
yor claridad. las se las frotaba con ungüentos i de alemanes,'*'' aunque es cierto que prescripciones. Siendo el tacto cues-
32 Infessura, en Eccard. Scriplore, aromas.3® Pietro Aretino agradcee ^ tión de sentimiento, en el comienzo
II, col. 1874, Allegretto. Muratori, de todas las culturas y en todos los
X X I I I , col. 823. Luego los autores so-
bre Savonarola. Véase más adelante. ••"í Cannio Cennini, Trattato ddl.- Capítulo I. a Cosimo: "Quei cén-
'•'•^ Sansovino, Venezia, fol. 152: ca pintura, da en el capitula-167 ui. it i scudi nuovi e profuinati che I'altro •45 Franco Sacchetti, Novella, 21.
pelU biondissimi per forza di solé. receta para pintarse cl roste'o, c i lii mi mandaste a donare." Hay objc- Por ei año 1450 tenía Padua la Hos-
temente destinada a los qué pan . u in^. de la éooca que huelen todavía. tería del Buey, verdadero palacio, con
También, en Alemania había es-
ta costumbre. Poesie saíiriche, página ban en misterios y mascaradas. I n -*i Vespíisiano Fiorent, pág. 458, en cuadras para doscientos caballos. Mi-
119, en la sáúra de Bem. Giambulari, cap. 162 advierte seriamente los 1.1. 1.1 Vida de Donato Accíaiuoli, y pág. chele Savonarola, ap. Muratori, X X I X ,
Per prender moglie, un resumen de to- gros de coloretes y aguas de belK/.i'. í'-'j en la Vida de Niccoli. col. 1.175. Florencia tenía ante l a
da la alquimia de tocador, que aún general. Giraldi Cinthio, Hecatommithi, Puerta de S. Gallo una de las hoste-
se basaba, en gran parte, en la magia Véase La Nencia di Bari ¡lítroducciún. Novella, 6. rías más grandes y más hermosas gue
y la suryerstición. •'^ Paulo Jovio, Elogia. se conocían; sin embargo, parece que
estr. 20 y 40. Su amante le pi sólo se trataba de un lugar de recreo
traer colorete y albayalde de" l;i i n ' • Eneas Silvio (Viiac Paparum, ap.
85 Que pusieron el mavor empeño Muratori, I I I , 11, col. 880) dice ha- para las gentes de la ciudad. Vapchi,
en evidenciar todo lo repulsivo, peli- dad en una bolsita. Ver pág. I 9 i il. Stor. fiorent., I I , pág. 86.
blando de Baccano: "pauca sunt, ma-
groso y ridículo de estas prácticas. Ver presente libro. rá l¡;i eaquc hospitia faciunt Theuto-
Ariosto, Sátira, I I I , versículos 202 y Agn. Pandolfini, Trattato de! y *s Véanse los pasajes correspondien-
I ¡ e i ; hcc hominum genus totam fere tes en La Nave de ¡os locos, de Sebas-
sigs. Aretino, II marescalco, acto I I , verno della jamiglia, página 118 • M l i ü m hospitaiem facit; ubi non re-
escena 5, y varios pasajes en los Ra- tián Brant, en los Coloquios, de Eras-
^ Tristano Caracciolo, en Al IM , • eris hos, ñeque diversorium quae- mo, en el Poema latino, de Grobianus,
gionamenti. Ver también GiambuUari, r¡, X X I L col. 8 7 ; Bandello,-Pan n
ibíd, y Phil. Bcroald. Sen., Carmina. etcétera.
Novella, 47.
206 JACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 207

pueblos se encontrará, como cosa in- demostrarse que en Italia existieron En los días áureos de la Edad Me- tudiaron todos los dialectos con apa-
génita, en determinadas personas y antes que en ningún otro país, todn>^ ja, la nobleza de todas las naciones sionadas y partidistas aversiones o
habrá también siempre quien llegue estas pequeñas y grandes cosas que ñdcntales procuró afianzar el uso preferencias y que el nacimiento de
a poseerlo por esfuerzo de su vo- en conjunto constituyen la modcinii _un lenguaje "cortesano*', tanto un lenguaje ideal y común supuso un
luntad; pero como deber social ge- comodidcid; cl confort moderno. Sr cl trato corriente como para la laborioso y doloroso parto.
neral y signo de cultura intelectual subraya de modo especial la canu poesía. \Así, también en Italia, cuyos Quien más contribuyó a ello fue,
y de educación, son los italianos los dad y finura de la ropa blanca. Ni> Jialéctos se disgregaron tan pronto, evidentemente, Dante con su gran
primeros en reconocerlo y exigirlo. pocos de los objetos que describen tislía en el siglo xiii un estilo "cu- poema. £1 dialecto toscano llegó a
Italia misma se había transformado caen ya en la esfera del arte, fon Ffialc", que era común a las Cortes constituir el elemento básico del
mucho en cl transcurso de dos si- admiración advertimos cómo el njii- -j a sus poetas. Pero el hecho dcci- nuevo idioma ideal. Si ello puede
glos. Se advierte claramente que los ennoblece el lujo en todos sentiduM ivo es que procuró hacerse de él, resultar, acaso, una afirmación exce-
tiempos de las bromas pesadas entre no sólo adorna el aparador momi consciente empeño, el lenguaje siva, el extranjero deberá pedir in-
conocidos y sem¡conocidos, de las mental y el fino anaquel con va>o^ íde todas las personas educadas y a dulgencia por seguir sencillamente,
burlas y las befas {págs. 86 y sigs.), magníficos, los muros con el anini;i |a vez el lenguaje literario. En la en una cuestión dcbatidísima, la
en la buena sociedad, habían pasado do esplendor de los tapices, la sobri- itroduccion a las Cien novelas an- opinión predominante.
a la historia;^'' que la gente había mesa con pastelería decorativa, siin- tiguas, compuestas antes de 1300, se
que, de manera maravillosa, doniiiu En cuanto a la literatura y la
salido de entre los muros de sus ciu- onfiesa abiertamente este propósito,
dades y había desarrollado una cor- la labor del ebanista. El OccidenU poesía, la disputa sostenida sobre
il lenguaje era por entonces tratado aquel lenguaje puede haber sido tan
tesía cosmopolita, una urbanidad y todo, en las postrimerías de la Ed^ui cplícitamente como elemento eman-
una reserva, por decirlo así, neutra- Media, se esfuerza en seguir €si;i perjudicial como útil aquél purismo,
Icipado de la poesía; l o supremo era y algún autor, bien dotado por lo
les. De las características positivas orientación con los medios que la expresión e^ipiritual y bella en bre-
de las relaciones sociales propiamen- tan a su alcance; pero al hacerlo im demás, habrá perdido a causado ella
discursos, réplicas o máximas, la ingenuidad y la lozanía de la
te dichas trataremos más adelante. rebasa una infantil y abigarrada m;i
pie suscitaban un culto como acaso expresión. Oíros autores, dueños
ñera, o se encuentra presa de los li
Toda la vida exterior en general sijlo lo haya tenido entre los griegos soberanos del lenguaje en cl sentido
mitcs de la decoración de estilo ro
se había refinado y embellecido en tico; el Renacimiento, sin embarj^c V los árabes: "¡Cuántos son los que más elevado, se abandonaron a su
el siglo. XV y comienzos del xvi como puede moverse con mayor libertinl en su larga vida apenas si han logra- vez a la majestad del ritmo y la
en ningtin otro pueblo del mundo. se adapta al sentido de cada uno di do encontrar un bel parlare!" eufonía como una ventaja indepen-
Sobre las bien pavimentadas calles los cometidos especiales y se dirií.^ La cuestión presentaba dificulta- diente del contenido. Hasta una po-
de las ciudades italianas se generali- a las necesidades de un público cnil.i des tanto mayores cuanto con más bre melodía podía sonar maravillosa-
zó el uso de carruajes,*^ mientras en vez más extenso. Hemos de rclaLii' lelo era tratada desde muy distintos menie modulada en un instmmento
otros países tenía que viajarse a pie nar con estos hechos la fácil victor¡;i
o a caballo, o dando tumbos s¡ se aimpos. Dante encendió la lucha. Su semejante. Sea como fuere, en el
de las formas decorativas italianas <íi uhra Sobre la lengua italiana.^*-* no aspecto social tuvo aquel lenguaje
iba en coche. Por los autores de "no- toda clase sobre las nórdicas en el
velle" tenemos noticia de la exis- >Io es importante por lo que al pro- un alto valor. Fue el complemento
transcurso del siglo xvi, si bftn liil de la conducta personal noble y dis-
tencia de cómodos y elásticos lechos, blema se refiere, sino que es, en ge-
victoria obedece a causas de mayot tinguida, y obligó al hombre educado
de blandas v preciosas alfombras y eral, la primera obra razonada so-
trascendencia y de carácter más ge a mantener una actitud digna tanto
de titiles de tocador como no se nos )re una lengua moderna. Sus ideas y
neral. en las horas de la vida corriente
habla en ninguna otra parte. Puede ¡^resultados pertenecen a la historia
In lingüística, en la cual tendrán como en los momentos de excepción.
ipre un lugar de gran imporlan- Cierto que tan clásico manto podía
y significación. Aquí haremos ocultar bastante inmundicia y male-
I I I . EL LENGUAJE C O M O F U N D A M E N T O DE L A V I D A SOCIAL ^nstar únicamente que, mucho an- volencia, ni más ni menos que en
de escribirse esta obra, el len- los tiempos del más puro aticismo,
Las formas elevadas de la vida so- obra de arte, tienen en el lengtmji laje había llegado a constituir un pero también es verdad que lo más
cial, que aparece aquí como una su base y su premisa principal. 'iisunlü vita! y cotidiano, que se es- fino y noble encontró en cl nuevo
instrumento una expresión valiosa.
^'i La moderación en la burla se vella 9. Había más de sesenta éanuu Su mayor importancia estriba, sin
desorende de los ejemplos del Corti- jes de cuatro troncos e innumerables w> De vulgari eloq.. ed. Corbinelli, embargo, en que desde el punto de
giano, lib. I I , fol. 96. En Florencia de dos, en carruaics tallados y dora arís, 1577. Según Boccaccio —Vita
Dante, pág. 77— compuesto poco vista nacional vino a ser como la
sobrevivió la burhi malévola lo más dos, con toldos de seda. VéaSe l;inv patria ideal de los espíritus cultos
posible. Así lo testimonian, por ejem- bien la Novella 4, y Ariosto Sát. 111, ntcs de su muerte. Aún en vida en el
plo, las "no-velles" de Lasca. :)mienzo del Conviio, quiere expresar de todas las regiones del país, cuya
verso 127. <í
4 « Por io que se refiere a Milán 41' líandelto. Parte I, Novella. 5. 111 il opinión sobre los rápidos y percep- unidad había de quedar desgarrada
es importante Bandello. Parte I, No- 42 y IV, 25. iblcs cambios del lenguaje.
208 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA ^oy

desde tan temprano.^'- Téngase ade^ dialecto y adoptar el lenguaje d^iui ea que quien tiene algo importan- erudito forastero para decirles, a los
más en cuenta que no sólo los no- rado de la nación.^'^ A la literalina que decir logra crearse un lengua- toscanos, que no conocían su propia
bles u otra clase social cualquiera dialectal se le reservaron ya dciili propio y que el lenguaje es un lengua.-^^5 Pero la vida y la influen-
disponían del tiempo y de los medios principios del siglo xvi, libre v emonto de ágil y mudable condi- cia de un escritor como Maquiave-
necesarios para adueñarse de tal conscientemente determinados teni;i' |ón, precisamente por ser algo vivo lo hicieron tabla rasa en tales pre-
instrumento, sino que el más pobre y no sólo de carácter cómico, sino *o encuentra inconveniente en usar venciones, al expresar sus robustas
y humilde, con sólo querer, podía de índole grave también.^ El esiilu alquier expresión bella si el pue- ideas en las frases claras y simples
hacerlo igualmente. Aún hoy (y que se desarrolló respondía a tüd;i!. blo la usa, aunque no sea de origen de un lenguaje que tenía todas las
acaso más que nunca) en aquellos las exigencias. En otros pueblos muí oscano, y juzga que puede emplearse excelencias menos, quizá, la de pare-
lugares de Italia donde predomina diferenciación semejante sólo 'guna expresión francesa o española cerse al idioma del trescientos. Por
el dialecto más incomprensible se produce mucho después. está aceptada por el uso en deter- otra parte, eran numerosos los ita-
encuentra sorprendido el extranjero inadas cosas.^'° De tal suerte, con lianos del Norte, romanos, napolita-
En el Cortigiano.^ se pone de
por lo extraordinario puro —^y _ lo Ingenio y tiento, surgiría un idioma nos, etc., que habían de ver con
manifiesto, de" manera muy conijili'
puramente pronunciado— del ita- que no sería ciertamente eí viejo gusto que no se exagerara el puris-
ta, el pensamiento de las persüinm
liano que hablan algunas gentes hu- lenguaje toscano en toda su pureza, mo, tanto en lo que atañía a la
cultas scíbre cl valor del lengiutji'
mildes, incluso el campesino, y en pero que, por fortuna, podría llamar- conversación como al lenguaje escri-
como medio de alta sociabilidad. Y;i
vano intenta recordar algo parecido se ya italiano, y se presentaría rico to. Niegan rotundamente toda vali-
entonces, a principios del siglo xvi,
en Francia, y en la misma A emania, y opulento, semejante a un hermo- dez a los giros y modismos de su
existían gentes que deliberadamcnik'
donde hasta las personas cultas se so vergel lleno de flores y frutos. dialecto, y un extranjero tomará fá-
se aferraban a las expresiones arc;ii
aferran a su acento provincial. Es Corresponde esencialmente al gene- cilmente por falsa modestia que un
cas de Dante y de otrois comtemponi
verdad que en Italia los que saben ral virtuosismo del "cortiglano" que Bandello, por ejemplo, llegue a hacer
neos suyos toscanos sólo por M I
leer son muchos más de lo que ha- jsólo en esta vestidura tan perfecta tan ciaras y elocuentes protestas co-
antigüedad. Cree cl autor de aquel
rían suponer las circunstancias en pueden manifestarse sus costumbres mo las siguenies: "No tengo estilo;
libro, que tales expresiones tienen
algunas regiones —en el Estado refinadas, su espíritu y su poesía. no escribo en florentino, sino en bár-
que ser cosa vedada en cl lenguajt
Pontificio, por ejemplo—, ¿pero de Así, por ser cl lenguaje un fenó- baro, muchas veces; no aspiro a aña-
hablado, y tampoco admite su accc
qué hubiera valido esto sin el general eno social vivo, no lograron los dir nuevas galas al lenguaje; sólo
so incondicional al lenguaje escrito,
e indiscutido respeto hacia el lengua- puristas y arcaisías imponerse, a pe- soy un lombardo y, lo que es peor,
por que considera a éste meramenli'
je y una pronunciación puros, como sar de todos sus esfuerzos. Había mu- de la frontera ligur".**^ Frente al par-
como una forma de lenguaje hablado.
un alto y valioso patrimonio común? chos y excelentes autores y conver- tido de los exigentes, lo mejor era
De aquí se sigue, en consecuenciii,
Una región tras otra fueron adaptán- sadores en la propia Toscana que renunciar explícitamente a toda pre-
la confesión que el más bello lenguit'
dose a este lenguaje —^hasta Venecia, se mantenían alejados de semejantes tensión y adueñarse, en cambio, ple-
je hablado es el que más se aproxinin
Milán y Ñapóles— en la época del propósitos o se reían de ellos. Esto, namente, del gran lenguaje que cons-
a un bien hilvanado lenguaje escrito
florecimiento literario, y en parte a cuando no se llegaba a ellos algún tituía el patrimonio común. No todos
Claramente trasluce en el libro, lu
causa de él. El Piamonte hasta nues- podían competir con un Pietro Bem-
tro siglo no se convirtió en una re- bo, que siendo veneciano de nación,
Mucho antes de esto se leía y<i . 5 5 pei-Q debía irse demasiado le- escribió toda su vida en el más puro
gión totalmente italiana, por libre toscano en el Piamonte y se d ^ r i b i i i .|os. Los satíricos, por burla, mezclaban
acto de voluntad, al renunciar a su toscano, aunque casi como si escri-
también, pero la lectura y la cscrilum fragmentos españoles, y Folengo (ba-
se practicaban poco en esta región. jo el seudónimo, de lámerno Pitocco) biera en una lengua extraña, o como
M También en la vida cotidiana m' en su Orlandino, franceses. No obstan- un Sannazaro, que, siendo napolita-
La gradual preponderancia del sabía dónde podía tolerarse .el d i i i te, resulta excepcional aue una calle no, hacía lo propio. Lo esencial era
mismo en la literatura y en la vida lecto y dónde no. Joviano Ppiítano Milán, que durante la dominación que todos guardasen el respeto debi-
podría fijarlo un perito nativo por permite advertir explícitamente al p r i i i ^ncesa -—de 1500 a 1512 y de 1515 do al lenguaje en que se hablaba o
procedimiento estadístico. Bastaría cine heredero de Ñapóles de los rii's 1522— se llamaba Ruc Bellc, se escribía. Los puristas ya podían qu'>
comprobar durante cuánto tiempo se gos que el uso del dialecto trae con me aún hoy Rugabella. De la larga darse con su fanatismo y sus congre-
mantienen los distintos dialectos en sigo (Jov. Pontan., De Príncipe), t'u •minación española apenas ha que-
los siglos XIV y xv en la correspon- mo es sabido, los últimos Borbonos ado huella en el lenguaje, todo lo
fueron en esto menos escrupulosos. \'i-i ás el nombre de un virrey en alpún
den-^ia diaria, en los escritos guberna- 'ificio o en alguna vía. Sólo en el
mentales, en los protocolos de los trí- en Bandello, Parte I I , Novella, 31. Firenzuola, Opere, I, en eí
divertidos incidentes a que dÍD 1lii',!II ^iglo xviii penetraron en el lenguaje, preámbulo a La belleza femenina, y
bimales y finalmente en las crónicas y con las ideas de la literatura francesa,
en la libre literatura, teniendo en en Roma un cardenal mÜanés que iH' I I , en los Ragionamenti, que preceden
quería abandonar su dialecto. ;;r;m número de giros franceses y de-
cuenta su purera y las mezclas^ o fu- a las Novelle,
terminadas expresiones del mismo ori-
siones que se observen, sin olvidar la 5* Bald. CastigUone, II Cortigianv. i'CTi. El purismo del siglo presente '•'i' Bandello, Parte I , Proemio y No-
supervivencia de tales dialectos iunto lib. I, fols. 27 y sigs. A pesar de h impuso la misión de eliminarlos y per- velle, 1 y 2. Otro lombardo, FoIcngo,
a un latín no muy puro, que sirvió forma dialogada se trasluce poK^ t o i l c diste aún en tal empeño. en su Orlandino, iustamente. trata de
luego de lenguaje oficial. la opinión propia. este tema del modo más divertido.
é
210 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 2U

sos...^* Fue más tarde cuando pu- todo esto había que añadir una es- sada del momento, aceptaba, por justo plantear la cuestión consideran-
dieron hacer verdadero daño, cuando fera neutral donde gentes de tüdo pío, las órdenes de una deter- do lo firmes que debían ser los fun-
ya, no obstante, se había debilitado origen, en cuanto para ello estaban inada dama, que se encontrase pre- damentos en que descansaba una so-
el aliento original de la literatura y capacitados por el talento y la culm Eente. N o hay nadie que no tome el ciedad que, a pesar de tan inmorales
ésta sufría influencias mucho más ra, se consagraban a la conversación, reinado de Pampínea sobre la socie- historias, sabía mantenerse dentro de
nocivas aún. La Academia della alternando lo grave y lo gracioso en ad del Decamerón de Boccaccio la compostura y el decoro y que era
Crusca pudo por fin permitirse el forma noble y depurada. Comer y r una ficción, y lo es efectiva- capaz de alternar con tales relatos
lujo de tratar la lengua italiana co- beber . eran allí cosa secundaria,^" mente, pero, con la circunstancia de la discusión y el consejo sobre los
mo una lengua muerta. Pero resultó por lo cual era fácil mantener aleja que se basa en una práctica real y temas más graves. La necesidad de
tanta su impotencia que ni siquiera dos a los hombres toscos y glotones. cuente. Firenzuola, cuya introduc- formas superiores del trato social
fue capaz de evitar su afrancesa- Si hemos de aceptar hteralmente lo áón a su colección de "novelle", era más fuerte que todo. N o es pre-
miento intelectual en el siglo xviii. que nos dicen los autores de diálo- _ asi dos siglos después, adopta la ciso, naturalmente, tomar como nor-
Esta lengua tan amada y cuidada, gos, los más altos problemas dei la misma o parecida forma, se aproxi- ma la sociedad exclusivamente idea-
vuelta tan flexible y adaptable, era existencia constituían el contenidu ma, ciertamente, mucho más a la lizada, a la cual Castiglíone en la
la que, en forma de conversación, del diálogo entre espíritus escogí nealidad al poner en boca de la rei- Corte de Guidobaldo en Urbino, y
constituía la base y la esencia de la dos. Los más elevados nensamientos na de su sociedad un protocolario Pietro Bembo en el palacio de Aso-
sociabilidad. Mientras en los países no nacían, por lo general, en la so- "discurso del trono" sobre el i^-par- ló, hacen departir hasta los más al-
septentrionales, nobles y príncipes ledad, como en el Norte, sino en, 10 del tiempo durante la temporada tos sentimientos y designios de la
pasaban sus ocios en soledad o de- sociedad, entre muchos. Pero preíc que se proyecta pasar en el campo. existencia. Precisamente en la socie-
dicados a la lucha, a la caza, a la rimos referirnos aquí a lasocíabili Por la mañana una lección de filo- dad de que nos habla un Bandello
orgía o a las ceremonias, y los bur- dad ligera, la que tenía su objetivo sofía durante el paseo por el colla- la que, a pesar de todas las frivo-
gueses los suyos dedicados a juegos en el pasatiempo, es decir, carente do; luego la refacción con canto lidades que se pemite, nos ofrece la
y ejercicios físicos y aun al arte de de otra justificación no fuese ella y música de laúdes; después recita- perfecta norma de la más ligera y
la ritma y a los festejos, en*talia, a misma. do de alegres canciones en un luoar distinguida decencia, de la delicada
umbrío, cuyo tema se habrá pro- benevolencia del gran mundo, deí
puesto la víspera; a continuación un auténtico espíritu liberal, así como
paseo vespertino camino de una del ingenio y el diletantismo gracio-
fuente, junto a cuyo raudal se hace samente poético y de otros géneros,
I V . L A F O R M A SUPERIOR DE L A S O C I A B I L I D A D un descanso y cuenta cada uno una que animaba a tales círculos. ¡JJn
"novella", y por últmo la cena, síntoma elocuente, por lo que con-
Estas elevadas formas sociales eran que nos habla Vasari;'"^ tales ron amenizada con alegres diálogos; "de cierne al valor de semejante socie-
verdaderamente bellas por lo menos niones hicieron, no obstante, poi^i I índole, que no rebase los lími- dad, es que las damas que en ella
a principios del siglo xvi; se basa- ble la representación de las más im- s de lo conveniente para nosotras, eran figuran centrales se hacían cé-
ban en un acuerdo tácito y también, portantes comedias de la épaca. En mujeres, y que en vosotros los lebres por ello, pero eran, a la vez,
a menudo, en un acuerdo expreso y cambio la ligera sociabilidaa impru lombres, no necesitan ser inspira- altamente estimadas, sin que su bue-
prescrito que se orientaba con sol- dos por el vino". Bandello nos in- na fama sufriera lo más mínimo. En-
tura atendiendo siempre al decoro ^'^ Luigi Comaro se aueja p o r cl cluye, ciertamente, estos discursos tre las protectoras de Bandello,'por
de los modales y a la finalidad prác- 1550 (al comienzo de su Trattato ddin protocolarios en las introducciones ejemplo, ciertamente Isabella Gon-
tica de cada caso. Eran, precisamen- vita sobria) de que desde j i o hacf a dedicatorias de sus "novelle", pues zaga, del linaje de Este (pág. 2 6 ) ,
te, todo lo contrario de la pura y mucho tiempo preponderan en Italia los distintos auditorios de sus histo- llegó a ser objeto de maledicencia
simple etiqueta. En más toscos círcu- las ceremonias y cumplidos . '(españo as existían ya como círculos esta- por su Corte de damitas algo li-
los, donde la vida social cristalizada les), el luteranismo v la cráoula. Al ecidos; sin embargo nos hace ver, bres,*^^ aunque no' por su propia
m i s m o t i e m p o , la moderación y la so- otro modo, qué ricos, múltiples y conducta; Giulia Gonzaga Colonna,
en cerradas corporaciones permanen- ciabilidad libre y ligera desaparecían,
tes, había estatutos y formalidades aciosos eran los usos de la conví- Ippolita Sforza —Bentivoglio. por
Vassari, X I I . págs. 9 y 11. Viiii
para el ingreso en aquéllas, como di Rustid. Sobre la maldiciente capilhi 'encia social. Algunos lectores pen- enlace—, Blanca Rangona, Cecilia
por ejemplo, en las extravagantes de artistas desarrapados ver X I , 216 rán que una sociedad ante la cual Gallerana y Camila Scararapa, entre
sociedades de artistas florentinos de y sigs. Vita d'Aristotele. Los " c a p i í O " contaban historias tan inmorales, otras, o gozaban de fama irreprocha-
li" de Maquiavelo para uíia sociedad, almente nada tenía ya qué ganar ble, o no se concedía importancia
d e recreo (en las Opere minori, m^. i qué perder. Pero quizá fuera más a lo que hubiese en ellas de dudoso
4071 son ima caricatur^^ de l o s esla ante su gloria como personas de so-
^'^ Uno de estos congresos lingüís- tutos de las sociedades 'de gente c\
ticos se efectuó en Bolonia en 15.31, ciedad.La mas célebre dama de Ita-
travaf;antc. Ks incomparable ^a descrip-
bajo la presidencia de Bembo. Véase ción de una velada de artÍS:as roma-^ Que habría aue calcular entre
la carta de Clatidio Tolnmci en Firen- nos en Benvenuto Cellini, l,j,cap. 30.""i Jiez y once de la mañana. Bandello,
zuola. Opere, vol. 11, suplementos. arte I I , Novella 10. «2 prato, Archiv. Stor., I , p á g . 509.
212 lACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 213

lia, Vilíoria Colonna (1490-1547), arrogantes de sabio y de poeta sc


rdad. y éstos poco podían ya sig- mente única, una sociedad de tan
fue una verdadera santa. Los deta- concillaban fácilmente con las in-
ificar en este aspecto. Roma tuvo peculiar carácter, que en la historia
lles que se nos cuentan del relajado dispensables villas que imponía u n a
su Corte de León X . verdadera- universal no le hallamos parangón.
comportamiento de estos círculos en casa que muy pronto había de ^ci
ciudades, quintas y balnearios no principesca y el carácter difícil de l a
permiten demostrar fácilmente su cla- esposa de Lorenzo. ¡iPrecisamen i >
ra y literal superioridad sobre la so- fue Poliziano el símbolo ambulanu
ciedad del resto de Europa. Pero y el heraldo de la fama medicensL' V. EL PERFECTO HOMBRE DE M U N D O
léase a Bandello ^ y considérese si A la manera de un verdadero M e
era posible algo parecido en Fran- dici, Lorenzo se complacía en la s n El "cortigiano" que Castiglione nos absoluto con la misión especial de
cia, por ejemplo, antes que este f;po ciedad y le gustaba exaltarla y e\ describe se desarrolla pensando en la obra. N o obstante, revélase aquí,
de sociabilidad no fuera introducido presar en nobles testimonios su g t > n ia Corte, pero más aún pensando como un Bembo (Asolani), un ele-
allí desde Italia por hombres como de estas cosas. En su Caza de c r en sí mismo. Es precisamente el vadísimo nivel de cultura en la ma-
él. Cierto que también entonces lo treria, magníficamente improvisada hombre de mundo ideal, tal como nera de depurar y analizar los sen-
más grande en la esfera del espíritu describe con verdadero humorisum la cultura de la época lo postula timientos. N o debe tomarse a esos
surgió sin la colaboración de estos a sus comnañeros; en el Simposio l e como su floración suprema y ne- autores al pie de la letra, de modo
salones y sin tenerlos en cuenta. Pe- hace en tono verdaderamente bui cesaria, y puede decirse que antes dogmático ciertamente. Pero que plá-
ro sería injusto desdeñar excesiva- leseo, pero en forma que permite la Corte estaba destinada para él ticas semejantes eran sostenidas por
mente su valor por lo que al mo- percibir bien claramente la aptitud í que él para la Corte. Bien conside- aquellos días entre sociedad distin-
vimiento artístico y poético pueda para las más graves cuestiones.'"^ radas las cosas, un hombre así sería guida, es indudable como l o es tam-
referirse, aunque sólo fuera por su De esto último son testimono» a^n realmente inadecuado en una Corte, bién que no sólo sutileza sino ver-
contribución a la existencia de algo plio su epistolario y las noticias que mes él mismo tiene cl talento y la dadera pasión se manifiesta bajo tal
que no tenía equivalente entonces tenemos sobre su erudita y filosó- ¡irestancia del príncipe perfecto, y vestidura como lo veremos más ade-
en ningún país: la homogeneidad del fica conversación. Algunos círculo» falta de afección de su serena lante.
juicio sobre ias obras y la partici- sociales, posteriores,, de Florencia, abilidad, tanto en lo externo como
pación íntima en ellas. Prescindien- fueron en parte clubs políticos teo- Entre las habilidades extremas se
las cosas del espíritu, presume
do de esto, semejante tipo de socie- rizantes que tuvieron a la vez un exige, por de pronto, al "cortigia-
in carácter demasiado independicn-
dad fue una floración necesaria de aspecto poético y filosófico; así,, por no", el magistral dominio de los lla-
^ . El resorte íntimo que le mueve
aquel género de cultura v de vida ejemplo, la llamada Academia Pialó- mados ejercicios nobles, pero asimis-
|~aunque cl autor lo disimule— tie-
que sc llamaban entonces italianas nica; tal como, después de la muer- mo algunas cosas que sólo podían
como fin menos cl servicio del
y después se llamaron europeas. te de Lorenzo, se reunía en los jar- • encontrar aliciente en Cortes culti-
m'ncipe que cl interés de la propia
diñes Ruccellai.«« vadas, de ordenada existencia, fun-
srfección. Un ejemplo contribuirá
En Florencia la vida de sociedad dadas sobre una personalísima emu-
En las Cortes, naturalmente, l a ilustrar este punto: en la guerra
se encontraba fuertemente condicio- lación, como no las había entonces
sociabilidad dependía de la personn B1 "cortigiano" se veda acciones
nada por la literatura y la política. fuera de Italia; mucho en ellas se
del príncipe. Había ya pocos, cm jue suponen riesgo y sacrificio si
Ante todo cabe afirmar que Lorenzo basaba también en un concepto ge-
carecen de estilo y de belleza, co-
c! Magnífico fue una personalidad neral, casi abstracto de la perfección
'"'^ El título Simposio es i n c x a c i c i ; ló, por ejemplo, la captura de un
que dominaba cl medio en derredor individual. El "cortigiano" debe es-
debería llamarse Et retorno de la ven íbaño; lo que le mueve a partici-
suyo, no por su condición princi- tar familiarizado con todos los jue-
dimia. Lorenzo describe del modo mw ar en la guerra no es el deber,
pesca, como pudiera creerse, sino gos nobles, incluso el salto, la carre-,
divertido, a manera de una parodia ino "l'honore". La posición ante
por la naturalidad con que trataba del Infierno de Dante, cómo vino ii ra, la natación y la lucha; ante todo
príncipe, tal como se exige en el
a sus amigos, permitiendo junto a encontrarse en la Vía Faenza al grupo ha de ser un buen danzarín y (se
íbro cuarto, es muy libre y autó-
sí al desarollo de las personaUda- de sus amigos que regresaban del cam- sobrentiende) un jinete consumado.
ita. La teoría del galanteo refi-
des más diversas.*^ Podemos ver, po un poco demasiado aleeres. Es de- Ha de poseer varios idiomas, por lo
liciosísirao eí capítulo 8, donde aparccd >do (en el libro tercero, contiene
por ejemplo, a su gran preceptor menos el italiano y el latín, y enten-
Piovano Arlotto. que anda en busctt Fínuchas y muy finas observaciones
privado, Poliziano, cuyas maneras der de literatura y artes plásticas;
de .su sed perdida, para lo cual l'evii psicológicas, pero que, en el meior
en música llega a exigírsele cierto
colgados algo de cecina, un arenqui-, los casos, pueden incluirse en la
grado de virtuosismo práctico.. ,
Los pasajes más importantes. Par- una rodaja de queso, una s a l c b K b a v ^^ssfera del interés general humano,
cuatro anchoas, "c tutte s i c o c c v a i i que ha de mantener, no obstante,
te I, nov., 1, 3, 21, 30, 44: Tí, 10, •y la grande y casi lírica exaltación
nel sudóte". t-, en el mayor secreto posible. Claro
34, 55. l i l , 17. etc. del amor ideal (al final del libro
que estos propósitos no eran verda-
Lorenzo de Medici. Poesie, 1, <^ Sobre Cosimo Ruccellai, pomo fi- cuarto) no tiene ya nada que ver en
deramente serios, si se exceptúa lo
204 (Simposio), 291, (Caza de cetre- gura central de este círculo a pjjn'i
ría), Roscoc. Vita di Lorenzo, 111: pá- pios del siglo XVI, véase Maquiateln, que al ejercicio de las armas sc re-
gina 140 V suplementos Í7 a 19. Arte del'a guerra, lib. 1, fiere. De la recíproca neutralización
// Cortigiano libro I L página 53.
LA CULÍURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 215
214 JACOB BURCKHARDT

ba todavía la composición en manos búsqueda de nuevos instrumentos,


de lo múlliple surge cabalmente el ción entera, sino de datos muy pic- de la escuela neerlandesa, que era es decir, de nuevas sonoridades y
individuo absoluto, en quien ningu- cisos. Baste recordar a este respecto admirada sobre todo por la extra- —en íntima conexión con esto— el
na cualidad predomina. cómo el gran Federico de MonteLl- .ordinaria calidad artística y la ori- virtuosismo, o sea el acceso de lo
En todo caso es cierto que en el tro (pág. 24) dirigía los juegos de inalidad de sus obras. Pero aparte individual en relación con determi-
siglo XVI los italianos, como escritor tarde de los jóvenes a él confiadt»-. ella existía la música italiana, nadas ramas de la música y deter-
res teóricos v como pedagogos prác- Los juegos y competiciones depoi- e ciertamente, se aproximaba más minados instrumentos.
ticos, fueron los maestros en todo el íivas populares no se diferenciaban, sentimiento musical de hoy. Mc- De los instrumentos capaces de
Occidente, tanto en lo que se refie- de modo esencial, de los que enton io siglo después surgió Palestrina, expresar una armonía completa, sólo
re a los nobles ejercicios como al ees estaban en boga en el resto cuya fuerza aún nos llena de mara- el órgano fue conocido y perfeccio-
buen tono en las maneras sociales. Occidente. En los puertos había villa; sabemos que fue un gran in- nado 'Cn los primeros tiempos y más
En las artes de la equitación, de la añadir, naturalmente, las regatas; novador pero si fue él mismo —o adelante el instnimento de cuerda
esgrima y de la danza, dieron la pau- de Venecia gozaban de provcrb ueron otros— los que hicieron que que le equivale: el gravicémbalo o
ta con sus obras, adornadas con her- celebridad.*» El juego clásico de la música entrara definitivamente clavicémbalo. Instrumentos semejan-
mosas ilustraciones, y con sus leccio- lia era y es, como se sabe, la pelo por la vía moderna, no queda tan tes, procedentes de principio del si-
nes prácticas. La gimnasia, desligada ta: también este deporte parece qm evidente que el profano pueda for- glo XVI, se conservan todavía, pues,
de los ejercicios bélicos, como sim- se practicaba en el país, durante el marse .una idea cabal. Dejaremos, como es sabido, solían decorarlos
ple juego, fue enseñada, quizá por Renacimiento, con mayor entusiíi.'- pues, a un lado la historia de la los más grandes pintores. Por lo de-
primera vez, por Vittorino da Feltre mo y esplendor que en niguna olr-;t composición musical, para intentar más, el primer puesto fue conquis-
(pág. 116), llegando a constituir un parte de Europa. Sin embargo, nos desentrañar las relaciones entre la tado por el violín, ya que entonces
requisito de toda alta educación.^'** ha sido imposible obtener testimo 'música y la sociedad de aquel en- disfrutaba de una celebridad par-
Se exigía que fuese enseñada según nios precisos de este hecho. * tonces. ticular. Bajo León X que cuatido
las reglas del arte. Imposible es ave- cardenal solía tener su casa llena
Hemos de referimos también aquí \, Altamente característica del Rcna-
riguar qué ejercicios se practicaban de cantantes y músicos —él mismo
a la música.™ Por el año 1500 estn- ;tim¡en(o —y de la Italia misma—
y si los que hoy predominan eran gozaba de gran reputación como
también entonces conocidos. Pero es, en primer término, la copiosa
perito y ejecutante—. se hicieron
hasta qué punto se consideraba la ®* Sansovino, Venezia, fols. 172 v I espccialización de la orquesta, la
sjgs. Parece que empezaron con mu famosos el judío Giovan María
gracia como uno de los fines per- da Cometto y Jacopo Sansecondo.
tívo de las excursiones al Lido. dondi.
seguidos, junto a la fuerza y a la se solía tirar con la ballesta. La giati .Sobre la música en la Corte de Fe- Al primero le dio León el título de
destreza, no sólo se desprende de regata general del día de San Pablo Í;derigo de Urbino minuciosos datos en conde y le regaló un burgo."^^ El
la conocida mentalidad de la na- fue oficial a partir de 1315. En époiM •Vaspasiano Fior., pág. 122. Sobre la ca- segundo se supone que figura como
anterior se montaba también mucho ^pilla infantil de Ercole I, Diario Ferra- Apolo en cl Parnaso de Rafael. En
a caballo en Venecia antes de oue ^e Ircse. Muratori, XXIV, col. 358. Fuera
;de Italia apenas se toleraba que perso- cl transcurso del siglo xvi surgieron
Coelius Calcagnius {Opera, pág. pavimentaran las calles y los puentes
planos de madera se transformaran en l.nas disthiguidas practicaran ia música: celebridades de cada especialidad, y
514)', describe (en la oración fúnebre
de Antonio Costabili) la educación de pétreos puentes de arco. Aún Petrarc.i en lu Corte flamenca del joven Carlos Lomazzo (por el año 1580), men-
un joven italiano de calidad (por el describe {Epist. seniles, IV, pág. 78í i, V da lugar esta cuestión a peligrosas ciona tres virtuosos célebres del can-
año 1500). de la siguiente m a n e r a : un fastuoso torneo en la plaza de San dispytafl; ver Hubert. Leod, De vita to, tres del órgano, tres del laúd, tres
primero las "artes liberales et ingenuac Marcos, y el dux Steno, tenía, haci:, FriíFU. Paial, lib. I I I . Un prolijo y de la lira, tres de la viola de gam-
disciplinae; tum adolescentia, in iis el añc- 1400, unas caballerizas tan e- curioso pasaje sobre la música lo en- ba, tres del arpa, tres de la cítara,
exercilationibus acta, auae ad rem mi- pléndidas como las de cualquier príiv contramos donde menos podíamos ima- tros de la trompa y tres del trombón;
litarem corpus animumque praemu- cipe italiano. Sin embarco, ya desdií ginar: en ta Macaroneide, Fant. XX.
Con motivo de la descripción humorís- Lomazzo quería que los retratos de
rüunt. Nunc gymnastae (es decir, al el año 1291 se había prohibido el pa-
so general de jinetes en la zona tic tica de un cuarteto averiguamos que los citados ejecutantes figurasen en
maestro de gimnasia), operam daré
luctari, e x c u i T C r e , natarc, equitare, ve- la plaza de San Marcos. No es. pues, también se cantaban canciones france- los respectivos instrumentos.'^- Un
nari, aucunari, ad palum et apud 1a- de extrañar que en época posterioi sas y españolas, que ia mtisica contaba
nistam ictus in f e r r e aut declin are, se considerase malos jinetes a los ve ya con enemigos (por el ano 1520) y
eaesim punctimue hostcm ferire, hastam nec'anos. Véase Ariosto, Sat.. V, v:;. que se tenía por excelentísima la ca- •^1 Leonis vita anonyma. en Roscoe.
vibrare, sub armis hvemcn iuxta et 208. pilla de León X y por admirable al ed. Bossi, X n , página 171. ¿Será acaso
aestatem traducere, lancéis occursare compositor, algo anterior, Joaquín des cl violinista de la galería Scarra? A
veri ac communis Martis simulacra "íO Sobre las relaciones de Dante v Prés; y se mencionan las obras prin- Giovan María da Cornelto se le cele-
imitan". Cardano ÍDe propria vita, la música, y sobre la que se puso cipales de este último. El propio autor bra en el Orlandino, HI. 27.
cap. 7) menciona entre sus ejercicios las poesías de Petrarca y Boccaccio, (Folengo) pone de manifiesto en su Or- Lommazzo, Trattato delt'arte del-
gimnásticos el salto al caballo de ma- ver Trucchi, Poesie ital.. ineaile, 11 ¡andino. I I I . 23 y y sigs. (bajo el seu- ta píttura, pág. 347. Entre los virtuosos
dera. Ver en Gargantúa, I, 23. 24, páe. 139. Sobre teóricos del siglo xiv. dónimo Limemo Pilocco). un fanatismo de la lira se menciona a Leonardo da
la educación en general, y 35, las ha- Filippo Villani, Vite, pág. 46, v S&r- musical de earácter completamente Vinci. y también a Alfonso (¿duque?)
bilidades de los gimnastas. dconius De urb. Patav. antiq., sr moderno. de Ferrara. El autor reúne, en general.
Graev., Theasurus, V I . I I I , col. 297
216 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 217

juicio comparado, en tan múltiples artes plásticas eran asimismo dies- Evidentemente este diletanismo miliarizados con la viva representa- /
aspectos, sería inconcebible en esta tros en la música y a veces verda- tanto en la clase distinguida como ción de los músicos. Sábese, por
época, fuera de Italia, aunque ya deros virtuosos. A las personas de la clase media— estaba en Italia, ejemplo, que un tocador de laúd,
casi los mismos instrumentos estu- calidad se les vedaban los instni- r aquel entonces, más difundido Antonio Rota; de Padua (muerto
vieran en uso en todas partes. mentos de viento oor las mism;is que en los demás países y, al mismo en 1549), se enriqueció dando lec-
La riqueza de instrumentos se des- razones que a Alcibíades y a la iempo, se acercaba más al verdade- ciones e hizo imprimir un método
prende también, de modo muy espe- propia Palas Atenea.'''^ La sociedad lo arte. Dondequiera que se nos ha- para este instrumento.'^*'
cial, del hecho de que fueran objeto distinguida prefería el canto sin l>!e de reuniones sociales se insiste En una época en que la ópera no
del interés del coleccionista. En Ve- acompañamiento de violín; también siempre en el canto y en la música había empezado todavía a concentrar
necia,"^ donde tanta afición había demostraba preferencia por el c u a i - de instrumentos de cuerda; centena- y monopolizar el genio musical, he-
a la música, existían varias coleccio- teto de instrumentos de cuerda'^" y res de retratos representan a los re- mos de imaginamos toda esta activi-
nes de instrumentos, y cuando se por el clave, debido a su múltiples n-atados, en grupos muchas veces, dad musical como cosa multiforme,
reunían determinado númeroi de vir- recursos; no había afición, en cam- locando instrumentos musicales o inteligente y maravillosamente origi-
tuosos, se organizaba en el acto un bio, al canto coral, "pues una sola eon el laúd en la mano; y en los nal. Otra cuestión es alcanzar a com-
concierto. (En una de estas colec- voz se escucha y se ¡uzga mejor v mismos cuadros religiosos los con- prender hasta qué punto nos intere-
ciones podrían versa también mu- produce mayor goce". En oíros tér ciertos de ángeles demuestran hasta sarían estas composiciones musicales
chos instrumentos construidos si- minos: como el canto, a pesar de qiié punto los pintores estaban fa- si nos fuera dado oírlas hoy día.
guiendo el modelo de reproduccio- toda la modestia convencional, con.s
nes antiguas y de acuerdo con des- tituía ima exhibición individual en
cripciones de la Antigüedad, pero un ambiente de sociedad distingui-
no se nos dice si había quien su- da, se prefería escuchar (y ver) al
piera tocarlos y cómo sonaban). N o cantante individualmente. Se presu-
debemos olvidar que algunos de es- ponía que habían de despertarse los VI. S I T U A C I Ó N DE L A M U f E R
tos instrumentos tenían aspecto de más dulces sentimientos en las be-
gran suntuosidad y que con ellos llas oyentes, por lo cual se desacon- ara comprender la vida de la alta
sejaba hacer música a las persohas almas, esa manera especial y elevada
podían formarse bellos grupos. Por ¡edad del Renacimiento resulta,
de edad, por muy bien que tocarají de completarse que se encuentra más
eso se les encuentra también como por último, esencial, saber que la
y cantaran aún. Atribuíase especial tarde en el Norte.
aditamento en las colecciones de co- mujer gozó de la misma considera-
importancia a que el efecto musical Cabe notar ante todo que en las
sas raras y objetos artísticos. ción que el hombre. N o debemos
estuviera realzado por la figura del clases superiores la educación de la
Los ejecutantes, sin contar con los dejarnos desorientar por las sofísti- mujer era esencialmente la misma
conceríisía. De la composición co- cas y en parte malévolas considera-
virtuosos propiamente dichos, eran mo arte independiente en estos círeti que la del hombre. N o sentían los
aficionados que tocaban individual- ciones de los autores de diálogos italianos del Renacimiento el menor
los ni siquiera se trataba. Podía ocu- sobre la supuesta inferioridad del
mente o en orquestas, viniendo és- rrir que el contenido de las palabras escrúpulo en iniciar en literatura, y
tas a ser una especie de "acade- bello sexo, o por sátiras, como la basta en filolopía, al mismo ticmno
aludiera a alguna desgraciada aven- tercera de Ariosto,"" que pinta a la
mias",'^' Muchos maestros de las tura del propio cantante.^"^ a sus hijos y a sus hijas (pág. 120).
mujer comc^tm peligroso niño gran- Como en la antigua cultura renovada
tlc al cual hay que saber tratar y al veíase el patrimonio supremo de la
todas las celebridades del siglo. Entre
ellas se cuentan varios judíos. Ver la moso organista Squarcialupi. Ver Dc- ual separa del varón un abismo. vida, no se quiso que las mujeres
más amplia enumeración de músicos lécluze. Florence et ses vicissitades, v t > - ,sto último es indudablemente ver- quedasen excluidas de él. Hemos vis-
del siglo XVI, divididos en una primera lumen I I , pág. 256. De Lorenzo parece d en cierto sentido. Precisamente to ya hasta qué grado de virtuosismo
y una segunda generaciones, en Rabe- haber heredado su hijo León X el en- rque la mujer había alcanzado la llegaron, aun las princesas, en la ora-
lais, en ol "nuevo prólogo" al libro IV. tusiasmo D O r la música. También el madurez espiritual y se encontraba toria y la composición latinas (pág.
Un virtuoso, el ciego Francesco de Flo- primogénito, Pietro, era muy aficiona- equiparada al hombre, no pudo dar 127). Otras debían participar cuando
rencia (1390), fue coronado de laurel do a la música. lodos sus frutos en el matrimonio,
por cl rey de Chipre en Venecia. menos en la lectura de los hombres
"•f^ ... II Cortigiano, fol. 56. Comp. esa unión de los espíritus y de las
Sansovino, Venezia, fol. 138. Na- fol. 41. para poder seguir el hilo de la con-
turalmente, los mismos aficionados co- •í* "Quatro viole da arco"; una prue versación, en la cual predomina fre-
leccionaban libros con notación musi- ba de aha cultura diletante, ciertame*i- i'liima canción de Británico, en Tácito, cuentemente el tema de la Antigüe-
cal. te, muy rara en el extranjero entonces. Anules, X I I I , 15). En los testimonios dad. Con esto se enlaza la parti-
"'i En la vida de Sammichclc, men- Bandello, Parte I, Novella 26: í i i u e conocemos no cabe distinguir el cipación activa de la mujer en la
ciona ya Vasari (XT, 135) la Academia canto de Antonio líologna en el círculo ! rceitado con acompañamiento de laúd poesía italiana por medio de cancio-
de Filarmonici de Verona, Lorenzo el de Ippolita Bentivoglio en I I I . 26,_ En I i • de viola del canto propiamente dicho. nes, sonetos, improvisaciones, que,
Maanífico había ya constituido en 1480 nuestra época tan llena de remilgos se Scardeonius, ibid. desde la veneciana Cassandra Fedele
una "escuela de armonía" compuesta consideraría como una profanación de" '•' A Annibale Maleguccio, designa-
de quince miembros, entre ellos el fa- los más sagrados senUmientos. (Ver la ¿ (fines del siglo x v i ) , permitieron
a también con el número 5 o el 6.
I.A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 219
218 )ACOB BURCKliARDT

de todos sus compatriotas y fue hon- timonio decisivo por lo que se refiere
conquistar la celebridad a toda una (emancipación) aparte, conscienlc,- rada con el nombre de "prima donna a este extremo, se comprende por sí
serie de escritoras.*'" Vittoria Colonna desde el momento cn que la cosa s ü ; ^ r i i a l i a " . ^ ^ Una semejante tendencia mismo, por muy prolijamente deba-
puede ser llamada inmorial. Si algo entendía como normal. La mujer tic heroica se observa en diversas mu- tida que figure cn ellos la cuestión
viene a confirmar la exactitud de calidad debía aspirar en esta época, jeres del Renacimiento, aunque no del amor.
nuestro punto de vista es esta poesía exactamente lo mismo que el hombre, hubo otra a quien se presentase la L o que parece en general haber
de una mujer, de un tono completa- a una personalidad bien delimitada, oeasión de intervenir en una empresa faTfado a esta sociedad es el encan-
mente viril. Tanto los sonetos eró- perfecta cn todos los aspectt^. Lai Ue guerra. En Isabella Gonzaga apa- to juvenil de las muchachas,*" a las
ticos como las poesías religiosas mismas ideas, los mismos sentimien- recen bien claras tales características cuales se las tenía muy aoartadas de
revelan una factura tan decidida y tos que hacen perfecto al hombro .(véase pág. 2 4 ) . ella, aun en los casos en que no se
precisa y están tan lejos de las blan- debían igualmente hacer perfecta ii Se comprende que mujeres así las educaba en un convento. Es difí-
duras del claroscuro sentimental y la mujer. N o se le pide una activid;i<l dejaran referir en sus reimiones cil decir si su ausencia contribuía
del diletantismo, tan frecuente en la literaria intensa, y si es poetisa >e históricas como las de Bandello sin a la mayor libertad de la conversa-
producción femenina, que se les espera de ella un noble acorde lie que .el tono social de su círculo su- ción, o si la libertad de l a conversa-
tomaría por obra masculina si no las fuerzas del alma,' tal vez, pero -'\?r Friera menoscabo. El genio imperante ción era la causa de su ausencia.
contradijeran resueltamente esta su- nada de especiales intimidades cili en éstos no era el de la femineidad
posición el nombre, los datos que forma de diario o de n o v e l a . . . F.stc El trato en las cortesanas adquiere
dt- nuestros días, es decir, el respeto asimismo un auge aparente, como si
poseemos y los exactos indicios tipo de mujer no pensaba en el pú- lili.- determinadas presunciones, pre-
exteriores. blico; debía, ante todo, impresionar quisiera renovarse un tipo de rela-
•Miimientüs y misterios, sino que se ción parecido al de las atenienses y
^Con la cultura se desarrolla asi- a los hombres importantes y opo- \ .1 aeterizaba por la conciencia de la
mismo la individualidad cn Jas ner vallas a sus caprichos. las hetairas. La famosa cortesana
energía y de la belleza y por una Imoeria era una mujer de ingenio y
mUjéres^e las clases superiores^ de El mejor elogio que entonces líothit continua presencia llena de riesgos y
manera semejante a como en los cultura, había aprendido a componer
hacerse de las grandes italianas ^.ili de azares. Por eso cn aquellas for- sonetos con un tal Domenico Campa-
hombres zurriera, mientras fuera que tuviesen inteligencia y ánimo ¿4 3nas mundanas, aun las más come-
de Italia, hasta la Reforma, las na y practicaba también la música.**'
viriles. Basta observar la actitud, didas, encontramos un algo que a La bella Isabel de Luna, de origen
mujeres, aun las propias princesas, se viril de todo punto, de la mayosía de nuestro siglo le ha merecido el nom-
destacaron personalmente muy poco. español, gozaba fama de ingeniosa y
las figuras femeninas de los poem:í)i bre de descaro,*^^ no nudiendo no- era, al mismo tiempo, una extraña
Excepciones como Isabel de Baviera, heroicos, sobre todo en Boyardo y sotros, en cambio, imaginarnos lo
Marguerite d'Anjou, Isabel de Casti- mezcla de lengua llena de perfidia y
Ariosto, para comprender que esta- que hace contrapeso a esta tendencia de bondad de corazón.®^ En Milán
lla, surgen en circunstancias excep- mos frente a un ideal muy definido. í peligrosa: la dominante personalidad
cionalísimas, casí diríamos que a la conoció Bandello a la majestuosa Ca-
El título de virago, que en nuestro de la mujer italiana de la época. terina di San Gclso,»^ que tocaba a
fuerza. En Italia, durante todo el siglo se consideraría de muy dud(»i.ii
siglo X V , las esposas de los príncipes, Que todos los tratados v diálo.gos, l a perfección diversos instrumentos y
galantería, se consideraba entonces e n conjunto, no nos brinden un tes- era una admirable cantante y recita-
y sobre todo las de los condottieri, un timbre de gloria. Con todo deco-
tienen casi todas una fisonomía dora de verses. Se infiere de aquí
ro lo llevó Caterina Sforza, esposa ¡ Así se la Jlama en la fuente do- que las gentes distinguidas que visi-
definida, personal, y participan en y viuda luego, de Girolamo Riaiio.' ^:uniental más 'importante. El Chron.
la notoriedad y aun en la fama de taban a taies damas — o que con
cuya posesión hereditaria, Forli. de- leneíum, en Muratori, XXIV, col. 128 ellas convivían— eran intelectual-
sus maridos. A ellas se añaden, poco fendió primero contra el partido de siguientes, V . Infessura, en Eccard,
a poco, toda una serie de mujeres mente exigentes y que a las cortesa-
sus asesinos v después contra Cesar \cript., I I , col. 1.981. y Archiv. Stor.,
célebres de muy varia índole (pág. Iippend., 11, pág. 250. nas célebres se las trataba con los
Borgia con todas sus fuerzas; lúe
74, nota 9 3 ) , aunque su celebridad ^4 Y lo es. a vecesi. El Cortigiano
vencida, 'pero mereció la admiración iscña cómo deben comportarse las da- Véi' en Bandello, I I , Novella 42
sólo consistiera en sus dotes natitra-
les, su belleza, su cultura, sus buenas las cuando se cuentan estas historias y IV, Novella 27, hasta qué pimto los
"laudator temporis acti": no debe olvi- libro I I I , fol, 107). Que las damas viajeros italianos apreciaban cl libre
costumbres y su piedad, formando darse que casi cien años antes de Iti ' le escuchaban sus Diálogos tenían que trato con las muchachas en Inglaterra
todas estas cualidades un conjunto que él llama al buen tiempo vieio c v aber cómo comportarse lo demuestra y los Países Rajos.
armónico.'*^ N o cabe hablar de una cribía ya Boccaccio el üecamerón. fuerte pasaje del lib. I I . fol. 100. Lo 8fi Paulo Jovio, De Rom, piscibus.
^~ Ant. Calateo, epist. 3, a la joxen _je se dice de la pareia del "Cortigia- cap. 5; Bandello, Parte III. Novella 42.
Bona Sforza, luego esposa de Segismuti- | \o", la "Donna di Palazzo", no puede En el Ragionamenío del Zoppino, pág.
* Es, en cambio, ínfima la partici- do de Bolonia: "incípc aliquid dé v i r t í J ;r decisivo v a por el hecho de que 327, Aretino dice de una cortesana que
pación de la mujer cn las artes plás- sapere, quoniam ad imperandifm v i r Í H ¿ t | ^ta dama palaciega es mucho más cria- sabe de memoria a Petrarca y Bocca-
ticas. nata es, , . Ita fac, uL sapientibus viri^ ,-| la de la princesa que el "cortigiano", ccio enteros y un sinnúmero de bellos
SI Así debe interpretarse —por ejem- placeas, ut te prudentes ct graves v i r i • riado del príncipe. En Bandello I, Aío- versos latinos de VirgiÜo, Horacio, Ovi-
plo— la biografía de Alcssandra de'Bar- admirentur, et vulsti et muliet-cularum ^ella 44, cuenta Blanca d'Este la espe- dio y mil otros autores.
di cn Vespasiano Fiorentino (Mai, Spi- studia et indidia despicias, etc." ^ r j ^ > - Enante historia de amor de su abuelo ^ Bandello, I I , 51, I V , 16.
cileg. Rom. X i , nágs. 593 y sigs.). sa carta, en cualquier sentido. (Mai. Nki^^ololo de Ferrara y la Parisina. ^ Bandello, IV. 8.
quien, dicho sea de paso, es un gran Spicileg, Rom., V I I I . 532).
220 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 221

