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Territorio, gobierno y gestión: temas y conceptos de la nueva geografía política – Quintero

(U2)

Durante gran parte del siglo XX, la geografía política fue un campo sesgado por agendas diplomáticas y militares de
corte nacionalista. Sus preocupaciones giraban en torno de la defensa de la soberanía territorial, las cuestiones de
límites y la competencia por ocupar espacios considerados estratégicos. Ese enfoque partía de una concepción
autoritaria de las relaciones entre política y territorio, donde la participación de los actores y las instituciones quedaba
fuera de escena frente a la imagen “monolítica de un Estado garanto de los Intereses de la nación".

Recién a partir de los años 70 y más ampliamente en los 80, la dimensión de lo político reingresa en las agendas de la
disciplina en los centros de Europa occidental. Los marcos teóricos tradicionales se reformulan al conectar las estudios
sobre la especialidad del poder con los aportes de la teoría social crítica y la ciencia política. Ya en los 90 el campo de
estudios políticos y geopolíticos se convierte en uno de los más dinámicos de la disciplina, sin duda bajo el estímulo de
las dramáticas transformaciones mundiales que tuvieron uno de sus eventos cruciales en la caída del muro de Berlín en
1989, Las transformaciones en la relación entro Estados y sistema económico mundial obligaron a replantear la
naturaleza do los territorios estatales, que dejaron de considerarse una escala privilegiada y cerrada sobre sí misma para
comprender la organización espacial del poder y el control. Las desigualdades de clase, étnicas, religiosas y de género
comenzaron a percibirse como fuentes de identidad más poderosas que los vínculos asociados a los Estados
nacionales.

La revisión crítica de los enfoques clásicos

Los primeros escritos de geografía política se dieron, a conocer sobre el final del siglo XIX. En rigor, buscaban extender
los postulados de la geografía humana clásica -referidos a los vínculos entre los grupos humanos y el medio físico- a la
comprensión de las relaciones entre el suelo y el Estado. La teoría más desarrollada y polémica fue la del geógrafo
alemán Friedrich Ratzel quien en 1898, basándose en analogías organicristas, postuló que la evolución de un Estado
dependía de su capacidad de mantener y ampliar su "espacio vital”, es decir, el área de aprovisionamiento de recursos
para una población en aumento.

Durante el tiempo en el que Europa se vio envuelta en las dos guerras mundiales, teorías como éstas encontraron un
campo fértil entre diplomáticos y politólogos. La geografía política se identificó crecientemente con la "geopolítica",
término arañado a principios del siglo XX para referirse al estudio de los fundamentos geográficos del poder de los
Estados y su aplicación al desarrollo de estrategias de defensa y competencia bélica.

Recién a fines de los años 80 la dimensión política reingresa en la agenda de la geografía académica, nutriéndose de un
diálogo duradero con la economía política, la historia social mundial y la teoría social crítica.

Los nuevos enfoques en geografía política buscaron reformular las relaciones entre espacio y poder, viendo en los
Estados modernos una de las formas históricas de organización territorial y sólo una de las múltiples dimensiones en que
el poder circula entre los actores sociales.

Otra innovación teórica provino de la geografía británica de los años 70, que puso el foco de interés en la geografía
electoral, Esta línea se caracterizó por recurrir al análisis espacial para analizar distribuciones y buscar patrones de
comportamiento que interesan a las democracias representativa en especial el reparto del voto y de la opinión.

También las temáticas geopolíticas comenzaron a ser revisitadas desde nuevas perspectivas desde los años 70, en
parte por el interés por comprender nuevos conflictos del escenario internacional.

DOS grandes contribuciones teóricas se convirtieron en sustento para esa renovación: la nueva historiografía sobre los
procesos de formación do los Estados nacionales y las teorías de los sistemas mundiales.

La nueva historia de las naciones y los nacionalismos provocó una revisión integral de la visión de los Estados modernos
en las ciencias sociales. Su principal postulado fue que "la forma nación" tenía una historicidad y que no constituía una
identidad colectiva previa ni necesaria a la formación y conservación de los Estados. La territorialidad del Estado-nación
moderno pudo ser reconceptualizada como una forma contingente de organización espacial del poder político.

En su "sistema economía-mundo” los Estados son conceptualizados como unidades de organización política dentro du
un sistema económico caracterizado por un mercado integrado a escala mundial. El principio formal de reconocimiento
de soberanía es visto como un elemento del sistema económico, que permite regular los flujos de intercambio -mediante
la territorialidad fragmentada del sistema interestatal.

Conceptos de la geografía política actual

Uno dolos resultados más relevantes do la revisión crítica sobre la geografía política clásica ha sido la profunda
reformulación del concepto de territorio. Existe un consenso fundamental en los nuevos enfoques que plantea una
diferencia radical con los abordajes del pasado: el abandono de la idea fisicalista de territorio. En la geografía política
contemporánea, el territorio no se confunde más con el suelo. Más que como hecho físico, se lo piensa como un proceso
que incluye tres dimensiones: material (referida al terreno concreto en el que se define), funcional (formas de control
espacial que se ponen en juego) y simbólica (formas de identidad social asociadas. En él participan diversas relaciones
de poder, que se traducen en tramas de límites, áreas de control, centralidades y redes institucionales a diferentes
escalas.

