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CODIGO CIVIL SUSTANTIVO (PERSONAS)

1. INTRODUCCIÓN AL DERECHO CIVIL

Incuestionablemente, la razón de ser del Derecho, no es otra que la de regular las


múltiples relaciones de los hombres sí.

La sociedad, existe, se consolida jurídicamente y se desenvuelve, alrededor de la


persona. Es por eso que, desde tiempos inmemoriales ha surgido la necesidad
imperiosa de estudiar a la persona como sujeto de Derecho.

Ya Planiol y Riperth en su tratado de Derecho Civil, explicaban, que todo derecho


compete al sujeto llamado “persona”, indicando que sin la existencia de la persona
el Derecho no tendría objeto ni motivo para su existencia.

En la época del Derecho romano se inventó la expresión «Derecho civil» (ius civile),
este era el Derecho del cives, del ciudadano romano, frente al derecho del
extranjero (ius gentium) o de quienes carecían la ciudadanía romana (Lacruz,
2004). En Roma el ius civile comprendía todo el sistema jurídico y por lo tanto
normas de Derecho privado como de Derecho público, si bien estas últimas eran
cuantitativamente escasas.

A partir de la recepción en la Edad Media del Corpus Iuris Civilis de Justiniano,


exclusivamente en su concepción de Derecho privado, es cuando viene a
entenderse por Derecho civil, primero el Derecho privado romano, en
contraposición a los Derechos de los diversos reinos existentes, y avanzada la edad
moderna e incluso en el siglo XIX, el Derecho privado general de cada país, ya sea
romano o autóctono.

Hoy en día todo el Derecho civil es Derecho privado, pero no todo el Derecho
privado es civil, sino solo el Derecho privado general o común; este regula, pues,
las materias privadas para las que no hay dictadas normas o disposiciones
particulares constitutivas de otros derechos privados especiales. Actualmente
deben considerarse Derechos privados especiales el Derecho mercantil y la parte
no pública del Derecho del Trabajo.
Hoy en día, el Derecho Civil es el que determina las consecuencias esenciales de los
principales hechos y actos de la vida humana, como ser: nacimiento, obtención de
la mayoría de edad, matrimonio, defunción, etcétera. Además se ocupa de la
relación de los individuos con sus semejantes, como en materia de créditos y
deudas, así como de la regulación de los derechos sobre las cosas, a saber:
propiedad, usufructo, servidumbres, etcétera.

En un panorama breve de descripción puede decirse que los temas que aborda son:

a. Todo lo relacionado a las personas, capacidad, estado civil, domicilio,


nombre;

b. lo vinculado al derecho familiar: matrimonio, divorcio, adopción, tutela,


patria potestad, curatela, visitas, etcétera;

c. lo atinente a los bienes, como su clasificación, posesión, propiedad,


usufructo, uso, habitación, etcétera;

d. la materia de sucesiones por causa de muerte;

e. y el enorme campo de las obligaciones y su disciplina;

f. los contratos.

2. CLASIFICACIÓN DE LAS PEROSNAS

La tradicional distinción doctrinal de personas naturales y jurídicas, no responde a


una exacta diferenciación, pues que, en realidad, tanto las personas individuales
como las colectivas reúnen a la vez las condiciones de naturales y jurídicas: tan
natural como el hecho del nacimiento en el hombre lo es su tendencia a la
sociabilidad y unas y otras están reconocidas jurídicamente como sujetos
susceptibles de derechos (Scaevola).

Así, es más exacta la clasificación que adopta el código de personas individuales y


personas colectivas, las primeras constituidas por el individuo y las segundas por
la agrupación reflexiva de varios de estos.
Dicho lo anterior, debemos reconocer que, en la teoría del derecho se distinguen
las personas físicas de las morales, de tal manera que existe la persona jurídica
individual y las personas jurídicas colectivas.

Se entiende como persona Física: El hombre o el individuo del género humano,


con inclusión de la mujer, por su puesto. Integra la “persona física” el sujeto por
excelencia en las esferas del Derecho, Sociología y del nexo económico que en lo
laboral trazan entre aquél y ésta.

Se entiende como persona natural: El hombre cual sujeto de derecho, con


capacidad para adquirir y ejercer derechos, para contraer y cumplir obligaciones,
para responder de sus actos dañosos o delictivos.. Se opone sustancialmente a la
persona jurídica.

Ahora bien, dentro del ámbito individual, podemos conceptualizar a las personas
Colectivas como: Un ser de existencia legal susceptible de derechos y obligaciones
o de ser término subjetivo en relaciones jurídicas y que se encuentra integrada por
un grupo social con cierta coherencia y finalidad además de un Estatuto jurídico
peculiar.

De lo dicho, deriva inconfundiblemente que el término técnico persona designa al


sujeto del derecho: ser sin el cual no se puede concebir una regla de derecho o una
institución jurídica y quién, por lo tanto, es susceptible de los beneficios, de las
coacciones y de la observancia del ordenamiento de esas reglas e instituciones
(Bonnecase). La persona es la que vive la vida jurídica y solamente los seres
humanos son personas físicas individuales en la terminología del art. (Mazeaud).

2.1. La persona física como sujeto de Derecho

El hombre constituye la persona física, también llamada persona jurídica


individual.

Los entes creados por el derecho son las personas morales o ideales, llamadas
también personas jurídicas colectivas.

La doctrina considera que la persona existe desde el momento de la concepción,


que se materializa con el acto sexual entre mujer y varón, produciéndose la unión
de genes, para que, previo desarrollo del embarazo acontezca el nacimiento del
hombre.

Jurídicamente, el sujeto de derecho “persona” existía desde el momento de la


concepción, pues ese ser concebido que puede tener el tamaño de la cabeza de un
alfiler ya está protegido por la ley, y tiene el fundamental derecho a la vida, la ley le
concede además el derecho de “goce” y el derecho a suceder, en nuestra
legislación, tratándose del hijo póstumo (concebido antes del fallecimiento de su
padre), el único requisito para sr considerado como heredero de su progenitor, es
que se produzca el alumbramiento, con vida del recién nacido, dentro de los 300
días computables desde el fallecimiento de su padre; sea naturalmente o por
medios quirúrgicos.

Para que el nacimiento sea generador de la personalidad, deben concurrir tres


condiciones:

- Que el nacido sea separado de su madre.


- Que tal sepacración sea completa.
- Que el nacido haya sobrevivido luego de la separación.

Filosóficamente la persona es una substancia individual de naturaleza racional


(Boecio); ahora bien, en palabras de Sánchez Román “Persona” es toda entidad
física o moral, real o jurídica, susceptible de Derechos y Obligaciones. Dicho en
otras palabras, “Persona” es todo ser humano u organización colectiva, capaz para
obtener derechos y contraer obligaciones.

2.1.1. Comienzo de la personalidad.

“Art. 1 Código Civil (comienzo de la personalidad)

I. El nacimiento señala el comienzo de la personalidad.

II. Al que está por nacer se lo considera nacido para todo lo que pudiera favorecerle, y
para ser tenido como persona basta nacer con vida.

III. El nacimiento con vida se presume, salva la prueba contraria, siendo indiferente
que se produzca naturalmente o por procedimientos quirúrgicos.”
El artículo en estudio señala al nacimiento como el comienzo de la personalidad,
admitiendo sin razón ni fundamento que, al que está por nacer se lo considera vivo
para todo lo que pudiere favorecerle.

EL nacimiento determina el origen de la personalidad, sin perjuicio de la ficción de


suponer existente a la persona que no ha nacido aún: Infans conceptus pro nato
habetur.