mayores miramientos; aun después sión, así como la hipocresía y el este propósito una econonua muy dosamente y recurriendo sobre todo
de rotas las relaciones se procuraba carácter diabólico en su vejez, noi arrollada y una manera racional a la persuasión, es decir: "más con
mantener una opinión recíoroca lo describe, mejor que nadie acaso, construir las casas, pero lo prin- la autoridad que por la violencia";
favorables,^ porque la pasión, aun Giraldi Cinthio en las novelas hri- ipal es la reflexión intehgente so- finalmente, elige y trata a los em-
pasada, había dejado un grande y ves que preceden a sus Hecatoinim todas las cuestiones de la con- pleados y criados basándose en prin-
perdurable huella. Pero, en conjunto, thi. En cambio, Pietro Aretino, m "vivencia, de la educación, de la cipios que los hace fieles a la casa
no se puede tomar muy en cuenta sus Ragionamenti, nos pinta más la oiganización y la servidumbre. y los vinculan a ella de buen grado.
este género de relaciones intelectua- intimidad propia que la de aquella El documento más valioso a este Hemos todavía de destacar un ras-
les en comparación con el mundo, de clase desgraciada, tal como era. íespecto es el diálogo de Agnolo go particular, no porque sea peculiar
la sociedad oficialmente lícita, y el Las amantes de los príncipes, eo l'íindolfini: Trattato dei governo de este opúsculo, sino por el entu-
recuerdo oue han dejado en la poe- mo hemos dicho ya (página 28) .il ilella jamiglia.^^ En él se nos pre- siasmo con que lo subraya el autor;
sía y en la literatura es, sobre todo, hablar del principado, constituv L I I j scnta a un padre que habla a sus el amor a la vida del campo en el
de naturaleza escandalosa. Hay en tema y asunto para los poetas y U' hijos, ya adultos, y los inicia en su italiano culto. En el Norte no vivían
verdad de qué asombrarse de que artistas y son, por ello, conocidas manera de obrar. Se nos introduce en el campo, jwr aquellos días, más
entre las 6.800 damas que contaba del mundo contemporáneo y de la c\\ un interior doméstico, de abun- que los nobles en sus burgos monta-
el gremio en 1490*'* —antes de la posteridad, mientras que de una I danle ajuar, bien provisto y admi- races y los monjes de las Órdenes
era sifilítica, por lo tanto—, apenas Alice Perries y de una Clara Dci nistrado con razonable economía, superiores en el bien amurallado re-
encontremos una mujer de ingenio tin (amante de Federico el Vtc.io para llevar una vida moderada que, cinto de sus monasterios; pero los
y de altas dotes intelectuales. Las riosü) apenas queda el nombre v si se mantiene, significa promesa de
burgueses, hasta los más ricos, se
mencionadas p^tenecen a la época de Agnés Sorel una leyenda más dicha y bienestar para muchas gene-
pasaban el año entero en la ciudad.
inmediata posterior^NEl género de vi- ficticia que real. Distinta es ya la laeiones. Una propiedad rural flore-
eiente, que con sus productos provee En Italia, en cambio, por lo menos
da, la moral y la filosofía de las cosa con las amantes de los reyc^ en lo que se refiere a los alrede-
mujcies públicas, las alternativas de del Renacimiento, Francisco I y En la mesa del hogar, es la base de!
i-rema combinado y completado con dores de determinadas ciudades,®^ sí
goce, avidez de dinero y honda pa- riquc ll. era mucho mayor la seguridad po-
un negocio industrial, de tejidos de
seda o de lana. La casa misma no lítica y policíaca, de otra parte la
menos que la comida, son de la me- afición a la vida campestre era tan
jor calidad; todo lo que se refiere a grande que optaban por arriesgar al-
VIL LA VIDA DOMÉSTICA muebles y ajuar ha de ser sólido, guna pérdida en tiempo de guerra.
lUiradero y escogido, y la vida coti-
diana en la casa todo lo sencilla ta con perspicacia psicológica valdría
Después de ia vida social hemos de carácter tan destructor como en los posible. Todos los gastos, desde los más que dos volúmenes de despachos
dedicar ahora una breve considera- países septentrionales, mientras no de carácter suntuario hasta las mo- y negociaciones. ¿Cuándo y merced a
ción a la vida del hogar en el Rena- rebasare ciertos límites. nedas para el bgisillo de los hijos qué influjo se ha convertido en algo
cimiento, i Se observa una tendencia La vida doméstica de nuestra Edail ^ pequeños, aparecen calculados racio- cotidiano en !a familia alemana la
general a juzgar la vida de familia Media era un producto de la moral I nalnicntc, no de una manera conven- costumbre de golpear a los hijos? Eso
de los itaUanos de esta época como popular imperante, o, si se quiere, f'cional. Pero lo más importante es la debió de ocurrir mucho tiempo des-
un producto natural en los impulsos educación que el señor de la casa pués que Walther cantara lo de "Nie-
desorganizada por la gran inmorali- man kan mit gerten, kindes zuht be-
dad reinante. En la Parte próxima que determinan la evolución de los da, no sólo a sus hijos, sino a to- herten"; "nadie con la vara buen liijo
trataremos de este aspecto de la pueblos y en la acción de la mancia dos los que forman su hogar. Por criará" (alemán antiguo). En Italia,
cuestión. Mientras tanto, nos limi- de vivir según la clase y la fbrtun;t ¡o pronto, en Jo que concierne a su por lo menos, cesan muy pronto ]a.s
taremos a llamar la atención sobre La vida caballeresca, en su período esposa, consigue hacer de una mu- palizas; a un niño de siete años no se
el hecho de que la infidelidad con- de florecimiento, dejó intacta la in chacha tímida, educada con cauta le pega ya. El pequeño Roldan esta-
yugal en aquellos días no tenía para timidad doméstica; su destino era ti i'cciusión, una señora ama, segura de blece su principio (Orlandino, cap.
la familia, ni muchísimo menos, un andante destino de la caballería in sí misma, que sabe mandar a sus VII, estr., 42):
las Cortes y en las guerras; su ho criados; luego educa a sus hijos sin
menaje se dedicaba más a otra nm e.siciil dureza,®^ vigilándolos cuida- Sol gU asini si ponno bastonare
^ Véase un eiemolo muy elocuente Se una tal bestia fussi, patirei.
en Giraldi Cinthio, Hecalommithi, V I , jer que a la propia —la madre df
Novella 8. familia...—y que ocurriera en ( ' Giovanpi ViUani, X I , 93. Muy
Infessura, en Eccard, Scriptores, castillo, en la patria lo que D " Ver pág. 75 do la presente obra. importante testimonio sobre la edifi-
II, eol. 1997. En cl recuento se incluyen quisiera. Por vez primera se inl. I':tTu!olfÍni murió en 1446. L. B. Alber- cación de villas por los florentinos, ya
sólo las mujeres públicas, no las concu- ta en el Renacimiento vivir la vii^'.i • quien se atribuye la obra igual- antes de mediados del siglo xiv. Se
binas. De todos modos, el número, en doméstica, conscientemente, en I . lie, en 1472. nos dice que sus villas eran más her-
relación con la población probable de sistema ordenado, convirtiéi^dola Una concienzuda historia de la mosas que sus casas urbanas y que se
Roma entonces, es enormemente aito. una obra de arte. Viene en-avL>' costumbre de golpear a los hijos en los esforzaban mucho en que lo fueran,
Tal vez se deba a un error de copia. ucblos latinos y germánicos, compues- "onde erano tenuti matti".
222 JACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 223

Así surgió la residencia campestre sano, y el agua es pura y saluila Ahora bien, las representaciones
ble; de los innumerables edificios, hermandades en algunas procesiones
del acaudalado habitante de la ciu- de misterios, en conjunto, eran en religiosas, la pomposa fiesta de las
dad: la quinta o villa. Un precioso muchos son como palacios de prín lialia evidentemente más suntuosas, Rosas de Palermo— delata bien cla-
legado de la vieja Roma revive aquí cipes y otros como espléndidos y más numerosas, y, en virtud del pa- ramente hasta qué punto se ha apar-
tan pronto como la prosperidad y ricos castillos". Se refiere con e^io ralelo desarrollo de las artes plásti- tado de tales solemnidades toda cul-
la cultura han adelantado suficiente- a aquellas residencias, verdaderos cas y de la poesía, tíe gusto más tura de tipo superior.
mente. modelos en su género, la mayoría ^epurado que en parte alguna. De
de las cuales fueron destruidas por El auge de estas fiestas comienza
Nuestro autor sólo paz y dicha pías se desprenden y derivan, no con la victoria decisiva de lo mo-
encuentra en su villa. Pero en este los florentmos mismos en 1529 ton ^lo aquí, sino en todo Occidente, derno en el siglo xv;^^'' no obstante,
punto hay que oír a él mismo. En el vano propósito de defender mejor primero la farsa y luego el drama Florencia se adelantó también aquí
el aspecto económico lo esencial es a la ciudad. ¡írofano en general, seguidos muy de al resto de Italia. Por lo menos exis-
que, a ser posible, una hacienda lo Tanto en estas villas como en las cerca por su género de pantomima tía ya en esta ciudad una organiza-
produzca todo: granos, vino, aceite, del Brenta, de las estribaciones loni con canto y baile apoyada sobre la ción por barrios para las representa-
forrajes y leña; por eso se pagan bardas, en el Posílipo y el Vomcro. 'lelleza del efecto. ciones públicas, que constituían un
caras estas fincas, ya que hacen in- la vida social adquirió un más ck- Por su lado, de las procesiones va gran alarde artístico. Así, por ejem-
necesaria la compra en el mercado. senvuelto e idílico carácter que cii ¡urgiendo en las ciudades italianas, plo, aquella representación del In-
El goce que ello produce se mani- las salas de los palacios urbanos, :on sus anchas y bien pavimentadas fierno sobre un armazón y por me-
fiesta sobre todo en las palabras que La convivencia con los invitados, lii jylles,''^' el "trionfo", es decir, el cor- dio de barcas en el Arno el 1*^ de
sirven de introducción al méíieipna- caza y la vida al aire libre están iL'jo de grupos, con indtimentaria es- mayo del año 1304, durante la cual
do tema: "En los alrededores de Flo- ocasionalmente descritas con ingenio pecial, en carruaje y a.pie, con ca- se hundió el puente Alia Carraia
rencia hay numerosas villas en medio y gracia, pero también las más pro- rácter predominantemente religioso bajo el peso de los espectadores.-*'^
de un aire claro como el cristal, en fundas creaciones del espíritu y la» al principio y luego, gradualmente, El hecho de que en tiempos pos-
un paisaje alegre, con espléndidos más nobles joyas de la poesía es- con carácter cada vez más profano. teriores los florentinos encontraran
panoramas; hay aquí poca niebla y tán, a veces, fechadas en una de 1.a procesión del Corpus y el cor- ocupación como organizadores y ar-
no soplan vientos nocivos; todo es esas residencias campestres. icjo de Carnaval se combinan aquí tistas en las fiestas (festaiuoU) en
en un común estilo de pompa, al el resto de Italia revela la temprana
i)ue vino a unirse, después, la ca- perfección que alcanzaron en su ciu-
halgata de los príncipes. También dad natal.^8
V I I L L A S FIESTAS cu los pueblos se procuró a veces
Jcsplegar la máxima pompa en es- Si queremos captar en las fiestas
las ocasiones, pero sólo en Italia se italianas aquellas cualidades que su-
N o es por capricho por lo que vincu- decorativa que colaboraba en esta» ponen superioridad sobre las extran-
llegó a constituir un método funda-
lamos a la consideración de la vida fiestas merece página aparte en lii jeras, hallaremos por de pronto, en
do en reglas de arte, q i * combinaba
social la de los festivales y repre- historia artística de Italia, auntnii" y equipaba el cortejo como una to- primera línea, cl sentido del indivi-
sentaciones. El arte y la magnificen- sólo haya llegado a nosotros coni<i talidad dotada de unidad y de sen- duo suficientemente desarrollado pa-
cia de que hizo alarde la Italia del una visión de la fantasía que lie tido. ra la representación de lo individual,
Renacimiento en tales materias,'*'* mos de captar en las d e s c r i p c i o n c N es decir, la capacidad de encontrar
sólo fue posible gracias a la Hbre contemporáneas. La fiesta misma ci* Lo que queda todavía de esta prác- una máscara perfecta y de saberla
convivencia de todas las clases so- lo que aquí nos ocupa como i m i i tica sólo puede considerarse como llevar y comportarse de acuerdo con
ciales que constituyera el fundamen- intensificación de la existencia i K ' ' un mezquino resto. Tanto los cor- su carácter. Los pintores y escultores
to de la sociedad italiana. En el pueblo, para el cital sus ideales w: tejos religiosos como los profanos no sólo colaboraban en la decoración
Norte, tanto los monasterios como ligiosos, morales y poéticos adqui 'lan prescindido hoy, casi por com-
las Cortes y los burgueses poseían rían de esta suerte forma vislbki pleto, del elemento dramático, y de Los festejos con motivo de la
sus fiestas especiales como en Italia, Las fiestas italianas, cuando oUv' indumentaria, por el temor al ri- exaltación del Visconíi al ducado de
pero su estilo y su contenido eran cían su tipo superior, constituían un ;ulo y porque las clases cultas Milán en 1395 (Cono, fol, 274), con
distintos según la clase, mientras en verdadero tránsito de la vida al arle, ie entonces se consagraban con to- toda su gran pompa, tuvieron todavía
la atmósfera del Renacimiento ita- Las dos formas principales de tv as sus energías a estas cosas, no algo de rudeza medieval y el elemen-
liano el arte y la cultura comunes presentaciones, con motivo de lif^ |)ueden ya encontrar placer en ellas, to dramático faltó en absoluto. Véase
a toda la nación daban a las fies- tas, fueron como por todas .parte:; ^ii .H>r diversos motivos. En el Carna- también la relativa mezquindad de los
tas un carácter más elevado y más Occidente, el misterio, es deci: l cortejos en Pavía durante el siglo xiv.
val mismo han caído en desuso los (Anonymus, De laudibus Papiae, Mu-
popular a la vez. La arquitecttu*a dramatización de la historia^ o h l'iandes desfiles de máscaras. L o que ratori, X I , col. 34 y sigs.).
da sagrada y la procesión,-el ce; . lun pervive —las máscaras de las « 7 Giovanni Villani, V I H , 70.
Véase págs, 175 y sigs. donde se pomposo en ocasión de alguna^W. Véase, por ejemplo Infessura, en
estudia esta pompa como un obstáculo de significación religiosa. C o m p a r a d a s con las d e las ciuda- Eccard, Scriptores, I I . col. 1896. Corio,
para el desarrollo del drama. E septentrionales. fols. 417 y 421.
JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL KRNACIMiENTO EN ITALIA 225
224

estas falsas interpretaciones,^'^'^ líiuio que aparecían en los corte- más de las personificaciones de lo
del lugar, sino también en el atavío i itLdianos hemos de suponer que general, se conocían gran multitud
personal, procurando la indumenta- la fama de oscuridad de sus aÍL.,i
rías, como es sabido, llegó a hacerse público, aficionado a tales temas de representaciones históricas de es-
ria, cl afeite (ver pág. 202 y sigs.) 3r sil cultura general, exigiría, no tos conceptos generales, ya que se
y demás elementos indispensables. un verdadero honor.**'^ Petrarca, por
lo menos, procura en sus Trionfi des- jalante, una caracterización clara y estaba acostumbrado tanto a la men-
Viene en segundo lugar la general tpresiva. En el extranjero, sobre to- ción poética como a la representa-
cribir en forma clara, aunque breve,
comprensión del asunto j>oético. Por en la Corte borgoña. se toleraban ción artística de nmnerosas persona-
las figuras del Amor, de la (Castidad,
lo que a los misterios se refiei'e, al- uras de muy incierto sentido, has- lidades famosas. La Divina Comedia,
de la Muerte, de la Fama, etc. Otros,
canzaba ésta idéntico nivel en todo en cambio, recargan sus alegorías por meros símbolos, porque se creía los Trionfi de Petrarca, la Amorosa
cl Occidente, desde el momento en puros atributos falsos. En las sátiras i y distinguido estar iniciado o pa- visione de Boccaccio —obras basa-
que las historias bíblicas y legenda- de Vineiguerra, por ejemplo,*"^ se; ;rlü. Con motivo del célebre Voto das en este principio— y además, la
rias eran conocidas por todo el mun- pinta a la Envidia con "dientes fé- i los Faisanes del año 1453,^'*" la enorme difusión que con la influen-
do; en lo demás, sin embargo, aven- rreos y afilados", la Gula mordicn- j ren y híjrmosa amazona que figu- cia de la Antigüedad había alcanza-
tajaba Italia, con mucho a los otros dosc los labios, con revueltos y des- como reina de la Alegría es la do la cultura, habían familiarizado a
países. Para los recitados puestos en greñados cabellos, etc., esto último, i ica alegoría lograda; los colosales la nación con el elemento histórico.
boca de aquellos personajes profano- probablemente, para caracterizar su atos con autómatas y personajes Añádase a ello que estas personifi-
imaginativos o religiosos, disponía de indiferencia hacía todo lo que nu )s, o son meros juegos o respon- caciones figuraban en los cortejos
una sonora poesía lírica que arreba- sea comer. Hasta qué punto con tan a una tosca y forzada exposición individuales por completo, como tal
taba lo mismo a los grandes que a falsas transposiciones se encontraban \r&l. En la estatua de una mujer o cual máscara o por lo menos en
los pequeños."" Por otra parte, la en trance embarazoso las artes plás- grupos, como acompañamiento ca-
inuda, custodiada por un león vi-
mayoría de los espectadores (en las ticas, no hemos de considerarlo aquí. racterístico de una figura o un asun-
había de verse a Constantinopla
ciudades) comprendían las metáfo- Éstas, lo mismo que la poesía, po- 1o principal. Llegóse de este modo
, su futuro salvador, el duque de a un gran dominio en la composi-
i"as mitológicas y adivinaban, por lo dían darse por satisfechas cuando la
alegoría podía expresarse con una fi- f-goña. El resto, con excepción de ción de grupos en una época en que,
menos más fácilmente que en otras I pantomima (Jasón en la Cólqui- en los países septentrionales, las más
partes, las alegóricas e históricas, gura mitológica, es decir, con una
forma tomada de la Antigüedad y I , c resultaba excesivamente her- pomposas representaciones eran una
porque provenían de temas de cul- tico, o carecía en absoluto de sen- mezcla de simbolismo oscuro y de
tura universalmente difundidos. protegida del absurdo, cuando podía
recurrirse a Marte para expresar lu X el propio cronista de la fiesta, juegos sin sentido.
Mas esto requiere una explicación. ivier, hizo de "Iglesia", montado
guerra, a Diana para expresar la ea-
Puede decirse que toda la Edad Me- ímos de un elefante, que un gi-
za,**^ etcétera. Empezaremos con los autos o mis-
dia fue la era de la alegoría por te conducía, y entonó una extcn- terios, género tal vez el más anti-
excelencia; la teología y la filosofía N o obstante, tanto en la poesía slegía sobre la victoria de los in- guo.'**^ En conjunto se asemejan a
manejaban de tal modo sus alegorías como en el arte había más lograda» •io« 4 los del resto de Europa: también
como entidades autónomas,^**" que alegorías, y de las figuras de este Si es cierto que las alegorías de aquí se levantan en las plazas pú-
resultaba cosa fácil a la poesía y al
poemas italianos de arte, de los blicas, en las iglesias, en las crujías
arte añadir lo que faltaba para la
'^1 Entre las cuales pueden im! lejos y las obras de arte por su de los conventos, grandes tablados
personificación; fundándose en aquel
se, por ejemplo, los casos en que s to y coherencia están en un nivel que tienen en la parte superior un pa-
mundo ideal podrían por doquiera
truyc sus imágenes sobre la base <U erior, no constituyen, con todo, raíso que se abre y se cierra, en la
crearse figuras, sólo que, por lo re- metáforas, cuando en la puerta'del fm aspecto principal. La ventaja de- parte inferior, a veces, un infierno,
gular, su porte y atributos resulta- gatorio le da al escalón hendido f ' v a r e s i d í a , antes bien, en el V entre ambas la escena propiamen-
rían enigmáticos y nada populares. centro el sentido del corazón coni 10 de que en estos casos, ade- te dicha, con todos los lugares terre-
Esto último ocurrió también, a me- haciéndole perder, en la hendidura nos que exige el drama, unos junto
nudo, en Italia, aun durante todo el la losa, todo su valor como ese K n a otros. Tampoco es raro que el dra-
Renacimiento y después de él. Bas- verdadero (Purgat., IX. 97); o cu, realidad, de 1454. Véase Oli- ra bíblico o legendario comience con
ta para ello con que un aspecto iPurgat. X V I I I . 94) impone la caí dc la Marche, Mémoires, cap. 29. un diálogo previo, de carácter teoló-
como penitencia en el más allá : w Sobre otras fiestas francesas, ver, gico, entre Apóstoles, Padres de la
cualquiera de la figura alegórica en indolentes en la Tierra, lo que p^ ejem., luvénal des Ursins, ad, a.,
cuestión esté falsamente traducido ser también señal de huida, etc.. . <• (entrada de la reina Isabeau); Iglesia, Profetas, Sibilas y Virtudes
por un atributo. El propio Dante no ^fi'^ Inferno, IX, 61. Pyrgaí., \ \U de Troyes, ad. a., 1461 (entrada que, según los casos puede terminar
estuvo libre, ni mucho menos, de 19. Jilis X I ) . En ellas no pueden pres-
lOB Poesie saüriche, ed. Milán, i H de trapecios, estatuas vivas, etc., 108 Ver Bartol. Gamba. Noíízie in-
En los misterios se usaba gene- pág. 470 y sigs. De fines del sigK Mtodo es abigarrado e inconexo, y torno alie opere di Feo Relcari, Milano,
ralmente el terceto en los monólogos i^-* Lo último, por ejemplo, c •egorías, en su mayor parte, de )808, especialmente la Introducción a
y la octava en los diálogos. Venatio del cardenal Adriano da ^fco sentido. Le rappresenlazioni di Feo Belcari ed
Sin que sea necesario recordar neto. Se pretende aquí conft)lar :Í Ventaja, desde luego, para gran- allre di lui poesie. Florencia, 1833. Co-
cl realismo de los escolásticos al alu- canio Sforza de la caída de su. d Poetas y artistas que supieran va- mo paralelo la introducción de Biblio-
dir a ello. tía con los placeres de la «tza. de ella. philc lacob a su edición del Palhelin.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 227
226 lACOIÍ BURCKHARDT

es predicadores (de que trataremos Italia del rey Carlos V I H , la duque-


en una danza. Que en Italia no fal- o la pantomima, un misterio. Iti k
s adelante). Roberto da Lecce, sa viuda Bianea de Saboya le recibió
ten los "intermezzi" semieómicos a Corte de Pietro Riario (ver p;i]^iiia
rara el ciclo de sus sermones de en Turín con una especie de panto-
base de personajes secundarios se 59), en la de Ferrara, etc., por v\vm
yuno, durante la pestilencia del año mima semirreligiosa.ii'i' en la cual
entiende por sí mismo; sin embar- pío, no debía faltar toda la poniim
448, en Perusa, con una represen- aparecían, en primer lugar, una es-
go, este elemento no adquiere re- que pueda concebirse.^''^ Si imit^l
eion de la Pasión del Señor el cena pastoril semirreligiosa también,
lieve como en el Norte.^-* Las má- namos el talento de los actores, uti
iernes Santo; en la representación "la ley de la naturaleza", y a con-
quinas y artificios que se emplean rica indumentaria, la represenl;i<iiiii
.pBrticiparon pocas personas, pero to- tinuación un cortejo de patriarcas
para elevar las figuras, hacerlas _ des- de lugares por medio de decoracioiifn
4o el pueblo prorrumpió en solió- que se suponía representaban "la
cender o mantenerlas suspendidas, estilizadas al estilo arquitectónico ili-
los. Es verdad que con tal de con- ley de la gracia"; venían luego las
constituían uno de los atractivos la época, de follajes y tapices, al hut
ftiüver a la gente no se detenían los historias de Lancelote del Lago y
principales de todo espectáculo, y do los monumentales edificios de \p
que se beneficiaban del espectáculo "de Atenas". Y en cuanto el rey
fueron más usados por los italianos Piazza de una gran ciudad, <i Ius
,e recursos del más grosero natu- llegó a Chieri. se le agasajó de nue-
que por los demás pueblos. Entre claros pórticos del patio de un pn
• ;mo. Las pinturas de un Matteo vo con una pantomima que repre-
los florentinos se produjeron ya en lacio, o el claustro de un gran con
Siena o los grupos en barro co- sentaba una estancia de parida llena
el siglo x(v burlescos apostrofes cuan- vento, obtendremos una opulenta \
ido de un Guido Mazzoni, nos rc- de visitas de calidad.
do la cosa no salía con toda la per- aproximada visión de lo que fucmn
tucrdan aquellas escenas en que el Pero de todas las fiestas religiosas
fección deseada-^i** Poco después in- en la realidad semejantes reprcsiii
ficlur que representaba a Cristo apa- era la del Corpus la que mayor pom-
ventó Brunellesco para la fiesta de taciones. Pero así como aquella <U
rece sudando sangre, e incluso con pa exigía. Es la fiesta a la cual se
la Annunziata en la Piazza San Ee- coración fue nociva para el dr;iniii
Ja herida en el costado y sangran- vinculó en España un especial géne-
lipe aquel complicadísimo aparato profano, así también el alto desanu ^ 1 1 4
ro poético (págs. 223). Por lo que
que representaba la esfera celeste lio poético del propio misterio Im
H Los motivos para la representación a Italia se refiere, tenemos, por lo
rodeada de dos círculos de ángeles, dañado a su vez por esta descome
de misterios, aparte ciertas grandes menos, la pomposa descripción del
de la que descendía volando el Ar- dida importancia del elemento
jpestas eclesiásticas, bodas principes- Corpus Domini, bajo Pío I I en V i -
cángel Gabriel en una máquina que pecíacular. En los textos que Imn las, etc., son muy diversos. Cuando terbo, en 1482.^1*^ La misma proce-
tenía la forma de una almendra. Por llegado a nosotros encontramos K' ian Bernardino de Siena, por ejem- sión, que salía de una magnífica y
su parte. Cecea proveyó las ideas neralmcnte una trama dramátitu plo, fue canonizado por el papa colosal tienda de campaña, levanta-
y la mecánica necesarias para otras muy pobre, con unos pocos y bclln^ (1450) hubo —en la gran plaza de da frente a San Francisco, desde la
fiestas por este e s t i l o . ^ Las her- pasajes lírico-retóricos, pero nad;i <U lu ciudad natal, probablemente— cual, por la calle Mayor, avanzaba
mandades religiosas de los barrios la grandeza ni del simbólico ímpí %na especie de imitación d r a m á t i c a en dirección a la Plaza de la Cate-
que tenían a su cargo la organiza- tu de los autos sacramentales de itn (le su canonización,!^^ can comida dral, era casi lo menos importante,
ción y, en parte, la representación Calderón. Jf bebida para todo el mundo. Ocu- pues los cardenales y prelados ricos
misma, procuraban, en la medida de fría también, por ejemplo, que un se habían repartido por zonas a am-
Parece que a veces, en cíudailct
los medios de que disponían, por Itionje erudito celebraba su promo-
pequeñas o con más modestas «le^ • bos lados del trayecto, que no sólo
lo menos en las grandes ciudades, ción a doctor en teología con la re-
raciones, se conseguía que la ii. • habían cubierto de toldos, colgadu-
llegar siempre hasta el mayor es- presentación de u n a leyenda del pa-
sión producida por tales drama iren de la ciudad.ii'*' A la llegada a ras y tapices,''!^ sino que en él ha-
plendor artístico posible. L o mismo ligiosos en cl ánimo de los esi bían hecho levantar tablados en los
cabe creer que sucedía cuando en dores fuese más vigorosa. Llego n que se representaban durante la pro-
las grandes fiestas principescas se ocurrir i^-' que uno de aquellos gnin hacía la sustitución con una figura cesión escenas históricas y alegóri-
presentaba, junto al drama profano arada para este objeto. cas. N o se ve bien en las descrip-
Sobre esto último ver, por ejem.,
II, Comment., lib. V I H , págs, 383 ciones si había actores de carne y
i*'^ Sin embargo, en una iglesia de 112 Arch. Stor., Append., I I , |in|) hueso o figuras con ropajes;!^ en
310, representación del misterio ik . También en la poesía del siglo
Siena terminaban un misterio que tenía tropezamos, a veces, con tan toscos
por asunto la degollación de los Ino- Anunciación en Ferrara, con motivo de
la boda de Alfonso, con ingenidatm os. Una canción de Andrea de ^^•^ Sacada del Vergler d'honneur,
centes con que las desdichadas madres, va comprobando, hasta en el Roscoe, Leone X, ed. Bossi, I. pág.
se tiraban de los pelos. Della Valle, máquinas y pirotecnias. Ver en ('oHii,
pequeño detalle, la descomposición 220 y 111, pág. 263.
Lettere sanesi, I I I , pág. 53. Feo. Bel- fol. 417, la representación de Siisaii.i cadáver de la mujer idolatrada, 118 PÍO I I , Comment. lib. VIH, págs.
cari (t 1484), a quien acabamos de del San Juan Bautista, y de una lu, o que en un drama conventual 382 y sigs. Bursellis {Annal. Bonon.,
mencionar, se había impuesto como mi- yenda en la Corte del cardenal Ria siglo xrr se veía en escena cómo Muratori, X X I I I , col 911, año, 1492),
sión depurar de semejantes excrecencias El misterio de Constantino el Gn Heredes le comían los gusanos. menciona una fiesta del Corpus de pa-
los misterios. en el palacio pontificio, ...c^arnaval
1484, véase en fac. Volaterra, Miir ina Burana, págs, 80 y sigs. recido esplendor.
l i o Franco Sacchetti, Novella, 72. Allegretto, Diari Sanesi, Murato- l i s En tales ocasiones solía decirse:
H i Vasari, I I I , 232 y sigs.. Vita di ton, X X I I I , col. 194. X X I I I , coL 767. "nulla di muro si potea vedere".
Brunellesco. Comp. 36 y sigs. Vita del 113 Graciani, Cronacca dÍ^Per¡i)(ui
en Archiv Stor., X V I , I, pág. ^96. l
Matarazzo, Archiv. Síor., X V I , 120 En otras descripciones de este es-
Cecea y V , 52, Vita de Don Barto- pág. 36. tilo ocurre lo mismo.
lommeo. el momento de la Crucifixión niÍH-"
2 2 8
JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DF.L R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 229
todo caso el alarde era imponente. en esta ocasión por la suntuo^
de que hizo gala; por lo dem:i i por dragones, y Baco y Ariadna regatas de remeros en, su honor, re-
La escena representaba, por ejemplo, el suyo tirado por panteras, sin
fiesta tuvo un carácter más bien ; I I M presentóse una suntuosa pantomima,
una doliente figura de Cristo, rodea- faltara la educación de Aqui-
fano, pues además de los ánj- K . Meleagro, en el patio del palacio del
da de un coro de querubines; una había asimismo un ballet repre-
músicos, que no podían faltar, h Dux. En Milán dirigía Leonardo da
Cena en combinación con la figura .tando las parejas amorosas celé-
guraban en ellos otras máscara.-, v Vinci las fiestas del duque y también
de santo Tomás de Aquino; la lu- is de los tiempos mitológicos y un
aun "forzudos", es decir, hérculf^^ las de otros grandcs;!"^*^ una de sus
cha del arcángel San Miguel con el ipo de ninfas sorprendidas por
que lucían en ella toda suerte de máquinas, que podía competir con
demonio; fuente de vino y orquestas
de ángeles; el sepulcro de Nuestro habilidades gimnásticas. inaí tropa de rapaces centauros que aquella famosa de Brunellesco (pág.
Las representaciones pura o p r e d c an vencidos al fin y expulsados 225), representaba un planetárium,
Señor con toda la escena de la Re- or Hércules. Un dstalle pequeño,
minantemente profanas eran, en Ins de colosales dimensiones, en pleno
surrección y, finalmente en la plaza "•ro elocuente por lo que respecta
grandes Cortes, calculadas de preí» movimiento, y siempre que un pla-
de la Catedral, el sepulcro de la San- sentido formal de la época, es
rencia sobre la base de lo especta. ti neta se acercaba a la novia del du-
tísima Virgen. Después de la misa siguiente: en todas estas fiestas
lar, de buen gusto y gran suntuoHJ^ quesiío, Isabel, salía del ígneo globo
mayor, el sepulcro se abría, y la larecían figuras vivas representan-
dad, estando los distintos elemenioi el dios correspondiente y cantaba
Madre de Dios ascendía, cantando, estatuas, colocadas en nichos, jun-
en conexión mitológica y alegoiieii, los versos compuestos por Bellincio-
al Paraíso, donde Cristo la corona- a columnas o sobre ellas; que eran
con tal que ésta fuese agradable' v ni, el poeta de Cámara (1489). En
ba y la conducía hasta las gradas res humanos quedaba de manifies-
fácil de seguir. L o barroco no lat otra fiesta (1493) figuraba ya, entre
del Altísimo. porque en el curso de la escena
taba nunca: gigantescas figuro'^ de otras cosas, bajo un arco de triunfo
Entre toda esta serie de escenas animales, de las cuales surgían re- "rvenían cantando o declamando, en la Plaza del Castillo, el modelo
representadas en la vía principal al pentinamente grupos de m á s c ü í a H , i que no soiprendía, ya que su de la estatua ecuestre de Francesco
paso de la procesión, se destacaba como, por ejemplo, en una p r i i i i l Jor y sus vestidos por lo menos Sforza. Por Vasari sabemos asimis-
de modo singular, por su pompa y pesca recepción en Siena, en el ;iiio m naturales. Sin embargo, en los mo con qué ingeniosos autómatas


sombrías alegorías, la del cardenal 1 4 6 5 , d o n d e del interior de U H H oncs de Riario pudo verse un niño contribuyó Leonardo a dar la bien-
vicecanciller Rodrigo Borgia, el fu- áurea loba emergía todo un balh-l. 'o completamente dorado, que ha- venida oficial a los reyes de Francia
turo Alejandro V I . E n estas pro- de doce personas; retablos con íi^.U'! kde surtidor sobre una fuente.^'-^''* como señores de Milán. Pero tam-
cesiones empieza, además, a mani- ras animadas, aunque no de propoi""^ pantomimas pomposas de este cs- bién las ciudades pequeñas procura-
festarse la afición a las salvas de clones tan disparatadas como las qu^ » jas hubo en Bolonia también en , ban lucirse. Cuando el duque Borso
artillería tan características de los se usaban en la Corte del Duqu, id ion de las bodas de Annibale \ (pág. 28) acudió en 1453 a recibir
Borgia.122 Borgoña ( p á g . 223), etc. Pero cii i ivoglio y Lucrecia de Este.' el homenaje de Reggio, levantóse en
Más lacónico es Pío I I en su re- si todas estas cosas se traslucía un ía coros en vez dk orquesta, y su honor ante las puertas de la ciu-
lato cuando nos describe la proce- rasgo de arte y poesía. A la combi- más bella de las ninfas del cor- dad un gran catafalco movible, so-
sión que se efectuó en Roma el nación del drama y pantominii í io de Diana ascendía, en vuelo, bre cl cual aparecía suspendido San
mismo año con motivo de la llega- la corte de Ferrara nos hemos i i isla Juno Prónube, mientras Venus, Próspero, el patrón de la ciudad,
da del cráneo de San Andrés, que rido ya (pág. 175). Universal ren III un león —un hombre disfrazado bajo un baldaquino sostenido por
acababa de ser traído de Grecia. Ro- bre llegaron a alcanzar las fií i • león, en este caso— avanzaba ángeles; a sus pies giraba un disco
drigo Borgia se distinguió también dadas en 1473 por el cardenal l'i' leado por todo un ballet de hom- con ocho ángeles músicos, dos de
tro Riario con motivo del pasr - {8 salvajes. La decoración repre- los cuales se desprendieron, en vue-
12.1- La escena representaba cinco re- Roma de Leonor de Aragón, i laba con gran verismo un soto lo, hasta el santo, pidiéndole el ce-
yes con gente armada y un salvaje que del príncipe Ercole de F e n i i (Ural. En Venecia, en 1491, se ce- tro y las llaves de la ciudad, que-
luchaba con un león (¿amaestrado?); Los dramas propiamente dichos ro la llegada de unas princesas entregaron al duque. Apareció lue-
esto último aludía probablemente a Sil- aquí aún puros "misterios" de ' la Casa de Este; se las fue a go un tablado arrastrado por caba-
vio, el nombre del papa. tenido religioso, siendo mitoli en el Bucentauro, y tras unas llos ocultos, y sobre él había un
122 Ver ejemplos bajo Sixto I V en en cambio, cl contenido de las i .IM trono vacío, tras el cual se erguía
Jac. Volaterranus Muratori, X X I I I , col. Vasari cuenta en la Vita di Pun-
134 y 139. Cuando la toma de posesión tomimas. En éstas figuraba O r í " (XI, pág. 37), cómo, en 1513,
de Alejandro V I hubo un cañoneo im- con los animales salvajes, Perseo 1^8 Amoretti, Memorie, etc., su Lio-
la fiesta florentina, murió uno de nardo da Vinci, páginas 38 y sigs.
ponente. La pirotecnia, bella invención Andrómeda, Ceres en su cano | | H niííos a consecuencia del esfuerzo
del ingenio italiano para amenizar los sería, tal vez, a consecuencia del 12*1 Que en esta época la astrología
festejos, puede incluirse, con toda la 123 Allegretto, Muratori,"XXIII, • fcdo"?). A la infeliz criatura se le intervenía en las fiestas, lo demuestran
decoración festival, en la historia del 7 7 2 . Véase también en la col. 771» • • obligado a personificar la Edad los descritos de planetas (pintados con
arte. Lo itiismo diremos de las esplén- recibimiento de Pío I I , dn- 1 4 5 9 . jj !ro. bien poca claridad), con motivo del
didas iluminaciones de que tanto se 1 2 4 Cono, fols. 4 1 7 y sigs.; I H Í L I * recibimiento de novias principescas en
Phil. Beroaldi, Orationes: Nup- Ferrara. Diario Ferrarese, Muratori,
nos habla (pág. 241), con motivo de ra, en Eccard, Scriptores, I I , «>!. 1^'' Wentivoleae.
algunas fiestas y hasta de los retablos Strozzii poetae, pág. 1 9 3 , en los X X I V , col. 248, ad. a. 1491. También
B M. Antón. Sabellieo, Epist., hb. se efectuaban en Mantua estos desfi-
con figuras y trofeos de caza. fieos. Comp. págs. 4 4 y 4 7 . í % ) L 17. les, Archiv. Stor., apend. I I , pág. 233.
JACOB B U R C K H A R D T
230 LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O V.K ITALIA
251
ligiosas, ya desde la primera I > i
una Justicia con un genio por cria- catriz en compañía de veinticua- resante, sobre todo, por el mismo
Media, brindaban propicia oca^lil^l
do, en las esquinas cuatro ancianos •0 ancianos del Apocalipsis, de los carácter especialmente substantivo y
para la mascarada, ya fuese con
legisladores rodeados de seis ánge- luatro ancianos místicos, de las tres antivisionario que la pintura realis-
geles que acompañaban al Santísimí»
les con banderas y a ambos lados /irtudcs teologales y las cuatro Vir- ta del siglo XV sabía dar a sus com-
o a las imágenes o reliquias, ya cnii
lorigados jinetes, con banderas tam- tudes cardinales, de San Lucas, San posiciones.
personajes de la Pasión; Cristo. Pero
bién. Excusado es añadir que ni cl Pablo y otros apóstoles, y ello de
con las grandes fiestas eclesiásticiiH tal manera, que casi nos sentimos Pero mucho más frecuentes que es-
genio ni la diosa dejaron pasar al
no tarda en aparecer con la Cm/, inclinados a creer en la existencia tos "trionfi" religiosos, eran, en todo
príncipe sin dirigirle su correspon-
diente discurso. En un segundo ca-
los ladrones, los guerreros, las San ide tales cortejos desde una época caso, los cortqos profanos según el
rro, al parecer lirado por un unicor-
tas Mujeres... un verdadero corlcju ¿nuy antigua. Esto se revela, sobre modelo directo de los cortejos impe-
nio, figuraba una Caridad con una
representativo de la ciudad misma, y •Ddo, en el carro de Beatriz, carro riales romanos, tales como se cono-
antorcha encendida. Tampoco falta-
así la procesión religiosa, de acuciJu H t e resulta inútil, en el bosque má- cían por los relieves antiguos, com-
ba la antigua invención de una nave
con la ingenua manera medieval- liii H p 3 , y cuyo uso incluso sorprende. pletado este conocimiento con los
empujada por hombres ocultos. Esta
de tolerar una multitud de elcmcn Biede ser que Dante vea en el ca- datos que proporcionaban los auto-
y las otras alegorías precedían al du-
tos profanos. Resulta especialm.nic K > un símbolo esencial del triunfo, res de la época. ( Y a anteriormente
que en el cortejo. Ante San Pietro
curioso en estos desfiles, como u-.-\^< y hasta puede haber ocurrido que en las págs. 79 y 90 y sigs., nos
volvieron a detenerse y desde la fa-
de la Antigüedad,"*^ la nave eu K M | u poema mismo haya estimulado hemos referido al punto de vista y
ma de carro, a la cual se recurn'ii, n i la práctica semejantes cortejos, a la actitud ante lo histórico que
chada de aquella iglesia descendió
como hemos visto, en fiestas de nuiy Ikya parte formal procede del an- imperaban entre los italianos de en-
hasta cl duque un San Pedro con
distinto carácter, y de cuyo nomlin • b o . triunfo de los emperadores ro- tonces.)
dos ángeles en una gloria circular, e m o s . En l o d o caso la poesía y la
—carrus navalis— quedó el rci-mi Por de pronto, encontramos de vez
le puso una corona de laurel y vol- litología participaron, de buen gra- en cuando cortejos de triunfadores
do en la palabra "carnaval". Una •!>
vió a elevarse.i^** Tampoco había l o , en todos esos simbolismos. Savo- auténticos, a los cuales se procuraba
estas naves podía, ciertamente, M i n
descuidado el clero otras alegorías pirola, en su Triunfo de la Cruz,^^^ dar todo el parecido posible con los
adornada y flamante, divertir ,i li*
puramente eclesiásticas; sobre dos nos presenta a Cristo en un carro modelos mencionados, aun contra la
gente prescindiendo en absoluto ilt
altas columnas figuraban la Idola- riunfal; sobre él refulge el orbe de voluntad y el gusto del propio ven-
su antiguo significado. Así, por cjí-m
tría y la Fe; una vez que esta últi- 1 Trinidad; en su mano izquierda cedor. Francesco Sforza se sintió lo
pío, cuando Isabel de Inglatert.i
ma, representada por una hermosa Cruz; en st^ diestra, ambos Tes-
dio cita en Colonia con su pronn li bastante fuerte para rechazar, con
doncella, hubo hecho el saludo de fenentos, y mas abajo la Santísima
do el emperador Federico I I , le >alhp motivo de su entrada en Milán
rigor, se derrumbó la otra columna T^^en; preceden al carro patriarcas,
al encuentro toda una flota cl, < i (1450), el carro triunfal que le te-
con la figura que sostenía. Topó "ofetas, apóstoles y predicadores; a
tas naves —arrastradas por cah.illnu
luego el cortejo con un "César", bos lados figuran mártires y doc- nían preparado, alegando que estas
ocultos— con una tripulación es, con los Hbros abiertos; detrás, cosas eran prejuicios propios de los
acompañado de siete hermosas mu-
monjes músicos. multitud de los conversos, y más reyes34 Alfonso el Grande, con
jeres. . . las siete Virtudes, a las
Pero la procesión eclesiástiu;i n^i • K i s , las innumerables bandas de ocasión de su entrada en N ^ o l e s
que Borso tenía que pretender de
sólo podía adornarse con toda I ^femigos, emperadores, potentados, (1443) ,1^5 rechazó la corona de lau-
acuerdo con la presentación que
te de añadidos, sino ser in1 nHH H b o f o s , herejes, etc., todos vcnci- rel, homenaje que no desdeñó Napo-
de ellas hizo el "César". Se llegó
substituida por un cortejo de wm y humillados, destruidos sus ído- león, como sc sabe, con motivo de
por fin a la Catedral, pero después
caras de carácter religioso. A I-IIM y quemados sus libros. (Una su coronación en Notre Dame. Por
de la misa tuvo que salir de nuevo
dio ocasión, tal vez, el paso pm Ini ^ • 1 composición de Tiziano —gra- lo demás, la entrada de Alfonso
Borso y ocupar su trono dorado,
calles de los actores que se diii^ñiil H | a en madera— se aproxima bas- (por una brecha abierta en la mu-
ante cuyas gradas acudieron a cum-
al lugar de la representación i ^ K e a esta descripción.) De las ralla y luego a través de la ciudad
plimentarle otra vez una parte de
misterio correspondiente. Peí ^ B e elegías de Sabellico (páginas hasta la catedral) constituyó una ex-
las máscaras mencionadas. Por fin
rece que pronto llegó a consr H y sigs,) a la Santísima Virgen, travagante mezcolanza de elementos
de fiesta, de un edificio próximo
un género de procesiones ini ^•tovena y la décima contienen la antiguos, alegóricos y puramente his-
descendieron tres ángeles, que con
dientes de este paso de los a ^Hija descripción de un "trionfo" tóricos. El carro sobre el cual avan-
música celestial y cánticos le ofre- ^ M a r í a , rico en alegorías e inte- vazaba sentado en un trono era al-
Dante escribe el "trionfo"' ' - ^ j
cieron palmas como símbolo de paz.
Examinemos ahora las fiestas en 131 Era realmente la nave d^; l»li '^''^ Corio, fol. 401, diciendo tale cose
las que la procesión o el cortejo que el 5 de marzo se botaba, lut essere superstitioni de'Re. Véase Cag-
constituyen el elemento principal. los años, como símbolo de la liinifi y X X X , principio. El carro, se- nola, en Archiv. Stor., 111. pág. 127.
Evidentemente, las procesiones re- rada de navegación, que se declurílM el verso 1 1 5 , es más espléndido Comp. Triumphus Alpíionsi, co-
abierta. Véase la analogía con IUN t'ij el carro de Escipión y de Augusto mo suplemento de ios Dicta et Pacta,
tos germánicos en Jac. Grimm. i¿m% bus cortejos triunfales, y aun más de Panormita. La antipatía contra el
isf» Dícese que las cuerdas de toda che Mythologie. j ^ndido que el carro de Apolo.
esta maquinaria estaban disimuladas en brillo triunfal descomedido se manifies-
13^ Purgatorio, XXIX, 43, tiastftl Ranke, Gesch, der román., und ta ya en los bravos Commenos; véase
forma de guirnaldas. ^fln. Vblker, página 119. Cinnamus, L 5 , y V I , 1. «
I.A CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 235
I ACOB BURCKHARDT
232
• Iccidos a manos de Rafael cuando además de alegres y mitológicas más-
lísimo V completamente dorado, y COS. Venía a continuación i m a enoi Hdecoró la Camera della Segnatura. caras (que tampoco faltaban en los
veinte patricios llevaban las barras me torre, cuya puerta estaba g u a i ^ f c ó m o pudo darles de nuevo realce, triunfos antiguos), había también
del baldaquino de tela dorada a cu- dada por un ángel armado de U M ; I Hmfundirles un nuevo y más puro há- otras figuraciones, tales como reyes
ya sombra avanzaba el Rey. La parte espada; en la parte superior f i g L U i i ^ B t o de vida, permanecerá para siem- encadenados, decretos populares y
baja dol cortejo a cargo de la colo- ban cuatro Virtudes, y cada una de ^ w e como motivo de eterna admira- senatoriales escritos sobre seda, un
nia florentina constaba de jóvenes y ellas dedicaba al monarca su elu- Senado de guardarropía con ediles,
elegantes jinetes que blandían sus ción. Todo lo demás del cortejo un Los cortejos triunfales de verda- cuestores, pretores, etc., cuatro ca-
lanzas cn juegos de habilidad, de un era especialmente característico. ^Heros conquistadores fueron una ex- rros llenos de máscaras cantantes y,
carro de la Fortuna y de las siete Con motivo de la entrada de l.nin ^Bbpción. Ahora bien, toda procesión sin duda, carros con trofeos. Otros
Virtudes a caballo. La Fortuna, se- X I I en Milán (1507),i8« hubo. ;idc. ^ B s t i v a , ya exaltara un acontecimicn- cortejos representaban, de modo más
gún la implacable alegoría a que a más del imprescindible carro con hm ^H>, fuera el que fuese, o tuviera por general, el antiguo Imperio univer-
veces tenían que someterse entonces Virtudes, un cuadro vivo que repre ^ B n su propia celebración, adquiría,
sal de Roma y, teniendo en cuenta
hasta los artistas,'^*^ sólo mostraba sentaba a Júpiter y a Marte en coni' ^Bomo de por sí, el carácter de "trion-
cl peligro turco —que era un peli-
H b " y era casi siempre designado con
pelo en la parte anterior de la cabe- binación con una figura de Italia ro gro real y verdadero—, se incluía,
Hbste nombre. L o extraño es que no
za; en la región posterior la tenía deada de una gran red. Segm'a un por ejemplo, el alarde de una ca-
B l e diera también este carácter a los
completamente calva, y el genio que carro cargado de trofeos. Bnticrros.^^i balgata de prisioneros turcos monta-
aparecía colocado en un estribo in- Cuando no había campañas vi;
dos en camellos. Más adelante, con
ferior del carro y que representaba toriosas que celebrar, encontráb.-insj El Cañiaval, y en otras ocasiones, motivo del Carnaval del año 1500,
el fácil fluir de la "fortuna", tenía otros medios para dar satisfacci/m u ^B^organizaban triunfos de caudillos César Borgia, con audaz alusión a su
los pies, por esta razón, en un reci- los príncipes y a los poetas. Peliario ^^Uitares de la Roma antigua. Así, persona y con escándalo, sin duda
piente lleno de agua ( ? ) . Seguían y Boccaccio (pág. 225) habían J.ido ^ • F l o r e n c i a , por ejemplo, cl de Pau- alguna, de los peregrinos del Jubileo,
luego —equipados por la misma na- la lista de los representantes de todM Emilio (bajo Lorenzo el Magniji- hizo representar el trunfo de Julio
ción— un grupo de jinetes, con tra- clase de gloria que debían aconipii ^ R ? ) y cl de Camilo (con motivo de César con once soberbios carros
jes típicos de distintos pueblos, ves- ñar y rodear a una figura alcgórieai Hfc visita de León X ) , ambos bajo la (página 66). Magníficos "trionfi",
tidos algunos de príncipes y grandes no debían faltar las celebridades- di>l ^Sección del pintor Francesco Gra- de refinado gusto y significación más
extranjeros, y sobre un globo t'^rrá- pasado en el séquito de los prinel' ^^fcci.''*^ EiÉ Roma la primera fiesta general, fueron organizados, cn com-
quco que giraba, un Julio César con pes. La poetisa Cleofe Gabrielli. df esta clase que se organizó con petencia, por dos sociedades floren-
su corona de laureL^^"^ que, en ver- Gubbio, canta en este sentido ii Hniu ^ H | o esplendor fue, bajo Pablo I I , tinas en 1515, con motivo de los fes-
sos italianos, iba explicando todas so de F e r r a r a . L e da por e i' triunfo de Augusto después de la lejos a que dio lugar la exaltación
las alegorías y ocupaba luego su lu- siete reinas (justamente las ai ^Btoria sobre Cleopalra",'*^ donde. al pontificado de León X.^'*'^ Uno
gar en el cortejo. Sesenta florenti- berales), con las cuales sube ,i > representaba las tres edades del hom-
nos, todos en púrpura y escarlata carruaje, y además una multiin,! J. prt.K;esÍ(5n en coche con motivo de cual- bre y cl otro las edades del mundo
cerraban el pomposo alarde de Flo- héroes, los cuales, para evitar cu joiier solemnidad. Annibale Bcntivoglio, en forma de cinco ingeniosos cua-
reiKia, perita en tales invenciones. fusiones, llevan cl nombre escrito B primogénito del señor de Bolonia, dros de la historia de Roma y dos
Seguía luego, a pie, una hueste de la frente; siguen a continuación n e l v e a palacio, después de haber alegorías alusivas a la edad de oro
fciciado como juez en un torneo co-
catalanes, conduciendo caballitos ar- dos los poetas célebres y luegos fcente, "cum triumpho more romano", de Saturno y a su retomo final. El
tificiales, atadas las patas delanteras dioses, pero éstos en carruaje. Pul •iirsellis, 1, col. 909, ad. a. 1490. ornamento de los carruajes, que re-
y traseras, que, como si quisiesen decirse que en esta época no so • L 141 Con motivo de las exequias, en velaba gran fantasía cuando a él se
burlarse de la teatralidad florentina, tregua al trasiego incesante de cari •Musa, de Malatesta Baglione, cnvene- consagraban ilustres artistas floren-
daban batalla a una hueste de tur- mitológicos y alegóricos, y h¡isl| B d o en 1437 (Graziani, Archiv. Stor., tinos, produjo tal impresión, que se
obra principal que nos queda do ^/l, I, pág. 413). casi apunta la evo- creyó deseable una repetición perma-
días de Borso, el ciclo de fresetu i Bción de la fúnebre pompa de la an-
18(1 Eg una de las verdaderas inge- palacio de Sohinfanoia, detlieii nente y periódica de semejantes es-
Bua Ftruria. Por lo demás los caba-
nuidades del Renacimiento asignarle a friso entero a este asunto.^'" I{| K o s funerarios, etc., son una vieja pectáculos. Hasta entonces las ciuda-
la Fortuna semejante lugar. Con motivo Ktumbre difundida entre la nobleza des avasalladas con motivo del ho-
de la entrada de Massimiliano Sforza temas llegaron ya gastados \ cf M todo el Occidente. Véase por ejem- menaje anual, acostumbraban hacer
en Milán (I5I2), se la colocó, como Ib, Las exequias ele Bertrand Dugues- entrega, sencillamente, de su tributo
figura principal de un arco de triunfo. i3ft Prato, Archiv. Síor.,.\l\.
B i , por Juvenal des Ursins, ad. a.. simbólico (telas preciosas y cirios);
sobre la Fama, la Esperanza, la Auda- 260. Hl9. Véase también Graziani, I, c.
cia y la Penitencia, representadas p>or isy Véanse sus tres capítulos oi
personas de carne y hueso. Véase Pra- cetos en Anccdola litt., IV., páj'ü Tommasi, Vita di Cesare, pág.
to, Archiv. Slor., I I I . pág. 305. y sigs- Vasari, IX. pág. 218. Vita di Gra- 251.
i,a entrada de Borso en Reggio, i"*** Tampoco son raras las i^f"' Vasari, X I , págs. 34 y sigs., Vila
descrita en la página 28 demuestra la asunto parecido, frecuentemente * Mich. Gannesius, Vita Pauli U, di Puntormo, pasaje muy importante
impresión que en Italia entera había recuerdo de mascaradas reala, iratori, I I I , 2, columna 1019 y sigs. en este aspecto.
producido Q] triunfo alfonsino. grandes acaban acostumbrando!^
234 [ACOB BURCKHARDT LA CULTURA DLL RENACIMIENTO EN ITALIA 235