El territorio es el resultado espacial de una relación social construida en torno a una situación de poder-control. Según la
conceptualización de Sack, la territorialidad consiste en un conjunto de prácticas de control social orientadas a gestionar
relaciones de presencia/ausencia y de inclusión/exclusión de personas, objetos o acciones. Estas prácticas de control
suponen siempre algún modo de clausura o cercamiento de las extensiones sobre las que se ejercita, dando lugar a la
delimitación más o menos estable de áreas que llamamos territorios. Territorialidades de diverso origen y escala pueden
yuxtaponerse en forma contradictoria, provocando conflictos o disfuncionalidades; o bien pueden articularse en un
sistema político que las integre.

El territorio nacional se considera una escala de análisis, cuya significación deriva del sistema histórico de relaciones
sociales del que forma parte.

En las últimas décadas se asiste a cierta generalización del uso de territorio para asimilarlo prácticamente al concepto de
espacio social. En la práctica, equivale a decir que el espacio que interesa a la geografía y a las ciencias sociales no sólo
es diverso y heterogéneo sino que además toda su configuración material está atravesada por relaciones asimétricas de
poder y regulada por sistemas de control.

Un importante punto de acuerdo ha sido el abandono de la identificación entre territorialidad y estatalidad- Todos los
enfoques coinciden en entender que el objeto de la geografía política abarca diversas formas de territorialidad entre las
cuales la forma estatal nacional es una de las posibles.

Las diversas organizaciones sociales se desenvuelven en un cuadro espacio-temporal que contribuyen a organizar o… a
desorganizar. No se trata de asumir o rechazar una división política sino de preguntarse por la incidencia que los límites
políticos cobran como factor de organización espacial en el marco de cada problema bajo estudio.

En lo que hace al abordaje de la organización de los Estados, la principal característica de esta nueva geografía política
es su atención a las tramas institucionales que organizan territorialmente los procesos de decisión y gestión. De esta
manera, se abre un abanico de nuevas problemáticas que no habían tenido cabida en la geografía política clásica. Entre
ellas pueden, mencionarse los sistemas institucionales para la gestión de áreas urbanas y regionales, los vínculos entre
niveles local y regional del gobierno, las políticas públicas de gestión de los recursos, el diseño territorial de los sistemas
electorales y sus electos sobre la representación política.

La consideración de la dimensión simbólica en todas las formas de espacialidad política es otro de los rasgos
compartidos por los nuevos abordajes. Se parte de la idea de que para materializarse y cobrar eficacia, todo diseño
territorial debe ser en alguna medida experimentado por los actores mediante simbolizaciones que les asignan visibilidad
y sentido.
Nuevos temas, nuevas preguntas

Una primera línea que vale la pena mencionar se identifica con la expresión "geopolítica crítica", que se dedica al estudio
de los discursos políticos buscando observar de qué modo ingresan en la práctica de actores políticos y públicos
masivos, tanto en escenarios pasados como presentes.

Otra nueva área do estudios analiza las geografías de movimientos políticos y sociales. Parten del supuesto de que el
poder no está únicamente concentrado en los Estados y otras organizaciones. También es una capacidad disponible
para grupos sociales que se movilizan colectivamente para realizar sus aspiraciones o para resistir la opresión de otros.

En tercer lugar, existe una línea creciente de trabajo que se interesa en las políticas ambientales.

En los años 90 so observó que los Estados habían perdido capacidades de control sobro los procesos económicos que
se desarrollan dentro de sus fronteras, como resultado de procesos de desregulación (especialmente de los mercados e
instituciones financieras) y de privatización de equipamientos públicos.

En realidad "asistimos a un reposicionamiento del Estado en un campo de poder más extenso [formado por] un nuevo
orden institucional privado articulado por la economía mundial. En consecuencia, aun citando se vengan
desnacionalizando ciertas funciones hacia arenas transnacionales privadas, los Estados siguen siendo instituciones
clave en el control y la regulación territorial y la escala nacional sigue constituyendo el nivel geográfico en el que se
resuelve la territorialidad del sistema interestatal.

La gobernancia designa "el conjunto de procesos e instituciones que participan de la gestión política de una sociedad.
Comprende el gobierno propiamente dicho, más la contribución de otros actores que juegan un rol en las orientaciones
políticas estratégicas y en las opciones de política pública: actores políticos no gubernamentales que integran la
sociedad civil, como empresas, sindicatos, asociaciones o actores individuales"

Reflexiones sobre la geografía política en la enseñanza

La relación entre un campo del saber y los contenidos de la enseñanza nunca es lineal, y resulta de múltiples procesos
de selección y difusión, MUCHAS VECES NO estrictamente planificados.

El territorio y el mapa

Los mapas son concebidos y utilizados como "representaciones gráficas que facilitan el entendimiento espacial de
objetos, conceptos, condiciones, procesos o eventos propios del mundo humano"

La geografía tradicional enseñaba uno definición de Estado. "El Estado existe cuando una población instalada en un
territorio ejerce su propia soberanía>. Este tipo de definición -muy corriente en los textos escolares- parecía combinar
una idea formalista de territorio -asociándolo a la jurisdicción de un Estado-nación- y una idea organicista de sociedad -
entendiéndola implícitamente como una comunidad nacional. A ello hay que agregarle que todo el temario de la
geografía tradicional descansaba sobre una concepción física del territorio, que se estudiaba según dos ideas
principales: como soporte y sustento de la vida de una comunidad nacional y como extensión de una soberanía estatal
dentro de cuyos límites se desenvolvía es vida comunitaria.

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