El Cgo. abrg. (art. 507) exigía la viabilidad (de vitae habilis: aptitud para vivir
durante un mínimo de 24 horas), condición originaria del derecho romano
transmitida por las partidas. Se considera absurdo, actualmente, hacer depender la
capacidad de derecho de la persona de la circunstancia de haber sobrevivido horas
más u horas menos. Además se requería que el nacido tenga figura humana,
condición reputada ociosa porque todo ser procedente de la unión sexual del
hombre y mujer, ha de tener siempre los rasgos característicos y generales de la
especie humana (Scaevola).

2.1.2. Fin de la personalidad y Conmoriencia

“Art. 2 Código Civil (Fin de la personalidad)

I. La muerte pone fin a la personalidad.

II. Cuando en un siniestro o accidente mueren varias personas y no puede


comprobarse la premoriencia para determinar un efecto jurídico, se considera que
todas murieron al mismo tiempo.”

La muerte pone fin a la personalidad, debiendo entenderse el fallecimiento de una


persona aquel momento en el que dejan de funcionar los sistemas vitales (cerebral,
circulatorio y respiratorio).

La evolución del derecho presenta tres casos de muerte:

-
- La muerte natural: real y positiva.
- La muerte presunta
- La muerte civil, hace mucho borrada de la legislación de los pueblos cultos.
Las presunciones que la ley crea sirven para definir derechos en interés de la
sociedad. Tales los casos de las concepción del hijo de la mujer que contrae
segundas nupcias, dentro de los 300 días de disuelto o anulado el primero y del
nacido dentro de los 300 días después de muerto el de cujus que se considera
concebido a tiempo de abrirse la sucesión.

La norma en estudio explica así mismo que cuando se produzca un siniestro que
provoque la muerte de varias personas, se considera que todas murieron al mismo
tiempo a efecto de determinar los efectos jurídicos sobrevinientes.

Así pues, abandona el Código las antiguas leyes, que tenían su razón de ser para
suplir con presunciones legales la dificultad de averiguar la verdad, cuando ocurría
el fallecimiento de varias personas sin conocerse positivamente el instante del
óbito de cada una, en razón de la edad o sexo de las mismas.

3. LA PERSONA COLECTIVA COMO SUJETO DE DERECHO

Se utiliza la expresión “persona colectiva” o “persona física” como opuestas a la de


“persona natural”, al individuo, para mostrar que ellas no existen sino con un fin
jurídico. Ahora bien cabe aclarar que estas denominaciones (“persona física” o
”persona colectiva”), no son las únicas con las que los autores o las leyes designan
a éstos entes jurídicos de existencia indudable.

Así Colmeiro, propuso el término de “personas abstractas”, con el justificativo de


que las mismas son producto de una abstracción racional y por un reconocimiento
legislativo.

Cuando varias personas individuales tienen intereses, y, por consiguiente,


finalidades comunes, se da una comunidad de derecho subjetivo en la cual
concurre una pluralidad de sujetos para un sólo derecho, aunque la multiplicidad
no llega a ser unidad. Cuando esa pluralidad de personas individuales (comunidad
personificada), alcanza esa unificación o unidad (reduto ad unum), aparece la
persona colectiva llamada también "ente", entidad o institución.

Las personas colectivas se diferencian entre si y no representan ni en su estructura


orgánica ni en sus orígenes la unidad que caracteriza a las personas individuales
(Bonnecase). Están excluidas del derecho de familia que procede únicamente de la
persona individual. Y aún dentro de los derechos patrimoniales, la persona
colectiva no recibe derechos y no celebra actos sino de acuerdo con su objeto
(principio de la especialidad). En todo otro dominio, su personalidad no tiene
razón de ser (Planiol y Ripert). No pueden cometer delitos y por esta razón no caen
en el dominio de aplicación del Derecho Penal, que, al determinar ese su dominio,
declara explícitamente (c.p. art. 5) que sus reglas sólo comprenden a las personas
que en el momento del hecho fueren mayores de diez y seis años. La
responsabilidad de que trata el art. 57, por ello, sólo puede ser la de carácter civil.

La persona jurídica se encuentra presente en las relaciones de carácter público,


como las que se traban entre Estados, o entre particulares y entidades del Estado.
Pero además, penetra profundamente en las relaciones de carácter privado,
encauzando las aspiraciones colectivas de los sujetos para permitir que cumplan
con fines que trascienden su individualidad, como en el caso de las asociaciones o
fundaciones; o sirviendo objetivos de negocios y comerciales, como sucede con las
sociedades civiles y mercantiles.

Su constitución soluciona diversos problemas:

a) Permite a las personas físicas superar el inconveniente de la duración de


su vida al poder extenderse la persona jurídica más allá de la vida de los
constituyentes;

b) Permite que se emprendan actividades de gran cuantía económica que no


se podrían costear con el patrimonio de una sola persona;

c) Admite asumir, en ciertos casos, riesgos empresariales, pues, algunos


tipos de personas jurídicas limitan la responsabilidad de los socios.

3.1. Naturaleza Jurídica de las personas Colectivas.

3.1.1. Teoría de la ficción (Savigny): La naturaleza solo ha dotado de


personalidad (voluntad y razón) al ser humano; la persona jurídica es
una creación artificial de la ley.

Es una concesión del legislador que artificialmente y solo para ciertos


fines, le concede a un ser ficticio la capacidad que tienen los hombres.
Por ende, para constituir una persona jurídica no basta con el acuerdo
de muchos individuos, sino que se requiere la autorización estatal. El
reconocimiento del Estado es constitutivo.

- Críticas

a. Si las mismas son una ficción creada por la autorización del Estado:
¿quién creó al Estado? Si éste es una ficción, ¿no es ficción el Derecho
que el crea?

Para Savigny, la teoría es inaplicable al Derecho Público, ya que las


personas públicas son de existencia natural y necesaria.

b. Es una teoría peligrosa pues la existencia de las personas jurídicas


puede depender de la arbitrariedad del Estado.

3.1.2. Teorías de la realidad: En las personas jurídicas no hay ficción, sino que
son instituciones provistas de voluntad, que existen y constituyen una realidad
diferente a la de los individuos que la integran.

El Derecho no crea seres de la nada, sino que le atribuye personalidad además del
hombre a ciertos entes que toma del campo social, entes que sin tener una realidad
corporal y espiritual, como el hombre, sin embargo tienen una realidad social, una
individualidad propia y participan en la vida de la comunidad como unidades
distintas e independientes.

Hay un nuevo sujeto de derecho con voluntad e intereses diferentes a la de los


individuos que lo componen.

La ley no crea la persona jurídica, sino que solo se limita a constatar su existencia.
El reconocimiento es declarativo.

4. LA PERSONA COLECTIVA EN EL CÓDIGO CIVIL

“ART. 52.- (Enumeración general). Son personas colectivas:

1) El Estado boliviano, la iglesia católica, los municipios, las universidades y demás


entidades públicas con personalidad jurídica reconocida por la Constitución Política
y las leyes.
2) Las asociaciones mutualistas, gremiales, corporativas, asistenciales, benéficas,
culturales en general, educativas, religiosas, deportivas o cualesquiera otras con
propósitos lícitos, así como las fundaciones. Ellas se regulan por las normas generales
del capítulo presente, sin perjuicio de las leyes y disposiciones especiales que les
conciernen. Las ordenes, congregaciones y otros institutos dependientes de la iglesia
católica se rigen internamente por las disposiciones que les son relativas.