pero desde esta época, el gremio de ta en la que intervinieron cincueiH.i les, acaso fue en Roma donde tu- una rueda de luz. Sixto Í V tuvo,
mercaderes hizo construir diez ca- robustas muchachas. En el siglo xw, vo, en el siglo xv, una más unifor- sin embargo, a bien rechazar en cier-
irozas ^^'í {a las cuales se añadieron por lo que a la organización de fií.^ me fisonomía, l ó i En ninguna parte ta ocasión uno de estos agasajos noc-
más adelante otras), no tanto como tas concierne, la nobleza estaba di- tuvo como allí tantos matices el es- turnos en que el pueblo desfilaba
para conducir el tributo como para vidida en corporaciones especiales, pectáculo de las carreras: las había ante él con antorchas y ramas de
simbolizarlo. Andrea del Sarto, que cuyo "gran número" solía ser alguiui de caballos, de búfalos, de asnos, de olivo.i^
decoró algunas, debió de darles, sin enorme maquinaria instalada sobre viejos, de mozos, de judíos, etc. Pa- El Carnaval florentino superaba al
duda, cl aspecto más espléndido. un barco.i*'-^ Con ocasión de uiiii blo I I organizó refacciones popula- romano "por un determinado tipo d e
Estas carrozas de tributos o de tro- fiesta de los Sempitemi en 1541, sc res delante del Palazzo di Venezia, desfiles que aun en la literatura han
feos figuraban después en todas las vio surcar el Gran Canal un "globo donde residía. Luego, los juegos en dejado su huella."""^ Entre una mul-
fiestas, aunque no hubiera motivo terráqueo, en cuyo interior se dio un la Piazza Navona, nunca extintos titud de máscaras a pie y a caballo
para tanta ostentación. Los sieneses baile magnífico. También el Carna- so desde la Antigüedad, tenían aparecía una enorme carroza de for-
proclamaron en el año 1477 la alian- val era allí famoso por sus bailes, n suntuoso carácter guerrero: ha- ma fantástica, sobre la cual se des-
za entre Ferrante y Sixto I V , en la desfiles y representaciones de toda bía combatas simulados entre jinetes tacaba dominante una figura alegó-
cual se consideraban incluidos, dis- suerte. En tales ocasiones la plaza y una parada de los ciudadanos ar- rica o un grupo, con su acompaña-
poniendo que recorriera la ciudad de San Marcos resultaba lo bastante mados. La libertad de disfraz era, miento de rigor; por ejemplO': la.
una carroza en la que figuraba "una espaciosa, no sólo para celebrar en además, mu;^ grande, y sc prolon- Envidia con cuatro caras con gafas i
mujer vestida de diosa de la Paz ho- ella torneos (pág. 201), sino también gaba, a veces, durante meses ente- en una misma cabeza; los cuatro.
llando con el pie una coraza y otras "trionfi" a la manera de tierra fir- ros.i^- Sixto I V no sentía escrúpulo Temperamentos (pág. 170) con sus
armas".^-*'' me. En una fiesta organizada para cruzar entre la multitud de más- correspondientes planetas; las tres
La embarcación, substituyendo al celebrar la paz,i'w las hermandades aras por las zonas más populares Parcas; la Prudencia en un trono
carruaje, prestaba a los festejos ve- devotas (scuole) intervinieron en las de la ciudad, por Campo Flore y sobre la Esperanza y el Temor, que
necianos una magnificencia llena de procesiones, cada una haciéndose los Banchi; pero eludió una proyec- yacían encadenadas a sus pies; los
prodigio y fantasía. La salida del cargo de una escena. En esta oca- da visita de máscaras al Vaticano. cuatro clranentos, las edades de la
Bucentauro con motivo del recibi- sión, y entre áureos candelabros con Baja Inocenc¡o#VIII llegó a su col- vida, los vientos, las estaciones, etc.
miento de las princesas de Ferrara cirios rojos, entre una multitud de mo una mala, y ya vieja costumbre Tampoco faltaba el célebre carro de
en 1491 (página 229), nos ha sido músicos y de niños alados con vasos i L los cardenales: durante el Carna- la Muerte con los féretros, que en
descrita como un espectáculo fa- de oro y cornucopias, pudo verse un val de 1491 sc enviaron unos a oíros un momento dado se abrían. Era
buloso, procedíanle gran número de carro con dos tronos, ocupados por Lairozas llenas de máscaras magní- otras veces una magnífica escena
navios con tapices y guirnaldas, tri- Noé y David; venía luego Abigail ficamente ataviadas, de bufones y de mitológica con Baco y Ariadna, Pa-
pulados por una juventud ataviada con un camello cargado de tesoros, cantantes, que, acompañados de ji- rís y Helena, etc. O bien un coro
espléndidamente; sostenidos por má- y un segundo carro con un grupo netes, cantaban y recitaban versos representando una clase social, una
quinas especiales, se movían en tor- de significación política: Italia entre; escandalosos. Aparte el Carnaval, categoría; por ejemplo; los mendi-
no de estos jóvenes genios con los Venccia y Liguria, y sobre un peí-i parecen haber sido romanos los pri- gos, cazadores con ninfas, las almas
atributos de los dioses, y más abajo daño más alto tres genios femenintwí meros en estimar el valor de un desventuradas que fueron en vida
se agrupaban tritones y ninfas y por con blasones de los príncipes alia-^ firan cortejo de antorchas. A l regre- mujeres sin misericordia, los eremi-
doquier resonaban cánticos; llenába- dos; después seguía u n globo temí- sa d e Pío IT. en 1459, del Congreso tas, los vagabundos, los astrólogos,
se el aire de fragancia y del ondear quco que f[guraba estar circundado de Mantua,'-^"* le obsequió el pueblo el diablo, los vendedores de deter-
de flámulas bordadas de oro. Se- de constelaciones. Otras carroza.>i con una cabalgata de antorchas que minadas mercancías, y hasta en una
guían la estela del Bucenlauro tal conducían aún a los príncipes alia- iraba alrededor del palacio como ocasión "il popólo", la gente como
magnitud de barcas de toda traza, dos, personas vivas hábilmente dis-
tal que en sus cantos se divertía in-
que en más de una milla no se dis- frazadas, con sus criados y sus ar-
tinguía el agua. De los otros feste- mas, si interpretamos acertadamente Infessura, e n Eccard. Scriptores,
el testimonio. , cois. 1893 y 2000. Mich. Cannesius, líí^ Nantiporto, Muratori, I I I , I I ,
jos, aparte la pantomima a que en ita Pauli 11, en Muratori, I I I , 2, col. col. 1080. Era un homenaje de grati-
su lugar nos hemos referido, es de El Carnaval propiamente dicho, B l 2 ; Platina, Vitae PoníifI, 318; j a c . tud por haber concertado la paz; pero
destacar, como cosa nueva, una rega- prescindiendo de los grandes desfi^ M l a t e r r a n , en Muratori, X X I I I , cois. encontraron las puertas del Palacio ce-
• 3 y 194; Paulo Tovio Elogia, sub. rradas y en todas las plazas retenes de
i*fi Vasari, V I H , pág. 264, Viía 1-4^ Sansovino, Venezia, fols.,151 jr •Mano Caesarino. En otros lugares ha- tropas.
d'Andrea del Sarto. , sigs. Las sociedades se llamaban' Pavu- B también carreras de mujeres; Dia- Tutti i trionfi, carri, mascherate,
ii'i' Allegretto, en Muratori X X U l , ni, Acccsi, Eterni, Reali. Sempitemi, ^Ferrarese, Muratori, X X I V , col. 384. o canti carnasciüleschi; Cosmopoli,
col. 788. Se consideró de mal agüero son tas mismas que se transformaron W}'^- En una ocasión bajo Alejandro 1750. Machiavelli, Opere minori, pág.
cl hecho de que se que quebrara una en Academias. I L desde octubre hasta la Cuaresma. 506; Vasari, V i l , págs. 115 y sigs.
rueda. \r,(} Probablemente en 1495. Véasfl T w e Tommasi. !. c , pág. 322. Vita di Piero de Cosimo, quien se atri-
148 M. Antón. Sabellico, F.pist., Itb. M. Antón. Sabellico, Epist., lib. Vt ful, Pío 11, Comment, lib., IV, pág. buye una importante participación en
IIT, fof. 17. 28. ; la organización de estos desfiles.
236 lACOB B U R C K H A R D T

sultándoüe irnos a oíros. Las can- puesta para ilustrar la escena de lía SEXTA P A R I K
ciones, que 'han sido coleccionadas co y Ariadna, cuyo estribillo, nni\
del siglo X V , resuena en" mresir»i.
y conservadas, explican el desfile
en fonna unas veces patética, otras oídos como un melancólico pro n
M O R A L I D A D Y R E L I G I Ó N
caprichosa y otras impúdica en la timiento del Renacimiento y su
máxima medida. Algunas de las más plendor efímero:
audaces se atribuyen a Lorenzo e¡
Magnífico, probablemente porque cl Quanío e bella gíovinezza,
verdadero autor no se atrevía a dar Che si fugge iuttavia! 1. L A M O R A L I D A D
su nombre. Pero es suya, sin ningu- Chi vuol esser lieto, sia:
na duda, la bellísima canción com- Di doman non c'é ceríezza.
á actitud de los distintos pueblos dios sobre el Renacimiento italiano
bre las cuestiones más elevadas, se nos han venido a las manos co-
como Dios, la virtud, la inmortali- mo por sí mismas. Su validez es
dad, pueden hasta cierto punto ser tanto más limitada cuanto que se
sondeadas e investigadas, pero no refieren, en la mayoría de los casos,
reducidas a rígidos paralelismos. En a la vida de las clases superiores,
te orden de cosas, cuando más sobre las cuales, así en lo bueno
claros parecen ser los testimonios, como en lo malo, la información
lanto más debemos guardarnos de que poseemos es desproporcionada-
una suposición absoluta, de una ge- mente más abundante que en lo que
• neralización. • se refiere a otros pueblos europeos.
Valga esta admonición previa, an- El hecho de que gloria e ignominia
te todo, por Jo que se refiere al alcen aquí más la voz que en parte
i juicio sobre la moralidad. Se señala- alguna, no supone que nos hayamos
1 rán numerosos contrastes singulares acercado ni un paso a la cuenta ge-
y matices entre los pueblos, mas neral de la moralidad que reinaba
para obtener la suma total absolu- en aquellos instantes.
f la, la perspicacia humana resulta ¿Qué visión es capaz de penetrar
I demasiado débil. El balance de ca- en la hondura donde el carácter y
? ráctcr, culpa y conciencia nacionales cl destino de los pueblos germinan
I resulta siempre misterioso, por el he- y se desarrollan, donde lo que es
V cho mismo de que los defectos tie- producto de dotes ingénitas y lo que
; nen una segunda vertiente que puede es resultado de la experiencia se di-
revelarse luego como cualidad na- luyen en una nueva totalidad, se
íional y hasta como virtud. Dejemos convierten en una segunda, en una
On su tema a esos autores que se tercera naturaleza, donde hasta los
liean a los pueblos el patrón de dones del espíritu, que a primera
censura general, y aun a veces vista parecen originales, adquieren
tono bastante exaltado. Los pue- forma y consistencia nueva relativa-
blos occidentales podrán maltratarse mente tarde? ¿Sabemos, por ejem-
tuamente, pero no pueden, por plo, si el italiano anterior al siglo
rtuna, erigirse en jueces unos de XIII poseía ya la ágil vivacidad, la
tros. Una gran nación vinculada a seguridad del hombre completo, la
la vida de todo el mundo moderno capacidad modeladora en la voz y
í por su cultura, sus heohos y su ex- en la mano, que juega, diríase, con
periencia histórica, ni se da cuenta todos los objetos, con todos los te-
; siquiera de que se la acusa o se la mas y asuntos, y que desde entonces
iÜscuípa: con la aprobación de los parece cosa propia de su carácter?
lOóricos, o sin ella, sigue viviendo. Si ignoramos todo esto, ¿cómo po-
Así, pues, lo que sigue a conti- dremos juzgar ol infinitamente rico
• A I ; ! > ion no es un juicio, con una sistema vascular donde inteligencia
1 de observaciones marginales, y moral se amplían y funden en flu-
I como al cabo de años de estu- jo y reflujo constantes? Existe, desde

237
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 239
238 JACOB B U R C K H A R D T

i. caudal inuevas energías. En mu- do con los datos que poseemos —de
luego, una estimativa personal y su desde que entraran en conocimienlüi " más allto sentido de lo que se distinto origen— sobre la vida del
voz es la conciencia, pero dejemos con la Antigüedad, substituyeron el comúnmente ha llegado a cons- autor, trata del sentimiento del ho-
en paz a los pueblos con nuestras ideal de la vida cristiana, de la san- lir hoy la directriz decisiva en nor propiamente dicho y no de la
afirmaciones generales. El pueblo tidad, por el ideal de la grandeza acciones del europeo moderno ambición de gloria. Más vigoroso re-
más enfermo en apariencia puede histórica (págs. 79 y sigs.). Por idividualmente desarrollado. Aun lieve que en todos los italianos ad-
estar cercano a la salud, y un pue- una comprensible, pero falsa inií'i luchos que, además, se mantienen quiere tal vez este punto de vista
blo aparentemente saludable puede pretación, se consideraron entoiKi'. leles a la moral y a la religión, en Rabelais. Preferiríamos no hacer
llevar un germen mortal poderosa- indiferentes los defectos a pesar d r jman sus decisiones más importan- mención de este nombre en relación
mente desarrollado en la entraña, los cuales fueron grandes los gran obedeciendo a esc sentimiento. con nuestro tema; lo que el robusto
que sólo el peligro pondrá de mani- des hombres. Es de presumir qm N o es asunto nuestro demostrar genio de este francés puede brindar-
fiesto'. ocurriera esto de modo casi incoiis üsta qué punto la Antigüedad co- nos nos da una idea aproximada, en
A principios del siglo xvi, cuando cíente, pues si tuviéramos que adu- :ía ya un peculiar nietiz de este su constante barroquismo, de lo que
la cultura deJ, Renacimiento llega a cir testimonios teóricos que vinie- Uimiento y cómo luego la Edad el Renacimiento hubiera sido sin el
su apogeo y el hundimiento político ran al caso, tendríamos que acudir ledia hizo del honor, en un sentido sentido de la forma y de la belleza.*'
de la nación se diría, a la vez, ine- nuevamente a los humanistas, a uii Special, tema y divisa de determi- Pero su descripción de una situación
vitablemente decidido, no faltaron Paulo Jovio, verbigracia, que con cl sda clase social. N o hemos de dis- ideal en el convento de los Telemi-
graves pensadores que relacionaron ejemplo de fulio Cesar disculpa el itir tampoco con los que ven el re- tas es, desde el punto de vista de la
esta desgracia con la gran inmora- perjurio de Giangaleazzo Visconll, kte esencial en la conciencia moral historia de la cultura, algo decisivo,
lidad reinante. N o se trataba de porque estaba destinado a hacer po- licamente, prescindiendo del senti- hasta el extremo de que sin esta ele-
aquellos sermoneadores que en todo sible la fundación de un imperio.''^ ílienío del honor. Sería más bello vada fantasía imestra visión del si-
pueblo y en toda época se creen En los grandes historiadores y poK- tj mejor que así ocurriera, pero en glo XVI sería incompleta. Entre otras
obligados a quejarse de la maldad ticos florentinos no se halla la menor iantc reconozcamos que las mejo- cosas nos dice Rabelais " de sus da-
de los tiempos, sino por ejemplo, de huella de citas tan serviles, y lo quo decisiones son hijas "de una mas y caballeros de la Orden de la
un Maquiayelo, que, en uno de los parece tener carácter antiguo en sm )nciencia más o menos enturbiada Libre Voluntad lo siguiente:
pasajes más importantes por las ideas juicios y en sus hechos se debe ii 5r el egoísmo", valdrá más llamar En leur reigle n'estoit que ceste
que en él va exponÍendo,¥j>roclama que su vida pública había suschado esta mezola por su nombre. Difícil
en ellos necesariamente un modo (io clause: Fay ce que vouldras. Parce
abiertamente que los italianos son i, en verdad, distinguir, a veces, en
pensar y concebir en cierto aspecto^ que gens liberes, bien ixoyz,« bien
sobre todo malos e irreligiososi Otro italianos del Renacimiento, entre instruictz, conversans en compaignies
hubiera dicho, tal vez, que ante todo análogo al de la Antigüedad, sentido del honor y la tangible honnestes, ont par naíure ung ins-
están desarrollados individualmente; ¿ D e todas maneras, a principios doTl ídez de gloria en que aquél se tinct et aguillon qui toujours les
que la raza les había forzado a eva- siglo xvi se encontró Italia en uiiu isforma frecuentemente. N o obs- poulse a faictz vertuex et retire de
dirse de sus vallas étícorreligiosas, grave crisis moral de la cual los es- inte, son dos cosas esencialmente vice: lequel ilz nommoyent honneur.
que desdeñaban las leyes exteriores píritus mejor dotados de aquel cii. J Istintas.
porque sus soberanos eran ilegítimos, tonces veían difícil la salida.
N o nos faltan testimonios sobre Encontramos su paralelo más in-
sus funcionarios y jueces, abyectos. Comencemos por la fuerza morí |te punto. Traigamos aquí, prescin- mediato en Merlinus Coccaius (Teófilo
P'ero Maquiavelo añade: porque la que se oponía al mal con el máximo' ido de otros muchos, uno espe- Folengo), cuyo Opus Macaronicorum
Iglesia en sus representantes da el vigor. Aquellos dotadístimos espírl lente claro, que tomamos de los era conocido —y reiteradamente cita-
peor ejemplo: tus creían reconocerla en el senli- do— por Rabelais (Paníagruel, lib. U,
forismos de 'Guicciardini, reciente- cap. 1 y capítulo final). Aun la inven-
¿Cabría que nosotros culpáramos miento del honor, en esa enigmálien lente exhumados; "Quien tiene el
mezcla de conciencia moral y dfl ción de Gargantúa y Pantagrucl debe
a la Antigüedad en el sentido de 5nor en alta estimación todo lo de haber sido sugerida por Merlinus
juzgar desfavorable su influencia? egoísmo que le queda todavía iil insigue, pues no repara en esfuer- Coccaius.
Semejante aserto, en todo caso, de- hombre moderno, hasta cuando, ¡loi | , ni en peligro, ni en precio; lo
su culpa o no, ha perdido todi < '> Gargantúa, lib, 1 cap, 57.
bería ser limitado cuidadosamente. probado en mí mismo: puedo, ^ Se entiende bien nacidos en el sen-
¿Cabría dirigir esta acusación a los lo demás, la fe, la esperanza, il tanto, hablar y escribir sobre tido más alto, ya que Rabelais, el hijo
humanistas, ante todo (pág. 149), amor. . . Este sentimiento del hu lo y tengo motivos para asegurar del posadero de Chinon, no tenía aquí
especialmente por lo que a su vida nor es compatible con la ambieiúii le han de considerarse muertas y ningún motivo para otorgar prerrogati-
de sensualidad y disipación se re- ipmoderada. con grandes vicios, Inas todas las acciones del hombre va alguna a la nobleza como tal. El
fiere? En los demás, las cosas pue- -.es capaz de enormes engaños, \y ' sermón del Evangelio de que se habla
íe no obedezcan a ese impulso",, Po- en la inscripción de la AlJadía no es-
den haber ocurrido de modo que. ko es posible también que todo ""los añadir todavía que, de ácuer-
^noble que sobrevivía en'una persj taría de acuerdo con la vida que. en
general, caracteriza a los telemitas, y
1 Discorsi, lib. I , cap. 12. En el cap. nalidad se vincule a él y saque Francesco Guicciardini. Ricordi aun ha de interpretarse negativamente
55 dice que Italia es el país más co- tíci e civili, nota 118 (Opere ine- en el sentido de la oposición contra
rrompido y que luego vienen los fran- 2 Paulo Jovio. Viri illustres: JQ. Oütf l vol. I ) . la Iglesia de Roma.
ceses y los españoles. Vicecomes.
240 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 241

Es la misma fe en la bondad de lizándose un verdadero furor p.'i d f.e se practique frecuentemente en Jei«s--dEsHonradas. La tierra clásica
la naturaleza que animó asimismo' a juego de azar, que ya antes, C U H circunstancias más espeluznantes, de estas venganzas era la Romana,
los espíritus durante la segunda mi- bien lamentable frecuencia, liahí,» un hecho característico que viene donde se complicaban con todas las
tad del siglo xviií, contribuyendo al amenazado o destruido tanta v \ i prestar aún base y cimiento a la banderías imaginables. Con terrible
triunfo de la Revolución Francesa. tencia individual. Ya a fines del i ineral tendencia vindicativa. Tanto simbolismo pone de manifiesto la
También entre los italianos apela glo XIV tiene Florencia su Casaii.uu Gobiernos como los tribunales leyenda, a veces, a qué extremos
cada uno a éste su propio noble en cierto Buonaccorso Pitti. que en las ciudades reconocen su exis- da salvajismo llegó este valiente y
instinto, y si en líneas generales se constantes viajes como mereadn encia y hasta su justificación, y vigoroso pueblo. Así, por ejemplo,
emiten juicios pesimistas o se mani- hombre de facción, especulador, di Mo procuran atenuar y encauzar los en aquella historia de una distingui-
fiestan sentimientos pesimistas —so- plomático y tahúr ganó sumas eiun ás grandes excesos. Mas tampoco da familia ravenesa que había con-
bre todo bajo la impresión de la mes y que ya sólo podía jugar emi rntre los rústicos» faltan casos de seguido encerrar en una torre a to-
desgracia nacional—, se mantiene no príncipes como los Duques de lira banquetes a lo Tiestes y homicidios dos sus enemigos, a los cuales podía
obstante, en alta eslima, el senti- bante, de Baviera y Saboya." A M ^lutuos en extensión creciente. Escu- haber quemado vivos tranquilamen-
mietito del honor. Cuando el desa- mismo aquella inagotable mina lii chemos a un testigo.!" te. En vez de hacerlo así, los dejó
rrollo ilimitado del individuo alcan- prosperidad que se llamaba la tu En la región de Acquapendcnte en libertad, los abrazó y los agasajó
ce la magnitud de un destino de ria romana acostumbró a su genii' ,>acentaban el ganado tres pastor- de modo espléndido. Pero, al sen-
importancia histórica universal y sea a satisfacer de algún modo la iieei' gillos y uno de ellos dijo: "Vamos tirse avergonzados aquellos hombres
más fuerte que el querer de la pro- sidad de emociones y excitantes en hacer la prueba do cómo se ahor- que habían recobrado la libertad, la
pia individualidad, también entonces los descansos de las grandes iiini a la gente". Montado uno en los cólera se encendió en ellos con más
esta fuerza opuesta, tal como surgió gas, que es lo que podía procutai lombros de otro, el tercero, des- furor aún, incitándolos con mayor
en la ItaUa de aquellos días, cons- les el juego de dados, fugando e.m pués de enlazarle el cuello, ató la encono a conspirar contra sus bien-
tituirá un fenómeno de enorme tras- el cardenal Rafael Riario, por ejem cuerda a un roble. Y a en ello apa- hechores." La reconciliación era pre-
cendencia. Cuándo y contra qué re- pío, Franceschetto Cybo perdió ea n d o un lobo, y los dos que simu- dicada sin descanso por almas pia-
cios at a q u es del si mple egoísmo torce mil ducados en dos veces, tras laban la "ejecución" huyeron, dejan- dosas, por santos monjes; pero lo
obtienen la victoria, no lo sabemos, lo cual se quejó al Papa de que su do al "reo" colgado. A l regresar ie más que conseguían era limitar las
y precisamente por eso no alcanza compañero de juego le había hecho encontraron muerto y le enterraron. "vendettas" ya en curso de ejecu-
nuestro juicio de hombres a evaluar trampas.^ Más tarde fue Italia, co- Ll domingo siguiente llegó el abuelo ción. Evitar que se engendraran otras
con certera justicia el valor moral mo es sabido, la patria de la lotería, de! muerto para traerles pan, y uno nuevas hubiera sido tarea demasiado
absoluto de la nación. También fue en Italia donde la de los dos le confesó el hecho y le difícil. N o es raro que las novelas
1-0 que como supuesto general fantasía prestó a la venganza un enseñó el lugar donde habían ente- nos describan esta intervención de
más importante se enfrenta a la mo- carácter especial. El sentimiento del rrado a la víctima. Entonces el viejo lo religioso y piadoso, el noble arre-
ral del italiano altamente desarrolla- derecho podrá haber sido cl mismo, le mató con un cuchillo, le sacó las bato que suscitaba y cómo iba lue-
do del Renacimiento es la fantasía. desde siempre, en todo el Occidenic. entrañas y se llevó el hígado, que go apagándose éste bajo la gravita-
Es ella la que presta peculiar colo- y el sentirse lesionado habrá susci- luego, en casa, sirvió condimentado ción de lo que había precedido que
rido a sus virtudes y a sus defectos, tado en cuanto el atropello quedase al padre del sacrificado, cosa que no no era posible modificar. Ni los ofi-
y bajo su imperio adquiere en él su impune idénticas reacciones. Aliorii dejó después de decirie. Y así em- cios personales del Papa tenían siem-
más terrible fisonomía el egoísmo bien, otros pueblos, si no perdonan pezó cl homicidio alternado entre pre éxito en su propósito de media-
desencadenado. más fácilmente, pueden más fáeil- las dos famiUas, cuyo balance al ción pacífica: "El Papa Pablo I I
La fantasía le induce, por ejem- mente olvidar; en cambio,'k fania- cabo de un mes, fue de treinta y quería que cesara la discordia entre
plo, a convertirse en cl primero y sía italiana conserva la imagen de Iii seis personas muertas, tanto mujeres Antonio Caffarello y la Casa de los
más grande jugador de azar de la injusticia terriblemente fresca y lo como hombres. Alberino; hizo llamar a Giovanni
época moderna; píntale el goce de zana en la memoria:,« Que en la ,.La epidemia de estas vendettas Albcrino y a Antonio Caffarello> les
las futuras riquezas tan a lo vivo, moral popular, al mismo tiempo, si hereditarias, que se mantenían du- crdenó que se besaran y los amena-
que lo sacrifica todo a la esperanza considere un deber la "vendetta' v rante varias generaciones y se exten- zó con una multa de 2.000 ducados
de obtenerlas. Los pueblos mahome- dían a los parientes colaterales, y si se hacían el menor daño; dos días
tanos le hubieran precedido en aquel "> Su diario extractado en Dclcckize, aun a los amigos, prendió también, después fue acuchillado Antonio por
camino, indudablemente, si desde un Florence et ses vicissitudcs, vqj. II con creciente estrago, en las clases cl mismo Giacomo Alberino, hijo de
principio el Alcorán no hubiese con- Comp. pág. 292. elevadas. Tanto las crónicas como Giovanni, que ya en otra ocasión le
siderado la prohibición del juego " Infessura, ap. Eccard, Scriplo'-cy las colecciones de novelas están lle- había herido, con lo cual el papa
como la más necesaria valla defen- II, col. 1992. nas de esta clase de ejemplos, sobre Pablo montó en cólera y mandó con-
^ Este argumento, de un tal'Vutil in-
siva de la moral islámica, desvian- genio como Stendhal {La Chartreuse i/e ^do de actos de venganza por inu- fiscar los bienes de los Alberino y
do la fantasía de sus gentes en el Parma, ed. Delahays, pág. 355),*"iiiv-
sentido de la búsqueda de tesoros parcce fundado en la más honda eb i « Graziani, Cronaca di Perugia año Giraldi Cinthio, Hecaíommithi, L
escondidos. En Italia acabó genera- servaeión psicológica. 1437 {Archiv. Síor., XVI, I , pág. 415). Novella 7.
242 lACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 243
arrasar sus casas y desterrar de Ro- una mezcla de la que derivaba cU'
Sobre la, moralidad de acciones en todas las naciones de Occidente son
ma al padre y al hijo..^^ Los jura- los daños efectivos causados y de
^ as cuales acusador y juez son una semejantes.
mentos y ceremonias con que los que inspiraba la humillación mora
'misma persona, sobra todo juicio. Si Si ha habido un terreno en el que
reconciliados procuraban asegurarse del ofensor; la brutal y tosca supi'
hubiera algún modo de justificar es- la-íantasía haya reinado sobre la mo-
contra la reincidencia era a veces rioridad aplastante, sin más, no can
ta inclinación italiana a la venganza, ralidad como dueña y señora, éste es
algo horrible. Cuando en la catedral saba satisfacción a la opinión p ú
ello sería alegando, como cualidad sin duda el de las relaciones ilícitas
de Siena, la noche de San Silvestre Mica. N o era el puño simplemente,
nacional, la virtud correspondiente: entre ambos sexos. La Edad Media
de 1494,1"^ los bandos de los Nove sino el individuo entero, con toda.s
la gratitud. La misma fantasía que no se apartó de la vulgar prostitu-
y los Popolari hubieron de besarse sus dotes y su aptitud para la glori;i
refrescaba y agrandaba la injusticia ción, como es sabido, hasta que vino
por parejas, se dio lectura a un ju- y la burla, lo que tenía que triunfal.
sufrida era forzoso que mantuviese la sífilis. N o es éste el lugar para
ramento según el cual a los que en "'(£1 italiano de esa época es capü/
viva cn el recuerdo la gratitud por establecer una estadística comparada
el futuro faltaran a él se les negaría det''mayor disimulo para conseguir
el beneficio recibido.^G Nunca será de todas las suertes de prostitución.
la paz en la Tierra y la salvación determinados fines, pero es, en ali
posible demostrar cosa semejante en Pero lo que parece propio de la Ita-
eterna, "un juramento tan extraño soluto, incapaz de hipocresía en cues-
nombre de un pueblo entero; sin lia del Renacimiento es q.ue el ma-
y temblé, como nunca se había oído tión de principios, y esto tanto p o r
embargo, no faltan huellas elocuen- trimonio y sus derechos se vieron
otro semejante"; al que faltase a él lo que respecta a su conciencia c o m o
tes en este sentido, en el carácter hollados aquí con mayor frecuencia
se le negarían incluso los últimos a la opinión ajena. Con completa iii
italiano de nuestros días, por ejem- que en parte alguna, tal vez, y en
auxiÜos espirituales en el momento genuidad se consideraba, por lo tan
plo el recoriocimiento por haber sido todo caso más conscientemente. Las
de la muerte. Es evidente que tales to, aquel tipo de venganza como una
)ien tratados, entre la gente humil- muchachas de las clases elevadas,
prácticas evidenciaban más la deses- necesidad, j Espíritus fríos la encon
de, y entre las clases elevadas el re- recluidas y custodiadas con todo cui-
peración de los mediadores que una traban excelente, sobre todo, cuanLÍn
cuerdo de un servicio en el terreno dado, no eran tomadas en cuenta.
verdadera garantía de paz, ya que aparecía desprovista de pasión, cn
social. Toda la pasión se concentraba en las
precisamente la más auténtica y fir- sentido estricto, es decir, c u a n t i n
me reconciliación fuera la que nun- sólo perscgLu'a objetivamente, un l'in Esta influencia de la fantasía en mujeres casadas.
ca hubiese necesitado de juramentos determinado, "para que otros apren las cualidades morales del italiano Lo curioso del caso es que no
semejantes. dan a dejarte tranquilo'>i'' N o obs se repite de modo general. Si ade- puede demostrarse que por ello dis-
La necesidad de venganza indivi- tante, estos casos habrán constituido más se advierte, en apariencia, una minuyeran los matrimonios y que
dual en las clases cultas y la gente una minoría insignificante junto a mayor dosis de frío cálculo en casos tampoco la vida de famiHa sufrió
noble, basada cn el poderoso funda- aquellos en que la pasión busca un en que el hombre del Norte hubiera los efectos destructores, ni mucho
mento de una costumbre popular derivativo. Aquí se diferencia c o n obedecido al sentimiento, atribuyase menos, que hubiera sufrido en el
análoga, adquiere mil matices y es claridad la venganza de la "vender al hecho de que el italiano se desa- Norte en circunstancias semejantes.
aprobada, sin la menor reserva, por ta", pues mientras esta última se rrolla como individuo antes y con Cada uno quería vivir a su arbitrio,
la opinión pública y expresada fiel- mantiene más bien dentro de \m más acusado vigor. Donde, fuera de pero nadie quería, en absoluto, pres-
límites de la compensación, de la
mente por los n o v e l i s t a s . N o había Italia, ocurre también esto se llega cindir de la familia, aun cn situa-
nadie que no estuviese de acuerdo satisfacción desnuda, de la "ius ta- •igualmente a resultados semejantes. ciones en que podía sospecharse que
cn que, tratándose de injurias y lionis", la primera rebasa esta linde |E1 temprano alejamiento del hogar no era famiba propia. Tampoco pa-
ofensas contra las cuales la justicia necesariamente al exigir, no sólo hi de la patria potestad, por ejem- rece haber sido esto causa de la me-
italiana de la época no ofrecía su- satisfacción del sentimiento de IJI . l o , es común a la juventud italiana nor degeneración física ni psíquica
ficientes garantías, y mucho más justicia, sino, en determinados casos, y norteamericana. En los individuos en la raza; el descenso intelectual
tratándose de aquellas contra las el aplauso de los admiradores e in- de nobles sentimientos se manifiesta, que se manifiesta hacía mediados
cuales no hay, ni ha habido, ni cluso las risas del público. con el tiempo, una actitud de libre del siglo XVI puede atribuirse, en
podrá haber nunca una ley satisfac- y mutuo respeto entre padres e hijos. efecto, a motivos exteriores de ín-
También en esto hemos de ver In Emitir, en general, un juicio sobre
toria, cada uno podía tomarse la causa frecuente de su larga demorii, dole política y eclesiástica, perfecta-
justicia por su mano. Pero era me- esfera de las emociones y los sen- mente determinados, eso si no se
Para una "bella venganza" se re- imientos de otros países es empresa
nester poner ingenio en la vengan- quiere por lo regular un concurso prefiere suponer que el ciclo crea-
za, y la satisfacción había de ser lastante difícil. Pueden estar muy dor del Renacimiento había cerrado
de circunstancias, a las cuales, por ' sarrollados, pero en forma tal que
encima de todo, es menester agtla^ su ruta..,^A pesar de todas estas li-
1^ Infessura, en Eccard, Scripíores, dar. Con verdadera delicia'nos de»' extraño no los reconoce y pueden cencias los italianos siguieron con-
II, col. 1892, año 1464. lultarsc a su vista. En este aspecto tándose entre los pueblos física y
criben los novelistas, ocasionalmenit^
••3 AUegrctto, Diari sanesi, en Mura- psíquicamente más saludables y vi-
tori, X X I I I , col. 857. cómo poco a poco va preparándose
1" Cardanus {De propria vita, cap. gorosos de Europai^'^ ventaja que han
i'* Los que se atienen al castigo de y madurando la coyuntura propici». se pinta a sí mismo como venga-
Dios fueron ridiculizados, entre otros, en sumo grado, pero también co-
por Pulci, Morgante, canto X X I , estr. i'"^ Guicciardini, Ricordi, xSc, IK 1'' Al llegar a su apogeo la domina-
"verax, mcmor beneficiorum, amans ción española se observa, no obstante,
85 y sigs. y 104 y sigs. ta 74. i íticiae". una despoblación relativa. Si hubiese
244 lACOB liURCKHARDT LA C U L T U R A Dl-L R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 245

continuado manteniendo liasta nues- sí misma, con una soberana na; jra la reconciliación si el aprecio ción. con el veneno y el acero y
tros días, después de haber mejorado lidad que la situaba de modo t . mantiene completamente secreto. otros medios, padres, hermanos y ma-
notablemente sus costumbres. pletamentc distinto que la mujer 5s novelistas, que experimentan es- ridos para lavar la afrenta, v sin
Iginos detenemos a considerar con Norte; por eso la infidelidad m i s casos o los inventan de acuerdo embargo, muchas mujeres, con des-
más detenida atención la moral eró- ponía en su vida cl mismo ten jn la atmósfera de la época, mani- precio de la propia vida y del pro-
tica del Renacimiento, nos encontra- desgarrón, ya que. sabía r c s g u a u l i agstan la máxima admiración cuan- pio honor, siguen entregándose a sus_
mos sorprendidos por una curiosa se de las consecuencias exteriores I I 10 ía- venganza es adecuada: cuando , pasiones." En olro pasaje baja el
contradicción en los testimonios. Los derecho del marido a su fidelivi.nl ts una obra d e arte. Claro que el diapasón para decirnos: "¡Quisiera
autores de novelas y comedias nos carecía aquí del sólido f u n d a n R u i n naridü. en el fondo, no reconocerá Dios que no tuviéramos que oír to-
transmiten la impresión que el amor que procuran en los países s c p i m lunca semejante derecho de represa- dos los días que ésto ha asesinado
sólo en el goce consiste, y para lle- trionalcs el sentimentalismo y la |>a lia y que sólo por temor o por ra- a su mujer porque sospechaba de su
gar a él son lícitos todos los medios, sión del noviazgo. Después de un /".iines convincentes se conforma. Allí infidelidad, que otro ha estrangula-
tanto trágicos como cómicos, siendo I r a l o superficialísimo con su fuluro snde faltan este temor y estos mo- do a su hija porque se había des-
más interesantes cuanto mayor auda- esposo pasa la joven, directamcnh livüs, cuando el marido espera, o posado en secreto, que un tercero
cia y frivolidad revelen.^Si leemos, desde la custodia paterna o con\iii ).specha por lo menos, que a causa ha hecho matar a su hermana por-
por otra parte a los mejores poetas tual, a la vida del mundo, y, enion- Je la infidelidad de su mujer puede que no quería casarse a gusto de él!
líricos y autores de diálogos, encon- CCS se desarrolla su individualidad L.r objeto de burlas por parte de Es una gran crueldad que nosotros
tramos en ellos la espiritualización con increíble rapidez. Por esta ra- creerá persona, la cosa puede tomar pretendamos hacer todo lo que se
y profundidad más nobles de la pa- zón principialmenle el derechd''del ,1 tinte trágico. N o es raro que la nos ocurre y no concedamos idénti-
sión amorosa, y aun con la tenden- marido a su fidelidad es un dcrcclio iplioa sea, a su vez, una venganza co derecho a las pobres mujeres. En
cia a buscar la suprema y última ex- muy codiciado, y aun quien lo con- o la venganza, y del carácter más cuanto hacen algo que nos desagra-
pansión de ella en una renovación sidera como "ius quaesitum" lo ro*- iolento, seguida del parricidio. Es da, recurrimos a la soga, al puñal
de ideas antiguas sobre la unidad de fiere sólo al aspecto externo, n o al luy elocuente por lo que respecta o al veneno. ¡Qué necedad en los
las almas en el Ser Divino. Ambos corazón. La joven y bella esposa de la verdadera motivación de estos hombres suponer que su honor y el
modos de sentir son en aquella épo- un anciano, por ejemplo, rechaza lü^ echos que no sólo-cl marido, sino de toda su casa depende de los ape-
ca verdaderos, y conciliables en un regalos y mensajes de un joven ena- os h e r m a n o s y el padre de la titos de una mujer!"' Por desgracia
mismo individuo. Tal vez no sea morado con el firme propósito de iíiijer, se crean en cl derecho, y has- se sabía a veces de antemano el
un mérito extraordinario, pero es defender su "honesta". N o obstíin- í en la obligación d e realizarlos; desenlace de estas situaciones con
indudable que en el hombre culto tc, le complacía la superioridad del 16 evidente, pues, que los celos nada tanta seguridad que el novelista po-
moderno los sentimientos no sólo se amor del mancebo, y reconocía que ienen que ver con ellos, el senti- día ponerle la cruz al galán amena-
muestran inconscientemente en sus una noble mujer puede amar a un |iento moral, poco, y bastante, en zado ya antes de que hubiese muer-
formas más altas y más bajas a la hombre excelente "sin menoscabo dtíj ambio, el deseo de estropearle a to. El médico Antonio Bologna se
vez, sino que pueden lograr en ellas su honra".'^ ¡Pero, qué corto eP tn tercero el gusto de burlarse de había casado secretamente con la
una manifestación consciente y aún camino que va de tales distinciones | Uro. " H o y —dice Bandello-'**— ve- Duquesa viuda de Malfi, de la Casa
artística. En este respecto, como en ios a una envenenar al marido para de Aragón. Sus hermanos se habían

t
a la entrega completa!
tantos otros, cl hombre moderno, al Esta p a r e c e poco menos que jus- ílisfacer, sin estorbos, su voluptuo- apoderado de ella y de sus hijos y
igual que el antiguo, es un micro- tificada cuando puede alegarse infi- idad, como si por el hecho de quc- los habían asesinado en un castillo.
cosmos, lo que el hombre medieval delidad por parte del marido. La arse viuda pudiera hacer lo que le Antonio, que no sabía aún esto úl-
no era ni podía ser. mujer individualmente desarrollada finiese en gana. Otra, por miedo a timo y al que se mantenía engañado
Es digna de consideración, por lo no sólo siente la infidelidad como íue se descubran sus relaciones ilí- dándole esperanzas, se encontraba en
pronto, la moral de las novelas. En un dolor, sino que ve en ella una citas, hace que su amante asesine a Milán, donde le acechaban ya asesi-
la mayoría se trata, como hemos di- humillación y una burla, una super- „su marido. Entran entonces en ac- nos pagados. En eJ círculo de Ippo-
cho, de mujeres casadas y por lo lita Sforza cantó al laúd la historia
chería cabalmente, y pasa entonces
tanto de adulterio. al hecho por su parte, de modo A un hecho espeluznante, ocurri- de sus desdichas. Un amigo de aque-
Para comprender estos hechos es consciente y frío, como un acto de do en Perusa. en 1455. se refiere la lla casa, Delio, "refirió a Atellano la
importantísimo el punto de vista, ya merecida venganza. De su tacto de- , crónica de Graziani. Archiv. Slor.. X V I , historia hasta aquel momento y aña-
mencionado (págs. 217 y sigs.), que í, pág. 629. El hermano obliga al galán dió que la trataría en una de sus
pende que acierte, en cad^ caso, a sacarle los ojos a su hermana y lue- novelas, pues sabía con toda seguri-
la mujer quedaba allí equiparada al con una medida justa de castigo. go le echa a golpes. Es verdad que la dad que Antonio sería asesinado".
varón. La mujer, cultísima, indivi- Aun ante cl peor agravio, por ejem- familia era una rama de los Oddi y el
dualmente desarrollada, disponía de El modo cómo ocurrió esto, casi
plo, puede encontrarse un-camino amante un pobre cordelero, Binte los ojos de Delio y de Atella-
g 20 Jiandellü, Parte. I, Novella 9 y^
sido unti consecuencia de la corrupción '8 Giraldi Cinthio, Hecitionfkiitln, J26. Se da al caso de que el confesor
de las costumbre.>í se hubiera manifes- I I I . 2: Castiglíone, Cortigiano, lib.:VI, de la mujer se deja sobornar por el
tado mucho antes. fol. 180. ' marido y delate el adullcriti. - i Véase pág. 216, nota 77.
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 247
246 )ACOB BURCKHARDT

e ha encontrado en Pietro Bembo una vehemencia de los débiles que


no, está descrito en Bandello de una ejemplo, el matrimonio en Franeiti más célebre representante. Nos no puede dominarse. En cambio,
manera emocionante ( I . 2 6 ) . realmente más santo que en Italia? :ga su verbo directamente en el aquí se trata de un desvío de la
Entre tanto, los jioyelistas toma- Los "fabliaux" y las "farces" nux ircer libro de sus Asolani c indi- fuerza, de la exuberancia. Vincúla-
ban, a menudo, partido por todos lo harían dudar; lo probable es que tamente a través de Castiglione, se aquí, ocasionalmente, la génesis
los lances de ingenio, de astucia y la infidelidad fuera tan corríenlc pone en sus labios el famoso de algo que alcanza magnitudes co-
de burla que acompañaban al adul- como en Italia, pero más raro, cii scurso final del libro del Cortigia- losales. El crimen adquiere una con-
terio. Con delicia nos describen el cambio el desenlace trágico,,porque . Ninguno de los dos autores era sistencia propia, personal.
juego de escondite en las casas, las e l individuo con sus típicas exigen- toico, pero en aquellos tiempos ya Las vallas son aún escasas. To-
señales simbólicas y los mensajes, cias estaba menos desarrollado. Aca- ponía algo que un hombre céle- dos, hasta los hombres más vulgares,
los cofres previamente provistos de so la situación en los pueblos ger- fuera, al mismo tiempo, hombre se sienten, por íntima superioridad,
almohadones y dulce, en los que mánicos sea la más favorable a este bien, y a ninguno de los dos desligados del estado ilegítimo fun-
luego podrá hacerse desaparecer al respecto; a favor de ello tendríamoh emos negarles ambos predicados, dado en la violencia y la policía:
galán, etc. A l marido cornudo se le un testimonio decisivo en la mayor contemporáneos tuvieron cuan- en la justicia de la Justicia ya no
suele pintar, según los casos, como libertj^d tanto de las casadas como ellos dijeron por sinceramente sen- cree nadie, o casi nadie. En el caso
una figura en sí misma ridicula o de las muchachas, libertad que en- o y no debemos desdeñarlo como de un homicidio, y antes de conocer
como un terrible y vindicativo per- contraron tan agradable los italiano» lera fraseología. Quien se tome el los detalles, las simpatías se ponen
sonaje. Un tercer caso no existía, en Inglaterra y en los Países BajoiJ bajo de leer el Discurso en el Cut- instintivamente del lado del mata-
como no fuera que se pintase a la (véase pág. 219, nota 8 5 ) . Y , s i n iano no comprenderá cuan escasa dor.^ Una actitud viri!, orgullosa,
mujer como cruel y malvada y al embargo, no habrá que pdner e n de su contenido puede procu- antes y durante la ejecución, despier-
marido o amante como víctimas ino- ello una confianza excesiva. N o h a y un extracto. Vivían entonces en ta admiración tal, que es fácil que
centes. Debe tenerse en cuenta, sin duda que la infidelidad era f a n i ¡lia algunas mujeres distinguidas c! cronista se olvide de decimos por
embargo, que las narraciones de este bien frecuente y el hombre máí in llegaron sobre todo a hacerse qué el reo había sido condenado a
último tipo no respondían al género dividualmentc desarrollado I l e g a l l a osas en esta clase de relaciones, la última pcna.^^ Pero si, en algún
de la verdadera "novella"; eran siem- asimismo en tales casos a la t r a j H imo Giulia Gonzaga, Verónica de lugar, al íntimo desdén hacia la Jus-
pre terroríficos ejemplos tomados de dia. Considérese sólo cómo so c o m reggio y, de, manera especial, Vit- ticia y a las muchas venganzas en
la vida Tea\¿ÍJ portaban los príncipes nórdicoy cmi ia Colonna. El país de los más acecho se añadía la impunidad, en
Con la hispanización de la vida sus esposas a la primera sospecha satados libertinos y los más sar- época de disturbios políticos por
italiana en el curso del siglo xvi Dentro de l o ilícito se i n c l u í a M ticos burlones respetaba esta es- ejemplo, entonces diríase que el Es-
acaso aumentaran los casos de te- entre los italianos de esta o p i n a ie de amor y respetaba a estas tado y la vida ciudadana entraba
rrible violencia que tenían por cau- no sólo el goce vulgar, no sólo • ijeres. N o creo que en favor suyo en proceso de disolución. Momen-
sa los celos, pero hay que distinguir toscos apetitos del hombre corricn eda decirse más. Si de algún modo tos así conoció Napoleón durante el
este aspecto del anterior tipo de cas- te, sino la pasión de los m c j i m itervenía en aquella actitud fcme- tránsito de la dominación aragonesa
tigo a la infidelidad fundada en é l y más nobles espíritus. .Y ello ¡flina la vanidad, si Vittoria se com- a la francesa, y Milán con ocasión
propio espíritu del Renacimiento ita- sólo porque las muchachas soltci.i iplacía en escuchar en torno suyo la de las múltiples expulsiones y re-
liano. A l disminuir la influencia es- se encontraban desplazadas de 11 ublimada expresión de un amor sin tornos de los Sforaa. Entonces sur-
pañola pasó al extremo opuesto la sociedad, sino porque los h o i n l i M ranza por parte de hombres fa- gían a la luz aquellos hombres que
pasión de los celos, que había a l - superiores precisamente se seniían osos, sería difícil dilucidarlo. Si la en el secreto de su fuero íntimo
canzado ya su punto más alto, y atjaídos, más que por nada, por e l -cosa llegó a convertirse, rpor momen- nunca habían reconocido al Estado
ello ocurrió en las postrimerías del carácter femenino madurado e n I > tos, en una moda, no fue, sin em- ni a la sociedad y que podían dar
siglo X V I I , siendo sustituida precisa- experiencia matrimonial. Son bargo, mérito escaso que Vittoria,
mente por su contraria, por una es- quienes arrancan a la lírica s u s e s por ejemplo, no se saliera de ella
Celsos acordes, los que p r o c i i i i i n "Piaccia al Signore Iddio che non
pecie de indiferencia que veía en el V que aun lograse inspirar tales sen- si ritrovi", dicen en Giraldi Cinthio,
cichbeo la figura indefectible en el ofrecernos en sus tratados y en M I limicntos, siendo ya de edad avan- II, Novella 10, las mujeres de la casa
ambiente doméstico y aun toleraba diálogos una imagen idealizada ili zada. Hubo de transcurrir mucho cuando se les asegura que al asesino
uno o varios i>ersonajes subalternos esta pasión que consume: "ranum liempo antes que fenómenos seme- puede costar aquel hecho la cabeza.
fpeíiti) al lado de éste. divino". Cuando de la crueldad i l r l jantes se observaran en oíros países, "1 Esto ocurre, por ejemplo, con Jo-
Ahora bien, ¿cómo comparar la dios alado se quejan, no aluden M ' I M f La fantasía, que siempre dominó viano Pontano (De foríiiuJine, lib. 11):
enorme suma de inmoralidad que se a la dureza de corazón de la a m a . t i !i este pueblo más que a ningún sus asolanes de temple heroico que se
trasluce en las circunstancias descri- o a su reserva, sino también a In "hi!. fue también la causa principal pasan cantando y bailando la última
conciencia de la ilegitimidad de \ < noche, la madre abrúcense que aun
tas con lo que ocurría en otros paí- -le que toda pasión adquiriera en su camino del patíbulo divierte a su hijo,
ses? ¿Era, durante el siglo xv, por les relaciones. Buscan consuel(,í • IOLCSO, y en determinadas circuns- etc., probablemente pertenecen a fami-
esta desgracia recurriendo a l a caracteres vehementísimos, lias de bandoleros, pero se olvida de
23 Un ejemplo en Bandello, Parte I, ritualización del amor que s e up . u i i j criminales en su proceder. Hay decírnoslo.
Novella 4. en la doctrina platónica del a l m a y
248 JACOB BURCKHARDT
l.A CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 249
rienda sueha, con soberana holgura, de tales sucesos más especial mentjl
a los impulsos de su egoísmo y de que en otras partes y que la mli* rde en muchos homicidios; se sabe riesgo. Así ocurría, por ejemplo, en
sus apetitos de rapiña y crimen. Con- ma fantasía que obra en el crimen ue violó a mujeres, raptó a otras, los más apartados parajes del reino
sideremos, como ejemplo, un cuadro real y verdadero actúa también ell fcometió robos sin cuento, fue autor de Ñapóles, donde desde tiempos re-
del género en un círcido reducido. la invención del crimen inexistentti, de muchas muertes y recorrió la motísimos —acaso desde la época
Por el año 1480, después de la La suma de actos de violencia er* r.milia con una banda armada, obli- de los latifundios romanos— impe-
muerte de Galeazzo María Sforza, probablemente la misma que en gando a las gentes por el terror a raba una vida dura y salvaje, y
las crisis internas que agitaron al otras partes. ¿Quién podría ascgu <|ue le proporcionaran víveres y al- donde, con la mayor inocencia, fo-
ducado de Milán fueron tales, que rar, por ejemplo, que en la vigii bergue. Si con la imaginación aña- rastero y enemigo hospes y hostis,
en las ciudades de provincias desa- rosa y rica Alemania de 1500, con dimos las fechorías que faltan en eran considerados como una misma
pareció toda seguridad. Eso ocurrió, sus audaces vagabundos, sus m u tal recuento, el balance de crímenes cosa. Esta gente no era. en absolu-
por ejemplo, en Parma."^ donde vi- digos violentos y sus caballeros di del cura nos dará un cómputo ate- to, irreligiosa. Podía suceder que un
vía aterrorizado el gobernador por encrucijada, era más segura la si rrador. Por doquier había entonces pastor se hincara de hinojos, lleno
los atentados constantes, librándose, tuación y que la vida humana dis asesinos y malhechores en gran nú- de terror, ante el confesonario para
con apuros, de las manos de terri- frutaba, en el fondo, de más firmen mero entre los tan poco vigilados y contarle al cura que, haciendo que-
bles facinerosos; los robos, las de- garantías? Es seguro, no obstante, tan privilegiados curas y frailes, pe- so, durante los días de ayuno, le
moliciones de casas, los asesinatos que el crimen premeditado, realizii ¡fo difícilmente encontraremos otro habían caído en la boca un par de
públicos estaban a la orden del día; do por soborno y por tercera nni elegati. Cosa distinta es —aunque gotas de leche. A las preguntas del
criminales enmascarados, primero, y no, a menudo como oficio, llegó ii sea digno de encomio— que gen- confesor, conocedor de las costum-
pronto ya sin máscara y en bandas extenderse en Italia de modo pavti perdida encuentre la manera de bres, el penitente acaba por confe-
armadas rondaban por la ciudad du- roso. 0 cl^onder sus crímenes bajo los há- sar que con frecuencia había robado
rante toda la noche; finalmente se Si, por lo pronto, consideramos cJ bitos como, por ejemplo, aquel cor- y dado muerte con sus compañeros
llevaban a vías de hecho las bro- bandolerismo, es probable que no es sario que Masuccio conoció en un a los viajeros que cruzaban la re-
mas más criminales y circulaban sá- tuviera más difundido en Italia qui- convento de Ñapóles.-'^ La verdade- gión; pero, como esto era en el país
tiras y cartas de amenaza, y corrió en la mayoría de los países del Nor- ra historia del papa Juan X X l I I , en lo común y corriente, no suscitaba
de mano en mano un soneto de bur- te, y en algunas regiones privilegia cíite aspecto no nos es conocida por el menor remordimiento de concien-
la contra las autoridades que eviden- das —en Toscana, por ejemplo— ch iiicnudo.^* cia.2o Hasta qué punto podían dar
temente indignó a éstas más que la seguro que lo estaba menos. Pero en Por lo demás, la época de los ca- muestras de ferocidad los campesi-
terrible gravedad de la situación. El él hay figuras esencialmente italia- itanes de bandidos individualmente nos en otras regiones en tiempos de
hecho de que en muchas iglesias nas. Difícilmente se encontrará en lebres empieza más tarde, en el inseguridad política, lo hemos indi-
fueran robados los tabernáculos, con otro país, por ejemplo, la figura de! iglo XVII, cuando los antagonismos cado ya.
hostias y todo, da una idea del ca- cura que se entrega por pasión ii políticos, güelfos y gibelinos, espa- Más grave síntoma que el bando-
rácter de aquella perversidad. Impo- una vida tumultuosa y acaba con ñoles y franceses, dejaron de tener lerismo, en la moral de la época, es
sible sería, desde luego, adivinar lo vertido en capitán de bandoleros. ai país en conmoción constante. El la frecuencia de los crímenes come-
que hoy mismo ocurriría en cualquier Entre otros casos, tenemos en cstii bandido sustituye entonces al ban- tidos por tercera mano, por medio
país del mundo si el Gobierno y la época el siguiente: 2« Encerrado en derizo. del soborno. Se reconoce que Ñapó-
policía paralizasen su actuación, im- una jaula de hierro, apareció colga- En algunas regiones de Italia, don- les va en esto a la cabeza de todas
pidiendo a su vez, con su presencia, do en la torre de San Giuliano, cii ;de no había penetrado la cultura y las demás ciudades. "Nada puede
la formación de un régimen provi- Ferrara, el 12 de agosto de 1495, vivían los rústicos en una permanen- comprarse aquí más barato que la
sional. Pero lo que en circunstan- cl cura don Niccolo de Pelegati, ili te y criminal actitud de hostilidad vida de una persona", dice Ponta-
cias tales ocurría entonces en Italia Figarolo. Había leído dos veces M I hacia todo lo extraño a ellos, el fo- no,^** También en otras regiones en-
tomaba un tinte especial en virtud primera misa; el mismo día de tan rastero que caía en sus manos corría contramos abundancia de fechorías
del papel preponderante que desem- tar la primera cometió, en Roma semejantes. Es difícil, naturalmente,
peñaba la venganza. un homicidio, del cual resultó di ^7 Masuccio, Novella 29. Que estos elucidar su motivación, desde el mo-
La Italia del Renacimiento, en ge- suelto; mató después a cuatro pi i ipos eran los que tenían más suerte
neral, nos produce la impresión de sonas y se casó con dos mujeres, ;i 2n las aventuras amorosas, es algo que 2» Poggio, Facetiae. fol. 164. Quien
quienes arrastró a una vida va¡i,a se sobreentiende. conoce el Ñapóles de hoy acaso ha
que, aun en tiempos normales, eran
hunda. Su presencia se denuncia ma-* 2S Si es cierto que figuro como cor- oído una historia semejante localizada
en ella más frecuentes que en otros sario en la guerra de las dos líneas de en otro medio social.
países los grandes crímenes. Cierta- Anjou por Ñapóles, pudo haberlo he- Joviano Pontano, Antonius: nec
mente podría engañarnos la circuns- ^ Diario Ferrarese, en Muratori, ;cho como banderizo político, lo cual, est quod Neapoli quam hominis vita
tancia de que aquí se nos informa XXIV. col. 312. Recuérdese • la partí, según el criterio vigente, no constituía minoris vendaiur. Claro que dice_que
da de bandoleros que, capitanead! JHIP . ninguna deshonra. El arzobispo Paolo bajo los Anjou no ocurría así, "sFcam
Diarium Parmense. en Muratori, un cura, merodeó, poco antes de Fregóse, de Genova, en la segunda mi- ab iís —los aragoneses— accepimus".
X X I I , cois. 330 a 349, passim. por la Lombardía Occidental. tad del siglo XV, acaso se permitió mu- La situación hacia 1534 atestiguada por
cho más que ésto. Benvenuto Cellini, I , 70.
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 25;
2 5 0 JACOB BURCKHARDT
eneral, venenos minerales o vegetá- guido es inspirar terror a una per-
mentó en que alternan aquí fines en este aspecto lo que les parecí is, no es posible precisarlos; el lí- sonalidad muy odiada o tenida por
políticos, odios de partido, enemista- más conveniente y práctico. auido con el que el pintor Rosso digna de abominación. En las Cortes
des personales, venganzas y miedo. La fantasía nacional estaba hasta Fiorentino (1541) se quitó la vida de Francia y de Inglaterra, durante
Constituye un título de honor para tal punto llena de estas presuncio- -'la evidentemente un fuerte ácido"'^ los siglos XIV y xv, representa la he-
los florentinos ei que entre ellos, nes, que entre los poderosos ya tiiiil juc no hubiera sido posible hacer chicería dañina y criminal un papel
el pueblo más avanzado de Italia, se creía imposible la muerte nalU' tomar a nadie sin que dejara de mucho más importante que en Italia
fueran más raros estos casos.^i tal ral. Cierto que del efecto de los VÜ» iarse cuenta. Para el uso de las entre las clases superiores.
vez porque para acusaciones o re- nenos se tenía a veces una idea snnas, del puñal especialmente, en I ^ n Italia, donde lo individual cul-
clamaciones justificadas, había aun fabulosa. Demos por cierto que pi)< lecretos actos de violencia, tenían mma en todas las formas, aparecen
tribunales reconocidos, o porque la día calcularse a plazo fijo el electo 3or desgracia los grandes de Milán, también, al fin, algunas figuras de
más alta cultura media imponía un de aquellos terribles polvos blan- J e Nápoles y de otros lugares un absoluta perversidad, en las cuales
criterio distinto sobre la interferen- cos de los Borgia (pág. 65) y aecp» •Onstante estímulo en el hecho de ' el crimen se produce por el crimen
cia criminal en la rueda del desti- temos también que fuese un "ven* • u e , entre las guardias armadas que mismo, no como un medio para un
no; como en parte alguna compren- num atterminatum" el que sin'ió d |ecesitaban para su protección per- fin o por lo menos como medio para
dían en Florencia los incalculables príncipe de Salerno al cardenal de B^nal, había siempre alguno en quien
un objetivo que escapa a toda nor-
efectos de un crimen y cuan efíme- Aragón, diciéndole: "Morirás en cl ^ mera ociosidad bastaba por sí
ma psicológica.,
ra y escasa ventaja sacaba el cri- plazo de breves días, porque tu p* Sola para despertar instintos de ho-
jnicidio- Más de una atrocidad se A primera vista parecen caber
minal aun en el caso del llamado dre, el rey Ferrante, ha querido pi- entre éstas las horribles personali-
crimen "lítil". Con la decadencia de IbubicrL evitado si cl señor no hu-
soteamos a todüs"."3 Pero la curm dades de algunos condottieri}^^ un
las libertades florentinas parece ha- biese sabido que para su ejecución
envenenada que Catarina R » r i o en- Braccio de Montone, un Tiberto
ber aumentado rápidamente el asesi- IB bastaba con hacer una leve seña
vió al papa Alejandro V I ^ difíciU éste o a aquél de su séquito. Brandolino o un Werner von Urs-
nato alevoso, sobre todo el homici- mente le hubiera mandado al otro lingen, cuyo peto de plata llevaba
dio pagado, hasta que el gobierno Entre los medios secretos para el
mundo, aun en el caso de que In iño ajeno se hallaba tambiéi^—por la siguiente inscripción: "Enemigo
de Cosme I se afianzó lo suficiente hubiese leído; cuando los médicoi de Dios, de la compasión y de la
menos en el propósito— la hcchi-
para que su policía pudiese luchar advirtieron a Alfonso el Grande quo misericordia". Es evidente que, esta
.ría,^í* aunque cn forma muy secun-
con ventaja contra tales desafueros.^^ no leyese en el Tito Livio que lo aria. Casi siempre que se habla del clase de hombres debe incluirse en-
En el resto de Italia el homicidio había enviado Cosimo de Medí, i [palefici, malie", etc., el fin perse- tre los primeros delincuentes total-
pagado era más o menos frecuente el rey les mandó callar, diciéndnlr mente emancipados. Habrá, no obs-
según el número de instigadores ri- con razón, que no dijesen ya iníid tante, que proceder con cautela en
cos y poderosos capaces de pagar necedades.^^* Tal vez aquel veneno el juicio, desde el momento en que
bien. A nadie se le ocurrirá sacar iba a obrar por simpatía, como aquel la Novella 4 Ü . En una ciudad de
—. Lombardía occidental, cuyo nombre el crimen más grave que se les atri-
a relucir estadísticas, pero, con dar con que el secretario de Piccinino buye —en opinión de los que nos
por ciertas sólo una pequeña parte •6 se nos dice, vivían dos cnvenena-
quería frotar —un poquito tan M I bres. Un marido, que quería conven- informan— es el desafío a la exco-
de las muertes que el rumor popu- lo— la silla de manos del pap¡i ;rsc de la autenticidad de la descspc- munión y que por esta causa toda
lar atribuía a asesinatos, resulta ya 11.^*^ Hasta qué punto eran éstos, en ición de su mujer, le hizo beber un la personalidad se nos presenta bajo
un número bastante elevado. Gobier- ipuesto brebaje venenoso, que en rea- una lívida y siniestra luz. En Brac-
nos y príncipes daban cl peor ejem- Infessura, en Eccard, Scripicif., ldad sólo era agua teñida e innocua, cio, ciertamente, tales inclinaciones
plo: no sentían el menor escrúpulo 11, col. 1 9 5 6 . pespucs de la prueba el matrimonio fueron tan violentas, que oyendo can-
en incluir el asesinato entre los ins- 34 Chron. Venetum, en Muraiml, pe reconcilia. En la sola familia de Car-
XXIV, co!. 1 3 1 . En los países del dago hubo cuatro envenenamientos. De tar los salmos a unos frailes, fue tan-
trumentos de su omnímodo poder. to su furor que mandó tirarlos de
Para ello no se necesitaba ser un Norte se fantaseaba aún más sobrí' el ¡íropia vita, caps. 3 0 y 5 0 .
arte del veneno entre los haliiniot. Ver, por ejem., maleficios contra cabeza desde lo alto de una torre;'*'^
César Borgia. También los Sforza, Véase, por ejem,, en Juvenal des Ih "era, no obstante, bueno y leal con
los aragoneses, y más tarde los agen- I -•'nello de Ferrara cn Diario t'erra-
bins, ad. a., 1 3 8 2 (ed. Buchón, páj'iiui sus soldados y un gran caudillo." En
o s , ' . en Muratori, X X I V , col. 1 9 4 , ad.
tes al servicio de Carlos V , hicieron 336), el caso de la lanceta del e n v i .1., 1 4 4 5 . Mientras se leía la sentencia general los crímenes de los condot-
nenador que tomó a su servicio cl l e y ul autor, un cierto Benato, ya, por otra tieri solían cometerse para afianzar
•^'^ Una prueba d e esto, cn sentido Carlos de Durazzo: bastaba con mí • parte, de pésimos antecedentes, se le-
estricto, no podrá aducirse nunca, pero rarla fijamente para morir. vantó un gran ruido en cl aire y tem-
es elocuente el hecho d e que se nos Peirus Crinitus, De honesU. T • 'Ui la tierra, de modo que muchos sa- 3'i> Podría citarse en primer lugar a
hable poco de crímenes, y la fantasía ciplina, lib. X V I I I , cap. 9 . l i e r o n corriendo de la Piazza o cayeron Ezzelino de Romano, si no hubiera vi-
de los escritores norcnfinos de la bue-
na época no es sospechosa en este as-
3íi Vasari, IX, 8 2 , Vita di Ros^< III Huelo. Dejemos sin más considera- vido dominado por ambiciosos desig-
pecto.
en los matrimonios mal avcnidí • • u í n lo que Guicciardini (lib. I ) nos nios y bajo una fuerte obsesión astro-
trataba más de envenenamientos rc.iii lita sobre el maleficio que Ludovi- lógica.
^ Sobre la policía de Cosme I, véa- que de la preocupación de éstos, ciíri'iW d Moro ejercía sobre su sobrino ^0 Giornali napoletani, en Muratori,
se la relación de Fedeli en Alberti, Re- por dilucidar. Véase Bandello, I I - i ^ , iiiangaleazzo. X X I , col. 1 0 9 2 , ad. a., 1 4 2 5 .
lazioni, serie I I , vol. I , págs. 3 5 3 y sigs. vellas 5 y 5 4 . Digna de atención es, g |
252 LA C U L T U R A DEl. R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
FACÜB B U R C K H A R D T

una situación altamente desmoraliza- de su grandeza: el desarrollo-del h cre a lo más elevado y claro como sarrollarse aquí la más noble armó-
dora, pero también porque la misma dividualismo. El individuo se dcal. lo más bajo y lóbrego de ella, ha nía de la personaHdad y un arte
agresiva crueldad, caprichosa acaso gó entonces por primera vez del Et «¿gado a ser con sus dotes y sus glorioso que exalta 1^» v^^^ "ndivi-
en apariencia, respondía de ordina- tado vigente, en la mayoría de lo| ¿asiones, el representante más des- dual en forma que ni la Edad Me-
rio a un fin, aunque sólo fuese el casos, tiránico, e ilegítimo; cuanlí Jacado y característico. Junto a la dia ni la Antigüedad quisieron o
de una ejemplaridad que lograse in- concibiera c hiciera este Estadoj las radical depravación, vemos de- pudieron hacerlo.
timidar. Las crueldades de los ara- con razón o sin ella, fue conside-
goneses como hemos visto, tenía rado traición. La vista del egoísmo
(pág. 21) su motivación principal triunfante le hace tomar en propiw
en el miedo y el deseo de vengarse. mano la defensa del derecho en Ion IL L A R E L I G I Ó N E N L A V I D A C O T I D I A N A
Una pura sed de sangre, una dia- asuntos propios y cayó así, por cl
bólica complacencia en el daño, la camino de la venganza, en poder de
íntimamente enlazada con la mora- bilidad que la Historia ha conocido.
encontraremos en el español César las fuerzas ocultas, mientras cret»
lidad do un pueblo está la cuestión Impuso con todos los recursos de la
Borgia, cuyas atrocidades rebasaron restablecer su paz interior. Su amor
du la idea que se forma de Dios, es violencia como pura verdad una doc-
notablemente, en realidad, los fines se dirigía de preferencia a otro in-
ducir, de su mayor o menor fe en trina enturbiada y desfigurada en
que se había propuesto. Un verda- dividualismo desarrollado, es deeir,
I l l a divina guía del mundo, ya con- beneficio de su propia onmipotencia,
dero placer en el mal lo hallaremos a la mujer de su prójimo. Frente a
iere esta fe comO' algo predestina- V en el sentimiento de su intangibi-
asimismo en Sigismondo IVlalatcsta, todo lo objetivo, frente a vallas y
j para j a felicidad o para el dolor lidad se entregó a la desmoraliza-
el tirano de Rimini (págs. 18 y a leyes de todo género, tiene el sen- ción más absoluta. Para mantenerse

t
124); no sólo la Curia romana,^i ía temfjíiana ruina."'^ La increduli-
timiento de la propia soberanía y, en esta situación, tuvo que asestar
sino el juicio de la historia le culpan id italiana de esta época ha llega-
decide independientemente, en cada golpes mortales al espíritu y la con-
de asesinato, violación, adulterio, in- I a hacerse asimismo muy sospe-
caso, ya que en su intimidad se com- ciencia de los pueblos y empujó por
cesto, robo con sacrilegio, perj.urio losa, aunque quien quiera tomarse
paginaban sentimiento del honor y los caminos de la incredulidad y de
y traición, v todo ello en repetidos trabajo de demostrarla encontra-
propia ventaja, fría ponderación y la amargura a muchos de los mejo-
casos. El más horrendo, sin embar- a mano centenares de ejemplos y
apasionamiento, renunciación y es- res que se habían desligado ya ínti-
go, de sus delitos es el intento de stimoniüs. Nuestra misión se retin-
píritu de venganza. mamente de ella.
violación de su propio hijo Rober- ará también aquí a distinguir y pun-
to, que le rechazó con el puñal en Si el egoísmo tanto en el sentido ualizar. Pero tampoco en esta oca- Aquí nos sale al paso la cuestión
la mano;''^ parece que aquí no sólo más amplio como en el más estre- lión nos permitiremos un juicio de de por qué Italia, espiritualmentc tan
se trataba de depravación, sino de cho, es raíz y tronco de todo mal. jnjunto definitivo y concluyente. robusta, no reaccionó con más vigor
una superstición astrológica o mági- se entiendo que ya sólo por eso los La conciencia de Dios de la época contra la jerarquía eclesiástica y por
ca. La misma sospecha se ha suge- italianos, en su gran desarrollo in- iterior había tenido su origen y su qué no fue capaz de una reforma
rido para explicar la violación del dividual, se hallaban entonces más poyo en el cristianismo y en la fi- como la alemana y anterior a ella.
obispo de Fano 13 por Pierluigi Far- cerca del mal que los demás pue- ;ura externa de su potestad: la Igle- Una aparente respuesta, es que el
blos. ia. Cuando la Iglesia degeneró, la estado de ánimo general de Italia
nese d é Parma, hijo de Pablo I I L
Si nos es permitido resumir los Pero este desarrollo individual no lumanidad hubiera debido distinguir no la llevó a rebasar la negación
rasgos principales del carácter ita-. era hijo de su culpa sino que le ha- ' conservar su religión a pesar de de la jerarquía, mientras el origen
liano de la época, tales como llegan bía sido impuesto por un decreto de odo. Pero es más fácil sentar un pos- y la invencibilidad de la Reforma
a nosotros, transcritos de la vida de carácter historicouniversa!. Y no só- ulado así que cumplirlo. N o todos alemana se deben a las doctrinas
las clases superiores, nos dará poco lo a él, sino, a través de la cultura os pueblos son lo bastante serenos' positivas, especialmente a la de la
más o menos cl resultado siguiente: italiana, también a los demás pue- —o lo bastante toscos— para so- justificación por la fe y la de la ine-
el defecto cardinal del carácter ita- blos de Occidente, ya que desde en- portar a la larga la contradicción ficacia de las buenas obras.
liano de entonces se nos presenta a tonces este desarrollo constituyó cl fcnlre un principio y su proyección No hay duda que estas doctrinas
un mismo tiempo como la condición medio superior en que vivieron. No Pxterna. Es la Iglesia declinante la gravitaron desde Alemania sobre
fue el italiano en sí ni bueno ni ma- jue contrae la más grave responsa- Italia y que esto ocurrió demasiado
41 Pío U, Comment., lib. V i l , p á g . lo, sino necesario. Dentro de él ^e tarde, cuando ya la dominación es-
338. desarrollaban un mal y un bien de , Sobre ello se revelan muy distin- pañola se había afianzado lo sufi-
^'^ joviano Pontano, De ¡mmanitate, peculiar y moderno carácter,.* un;i Ss actitudes, según cl hombre y el Ui- ciente para aplastarlo todo, directa-
donde también se habla de haber con- fructificación moral esencialmente ar. El Renacimiento ha tenido ciuda- mente en parte, y en parte a través
cebido su propia hija por obra de Se- distinta de la propia Edad Medi;i. 2S y épocas en las cuales predominaba del Papado y sus instrumentos.*^' Pe;.
gismundo y de otras fechorías por el 1 decidido y lozano goce de la dicha,
estilo. Fue cl italiano del Renacimienio .ólo empieza a observarse un ensom-
43 Varchi, Slorie fiorentine. al final quien tuvo que resistir el primei becimiento de las ideas con el decisivo 45 Lo que llamamos espíritu de la
(en las impresiones no mutiladas, co- oceánico embate de esta nueva euiíd Ifoceso de la dominación extranjera Contrarreforma se había desarrollado en
mo en la edición de Milán). el siglo XVI. España bastante antes de la Reforma
del mundo. Tanto por lo que se r»-
lACOB BURCKHARDT 215
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA

lo también en dos anteriores movi- las fuentes más esclarecidas lo •


mientos religiosos do Italia, desde los ncrables pasajes y rasgos de todos le sirve de pretexto para dar rienda
fuerte que se ha dicho sobre la ^ 3S demás géneros literarios demues- suelta a sus instintos. Valga, en cam-
místicos del siglo xiii hasta Savona- tión, que lea los célebres pasaje
rola, había una gran dosis de conte- .ran la osadía con que se hablaba bio, por los innumerables testimonios
Maquiavelo (Discorsi) y de d m públicamente del Papado mismo y que podríamos aducir, el de Masuc-
nido positivo en la fe, al que sólo le ciardini (en edición no mutilada)
faltó fortuna para llegar a madurar, de la Curia romana y el desenfado cio, por ejemplo, en las diez prime-
Fuera de la Curia romana disfmia :on que se les juzgaba. N o cabía ras de sus cincuenta Novelle. Están
ni más ni menos que al movimiento han aún de algún respeto mora!
hugonote, tan positivamente cristia- Esperar que ocurriera lo mismo en escritas en un tono de la más pro-
obispos,^^ así como algunos P Í I I U ' as creaciones de la libre fantasía. funda indignación, y con el objeto
no. Acontecimientos colosales como eos; en cambio, los que resultaliaii
la reforma del siglo xvi escapan, en i*ero es que los frailes podían tam- de difundir este sentimiento están
menos beneficiados, los canónigo - v Dién vengarse terriblemente. dedicadas a los más distinguidos
general, a toda deducción historico- los frailes, estaban considerados L O
filosófica, en lo que atañe a los de- En todo caso es cierto que con- personajes, inclusos el rey Ferrante
mo sospechosos, casi sin excepuuii ra los frailes sc dirigía la más fuer- y el príncipe Alfonso de Nápoles.
talles particulares de su aparición y y eran víctimas a menudo del ma'.
su advenimiento, por mucho que, en e animosidad y que se les hacía Los mismos asuntos son, en parte,
ignominioso descrédito, que se igurar como ejemplo vivo de la va- más antiguos, algunos conocidas ya
líneas generales y en conjunto, pue- tendía a toda su clase.
da demostrarse su necesidad. Los mo- lidad de la vida monarcal, de todo desde Boccaccio. Pero hay aspectos
vimientos del espíritu, la repentina
Se ha afirmado que los frailes lio* aparato religioso y del sistema que son de terrible actualidad na-
chispa de luz, su difusión y su con-
garon a convertirse en víctimas de .onfesional entero, hasta de la reli- politana. La idiotización y explota-
tenido, son y serán siempre, para
los vejámenes corrientes, pagando gión mism4, según la extensión que ción de las masas populares con fal-
nuestra visión, un misterio, desde el
por todo el clero, porque no era las conclusiones se diese, con ra- sos milagros, unidas a una conducta
momento en que de las fuerzas en
peligroso burlarse de ellos.**' JJerOj .ón o sin ella. N o debe olvidarse vergonzosa ponen en un estado de
acción conocemos ésta o aquella, pe-
es ésta una especie errónea desde^ \x.\c en Italia se guardaba un recuer- verdadera desesperación a todo es-
ro nunca las conocemos todas.
todos los puntos de vista. Se les i más vivo que en parte alguna pectador reflexivo. De los frailes
prefiere en las novelas y en las , la institución de las dos grandes menores ambulantes, sc dijo: "En-
El estado de ánimo de las clases comedias porque ambos géneros li- jrdenes mendicantes y que se tenía gañan, roban y putañean, y, cuan-
superiores y medias de Italia, respec- terarios muestran predilección por la conciencia de que originariamen- do han llegado aquí al colmo, se
to a la Iglesia, en los días del Alto tipos constantes y conocidos, res- te habían sido el vehículo de la reac- presentan como santos y hacen mi-
Renacimiento, es una combinación pecto a los cuales la fantasía suple ción contra lo que se llama la here- lagros, enseñando el hábito de San
de radical y desdeñosa hostilidad, de fácilmente lo que no ha sido más jía del siglo XIII,-''* es decir, contra Vicente, los signos de San Bemar-
acomodación a la jerarquía, en cuan- que aludido. Tampoco la novela I temprano despertar del moderno ^dino o la brida del asno de Ca-
to ésta sc entrelaza de mil modos muestra, por otra parte, contempla- -spíritu italiano. Y la policía reli- pistrano. . " O t r o s se buscan cóm-
con la vida exterior, y de un senti- ciones con el clero secular."*** Innti- giosa, que se confió de modo espe- plices que simulan estar ciegos o pa-
miento de dependencia por lo que
cial y permanentemente a los domi- decer gravísima enfermedad, y que,
se refiere a sacramentos, consagra- •ifl Obsérvese que los novelistas y licos, nunca suscitó otro sentimien-' tocados con el ribete de su cogulla
ciones y bendiciones. A esto hemos otros satíricos se olvidan casi de los . que el del odio y la burla, que o al contacto de una reliquia, sanan
de añadir, la gran influencia indi- obispos; cambiando el nombre de las repentinamente entre el tumulto de
llodos procuraban ocultar.
vidual ejercida por los oradores sa- diócesis se podrían haber ensañado en
ellos como en los demás. Por ejemplo, I Leyendo el Decamerón y las no- las masas; todos gritan "¡misericor-
grados.
Bandello, en II Novella 45; sin em- Ivelas de Franco Sacchetti creeríase dia!", repican las campanas y se le-
Sobre la tendencia antijerárquica fque la pecaminosa maledicencia con- vanta acta con prolija solemnidad."
de los italianos, tal como se revela, bargo, también nos describe en II, 4Ü,
un obispo virtuoso. Joviano Pontano, Itra frailes y monjes se había agota- Se da el caso que mientras un frai-
sobre todo a partir de Dante, en la en el Carente, hace contonearse, con ido. Pero por los días de la Reforma le predica en d pulpito, otro que se
literatura y en la historia, existen paso de ganso, la sombra de un exhu- [esta maledicencia sube nuevamente ha colocado entre cl pueblo le inte-
extensos trabajos. Por lo que se re- bcrante obispo. 5 de tono de modo notable. Con gusto rrumpe, osadamente llamándole im-
fiere a la situación del Papado ante 4" Foseólo, Discorso sul testo del prenunciaríamos a tomar aquí a Are- postor; entonces, repentinamente, el
la opinión pública, nosotros mismos Decamerone: "Me de'preti dignitá niu- r tino en consideración ya que en los apostrofante da señales de encon-
hemos dicho algo (páginas 58 y sigs. no poteva far motto senza perlcolu:
onde ogni frate fu Pirco delle inquiíá i Ragionamenti la vida monacal sólo trarse poseso, y el predicador se lle-
y 120). y quien quiera conocer por ga a él, le cura y le convierte, con
d'Israel", etc.
^8 Bandello, por ejemplo, prolijnga ^dos soldados o bandidos un camero a lo que termina la farsa. El predica-
misma, y ello en virtud de la severa su Novella 1 ( I I ) , diciendo que á na- ¡un sacerdote, avaro, ciertamente, pero dor y su cómplice reunieron tanto
vigilancia y parcial reconstitución de die le sienta tan mal el vicio de la ; gotoso y lleno de achaques. Uno sólo dinero, que pudieron comprarle a
todo lo eclesiástico bajo Femando e avaricia como al sacerdote, que np tie- ¡de estos ejemplos evidencia el criterio un cardenal un obispado, en donde
Isabel, Es fuente documental importan- ne que preocuparse de familia, etc. ' general imperante en la vida y en los
te de ello Gómez. Vida del cardenal Con este argumento se justifica cl v|u--1 Ehechos con más exactitud que todos
Ximenez, en Rob. Belus, Rer. Hispan, los tratados. 5« VOrdine. Probablemente se alu-
gonzoso asalto a una rectoría, en ti |
scriptores. cual un joven caballero hace robar pofe-t , -i^ Giov. Villani ( í i l . 29), dice esto de a su tabla con cl monograma de
I con mucha claridad un siglo después. Tesús; I. H. S.
256 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RRNACIMIENTO EN ITALIA 257

Iglesia no significaban otra cosa tores, que fue ahorcado. Malvezzi si-
se dieron una vida regalada hasta el castigo para ellos que el que :
un compromiso. ¡Pero quién sa- guió disfrutando tranquilamente de
fin de sus días. Masuccio no hace suprimiera el Purgatorio; enii
lo que aguardaba al mismo Pa- la existencia.''*
especial diferencia entre los francis- j ya no podrían vivir de limosr do si no lo hubiese salvado la
canos y dominicos, pues los unos ! tendrían que empuñar el azad < Es digno de notarse que las órde-
forma! nes superiores, es decir, los benedic-
son dignos de los otros. " Y el es- ¡ Si era posible hablar así bají* i -
rrantc, aun dirigiéndose a él. del El privilegio de un verdadero ejer- tinos y sus diversas ramificaciones,
tupido pueblo se deja todavía arras- j
acaso, en parte, a que el rey c icio del poder, sobre cada ciudad, he a pesar de su riqueza y de su vida
trar a su pasión de partido y a su
irritado por un falso milagro con vjim |uí lo que se permitía aún de con- regalada, no suscitaran la animosi-
odio, disputa sobre estas cosas en la
habían pretendido embaucarle.^- Ha- uo al Pater Inquisitor del conven- dad ni las antipatías que inspiraban
plaza pública y se divide entre
bía sido enterrada cerca de TarciUú de los dominicos en las postrime- las Órdenes mendicantes. Frente a
franciscanos y dominicos." Las mon-
y luego desenterrada una placa du is del siglo XV, y ello significaba diez novelas que tratan de los *'fra-
jas pertenecen exclusivamente a los
plomo con una inscripción en fuerza suficiente para perturbar c ti", encontramos una, todo lo más,
frailes; en cuanto tienen un desliz
se le incitaba a una persecución dignar a los espíritus cultos pero que tenga un "moñaco" por prota-
con un seglar son encarceladas y
(ra los judíos, semejante a las ilu para lograr un temor y una su- gonista y víctima. El hecho de ser
perseguidas; las que se mantienen
España, a lo que el rey se resistió lisión constantes."^ El castigo por la más antiguas estas Órdenes y haber
fieles, en cambio, contraen verdade-
tan pronto como advirtió la sup i Era idea no era ya posible como sido fundadas sin designio fiscaliza-
ras nupcias con los frailes, en las
chería. También había hecho dcsi. ii tes (págs. 159 y sigs.) y de la he- dor las hubiera favorecido extrema-
cuales hasta se dice misa, se hacen
mascarar a un falso ayunador, cu* 'ía propiamente dicha se podía dc- damente de no haberse mezclado en
contratos y se come y bebe en abun-
mo lo había hecho ya también eti der muy bien aun cl más mordaz la vida privada. Había en ellas gen-
dancia. " Y o mismo —dice cl autor—
una ocasión su padre el rey Alfon- Itico del clero. Si no intervenía un tes devotas, ingeniosas y eruditas,
he sido testigo de semejantes esce-
so. En las prácticas de grosera su- leroso partido (como en el caso pero el tipo corriente lo encontra-
nas, no una, sino varias veces; pue-
perstición reinantes, la Corle im Savonarola) o no se trataba de mos descrito del siguiente modo por
do decir que he tocado estas cosas
tenía, cuando menos, responbaíili stigar casos graves de nigromancia Firenzuola,'" uno de ellos: "Estos
con mis manos... Tales monjas, o
dad alguna. j cual ocurría a menudo en las elu- nutridos personajes en sus ampHas
paren lindos frailecillos, o recurren
des de la Alta Italia), resultaba cogullas, no se pasan la vida en am-
al aborto. Si alguien pretendiera que Hemos escuchado a un autor (pie
difícil a fines del siglo xv y prin- bulante y descalza predicación, sino
esto es una calumnia, que busque en hablaba en serio, y no es, ni mueho
Sfoios del XVI que se terminase en que bien calzados, con lindas zapa-
las cloacas de los conventos de mon- menos, cl único, porque se burla y
• hoguera. En algunos casos se con- tillas de cordobán, pasan el tiempo
jas y encontrará gran cantidad de la injuria contra los frailes mendi-
^ • m a b a n , al parecer, los inquisido- sentados cómodamente en sus her-
del icados huesecltos, no de modo cantes las encontramos por doquie-
^ 1 con muy superficiales retracta- mosas celdas con artesonados de ci-
muy distinto de lo que ocurría en ra y en abundancia; diríase que »B
^ • k e s y no faltaban tampoco los prés, cruzadas las manos sobre el
Belén, en tiempos de Herodes." Es- desbordan e inundan la literatura.'**
| N en que se hacía desaparecer el vientre. Y si alguna vez tienen que
tas cosas y algunas más implicaba Apenas puede ponerse en duda quu
o camino del suplicio. Por ejercer cambiar de sitio, lo hacen con es-
la vida monacal. Claro que los frai- el Renacimiento habría acabado en
nigromancia, conjuras al demonio fuerzo ajeno, sobre mansa muía o
les se aligeraban mutuamente la con- poco tiempo con estas órdenes de
profanar los Sacramentos, había gorda potranca, lo que resulta una
ciencia en cl confesionario, ordenan- no haber venido la Reforma aleinii-
lo degradado ya sobre un tablado pura delicia. Tampoco el espíritu lo
do un padrenuestro de penitencia, na y la Contrarreforma. Difícilmenlfl
itc a San Domenico (en 1452) gastan demasiado en el estudio para;
por cosas que hubieran bastado para las habrían podido salvar sus predi-
,cura Niccoló de Verona, en Bolo- no perder su sencillez frailuna entre-i
que le negaran la absolución a un cadores y sus santos populares. Un-
y lo llevaban ya a ser quema-1 gándose a una luciferina soberbia".:
seglar, como hereje. " A s í es que la bría bastado con que la tendencli
cuando fue liberado por gente
tierra debiera abrirse y tragar vivos general, se hubiese puesto de aeucp Quien no ignore la literatura de
había enviado Achile Malvezzi,
a todos estos criminales y a los que do. en el momento oportuno, con un la época ha de reconocer que aquí
la Orden de San luán, conocido
los protegen." Como cl poder de los papa que despreciara a las Órdiaie-i sólo se insinúa lo absolutamente in-
o amigo de los herejes y profa-
frailes se basaba esencialmente en el mendicantes, como León X , por e¡ m dispensable para iniciar en el asun-
or de monjas. Ei legado (cardc-
miedo de las gentes al más allá, ex- pío. Si cl espíritu de la época Ic^s > n
Bessarion) consiguió únicamente
pone Masuccio en otro lugar una contraba ridículos o repelentes, i'.n;i
fuese capturado uno de los rap-| te Bursellis, Ann. Bonon., ap. Mura-
singular idea: "no habría mayor tori, X X I I I , col. 886: cf. 896.
"2 Para el texto a continua«ión val Véase págs. 261 y sigs. Era cl
Añade que también se disputa se Joviano Pontano. De sermone, 11 5 Una historia de Vasari (ver Vita abad de Valleumbroso. El pasaje, que
sobre esto en los "seggi" es decir, en II, y Bandello. Parte I, Novella 52. ^andro Botticelli), demuestra que a traducimos libremente, se encuentra en
las asociaciones en que estaba dividida r^T Por eso podían denunciarse tod s se bromeaba a costa de los in- Opere, volumen I I , pág. 208, su déci-
la nobleza napolitana. La rivalidad en- estas cosas ante él. Véase también ídorcs. Aunque es cierto que el vi- ma novela. Una sugestiva descripción
tre ambas órdenes frecuentemente se viano Pontano, Antonio y tarqjntí- > lo del cual allí se trata, lo mismo de la buena vida de los cartujos en el
ridiculiza, por ejemplo, en Bandello, Un ejemplo: el canto octavo d| ía ser cl del arzobispo que el del Commentario d'Italia (fol. 32 y sigs.),
111. Novella 14. la Maciironeida. inico inquisidor. citado en la pág. 261, nota 99).
258 JACOB BURCK.HARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 259

to.'*'* Que esta leputación del clero y que nada suponen e n ninguna lioM • . . a influencia de bendiciones y sa- tadas de tan decisiva potencia, po-
secular y de los frailes hiciera vaci- de el momento en que han de MrU Ttmentos a que nos hemos referido seídas de una vocación religiosa
lar la fe de gentes innumerables en huirse a fenómenos de la nalunil» R (pág. 57) al hablar del Papado, semejante, eran entonces en el Nor-
las cosas sagradas, es algo que se zc todavía desconocidos. Aquc" > l } sobrentiende en la parte creyente te intuitivas, místicas; en d Sur

E
comprende sin esfuerzo. que movía las montañas v 4' l pueblo. Los espíritus emancipa- eran, por el contrario, prácticas y
Los juicios de conjunto con que revelaba entonces e n los sucv <s poseían, no obstante, la fuerza expansivas, y aun reciban el refuer-
nos encontramos en aquella época de Savonarola, por ejemplo. ! las impresiones juveniles y la zo que suponía la alta estimación
suelen ser realmente terribles. Nos conoce este autor como un fcn . i norme virtud mágica de los sim- nacional por el lenguaje y la ora-
limitaremos a reproducir uno, que no curioso, sin hacer la menuí ólos a los que se está, desde siem- toria. El Norte nos da un Imitatio
por haber sido impreso reciente- servación agresiva. re, habituado. La petición de la Christi, cuya influencia es tácita, y
mente, es aún poco conocido. Dice Frente a todos estos juicios v i" bsolución sacerdotal por los mori- al principio, limitada al recinto con-
(1529) en su Aforismos Guicciar-
dini, durante largos años funcionario
de los papas Medici: " A nadie más
que a mí desagradan la ambición, la
avidez y el desenfreno de los sacer-
dotes, tanto porque cada uno de es-
tos vicios es odioso en sí, o porque
niones, curas y frailes poseían Li
ventaja que se estaba acostuml
a ellos y que su vida se enli
en una urdimbre de ¡nterese:>
la vida de los demás. E s la v e m i i "
que han tenido desde siempre n i
mundo las cosas vetustas y p o . i'
r lUndos, quienesquiera que fuesen,
eía un restó de miedo al infierno
ta en desalmados como Vitelloz-
(pág. 58). Difícilmente encontra-
cmos otro ejemplo más aleccionador
ue éste La tesis eclesiástica del
laractcr indclcbrlis" al margen de
ventual, pero que tiene una reper-
cusión de centurias. El Sur nos da
hombres cuya influencia sobre sus
semejantes es poderosísima, pero mo-
mentánea.
Esta impresión se basaba esencial-
mente en la agitación de las con-
cada uno, o todos ellos, se compa- sas. Casi nadie dejaba de tem i i personalidad misma, que puede ciencias. Se pronunciaban sermones
ginan mal con gentes que se supo- gún pariente que vistiese sol;; lultar indiferente en cl sacerdote, morales, sin abstracción alguna, apli-
nen pertenecer a una clase especial- cogulla, todos abrigaban algún ivo fuerza suficiente para lograr cados a lo especial y peculiar, con
mente dependiente de Dios, como peranza de protección o de ¡-\ je, por ejemplo, se aborreciera al la base de una personalidad consa-
porque son aquéllos entre sí defec- cias futuras obtenidas del teso' ! bcerdoie como persona y se apete- grada y ascética, a la que por sí
tos tan contr,adictorios que sólo en la Iglesia, y en el mismo CLV píran y solicitaran, no obstante, sus mismo se vinculaba luego el mila-
individuos muy especiales pueden de Italia estaba la Curia rom.mi trvicios espirituales. Hubo, sin em- gro, hijo de la fantasía exaltada, in-
coexistir. N o obstante, mi situación que, de modo súbito, podía i m i irgo, obstinados, como, por ejem- cluso contra la voluntad del propio'
cerca de varios papas me ha obli- quecer a cualquiera. Ha de ha lo el príncipe Galeoto de Miran- predicador.'^" El argumento de más i
gado, por mi propio interés, a de- hincapié, n o obstante, e n el ii i üla,^^ que murió sufriendo una formidable virtud era menos la ame-:
sear la grandeza de éstos. Si no hu- que todo esto no embarazaba ni i. ttcomunión que^duraba ya dieciséis naza del purgatorio y el infierno
biera sido esta razón, habría amado lengua ni la pluma. La mayen,i J. ttos. Durante todo este tiempo, la que el retórico y vivacísimo desdo-
a Martín Lutero como a mí mismo, los autores que llevaron allí la ¡udad -stuvo por su culpa sujeta blamiento de la temporal "maledi-
no para desentenderme de las leyes ledicencia al género cómico > i interdicto, de modo que en ella zione" en la persona del que se en-
que el cristianismo nos impone, tal ellos mismos frailes, preben^ podían celebrarse misas ni en- trega al mal. Quien ofende a Dios
como se suele juzgar y decir, sino etc. Poggio, autor de las Fai os religiosos. y a los santos paga en vida las
para ver colocados en el lugar que era religioso; Francesco B e m i ii Frente a tales ambigüedades se consecuencias. Sólo así era posible
les corresponde a questa caterva di frutaba de una canonjía; >i !• istaca, por último, con especialí- atraer a la penitencia y la contric-
scüllerati, de modo que, o vivieran Folengo era benedictino;®^ M bno fulgor, la actitud de ta nación ción a tanto ser descarriado por la
sin vicios, o vivieran sin autoridad". Bandello, que ridiculiza a su p- hte sus grandes predicadores. Tam- pasión, los juramentos de venganza
pia Orden, dominico y tiepa. T n el resto del Occidente se dcja- y los crímenes, y éste era el fin más
El propio Guicciardini opina arrebatar de vez en cuando, por
un general de la misma C > importante que se perseguía. ,^
que por lo que atañe a lo sobrena- verbo encendido de santos mon-
¿Les impulsaba un excesivo
tural vivimos a oscuras, pues cuan- I, pero no podía compararse con
miento de seguridad o la neci man y otro eslavo. También había, en
to sobre ello nos cuentan filósofos periódicas cotunociones de las
de desentenderse del descrédiii su tiempo, necesitado intérpretes en Re-
y teólogos son sólo necedades, que intas ciudades y regiones italia-
la clase o la actitud egoísta dri -i-

Í
en todas las religiones hay milagros Tiania San Bernardo.
dice: "pero a pesar de tod,> << • Aun en la misma Alemania el (!i> Capistrano, por ejemplo, se limi-
mantienen?" Probablemente li > ^ que consiguió efectos pareci- taba a bendecir en el nombre de la
^'^ Con razón era Pío I I partidario un poco de todo. E n Folcii:' íera abrúcense de nación: Gio- Trinidad y de su patrono San Bernar-
de la supresión dei celibato, "Sacer- observa, ciertamente, de mot' ni Capistrano.*'^ Las almas do- dino a los millares de enfermos que
dotibus magna rationc subíalas nuptias le llevaban lo que bastaba para que se
tensible, la influencia del ' i; produjera alguna que otra curación real,
maiori restituendas videri", era una de
sus sentencias favoritas. Platina, Viíae nismo.*^^ ^ el nombre de Límerco Pittocco, como en tales casos, suele ocurrir. El
Ponliff., pág. 311. 1, estr; C. V I L 57; III estr. 3. cronista de Brescia dice que "hacía her-
^ Ricordi, nota 28, en las Opere « 1 Un inconstante benedictii Diario Ferrarese, en Muratori, mosos milagros" pero que se "contaba
inediíe, vol. 1. tamente. ^ col. 362. mucho más de lo que era realmente
*^ Ricordi, I, 123, 125. 62 Véase el Orlandino, q u e Llevaba consigo un intérprete ale- cierto".
260 )ACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO T-N ITALIA 261