3) Las sociedades civiles y mercantiles que se regulan por las disposiciones


respectivas del código presente y por las del Código de Comercio y leyes
correspondientes.”

La definición colectiva adoptada por el Código, es la que antiguamente se usaba


para éstos sujetos de derecho. La ausencia de coordinación codificadora ha hecho
que el p.c. no concuerde con el c.c. en esa definición, pues emplea la denominación
personas jurídicas.

El Estado es persona colectiva de existencia necesaria, porque es


imprescindible para la realización de los fines de la Nación jurídicamente
organizada. Las universidades, los municipios, en la esfera de su actividad, también
son personas colectivas de existencia necesaria.

Igualmente lo son los departamentos, inexplicablemente excluídos de la


disposición. Si la autonomía reconocida a los municipios y universidades por la
Constitución (arts. 185 y 200), les da carácter de personas colectivas per se, la
descentralización administrativa reconocida a los gobiernos departamentales por
la misma Constitución (art. 110), exigía la inclusión de los departamentos en el
precepto como se hizo en el Anteproyecto Ossorio (art. 107). Además al exigir la
Constitución (art. 59, 7ª), autorización legislativa para la enajenación de los bienes
departamentales está reconocido implícitamente ese carácter.

La Iglesia católica en sí y la Santa Sede como entidad internacional tiene,


prácticamente, doble reconocimiento de su personalidad colectiva (este art. y el
53). Otras legislaciones extienden ese reconocimiento a la iglesia católica
representada por el Sumo Pontífice, es decir, por la Santa Sede. Este
reconocimiento, sin embargo, está sometido por sobre las determinaciones legales,
a los concordatos y acuerdos entre el Estado y la Santa Sede (art. 3, Const.). En
función de lógica consecuencia, debió

incluirse el reconocimiento de la personalidad de otras entidades religiosas,


cuyo culto garantiza la citada disposición constitucional, como lo hizo el
Anteproyecto Ossorio (art. 107, 3º).

La enumeración del segundo párrafo, que pudo ser más prolija, distingue entre
asociaciones, corporaciones y fundaciones, cuyo estudio científico requeriría
demasiado espacio. Reducido el tema a la esfera práctica de estas anotaciones, las
asociaciones o corporaciones pueden ser de interés público: gremiales,
mutualistas, asistenciales y todas las comprendidas en el párrafo 3); de interés
privado; culturales, deportivas. Las fundaciones, son entidades en las que
desaparece casi por completo los intereses individuales y, por el contrario, lo
absorbe todo el fin social: un hospital, una escuela, etc.

Queda entendido que las asociaciones corporativas a que se refiere el art. en su


prf. 2), tiene el sentido corriente que le asigna el Diccionario de la lengua y no
constituye un derivado del régimen corporativo que estableció el Cgo. modelo y
que criticó por eso Messineo. De todos modos hubiera sido preferible eludir el
término y, más bien, en función de lógica concordancia con el ordenamiento
constitucional propio, referirse, por ejemplo, a las cooperativas, cuya organización
y fomento es función del Estado

“ART. 53.- (Entidades internacionales). Son también personas colectivas las


organizaciones internacionales, la Santa Sede, los Estados extranjeros y sus
organismos, conforme a las normas del Derecho Internacional.”

Quiere decir que concordando esta disposición con los artículos conexos, los
Estados extranjeros pueden tener propiedades en el territorio nacional, lo que
automáticamente pone en funcionamiento el privilegio de la extraterritorialidad,
por el cual no pueden ser sometidos a la jurisdicción de un poder extraño sin
perder en cierta medida su soberanía. Estas consideraciones han dificultado
permanentemente considerar a los Estados extranjeros como personas colectivas
de derecho privado.
ART. 58.- (Constitución y reconocimiento).

I. Los organizadores de una asociación o los comisionados para el efecto, presentarán


ante la Prefectura del Departamento: el acta de fundación con el nombre, profesión y
domicilio de los fundadores; el estatuto y reglamento; y el acta de aprobación de
éstos últimos.

II. El Prefecto, previo dictamen fiscal, dispondrá por auto motivado la protocolización
de los documentos en un registro especial de la Notaría de Gobierno. Se elevará un
testimonio de todo lo obrado ante el Ministerio correspondiente para el trámite sobre
reconocimiento de la personalidad jurídica, mediante resolución suprema.

Para constituirse como tales en el estado de Bolivia, las personas colectivas deben
apegarse a la norma comercial, civil y demás normativa conexa para su
constitución y reconocimiento a objeto de poder ejercer sus derechos y contraer
las obligaciones sociales que importen a los intereses societarios.

5. ATRIBUTOS DE LA PERSONA FÍSICA

Entendemos, en primer lugar como atributo a una propiedad o cualidad de una


persona o un objeto. De esto se desprende que ésta facultad o potestad es
concedida por disposición legal.

Ahora bien, dicho lo anterior, definimos a los atributos de las personas desde el
punto de vista del derecho civil, diciendo que los mismos se encuentran
conformados por:

5.1. Capacidad Jurídica.

Art. 3 Código Civil (Capacidad jurídica, limitaciones). Toda persona tiene


capacidad jurídica. Esta capacidad experimenta limitaciones parciales sólo en los
casos especialmente determinados por la ley.

Al presente, debemos definir la capacidad como: “la aptitud, idoneidad y


suficiencia de la persona para ejercitar por sí mismo, actos de la vida civil”.

La capacidad de obrar se diferencia de la capacidad de ejercicio considerando a


la persona no ya en cuanto a tenga la protección del Estado, sino en cuanto sea
apta para gobernarse por sí, en las diversas contingencias de la vida práctica, tal es
el sustrato de hecho de la capacidad de obrar, que corresponde a un estado
psíquico de idoneidad para entender y para creer” (Messineo).

Art. 4 Código Civil (Mayoría de edad y capacidad de obrar).

I. La mayoría de edad se adquiere a los veintiún años cumplidos.

II. El mayor de edad tiene

La mayoría de edad se prueba con el certificado de nacimiento. Se considera


que en la edad establecida por la ley, el sujeto ha alcanzado el nivel suficiente de
madurez física y síquica para gestionar cualquier negocio y para ejercitar por sí
mismo todos los actos de la vida civil.

5.1.1. Incapacidad de Obrar.

Art. 5 Código Civil (Incapacidad de obrar).

I. Incapaces de obrar son:

1) Los menores de edad, salvo lo dispuesto en los párrafos III y IV de este artículo
y las excepciones legales.

2) Los interdictos declarados.

II. Los actos civiles correspondientes a los incapaces de obrar se realizan por sus
representantes, con arreglo a la ley.

III. Sin embargo el menor puede, sin autorización previa de su representante,


ejercer por cuenta propia la profesión para la cual se haya habilitado mediante un
título expedido por universidades o institutos de educación superior o especial.

IV. El menor puede también administrar y disponer libremente del producto de su


trabajo.

La Ley considera a las personas como incapaces de obrar, a las personas que no
hayan alcanzado aún los 18 años de edad; la misma ley considera así mismo
como incapaces de obrar a las personas que, incluso habiendo cumplido los 18
años han perdido el uso completo de sus facultades mentales.
Se debe tener presente que a efecto de que una persona en principio hábil sea
considerada como interdicta, tiene que ser declarado judicialmente mediante
una sentencia ejecutoriada.

En cuanto a la incapacidad de obrar referente a la edad, se presentan algunas


excepciones que derivan de la Emancipación.