Así predicaron en el siglo xv Ber- enviarlos allí donde se solicitaba n •adores y contra las modas indignas, tos, llevados de su ardor, pasaban
nardino de Siena, Alberto de Sar- presencia, lo que sucedía en los ion la apertura de las cárceles, es fácilmente de la medida, y al refe-
zana, Giovanni Capistrano, Jacopo sos graves, discordias de cara v I c r ^ :cir, la libertad de presos por deu- rirse a determinadas clases sociales,
della Marca, Roberto da Lecce (pág. público o privado en las ciuti ni' das, si son pobres, y la quema de a determinados gremios y jerarquías
227) y otros, y así predicara, final- o por un aumento pavoroso o > objetos de lujo e instrumentos de di- de funcionarios, eran causa de que
mente, Giorlamo Savonarola. N o ha- inseguridad y la inmoralidad. versión, tanto peligrosos como ino- el auditorio excitado cometiese actos
bía prevención ni prejuicio como los si había crecido y se había exicii centes: dados, barajas, juegos de to- de violencia contra los aludidos.'^*
que existían contra los frailes men- dido la fama de un predicador, h lla clase, caretas, laúdes, libros de Un sermón de Bernardino de Sie-
dicantes, mas ellos lograron vencer- reclamaban todas las ciudades, aun canciones, fórmulas mágicas,'''^ mo- na, pronunciado en Roma (1424),
le. En vano el soberbio humanismo sin motivo especial. Iba adonde !• ños postizos, etc. Todo esto se co- después de la consabida quema de
los criticaba y hacía mofa de ellos.*"' mandaban sus superiores. Un aspci locaba sobre un "tálamo" graclosa- galas y objetos de superstición, tu-
Cuando la voz de los predicadores to especial de esta actividad es 1^ j mente agrupado, sin duda, encima vo aún otra consecuencia: "Después
clamaba sobre la muchedumbre na- predicación de la cruzada contra Uv-. í; una figura de Satanás o cosa por el —se nos dice '^'^— fue también que-
die se acordaba de aquéllos. N o tra- turcos; ^® pero a nosotros tócaiif I estilo, y se le prendía fuego (véase mada la bruja Finicella, que había
taban de nada nuevo, y un pueblo considerar, ante todo, los sermom- " pág. ? 0 4 ) . matado a muchos niños por medios
burlón como el florentino sabía ya en que se exhortaba a la peniícn Luego, llegaba el turno a las con- diabólicos y había embrujado a mu-
en el siglo xiv, maltratar al predi- cia. ciencias empedernidas; quien hace chas personas, y Roma entera fue a
cador ridículo cuando aparecía cn El orden de sucesión de los seniiu largo tiempo que no se ha confesa- presenciarlo."
el púlpito.f'^ Y sin embargo, cuando nes, cuando se observaba un méloilu , do se confiesa, los bienes que se re- Pero el fin principal de los ser-
asomó allí Savonarola, los arrebató parece haberse ceñido sencillamcni< ] tienen indebidamente se restituyen, y mones, como ya hemos indicado, era
de modo tan violento que toda su al de los pecados capitales. las palabras de ignominia, preñadas la reconciliación en las discordias y
querida cultura y todo su arte se cuanto más urgente es el trance, e<M. de maldición, se retiran. Oradores la renuncia a las venganzas. A. este
derritieron en la hoguera que había mayor premura se encara el prc<li como Bernardino de Siena "^^ se de- punto solía llegar el final de la mi-
encendido el monje. N i las más osa- cador con el tema principal. In Icnían, con diligencia y exactitud cn sión, cuando el fervor penitente y
das profanaciones por parte de frai- sermones se inician, acaso, en uiia 'as relaciones humanas de cada día contrito ya había invadido toda la
les hipócritas, que con ayuda de de aquellas imponentes iglesias <U su ley consuetudinaria. Pocos teó- ciudad,'''^ cuando ya el aire se es-
cómplices (véase pág. 255) sabían las Órdenes o en la catedral misma, igos de nuestro tiempo serían ca- tremecía con los gritos del pueblo:
desencadenar a voluntad las mayo- pero pronto la Piazza Mayor es ]>!• tees de pronunciar un sermón ma- "¡Misericordia!, ¡misericordia!" Era
res emociones entre el auditorio quena ya para contener la aflueneiii :al sobre "contratos, restituciones, entonces cuando se llegaba a los so-
consiguieron perjudicar el crédito de gentes que acuden de los lugarcfi tas del Estado (monte), y sobre lemnes convenios y abrazos de paz,
de esos otros predicadores. La gen- más apartados, hasta el punto que I dote y el equipo de las hijas de hasta en los casos en que el homi-
te se siguió riendo de los sermones el ir y venir de la gente ponía en ilia" como el que pronunció este cidio alternado abría una sima entre
de frailes desvergonzados con sus peligro la vida incluso del predica ito en una ocasión en la catedral las partes en pugna. Con tan santo
milagros de pacotilla y sus falsas dor.™ Por lo regular el sermón leí Florencia, Predicadores poco cau- motivo se conseguía el regreso a la
reliquias y siguió venerando a mina con una procesión grandiosa, ciudad de los desterrados. Parece
los grandes predicadores y misione- los altos funcionarios de la ciudail Infessura (En Eccard, Scriptores, que estas "pací" eran, en general,
ros. Éstos fueron una verdadera es- colocan en medio al orador, prole col. 1874), dice "canti. brevi, sorti". respetadas hasta cuando aquella ten-
pecialidad italiana del siglo xv. giéndole, pero ni aun así está se primero aludiría a los libros de
guro, ni es posible impedir que l.i lanciones de los cuales sabemos que Ailegreto, 1. c. eol. 823. Un pre-
Su Orden —por lo regular la de Savonarola por lo menos hizo una bue-
San Francisco, y en particular la gente le bese las manos y los pií' dicador agita a las masas contra los
¿jia quema. Por lo que a las otras pala- jueces (si en vez de "giudici" no debe-
llamada de la Observancia— solía y le arranque jirones del hábito.' tras se refiere, ha de tenerse en cuenta
Los primeros resultados que se et>ii mos realmente leer "giudei", judíos que
le Graziani (Cron. di Perugta, en Ar- al punto habrían sido quemadera en sus
98 En Poggio, por ejemplo. De ava- siguen —y los más fáciles— despinít» fv. Stor., X V , I, pág. 314) en oca- casas,
ritia, en Opera, fol. 2. Encuentra que de predicar contra usureros y acapit 'n semejante dice "brevi e incanti",
' 5 Infessura, I , c. Debe haber un
su trabajo era fácil, pues repetían en que sin duda, por lo demás, debe
ludir a algún objeto de superstición, error en la fecha de la muerte de la
todas las ciudades lo mismo y iras cada bruja. Vasari ( I I I , 148) nos cuenta có-
campaña dejaban al pueblo más idioti- Con lo cual adquiría la cosii ii gún juego de cartas para predccu el
mo el mismo santo hizo talar un soto
lizado de lo que le había encontrado, peculiarísirao matiz. Ver Malipicn jíuturo o la suerte o cosa parecida. Dí-
de non sancfa fama en las cercanías de
Ann. Venet, en Archtv. Síor.,-Vil. JíUndida ya la imprenta, había que Ue-
Arezzo (Vita di Parri Spinelli). En oca-
Franco Sacchetd, Novella 72. El página 18; Chron. Veneíum, Muraloi también a la hoguera todos los
siones el primer furor expiatorio parece
misionero de escasa elocuencia era uno XXI, col. 898. iplares de Marcial, por ejemplo
haberse desahogado y agotado, hasta
de los personajes más corrientes entre Sloria bresciana, Muratori, XXI ídello, I I I , Novella 10.
•3 Ver su curiosa biografía cn Vesp. cierto punto, en locales, símbolos e
los novelistas. col. 865. " . instrumentos.
« 8 Véase la conocida parodia en el "^1 Allegretto, Diari sanesi, IVrarirtí 244 y sigs. y en Eneas Silvio, De
ri, XXTTI, col. 819. ¿ ill, 24. "Pareva che Paria si fendesse"
Decamerone, V I , Novella 10. se dice en alguna parte.
262 [ACOB BURCKHARDT
LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 263

sión sc había aplacado ya un tanto de bendición, que sc resume en lacerdotcs y que, no obstante, habían
tas palabras: "La pace sia con ICÍ Un sermón con el propósito claro
en las almas. En estos casos la me^ enunciado al mundo: nos referimos de derribar una dinastía de tiranos,
moría del monje era bendecida por Grandes muchedumbres acompaña- i los cenobitas, muy numerosos en
ban luego al predicador hasta l a » como el pronunciado por Fra Jaco-
generaciones. Pero hubo bárbaras y talia, que hacían su aparición a ve- po Bussolaro en Pavía, en cl siglo
terribles crisis, como la de las fami- ciudades vecinas y volvían a esiu- es sin que nadie los llamara y arre-
ehar el ciclo entero de su predica- XIV,**-'' es un caso que no vuelve ya
lias della Valla y Croce en Roma bataban al auditorio. En Milán se a repetirse, pero sí la crítica valien-
(1482), ante la cual incluso el gran ción. dio uno de estos casos después de la
Dado el enorme poder de esitm te, hasta contra el papa mismo en
Roberto da Lecce alzó estérilmente segunda invasión francesa (1516), su propia capilla (pág. 129, nota
su voz.''^ Poco antes de Samana San- santos varones, para el clero y lo» en una época, ciertamente, en que
gobiernos era deseable, por lo niC' 127), y cl consejo político ingenuo
ta había predicado a una innumera- imperaba el mayor desorden. Un ce- en presencia de los príncipes, que
ble multitud en la Plaza, ante la Mi- nos, no atraerse su enemistad, L no nobita toscíTio, tal vez del partido éstos creían no necesitar.*** En la
nerva, y el Jueves Santo mismo se de los medios de conseguirlo era oí
criterio, mantenido en la prácticii,
de Savonarola, se adueño del pulpi- Plaza del Castillo, en Milán, un pre-
dio la terrible batalla callejera delan- to de la catedral por espacio de me- dicador de la Incoronata (un agus-
te del Palazzo della Valle, junto al de que en estas misiones figurasen ses, polemizó violentamente contra
sólo frailes'^" o sacerdotes que hu- tino, pues), se atrevió a apostrofar
Ghetto. A la mañana siguiente el pa-
biesen recibido las órdenes mcnorcii
la jerarquía, añadió al templo un a Lodovico el Moro, desde el pulpi-
pa Sixto mandó arrasarlo, oficiando candelabro y un altar nuevos, hizo to, diciéndole: "¡Señor, no muestres
después en las ceremonias habituales cuando menos, de modo que los iiiíf] lilagros, y no abandonó el campo
lilutos o las corporaciones coi le.'i- el camino a los franceses, pues ten-
propias de este día. El Viernes Santo ino después de vivas luchas.^'- En drás que arrepentirte! ".*•*' Había frai-
volvió a predicar Roberto, llevando pondientes se hicieran, hasta eicriü aquellos decenios, decisivos para el
punto, responsables de su conduetii, les profetas que no hacían política
un crucifijo en la mano; pero tanto destino de Italia, por doquier sur- de manera directa, pero que pinta-
él como sus oyentes no pudieron ha- Pero tampoco era posible aquí un» f i a el vaticinio, sín que sea posible
delimitación estricta, pues hacía y « ban cl porvenir con tonos tan som-
cer otra cosa que llorar. Imfinar su aparición en una deter- bríos que confundían y aturdían a
mucho tiempo que tanto el templo minada categoría de individuos. Sa-
Caracteres violentos, en íntima dis- sus oyentes. Un grupo de estos pre-
como el píílpito se utilizaban para lmos, por ejemplo, con qué perti-
cordia consigo mismos, bajo la im- dicadores recorrió el país, que se ha-
presión de estos sermones, tomaban
fines públicos de toda clase —actuí
jurídicos, proclamaciones, leecioiici,
nacia se dedicaron los cenobitas a bía dividido en zonas, poco después
a menudo la decisión de entrar en profecía antes de la devastación de la elección de León X (1513).
etc.— y como predicadores hacían il Roma (ver pág. 68 y sigs.). Es-
un convento. Ladrones y criminales Eran doce franciscanos de convento.
uso de la palabra hasta scglarr v gentes, a veces cuando carecían
de toda clase se contaban entre ellos El que predicó en Florencia,*'*' Fra
humanistas (pág. 129 y sigs.). lia elocuencia, enviaban mensajeros
y también soldados cesantes."^** In- Francesco di Montepulciano, mantu-
bía además una clase híbrida úe \\\ n símbolos, como aquel asceta de
fluía en ello, sin ninguna duda, la vo al pueblo en un terror creciente,
dividuos que no eran ni frailes ^ Bena que envió ( e n 1496) a un "er-
admiración hacia el santo monje, porque sus palabras, a medida que
que impelía a imitarle aunque sólo •litaño", es decir, a un discípulo, a llegaban a oídos de los más alejados
fuera en lo exterior. El sermón fi- Q u e hubo rozamientos entre li p atemorizada ciudad, con una ca- de él, en vez de atenuarse, se am-
nal solía tener un puro contenido celebres predicadores observantes y li yera en una estaca, de la cual col-
envidiosos dominicos, lo demuesini iba un papel con una amenazadora
disputa sobre la sangre de Cristo cr « ' Matteo Villano, V I I I , cap. 2 y
" Jac. Volaterranus. M u r a t o r i , láxima bíblica.^^ sigs. Predicó primero contra la tiranía
X X l l I , col. 167. No se dice explícita- cificado, derramada en la tierra (1461
Sobre Fra Jacopo della Marca, que d Pero muchas veces los monjes tam- en general; como los tiranos de la ciu-
mente que sc ocupara en esta contien- dad pretendieron asesinarle, cambió él
da, pero es indudable que ocurrió así. ningún modo quería ceder ante los i|( loco respetaban a los príncipes, a
miníeos, se expresaba Pío I I en KU pr( "is autoridades, al clero; ni siquiera mismo en su sermón la constitución y
También en una ocasión (1445) Jaco- las autoridades y obligó a huir a los
bo della Marca apenas había abando- lijo comentario {Comment. lib. XI. Wi sus propios hermanos de religión.
gina 5 1 1 ) con una deliciosa Íi'i)nl|| Beccaria (1357).
nado Perusa, después de inmenso éxito,
hubo un homicidio por venganza en la "Paupericm pati et famem et sitiiii En los tiempos de crisis, la Casa
corporis cruciatum et mortem pro Clir^ explotaban a los rústicos con su que ocupaba el poder recurría también
familia Ranieri, Véase Graziani, /. c. ia scmirreligiosa y llevaban caba- a los frailes para que éstos avivaran
págs. 565 y sigs. Diremos, de paso, que ti nomine nonnulli possunt; jaclur
nominis vel miniam ferré rccusaiit. t amacstrados que se arrodillaban en el pueblo los sentimientos de fide-
las visitas de esta clase de predicado- indo se nombraba a San Antonio. lidad. Sañudo (Muratori, XXII coL'
res a Perusa se suceden con sorpren- quam sua deficiente fama Dei (1IUK(1|
gloria pereat". i ^pretexto era postular para los hos- 1218) cita un caso de éstos, refirién-
dente frecuencia; véanse págs. 597, 626, ^ ^ H e s , Masuccio, Novella 18, Bandel- dose a Ferrara.
631, 637 y 647. Su fama oscilaba ya entre los 4 ^ ^ ^ p l l . Novele 17. Fircnzuola, en su
Iremos. No se les debe confundir ti| Prato, en Archiv. Stor. I I I , pág.
Después de un sermón. Capistra- ^ ^ B k > d'oro, les hace ocupar el lugar 251. Sobre posteriores predicadores fa-
no impuso el hábito a cincuenta solda- los monjes eremitas. En general no fl ^ ^ T o s sacerdotes mendicantes de Apu- náticos antifranceses después de la ex-
dos. Síor. brcsciana l. c ; Graziani. 1. taban los campos claramente .deslin pulsión de los franceses mismos, í6i.,
e., 565 y sigs. Eneas Silvio {De viris dos. Los spoletinos ambulantes en tn P*i Prato, en Archiv. Stor. I I I , pág. págs. 443, 449, 485, ad. a. 1523, 1526,
iiustr., 25), escuchando a San Bernar- de milagreros invocaban siempre j ( H • 7 : Burigozzo. Ibid., pág. 431. 1529.
dino en su juventud, estuvo a punto Antonio y, a causa de sus culebni^^ • B'-í AUegreto, en Muratori, X X I I I ,
apóstol San Pablo. Ya desde cl « « Jac. Pitti. Storia flor., lib. H , pág.
de ingresar en su Orden. y sigs. 112.
264 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 265

El haberse cumplido parcialmente mejantes nos parecen descomedidas,


plificaban y cobraban un sentido te- de Savonarola alentaba aquel elcvn
profecías fue un hecho que pro- bien duramente las expió este gran
rrible. Después de uno de estos ser- do poder personal que no volvcn-
ró a Savonarola un prestigio so- espíritu. En sus días postreros pa-
mones murió repentinamente "de un mos a encontrar hasta Lutero. l'am
irehumano, llegando a constituir el rece haber reconocido Savonarola la
dolor al pecho"; una gran muche- él mismo su palabra tenía algo
nto en cuya virtud la poderosa vanidad de sus visiones y sus profe-
dumbre acudió para besar los pies iluminación y no era modesto en
antasía italiana se impuso hasta so- cías, sin que por esto sufriera me-
al cadáver, por lo cual se le enterró apreciación de la misma conliailu
bre el ánimo más dueño de sí y más noscabo su paz interior, que aun le
secretamente durante la noche. Pero al predicador: más alto que él sóli>
caritativo. A l principio los francisca- prestó fuerza y ánimo para dar con
el espíritu profetice que se apoderó estaba el último ángel en la jcrai
nos de la Observancia, amparándose santa unción los pasos que le lleva-
hasta de las mujeres y de los al- quía de los espíritus.
en la aureola de gloria que les ha- ron a la hoguera. Pero sus partida-
deanos, había tomado tal vuelo, que Esta personalidad, todo fuego \
bía legado San Bernardino de Siena, rios, además de conservar su doc-
sólo con gran esfuerzo pudo ser do- llamas, logró, por lo pronto, un m t
creyeron que podrían competir con trina, se aferraron a sus profecías
minado. "Para levantar, hasta cierto lagro de peculiar y magna índnl.
el gran dominico. Facilitaron el ac- durante tres decenios todavía.
punto, el espíritu de las gentes, or- su propio convento de San M a i i n : ,
ganizaron los Medici, Giuliano (her- de la Orden dominicana, y huj'ii
ceso de uno de los suyos al pulpi- Se ocupó principalmente de la re-
to de la catedral y superaron en organización del Estado, pues de no
mano de León) y Lorenzo, el día de todos los conventos toscanos de li
tono siniestro, los vaticinios del pro- haberlo hecho se hubieran apodera-
San Juan de 1514, aquellas magní- Orden de Santo Domingo, estaltan
pio Savonarola, hasta que Pietro de do de éste las fuerzas hostiles a Sa-
ficas fiestas, aquellas partidas de ca- influidos de tal modo por sus idc;r
Medici, que todavía mandaba en- vonarola. N o es equitativo juzgarle
za, aquellas procesiones y desfiles, que emprendieron una gran refüriim
.íonces en Florencia, les impuso, de por la constitución semidemocrática
aquellos torneos a los cuales acu- voluntaria. Cuando pensamos lo tpi.
Riomento, a ambos, silencio. Poco (pág. 47 nota 153), de principios
dieron algunos grandes señores de eran los conventos de entonces y
después, cuando Carlos V I I I llegó de 1495. Tampoco esta constitución
Roma, incluso seis cardenales, aun- dificilísimo que resultaba imponi-i K
a Italia y fueron expulsados los Me- es mejor ni peor que otras consti-
que éstos, ciertamente, disfrazados." más pequeña reforma a los fraiK
dici, según había vaticinado con bien tuciones florentinas.^^
Pero el más grande de los misio- crece el asombro que nos prodin claras palabras Savonarola, la gente Para tal tarea era el espíritu me-
neros y de los profetas, Fra Girola- un cambio de rumbo tan decisivi' 'lio en él tuvo fe. nos adecuado que cabe imaginar.
no Savonarola, de Ferrara,^ había En marcha ya el nuevo moviniiin Y aquí hemos de confesar que si Su verdadero ideal era una teocracia
sido quemado vivo en Florencia en to, lo afianzó con el ingreso en lu bre sus presentimientos y visiones en la cual todos se inclinaran, con
1498. Hemos de reducirnos aquí a Orden de gran número de gciUi* o ejercía la menor crítica, sí la espiritual y bienaventurada humil-
algunas someras indicaciones sobre de idéntico sentir. Vastagos do lim jercía, en cambio, y bastante rigu-
casas más ilustres ingresaron en Sun dad ante el Altísimo, y en la que
la personalidad de este monje. Usa, con los presentimientos y va- de antemano hubiesen quedado su-
El instmmento formidable con Marcos como novicios. ticinios de los demás. En la ora- primidos todos los conflictos deri-
que dominó a Florencia y la trans- Tal reforma de la Orden en un ción fúnebre de Pico della Mirándola vados de las pasiones. El sentimien-
formó (1494-98) fue su oratoria. L o región determinada fue el prini. i se mostró excesivamente implacable to que le anima se condensa en
que de ella ha llegado a nosotros, paso para una iglesia nacional, i n el amigo muerto. Porque Pico, aquella inscripción del Palacio de
sermones tomados al oído, en defi- la cual se habría llegado indefci.ti fisoyendo una voz interior que ve- la Señoría, de cuyo contenido hizo
cientes copias, apenas nos da, evi- blemente si hubiera podido miinic ía del cielo no quiso ingresar en su lema ya a fines de 1495 y que
dentemente, una idea remota de lo nerse este espíritu durante mavm la Orden, pidió Savonarola a I>ios sus partidarios renovaron en 1527:
que en la realidad debieron de ha- lapso de tiempo. Savonarola qucn.i que en cierto modo le castigara. Pe- "}esus Christiwi Rex populi floren-
ber sido aquellos sermones. N o por- ciertamente, una reforma de la \y}' ro, en verdad, no había deseado su tini S. P. O. decreto creatus". A la
que sus recursos externos hayan sido sia entera, y ya en las postrimcni' muerte. A fuerza de limosnas y ora- vida terrenal, con todas sus condicio-
extraordinarios, pues la voz, la vo- de su actuación hizo admonicit)iii ciones se había conseguido, según él, nes que plantea y exige, se sentía tan
calización, la composición retórica, apremiantes a todas las Potesiadi ;que su alma llegase al Purgatorio. poco vinculado como cualquier mon-
etc., antes bien constituían su lado para que convocaran un Concllu' Refiriéndose a una visión consola- je auténtico y severo. Opinaba que
débil; quien quería oír a un esti- Ahora bien, mientras su Orden . dora que en su lecho de enfermo
lista, a un orador artista, iba a es- su partido eran ya en Toscana > i había tenido Pico, según la cual se Acaso hubiera sido Savonarola el
cuchar a su rival Fra Mariano de último órgano posible de su cspin le apareció Madonna prometiéndole único capaz de devolver la libertad a
Ghinazzano... Pero en la oratoria tu, algo así como la sal de la licri. que no moriría, confiesa Savonaro- las ciudades tributarias, salvando no
las regiones vecinas persisfían en > la que por mucho tiempo la había obstante, de algún modo, la conexión
87 Perrens, Jerome Savonorole, dos estilo antiguo y el viejo sistema. I' considerado como un diabóhco en- y la unidad del Estado toscano. Pero
vols.; entre las numerosas obras espe- co a poco fue formándose un ano, pero que le fue revelado al no pensó en semejante cosa.
ciales sobre el mismo, acaso la más tado de ánimo, hijo del renumr n que la Madonna había aludido En contraste curioso con los sic-
bien ordenada metódicamente y la más miento y la fantasía que i^ctcndl.i la segunda muerte: a la muerte ncscs, que en 1483 ofrecieron su mal
sobria; P. Villani, La Storia di Girol, convertir a Florencia en un p;iriii»ii avenida ciudad solemnemente a la Ma-
erna. Si estas cosas y otras se- donna. Allegretto, ap. Muratori, X X I I I ,
Savonaraola (dos vols,, Florencia, Le- de bienaventurados. i
monnier). col. 815.
266 lACOB BUKCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 267

cl hombre sólo debe ocuparse en lo diviva y la gigantesca dilalación J i l :embargo, la ficción de qua las nue- motivos ni talento para ello les fal-
que se refiere de modo inmediato a horizonte de la existencia y el pcii vas generaciones de la burguesía es- taban— fue impotente para empe-
la salvación de su alma. Sarniento humanos pudieran ser, se- taban poseídas de un espíritu reli- queñecer el recuerdo de Savonaro-
Esta actitud se delata claríslma- gún el caso y la circunstancia, d c c i gioso. la. Cuanto más triste se revelaba cl
mente cn sus puntos de vista sobre sivas y gloriosas pruebas del fuL'j.',(> destino de Italia, con más clara au-
Y así pudieron celebrarse cl últi-
la literatura antigua. En sus sermo- para la religión misma. Pretendín reola se sublimaba en la memoria
mo día de Carnaval del año 1497 y
nes dice que "lo tínico bueno de prohibir lo que n o puede ser su de los vivos la figura del gran mon-
"el mismo día del siguiente año los
Platón y Aristóteles es que han pro- primido. L o era todo menos liberal je y profeta. Sus vaticinios no se
grandes autos de fe cn la Plaza de
porcionado numerosos argumentos A los astrólogos impíos, por e j e m cumplieron en detalles, pero se cum-
la Señoría. Elevábase allí una pirá-
que pueden utilizarse contra los he- pío, les amenazaba c o n la hogueni plió de modo demasiado terrible la
mide escalonada semejante al "ro-
rejes. Por tanto aquéllos como otros en la que él mismo debía morir n i ; i s catástrofe general anunciada por él.
gus" en que se incineraban los cadá-
filósofos están en el infierno. La vie- tarde.'"*
veres de los emperadores romanos. Mas por grande que fuera el in-
ja más humilde sabe raás que Platón ¡Qué tremenda debía de ser c l Debajo de todo, junto a la base flujo del misionero y por claramen-
sobre la fe. Para la fe misma sería alma que moraba en aquel angosit» misma, se veían caretas, barbas pos- te que Savonarola reivindicara para
conveniente que se destruyeran mu- espíritu! ¡Qué fuego tuvo que hi-o tizas, trajes de máscara; encima, li- sus hermanos en religión como tales
chos libros que tienen una aparien- tar de ella para doblegar el cniíi bros de poetas latinos e italianos, en- la predicación salvadora,^i no iba a
cia de utilidad. Cuando no había siasmo de los florentinos por la c u l tre otros el Margante de Pulci, las lograr que éstos, como clase, se li-
tantos hbros, ni tantas ragioni na- tura ante las ideas de aquella mente' obras de Boccaccio, de Petrarca, pre- braran del desdén y el repudio ge-
iurali, ni tanta disputa, la fe se di- Cuanto el arte y las cosas del m u n ciosos pergaminos y manuscritos con neral. Italia reveló bien claramente
fundía mucho más fácilmente. Opina do estaban dispuestos a sacrificarle miniaturas; venían luego adornos y que sólo era capaz de entusiasmarse
que en las escuelas la lectura clási- lo demuestran las famosas higuera- útiles femeninos de tocador, perfu- por el individuo.
ca debería reducirse a Homero, Vir- junto a las cuales nada significaban mes, espejos, velos, rodetes; más Si prescindiendo de curas y frai-
gilio y Cicerón, completando lo que los "talami" de San Bernardino. arriba, laúdes, arpas, tableros de aje- les pretendemos verificar la fuerza
falla con San Jerónimo y San Agus- N o era posible poner en marelia idrez y barajas; por último, en las que aun conservaba la vieja fe, nos
tín; en cambio, deberían desterrarse aquel mundo sin una cierta interven idos capas superiores se veían cua- encontraremos con que se nos pre-
no sólo a Catulo y Ovidio, sino tam- ción tiránica de la política de Savo dros, especialmente pinturas que re- senta unas veces muy menguada, y
bién a Tíbulo y Terencio. En tales narola. Sus entremetimientos en la presentaban bellezas femeninas, unas muy robusta otras, según el lado por
manifestaciones se revela a veces venerada libertad de la vida privüda bajo los nombres clásicos de Lucre- donde la contemplemos y la luz que
una moral timorata; pero en un es- tabana no fueron leves. Exigía, ]>>i cia, Cleopatra, Faustina, otras retra- reciba. Que se tenían por indispensa-
crito especial reconoce, sin embar- ejemplo, que la servidumbre espiara tos directos de las bellas Bencina, bles los sacramentos y bendiciones,
go, lo pernicioso de la ciencia en al dueño de la casa a fin de i m p n Lena Morella, Bina y María dc'Len- lo hemos comprobado ya (págs. 57
conjunto. Opina que en realidad ner su reforma de las costumbres. I.o Ui. La primera vez ofreció un mcr- y 248); consideremos ahora la situa-
deberían estudiarla sólo unos pocos que más tarde en Ginebra el férren ^xader veneciano a la Señoría veinte ción de la fe y el culto en la vida
para que no se perdiera la tradición Calvino a duras penas consiguió b;i|i' ímil escudos de oro por la pirámide. cotidiana. L o fundamental en este
de los conocimientos humanos y so- un estado de sitio constante — n o - , 'Por toda respuesta le retrataron y punto eran la masa y sus costum-
bre todo para que hubiera siempre la referimos a la transfoimación d e hi añadieron su retrato a los demás. bres y la actitud de los poderosos
reserva de algunos atletas capaces vida pública y privada—, en Floren En el momento de prender fuego a por lo que a ambas cosas atañía.
de combatir y anular los sofismas cia, necesariamente, no podía pas:ii la pirámide aparecía la Señoría en Cuanto se refiere a la penitencia y
heréticos. Todos tos demás deberían de un intento y como tal irritar a Ius el balcón y el aire se llenó de cán- la salvación eterna por las buenas
limitarse a la gramática, las buenas adversarios e n la máxima medida ticos, sones de trompeta y tañidos obras se encontraba entre los rústi-
costumbres y la doctrina cristiana Uno de los motivos de irritación íne de campana. Se organizaba después cos y las clases inferiores en un es-
(sacrae literae). De este modo la en- justamente los grupos de adolescen un desfile por la Plaza de San Mar- tado de desarrollo o descomposición
señanza volvería, íntegra, a manos tes organizados por Savonarola paia cos, con asistencia de todo el parti- que permitía muy bien el parangón
de los frailes, y como, a su vez, que se introdujeran cn los hogares do que giraba en unos triples círcu- con las costumbres del Norte, sin
"los más sabios y santos" deberían y reclamaran violentamente materiiil los concéntricos; y en el interior, los que dejaran los hombres cultos de
mandar sobre Estados e Imperios, para la hoguera. En algunas casas frailes de aquel convento, alternan- mostrarse ocasionalmente contagia-
éstos serían, por lo tanto, goberna- se les recibió con enojo y , n o f a l i t i do con niños disfrazados de ángeles, dos e influidos por estos hábitos.
dos por frailes. Ni siquiera quere- quien los echara a golpes;'en ^ ' luego los religiosos y seglares jóve- Aquellos aspectos del catolicismo po-
mos plantearnos la cuestión de si d e ello les hizo proteger por adu, nes y, finalmente, los viejos, ciuda- pular en que éste se vincula a las
el autor llegó verdaderamente a ir aun con lo cual se mantenía, s m danos y sacerdotes, éstos coronados innovaciones paganas, a las dádivas
tan lejos en sus ideas. de olivo.
Más puerilmente no se puede ra- "** Dice de los "impii a s t f o l u - i Véase el pasaje del sermón 14 so-
zonar. N i siquiera se le ocurre al "Non é da disputa (con loro) alm Toda la burla de los adversarios, bre Ezequiel en Perreí, /. c. vol. I, 30
buen hombre que la Antigüedad re^ mente che col fucco". ^ al cabo vencedores —ciertamente ni nota.
268 JACOB BURCKHARDT L A C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 269

y expiaciones propias de los anti- lo estaban seguramente entonces te js propios forasteros que vivían en solemnemente en San Pedro de Ro^
guos dioses, prosiguieron viviendo davía en vigor, pero después se hm |enecia participaban en semejantes ma (1462). Ahora bien, de su pro-
con tenacidad en la conciencia del extinguido. Acaso sólo sea paradóji- ivociones."^ Si juzgamos a la sá- pio relato se desprende que lo hizo
pueblo. La octava Égloga de Bat- ca en apariencia la hipótesis de que cente Padua según su topógrafo Mi- por una especie de pudor, pues ya
tista Mantovano, citada ya en otra la fe popular italiana se halla firmo- lele Savonarola (pág. 82), en ella muchos príncipes se disputaban la
ocasión,^2 contiene, entre otras co- mente fundamentada donde desean»! zurriría lo propio que en Venecia. reliquia. Con tal motivo se le ocu-
sas, la oración de un rústico a la sa sobre la f e pagana. Ion un énfasis en que se mezcla el rrió convertir a Roma en refugio de
Madonna, en la cual se invoca co- Hasta qué punto el dominio do srror devoto, nos cuenta Michele los restos de los santos privados del
mo diosa tutelar especialísima de este género de fe se extendía a laa iue al amenazar grandes peligros se reposo en sus propias iglesias,^* Ba-
determinados intereses de la vida clases superiores es algo que podrfu Sia en el silencio de la noche sus- jo Sixto I V la población de Roma
del campo. ¡Hasta qué extremos era verificarse hasta cierto pimto en ma- pirar a los santos por toda la ciu- revelaba en estas cosas mayor celo
capaz de llegar la ayuda de deter- yor detalle. Influía en ello, como ya iad, que al cadáver de una monja que el papa mismo, a tal punto que
minadas Madonnas, según la opinión hemos observado al referirnos a In Santa Clara le crecían constante- el municipio lamentó amargamente
del pueblo! Imaginemos lo que pen- actitud ante el clero, la fuerza de snte las uñas y el cabello, que este (1483) que Sixto enviara a Luis XT,
saría aquella florentina que ofre- la costumbre y las impresiones juve- lerpo hacía ruidos en caso de des- moribundo, algunas de las reliquias
ció como ex voto a la Annunziata niles. Tampoco deben olvidarse la dicha inminente, y a veces levantaba lateranenses.'-Js En Bolonia se alzó
un barrilillo de cera porque su aman- afición a la pompa en las fiesUiN )s brazos, etc.^^ En la descripción por estos días una voz decidida pi-
te —monje, por cierto— había po- religiosas y las grandes epidemias la capilla antoniana en Santo, el diendo que se vendiera en buena
dido beberse poco a poco un barri- expiatorias a las que los mismos c. ¡lutor se pierde en puros balbuceos hora al Rey de España el cráneo
iito de vino en su casa sin que lo píritus sarcásticos y los propios im- fantasías. En Milán, el pueblo, por de santo Domingo y que con el di-
notara el marido. También regía en- postores difícilmente resistían. menos, sentía en gran manera cl nero se hiciera algo de utilidad .i*"^
tonces un patronato de determina- Pero es arriesgado pretender fácil- fanatismo de las reliquias cuando Los florentinos eran los menos afi-
dos santos para ciertas esferas de la mente resultados generales en estas 1517 los frailes de San Simpli- cionados a las reliquias. Entre su
vida, justamente como hoy sucede. cuestiones. La actitud de los espíri- |Íano, con motivo de ciertas obras decisión de honrar a San Zanobi con
Frecuentemente se ha intentado re- tus cultos por ejemplo, en lo concer- un altar, dejaron impensadamen- un nuevo sarcófago y el encargo de-
ferir cierto número de usos rituales, niente a las reliquias de los santos, al descubierto seis cadáveres, des- finitivo del trabajo hecho a Ghiberti
generalizados en la Iglesia Católica, debería darnos la clave que nos (jubrimiento que coincidió con gran- transcurren diecinueve años (1409-
a ceremonias de origen pagano; tam- permitiera, por lo menos, atisbar cii ies lluvias y tormentas en el país, la 28), y el encargo se hace al fin ca-
bién que gran número de costumbres algunos sectores de la conciencia re- :nte ^'^ se empeñó en ver la causa de si por azar: porque el artista había
locales y populares vinculadas a las ligiosa de aquellas gentes. Adverti- |a desgracia en el sacrilegio cometido terminado muy bellamente otro pe-
fiestas religiosas sean restos incons- mos, es cierto, diferencias de grado, 5r los frailes y los golpeaba, en ple- queño trabajo de este estilo.i*'^ Tal
cientes de los diversos paganismos pero no con la claridad deseable, ni ía calle, cuando topaba con ellos. En vez estaban ya un poco fatigados de
europeos, todo el mundo lo recono- mucho menos. Por de pronto el Go- )tros lugares de Italia, hasta entre reliquias desde que en 1352 una as-
ce. Desde luego, en Italia se trope- bierno de Venecia en el siglo xv papas mismos, presentan ya es- tuta abadesa de la región napohtana
zaba ocasionalmente con cosas que I?arece haber participado francamen- ís cosas mucho más dudosa fisono- los había engañado con un falso bra-
eran un resto consciente de las creen- te en la devoción a los restos de los lía, sin que podamos llegar tampo- zo —imitado en madera y yeso— de
cias paganas. Así por ejemplo, la ex- santos cuerpos que imperaba enton- aquí a una conclusión rotunda,
posición de alimentos para los muer- ces en todo el Occidente (pág. 441. ís conocida la general sensación que
tos cuatro días antes de la fiesta de produjo la compra, hecha por Pío 08 Pío I I , Comment., lib. V I I I , pág.
la Sede de San Pedro, es decir, en el [l, de la cabeza del apóstol san An- 352 y sigs.: "Verebatur Pontifex, ne in
mismo día de las viejas Feralia, el 18 contra los gibelinos, ocurrió esto bajo honore tanti apostoli diminuter agere
explícita acusación de "eresia" e "ido- irés, llevada primero de Grecia a videretur", etc.
de febrero.^* Otros ritos de este esti- latría". Ricanati, que se entregó volun- mía Maura y depositada después '^^ Jac. Volaterranus, en Muratori,
tariamente, fue no obstante, quemado X X n i , col. 187, El regalo llegó a tiem-
Con el título De Ruslicorum re- vivo "porque allí mismo se había ren- '^^ Sabellico, por ejemplo: De siiu po para que el rey Luis lo adorase. Y
ligione. dido culto a los ídolos". Giovaimi Vi- metae urbis. Da los nombres de los sin embargo, se murió. Las catacumbas
as Franco SaccheLti, Novella 109, llani, I X , 139 y 141. Bajo Pío 11 M laníos a la manera de algunos filóso- estaban entonces olvidadas; no obstan-
donde encontramos también otras co- habla de un obstinado adorador drl fos, sin "sanclus" o "divus", pero cnu- te, dice también Savonarola (í. c. col.
sas por el estilo. Sol, natural de Urbino. Eneas S Í I V Í D . i c r a multitud de reliquias y se precia 1.150) de Roma: "Velut ager Aceldama
Baptista Mantuano, De sacris die- Opera, pág. 289. Hist. ubique gestar., le haber besado algunas. Sanctorum habita est."
bus, lib. TI, exclamaba: cap. 12. Pero lo más curioso fue Ui De Laudibus Paiavii, en Murato- iw Bursellis Annal. Bonom., en Mu-
Isla superstUio, ducens a Mannibus oriitnt ocurrido bajo León X en el Foro ro- í, X X I V , cois. II49 a 1151. ratori, X X I I I , columna 905. Fue uno
Tartareis, sánela de rt^ligione faxessat mano, donde, según el rito pagano, fue de los dieciséis patricios Bartol. della
ChTisligeniirn! vivís epulas dale, sacra sepiiUis. sacrificado un toro con motivo de ttiüi Prato, en Archiv. Stor., IIT, pág.
E408. No se incluye entre los espíritus Volta. (Murió en 1485.)
Un siglo antes, al entrar en la Mar- pestilencia, véase Paulo Jovio, Hih
fjBvanzados; protesta, no obstante, con- Vasari, I I I , págs. l i í y sigs. no-
ca el ejército ejecutivo de |uan XXlI X X L 8. ; semejante nexo casual. ta. Vida de Ghiberti.
270 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA 271

Santa Reparada, patrona de la cate- guo "pinturas de san Lucas" hastl hasta nuestros días. Quizá pe- cierto grado de verosimilitud, la pro-
dral.i^ Acaso debamos pensar que los trabajos de los coníemporáncoi., ían aducirse los nombres de San- bable actitud de las clases cultas
era el sentido estético el que decidi- que no es raro que vieran en viiln zaro, Sabellieo i***' y otros poetas por lo que a fe popular se refiere,
damente volvía la espalda a los ca- milagros de sus Madonnas. La olmi tinos, pero su designio, esencial- pero sin llegar a un resultado de
dáveres despedazados, a los vestidos de arte no es aquí, ni mucho menú;., enle Eterario, los priva, en buena carácter general y definitivo. Exis-
y objetos enmohecidos. O quizá les tan inofensiva como cree Batüsui tarte, de fuerza probatoria. Las poe- ten contrastes de difícil interpreta-
había influido ya el sentido moder- Mantovano; según las circunsi.m ías del siglo xv y principios del ción. Así, por ejemplo, mientras se
no de la gloria, pues erigieron se- cias, puede adquirir un repeni iiui iglo xvi, compuestas en italiano, en construye, talla y pinta sin descan-
pulcros más espléndidos para Dante poder mágico. La popular apelen ue se nos revela una religiosidad so para las iglesias, de aquellos días
y Petrarca que para todos los após- cia de milagros, manifestada sobra ^ irecta y viva, podrían haber sido proceden las más amargas quejas
toles juntos. Y es posible también todo en las mujeres, parece habersf scritas, en la mayoría de los casos, —principios del siglo x v i — sobre
que en Italia —prescindiendo de Ve- satisfecho por este lado totalmend-, or protestantes; así, los correspon- la relajación del culto y el descui-
necia y del caso excepcional de Ro- decayendo por la misma causa l¡i ientes himnos, etcétera, de Loren- do de las iglesias mismas: "Templa
ma—• el culto de las reliquias fuera veneración de las reliquias. Haslii el Magnífico, los sonetos de Vit- ruunt, passim sordent altarla, cultus
ya desplazado en cierto modo,^**^ por qué punto la burla que los niive rla Coloima, de Miguel Ángel, etc. paulatim divinus abit!.. .".'^^ Sabi-
el culto de las Madonnas, con ma- listas hacían de las reliquias falsiih rescindiendo de la expresión lírica do es cómo se indignó Lutero ante
yor intensidad que en otros países supuso menoscabo para el culto di- !el teísmo, suele expresarse en ellos la conducta irrespetuosa de los sacer-
europeos, culto que encerraba tam- las que se consideraban auli'nli >on elocuencia el sentimiento del pe- dotes durante la misa. Junto a esto,
bién, seguramente, si bien velado, cas,^"^^ no intentaremos resolverlo ado, la conciencia de la redención las fiestas religiosas se organizaban,
un claro predominio del sentido for- La actitud de los espíritus C U I U I M r la muerte de Cristo, la nostalgia además, con un lujo y un gusto de
mal. en lo que se refiere a la devoción e un mundo mejor, y sólo excep- los que en el Norte no se tenía la
mariana se muestra algo más elaiii ¡onalmeníe se menciona la interce- menor idea. Habrá que suponer que
Se nos preguntará cómo fue posi- que en lo que atañe a la vencid ión de la Virgen.i*** Es el mismo este pueblo lleno de fatUasía descui-
ble cuando en el Norte casi todas las ción de las reliquias. Sorprende, pul "enómeno que se repite en la cultu- daba l o vulgar y cotidiano para en-
gigantescas catedrales están consa- lo pronto, que en la literatura sen ra clásica de los franceses, en la li- tregarse luego con pasión a lo sin-
gradas a Nuestra Señora y todo un Dante con su Paraíso el último pue ^teratura bajo Luis X I V . Sólo la Con- gular y extraordinario.
rico sector de la poesía, tanto en ta raariano importante de Italia, arreforma restituyó en Italia a la
latín como en las lenguas vernácu- mientras en el pueblo las canciom- esía culta la devoción mariana. Es La fantasía explica también aque-
las, exalta a la Virgen. El hecho es a la Madonna siguieron renovándn verdad que, entre tanto, las artes llas epidemias expiatorias a que aquí
que frente a esta devoción nórdica aplásticas habían trabajado febrilmen- debemos referirnos todavía. N o son
encontramos en Italia mucho mayor te para exaltar a la Madonna. Final- exactamente las que suscitaban la
niíraero de imágenes marianas mi- mente, no era raro que el culto de predicación de los grandes misione-
lagrosas con constante intervención 1** El curioso testimonio de su o l i n i los santos se tiñera de matices esen- ros; aquéllas eran causadas por ca-
en las vicisitudes de la vida cotidia- última. De sacrís diebus {lib. I) se l e cialmente paganos (pág. 31 y sigs.) lamidades de carácter general o por
na. Cada ciudad importante posee ficrc, sin duda, al arte profano y r d i los espíritus cultos. el temor a que sobrevinieran.
toda una serie de estas imágenes, gioso al mismo tiempo. Dice que e t m i Podríamos seguir considerando di- En la Edad Medía tempestades
desde las consideradas desde anti- los hebreos se consideraba maldita, e i m versos aspectos del catolicismo ita- como éstas se desencadenaban de
razón, la reproducción de toda i m a p e n , liano de la época, e infiriendo, con
porque hubiese podido conducir ¡i lu vez en cuando sobre Europa ente-
idolatría y al culto del demonio, --iiii ra, provocando ingentes movimien-
10^^ Matteo Villani, I I I , 15 y 16.
103 Había que distinguir también en-
por todas partes acechaba: Y aun Pío I I , tal vez, cuya ele- tos de masas, como las Cruzadas
tre el culto —en auge en Italia— de
Nunc autetn, postquam penitus natura Satni jía a la Santísima Virgen figura en sus y las peregi'inaciones de disciplinan-
los restos de los santos históricamente Cognita, et antiqua sine majestate relicta ¡-i ypera, pág. 964, y que desde su juven- tes. El primer fenómeno realmente
conocidos de una manera exacta, co-
Nulla ferunt nobis statuae óiscrintina, nuU"^ tud se creía bajo el patronato especial formidable de este último tipo que
Fer pictura doloí:¡ jam sunt innoxia signa. |tie Nuestra Señora, jac. Card. Papienz., se observa en Italia se produjo tras
rrespondientes a los siglos últimos, y Suni modo virtutum testes innni-mentaqu<' l.¡<i 7e morle Pii, pág. 656. la caída de Ezzelino y su dinastía,
el nórdico rebuscar y despedazar los u¡
cuerpos y los fragmentos de hábitos, 1'^" Es decir de la época en que Six- y en la misma región de Pemsa
Mármara, írt adema decora inmorlalia Uioin. tia IV ponía todo su celo en el asunto
etc., de los santos primitivos. De este
tipo, y destinados principalmente a los í"''* Así Battista Mantovano,fpor e j e m rúe la Inmaculada. Exíravag. commun,
peregrinos, eran las grandes existencias pío {De sacris diebus, lib. V)', se q i n j n |lib. I I I , tit. XII. Estableció también las i"^-» Batista Mantovano, De sacris die-
de reliquias lateranenses. Pero sobre los de ciertos "nebulones" que no q u i e i - . n fiestas de la Presentación de la Vir- bus, lib. V , y en el discurso del joven
sarcófagos de Santo Domingo y San An- creer en la autenticidad de la santa siiil gen, de Santa Ana y San lose. Véase Pico destinado al Concilio lateranense,
tonio de Padua, y sobre el misterioso gre de Mantua. También la crítica [rithemius Ann. Hirsaug. I I , pág. 519. Roscoe, Leo X. ed. Bossi, vol. V I H ,
J**** Elocuentísimos ejemplos, los es- pág. 115.
sepulcro de San Francisco, se levanta discutió ya el legado de C o q | t a n ¡ i i u .
ya un halo de gloria histórica ¡unto a debió de ser desfavorable para el e n l u í icasüs y fríos sonetos marianos de Vit- i i « Monachus Paduani, Chron, lib.
la aureola de la santidad misma. tori a. III, al principio. De esta afluencia de
de las reliquias, aunque de modo^táciW
272 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 273

que como hemos visto, fue uno de píos posibles. Pero lo que en vcnlail fticinado desde el pulpito el hambre dos habían pagado por no verse con
los centros principales de la pre- suspende el ánimo es lo ocurridí i n y la guerra más espantosas que ha- Zampante, es de suponer que serían
dicación misionera {pág. 262, nota Milán en 1529, cuando las tres \\i bía conocido el mundo, pero dijo pocos los que se acogieron al bando.
77). Vinieron después los flagelan- vorosas hermanas —la Guerra 1 1 también que quien se adelantara a Cuando, en 1500, tras la caída de
tes de 1310 y 1334 y más tarde Hambre, la Peste— y la ocupaumi purificarse con el ayuno se salvaría Lodovico el Moro se cargó de nue-
la gran peregrinación expiatoria, sin española asolaron la ciudad llc\an de la gran desgracia, según la Ma- vo la atmósfera con presentimientos
flagelación, del año 1399, de que do a la desesperación a sus int\li donna lo había revelado a un devo- sombríos, decretó Ercole, por sí y
nos habla Corio.^i^ N o es imposi- ees habitantes. Precisamente fue to matrimonio. Es evidente que, con ante sí,"^ una serie de nueve pro-
ble que, en parte los jubileos fueran pañola la voz que se hacía oír en esto, la Corte no podía evitar el cesiones en las cuales no debían fal-
organizados para regular y paliar aquellos instantes: la del monje I-r^iy ayuno; lo que hizo fue, por lo tan- tar los niños vestidos de blanco y
en lo posible el lúgubre y nómada Tomás Nieto. En las procesiones dr to, tomar cn sus manos la dirección llevando el pendón de Jesús; él mis-
instinto de aquellas masas excitadas penitentes descalzos —jóvenes y vic general del asunto. El 3 de abril mo formaba en el cortejo a caballo,
por el celo religioso. La nueva cele- jos— imaginó un nuevo modo dv (día de Pascua) apareció un edicto porque a pie hacía mala figura. Apa-
bridad de algunos santuarios de Ita- conducir cl Santísimo: lo hacía lie contra la blasfemia contra Dios y reció después un edicto muy pareci-
lia —Loreto por ejemplo— absor- var sobre un ataúd decorado, a honi la Santísima Virgen. Se prohibieron do al de 1495. Son conocidos los
bió, entre tanto, una parte de estas bros de cuatro sacerdotes vestidos di los juegos de azar, la sodomía, el numerosos trabajos de construcción
gregarias conmociones.^^^ estameña, imitando así el traslado concubinato, el alquiler de casas a de iglesias y conventos emprendida
del Arca de la AI¡anza,iio cuando rameras y a sus patronas, la aper- por este Gobierno; pero aun hay
Pero en los momentos de pavor
fue llevada en procesión por los is tura de tiendas y tenduchos en días más, pues que muy poco antes de
se avivan de nuevo, en uno y otro
raelitas en tomo a los muros de |e festivos, a excepción de las panade- verse obligado a desposar su hijo
lugar, et ansia medieval de la peni-
rico. De este modo recordaba al afli rías y verdulerías, etc; los judíos y Alfonso con Lucrecia Borgia (1502),
tencia y el pueblo estremecido —so-
gido pueblo de Milán el antiguo Dios "marranos", que habían llegado en Ercole consiguió incluso que le fuera
bre todo cuando los prodigios se su-
y su antigua alianza con los hoin gran número, fugitivos de España, enviada una santa en carne y hue-
maban a los acontecimientos— a
bres, y cuando la procesión se aeu deberían llevar nuevamente, cosida so; Suor Colomba.ii'-' Dn correo de
pura gritería y flagelación preten-
gía nuevamente al asilo de la inmen bre cl pecho, su O amarilla. Se gabinete acudió a Viterbo i ^ para
día atraerse la divina misericordia.
sa catedral y parecía hundirse casi lii ¡amenazaba con castigar las infrac- recoger a la santa con quince mon-
Así ocurrió en Bolonia"^ cuando
gigantesca fábrica entre los clamores iones no sólo con las penas fijadas jas más, y cl duque mismo las acom-
la peste de 1457 y en Siena cuan-
de misericordia, más de un alma de por la ley, sino "con otras mayores pañó, a su llegada a Ferrara, a un
do la turbulencia de 1496,*iis para
bía de creer, por ventura, que se mu aún que el duque tuviera a bien im- convento preparado al efecto. ¿So-
sólo citar dos entre los infinitos ejem-
verían los cielos en una interveneióii poner". El duque acudió varios días mos injustos atribuyendo toda esta
salvadora, actuando sobre las Icyev al sermón con la Corte en pleno y conducta suya a maniobra al fin y
penitcntes se dice: "Invasit primitus ai cabo política? Según la idea del
Perusinos, Romanos postmodum, dein- de la historia y de la naturaleza. el 10 de abril se obligó a asistir
de fere Italie populos universos". hasta a los judíos de Ferrara. Ocu- poder de los Este —como hemos de-
Pero hubo un gobierno en Itali;) mostrado ya (páginas 26 y sigs.)—,
Giovanni Villani, V I I I , 122: X I . rrió también que el 3 de mayo el
que en tiempos semejantes se p u s n semejante utilización de lo religioso
23. jefe de policía, Gregorio Zampante
a la cabeza de la tendencia general al servicio de lo político puede con-
112 Corio, fol. 281. (mencionado en la página 2 8 ) , hizo
y ordenó que la penitente disposi siderarse casi como algo que entra
118 Las peregrinaciones a puntos le- pregonar que cl que hubiera dado
janos son cada vez más raras. Las de ción del pueblo fuese apoyada con en las leyes de la lógica.
dinero a los alguaciles para no ser
los príncipes de la Casa de Este a Jeru- medidas de policía: el del duque
denunciado como blasfemo debía
salén, Santiago de Compostela y Vienne Ercole í de Ferrara.^i" Cuando Sa
presentarse a fin de que, además
están relatadas en cl Diario Ferrarese, vonarola dominaba en Florencia y cl l i s "Per buono rispetto a lui noto e
de restituirle su dinero, se le entre-
Muratori, XXIV, cois. 182, 187, 190 y contagio de sus penitencias y vatici- perché siempre é buono a star bene con
279, La de Rinaldo Albizzi a Tierra gara la indemnización correspondien-
nios llegaba incluso a prender alien Iddio" dice el analista.
Santa en Maquiavelo, Stor., fior., lib. te. Por coacción vergonzosa se ha-
de los Apeninos, en vastas zonas 11" Tal vez la mencionada en Pe-
V. También aquí la avidez de gloria bían sacado dos o tres ducados a
populares, se produjo en Ferrara (:i rusa.
es, a veces el imperativo determinante; individuos inocentes bajo amenaza El documento le llama "Messo
de la la Lcnoardo Frescobaldi, que principios de 1496) un furor de ayu
de denuncia y luego los alguaciles se de' cancellieri del Duca". Debía ser
quería peregrinar al Santo Sepulcro no voluntario; un lazarista había va
habían delatado unos a otros, con bien ostensible que era cosa de la Cor-
con un compañero (por el año Í400), lo que ellos mismos se pusieron en le y no una disposición de los supe-
dice el cronista Giovanni Calvacanti i ' « La llamaban también 'Tarca dti riores de la Orden correspondiente o
(II, pág. 478): "Stimarono di etcmarsi la cárcel. Pero como en realidad to-
testimonio" y se tenía conciencia de de otra autoridad cualquiera.
nella mente deglí uominí futuri". que la cosa se había preparado "con
Bursellis. Annal. Bon., en Mura- gran misterio".
tori. X X I I I . columna 890. 11'^ Diario Ferrarese, en Muratori¡
Allegretto, en Muratori, X X I I I , X X I V , col. 317, 322, 323, 326, 3ÍÍ6 v
col. 855 y sigs. 401.
274 JACOB B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 275

enunciado ha de limitarse aquí a los noblecido, además, por la poesía y


datos más esenciales. el arte. Constituye una sublime ne-
n i . L A R E L I G I Ó N Y EL E S P Í R I T U DEL R E N A C I M E N T O Que en general la religión se con- cesidad del espíritu moderno el no
vierte en cosa propia del sujeto, co- poder desprenderse ya de él, el sen-
los primeros europeos que se entii.' mo tal sujeto singular, y de su espe- tirse impulsado irresistiblemente al
Para llegar a conclusiones decisivas
garon sin reservas a la reflexión Í^O . cial críterio, fue algo inevitable frente estudio del ser humano y de las co-
sobre el sentimiento religioso en cl
bre la libertad y sobre la fatalidali 'a la doctrina de la Iglesia, degenera- sas y el ver en ello su destino sobre
hombre del Renacimiento hemos de
y necesidad de las cosas, y como lu da y tiránicamente impuesta, y fue, la Ticrra.^^i ¿Cuándo y por qué ca-
seguir otro camino. De su propia
hicieron en circunstancias políticas por otra parte, una prueba de que el minos volverá este estudio a condu-
actitud espiritual ha de desprenderse
de violencia o ilegitimidad que por iespíritu europeo alentaba aún. Ello cirle a Dios? ¿Cómo se reconciliará
y elucidarse su actitud frente a la
momentos daban la impresión de un |puede, en efecto, demostrarse de muy con los sentimientos religiosos del
religión existente en el país, no me-
triunfo permanente del m a l , su c o n ¡diversos modos. Mientras las sectas individuo? Son éstas cuestiones que
nos que ante la idea de lo divino.
ciencia de Dios se tornó v a c i l a n U ' ..místicas y ascéticas del Norte crea- no podrán resolverse de acuerdo con
Este tipo de hombre moderno, re-
y su concepción del mundo parcial ron en seguida una disciplina nueva prescripciones de carácter general.
presentante de la cultura de la Ita-
mente fatalista. Y cuando la p a s i ó n para el nuevo mundo de los senti- El espíritu de la Edad Media, que
lia de entonces, nació religioso como
de su ánimo resistióse a conformar^ mientos y las ideas, en Italia, cada renunció a lo empírico y a la libre
nació religioso cl occidental de la
con la incertidumbre, se aficionaron uno siguió su propio camino y fue- investigación —en líneas generales
Edad Media, pero su poderoso indi-
a un sucedáneo de la fe que toma ron millares los que, en la confu- por lo menos— no podrá interferir
vidualismo, en este aspecto como en
ron de las supersticiones orientaK:. sión de la vida, se perdieron en la en este gran problema con una de-
las demás cosas, le hace totalmente
y medievales. Tomáronse astrólogu-. indiferencia religiosa. Tanto más al- cisión dogmática cualquiera.
subjetivo, y toda la copia de estímu-
y magos. to ha de cotizarse el mérito de los Con el estudio del hombre y con
lo que sobre él ejerce el descubri-
,que llegaron a erigir una religión otras muchas cosas además, pueden
miento del mundo exterior y del Los espíritus poderosos, en fin, re |individual y se atuvieron a ella. El relacionarse la tolerancia y la indi-
mundo espiritual le prestan también presentantes verdaderos del RenüL-i iquc se hubiera desinteresado de la ferencia con que la gente se en-
a él un carácter predominantemente miento, revelan en el aspecto rcli rvieja Iglesia, tal como era entonces frentaba con el mahometismo, por
profano. En cambio, en el resto de gioso una cualidad frecuente en las y tal como pretendía imponerse, no ejemplo. Desde las Cruzadas se dis-
Europa la religión sigue siendo to- naturalezas juveniles: distinguían era culpa suya. Ahora bien, hubiera tinguían los italianos por su cono-
davía, durante mucho tiempo, algo con plena perspicacia entre b u e n n sido injusto pedir que cada individuo cimiento del alto nivel cultural de
objetivamente dado, y en la vida se y malo, pero no conocían el p e c a realizara por sí solo la gran labor los pueblos islámicos, sobre todo an-
observa un alternar inmediato de do. Tenían el brío necesario p a i i i espiritual que hubo de recaer sobre tes del desbordamiento mongólico, y
egoísmo y goce sensual por una par- restablecer toda perturbación de la los reformadores alemanes. Cuáles por la admiración que les inspiraba.
fe y devoción y penitencia por otra. armonía íntima en virtud de su LH eran las tendencias generales de esta Debe añadirse a ello los métodos se-
Estas últimas no tenían que sufrir pacidad y desconocían, por lo tanío religión individual de los mejores, raimahometanos de gobiemo de sus
ningtma otra competencia espiritual, el arrepentimiento. También la U L intentaremos desentrañarlo al final. propios príncipes, la tácita animo-
como sucedía en Italia, o la sufría, cesidad de redención perdía fuerzas
en todo caso, de una manera infi- sidad, hasta el desdén contra la
con ello, y al mismo liempo, a n i i El carácter mundano con que el
nitamente más atenuada. Iglesia —tal como la Iglesia era
la ambición y el esfuerzo intelectual Renacimiento parece destacarse en
entonces—, los continuados viajes a
Hay que tener, además, en cuenta de cada día, desaparecía totalmenif marcado contraste con la Edad Me-
Oriente, y el comercio con los puer-
que el frecuente contacto con bizan- la idea del más allá o adquiría unii dia procede, ante todo, de la cauda-
tos del Levante y del Sur del Me-
tinos y mahometanos había contri- fisonomía poética en sustitución d e losa afluencia de las nuevas concep-
diterráneo.i^ En el siglo xiii hay
buido al mantenimiento de una to- la dogmática. ' clones de la naturaleza y la huma-
ya pruebas reveladoras del recono-
lerancia neutral, ante la cual pasaba .nidad, de las nuevas ideas y ios
Si imaginamos aquí además c o m o cimiento por parte de los italianos
a segundo término, en cierto modo, •nuevos designios. Considerado en sí
intermediaria —y en parte como per- de un ideal mahometano de hidal-
el concepto etnográfico de una Cris- ¡mismo este carácter, no es más hos-
turbadora— a la fantasía, se nos da- guía, dignidad y orgullo, vinculado
tiandad occidental privilegiada. Añá- |til a la religión que lo que en nues-
rá una imagen espiritual de la époeii de preferencia en la persona de un
dase aún que al convertirse en ideal *tros días la representa: los llamados
que por lo menos estará más cerca sultán. Hemos de pensar precisamen-
de la vida la Antigüedad clásica intereses culturales. L o que ocurre
de la verdad que toda purji e incier te en los sultanes ayubitas y mame-
—con sus hombres y sus institucio- les que éstos nos dan la más ligera
nes— por constituir el magno re- la lamentación sobre el moderno p a ^ |idea de la múltiple y unánime exci-
cuerdo de Italia, la especulación y ganismo. Y una investigación más', tación de los espíritus suscitada en 121 Véase nuestra cita de la oración,
el escepticismo antiguos llegaron en atenta nos revelará bajo todo este sl hombre por la gran copia y la de Pico De hominis dignitaie en p á g .
ropaje un fuerte impulso de religiüTJ |grandiosidad de lo que entonces sur- 196.
ocasiones a señorear por completo
sidad auténtica. ^ 123 Prescindiendo del hecho de que
en el espíritu de los italianos. ígía. Este carácter mundano estaba, entre los árabes mismos era común la
Como además los italianos fueron El consiguiente desarrollo^ de lo' ipues, impregnado de gravedad y en- indiferencia o la tolerancia.
276 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 277