5.2. Nacionalidad.-

La nacionalidad en derecho se refiera al vínculo jurídico y político existente


entre un Estado y los miembros de éste. Este vínculo, que determina su
pertenencia a dicho Estado, le da derecho a reclamar su protección, pero le
somete también a las obligaciones impuestas por sus leyes.

Así mismo, este derecho puede ser concebido como un vínculo jurídico en
virtud del cual una persona se convierte en miembro de la comunidad política
de un Estado determinado aceptando en consecuencia sus normas, tanto de
Derecho Interno como de Derecho Internacional.

Por último se puede considerar a la nacionalidad como un componente del


Estado Civil de la persona nacida o naturalizada en un país o índole
perteneciente a ella por lazos de sangre materna o paterna.

A veces se equipara la nacionalidad con “ciudadanía”; pero, aunque coinciden


en un momento dado, los niños gozan de nacionalidad, pero nunca de
verdadera ciudadanía, entendida como la capacidad para ejercer los derechos
políticos.

En nuestra legislación, la nacionalidad se encuentra consagrada como un


derecho y un atributo de la personalidad en los artículos 21 y 141 de la
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia que a la letra señalan:

“Artículo 21.- Las bolivianas y los bolivianos tienen los siguientes derechos:

1. A la autoidentificación cultural.

2. A la privacidad, intimidad, honra, honor, propia imagen y dignidad.


3. A la libertad de pensamiento, espiritualidad, religión y culto, expresados en
forma individual o colectiva, tanto en público como en privado, con fines lícitos.

4. A la libertad de reunión y asociación, en forma pública y privada, con fines


lícitos.

5. A expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio


de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva.

6. A acceder a la información, interpretarla, analizarla y comunicarla libremente,


de manera individual o colectiva.

7. A la libertad de residencia, permanencia y circulación en todo el territorio


boliviano, que incluye la salida e ingreso del país.”

“Artículo 141.

I. La nacionalidad boliviana se adquiere por nacimiento o por naturalización.

Son bolivianas y bolivianos por nacimiento, las personas nacidas en el territorio


boliviano, con excepción de las hijas y los hijos de personal extranjero en misión
diplomática; y las personas nacidas en el extranjero, de madre boliviana o de
padre boliviano.”

5.3. Estado Civil

El estado civil de la persona puede ser definido como la situación en que se


encuentra el hombre – incluyendo dentro el término a las mujeres, por
supuesto -, dentro la sociedad, en relación con los diferentes derechos o
facultades y obligaciones o deberes que le atañen, Corrientemente el “Estado
Civil” se confunde con el Derecho de Familia; y por él se comprende el estado
de soltería, matrimonio, viudez y/o divorcio, siempre y cuando se admita la
ruptura total del vínculo conyugal.

En verdad, el estado civil es el estado de familia en que se encuentra colocado


un individuo y que en virtud de ciertos hechos o actos que ocurren en su vida,
algunos de los cuales por completo ajenos a su voluntad, y por tener
determinada condición familiar, lo hacen acreedor de ciertos derechos o
deudor de ciertas obligaciones. Por ejemplo, la condición de padre, sea
matrimonial o extramatrimonial genera la obligación alimentaria recíproca y
atribuye al hijo la calidad de heredero de primer orden y de legitimario en la
sucesión del padre y la madre. De forma que, si bien es posible concordar con el
legislador en que del estado civil emergen ciertos derechos y obligaciones, es
imprescindible vincular aquellos con la presencia de relaciones de familia, y no
con otros rasgos que pueden envolver a las personas, como el sexo, la
ciudadanía, la profesión, la edad o la salud física o mental.

Por ende, el estado civil sólo se refiere al estado de familia, a los derechos y
obligaciones emanados del matrimonio, los vínculos de consanguinidad o
afinidad y la adopción.

En la moderna técnica jurídica, el estado civil, se determina por las siguientes


circunstancias y elementos:

- El nacimiento que origina la clasificación de concebidos, criaturas abortivas


y nacidos. Estos a su vez pueden subdividirse en menores de 24 horas,
quienes dentro del Derecho Civil Español no constituyen realmente
zonasnas, a diferencia de lo que ocurre en la situación boliviana en la que el
ordenamiento jurídico reconoce expresamente al ser concebido como
“nacido vivo”.
- - La Nacionalidad en virtud a la cual se distribuyen a los habitantes de un
mismo territorio en “nacionales” y “extranjeros”.
- El sexo con evidente desigualdad en contra de la mujer y más aún en contra
de la mujer casada.
- La Familia, origen de numerosas diversidades en cuanto a la capacidad; ya
sea por soltería, casamiento o viudez; ya sea por ejercicio de la Patria
Potestad o por estar sometido a ella.
- La edad, es causa, así mismo, de numerosas modificaciones en el estado y la
capacidad de las personas, capacidades que son adquiridas en virtud a los
años cumplidos que tenga la persona.
- La Ausencia, se constituye en una razón modificativa del estado civil por
determinar medidas administrativas del patrimonio, apertura eventual de
la sucesión y cambios en la situación conyugal y filial del ausente, si es
casado o padre.
- En nuestra legislación civil no se menciona expresamente al Estado Civil de
las personas pero creemos que deriva del derecho a la familia y todos los
derechos y obligaciones que éste acarrea.
5.4. El Nombre

El nombre, en los pueblos primitivos, era único e individual: cada persona sólo
llevaba un nombre y no lo transmitía a sus descendientes. Este uso sobrevivió
por mucho tiempo, en algunos pueblos, principalmente en los griegos y
hebreos.

En cambio, los romanos poseían un sistema de nombres sabiamente


organizado, pero que no es conveniente explicar aquí por ser demasiado
complicado. Sus elementos eran el nomen o gentilitium llevado por todos los
miembros de la familia (gens) y el praenomen, o nombre propio de cada
individuo". (Planiol, ob. cit., t. 1, pág. 199). "Por lo general, el dato de identidad
de la persona está constituido por el apellido (o nombre patronímico),
acompañado del nombre (nombre de pila), o sea por lo que la ley llama,
comprensivamente, el nombre; el nombre es el punto de referencia de un
conjunto (por lo general, largo y de difícil recuerdo) de datos, por los que se
describe y, por consiguiente, se individualiza a la persona: al referirse al
nombre (apellido y nombre de pila) se entiende referirse, precisamente, de
manera abreviada, a ese conjunto", (Francesco Messineo, Manual de Derecho
Civil y Comercial.).

El nombre, dice Escriche, es la palabra que se apropia o se da a alguna persona


o cosa, para darla a conocer o distinguirla de otra. Hay dos especies de
nombres: el nombre propio o de pila (asignado a tiempo de la inscripción en el
registro civil o -antes- del bautismo) y el de familia o linaje, comúnmente
denominado apellido, que se transmite de padres a hijos a todos los
descendientes y a todas las ramas de la familia para distinguirlas de otras.
Como señal del hecho de la descendencia, el apellido pertenece exclusivamente
y privativamente a cada familia y se adquiere por los que de varón en varón
traen su origen de la misma.
El apellido individualiza socialmente a la familia más que a sus miembros.
Estos, a su vez, dentro de la familia están individualizados por uno o varios
nombres. El nombre y el apellido forman un todo que asegura inequívocamente
la individuación de la persona individual (Bonnecase). El nombre es el vocativo
con que se individualiza a una persona y el apellido, el vocativo con que se
designa a todos los miembros de una misma familia (Mazeaud).