lucos de Egipto; y si se nos ocurre en Luigi Pulci, en su Morgante muí; iéndosc, pero la figura no tardó en esforzó ya, sin éxito suficiente, la
un nombre tendrán que ser a lo más, giore. El mundo de la fantasía cu tigarle, y ya en d canto siguiente teología de la Edad Media, y que
el de Saladino.'® Los mismos turcos que sus historias se desenvuelven ^e deparó un cómico fin.^^^ Se ha de nuevo pedía solución a ia sabi-
osmanlíes, cuyos métodos destructo- divide, como en casi todos los poe- lecho valer a Marguatte como prue- duría de la Antigüedad: la relación
res y opresivos no eran en verdad mas heroicos romancescos, en un a de la frivolidad de Pulci. Pero entre la Providencia y la libertad y
un misterio, sólo a medias inspira- campamento cristiano y un cam su figura queda necesariamente en- la necesidad humanas. Para hacer la
ban terror a los italianos; los hemos mentó mahometano. De acuerdo t • luadrada en la imagen del mundo historia de esta cuestión, a partir
visto ya (págs. 52 y sigs.). Zonas el sentido medieval de este hecho, de la poesía del siglo xv. En algu- del siglo XIV, por superficial que
enteras de la población iban inclu- al triunfo y reconciliación de los na parte debía de quedar bosquejado fuese el intento, necesitaríamos escri-
so acostumbrándose a la idea de un adversarios solía añadirse la esccn;i con grotesca grandiosidad el salvaje bir un libro entero sobre ella exclu-
posible acuerdo con ellos. del bautismo en masa de los maho egoísmo que había llegado ya a ser sivamente. Nos limitaremos, pues, a
La más verdadera y elocuente metanos vencidos. Los improvisado- insensible a toda catequesis dogma- algunas breves indicaciones.
expresión de esta indiferencia es la res que trataron este tema antes que lizadora y al que sólo quedaba un Si atendemos a Dante y sus con-
célebre historia de los tres anillos, Pulci deben de haber sacado de lo- resto de sentimiento del honor. Tam- temporáneos, la filosofía antigua ha-
de la cual encontramos en Lessing do ello un partido extraordinario. Lo bién en oíros poemas se pone en bría tomado contacto con la vida
—entre otros— un eco (por boca que hace Pulci es realizar la parodia) boca de gigantes, demonios, herejes italiana por el aspecto en que mues-
de su Nathan), después de haber de los peores de estos predecesores V mahometanos, lo que a ningiín tra el más violento contraste con el
dado fe de vida muchos siglos an- suyos, comenzando sus cantos cun eaballero cristiano le habría estado cristianismo, ya que los primeros fi-
tes, más tímidamente, en las Cien invocaciones a Dios, a Cristo y ii rmitido decir. lósofos fueron, según ellos, epicú-
novelas antiguas (la 72 o 73), y con Mahoma. Más claramente los reme La Antigüedad influyó, por su par- reos. Cierto que no se disponía ya
menos reserva ya en Boccaccio.^'-^^ da atín en la rapidez de las con- "fe, en aquella época de muy distinto de los escritos de Epícuro y que la
En qué ángulo del Mediterráneo ha- versiones y bautismos cuya insensa- modo que el Islam, y no en virtud Antigüedad tardía tenía de su doc-
brá encontrado expresión por vez tez salta a la vista de todos. Pero (le su religión, pues ésta resultaba trina un concepto más o menos uni-
primera y desde dónde habrá sido estas chanzas le llevan a confesiu- demasiado semejante al catolicismo lateral; bastaba, empero, la imagen
repetida y transmitida a los demás, su creencia en la bondad rclalivii de entonces, sino a través de su fi- del epicureismo reflejada en Lucre-
no sa sabrá nunca. Probablemente de todas las religiones,^*-^ lo euíil. losofía. La literatura antigua, que se cio, y sobre todo en Cicerón, para
en su texto original era mucho más pese a sus protestas de ortodoxia,'-'" veneraba ya como cosa incompara- concebir un mundo totalmente des-
clara y rotunda que en sus dos ver- supone un criterio esencialmente tcis ble, aparecía totalmente impregnada divinizado. Hasta qué pimío se in-
siones italianas. La secreta reserva ta. El otro sentido rebasa también d^l triunfo de la filosofía sobre la fe terpretaba literalmente la doctrina, y
que aquí se oculta tras las palabras de mucho las concepciones medievii en los dioses. Sobre el espíritu ita- si el vulgo no usaba el nombre del
—es deeir, el deísmo—• se nos evi- les. La alternativa se presenta en lo^i liano se precipitaron toda una serie enigmático griego como un fácil tó-
denciará más adelante en su ulterior siglos pasados de esta suerte; o cre- dt; sistemas y fragmentos de siste- pico, es arriesgado decirlo. Probable-
trascendencia. En una forma más yente como Dios manda, o hereje; o mas, no a manera de curiosidades y mente la Inquisición de los domini-
ruda y casi desfigurada revive la cristiano, o moro o pagano. Ahoni mucho menos de herejías, sino co- cos recurrió a éste contra aquellos
misma idea, en la conocida senten- bien, Pulci nos bosqueja la figuiii mo casi dogmas, hacia los cuales no a quienes era difícil asir por otro
cia de "Los tres impostores que en- del gigante MarguttCj^^"^ que frenie se adoptaba la actitud de diferen- lado. Se trataba del pecado de des-
gañaron al mundo; Moisés, Cristo y a toda clase de religión se confics:i ciarlos, sino de conciliarios. En casi dén hacia la Iglesia, que se observa
Mahoma". Aunque responda efecti- partidario del egoísmo más natural odas estas doctrinas y opiniones bien pronto, sin el cual a los que
vamente a la manera de pensar del y se entrega a todos los vicios ak- lentaba de algún modo la concien- de él se hacían culpables no ha-
emperador Federico I I , a quien se gremente, con una sola reserva de l;i ia de la divinidad; no obstante, en bría sido siempre posible acusarles
atribuye la frase, no hay duda que que se vanagloria: la de no haber u conjunto, ofrecían un fuerte con- de una determinada doctrina heré-
él, de haberlo dicho, se hubiera ex- cometido jamás una traición. N o f^e taste con la doctrina cristiana del tica ni alegar la prueba de testimo-
presado con más ingenio. ría poco, sin duda, lo que el pocui obierno del mundo por Dios. Aho- nios concretos. Un cierto grado de
se había propuesto con este mons a bien, hay una cuestión, verdade- bienestar y buena vida podría ser
En el apogeo del Renacimiento, truo, honrado a su manera. Posible así suficiente para justificar la per-
amente capital, de cuya solución se
hacia fines del siglo xv, encontra- mente había pensado que con Mor suación. En este sentido convencio-
mos un modo de pensar semejante gante como mentor acabaría corrí nal usa ya la palabra Giovanni Villa-
i-s Pulci vuelve sobre un tema aná- ni, por ejemplo, cuando pretende ^'-^^
1 ^ En Boccaccio, por ejemplo. Sul- >go, aunque someramente, en la figura atribuir los incendios de Florencia
tanes sin nombre en Masuccio, Novelle 12a Ciertamente por boca del demí) leí príncipe Chiaristanc (canto X X i ;
46, 48 y 49. nio Astarotte, canto X X V , estrofa 2 " j | 5Str. 101 y sigs.; 145 y sigs., 1 6 3 y

12-1 Decamerone, I, Novella, 3. Es el y sigs. Véase estr. 141 y sigs. |igs.) que en nada cree y se hace ado- 129 Giovanni Villani, IV. 20; V I , 46.
primero que incluye la religión cristia- 120 Canto X X V I I I , estr. 38 y^si^^.. p r paganamente con su esposa. Se sien- También en el Norte encontramos muy
na mientras las Cien novelas antiguas 127 Canto X V I I L estr. 112 hástíi el fc uno inclinado a pensar en la figura pronto esta palabra, pero sólo en sen-
dejan allí una laguna. final- í le Sigismundo Malatesta. tido convencional.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 279
278 JACOB BURCKHARDT

juisieran buscar en otra potencia la aspectos,*-""^ un pi'ofundo conocimien-


de 1115 y 1117 a castigo divino por retrocede la doctrina pública del )^;i>
lecesidad que se opone a la liber- to de la Biblia y una ardiente devo-
las herejías "entre otras la libertina biemo del mundo. ¿ O fue quizá li
tad, hurtándola al estelar influjo...; ción. Hemos señalado ya una orien-
y disoluta secta de los epicúreos". propia especulación, la acción de \i\
;n todo caso quedaba abierta la cues- tación semejante en Vittorino da
De Manfredo dice que "su vida era opinión de cada día, el horror del
tión y desde entonces no fue ya po- Feltre (pág. 115 y sigs.). El propio
epicúrea porque no creía en Dios mundo y de la injusticia imperante,
sible eludirla. En cuanto se trata de Maffeo Vegio, que compuso un li-
ni en los santos y sí sólo en los pla- lo que le hizo renunciar totalmente
Cuestión de escuelas o tema de pen- bro decimotercio de la Eneida, sen-
ceres corporales". al aspecto especial de la Providcii
idores aislados, hemos de referir al tía hacia el recuerdo de San Agustín
Con mayor claridad aún habla cia? Su Dios abandona, en cíee
3ctor a la historia de la filosofía. y Santa Ménica, su madre, un entu-
Dante en los Cantos noveno y dé- to, todo el detalle del gobierno del
*ero en cuanto trasciende a la con- siasmo que no podía dejar de tener
cimo del Infierno. El terrible cam- mundo a un ser demoníaco, la loi
ciencia de vastos círculos humanos, alta significación. Fruto y consecuen-
po sepulcral, envuelto' en llamas, con tuna, que sólo ha de ocuparse en el
la de ser objeto de nuestra consi- cia de tales tendencias fue que la
sus sarcófagos medio abiertos, de cambio, agitación y compilación de
leración. Academia Platónica de Florencia se
donde salían los lamentos más des- las cosas terrenales, sin escuchar, eii
En el siglo xiv actuaron como es- impusiera seriamente como misión
garradores, era el lugar destinado a su bienaventurada indiferencia, IUM
tímulos especialmente los escritos fi- de fundir en uno el espíritu cristia-
las dos grandes categorías de los lamentos de los hombres. En camliin
losóficos de Cicerón, a quien se te- no y el de la Antigüedad. Un cu-
vencidos y repudiados por la Igle- defiende implacablemente la respoii
lía, como es sabido por ecléctico, rioso casis dentro del humanismo de
sia en el siglo x i i i . Eran unos he- sabilidad moral humana: cree en el
fa que expuso las teorías de diversas la época.
rejes que S e habían enfrentado a la libre albedrío.
Iglesia con doctrinas falsas y se es- escuelas sin llegar a conclusiones su- Este humanismo era, en suma, de
La creencia popular en el libre ;il naturaleza profana y lo fue cada
forzaron por difundirlas; los otros bedrío imperó siempre en Occidenie, ficientes. Vienen en segundo lugar
eran los epicúreos, cuyo pecado con- y siempre y en todos los tiempos se peneca y loa pocos escritos de Aris- vez más con la difusión de los es-
tra la Iglesa consistía en un criterio ha hecho cada uno responsable de tóteles traducidos al latín. Fruto de tudios en el siglo xv. Su hueste,
general que podía condensarse en la sus obras, como si eso fuera algo ESte estudio fue, por lo pronto, cl há- que hemos presentado comO' verda-
máxima de que é! alma muere con que se comprendiera por sí mismo. )iío de la reflexión sobre los más dera avanzada del individualismo
el cuerpo.^''*' La Iglesia sabía muy Cosa distinta ocurre con la doctrina londos problemas, manteniéndose al desencadenado, reveló de ordinario
bien que sí esta máxima ganaba te- religiosa y filosófica capaz de poner largcn, por lo menos de las doctri- tales características, que aun su pro-
rreno, su influencia, al despojar de de acuerdo la naturaleza del huma las de la Iglesia, aunque no en con- pia religiosidad, que pretende desta-
todo valor a su intervención en el no albedrío con las grandes leyes que radicción con ellas. carse a veces con inequívocas pre-
destino individual humano después rigen al mundo. Revélase aquí uit tensiones, ha de sernos indiferente.
No sólo aumentó extraordinaria- Acaso los humanistas, cuando se
de la muerte, sería más perniciosa más o un menos, mediante el cunl lente en el siglo xv, como hemos
que la de la peste de maniqueos se orienta principalmente la evaUíii- manifestaban indiferentes o hacían
lyisto, la cantidad de que se podía desvergonzadas manifestaciones con-
y paterinos. Claro que no confesa- ción de la moralidad. Dante no esi lisponer, sino que aumentó también
ba que ella misma, con los medios por completo ajeno a los desvario.i tra la Iglesia, se veían acusados de
difusión; a manos de todos lle- ateísmo; pero un ateísmo hijo de la
a que recurría en su lucha, había astrológicos, que iluminaban cnion jaron, por fin, por lo menos en tra-
echado en brazos de la desespera- ees el horizonte con sus falsas luees, convicción y especulativamente fun-
iucción latina, los filósofos griegos damentado ninguno de ellos llegó a
ción y la incredulidad precisamente pero en la medida de sus fuerzas st." conocidos. Es en verdad curioso que
a los más dotados. La aversión de yergue sobre todo esto a la altuní proclamarlo y difícilmente se hubie-
Iprecisamente algunos de los princi- ra atrevido ninguno do ellos a co-
Dante hacia Epicuro, O' hacia lo^ que de una digna visión del carácter Im Ipales propagadores de esta literatura
consideraba su doctrina, era cierta- mano. "Las estrellas —hace d e c i r n rrer riesgo semejante.!"* Por lo ge-
Ivivieran entregados a la más severa neral si alguno se dejaba guiar por
mente sincera. El poeta del más allá Marco L o m b a r d o — d a n cié ría I devoción religiosa y aun al ascetis-
tenía que aborrecer al negador de la mente el primer impulso a v u e s l n i B una ideología determinada, solía és-
|mo (páginas 149 y sigs.). N o cabe ta consistir en una espvecie de racio-
inmortalidad y a un mundo no crea- obras, pero luz os ha sido dada su [incluir aquí a Fra Ambrosio Camal-
do ni gobernado por Dios. Y no bre lo bueno y lo malo, y libre al nalismo superficial, ligera condensa-
rdolese, que en el recogimiento de su ción de múltiples y contradictorias
puede imaginarse nada más opuesto bedrío que tras una lucha inieiiil retiro se dedicó exclusivamente a tra-
al carácter de Dante que la baja con las estrellas es capaz de venen ideas de los antiguos, tema obliga-
Iducir del griego a los Padres de la do de sus estudios y del desprecio
finalidad de la existencia, tal como lo todo, si está bien dirigida." Otru« llglesia y sólo a instancias de Cósimo
el sistema parecía presentarla. Pero [de Medici y muy contra su voluntad,
con una más atenta consideración ¡tradujo al latín a Diógenes Laercio. Vespasiano Florentino, págs. 26,
advertiremos que algunos filosofe- 131 Inferno, V I I , 67 a 69.
133 Purgatorio, X V I , 73. Ver la h-« ['En cambio, en sus contemporáneos 320. 435, 626 y 651. Muratori XX, col.
mas de los antiguos habían produci- rNiccoló Niccoli, Giannozzo Mannet- 532.
ria del influjo de los planetas- e n e!
do en él una impresión ante la cual Conviio. Hasta el demonio Astarotc e n jti. Donato Acciaiuoli y el papa Ni- i'^i-i Sobre Pomponazzo véase obras

icolás V se une a un vasto conoci- de la especialidad, por ejemplo: His-


Pulci (Morgante, XXV, estr. 150) -ár toria de la filosofía, de Ritter, tomo
130 Véase la conocida demostración timonia el libre albedrío humano y \n í'miento del humanismo, en todos sus
IX.
en el libro tercero de Lucrecio. justicia divina.
280 JACOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALLA 281

que senlían hacia la Iglesia y su proposito! ¡Si en la hora de la m u e r |aba la burla sobre las leyendas en Por lo que se refiere al gobierno
doctrina. De este tipo fue aquel ra- te pidiera tu intercesión no m e es euanto contenían versiones arbitra- del mundo, no pasan los humanistas,
zonamiento que hubiera llevado a cuches ni me llores donde los tuyos, rias de los milagros bíblicos,^^" y generalmente, de una fría y resigna-
la hoguera a Galeotto Martius ^^f* s¡ pues quiero vivir con el demoniu Jo peor es que la burla se difundía. da consideración de las fuerzas y el
el papa Sixto I V , antiguo discípulo por toda la eternidad!" Pero después Cuando se habla de herejes judai- desgobierno que en tomo imperan.
suyo, no se hubiera dado prisa a de este desahogo juzgó conveniente Eantes se alude casi siempre a los Éste es el estado de ánimo que dic-
arrebatarle de las garras de la In- ocultarse durante seis meses en In jue niegan la divinidad de Jesucris- tó los numerosos libros Sobre el des-
quisición. Galeotto había escrito que cabana de un leñador. Y con todu este debió de ser el pecado que tino o como rece el título de sus
quien se conduce bien y obra según eso, era tan supersticioso que viviii levó a la hoguera en el año 1500, múltiples variantes. Por lo general
la íntima e innata ley de su concien- constantemente amedrentado por Sn Bolonia, a Giorgio de Novara.^*** se reducen a comprobar las vueltas
cia va al cielo, pertenezca al pueblo gurios y prodigios. Ya no le qued.i sin embargo cn la misma Bolonia y que da la rueda de la fortuna y la
que pertenezca. ba ni la fe en la inmortalidad. A jJor esta época, el inquisidor de los inestabilidad de las cosas terrena-
Examinemos, por ejemplo, la con- preguntas de sus oyentes replica qn» 'dominicos hubo de dejar libre tras les, sobre todo de las políticas; a la
ducta religiosa de una de las figuras lo que ocurre después de la m u e i u [una simple declaración de arrepen- Providencia sólo se recurre porque
más modestas de la gran legión que con el alma o el más allá son cueu ^timiento al bien respaldado y pro- avergüenza el fatalismo denudo, la
forman los humanistas: Codro Ür- tos para asustar a las viejas. Lle;M tegido médico Gabríele da Salo.i'*! renuncia al conocimiento de causas
ceo.i^^ Codro empezó como precep- do, sin embargo, el momento de su a pesar de que éste acostumbrase y efectos o la mera lamentación. No
tor del último Ordelaffo, príncipe muerte, recomendó en su testamenin decir que Cristo no había sido Dios, sin ingenio constituye Joviano Pon-
de Forli, y catedrático luego de Bo- al Dios Todopoderoso su alma o sino hijo de José y María y conce- tano la historia natural de ese algo
lonia. Contra la jerarquía y los frai- espíritu; ^^"^ a sus discípulos que H" ^bido como todo el mundo; que con demoníaco llamado fortuna, basán-
les lanza la obligada difamación y raban, les exhortó a vivir en el le is argucias había traído la ruina al dose en cien experiencias, la mayo-
en medida no escasa. Su tono es, en mor de Dios y sobre todo a tener lundo; que pudo haber sido cruci- ría propias.'^^ Más humoristícamen-
general, de lo más cínico; inmiscu- fe en la inmortalidad del alma y cn ficado por los crímenes cometidos; te, como una visión tenida en sueños
ye además constantemente alusiones la recompensa después de la muer- '\ue su religión no perduraría; que trata el tema Eneas Silvio.i^'* En
a su persona y refiere historias lo- te, tras de lo cual recibió con gr;Mi ^no era cierto que en la hostia eon- cambio, Poggio, en un escrito de su
cales y bufonadas. Pero habla tam- unción los santos sacramentos. Nail.i ^ sagrada se hallase su verdadero cuer- vejez,'4í^ intenta presentar el mundo
bién, con edificante unción, de Cris- nos garantiza que individuos muelm ipo* y que si hizo milagros no fue como un valle de lágrimas, evaluan-
to, como del verdadero Hijo de Dios más famosos de aquella hermancl.u! >r una divina virtud, sino por in- do lo más bajo posible la suerte de
hecho hombre, y se permite pedir a humanística, si hubiesen podido e\ lujo de los astros. Si la fe se había las distintas clases sociales. Éste es
un sacerdote, epistolarmente, que le presar importantes pensamientos, ha el tono que acaba imperando en con-
tenga en cuenta en sus oraciones. En brían sido en su vida mucho ma perdido, se seguía creyendo en la
m a g i a 142 junto. De una multitud de persona-
una ocasión, después de enumerar consecuentes. Por lo general, los uia jes notorios se examina el debe y el
las necedades de la religión paga- habrán vacilado interiormente enit' haber de su dicha, obteniendo, por
na, se le ocurrió escribir "También el libre pensamiento y los restos del "chrístianam fidem, si marculis non lo regular, un resultado desfavora-
nuestros teólogos se muestran vaci- catolicismo en que fueron educado., esset approbata, honéstate sua rccipi ble. Con una gran dignidad en el
lantes y disputan de lana caprina so- y exteriormentc se habrán manleni debuisse". tono, casi elegiaco, nos describe ex-
bre la Inmaculada Concepción, el do fieles a la Iglesia por interés. Sobre todo cuando los frailes las celentemente Tristano Caraccioloi*^
Anticristo, los Sacramentos, la pre- improvisaban en cl púlpUo. El ataque,
En cuanto cl racionalismo se co\u lin embargo, no se detenía ante lo ya el destino de Italia y de los italia-
destinación y algunas otras cosas, binó con los comienzos de la cilii nos tal como podía apreciarse hacia
más propias para calladas que para iceptado y reconocido. Firenzuola
ca histórica, hubo la posibilidad Je Opere, voí. II, pág. 208, cn la No- el año 1510. Aplicando especialmen-
discutidas." Un buen día se incendió que, acá y allá, se expresara algutin 'ella 10) se burla de los francisca-
su casa, con todos sus manuscritos, tímida crítica de la tradición bílili nos de Novara que con dinero ganado
ya terminados, en un momento en Gíseler, Kirchengeschíchte, II, IV, 154
ca. A nosotros han llegado unas pa como ellos saben querían añadir a su nota.
que no se encontraba en ella. Al ad- labras de Pío II, dichas con preeii iglesia una capilla "dove fusse dipínta 1*3 Joviano Pontano, De Fortuna. Su
vertirlo desde la calle, se plantó ante vido designio: "Si el cristianismo ii" quella bella storia, quando S. Francis- especie de teodicea en II, pág. 286.
la imagen de una Madonna y excla- co predicava aglí uccelU nel deserto; Eneas Silvio, Opera, pág. 611.
estuviera confirmado por los milii e quando el fece la zuppa, e che
mó: "iEscucha lo que te digo: no gros, por su propia moralidad debe i-is Poggio. De miseriis humanae
estoy loco, hablo cuerdamente y a I'agnolo Gabriello gli portó i zoccoli". conditionis.
ría ser aceptado".i^** N o sé disiim
1^** Algún dato en Battista Monlova- Caracciolo, De varietate fortú-
110, De palientia, lib. III, cap. 13. nete, en Muratori, XXII, uno de los
185 Paulo Jovio. Elogia lit., 90. "Animum meum seu. animaiii' 141 Bursellis, Ann. Bonon, cn Mura- escritos raás dignos de ser leídos en
r:i6 Véase Codro Urcco, Opera —pre- distingo con el cual la filología de I lori, XXIII, col. 915. aquellos años, por lo demás tan fecun-
cede su vida por Bartolommeo Bianchi- época se complacía en poner aprii i'ís Hasta qué extremos de criminal dos, véase pág. 251. Sobre la Fortuna
ni— y también sus Leccionen de filo- to a la teología. aledicencia se llegó, puede verse, en en desfiles y procesiones véase pág, 232
logía, págs. 65, 151, 278, etc. W8 Platina, Vitae pontiff.; páf, II gunos ejemplos bien elocuentes, en v notas.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA
282 JACOB B U R C K H A R D T

ka a causa de las tendencias pága- En este aspecto se llega a veces


te a la vida del humanista este sen- determinado sistema filosófico o ILR
las que adivinaba a su alrededor. a excesos realmente asombrosos. A l
timiento reinante compuso más tarde una doctrina o un punto de v i s l n
iQué no se habrán permitido los ser atacada Siena en 1526 por el
Pierio Valeriano su famoso tratado de los antiguos; era hija de un m
jmanistas en la Corte del impío Si- partido de los expatriados, el buen
(pág. 152). Había algunos temas de terio que abarcaba toda la vida. Se
psmondo Malatesta? (pág. 277, no- canónigo TÍz¡o, quien nos lo refiere,
este tipo especialmente tentadores; prefería el hombre de la Antiguad.ul
128). En estas gentes, la mayoría se levantó de la cama, pensó en lo
la suerte de León X , por ejemplo. —y en parte, también sus instilucHi
irentes de todo freno, los extremos que se dice en el libro tercero de
Todo lo favorable que aquí puede nes— al hombre y las instituciom
que llegaban eran los tolerados Macrobio,!•''2 (jijo mma y pro-
decirse en el aspecto político lo ha de la Edad Media; se intentaba u i i i
>r el medio en que se desonvol- nunció después la fórmula devota
dicho Francesco Vettori en forma carse en todo a lo antiguo y así M
|ían. Y donde rozaban el cristia- del autor pagano contra los enemi-
vigorosa y magistral; la descripción llegó a la más completa indifercn
|ismü, lo paganizaban (página 141 gos, sólo que en vez de Tetlus ma-
de su vida de placeres la encontra- cía por lo que a la educación leh
sigs.). Considérese, por ejemplo, ter teque Júpiter obtestor dijo Tellus
mos en Paulo Jovio y en la Vita glosa se refería. La admiración I'IH
Jasta qué punto se mezclan en un teque Chrisfe Deus obtestor. Repitió
anonyma; i*'^ las zonas de sombra la grandeza histórica absorbía lotln
joviano Pontano las dos religiones; la fórmula los dos días siguientes,
en aquella vida feliz señaladas con lo demás (véase pág. 81 y sigs.),
jara él un santo se llama divus, y los enemigos desaparecieron como
el vigor inexorable del destino mis- Los filósofos cometieron, ademrtl, í
Dero también deus, a los ángeles los por encanto. Por un lado tiene esto
mo, aparecen descritas en el citado algunas insensateces carácterísticaí
lentifica sencillamente con los ge- el carácter de una inocente cosa de
opíísculo de Pierio. en virtud de las cuales atrajeron his
jios de la Antigüedad,!'* y su con- moda y estilo, pero revela también,
Junto a todo ello casi aterra que miradas de todo el mundo. Hasta indudablemente, un aspecto de apos-
¡epción de la inmortalidad semeja
en semejante atmósfera haya quien, punto tenía derecho el papa Pablo I I tasía religiosa.
sl reino de las sombras.
en inscripciones latinas, se vanaglo- a pedir cuentas a sus abreviadon s v
rie de su felicidad. A ello se atrevió demás curíales por su paganismo v-.
Giovanni H , Bcntivoglio, tirano de ciertamente muy dudoso, ya que ^\\
Bolonia, que en la nueva torre de su biógrafo y víctima principal. Plaün.I
palacio hizo esculpir en piedra que (págs. 125 y 185), acertó magislral I V . I N F L U E N C I A DE L A A N T I G U A SUPERSTICIÓN
sus méritos y su fortuna le habían mente en demostrar que no le I N S P I
otorgado en abundancia todos los raba otro afán que el de V E N G A I M
por otras causas, y le presentó, ailc las la Antigüedad produjo todavía terrenal y todas sus miserias, y si a
bienes deseados.. .^^^ pocos años
más, como figura grotesca. La A C I R ; - A ^ros efectos, que entrañaban un gra- pesar de ello aún se asían a una vi-
antes de su expulsión. Los antiguos,
ción de incredulidad, paganismo."" ^e peligro en el terreno dogmático: gorosa fe era porque confiaban en
cuando hablaban en esta forma, te-
lizo partícipe al Renacimiento de su el alto destino del hombre en el más
nían por lo menos el sentimiento de negación de la inmortalidad, etc.. SU
^stilo de superstición. Algo de esto allá. Pero en cuanto esta creencia
la envidia de los dioses. El vanaglo- lo fue dirigida contra los encarcrlu
labia logrado mantenerse vivo a tra- en la inmortalidad empezó a vaci-
riarse de la propia fortuna se mició dos cuando en el proceso de I F M I vés de la Edad Media, y por ello
maestad no se hubo podido ILi'.JIT lar también, se sobrepuso el fatalis-
en Italia probablemente con los con-
a resultados positivos. Tampoco IT lismo recobró vida con tanta mayor mo. . . o lo primero ocurrió como
dottieri (pág. 2 1 ) .
jínergía en lo nuevamente descubier- una consecuencia de lo segundo.
La influencia más fuerte de la An- m'a el papa Pablo, si no estamos mal
). Innecesario es decir que la fanta- Por este vacío se introdujo la as-
tigüedad redescubierta no llegaba a informados, autoridad para enjuieiin |ía intervino en ello poderosamente. trología de la Antigüedad y también
la religión, por lo demás, a través de en las cosas del espíritu, desde rl Sólo ella fue capaz de hacer enmu-
momento en que era el hombre ( [ I N la de los árabes. Por la situación de
iecer hasta ese extremo el espíritu los planetas, en determinados mo-
había exhortado a los romano.S A
147 Leonis X vita anonyma, en Ros- le investigación de los italianos. mentos, unos respecto de otros y
coe, ed. Bossi, X n , pág. 155. que no enseñaran nada a sus hiin:. La fe en el gobierno divino del respecto a los signos del Zodíaco,
Bursellis, Ann. Bonon, en Mura- una vez éstos hubiesen aprendido A lundo estaba en unos —como se ha se deducían los sucesos del futuro
tori, X X I H , colunma 909; "Monimen- leer y a escribir. Se trata de un eri ^ iicho ya— socavada por la presen-
tum hoe conditum a Joanne Bentivogli terio de cortos alcances, a lo cléH» • ! y el curso de vidas enteras, tratan-
secundo Pariac rectore, cui virtus et go, como en Savonarola (pág. 2M ;ia en él de la desdicha y la injus- do de determinar por tales medios
fortuna cuneta quac optari possunt af- y sigs.), sólo que a! papa Pablo N N ticia; otros, como Dante, por ejem- las decisiones más importantes. En
fatim praestilerunt." No está muy claro se le podía haber replicado que I I jlo, abandonaban al azar Ja vida muchos casos la conducta indivi-
si esta inscripción era exteriormente vi- y los que se le parecen son los prm dual que obedecía al dictado de las
sible o estaba oculta en una de las pie- if)0 Mientras las artes plásticas dis- estrellas era posible que no fuese
dras de \os fundamentos, como la que cipales culpables de que la cúlunn jguían, por lo menos, entre ángeles y
se describe antes. En el último caso aparte a los hombres de la religión, lorcillos, recurriéndose siempre a los
habría que sospechar la idea que la Es indudable, sin embargo, que cl Hmeros en todo asunto verdaderamen- IE>I Della Valle, Lettere sanesí, Ul,
fortuna, en virtud de la inscripción Papa vivía en una verdadera angii»- religioso. En Annal. Estens., Mura- 18.
secreta, que acaso sólo el cronista co- XX, col. 468, se llama al amorci- i'>- Macrobio, Saturnal., I I I , 9. Sin
nocía, dtÁía quedar mágicamente enca- 149 " Q u o d n i m i u m g e n t i l i t a t i s AÍND
con la mayor ingenuidad: "instar duda hizo también los gestos aquí pres-
denada al edificio. tores essemus".
jpidinis ángelus". critos.
284 lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 285

más inmoral de lo que hubiera sido al xvi cien maestros especiales J i (fiesta en el romano Firmicus Mater- sus artes mágicas o para disimular
de todos modos; muy a menudo, esta vana ciencia, aun lado a I;iiif lus.'"! Su vida era la de un santo estas artes a los ojos de la gente.
sin embargo, se tomaba una deci- con verdaderos astrónomos. [asceta; vivía casi sin alimentarse, Pero, aun sin este aditamento, no
sión que se creía obligada a costa Los papas,!''^ en su mayoría, lüi iespreciaba todos los bienes tempo- deja la astrología de ser un triste
de la conciencia y del honor mis- mitían tales prácticas abiertameiiu bales y sólo atesoraba libros; como fenómeno en la vida italiana de en-
mo. ¡Eterno e instructivo ejemplo el Pío I I constituyó una homosa excep Isabio médico reducía el ejercicio de tonces. ¡Qué efecto nos producen
ver cómo toda cultura, todo el afán ción, ciertamente, lo mismo en e s U i |su profesión a atender a sus ami- aquellos hombres dotadísimos, dies-
de ilustración, nada pudieron contra que en su desdén hacia todo lo qiu gos, pero les ponía por condición tros en tantas artes, de carácter tan
semejante desvarío, porque éste se fuese interpretación de sueños, •. n )ue se confesaran. Su conversación personal y vigoroso, sometidos a la
apoyaba en la más apasionada fan- cantamientos y prodigios; pert) ^ 1 reducía al restringido pero famo- ciega avidez de la adivinación, al
tasía, en el ardiente deseo de cono- propio León X consitieraba una jíln so círculo que en el convento de los deseo ardiente de conocer el futuro
cer el futuro y precaverlo, y porque ria de su pontificado el que en . I lAngeles se reunía en torno de Era y determinarlo, abdicando en tan la-
venía sancionada por la Antigüedad! hubiese florecido la astrología,!'"'^ v FAmbrosio Camaldolese (pág. 2 7 9 ) , y mentable tarea de su robusta indivi-
Pablo I I I no convocó ningún con |fi sus diálogos con Cosimo el Viejo, dualidad, de su voluntad propia y de
La astrologfa pasó con vigoroso
sistorio sin que los escrutadores ili Isobre todo en los últimos años de su propia decisión! A veces, cuando
empuje durante el siglo xiii a una
las estrellas hubiesen señalado anU ¡\ü vida de éste. También Cosimo las estrellas mostraban un signo de-
importancia de primer término en
la hora.i''* i apreciaba la astrología y se servía masiado desfavorable, se rebelaban,
la vida italiana. El emperador Fe-
íde ella, aunque sólo para determi- a pesar de todo, y obraban indepen-
derico I I llevaba siempre consigo a De los espíritus superiores hcnm'
[nados fines, probablemente subalter- dientemente diciendo: "Vir sapiens
su astrólogo Teodoro, y Ezzelino da de suponer que no se dejaban arr;i
[nos. Por lo demás. Pagólo comuni- dominabitur astris"...^^ pero no
R o m a n o ' ^ todo un séquito de es- trar más allá de un determin;i(lM
:aba sus consejos astrológicos sólo a tardaron en caer de nuevo en el
tos personajes, espléndidamente pa- punto por el dictado de las esiu
is más íntimos amigos. Pero aun viejo desvarío.
gados, entre ellos el famoso Guido lias, que existía un momento en > I
in semejante austeridad el intérpre- Por de pronto, a todos los vasta-
Bonatto y el barbudo scrraceno Pa- cual la religión y la conciencia e
de los astros podía ser un hom- gos de familias distinguidas se les
blo de Bagdad. Para todas las em- tablecían un límite. En realidad lu»
estimado y mostrarse en todas hacía cl horóscopo, dando esto lugar
presas de importancia se hacía fijar sólo participaban de esta supeií-ii
irtes. L o cierto es que los había en ocasiones a que algunos se pasa-
por ellos el día y la hora, y de la ción gentes excelentes y devotas, M
Italia en número incomparable- ran media vida bajo la coacción de
enormidad de atrocidades por él co- no que figuraban como represenl;iii
lente mayor que en cl resto de Eu- vaticinios que no se eumplían.i** Pa-
metidas habría que cargar muchas a tes de ella. Tal como ocurría con < I
ropa, donde sólo los encontramos ra todas las decisiones importantes
cuenta de la deducción lógica de los Maestro Pagólo de Florencia,^*' < i i
sn las Cortes importantes y general- de los poderosos se consultaban, ade-
vaticinios de sus astrólogos. A par- quien casi ya nos encontramos
lente ni siquiera en éstas aparecen más, las estrellas, siendo del mayor
tir de entonces, nadie en Italia se cl propósito de la moralización d i
m carácter permanente. Quien en interés la hora a que se debía em-
avergonzó ya de consultar las estre- la práctica astrológica que se miiiu
talla sostenía su casa con holgura pezar. De esta consulta se hacían de-
llas. N o sólo lo hacían los príncipes:
)lía tener siempre —si tenía sufi- pender los viajes de los príncipes,
los municipios tenían astrólogos a ifw Ya por el año 1 2 6 0 el papa Al.
jandro I V , obliga a un cardenal y ii; íiente entusiasmo— eí astrólogo co-
sueldo fijo,!-^ y en las universida-
trólogo vergonzante, Bianco, a poner n rrespondiente, aunque a veces, con
des i''*'^ profesaban en los siglos xiv 1*8 Una de estas exaltaciones deci-
contribución su habilidad en el v ; i i i i i 3da su ciencia astrológica, se viera
nio político. Giovanni Villani, V i . Hl Jbligado a pasar hambre.i*^ La lite- sivas tuvo Ludovico el Moro cuando
1*3 Monachus Paduans, Ub. I I , en 1 5 ' De dictis, etc. Alphonsi, en 0}u ratura sobre el tema, ya muy exten- encargó la cruz con esta inscripción
Urstitius. Scriptores I, págs. 5 9 8 , 5 9 9 , ra, pág. 493: a su juicio, se tratab.'i li^ iida antes de la difusión de la im- que se conserva en el monasterio de
6 0 2 y 6 0 7 . También el último Visconti algo "pulchrius quam utile". Plalin.i Chur. También de Sixto I V se sabe
prenta, había dado lugar además a que dijo que quería probar si esta má-
vivía rodeado de un gran número de Vitae Pont., pág. 3 1 0 . Por lo que pún diletantismo que procuraba acer-
astrólogos de fama. Véase Dccembrio, refiere a Sixto I V , véase )ac. Vol,ir xima era cierta.
ícarse en lo posible a los maestros i«4 El_ padre de Piero Capponi, as-
en Muratori, X X , col. 1 . 0 1 7 . rranus, en Muratori, X X I I I , cois. I / •
al 1 8 6 . |de la disciplina. El peor género de trólogo él mismo, puso a trabajar a su
U M El de Florencia por ejemplo, que
subvencionó durante algún tiempo al 158 Pietro Valeriano, De infelic. Ii astrólogos era aquel que recurría a hijo en el comercio para que no reci-
mencionado Bonatto. Ver también Ma- íerat. con referencia a Francesco i'nn las estrellas para complicarlas con biera la peligrosa herida en la cabeza
tteo Villani, X I , 3 , donde evidentemen- 1¡, que escribió sobre el horóscopo ÍI con que las estrellas le amenazaban.
te se alude a uno de estos astrólogos. León, revelando al hacerlo dgunu- .i Vita di P. Capponi, en Archiv. Stor.,
ISO Libri, Hisioire des sciences ma- cretos del papa. IV, I I , 15. Ver el ejemplo de la vida
thématiques. n , 5 2 , 193. En Bolonia 1 5 » Ranke, Papas, I. 247. i'í'- Firmicus Maternus; Matheseos, de Cardano en pág. 2 5 5 . El médico y
parece que ya en 1125 existía esta cá- 100 Vespasiano Florentino, pág. Ii(i0 |al final del libro segundo. astrólogo Pierleoni de Spoleto creía
tedra. Véase la lista de catedráticos de Ibíd., pág. 1 2 1 , se menciona olrn l'i i*'2 En Bandello, III Novelle 6 0 , el que moriría ahogado y evitaba todo lu-
Pavía en Corio, fol. 2 9 0 . Sobre la cá- golo como matemático y astrdiogo t| Strólogo de Alessandro Bentivoglio, en gar donde había agua, rechazando mag-
tedra en la Sapicnza bajo León V, ver la Corte de Federico de Montefclii lán, queda de manifiesto ante todo níficos puestos en Padua y Venecia.
Roscoe. Leo X, cd. Bossi. se trata, cosa singular, de un a f e m í l P círculo como un pobre diablo. Paulo Jovio. Elog. lit.
286 lACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 287

las recepciones de embajadores y tonces le apostrofó con estas ] rasarse, porque inesperadamente se Queda a veces bastante incierto
la colocación de la primera piedra bras: "jQue Dios os maldiga Ü I I rdenó un rodeo cuando ya se había si con motivo de acontecimientos
de las grandes obras arquitectónicas. y a toda la banda de los güelíoa, liciado la marcha por las calles de políticos importantes se consultaban
Un ejemplo impresionante de esto por vuestra desconfiada malignidadi i ciudad. En ocasiones anteriores las estrellas de antemano o si los
último se encuentra en la vida del ¡Quinientos años pasarán antes de labía salido por la Via di Borgo astrólogos calculaban después como
mencionado Guido Bonatto, que, tan- que sobre nuestra ciudad vuelva ii >. Apostólo, lo cual les había traído simple curiosidad la constelación
to por su práctica de la astrología aparecer en el ciclo este signo!" 1 n lala suerte; esta calle se creía, en que reinaba en el momento. Cuan-
como por haber compuesto una gran efecto, ol Señor fulminó la pct li fecto, de mal agüero cuando se tra- do Giangaleazzo Visconti (pág. 7)
obra sistemática,!^® puede conside- ción sobre los güelfos de Forli. Ir aba de marchar contra Pisa; por tomó prisioneros a su tío Bernabó y
rarse como cl restaurador de la as- ro hacia el año 1480, según el i i o so se hizo salir a las tropas por la familia de un golpe maestro en 1385,
trología en el siglo xn. Para poner nista, vivían güelfos y gibelinos poi 'orta Rosa. Pero en ésta no se ha- Júpiter, Saturno y Marte se encon-
fin a las luchas entre güelfos y gibe- completo reconciliados y ni el nom- rían quitado los toldos contra el sol traban, según nos refiere un contem-
linos en Forli, persuadió a sus mo- bre de sus partidarios se oía men- este hecho constituía también una poráneo, en la constelación de Gé-
radores que debían emprender la re- cionar. mal adversa, porque les obligaba a minis; pero no se nos dice si esta
construcción de las murallas de la Las estrellas debían consulta ' con las banderas inclinadas. Las coincidencia fue la que decidió el
ciudad y comenzar la obra solemne- también en las decisiones de gue- Kas de la guerra no pudieron subs- hecho. En ciertas ocasiones, y no
mente bajo la constelación indicada rra. El mismo Bonatto proporcionó aerse nunca al influjo de la astro- raras, habrán guiado al intérprete
por el; si en este momento las gen- al gran jefe gibelino Guido de Mon- )gía, por el hecho de que la mayo- de los celestes signos más la pers-
tes de ambos partidos ponían en los tefeltro gran número de victorias al a de los condottiere se mostraban picacia política y el cálculo que el
fundamentos cada uno su piedra, no indicarle la hora conveniente para artidarios de ella, facopo Caldera curso de los planetas.^''"
habría ya en Forli más discordia, y la partida. Cuando Montefeltro so >portaba con buen ánimo la más Si Europa, durante toda la parte
la lucha entre los partidos cesaría vio privado de su consejo perdió rave enfermedad, porque estaba se- final de la Edad Media se había de-
por la eternidad. Para la ceremonia de tal modo el ánimo que renunció guro que moriría en el campo de ba- jado amedrentar desde París a Tole-
se escogió a un güelfo y a un gi- ya a seguir imponiendo su tiranía, talla, como efectivamente ocurrió.'"* do por vaticinios astrológicos sobre
behno. Llegó el momento solemne, retirándose a un convento de frailea Jartolonuneo Alvíano andaba con- pestes, guerras, terremotos, inunda-
cada uno tenía su piedra en la ma- menores; durante muchos años se lu vencido que tanto sus heridas en la clones, etc., Italia no se quedó atrás
no, los obreros aguardaban con sus siguió viendo pedir limosna para su cabeza como su mando los debía a' ni mucho menos. El desdichado año
herramientas y Bonatto dio la se- Orden. En la guerra de 1362 contra \a influencia de los astros.^'^i Nicco- de 1494, que allanó a Italia para
ñal. . . El gibelino arrojó su pie- Pisa los florentinos se hicieron fijar ;ló Orsini-Pitigliano, en vísperas de siempre a los extranjeros, fue indu-
dra, pero el güelfo vaciló primero la hora de la partida por sus astró- entrar al servicio de Venecia como dablemente precedido de cerca por
y después se negó rotundamente a logos; a punto estuvieron de i'c- jnercenario (1495), pidió al físico adversos augurios.'"*^ Pero conven-
arrojar la suya, porque entró en sos- ly astrólogo Alcssandro Benedetto dría saber si para todos los años del
pechas de que toda aquella ceremo- fluc, de acuerdo con las estrellas, le Señor no encontraríamos abundancia
En los horóscopos de la scgu
nia no era más que una misteriosa fundación de Florencia (Giov. Vili^m, fijase una hora propicia para cerrar de augurios semejantes.
maquinación del gibelino Bonatto III, 1, bajo Carlomagno) y en la pri- |el trato. En la solemne investidura
contra los güelfos. El astrólogo en- mera de Venecia (véase página Til, Ede su nuevo condottiere Pablo V i - cia Borgia en Ferrara, la muía de la
acaso aliente un viejo recuerdo i n u t u jtelli por los florentinos, el 1 de junio Duquesa de Urbino llevaba una gual-
a la poética invención de la t ü i J m drapa de terciopelo negro decorado
'tts Ejemplos de la vida de Ludovico Edad Media. (de 1498, el bastón de mando que se con áureos signos astrológicos. Archiv.
el Moro traen Scnarega, en Muratori, ; le entregó estaba decorado de cons- Stor., append. 11, pág. 305.
Ann Foroliv. l. c. Filippi
XXIV, cois. 518 y 524. y Benedictus, ni, en Machlavelli. Síor. jior.. lib. I telaciones,''^ según el deseo del pro- Azario, en Corio, fol. 258.
en Eccard. I I , col. 1623. Sin embargo, Cuando el signo de las constclaeioms , pió Vitelli. •"•"^ Algo de esto se observa en aquel
su padre, el gran Franccsci Siorza. des- propicias se aproximaba, ascendía astrólogo turco que después de la ba-
preciaba a los astrólogos, y su abuelo natto, con el astrolabio y el libro, . 11 170 Joviano Pontano, De foríitudine, talla de Nicópolis aconsejó al sultán
Giücomo, no se dejaba guiar por sus torre de san Mercuriale, que se e i Bayaceto I que permitiera cl rescate de
indicaciones. Corio, fols. 321 y 413. l i b . 1. Sobre los primeros Sforza como
sobre la Piazza y cuando llegaba c' honrosa excepción, véase pág. 286, no- Juan de Borgoña, pues "por su causa
i<w Objeto de frecuentes reimpresio-. mentó crítico hacía tocar alarma. > 4a 165. correría aún mucha sangre cristiana".
nes. pero que no he tenido ocasión de- confesar, sin embargo, que a v e e - Paulo lovio, Elog. sub., véase Li- No era difícil presumir el curso pro-
examinar. Lo que exponemos a conti- equivocaba y que no acertó a v a i i vianus.
bable de la guerra intestina de Fran-
nuación tomado de Anual. Foroliviens, el deslino de Montefeltro ni su pi Que es quien nos lo cuenta. Be- cia, Magn. chron. Belgicum, pág. 358;
en Muratori, X X I Í , col. 233 y siguien- fin siquiera. Unos bandoleros le d ictus en Eccard, I I , col. 1617. Juvenal des Ursinis ad. a. 1396.
tes. Leone Battista, Alberti procuró es- muerte cerca de Cesena cuando i: ' • '"^ Así habría de interpretarse cl ifti Benedictus en Eccard. 11, col.
piritualizar la ceremonia de la coloca- taba regresar a Forli, procedent i testimonio de Jacopo Nardi, Vita d'An- 1579. Del rey Ferrante —entre otros
ción de la primera piedra. Opere vul- París y de las universidades i t a l M u • tonio Giacomini. pág. 63. No es rara augurios— se dijo en 1493 que perde-
gar!, tomo I V , pág. 314 ( o De re aedi- donde había profesado. e^!a decoración en trajes y utensilios. ría su corona "sine cruore, sed sola
fie. lib. 1). lee Matteo Villani. X I , 3. j fama", como ocurrió efectivamente.
L \ ) ! i ocasión del recibimiento de Lucre-
288 JACOB BURCKHARDT LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 289