El derecho al nombre es imprescriptible, porque la prescripción es propia de


los derechos patrimoniales. Es inalienable, porque es un derecho por su
naturaleza personalísimo e intransferible por no ser susceptible de estimación
pecuniaria. Es inmutable, porque las partidas del estado civil no pueden
alterarse ni modificarse sino en virtud de sentencia judicial y el interesado no
puede alterarle a su voluntad, y es irrenunciable, porque crea obligaciones de
familia que se imponen contra la voluntad del obligado.

El derecho al nombre, como entidad reconocida por el ordenamiento jurídico,


autoriza perseguir civilmente toda violación del mismo. La violación puede
consistir en una asunción ilegítima del nombre por quien no tiene derecho para
llevarlo; en una usurpación, que puede manifestarse como suplantación de la
persona inclusive, que implica usurpación del entero status personae del sujeto
(Messineo); en el uso indebido, como el de servirse de un nombre (generalidad
comprensiva del apellido) para denominar un animal o atribuirle la
caracterización literaria de una figura inmoral, perjudicial para quien tiene
derecho a llevar ese nombre. Tampoco está permitido patentar como marca
comercial (c. com. 478) los nombres de personas diversas de aquél que pide la
patente, cuando su uso lesione la fama, el crédito o el decoro de quien tiene el
derecho a llevar tal nombre (Messineo).

La protección del nombre, inclusive el seudónimo, está dirigido contra


cualquiera alteración o lesión injustificada. El daño resultante del hecho
culpable se traduce en una acción de indemnización.

La persona perjudicada con un cambio de nombre, puede impugnar el cambio,


por aplicación de este precepto.
La homonimia, por lo regular, ha de tolerarse entre quienes llevan,
legítimamente, el mismo nombre y apellido y la exclusividad del uso tiene su
límite en el igual derecho del otro. Sin embargo, el interés de rechazar la
homonimia puede aparecer en el caso de que el homónimo sufra una condena
penal o resulte involucrado en algún escándalo, o cuando el homónimo se
aprovecha de la propia seña de la individuación para usurpar méritos
intelectuales, o ventajas materiales que correspondan al otro sujeto, o que
comprometa la responsabilidad patrimonial de éste, o que pretende en su
mérito ejercitar un derecho que no le incumbe. Para obviar este inconveniente,
en la práctica, se utiliza el apellido compuesto, que incluye el paterno y el
materno, y cabe obligar al homónimo a emplear análogo agregado, para
alcanzar la diferenciación necesaria. Si la homonimia comprende el nombre de
pila y el apellido compuesto, cabe tramitar el agregado más conveniente que
asegure tal diferenciación. Sirve a este fin el empleo de dos nombres de pila.

En la legislación civil boliviana se regula el derecho al nombre en los artículos 9


al 11 del Código Civil Boliviano y que a continuación son citados:

ART. 9.- (Derecho al nombre).

I. Toda persona tiene derecho al nombre que con arreglo a la ley le corresponde.
El nombre comprende el nombre propio o individual y el apellido paterno y
materno, salvo lo dispuesto en el artículo siguiente.

II. El cambio, adición o rectificación del nombre sólo se admite en los casos y con
las formalidades que la ley prevee.

ART. 10.- (Apellido del hijo). El hijo lleva el apellido o apellidos del progenitor o
progenitores respecto a los cuales se halla establecida su filiación.

ART. 11.- (Apellido de la mujer casada).

I. La mujer casada conserva su propio apellido, pudiendo agregar el de su marido,


precedido de la preposición "de", como distintivo de su estado civil y seguir
usándolo aún en estado de viudez.

II. En los títulos profesionales usará su apellido propio.


III. La mujer divorciada no tiene derecho a seguir usando el apellido de su ex-
marido, salvo convenio entre partes, o, a falta de él, con autorización del juez, en
mérito al prestigio ya logrado con ese apellido en la actividad profesional,
artística o literaria.

IV. En otros casos el uso del nombre se rige por las disposiciones particulares de la
ley.

ART. 12.- (Protección del nombre). La persona a quien se discuta el derecho al


nombre que lleva o sufra algún perjuicio por el uso indebido que de ese nombre
haga otra persona, puede pedir judicialmente el reconocimiento de su derecho o
la cesación del uso lesivo. El juez puede ordenar que la sentencia se publique por
la prensa.

5.5. El domicilio
Si el nombre es el elemento de individuación de carácter personal, que
imprime al individuo una marca que lo sigue y lo distingue de los demás en
todo tiempo y lugar, el domicilio individualiza a la persona desde el punto
de vista territorial. Expresa la relación de derecho que obligatoriamente liga
a una persona con el lugar preciso del territorio, en que ella debe y puede
ser habida para sus relaciones jurídicas (Bonnecase).
La doctrina distingue el domicilio político del civil; el general u ordinario
del especial; el natural o de origen del voluntario o de hecho; el necesario o
real del legal, etc. En la práctica la ley se refiere simplemente al domicilio,
sin preocuparse mucho en destacar explícitamente las distinciones.
En la doctrina la residencia es el asiento de hecho de la persona, (donde la
persona vive de manera normal: Mazeaud), en oposición al asiento de
derecho constituido por el domicilio, o sea, la sede de la actividad jurídica
de la persona (Messineo).
La habitación, (la demeure francesa: morada), considerada variante de la
residencia, es el asiento ocasional y esencialmente transitorio de una
persona.
El domicilio disfruta de una innegable importancia en el ámbito del
Derecho, dado que no sólo interviene como medio para la localización de las
personas para hacerlas destinatarias de efectos jurídicos y comunicarles los
procesos en que se ven envueltas, sino también como sistema de atribución
de competencia para los tribunales, entre otros variados aspectos.
Vulgarmente, es habitual vincular el concepto de domicilio con la casa en
que cada persona reside, pero esa equiparación no siempre es atinada. Ello
por cuanto, aun cuando etimológicamente el término domicilio deviene de
la voz latina domicilium, que a su vez se deriva de domus, equivalente a
casa, habitación o lugar en que se habita, esa acepción, dado el carácter de
materialidad que supone, no armoniza en modo forzoso con la figura qu
aquí se analiza.
Para los operadores del Derecho el domicilio es un concepto jurídico: «se
trata de una abstracción puramente intelectual, independiente del lugar
mismo a que se refiere».106 El domicilio aparece así como «la sede jurídica
de la persona», en virtud de que supone una vinculación estable entre la
persona y un lugar determinado y en que esa localización se realiza para
atribuirle determinadas consecuencias jurídicas.
En efecto, el domicilio es una noción jurídica, que suele estar determinado
por el lugar en que efectivamente habita o se aposenta la persona, pero que
en innumerables supuestos no depende de la radicación concreta en lugar
alguno.108 Es así que, en diversas ocasiones la persona se encuentra
domiciliada en lugares diferentes a aquellos en los cuales tiene su efectiva
residencia (es lo que acontece con los incapaces o con quienes fijan un
domicilio especial, de conformidad con lo que se habrá de ver).
El concepto de domicilio se tiene en cuenta, no solo, para el ejercicio de los
derechos y el cumplimiento de los deberes civiles, sino también para otras
consecuencias, como la adquisición de la nacionalidad o de la vecindad civil,
para determinar el juez competente y para apreciar la desaparición o
ausencia de una persona (Valpuesta, 2003).
En la legislación boliviana, se norma el domicilio en el artículo 24 al 30 del
Código Civil que señala:
ART. 24.- (Determinación). El domicilio de la persona individual está en el
lugar donde tiene su residencia principal. Cuando esa residencia no puede
establecerse con certeza, el domicilio está en el lugar donde la persona ejerce
su actividad principal.
ART. 25.- (Personas sin residencia fija). Las personas que por su género de
vida no tienen residencia en un lugar determinado, se consideran
domiciliadas en el lugar donde se encuentran.
ART. 26.- (Cónyuges).
I. El domicilio de los cónyuges se halla en el lugar del domicilio matrimonial,
salvo lo dispuesto por el artículo 29.
II. En los casos de separación, se estará a lo que dispone el Código de Familia.
Esta disposición antes que asegurar la unidad de la familia en interés de la
sociedad, crea ingredientes propicios para la anarquía familiar y una
incertidumbre evidente para los terceros que traben relaciones jurídicas
con el matrimonio. Condescendencia al parecer excesiva con las exigencias
de la sedicente liberación femenina, que en demérito de sus loables fines,
deteriora la seguridad que la mujer busca en el matrimonio, con detrimento
de la formación de los hijos y a pesar de la protección del matrimonio y de
la familia que solemnemente proclama la Constitución
ART. 27.- (Menor e interdicto).
I. El domicilio del menor no emancipado está en el de la persona a cargo de
quien se encuentra.
II. El del interdicto está en el domicilio de su tutor.
ART. 28.- (Cambio de domicilio). El cambio de domicilio se realiza por el
traslado de la residencia principal o, en su caso, de la actividad principal a
otro lugar.
ART. 29.- (Irrenunciabilidad. Domicilio especial).
I. El domicilio es irrenunciable.
II. Puede elegirse un domicilio especial para la ejecución de un acto o el
ejercicio de un Derecho.
Como todo atributo de la personalidad, el domicilio es irrenunciable, es
decir, no se puede pretender vivir o actuar jurídicamente sin domicilio. Esta
disposición no comprende la renuncia de domicilio, que es fórmula de uso
corriente en materia de convenciones y que en realidad importa señalarla
en forma especial en estrados, sin mencionarlos, para las notificaciones
emergentes de dichas convenciones.
Aunque una persona tenga su domicilio conocido, real o legal, o ambos a la
vez como sucede frecuentemente, puede elegir, además, un domicilio
determinado para cumplir alguna obligación o exigir el cumplimiento de
algún derecho. Esto no afecta en modo alguno al domicilio conocido. Es el
llamado domicilio especial, siempre convencional, constituido para
determinadas relaciones jurídicas y es asiento legal de la persona sólo para
esas relaciones. Debe ser expresamente constituido y no se presume en
caso de duda. Surte efectos para todas las consecuencias accidentales o
necesarias de las relaciones para las que fue constituido.
ART. 30.- (Indeterminación del domicilio actual). Cuando el domicilio
actual de una persona no puede determinarse con certeza, rige el último
domicilio conocido.
6. DERECHOS DE LA PERSONALIDAD

El Derecho impera porque, existe la persona, para servirle como instrumento de


ordenación y defensa de sí misma y de sus intereses legítimos y legales. Cuando el
Ordenamiento reconoce un derecho Persigue satisfacer unas fines, unas utilidades
que considera dignos de protección. Precisamente porque hay que salvaguardar la
existencia física y la integridad moral y espiritual del individuo, del Sujeto de
Derecho, ha sido imprescindible el refrendo y la construcción de los llamados
“Derechos de la Personalidad”

Personalidad es el conjunto de rasgos biológicos, sociológicos y psicológicos que


caracterizan a un sujeto; y si le falta alguno de ellos no puede imaginarse que
exista. Presenta una gran riqueza de matices y una ilimitada variedad de
concreciones que permiten afirmar que cada individuo tiene una única e
irrepetible personalidad.

En el ámbito jurídico en general, Capitant declara que, cual derechos de la


personalidad se comprenden los que tienen por objeto la protección de la persona
misma y que, aun permaneciendo dentro de su patrimonio, son susceptibles de
llegar a ser lesionados: Derecho al Honor; a la Integridad Física; Integridad Moral;
Derecho al Nombre, etc.
La totalidad de relaciones jurídicas de las que una persona es titular constituyen su
esfera jurídica; dentro de ella podemos distinguir dos grupos: el primero está
formado por las relaciones jurídico patrimoniales, que son las de naturaleza
económica llamadas así por ser susceptibles de ser valoradas en dinero, y las no
patrimoniales o personales que se suelen definir negativamente por su no
patrimonialidad. Al conjunto de relaciones que forman el primer grupo se le
denomina patrimonio. El segundo grupo que carece de nombre genérico está
integrado por los derechos de la personalidad son un subgrupo de las mismas
(Albaladejo, 2002). Los derechos de la personalidad son los que se ejercen sobre la
propia persona o más propiamente sobre determinadas cualidades, o atributos,
físicos o morales de la persona humana (Castán, 1995).

Los derechos de la personalidad presentan las siguientes características:

- Generalidad. Toda persona está dotada de estos derechos.

- Absolutividad. Son derechos absolutos o de exclusión, es decir, que son


oponibles frente a terceros (erga omnes), puesto que generan en todos los demás
un deber general de respeto a la persona y de sus atributos.

- Extrapatrimonialidad. El contenido de los derechos de la personalidad no puede


ser valorable en dinero, si bien su lesión se puede reparar mediante una suma de
dinero si no hay posibilidad de repararla de otra forma (Albaladejo, 2002). Ello
significa que no pueden ser objeto de transacción comercial ni de transmisión
alguna, tampoco pueden ser embargados, por la que se obtenga a cambio un pago o
compensación.

- Originarios o innatos. Puesto que se adquieren por el mero hecho de ser


persona sin concurrencia de ninguna circunstancia o hecho adquisitivo especial; se
extinguen con la muerte de la persona.

- Irrenunciables. La persona no puede disponer de los derechos, no cabe su


transmisión ni su renuncia, ni se pierden por el transcurso del tiempo. El hecho de
que una persona, por su conducta negativa o su comportamiento inmoral, haya
conculcado su imagen, no significa que haya perdido su dignidad de persona y aun
así conserva sus derechos fundamentales.
- Art. 6 Código Civil (Protección a la vida) La protección a la vida y a la
integridad física de las personas se ejerce conforme a las normas establecidas
en el Código presente y las demás leyes pertinentes.

En nuestro país, en el artículo 15, Parágrafo I de nuestra Constitución Política


del Estado se proclama el derecho a la vida.

La persona tiene un poder limitado de disposición sobre la vida, su propio


nacimiento es ajeno a su voluntad y, por lo general también su propia muerte.
Los comportamientos contrarios a la propia vida no son sancionados por el
ordenamiento jurídico respecto de uno mismo, este es el caso del suicidio y de
la eutanasia.

La declaración Universal de los Derechos del Hombre, proclama que todo


individuo tiene derecho a la vida... y a la seguridad de su persona (art. 3º). Su
equivalente americana, también lo hace en su art. I. El art. 5º de la primera
declaración citada, añade: nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes. Estos textos implican para la persona el
derecho de exigir y obtener la debida protección de su vida y de su integridad
física, contra todo atropello, particularmente cuando proviene de quienes
abusan del poder.

Debe destacarse que este capítulo contiene, diseminadas y mezcladas, reglas


relativas a los derechos de la personalidad y a los derechos del hombre. La
teoría de los primeros es propia del Derecho privado. Los segundos,
presuponen la declaración de los derechos fundamentales, que en ningún caso
pueden ser considerados con separación de toda a la constitución jurídica del
Estado (Del Vecchio, cit: de Castán Tobeñas).

Los Hnos. Mazeaud, también advierten que es un error confundir, como ocurre
frecuentemente, los derechos del hombre y los derechos de la personalidad.