En la plena consecuencia que tenía de verano de Borso (Schifanoia) in gó incluso a la disputa pública. Con toda clase recurren por de pronto a
en la Antigüedad, el sistema se ex- Ferrara frente a los descarados i^.i motivo de la terrible inundación de la astrología para la elección de la
tiende a regiones en las cuales la negírícos, como el que el propio tí< 1533, repetida en 1345, fueron cir- hora. Por lo que a las costumbres
vida toda del individuo —la exte- roaldo el Viejo se permitió,''™ a l / n M cunstancialmente discutidas entre as- se refiere, dice que no puede con-
rior y la espiritual—, y asimismo continuamente la protesta de los im trólogos las cuestiones de la influen- cebirse mayor estímulo para el mal
grandes grupos espirituales —pue- perturbados por el desvarío, de \<y. cia de los astros en el destino, de que presentar al cíelo como causa
blos, religiones— se encuentran en capaces todavía de pensar. Tambirii la voluntad de Dios y la justicia de él; con ello tendría también que
una dependencia semejante, y como en este aspecto había allanado cl <• a del castigo.ití^ En todo cl transcur- desaparecer totalmente la fe en la
las constelaciones de esos grandes mino la Antigüedad, pero no es aqni so del Renacimiento puede decir que bienaventuranza y l^ condena-
grupos son mudables, también de- la imitación la que habla, sino, poi nunca cesan totalmente estas profes- ción eternas. Pico della Mirándola
ben serlo los grupos. La idea de que propia experiencia, una clara y n tas,i*^^ que hemos de considerar sin- se toma incluso el trabajo de veri-
la génesis de cada región tiene fija- ludable, una inteligente aprehensiini ceras, ya que más fácil hubiera sido ficar empíricamente las predicciones
do su día en la historia del mundo de la realidad. La animosidad de! captarse cl favor de los poderosos de los astrólogos, comprobando que
ingresa en las cultura italiana por Petrarca contra los astrólogos, a los defendiendo la astrología que com- las tres cuartas partes de sus pro-
la vía astrológica. Así, se pretende cuales conocía por trato directo, ha batiéndola. nósticos meteorológicos, referentes a
que la conjunción de Júpiter y Sa- dúcese en mordaz sarcasmo, ponii n En el círculo de Lorenzo el Mag- treinta días consecutivos, eran falsos.
turno i^'f hizo surgir la religión he- do de manifiesto la radical falsedad nifico, entre sus platónicos más des- Pero lo principal fue su exposición
brea, la de Júpiter y Marte la caldea, de su sistema.'*" tacados, reinaba la disensión. Mar- (en el libro I V ) de una teoría cris-
la de Júpiter y el Sol la egipcia, la La "novella", desde su nacimien siho Ficino defendía la astrología e tiana sobre el gobierno del mundo y
de lúpiter y Venus la mahometana, to, desde las Cento novelle antiche. hizo los horóscopos de los vastagos el libre albedrío que parece haber
la de Júpiter y la Luna, en fin, trae- es casi siempre hostil a los astrólu [de la familia Medici. El del peque- producido en los espíritus cultos del
rá en su día la religión del Anti- gos.i*^ Los cronistas florentinos r ño Giovanni parece que anunciaba país mayor impresión que todos los
cristo. Ya Checco d'Ascoli había, defienden bravamente, aunque ha Lque andando el tiempo sería papa predicadores patéticos, que a ese ti-
por tales procedimientos, calculado llándolas vinculadas a la tradición, lÍLeón X ) En cambio. Pico della po de hombres ya, casi nunca, les
sacrilegamente la natividad de Cris- no dejen de transmitir tales fania tirándola hizo realmente época en decía nada.
to, y su muerte en la cruz; pero sías. Giovanni V i l l a n i ' ^ dice <\w Bu famosa refutación de la astrolo- Ante todo quitó las ganas a los
pagó su crimen con la hoguera en "ninguna constelación podrá encaile- jía.i!*^ Descubre cn la falsa ciencia astrólogos de seguir publicando sus
Florencia (1327) .'^'"^ Doctrinas de es- nar el libre albcdrio del hombre de ^de las estrellas la raigambre de mu- sistemas y los que hasta entonces
te tipo trajeron consigo, en sus con- un modo necesario v mucho mcrum ¡cha impiedad e inmoralidad. Si el los habían hecho imprimir se sintie-
secuencias ulteriores, un verdadero podrá torcer los designios de Dios", ^astrólogo ha de creer en algo, debe- ron más o menos avergonzados. Jo-
ensombrecimiento de todo lo sobre- Matteo Villani ve en la astroU'i'ui rá adorar a los planetas como a dio- viano Pontano, por ejemplo, había
natural. un vicio que los florentinos habrían ;s, ya que de ellos deriva toda fe- reconocido la falsa ciencia en su li-
heredado, con otras supersticiones, Jidad y toda perfección. Encuentran bro De fortuna (ver pág. 8 9 ) , ha-
Tanto más digna de agradecimien-
de sus antepasados paganos. P C R I la Iquí también un órgano propicio ciendo su exposición en una gran
to es la lucha que el luminoso espí-
cosa no se redujo a la literatura, si Jara todas las demás supersticiones obra propia a la manera teórica del
ritu italiano emprendió contra seme-
no que se formaron partidos y se He iesde el momento que la geoman- viejo Firmicus.i^i' N o obstante, des-
jante demencia. Frente a las supremas
ria, la quiromancia y la magia de pués, en su diálogo Aegidius, si no
exaltaciones monumentales de la as-
trología, como los frescos en el Sa- se manifiesta contra la astrología, lo
ros", una inclinación popular que \m hace ciertamente contra los astrólo-
ione de Padua i'^ y los del palacio demos imaginar hoy muy bien. Se tm Giovanni Villani. X I , 2, X I I , 4.
1^-' También el autor de los Annales gos, exaltando el libre albedrío y li-
taba de astrología "a la portee de loiii
le monde". íPiacentitii (Muratori, X X , col. 931), mitando la influencia de las estrellas
wBattista Mantovano, De patien-
lia, lib. I I I , cap. 12. De la interpretación de los M)I ¡Alberlü di Ripalta (que mencionamos a las cosas físicas. Continuó no obs-
ns Giovanni Villani, X. 39 y 40. nos astrológicos dice: "hace efficii in |cn pág. 131, nota 134), interviene en tante, la práctica astrológica, pero no
Parece que influyeron además otras homines parum a Diis distare videiin i;sta polémica. El pasaje es, en otro parece haber tenido ya en la vida
cosas, entre ellas la envidia de los tur!" (Orationes, fol. 35, In nuplim,] [aspecto curioso, al mencionar por sus su anterior influencia. En la pintu-
colegas. Va Bonatto había enseñado Otro entusiasta de la misma época lumbres los nuevos cometas conocidos ra que durante el siglo xv magnifica
algo parecido, explicando, por ejemplo, Jo. Garzonius, De dignitate urbis lU- decirlos, lo que de ellos se pensaba,
''éasc también Giovanni Villani, X I , con todos sus recursos estas quime-
el milagro del amor divino en san noniae, en Muratori, X X I , ool. lh"> ras, se revela un cambio; Rafael, cn
Francisco como debido al influjo del 181 Petrarca, Epp. seniles, I I I . ' S7,
planeta Marte. Ver Jo. Pico, Adv. (pág, 765), y en otros lugares. I I'"*'' Véase Paulo-Jovio, Vita Leonis.
Astral., I I . 5. epístola mencionada va dirigida :i H^, l, lib. I I I , donde se trasluce que cl Según Paulo Jovio, Elog. lit.,
1'* Pintados por Miretto a princi- caccio, que debía de pensar lo misnv japa León por lo menos creía en los sub. lit. Jo. Pieus, fue este su efecto
pios del siglo xv. Según Scardeoníus 182 Franco Sacchetti, en \a No\rll.< srcsagios. "ut sublilium disciplinarum profcssores
estaban destinados "ad indicandum nas- 151 ridiculiza su sabiduría. Jo, Pico Mirand.. Adversus as- a scribendo detcrruisse videalur".
centium naturas per gradas et numc- isi Giovanni Villani, I I I , 1. :N 3^, ologos, lib: X I I . 's*' De rebus coelestibus.
JACOB B U R C K H A R D T
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 291
290

sufrió también Europa una pérdiil:i festado mismo. Cuando durante el o que lloraban, o cuando vinculaban
la cúpula de la capilla Chigi,^^ re- Sitio de 1529 descendió dentro del las calamidades públicas en un pre-
presenta a las deidades planetarias enorme.
Fisonomía mucho más inocente íecinto de Florencia un águila heri- sunto crimen cometido, cuya expia-
y al celeste mundo de las estrellas Ha de un disparo, a quien la recogió ción el pueblo reclamaba (ver pág.
fijas, pero vigilado y guiado todo que la astrología adopta la fe en
los presagios. De ellos la Edad Me- • la entregó recompensó la Señoría 269). Cuando Piacenza, en 1478, fue
por espléndidas figuras de ángeles, fen cuatro ducados, por considerar- asolada por las grandes lluvias, se
bajo la bendición que cl padre Eter- dia toda poseía un gran acopio, he
redado de sus diversos paganismos, a i como un buen a u g u r i o . T a r a - pretendió que éstas no cesarían has-
no les envía desde la altura. Otro para ciertos actos había deter- ta que cierto usurero, que desde mu-
elemento parece haber sido en Italia y no se quedó aquí atrás Italia pre-
cisamente. Lo que presta un matiz, inados momentos o lugares favo- cho tiempo yacía enterrado en San
hostil a la astrología: los españoles, ables, desfavorables o sencillamente Francesco, dejara de reposar en tie-
que no participaban de ella, ni si- peculiar a la superstición italiana es
la protección que le otorga el huma- scisivos. Nos refiere Varchi que el rra sagrada. Como el obispo se nega-.
quiera sus generales, hasta el punto abado era para los florentinos el día ra a permitir, de grado, que se ex-'
que quien quería ganar su favor nismo: una tradición pagana, popu-
lar en su origen, quedó reforzada íalado por el destino; según ellos, humara cl cadáver, lo desenterraron*
había de declararse enemigo de la |p acontecimientos importantes, tañ- por fuerza unos mozalbetes, lo arras-
semiherética y semimahometana cien- por la ayuda de un paganismo de
procedencia culta y literaria. en bien como en mal. habían de traron con espantoso tumulto por las
cia. Cierto que aun en 1529 habla :ederles en esc día. Ya hemos men- calles y lo arrojaron, finalmente, al
Guicciardini de lo felices que son La superstición popular de los ita-
lianos se refiere, como es sabido, a jnado el prejuicio que sentían ha- Po.'"* Es verdad que hasta un An-
los astrólogos, a los cuales se cree i ciertas calles cuando se trataba gelo Poliziano participó de estas su-
cuando entre cien mentiras dicen una presentimientos y deducciones de los
presagios,1'-*^ a los cuales se vincula salir por ellas para la guerra (ver persticiones, como lo vemos a pro-
verdad, mientras otros pierden todo ág. 287). Para los ciudadanos de pósito de Giacomo Pazzi, principal
su crédito cuando entre cien verda- una magia por lo general inocente.
N o faltaron, sin embargo, eruditos erusa, en cambio, había una puerta instigador de la conspiración floren-
des dicen una mentira.^''- Por lo de- buen agüero, la Porta Ebúrnea, y tina de 1478, conocida con el nom-
más, el descrédito en la astrología humanistas que se burlaron valiente-
mente de tales cosas, informándonos ella hacían salir siempre a sus bre de esta familia. Cuando le ahor-
no se transformó necesariamente en estes los Baglioni.^*'^ A los meteo- caron entregó su alma a Satanás con
fe en la Providencia; pudo acogerse de paso sobre ellas. El propio Jovia-
no Pontano, autor de la gran obra y fenómenos celestes se les da- terribles palabras... Pero se abrie-
a un fatalismo general e indetermi- la misma significación que en la ron las cataratas del cielo en Floren-
nado. astrológica mencionada (pág. 289),
enumera en Charon, con el aire de d Media, y extrañas formaciones cia, amenazando la cosecha de ce-
Italia, tanto en éste como en otros compadecerlas, todas las imaginables lubes, por ejemplo, eran conver- reales, y también en esta ciudad las
aspectos, no pudo vivir y agotar en supertsiciones napolitanas: las la- js por la fantasía en ejércitos de turbas (rústicos en su mayoría) alla-
forma saludable el ímpetu cultural mentaciones de las mujeres cuando Italia, cuyo estruendo se creía oír naron la iglesia y desenterraron cl
del Renacimiento al ocurrir la in- da la pepita a la gallina o al ganso, la altura.!"" Más grave era ya la cadáver, con lo cual en el acto se
vasión y la Contrarreforma. Sin es- la honda preocupación que se apo- ;rstición cuando se combinaba disipó el nublado y lució un sol ra-
to hubiera completamente superado, dera del caballero distinguido cuan- las cosas sagradas; cuando pre- diante... "hasta tal punto fue pro-
sin duda, por sus propias fuerzas do después de la caza le falta un iía, por ejemplo, que las Imáge- picia la suerte a la voz del pueblo",
esas fantásticas locuras. Ahora bien, halcón o cuando su caballo sa dis- de la Virgen movían los ojos.^"^ añade el gran filólogo.^** El cadá-
quien opine que la invasión y la loca una pata; la fórmula mágica ver recibió sepultura en tierra no
reacción católica fueron culpa úni- que los campesinos de la Apulia 1»-* Varchi, Stor. fior., lib. IV (pág. sagrada, pero al día siguiente se le
ca y exclusiva de los italianos, verá M ) . Presentimientos y vaticinios re- volvió a desenterrar, siendo arroja-
repiten tres sábados por la noche escntaban entonces en Florencia casi
en las pérdidas de índole espiritual cuando asuelan el país perros hi- do al Arno después de pasearlo por
mismo papel que, en su tiempo, en la ciudad en macabro cortejo.
que de ellas se derivó un justo cas- drófobos, etc. Los animales, sobre Jerusalén sitiada. Véase ibíd., I I I .
tigo. Pero no sc olvide que con ello todo, tenían el mismo ominoso pri- * 3 . 195; I V , 43. 177. Todas estas cosas y otras semejan-
vilegio que en la Antigüedad y es- J"-"^ Matarazzo, en Arcfilv. Stor, tes tienen una carácter eminentemen-
pecialmente los leones, leopardos, Í V I , 2 pág. 208.
iw> En S. María del Popólo, en Ro- te popular y lo mismo podían haber
ma. Los ángeles recuerdan la teoría de etc., cuya manutención costeaba el uKi Prato, en Arcfíiv. Stor., I I I , pág.
24, con referencia al año Í514. ocurrido en cl siglo x que en el si-
Dante al comienzo del Convito. Estado (páginas 160 y sigs.), cuyos
gestos y actitudes preocupaban tan- 1"'' Como la Madonna dell'Arbore
Tal fue el caso de Antonio Ca- la catedral de Milán, en 1516; ver
lateo, que niega vehementemente la to más al pueblo cuanto que sc ma "Et fujt mirabile quod illico plu-
ito, c, pág. 327. Ciertamente, via cessavil". Diarium Parmense en Mu-
astrología en una epístola a Femando había situado a ver en ellos,¡invo- ita también el mismo cronista (pág,
el Católico (Mai, Spidleg. Rom., vol, ratori, X X I I , col. 280. El autor com-
luntariamente un símbolo vivo del .) que al cavar los cimientos para parte el odio concentrado del pueblo
V I H . pág. 226, del año 1510), mien- construcción de la capilla Priulzi
tras en otra carta al conde de Potenza contra los usureros. Véase col. 371.
i»3 Decembrío (en Muratori, XX, san Nazaro) se encontró un dra- i « " Coniurationis Pactianae Com-
{ibíd., pág. 539) deduce de las estre- muerto lan grande como un ca-
llas que los turcos atacarán a Rodas col. 1916 y sigs.) enumera toda unii meniarius, en los suplementos a Ros-
jo, cuya cabeza se llevó al Palacio coe, Vida de Lorenzo. Por lo demás,
en el mismo año. serie de estas supersticiones en er \il- • "eí, tirando el resto.
timo Visconti, Poliziano era enemigo de la astrología.
1S2 Ricordi, 1, c. n. 57.
2 9 2 MCOB BURCKHARDT LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 293

glo XVI. Pero es que también se mez- ble la cosa. Se habían acabado lu'> malos adoptan formas terribles, pero la poesía se complacía tanto más
claba en ello la Antigüedad literaria. oráculos, ciertamente, y no se pudín es que, además, se creía, en general, en estos temas cuanto más el poeta
De los humanistas se asegura explí- ya invocar a los dioses, pero volvii'i que las apariciones de los difuntos se había ya sustraído a semejantes
citamente que eran, de modo muy a ponerse en boga el abrir al a/iii •tenían algo de maligno. En Bande- creencias.
especial, accesibles a prodigios y au- los textos de Virgilio e interprcl.ii llo dice un capellán que los muertos Además Italia estaba poseída de
gurios y de ellos hemos dado algu- como de mal agüero el pasaje, eoii matan a los niños.^"^ Tal vez al ha- la misma creencia popular sobre los
nos ejemplos (pág. 280). Pero si se que se topaba (sortes virgHianae) blar de este modo hace para sí la re- demonios, propia de todos los pue-
requiriera aún una prueba documen- Además, la dcmonología de la Aii flexión que se refiere a una sombra blos de la Edad Media. Se estaba
tal nos la suministraría Poggio holga- tigüedad tardía no dejó de iníUiii especial del alma, pues ésta en sí convencido de que a veces Dios per-
damente. El mismo pensador radical en la del Renacimiento. El estilo d* misma expía sus pecados en el pur- mitía a los espíritus malos de toda
que niega la nobleza y la desigualdad fámbico o Abammón sobre los mi» gatorio y si aparece sólo suele supli- jerarquía una gran actividad destruc-
humana (pág. 198), no sólo cree en terios de los egipcios, que podía sei car y gemir. Otras veces la aparición tora contra determinadas partes del
toda la milagrería medieval de demo- vir perfectamente para tales estudio, no viene a ser tanto la sombra fan- mundo y de la vida humana; todo
nios y espíritus, sino en prodigios fue impreso ya en traducción hiir tasmal de un ser determinado como lo que se exigía era que por lo me-
transmitidos por la Antigüedad, co- na a fines del siglo xv. Ni siquiem cl de un suceso, de una situación nos el hombre, cuando se acercaba
mo los que nos cuentan con motivo la Academia Platónica florentinii .si' retérica. Así explican los vecinos a él el demonio tentador, se sirvie-
de la última visita de Eugenio I V a substrajo por completo a estos y \w as apariciones diabólicas en el vie- ra, para defenderse, del libre albe-
Flcrencia.'-^ " Y entonces se vieron, recidos desvarios neoplatónicos de in jo palacio de los Visconti, junto a drío. Es frecuente en Italia que la
al atardecer, en las cercanías de Co- Roma declinante. Ahora nos ocupiue "an Giovanni, en Conca, Milán; en intervención del demonio —espe-
mo, cuatro mil perros, que tomaron mos, pues, de esta creencia en los de- 1 había hecho torturar y estrangu- cialmente en los fenómenos natura-
el camino de Alemania; los seguía monios y su magia correspondicnU'. r Bernabé Visconti innumerables les— adquiera en boca del pueblo
una gran tropa de reses y luego un La creencia popular en lo que sue íctimas de su tiranía; nada tenía, una grandeza poética. En la noche
ejército de hombres de armas, a pie le llamarse el mundo de los espíii ues, de extraño que hubiera en él que precedió a la gran inundación
y a caballo, en parte sin cabeza y jus-03 viene a ser en Italia la misiuii parecidos.^^'^ A l infiel administrador del valle del Arno, en 1333, uno
en parte con cabezas apenas visibles, que en el resto de Europa. Por ilr e un hospicio de pobres en Perusa de los santos eremitas de las altu-
cerrando la marcha un titánico jine- pronto también había en Italia Lni na noche, cuando estaba contando ras de Vallombrosa oyó desde su
te, al que, a su vez, seguía un reba- tasmas, es decir, apariciones de di ¡1 dinero, se le apareció una multi- celda un diabólico estruendo; se san-
ño de reses". También cree Poggio funtos, y si la actitud ante el fcmi d de pobres con candelas encendi- tiguó, avanzó hasta el umbral, y ante
en una batalla entre urracas y corne- meno era algo diferente que en cl fas en la mano, iniciando una danza sus ojos cruzaron negros y siniestros
jas (ful. 180 de las Facedas). Llega Norte, la diferencia se revelaba lu torno suyo; una figura descomu- jinetes armados de todas armas. Uno
hasta narrarnos, quizá sin saberlo, do lo más en el término antigiii nal habló por todos; era San Aló, el replicó a su conjuro con estas pala-
un fragmento de antigua mitología, "ombra". Cuando hoy hace acto d. patrón del hospicio.^"^^ Estas créen- bras: "Vamos a la ciudad de Floren-
perfectamente conservado. En la cos- presencia una de estas íómbras. M las eran tan admitidas, que en ellas cia, y, si Dios lo permite, la asolare-
ta de Daimacia precisamente apare- manda decir un par de misas poi contraban los poetas un tema de mos en castigo de sus pecados".^'"s
cía un barbudo y cornudo tritón, de el descanso de su alma. Ni qué dccii neral validez y aceptación. Muy Recordemos, comparándolo con el
forma de pez y aletas en la parte tiene que las almas de los honibi'ei rmosamente representa Castiglíone, anterior, el fenómeno casi contem-
inferior del cuerpo: se dedicaba, en or ejemplo, la aparición del (ífunto poráneo (1340) que dejó larga me-
la orilla a la caza de niños y mu- udovico Pico bajo los muros de la moria en Venecia y con cuyo asun-
jeres, hasta que cinco valientes la- 2«2 Varchi, 111, pág. Í55. Dos s,..
sediada Mirandola^*^^ Ciertamente, to uno de los grandes maestros de
vanderas lo mataron a pedradas y pechosos se deciden a huir del Estiulii la escuela veneciana, probablemente
gülpes.'^'^i Un modelo en madera del en 1529 porque toparon a Virgilio iiiii Giorgione, pintó un cuadro maravi-
el verso 44 del canto 111 de la Eneida 204 "Molte fiate i mortí guastano le
monstruo, que se exhibía en Ferrara, Véase Rabelais, Paníagruel, I I I , nOmtí' lloso: una galera cargada de demo-
hacía a Poggio perfectamente ereí- ro 10, reature". Bandello, I I , Novella 1 .
Bandello, I I I , Novella 20. Cier- nios cmzó con la velocidad de un
•2m Dejamos al margen las fanliíaln» |amente se trataba sólo de un amante pájaro la tempestuosa laguna trayen-
-200 Poggii Faceliae, fol. 174. Eneas de los eruditos, como, por ejemplo, il ,3ue pretendía amedrentar al marido do consigo la perdición de la pecado-
Silvio, De Europa, c. 53-54 (Opera, "splcndor'^ y el "spirítus" de Cürdaiin íc su dama, que habitaba cl palacio. ra urbe insular; pero tres santos, que
págs, 451 y 455), cuenta por lo me- y cl "daemon familiaris" de su p;idu' ll y los suyos se habían disfrazado de se habían introducido de incógnito
nos prodigios efectivamente ocurridos Ver Cardano, De propria vifa, cíips. •! iiablos y habían hecho venir de lejos en la barca de un pobre pescador,
como matanzas de animales, formacio- 38 y 47. Personalmente él eVa eneiTii^T uno que sabía imitar las voces de
nes de nubes, etc., refiriéndose a ellos de la magia (cap. 39). Sobre lo- ii... hundieron con sus conjuros a los de-
idos los animales.
más bien como curiosidades, aunque digios y fantasmas que le salen iil w Graziani, en Archiv. Síor., XVI,
mencione, de paso, su presunta signi- cuentro, ver caps. 37 y 41. Sobi'e il I, pág. 460, ad. a. 1467. El adminis 20S Giovanni Villani,' Xf, 2. Escu-
ficación. extremo a que llegó el miedo a los im¡.. rador murió del susto. chó esta versión de labios del abad de
^ 1 Poggii Faceliae, fol. 150: cf. tasmas en cl úhimo Visconti, léa^e De Balih. Caatillionii carmina. Pro- Vallombrosa, que había conocido al
Pausanias. IX, 20. ccmbrio, en Muratori, X X , coL^iOld,
fopopeía Lud. Pici. eremita visionario.
294 JACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 295
monios y su nave en el abismo de Habría, pues, que averiguar hasifl
las olas. qué punto debía ejercer su influen- laciones de hechicería maligna inten- t o ) , no lejos de la ciudad de Nursia,
A estas creencias se añade la su- cia la bruja con encantamientos, ce- tan dañar la salud y aun destruir la al pie de un despeñadero cortado a
perstición que por medio de conju- remonias y fórmulas incomprensibles vida. En este tipo, cuando creen que pico, hay una caverna por la cual
ros el hombre puede acercarse a los o con la consciente invocación de el mal de ojo, etc., no basta, cabe corre agua. Recuerdo haber oído que
demonios y servirse de ellos para sus los demonios, prescindiendo de lo.s suponer que recurren a la ayuda de éste es un lugar de brujas (striges),
fines terrenales de avaricia, ambición venenos y pócimas que con pleiu) poderosctó espíritus. Su castigo, como demonios y sombras nocturnas, y
de poder y sensualidad. En este te^ conocimiento de sus efectos pudie- ya hemos visto en el caso de Fini- que quien a ellos se arriesga puede
rreno, hubo probablemente muchos se haber facilitado. cella (pág. 261), es la hoguera. Pero invocar allí a los espíritus (spirttus)
más acusados que culpables; sólo En la bruja de Gaeta que nos pre- en estos tiempos el fanatismo se ave- y verlos y aprender las artes de la
cuando se empezó a quemar vivos senta Pontano ^ 0 trabamos conoei- f nía al tráfico; segíín las leyes de Pe- magia.^i^* Por mi parle, ni he visto
a presuntos hechiceros y brujas se miento con el tipo más inocente, e m i rusa, por ejemplo, podían obtener su nada de esto ni me he tomado la
hizo más corriente la práctica de los el cual se atrevían a competir hasia rescate por 400 libras.=^^i En realidad menor molestia por verlo, que más
conjuros y la verdadera y conscien- los mismos frailes mendicantes. S u no se había tratado aún el problema vale desconocer en absoluto lo que
te hechicería. Con el humo de las viajero Suppatius vino a dar en ia con un criterio de seriedad conse- sólo con pecado puede aprenderse".
hogueras cn que se sacrificaba a los habitación de esta bruja en el m o cuente. En el feudo pontificio, cn el De todos modos, nombra a la per-
sospechosos se alzaron justamente mentó en que concedía audiencia ¡\ Alto Apenino, cabalmente en la pa- sona que puede garantizar todo lo
los narcóticos vapores que aturdie- una joven y a una sirvienta que le tria de San Benito de Norcia (la an- dicho y pide a su hermano que in-
ron a tantos desdichados, embriagán- llevaba una gallina negra, nueve hiu tigua Nursia), se formó un centro troduzca cerca de ella, si es que aún
dolos en el entusiasmo por la ma- vos puestos en viernes, un pato y un de brujería y hechicería. La cosa era vive, al dador de la carta. En ver-
gia. A ellos se juntaron luego los hilo blanco, pues era el tercer Ü K I sabidísima. Sobre ello nos informa dad que Eneas Silvio colma aquí la
que eran inequívocamente imposto- después de la luna nueva; las una de las más curiosas cartas de medida en su amabilidad hacia el
res. pidió, diciéndoles que volviesen il Eneas SÍlvio,-i^ dirigida a su her- magnate, pero por lo que se refiere
anochecer. Queremos suponer que ^mano, de la cual son estas pala- a él personalmente hay que recono-
La figura primitiva y popular que,
sólo se trataba de un caso de adi bras; "El dador de esta carta ha cer que no sólo se hallaba más libre
quizá desde los tiempos de la Roma
vinación. El ama de la sirvienta ha ícudido a inf para preguntarme si de superstición de lo que en general
antigua, sobrevivía en Italia ininte-
quedado embarazada por obra de mi ibía de ima montaña de Venus en estaban sus contemporáneos (págs.
rrumpidamente, fue la de la bruja
fraile y a la muchacha la ha ab;iii (taha, pues se pretende que e n ella 269, 283 y sigs.), sino que soportó
(sirega). Puede comportarse de mo-
donado su novio, recluido en un con- ^e enseñan las artes de la magia, a gallardamente una prueba de la que
do por completo inocente mientras
vento. La bruja se lamenta con eslas jlas cuales su señor, un sajón, gran no todas las personas cultas de nues-
se limita a la adivinación; pero
palabras: "Desde la muerte de mi _strónomo,2i3 es extremadamente afi- tros días saldrían victoriosas. Por la
el tránsito del simple vaticinio a la
marido vivo de estas cosas y podría jionado. Le dije que conocía un Por- época del concilio de Basilea pasó
hechicería activa es imperceptible a
pasarlo bien, pues nuestras gaetaiías Venere, no lejos de Carrara, en la en Milán setenta y cinco días en ca-
veces, y supone, no obstante, un
poseen una fe robusta, si no fiie.e :osa_ costa de Liguria, donde pasé ma, con fiebre; llevaron junto a su
decisivo y funesto paso. Cuando se
que las ganancias se las llevan l o s res años cuando hice el viaje a Ba- lecho a un hombre de quien se decía
trata ya de la intervención mágica
frailes interpretando sueños, trafican silea; también pude informarle que que poco tiempos antes había cura-
activa, el cometido principal de la
do con la mayoría de los asunio. 2n Sicilia hay una montaña Etix, do prodigiosamente de la fiebre a
bruja suele ser despertar el amor y
prometiendo maridos a las doncelhr., [consagrada a Venus, pero no sé que dos mil soldados en el campamento
el odio entre hombre y mujer, pero
varones a las embarazadas, hijo^ a fse enseñen las artes mágicas en nin- de Piccinino, pero él se negó a es-
también se entrega a maleficios per-
las estériles, y, como si eso fuiía Iguno de estos sitios. En el curso de cucharle y no quiso saber nada de
niciosos, de carácter exclusivamente
poco, por las noches, mientras ¡ o |la conversación, sin embargo, recor- su medicina milagrosa. Enfermo aún,
destructivo, y con una mirada pue-
maridos se dedican a las faenas d^ que en el viejo Ducado (Spole- emprendió Eneas Silvio a caballo el
de hacer que los niños se vayan
consumiendo y languidezcan hasta la pesca, visitan a las mujeres e o i i viaje a Basilea por los montes y se
m o r i r . . . aunque sea evidente que quienes se han citado durante et diji -'1 Graziani, en Archiv. Sior., I., curó en el camino.^i'*
ello se deba, sobre todo, a la insen- en la Iglesia". Sappatius le dice qiin lág. 565, ad. a,, 1445, sobre una bru- Obtenemos también algún dato so-
satez y el abandono de los padres. no vaya a despertar la envidia del de Nocera que sólo pudo ofrecer la bre la región de Norcia a través del
convento y la pone en' guardia, l'ei, • litad y fue quemada. La ley com-
ella nada teme, pues el fraile g n . n rende a las que "facciono la future 21* En el siglo xiv era también co-
^ Este debió de ser el caso de la dián es antiguo conocido suyo, vvero venefide owero encantationes nocida una especie de cueva del In-
curiosa posesa que por el año 1513 se l'immundí spiriti a nuocere". fierno, no lejos de Ansedonia, en Tos-
hizo célebre por sus vaticinios, siendo Esta tendencia a las hechice'M 212 Lib. I. cp. 46, Opera, págs. 531 cana, sobre cuyo suelo de arena apa-
consultada en Ferrara y otros lugares crea también un tipo más pclig > ' sigs. En pág. 532, en vez de umbra recían huellas de animales y de seres
por los grandes de Lombardía. Se lla- de brujas: las que con sus mani|>ii lebe leerse Umbría y en vez de lacum. humanos, que, si se borraban, reapa-
maba Rodogina. Más detalles cn Rabe- locum. recían al día siguiente. Uberti, // Dit-
lais, Pattiagrue!, IV, 58. ^i*' foviano Pontano, Anionius. 21.1 Luego le llama "Mcdícus Ducis lamonilo, lib. I I I , cap. 9.
Saxaniae, homo tum dives tum potens". ^líi Pío y , Comment., hb. I, pág. 10.
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 297
296 ¡ACOB B U R C K H A R D T

lo se propagó más, débese, quizá, sólo sabe algo de tales pláticas, sino
nigromante que pretendió apoderarse jería gran incremento y su persrcii que el país tenía ya su stregheria que en este aspecto, su testimonio
del bravo Benvenuto Cellini. Se tra- ción se hace horrible y sÍstemálit.iL plenamente desarrollada y basada en puede ser fidedigno. Aretino enume-
ta de consagrar un nuevo libro Siendo los dominicos alemanes M U sremisas esencialmente distintas. L a ra, en efecto las unturas y horro-
de magia y aquellas montañas son principales agentes, resultó Ale m a imija italiana ejerce un oficio, nece- rosas mezclas que aquellas mujeres
el lugar más indicado; cierto que el nía la más favorecida por semejaiiU' sita dinero y conocimiento de causa, guardaban en sus anaqueles; pelos,
maestro del mago había consagra- plaga, y de Italia las regiones m r , jbre todo. N a d a recuerda en ella a polvos de los huesos del cráneo,
do una vez un libro en las proxi- próximas a Alemania. Ya es si; m los sueños histéricos de las brujas dientes, ojos de muertos, piel hu-
midades de la abadía de Faria, pero ficativo que los decretos y bula^ di Inórdicas, a los largos viajes, a los mana, ombligos de niños pequeños,
surgieron dificultades con las cuales los papas se refieran, por ejnn ríncubos y súcubos: la strega ha de sucias de zapatos y jirones de mor-
no habría que contar en Norcia; pío, a la provincia de Lombarili.i. [ocuparse en divertir a otra clase tajas; hasta llevaban de los cemen-
además, los rústicos nursinos son de la Orden de Santo Domingo. \ n [de gente. Q u e se le atribuya la fa- terios carne humana en descomposi-
gente en quien se puede fiar, tie- las diócesis de Brescia, Bérgamu > [cullad de adoptar distintas formas ción y se la daban a comer al galán
nen ya alguna práctica de estas ar- Cremona. También averiguamos p o t Éy trasladarse de un lugar a otro (con otras cosas aún más inauditas)
tes, y en trance apurado pueden la célebre descripción teóricoprácticii |de modo instantáneo, lo acepta en sin que éste se diera cuenta. En acei-
constituir un poderoso auxilio. La de Sprenger, el Malleus maleficarum, |cuanto contribuye a exaltar su im- te que robaban de las lámparas de
excursión no llegó, sin embargo, a que ya al año de expedida la bula Iportancia; en cambio, es bastante las iglesias ponían a hervir agujetas,
realizarse. De haberlo sido, hubiera habían sido quemadas vivas en Co- IpeUgroso para ella que adquiera cabellos y recortes de uñas del galán.
tenido sin duda Benvenuto ocasión mo cuarenta y una brujas; gran mi ¡cierta magnitud el temor a su ven- De sus conjuros, el más inocente era
de conocer a los cómplices de aquel mero de italianas huyeron a la zona ganza y malignidad, de muy espe- formar un corazón de ceniza calien-
truhán. La fama del lugar era en- regida por cl archiduque Segisinun :ial manera en l o que se refiere al te y como acerico ir clavándole alfi-
tonces proverbial. Aretino habla en do, donde se creían más seguras. I i ímbrujamiento de niños, frutos y leres mientras entonaban esta canti-
alguna parte de una fuente embru- nalmente esta brujería establece M I ganados. El quemarla viva puede nela.
jada donde moraba la hermana de sede en desdichados valles de loa Al lesde entonces constituir un buen
la sibila de Norcia y la tía de la Fa- pes, en Val Camonica, sobre todo, Prím¡j che'l fuoco spenghi
Sxito de popularidad para los in- Fa ch'a mia porta venghi;
ta Morgana. Y por la misma época sin que sea posible desalojarla. l ' \ i juisidores y autoridades. Tal ti punga il mió amore
se permitió Trissino en su gran poe- dentemente, el sistema de perseui Pero el campo de acción más im- Quale in jo questo cuore.
ma,!^'' hacer elogio del lugar con los ción había conseguido que poblaem Iportantc de la strega era, como hc-
recursos imaginables de la poesía y nes particularmente predispuestas se Imos indicado, el del amor, en cl cual Hay también fórmulas mágicas pa-
la alegoría como verdadera sede y contagiaran de la superstición de mu- ise pretendía despertar la pasión eró- ra ser citadas a la luz de la Luna,
morada del arte adivinatorio. do permanente. Este matiz de bruje- [tica y suscitar el aborrecimiento, el dibujos en la tierra y figuras de cera
Con la lamentable bula de Inocen- ría esencialmente alemana es el des |vengativo anudado de agiijetas, el o metal que sin duda representan al
cio V I H (1448) ^^f* adquiere la bru- crito en las historias y novelas de iborto provocado, y en determina- amado y a las cuales se somete a di-
Milán, Bolonia, etc.-^^ Si en li;ilia jdas circunstancias, el presunto ase- versas manipulaciones, según las cir-
2i« Benvenuto Cellini, lib. I, cap. 65. ísinato del marido o de la infiel por cunstancias.
217 L'IíaUa liberata da'Goti, canto años de insistir sobre ello llegó la f a n [medio de manipulaciones mágicas, Se estaba tan acostumbrado a estas
XXIV. Cabe preguntar si Trissino mis- tasía del pueblo al estado de maduie/. [aun recurriendo al veneno.'-^-- Como prácticas, que la mujer que sin ser
mo cree en la verosimilitud de su des- necesaria para que la monstruosa pii inadie se fiaba de estas mujeres, sur-
cripción o si ya se trata de un elemen- Iraña pareciese natural y presumible- ya joven ni poseer una belleza extra-
to de libre romanticismo. La misma mente engendrase por sí misma lu [gió un diletantismo que consistía en ordinaria ejercía, no obstante, una
duda suscita su presumible modelo, Lu- teración. aprender de ellas disimuladamente y gran atracción sobre los hombres,
cano (canto V I ) , en cl cual una bruja íil!> De Alejandro V I , de León \ . ioperar después por cuenta propia. era, sin más, inculpada de hechice-
de Tesalia conjura un cadáver para de Adriano V I . ;Las cortesanas de Roma procuraban ría. Éste fue el caso de la amante
complacer a Sexto Pompeyo, i'L>o Proverbialmentc citado c o m o lu [aumentar el hechizo de su persona- de Sanga (secretario de Clemente
Séptima Decretal, lib. V. tit. X I L gar de brujería; por ejemplo: Orluiidi ílidad con tales conjuros, al modo de V I I ) , envenenada por la madre del
Empieza "Summis dcsideranles affecti- no, cap. I, estr. 12. [la Canidia horaciana. Aretino no propio Sanga; no obstante, y para
bus", etc. Observaremos de paso que a ^-'1 Por ejemplo: Bandello, I I I , /Vi' desventura de la madre, murieron
una atenta lectura desaparece aquí to- vella 29 y 52; Prato; en Archiv. Sim-. jmos en Procopio, Historia arcana; aquí también ésta y toda una reunión de
da idea de un originario estado de co- III, pág. 4Ü8; Bursellis (Ann. se trata de un burdel auténtico frecucn-
sas objetivo, de restos de creencias pa- ap. Muratori. X X l l . col. 897), c i i . i t L i amigos que probaron con ella el em-
jtado por un demonio que echaba a los ponzoñado manjar.
ganas, etc. Quien quiera convencerse ya la condenación —en 1468— de un [demás visitantes a la calle,
de hasta qué punto la fantasía de los prior de la Orden de los Servílas i.|iii' •222 Sobre el repugnante almacén de
frailes mendicantes es la causa única poseía un burdel de espíritus: e/i'es i la hechicería véase la Macaroneida, pino, supone que las prostitutas apren-
de todo este desvarío, que lea en las bononiensis coire faciebaí cum dcrrifin [fant. X V I , X X I . donde se nos des- dían aquella ciencia de algunas mujeres
Memorias de Jacques du Clerc el llama- bus in specie puellarwn. Hacía :i ! t rcriben tales manipulaciones. judías.
do Proceso de los Valdcnses de Arras demonios verdaderos sacrificios. U n u ^23 En cl Ragionamiento del Zop- '324 Varchi, Stor. jior., I I , pág. 153.
del año 1459. Sólo al cabo de cien rioso paralelo de lo anterior e i i c n i i i n i
298 lACOB BURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 299

N o como auxiliar, sino como com- Después d e ser adoctrinado sobre


petidor de la bruja, figura el hechi- lo despreciable y vano de la vida ra los demonios, que con el derra- sistema hállase, no obstante, lleno
cero o "incantatore", familiarizado terrenal por un devoto eremita del mamiento de sangre que se prepara de citas de supersticiones de la An-
con los menesteres más peligrosos. A Soracte, en San Silvestre, emprenditi tendrán ocasión de llevarse a los in- tigüedad, y por otra parte su inter-
menudo sc presentaba como astrólo- el camino de Roma al caer la n o c h e fiernos innumerables almas. Después vención en la vida y en las pasiones
go para no ser perseguido como he- En ruta ya, se le unieron bajo cl de estas y otras palabras en las cua- de los italianos puede ser a veces
chicero; de todos modos el hechice- claro resplandor de la Luna lleii;i les se presentaba a Roma completa- altamente significativa y rica en de-
ro no podía prescindir de algunos tres viandantes, u n o de los ciiaks mente entregada al mal, desaparecie- ducciones. Diríase que sólo los gran-
le llamó por su nombre y le prc ron los demonios y dejaron solo al des más corrompidos se entregan a
conocimientos astrológicos para de-
guntó d e dónde venía. Palingenill^ poeta, que continuó triste su cami- semejantes aberraciones; pero la vio-
terminar la hora propicia (págs. 285
no.2™
y 289); como muchos espíritus son contestó; " D e estar con el sabio que lencia de los deseos y las ambicio-
b u e n o s o por lo menos indiferen- vive en aquella montaña". "Insensa Quien quiera formarse una idea de nes hacen influir también a la esfera
tes, puede a veces su conjurador dis- to —replicó el otro—. ¿Crees real la extensión del trato con los demo- de la magia vigorosas personalidades
frutar de una reputación pasajera; el mente que hay sabios sobre la Tie nios que, a pesar de los castigos creadoras, pertenecientes a todas las
propio Sixto I V , en 1474, hubo de r r a ? Sólo los seres superiores (divi) mencionados en El martillo de las clases sociales; basta, en rigor, la
desautorizar expresamente en un bre- poseen la Sabiduría, y entre clUis. [brujas (Hexenhammer, de Sprenger, idea de que es posible establecer
ve 2-** a algunos carmelitas de Bolo- nos contaremos nosotros tres, aun 1489), estaba permitido confesar pú- esas relaciones ocultas para que has-
nia que habían dicho en el pulpito que hayamos adoptado figura hum;i blicamente, que acuda al muy leído ta el que se mantiene alejado de
que no hay mal en pretender ave- n a . Y o me llamo Saracil y éstos doh ^ r o de Agrippa de Nettesheim so- ellas se sienta quebrantada su fe en
riguar cosas de los demonios. En es- Sathiel y Jana; nuestro reino es lii »re Filosofía oculta. Parece que cl el orden moral del mundo. Con algo
Luna, donde mora la gran multitud tto original es anterior a su estan- de dinero y algo de riesgo parecía
ta posibilidad creían, evidentemente,
de seres intermedios que gobienuní cia en Italia,^! pero en la dedica- imposible desafiar impunemente a la
muchos; así lo prueba el hecho de
b a a Trithemius menciona, entre
que gentes muy piadosas creyeran la tierra y el mar". Palingenius, no razón y a la moral aceptados, aho-
tras, importantes fuentes documen-
por su parte en las visiones de es- sin íntima emoción, pregunta q u é es rrando de paso el esfuerzo de vencer
les italianas, aunque sólo sea para
píritus buenos invocados por su fer- lo que se proponen hacer en Roma: lesacrcditarlas, junto con las demás. los obstáculos que suelen interponer-
vor. Savonarola estaba poseído de " A Ammón, uno de nuestros eom= [En individuos ambiguos como tañ- se entre el hombre y sus designios,
las tales ideas; los platónicos floren- laneros, le mantiene en serviduiu ólos otros, nos importa muy poco el lícitos o ilícitos.
tinos hablaban de una mística unión >re, p o r virtud mágica, un maneeho [sistema que defienden y tras el cual Consideremos por de pronto uno
con Dios, y MarccUus Palingenius de Narni, del séquito del cardcmil disfrazan con todas sus fórmulas, de los maleficios antiguos en proce-
(Pier Angelo Manzoli, págs. 144 y Orsini, pues no olvides que es c(t lumerios, ungüentos, pentáculos, so de extinción. Desde los más os-
sigs.), da a entender, sin recatarse vosotros los hombres una pruebí) lecos de muertos,^''2 et^^ p^rQ gg^g curos tiempos de la Edad Media, y
inucbo, que mantiene relación con de inmortalidad el hecho de podor aun desde la Antigüedad, conserva-
espíritus iniciados.'-^-^^ El mismo es- someternos; yo mismo, encerrado/on ban algunas ciudades de Italia el
taba también convencido de que to- cristal tuve que servir una vez a Uli JjL 310 El modelo mítico de los magos recuerdo de la vinculación de su
da una jerarquía de demonios m o tudesco hasta que u n frailecico hnt^ p los poetas de la época es Malagi- destino a determinados edificios, es-
ran entre la Luna y la Tierra, pen- budo me libró de la servidumbre. %. Con referencia a esta personalidad tatuas, etc. Los antiguos contaban
dientes siempre de lo que ocurre en Este servicio tratamos de prestar on manifiesta Pulci {Margante, canto de los sacerdotes o tclestas que se
CIV, estr. 106 y sigs.), aunque teó-
la Naturaleza y en la vida huma- Roma a nuestro compañero y mnn= camente, sobre los límites del conju- hallaban presentes en las ceremo-
,-,3.228 fsios habla incluso de un en- dar, con tal motivo, al Arco, cHtM ^ p y del poder de los demonios. Falla nias de la solemne fundación de
cuentro personal con alguno de ellos. noche, a un p a r de distinguidos t u ¿sólo saber hasta qué punto habla en las ciudades, asegurando su futura
Como la finahdad de nuestra obra balleros". A estas palabras del D L U M í serio (véase canto X X I ) . bienandanza por medio de determi-
no permite una exposición sistemá- nio se levantó un airecillo y Salhk'l Polydorus Virgilius era italiano nados monumentos o por la secreta
tica de la creencia en los espíritus dijo: "Escuchad, nuestro mensnieni Ide nación, pero su obra De pradigiis inhumanación de determinados obje-
propia de la época, daremos, como vuelve ya de Roma; este ait\ l^ -se refiere esencialmente a la superstí- tos (telesmuta) de mágica viriud. Si
ejemplo, una versión del relato de anuncia". Efectivamente, se P R R M n í C i ó n en Inglaterra, donde pasó la vida. desde la época de los romanos logró
Paligenius.22>' tó un cuarto aparecido, a quien 'M\ ^ Con motivo de la presencia de los de- transmitirse algo por vía oral y po-
ludaron alegremente y le diriglii'm |mon¡os, no obstante, hace una curiosa pular a través de las generaciones,
—f' Esta reserva se hacía luego ex- preguntas sobre Roma. Su infum i aplicación del ejemplo histórico del sac-
I de Roma en 1527, fueron precisamente estas tradicio-
plícitamente. Com. Agrippa. De oculta ción fue un ataque tremendo t.^n 232 E] asesinato es rarísimo, sin em- nes, cuya significación había logra-
philosophia, cap. 39. tra el Papa; Clemente V i l se luihlB Ibargo, como fin, y acaso nunca se dé do mantenerse viva. Ahora bien, es
226 Séptima Decretal, l. c. aliado con l o s españoles e ¡nicnin l^corao medio. Difícilmente eneontraría- natural que con el curso de los si-
227 Zodlacus vitae. X I I , 363 a 559. ha acabar con l a s doctrinas I I I N I > ¡mos en Italia una remota analogía con glos el sacerdote se convirtiese senci-
cf. X, 393 y sigs. : un monstruo como Gilíes de Retz (ha-
ñas no ya con razones, sino L H H tu llamente en mago desde el momento
-"•¡s ¡bid.. IX, 291 v sigs. , cia 1440), que sacrificó a los demonios
Ibid., X, 770 y sigs. espada española; pura gananti:i p.t en que dejaba ya de comprenderse el
! más de cien niños. aspecto rel^igioso que en la Antigüe-
JACOB BURCKHARDT LA CULTURA D E L RENACIMIENTO EN ITALIA 301