Son muchos, ciertamente, según el ilustre autor de "Los Derechos del Hombre"
(Castán Tobeñas), los puntos de coincidencia entre los derechos del hombre y
los de la personalidad, porque unos y otros pueden conceptuarse como
derechos naturales, ya que los derechos de la personalidad representan
atributos, que corresponden a la persona por su misma naturaleza y están
enraizadas en la propia condición del ser humano. Más, los derechos de la
personalidad tienen siempre una esfera más reducida que la de los derechos
humanos, que corresponden al dominio de aplicación de la protección
constitucional, en tránsito a su protección internacional, así sea todavía
imperfecta esta última (Carta de las Naciones Unidas, de 26 de junio de 1945,
Preámbulo y art. 1º prf. 3).

- Art. 7 Código Civil (Actos de Disposición sobre el propio cuerpo).


I. Los actos por los cuales una persona dispone sobre todo o parte de su
cuerpo están prohibidos cuando debiendo ejecutarse en vida del donante,
pueden ocasionar una lesión grave y definitiva a su integridad física o son de
otra manera contrarios al orden público o a las buenas costumbres.
II. En la donación de órganos que se van a trasplantar en vida del donante,
serán necesarios, para la ejecución quirúrgica, el informe previo y el control
por una comisión que designará el Colegio Médico.
III. Una persona puede revocar siempre los actos de disposición sobre su
propio cuerpo.

El artículo en estudio se refiere a las donaciones de partes del cuerpo u


órganos, estableciendo que no pueden poner en riesgo la vida del donante y
determinando el carácter relativo de las decisiones de disposición sobre el
propio cuerpo.

El derecho sobre el propio cuerpo se manifiesta:

a) En el derecho a la vida (art. 15; I) de la Constitución y art. 3º de la


Declaración de los Derechos del Hombre, en el sentido de que la persona tiene
derecho a que otra no atente contra su vida (Messineo). La protección de ese
derecho pertenece al dominio de aplicación del Derecho

Penal, de la cual, bajo forma de derecho al resarcimiento del daño patrimonial y


también no patrimonial se ocupa el anterior art. 6º concordante con el art. 87
del Código Penal.
b) En el derecho a negarse para someterse a ciertos cuidados médicos u
operaciones quirúrgicas o inspecciones corporales (este último llamado
derecho al pudor: Messineo), de que se ocupa el art. 14.

c) El derecho de disposición sobre el propio cuerpo, de que se ocupa este art.

La limitación consignada en el precepto se justifica para evitar que la falta de


cuidado en el sujeto, pueda causar a la integridad de su propio cuerpo,
disminuciones permanentes, o por la comisión de atentados con que el mismo
sujeto puede disminuir de modo permanente su integridad, consintiendo con
actos de disposición esa disminución permanente. Esa tutela está inspirada en
el interés social de salvaguardar la integridad física del individuo e
indirectamente la de la especie humana (Messineo).

El control a que se refiere el parágrafo II del art. en la donación de órganos


destinados a trasplantes quirúrgicos, tiende a impedir que por ese medio se
consuman atentados contra la propia integridad. Por ejemplo, resultaría
contrario a la ley (ilícito) el trasplante de una glándula sexual, que disminuya
en quien sufra su desaparición la capacidad reproductiva y, por consiguiente,
provoque la disminución permanente de la integridad física de que trata este
artículo (Messineo).

La disposición en estudio guarde estrecha relación con los derechos consagraos


por el artículo 14 del Código Civil que a la letra señala:

ART. 14.- (Negativa de examen o tratamiento médico). La persona


puede rehusar someterse a un examen o tratamiento médico quirúrgico, a
menos que se halle obligada por disposición de la ley o reglamento
administrativo.

- ART. 8.- (Derecho a la libertad personal). Se garantiza la libertad personal


conforme a las normas establecidas en las leyes que regulan su ejercicio, sin
que fuera de ellas nadie pueda privar ni restringir la libertad de otro.

Disposición mejor concebida y expresada en el los artículos. 21, 22 y 23 de la


Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.
La libertad, en una concepción general es entendida como, “Autonomía
Individual, absoluta en el pensamiento, y mayor o menor según las relaciones
surgidas de la convivencia social”. En la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, la Libertad se consagra como derecho fundamental y
se define como “la facultad de hacer todo aquello que no perjudique a otro”.

El sagrado derecho a la Libertad, establecido por la totalidad de las


constituciones políticas del estado de todo el mundo, es un derecho innato de la
persona, desde tiempos ya remotos en los que se abolió la esclavitud. El
derecho en estudio se refiere más a los deberes del Estado y al cumplimiento de
su normatividad jurídica.

El Anteproyecto de Ossorio (art. 11) propuso: "La persona humana es libre por
esencia. Los derechos de la personalidad son irrenunciables por el individuo y
no admite más regulaciones que las establecidas por ley legítimamente
dictadas". Juzga el autor del Anteproyecto, necesidad primordial de los tiempos
presentes proclamar cuantas veces fuese necesario la libertad humana, ante el
avance de las corrientes racistas y totalitarias de uno u otro extremismo.

El art. I de la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre dispone: Todo


ser humano tiene derecho... a la libertad... Y los arts. 2, inc. 1 y 3 de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre, reiterativamente
prescriben, respectivamente, que toda persona tiene todos los derechos y
libertades proclamadas en la Declaración... y que todo individuo tiene derecho...
a la libertad...

Estas proclamas legales de notoria frecuencia, sin embargo, parecen


inoperantes en la protección que se proponen, cuando la ilegitimidad se
enseñorea.

El aserto tiene expresión real en la escasa o ninguna libertad que se permite a


la persona boliviana, para ejercitar su libertad de locomoción, por ejemplo. Este
ejercicio requiere el requisito sine qua non de la autorización de salida o de
reingreso al país para viajes al o del exterior, mientras ingleses,
norteamericanos, brasileños, chilenos, argentinos y otros de diversas
nacionalidades pueden ingresar al país sin necesidad de visado alguno. Un
anuncio oficial dado al entrar en vigencia este Código, permite confiar en que
semejante anomalía será cancelada; medida atendida en cierta media con la
eliminación de la exigencia de pasaporte en la comunidad andina.

- ART. 16.- (Derecho a la imagen).

I. Cuando se comercia, publica, exhibe o expone la imagen de una persona


lesionando su reputación o decoro, la parte interesada y, en su defecto, su
cónyuge, descendientes o ascendientes pueden pedir, salvo los casos justificados
por la ley, que el juez haga cesar el hecho lesivo.

II. Se comprende en la regla anterior la reproducción de la voz de una persona.

En la doctrina y jurisprudencia alemanas, las leyes que protegen el derecho de


la propia imagen contra publicaciones indeseables, no importan un derecho
general que ampare los derechos indefinidos de las personas. Una extensión
exagerada provocaría grandes inconvenientes dando lugar a innumerables
pleitos de indemnización (Loewenwarter).

- ART. 17.- (Derecho al honor). Toda persona tiene derecho a que sea
respetado su buen nombre. La protección al honor se efectúa por este Código y
demás leyes pertinentes.

Corresponde este precepto al art. 12 de la Declaración Universal de los


Derechos del Hombre. Disposición innecesaria y en cierto modo reiterativa del
precepto del art. 12 del Código. La Constitución (art. 115) y el Título IX del
Libro Segundo del Código Penal, parecen lugares más propios de ella.