dad tenía su intervención. En algu- siglos de acuerdo con la constelaeimí [da y vuelta a enterrar. Sería ésla la granizo. Para alcanzar los fines que
nos de los milagros que en Nápoles bajo la cual había sido construido júltima satisfacción que proporciona- se propone consigue hacer creer, en
se atribuyen a Virgilio-''^ sobrevive en tiempos de Augusto; cierto q u i - . ría: al año siguiente la ciudad fue efecto, que la caja donde está ence-
muy claramente el remoto recuerdo al convertirse al cristianismo, des¿i fealmente tomada. La colocación de rrado el amante está llena de espí-
de un telesta, cuyo nombre susti- lojaron de allí la marmórea estatiin primera piedra de los edificios ritus y que no se dude de que es
tuyó andando el tiempo, el propio ecuestre de Marte, pero como su drs ponserva aún, durante lodo el siglo capaz de hacer hablar a un cadá-
Virgilio. Así, la inclusión de la ima- trucción hubiera traído sobre la eiii (V. no sólo una relación astrológi- ver, etc. N o deja de ser un buen
gen misteriosa de la ciudad en un dad una gran desdicha —también ;\ sa (véanse páginas 285 y 2 8 6 ) , sino síntoma que novelistas y poetas pu-
caso no es otra cosa que un autén- causa de una constelación— la L O ma sugestión mágica. Llamaba la dieran ridiculizar a estos personajes
tico telesma antiguo, y Virgilio, au- locaron sobre una torre a orillas del atención, por ejemplo, el gran nú- y contar, al hacerlo, con la aproba-
téntico fundador de las murallas de Arno. Cuando Totila destruyó a Ido tero de medallas de oro y plata ción de las gentes. Bandello no sólo
Nápoles, es sencillamente una me- rencia, cayó la estatua al agua, y ^ue el papa Pablo I I enterraba en trata los encantamientos de un frai-
tamorfosis legendaria dei sacerdote sólo pudo ser extraída al ser f u n 3S fundamentos de sus construccio- le lombardo como un lamentable y,
que intervino en la ceremonia de dada de nuevo la ciudad por Cario Jes,^^'^ y no sin complacencia ve en por sus consecuencias, terrible frau-
la fundación. La fantasía popular magno; se la colocó entonces sobie silo Platina un telesma pagano. De de,""^^ sino que describe asimismo
siguió bordando frondosamente en una columna a la entrada del Ponie fia significación religiosa medieval con verdadera indignación ^ ' la des-
esta urdimbre hasta convertir a Vir- V e c h i o . . . y allí mismo fue muerto ^de estos sacrificios "-^'^ era tan poco dicha que acompaña casi siempre al
gilio en autor del caballo de bronce Buondelmonte en 1215, vinculando sonsciente Pablo 11 como su bió- crédulo insensato. Éste espera descu-
que adornó otra de las puertas de de este modo al temido ídolo el d e s rafo. brir los tesoros que la tierra oculta
la ciudad, e incluso de la gmta de! pertar de la gran lucha entre los biiii Esta magia oficial, que por lo de- con la Clave de Salomón y muchos
Posilipo. . cosas todas que estable- dos de güelfos y gibelinos. Cuando \ás no pasaba muchas veces de un otros libros de magia y someter con
cen un concreto vinculo mágico del la inundación del año 1333 la eslii lero eco, no llegó a adquirir ni re- ellos a su voluntad a la dama de sus
destino, mientras que los dos pri- lúa desapareció definitivamente. lOtamente la importancia de la ma- pensamientos, indagar los secretos de
meros rasgos se refieren, en sentido Con idéntico telesma volvemos ;i jia secreta con fines personales. ios príncipes, trasladarse de Milán a
total, al jatum más general de Ná- lopar en otra parte. El mencionado Lo que de ella podía observarse Roma en un deeir ¡esús y otras co-
poles. También la Roma medieval Guido Bonatto, en la reconstruceii')n >n mayor frecuencia en la vida co- sas por el estilo. Cuantas más veces
conservaba borrosos recuerdos de es- de las murallas de Forli no se con ¡Sdiana nos lo ofrece Ariosto en su sea defraudado, con más saña, vol-
ta índole. En San Ambrosio de Mi- formó con la simbólica escena de la Bomedia del Nigromaníe.^^'* Su hé- verá a la prueba. "Acordaos, signar
lán había un Hércules de mármol reccnciliación de los dos partldof. ^oe es uno de los muchos judíos Cario, de aquellos días en que un
y se decía que mientras se mantu- (ver pág, 2 8 5 ) , sino que con tina spañoies expulsados, aunque se ha- amigo nuestro, para alcanzar el fa-
viera en su sitio duraría el Impe- figura ecuestre de bronce o de pie fe pasar también por griego, egip- vor de su amada, llenó su cuarto
rio, probablemente el de los empe- dra, dispuesta y enterrada por ilu- 4o y africano y cambia constante- de cráneos y huesos de esqueletos,
radores alemanes, que se coronaban dios astrológicos,-^" creyó protef.'.ei lente de nombres y máscaras. Con como si fuera un cementerio". Se
en San Ambrosio.^** Los florenti- para siempre de la destrucción a In ius conjuros puede entenebrecer el imponen las obligaciones más repug-
nos estaban convencidos que su tem- ciudad y hasta de la expugnación lía e iluminar la noche, mover la nantes, como, por ejemplo, extraer
plo de Marte (transformado más y el saqueo. Cuando unos seis íle- Herra, hacerse invisible, metamorfo- tres dientes a un cadáver, arrancar-
tarde en baptisterio) se mantendría genios después regía la Romana cl [sear en animales a los seres húma- le una uña, etc., y cuando por fin
en pie hasta la consumación de los cardenal Albornoz (págs. 57 y sig.s,), los, etcétera, pero todas estas fan- llega el momento de! conjuro con
haciendo excavaciones para determi' farronadas son como el reclamo de sus manipulaciones y ceremonias, los
2:13 Ver el importante estudio de nadas obras, se encontró casualmeii" la industria; su verdadero fin es desdichados participantes mueren a
Roth sobre Virgilio como mago en la te la figura ecuestre y la mostraron explotación de matrimonios des- veces del susto.
Germania, de Pfciffer, tit. IV. La su- al pueblo, sin duda por mandato <1(J| raciados, y las huellas que en ta- En el gran conjuro del Coliseo de
plantación del viejo telesta por la fi- cardenal, para que se viera de (|utf ía tal deja tras sí, seméjanse a la Roma Í1532)24í! Benvenuto Cellini
gura de Virgilio encontraría la más medios se valía el cruel Montefelint Jaba de un caracol o al estrago del
razonable explicación en el hecho de contra la Iglesia de Roma. Pero iiie
que las frecuentes visitas a su tumba, dio siglo más tarde ( 1 4 1 0 ) , al íraeit -^0 Bandello, TIL Novella 52
ya en el tiempo, de los emperadores Platina. Vila Pontif., pág. 320; ^1 Ibíd., IIL Novella 99. El conju-
romanos, darían qué pensar al pueblo. sar un ataque enemigo contra loill, f'veleres potius hac in re quam Pe- rador se hace garantizar el secreto por
se apeló de nuevo a la virtud tic In rum, Anacictum et Linum imitatus". las más solemnes promesas y por jura-
234 Uberti. Diilamondo, lib. I I I , ca- "-•'•^ Que, por ejemplo, se adivina mentos ante el altar mayor de san Pe-
figura, que acaso hubiera sido s a l v i i
pítulo 4. juy bien en Sugerius, De consecra- tronio en Bolonia —por ejemplo—, en
•335 Lo que sigue, véase en Giovan- \¡ne ecciesiae (Duchesne, Scriptores, un monumento en que la iglesia estaba
ni Villani, 1, 42-60; I I , 1 ; V. 38; X I , 2S6 Sobre la superstición locáS '. pág. 355), V Chron. Petershusanun. completamente vacía. Un buen surtido
1. El mismo no cree en semejanes im- Annal, Foroliviens., ap. Muratori. \ ^ n I, 15 y 16. de hechicerías nos ofrece también la
piedades. Véase Danle, infierno, X í l l , cois. 207 y 238, relatado con ampli. Véase también la Calandra, de Macaroneida, cant. XVIL
146. nes en Fil. Villani. Vile, pág. 4'>. íibbiena. 2 ^ Benvenuto Cetlíni, I. 64.
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e:^tragos; a esta época pertenece el tenidos en aquel libro se cumplieron
no murió, pero él y su compañero los cadáveres era lo más apropiaiit- representante clásico de la magia
para echar por tierra la creencia en demasiado.2^8 Es cierto que con es-
soportaron espantables emociones: alemana; el doctor Johann Faust, te motivo nos enteramos también de
el sacerdote siciliano que creía ver la virtud mágica de alguna de SUM lientras que el de la italiana, Gui-
partes, mientras la constante contem- cómo se vengaban de los profetas
en él, probablemente, una ayuda útil Bonatto, se remonta al siglo xiii. aquellos a quienes se referían tales
para el futuro, ya de regreso tuvo la plación e imitación de la forma re- N o debemos olvidar aquí, cierta-
velaba al artista la viabilidad de unn vaticinios. Giovanni Bentivoglio hizo
gentileza de confesarle que nunca lente, la observación de que la colgar de una maroma que pendía
había tropezado con un hombre de magia de muy distinta índole. lisminución de la fe en conjuros de una alta escalera de caracol y ba-
más firme valor. El relato mismo En general y a pesar de estos invocaciones no dio lugar a un lancearle cinco veces a uno y otro
puede ser interpretado diversamente ejemplos, la hechicería disminuyó vi- aumento de la fe religiosa y a un lado, dando cada vez en la pared, a
según quien lo sea. L o decisivo fue- siblemente a principios del siglo X V Í , afianzamiento del orden moral en la Lucas Gauricus, porque había vati-
ron sin duda sus narcóticos vapores es decir, en una época en que co- ^ida humana; en muchos acaso sólo cinado el fin de su régimen; Er-
y la fantasía, preparada de antema- menzaba a florecer fuera de Italia, iejó un turbio fatalismo, tal como mes Bentivoglio mandó asesinar a
no del modo más tremendo. Así se Así, pues, las correrías de los magos >curriera cuando la fe en las estre- Cocle porque el desdichado metopós-
explica que el adolescente que les y astrólogos italianos por el Norte n a s empezó a languidecer. copo había profetizado, contra su vo-
acompañaba, que fue el más impre- parecen iniciarse cuando ya en su Podemos perfectamente pasar por luntad, que Ermes sería desterrado
sionado por el espectáculo, fue tam- patria nadie confiaba demasiado en p i t o algunas formas secundarias de y perecería en una batalla. Parece
bién el que con más detalle lo vio. ellos. Fue el siglo xiv el que creyó les quimeras: la piromancia, la qui- que había vaticinado también que
Pero que quien deseaba ver más era indispensable la estrecha vigilancia pomancia,^" etc.. que adquirieron su propio asesino cometería pronto
Benvenuto, debemos suponerlo por el del lado del Monte de Pilatos, jun- cierto auge al declinar la fe en la un ignominioso crimen, y éste tuvo
hecho de que en la peligrosa inicia- to a Scariotío, para impedir que los strología y en los conjuros; aun el sarcasmo de recordárselo cuando
ción no se advierte en él otro incen- hechiceros consagraran allí sus li- incipiente fisognómica no llegó a agonizaba. Un fin semejante tuvo
tivo que el de la curiosidad. Ténga- bros.=^** En el siglo xv pudieron ocu- ^ner, ni mucho menos, el interés el reanimador de la quiromancia.
se presente que la bella Angélica rrir cosas como la proposición de lue la simple mención de la pala- Antíoco Tibero de Cesena,^'» por
no aparece hasta que Benvenuto se provocar grandes lluvias para disper- ira suscita. N o surgió como herma- mandato de Pandolfo Malatesta, de
acuerda de ella, y aun entonces el sar cl ejército que ponía sitio a una la y amiga de las artes plásticas y Riminí, a quien había profetizado
mago le dice que al lado del des- ciudad; pero ya entonces el caudillo' ie la psicología aplicada, sino como lo más ingrato que para un tirano
cubrimiento de tesoros los amoríos de la ciudad sitiada —Niccoló Vite- jn nuevo género de superstición, es puede imaginarse: la muerte en el
son pura vanidad. N o debe olvidar- lli en Cittá di Castcllo— tuvo la su- lecir, como rival reconocida de la destierro y en la última miseria. Ti-
se, finalmente, que habría halagado ficiente cordura para rechazar a los itcrpretaeión astrológica, que es lo berio era un hombre de ingenio de
a su presunción poder decir que los fabricantes de lluvia como gentes ^ue parece haber sido ya entre los quien podía suponerse que procedía
demonios habían cumplido la pala- i m p í a s . E n el siglo xvi no tras- árabes. Bartolomeo Cocle, por ejem- más atin según una fina penetra-
bra entregándole a Angélica exacta- cendieron ya estas cosas oficialmen* autor de un manual de interpre- ción humana que por procedimien-
mente un mes después, como habían te, aunque en la vida privada la ación fisognómica, se llamaba a sí to quiromántico. Le apreciaban, por
prometido (capítulo 6 8 ) , Pero aun hechicería siguiese todavía haciendo lismo melcpóscopo,^''' y su ciencia, alta cultura, hasta aquellos mismos
habiendo Benvenuto fantaseado, in- la expresión de Jovio, mere- eruditos que no hacían caso de sus
clinándose poco a poco a mentir, la cía ser tenida por una de las más adivinaciones.
Uherti. 11, Ditamondo, I I I , cap,
historia sería siempre de permanen- i. Visita también Scariotto, en la mar- ilustres artes liberales. Cocle no se
te valor como ejemplo de las ideas ca de Ancona, el pretendido lugar de :onformaba con comunicar sus vati- La alquimia, finalmente, que en la
que imperaban. nacimiento de Judas, y dice a este pro- :Ínios a los inteligentes que le con- Antigüedad sólo muy tarde se mepi,^.
Por lo demás, no se entregaban pósito: " N o debo dejar de mencionar sultaban a diario, sino que escribió
fácilmente a la magia los artistas ita- aquí el Monte de Pilatos, con su lago, in arriesgadísimo "índice de aque-
donde, durante el verano, hay constan- 248 Es evidente que en Jovio habla
lianos, ni siquiera los "raros, extra- cuya vida está amenazada por allí el entusiasta coleccionista de re-
temente guardias que se relevan con
vagantes y caprichosos". Es cierto regularidad, pues quien entiende de grandes peligros". Jovio, aunque en- tratos.
que uno se cortó un jubón de la magia trepa a esas alturas para con f^ejecido en la ilustración de Roma Lo hizo por interpretación astro-
piel de un cadáver, aprovechando sagrar su libro, y con tales ocasícino* -ifi hac luce romana!— encuentra, lógica, pues desconocía la meíoposco-
el estudio anatómico, pero se dejó se levantan grandes tormenta^, scui'ni embargo, que los vaticinios con- pía; por lo que se refería a su propio
persuadir por el confesor y lo intro- afirman las gentes del lugar." *La cmi destino, hubo de atenerse al vaticinio
dujo luego en una sepultura ^'^^... sagración de los libros —como ya de Cocle, pues su padre había descui-
ha dicho en la pág. 296—, era U I I H . ^8 Esta superstición, muy extendida dado anotar su horóscopo.
Precisamente el frecuente estudio de itre los soldados (por el año 1520),
ceremonia especial y distinta' del con- Paulo Jovio, /. c , s. V. Tibertus.
junto propiamente dicho. , ridiculiza Limemo Pitoco en el Or- 201 Lo más indispensable sobre es-
243 Vasari, V I H , 143. VHa di An- mdino, cap. V, estr., 60. tas formas secundarias de la mántíca
drea da Fiesole. Se trataba de Silvio 2^5 De obsedione Tiphernaíiu0, 1474 Paulo Jovio, Elogia Ut. sub voce
(Rerum Ital, script. ex fhrent. ct'dici- en Comelio Agrippa, De occulta philo-
Cosini, que se dejó embaucar por "las noeles. sophia, caps. 57 y 52.
invocaciones mágicas y otras sandeces". bus, tomo I I ) .
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ciona bajo Diocleciano, representa des señores.2''-* Bajo León I , eniri? El pobre pecador de quien aquí se diablo. Luego acude a su memoria
un papel secundario en el apogeo los italianos se llamaba, a los po trata, aquel Pierpaolo Boscoli (men- un voto de juventud incumplido:
del Renacímíento."^2 Anteriormente eos que aun se consagraban i i cionado en la pág. 53), que en 1513 una peregrinación a la Impruneta.
había pasado Italia por esta enfer- estas prácticas, "ingenia curiosa", v participó en un atentado contra la pero su amigo le promete cumplirlo
medad. En el siglo xiv, con motivo Aurelio Augurelli, que dedicó al l'a casa de IVIedici recién restaurada cn por él. Entre tanto, llega el confe-
de su polémica contra ella, confie- pa su poema didáctico de la á t i i i ü el poder, ha llegado a convertirse sor, un fraile del convento de Sa-
sa Petrarca que las prácticas de la transmutación, tan desdeñoso del M K V en un ejemplo representativo en la vonarola, según el condenado había
transmutación están muy difundi- parece que recibió como recompc i ,i confusión religiosa de la época. Por pedido, y le hace la exégcsis del cri-
das.-*^ Pero desde entonces había una bolsa magnífica, pero vacía. I a influencia doméstica inclinado a Sa- terio de Santo Tomás de Aquino so-
ido haciéndose en Italia cada vez mística de los adeptos, que aparte i'l vonarola, se había dejado inflamar, bre el asesinato del tirano (a que
más raro el tipo especial de fe, de oro, se interesaban sobre todo por la no obstante, por los ideales antiguos ya nos hemos referido antes); con
abnegación y aislamiento que la al- piedra filosofal, prenda universal de de libertad y, en general, del paga- la correspondiente admonición para
quimia exige, mientras los italianos dicha, es un tardío y nórdico brou- nismo. Pero ya en el calabozo ei par- que soporte la muerte con fortaleza.
mismos y otros adeptos empezaban que se nutre en las teorías de Parii tido familiar le toma por su cuenla A lo que Boscoli replica: "Padre, no
a explotar en el Norte a los gran- celso y de otros autores semejanles. y le procura a su manera un bien- perdáis el tiempo en aconsejármelo,
aventurado fin. El piadoso testigo y que para ello me bastan los filóso-
cronista de este hecho es el erudito fos; ayudadme tan sólo a soportar
filólogo Luca, perteneciente a la fa- la muerte por el amor de Cristo."
milia de artistas della Robbia. " ¡ A y ! El resto, la comunión, la despedida
V . CRISIS G E N E R A L DE L A FE
—suspira Boscoli— sacadme a Bruto y la ejecución, está descrito en for-
de la cabeza para que pueda hacer ma conmovedora. Un rasgo es dig-
En estrecha relación con estas supers- general resulta por sí mismo eviden mi camino como cristiano." A lo que no de notarse; en el momento de
ticiones, no menos que con el pensa- te, pero, además, históricamente ic responde Luca: "SÍ tú lo quieres, no entregar Boscoli su cabeza al ver-
miento antiguo, en general, está la tificado. Son aquellos de quieiu • es difícil; considera que los hechos dugo, rogó a éste que aguardase to-
crisis que sufre la fe en la inmorta- Ariosto dice que más arriba del le de los romanos no nos han sido davía un instante, y la razón era
lidad del alma. Esta cuestión tiene cho que los cobija no creen cn nii transmitidos en forma sencilla, sino "que durante todo cl tiempo (desde
además relaciones mucho más ex- dn^m En Italia, sobre todo en Mu idealizados (con arte accrescíute) ". que le fue comunicada la sentencia)
tensas y profundas con el desarro- rencia, el incrédulo podía vivir (riiii El desdichado impone a su entendi- había aspirado a una íntima unión
llo del espíritu moderno, tomado cn quilo —aunque su incredulidad fuem miento la obligación de creer y se con Dios sin -alcanzarla tal como él
conjunto. reconocida— con tal que no lle;'ai lamenta de que la fe no brote en él la apetecía y esperaba que cn este
Una de las causas más importantes a vías de hecho en la hostiliÜLi ! espontáneamente. Cree que si pudie- instante, con un esfuerzo supremo
de las dudas respecto a la inmortali- recta contra la Iglesia. Pudo MK. ra pasar un mes con buenos frailes conseguiría alcanzarlo". Parece que
dad, era, por lo pronto, el deseo de der, por ejemplo, que el conlesm acabaría tal vez sintiéndose ganado fue una frase de Savonarola la que,
no tenerle que agradecer ya nada a que ayudaba a bien morir a uv por el fervor religioso. Se demuestra mal entendida, habría sembrado la
la odiada institución eclesiástica, tal lincuente político se informasi. en ello, curiosamente, el escaso co- inquietud en su alma.
como era y como se mostraba. He- de pronto, de si creía, "pues IKIIHU nocimiento que tenían de la Biblia Si conociéramos raás confesiones
mos visto que la iglesia llamaba epi- circulado el falso rumor de que no los partidarios de Savonarola; Bos- de este estilo poseeríamos una vi-
cúreos a los que pensaban así (pá- tenía fe".-''''^ coli sólo sabe el padrenuestro y el sión de la época mucho más rica
ginas 277 y sigs.). En el momento avemaria e insta a Luca con apre- en rasgos característicos que la que
de morir puede ser que algunos re- -"^4 Pasaje importante en Tritbeili mio para que aconseje a sus amigos pueda brindarnos ningún tratado ni
clamaran los sacramentos, pero eran Ann. Hirsaug I I , páginas 286 y ni cl estudio de las Sagradas Escrituras,
guicntes. poema alguno. Veríamos mejor aun
innumerables los que durante su vi- pues el hombre no sabe al morir si- hasta qué punto era fuerte el im-
•2ü^> "Ñeque enim desuní", se d '
da, sobre todo durante sus años de no lo que ha aprendido en la vida. pulso religioso innato, cuan subjeti-
Paulo Jovio, Elog. lit. s. v. Poiiipi>n
mayor actividad, vivían y obraban Garícus, véase ibid., s. v. Auivl .\\\ Entonces Luca le lee y comenta la va —y cuan vacilante también— la
de acuerdo con aquella premisa. Que gurellus, Macaroneida, phant. X I ! . Pasión según el Evangelio de San actitud del individuo respecto a lo
esto tenía que determinar necesaria- 2ñifi Ariosto. soneto 34 "non rivdi'í Juan; caso extraño, al pobre le pa- religioso en sí, y qué formidables
mente en muchos una incredulidad sopra it tctto", el poeta lo }ip\u.\ nn' rece evidente la divinidad de Jesu- enemigos se enfrentaban a este sen-
lévolamente a un funcionariti qi cristo; pero no logra comprender su timiento. Que hombres de esta con-
251! Libri, Historie des sciences ma- bía decidido cn contra suya humanidad; quisiera poder concebir- textura íntima no estuviesen llama-
thématiques, I I , página 122. asunto de intereses. la con evidencia incontestable, "co- dos a fundar una nueva Iglesia es
-2i53 "MOVÍ nihil narro, mos est pu- Narrazione del caso 'del mo sí el propio Jesús saliera de un
blicus" (Remed. utriusque jortunae. cn Archiv. Stor., 1. págs. 273 y ; innegable, pero la historia del espí-
bosque a su encuentro." Entonces ritu occidental quedaría incompleta
pág. 93, una de las partes de este expresión corriente era "non av%¡ .
libro escritas con gran vivacidad y véase Vasari, V i l , pág. 122, Vita ; su amigo le aconseja humildad, pues sin la consideración de esta época
"ab ¡rato"). Fiero di Cosimo. estas dudas le son sugeridas por cl de fermentación de los italianos, pu-
3C6 [ACOB líURCKHARDT
LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N I T A L I A 307
diendo ahorrarse tranquilamente la a Mercurio que cuando conducía en
de otras naciones que no tuvieron la barca a Aristóteles le preguniL> ecos en el ámbito de la Iglesia que más allá de los grandes hombres,
ninguna participación en la evolu- sobre su fe en la inmortalidad; cl León X , en el Concilio lateranense en un más aUá inundado por la
ción del pensamiento. Pero hemos cauto filósofo, aunque se veía sobre de 1513, hubo de promulgar una armonía de las esferas. Este cielo
de retornar al prohlema de la in- viviendo a la muerte física, no qtii constitución -"^ en favor del dogma pagano, en pro del cual fueron des-
mortalidad. so comprometerse con una respuesta de la inmortalidad y la individua- cubriéndose, poco a poco nuevos
Si la incredulidad, en este aspec- clara: ¡considérese lo que tenía que lidad del al^ma, esto último contra testimonios de los antiguos, fue des-
to, llegó a desempeñar tan importan- ocurrir al cabo de los siglos con la los que enseñaban que el alma era plazando gradualmente al cielo cris-
te papel entre los individuos más al- interpretación de sus escritos! Con una sola en todos los hombres. Po^ tiano en la misma medida que el
tamente desarrollados, debióse ello, tanto mayor celo se discutió sobti eos años después se publicó un li- ideal de la grandeza histórica y de
además, a! hecho de que la gran su opinión —y sobre la de otros e' bro de Pomponazzo, que demuestra la gloria a los ideales cristianos de la
misión terrenal que suponía el des- critores antiguos— en lo que atañe la imposbilidad de una prueba filo- vida; y este proceso se desarrolla
cubrimiento del mundo y su repro- a la verdadera condición del alma, ii sófica de la inmortalidad del alma, sin herir ningún sentimiento, como
ducción por la palabra y por la ima- su origen, a su preexistencia, a sn lo cual dio lugar a refutaciones y lo hacía la doctrina de la completa
gen polarizaba y monopolizaba, en unidad en todos los seres humann;. apologías, avivándose y complicán- anulación de la personalidad. Y a Pe-
gran medida, todas las energías sí- a su eternidad absoluta, hasta a su dose así la disputa, que sólo ante trarca funda su esperanza en este
quicas y espirituales. A este aspecto transmigraciones, y no faltó quien la reacción católica se extinguió. La Sueño de Escipión, en otras mani-
necesariamente secular del Renaci- planteara desde el pulpito todas es preexistencia de las almas en Dios, nifestaciones de los escritos da Ci-
miento nos hemos referido ya (pág. tas cuestión es .259 El debate, en geni' concebida poco más o menos según cerón y en el Fedón platónico, sin
253). Pero es que, además, de esta ral, llegó a adquirir caracteres muy la teoría platónica de las ideas, si- mencionar la Biblia.^'" En otro lu-
apetencia de investigación y de ar- ruidosos en el transcurso del siglo guió siendo durante mucho tiempo gar pregunta: "¿Por qué, como cató-
te, surgió un general espíritu de du- XV; unos demostraban que, con toda un concepto muy difundido, y los lico, no he de compartir una espe-
da y de interrogación. Si éste daba certeza, según la doctrina de Aristn poetas, por ejemplo, sacaron de ello ranza que aparecía aceptable entre
escasa fe de vida en la literatura, teles, cl hombre tiene un alma iii gran partído.^"^ N o se detenían a los paganos?" Algo más adelante Co-
si en la crítica de la historia biTíli- mortal;2<f" otros se lamentaban de la considerar las consecuencias que de luccio Salutati escribió sus Trabajos
ca, por ejemplo, sólo se manifestaba dureza de corazón de los hombres, él se derivaban en cuanto a la su- de Hércules (esta obra ha llegado a
de modo incipiente y aislado (pág. que quisieran ver el alma sentada pervivencia después de la muerte. nosotros manuscrita), en cuyo final
279), no se crea por ello que no en una silla ante sus ojos paia Otra influencia de la Anrigüedad se asegura que aquellos espíritus
existiese. L o que ocurría es que su creer en su e x i s t e n c i a F i l e ! I \ > . se revela de manera muy especial a enérgicos que han conseguido supe-
voz quedaba ahogada por la mencio- en la oración fúnebre de Franccseu través de aquel curioso fragmento rar las innumerables fatigas de la
nada apetencia descriptiva y plástica Sforza, cita una abigarrada serie de [del sexto libro de La república, de vida sobre la Tierra, ya por este
en todas las disciplinas, es decir, por testimonios de filósofos árabes, a ía Cicerón, conocido bajo el nombre motivo tienen ganada, como un de-
cl impulso artístico positivo; sentía vor de la inmortalidad y termina su de Sueño de Escipión. Sin el comen- recho, su morada en los astros.^*'^
además, la coacción de la potestad argumentación que ocupa folio y me tario de Macrobio es probable que Si Dante se atuvo aún severamente
fiscalizadora de la Iglesa, todavía dio de apretada letra, con esta brc\e no hubiera llegado a nosotros, co- al criterio de que los más grandes
operante, en cuanto se trataba de frase: "Además tenemos el Antiguo mo no ha llegado la segunda parte entre los paganos, a quienes él, se-
teorizar. Ahora bien, este espíritu de y el Nuevo Testamento que eshin de la obra ciceroniana; pero mer- guramente, concedía el paraíso, no
duda, por razones que son demasia- por encima de toda verdad".^- IVn ced a él se difundió en innumera- debían salir, sin embargo, del lim-
do evidentes por sí mismas para que su parte los platónicos florentini'- bles copias "•^'s y fue desde los co- bo, situado a la entrada del Infier-
sea necesario explicarlas, debía de alegaban la teoría de las ideas dt mienzos de la tipografía impreso y no.^*** ahora la poesía tendía ambas
considerar ineludible y preferente- Platón como esenciales suplementos comentado con renovado afán. Es la manos hacia las nuevas y liberales
mente el problema de la situación a la doctma de Cristo (en Pico, por descripción de la glorificación en cl ideas sobre el más allá. En el poe-
después de la muerte. ejemplo). Pero los adversarios ensor- ma dedicado a su muerte por Ber-
decían el mundo de la cultura con -*^.Septina Decretáis, lib. V , tit. I I I . nardo Pulci, Cosimo el Viejo es rc-
Y añadíase aún la influencia de la
Antigüedad, que tuvo aquí una do- sus opiniones. A principios del siglo cap. 8.
ble significación. En primer lugar, se XVI el escándalo levantaba va talen Ariosto, Orlando, canto V I I , estr. Petrarca, Epp jam., I V , 3 (pág.
6L En deformación ridicula: Orlandi- 629), y I V , 6 (página 632).
luchaba por asimilar la psicología Fil. Villani, Vite, pág. 15. Este
no, cap. IV, estr. 67 y 68. Gariteo,
de los antiguos y se exprimía el sen- miembro de la Academia napolitana curioso pasaje, en el que la servidurti-
^™ Faustino Terdoceo, Triumpliiis
tido literal de Aristóteles para obte- stultUiae, lib. IL de Pontano, utiliza la preexistencia de bre del trabajo y el paganismo coinci-
ner una aclaración decisiva. En uno ^ ^ Como Borbone Morosini. por 11 las almas para exaltar la misión de la den, dice así: "Che agli uomini fortis-
de los diálogos de la época a la ma- ano 1460, véase Sansovino. Veui'zuí dinastía aragonesa. Roscoe, Leo X, ed. simc, poiché hanno vinto le monstruose
nera de l-uciano.^'»^ Caronte refiere lib. x n , pág, 243. Bossi, 11, pág. 288. fetiche della térra, dcbitamente sleno
-•í' Vespasiano Florentino, pág. ?W -«•^ Orelli, ad. Cic, Re republ, lib. date le stelle".
Joviano Pontano, Charoii. Orationes Pkitelph¡. fol. 8. VI. Véase también Lucano, Farsalia, 208 Inferno, I V , 24 y sigs. Véase
IV, comienzo. Purgatorio, V I I . 28; X X I I , 109.
308 JACOIÍ B U R C K H A R D T LA C U L T U R A DEL R E N A C I M I E N T O E N ITALIA 309

cibidü en él cielo por Cicerón, a epidemias de expiación y pcniíen iel deísmo, según los casos. Este fiesta esta modalidiid con realidad
quien también se llama "Padre de cia a que nos hemos referido en iltimo habrá obedecido al pensa- conmovedora. De los últimos años
ía Patria", por Curión, por los Fa- su lugar (capítulo I I de esta P i n licnío que elimina el elemento cris- de Firenzuola. que los pasó aqueja-
bios, por Fabrieío y muchos otros; te), pues aun concediendo que l;e. liano sin buscar — o sin encontrar— do do grave dolencia, nos han que-
junto con ellos será ornamento del clases individualmente desarrollad,! rnada que los sustituya en el senti- dado algunos apostrofes a la Divini-
coro, donde cantan sólo las almas hubiesen participado en ellas c o i i i i [miento. En el teísmo, por su parte, dad, en los cuales incidentalmente.
sin tacha.2^ los demás, debe tenerse en cuenia reconocemos una elevada y devota se manifiesta como creyente cristia-
Pero había también en los autores que había de reducir la causa prin Ireferencia positiva al Ser divino des- no, pero sin que logre borrar con
antiguos otra y menos grata imagen cipal a una necesidad emotiva, a mi Iconocida por ía Edad Media. N o ex- ello la impresión general de una pu-
del más allá: el reino de las sombras desbordamiento de naturalezas exal [cluye el cristianismo, y puede com- ra conciencia teísta.-'^" N o concibe
de Homero y de aquellos poetas que ladas, al terror producido por gran íbinarse en todo momento con su su dolencia como expiación de una
no habían suavizado ni humanizado des desastres, al afán de clamar a l [doctrina del pecado, de la redención culpa, ni como prueba y prepara-
esta concepción. Este reino de las ciclo pidiendo misericordia. Al dvs |y de la inmortalidad, pero sin ella ción para el otro mundo, sino como
sombras no dejó de producir impre- pertar de la ciencia no era forzoM' [existe también en las conciencias. un asunto entre él y la Divinidad
sión en ciertos espíritus. En alguna que siguiesen, ni mucho menos .1 A veces el teísmo se manifiesta sola, que ha puesto entre el hom-
parte-'''' Joviano Pontano pone en sentimiento del pecado y el anhelo cli |con pueril ingenuidad, hasta con un bre y su desesperación el poderoso
labios de Sannazaro la historia de redención; ni una fuerte penitencia |accnto semipagano: Dios se le apa- apego a la vida: " M i maldición va
una visión que tuvo una madruga- exterior presuponía nccesariamen 11 rece como la potestad que debe sa- contra la naturaleza solamente, pues
da, estando aún medio dormido. Se el arrepentimiento en cl sentido cris tisfacer sus deseos. Agnolo Pandol- tu grandeza me prohibe nombrar-
le apareció en ella Ferrandus Janua- tiano. Cuando algunos espíritus del fini nos cuenta cómo después de la l e . . . A T i clamo. Señor: ¡dame la
ríus, amigo suyo, ya difunto, con Renacimiento, vigorosamente desa- )oda -'^ se encerró con su esposa y muerte, dámela!"
quien en su tiempo había dialoga- rrollados, nos refieren que su prin- se arrodillaron ambos ante cl altar La prueba concluyente de un teís-
do sobre la inmortaÜdad del alma; cipio es no arrepentirse de nada,^"' loméstico de la Virgen María; pe- mo desarrollado y consciente la bus-
al verle de nuevo ante sí le pre- eso puede, ciertamente, referirse muy to no lezaron a la Madonna, sino caremos en vano en este y parecidos
guntó si la eternidad y eí espanto bien a asuntos indiferentes desde el Dios, pidiéndole que les concedie- testimonios; estos hombres creían,
de los castigos infernales respondían punto de vista moral, a un procedei ra el buen uso de sus bienes, larga en parte por lo menos, ser todavía
a la verdad. A l cabo de un silencio torpe c inadecuado, por ejemplo. |convivencia en contento y armonía, cristianos, y respetaban además, por
la sombra le contestó totalmente de Ahora bien, este desdén del arre- numerosos descendientes varones; diversas razones, las doctrinas impe-
acuerdo con Aquíles ante la pregun- pentimiento se extenderá por sí mis- f'para mí le pedí a Dios riquezas, rantes de la Iglesia. Pero en los días
ta de Uliscs: "Puedo decirte y ju- mo a la esfera ética en cuanto le "imistades y honores; para ella inte- de la Reforma, en que las ideas se
rarte que no otros, los desterrados atribuyamos un origen general y c o - gridad, honestidad, y que le concé- vieron obligadas a dilucidarse y de-
de la vida física, sentimos el más mún; el sentimiento se extenderá por dese el don de ser una buena ama purarse, esta modalidad del pensa-
fuerte deseo de volver a ella". Di- sí mismo a la esfera ética en cuanto le casa". Si a esto se añade una acu- miento llegó a una más clara con-
cho lo cual, saludó y desapareció. del propio vigor individual. El cris- Isada arcaización, nos veremos en di- ciencia de sí misma. Cierto número
No hay duda que semejantes ideas tianismo pasivo y contemplativo, con [ficultades para separar de la fe teísta de protestantes italianos se revela-
sobre el estado que sigue a la muer- su referencia constante a un mundo (el estilo pagano.-"'* ron como an ti trinitarios, y los soci-
te presuponen en parte la anulación ultraterreno y superior, no prcdonii También en la desdicha se mani- nianos, en lejanas tierras, hicieroLi
de los más específicos dogmas cris- naba ya en la conciencia de esto^ el intento memorable de constituir
tianos, y en parte son causa de ello. hombres. Maquiavelo avanza toda una Iglesia en este sentido. De todo
Para profesar los conceptos de pe- vía un paso en sus deducciones, sen '^'^^ Del governo della jamiglia, pág. lo expuesto se desprende, pues, que
cado y redención debían de haberse tando eí criterio que tampoco para 114. además del racionalismo humanísti-
desvanecido por completo. N o debe- cl Estado y la defensa de su libei Como ejemplo, tomamos de la co, hinchaba esta vela el aliento de
mos dejarnos desorientar por los tad el cristianismo puede ser útií.-"- Coryciana esta breve oda de M. Anto- otros espíritus.
Ahora bien, ¿qué fisonomía adop- nio Flaminio:
éxitos de los predicadores y por las Uno de los centros de toda esta
tó el sentimiento religioso fuerte, a Uii quibití tam t.oryíiits uentisla
Signa, lam divrs posuit íacelhim, ideología teísta ha de verse en la
pesar de todo, en las natural^ziiM
Ulla f^/ veslTos aui«'<is pinrum Academia Platónica de Florencia, y
^f'' A este cielo pagano se alude más vigorosas? La del teísmo -ó la Gratia tans.it. de manera muy especial y personal
también muy claramente en el epita- l'o^ jocos TiiuiQuf yfnis faceli en el propio Lorenzo el Magnifico.
fio del escultor Niccoló dcll'Arca: S(ii//f"íí.> sérvate dm: .wtectam
Las obras teóricas y las mismas epís-
^ 1 Cardano, De propria vilu.' cay. Vos duíe fl semprr rñdriíiem el interno
A ' i í í i f í e rraxitr.ies, ¡'letihiis, Polycletus i\(li¡ri\>i!
13: "Non poenitere úlHus reí quam v o U.\que madentem. tolas de aquellos hombres sólo nos
Mirnninrqtie tuií\, ii Xirolae, mavii.'..
luntaric effecerim, ctiam quae male ctt .41 siiHul lone<i iotiatm aex'o
En Burseili, Ann. Bonon, Muratori, sisset"; "sin esto sería el hombre i n á ü :.f Ijqueril lerraí, dapibii.% lieorum
X X I I I , col. 812, desdictiado". I^aeliiy, inlersit, pvtiore muliitis 37C Firenzuola, Opere, vol. IV, págs.
En su tardío escrito Actius. Discorsi, lib. IT, cap. I I . .V«í/u/f Biachujti. 147 y sigs.
310 TACOB BURCKHARDT
N D I C E G E N E R A L
ofrecen un aspecto de su carácter. tre épocas de formidable energi. v
Es verdad que Lorenzo, desde la épocas de resignación triste o de 11
juventud hasta sus últimos días, se I>erstición, brota aquí, en un c í k í i
expresó siempre como cristiano dog- lo de espíritus escogidos,2T9 ¡a i d r - i
mático y que Pico della Mirán- de que Dios creó el mundo v i s i b i i
dola llegó a dejarse influir por Sa- por amor, que es una imagen di I
vonarola y a experimentar una ten- modelo preexistente en Él, y
dencia al ascetismo monacal 2 " Pero Dios seguirá infundiendo vida y nm
en los himnos de L o r e n z o , - q u e es- vimiento al mundo, renovándolo ; t i i
tamos tentados a considerar como el 'ROLOGO vil
tregua. El alma individual potl y. 1
resultado supremo del espíritu de es- reconociendo a Dios, reunirlo en n
ta escuela, el teísmo deja oír sin re- estrechos límites, pero medíanle il PRIMERA PARTE
servas su voz, y lo hace a través amor podrá también dilatarse en cl
de una concepción que se esfuerza infinito hasta Él, encontrando a s i EL E S T A D O C O M O OBRA DE A R T E
en contemplar el mundo como un en ello la dicha y la bienaveiiMi
gran cosmos moral y físico. Mien- ranza del alma sobre la Tierra, I, I N T R O D U C C I Ó N : Situación política de Italia en el siglo X l l . —
tras los hombres de la Edad Media Encontramos aquí resonancias di El Estado normando bajo Federico II.—Ezzelino da Romano. 1
ven el mundo como un valle de lá- la mística medieval, mezcolanzas eon II. T I R A N Í A S D E L S I G L O X I V : Las finanzas y su relación con la cul-
grimas que el papa y el emperador doctrinas platónicas y con rasgos pi. tura.—El ideal del monarca absoluto.—Peligros internos y ex-
deben custodiar hasta el advenimien- culiares de espíritu moderno... A i . , i
to del Anticristü, mientras los fata- temos de la tiranía.—Juicio de los florentinos acerca de la ti-
so se nos brinde, maduro, en csie ranía.—Los Visconti 5
listas del Renacimiento alternan en- haz, uno de los frutos supremos <li'
aquel conocimiento del mundo y del llí. T I R A N Í A S D E L S I G L O X V : Intervención y visitas de los empera-

hombre, en virtud del cual pódeme dores.—No son atendidos sus clamores.—La ileghimidad.—
27fl Nic. Valori, Vita di Lorenzo, pas-
sim. Véase la hermosa instrucción a su llamar al Renacimiento en Italia l a Fundación de Estados por condottieros.—Relaciones entre se-
hijo el cardenal Giovani en Fabroni, ro y guía de la edad del mundo m ñores y condottieros.—La familia Sforza.—Giacomo Piccini-
Laurentius, nota 178, y los suplemen- que vivimos. no.—Tardíos intentos de los condottieri 8
tos a la Vida de Lorenzo, de Roscoe.
lo. Pjci Vita, auct.. Jo. Franc. IV. L A S PEQUEÑAS TIRANÍAS: Los pequeños señoríos.—Los Baglioni
Si puede decirse que, en su Mm
Pico. Su Deprecatio ad Deum en De- gante, Pulci se enfrenta seriamente ,il de Perusa.—Sus disensiones internas y la masacre de 1500.—
liciae poetarum italorum. guna vez con las cosas religiosas, es cmu Su declinación.—Los Malatesta de Rímini.—Petrucci de Siena. 15
Son los cantos siguientes: Ora- aplicable al canto X V I , estr. 6. i r L i \', L A S G R A N D E S D I N A S T Í A S : L O S aragoneses de Nápoles.—El últi-
zioni ("Magno Diopper la cui costante oración deísta de la hermosa pagan.i
Icgge, etc.", Roscoe, Leone X, ed Bossi, Antea es acaso la más contunden^ mo Visconti de Milán.—Francesco Sforza y su ventura.—Ga-
V I I , pág. 120): el Himno ("Oda il sa- expresión de la modalidad ideológica leazzo María Sforza y Ludovico el Moro.—Los Gonzaga de
cro imno tutta la natura, etc.", en Fa- vigente en el círculo de Lorenzo iV Mantua.—Federico de Montefeltro, Duque de Urbino.—Bri-
broni, Laurentius, nota 9 ) ; L'altercazio- Magnífico; en cierto modo queda c i m llante final de la corte de Urbino.—Los Este de Ferrara.—
ne (Poesie di Lorenzo magn., I, pág. plctada por los discursos del demoiiio
265); en esta colección se incluye tam- Artarote, que hemos citado en pá^.•^. Venía de empleos; orden y cálculo.—Desarrollo de la perso-
bién los demás poemas mencionados. 276 y 278, y nota 132. nalidad.—Policía y control.—Zampante, el jefe de policía.—
Participación del pueblo en el duelo del príncipe.—Pompa de
la corte.—^Mecenazgo de los Este 19
VI. Los E N E M I G O S D E L A T I R A N Í A : Los últimos güelfos y gibeli-
nos.—Los conspiradores.—El asesinato en el templo.—El pa-
trón de la ciudad.—Influencia de los tiranicidas de la Anti-
güedad,—Catilina como ideal.—Florencia y los tiranos.—El
: pueblo y el tiranicida 30
' ^ \ \ . L A S REPLiBLiCAS: VENECIA Y F L O R E N C I A : Venecia; sus habi-
tantes.—Peligros de la nobleza pobre.—Causas de la estabili-
dad de Venecia.—El Consejo de los Diez.—•Relaciones con los
condottieri.—Optimismo de la política exterior de Venecia.—
La patria de la estadística.—Retraso en el Renacimiento.—De-
voción medieval a las reliquias.—Florencia.—Conciencia polí-

311
Ji'í LA C U L T U R A DEL RENACLMILNTO E N ITALIA
Í N D I C E G E N E R A L 313
tica objetiva.—Dante como político.—Florencia en estadísticas:
los dos Villani.—La peste negra.—Estadística y cultura.—^Cons- bromas—Parodias poéticas.—Teoría del chiste.—La maledi-
tituciones florentinas.—Los historiadores.—Vicio fundamental cencia.—Paulo Jovio.—Adriano V I , víctima del sarcasmo.—
del Estado toscano.—Teorizantes políticos.—Maquiavelo y su Pietro Aretino.—Su empleo de la publicidad.—Relación con
proyecto de Constitución.—Siena y Genova "-.i los príncipes y celebridades.—Su religión 86
Vin. P O L Í T I C A E X T E R I O R D E L O S E S T A D O S I T A L I A N O S : Envidia hacia
Venecia.—Relaciones con oíros países: simpatía liacia Fran- TERCERA PARTE
cia.—Ensayo de un equilibrio de poder.—Intervención extran-
jera y conquistas.—Alianzas con los turcos.—Contrainfluencia L A RESURRECCIÓN DE L A A N T I G Ü E D A D
de España.—Objetividad de la política,—Arte de la diplo-
1. OBSERVACIONES P R E L I M I N A R E S : Concepto del Renacimiento.—
macia .;.|
Graduación de la influencia.—La Antigüedad en la Edad Me-
IX. C O M O O B R A D E A R T E : Las armas de fuego.—^Mili-
LA G U E R R A dia.—Primeros intentos de resurrección en Italia.—Poesía la-
tares profesionales y diletantes.—Desastres de la guerra '/•> lina del siglo X I I en Italia.—La Antigüedad en el siglo X I V . 95
X. Relaciones del Papado con Italia
EL P A P A D O Y S U S P E L I G R O S : 11. L A S R U I N A S D E R O M A : Dante, Petrarca, Uberti,—La Roma de
y con los países extranjeros.—Peligros peculiares del Papado.— Poggio.—Nicolás V y Pío II.—La Antigüedad fuera de Ro-
Disturbios en Roma desde los tiempos de Nicolás V.—Sixto ma.—Clamores de los romanos.—^Linajes romanos.—El cadá-
I V , dueño de Roma.—Planes del cardenal Riario.—El nepotis- ver de Julia.—Nuevas excavaciones.—La Roma de León X . —
mo.—Estados de los nepotes en la Romana.—Cardenales prín-
Efectos sentimentales de las ruinas 98
cipes de casas reinantes.—Inocencio V I I I y la simonía.—Venta
pública de mercedes.—Alejandro V I como español.—Relacio- Ili. difusión a lo largo del siglo X I V . —
LOS AUTORES A N T I G U O S ; SU
nes con los países extranjeros.—César Borgia y sus relaciones Descubrimientos en el siglo XV.—Bibliotecas, copistas y "scrit-
con su padre.—Su objetivo final.—Los medios irracionales.— tori".—La imprenta.—Los estudios griegos y su pronta deca-
Asesinatos y envenenamientos.—Los últimos años.—Julio l í dencia.—Estudios orientales.—Punto de vista de Pico de la
como salvador del Papado.—Su personalidad.—^Elección de Mirándola sobre la Antigüedad 104
León X.—Sus peligrosos proyectos políticos.—Peligro crecien- iV. xiv: Inevitable victoria de los
EL H U M A N I S M O E N E L SIGLO
te del exterior.—Adriano VI.—Clemente V I I y el saco de Ro- humanistas,—Dante, Petrarca, Boccaccio.—Boccaccio como pre-
ma.—Consiguiente reacción.—Conduela de Garios V.—El Pa- cursor.—Humanismo y religión.—Coronación de los poetas. . 109
pado de la Contrarreforma , ^7
^ V.. UNIVERSIDADES Posición de los humanistas en las
Y IÍSCUELAS;
FINAL. LA I T A L I A DE L O S PATRIOTAS 71 Universidades.—Insdtuciones secundarias.—Escuelas latinas.—
Libre educación; Vittorino de Feltre y Guarino.—La educación
de los príncipes 11 ^
SEGUNDA PARTE
VI. ANIMADORES Y PROP.AGADORES Ciudadanos
DEL H U M A N I S M O :
D E S A R R O L L O DEL I N D I V I D U O florentinos: Niccoli.—Mannetti.—Los primeros Medici: Loren-
zo el Magnífico.—La Antigüedad como interés vital.—En las
1. PERSONALIDAD: El hombre medieval.—El despertar de la per- cortes de los príncipes.—Sforza y los Este.—Sigismondo Ma-
sonalidad.—El tirano y sus subditos.—Individualismo en las latesla
Repúblicas.—Destierro y cosmopolitismo 71
Vil. EPISTOLOGRAFÍA Y ORATORIA L A T I N A : La cancillería papal.—
I I . M A D U R E Z D E L A P E R S O N A L I D A D : Capacidad múltiple,—Carácter
Apreciación del estilo epistolar.—Los oradores.—Discursos po-
del siglo XV.—El hombre universal; Leone Battista Alberto. 76 líticos y diplomáticos.—Oraciones fúnebres.—'Discursos acadé-
l i l . E L S E N T I D O M O D E R N O D E L A G L O R I A : Opinión de Dante acerca micos y militares,—El sermón latino,—Renovación de la anti-
de la fama.—La celebridad de los humanistas: Petrarca.—Cul- gua retórica.—Forma y contenido de los discursos.—Afán por
to de los lugares de nacimento y de las tumbas.—Culto de los ,. las citas.—Decadencia de la oratoria 124
grandes personajes de la Antigüedad.—Literatura de la fama '
local: Padua.—Leyenda e historia.—La literatura como dispen- VIH, El tratado.—'Histo-
EL TRATADO L A T I N O Y L A HISTORIOGRAFÍA:
riografía latina.—Valor del latín.—Monografía y biografía.—
sadora de la fama.—Pasión morbosa por la fama •. 79
Investigaciones sobre la Edad Media.—Inicios de la crítica.—
IV. L A B U R L A Y E L S A R C A S M O M O D E R N O S : Burla y sarcasmo en co- ^ Los historiadores italianos 132
nexión con el individualismo.—El sarcasmo florentino: la no-
IX. LATINIZACIÓN GENERAL Historiografía italia-
DE L A C U L T U R A :
vela.—Chistosos y bufones: Arloto y Gonella.—León X y sus
na,—La Antigüedad como supuesto general.—Nominación ar-
ÍNDICE GENERAL 315
314 LA CULTURA DEL RENACIMIENTO E N ITALIA

DESCRIPCIÓN D E I.A V I D A H U M A N A : Escenas animadas de la


caizante.—Predominio del latín.—Cicerón y los ciceronianos.- vida.—Eneas Silvio y otros.—Poesía bucólica convencional.—
La conversación latina Situación real de los campesinos y su tratamiento poético.—
X. L A P O E S Í A N E O L A T I N A : La poesía latina.—Valor de la poesía Mantovano, Lorenzo el Magnífico.—Pulci.—Poliziano.—El con-
latina.—La epopeya histórica.—Poesía mitológica.—Poesía bu- cepto del hombre.- 192
cólica.—La épica cristiana.—Intervención de la mitología.—
La mitología en la poesía histórica.—Poesía didáctica: Palin- QUINTA PARTE
genius.—Poesía lírica latina y sus límites.—Odas a los San-
tos.—^Poemas en forma elegiaca.—El epigrama.—El epigrama L A V I D A S O C I A L Y L A S FIESTAS
en Roma.—El epigrama en Venecia.—Versos macarrónicos. . 4Ü
XL DECADENCIA D E L H U M A N I S M O E N E L S I G L O xvi; Descrédito de
I. NIVELACIÓN D E L A S CLASES SOCIALES: Contraste con la Edad
los humanistas.—^La culpa de los humanistas y su gravedad,— Media.—Convivencia de nobles y burgueses en las ciudades.—
Comparación con los sofistas.—Acusaciones en los siglos X V Nivelación de las clases sociales.—Situación de los nobles en
y XVI.—Miseria del sabio.—Contraste con el humanista.—Pa- las distintas regiones.—^La nobleza y la cultura.—Tardía in-
fluencia de España.—'La dignidad del caballero.—'Los torneos
blo Calvi.—Pomponio Leto.—Las Academias
y su caricatura.—Nobleza de cuna como requisito del corte-
sano 197
CUARTA PARTE

DESCUBRIMIENTO DEL M U N D O Y DEL HOMBRE II. REFINAMIENTO EXTERIOR DE L A VIDA: Perfección del indivi-
duo.—Trajes y modas.—Afeites y artificios.—Transformación
VIAJES D E L O S I T A L I A N O S ; Las Cruzadas.—Colón.—Eneas Sil- del rostro.—El aseo.—El Calateo y las buenas maneras.—Con-
vio.—Propósitos cosmográficos del viaje l^ti. fort y elegancia 202
II. LAS CIENCIAS NATURALES ENTendencia empírica.—
ITALIA: IL E L LENGUAJE C O M O F U N D A M E N T O D E L A V I D A S O C I A L : Desarro-
Dante y la astronomía.—Actitud de la Iglesia.—Influencia del llo del lenguaje social.—^Su vasta difusión—>Los puristas.—^Su
Humanismo.—Botánica y jardinería.—Zoología y colecciones escaso éifito.—La conversación 206
de animales extraños.—Colección de razas.—Ippolito Medici.
IV. LA FORMA SUPERIOR DE L A SOCIABILIDAD: Reglas y estatutc« so-
III. DESCUBRIMIENTO DE L A BELLEZA DEL PAISAJE: El paisaje en
ciales.—Los noveUstas y su medio.—Las grandes damas.—La
la Edad Media.—Dante.—^Petrarca y sus ascensiones • las mon-
sociedad florentina.—^La descripción de Lorenzo de su propio
tañas.—^El "Dittamondo" de Uberti.—La escuela flamenca de
pintura.—Las descripciones de Eneas Silvio.—El paisaje como círculo 210
lejanía y como cercanía.—Monte Amiata.—Testimonios pos- V. EL PERFECTO HOMBRE DE M U N D O : El "cortigiano".—Desarro-
teriores llo de la sociedad cortesana.—Habilidades del cortesano.—^Ejer-
f ÍV, DESCUBRIMIENTO D E L H O M B R E : Descubrimiento del hombre.—
cicios físicos.—Juegos populares.—La música.—Los virtuo-
Tem.peramento y planetas.—Las formas líricas y la descrip- sos.—Dileltantismo 213
ción.—Valor del soneto.—Dante y la Vita Nuova.—La Divina VI. SITUACIÓN Igualdad de hombres y mujeres.—
DE LA M U J E R :
Comedia.—Petrarca, pintor del alma.—Boccaccio y su Fiammet- Personalidad de la mujer.—^La virago.—La mujer en socie-
ta.—La tragedia en el Renacimiento.—La pompa como enemi- dad.—Nivel cultural de las cortesanas.—'Las amantes de los
ga del drama.—Comedias y máscaras.^—^El ballet y la tragedia príncipes 217
italiana.—^La comedía del arte.—La música como compensa-
ción.—La épica: Pulci y Boyardo.—La única epopeya posi- VIL L A V I D A D O M É S T I C A : Contraste con la Edad Media.—Agnolo

ble.—Ariosto y su estilo.—Folengo y la parodia.—Tasso Randolfini.—La educación en la familia.—La villa y la vida


del campo 220
V. LA BIOGRAFÍA: La biografía en la Edad Media.—Biógrafos tos-
VIH. LAS FIESTAS: Origen de los misterios y de las procesiones.—
canos.—La biografía en otras regiones de ItaHa.—•Jovio.—La
Las fiestas y sus formas básicas.—Superioridad de las fiestas
autobiografía: Eneas Silvio.—Cellini.—Cardano.—Comaro. . .
italianas.—La alegoría en la literatura y en el arte.—La ale-
VI. D E S C R I P C I Ó N D E L A S P O B L A C I O N E S : Diferencias entre pueblos y
goría en las fiestas.—Los misterios.—Su decoración.—Motivo
regiones.—El Dittamondo.—Descripciones del siglo xvi iST
para la representación de los misterios.—El Corpus Christi
VIL DESCRIPCIÓN DEL HOMBRE Descripción externa del
EXTERIOR: en Viterbo.—Salvas.—^Representaciones profanas.—Pantomi-
^, ser humano.—La belleza de Boccaccio.—El ideal de Firenzuo- mas.—Leonardo y las fiestas.—Recibimiento de los prínci-
la.—Sus defiíúciones generales
ÍNDICE GENERAL 317
316 LA CULTURA l)i".L R E N A C I M I E N T O EN ITALIA

tclesmas,—La magia cn la colocación de las primera.s pie­


pes.—Procesiones.—"Trionfi" religiosos y profanos.—Entrada
dras,—El nigromante en tos poetas.—Benvenuto Cellini.—De­
de Alfonso en Nápoles.—Festejos venecianos.—El carnaval en
cadencia de ta magia.—Otras ramas de la superstición.—La
Roma y en Florencia 2 2 1
alquimia^ 285
C R I S I S G E N I A L D E L A F E : La incredulidad.—La confesión de
SEXTA PARTE Boscoli.—Confusión religiosa y escepticismo.—Controversia so­
bre la inmortalidad del alma.—El cielo pagano.—El más allá
MORALIDAD Y RELIGIÓN
homérico,—Deísmo y teísmo.—Disolución de la doctrina cris­
tiana.—Lorenzo cl Magnifico 304
I. LA MORALIDAD: Enjuiciamiento moral de los pueblos.—Con­
ciencia de la desmoralización.—El moderno sentimiento del
honor.—^Rabelais,—Proclividad al juego y a la venganza.—La
venganza y la opinión pública.—Venganza y gratitud.—Lo ilí­
cito en la vida matrimonial.—Amorío y amor ideal.—'Moral
de novela.—Infidelidad y su castigo.—Espiritualización del
amor.—Bembo.—La criminalidad.—Bandolerismo.—El crimen
pagado.—Malvados absolutos.—Malatesta.—Moralidad e indi­
vidualismo 237

11. LA RI'.LIGIÓN E N L A VIDA COTIDIANA: La religión,—Necesidad


de una reforma.—Los italianos y la Iglesia.—Los frailes.—
Las Órdenes mendicantes.—La Inquisición de los dominicos.—
Las Órdenes monásticas superiores.—Dependencia de la Iglesia
y de sus ritos.—Los predicadores: Bernardino de Siena.—Efec­
tos de los sermones.—Savonarola.—Sus vaticinios.—Su cons­
titución.—Oposición a la cultura clásica.—Su reforma de las
costumbres.—La quema de objetos.—Elementos paganos en las
creencias populares.—Fe en las reliquias.—Et culto mariano.—
Oscilaciones en el culto.—Epidemias expiatorias.—Su regula­
ción por las autoridades de Ferrara

LA RELIGIÓN Y F.I. E S P Í R I T U DEL RENACIMIENTO: Inevitable


subjetividad.—Tolerancia con el Islam.—Equivalencia de to­
das las religiones.—Influjo de la Antigüedad.—Los llamados
epicúreos.—Doctrina del libre albedrío.—Los humanistas pia­
dosos.—Tipo medio del humanista: Codro Urceo.—Los co­
mienzos de la crítica religiosa.—Fatalismo de los humanis­
tas.—Exterioridades paganas
I V , INFLUENCIA DE LA A N T I G U A SUPERSTICIÓN: Influencia de la
superstición antigua.—'La astrología; su extensión e influen­
cia.—Fautores y oponentes.—Los astros y la colocación de la
primera piedra.—La astrología y la guerra.—Las estrellas en
la vida del Estado.—La oposición de Pico de la Mirándola y
sus consecuencias.—Otras supersticiones.—La superstición en
los humanistas.—Fantasmas.—Demonios.—Las brujas en Ita­
lia; la caverna de Norcia.—La influencia nórdica.—La hechi­
cería entre las cortesanas.—Encantadores y magos.—Los demo­
nios en el camino de Roma.—Creencia en los conjuros.—Los
L U D O V I C O G O N Z A G A Y S U F A M I L I A

Por Andrea Mantcgna


• A

EL PAi'A S I X T O I V v su cORTt;
Por Melozzo da Forli

J O V E N F L O R E N T I N A

De Paoio Uccciio
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M u ¡ERES TEHENDO Y BORDANDO


Por Francesco Cossa. 1470 4

PAGINA MINIADA DE LA TRADUCCIÓN DE ARISTÓTELES


Hecha por |uan Argyrópulos. Miniaturas de Francesco Antonio
de! Cherico
El- H U M A N I S T A . RETRATÜ D E P E T R A R C A

Por Andrea del Castagno


.ORENZO DE MÉDICIS

EL CONDOTTIERO C O L L E O N E Atribuido a Orsino, .

Escultura de Verrochio en Venecia


RETRATO D E M A L A T E S T A

Por Parmigianino

RETRATO D E U N H O M B R E A N C I A N O

Por Guido Mazzoni, 1490


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^^^^^^^^^^^^^

RETRATO DE CÉSAR BORGIA


Atribuido £1 G i o r g i o n e . Academia Carrara de Rcrgamo

i ' í - i- . ' .

RETRATO D E M A O U I A V E L O
Autor desconocido
El. C A R D E N A L PlETRO B E M B Ü
Retrato airibuido A Tiziano. Galería Barbcrini d e Roma

REI'RF.SENTACEÓN DE UNA COMEDIA DE PLAUTO

Grabado en madera. 1 5 1 1

mi
R E T R A T O D E B A L D A S S A R E G A S T I G L I O N E ( 1 5 1 5 )

Oieo de Rafael. Museu del Louvre de París

B E N V E N U T O C E L L I N Í

Dibujo de Giuseppe Zocchi, grabado Francesco Allegrini


CÁTF.DRA E N U N A U N I V E R S Í D A D

Por Lorenzo VoUalina

E L LABORATORIO DE U N Q U Í M I C O

Por Giovanni Stradano. 1570


ESTE LIBRO SE ACABÓ DK IMPRIMIR EL DÍA
12 UE l U N I O DE 1984. EN LOS TALLERES DE

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Centeno, 109, 09SIQ, México, D. F.

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