Esta protección legal se traduce en la reparación civil, que necesariamente


dimana de una sanción penal declarada en juicio. La cuestión radica en
averiguar si puede accionarse civilmente conforme al precepto del art. 994, II,
prescindiendo de la acción penal, en el caso de este artículo. Para los llamados
delitos privados, que sólo pueden conseguirse a instancia de parte (delitos
contra el honor, arts. 282 y s., c.p.), el Anteproyecto de Ossorio (art. 21),
aconsejaba abrir la acción a la reparación civil (pecuniaria), previa renuncia de
la acción penal (castigo del delincuente), lo que resulta más viable para una
transacción que para una controversia judicial.
- ART. 18.- (Derecho a la intimidad). Nadie puede perturbar ni divulgar la
vida íntima de una persona. Se tendrá en cuenta la condición de ella. Se salva
los casos previstos por la ley.

El derecho a la intimidad es una cosa cada día más real y más viva que el
derecho moderno no puede dejar desamparada (Ossorio). La jurisprudencia de
los

Estados Unidos, donde la protección legal de este derecho tiene un


extraordinario desarrollo, ofrece muchos casos ilustrativos (Ossorio):

“El dueño de un garaje fijó en su escaparate un aviso de que su cliente X le


debía algún dinero y no podía cobrárselo. Aunque el hecho era cierto, el deudor
reclamo el atentado a su intimidad y ganó el pleito. Cabe al respecto hacer
notar que la generalizada publicidad de nóminas de deudores morosos, puede
caer bajo acción de ese precepto; pues los acreedores tienen medios legales
para cobrar sus créditos y ninguna ley les autoriza publicar la morosidad de sus
deudores.”

- ART. 21.- (Naturaleza de los derechos de la personalidad y su


limitación). Los derechos de la personalidad son inherentes al ser humano y
se hallan fuera del comercio. Cualquier limitación a su libre ejercicio es nula
cuando afecta al orden público o a las buenas costumbres.

Estos derechos representan atributos de la personalidad que resumiendo lo


dicho hasta aquí, pueden circunscribirse a los siguientes: Un nombre propio
que distingue a las personas unas de otras; la nacionalidad que determina sus
relaciones con el Estado al que pertenece; un estado civil, que precisa sus
derechos y obligaciones en la familia; un domicilio; un patrimonio y la
capacidad para gozar y ejercer derechos.

7. LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA Y LA MUETE PRESUNTA


- ART. 31.- (Nombramiento de curador). Cuando una persona desaparece y
no se tiene noticia de ella, el juez de último domicilio puede nombrar, de oficio
o a petición de parte, un curador que la represente en juicios, levantamientos
de inventarios, cuentas, liquidaciones, divisiones y otros actos en que esa
persona tenga interés y que provea al cuidado de sus bienes, pudiendo
asimismo adoptar las providencias conducentes a la conservación de su
patrimonio, siempre que haya necesidad y no exista cónyuge ni apoderado, o
existiendo este último, el mandato haya fenecido.

En derecho, la ausencia es la situación de quien se encuentra fuera del lugar de


su domicilio, sin que se sepa su paradero, sin constar además si vive o ha
muerto; y sin haber dejado representante.

Por abandono deliberado o dejación resultante, la ausencia afecta al patrimonio


del ausente, a las expectativas sucesorias de sus herederos y a las personas que
dependían económicamente del ausente o, cuando menos, sujetas a su potestad
paterna, conyugal, tutelar o representativa.

La ausencia declarada no es un estado civil ni produce una modificación de la


capacidad de obrar, sino que se pretende solventar el vacío que causa su
desaparición en su patrimonio y en su familia (O’Callaghan, 1993).

En efecto, cuando se da la desaparición y los requisitos –situación de hecho,


ausencia de hecho– unas personas deben y otras pueden, pedir la declaración
de ausencia que se declara por resolución judicial.

Son características de la ausencia declarada:

1º Carácter judicial: se tramita en expediente de jurisdicción voluntaria y se


declara por Auto.

2º Situación jurídica independiente de las medidas provisionales y de la


declaración de fallecimiento. Lo normal es que se declare después de
aquellas, pero no hay ningún impedimento para que se declare antes que
aquellas o incluso sin haberse declarado aquellas.

3º Carácter prácticamente indefinido.

Ausente es la persona cuya existencia no es posible establecer por ningún


hecho y cuya muerte no puede ser probada. Se distingue del no presente y del
desaparecido. El no presente está alejado de un lugar determinado; no hay
duda sería sobre su existencia. El desaparecido es aquél a quién no se ha visto
más a partir de un accidente o de una catástrofe en la que, probablemente, ha
muerto. (Art. 40) (Planiol y Ripert).

La anterior apreciación induce contraponer, según Scaevola, la ausencia como


hecho, calificada de conocida, y la ignorada o ausencia propiamente dicha,
como estado, aludiendo con aquélla la situación de una persona (siempre
individual o física) que aunque no se encuentra donde debería estar (domicilio,
residencia), se sabe, sin embargo y con certeza, cual es su actual paradero;
ausencia de hecho cuya causa puede ser pública o privada, justa o injusta,
voluntaria o forzosa. Se refiere la segunda figura, en la ausencia en sentido
estricto, a la persona incierta, que no se halla, como dice Escriche, allí donde su
presencia es debida o reclamada y cuyo paradero se desconoce en absoluto, a
quien, por tal razón, si la ley no estableciera la presunción de vida, habría que
reputarle muerta.

ART. 32.- (Declaración de ausencia).

I. Si después de dos años no hay noticias del desaparecido, los presuntos herederos
y otras personas que tienen o razonablemente creen tener derechos dependientes
de la muerte de aquel, pueden pedir que el juez declare la ausencia.

II. Para justificar la ausencia, el juez, con arreglo a las piezas y documentos
producidos, ordenará se levante una información en el lugar del domicilio de la
persona desaparecida.

La declaración de ausencia es, en rigor, el estado que confiere una verdadera


administración. El plazo de dos años de que habla el art. se computa desde la
primera publicación que debe hacer obligatoriamente el curador nombrado en
el trámite de presunción.

ART. 33.- (Posesión provisional).

I. En ejecución de sentencia puede abrirse el testamento del desaparecido o


informarse de su última voluntad en el que exista.

II. Los que serían herederos testamentarios o legales, o sus respectivos herederos,
así como los que serían sus legatarios y otras personas con derechos que
dependen de la muerte del ausente, pueden pedir y obtener se les ministre la
posesión y el ejercicio provisional de los bienes y derechos que respectivamente
les corresponderían si el ausente hubiese fallecido el día de la última noticia
habida de él. En cualquier caso se formará inventario estimativo y se dará fianza
imputándose al ausente los gastos resultantes.

La administración interina del período de presunción cesa, sustituída por la


posesión provisional de los interesados legítimos, a quienes se exigirá fianza
cuya entidad no fija el artículo, pero que se presume debe ser suficiente a
responder satisfactoriamente de la administración que esta etapa supone.
Algunas legislaciones (la española v. gr.) la señalan en un monto igual al de la
renta de cinco años de los bienes administrados.

ART. 34.- (Administración y goce de los bienes). Quienes toman posesión


provisional son administradores de los bienes del ausente, y lo representan en
juicio y en los asuntos en que tenga interés. Los herederos forzosos hacen suyos
todos los frutos naturales y civiles; los demás herederos deben reservar una
tercera parte de los frutos para el ausente hasta la posesión definitiva.

ART. 35.- (Disposición). Quienes han obtenido la posesión provisional no pueden


enajenar, hipotecar o pignorar los bienes, excepto el caso de necesidad y utilidad
reconocidas por el juez, que al autorizar el acto providenciará sobre el uso y
empleo de las sumas obtenidas.

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